Cuentos para el andén Nº32

23

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El número 32 de Cuentos para el andén conmemora el tercer cumpleaños de esta aventura que comenzó en 2011 repartiendo cuentos por los andenes del metro de Madrid. Ahora los lectores de estos cuentos pertenecen a más de 20 países, y encuentran un andén en cualquier lugar donde un smartphone o tablet le quiera regalar estas páginas. No te quitamos más tiempo, esperamos que lo disfrutes.

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metroligero [22]

brevemente [13]

Relatos en cadena

dindondin [16]

entrecocheyandén [19]

Jilaña, Mauricio Rodríguez

andéntres [8]

El camino del cielo, Elena Casero

andéndos [6]

24, Cristina Grande

elmuro [3]

decamino [17]

lapuertadelanevera [11]

noviembre 2014nº32

andénuno [5]

Doble vida, Eduardo Berti

Publicamos el relato de un lector, ganador de la convocatoria abierta para

noveles Entre coche y andén, en el próximo número volverán a esta sección

los alumnos de talleres de escritura colaboradores.

diccionariodesaturno [12]

Edita: Grupo Andén C/ Feijoo, 6 - 4ºA - 28010 Madrid | [email protected] | www.grupoanden.com

Comité editorial: Alejandro Moreno, Víctor García Antón, Leticia Esteban | Editora: Natalia Muñoz.

Asesores de contenidos: Sergi Bellver, Juan Carlos Márquez, Kike Cherta, Juan Martini (Buenos Aires, Argentina)

y Mónica Pano (Argentina)

Publicidad: [email protected] | Diseño: www.jastenfrojen.com

Ilustración: Coordinación: www.leticiaestebanilustracion.com

Ilustración portada e interior: © Amalia Satizábal | [email protected] | www.amaliasatizabal.com

nove

dade

s

Con la colaboración de:

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3

El número 32 de Cuentos para el andénconmemora el tercer cumpleaños de esta

aventura que comenzó en 2011 repartiendo

cuentos por los andenes del metro de

Madrid. Ahora los lectores de estos cuentos

pertenecen a más de 20 países, y

encuentran un andén en cualquier lugar

donde un smartphone o tablet le quiera

regalar estas páginas. No te quitamos más

tiempo, esperamos que lo disfrute

Cuentos para el andén

@cuentosanden

[email protected]

www.grupoanden.com

Te escuchamos:

Concurso de fotografía Participa enviando tus fotos a [email protected]

Consulta las bases y mira las fotos en Facebook y grupoanden.com

Tema del próximo concurso: Reflejos

elmuro

Tema: En las nubes Ganadora: En las nubes con querubín - Sandra Barral (Palma de Mallorca)

Finalistas:

La Partitura de las nubes - Enrique Pérez (Madrid)

N_IV - Rafael Ramírez (México D.F.)

Sobre el puente - Joan Otero (Tortosa)

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andénuno

5

EN cuanto supe que mi padre había

llevado en sus últimos treinta años

una doble vida, sucumbí a la

curiosidad y averigüé el nom-

bre de su otra mujer y la dirección

del otro hogar. Llamé a la puerta

con una excusa cualquiera —una

inspección de la compañía de

seguros, o algo así—, y una

mujer alta y equina me invitó a

entrar. Entonces no pude dar

crédito a lo que veía: el interior de

aquel hogar era una réplica perfec-

ta del que habíamos compartido mi

padre, mi madre y yo; los mismos muebles, los

mismos sillones con el mismo tapizado distribuidos exacta-

mente igual, y hasta los mismos cuadros, los mismos platos

de porcelana y las mismas esculturas de yeso.

De vuelta en casa, esa noche me dediqué con malévolo

placer a desordenar los muebles y a revolver las cosas en los

estantes. Mi madre seguía perpleja mis movimientos, pero

no le dije nada de mi visita a la casa y cenamos en silencio.

De pronto recordé la vez que, siendo un niño, rompí el

jarrón chino que flanqueaba el diván. El enojo de mi padre

al saber del accidente me había parecido desproporciona-

do. Ahora podía entenderlo. Podía incluso imaginarlo al día

siguiente, destruyendo a conciencia el jarrón igual, solo

para conservar la simetría con su otro hogar.

Doble vida Eduardo Berti

tw Del libro La vida imposible. Ed. Páginas de Espuma, 2014. Eduardo Berti (Buenos Aires, 1964) ha publicado los libros de cuentos Los pájaros (1994, ree-ditado por Páginas de Espuma en 2003), Lo inolvidable (Páginas de Espuma) y La vida impo-sible (2002, Premio Libralire). Es director literario de la editorial La Compañía de Los libros.

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6

andéndos

ESTOY en Escocia y he soñado con los Monegros. Desde

que he llegado no paro de soñar todas las noches y toda la

noche. Puede que sea el viento del norte, o del oeste, que

sopla con insistencia, o la proximidad del Polo Norte y su

campo magnético. En Escocia el cielo siempre está en movi-

miento. Nubes veloces toda la noche, como en la canción

de Petisme. Sueños veloces. En mi sueño voy en un coche

con el volante a la derecha por la carretera de Sariñena a

Sena. El cereal es más verde que los pastos de Escocia y el

cielo azul cobalto como el que saca mi cámara digital. El

coche lo conduce el actor José Sacristán. Vamos a 180 por

hora por una recta recién asfaltada, sin líneas pintadas.

Llegamos tarde. Paramos en una gasolinera y nos atiende

una monja pequeñita que arrastra una larga toca negra. La

monja nos tima mil pesetas, y eso que estamos en los años

setenta, según ella para viajar a Roma. Junto al monasterio

de Sijena hay un lago Ness poblado por extrañas aves. El

coche ha embarrancado al borde del agua y en nuestro

auxilio salen dos gemelas pelirrojas, casadas con el mismo

hombre, que no sabe que son dos porque ellas se hacen

pasar por una sola. El sol cae a plomo. José Sacristán se

enrolla con una de las gemelas sobre unos matojos de

tomillo en flor. Yo me quedo en el asiento trasero del coche

con las puertas abiertas. Calma total. Me duermo con la cara

pegada a la tapicería roja de escai. Y cuando despierto, el

cielo de Escocia está quieto, sin una sola nube.

24 Cristina Grande

tw Del libro Agua quieta. Ed. Traspiés, 2010.Cristina Grande (Haro, La Rioja, 1962). Ha publicado los libros de relatos La novia parapentey Dirección noche (Xordica), finalista del Premio Setenil 2006. Suya es también la novelaNaturaleza infiel (RBA). Ha participado en varios libros colectivos y desde 2002 es columnis-ta de Heraldo de Aragón.

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8

andéntres

CUANDO se abrieron las puertas del ascensor, él esta-

ba allí: muerto.

Me dio un susto de espanto. Durante unos instantes

creí que se trataba de una de sus bromas. Pero no se

movía, ni parecía respirar. Con la punta del zapato le di

un suave golpecito en el pie derecho. No se inmutó. Esa

quietud hizo que me atreviera a aproximarme unos cen-

tímetros más. Le volví a dar otra patadita. Nada. Inmo-

vilidad absoluta.

Estaba muerto, no cabía ninguna duda. Estaba muer-

to, tirado en el suelo del ascensor de una forma absurda,

tal como la muerte lo había dejado caer, como si se

hubiera resbalado hasta el suelo lentamente para no

hacerse daño. El cuerpo estaba doblado hacia la izquier-

da, en posición gimnástica. Los brazos apoyados en el

linóleo del ascensor, dando la impresión de que se

hubiera querido sujetar antes de la caída. La cabeza la

mantenía ladeada hacia el otro lado, relajada, definitiva-

mente resignada ante lo inevitable, y los ojos abiertos,

espantados.

El susto de verlo allí me mantuvo indecisa el tiempo

suficiente como para que las puertas del ascensor

empezaran a cerrarse. Pensé que alguien lo había llama-

do. Del susto pasé a la turbación, ¿qué hacía con él? ¿Lo

sacaba del ascensor? ¿Llamaba a una ambulancia? ¿A

los bomberos? ¿A la policía? Todo pasó en décimas de

segundo. De la turbación pasé al miedo, y debió ser eso

lo que me impulsó a oprimir el botón del ascensor para

evitar que alguien me lo robara. Respiré con alivio cuan-

do las puertas se abrieron de par en par. Él apareció de

El camino del cielo Elena Casero

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andéntres

nuevo. No se había movido, por supuesto. Entonces

puse una pierna ante la célula fotoeléctrica. De esa for-

ma, mientras pensaba, las puertas permanecerían abier-

tas y él estaría allí conmigo, a mi vista. Lo contemplé. Lo

contemplé como a alguien cercano pero lejano en el

tiempo, en el recuerdo y en los sentimientos, como a

uno de los muchos muertos que contemplamos a dia-

rio en la televisión, con esa frialdad a la que obliga la

costumbre. Ni siquiera me molestó que tuviera los ojos

abiertos, ni pensé que me pudiera estar observando

desde el otro lado del abismo que nos separaba.

Si de la sorpresa había pasado a la turbación y des-

pués al miedo, ahora mis sentimientos fluctuaban de

aquí a la alegría, de la alegría al pánico y del pánico a la

sonrisa. El absurdo punto de inflexión entre la vida y la

muerte me produjo ganas de reír. Y me salió una carca-

jada nerviosa que se apagó enseguida. Él seguía allí, en

el suelo del ascensor, con el cuerpo descoyuntado,

ajeno a mis vacilaciones y cambios de carácter. El cuer-

po duplicado en el espejo, a su espalda, como dos sia-

meses imposibles. Yo, mientras, con la pierna doblada

en el marco de la puerta, frustrando el efecto electróni-

co de la célula. Lo miré con detenimiento. Tenía la cami-

sa arrugada, con lo que me había costado plancharla.

Por lo demás, nada parecía denotar que hubiera sufrido

una muerte repentina. ¿Le habría dado un infarto? Lo

más probable.

Y volví a reír. Tantos años deseando que eso sucedie-

ra, largos años de darle vueltas a esa idea y meditando

al mismo tiempo qué haría yo si eso pasara y ahora, de

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andéntres

improviso, la situación caía en mis manos y me daba un

ataque de risa.

Por el hueco del ascensor escuché una voz enfadada

que lo reclamaba.

Deslicé la pierna hacía atrás con suavidad. La

célula fotoeléctrica emitió un débil destello. La luz roja

del botón de llamada se encendió y observé con una

sensación de liberación cómo las puertas se cerraban y

mis problemas desaparecían de camino al cielo.

tw Del libro Discordancias. Talentura Libros, 2011.Elena Casero. http://elenacasero.blogspot.com.es/Técnico de Empresas Turísticas. Trabaja en una multinacional. Músico por vocación tardía.Ha escrito: Tango sin memoria (Mira Editores - 1996) reeditado por Talentura Libros,Demasiado Tarde (Mira Editores -2004), Tribulaciones de un sicario (Talentura Libros -2009)y Discordancias (Talentura Libros - 2011). Este mes de noviembre es el lanzamiento de sunovela Donde nunca pasa nada (Talentura Libros).

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Claudia Baralla

La puerta no nos

separa, está ahí para

que volvamos a jun-

tarnos

JCRHermosa bandera,que sin pan ni trabajono flamea, ni importa.

R. Eudave.

De sus huesos hice mi

casa; de sus manos, una

trampa sin excusa y de sus

ojos, una bandera viva.

Elena Q.Estimado ser humano:

Deje de poner una banderaen aquello que cree conquis-

tado. Yo no soy de nadie. La Luna

LuzmaNo vendí ni una escoba a pesarde publicitarlas como medioeconómico de locomoción.Decían que estaban pasadas

de moda.

Adela

Cada llave es un enigma

que obstruye, cierra, o abre

una puerta; un enigma

como las manos que la

portan.

Luis San José

Fregona y Escoba se

declararon su amor sin

salir del armario.

BBaannddeerraa

Puerta

Esscoba

Carlos Castro

He salido, no me esperéis.

No me lloréis, no me recordéis.

No hagáis bandera de nada.

Salid vosotros también,

lentamente.

http://cariciasycarencias.blogspot.com.es/

http://cieloveinte.tumblr.com/

lapuertadelanevera

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HUMANIDAD

1. Solución inestable de bípedos

implumes

cruzados con canis

lupus.

Altamente in

flamable y corrosiv

a. Manejar

con sumo cuidado. M

. Caballero

2. Humo de la vanidad. Josicente

3. (Del lat. h

umus). Geol. C

apa superfic

ial del su

elo,

constituida por la

descomposición de una ra

za de

depredadores bípedos q

ue abundaron en el planeta

hace treinta m

illones d

e años. Javier

ESPEJO

1. Vacío opaco sobre el q

ue nos interru

mpimos.

Oteo Fearless

2. Es un objeto para verse

a sí mism

o, desde lo

s ojos d

e

otro. Lite

ralmente. Denis

AMAR

1. Estadio entre

lo só

lido, lo

líquido y lo

gaseoso.

Fabiola

2. Especie de ju

ego de escondite en que uno

busca y el otro

se esconde. Si te

encuentran,

pierdes. Luzm

a

3. Arcaísmo: En la antig

üedad, acción de

entregarse

a lo desconocido. Adela

Una nueva civilización está empezando de cero en

Saturno, aún no tienen claros algunos conceptos, ¿les

echas una mano con el diccionario?

Participa en www.grupoanden.com

2

3

1

12

diccionariodesaturno

Page 13: Cuentos para el andén Nº32

ResetSemana 7 de concurso: 3 de noviembre de 2014Ganador: Javier Regalado Herrero

El muñeco fue el primero en cerrar los ojos, y acto seguido lo hizo el

ventrílocuo, sin saber bien por qué. Contagiado, el público cerró los ojos, e

inmediatamente el personal del teatro también. La gente que pasaba por

la calle cerró los ojos y en un santiamén la ciudad entera lo hizo, y luego el

país. En sólo unos segundos el insignificante gesto se había propagado por

todo el mundo. Durante unos pocos minutos toda la humanidad, carente

de vista, aspiró, sintió, saboreó y escuchó como nunca antes. El muñeco

fue el primero en abrir los ojos, y todos le siguieron de nuevo, pero ya nada

sería igual.

Ciencia inexactaSemana 8 de concurso: 10 de noviembre de 2014Ganadora: Patricia Collazo Gonzalez

Pero ya nada sería igual. Las igualdades fundamentales se habían que-

brado, las fórmulas yacían desparramadas a sus pies. El seno de ella, con-

tra toda propiedad, había aparecido elevado al cuadrado y sumado a un

coseno ajeno. Él revisó por enésima vez su demostración. Sólo había uti-

lizado identidades irrefutables, axiomas, hipótesis firmes y probadas. No

veía donde estaba el error. Tal vez en una interpolación, en una derivada,

en un redondeo demasiado inexacto… Ella prefirió la tangente para evi-

tar dar explicaciones. Él recogió uno a uno sus términos, sus signos, sus

incógnitas para alinearlos prolijos en otra página. Empezó a pensar en un

nuevo teorema.

noviembre

13

brevemente

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brevemente

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La lógica del amorSemana 9 de concurso: 17 de noviembre de 2014Ganador: Ernesto Ortega Garrido

Empezó a pensar en un nuevo teorema que demostrarse que la que-

ría, porque ella siempre le insistía en que el amor había que demostrar-

lo. Asignó variables al tiempo que llevaban juntos, al olor de su pelo al

salir de la ducha, a los absurdos silencios que a veces se interponían

entre ellos. Estimó el índice la aceleración que sufría su corazón cada vez

que ella se desnudaba y cuantificó los celos que sentía cuando le veía

tonteando con otro, para después de horas y horas de trabajo acabar

concluyendo que en realidad esto del amor no tenía ninguna lógica.

Tiempos modernosSemana 10 de concurso: 24 de noviembre de 2014Ganador: Puy Moya

En realidad esto del amor no tenía ninguna lógica ni en la época de

nuestros viejos ni ahora - decía, mientras daba una calada al cigarrillo y

dejaba escapar el humo con gesto de niña fatal. Sentada en el respaldo

del banco, con los pies sobre el asiento miraba a los chicos apoltronados

en la hierba, - el amor es para blandengues. A nosotros nos gusta el sexo

sin complicaciones. Todos asentían con exageración, se miraban con

gesto cómplice y se reían forzando las carcajadas. Y el que más reía era

Ángel. Mientras, arrugaba el papel escondido en el bolsillo en el que

había escrito cien veces: te quiero.

tw Relatos finalistas de noviembre del concurso Relatos en Cadena, organizado por laCadena SER y Escuela de Escritores. Puedes leer todos los seleccionados enwww.escueladeescritores.com o www.cadenaser.com.

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dindondin

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Premio Faena a las Artes 2014 Entrega hasta el 30 de enero de 2015

http://www.faenaprize.com

Concurso de cuento, microrrelato y crónica “La Historia la ganan los que escriben”. Entrega de originales hasta el 13 de febrero de 2015.Convoca: Secretaría de Políticas Socioculturales

del Ministerio de Cultura de la Nación. Argentina

http://www.cultura.gob.ar

75 años de la Agencia EFEHasta el 11 de enero de 2015Casa del Lector. Madrid

http://casalector.fundaciongsr.com

Exposición: Francisco Ibáñez, mago del humor Hasta el 18 de enero de 2015. Círculo de Bellas Artes. Madrid

http://www.circulobellasartes.com

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decamino

www.versosobrelpentagrama.com

tw El pasado mes de septiembre arrancaron nueva temporada en Libertad 8, Madrid. De entre sus muchos pro-yectos, destaca Versos de otro tiempo: un homenaje a las poetas olvidadas que formaron parte activa de laGeneración del 27, a las que han puesto música a través de la antología Peces en la tierra, de Pepa Merlo.

Versos sobre el Pentagramarealiza un recorrido generalpor la trayectoria poética deestos autores y autoras a tra-vés de un medio tan cómo-do, lúdico, atractivo y accesi-ble como es la música, concanciones que combinandiferentes ritmos y estilosmusicales entremezcladascon recitados y pequeñasreferencias biográficas,bibliográficas y anecdóticasde los poetas.

Versos sobre el Pentagramaes un proyecto creado porlos músicos Moncho Oteroy Rafa Mora, que surge conla idea clara de acercar lapoesía de una manera des-nuda, sencilla, amena ydidáctica a través de lamúsica. Un completo espec-táculo poético-musicaldonde se deja entrever unalabor profesional y contras-tada de más de catorceaños de experiencia enmusicalizar e interpretartextos poéticos de muydiversos autores y autorascontemporáneos.

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entrecocheyandén

ESCAPÉ de casa por amor. Fue a finales del 2003, una sema-

na después de que Alejandra viajó a organizar un mitin en la

mina de Catavi. En los primeros días de lo que fue Octubre

Negro. Ella estudiaba Sociología. Era socialista, a veces anar-

quista. A veces cristiana evangélica. En ese entonces yo tenía

dieciocho años, cursaba las primeras materias de la universidad

y no tenía nada de dinero. Tampoco me importaba. En realidad,

con lo poco que tenía me bastaba. La vida era una mierda, mi

vida era una mierda. Dejé La Paz, siendo ayudante de chofer en

un minibús provincial. Nissan 1990. Marrón. Parabrisas agrieta-

do, luces delanteras descompuestas y carrocería oxidada. En mi

segunda semana de trabajo el minibús fue alquilado para

transportar a la banda Real Continental. Veinte músicos vesti-

dos con sacos verdes, pantalones blancos. Don Emilio, mi jefe,

al principio se negó. Terminó aceptando por el dinero. Veinte

veces lo que ganaba en una jornada. La carretera a Oruro está

bloqueada, dijo. Iremos por el sendero del contrabando.

¿Cargo los bidones con gasolina?, pregunté. No seas pendejo.

Iremos por la ruta de los contrabandistas. Encendió el motor.

Luego de un rato, mirándome de reojo, dijo:

-En Taucachi llenaremos los bidones. Alístalos.

La segunda parada fue en Ayo Ayo. Mi padre fue compositor,

me contó uno de los trompetistas. Lo besó el diablo. Lo templó

como deben templarse los instrumentos. Mi padre se perdió en

este laberinto de tierra. Fue cuando era niño. Fue en Huari. Lo

buscaron toda la noche pero ningún paisano lo encontró. Lloró

de miedo. No del miedo que todos tenemos ante la oscuridad.

Lloró al descubrir el horror que te invade al darte cuenta de que

estás perdido desde hace mucho tiempo. Desde que naciste.

Desde que sabes que nada tiene remedio. Luego está el beso del

diablo. De eso jamás me quiso hablar. Cada vez que estaba

borracho me contaba la misma historia. Me decía que bebía

como el diablo le había enseñado. El caso es que compuso cien

morenadas porque fue templado.

JilañaMauricio Rodríguez

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entrecocheyandén

-También robó cincuenta composiciones a su tío -dijo el pla-

tillero riéndose por lo bajo.

En todo el camino hacia Ayamayo los músicos cantaron

morenadas que trataban de la soledad. De la soledad y el amor.

De la soledad y el engaño. De la soledad y el alcohol Caimán. De

la soledad y de mujeres extraviadas o raptadas en el altiplano.

Pensé en Alejandra con algo de desesperación. Incertidumbre.

Tristeza. Sentí náuseas. Me sentí errar entre muchos senderos

que no tenían final, lleno del polvo de la carretera que cubría mi

garganta. Mira a tu izquierda, dijo don Emilio. ¿Ves ese pueblo?

¡Carajo! Yo era joven cuando se inundó. Recuerdo el agua como

un espejo que reflejaba todo. Recuerdo los techos oxidados

donde esperaba la gente. ¿Qué esperaba? ¿Ayuda? ¿Piedad?

¿Caridad? Nada de eso. Esperaba como esperaron sus abuelos

en la sequía, como esperaron sus padres luego de la granizada

que destrozó las cosechas. Pero llegaron unos evangelizadores

en una barca. Acogieron a la gente en ella. Hablaron de ayuda,

piedad, caridad. Y se llevaron a los más jóvenes. ¡Fueron salvados!

En agradecimiento cambiaron de nombre al pueblo por el de la

barca: Belén. La inundación pasó. Los jóvenes sólo regresaron

para recoger sus cosas. Se despidieron de sus abuelos, de sus

padres. De su tierra. Se fueron. Yo también me fui con ellos.

-Ahora es un pueblo de viejos. Ya desaparecerá.

Sol, tierra seca, polvareda: Angostura. Jiska Pampa. Chata.

Challavito.

Cerca de Andamarca el radiador del minibús se averió.

Mierda, se está saliendo el agua, dijo don Emilio. Hoy no llega-

mos a ningún otro lado. El viento helado paspaba nuestros ros-

tros. El sol apenas iluminaba con un amarillo enfermizo.

Empujamos el minibús hasta la plaza central. Los pobladores

eran sombras envueltas en bayetas de tierra. Ingresaban con

rapidez a sus viviendas, algunos encendían lámparas a querose-

no. Cuando anocheció buscamos alojamiento por el intenso frío.

Ningún poblador nos abrió sus puertas. Estamos esperando

una reunión, nos decían por las aberturas de las ventanas.

Tomaremos decisiones. En La Paz dos de nuestros hermanos

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murieron. Los militares los mataron. Golpeamos, con cierta des-

esperación, la puerta de una iglesia. Un arqueólogo español lla-

mado Aníbal nos abrió. Cojeaba. Era manco, también tuerto. Esto

no es mío, dijo, sólo restauro pinturas coloniales. Pero os dejo

pasar la noche con tal de que hagamos jaleo. Con una caja de

cerveza os acepto lo que queráis.

-Este pueblo está muerto, ¡hostias!

Los músicos tocaron hasta el amanecer. Bebimos. Nos embo-

rrachamos. Aníbal me contó que en la Guerra Civil su hermano

era un rebelde. Intentó escapar por una sierra pero los militares

lo encontraron, lo prendieron, dijo. En La Muiña pararon para

comer en una taberna y lo ataron a una argolla que se utilizaba

para amarrar al ganado. Después se dirigieron por un macizo en

dirección a Montecubeiro, que había sido declarada zona de

guerra. Ascendí a escondidas detrás de ellos. Los militares subían

alegres haciéndose chanzas, cantando zarzuelas, coplas, como si

la guerra hubiese sido parte de la escenografía de papel de una

obra escrita por chavales, dirigida por chavales, actuada por cha-

vales, ¡me cago en la leche!, llegaron hasta la punta de aquel

cerro y empujaron a mi hermano al suelo, lo desvistieron, lo vol-

tearon, y su rostro miraba al sol, joder, cantaban con una inocen-

cia que jamás vi, que jamás volví a ver. Luego le cortaron los tes-

tículos, le quitaron los ojos, le cortaron la lengua. Siguieron can-

tando. Y lo remataron a palos y a tiros de escopeta.

-Fue en septiembre de 1936.

Salí tambaleándome de la iglesia, antes del alba. Algunos

pobladores se reunían en la plaza. Marcharían a La Paz. La revo-

lución, gritaban. ¡Libertad para nosotros! Y se hicieron lejanos

entre el ventarrón. Luego quise llorar como jamás había llorado,

pero nada salió. Pensé en dejarlo todo. No regresar a casa. No ir

en busca de Alejandra. Y caminé sin mirar atrás, perdiéndome

por algún sendero del altiplano.

entrecocheyandén

tw Mauricio Rodríguez. La Paz, Bolivia.

Page 22: Cuentos para el andén Nº32

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tw Kokoro es un personaje singular, que se cuela en CpA, para contarte historias en pocas palabras.

© Jasten Fröjen

metroligero - holakokoro

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