Cuentos
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¡Cómo ha cambiado el cuento!
Cuentos para el Día de la Mujer
Doctora Blancanieves
Blancanieves llevaba una temporada viviendo con los
enanitos en el bosque. Día tras día, los enanitos venían de
la mina con las manos vacías, porque no conseguían sacar
nada.
Como a Blancanieves le gustaban mucho los animales,
decidió marchar a la ciudad para estudiar veterinaria.
Tras algunos años estudiando en la Universidad,
cuando terminó, Blancanieves volvió al bosque y allí montó
una clínica veterinaria, contratando como ayudantes a los
siete enanitos.
Fin
Lidia
Caperucita “karateka” Roja
Había una vez una niña a la que su abuela había
hecho una capita con un gorrito rojo, por eso, todos la
llamaban Caperucita Roja.
Un día, su madre la mandó a casa de la abuela para
llevarle la merienda y le dijo:
- “Lleva cuidado con el lobo”
Cuando llegó a casa de la abuela, Caperucita la vio un
poco extraña y se dio cuenta de que era el lobo disfrazado.
Comenzó a gritar asustada: “¡Ayuda, ayuda!”
Pero cuando el cazador acudió y le iba a disparar al
lobo... ¡zas! se le encasquilló la escopeta.
Menos mal que Caperucita había hecho un curso de artes
marciales y lo solucionó en un pispás. Golpe por allí, llave
por allá, liquidó al lobo en un santiamén.
Fin
Andrea
Jazmín, la valiente marinera
Hace mucho tiempo, una joven marinera muy pobre
que se llamaba Jazmín, se embarcó en la nave de unos
mercaderes, dispuesta a recorrer el mundo en busca de
fortuna.
- ¡Tierra! – gritó uno de los marineros.
- ¡Ya era hora! – dijo otro.
Llegaron a una isla, en la que se escondía un tesoro.
Los marineros, junto a Jazmín, encontraron el tesoro. El
tesoro estaba en una cueva, a la que Jazmín no entró
porque sabía que era una trampa.
A los marineros los acorralaron unos hombrecillos con
turbantes, cuyo jefe era un gigante con un solo ojo. A todos
los metieron en una cueva.
Jazmín fue a rescatarles a la cueva, donde encontró a
un joven pobre, llamado Simbat. Entonces, apareció el
gigante, pero la joven, astuta, le puso una vasija en la
cabeza.
Finalmente, pudieron escapar gracias a Jazmín y al
cabo de unos años, Jazmín pidió matrimonio a Simbat.
Fin
Marinela
Mi amigo el lobo
Había una vez una niña llamada Caperucita Roja, a la que le
gustaba jugar en el bosque con los animales. Un día, su madre le
mandó que llevara unos medicamentos y una sopa a su abuelita
que estaba muy enferma.
- Muy bien. – dijo Caperucita – Voy a casa de mi abuelita. Hasta
luego, mamá.
- Hasta luego – dijo su madre, advirtiéndole que tuviera cuidado
con el lobo feroz.
- No te preocupes, tendré cuidado con ese lobo.
Caperucita salió rumbo a casa de su abuela y cuando iba por
medio del camino, se encontró al lobo feroz que le preguntó:
- ¿A dónde vas, niña?
- Voy a casa de mi abuelita.
- Te propongo algo – dijo el lobo.
- ¿Qué es? – preguntó Caperucita.
- Que hagamos una carrera a casa de tu abuelita; si te gano, me
tomo la sopa que llevas ahí. – dijo el lobo, pensando que como
Caperucita era una niña, le ganaría seguro.
- Vale – dijo Caperucita.
Y echaron a correr. Caperucita tomó un atajo porque conocía
muy bien el camino a casa de su abuela. Además, había estado
entrenando todos los días y había sido la campeona de carreras de
su colegio. ¡Corría como el viento!
Mientras, el lobo estaba un poco perdido, pero de repente llegó y
se sorprendió al ver a Caperucita y empezó a llorar.
- Oh, ¿qué te pasa, lobito? – preguntó Caperucita.
- Por comer muchos dulces se me han caído los dientes y solo
puedo comer sopa y puré, por eso quería tu sopa.
- Esta sopa es de mi abuelita, pero si me esperas hasta que
regrese de casa de mi abuela y me acompañas a mi casa, te
daré mucha sopa. – dijo Caperucita.
- Está bien. ¡Gracias! – dijo el lobo, sorprendido de ver lo
amable que había sido la niña.
Y así fue. De regreso a casa, Caperucita jugó mucho con el lobo,
que no era tan feroz como todos pensaban. ¡El pobre sólo quería
comer sopa!
Desde ese día, Caperucita y el lobo fueron muy amigos y
Caperucita siempre le invitaba a sopa y puré.
FIN
Kevin
Blancanieves futbolista
Érase una vez una chica llamada Blancanieves, a la que le gustaba mucho jugar al fútbol.
Un día, vio a siete enanitos aburridos porque no sabían a que jugar, así que ellas les enseñó a jugar al fútbol.
El Príncipe, que paseaba por allí, la vio jugar y se enamoró de ella, pues le llamó mucho la atención lo bien que Blancanieves jugaba al fútbol.
Fin
María B.
Cuentos escritos por alumnos de 4º de Primaria
del C.P. Nuestra Señora de la Consolación
Molina de Segura, Marzo de 2.013