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EENTRE los indios KOGIS del norte de Colombia, un nio de cuatro aos es alejado de su familia y llevado a

Podrn las culturas ancestrales encontrar la libertad de cambiar segn sus principios? Por WADE DAVIS

las alturas de la Sierra Nevada, donde ser preparado para el sacerdocio. Los siguientes dieciocho aos no ver la luz del Sol, recluido en cabaas de piedra por dos periodos de nueve aos, en clara consonancia con los nueve meses que pas en el seno de su madre natural. Una vez en el seno de la Madre divina, las tinieblas y sombras en que vivir le darn el don de la videncia, la capacidad de ver no slo el futuro y el pasado sino tambin ms all de las ilusiones materiales del Universo. Al final, despus de aos de estudio y prctica rigurosa, llega el gran momento de la revelacin: una maana clara, cuando el Sol domina las laderas de las montaas, el iniciado es llevado hacia la luz del amanecer Hasta ese momento el mundo slo ha existido en su pensamiento; ahora lo contempla por primera vez en su plenitud, que es la belleza trascendente de la Tierra. En un instante confirma todo cuanto ha aprendido; a su lado, de pie, el anciano que lo ha preparado cubre el horizonte con un movimiento del brazo, como diciendo Ves, es como te dije Esta tradicin es tan slo un ejemplo del repertorio infinito de la imaginacin humana engendrado por la cultura. En Hait, una sacerdotisa del vud responde al ritmo de los tambores y, guiada por el espritu, recoge brasas al rojo vivo sin lastimarse. En las tierras bajas amaznicas, un cazador waorani detecta la esencia de orina animal a cuarenta pasos e identifica, en medio de la selva tropical, a qu especie pertenece. En Mxico, un agricultor mazateca enva complejos mensajes al otro lado de los amplios valles de la regin montaosa donde vive con silbidos que imitan la entonacin de su lengua. Un vocabulario basado en el viento. Saber que estos pueblos existen, que el chamn jaguar viaja ms all de la Va Lctea, que los mitos de los ancianos atapascos guardan su resonancia, significa recordar que nuestro mundo no existe en un sentido univoco, sino que es un modelo de la realidad. Los penans, nmadas de las selvas de Borneo; los pastores ariaals de los desiertos de Kenya; los agricultores chipayas, que arrancan su sustento de las tierras yermas de Bolivia: hay otras posibilidades, otras formas de pensar y vivir con la Tierra. En todo el mundo, cerca de 300 millones de personas, lo que equivale apenas a cinco por ciento de la poblacin total, an mantienen una fuerte identidad como miembros de una cultura indgena con races histricas y lingsticas, perteneciente, segn los mitos y la memoria, a un lugar en particular. Con todo, sus visiones nicas de la vida se van disolviendo cada vez ms en la espiral de los cambios. En Brasil, la fiebre del oro trae enfermedades a los yanomamis y en una dcada acaba con la cuarta parte de la poblacin y muchos de los 8,500 sobrevivientes quedan en el hambre y el desamparo. En Nigeria, contaminantes provenientes de la industria petrolera saturan el delta del ro Nger, hogar de los ogonis, empobreciendo los otrora frtiles suelos.

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n Tfbet, seis mil monumentos y monasterios, todos templos de sabidura y veneracin, son reducidos a escombros a manos de los chinos. En las selvas del Congo, las enfermedades sexualmente transmisibles y de otros tipos tradas de fuera estn devastando a los pigmeos. Estos no son hechos aislados sino manifestaciones de un fenmeno mundial que ser recordado seguramente como uno de los hitos de este siglo. No hay mejor forma de medir esta crisis que con el nmero de lenguas desaparecidas: a lo largo de la historia han existido unas 10 mil lenguas; hoy, de las apenas seis mil habladas, muchas no se ensean a los nios de hecho, ya son lenguas muertas y slo 300 tienen ms de un milln de hablantes. En un siglo ms podra perderse la mitad de las lenguas hoy habladas. Ms que un conjunto de palabras o de reglas gramaticales, una lengua es un destello del espritu humano por el cual el alma de una cultura se apropia del mundo. Una lengua opina Michael Krauss, de la Universidad de Alaska es tan divina y misteriosa como un organismo vivo. Por qu habramos de lamentar menos la desaparicin de una lengua que la extincin de una especie? La analoga biolgica es perfectamente aplicable. Cuando la extincin es compensada con el nacimiento de nuevas especies, es un fenmeno normal; el alud de especies desaparecidas a causa de las actividades humanas,1

en cambio, no tiene precedente. Las lenguas, como las culturas y las especies, tambin han evolucionado siempre, slo que en nuestros das desaparecen a un ritmo alarmante: a la vuelta de una o dos generaciones. Perder una lengua es como tirar una bomba sobre el Louvre; se lamenta Ken Hale, del Instituto Tecnolgico de Massachusetts. Conforme mueren las lenguas, mueren las culturas. Aparte de que el mundo se convierte en un lugar menos interesante, se sacrifica tambin el saber natural, los avances intelectuales de milenios. La cuestin es si las culturas ancestrales encontrarn la libertad de cambiar segn sus propios principios, adoptando los aspectos que del mundo moderno les sean benficos y rechazando las intrusiones que slo daen su espritu y su legado. Con esta pregunta en mente emprend dos viajes acompaado de mi colega, la fotgrafa Maria Stenzel: uno a las selvas tropicales de Borneo, hogar de algunos de los ltimos nmadas del sureste de Asia; el otro, a los desiertos de Africa oriental, desde siempre habitados por pastores errabundos, entre ellos los ariaals y los rendilles. ARAM SE LLAMA UN Ro CON EL COLOR DE LA TIERRA. Al norte,las tierras de Sarawak se pierden en el mar de China Meridional, donde flotas de cargueros japoneses llenan el horizonte en espera de las mareas y del momento de llenar sus bodegas de troncos bastos de las selvas de Borneo. Ciento cincuenta kilmetros ro arriba, en las riberas del ro Tutoh, en el campamento de penans llamado Long Iman, mi viejo amigo Mutang caza cerdos salvajes para venderlos a los leadores de un campamento cercano. Su padre, Tuo, jefe de la vivienda comunal, naci en la selva, en los tiempos en que casi todos los penans eran cazadores y recolectores. Pero toda su vida Mutang ha presenciado la tala frentica que desde hace tres dcadas aqueja a Malasia, cuyas exportaciones de maderas tropicales que en su mayora vienen de los estados de Sabah y Sarawak equivalen al 33 por ciento del total mundial. Los rboles caen, los penans quedan desprovistos de su medio natural de subsistencia y entonces tienen que desplazarse a los campamentos gubernamentales, construidos con el fin de que la gente abandone las selvas. El resultado es que menos de 300 de los apenas siete mil penans son nmadas todava. Long Iman luce desolada: es una vivienda comunal de madera con techos de zinc, amplios cuartos vacos y ventanas cerradas que los protegen del viento, El ro lleva cieno y desperdicios, sus aguas ya no pueden beberse. Las lluvias vespertinas convierten los claros que rodean el campamento en lodazales donde juegan los nios. Al encontrarnos Maria y yo con Tuo, despus de aterrizar junto al ro, ste nos saluda calurosamente tocando nuestras manos y pasando luego sus dedos sobre su corazn. Ni l ni yo hemos de mencionar nuestros nombres: el uno al otro nos llamamos pad, hermano, el saludo apropiado. Hace treinta aos, oficiales del gobierno convencieron a Tuo de que se asentara en Long Iman. Las instalaciones prometidas escuelas y clnicas nunca se construyeron. Los pocos puestos de trabajo son sobre todo ocupaciones serviles en los aserraderos; casi sin experiencia, los penans no son buenos agricultores. Para Tuo, rememorar el pasado no es cuestin de mera nostalgia sino la aoranza de los tiempos en que sus hijos no tenan que ir a dormir hambrientos y la gente viva por la gracia de la selva, ajenos al cataclismo que los acechaba. Explico a Tuo el propsito de nuestro viaje: llegar hasta uno de los ltimos grupos nmadas, un puado de familias provenientes del ro Uhong, que viven la mayor parte del tiempo en los alejados trechos del Parque Nacional Gunung Mulu, un refugio montaoso que nace en el ro Tutoh. Slo en los confines del parque la selva es virgen y la forma tradicional de subsistencia se mantiene intacta. Nos acompaa lan Mackenzie, un lingista canadiense dedicado a una labor de aos: compilar el primer diccionario y gramtica de la lengua de los penans.

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Un rquiem o un respiro? Hay por lo menos dnco mil culturas indgenas en todo el mundo. Este mapa slo sugiere su diversidad. Si bien son marginados de la mayora de las sociedades, estos pueblos han sobrevivido. En opinin de Julian Burger, de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU, por todo el mundo los pueblos2

indgenas estn afirmando su identidad cultural, reclamando el derecho a controlar su futuro y es Jbrzndose por recuperar las tierras ancestrales Esta es su dcima estancia entre los penans; para m es la tercera visita. Tras pedirle que organice una expedicin de la noche a la maana, Tuo est listo al amanecer con su equipo. Durante dos largos das nos internamos en la selva por una ruta que asciende y cae con cada una de las colinas que se suceden. Deleitados por estar lejos del campamento, los penans se dedican a buscar rastros en la selva, como la caza de claos al atardecer, las huellas de venados y osos, la recoleccin de los frutos maduros de los mangos. Para ellos, aun para los que acaban de hacerse sedentarios, el punto de llegada est en todas partes y en ninguna y la capacidad de sobrevivencia est por toda la selva. A la tercera maana nuestro grupo arriba a la cima de una colina empinada; hemos llegado hasta los nmadas. Apenas raya el Sol y los gritos de los gibones llenan la bveda de la selva. El humo de las fogatas se mezcla con la suave niebla. Un grupo de cazadores regresa. Tuo inclina la cabeza y reza su oracin matutina: Gracias por el sol que aparece, por los rboles y por la selva de abundancia, los rboles que fueron creados por Ti, y no por los hombres En esta colina, en Lamin Samp, donde generaciones de penans se han sucedido, quedan cuatro familias que viven bajo precarias techumbres de palos y roten situadas en lo alto de la selva. Su jefe es Asik, a quien conoc diez aos atrs en las riberas del ro Tutoh, que entonces discurra limpio. Asik acababa de estar en prisin por participar en bloqueos con los que se haba logrado detener la tala en buena parte de Sarawak. Ademn quijotesco en cuanto confrontacin entre cerbatanas y bulldozers, las protestas encendieron el movimiento ambientalista internacional, al punto de hacer que el senador estadounidense Al Gore describiera a los penans como los soldados en el frente de batalla para salvar la lierra. Pero la tala no se detuvo. Desde los tiempo. de nuestros orfgencs u lamenta Amik hemos protegido los rboles y los animales, cada cosa viva de la selva. Lo sabemos. Est en nuestras leyendas y tradiciones. Cuando pensamos en los lugares y en nuestra tierra, nuestros corazones~ ~se inquietan. A donde quiera que voy siento ganas de llorar. Para los penans ver destruidas sus selvas significa mucho ms que perder sus medios de subsistencia: significa la muerte de un pueblo. La selva es su casa; toda su historia est registrada en el paisaje. Peter Brosius, antroplogo de la Universidad de Georgia, vivi casi cuatro aos entre los penans. La tierra opina est llena de significados culturales. Slo para las corrientes de agua tienen ms de dos mil nombres, cada uno portador de su propia historia. Los bulldozers y las carreteras deforman los rasgos identificables. Una vez abierta la bveda de la selva, la masa impenetrable de maleza espinosa imposibilita el paso y el movlmiento. La resonancia cultural del paisaje, todos los sitios de importancia biogrfica, social e histrica quedan ocultos, y se desata, por ende, una especie de amnesia colectiva. POR LA MAANA acompaamos a los nios a recolectar frutos de la selva. Pajak, el ms viejo de los nmadas, quien jura que nunca entrar a un campamento, enva con nosotros a dos de sus hijas, Tud y Lesevet. El salvaje laberinto de veredas y vegetacin habra logrado extraviarnos en un segundo de no ser porque podemos seguir los ligeros pasos de las nias, que an no cumplen ni diez aos de vida. Las pequeas saltan sobre caadas, sortean palmas espinosas, resoplan de gusto mientras trepan, una mano en rpida sucesin de la otra, por lianas que llevan a ramas llenas de langsats blancos dulces como el nctar que, sacudida la rama, son recogidos y llevados al campamento en cestos de roten. Por el camino, cerca del campamento, Asik nos muestra plantas que curan, otras que matan y hierbas mgicas que, segn se cree, dan poder a los perros de caza y desvanecen las fuerzas de la oscuridad. Existen rboles que producen resinas y gomas poco comunes que se comercian con los mercaderes viajantes, enredaderas de las que se obtienen cordeles y fibras para hacer cestos, una liana cuyos rescoldos arden por das y que sirve para transportar el fuego. la planta ms importante de todas es el shag o palma asitica, el rbol de la vida. Esa maana, Asik ya haba recolectado toda una cosecha. Luego, sobre una cama de hojas frescas, parte las secciones de los troncos en mitades longitudinales y con parsimonia muele la suave mdula. Disuelta en agua, la mdula forma una densa pasta que al secar se convierte en harina de shag, base de la subsistencia de los nmadas. En una tarde, Asik y Juna aseguran el alimento de una semana. Dos noches despus, cerca del crepsculo, cuando los truenos llenan el valle y la bveda de la selva cobra vida con el electrizante estruendo de las cigarras, nos sentamos cerca de una fogata en la que Tuo prepara la cabeza de un pequeo venado. Todo lo que escuchamos, explica, es parte de un lenguaje del espritu: el trueno es3

la encarnacin de balei jaau, la mas poderosa de las formas mgicas de los bosques; los rboles florecen cuando perciben el canto del faisn; escuchadas desde cierto ngulo, las voces de las aves portan buenos augurios, si vienen de otro lado son un presagio funesto. Es dable que grupos enteros de cazadores regresen en atencin al llamado de un martn pescador o el grito de un halcn. Asik sale de entre la vegetacin con el rostro rasguado y sangrante por el encuentro con una enredadera espinosa cuando buscaba lagartos varanos. Tuo re cuando Asik narra su insensata aventura: todo un da siguiendo rastros sin obtener nada. Luego aparece el sobrino de Asik, de nombre Gemuk. El asombro de encontrarnos en su hogar lo lleva a vaciar una cesta de rambutanes a nuestros pies, frutos que cost horas recolectar. Otros penans llegan cargados de cestos de buaa nakan (una fruta) para ser asados, hongos silvestres para preparar sopa, shag y suculentas hojas verdes. Ante el anuncio de Gemuk de que no es uno sino que son dos los cerdos salvajes que han sido sacrificados, Asik grita de gusto: No se queden con hambre. Est bien que se llenen~ Momentos despus omos un grito proveniente de las colinas; otras dos familias llegan mientras una fuerte tormenta triza el cielo. En medio de la lluvia empecinada erigen lamines, refugios que lleva una hora construir y que los albergarn un mes. Adultos y jvenes cortan palos y roten para armar la estructura; las mujeres colectan hojas de palmera para tramar la techumbre. Alguien enciende un fuego. los ms pequeos se apian bajo las hojas mientras los mayores ayudan a sus padres. Observo al padrastro de Asik, Lakei Padeng, un anciano conocido como cara negra~ vaciar los fardos de roten. Dos familias cinco adultos, once nios tienen por propiedad comunal una tetera, una olla, varias piedras de afilar, aljabas con dardos y cerbatanas, esteras para dormir, un hacha, unos cuantos andrajos, un cofrecillo de metal con llave, dos linternas, una reproductora de cintas, tres cintas, ocho perros, dos monos. Los penans son profundamente diferentes comenta lan esa misma noche. Son un pueblo sin escritura, por lo que todo su vocabulario equivale siempre al repertorio de su mejor narrador. Tienen una palaCULTURAS EN EXTINCIN bra para l~ della> y ellos pero seis para nosotros; ocho para referirme al shag, por ser la planta que les permite sobrevivir. Compartir es una obligacin entre ellos, por lo que no existe una palabra que signifique gracias. Pueden nombrar cientos de rboles, pero no hay una palabra para selva. Su mundo est dividido en tanalihep, tanalalun la tierra que ofrece sombra, la tierra de la abundancia y tanatasa la tierra destruida. Donde quieren que vivamos dice Asik refirindose a la poltica malaya de instar a los penans a que se asienten en los lugares como Long Inian ya no hay shags, los rboles han sido destruidos y la tierra est arruinada. Ya no hay animales, los ros Llenen lodo. Aqu dormimos en troncos duros, pero tenemos mucho que comer. En su discurso frente a un grupo de lderes europeos y asiticos en 1990, el primer ministro Mahathir Mohamad coment: Nuestra poltica busca que todos los habitantes de la selva se integren a la sociedad establecida... No hay nada de romntico en quienes estn en el desamparo, hambrientos y son portadores de enfermedades. No queremos que deambulen como animales, es la opinin de James Wong, ministro de Vivienda y Salud Pblica de Sarawak. Nadie tiene la autoridad moral para negarie a los penans el derecho de integrarse a la sociedad malaya. Si bien de forma individual algunos penans se han beneficiado del desarrollo econmico de los ltimos treinta aos y la poblacin ha aumentado a ms del doble gracias principalmente a las mejoras en materia de salubridad, la gran mayora, que vive en los campamentos, slo ha visto crecer su pobreza. Las polticas malayas han despertado las crticas de antroplogos y activistas pro derechos humanos, entre ellos David Maybury-Lewis, profesor de antropologa en Harvard y presidente de Cultural Surv,val, una organizacin sin fines de lucro que trabaja con pueblos indgenas. Maybury-Lewis ve en la situacin que viven los penans uno de los sntomas de un dilema mundial. El genocidio informa, la exterminacin fisica de un pueblo, es mundialmente condenada. Pero el etnocidio, la destruccin de la forma de vida de un pueblo, no slo no es condenado cuando los afectados son pueblos indgenas sino defendido como una poltica acertada. LOS MALAYOS pretenden emancipar a los penans de su atraso; es decir, liberarlos de ser quienes son en realidad. Suele decirse que los pueblos indgenas, como los penans, son un obstculo para el desarrollo; idea que se toma como fundamento para desposeerlos y destruir su forma de vida; luego su desaparicin se califica de inevitable, pues no puede esperarse que tal saber arcanzo sobreviva en el mundo moderno. Creer que las sociedades indgenas no pueden cambiar y estn condenadas a extinguirse es un error, en4

opinin de Maybury-Lewis. Las culturas desaparecen slo cuando se ven rebasadas por las fuerzas externas y cuando las condiciones que les son impuestas les impiden adaptarse. Muchas veces concluye el antroplogo , nos entrometemos en vidas que apenas entendemos. Salpicado de lagos que alguna vez fueron crteres volcnicos y cubierto de espesas selvas, el monte Marsabit se levanta como un frtil centinela sobre las tierras yermas del norte de Kenya; al este, la planicie se extiende hasta Somalia; al sur y el oeste est el desierto de Kaisut, y ms all se dhuja el contorno dc las montaas Ndoto, a ms de 2,600metros sobre la blancura de las tierras bajas. Por milenios, en este lugar pulularon grupos nmadas de pastores, apacibles viajeros de estas tierras en compaa de sus animales. Desplazarse era la clave de la sobrevivencia. La sequa, esa hambre prolongada que desciende Inmisericorde de un cielo que se inarchita, no era una cruel anomala sino parte constante aunque impredecible de la vida y el clima. Sobrevivir a la sequa fue la prueba esencial que hizo a los habitantes del desierto keniano ser quienes son. En respuesta a una sucesin de sequas particularmente devastadoras padecidas en las dcadas de los setenta y los ochenta junto con la hambruna resultante del conflicto tnico y la guerra entre Etiopa y Somalia, una multitud de organizaciones internacionales acudi a dar auxilio. Misiones de ayuda con clnicas, iglesias, escuelas y alimentos gratuitos hicieron que la gente dejara las tierras ridas. Al mismo tiempo y pese a las pruebas que demostraban lo contrario, los crculos occidentales impulsores del desarrollo dieron por sentado que los nmadas eran culpables de degradar su medio ambiente mediante el pastoreo inmoderado. En 1976, la ONU comenz un programa con presupuesto de varios millones de dlares en el distrito de Marsahit para impulsar a dos tribus en especifico, los ariaals y los rendilles, fuertemente vinculados unos a otros, a que se asentaran y participaran de una economa monetaria. La intencin coincida en todos sus aspectos con los intereses de los kenia-nos, que ven en los nmadas un smbolo del pasado, y en la educacin y la modernizacin las claves del futuro de su pas. Para los 10 mil pastores ariaals las circunstancias no eran tan apremiantes como para forzarlos a asentarse, pues en las laderas occidentales del monte Marsabit y en las faldas de las montaas Ndoto, donde Para enfrentar las armas defrego de los ladrones de ganado, un guerrero ariaalporta un rifle que le fue provisto por el gobierno. Sin armas seramos blancos fciles; dice Joseph Lekuton, un miembro de la tribu educado en Estados Unidos. Dependientes de las vacas para obtener la leche y la sangre que los nutren, los 10 mil ariaals que viven en los alrededores del monte Mara bit siguen siendo nmadas, oponindose a las presiones del go bierno para que se establezcan. casi siempre haba agua, mantenan ganado mientras que en las planicies mucho ms bajas sus camellos merodeaban a la sombra de las frgiles acacias. Por el contrario, los 30 mil rendilles, camelleros habitantes del desierto de Kaisut, perdieron casi todo por las sequas y se desplazaron en millares a los campamentos de asistencia. Para 1985, ms de la mitad de ellos viva en el desamparo en las afueras de los pueblos de Korr y Kargi, en dependencia total de la caridad recibida de las misiones. Envuelto en un mantn rojo, adornados los lbulos de las orejas con oro, un viejo de rostro marchito alcanza mi mano e imperturbable escupe sobre mi palma. Es una forma de saludo; me explica Kevin Smith, joven antroplogo de la Universidad del Estado de Utah, mientras junto con Jonathan Lengalen, el mejor de sus amigos entre los ariaals, recorremos Karare, una comunidad ubicada en la ladera sur del monte Marsabit. Bajo la luna llena lonathan nos gua entre pastizales por un camino gredoso hacia su manyata, un puado de refugios rematados en cpula construidos con ramas y lodo, excremento y fragmentos de piel de vaca. De entre las sombras aparecen los guerreros ariaals, altos y esbeltos, con el cabello peinado en estrechas trenzas teidas de rojo con ocre y grasa, y sus cuerpos que relucen con sus ornamentos. Todos van armados con espadas envainadas en piel, garrotes de madera, lanzas de hierro y el extico rifle de asalto. Todos entonan cantos resonantes que atraen a las jvenes, tambin bellamente ataviadas con abalorios y ocre, al claro. Los guerreros avanzan, golpeando a las jvenes con sus cabelleras y brincando al aire, con sus espadas que refulgen bajo el claro de luna. L05 CANTOS Y LA DANZA continan hasta bien entrada la noche. Al trmino de las lluvias, el pasto es copioso y la leche abunda. Es tiempo de verdadero regocijo, una poca de celebracin, y casi a diario se festeja una boda. El Sol nos sorprende envueltos en una suave bruma acompaando a Sekwa Lesuyai y su padrino de bodas, quienes arran un toro y ocho terneras por un camino que sube hasta el hogar de la novia, Nantalian Lenure. Los dos hombres durmieron toda la noche a un lado de los animales, resguardando los regalos que asegurarn el matrimonio. La madre de la novia lava los pies de los hombres con leche. El toro es matado y su carne distribuida con precisin ritual. Los ms viejos preparan t y luego se alejan del manyata hacia la espesura para asar y comer su porcin de carne. Las mujeres acompaan a Nantalian. Dios es grande entonan, grande como una montaa; la novia es bella, dulce como el perfume. Slo hasta entrada la tarde arriban los guerreros a reanudar su danza con tal intensidad que algunos caen en trance.5

Dos das despus, Jonathan nos invita a pernoctar en uno de los lejanos campamentos, o fora, donde los guerreros viven apartados con los jvenes, encargados de cuidar y proteger los rebaos y combatir a las tribus enemigas. Durante diez aos, el tiempo que media entre la circuncisin y la boda autorizada por los ancianos, pasan cada noche al aire libre, durmiendo entre las rocas y alimentndose de sopas hechas con hierbas silvestres y leche fresca y sangre, obtenida sta cada atardecer del cuello de una ternera. Sentado entre los guerreros a la luz de la luna, con el sonido de los cencerros de las vacas como fondo y las caras amistosas de los cebes alrededor del fuego, entiendo por qu para los Si perdemos nuestras vacas explica Jonathati, perdemos nuestra fe en la vida misma. Todos nuestros rituales y ceremonias pierden su significado sin los animales. Luego coge una vara ardiente, separa las pavesas y las deja caer en su calabacn vaco de leche. A falta de agua, as es como los ariaals limpian sus vasljas. A medida que Jonathan habla sobre la tribu, el perfil de esa cultura se dibuja en mi mente como las pginas de una vieja monografa. Cualquier aspecto de esta cultura se finca en la necesidad de administrar riesgos. Si se tiene un gran rebao, cuando menos algunos de los animales sobrevivirn concluye Jonathan. Mantener intacto el rebao es vital. Cuidar de cientos de animales crea la necesidad de tener muchos hijos y esposas. La poligamia resuelve este problema, pero crea inevitablemente tensiones en la sociedad: al tener los hombres mayores tres y a veces cuatro esposas, hay invariablemente pocas mujeres disponibles para los jvenes. Esto se resuelve librndose de stos y envindolos a los campamentos de guerreros; pero para hacer deseable su salida, sta se reviste de prestigio. El paso ms importante en la vida de un hombre joven es su circuncisin pblica, el momento en que l y sus compaeros entran al privilegiado mundo de los guerreros. La ceremonia ocurre slo cada 14 aos, y quienes la celebran juntos quedan vinculados de por vida. Te sientas completamente quieto recuerda Jonathan, con las piernas separadas, mientras tu amigo ms cercano soporta tu espalda. Te baan en leche. Todos cantan o gritan, advirtindote que no te muevas. Todos tus familiares te prometen animales si eres valiente. Se puede reunir todo un rebao con tantas promesas tan frenticas. Pero ests muy decidido. Slo esperas que la navaja tenga suficiente filo. Todo termina en segundos, pero parecen aos. Le habilidad de rnaraciones aparece en los hbiles dedos de las mujeres chipayas que peinan a otra. AL terminar de ser peinada, portar cientos de trenzas tan delgadas como un listn, a la usanza de sus ancestros, contemporneos de los incas de Per.A pesar de la sequa, del fro y las seducciones de la vida en la ciudad, cerca de dos mil chipayas continan vinculados con su patria en elAltiplano. Si un joven llega a mostrar la mfnima exprcsln de miedo o dolor cuando recibe en el prepucio los nueve cortes correspondientes, avergonzar a su clan para siempre y posiblemente sea golpeado hasta morir Pocos sucumben, pues el honor es inmenso. Despus de pasar diez das en la montaa, Kevin Smith y yo descendemos al desierto para visitar Lewogoso y Losidan, dos campamentos de nmadas ariaals en las faldas de las montaas Ndoto, y luego al pueblo de Korr, la misin donde tantos rendilles se han asentado. El contraste entre uno y otro mundo no podra ser mayor En los tanyatas ariaals las tradiciones estn arraigadas y son duraderas.~S()hre las salientes de roca los guerreros pintados de ocre otean, cual aves de presa, el escaso nmero de camellos y de ganado que transita por los caminos del desierto. En Lewogoso las mujeres y los ninos pastorean cabras y ovejas y obtienen por las maanas sangre de las caras de los camellos. En Losidan ha ocurrido una muerte. El manyata est desierto; como es costumbre, el pueblo se ha ido. Siguindolos a travs del desierto nos encontramos con Kanikis, un laibon, curandero y adivino, quien lee el futuro por medio de piedras de colores y huesos que caen de su calabacn a una tela verde extendida bajo la sombra de una acacia. Al combatir la brujera con amuletos y hierbas, adems de proteger a los animales y a la gente, ofrece un asidero de certidumbre espiritual en medio de esta tierra inhspita. En fecha tan reciente como 1975, Korr era un acufero estacional visitado por pequeos grupos de camelleros rendilles. Ese ao misioneros italianos levantaron algunas construcciones para ofrecer ayuda. En una dcada se erigi un pueblo con comercios, escuelas y un gran templo catlico de piedra. Hoy da hay 2,500 casas muy cercanas a la misin, 16 mil habitantes y 170 pozos cavados a mano, Ausentes estn los rboles que alguna vez ofrecieron un resguardo en este desierto azotado por los vientos; la mayora fueron talados para obtener carbn y preparar una bebida espesa de maz, la base de la subsistencia. Aquellos rendilles que an poseen camellos y cabras deben llevarlos a pacer a tierras lejanas. No es fcil encontrar leche fresca, y muchos de los nios crecen6

sin tomarla. En lugar de estar techadas con sisal, las casas lo estn con cartn, arpillera y lminas inscritas con los nombres de las instituciones de asistencia. Recorrer el pueblo permite ver que casi cada nacin occidental ha contribuido a levantar este oasis de dependencia. Go(o seda por la arena que empuja el viento, una mujer chipaya sigue a sus ovejas rumbo a su hogar a travs de las altas planicies. Mientras ms personas de su pueblo se marchen para ser agricultores o empleados domsticos en Bolivia y Chile, se reforzarn las races de los chipayas o sern arrancadas y esparcidas al viento? A muchos rendilles no los atrajo a Korr solamente la necesidad de conseguir sustento sino la oportunidad de que sus hijos recibieran educacin escolar Frente a la sequa, tener cuando menos un hijo estudiante destinado a laborar en la economa monetaria era otra forma de administrar riesgos. Alguien que opt por ese camino fue nuestro anfitrin, Kawab Bulyar Lago, rendille nacido 48 aos atrs en el desierto pero, aquejado por la poliomielitis en la adolescencia, fue criado en una misin y se convirti en uno de los primeros de su tribu en recibir educacin escolar. Con siete hijos, Kawab vendi sus animales y contrajo deudas para enviar a uno de ellos, Paul, a una escuela catlica fuera de Marsabit. En espera ahora de los resultados de los exmenes nacionales que determinarn su destino, Paul desea asistir a la universidad y hacerse mdico, ingeniero civil, maestro o incluso gua de turistas. Prefiero ser mdico me confa una maana, pero cualquier cosa estara bien. En muchos casos la educacin es el paso al primer peldao de una escala econmica que no lleva a ningn lado. El nivel de desempleo en Kenya oscila alrededor del 25 por ciento. De quienes fueron a la escuela en el distrito de Marsabit, ms de la mitad estn desempleados. LI peligro que significa la educacin occidental es clara para muchos ariaals, entre ellos la vieja partera Lenguye, que vive en Ngurunit, un campamento ariaal en las faldas de las montaas Ndoto. Enviamos a nuestros hijos a la escuela y olvidan todo. Es lo peor que le haya sucedido a nuestro pueblo. Slo saben decir dame. Si los ariaals han de mantener la fuerza y el espritu de sus tradiciones, quiz la esperanza ms firme radique en un nuevo sistema de educacin donde el plan curricular se adapte a sus necesidades. Ms que acuartelar nmadas en internados y prepararlos para ser empleados, quizs los maestros deberan ser enviados a los manyatas ariaals y compartir sus conocimientos de veterinaria, pastoreo adecuado y ecologa de tierras ridas.

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l FINAL, las culturas que sobrevivan sern aquellas que quieran y puedan abrazar lo nuevo segn sus propios principios, rechazando todo lo que signifique la violacin total de su forma de vida. En Borneo, la patria de los penans, el shag y el roten, las palmeras, las lianas y los rboles de frutas yacen aplastados sobre el suelo de las selvas. Los claos y los faisanes se han marchado, y al caer los rboles, una visin irrepetihle de la vida se desvanece a la vuelta de una sola generacin. En los desiertos de Kenya, pese a las sequas y las hambrunas y la infinidad de otras presiones internas y externas, los ariaals han hallado, por ahora, una manera de permanecer. CULTURAS EN EXTINCIN Si estn interesados en conocer ms sobre los problemas que aquejan a las culturas aborgenes del mundo y comparta sus pensamientos en lnea, en www.nationalgeographiccom/2000/calture/lost

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