Cuentos de Polydoro: Las Aventuras de Don Quijote

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EDICIÓN HOMENAJE CUENTOS DE POLIDORO Aventuras de Don Quijote

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cuentos de polydoro.

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  • EDICINHOMENAJECUENTOS

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    El mundo de Don QuijoteLa descomunal batalla de Don QuijoteDon Quijote, el Caballero de los LeonesEl barco encantado y los tteres del Seor PedroSancho Panza gobernadorLa vuelta de Don Quijote

    Aventurasde Don Quijote

  • PRESIDENTA DE LA NACINCristina Fernndez de Kirchner

    MINISTRO DE EDUCACINAlberto Sileoni

    SECRETARIO DE EDUCACINJaime Perczyk

    JEFE DE GABINETE Pablo Urquiza

    SUBSECRETARIO DE EQUIDAD Y CALIDAD EDUCATIVAGabriel Brener

    Ejemplar de distribucin gratuita. Prohibida su venta.

  • Aventuras de Don Quijote

    EDICINHOMENAJECUENTOS

    DE POLIDORO

  • Cervantes Saavedra, Miguel deAventuras de Don Quijote / Miguel de Cervantes Saavedra ; adaptado por Cristina Gudio Kieffer ; ilustrado por Oscar Grillo. - 1a ed. - Ciudad Autnoma de Buenos Aires : Ministerio de Educacin de la Nacin, 2014.144 p. : il. ; 25x19 cm. - (Homenaje Cuentos de Polidoro / Adriana Redondo; 1)

    ISBN 978-950-00-1042-9

    1. Fomento del Libro y la Lectura. I. Gudio Kieffer, Cristina, adapt. II. Grillo, Oscar, ilus. CDD 028

    Fecha de catalogacin: 11/09/2014

    PLAN NACIONAL DE LECTURA

    Coordinadora Plan Nacional de LecturaAdriana Redondo

    Coordinadora editorialNatalia Volpe

    Investigacin biogrficaJssica PresmanSilvia Pazos

    DiseoJuan Salvador de TullioElizabeth SnchezMariel Billinghurst

    Digitalizacin de ilustracionesNahuel Caada

    RevisinSilvia Pazos

    Agradecemos a:Los autores, ilustradores y sus herederos, a quienes les dedicamos esta Edicin Homenaje.Beatriz Ferro y Beatriz Doumerc, por haber avalado la iniciativa con entusiasmo.Isol por promover este proyecto; a Judith Gociol y Pablo Medina por el asesoramiento.Y a todos los que nos brindaron su aporte: Irene Spivacow, Miguel Spivacow, Mariana Daz, Gabriel Barnes, Pablo Conti, Nelda Abed, Lorenzo Amengual, Mara Teresa Andruetto, Lidia Blanco, Guillermo David, Laura Devetach, Susana Fitere, Ist-vansch, Susana Itzcovich, Juan Lima, ngela Ruggiero, Julia Saltzmann, Carlos Silveyra, Amanda Toubes.ALIJA, Asociacin La Nube, Argentores, Biblioteca Nacional, CEDILIJ.

    La publicacin de los textos e ilustraciones ha sido autorizada por sus autores y/o herederos, salvo en aquellos casos en que las bsquedas no permitieron hallar datos.

  • Alberto Sileoni

    Ministro de Educacin

    Prlogo

    Los Cuentos de Polidoro vuelven a las manos de nias y nios, a las de sus padres, abuelos y educadores. Esta Edicin homenaje publicada por el Ministerio de Educacin de la Nacin es un genuino reconocimiento a la produccin innovadora en libros infantiles que despleg el Centro Editor de Amrica Latina.De la mano de Boris Spivacow, junto a un entusiasta y creativo grupo de colaboradores, este proyecto editorial de vanguardia se sostuvo en nuestro pas desde 1966 hasta 1995. Sus colecciones promovieron la democratizacin de la cultura nacional y universal a travs de materiales accesibles, atractivos y de excelente calidad para todas las edades.En esta edicin de los Cuentos de Polidoro, se rene una seleccin de narra-ciones que en varios tomos entrelaza cuentos clsicos, leyendas latinoameri-canas y mitos europeos junto a las inefables historias de Don Quijote de la Mancha. Valiosos autores, adaptadores e ilustradores hicieron de cada una de ellas un encuentro con la belleza, el humor y la imaginacin. Estos libros pasan ahora a formar parte de un conjunto ms amplio, confor-mado por los miles de ttulos y millones de ejemplares que a lo largo de estos aos hemos enviado a todas las escuelas de nuestra patria, para promover y afianzar la lectura de nuestros nios y jvenes. En ese universo de palabras e imgenes que hemos puesto a disposicin de nuestros docentes, estamos seguros de que ellos sin duda brillarn con luz propia en cada una de las bibliotecas escolares donde sean acogidos.Queda, entonces, solo compartirlos y disfrutarlos.

  • Tengo que enterarme de estas cosas por los libros?, inquiere el rey en El ruiseor, uno de los relatos que integran esta Edicin Homenaje a Cuentos de Polidoro, la serie publicada por el Centro Editor de Amrica Latina (CEAL), del mtico Boris Spivacow.Su Majestad no debe creer en todo lo que lee!, le responde un servidor. Pero el monarca insiste.El proyecto esbozado por el editor, por el diseador Oscar Negro Daz y por la escritora Beatriz Ferro (pasadas las 60 entregas fue reemplazada por Susana Bahamonde) se concret en 1967, un ao despus de fundado el sello. Traduc-ciones, adaptaciones y versiones libres de cuentos clsicos y libres de derechos que se hacan eco de las innovaciones determinantes para el rumbo que tom la literatura infantil impulsadas por poetas como Mara Elena Walsh y Javier Villafae, quienes se dirigan a chicas y chicos con inteligencia y sin didactismos.Los polidoros explotaban el humor, la irona, el absurdo y el desparpajo con un lenguaje directo y cotidiano, en un abanico que va desde cuentos duramente crueles a historias de inmensa poesa. Ledas en esta reedicin, algunas de estas historias pueden resultar polticamente incorrectas para los parmetros actuales: desde un padre que acompaa pasiva-mente el abandono de sus hijos y un chico que roba y mata a un gigante sin ser castigado, hasta relatos que se refieren a los indios y no a las culturas originarias. Un valor adicional de esta nueva publicacin es poder poner en debate las con-cepciones culturales de entonces y de ahora.El mayor impacto lo causaba y todava lo causa el tratamiento grfico de la serie: bellas y variadas tcnicas pictricas y de diseo que sorprendan, descon-certaban y provocaban a los chicos, en un momento en que las ilustraciones estaban ms bien relegadas a una funcin de paratextos. Aqu las imgenes no acompaan a las palabras sino que posibilitan una lectura independiente. Los polidoros fueron ilustrados por dibujantes sabiamente detectados, que por esos aos publicaban sus primeros trabajos y luego fueron reconocidos artistas. Con esta serie, adems, el Centro Editor prob la venta semanal en quioscos,

    La vuelta de un Quijote

  • un sistema que result un xito sin precedentes y se volvi una marca de fbrica, junto a otra gran innovacin: la publicacin de materiales en fascculos. Pero sin duda, lo ms revolucionario del proyecto de Spivacow fue la combinacin entre precio, cantidad y calidad. El editor sostena que un libro deba costar el equiva-lente a un kilo de pan. Y no hay nada ms sabiamente subversivo en el mejor sentido de la palabra que relacionar estos dos alimentos bsicos.El CEAL lleg a lanzar unos 5.000 ttulos en ms de 70 colecciones y, an desde el mbito privado, result la propuesta pblica de promocin de la lectura de mayor envergadura que tuvo este pas. Por eso, que esta nueva publicacin parta de un mbito oficial es una seal digna de destacar. Los 80 relatos que componen los Cuentos de Polidoro tuvieron por lo menos tres ediciones realizadas por el propio Centro (1967/1977/1985) y luego compilaciones en tapa dura como El mundo encantado de los cuentacuentos, Cuentos para nios y Los hermosos libros, algunas de las cuales se vendan a crdito. Varios ttulos de la serie fueron reeditados en Mxico en convenio con la Secretara de Educacin Pblica y tambin aparecieron en Bolivia en una tirada especial de la Secretara Nacional de Educacin. Prueba de que se trataba de un material de avanzada es que cada una de esas veces suscit un gran inters.Los tomos que ahora se presentan no incluyen el contenido total de los fascculos lanzados a partir de 1967, sino una seleccin reagrupada, basada quizs ms en la potencia grfica que en los contenidos de los relatos. En la versin original, el ltimo libro publicado es La vuelta de Don Quijote, un bello canto de amor a la literatura. Que esta coleccin empiece con esa misma historia es, adems, otro gesto de reconocimiento a Spivacow, con-siderado por muchos un Quijote: un editor voraz, soador y empedernido que, como el monarca de El ruiseor, encontr en los libros la verdad.

    Judith Gociol

    Periodista e investigadora de temas culturales

  • 6Durante los ltimos aos, con varias personas y en algunos artculos habl de mis ansias por ver publicada una reedicin de los Cuentos de Polidoro, que hasta hoy eran libros de culto para algunos memoriosos. Conversamos en distintas oportunidades con Beatriz Ferro, que agradeci y se interes mucho por la iniciativa. Tambin se entusiam Beatriz Doumerc (escritora y esposa de Ayax Barnes). Lamentablemente no pudieron ver este proyecto concretado.Es raro lo que sucede con los libros que uno ama, y ms con los que acompaaron en la infancia. Son parte de la familia, sern personajes de nuestros sueos para siempre.Me emociona pensar que esta edicin es un homenaje, un agradecer.A to-dos esos escritores y dibujantes les agradezco el hecho de no haber mezqui-nado la emocin y la bsqueda en el trabajo a realizar, sin prejuicios acerca de su pblico infantil, con respeto por el lector y por su propia creacin, poniendo toda la carne al asador en lo que hacan. Contagian libertad. Y por suerte no me haban vacunado contra eso.Ilustradores como Sbat, Ayax Barnes, Napolen, Grillo, Alba Ponce y otros de los que participaron en esta coleccin hicieron unos dibujos que se quedaron a vivir en mi retina, casi como un criterio esttico. Sus imge-nes constituyen mi folclore como ilustradora, una mirada que me influy y me sedujo de nia con la lectura de esas fascinantes historias. Y siguen siendo apetitosas al paladar contemporneo como si fueran manzanas fres-cas... Cuando muestro estas obras en el exterior se quedan con la boca abierta por su potencia y libertad esttica. El hecho de que vuelvan para nuevas generaciones de argentinos es riqueza cultural recobrada, y siento mucho orgullo de esta herencia. Una alegra, adems, que se distribuyan en escuelas y bibliotecas de todo el pas. No se me hubiera ocurrido un plan mejor ni un homenaje ms lindo. Ahora, a disfrutar!

    Isol

    Ilustradora

    Tesoro recobrado

  • 7Hans Cristian AndersenDinamarca, 1805-1875. Public poesa, teatro, novelas y libros de viaje, aunque se populariz por los cuentos de hadas. Entre sus ms de 150 relatos, se encuentran El patito feo, El soldadito de plomo, La Sirenita, El ruiseor y El traje nuevo del emperador. Ha sido traducido a ms de 80 idiomas y sus cuentos fueron adaptados a ballet, cine, teatro y obras plsticas.

    Charles PerraultFrancia, 1628-1703. Trabaj como funcionario y compuso muchas loas al rey Luis XIV. Recin a los 55 aos public Historias o cuentos del pasado, ms conocido como Cuentos de mam Oca, primera edicin escrita de, entre otros, Caperucita Roja. Se trata de uno de los primeros trabajos de recopilacin de las historias de tradicin oral. A cada relato, Perrault le agreg sobre el final una sentencia o enseanza moral.

    Jakob Grimm y Wilhelm GrimmAlemania, 1785-1863 y 1786-1859. Tras egresar de la Universidad de Marburgo, se dedicaron al estudio de la lengua, tanto desde la investigacin como desde la docencia. Su gran inters por los cuentos folclricos se concret en la publicacin de Cuentos para la infancia y el hogar (1812 y 1815), una recopilacin en dos volmenes de antiguos relatos de tradicin oral adaptados para nias y nios, como Cenicienta, Rapunzel, entre otros.

    Miguel de Cervantes SaavedraEspaa, 1547-1616. Poeta y dramaturgo, es considerado el gran representante de la lengua espaola y uno de los padres de la novela moderna. En 1605 public El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha y diez aos despus su continuacin, El ingenioso caballero don Quijote de la Mancha. Las andanzasdel hidalgo y su compaero Sancho Panza parodian los relatos de caballera y se convirtieron en un xito inmediato. Hasta hoy, es el libro ms traducido y editado de la historia, solo superado por la Biblia.

    Carlo CollodiItalia, 1826-1890. Periodista y autor, escribi novelas y comedias, e ingres a la literatura infantil en 1875 con Racconti delle fate, una traduccin de los cuentos de hadas en francs de Charles Perrault. En 1880 comenz a publicar por entregas Storia di un burattino (Historia de un ttere) tambin llamado Bambinino, que sala semanalmente en Il Giornale dei Bambini (el primer peridico italiano para nios). Esa serie integrar luego Las aventuras de Pinocho.

    Participan de esta coleccin

    Quines escriben

    Isol

    Ilustradora

  • 8BeatrizDoumerc (Beatriz Barnes)Argentina, 1929-2014. Escritora, formada en Bellas Artes. En colaboracin con su marido, el ilustrador Ayax Barnes, public decenas de libros, principalmente dirigidos a chicas y chicos.En el CEAL escribi para la coleccin Los cuentos del Chiribitil:Vuela, Mariquita y Tatarafbulas; para la coleccin El mundo encantado de los cuentacuentos; y para la colec-cin los Cuentos de Polidoro: La cigarra y la hormiga, El rey y el leopardo, entre otros.

    Beatriz FerroArgentina, s/d-2012. Escritora, periodista e ilus-tradora, fue precursora en la edicin de libros para la infan-cia. En Editorial Abril, dirigida por Boris Spivacow, escribi para las colecciones Bolsillitos y Gatito, junto a Hctor Oesterheld (con el seudnimo de Hctor Puyol), Ins Malinow, Pedro Orgambide. Ide, dirigi y redact los fascculos de la enciclopedia El Quillet de los nios, con ilustraciones de Oski, Enrique Breccia, Ayax Barnes y el diseo de Oscar Negro Daz. Junto a Mara Elena Walsh elabor la Enciclopedia Veo Veo, de Editorial Hyspamrica. Estuvo a cargo de las colecciones infantiles de Eudeba y el CEAL, donde dirigi las mticas colecciones del Chiribitil y Cuentos de Polidoro. Fue candidata al premio Hans Christian Andersen en 2008.

    Neli Garridode RodrguezArgentina, 1942. Escritora. Fue titiritera, do-cente y periodista en diversos medios. Su obra fue distingui-da, entre otros, por la SADE (Leyendas argentinas) y por la Cmara Argentina de Publica-ciones (100 Cuentos). Para la coleccin Cuentos de Polidoro escribi El prncipe que perdi la risa, El hada Globo Azul, entre otros.

    Horacio ClementeArgentina, 1930. Escritor, periodista, fotgrafo; historietista de Misterix y Rayo rojo. Sus cuentos para chicos se publicaron en diarios y re-vistas infantiles, como Humi y en muchas editoriales. En el CEAL escribi para Cuentos de Polidoro, adaptando relatos de Las mil y una noches; tambin particip de la coleccin Libros del Quirquincho bajo la direc-cin de Graciela Montes.

    Quines cuentan

  • 9Yal(Amelia J. Foresto de Segovia) Argentina, s/d. Autora de cuentos para chi-cas y chicos, public Cuentos infantiles. Escribi y adapt muchos relatos que integraron la coleccin Cuentos de Po-lidoro del CEAL: Brita y las nornas, El atado de heno, El duende de la granja, En el pas de los gigantes, La pajarita de papel, entre otros.

    CristinaGudio Kieffer Argentina, 1946. Vive en Buenos Aires. Es auto-ra de cuentos para chicas y chi-cos y colabor en la redaccin de enciclopedias infantiles. Sus relatos fueron publicados en la Argentina, Espaa y Mxico. En el CEAL, para la coleccin Cuentos de Polido-ro, adapt y escribi: La tierra ya est hecha, Teseo y el Mino-tauro, Pandora, Las aventuras de UIises, La flecha mgica, y la serie de Don Quijote, entre otros.

    InsMalinowArgentina, s/d. Escritora. Estudi Letras, dict talleres de escritura, public poesa y narrativa. Cuenta con una vasta trayecto-ria en el mbito infantil. Para la coleccin Bolsillitos de la Editorial Abril, cre las series Cucucito, Escamita, Inosito y Pepe Bolsillitos. En el CEAL escribi para la coleccin Cuentos de Polidoro: Pinocho en el pas de los juguetes; Pinocho y la ballena; Pinocho, el gato y la zorra, entre otros.

    Beatriz MosqueraArgentina, 1940. Vive en Buenos Aires. Escribi para la infancia: Los cuentos del abue-lo; Rulo y Pelusa; Hermanitos; y tambin en la Coleccin Polidoro. Sus libros de lectura se publicaron en la Argentina, Per y Venezuela. Luego se dedic a la escritura teatral (El llamado; La luna en la taza; La irredenta;Violeta Parra y sus vo-ces) y a la narrativa (Nadie tiene por qu saberlo, entre otros).

    AurelioQueirolos/d. Escritor. En el CEAL escribi para la coleccin Cuentos de Polidoro: El cumpleaos de la Ta Emilia, El elefante triste, El ratn azul, La rebelin de Marfisa y El arroyo cantarn.

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    Quinesilustran

    Agi(Magdalena Agnes Lamm)Hungra, 1914-1996. Estudi dibujo, pintura, escultura y diseo de modas en Viena. Emigr a la Argentina en 1940. Fue premiada en el Festival Infantil Internacional, por las ilustraciones de una versin en italiano de La Sirenita. En Editorial Abril, particip en la coleccin Bolsillitos y el Diario de mi amiga. Fue muy reconocida tambin por sus artesanas, muecas y tapices inspirados en el arte de pueblos originarios del noroeste argentino.

    Amalia CernadasArgentina, 1939. Vive en Buenos Aires. Se dedic intensamente a la literatura infantil como ilustradora. En el CEAL fue editora de arte y tambin dibuj algunos libros de la coleccin Cuentos de Polidoro: Los dioses campeones, La selva del Yas-Yater, El rbol de la luna, El cuento de la noche, entre otros.

    GioiaFiorentinos/d. Ilustradora, artista y escengrafa. En el CEAL ilustr para la coleccin Cuentos de Polidoro: El cumpleaos de la Ta Emilia, El elefante triste, El ratn azul, La rebelin de Marfisa y El arroyo cantarn, entre otros.

    Ayax BarnesArgentina, 1926-1993. Dibujante e ilustrador. Si bien la mayor parte de su tarea se concentr en libros infantiles, elabor tambin afiches, papelera, envases y arte de discos. Trabaj en dos colecciones fundantes de la literatura infantil de Amrica Latina: Cuentos de Polidoro y Los Cuentos del Chiribitil, y en la enciclopedia El Quillet de los nios, dirigida por Beatriz Ferro. Junto a su compaera, la escritora Beatriz Doumerc, public ms de veinticinco obras, entre ellas La lnea, que recibi el premio Casa de las Amricas en 1975. Cre, junto a Beatriz Ferro y Oscar Daz, el logo del elefante para la coleccin del CEAL.

    IgnacioCorbalnArgentina, 1931-1999. Artista plstico y fotgrafo. Se form en el taller de Demetrio Urrucha y luego en fotografa y diseo. Realiz producciones fotogrficas para diversas editoriales. En el CEAL, tanto en los libros infantiles como en las colecciones para adultos, hizo innumerables fotografas y portadas, como la serie Encuentro; y la coleccin Mi pas, tu pas; entre otras. Fue coautor, junto a Fermn Chvez y Mara Ins Duke, de muchos ejemplares de la serie La Historia Popular: Vida y milagros de nuestro pueblo.

    Chacha (Sara Amanda Conti)Argentina, s/d-1984. Hermana mayor del historietista Oski. Artista plstica, ilustr cuentos para varias colecciones, entre otras: Bolsillitos y Gatito en Editorial Abril. En el CEAL: Los cuentos del Chiribitil, donde dibuj Los zapatos voladores, de Margarita Belgrano; Viaje al Pas de los Cuentos, de Graciela Melgarejo; Chavuk, de Sofa Laski. Tambin ilustr para la coleccin Cuentos de Polidoro: En el pas de los gigantes, Brita y las nornas, El espritu del bosque, El atado de heno, entre otros.

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    MartaGasparArgentina, 1938. Desde mediados de los 70 vive en Europa. Artista plstica, comenz a pintar siendo muy joven; su primera muestra fue en 1963 en Rosario. Realiz exposiciones en Nueva York, y ciudades de Italia y Francia; con su marido Napolen (Antonio Mongielo Ricci) expuso Mon cirque moi, en Pars en marzo de 2012. En el CEAL ilustr para la coleccin Cuentos de Polidoro: La cigarra y la hormiga, La zorra y las uvas, El rey y el leopardo, entre otros.

    Oscar GrilloArgentina, 1943. Vive en Londres. Artista plstico, ilustrador y dibujante de historietas. Estudi en la entonces vanguardista Escuela Panamericana de Arte y public por primera vez en la revista Ta Vicenta. Realiz ilustracin editorial, publicidad y cine. Desde fines de los 60 trabaja en animacin: junto a Ted Rockley fund Klacto Animations donde produjo cortometrajes y comerciales; colabor en televisin (Popeye) y particip en superproducciones como Toy Story y Men in Black.

    HermenegildoSbatUruguay, 1933. Vive en Buenos Aires. Artista plstico, docente, caricaturista. public libros de pintura, msica, literatura, actualidad argentina e internacional, y realiz numerosas exposiciones. Su trayectoria ha sido distinguida con importantes premios, entre ellos Personalidad Emrita de la Cultura Argentina; el Mara Moors Cabot al periodismo, de la Universidad de Columbia, Nueva York; el Premio Nacional Pedro Figari de Pintura, en Uruguay; y Premio Homenaje de la Fundacin Nuevo Periodismo Iberoamericano dirigida por Gabriel Garca Mrquez.

    Napolen(Antonio Mongielo Ricci)Argentina, 1942. Vive en Francia. Artista plstico y dibujante. Comenz a publicar a fines de los 50 en Ta Vicenta y ms tarde en Leopln, Adn, Noticias, Satiricn. Radicado desde 1976 en Europa donde cambi su seudnimo por Napo, desarroll una intensa actividad como humorista e ilustrador en importantes editoriales y publicaciones en Francia, Alemania, Espaa e Italia. Adems, realiz exposiciones individuales y colectivas en diversos pases europeos y Estados Unidos.

    Alba PonceArgentina, s/d. Grabadora.Entre otros, ilustradora de: Poemas para nios, de Elsa Bornemann, de la Coleccin Ptalos; Poesa infantil. Estudio y antologa; y en el CEAL, para la coleccin Cuentos de Polidoro: El hada Globo Azul, El prncipe que perdi la risa, Meique, entre otros.

    RuthVarsavskyArgentina, 1921-2011. Estudi en la escuela Manuel Belgrano y en la Prilidiano Pueyrredn; despus, unos aos en el taller de escultura de Cecilia Marcovich, donde conoci a su marido, Oscar Conti, Oski. La pareja comparti la pasin por el arte con sus grandes amigos Len Ferrari y su mujer Alicia. En Editorial Abril trabaj para las colecciones Bolsillitos y Gatito. En el CEAL ilustr para la coleccin Cuentos de Polidoro: La pajarita de papel; Las alas de Bolita, entre otros. Dibuj tambin el libro Zoo loco, de Mara Elena Walsh.

  • Adaptado por: Cristina Gudio Kieffer

    Ilustrado por: Oscar Grillo

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    En un rincn del pequeo pas de La Mancha, que queda en Espaa, viva un seor flaco, alto y cincuentn.Algunos dicen que se llamaba Quijada. Otros dicen que se llamaba Quesada. Otros dicen que ni de una ni de otra manera.Pero ese detalle no importa demasiado.Lo que s importa es saber que este seorn no se preocupaba de casi nada. Ni de su campo ni de su casa ni de su ama de casa ni de su sobrino ni de su amigo el cura.Lo nico que le interesaban, eran sus libros. Grandes y chiquitos, gordos o flaquitos, los libros y solo los libros ocupaban todos sus das y todas sus noches. Pero sus libros eran muy especiales: eran libros de caballera.Lo cual quiere decir que en sus pginas vivan las hadas, los magos, algunos sabios, jarabes milagrosos, encantamientos, gigantes, los malos y los buenos.Los buenos eran, por supuesto y casi siempre, los caballeros andantes. Los caballeros andantes! Esos seores guerreros que iban siempre a caballo por todas partes, metindose en los y ms los.

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    Esos seores que no asomaban la nariz fuera de casa si no llevaban puesta su complicadsima armadura y su pesado yelmo (que era un casco con visera) y si no llevaban en una mano el escudo y en la otra la lanza.Esos seores que no estaban tranquilos si no tenan cada cual su novia a quien ofrecer hazaas y proezas. Que andaban de torneo en torneo y de duelo en duelo.Esos seores que estaban siempre entre hadas y magos y que llevaban en los bolsillos pomaditas mgicas y filtros de amor.

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    Y tanto lo embarull a aquel seor Quesada o Quijada, o como se llamara, el mundo de los libros de caballera, que termin por soar despierto.Soaba con armaduras importadas y con yelmos espantamoscas.Y vea magia, aventuras y caballeros andantes hasta en la sopa.De esta manera empez a hacer disparates de lo ms divertidos.

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    Empez a creer que l tambin era un caballero andante como el ms andante y ms caballero de todos los caballeros andantes.Empez a vestirse como un caballero, o mejor, casi como un caballero, porque su armadura y escudo eran de cartn, sus armas eran las de su tatarabuelo, y estaban herrumbradsimas. La dulce dama a quien iba a servir, como si fuese su novia, era una aldeana vecina a quien le dio el nombre de Dulcinea del Toboso. Nombre que sonaba muy bien.

  • 19

    Empez a llamarse l mismo Don Quijote de la Mancha (otros lo llamaban despus El Caballero de la Triste Figura). Y a su caballo, que era ms flaco que un palo de escoba, lo llam Rocinante.Empez su iniciacin como caballero quedndose toda la noche, con los ojos como medialunas, vigilando sus armas.

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    Y tom todas estas cosas muy en serio.Todo el mundo me necesita murmuraba mientras cepillaba la cola del recin bautizado Rocinante. La incomparable Dulcinea del Toboso me pide que ayude a los pobres, que despanzurre gigantes, que gane torneos...Y acompaaba cada uno de estos estribillos haciendo pruebitas y piruetas.

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    Por ejemplo, daba unos lindos golpes de espada a su escudo, para probar si era lo suficientemente fuerte como para pelear con los gigantes.Pero lo nico que comprobaba era que su escudo no resistira ni un estornudo del ms miserable enemigo!Tambin! segua murmurando mientras se ataba la armadura a las costillas. Mi honor, mi valenta, mi lealtad me impulsan a buscar aventuras...

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    Y as, entre tanto armar y desarmar, recitar y murmurar, lleg el da en que pens que lo nico que le faltaba era el escudero.Fue a casa de un vecino suyo, labrador, y le dijo:Amigo Sancho Panza, te vengo a honrar con un ofrecimiento: quieres ser mi escudero?

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    Por supuesto, su seora! contest Sancho, aunque no haba entendido ni jota.Ser un gran honor para ti le asegur Don Quijote. Acompaars a un importantsimo caballero, que soy yo, y recibirs como premio una isla para que la gobiernes t solito.

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    A Sancho Panza esto ltimo le pareci fantstico. Ser gobernador y su querida mujer gobernadora? Ni en sueos se le haba ocurrido nada tan maravilloso!Corri a preparar su burro y a llenar sus alforjas con mucha comida, porque tena una gran panza que rellenar.Al da siguiente, al Sol, de la sorpresa, se le cort su primer bostezo. No poda creer lo que vea! Un seor tan alto y tan flaco y otro tan rechoncho y gordinfln! Un caballo tan flacoy un borrico tan resignado!En una palabra, dos locos de atar, que se alejaban poquito a poquito de la aldea.

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    Adnde vas, Don Quijote? le cant un pajarito preguntn que ya lo haba visto varias veces, pero nunca con unos ropajes tan raros y con aquella lanza tan larga, que casi le haca perder el equilibrio.Adnde vas, Sancho Panza? le pregunt una lagartija al buen campesino.Pero ni uno ni otro podan contestar.Sancho, porque ya estaba pensando en la siesta que se iba a pegar despus de comer, y Don Quijote porque estaba pensando en su seora Dulcinea, a quien abandonaba para buscar aventuras quin saba dnde y a qu distancia.

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    Porque sin aventuras no hay caballero andante.Y sin caballero andante no hay aventuras.Pero las seoras aventuras tardaban en aparecer y ya haban caminado casi todo el da!Seor Don Quijote pregunt Sancho, que ya no daba ms, no nos vamos a tomar un descansito?Seor Don Quijote pensaba el burro en que iba montado Sancho, cmo se ve que no llevas sobre tus espaldas ms que un poco de aire, pues si estuvieras en mi lugar, hace rato que te hubieras detenido a descansar.

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    Y ya el Sol se iba a acostar sin diversin alguna, cuando el viento le dijo:Espera un poco, que nos vamos a rer a costa de Don Quijote!Y empez a hacer lo nico que sabe hacer el viento: soplar.Sopl y sopl.Y no solo el pastito empez a bailar al son del viento, sino tambin las aspas de los molinos de viento que haba por all. Y que eran unos cuantos!

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    Mira, Sancho! grit Don Quijote regocijado. Cuarenta gigantes me amenazan agitando los brazos!Y sin pensarlo dos veces, se lanz al galope, la lanza en ristre, en direccin a los molinos...Sancho se peg tal susto, que casi se cae de su burro. Pero enseguida se le pas el miedo, no porque fuera valiente, sino porque no vio ni un solo gigante a su alrededor.Slo vio los molinos de viento. Y la verdad es que parecan gigantes!Pero ya era demasiado tarde para advertir a Don Quijote. Porque este ya se haba estrellado contra las furiosas aspas de los molinos!Y con honor y todo haba volado por el aire.Rocinante se dio un porrazo formidable.

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    La lanza qued rota en un milln de astillas.Tan duro estaba Sancho sobre su cabalgadura, que le cost bastante bajar de ella y correr a socorrer a su seor como corresponda a un escudero correcto.Ya me pareca gimoteaba que no eran gigantes, sino molinos de viento comunes y silvestres, seor Don Quijote! Ahora s que est usted hecho una Triste Figura!Ay, qu ciego eres, Sancho! pudo decir entre hipos Don Quijote. Eran gigantes, y muy gigantes! Solo que ese envidioso y entrometido del sabio Frestn los convirti en molinos para quitarme la gloria de derrotarlos!El sabio Frestn? El sabio Frestn, Sancho, el sabio Frestn! Es mi peor enemigo, y por culpa suya estoy ahora sin lanza, sin gigantes prisioneros y con el honor por el aire!As, pues, Don Quijote con los huesos molidos y Sancho con el corazn todo apenado, subieron de nuevo a sus respectivas cabalgaduras y partieron al pasito.

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    Aquella noche, mientras Sancho dorma y soaba con la isla que iba a gobernar, Don Quijote se haca una nueva lanza con una rama seca y fuerte al mismo tiempo que pensaba en Dulcinea y en la carta que le iba a mandar con su fiel escudero:

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    A la hermosa Dulcinea del Toboso, de su valiente y esforzado Caballero Don Quijote de la Mancha.Aqu estoy, Dulcinea, separado de ti por muchas leguas y por la noche que no quiere terminar nunca.Hoy tuve una lucha con gigantes que fue malograda por el odioso Frestn, de quien seguramente habrs odo hablar y de quien te ruego tengas mucho cuidado porque es una mala persona.Maana recuperar lo perdido y seguramente dentro de poquitos das te llegarn deslumbradoras noticias de m. Adis, Dulcinea.

  • Y al fin se durmi pensando que realmente el da siguiente iba a ser portentoso. Tal vez al otro da salvara a alguna princesa de la muerte, a algn pajarito de un gato, y tal vez conquistara una isla para su escudero Sancho Panza...

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  • 37

    El mundo tena visitas: dos seores que andaban dando vueltas por todo el pas de La Mancha, all en Espaa.Aquellos seores eran Don Quijote y Sancho Panza.Don Quijote, caballero andante.Sancho Panza, su escudero y servidor.

  • 38

    El primero montaba un caballo, que se llamaba Rocinante. Rocn quiere decir caballo.Y el segundo montaba un burro, que como todos los burros que existen, era muy querido y regaloneado por su dueo.Don Quijote iba buscando aventuras para volverse famoso e importante.Sancho Panza lo acompaaba porque no hay caballero sin escudero, y adems porque era muy bueno, ya que Don Quijote necesitaba ayuda en todo momento.

  • 39

    Porque en vez de la seora Buena Suerte y del seor xito, hasta aquel momento no se haban encontrado ms que con la seora Palos y ms Palos y con el seor Los y Problemas.Mezcla de rey y pobre diablo! Eso es un caballero andante!suspiraba Sancho, como si fuera un pajarito gordinfln.Sssshhhh! Silencio! Presta atencin! No oyes nada? le susurr Don Quijote olisqueando una aventura.S! Un ruido que se hace cada vez ms fuerte! Y veo polvo y ms polvo! Como si fuera un rebao de ovejitas que viniera a todo correr!Es cierto! Hay algo que viene a todo lo que da! Pero no son mansas ovejitas, como t crees. Son terribles guerreros! Ejrcitos feroces, dispuestos a pelear!

  • 40

    Sancho se asust; pero, por no hacer un papeln, no dijo nada y esper. Es el Prncipe Pentapoln del Arremangado Brazo, que se va a enfrentar con el rey Alifanfarrn! anunci Don Quijote, experto en inventos de este tipo. Dando prisa a sus respectivas monturas, subieron a una loma para dominar bien a los dos ejrcitos. O... mejor dicho, a los dos rebaos de ovejas que Don Quijote haba tomado por ejrcitos que venan a luchar.Don Quijote vea guerreros famosos, reyes mundialmente conocidos, gigantes popularsimos.

  • 41

    Sancho, que se estaba quedando sordo de tanto barullo, le dijo:Seor, perdneme, pero no veo nada de lo que nombra con tanto entusiasmo. No veo ni caballeros ni gigantes ni reyes famosos ni escudos. Estar encantado? No veo ms que dos rebaos de ovejas que se cruzan!Don Quijote crey que Sancho no quera pelear. Es el miedo que te impide ver los ejrcitos y or los clarines, los tambores y los relinchos de los caballos!

  • 42

    Lo nico que oigo son balidos de ovejas! y bien clarito que los oigo!Si no quieres pelear a mi lado, yo me basto solo para deshacer estos dos ejrcitos en un santiamn!Y se lanz hacia la polvareda que levantaban los rebaos, apuntando con la lanza y gritando:Seguidme caballeros de Pentapoln! Bajo mi direccin acabaremos con el rey Alifanfarrn!Las ovejas se quedaron mudas de asombro. Ni un balido se oy durante un segundo. Despus, empezaron a correr en todas direcciones. La oveja que segn Don Quijote era Alifanfarrn,

  • 43

    se cay al suelo del susto! Y los pastores empezaron a gritar.Pero, viendo que sus gritos no detenan a Don Quijote, empezaron a arrojarle piedras.Llueven piedras sobre m! Lanzas y espadas!Y ya no pudo seguir porque se cay en un arroyo, enredado en la lanza, con el yelmo de cartn hecho pedazos y su Rocinante helado de espanto.Sancho, como siempre, corri a ayudarlo.Ovejas y no guerreros! No me diga despus que no le previne! gritaba y se quejaba el escudero.Ay, Sancho! Nunca entenders que el envidioso de Frestn, ese mago meterete, de nuevo me hizo una de las suyas! Convirti a los ejrcitos en rebaos y me dej en este

  • 44

    estado desgraciado! le explicaba Don Quijote, que se haba quedado sin dientes, pero no sin ganas de continuar en la lucha. Con la pomadita de Fierabrs, que lo cura todo, me repondr enseguida!Aquella pomadita, lo nico que tena de mgico era el fervor con que la cuidaba Don Quijote y el respeto con que la ola Sancho cada vez que su amo la sacaba de las alforjas. Pero, aunque fuera de mentirita, la pomadita de Fierabrs curaba.

  • 45

    Y como ya estaba bastante oscuro y haca fresco, Don Quijote y Sancho decidieron descansar, de una vez por todas, hasta el da siguiente. El primero se eligi una encina para dormir al pie de su tronco. Y el segundo, un alcornoque. Pero los dos tuvieron el mismo sueo: soaron con molinos de viento que se transformaban en gigantes y con gigantes que se transformaban en molinos de viento!Soaron con rebaos de ovejas que se convertan en ejrcitos y con ejrcitos que se convertan en rebaos de ovejas...!

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    Ni los rayos del sol ni los pajaritos ms chillones y desafinados ni los rebuznos del burro de Sancho Panza ni los relinchos del hambriento Rocinante, lograban sacar a Don Quijote y a Sancho del dulce sueo o, por mejor decir, de la pesadilla que los tena prisioneros. De repente el bosque entero se qued en silencio... Todos los que estaban despiertos prestaron atencin: el Caballero de los Espejos iba a cantar!Cuando empez las primeras estrofas acompaado de su lad... entonces s despertaron Sancho y Don Quijote! Y una vez que se lavaron las respectivas caras, escucharon:Ay, Casildea de Vandalia, seora que admiro, la ms fermosa que existe...Fermosa quera decir hermosa; todos los caballeros andantes hablaban as y en forma mucho ms complicada todava.Y el canto continuaba lamentndose:

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  • 48

    Todos los caballeros de Espaa declaran que eres la ms bella entre las bellas! Ah! Y los de La Mancha, tambin! Sobre todo Don Quijote!Aqu Don Quijote frunci las cejas y protest:No y no! Jams dije yo que Casildea fuera ms bella que todas las dems mujeres que existen! Y no lo ser nunca mientras viva Dulcinea del Toboso!

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    Esto fue muy bien odo por el Caballero de los Espejos, que se enoj muchsimo.Casildea es ms linda! insisti.Dulcinea!Casildea!Y as hubieran seguido, para gran diversin de todos, de no haberse dado cuenta de que eran caballeros andantes y que los caballeros andantes solucionan sus problemas de otra manera. De la manera correcta: en duelo.

  • 50

    Antes de la pelea se presentaron los escuderos:El escudero de Don Quijote, Sancho Panza!El escudero del Caballero de los Espejos, Escudero del Bosque! Y qu susto se dieron todos, salvo el de los Espejos y el del Bosque! Porque el tal escudero tena una nariz descomunal, enorme como una montaa.

  • 51

    Ese escudero tiene la nariz encantada, no me cabe la menor duda! Con tal de que no sea el mago Frestn! dijo el Quijote.Aydame a subir a un rbol para presenciar mejor el duelo de lanzas pidi Sancho, cambiando de tema.No ser que le tienes miedo al Escudero del Bosque?

  • 52

    S! admiti el pobre gordinfln. No me animo ni a tocarlo! Parece un diablo!nimo! Yo te ayudar! Vamos a buscar un rbol que pueda sostenerte por lo menos durante quince minutos.El Caballero de los Espejos estaba ya listo en el extremo de un espacio abierto en el bosque.

  • 53

    Una ardilla pensaba tirarle con sus nueces, porque estaba de parte de Don Quijote. Pero otra ardilla le dijo:No te metas, estas son cosas de caballeros andantes. Que se arreglen solos!El de los Espejos ya se haba largado a la carrera en direccin a Don Quijote.Pero, cuando vio que su contrincante estaba ayudando a su escudero a subirse a un rbol, se detuvo en seco y esper. Y cuando quiso volver a arrancar, no pudo! Su caballo se haba empacado porque no estaba acostumbrado a correr y haca lo que le daba la gana!

  • 54

    Me vas a dejar muy mal! le deca su caballero, desesperado.Y, en efecto, qued muy mal el Caballero de los Espejos. Don Quijote, que se haba lanzado al galope contra l, lo llev por delante y lo derrib al suelo sin pensarlo dos veces.Una victoria de Don Quijote! grit Sancho apenas vio lo que vio.Su rbol no aguant ms y lo baj despacito hasta el suelo. Y el fiel escudero corri hacia su amo para felicitarlo.

  • 55

    Pero Don Quijote no haba terminado todava.Muerto sers, seor Caballero de los Espejos, si no me confiesas a gritos que Dulcinea del Toboso es mil veces ms linda que Casildea de Vandalia!Aunque el Caballero de los Espejos apenas saba contar, confes que s, que Don Quijote tena toda la razn del mundo:S! Casildea no le llega ni a las suelas de los zapatos a tu seora Dulcinea del Toboso!

  • 56

    Satisfecho, Don Quijote dej libre y con vida al Caballero de los Espejos, que se retir al galope con su Escudero del Bosque. Este se llev consigo su horrenda nariz y todo el bosque volvi a la tranquilidad y a la paz!

  • 57

    Viste cmo se han arreglado solos? dijo una ardilla a la otra.Rocinante pidi algo de comer.Sancho encontr que los dos, el de los Espejos y el del Bosque, se parecan vagamente a unos vecinos que l tena en el pas de La Mancha.

  • 58

    Son los encantamientos, Sancho! Y vivimos rodeados de misterio! sentenci su amo. Y as lo crey el buen escudero.

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  • 61

    Esta es la aventura de Don Quijote y el len.El len viajaba en una jaula chiquita y por lo tanto incmoda.La leona tambin.El Sol les daba mucho calor.La tierra entraba por todos lados, les ensuciaba el pelo y los bigotes...Y la leona estaba sin cepillo!

  • 62

    Est enojada la leona? pregunt el len.S, estoy muy enojada! Y usted?Yo tambin. Este viaje es un fastidio. Como todos nuestros viajes!El conductor del carro, en cambio, viajaba mucho mejor que los leones. Y mucho mejor todava viajaba el cuidador de los leones. Iba sentado sobre almohadones con una sombrilla amarilla y verde.

  • 63

    A Don Quijote la sombrilla le pareci una seal maravillosa. Sombrilla y aventura venan juntas para l!Casi con toda seguridad, era una aventura enjaulada!Adnde va este carro con jaulas? De quin es? pregunt muy serio Don Quijote desde encima de su caballo Rocinante. Seguro que est encantado!Este carro contest el conductor , que no est encantado ni por las tapas, es mo. Y lo llevo a la corte del rey.

  • 64

    A la corte del rey?S, tengo que entregar all dos feroces leones.Dos leones? interrumpi Sancho Panza, el gordo escudero de Don Quijote. Y... son muy grandes?Uy! exclam el cuidador de los leones. Son enormes! Son los leones ms grandes de toda Espaa y de toda frica tambin!

  • 65

    A Sancho le dieron muchas ganas de echar a correr. Pero a Don Quijote le dieron muchas ganas de quedarse porque...Conque grandes, no? Conque nunca vistos, eh? Por ms encantados que estn, a m no me asustan! Soltadlos! orden.El conductor del carro y el cuidador de los leones, a quien tambin podemos llamar leonero, no entendan, pero trataban de comprender.

  • 66

    Y, por supuesto, pensaron una sola cosa: que aquel seor estaba loco. Y ms lo pensaron cuando lo vieron con una armadura de cartn, un yelmo herrumbrado, una lanza casera y aquel nombre tan, pero tan raro, de Don Quijote de la Mancha.Sancho se vio en la obligacin de explicarles de qu se trataba.

  • 67

    A veces los escuderos estn para eso, y Sancho era un buen escudero.Mi amo, seores, se llama Don Quijote de la Mancha. Es un caballero andante, de los mejorcitos que hay . Call un ratito y sigui diciendo: Como estos dos leones son, segn l lo cree, dos magos disfrazados, pelear con ellos.

  • 68

    Eso nunca! chillaron el conductor y el leonero a coro. Nos comern a todos sin excepcin!Toda esta conversacin le gust muchsimo al len.Empiezo a divertirme pens, espiando por una rendijita de su jaula. La leona no se dio por enterada. Dorma y soaba que se estaba baando en una laguna de la selva. Y eso le gustaba mucho.

  • 69

    El leonero no se animaba a abrir la puerta, pero Don Quijote se haba puesto tan cargoso, que decidi hacerlo, si bien tomando antes una buena precaucin: subirse al techo de la jaula.Sancho y el conductor, mientras tanto, se haban escondido en una lomita.

  • 70

    Ah, qu lindo! Un poco de aire fresco! rugi el len asomando su cabezota fuera de la jaula.El leonero crey que ruga de descontento. El dueo del carro crey que ruga de rabia.Sancho Panza crey que ruga de hambre.Y Don Quijote crey que ruga de miedo ante su presencia!

  • 71

  • 72

    A pelear! lo invit reciamente.No me gusta pelear! volvi a rugir el len.Si te das por vencido sin intentar la lucha, me llamar desde hoy en adelante el Caballero de los Leones! le dijo Don Quijote.Y adems te perdonar la vida agreg generosamente.El len no entendi ni jota de todo aquel discurso de Don Quijote.

  • 73

    Pero tampoco sigui rugiendo, porque se le haba irritado la garganta con tanta tierra.As es que se despidi con un gran bostezo de aburrimiento, les dio la espalda a todos y se dej caer a dormir.

  • 74

    A Don Quijote aquello le pareci un triunfo increble, un triunfo sin lmites, un triunfo glorioso.Llam a todos los dems, que se haban escondido, y les dijo: Ya ven que ante mi figura, el ms terrible de los leones que existen se ha acobardado, se ha inclinado respetuosamente. Por lo tanto, desde hoy me llamar el Caballero de los Leones!

  • 75

  • 77

    La sabia Urganda y el sabio Alquife, que me protegen, me sealan las aventuras con un dedo invisible... recitaba Don Quijote, lleno de entusiasmo.La sabia Hurgada, o como se llame deca Sancho podra dejarnos en paz con tantas aventuras.All est! grit su amo saltando sobre el flaco RocinanteAll est! Al fin!

  • 78

    Sancho, como de costumbre, se peg un gran susto, aunque no vea nada en diez cuadras a la redonda.Y nos est esperando, Sancho. Prepara sus velas para partir! Quin nos espera y prepara las velas? pregunt Sancho.EI barco encantado!En efecto, cerca de la orilla del ro haba un barquito. Era un barco como cualquier otro. Pero, si Don Quijote lo deca, estaba encantado!Seguramente deca Don Quijote la sabia Urganda me lo enva para que libere a alguna princesa prisionera en medio del mar.

  • 79

    Y qu tenemos que hacer? protest Sancho, que no saba nadar y por lo tanto no quera vrselas con el agua.Debemos subir y partir a la deriva sentenci Don Quijote.Y con Urganda o sin Urganda se lanzaron a la deriva, dejando al burrito regaln y al hambriento Rocinante solos en la orilla.Qu es esto de ir a la deriva? pregunt Sancho, que ya se senta totalmente mareado y muy triste.Hacer lo que yo quiera! canturre el barquito, balancendose suavemente.As es que el barquito tena piedra libre para ir donde se le antojara. Y lo hizo! Se abalanz hacia las cataratas,

  • 80

    pero ni Sancho ni Don Quijote saban nadar, y de no haber sido por unos pescadores que andaban por all y que los salvaron, se hubieran ahogado los dos. Pero tuvieron suerte y volvieron a pisar tierra firme, requetemojados y tiritando de fro.Nos enga la sabia Hurgada! se quej Sancho.Urganda! Urganda se llama! No te equivoques, Sancho, y de una vez por todas entindeme que el que hace trampas es el mismo de siempre: el envidioso de Frestn, mi eterno enemigo! Pero todo pas: susto, fro, mojadura y desencanto.Y pronto algo nuevo les llam la atencin. Era un cartelito que deca: Hoy, En El tEAtro dEl sEor PEdro,

    los ttErEs rEPrEsEntArn un grAn drAMA.

  • 81

    Y all fueron Don Quijote y Sancho Panza, a pasar un buen rato con los tteres.En el teatro vieron y oyeron a la ttere Melisendra, que estaba prisionera en una torre. Mientras esperaba y espiaba a lo lejos, Melisendra deca:Don Gaiferos, mi marido, cundo vendrs a rescatarme?Aqu estoy, inolvidable Melisendra! clam una voz desde el fondo del escenario.

  • 82

    Y apareci Don Gaiferos sobre un caballito de madera con cola de paja.Melisendra, con la prisa por escaparse de su prisin, enred sus encajes en el balcn y se qued colgada.

  • 83

    Sancho se rea muchsimo.Pero Don Quijote, olvidndose de que estaba en el teatro del seor Pedro, y recordando que una ley de caballera le ordenaba ayudar a la gente que se encuentra en apuros, sea donde sea, desenvain su espada y acudi en auxilio de la desamparada Melisendra.En menos de un minuto, todo el teatro de tteres y tambin el seor Pedro, volaron por el aire.

  • 84

    Don Quijote estaba en accin, haciendo una de las suyas!Despus de trastornarlo y destruirlo todo, el valiente caballero se dio cuenta de que se haba enojado con enemigos de trapo: con tteres! Sancho se ri bastante. Pero no mucho, porque tuvo que pagar para reparar los daos causados por su amo.

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  • 87

    Don Quijote y Sancho llegaron de visita al palacio donde el duque y la duquesa pasaban sus vacaciones.Por supuesto que no bien llegaron, se hizo una fiesta para agasajarlos. Una gran fiesta. Se toc linda msica y todos comieron mucho. Sobre todo Sancho Panza, que era la primera vez que pisaba un palacio y se sentaba al lado de una seora duquesa.

  • 88

    Don Quijote saba, por todos los libros que haba ledo, que era muy comn para un caballero andante eso de ser invitado al palacio, as que todo le pareca muy natural, como si estuviera viendo salir el Sol desde su casa en la aldea. Aunque de su casa y de su aldea ni se acordaba ya! En cambio, pensaba:

  • 89

    Si me viera el mago Frestn, que es mi mayor enemigo Se pondra verde de envidia!Toda la gente de la corte rodeaba a Don Quijote y a Sancho. Escuchaban sus hazaas y les preguntaban todo lo que se les ocurra.Una seora gorda muy pintarrajeada pregunt a Sancho:Es cierto que Don Quijote le ha prometido una isla como premio de su trabajo como escudero?

  • 90

    S contest Sancho. As me lo ha prometido. Y est usted tranquila, que Don Quijote cumplir su promesa, porque de lo contrario no sera un caballero andante y yo, Sancho Panza, antiguo labrador, no sera su escudero.Al or esto, el duque se puso de pie y dijo en voz bien alta, para que lo oyeran todos:Seor Sancho Panza: en nombre de Don Quijote, yo te nombro gobernador de mi isla ms querida, la isla Barataria!

  • 91

    Todos aplaudieron. Sancho tambin. Y Don Quijote se emocion muchsimo.Enseguida se acerc a su escudero y, llevndolo al dormitorio que les haban asignado en el palacio, lo oblig a sentarse en la cama y le dijo:Ahora, Sancho, ahora que eres ya gobernador, debes portarte muy bien Mejor que nunca!

  • 92

    Ya s!Por eso, voy a darte unos consejos. No seas vanidoso y no dejes de saludar a tus vecinos y parientes como si fueras un pavo real. Adems, tienes que ser justo y escuchar atentamente a todos

  • 93

    los que te hablen y pidan justicia Piensa bien antes de decir algo Levntate temprano No hagas ruido al comer y crtate las uas a menudoYa s, ya s! protest Sancho de nuevo.

  • 94

    Debes comer poco o poquito o nada, y tu ropa debe estar bien limpia y bien planchada. Y debes andar bien derecho sobre el caballo... Y... Sancho escuch y escuch. Don Quijote lo aplast con una montaa de consejos! Y a Sancho los consejos le entraban por una orejita y le salan por la otra.Suerte pensaba que no s leer ni escribir, porque, si no, Don Quijote me hubiera dado todos los consejos por escrito y me los hubiera hecho aprender de memoria.

  • 95

    Y entre consejo y consejo lleg el momento de la despedida.Sancho estaba vestido magnficamente, cubierto con una capa verde de terciopelo. Lo segua su burro, adornado con sedas y flores. Antes de partir, bes las manos de la duquesa, salud al duque y mir a su amo.Don Quijote, con lgrimas en los ojos, lo bendijo. Y todos juntos le dijeron: Adis! Adis y buena suerte en la gobernacin!Sancho se alej, haciendo pucheros. Su burro tambin estaba un poco triste.

  • 96

    La famosa isla Barataria no quedaba muy lejos.Qu linda es! exclam Sancho al llegar. Cuntas casitas y cunta gente! Qu repicar de campanas!Y era cierto. Las dos nicas campanas del pueblo cantaban todo el tiempo y la gente gritaba:Bienvenido, Sancho Panza! Bienvenido, el nuevo gobernador!

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  • 98

    Cuando las campanas pararon de sonar, todos hicieron un gran silencio. Entonces, un viejo seor entreg a Sancho las llaves del pueblo. Con ello quera decir que a partir de aquel momento, el que all mandaba era Don Sancho Panza, el gobernador.Despus empez a decir un discurso:Nuestros tatarabuelos, nuestros bisabuelos y nuestros abuelos

  • 99

    All se par y mir a todos lados, pidiendo ayuda, porque se haba atascado y no saba cmo seguir. Sus amigos le dictaron: han hecho siempre una sola cosa ante cada nuevo gobernador!Qu cosa? pregunt Sancho.Hacerle pasar una prueba: el nuevo gobernador debe juzgar, debe contestar y debe dar su decisin ante un gran problema.

  • 100

    Venga el problema! pidi Sancho, que tena muchas ganas de empezar a gobernar ya de una vez.La gente del pueblo lo llev corriendo hasta el juzgado. Gritando de impaciencia, lo sentaron en una silla de cuatro patas y muchos firuletes, y apareci el problema.

  • 101

    Desde el fondo del saln entraron dos personas que venan discutiendo y moviendo los brazos todo el tiempo.Una de ellas traa unas tijeras en la mano: era el Sastre.La otra no traa nada, pero sus zapatos estaban muy embarrados: era el Labrador.EI Sastre empez a hablar:

  • 102

    Ayer a la maana vino el Labrador a mi casaEs cierto! interrumpi el Labrador.Y me dio un pedazo de tela sigui sin hacerle caso el Sastre.Es cierto! volvi a interrumpir el Labrador.Basta! le orden Sancho. No hables ms hasta que llegue tu turno!El Sastre sigui hablando como si nada hubiese ocurrido:

  • 103

    Y me pidi que con ese pedazo de tela le hiciera un sombrero. Despus me dijo que en vez de uno quera dos, y despus que en vez de dos quera tres, y que en vez de tresCuntos sombreros te pidi en total? pregunt Sancho para acortar.Cinco!Es cierto! grit el Labrador, y se tap la boca con las dos manos, porque se acord de que no tena que interrumpir.

  • 104

    Nadie le hizo caso, y el Sastre termin as:Quedamos entonces en que le hara cinco sombreros. Hoy, cuando vino a buscarlos, no se los quiso llevarNi me los quiere pagar!Es cierto que no quieres pagarle?S! No se los pagar! Que muestre los sombreros! No sirven para nada! pidi el Labrador, rojo de rabia.

  • 105

    El Sastre sac la mano del bolsillo y mostr los cinco dedos de su mano derecha. Todos, sin excepcin, del pulgar al meique, tenan un sombrerito en la punta! Una gran risa bail un rato por el juzgado. Hasta que Sancho, haciendo funcionar su ttulo de gobernador, orden silencio y dijo:Mi opinin es la siguiente: ni el Sastre se quedar con los sombreros, ni le ser devuelta la tela al Labrador, porque ambos han querido estafarse mutualmente. Y eso no lo permitir en mi gobierno!

  • 106

    Todos aprobaron el primer juicio de Sancho y prestaron atencin, porque ya vena la segunda prueba.A continuacin entraron dos viejitos muy viejitos.Uno era Don lvaro y el otro Don Flix. El primero tena un bastn de caa, el segundo vena sin bastn.

  • 107

    Le prest a mi amigo diez monedas de oro y no me las devolvi dijo Don Flix.S, se las devolv! grit el viejito del bastn de caa.Un momento! orden Sancho. Este seor acusado va a jurar aqu delante de todos nosotros que devolvi las monedas. Si as

  • 108

    lo hace, deberemos creerle y dejarlo ir en paz.Todos estuvieron de acuerdo.Don lvaro dijo con cara de pcaro:Antes de jurar quiero que Don Flix, mi acusador, me tenga el bastn.Sea! dijo Sancho.As, mientras Don Flix tena el bastn de su acusado, Don lvaro deca:Juro ante todos los presentes que devolv las diez monedas de oro! Y hace rato que las devolv!

  • 109

    Ante aquel terrible juramento lo dejaron partir. Don Flix devolvi el bastn a Don lvaro, y trataba desesperadamente de recordar el da y la hora en que le haban sido devueltas sus monedas. Pero no poda acordarse!Sancho se qued pensando con el dedo apoyado en la frente, porque no estaba conforme con el juramento de Don lvaro.

  • 110

    De pronto grit:Que vuelva enseguida ese seor! y quitndole el bastn de caa se lo dio a Don Flix, dicindole: Ah tienes tu dinero!Cmo me das un bastn? Este bastonzuelo de caa no vale diez monedas de oro! protest indignado el pobre Don Flix.Rmpelo y vers! le dijo Sancho, sonriendo.Don Flix rompi el bastn y de su interior saltaron las monedas que haba prestado

  • 111

    Oh! exclamaron los presentes. EI ladrn de Don lvaro haba escondido las monedas en el bastn. Por eso durante el juramento haba pedido que Don Flix le tuviera el bastn de caa! As no deca mentiras!Los juicios de Sancho Panza causaron sensacin. Hubo muchos aplausos y montones de flores para el nuevo gobernador.

  • 112

    Y as como Sancho triunf en esto, triunf tambin en muchsimos juicios ms. Y fue muy querido por todos sus gobernados.Hasta que empez a extraar a Don Quijote. Empez a cansarse de comer tan poco, de levantarse tan temprano y de andar derechito sobre el caballitoY un buen da, quitndose la capa de terciopelo verde y llamando a su burro, le dijo:

  • 113

    Qu te parece, querido amigo, si renunciamos al puesto de gobernador?EI burro, que tambin estaba cansado de aquella vida, le dijo un S! largusimo, con un gran rebuzno.Y reuniendo a todo el pueblo, el sabio Sancho Panza se despidi:

  • 114

    Amigos, consejeros y seores habitantes de la isla Barataria: he comprobado que no nac para esta vida de gobernador. Por eso los dejo hoy y creo que; no volver ms por aqu. Pero no crean por eso que estoy enojado!Todos se pusieron tristes y quisieron convencerlo para que no se fuera. Pero fue intil. No pudieron conseguirlo. As que le hicieron una linda fiesta de despedida, le regalaron un gran pedazo de queso y lo dejaron partir.

  • 115

  • 116

    Pasito a paso volvi Sancho hasta donde estaba Don Quijote y palabra por palabra le cont todo lo ocurrido. Todo lo que ya sabemos, y muchas cosas ms, todas ciertas.Don Quijote aprob todo lo que Sancho haba hecho, lo felicit y le prometi nuevas aventuras para el da siguiente y para los meses y los aos futuros.

  • 117

  • 119

    Esta vez estaban Don Quijote y Sancho discutiendo con muchas ganas. Te digo, Sancho, que no hay nada mejor que ser caballero andante.Yo, lo nico que s, es que no hay nada peor que ser escudero: se pasa mucha hambre, mucho fro y se reciben muchos palos sin tener la culpa de nada deca Sancho.

  • 120

    Pero no pudieron seguir hablando porque una voz atronadora los interrumpi:Alto ah, Don Quijote de La Mancha! Te lo ordena el Caballero de la Blanca Luna!Un silencio se hizo alrededor. Hasta las ranitas de los charcos dejaron de croar y prestaron atencin. El que haba hablado de aquella manera, era un caballero impresionante.

  • 121

    Al or su nombre, la Luna se asom oronda entre las nubes para ver qu ocurra.No te conozco contest Don Quijote. As que dime de una vez por todas qu es lo que quieres de m!Quiero una sola cosa: que confieses!Que confiese qu?

  • 122

    Que la Luna es ms bella, ms blanca y ms pura que tu Dulcinea del Toboso. Eso s que no! Ni la Luna misma lo es! Nunca dir semejante disparate!Desde su lugar en el cielo, la Luna sinti ganas de llorar. Ella nunca haba odo hablar de Dulcinea del Toboso. Mir para abajo y no la vio por ninguna parte. En cambio, vio cmo Don Quijote de la Mancha se preparaba para enfrentar al Caballero de la Blanca Luna. EI valiente tom distancia apuntando con su lanza y arremeti a todo galope en direccin a su adversario.EI Caballero de la Blanca Luna hizo lo mismo.Chocaron los dos con mucha rabia y fuerza, y uno de ellos cay al suelo. Era el pobre Don Quijote!

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  • 124

    Sancho, como siempre, corri a ayudarlo, pero el Caballero de la Blanca Luna se le adelant. Se inclin sobre Don Quijote y le pregunt:Y?Ay! se quejaba el cado. Ay!... No importa! Estoy seguro de que, aunque yo est por el suelo, Dulcinea es ms linda que la Luna, que el Sol y que todos los astros juntos.Pero cmo? No puede ser! dijo el Caballero de la Blanca Luna dando vueltas alrededor de Don Quijote.

  • 125

    Despus sonri, dndose importancia, y le dijo:Ahora que ests en mi poder, orgulloso Don Quijote, hars lo que yo te ordene. Y lo que ordeno es: te retirars a tu casa abandonando las armas y te quedars all tranquilo hasta que yo lo decida.Est bien, est bien! rezong Don Quijote en voz baja. Te lo prometo. No soy el primero que sufre una desgracia como esta. Hasta el mago Merln vivi encerradomucho tiempo... y en una torre de aire!

  • 126

    Sancho crey que Don Quijote deliraba.Es que acaso existen las torres de aire?Por supuesto le explic su amo. Para un caballero como yo, existen hasta torres de aire!Una vez que Don Quijote se hubo repuesto de la cada y Rocinante estuvo en condiciones de caminar, emprendieron el regreso.

  • 127

    Don Quijote tena que cumplir lo prometido: quedarse un ao en casita, sin molestar a nadie, ocupndose de los quehaceres comunes.No puedo resignarme! Solo me queda una esperanza: volver a ver a Dulcinea.Sancho se ri bajito, porque l saba muy bien quin era Dulcinea. La haba conocido una vez que fue a llevarle una carta de parte de Don Quijote.

  • 128

    Don Quijote crea que Dulcinea era una seora muy bien vestida que se pasaba el da bordando con hebras de oro. Pero Sancho saba que Dulcinea era una pastora como todas, que se pasaba el da en el campo vigilando su rebao.S, s. Nada haba cambiado. Dulcinea no era ms que Aldonza Lorenzo, una pastora.Por suerte, Don Quijote no se confundi cuando vio la aldea

  • 129

    ante sus ojos. Tampoco se confundi la gente de la aldea cuando los vio a l y a Sancho aparecer a lo lejos. Don Quijote, ms flaco que nunca, y Sancho Panza, tan gordo como siempre!Una sola cosa haba cambiado, desde el da en que se haban ido de su aldea. Que Don Quijote, en vez de llevar el casco sobre la cabeza, llevaba un sombrero de vendas, enorme e impresionante.Cuando terminaron de recorrer la calle principal, se separaron.

  • 130

    Sancho se fue a su casa.Teresa, su mujer, y Sanchica, su hija, lo besaron mucho y le hicieron una montaa de preguntas:Cmo, Sancho deca Teresa, un seor gobernador como t, anda tan mal vestido?Cmo se vestan las damas de la corte? le preguntaba su hija, que era ms que curiosa y ms que coqueta.Silencio! dijo Sancho. Ya les contar todo: una maravilla tras otra! Castillos imponentes! Encantamientos a granel!

  • 131

    As se quedaron los tres muy contentos, contando las monedas que Sancho haba trado y escuchando sin parar las famosas aventuras que junto a Don Quijote haba pasado.Mientras tanto, el cura de la aldea y un estudiante meterete que se llamaba Sansn Carrasco, conversaban con Don Quijote.As que un tal Caballero de la Blanca Luna le hizo prometer que se quedara un ao en casita? le preguntaba el seor cura, mientras guiaba un ojo al estudiante.Eso mismo! dijo Don Quijote.Mir al estudiante y pens: Qu parecidos son el Caballero de la Blanca Luna y Sansn Carrasco!.Y no se equivocaba.

  • 132

    Sansn Carrasco y el Caballero de la Blanca Luna no solo se parecan, sino que eran la misma persona! Qu haba ocurrido? Que el estudiante Sansn Carrasco se haba disfrazado de caballero andante y haba tendido una trampa a Don Quijote. EI cura estaba de acuerdo con el estudiante, porque pensaba que aquel iba a ser un remedio definitivo para que Don Quijote se dejara de andar por ah buscando aventuras. Y todos juntos, el cura, el estudiante, la sobrina de Don Quijote y el ama de llaves, empezaron a aconsejarle como si fuera un nio:Ya est muy viejo para andar por ah le deca la sobrina, que estaba preocupada por su salud.

  • 133

    Es usted un seor muy importante, para arriesgar su vida por los caminos deca el cura.Los caballeros andantes ya no existen insisti el estudiante.La culpa de todo la tienen los libros de caballera! No debe leerlos ms! le peda el ama, que haba quemado ya unos cuantos de aquellos libros para que Don Quijote no los viera en adelante.Sancho Panza haba guardado ya todas las monedas para comprar ropa a su familia y haba contado ya a su esposa y a sus hijas toda la historia de sus aventuras. Entonces fue a casa de Don Quijote y le pregunt: Cundo volvemos a partir? Es cierto que tenemos que quedarnos un ao aqu quietitos? Qu va a decir el mago Frestn! Se va a morir de risa!

  • 134

    Todos lo miraron con cara seria. Seguramente aquel mago Frestn era un invento ms de los libros que tanto mal haban hecho a Don Quijote.Sancho prefiri callarse y esperar un tiempito para ver qu pasaba. Ante tanta charla, la cabeza de Don Quijote empez a dar vueltas como una calesita: Don Quijote estaba mareado.Vio cmo el mago Frestn se rea a carcajadas antes de esconderse entre las pginas de los libros.Vio cmo los enormes gigantes que lo haban amenazado, se convertan en molinos de viento.Vio cmo los enormes castillos que haba visto a lo largo de los caminos, se convertan en posadas llenas de humo y olor a sopa.

  • 135

  • 136

    Vio cmo las duquesas, marquesas, princesas y damas de la corte se convertan en pastoras y aldeanas.Vio cmo los ejrcitos famosos que haba enfrentado con tanto valor, se convertan en rebaos de ovejas.Y se sinti tan mal, que pidi permiso y se fue derechito a la cama. Durmi muchas horas, profundamente.

  • 137

    Cuando se despert, llam a todos los de la casa y les dijo muy contento:Ya s! Ya s que me llam Alonso Quijano y no Don Quijote! Y que soy un seor como cualquier otro y no un caballero andante!Al or esto, Sancho se puso muy triste. Porque si Don Quijote

  • 138

    no era ms Don Quijote, l no tena por qu ser un escudero y volva a ser un campesino. Y ya no saldran ms por los caminos a buscar aventuras de toda clase!Pero cuando se acord de todos los malos momentos que haba pasado, consider que ya era suficiente y se conform con seguir siendo lo que realmente era: un buen labrador.

  • 139

    Cuando el seor Quijano, que antes se llamaba Don Quijote, se puso ms viejito, se le ocurri dar consejos a su sobrina. Y entre los consejos que le dio, le dijo que no se le ocurriera nunca casarse con un lector atolondrado de libros de caballera, porque si lo haca, lo iba a pasar muy mal.Eso es lo que le dijo, y por aquel entonces mucha gente pensaba lo mismo.

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    Pasado cierto tiempo, un seor escribi un libro, que se titul Las Aventuras de Don Quijote de la Mancha. Lo escribi para mostrar cmo Don Quijote haba sabido luchar para defender hermosas ideas, aun haciendo muchos y grandes disparates.Y tanto gustaron las aventuras de Don Quijote, que las leemos todava nosotros.

    Adaptacin Cristina Gudio Kieffer

  • La descomunal batalla de Don Quijote

    El mundo de Don Quijote

    Don Quijote, el Caballero de los Leones

    El barco encantado y lostteres del Seor Pedro

    13

    35

    59

    75

    Sancho Panza gobernador 85

    Aventuras de Don Quijote

    La vuelta de Don Quijote 117

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    Los cuentos de Polidoro1. Pulgarcita Texto: Beatriz Ferro / Ilustraciones: Ayax Barnes.2. El gigante y el viento Texto: Beatriz Ferro / Ilustraciones: Hermenegildo Sbat.3. El gato con botas Texto: Beatriz Ferro / Ilustraciones: Oscar Grillo.4. El patito feo Texto: Beatriz Ferro / Ilustraciones: Ayax Barnes.5. Juan y la planta de habas Texto: Beatriz Ferro / Ilustraciones: Hermenegildo Sbat.6. La bella durmiente Texto: Beatriz Ferro / Ilustraciones: Oscar Grillo.7. El soldadito de plomo Texto: Beatriz Ferro / Ilustraciones: Ayax Barnes.8. El viaje de los animales Texto: Beatriz Ferro / Ilustraciones: Hermenegildo Sbat.9. El ruiseor Texto: Beatriz Ferro / Ilustraciones: Ayax Barnes.10. El traje del emperador Texto: Beatriz Ferro / Ilustraciones: Ayax Barnes.11. Caperucita Roja Texto: Beatriz Ferro / Ilustraciones: Oscar Grillo.12. La Cenicienta Texto: Beatriz Ferro / Ilustraciones: Oscar Grillo.13. Los tres deseos Texto: Beatriz Ferro / Ilustraciones: Oscar Grillo.14. La suerte del leador Texto: Beatriz Ferro / Ilustraciones: Napolen.15. Los msicos de Bremen Texto: Beatriz Ferro / Ilustraciones: Agi.16. Al Bab y los 40 ladrones Texto: Horacio Clemente / Ilustraciones: Napolen.17. El sastrecillo valiente Texto: Beatriz Ferro / Ilustraciones: Agi.18. Aladino y la lmpara maravillosa Texto: Horacio Clemente / Ilustraciones: Napolen.19. El ganso de oro Texto: Beatriz Ferro / Ilustraciones: Agi.20. El fuego y los cuentacuentos Texto: Beatriz Ferro / Ilustraciones: Amalia Cernadas.21. Hansel y Gretel Texto: Beatriz Ferro / Ilustraciones: Agi.22. El pozo de las monedas Texto: Beatriz Ferro / Ilustraciones: Napolen.23. Simbad el marino Texto: Horacio Clemente / Ilustraciones: Napolen.24. La bolsa encantada Texto: Horacio Clemente / Ilustraciones: Napolen.25. El cuento de la noche Texto: Beatriz Ferro / Ilustraciones: Amalia Cernadas.26. El caballo volador Texto: Horacio Clemente / Ilustraciones: Napolen.27. Brita y las nornas Texto: Yal / Ilustraciones: Chacha.28. El hada Globo Azul Texto: Neli Garrido de Rodrguez / Ilustraciones: Alba Ponce.29. Los dioses campeones Texto: Beatriz Ferro / Ilustraciones: Amalia Cernadas.30. El espritu del bosque Texto: Yal / Ilustraciones: Chacha.31. El prncipe sapito Texto: Beatriz Ferro / Ilustraciones: Agi.32. El prncipe que perdi la risa Texto: Neli Garrido de Rodrguez / Ilustraciones: Alba Ponce.33. La selva del Yas-Yater Texto: Beatriz Ferro / Ilustraciones: Amalia Cernadas.34. El atado de heno Texto: Yal / Ilustraciones: Chacha.35. Las aventuras de Pinocho Texto: Ins Malinow / Ilustraciones: Oscar Grillo.36. Pinocho, el gato y la zorra Texto: Ins Malinow / Ilustraciones: Oscar Grillo.37. El rbol de la luna Texto: Beatriz Ferro / Ilustraciones: Amalia Cernadas.38. Pinocho y el hada azul Texto: Ins Malinow / Ilustraciones: Oscar Grillo.

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    39. El duende de la granja Texto: Yal / Ilustraciones: Chacha.40. Pinocho en el pas de los juguetes Texto: Ins Malinow / Ilustraciones: Oscar Grillo.41. La Tierra ya est hecha Texto: Cristina Gudio Kieffer / Ilustraciones: Ayax Barnes.42. Pinocho y la ballena Texto: Ins Malinow / Ilustraciones: Oscar Grillo.43. Teseo y el minotauro Texto: Cristina Gudio Kieffer / Ilustraciones Ayax Barnes.44. Meique Texto: Beatriz Mosquera / Ilustraciones: Alba Ponce.45. En el pas de los gigantes Texto: Yal / Ilustraciones: Chacha.46. La pajarita de papel Texto: Yal / Ilustraciones: Ruth Varsavsky.47. Pandora Texto: Cristina Gudio Kieffer / Ilustraciones Ayax Barnes.48. La cigarra y la hormiga Texto: Beatriz Barnes / Ilustraciones: Marta Gaspar.49. Las aventuras de Ulises Texto: Cristina Gudio Kieffer / Ilustraciones: Ayax Barnes.50. El rey y el leopardo Texto: Beatriz Barnes / Ilustraciones: Marta Gaspar.51. La flecha mgica Texto: Cristina Gudio Kieffer / Ilustraciones: Ayax Barnes.52. U-Lan. El hombre de la luna Texto: Yal / Ilustraciones: Ruth Varsavsky.53. Las trampas del Curup Texto: Yal / Ilustraciones: Ignacio Corbaln.54. El ratn azul Texto: Aurelio Queirolo / Ilustraciones: Gioia Fiorentino.55. Las alas de Bolita Texto: Yal / Ilustraciones: Ruth Varsavsky.56. La zorra y las uvas Texto: Beatriz Barnes / Ilustraciones: Marta Gaspar.57. El gigante Jacinto Texto: Beatriz Mosquera / Ilustraciones: Alba Ponce.58. Bamb, el elefante negro Texto: Yal / Ilustraciones: Ruth Varsavsky.59. El cumpleaos de la Ta Emilia Texto: Aurelio Queirolo / Ilustraciones: Gioia Fiorentino.60. El tesoro de los incas Texto: Yal / Ilustraciones: Ignacio Corbaln.61. La lechera y el cntaro Texto: Beatriz Barnes / Ilustraciones: Marta Gaspar.62. El castillo del sol Texto: Yal / Ilustraciones: Ruth Varsavsky.63. La hija de la tierra Texto: Yal / Ilustraciones: Ignacio Corbaln.64. El elefante triste Texto: Aurelio Queirolo / Ilustraciones: Gioia Fiorentino.65. La tortuga y los patos Texto: Beatriz Barnes / Ilustraciones: Marta Gaspar.66. Anguy el invisible Texto: Yal / Ilustraciones: Ignacio Corbaln.67. Los mellizos de la Pachamama Texto: Yal / Ilustraciones: Ignacio Corbaln.68. Los sueos de Jos Texto: Beatriz Barnes / Ilustraciones: Ayax Barnes.69. La rebelin de Marfisa Texto: Aurelio Queirolo / Ilustraciones: Gioia Fiorentino.70. El viaje de Jons Texto: Beatriz Barnes / Ilustraciones: Ayax Barnes.71. El mundo de Don Quijote Texto: Cristina Gudio Kieffer / Ilustraciones: Oscar Grillo.72. El arroyo cantarn Texto: Aurelio Queirolo / Ilustraciones: Gioia Fiorentino.73. La descomunal batalla de Don Quijote Texto: Cristina Gudio Kieffer / Ilustraciones: Oscar Grillo.74. El gato Perejil Texto: Beatriz Mosquera / Ilustraciones: Alba Ponce.75. El arca de No Texto: Beatriz Barnes / Ilustraciones: Ayax Barnes.76. Don Quijote, el Caballero de los Leones Texto: Cristina Gudio Kieffer / Ilustraciones: Oscar Grillo.

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    77. David y Goliat Texto: Beatriz Barnes / Ilustraciones: Ayax Barnes.78. Sancho Panza, gobernador Texto: Cristina Gudio Kieffer / Ilustraciones: Oscar Grillo.79. Jehov y la creacin del mundo Texto: Beatriz Barnes / Ilustraciones: Ayax Barnes.80. La vuelta de Don Quijote Texto: Cristina Gudio Kieffer / Ilustraciones: Oscar Grillo.

    De: Ms libros para ms. Colecciones del Centro Editor de Amrica Latina. Buenos Aires, Ediciones Biblioteca Nacional, 2007.

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    1967

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