Cuentos Para Leer a Remojo - Nuria Muro

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Primer volumen de #microrrelatos del blog Literatura breve.

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  • Cuentos para leer a remojoNuria Muro

    Cuentos para leer a remojo de Nuria Muroest bajo licencia Creative Commons Reconocimiento 4.0 Internacional License.

    Creado a partir de la obra en nuriamuro.wordpress.com.

    Junio 2014

  • Brevemente... Lo que ests a punto de leer es una coleccin de relatos y microrrelatos que no suelensuperar las mil palabras.

    Son ideales para leerlos a remojo (en la baera, en la piscina, en la playa...) porquete los lees en un plis y no se te ponen los dedos arrugados por pasar demasiado tiempo enel agua.

    Espero que los disfrutes :)

  • NDICE

    Cuntame un cuentoEl hilo

    Odio y asco en el sperUna maana en el bao

    En la teleLa marquesa y el lacayo

    Bitch, pleaseEl valor del tiempo

    La vida con perspectivaLos estigmas de la valla

    Cumpleaos raroJulio Verne. Siglo XXI

    El cementerio de amigosLa mitad invisibleEl prncipe errante

    Un vuelco al coraznLa chispa de la vidaPostales parisinas

    El flequillo de Ana BlancoUn pequeo dios

    Punto y finalUn hombre educado

    MarieInmovilizada

    Un nuevo superhroe50% Libertad

    El hombre de jabnDesde el charcoLos trapos sucios

    El cuento de nunca acabar

  • Literatura breveCuntame un cuentoLlevaba a su hijo en volandas, medio dormido ya, hasta su cama. Lo dej con suavidadsobre el colchn y lo tap con la manta. El pequeo abri un ojo y antes de que su padresaliera de la habitacin le pidi que le contara un cuento.

    Pero si ya estabas dormido! exclam su padre. Uno corto, porfi.Vale.El padre arrim la silla del escritorio a la cama, se inclin hacia su hijo y comenz a

    relatar: "Cuando despert, el dinosaurio todava estaba all".El nio ya tena los ojos como platos. Le encantaban los dinosaurios e invit a su

    padre a que prosiguiera el relato.Ya est dijo su padre.Cmo que ya est? Eso no es un cuento se quej el nio.Oye, qu es un clsico de Monterroso! Ms respeto. Y ahora a dormir.Su padre apag la luz de la habitacin mientras su hijo se recoga como una bola

    bajo la manta sin dejar de refunfuar.Aquella noche, el nio so que se despertaba y que haba un dinosaurio a su lado.

    El dinosaurio le dijo que su padre le haba pedido que le contara el resto del cuento. Losojos del nio se abrieron de nuevo como platos.

    El hiloDecidi volver a casa andando. Apenas eran un par de kilmetros y esa nube queamenazaba lluvia no le intimidaba. "Total, sern cuatro gotas", se dijo.

    Cuando hubo caminado unos pocos metros comenz a chispear. Cuatro pasos msy la lluvia se hizo ms recia. A la mitad del camino el agua ya caa intensamente y tuvo quecorrer para refugiarse a las puertas de un restaurante. Agotada por la carrera, hinc susmanos en las rodillas e intent coger aire.

    Su corazn lata fuerte y rpidamente. El sprint que haba hecho, medio centenar demetros, haba dejado en evidencia el escaso estado de forma en que se encontraba. Sucorazn se calm poco a poco y levant la mirada. Las gotas que le caan del pelo entrabanen sus ojos y apenas vea siluetas que corran de un lado a otro, escapando de la lluvia,como lo haba hecho ella haca unos minutos. Se limpi la mirada y vio a un chico quecaminaba junto a una mujer. Ni guapo, ni feo. Alto, bien vestido. La seora le tena cogidodel brazo mientras l portaba el paraguas que les protega a ambos de la lluvia.

    Al paso del restaurante el joven fij su mirada en sus ojos. Segua resollando. lmantuvo el gesto sereno, imperturbable pese a la lluvia, una sonrisa apenas insinuada yuna mirada negra que se clav en sus pupilas ms tiempo del acostumbrado entre extraos.La seora le hablaba, pero l no atenda. Tampoco ella dej de seguirle con la mirada, comosi un hilo los hubiera unido.

    Me ests escuchando?le grit la seora.El chico gir la cabeza hacia la mujer y el hilo se rompi sbitamente, golpendola

    en la cara. En ese instante dej de llover. Despert de su embobamiento y retom suandadura, envuelta todava en los ojos negros de aquel chico, ni guapo, ni feo, alto y bienvestido.

  • Odio y asco en el sperTan mal le sent cmo acab su relacin que cada vez que pensaba en ella se le revolvanlas tripas. Era algo psicosomtico, no lo poda evitar. Era or su nombre y comenzar adolerle la tripa. Si sospechaba que podan coincidir en algn lado, le daban arcadas.Cuando pasaba cerca de su trabajo, rezaba para no cruzarse con ella.

    Pero en una ciudad tan pequea era inevitable que alguna vez se encontraran. Fueen un gran almacn. Le pill desprevenida, empujando su carro desinteresadamentemientras ojeaba el estante de los quesos.

    Su carro choc con el de ella. Al tiempo que giraba la vista esgrima un pococonvincente perdn y cuando vio a quin perteneca el carrito su gesto se torci y lastripas se le revolvieron. Sinti asco, odio y nuevamente asco. La paella de haca un par dehoras se le subi de golpe a la garganta y sigui su camino imparable hasta la boca parasalir despedida finalmente hacia el suelo.

    Se recompuso en milsimas. Pas la manga de su jersey por la boca, asi la barradel carro y esquiv el vmito para salir de aquel pasillo ante la perplejidad de su antiguaamiga, la de los presentes y la suya propia.

    Cuando perdi de vista los yogures abandon el carro y sali corriendo delsupermercado mientras una voz aburrida peda por megafona que se presentara el serviciode limpieza en el pasillo de los lcteos.

    El fantasmaLa raya de luz que entraba por la puerta entreabierta le enfoc a los ojos y la despert.

    Puedo dormir contigo, mami? pregunt la nia.Qu pasa ahora?He visto un fantasma.Los fantasmas no existen, cario dijo la madre. Seguidamente, se destap y con

    un gesto de la cabeza invit a la nia a que se echara a su lado. La nia salt a la cama yse abraz a su madre.

    Cuntame, cmo era el fantasma?Iba de negro y slo se le vean los ojos.Qu fantasma tan raro! Nunca haba odo nada de fantasmas que van de negro.

    -ri la madre.La ropa se le ajustaba al cuerpo.Y estaba gordo o delgado? dijo la madre mientras intentaba conciliar el sueo.Delgado. Los pantalones los tena muy ajustados y llevaba zapatillas de deporte.Qu moderno.La madre abri un ojo y despus el otro. Se sobresalt y agarr a la nia por los

    hombros.Te ha dicho algo? Llevaba algo ms? Te ha tocado?Slo me ha hecho un gesto para que me callara. Pero no te preocupes, mam.

    Los fantasmas no existen. T misma lo has dicho y yo te creo.

    Una maana en el baoAquella maana, Paco se haba despertado solo, como lo llevaba haciendo desde hace unasemana. Carmen, su mujer, se haba levantado a las 8 de la maana para ir a trabajar. Nopudieron hacer coincidir sus vacaciones y Paco, solo en casa, se aburra mucho.

  • Eran casi las diez de la maana y Paco se qued remoloneando en la cama unosminutos.Se prepar un caf y encendi la tele para comprobar que la programacin iba dirigida a lapoblacin infantil, y en aquella casa se reduca a cero (por mucho que Carmen le hubieradicho en ms de una ocasin que se comportaba como un cro).

    Tena toda una maana por delante y decidi dedicarla a su aseo personal, profundoy concienzudo. Se dirigi al bao y comenz a llenar la baera. Meti una bomba de baoazul en forma de pelota para hacer espuma. Se introdujo cuando la bola no se habadisuelto completamente y not cmo las burbujas se le metan en ciertas partes del cuerpo.Se supone que esto tiene que ser relajante?, se pregunt.

    Tuvo que aclarase concienzudamente pues la piel se le haba teido ligeramente deazul.

    Una vez frente al espejo empez a afeitarse con la maquinilla elctrica. Se engominel pelo y lo molde con diferentes peinados: una cresta, raya en medio, a un lado, haciaatrs Su mirada se pos en el lado del armario de su mujer. Infinidad de productos debelleza de todas las formas y colores atrajeron su atencin. Se ech su desodorante. Olafrancamente bien. Un poco de crema para el contorno de los ojos, otra para la flacidez de lapapada, otra para las arrugas de expresin. Prob a echarse un poco de anticelultico porlas piernas con tanto pelo absorba muy mal. Haba que poner solucin a ello. Cogi unacaja alargada. Crema depilatoria, ley. Sigui las instrucciones y al poco tiempo pudoecharse el anticelultico. Se senta ligero y muy perfumado. Entonces cogi una caja detampones. Su imaginacin ech a volar.

    Carmen lleg a casa para comer. Paco haba hecho la comida y estaba poniendo lamesa. Cuando se fij en l se le vio extrao. Ests muy guapo, le dijo dubitativa. Lenotaba algo raro pero no saba qu. Podran ser los orificios de su nariz ms anchos?

    En la teleAlgo comestible, por favor. Algo que no suponga un suicidio en masa de nuestrasneuronas.

    Pero no haba nada, slo basura.Lo dejaron por imposible, el mando sobre la mesa.El silencio invada la habitacin y la situacin comenz a ponerse incmoda. No

    acababan de acostumbrase a estar callados o sin el ruido de la tele de fondo.l se incorpor y cogi aire para decir algo pero finalmente se ech atrs soltando el

    aire en un suspiro.Qu? pregunt ella.Nada.Ella abri la boca para hablar y l la esper con impaciencia.No te ha pasado alguna vezS? esto que ves a una persona muy conocida por ti como si fuera la primera vez?No estoy seguroAyer, cuando fui a comprar el pan, vi a Luisa, la panadera, y sus ojos me

    parecieron completamente diferentes a como los haba visto antes. Luego me fij en susmanos y lo mismo. Nunca me haba fijado de esa manera en sus manos. Las tienearrugadas y sus venas sobresalen mucho. Y manchitas ms oscuras.

    Hizo una pausa para reordenar su discurso.

  • Mientras me estaba hablando yo me fijaba en su boca, su nariz, su cuello y todopareca distinto. La miraba como si como si no fuera ella, como si slo fuera un cuerpo,sin alma. Como si le abstrajese sus cualidades de panadera, madre, abuela persona.

    S. Me pas con tu padre el da de la boda y desde entonces no s de unamanera u otra, me siento ms cerca de l. Ya s qu es una estupidez porque casi ni levemos pero

    No, s, s es as.Se recostaron de nuevo sobre el sof, lentamente.El silencio volvi a invadir la habitacin.Qu habr en la tele?

    La marquesa y el lacayoEl lacayo le acerc a la seora Marquesa un cuenco con cerezas y nata. La seoraMarquesa estaba sentada, por decir algo, en su trono, en un escorzo casi imposible parapoder ver la televisin de plasma colocada a un lado del enorme saln.

    La seora Marquesa cogi una cereza del cuenco que sostena su lacayo, que tenala mirada y la rodilla derecha clavadas en el suelo.

    Me temo que esto no son cerezas, querido lacayo, sino picotas dijo la seoraMarquesa sin apartar la vista del televisor.

    Creo que es lo mismo, seora Marquesa. Picota y cereza son dos palabras parareferirse a la misma cosa, seora Marquesa.

    La seora Marquesa lanz una mirada incendiaria hacia su lacayo, que segua sinlevantar la vista del suelo, con la rodilla hincada en las fras baldosas.

    No me estars contradiciendo, lacayo?El primer impulso del lacayo fue decir no, seora Marquesa, pero en el mismo

    instante cay en la cuenta de que aquello era una contradiccin, puesto que si respondaque no a una pregunta negativa supona una afirmacin, por lo que admita que habacontradicho a la seora Marquesa (y tema las terribles consecuencias que eso acarreaba).No obstante, si responda que s, quiz la seora Marquesa no entendiese que le deca s aque no le estaba contradiciendo y no a que le estaba contradiciendo.

    La cabeza del lacayo empez a calentarse y sus orejas se enrojecieron. Una levegota de sudor resbalaba por su sien y urga una respuesta antes de que la seoraMarquesa volviera a increparle. O algo peor. Necesitaba responder algo, rpido. Lo que sea,pero ya. Finalmente opt por la respuesta comodn.

    Lo que usted diga, seora Marquesa.Pero la seora Marquesa ya se haba ido.

    Bitch, pleaseNo recuerdo de dnde la sacamos pero no tardamos en utilizarla y aadirla a nuestrovocabulario como una expresin ms. Bitch, please.

    Al principio, slo la utilizbamos nosotros y fuimos acotando su significado hastausarla como sinnimo de por supuesto o es obvio.

    Voy a la nevera, quieres algo?Bitch, please.Luego se nos escapaba en otros entornos.Desearn ver la carta de postres?

  • Bitch, please.En aquella ocasin, el camarero mantuvo la postura hasta que le contestamos s,

    por supuesto. Muchas gracias.Os podis imaginar la cara del concejal cuando le respondimos al unsono Bitch,

    please a la pregunta de si consentamos contraer matrimonio.

    El valor del tiempo"Por qu cuando tengo tiempo no tengo dinero y cuando tengo dinero no tengo tiempo?Son acaso la misma cosa con diferente nombre? Se les ha visto juntos alguna vez? Eldinero es el reverso heroico del tiempo. El tiempo se quita las gafas, se engomina el pelo ysaca msculo. Entonces se convierte en dinero, con capa y superpoderes. Como si eltiempo no tuviera el valor suficiente para ser vivido. Si lo tuviera, sera dinero, porque eldinero es el tiempo con un poco de valor", solt el joven. Su hijo, de dos meses, le sonridivertido.

    La vida con perspectiva"Tmatelo con perspectiva", me dijeron. Y yo, que soy de pensar literalmente, me imaginascendiendo a los cielos y vindome en una lnea de tiempo hace un ao. Sub un pocoms y me vi hace cinco, pero no lograba verme dentro de cinco. Una lstima.

    Segu subiendo y me vi en la adolescencia, con mi acn y mis pintas de chunga debarrio. Me avergonc y al segundo despus comenc a rerme. Sin darme cuenta, seguaascendiendo a la estratosfera. Me ruboric: subir tan alto para contemplar la vida de unapersonita como yo en este mundo era todo un halago.

    Me vi en mis ltimas navidades con Reyes Magos.Me vi en mi segundo cumpleaos.Me vi nacer.Y entonces dej de ver, pero para entonces ya estaba colgada en la Luna y no tena

    ninguna intencin de bajar. Las vistas eran estupendas y mi vida tena una inmejorableperspectiva.

    Los estigmas de la vallaNo lo comprendis. Soy ilegal. Siempre ser ilegal. Aunque las fronteras hayan cambiadoen los ltimos 30 aos, Espaa sea la tercera potencia africana y mi pas tenga ms orobajo sus pies de lo que podramos imaginar. Soy ilegal porque estos estigmas me hanmarcado de por vida. La valla, la maldita valla de Melilla y sus cuchillas dejaron una huellaimborrable en mi cuerpo, ya resquebrajado por el paso del tiempo, para que no olvide jamsque una vez no fui humano. Y una vez es para siempre.

    Cumpleaos raroAlgo extrao ocurra siempre el da de su cumpleaos.

    La primera vez que se dio cuenta fue cuando se encontr una tortuga de doscabezas camino del colegio. Una tortuga por aquellos lares? Rarsimo.

  • Estaba aquel da en que descubri que sus cacas eran invisibles. l haca elesfuerzo, oa el ruido de la caca al caer al agua y senta las gotas salpicndole el culo, perocuando iba a tirar de la cadena ah no haba nada.

    O aquella vez en que, despus de una enorme pero breve tormenta de verano, elarco iris sali del revs, como una gran sonrisa de colores en el cielo. Como haca pocosdas que haba fallecido su abuelo, pens que era su manera de felicitarle.

    Pero este ao, en su trigsimo tercer cumpleaos, no ha ocurrido nada extrao. Hapreguntado, hablado con la gente de su alrededor, ha ampliado el crculo y ha visitado a lospueblos colindantes... nada. Ha buscado sin xito por Internet en los medios regionales,nacionales e internacionales. Ha sido un da de lo ms anodino

    Lo cual, dados los antecedentes, no deja de ser extrao...

    Julio Verne. Siglo XXIAlisa encendi el libro y la historia comenz por donde la haba dejado. Un grupo depersonas de las comarcas salvajes de La India portaban a una mujer hacia una pira dondesera quemada viva junto a su difunto marido. A Phileas Fogg le sobraban doce horas y sehaba propuesto salvarla. Las microondas que salan del aparato vibraban y coloreaban lahabitacin llenndola de personajes, paisajes y dilogos. Los actores se movan de un ladoa otro recitando sus lneas. Si ampliabas lo suficiente el holograma, podas ver las gotas desudor que caan por su frente o un leve titubeo en su voz si no estaban muy concentrados.

    Justo cuando Fogg se haba deslizado a la pagoda para fingir ser el marido muertode la mujer y llevrsela en brazos haciendo creer que haba resucitado, el pap de Alisagrit desde la cocina: A cenar!. Alisa no se lo poda creer. Los actores, interrumpidos unavez ms en el fervor de sus interpretaciones, menos todava.

    No os movis. Vuelvo en un rato.Y all aguardaron los actores, una vez ms, a la espera de que volviera la pequea

    lectora y diera sentido a toda aquella historia.

    El cementerio de amigosPaseaba entre lpidas con un dolor profundo en el cerebro. Como cada fin de ao repasabatodos los cadveres que haba dejado a su paso. En un tiempo amigos, hoy polvo que seacumulaba en los estantes de su memoria.

    Haca un repaso mental de todos ellos. "Aqu yacen los restos de Fulgencia Surez.Un 'qutame all esas pajas' rompi nuestra amistad y el orgullo nos impidi retomarla","DEP Lucrecio Flores. La dejadez y la pereza nos separ", "Aqu descansa el cuerpo de AnaPaulina Mnguez. La falta de comunicacin origin los malos entendidos que destrozaronnuestra relacin".

    Cada ao el paseo era ms largo y doloroso y se ruborizaba al ver esas lpidasporque dejaban en evidencia las vergenzas de su vida. Quera esconderse bajo ellas.

    Pero como todos los aos, se daba una nueva oportunidad. "Vale -pensaba- estosamigos los tengo perdidos, pero tengo unos nuevos ahora. Los cuidar y procurar que ni elorgullo, ni la falta de comunicacin, ni los malos entendidos, ni la desidia me aleje de ellos".

    Y rezaba (a su estilo) para que al ao que viene no hubiera ms cadveres en sucementerio de amigos.

  • La mitad invisibleUn esguince. Un esguince! Habrse visto, repeta una y otra vez a la salida del hospital.Pues no me voy a coger la baja, que como estn las cosas, a la mnima te mueven la silla,refunfuaba el periodista con el brazo en cabestrillo. Alz la mano izquierda y llam a untaxi.

    A la barriada de Las tres columnas.En cuanto el taxista escuch el destino se puso tenso.Yo le dejo a la entrada, que no quiero los -dijo y se puso en marcha.Qu habla usted de los? El alcalde ha limpiado la zona. Ahora no hay ni un yonki

    por ah. Voy a la inauguracin de la biblioteca que han abierto.Pues los yonkis no desaparecen as como as. A algn lado habrn ido.Pero el periodista no escuch esta ltima frase ya que el taxista encendi la radio

    para escuchar las noticias.Ya en la barriada, el periodista se encontr con el fotgrafo del peridico. Charlaron

    un poco de esto y otro poco de aquello (esto significa el brazo en cabestrillo del periodistay aquello el tiempo, que pareca que se estropeaba). El fotgrafo vena de hacer unasfotos de la espectacular biblioteca. Por lo visto, han cogido cientos de libros de las otrasbibliotecas de la ciudad para llenarla. Luego los devolvern. Supongo -le dijo.

    El periodista se arremolin con los otros compaeros cuando el alcalde se acerc aellos. Plant la grabadora bajo las barbas del poltico para recoger las palabras que,pareca, se le caan. Salubridad, seguridad, personas adictas a sustancias perniciosas,recuperar la zona, revalorizar, etc. Cuando dej de hablar, el periodista par la grabaciny se march. El resto de periodistas hicieron los mismo.

    Lleg a la redaccin con el artculo escrito en la cabeza. Una entradilla estndar, unadeclaracin por aqu, otra por all, unos datos sobre la arquitectura de la biblioteca quevenan en un trptico que les haba dado la asistente a la jefa del prensa de la concejala deCultura del Ayuntamiento, eso que le ha dicho la jefa de prensa que ponga y un cierre conunas palabras esperanzadoras del alcalde. Pero cuando acab de escribirlo not que algofallaba, como si el texto estuviera cojo. Reley los tres prrafos:

    E acade de a cudad, e strs er edr raes de Castr, augur a eva bbteca as trescuas tras eve eses de bras. C a aertra de estas staaces se recera a za, segaabras de acade, se a ad de ersas adctas a sstacas ercsas qe aca de este ude s barrs as segrs de a cdad.Se a bscad dar a s vecs ar salbrdad y segrdad as c revalrzar e barr ara aegada de eresas qe verta e esta codad, at raes de Castr states ates de crtara cta ra qe daba r agrad e edfc.a bbteca, dseada r e afaad arqtect ca Ja s Scer e est dstra dersta, eseraabergar as de eeares de atera bblgrafc as c sca y fgrafc ara o ca se esera aclabrac de s vecs e a dac de atera. De esta aera, s vecs de barr setra as syatdava esta bbteca, sb de a eva cdad qe estas cstryend etre tds, ccy e acade.

    Nada. No encontraba lo que fallaba as que opt por pasarle el texto al redactor jefepara ver si l poda detectar el error. El redactor jefe le dio un repaso a la noticia con elhumidificador puesto. Era una expresin que utilizaban en la redaccin para el ruido quehaca cuando lea un texto. Los ojos del RJ alcanzaron el final de la pgina y elhumidificador se detuvo.

  • No veo nada raro. Est perfecto. Creo que lo pondremos en portada. Las fotos dela biblioteca son muy bonitas.

    Pues si t lo ves claro, yo no tengo nada que objetar dijo el periodista.Cogi un puado de pipas del paquete del director y se las amonton haciendo un

    cuenco con la mano derecha puesta en perfecto ngulo recto por la fuerza del cabestrillo.Malabare con la izquierda para ponerse la chaqueta por encima de los hombros y se fue acasa con la sensacin del deber cumplido.

    El prncipe erranteLlevaba 10 minutos con la tarea y me segua pareciendo de lo ms absurda. Pero como unavez escuch que no hay que cuestionarse mucho las cosas los 15 primeros minutos, seguhacindola.

    Al cuarto de hora cre haber comprendido de qu iba, a encontrarle una lgica, unpatrn. Y continu porque quera saber cmo iba a acabar.

    A la media hora, no intua todava cmo poda ser el desenlace y continu un pocoms.

    A lo que me quise dar cuenta, llevaba ms de dos horas completamente imbuido enla tarea, alienado por la mecnica de la misma. Y lo peor es que ya no poda parar puestoque si lo haca, la tarea finalizaba y yo ya no tendra sentido. Haba quedado atrapado enuna cadena sin fin.

    Entonces record la historia del prncipe errante, un valeroso joven que recorrimedia comarca para enfrentarse al dragn que aterrorizaba a los sbditos de su padre.Cuando lo encontr, tard aos en dar con la manera de vencerlo. Se enfrent al monstruode diferentes maneras, sali mil veces magullado, roz en dos ocasiones la muerte. Habaestudiado tanto al dragn que logr comprenderlo. Saba cmo viva, de qu se alimentaba,cmo poda reproducirse, cules eran sus rincones favoritos y cmo sobrellevaba lasoledad. Lleg a conocerle tanto para poder acabar con l que no fue capaz de matarlo. Elrey tuvo que presionarle para que diera fin al origen del sufrimiento de su pueblo. Y lo hizo.Sin embargo, en lugar de volver a palacio, el prncipe sali de la comarca en busca de otrodragn.

    La vida del prncipe errante quedaba ligada a la del dragn como la ma ha quedadoligada a este endemoniado trabajo.

    Un vuelco al coraznSabis esa afeccin rara que sufren algunas personas que tienen los rganos invertidos,como si se reflejaran en un espejo (situs inversus se llama)? Pues Mara tena el corazn ala derecha y todo su sistema circulatorio iba en sentido contrario al del resto de la gente,como las carreteras de los pases de la Commonwealth.

    Se lo descubrieron de pequea cuando el mdico, al auscultarle, no not ningnlatido.

    Lo ms extrao es que pareca como si la afeccin le hiciera sentir del revs. Odiabaa quienes amaba y amaba a quienes odiaba, lo que le haca caprichosa e imprevisible aojos de los dems. Y claro, la chica lo pasaba mal.

    Un da conoci a un hombre que hablaba del revs*. Parecan congeniar, pero ldesapareci misteriosamente sin dejar rastro.

  • Un 14 de febrero de un ao cualquiera, Mara baj a la tienda de su barrio, comprpalomitas, bollos de chocolate, patatas y un par de sndwich de pollo. Llevaba el pelorecogido en un moo deshecho, una sudadera muy vieja y en lugar de unas deportivasllevaba puestas las pantuflas de ir por casa.

    El dependiente, un chico con un rostro particular que sin ser guapo no le haca feo,sonri al verla entrar, caminar por los dos pasillos de la tienda y comprar todas esas cosas.

    Cuando Mara se acerc a la caja, respondi a la sonrisa del chico con un gruido.Le haba gustado.

    Son 10 euros con 15.El chico se mordi el labio y abri los ojos. De nuevo, lo haba dicho mal. Eran 15

    euros con 10. Lo marcaba claramente la pantalla de la caja. Cuando le pasaba, rectificabaen el acto y sonrea al cliente excusndose porque aquel da estaba un poco despistado.Pero Mara le haba cautivado sin abrir siquiera la boca y se quiso sincerar: era dislxico.

    A Mara le dio un vuelco al corazn.*El cuento que inspir este cuento.Adis, SergioEl andn estaba inusualmente abarrotado aquel medioda. La pareja, pelirrojo l, morenaella, esperaban al metro que les llevara a la casa de los padres de ella, dondeformalizaran, de una vez por todas, su relacin.

    Cuando el tren entr en la estacin, la muchedumbre se agolp a las puertas y lagente que sala se mezclaba a empujones con la que quera entrar. Ella, que tena lahabilidad de colarse entre las multitudes, cogi la mano de su novio y lo arrastr hastadentro del vagn. Las puertas se cerraron. Tir de la mano de su novio como si hubierapescado un barbo de los gordos.

    No sin cierta brutalidad, logr traer hacia s el resto del cuerpo para darse cuenta deque aquella mano que haba agarrado con tanta fuerza no era la de su novio, sino la de otrochico.

    T no eres Sergio!Yo soy quien t quieras que sea le respondi babeante el otro.

    Ella se puso de puntillas para tratar de localizar a su novio por encima de lascabezas de los pasajeros. Y lo vio. Completamente paralizado en el andn, con la miradaperdida.

    El tren ech a andar haciendo la figura de su novio cada vez ms pequea hastaquedar engullido por la oscuridad del tnel.

    La chispa de la vidaLa llegada de la ambulancia rompe la tranquilidad que impera en el servicio de urgenciasesa noche. Trae a un accidentado de trfico inconsciente y ensangrentado.

    El productor se despierta y da un codazo al cmara para que despierte. Este sesacude un poco y se echa la cmara al hombro. Grabando. El jefe de urgencias recoge alpaciente.

    El herido ha perdido mucha sangre y es necesario llevarlo directamente a quirfano.Cuando le empujan por los pasillos de Urgencias, entra en parada.

    Carguen las palas a 300!grita el mdico.El productor carraspea. El mdico no se gira para evitar que su gesto de desagrado

    aparezca en cmara. Rectifica:Carguen las Total New Phillips a 300!

  • El productor sonre mientras monta mentalmente la escena en su cabeza. El mdicohace un par de intentos de reanimacin ms. Carguen las Total New Phillips a 320.Carguen las Total New Phillips a 360. Finalmente, los pitidos de la mquina vuelven asonar rtmicos. Reanimacin con xito, dice la mquina. Reanimacin patrocinada porTotal New Phillips, continua.

    Al quirfano Coca-Cola! -grita el mdico.Y... corta! -dice inmediatamente despus el productor.El mdico pasa a su lado y le desafa con la mirada.Una cosa es que andis por aqu correteando con vuestras putas cmaras y otra

    que os pongis en medio y nos impidis hacer nuestro trabajo.El productor sonre de nuevo.Si no estuviramos por aqu ese hombre estara muerto y t sin trabajo.Las mandbulas del doctor se tensan aguantando la rabia de la impotencia por no

    poder arrearle un puetazo en la boca del productor. S, sabe perfectamente que sin lapublicidad no tendran financiacin para el hospital, pero le basta saber que es el jefe deurgencias y que en su territorio manda l. Al menos, de momento.

    Postales parisinasPars, 16 de septiembre de 1889

    Querido diario,

    Durante este verano, Pars ha explotado de alegra. La gente est tan emocionadacon la Torre Eiffel y la Exposicin Universal! Hay una especie de algo en el ambiente. Lellaman modernidad. La gente sale ms, sonre ms, es ms amable. El calor acaricianuestras mejillas, las flores perfuman el ambiente, el aire trae promesas de libertadrenovada y todos nos hemos vuelto un poco locos.

    Yo ya estaba loca de amor por lo que la Exposicin no ha hecho ms que multiplicarmis ansias. Ms que loca de amor, estoy loca por amar, por la idea de amar y ser amada, deentregarme a otro, de ser feliz porque, oh, s!, estoy convencida de que en cuantoencuentre a mi hombre ideal, ser feliz.

    Mi padre enfurece cada vez que le comento estas ideas mas. Yo ya tengo 13 aos yl no comprende que soy toda una mujer. Soy una princesa encerrada en un castillo a laespera de mi prncipe azul. Y cuanto ms encerrada me siento, ms desbocados son misdeseos.

    Demasiada novelita rosa, me dice mi padre. Te han reblandecido la cabeza.Hoy he odo que la gente sube a la Torre Eiffel y lanza postales para que las recojan

    los transentes. Qu maravilloso! He escrito una carta a mi amado y la voy a enviar. Larecoger de sus pies, la leer y quedar embriagado por mi perfume (pienso perfumar lacarta). Entonces vendr a casa y me pedir la mano. Y por fin ser feliz!

    Querido diario (otra vez),

    Ha sido horrible! Horrible!! Mi padre es un monstruo. Le odio con todo mi ser!Tras mucho insistirle, hemos ido a la Exposicin Universal, mi madre, l y yo. Yo

    llevaba mi carta a buen recaudo, pues no quera que ninguno de los dos la leyese. Una vezarriba, y tras el pertinente pago, mis padres ataron su postal (una aburrida retahla de los

  • mejores deseos para quien la encontrara) a un globo aerosttico y la lanzaron desde lasegunda plataforma de la Torre Eiffel.

    He pedido a mi padre que me comprara un globo para poder lanzar mi carta. Eranun par de papeles en un sobre cerrado donde contaba un poco cmo era yo, mis aficiones,mis gustos, mi direccin He incluido una foto y la he perfumado. Cuando la ha visto, haentrado en clera. Entra tantas veces en clera que ya no recuerdo cmo era antes. Me laha querido arrebatar de las manos. Mi madre ha tenido que interceder. Incluso elresponsable de los globos aerostticos de la Torre Eiffel tambin ha salido en mi defensa.Pero ha sido intil. Mi padre no iba a permitir que lanzara una carta sin conocer sucontenido.

    Finalmente, la carta se nos ha escapado de las manos a los dos y ha cado torreabajo. La seguamos con la mirada para saber dnde iba a caer y justo cuando estaba aescasos dos metros del suelo, una volada de aire la ha empujado y levantado de nuevo. Elvuelo de la carta era ligero. Ha cado sobre el tejadillo de un bateau-mouche que surcaba elSena y ya la hemos dado por perdida.

    l est enfadadsimo conmigo y ya no me dirige la palabra. Me es indiferente. Yoaun vivo con la esperanza de que esa carta de con las manos de mi prncipe azul y merescate, por fin, de mi cautiverio.

    El flequillo de Ana BlancoAun recuerdo cmo empez todo. No fue algo repentino. Fue gradual. Poco a poco. Comotodo el mundo la vea da tras da, nadie lo apreci. Pero un tweet hizo saltar la alarma,advirti del hecho y las redes sociales se incendiaron. Ana Blanco, la popular presentadorade informativos de la cadena pblica, se haba quitado el flequillo. Los recortes, decan.Mantener un flequillo as de impoluto era muy costoso. Flequillo fuera. Durante das,semanas, no se habl de otra cosa.

    Los informativos de otras cadenas se hicieron eco de la noticia, a regaadientes. Melleg un Actuable para pedir que la presentadora se volviera a cortar el flequillo. Lospartidos polticos de la oposicin denunciaron el recorte de derechos de la presentadora. ElGobierno acus al partido antes gobernante de que haban dejado las arcas vacas contanto gasto en peluquera.

    Blanco no dijo esta boca es ma. Por eso sorprendi todava ms que antes de darpaso a los titulares, en el momento de mxima audiencia del programa, sac una maquinillaelctrica y se rap la cabeza. Los pelos cayeron sobre sus papeles. Sopl para que volarany a continuacin dijo: Titulares.

    Al da siguiente estall la guerra.

    Un pequeo diosEra un hombre pequeo, poca cosa, casi imperceptible.

    Tambin era ordenado. Por obligacin. Dispona de una millonaria coleccin decuadernos llenos de garabatos que slo l entenda. Los tena guardados por personas. Yestas personas, metidos en cajas segn fecha.

    As era. Su principal entretenimiento era seguir a personas. Empez a los 13 aos.Era extremadamente tmido. Incapaz de acercarse y hablar a la chica que le gustabacomenz a seguirla y apuntaba en un cuaderno las cosas que haca, cundo las haca, conquin las haca, si le gustaba o no hacerlas... En fin, cualquier detalle que pudiera ayudarle

  • a conocerla mejor. Pensaba que, cuando reuniese toda la informacin necesaria, tendra lasuficiente valenta como para acercarse a ella. Pero nunca era suficiente. Llen cuadernos ycuadernos y jams se atrevi a hablarle. Era una de las personas que mejor la conocan yella ni siquiera saba que exista. As que desisti. Saba perfectamente que nunca hablaracon la chica y dej de rellenar cuadernos.

    Pero haba adquirido un hbito y alcanzado una depurada tcnica para conocer a laspersonas desde la distancia. Pasados unos das, retom la actividad. Eligi una persona alazar. Un caballero con el que sola coincidir en el autobs. En forma de fichas, rellenaba losespacios vividos por aquel hombre. Cuando se aburri del hombre, pas a la seora de lafalda de cuadros escoceses, luego al caballero del taxi, al chico del lunar en la mejilla, a lamadre de mellizos... Cuando ya no poda seguir ocultando los cuadernos a su madre, losquemaba en algn descampado. Slo los pudo guardar una vez se independiz. Dedicaba 7horas a dormir, 8 horas a trabajar y 9 a "acompaar" a la gente. Coma mientras les segua,encima de un rbol, aprovechando que el sujeto se paraba en un bar, mientras andaba...Slo entre semana. Los fines de semana no. Los fines de semana solan ser desordenados,caticos, sin patrones para las personas... y eso no le gustaba. Esos dos das los dedicabaa repasar las vidas que tena guardadas en cajas. Ordenaba, deshechaba, seleccionabacuadernos para volver a seguir a las personas... Haba compartido con toda aquella gentecumpleaos, nacimientos, bodas, muertes... A veces lloraba recordando sus vidas. Eranms familia que su familia.

    Slo vivi 45 aos. Le dio un infarto mientras segua a la seora del moo azul. Noera azul, azul. Era un grisceo con reflejos azul claro, pero era ms rpido escribir "laseora del moo azul" que "la seora de pelo canoso con reflejos azulados en el moo".Cay sobre el arbusto que le serva de escondite en aquel momento. Muri con una sonrisaen la boca. Podra no haber vivido su vida, pero haba vivido muchas vidas.

    Punto y finalUn error de edicin dej a aquella novela sin punto final. Tras la ltima palabra del relatoslo haba blanco. Cmo poda ser eso! Acaso no haba acabado? Pero... no poda ser.Las tramas estaban felizmente cerradas en la ltima pgina y todos los personajesquedaban completos, sin conflictos por resolver, ni dudas, ni temores, ni inseguridades.Estaba claro: la historia haba acabado.

    Cerr el libro, lo coloc delicadamente en la estantera, en la parte de los lomos detonalidad oscura, y se march a la cama.

    Se despert sbitamente en mitad de la noche. Haba soado que las letras de laltima pgina se escurran y caan al suelo de su saln. Tras estas, iban cayendo las de lapenltima pgina y las de la anterior. El libro se quedaba sin palabras mientras que todastodas las letras quedaban desparramadas por el suelo, imposibles de volver a ponerlas enel orden original.

    Ya que estaba despierto, se levant a la cocina a por un vaso de agua. No pudoevitar echar un ojo a los pies de la estantera. Obviamente, no haba nada en el suelo. Sesinti un poco idiota y volvi a la cama. Pero ya no pudo volver a dormir.

    El sueo se repiti todas las noches siguientes. Aquella tontera estaba acabandocon su descanso as que compr un bolgrafo de tinta negra y punta fina y, suavemente,como quien restaura una pintura flamenca, puso el punto final a ese libro.

    Sonri.Luego, dej de sonrer.

  • Saba que no bastaba. Saba que tendra que hacer aquello con todos los libros dela edicin. Su historia no haba hecho ms que empezar.

    Un hombre educadoCaminaba por la acera una seora de unos 60 aos, vestida de manera elegante pero sinresultar exagerada. Como le vio un poco perdida, le llam desde su coche.

    Buenos das, seora! Puedo ayudarle en algo?Lo que la seora vio fue a un hombre sentado en su coche, con la ventanilla bajada,

    el motor en marcha y el codo apoyado en la puerta. La otra mano la tena sujetando elvolante. Llevaba gafas de sol y lo que a todas luces pareca un peluqun, pero no quiso sermaleducada apuntndolo.

    Buscaba esta calle le dijo la seora mostrndole una direccin apuntada en unpapel.

    El hombre ech un vistazo al papel y asinti.Est un par de calle ms abajo. Cuando llegue a una frutera que hace chafln,

    tome la calle de la derecha y luego la siguiente a la izquierda.Le hizo un breve dibujo en la parte de atrs del papel donde marc con una equis el

    destino que buscaba la seora as como la calle en la que se encontraban ellos y traz conunas lneas intermitentes el camino a seguir.

    La mujer sonri al ver la claridad de aquel esquema.Muchsimas gracias, caballero. Es usted un hombre muy educado.El hombre le devolvi la sonrisa.Que tenga un buen da.Igualmente respondi ella y continu su camino.Eso espero murmur l.

  • Sigui a la seora por el retrovisor y hasta que dobl la esquina de la frutera y leperdi la vista. Justo en ese instante, sonaron las alarmas del banco.

    Era la seal.Agarr el volante con las dos manos y esper a su compaero. Este lleg con

    rapidez, abriendo brscamente la puerta del coche y metindose dentro junto con un par debolsas de basura a rebosar de billetes.

    MarieAun faltaban unos minutos para que la habitacin se iluminara cuando despert. Al girarsobre la cama tropez con el chico con el que haba pasado la noche, que dormaprofundamente. Apenas recordaba cmo era su cara. Al tacto, su cuerpo pareca estarbastante bien.

    Opt por levantarse e ir al bao de puntillas, para que el fro de las baldosas no lesubiera por la espalda y le martilleara la cabeza. Intil.

    Se baj las bragas y se sent en el inodoro. Su cara cambiaba conforme su vejigase vaciaba. Del dolor al placer.

    Detectados niveles anormales en la orina. Enviando informe a su mdico le dijosu vter.

    Del placer al dolor. Mierda, susurr.Se meti en la ducha y dej que el agua arrastrara hasta el desage todo lo turbio: la

    borrachera, el humo, las drogas, el sexo sin control. Su mente se fue enjuagando pero nomostraba ninguna idea clara. Otra noche perdida.

    Cuando sali de la ducha tuvo que enfrentarse a su rostro en el espejo antivaho dellavabo. Haba tenido resacas peores.

    En ese momento, el clido rostro de su mdico apareci en el espejo. Llamadaentrante. Bloque la salida de vdeo para evitar que su mdico la viera vestida con unaescueta toalla de bao y contest.

    Buenos das, doctor.Buenos das, Marie. He recibido el ltimo informe de tu orina. Supongo que se

    debe a que tuviste una noche movida, pero no quisiera restarle importancia. He detectadoque vienes usando, o ms bien, abusando de ciertas sustancias y es mi obligacin decirteque si persistes en su consumo podran ser extremadamente peligrosas para tu salud. Temando informacin al respecto.

    Son un timbre tras el espejo.Le echar un ojo, doctor. Pero no se preocupe, no volver a ocurrir. Es cierto que

    anoche se me fue un poco de las manos, pero lo tengo bajo control.Permteme que lo dude, Marie. Los grficos de las ltimas semanas dicen todo lo

    contrario. Confo en que tomes una decisin responsable. De lo contrario, tendr que tomarmedidas, por el bien de tu salud.

    Est bien, doctor contest Marie sin mucha conviccin. Que tenga un buenda.

    Adis, Marie. Que tengas un buen da.Marie se mir de nuevo al espejo, ahora entero slo para su rostro, aunque en realidad novea nada. Tena la mirada perdida en un punto ms all del reflejo. El ruido del chicolevantndose le sac de su ensimismamiento.

    Hola, nena salud el chico apoyado en el umbral de la puerta del bao.Marie se cruz con l al salir del bao. Buen cuerpo, bonita cara, agradable perfume.

  • Te quiero fuera de mi casa en cinco minutos le contest la chica sin mirarle a losojos.

    Joder, eres todo amor por las maanas, eh.El chico entr en el bao y cerr la puerta.Marie se visti y se prepar un caf. Desde la cocina oa el agua de la ducha, pero

    su mirada estaba de nuevo perdida. Una fugaz imagen del chico corriendo desnudo hacia lahabitacin de Marie volvi a distraerla. Cuando este sali ya vestido, Marie le dijo: Tequedan 30 segundos.

    Puedo...? pregunt el chico sealando a la jarra de caf.Marie asinti. El chaval ech caf y leche en una taza y sin mezclarlo se lo bebi sin

    respirar.Ya me llamars le solt con una dulce sonrisa y ponindose la chaqueta. Cerr

    la puerta del piso con gran cuidado.Marie mir a la nevera. El mensaje de que faltaba protena y calcio parpadeaba en la

    puerta desde haca un par de das.El reloj marcaba las ocho en punto de la maana. Marie vomit el caf.

    InmovilizadaAcab por comprender que cuanto ms pensaba en las consecuencias que podran tenersus actos, su cuerpo se paralizaba ms y ms.

    Est bien -pens-, en estas circunstancias, qu puedo hacer? No puedo mover niun msculo. Era cierto, no poda mover ningn msculo. A pesar de que su cerebro loordenara, ninguna extremidad de su cuerpo se mova.

    Trat de calmarse y pensar qu poda hacer. No puedo moverme, pero estoypensando. Tambin estoy respirando. Sus ojos centellearon. Quiz si.... Inspir lenta yprofundamente aire por la nariz y cuando este copaba sus pulmones al mximo lo expulsde golpe tambin por la nariz. Desde fuera era inapreciable, pero ella not que su cuerpo sehaba movido ligeramente. Otra vez. Inspir de nuevo y expuls el aire con ms fuerza.Alguno mocos saltaron pero no le import porque not que se sus pies se habanbalanceado un poco. Haba convertido su cuerpo en una especie de mquina de vapor y lafuerza del aire expulsado por la nariz le permita imprimir un poco de movimiento. Qupasara si finalmente consegua hacer caer su cuerpo? Que pase lo que tenga que pasar,pero tengo que hacer algo.

    Con la tercera espiracin, el balanceo se hizo un poco ms moderado y su cuerpo,finalmente, reaccion. Concretamente, los dedos de los pies. Para evitar que el cuerpocayera al suelo, los dedos de los pies se despertaron de su letargo e intentaron araar elsuelo. Not cmo sus pequeos dedos rasgaban la plantilla de su zapato. Algo es algo.

    Aprovechando el impulso del balanceo, continu haciendo enrgicas inspiraciones yespiraciones. Pronto, los dedos de los pies no fueron capaces de contener el vaivn y, denuevo, para evitar la cada, los pies se activaron y mantuvieron el equilibrio del cuerpo. Conla misma tcnica logr desentumecer las piernas. Comprob que la fuerza de lasespiraciones ya no era suficiente para desestabilizar su cuerpo as que hizo una de lascosas que mejor se le daba hacer: correr.

    Corri cada vez ms rpido, de manera que sus piernas pidieron ayuda a los brazospara poder mantener el equilibrio. Los brazos, incapaces, llamaron a la espalda y esta a lacintura. Haba corrido ms de un kilmetro sin parar y a gran velocidad hasta que se dio

  • cuenta de que todo su cuerpo se haba desentumecido y se encontraba ya muy lejos detodos sus miedos.

    Un nuevo superhroeEl polica estaba bastante nervioso pero logr disimularlo con templanza y un poco de rollozen que haba ledo en su libro de cabecera a primera hora de la maana. "Confa en ti,confa en tu idea", repeta mentalmente. Delante de l tena a unos 30 chavales de diezaos a los que les tena que dar unos apuntes bsicos sobre seguridad vial. Su superior lehaba dicho que no se complicara, que era su primera vez y que fuera a lo seguro, al ABCdel manual que impartan desde haca diez aos. El polica se haba acostado visualizandocmo sera la clase, previendo preguntas y adelantndose a posibles fallos para podersolventarlos con rapidez (alumnos impertinentes, el proyector que no funciona, etc.). Habasoado con la clase pero en mitad de la noche se despert con una idea genial que ya no ledej dormir.

    "Si a los chicos les gustan los superhroes, aqu tendrn uno". De madrugada, sacpapel y lpiz para trazar el dibujo de su nuevo superhroe: Nail. Sonrea con ilusin. "A loschicos les encantar".

    Cuando su mujer se despert y vio que su marido no estaba a su lado de la cama,fue hasta la cocina y all lo encontr, sacando la lengua cuando repasaba con el boli lostrazos y soplando las migas que dejaba la goma de borrar sobre el papel. Neg con lacabeza y volvi a la cama.

    Cuando la profesora le dio paso finalmente, el polica no poda parar de sonrer.Chicos, este es Nail, el superhroe del trfico dijo mostrando su dibujo.Los chavales arquearon las cejas. Desde luego, no se lo esperaban. El polica gan

    ms confianza, le dej el folio con el dibujo a la alumna ms cercana para que lo fuerapasando de mesa en mesa y continu hablando de Nail.

    Nail es su nombre porque cuando algn conductor se salta un semforo o un pasode peatones o no cede el paso a los dems conductores, escupe un clavo que, con sucertera puntera, impacta en las ruedas de los vehculos y las pincha inutilizndolo para suuso y sin provocar heridos.

    El gesto de los alumnos se torci sbitamente. Nada de puetazos, ni enemigossuperpoderosos, ni explosiones?

    Nail, como "clavo" en ingls... sigui explicando.Los chicos apenas disimularon su decepcin y comenzaron a bromear entre ellos. El

    polica mir a la profesora en busca de ayuda, pero lo nico que obtuvo fue una miradamisericordiosa, como si l fuera un perrito abandonado.

    Cuando castiga a los malos conductores dice: Aj, lo he clavado!El polica no paraba de hablar y senta que con cada palabra, se hunda un poco

    ms en su miseria. Los alumnos ya no le prestaban atencin, pasaban de su dibujo cuandoel folio iba de mesa en mesa y el agente se senta derrotado.

    Lo peor de todo es que, a diferencia de cmo haba planteado la clase impartindolasegn el manual tradicional, no tena un plan B. Cuando pensaba que no poda estar mshundido, un alumno levant la mano.

    S?Qu pasa si el que no cumple las reglas es un peatn?

  • Sus compaeros le tiraron papelitos y le abuchearon. Los ojos del polica se abrieroncomo platos. Vaya con la pregunta! Sin embargo, se agarr a ella como a un clavoardiendo.

    Entonces, Nail le escupe un clavo en el culo.Toda la clase se sorprendi con la respuesta y comenzaron a rerse.Seguro que eso le inutiliza durante una semana y se le olvidan las ganas de

    cruzar en rojo.Ahora, los chicos se daban codazos para ver el dibujo.Y si un conductor no hace correctamente una rotonda continu emocionado el

    polica, Nail arranca el asfalto para hacer un crculo cerrado en el que se queda atrapadoel mal conductor, dando vueltas sin parar.

    Los alumnos sonrieron con simpata mientras que su entusiasmo y atencin volvi adisminuir.

    Y... iba a continuar con otra idea cuando la profesora le interrumpi.No tiente a su suerte le dijo agarrndolo del brazo.El polica comprendi y recul.S que Nail es muy guay y que lo tendris en mente cuando vayis por la calle.

    Ahora volvamos al manual.Puede que esta batalla la haya perdido, o al menos, no la haya ganado tan

    clamorosamente, pero seguira trabajando en su nuevo superhroe porque confiaba en l yconfiaba en su idea.

    50% LibertadVivir en una isla siempre le pareci extrao, pero el amor lo puede todo y se mud.

    Result que el amor no lo poda todo. Ella se march y l qued atrapado en ella.De vez en cuando, escapa de la isla. Pero slo un poco. Coge su velero y sale al

    mar. Lo justo para verla de lejos y sonrer pensando: "Ves, puedo escapar de ti cuandoquiera".

    Hoy, al volver del paseo, ha mirado con complicidad a su vecino de amarre queparta en busca de esa misma sensacin de libertad. Ambos saben que no es 100%verdadera. Quiz slo es 50% verdadera. 75% si acaso se atreven a ir unos metro ms alldel lmite marino.

    Su mirada se ha quedado clavada en el barco del vecino, que cada vez era mspequeo, cada vez se acercaba ms a la lnea del horizonte. "Cuando llegue al borde, secaer por la cascada que delimita el fin del mundo", pens mientras sonrea ante esta ideainfantil.

    El velero del vecino ha acabado desapareciendo engullido por el mar.

    El hombre de jabnJab era un hombre de jabn.

    Esto supona que, si haca ejercicio, la frente y las axilas se le llenaban de espuma.Cuando abra la boca para hablar sala despistada alguna burbuja de debajo de su lengua.Y al mear, bueno, ustedes ya se lo imaginarn.

    El mayor sueo de Jab era ver el mar. Verlo y olerlo.Un da conoci a una persona que se diriga con su coche a la playa ms cercana.

    Esta persona no era de jabn pero deseaba ver y oler el mar tanto como Jab. Durante todo

  • el trayecto hablaron sobre cmo se imaginaban ellos que sera el momento en que vieran elmar por primera vez.

    Pero nada de lo que se imagin Jab era comparable a lo que sinti en el momentoen que pis la arena. Los granitos de tierra parecan hormigas bajo sus pies a cada pasoque daba. Con la vista siempre al frente, hacia el mar. El vaivn de las olas le tenaobnubilado, hechizado. Tal era su estado que no se percat de que haba pisado arenahmeda y una ola se diriga hacia sus pies. Sin tiempo para reaccionar la ola le alcanz yJab sinti cmo sus pies se convertan en espuma burbujeante. Las cosquillas le aterrabany le apasionaban al mismo tiempo. "Chaf, chaf" hacan las burbujas al explotar.

    Decidi no decidir. Se qued ah, quieto, dejando que el mar le comiera poco a pocoy su espuma y la del mar se mezclaran y se fundieran en una sola.

    Desde el charcoLe encantaban los das de lluvia. Era la nica ocasin en la que poda echar un vistazo almundo. Miraba hacia arriba y all estaban: tacones que se atascaban en el barro, faldas quedejaban ver la ropa interior, zapatos italianos manchados de arcilla, patitas de perromojadas, ruedas de automvil que dejaban su impronta por donde pasaban. A veces lesacaba de su ensimismamiento algn nio saltando sobre el charco. Cmo era que nocaan adentro como le sucedi a l? Quiz l no era un nio. Quiz slo fuera una rana.

    Los trapos suciosHaca el servicio completo: le daban el dinero y ella iba al mercado, haca y cocinaba elmen, dispona la mesa, serva los platos, los recoga, fregaba los cacharros y limpiabadespus. Su entrada en las casas de buena familia era un torbellino de olores y saboresque pasaba fugaz y no dejaba rastro ms que en los estmagos agradecidos de loscomensales, ya fueran invitados o anfitriones.

    Era un catering moderno en los aos 30 de esa Espaa partida en dos.En aquella ocasin fue una cena especialmente animada pese a que slo acudieron

    seis personas. Los anfitriones, un matrimonio joven con un ducado en el norte, elgobernador civil con su esposa y la pareja formada por el conde y su mujer. Los anfitrionesansiaban agradar a sus invitados; deseaban contactos, conexiones, asegurarse unsalvoconducto por si aquel plan militar no sala bien y tenan que huir del pas. La guerra, elgeneral o los movimientos polticos, sociales, culturales y romnticos de un lado y otroconcentraron la mayor parte de la conversacin.

    Al acabar la cena, la sirvienta recogi todas las palabras vertidas en el mantelformando un saco de exquisito lino blanco que guardaba los secretos, las crticas y loscotilleos ms peligrosos que nadie en aquel momento poda imaginarse.

    Al da siguiente, la sirvienta fue a la casa a recoger el saco para llevarlo al lavadero.La duea le dio una pastilla de jabn Lagarto de la buena, gorda y perfumada.

    El lavadero era el gora de las mujeres. All lavaban sus trapos sucios a la piedra.Pero en tiempos de escasez, el jabn era una de las cosas de las que se poda prescindir yles bastaba con agua y cenizas para blanquear la ropa. Por eso, la llegada de la sirvientatras un banquete sola ser recibida con alegra.

    Djame un poco de jabn que lo pase por este cuello, Dame una pasadica delagarto por aqu, anda, Crtame un chusco de jabn, que te pasar huevos luego.

  • Al llegar a casa con la ropa lista para tender y la pastilla de jabn raqutica, la dueale mir sorprendida y pidi explicaciones arqueando una ceja.

    Haba mucho sucio que limpiar en este mantel fue lo que obtuvo por respuesta.

    El cuento de nunca acabarrase una vez un hombre que tena tantas historias que contar que no saba cul elegir.

    Y cuando se decida por una, poda hacerlo desde tantos puntos de vista quesiempre dudaba por cul empezar.

    Comenzaba.Paraba.Reflexionaba.Elega otro comienzo.ParabaY vuelta a empezar.

    Era el cuento de nunca acabar.

  • El cazadorSu seora le oy entrar en casa desde la cocina. La mesa estaba puesta. Cuando sali alcomedor con un plato de potaje en cada mano vio a su marido con los ojos desencajados ylas manos, la cara y la ropa llenas de sangre. Rufo le acompaaba con la cabeza gacha y elrabo entre las piernas.

    Los platos se estrellaron contra el suelo y el potaje salpic al cazador y a su mujer.Qu ha pasado? le pregunt la seora mientras acompaaba a su marido al

    bao.No te lo vas a creer. No te lo vas a creer.Sumergi la cabeza en la pila del lavabo. Estuvo unos segundos con la cara bajo el

    agua que se ensuci poco a poco de un rojo cada vez ms fuerte.No s dnde se han metido los conejos, pero esta tarde ni yo ni Rufo hemos visto

    ninguno. Ni perdices. Tampoco haba perdices.Su mujer le escuchaba atntamente al tiempo que le secaba con mimo la cabeza

    con la toalla.Nos venamos ya para casa cuando escuchamos un grito a lo lejos. Pareca el

    grito de una nia. Era agudo, histrico. Rufo me seal el camino y nos acercamos sinhacer mucho ruido. Escondidos detrs de unos arbustos vimos a un lobo que pareca estarmuerto, con la tripa hinchada. Me tem lo peor.

    Su mujer haba llenado la baera de agua caliente y l se desnud y se introdujo enella lentamente. La sangre ti de rojo el agua y los vapores comenzaron a subir hacia eltecho que se torn rosa.

    Apuntando con el arma me acerqu al lobo. Estaba inmvil. Era enorme. De suestmago volv a escuchar el grito histrico de la nia. Pero haba otro murmullo, otrapersona. No me lo pens dos veces y abr al lobo en canal. Del estmago sali una ancianasemidesnuda y luego una nia. Me pareci que ella estaba llena de sangre pero al instantedescubr que llevaba un abrigo rojo con capucha.

    Quieres decir que el lobo se haba comido a dos personas?Te dije que no me ibas a creer. Yo estaba alucinando. Haba sangre por todos

    lados y la nia me dijo que le llenara el estmago al lobo de piedras para que al acercarseal ro a beber agua se cayera por el peso y se ahogara, aunque dudo que el animal sigavivo despus de aquello.

    Qu gore! exclam la mujer.Muy gore! asinti su marido.

  • La hermanastraNo lo s. Quiz. No. No s. Creo que no. No, no la odiaba. Simplemente, me irritaba.Bastante. Es tan guapa, tan buena, tan... perfecta. Y yo... yo soy fea, engordo a la mnimaque me paso con la comida y no soy muy divertida. Bueno, s lo soy, pero la gente no lo veporque no me conoce a fondo. El caso es que podra decir que actuaba bajo la influencia demi madre. Ella siempre ha sido muy dura con nosotras. Ya sabe, en estos tiempos hay queser algo mala si quieres triunfar. A mi me da igual triunfar o no. Yo slo quiero vivir tranquila,en el campo, con alguien que me quiera y me trate bien. Jams le he dicho esto a mi madre.Ella quiere para sus hijas lo mejor. Y lo mejor, hoy por hoy, es un prncipe. Por supuesto queme gustara casarme con un prncipe y tener todas las comodidades de la realeza, pero noes el mayor de mis sueos (como s lo es para mi hermana). Ya le he dicho, seor letrado,que mi felicidad pasa por tener a alguien que me quiera a mi lado. Mi madre siempre nos hapresionado mucho para estar guapas. No, no me estoy justificando. Tengo la madurezsuficiente para admitir que hicimos mal, que hacamos mal cada vez que tratbamos conella. La tratbamos mal, fatal. Slo por envidia. Yo s tena un poco de envidia, pero lo queme mova de verdad era el miedo. El miedo a mi madre. Fjate si le tena miedo que leobedec cuando me dijo que me cortara el dedo gordo del pie para que me entrara elzapato. Ese maldito zapato de la discordia. La medida del amor de un prncipe es un jodidozapato. Es eso normal? Yo puedo ser tan buena como ella a pesar de mi 40 de pie. Nopuedo decir que est arrepentida. No porque no lo sienta, que lo siento, sino porque mimadre me est mirando mal y temo sus represalias. Acoso psicolgico, mobbing, bulling, loque usted quiera. Yo slo quiero acabar con esto ya. Yo tambin soy una vctima. Yotambin quiero mi final feliz.

  • PedroA ver, un momento de silencio por favor.

    Gaspar haca golpear el mazo con furia y se desgaitaba para hacerse or porencima de la algaraba. No se poda dudar de que la reunin haba sido un xito deasistencia pero iba a ser difcil poner orden en aquella asamblea improvisada.

    Est claro que a ese chico hay que darle un escarmientogrit Julin con suimponente vozarrn.

    El resto de hombres, cazadores y pastores en su mayora, le secund con una lluviade ideas para dicho escarmiento, por lo general violentas. Dado que el mazo no imponanada, Gaspar opt por silbar. Todo el mundo conoca su silbido. Era capaz de orse desde elotro lado del valle y era como un canto de sirena para sus ovejas.

    La sala enmudeci.No vamos a apalear al chaval. Seamos razonables. No ha sido para tanto.Que no ha sido para tanto?respondi Germn desde el fondo.Nos ha hecho creer en dos ocasiones que sus ovejas eran atacadas por feroces

    lobos y nosotros hemos ido en su ayuda sin vacilar, desatendiendo a nuestros rebaos o anuestras cosas por socorrerle para que luego se nos ra en la cara.La masa aprob con rabia el comentario de Germn.

    Me da igual que sea nieto de quien es, pero este chico merece que le demos unaleccin.

    De nuevo, la masa aument sus decibelios para apoyar las palabras de sucompaero pero senseguida qued a la espera de la respuesta de Gaspar. El ambienteestaba cargado de humo, calor y sudor resultado de meter en una pequea sala de ensayoa treinta hombre llenos de rabia al final de su jornada laboral.

    Est bien. Podemos darle una leccin.Los hombres comenzaron a lanzar sus ideas al aire. Gaspar oy aalgunas al vuelo

    e intervino.Nada de palizas, somos mejores que eso. Los hombres se callaron. En un lateral

    de la sala, escondido tras un piano, se atisb una mano alzada.A ver, Juan, qu tienes pensado? Juan baj su mano, se levant y aclar su

    garganta con un suave carraspeo.Es muy sencillo: uno de nosotros puede disfrazarse de lobo y acercarse hasta el

    rebao de Pedro. Este saldr asustado y, como en las dos ocasiones anteriores, acudir albar, donde estaremos el resto, para que le ayudemos a salvar sus obejas. Nosotros lediremos que, dado que nos ha mentido dos veces ahora no le creemos. El chico se metertal susto que aprender entonces que no debe volver a mentirnos. Los hombres movieronsus cabezas con aprobacin.

    Votos a favordijo Gaspar.Todos los hombres alzaron sus manos.Est bien. Sugiero que sea Julin quien se disfrace de lobo ya que tiene una voz

    muy potente. Los vtores y aplausos indundaron la sala.Valedijo Julin-, pero me llevar una de sus ovejas. Para que sea ms realista,

    digo.A la fecha y hora acordadas, gran parte de los hombres del pueblo estaban en el bar

    tomndose una cerveza. La irrupcin de Pedro no alter lo ms mnimo el gesto de ningunode ellos.

    Mis ovejas! Mis ovejas!apenas atinaba a decir Pedro entre sudores y jadeos.

  • Gaspar se volvi con el taburete giratorio hacia Pedro.No me digas ms: un lobo est atacando a tus ovejas.Los ojos de Pedro se salan de las rbitas, tena la frente mojada y el terror le

    recorra el cuerpo hacindole temblar. Por un momento, Gaspar pens en apiadarse delchico y contarle la verdad pero opt por hacerle sufrir un poco ms.

    No... un lobo no... una manada -dijo Pedro con la respiracin entrecortada.Uy, s. Una manadari Gaspar, al que siguieron los dems con sus carcajadas.Pedro cogi por los hombros a Gaspar con los ojos fuera de las rbitas pero sin

    acertar a decir nada. Gaspar se zaf.As aprenders a no volver a engaarnos.El chico puso cara de no comprender nada y sali corriendo del bar, en busca de

    otra ayuda. Segundos despus, hizo su aparicin en el bar Julin disfrazado de lobo. Suentrada fue celebrada con aplausos, silbidos y felicitaciones por su gran actuacin ya que,como no tardaron en explicarlo, Pedro se lo haba tragado todo. Julin, que haba llegadocon una gran sonrisa, cambi su gesto.

    Vena a ensearos el disfraz antes de ir adonde Pedro.Los hombres se miraron entre s buscando una explicacin en la cara del otro. Nada

    ms la encontraron cogieron sus escopetas y salieron en busca del rebao de Pedro.Cuando llegaron ya era demasiado tarde. El chico lloraba desconsolado sentado en unaroca. Se tiraba de los pelos. El campo donde pastaban su rebao era verde y rojo. Lasovejas que no haban salido despavoridas o raptadas por los lobos, yacan en el csped,despedazadas, sobre un charco de sangre. Gaspar sinti el miedo que Pedro trat detransmitirle en el bar y una corriente fra suba y bajaba al mismo tiempo a lo largo de sucolumna. El resto de hombres estaban atnitos, aterrados, sin poder articular palabra.

    No quiero volver a or ni una sola palabra sobre esto.Todos asintieron al tiempo que Pedro levantaba levemente la cabeza para ver las

    caras de aquellos hombres a los que, una vez ms, haba engaado.