Cuerpo Cortado

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1 CUERPO CORTADO Sí, ya sé, tengo pinta de mierda, pero es la finta. Soy un poco de ácido estomacal de gastritis con problemas de la vista. Sí, de la vista. Porque anoche, antes de que me persiguieran unas vampiresas, me saqué un ojo para enfriar el whiskey que estaba tomando. Se lo encargué al vendedor de los cocos de whiskey, y éste me lo guardó debajo de una palmera. Cuando por fin perdí a las vampiresas, regresé por mi bebida, pero ya estaba al tiempo. Ya sé, mi cuerpo está hecho pedazos como si estuviera “en las rocas”. Es que tuve un mal día, como cualquiera. Lo que pasa es que fui a la playa y estaba nevando. Había vampiros y hombres lobo tomando el sol y unas cubas. Acapulco ya no es lo mismo. Ahora está lleno de maleantes... y nacos. Entonces me preguntaba: ¿Qué hago? Para un día de vacaciones que me adelantan en la chamba y vengo y me encuentro en traje de baño en medio del nevado de Toluca. ¿Pos qué pasó? Y en eso, que me encuentro a Elvis; sí, Elvis. Ahí venía con un coctel de pastillas de colores. ¿Qué haces acá, wey?/Supe que tenías vacaciones y vine a visitarte/ Órale, está chido tu desmadre. Entonces sacó un puro y lo prendió con su zippo dorado. Me ofreció un tabaco y caminamos por la playa. Ahorita vamos a ver al Santo; vino a dar el rol con unas cuatas/ ¿Te cae?/Cuándo te he fallado mi Vomilcar/ (Pinche panzón) Bueno, me late tu viaje, pero primero vamos por unas frías. Entonces compramos unas miches donde estaban unos mocosos de prepa en su viaje de generación. Digo, me imagino que era su viaje-de-generación, porque andaban hasta el culo de pedos y no ves todos los días a menores de edad en esas fachas... pero bueno. Llegamos a Juchitán. Todo era azul, amarillo y rojo. Era de noche. ¿No que íbamos a ver al Santo, pinche Elvis?/ Sí, ya mero llegamos, ahí nomás está la capilla. Entonces llegamos a una iglesia que tenía un huanacaztle grandísimo a la entrada, y de las ventanas salían los lasers de la fiesta. Ya entramos, y San Vicente Ferrer hacía su numerito de Intrépida. ¡Pinche Santo mamón!, - le gritamos-, y bajó a saludarnos. Pero el puto Santo se tardó como un año en llegar porque venía en carretera con una yunta de bueyes. Y nosotros estábamos nadando en cerveza por la fiesta de espuma. Entonces, Vicente sacó una grapa y nos preguntó si queríamos. Le dijimos que no, y cuando la abre, que se le caen un par de muxhes en polvo. Y se nos empiezan a trepar por el cuerpo. Pues patitas pa’ que las quiero. Agarramos unas patas que vinieron a la fiesta y nos fuimos volando de regreso a Acapulco.

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Un simple día de vacaciones

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CUERPO CORTADO

Sí, ya sé, tengo pinta de mierda, pero es la finta. Soy un poco de ácido estomacal de gastritis con

problemas de la vista. Sí, de la vista. Porque anoche, antes de que me persiguieran unas

vampiresas, me saqué un ojo para enfriar el whiskey que estaba tomando. Se lo encargué al

vendedor de los cocos de whiskey, y éste me lo guardó debajo de una palmera. Cuando por fin

perdí a las vampiresas, regresé por mi bebida, pero ya estaba al tiempo.

Ya sé, mi cuerpo está hecho pedazos como si estuviera “en las rocas”. Es que tuve un mal

día, como cualquiera. Lo que pasa es que fui a la playa y estaba nevando. Había vampiros y

hombres lobo tomando el sol y unas cubas. Acapulco ya no es lo mismo. Ahora está lleno de

maleantes... y nacos. Entonces me preguntaba: ¿Qué hago? Para un día de vacaciones que me

adelantan en la chamba y vengo y me encuentro en traje de baño en medio del nevado de Toluca.

¿Pos qué pasó?

Y en eso, que me encuentro a Elvis; sí, Elvis. Ahí venía con un coctel de pastillas de colores.

¿Qué haces acá, wey?/Supe que tenías vacaciones y vine a visitarte/ Órale, está chido tu desmadre.

Entonces sacó un puro y lo prendió con su zippo dorado. Me ofreció un tabaco y caminamos por la

playa. Ahorita vamos a ver al Santo; vino a dar el rol con unas cuatas/ ¿Te cae?/Cuándo te he

fallado mi Vomilcar/ (Pinche panzón) Bueno, me late tu viaje, pero primero vamos por unas frías.

Entonces compramos unas miches donde estaban unos mocosos de prepa en su viaje de

generación. Digo, me imagino que era su viaje-de-generación, porque andaban hasta el culo de

pedos y no ves todos los días a menores de edad en esas fachas... pero bueno.

Llegamos a Juchitán. Todo era azul, amarillo y rojo. Era de noche. ¿No que íbamos a ver al

Santo, pinche Elvis?/ Sí, ya mero llegamos, ahí nomás está la capilla. Entonces llegamos a una

iglesia que tenía un huanacaztle grandísimo a la entrada, y de las ventanas salían los lasers de la

fiesta. Ya entramos, y San Vicente Ferrer hacía su numerito de Intrépida. ¡Pinche Santo mamón!, -

le gritamos-, y bajó a saludarnos.

Pero el puto Santo se tardó como un año en llegar porque venía en carretera con una

yunta de bueyes. Y nosotros estábamos nadando en cerveza por la fiesta de espuma. Entonces,

Vicente sacó una grapa y nos preguntó si queríamos. Le dijimos que no, y cuando la abre, que se le

caen un par de muxhes en polvo. Y se nos empiezan a trepar por el cuerpo. Pues patitas pa’ que

las quiero. Agarramos unas patas que vinieron a la fiesta y nos fuimos volando de regreso a

Acapulco.

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Ya en la playa nevada, les presentamos a unos gansos que venían con los del grupo de

prepa y desde que se vieron no pararon de jalarse los cuellos. Creo que es una costumbre de esos

animales... Qué pinche susto con el Santo eh/ Sí cabrón, es que luego anda de mala copa y se le

riegan los Martinis/ Pinche Elvis, eres la neta... Y que me cago de la risa así cabrón... ¿puta madre,

ahora qué hacemos?, no traigo otra muda de ropa/ Yo traigo una. Entonces Elvis buscó en la bolsa

de su camisa playera y sacó una figurita de vampiresa, como de llavero. Nomás que hay que

remojarla en whiskey para que crezca/Pero es una vieja/Pues es lo que hay; ni modos que regreses

a México con los pantalones cagados/ No, pus, no. Y nos fuimos a un puesto de cocos.

Ya casi amanecía, pero el señor de los cocos no falla, siempre está vendiendo. Dos, por

favor. El señor le abrió la llave a una de las palmeras, y con fuerza salieron dos cocos llenos de

whiskey que abrió con un saca-corchos. También sacó los mensajes embotellados, como si fuera

pulpo, y les pusimos un poco de salsa Valentina.

Le di un trago al whiskey, pero estaba al tiempo. Entonces me quité un ojo y se lo eché,

para ver si mejoraba; y sí, sabía mejor. En eso miro a Elvis, y el cabrón me queda viendo con la

mirada perdida. De pronto se rompe el coco que el wey traía en la mano y entre la cáscara aparece

la vampiresa de bolsillo toda loca. Se empieza a hacer más y más grande. Entonces noto que Elvis

tiene un cierre en la cabeza, que empieza a abrirse. Por fin aparece una vampiresa ranchera con

un machete en la mano, y las dos locas se lanzan sobre mí. Rápido le encargo mi coco al dueño del

changarro y me echo a correr.

Pero era una trampa. Porque adelante había una telaraña invisible de navajas colgada

entre dos semáforos. Entonces mi cuerpo se atoró al intentar cruzarla y se hizo pedazos. Pero

alcancé a salir por la boca. Cuando las vampiresas me vieron se cagaron de la risa y tuvieron que

volver a la playa por ropa humana.

Finalmente me fui arrastrando hasta las palmeras de whiskey y me metí en la arena para

sacar mi ojo. Me acerqué al puesto de tortas y te pregunté si tenías de milanesa con Paracetamol;

para el cuerpo cortado. Ya ahorita regreso a mi cuerpo a ver si reacciona. Si sí, pus que chingón,

me regreso al D.F. Si no, pus...me quedo un rato en lo que encuentro otro cuerpo.

Amilcar Meneses