Curso Basico Mons_Luciani

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MONS. ALBINO LUCIANI (S.S. Juan Pablo I) CURSO BÁSICO DE FORMACIÓN CATEQUÍSTICA LIBERIA PARROQUIAL DE CLAVERIA. 1

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MONS. ALBINO LUCIANI(S.S. Juan Pablo I)

CURSO BÁSICO DE FORMACIÓN

CATEQUÍSTICA

LIBERIA PARROQUIAL DE CLAVERIA.

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ÍNDICEI. El Catecismo1. Qué es el Catecismo .......... 4 2. Se necesita el Catecismo ...... 6 3. Existen leyes sobre el Catecismo 7 Preguntas y casos ........ 8

II. El maestro catequista1. La misión del catequista . . 8 2. Las dotes del catequista .. 10 a) Dotes religiosas ....... 11 b) Dotes morales ........ 13 c) Dotes profesionales ... 14 d) Dotes externas ....... 15 3. La formación del catequista 17 Preguntas y casos .......... 19

III. El alumno1. Es necesario conocer al niño 20 2. Cómo conocer al niño ..... 22 3. Cómo es el niño .......... 24 Preguntas y casos ........... 19

IV. El Método del catequista1. Los principales Métodos ................. 29 2. Los aspectos más importantes del Método Activo ... . 33 a) Hacer hablar al niño ................... 33 b) Hacer retener ....................... 43 c) Hacer ver con los ojos ................ 36 d) Hacer ver la fantasía.................. 37 e) Hacer mover las manos y los pies ...... 39 f) Trabajar en partidos o escuadras....... 40 g) Enseñar a orar bien .................. 41

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h) Llevar a la práctica ................... 43 Preguntas y casos ......................... 44

V. La clase de Catecismo1. Preparación de la lección ............... . 45 2. Itinerario de la lección .................. . 46 3. Disciplina de la clase 47 a) Acerca del "poder legislativo"...... .. 47 b) Acerca del "poder ejecutivo"........... 48 c) Acerca del "poder punitivo" ........... 49 d) Sagacidad práctica para la disciplina .... 50 Preguntas y casos ......................... 52

VI. La organización del catecismo1. Los órganos propulsores................---- . 53 2. La escuela parroquial ............... 53 Preguntas y casos ................. ........ 55

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I. EL CATECISMO.

1.- QUE ES EL CATECISMO.

1.- Catecismo es una palabra griega que significa: "hablar o enseñar en voz alta o desde lo alto". Hoy esta palabra se emplea en tres sentidos:

a) Enseñanza a viva voz de la religión (frecuentar el catecismo)

b) Libro que contiene la verdad religiosa en forma sencilla y llana (comprar un "catecismo").

c) La verdad misma contenida en el libro o expuesta en "la enseñanza ("el catecismo enseña que...”).

2 El primer significado de enseñanza es el más común.Pero hay que advertir que se trata de una enseñanza Especial: no es sólo la instrucción de la mente, sino la educación de toda la vida: no mira solamente a meter en. la cabeza algunas nociones, sino a transmitir sólidas convicciones y así poder conducir a la obra buena y al ejercicio de la virtud.

Por ejemplo: hay dos catequistas, el primero habla y explica bien, pero no logra mejorar a sus alumnos; el segundo es menos listo, pero con su ejemplo, con la convicción que lo anima, con su fervor y exhortación lleva al bien a los niños; en su clase los niños se vuelven mejores, se acercan con frecuencia a la Iglesia, oran con más gusto. Como catequista, el segundo vale mucho más que el primero

Hay dos niños: uno sabe de memoria el texto y lo entiende, pero su vida no corresponde a las enseñanzas del mismo texto. El otro recuerda poco el texto,

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pero se esfuerza por llegar a ser mejor y poner en práctica lo que ha estudiado. Este segundo ha tornado el Catecismo en serio.

3.- Un día le preguntaron a Miguel Ángel: ¿Cómo haces para producir estatuas tan llenas de vida?, y él respondió: "Las estatuas están ya en el mármol, pero hay que sacarlas".

Los niños son como el mármol, la materia prima: de ella se pueden sacar los hombres de bien, los héroes, los santos. Y este es el trabajo del catequista.

4.- Si dejáis a un lado el Catecismo, no sabréis qué medios adoptar para hacer buenos a los pequeños y a los grandes.¿Pondréis ante sus ojos la dignidad humana? Los pequeños no la entenderán, los mayores se burlarán de ella.¿Les pondréis delante el "imperativo categórico" de Kant? Peor aún.

Hay que hablar a los pequeños y a los grandes de Dios que todo lo ve, que premia y castiga, que ha dado una ley santa e inviolable, que nos ofrece los sacramentos para fortalecer nuestra buena voluntad, bastante débil e incons-tante por desgracia.

5.- Muchos, me diréis, han estudiado el catecismo, y sin embargo han llegado a ser pecadores empedernidos.Pero el catecismo a lo menos habrá dejado en el corazón el remordimiento: éste no le dejará tener paz con el pecado y tarde o temprano lo conducirá al bien, al arrepentimiento.

6.- Se dice también que la filosofía y la ciencia son capaces de hacer buenos y nobles a los hombres.Pero no hay nada, en verdad, que se pueda comparar con el catecismo que enseña de manera sencilla la sabiduría de todas las bibliotecas, resuelve los problemas de todas las filosofías y satisface a la investigación más difícil del espíritu humano.

El catecismo nos amonesta continuamente: sed buenos, sed pacientes, sed puros, perdonad, ¡amad al Señor!

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No existe en el mundo fuerza moralizadora más poderosa que la del catecismo.2. SE NECESITA EL CATECISMO.

7.- ¡Lástima grande que esta inmensa fuerza sea poco explotada! Los niños estudian poco el catecismo; los adultos, ilusionándose haberlo estudiado, no continúan su instrucción. Y así se observa una ignorancia religiosa increíble: personas que conocen la ciencia y han leído multitud de libros, no saben nada del catecismo, en el cual viven; jamás han leído siquiera el Evangelio completo, confunden un entierro de la tarde con una Misa, etcétera.

Sin decir nada de tanta gente que frecuenta la Iglesia y se cree hasta piadosa y a veces carece de ideas religiosas, cree tener fe y tan sólo experimenta un poco de ternura sensible y busca en la piedad no la voluntad de Dios sino impresiones, sentimientos y vagas emociones; ignoran la verdadera devoción y practican una multitud de devocioncillas ligadas a ciertas fórmulas y números cabalísticos y llenos de superstición.

8.- De los pequeños se dice: "Son aún muy chiquitos, es muy pronto para enseñarles la religión".

Una madre preguntaba a un educador cuándo debería empezar la instrucción de su pequeño de dos años, y éste le respondió: "¡Estás retrasada por lo menos en tres años!"

Quería decir con esto que los pequeños son capaces de impresiones religiosas desde los primeros instantes de la vida.

Y otro educador escribía que ningún hombre en cuatro años de universidad aprende tanto como en los primeros cuatro años de la vida; tan decisivas e imborrables son las primeras impresiones recibidas.

9.- Algunos dicen con Rousseau: quiero respetar la libertad de mi hijo, no quiero imponerle ninguna enseñanza religiosa. A los veinte años él escogerá.

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Pero, ¿pensarán estos padres que en realidad todo lo han impuesto a los hijos? De hecho para ponerlos al mundo no se les preguntó; y lo mismo del alimento, del vestido, de la escuela, etcétera.

Por otra parte, ¿quién se pondría a los veinte años a estudiar la religión? ¡Veinte años! La edad de los exámenes para cualquier estudiante, la edad del trabajo, del oficio, de la oficina, del empleo; la edad sobre todo de las pasiones, de las diversiones, de las dudas. ¿Quién tendrá voluntad o tiempo de examinar todas las religiones de este mundo, para ver cuál es la verdadera y la mejor?

Además los padres no esperan que la enfermedad haya entrado en el cuerpo del hijo para arrojarla a fuerza de medicinas; al contrario, hacen todo lo posible por evitarla antes de que llegue.

Otro tanto se debe hacer con el alma: aprender el catecismo, el temor de Dios, a fin de que los vicios no entren; no esperar que las malas pasiones se hayan adueñado para tener el consuelo de arrojarlas con la religión.10.- Pero, dicen, nuestro chico debe trabajar, debe estudiar. Es verdad, pero en primer lugar debe trabajar para ser bueno, debe prepararse contra las tentaciones del mañana. 'No se impide el acceso a las pasiones con la tabla de multiplicar de Pitágoras o con las herramientas del carpintero o con un diploma. :Mañana las mujeres, el periódico, el cine, el bar, se disputarán al joven. Enviarlo al camino del mundo sin catecismo, es lo mismo que enviar a la guerra al soldado sin cartucheras, sin municiones y hacer de él un derrotado y un infeliz.11.- Los mayores se excusan diciendo: ¡ya hemos estudiado el catecismo!Pero el catecismo elemental para chicos, con pocas nociones, con imágenes, palabras y sentimientos infantiles, cosas que acariciaban la imaginación y el corazón. Pero ahora que ustedes son mayores, se necesitan otras cosas más sustanciosas que iluminan la mente y guían la vida. Ahora se necesitan razones sólidas, claras, respuestas convincentes para rebatir los ataques que de todas partes vuelan contra la fe.Jamás como hoy se ha sentido mayor, necesidad del catecismo.

3.-EXISTEN LEYES SOBRE EL CATECISMO12.- No es, pues, maravilla que las leyes divinas y (humanas hayan impuesto y regulado el estudio del catecismo. Las leyes divinas se refieren sobre todo a

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los obispos y a los padres de familia: a los primeros, Jesucristo les mandó: "Id y enseñad"; a los segundos, Dios, a través de la voz de la naturaleza, les dice: "En este hijo que te confío no debes ver sólo un cuerpo para alimentar y nutrir, sino también un alma para educar y elevar".

Las leyes humanas precisan y definen la divina. El Papa interviene con ocho famosos cánones del derecho (1,329 a 1,336) y con otros documentos célebres; y luego interviene el Concilio provincial, después el Obispo con el Sínodo, el estado para la escuela pública, la Acción Católica para sus afiliados.

13.- Las disposiciones más importantes de la ley humana, son las siguientes: es deber gravísimo y propio del párroco impartir con todo cuidado y diligencia la instrucción catequística al pueblo cristiano. Ayudan al párroco los cristianos de buena voluntad, entre los cuales los primeros son: los religiosos, las religiosas, los inscritos a la Acción Católica y los maestros que enseñan la religión en la escuela elemental.

PREGUNTAS Y CASOS

¿El catecismo es solamente instrucción o algo más? (2-3). ¿Es útil? (4-5).¿Es necesario solamente para los niños? (11). ! ¿Hay leyes que imponen la enseñanza del catecismo? "Mi hijo ya hizo la Primera Comunión. No lo envío más a la doctrina" (10-11). ' : "Mi hijo, si quiere, se instruirá cuando sea grande" (9).

II. EL MAESTRO CATEQUISTA

1.- LA MISIÓN DEL CATEQUISTA

1.- Hay un cuadro de Murillo llamado "Los niños de la concha". En un fondo tranquilo y sereno, mientras los ángeles desde lo alto miran y sonríen, el Niño Jesús con una Conchita da al pequeño Juan Bautista el agua tomada de un limpidísimo riachuelo que se desliza a sus pies.

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He aquí la misión del catequista: sustituir a Jesús y dar a los niños con el catecismo el agua de la vida eterna.

2.- Es una misión noble. El catequista continúa la obra de Jesús y de los apóstoles; se coloca en línea con los obispos, los sacerdotes y los misioneros; ayuda a la familia que no siempre puede o sabe educar sola a los hijos; ayuda a la patria para formar buenos ciudadanos. Ayuda, sobre todo, a la religión. Ciertamente que el centro de la religión está en la Santa Misa, los Sacramentos, las funciones sagradas. ¡Qué huellas tan hondas dejan en el alma una primera comunión, el rito del matrimonio, una confesión bien hecha!

¿Pero qué es lo que se recoge en una Primera Comunión, en el rito del matrimonio bien celebrado? Lo que el catequista ha sembrado antes. ¿Quién va a Misa, a los actos del culto y saca de ellos fruto práctico? El que ha sido preparado por un catequista serio y bien preparado.

¿Quién se confiesa con acusación sincera, dolor y propósito firme de la enmienda? El que ha tenido un excelente catequista que lo ha instruido acerca de la confesión con ideas, convicciones y buenos hábitos.

Grandes hombres como Alejandro Volta, Silvio Pellico y César Cantú tenían a gran honor enseñar casi todos los domingos el catecismo a los niños en la Iglesia parroquial.

Aun Napoleón enseñó el catecismo en sus últimos años y Carlos Alberto instruía personalmente a sus hijos sobre el modo de confesarse, comulgar y asistir a la Santa Misa.San Pío X dijo: "El apostolado del catequista, es el más grande de los apostolados hoy día".

3.- Es una misión difícil. Las dificultades vienen ya de parte de los alumnos, ya de parte del mismo catequista. Los niños son con frecuencia muy inconstantes, inquietos, distraídos por mil cosas. Los familiares ayudan poco a la obra del catequista, y a veces la obstaculizan o la destruyen.

Las dificultades de parte del catequista son: que se siente a veces impreparado, que tiene poco tiempo, que debe someterse a la fatiga de la preparación, que tiene que fatigarse para mantener la disciplina debida,

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etcétera. Y además el catequista se halla desilusionado por el desaliento, tanto más difícil cuanto ha sido mayor el entusiasmo al empezar. No se ve el fruto inmediato, se encuentran dificultades, se prueban desilusiones, amarguras y a veces se desea dejarlo todo.

4.- Y sin embargo es una misión que lleva fruto. Las dificultades se superan. Quien tiene entusiasmo insiste, repite y sobre todo procura prepararse debidamente para hacer atrayente la lección, llega a llamar la atención de los niños.

El fruto no puede faltar, y segura es la recompensa del Señor que ha dicho: "Todo cuanto hayáis hecho a uno de estos pequeños, lo habéis hecho a Mí", y estas otras: "Los que hayan enseñado la justicia a muchos, brillarán como astros en la eternidadPero además hay también fruto y resultado en la tierra:. El agricultor recoge la cosecha, pero sólo después de haber arrojado la semilla. El catequista es un sembrador y a veces el efecto de su enseñanza se verá solamente más tarde; en una desgracia, en peligro de muerte; otras veces el fruto es visible en los jóvenes que prepara, que llegan a ser mejores y que son agradecidos al que los instruyó.

2.-LAS DOTES DEL CATEQUISTA

Depende sobre todo del catequista que su misión tenga éxito o no. San Felipe Neri y San Juan Bosco catequizaban a los muchachos en cualquier rincón de la sacristía, hasta en la calle, sin lujo de ambiente, sin medios y sin embargo los encantaban como si fueran magos y los transformaban. Tenían lo que es más importante: las, bellas dotes, que se pueden dividir así:

Dotes religiosas, que hacen al cristiano.Dotes morales, que hacen al hombre.Dotes profesionales o del oficio, que hacen al maestro.Dotes externas, que no hacen nada nuevo y no son indispensables pero que dan pleno resultado y relieve á las dotes precedentes y permiten al catequista brillar delante de sus chicos, con luz completa del cristiano, del hombre o del maestro.

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a) Dotes religiosas

5.-Buena conducía. Es una dote capital. Los niños leen más en el Catequista que en el catecismo, se impregnan más de la conducta que de las palabras, se les graba más con los ojos que con los oídos. Son como la esponja: absorbensobre todo lo que ven, y ven mucho. Tienen una antena finísima para captar todo lo que el catequista es interiormente. Si el catequista no es bueno, su voz externa podrá decir lo que quiera, pero otras cien voces claman paradesmentir lo que pronuncian los labios.

No se logra insinuar a los niños la dulzura, el perdón cuando negros pensamientos de rencor o de venganza dan arrugas a nuestro rostro.

No se lleva a la pureza con las palabras hermosas, cuando feos hábitos o pensamientos pecaminosos obscurecen nuestra alma.El catequista no puede dar lo que no tiene, y así no enseña sino lo que posee y no sabe sino lo que es.

6.- Piedad. Dios produce en el alma la vida sobrenatural o sea la gracia y la virtud. El catequista es por tanto únicamente un instrumento del cual Dios se sirve. Si permanece unido a Dios, viviendo en estado de gracia, hará bien a sus discípulos; separado de Dios por el pecado mortal, su trabajo será estéril para la vida eterna.

Es como la lámpara eléctrica: unida a la corriente, da luz y claridad; separada de ella, todo lo deja a oscuras.Así han existido muchos catequistas que careciendo de dotes externas, con poco ingenio y cultura, sin embargo han obtenido frutos maravillosos. Tenían una piedad profunda con la que conquistaban a los niños, más que con toda la elocuencia de este mundo.

Catequistas que no sólo enseñaban a conocer a Dios sino que lo mostraban y hacían sentir, como el Santo Cura de Ars del que se decía: ¡Vayamos a ver a una copia de Dios!No se concibe un catequista sin verdadera piedad. ¿Cómo podrá hacer amar al Señor, si él, el primero, no lo ama?

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¿Cómo enseñará a orar, a frecuentar los sacramentos, si no tiene gusto por la oración, afición por las funciones religiosas, si no hace bien la genuflexión, la señal de la cruz,, etcétera? La piedad no es como una máscara que se pone y se quita; es un perfume que se desprende de un alma deseosa de agradar a Dios y que los niños ven y reconocen con una facilidad extraordinaria. Si los niños se sienten amados, abren la puerta del corazón, confían, escuchan, se dejan educar.

7.- Convicción profunda. El catequista debe ser un entusiasta, un convencido. Convencido de que su misión es una cosa grande, que las cosas que enseña son verdaderas, que los niños aunque con fatiga a veces y constancia serán elevados al orden sobrenatural y mejorados. Esta convicción dará ánimo y alas a su apostolado; con ella, llegará a ser un artista de su catecismo; sin ella, quedará como estancado e incapaz de edificar y de arrastrar tras de sí,

Dos alpinistas escalan una roca: el primero porque está de moda, el segundo por pasión y afición.Observad el regreso: ¿Qué has visto?, se pregunta al primero. "Pues nada de especial: cuatro cuerdas, cuatro árboles, torrentes, prados, un rinconcito de cielo y nada más", y bosteza.Se pregunta al segundo: ¿Qué he visto? ¡No lo podría haber soñado jamás! ¡Rocas y más rocas, prados y torrentes, azul del cielo, sol, cosas y espectáculos maravillosos!

Y mientras habla parece que tales maravillas le sonríen todavía en el espíritu y en el fondo del alma.Los dos han visto lo mismo, pero qué diferentes las impresiones. El primero, no entusiasmará a nadie a intentar una subida a la montaña; el segundo, al contrario, con su entusiasmo encenderá la pasión por la montaña y el alpi-nismo y guiará a otros a nuevas ascensiones.

Así el catequista: no basta que enseñe, sino que enseñando entusiasme a los otros, los apasione y los arrastre.

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b) Dotes morales

8. Amar a los niños. Lacordaire escribió: "Dios quiso que ningún bien se hiciera a los hombres sino amándolos". Y es verdad.Si los niños no se sienten amados desconfían, obran por fuerza y sin convicción.El catequista mismo, si no ama deveras a los niños, no hallará jamás la fuerza para superar el insuceso, el tedio, la ingratitud inherente a su oficio, y tanto menos será capaz de tener confianza en sí mismo y en ellos, de compadecerlos y de tener paciencia.

9.- Paciencia. "Con los niños, dice San Francisco de Sales, hay que tener un vasito de sabiduría, un barril de prudencia, y un mar de paciencia".

Todos lo saben y tan verdadero es que cuando un maestro no domina a los chicos, el pueblo dice sin equivocarse: "No acierta porque no tiene paciencia". Y cuando al contrario, el maestro es capaz y lleva felizmente la escuela, el pueblo también dice en seguida: "¡Cuánta paciencia!".

10.- Sentido de la justicia. El niño no soporta la parcialidad y la injusticia y cuando la ve o cree verla, sufre, se aleja y se encierra en sí mismo. En esta materia las cosas que para nosotros son como de; juego y broma, para los niños adquieren una importancia extraordinaria. Es necesario tratar de evitarlas, buscando tratar a todos de la misma manera, guardándose de la's simpatías hacia los más ricos, más listos, mejor vestidos1, etcétera. Si puede haber alguna preferencia, debe ser para (: los más pobres, más rudos, más deficientes.

11.- Respeto de la verdad. Los niños son muy sensibles a la verdad, tienen una gran confianza en el catequista. Por lo tanto, jamás debe permitirse por chanza, el decir cosas no ciertas o hablar con reticencias o con doble sentido.Procurará tener en esto gran cuidado para no perder delante de los niños el prestigio de ser hombre de palabra. Por ejemplo: no cambiar en sus detalles las cosas que se cuentan. El niño que tiene memoria especial y muy fiel para los detalles, desconfía cuando una segunda vez halla la historia diferente de la primera. En su alma se levanta la ' duda, que después pasa con gran facilidad.

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de los detalles insignificantes a la sustancia misma y a la verdad de las cosas que enseña.

c) Dotes profesionales

12.- Saber. Para enseñar es necesario saber lo que se enseña: para enseñar una cosa hay que saber diez; para enseñar bien, hay que saber mucho y muy bien.

Es pues como una escala: el que sabe muy bien, enseña bien; el que sabe bien, enseña apenas pasablemente; quien sabe apenas pasablemente, enseña mal.En la escuela elemental una maestra enseña no muchas materias y cosas más fáciles que las verdades del catecismo. Y sin embargo, se le exige que estudie varios años y que supere difíciles exámenes. Se dice: ¡Pues, en fin, se trata de enseñar a niños! Con más razón es necesario saber y tener ideas claras y precisas. Hablar con lenguaje fácil y sencillo, es difícil.

He aquí lo que sucede cuando el catequista sabe poco: en las inteligencias de los niños entran errores, dudas y confusiones; el catequista habla y adelanta la materia sin seguridad, sin brío y sin confianza en sí y los alumnos se dan cuenta de su poca ciencia y ¡adiós al prestigio del maestro!

13.- Saber enseñar. No es lo mismo que saber simplemente. Una cosa es tener las ideas en su propia cabeza y otra hacerlas pasar a las de los alumnos.Podemos ser pozos de ciencia, pero que no sabemos comunicarla a otros.

Hay oradores elocuentísimos y muy capacitados para hablar a los mayores, pero que no logran tener atentos a pequeños auditores. '

Y hay maestros capaces de enseñar bien a los niños .historia y geografía, pero incapaces de enseñar el catecismo, que es una materia con dificultades propias.

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Un catequista, por tanto, no sólo debe saber o tener paciencia, sino debe tener la habilidad de comunicarla a los pequeños con la didáctica propia, con la didáctica catequística.

14.- Para llegar a poseer esta habilidad, son utilísimos: El sentido de la adaptación, es decir, saber proporcionar lo que se dice a quien lo recibe. Se habla de manera distinta a los niños de edad diversa, si tienen la misma edad de una manera a los menos inteligentes y de otra a los más listos. Se procura siempre el decir cosas fáciles y decir de manera fácil las cosas difíciles. Se deben siempre presentar las cosas bajo un aspecto simpático que agrade a los niños y les haga amar lo enseñado.

La claridad: ideas, pocas pero coloreadas e incisivas; mejor poco y bien que mucho y confuso; palabras fáciles que los niños ya conozcan y entiendan, concretas y si es posible acompañadas de imágenes. No se dirá: "La sabiduría divina", sino "Dios que es tan sabio". No se dirá "Pedrito se avergonzó", sino: "Pedrito se puso rojo por la vergüenza". O mejor aún: "Pedrito, por la vergüenza, se puso encarnado como un gallito".

El saber contar: es uno de los mejores recursos para lograr la atención de los niños, que están deseosos de que se les cuente y escuchan con avidez la historia narrada con gracia.

d) Dotes externas.

15.- El niño es un caricaturista terrible: un mínimo de ridículo que haya en el catequista lo descubre en seguida.Mas, de la misma manera, lo que sale de lo común, que es ingenio verdadero, armonía o gracia, conquista y encanta al alumno.

Basta poco para que se burlen del catequista y también basta poco para suscitar en ellos el entusiasmo.

Por esto es preciso que el catequista vigile y controle sus actos y ademanes exteriores.

16.- Esté atento a la expresión del rostro. Los niños lo observan, leen en él los pensamientos que el catequista tiene para con ellos.

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No muestre por tanto miradas crueles, ni tristeza exagerada. El niño lo toma por maldad. Si tenemos cruces y desdichas no las hagamos ver a los niños; y si por fuera llueve o truena, el aspecto de nuestro rostro sea igualmente sereno, tranquilo, de modo que los niños digan: el catequista está contento de estar con nosotros, es bueno, nos quiere.

17.- Vigile las miradas. A los niños les habla más el ojo quela boca del catequista; en los ojos se ve como el matiz de la palabra. Por otra parte, con los ojos es como el catequista los domina y hace sentir que los quiere dominar. Un ojo vigilante, penetrante, agudo, impresiona y domina a ¡os niños.

18.- Vigilar el gesto. El gesto natural sobrio, hace más atrayente la palabra, sobre todo con los pequeños, que están habituados a suplir los vocablos que les faltan con la mímica viva, poniendo en movimiento los ojos, las manos, la persona, el tono de la voz, la cabeza, pero un gesto mecánico y desmañado lo hace ridículo y distrae la atención.

19.- Merece un cuidado especial la voz. Lo menos que se puede pedir es que se articulen bien las palabras, sin precipitación, sin comerse las sílabas, sin trabarse. No gritar ensordeciendo, ni tampoco hablar demasiado bajo, entre los dientes, de modo que los niños no entiendan o les dé trabajo para entender.

Al comenzar se habla más bien un poco bajo, para atraer la atención, se sigue haciendo altos y bajos, suave y fuerte, retardando en algunos momentos y acelerando en otros.

Quien tenga un bello timbre de voz, aprovéchelo. Un bello timbre de voz que revele el entusiasmo, la piedad,, podrá hacer muy interesante aun las cosas más comunes., Que se vigile especialmente, si tiene la costumbre de intercalar frecuentemente algunos adverbios, porque s¡ no, los niños se encargan de vigilar, y al final de la clase habrán contado 50 ó 60 "pues" u otras palabras semejantes.i20.- El comportamiento o presentación externa tiene también su importancia. La elegancia exagerada, los' perfumes, los polvos, el colorete de la catequista o el aire truculento del catequista hacen reír a los niños, y la negli-gencia, el desaliño les impresiona malamente.

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Ir a la clase de catecismo es ir a hacer una cosa grande: el vestido sea conveniente, el cabello arreglado, no falte la', limpieza y el decoro. Lo merecen tanto el catecismo como los alumnos.

21.- Y finalmente si el catequista posee1 alguna habilidad que pueda impresionar 'favorablemente al niño, no la esconda sino úsela en favor de la enseñanza.

3.- LA FORMACIÓN DEL CATEQUISTA

22.- Para llegar a ser un excelente catequista es indispensable un mínimo de dotes espontáneas, o sea cierta aptitud natural para ser educador.

Cayo es un excelente muchacho, pero no tiene buena memoria y al hablar balbucea y repite; no sirve para catequista. Sempronio es muy nervioso y exaltadísimo y reparte, por poca cosa, pescozones y palabrotas; no sirve tampoco.

Ticio tiene timidez notable, cierra los ojos hablando a los niños, no se atreve a mirar en el rostro a las personas; servirá para catequista a condición de que se corrija.Para formar el catequista, ayuda mucho la buena voluntad, la tenaz perseverancia, el estudio, el ejercicio, pero aparte de esto, se requiere disposición natural.

23.- Para adquirir las dotes religiosas y morales sirven la oración, la frecuencia de los sacramentos, la meditación, el esfuerzo continuo para adquirir u obtener un carácter suave, paciente, leal, optimista. Sin la meditación sobre todo, las convicciones no son profundas en el alma. Además, ayudan mucho la práctica del examen de conciencia y del retiro mensual.

24.- Para poseer la ciencia suficiente se requiere el estudio diligente y asiduo del catecismo. No basta haber estudiado, hay que estudiar ahora textos más amplios, bien hechos, con atenta reflexión, sin decir jamás basta.

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,No se requiere ciertamente que todo catequista sepa como el párroco, pero es cierto que para enseñar a otros, por mucho que se estudie, no se sabe nunca lo suficiente.

25.- La habilidad didáctica se adquiere sobre todo con la práctica. Es equivocado el decir: ahora frecuento un curso o preparo un tratado de pedagogía y en seguida me hallo apto para enseñar. La habilidad se consigue sólo, enseñando, con la práctica.

Seguir el curso y leer, el tratado es excelente, pero con tal de que se apliqué en seguida cuanto se ha aprendido.

Después de haber practicado, volver a estudiar para ver dónde se ha acertado y dónde se ha equivocado.

Se ha dicho: los diez primeros años, el maestro enseña con daño de los alumnos. Esto es un poco exagerado tal vez, pero es un hecho que ningún oficial de la enseñanza no quede como aprendiz por mucho tiempo.

26.- Y aun cuando se haya adquirido un poco de experiencia, se siente más la necesidad de prepararse mejor. Los niños se renuevan y también las clases. El catequista, pues, debe renovarse también y no decir: ahora ya no más estudio.

27.- Además del curso catequístico, es necesario participar en reuniones, cursillos para catequistas. Buena cosa es entrevistar catequistas experimentados, pueden sugerir experiencias que en los libros no se hallan. Y mejor aún escuchar lecciones que ellos dan a sus discípulos. También es bueno suscribirse a una revista catequística (C.D.C.), equiparse con una biblioteca catequística, con buenos textos, cuadros murales, láminas, etcétera.

Además, es excelente procurarse una colección propia de ejemplos, historietas, pinturas. Es cierto que ya hay algunas impresas, pero lo que es cosa para todos no sirve ni se halla adaptada a nuestros discípulos en nuestro temperamento. Es mejor tener a la mano material propio que ya se ha experimentado como eficaz y adaptado.

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Ese material se prepara poco a poco. Hallo alguna buena comparación en un sermón. La pongo en mi libreta al llegar a casa. Mañana me servirá para una clase. Leo una historia interesante. En seguida dos líneas en mi fichero. Mañana la repetiré a mis chicos. Y así se prepara un material bueno y en poco tiempo.

PREGUNTAS Y CASOS.

¿Por qué es cosa grande enseñar el catecismo? (2). ¿Es fácil enseñar el catecismo? (3). "No enseño más pues no obtengo ningún fruto" (4). ¿Por qué es necesaria la conducta digna en el catequista? (5). ¿Cuáles son las dotes del que enseña? (12-13). ¿Por qué es necesario tener cuidado con la presentación externa? (15).¿Basta que me haga muy devoto durante la lección explicada? (6)."A algunos alumnos nunca les tomo la lección. ¿Es bueno esto?" (12)."Sé lo suficiente para enseñar el catecismo a cuatro chicuelos" (12).¿Qué medios adoptará un catequista para hacerse cada vez más ideas? (23-27). ¿Podemos todos ser catequistas? (22). ¿Las clases para los catequistas son útiles? (24-25).

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III. EL ALUMNO.

1.- ES NECESARIO CONOCER AL NIÑO

I,- ¿Qué debe conocer el maestro para enseñar el latín a, un niño? —Pues el latín, responderá un alemán. —Al niño, responde el americano Stanley Hall. —Y nosotros añadimos: debe conocer al uno y al otro: el latín pero también al niño. Y a la verdad antes de sembrar, el campesino no sólo debe conocer la semilla, sino también la calidad de la tierra a la que se le confía la semilla. Y un carpintero debe conocer las varias cualidades de madera, pero jamás usará el cerezo que es una madera apreciada para ponerle palo a un azadón. .Así también el catequista, que enseña al niño, debe conocerlo.

2.- Es un grave error creer que el niño es en todo semejante al adulto, y que sólo es más pequeño, más ignorante,más inexperto. Mirad a un niño con lente de aumento: lo veréis grande como un hombre; veréis que camina, salta, ríe, pero de manera distinta de la de un adulto.El niño no aprende como nosotros, no puede hacer lo que nosotros hacemos: una cosa nos gusta mucho, a él no le agrada y viceversa.

Es preciso conocerle: saber cuáles son sus alcances, sus posibilidades para poderlo formar con inteligencia, adaptar lo; a nuestra enseñanza y solicitar su colaboración.

3.- Hubo un pescador a quien gustaban mucho las fresas; se, fue al río y puso en el anzuelo una fresa diciendo: me gustan a mí, ¡les gustarán también a los peces!Viceversa, a los peces no les gustaban las fresas pero sí los gusanillos que el pescador no quería tocar.Y sucedió que los peces cogieron los gusanillos, se fueron y el pescador se quedó con la boca seca...

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Poned en lugar del pescador al catequista, en lugar de los pececillos a los niños, y tendréis una idea de lo que sucede cuando el catequista no se preocupa por conocer el gusto de sus alumnos y adaptarse a ellos.

4.- Es preciso conocer a los niños no sólo en general, sino uno por uno, porque entre ellos no hay ni siquiera dos que sean perfectamente iguales.Se dijo: "Cada niño es un inédito, una palabra de Dios que no se repite jamás".Y hay que añadir: cada niño tiene diversas condiciones de sí mismo y por eso jamás se le conoce bastante y no se acaba nunca de conocerlo y estudiarlo.

5.- ¿Cómo vive un niño de pocos meses? Se alimenta, llora y casi todo el resto del tiempo lo emplea en dormir. Un adulto duerme por cansancio, por fatiga. Pero ¿qué ha hecho' este pequeño para estar siempre cansado? La razón es muy sencilla: está creciendo, desarrollándose. Y esto lo cansa.Y cuando llegue a ser un niño mayorcito, la fatiga será mayor porque al crecer se añaden el saltar y moverse sin fin.

El catequista para entender y comprender ciertas distracciones del niño, para no fatigarlo demasiado y para no pretender de él cosas que no puede dar, debe tener presente que el niño no sólo tiene alma sino también cuerpo, que continuamente se cansa.

6.- Rousseau dejó escrito: "¡El niño es bueno, es un ángel!". Lutero, al contrario, dijo: "Es una bestia".

Más justamente Lamartine escribió: Es un ángel caído del cielo. Un ángel, pero con las alas rotas; que volará alto hacia el bien, pero con fatiga, y solamente con alguien que lo ayude; que tiene bellas cualidades para desarrollar, pero también inclinaciones pecaminosas, sobre las cuales debe-mos tener los ojos abiertos.

7.- Si el niño ha sido bautizado, además del cuerpo y del alma, hay en él otra realidad que hay que tener presente: la gracia depositada en el alma por el bautismo con las virtudes teologales de fe, esperanza y caridad.

Todas estas cosas que no vemos, pero que existen, ayudan desde el interior la obra del catequista.

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Pero alguno dice: los niños no pueden entender ciertas fórmulas, ciertos conceptos.Se responde: Por sí solos, con los únicos métodos naturales, no; pero con la ayuda de la gracia y de la fe, con la pedagogía sobrenatural, sí.

8.- Concluyendo: es necesario conocer al niño y no solamente en general, sino uno por uno; cuidando no sólo al alma sino también al cuerpo; no sólo atendiendo a los elementos visibles sino a los invisibles y sobrenaturales.

2.- COMO CONOCER AL NIÑO.

9,- Nosotros también fuimos niños: muchas cosas las recordamos muy bien. Recordamos lo que nos agradaba, aterraba o aburría.Estar callado, sentado, encerrado por media hora, por ejemplo, era un tormento para nosotros; tres minutos de oración se nos hacían largos, como media hora; y al contrario, medio día de juego en la plaza, en los parques,.se nos hacían minutos. Otro tanto sucederá a los niños de hoy.He aquí pues la primera manera para conocer al niño: indinarnos sobre nosotros mismos, sobre el niño de ayer, para entender al niño de hoy.

10.- La segunda manera hay que buscarla en los libros. Hay libros que estudian y describen al niño: textos de psicología, de pedagogía, etcétera. Muchos han sido escritos por personas que han pasado la vida en medio de niños. En éstos el catequista podrá hallar muchas cosas que jamás hubiera encontrado.Hay otros libros que describen la juventud de los santos o de los hombres grandes. Aun estos en su lectura, pueden ser más útiles al catequista.

11.- La tercera manera y la mejor es el niño mismo. El niño se presenta ante nuestra vista como un libro abierto, con sus acciones y parece decirnos: si quieres conocerme, léeme.

Y se lee observándolo: su posición, sus gestos, la palabra, las acciones, los silencios obstinados, el llanto, los juegos predilectos y los compañeros más frecuentados son otras tantas cosas que observadas atentamente, reflexiona-

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das después, sirven para llevarnos a conocer los gustos, las tendencias, los caprichos, las cualidades y el temperamento de cada uno. ,Los mejores momentos para la observación son aquellos en que el niño no se siente observado: en el juego; en la calle, en un paseo, en los momentos de entusiasmo, en lo¿ días de tristeza, etcétera. i

12.- Se lee también oyendo al niño. Hablando con nosotros, el niño hace dos cosas: se nos manifiesta y nos instruye.

Nosotros, en efecto, tenemos necesidad de aprender algunas cosas del mismo niño: su modo de expresarse, sus frases ingeniosas, sencillas, imaginativas, sus palabras infantiles. Son estas precisamente las que después debemos emplear si queremos hacernos entender por él y hacerlo atento.

13.- Mas la observación que hacemos del niño no es completa si no se extiende al ambiente en el que vive: la familia, el barrio, la escuela. '

El médico no observa solamente si los pulmones del enfermo se hallan en buen estado, sino que averigua qué clase de aire respira.

Algunos niños están dotados de buenas cualidades, pero en la casa respiran un aire viciado, corrompido por las blasfemias y las palabras que se dicen y los malos ejemplos que reciben. El catequista debe tener en cuenta estas cosas para su enseñanza.

14.- Quien quiera estudiar a fondo un niño debe acordarse de la Pirámide de Nicolás Pende.Para conocer una pirámide de cuatro lados, es preciso examinar cada una de sus cuatro caras y después la base. . Esto lo sabemos ya nosotros. El niño, ha dicho Pende, se parece a una pirámide, posee una base que es el conjunto de tendencias heredadas de sus padres y cuatro caras que son en el cuerpo: la forma externa (aspecto morfológico); los humores internos (aspecto endocrinología)); en el alma: el aspecto moral; el aspecto intelectual.

Conociéndola los, padres y a la familia, se puede conocer un poco las inclinaciones; estudiando el cuerpo se puede determinar el temperamento;

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estudiando el alma, se mide la fortaleza de su facultad espiritual.

Pero pocos son capaces de hacer este estudio que se hace complicado cuando se trata del estudio morfológico o endocrinológico, y es más difícil y delicado cuando se pretenden explorar secretos de familia.

Nosotros nos contentamos con pocas nociones fáciles y prácticas, advirtiendo que nos referimos a una sola de las etapas dé la vida del niño: infancia (5 años), niñez (de 6 a 12), adolescencia (de 13 a 15), juventud. Aquí hablamos del niño.

3.- COMO ES EL NIÑO

15.- Es todo sentidos. Tiene ojos, manos, oídos, lengua, garganta, que quieren intensamente ver, hablar, oír, gustar. Los colores vivos los embelesan, y aun los sonidos y ciertos rumores o ruidos estridentes que a nosotros nos dan dolor de cabeza, para ellos son música estupenda. Y se preguntan a menudo: ¿Por qué esto? ¿Por qué aquello? ¿Por qué no de este otro modo?El buen catequista debe tener en cuenta esta gran sensibilidad; a los sentidos del niño debe dirigirse en modo particular; hágale ver y tocar, si se puede, objetos religiosos, bellas imágenes; enséñele cantos variados; dé satisfacción a su curiosidad, dejándolo preguntar, etcétera.

16. El niño es todo movimiento y juego. Plata viva. Si está quieto, si se halla parado como una momia, eso debe hacer pensar que está enfermo, porque el niño sano experimenta una necesidad de moverse y agitarse que no se puede cohibir.Por lo tanto, aprovechar esa movilidad del niño en el catecismo: hacer mover con inteligencia y variedad a los niños.

Hay catequistas que juegan a los diez mandamientos, siete sacramentos, cinco preceptos, siete dones del Espíritu Santo... con sus niños, identificando a cada uno de ellos con un mandamiento, con un sacramento, haciéndoles mover y hablar. Otros hacen administrar un bautismo, una confirmación, representar

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una escena del Evangelio; los hacen levantar para una oración, para un canto, etcétera.

Pero es juego, dirá alguno, no catecismo.

Es un poquito de juego, en verdad; pero en realidad, es cosa seria y sabia. El juego es la única cosa que el niño hace con empeño, lanzándose a ella con toda el alma, más que nosotros a las cosas serias. ¿Por qué entonces estará prohibido dar a las lecciones del catecismo el aspecto de juego si esto le atrae la simpatía?

Hay catecismos que pretenden ser serios y son broma.

Hay catecismos que parecen en broma y son los que dan mejores resultados.

17.- El niño es todo corazón y sentimiento. A veces ríe, a veces llora. Tiene tantos pequeños goces y tantos pequeños dolores, tiene un corazón que siente mucho y tiene la gran necesidad de ser amado.El catequista se guardará de ofender el sentimiento del niño: la ironía no debe emplearse con él; la represión y el castigo si se emplea, jamás deben hacerse sin hacer sentir que se aplican para hacerle bien, con amor y con disgusto de aplicarlos.Los grandes educadores, todos, han tenido ternura de madre para con los pequeños: Don Bosco, San Felipe Neri, etcétera. El Obispo Dupanloup amonestaba a los catequistas: "Sed padres, sed madres".

18.- El niño es todo fantasía. Las imágenes vivas lo impresionan mucho, lo impelen a imitar en seguida lo que ha visto y le hacen confundir a veces lo que ha sucedido con lo que solamente ha imaginado.Por eso es importante darle impresiones buenas y sustraerle a impresiones pecaminosas, tenerlo alejado de escenas pavorosas o inmorales, no contarles hechos horripilantes o extravagantes de espíritus que se aparecen o de personas arrebatadas por el diablo.

19. El niño tiene una memoria extraña. También nosotros adultos tenemos diversos modos de recordar: algunos se acuerdan de lo que han visto, otros de lo que han oído o dicho; algunos fijan bien las ideas, otros los hechos; este

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tiene una facilidad grande para retener números y fechas; el otro se acuerda sólo de las cosas concretas.El niño tiene a veces la memoria como por intermitencias, una cosa la recuerda por un poco de tiempo, después la olvida, luego la vuelve a recordar. Se acuerda poco de las cosas. Cuando está mal alimentado o afligido por una enfermedad o es convaleciente, no recuerda la idea abstracta, pero sí los objetos, los individuos, los sonidos...

En el niño la memoria por lo ordinario no es fiel, porque une la imaginación y la invención.

Se entiende por esto que al hacer aprender de memoria una fórmula al niño, es necesario explicársela bien y asegurarse que la ha entendido, si no, nos exponemos a hacerlo aprender como un papagayo.

Es bueno unir a una idea difícil un hecho o imagen viva; así será más fácil que la recuerde después. :Es preciso volver a menudo sobre los conceptos principales del catecismo, si no se escaparán de la memoria. "Repetir sin cansarse y sin cansar";'es decir la misma cosa con trama diferente y modo distinto, de manera que aparezca nueva.

20.- El niño tiene una fe ingenua. "Lo ha dicho,la madre, el párroco, la maestra, luego es verdad". Cree fácilmente las cosas maravillosas, los milagros, los misterios.

El catequista debe corresponder a esta fe ingenua y plena del niño, respetando la verdad. Jamás contar como verdad lo que se ha inventado; no dar por cierto lo que es dudoso, no exagerar ni juzgar las acciones (no decir a un chiquito que ha dicho una mentira: examínate, porque si no te confiesas, vas al infierno); no interpretar en modo supersticioso o atrevido la intervención de Dios para no dar lugar a confusión. "¿Ves? Has jugado con dinero hoy que es viernes y por eso has perdido", decía una madre a su hijo. Y el niño respondió en seguida: "Pero para mi compañero que me ganó, era también viernes". ¡Lógica correcta!

El catequista debe aprovechar la confianza que el niño tiene en él, para darle la confianza en la Iglesia y en Dios. El niño tiene delante de sí estos tres

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escalones: el catequista, la Iglesia y Jesús. "Esto me lo enseñó el catequista, él aprendió de la Iglesia y la Iglesia de Jesús mismo"21.- El niño razona con fatiga. Es todavía como esclavo de los sentidos, solamente por breves momentos puede elevarse a pensamientos abstractos. El que lo quiera conducir al pensamiento y reflexión, es necesario que no tenga afán; que le enseñe pocas cosas y siempre conduciéndolo a través de hechos, colores e imágenes.

22. El niño tiene una voluntad débil, Y también inestable y caprichosa. Además, habituado como está a verse rodeado del cuidado de todos desde la infancia, tiende a considerarse a sí mismo como un sol pequeñito y a todos los otros como satélites: él en el centro, los otros alrededor para obedecerle y servirle.

Dulcemente, pero con firmeza, es preciso ponerlo en su puesto: no en el de mando sino en el de obediencia y de docilidad. Conviene que no piense en poder plegar la voluntad del que le es superior; y al contrario, debe él plegarse en manera absoluta a los padres, al maestro, al catequista. Si esto no se obtiene de él desde el principio, hay poca esperanza de educarlo debidamente.Naturalmente, para tener éxito, es preciso presentarle las cosas por el aspecto simpático y tomarlo apoyándose en la persuasión, en el sentimiento y raras veces por el castigo.

23.- El niño es algo muy grande. Se ha llamado por algunos el siglo presente "El siglo del niño", porque nunca como ahora tanto se ha ocupado la humanidad de él. Se le enseña con libros, biblioteca; se le cuida con medidas preventivas, colonias, colegios, escuelas, hospitales; se le educa en escuelas de toda clase; la humanidad entera lo rodea, se inclina sobre su suerte.

Pero el catequista debe avanzar más y ver en el niño un hijo de Dios, un hermano de los ángeles y recordar que el Señor pedirá cuenta estrecha de la manera como el niño ha sido tratado ("El que acoge a uno de estos pequeñitos, me acoge a Mí"). El que no está persuadido de esto y no muestra por el niño un respeto sobrenatural, no es digno de estar con él: está en peligro de perjudicar la obra de Dios.

PREGUNTAS Y CASOS¿Entre los grandes y los pequeños hay sólo diferencia de

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estatura? (2).¿Es necesario estudiar al niño? (1).¿Todos los niños son iguales? (4)."El niño es todo bondad: cuidado, no lo arruines" (8).¿Cuántos medios conozco para estudiar a los niños? (9).Lee las páginas que Sta. Teresita escribió en su propiainfancia."Pablo se aburre con los niños y se cansa cuando leshabla". ¿Será un buen catequista? (3-11-12)."La fantasía, la memoria entre los pequeños y entre losgrandes. Diferencias" (18-19)."Cayo, catequista, se burla de los niños", ¿hace bien? (17).

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IV. EL MÉTODO DEL CATEQUISTA.

1.- LOS PRINCIPALES MÉTODOS.

1.- A una misma meta se puede llegar por varios caminos con viajes diferentes.Así para enseñar una verdad el catequista puede escoger varios caminos que se llaman métodos.

Expondremos con palabras sencillas los principales métodos.

2. Método INDUCTIVO o viaje de ida. El catequista considera la respuesta del catecismo como un punto de partida. Después de haberla examinado se pregunta: Para entender esta fórmula, ¿qué ideas deben tener los niños? Esta y ésta... Procura entonces presentarlas de la mejor manera posible y del modo más atrayente para ellos, cuando hayan entendido bien las ideas y las palabras, les leerá a los niños la respuesta o la hará leer y la entenderán en seguida.Pongamos un ejemplo práctico. El catequista debe explicar la fórmula del catecismo pequeño de S. Pío X: El alma es la parte espiritual del hombre por la que vive, entiende y es libre".

El catequista se preguntará: ¿cuáles son en esta fórmula las palabras que mis pequeños no conocen? Examinando hallará que son: "parte del hombre", "espiritual", "vivir", "ser libre". ;

Entonces puede empezar contando la creación de Adán, el cuerpo del hombre estaba allí, pero yacía, caído por tierra, no se movía, ni hablaba. Dios sopló... El hombre vivió, se levantó y comenzó a hablar... He ahí el hombre ya completo: antes de que Dios soplase, existía una sola parte del hombre, el cuerpo. Después del soplo estaba la otra parte: el alma (y así se entiende ya cómo el alma es parte del hombre). i

Una parte importante. Sin el alma, el cuerpo de Adán quedaría inanimado por tierra, rígido, frío como una roca: Pero por el alma ya ha podido ponerse en

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pie, moverse y caminar. Es el alma la que da la vida, y hace vivir. Una roca no se mueve, ni crece, ni ve, porque está sin alma: los conejos, los lagartos, los pajaritos, comen, etc., porque tienen alma (inmaterial). (Y así los niños entienden; que el alma es la que hace vivir). ¡

Y continúan, haciendo que los niños conozcan y entiendan las palabras restantes, "espiritual", "ser libre".

Cuando finalmente ve que todas las ideas y palabras las entienden bien, el catequista presenta entonces la fórmula y dice: ahora, estén atentos porque aprendemos una formula interesante: "El alma es...", y a la fórmula los niños no harán mala cara porque ya la conocen, la entienden en seguida y se convencen que la entienden fácilmente.

Este método es racional, agradable para los niños, pero , un poco difícil para el catequista.Es racional porque justamente procede de lo fácil a lo difícil, de lo que se sabe a lo que no se sabe. ,Le agrada a los niños porque antes de que la respuesta llegue, los hace navegar a la aventura y a lo imprevisto; Conocida la respuesta, clara y límpida, le da alegría como por un descubrimiento.

Es difícil porque requiere espíritu de iniciativa y preparación diligente.

3. Método DEDUCTIVO o viaje de vuelta. El catequista considera la respuesta como un punto de partida. La lee al niño, le explica cada palabra, aun las más fáciles; y no queda tranquilo hasta que todas las partes y todas las palabras no estén bien entendidas por el alumno.

Este método es más fácil para el catequista pero menos atrayente para los niños.Por ejemplo: El catequista leerá en seguida toda la fórmula anterior. Después de haberla leído o hacerla leer, la explicará... ¿Entienden qué significa "espiritual"? Lo voy a decir. ¿Saben qué diferencia existe entre una cosa que vive y una cosa muerta? "Óiganme...", etc. Al fin concluye: , "Espero que ahora sí hayan entendido la respuesta".

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Más fácil porque el catequista no tiene sino que seguir la fórmula. Desmontar un mecanismo es mucho más fácil que armarlo. Ahora bien, el método deductivo desmonta pieza por pieza el mecanismo de la fórmula, mientras que el método inductivo la reconstruye.

Menos atrayente para los niños, porque les presenta de pronto la fórmula no explicada, aún oscura, que no entienden y no les gusta.

4.- Los dos métodos precedentes pueden reunirse en viaje de ida y vuelta. Así: el catequista explica al principio la respuesta con el método inductivo, llevando a los niños a la conquista de la comprensión de la fórmula; una vez que la han entendido, la hace explicar por ellos deductivamente, preguntándoles sobre las palabras.

5.- El método inductivo no se ha de confundir con el INTUITIVO (Intuere, ver), quiere decir servirse de imágenes, hechos, ejemplos, etcétera, para hacer que el niño vea las cosas.

6.- MÉTODO ACTIVO. El catequista al enseñar no sólo se preocupa de hacer o hablar él mismo, sino sobre todo de hacer hablar a los niños y hacerlo usando todos los, medios que tiene a su disposición.

"Es el método que usó Nuestro Señor, pero que se ha estudiado científicamente en estos últimos años: "La escuela activa". Se ha comprobado esto: el hacer agrada al los niños; para hacer algo, el niño se ve obligado a reflexionar un poco; y después de haber obrado, se le olvida menos.Hay dos estudiantes: uno ha leído un tratado completo sobre la radio, el segundo ha construido un radio. No es ciertamente el primero el que conocerá mejor la radio.

Mira a un muchacho que va en su bicicleta por la calle. No se me ocurre siquiera preguntarle qué ha estudiado para ir en bicicleta. Ha ensayado y vuelto a ensayar y pronto será un campeón.

Por ejemplo, permaneciendo siempre en el mismo tema de la respuesta sobre el alma, el catequista ensayará con el método activo y pondrá en movimiento a los alumnos; en vez de relatar él la creación de Adán, la hará repetir por un

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alumno que ya la conozca; escribirá sobre el tablero la palabra que hay que explicar, o hará pasar adelante a dos, a quienes les dice: tú eres el alma y tú (al otro), el cuerpo... Estén atentos, les diré las preciosas cualidades de cada uno: ustedes dirán a sus compañeros lo que les he dicho, etcétera, y lo completaran mutuamente; después les mostrará una roca y un grano de trigo, preguntando qué diferencia hay entre uno y otro; y después los hará levantarse para dar gracias al Señor por habernos dado el alma.

7.- No es preciso creer que el trabajo activo de un niño se reduce al cuaderno con unas cuantas pinturitas, oracioncitas o imágenes recortadas y pegadas. El catequista activo pone en juego todo lo que tiene el niño: la lengua interrogán-dolo a menudo y dejándolo hacer preguntas; los ojos, mostrándole imágenes, cartulinas, tarjetas postales, proyecciones luminosas, espectáculos de la naturaleza, objetos sagrados, etcétera; la fantasía, refiriéndoles historias interesantes, hechos, ejemplos; las manos, haciéndoles tocar todo cuanto es posible: objetos sagrados, invitándolos a hacer esquemas, tareas, oraciones escritas; los pies y todo el cuerpo llevándolos a visitar unas Iglesias, un cementerio, haciéndoles reproducir alguna escena del Evangelio; el deseo de compensar y desafiar, de ponerse a la cabeza, colocándolo en una escuadra que compita con otra; el deseo de llegar pronto a un resultado práctico habituándolo a rezar, a hacer la obra buena o sea la "victoria" o "fruto práctico".

8.- Explicaremos después todas estas cosas que constituyen los varios aspectos del método activo. Baste por ahora anotar que el método activo puede abarcar todos los otros métodos: el deductivo, el intuitivo y otro más.

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2.- LOS ASPECTOS MÁS IMPORTANTES DEL MÉTODO ACTIVO.

a) Hacer hablar al niño.

9.- En el catecismo hay tres casos: o habla el catequista solo como en un sermón (forma expositiva); el catequista interroga y el alumno responde (forma interrogativa); o interroga el alumno y el catequista responde (forma dialogada). Pero podemos usar estas tres formas y tenemos un cuarto caso: forma mixta.

Para el niño es un suplicio oír hablar a los adultos, y el callar si no se trata de alguna narración. Ellos no soportan un discurso continuo más largo de dos minutos. El catequista por lo tanto debe usar sólo para aclarar brevemente la forma expositiva y recurrir continuamente a la interrogación y al diálogo.

10.- Las interrogaciones se hacen para ver si el alumno ha logrado asimilar lo explicado (forma catequística) o para llevarlo poco a poco a conocer otra verdad (forma socrática). La forma socrática es difícil, más fácil y frecuente es la forma catequística.

11.- Las preguntas hechas al niño deben ser sencillas y claras, que tengan una sola respuesta. No se dirá: quién y cuándo se fundó la Iglesia? Traería confusión a los niños sino ¿quién fundó la Iglesia? y obtenida la respuesta; ¿cuándo se fundó?, no preguntas demasiado fáciles porque terminarán en juego y desorden; ni tampoco muy difíciles, porque se les descorazonará, sino variadas para no producir monotonía.

Él catequista hará de ordinario primero la pregunta en general, después indicará al alumno qué debe responder y no al contrario; si no los alumnos no interrogados no prestarán atención.

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No es conveniente sugerir al alumno la primera palabra o sílaba de la respuesta.

12.- A través de las preguntas el catequista verá y conocerá la prontitud, el ingenio, la diligencia de sus alumnos. Verá también si ha acertado para hacerse entender de ellos; verá que ciertas palabras que le parecían facilísimas, no habían sido entendidas o entendidas al revés. Son aún célebres los casos de aquel muchacho que creía que la Misa se llamaba "sacrificio" porque para asistir a ella se hacía penitencia; de aquel otro que preguntó si la especie eucarística bajo la que se esconde el Señor era el palio o tabernáculo; de un tercero que recitó durante un año los preceptos de la Iglesia sin entender nada sobre las "nupcias" que estaban prohibidas en ciertas épocas; y de un cuarto que contestó sobre cuáles eran los últimos sacramentos: "no existen, ya se los dieron a mi abuela".

13.- El diálogo del niño con el catequista es excelente: prueba que el niño se interesa, pone empeño en las lecciones, pero exige del catequista ciencia, habilidad y prudencia.

Ciencia, para no hallarse embarazado para responder a ciertas preguntas.Habilidad; para hacer guardar bien la disciplina, ("hacer hablar" no "dejar hablar"), para no perder tiempo inútilmente, para distinguir en seguida al pequeño que interroga para distraer y hacer reír, para desviar la pregunta que no tiene nada qué ver con la lección del día.

b) Hacer retener

14.- Moisés en el desierto tocó con un bastón la roca dura y brotó de ella agua refrescante. Una campana está muda y silenciosa mientras no se le toca, tocada por el badajo, difunde sonido poderoso que vuela por kilómetros. Los fósforos sin frotar, son cosas insignificantes pero al frotarlos hacen brotar luz y calor.La roca, la campana, el fósforo son imágenes de las fórmulas y definiciones del catecismo. Son como cosas áridas, mudas, insignificantes mientras no se las explica y al explicarlas debidamente se vuelven fecundas, fuentes de luz esplendorosa.

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15.- Se equivoca, pues, quien quiera abolir las fórmulas y definiciones y el estudio de memoria del catecismo.Algunas expresiones y fórmulas del Derecho o de la. Química, porque exigen precisión y exactitud se estudian de memoria por los alumnos del liceo o de la universidad.

En la religión hay verdades importantísimas, delicadas y difíciles. ¿Qué mal se sigue de que se las dé como condensadas en fórmulas precisas para que las conserven en la memoria los pequeños?

La fórmula aprendida de memoria es como una percha, a la que quedamos adheridos no obstante el pasar de los años, en los conocimientos religiosos más importantes.Tanto más en cuanto que ciertas fórmulas no le servirán al niño en el momento actual sino en el futuro. Por ejemplo, la enseñanza sobre el matrimonio, la extremaunción. ¿Y cómo servirán después si no podemos recordarlas?

Por otra parte, ¿no es la memoria una facultad para ejercitar y hacer trabajar recordando?

16.- Pero se equivoca también quien abusa de la memoria y hace consistir el catecismo en sólo aprender de memoria fórmulas y definiciones.Ketteler, ilustre obispo de Maguncia, define como delito hacer aprender al niño fórmulas que no entiende.

Y eso es en verdad delito porque impone una fatiga ímproba al niño, dejándolo en la ignorancia y dándole la idea de que el catecismo sea únicamente un conjunto de cosas sin sentido, difíciles y abstrusas.

17.- En otros tiempos, la fórmula o definición se le hacía seguir en varias etapas: a) Definición aprendida de memoria; b) explicada por el catequista; c) Llevada a la práctica.

El método más adelantado es: a) Fórmula explicada bien por el catequista; b) Fórmula estudiada de memoria; c) Fórmula practicada.

18.- El catequista por tanto no hará aprender de memoria la definición si no la ha explicado antes bien.

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Y además de explicarla, hacerla amar presentándola en una luz atrayente y simpática.Y con esto se facilita el aprendizaje. Cuando por ejemplo se ha repetido la definición y la ha hecho sentir hondamente (recitada por el catequista, leída por un alumno o recitada por todos a la vez en coro), los niños quedan con la impresión de saberla ya o poderla aprender fácilmente y la estudian entonces con gusto.

c) Hacer ver con los ojos

19.- Los ojos tienen como hambre y sed de colores, de vistas y por esto se quedan como extasiados ante las proyecciones luminosas, los cartelones o láminas bellamente coloreados.Cuando se hace ver un cuadro, la primera impresión del niño es de estupor: "¡Oh!...". Después de aprobación: "¡Qué bello cuadro!". Después vienen los comentarios y observaciones: "La Virgen es mona", "El sol entra por la ventana". Se nota que los niños se impresionan, sobre todo por las cosas particulares (la cola de un perro, la cabeza de un caballo, el gorro de un soldado), al contrario de las personas mayores que ven enseguida el conjunto y después pasan a lo particular.

20.- Pero no basta mostrar el cuadro: es preciso tener el arte de hacerlo vivo y diciente. No se debe tener miedo de no ir muy aprisa, pues cuando se explica un cuadro, hay que explicarlo todo: quiénes son los personajes, qué sucedió, qué hicieron, qué están haciendo, de qué sentimientos parecen animados. Y poner en la boca de los personajes palabras y discursos apropiados, de modo que los niños tengan ante sí como una escena viva y animada. Se puede llegar hasta hablar en nombre de los niños al Jesús del cuadro y hacer hablar a los niños con el mismo Jesús.

Los cuadros o imágenes imprimen la escena fuertemente en la fantasía, hacen a los niños atentos e interesados, y sirven mucho para despertar buenos sentimientos.

21.- El cuadro o imagen puede mostrarse desde el principio de la lección, si ilustra un concepto; cuando se recuerda un hecho, se puede primero narrar el hecho y después mostrar la imagen; si se trata de una figura (crucifijo, la

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Virgen, San Luís), que sirve para edificar a los niños, se les muestra al momento de la explicación práctica.22.- El tablero ayuda también mucho para hacer ver a los niños: un nombre difícil que excita la curiosidad y el interés, visto con los ojos, además de oírlo, se recordará fácilmente; un dibujo, un esquema, un título de la lección que sirve para excitar la atención y recordar mejor el hecho.

d) Hacer ver a la fantasía

23.- Un niño debe recorrer un pedazo de bajada en invierno. El pavimento está liso por el hielo. El niño siente miedo y dice: Cuántas vueltas y revueltas y piruetas deberé hacer antes de llegar abajo. El no quiere las piruetas y con todo prevé que hará algunas. En él hay una fuerte voluntad de no caer, pero al mismo tiempo prevé que caerá; la una no destruye la otra.

Algo parecido sucede al que va a confesarse. Hace el propósito firme de no cometer más aquel pecado, pero al mismo tiempo prevé que caerá en ese pecado. Una cosa es el propósito y otra la previsión.

Esto es simplemente una comparación. Con ello, a base de semejanzas, el catequista explica en pocas palabras un concepto un poco difícil: que la previsión de cometer el pecado no es la voluntad de pecar.

24.- Los ejemplos a veces son casos prácticos en los que se ve la materia enseñada. Pongamos uno sobre la obligación de restituir.

"Antonio es un campesino. Tiene en el establo cuatro vaquitas y lleva la leche a la lechería. Pero cada día pone a la leche un poco de agua, porque dice: "Así pesa más y recibo mejor paga". ¿Hace bien o mal Antonio? Responde tú, Ernesto.-Mal.—Hace mal, comete pecado. ¿Contra qué mandamientoha pecado?—Contra el séptimo: no robar.—Bien. ¿Y por qué ha pecado contra el séptimo mandamiento?—Porque ha robado a los que compran la leche.—Bien. Pero el que ha robado, ¿basta que se confiese?—No, debe restituir.

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Y así debe hacerlo Antonio. No basta que se confiese de haberle echado agua a la leche, sino que debe reparar el daño causado, restituyendo el dinero a la lechería.

25.- Pero sobre todo le gustan a los niños las historietas. Los cuentos tienen las ventajas de la comparación y de los ejemplos y además dan luz a la inteligencia, incitan al bien obrar, y sirven para guardar la disciplina de la clase. Las mejores narraciones son las tomadas del Evangelio y de la Historia Sagrada. Otras pueden tomarse de la vida de los santos o de la historia, con tal de que sean verdaderas. Alguna vez, si contamos cuentos, hechos inverosímiles, parábolas, entonces es preciso decir a los niños que son cosas inventadas.

26.- El saber contar bien es una de las mejores cualidades del catequista. Tendrá éxito si se hace niño como los niños y se adapta a sus gustos, haciendo ver y hablar a. través de los personajes de la narración, dramatizando las cosas.

Así por ejemplo debemos contar a los niños el hecho de la capa de San Martín; no bastará decir: "Un pobre pidió un día limosna a San Martín: éste no teniendo otra cosa, cortó con la espada su manto y le dio la mitad". Este modo de contar no le dice nada al niño: él desea saber el largo de la capa, las palabras, los personajes. Quiere casi ver la cosa. Y entonces es preciso describir el ambiente, los vestidos, hacer hablar a los personajes. De este modo: Ahora todos atentos, porque voy a referir una bella historia. Era una mañana de invierno, había caído la nieve y hacía mucho frío. Por el camino se hallaba un pobre: descalzo, vestido con unos andrajos, castañeteaba los dientes y tiritaba de frío. Y entonces venía por el mismo camino un soldado a caballo. Se llamaba Martín. El pobre extendió la mano temblorosa y dijo: Tengo tanto frío, hágame la caridad. Martín respondió: perdóneme, no tengo nada en este momento. Pero en seguida pensó: ¿y si le diera la mitad de mi manto?

Paró el caballo, llamó al pobre y le dijo: toma un pedazo de mi manto y con la espada lo dividió en dos y le dio la mitad, etcétera.Mientras se narra, se deben usar frases, palabras concretas, para arrojar luz donde debe resplandecer. En el ejemplo anterior lo que había que poner a la vista era la caridad, el buen corazón de San Martín. La luz por tanto se hallaba en el acto caritativo y no en otra cosa.

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Supongamos que el catequista se distraiga sobre la descripción del caballo que se acerca... "Se oye por el camino el ruido de un caballo, troc, troc...". El caballo ya está allí, Lo monta un soldado atrevido, con la espada al flanco, con yelmo en la cabeza". Todo esto interesará a los niños por el trote, por la espada, por el yelmo, pero hará poner a segundo término la limosna y la piedad del soldado.

27.- Se quiere hacer ver la verdad que se está explicando y el ejemplo debe estar estrechamente unido a !a verdad explicada o parte del catecismo, y no como un caramelo azucarado, separado, que se da para hacer aceptar un alimento o medicina desagradable. No diga: Estén atentos que después les contaré una historia interesante. Con esto parece como que el catecismo no fuera interesante. Sin embargo esto no impide que se cuente algo cuando se nota cansancio en los niños o hacia el fin de la explicación.

e) Hacer mover las manos y los pies.

28.- Los niños no saben aún escribir y tienen en la mano con delirio, tiza, pedazos de carbón y con ellos emborronan papeles y hacen figuras y mamarrachos en las paredes de la calle, en los libros o periódicos, que tienen al alcance. Eso explica que expresan gustosamente con el diseño lo que se' les ha sugerido y lo mismo pueden aprovechar de sus pequeñas experiencias en la enseñanza religiosa. Así nació lo que se llama "cuaderno de religión" o el "cuaderno activo de apuntes".

29.- De eso resulta un gran bien: hace que el niño se aplique al catecismo como a una cosa interesante y hermosa y muy suya; enseña a aprender de memoria una cosa mejor y a retener lo aprendido, hacen que en la casa se interesen en el catecismo, el papá, la mamá, la hermanita, llamados por el pequeño para que lo ayuden en la pintura que tiene que hacer, en la imagen para escoger, etcétera. Se verifica el caso del pequeño que sin saberlo hace bien" al padre, al tío, que no van a escuchar la palabra de Dios en la Iglesia, mas la vienen a escuchar gustosos a través del cuaderno del hijo o del sobrino.

30.- Pero entendámonos: El diseño lo hace el que tiene disposición; los niños no tienen disposición o aptitud para hacerlo por sí mismos, escriben sobre el cuaderno alguna otra cosa; colorean las imágenes ya dibujadas previamente,

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ponen bajo la imagen una, dos o tres líneas de comentario, completan frases indicadas por el catequista, o ya estampadas en el cuaderno; hacen sus oracioncitas propias, resúmenes, cuentos, etcétera. Y no importa que los dibujos sean toscos, o las expresiones llenas de errores gramaticales. Lo importante es que el muchacho exprese espontáneamente, como mejor pueda y sepa, sobre el cuaderno sus pensamientos y sentimientos religiosos.

31.- No hay sólo el cuaderno para hacer mover al niño. También se pueden hacer mover las manos y los pies y todo el cuerpo de varios modos. Por ejemplo con juegos catequísticos, con escenas catequísticas, con visitas a la Iglesia, a la sacristía para ver y tocar los ornamentos sagrados, la piedra o ara del altar, etcétera. O cuando los niños deben preparar el material didáctico de la lección sobre la liturgia, haciendo en la casa la pequeña casulla, la estola, o fabricando el altarcito con todos los objetos del culto, etcétera.

f) Trabajar en partidos o escuadras

32.- Observad los juegos de los niños de 9 a 12 años: la mayoría son a veces a base de partidos distintos. Dad una ojeada al deporte: todo es a base de escuadras, partidos, o concursos, primeros puestos, victorias y puntajes. La gente, pero sobre todo los muchachos, tienen para estos juegos una gran afición. La competencia o espíritu de concurso se siente hoy por doquier; por eso se puede llevar con éxito el trabajo de escuadras, partidos o desafíos, al catecismo.

33.- Un ejemplo: Hay una clase de doce niños: se dividen y se forman tres escuadras de cuatro cada una y para cada una de ellas se escoge un capitán que debe dirigir, advertir y reclamar a los otros. Se establece un sistema de puntos: el punto para el que está presente, otro para el que sabe mejor de memoria la lección, otro para el que le da mejor sentido, otro para el que tiene mejor página activa del cuaderno, etc. Los puntos se suman y dan puntos para el partido o escuadra, que se van señalando sucesivamente en un gráfico. La escuadra que reúna de primera un determinado número de puntos, queda vencedora.

34.- Este sistema es fructuoso sólo con alumnos de 9 a 12 años; requiere en el catequista práctica, entusiasmo, tiempo; haciéndolo funcionar bien produce

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varias ventajas: hace trabajar mucho a los niños, estimula una sana emulación (se trabaja por el partido o escuadra, no por uno en particular), educa en la fraternidad, hace animada y serena la escuela, enseña a los capitanes a preocuparse por sus compañeros, por tanto los habilita para el apostolado, pone a los niños en contacto con el catequista, quien así los puede conocer e instruir mejor.

35.- Para que el trabajo en esta forma tenga éxito, es necesario que los capitanes sean aptos, niños de energía, que tengan prestigio entre los demás de la escuadra; las escuadras sean al menos tres, equilibradas en sus fuerzas o sea casi iguales en la inteligencia y capacidad de sus miembros; se escoge para cada escuadra un hermoso y llamativo nombre de batalla, un distintivo; para anotar los puntos se toma algo imaginativo (recorrido del mundo, subida a la montaña, etcétera), se procura que la escuadra vencedora tenga su premio y aun premios individuales por la buena conducta, por la presencia.

g) Enseñar a orar bien

36.- Supongamos que un catequista llega a hacer de sus alumnos cristianos que oren. Este ha obtenido muchísimo. En la práctica no siempre se obtiene este resultado; hay muchos niños y cristianos que dicen orar, pero pocos oran.

Dos cosas debe hacer el catequista para remediar este inconveniente: dar al alumno un concepto, amplio, simpático, de la oración y llevarlo a la práctica de la oración.

37.- De aquí algunos principios que hay que inculcar un poco a la vez entre los niños, a fin de darles un concepto justo, simpático, de la oración.

1) Orar quiere decir hablar con el Señor y no sólo del cielo, del alma, sino de cualquier cosa, propiamente "charlar"; y como se hace con un amigo se le puede hablar del papá, de la mamá, de la redacción, del juego; y El no está lejos, sino muy cerca y se siente muy contento de que le hablemos.

2) Orar es fácil: no se necesita que la oración sea larga o corta, el Señor no la mide con el metro, y si no se presenta la fórmula de oración conocida basta la

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palabra que uso conmigo mismo, sea en castellano o en inglés, aun con faltas y errores de gramática.3) No se ora solamente en la Iglesia, sino en todas partes y cuando se quiera: en el camino, en la escuela, en la casa, durante el juego, el niño puede recogerse un momento, saludar a Jesús, darle gracias, pedirle perdón, sin que nadie se dé cuenta.

38.- Y he aquí algunos medios para la práctica: 1) El ejemplo del catequista, que ora delante de sus alumnos con convicción, compostura y seriedad.

2) Dar a la oración recitada en común un tono piadoso, evitando los sonsonetes chocantes, haciendo pausas justas.

3) Variar a veces la fórmula y el modo de recitarla para quitar la monotonía, la rutina, el mecanismo e introducir la novedad, que sorprende siempre agradablemente a los niños; por ejemplo:

Reza sólo el catequista, lentamente, tranquilamente, pero con palabras vibrantes, llenas de fe, mientras los niños siguen con recogimiento.

Reza un solo niño y los otros le siguen en silencio.

Reza toda la clase, pero a media voz, con pausas después de cada frase.Se sustituye a la oración con un canto ("hoy haremos una oración cantada"), etcétera.

4) Preparar, explicar la oración que se va recitando o se va a rezar, indicando cosas y circunstancias que impresionen al niño. Por ejemplo: "Nuestro compañerito está enfermo, oremos por él"... "Hoy es sábado, y el día de la Virgen, oremos a esta buena Madre"... Otras veces al recitar el Padre nuestro... "esperad, habéis dicho 'el pan nuestro de cada día dánosle hoy', porque para obtener el pan hay que pedir que vuestro padre halle trabajo, tenga salud, pidámosle al Señor que le ayude...".

5) Recalcar a veces e/ pensamiento de que Dios todo lo ve, que es bueno, que tiene providencia, que todo depende de El, de modo que el niño se vaya llenando del espíritu de fe, que le haga atribuir a Dios los sucesos personales, familiares y sociales y lo haga recurrir a El.

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6) Cuidar mucho de la postura que tenga el niño durante la oración, habituándolo a que se presente bien compuesto, con las manos juntas: corregir el defecto que tenga en el hacer la señal de la cruz, insistir a fin de que en la casa rece sus oraciones de rodillas por la mañana y por la noche.

7) Enseñar a transformar en oración las fórmulas del catecismo que ya entienda. Sea la fórmula siguiente: Del alma debemos tener el mayor cuidado porque sólo salvando el alma seremos eternamente felices. Añadiendo o cambiando muy poco, tendremos: "creo, ¡Ho! señor, que el alma debe cuidarse diligentemente porque sólo salvando el alma seré eternamente feliz".

Usando estos u otros medios, el niño halla gusto en la oración, la practica con espontaneidad, se habitúa a hacer sus fórmulas propias y usa la oración como medio para llegar a ser mejor.

h) Llevar a la práctica.

39.- Una lección de catecismo no se ha hecho bien si no lleva a los niños a ejecutar alguna obra buena. El niño cuando ha entendido una cosa quiere en seguida probarla; se ha impresionado, se halla listo a obrar. Por otra parte, es NECESARIO hacerle entender que el catecismo no se aprende para ser muy sabio, sino muy bueno y hacer obras buenas; no es sólo enseñanza, sino vida.

40. - Es muy importante hacer que al fin de cada lección se llegue a alguna buena acción o victoria sobre las pasiones. El catequista debe insistir para que se haga la buena acción y en la lección siguiente pregunte si se ha hecho. Si el niño ve que el catequista pide la página activa del cuaderno y la lección de memoria y olvida preguntar si ha realizado la buena acción, concluye: la buena acción no tiene ninguna importancia.

41.- Las buenas acciones que se sugieren a los niños, deben ser bien determinadas y adaptadas a ellos. No basta decir: "sed buenos" o añadir "procurad ser obedientes", sino que hay que determinar cuándo y de qué manera: "hoy haréis todo lo que mamá ordene sin murmurar, por amor a Jesús" o también "si habéis faltado, esta noche al ir a la cama pediréis perdón al Señor", etcétera.

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42.- Sobre todo el catequista debe preocuparse para que sus alumnos vayan espontáneamente a las prácticas religiosas, frecuenten los sacramentos; y use toda su influencia, la persuasión de que es capaz, para hacer que asistan bien a la Santa Misa en las fiestas, que se confiesen con frecuencia y bien, que se acerquen a la Sagrada Comunión.

Para este fin debe aprovechar aun los encuentros casuales que tiene con sus alumnos fuera de la escuela y de la clase. Si los halla por la calle, pregúnteles en qué van de la página activa del cuaderno de catecismo, la "buena acción", si se han acordado de sus oraciones.

PREGUNTAS Y CASOS.

¿En qué consiste el método inductivo, el deductivo y el intuitivo? (2-3-5).

¿Por qué se usa hoy el método activo? (6-16), etc. ¿El método activo consiste en hacer el cuaderno simplemente? (7).¿El método activo hace perder mucho tiempo? (21). ¿El método activo reduce el catecismo a un juego? (16-etc.). ¿El método activo es difícil? ¿Es preciso hacer tantas preguntas al niño? (9). ¿Cómo deben ser las preguntas? (11). ¿Basta ser un buen predicador para enseñar el catecismo? (9).¿Si se deja de hablar a los niños viene luego la confusión? (13).¿Es una barbaridad el hacer aprender las respuestas de memoria? (15-16).¿Qué regla se sigue para hacer aprender de memoria? (17). ¿Por qué son útiles los cuadros o imágenes? (19). ¿Cómo se explica un cuadro o pintura? (20-21). ¿El tablero no es necesario? (22).¿Qué diferencia hay entre un "parangón", un ejemplo y un cuento? (23-25).¿Por qué el saber contar una historia es una de las más bellas cualidades del catequista? (18, etc.). ¿Por qué es útil el cuaderno de religión? (29). "¡Mis alumnos no gustan de hacer dibujos!" (30) ¿Qué significa "Movilizar"?; ¿Qué quiere decir eso en el catecismo? (16-31)."¿El trabajo en partidos o escuadras es una perdedera de tiempo?" (34).¿En todas las clases y cursos debe haber escuadras o partidos? (34).¿Cómo se organiza el trabajo con partidos? ¿Cómo presentar la oración a los alumnos? ¿Cómo los haré orar?Transforma en oración cualquier fórmula del catecismo. "Pocas oraciones", "oraciones breves", "muchas oraciones", "oraciones largas". De estas cuatro fórmulas dos son exactas y dos erróneas. ¿Cuáles son?

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V. LA CLASE DE CATECISMO.

1.- PREPARACIÓN DE LA LECCIÓN.

1.- Es necesaria. No se construye una casa sin hacer antes el proyecto y ver cómo debe ser de grande, cuántos cuartos, cuántas puertas, cuántas ventanas, etcétera. Una lección es como una casa pequeña para construir: antes de hacerla es preciso ocuparse de ella, ver cuánto tiempo ha de durar, cuántas partes tendrá, qué adornos hay que añadirle, qué fruto debe llevar.Una lección no preparada será confusa, aburridora, insípida, sin resultado.

Sólo la lección preparada con amor y diligencia, con sus partes bien claras, con sus ejemplos apropiados, tiene éxito.

2.- No basta dar una ojeada al libro en diez minutos. Hay catequistas que comienzan el lunes a pensar en el catecismo del domingo y pasan toda la semana en la preparación cuidadosa de la lección, meditando con amor la materia que se va a explicar, llenándose de esos pensamientos la mente y el corazón. De esto modo, además de las ideas claras, llevan a la lección una alma que vibra y hace vibrar.

El mínimo que cada catequista debe hacer es este: Hallar en el texto la lección que toca, estudiarla de modo de saberla perfectamente y repasar la respuesta de memoria.

Consultar la Guía u otro libro bueno, sabiendo buscar lo que agradará o hará bien a los niños, dejando lo que no podrían entender.

Establecer qué palabras va a usar, qué método va a seguir,.qué ejemplos, qué parangones va a exponer, qué imágenes u objetos va a mostrar.Fijar el resumen y la obra buena que se propone para hacer.

Prever las principales preguntas y respuestas adaptadas, tener preparados algunos ejemplos para el caso.

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3.- Los niños son como los pajaritos: quieren saltar de flor en flor, cambiar siempre. Será bueno el tener preparado en cada lección algo nuevo que les guste. No comenzar siempre de la misma manera, no preguntar siempre del mismo modo. Al menos tener algunas explicaciones brillantes y en cada lección tener algún punto más atrayente.

4.- Y orar. El hacer bien la explicación, aunque se haya puesto toda diligencia, es siempre una gracia del Señor que hay que pedir humildemente.

2.- ITINERARIO DE LA LECCIÓN

5.- Quien dice itinerario dice programa o serie de etapas sucesivas. Enumeremos la serie de las varias etapas de la lección del catecismo parroquial:

El catequista se encuentra (con el texto, la guía, la libreta de calificaciones), a la hora precisa en el sitio de la clase.Recoge y pone en fila a los niños.Entra con ellos en silencio en el aula o local de la clase.Espera que se pongan en su sitio y les ayuda a ello;Oración (a veces cantada);Llamada de lista;Interrogación sobre la lección anterior;Explicación de la lección nueva;Recapitulación de la lección nueva;Aplicación práctica;Asignación de la tarea;Oración;Salida de la clase.

6.- Algunas anotaciones: 1) Los niños no pueden saltar de un juego muy activo o de un alboroto a la oración o a la lección: el catequista se preocupará deque el cambio venga suavemente, calmándolos con un canto, o con dos o tres minutos de espera fuera del aula, etcétera. 2) La oración no se empieza hasta que no estén todos quietos y sosegados; 3) La libreta de calificaciones debe llevarse bien, sea para calificar la lección, sea para apuntar las

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ausencias. Eso da un poco de importancia y tiene a los niños con un poco de miedo.

7.- Después de la clase, quedando solo o volviendo a la casa, el catequista ora al Señor agradeciéndole el haberse servido de él, pidiendo que los niños pongan en práctica las cosas importantes explicadas. Bueno será hacer un momento de examen o propósito sobre cómo anduvo la clase, sobre los méritos y los defectos. Será muy bueno llevar un Diario sobre el cual anotará la preparación de la clase antes y luego las observaciones.

3.- DISCIPLINA DE LA CLASE.

Una nación es ordenada y disciplinada si tiene estas dos cosas: leyes precisas y claras (poder legislativo), y fuerza para exigirlas (poder ejecutivo y punitivo).En una clase de catecismo habrá disciplina cuando se dan avisos y órdenes claras y se logra hacerlas observar con la presencia, el interés insistente, la persuasión o aun con un poquito de castigo.

Si no se dan las órdenes o no son claras y nadie cumple, pondremos confusión, desobediencia, todo lo contrario de disciplina.

a) Acerca del "poder legislativo"

8.- Ser claro y preciso en dar las órdenes. A veces el niño no ha seguido las órdenes por no haberlas entendido o no haberlas recordado. Para asegurarse que las han entendido y para hacerlas recordar, hacerse repetir las órdenes dadas ("¿Has entendido lo que he dicho?" Dímelo, pues... ¿Has hallado la página que debes estudiar? Muéstramela).

No dar órdenes mientras los niños se hallan moviéndose; dar pocas órdenes, no cambiarlas, sino repetirlas de nuevo.

No mandar jamás una cosa cuando hay seguridad de que no se hará.Mantenerse firmes en lo dicho. Cuando se ha dicho no y las circunstancias no han cambiado, no se debe mudar la orden. ¿Por qué de ordinario el papá se hace obedecer mejor que la mamá? Porque se mantiene firme en lo dicho, no cede y el niño lo sabe.

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Y no hacer prédicas cuando se dan órdenes: no hablar ni dar muestra a los niños de que tiene miedo de no ser obedecido; pocas palabras incisivas (no irónicas) son mucho más enérgicas y eficaces que muchas exhortaciones.

b) Acerca del "poder ejecutivo"

9.- Nuestra disciplina no debe ser a la prusiana (o haces esto o palo va), la nuestra debe hacer que el niño quiera aquello y lo haga con gusto; no sofoca la libertad del niño, sino que la educa y alimenta haciendo que él mismo, espontáneamente, quiera lo que nosotros le ordenamos.

10.- Pero, ¡atención! "Voluntariamente" no significa "sin esfuerzo", "sin fatiga". Ningún educador formará bien a los niños y jóvenes, si no manda y obtiene de ellos esfuerzo y sacrificio.

Un catequista dice: "Quiero ahorrar a mis niños cualquier esfuerzo". No ha entendido nada de la educación ni de la vida. En otra ocasión con hechos y sucesos grandes, los niños hallarán nada más que lo duro, áspero y amargo. Hay pues que prepararlos desde ahora. Por otra parte, sin fatiga no se hace nada grande en este mundo. Debe decir a veces: Quiero que se esfuercen para que se habitúen al sacrificio. La risa, el juego, la alegría sólo y únicamente son ayudas.

11.- La disciplina de que hablamos presupone en el catequista ciertas habilidades indispensables. Primera: el prestigio. Lo tendrá cuando el niño experimente hacia él cierto sentido de reverencia y de estima, por su bondad, su ciencia, por la capacidad de trabajo. El niño es algo como el salvaje: tiene necesidad de ver que el capitán que lo guía es un hombre más capaz, más fuerte, más inteligente que él. De otro modo no lo sigue.

12.- Otra cualidad, la bondad... pero que no sea demasiada. (Un hombre bueno "y no un bonachón" inspira confianza, y "no dejarse tomar el pelo").Los niños deben ver que el catequista es bueno y los ama, pero al mismo tiempo deben mostrar una cierta docilidad a él; de otro modo lo toman todo en "broma" y se acaba el prestigio.

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13.- Tercera cualidad: la confianza en sí mismo. Los niños deben tener la impresión de que somos seguros, capaces, dignos y que nos sentimos dueños de nosotros mismos, con el tono de la voz, el semblante, los movimientos. ¡Ay de nosotros si nos ven tímidos, inseguros, impacientes!

14.- Cualidad muy importante, hacerse interesante. La mayor parte de las veces los niños son indisciplinados, porque no nos hacemos interesantes, decimos cosas que no les interesan o en modo inadaptado o sin la suficiente preparación.

15.- La disciplina que procuramos considera otros medios: premios y emulación. El más fácil de los premios es la alabanza: dada con prudencia, en tiempo oportuno y entusiasmo, invita al estudio. En cuanto a los otros premios, sean grandes o pequeños, no es el darlos lo que mejor efecto produce, sino el modo como se dan, las palabras, los miramientos que los acompañan.

La calificación si se sabe usar, da óptimos resultados para la disciplina. Lo usa bien el catequista cuando le da importancia delante de los niños, sobre todo para la disciplina. Lo usa bien el catequista: "en lo que te pregunté sacaste cuatro puntos y si continúas así, llegarás a los cinco", y alguna vez dar algunos puntos más para entusiasmar.

c) Acerca del "poder punitivo"

16.- El sol enseña algo al catequista, sin saberlo; el sol suministra continuamente luz y calor, a veces lluvia y viento, raramente relámpagos y truenos.El catequista debe continuamente dar a sus alumnos afectos y cuidado, a veces recomendaciones y exhortaciones, raramente intervendrá con reprensiones y castigos.

17.- Los castigos deben darse con mucha prudencia si se quiere que sean eficaces.Comenzar con poco (mostrarse no contento, menos benévolo, miradas severas, reclamos; amenazas de castigo) llegar al castigo fuerte sólo con los pertinaces que no obstante los avisos y reclamos, se hallan faltando tres o

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cuatro veces; no infligir castigos corporales, más bien privar de alguna cosa que tengan los niños.

No es el castigo en sí mismo el que corrige al niño, sino el disgusto y el deseo de verlo mejorar, eso es lo que el catequista desea.

No castigar si no se está seguro de la falta, dejar al niño que se defienda, y si lo halla inocente mostrar disgusto de haberlo castigado y alegría por haberlo hallado inocente.

No castigar mientras se está disgustado, jamás encolerizarse.Corregir en cuanto se pueda en privado; no obligar a un niño a presentarse ante los compañeros con el rostro encarnado y las lágrimas en los ojos.Si el niño se enmienda en seguida, perdonarlo.

d) Sagacidad práctica para la disciplina.

18.- Usar bien los ojos, para hacer sentir al niño que lo observamos y que se le ve en todos sus movimientos. Para esto, que las clases sean poco numerosas, y cuando se usan las bancas, que no estén en líneas paralelas sino en semi-círculo o herradura. Así todos los niños son vistos completamente y a ninguno de la tercera o segunda banca, le entra la tentación de molestar con los pies o las piernas a los compañeros de la primera o segunda banca.

19.- Procurar que entren a la clase en orden y silencio; señalar los puestos y que no se hallen juntos dos perturbadores; que los puestos sean fijos, que no sea una lucha para tomar puesto al entrar a la clase. Tener presente que ser débil al comienzo de la clase quiere decir tener la batalla perdida durante toda ella.

20.- No comenzar jamás la clase amenazando a los que hacen bulla, colocándose en sus puestos. El desorden al principio lanza un aspecto poco agradable sobre toda la clase.Alabar a los que ya se han colocado en sus puestos sin desorden, exhortando a los otros a componerse pronto; solamente se comienza a rezar cuando haya completo silencio y atención de todos.

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21.- Ser un poco astutos para presentar la disciplina bajo un aspecto discreto y simpático. No decir: "En esta clase exijo disciplina, haré andar rectos a todos y castigaré a los indisciplinados". Si se muestra la disciplina bajo un aspecto duro y áspero, los niños comenzarán a jugársela y a burlarse. Diga más bien: "¿Conocéis a Rubén Darío... los aviadores, los alpinistas, los campeones de fútbol?... ¿Gente esforzada que domina los estadios, los cielos, las montañas...? Porque se han sometido a disciplina... Rubén Darío se adiestra bajo la lluvia, bajo el viento, con hambre, con sed, con disciplina. Nosotros también procuraremos un poco de disciplina".

Es probable que se consiga un efecto mejor con éste que con el primer sistema.

22.- Es preciso no multiplicar las prohibiciones: "Esto no se puede, esto otro tampoco... por ahí no debes caminar...". Los niños se sienten como sofocados y sienten que la disciplina es un peso grande, mientras que es necesario hacerla aparecer ligera y llevadera; ciertas cosas hacerlas amar antes de mandarlas, otras hacerlas aparecer como premios.

23,- Y saber entender a los niños. Los niños son siempre niños, son a la verdad indisciplinados e inquietos pero no malos. No exigirles demasiado en detalles y concederles un descanso cuando sea razonable. De pronto sale un ratón de un armario: todos se levantan y gritan... ¿Qué se hace? Sería exagerado levantar la voz y reprochar clamorosamente. Procurar en cambio calmar a los niños con bondad.

24.- ¿Jamás has montado sobre un potro furioso? ¿Sí? Entonces sabes que es necesario tener las riendas y darle de vez en cuando algún respiro, pero no soltar las riendas del todo bajo el cabezal, porque si no el animal te lanzará lejos. Así en la clase, hay que dejar un poquito de respiro, de vez en cuando un cuento a tiempo, algo que suavice: pero no dejar reír demasiado, dejando libre la hilaridad; son muy pocos los que con una sola señal traen todos al ordeninterrumpido.

25.- Ensayar en bajar la voz cuando los niños comienzan a distraerse o a charlar entre sí. De pronto todas las cabezas se fijan en el profesor y preguntan: ¿Pero qué pasa? ¿Qué querrá con esa voz suave y baja con que nos habla? Pues nada, sólo deseo que estén atentos. El catequista sabe que

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para hacer callar no hay que gritar, sino que se habla suavemente y se obtiene silencio.

26.- Algunas veces el hablar suavemente no es suficiente: los niños están cansados. Entonces un hecho interesante, unos cuadros en colores, ponerse de pie un momento, una oracioncita, un cántico sencillo, o sea emplear los medios del método activo del que hablamos antes, que ayudan también para la disciplina.

27.- Cuando ha faltado a la clase un niño, informarse del motivo, pasando por su casa. Cuando un niño no responde porque es corto, pedirle a alguno de su casa o a una persona vecina que le ayude. Si se presenta el caso de algún alumno incorregible y perturbador, entonces es necesario y oportuno el despedirlo de clase, pero por medio del Párroco.

PREGUNTAS Y CASOS.

"Hace ya muchos años que enseño: siempre estoy preparado" (1, 25, 26)."Doy una 'ojeada' al texto y ya- estoy preparado" (2). ¿Cómo se hace la preparación próxima a la clase? (2). ¿Cómo divides los tiempos de la preparación de la clase? (5) "¡La libreta de calificaciones no sirve para nada!" (7-8). ¿El catequista es un pequeño gobernante que tiene en sus manos los tres poderes? Explicarlo (...). ¿Cómo es el arte de mandar? (8). "La mejor disciplina es la alemana" (9). ¿Qué cualidad se debe poseer para tener bien la disciplina?(14).¿Cuando los niños están indisciplinados de quién puede serla culpa? (9)."La disciplina consiste en el silencio y en la inmovilidad" (9).¿Cuáles son las dificultades principales para la disciplina?(18-26).

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VI. LA ORGANIZACIÓN DEL CATECISMO.

1.- LOS ÓRGANOS PROPULSORES.

1.- El motor es un centro, del cual parten todos los movimientos de la máquina; la cabeza es un centro que dirige y vigila toda la actividad del cuerpo. Los movimientos y la actividad del catecismo tienen unos centros directivos que son como el motor de la máquina y como la cabeza del cuerpo.

2.- En Roma, en la Sagrada Congregación del Concilio, funciona una oficina catequística (desde 1923), con el objeto de regular y promover el movimiento catequístico de iodo el mundo.

3. En el centro de la diócesis, cerca de la Curia Episcopal, está la oficina catequística diocesana, órgano del que se sirve el Obispo para promover, ordenar, dirigir, en toda la diócesis, la instrucción religiosa del pueblo.La actividad de la oficina, que se llama "pequeño ministerio de la instrucción religiosa", se extiende:

a) A la instrucción catequística parroquial de niños y adultos.

b) A la enseñanza de la religión en las escuelas y colegios.

4. En la Parroquia está la congregación de la doctrina cristiana, que tiene el fin general de promover la instrucción religiosa en todos los grados, lugares y formas, y el fin especial de promover, organizar, asistir con los mejores medios posibles a la escuela parroquial de la Doctrina Cristiana para los niños.

2.- LA ESCUELA PARROQUIAL.

5.- Es oportuno que el Catecismo se enseñe en forma de verdadera clase, con tiempo, distinto maestro, texto regular, etcétera. Lo exige así el Papa, el Obispo, lo reclama la dignidad del Catecismo, el interés de los niños, que de otro modo no recibirían un fruto serio.

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6.- Como local es deseable la Casa de la Doctrina Cristiana, construida para este fin, con diversas aulas provistas de bancos, escritorio, tablero, mapas, y todo aseado, lleno de aire, de luz, de orden.

Esa casa no existe en todas las parroquias. Si falta se suple utilizando locales de las Asociaciones, las varias partes de la Iglesia, de modo que cualquier clase tenga su ambiente decoroso, limpio en lo posible, recogido y silencioso.

7.- El personal de la Escuela lo pone la Congregación de la Doctrina Cristiana.El directores el Párroco, que establece el horario, asigna al catequista las varias clases, dirige y vigila todo, haciéndose ayudar aun por otros miembros de la Congregación (Prior, celador, etcétera).

El secretario tiene el Registro General con los nombres de todos los maestros y alumnos divididos por clases, los visita de cuando en cuando a fin de que cada catequista tenga en orden perfecto su registro de clase.El Registro de clase es de gran importancia para el recto funcionamiento de la escuela.Los catequistas pueden ser ayudados, cada uno por un suplente o vice-catequista, que ayude a mantener la disciplina, se adiestre a la enseñanza y supla al catequista, el cual en caso de ausencia debe avisar oportunamente al secretario.

8. Registro, lista y resultado de exámenes. Además del Registro General, llevado por el secretario, es indispensable para el catequista el Registro de clase, debidamente preparado, en el que se señalan las faltas de asistencia, las notas por cada lección preparada. Y esto cada día de clase. Al final de cada trimestre, con ocasión del escrutinio, se señalan las notas obtenidas (nota media de las notas del trimestre), de conducta y de aprovechamiento en la libreta del alumno, la cual va firmada por el Párroco, y se entrega al alumno que debe devolverla firmada por el padre.El examen final establece y muestra quién ha sido aprobado o no para pasar al curso siguiente, quién puede repetir luego el examen y quién debe repetir el curso.

9. Biblioteca, cuadros, etcétera. Toda clase de catecismo debería tener a su servicio y uso del catequista una biblioteca con libros de religión, pedagogía,

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didáctica, algunas revistas catequísticas. Además es indispensable una serie de cuadros murales o cartulinas catequísticas, imágenes, etcétera.

PREGUNTAS Y CASOS

¿Cuál es el órgano que pone en movimiento el catecismo en todo el mundo? (1-4).¿Cuál es en la diócesis y cuál es en la parroquia? (1-4). "Sigamos con el catecismo como siempre lo habíamos hecho en la Iglesia a la buena de Dios" (6). Saúl quería enviar una limosna para San Antonio. Pero un 'amigo le indicó: más vale hacer la oferta a la Congregación de la Doctrina en honor de San Antonio". ¿Ha sugerido bien la idea? ¿Por qué? (4-6)."Ayudad a las misiones internas". ¿Es justa la apreciación? (7). ¿Qué debe hacer el vice-catequista o suplente? (7).

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Libro magnífico de un papa catequista, PARA TENER UNA IDEA DE LOS PRINCIPALES MÉTODOS PARA LA CATEQUESIS: INDUCTIVO, DEDUCTIVO, E INTUITIVO;

LOS CUALES SE PUEDEN SINTETIZAR EN EL QUE PROPONE EL PAPA: EL METODO ACTIVO.

©Librería Parroquial de Clavería. Floresta 79 Delegación Azcapozalco México 02080, D.F.

Impreso en MexicoPrinted In México

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