Cuentos

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Angela Hermosín Núñez Pedro y la puerta mágica Era una noche en el año 2.009, una noche muy rara. Ese día diluvió granizo. Y un niño pobre sin comida se refugió en un portal. Una mujer que vivía en el cuarto piso, le vio y le recogió. Allí se calentó se duchó y comió. La mujer era delgada; tampoco tenía tanto dinero, pero lo daría todo por ayudar a las personas que lo necesitaran. El lugar era un poco viejo pero lo bastante para sobrevivir. Cuando se calmó la lluvia, el niño “Pedro” salió a la calle a jugar cuando se encontró un charco de agua y en él, reflejada, una puerta mágica. Pedro saltó sobre él y se fue a un mundo de fantasía donde había hadas, duendes y dragones. Empezó a caminar sin tener ni idea de donde estaba. De repente se escuchó un ruido muy extraño, y pudo ver a un hada. Se acercó y le preguntó: -¿Dónde estoy? -Estás en un mundo de fantasía. -¿Cómo puedo salir de aquí? -Tendrás que encontrar un árbol que habla pero ten cuidado porque hay seres mágicos que acechan por el bosque.

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Cuentos 4º Primaria

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Page 1: Cuentos

Angela Hermosín Núñez 

Pedro y la puerta mágica

Era una noche en el año 2.009, una noche muy rara. Ese día diluvió granizo. Y un niño pobre sin comida se refugió en un portal. Una mujer que vivía en el cuarto piso, le vio y le recogió.

Allí se calentó se duchó y comió. 

La mujer era delgada; tampoco tenía tanto dinero, pero lo daría todo por ayudar a las personas que lo necesitaran.

El lugar era un poco viejo pero lo bastante para sobrevivir.  

Cuando se calmó la lluvia, el niño “Pedro” salió a la calle a jugar cuando se encontró un charco de agua y en él, reflejada, una puerta mágica. Pedro saltó sobre él y se fue a un mundo de fantasía donde había hadas, duendes y dragones. Empezó a caminar sin tener ni idea de donde estaba. De repente se escuchó un ruido muy extraño, y pudo ver a un hada. Se acercó y le preguntó: 

-¿Dónde estoy?

-Estás en un mundo de fantasía.

-¿Cómo puedo salir de aquí?

-Tendrás que encontrar un árbol  que habla  pero ten cuidado porque hay seres mágicos que acechan por el bosque.    

Se encontró con un dragón y le preguntó: 

-¿Me puedes ayudar a encontrar a un árbol que habla?  

-Si, dijo el dragón.

Y enseguida lo encontraron entre los dos y se pudo ir con su madre adoptiva.  

FIN

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Andrea Hermosín Pérez del Río

La abuelita de Ana

Ana era una niña muy buena, hacía todos los días los deberes, jugaba muy callada en su casa... Pero la mayoría de los días vivía en casa de su abuelita. Sus padres trabajaban toda la mañana en una enfermería desde las cinco de la mañana hasta las siete de la tarde. Incluso algunos días veinticuatro horas. Pero Ana estaba encantada de vivir con su abuelita. Su abuelita era muy buena. Todas las noches, antes de que Ana se fuera a dormir, le contaba leyendas de dragones, batallas de espadas mágicas, historias de dinosaurios... Algunas veces, por la mañana, su abuelita la llevaba a desayunar a un bar; desayunaban una buena tostada con mucha mantequilla y una leche con el sobrecito de azúcar echado en ella.

Un día por la mañana, Ana amaneció en el cuarto de la casa de su abuelita que tenía allí, puso la televisión y vio los anuncios. Y cuando vio un anuncio de una muñeca MUY BONITA, se quedó sin habla. La abuelita de Ana se despertó y se fue al cuarto de Ana, donde la vio con los ojos abiertos. Le preguntó:

-¿Qué te pasa, Ana? Te veo muy rara...

-¡Abuelita, no sabes la muñeca que he visto!

-Aaamm... ¿Es la muñeca esa que trae un chupete de color verde y rosa?

-¡¡Sííííííí!!

-Pues si quieres, te doy de desayunar y te la compro.

-Oh, abuelita, ¡¡GRACIAS!!

-Vente a la cocina, allí tengo un catálogo de juguetes, busca la muñeca.

-Vale.

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Ana desayunó, se puso su vestido y salió con su abuelita hacia la tienda de juguetes más cerca de su casa. Entraron y allí estaba, sólo quedaban dos muñecas de ésas. En cuanto Ana se acercó a la muñeca, llegaron dos niñas y rápidamente cogieron las últimas muñecas que quedaron. Ana se puso muy triste, y le dijo su abuelita:

-Venga, Anita, vamos a ver si hay más juguetes que te gusten.

Entraron en la calle de las muñecas y allí quedaba la última, la muñeca que le gustaba a ella.

-¡¡Mira, abuelita, allí queda una!!

-Pues corre, Anita, antes de que venga una niña y también se la lleve.

Ana se compró su muñeca feliz, pero su madre llegó y se tuvieron que ir a casa. La mamá de Anita dijo:

-Qué suerte has tenido con tu abuelita, mañana volveremos.

-Vale, mamá.

Ana se durmió con su muñeca del chupete.

Ya era por la mañana, cuando Ana se despertó y vio a su madre despierta muy temprano. Eso era raro. Su madre solía despertarse a las once y esa vez se despertó a las nueve en punto. Ana le preguntó:

-¿Qué haces tan temprano aquí, mamá?

-Hija, tu abuelita se ha puesto enferma.

-¡¡¿QUÉ?!!

- Hija, lo siento, está en el hospital muy malita.

-¿¿CÓMO?? Eso es una broma, jajaja...

-No, no, no, hija, no es una broma.

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Ana cogió la muñeca, la apretó fuerte y se fue a su cama. Rompió a llorar. La mamá de Anita trató de consolarla, pero no podía hacerlo. Ni un poquito.

-Ana, no llores más, hoy iremos a visitarla.

Ya se le cambió la cara un poco.

Ana y su mamá fueron a visitarla y la abuelita dijo que estaba bien, que a lo mejor salía hoy de allí.

-Vámonos, Ana, la abuela tiene que descansar.

-Sí, Anita, voy a descansar un rato.

Los médicos llamaron a la tarde diciendo que la abuelita se había ido lejos a otro hospital, muy lejos. Ana dijo:

-Me da igual donde vayas, abuela, mientras estés bien, cómoda y sana.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.

Ana se siente bien cuando sabe que su abuelita está bien.

FIN

Page 5: Cuentos

Laura Díaz Rodríguez

Simbad el Marino

Érase una vez un barco que naufragaba y en él un hombre llamado Simbad. Él era un marinero muy temerario, no tenía miedo a nada. Después de mucho tiempo en la mar, encontraron una isla muy verdosa y húmeda, aunque un poco misteriosa.

Cuando desembarcaron vieron dos lagos que parecía vigilarles y en el centro dos bolas negras. Entonces Simbad dijo a su perro:

-¡Nerón, ve a oler esos dos lagos!

Nerón era un perro muy listo y de inmediato se puso a ladrar, entonces dijo un marinero:

-¡Venid ha olido algo! Pero qué estoy viendo, Nerón flota en el agua, no es posible. ¡Simbad! Entonces todos acudieron y Simbad dijo:

-¡Esto no es una isla sino un monstruo!

Todos corrieron hacia al barco pero no llegaron a tiempo porque en ese preciso momento el monstruo se despertó y, para no caerse tuvieron que agarrarse de lo que ellos creían ser palmeras y en realidad eran los pelos del monstruo.

Colgados del monstruo llegaron hasta una isla, en ese momento gritó Simbad:

-¡Corred hacia esa isla, vamos!

Cuando estuvieron a salvo encontraron sola a una joven muchacha y Simbad le preguntó:

-¿Por qué lloras preciosa?

Ella respondió:

-Mis padres se olvidaron de mí hace cinco años:

Page 6: Cuentos

-No te preocupes le dijo Simbad nosotros te ayudaremos a salir de aquí.

Cuando encontraron su barco, Simbad dijo a sus marineros:

-¡Rumbo a casa!

Cuando pasó un año Simbad y María, que era aquella muchacha a la que rescataron, se casaron y se dedicaron a navegar por todo el mundo. Cuando pasaron dos años tuvieron dos hijos gemelos y fueron muy felices.

FIN

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Javier López Ruiz

La gallina y el gallo

Érase una vez una granja en la que habían muchos animales como: vacas, caballos, gallinas, cerdos… Un día al amanecer se vieron un gallo y una gallina. El gallo era muy débil y la gallina era muy grande y muy elegante.

El gallo le dijo:

-¿Quieres venir conmigo a dar un paseo?

Y la gallina le dijo:

-Vale.

Y fueron a dar un paseo. Y mientras daban un paseo hablaban, y le dijo el gallo:

-Vamos a comer algo.

La gallina le dijo:

-Vale.

Entonces mientras comían el gallo se cayó.

La gallina le ayudó y le dio la mano. Fueron a la granja para curarle la herida y se la curaron, y al curársela la herida, la gallina iba a tener un pollito. Se fue al hospital y se quedó en la camilla. Se quedó en la habitación hasta que le llegara el pollito.

Le llegó el pollito y se fueron del hospital. El gallo le dijo:

-¿Quieres casarte conmigo?

-Vale.

Y se casaron y vivieron felices para toda la vida.

FIN

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José Ballesteros Lucas

Los chicos extraordinarios

En un país, mejor dicho, en un planeta muy, muy, muy ...(bueno, no tan lejano), vivían dos niños de una extraña especie. Vivían en el planeta Sueños y ellos tenían superpoderes. Se llamaban Heliot y Solaria. Heliot era de carne y hueso pero tenía el poder de congelar cosas, hacerlas explotar o lanzar pinchos de hielo. Solaria era totalmente opuesta a él, quemaba todo lo que quería, descongelaba cosas y sabía cocinar a chorros de fuego.

Un buen día su enemigo más indeseado; Mister Oscuro, quería dominar el planeta de los sueños, y con sus sucios esbirros consiguió sentarse en el trono del Palacio Soñador. Entonces dijo Heliot:

-¡Solaria, no conseguiremos llegar antes del anochecer!

-¡No es verdad! ¡Pero si recargamos nuestros poderes conseguiremos llegar a tiempo!

Tuvieron que emprender un largo viaje hasta la isla recargadora. Allí tuvieron que pasar tres puertas: la primera fue aguantar el miedo, la segunda superar el pánico y la tercera tener fuerza de voluntad. Los dos juntos superaron las pruebas y se abrieron las puertas de la recarga. Dentro había un cristal. Con él juntaron sus poderes y mandaron un rayo de luz al castillo de los Sueños y por fin acabaron con Mister Oscuro y sus esbirros.

FIN

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Ricardo Argüello Gutiérrez

Los tres hermanos y el tesoro

Era una época muy antigua por 1.718, y en unas casas del Caribe vivían tres hermanos. El más pequeño de quince años se llamaba Juanito, el otro de dieciocho Pedro y el de veinte Ricardo.

Ricardo quería reunirse a solas con sus hermanos y les dijo:

-Esta noche a las ocho en punto en nuestro cuarto.

Se reunieron y Ricardo les dijo:

-¿Sabíais que nuestro tatara, tatara, tatarabuelo fue famoso porque enterró un tesoro en una isla perdida cerca de aquí?

Juanito preguntó:

-¿Cuánto contiene el tesoro?

-800 monedas de oro –dijo Ricardo.

-¡Eso es una barbaridad! -exclamó Juanito

-¿De dónde sacaremos tanto dinero para comprar el barco?- preguntó Pedro

-No hará falta dinero, tengo un amigo llamado Álvaro que nos prestará un barco militar y tripulación; ¡ahora vamos al puerto! –dijo Ricardo.

Fueron al puerto y dijo Ricardo:

-Mirad, ahí está Álvaro.

-Hola Álvaro, ¿qué tal? –dijo Ricardo.

-¡Eh!, ¿qué tal? –dijo Álvaro.

-Veníamos a decirte que nuestro tatara, tatara, tatarabuelo enterró un tesoro en una isla perdida cerca de aquí. ¿Y si nos prestara tu barco y tripulación? -propuso Ricardo

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-Vale, os lo prestaré pero, ¿cuánto contiene el tesoro? –preguntó Álvaro

-800 Monedas de oro –contestó Ricardo.

-Vale, os lo prestaré a cambio de 50 monedas de oro –añadió Álvaro.

-Muy bien –se comprometió Ricardo.

-Os acompañará el capitán Morris y el barco llamado Poseidón –dijo Álvaro

El Poseidón tenía 3 mástiles y llegaba a 12 nudos. En cada lado tenía 20 cañones.

Zarparon hacia la isla y se encontraron un barco enemigo. Los empezaron a atacar. El capitán Morris dio la alarma, se dirigieron a los cañones a lanzar bombas y al final se rindieron. Avistaron la isla al amanecer, desembarcaron y… ¡allí estaba el tesoro! Lo metieron en el barco y finalmente llegaron a El Caribe sin problemas. Le dieron el dinero a Álvaro y los tres hermanos vivieron felices y comieron perdices.

FIN

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María Barrera Piña

El bosque prohibido.

Érase una vez un bosque de oscuras sombras y árboles con murciélagos. Habitaba un ser extraño, diferente a todos nosotros. Vivía en el bosque prohibido donde nadie se atrevía a ir, sólo una persona, David. Desde los 8 años quería ser un explorador. Ésta era su tercera aventura; las anteriores ocurrieron en: la ciudad submarina, la montaña del hombre de las nieves, el zombi del castillo del colegio. Se dijo a sí mismo:

-¡Qué bien, otra aventura!

Se encontró con una chica que también estaba viajando y se dirigía también al bosque prohibido, vio al chico y le dijo:

-¡Eh, tú! ¿Por qué me sigues?

- Yo no te sigo – dijo David.

-Entonces, ¿por qué vas al bosque prohibido?- le preguntó la chica:

-Porque soy un explorador. ¡Eh! Podíamos ser un equipo.

-No, gracias. ¡Ah!, sí, me llamo Kika.

Al día siguiente David se levantó temprano. Vio que las casas estaban destrozadas por el monstruo del bosque, y a Kika con un muñeco viejo.

-Hola, David, ¿qué haces? – le preguntó Kika.

-Mejor yo te pregunto, ¿qué haces?- dijo David.

-Cojo una muñeca, la tiro para ver las trampas. ¡Pareces tonto!

¿Qué?, yo no soy tonto; bah, ya lo sabía.

-Ja, como si me creyese eso. A ver, demuéstrame un truco.

-Te lo demuestro esta tarde, ¿vale?

Page 12: Cuentos

-Te estaré esperando.

David se había metido en un buen lío. Llamó a su padre para preguntarle si sabía un buen truco. Éste le contestó:

-Sí, pero tendrás que ir a casa.

-Vaya, estoy a 40 km de casa. Bueno, gracias, papá.

Llegó la tarde, él estaba nervioso pero vio que ella no estaba. Más tarde Kika entró y le dijo que se fuese, que era peligroso. Ella vio al monstruo, era como un lobo, pero cayó en una trampa.

-¡Socorro!- gritaba.

El chico la salvó. Pero ella no estaba muy contenta que la salvara.

-¿Qué has hecho? Por tu culpa he perdido de vista al monstruo- dijo Kika.

-Pero te he salvado, ¿no? Al menos puedes ser de mi grupo.

-Vale, sólo por esta aventura- apuntó Kika.

-Bien vamos a ser grandes amigos- añadió David.

-Sí, pero ahora vamos a dormir, ¿vale?

-Adiós- se despidió David.

Al día siguiente Kika y David fueron al bosque prohibido y vieron unas huellas raras, unas de personas, otra de lobos y por último unas de oveja. Kika dijo:

-¡Qué extraño!, ¿por qué iban a venir una persona, un lobo y una oveja?

-No lo sé, es muy curioso.

-¡Ni lo digas! Eh, espera un momento, cuando caí en la trampa vi un lobo. Tal vez podamos saber algo.

-Sí, puede ser alguna pista. ¿Recuerdas algo?

-Por desgracia, no.

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-Mira el lobo y la oveja. Se han convertido en un monstruo.

-¡Increíble!-dijo David.

-Ya te digo.

-¡Nos ha visto, corre!

Lograron escapar por muy poco. Cuando vieron el lobo, la oveja y el sol volvieron a su tamaño normal.

-Mira -dijo Kika

-Corre, Kika, no hay tiempo que perder.

-Ya voy ¿Qué es eso? Es una persona, apártate.

-No me voy a apartar-dijo el señor.

Cuando era de noche, Kika se fue a dormir y vio al señor con las bestias.

Al día siguiente Kika supo quién fue la bestia y dijo:

-No hay ningún monstruo.

-¿Qué…? – dijo la gente.

-Es verdad, no hay ningún monstruo- dijo David.

-¿A que vuestras casas al día siguiente están nuevas? Porque por la noche nos ponen en nuestras casas unos sensores, para que veamos que nuestras casas están rotas. Mirad-dijo Kika

-¡Increíble!- dijo la gente.

Vino el hombre y dijo:

-Es verdad, pero no me vais a coger nunca.

David y Kika fueron a por él y finalmente le cogieron por sorpresa. Al terminar todo Kika le dijo a David:

-Adiós, ha sido un placer conocerte.

-Igualmente-se despidió David.

Page 14: Cuentos

FIN