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    a

    ues t i ndel lugar

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    Lalectura de

    El

    narrador retomando aquella de xperiencia

    y

    pobreza constituye una excelentei n t r o d u c c i n a laestticamo-

    derna en t r m i n o sdel shock. Lae s t t icamoderna ser aentonces

    una

    e s t t ica

    del shock con laruinade fondo de la

    esttica tradi-

    cional, la cual era narrativa y dedicada a lo

    b e l l o B e n j a m n

    parte de una

    consta tac in his tr ica ;

    los soldados de

    infante r a

    vuelven

    del frente, mudos:

    La cotizacin

    de la experiencia se ha derrumbado, y todo

    nosindicaquevaa seguir cayendo [...]Con la guerramun-

    dial comenz

    ahacersepatente un proceso que no se ha

    detenidodesdeentonces. No seobservalacabarlaguerra

    que la gente

    volva

    enmudecida del frente? No

    m s

    ricaen

    experienciacomunicable, sino mucho ms pobre. Lo que

    diez aos despus

    se

    de r ram

    en la riada de librossobre

    la

    guerra era cualquiercosamenos experiencia

    transmitida

    oralmente.

    Yeso no eraextrao.

    Pues

    ninguna experiencia

    ha sido msfirmementedesmentida [...] Una

    generacin

    quehaba idoalcolegioempleandoel tranvade caballos se

    encontraba ahora al aire

    libre

    y en una

    regin

    en la que lo

    nicoque no habacambiado eran las nubes; y bajo ellas,

    en

    un campo de fuerzas de torrentes destructivos yexplo-

    siones, el

    diminuto

    yfrgilcuerpo humano' .

    Benjamn W. Goethe.EnCEuvres T. 2. Pars: Gallmard 2000.

    Benjamn W., Lenarrateur. Rflexions sur l oeuvre de Nicols Leskov.

    En

    Rastelli

    raconte... 1955-1987, p. 146.

    Trad.

    esp., Benjamn W., Elnarrador.

    Consideraciones sobre laobrade Nikoli Leskov.EnObras libroII vol. 2. Madrid:

    Abada,2009, p. 42.

    127

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    Benjamin

    fue un gran lector del l t i m oFreud, pero a pesar

    de la

    proximidad

    con su

    c ons t a t a c i n

    que trata sobre las patolo

    gasde guerra, sobre la r epe t ic in sin fin del trauma en loss ue os ,

    podemos plantear una hiptes i sque no va inmediatamente en el

    sentido de lap s i c opa t o l og a . Nos

    parece

    que es necesario tomar

    en serio las l t imas l neas del texto de Benjamin, aquellas que

    conciernen al paisaje que ha sido modificado y que recuerdan el

    comienzo de

    Experiencia

    y pobreza:

    En nuestros manuales de lectura figuraba la fbula del

    hombre

    viejo

    que en su cama de moribundohace creer a

    sus hijos que un tesoro estescondido en suviedo.Ellos

    tienen simplemente que buscar. Los hijos cavan, pero no

    hay huella del tesoro. Cuando llega el

    o t oo ,

    no obstante,

    el viedo da como ningn otro en elpas.Ellos compren

    den

    entonces

    que su padre ha querido legarles el

    fruto

    de

    su experiencia: la verdadera riqueza noesten el oro, sino

    en el trabajo.

    Se trata evidentemente de una r e c upe r a c i n de laf bula de

    Esopo:

    Ellabradory sushijos.

    Lac o n d i c i n material de la expe

    riencia

    narrativa y de una estticade lo bello se deja

    entonces

    en

    trever:ha c a

    falta

    que el

    territorio

    de los hombres sea estructurado

    po r lo que Simondon l lamarpuntos claveP^;es decir, figuras que

    se desprenden de un fondo as como tantos puntos de referencia

    naturales

    rboles , rocas

    aisladas, cursos de

    agua

    y lagos, cimas

    de m o n t a a s , grutas, etc.). Brevemente, todo aquello de lo que

    trata la topogra f ay que ella nombra. Los puntos-claves son para

    l tan to articulaciones de fuerzas de fondo de la naturaleza como

    figuras culturales, son puntos de

    pasaje

    energ t icos de la forma y

    Simondon

    G . ,Dumode

    d existence

    de s

    ohjets techniques.

    Pars:

    Aubier 1989.

    Hay traduccin espaola. Buenos

    Aires:

    E d. La Cebra.

    128

    de la

    figura

    que, ligados los unos a los otros en red, constituyen

    la primera a r t iculac in de nombres propios sobre la cual las re

    des propiamente sociales see l a bo r a r n . Simondon describe as la

    fase mgica

    de la e vo l uc i n humana, antesdel

    desfase,

    es decir

    e l divorc io,

    entre el mundo fragmentado de las figuras

    tcnicas ,

    po r un lado, y, por otro , las

    grandes

    religiones que son siempre

    totalizantes puesto que provienen del fondo.

    La experiencia de l shockha b r asido la consecuencia del

    des

    moronamiento de lasredesde nombres propios, cuando el suelo

    deviene irreconocible y sobre los frgiles cuerpos humanos no

    subsisten sino las nubes, las cualesno pueden ser nombradas en

    su

    singularidad.

    P o d r a m o s llamar

    zond^^

    a un

    territorio

    sin pun

    tos-claves, siendo evidentemente el

    caso

    de la zona de combates

    constantemente

    arada

    por millones de

    granadas,

    pero t a m b i n la

    zona periurbana que descubrimos, por ejemplo, en el

    film Mila-

    groenMiln deV i t t o r i ode Sica, de 1951.

    La

    experiencia del joven Benjamin es esencialmente urbana,

    es aquella de Ber l n , y ms precisamente de una ciudad donde

    cada

    uno tenasu lugar a

    causa

    de su familia, del

    estatus

    social de

    esta l t i ma . Es

    entonces

    aquella de un lugar estrechamente cir-

    cunscrito donde el descubrimiento de fronteras no seha r sin i n i -

    ciadores. LaCrnicadeBerlM^^ cuyo manuscrito

    (Ibiza,

    1932) ha

    sido elaborado y editado por Scholem ^, es en

    este

    punto preciada,

    A confrontar con la

    nocin

    de no-lugar particularmente en

    Non-lieux,

    introductionu ne anthropologiede la surmodemit 1992 Le Seuil De Auge M. Ver

    tambin Lyotard,

    J . - E ,

    Zone. En

    Moralitspostmodernes

    1993 Galile.

    CrnicadeBerln dehapreparai Infancia en

    Berlrr,

    u n

    cierto

    nmero

    de

    textos

    escritos en un cuaderno son retomados enInfancia,pero no

    todos.

    Estaescritura con

    hojas intercaladas que permanecieron vrgenes, debapermitir aBenjamnvolver a

    ciertos puntos.

    Benjamin

    W., crits

    autobiographiques,

    edicin

    de 1970 pp. 241-328.

    Trad.

    esp. Benjamin W.

    Crnica

    de

    Berln.

    En

    Personajesalemanes.

    Barcelona:

    Paids,

    1995.

    129

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    puesto que entrega elementos para una teor adel lugar, sin el cual

    no hay acontecimiento.

    E s necesario recordar que un acontecimiento siempre es

    confirmado

    en la posterioridad, puesto que necesita un tiempo

    de i n s c r i pc i n para un testigo o una colectividad de testigos?

    Ciertamente, pudo haber hombres tocados por su vivencia in

    mediata, pero para que el acontecer del acontecimiento devenga

    una certeza ser necesario el de ps i t o del tiempo sobre aquello

    que

    debemos

    llamar superficie mn mi c a , i nd i v i dua l y colectiva,

    para que ese

    de ps i t o

    sea inscri to y deje huella^^^. Esta superficie

    es una superficie de r e ) p r oduc c i n . Lo que p o d r tomar mucho

    tiempo:

    todos no son susceptibles s i m u l t n e a m e n t e . De

    esta

    ma

    nera, Goethe, en la batalla deValmy,fue el n i c o en comprender

    inmediatamente que

    este

    c a o n e o confuso entre dos campos era

    digno de ser elevado al rango de acontecimiento relevante (laca

    da delA n t i g u o R g i m e n ) ,mientras que para los oficiales de las

    armadas

    aliadas no

    h a b a

    sido sino ruido y

    c on f us i n .

    La i n s c r i pc i nde un acontecimiento es un

    tener

    lugar es su

    devenir huella

    memorial.

    Hay

    entonces

    una

    retroactividad,aque

    lla

    de lac ons t i t uc i nde un testigo de pleno derecho, que consiste

    t a m b i n en un posicionamiento. El tener lugar es

    entonces

    do

    ble: consiste t a m b i n en una localizacin geo-grfica. Es lo que

    c onf i r ma r n esas

    placasque pueden marcar hoy en da un campo

    de batalla como los Campos de Abraham en Quebec,

    c lebre

    in

    t e r ve nc i n donde los

    franceses

    p e r d e r n C a n a d

    ante

    los br i t

    nicos, en pocos minutos en la explanada que sobrevuela el Saint

    Laurent. El acontecimiento es un tener-lugar en el tiempo que

    suponeun cierto lugar en el espacio. Peroesta

    segunda

    c ond i c i n

    Dot te J.L . La technologie freudienne. Rancire Benjamin et Freud.

    E n Miroirs appareih et autresdispositifi ouvr. Coll. Phay-Vakalis Soko). Pars:

    LHarmattan

    2008.

    130

    puedefallar:

    en el

    caso

    de una

    de s a pa r i c i n po l t i c a

    por rapto, el

    i nd i v i duo es literalmente aspitado, tragado. Incluso si ha habido

    testigos,

    estos

    no p o d r nsituar sino el lugar del rapto, no aquel de

    l a desapar ic in que pe r ma ne c e r secreto' . Pero el terreno

    puede

    ser t a m b i n constantemente arado, es la tierra misma la que est

    en s i t ua c i n de shock,

    inutilizada

    para dar lugar ''.

    Este

    serel

    estado

    de

    Pars

    luego del

    paso

    del

    c ic ln

    de su

    m o d e r n i z a c i n

    rea

    lizada

    por el prefecto Haussmann, o aquel del barrio Alexander

    Platz, marco de lac lebrenovela de D o b l i n ,debido a que las ave

    nidas que c o n d u c a n

    hasta

    ah fueron a menudo destruidas por

    los trabajos. Podemos

    entonces

    asociar la e xpe r i e nc i a - l m i t e del

    soldado de la Primera Guerra M u n d i a l con aquella del habitante

    de las ciudades; Baudelaire es a q u un excelente gua .

    E n Crnica de Berln, Benjamin va

    entonces

    a intentar es

    tablecer un inventario de su infancia:c m ola ciudad c ons t i t u a

    entonces

    una red habitual de nombres propios que hacen posi

    bl e

    una experiencia narrativa. Pero ah

    t a m b i n ,

    el tener-lugar, la

    huella,

    no pueden ser establecidos inmediatamente. Ser

    necesa

    ri ohaber padecido la prueba del desarraigo, luego aquella de la

    escritura.

    E l

    primer gu a de la ciudad fue la ins t i tut r iz

    {Kinderjrdu-

    leiri :

    Benjamin emplea m sadelante el t r m i n o

    Fraulein

    seor i

    ta )para designar a la muerte.

    E l

    segundo fue el descubrimiento a los

    tres

    a o s

    del amor:

    Ariadna (Louise von Ladean) cerca del laberinto del Tiergarten.

    A q u resurge laseor i ta,pero como una

    especie

    de fra sombra

    que

    hace desaparecer

    al ser amado.

    Cortzar J . La deuxime fois. En Fafons

    deperdre

    1977-1978, Gallimard.

    Giono,

    J . Le

    Gran

    Troupeau 1931. La tierrainforme deviene un inmenso

    estmago abierto hacia el cielo que traga hombres, caballos, caones. De esta

    experiencia Giono concluye que es necesario un pacifismo radical.

    131

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    Pero lavivenciainmediata no basta para lac ons t i t uc i n de la

    experiencia,es necesario an queesta sea impedida. Benjamin es

    cribeque no se deviene maestro sino solo en un dominio donde

    se ha conocido la impotencia [ < . . . ] . La impotencia que se alberga

    en

    el

    c o r a z n

    del esfuerzo

    e m p r e n d i d o .

    Esta impotencia ante la

    ciudad t e n a

    un doble fundamento: por una parte, un muy mal

    sentido de o r i e n t a c i n , desde entonces la madre de

    Benjamin,

    que transformaba todo en test deaptitud,sospecha de su capaci

    da d paracircularen la ciudad. De donde viene un buen n m e r o

    de ineptitudes

    pr c t icas

    reactivas, asaber: una apraxia, y de ah

    una resistencia a las aptitudes ms comunes. Benjamin, por su

    e s p r i t u

    de resistencia, caminaba siempre algunos

    pasos d e t r s

    de

    ella,lo que

    t e n a

    el don de exasperarla:

    Q u i n sabe,

    sin embargo,

    c u n t o de aquelloinf luy en mis actuales

    paseos

    por las calles de

    la ciudad. Pero, sobre todo, he de agradecerle aquella mirada que

    parec ano ver la tercera parte de lo que t en a d e lante ^ .

    Segunda discapacidad entonces, una semiceguera: estar

    siempre tres

    pasos a trs

    de su madre y no ver claramente, de ah

    la

    necesidad para el adulto de una

    i nve nc i n t c n i ca ,

    el

    r bo l

    ge

    ne a l g i c ode encuentros. Es entonces una prtes i s (el rbol ) que

    tiene suorigen en la posterioridad del retraso. Podemos plantear

    l a hiptes i sde que si Benjamin hubieraestado siempre presente

    al

    lado de su madre, caminando a su lado, a su velocidad, no

    ha br a

    tenido ese defecto que ha hecho necesaria la

    prtes i s

    ideal:

    el

    mapa de

    c o n d u c c i n .

    Estar presente en... es estar en la ence-

    guecedorasimbiosis, la cual nopermiteestablecer la distancia que

    solohace posible la ident i f icac in del lugar. Para decirlode otra

    manera, el mundo v i v i do , el medio natural, die Umwelt es el

    mundo

    del arraigo, el cual tiene sentido, sin tener

    s igni f icac in.

    Benjamin W. op. cit. pp. 244-245.

    Trad.

    esp.

    Crnica deBerln

    op. cit.

    p.22.

    132

    Pasamosde uno al

    otro,

    de lov i v i do al mapa, por medio denom

    bres propios reunidos en red, pero t a m b i n por medio deesos

    casi-nombres propios que son las fechas en una c r ono l og a , los

    nombres de un lugar sobre un mapa, en breve nombres de me

    dida: longi tud , la t i tud, or ien tac in

    polar, etc. Estepasaje supone

    u n

    desarraigo. Es una ruptura. Es,

    s e gn

    Husserl ^ , la

    r azn

    por

    la cual la ciencia europea ha entrado definitivamente en crisis.

    Ustedes asisten existencialmente a la salida y a la puesta del sol y

    piensan e s p o n t n e a m e n t e que el Solgira alrededor de laTierra.

    La

    ciencia copernicana rompe con esta ingenuidad. A la inversa,

    le

    corresponde a la

    f e nome no l og a

    elrestituirla posibilidadde la

    ciencia

    copernicana apartirde una

    s i t ua c i n

    de arraigo

    or igina l .

    Hace yatiempo, aos para ser exactos, que le estoy dando

    vueltas a laposibilidadde organizar

    biogrficamente

    el es

    pacio

    de lavidaen un mapa. Antes que nada se me impone

    la

    necesidad de un plano

    gua.

    Hoy me

    apetecera

    coger un

    planogeneral militar del

    interior

    de la ciudad si lo hubiera.

    [...]

    Me

    he inventado un sistema de signos, y sobre

    el

    fondo

    grisdetal planoirn varioscolores hastaque sedistingan cla

    ramente toda una serie de lugares: lascasas de mis amigos y

    amigas; los espacios de

    reunin

    de algunos

    colectivos,desde

    lassalas deconversacin del Movimiento de la Juventud

    hasta lassedes de

    reunin

    de

    las

    Juventudes Comunistas; las

    habitaciones de hoteles y burdeles que conoc durante una

    noche; los poderosos bancos del

    Jardn

    de los

    Animales;

    el

    caminode la escuela; las tumbas que v i ocupar .

    Benjamin,en Pars, establecer

    este

    grf ico que esquematiza

    ba su

    vida

    berlinesa, parecido a una serie de rboles genea lgicos .

    Esta hoja se

    p e r de r

    y l la

    r e c ons t i t u i r

    de memoria.

    Husserl E . L Archeoriginaire

    Terre

    nesemeutpas. Pars: Ed.Minuit 1934.

    Benjamin W. op. cit. p. 246.

    Trad.

    esp. op. cit. p. 23.

    133

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    La ciudad, cuando deja de ser el lugar de combate por la

    vida,

    ...conducehastalafantasa [...] se toma la revancha en el

    recuerdo. [As]el velo que ella misma ha tejido en loocul-

    to

    de nuestra propia

    vida

    muestra menos la

    figura

    de los

    hombres que la de los

    escenarios

    en los que nos tropezamos

    con alguien o con nosotros mismos. En la tarde de la que

    quiero

    hablar mesenten una salita

    interior

    delCaf des

    Deux Magots, en St. Germain des Prs,dondehabaque

    dado citado con alguien que ahora no recuerdo.

    All

    me

    sobrevino de pronto y con inusitada fuerza un pensamien

    to :construir algoas como un

    esquema

    grficode mi

    vida.

    En ese mismo instante

    supe

    quhabaque

    hacer.

    Partde

    unacuestinbien sencilla con la queescudrimi

    pasado,

    y

    las

    respuestas

    se iban dibujando casi por s

    solas

    en una

    hoja de papel. Uno o dos aos despus perdaquella hoja.

    Estaba inconsolable. Nunca he podido rehacer aquello

    ta l

    y

    como se mepresent

    ante

    m aquella tarde, de modo muy

    parecido a un

    rbol genealgico.

    Pero ahora que quiero re

    construir en el pensamiento ese

    pasado

    tal y como

    aparece,

    sinestructurarlo de una pieza, meparecepreferible hablar

    de laberinto. Lo que habita en lacmarade su misterioso

    centro -si soyyoo el destino no es algo que me preocupe,

    pero s me preocupan, sobre todo, las muchas

    entradas

    que

    conducen a su

    interior.

    A

    estasentradas

    las llamo contactos

    primitivos

    Cada una de ellas representa el

    smb olo grfico

    de mi amistad con alguien a quien he conocido no atravs

    de otraspersonas,sino por medio de relaciones de vecin

    dad, de parentesco, de camaradera escolar, de confusin

    con otro, de viajes compartidos, etc. (No haydemasiadas

    situaciones de

    este

    t ipo .Hay

    tantas entradas

    diferentes al

    laberinto como contactos primitivos. Pero la mayora de

    estos,

    o al menos los que permanecen en nuestro recuerdo,

    abren laspuertasa contactos nuevos, a relaciones con otras

    134

    personas;

    por eso

    estaspersonas

    se alejan por ambos lados

    de su origen a medida que

    pasael

    tiempo (a la derecha pue

    den

    ponerse

    los hombres; a la izquierda, las mujeres) '

    Y

    Benjamin agrega:

    Y

    si ahora los trayectos de

    unin

    de uno de

    estos sistemas

    se traducen a otro sistema, el resultado

    depende

    tambin

    de los diversos entrelazamientos que haya habido en el

    curso de nuestra

    vida.

    Pero resultan ms importantes las

    visiones sorprendentes que se elevandesde

    esteesquema

    y

    se plasman en la diversidad de los cursos vitales. Qu

    papel juegan en los contactos primitivos registrados en la

    vida

    de diferentes

    personas

    elementos como laprofesin,la

    escuela,

    el

    parentesco

    o los viajes? Y sobre todo,se

    puede

    decirque existen en la trayectoria concreta de

    cada

    uno

    algo as como leyes ocultas de constitucin de todos los

    trayectos vitales posteriores? [...] cules continan hasta

    el final de nuestra existencia y cules se

    apagan?

    [...] en

    este

    casoconcreto s

    puede

    decirse que probablemente hay

    caminos que nos conducen una y otra vez

    hasta

    elementos

    que

    poseen

    para nosotros la mismafuncin,caminos que

    terminan

    l levndonosa laamada,a la

    escuela

    o al maestro.

    Eso era justamente lo que memost rel plano de mi

    vida

    tal

    y como se me

    present

    en aquella tarde parisina''' .

    Lo s puntos-claves del mundo m g i c o en Simondon son

    entonces

    reemplazados en Benjamin por los nombres propios

    (Franz Hessel, Ernst Scholem,Alf redCohn, Ernst B l oc h , Dora

    Esta distincin espacial evidentemente no es anodina,

    puesto

    que ella es

    antropolgica y compromete la actitud deBenjamin:si la legitimidad la derecha) es

    paralos hombres, la

    izquierda

    estnaturalmente dedicadaalas mujeres...BenjaminW.

    Trad.

    esp., ibd. p. 47.

    Benjamin,W . op. cit., pp. 283-286.

    Trad.

    esp., ibd. p. 48,

    135

  • 8/11/2019 cuestin de lugar_Jean Louis Deotte.pdf

    7/24

    Kellner,

    Gerhard Scholem,Fr itzHeinl e, etc.) que consti tuyen los

    cabecillas de la red y de los mundos de nombres que no se r e ne n

    todos entre ellos s i nc r n i c a me n t e , pero qu i z d i a c r n i c a me n t e

    si

    los intercambios de objetos y de

    parejas

    permiten

    pasar

    de un

    estrato a otro. Ese serelcasode los anillos y las argollas que ten-

    d r n

    una

    f unc i n

    de

    s mbo l os

    circulando entre amigos y amigas

    de Benjamin.

    Esta

    d i s t r i buc i n

    de las diferentes

    redes sociales

    de Benjamin

    parecevirtualizar

    las relaciones amicales, puesto que

    o lvidar

    que

    ha habido lugares de encuentro y en particular de primeras

    veces

    en un registro donde l una vezes n i c o .

    Sabemos

    que la pro-

    b l e m t i c a de l aura es aquella del encuentro y en particular del

    primero de entre ellos. La r e c ons t i t uc i n de lasredes socialesy

    su

    d i s t r i buc i npertenece entonces

    al registro del

    una

    vez no es

    na da ,

    en consecuencia a aquel de la reproductibi lidad

    t cnica ;

    pero alestablecer mundos posibles, ella deviene el material de

    las b iogra f as .

    Pues

    qu es una b iogra f a sino la r e c ons t i t uc i n

    de diferentes redesa las cuales un autor ha pertenecido, lo que

    vuelve a restituir el marco, la mayor parte del tiempo

    institucio-

    nal?

    Q u ha b r a

    sido de la

    b iogra f a

    de Derrida^^^ sin la

    kh gne

    de l

    Liceo Louis le Grand, sin la

    c o l e N r ma l e S up r i e u r e ,etc.?

    Esto llega a un punto tal que una b iogra f a

    puede

    dar lugar a

    una a c u m u l a c i n descriptiva de instituciones sucesivas, donde

    los

    rituales de

    i n c o r p o r a c i n

    toman un lugar decisivo' *. En bre-

    ve , una

    vida

    son encuentros,

    esos

    encuentros tienen un lugar, la

    mayor parte del tiempo institucional. Por otra parte, podemos

    sugerir que

    esas biografas

    de

    f i lsofos contemporneos ,

    que fue-

    r on t a mbi n

    universitarios, se

    l i m i t a n

    frecuentemente a ese

    tipo

    Peeters B.

    Derrida

    Pars: Flammaron 2010.

    Erbon D. MichelFoucault Pars: Flammaron 1989.

    136

    de d e s c r i pc i nque pone en relieve las instituciones, y permiten

    de hecho resolver una c on t r a d i c c i n . C moescribir la b iogra f a

    deautorescomo Benjamin'^^ Foucault o Derrida, que pusieron

    en c ue s t i n las nociones de obra y de autor? Confrontados a dos

    grandes problemticas f ilosficas,

    aquella del ser y de la

    r e lac in,

    nuestros

    b igra fos

    modernos, no pudiendoapoyarsems en tal o

    cual manera de llamar el

    ente

    (la obra en su totalidad, el escritor

    como sujeto, etc.), se r epegan en descripciones de estructuras

    r e lac ina les .De ah el primado de las instituciones de e duc a c i n .

    Pero se corre el riesgo de dar completamente lar a z naBordieu'^^.

    L o

    que les

    falta

    a

    estasb iogra f as

    es la

    n o c i n

    de

    i nd i v i dua c i n

    puesta

    en relieve por Simondon. A

    saber,

    que un ser es un punto

    en una red relacional, red que le da su consistencia. Pero, inver-

    samente,

    un ser es lo que permite a una red individuarse. Breve-

    mente, mientras ms se

    i nd i v i de

    un ser, es el

    caso

    de un

    filsofo

    que hacesu obra dando una nueva i n t e r p r e t a c i n a la t r a d i c i n ,

    m s

    se

    i nd i v i dua r n

    a su vez las

    redes

    que lo constituyen.

    E l

    cuarto

    gua ^

    es una ciudad:

    Pars.

    Pars

    es, en efecto, la cuarta en la serie de

    guas

    ms o menos

    voluntarios

    cuya

    e n u m e r a c i n

    ha comenzado con la

    ins t i tut r iz .

    Si

    hubie ra de expresar con una sola palabra qu debo a

    Pars

    de cara

    a

    estas

    consideraciones,

    esta

    palabra ser a

    reserva^ ^^.

    Ahora

    bien, la primera reserva, la reserva por excelencia, es

    la

    memoria, la cual no

    puede

    ser analizada sin recurrir a la obra

    de Proust. Seraimposible

    entregarse

    al ir y venir de los recuerdos

    si n dos formas, de lascualesla primera es Proust. La

    segunda,

    el

    Tackels

    B. WalterBenjamin

    ne viedam

    les

    textes

    Arles:Acres du Sud.

    Bordeu R Hommo academicus Pars:Minuit 1984.

    Eltercerguaes citado despusdel quinto: pudo haberse perdido una hoja

    es lahiptesisde Scholem.

    Benjamin W. Trad.esp. op. cit. p. 23.

    137

  • 8/11/2019 cuestin de lugar_Jean Louis Deotte.pdf

    8/24

    trabajo de t r a duc c i n que Benjamin hizo con la ayuda de Franz

    Hessel:

    Lo que Proust comenz en plan de juego se ha converti

    do en algo vertiginosamente serio. Quien haempezadoa

    abrirel abanico de los recuerdos encuentra siempre

    nuevas

    piezas,

    nuevasvarillas.

    Ninguna imagen le satisface porque

    ha comprendido que, aldesplegarse,lo esencial se

    presenta

    en

    cada

    uno de los pliegues:

    cada

    imagen,

    cada sabor, cada

    sensacin tctilpor las quehemosabierto todoestose han

    desdoblado a su vez, y ahora el recuerdo va de lopequeo,

    de lo mspequeo, a lo microscpico; lo ms grandioso

    se halla siempre en lo que anestpor descubrirse en

    este

    microcosmos. De ah

    este

    juego mortal en el que Proust

    queda atrapadoy en el que encuentra

    sucesores

    an ms

    difcilmente que compaeros'*'.

    Benjamin

    nos ent regar uno de sus modelos a rqueolgicos

    cuyosecosencontraremos en la TesisX V I L ' .Asaber,la cues t in

    de lahondar en el recuerdo a u t n t i c o s e gn una prc t icaque elu

    de el modelo acumulativo de la memoria. Como Paul de Man

    loha mostr ado' '', el modelo proustiano es indisociable de la in

    c l us i n , y en consecuencia de la i nc l u s i n de la i nc l u s i n , por

    medio de

    desajustes

    sucesivos: la imagen es el resultado, pero

    esta

    l t i m a tiene un cierto gusto, ella proviene de la imp res in tc t i l

    y finalmente de los pro ceso s fisiolgicos, loscualesconstituyen

    la medida de la memoria, que no es sino un medio, aquel de la

    temporalidad. La memoria, as como la conciencia, no son para

    * Benjamin W. op. cit. pp. 247-248.

    Trad.

    esp. ibd.,p. 24.

    Benjamn,W. Thsessur le conceptd liistoire,

    crits franjis

    1940-1991.

    Pars: Gallmard.

    De Man R La lecture (Proust). En Ugoriesde la

    lecture

    1979-1989.

    Pars: Galile. Modelode laa pocatstasisortodoxa salvacin detodaslas almas en el

    da

    del juicio?

    38

    Benjamin

    facultades ps icolgicas .La sensacin tctil ser aenton

    ces el criterio de autenticidad del recuerdo, la brjula que indica

    hacia d n d e esnecesario

    descender,

    y a partir de lo cual el tejido

    memorial p o d r ser reconstituido por la escritura nocturna.Pero

    quhacefaltaentenderporgusto?El tacto? O ms precisamen

    te lo que tiene como medio: los pro ceso s fisiolgicos

    Podemosdescubrir a q u el primado, que proviene de Riegl,

    de la tactilidad porsobrelape r c e pc i n

    visual.Este

    primado, dir a

    Derrida''^, es metafsico: metafsica de la presencia, de la inme

    diatez, de la negac inde intermediarios tcnicos .La cues t in del

    tacto es compleja en Benjamin. La encontramos, como lohemos

    visto,

    en

    El teatroproletario para nios,

    texto inc luido en

    Profesin

    revolucionaria

    de Asja Lacis, como ine rvac in: la mano inerva al

    ojo.Perola mano estella misma configurada por un aparato ', es

    la

    mano del dibujante. Y en el modelo del

    rescate

    de lo

    a u t n t i c o

    hay un m t o d o .En consecuencia, no existe lai lus inde un toque

    originario. En Benjamin, lac ue s t i n del tacto va de la mano con

    aquella de latcnica , segnsus dos modos. La poc ade la primera

    t cnica :el c ha m n s i t asusmanos sobreel cuerpo del enfermo, la

    poc ade la

    segunda

    tcnica :el cirujano penetra los tejidos con la

    ayuda de sus instrumentos. En apariencia, la relacin del c ha m n

    co n el cuerpo es inmediata, pero eso significa olvidar la recitacin

    s i mu l t ne ade los mitos que tiene como func in el reintroducir al

    enfermo, o a la mujer que da a luz, en el orden

    s i mb l i c o

    si le cree

    mos en ese sentido a Levi-Strauss, quien r edescubr i r

    El

    narrador

    E l

    quinto gu a o el cuarto dependiendo de los editores: la

    flneri^ \

    ^

    D errida,] ., Letoucher

    J.

    L.Nancy.Pars: Galile, 2000.

    Appareill el original ( N . T ) .

    Benjamin W. ,op. cit. pp. 249-250. Benjamnreintroduceas la cuestindel

    flneur.Ver tambinLiandrat-Guigues

    S.

    Modernesflneries du

    cinema.

    Pars: Ed.

    De

    l ncdence, 2009.

    139

  • 8/11/2019 cuestin de lugar_Jean Louis Deotte.pdf

    9/24

    El

    cuartogua.Perderseen una ciudad

    puede

    ser poco in

    teresante

    y

    hasta

    banal. Hace

    falta,

    desconocimiento,

    nada

    ms.Pero

    perderse

    en una ciudad como quien se pierde en

    un

    bosqueexige un adiestramiento muy especial' '.

    Es necesario que la ciudad murmure como un

    bosque

    miste

    rioso.

    Este

    aprendizaje no es equivalente a aquel del analista que

    para

    posibilitar

    la a t e nc i n flotante, el te rce r odo,

    debe

    sus

    pender todo lo que l

    sabe

    del inconsciente y eliminar cualquier

    censura?

    El

    flneur acoge

    el inconsciente corporal de la ciudad,

    los cambios bruscos de r i t m o , los lapsus, los

    actos

    fallidos, los

    asesinatos

    en

    masa

    que no han dejado huellas... Experiencia ex

    t r a s i m ahoy en da, donde todo el mundo estobsesionado por

    lapantalla de su te l fono m vi l .

    D e ah

    este

    ejemplo del acoger inconsciente del lugar, o ms

    biendel acontecimiento del lugar:

    Cuando suspasosse acercan, el lugar ya ha entrado en ac

    tividad,

    su simple

    cercana ntim asin

    hablar, sin

    espritu

    le

    hace

    sease indicaciones. Se planta frenteaNotre-Dame

    de Lorette, y sus pies recuerdan:

    aqu est

    el lugar donde

    antaoel caballo de refuerzo el chev l

    d e

    renfortse en

    ganchaba alm ni bus que subapor la calle des Martyrs

    hacia

    Monrmartre' * .

    Una topogra f a

    tal

    supone

    siempre un centro, que Benjamin

    llama hogar.Benjamin va continuar explorando la va topo

    grfica,aquella que lo conduce alhogar,alBer l nde su infan-

    cia,

    y no al espacio intelectual de las obras.

    Benjamn W. Chronique

    berlinoise op. ct. p. 261.

    Benjamn W.Trad.

    esp..

    Crnica de Berln

    op. cit. p. 25.

    Benjamin W. Paris capitaleduXIXsicle

    op. cit. p. 432.

    Trad.

    esp..

    El

    libro

    de los

    pasajes op. cit. M 1 1 p. 421.

    140

    Pero hay en

    Ber l n

    un barrio al cual

    este

    sujeto [l mismo]

    estms profundamente unido que a n i n g n otro, en el cual ha

    tenido conscientemente la experiencia vivida,ese barrio es el

    Tiergarten, donde se encontraba elhogar,la

    casa

    que Benjamin

    c o m p a r t a con Ernst Jo l , quien le era en ese momento desco

    nocido, pero que loinic ia rms tarde en la droga.A q u surge la

    imagen

    de su amigo que se

    s u i c i d

    a los 19

    a os ,

    el poeta

    Fritz

    Heinle,

    quien

    estaba

    en elc o r a z n de

    este

    hoga r ' .

    Pese

    aello,hoyd ame

    parece

    que el intento de reconstruir

    elespacio fsicoen el queviviun

    fallecido,

    e incluso la ha

    bitacinen la que

    estaba

    inscrito,resultam simportante

    que reconstruir el espacio espiritual donde se desarrolla su

    poesa.

    Pero

    esto

    se

    debe,

    seguramente, a que en los

    ltimos

    aosimportantes de su

    vidaaparece

    el espacio en el que yo

    nac.ElBerlnde Heinle era elBerlndelhogar''*.

    Este

    espacio donde elellose comunica sin lenguaje, donde

    las

    cosas

    murmuran en lacercanadel

    flneur

    es indudablemente

    aquel del tercer gnero de lenguaje; no aquel de los nombres

    divinos que son creaciones inmediatas, o aquel de los hombres

    creados

    que deben (re)descubrir

    esos

    nombres, sino aquel de las

    cosas

    entre ellas y de su queja por no haber sido

    creadas.

    E l

    tercer guano es otro que la prostituta. La p r os t i t uc i n

    introduce la

    c ue s t i n

    del umbral.

    Pars

    abre entonces

    otra

    fase

    de

    la

    reserva.

    Parsme haenseado

    estas

    tcnicasdelextravo,cumplien

    doasunsueocuyas primeras huellas fueron los laberintos

    dibujados en las hojas de papel de mi cuaderno de

    colegial.

    Benjamn W.

    op. cit. p. 263.

    Trad.

    esp. op. cit. pp. 32-33.

    Benjamin

    W.

    op. cit. pp. 249-250.

    Trad.

    esp. op. cit. p. 33.

    141

  • 8/11/2019 cuestin de lugar_Jean Louis Deotte.pdf

    10/24

    N o se

    puede

    negar que soy yo quienest en el centro mis

    mo de lacmara con elMinotauro,solo que

    este

    monstruo

    mitolgico tena tres

    cabezas;

    sobre todo las delinquilino

    del pequeoburdel de la calle La Harpe...

    Y

    Benjamin agrega:

    Pero una vez recobradas mis frustradas esperanzas,

    este

    burdel

    super,por otro lado, mis fantasas grficas. Pars,

    tal y como se medescubri en lalnea de unat radicin her

    mtica

    que pude remontar por lo menos

    hasta

    Rilke

    y su

    protector de entonces, Franz Hessel, era,m s que unjardn

    laberntico,un laberintosubterrneo.Imposible prescindir,

    en mis interminables callejeos, del submundo del metro y

    del norte-sur que seabra pasopor entre cientos de galeras

    subterrneas .

    E lmetro forma parte de lascasas de sueo colec t ivo, tema

    central

    del

    Libro de los pasajes.

    Es el primer elemento en la ex

    periencia de lo urbano diferente de la ciudad c lsica,que es una

    experiencia de i n c l u s i n para

    masas enteras.

    Es evidente que

    Benjamin

    articula dos figuras de ahora en adelante disociadas:

    aquella de la singularidad que toma la forma del flneur aquella

    de la muchedumbre

    generada

    por una nueva forma de urbanis

    m o:

    el

    pasaje.

    Hemos visto precedentemente en los diversos estu

    dios sobre Baudelaire, que

    esta

    d i s oc i a c i n

    se aproxima a lo que

    Simondon llama

    desfase

    de lo psicosocial

    preindividual:

    por un

    lado, lop s qu i c o y su t eor a : laps icologa ;por otro, el colectivo y

    l a soc iologa .Es en

    esto

    que consiste la experiencia de la moder

    nidad. Si queremos comprender lo que la experiencia era ante

    riormente,

    hay que releer

    El narrador

    puesto que el mundo que

    Benjamin

    W.

    op. cit. p. 250.

    Trad.

    esp. op. cit. pp. 25-26.

    142

    es ah descrito es aquel de una experiencia donde la singularidad

    ylacolectividadson configuradas por un mismo aparato: por los

    relatos. El aparato del relato ha estructurado verdaderamente una

    experiencia hol s t ica , lo que confirma

    Lyotard

    en

    La condicin

    posmoderna.

    Y

    ahora el quinto

    gua :

    Franz Hessel. No me refiero a su

    l ibro PaseosporBerln

    que

    e sc r ibi

    ms tarde, sino a aquel otro.

    Despus de la fiesta

    que a c o m p a a b a nuestros

    paseos

    parisinos

    por la ciudad o por el puer to. Regreso de la fiesta: festejar una

    segunda

    vez un acontecimiento, es la c ue s t i n del retorno de lo

    mismo, que no est necesariamente, lo podemos ver a qu ,ligado

    aldestino, es t a m b i n aquel del acontecimiento y de su inscrip

    c i n

    en la posterioridad, en consecuencia que

    pertenece

    al orden

    de la resemblanza y de la r epresentac in.

    Lo s diferentes guas :lasinstitutrices,el amor precoz, la pros

    t i t uc i n ,

    la

    flnerie Pars

    la memoria), F. Hessel, asocian biogra

    fa y c a r togra f a , abren diferentes puertas originarias para aquel

    que escribe en elpresente.Es decir, que

    esta

    literatura del espacio

    urbano es indisociable de una filosofa del tiempo, perfectamente

    original

    puesto que ella introduce la c ue s t i n de la contempo

    raneidad en r e lac in con elestadode los aparatos t cnicos que

    dominan

    sucesivamente.

    C on

    nosotros

    estaba

    una

    fotgrafa.

    Cuanto msdirigimos

    nuestra mirada a su estadoactual, corriente y fiincional,

    tantom s se reduceel crculo de

    cosas

    dignas de ser fotogra

    fiadas. Se ha notado, y conrazn, que en una fbrica mo

    derna, por ejemplo, lafotografa

    apenaspuede

    plasmar en

    papel algo que resulte esencial. Lasfotografas son compara

    bles a

    estaciones

    de tren, que en unapoca como la nuestra,

    en que empiezan a

    aquedar

    anticuados los ferrocarriles, no

    puede

    decirse que, en general, existan

    autnticas entradas

    143

  • 8/11/2019 cuestin de lugar_Jean Louis Deotte.pdf

    11/24

    en las quelaciudad se repliega en sucascourbanoalmargen

    de los barriosp erifricos,

    igual

    que de las

    carreteras

    de los

    automviles.Laestacin

    acepta

    perfectamente, por decir

    lo

    as, las maniobras porsorpresa,pero solo las maniobras

    anticuadas, que solo retienen loviejo,y en

    este

    sentido no

    hay

    nada

    como la

    fotografa,

    es decir la

    captacin

    del mo

    mento. La

    esencia

    de la ciudad se

    abre

    a lapelculade cine

    porcaminospticos muyparecidos aaquellos porlosque la

    nueva aVyse

    abre

    a los automovilistas '' '.

    Siuna fotografa nos

    abre

    el mundo que le era contempo

    r n e o (segunda parte del siglo X I X ,

    entonces

    es porque en un

    aparato reside el

    principio

    de contemporaneidad. En el siglo

    X X ,

    la es tac in de

    trenes

    ya

    pertenece

    a la contemporaneidad pa

    sada.

    Hay

    entonces tantas

    contemporaneidades comoaparatos,

    l o s c on t e mpor ne os son relativos. No existe contemporaneidad

    absoluta.

    Es

    entonces

    el

    l t i m o

    aparato, el

    m s

    reciente, el que da

    e l

    ac

    ceso

    msa u t n t i c oa la ciudad. A comienzos del sigloX I Xes en el

    pasaje

    urbano donde residael

    principio

    de contemporaneidad.

    Podemos accederaestacontemporaneidad pasada, pero a

    partir

    del

    presente

    del conocimiento.

    Ese presente pertenece

    a

    la contemporaneidad de un aparato o

    debemos

    aproximarlo al

    presente

    vivode la f e nome no l og a , a partir del cual podemos

    des

    pejar las dimensiones de la

    r e t e nc i n

    y aquella de la

    p r o t e ns i n?

    Si nembargo, la filosofa del conocimiento de Benjamin no toma

    en c ons i de r a c i n el lugar de la conciencia, la que es ms bien

    entendida como un

    s n t o m a

    del inconsciente, como en Freud.

    Benjamin

    rechaza

    todas

    las

    teor as

    de las facultades,

    ps icolgicas

    o trascendentales.

    Benjamn, W.,op. ct. p. 252.

    Trad.

    esp. op. cit. pp. 26-27.

    144

    Para

    no sustancializar elpresente,como presencia, as por

    ejemplo podemos decir que aquel que escribe tiene siempre la

    experiencia de la diferencia, ya sea porque est divididoentre la

    c ons t i t uc i n a r que o l g i c a del pasado (ver despus y laespera

    de lo que oc u r r i r .Lo que es cierto es que la filosofade los aos

    treinta p o n a

    en un primer plano el tiempo y no el espacio. La

    filosofa

    de Benjamin no es una

    filosofa

    de la sustancia, puesto

    que el

    presente

    -o el ahora del conocimiento no tiene consis

    tencia, no es permanente. Es una instancia que ocurre siempre

    en la posterioridad, que hay que

    hacer

    emerger, pero es donde se

    declinan otras escalasdel tiempo (sobre todo el

    pasado,

    puesto

    que el futuro no tiene mucha consistencia para Benjamin, o es

    entonces

    en nombre de lasconsecuencias

    pol t ico-his tr icas

    de la

    f a n t a s ma gor a

    colectiva).

    El texto sobre Ber l n habr asido escrito

    en elpresente,y es por medio de la escritura quedescubrelo que

    lees c o n t e m p o r n e o :el cine y la ciudad c o n t e m p o r n e adel cine.

    Ayer,

    lo que era c o n t e m p o r n e oera lafotografa, haciendo

    visible

    una ciudad ms antigua, aquella de la

    segunda mitad

    del siglo

    X I X .

    Antes de ayer, era el

    pasaje

    urbano.

    Es a partir de l que algo como una subjetividad

    puede

    sur

    gir :

    el

    yo.

    El

    presente hace

    surgir al

    yo

    de la escritura y no a

    lainversa. Por otro lado, Benjamin ha

    invertido

    la his tor iogra f a :

    elhistoriador no tiene como tarea reconstituir el

    pasado

    tal como

    ha sido en s mismo como lo

    que r a

    Ranke'^', sino que, partiendo

    de l presente, lanzar un puente hacia lo que yace en elpasadoy

    conserva una carga de u t o p a . Ese pasadoque nosesperay que

    nos pide

    identificarlo

    tal como lo

    hace

    el rostro desconocido de

    u n

    retrato

    fotogrfico

    que

    espera

    que se le vuelva a nombrar. Si

    justamente Benjamin

    puede

    reivindicar el haber efectuado una

    Benjamn, W., Thhessur l concept d histoire,enpart.ThseV I, op. ct.

    145

  • 8/11/2019 cuestin de lugar_Jean Louis Deotte.pdf

    12/24

    inver s incopernicana en contra de lahis tor iogra f a

    objetivista,

    es

    decir en el fondo idealista, es sobre un fondo de reconocimiento

    de la diferencia de los tiempos.

    Para

    decirlo en t r m i n o skantia-

    nos, si el hombre le da sus leyes a la naturaleza, es porque recono-

    ce ah una deuda: es lo incognoscible noumenal

    seresperado

    en

    e l pasado) .

    Es decir,

    t a m b i n

    que la

    c onc e pc i n

    del

    pasado

    que

    pone en obra Benjamin es indisociable de su filosofadel aparato,

    y

    por el periodo que nos interesa a qu , de la fotografa ms que

    de lcine. El tema de la

    espera

    del destino ser

    esperado

    en el pa-

    sado)es la columna vertebral de su testamento po l t i c o :las esis

    sobreel

    concepto

    dehistoria

    No es

    qu i z

    sino en ese contexto (la

    imagen dialctica)

    que podemos hablar realmente de

    dialctica,

    mientras que por otra parte Benjamin

    hace

    un uso demasiado

    extenso de ese t r mi no .

    Benjamin

    critica

    por adelantado cualquier recurso a la no-

    c inde subje t ivac in,puesto que elsujetoes la consecuencia de

    una instancia del tiempo y de un comandamiento:

    Si

    yo escribo un mejor

    alemn

    que la

    mayora

    de los escri-

    tores de migeneracinse lo debo, en buena medida, a una

    pequea regla que me hice a los veinte aos.Se trata de

    no utilizarnunca la palabra yoexcepto en las cartas. La

    excepcinque

    acabo

    de mencionar exige una explicacin,

    pues

    tiene una consecuencia singular estrechamente

    uni -

    da a las notas que estoy escribiendo

    aqu.

    Un da, cuando

    me

    hicieron

    el ofrecimiento de escribir para un

    peridico,

    en plan disperso y subjetivo, una serie de glosas acerca de

    todo

    aquello que en

    Berln

    me hubiese parecido ms

    dig-

    no de menc in en el da ada,y yoacept,entonces

    vino

    a ponerse claramente de manifiesto que

    este

    sujeto, que

    durante muchos aos habapermanecido en el fondo, no

    poda

    asomarse

    al exterior de un modo tan

    sencillo.

    Pero,

    lejos

    de

    proferir

    protesta alguna,

    recurr

    a una

    especie

    de

    146

    truco

    que tuvo tanta fortuna que

    te rmin

    escribiendo para

    elmencionado prlogode tales glosas una serie de recuer-

    dos sobre todo aquello que, en el curso de los aos, haba

    significado

    Berlnpara m. Una vez que

    este

    prlogo,ya

    desdesu mismo inicio, empez a salirse

    fixera

    del espacio

    acotado para las glosas, ya no se

    trat

    solamente de un her-

    mticoescrito de recuerdos (que propiamente hablando no

    es sino

    laposibilidad

    de

    introducir

    infinitas

    interpolaciones

    en lo que ya ha

    sido),

    sino quetambinseexigila precau-

    cin

    de que

    el

    sujeto, que

    haca

    las

    veces

    del

    yo,

    no saliera

    nunca a

    escena ^ .

    Elsujeto? No es ms que un nombre

    propio,

    eln i c o

    capaz

    de hacer la sntesisde todas las apariciones.

    La cuest in del

    presente

    o del ahora del conocimiento

    debe

    ser desembarazado de la simple temporalidad de lo nuevo' '''.

    Esta diferencia entre

    presente

    y novedad esten el c o r a z n

    de la filosofadel conocimiento de

    Benjamin:

    el

    presente

    proviene

    de una

    ref lexin

    trascendental, la novedad de una

    soc iologa

    o de

    una

    a n t r opo l og a ,

    para conservar la

    c lebre dis t inc in

    kantiana.

    Vemos el deslizamiento que ha llevado a cabo Benjamin siguien-

    do la cr t ica kantiana: del sujeto trascendental a una instancia

    temporal trascendental (hay que construirla,

    esta

    no est dada)

    que tiene, por otra parte, una dimensin subje t iva empr icaque

    encontraremos en la

    excavac in a rqueo lgica .

    Pero insistamos en

    ese primado del tiempo. El riesgo es evidentemente creer despejar

    una instancia de conocimiento que

    estpresa

    en el devenir, de-

    viniendo

    esclava de ese devenir, cuyo nombre en la modernidad

    Benjamin W., Chronique berlinoise. En critsautobiograpiques,op. cit. p.

    260.

    Trad.

    esp.. Crnica de Berln op. cit. pp. 31-32.

    ^ D otte, J. L. L homme deverre. Esthtiquesbenjaminiennes, 1997. Pars:

    L'Harmattan.

    147

  • 8/11/2019 cuestin de lugar_Jean Louis Deotte.pdf

    13/24

    es la moda.

    Puesto

    que la novedad es el nombre de lo que fascina

    a la muchedumbre en la modernidad, sabiendo a d e m s que una

    novedad captura a otra por def inic in. Lame r c a nc a

    pertenece

    a

    este

    orden, como la invenc in tcnicahoy en da. La filosofa del

    presente

    que l nos propone retomar la imagen del

    origen '*

    o del

    estatus

    que es como un torbellino en el flujo del devenir, origen

    que esnecesariodistinguir del comienzo. Elpresente,para aquel

    que escribe, no

    puede

    ser disociado delaparatoque haceactual

    mente poc a .La filosofa trascendental debereconocer estadeuda

    en r e lac ina lo quesurgecadacierto tiempo de manera inaudita,

    un aparatoque configura el

    aparecer

    y que no respondea ningu

    na necesidad, puesto que es de

    esencia

    tcnica . Un aparato que

    persiste en el devenir porque es el medio del conocimiento.

    Ahora

    bien,estaojeada no mereceraconfianza si no diera

    cuenta delnicomedio por el que se representan las im-

    genes,

    y no

    adoptase

    una transparencia en la que se trans-

    lucen, como lneasmaestras,aunqueun tanto misteriosa

    mente todava,laslneasde aquello que

    sucede. Este

    medio

    es la presencia del escritor '.

    Otro

    aspecto debe

    ser despejado:si Benjamin escribe en el

    presente

    de lo c inematogr f ico (tal como ha habido un

    presente

    de lo fotogrfico o unpresentede lo l a be r n t i c o ,una filosofa de

    este

    aparatoser

    necesaria

    para describir loscamposmodificados:

    elconocimiento

    (desde

    luego lace rcana entre inconsciente p t i -

    co e inconsc iente ps quico .El cineasta es una

    suerte

    de ciruja-

    no que se relaciona con los afectos colectivos, las

    sensaciones

    cor

    porales, el cine tiene

    entonces

    como materiales las diferencias de

    Benjamin W. L origine

    du

    dmme baroque alkmand. Pars: Flammaron

    1974.

    Benjamn W. crits autobiographiques,

    op. ct. p. 252.Trad.esp..

    Crnicade

    Berln op.ct. p. 27.

    148

    potencial, lapol t ica (el

    paso

    deltestque estal servicio del poder

    a unam a n i f e s t ac i n de s en laescena pol t ica ,laesttica (elpaso

    de la c o n t e m p l a c i n alestarabsorbido. El f lujo c inematogr f ico

    es absorbido por la masa). De esto trata evidentemente el texto

    sobre

    a

    obra

    de artedonde

    aparece

    por primera vez la

    noc i n

    de aparato

    {Apparai

    declinada en varios

    aparatajes {Apparatur

    para ser precisos en el plano del anlisisdel dispositivo tcnico.

    Dispositivo

    t c n i c oque tiene un comienzo ym sde un origen (el

    aparato), y que sermejorado t c n i c a m e n t e a t r avsdel tiempo,

    s e gnun modo especf ico del devenir de los objetos tcnicos .

    Ahora

    bien, un origen necesariamente discontinuo

    puede

    reenviar a otros or genes:el cine en r e lac ina la ciudad r eenva

    a la fotografa o a la perspectiva. Se trata de una conservac in

    de lo ms antiguo por medio de lo ms reciente, incluso de una

    i ne r va c i n .

    Desde entonces,el

    pasado

    es reconstituido a partir del pre

    senteque es configurado por un aparatoy da lugar a un montaje

    de tomas encapassobrela infancia. La infancia es reconfigurada

    reflexivamente poresta escritura, como siendo la experiencia de

    u narraigo nativo en un barrio y en una

    clase

    social. En

    esas

    con

    diciones, mostrar un arraigo es romper esa cerca por medio de la

    escritura. Es por medio de la escritura que comprendemos que la

    infancia,

    deestamanera diferida,h a b r sido un encarcelamiento

    en un barrio, es decir finalmente en una

    clase

    social. Benjamin

    hacederivar una (la pertenencia) del otro: el lugar.

    Enprimer lugar, la primera infancia, que leprotegien su

    barrio

    residencial en el que la

    clase

    a la que perteneca viva

    en aquella actitud construida con narcisismoyresentimien

    toque hacade l el feudo de un gueto regalado. Siempre

    encerrado en

    este

    barrio degentepudiente sinsaberdenin-

    g notro.

    Para

    losniosricos de sugeneracin,los

    pobres

    149

  • 8/11/2019 cuestin de lugar_Jean Louis Deotte.pdf

    14/24

    vivanen ios pueblos. Y si se leocurr a imaginarse a los

    pobres, lohacasin conocer nombre ni procedencia, bajo

    la nica

    figura

    delpedigeo,que en el fondo vienea ser la

    figura

    de un

    rico

    pero sin dinero'^.

    La

    figura

    del

    pa rs i to aparece a q u

    como el pobre del

    t e r r i

    torio

    de los ricos. No es el pobre que

    est

    fuera de las fronteras

    cuyos

    rasgos

    i ma g i na r por medio de la escritura bajo la forma de

    distribuidor

    de

    folletos,esos

    folletos que todo el mundo se niega

    a tomar y que t e r mi na r por hacerlos

    desaparecer

    en un r i nc n .

    Este

    modo de a cc inque caracteriza evidentemente al joven que

    escribe ser calificado por Benjamin adulto de anarquis tay de

    saboteador, todo

    lo cual

    hace

    que los intelectuales

    d i f c i lmente

    puedan llegar a ver las

    cosas

    claras ^^.De ah un ju ic io negativo

    sobre los

    paseos

    en la

    City

    con su propia madre: el rechazo de

    afrontar la ciudad con ella. El vocabulario (intelectual, anar

    quista y saboteador, rechazo de afrontarla) es aquel del nef i to

    bolchevique que es en la poc a de su encuentro con

    Asja

    Lacis.

    Es en momentos excepcionales como la fiesta de Navidad

    que la

    cesura

    espacial y en consecuencia social se manifiesta con

    m s evidencia:

    Pero la Navidad viene y,antelos ojos del nio butgus,

    divide

    su ciudad en dos

    poderosas

    zonas. Las autntica

    mente verdaderasno son aquellas en las que los edificios

    y

    los seores se ignoran mutuamente. La zona verdadera

    es un campamento bien dispuesto y cercano, tan bello y

    tan irreal

    como los

    belenes hechos

    de papel o de

    iguras

    de

    madera, pero

    viejo

    y digno sin ninguna duda. La Navidad

    viene y

    separa

    a los ricos y pobres.

    Divide

    a los

    nios

    en

    Benjamin W., op. cit. p. 253.

    Trad.

    esp. op. cit. p. 27.

    Ibd.

    150

    dos grupos: los que se meten en losbarraconesde la pla-

    za Potsdam con suspadres,y los que en el

    interior,

    solos,

    ponen a la venta sus muecos y corderitos an ios de su

    misma edad *.

    La

    conciencia de pertenecer a una

    clase

    socialprivilegiadaes

    secundaria en r e lac in a aquella del arraigo en un gueto:

    El

    sentimiento de cruzarel umbral de la propia

    clase

    social,

    almenos por primera vez, crea una inaudita fascinacin,

    parecida a la dedirigirlela palabra a una prost ituta en ple-

    na calle. Sin embargo, al comienzo de

    esta clase

    social se

    halla invariablemente la de un umbraltopogrfico,de tal

    manera que, al

    final,todas

    las

    lneas

    de la

    calle

    se descubren

    como seales deprostitucin .

    H e m o s

    devenido muy pobres en la experiencia del

    umb r a l ,

    constata Benjamin hacia 1929 en las

    Primeras

    o t o

    destinadas

    al

    ibro de

    los

    pasajef^ Desde un punto de vista a n t r opo l g i c o , la

    experiencia del umbral es la consecuencia del

    r i tua l

    de

    pasaje.

    Y

    en un reciente a r t c u l o .Van Reijen va a asimilar

    pasaje

    urbano

    y ritual

    de

    pasaje

    y

    h a r

    de la lectura del

    ibro de lospasajes

    un

    verdadero r i to de

    pasaje.

    Lo que es aventurado en la medida en

    que el l ibro es todo salvo estructurado, lo contrario de un r i tual

    de

    pasaje

    s e gnVan Gennep.

    E l l ibro

    de Van Gennep los

    Ritos

    de

    pasaje

    fue publicado en

    1909; Benjamin aparentemente no loc onoc a , pero sigue siendo

    un l ibroinconturnable para el a n t r op l ogo- e t n l ogo .Van Gennep

    describe los rituales de in ic iac in como aquello que estructura la

    Benjamn, W., op .ct .,pp. 326-327. Trad. esp. op. cit. pp. 73-74.

    Benjamin

    W. op. cit. p. 254.

    Trad.

    esp. op. cit. p. 28.

    Citado por Willem vanReijen Temples et passages. Exprience du seuil

    chezBenjaminetH eidegger.En

    Topogmphies

    du

    souvenir

    e

    livre

    desp ss gesde W.

    Benjamin. Pars:

    coU.Bernd

    Witte Presses de la Sorbonne nouvelle 2007.

    151

  • 8/11/2019 cuestin de lugar_Jean Louis Deotte.pdf

    15/24

    sociedad

    tr adicional,

    aquella del artesanado, de lan a r r a c i n , y en

    consecuencia de la primera t cnica . Todosesos rituales incluyen

    tres momentos esenciales para el

    individuo:

    las e pa r a c i n de su

    grupo

    social anterior

    ( separac in

    de la madre y del joven), luego

    su separac in

    en un grupo deiniciados,en general durante un pe

    riodoy en un lugar desconocido para los

    iniciados,

    un

    ot ro

    mun

    do , cercano al de losm u e r t o s . Los padres creen que el n i o no

    volver m s .Es en ese momento que la in ic iac in propiamente

    ta lha tenido lugar, es un momento terrible, lac on f r on t a c i n con

    las

    mscaras

    de los

    e sp r i tus ,

    por ejemplo,

    s e gn

    la

    f r mu l a

    ma-

    t r ic ia l

    de toda creencia: Yo s que

    de t r s

    de

    esas mscaras

    hay

    hombres, pero de todas

    maneras . . . . Frmula -c lave

    del fetichis

    mo s e gn

    O.Mannoni:

    Yo

    s, pero de todas

    maneras. . .. Yo

    s

    que la hostia no es el cuerpo deCristo,pero de todas maneras . . . .

    La creencia sobrevive gracias al desplome de la experiencia ^^. Es

    ese momento de la in ic iac in que describe Clastres en Sobrela

    tortura

    en lassociedades

    primitiva^ ^, momento de escritura de

    la

    ley sobre el cuerpo del adolescente y que analizan

    t a m b i n

    Lyotardy Deleuze-Guattari

    {ElAnti-Edipo,

    1972).

    E l

    tercer momento consiste en un r i tua l de i n c o r po r a c i n

    de l iniciadoa un nuevo grupo: l accedealprestigio,al reconoci

    miento,a nuevos derechos y deberes. En las sociedades tradicio

    nales, lavidadel individuoconsiste en una

    suces in

    de disconti

    nuidades, mientras que la

    vida

    del

    individuo

    m o d e r n o

    deviene

    cada vez mslisay continua, por la

    mu l t i p l i c a c i n

    de procesos

    de a da p t a c i n soft.Lo que es lo mismo que decir que no tenemos

    muchos rituales depasaje (bautismo, c o m u n i n , matrimonio, r i

    tual f nebre ) .

    Jaulin R. La mortSara. Pars:Plon,1967.

    ' Mannoni,

    O.,Clefiporl imaginaire ul autreSane. Pars:Seuil, 1969.

    Clastres,R,La

    so iet

    contrel tat.Pars:Minuit,1974.

    152

    Benjamin, en Crnica deBerln as como en Pars..., toma

    como

    referencia un cierto

    n m e r o

    de ritos de umbral que sub

    sisten como lo acabamos de ver a

    p r o p s i t o

    de Hessel y de la

    experiencia

    de la

    flnerie en

    el

    Ber l n

    delsiglo

    X I X .

    En

    Pars...,

    las entradas de lospasajes que no vemos en el da, en la noche

    son bocas s ombr a s que se abren hacia los infiernos. En Crnica

    de Berln '^, Benjamin recuerda que para l, laa t r a c c i n por las

    putas fue determinante para hacerlo transgredir los

    l mi tes

    de su

    barrio de infancia, y en consecuencia de su propia clase social,

    pero lo que le fascinaba por sobre todo es que ellas se paraban

    en

    elumbral:

    Las

    putas son, por as decirlo, los

    e sp r i tus

    de ese

    cultoa la nada.

    [...] Se trata realmente de una transgresin? No, es ms

    bien,

    un quedarse narcisista-voluptuoso en el

    propio

    um

    bral,un titubear

    motivado

    por el hecho de queesteumbral

    no conduce an ingn sitio?Son innumerables los lugares en

    las grandes ciudades donde elumbral

    mismoest

    en la nada

    ylas prostitutas son algo as como los lares del culto a la

    nada

    colocndose

    en la puertaprincipalde lacasadevecin

    dad, sobre el asfalto, dulcemente retumbante, de lasaceras.

    As ,

    en el barrio de la Genthiner Strasse, donde las chicas

    arruinadas de la

    bu r gue s a

    se entregaban, luego de laterriblecrisis

    de lainf lac in, a los peores desenfrenos.

    Si traspasar el umbral era arriesgarse a la experiencia de la

    nada, es porque el lugar es una

    d e t e r m i n a c i n existencial

    y social

    esenciales.

    E l

    Ber l n

    de la

    p r o s t i t u c i n ,

    en los patios traseros de los in

    muebles, es aquel de

    Alexander

    Platz de

    D o b l i n

    al cual Benjamin

    consagra r

    un importante

    a r t c u l o .

    Es cierto que la lectura de esa

    ^

    Benjamn W. Chroniqueberlinoise,op. cit., p. 252.

    153

  • 8/11/2019 cuestin de lugar_Jean Louis Deotte.pdf

    16/24

    novela

    ha liberado enBenjaminuna cierta

    f asc inac in

    por la i le -

    galidad

    la

    a r t i m a a

    que no se encuentra an en el tiempo de los

    Escritos

    autobiogrficos m sque del lado de los maestros; asaber,

    los armadores de barcos que en 1919o r ga n i z a r nlos transportes

    de marinos a fin de recuperar sus barcos bloqueados en Chile

    desdeel comienzo de las hostilidades.

    Ms a l l de laporosidad entre grupos yclasessociales que

    constituyeuna suerte de programa po l t i c o e s o t r i c o , pode mos

    preguntarnos si el desplome de la experiencia narrativa no con

    duce a otra: yo s...

    pero

    de todasmaneras ?

    A l go

    como: yo

    s que

    la experiencia ya no

    es t

    estructurada por la

    t r a ns mi s i n

    oralde los relatos,

    y o

    s

    que

    el intercambio

    a u t n t i c o

    demira

    das ya no se

    lleva

    a cabo acausade laobje t ivac in fotogr fica , en

    consecuencia que la experiencia del aura ya no es posible, pero

    de todas maneras, yo creo

    que . . . ,

    uno y otro son el fundamen

    to

    de toda verdadera experiencia. La

    c ons t a t a c i n

    del desplome

    de la experiencia, de su ruina, no da lugar a una desilusiona

    da certeza, sino al

    cimientoque

    creeen una evidencia, aquel de

    u n fuerte pedestal e p i s t e mo l g i c o .Lo que permite comprender

    l a osc i l ac in ter ica deBenjamin ante los aparatos y en primer

    lugar ante la fotografa ' ' '^ ah donde es reenviada a la memoria

    voluntariay a lainfluencia objetivante de la masa, asaber,

    del

    control

    a n t r o p o m t r i c o

    Es porqueBenjaminha descubierto que

    la

    experiencia narrativa

    estaba

    arruinada a

    causa

    de la genera

    l i zac in de los aparatos proyectivos que l la declara como la

    n i c arealmente a u t n t i c aen una ne ga c i nque es el fundamento

    de toda creencia. Si no planteamos esta h i p t e s i s (la negac in

    de la evidencia como fuente de la creenciafetichista), entonces,

    Las

    famosas pginas pp. 196 a 200 de urquelques thimes b udel iriensde

    1939.

    154

    como

    muchos comentadores, nos condenamos a equivocarnos.

    Benjamin, t ecnf i lo

    o

    tecnfobo?

    Puesto que hay demasiadas oscilaciones de ese tipocon res

    pecto a la m o d e r n i d a d , es que podemos detectar aquello que

    proviene

    del

    s n t o m a .

    Benjamin era un creyente, puesto que ha

    b a sido un i nc r du l o ,hasta el punto de ser el padre fundador de

    u n

    nuevo

    m i t o ,

    aquel del aura.

    D e

    esta manera, las

    p g i na s

    sobre la

    fotografa

    de los estu

    dios

    baudelerianos

    e s t n

    en un contrastetotalcon laPequea his-

    toria

    delaotografia de 1931 o con lap g i n ade Crnicade Berln

    donde el modelo del aparato fotogrfico va a

    permitir

    retomar el

    anlisisde la memoria, pero sobre todo unai n t r o d u c c i n a la es

    t t ica

    del shock en

    r e l ac in

    con la

    e xpos i c i n

    del

    yo profu ndo .

    Benjaminconstata que se puede tener un recuerdo

    m s

    preciso de

    un

    lugar donde se haya permanecido poco tiempo, mientras que

    a

    veces

    no se conserva sino solo un recuerdo borroso de un lugar

    que ha sido sin embargo por mucho tiempo

    familiar.

    N osiempre es cuestin,por tanto, de un tiempo de expo

    sicin

    demasiado corto el que en la placa del recuerdo no

    aparezcaningunafotografa.Son muchom shabituales los

    casos

    en los que

    la dbil luz

    de

    la

    costumbre niega a

    la

    placa

    laluminosidad

    que necesita, hasta que

    esta

    brota un buen

    d ade fuentes extraascomo de unpolvode magnesioi n -

    cendiado y retiene

    m gicamente

    en

    la

    placa

    la

    figura

    de una

    toma instantnea. No obstante, entre

    foto

    y

    foto

    nos en

    contramos siempre nosotros, lo cual no es raro en absolu

    to ,puestales instantes de i luminacinbrusca son tambin

    instantes del ser-fliera-de-nosotros, y mientras nuestro

    yo

    despierto,

    habitual, cotidiano, se mezcla, activa o pasiva

    mente, en el acontecer de lascosas,nuestroyoprofundo

    descansa

    en otrositioy solo se mueve por el choque,igual

    que un montoncito depolvode magnesio lohacepor la

    155

  • 8/11/2019 cuestin de lugar_Jean Louis Deotte.pdf

    17/24

    llama

    del fsforo.

    Este

    pequeo holocausto d el

    yo

    profundo

    en el shock es a quien nuestro recuerdo

    debe agradecer

    sus

    fotos indestructibles .

    Si

    el aparato

    fotogrfico

    y sus

    i n s t a n t ne a s

    no son solo una

    metfora ,

    si seguimos la lectura de Benjamin (no reivindicada)

    que ha podido

    hacer

    Barthes en

    La cmara lcida

    distinguiendo

    punctum y studium

    entonces

    si el punctum de una fotografa es

    el lugar donde yace en la imagen el yo ms p r o f undo , lo que

    lo apunta, algo del yo profundo ha sido sacrificado por el hecho

    de ser expuesto. Fuera de m, para Barthes, un detalle de la fo-

    tografa que me destina me reclama a m solo, y deja a los otros

    indiferentes.

    Eso es t a m b i n lo que descubrimos en el s ue o s e gn

    Benjamin:

    intensas

    i m ge ne s

    de nosotros mismos que han de-

    bido sergrabadas por nuestro doble, puesto que no tenemos su

    recuerdo.

    C m o dar cuenta de

    esta aparente cesura

    entre el yo pro-

    fundo o el

    estar

    fuera de nosot ros y su doble? Ocurre lo mismo

    co n loss ue os en loscuales estoy

    presente

    sin que

    ello

    corresponda

    a unaescena efectivamente v ivida en la infancia: esosson autorre-

    tratos inconscientes,

    pe ro

    son la obra de qu

    aparato?

    Es

    necesa-

    ri o

    entonces

    plantear la h iptes i s ,

    antipositivista,

    de un contenido

    inconsc iente,exterior a lo vivido, que

    hace

    posible la p r oduc c i n

    de

    esos

    autorretratos originarios que surgen de los

    aparatos

    pro-

    yectivoss e gn el modelo del s ue o . Es probablemente lo que en-

    t e nd aKracauer con el t r m i n o de alienacin ( ext r aamien to) .

    Ya

    sea Benjamin, en el texto que venimos de citar, o Kracauer a

    Benjamn W. Chronique

    berlinoise

    op. cit. p. 324. Trad.esp.. Crnicasde

    Berln

    op. cit. pp. 71-72.

    Kracauer S. op. cit. enparticularpp. 42-44.

    156

    pr ops i t o de Proust, que sorprende con una

    visita

    a su abuela en-

    vejecida y que la

    aprehende

    por primera vez como loh a b r a hecho

    un fotgra fo, la fotografa sirve de modelo de c o m p r e n s i n para

    una obje t ivac in necesariamente proyectiva. En ambos casos, el

    vocabulario de la esttica del shock es requerido, es decir de un

    rgimen

    del

    arte

    indisociable, contrariamente a lo que escribe

    Ranci re ,

    de un aparato de

    r e p r oduc c i n .

    Y

    esos

    dos ejemplos,

    lejos de

    insistir

    en la automaticidad de lag r a ba c i n me c n i c a , a lo

    cual t ender a una i n t e r p r e t a c i n mecanicista de la r eproducc in,

    ponen en relieve la parte

    reflexiva

    de una a p r e he ns i n que no es

    comparable a aquella del espejo sino superficialmente. Los escritos

    sobre Baudelaire le p e r mi t i r n , como lo hemos

    visto,

    sistemati-

    zar

    esta esttica

    del shock, que intentamos completar

    a qu .

    Las

    nociones de estar fuera de m, de yo p r o f undo , son

    entonces

    c o n t e m p o r n e a s ,

    en su redundancia, de una cierta

    experiencia:

    de la guerra, de los media, de los

    aparatos

    de r e p r oduc c i n , etc.

    La singularidad se

    individua entonces

    de otro modo, no se

    puede

    hablar m s de subjetividad. Le es necesario exponerse bajo otra

    forma

    que el autorretrato pintado y la

    autobiogra f a .

    Sobre la

    ru i -

    na de lan a r r a c i n , es la ganancia de lo que se expone a los

    aparatos

    es t t icos .Es probable que

    deba

    devenir, mucho ms que el flujo

    de lavida en Kracauer, la verdadera

    apuesta

    del cine, puesto que

    hay que recordarlo: el cine es un montaje deaparatos, la perspecti-

    va es uno de ellos, ciertamente esencial, pero no es el nico. . .

    Podemos concluir que la

    esttica

    del shock tiene otro poder

    de r eve lac in que la na r rac in, quizs

    igual

    de potente, aunque

    diferente. Es otro r g i m e n de la verdad. La ruina del aura no

    provoca

    entonces

    un oscurecimiento general, como lo afirma la

    literatura de la Escuela de Francfort, sino el

    pasaje

    de la alteridad

    de lo lejano a aquella de la ms grande

    proximidad

    de la huella.

    D e l

    monumento al documento.

    157

  • 8/11/2019 cuestin de lugar_Jean Louis Deotte.pdf

    18/24

    Podemos dar un nombre a

    esta

    exterioridad que graba

    secre-

    tamente mi

    vida

    desde el comienzo. En

    Infancia

    en

    Berln,

    es el

    P e q u e o Jorobado. Es una manera de nombrar al doble. El cual

    es unac a t e go r a a n t r opo l g i c a universal, que toma una forma be-

    nfica

    o

    malfica

    (del

    daimonsoc r t ico hasta

    los

    nge les , pasando

    po r los fantasmas y otros e sp r i tus derridianos). Ocurre lo mismo

    co n la ciudad que se

    hace

    preceder de aquello que ser, lo que

    pr ovoc a r en e l

    flneur e\o de ya haber

    pasadosiempre

    po r ah sentimiento de dj vu).

    Ms a l l de fuertes interpretaciones, que le deben mucho al

    psicoan l i s i s , a lasoc iologa y a la a n t r opo l og a , nosotros p o d r a -

    mos inaugurar otra postura: dejar de repetir las

    f r mu l a s

    fantas-

    ma gr i c a s del r i tua l benjaminiano para establecer una distancia

    crt ica proporcional a aquella que l h a b a tenido en r e lac in a

    Kanten El programa

    para

    la

    filosofa

    que viene.

    Puesto

    que hay ciertamente una t r a mpa he r me n u t i c a

    benjaminiana, ms temible que la simple

    f a sc inac in

    por el tema

    de l aura. Una s e duc c i n que est destinada, entre otros, a los his-

    toriadores, pero no solamente a

    ellos:

    es la certeza de una prome-

    sa. Consiste en

    hacernos

    creer que somos

    esperados,

    destinados,

    cada

    uno de nosotros, personalmente, en alguna parte en y por

    la historia ^^. La que se abr i r , en un momento que nadie

    puede

    prever, a aquel que, como un nge l , sabr comprender que es

    esperado.

    Q u i n p o d r

    resistir a una tal

    promesa?

    Esta f a sc inac in es tan eficaz que

    cada

    nuevo lector de

    Benjamin cree

    que es el primero en

    escuchar

    la buena noticia y

    que su deber es proseguir en los textos como si fuera llamado,

    despreciando toda una t r a d i c i n de comentadores. Benjamin es

    aquel que

    h a b r

    escrito solo para las singularidades, no pudiendo

    7 Benjamin W. Sur le

    concept d histoire,

    thse II op. cit.

    158

    constituirse en comunidad porque l

    h a b r

    exigido a su lector

    que devenga un nuevo brbaro: habiendo hecho el v a c o , par-

    tiendo de s y denada, s e gn laf r mu l a de

    Experiencia y pobreza.

    Esqu i z la

    respuesta

    que hay que

    hacer

    a

    este

    eminente especialis-

    ta que es I r v i ng

    Wohlfahrt

    cuando plantea la cues t in: Por qu

    no hemos

    l e do

    el

    Libro

    de

    lospasajeP.^^ ^.

    Muchoantes

    que H e n r i Lefebvre, quien, en su soc iologa de

    la ciudad y de lo urbano, lo cita poco, Benjamin h a b r compren-

    dido que la separac in topogr f ica de clases sociales es constitu-

    t iva de la pol t ica : ah donde habitaba la l t ima l i te burguesa,

    se

    separaba

    netamente el lugar donde se encontraban los barrios

    obreros ( Moa b i t ) ^ . Ese ser el punto de partida de la ref lexin

    sobre la vigilancia de los barrios marginales por los dispositivos

    de l test, que d e v e n d r n ulteriormente, por inver s in pol t ica , ci-

    nemato gr f icos ^ .

    Para

    Benjamin, no p o d r a haber una r e vo l uc i n de mentali-

    dadessin una r e c ompos i c i n radical del espacio; tal ser, por otra

    parte, el destino de

    B e r l n .

    Lo que

    impl ica

    una

    d e s t r uc c i n

    del

    Estado. Los destinos del espacio de la ciudad y del Estado estn

    intrincados.

    Berln no es hoy en da una de las ciudades ms

    liberales de Europa?

    En ninguna poca posterior de mi

    vida,

    Berln ha sido tan

    pujante como en aquellapoca,

    pues

    nosotros mismos est-

    bamos convencidos de poder mantenerla intacta con el ob-

    jetivo de mejorar sus

    escuelas, acabar

    con la inhumanidad

    de los

    padres

    de sus alumnos, abrir laspuertas a las palabras

    de

    Holderlin

    o de Georg. Era el intento extraordinario,

    Wohlfahrt

    I . enTopographies

    du

    souvenir

    eLivre

    despassages

    de

    W. Benjamin,

    sous ladir.De Witte B.Pars:Presses Sorbonne nouvelle 2007.

    Benjamn W. Chronique

    berlinoise,

    op. cit. p. 264.

    Dotte J L . Lepoquedes

    appareih,2004

    Lignes/Lo

    Scheer.

    159

  • 8/11/2019 cuestin de lugar_Jean Louis Deotte.pdf

    19/24

    heroico, de cambiar la conducta de los hombres sin rozar

    siquiera el contenido de sus relaciones sociales.

    Benjamin

    deviene expl c i to , ahora que considera tener la

    madurez necesaria: N a d i e [puede] mejorar el colegio ni la fa-

    m i l i a

    sin destruir el

    estado

    que necesita que ellos

    sean

    m a l os .

    Es

    decir, sin trastornar la ciudad.

    Puesto

    que hay

    espacios

    que no

    pueden generar sino el autoritarismo. Lo que impl ica r a contr -

    rio considerando que Foucault se equivoca, que hay

    espacios

    que

    hacen hbres.

    La cuest in pol t icade la juventud era espacial,

    antes

    de ser

    l ings t ica :la

    imposibilidad

    de aislarse de a dos o en grupo a cau-

    sa del permanente

    control

    de lospadres, de los conserjes, ga rzn

    de caf, etc. Luego de la muerte de dos j ve ne s , Heinle y su pro-

    metida, Benjamin escribe unas l neas p rofticas :

    Tambin sentimos las limitaciones que la ciudad impona

    sobre

    todo aquello que sentamos en el corazn por el si-

    guiente hecho: result imposible lograr para ambos, que

    haban muerto juntos, una tumba en el mismo cementerio.

    Pero, por otro lado, fueron das que me hicieron madurar

    en planteamientos posteriores y que me convencieron de

    que ni siquiera una ciudad comoBerln lograra librarse de

    las cicatrices de una lucha por un mundo mejor *^.

    La relacin

    nativa del individuocon lo urbano es de compe-

    ne t r a c i n ; es lo que explicitar ms tarde Benjamin hablando de

    l a pe rcepc in en la d i s t r acc in a p r ops i t o de la arquitectura y del

    cine. Es una r e lac in de absorc in, lo inverso de la c on t e m pl a c i n

    de una obra de arte, bajo los golpes de misiles de la esttica del

    shock, en particular dada s ta . En el espacio de la imagen singular

    Benjamn

    W. op. ce pp. 266-267.

    Trad.

    esp. op. ct. p. 36.

    160

    de Benjamin y de sus jvenes

    camaradas,

    la f antasmagor a de lo

    urbano se manifestaba en lo que denominaba he r o s m o extre-

    mista (no tocar la in t r incac in delespacio urbano y del Estado)

    y

    desembocaba

    en un reformismo p e da gg i c o ingenuo, incluso

    t r gico: cambiar la

    escuela

    sin tocar la familia, primera estructura

    coercitiva.H a b r sido necesario el doble suicidio de sus amigos no

    para tomar conciencia (ese no es el vocabulario de Benjamin), sino

    para

    despertarse

    conservando el recuerdo de la s i tuac in anterior

    que fuev ivida como en un s ue o , s ue o del cual fuesacado a

    causa

    de l doble

    suicidio.

    P od r a m os considerar que Benjamin ha conser-

    vado la estructura de ladialctica hegeliana en la medida en que el

    despertares negac in y conservac in de laest siszmcov. el s ue o ,

    la f antasmagor a . Pero ser necesario continuar insistiendosobre

    l a t opo l og a a u t n t i c a m e n t e diferente del sueo ^^ : es un mundo

    en s, protegido por el

    s ue o .

    Es la

    c ond i c i n

    para que de manera

    inversa la excavac in a rqu eolgica que es el recuerdo sea posible.

    Benjamininvierte la f r m u l a dellapsus dem e m o r i a , pues-

    to que memorizar es ahondar. Es por medio de una ref lexin sobre

    la memoria, como teatro de memoria , que Benjamin vuelve a la

    cuest in del lugar.

    Puesto

    que la obra de la memoria es concebida

    como una a rqueologa , la c ue s t i n del lugar es central: el recuerdo

    es indisociable del lugar de laexcavac in y de la a cc in de excavar,

    sino solo subsisten losestados, de hecho, inactivos. Es el

    principio

    de la

    c r t i ca ^

    de una

    h i s tor iogra f a

    dominante, documentalista y

    positivista

    para la cual los archivos ser an circunstancias como en

    Giedion.

    Ahora bien, lo que cuenta en aquello que descubrimos

    son las i m ge ne s

    arrancadas,

    suspendidas, como

    suspensiones

    Benjamn W. Revs.Edit et postfac parLindner B.

    Trad.

    fr.David C.

    Pars: Gallimard

    2009.

    La concepcin

    benjaminiana no es freudiana.

    Sobre la memoria

    como

    teatro Yeats R Van cU la

    mmoire

    1987.

    Uno de los grandes temas de las

    Tesissobreel conceptodehistoria

    1940.

    161

  • 8/11/2019 cuestin de lugar_Jean Louis Deotte.pdf

    20/24

    museales,de ah la referencia al coleccionista. Si la memoria es un

    teatro,entonces est necesariamenteconfigurada por un aparato;

    en consecuencia, no s a b r a mosdisociar la obra de la memoria del

    aparatode excavac in y de su lugar de apl icac in.

    E l

    lenguaje significaindiscutiblemente que el recuerdo no

    es un instrumento para captar el

    pasado,

    sino elescenario

    donde se

    lleva

    acabotalcaptacin.As como la tierra es el

    elemento en el que se hunden las ciudades muertas, as es el

    lenguaje para lovivido.Quien aspire a

    acercarse

    al propio

    pasado

    sepultado ha de comportarse como el que exhuma

    un cadver. Ellodetermina el tono, el talante de los verda

    derosrecuerdos. No hay que temer

    volver

    una y otra vez al

    mismoestadodecosas:diseminndolas como se disemina

    latierra, revolvindolas como se revuelve la tierra. Las co

    sas a recordar son estratificaciones, capas,que entregan al

    investigador cuidadoso aquello que constituyeel verdadero

    valorescondido bajo latierra:lasimgenes desprendidasde

    situaciones anteriores como joyas que brillan en el sobrio

    aposento

    de nuestravisin actual algoas como los

    restos

    y

    efigies que se encuentran en lagalera de un coleccionista).

    N i

    qu decir que esnecesarioemprender las excavaciones

    siguiendo un cuidadoso plan. Por eso resulta indispensa

    ble darcuidadosas paladas,como tentando la oscura tierra,

    forjndose ilusionessobre lo mejor, que solo se halla en

    el inventario final de lo exhumado. Por eso, la bsqueda

    infructuosa se halla al mismo

    nivel

    que la afortunada, y de

    ah que el recuerdo nodebaavanzarcomo si fuera un relato

    muchomenoscomo una informacin sobre

    algo),

    sino de

    un modo pico, rapsdico, en el ms estricto sentido de

    estost rminos ,intentando remover nuevos lugares, ahon

    dando siempre

    cada

    vezms * .

    Benjamin W. op. cit. p. 277. El mismo tema ha sido tratado en Imgenes

    delpensamiento E nExcavaciones y

    recuerdo Trad

    esp. op. cit. pp. 42-43.

    162

    Podemos plantear lah i p t e s i s que el modelo de la arqueo

    loga benjaminiana es

    utilizado,

    por su i n t e r p r e t a c i n y su meto

    do l og a , con

    motivo

    de las

    Afinidades

    electivas

    de Goethe

    1922-

    1924). Es decir, la d i s t i nc i n entre el contenido objetual de la

    obra y el valor de verdad.Pero a de m s ,la referencia a la actividad

    de l

    coleccionista es indispensable,

    puesto

    que el objeto coleccio

    nado es indisociable del lugar de la colecc in y de la actividad

    de aquel que hereda de

    esta

    manera una larga historia aquella

    de lobjeto que ha

    pasado

    de mano en mano, como la imagen del

    recuerdo que conserva

    todas

    las capas que ha debido atravesar

    para alcanzarlo). Acordarse y coleccionar son

    entonces

    la misma

    actividadpor medio de la cual el

    objeto

    ssu

    estuche

    Hay enton

    ces en Benjamin una

    suerte

    de aristotelismo del recuerdo y de la

    colecc in el lugar de unacosaes su envoltura, a la cual r e t o r na r

    naturalmente si ha sido

    arrancada

    de

    a h ) .

    Ms precisamente, hay

    una

    suerte

    de t opo l og a de lo que contiene y del contenido, s e gn

    elmodelo ya citado del c on t e n i do delc a lce t n:el contenido es

    laformadesplegada.Existe ciertamente una continuidad t o p o l -

    gica acausadeesta c ons e r va c i n de lo semejante, que se realiza

    como forma o como contenido.

    La n i c a diferencia entre las dos actividades reside en esto:

    coleccionar es reducir la heterogeneidad del mundo,puesto que

    se trata de emparejar los objetos, es lo previo a todo conocimien

    to .Acordarse es reencontrar lac a r togra f a de los lugares de me

    moria,

    gracias a lo cual un recuerdo perdido

    puede

    ser cercado a

    partir

    de una red cuya estructura es discursiva:pica o r apsdica ,

    m sque estrictamente narrativa. Es unasuntode r i tmo.

    Pero

    entonces qu es un lugar que deviene des r t ico como

    aquel que muestran las fotos de Atget? Lugares de un

    crimen,

    sin ca

    dver? Lugaresdedesapar ic in pol t ica?Umbrales, intersticios que

    posibilitan

    la inminencia de unaa d i v i na c i n , de un ver a distancia.

    163

  • 8/11/2019 cuestin de lugar_Jean Louis Deotte.pdf

    21/24

    L o que es lgico:un lugar real es un envoltorio

    lleno,

    un lugar

    vac ono

    puede

    sinoestar esperandoel retorno de lacosa.

    Este

    ngulomuertodel Jardn Zoolgico ad optun aire de

    estarverdaderamente en las lt imas.Un ngulo proftico

    no

    cabe

    duda. Hay que

    darse

    cuenta de que hay

    cosas,

    por

    ejemplo plantas, cuya fuerza,segnafirmaban los antiguos,

    pasa

    a quienes las miran

    desde

    lejos. As

    t ambin

    hay lu-

    garesque

    poseen

    una fuerza

    interior

    parecida. Pueden ser

    balnearios abandonados, el palenque de una

    estacin

    etc.,

    pero, sobre todo, los umbrales. En el fondo, un umbral de

    estosloconstitua la entrada de Lichtenstein, que divida

    en dos el

    Parque

    del Oeste, comoenseando la

    vida