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NOCIONES PREVIAS. Derecho Penal y Derecho Procesal Penal. El orden jurídico penal comprende tres zonas claramente diferenciadas: la sustantiva, que se ocupa de los delitos, las penas y la reprochabilidad; la procesal, que se encarga de las formas del proceso; y la orgánica que se refiere a los tribunales encargados de ejercer la función jurisdiccional, sin perjuicio de que ello constituye también una cuestión procesal en la medida que es uno de los presupuestos de la justicia penal. El Derecho Penal tipifica ciertas conductas humanas como delito, señala los presupuestos de la responsabilidad penal y determina las sanciones o penas que corresponden. Una vez que una de estas conductas ocurren, o se cree que han ocurrido, las mismas deben ser investigadas en el proceso penal para comprobar su existencia, como asimismo, la identidad de quienes intervinieron en el mismo. A este actuar provee sus normas el Derecho Procesal Penal. De esta manera podemos decir que el derecho penal y el derecho procesal penal son estructuras jurídicas que el Estado construye mediante ley para realizar la función de impartir justicia penal o para reestablecer el orden jurídico alterado. Así, cada vez que se presenta un litigio de naturaleza penal, debe ser resuelto por la jurisdicción mediante el proceso, que viene a ser pues el medio idóneo 1

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NOCIONES PREVIAS.

Derecho Penal y Derecho Procesal Penal.

El orden jurídico penal comprende tres zonas claramente

diferenciadas: la sustantiva, que se ocupa de los delitos, las penas y la

reprochabilidad; la procesal, que se encarga de las formas del proceso; y la

orgánica que se refiere a los tribunales encargados de ejercer la función

jurisdiccional, sin perjuicio de que ello constituye también una cuestión

procesal en la medida que es uno de los presupuestos de la justicia penal.

El Derecho Penal tipifica ciertas conductas humanas como

delito, señala los presupuestos de la responsabilidad penal y determina las

sanciones o penas que corresponden.

Una vez que una de estas conductas ocurren, o se cree que

han ocurrido, las mismas deben ser investigadas en el proceso penal para

comprobar su existencia, como asimismo, la identidad de quienes

intervinieron en el mismo. A este actuar provee sus normas el Derecho

Procesal Penal.

De esta manera podemos decir que el derecho penal y el

derecho procesal penal son estructuras jurídicas que el Estado construye

mediante ley para realizar la función de impartir justicia penal o para

reestablecer el orden jurídico alterado.

Así, cada vez que se presenta un litigio de naturaleza penal,

debe ser resuelto por la jurisdicción mediante el proceso, que viene a ser

pues el medio idóneo para dirimir, imparcialmente, por acto de autoridad, un

conflicto de intereses de relevancia jurídica.

Ahora bien, no está de más recordar que la Jurisdicción, a su

vez, es la función pública realizada por los órganos competentes del Estado,

con la cual, por acto de juicio, se determina el derecho de las partes, con el

objeto de dirimir sus conflictos y controversias de relevancia jurídica,

mediante decisiones con autoridad de cosa juzgada, eventualmente factibles

de ejecución.

Por esto podemos definir el Derecho Procesal Penal como el

conjunto de normas jurídicas que regulan la actividad jurisdiccional del

Estado en asuntos penales, mientras que, siguiendo al jurista Eugenio

Florían se puede decir que el proceso penal es: “el conjunto de actividades y

formas mediante las cuales los órganos competentes, preestablecidos en la

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ley penal, observando ciertos requisitos, proveen, juzgando, la aplicación de

la ley penal en el caso concreto”.

En otros términos, el proceso penal es el medio de concreción

de las normas penales sustantivas en un caso específico, es decir, es un

instrumento esencial de la actuación del derecho sustantivo. Tal proceso se

ventila conforme a un procedimiento y que no es, sino, la forma como la

sociedad desea juzgar a quienes han cometido algún hecho punible. Se trata

pues, de la única vía que la sociedad organizada tiene para determinar si

efectivamente se ha atentado en contra de las normas que la propia

colectividad se ha dado pues, de no existir, la resolución de los conflictos

quedaría en manos de cada uno de sus miembros.

El proceso penal, pues, debe responder a una finalidad, cual es

la realización del derecho penal material y adaptarse de manera oportuna y

adecuada a los requerimientos sociales.

Desde luego debe tenerse presente que el procedimiento penal,

en general, debe regirse por una serie de principios que permitan la

concreción de la pretensión punitiva estatal, considerando el respeto de la

dignidad de las personas y de sus libertades. Por lo mismo, un aspecto

central del derecho procesal penal lo constituye la regulación de los derechos

y garantías básicas que los individuos pueden demandar frente al poder

estatal representado por los órganos de persecución penal, de modo tal de

constituir una regulación frente a este poder constituida por las normas

fundamentales de un país, es decir, por la Constitución. De allí que se hable

que el derecho procesal penal es derecho constitucional aplicado, derecho

constitucional reformulado o reglamentado, es decir, una regulación

específica de principios constitucionales básicos acerca de las facultades de

los órganos estatales y de los derechos ciudadanos en materia de

persecución penal.

Un tercer aspecto del cuerpo normativo del sistema de justicia

criminal lo constituyen las reglas que regulan la ejecución de las sanciones

impuestas por el poder jurisdiccional, que incluye, entre otros cuestiones el

denominado derecho penitenciario.

Antecedentes históricos de los sistemas de enjuiciamiento criminal.

Estudiar copias del libro “Derecho Procesal Penal” del

procesalista argentino Julio Maier.

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PROCESO PENAL EN CHILE. Antecedentes históricos.

Desde el período de la Conquista y durante toda la colonia se

aplicó en nuestro país el sistema inquisitivo español correspondiente a una

etapa histórica anterior al reconocimiento de los derechos individuales y a la

expansión del pensamiento jurídico liberal, desarrollado fundamentalmente a

partir del siglo XIX.

En esta etapa cabe señalar a las Siete Partidas y a la Novísima

Recopilación como leyes principales.

Las formas de inicio del proceso eran la denuncia o de oficio y

los medios de prueba estaban minuciosamente reglamentados, teniendo

especial importancia la confesión que podía obtenerse por tormento.

En cuanto a la organización del sistema judicial, en primera

instancia conocía de los procesos un oidor de la Real Audiencia y este

tribunal era el de alzada.

A partir de la Independencia y hasta la dictación del Código de

Procedimiento Penal en el año 1.906, siguió rigiendo en Chile la legislación

española, pero sucesivos textos constitucionales y legales fueron

modificando en parte dicha legislación influidos por principios liberales.

Así, ya el Reglamento del año 1.812 señalaba diversas

garantías como, por ejemplo, la limitación de la incomunicación hasta por

diez días y consagraba el principio de legalidad del proceso y la sentencia.

La Constitución del año 1.818 introdujo la prohibición de

juramentar al procesado y la penalización de la tortura.

A su vez la Constitución del año 1.822 prohibió el juzgamiento

por comisiones especiales y la pena de confiscación de bienes. Por su parte

la Carta del año 1.833 insistió en la legalidad del proceso y contuvo un

catálogo de garantías de relevancia, agregando una suerte de recurso de

amparo ante la Corte Suprema.

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Sin perjuicio de lo anterior, en cuanto los textos constitucionales

establecieron un grupo de garantías las verdaderamente operativas

resultaron puntuales y las demás eminentemente declarativas, de manera

que no constituyeron un cambio del sistema colonial y no dieron lugar a

mayores modificaciones del sistema legislativo.

En este período cabe destacar un verdadero programa de

reforma que se expuso en la Constitución Liberal del año 1.828 que contenía

una declaración programática en cuanto a la necesidad del juicio por jurados.

En el plano legislativo importancia tuvieron los cambios

orgánicos en materia de administración de justicia; diversas leyes en materia

de procedimientos, destacándose, entre otras, la del año 1.837, que obligó a

fundar las sentencias (sin perjuicio de la precariedad de la obligación) y dos

importantes leyes en materia de garantías individuales dictadas en los años

1.884 y 1891. La primera consagró la libertad individual regulándose de un

modo preciso la privación de libertad y la segunda reglamentó el recurso de

amparo

Por ley del año 1.906 se aprobó el Código de Procedimiento

Penal que comenzó a regir el 1° de marzo del año 1.907. Para estos efectos

el Gobierno llamó a un concurso siendo preferido el proyecto presentado por

don Manuel Ballestero que fue aprobado por el Congreso Nacional.

Desde luego debe señalarse que este Código en su concepción

está basado en el sistema existente, de manera que, sin temor, puede

señalarse que corresponde a la lógica de un estado premoderno y por su

estructura e instituciones evidentemente resulta incompatible con las

exigencias del Estado de Derecho, la democracia y la normativa internacional

de derechos humanos.

Por lo demás, ello lo tenía claro el legislador de la época. La

mera lectura del Mensaje del Código así lo demuestra pues se dejó expresa

constancia que el sistema ideal era “un juicio por jurados” o el “juicio oral”,

pero que no podía introducirse en Chile pues: “se comprende fácilmente que

el sistema puede ser establecido en países ricos y poblados. En Chile parece

que no ha llegado aún la ocasión de dar este paso tan avanzado...”

Luego de su dictación se le han introducido diversas

modificaciones, teniendo particular importancia el D.F.L. 426 del año 1.927

que suprimió los promotores fiscales estableciendo que la acusación debía

ser realizada también por el juez de la causa, lo que importó llegar a una

máxima concentración de funciones y afectó, aún más, la imparcialidad del

tribunal.

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A partir de fines de la década de los ochenta y principios de la

siguiente, se dictaron diversas leyes modificatorias que trataron de

racionalizar los actos de procedimiento y reducir la duración de los procesos,

representando, además, algún mejoramiento en materia de los derechos de

los justiciados, por ejemplo, al establecer como trámite esencial la

contestación de la acusación, favorecer la libertad provisional, el deber de

información a los detenidos los cargos en su contra, establecimiento de un

catálogo de derechos de los inculpados, entre otros. Sin perjuicio de ello

también han existido posiciones, incluso materializadas legislativamente, que

buscaron restringir los derechos de los imputados, particularmente en lo que

dice relación con la excarcelación.

No está de más señalar en la evolución del proceso penal

chileno iniciativas de reformar el sistema y, a este respecto, destacar un

proyecto elaborado por el profesor Rubén Galecio, aprobado por la Cámara

de Diputados en el año 1.969, que distinguía entre jueces de instrucción y

jueces sentenciadores y establecía el Ministerio Público en primera instancia.

Reseña del Proceso Penal bajo la vigencia del Código de Procedimiento Penal del año 1.906.

El Código de Procedimiento Penal reglamentó tres tipos de

procedimientos de aplicación general y algunos especiales.

Dentro de los procedimientos de aplicación general,

encontramos el Juicio ordinario sobre Crimen o Simple Delito de acción

Público, el Juicio Ordinario sobre Crímenes o Simples Delitos de Acción

Penal Privada y el procedimiento sobre Faltas.

Reseñaremos exclusivamente al primero, esto es, el juicio

ordinario sobre crimen o simple delito de acción penal pública, que es el de

mayor aplicación práctica e importancia sobre la base de la materia sobre el

cual se aplica.

El juicio ordinario sobre crimen o simple delito de acción penal

pública se aplica siempre que se trate de delitos que deban perseguirse de

oficio.

Consta de dos etapas claramente diferenciadas: sumario y

plenario.

La primera, de un indisimulado rasgo inquisitivo, tiene por

objeto la averiguación de la existencia del delito y del delincuente y el

aseguramiento de la persona y responsabilidades de este último. Se trata de

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la etapa de investigación que es dirigida, en el diseño legislativo, por un juez

del crimen, el mismo quien, posteriormente, debe acusar y dictar sentencia.

De las diversas actuaciones de investigación se deja constancia en actas

que se agregan materialmente a un expediente. En esta etapa, si bien

teóricamente preparatoria del juicio penal que debiera tener lugar en

plenario, las pruebas que se recopilan tienen pleno mérito probatorio en este

último y, antes bien, la práctica de tribunales hizo preferirlas a las que

aportaran las partes en el plenario en la medida que se las estimó más

confiables.

La segunda parte o plenario, debiera constituir, como se dijo, el

juicio criminal propiamente tal, siendo un proceso contradictorio seguido

entre la sociedad y el acusado, estando la primera representada por el juez

quien, como se dijo, tuvo a su cargo la investigación y deberá dictar la

sentencia.

El proceso penal puede iniciarse por denuncia, querella, de

oficio por el propio tribunal y por requisición del Ministerio Público Judicial.

Para ello el juez debe ordenar que se instruya sumario y

decretar las diligencias que estime necesarias para el cumplimiento de los

objetivos del sumario.

A fin de asegurar la persona del imputado el juez puede

disponer su citación, detención, someterlo a prisión preventiva o disponer su

arraigo, para todo lo cual deben reunirse ciertas exigencias legales.

Dentro del sumario, capital importancia tiene la resolución que

somete a proceso a un imputado, por cuya virtud este se transforma en parte

del proceso y sin la cual no se puede pasar la causa a plenario.

Una vez agotada la investigación el juez debe declarar cerrado

el sumario.

Ejecutoriada dicha resolución el juez puede adoptar dos

actitudes: sobreseer la causa, ya sea temporal o definitivamente, o bien

acusar al procesado con lo que se abre la etapa de plenario.

Si hay querellante o actor civil el juez les confiere traslado para

que ejerzan sus derechos, pudiendo el primero adherirse a la acusación

oficial o deducir una particular y, el segundo, presentar una demanda civil.

Realizado la anterior, se da traslado al encausado de la

acusación oficial, la de la particular y de la demanda civil si las hubiera.

Su abogado debe contestar la acusación lo que constituye un

trámite esencial que no puede ser evacuado en su rebeldía.

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Una vez realizado tal trámite, si las partes las ofrecieron, se

recibe la causa a prueba y una vez rendida, o de inmediato si es que no se

recibió la causa a prueba, el juez ordena traer los autos para estudiar la

posibilidad de decretar medidas para mejor resolver.

Vencido dicho término o cumplidas las medidas que se

decretaron debe dictar sentencia definitiva.

En materia de recursos debe señalarse que se contemplan, con

reglas particulares, los mismos del procedimiento civil pero debe tenerse

presente que el recurso de apelación procede en contra de toda resolución

que causa “gravamen irreparable”, lo que origina una amplia posibilidad de

revisión de las resoluciones por los tribunales de justicia.

Además, aún cuando no se interpongan recursos, la ley obliga

que deben consultarse los sobreseimientos, las libertades provisionales y las

sentencias definitivas cuando se trate de delitos sancionados con pena

aflictiva y, estas últimas, además, en caso de imponer al acusado una pena

privativa o restrictiva de libertad superior a un año.

Por último, es importante señalar que las facultades del tribunal

de alzada en materia de recurso de apelación permite modificar resoluciones

en contra del apelante, aún cuando este sea el imputado, lo que se

denomina la posibilidad de reformatio in peius.

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FUENTES DEL DERECHO PROCESAL PENAL

Sin perjuicio de lo estudiado en otros cursos y ramos, puede

señalarse que la fuente formal directa del Derecho Procesal Penal en nuestro

país es la ley en su sentido más amplio.

Así normas de contenido procesal encontramos en el Código

Procesal Penal, pero también en otros textos legales, como el Código de

Justicia Militar, el Código Tributario, el Código Orgánico de Tribunales y el

Código de Procedimiento Civil, este último como complementario del

primero.

También deben tenerse presente diversos textos legales con

normas de contenido procesal penal, como la ley de Seguridad Interior del

Estado, la Ley sobre Conductas Terroristas, la Ley sobre Control de Tráfico

de Estupefacientes.

A su vez, la Constitución Política de la República contiene

diversas normas de contenido procesal.

Desde luego debe recordarse que el Capítulo Sexto contiene

normas generales sobre el Poder Judicial, especialmente sobre sus

facultades generales y sistemas de nombramientos de magistrados.

Además, el Capítulo VI A establece el Ministerio Público

otorgándosele el carácter de organismo constitucional.

Desde otro punto de vista, la Carta Fundamental establece

diversos derechos relacionados con el proceso, particularmente el artículo 19

N° 3, que consagra la igualdad ante la justicia, el principio de legalidad del

tribunal, el derecho a la defensa jurídica y a la asistencia jurídica y a un

procedimiento e investigación racional y justos.

Particularmente desde el punto de vista del Derecho Procesal

Penal la Constitución consagra en el artículo 19 N° 3 inciso séptimo la

prohibición de presunciones de derecho en materia de responsabilidad penal;

en el siguiente el principio de legalidad e irretroactividad de la ley penal en

materia penal y, en el inciso final, el principio de tipicidad.

Especialísima importancia tiene la consagración en el N° 7 del

artículo 19 de la Carta, el derecho a la libertad personal y la seguridad

individual y todas sus consecuencias desarrolladas en la norma.

Una cuestión interesante presenta, a partir de la reforma

constitucional del año 1.989, el artículo 5 de la Carta en cuanto en el inciso

segundo que señalaba que: “El ejercicio de la soberanía reconoce como

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limitación el respeto de los derechos esenciales que emanan de la naturaleza

humana. Es deber del Estado respetar y promover tales derechos

garantizados por esta Constitución.”, se agregó la frase: “así como en los

tratados internacionales ratificados por Chile y que se encuentren vigentes”.

La nueva redacción plantea diversos problemas. Entre otros,

determinar que debe entenderse por tratados internacionales vigentes y cual

es la posición jerárquica que de acuerdo al precepto cabría asignar a los

principios declarados en esos acuerdos internacionales.

Respecto a lo primero, una opción sostiene que por tratado

internacional vigente debe entenderse aquel que, habiendo sido suscrito por

Chile, ha sido aprobado por el Congreso Nacional sometiéndose a los

trámites de una ley, ratificado, promulgado y publicado en el Diario Oficial.

(artículo 50 N° 1 de la Constitución)

Sin embargo, para otros, esta interpretación conlleva el defecto

que la aplicación del tratado quedaría en manos de la autoridad de turno, por

lo que estiman que no se requeriría ni la promulgación ni la publicación del

tratado cuando es su obligatoriedad frente al Estado la que está concernida

y tales fases sólo pueden tener un sentido obligatorio cuando se intenta

aplicar las normas de un tratado a los particulares.

Para ello tienen presente que la normativa Constitucional no

regula el problema de la incorporación del tratado al ordenamiento jurídico

interno sino que, exclusivamente, a establecer las condiciones para que

Chile pueda obligarse internacionalmente cuando el tratado requiere

ratificación. En esta función, por lo demás, el Congreso actúa en ejercicio de

atribuciones exclusivas y no como órgano legislativo. Tan es así que el

Congreso no puede modificar los términos del tratado internacional que el

Presidente de la República presenta, pudiendo sólo aprobarlo o desecharlo

y, en derecho, la resolución del Congreso respecto del tratado es un acuerdo

y no un proyecto de ley.

En cuanto al segundo problema hay quienes sostienen que la

referencia a los tratados internacionales les otorga a los derechos

consagrados en ellos el carácter de norma constitucional. El artículo 5

diferenciaría entre tratados sobre derechos humanos y tratados de carácter

general. Para ello se basan en que antes de la modificación aludida el

derecho internacional era válido para Chile por lo que no se puede pretender

que la reforma tenga por único alcance formular una declaración de vigencia

y aplicabilidad de los tratados sobre derechos humanos y al efecto

consideran la situación histórica chilena a la época de la reforma, su

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motivación y la valorización internacional de la temática sobre derechos

humanos.

En otros términos, los tratados sobre derechos humanos se

incorporarían al derecho interno como adición al catálogo de derechos

establecidos en la Constitución.

Así, si se entiende que los derechos consagrados en los

tratados en comento tienen un nivel constitucional, la contradicción existente

entre los tratados y las normas internas podrían ser objeto de un

pronunciamiento por medio del mecanismo de control de la

constitucionalidad admitido en nuestro ordenamiento, especialmente el

recurso de inaplicabilidad o, incluso, por la vía de la aplicación directa.

Paro aún no aceptando la tesis en orden a asimilar las normas

internacionales de derechos humanos a nivel constitucional, no podría

desconocer su carácter obligatorio a nivel legal y también así jugar un rol

normativo.

Otros, en tanto, indican que tal posición significa alterar el

sistema de reforma de la Constitución Política, pues al dar a los tratados

internacionales el carácter constitucional se estaría incorporando en el

ámbito de los derechos humanos un procedimiento de reforma distinto al

contenido en la Carta.

Para estos autores la reforma es una disposición programática,

un principio, una mera intención que debe inspirar las actuaciones de los

órganos del Estado.

Una tercera posición señala que del propio texto de la reforma

fluye la naturaleza de la modificación, esto es, la obligación precisa, de los

órganos del Estado, de respetar y promover los derechos de las personas

en la forma allí preceptuada, es decir, de respeto de los derechos

consagrados en la Constitución, pero también en los tratados internacionales

suscritos por nuestro país.

Así, respetar significaría acatar, lo que importa el deber de no-

trasgresión, pero algunos van más allá y sostienen que ello significaría

reconocer esos derechos, de tal manera que el goce y el ejercicio se hagan

posibles, por lo que puede ser necesario dictar normas jurídicas que los

salvaguarden, como también que los legisladores los consideren en las

iniciativas legales.

Por su parte la promoción implicaría la realización de

actividades concretas tendientes a perfeccionar el sistema de protección de

tales derechos.

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Esta discusión, en lo que se refiere a la aplicación directa de los

derechos contenidos en los tratados internacionales sobre derechos

humanos, debe entenderse superada desde que el nuevo Código Procesal

Penal así lo establece, sin perjuicio del rango normativo que los mismos

pueden tener. El artículo 10 del Código, dispone que el juez de garantía, en

cualquier etapa del procedimiento, si estima que el imputado no está en

condiciones de ejercer los derechos que le otorgan garantías judiciales

consagradas en la Constitución Política, en las leyes o en los tratados

internacionales ratificados por Chile y que se encuentren vigentes, puede

adoptar las medidas que estime necesarias para tal ejercicio. A su vez la ley,

en la letra a) del artículo 373 del Código consagra como causal del recurso

de nulidad la infracción sustancial de los derechos y garantías asegurados

por la Constitución o por tratados internacionales ratificados por Chile que se

encuentren vigentes.

CUESTIONES GENERALES DEL NUEVO PROCESO PENAL

Objetivos de la reforma.

De acuerdo al mensaje del ejecutivo, de fecha 13 de junio del

año 1.995, con el cual se inició la tramitación del proyecto del Código

Procesal Penal, la modernización del sistema de administración de justicia

constituye un esfuerzo de crecimiento institucional ineludible para el

desarrollo y consolidación del sistema constitucional y democrático.

Se agregó que tal modernización fue definida como una política

que tiende a adecuar el conjunto de las instituciones que participan en la

administración de justicia a los procesos de desarrollo económico y político

del país en las dos últimas décadas.

Desde el punto de vista económico se señaló la pretensión de

hacer más redistributivo el gasto de justicia, evitando que el sistema penal

produzca marginalidad, lograr mayor rapidez en la resolución de litigios y

maximizar la imparcialidad y eficiencia del sistema legal en su conjunto.

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En cuanto al punto de vista político se expresó el requerimiento

de una justicia accesible, imparcial, igualitaria y que maximice las garantías

de los derechos de las personas.

En síntesis se expresó la necesidad de modernizar la justicia

para garantizar la gobernabilidad de parte del sistema político, la integración

social y la viabilidad del modelo de desarrollo económico.

Ahora bien se reconoció la necesidad de reformar en su

conjunto el sistema penal lo que constituye una labor que va más allá de la

reforma al proceso penal y que supone:

a) Modificar los criterios de criminalización primaria,

introduciendo criterios como los de lesividad y ultima ratio.

b) Supervigilar la ejecución de las penas, para evitar así

castigos excesivos y favorecer la reinserción social.

c) Modificar la relación entre el Estado y la policía, para

favorecer la oportunidad y selectividad en el uso de la fuerza.

d) Reemplazar el proceso penal para transformarlo en un juicio

genuino, público y contradictorio, con igualdad de armas entre el Estado y el

inculpado y con plena vigencia de la oralidad, la oportunidad y la

inmediación.

e) Satisfacer las exigencias del debido proceso.

f) Respetar los derechos y garantías de las personas.

g) Mejorar la gestión jurisdiccional del Estado sobre la base de

criterios de eficiencia.

h) Utilizar mejor el gasto público en justicia.

Se indicó también que la proyección de la reforma hacia el

conjunto del sistema penal debe producirse a través de dos mecanismos

principales.

El primero de ellos es la creación de un Ministerio Público que,

además de cumplir su papel específico como órgano investigador y acusador

en el procedimiento penal, asuma su función de ordenar la utilización de los

recursos represivos del sistema conforme a criterios generales, conocidos y

legitimados en medio de la discusión pública y frente a órganos

representativos de la comunidad.

El segundo consiste en devolver a las decisiones judiciales y,

en especial, a la sentencia judicial, su plena centralidad como forma de

control y legitimación de la utilización de dichos métodos.

En síntesis, se expresó que el proyecto establecía las bases

procedimentales de un nuevo sistema procesal penal que pretende

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abandonar el modelo inquisitivo y avanzar hacia otro con una orientación de

carácter acusatorio.

Estructura general nuevo Código.

El nuevo Código Procesal Penal tiene cuatro libros. El primero

se refiere a disposiciones generales, contemplándose aquí principios

generales, regulaciones de actividades procesales, a saber: plazos,

comunicaciones, citaciones, notificaciones, resoluciones, registro de las

actuaciones judiciales, costas y normas supletorias, regulación de la acción

penal y civil, determinación y reglamentación de los sujetos procesales.

También se contempla la reglamentación de las medidas cautelares, tanto

reales como personales y por último, el sistema de nulidades procesales.

A su turno el Libro Segundo reglamenta el procedimiento

ordinario, comprendiendo la etapa de investigación, preparación del juicio

oral y juicio oral.

| El Libro Tercero comprende los recursos, comenzando por

disposiciones generales para luego reglamentar los recursos de reposición,

apelación y nulidad.

Por último el Libro Cuarto se reglamentan diversos

procedimientos especiales: el simplificado, el relativo a los delitos de acción

penal privada, el abreviado, el procedimiento relativo a las personas que

gozan de fuero constitucional, la querella de capítulos, la extradición y el

procedimiento destinado a la aplicación exclusiva de medidas de seguridad

y, además, la ejecución de las sentencias condenatorias y las medidas de

seguridad. En esta parte se reglamenta, también, el procedimiento de

revisión de las sentencias firmes, dejando de lado así considerarlo como un

recurso procesal.

Cuadro sinóptico del procedimiento ordinario.

Este consta de tres etapas: a) investigación, b) etapa

intermedia o de preparación del juicio oral y c) de juicio oral.

La primera, de investigación, comienza, por regla general, por

denuncia, que puede presentar cualquier persona ante el Ministerio Público,

la policía o un tribunal con competencia criminal. En estos dos últimos casos

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quienes reciben la denuncia deben ponerla de inmediato en conocimiento del

Ministerio Público.

Además, la etapa de investigación puede iniciarse por

querella o de oficio por el Ministerio Público.

Una vez en conocimiento de un hecho que reviste

características de delito el Ministerio Público debe iniciar la investigación,

practicando todas las diligencias que estime necesarias para su cabal

esclarecimiento. Se trata de una actividad desformalizada, de carácter

administrativo. Sin embargo, si pretende realizar una actuación que prive al

imputado o a un tercero del ejercicio de derechos asegurados por la

Constitución o los restringiere o perturbare, requiere de autorización del juez

de garantía.

Ahora, si bien, en principio, el Ministerio Público debe proceder

a investigar todos los hechos aparentemente delictivos que le sean

informados, la ley le entrega la posibilidad de utilizar ciertos mecanismos

para no hacerlo o bien para terminar prontamente una investigación iniciada,

denominados formas de terminación anticipada, cuya fundamento pasa, en

términos generales, por cuestiones de política criminal, de administración del

sistema o de racionalización de recursos.

Así, el Ministerio Público, puede ejercer la facultad de no iniciar

la investigación (art. 168), disponer el archivo provisional de los

antecedentes (art. 167) y ejercer el principio de oportunidad. (170) En todos

estos casos la ley da, especialmente a la víctima afectada por el delito,

posibilidad de controlar judicialmente la actuación del Ministerio Público, o

bien, hacerlo por vía administrativa, sin perjuicio de imponer un control de

oficio por el tribunal de garantía en el caso de la facultad de no iniciar la

investigación y la aplicación del principio de oportunidad.

Dentro de la etapa de investigación resulta de especial

importancia la denominada formalización de la investigación, acto por el cual

el Ministerio Público comunica al imputado, en presencia del juez de

garantía, que desarrolla actualmente una investigación en su contra por

hechos determinados. Esta actuación del fiscal produce diversos efectos,

entre otros, interrumpe la prescripción de la acción penal, comienza a correr

el término para el cierre de la investigación y determina la futura acusación

pues debe existir congruencia entre esta y los hechos imputados en la

acusación.

El nuevo Código reguló de manera distinta las denominadas

medidas cautelares personales, cambiando el enfoque que tradicionalmente

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habían tenido. Expresamente se dejó constancia que sólo podían decretarse

cuando fueran indispensables para la realización de los fines del

procedimiento y se pretende introducir en su regulación el respeto a la

presunción de inocencia, el principio de la proporcionalidad y el carácter de

excepcional que deben tener, especialmente las más gravosas, como la

prisión preventiva.

Al igual que en el Código anterior se regulan, claro que de

diversas forma, la citación, la detención y la prisión preventiva y, en el

artículo 155 se introducen una serie de medidas cautelares que no

contemplaba el antiguo sistema, buscando así ampliar al abanico con

medidas que no sean tan gravosas como la privación absoluta de libertad del

imputado pero que, al mismo tiempo, garantice el cumplimiento de los fines

del procedimiento.

Desde otro punto de vista debe indicarse que, sin perjuicio de la

utilización de las denominadas forma de terminación anticipada, ello no

significa que cada vez que exista un imputado necesariamente la causa debe

concluir en un juicio oral, pues el Código regula también, como manera de

ampliar la capacidad de respuesta del sistema frente a delitos de menor

gravedad, las denominadas salidas alternativas cuales son la suspensión

condicional del procedimiento y los acuerdos reparatorios. (237 y siguientes)

Una vez que la investigación es cerrada, el Ministerio Público

puede pedir el sobreseimiento de la causa, definitivo o temporal. En el primer

caso la resolución que acepte tal solicitud tiene fuerza de cosa juzgada. El

segundo produce la suspensión del procedimiento.

El Ministerio Público puede, además, si no ha reunido

antecedentes que permitan fundar una acusación, comunicar su decisión de

no perseverar en el procedimiento y, en el evento que haya formalizado la

investigación, la misma queda sin efecto y deben revocarse las medias

cautelares que se hubiesen concedido.

El querellante puede oponerse a estas solicitudes e, incluso,

obtener del juez de garantía autorización para acusar por sí mismo llevando

al imputado a juicio oral.

Por último, el Ministerio Público puede acusar al imputado. En

este caso se abre la etapa de preparación del juicio oral, cuya centralidad

está en la audiencia denominada, precisamente, de preparación del juicio

oral.

Previa oportunidad de que el querellante se adhiera o acuse por

su parte y que el perjudicado directo deduzca demanda civil en contra del

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imputado, como asimismo, que este conteste dichas acusaciones,

demandas y señale argumentos de defensa, en la audiencia de preparación

del juicio oral se deben corregir los vicios formales que presenten las

acusaciones y demandas civiles; pueden oponerse algunas excepciones

denominadas de previo y especial pronunciamiento y, principalmente debatir

acerca de la prueba que hayan ofrecido las partes pudiendo, en algunos

casos, excluir prueba para el juicio oral, teniendo especial importancia

cuando ello se hace por provenir tales pruebas de actuaciones o diligencias

que hubieren sido declaradas nulas y las que se hubieren sido obtenidas con

inobservancia de garantías fundamentales.

Esta audiencia debiera terminar con la dictación del auto de

apertura del juicio oral que, indicando las cuestiones principales a debatir en

el juicio, las personas que deben ser citadas y la prueba que se rinde, debe

ser remitido al tribunal del juicio oral para iniciar así la tercera etapa.

El juicio oral tiene como características centrales su publicidad y

oralidad, encontrándose regido, también, entre otros, por los principios de

inmediación y continuidad de la audiencia, desarrollándose ante un tribunal

colegiado de tres miembros.

El tribunal debe fundar su convencimiento exclusivamente

sobre la base de la prueba rendida en el juicio y las alegaciones formuladas

por las partes en este, dando a conocer, por regla general, de manera

continuada e inmediata, previa deliberación, su decisión de absolución o

condena del imputado, pudiendo diferir, hasta por cinco días, la dictación de

la sentencia.

La sentencia del tribunal de juicio oral se dicta en única

instancia, sin perjuicio de consagrarse un recurso de nulidad para impugnar

determinados vicios en el procedimiento o del juicio.

Denominación del Código.

El Código del año 1.906 y el que propuso el Gobierno se

denominaban “Código de Procedimiento Penal”.

Sin embargo, ya la Comisión de Legislación y Justicia de la

Cámara de Diputados, teniendo presente que estos códigos no regulan ni

establecen sólo normas de procedimiento, sino que, además, contienen

normas de jurisdicción, competencia, garantías y relaciones entre sujetos e

instituciones intervinientes y considerando la tendencia moderna de llamarlos

no códigos de procedimiento, sino códigos procesales (por ejemplo

16

Page 17: cuestionesgenerales (1)

Argentina, Perú y Costa Rica) optó por denominarlo “Código Procesal Penal”,

como en definitiva fue aprobado.

Aposición de epígrafes previos al texto de los artículos.

Todos los artículos del Código Procesal Penal llevan un título,

rúbrica o epígrafe, previo al texto del mismo. Se trata de una práctica de

reciente data, efectuada sistemáticamente en los códigos vigentes y en

algunas leyes importantes.

Si bien no había sido utilizada antes en Chile, se optó por

emplearla en el Código Procesal Penal, tal como se hizo en los códigos

argentino e italiano, que le sirven de fuentes.

En la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia de la

Cámara de Diputados, se dejó constancia que el epígrafe sirve para indicar

el contenido del artículo mediante palabras que, en síntesis, lo reflejen,

tornando fácil e inmediata su identificación y por lo mismo, debe ser único,

preciso, exacto y completo, pero también breve, conciso y concreto.

Al igual como sucede con el título general de la ley, también

para los títulos de los artículos se plantea la cuestión de determinar su valor

jurídico, es decir, si son o no ley en sentido formal y de la relación entre

rúbrica y texto. Si bien el título procede del legislador, se han planteado

posiciones diversas, ya desde negar que sea parte integrante de la ley a

admitirlo plenamente, pasando por una posición intermedia, esto es,

otorgarle valor de ley en la medida que el título haya sido también votado.

En el Segundo Informe de la Comisión de Legislación y Justicia

del Senado se dejó expresa constancia que los epígrafes, si bien forman

parte del Código, al igual que la denominación de los Libros, Títulos y

Párrafos en que se divide, lo hacen a título indicativo, pero no propiamente

normativo, por cuanto no contienen reglas de conducta las que estarán

establecidas en las disposiciones sustantivas del artículo, a las que el

interprete debería atenerse.

17

Page 18: cuestionesgenerales (1)

PRINCIPIOS DE PERSECUCIÓN PENAL EN EL SISTEMA PROCESAL PENAL CHILENO.

(resumen de un trabajo del profesor Julián López Masle)

Uno de los objetivos centrales de la reforma procesal es la

adecuación del sistema procesal a las exigencias de un Estado Democrático

de Derecho. Preocupación fundamental que se expresa en el origen del

proceso de reforma es la inconsistencia existente entre el sistema procesal

penal chileno y las garantías individuales reconocidas en tratados ratificados

por Chile.

Por ello resulta indispensable estudiar los principios y garantías

que el sistema reconoce y consagra.

La tarea no resulta fácil pues, por una parte, el análisis de las

garantías que informan el proceso penal ha estado lejos de formar parte

regular de los cursos de derecho procesal penal en nuestro país. Lo poco

que se ha realizado dice más bien con los denominados principios formativos

del procedimiento, presentándolos en pares como criterios orientadores de

las formas que adquiere el procedimiento en su nivel de concreción. Se habla

así del principio de publicidad - secreto, oralidad – escrituración, mediación-

inmediación. En este nivel de análisis, la discusión en torno a estos

principios no involucra juicios valorativos de preferencia, lo que permite que

éstos sean presentados de manera más bien neutra, sin referencia a las

limitaciones que impone su reconocimiento las garantías individuales

reconocidas por el ordenamiento jurídico.

En ese entendido podemos distinguir entre principios y

garantías. Sin perjuicio de ello, debe indicarse que la distinción en algunos

puntos puede parecer forzada porque, en el fondo, el reconocimiento de

garantías procesales obedece, en buena medida, a lo que se ha llamado

constitucionalización de los principios procesales, Así, por ejemplo, al

considerar como garantía “el derecho al juicio oral y público” no estamos

haciendo más que elevar a rango constitucional los principios de oralidad y

publicidad, excluyendo su antítesis teóricas (escrituración y secreto) como

alternativas válidas para la consolidación de este derecho.

Sin embargo no todos los principios que determinan un sistema

procesal pueden ser elevados al rango de garantías, pues buena parte de

ellos obedece a las necesidades de la organización del poder de persecución

penal de un Estado y son, por tanto, opciones políticas que no tienen

necesariamente una dimensión garantista. Así sucede con principios como el

18

Page 19: cuestionesgenerales (1)

de oficialidad, verdad material y legalidad y no tan indiscutiblemente con el

principio acusatorio, que sin embargo para efectos metodológicos será

incluido en esta categoría.

1.- PRINCIPIO DE OFICIALIDAD:

Este principio expresa la idea de persecución penal pública de

los delitos, esto es, la noción de que éstos pueden y deben ser perseguidos

por el Estado de oficio, sin considerar la voluntad del ofendido ni de ninguna

otra persona. La antítesis teórica del mismo es el principio dispositivo en

sentido estricto, esto es, la disponibilidad que las partes tienen sobre el

interés privado y la conveniencia o no de acudir al órgano jurisdiccional

pretendiendo su satisfacción.

La idea de oficialidad, en nuestro país al menos, no excluye la

posibilidad que el ofendido pueda promover la persecución penal o incluso

intervenir como parte, pero declara que esa intervención no es necesaria ni

determinante.

El principio de oficialidad está asociado a la idea de monopolio

estatal en el ejercicio de la acción penal. Para Maier constituye (junto con la

averiguación histórica de la verdad como meta directa del procedimiento)

una de las dos máximas fundamentales de la Inquisición que perdura hasta

nuestros días. Lo anterior se explica porque, como sabemos, los sistemas

acusatorios históricos no contemplaban la existencia de este principio sino

que, por el contrario, desarrollaron la acción popular y la acción privada como

únicas formas de inicio del procedimiento.

a) Implicancias del principio de oficialidad respecto del inicio del

procedimiento.

El principio de oficialidad expresa la idea de que la investigación

de los delitos puede ser iniciada de oficio por el Estado. Su antítesis teórica,

el principio dispositivo, predica a este respecto que la persecución sólo

puede iniciarse a petición de parte, pues el particular debe ser libre para

medir el interés que le mueve a luchar por su derecho o dejarlo ignorado o

insatisfecho.

La razón para la aplicación del principio de oficialidad en

materia penal es la idea de que los delitos constituyen las formas de

comportamiento desviado más intolerables socialmente y, por lo tanto, existe

19

Page 20: cuestionesgenerales (1)

en su persecución un interés publico que se superpone y excluye al eventual

interés privado existente en la misma. Lo anterior implica para el Estado que

no sólo tiene el derecho a la persecución penal de oficio sino que el deber de

hacerlo.

Este principio constituye la regla general en el nuevo sistema

penal chileno. Así viene declarado en el artículo 80 A de la Constitución

Política de la República que dispone que el Ministerio Público dirigirá en

forma exclusiva la investigación de los hechos constitutivos de delito y en su

caso, ejercerá la acción penal pública en la forma prevista por la ley.

Lo anterior está reafirmado en el artículo 1° de la Ley Orgánica

del Ministerio Público, mientras que el Código Procesal Penal, en su artículo

172 dispone que la investigación de un hecho que reviste los caracteres de

delito podrá iniciarse de oficio por el Ministerio Público.

La consagración de este principio no resulta novedad en

nuestro ordenamiento más sí lo es en la exclusividad que la ley otorga al

Ministerio Público en el ejercicio de la acción penal pública, lo que implica

privar a los tribunales de la facultad para iniciar la persecución penal pero,

en todo caso, es un órgano del Estado quien se reserva el monopolio de la

misma.

Este principio está fuertemente vinculado al concepto procesal

de acción y, en particular, de la tradicional clasificación que distingue entre

acción penal pública, acción penal privada y acción penal mixta o, en la

nomenclatura del actual Código Procesal Penal, acción penal pública previa

instancia de particular. Así, mientras el principio se expresa con toda su

fuerza en la idea de la acción pública, la existencia de delitos de acción

privada o mixta da cuenta de una declaración del Estado acerca de delitos en

que el compromiso del interés público es menor en que la persecución penal

pasa por actos voluntarios del ofendido.

Ahora si se considera que la generalidad de los delitos son

considerados de acción penal pública por el nuevo legislador, sin que

hubiesen existido cambios sustanciales respecto del sistema anterior

podemos concluir que, con respecto del inicio del procedimiento rige, como

regla general, el principio de oficialidad y, como excepción, el principio

dispositivo.

20

Page 21: cuestionesgenerales (1)

b) Respecto de la disponibilidad de la pretensión penal.

Con respecto a la disponibilidad de la pretensión penal, el

principio de oficialidad expresa que ésta no es disponible por las partes, ya

que existe un interés público comprometido en la persecución penal. Su

antítesis teórica, el principio dispositivo permite la libre disponibilidad de la

pretensión, porque este involucra un derecho de interés privado.

La posibilidad de disposición de la acción penal no fue extraña

en el sistema antiguo si se considera que se reconocía eficacia a la renuncia,

desistimiento y abandono de la acción penal privada, lo que el nuevo Código

mantiene.

No obstante la aplicación del principio dispositivo a la

disponibilidad de la pretensión penal se ha ampliado enormemente con el

reconocimiento de eficacia de ciertos acuerdos de carácter procesal.

Entre estos acuerdos especial mención merece el acuerdo

reparatorio (241 y siguientes del Código), mientras que con menor

intensidad, pero teniendo en cuenta que nos encontramos ante un sistema

acusatorio formal en que el rol de la parte acusadora es ejercido por un

organismo autónomo del Estado, podría considerarse como aplicación de la

máxima de disposición la posibilidad del Ministerio Público de acordar con el

imputado la suspensión condicional del procedimiento. (237 y siguientes del

Código)

2.- PRINCIPIO DE LA VERDAD REAL O MATERIAL.

Este principio, también llamado principio de investigación

oficial, supone que el tribunal investiga por sí mismo los hechos de la causa

(instruye por sí mismo) y, en ello, no está vinculado a los requerimientos y

declaraciones de las partes en el proceso.

Ello conlleva dos consecuencias:

a) El tribunal no queda vinculado por las posiciones de las

partes acerca de la verdad de un hecho (por ejemplo, la confesión no obliga

a condenar)

b) El tribunal puede y debe producir prueba de oficio.

21

Page 22: cuestionesgenerales (1)

La antítesis teórica del principio de verdad material es el

principio de verdad formal, a veces llamado principio de la aportación de

parte. Conforme a este principio la carga de la prueba y la iniciativa de los

actos de producción de la prueba recaen en las partes, sin que se

reconozcan al tribunal facultades para intervenir en ella. El principio de la

verdad formal descansa, fundamentalmente, en la autonomía de la voluntad

particular, y por ello determina que el tribunal no se interese por la

averiguación autónoma de la verdad.

Tradicionalmente se ha entendido que el principio de la verdad

formal es propio del proceso civil, en el que sólo están involucrados intereses

privados, en tanto, el principio de la verdad material sería propio del

procedimiento penal.

Esta afirmación resulta aplicable al nuevo sistema procesal

penal sólo si entendemos que el principio de la verdad material como un

principio que impone derechos y cargas al Estado. En efecto, en cuanto el

Ministerio Público dispone de amplias facultades en la iniciativa de los actos

de investigación y tiene la carga de producir, durante el juicio oral, la prueba

que ha de servir de base para la condena, es correcto afirmar que el sistema

procesal penal de la reforma se rige por el principio de la verdad material.

Por el contrario, si entendemos el principio de la verdad material como un

principio dirigido a la actividad del Tribunal, habrá que concluir que nuestro

sistema se rige por el principio de verdad formal. En efecto, uno de los

rasgos característicos del proceso penal chileno es la absoluta pasividad del

juzgador, tanto en la etapa de investigación como durante el juicio oral, lo

que implica que este tiene generalmente vedada la realización de actos de

investigación e, incluso, la intervención en la producción de la prueba.

Por último es conveniente señalar que la contraposición verdad

real y verdad formal no corresponde a una discrepancia conceptual en torno

a dos distintos conceptos de verdad, sino más bien en torno a distintas

formas de procedimiento en materia probatoria. En otras palabras, la verdad

que ambos principios persiguen es la misma, sólo cambia la forma que se

considera más adecuada para llegar a la verdad.

22

Page 23: cuestionesgenerales (1)

3.- PRINCIPIO ACUSATORIO.

Este principio impone la distribución de los poderes de

persecución penal y, por ello, de las funciones asociadas a su ejercicio,

implicando una triple separación entre las funciones de investigación,

acusación y enjuiciamiento.

El principio puede entonces descomponerse en dos aspectos:

a) Distribución de las funciones de acusación y decisión.

En su núcleo básico el principio acusatorio impone una

distribución de los poderes que se despliegan en la etapa del juicio,

impidiendo que quien acusa y juzga sean una misma persona, como resulta

característico del principio inquisitivo. Para estos efectos el principio

acusatorio exige la presencia de un acusador que sostiene la acusación y de

un juez que decide sobre ella.

En los sistemas acusatorios históricos, el principio acusatorio se

aplicaba naturalmente toda vez que no existía el concepto de persecución

penal pública y, por lo tanto, no regía el principio de oficialidad. El proceso

penal era siempre un proceso entre partes. Los sistemas acusatorios

modernos, en cambio, han debido lidiar con la necesidad de compatibilizar el

principio de oficialidad con el principio acusatorio, por lo cual el Estado ha

asumido tanto la tarea del acusador como la de juzgar, pero separando estas

funciones en dos autoridades estatales distintas, esto es, una autoridad de

acusación y un tribunal. Esto es lo que se conoce como principio acusatorio

formal.

b) Distribución de la función de investigación y decisión.

El principio acusatorio impone también una distribución de los

poderes procesales de investigación y decisión. Como sabemos, en los

sistemas inquisitivos reformados o mixtos, el procedimiento penal se divide

en dos fases bien diferenciadas: la de instrucción, regida por el principio

inquisitivo y la fase de juicio oral regida por el acusatorio.

La distribución de las funciones de investigación y decisión,

impuesta por la aplicación del principio acusatorio, es considerada

actualmente una garantía individual implícita en el derecho a ser juzgado por

un tribunal independiente e imparcial.

23

Page 24: cuestionesgenerales (1)

La incorporación del principio acusatorio al sistema procesal

penal chileno es, sin dudas, la nota más distintiva de la reciente reforma

procesal penal chilena. El sistema procesal penal anterior, en particular a

partir de la supresión de los promotores fiscales del año 1.927, podía ser

caracterizado probablemente como uno de los sistemas inquisitivos más

puros del mundo contemporáneo, ya que no sólo en el hecho, sino también

en el derecho, estaban entregadas a una misma persona -el juez- las

funciones de investigar, acusar y decidir sobre acusación.

En el nuevo sistema procesal las funciones de investigar y

acusar están entregadas a un organismo autónomo, denominado Ministerio

Público, mientras la función de decidir es entregada a un órgano

jurisdiccional colegiado, integrado por tres jueces, denominado tribunal oral

en lo penal. Por su parte, la función de controlar el respeto a las garantías

individuales durante la etapa de investigación, ha sido encomendada por la

ley al juez de garantía, tribunal unipersonal distinto del llamado a decidir la

controversia, a quien se priva de facultades de persecución penal y se le

encomienda la etapa de preparación del juicio oral.

La fuerza con que rige el principio acusatorio en el nuevo

sistema procesal penal chileno es evidente, particularmente si se compara su

estructura con la de otros sistemas de derecho comparado. Así entre las

particularidades de este sistema merece ser destacado el carácter autónomo

que se reconoce constitucionalmente al Ministerio Público. Opción que

implicó dejar de lado alternativas menos radicales en la distribución de los

poderes procesales, como era la de entregar tales funciones un juez de

instrucción o a un ministerio público dependiente del Poder Judicial. En el

mismo sentido, la preocupación por crear un sistema auténticamente

acusatorio queda de manifiesto en la creación de la figura del defensor

público encargado de la defensa de los imputados.

La aplicación del principio acusatorio en el ámbito orgánico se

ve, finalmente, reforzada por numerosas normas procesales funcionales que

buscan garantizar la separación de roles. Así, por ejemplo, la preparación

del juicio oral y las facultades asociadas a ellas, tales como la exclusión de

prueba, quedan entregadas al juez de garantía; al tribunal oral en lo penal le

queda vedado el acceso a los registros de la investigación, durante el juicio

oral; se prohíbe invocar, dar lectura ni incorporar como medio de prueba

ningún antecedente que dijere relación con la proposición, discusión,

aceptación, procedencia, rechazo o revocación de una suspensión

24

Page 25: cuestionesgenerales (1)

condicional del procedimiento, de un acuerdo reparatorio o de la tramitación

de un procedimiento abreviado.

El principio acusatorio está en íntima relación con numerosos

otros principios (contradicción, congruencia entre imputación y fallo) y con

numerosas garantías procesales (imparcialidad, defensa, prohibición de

reformatio in peius), que a menudos son consideradas como derivaciones o

partes integrantes del mismo principio.

4.- PRINCIPIO DE LEGALIDAD

El principio de legalidad enuncia que el ministerio público está

obligado a iniciar y sostener la persecución penal de todo delito que llegue a

su conocimiento sin que pueda suspenderla o hacerla cesar a su arbitrio.

El principio de legalidad resulta entonces de la suma de dos

principios menores, como son el principio de promoción necesaria (deber de

promover la persecución penal ante la noticia de un hecho punible) y el

principio de irretractabilidad (prohibición de suspender, interrumpir o hacer

cesar la persecución ya iniciada)

Este principio respondió originalmente a las teorías retributivas

de la pena, según las cuales el Estado tiene que castigar sin excepción todas

las infracciones a la ley penal con el objeto de realizar la justicia absoluta.

Consecuentemente ha perdido parte importante de su base teórica con la

aceptación de justificaciones preventivos-generales y especiales de la pena.

No ha sido - sin embargo - abandonado del todo porque la idea de

democracia y Estado de Derecho le han proporcionado una nueva base

teórica, en la que aparece sirviendo al principio de certeza y también al

principio de igualdad.

El fundamento más importante para la aplicación del principio

de legalidad se encuentra en el principio de igualdad ante la ley. A través de

él se pretende que la persecución penal no quede sujeta al arbitrio de un

órgano estatal cuya decisión de perseguir o no un delito podría ser

discriminatoria. El principio de legalidad impone así, al Estado, la obligación

de perseguir por igual todos los delitos que se cometen en una sociedad

determinada, sin permitirle seleccionar entre ellos de manera alguna.

No obstante lo anterior, el principio de legalidad se encuentra,

en la actualidad, desacreditado. Su desprestigio no se encuentra en su

planteamiento teórico sino en sus implicancias prácticas. La hipertrofia del

derecho penal sustantivo, unida a la incapacidad inherente de todo sistema

25

Page 26: cuestionesgenerales (1)

procesal penal para perseguir la totalidad de los delitos que se cometen en

una sociedad determinada han provocado que la aplicación estricta del

principio de legalidad impida la existencia de un adecuado sistema de

selección formal de casos que son procesados por el sistema, generándose

formas de selección natural o informal que redundan, generalmente, en un

direccionamiento de la persecución penal hacia sectores socialmente más

desprotegidos. La paradoja es que un principio que encuentra su

fundamentación teórica en el principio de igualdad resulta, en definitiva,

creador de profundas desigualdades en su aplicación práctica.

La crítica al principio de legalidad ha dado origen, como

antítesis teórica, al principio de oportunidad.

El principio de oportunidad enuncia que el Ministerio Público,

ante la noticia de un hecho punible e inclusive, ante la existencia de prueba

completa de la perpetración de un delito, está autorizado para no iniciar,

suspender, interrumpir o hacer cesar el curso de la persecución penal

cuando así lo aconsejan motivos de utilidad social o razones político-

criminales. Cuando la ley deja a la absoluta discreción del Ministerio Público

esta facultad, se habla de principio de oportunidad libre o simplemente de

discrecionalidad; cuando, por el contrario, la ley establece los casos y

condiciones bajo las cuales el ministerio público está autorizado para ejercer

la facultad, sometiéndola adicionalmente a un sistema de controles, se habla

de principio de oportunidad reglada o normada.

Maier asigna dos objetivos principales a la aplicación de

criterios de oportunidad: el primero es la “descriminalización de hechos

punibles, evitando la aplicación del poder estatal allí donde otras formas de

reacción frente al comportamiento desviado pueden alcanzar mejores

resultados o donde resulte innecesaria su aplicación”; el segundo es “la

eficiencia del sistema penal en aquellas áreas o para aquellos hechos en los

que resulta indispensable su actuación como método de control social,

procurando descongestionamiento de una justicia penal sobresaturada de

casos, que no permite, precisamente, el tratamiento preferente de aquellos

que deben ser solucionados indiscutiblemente por el sistema y como intento

válido de revertir la desigualdad que, por selección natural, provoca la

aplicación rígida del principio de legalidad”.

En un sentido amplio las aplicaciones del principio de

oportunidad son de la más variada especie. Siguiendo a Maier, podríamos

reconocer como paradigmáticos los siguientes criterios de oportunidad:

a) criterios que tienden primordialmente a la descriminalización:

26

Page 27: cuestionesgenerales (1)

I. El concepto de adecuación social del hecho. Si bien el hecho

cabe en la descripción abstracta de la ley, se trata de un comportamiento que

el legislador no tuvo en cuenta o, incluso, quiso dejar fuera del ámbito del

comportamiento punible ya que se adecua al sentimiento generalizado del

buen proceder o del obrar fuera de la zona de comportamiento socialmente

desviado.

II) La importancia ínfima del hecho: se trata de lo que se conoce

en doctrina como delitos de bagatela.

III) La culpabilidad mínima del autor: se trata de formas de

realización insignificante de tipos penales que merecen ser desviados a otras

formas de control social.

IV) La retribución natural: se trata de casos en que el propio

autor sufre un daño como resultado de su propio comportamiento desviado

que supera con creces a la pena que puede esperarse de su persecución

penal.

b) Criterios que tienden primordialmente a la eficiencia del

sistema

I) La posibilidad de prescindir de la persecución penal de un

hecho punible o de un partícipe en él para procurar éxito en la persecución

de otro hecho o de otro partícipe: se trata de casos en que el último hecho es

valorado como considerablemente más grave que aquél del cual se

prescinde o casos en que interesa arribar a la condena de uno de los

partícipes para lo cual resulta imprescindible que el otro auxilie la

investigación. ( por ejemplo inmunidades o hipótesis de arrepentimiento

eficaz)

II) La suspensión de la persecución penal para el sometimiento

a prueba del imputado.

III) Criterios de privatización del derecho penal: se trata de

autorizar el fin de la persecución penal pública mediante mecanismos auto

compositivos con participación de la víctima, en casos en que el interés

público supuestamente existente en la sanción penal no es real.

IV) Formas de solución del conflicto social que no significan,

culturalmente, aplicación del derecho penal.

Como se puede observar todos los criterios de oportunidad

enunciados obedecen a casos en que, sencillamente, los criterios de

prevención no exigen imposición de una pena.

El grado de extensión con que se admiten aplicaciones del

principio de oportunidad en el derecho comparado es sumamente diverso.

27

Page 28: cuestionesgenerales (1)

Así, por ejemplo, en los Estados Unidos el principio de oportunidad

constituye la regla general y no se encuentra reglado, de tal manera que la

decisión de perseguir o no determinados delitos es siempre una decisión del

fiscal que se ejerce generalmente sin sujeción a un mecanismo formal de

control. En Alemania, por el contrario, la Ordenanza Procesal Penal Alemana

regula los casos en que la fiscalía puede prescindir de la persecución de los

delitos formando cuatro grupos vinculados a situaciones en que: a) el

reproche por el hecho es insignificante y no existe ningún interés en la

persecución penal; b) el interés en la persecución penal puede ser

satisfecho de otro modo; c) el interés en la persecución penal le son

opuestos intereses estatales prioritarios y d) el ofendido puede llevar

adelante por sí mismo la persecución penal.

El nuevo Código Procesal Penal se refiere al principio de

oportunidad en el artículo 170, permitiendo a los fiscales del Ministerio

Público no iniciar la persecución penal o abandonar la ya iniciada cuando se

tratare de un hecho que no comprometiere gravemente el interés público y el

delito tuviere asignada una pena mínima que no excediere de presidio o

reclusión menores en su grado mínimo y siempre que no se tratare de un

delito cometido por un funcionario público en el ejercicio de sus funciones.

No obstante lo anterior, es evidente que, en un sentido amplio,

y aunque no se utilice la denominación principio de oportunidad para referirse

a ellos, son también aplicaciones del mismo la suspensión condicional del

procedimiento y los acuerdos reparatorios.

Estas dos instituciones han sido agrupadas en la doctrina

nacional siguiendo la denominación del mensaje del ejecutivo que

acompañó el proyecto de ley sobre nuevo código bajo la denominación de

salidas alternativas porque aluden a formas de solución del conflicto penal

que son distintas de la imposición de una pena.

Garantías en el proceso penal.

Estudiar parte capítulo denominado “Principios y Garantías del

Sistema Procesal Penal Chileno”, contenido en el libro “Derecho Procesal

Penal Chileno”, Tomo I, pag. 52 a 103, de María Inés Horvitz Lennon y

Julián López Masle, Editorial Jurídica de Chile.

28

Page 29: cuestionesgenerales (1)

Principios básicos del proceso penal establecidos en el Código Procesal Penal.

El Código Procesal Penal, en el Título Primero del Libro

Primero, establece lo que denomina “principios básicos”.

En su mayoría ya han sido analizados a propósito del estudio

de las garantías en la medida que algunas de estas el legislador entendió

necesario establecerlas expresamente en el Código como principios

básicos.

Corresponde pues, referirse a aquellos principios que no se

han estudiado a propósito de las Garantías.

a) Protección de la víctima:

El primero de ellos es considerar como principio básico del

nuevo ordenamiento la protección a la víctima.

Debe tenerse presente que el artículo 108 del Código contiene

el concepto de víctima, equiparándolo al de ofendido por el delito, mas no

tiene tal carácter el mero perjudicado por el delito desde el punto de vista

patrimonial, como por ejemplo, las entidades aseguradoras.

La protección de la víctima y la satisfacción de sus intereses se

estima uno de los objetivos relevantes del procedimiento penal para lo cual,

además de establecer el deber de protección de los operadores del sistema,

se le da a la víctima el carácter de sujeto procesal, titular de derechos, sin

necesidad de que realice actos procesales formales como la interposición de

una querella, sin perjuicio de que pueda hacerlo.

El artículo 6, como principio general, establece la obligación del

Ministerio Público de velar por la protección de la víctima del delito en todas

sus etapas del procedimiento, mientras que dispone que los tribunales deben

garantizar en este la vigencia de sus derechos. De la misma manera la

norma dispone que la policía y los demás organismos auxiliares deben

otorgarle un trato acorde con su condición procurando facilitar al máximo su

participación en los trámites que deben intervenir.

La ley 19.789, publicada en el diario oficial el 30 de enero del

año 2.002, con la finalidad de robustecer la protección de la víctima,

estableció, también en el artículo 6°, el deber de los fiscales de promover

durante el curso del procedimiento los acuerdos patrimoniales, medidas

29

Page 30: cuestionesgenerales (1)

cautelares u otros mecanismos que faciliten la reparación del daño causado

a la víctima, mas agregó que este deber no importará el ejercicio de acciones

civiles que pudieran corresponderle a las víctimas.

b) Intervinientes:

El artículo 12 del Código señala que para los efectos regulados

en este cuerpo legal, se entiende por intervinientes en el procedimiento: al

fiscal, al imputado, al defensor, a la víctima y al querellante, desde que

realizaren cualquier actuación procesal o desde el momento en que la ley les

permitiere ejercer facultades determinadas.

Debe señalarse que el concepto de interviniente no

corresponde al concepto tradicional de parte en el proceso, pues los

intervinientes son aquellas personas con facultades de actuación en el

procedimiento, aún cuando no tengan la calidad de parte, como ocurre con la

víctima que no ha deducido querella.

Esta norma fue agregada con la finalidad de facilitar la

redacción de las diferentes normas, pues se incluyó a todas las personas

que pueden actuar en el procedimiento o respecto de las cuales la ley obliga

a realizar ciertas actuaciones.

Así diversas normas del Código se refieren de manera genérica

a los intervinientes y en tales casos debe entenderse que se hace referencia

a todos los nombrados en la norma en comento. Ejemplos: artículos 14 inciso

segundo, 18, 26, 44, 159, 260, 352.

c) Efectos en Chile de las sentencias penales de tribunales extranjeros.

El artículo 13 el Código otorga valor en Chile a las sentencias

penales extranjeras y, consecuente con ello, dispone que nadie puede ser

juzgado ni sancionado por delito por un delito por el cual hubiere sido

condenado o absuelto por una sentencia firme de acuerdo a la ley y al

procedimiento de un país extranjero. A este propósito la norma, en su inciso

final, establece que la ejecución de las sentencias penales extranjeras se

sujetará a lo que dispongan los tratados internacionales ratificados por Chile

y que se encontraren vigentes.

Sin embargo la misma norma establece dos excepciones a la

cosa juzgada de tales sentencias.

30

Page 31: cuestionesgenerales (1)

En primer término cuando el juzgamiento en país extranjero

hubiere obedecido al propósito de sustraer al individuo por su

responsabilidad penal por delitos de competencia de los tribunales

nacionales o bien, cuando al imputado lo solicitare expresamente si el

proceso respectivo no hubiere sido instruido de conformidad con las

garantías de un debido proceso o lo hubiere sido en términos que revelaren

falta de intención de juzgarle seriamente.

Establece el inciso segundo de la norma que en tales casos la

pena que el sujeto hubiere cumplido en país extranjero se la imputará a la

que debiere cumplir en Chile si también resultare condenado.

Debe indicarse que en el Código de Procedimiento Penal y en

el proyecto, se distinguía entre sentencia absolutorias y condenatorias,

dando valor, en principio, exclusivamente a las primeras, sin perjuicio de

considerar excepciones en ambos casos.

La Comisión de Legislación y Justicia del Senado entendió que

ello obedecía a una visión de las soberanías nacionales que está siendo

superada en el plano internacional, por lo que se estimó que, en principio,

debía reconocerse valor en Chile a todo tipo de sentencias penales

extranjeras, criterio recogido en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y

Políticos y en la Convención Americana de Derechos Humanos, en términos

que se contemplan excepciones y rige en forma absoluta el principio del non

bis in idem.

Sin embargo, para evitar que algunos sujetos acepten ser

juzgados en otro país por delitos graves, como por ejemplo narcotráfico o

terrorismo, que les ofrezca condiciones más benignas y luego pretendan

hacer valer en nuestro país sentencias absolutorias o penas exiguas, se

contempla, como norma de resguardo, la posibilidad de un nuevo

juzgamiento en la medida que el primitivo, en otro país, haya tenido el

propósito de sustraer al individuo de su responsabilidad penal o bien, en una

hipótesis diversa, eso sí a petición del imputado, cuando en el proceso no

hubiese sido instruido de conformidad a las garantías del debido proceso o lo

hubiere sido en términos que revelen falta de intención de juzgarlo

seriamente.

En estos casos, si bien, en principio, se vulneraría el non bis in

idem, se tomó como modelo el tratado que crea la Corte Penal Internacional

suscrito en Roma en junio del año 1.998, que contempla excepciones

similares a la cosa juzgada.

31

Page 32: cuestionesgenerales (1)

ACTIVIDAD PROCESAL:

Bajo esta denominación el Código Procesal Penal, en el Título

II del Libro I contiene diversas normas sobre plazos, comunicaciones,

citaciones, notificaciones, resoluciones, actuaciones judiciales y su registro,

costas y normas supletorias.

Veremos las más relevantes.

a) Normas supletorias:

De conformidad a lo dispuesto en el artículo 52 del Código son

aplicables al procedimiento penal, en cuanto no se opusieren a lo estatuido

en dicho cuerpo legal o en leyes especiales, las normas comunes a todo

procedimiento contempladas en el Libro I del Código de Procedimiento Civil.

Lo anterior debe ser complementado con lo dispuesto en el

artículo 3 del Código de Procedimiento Civil, que hace aplicable las normas

sobre procedimiento ordinario a todas las gestiones, trámites y actuaciones

que no estén sometidos a una regla especial diversa.

Plazos: (Art. 14 y siguientes del CPP)

La primera norma, el artículo 14, dispone que en el

procedimiento penal todos los días y horas son hábiles y no se suspenden

los plazos por la interposición de días feriados.

Se trata de una regla distinta a la del procedimiento civil que

se explica lógicamente por la naturaleza de las materias involucradas.

A su turno, el inciso segundo del artículo 14 dispone que si un

plazo de días concedido a los intervinientes venciere en día feriado, se

considerará ampliado hasta las veinticuatro horas del día siguiente que no

fuere feriado.

Con esta norma se evita que los intervinientes deban efectuar

presentaciones en días inhábiles, interposición de recursos por ejemplo, sin

que se cumpla algún objetivo práctico concreto.

Debe tenerse presente que la norma plantea el problema de

que sucede con los plazos del tribunal para dictar resoluciones cuando ellos

vencen en días feriados, pues la ampliación se contempla para los

32

Page 33: cuestionesgenerales (1)

intervinientes y, dentro del concepto de tales en el artículo 12, no se

contempla a los tribunales.

Dentro de las características de los plazos establecidos en el

Código Procesal Penal debe consignarse su carácter de fatales,

improrrogables y renunciables.

En lo que se refiere a las dos primeras características el artículo

16 deja abierta la posibilidad que la ley establezca lo contrario, mientras que,

en lo que se refiere a la renunciabilidad, el artículo 18 posibilita que los

intervinientes puedan renunciar, total o parcialmente, a los plazos

establecidos en su favor, siempre, eso sí, que ello se manifieste

expresamente. Si el plazo es común, la abreviación o renuncia requiere el

asentimiento de todos los intervinientes y, además, la aprobación del tribunal.

En cuanto a los plazos de horas contenidos en el Código, de

conformidad a lo establecido en el artículo 15, su cómputo empieza

inmediatamente después de ocurrido el hecho que se fijare para su

iniciación, sin interrupción.

Por último cabe consignar que la ley, en el artículo 17, posibilita

que los intervinientes puedan solicitar un nuevo plazo cuando, por un hecho

no imputable, por defecto en la notificación, por fuerza mayor o caso fortuito,

se han visto impedidos de ejercer un derecho o desarrollar una actividad

dentro del plazo establecido en la ley, caso en los cuales el tribunal está

autorizado para otorgar una por el mismo período. Establece la ley sí que la

solicitud debe formularse dentro de los cinco días desde que cesó el

impedimento.

Notificaciones y citaciones judiciales: (Art.24 y sig. del CPP)

Cuestión previa: Lo primero es que debe tenerse presente es que, como lo

anuncia el título, pasaremos al análisis de las notificaciones y citaciones

judiciales. Las comunicaciones y citaciones que practica el Ministerio Público

en sus actuaciones, particularmente de investigación, están reguladas,

separadamente, en los artículos 22 y 23 del Código.

1.- Notificaciones:

En materia de notificaciones a los intervinientes se aplican,

salvo en lo previsto en el Código Procesal Penal, las reglas sobre

33

Page 34: cuestionesgenerales (1)

notificaciones contenidas en los artículos 38 y siguientes del Código de

Procedimiento Civil, pues así lo dispone expresamente el artículo 32 del

Código sin perjuicio de que a igual conclusión se debe llegar por la aplicación

de lo establecido en el artículo 52 del Código.

En cuanto a las reglas especiales contenidas en el Código

Procesal Penal, la primera dice relación con el funcionario habilitado para

practicar notificaciones pues, de conformidad al artículo 24, los funcionarios

del tribunal que hubieren sido designados por el Juez Presidente del Comité

de Jueces se consideran habilitados para ello.

Además, la norma permite que notificaciones determinadas se

practicaren por otro ministro de fe o, en casos calificados y por resolución

fundada, por un agente de la policía.

En lo que se refiere al contenido de la notificación, de acuerdo

al artículo 25, siempre debe incluir una copia íntegra de la resolución de que

se tratare a menos que la ley ordene agregar otros antecedentes o que el

juez los estimare necesario para la debida información del notificado o para

el adecuado ejercicio de sus derechos.

Aplicándose las reglas generales las notificaciones podrían ser

personal, especial del artículo 44, por cédula, por el estado diario y tácita.

Problema puede presentar lo dispuesto en el artículo 25 como

norma general en materia de notificaciones pues el que todas ellas deban

incluir, al menos, copia íntegra de la resolución de que se trata, se opone a la

posibilidad de aplicar la notificación por el estado diario en el proceso penal,

como quiera que las mismas sólo refieren haberse dictado una resolución

pero sin considerar su contenido ni menos contener copia de la misma. Sin

embargo, las referencias a notificaciones por el estado diario (artículos 26 y

30) dan cuenta que el artículo 25 dice relación con el contenido de las formas

de notificación que son practicadas por un funcionario habilitado conforme a

lo dispuesto en el artículo 24.

En otro orden de ideas el Código dispone que el Ministerio

Publico debe ser notificados en sus oficinas, para lo cual debe indicar su

domicilio dentro de los límites urbanos de la ciudad en que funcionare el

tribunal e informar cualquier cambio.

La obligación de designar domicilio dentro de los límites

urbanos del tribunal y comunicar el cambio del mismo para efecto de

practicar notificaciones, rige para todos los demás intervinientes de

conformidad a lo dispuesto en el artículo 26 mas, tratándose los otros

intervinientes, la ley dispone que la omisión de señalamiento del domicilio o

34

Page 35: cuestionesgenerales (1)

de la comunicación de su cambio, cualquier inexactitud en el mismo o la

inexistencia del domicilio, produce como sanción el que las resoluciones

serán notificadas por el estado diario, siempre que se les haya apercibido en

tal sentido lo que debe constar en el acta respectiva.

Tratándose del imputado que es puesto libertad debe

efectuársele el mismo apercibimiento, salvo que fuere consecuencia de un

sobreseimiento definitivo o de una sentencia absolutoria ejecutoriada.

Por otra parte, expresamente dispuso el Código en su artículo

28 que cuando un interviniente hubiese designado defensor o mandatario

constituido en el procedimiento, las notificaciones deben efectuarse

exclusivamente al mandatario, salvo que la ley o el tribunal dispusiesen la

notificación directa a él.

Otras formas de notificación contempladas en el Código procesal penal.

a) De conformidad a lo dispuesto en el artículo 29, las

notificaciones al imputado privado de libertad se le harán “en persona” en el

establecimiento o recinto en que permaneciere, aunque este se hallare fuera

del territorio jurisdiccional del tribunal, mediante entrega, por un funcionario

del establecimiento y bajo la responsabilidad del jefe del mismo, del texto de

la resolución respectiva. Al efecto el tribunal debe remitir la resolución y

cualquier otro antecedente relevante por cualquier medio de comunicación

idóneo.

Sin perjuicio de ello el tribunal puede disponer, por excepción,

mediante resolución fundada, que la notificación sea practicada en el recinto

en que funcione.

b) El artículo 30 dispone que las resoluciones dictadas en

audiencias judiciales se tendrán por notificadas a los intervinientes en el

procedimiento que hubieren asistido o debido asistir a la misma. De las

notificaciones se debe dejar constancia en el estado diario pero su omisión

no invalidará la notificación.

c) El Código permite, en su artículo 31, que los intervinientes

pueden proponer, para sí, otras formas de notificación, lo que el tribunal

puede aceptar si, en su opinión, resultaren suficientemente eficaces y no

causaren indefensión.

35

Page 36: cuestionesgenerales (1)

2.- Citaciones. (Art. 33 del CPP)

La citación, esto es, el llamamiento que el tribunal hace a

cualquier persona disponiendo su comparecencia a una determinada

actuación, se encuentra regulada en el artículo 33.

Dispone la norma que la citación se practicará a la persona

citada notificándole la resolución que ordena su comparecencia, mientras

que las exigencias formales aparecen descritas en el inciso segundo.

En caso de incomparecencia se debe distinguir:

Si la persona citada es un testigo, perito u cualquier otra

persona cuya comparecencia se requiriere, el tribunal puede disponer su

arresto hasta la realización de la audiencia por un período máximo de

veinticuatro horas e imponerles, además, una multa de hasta quince

unidades tributarias mensuales.

Si se trata del imputado, el tribunal puede ordenar la detención

o su sometimiento a prisión preventiva hasta la realización de la audiencia

respectiva.

En caso que quien no asistiere a la audiencia fuere el defensor

o el fiscal, se aplican las sanciones del artículo 287 del Código, es decir, con

suspensión de hasta dos meses del ejercicio de la profesión.

Resoluciones judiciales: (Art. 34 y sig. del CPP)

En esta materia rigen las reglas generales contenidas en los

artículos 158 y siguientes del Código de Procedimiento Civil.

El Código Procesal Penal, además de reiterar las normas

constitucionales sobre el poder coercitivo de los tribunales contenidas en el

artículo 73 de la Constitución, establece tres reglas especiales en la materia.

La primera, contenida en el artículo 35, es la que declara la

nulidad de las actuaciones que requieran intervención del juez y que fueren

delegadas en funcionarios subalternos. Se garantiza así la plena vigencia del

principio de la inmediación eliminado la práctica común en el antiguo sistema

de delegar en empleados administrativos la realización de actuaciones que la

ley encomendaba directamente al juez, como la recepción de declaraciones

de testigos y, derechamente, la tramitación de las causas.

Otra regla es la obligación de fundamentar las resoluciones que

se dictaren, salvo las de mero trámite. Exige el Código, en su artículo 36, que

ello se haga sucintamente, pero con precisión, indicando los motivos de

36

Page 37: cuestionesgenerales (1)

hecho y de derecho en que se basaren las decisiones tomadas y, para evitar

una práctica judicial habitual, el inciso segundo indica que la simple relación

de los documentos del procedimiento, la mención de los medios de prueba o

las solicitudes de los intervinientes, no substituye en caso alguno la

fundamentación.

De esta manera se aumenta la exigencia que contiene el

Código de Procedimiento Civil pues su artículo 171 dispone que los autos y

las sentencias interlocutorias deben indicar las consideraciones de hecho y

de derecho y la enunciación de las leyes y de los principios de equidad

conforme a los cuales se dictan, sólo cuando la naturaleza del negocio lo

permita.

Por último, en materia de firma de las resoluciones judiciales, el

artículo 37 establece que deberán ser suscritas por el juez o por todos los

miembros del tribunal que la dictaren y si alguno de los jueces no puede

hacerlo se debe dejar constancia del impedimento.

Tratándose de la firma de resoluciones del tribunal de juicio oral

se plantea la duda si los decretos o providencias pueden llevar la firma de

uno sólo de los integrantes del tribunal (como lo permite el artículo 168 del

Código de Procedimiento Civil y reitera el inciso segundo el artículo 70 del

Código Orgánico de Tribunales) o debe aplicarse la norma del Código que no

hace ninguna distinción y pareciera obligar la firma de todos los miembros

del tribunal incluso para este tipo de resoluciones de mera tramitación.

Teniendo presente que el artículo 281 del Código, a propósito

de la resolución que, entre otras materias, fija la fecha para la celebración de

la audiencia de juicio oral, dispone que ello lo hace exclusivamente el juez

presidente de la sala, pareciera que para la tramitación posterior de la

misma, en la medida que se trate de providencias de mera sustanciación,

puede quedar entregada a la firma de uno solo de los jueces, hasta que la

sala haya entrado en conocimiento del asunto, pues allí se aplicaría el inciso

cuarto del artículo 70 del Código Orgánico, que obliga a que el tribunal

completo dicte este tipo de resoluciones.

Debe tenerse presente que tratándose de resoluciones dictadas

en una audiencia el Código, en el inciso final del artículo 37, establece que

basta el registro de la audiencia, no requiriéndose por tanto firma de dichas

resoluciones.

Por último, en materia de plazo para dictar las resoluciones, el

artículo 38 dispone que las cuestiones debatidas en una audiencia deberán

37

Page 38: cuestionesgenerales (1)

ser resueltas en ella, mientras que las presentaciones escritas deben ser

resueltas antes de las veinticuatro horas siguientes a su recepción.

Registro de las actuaciones judiciales.

El tema del registro de las actuaciones de los tribunales, como

también las del Ministerio Público y de la Policía, motivó debate durante la

tramitación de la reforma.

Rigiendo los principios de oralidad e inmediación en el proceso

penal, el conocimiento de los asuntos se produce, por regla general, en

audiencias y no por la lectura de los registros que dan cuenta de las distintas

actuaciones de los tribunales, de intervinientes y terceros. Luego, el registro

pasa a tener una finalidad diferente a la que tenía en el antiguo sistema pues

ya no es el medio de interiorización del asunto por el tribunal, sino un mero

testimonio de la realización de las mismas y, eventualmente, para servir de

antecedente en la interposición de recursos. Así, por lo demás, se desprende

de lo dispuesto en el artículo 42 del Código que, en lo referente al valor del

registro del juicio oral, establece que este demuestra el modo que se

desarrollo la audiencia, la observancia de las formalidades previstas para

ella, las personas que han intervenido y los actos que se hubieren llevado a

cabo. Sin perjuicio de lo anterior, y en un claro intento de restar valor al

registro por sí mismo, el inciso segundo de la norma citada señala que la

omisión de formalidades del registro sólo lo privará de valor cuando ellas no

pudieren ser suplidas con certeza sobre la base de otros elementos

contendidos en el mismo o de otros antecedentes confiables que dieren

testimonio de lo ocurrido en la audiencia.

En ese entendido lo primero que debe señalarse es que la ley

estableció como primera regla en la materia, en el artículo 39 del Código, que

de las actuaciones judiciales debe levantarse un registro, agregando que, en

todo caso, las sentencia y demás resoluciones judiciales deben ser

registradas en su integridad.

La forma del registro quedó abierta por el legislador pues, el

inciso final del artículo 39, dispuso que el mismo se puede efectuar por

cualquier medio apto para producir fe, que permita garantizar la conservación

y la reproducción de su contendido. Hasta el día de hoy los registros de los

juzgados de garantía, por regla general, son escritos, mientras que los de los

tribunales orales y, especialmente el del juicio oral, son grabaciones por

medios computacionales.

38

Page 39: cuestionesgenerales (1)

En cuanto al contendido de los registros debe distinguirse

según la actuación que se registra.

Así, tratándose de actuaciones de los juzgados de garantía, el

artículo 40 del Código dispone que el registro debe contener una relación

resumida de la actuación, de modo que refleje fielmente la parte esencial de

lo actuado y describa las circunstancias en las cuales la actuación se hubiere

llevado a cabo. Eso sí, conforme a lo previsto en el inciso final de dicha

norma, la audiencia de preparación de juicio oral debe registrase

íntegramente.

En lo que dice relación con el juicio oral la ley, en el artículo 41

del Código, dispone que debe ser íntegro, por cualquier medio que asegure

fidelidad.

No resuelve la ley el registro de actuaciones distintas al juicio

realizadas por los tribunales de juicio oral, mas debería aplicarse la regla

general aplicable a los tribunales de garantía pues la obligación de registro

íntegro, en el diseño legislativo, aparece reservada a determinadas materias

que por su importancia lo ameriten, esto es, la audiencia de preparación del

juicio oral, el juicio oral y las resoluciones judiciales.

En lo que se refiere al registro de las actuaciones del Ministerio

Público y de la Policía, ello aparece reglado en los artículos 227 y 228

respectivamente.

Tratándose de las actuaciones de investigación del Ministerio

Público la ley permite que se utilice cualquier medio que permitiere garantizar

fidelidad e integridad de la información, como el acceso de quienes tiene

derecho a exigirlo, debiendo consignar, a lo menos, las circunstancias

establecidas en el inciso segundo del artículo 227.

En lo que se refiere al registro de las actuaciones policiales, la

exigencia de firma del funcionario a cargo de la investigación da entender

que el mismo debe ser escrito. En este caso el registro debe expresar lo

señalado en el artículo 228.

Este último artículo dispuso, además, que los registros no

pueden reemplazar las declaraciones de la policía en el juicio oral, lo que

debe complementarse con lo dispuesto en los artículos 332 y 334 del Código

que, por lo demás, como se verá, da lugar a dudas interpretativas.

39

Page 40: cuestionesgenerales (1)

LA ACCIÓN PENAL. (Art. 53 y sig. del CPP)

El Código Procesal Penal concede acción penal para impetrar

la averiguación de todo hecho punible.

De conformidad a lo dispuesto en el artículo 53 la acción penal

es pública o privada.

Acción penal pública:

La acción penal pública se concede para la persecución de

todo delito que no esté sometido a regla especial, debiendo ser ejercida, de

oficio, por el Ministerio Público. Sin perjuicio de ello, puede ser ejercida por

las personas que determina la ley.

El artículo 80–A de la Constitución Política de la República

indica que pueden ejercer la acción penal pública el ofendido por el delito y

las demás personas que determinen la ley.

Ahora bien, en cuanto a quienes son estas demás personas

que determina la ley debe tenerse presente que, de conformidad a lo

dispuesto en el artículo 173 del Código, cualquier persona puede denunciar

la comisión de un hecho que revista los caracteres de delito. El nuevo Código

así elimina las incapacidades absolutas y relativas que contenía el Código de

Procedimiento Penal para el ejercicio la acción penal de manera que hoy día

la acción penal pública puede ejercerse, como se vio, por cualquier persona,

sin perjuicio de la obligación del Ministerio Público de ejercerla de oficio,

conforme a la norma constitucional citada y al artículo 172 del Código

Procesal Penal.

Ejercicio de la acción penal pública:

De acuerdo a lo dispuesto en los artículos 166 y 172 del

Código Procesal Penal la acción penal puede ponerse en movimiento de tres

maneras:

a) De oficio por el Ministerio Público.

b) Por denuncia.

c) Por querella.

40

Page 41: cuestionesgenerales (1)

Renuncia de la acción penal pública:

Prescribe el artículo 56 del Código que la acción penal pública

no se extingue por la renuncia de la persona ofendida, lo que se explica

fácilmente por cuanto tratándose de delitos de acción penal pública cualquier

persona puede efectuar la denuncia para promover la persecución o el

Ministerio Público iniciarla de oficio, de modo que si el ofendido renuncia a

ejercerla ello no produce efectos desde que de todas formas puede

promoverse la persecución.

Transacción de la acción penal pública:

Si bien, en principio, la acción penal pública no resulta

disponible para el ofendido, lo que incluye la imposibilidad de llegar a una

transacción sobre la misma, debe tenerse presente que tratándose de los

delitos expresados en el artículo 241 tal posibilidad se admite bajo la

denominación de acuerdo reparatorio comprendiéndose algunos delitos de

acción penal pública, casos en que el acuerdo de voluntades del ofendido

con el imputado pueden producir la extinción de la responsabilidad penal en

la medida que se reúnan los demás supuestos de la institución.

Delitos de acción penal pública previa instancia particular:

La regla general en materia de acción penal pública, en orden

a que cualquier persona puede promover la persecución penal, sea o no

ofendido con el delito, o bien puede hacerlo el Ministerio Público de oficio,

contiene una excepción en los llamados delitos de acción penal pública

previa instancia particular en los cuales, conforme al inciso final del artículo

53, para que pueda procederse a su persecución, requieren denuncia previa

de la víctima mas, una vez iniciado el procedimiento, se tramitan, de

acuerdo a lo dispuesto en el inciso final del artículo 54 del Código Procesal

Penal, según las reglas generales relativas a los delitos de acción pública.

Si es que falta el ofendido por el delito, la denuncia la pueden

efectuar aquellos que, conforme lo dispone el artículo 108 del Código, son

considerados víctimas.

41

Page 42: cuestionesgenerales (1)

Por otro lado, de acuerdo a lo dispuesto en el inciso cuarto del

artículo 54, si el ofendido por el delito está imposibilitado de efectuar la

denuncia o cuando quienes pudieren formularla por él se encontraren

imposibilitados de hacerlo o aparecieren implicados en el hecho, el Ministerio

Público puede proceder de oficio.

Son delitos de acción penal pública previa instancia particular

los señalados en el artículo 54 del Código. Dentro de los indicados en la letra

g) de la norma, esto es, aquellos que otras leyes señalaren en forma

expresa, especial importancia tienen los delitos consistentes en atentados

sexuales previstos en los artículos 361 a 366 quater del Código Penal, pues

de conformidad a lo establecido en el artículo 369 de dicho cuerpo legal no

puede procederse en este tipo delitos sin que, al menos, haya habido

denuncia de la persona ofendida, sus padres, abuelos, guardadores o por

quien la tuviera bajo su cuidado.

Renuncia de la acción penal:

Tratándose de delitos de acción penal pública previa instancia

particular, la renuncia a ejercer la acción penal por el ofendido produce, de

conformidad al inciso tercero del artículo 56, la extinción de la misma, salvo

que se trate de un delito perpetrado contra menores de edad, lo que

concuerda con lo dispuesto en el inciso segundo, parte final, del artículo 53,

que concede siempre acción penal pública para la persecución de los delitos

cometidos contra los menores de edad.

Acción penal privada:

Es aquella que emana de ciertos delitos cuya persecución le ley

entrega exclusivamente al ofendido.

Son delitos de acción penal privada los señalados en el artículo

55 del Código Procesal Penal.

Tratándose de delitos de acción penal privada resulta aplicable

un procedimiento especial establecidos en los artículos 400 y siguientes del

Código Procesal Penal, una de cuyas particularidades es que sólo puede

comenzar con la interposición de querella por la persona habilitada para

promover la acción penal.

La acción penal privada se extingue, de acuerdo a lo

dispuesto en el artículo 56 del Código, por la renuncia de la víctima; admite

42

Page 43: cuestionesgenerales (1)

desistimiento de la querella (artículo 401), abandono (art. 402) y transacción

(art. 404).

Con relación a la renuncia de la acción civil debe tenerse

presente la forma de renuncia tácita que contempla el artículo 66 del Código

en cuanto dispone que si sólo se ejerce la acción civil respecto de un hecho

punible de acción privada se considerará extinguida, por esa circunstancia,

la acción penal. Aclara la norma, eso sí, que no constituye ejercicio de la

acción civil la solicitud de diligencias destinadas a preparar la demanda civil o

asegurar su resultado que se formularen en el procedimiento penal.

Contra quien se dirige la acción penal:

La acción penal, sea pública o privada, de conformidad al

artículo 58 del Código, no puede entablarse sino contra las personas

responsables del delito.

La persona responsable del delito es el sujeto pasivo de la

acción debe reunir ciertos requisitos:

a) Debe tratarse de una persona natural. Así lo dice

expresamente el inciso segundo del artículo 58. Esta norma, además, se

encarga de precisar que por las personas jurídicas responden los que

hubieren intervenido en el acto punible, sin perjuicio de la responsabilidad

civil que las afectare.

b) Ser vivo. Si la persona natural muere no hay proceso penal,

sin perjuicio que pueda hacerse efectiva la responsabilidad civil en los

herederos.

c) Estar presente en el juicio. El sujeto debe estar presente en

el juicio para que pueda defenderse. En el caso de que esté ausente se debe

suspender el procedimiento hasta que comparezca. Si el sujeto está ausente

por su propia voluntad debe decretarse su rebeldía, que no suspende la

investigación, debiendo adelantarse el procedimiento hasta la audiencia de

preparación del juicio oral en la cual se puede sobreseer definitiva o

temporalmente según el mérito de los antecedentes (101 inciso segundo). Si

la declaración de rebeldía se produce en el juicio oral, debe sobreseerse

temporalmente la causa hasta que el imputado compareciere o fuere habido.

d) Ser capaz de responsabilidad penal: Esta capacidad está

dada por la edad del sujeto pasivo que en nuestro ordenamiento está fijada

en los dieciocho años, más la posibilidad de que a partir de los 16 y hasta los

43

Page 44: cuestionesgenerales (1)

18 años de edad pueda ser declarado con capacidad de discernimiento y,

con ello, responder penalmente.

e) Permiso para proceder: Este es un requisito ocasional, que

debe ser cumplido cada vez que el imputado tenga fuero y que importa

obtener permiso legal para proceder en contra del inculpado, lo que se

materializa en los procedimientos de desafuero y querella de capítulos.

LA ACCIÓN CIVIL:

La acción civil es el medio concedido a la víctima del hecho

punible, con el propósito que por su intermedio haga valer sus pretensiones

civiles tendientes a obtener la reparación de los efectos civiles del mismo.

Del artículo 59 fluye que la acción civil puede tener por objeto:

a) Obtener la restitución de los objetos incautados o recogidos

en el curso de una investigación.

De conformidad al artículo 189 del Código los intervinientes o

terceros pueden intentar estas reclamaciones o tercerías con el fin de

obtener la restitución de los objetos recogidos o incautados durante el

procedimiento.

Esta acción debe intentarse siempre ante el juez de garantía y

la resolución que las acoge se limita simplemente a declarar el derecho del

reclamante sobre los objetos pero no se efectúa su devolución hasta que se

concluya el procedimiento, salvo que el tribunal considere innecesaria su

conservación.

Existe una regla de excepción respecto de las cosas hurtadas,

robadas o estafadas, las cuales deben ser entregadas a su dueño en

cualquier etapa del procedimiento una vez comprobado su dominio por

cualquier medio y establecido su valor.

b) Acciones indemnizatorias:

Estas acciones tienen por objeto obtener la reparación de los

perjuicios provenientes del delito.

¿Quién puede ejercerlas?

De conformidad al artículo 59, dentro del procedimiento penal

sólo la víctima puede ejercer la acción civil. Debe tenerse presente que el

término víctima está definido en el artículo 108 del Código Procesal Penal,

44

Page 45: cuestionesgenerales (1)

norma que, además, señala a ciertas personas que, a falta de la víctima,

deben considerarse como tales.

De esta manera, los terceros civilmente perjudicados que no

sean víctimas sólo pueden ejercer sus acciones civiles ante el tribunal civil

que fuere competente de acuerdo a las reglas generales. Así lo dice el inciso

final del artículo 59.

¿Contra quien puede ejercerse?

En el proceso penal la acción civil sólo puede ejercerse en

contra del imputado. Así, las acciones civiles en contra de otras personas

distintas del imputado –terceros civilmente responsables-, deben intentarse

ante un tribunal civil, aplicándose el citado artículo 59 inciso final del Código.

Oportunidad para interponer la demanda civil:

Esta materia está regulada en el artículo 60 del Código, en

cuanto dispone que en el procedimiento penal la demanda civil debe

interponerse en la oportunidad prevista en el artículo 261, esto es, el término

que comienza desde la notificación de la acusación del Ministerio Público a

todos los intervinientes hasta quince días antes de la realización de la

audiencia de preparación de juicio oral, dentro del cual el querellante puede

definir que actitud asumirá en el juicio oral.

La demanda civil debe ser presentada por escrito, cumplir los

requisitos exigidos en el artículo 254 del Código de Procedimiento Civil y,

además, contener la indicación de los medios de prueba en los términos

expresados en el artículo 259 del Código Procesal Penal.

Por último cabe consignar que la demanda civil debe deducirse

conjuntamente con el escrito de adhesión o acusación particular.

Desistimiento y abandono de la acción civil:

Esta materia está regulada en el artículo 64 del Código.

En primer término la norma permite que la víctima de desista de

la acción civil en cualquier estado del procedimiento.

45

Page 46: cuestionesgenerales (1)

Respecto del abandono de la acción civil la norma señalada, en

su inciso segundo, establece que la acción civil se considera abandona si la

víctima no compareciere, sin justificación, a la audiencia de preparación del

juicio oral o a la audiencia del juicio oral. Se asimila así la situación del actor

civil a la del querellante respecto del cual el artículo 120 establece causales

similares de abandono de la querella.

Preparación de la demanda civil:

El artículo 261 posibilita que la víctima pueda preparar la

demanda civil, eso sí, con posterioridad a la formalización de la investigación,

pudiendo al efecto solicitar la práctica de diligencias que considere

necesarias para esclarecer los hechos que serán objetos de su demanda,

aplicándose lo dispuesto en los artículos 183 y 184 del Código.

La víctima, además, puede solicitar una media cautelar real de

aquellas previstas en el artículo 157, esto es, las medidas precautorias

establecidas en los artículos 290 y siguientes del Código de Procedimiento

Civil. Debe tenerse presente que en este caso las solicitudes se

substanciarán y regirán de acuerdo a lo previsto en las normas

correspondientes a las medias prejudiciales, mas el plazo para interponer la

demanda establecido en el artículo 280, esto es, diez días ampliables a

treinta, se extiende hasta la oportunidad prevista en el artículo 60 del Código

Procesal Penal.

Además la víctima puede solicitar una de estas medias

cautelares reales al momento de deducir la demanda civil.

Cabe consignar que, de acuerdo a lo establecido en el artículo

158 del Código, son apelables las resoluciones que niegan o dan lugar a

medidas precautorias.

La preparación de la demanda civil interrumpe la prescripción,

mas si la demanda no se deduce en la oportunidad antes señalada, la

prescripción se considerará como no interrumpida.

Tramitación de la demanda civil:

Una vez presentada la demanda la misma debe ser notificada al

acusado, de conformidad al artículo 262, hasta diez días antes de la

realización de la audiencia de preparación de juicio oral.

46

Page 47: cuestionesgenerales (1)

De acuerdo al artículo 62 el imputado debe oponer las

excepciones que correspondan y contestar la demanda civil en la

oportunidad señalada en el artículo 263. Además, puede señalar vicios

formales que adoleciere la demanda requiriendo su corrección.

En la audiencia de preparación de juicio oral el juez puede

ordenar que los vicios formales que adoleciere la demanda sean

subsanados: “sin suspender la audiencia si ello fuere posible”. Si es

necesario suspenderla, el término de corrección del procedimiento no puede

exceder de cinco días y si no es rectificada dentro de dicho plazo se tendrá

por no presentada. ( artículo 270.

El artículo 63 señala que todos los incidentes y excepciones

deducidos con ocasión de la interposición de la demanda y su contestación

deberán resolverse en la audiencia de preparación del juicio oral, sin

perjuicio de lo señalado en el párrafo anterior.

En la misma audiencia de preparación del juicio oral el juez

debe llamar al demandante y al imputado a conciliación, conforme lo dispone

el artículo 273, proponiendo las bases de arreglo, rigiendo al efecto lo

dispuesto en los artículos 263 y 267 del Código de Procedimiento Civil.

Debe tenerse presente la posibilidad de que el juez de garantía,

en la audiencia de preparación del juicio oral, luego de examinar la prueba

ofrecida y de oír a los intervinientes puede disponer, de acuerdo a lo

dispuesto en el artículo 276 del Código, que se excluyan del juicio oral

prueba ofrecida por estos en los casos indicados en dicha norma, entre la

que también se cuenta la prueba ofertada con relación a la o las demandas

civiles que se hubieren interpuesto.

De acuerdo al artículo 277 al término de la audiencia de

preparación del juicio oral el juez de garantía debe dictar el auto de apertura

del juicio oral que, entre otras materias, debe contener la demanda civil que

fuere objeto del juicio y las pruebas que deben rendirse en el juicio oral.

En el curso del juicio oral, el actor civil puede efectuar sus

alegaciones y rendir su prueba de conformidad a las reglas del juicio oral que

serán estudiadas en su oportunidad.

Prueba de la acción civil:

En cuanto a la prueba de la acción civil el Código, en el

artículo 324, reitera una regla que ya contenía el Código de Procedimiento

Penal en orden a que la prueba de las acciones civiles en el procedimiento

47

Page 48: cuestionesgenerales (1)

criminal se sujetará a las normas civiles en cuanto a la determinación de la

parte que debiere probar y a las disposiciones del Código Procesal Penal en

cuanto a su procedencia, oportunidad, forma de rendirla y apreciación de su

fuerza probatoria.

Esta regla se aplica también en el caso previsto en el artículo

173 del Código Orgánico de Tribunales, es decir cuando en el juicio criminal

se suscita cuestión sobre un hecho de carácter civil que sea uno de los

elementos que la ley penal estima para definir el delito que se persigue, o

para agravar o disminuir la pena, o para no estimar culpable al autor, pues

estas materias deben ser resueltas por el tribunal con competencia criminal.

Cuestión distinta es lo que ocurre con las denominadas

cuestiones prejudiciales civiles cuyo conocimiento y resolución corresponde

a los juzgados civiles.

Sentencia:

Una vez finalizado el juicio oral el tribunal debe dictar sentencia

definitiva en la causa en la cual, entre otras materias, debe contener, como lo

dispone el artículo 342 letra e): “La resolución que condenare o absolviere a

cada uno de los acusados por cada uno de los delitos que la acusación les

hubiere atribuido; la que se pronunciare sobre la responsabilidad civil de los

mismos y fijare el monto de las indemnizaciones a que hubiere lugar”.

Hay que tener presente que, como expresamente lo señala el

artículo 349 del Código, tanto en caso de absolución como de condena el

tribunal debe pronunciarse acerca de la demanda civil válidamente

interpuesta.

Sobre este punto debe tenerse presente que el Código, en su

artículo 67, expresamente consagra la independencia de la acción civil

respecto de la criminal, en términos que la circunstancia de dictarse

sentencia absolutoria en materia penal no impide que pueda darse lugar a la

acción civil, si ella es legalmente procedente. Esta norma viene en solucionar

así una cuestión que fue materia de algún debate en el procedimiento penal

antiguo pues, a falta de disposición que lo permitiera, se discutió si podía

condenarse civilmente a una persona absuelta penalmente.

Esta independencia se manifiesta también en la regla contenida

en el artículo 66, que establece que extinguida la acción civil no se entiende

extinguida la acción penal para la persecución del hecho punible. Así es

48

Page 49: cuestionesgenerales (1)

posible que las partes celebren una transacción sobre la acción civil en un

delito de acción penal pública que va a producir los efectos señalados en la

norma indicada. Igualmente, la existencia de plazos de prescripción de la

acción civil más cortos que la penal pueden provocar el mismo efecto.

Acción civil y formas distintas de terminación del procedimiento penal:

De acuerdo a lo dispuesto en el artículo 68, si antes de

comenzar el juicio oral el procedimiento penal continuare conforme a las

reglas del procedimiento abreviado o bien termina o se suspende por

cualquier causa, sin decisión acerca de la acción civil oportunamente

deducida, la prescripción continuará interrumpida siempre que la víctima

presentare su demanda ante el tribunal civil competente en el término de

sesenta días siguientes a aquel en que, por resolución ejecutoriada, se

dispusiere la suspensión o terminación el procedimiento penal.

En este caso la demanda y la resolución que recayere en ella

se notificará por cédula y el juicio se sujetará a las reglas del procedimiento

sumario. Si la demanda no es deducida en dicho plazo la prescripción

continuará corriendo como si no se hubiese interrumpido.

Durante ese mismo plazo mantiene vigencias las medidas

cautelares que se hubiesen decretado.

Por último dispone este artículo que si durante el juicio oral se

dicta sobreseimiento definitivo de acuerdo a las prescripciones del Código, el

tribunal debe continuar con el juicio para el sólo conocimiento y fallo de la

cuestión civil.

49

Page 50: cuestionesgenerales (1)

LOS SUJETOS PROCESALES:

Siguiendo a Alberto Binder podemos señalar que en doctrina se

distingue entre lo que se denomina “Derecho Procesal Penal” en sentido

estricto, esto es, las normas que estructuran los distintos actos procesales y

lo que se llama “Derecho de la Organización Judicial”, compresivo del

estudio de las normas que tienen que ver con la organización, no sólo de los

jueces, sino de todos los sujetos que, de un modo u otro, intervienen en el

proceso penal.

Sin perjuicio de estimarse que la influencia de las normas sobre

organización judicial sobre el funcionamiento efectivo de las puramente

procesales es muy grande y por lo mismo no resulta aceptable la separación

absoluta de unas y otras, para efectos teóricos la misma resulta conveniente.

En ese entendido podemos señalar que los sujetos que

intervienen en el proceso penal se pueden agrupar en tres sectores: a) el

juez y sus auxiliares; b) quienes acusan y llevan adelante la pretensión penal

(a la que puede sumarse la acción civil) y c) quienes se defienden. (imputado

y defensor como asistente suyo)

El Código Procesal Penal, en el Título IV del Libro Primero,

contiene diversas normas sobre sujetos procesales, dando tal categoría a los

tribunales, el Ministerio Público, la policía, el imputado, la defensa, la víctima

y al querellante.

En otros términos podemos señalar que el proceso penal se

desenvuelve gracias a la participación del conjunto de sujetos procesales,

cada cual hace uso de poderes jurídicos propios. Como señala el profesor

Vásquez Rossi, los sujetos procesales: “son aquellas personas de existencia

física que intervienen dentro del proceso y de los cuales emanan actos de

relevancia para la investigación, discusión y decisión de la cuestión sometida

u objeto procesal” (Derecho Procesal Penal, Rubinzal – Culzon Editores.

Buenos Aires 1.997, Tomo II pag. 62)

De acuerdo a la doctrina procesal los sujetos procesales

pueden ser “intervinientes” o “no intervinientes”. Los primeros están

vinculados a la controversia y a su solución. Lo segundos sólo realizan actos

significativos para la investigación, discusión o decisión, sin involucrarse en

la contradicción a que ella da a lugar para llegar a la solución jurisdiccional

del objeto penal en definitiva, como el caso de la policía o los tribunales..

50

Page 51: cuestionesgenerales (1)

LOS TRIBUNALES:

El párrafo primero del Titulo IV (artículos 69 a 76) se refiere al

tribunal como sujeto procesal. En dicho párrafo se contienen normas

relativas a denominaciones utilizadas por el Código, a competencia y

conflictos de competencia y a inhabilidades de los jueces de garantía y del

tribunal del juicio oral en lo penal.

Más allá de las materias reguladas en ese párrafo resulta

conveniente en esta parte dar algunas referencias respecto de la nueva

forma y organización de los tribunales a partir de la reforma al proceso penal.

Se ha dicho por algunos (Juan Enrique Vargas V., Nuevo

Proceso Penal, varios autores, pag. 333) que los cambios operados en la

estructura y funcionamiento de los tribunales en el nuevo sistema procesal

penal constituyen en sí mismo una reforma distinta de aquella que se realiza

al proceso penal, en cuanto tiene un sentido refundacional por la profundidad

de los cambios que entrañan.

Así, al pasar a ser la investigación de los delitos y el ejercicio de

la acción penal una función del Ministerio Público el rol de los tribunales se

concentra en velar por el respeto a las garantías fundamentales y decidir

sobre la inocencia y culpabilidad de los imputados, además de controlar, en

algunos casos, la juridicidad de otras formas de terminación del

procedimiento distintas de la sentencia definitiva.

Para ello el legislador estimó del caso crear dos tipos de

tribunales: los juzgados de garantía y los tribunales de juicio oral en lo penal.

A los primeros le corresponde velar por el respeto de las

garantías de las personas, principalmente en la etapa de investigación,

debiendo autorizar toda actuación del procedimiento que prive, perturbe o

restrinja derechos asegurados en la Constitución (art. 9); conocer y aprobar

ciertas formas de terminación anticipada (facultad de no hincar la

investigación y principio de oportunidad), salidas alternativas (acuerdos

reparatorios y suspensión condicional del procedimiento) y pronunciarse

sobre la procedencia de sobreseimientos temporales y definitivos solicitados

por el Ministerio Público. Además de ello debe realizar el juicio y dictar

sentencias en el procedimiento simplificado, monitorio y abreviado. También

le cabe dirigir la etapa de preparación del juicio oral dictando el auto de

apertura del mismo. Por último le compete conocer la ejecución de las

sentencias dictadas en el proceso penal.

51

Page 52: cuestionesgenerales (1)

A su turno al tribunal de juicio oral en lo penal le cabe conocer y

fallar el juicio oral.

No está de más indicar que los artículos 14 y 18 del Código

Orgánico de Tribunales señalan las materias que les corresponde conocer a

los tribunales de garantía y de juicio oral en lo penal respectivamente.

Organización de los Tribunales Penales:

En atención de las materias que corresponde conocer a los

tribunales penales se estimó del casó organizarlos de manera diferente. Así,

la labor de control propia de los tribunales de garantía puede ser ejercida por

jueces unipersonales no siendo obstáculo para ello el que, además, estos

tribunales deban fallar ciertos juicios pues se trata, por regla general, de

faltas y delitos menores o bien juicios en los que no se rinde prueba como en

el caso del procedimiento abreviado.

Mas, tratándose del juzgamiento de crímenes y simples delitos

de mayor gravedad, al resultar imposible la existencia del recurso de

apelación, en la medida que la aplicación de los principios de oralidad e

inmediación en el juicio resultan incompatibles con un nuevo análisis de

aspectos de hecho y de derecho involucrados que supone el recurso de

apelación, resultaba necesario que el conocimiento y fallo de estos hechos

quedara entregado a un tribunal colegiado de tres jueces letrados para

disminuir, al máximo, los márgenes de error en la apreciación y ponderación

de la prueba y la aplicación del derecho.

Gestión de los nuevos tribunales:

En lo que se refiere al modelo de gestión de los nuevos

tribunales se establecieron lineamientos generales de organización. Así

debía aprovecharse los modelos vigentes en el poder judicial, siempre que

fueran funcionales a las necesidades del nuevo sistema. En segundo lugar

la estructura administrativa debía estar al servicio de los jueces, liberándolos

de dichas tareas y, por último, se propendería a la constitución de tribunales

grandes de todo que varios jueces o salas compartieran un mismo personal

administrativo.

En ese entendido, se busca introducir en la administración de

los tribunales criterios de eficiencia y profesionalización, creándose la figura

del administrador del tribunal, quien debe ser profesional con un título de al

52

Page 53: cuestionesgenerales (1)

menos ocho semestres en las áreas de administración y gestión. Sus

funciones aparecen indicadas en los artículos 389 letras a) y siguientes del

Código Orgánico de Tribunales.

Además, se trata de flexibilizar la estructura organizacional de los

tribunales constituyéndolos a partir de secretarias comunes, lo que ocurre

aún tratándose de tribunales unipersonales como en el caso de los juzgados

de garantía. De este modo se aumenta considerablemente de número de

jueces pero se reduce el número de tribunales. (aproximadamente de 245

jueces a 809, mientras que los tribunales bajan de 245 a 195)

Este sistema debería permitir una mejor distribución de la carga

de trabajo y conjuntamente adecuarse al crecimiento de la demanda.

Se prevé una coordinación entre la administración del tribunal y

los jueces que integran los tribunales. Para ello se crea el comité de jueces y

el juez presidente de dicho comité con funciones establecidas, para cada

uno, en los artículos 23 y 24 del Código Orgánico de Tribunales.

Con lo anterior se elimina el cargo de secretario de tribunal.

Los nuevos tribunales tienen un organigrama administrativo

definido en la ley, a cuya cabeza aparece el administrador del tribunal,

apoyado, en los tribunales más grandes, de un subadministrador y de las

unidades indicadas en el artículo 25 del Código Orgánico de Tribunales a

cargo de un jefe de unidad, requiriéndose para todas las jefaturas títulos

profesionales.

53

Page 54: cuestionesgenerales (1)

EL MINISTERIO PÚBLICO

La transformación del sistema inquisitivo a uno acusatorio

tiene uno de sus pilares más importantes en la creación del Ministerio

Público, en la medida que esta institución: “permite la encarnación de la

persecución estatal en un órgano diverso al judicial”. (Rodrigo de la Barra,

Gaceta Jurídica N° 235, año 2.000)

Así la reforma busca quitar al poder judicial la función de

investigación y acusación limitándolo exclusivamente al cumplimiento de su

verdadero rol jurisdiccional y aquellas son entregadas a este organismo que,

sin perjuicio de la existencia de diversos funcionarios que desde la época del

Imperio romano su rol puede asociarse al de los fiscales en el proceso penal

moderno, es conocido como un “hijo de la revolución”, en cuanto en el

sistema inquisitivo reformado ideado con posterioridad a la Revolución

Francesa pasó a tener la titularidad en el ejercicio de la acción penal, sin

perjuicio de otras funciones que en ese entonces se le adjudicaron como el

control institucional de legalidad y constitucionalidad.

El Ministerio Público fue creado por la reforma constitucional

introducida por la ley 19.519 de 16 de septiembre del año 1.997, que agregó

a la Constitución Política de la República el capítulo VI-A, compuesto por

nueve artículos, signados con los números 80 A al 80 I.

El artículo 80 A, en su inciso primero, señala que: “Un

organismo autónomo, jerarquizado, con el nombre de Ministerio Público,

dirigirá en forma exclusiva la investigación de los hechos constitutivos de

delitos, los que determinen la participación punible y los que acrediten la

inocencia el imputado y, en su caso, ejercerá la acción penal pública en la

forma prevista por la ley. De igual manera le corresponderá la adopción de

medidas de seguridad para proteger a las víctimas y a los testigos. En caso

alguno podrá ejercer labores jurisdiccionales.”

Como se ve, esta norma contiene la definición de la institución,

fijando su ubicación institucional y sus roles más relevantes constituyendo,

pues, el eje sobre el cual se establece su reglamentación.

Esta reglamentación se encuentra en la ley 19.640, Orgánica

Constitucional del Ministerio Público, dictada el día 15 de octubre del año

1.999, sin perjuicio de que, además, el Código Procesal Penal se refiere a

sus actuaciones y facultades procesal en el curso del proceso penal.

54

Page 55: cuestionesgenerales (1)

Funciones del Ministerio Público:

Las funciones del Ministerio Público aparecen señaladas tanto

en el artículo 80 A de la Constitución como en el artículo 1° de la Ley

Orgánica de esta institución.

Así le corresponde la dirección exclusiva de la investigación en

materia penal; el ejercicio de la acción penal pública, y la protección de

víctimas y testigos.

En lo que se refiere a la investigación, al entregársele al

Ministerio Público se desecha así la posibilidad que la misma esté en manos

del Poder Judicial, incluso sobre la fórmula propuesta por algunos de un juez

instructor o investigador a la usanza española.

Esta labor de dirección de la investigación el Ministerio Público

no supone que realice directamente labores de investigación sino que actúe

auxiliado por la policía u otros organismos especializados, concibiéndose

esta labor como una etapa de preparación para el juicio oral, debiendo los

fiscales investigar los hechos denunciados reuniendo los medios de prueba

que, en su momento, pueden servir para respaldar una acusación frente al

tribunal de juicio oral que debe dictar el fallo.

La actividad de investigación del fiscal resulta así de carácter

administrativa y debe ser eminentemente desformalizada, estando facultado

para desarrollar todas aquellas diligencias que resulten técnicamente

apropiadas para el esclarecimiento de los hechos y la determinación de

responsabilidades penales. De esta manera se abandona el modelo de

instrucción formal establecido en el Código del año 1.906 en que el juez

incorporaba a un expediente actuaciones de prueba que pueden servir de

base para la dictación de la sentencia definitiva.

Ahora bien, en su labor de investigación, el Ministerio Público

debe regirse por el principio de objetividad en virtud del cual, de conformidad

a lo dispuesto en el artículo 3 de la ley 19.640, deben investigar, con igual

celo, no sólo los hechos y circunstancias que funden o agraven la

responsabilidad del imputado, sino también los que la eximan de ellas, la

extingan o atenúen.

Para que el Ministerio Público realice esta labor de manera

eficaz la ley otorga al propio Ministerio Público las facultades para organizar

su trabajo de modo eficaz. Los criterios de asignación, agrupación, control y

evaluación de casos no son regulados por la ley procesal sino que se trata

de definiciones que deben adoptar las autoridades superiores del Ministerio

55

Page 56: cuestionesgenerales (1)

Público, con lo que se pretende una racionalización de la persecución penal

a partir de criterios generales, dictados con competencia técnica y con visión

de conjunto respecto de todo el sistema.

Como límite a la actividad del Ministerio Público se consideran

los derechos de las personas. Así el artículo 9 del Código Procesal Penal

establece que el Ministerio Público requiere de autorización judicial previa

para toda actuación del procedimiento que privare al imputado a un tercero

del ejercicio de los derechos que la Constitución asegura, o lo restringiere o

perturbare.

La segunda función entregada al Ministerio Público es el

ejercicio de la acción penal respecto de la cual, en principio, tiene el

monopolio absoluto, sin embargo ello no significa que no existan otras vías

para el ejercicio de la acción penal por la víctima u otras personas

establecidas por la ley, en la medida que la ley permite, en los delitos de

acción penal pública, la intervención del querellante adhesivo o particular e,

incluso, por la vía del denominado forzamiento de la acusación, la sustitución

del Ministerio Público por el querellante o bien de la prescindencia de su

voluntad en el caso de los acuerdos reparatorios.

En el ejercicio de la acción penal pública el legislador establece

criterios de discrecionalidad en favor del Ministerio Público por medio de

diversas formas de oportunidad. (art. 167 a 170)

La última función, protección a las víctimas y testigos, refleja la

intención del legislador, manifestada no sólo con relación al Ministerio

Público, sino que también con el establecimiento de obligaciones para los

tribunales, la policía y demás auxiliares de la administración de justicia, de

que a la víctima se le otorgue un trato adecuado a su condición de ofendida y

de garantizar sus derechos en el procedimiento.

Se trata de una tendencia mundial de poner a la víctima en un

lugar central dentro de a la justicia criminal, de manera de evitar al máximo

todo tipo de perjuicio para esta y, además, tiende a lograr una mayor

eficiencia en el sistema buscando que la víctima y también los testigos

comparezcan al juicio.

Debe tenerse presente que la Ley Orgánica del Ministerio

Público, luego de indicar cuales son sus funciones, en su artículo 1°

expresamente señala que este organismo no podrá ejercer funciones

jurisdiccionales, consagrando así como principio su interdicción para este

tipo de funciones.

56

Page 57: cuestionesgenerales (1)

Estructura del Ministerio Público:

De acuerdo a lo establecido en su Ley orgánica Constitucional,

el Ministerio Público tiene cuatro órganos principales: La Fiscalía Nacional,

El Consejo General, las Fiscalías Regionales y las Fiscalías Locales.

a) El Fiscal Nacional y la Fiscalía Nacional.

De conformidad a lo dispuesto en el artículo 13 de la Ley

orgánica del Ministerio Público el Fiscal Nacional es el jefe superior del

Ministerio Público y responsable de su funcionamiento.

Para ser Fiscal Nacional debe reunirse los requisitos del artículo

14 de la Ley, esto es, ser ciudadano con derecho a sufragio, tener a lo

menos diez años el título de abogado, cuarenta años de edad y no

encontrarse sujeto a alguna de las incapacidades e incompatibilidades

previstas en la ley.

En su proceso de designación, regulado en el artículo 15 de la

Ley, intervienen la Corte Suprema, elaborando una quina; el Presidente de la

República, quien debe proponer uno de esos nombres al Senado, que, a su

turno, debe pronunciarse sobre la propuesta requiriéndose para su

aprobación los dos tercios de sus miembros en ejercicio.

El Fiscal Nacional dura diez años en su cargo y no puede ser

designado para un nuevo período. (art.16)

Funciones del Fiscal Nacional:

Estas están señaladas en el artículo 17, pero la que da sentido

al cargo es la de la letra a) esto es, fijar los criterios de actuación del

Ministerio Público para el cumplimiento de los objetivos de la institución,

como asimismo, permitiéndole que dicte instrucciones generales que estime

necesarias para el adecuado cumplimiento de las tareas de dirección de la

investigación de los hechos punibles, el ejercicio de la acción penal y

protección de las víctimas y testigos.

La ley, expresamente, veda al Fiscal Nacional la posibilidad de

dar instrucciones y ordenar u omitir la realización de actuaciones en casos

particulares, salvedad de los casos contemplados en el artículo 18, es decir,

en los hechos estimados como delitos cuando la investidura de las personas

involucradas como víctimas o imputados hiciere necesario que el Fiscal

57

Page 58: cuestionesgenerales (1)

Nacional asuma, de oficio y de manera excepcional, la dirección de la

investigación, el ejercicio de la acción pública y la protección de las víctimas

o testigos, con la finalidad de garantizar que dichas tareas se cumplirán con

absoluta independencia y autonomía.

La Fiscalía Nacional.

La Fiscalía Nacional es la oficina de apoyo a la labor del Fiscal

Nacional y está constituida por las seis unidades administrativas que indica

el artículo 20, todas bajo la organización y supervisión de Director Ejecutivo

Nacional, funcionario de exclusiva confianza del Fiscal Nacional.

b) El Consejo General:

El Consejo General, de acuerdo a lo previsto en el artículo 24

de la Ley Orgánica, es un órgano integrado por el Fiscal Nacional, quien lo

preside, y por los Fiscales Regionales.

Sus funciones están señaladas en el artículo 25, siendo

básicamente consultivas. Debe sesionar, ordinariamente, al menos, cuatro

veces al año y extraordinariamente cuando el Fiscal Nacional lo convoque.

d) Los Fiscales Regionales.

De conformidad a lo dispuesto en el artículo 27 de la Ley

Orgánica del Ministerio Público a los Fiscales Regionales les corresponde el

ejercicio de las funciones y atribuciones del Ministerio Público en la región o

extensión geográfica de la región que corresponda a la Fiscalía Regional a

su cargo, por sí o por medio de los fiscales adjuntos que se encuentren bajo

su dependencia.

De conformidad al artículo 28 debe existir un fiscal regional en

cada una de las regiones del país, con excepción de la Región Metropolitana

que contará con cuatro.

Para ser Fiscal Nacional debe reunirse los requisitos del artículo

31 de la Ley, esto es, ser ciudadano con derecho a sufragio; tener, a lo

menos, cinco años el título de abogado, treinta años de edad y no

encontrarse sujeto a alguna de las incapacidades e incompatibilidades

previstas en la ley.

58

Page 59: cuestionesgenerales (1)

Los Fiscales Regionales, de acuerdo al artículo 29, son

nombrados por el Fiscal Nacional de una terna que debe elaborar la o las

Cortes de Apelaciones de la respectiva región.

Los fiscales regionales duran diez años en su cargo y no

pueden ser designados para un nuevo período, sin perjuicio que puedan ser

nombrados en otro cargo del Ministerio Público. (art. 30)

Funciones de los Fiscales Regionales:

Son las indicadas en el artículo 32, pero lo más relevante es lo

ya señalado, dispuesto en el artículo 27, en orden a que a los Fiscales

Regionales les corresponde el ejercicio de las funciones y atribuciones del

Ministerio Público en la región o extensión geográfica de la región que

corresponda a la Fiscalía Regional a su cargo, por sí o por medio de los

fiscales adjuntos que se encuentren bajo su dependencia. En otros términos,

a ellos les corresponde realizar la investigación de los hechos constitutivos

de delito, el ejercicio de la acción penal y la adopción de medidas para

proteger víctimas y testigos.

Debe tenerse presente que el Fiscal Nacional, de acuerdo a lo

establecido en el artículo 19, puede disponer, de oficio y de manera

excepcional, que un fiscal regional asuma la dirección de la investigación, el

ejercicio de la acción penal pública y la protección de las víctimas o testigos

con relación a hechos delictivos que lo hicieren necesario por su gravedad o

por la complejidad de su investigación.

De la misma manera puede disponer que un fiscal regional

distinto de aquel en cuyo territorio se hubiese perpetrado los hechos tome a

su cargo las tareas antes señaladas cuando la necesidad de operar en varias

regiones así lo exigiese.

Estos dos casos constituyen, pues, excepciones a lo dispuesto

en el inciso segundo de la letra a) del artículo 17 en cuanto el Fiscal Nacional

no puede dar instrucciones y ordenar u omitir la realización de actuaciones

en casos particulares.

Las Fiscalías Regionales.

Las Fiscalías Regionales, en forma paralela a la Fiscalía

Nacional, constituyen las oficinas de apoyo administrativo a los Fiscales

Regionales y están constituidas por las cinco unidades administrativas que

59

Page 60: cuestionesgenerales (1)

indica el artículo 34, bajo la organización y supervisión de director ejecutivo

regional, funcionario de exclusiva confianza del fiscal regional respectivo.

e) Los Fiscales Adjuntos y las Fiscalías Locales

El artículo 38 de la ley expresamente dice que las fiscalías

locales son las unidades operativas de las Fiscalías Regionales para el

cumplimiento de las tareas de investigación, ejercicio de la acción penal y

protección de las víctimas y testigos.

Cada una contará con los fiscales adjuntos, profesionales y

personal de apoyo que determine el Fiscal Nacional a propuesta del fiscal

regional respectivo.

Si la fiscalía local tiene dos o más fiscales adjuntos a su cargo

de estará uno de ellos, denominado fiscal jefe, mientras cuente con la

confianza del fiscal regional.

Para ser nombrado fiscal adjunto se deben reunir los requisitos

establecidos en el artículo 42, siendo nombrados por el Fiscal Nacional de

una terna que debe elaborar el fiscal regional respectivo.

Funciones de los fiscales adjuntos:

De acuerdo al artículo 44 dentro de cada fiscalía local los

fiscales adjuntos deben ejercer las funciones del ministerio Público en los

casos que se le asignen, por lo que deben dirigir la investigación y, cuando

proceda, ejercer las demás atribuciones que la ley les otorgue de

conformidad, además, con las instrucciones generales que pueden impartir el

Fiscal Nacional y los fiscales regionales. Sin perjuicio de ello, la norma

indica, además, que los fiscales regionales pueden dar instrucciones a los

fiscales adjuntos en los casos particulares que se les asignen.

60

Page 61: cuestionesgenerales (1)

EL IMPUTADO:

Cuestiones generales.

Junto con el defensor, el imputado es uno de los sujetos

procesales denominados partes pasivas.

Según Vélez Mariconde, el imputado: “es aquella persona

contra quien se dirige la pretensión penal”. Debe hacerse notar que no se

habla de la acción penal, pues la misma se dirige en contra del juez, en la

medida que esta constituye el derecho a petición judicial, mientras que sí se

trata de la pretensión punitiva, esto es, el pedido de castigo contra una

persona.

Debe ponerse acento en el carácter de sujeto procesal que

tiene el imputado, idea que forma parte del derecho procesal moderno,

dejando así de lado la tradición inquisitiva para la cual el imputado no era,

sino, el objeto del proceso, en la medida que este no fue concebido como

una disputa entre partes iguales, en posiciones contrarias, sino como una

forma de averiguación de la verdad a cargo de una sola persona: el juez

inquisidor. Por el contrario, el proceso acusatorio, contradictorio, de partes,

una acusadora y otra acusada, este última no puede ser, sino, un sujeto

titular de derechos y garantías.

Sin perjuicio de que el imputado en ningún caso puede ser

considerado objeto del proceso penal, se discute si puede ser objeto de

prueba, en aquellos casos que actúa de esta última manera, como por

ejemplo, en el reconocimiento en rueda de presos, o bien, en el caso de

pruebas biológicas o psicológicas que pueden tomarse del acusado.

En lo que se refiere al reconocimiento en rueda de presos debe

considerarse que verdaderamente el medio de prueba es el testigo que lo

practica, que necesita la presencia del imputado para transmitir la

información que posee.

Más discutible es la situación de las pruebas biológicas y las

extracciones de sangre, en que se ha pretendido, por algunos, su

improcedencia sobre la base de que constituirían una forma de aportación de

prueba de cargo por parte del mismo imputado lo que sería contrario a sus

garantías básicas y a la obligación del agente de persecución penal de

demostrar la responsabilidad penal de este.

61

Page 62: cuestionesgenerales (1)

Sin embargo, otros estiman que en la medida que no se afecte

la integridad física y psíquica del imputado puede ser obligado a este tipo de

pruebas. Esta es la solución de nuestro Código Procesal Penal que en el

artículo 197 dispone que el Juez de garantía debe autorizar la realización de

exámenes corporales al imputado siempre que no fuere de temer un

menoscabo para su salud o dignidad. Por último cabe indicar que este tema

ha sido materia de encontradas discusiones ante tribunales internacionales

de Derechos Humanos, los que no han alcanzado decisiones al respecto.

De lo dispuesto en su artículo 7 podemos señalar que para el

Código Procesal Penal imputado es la persona a quien se le atribuye

participación en un hecho punible.

Dicha norma prescribe que las facultades, derechos y garantías

que la Constitución política, el Código y otras leyes reconocen al imputado

pueden hacerse valer desde la primera actuación del procedimiento,

entendiéndose por tal, cualquiera diligencia o gestión, sea de investigación,

de carácter cautelar o de otra especie, que se realizare por o ante un tribunal

con competencia en lo criminal, el ministerio público o la policía en la que se

le atribuye a una persona responsabilidad en un hecho punible y que la

misma se extiende hasta la completa ejecución de la sentencia.

No obstante la claridad de la norma el Fiscal Nacional, en su

instructivo N° 4, pretendió que no cabía considerar imputado a una persona

respecto de la cual no se hubiera formalizado la investigación ni formulado

cargos. Para ello entendió, sobre la base de lo dispuesto en los artículos 186

y 236, que antes de la formalización se está ante “afectados” por una

investigación pero no imputados, considerando así este último término

contenido en ambas disposiciones como una categoría procesal diversa.

Esta interpretación resulta inaceptable. El inciso segundo del

artículo 7 es de tal claridad que no admite, en caso alguno, diferir la

protección que el ordenamiento jurídico consagra para los imputados a un

momento que puede ser muy posterior en el desarrollo de la investigación o,

incluso, pudiendo mediar una privación de libertad por vía detención, lo que

además, constituye una vulneración flagrante a lo señalado en el artículo 94

del Código.

Claramente la utilización del término afectado en las dos

disposiciones citadas obedece a la posibilidad que terceros, no imputados,

puedan estar comprendidos en las situaciones que las mismas plantean.

Otro punto interesante es que la norma fija dentro del ámbito de

protección que el ordenamiento jurídico otorga a las personas que son

62

Page 63: cuestionesgenerales (1)

sujetos de la persecución penal, también la etapa de cumplimiento de las

penas impuestas, en la media que la norma expresamente que los

derechos reconocidos a los imputados podrán hacerse valer “hasta la

completa ejecución de la sentencia”.

Derechos y garantías del imputado.

El párrafo Cuarto del Título Iv del Libro Primero, artículos 93 a

98, regulan los derechos y garantías el imputado.

Lo primero que debe señalarse es que el imputado no sólo

tiene los derechos y garantías indicados en el párrafo, sino todos aquellos

que le confiera el ordenamiento jurídico, como ya se vio al analizar,

precisamente, el tema de las garantías. Ello, por lo demás, precisa

expresamente el artículo 93, sin perjuicio de agregar, además, que: “en

especial”, tiene los derechos contenidos en la norma, de lo que deviene

claramente que existen otros.

Los derechos consagrados en el artículo 93, como ya se

analizaron, dicen relación, fundamentalmente, con las diversas

manifestaciones que asume el derecho de defensa del imputado, a los que

se agrega el derecho a guardar silencio, como también el principio universal

de prohibición de tortura, o padecimiento de tratos crueles, inhumanos o

degradantes.

A su turno, el artículo 94 contiene una serie de derechos de los

imputados privados de libertad, también relacionados con el derecho de

defensa, de información y trato.

Cabe consignar, además, la obligación que impone el artículo

97 del Código al tribunal, ministerio público y policía de dejar constancia en

los respectivos registros de haber cumplido las normas legales que

establecen los derechos y garantías del imputado, de modo de poder

controlar efectivamente su cumplimento.

Declaraciones del imputado.

El artículo 98 del Código Procesal Penal contempla la declaración

del imputado como medio de defensa, erradicando así la tradicional

concepción, aceptada por el Código de Procedimiento Penal del año 1.906, de

considerar la declaración del imputado como un medio de prueba,

63

Page 64: cuestionesgenerales (1)

específicamente de confesión, que de conformidad a los principios recogidos

por diversas normas, entre otras el artículo 481 de este cuerpo legal, sólo

servía para demostrar la participación del acusado en el delito, mas se requería

que el hecho punible resultara acreditado por otros medios de prueba.

Siendo uno de los objetivos de la reforma al proceso penal su

adecuación a la normativa internacional sobre derecho humanos no podía,

sino, consagrase el derecho del imputado a guardar silencio, lo que hizo de

manera expresa el artículo 93 letra g) del Código a lo que se agrega el

derecho a ser informado del mismo, conforme aparece del artículo 135. De

esta forma, consagrándose el derecho señalado, un paso siguiente fue

erradicar el tratamiento de la declaración del imputado como medio de

prueba y consagrarla como una manifestación más del derecho de defensa.

Esa es la regulación que le otorga el artículo 98 del Código, que

dispone que durante todo el procedimiento y en cualquiera de sus etapas el

imputado tendrá siempre derecho a prestar declaración como un medio de

defensa de la imputación que se le dirigiere. En consonancia con lo anterior el

artículo 8, en su inciso segundo, dispone que el imputado tendrá derecho a

formular los planteamientos y alegaciones que considere oportunos, así como

intervenir en todas las actuaciones judiciales y en las demás actuaciones del

procedimiento, salva las excepciones expresamente previstas en el Código.

Ahora, cuando el imputado desee prestar declaración, la misma

no puede recibirse bajo juramento, debiendo limitarse el tribunal a exhortarlo a

que diga la verdad y a que responda con claridad y precisión las preguntas que

se le formularen, aplicándose la norma especial del juicio oral contenida en el

artículo 326.

Mención especial merece la regla del inciso cuarto el artículo 98

del Código, en cuanto permite al juez de garantía sugerir al Ministerio Público la

práctica de una determinada diligencia de investigación cuando lo soliciten el

imputado o su defensor y la misma aparezca necesaria para el ejercicio de la

defensa y el respeto del principio de objetividad. Debe recodarse que la

dirección de la investigación es una cuestión de competencia exclusiva del

Ministerio Público, de suerte que la posibilidad que el tribunal pueda sugerir la

realización de una determinada diligencia de investigación altera este principio

de la persecución penal, mas se justifica por las garantías de defensa y de

justo y racional procedimiento que se ven involucradas. A la anterior debe

agregarse la posibilidad del artículo 257 del Código que derechamente prevé la

posibilidad de que el tribunal disponga la práctica de diligencias de

investigación, pero sólo una vez que la misma se haya cerrado y siempre que

64

Page 65: cuestionesgenerales (1)

la misma hubiese sido pedida por alguno de los intervinientes durante su

desarrollo.

Una cuestión que se vincula con las declaraciones del imputado

es aquella que dice relación con la valoración de la misma como medio de

prueba cuando, en el desarrollo de un juicio, al prestar declaración, el

imputado reconoce, en todo o en parte, la existencia del delito o de su

participación en el mismo, resultando así que la misma, en la práctica no

opera como un medio de defensa.

La respuesta a esta interrogante debe ser necesariamente

positiva pues, sin perjuicio de que el Código Procesal Penal erradicó el

tratamiento de la declaración del imputado como el medio de prueba confesión,

nada impide que, en la medida que el acusado reconozca en el juicio parte o la

totalidad de los hechos que le son imputados, el tribunal valore sus dichos

como prueba.

En primer término, por cuanto el artículo 295 dispone que todos

los hechos y circunstancias pertinentes para la solución del caso pueden ser

probados por cualquier medio producido e incorporado en conformidad a la ley,

medios que, a su turno, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 297,

pueden ser valorados por el tribunal con entera libertad, siempre que no se

contradigan los principios de la lógica, las máximas de la experiencia y los

conocimientos científicamente afianzados.

En segundo lugar porque el artículo 323, que establece la

procedencia de incorporar al juicio oral otros medios de prueba no regulados

expresamente, permite la utilización de cualquier medio apto para producir fe,

como puede ser, precisamente, la deposición del imputado.

En tercer lugar, y de manera categórica, por que el artículo 340

inciso final del Código Procesal Penal establece que nadie puede ser

condenado con el solo mérito de su propia declaración, de lo que sigue,

necesariamente, que la ley prevé la posibilidad de otorgar valor a la declaración

del imputado, con la limitación que por sí misma, no puede sustentar una

sentencia condenatoria.

Por lo demás, el procedimiento simplificado contempla la

imposición de una sentencia condenatoria sobre la base de la admisión de

responsabilidad de los hechos por parte del imputado, como se ve en el artículo

395 del Código, mientras que conceptualmente lo mismo puede decirse del

procedimiento abreviado que, para su aplicación, requiere que el imputado

acepte los hechos contenidos en la acusación y los antecedentes de

investigación en que la misma se funda. (art. 406 inciso segundo)

65

Page 66: cuestionesgenerales (1)

66

Page 67: cuestionesgenerales (1)

AMPARO ANTE EL JUEZ DE GARANTÍA.

Cuestiones previas:

El artículo 95 del Código Procesal Penal regula lo que denomina

amparo ante el juez de garantía.

En uno de los informes de la Comisión de Legislación y Justicia

del Senado de señaló que se trata de una acción especial de amparo, cuyo

objetivo es velar por el respeto de la garantía constitucional de libertad

personal de un individuo afectado por una actuación del fiscal o de la policía,

con el objeto que sea conducido ante el juez de garantía para velar por la

legalidad de su detención.

Se trata, pues, de una acción distinta al recurso de amparo

previsto en el artículo 21 de la Constitución Política de la República como

que quedó claro en la tramitación legislativa y, finalmente, en el inciso final

del artículo 95 del Código.

En el nuevo Código Procesal Penal se suprimieron las normas

relativas a la regulación del recurso de amparo del artículo 21 de la

Constitución que sí contenía en Código de Procedimiento Penal del año

1.906 en sus artículos 306 y siguientes. Ello por cuanto se vio la necesidad

de legislar separadamente acerca de las acciones de amparo

constitucionales, teniendo presente que el recurso de amparo puede referirse

a amenazas o privaciones de libertad ajenas al ámbito del proceso penal

como, por ejemplo, por resoluciones de carácter administrativo. Sin embargo

no puede pensarse que el recurso de amparo constitucional quedó

circunscrito a las amenazas o privaciones de libertad de origen no judicial

como pretendieron verlo algunos legisladores, (por ejemplo el senador Sergio

Diez) pues expresamente la mayoría de los legisladores y el Ministro de

Justicia indicaron que también era una remedio procesal para reclamar sobre

privaciones de libertad dispuestas judicialmente. Por eso se agregó el inciso

tercero al artículo 95 que expresamente estableció la posibilidad de utilizar el

amparo constitucional para reclamar de privaciones de libertad ordenadas

por resolución judicial.

Por lo demás, si se analiza lo dispuesto en el artículo 21 de la

Constitución en cuanto establece que el recurso de amparo puede deducirse

por toda aquel que se encontrare arrestado, detenido o preso, o bien a favor

de toda persona que ilegalmente sufra cualquier privación, perturbación o

amenaza de su derecho a la libertad personal y seguridad individual,

67

Page 68: cuestionesgenerales (1)

debemos convenir que es de tal amplitud que no puede pretenderse su

improcedencia respecto de privaciones de libertad originadas en

resoluciones judiciales.

Características del amparo ante el juez de garantía.

a) Tribunal competente para conocerlo. La consagración de este mecanismo de amparo debe

necesariamente relacionarse con el sentido garantístico del nuevo sistema y

se relaciona con el rol cautelar de garantías que, en términos generales,

entrega el artículo 10 del Código al juez de garantías.

El artículo 95 regula este amparo como el derecho de toda

persona privada de libertad, para ser conducida, sin demora, ante el juez de

garantía, para que se examine la legalidad de su privación de libertad y, en

todo caso, para que se examine las condiciones en las que se encontrare.

Este acción puede ejercerla la persona privada de libertad, por

sí misma, o bien, por su abogado, sus parientes o cualquier persona a su

nombre, ante el juez que conozca del caso o bien el del lugar donde ella se

encuentra privada de libertad.

La referencia al “juez que conociere del caso” contenida en el

inciso segundo plantea el problema de si ese puede ser uno distinto del juez

de garantía. Por ejemplo, el tribunal del juicio oral, si la causa está en esa

instancia. Esa es la posición del señor Fiscal Nacional (Instructivo General

N° 51)

Sin embargo, el epígrafe de la norma, que sin ser ley sirve para

interpretar su sentido, la referencia exclusiva que el inciso primero hace al

juez de garantía y su rol cautelar general, parece limitar la competencia

exclusivamente a este tribunal y no a otro. Por lo demás, ello está en

concordancia con las normas de competencia contendidas en el Código

Orgánico de Tribunales, que, en lo que se refiere a los jueces de garantía,

expresamente señala, en el artículo 14 N° 1, que le corresponde: “Asegurar

los derechos del imputado y demás intervinientes en el proceso penal, de

acuerdo a la ley procesal penal”.

b) Ámbito de aplicación.

Otro problema se plantea con la amplitud de esta acción cautelar

el que puede analizarse desde dos puntos de vista.

68

Page 69: cuestionesgenerales (1)

El primero dice relación con la posibilidad de utilizar este

remedio respecto de personas que no están privadas de libertad, pero sí

amenazadas en esta o bien experimenten algún grado de perturbación o

restricción de la libertad personal. Por sus características y finalidad

pareciera que debe restringirse su utilización exclusivamente a los casos de

privación efectiva de libertad, sin perjuicio de que pareciere desprenderse del

tenor literal de la norma.

Desde otro punto de vista y acotada este amparo a las

privaciones efectivas de libertad, debe responderse ¿cuales son las

privaciones de libertad que autorizan esta acción?

El inciso tercero descarta de plano la impugnación de la

legalidad de una detención por esta vía si la misma a sido ordenada por

resolución judicial, pues en tal caso la misma sólo puede ser atacada por los

medios procesales que correspondan ante el tribunal que la hubiere dictado

o bien, por medio del recurso de amparo constitucional.

Si la libertad ha sido dispuesta por un tribunal no penal, por

ejemplo, apremios decretados por un tribunal de menores o civiles, se

presenta la duda si también es aplicable el señalado inciso tercero. La

respuesta parece ser afirmativa, tanto por que la ley no distingue, como por

que no parece que tribunales de una misma o inferior jerarquía puedan

revisar la legalidad de lo actuado por otro, aún con competencia diferente,

por aplicación del principio de inavocabilidad contenido en el artículo 8 del

Código Orgánico de Tribunales.

También se plantea el problema con privaciones de libertad que

sean ajenas al proceso penal dispuestas por autoridades administrativas.

Algunos, el Fiscal Nacional por ejemplo, han entendido que quedarían fuera

del ámbito de control del juez de garantías por esta vía. Sin embargo, en el

entendido que el artículo 95 no distingue, salvo en el caso del inciso tercero,

el origen de las privaciones de libertad y el rol general de la judicatura en la

protección de los derechos de las personas, especialísimamente el de

libertad personal, no parece un despropósito establecer que esta acción

pueda alcanzar el ámbito de control de la legalidad de detenciones

practicadas por orden de autoridades administrativas.

Lo que sí resulta claro es que la acción del artículo 95 puede ser

utilizada en todos los casos de detenciones practicadas en situaciones de

flagrancia por funcionarios policiales o por cualquier persona.

69

Page 70: cuestionesgenerales (1)

c) Objeto del amparo:

De conformidad a lo dispuesto en el artículo 95 del Código

Procesal Penal resulta indubitado que siempre este amparo tendrá por

finalidad que se determine judicialmente las condiciones en que se encuentra

la persona privada de libertad, lo que supone el resguardo a la integridad

física y psíquica de esta.

Un segundo objeto que señala la norma es el examen de la

legalidad de la privación de libertad. El punto puede plantear la controversia

de acerca de la profundidad de dicho examen. Así una posibilidad es que se

refiera a la legalidad formal de la privación de libertad, esto es, que el juez

se limite a constatar la existencia de una causa legal que lo amerite; por

ejemplo, tratándose de la detención en caso de flagrancia por un crimen,

bastaría que el juez recibiera la información policial sobre el hecho que la

motiva y que el mismo quede comprendido objetivamente en el ilícito que

justifica la detención. Sí, en el caso propuesto, el hecho no es constitutivo de

un delito que autorice la detención, por ejemplo, falta no prevista

expresamente por la ley, debería decretarse ilegal la detención.

La segunda posibilidad es entender que este amparo habilitaría

al juez para analizar el mérito de la detención, estudiando si efectivamente

se ha cometido el delito y la persona privada ha tenido participación en el

mismo.

Por sus características, debiera estarse por la primera

posibilidad, salvo para el caso que entendiésemos que este recurso también

es procedente respeto de privaciones de libertad dispuestas por autoridades

administrativas, pues, en tal caso, el rol de la judicatura debiera autorizar

para analizar el mérito sustantivo de la misma. En los demás casos,

practicándose la privación de libertad en el marco del proceso penal, que

contempla mecanismos temporales inmediatos de control de la legalidad de

la detención, tanto por el Ministerio Público como por el mismo juez de

garantía, pareciere que por vía del recurso de amparo el tribunal sólo podría

avocarse el control de la legalidad formal de la privación de libertad pues el

mismo proceso establece los mecanismos adecuados de protección de los

derechos de los imputados pero, además, los de garantía de los derechos de

la víctima y de la función de persecución del Ministerio Público, en la medida

que tales decisiones de adoptan en audiencias a las que pueden concurrir

todos los intervinientes en audiencia y en las que rige el principio de

contradicción.

70

Page 71: cuestionesgenerales (1)

LA DEFENSA:

Como ya se señaló el Código contempló la defensa del

imputado como un sujeto procesal independiente de este, en la medida que

al defensor, en cuanto tal, la ley le reconoce una serie de derechos y

facultades, sin perjuicio que, además, como lo dispone el artículo 104,

puede ejercer todos los que de acuerdo a la ley corresponden al imputado

salvo que la ley reserve su ejercicio a este último.

El Código Procesal Penal, al momento de regular la defensa

dentro del título de los sujetos procesales, reglamenta el derecho del

imputado a designar defensor de confianza o, en su defecto, a que se le

designe un defensor público, sin perjuicio de que aún en este último caso

tiene siempre la posibilidad de elegir, posteriormente, a otro de su confianza.

(102 y 107) Además, expresamente dispone la sanción de nulidad para las

actuaciones a las que debiendo, no comparezca el defensor, salvo lo

dispuesto en el artículo 286. ( 103)

El artículo 105 dispone la posibilidad de defensa común para

varios imputados salvo que las mismas fueren incompatibles.

Por último, el artículo 106 se refiere a la renuncia del abogado

defensor, indicando que la misma no lo libera de realizar los actos inmediatos

y urgentes que fueren necesarios para impedir la indefensión del imputado.

En caso de renuncia o de abandono de la defensa el tribunal debe designar

un defensor público, salvo que el imputado eligiere a uno de su confianza.

LA VÍCTIMA:

Concepto:

Haciendo eco a la tendencia legislativa comparada y a las

modernas orientaciones doctrinarias, el nuevo sistema de enjuiciamiento

criminal ha tratado de otorgarle un rol preponderante a la víctima,

reconociéndole derechos por el mero de hecho de serlo y sin necesidad del

ejercicio de actos procesales determinados y formales, como la interposición

de una querella.

Así hemos vistos que dentro de las obligaciones fundamentales

del Ministerio Público se contempla la protección de la víctima dándole a la

misma, incluso rango constitucional. Dicha obligación está también en el

Código Procesal Penal en cuyo artículo 6, además de reiterarla para el

71

Page 72: cuestionesgenerales (1)

Ministerio Público, la contempla, como principio básico del procedimiento,

también para los tribunales, en el sentido de que garantizar de conformidad

a la ley la vigencia de sus derechos durante el procedimiento y para la policía

y demás organismos auxiliares, en términos del deber de otorgarle un trato

acorde a su condición de víctima, procurando facilitar al máximo su

participación en los trámites que debiera intervenir.

De este modo, contemplando la ley respecto a la víctima, por su

mera calidad, una serie de derechos, se la contempló como sujeto procesal

en el título respectivo.

El artículo 108 da un concepto de víctima, entendiendo por tal al

ofendido por el delito, debiendo comprenderse dentro de este tanto a

personas naturales como jurídicas, como quedó registrado en el debate de la

Comisión de Legislación y Justicia del Senado.

Ofendido por el delito es el sujeto pasivo del mismo, es decir, el

titular de los bienes jurídicos afectados por el delito, como también el sujeto

pasivo de la acción, es decir, el que sufre la acción delictiva aun cuando no

sea titular del bien jurídico afectado (por ejemplo el cajero del banco en que

se comete un delito de robo con intimidación)

No puede considerarse víctima, eso sí, a los meros

perjudicados desde el punto de vista patrimonial por el delito, por ejemplo

las entidades aseguradoras o el propietario del vehículo que conducía un

tercero lesionado en un delito culposo.

Dicha norma establece, además, que en caso de muerte del

ofendido y en los casos que éste no pudiere ejercer los derechos que el

Código le otorga, se consideran víctimas:

a) al cónyuge y a los hijos;

b) a los ascendientes;

c) al conviviente;

d) a los hermanos, y

e) al adoptante y al adoptado.

Debe señalarse que objeto de discusión fue la inclusión de los

convivientes dentro de las personas que se consideran víctimas, sin embargo

se estimó el caso dejarla por tratarse la convivencia de una situación de

hecho extendida en la sociedad y que presenta características de estabilidad

que el legislador no puede negarse a admitir.

Por otra parte la referencia al adoptante y al adoptado fue

aprobada en el entendido que se refiere a aquellos casos de adopción no

constitutiva de estado civil, - contrato de adopción y adopción simple-

72

Page 73: cuestionesgenerales (1)

ocurridas bajo el marco de la legislación anterior a la ley vigente en la

materia.

Eso sí la ley se encarga de regular la intervención de estas

personas en el lugar de la víctima, estableciéndose en el inciso final que la

enumeración del artículo constituye un orden de prelación, de manera que la

intervención de una o más persona pertenecientes a una categoría superior

excluye a las comprendidas en las categorías siguientes.

En este caso, tratándose de un orden de prelación, debiera

entenderse que la intervención de una de las personas pertenecientes a las

categorías posteriores no excluye la posibilidad de que los hagan las

indicadas en las anteriores, sin perjuicio de que se produzca preclusión de

facultades procesales, mas luego de la intervención del de grado anterior

debe entenderse sí que queda excluido el de grado posterior que ya haya

intervenido, sin perjuicio de que lo obrado por éste último sea válido desde

que la exclusión no tiene efecto retroactivo.

Por último, debe señalarse que si ninguna de las personas que

pueden ejercer los derechos de víctima intervienen en el procedimiento, de

acuerdo a lo previsto en el artículo 110, el Ministerio Público está obligado a

informar sus resultados al cónyuge del ofendido por el delito o, en su defecto,

a alguno de los hijos u otra de estas personas.

Derechos de la víctima

Están establecidos en el artículo 109 del Código mas, desde

luego, debe señalarse que tal numeración no es taxativa, tanto por que la

norma expresamente lo señala como por cuanto el Código establece otros

derechos para la víctima, por ejemplo, en el artículo 78.

Debe indicarse que se precisó en el artículo 109 que quien

pudiere ser considerado víctima pero tiene la calidad de imputado no puede

ejercer los derechos de aquellas, sin perjuicio de los que le corresponden por

su segunda calidad.

EL QUERELLANTE:

Aún cuando resulte obvio querellante es quien deduce una

querella, la que, a su vez, puede ser definida, siguiendo al profesor Héctor

Oberg Yánez: “como el acto procesal consistente en una declaración de

73

Page 74: cuestionesgenerales (1)

voluntad dirigida al órgano jurisdiccional, por el cual el sujeto activo, además

de poner en su conocimiento la noticia de un hecho que reviste los

caracteres de delito, solicita la iniciación de un proceso frente a una o varias

personas determinadas o determinables y de constituirse en parte acusadora

el mismo, proponiendo que ser realicen los actos encaminados al

aseguramiento y comprobación de los elementos de la futura pretensión

punitiva y de resarcimiento de perjuicios en su caso.” (Derecho Procesal

Penal, ediciones Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, Universidad de

Concepción, pag. 62 y 63)

La querella es pues una forma de iniciar la investigación, por el

Ministerio Público, de los hechos que revisten los caracteres de delito (art.

172 del Código) pero, además, es el medio formal de constituirse en parte de

la investigación y, en el futuro, de todas las etapas que de ella se originen,

con la consecuente posibilidad de ejercer los derechos y facultades que

como pleno interviniente la legislación le otorga. Esto último tan es así que

aún cuando la investigación ya se haya iniciado por alguno otro de los

medios aptos para ello, -de oficio o por denuncia- de todas formas se puede

deducir una querella para los otros fines indicados.

Ahora, debe considerarse que tratándose de delitos de acción

penal privada la querella, de conformidad a lo establecido en el artículo 400

del Código, es el único medio para promover la acción penal y, en caso de

desistimiento de esta, el tribunal, de acuerdo al artículo 401, debe decretar el

sobreseimiento definitivo de la causa.

La intervención del querellante, en los delitos de acción penal

pública, no es necesaria ni irrevocable.

No es necesaria pues en este tipo de delitos la participación de

un querellante no es obligatoria. No es irrevocable por cuanto puede

desistirse de la querella y el proceso seguirá subsistiendo. Lo anterior pues

debe recordarse que por aplicación de los principios de oficialidad y legalidad

tratándose de delitos de acción penal pública deben ser perseguidos por el

Estado de oficio, sin considerar la voluntad del ofendido ni de ninguna otra

persona y el Ministerio Público está obligado a iniciar y sostener la

persecución penal sin que pueda suspenderla o hacerla cesar a su arbitrio.

74

Page 75: cuestionesgenerales (1)

¿Quién puede querellarse?

De conformidad a lo dispuesto en el artículo 111, como regla

general, la querella sólo puede ser interpuesta por la víctima, su

representante legal o su heredero testamentario.

Merece algún comentario la inclusión del heredero

testamentario pues este se encuentra vinculado por una relación meramente

patrimonial con el ofendido por el delito, de lo que sigue que el derecho a

interponer la querella que tiene el personalmente ofendido por el delito

tendría ese carácter patrimonial y sería transmisible.

Debe indicarse sí que la Comisión de Legislación y Justicia del

Senado excluyó al heredero testamentario del listado de las personas que,

de acuerdo a lo señalado en el artículo 108 del Código, se consideran

víctimas en caso de delitos cuya consecuencia fuere la muerte del ofendido o

de que no pudiere ejercer los derechos que el Código se le otorga,

precisamente, por el carácter meramente patrimonial de la relación entre

estos.

El artículo 111, además, plantea dos situaciones especiales en

que se permite a ejercer la querella a personas que no necesariamente

podrían considerarse víctimas del delito.

Así, en primer término, se permite que cualquier persona

domiciliada en la provincia deduzca querella tratándose de hechos punibles

cometidos en la misma que constituyeren delitos terroristas o delitos

cometidos por un funcionario público que afectaren derechos e las personas

garantizados por la Constitución contra la probidad pública.

En segundo término se permite, a cualquier persona

domiciliada, ahora en la región, querellarse respecto de delitos cometidos en

la misma que afectaren intereses sociales relevantes o de la colectividad en

su conjunto.

Por último cabe consignar que el artículo 116 prohíbe que se

querellen entre sí los cónyuges, a no ser por delito que uno hubiere cometido

en contra el otro o contra sus hijos o por el delito de bigamia, como

asimismo, los consanguíneos en toda la línea recta, los colaterales y afines

hasta el segundo grado, a no ser por delitos cometidos por unos contra los

otros o contra su cónyuge o hijos.

75

Page 76: cuestionesgenerales (1)

Requisitos de la querella

Son los señalados en el artículo 113 del Código.

La norma expresamente señala que se trata de un escrito y,

además, formal, en la medida que el incumplimiento de sus requisitos puede

traer, como sanción mediata, la declaración de inadmisibilidad como se

desprende de la letra b) del artículo 114.

Oportunidad para deducir la querella y admisibilidad de la misma.

De conformidad al artículo 112 la querella pude presentarse en

cualquier momento, mientras el fiscal no declare cerrada la investigación.

La querella, como lo señala el artículo 113, debe ser presentada

ante el juez de garantía y, admitida a tramitación, este debe remitirla al

ministerio público.

A su turno, dispone el artículo 114, el juez no debe admitir a

tramitación la querella cuando: a) fuere presentada extemporáneamente, es

decir, de acuerdo a lo establecido en el artículo112; b) cuando, habiendo

otorgado al querellante un plazo de tres días para subsanar los defectos que

presente la querella por falta de alguno de los requisitos indicados en el

artículo 113, nos se realizaren las modificaciones pertinentes; c) cuando los

hechos expuestos no fueren constitutivos de delito; d) si de los antecedentes

apareciera de manifiesto que la responsabilidad penal del imputado se

encuentre extinguida, y e) cuando se deduzca por persona no autorizada por

la ley.

En los dos primeros casos de declaración de inadmisibilidad,

de acuerdo al artículo 117, tratándose de un delito de acción penal pública,

el juez de todas formas la debe poner en conocimiento del ministerio público

para ser tenida como denuncia, siempre que no le constare que la

investigación del hecho hubiere sido iniciada de otro modo.

Resulta contradictoria incluir la causal de inadmisbilidad de la

letra a) del artículo 114, es decir la extemporaneidad de su presentación, lo

que se traduce en hacerlo una vez que el fiscal ha cerrado la investigación,

con la norma que obliga a remitir los antecedentes de todas formas al fiscal

para ser tenida como denuncia a menos que conste que la investigación se

hubiere iniciado de otro modo pues, precisamente la causa de la misma

76

Page 77: cuestionesgenerales (1)

supone conocimiento de la existencia de la investigación del hecho y, más

aún, que la misma está terminada.

A su turno, si el tribunal declara inadmisible la querella por la

causal de la letra d) del artículo 114) esto es, por estar manifiestamente

extinguida la responsabilidad penal del imputado, tal declaración debe

hacerla con citación del Ministerio Público, como la misma norma lo dispone.

En caso que el tribunal declare inadmisible la querella la

resolución es apelable pues expresamente el artículo 115 concede el

recurso. Por el contrario, si la admite a tramitación dicha resolución es

inapelable.

Desistimiento y abandono de la querella.

De acuerdo al artículo 118 el querellante puede desistirse de su

querella en cualquier momento del procedimiento. Debe tenerse presente

que el desistimiento, respecto de delitos de acción penal pública no supone

ningún efecto respecto de la acción, en cambio, tratándose de delitos de

acción penal privada, la extinguen debiendo el tribunal de conformidad a lo

dispuesto en el artículo 401 decretar el sobreseimiento definitivo.

El mismo artículo 118 y el 119 regulan efecto del desistimiento

con relación a las costas y al querellado.

A su vez, el artículo 120 establece tres casos de abandono de

la querella, que supone una sanción procesal para el querellante que deja

realizar actuaciones procesales esenciales en el procedimiento y que se

traduce en la imposibilidad de ejercer los derechos que en esa calidad le

confiere el Código. (121)

Los casos que prevé el artículo 120 son los siguientes: a)

Cuando no adhiere a la acusación fiscal o no acusa particularmente e n la

oportunidad correspondiente; b) cuando no asiste a la audiencia de

preparación del juicio oral sin causa debidamente justificada, y c) cuando no

concurre a la audiencia del juicio oral o se ausenta de ella sin autorización

del tribunal.

El mismo artículo 120 hace apelable la resolución que declara

el abandono de la querella, sin suspender el curso del procedimiento; por el

contrario, la que lo rechaza es apelable.

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