CUENTOS PARA CONTAR LA INFANCIA

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Sin embargo, como anota Ferrán Casas (1998), la definición de infancia que persevera es la que la gente lia construido o aprendido a partir de acciones o asociaciones; es decir, la que constituye las representaciones sociales. Dichas representaciones sociales “tienen cuerpo de realidad", ya que no sólo están en la mente, sino que generan acciones, intenciones e interinfluencias. Así mismo, afectan las definiciones de infancia no sólo en lo material, sino también por el conjunto de elementos psicosociales (actitudes, representaciones, atribuciones, categorizaciones, percepciones sociales, valores, etc.) que se mantienen hacia la población infantil, es decir, se crea un contexto psicosocial, relacional e interactivo. Al respecto, las ideas que existen sobre las capacidades y el desarrollo de los niños a veces no se ajustan a la realidad y tienen más el carácter de estereotipos sociales compartidos que de realidades. La idea de que los niños son, o deben ser, según tal o cual modelo contribuye a instaurar una postura excluyente de la diversidad, por tanto, interrogar estos supuestos es una tarea necesaria, pues permitirá visibilizar imágenes, acciones, que generalmente encubiertas con el velo de la tradición o de lo cotidiano ocultan violencias, negaciones y abusos contra los niños. La historia nos permite revisar tanto los modelos como los procesos que han permitido resigniíicar las miradas que sostenernos sobre la infancia, recordemos: Con el criterio de reconocer a la infancia como distintade la etapa adulta y^protegerla, se crea la escuela, y la familia se vuelca sobre los niños controlando, reduciendo e institucionalizando las posibilidades de movimiento, expresión y desarrollo de esa nueva infancia. Todo este proceso derivó en la configuración de una nueva forma de entender la infancia: el infante ya no es un adulto pequeño, que podía trabajar al lado de los mayores en sus labores diarias, sino un niño que requiere atención, protección, vigilancia; un niño institucionalizado principalmente en el mundo familiar y escolar. En los últimos años se ha venido reconociendo la capacidad de ios niños de crear, proponer e interactuar de manera reflexiva y constructiva. Desde estas premisas, se logró que las Naciones Unidas reconocieran a los niños y niñas como sujetos de derechos. Sin embargo, éste aún no es un planteamiento que los colectivos sociales compartan. A los docentes corresponde posicionar esta reflexión para que llegue a ser realidad.

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CUENTOS PARA CONTAR LA INFANCIA. UPN

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Sin embargo, como anota Ferrán Casas (1998), la definición de infancia que persevera es la que la gente lia construido o aprendido a partir de acciones o asociaciones; es decir, la que constituye las representaciones sociales. Dichas representaciones sociales “tienen cuerpo de realidad", ya que no sólo están en la mente, sino que generan acciones, intenciones e interinfluencias. Así mismo, afectan las definiciones de infancia no sólo en lo material, sino también por el conjunto de elementos psicosociales (actitudes, representaciones, atribuciones, categorizaciones, percepciones sociales, valores, etc.) que se mantienen hacia la población infantil, es decir, se crea un contexto psicosocial, relacional e interactivo.Al respecto, las ideas que existen sobre las capacidades y el desarrollo de los niños a veces no se ajustan a la realidad y tienen más el carácter de estereotipos sociales compartidos que de realidades. La idea de que los niños son, o deben ser, según tal o cual modelo contribuye a instaurar una postura excluyente de la diversidad, por tanto, interrogar estos supuestos es una tarea necesaria, pues permitirá visibilizar imágenes, acciones, que generalmente encubiertas con el velo de la tradición o de lo cotidiano ocultan violencias, negaciones y abusos contra los niños.La historia nos permite revisar tanto los modelos como los procesos que han permitido resigniíicar las miradas que sostenernos sobre la infancia, recordemos:Con el criterio de reconocer a la infancia como distintade la etapa adulta y^protegerla, se crea la escuela, y la familia se vuelca sobre los niños controlando, reduciendo e institucionalizando las posibilidades de movimiento, expresión y desarrollo de esa nueva infancia.Todo este proceso derivó en la configuración de una nueva forma de entender la infancia: el infante ya no es unadulto pequeño, que podía trabajar al lado de los mayores en sus labores diarias, sino un niño que requiere atención, protección, vigilancia; un niño institucionalizado principalmente en el mundo familiar y escolar.En los últimos años se ha venido reconociendo la capacidad de ios niños de crear, proponer e interactuar de manera reflexiva y constructiva. Desde estas premisas, se logró que las Naciones Unidas reconocieran a los niños y niñas como sujetos de derechos. Sin embargo, éste aún no es un planteamiento que los colectivos sociales compartan. A los docentes corresponde posicionar esta reflexión para que llegue a ser realidad.

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Un cuento para tocar el corazón

& la edad de 7 años mis labores eran ir a acompañar a mis padres al ordeño; llegábamos, desayunábamosy era sacar las gallinas, darle de comer a los animales (chivos, vacas, cabras, aves)... a las 10 de la mañana empezábamos a arrimar el agua a la cocinera, nos tocaba en choroticos... a las 11 u 11:30 salíamos con el almuerzo, estábamos llegando tipo 2 o 2:30 otra vez. Y cuando llegábamos los unos arreglábamos la cocina, otros cogían y alistaban la comida, porque en ese tiempo la comida se daba a las 5 de la tarde y de ahí dejar la cocina arreglada y dejar papa pelada para el caldo del desayuno. A nosotros nos tocaba en ese tiempo muy pesado.Puyana y Barreto, 1991

Más cuentos... para complementar

La infancia puede ser definida desde diversos sentidos. Como categoría etaria (de edad), se puede decir que es una población que está en un periodo de tiempo medible por un intervalo de edad, que indica pautas, normas, hábitos.Otra manera de concebir lainfanciaes comoun conjunto de características psicobiológicas de los sujetos en estado de desarrollo o, según su sentido etimológico (in/ale: no habla), el que no tiene palabra, relacionado no sólo con la capacidad de articulación oral, sino sobre todo con la capacidad de razonar, de usar la razón o de expresarse razonablemente, todo lo cual implica una pregunta: ¿en qué momento los niños desarrollan o alcanzan la capacidad de razonar?