Cultura Por Encargo

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Alejandro Antúnez Olguín Filosofía Contemporánea II “Cultura por encargo” Este capítulo me hizo recordar a algo que Ortega y Gasset una vez se preguntó, ¿quién manda en el mundo? El hombre masa es quien manda en el mundo porque él cree hacerlo. Adorno y Horkeimer completarían esta respuesta diciendo que si bien el hombre masa cree mandar, eso está muy alejado de la realidad, el sistema es el que manda y es ese mismo sistema quien le hace creer que manda. Claramente se observa lo que ha generado la industria cultural, un movimiento creciente totalizador, el cual no tiene otro motivo más que manipular sistemáticamente a la sociedad que se vuelve únicamente consumista de su propia cultura. En efecto, la sociedad homogénea y amorfa que constituye la modernidad —el hombre masa— no puede ser catalogada por otra cosa que consumidora, consumidora de arte y de cultura; cualquier cosa es producto si se encuentra inmerso en este ámbito capitalista, un actor, un alfarero, un cantante, una pintura, todo lo es. Más aun, la industria cultural hace creer que todo producto, toda mercancía tiene valor en sí mismo —cuando sólo lo tiene como beneficio satisfactorio pasajero—; dicho de otro modo, cada producto se quiere individual ya que ésta sirve para fortalecer esa idea totalizadora en la medida que provoca apego y una ilusión de satisfacción de necesidades igualmente ilusorias. Aquí sólo vemos mandamientos inventados para una vida feliz, exhortaciones a la conformidad a lo que tiene detrás suyo los

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Alejandro Antnez OlgunFilosofa Contempornea IICultura por encargoEste captulo me hizo recordar a algo que Ortega y Gasset una vez se pregunt, quin manda en el mundo? El hombre masa es quien manda en el mundo porque l cree hacerlo. Adorno y Horkeimer completaran esta respuesta diciendo que si bien el hombre masa cree mandar, eso est muy alejado de la realidad, el sistema es el que manda y es ese mismo sistema quien le hace creer que manda.Claramente se observa lo que ha generado la industria cultural, un movimiento creciente totalizador, el cual no tiene otro motivo ms que manipular sistemticamente a la sociedad que se vuelve nicamente consumista de su propia cultura. En efecto, la sociedad homognea y amorfa que constituye la modernidad el hombre masa no puede ser catalogada por otra cosa que consumidora, consumidora de arte y de cultura; cualquier cosa es producto si se encuentra inmerso en este mbito capitalista, un actor, un alfarero, un cantante, una pintura, todo lo es. Ms aun, la industria cultural hace creer que todo producto, toda mercanca tiene valor en s mismo cuando slo lo tiene como beneficio satisfactorio pasajero; dicho de otro modo, cada producto se quiere individual ya que sta sirve para fortalecer esa idea totalizadora en la medida que provoca apego y una ilusin de satisfaccin de necesidades igualmente ilusorias. Aqu slo vemos mandamientos inventados para una vida feliz, exhortaciones a la conformidad a lo que tiene detrs suyo los ms grandes intereses las grandes industrias, manipuladoras de los ncleos culturales. La industria cultural, pues constituye la estructura donde se dan los movimientos de sometimiento de los individuos.Por otro lado, igual que quienes consumen la industria cultural, quienes la producen aparecen tambin como una funcin sometida y pasiva del sistema. Los artistas se encuentran encerrados dentro de la estructura cultural donde su creatividad es oprimida bajo la forma del trabajo dependiente. As, del mismo modo que los individuos creados en compradores con un sentimiento de dependencia, los artistas se convierten en empleados de esta industria, pues sta proporciona seguridad. Aqu nace la cultura por encargo, esa que se puede apreciar en las pantallas de cine, en las bocinas de los radios y en los televisores. Los artistas tratan de generar satisfactores a una sociedad pasiva y consumista generando ya no obras de arte como se crea de aquellas en las pocas antiguas, sino como simples productos intiles en el sentido peyorativo, con apariencia de vitales para ambos lados.