Curso Filosofía Contemporánea 2010-2011 - José Luis Villacañas
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21-10-10
Estructura del sistema de Fichte:
1. Tathandlung .
2. Imaginación.
3. Intuición.
4. No-yo.
5. Resistencia-necesidad.
6. Praxis.
7. Libertad y reconciliación.
8. Historia pragmática del género humano.
Lo que aquí nos interesa es mostrar la diferencia entre el modelo de Fichte y el
modelo de Hegel, así como qué significa Hegel en la filosofía moderna.
Fichte –como supo ver Kant muy bien- se presenta como una caída en la
abstracción, mas ¿qué quiere decir esto?, ¿qué significa “abstracción” aquí, o qué
significaba abstracción para Kant, y qué verosimilitud tiene este juicio en relación con
Fichte? Lo que Kant quiere decir es que Fichte estaba interesado principalmente en una
deducción lógica formal de todas las categorías que la propia filosofía trascendental de
Kant había establecido. Desde este punto de vista, Fichte quería permanecer anclado en
la filosofía trascendental, su sistema quería seguir siendo el sistema de la filosofía
trascendental, y su método quería seguir siendo la deducción trascendental de las
categorías. El problema es que, mientras que Kant no veía como posible una deducción
trascendental de las categorías salvo haciendo pie en toda una serie objetividades
sociales, abiertas a todos (ciencia matemática, ciencia física, la institución Estado…), pudiendo entonces establecer una reflexión acerca de los fundamentos, Fichte pensaba
que la filosofía tenía que ver con una deducción conceptual autorreferencial, esto es, no
tenía que hacer pie en la estructura de la que Kant hablaba como “hechos de la razón”,
sino que tenía esencialmente que configurar un discurso especulativo que debía surgir
de una única categoría básica, elemental y fundamental. Del núcleo interno de esa
categoría básica se debía producir una deducción de todas las categorías kantianas, y el
hecho de que fuera posible la deducción de todas esas categorías confirmabacircularmente que el fundamento de que se había partido era el adecuado.
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Fichte ofrecía, desde ese punto de vista, un criterio interno de racionalidad: justo
la potencialidad deductiva de ese principio, el hecho de que pudiera deducir
sistemáticamente a partir de él solo todas las categorías, esa generatividad, en fin, era el
criterio de verdad para cerrar circularmente la estructura especulativa del saber. Por eso,
la noción de sistema era aquí una noción muy fuerte, spinoziana, unitaria (no una
relación fragmentaria en relación con determinadas objetividades sociales –ciencia, arte,
Estado, religión…-).
Ese principio era la Tathandlung , esto es, otra forma de organizar el actus
originarius o el momento de la explicatio de toda metafísica clásica, un momento en que
hay una causa sui, una actividad creadora originaria que no necesita ningún tipo de
antecedente. Lo decisivo es que, mientras que toda la tradición había establecido ese
acto originario como internamente iluminado por el saber –esto es, por el logos, por una
autocontemplación, por una noesis noeseos aristotélica-, aquí ese acto originario, que en
cierto modo era el momento creador, estaba organizado según la sublimación del genio
creador inconsciente, es decir, según una nueva comprensión de la actividad creadora,
del arte: frente a una potencia creadora que a lo largo de toda la tradición estaba
ordenada por la inteligencia al bien, que constituía una ordenación interna de
entendimiento-voluntad (toda esta metafísica medieval), aquí sólo se veía el acto
creador según la manera en que el artista crea, y el artista –o el nuevo artista, bajo la
forma de la representación del genio- crea inconscientemente, crea en una especie de
estado de excitabilidad que hace que no sea consciente del propio proceso creador. Esto
era lo que se depositaba en el seno de la Tathandlung , de la acción originaria. En el
fondo, Fichte, haciendo fondo en la KU, veía en ello, en esa forma de actuar
inconsciente, la estructura básica de la vida.
Este crear inconsciente refleja la estructura básica de la vida, con lo cual se
identifica la vida como productividad infinita y que no es consciente de lo que produce,
y que en último término tiene como última estructura la imaginación ( Einbildungskraft ),
la fuerza de producir configuraciones. La imaginación es la típica creatividad
inconsciente: la imaginación padece sus propias asociaciones, no las controla en ningún
sentido.1 La cuestión es que eso es inconsciente, pero, ¿qué significa eso?
1 La teoría del genio viene a anclar en la imaginación porque la imaginación da verosimilitud a estamanera de producir en la que el propio portador es pasivo: sabe que brota de él, pero no sabe de dónde
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Hemos de pensar siempre en el autor que produce una obra de arte: en el
momento de la creatividad, del frenesí creativo, no es completamente consciente de
cómo lo está haciendo. En realidad, se relaciona con la obra acabada como si esa obra la
hubiera hecho otro, pues no sabría cómo repetir la actuación, no conoce el mecanismo
que le ha llevado a él, y para él surge como una extrañeza, como una alteridad, como
algo que tiene su propio poder objetivo. El genio creador no controla sus propios
productos, no sabe explicar el proceso de creación, por lo cual su obra se presenta ante
él como una alteridad dotada de propia objetividad, i.e., la alteridad es acción
inconsciente acabada2. Fichte, de esta forma, no tiene que asumir la estructura kantiana
de la primacía del objeto externo del espacio: el objeto externo no es sino el producto de
la acción inconsciente cuando se nos revela como concluida, y de la cual no sabemos el
proceso para llevarlo a cabo. La alteridad es alienación, es acción inconsciente acabada,
que se enfrenta al mismo que la ha producido como otra cosa; la contempla como una
alteridad, como una exterioridad, por más que haya brotado de él. La diferencia que
establece Fichte en este momento inicial –que es el que dispara todo el mecanismo de la
KrV, cuyas premisas está ofreciendo- es la diferencia básica sustantiva entre ser y
existir, que viene a clausurar la distinción kantiana entre cosa en sí y fenómeno: el ser
produce inconscientemente, y las producciones acabadas existen ahí, están ahí, en el
espacio, son existencias producidas por ese ser inconsciente que se presenta de la
manera en que Kant decía que el fenómeno se presentaba. Kant, en el fondo, es
superado; y sin embargo, desde el punto de vista de lo que podemos llamar filosofía
propiamente kantiana, no hemos dado un paso. La cosa en sí era misteriosa en su
brota, cómo brota. El conjunto de asociaciones automatizadas que se ponen en circulación con laimaginación da verosimilitud a la noción de “creación inconsciente”. Esto había sido una línea de trabajoque habían llevado Goethe, Blumenbach y los importantes filósofos de la vida, recogida filosóficamente
por la Crítica del Juicio. Blumenbach especialmente tiene una teoría según la cual la unidad de la vidaestá atravesada por un único instinto: el einbildungstrieb, una única pulsión de establecer organismos,formas. Esto es decisivo para la KU, tanto como para Goethe, pues, en el fondo, ese instinto de
producción de formas orgánicas permitía una teoría de la evolución. Esto es, existía una configuraciónoriginaria, simple, un organismo elemental, pero que, al poseer ya en su seno el instinto de configuración,
permanentemente y a través de todas las gradaciones posibles, configuraban nuevas formas. La teoría dela evolución de Goethe está ya aquí (la teoría de la planta originaria....). La noción de imaginación sirve ala de metamorfosis, así como a la introducción de un nuevo leibnicianismo, que es en el fondo de lo quehablamos aquí con la noción de acción inconsciente. ¿Por qué un nuevo leibnicianismo? Porque, en elfondo, esta actividad de la vida atraviesa todos los grados posibles de perfección, todas las formasintermedias posibles, de tal manera que el investigador no puede apreciar saltos. (En el fondo, toda estateoría lleva inevitablemente a la teoría de la evolución, que no es sino una teoría de metamorfosiscontinuas de la vida, pues está animada por este instinto vital de configuración, de formación). Cuya
posición, tentativamente, se puede recoger con este postulado: la vida y el artista funcionan igual,inconscientemente.2 En cierto modo, así contempla Dios su actuación, como el artista contempla su objeto.
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relación con la productividad del fenómeno: no sabemos cómo vincular la cosa en sí y
el fenómeno. Fichte dice: están vinculados por una acción inconsciente; ella es lo que
vincula al ser con el existir.
Es esta acción la que une ser y existir. Ahora bien, el problema está en que
cuando somos conscientes de lo que existe, somos en el fondo conscientes de esas
producciones inconscientes del ser; esto es, Dios es ser, mas no existe. Lo que existe son
sus producciones inconscientes, y la aspiración principal del ser humano es reunificar
ser y existir, esto es, lograr que Dios, que es, exista. Pero ¿cómo? Transformando todos
los objetos inconscientes en plenamente conscientes, i.e., reconstruyendo, ahora ya de
forma consciente, la capacidad creativa que tiene la imagen de lo absoluto (el ser
humano, como imagen de dios), dominando todos los objetos y siendo capaz de
producirlos conscientemente. 3
¿En qué nos damos cuenta que ese objeto, esa intuición, es un no-yo? En que, al
haber sido producido de forma inconsciente, se nos opone, no sabemos cómo
dominarlo, se nos resiste, nos obliga a percibir su alteridad como una necesidad. Los
objetos nos imponen necesidades porque no nos encontramos en condiciones de
reproducir la manera en que los producimos o en que el ser los produjo. Esta resistencia,
esa necesidad, se ve como experiencia fenomenológica de inquietud, angustia, miedo,
incapacidad, en fin, de atender las necesidades en el momento en que surgen. Es decir,
se ve como desajuste. Toda la antropología kantiana, por lo tanto, se deriva de este
enfrentamiento yo-no yo.
Ese enfrentamiento yo-no yo, ¿qué intenta hacer? Eliminar la necesidad con la
que el mundo material se nos impone. ¿Cómo? Produciendo libertad, esto es, dandoopción a la primacía de la praxis. La aspiración es dejar de sentir los objetos como
coactivos. El destino de la humanidad, desde este punto de vista, es estar en condiciones
de producir toda la objetividad desde el sentimiento de la libertad y no de la necesidad.
Eliminar las coacciones del mundo material, de la necesidad, es la aspiración de un
sujeto que se enfrenta a los objetos pero que conserva el eco, la imagen de la creatividad
3 Fichte, así, va a ser visto como la matriz de la que derivará el pensamiento de Marx: la historia se ha
producido hasta ahora inconscientemente; ahora, el ser humano debe estar en condiciones de producir conscientemente su historia. Obviamente, por medio habrá de pasar Feuerbach para decir que la filosofíaidealista ha pensado bajo la forma de Dios lo que no es sino la propia historia del ser humano.
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de la tathandlung , mas una creatividad que ahora, justo porque el objeto está fuera,
porque es externo, tiene que acreditarse como creatividad consciente, de tal forma que
el destino de la humanidad es que, allá donde exista un objeto que se nos impone
coactivamente, que nos produce una necesidad, allí el ser humano tiene que producirlo
desde su libertad, de tal manera que quede completamente humanizado, completamente
dependiente del sujeto. Que quedemos liberados de la necesidad.4
¿Cuál es, al final, la aspiración básica? Que todo lo que podamos entender como
alteridad, como objetividad, lo hayamos hecho nosotros; que, por lo tanto, allí donde
miremos no veamos nunca el no-yo, sino siempre al yo, a la acción moral, la libertad;
esto es, siempre veamos acción humana plenamente consciente, libre, de tal forma que
pueda ser ininterrumpidamente reproducida, porque sabemos cómo hacerlo. Es una
libertad iluminada por el saber que permite una reproducción permanente de la acción, y
que permite ver, en cualquier objetividad, la acción humana como tal.
Esa comprensión de las cosas llevaría indudablemente al momento en que el
hombre sólo viese hombres, en que no vieran ninguna alteridad, ninguna naturaleza,
sino sólo seres humanos. Esto se realizaría cuando todos los seres humanos estuvieran
en condiciones de contribuir al esfuerzo por transformar la naturaleza en libertad, esto
es, cuando todos los seres humanos se relacionaran entre sí a través del trabajo, de un
trabajo que, creativamente, produce las condiciones de vida de todos los seres humanos:
han eliminado la naturaleza y han puesto allí acción humana libre, responsable y
consciente.5 Esta reunificación de los humanos generando actividad consciente sería la
reproducción perfecta del actus originarius, pero ya no sería acción originaria
inconsciente, sino el reflejo de aquella acción distribuida entre todos los seres humanos
cooperativos, o sea, sería exactamente el mismo contenido de la acción, pero ahoracompletamente consciente, llevada a cabo por un yo que, en la medida en que todos
fuéramos cooperativos, sería el mismo yo para todos, un yo ideal, que en el fondo se
redistribuiría en muchos y pequeñitos yos, pero que serían en el fondo, todos y cada uno
4 Éste es el ideal estrictamente burgués de la existencia, un ideal que desde luego heredará el marxismo.El ser humano debe eliminar todo el ámbito de la naturaleza caracterizado como no yo, como necesidad, ydebe estar en condiciones de producir a partir de su propia creatividad aquello que antes se le aparecíacomo naturaleza. La metafórica que subyace a esta idea es la de la destrucción del templo y sureconstrucción en tres días. Esa imagen evangélica es lo que está debajo de todo esto: el templo –como
realidad externa, como institución objetiva- debe ser eliminado como tal para ser reconstruido desde la propia interioridad consciente del ser humano.5 En el fondo, Fichte viene a plantear que el trabajo es la libertad del hombre.
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de ellos, complementarios, cooperativos, fragmentos, en fin, del Yo absoluto inicial.
Esto cerraría utópicamente la historia, yendo desde el momento de la explicatio –esto
es, de la emanación del ser-, a través de toda una historia de la libertad, hasta el
momento en que todos los seres humanos volvieran a complicarse, a unificarse
cooperativamente a través de la libertad. Con ello, el ser humano habría realizado la
síntesis de ser y existir, de acción y conciencia, de Dios y de logos, y configuraría la
vida del espíritu, esto es, realizaría la tercera persona de la Trinidad en la medida en que
todos los sujetos, todos los yoes estarían unificados en un único espíritu cooperativo de
libertad. Esta estructura, que daba concepto a todas las utopías que habían atravesado la
Edad Media (Fiore), que habían exigido el reino de Dios en la Tierra, está visto como
una historia pragmática del género humano. El género humano tenía como misión
hacer que Dios, que era ser, existiera, hacer una comunidad de seres racionales, libres,
una comunidad integrada de sujetos que eliminasen las coacciones de la naturaleza.
Esta estructura de sistema se opone violentamente a la estructura del sistema de
Hegel, a su estrategia de construcción del sistema.6
Fichte había hablado de una historia pragmática del género humano, esto es,
había hablado de mostrar los avances de acción conscientes que poco a poco va
realizando el ser humano. Pero, en realidad, Fichte había identificado esta historia
pragmática del género humano como una historia del destino del sabio, esto es, una
historia de las élites que, en cada momento, ofrecen el sentido de lo que es una acción
libre, platónicamente. Hegel lo que hará es una nueva historia de la razón, que no es ni
esta historia fichteana como deducción de la categorías, ni naturalmente una historia al
6 Lo cual no quiere decir que Hegel no esté, exactamente igual, pensando que no hay manera deidentificar la historia humana salvo como historia sagrada. También Hegel, desde ese punto de vista,realiza una teodicea de la historia, una reflexión acerca de qué sentido puede tener la estructura de lahistoria desde la teología. Por lo tanto, hay que decir que ambos están luchando muy seriamente por una
propuesta secularizada, esto es, una propuesta que hace de la historia humana la heredera de la viejahistoria de la salvación. Y sin embargo, por más que sean una y otra propuestas seculares, la estrategia deFichte es completamente diversa a la estrategia de Hegel. Ciertamente, ambos estudiosos son variacionesde la nota final que había dejado Kant en la KrV: en el fondo, la historia de la razón es un complemente
ineludible del sistema. Lo que Kant había postulado desde una manera más bien estructural y atemporal,debía ser complementado por una historia de la razón, esto es, por una descripción de las formasgenealógicas en que la razón se había introducido en la historia.
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modo kantiano, jamás realizada en cualquier caso.7 Hegel va a hacer una historia de la
estructura de la razón como fenomenología del espíritu.
La cuestión es que la historia de la razón como fenomenología del espíritu en
modo alguno quiere plantear un punto de partida especulativo al modo en que hemos
visto con la tathandlung (ésta es la clave), puesto que una fenomenología del espíritu no
puede construirse yendo desde el principio especulativo al desarrollo de todas las
categorías trascendentales de la filosofía, sino que tiene que avanzar de la vida al
sistema, es decir, avanzar de lo concreto de la vida histórica al sistema. El punto de
partida sólo se puede establecer de forma básica, segura, sobre algún punto de
referencia a la inmediatez, aunque la manera en que esa inmediatez es superada en su
inmediatez –es analizada, apodada, conceptualizada- ya implica estrategias conceptuales
que sólo acabarán revelándose en la medida en que intentemos dominar
conceptualmente esa inmediatez. No lo tenemos como principio absoluto al principio
del tiempo, sino que únicamente va revelándose conforme vamos dominando lo
inmediato, esto es, tiene que revelarse a sí mismo en la vida; no puede revelarse en una
especulación, en una iluminación, como Fichte entendía realmente la metafísica.8
[ Se entretiene un poco intentándonos hacer penetrar el dinamismo interno de
estas construcciones conceptuales más allá de sus manierismos y refinamientos,
comprender las grandes estrategias que vehiculan sus derroteros. La idea básica aquí es
que todo esto ha sido pensado para la época del genio, la época en que el ser humano
creativo se ve como actor inconsciente de sus obras. Éste es el abordaje estructural de la
cuestión. O más sencillo: en el fondo, es cómo la propia vida produce sus productos. La
vida produce continuamente productos, cada uno de los cuales carga con su parte de
necesidad, pero que, en el fondo, no están en condiciones de ser conscientes del proceso
7 Lo más que llegó a mostrar es cuáles son los avances de la metafísica desde los tiempos de Leibniz yWolff hasta el propio Kant.8 Ésta, la fichteana, es, ciertamente, una caracterización todavía platónica del filósofo, que entiende que lafilosofía es dejar libre la actividad del pensar, y dejar que esa misma actividad de la reflexión se oriente
buscando su propia creatividad. Esto es lo que le da a Fichte este aspecto de éxtasis completamentesolipsista, e incapaz, desde ese punto de vista, de controlar los propios procesos del pensamiento. Todo locontrario ocurre en Hegel. Hegel considera que cada paso que dé el pensamiento especulativo tiene quetener una base en algún tipo de inmediatez, de contenido natural de la conciencia, y justo en lainsatisfacción que la conciencia misma tiene en relación con cada una de las cosas que son sus contenidos
naturales, mostrar que existe un dinamismo y un criterio del saber que, en esa misma vida, en esa mismainsatisfacción, se muestra, se despliega. Sin la base inmediata, natural, no puede en modo algunomanifestarse la especulación.
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creativo. Pensemos que es aquello que ha fundado la KU: que la vida y el artista
funcionan igual. Ése es el argumento básico de la KU kantiana. La vida y el artista
funcionan igual, a saber, con producción inconsciente. Sólo en el ser humano estamos
en condiciones de preguntarnos ante cualquier objeto cómo se hace. Si no entendemos
que esa voluntad universal de mímesis, de creatividad de lo consciente, es lo propio del
espíritu humano, no entendemos nada de la historia de la humanidad. La historia de la
humanidad consiste en eso: cómo algo que no sabemos cómo se ha hecho, cómo, digo,
podemos aprender a hacerlo. Ésta es, en cualquier caso, la forma en que ven la historia
de la humanidad estos hombres: el ser humano se ha visto coaccionado por un montón
de necesidades y quiere no sentirse coaccionado por ellas. Y esto sólo tiene una forma
de manifestarse: quiere hacer las cosas, quiere disponer de las cosas de las que tiene
necesidad, y que no ha tenido capacidad de disponer de ellas libremente. De tal modo
que al espíritu humano le corroe las entrañas sentirse coaccionado y obligado. Le gusta
ser libre, y ello justamente porque es la imagen del creador inconsciente. Sólo que es
una imagen atenazada, coaccionada, y todo lo que tiene que ver con esas coacciones
tiene que desaparecer. Ésa es la clave, ésa es la historia: pasar de la acción inconsciente
a la acción consciente, transformar la necesidad en libertad. ]
En último extremo, de toda esa sistemática, ¿qué se derivaba? La necesidad de la
ordenación racional del trabajo humano, siendo el trabajo la estructura básica de la
subjetividad.
Esto es. Lo que dice Fichte es que, si logramos que los seres humanos tengan un
sentido (éste es el punto decisivo) de que su libertad verdadera es su trabajo, esto es, de
que en el fondo su personalidad verdadera es su cooperación con otros seres humanos,
un trabajo que sienten como libre, estaríamos en condiciones de, sintiéndonos cada unolibre, producir objetos que eliminarían las necesidades de otros, que a su vez estarían en
condiciones… Esto es de lo que se trata para Fichte, a saber, de que el ser humano sea
capaz de organizar el sistema de trabajo libre de tal manera que ofrezca a todos los seres
humanos la eliminación de sus necesidades. Ésta es la utopía verdadera de Fichte.9 Al
final, el trabajo producirá objetos, pero los producirá desde la libertad, y cada uno será
cooperativo de esa producción de objetos libres intercambiándolos en una libertad
9 Mariana Weber, Fichte y el socialismo.
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recíproca con todos los demás. Éste es el juego final. Por eso Fichte deducirá a partir de
ahí el Estado comercial cerrado como estructura de economía política que hace que se
represente la época entera ordenada por aquellos que, desde cierto punto de vista, al ser
más conscientes de las necesidades y de lo que conviene organizar en el trabajo, pueden
dirigir el trabajo de todos de forma platónicamente consciente.10
La clave es que todas estas estructuras conceptuales enormemente abstractas,
cuando se concretan, constituyen en el fondo un orden social cerrado, y bastante basado
en los imaginarios de que sólo el filósofo está en condiciones de dirigir todo este
proceso (algo que Hegel tendrá problemas para aceptar). De ahí también que Fichte sea
infinitamente más riguroso, utópico, formal…11
Hegel, que ha conocido este desarrollo, lo que quiere es mostrar que entre estas
ideas enormemente radicales, abstractas, y la vida histórica, tiene que haber montones
de mediaciones, una enorme cantidad de cuestiones intermedias…, que la filosofía, en
fin, no puede aplicarse de modo inmediato, abstracto, a la realidad, sino que debe
ofrecer sus propias mediaciones con la vida. Ésta es la clave de todo. Lo que Hegel le
lanza a Fichte de una forma completamente clara es: ¿cómo va a ser posible esa
instauración de un Estado completamente racional, basado enteramente en la libertad de
sus individuos; cómo puede establecerse ese platonismo del filósofo-rey que dirige la
organización del trabajo colectivo, cuando el destino de Occidente es la propiedad
privada?
En relación con Hegel, la gran pregunta es: en último extremo, esta construcción
utópica del trabajo, de la propiedad, del Estado de libertad, choca con un destino
histórico concreto, una realidad inmediata, que es la presencia generalizada de la propiedad privada como estructura misma de Occidente. La pregunta, por tanto, de la
10 Finalmente, Fichte tiene todas las ambigüedades terribles del mundo contemporáneo: buscandoliberarnos de las coacciones de la necesidad, está en condiciones de generar la idea de que sólo unosfilósofos reyes, que conocen las necesidades humanas tanto como las formas de organizar el trabajo,
pueden dirigir a la humanidad. El aspecto final de la filosofía de Fichte no es en modo algunograndioso…11 De ahí también que el planteamiento de Fichte esté a la base de construcciones políticasextraordinariamente complejas. Al final, el modelo en el que se basa Marx para la dictadura del
proletariado es mucho más fichteano que otra cosa. El propio Fichte ha llegado a hablar explícitamente de
la dictadura de la razón, y de que, una vez establecido un reino de la libertad, quien ponga obstáculosserá obligado a ser libre. Esto, en cierto modo, nos da una idea de lo que puede llevar consigo un cierto platonismo de la filosofía.
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que parte Hegel, es cómo eso ha sido posible. La propiedad privada es nuestra
conciencia natural; no es una invención especulativa, un primer principio… Es la
estructura misma de nuestra realidad histórica, es lo que domina la vida histórica
presente, es aquella categoría que cualquiera considera la natural, y que sin embargo es
una estructura histórica, esto es, no puede ser presentada en su facticidad natural como
si fuera inevitable, como si fuera efectivamente naturaleza. Es una realidad histórica que
ha tenido un destino histórico –podría haber sido de otra manera-, pero lo primero que
tenemos que entender es que aquello que nos representamos como lo natural no es
natural, sino histórico, y la forma de transformar algo que se nos aparece como natural a
algo que se nos aparece como histórico es la forma de organizar conceptualmente lo que
vemos, aquello en lo que vivimos, porque si lo organizamos conceptualmente estaremos
en condiciones de apreciar que pudo ser de otra manera, que tiene contradicciones
internas que la hacen difícil de pensar como un horizonte reconciliado.
Esto es: la propiedad privada es imposible que satisfaga a alguien. Éste es el
punto. Cuando entendemos la lógica interna de la propiedad privada, descubrimos que
ese no puede ser el horizonte absoluto de nuestra vida, que no podemos elevar esa
propiedad privada al ideal de la humanidad. Descubrir todas aquellas dimensiones que
resultan completamente insatisfactorias, dolorosas, productoras de patologías, es
justamente la manera de caminar a imaginar una superación. Éste es el horizonte que
mueve a Hegel ante todo. La clave es que, si estuviéramos en condiciones de iluminar la
lógica defectuosa de la propiedad privada, estaríamos en condiciones de generar alguna
vida histórica que superara estas dualidades, insatisfacciones, patologías…, y
encaminarnos exactamente a una nueva figura de la historia, del espíritu. Si eso lo
hacemos en la realidad, es en el fondo porque hemos descubierto la manera en que el
presente ha llegado a ser presente, esto es, la manera en que, lo que a nosotros nos parece un destino, ha sido en el fondo un conjunto de actos contingentes, de
encadenamientos no necesarios; podría haber sido de otra manera, tienen unos
antecedentes, y entonces comenzamos a descubrir la forma en que el ser humano
construye la historia, construye la identificación de su presente a través de su pasado, y
está en condiciones de mostrar, cuando conoce los procedimientos mediante los cuales
la historia se ha hecho, cómo puede encaminarse hacia el futuro. Es una estructura que
va de la vida a las condiciones históricas de esa vida y a las posibilidades deanticipación histórica de esa vida.
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“En los Estados de la época moderna…” (p. 17). En la época antigua, el
principio de propiedad no era absoluto, y es difícil creer que el derecho de propiedad era
el derecho de propiedad privada, esto es, personal. El verdadero enemigo teórico de
Hegel no es obviamente Fichte; es Hobbes.12 Hobbes es el único que ha visto al ser
humano como solitario, como individuo. Hobbes jamás ve al individuo organizado en
una familia; ve al individuo aislado, propietario aislado, anclado únicamente a su
propiedad, y esto para Hegel es literalmente monstruoso. El problema de Hegel no es la
propiedad privada, sino la comprensión de la propiedad privada como principio
constitutivo de la subjetividad.13
Todas las sociedades han conocido la propiedad. Lo que dice Hegel es que muy
pocas sociedades han concebido la propiedad como expresión absoluta de la
subjetividad, esto es, como el ámbito mismo que constituye al sujeto humano. La
inversión consiste en que, mientras que el Estado hobbesiano lo único que hace es
garantizar tu seguridad, que en el fondo es la seguridad de tu propiedad, haciendo del
esquema constitucional exclusivamente dirigido a la garantía de tu seguridad –
protección a cambio de obediencia-; este esquema, en consecuencia, hace que el
derecho de propiedad sea constitutivo de la vida de los sujetos, ante lo cual el Estado no
puede intervenir, porque es privado. El Estado no sólo puede intervenir en los asuntos
públicos, sino que tiene el monopolio de intervención de todos los ámbitos públicos.
Todo lo que signifique la aparición en público está dominado por el Estado para
Hobbes. Lo único que el Estado no puede es intervenir en las zonas del derecho natural,
esto es, en aquello que es estrictamente privado: tu seguridad. Pero el ser humano
hobbesiano sólo cifra su seguridad en la capacidad que tiene de garantizar en el futuro la
realización de su deseo. Esto significa que la maquinaria misma del Estado hobbesianoaspira, fundamentalmente, a garantizar tu propiedad privada como mecanismo de
asegurarte que en el futuro podrás realizar tus deseos sin que nadie esté en condiciones
de intervenir en tu planificación.
12 Locke hace del derecho de propiedad un derecho natural, pero un derecho de propiedad inseparable delderecho de familia.13 Por eso Locke no es el enemigo. Es cierto que él eleva el derecho de propiedad privada a derecho
natural, pero de modo que la verdadera propiedad privada es el trabajo, esto es: el hombre tiene derecho ala tierra que puede trabajar él y su familia. Y esto no es la propiedad privada en el sentido hobbesiano,como propiedad cuyo anhelo constituye absolutamente la subjetividad.
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Ésa es la base del Estado hobbesiano: el principio de propiedad privada es
extraestatal, es absoluto.
Los Estados de la Antigüedad en modo alguno aceptaban eso: i) no existía el
sujeto privado; ii) la propiedad estaba mucho más relacionada con la existencia del
linaje; iii) existían mecanismos permanentes por los cuales, si alguien acumulaba
riquezas desproporcionadas, quedaba eliminado por alguno de los medios que el Estado
tenía a su disposición (por ejemplo, el destierro). Pero, sobre todo, el Estado antiguo
(todavía la República romana) tenía el mecanismo de las liturgias, esto es, una
obligación no escrita, aunque constitucional: los más ricos de la república estaban
obligados a gastarse una parte de su riqueza en festines y banquetes dentro de la ciudad.
El derecho de propiedad no ha sido absoluto prácticamente en ninguna de las
épocas históricas. Gracias a eso ha surgido la propia estructura del Estado. La práctica
misma del Estado y su surgimiento se han sostenido sobre el hecho de que algunos
dotados de un patrimonio superior han emprendido la realización de funciones públicas,
como la defensa, la justicia, la edificación de obras públicas… Sobre esto se sostiene
toda la evolución del Estado moderno (patrimonialismo).
Las Repúblicas antiguas son las que muestran la superioridad de la comunidad
sobre la propiedad privada, y esto es lo que dice que Hegel que se ha perdido. ¿Cómo se
demuestra que esto se ha perdido? En el problema de por qué los seres humanos dan la
vida: dar la vida por la propiedad es imposible; dar la vida por la comunidad, por el
mantenimiento de la vida comunitaria, es posible. La propiedad privada es para
disfrutarla; si tú das la vida, te quedas sin nada. No tiene el más mínimo sentido dar la
vida por la propiedad privada.
La respuesta de Hegel: esto sólo se puede resolver si el principio de la propiedad
privada no es el principio absoluto. Es contradictorio que el Estado busque la manera de
conceder ese derecho a todos, pues la propiedad privada es esencialmente la lucha de ti
en relación con una individualidad que no puede, en esa lucha, hacerse cargo del destino
de los demás. ¿Cuál sería el criterio para establecer la distribución de la propiedad? Si
ése es el derecho absoluto, es contradictorio, porque ¿cómo se podría regular su
aplicación? Tenemos que organizar algún tipo de estructura no hobbesiana, esto es,donde los seres humanos no se conciban como seres completamente aislados que luchan
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por su propia propiedad como si fuera un derecho absoluto, porque si eso es así, no
tenemos ninguna posibilidad de organizar la vida socialmente.
El pensamiento ha logrado identificar que, en la relación del ser humano con sus
representaciones naturales, algo no cuadra, hay contradicciones internas. Con eso, ya ha
cambiado completamente la filosofía de Fichte: no se trata de un argumento abstracto en
el que el yo y el no-yo juegan estableciendo todas las categorías de la KrV; lo que juega
es que, ante la vida histórica concreta, inmediata, comenzamos a darnos cuenta de que
hay antinomias poderosísimas, profundas contradicciones. Lo que parecían ser cosas
naturales, se convierten en cosas tremendamente problemáticas. Éste es el punto de
Hegel.
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Es preciso captar la diferencia de método que tiene Hegel en relación con Fichte.
Éste llevaba adelante un proceso completamente abstracto de reflexión. La estructura
básica de su pensamiento surge de este problema, de este emblema: “Piensa, y
reflexiona cómo lo haces”. Por eso la metodología de Fichte en sus clases era
exclusivamente oral: hablaba, y sobre lo que hablaba reflexionaba inmediatamente
después, de tal manera que aspiraba a producir un proceso de autoconciencia
permanente. Para Hegel, aquello sobre lo que hay que reflexionar es el contenido
concreto y amplio de la historia. No sobre lo que uno piensa, no sobre el propio
dinamismo mental, sino sobre el fértil territorio de la historia. Mientras que Fichte había
hablado de una historia pragmática de la autoconciencia, esto es, de aquel proceso en el
que un pensamiento especulativo llega a ser consciente de sí mismo, Hegel habla de una
fenomenología del espíritu como una forma específica de completar aquel programa
kantiano de una historia de la razón.
¿Qué es una fenomenología del espíritu? Hegel llega a la dinámica completa de
ésta a través de un proceso real de pensamiento del propio tiempo; por eso el dinamismo
del sistema hegeliano va de la vida al concepto15, de lo concreto de la vida al concepto;
esto es, en el fondo lo que hace es pensar todas las épocas históricas al modo como ha
pensado la suya. De lo que se trata es de proyectar sobre todo el pasado la complejidad
que la conciencia ha obtenido en el presente. De tal manera que Hegel, si no hubiera
llegado a identificar los problemas de la época presente, no habría estado en condiciones
de mirar la totalidad de la historia desde la altura conceptual y filosófica de su propio
tiempo.
Con ello Hegel realiza una historia de la filosofía completamente diversa a todo
lo que se había hecho anteriormente16, lo que puntualmente se traduce en poner a los
filósofos antiguos al nivel especulativo que él tiene.17 ¿Qué se gana con esto? Mostrar
14 Refiere sucintamente que su pretensión en la clase de hoy es explicar los conceptos más relevantes desu libro hasta la p. 40.15 A diferencia del de Fichte que va del concepto al concepto, de la especulación a la especulación.16 La cual pretendía ponerse en el lugar del filósofo antiguo (tómese como ejemplo el libro de Diógenes
Laercio, Vida de los filósofos antiguos, o la Incipiente historia de la filosofía alemana).17 Se trata, así, de poner en Proclo, o en Platón, o en Aristóteles, el nivel de pensamiento que el propioHegel tiene en el presente.
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una escisión en aquellos datos que la filosofía nos ha ofrecido de su historia, esto es, la
escisión entre lo necesario y lo contingente, esto es, aquello que puede ser abandonado
en todos los pensadores porque corresponde al tiempo, y aquello que el propio presente
ve como necesario, como propio, como algo con lo que el propio presente se identifica,
y, por tanto, como necesario al pensamiento. Esto, como es natural, no está fijo: el
tiempo futuro puede reflexionar sobre el pasado eliminando ciertas cosas como residuos
que no tienen valor; pero, sea como fuere, no hay ninguna forma de verse a sí mismo en
su propio presente como concepto si no tienes algún tipo de referencia a algo que, para
ser así, ha tenido que ser en el pasado, y por lo tanto tiene que considerarse necesario al
pensamiento.
¿De qué estamos hablando aquí? De una temporalidad compleja –histórica, pero
compleja- que concede siempre al presente la hegemonía. Pero un presente concreto: el
presente del pensamiento. Mas lo que esta en juego acá es un presente continuo,18 es
decir, el presente expresado en los gerundios (un proceso no terminado), el cual refleja
la naturaleza del pensar. El pensar es un presente continuo, pero un presente continuo
que, como tal, está en lo que los latinos llamaban in medias res, en medio del asunto, en
ritmo. Es un proceso que no está acabado, que no sólo no está acabado, sino que está
todavía en la zozobra de que debe acabarse, ultimarse, y sin embargo, como tal, está
paralizado en su propio actuar, en su propio devenir. Este presente continuo es
exactamente el presente de la atención. El pensamiento discursivo es de esta naturaleza:
inacabado. Y por eso, en ese pensamiento como presente continuo existe la atención, la
reflexión; categoría que constituye la base misma del pensamiento del tiempo y de la
historia19.
18
El tiempo del presente continuo no es “yo hago”, sino el presente que se expresa en los gerundios.19 Hasta qué punto han cambiado los tiempos en relación con Hegel podemos entenderlo cuandodescubrimos que, a principios de los años 20, Benjamin establece como categoría central de la nuevaexperiencia la ‘percepción distraída’, la percepción desatenta. La diferencia central reside en el paso deuna cultura del concepto (presente continuo) a una cultura de la imagen, i.e., de una cultura de ladiscursividad del lenguaje, del hablar, a una cultura de la estética de masas, centrada en la imagen. Laimagen, como una cápsula de sentido instantáneo, permite un presente cerrado, completo, no el presentecontinuo: la forma de la existencia de la imagen es el instante, que es autorreferencial, es decir, tienesentido desde sí mismo. En la medida que el mundo de la reproducción técnica, de la estética de laimagen, se llena continuamente de imágenes, está garantizada la pulsión de la repetición –cultura demasas-, y esto hace que la imagen quede reducida a ornamento (G. Lamdauer), que representa la formaestética en la cual la imagen se rige por la mecánica misma de la producción maquinal. ¿Y qué hace elornamento como tal? En su repetición mecánica, ofrece la certeza de la repetición; esto es lo que hace el
mundo de las imágenes, es decir, la garantía de que el tiempo está lleno de instantes, cada uno de loscuales está lleno de imágenes. Por eso no es necesaria la atención, porque el tiempo vuelve. Con ello,Benjamin, Landauer, al proponer la percepción distraída, el ornamento y la reproducción maquinal de la
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El pensamiento especulativo siempre está en riesgo de que el presente esté vacío
de conceptos, está en riesgo de no saber expresar el presente. Por eso, es un presente
continuo, un presente que vive en el momento de la crisis. De ahí que la filosofía
hegeliana (así como la marxista) ofrezca esta centralidad del presente que no tiene
todavía concepto de sí, que no se conoce, que vive errante, en la tensión, en la
antinomia, en la incapacidad de reunificarse: extrañamiento, una vida que no se
conoce.20
El presente continuo, por lo tanto, es un presente que todavía no tiene
consciencia de sí, no se conoce, revelando un desasosiego interior en el presente. ¿Esto
qué significa? Que todos los fenómenos en los que vivimos se nos presentan como
íntimamente contradictorios. He aquí la clave: darnos cuenta de que, en cierto modo, la
historia entera ha vivido de la experiencia de la contradicción. Esto es, que aquella
experiencia nuestra, aquella experiencia de un tiempo inseguro, inestable, desdichado,
que no se conoce a sí mismo, en que todos los fenómenos culturales muestran sus
contradicciones internas, que esa experiencia, digo, se puede proyectar al pasado y
darnos cuenta de que todas las épocas históricas han vivido atravesadas por la
contradicción.
Con esto tenemos dos categorías importantes, procedentes de la reflexión sobre
el propio presente: i) todo presente continuo juega con una serie de categorías, presenta
ideas que los contemporáneos consideran naturales, esto es, consideran como dadas,
inmediatas, que están ahí (por ejemplo, la propiedad privada), en el sentido de que la
experiencia cotidiana esta completamente atravesada por esa institución. Y sin embargo,
obra de arte, están erosionando la sublimación de lo que Nietzsche había organizado como eterno retorno.Estos autores materialistas, antinietzscheanos, le estaban diciendo a Nietzsche que eso es el eternoretorno: lejos de ser la forma del superhombre, era la forma que garantizaba la percepción distraída, algoque, volvamos la atención cuando queramos, siempre encontraremos algo en lo que detenernos. Peroninguno de los instantes repetidos era esencial por sí mismo, ninguno era relevante. Esta percepcióndistraída –toda nuestra estética es de esta naturaleza- mostraba que el ser humano, en la modernidad,eliminaba la angustia mediante la repetición, una de las formas más arcaicas de tener sensación de
protección. Esto es exactamente el final del devenir. Hegel intenta darnos cuenta de hasta qué punto ladiscursividad tiene necesidad de la historia; la experiencia estética y el ornamento, no. El mundo de laimagen, del consumo de imágenes, no tiene necesidad del pensamiento, sino de la percepción distraída,esto es, una percepción que en sí misma incorpora el olvido. El pensamiento especulativo no es así.20 Esto, esta vida que no se conoce, que no se sabe, carece de sentido, puesto que no hay nada que conocer en el consumidor de imágenes; éste no tiene un desasosiego interior, o, si lo tiene, lo sepulta
permanentemente con el aluvión de consumo de imágenes, que impide cualquier tipo de pregunta acercade la verdad, puesto que la imagen tiene la capacidad de impedir que se genere el vacío en el que la pregunta puede emerger. Nuestro tiempo es ese tiempo de vacío, de extrañamiento.
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la experiencia del presente reside en que (ii) hay síntomas que demuestran la
insatisfacción, el dolor, el extrañamiento que esas categorías naturales producen en el
presente para el ser humano. Eso es lo que significa presente continuo: por una parte,
tenemos, como tal presente, la identidad de una serie de categorías (propiedad privada,
libertad, derecho, familia, Estado…) que constituyen la manera más inmediata, lo que
podemos llamar el sentido común de una época; y sin embargo, por otra, es un presente
continuo, esto es, ese tipo de categorías, cuando las hacemos vivir, cuando las hacemos
realidad en una vida concreta, continuamente muestran su insatisfacción, su tensión
interna, su carácter no orgánico, su contradicción interna.21
Por ejemplo. La propiedad es elevada a derecho sagrado en la época; como tal,
dice Hegel, debería ser aquello en lo que el ser humano pone la totalidad de sus anhelos;
y sin embargo, aquello en lo que el ser humano pone la totalidad de sus anhelos en la
época burguesa es justamente aquello por lo que el ser humano no puede dar la vida.
¿Cómo es posible que aquello que el ser humano caracteriza como radicalmente sagrado
(su propiedad) sea aquello que, sin embargo, no puede estar en condiciones de reclamar
de él la totalidad de su existencia, esto es, la posibilidad de dar la vida?
La contradicción está aquí en que aquello que el ser humano tiene como conciencia
precisa de derecho es aquello que solamente se puede ganar si se pone en riesgo la
propia existencia. Pues bien; hemos llegado a la situación en que algo puede ser
caracterizado como derecho sagrado y, sin embargo, no sólo no reclamar, sino estar en
condiciones de ser contradictorio con cualquiera que reclame dar la vida por ello. ¿Qué
tipo de derecho sagrado es éste por el cual el ser humano no puede dar la vida? La
consecuencia es inmediata: si el ser humano, en la defensa de algo que considera un
derecho sagrado de su propia libertad, no está condiciones de dar la vida, quiere decir
que está en condiciones de defender ese su derecho sagrado mediante un medioinfinitamente degradado, como es un ejército mercenario. Pero he aquí el problema:
alguien que vive la contradicción de tener un derecho sagrado por el que no puede dar la
vida, tiene que entregar un dinero a alguien para que se lo defienda, y por lo tanto, algo
que constituía un derecho sagrado, se convierte inequívocamente en la fuente de un
sometimiento radical a una fuerza armada que no es él mismo. Esto es una
21
Llegando al punto, en nuestros días, de instituir como derecho sagrado precisamente aquello por lo cualno tiene ningún sentido dar la vida (recuérdese Antígona para ejemplificar el ‘verdadero’ derechosagrado, aquel por el cual tiene sentido dar la vida).
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contradicción, porque, en último extremo, para poder garantizarme mi libertad
entendida como derecho sagrado de propiedad, te garantizo mi servidumbre como el
sometimiento a alguien a quien empleo mediante el dinero la fuerza para defender un
derecho sagrado con la cual, además, le entrego el poder. ¿Cómo podemos vivir en un
presente continuo en el cual, por una parte, aspiramos a defender el sagrado de derecho
de libertad, y justamente para defenderlo nos convertimos en siervos de alguien que
tiene efectivamente la fuerza de defender ese sagrado derecho de libertad? Esto es una
contradicción interna.
¿Cómo salir de un presente que vive históricamente a la vez de los ideales
republicanos antiguos (la virtud) y de los medios modernos del despotismo? Ese
presente estrictamente contradictorio consigo, que es también el nuestro, es el que
produce el colapso, la acción inacabada, la crisis, el trauma. Así, determinada categoría
natural (derecho privado de propiedad privada) se manifiesta profundamente
contradictoria e insatisfactoria. (Y es precisamente esto lo que comparece gracias a la
atención del hecho concreto histórico, es decir, comparece gracias al presente continuo.)
De lo que hemos dicho, se desprenden dos momentos: forma y contenido; una
estructura reflexiva adicional, abstracta, y el contenido. En relación con la primera, lo
que hemos identificado es una figura de la conciencia, i.e., un conjunto de categorías
consideradas naturales y, al mismo tiempo, una experiencia de la insatisfacción con
ellas. Es decir, una figura de la consciencia es, a la vez, una estructura de verdad y su
escepticismo.
Para la conciencia que hace de las categorías de la sociedad burguesa lo natural ,
la noción de verdad es interna a esta forma de la conciencia. La noción de verdad, por tanto, no es una y dada por siempre, sino que es relativa a un conjunto de categorías que
se consideran objetivas, naturales. Lo decisivo es que, al mostrarse esas categorías
contradictorias, en el fondo nos descubren que no son naturales, que no son
verdaderamente dadas, inmediatas, puesto que en su propio seno se encuentra su propia
dimensión de escepticismo o, lo que es igual, la propia fisura por la que demuestran su
falsedad.
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Una figura de la consciencia, por lo tanto, es una institución de la verdad junto
con las experiencias que demuestran el límite de esa verdad, sus tensiones internas, y
por lo tanto, no hay figura de la conciencia que no tenga en sí sus pulsiones escépticas.
La consecuencia de todo esto es la destrucción del kantismo: Kant había
construido la filosofía trascendental sobre la tesis de que lo inmediato, lo natural, lo
dado, enraizaba en la estructura de la cosa en sí, esto es, venía ofrecido junto con la
existencia indomable de la cosa en sí a la subjetividad: la subjetividad era pasiva, pero
lo dado, lo inmediato, procedía de la naturaleza.
Lo que ahora plantea Hegel es que lo dado, lo inmediato, lo natural, forma una
figura de la conciencia, una institución de la conciencia, que lleva en sí la bomba de
relojería que lo hace estallar. Y por lo tanto, obliga a la consciencia a que investigue
tanto el origen de la verdad cuanto el origen de su escepticismo. Y esta reflexión ulterior
obliga a una consciencia reflexiva nueva, que reflexiona a la vez sobre la verdad y sobre
la contradicción de una figura de conciencia. Esta nueva conciencia reflexiva, que está
por encima de la institución de la verdad concreta y de su escepticismo, de sus fallas, de
sus elementos contradictorios, es el fruto de la atención, de la reflexión, de apreciar este
presente insatisfactorio. Y esto solamente puede desplegarse si reflexionamos en la
manera en que determinadas categorías han llegado a presentarse como naturales, esto
es, si reflexionamos en la medida en que la institución de una verdad se ha forjado, si
reflexionamos sobre el proceso histórico de constitución de esa institución de la verdad.
Reflexionar sobre ese proceso histórico de constitución de la verdad nos lleva a
apreciar que una figura de la conciencia no es sino la salida de otra contradicción, de
otra figura de conciencia, de otra forma de comprensión de lo natural, de otra forma decomprensión del escepticismo. La sociedad burguesa, con sus contradicciones internas,
nos obligarían a mostrar cómo ha llegado a ser natural la institución de la propiedad
privada, y cómo ha llegado a ser natural que ella agote el sentido de la libertad, cómo ha
llegado a ser natural que para defender ese sentido de la libertad caracterizado como
algo privado estemos en condiciones de configurar un poder que en sí mismo es
despótico.
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El presente continuo en su colapso nos obliga a prestar atención al pasado
inexorablemente. Es la manera de generar un tiempo que tiene la profundidad del
pasado. En esta noción de natural lo que apreciamos es una condensación histórica, es
sencillamente el resultado de un proceso, que a una generación dada le aparece como ya
constituido históricamente y, por lo tanto, como natural. Pero lo natural no es sino una
forma de consciencia inmediata de un determinado proceso histórico. Lo natural en sí
mismo no existe. La historia se convierte en la única realidad que genera su propio
sentido inmediato, pero que no hace sino cargar con las contradicciones que hicieron
necesario ese sentido inmediato. De este modo, la forma de reflexionar de la filosofía se
hace completamente inseparable de la historia22.
Desde el punto de vista de la forma, que es lo que hemos tratado hasta ahora, nos
damos cuenta que no hay manera de iluminar ni la institución de la verdad, ni su
dimensión escéptica, sin que el presente continuo identifique la atención al pasado,
puesto que en la inmediatez del presente sólo vive la contradicción y la desdicha. La
reflexión al pasado, la atención al pasado, es la única vía de escape que tenemos cuando
gozamos de una contradicción conceptual: sólo podemos intentar resolverla conociendo
la génesis de las categorías que allí se dan cita.
Pero, ¿quién hace esa operación?, ¿quién se sitúa por encima de la conciencia de
su época?, ¿quién mira a su época como una totalidad de instituciones y de
contradicciones, y reflexiona sobre las condiciones históricas de posibilidad de esa
época? No es ninguno de los que están situados en la conciencia natural, ninguno de los
que se sienten satisfechos con lo inmediato. La reflexión que intenta descubrir esa
contradicción y reflexionar en el pasado de la misma como su iluminación está por
encima; es una conciencia, un espíritu no-subjetivo.23 Hegel dirá que es el espíritu
absoluto. Este espíritu en cuestión no puede ser finito, puesto que no vive en la
consciencia natural: vivir en la conciencia natural significa vivir en la conciencia del
sujeto que se acredita porque enfrente tiene un objeto (yo, sujeto, veo que existe un
objeto-ley, estable –propiedad privada-); yo no estoy en condiciones de eliminar de un
plumazo esas cosas, sino que, antes bien, me constituyo como subjetividad porque
22 Hegel es un paso sin retroceso. Desde cualquier punto de vista, cualquier cosa que se ha dicho y hecho
después obliga a realizar una reflexión sobre la consciencia histórica. (Min. 40: Heidegger y Hegel; elseminario del primero sobre Parménides, 1942…).23 Thomas Mann lo llamo el espíritu de la narración, en El elegido.
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enfrente tengo esas objetividades con las que tengo que tratarme, que me coaccionan,
desde cierto punto de vista. La conciencia natural, acerca de lo inmediato, acerca de lo
dado, es aquella que con respecto de lo dado se escinde en sujeto y objeto, esto es, el
sujeto se constituye porque reconoce la existencia de toda una serie de estructuras
objetivas que no dependen de su arbitrio, sino que él es sujeto en la medida en que las
respete, las cumpla y las obedezca.
Pero alguien que esté en condiciones de ver que aquello no es natural, no es el
sujeto que tiene en frente al objeto, sino que es el sujeto que sabe que el sujeto y el
objeto son figuras históricas temporales, esto es, formas de la conciencia; por lo tanto,
es un sujeto que está en condiciones de explicar por qué determinada realidad se
constituye en objeto y por qué determinada realidad se constituye en sujeto, es decir,
comprende el proceso histórico de subjetivación y de objetivación, o lo que es igual, los
ámbitos de la finitud. Está en condiciones de explicar que el sujeto no es natural, no es
inmediato, sino que se constituye como tal porque está en una situación histórica
concreta, y porque, en ella, determinadas instituciones objetivas condicionan la vida, la
configuran, constituyen la vida del sujeto. Pero el sujeto que sabe eso, que sabe esas
cosas, no es un sujeto que tiene delante un objeto, sino el que sabe que la realidad se
escinde constantemente en sujeto-objeto; es un sujeto especulativo, esto es, aquel que
está en condiciones de explicar a partir de su propio saber los ámbitos de la finitud,
explicar que el ámbito de la subjetividad y el de la objetividad son ámbitos, a su vez, de
la conciencia, son ámbitos de esa gran conciencia del pasado, que en un instante se
presentan como inmediatos, pero que tienen un largo proceso de formación que un
espíritu de la narración puede contar.
Y esto es válido para cualquier época histórica; es más, es que, en el esfuerzoque hace la conciencia para explicar el origen de la propiedad privada, y cómo es
posible que el sentido de la libertad se haya concretado en algo privado, va a una época
histórica que a su vez aprecia llena de contradicciones esenciales, de modo que tiene
que venir otra época histórica que explique cómo se ha resuelto. Por ejemplo: la vida de
la propiedad privada es incomprensible en su contradicción interna sin la emergencia
del cristianismo. Ahora bien, cómo es posible que la fe, lo sagrado, sea algo privado,
esto es, cómo es posible que el vínculo con la realidad sea sobre todo un vínculo de fe,de creencia privada, esto es previo a que aquello en que el ser humano ve lo sagrado sea
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esa forma específica de objeto sagrado que es la propiedad; y esto, a su vez, es
imposible de explicar sin la contradicción de lo que significa el mundo romano imperial,
y esto, a su vez, es imposible de entender sin explicar la diferencia básica existente entre
Atenas y Roma, esto es, sin entender lo que significa una sociedad anclada en la nación,
en la polis, en la etnia, en un ethos (Atenas), respecto de una sociedad organizada por el
derecho.
Estas diferencias, por lo tanto, nos permiten continuamente mostrar cómo la
filosofía, en cada época histórica, ha expresado las contradicciones en las que vivía cada
presente, y el conjunto de todas estas contradicciones históricas, que en su devenir han
creado nuevas figuras de la conciencia, narradas por el espíritu de la narración,
constituye la fenomenología del espíritu. Todas ellas, en su necesidad interna, en su
iluminación interna, constituyen la fenomenología del espíritu.
Lo decisivo en este proceso es que sólo se ilumina si nos damos cuenta de que
ha regido todo el proceso la necesidad de iluminar el presente y sus contradicciones;
esto es, la atención al pasado está determinada, exigida por el presente continuo en el
que vivimos.
Una vez que tenemos esto, ¿dónde estamos? Estamos ante la idea de que por
encima de nuestro presente, por encima de nuestra conciencia natural, irrumpe alguien
dotado de una consciencia de la totalidad del proceso que tiene no sólo el criterio de
verdad de una figura dada (lo que podemos llamar la conciencia burguesa), sino el
criterio de verdad de la totalidad de la historia tal como se ha experimentado hasta el
presente. Y por tanto, se encuentra en condiciones de mostrar la limitación del espíritu
finito (de la diferencia sujeto-objeto, de la conciencia burguesa, en fin) y, en tanto quetiene un criterio histórico absoluto de verdad, un criterio que se ha manifestado al final
del relato explicativo de dónde estamos, está en condiciones de ofrecer a la época un
carácter directivo. Es decir, el presente continuo, con su experiencia traumática de la
escisión, de la contradicción, no genera un saber del pasado por el saber del pasado, sino
para mostrar que existe un criterio de verdad superior al del instante, al de la conciencia
natural, al de la inmediatez, y que, por lo tanto, lo que surge de la reflexión sobre el
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pasado es una nueva institución de verdad.24 Lo que equivale a decir, que nos permite
pasar a la praxis, una praxis que en el presente continuo estaba detenida; ha generado el
momento reflexivo, la atención, y de esto tiene que darse un esquema resolutorio de
contradicciones para el presente (no, obviamente, para alguien que lo narrará después,
que verá, cuando eso ya no funcione, cuando esa praxis a la que hemos pasado después
del proceso de atención, sus tensiones internas; por eso el proceso reflexivo no puede
tener fin).
El proceso reflexivo, por el propio esquema formal que hemos desarrollado, no
puede tener fin y, por lo tanto, Hegel no puede hablar de un final de la historia. Lo que
Hegel hace referencia es a que la historia ya nunca podrá superar su dimensión de
conciencia histórica, es decir, el final de su forma histórica, mas no el final del
contenido histórico. Desde el punto de vista de su contenido, la historia no tiene final.
Lo que Hegel dice es que ya es insuperable que la historia se comprenda a sí misma de
forma autoconsciente como el sustrato sobre el que juega y trabaja el espíritu, y el
espíritu no puede hacerlo más que a partir del presente al presente traumatizado que
genera el acto de atención, de reflexión, que ilumina las contradicciones en las que vive,
y que propone una orientación práctica para superarlas. Cuáles sean las contradicciones
que produzca a su vez la forma en que un presente resuelva las contradicciones, eso un
presente no puede saberlo. El espíritu absoluto no lo sabe, porque éste sólo opera post
festum, después de los hechos. Ese espíritu de la narración es la filosofía.
De esto se extrae que el espíritu de la narración o absoluto sólo actúa después de
los hechos, el espíritu de la narración es la filosofía y ésta no es profética; la filosofía lo
más que puede hacer es establecer el tiempo presente en conceptos.
A diferencia de Kant, el cual pensaba que el concepto del conocimiento era
completamente diverso del concepto de deber (el cielo estrellado, que conozco, y la ley
moral en mí, que no tiene ninguna relación con el cielo estrellado que conozco), la
escisión entre razón pura y razón práctica, Hegel dice que el conocimiento es
internamente praxis, esto es, la iluminación de las tensiones y contradicciones del
24 Lo cual no debe entenderse que se haya conseguido un criterio infalible que nos permitirá saber lo que
será narrado. Es decir, de esto no saldrá una utopía. De lo cual se extrae que cada presente esautorreferencial, puesto que él mismo ha de hacerse cargo de sus propias instituciones, no puede ser pasivo ante ellas.
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presente mediante el proceso reflexivo de atención al pasado. Este saber, per se, genera
la expectativa de futuro, es decir, la dimensión práctica, la praxis, resuelve la parálisis
del presente continuo y permite el paso a la acción,25 de tal modo que el deber sería un
derivado de la figura de la consciencia teórica. Esto significa de forma concreta que la
forma de solucionar el problema de la propiedad privada en la que hemos estado no
puede identificarse al margen de la iluminación de la contradicción interna del
precedente, de la genealogía histórica de esa contradicción. Si el contenido de la
contradicción reside en que mediante el mecanismo de la defensa de la libertad hemos
generado la propia dominación –contradicción básica-… La forma de resolver las
contradicciones no se puede separar de la estructura profunda de la contradicción: no
podemos intentar resolver la contradicción mediante una abstracción, sino que, antes
bien, tenemos que conocer el corazón de la contradicción para intentar derivar del
propio conocimiento de la contradicción una estructura de futuro, una estructura
práctica, una dimensión de deber. Este deber en modo alguno será abstracto, puesto que
es un deber históricamente condicionado por el aquí y ahora en el que vivimos la
contradicción26.
Por ello, en la forma, el presente continuo genera una atención al pasado de la
que brota una expectativa de futuro, necesariamente, conceptualmente; esto es, prepara
un paso a la acción. Es muy importante darnos cuenta de que el presente continuo no
genera un futuro utópico; el presente continuo, lo que garantiza es que la acción, que
hemos paralizado momentáneamente por su propia problematicidad, vuelva a ser
encaminada en continuo (frente a la utopía, que propone un elemento de futuro que no
tiene conexión con la acción continua en la que estamos ahora). El futuro le es interno al
presente continuo, de tal manera que el futuro no es sino la culminación de la acción en
el presente continuo. Es, por tanto, un futuro concreto, determinado. Esto es así porqueno existe, en la estructura de la historia, una noción de indeterminación o de abstracción
–éste es el resultado epistemológico fundamental-, sino que incluso aquello que
consideramos epistemológicamente falso o erróneo, es un error concreto, una nada
concreta, determinada. La clave que nos vincula este pensamiento es que no tenemos
ningún otro tipo de proyecto de futuro que no sea resolver el problema interno de la
25
Como reverso de esto, toda justificación de la acción se habrá de realizar desde una conciencia histórica26 Epistemológicamente, este procedimiento muestra que lo abstracto no existe, incluso el error esconcreto – una nada concreta, dirá Hegel.
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acción en la que estamos. No nos da una receta en relación con una totalidad ideal, con
un futuro utópico, no nos da una receta abstracta, no nos dice lo que será la historia para
siempre; nos dice cómo resolver esa acción del presente continuo en la que estábamos
detenidos. Nos dice un deber concreto: cómo debemos seguir, nada más (cómo impedir,
vg. que el asunto de la propiedad genere una dominación completamente contradictoria
con el hecho de que ahí veamos nuestra libertad), cómo ordenamos la realidad concreta,
aquí y ahora, desde la iluminación que organizamos desde su genealogía histórica,
sabiendo que a cada presente le entregaremos su propia necesidad de establecerse en
concepto.
El espíritu absoluto, así, el espíritu de la narración, se sitúa siempre acabado,
siempre dentro y fuera: dentro, pues que tiene que captar la vida en su concreción, y la
vida siempre hace referencia a lo inmediato, a lo dado, a eso que una conciencia
subjetiva finita llamaría lo natural; pero de ahí, tiene que asumir el riesgo de establecer,
en relación con ese propio presente, el relato de lo que ha sido necesario para llegar ahí,
esto es, tiene que establecer una conciencia genealógica de ese propio presente. Y ahí se
la juega, pues no hay un criterio adicional. Éste es el pliegue de la autoconciencia, de la
reflexión: en tanto que espíritu filosófico, también vive; el problema es que vive
escindido en tanto que puede explicar cómo ha llegado a vivir como vive. Y esto, ¿por
qué es absoluto? No es absoluto porque no exista la posibilidad de otra conciencia, sino
porque, en el fondo, la única manera de discutir esto es desde el punto de vista más
elevado de la conciencia histórica.
Ahora bien, el problema de Hegel es que, si la fenomenología sólo es posible
desde el punto más elevado de la consciencia histórica, ¿sólo existe un relato de la
consciencia histórica?, esto es, ¿sólo existe un relato de la necesidad? Hegel diría que sí, porque sólo existe un relato acerca de lo que es el descubrimiento de las contradicciones
internas de cada figura. O más pedestremente dicho, porque la historia es lo que ha sido.
Y la forma de unir, de relatar esto que fue, mostrando su proceso de necesidad, es
unívoca, dirá Hegel27. ¿Unívoca con relación con qué? Con el propio presente del
filósofo, del espíritu que se ha elevado a absoluto.
27 Resulta evidente que desde aquí tiene sentido hablar de historia universal.
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Ahora bien, incluso suponiendo que existieran múltiples relatos filosóficos
acerca de la necesidad del pasado, Hegel siempre podrá argüir que, si bien son diversos
relatos filosóficos, en último extremo, en su diálogo, en su tensión, configuran la forma
superior de la conciencia. En lo que nadie puede decir que reside la forma superior de la
conciencia es en cualquiera de los que están viviendo en el sentido común. Hegel
pensaba que el relato filosófico, que asumía esa forma de conciencia histórica, era el
superior, y esto tiene un doble juego: desde el punto de vista de la forma o desde el
punto de vista del contenido. Lo que sí es inequívoco es que Hegel estaba en
condiciones de creer que cualquiera que tuviera el deseo, la pulsión, de poner la mano
en la definición de cómo seguir, de qué hacer, tenía que justificarlo desde una
conciencia histórica. Ésta es la clave. Él, además, pensaba que siempre existiría una
conciencia filosófica superior que estaría en condiciones de jugar con una persuasión,
esto es, con unos niveles de argumentación de necesidad a la hora de explicar la
secuencia histórica, que fuera más persuasivo, esto es, pensaba que una de las
manifestaciones de ese espíritu absoluto era una filosofía de la historia, y que, aunque
habría muchas, existiría una que estaría en condiciones de ser la más persuasiva en
relación con qué hacer inmediatamente, esto es, en relación con los retos del presente.
Pero de lo que no había duda, para él, es que esto se jugaría en la conciencia filosófica.28
El problema real de este esquema es dotarlo de contenido. La cuestión está en
saber cómo una filosofía capaz de mirar el pasado está en condiciones de orientar el
presente práctico, la praxis en el presente, reordenando la sociedad civil, la familia,
Estado, etc., esto es, ofreciendo a la sociedad burguesa una salida que fuera
completamente fiel al proceso de contradicción que la historia presentaba, y que no era
más que la lucha por una autoconciencia de la libertad, esto es, por una forma de vida en
la que la libertad del espíritu subjetivo estuviera reconciliada con el espíritu objetivo dela sociedad y con la propia historia que nos había traído hasta aquí. Éste es el argumento
hegeliano.
28 Hegel sabía que el dominio de una filosofía de la historia no era un dominio asegurado. Lo que creía esque cualquiera que leyera una filosofía de la historia tipo Schelling y una tipo-Hegel encontraría en éstaúltima vínculos mucho más persuasivos y poderosos para identificar el presente y el paso siguiente a dar,mientras que alguien que se enfrascara en la lectura de Las edades del mundo, estaría mucho másinclinado a pensar que el siguiente paso a dar era retirarse a la melancolía de la contemplación, y no a un
compromiso práctico con la solución de problemas históricos identificados y reconocidos, que tenían quever esencialmente con la ordenación de la sociedad burguesa en tanto que ordenación de la propiedad, deun Estado que no fuera un Estado de dominación…
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Lo más importante es olvidarnos de una noción de deber abstracta: el deber
debía emerger justamente del presente, y no era un deber abstracto, sino concreto. La
historia misma nos decía qué problemas era de deber resolver. No era una especulación,
una abstracción, un “como si”, sino algo que constituía una exigencia interna de la
época.
Lo cual, obviamente, no quiere decir que la filosofía de Hegel no esté cargada de
una extraordinaria debilidad. Si el deber práctico inmediato debe vincular a la totalidad
de la sociedad, esto es, a la organicidad misma de la sociedad, el diagnóstico de la
filosofía tenía que ser caracterizado como un poder regulativo de carácter soberano,
puesto que es la filosofía la que entregaba el organismo en el que conjunto social de
deberes se organizaba. De tal modo, que es la filosofía como poder espiritual supremo la
que tenía el poder de decir qué hacer al soberano29. ¿Y quién dice esto: el soberano o el
filósofo?, ¿quién que la filosofía está en condiciones de marcar la estructura misma del
Estado: el Estado o la filosofía?
Lo que en el fondo Hegel estaba pensando era en la caracterización de un
estamento oficial de poder espiritual directivo de la época que es autorreferencial, es
decir, decretado por la propia filosofía. Planteado esto, el problema es que toda la
estructura de poder debe derivarse de la estructura de la filosofía, y es esto precisamente
lo que no está garantizado. Es decir, aquel saber que, por ser saber verdadero, funda un
poder político. Es esto lo que está en juego.
El problema del siglo XIX es la configuración de un poder que dependa
internamente de un saber, esto es, un saber espiritual que al mismo tiempo sea poder
soberano. ¿No era éste el modelo real de la Iglesia Católica? Esto mismo es lo que plantea Comte y su idea de corporación de los positivistas: la corporación de los sabios
positivistas –dice el propio Comte- se constituye como una corporación en todo igual a
la Iglesia Católica. Donoso Cortés lo vio en su radicalidad en su ensayo sobre el
socialismo: el socialismo sólo tiene una realidad y una virtualidad, que es imitar en todo
la capacidad organizativa de la iglesia católica.
29 Análogo al discurso de Heidegger sobre la autoafirmación de la universidad alemana (discurso deinauguración del rectorado, 1933).
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Estamos ante el sueño de que la filosofía se pueda elevar a criterio absoluto,
interno a la propia época.30
30 Max Weber y toda su filosofía consiste en mostrar que es mentira que exista un criterio absoluto que
defina el presente en conceptos. Hay una multiplicidad insuperable de percepciones atentas sobre el presente y, por lo tanto, habrá una pluralidad irreductible de sentidos, de percepciones del deber concreto.La filosofía no puede constituirse en una corporación soberana. Hegel, sin embargo, vive en ese sueño.
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5 / XI / 2010
La estructura de la filosofía especulativa no se puede comprender más que
cuando nos situamos en el punto de vista del final.
Fijaos en lo que en el fondo quiere conseguir Hegel: la ciencia, el conceptoverdadero de ciencia, de verdad, es, en sí mismo, una institución histórica; la ciencia es
en sí misma un fenómeno. Acordaos de la pretensión de Kant: un fenómeno es siempre
una estructura de donación de la cosa en sí, una estructura de donación natural; así, la
ciencia se constituye mediante la ordenación del fenómeno. Lo que viene a decir Hegel
es que la ciencia misma es un fenómeno, mas no, evidentemente, un fenómeno en
cuanto que donación natural, no un erscheinung en la medida en que es la forma en que
brilla la existencia (una existencia sensible que el ser humano ordena), sino que laciencia en sí mismo es un devenir fenoménico, es algo que hemos observado, algo que
en la propia historia tiene su realización.
Esto significa que no existe un criterio absoluto de lo que sea verdad, de lo que
sea ciencia, en ninguno de los momentos históricos en los que la institución de la verdad
se realiza. La ciencia se da su medida a sí misma en cada momento histórico; pero
ninguna de estas medidas es la medida absoluta. La medida absoluta consiste en el
propio devenir fenoménico de la ciencia, esto es, en la evolución de la institución de la
ciencia (o de la verdad) a lo largo de la historia.
“Pues la conciencia se da su medida a sí misma y la investigación se
hará por una comparación de sí consigo misma; pues la distinción que se
ha hecho, a menudo, cae en ella”.31
Cada figura de la conciencia tiene su institución de la verdad, cada una de ellas
incorpora sus contradicciones, cada una de ellas genera los problemas que la siguiente
figura resuelve. Por lo tanto, nosotros (a los que no nos queda en este aspecto, como
sigue diciendo Hegel, más que el puro contemplar ), el espíritu filosófico, el espíritu de
la narración, que se coloca por encima de las figuras concretas, comprendemos que cada
una de ellas tiene su criterio en sí misma, pero que hay un criterio superior al mostrar
cómo cada una de ellas da lugar a la siguiente, cómo cada una de ellas supera su propia
31 Pp. 33 y 34 del libro. (La frase es del párrafo doce de la Introducción de la FE).
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vinculación interna a su criterio, y produce uno nuevo. De tal modo que la ciencia no es
un instante, una institución, sino su propio devenir.
En cada momento, cada ciencia se compara consigo misma: es una investigación
que se hace para descubrir la medida que cada forma de la conciencia tiene de sí misma.
Y sin embargo, es mucho más importante comprobar la evolución de esas figuras y la
manera en que, situado al final del proceso, existe una figura que es, al mismo tiempo,
ella (esa figura concreta que ella es) y la comprensión de la evolución que ha habido
hasta llevar a ella; esto es, que es autoconsciente de sí misma de una forma superior. Y
ello no sólo porque sabe que ella da la medida, no sólo porque sabe que la verdad es
referencial a ella misma, sino porque está en condiciones de verse en una
autoconciencia de su propio devenir fenoménico, de su propia historicidad. Desde ese
punto de vista, es el saber absoluto: es saber absoluto porque es un saber concreto, pero,
a su vez, porque sabe de sí la manera en que ha llegado a ser.
Esta estructura especulativa es siempre la misma en Hegel: el saber absoluto
puede ser descrito especulativamente como la unidad de la unidad y la diferencia. El
saber absoluto es unidad, es una figura más, tiene un saber acerca de sí mismo; pero es,
a la vez, el saber de la diferencia, esto es, es a su vez el saber de todo lo que ha tenido
que pasar en la historia para llegar a ser él. De tal modo que ya no puede decir que su
forma de comprender la verdad, en tanto que absoluta, es la definitiva: en tanto que
absoluta, se comprende históricamente y se dispone a morir históricamente.
El saber absoluto, por lo tanto, no es un saber que quiera asegurarse
definitivamente en la historia. Es, por el contrario, el saber que asume el riesgo de toda
realidad histórica. Es el saber que, sabiéndose histórico, está en condiciones de anticipar
el momento de su propia superación, esto es, está en condiciones de decir cuál es el
siguiente paso a dar para producir nuevas instituciones, nuevas verdades, nuevas formas
de producir las contradicciones internas en las que él mismo vive, puesto que es unidadde la unidad y de la diferencia. Se sabe a sí mismo así.
“La totalidad de las formas de la conciencia no real se alcanzará a
través de la necesidad del proceso”.32
32 No sé si lo cita en La filosofía del idealismo alemán. El texto, en cualquier caso, es el comienzo del párrafo séptimo de la Introducción (FE).
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¿Qué es lo que se ve al final del proceso? Al final del proceso se ve la totalidad
de las formas de la conciencia. Pero, ¿qué se ve de ellas? Que ninguna ha sido la real,
que ninguna ha sido la definitiva. Y sin embargo, lo más importante es que ninguna ha
sido definitiva por algo, a saber: por una necesidad interna del proceso. Esto es, que en
todas ellas animaban contradicciones que la hacían irreal y que forzaban a su
superación. Todas y cada una de las formas de la conciencia pasada se manifiestan
como no reales, pero tienen un germen de realidad, que es la necesidad con que han sido
superadas. Esta necesidad es lo que siempre le queda al saber absoluto, final: es haber
apreciado cuál es el camino que ha tenido que recorrer el espíritu para llegar a sí mismo.
[ Hay aquí un problema fundamental, enormemente abstracto. Ahora veremos,
en la problemática del trabajo, del lenguaje y de la familia, las contradicciones en las
que estamos. Esto es una carcasa formal, que todavía tiene otro nivel de abstracción
mayor: la lógica. La lógica (o la Lógica) ya no mira la historia, ya no la fenomenología,
la ciencia que es puro fenómeno, sino que mira únicamente las relaciones de necesidad.
Pero eso no nos interesa. Lo que nos interesa es la nueva mirada, la nueva forma de
descubrir la historia, la centralidad del pensamiento histórico, la construcción del
pensamiento histórico como el camino necesario o el camino de necesidad que ha tenido
que llevar el espíritu, esto es, el saber de los seres humanos acerca de sí mismos, para
descubrirse como seres completamente históricos. Ésta es la cuestión de Hegel: que el
ser humano no tiene naturaleza, que tiene sólo historia; y que esa historia consiste en la
historia de la autoconciencia, la historia del saberse. De tal modo que una
autoconciencia de un ser histórico sólo puede tener lugar si mira su propio pasado en las
formas de la necesidad de haberlo recorrido. Un ser humano que sólo tiene historia (éste
es el punto) no puede comprender su pasado como un puro azar. No tiene otra cosa, no
hay otra cosa. Por lo tanto, su pasado es lo que lo constituye. No hay una naturaleza conla que compararse. Por eso dice Hegel que la esencia del ser humano es su historia; o de
una forma muy sencilla en alemán: la esencia del ser humano es su gewessen, su haber
sido, lo que ha sido. Y lo que ha sido, si sólo tiene historia, lo constituye. Esto significa
que no hay una posibilidad de mirarse a sí mismo y conocerse de forma inmediata si no
vemos el proceso por el cual ha llegado ahí. ]
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En realidad, el ser humano, cuando se mira históricamente, se comprende como
un hacerse y disolverse de forma continua; esto es, se comprende como una continua
evolución de momentos de crisis y disolución.
Ahora bien, la cuestión (y éste es el punto más completamente antiintuitivo de
Hegel) es que, en cada crisis de la conciencia, en cada crisis del mundo histórico,
cuando se diluyen las certezas de la conciencia natural, cuando se diluyen las
instituciones de la verdad, cuando todo se revela como nada (Hegel ha interiorizado la
problemática del nihilismo), esa revelación de algo como nada, esa nada, no es una nada
abstracta, sino que es una nada concreta, determinada.33 No es un nihil privativum, un
“nada de nada”. El nihilismo, la época el nihilismo, no es una nada completamente
abstracta: es la nada respecto de esa forma de conciencia, es una nada determinada. Y
esta nada, tomada como la nada de la que precede (o como la nada de aquello de lo que
resulta), es un resultado verdadero: cuando una forma de la conciencia, cuando una
institución de la verdad se disuelve, muestra su ineficacia histórica, muestra una
contradicción insuperable en su seno. Eso es un resultado verdadero. Es mostrar que la
historia sigue viva, que ninguna de las formas históricas puede caracterizarse como la
definitiva. Es, al mismo tiempo, considerar que el siguiente paso no se dará de una
forma completamente indeterminada o gratuita, sino para superar eso que se ha revelado
como ineficaz, como nada concreta.
Los problemas de cada presente vienen de la nada, de la disolución concreta de
las instituciones anteriores. Y esto, en último extremo, como siempre, hace referencia a
los problemas internos de la sociedad burguesa. Lo que Hegel intenta por todos los
medios es afinar conceptos y estrategias de aproximación a la sociedad burguesa para
que se vea en ella la contradicción en la que vive, su precisa incapacidad de resolver sus
contradicciones internas, e identificar persuasivamente el siguiente paso que esa
sociedad burguesa ha de dar para solucionar sus problemas internos. Pero si no tenemoseste tipo de estrategias conceptuales, no podemos mirar la sociedad burguesa más que
como una sociedad natural, como hace el liberalismo inglés.
El problema de Hegel es que no podemos afinar esta manera de mirar el presente
como plagado de contradicciones si no sabemos descubrirlo en la historia, esto es, si no
nos damos cuenta de que hemos llegado hasta aquí justamente por el mismo mecanismo
(o sea, porque la sociedad griega era contradictoria, porque la sociedad romana era
33 Para esto, ver especialmente los párrafos seis, siete y quince de la Introducción, FE.
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contradictoria, porque la sociedad cristiana era contradictoria…), esto es: que el motor
de la contradicción es efectivamente el que diluye las instituciones de cada tiempo
histórico, y nos ha forzado a seguir este camino del espíritu, un camino que
continuamente busca reconciliación en relación con la experiencia de la crisis, la
experiencia de la nada concreta que hay en un momento histórico.
Por eso llamo a esto escepticismo productivo: si no hubiera permanentemente,
como luego dirá Marx, un viejo topo que erosiona escépticamente cada una de las
instituciones de la verdad, no habría verdaderamente historia. La historia se mueve por
la negatividad , una negatividad que es a veces de tal naturaleza que disuelve todo lo que
parece sólido. Este escepticismo es el que Hegel lanza contra la época en la que vive, y
es lo que le permite ofrecer una estructura de pensamiento atravesada
fundamentalmente por el Estado.
Como vemos, el pensamiento hegeliano del Estado está diseñado para mostrar
que sólo una nueva concepción del Estado permite superar todas estas contradicciones
burguesas. De ahí que, frente al liberalismo, Hegel diga que sea el pensamiento del
Estado (o el Estado), o sea, no la naturaleza de las cosas, sino una institución, que sea
eso, digo, lo que pueda ordenar la sociedad burguesa.34
Fijaos que los fragmentos que hoy trabajamos comienzan con “fenómeno” y
“contemplar”. Nuestra relación con la historia es un contemplar, porque lo que vemos,
en ese contemplar, es la evolución de las figuras de la conciencia, el fenómeno mismo
de la ciencia que, en su final, llega a mostrar la necesidad de todos los pasos, de todas
las formas de la ciencia, para llegar al nuestro, que los engloba a todos ellos.
Para mostrar en qué tipo de contradicciones nos movemos en la sociedad
burguesa, esto es, para aplicar esta estrategia (que es una estrategia abstracta) almomento presente, Hegel siempre aspira a cuestionar la base fundamental sobre la que
se supone que se organiza la sociedad burguesa, a saber: el individuo hobbesiano, la
pretensión de que la ontología real sobre la que se organiza la naturaleza de las cosas es
que cada uno de nosotros es un individuo ontológicamente, leibnizianamente firme.
Hegel muestra, de una manera portentosa a mi modo de ver (y que constituye el germen
de todo lo que se dirá posteriormente), que esa ontología del individuo es
34 De ahí que Marx, cuando tenga que revisar a Hegel, no hará sino criticar la filosofía del derecho deHegel, mostrar que el Estado no podrá superar las contradicciones de la sociedad burguesa.
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completamente impensable, es una pura ilusión; que es un individuo completamente
abstracto, y abstracto en el sentido en que Hegel lo entiende, esto es: que se queda
únicamente y de forma arbitraria con uno de los elementos del resultado. Desde cierto
punto de vista, somos, nos sentimos como individuos; la problemática, entonces, o lo
que se trata de mostrar, es que sería imposible que nos sintiéramos individuos sin el
conocimiento, sin la reflexión, sin la autoconciencia de los procesos por los cuales,
permanentemente, nuestra individualidad se muestra infundada. Al ser consciente sólo
del resultado, sin los procesos de mediación, nos vemos de manera abstracta. Por decirlo
con una terminología más reciente: la abstracción reside en ver el resultado del proceso
sin la conciencia del proceso mismo. O en términos nietzscheanos: sin su genealogía.
Nos miramos como abstractos cuando vemos el resultado final y no nos preguntamos
por cómo ha sido posible, cuál es la mediación que lo ha hecho posible.
Cualquiera, dice Hegel, que intenta pensarse como una subjetividad, esto es,
como un individuo, como alguien dotado de aquello fundamental (o de este detalle en el
que la sociedad burguesa consideraría que se da la efectivamente la clave del individuo)
que es decirse yo; cualquiera, digo, que analiza la estructura del selbst , del yo, base de la
ontología individualista burguesa, descubre cómo el yo es imposible como punto de
partida. El selbst , la estructura del yo, o la estructura de alguien que dice yo como tal, es
inequívocamente, a poco que se reflexione sobre su condición de posibilidad, una
estructura que requiere inexorablemente la intersubjetividad .
Hegel, al preguntarse cómo es posible que alguien diga yo, que alguien se
nombre con un nombre universal (esto es, un nombre que puede usar cualquier otro
hombre), dice que en el fondo esto sólo es posible porque la estructura básica del
espíritu está diseñada sobre el lenguaje, sobre la herramienta, sobre la familia.
Podemos decir que Hegel es el primer gran filósofo del lenguaje, y la reflexiónque lleva adelante en relación con la problemática del selbst no hace sino mostrar la
estructura misma del lenguaje. Aquello que parecía que era una estructura ontológica
originaria, a saber, el yo, y el yo que ya viene dotado por el lenguaje, por la capacidad
de hablar,35 es lo que Hegel problematiza: ¿cómo que damos por sentado que el ser
humano es un ser que habla?, ¿es que el ser humano es ser humano porque está en
condiciones de hablar, o que es ser humano porque está en condiciones de entrar en la
35 Recordad el texto kantiano: “Probable inicio de la historia humana”. Aquí ya damos por sentado que elser humano es un ser que habla.
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red del lenguaje?36 O dicho de otro modo: ¿el ser humano es un ser originario del cual
se deriva el hecho de que habla, o el ser humano sólo llega a ser humano porque se
incorpora a la trama misma del lenguaje, es constituido por el lenguaje? No es que el
lenguaje sea un fenómeno suyo, sino que sólo es ser humano si está en condiciones de
entrar en la estructura del lenguaje.
Pero, ¿cómo es posible verdaderamente el lenguaje?, ¿qué es el lenguaje?,
¿cómo el ser humano llega a lenguaje?
Fijaos que, cuando Hegel habla de lenguaje-familia-herramienta, está intentado
mostrar el organismo básico del cual se puede derivar la existencia del selbst , del
espíritu, se puede derivar la autoconciencia de alguien capaz de decir yo. ¿Cómo es
posible que alguien hable?, ¿cómo es posible el lenguaje?, ¿cómo es posible que alguien
llegue a emplear ese nombre genérico, universal: yo?
Hegel es muy concreto en esto: yo es un nombre abstracto, universal, lo puede
emplear cualquiera; y como todo lo que le sucede a lo abstracto, es el último lugar de lo
concreto: la gente puede decir yo porque antes ha dicho su nombre. Esto es, la gente
puede emplear ese nombre universal porque antes puede emplear un nombre concreto.
El nombre concreto (esto es, la capacidad que tiene un ser humano para reconocer
aquello que tiene que decir con la garantía de que será escuchado) es anterior al empleo
del nombre yo; es, desde este punto de vista, aquello (éste es el punto del nombre) que
solamente puede configurarse cuando se objetiva un recuerdo, que sólo puede ofrecerse
como recuerdo objetivado en el seno del grupo que recuerda. Esto es, el nombre propio
(esto que está delante de la posibilidad de reconocerse como subjetividad abstracta) es
la capacidad que tiene el grupo humano de proyectar sobre uno de sus miembros un
recuerdo común objetivado: lo que somos (esto es, lo que nos nombramos, lo que
constituye nuestro nombre concreto, sin el cual sería completamente imposible usar el
genérico yo) es el momento de la apropiación, el momento de la interiorización por lacual nos apropiamos del recuerdo que los demás nos ofrecen como nuestra realidad.
Naturalmente, Hegel está aquí mostrando la estructura más básica que luego el
psicoanálisis va a intentar desplegar por todos los medios: cómo es posible que el ser
humano pueda configurar una identidad sobre toda una época de su vida de la que no se
acuerda. La paradoja del selbst consiste en esto, a saber: que el fundamento sobre el que
constituimos nuestra vida es un tiempo del que no tenemos memoria. Y sin embargo,
36 Son posibilidades excluyentes.
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dice Hegel, ese tiempo, acerca del cual no tenemos memoria, es esencialmente el que
tenemos que suponer que es aquello que enraíza nuestro sentido de la identidad.
¿Cómo se hace esto?, ¿cómo es posible que alguien emerja una identidad (o se
constituya como identidad) sobre un no recuerdo, sobre un proceso de formación que se
ha mantenido inconsciente? ¿Cómo es posible que la pretensión de que nosotros somos
individuos transparentes a nosotros mismos se configure sobre un tiempo del que no
tenemos registro alguno?, ¿cuál es la base de la identidad si esa base es la ignorancia de
nosotros mismos? ¿Cómo es posible que una cosa se transforme en la otra? O
freudianamente: ¿cómo el ello puede devenir yo?37
Evidentemente, es posible mediante el lenguaje, mediante la conquista del
lenguaje. No puede hacerse de otra manera. Pero, ¿por qué la conquista del lenguaje
(algo aparentemente general) es tan decisiva para la configuración de la identidad?
Porque aquello que realmente constituye el lenguaje (y que hace al lenguaje constitutivo
de identidad) no es sino el recuerdo objetivado. Esto es, el lenguaje que nos constituye,
nos lo dicen otros, recuerdan otros por nosotros. Y ese recuerdo, organizado a través del
lenguaje, es lo que puede ser apropiado por nuestra subjetividad. Si no existiera
lenguaje, no existiría la posibilidad de apropiación como nuestro de un recuerdo que es
el de otros. El lenguaje hace ese milagro. Por eso el lenguaje es universal. El lenguaje
nos permite que algo que era especialmente de una persona (la que recuerda) pueda ser
apropiado por otra persona.
La subjetividad, la identidad, se hace con la escucha. No se hace de otra manera.
Por eso dice Hegel que ser es ser escuchado. Sólo porque, cuando hablamos, nuestro
recuerdo deja de ser nuestro, se objetiva, puede convertirse en el recuerdo de otro.38
Lo originario tiene que ser que alguien está en condiciones de verbalizar un
recuerdo mediante el lenguaje de tal manera que el otro esté en condiciones de
apropiarse de él, esto es, de que el otro escuche. Si el ser humano no fuera un ser a la
escucha, no podría constituirse verdaderamente. Esto significa que es imposible que
configuremos el sentido de la identidad a partir de nosotros mismos. Por lo cual, la
sociedad burguesa, o la creencia de la sociedad burguesa en que el sentido de la
37 Toda la filosofía de Freud consiste en esto: allí donde estaba el ello debe estar el yo.38 Freud añadirá algo decisivo: el problema del trauma. El problema del trauma, que Hegel no pudo ver,consiste en esto: cuando dos recuerdan, y sin embargo recuerdan de una manera completamente
incompatible. Es una experiencia cotidiana, es lo que sucede en el amor, en el complejo de Edipo... Eltrauma reside en esto: que, cuando uno verbaliza, cuando objetiva el recuerdo, el otro no lo identifica.Pero esto no puede ser lo originario.
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identidad es el crecimiento inmediato, ontológico, de la mónada yo, se hunde por los
suelos.
El recuerdo, el recuerdo que nos permite saber quiénes somos, es, así, lo más
propio, pero es lo más ajeno: es lo más propio, porque con eso nos hacemos (justo por la
dimensión universal del lenguaje); pero es lo más ajeno porque es lo que nos dan los
demás.
El punto verdadero es reparar en la estructura misma de ese lenguaje: el hecho
insuperablemente melancólico de la identidad. Toda identidad es insuperablemente
melancólica, porque en el fondo nos constituimos como identidad en relación con cosas
que ya no somos. Si no, no funcionaría el recuerdo. No sólo es que nos constituimos
como identidad en relación con cosas que ya no somos, sino que, además, al hacerlo a
través del lenguaje, nos constituimos como identidad a través de un medio que supone
la muerte de la cosa. El lenguaje supone la muerte de la cosa, es estructuralmente lo que
salva el hecho de que ya no somos. Es el resto que queda, una vez que hemos objetivado
que ya no somos. Por lo tanto, lo paradójico del selbst , de la identidad, reside en que no
sólo nos da como soporte mismo de la identidad algo que es ajeno, algo que otros
recuerdan; no sólo nos da como soporte de la identidad el recuerdo de algo que ya no
somos, porque es recuerdo; sino que nos lo da con algo a través de algo que
inevitablemente implica que la cosa ya está muerta, a saber: el lenguaje. Y por lo tanto,
la identidad, sostenida por el lenguaje, es esencialmente algo vacío. Tan vacío como el
yo.
Sobre esta experiencia podemos decir yo porque, en el fondo, decir yo es no
decir nada. En el fondo, decir yo es constatar que aquello con lo que nos hemos
constituido es algo que no somos, algo que no somos particularmente, algo que es ya no
existente, algo abstracto. Y sin embargo, a pesar de que es algo abstracto, lleva en suseno mismo ya la promesa de ser. Esto es, el yo es algo abstracto, pero es algo abstracto
que se configura como principio inevitable del hablar y del lenguaje y, por lo tanto,
como la posibilidad de búsqueda permanente de ser. Es una identidad que nos
constituye exactamente como pulsión de constituirse. No constituida, ¡nunca
constituida! De ahí que sea abstracción insatisfecha de su abstracción. O sea, no una
abstracción cualquiera, sino abstracción que se siente insatisfecha de ser abstracta,
porque en el fondo ha emergido como promesa de identidad.
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El lenguaje, entonces, como estructura abstracta de identidad, como estructura
melancólica de identidad, como estructura atravesada por el recuerdo, como estructura
atravesada por una noticia que nos viene de haber estado allí donde ya no estamos y no
podemos volver a estar; el lenguaje, digo, tiene toda la estructura de la salida del
Paraíso:39 esto que aparece al principio de la humanidad, del ser humano que sale del
Paraíso, del cual no tiene memoria, pero que sabe que salió, es lo que la subjetividad
lleva consigo en la medida en que tiene lenguaje. Esa posesión del lenguaje
contradictoriamente implica, a la vez, haber vivido en el pasado y no tener sino el
lenguaje como cordón umbilical con ese pasado. Es haber vivido en el pasado según lo
recuerdan otros; y ese recuerdo objetivado está depositado en el lenguaje como único
vínculo donde no estuvimos, donde no podemos recordar, per se, que estuvimos.
Éste es el misterio del ser humano, que determina que el lenguaje sea la
comprensión de que estamos separados del mundo a la vez que estamos unidos al
mundo: inexorablemente estamos separados del mundo, porque nos hemos reconocido
como un yo abstracto que se opone a las cosas cuya huella ha quedado en el lenguaje,
pero en relación con las cuales sólo tenemos el lenguaje. La dualidad yo-mundo, yo-
cosas, abstracción-concreción, emerge a través de la configuración del ser humano
como ser lingüístico, como ser que escucha, como ser que ha tenido que escuchar.
La tesis final es que la elaboración de ese recuerdo, el recuerdo intuido como tal,
es el concepto. Esto significa esencialmente que el lenguaje, cuando llega a ser intuido
como el medio mismo por el cual el recuerdo es objetivado, es inexorablemente
lenguaje autoconsciente, es concepto.
Toda esta reconstrucción de la noción de concepto, como algo que en el fondo
nos lleva a la objetivación del lenguaje, como una forma de ser autoconscientes del
lenguaje, transforma radicalmente la filosofía kantiana: las categorías ya no sonemanaciones de una espontaneidad, de una subjetividad; sino que son, estrictamente, la
reflexión sobre las estructuras lingüísticas. En el fondo, Aristóteles siempre está detrás
de Hegel: las categorías no es sino una reflexión de segunda instancia sobre el lenguaje
que nos constituye, no es sino un análisis gramatical adicional. Concepto y estructura
del lenguaje pasa a ser para Hegel exactamente lo mismo.
39 Hegel está continuamente revisando las figuras míticas.
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Es importante ver cómo el lenguaje es aquello que nos impulsa al trabajo. Esto
es antiintuitivo, pero, si nos damos cuenta, Hegel está interpretando aquí
filosóficamente, una vez más, el mito de la expulsión. La expulsión del paraíso, la
expulsión del pasado, la expulsión de ese momento de inconsciencia, de felicidad; esa
expulsión, digo, de la que nos queda recuerdo familiar por el lenguaje, y un lenguaje
que en el fondo siempre nos resulta completamente insatisfactorio, completamente
insatisfecho, algo que nos constituye como un vacío, como algo que no somos, permite
explicar el siguiente paso del mito, a saber: la obligación del trabajo.40
¿Por qué? Esencialmente por la propia estructura abstracta del lenguaje, esto es,
por el hecho de que el lenguaje nos ha concedido una identidad vacía que, en el fondo,
no es sino la conciencia de la diferencia radical entre la subjetividad y la realidad:
comprender el lenguaje consiste esencialmente en saber que el lenguaje es un medio
universal, abstracto, que nos separa de la cosa, que nos separa de la realidad, tanto como
nos constituye interiormente. Y provoca, de forma inexorable, la insatisfacción de la
subjetividad: si el lenguaje nos satisficiera, nos convertiríamos en personas
contemplativas, en narradores.41
El lenguaje, en el fondo, construye un mundo doble, un mundo que no existe, un
mundo que quiere hacer presente lo que está ausente. Es la especialidad de los que
nunca estuvieron allí, la especialidad de aquellos que no están en contacto directo con la
realidad. De tal manera que, si el lenguaje fuera un medio de tener relación con la cosa
misma, con la vida, o si el lenguaje fuera algo diferente a narración, evidentemente la
vida del ser humano sería narrar. Pero es inviable, es imposible que la narración prenda,
que sea escuchada, que surta efecto, sin que queramos vivir de forma inmediata aquello
que el lenguaje nos habla siempre como pasado.
Lo que se sigue de esta premisa, en el fondo, es que el lenguaje,
nietzscheanamente, es un sustitutivo de la lucha directa con la realidad, esto es, es ciertosigno de impotencia de mantener de forma continua el contacto con la cosa. Surge de la
melancolía, como he dicho. Pero aquel que se satisface permanentemente en el lenguaje
está confesando una finitud, una impotencia de tratar con la cosa, de tratar con la
realidad. Aquel que se satisface permanentemente con el relato es aquel que no puede
mantener la capacidad de vivir de nuevo lo que narra.
40 Pues en esto reside el mito de la expulsión del paraíso: te ganarás el pan con el sudor de tu frente.41 Hay aquí una teoría muy relevante del origen del arte. Blumenberg, Salidas de caverna.
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El lenguaje funciona justo porque no es eterno. Esto es, el lenguaje es
persuasivo, ancla en la estructura de la subjetividad, porque determina en nosotros la
pulsión, el esfuerzo de superar la melancolía, esto es, de volver a estar en contacto con
la cosa. El lenguaje funciona porque queremos, indudablemente, en tanto recuerdo
condensado, vivir de nuevo, actualizar de nuevo esta forma que situamos en el pasado.
[ Excurso sobre La carta de Lord Chandos. Es la manifestación estética más
relevante del diagnóstico freudiano de que el trauma existe: el trauma consiste
esencialmente en destruir la identificación del recuerdo compartido. Y esto
inexorablemente implica destruir el lenguaje compartido, y por lo tanto la incapacidad
de hablar, la afasia. El problema es que el trauma es muy difícil de mantener en estado
puro, como tal. Lord Chandos ha hecho el esfuerzo supremo de escribir, también
melancólicamente, una realidad en la que él no está. Él no está en el trauma, no ha
estado allí. Muestra la dimensión melancólica del lenguaje, porque está describiendo
algo que ya ha pasado. Sin embargo, aquello que ha pasado, paradójicamente, es la
imposibilidad de hablar. Pero, como él ya no está en la imposibilidad de hablar, puede
contarlo.
Como digo, Hegel analiza muchísimas enfermedades psíquicas, pero no ésta del
trauma. Esto, el trauma, es para Hegel la imposibilidad de construcción de la
subjetividad. Pero esto es algo para él inviable: la subjetividad siempre se constituye,
enferma o no. La locura, todas las variaciones de la locura, es una subjetividad mal
constituida… pero es subjetividad. El trauma es la explosión de la subjetividad. Esto es
el paso más allá: describir, mediante el lenguaje, el trauma, esto es, el estallido del
lenguaje. Esto es lo que hace Lord Chandos. Desde ese punto de vista, constituye la
aportación específicamente vienesa a la literatura.
Esto, el reposar en el trauma, es imposible. La subjetividad siempre encuentra uncamino para constituirse. Lo que sucede es que, si el trauma es el punto de partida de la
constitución de un camino de una subjetividad, se constituye una subjetividad psicótica,
obviamente. La subjetividad psicótica más fácil de constituir a partir del trauma es el
delirio: el delirio es justamente la construcción de un lenguaje que no es melancólico,
curiosamente; esto es, el lenguaje, tal y como lo constituye el delirante, está cargado de
la realidad, esto es, vuelve a hablar con tal cantidad de eficacia psíquica que en el fondo
vuelve a repetir haber estado allí. Para el que delira no existe el pasado: aquello que élcuenta en su delirio es el puro presente, el acontecimiento originario (que le permite
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salir del trauma) en el que su subjetividad ha quedado fijada de tal manera que, cada vez
que lo cuenta, vive en la plenitud de ese presente. El delirante vive en un presente
eterno, el lenguaje no le permite establecer memoria en el sentido hegeliano, a saber, el
camino por el que he llegado aquí. Para el delirante, eso mismo no es el camino, sino el
estallido de la realidad que en cada expresión lingüística se hace palpable y evidente. En
esto se parece bastante al místico positivo: el lenguaje vuelve a llenarse de
connotaciones mágicas, y la expresión de la palabra es la realidad de la cosa, para el
delirante. Obviamente, sabemos que ahí hay un trauma en su seno, y la manera en que
ha evitado vivir en el trauma (pues es imposible vivir en el trauma) es este tipo de
construcción psicótica de la subjetividad.
Para Hegel, esto tiene que ver, como es lógico, con la incapacidad de haber
transferido, a través del lenguaje, el recuerdo instituyente del sujeto, un recuerdo en
relación con el cual el sujeto se identifica en su identidad. ]
Lo importante es que el lenguaje, si es operativo, tiende internamente a superar
su estructura melancólica, esto es, tiende de nuevo a persuadirnos de su propio límite.
Porque, en el fondo, el lenguaje funciona porque no tenemos la cosa, no tenemos la
experiencia, no tenemos aquello que recordamos. El lenguaje, como tal, aspira a hacer
presente, si significa (si es un lenguaje vacío, no nos persuade a hacer presente aquello
que él nos presenta como pasado). Pero la única manera de hacer presente aquello que él
nos presenta como pasado es volver a tener la experiencia de la realidad. Por eso, la
forma de constituir la identidad a través del recuerdo bien constituido (y esto,
naturalmente, sólo se puede dar para Hegel en el seno de la familia) es aspirando a
mantener ese todo ideal que es las relaciones familiares, aspirando a mantener la
estructura familiar. En términos freudianos, podríamos decir que el lenguaje que ha
permitido superar el trauma, el problema de Edipo, consistiría en la adopción de losroles materno y paterno que permite que la familia siga viva.
Para Hegel, sin embargo (como para Freud, por lo demás), la clave es que la
objetivación de esto que constituye un compromiso con el mantenimiento vivo de
aquello que una vez narrado será recuerdo, esto es, con el mantenimiento vivo de la
estructura familiar, es el trabajo. Aquello por lo cual, de forma objetiva (no mediante
narración), nos comprometemos a mantener vivo el recuerdo que produce identidad, es
el trabajo. Porque el trabajo, en cierto modo, es nuestro compromiso eficaz de mantener viva la familia, de mantener viva la estructura que nos ha dado la identidad.
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El trabajo, desde este punto de vista, no es sino la objetivación visible y presente
de aquello que el lenguaje presenta como pasado y memoria.
Una vez más, tenemos lo que dijimos ayer sobre el presente continuo: dos pasos
atrás (recuerdo, reflexión) para dar un paso adelante (actuar). El recuerdo, el lenguaje, el
relato familiar, no tiene como finalidad producir la melancolía, sino producir ese anhelo
de contacto con la realidad que es el trabajo, la acción, por la cual la familia se mantiene
viva.
El problema es que aquí estallan las contradicciones. La misma contradicción
del lenguaje estalla aquí. ¿Por qué? Porque, en el fondo, el trabajo nunca es inmediato.
Lo que nos ha movido al trabajo es volver a conectar con la realidad, volver al presente,
generar algo que alguna vez será recordado como identidad, esto es, generar algo que
alguien contará. Sin embargo, una vez más, esa satisfacción que nos permitiría conectar
con la realidad de forma plena se nos escabulle, exactamente igual que se nos escabullía
con el lenguaje. Y esto es lo que le pasa a los objetos, a las objetividades del espíritu.
Las objetividades del espíritu, todas y cada una de ellas, son promesas de superar
la estructura melancólica del lenguaje, del recuerdo, y ver cómo se escabulle esa
promesa de superación, generando una insatisfacción adicional, una contradicción
adicional: vamos al trabajo, sí, pero el trabajo nunca es un trabajo inmediato, nunca es el
trabajo en el paraíso. El trabajo que se realiza en el seno de alguien que ha escuchado,
de alguien al que se le ha transferido la identidad, de alguien al que se le ha transferido
el lenguaje, es el trabajo mediado por la estructura familiar, esto es, es el trabajo que nos
pone en relación con la realidad a través de la herramienta. Siempre, en la medida en
que hay trabajo familiar, estamos en el paso del paraíso al neolítico: el paso a la
estructura familiar es el paso de un trabajo que ya requiere, no la inmediatez del cuerpo
(del cual hemos aprendido a través del lenguaje)…42 El problema es que el lenguaje,
que inmediatamente nos permite conocer, identificar nuestro cuerpo, cuando tenemosque pasar a trabajar, no sirve lo que nos ha enseñado (que es nuestro cuerpo), porque en
el fondo no nos relacionamos con la realidad en el trabajo a través del cuerpo desnudo:
42 Esto es un poco más complicado, pero el lenguaje, finalmente, lo que nos hace es reconocer nuestrocuerpo. Ésa es la estructura que luego Freud va a desplegar en relación con el complejo de Edipo. Elcomplejo de Edipo lo único que hace es darnos a conocer el cuerpo, identificar la diferencia fundamentalentre el cuerpo masculino y el femenino (el problema de la castración está ahí), esta diferencia mágica(¿cómo es posible que seres que dicen yo, de repente se descubre que uno es de una manera y otro deotra?). Esto es el problema de la castración, de identificar órganos (que él tiene que aprender, pues no los
reconoce de manera inmediata, no es un animal). Los órganos del cuerpo tiene que producirlos ellenguaje, tiene que identificarlos el lenguaje, y el lenguaje tiene que aprender la diferencia traumática deque gente que dice yo, como universal, tiene cuerpos concretos.
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no cogemos al bisonte; lo pintamos. Esto es, cuando tenemos una relación inmediata, es
con el concepto, esto es, con la muerte de la cosa, con la cosa que no está. Sin embargo,
cuando vamos hacia la cosa, tenemos necesidad de toda una serie de instrumentos que
no son nuestro cuerpo, y que sin embargo constituyen el medio completamente
necesario de relacionarnos con la realidad. De tal modo que, si no somos enseñados en
relación con esas herramientas de la misma manera que hemos sido enseñados a
identificar nuestro cuerpo (esto es, por medio del lenguaje, del recuerdo, de relatos, de
situaciones en las que no hemos estado, pero que despiertan en nosotros la voluntad de
estar), no nos podemos poner en contacto con la realidad. Y el trabajo es de esta
naturaleza: aspira a ponerse en contacto con la realidad, pero no puede hacerlo más que
mediante algo que es inevitablemente medio y, al mismo tiempo, inevitablemente muro.
Igual que el lenguaje: el lenguaje es inevitablemente medio de construcción de
identidad, e inevitablemente muro de construcción de identidad.
El problema es que, de la misma manera que el lenguaje, en la medida en que era
melancólico, siempre presentaba un objeto que nunca estaba allí, al trabajo le sucede lo
mismo: nos quiere poner en relación con la realidad, pero siempre a través de la
herramienta, siempre a través de un muro, de una mediación. Y, por lo tanto, en esa
mediación, nunca nos da la realidad de verdad. Lo curioso del caso es que, de la misma
manera que el lenguaje, al no cumplir nunca la promesa de identidad, nos obligaba
permanentemente a emplearlo, así también la herramienta, en la medida en que nunca
nos permite cumplir la promesa de relación plena con la realidad, hace permanente ese
trabajo. Una vez más, el mito del paraíso: ganar el pan con el sudor de tu frente
eternamente, permanentemente.
El trabajo, así, tiene asegurado el permanecer. ¿Por qué? Porque, al establecer
una objetividad en la mediación entre el ser humano y la naturaleza, esa objetividad (la
herramienta) siempre es perfectible. Si no hubiera herramienta, si no hubiera un objetoque es nuestra relación, o que media nuestra relación con la realidad, nunca podríamos
verdaderamente reflexionar sobre esa mediación. La herramienta es aquello que, como
objeto mediador, es permanentemente reformable. Por la propia estructura objetiva de la
mediación, ninguna herramienta es definitiva.
La clave es que, de esa manera, algo que tenía una estructura de mediación, se
hace eterno en su contingencia (una contradicción adicional), exactamente igual que el
lenguaje se hace eterno en su estructura melancólica: el lenguaje nunca nos da la plenitud de la experiencia, y por eso siempre tenemos que seguir hablando; la
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herramienta nunca nos permite reconciliarnos definitivamente con la realidad, y por eso,
permanentemente, todas las herramientas son contingentes, pero el hecho de usar
herramientas, por ser permanentemente perfectibles, es necesario. La necesidad y la
contingencia, aquí, se dan cita en una contradicción interna, que ya se convierte para
siempre en una contradicción propia del espíritu. El espíritu no puede separarse de eso.
De la misma manera que no puede dejar de hablar, no puede constitutivamente ser si no
habla, el espíritu no puede ser si no usa herramientas. Homo faber es la forma específica
de ser hombre.
El problema de esto es el siguiente paso, obviamente: esta estructura de la
herramienta llega a ser completamente objetiva. O: de la misma manera que el lenguaje
venía a ser completamente objetivo cuando teníamos el concepto, en una
metarreflexión, así también la herramienta llega a ser completamente objetiva,
completamente autoconsciente, cuando pasamos de la herramienta a la máquina. ¿Qué
hace la máquina? Éste es el punto: la máquina es una herramienta que hace herramientas
(de la misma manera que el concepto era un lenguaje que se hace lenguaje, un lenguaje
de segundo grado, una gramática). ¿Qué sucede entonces? Sucede que aquello que era
una mediación limitada del ser humano con la realidad se convierte en una estructura
eleática (de Zenón de Elea): lo que era una herramienta en nuestra mediación con la
realidad se convierte en una herramienta que hace herramientas, que hace herramientas,
que hace herramientas… De la misma manera que Zenón podía describir un infinito de
mediaciones entre Aquiles y la tortuga, la máquina, como herramienta que hace
herramientas, puede proponer un infinito de mediaciones. De tal manera que lleva la
contradicción a término, exactamente igual que la lógica lleva la contradicción a
término, a saber: hacer hablar al lenguaje sólo en su estructura formal, esto es, no decir
nada. Pues bien, la máquina, cuando despliega completamente su destino de
mediaciones, aparece entonces como una condena, porque, aquello que era unamediación para llegar a dominar la realidad, a hacerse con la realidad, se convierte en
un camino infinito que nos aleja de la realidad. Aquello que estaba diseñado para que el
ser humano pudiera ser el señor de la naturaleza se convierte en la estructura por la que
tiene que pasar un ser humano sin poder llegar nunca a la naturaleza. El ser humano se
convierte, de esta forma, en esclavo de la máquina.43
43
Se convierte en toda la estructura del sinsentido que Kafka va a poner de manifiesto en “Ante la ley”(en El proceso): es el descubrimiento de los procesos infinitos de mediación. El campesino se acerca antela puerta del vigilante que está ante la ley: “he venido aquí porque alguien me ha dicho que ésta es mi
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Entre llegar al objetivo, que era dominar la naturaleza, la máquina ha introducido
el infinito de mediaciones que nos torna a la promesa de poder que teníamos de trabajar,
nos la devuelve, digo, como realidad de impotencia.
A esto es a lo que ha llamado Hegel la absoluta imbecilidad del trabajo en el
seno de la máquina.
puerta” (melancolía); el vigilante contesta: “yo no te voy a dejar pasar; pero es que, aunque te dejara pasar, encontrarías miles de puertas detrás de mí guardada cada una de ellas por un guardián que tampocote dejaría pasar, así que quédate ahí, y no molestes”.
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11 / XI / 2010
Hoy voy a desplegar un poco lo que consideramos el día pasado como el
organismo del espíritu a juicio de Hegel, esto es, el conjunto de actividades que, en el
fondo, constituyen la subjetividad humana. Por eso Hegel explica esto en escenarios que
finalmente tienen una especie de naturaleza mítica, puesto que están relacionados con
las estructuras constitutivas de la subjetividad. El discurso siempre hace referencia a una
especie de antropogénesis: cómo se ha formado el ser humano; puesto que, como hemos
dicho, el ser humano no tiene naturaleza sino que tiene historia. Y es que, en efecto, el
ser humano se debe a sí mismo su propia constitución subjetiva.
El que comenzó a desplegar esta visión de las cosas (que es muy de la época) fue
el propio Kant cuando contestó a Herder, a un escrito que Herder había hecho: Filosofía
de la historia de la humanidad , esto es, cómo la humanidad se había ido configurando
en su historia. Kant le responde en un pequeño escrito, que es delicioso y que os
recomiendo que lo leáis (porque tiene apenas 10 páginas) y que se titula “ Comienzo
verosímil de la historia humana”; esas 10 páginas de Kant, en el fondo, vienen, desde
cierto punto de vista, a explicar cómo el ser humano deja de ser animal y se convierte en
ser humano. Ese dejar de ser animal y convertirse en ser humano constituye un
acontecimiento desde el punto de vista de la especie y también constituye un
acontecimiento desde el punto de vista del individuo; es decir, desde el punto de vista
ontogenético, el individuo tiene que dejar de ser animal para convertirse en ser humano.
Y esto está íntimamente relacionado con la capacidad que tiene para autoconocerse en
su propia totalidad orgánica y psíquica.
Este escrito de Kant, como es natural, hace también referencia al mito de la
expulsión del paraíso. La expulsión del paraíso es siempre la representación arquetípica
de ese ser humano que tiene que dejar de ser animal para convertirse en ser humano propiamente dicho. De ahí que toda la poesía esté llena de “el paraíso de la infancia”, de
“el paraíso del útero materno”, para así escenificar eso que desde la especie es “la
expulsión del paraíso” y desde el punto de vista del ser humano (ontogenético) es la
salida del feliz equilibrio animal de la infancia -no se sabe de qué infancia, pero en todo
caso de la infancia- para convertirse en un ser humano.
Hegel está haciendo lo mismo: está mostrando cómo, desde cierto punto devista, se constituye la subjetividad humana. Y, como dijimos el día anterior, esto está
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relacionado con la forma en que deja de relacionarse de manera inmediata con la
naturaleza. Y ese momento en el que deja de relacionarse de manera inmediata con la
naturaleza está esencialmente caracterizado por el momento en el que el hombre tiene
herramientas, fabrica, se convierte en homo faber . Como podréis suponer, Marx será un
lector muy atento de todo Hegel, porque la transformación del ser humano debido a sí
mismo es el efecto del ser humano como homo faber , esto es, homo que hace
herramientas, homo que altera su cuerpo, desde cierto punto de vista, para hacer
herramientas. Tener una piedra que lanzar es transformar completamente la subjetividad
humana; es desarrollar determinados músculos de forma diferente, pero, sobre todo, es
desarrollar la atención, la puntería, la forma de mirar que pretende generar una
objetividad, que pretende marcar la distancia entre el objeto y el sujeto. (Todo este tipo
de cosas son elementales y no las invoco).
Lo que me interesa es cómo este proceso de constitución de la subjetividad está
lleno de contradicciones; esto es, cada paso que da el ser humano en su configuración,
en la configuración de su subjetividad, lleva consigo millones de problemas adicionales.
Esta contradicción, esto es, el hecho de que el ser humano en su proceso de constitución
nunca conecte con una utopía, nunca conecte con una situación aproblemática, sino que
cada problema que resuelve le genere montones de problemas adicionales, es lo
específico de la visión hegeliana (que Kant ya había más o menos elaborado en el
escrito que os he dicho, pero que Hegel despliega de forma completamente magistral).
El argumento final de Hegel, a pesar de todo, es que en este conjunto de
contradicciones cada vez más importantes, en el fondo se aprecia un movimiento; esto
es, no es algo completamente caótico, no es algo completamente azaroso. Se aprecia un
movimiento. Y ese movimiento conduce a diversos escenarios que podemos llamar
historia de la universalidad (ese movimiento conduce a una universalidad), “historia dela libertad” (ese movimiento conduce a una noción de libertad, a una realización de la
libertad) y, por lo tanto, desde cierto punto de vista, afecta a la totalidad de la especie,
esto es, genera (queramos o no queramos) una historia mundial única. Y esto se puede
mostrar, se puede ver de forma muy especial cuando pasamos de la herramienta (como
mediación entre el ser humano y la naturaleza) a la máquina (como mediación entre el
ser humano y la herramienta).
Si la herramienta comenzó para hacer más factible el dominio del ser humanosobre la naturaleza, la máquina comienza para hacer más factible el dominio del ser
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humano sobre su propia herramienta. Ahora bien, como veis, todo el proceso significa
que aquello que había nacido para que el hombre y la naturaleza estuvieran juntos,
comienza a separarlos cada vez más. El destino del ser humano, que era poder
reconstruir el paraíso, esto es, poder estar de nuevo de forma plena, vital, en la
naturaleza, mediante la herramienta primero y mediante la máquina después, no para de
distanciar al ser humano de ella.
Sin embargo, en ese proceso de distanciamiento de la naturaleza, uno comprende
la capacidad integradora de la noción de subjetividad; esto es, uno comprende cómo la
noción de subjetividad, así constituida, se expande hasta hacerse universal. Y esta es la
paradoja de la máquina. El texto dice así:
“ En tanto puede trabajar la naturaleza por medio de las máquinas, el hombre
no supera la necesidad de trabajar, sino que la aplaza, la aleja de la
naturaleza. o se dirige a la naturaleza como algo vivo sobre algo vivo, sino
que huye a una vida negativa, y el trabajo que le queda deviene él mismo
adecuado a la máquina. El trabajar sólo disminuye para el todo, pero no para
los particulares” (p. 42).
Vemos la problemática de una mediación que se convierte, en lugar de en uncamino, en un muro. Esta es la transformación de la máquina: en tanto que debería
mejorar nuestra posibilidad de relacionarnos con la naturaleza, se convierte en algo que,
sin embargo, nos aleja.
¿Qué es lo decisivo aquí de Hegel? El trabajo, el trabajo originario (el trabajo de
la caza, el trabajo de la recolección) se relacionaba con la naturaleza como “algo vivo
sobre algo vivo”. El ser humano recolector, el ser humano cazador, se relacionan con la
naturaleza como “algo vivo con algo vivo”. Cuando interviene la máquina no es así: el
ser humano se relaciona con algo muerto, con algo inerte, con un cadáver; aunque,
originariamente, con la herramienta, tenía la voluntad de dominar lo vivo.
Aquí el problema del dominio es lo decisivo. La herramienta, el hacha, la lanza,
permiten dominar lo vivo. Pero permiten dominar lo vivo generando muerte. La forma
de mejorar esas herramientas, a través de una máquina que hace mejor esas
herramientas, ya ha roto el vínculo con lo vivo: únicamente se relaciona con algo
muerto. Y la cuestión en Hegel es que esto, la relación de la vida y la muerte (este punto
es muy importante), siempre genera poder. Y, por lo tanto, la inversión de la relación
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entre lo vivo y lo muerto genera, ciertamente, inversiones de poder. De tal manera que,
con la herramienta, el ser humano que intenta dominar a la vida, en la medida en que
ahora introduce a la máquina, y es un trabajo muerto para hacer algo muerto, se invierte
la relación de dominio, de modo que el ser humano, que originariamente había hecho
todo esto para dominar, se convierte en lo dominado. Se invierte la situación: manda la
muerte sobre la vida, manda trabajar objetos para trabajar objetos. Es un proceso doble
de mediación del objeto que ya ha perdido su contacto con la realidad final, es decir,
con la vida de la naturaleza.
Por lo tanto, con la herramienta y con la máquina, el hombre no supera su
necesidad de trabajar. Solamente introduce un trabajo que lo separa de la naturaleza. En
consecuencia, al tenérselas que ver sólo con objetos, el ser humano huye a una vida
negativa, esto es, huye a una realidad atravesada por lo inerte en su totalidad. Esto,
como es natural, es el momento de “la sociedad de la máquina”, que ha sido visto de la
forma más impactante por cuanto ha sido visto de la forma más nueva, más inmediata,
en la película Tiempos modernos de Chaplin.
Una película que los de vuestra generación ya no ven. Recordad esta
transformación completa de la vida, de las funciones de la vida, por la máquina, que
llega a su parodia fundamental cuando se inventa la máquina para dar de comer al
operario sin que el operario deje de estar apretando tornillos. Un artefacto donde la
función última de comer, es decir, la función de la vida elemental, ya no está
directamente relacionada con la actividad del cuerpo que debe alimentarse, sino que está
articulada por un artefacto robótico que le mete la cuchara hasta el gaznate de una forma
completamente mecánica. En otras palabras, él, que está incluido en un proceso de
producción, mediante el ajuste continuo de tuercas, es obligado a introducirse en la
propia entraña de la máquina (es la otra gran escena de la película en la que Chaplinaparece, nadie sabe cómo, su cuerpo pasa por todos los mecanismos de rotación de la
máquina como si fuera una estructura muerta más, esto es, como si fuera parte interna
de la máquina, algo ya dominado por la máquina, digerido por la máquina, él mismo ya
máquina).
Como es natural, la escena más hilarante de la película es cuando sale del
montaje de la fábrica y ya su cuerpo entero, y no sólo su cuerpo entero, sino la totalidad
de su ser (o sea, su subjetividad completa), está atravesada por el acto rutinario deajustar tornillos; entonces ve a una señora que lleva un vestido donde en cierta parte
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lleva algo parecido a un tornillo. Entonces él comprende que es un tornillo que no está
ajustado y va persiguiendo a la señora con las dos llaves inglesas intentando ajustar los
tornillos, que naturalmente están a la altura de sus dos senos.
Vemos así la transformación completa de la libido. En otras palabras, la mirada
acerca de la libido, acerca del Eros, a través de la máquina, es justamente lo que
Chaplin, de una forma tan magistral, ha organizado en la película.
El ser humano, por lo tanto, se huye a una vida negativa. Esto es importante: no
se huye a la muerte, sino que se huye a una vida que está atravesada completamente por
la estructura de la máquina hasta en las funciones más elementales, y que, por lo tanto,
determina que el ser humano, que comenzó dominando la naturaleza a través de la
máquina, a través de la herramienta, ahora se convierte en el dominado por la propia
estructura de la máquina.
Esto, ¿qué significa? Éste es el paso fundamental que da Hegel. Este camino,
sembrado de contradicciones, no se hace en vano. Lo que finalmente determina su
dinamismo es que la estructura del trabajo se manifiesta así extraordinariamente
integradora, esto es, la estructura del trabajo se manifiesta como universal. ¿Por qué?
Porque el hecho de que podamos establecer continuamente máquinas, y máquinas para
hacer máquinas, y máquinas para hacer máquinas para hacer máquinas, genera un
“proceso de medios sin fin” (Agamben) en el cual puede introducirse cualquier
subjetividad. Ninguna subjetividad queda al margen de este proceso porque, en sí
mismo, este proceso es paulatinamente abierto hasta el infinito.
La cuestión es que, desde ese punto de vista, los seres humanos, como
particulares, no dejan de trabajar menos, aunque en relación con todo lo que se hace, la
especie humana, desde el punto de vista del todo, representa menos en ese trabajo. Esto
es lo que conviene comprender y es lo que Hegel dice cuando afirma que “el trabajar
disminuye sólo para el todo pero no para los particulares”. ¿Qué significa esta frase?
Significa esencialmente que, desde el punto de vista de la totalidad del trabajo, de la
totalidad de la producción, de la totalidad de energía que estamos empleando, el trabajo
humano es cada vez una proporción menor; pero eso no quiere decir que el trabajo de
cada particular sea menor. Lo que quiere decir es que el trabajo sumado de las máquinas
es mucho mayor que el trabajo sumado de los seres humanos. Pero, como el proceso es
continuamente ampliable, los seres humanos están todos implicados en él, de tal modoque cada uno, desde el punto de vista particular, trabaja lo mismo o más; aunque su
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trabajo, desde el punto de vista de la energía productiva que se consume, es cada vez
una proporción menor. Para hacer un cálculo weberiano acerca de esto, podríamos
establecer el número de calorías que consume un trabajador en el trabajo. Y podríamos
establecer ese consumo de calorías en una unidad de energía, “x”. Si contáramos las
unidades de energía “x” que consumen las máquinas, su número sería cada vez mayor
proporcionalmente que el consumo de energía que realizan los seres humanos. Ahora
bien, los seres humanos tendrían que gastar toda su energía ahí.
¿Qué significa todo esto? Esto significa que, desde el punto de vista del
individuo, el proceso de mediación continua de la máquina no es emancipador. No sólo
no es emancipador porque le hace trabajar al modo como trabaja la máquina, sino que
no es emancipador porque no tiene que trabajar menos. Ahora bien, desde el punto de
vista de la Humanidad en su conjunto, es un gran logro, porque la Humanidad en su
conjunto ha conseguido que la máquina trabaje cada vez más, proporcionalmente.
Según Hegel, esto tiene consecuencias terribles. Es traumático para los seres
humanos. Y esta es la sociedad en la que estamos. Sigo leyendo este pasaje:
“ El trabajar disminuye sólo para el todo, pero no para los singulares;
antes bien, aumenta mucho más, pues cuanto más adecuada se convierte
la máquina al trabajo, tanto menos valor tiene, y tanto más se debe
trabajar bajo esta dominación”.
La consecuencia que se deriva de esto es que, si calculamos la cantidad de
trabajo que hacen las máquinas y la cantidad de trabajo que hacen los seres humanos, y
comprendemos que el trabajo del ser humano es proporcionalmente cada vez menor,
entonces su valor es cada vez menor. Pero la posibilidad de que trabaje de otro modoque a través de la máquina es completamente nula. La consecuencia es que el destino de
la contradicción impone que el trabajo humano tenga cada vez menos valor. Pero, al
mismo tiempo, impone que no haya alternativa a trabajar de esa manera.
Esta consecuencia es, creo, la intuición más genial de Hegel. Consiste en una
tesis muy sencilla: el trabajo a través de la máquina no para de producir riqueza desde el
punto de vista del todo, pero no para de producir pobreza desde el punto de vista del particular. ¿Por qué? Porque el valor que aporta el particular es proporcionalmente cada
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vez menor, y, por tanto, su trabajo se convierte en trabajo prescindible en relación con el
trabajo que hace la máquina.
Lo fundamental de todo este proceso es que, en la medida en que mediamos el
trabajo a través de las máquinas, el trabajo deja de ser un atributo que privilegia, que
reconoce, que identifica a determinados seres humanos, para convertirse en una
dimensión universal de los seres humanos. Esto implica una extraordinaria mirada que,
a mi modo de ver, sólo Max Weber va a ser capaz de explicitar de manera clara, a saber:
que el trabajo esclavista es un obstáculo a la revolución capitalista, es un obstáculo al
trabajo de la máquina. O dicho de otra manera: allí donde se ha dado una vinculación
fuerte entre esclavitud y trabajo, no puede haber modernidad, no puede haber revolución
moderna, en suma, no puede haber un aliciente para introducir el progreso en la
producción. Así las cosas, donde ha habido una producción esclavista, como en Roma,
los estímulos para producir más no han venido en modo alguno de los inventos
científico-técnicos de la producción de máquinas, sino que han venido exclusivamente
de la posibilidad de tener más mano de obra, esto es, de tener más esclavos. Ésa es la
base del Imperio colonial romano. La forma imperial romana es, dice Max Weber
siguiendo a Hegel, una enorme fábrica de esclavos. De hecho, Max Weber afirma de
una manera completamente ruda lo siguiente: las legiones romanas, desde el punto de
vista del sistema productivo, son el equivalente de los trenes llevando carbón a los altos
hornos; son el equivalente porque llevan oleadas de esclavos a los latifundios romanos.
Las legiones romanas transportando millones de esclavos es el equivalente productivo
de los trenes cargados de carbón que van desde Gales hasta Manchester.
Esto es lo que explica que la revolución científico-técnica que organizan algunos
científicos griegos como Arquímides (que están verdaderamente en condiciones de
poner en marcha sistemas muy articulados de saber científico-técnico) no se aplique a la
producción. Se aplica a la defensa de la ciudad, al ejército, a las máquinas de guerra, pero no se aplica a la producción. ¿Por qué? Porque no se ve en el trabajo una
dimensión humana, sino una dimensión del esclavo, sobre la cual no merece la pena que
nos detengamos, pues los esclavos no tienen subjetividad, y, por tanto, no tienen
derechos.
Según Weber, sólo allí donde existe el trabajo libre, esto es, sólo en Europa,
estamos en condiciones de aplicar el saber científico-técnico al trabajo. ¿Por qué?
Debido a la tensión que existe entre la consideración del sujeto como libre y lanecesidad del trabajo. Por ello se quiere aplicar todo el saber científico-técnico para
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disminuir el trabajo, pues quien lo lleva no es un esclavo y tiene derechos. Por lo tanto,
sólo donde existe trabajo libre se genera la posibilidad de aplicar el saber científico-
técnico a la disminución del trabajo, con las consecuencias que hemos visto. Digo esto
para que veáis hasta qué punto Hegel y Weber están en la misma consideración de la
estructura de la modernidad y están en la misma forma de ver lo que significa la
inteligencia humana. Así pues, si consideramos a Hegel como un filósofo no hay
manera de dejar de considerar a Weber como un filósofo; y, de la misma manera, si
consideramos a Weber sólo como un sociólogo no hay manera de pensar a Hegel como
un filósofo. Lo que significa esto claramente es que son autores que están pensando el
uno en el otro continuamente.
Se trata, por tanto, de la universalidad del trabajo. Pero es contradictorio que se
pueda pensar la universalidad del trabajo en la medida en que mantengamos la
estructura del trabajo esclavista. No hay universalidad del trabajo en el régimen de
producción esclavista. Es contradictorio en sí mismo que podamos considerar a la
Humanidad en su totalidad como esclava. En efecto, el esclavo es esclavo en relación
con el amo. Por tanto, no podemos nunca considerar al esclavo como la totalidad de la
especie. Sólo podemos estar en condiciones de considerar el trabajo como señal
universal del ser humano cuando estamos en condiciones de considerar el trabajo como
expresión de la propia libertad de la subjetividad. Entonces, como trabajo libre (esto es,
trabajo mediado por la libertad), sí que estamos en condiciones de considerar el trabajo
como perteneciente a la universalidad del espíritu, a la universalidad de la subjetividad.
Y sólo entonces nos son decisivas, importantes y dolorosas las contradicciones que
genera. En efecto, si lo que hemos dicho anteriormente se aplicara exclusivamente al
trabajo esclavo (teniendo en cuenta que el esclavo no es considerado como un sujeto,
sino como una cosa), no nos sentimos interpelados por su miseria, por su dolor, por sualienación. Sólo cuando consideramos al trabajador como una clase universal nos
sentimos completamente afectados por las contradicciones en las que vive. Éste es el
punto hegeliano.
¿Qué significa todo esto? Significa que la totalidad del trabajo, la totalidad del
sistema productivo, deja de ser juzgable desde los particulares, desde los sujetos
particulares, y se convierte en la dimensión, dice Hegel, de la totalidad de un pueblo. Enel momento en el que el trabajo se despliega a través del trabajo de las máquinas, no hay
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manera de considerar la producción desde el punto de vista de la subjetividad particular,
porque la subjetividad particular siempre está dentro de un sistema productivo. Por lo
tanto, la única manera de considerar ese sistema productivo es en la medida en que
afecta a la totalidad de un pueblo completo, de una comunidad. Esto significa que, para
Hegel, una vez que el sistema productivo se configura así, es superior la consideración
del sistema desde el punto de vista del pueblo (y ésta es toda la cuestión) a la
consideración del sistema desde el punto de vista del particular. Y esto tiene como
consecuencia inevitable que, para un hegeliano, es superior el problema visto desde la
totalidad del pueblo que visto desde la propiedad privada. Hegel no ha hecho énfasis en
la propiedad privada justamente porque la ha considerado como irrelevante y como
incapaz de mostrar la lógica del sistema productivo.
Por lo tanto, si Hegel hubiera levantado la cabeza en relación con Marx, hubiera
considerado como un despiste teórico el plantear todas las cuestiones desde el punto de
vista de la propiedad privada y de la necesidad de expropiar al propietario de los medios
de producción. Seguramente hubiera considerado que ése no era el punto decisivo; que
el punto decisivo es si estamos en condiciones de mirar el sistema productivo desde el
punto de vista de la totalidad del pueblo que, recordemos, está inexorablemente afectado
por el hecho de la universalización del trabajo.
El texto que he incluido sostiene que entre el conjunto de las necesidades del
singular y su actividad al respecto entra el juego el trabajo del pueblo entero. Éste es el
punto que me interesa remarcar. Para explicar la cuestión Hegel hace unas reflexiones
muy bonitas y muy impactantes sobre las diferencias entre el trabajo artesanal y el
trabajo maquinal.
El trabajo artesanal es aquel que todavía se relaciona con algo vivo; por ejemplo,
es el trabajo del zapatero, que todavía cuando está cortando el cuero huele al animal, y, por tanto, está en condiciones de identificar lo que es un buen cuero de lo que no es un
buen cuero porque ha ido al tundidor, esto es, ha ido al que está curando el cuero y ha
visto el momento en el que el cuero es todavía la piel del animal. Por lo tanto, no ha roto
su relación con la naturaleza.
Pero no sólo en la medida en que el buen artesano siempre encuentra la manera
de elaborar sus productos controlando el proceso desde el mismo momento en que esos
productos fueron vivos (es el carpintero que va al trozo de madera recién cortado yexige la madera sin nudos, exige el corte del árbol de una determinada manera para que
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no tenga nudos); esto todavía es el contacto con la naturaleza. De la misma manera, es
el contacto de la naturaleza cuando el artesano hace el calzado a la medida: alguien le
llega y le dice “hazme un zapato”, y entonces el artesano tiene que tener contacto con la
naturaleza, esto es, tiene que coger el pie y meterlo en la horma y ajustar la horma, y
estar en contacto con la realidad orgánica para la cual el producto va a ser hecho.
Este trabajo artesano no puede sobrevivir cuando el trabajo ya es el trabajo de la
máquina.
La máquina nunca está en contacto con la vida orgánica. Por lo tanto, es un
trabajo universal; es decir, es un trabajo que sólo está en contacto con otra máquina.
Ahora bien, el trabajo de la máquina es, al final, un trabajo que produce la satisfacción
de las necesidades de todos; esto es, no existe la posibilidad de que alguien solucione
sus necesidades de manera “robinsoniana”, a lo Robinson Crusoe. La máquina impone
que todos resolvamos nuestras necesidades a través de trabajos que han sido mediados
por la máquina.
Esto significa que para resolver una necesidad, allí donde antes había un
artesano, ahora hay un proceso productivo enormemente largo. Los economistas como
Adam Smith describirían ese proceso como “división del trabajo”. Imaginaos un zapato
o cualquier prenda que lleváis: antes había un artesano en diálogo contigo; en cambio,
ahora tiene que haber una enorme cantidad de división del trabajo y una enorme
cantidad de procesos que se dan cita final en la producción de, por ejemplo, una camisa.
En otras palabras, para resolver una única necesidad, se tiene que poner en marcha una
enorme cantidad de división del trabajo teleológicamente organizada hacia ese
producto. Hay que movilizar una enorme cantidad de trabajo para que salga finalmente
una camisa, y lo importante es que en todo el proceso de producción de la camisa nadie
de los que ha intervenido tiene la más mínima idea de la camisa; por el contrario, el
artesano debe regular su propio trabajo a partir de una idea del zapato que quiere producir.
En definitiva, en la división del trabajo nadie está en contacto con el producto
final; por tanto, nadie trabaja de una forma artesanal, nadie trabaja de una forma
unitaria, nadie pone toda su perfección artística, toda su atención, en la imaginación del
producto que va a realizar.
La consecuencia de todo esto es que el sentido de la dependencia que tiene una persona que está dentro de este sistema es infinitamente mayor que el sentido de la
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dependencia que tiene alguien que está relacionado con un trabajo artesano. En el
trabajo artesano, por detrás de la relación de trabajo está la relación humana que, como
tal, es prescindible, es decir, puede ir a otro. En cambio, detrás del trabajo fabril está un
sistema anónimo que no conoce alternativa, que no puede representarse de otra manera.
En efecto, el trabajo fabril-maquinal es un sistema de dependencias recíprocas: para
resolver una necesidad se ponen en marcha un montón de procesos que dependen
recíprocamente.
Ahora bien, en la medida en que ninguno trabaja teniendo en cuenta la totalidad
del proceso, teniendo en cuenta la idea del producto final, teniendo en cuenta estas
dimensiones de la imaginación y de la creatividad, sino que todos están en algún
proceso de mediación de la máquina, nuestra contribución al sistema final es tan
limitada, tan parcial, tan insignificante, que la forma en la que el ser humano se integra
en un sistema fabril es el de la estupidez radical . Y es que, en efecto, lo que finalmente
sabe hacer un ser humano cuando se introduce en ese sistema es algo completamente
banal: es controlar un destello luminoso o es controlar que no se caigan los tapones de la
cadena de montaje de las botellas; en suma, es Charles Chaplin en Tiempos modernos.
Esto afecta de forma inevitable a la clave del valor. En efecto: ¿cómo podría
estar en condiciones de concederse a sí mismo y a su trabajo un valor insustituible aquel
que para operar solamente requiere de una estupidez radical?, ¿cómo valorará el
trabajador su propio trabajo desde la perspectiva de que para hacerlo requiere
esencialmente ser un “estúpido radical”?
Es evidente que el ser humano que trabaja en el seno del sistema fabril ya está
completamente, pedagógicamente enseñado acerca de la nulidad de valor de su propio
trabajo. Su trabajo es sólo un trabajo provisional; provisional hasta que venga unamáquina aún más estúpida a hacerlo. Éste es el punto. De ahí que todo el trabajo del
sistema fabril sea un trabajo prescindible.
“Una lejana operación, dice Hegel, de repente paralizará, hará inútil y
superfluo, al trabajo de una clase completa de hombres que satisfacían sus necesidades
con él ” (p. 44). Esa conclusión que describe de una forma admirable los tiempos
actuales, no sólo los suyos, sino los nuestros, es tumbativa en relación con lo que nos ha
mostrado como el destino de la constitución del espíritu a través del trabajo.
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¿Por qué esta nulidad del ser humano? Porque finalmente todo esto no genera
sino una enorme disciplina44 que enseña al ser humano acerca de su carácter
prescindible. Lo que domina aquí es la totalidad del sistema: el sistema no piensa en los
particulares, el sistema no piensa en mantener el trabajo de los particulares, sino que el
sistema sólo piensa en sí mismo.45 En otras palabras: el sistema es autorreferencial,
piensa en sí mismo, piensa en sus propias necesidades; no piensa en los particulares.
Desde ese punto de vista, las máquinas, si en un momento determinado pueden sustituir
al trabajo humano, lo harán. Todo trabajo humano que participa del sistema productivo,
participa provisionalmente del sistema productivo.
En consecuencia, el progreso significa el dominio paulatino de las máquinas
sobre los seres humanos.
Ahora bien: ¿adónde le lleva todo esto? En el fondo, todo esto lleva a Hegel a
pensar que estamos obligados a mirar las cosas de otra manera, es decir, nos obliga a
pensar la prioridad del todo y de la lógica del todo sobre los particulares y la lógica de
los particulares. Este es el punto de vista de Hegel que, desde el inicio, es contrario al
liberalismo inglés.
En efecto, desde el inicio Hegel es contrario a Hobbes; Hobbes es su verdadero
enemigo. ¿Por qué? Porque este producto objetivo del trabajo humano que es el sistema
fabril nos impide considerarnos como sujetos hobbesianos. ¿Por qué? Porque, en el
fondo, el sujeto hobbesiano tenía todavía la comprensión de sí mismo como un sujeto
natural con un derecho natural y con una actividad natural: el derecho natural de
permanecer en el ser, la libertad natural de todo lo que esté en su mano para
conseguirlo, y fundamentalmente la actividad económica que satisfacía estas
necesidades. Pero esta figura robinsoniana del liberalismo hobbesiano, cuando estamos
en un sistema fabril, no tiene el más mínimo sentido.En el fondo Hegel lo que le dice a Hobbes es que, habiendo estado acertado a la
hora de considerar al gran Leviatán como un gran sistema que imponía su punto de vista
sistémico sobre el montón de ciudadanos que tiene en su seno (acordaros de la imagen
del Leviatán),46 no ha estado tan acertado a la hora de ver que, en realidad, eso mismo
ha sucedido con el sistema fabril; por tanto, es incoherente aplicar ese sistema del
44
Puede que se esté refiriendo a Foucault.45 Ésta es la tesis que luego Niklas Luhmann va a desarrollar de manera gigantesca.46 Se refiere a la imagen de la portada.
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dominio de la totalidad del sistema sobre los particulares a la política y no aplicarlo a la
economía. Y es que, en efecto, tanto desde el punto de vista de la economía como desde
el punto de vista de la política –y en esto acertó Hobbes-, el punto de vista de la
totalidad es superior al punto de vista de los particulares. Así, de la misma manera que
en la política no podemos sujetar al Leviatán si nos consideramos personas privadas en
lucha a muerte los unos con los otros y, por tanto, tenemos que generar la lógica de la
transferencia de la soberanía; así también desde el punto de vista del sistema fabril no
está en nuestra mano, sino que es ya una obligación, transferir al sistema la
predominancia, la hegemonía, la soberanía sobre los particulares.
La cuestión es que la comunitariedad, rasgo que une a un pueblo en la medida en
que construye un sistema que domina sobre los particulares, es lo que conviene poner de
manifiesto. Como es natural, esto hace de Hegel un pensador todavía de la “economía
nacional”, y ello porque la unidad del sistema fabril vincula a un pueblo; o, mejor,
vincula a la especie humana, pero a través de un pueblo. Leemos el texto:
“ La necesidad y el trabajo en esta universalidad forman para sí un gran
pueblo, y un sistema monstruoso de comunitariedad y dependencia
recíproca. Una vida de lo muerto que se mueve en sí, que en su
movimiento se mueve de manera ciega y elemental, y como un animal
salvaje necesita de una firme dominación permanente y domesticación”
(p. 44).
Esto parece una paráfrasis de Hobbes. Se genera un monstruo, un Leviatán, un Dios
mundano, un Todo. “ adie más potente y nadie más poderoso que yo”, dice el Leviatán.
Ese poderío del Leviatán deriva del trabajo universal, es provocado por el hecho de queel trabajo ha conseguido una dimensión universal.
(El profesor vuelve a leer): “Una vida de lo muerto que se mueve en sí, que en su
movimiento se mueve de manera ciega y elemental, y como un animal salvaje necesita de
una firme dominación permanente y domesticación”
Si vamos primero al santo Job, nos damos cuenta de que presenta así al
Leviatán. Job, en un momento determinado, se ha dejado llevar por su poder, por su
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fortuna, por su buena suerte, y Dios ha podido entonces decirle: “Si eres tan fuerte,
domina el Leviatán”. Dios puede despertar al Leviatán. El Leviatán es para la mitología
bíblica el animal que domina los mares, que duerme en las simas marítimas; es el
animal que tiene debajo de su panza los tesoros del mundo; es el animal que hunde a los
comerciantes, que hunde a los piratas que se atreven a adentrarse en su territorio y
esconde los tesoros debajo de su panza. Por lo tanto, es un animal que desde el mar
puede destruir la tierra: puede provocar olas, puede provocar maremotos... Dios le dice
a Job: “ si yo despierto a ese animal: ¿cómo lo dominarás?”
Hobbes lo que dice es: yo, el Estado, estoy en condiciones de crear un Leviatán
y de dominarlo. Por lo tanto, aquel monstruo con el que se nos amenazaba, el monstruo
de la violencia que puede destruir la tierra, nosotros, por el contrato adecuado, podemos
construirlo, podemos generarlo (porque verdadero es lo que hacemos) de tal manera que
produzca paz, ciencia, saber; en suma, de tal manera que produzca una comunidad
ordenada.
Hegel dice: en realidad no es el sistema de la libertad natural (el sistema de la
guerra de todos contra todos) el que hace preciso construir un Leviatán que hay que
dominar, sino que es el sistema del trabajo, el sistema de la ciencia y de la técnica, el
sistema de la fábrica, el que ha generado un animal salvaje. Ese animal está por encima
de todos, es un animal monstruoso que, en su movimiento, es ciego y elemental; esto es,
es un animal que no piensa en los seres humanos, sino en sí mismo; y que, además, no
sabe dónde va, pues, en el fondo, no es sino un mecanismo de necesidad; y es elemental
porque, en último extremo, no reconoce nada que no sea él y, desde cierto punto de
vista, sólo obedece a su propia pulsión expansiva.
Pues bien, ese animal necesita una dominación permanente y una domesticación.
Esa dominación permanente y esa domesticación invoca aquí (de una manera aúnabstracta pero que en el futuro será una concreción del propio sistema de Hegel) al
Estado. Pero, ¡ojo!, se trata de un Estado que se acredita como Estado no tanto por ser él
el Leviatán, sino por dominar al Leviatán que el sistema fabril ha generado.
Por eso Carl Schmitt, de manera muy lúcida, consideró en un momento
determinado que la tragedia de Alemania comienza cuando Hegel es olvidado; es decir,
cuando Schelling es llamado a la dirección de la cátedra de Berlín a la muerte de Hegel.Schelling era un romántico, un hombre melancólico, un hombre que no estaba en
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condiciones de enfrentarse a los problemas reales de la vida de aquel presente, mientras
que Hegel mostraba las tareas reales del Estado en la configuración de un adecuado
Leviatán. Por eso, cuando Carl Schmitt rompe de manera pública con el régimen de
Hitler, escribe un libro llamado El Leviatán que viene a decir que, en el fondo, los nazis
no han configurado el Leviatán hegeliano; esto es, no han sido capaces de domesticar y
dominar el propio sistema técnico y productivo, sino que han caído en lo que en la
mitología hebrea llaman un Behemot, un “régimen caótico”. De ahí que no sea un azar
que Carl Schmitt tenga discípulos de derechas y discípulos de izquierdas, y que sean sus
discípulos de izquierdas los que han elaborado una crítica al régimen nazi.
Bien, pero volvamos atrás. El problema ahora es que la subjetividad no tenía
sólo como única dimensión de su organismo configurador el trabajo. Es más, acordaos
de que el trabajo sólo podía ser trabajo porque se vivía en el seno de la familia.
Acordaos también de que el núcleo objetivo mínimo en el que debe situarse una
animalidad humana para poder transformarse en una subjetividad humana venía
esencialmente configurado por el lenguaje y por el recuerdo, esto es, por la familia. La
estructura familiar, contra Hobbes (del que nadie sabe su teoría sobre la familia: para
Hobbes no existe la familia, sólo existen los individuos), es ese núcleo familiar, digo, el
que permite la emergencia de la herramienta, es el que permite la transformación de la
herramienta, es el que permite que la herramienta sea mejorada, es el que permite el
saber adecuado donde las herramientas pueden ser forjadas.
Ahora bien, el problema es: ¿cómo ha acompañado la familia esta evolución
contradictoria del trabajo? Si efectivamente la familia es la estructura intersubjetiva en
la que el trabajo puede tener este despliegue que hemos caracterizado, entonces: ¿qué
contradicciones ha tenido que sufrir la familia para hacer frente a este proceso, a un
proceso de esta naturaleza?En este punto, Hegel se embarca en una teoría contundente acerca de la vida
concreta de la familia que es enormemente interesante porque va a mostrar el inicio de
una categoría que después será central en todo su pensamiento político y, más tarde, en
todo el pensamiento occidental, a saber: la eticidad . Esto significa algo importante,
contra lo que luego Weber protestará: el trabajo fabril, para Hegel, no es un trabajo que
tenga en su base un ethos. El trabajo fabril no tiene eticidad, sino que es un sistema de
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necesidades; esto es, no viene determinado por los soportes humanos subjetivos, sino
que viene determinado por el propio sistema productivo.47
La familia es el escenario específico donde surge, para Hegel, algo nuevo, algo
completamente diferente, algo que se contrapone y compensa (o es compensatorio de) el
proceso que hemos visto en el ámbito del trabajo. Y es compensatorio porque mediante
la familia se produce algo que ningún particular puede obtener cuando se introduce en
los sistemas productivos. En efecto, en la familia todavía alienta de forma
completamente necesaria, completamente ineludible, una idea de la totalidad. Mientras
que el sistema productivo no tiene una idea de la totalidad, es ciego (y, por tanto, pasará
por encima de los particulares), la familia es, en este sentido, un antisistema productivo.
Aunque Hegel se había pasado toda la primera parte de su vida hablando de la
problemática de la propiedad y del amor (recordemos: ésta era la clave del pensamiento
del joven Hegel; en concreto, ésta era la clave de su aproximación al cristianismo, de su
aproximación a la subjetividad de vida), cuando, más tarde, en lo que conocemos como
“La filosofía de Jena” (1802), y que es lo que estamos explicando, Hegel se enfrenta a la
sociedad burguesa e intenta hacer un concepto de la sociedad burguesa, comprende que,
aunque el sistema de la propiedad es importante (recordad: herramienta, familia,
propiedad), lo que sucede en el seno de la familia es decisivo y no se divisa desde el
problema de la propiedad. Y es que, en efecto, el problema de la propiedad surge como
propiedad no privada, sino como propiedad familiar ; es decir, el problema de la
propiedad en Hegel no tiene que ver con la propiedad privada, con la propiedad
individual. Para que la propiedad, no privada, sino familiar, tenga sentido, obviamente
la familia tiene que tener previamente un sentido.
La tesis polémica de Hegel dice así: la familia no obtiene sentido por la
propiedad, sino que la familia obtiene sentido por la eticidad. El problema es que la
propiedad le es necesaria a la familia por otro motivo que se deriva de la eticidad, y quenos pone en el camino de lo que será la sociedad civil . Pero antes, mucho antes,
conceptualmente hablando, de que la familia pueda ser el soporte de la propiedad, la
familia tiene que ser esencialmente el soporte de la experiencia específica del amor.
Esto es compensatorio. En efecto, sólo porque el mundo de la familia es el mundo del
amor, el mundo de la producción puede ser lo despiadado que es. El mundo sería
47 Weber va a pensar que Hegel se equivoca, que el trabajo fabril no es como Hegel piensa que es. Así,
según Weber, es necesario un ethos del trabajo para que sea posible esta productividad, esta forma fabril,este capitalismo.
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completamente invivible si sólo existiera el mundo de la producción. Si estuviéramos
dominados por el Leviatán ciego y salvaje, la subjetividad no podría sobrevivir. La
subjetividad necesita de la familia tanto más cuanto más ciego y animal es el sistema de
la producción. Cuanto menos ese animal piensa en nosotros, más efectos
compensatorios debe realizar la familia, esto es, más debemos encontrar un lugar donde
su propia realidad se agote en pensar en nosotros.
Creo que esto es muy especial en la mirada de Hegel porque permite un
funcionamiento filosófico extraordinario. Desde cierto punto de vista, la familia es,
justamente, todo lo contrario del Leviatán porque no puede ser ciega, porque no puede
ser un animal, porque no puede ser salvaje. Ninguna de esas cosas se dan cita en la
familia, y por eso Hegel ha definido a la familia como un todo ideal .
Pero: ¿qué significa un todo ideal ? Significa que no existe más que una sola
representación que vincula a todos los particulares. Fijaos en que el sistema productivo
es todo lo contrario: no hay ninguna representación que vincule a todos los particulares;
entre el particular y la totalidad del sistema productivo no hay representación; en
consecuencia, el sistema productivo no es un todo ideal. En otras palabras: en el sistema
productivo, no hay ninguna representación del todo que vincule. Es un sistema de
necesidades: lo que vincula a una persona, a un particular, con el todo es la necesidad,
no la representación.
En la familia pasa justamente lo contrario: la representación del todo es la
condición de su posibilidad. ¿Qué significa esto? Significa que nadie tiene un concepto
de sí particular obtenido desde sí mismo. Esto no es posible en la familia. En la familia
yo no soy quien quiero ser, yo no obtengo una noción de mí mismo formada por mí
mismo. La familia sólo sobrevive si la idea que yo tengo de mí mismo es la idea que me
da la familia en su totalidad. En la medida en que alguien, en el seno de la familia, sesiente incomprendido, entonces la familia se ha roto. La familia existe porque nos
sentimos comprendidos; esto es, porque la idea que tenemos de nosotros mismos es la
idea que los otros tienen de nosotros mismos. Si sospechamos que la idea que tenemos
de nosotros mismos es diferente de la idea que los otros tienen de nosotros mismos,
entonces la familia está muerta, está rota. Y no hay manera de recuperarla.
Esto significa que la familia, desde cierto punto de vista, también escontradictoria. ¿Por qué? Porque, por una parte, implica el sacrificio de los particulares:
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yo sacrifico mi inclinación a tener una idea de mí mismo formada desde mí mismo, es
decir, yo sacrifico esa especie de soberanía que parecemos poseer los seres humanos de
tener la idea de nosotros mismos que nosotros mismos queremos tener, o que aspiramos
a tener; eso, en la familia, se tiene que sacrificar; pero, por otra parte, a cambio yo
recibo algo completamente sólido: la idea que tenemos de la nosotros mismos es
coincidente con la idea que los demás tienen de nosotros mismos, que los familiares
tienen de nosotros mismos.
Por lo tanto, nos produce una verdad , no una certeza. En la familia, por primera
vez, esas dos cosas se diferencian. Y ello porque mi certeza puede estar atravesada
completamente de ilusiones, ya que solamente me invoca a mí mismo para confirmarlo.
Puedo estar perdido en mi mundo de representaciones completamente ilusorias si yo soy
el único que le da crédito a esas representaciones ilusorias. En la familia, por principio,
esto se rompe. En la familia, mis representaciones no son las representaciones ilusorias
que yo me hago de mí mismo, pues si eso fuera así, entonces yo estaría completamente
lleno de problemas con los familiares.
Sin embargo, los familiares, en la medida en que el concepto que yo tengo de mí
mismo se ha configurado en relación con ellos, me dicen una verdad. Por tanto, lo que
está en juego si una familia funciona bien es un sacrificio. ¿Qué sacrificio? A lo que yo
me sacrifico en la familia es a una pretensión de soberanía acerca de mí mismo para
encaminarme a una verdad acerca de mí mismo. En eso consiste el sacrificio.
La verdad que se da en la familia es una verdad en la que coincide lo que yo
pienso de mí mismo con lo que piensan los familiares. Y una verdad que no puede
configurarse al margen de que dejemos participar a los demás en el proceso de encontrar
nuestra propia verdad. Los demás, en la familia, tienen derecho a hablar acerca de mi
verdad. Este es el punto de la familia.48
El unto es que la familia queda para Hegel como una empresa de la verdad
acerca de sus miembros. La familia es una empresa cooperativa que busca la verdad
acerca de todos sus miembros.
48 Por eso, uno queda completamente sorprendido de la fortaleza de la argumentación hegeliana y delcarácter completamente secundario que tienen sus reflexiones en los debates contemporáneos alrededor
de este tema. Por lo general, los debates actuales en torno a la familia vienen caracterizados por unaretórica muy arcaica y, sin embargo, desprecian la argumentación hegeliana (que según el profesor, esmuy eficaz, muy efectiva, muy convincente, muy persuasiva).
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Desde ese punto de vista, la familia está en condiciones de generar un proceso
discursivo en el que el ser humano nunca puede regresar al momento de la certeza
subjetiva; esto es, nunca puede regresar al momento del abandono, del ser abandonado.
El momento del ser abandonado es, en el ámbito de la familia, el proceso por el cual se
entrega al individuo solipsista la posibilidad de la búsqueda de la verdad sobre sí
mismo. Eso es la condena. ¿Por qué? Porque nadie puede buscar la verdad sobre sí
mismo de manera solipsista, de forma individualista. De ahí que abandonar a un
individuo de la familia sea tanto como condenarlo a vivir en la mentira y en la ilusión.
Hegel afirma en Los esbozos del sistema de Jena que: “los padres producen su
muerte en tanto que vivifican al hijo para la conciencia”.49 En el seno de la familia “ se
supera la unidad inconsciente del niño, se articula en sí misma, se convierte en
conciencia formada” (p. 48), y se está en condiciones de ofrecerle al niño un mundo
que ya es un mundo dispuesto. Estas tesis están íntimamente vinculadas con lo que
hemos dicho anteriormente acerca del problema de la vida y la muerte.
En el seno de la familia, el punto decisivo reside en que los padres están
completamente en condiciones de enfrentarse de una manera cierta, asumida, segura y
voluntaria a la propia muerte. Y ello en la medida en que los padres comprenden de una
forma evidente que en la configuración de la propia vida del hijo se produce la
transformación de la muerte de los padres en la vida del hijo. En otras palabras, la
metamorfosis que permite a los padres el acceso a la eticidad es la manera adecuada de
enfrentarse a la muerte.
Recordemos que, para Hegel, la muerte es siempre el mecanismo que caracteriza
a la cuestión del dominio y de la libertad. En el seno de la familia, lo que
verdaderamente se produce, por primera vez, es la asunción de que la muerte, como tal,
no existe. Éste es el mecanismo de reconocimiento de la trascendencia ética; esto es, de
que sólo por la asunción de esta disposición al sacrificio (esto es, a la aceptación de la propia muerte) se puede generar la identificación de una libertad que se transfiere como
tal libertad. La herencia más importante que se da en el seno de la familia, desde este
punto de vista, es la transmisión de la conciencia de este sacrificio, que ve en la
temporalidad misma que une a dos generaciones la estructura esencial de la vida
humana. La estructura esencial de la vida humana no es ni el padre, ni los padres, ni
aquellos que cumplen las funciones paternas, ni los hijos, sino esencialmente la
49 P. 48 de Villacañas.
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transferencia; es decir, la estructura esencial de la vida humana se basa en la posibilidad
de que algo sea sustantivo temporalmente, esto es, de que algo sea transmitido
temporalmente.
La eticidad reside, en este punto, en la forma de habitar un tiempo en el que el
ser humano llega a ser consciente de aquello que inexorablemente debe proteger y
guardar para seguir siendo subjetividad. El hecho mismo de la transmisión, y no mi
estatuto de padre o de hijo, es lo importante. O, dicho de otro modo, lo relevante es el
hecho mismo de la transmisión, el hecho mismo de la temporalidad ocupada por la
transferencia de vínculos. En definitiva, esta ocupación del tiempo mediante la
transmisión de vínculos humanos es lo esencial del ser humano.
Esto significa que, indudablemente, Hegel no apuesta por una familia que
podemos llamar “autoritaria”. Y es que, en efecto, lo relevante no son los contenidos
que se transmiten, ni tampoco el autoritarismo de los padres (sean quienes sean) en el
seno de la familia; lo importante (mucho más importante que los contenidos)50 es la
comprensión de la transferencia, o sea, la comprensión de la transmisión. Se trata, pues,
de comprender esa transmisión como una consideración que hace que los dos extremos
de la transmisión estén vinculados por algo superior a ellos. De esta manera, la familia
no puede consistir en el reconocimiento de que los padres son superiores a los hijos,
sino en el reconocimiento de que todos, padres e hijos, obedecen a algo superior a ellos
y que los vincula. Este punto es absolutamente decisivo.
¿Por qué es tan decisivo este punto? Porque es el que permite realmente que los
hijos estén en condiciones de criticar la posición de los padres en la medida en que
comprenden que los padres son tales porque obedecen a algo superior. En otras
palabras, la posibilidad de la crítica de los hijos hacia los padres no viene dada por la
comprensión de su posición autoritaria, sino por darse cuenta de que también los padresobedecen a algo superior que debería vincularlos también a ellos. Obviamente, esto sólo
puede ser así cuando se produce la transferencia.
¿Qué significa todo esto? Significa esencialmente que la empresa de búsqueda
colectiva de la verdad que es la familia únicamente puede organizarse como tal cuando
se ha tenido éxito en la transferencia de algo que es superior a todos, que está por
encima de todos. Esto llega a Adorno de una forma clarísima cuando dice que la clave
50 Aunque, para Hegel, luego veremos que los contenidos son decisivos.
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fundamental de su experiencia, de la experiencia de su generación (de la de Adorno), es
que, tan pronto los hijos habían entendido que los padres les habían comunicado algo,
estaban en condiciones de decir a los padres que ellos mismos habían sido unos
traidores a aquello que habían comunicado. Y ello porque, en el fondo, tan pronto
funciona la transferencia, lo que los hijos perciben que se les ha transmitido no es una
posición arbitraria de los padres, no es una posición concreta, histórica, autoritaria de
los padres; sino que es un vínculo que están en condiciones de repensar reflexivamente
y, por tanto, pueden pensar acerca de lo que ha sido de ese vínculo traicionado por la
propia existencia de los padres. Esto significa que aquello que permite la transferencia y
el vínculo tiene que ser reconocido como un ideal . Por eso la familia es un todo ideal . Y
por eso cuando la familia funciona, igualmente funciona la crítica que hacen los hijos a
los padres por haber transmitido el ideal, pero, al mismo tiempo, traicionado al ideal. Y
esta estructura interna contradictoria de la familia es inexorable: cuando la familia
funciona como organismo de transmisión de ideales (si no funciona así, entonces está
todo perdido), igualmente funciona la contradicción que consiste en que la familia
solamente puede funcionar si los hijos perciben que aquellos que les han transmitido
esos ideales han sido unos traidores a esos ideales; es decir, la familia solamente
funciona cuando engendra contradicción. Y esto es así inexorablemente.
Por lo tanto, la familia funciona como dinamismo en la búsqueda de la manera
en que esos ideales pueden de nuevo ponerse en movimiento en el seno del tiempo. Esta
estructura es la estructura de la familia que está en condiciones de acompañar, en su
contradicción interna, a la contradicción interna del sistema productivo. Es la familia
que continuamente, en esa contradicción, se autocomprende como una búsqueda de la
totalidad de la verdad (es decir, de la verdad interna, de la verdad ideal de sí misma), la
que triunfa como familia, porque sólo así está en condiciones de abrirse a una
temporalidad que esté en condiciones de responder a la temporalidad que el sistema productivo genera por sí mismo (una temporalidad, recordemos, que lamina el sentido
de la identidad, de la subjetividad, de la dignidad que tienen los seres humanos que
participan en el sistema productivo).
Si la familia se quedara estabilizada en la transmisión de contenidos
completamente autoritarios, no tendría la más mínima posibilidad de responder
históricamente (como diálogo interno, como búsqueda de la verdad) a la propia
evolución histórica del sistema productivo. Esto hace que la familia tenga una estructuraideal. Ahora bien, a pesar de que la familia sea definida como una empresa de
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transmisión de verdad, esa estructura de verdad es abierta; es decir, la familia está
alimentada por el conflicto de las generaciones. Este conflicto generacional es
inexorable y es consecuencia de su propia eficacia: el conflicto generacional no es el
resultado del fracaso de la familia, sino la garantía de su éxito. El fracaso de la familia
es hoy el que no exista el conflicto entre generaciones: ahora los padres son colegas de
los hijos. No tienen conflicto. El vínculo, la transferencia, se hace sobre los mismos
objetos, sobre los mismos gustos, sobre las mismas canciones, sobre los mismos
esquemas de consumo; pero no sobre la transmisión de ideales.
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12 / XI / 2010
Me gustaría concluir allí donde ha empezado el pensamiento de C. Schmitt: la
diferencia amigo-enemigo como aquella que estructura la historia de la vida del Estado.
Este será el punto de llegada. Pero para llegar a ello debemos pasar una serie de
conceptos todavía relevantes. Hemos visto el organismo constituyente del espíritu en
dos de sus más importantes mediaciones:
Primero, la economía (el sistema de las necesidades lo llamará Hegel), en el que
se ve implicado la totalidad del pueblo, considerado desde el punto de vista de su base
natural, esto es, desde el punto de vista de sus relaciones con la naturaleza, porque era la
relación con la naturaleza lo que determinaba el sistema productivo desde su inicio,
desde el momento mismo de la herramienta. Esta relación era la voluntad de dominar la
naturaleza como algo vivo, pero hemos visto que sólo se domina la naturaleza en tanto
se la mata. Por eso es electivamente afín el trabajo de la máquina con el trabajo de
dominar la naturaleza, porque la máquina ya es trabajo muerto, ya es inerte.
El problema es que el pueblo, en la medida en que tiene en su base una
naturaleza, es sólo una parte del pueblo, sólo una dimensión, por importante que sea. Es
una dimensión que está íntimamente relacionada con la forma en que la naturaleza
ofrece alimento, materias primas… todo aquello, en fin, que tiene que ver con la
permanencia de la vida. Esto no hubiera sido posible sin que Fichte hubiese publicado
‘El estado comercial cerrado’ (texto fundamental para el imaginario occidental). Aquí
había organizado Fichte el pensamiento del espacio político como un espacio cerrado.
De manera muy lógica (Fichte es un talento lógico, quizá un tanto rígido, pero
enormemente lógico), Fichte había reconocido que las fronteras de un Estado cerrado
tienen que ser aquellas que estén en condiciones de garantizar el organismo de la
producción. Esto es, el espacio sobre el que vive un pueblo tiene que ser un espaciovital, un lebensraum. Ahora bien, Fichte, al tener una idea anti-hegeliana de la
producción, piensa que esas fronteras del espacio vital están definidas de una vez para
siempre con el sistema productivo que se han encontrado aquí. El problema de Hegel es
que, como el sistema productivo está ampliándose continuamente, porque la máquina no
cesa de producir cosas nuevas, es imposible establecer una frontera para el espacio vital,
y por lo tanto, es imposible un Estado comercial cerrado. El Estado comercial cerrado es
para Hegel una ilusión ideológica fichteana basada en que Fichte lo que realmentequiere es evitar por todos los medios el sistema productivo de la máquina. Desde este
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punto de vista, ¿qué tiene que hacer Fichte? Únicamente, vincularse al trabajo artesano
e impedir el dinero. Desde ese punto de vista, Fichte hace regresar a la economía a una
transacción autárquica de intercambio de productos, no de intercambio de dinero. Así,
Fichte estabiliza la producción económica en las dimensiones clásicas artesanas y
efectivamente está en condiciones de decir que, allí donde existan límites suficientes
para garantizar todas las necesidades de la vida, allí puede haber un espacio vital, una
frontera, un Estado comercial cerrado. Fichte ha dado toda la orientación política a la
autarquía del Estado y al proteccionismo económico, es decir, Fichte ha generado una
idea de economía nacional absolutamente destinada a impedir la economía mundial, a
impedir que la economía sea el destino universal de la humanidad.
Hegel ya no cree en esto, mas si cree que debe haber un soporte natural sobre el
cual edificar el sistema productivo. Pero fijaos hasta qué punto cambia Hegel las cosas:
ese soporte natural no es ya en modo alguno una abstracción (no se puede identificar
desde un argumento abstracto); es un soporte natural en relación con el despliegue de
los medios técnicos. Esto es, el agua, el mar, no es un soporte natural para la sociedad
romana. 51 Dice Hegel: el mar pasa a ser un elemento natural para el comercio mundial
cuando la técnica sobre la que estamos organizando el comercio mundial permite la vida
sobre las aguas. Algo que era antinatural para toda la tradición, dice Hegel, llega a
hacerse natural tan pronto como la técnica permite la vida en ese medio. Y esto es
finalmente la modernidad para Hegel: la capacidad que ha tenido el ser humano
occidental de hacer del mar un lugar sobre el cual reproducir la vida52.
En estas condiciones lo natural es siempre un referente de la técnica. Nuestra
noción de la naturaleza, como algo que soporta el sistema de las necesidades, cambia, se
mueve en relación con la técnica que estamos en condiciones de desplegar.53
La cuestión (el problema inicialmente planteado) es que entre la familia como
mediación y el sistema productivo como base de naturaleza, sobre la que en su dominio
51 De hecho, el tráfico romano es un tráfico costero: Aparte de que los romanos casi nunca abandonan elmediterráneo, su comercio es casi siempre costero.52 Carl Schmitt realiza un comentario de todos estos parágrafos de Hegel en ‘Tierra y Mar’ (!!).53 Por eso puede haber un pueblo de marineros: Inglaterra. Inglaterra ha generado una dominación sobre
el mar, mientras que España, que tenía las mejores condiciones para generar una dominación sobre elmar, es una ballena varada. Inglaterra es un portaviones: parece que está firme, pero no está nunca en elmismo lugar. Éste es el problema de Inglaterra (o con Inglaterra).
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se ha configurado un pueblo, desde el punto de vista productivo hay una distancia
demasiado grande.
El sistema familiar, como aquel que nos ofrece una idea de nosotros mismos que
esta mediada por la idea de los demás,54 o la familia, en tanto que ofrece una
autoconciencia mediada por la propia institución familiar, esto es, por el todo ideal de la
familia, ofrece a cada uno de los miembros una idea de sí, pero es una idea de sí que
choca completamente con los efectos que el sistema productivo tiene en relación con las
familias y con cada uno de los elementos de la familia. Y la familia, como ámbito de
eticidad, esto es, ámbito de verdad, choca con una construcción pueblo únicamente
entregada a la dimensión de sistema productivo.
La única posibilidad de que la familia, como eticidad (es decir, como estructura
donde existe una verdad práctica), pueda ser integrada en la noción de pueblo es si, y
sólo si, la noción de pueblo supera la de ser el sujeto del sistema productivo y adquiere
alguna dimensión de eticidad. Esto es, si el pueblo responde al reto de convertirse
también en una estructura de eticidad, como lo es la propia familia.
Ésta es la índole del argumento hegeliano: el choque del pueblo, como portador
total del sistema productivo, y la familia, como portador de la eticidad es un choque
mortal. Sólo si el pueblo se eleva a estructura de eticidad estará en condiciones de
reconocer la estructura de eticidad que es en la familia55.
¿Dónde están las mediaciones? Esto sucede así. El problema es toda una serie de
mediaciones que Hegel pone en marcha, porque de lo que se trata no es de explicar esta
tensión, esta contradicción entre el pueblo, como portador de un sistema productivo, y la
familia, como portador de un sistema ético. De esto es de lo que partimos. Lo que
54 Este punto es una conquista estructural para Hegel: no existe autoconciencia verdadera que no estémediada por los demás.55 De entrada, antes de la explicación, de forma abstracta, el choque es mortal porque uno es unaestructura de eticidad y el otro lo es de necesidad. Intuitivamente: lo que caracteriza de forma esencial a lafamilia es que en ningún momento la familia como totalidad dejará de ofrecer a cada de sus miembrosuna idea de autoconsciencia, esto es, una idea de su propio valor. Esto es estructural en la familia,mientras que la estructura del sistema económico es la estructura del trabajo prescindible y de laimbecilidad completa. Esto significa que el sistema productivo, entregado a su necesidad ciega, estácondiciones de destruir el valor del individuo (ya que puede inventar a través de la técnica una forma dehacer lo que este hace) y, por lo tanto, negarte cualquier tipo de autoconsciencia de tu dignidad, de turealidad, de tu verdad. El asunto es obviamente más complejo, pero hemos de captar esto al menos
intuitivamente: de entrada, la familia es el lugar del cual no puedes ser desterrado, frente al sistema productivo, que es el lugar donde puedes ser desterrado, donde el destierro es inherente. Este es el choqueque hay de entrada.
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queremos saber es cómo puede el pueblo llegar a ser el portador de un sistema ético.
Esto es lo que interesa. El choque es demasiado evidente. El choque entre la familia,
como sistema particular, y el sistema de la producción, como sistema total, es
demasiado fuerte. Eso se ve. El problema es cómo puede llegar a ser el pueblo un
sistema de la eticidad total, esto es, cómo deja de ser puramente un sistema productivo
para convertirse en un sistema de eticidad. Aquí tenemos que llevar adelante un aporte
de determinación filosófica, porque hasta ahora sólo estamos trabajando con el pueblo
como el soporte de un sistema productivo. Y, ¿cuál es el mecanismo por el cual
llegamos a ese punto? Éste es el punto. El mecanismo no puede venir más de la propia
exigencia interna a la familia de la autoconciencia.
El problema es generar un problema de segundo grado en relación con la
cuestión de la autoconciencia. Éste es el mecanismo por el cual empieza a funcionar el
sistema. Se puede abordar esto como un problema filosófico derivado de la estructura
del reconocimiento. La familia es la estructura básica de cualquier problema filosófico
porque es la primera solución al problema del reconocimiento. Esto es, la familia
garantiza que cada uno de sus miembros es reconocido en su verdad. Acordaos: no es
que yo tengo una verdad, como miembro de la familia, y logro imponérsela a los demás;
es justo lo contrario: es que yo asumo, dentro del organismo familiar, la idea de mí
mismo que ha sido configurada dentro del propio organismo. Por lo tanto, el
reconocimiento inicial en la familia está dado, no provocado por cada uno de los
miembros. Esto está íntimamente relacionado con el nombre (como un de los rasgos
fundamentales del reconocimiento)56. El nombre, al no sernos dado por nosotros
mismos, es la manera en que ya ha sido dispuesto el mundo para nosotros, es esa
plataforma a priori desde la que miramos el mundo, porque alguien ya ha dispuesto el
mundo para nosotros, y con ese nombre ha dispuesto toda una forma de ser y estar en el
mundo, de ser una identidad en el mundo, etc.
56 En las culturas muy conscientes de sí mismas, el nombrar es el nombrar justo como tú quieres ser nombrado, porque en ese nombrar como tú quieres ser nombrado se identifica aquella condición de
posibilidad para reconocerte tú como quieres ser reconocido. Para explicar esto, os propongo quevayamos a la Lista de Schindler . El momento en que llaman a los judíos en el campo. En esto, puesto queson llamados como números, se ve cómo se borra toda posibilidad de reconocimiento: el número nosniega, porque nos nombra de aquella manera en que nadie podría reconocernos. Rompe la estructurafamiliar del reconocimiento. Pero en el momento en que cada uno de los judíos es nombrado, cada unodice su nombre propio. La diferencia entre el nombre propio (que dice cada uno de ellos en su idiomanatal, en su variación dialectal) y el nombre de nadie, el número, muestra la diferencia fundamental entre
alguien que se conoce a sí mismo y sabe que en el entorno familiar sería reconocido como lo que es, dealguien que ha sido reducido en su humanidad y que la ha perdido completamente al ser reconocido comouna mera variable.
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La cuestión clave en esta problemática es que, sin embargo, aunque en la familia
se nos da un nombre, se nos da una manera de ser reconocidos, se nos ofrece el espacio
donde el reconocimiento siempre es posible, y por lo tanto se nos ofrece la posibilidad
de una autoconciencia, es evidente que una vez que se ha sembrado entre nosotros la
forma de la autoconsciencia, esto genera un problema ineludible e infinito, porque
genera exactamente esa forma de vida que es propia de la autoconsciencia, a saber, un
anhelo infinito de reconocimiento. Y éste es el problema: ese anhelo infinito de
reconocimiento está generado justamente por el hecho de que en algún momento, en
algún tiempo, ese anhelo ha sido satisfecho por la familia.57
En el fondo, en todo ser dotado de autoconciencia, se genera permanentemente
un anhelo infinito de reconocimiento, porque, en algún momento, la familia ha
funcionado dándolo, y por lo tanto, la familia, que desde el punto de vista interno a la
propia familia es un sistema de producción de verdad, en relación con todos los demás
es meramente un sistema de producción de certeza. La diferencia entre certeza y verdad
es la diferencia entre el anhelo infinito de reconocimiento y el reconocimiento
propiamente dicho. En la familia se ha generado un reconocimiento, nos ha ofrecido una
verdad, pero ese nivel de verdad nuestro, en relación con los demás no está reconocido.
Hay una diferencia entre dentro de la familia y fuera de ella. Pero el individuo que ha
crecido en el seno de la familia espera que fuera de ella pueda ser reconocido con tanta
verdad como dentro. Y, por lo tanto, es inexorable, en una familia bien constituida, el
trauma adecuado de entender que aquel reconocimiento que nos dan en el seno de la
familia no los dan fuera de ella. Pero si la familia se ha constituido de una manera
adecuada, esto es, si ha dado reconocimiento, habrá producido en el individuo la certeza
de que tiene algún valor y, por lo tanto, habrá producido en el individuo la completa
disposición a la lucha por el reconocimiento, esto es, a luchar porque su certeza, lacerteza de su valor, que es la verdad de la familia, sea elevada a verdad ante otros,
pueda ser la certeza de su valor compartido por los demás, reconocido por los demás. Es
entonces es cuando se genera la lucha por el reconocimiento, que no se dio en la familia
57 Si la familia ha funcionado bien (éstas son las contradicciones permanentes), esto es, si no ha generadoun trauma que nos impide jugar de una manera socialmente razonable con la noción de yo… El trauma eslo que nos impide jugar de una manera razonable, de una manera compartida, de una manera que exige elreconocimiento, con la noción de yo. El traumatizado exige tal nivel de reconocimiento que a priori yatiene concedido nuestro no. Es una experiencia que podemos tener con cualquier psicótico con el que nos
hallamos cruzado: su exigencia de reconocimiento es tal que, de entrada, ya tiene asegurado nuestro no.Es un anhelo inmediato de reconocimiento, un anhelo compulsivo, de aquí y ahora. El psicótico emplea la palabra yo con una exigencia tal de reconocimiento que, en el fondo, es completamente inviable.
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(o que no se dio de entrada, o si se dio se olvidó, o si se dio, se dio de tal manera que la
herida se superó de algún modo). Sin embargo, justo porque eso nos dio una conciencia
de nuestro propio valor, nos obliga, nos inclina a que los demás lo reconozcan.
Ahora bien, esto es un doble juego: sucede en todo individuo, y por lo tanto, la
lucha por el reconocimiento es aquel territorio que se genera en el ámbito más allá de la
familia. Todos luchamos por el reconocimiento. Pero sólo luchamos porque ya lo hemos
tenido. Tenemos ese venero, y exigimos a los demás que lo reconozcan- Pero esta lucha
por el reconocimiento, esa lucha para que nuestra certeza, la certeza de nuestro valor,
sea también reconocida por lo demás, es, en el fondo, una lucha infinita.
Hegel organiza en este punto multitud de mediaciones. De entrada, de esta lucha
del reconocimiento no están excluidas las familias enteras. Esto es,58 la familia, en la
medida en que es la estructura del recuerdo, del trabajo, del reconocimiento, genera un
bien, que constituye lo que podríamos llamar su patrimonio, su posesión. Ahora bien, la
primera de las luchas por el reconocimiento es que todas las demás familias reconozcan
la justicia de esa posesión, o la justicia de ese bien. Este punto es decisivo. Dice Hegel:
la familia hace de su honra59 (esto es, de aquel reconocimiento que el resto de la
sociedad, el resto de las familias, ofrece a cada una de ellas, en función de que considera
que su bien es legítimo, esto es, que lo que posee es su propiedad )…. Entre posesión y
propiedad hay una diferencia radical que consiste en la diferencia de legitimidad y de
reconocimiento. Las familias quieren ver reconocido aquello de que disponen como el
fruto de su propio organismo de eticidad. Esto constituye, desde cierto punto de vista,
un enunciado decisivo, antinietzscheano: los seres humanos no se contentan con la
posesión, con el disfrute de ciertos bienes; solamente se contentan con el hecho de que
se reconozca que tienen derecho a ellos, esto es, de que ese disfrute es legítimo, de que
está justificado, y que está justificado justo por la eficacia de su estructura de eticidad
familiar.Desde este punto de vista, la propiedad siempre es una propiedad social . La
posesión puede ser privada, pero el reconocimiento de que se tiene derecho a esa
posesión, esto es, el reconocimiento de que es tu propiedad, procede de la estructura
social en su conjunto, que reconoce la legitimidad de esta posesión, de este goce, en la
propia eficacia ética de la familia, en el propio mérito. Por eso la honra de familia es ser
58
Recordad siempre los tres elementos del espíritu: lenguaje, recuerdo, trabajo.59 El problema de la honra nos sugiere que Hegel está en la frontera entre la sociedad estamental y lasociedad moderna. De hecho, está en el tránsito de una a otra, como luego veremos.
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reconocida como fuente de goce, como fuente de bien, como fuente de propiedad. Pero
esto, naturalmente, es una lucha multipolar: a cada familia le ocurre lo mismo, y por lo
tanto, la lucha por el reconocimiento, la lucha por la honra, es permanentemente
inestable.
Esto significa, como podéis suponer, una crítica importante a la sociedad de la
época. Hegel es un antecesor de Tocqueville.60 El problema es que la lucha por la honra,
que es una lucha aristocrática, noble, ha generado un sistema de representación que ha
clausurado propiamente la lucha; esto es, la conversión de las aristocracias, que implica
la lucha permanente por la honra, la lucha por la legitimidad, por el reconocimiento, esa
lucha, digo, ha sido neutralizada porque, finalmente, ha obtenido una fisonomía
especial: la lucha del amo y el esclavo. Esto es, es una lucha que ha identificado de
manera estable el papel del amo y el papel del esclavo. La lucha por una honra que
debería mantenerse viva, activa, no tiene una fisonomía de permanente lucha entre
iguales, sino que cristaliza en una diferencia esencial, sustantiva, que es la diferencia
entre el amo y el esclavo. Es una lucha que hace que aquellos que en un momento
determinado tienen honra, se apropien de ella de forma patrimonial como señores, como
amos, y, por lo tanto, generen en su diferencia al esclavo.
La tesis de Hegel dice que esta fisonomía de la lucha por la honra entre las
familias, que cristaliza en la lucha entre amo y esclavo, es una mediación
completamente necesaria para entender la emergencia de la sociedad burguesa. Justo
porque esa lucha de las familias por la honra se concretó en una lucha amo-esclavo, la
superación inevitable de esa construcción social es la burguesía. Éste es el punto.
Ahora bien ¿contra quién está pensando Hegel al decir esto, a saber: que la lucha
por la honra entre las familias se organiza sobre la figura del amo y el esclavo, y en
consecuencia, en algún momento inexorable de esa configuración tiene que emerger lasociedad burguesa? ¿Contra quién, digo, está luchando en esta caracterización?
Indudablemente, contra la teoría del contrato liberal, es decir, contra aquellos que creen
que el origen del Eestado está en el contrato de individuos aislados e iguales, cada uno
60 Tocqueville hace un diseño de la evolución de la sociedad europea alrededor de la Revolución Francesacomo significando el final de las aristocracias europeas. Para Tocqueville, la Revolución Francesa es
posible porque, lo que era aristocracia, se había convertido en una mera nobleza. Este diagnóstico es deextremada relevancia. El problema para Tocqueville es entonces: ¿de dónde podemos intuir que pueden
surgir las nuevas aristocracias? (Como veis, Nietzsche es un buen lector de Tocqueville). Problema queatravesará el pensamiento del XIX. El que ha puesto en circulación este problema es Tocqueville, pero enel fondo, como veis, es Hegel quien está argumentando ya así.
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entregado a su propiedad privada. Hegel declara esta teoría del Estado completamente
imposible. ¿Por qué? El argumento podría ser éste:
Primero: porque nunca se da, porque, a fortiori, no se puede dar. ¿Por qué nunca
se da? Porque, si partimos de que no existen individuos, esto es, si partimos de que
existe la familia y la lucha por el reconocimiento, que se estructura en diferencia amo–
esclavo, nunca se da la premisa de la igualdad de los individuos contratantes. Esto no
tiene ningún tipo de operatividad histórica, porque nunca se dan las condiciones para
que los individuos se autocomprendan hobbesianamente. Un individuo hobbesiano es
un imposible filosófico: un individuo hobbesiano, que tiene una certeza de sí mismo,
que tiene una completa certeza de su deseo, que no es reconocido por nadie, que, en el
fondo, es considerado por todos los demás como un loco (y esto es lo que dice
literalmente Hobbes: nos asustaría saber las cosas que desean nuestros vecinos, etc.); si
esto, digo, implica que seamos una lucha de lobos contra lobos, la posibilidad de que
emerja un contrato es inviable. Pero, además, es que históricamente esa situación no se
reproduce nunca a sí misma: esa situación que describíamos de una lucha por la honra
(esto es, por el valor social), esa lucha, digo, no reproduce las condiciones de igualdad,
como cree Hobbes. Para Hobbes, la lucha de todos los individuos con todos los
individuos sigue siendo, ininterrumpidamente, lucha de todos los individuos con todos
los individuos, esto es, como si todos los individuos jamás abandonaran el punto de
partida de una igualdad natural. Para Hegel, eso no sucede en modo alguno: i) no es una
lucha de individuos; ii) no es una lucha de deseos, sino una lucha por el reconocimiento;
iii) no es una lucha por figuraciones, sino una lucha por el lugar social, por el valor
social, por la honra, por el prestigio, por la capacidad de ser mirado y ser reconocido; y
iv) esa lucha no mantiene las condiciones de partida, sino que es una lucha que genera
acontecimientos de diferencia, y de diferencia entre amos y esclavos. Durante un
tiempo, dice Hegel, generó diferencias de representación, pero esas diferencias, por lamisma lógica de la lucha, se han enquistado en diferencias estamentales, diferencias de
amo y esclavo; en un tiempo, esa diferencia por la honra generó dinamismo social,
líderes electivos, aristocracias electivas, con las que Hegel identifica a los pueblos
germánicos (a saber, pueblos que identifican en cada caso el carisma de una familia, el
derecho electivo de los linajes). Ese derecho de representación, esto es, el derecho de
una familia de representar la totalidad, estaba sometida permanentemente a una lucha
por la honra, esto es, a un carisma activo, a un carisma que, en cada caso concreto, se ponía en movimiento. Con la diferencia señorial, esto es, con el enquistamiento en la
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diferencia amo y esclavo, la estructura de la representación se ha falseado, y ya no se
necesita una lucha permanente para atestiguar el carisma, sino que es exclusivamente
una tradición, una herencia, algo que ya no está asentado en el propio derecho. En
definitiva, y en consecuencia, la evolución de la lucha no reproduce el punto de partida,
sino que cristaliza en una diferencia radical.
Ahora bien, ¿por qué cristaliza así: en amo y esclavo?, ¿cuál es el punto que
permite incorporar esa diferencia? Como siempre, es un punto vinculado al problema de
la muerte: lo único que diferencia a los seres humanos, lo único que establece siempre el
mecanismo de toda configuración espiritual, es, esencialmente, la forma en que los seres
humanos se enfrentan a la muerte.
Que la lucha por el reconocimiento es infinita genera, ciertamente, un esquema:
el esquema del hacer, la praxis. ¿Por qué? Esencialmente, porque el único camino que
tiene una subjetividad para ser reconocida en su valor no es la propia experiencia interna
de valor, on es que ella crea que efectivamente es valiosa; es, esencialmente, que está en
condiciones de pasar a la acción, esto es, de elaborar obras, de generar obras, que, en su
objetividad, sean reconocidas y no puedan dejar de serlo. De ahí la intima relación entre
trabajo y reconocimiento. La certeza de mi propio valor no puedo imponérsela a los
demás de una manera autoritaria, procedente de mi voluntad: el otro no tiene por qué
aceptarla, ni nunca estará en condiciones de aceptarla, si no va acompañada de obras
que puedan ser vistas por todos los demás. Esto genera el mismo doble juego en el otro,
es decir, genera la competencia. ¿Por qué la competencia es infinita? Ahora vemos lo
que hay detrás del desarrollo infinito del sistema productivo61, este no cesa de
desplegarse y ahora vemos la dimensión subjetiva que soporta ese continuo despliegue:
la competencia por el reconocimiento que determinados individuos intentan que los
otros acepten su propio valor 62.
La clave es que lucha por el reconocimiento es infinita, y es infinita en tanto quetrabajo infinito. Y esto genera la propia expansión del sistema productivo como algo
61 Aquí podemos apreciar la maquinaria argumentativa hegeliana: dice una cosa, organiza un argumento por otra línea, cuando llega un determinado punto dice: recuérdese lo que dijimos, porque ahora estamosdemostrando la base de subjetividad, la base del espíritu que tenemos poner en el otro desarrollodialéctico para entenderlo.62 Weber ve aquí, corrigiendo a Hegel, que la lucha por la certitudo salutis, la certeza de la salvación esun motor mucho más potente de la competencia que la lucha por la honra pública, en la medida en que
está en condiciones de explicar la existencia de la competencia en una situación completamenteatravesada por la sociedad estamental, esto es, nos permite generar la disolución de la sociedad estamentalde una forma completamente intuitiva.
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más que una expansión de necesidades materiales, a saber: como la necesidad de darle
canalización al anhelo específicamente espiritual del reconocimiento.
La lucha por el reconocimiento es infinita en tanto que trabajo infinito y esto
genera que la propia expansión del sistema productivo sea algo más que un mero
sistema de necesidades materiales, por lo que este se establece como la necesidad de
darle la canalización al anhelo específicamente espiritual del reconocimiento63.
63 1) Pregunta Guille: 48:25 – puntualizaciones entre trabajo y deseo de reconocimiento. 2) PreguntaCarlos: 50:20 / 1:19:42 – sobre el reconocimiento de la burguesía del dinero, precisiones sobre laconciencia ética del pueblo, menciones sobre el carisma aristocrático del político weberiano, crítica deWeber a Hegel y su idea de la cámara corporativa, la premonición política de Schmitt acerca de la luchade divisas como ‘el Nomos de la tierra’ y al impostura del supuesto triunfo mítico – liberal de laglobalización, el ethos de las grandes religiones descrito por Weber, aproximación de la relación amigo – enemigo (formalismo político de Schmitt), la corrección de Weber ante la arbitrariedad que pone Schmitt
a la dualidad política amigo – enemigo, ya que, según él, proceden del ethos de las religiones [Ensayos desociología de la religión] y consideraciones de Villacañas sobre la universidad.
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18 / XI / 2010
Dos avisos, antes que nada.
Primero. Estamos viendo al Hegel de 1802 porque, en mi opinión, conforma la
estructura del pensamiento de manera más sencilla, más simple, pero perfectamentedefinida en relación con lo que es el Hegel final. Esto significa que es mucho más fácil
ver los problemas que Hegel tiene un cuenta cuando hablamos del joven Hegel que
cuando hablamos del Hegel final, al cual es imposible entrar sin abrir un agujero en un
sistema categorial completamente impenetrable.
¿Por qué? Porque (segundo aviso) tenemos que recordar siempre que Hegel va
de la vida al concepto, de la vida al sistema. Esto significa que, al margen de lo que
pueda parecer su filosofía final, que es una cápsula perfecta, las mediaciones de Hegel síhan pasado verdaderamente por la vida, sí han tenido en cuenta los fenómenos sociales
y los fenómenos históricos reales. Y, desde este punto de vista, esto se ve mucho más
fácilmente en la época de juventud. Y ello por un motivo central: porque la época de
juventud de Hegel coincide con la configuración de la Europa que va a determinar los
dos siglos siguientes. Éste es el punto decisivo: si Hegel es tan importante como para
que, en 1918, todavía los pensadores estén diciendo que Hegel y el Estado son la clave
de esta guerra (Franz Rosenzweig)64; si C. Schmitt dirá en 1938 que la tragedia
fundamental de Alemania consistió en que Hegel dejó de iluminar el pensamiento
político; si, inmediatamente después de la guerra, Habermas escribirá Teoría y praxis y
va a decir con toda claridad que Hegel es el único, el verdadero pensador que ha
mediado entre teoría y praxis; y si F. Fukuyama va a decir en el `88 que Hegel ha
culminado finalmente el pensamiento, es porque la Europa que ve Hegel formarse desde
1800 (en que él está pletórico de pensamiento) hasta 1830, es la Europa que ha
determinado todo su camino durante dos siglos. Es la época de las relaciones entre la
sociedad civil y política (o sociedad civil y Estado). Es la época burguesa en el sentido
en que la globalización pone punto final (o en que es eso a lo que la globalización pone
punto final).
Desde esta perspectiva es desde donde el joven Hegel, en la medida en que ve la
época de su formación, de la gestación de ese mundo, es mucho más operativo para
mostrar las tensiones de la realidad. Textos como el quizá leamos hoy sobre Teseo (esto
es, sobre el héroe fundador, sobre el héroe ordenador), son textos que están anticipando
64 Fundador del pensamiento judío. Hegel y el Estado.
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de una manera muy precisa el líder carismático que va a intentar, de forma
completamente descabellada, resolver los problemas de la sociedad burguesa dos siglos
después.
Estos dos avisos son importantes para mostrar que el sentido que da Hegel a la
filosofía, es un sentido con el que nosotros todavía debemos contrastarnos. Esto
significa que no hacemos filosofía si no estamos en condiciones de pensar nuestro
tiempo. Hegel es operativo porque piensa su tiempo. Y si es operativo para nosotros es
porque entendemos que no hay forma de pensar nuestro tiempo sin hacernos cargo de
esta tradición. Pero a nosotros no nos interesa pensar el tiempo de Hegel. Nos interesa
pensar nuestro tiempo. Y, lo que comprendemos, es que no hay forma de pensar sin
rememorar, esto es, no hay forma de pensar sin construir algún tipo de relato que
ofrezca una memoria de las transformaciones: no hay forma de identificar lo nuevo
(conceptualmente, el ser humano está diseñado así) sin identificar el substrato de
estabilidad, no hay forma de identificar lo nuevo sin un comparativo. Esto es inviable.
Por lo tanto, sólo estamos en condiciones de saber aquí y ahora qué es lo nuevo, qué es
lo nuestro, si estamos en condiciones de compararlo con algo con lo que no nos
identificamos.
Éste es el sentido decisivo de textos que han hecho tantísimo revuelo. Uno de los
textos que quería pensar el presente, y hacerlo además de forma estrictamente hegeliana,
se llama “El fin de la historia” (1988), de Fukuyama. Generó la expectativa concreta de
la caída del muro de Berlín, y organizó un relato histórico hegeliano muy importante.
En lo que a nosotros nos incumbe, constituye un buen ejemplo de hasta qué punto las
categorías hegelianas siguen determinando, desde cierto punto de vista, la forma de
pensar nuestro presente.65
6565
Addenda: desde 8:00 hasta 30:09 Mención de los temas que están tratando los estudiosos del Hegel-studien y El capital en Hegel , así como la lectura de la reseña de Antonio del último libro mencionado:sobre la prescinibilidad del trabajo, la contradicción interna en el seno del sistema productivo en general,y la evolución interna del sistema moral, o la dificultad que tiene el sistema productivo para generar, almismo tiempo, un sistema de eticidad, un sistema que mantenga la cohesión social, o modernamentehablando, el carácter inevitable de la crisis en el capitalismo (que de esto es de lo que está hablando Hegelrealmente), y las maneras en que esas crisis pueden ser ordenadas, superadas. El diagnóstico fundamental,a este respecto, hacia el avanza Hegel, es el diagnóstico que ha sostenido Europa hasta 1945, a saber: quelas crisis se superan mediante la solución imperial, que las crisis económicas se superan mediante la
búsqueda de una salida de mercados coloniales a la hiperproductividad que genera el sistema productivo.Esta imagen de que las crisis de superproducción no acabará destruyendo al propio sistema si se le buscannuevos mercados, esto es, si se aumenta el número de personas que se integran en el sistema, es la maneraen que Europa, a lo largo de dos siglos, ha intentado sortear las crisis del capitalismo. Ese proceso es el
que ha llegado a su fin desde Europa. Pero eso no quiere decir que las crisis del capitalismo no sigansiendo abordadas desde soluciones imperiales: lo que quiere decir es que las soluciones imperiales ya no proceden de Europa. Esto es, el problema que se plantea es, verdaderamente, el de las relaciones entre
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[Lectura de la reseña de Antonio]
Hablando de Hegel, estamos en condiciones de hablar de lo que pasa hoy. Éste
es el punto. Con los planteamientos de Hegel, estamos en condiciones de hacernos
preguntas que son completamente relevantes en relación con lo que sucede. La reseña,
como es natural, puede ser enormemente ampliada (éste era el contenido de la clase de
hoy) en relación con lo que Hegel entiende como gobierno. (Bueno, a eso vamos).
En todo caso, Hegel, al conceder prioridad a la eticidad, y al conceder necesaria
dimensión universal (o absoluta) a la eticidad… Acordaos: la producción, cuando es una
producción fabril, afecta a la totalidad del pueblo, y por lo tanto, la regulación de eso
tiene que depender, implicar, organizar la totalidad del pueblo: la eticidad, a nivel
familiar, tiene que ser proyectada a la totalidad de la sociedad, porque sólo de esta
manera se podrán superar las contradicciones que afectan a la totalidad de la sociedad.
Esas contradicciones se han explicado como la improbable realización del
presupuesto del capitalismo escocés. El capitalismo escocés, Adam Smith, organizaba
un mundo leibniciano, un mundo que era el mejor de los mundos posibles. De hecho, la
metáfora de la mano invisible es una metáfora leibniciana. ¿En qué consistía? El
capitalismo es una suma de “todos ganan” (ésta es la sustancia misma del pensamiento
escocés), si y sólo si el capitalismo se rige por la ley natural, esto es, si se rige por la
natuyraleza de las cosas, esto es, si se rige por el sistema de la libertad, esto es, si nadie
afecta de forma monopolista los precios de las mercancías, esto es, si se deja la libre
competencia. Si se deja todo esto (si se moviliza dinero, consumo, ingenio, ciencia),
economía y política, y cuál es la esfera que determina a la otra. O: el problema es si existe una ratio
económica pura que está en condiciones de establecer el valor de la mercancía, incluido el dinero, de unaforma pura, o sea, económica, o bien si es ineludible la intervención de la política en la definición delvalor de la mercancía, y fundamentalmente del dinero. Éste es el punto decisivo en el que Hegel deja lascosas. Lo que Hegel dice, sencillamente, es que el valor del dinero tiene que poseerlo y redistribuirlo elEstado, esto es, tiene que generar una justicia distributiva que quede en manos del Estado: el capitalismodebe producir, el Estado debe repartir. Hegel es, verdaderamente, el diseñador último de la estrategia delEstado del bienestar. De ahí las tesis de Fukuyama a que antes aludíamos, a saber: Hegel nos ha dado elhorizonte normativo en el que la sociedad occidental se establece, y una vez que eso se ve como elhorizonte normativo final, la historia ha acabado. Ahora bien, el problema es: si la política
permanentemente se introduce en la estructura de la economía, la historia, entonces, no ha podido acabar;si la política sobredetermina a la economía, esto es, si las dimensiones imperiales sobredeterminan lasrelaciones comerciales, entonces la historia, obviamente, no puede acabar, pues la política es conflicto, es,
permanentemente, la generación de un vencedor y un vencido. El imperio, cualquier relación imperial,
siempre genera estructuras alternativas, estructuras subalternas, estructuras de alguien que gana y alguienque pierde, y, por lo tanto, conflicto.
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inexorablemente todos ganarán, esto es, se producirá lo que Hegel sabe, a saber: que
todos se verán afectados por el sistema productivo, frente a la sociedad estamental, en
que el trabajo era lo propio de los siervos, o de los no-señores (dialéctica amo-esclavo).
Frente a esa sociedad en la que el trabajo es la condena exclusiva de los miembros, para
Smith el trabajo será el patrimonio universal de todos los seres humanos, porque la
movilización del dinero, la movilización de la producción, amplía permanentemente los
mercados, moviliza permanentemente riquezas, e integra a todos los seres humanos en
esto.
El problema para Hegel es que observa que la perspectiva de Smith de que todos
ganan no se produce. Ésta es la clave: no todos ganan. Y no todos ganan, justamente,
porque, para que se produzca esa incorporación de todos los individuos al sistema
productivo, ya tiene que realizarse en el origen un trauma social. Esto es: el proceso de
incorporación de los seres humanos al sistema productivo fabril no es un proceso
natural, no es un proceso espontáneo, no es un proceso que podemos llamar “feliz”, o
que tenga como primera noticia la conquista de beneficios. Es un proceso traumático,
por el cual capas ingentes de campesinos son desarraigados de su tradición, de sus
costumbres, de sus hábitos de vida, de sus formas… y son obligados a emigrar a las
nuevas ciudad (Manchester, Glasgow…), ciudades que eran lodazales, y que,
completamente desreguladas por los sistemas artesanales, gremiales, de oligarquías
tradiciones, como Londres, generan un espacio vacío donde las industrias se pueden
instalar prácticamente de forma anárquica. Y, por lo tanto, ese sistema no ofrece
evidencias inmediatas de bienestar social a las poblaciones, sino trauma inicial. El
sistema de acumulación no es un sistema inmediatamente productor de beneficios
sociales, sino al contrario: genera una enorme cantidad de desarraigados que ponen en
peligro la construcción de la cohesión social, del imaginario social.
Hegel, ante esto, retrocede espantado, porque implica una transformación de poblaciones, una ruptura de tradiciones, de formas de vida, un individualismo radical…
En realidad, implica Hobbes: la destrucción del mundo tradicional. Lo que quiere hacer
Hegel es regular ese proceso, de tal manera que se pueda dirigir el proceso
políticamente para que, del viejo organicismo aristotélico, podamos pasar a un nuevo
organicismo. Hobbes, como siempre, en el horizonte: impedir el momento hobbesiano
de la desintegración individualista.
Hobbes había dicho que el hombre no es un animal político; Aristóteles estabaequivocado: el hombre es un lobo para el hombre, no un animal razonable y político; la
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guerra civil ha mostrado la disolución de los órdenes comunitarios y políticos. Hobbes,
por lo tanto, ha lanzado el órdago más fuerte contra Aristóteles. Lo que ha dicho Hegel
es: sociedades muy estabilizadas, como la alemana, pueden autorrepresentarse como
sociedades aristotélicas (cameralismo).
¿Cómo lograr esa nueva comunidad?, ¿cómo lograr regular el proceso? ¿Cuál
debe ser la razón hegemónica: la economía o la política? Desde cierto punto de vista,
ésta es la contradicción fundamental entre sociedad civil y Estado: para Hegel, la
economía será inexorablemente, ya no el mundo de armonía preestablecida de la mano
invisible, que organiza los intereses de todos de forma composible, de forma
cooperativa, de forma armónica, sino que será permanentemente sociedad civil , esto es,
competencia. Y competencia que, en fondo, posee la estructura de la relación amo-
esclavo: la sociedad civil es competencia inexorablemente, por la cual el afán, el ansia,
el anhelo de reconocimiento de cada uno implica una lucha a muerte por el dominio. Es
una estructura de voluntad de poder nietzscheana, si se quiere.
¿En qué consiste fundamentalmente eso? Consiste en que el anhelo de reconocimiento
es absoluto, y no puede conformarse con ninguna obra; esto es, entre la certeza de tu
propio valor, entre la certeza psíquica de tu propio valor, y la realización de una obra en
la que tú quieres que los demás reconozcan tu valor, hay un abismo continuo, hay una
insatisfacción radical del ser humano a sentirse satisfecho con la obra realizada. ¿Por
qué? Porque cualquier cosificación de su propio valor en una obra realizada implica
considerar al sujeto producido como muerto. Ésta es la base del movimiento fáustico: si
nosotros dijéramos “estoy satisfecho con esta obra”, la sometiéramos al reconocimiento
de todos, y todos dijeran que, efectivamente, esta obra expresa de manera final,
completa, el talento de este ser humano, el ser humano como tal sería completamente
prescindible. Pero el ser humano no quiere ser prescindible. Por lo tanto, el afán de
reconocimiento no puede identificar una obra como la definitiva, salvo en el momentode la muerte.
Esto significa, como es natural, que la lucha por el reconocimiento, en último
extremo, sólo tiene un punto de cese: la muerte. Es una la lucha hasta la muerte. El
problema es: ¿quién está en condiciones de mantener esa lucha intensa, activa, hasta la
muerte? Ésta es la clave. Porque algunos están en condiciones de cesar esta lucha, de
rendirse, de no arriesgar la vida. Hay muchas formas de arriesgar la vida; esto es una
estructura, y depende de qué tipo de actividad sea la que pongamos en liza para la lucha por el reconocimiento: podemos tener en liza la lucha de las armas, o la lucha
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intelectual. Esto es igual, da lo mismo. El problema es que alguien, en un momento
determinado, se rinde, y el otro, el que es capaz de luchar hasta la muerte, desde este
mismo momento obtiene un reconocimiento que, paradójicamente, ya no está vinculado
a la obra, sino exclusivamente a la subjetividad, al hecho de que ha sido capaz de luchar
hasta el final. A ése se le reconoce como un sujeto más poderoso, no tanto porque haya
producido una obra mejor, sino porque está en condiciones de seguir luchando. Y en el
duelo físico, como digo, que define el aristócrata tradicional basado en la lucha, en las
armas, sucede exactamente igual que en el duelo intelectual.66
El problema es que, cuando alguien se declara vencido, indudablemente, frente a
otro que por su energía superior se declara vencedor, entonces se inicia una serie de
relaciones dialécticas extraordinariamente complejas. Y Hegel lo que dice es que, en el
fondo, la subjetividad del vencedor es una subjetividad abstracta, mientras que la
subjetividad del vencido es una subjetividad concreta. Esto es, la subjetividad abstracta
ha luchado hasta la muerte por el afán de reconocimiento, y estaría dispuesto a morir
porque asume como valor absoluto el reconocimiento. Y ello hasta tal punto que está en
condiciones de anticipar que ese momento final del reconocimiento ante él, completo
como cadáver, sería aceptable (porque es evidente que el reconocimiento preciso,
objetivo, sólo sucede cuando uno es cadáver). Asume la muerte, se ve ya muerto, pero
al menos se ve muerto reconocido. Hegel dice que esto es abstracto, porque el
reconocimiento está por encima de la vida, por encima del cuerpo vivo. Por lo tanto,
este reconocimiento es abstracto, mientras que el otro, el vencido, ha preferido
conservar su vida, mantener su cuerpo, aunque no sea reconocido. En ese momento se
dispone, como es natural, a estar en condiciones de obedecer.
Esto sucede en cualquier sistema de lucha de reconocimiento. Imaginemos, no
tanto un duelo entre caballeros, sino un duelo entre científicos: luchamos a muerte por establecer unas hipótesis; organizamos una teoría; alguien deja de luchar, y se convierte,
66 Tanto es así que la base moral del sistema universitario, tal como lo define Humboldt (uncontemporáneo de Hegel, conocedor, evidentemente, de los primeros escritos de Hegel), es un sistema deduelo. Un sistema universitario que no es capaz de hacer convivir a enemigos intelectuales está muerto.El sistema universitario tiene que estar en condiciones de integrar en los mismos departamentos a
personas que luchan denodadamente por visiones contrarias de las cosas, y si eso no es capaz de hacerse,el sistema universitario, tal y como lo conoce Europa, está muerto. Esto es, el sistema universitario que serige bajo la premisa de que aquel que piense distinto que yo, le cerraré la puerta, ese sistema universitario,
digo, ya no tiene rigor. El único y verdadero elemento moral del sistema universitario es ser capaz deencarar la lucha intelectual entre posiciones diferentes hasta la muerte. (Ya podéis suponer lo quesignifica la endogamia española, a saber: el final de todo sistema científico).
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desde ese mismo momento, en un científico subsidiario, esto es, se convierte en alguien
que lucha al mando de alguien que ahora es el que establece las órdenes de
investigación.
La problemática de esto, dice Hegel, es que quien realmente está anclado en lo
concreto, anclado en la realidad, es el que se dispone a obedecer, mientras que el otro,
que lucha exclusivamente por el reconocimiento absoluto, éste se relaciona ahora con la
realidad a través del vencido. Y la dialéctica del amo y del esclavo significa, en último
extremo, que aquel que ha luchado por el reconocimiento absoluto-abstracto deja de
tener contacto con la realidad, vive exclusivamente en su imaginario de ser reconocido.
Pero aquel que obedece, aquel que está en condiciones de atender las exigencias del
señor, ése sigue en contacto con la realidad, porque en el fondo ha obedecido, ha
cedido, porque que para él su cuerpo es más importante que el reconocimiento
abstracto. Ése sigue en contacto con la naturaleza, con la realidad, y es el que se dedica
a hacer las tareas menores (en el caso de la sociedad señorial, producir para el señor; en
el caso de la sociedad científica, verificar los puntos concretos de la teoría, etc.).
Pero, al final, es el esclavo el que sigue vivo. Aquél, el vencedor, se ha instalado
en el reconocimiento, en su perfecta posesión del imaginario como señor, y ha
abandonado la realidad, de tal manera que si se produce cualquier sistema productivo,
cualquier riqueza, cualquier innovación, es por aquel que, como siervo, sigue en
contacto concreto con la realidad. Hasta el punto de que, como sabemos, es ese el que
en un momento determinado, por pequeñas desviaciones de la teoría, puede estar en
condiciones de eliminar el sueño imaginario perfecto de reconocimiento del señor, de la
misma manera que el siervo, que está en relación con el trabajo, con la herramienta, con
la mejora productiva, puede alcanzar una riqueza por su conocimiento de la realidad,
mientras que el señor, que vive en el imaginario de su soberanía, estará paulatina ycrecientemente dependiente de lo que sea capaz de producir el siervo.
En estas condiciones, lo que Hegel quiere establecer es que el sistema
productivo de cualquier índole genera efectos contradictorios con su propio orden; esto
es, que las figuras subalternas, subsidiarias, serviles, o inferiores en el orden social, que
están en contacto con la realidad, acaban, por su propio efecto productivo, alterando el
sistema de representación y el sistema de poder de ese propio orden. Y, por lo tanto,acaban destruyendo el orden de punto de partida (son contradictorias con el orden de
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punto de partida), y pueden llevar consigo, como es natural, momentos de crisis radical.
La cuestión entonces es, para Hegel, cómo el orden productivo puede ser regulado de tal
modo que no implique la destrucción del orden de punto de partida, esto es, cómo se
puede regular la dialéctica del amo y el esclavo de tal manera que exista una
funcionalidad de todos. Es decir ¿cómo producir el organicismo?
La intuición de Hegel, que en el fondo es la síntesis del capitalismo escocés y
del cameralismo, es que, de la misma forma que aquello que acelera el desorden interno
de la sociedad productiva es la división de trabajo, o de la misma forma que es la
división del trabajo la que acelera ese carácter prescindible del trabajo, podemos aspirar
a reconstruir el orden de la sociedad en su conjunto si logramos introducir algo parecido
a la división de trabajo en la estructura total de la sociedad. Esto es, la cuestión para
Hegel sería ver si la división de trabajo económica puede ser compensada por una
división de trabajo que no sea económica, esto es, que esté caracterizada esencialmente
por su función para mantener la organicidad social.
Esto equivale a plantear una acción humana no-económica, pero que sin
embargo está relacionada esencialmente con el organicismo, esto es, con el hecho de
que la sociedad impida por todos los medios la desarticulación de los órdenes internos.
Esto, ¿qué significa? Significa que existan elementos de la población que tengan una
idea de sí mismos al margen de la idea que tienen como seres productivos, es decir, una
idea de sí mismos que sólo esté determinada por su función en el todo. Con esto
tenemos la proyección de lo que ocurría en la familia a la sociedad en su conjunto. ¿Que
sucedía en la familia? Ésta era, esencialmente, aquella idea total por medio de la cual
aquello que yo soy, en el seno de la familia, no se puede separar de aquello que los
miembros de la familia creen que soy; esto es, la idea de mí mismo viene dada por laidea que los demás tienen de mí, y que acepto, porque es la única idea que permite el
mantenimiento de la unidad familiar.
Si proyectamos esto a la sociedad civil, tendremos, por una parte, división de
trabajo, trabajo absolutamente prescindible, trabajo que puede ser movido por los
vientos de la productividad…; pero por otro lado, tendremos división, no tanto de
trabajo, sino de acción humana, división de identidades, división de formas de verme,
que está determinada fundamentalmente por aquello que la sociedad espera de mí. Elresto de la sociedad me proyecta la idea de mi propia identidad, que asumo gustoso,
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porque es la manera de sentirme reconocido por los demás. De tal manera que la lucha
por el reconocimiento ya no es una lucha perturbadora de invertir los órdenes sociales,
sino que es algo que se nos da (somos reconocidos porque la totalidad ha proyectado
sobre nosotros esa identidad funcional).
Esto, ¿qué significa? Cameralismo, en sentido concreto, a saber: revitalización
de los órdenes sociales. Esto es: por una parte, sociedad civil escocesa (trabajadores);
por otra parte, sociedad estamental tradicional alemana. ¿Qué significa sociedad
estamental aquí? Que determinados estamentos tienen un estatuto reconocido por la
totalidad de la sociedad como una identidad asumida por cada uno de sus miembros.
Esto es, el estatuto de los campesinos (pues de esto estamos hablando inicialmente) es
un estatuto que ellos aceptan voluntariamente, aunque les viene ofrecido por el todo
social, porque los campesinos son capaces de entender la completa dependencia de todo
el orden sobre ellos (o respecto de ellos). Es decir, ellos pueden sentirse orgullosos de
que el resto de la sociedad lance sobre ellos la idea de que son necesarios, de que son
completamente imprescindibles, de que por eso deben ser protegidos; pero, justamente a
cambio de eso, ellos deben responder con los deberes que deben ofrecer al todo social.
¿Qué tiene que ofrecer el estamento de los campesinos al todo social, por el cual el
estamento de los campesinos tiene que ser reconocido como parte completamente
imprescindible del todo social?
Estas cosas parecen muy lejanas, pero sin esto no se entiende nada de la política
agraria europea. ¿Por qué la Unión Europea ha visto que los campesinos son
completamente necesarios (aunque cuesten mucho dinero)?, ¿por qué la UE ha visto en
los campesinos algo imprescindible? Por dos razones fundamentales, dice Hegel:
porque no pueden ser expuestos al sistema de emigración masiva y forzosa a las grandes
empresas escocesas (capitalistas), no pueden ser abandonados a su suerte para queabandonen los campos y marchen a las ciudades, porque entonces el sentido de la tierra
alemana desaparece, esto es, los convertimos en seres sin tierra, sin raíces, sin identidad,
los convertimos en parias, y el sentido general del pueblo alemán, que está vinculado a
la tierra, desaparecería.67. Y en segundo lugar ¿cómo están en condiciones los
67 Se puede apreciar que aquí hay elementos importantes de lo que será el futuro alemán, porque andandoel tiempo alguien podrá estar en condiciones de decir – a partir de 1871 – que, a causa de que la
emigración alemana es tan masiva, Hegel y el campo son abandonados. Esto conducirá al antisemitismo¿Por qué? Debido a que los que llevan las grandes industrias que nos obligan a emigrar, a desarraigarnos,a perder el sentido de la tierra, son todos judíos. ¿Por qué? Porque ellos no tienen tierra. El sistema fabril
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campesinos de ofrecer la funcionalidad social a cambio del ser reconocidos como
estamento imprescindible, o a cambio del reconocimiento de ser imprescindibles como
estamento (siendo que es el estamento que trabaja la tierra, que la ama; estamento que
tiene el sentido de la vida y de la muerte, esto es, de la continuidad, y por tanto de la
trascendencia respecto a cada vida humana)?, ¿cómo están en condiciones de devolver
esa identidad proyectada por el todo social? Con la muerte en el ejército: el
campesinado es el ejército alemán. Los campesinos han sido la base del ejército
prusiano y su prestigio. Y Hegel ve que es necesario reconocerlos como imprescindibles
para el orden social porque son los que tienen el sentido de la tierra y, en el fondo, serán
el único estamento que esté en condiciones de morir por algo. Porque, como hemos
dicho, aquel que está asentado en la idea de dinero y de propiedad privada no puede
morir por eso.
Por lo tanto, si queremos mantener un sentido del republicanismo (que es lo que
quiere Hegel: el republicanismo es la idea de Aristóteles, la idea del organismo),
tenemos que encontrar a alguien con virtud antigua, que es morir por la patria. ¿Quién
puede morir por la patria? Aquel para quien la patria no sea dinero, sino tierra, muertos
depositados en la tierra, sangre depositada en la tierra.
Tenemos necesidad de campesinos como un estamento particular, esto es,
tenemos necesidad de alguien que esté en condiciones de encarnar de forma expresa,
pública, reconocida, igualmente, el valor de la lucha por la patria. Esto implica
claramente el reconocimiento de una estructura militar como orden concreto de esa
sociedad.
Cada estamento (militares, campesinos, productores…) tiene su propia identidad
en el juego total. Cada uno de ellos se gobierna internamente dentro del todo social,
pero (éste es el punto) se requiere un elemento de gobierno que esté en condiciones deregular las relaciones entre todos los estamentos. Y ésta es la estructura del
cameralismo: hay un gobierno particular de cada estamento, que cumple sus funciones
(a saber, lo que los demás esperan de él); pero hay un estamento especial que regula las
relaciones de todos los estamentos, puesto que tiene que establecer el equilibrio entre
ellos, las relaciones apropiadas entre ellos. Y por lo tanto, frente a las posibilidades de
y, por ende, el sistema de desarraigo, de emigración, de ruptura del orden tradicional alemán, poco a poco
se estará identificando con el sistema fabril promovido por gente sin tierra, sin raíces. El antisemitismoalemán (esto es lo que ve Rosenzweig) es profundamente dependiente del sentido de la tierra que Hegelestá analizando.
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un gobierno particular, tiene que haber un gobierno absoluto. Es la forma en la que el
dispositivo del despotismo ilustrado se hace evidente.
Cada estamento tiene su gobierno particular, pero las relaciones en su totalidad
tienen que depender de un estamento especial entregado al cuidado, a la organización
del todo. Ese estamento de gobierno absoluto, que para Hegel tiene el poder legislativo
y el ejecutivo, es el conjunto de aquellos que tienen la idea del todo social. No ya de un
estamento particular, puesto que él también lo es, pero es un estamento particular que, a
su vez, tiene la idea de los estamentos en general. Tiene la idea de sí mismo y la idea del
todo, tiene la idea de la identidad propia y de la diferencia. Hegel lo expresa en términos
especulativos, porque es el gobierno absoluto, el gobierno soberano, el gobierno más
allá del cual no puede ya establecerse ningún tipo de poder: es el gobierno que está en
condiciones de hacer eficaz la presencia de dios en ese pueblo (que es de lo que estamos
hablando).
El gobierno que debe ser reverenciado por todos los demás estrictamente como
sagrado (teología política)
¿Quién puede ser este gobierno? No puede ser ninguna idea parcial – es decir,
ningún estamento –; tampoco tiene que estar implicado en la vida (esto es decisivo para
Hegel), no tiene que estar implicado en la concreción de la lucha con algo real, porque
entonces generaría un interés particular 68.
Alguien que tenga una del todo significa alguien que no tiene un interés
particular, significa alguien que no está conectado bajo ninguna rama de la producción,
significa alguien que, en el fondo, ya no está vivo, significa alguien que está a las
puertas de la muerte. Significa un gobierno de los ancianos, una gerontocracia. Los
ancianos, al no tener intereses de autoafirmación ética, al no tener intereses de
perpetuación propia, están en condiciones de hacerse cargo de la lógica completa delsistema, y están en condiciones de generar algo decisivo, a saber: la legislación
adecuada para la educación cívica. La educación cívica consiste en la capacidad que
tiene el sistema de reproducir su propio organismo (esto es, la educación cívica tiene la
capacidad de educar los campesinos como campesinos, a los empresarios como
empresarios, etc.).
68
Se ve que este primer Hegel es muy importante porque muestra las debilidades de la lógica delargumento. Y es intuitivamente relevante porque nos permite ver las debilidades que luego se intentanocultar en toda la estructura especulativa.
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Hegel ha olvidado el poder religioso y lo ha transferido al poder filosófico, pero
ese poder filosófico sólo puede ser generado por alguien que ya no tenga intereses
vitales ni particulares. Hegel no ha dicho todavía que el filósofo es el viejo (Hegel,
precisamente, el que siempre fue llamado “el viejo”), pero, en último extremo, tiene que
identificar a los filósofos como personas que ya están muertas para la vida concreta,
puesto que están exclusivamente viviendo de la idea, y de una idea que a su vez es la
idea del todo en cada una de sus partes. Y por lo tanto, son aquellos que situados
estructuralmente fuera del sistema social, lo sostienen69.
Todo esto tiene una premisa escondida, a saber, que se tenga clara la idea de una
eticidad absoluta. Todo el supuesto es que, efectivamente, alguien está en condiciones
de objetivar, de establecer, una idea de la totalidad social. El problema es cómo se llega
a eso. Todo depende de la posesión de una idea de la totalidad social, siendo así que lo
único que hemos tenido hasta ahora es la idea de una contradicción interna. ¿Cómo
pasamos verdaderamente de la contradicción interna de la sociedad burguesa a una
eticidad absoluta? Por la diferencia amigo-enemigo. Ésta es la cuestión decisiva de toda
la teoría hegeliana.
Lectura de las páginas 66-67. Hegel se pregunta por la forma en que un pueblo
puede manifestarse como totalidad vida.
69 Mención de la recuperación de esta idea por parte de Mannheim en ‘Utopía e ideología’ y reflexiónacerca del cameralismo. Al final, reflexionando sobre Weber, Mannheim dirá que, en último extremo, lasociedad puede escapar a la antinomia entre utopía y sociedad, esto es, la antinomia entre aquellos que selanzan a un futuro completamente desconocido e irracional y aquellos que se lanzan a la defensa del
pasado ideológico de una manera completamente irracional, la única manera de escapar de eso, digo, esgenerar un estamento de intelectuales desinteresados. Para Mannheim, así se escapaba tanto de la lucha declases como escenario utópico, como de la lucha ideológica como escenario conservador. Intelectualesdesinteresados: Mannheim está haciendo valer la figura del filósofo hegeliano, sólo que bajo la forma delcientífico de ciencias sociales. El científico de ciencias sociales es el heredero del filósofo hegeliano, esto
es, aquel observador de segundo grado luhmanniano (Luhmann es el heredero de todo esto) que ya no esun ser humano, que es pura conciencia, pero que está en condiciones de entender los procesos necesarios para que los sistemas sociales se renueven. Ése es el enunciado hegeliano del gobierno absoluto, ungobierno absoluto que él cifra con la figura expresa de la soberanía cameralista: es el legislativo y elejecutivo juntos. Así se ven los propios cameralistas: el rey es el filósofo-sabio. El cameralismo es una delas formas del platonismo político. Por eso tiene su sustancia básica en la Ilustración, y en Wolff,finalmente. Wolff dice: la única posibilidad de gobierno justo es aquella en que se reunifica el rey con lossabios, con la academia, con la universidad. Eso es el cameralismo: el filósofo-rey platónico no encarnadoen un cuerpo, en un individuo, sino en una síntesis institucional, de tal manera que la universidad esté encondiciones de decirle la verdad al rey, y éste, como poder ejecutivo, esté en condiciones de hacerla. Esasíntesis es el cameralismo. Y Hegel la asume estableciendo que el único y verdadero poder sería el poder de los filósofos, porque tienen la idea del todo, y porque están en condiciones de generar una educacióncívica que otorga a cada estamento una identidad funcional para la totalidad del sistema. Desde ese punto
de vista, ese gobierno absoluto es el gobierno ilustrado, hasta tal punto que Hegel dirá que el rey, como poder ejecutivo último, es nada más que la tilde que hay encima de la “i”, esto es, es algo completamente prescindible. Lo importante es la estructura de verdad que se produzca en el sistema.
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“Lo ético tiene que intuir su vitalidad misma en esta diferencia…” (lee hasta el
final).
Lo que quiere decir Hegel de este modo tan enrevesado es que el pueblo se
intuye como totalidad justamente cuando se intuye como particularidad. En el fondo, la
totalidad ética del pueblo no es una totalidad universal; es una totalidad particular. Y
sólo se puede intuir en una totalidad particular cuando está en condiciones de intuir otro
pueblo. Entonces entra en conciencia de que es sólo uno, un particular frente a otro
particular. Pero esto es decisivo: cuando un pueblo se ve como un particular, se ve
inexorablemente como algo completamente contingente. Ha construido unas
contradicciones internas y además se ve como contingente.
Esto es una respuesta a Spinoza: todo Estado tiene en su base la contingencia.
Pero es una respuesta mucho más peligrosa, puesto que esa contingencia, esa
particularidad, ese ser uno entre muchos, no es ser uno entre muchos como sustancia
spinoziana, no es uno entre muchos como un ser que persevera en el ser, un Estado entre
Estados, sino que es un ser uno entre muchos atravesado por contradicciones
disolventes. Por lo tanto, es ser uno entre muchos en peligro. De tal modo que la
eticidad absoluta se descubre (de la misma manera que en los seres humanos)
justamente cuando no sólo nos vemos entre otros, sino que nos vemos como uno
internamente en peligro ante otros, esto es, uno contradictoriamente atravesado por
contradicciones económicas frente a otros pueblos, que, por su propia presencia, por su
propia entidad, ya nos dicen sobre nuestra propia contingencia, pero que, por las propias
maneras en que pueden superar su contradicción interna, pueden entrar en competencia
con nosotros por la supervivencia.De esta manera, la comprensión de que hay un pueblo diferente de nosotros es la
comprensión de nuestro propio peligro. No son cosas completamente diferentes para
Hegel. Esto es lo que al final dirá schmittianamente Doebler (?), un poeta muy
hegeliano: ‘El enemigo es mi propio problema en figura’.70
El enemigo es mi propia contradicción, mi propio miedo, es mi propia existencia
precaria, es mi propia comprensión consciente de que soy una existencia particular vista
70 Está citado por Villacañas en “Pluralismo estético”.
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en el otro, y, por lo tanto, la reciproca comprensión de que ambos podemos acabar en la
nada. Y esa recíproca comprensión de que nuestra contingencia, de que nuestra
contradicción interna, nuestro problema interno nos puede hacer acabar en la nada, eso,
digo, es lo que necesitamos para reforzar la organicidad social. Porque el peligro es lo
que nos hace comprender que las contradicciones internas tienen que ser resueltas,
porque lo que nos jugamos es el ser o no ser.
Esta cuestión sólo se puede mediar por la identificación del enemigo, por la
identificación de otro pueblo, que, inexorablemente como tal, entra con nosotros en los
términos de la lucha por el reconocimiento. De tal modo que lo que era a nivel familiar
y lo que era a nivel social, ahora se proyecta a nivel interestatal. Las relaciones
internacionales constituyen, por lo tanto, la clave de toda política. Sólo aquel pueblo
consciente de su papel en el ámbito de las relaciones con otros pueblos está en
condiciones de regenerar el organismo aristotélico.
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19 / XI / 10
El problema de la tiranía; el problema de la relación amigo-enemigo. Los textos
en torno a los que se vertebra la clase de hoy despliegan la cuestión de la relación
amigo-enemigo alrededor del gran hombre, esto es, se encaran a la problemática de
Maquiavelo, que había sido la problemática del propio Rousseau.71 Por último, encaran
el momento final de la revolución francesa: nos permiten identificar que todo esto
estaba ocurriendo a la luz del día, a la luz de sus ojos, en la medida en que podía
escenificar la manera en que se estaba resolviendo el problema francés a la vista de
todos con la Revolución Francesa. A partir de aquí, de estos textos, el movimiento de la
explicación se detendrá en la figura de Wallenstein: en un momento determinado, Hegel
asiste a la representación de la obra de Schiller, Wallenstein, de la que hace un pequeño
comentario, e identifica el problema del tirano, el problema del gran hombre, con el
problema de Wallenstein, y a partir de ahí, Hegel se introduce en la poderosísima
cuestión de la tragedia política, y, al introducirse en la cuestión de la tragedia política,
está en condiciones de incorporarse a toda una problemática de la culpa, del perdón, y a
una voluntad de reintroducir el cristianismo en la política de una forma completamente
nueva, esto es, está en condiciones de reintroducir el problema de la teodicea cristiana
como camino que le lleva a la formulación de una filosofía de la historia.
Así, la reflexión de Hegel apunta a la producción final de una filosofía de la
historia de corte cristiano mediante la cual organiza una visión universal de la historia,
esto es, mediante la que concede a Europa y a la filosofía europea la capacidad de
ofrecer la clave de una historia universal de la humanidad y, por lo tanto, de configurar
lo que posteriormente se llamará el eurocentrismo en su máxima expresión: Europa
como aquel lugar de Occidente, aquel lugar de la filosofía –filosofía y Occidente van
extremadamente unidos-, que está en condiciones de ofrecer la autoconciencia de la
tierra entera a la humanidad.72 Éste es el movimiento que vamos a seguir en la explicación. Recuérdese, por lo
demás, que estamos hablando del joven Hegel, esto es, del Hegel que tiene delante la
Rev. Fr. y su salida napoleónica, imperial. Llegaremos, así, hasta la página 100 del
libro, para arribar finalmente a la 180, de modo que, cuando acabemos de explicar la
71 No hay que olvidar que El contrato social es una respuesta a Maquiavelo.72 Desde este punto de vista, lo que decíamos ayer de Fukuyama sobre la posibilidad de ofrecer el final de
la historia, esto es, de ver que en la caída del muro de Berlín se estaba produciendo una únicaautoconciencia mundial, una única forma mundial de ordenación de la realidad, era el tributo de Hegel(así como, quizá, la última manifestación de eurocentrismo por parte de las potencias occidentales).
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filosofía de la historia hegeliana –núcleo, a mi juicio, en que se encierra toda la filosofía
hegeliana-, estaremos en condiciones de ir a la respuesta de Kierkegaard a esta
construcción: K. emerge como una enorme impugnación de la filosofía de la historia
hegeliana.
Texto I (pp. 66 y 67):
“Cualquier diferencia en su manifestación es una determinación y ésta
queda puesta como algo que hay que negar. Pero esto a negar tiene que
ser ella misma una totalidad viva. Lo ético tiene que intuir su vitalidad
misma en esta diferencia de tal manera que la esencia de lo vivo
contrapuesto está puesto como algo extraño y a negar. (…) Tal
diferencia es el enemigo, y la diferencia, que entra en relación, es al
mismo tiempo lo opuesto del ser de lo contrapuesto, como la nada del
enemigo, y esta nada, equivalente por ambas partes, es el peligro de
guerra. Este enemigo de lo ético sólo puede ser un enemigo del pueblo y
sólo puede ser otro pueblo. Ya que aquí entra en escena la
particularidad, se trata entonces de lo particular para el pueblo, de tal
forma que el pueblo particular se pone en peligro de muerte”.
[ Comenta algunos aspectos del texto: la naturaleza altamente patética de la
expresión, una “construcción endemoniada”… ] Hegel es capaz de decir las cosas más
terribles del modo más insensible: el pathos de la distancia, que luego Nietzsche,
incapaz de mantenerlo, pondrá de relieve, es la actitud de Hegel. Está hablando de
exterminio, de muerte… mas de un modo absolutamente distante, frío, y la estructura
misma de su distancia está ordenada mediante el movimiento especulativo: éste no esaquí sino levantar continuas barreras para no coger la inmediatez de lo que se está
diciendo, su patetismo. Y lo que se está diciendo procede de aquel hecho fundamental
mediante el que el sistema productivo tenía inexorablemente una dimensión universal;
pero ésta, lo que verdaderamente producía, era la conciencia de la interdependencia de
una serie de elementos que hablaban de la vida del todo del pueblo; esto es, había una
tensión básica entre la dimensión universal que encierra la máquina, el sistema fabril y
la economía –que no tiene fronteras, o que no tiene más fronteras que la propiareproducción del trabajo-, y el hecho de que era hecho consciente como la totalidad de
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un pueblo; esto es, hay aquí una tensión entre una dimensión universal y una dimensión
particular: el pueblo, que alcanza conciencia de ser un sistema productivo, no tiene con
esto ninguna idea verdadera de su particularidad. El sistema productivo puede ser
perfectamente ampliable, y el pueblo, desde ese punto de vista, podría ser como un
soporte del sistema productivo que puede igualmente ser indefinidamente ampliable.
¿Cómo llega el pueblo, por tanto, a tener una noticia real de su particularidad, no –
obviamente- desde la economía? Desde la economía, un pueblo se incorpora a un
proceso universal: todo el mundo puede formar parte de un sistema productivo (las
máquinas no tienen identidad nacional, no tienen particularidad). El soporte productivo,
por tanto, como tal, no puede configurar política; es globalización en su origen. ¿Cómo
un pueblo puede ser efectivamente consciente de sí mismo? Desde el sistema productivo
no; desde él, no tiene una noticia cierta de su propia autolimitación.
Es, en definitiva, una crítica a Fichte: el Estado comercial cerrado es inviable,
porque el sistema productivo no se puede cerrar; si queremos cerrar el Estado desde el
sistema comercial estamos negándonos inexorablemente a la industria; si entramos en la
industria, no podemos cerrar el pueblo, no podemos limitar o construir un Estado
cerrado. El espacio vital económico no está cerrado; sólo podría estar cerrado desde una
forma de economía de subsistencia completamente arcaica. Ahora bien; el problema es
que ese sistema universal de producción se manifiesta siempre en economía nacional –la
cuestión de los escoceses nuevamente-, se manifiesta siempre como la forma de
existencia histórica de un pueblo, esto es, se ha vinculado a la existencia de un Estado,
de un poder político. Es economía nacional, pero, desde la economía nacional, cualquier
otro pueblo está tan legitimado a ocupar el lugar de potencia universal como nosotros
mismos. No hay la más mínima posibilidad de discriminar desde la propia producción
económica.
“Cualquier diferencia en su manifestación es una determinación y ésta queda
puesta como algo que hay que negar ”. Esto es, si el sistema productivo es universal,
cualquier diferencia que surja en él, e inevitablemente surgen los pequeños Estados, las
economías nacionales de naturaleza parcial, los todos de los pueblos de naturaleza
parcial, frente a esa determinación universal es un límite (problema de políticas
proteccionistas, de obstaculización del comercio, de obstaculización del tránsito de
bienes materiales…). Cualquier determinación en relación con el sistema productivo es
un límite que hay que negar, porque el sistema de base es un sistema universal que seexpande de una forma completamente ilimitada.
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“Pero esto a negar tiene que ser ella misma una totalidad viva”. Esto es, lo que
se niega es otra economía nacional. Por lo tanto, es otro pueblo, es otra realidad viva
que ve en nosotros algo que hay que negar: competencia, competencia con las naciones.
Detrás de todo este enorme complejo de abstracciones, lo que está es la vida desnuda
del momento de las economías nacionales.
Ahora bien, aquello que aparecía como una interdependencia meramente
productiva, esa totalidad del pueblo, cuando se enfrenta a otra totalidad que hay que
negar, entonces es cuando se ve a sí mismo como totalidad. No se ve como totalidad
desde la propia producción económica; se ve como totalidad cuando ve que algo limita
su expansión universal, su pretensión de dominar el aparato productivo de naturaleza
universal. Esto es, el aparato productivo industrial impone inequívocamente una
estrategia imperial. ¿Por qué imperial? Porque, justamente, se concreta en economías
nacionales cada una de las cuales aspira a ser la portadora de la dimensión universal de
la industria, y esto no puede hacerse más que si se niega a las otras. Pero, en el
momento de la negación, el pueblo ya deja de verse únicamente como el soporte
productivo; pasa a verse como la unidad de soporte productivo que se opone a otra
unidad de soporte productivo: pasa a verse como una totalidad ética. Aquí pasa a verse
como una totalidad ética: no desde el punto de vista del sistema productivo, sino desde
el punto de vista de que tiene que enfrentarse a otro.
“Lo ético tiene que intuir su vitalidad”, tiene que conocer de manera inmediata,
no como el filósofo la conoce –en el concepto-, sino como cada uno de los particulares
de ese pueblo, tiene que conocer, digo, la totalidad ética, esto es, la interdependencia.
Intuirla, verla, sólo “en esta diferencia”, esto es, sólo porque hay otro pueblo que se
enfrenta a él.
[ Pregunta de Guille: …¿por qué tiene necesariamente que enfrentarse un puebloa otro? Respuesta. Porque la forma concreta en que se ha producido el devenir mismo
de la historia del sistema productivo, en algún lugar ha tenido que enraizar; esto no
surge de manera completamente abstracta; surge en las contradicciones que hemos
venido describiendo de amo y esclavo, construcción estamental de la sociedad, y por
tanto de sistemas políticos de mando; de modo que, cuando llegan a una situación de
trabajo fabril, de trabajo industrial, ahí se conecta con una realidad universal –a saber, la
expansión de la fábrica y del trabajo-, pero la base de esto ha sido toda una historia derelaciones de poder, esto es, relaciones de violencia amo-esclavo, relaciones de
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construcción de señorío, de élite militar, de poder, en fin. Pero éstas son particulares: la
universalidad del sistema productivo no llega a la historia como universalidad; se
presenta desde facticidades particulares, esto es, desde contradicciones concretas, que,
en su desarrollo, llegan a un elemento universal. Pero lo universal no llega a lo universal
por sí como universal, sino desde el trabajo de la naturaleza, y la naturaleza es concreta,
y, en consecuencia, la única forma de acceder a lo universal es a través de la vida, y la
vida es particular, es singular. Ahora bien, una vez que conectamos con lo universal es
cuando, efectivamente, la vida se pone ante un reto, diferente y nuevo, y es entonces
cuando puede surgir verdaderamente el hecho de que diferentes particularidades quieran
encarnar, de una forma profunda, universal, el proceso universal, al que todas ellas han
llegado mediante el desarrollo de las contradicciones internas de la sociedad occidental.
Esto no ha ocurrido en otros sitios, en otros territorios: esto sólo ha ocurrido en
Occidente, esto es, momentos en que determinados pueblos particulares conectan, a la
vez, con las realidades de la Revolución Industrial. La cuestión es que, desde la propia
conexión con la realidad de la producción industrial, los pueblos no tienen identidad;
con eso no se hace identidad, porque eso es un elemento universal. Pero tampoco tiene
que inventar las singularidades: en el propio proceso productivo y sus relaciones con la
política surgen determinaciones, límites en la forma de encarar el proceso universal.
Desde este punto de vista, Hegel podría estar completamente inclinado a sugerir que, en
esta precisa evolución de Occidente, que en el fondo es la síntesis del sistema-Estado
con el sistema-industria, frente a Adam Smith, que estaría en condiciones de decir que
es el sistema-industria el que configura el sistema-Estado (o lo disuelve, o lo reduce, o
lo hace mínimo), Hegel, digo, estaría en condiciones de asegurar que es la contradicción
entre el sistema-industria y el sistema de poder el que sigue manteniendo vivas las
contradicciones históricas, y que el liberalismo de Adam Smith, con la disolución
paulatina del Estado, estaría abocado finalmente a la disolución de toda estructura deeticidad, esto es, de toda estructura de grupo; estaría abocado exclusivamente a la
disolución de todos los grupos mundiales en individualismo mundial sin la
configuración de un Estado y de una eticidad. La clave, entonces, es que la lucha de
proceso-singular y proceso-universal es la estructura misma de la contradicción, que lo
ético no es una mera estructura conceptual. Siempre que invocamos lo ético, debemos
invocar el momento arquetípico de la familia: alguien que vive la eticidad familiar no
tiene un concepto meramente abstracto de que la familia le ha dado su identidad yconceptualmente él incorpora a su propio concepto de sí aquella noticia de sí que le da
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la familia en su reciprocidad; la manera de hacer eso es dejándose determinar en la
totalidad de su subjetividad por la relación familiar, esto es, es un vínculo no intelectual,
sino que atañe a la totalidad de su existencia, pues atañe a esa forma específica de
vínculo que es el amor, esto es, aquel que no está en condiciones de elevar nada
privado. Ni un sentimiento, ni un afecto, ni tan siquiera la forma de organizar el deseo.
La familia determina la totalidad de la existencia, no abstracta, sino vital, porque
determina los roles del cuerpo, porque determina la sexualidad, porque determina la
construcción del propio cuerpo como soporte de deseo.73 ]
El problema es igual: la pertenencia al pueblo como organismo de ética no puede
ser entendida exclusivamente como un ejercicio de comprensión de la interdependencia
económica; no puede ser entendida como el frío concepto de que mi trabajo sólo es
significativo dentro de un sistema de necesidades que es social. No se trata de esto; se
trata de estar en condiciones de determinar la totalidad de mi existencia por esa
pertenencia. Y esto no se hace mediante un concepto abstracto, sino mediante una
determinación del afecto, y siempre que hay una determinación del afecto, hay una
capacidad del ser humano de enfrentarse a la vida y a la muerte. Y de la misma manera
que, en el seno de la familia, los padres ya se ven muertos en la medida en que se
entregan permanentemente a la atención de los hijos, y viven en los hijos, de esta
manera, en el organismo ético del Estado, los seres humanos no son seres humanos
abstractos, sino concretos, como era el esclavo cuando hacía expresa su rendición, de
deseo de vivir. Son seres concretos que tienen que decidir acerca de su vida y su muerte,
que tienen que verse en la capacidad de morir, esto es, de poner su vida en juego, por la
comprensión de que ese sacrificio permite la vida del todo. O sea: de la misma manera
que los padres se ven vivos en los hijos, así los ciudadanos dotados de virtud patriótica
–que es de lo que está hablando Hegel- se ven vivos en la continuidad del todo popular.Y esto es verse, intuirse como una comunidad viva que trasciende mi vida particular).
“Lo ético tiene que intuir su vitalidad misma”, pero ¿cómo se puede intuir? “En
la diferencia”. No se puede intuir en relación con el proceso industrial, sino con el otro
grupo diferente, porque la intuición es siempre conocimiento de singularidad. Intuición
de sí solamente es posible porque existe algo otro, “de tal manera que la esencia de lo
73
En este sentido, Hegel y Freud son profundos estabilizadores de la familia como repetición arquetípicade roles que indudablemente implican la interpretación profunda del cuerpo, su sentido funcional, susentido desiderativo, su sentido de organización de la existencia completa del individuo.
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vivo contrapuesto está puesto como algo extraño y a negar”. ¿Por qué? Porque de lo
que estamos hablando es de un proyecto universal de base. Si no, ¿por qué lo otro, la
determinación, tendría que ser algo extraño y a negar?
Recordad a Herder. Para Herder, cada pueblo es una mónada, tiene su
autorreferencialidad, esto es, habla de sí mismo, un lenguaje que sólo él mismo
comprende. Como dice Leibniz, todas las mónadas tienen una armonía preestablecida,
esto es, todas dicen lo mismo bajo un punto de vista: todos los pueblos dicen lo mismo
bajo un punto de vista, todos los lenguajes dicen lo mismo bajo un punto de vista. Pero
todos ellos, justamente por eso, constituyen el todo de Dios. Un pueblo no tiene que
negar a otro, porque tiene la razón de ser en sí mismo, y al referirse a sí mismo, se
refiere a la totalidad; no tiene que negar a otro porque el otro está haciendo exactamente
lo mismo: en su autoexpresión, en su autoconocimiento, se relaciona con la totalidad de
lo real. Pero Hegel no puede decir eso, porque cada pueblo no es autorreferencial; es el
portador de un sistema productivo universalizable. No es una mónada cerrada sobre sí
misma, sino alguien que lleva un sistema universal, y por lo tanto, cualquier otro que
también lo lleva es algo extraño y a negar. Esa diferencia es el enemigo.
Ahora bien, lo curioso del tema es que el enemigo es exactamente simétrico a
mí, es “lo opuesto del ser de lo contrapuesto”, esto es, desde el punto de vista de la
legitimidad para encarnar la universalidad, es exactamente lo mismo que yo, tiene los
mismos títulos que yo. De tal manera que no cabe tener un acuerdo, un pacto; no cabe
ofrecer algo así como un “compartamos este asunto”, porque, en el fondo, lo que se está
jugando ahí es, no algo estrictamente particular, sino desplegar sin límites el proceso
productivo moderno. Desde este punto de vista, cada uno de ellos quiere exactamente lo
que quiere el otro, sin diferencias. Por lo tanto, se contraponen, como el ser y la nada,
pero recíprocamente, de tal modo que la forma en que deben luchar es la forma ya
establecida en la que la diferencia amigo-enemigo implica el peligro de muerte, de nadadel otro. No estamos ya en la guerra clásica. La guerra clásica, el sistema clásico de
Estados, estaba regida por una divisa de derecho cosmopolita: que los Estados son
entidades ontológicas; y como toda ontología, su divisa es “el ser debe permanecer en el
ser”. La guerra, así, entre Estados, no pone en peligro el ser del Estado. Pone en peligro
su riqueza, sus límites, mas no su ser mismo: una guerra clásica no puede implicar la
desaparición de uno de sus combatientes. Esto no lo entiende la guerra moderna. Puede
implicar, ciertamente, aquellas cosas que el vencedor dicta al vencido para sentirse
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seguro, pero no puede implicar aquella seguridad que consista en destruir al otro. Esto
viola por completo todas las reglas del derecho público europeo.
Aquí, sin embargo, no estamos hablando de la ontología del Estado, del ser del
Estado, de un átomo (el Estado) que quiere permanecer en el ser, sino de la
incorporación a un proceso universal, y desde este punto de vista, el Estado, finalmente,
no es sino una manera de realizar ese proceso. Por lo tanto, entre los candidatos a
dirigir, realizar o encarnar ese proceso universal, no existe la posibilidad de que uno y
otro, como encarnadores del proceso universal, permanezcan en el ser. Uno de ellos
debe morir, como director del proceso de desarrollo de la industria.
Lo ético, pues, es intuido por todos los ciudadanos a partir del enemigo; el
enemigo es constituyente de la identidad del pueblo como pueblo. No es que el pueblo
se conozca, y desde ese su conocimiento de sí reconozca a su enemigo. El proceso de
elevarse a identidad ética implica el reconocimiento del enemigo: es el enemigo el que
me refleja como identidad, es el enemigo el que me permite intuirme a mí mismo como
una particularidad. Pero justamente porque el enemigo es aquel que me permite
identificarme a mí mismo, todo lo que yo sea depende de él. Esto es una contradicción
terrible: ni puedo dejar de tener enemigos, ni puedo dejar de luchar contra ellos. Si no
tengo enemigos, no tengo identidad. Si los venzo a todos, desaparezco. La lucha es
completamente constitutiva de la identidad, y tiene que ser repetida, reproducida. Pero
es una lucha por el soporte universal de la producción. Por lo tanto, la identidad implica
inexorablemente varias identidades, pero al mismo tiempo implica inevitablemente que
esas varias identidades estén relacionadas entre sí por la diferencia amigo-enemigo,
porque de otra manera dejarían de ser identidades. Esto significa que toda identidad de
pueblo se ve permanentemente en peligro de muerte.
El peligro de muerte viene porque (i) desaparezca el enemigo, y porque (ii) el
enemigo venza. Esto es la condena de la historia.
Texto II (pp. 77 y 78): “Así se han formado todos… ha devenido impotente”.
Maquiavelo. La premisa de este texto es: hasta ahora, hemos tenido,
fundamentalmente, la idea de la contradicción, y de que es preciso configurar una
eticidad, un organismo. Pero todo lo que sabemos de forma sociológica es que el
sistema productivo, lejos del supuesto schmittiano de que genera armonía, genera
competencias propias de la sociedad civil, genera, en consecuencia, desigualdad; demodo que aquel sistema que parecía que, dinamizando la producción, daba una suma
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mejorada de todos, en el fondo Hegel ve que es un sistema que produce traumas,
destrucción de comunidades tradicionales, emigración de campo a la ciudad,
contradicciones, mayores diferencias entre ricos y pobres; que produce, en fin, una
competencia particular de todos contra todos.
Hegel, por tanto, es, como siempre, una espiral, un caracol continuo: establece
un sistema de contradicciones, profundizando en él, y reconociendo lo que debe ocurrir
primeramente para que esas contradicciones puedan ser superadas. Va profundizando en
el sistema de contradicciones, e intentando por todos los medios ver cómo podrían
resolverse.
Así, si sociológicamente el sistema productivo universal realiza una lucha de
todos contra todos, una lucha de familias, una competencia económica desaforada, un
aumento, en definitiva, de las contradicciones, parece que lo que hace es alejarnos cada
vez más de la producción de un organismo estatal. ¿Cómo invertimos esto?, ¿cómo
invertimos la tendencia sociológica clara de construcción de sociedad civil como una
lucha de familias particulares entre sí para producir ese organismo ético que dé, en la
diferencia amigo-enemigo, la constitución de un pueblo de un horizonte ético superior?
Este punto es el que aborda el segundo texto, y lo hace de forma mítica, figurando, tras
esa forma mítica, la Revolución Francesa.
La premisa del texto es: la evolución del sistema social es cada vez más
particularista; conforme sea más particularista, más necesidad tenemos de un todo
orgánico, de una eticidad propia de una comprensión del pueblo. Pero parece que la
dirección sociológica va por un camino, y las necesidades éticas van por otro… ¿Cómo
se juntan?, ¿cómo podemos enlazarlas en el territorio de la particularidad, no en el
territorio de la especulación? Cuando recogemos los efectos de la sociedad burguesa,
con su contradicción interna, lo menos que nos vemos es como una totalidad ética.
¿Cómo pasamos de una cosa a la otra? ¿Cómo se traduce la particularidad extrema de lacompetencia propia de la lucha económica en organicidad , esto es, en sentido de los
intereses generales?
Es el problema de Maquiavelo: cómo una ciudad dividida en humores
radicalmente contrarios, particulares, acaba teniendo la idea de ciudad, esto es, de
totalidad cooperativa de esos humores. Literalmente, organicismo: cómo una ciudad
enferma, esto es, con humores cada uno de los cuales se ha autoafirmado (la metáfora es
la medicina: cómo un cuerpo que tiene la sangre completamente corrompida, o elhígado completamente melancólico….); cómo un pueblo que puede tener un humor de
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lucha por la igualdad (humor democrático) y un humor de lucha por la gloria (humor
aristocrático), completamente contradictorios, puede tejer un organismo con humores
compatibles, con humores que se fecunden el uno al otro (así en el cuerpo: cómo pueden
regularse esos humores -sangre corrompida, hígado melancólico…- para producir una
salud). Cómo, en definitiva, la particularidad está –puede estar– en condiciones de
entender que existe algo más que sí misma.74
Un Teseo, el gran hombre, el que es capaz de transformar todos los puntos de
vista particulares propios de la competencia, propios de sujetos que han perdido toda
mirada hacia la totalidad ética; solamente pueden ser encaminados hacia la comprensión
de los intereses generales por uno que hace de su interés particular el interés general. Es
un particular más, pero que está en condiciones de elevar su particularidad a poder, esto
es, a exigencia de obediencia, a generalidad. Es un Leviatán, pero un Leviatán
coherente: no se realiza por pacto.75
Esto es el texto que nos ocupa.
“ Así se han formado todos los Estados, por el sublime poder de los grandes
hombres”. Es el Príncipe –o El Príncipe- de Maquiavelo.
[ Lee el texto completo; Hegel –dice- en estado puro]
Ésta es la cuestión. El problema es que los particulares siguen siendo
particulares. Su conciencia, “la voluntad pura inmediata de ellos es su voluntad, pero la
voluntad consciente de ellos es otra”. Los particulares, a regañadientes, van detrás del
gran hombre; y el gran hombre, que lo sabe, no respeta ninguna voluntad particular.
Respeta la conciencia.
Estamos hablando de Maquiavelo, de la tiranía, del terror originario (“así
mantuvieron la Revolución Francesa”), de la fundación del Estado (que es terror)…
pero de una forma específica que sabe encaminarse hacia su propio fin.76
El Estado se funda sobre el terror. Pero es un terror especial, porque ha sabidoquedar atrás en el olvido: lo único que ha sabido discriminar no es la conciencia
74 Así también Rousseau: ¿cómo un pueblo completamente corrompido puede generar el movimiento deaceptar la voluntad general? La voluntad general, ciertamente, purificará las voluntades particulares; pero
partimos de las voluntades perversas y corruptas… ¿Cómo, entonces, las voluntades perversas y corruptas pueden aceptar la voluntad general? (Es aquí, por lo demás, donde introduce R. la figura, acaso mítica,del legislador…).75 En el fondo, el Leviatán de Hobbes es también un oxímoron: cómo lobos –que son lobos- están encondiciones de ponerse todos mansamente de acuerdo para transferir a otro el poder. No se entiende… La
respuesta de Hegel: sólo porque un lobo es el lobo más lobo de todos los lobos se hace el lobo mayor yobliga a la obediencia a todos (Revolución Francesa).76 Alude brevemente a Pedro Mártir Rizo.
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particular que sigue en la forma particular, sino la manifestación externa de la
conciencia particular. Hobbes, aquí, vuelve a ser reintroducido: al Leviatán no le
interesa la conciencia particular; sabe que es particular; lo que le interesa es la acción,
esto es, la desobediencia. Aquí se produce la ecuación protección a cambio de
obediencia. Pero la obediencia, aunque sea en contra de la voluntad particular, es
aprendizaje en la consideración de una voluntad como absoluta, como común, como
compartida. Y el tirano, si es verdadero tirano, esto es, si es tirano funcional, si es tirano
fundador (si es eso que míticamente ha dicho Rousseau que es el legislador, o que
Maquiavelo tenía en mente al hablar del príncipe), si es tal, en fin, estará en condiciones
de comprender que su función es transformar la conciencia particular en conciencia
capaz de obedecer a una voluntad general, una voluntad absoluta, que es la suya sólo
contingentemente particular, pero cuya tarea y función es lograr que individuos que sólo
viven anclados en su propia conciencia de particularidad abran el horizonte a la
comprensión de que es prioritaria la obediencia a una voluntad general, que es
prioritaria la participación en un destino colectivo.
De este modo, Hegel ya ha introducido la idea de teodicea, a su manera.77 La
sociedad burguesa, con su enorme producción de particularidad, su incapacidad de ver
más allá de la lucha, de la competencia económica, de los intereses privados, es un
sistema de producción, es un sistema de culpa, es un sistema de ignorancia o de ceguera.
Y por eso, la única manera de hacer salir a la gente del sistema de ceguera es mediante
un sistema de ceguera: otro ciego superior que está en condiciones de imponer su propia
voluntad particular como voluntad general, pero que al hacerlo educa, que posee esa
estructura pedagógica (que ve Isidoro de Sevilla en el tirano) que es capaz de convencer
a los pueblos de la necesidad de una virtud específicamente política, esto es, que es
capaz de convencer a los pueblo de que el tirano, el rey, es en el fondo un déficit de su
propia conciencia, de su propio ordenamiento ético, de su propia culpa. Y por lo tanto,la cuestión decisiva es que el tirano es una peste, pero es una peste reconciliada consigo
misma; es mal, pero un mal reconciliado consigo mismo, en la medida en que se ve
necesario (teodicea) para acostumbrar a los individuos a pensar que, si no son capaces
de generar un sentido de voluntad general, un sentido colectivo de pueblo, un sentido de
77 Si uno va a la teoría de la tiranía con mayor influencia dentro del ámbito europeo, a su más antiguaconfiguración, a saber, a Isidoro de Sevilla, verá que el tirano, en cierto modo mediante interpretaciones
bíblicas (Libro de los Reyes, Samuel…), es aquel que Dios envía a los pueblos para pagar sus propiasculpas. El tirano, el rey, es la manifestación específica de una voluntad depravada por parte del pueblo:“Queréis reyes, tomad reyes” (vid. I Samuel 7, 8 y 9).
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eticidad de pueblo, inexorablemente están condenados a padecer la peste del tirano. Una
vez más, tenemos la premisa estoica, kantiana: fata volentem ducunt, nolentem
trahunt,78 el destino guía a los que quieren, y arrastra a los que no quieren .
No habéis sabido construir una conciencia política, mantener un sentido de la
virtud pública, del republicanismo, porque os habéis inclinado única y exclusivamente a
vuestro sentido privado de la vida. Ahora tenéis que pagar que el sentido privado de la
vida se eleve a sentido público, pues no se puede vivir sin lo público: sois un todo.
Porque estáis interconectados y no tenéis un sentido público, estáis condenados a que un
sentido privado se eleve a público y os imponga su tiranía. Si hubierais tenido un
sentido público privado, esto no habría podido pasar: habríais estado en condiciones de
producir conscientemente un sentido público virtuoso y no permitir que el gran hombre
existiera. Tenéis, pues, un dilema: o bien generáis virtud, o bien os enseñarán la virtud
con la amarga medicina del crimen.
Esto es Hegel.
Esto, sin embargo, no es lo fundamental del texto. Lo fundamental del texto es
otra cosa.
La teoría de Maquiavelo se interpreta así: esta voluntad particular se eleva a
absoluta, no aceptando, por lo tanto, ningún juicio subjetivo, ningún juicio moral; está
más allá del bien y del mal. Reconoce que el fin superior de mantener la colectividad, de
mantener el sentido del Estado, es superior al destino privado que pueda tener cada uno
de los particulares en la defensa de su voluntad particular: es el enfrentamiento directo
de la voluntad particular a la voluntad del Estado, y ahí el Estado tiene que ganar. Pero
esto, dice Hegel, es una verdad desde Teseo hasta Maquiavelo y la Revolución Francesa
(que impone el terror, mas únicamente porque de ese modo se mantiene vivo el Estado).
Todos lo que se elevan (o todos los que se insurgen), son pura moralidad; esto es, esa
voz gritona del sujeto privado que reclama su derecho, esto, digo, no es finalmente másque su subjetividad, meramente abstracta, incapaz de mostrar un camino para que esa
subjetividad tenga manera de construir colectividad. Es arrollada, en consecuencia, por
quien tiene en estos momentos la construcción misma de la colectividad popular:
Revolución Francesa.
Y esto, dice Hegel, es así desde Teseo hasta la Revolución Francesa… excepto
en Alemania: “En este gran sentido… Si los alemanes… ha devenido impotente”. ¡El
78 Citado por Kant en Sobre la paz perpetua, “Suplemento primero”.
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problema es Alemania! Alemania ha tenido lo peor: una tiranía muerta, incapaz de
generar un proyecto colectivo.79 Alemania está muerta, y es entonces cuando Hegel verá
en Wallenstein la gran oportunidad fallida para Alemania.
Alemania es en este momento un conjunto de 200 principados, una “pequeña
estatalidad”. Los príncipes no son príncipes: no tienen conciencia de lo que son; tener
conciencia de lo que son significaría representar un Estado, esto es, tener una voluntad
general, una voluntad absoluta, estar en condiciones de considerar a todos los demás
príncipes como particulares. Hegel está denunciando la lógica del Estado clásico, el
Estado de la disciplina o de la soberanía: puesto que cada príncipe es soberano, tiene
que permanecer en el ser, pero esto significa que no tiene más que una idea particular de
sí mismo. Un príncipe verdadero sería aquel que, siendo uno, un particular, tiene una
idea general, y obliga a todos los demás príncipes a reconocerse como lo que son, a
saber, particulares, y a obedecer a alguien que porta una idea absoluta.
Ninguno de ellos, en definitiva, ha sido capaz de unificar Alemania. Esto es lo
que está diciendo Hegel. Podría haber sido Wallenstein el Teseo alemán, esto es,
alguien que configura desde la propia particularidad un ejército imperial, y así, una
violencia fundadora. Pero no ha sido así: los príncipes no se saben príncipes; son
particulares, son burgueses con aspecto, con título de príncipes, mas burgueses, y por lo
tanto ignoran su misión política, produciendo con ello en los súbitos indiferencia.80
Lo que está aquí transcribiendo Hegel es que la situación alemana es
completamente inamovible, está estancada, porque aquéllos de donde podía venir, por
arriba, no se comportan como príncipes, y aquéllos de donde podía venir, por abajo, los
ciudadanos, se comportan con indiferencia. La cuestión decisiva es que Alemania está
79 Alude a La constitución de Alemania.80 Esto no es completamente así. Villacañas aduce a este propósito las últimas tragedias de Lessing, donde
muestra permanentemente que esa voluntad particular del príncipe, ilegítima voluntad particular, frente ala voluntad particular del burgués, legítima –pues que sostenida en el trabajo-, se verifica, se sustancia enuna tiranía, en una arbitrariedad, en una lucha de particulares entre sí, de subjetividades concretas, dondeunas ganan ilegítimamente a las otras; pero luchas, al fin y al cabo, sin derivación política. Lessing ya loha advertido: “Si seguís así, pronto se organizará un gran baile” (palabras de un personaje de la últimatragedia de Lessing, cuyo título no recuerda, y yo no encuentro; quizá sea Emilia Galotti, y las palabras,las pronunciadas por su padre, Eduardo). Es el enunciado más preciso de prospectiva de RevoluciónFrancesa que tiene Lessing (en torno a 1780). Lo importante, en cualquier caso, en Lessing, y en eseenfrentamiento de subjetividades principescas, burguesas, que tienen diferente moral, pero no diferente
política –o que son impolíticos-, es que no tiene una canalización constitucional, revolucionaria, como enFrancia. Por lo demás, ésta es la función originaria para Lessing de la masonería: la masoneríareunificaría a los burgueses que están sometidos al poder arbitrario de la nobleza, pero justamente porquetienen que establecer redes de amistad que establezcan una plataforma de defensa frente a las
arbitrariedades sociales de la aristocracia alemana. La masonería alemana es, pues, una red de asistenciaamistosa entre las posibles víctimas de la aristocracia. Y sin embargo, esos mismos son los que, sin ser masones, están organizando en París la revolución.
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fuera, en estos momentos, de los caminos que conducen a la historia universal. De ahí
que Hegel piense que estos caminos únicamente son los franceses: en Jena, con la
ciudad completamente devastada y los estamentos ya huidos a Berlín, Hegel es el único
que permanece en la ciudad; sale a la calle para ver pasar a Napoleón y poner punto
final a la FE: “ Hoy he visto pasar el espíritu del mundo a caballo” (p. 126 de
Villacañas). Es Francia la potencia que ha generado el nuevo Teseo, el terror fundador,
el sentido de la eticidad estatal, la capacidad de todas las voluntades particulares de
enrolarse en la guerra.81
Pero, ¿por qué Francia ha sido capaz de hacer eso (algo que Alemania no puede
hacer)? Toda la vida de Hegel se irá encaminada a este fin: ver cómo Alemania puede
hacer lo mismo que Francia sin revolución, cómo llegar a lo mismo que Francia,
identificando un príncipe alemán, que esté en condiciones de llevar adelante su
estructura de principado de forma autoconsciente. Ése es el destino de Prusia: Prusia
será el principado alemán que esté en condiciones de, al sobrevivir a Napoleón, avanzar
hacia la unificación alemana. Hegel está haciendo prospectiva histórica: está
estableciendo un diagnóstico y un pronóstico (que se cumplirá al pie de la letra; de ahí
su implicación con el proceso prusiano imperial).
¿Por qué Francia ha hecho bien las cosas? Esto nos lleva al último texto. Texto
III (p. 80): “Si el tirano fuese sabio… son necesarios”.
25-11-2010
Hay dos formas de explicar a Hegel:
1) Formar parte del rito, formar parte del “lenguaje estamental” de los filósofos,
hablar desde dentro del propio lenguaje, aprender esta especie de “palabras
sagradas”, y moverse en el interior de su propio dispositivo. Yo creo,
sinceramente, que esto no nos está permitido. Al menos no le está permitido alhistoriador de la filosofía. Quizás sí a alguien que se declare hegeliano.
2) Por el contrario, a nosotros nos compete explicar la “función histórica” de
Hegel, y, en cierto modo, la “función histórica” moderna de la filosofía.
Esta otra forma de estudiar la filosofía, como “función histórica”, comienza en el s.
XVIII, desde Wolff, que es quien la transfiere al mundo moderno. Antes, la filosofía era
81 Jean Renoir, La Marsellesa. Descalzos, sin armas, a pecho descubierto, los soldados van a dar la vidaexclusivamente por esta estructura de eticidad que es un Estado de dimensiones universales.
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un asunto fundamentalmente entregado a la “ République des lettres”, a las relaciones
entre determinados “hombres de letras”. El caso paradigmático de esta antigua “función
de la filosofía” es Leibniz. En efecto, Leibniz está en relación con todos los sabios de
Europa, les escribe cartas, discute con ellos; pero, en el fondo, él es un bibliotecario.
Leibniz gestiona la biblioteca de un duque o sirve de asistente para la firma tratados
diplomáticos y, en general, este tipo de tareas que proceden de la vieja “función
humanista” de la filosofía: el filósofo como “auxiliar del poder”.
Sólo Wolff, su discípulo, se funda ya en un pacto, en el s. XVIII, entre la filosofía y
el Estado; esto es, se intenta, a través de la Universidad, ofrecer al poder una alianza (no
simétrica, porque el poder siempre tiene la decisión) que permite reconstruir, a partir de
determinada burocracia administrativa, funcionarial, una idea que tiene como horizonte,
en último extremo, al “filósofo-rey”. El rey se dota de filósofos, o sea se dota de
profesionales de la filosofía en su cuerpo administrativo, como Universidad, y establece
entonces el ideal regulativo por el cual el poder funciona. Esto también está en Kant y,
finalmente, Hegel culmina esta idea de la filosofía. Y ello hasta tal punto que podemos
decir con toda claridad que Hegel ha hecho de la filosofía la forma específica de la
legitimación o la forma específica de presentación del Estado moderno en su
racionalidad.
A diferencia de Wolff, y del rey del despotismo ilustrado, que pacta con la
Universidad para establecer una “legitimidad ilustrada”82, para Hegel la filosofía es el
constituyente básico, la legitimidad interna misma del Estado. Desde este punto de
vista, el filósofo es el hombre dotado del saber suficiente y adecuado para mostrar en el
seno mismo de toda la sociedad que el Estado es la forma necesaria y suprema de vida.
Desde este punto de vista, Hegel ha hecho de la filosofía el instrumento de
autolegitimación última del Estado; esto es, el instrumento para persuadir y convencer
de que el Estado es la culminación de la forma racional, y, por tanto, la culminación dela Historia. En otras palabras: el Estado es la forma objetiva en la que vive el espíritu.
En la serie evolutiva de los Estados, esto es, en la variación según la cual el
Estado se comprende, se realiza la Filosofía de la Historia Universal. Esto significa que
el filósofo es el servidor más ambivalente del Estado: por una parte, sirve al Estado,
pero, por otra parte, lo constituye. Podemos decir que el filósofo es el pivote sobre el
que Estado reposa, sobre el que el Estado se perpetúa, en la conciencia de su necesidad.
82 Pero, en el fondo, se trata de dos poderes externos.
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De este modo, puede decirse que Hegel ha hecho de la filosofía la productora de
virtud republicana. En efecto, la filosofía es, para Hegel, lo mismo que la educación
cívica para el señor Gregorio Peces-Barba. La filosofía es la forma específica en la que
el Estado llega a la conciencia de sí como la forma última de vida. Por lo tanto, el
filósofo es el funcionario soberano, es el funcionario más importante.
La diferencia entre esta estructura de la legitimación del Estado y las posteriores
que se han dado es justamente su forma filosófica; esto es, en la explicación hegeliana,
el Estado es consciente de su necesidad como forma histórica, pero (esto es importante)
no legitima con esa forma histórica su legalidad concreta. Ésta es la gran diferencia. La
diferencia fundamental es la que va de la tragedia a la parodia: Hegel ha legitimado con
la filosofía la forma Estado, pero ha entregado la vida del Estado a su propia realidad
política; las formas paródicas de imitar a Hegel consisten básicamente en la defensa de
la legalidad positiva. Pero esto no tiene nada que ver con Hegel y es algo
completamente trivial. La diferencia entre Hegel y la defensa a ultranza de la legalidad
positiva es la diferencia que va desde una estructura que tiene que ver con un horizonte
histórico universal a una estructura que tiene que ver con seguir el curso de la
propaganda política aquí y ahora. Son dos cosas completamente diversas
Lo que Hegel está montando es una sociedad que comprende su posición en el
largo plazo de la Historia, que se reconcilia con determinadas dimensiones de la vida
histórica del presente, y que está en condiciones de descubrir las contradicciones que la
están moviendo. Esas contradicciones son siempre la misma (la que estamos
percibiendo estos días con especial tensión): la tensión entre la particularidad del Estado
y la universalidad de la vida histórica; o la particularidad de un Estado que aspira a ser
el representante del tiempo presente y la totalidad de la vida política mundial que tiene
otra percepción diferente. O, por decirlo de otra manera, la tensión entre poderes
estatales y poderes imperiales. Ésta es, para Hegel, la estructura misma de la Historia.Desde este punto de vista, aquellos que habían organizado “ El final de la Historia”,
quizás se hayan precipitado irresponsablemente.83
Nosotros ya no estamos ahí: el filósofo ha dejado de ser esto. Otra cosa es que
hablar con Hegel y desde Hegel nos obligue a preguntarnos qué es el filósofo en
nuestros días. Y también preguntarnos si cabe alguna posibilidad de entendernos como
83 Fukuyama.
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trabajo intelectual al margen de estos antecedentes hegelianos. El problema real es que
para poder discutir con estos antecedentes hegelianos de manera adecuada debería
cambiar el sistema mismo de la Universidad.
En otras palabras: la filosofía reducida a un saber completamente especializado
de comentario de textos, esto es, de hermenéutica, no puede cumplir esta tarea
hegeliana. Hegel podía cumplir esta tarea porque estaba en condiciones de reconstruir
un discurso basado en la economía, en el derecho, en la política, en las relaciones
internacionales, en la religión, en el arte, etc. El sistema de especialización hacia el que
ha avanzado la vida universitaria impide que se reproduzcan estas relaciones de
discursos, estos discursos interdisciplinares, es decir, algo parecido a una reflexión
como la hegeliana. Pero claro, esto sumerge al filósofo en una contradicción interna: la
filosofía como saber especializado. Esto es un contrasentido. Si la filosofía tenía alguna
funcionalidad era precisamente el no ser un discurso especializado.
Esto es lo que permite mostrar que el esquema de pensamiento en el que se está
moviendo Hegel sólo ha tenido un parangón en el siglo XX: Max Weber. Todos los
demás han estado muy por debajo de esta aspiración hegeliana. Por eso es muy
importante para mí mostrar que aquellos que quieren defender de una manera poderosa
la filosofía de Hegel, aquellos que todavía están en condiciones de discutir con Hegel, o
que pueden tener a Hegel como alguien que oriente en el día de hoy, tienen que
encontrar un sistema de mediación en relación con el presente para poder disminuir las
distancias que tenemos con él. Y ese pensador que ha estado en condiciones de
establecer una respuesta a todo lo que Hegel ha pensado no es otro que Max Weber.
Este es el punto decisivo.
Ahora bien, la tragedia para el campo del saber, ¿dónde está? Está en que Max
Weber no es de nadie. En efecto, si vais a sociología nadie os explicará Max Weber porque es demasiado filósofo; si vais a filosofía nadie os explicará Max Weber porque
es demasiado sociólogo; si vais a historia nadie os explicará a Max Weber porque es
demasiado complejo (tiene más de cinco conceptos por página).
Al final, el sistema de saber sobre el que está construida nuestra Universidad es
un sistema de saber completamente ajeno a los objetos que estudia. De esa manera,
estamos ante una imposibilidad de aprender realmente los objetos que estamos
estudiando. En cualquier caso, sea como sea, resulta evidente que lo que no cabe hacer para compensar esta situación es creernos que estamos donde Hegel lo dejó y que
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estamos en condiciones de reproducir desde dentro, como si fuera nuestro, con su
propio lenguaje, habitando su propio lenguaje, su filosofía. Creo que esto es una
impostura. A Hegel tenemos que mirarlo desde fuera porque no hay otra manera de
hacer las cosas. Bien es cierto que, mirándolo desde fuera, Hegel pierde mucho. ¿Por
qué? Porque lo fundamental de Hegel es la enorme cantidad de frases que son
completamente sacramentales, esto es, que son completamente mágicas, que constituyen
el lenguaje privado de una casta de filósofos que estaba destinada a ser la nueva
estructura sacerdotal de la sociedad. Mirado desde fuera, cuando se le quiere encontrar
su función, pierde mucho. Ahora bien, eso que pierde de “magia del concepto”, lo gana
de concreción para entender cómo ha surgido su filosofía, ante qué retos ha surgido su
filosofía.
Todo esto, en el territorio donde estamos (antes de que Hegel salga de Jena), es
especialmente importante. ¿Por qué? Porque estamos hablando de un Hegel “paria”. En
efecto, este Hegel que yo os estoy explicando es realmente un paria, es una persona
completamente marginal: sin oficio ni beneficio. Se dedica a traducir artículos en La
Gaceta de Jena del francés al alemán para sobrevivir. Es un hombre que no tiene ningún
tipo de protección ante la vida.
Y, sin embargo, este hombre, este paria, de una forma increíblemente obstinada
(y esa es una enseñanza moral decisiva), hundiéndose el mundo por todos sitios 84, este
hombre, digo, con una obstinación filosófica sin parangón, en unas condiciones de vida
completamente difíciles, mantiene la tensión del pensar como nunca ningún otro ser
humano moderno la ha tenido. Esta heroicidad es la que quiero poner de relieve. Porque
me parece que es la dimensión formidable de Hegel, que, por cierto, más tarde en 1810
le permitirá (de una forma milagrosa) marchar a un Gimnasium, esto es, a un instituto
de enseñanza, donde estará ocho años como profesor. Es esa obstinación filosóficamantenida en un período de precariedad y guerra la que le aporta un bagaje intelectual
impresionante que después será la llave para ejercer la enseñanza.
Pues bien, ese Hegel que había estado completamente fuera de todo, cuando
llega al Gimnasium en 1810, comienza a dar clases de filosofía a los chavales del
instituto. Lo decisivo es que construye su sistema dando clases de filosofía allí en el
84 De hecho, una bomba destruyó su casa en Jena. A pesar de ello, pudo admirar al que le había tirado el bombazo, es decir, a Napoleón y considerarlo como “el gran liberador del mundo”.
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instituto. El punto decisivo es que Hegel, cuando pasa de Nuremberg (donde estaba el
instituto) a Heildelberg en 1818 ya tiene construido su sistema pensamiento, ya tiene la
Enciclopedia de las Ciencias Filosóficas. Y es importante saber que sólo está en
Heildelberg dos años mientras que en Nuremberg está ocho. Y de ahí marcha de
catedrático a la Universidad de Berlín, esto es, a la universidad más importante del reino
más importante de Alemania.
Pues bien, lo decisivo es que aquello que ha configurado en el propio
Gimnasium, en el Liceo, lo traslada a sistema de filosofía en la primera universidad del
reino. Y usa lecciones y discursos que había dado a los chavales del instituto como
lecciones y discursos en la principal institución universitaria de los alemanes.
¿Qué quiero decir con esto? Quiero decir que el sistema de Hegel tiene una
estructura pedagógica, que está diseñado pedagógicamente, que está estructurado para
ser comunicado a los estudiantes; más concretamente: que está diseñado
específicamente para configurar una clase, un estamento de filósofos que esté en
condiciones de extenderse por toda la administración pública de Prusia, y
potencialmente de Alemania, con el objetivo de infundir el sistema de convicciones
básicas de lo que es la organización estatal. Por lo tanto, el sistema de pensamiento de
Hegel es la construcción de un sistema pedagógico en el que la filosofía es el elemento
vertebrador: la filosofía ofrece la autoconsciencia de la totalidad social y muestra la
base última para una adecuada relación del hombre con la totalidad de la realidad y con
la totalidad del Estado.
Y esto es lo que ofrece a Hegel ese lugar tan emblemático y esa mirada tan
peculiar: una mirada que es, al mismo tiempo, legitimadora y dinamizadora de la
sociedad. En efecto, la mirada de Hegel justifica los procesos apelando a su necesidad
histórica, pero, al mismo tiempo, convoca a cada uno de los actores del presente a participar republicanamente de la empresa del Estado.
Para llegar ahí, Hegel, a pesar de los años terribles, ha tenido que construir un
cierto saber que le ha permitido desarrollar esa mirada tan peculiar y tan aguda. Ese
saber está íntimamente ligado al hecho de que Hegel es, por una parte, un hombre muy
atento a la actualidad, y, por otra parte, es un buen conocedor de la historia. La compleja
mirada de Hegel, la que quizá sea su dimensión más alciónica, se dirige, por una parte,al presente, y, por otra parte, a la mediación del presente por la totalidad histórica. Esta
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voluntad de analizar el presente a través de la historia, esta voluntad de atravesar el
presente por el concepto, se ve esencialmente en la figura mítica de Teseo. Recordemos
que el otro día aplicamos esa figura mítica de Teseo a Alemania y vimos cómo
Alemania no podía encontrar un fundador, es decir, no podía encontrar a alguien que
estuviera en condiciones de cumplir la función de Teseo; vimos también cómo Hegel
está pensando en Teseo justamente como lo que ha irrumpido en la Revolución
francesa. Vemos pues, cómo Hegel está mirando el presente, la Revolución Francesa,
desde una serie de conceptos mitológicos-históricos
Por otra parte, vimos cómo esto le permitía enfrentarse al problema de
Maquiavelo; es decir, al “problema del mal”, esto es, a la cuestión de que el príncipe
tiene que hacer el mal, asume el mal, pero lo asume en la medida en que ese mal es
comprendido por el príncipe como algo que se tiene que autoclausurar. Vimos que los
príncipes alemanes no están en condiciones de producir mal, y, por tanto, no están en
condiciones de producir bien; y vimos, sin embargo, cómo la Revolución Francesa ha
hecho el proceso completo de la justicia; y leímos el texto final en el que Hegel reparte
los papeles.
La sustancia básica del texto que leímos al final consistía esencialmente en una
sentencia estoica:
“ El fundador violento del Estado tiene que discriminar de una manera
esencial cuándo su posición ya es irrelevante”.
Esto es, lo que justifica la irrupción del hombre-fundador es el estado de
degeneración de una colectividad que se muestra incapaz de avanzar, en cada uno de sus
individuos, más allá de la voluntad particular. Todos los individuos están aferrados a su
propia voluntad, todos ellos no obedecen más que a su propia voluntad. De esa manera,han roto la comunidad, han roto la colectividad. El sistema más básico de esto, el
ejemplo más clásico, es la aristocracia francesa en vísperas de la Revolución: cada
estamento sólo mira su particularidad. Por esta razón se ha roto la estructura
mínimamente orgánica, sana, del Estado. Entonces es cuando surge una voluntad
particular, una más, e impone su voluntad particular a todas las demás. Pero, ojo, la
funcionalidad, en el largo plazo, de esto no consiste más que en producir obediencia;
esto es, la funcionalidad no es más que hacer entender a las voluntades particulares queno son absolutas. Y se lo hacen entender de la peor manera posible: ante otra voluntad
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particular. De tal manera que Hegel está organizando la tiranía como una pedagogía,
como una forma pedagógica de comprender que estamos ante un dilema: o bien
organizamos una unidad pública, una organicidad pública (y en ese caso sacrificaremos
algo de nuestra particularidad pero participaremos de la voluntad general); o bien no lo
hacemos y entonces tenemos que prepararnos para que una particularidad, en su
arbitrariedad última, nos imponga obediencia.
Esta es el dilema estoico: el destino conduce a los que quieren y arrastra a los
que no quieren. De hecho, cuando uno va a la víspera de la Revolución francesa y lee
los comentarios que está haciendo Diderot a la vida de Séneca, encuentra en Diderot,
mediante la reflexión sobre el mundo romano, la misma expectativa de la que Hegel
está hablando en relación con Teseo. En efecto, Diderot está haciendo una cosa parecida
a Hegel: ve el mundo romano y ve lo que está pasando ante sus ojos. Y Diderot dice:
“De la misma manera que en Eschila, las guerras civiles de Mario
Eschila, así nosotros vamos hacia un conflicto general. Mientras dure
ese conflicto, cada voluntad particular, luchará por imponerse. Pero
como es evidente que ninguna de ellas podrá hacerlo, pronto emergerá
alguien que dirá: “Yo soy vuestro señor”, y todos tendrán que
responder: “Lo eres”. Y añadirá: “Obeced”; y todos tendrán que
responder: “Obedeceremos””.
Como vemos, el texto trata del paso de las guerras civiles al principado, de la
guerra intestina al príncipe. O, dicho de otro modo: es el paso de la guerra civil del
“homo homini lupus” al Leviatán.
En estas condiciones, Hegel contempla la figura del Wallenstein de Schiller y, araíz de ello, hace una reflexión acerca de la estructura trágica de la acción humana. Es
muy importante mostrar que lo que está viendo Hegel alrededor de esta diferencia entre
Francia y Alemania, lo que está viendo Hegel en un teatro al que asiste como espectador
anónimo, va a determinar básicamente los argumentos de la estética en 1830. En efecto,
esas intuiciones que ahora Hegel va a poner en papeles completamente privados (que
nunca verán la luz hasta un siglo después) contienen las intuiciones básicas del “sistema
de estética” tal y como lo dará en las lecciones de Berlín. Y esto tiene que ver con lafigura del Wallenstein, es decir, con la figura del Teseo tal y como puede ser en
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Alemania. Esta figura le sirve a Hegel para mostrar la estructura de la tragedia de la
acción histórica sobre la que ahora vamos a hablar.
[ Pregunta de Samuel. En lo que has dicho: ¿qué asignar a Maquiavelo y qué
asignar a Hegel? Respuesta. En Maquiavelo, el príncipe tiene una dosificación del
saber. El Príncipe hay que leerlo junto con La Mandrágora. No se pueden leer
separados. De hecho, Maquiavelo mandaba como su tarjeta de visita lo siguiente:
“ iccolo Maquiavelo: segretario trágico e comico”. ¿Por qué? Porque obviamente
había sido secretario. Además, como todos sabemos, había escrito El Príncipe como
técnica auxiliar de lo que debe ser un príncipe. Pero no sólo eso: había escrito también
La Mandrágora,85 que puede entenderse como una segunda parte de El Príncipe; una
segunda parte que, en el fondo, Maquiavelo nunca ha querido contar. ¿Por qué? Quizás
porque allí dice que el oficio de príncipe es un oficio muy peligroso: el príncipe tiene
que tener armas propias, tiene que estar en condiciones de ser completamente malo (y
no quedarse a medias entre bueno y malo), tiene que estar en condiciones de administrar
la violencia, y además tiene que ser capaz de administrar la violencia de una forma
autocontenida. El problema es que todo esto es muy difícil, y, sobre todo, es muy
peligroso. Ese es el mensaje de La Mandrágora. ¿Por qué es tan peligroso el oficio de
príncipe? Porque hay enormes posibilidades de que te vaya la vida en el intento de
hacerlo. Y esto es lo que hace de La Mandrágora una tragicomedia: muestra de manera
divertida las posibilidades de que el príncipe muera en el intento.
Para Maquiavelo, el problema real es que, en el fondo, esta posibilidad trágica
del príncipe está sometida única y exclusivamente a la Fortuna de una naturaleza
depotenciada, es decir, una naturaleza caída; una naturaleza que tiene que ser violentada
o alterada mediante medios técnicos y mágicos (la mandrágora). Y éste es el problema.
(Excursus: sabéis que la mandrágora es una planta bíblica caracterizada por el hecho deque potencia la capacidad de fecundar).
El príncipe es el hombre que tiene que estar en condiciones de fecundar, es decir,
tiene que estar en condiciones de producir, de generar una república. Y esto exige una
vitalidad orgánica que el ser humano ya no tiene por naturaleza. ¿Por qué ya no tiene
esa vitalidad? Porque estamos hablando de un “ser humano caído”. De ahí que el ser
humano tenga que ingerir mandrágora para asegurar esa potencialidad. Pero la
85 Os recomiendo que leáis La Mandrágora: es una delicia completa.
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mandrágora es muy peligrosa, es una droga: hace que la naturaleza se potencie pero
tiene efectos destructores terribles. Leed la pieza porque aquí no os la voy a contar,
aunque es una pieza enormemente divertida. ]
El problema para Hegel es que eso no es así: no es un problema de azar, no es un
problema de fortuna, sino que es un problema de justicia histórica. Se trata de un
problema que, en realidad, procede de una construcción estoica, esto es, que el príncipe
sabrá freudianamente que su violencia es completamente estéril cuando los hermanos
vayan a por él y lo destruyan. Estamos hablando de Tótem y tabú: el príncipe que
configura una violencia arbitraria sabe que ya no es necesario cuando ya ha producido la
unificación de todos, y esos todos van contra él y lo destruyen. Así por ejemplo
Robespierre se entera de que ya no es necesario cuando la guillotina le cae. Entonces (y
sólo entonces) se entera. Y esto, según Hegel, no es la Fortuna, sino la necesidad
histórica. Y ello porque, de otra manera, tendríamos Wallenstein.
Lo que a Hegel le espanta es que las cosas sucedan como suceden en
Wallenstein. Por eso cuando él ve Wallenstein, escribe86: “ pero este final es horroroso;
este final es completamente inmantenible. Aquí triunfa la nada. Este no es el final de
una teodicea”.87 Éste es el punto.
¿Qué quiere decir “el final de una teodicea”? Estamos recogiendo la estructura
del propio Leibniz. Como ya sabéis, Leibniz se había pasado la vida buscando la forma
de justificar el mundo. De la misma manera, Hegel se pasa la vida buscando la forma de
justificar el Estado. En ese sentido, para Hegel, la teodicea consiste básicamente en que
se funde Estado o no se funde Estado. El dolor, el mal, el sufrimiento, la violencia de
Teseo, es una Teodicea sólo si se funda el Estado, esto es, si se funda la ley, si se fundala paz, si se funda ese específico Leviatán. Entones, el sufrimiento y el mal del mundo
no están vacíos: no son una mera nada.
Ahora bien, en el Wallenstein de Schiller, Hegel observa la posibilidad de una
tragedia y de un mal que no funda el Estado, que no origina el Estado. En este segundo
86 El profesor ha dedicado varios artículos a este asunto porque le parece verdaderamente central.87 El texto dice así: “La impresión inmediata que deja la lectura del Wallenstein es de triste silencio por
la caída de un hombre poderoso bajo un destino sordo y muerto. Al acabar el drama se ha acabado todo;el reino de la nada, de la muerte, ha triunfado. o es un final de teodicea” (en Escritos de juventud ,FCE).
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en la magia, cree sólo en los fantasmas, pero es un héroe que comparte con Wallenstein
la estructura mental del héroe moderno, es decir, el héroe que vive siempre en la duda.
¿Por qué la duda? ¿La duda entre qué? La duda entre disponer de un gran
ejército y cometer un crimen; esto es, la duda de asumir la culpa que lleva consigo toda
acción. En otras palabras: la duda de ser Teseo. Ahora bien: ¿en qué consiste ser Teseo
aquí? Schiller lo deja completamente claro: consiste en realizar un acto ilegítimo. El
acto ilegitimo no es otro que ser Napoleón, es decir, llegar y decirle al Emperador: “tú
no eres nada, yo lo soy todo, porque tengo el ejército”. No obstante, es un acto ilegítimo
porque, en el fondo, “tú no eres nada” significa que tú no tienes eficacia, tú no tienes
capacidad de actuación, tú no tienes capacidad de reunir a Alemania; mientras que yo,
por mi carisma militar, estoy en condiciones de hacerlo, pero a costa de cometer un acto
ilegítimo, esto es, a costa de cometer una culpa: porque toda acción es culpable.
¿Por qué toda acción es culpable? Porque (éste es el punto decisivo) la historia,
en su concreción, ha configurado un estrato de derechos que es completamente
disfuncional. La historia es la configuración de la particularidad. En otras palabras: la
historia de la que procedemos es la configuración cosificada, estéril, de la
particularidad. En definitiva, la Historia son los príncipes, son los “derechos subjetivos”
(es decir, esa comprensión del mundo que hace que el derecho sea un asunto personal,
exclusivo, privilegiado).89
Pues bien, esos “derechos subjetivos”, esos “derechos históricos” no se pueden
eliminar sin violencia. Ésta es la duda de Wallenstein: arruinar esa legitimidad histórica
y producir violencia, o no ser capaz de vivir sin el apoyo de la vieja legitimidad y, por lo
tanto, estar a expensas de recibir la orden legítima del Emperador. Ésa es la duda de
Wallenstein: actuar de forma ilegítima y lanzarse contra el enemigo para así poder
vencer, unificar Alemania y establecer un verdadero Estado, o bien esperar la orden delemperador.
Pero él no se ha dado cuenta de que el Emperador conoce su juego. Y lo terrible
es que mientras él está dudando acerca de si intervenir o no intervenir, es decir, acerca
89 Es fascinante, y luego lo veremos, cuando en 1818 Hegel llegue a Heidelberg y se vea ante el proyectodel rey de Württemberg de hacer un reino nuevo. Esto es paradigmático: y yo he estudiado la manera enla que Hegel critica el derecho histórico. Se puede trazar un paralelismo con los debates que se producenen las Cortes de Cádiz acerca de si el derecho histórico castellano debe primar sobre el derecho nacionalde la soberanía. El derecho histórico es el derecho de la configuración de particularidades: el derecho de
estamentos, el derecho de las castas nobiliarias, el derecho de los obispos, el derecho de lasmancomunidades urbanas, el derecho de las guildas, el derecho de todas las corporaciones. Eso es lahistoria. Y eso no se puede eliminar sin violencia.
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de qué actitud tomar, el Emperador ya le ha enviado a los sicarios para eliminarlo. Y
esto es tremendo, porque mientras Wallenstein no está en condiciones de decidir y se
mantiene en la completa indecisión y en la duda, alguien ya ha decidido.
Schiller, con su obra, nos mete en un juego: el juego del tiempo. ¿Qué significa
el juego del tiempo aquí? Significa que Wallenstein no quiere decidir desde su
interioridad, no puede hacerlo, está cortocircuitado. Wallenstein no quiere asumir la
culpa. Wallenstein no quiere asumir la iniciativa de una acción que, por una parte,
rompe con su idea de legitimidad; pero que, al mismo tiempo, de no hacerla, rompe su
idea de necesidad. Ese cortocircuito lo mantiene en la pasividad más absoluta.
¿Qué quiere Wallenstein? Quiere que se produzca lo del horóscopo de Kepler,
esto es, que se produzca la constelación exterior de tal manera que él se vea obligado a
actuar. En términos políticos, esto significa que cede el tiempo a la exterioridad; es
decir, que cede la iniciativa a otros. Él, indeciso, quiere que otro tome la decisión por él,
y ya después él responderá. Si el Emperador realizara alguna acción culpable e ilegítima
contra su “generalísimo”, entonces él, como un resorte (no tanto porque lo ha decidido)
reaccionaría yendo contra el Emperador. Pero no es capaz de que la decisión brote de la
propia estructura de su subjetividad. Y claro, como es natural, el Emperador no ha
producido ninguna orden ilegítima ni piensa generar ninguna orden ilegítima. Por el
contrario, lo que hace es mandar a tres emisarios-sicarios.
Por lo tanto, la clave de la historia es que la iniciativa del Emperador sí está en
condiciones de asumir una acción ilegítima pero bajo la forma completamente ilegítima
de la ilegitimidad, esto es, mediante un crimen privado: el Emperador manda a tres
sicarios que matan a Wallenstein. Mientras Wallenstein estaba esperando una orden
ilegítima de disolver el ejército, lo que le viene encima son tres cuchillos y arrojarlo por
la ventana. De tal manera que (y éste es el punto) el Emperador realiza el mal, asume laculpa, acepta el crimen, acepta la producción de sacrificios para el mantenimiento
mismo de la incapacidad alemana; esto es, el Emperador se convierte en un anti-Teseo:
mata y comete crimen, no para fundar un Estado, sino para impedir la posibilidad de
que Wallenstein pudiera haber cometido una ilegitimidad para fundar un Estado. Desde
este punto de vista, el Emperador comete una acción que no puede ser justificada por
ninguna teodicea. Hegel dice aquí: “la muerte produce muerte”. Y esto le parece
terrible, horrendo, absolutamente intolerable. Y es por ello que en la soledad de su
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escritura, sin testigos, Hegel se muestra conmovido por esta situación. La muerte no es
productora de vida, sino de más muerte.90
¿Qué estructura hay aquí? En el fondo, la estructura de Wallenstein es la
incapacidad de determinada subjetividad para asumir las responsabilidades de la acción
humana y de entender que, cualquiera que sea la actuación, siempre implicará la
conciencia de culpa; esto es, para entender la diferencia radical que existe entre el
proyecto ideal de cualquier acción y su realización, o sea, la desviación radical que
existe entre una cosa y la otra. En un momento determinado, Schiller lleva al personaje
hasta sus últimas consecuencias al obligarle a decir a Wallenstein que no tendrá ni
siquiera una idea clara acerca de su propósito para impedir por todos los medios que
éste pueda ser descubierto.
Ésta es la estructura autodestructiva de la subjetividad, esto es, ser incapaz de
asumir la diferencia entre el propósito y la realización. Esto lleva a Wallenstein a no
identificar siquiera mentalmente su propósito. ¿Por qué? Porque esto ya sería un peligro
de ser comunicado, y, por lo tanto, de ser descubierto, y, por consiguiente, de ser fuente
de culpabilidad. Pero esto es la destrucción de la subjetividad.91
¿Qué consecuencia tiene todo esto? La persona que duda, que no asume
responsabilidades, que no asume la culpabilidad inevitable en toda acción humana,
genera un contra-héroe (que es mucho más importante para Hegel): Piccolomini. Este
contra-héroe es el ayudante de Wallenstein que, cansado de ver dudar a su general, y
viendo la tragedia que se avecina hacia su general92, identificándola, estalla en una
figura que Hegel llamará el alma bella; esto es, la figura de alguien que ante la
comprensión de la estructura corrupta del mundo (corrupta por el general, corrupta por
el emperador), ante la comprensión de esta totalidad de corrupción, de muerte, se lanza
de manera trágica a su propia autodestrucción. Ésta es el alma bella: incapaz dereconciliarse con la realidad, vive únicamente en su certeza de pureza y de inocencia; y,
comprendiendo que no pertenece a este mundo, se lanza contra este mundo en un
choque mortal. Piccolomini muere, militarmente, noblemente, con un puñado de
90 “Vida contra vida; pero sólo la muerte se yergue contra la vida e, ¡increíble!, ¡la muerte vence sobre
la vida! ¡Esto no es trágico, sino espantoso! Desgarra el corazón; ¡imposible salir aliviado de este
espectáculo!”.91
También ocurre así en Hamlet.92 Hay un drama doble aquí: 1) el drama interno de Wallenstein, 2) el drama que se avecina permanentemente hacia él, que viene hacia él.
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seguidores, mas confesando en su propia muerte la impotencia radical del alma bella
para transformar la realidad.
El alma indecisa, moderna, de Wallenstein produce el alma romántica
(completamente anárquica, completamente autodestructiva) del alma bella. Este
cortocircuito de la duda moderna y del hombre romántico tan característico de Alemania
constituye, para Hegel, un organismo de muerte. ¿Por qué? Porque no está en
condiciones de organizar la racionalidad; o sea, el problema de todos estos personajes
(Wallenstein, Piccolomini, Hamlet, etc.) es que son profundamente irracionales. ¿En
qué sentido son profundamente irracionales? En el sentido básico de que no están en
condiciones de comprender que su conciencia es también autoconciencia de otros. Esta
es una frase sacramental, una terminología específicamente hegeliana, pero conviene
darle vueltas. Su conciencia es completamente inseparable de la autoconciencia. O, lo
que es lo mismo: su propia conciencia es completamente paralela a la conciencia de
otros. Por lo tanto, en la propia conciencia de cada uno está íntimamente incorporada la
conciencia de los otros (una conciencia colectiva, una conciencia comunitaria; una
conciencia que es simétrica y externa); y esa conciencia de otros es constitutiva de mi
propia conciencia. Así, si Wallenstein hubiera estado en condiciones de comprender que
no es su problema el de la culpa, el de la responsabilidad, el de la diferencia entre
propósito y realización; que los demás también saben que esto es la conciencia; que esa
conciencia suya de culpa es compartida por todos los que actúan, que es la
autoconciencia de todos; entonces, se habría dado cuenta de que es también el problema
del Emperador.
Por lo tanto, la culpa hermana a todo el mundo, es la estructura de los seres
prácticos, es la estructura de los hombres que actúan. No hay actuación sin culpa (sin
culpa hacia nosotros mismos). Y esto es así en la medida en que siempre estamostraicionando la forma en que hemos identificado nuestro propósito al realizarlo.93 De
esta manera, la historia es historia, es temporalidad, precisamente porque no existe una
realización del deber de forma clara y nítida. Pero esto lo sabe toda conciencia. En
consecuencia, aquí deberíamos haber comprendido que existe una simetría que hubiera
93 Las reflexiones de Weber acerca de la noción intramundana del deber: el hecho de que el deber es unacosa cuando lo vemos y es otra cosa muy diferente cuando lo realizamos en el mundo. Ahí el deber entra
en una dimensión que inexorablemente lo perturba y lo aleja. Es como cuando metes un palo en el agua:la línea recta del deber se quiebra, se desvía. Y esto es completamente necesario al hecho de que el deber y la realidad son dos mundos: 1) el mundo de la idea, 2) el mundo de la materialidad.
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estado en condiciones de decirle a Wallenstein, de darle a conocer lo que se le viene
desde la otra individualidad culpable, ante la cual él es completamente ingenuo,
inocente, miope.
Wallenstein concibe el mundo de manera equivocada: su mundo es uno en el que
las constelaciones externas, materiales, de causas y efectos, vienen a determinarlo a él: y
él, inserto en ese mundo, es el único ser vivo que tiene que tomar una decisión. ¡No!
Esto no es así: el mundo está lleno de decisiones que vienen igualmente contra ti. Por lo
tanto, la cuestión decisiva es que tienes que arriesgar la culpa, porque la culpa es la
estructura común de la humanidad.
Este pensamiento tendrá una repercusión extraordinaria en la novela moderna.
Dostoievski surge exactamente de aquí. Y de aquí surge también este tipo de personajes
de Los hermanos Karamazov.94 Ahora bien, Hegel no quiere quedarse en la situación
en la que todos somos culpables. Es al contrario. Si llegamos a reconocer que la
estructura misma de la acción humana es la de la recíproca culpabilidad, entonces
realmente identificamos el pensamiento de que aquello que nuestra acción pueda tener
de desviación respecto del deber (la distancia entre nuestro propósito y nuestra acción)
está íntimamente forjado por la desviación del deber que debemos suponer en el otro y
que colisiona entre nuestros propósitos y nuestras acciones; esto es, que no es un mundo
natural el que hace que nuestros propósitos y nuestras actuaciones diverjan, sino que es
un mundo moral el que quiebra, por decirlo así, la relación entre nuestros propósitos y
nuestras actuaciones. No son las estrellas y sus efectos, sino el hecho de que otros seres
humanos comparten esta situación. Esto nos otorga conciencia de la superioridad del
mundo moral, común y compartido en tanto seres humanos, sobre la estructura
particular de nuestra propia acción. Y entonces, cuando nos damos cuenta de que la
culpa no es tanto una culpa personal, sino una culpa común, entonces nos damos cuentade que la propia existencia mía, como ser moral (con sus propósitos, sus descarríos, sus
culpas) está íntimamente condicionada por la estructura moral del otro; de tal manera
que estamos en condiciones de pensar no sólo una estructura comunitaria a todos, sino
esencialmente la idea de que nosotros ni siquiera podríamos estar y vernos a nosotros
94 Acordaos de esta sensación de conciencia de culpa por la totalidad de los males de la humanidad quetienen los personajes de Los hermanos Karamazov. Pero acordaos también de la conciencia del granInquisidor de Los hermanos Karamazov, donde el hecho de que funcione “El Gran Inquisidor”, es en el
supuesto de que todos los seres humanos son culpables. Y por eso él mantiene a raya al mundocontrolando la culpabilidad de todos. Este es también el pensamiento de Joseph De Maistre ( Las veladas
de San Petersburgo).
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mismos como propósitos, deberes, realizaciones, acciones… sin los propósitos, deberes,
realizaciones y acciones de los demás.
Esto significa que no somos individuos conscientes más que a través de ser
conscientes de lo que son los otros. Y ésta es la estructura de la racionalidad. La
consecuencia fundamental de esto son dos cosas decisivas:
1) La disposición al perdón (porque la culpa común, culpa compartida, es culpa que
puede ser perdonada); y
2) El hecho de que, en el fondo, nos veamos esencialmente como –y esencialmente-
pensamientos; esto es, que cada uno de nosotros se vea como parte de un mundo moral
(y se tenga que pensar así) cuyo contenido no puede ser identificado al margen del
contenido de los demás, o sea, un mundo moral compartido.
Ambas cosas, perdón y sabernos partes ideales de un todo en el que estamos
completamente interrelacionados, de tal forma que nosotros, en la medida en que somos
una idea, un pensamiento, un propósito, no podemos entenderlo al margen de las ideas,
pensamientos y propósitos de los demás; ambas, digo, imponen una forma de lucha que
ya es completamente diversa; esto es, cuando entendemos la inexorabilidad del perdón y
cuando entendemos que somos, ante todo, pensamientos interrelacionados (esto es,
somos seres racionales), entonces la forma de lucha de la que venimos queda
absolutamente transformada. Los seres humanos no se enfrentan entre sí de la misma
manera cuando saben que han de perdonar 95 que cuando se enfrentan como si fueran
dioses absolutos. Y, según Hegel, ésta es la enorme conquista histórica que ha
producido el cristianismo. Esto es el paso de la tragedia antigua a la forma de vida que
debería ser específica de los pueblos cristianos. ¿Por qué? Porque el cristianismo ha sido
la manera como se ha introducido en el mundo la conciencia de la inexorabilidad del
perdón entre los seres humanos. Y esto es el camino sensible, afectivo, para identificar la necesidad de que los seres humanos vienen constituidos, necesitan de la alteridad, de
la autoconciencia de los otros, para ser ellos mismos. No es una necesidad de perdonar
por un efluvio de una voluntad, sino que es la necesidad de seguir vivos siendo cada uno
lo que es.
En definitiva, el perdón no es la manifestación de una irracionalidad, no es la
manifestación de algo que podemos o no podemos hacer, de algo que está en nuestro
95 Y cuando saben que, en el fondo, acerca de lo que tienen que aclararse es sobre aquellos pensamientosque los constituyen interrelacionados con los pensamientos de los otros.
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arbitrio, sino que es la estructura misma de la racionalidad humana en la medida en que
mantenga viva la conciencia de que lo que uno es, es inseparable de lo que son los otros;
esto es, de que hay un mundo de pensamientos. Esto obliga a que ninguno de nosotros
se vea como encarnando a un dios pagano. Y es que, en efecto, los dioses paganos se
ponen una máscara de lucha a muerte, hasta el final, de enfrentamiento eterno, de verse
a sí mismos como una potencia, como una pasión, como un sentimiento autorreferencial
(que no comparte con ningún otro organismo racional); así por ejemplo, Atenea lucha
contra Neptuno: son potencias cada una de las cuales reinan en un fragmento de la
realidad que no reconoce al otro fragmento de la realidad.
En este sentido, Hegel afirma que el dios cristiano nos obliga a quitarnos la
máscara de esos dioses por los que se puede dar la vida; es decir, de esos dioses que
generan permanentemente un mal irreconciliable. Esos dioses han muerto justo cuando
uno de esos dioses ha venido a representar la muerte. Cristo es, así, interpretado como el
último de los dioses paganos que, al representar su propia muerte, elimina la posibilidad
de que los dioses paganos sobrevivan. Y así nos muestra, en la potencia específicamente
divina del perdón, el camino de una racionalidad diversa.
Este dios nuevo que obliga a quitarse la máscara a los dioses antiguos, que
obliga a que los seres humanos no se vean como encarnaciones de esos dioses antiguos
por los que se puede dar la vida y la muerte, sino que se incorpore permanentemente la
idea del perdón, obliga a hacer de la comedia (Maquiavelo de nuevo) la forma
característica en que los seres humanos se relacionan con las potencias divinas en la
modernidad. La ironía ante un dios que pide demasiado (o sea, que pide una entrega
completa, a muerte, una entrega dionisíaca radical) consiste en plantear que esa forma
de actuación trágica sería una forma desesperada, una forma sin teodicea, sin capacidad
de construir perdón, sin capacidad de mantener la vida interrelacionada de los seres
humanos.De este modo, lo que organizamos es la comprensión de la prioridad de la
comunidad universal como comunidad racional sobre las actuaciones concretas que
podamos tener en el curso del tiempo. Lo que hace el cristianismo es otorgar una
estructura nueva de teodicea a la historia humana. Pero es una teodicea completamente
nueva, inmanente, completamente alejada de la teodicea de Leibniz, donde el ser
humano ya no es un forense que juzga a Dios acerca de la competencia de la creación,
acerca de la competencia de su justicia, acerca de la relación de Dios con un mal que esuna exterioridad a Dios. Hegel ha cambiado las cosas: en la medida en que se produzca
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el perdón96, el mal ya no es una potencia externa al tiempo (o a ese Dios que se
construye en el tiempo), sino que el mal forma parte de la vida misma de la historia,
forma parte de la vida misma de dios, en suma, el mal es interno a Dios. Pero el mal
siempre acaba por la mediación. El mal es interno al Dios cristiano. El mal es sólo el
camino hacia la reconciliación mediante el perdón.
Por lo tanto, el mal es interno al dios cristiano pero, por ser el dios cristiano, hay
una garantía de que se va a incorporar a la positividad del bien en la medida en que a
través del perdón configuramos una comprensión racional de la comunidad de los seres
humanos. En consecuencia, la teodicea está garantizada desde el momento en que el
perdón tiene la última palabra, puesto que hace de la escisión, de la culpa, de la
responsabilidad, sólo un camino para la refundación de una comunidad más
autoconsciente en la que, aquellos que forman parte de la misma, ya se han curado de
determinada violencia, se han curado de determinada culpa, y se comprenden
interrelacionados de forma autoconsciente. Esta visión de las cosas es la que Hegel
proyecta en su filosofía de la historia. Por eso no puede entenderse más que como
filosofía de la historia cristiana. Un pagano no puede entender esta filosofía de la
historia, ni un confucionista. Vemos, pues, aquí la estructura del eurocentrismo
hegeliano. Sólo los cristianos, pues, tienen filosofía de la historia, porque sólo ellos han
producido un Dios que recibe el crimen absoluto y pueden perdonar de forma absoluta.
Esto no es el dios de Alá ni el dios de Israel. Es específicamente el Dios cristiano. Por
eso puede decir Hegel que sólo donde hay cristianismo hay filosofía de la historia.97
96
El punto último es el que transforma todo lo anterior.97 Carlo Ginzburg dirá que sólo donde hay cristianismo hay historia, propiamente dicha, en el sentidoespecífico.
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26 / XI / 2010
Lo que nos interesa de la evolución de Hegel no es tanto la peripecia, sino el
hecho de que esa peripecia produce experiencia.
El primer texto que hoy vamos a trabajar está íntimamente relacionado con la
forma en que la tragedia se supera. La superación de la forma trágica es muy importante
en el escenario de la época porque, desde cierto punto de vista, en la tragedia, o en la
forma de superación de la tragedia, la propia época se percibe a sí misma como
condenada o salvada.
Desde cierto punto de vista, la literatura ha contribuido más que ninguna otra
producción intelectual a lo que podemos llamar una filosofía de la historia. En
muchísimas ocasiones, la literatura ha sido la manera en que la propia época se ha
caracterizado a sí misma, ha caracterizado sus ideales, ha caracterizado sus propios
problemas. Hegel, y ésta es su hazaña intelectual en su relación con Goethe, han
superado la forma trágica, o aspiran a superar la forma trágica. Esto era una aspiración
consciente para ellos, y estaba íntimamente relacionada con lo que dijimos al principio
de las clases, esto es, con la estructura misma del panteísmo.98
El panteísmo spinoziano no podía fundar una tragedia. Si el mundo forma parte
de Dios, internamente es inviable que se genere una tragedia. Siempre existe la
posibilidad de que la forma trágica sea superada por la propia potencia de la vida. Esto
generó, naturalmente, toda una tradición alemana que conecta directamente con la II
Guerra Mundial. Cuando C. Schmitt reflexione sobre lo que ha pasado, dirá que su
generación ya no pertenecía a la época de Hegel, esto es, su generación ya no estaba
atravesada por la forma resolutoria del conflicto que Hegel había propuesto, sino que
estaba atravesada por la forma trágica que había expuesto Herder.
La época de Hegel, y su socio Goethe (que siempre se vieron como el par
intelectual), tenía como aspiración superar la forma trágica, porque, en el fondo,entendían que la comprensión cultural profunda del cristianismo ya había agotado el
sentido de la tragedia. Había sólo una tragedia, una tragedia arquetípica, la tragedia de
Cristo, pero todo lo demás no podía ser ya una tragedia. Justamente, el elemento por el
que se disolvía la forma trágica era la capacidad de perdón. Si nosotros vemos todas las
tragedia de Schiller, comprendemos que los seres humanos que viven en la tragedia, que
98
Se refiere a la polémica del panteísmo, que constituyó el hilo conductor de la presentación del curso.De estas clases, consagradas a la entrevista que mantuvo Lessing con Jacobi en 1780, no haytranscripciones.
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padecen la tragedia, no están en condiciones, jamás, de producir perdón, y no están en
condiciones de hacerlo (éste es el punto decisivo) porque no pueden distanciarse de su
propia pulsionalidad, esto es, no pueden reflexionar. Hay como una pulsión
incontrolable99 que les impide tomar distancias acerca de ellos mismos, y por lo tanto,
les impide verse desde fuera, y les impide ver en ellos, desde fuera, aquello que es lo
universal humano. Están tan apegados a su propio problema, como si el propio
problema fuera el problema absoluto del mundo, que no tienen espacio para mirarse
desde fuera y comprender el argumento básico de toda comedia: tú eres igual que yo, tu
problema es tan pequeño, o tan grande, como el mío; si eres sensible a tu problema, sé
sensible al mío. Esa forma cómica que consiste en ponernos en un espejo
permanentemente, en mostrarnos que nuestro absoluto y grandioso problema es tan
pequeño como el de cualquier otro ser humano, el hombre atravesado por la pulsión
absoluta no puede entenderlo.100
Pero, ¡ojo!, esto (nota al pie) no es sentimental, no es el cristianismo de la Edad
Media, franciscano, donde el ser humano vive completamente atravesado por la imagen
de la Pasión de Cristo y de esa manera incorpora un sufrimiento mimético, imaginario.
No. El punto es éste: la comedia, para que sea tal (esto es, para que hermane a los seres
humanos, para que nos haga iguales), tiene que atravesar la tragedia.
Puede sonar extraño hablar del cristianismo como una religión irónica, como una
religión de comedia. Pero en modo alguno. Tenemos una imagen completamente
distorsionada del cristianismo. Para Erasmo, por ejemplo, Cristo es el Dios que ríe, el
Dios ridente. De ahí la profunda aspiración de Erasmo a vincular a Cristo con la sátira.
Hay un epicureísmo profundo por debajo de Erasmo, y desde luego una incorporación
de las formas de la comedia. Éste, el erasmiano, es una cristianismo verdaderamente
muy democrático, con una capacidad de impugnar toda pretensión de hombre con problemas absolutos.
99 Por eso Freud fue un estudioso permanente de Schiller.100 Lubitsch, Ser o no ser . Lubitsch está en condiciones de introducir en la tragedia la comedia al proponer el doble de Hitler. La mímesis, la imitación, la capacidad que tiene el otro de decir: “es que si nos
pinchan, ¿no sangramos?, si nos ahogan, ¿no sufrimos?, etc.”. Esa escena magistral, lessingiana, culmende la tragedia intelectual alemana, muestra literalmente al gran hombre (gran hombre que a su vez es una
mímesis, una farsa) que los problemas del más pequeño de los seres humanos son tan poderosos y tan propiedad de lo común que los problemas del gran hombre. Y esto, dice Hegel, es estructuralmentecristiano.
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El leteo del mundo subterráneo en la muerte o el leteo del mundo superior como
absolución. La absolución produce, desde cierto punto de vista, un olvido, pero no la
muerte: salva algo de la muerte, trasciende algo. Pero, ¿qué se olvida?
“…pero no [es el leteo] de la culpa [o sea, no olvida la culpa] –pues la
conciencia, porque ha actuado, no puede negarla-, sino del crimen y su
apaciguamiento expiatorio”. 102
No se olvida la culpa: ha producido una interioridad. En las tragedias griegas
vemos a los personajes estáticos, como mirando ya la muerte a la que van en un éxtasis,
sin interioridad, sin capacidad de reflexión, sino que parecen atraídos por la propia
resolución del conflicto;103 el héroe griego está estáticamente fijo en su papel, que se lo
representa como una exterioridad exigente y divina, a la que, en cierto modo, no puede
oponerle ninguna resistencia. Está dominado por una imagen apolínea que, en su
plasticidad, en su presencia, en su brillo, hace que toda la interioridad del ser humano
esté ahí. En la tragedia cristiana no es así. En la tragedia cristiana se produce la
absolución, y genera interioridad , esto es: justo lo que hay después del crimen es
interioridad, es culpa, es recuerdo. Esto, desde cierto punto de vista, es un olvido que no
es de la culpa. La culpa se mantiene después, se salva después. Es olvido del crimen y
de su apaciguamiento expiatorio. Lo que se olvida es el crimen.
¿Qué significa que la culpa no se olvida, y el crimen se olvida? Que el crimen se
olvide significa que no actúa, no produce exigencias en aquellos que han sido
perjudicados por el crimen. No reclama compensaciones, no reclama venganza, no
reclama, en tanto crimen, satisfacción ni por la víctima ni por aquellos cercanos a la
víctima. Ésa es la absolución. Pero sí que reclama una transformación de la
subjetividad, sí que reclama el reconocimiento de una culpa.Hegel, desde este punto de vista, es de una actualidad extraordinaria en relación
con todo lo que se ha llamado la “justicia transicional”: estos pueblos que han
atravesado épocas dominadas por el crimen y que tienen que llegar a épocas
caracterizadas por la reconciliación. Esto es decisivo, porque no se exige, para esta
reconciliación en una comunidad, que el crimen sea recordado. No se exige la
102
El texto, continuación del anterior, está citado por Villacañas en la p. 92.103 Lukács decía que el héroe trágico griego lleva, con sus manos, a lo largo de toda la tragedia, la cabezaen una bandeja. Éste es el héroe griego.
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compensación, la justicia fiscal, por así decir. Lo que se exige es que se produzca una
alteración en la interioridad como culpa. La culpa, el reconocimiento de culpa, sí que es
una exigencia, pero una exigencia cómica. Éste es el punto. Cómico significa, aquí, no
“de risa”, sino que es una culpa compartida, una culpa que también tiene la dimensión
del tu quoque, una culpa que, en el fondo, nos permite seguir viviendo, cada uno con
nuestra interioridad, pero sabiendo que la otra interioridad es también una interioridad
dolida.104
El segundo texto que nos ocupa, en esa misma página, ya es en cierto modo el
final de la Fenomenología del espíritu, es su punto final: “La Religión absoluta”. Si os
dais cuenta, lo que viene a decir es que los seres humanos, una vez que se produce este
reconocimiento de culpa, ya no se ven como completamente dominados por un dios
externo, por un daimon que no pueden alterar, sino que se ven, todos ellos a la vez,
como seres humanos en los que existe, por el hecho de ser humanos, una dimensión
divina: no es que el dios te invade, no es que el dios te exige la representación, o te
domina mediante esa ocupación completamente impulsiva, incontrolable. Es que, en
todo ser humano, por esencia humana (como diría Hamann), es algo divino.
“Este hacerse hombre de la esencia divina, que tiene esencial e
inmediatamente la figura de la autoconciencia, es el contenido simple de
la religión absoluta”.
104 Ésta es la equivocación más grande, a mi modo de ver, que hemos padecido los españoles en losúltimos años en relación con la memoria histórica. Aquí se ha perdido de vista que la estructura de lareconciliación que tiene lugar en el `78 era mucho más hegeliana que forense o judicial, y era másapropiada normativamente, tenía más elevación moral, que lo que posteriormente se ha inventado y hadominado la opinión pública de una manera incomprensible. La Transición se hace sobre la base delreconocimiento de que los dos bandos estaban equivocados, esto es, no de que los dos bandos eran
legítimos, sino de que moralmente los dos bandos eran culpables. Y justo por esa recíproca culpabilidad,el crimen era olvidado, pero el crimen, no la culpa. Por eso, se llegaba al “apaciguamiento expiatorio”, nose exigían compensaciones fiscales un bando al otro, porque se suponía, cómicamente, que los dos sehabían equivocado, esto es, que la estructura de la culpa era recíproca, era de igual intensidad. Más tarde,se ha transformado paulatinamente la cuestión conforme a la estructura de que un bando era legítimo y elotro no. Esto nos ha llevado a confusiones morales graves, a erosionar lo que a mí me parece que es la
base última de la constitución, a saber: que el acto fundador de la constitución no tenía necesidad deantecedentes legítimos. No era heredero de nada, sino un proyecto constituyente, y por lo tanto, no podíareducirse a ser el enlace con otra época histórica. Quizá, el problema fundamental fue que,inmediatamente después de decir esto, el Estado español sí que tenía que haber hecho un reconocimientogeneral de todas las víctimas, o un ejercicio de memoria que debía haber sido un ejercicio del recuerdo dela culpa común, y no se hizo. Esto fue una chapuza de los años de la transición, que, al no haberse hecho
bien, ha dado lugar a un cambio cualitativo de interpretación. Esto es lo que estamos recavando en estos
momentos como elemento trágico de la vida española: entramos en la peor de las crisis que hayamosvivido en los últimos 50 o 60 años, y tenemos un país dividido, un país que, hegelianamente, no tieneestructura moral, estructura comunitaria.
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El contenido simple de la religión absoluta no es solamente que yo tengo una
esencia divina. Esto no es la autoconciencia, no es racional, pues, como dijimos, lo
racional siempre es que aquello que yo pienso de mí, inexorablemente tengo que
pensarlo de todos. Esto es lo racional. Esto es, que aquella autoconciencia mía sólo es
autoconciencia en la medida en que también la proyecto como una autoconciencia de
los otros. Por lo tanto, no se trata de que yo, como ser humano, estoy ocupado por una
esencia divina. Se trata de que eso, que yo comprendo en mí como autoconciencia,
también la hago la autoconciencia de los demás. Y eso es la religión absoluta, que para
Hegel es, obviamente, el cristianismo. Es una religión del género humano (Lessing), es
una religión universal, pero es una religión que permite, permanentemente, lo concreto,
porque hace que todo ser humano reconozca que para ser autoconsciente tiene que estar
en relación permanente con otros seres autoconscientes. Por lo tanto, aquello que
constituye tu dimensión individual (autoconciencia) es, justamente también, lo más
social, aquello que compartimos de manera básica todos.
Y éste ya es, como es obvio, un dios comunitario, un dios compartido, un dios
que se refracta en cada uno de los seres humanos como una comunidad de espíritu, esto
es, de interioridad, de algo producido por la culpa como el elemento fundamental, que
nos cura. Esto es, la interioridad, la conciencia individual, es verdadera si y sólo si ha
transformado nuestra subjetividad, de tal modo que ha eliminado el dominio de la
pulsión sobre nosotros. Si no, no hay conciencia de culpa. Conciencia de culpa es,
efectivamente, una dimensión moral que está implicada de forma radical en el
autocontrol de aquello que nos llevó a la culpa. Si no, no es conciencia de culpa.
Desde este punto de vista, transforma la subjetividad en una subjetividad no
pulsional. La responsabilidad no es nada que obedezca a una grave reflexión. Es antes
que eso. No es, en este sentido, una responsabilidad weberiana implicada en un juego de
medios y fines. Es, antes bien, una forma subjetiva que no cede nunca hacia el impulso,no cede nunca hacia aquello que recuerda como culpa justamente en cuanto forma de
actuar que le llevó al crimen, aunque no se acuerde del crimen. Es una subjetividad
reflexiva, comunitaria, pues esto es lo mismo que negar la pulsión: negar la pulsión es
sentir que no estamos solos. Eso es negar la pulsión, incluso freudianamente: cuando
una persona se comporta pulsionalmente nos asusta, porque es como si no estuviéramos
allí, como si para él no fuéramos nadie. Esto era para Hegel algo así como una
emergencia de la naturaleza animal en el ser humano, algo ajeno a toda posibilidad decontrol, y eso es lo que se transforma realmente con la exigencia de una fe comunitaria.
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Esto es lo que le permite a Hegel decir que el mal se puede transformar en bien,
lo que le permite decir a Hegel que podemos aprender del mal si lo recordamos,
obviamente, y si lo recordamos como culpa, no como crimen (pues entonces no
hacemos sino rodar la maldición trágica al modo griego).105 Si se produce la conciencia
de culpa, el mal se puede convertir en bien, se puede superar, podemos generar, en ese
centro de la tierra, una noción de religión comunitaria, esto es, de saber que cada cosa
que a nosotros nos pasa, le pasa permanentemente a otro igual que nosotros.
Vayamos al texto que resume todo esto. La frase especulativa es, como siempre,
la frase mágica de Hegel. Y como casi siempre, tiene como sujeto la vida, la noción de
vida procedente de ese panteísmo spinoziano atravesado por Goethe que hace que la
vida sea la unidad inmediata de Dios. La vida, como tal, es la unidad inmediata de Dios.
La religión absoluta es la unidad mediada de Dios, esto es, es la unidad autoconsciente
de dios: la vida como un dios consciente de sí (de esto hablábamos al principio del curso
explicando a Fichte); la religión cristiana es un dios que se derrama en toda la vida
consciente de sí. Pero lo más importante de eso es la mediación.
“La vida no puede ser considerada sólo como reunificación, como
relación, sino que tiene que serlo al mismo tiempo como contraposición.
La vida es la vinculación de la vinculación y la no vinculación”. 106
Ésta es la frase mágica. El sistema es la unidad de la unidad y la diferencia. Es
exactamente lo mismo. ¿Qué significa esto? La vida es unidad, pero es unidad que pasa
a través de la diferencia, a través del conflicto, a través de la muerte. No hay forma de
llegar a la comedia sin pasar por la tragedia. Esa tragedia es la escisión, la
contradicción, el conflicto, la lucha, la muerte, el crimen… Pero es, al mismo tiempo,
reflexionar sobre aquello que de sentido tenía esa lucha para quedarnos, no con la lucha,
105 El inicio de El Padrino II , cuando recuerda su vida familiar: la cadena de muertes, la cadena decrímenes que constituyen la forma de vida de la mafia. Una cadena de crímenes permanente que noincorpora la conciencia de culpa, que no sabe de eso. Es un resorte que exige nuevos sacrificios,expiación, venganza. Por eso, eso se cierra en El Padrino III , en la escena de la confesión. Luciani,
posterior Juan Pablo I, rompe una piedra, y dice: “Mire esta piedra. Estuvo en el agua mucho tiempo, peroel agua no la ha penetrado. Mire. Totalmente seca. Lo mismo pasa con los europeos. Por siglos han estadosumergidos en la cristiandad, pero Cristo no los penetró. Cristo no vive en ellos”. Eso es lo que le estádiciendo al mafioso: tú no sabes lo que ha sido el apaciguamiento de la expiación. La mafia tiene unaestructura según la que la expiación no puede ser apaciguada. Esto es una forma de subjetividad que noestá en condiciones de interiorizar la conciencia de culpa, y no está por tanto en condiciones de identificar
ese primer momento, esa primera señal, de cuando todo el mecanismo psíquico de la pulsión se derrama,ya de forma incontrolable.106 P. 98.
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Aparte de ese movimiento, Hegel hace otra serie de movimientos en estos años
(en torno a 1810), hasta que llegue a Berlín en 1820. Durante esos largos diez años,
organiza los primeros borradores, los primeros desarrollos de la Ciencia de la lógica. La
ciencia de la lógica es un movimiento de mayor abstracción que la Fenomenología o
que el sistema de Jena, y consiste en exponer el mismo movimiento que la
Fenomenología, pero al margen de toda relación con la historia del pensamiento. En la
Fenomenología, había mostrado cómo todas las posiciones importantes de la filosofía
tenían un hilo conductor histórico, tenían una razón de ser a lo largo de la historia.
Ahora, imaginaos que olvidamos esta concreción histórica, y nos quedamos sólo con las
categorías que hemos configurado. Pasamos, vg., desde la existencia sensible de los
primeros griegos, vamos hacia el escepticismo, después entramos en la sofística, el
escepticismo socrático hasta la Idea platónica, de ahí a Aristóteles, a la configuración de
la sustancia orgánica… En lugar de hacer este recorrido, digo, que extrae lo más
importante de cada filosofía, imaginaos que decimos: allí donde hablábamos de la
percepción griega, hablamos del ser; allí donde hablábamos de escepticismo, hablamos
de ese ser que, en la medida en que puede ser sólo percepción, puede ser completamente
diverso en cada uno de nosotros, y por lo tanto, no estamos en condiciones de decir nada
concreto de ese ser, y así, hablamos del concepto de nada; si en lugar de los sofistas,
hablamos de devenir, entonces recogemos única y exclusivamente el continuo decir de
los seres como percepción que, a su vez, puede ser un engaño, una ficción, una
percepción falsa, esto es, una nada, y entonces hablamos, en lugar de sofística, del
movimiento permanente del ser a la nada.
Esto es, en lugar de estar hablando de movimientos históricos, hablamos
exclusivamente de movimientos conceptuales. Eso es la Ciencia de la lógica. Pero la
estructura es la misma que la de la Fenomenología del espíritu, de tal modo que, cuando
Hegel pasa de la Lógica del ser a la Lógica de la esencia y a la Lógica del concepto, para acabar en la Idea, en el fondo está haciendo más o menos la misma evolución de la
sociedad occidental hacia su absoluta autoconciencia. Así, de la misma manera que ha
acabado la Fenomenología diciendo que el ser humano en tanto ser humano siempre, en
su identidad, es algo configurado por la conciencia de los demás, esto es, la
imposibilidad de que el ser humano sea algo originario, inmediato, sino que es el
sencillas… Estos textos están editados y traducidos. Son fascinantes, porque muestran, por una parte, la
humildad de Hegel (ocupado en educar a personas de trece y catorce años), y, por otra, la resistencia delfilósofo de exponer su filosofía para gente de trece años, esto es, de no renunciar al contenido racionalúltimo de su filosofía.
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contenido autoconsciente forjado por unas relaciones sociales y humanas concretas e
históricas, igual va a decir la Ciencia de la lógica que el mundo no es nada inmediato,
sino que el mundo, la realidad, es la evolución de las teorías de la realidad, y que la
realidad es el concepto a partir del cual hablamos de la realidad, que a su vez solamente
es explicable a partir de los conceptos anteriores que ha habido de la realidad. En suma,
que no existe abordar la realidad por la realidad, sino únicamente por la teoría de hoy,
pero que cualquier teoría de la realidad es siempre el resultado último de la evolución de
las teorías de la realidad. Esa teoría que dice que la realidad es siempre una teoría para
llegar a la cual hemos tenido que pasar a través de todas las teorías de la realidad, ésa es
la teoría absoluta. En el fondo, es un proceso reflexivo de mayor nivel. Desde este punto
de vista, Hegel es el elemento central de todo lo que se ha llamado el nuevo
materialismo, o de lo que se ha llamado constructivismo (la realidad es un conjunto de
conceptos que, a su vez, para encontrar su sentido y su lógica, tenemos que analizar
cuáles han sido las contradicciones de la anterior teoría para llegar a ella)…108
Este Hegel es, evidentemente, enormemente especulativo. No nos interesa. Pero
sí que me interesa rescatar este sentido fundamental acerca de la necesidad de teoría
para hablar de la realidad, que es algo más que la estructura trascendental kantiana.
Porque la estructura trascendental kantiana, lo que decía es: efectivamente, así las
categorías (esto es, así las dimensiones subjetivas), así el objeto. Por lo tanto, Kant
había hecho ya un constructivismo: son los conceptos los que configuran el objeto de la
realidad. Pero Hegel no dice que exista una subjetividad trascendental única, con una
serie de categorías únicas, que, comunes a toda la especie humana, para todos los
tiempos, proyectan la forma de la realidad. Lo que Hegel dice es que la realidad es, no
aparato trascendental, sino teoría concreta. Y eso significa, esencialmente, que es teoría
que resuelve los problemas de otra teoría. No teoría que resuelve los problemas de la
realidad. Conectar con la realidad de forma inmediata no lo hacemos nunca; lo hacemosa través de las contradicciones y de los problemas que una teoría de la realidad tiene. Y
saber esto es el saber absoluto, porque es orientarnos esencialmente a destacar los
problemas y contradicciones de nuestra teoría, no a pensar ilusamente que estamos en
condiciones de mirar la realidad en su desnuda inmediatez. Lo que significa esto es que
no hay ciencia sin la historia concreta de la razón, que no podemos entender ni mejorar
las prestaciones de un discurso científico sin saber los problemas teóricos a los que da
108 Estamos hablando, como vemos, prácticamente de Kuhn. Bueno, también Kuhn ha sido caracterizadocomo un hegeliano, un teórico de Hegel.
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solución, porque a esos problemas teóricos da solución, no a la realidad. Y por lo tanto,
los problemas teóricos de cualquier ciencia, no son problemas absolutos, sino
históricamente condicionados por el propio desarrollo interno de las ciencias.
Y esto sucede para todos los saberes. Y esto que sucede para todos los saberes es
un saber de escala superior, es un saber que Hegel llama absoluto.
Como digo, estas posiciones hegelianas nadie está en condiciones hoy de
refutarlas o desconocerlas. Se han convertido en el sentido común de la ciencia, en
funciones operativas, y han pasado a la vida con esa estructura no especulativa que le da
el sentido común. A nosotros, lo que nos interesa, desde este punto de vista, de este
período, es, por el contrario, un movimiento diferente. No éste que va de los hallazgos
de la Fenomenología hacia un nivel superior de abstracción, sino este que va de estos
hallazgos conceptuales a, de nuevo, la realidad, la realidad de la época, porque aquí, en
esa realidad, se vuelve a poner en tensión, ganando permanentemente nuevos
significados, produciendo experiencias (en el sentido hegeliano) intensas… Y aquí es de
una cierta importancia las reflexiones de Hegel sobre el reino de Württemberg.
Hegel nace en Stuttgart. Justo cuando Napoleón empieza a retroceder, recibe una
ampliación de territorios, se recompone el reino, integrando, el antiguo Ducado de
Württemberg, nuevos territorios que le dan una mayor verosimilitud histórica. Este
Hegel, que reflexiona hacia 1810 acerca de la política, acerca de lo que significa el
Estado, en esos momentos, me parece especialmente relevante, porque va a determinar,
en cierto modo, toda su propuesta de lo que debe ser un Estado (ya en Berlín) al hilo de
lo que va a ser su experiencia en relación con esta temática.
Para situar esta temática adecuadamente tenemos que tener en cuenta que, en la
misma época, Fichte había publicado una obra de una relevancia histórica incalculable:
los Discursos a la nación alemana. Los Discursos constituyen la primera manifestaciónde lo que podemos llamar el nacionalismo político alemán, no así del nacionalismo
cultural alemán. Esto, el nacionalismo cultural, es una cosa que debemos a Herder,
fundamentalmente, y a Humboldt, mientras que el nacionalismo político alemán es una
cosa que debemos a Fichte. La diferencia fundamental reside en que el nacionalismo
cultural es perfectamente compatible con los pequeños Estados alemanes, no altera el
status quo de los Estados alemanes. Desde ese punto de vista, Hegel desprecia el
nacionalismo cultural herderiano. En el fondo, lo que requiere el nacionalismo culturales la capacidad básica de que cada unidad, sea cual sea, esté en condiciones de
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expresarse de una manera completamente creativa. Esto no exige ningún tipo de
articulación institucional o política. Es, únicamente, casi una exigencia del propio
lenguaje. El lenguaje está asegurado en la propia estructura creadora del ser humano, no
requiere nada más. Como podéis suponer, esto permite la reconciliación con el dialecto.
En definitiva, el romanticismo de Herder es eso.109 El lenguaje constituye la estructura
misma de un determinado grupo humano, y eleva a ese grupo humano, en tanto que
portador de lenguaje, a una dimensión de la realidad esencial del mundo; esto es, en
términos panteístas (que es en los que habla Herder), el hecho de que un grupo sea
portador de un lenguaje es expresión de Dios, y por lo tanto, dimensión eterna del
género humano, y así, es una obligación religiosa, para Herder,110 mantener ese
lenguaje, porque es el depósito expreso de Dios aquí, en esta zona de la tierra, en esta
naturaleza concreta. Esto hace que la unificación de los dialectos sea una consecuencia
indeseable para Herder y para el romanticismo. De ahí una de las operaciones básicas
del romanticismo: potenciar las expresiones populares.
Fichte, evidentemente, ya está en otro sitio, está en el sitio en que Europa ya ha
conocido la expansión napoleónica, esto es, ha conocido una dimensión
homogeneizadora, unificadora, organizadora. Fichte sabe que emo contra deum nisi
deus ipse (“Nada contra un dios si no otro dios”). ¿Qué puede oponer Alemania a
Napoleón? Ésta es la cuestión decisiva. Y, como es evidente, Alemania sólo puede
oponer una República de los alemanes, dice Fichte.111
El planteamiento fichteano, como digo, es aquí: ¿qué podemos oponer a
Napoleón? Hay que decir que Fichte hace esta pregunta confesando la envidia que tiene
hacia España. España se ha podido levantar, en 1811, contra Napoleón, mientras que los
alemanes no han estado en condiciones de generar un movimiento espontáneo contra la
invasión.112 A la postre, los propios Discursos a la nación alemana son un manifiesto
para la configuración de una guerrilla, de una milicia, en la medida en que los señores,los príncipes (recordad a Hegel), no han estado en condiciones de hacer nada parecido.
Ahora bien, el problema es que Hegel quiere responder a Fichte, a este Fichte
naturalista, quien, en el fondo, es una síntesis muy peculiar de Herder y de ir más allá de
Herder. ¿Por qué? Porque, desde cierto punto de vista, lo que constituye las unidades
109 Herder es un héroe cultural del nacionalismo vasco.110 Como, claro está, para Sabino Arana.111 Esto no está desarrollado en La filosofía del idealismo alemán. Os remito a La nación y la guerra. (El
libro está en Internet).112 Hay un grabado muy bonito que representa a Fichte portando una espada y el tricornio oficial delEjército popular mientras da clase.
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políticas sigue siendo los idiomas, pero no los idiomas culturalmente connotados en
tanto que expresiones concretas de un fragmento de la realidad, sino los idiomas en
tanto que formas específicas de expresar lo universal. Esto es, frente a Herder, la forma
específica en que lo concreto es concreto, en que se expresa como concreto (el lenguaje
es casi una dimensión animal, pues es una imitación de las realidades naturales que nos
rodean)…113 Naturalmente, Fichte cree que el lenguaje es una expresión del logos, una
expresión de universalidad, no de una naturaleza concreta en contacto concreto con el
cuerpo concreto, sino, esencialmente, expresión de una forma específica de mirar lo
universal humano. Pero eso, esa forma específica de mirar lo universal humano, se
expresa en diversas estructuras; esto es, aquello que, vg., el ser humano tiene como
dignidad no se ve igual en alemán que en los lenguajes latinos.114 Los latinos tienen del
ser humano una noción de dignidad que está íntimamente relacionada con el derecho,
con el derecho de propiedad, con el derecho formal. Así, el ser humano es digno en la
medida en que es sujeto de derechos, y es digno y sujeto de derechos en la medida en
que el tribunal se los reconoce. De ahí que la religión latina, romana, sea –dice Fichte–
una religión jurídica, una estructura de sacramento que en el fondo es parte de la vida
jurídica de la comunidad: la inscripción en el acta de ciudadanía del católico es el
bautizo, la inscripción en la mayoría de edad es la confirmación, etc. Pero éstos son
actos jurídicos, porque la latinidad es Roma, es el derecho, tiene una forma del ser
humano diseñada desde la simetría del estamento del derecho. Es una sociedad
administrada, dice Fichte. Pero los germanos no son eso. Los germanos (Lutero) han
pasado por la interioridad, por la subjetividad, esto es, tienen una noción de dignidad
que ningún tribunal le concede al ser humano, sino que le viene concedida por su propia
dimensión de autoconciencia. Esto es, están anclados en un concepto de libertad
diferente, autónoma, originaria en todo ser humano.
No se trata, pues, del pequeño lenguaje, que expresa poéticamente el mundo,sino del gran lenguaje que expresa universalmente el derecho y el sentido de la dignidad
humana, y que, por lo tanto, organiza la comunidad política de otra manera. Y esto son
unidades políticas que no pueden mezclarse, no pueden reunificarse, sintetizarse. Tienen
que mantenerse separadas, y ello de tal manera que podemos decir que lo que hace
Fichte aquí, en 1808, es completar lo que había establecido del Estado comercial
113 Los pueblos han aprendido el lenguaje según han escuchado el viento, o el río, o los sonidos
dominantes de esa parte de la naturaleza (los árboles, la nieve…). El lenguaje humano es onomatopéyico,es mimético del lenguaje natural, y por lo tanto, el hombre lo ha aprendido de su contexto natural.114 El discurso fichteano se parece mucho al del Heidegger del Parménides (1942).
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cerrado, completarlo, digo, culturalmente: los Estados tienen que ser cerrados sobre sí
mismos desde el punto de vista económico, pero también desde el punto de vista
lingüístico y cultural. No puede haber Estados con diferentes lenguajes. Tiene que haber
una forma espiritual homogénea, lingüísticamente homogénea, para poder vivir
políticamente de forma común.
Esto tiene todas las ambigüedades que podéis imaginar que tenía el Estado
comercial cerrado. Ya vimos que no era fácil identificar las fronteras del Estado
comercial cerrado: ¿cuáles eran las fronteras para que el Estado sea autosuficiente? Esto
dependerá mucho de las exigencias económicas de ese Estado. Esa ambigüedad del
Lebensraum (la palabra la emplea el propio Fichte) es clarísima. Pero le sucede lo
mismo con el idioma: ¿hasta dónde llegan las fronteras de un idioma?, o ¿hasta dónde
deben llegar?
Lo que es claro, dice Fichte, es que los latinos y los alemanes no se pueden
confundir. Arminio sigue siendo un mojón importante (o insuperable). Pero –dice
Fichte– tampoco se pueden mezclar con los eslavos.
(Parece, verdaderamente, que Fichte no está más que elucubrando. Sin embargo,
en realidad está haciendo prospectiva de lo que va a ser el s. XIX alemán, y está
identificando los puntos de fricción, de conflicto, que van a determinar todas las guerras
alemanas hasta la I Guerra Mundial).
Y tampoco los eslavos, como digo, porque los eslavos mantienen naturalmente
un principio de servidumbre generalizada; ni siquiera los eslavos están, como los
latinos, articulados jerárquicamente por el derecho. Los eslavos es: un gran señor, un
emperador, y una comunidad completamente horizontal, casi islámica, de seres iguales,
únicamente dominados por un emperador-dios. El basileus es el único libre; todos los
demás son siervos, y ni siquiera con derechos, pues, en último extremo, el único
derecho que tienen es el de formar parte de una comunidad espiritual desarticulada por el derecho, aunque afectivamente muy unida por la noción de espíritu.
Lo importante no es tanto que los alemanes no se puedan mezclar con los
eslavos ni con los latinos, sino que los principios de los latinos y de los eslavos son tan
hostiles entre sí (esto es, ambos son principios de poder, de jerarquía), que en el fondo
están completamente condenados a enfrentarse entre sí… si no hubiera una potencia que
los separase. Y compete a los alemanes, o es su situación histórica, que deben cumplir
como misión garantizar la paz en Europa manteniendo separados estos dos pueblos, loslatinos y los eslavos, ambos de dimensiones imperiales, ambos de dimensiones
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universales, y ambos de dimensiones autoritarias. Y esa función de los alemanes se
tiene que basar sobre un Estado completamente diverso al de los otros dos.
Esto tiene muchas implicaciones en las que no podemos entrar. Lo que a mí me
interesa señalar es algo que deja escapar Fichte en sus papeles privados:
“Pero, ¿hasta dónde tiene que llegar el lenguaje de los alemanes?
Gibraltar tendría que ser alemán”.115
¿Qué quiere decir aquí Fichte? Si queremos efectivamente separar esos dos
pueblos, el dominio alemán del Mediterráneo tiene que estar garantizado. Y esto
significa: Trieste y Venecia. Fichte está hablando aquí de una reunificación de Austria y
Prusia, una Gran Alemania, que tiene que dominar el Báltico y el Mediterráneo para
que, al dominar estructuralmente el eje de Europa, esté en condiciones de mantener
permanentemente separadas las dos potencias imperiales: Francia, napoleónica, y Rusia,
zarista. Y esto, ese muro, tiene que ser el que ofrezca Alemania.
Hegel dice: no.116
115 Esta frase, dicho sea de paso, nos deja a los españoles completamente descolocados… (¡pero si
Gibraltar es inglés!).116 [ Alguien hace una pregunta, que no entiendo; la respuesta, que vuelve sobre las diferencias entre elnacionalismo de Fichte y el herderiano, es como sigue… ] Indudablemente, el nacionalismo político deFichte incorpora un nacionalismo cultural. Lo que sucede es que el concepto de lenguaje ha cambiadocompletamente, y ello de suerte que ese nacionalismo cultural debe tener una manifestación específicainstitucional, esto es, un Reich (no un pequeño Estado como en Herder), un ámbito, un espacio, pero unespacio que está caracterizado por una visión del mundo específica, fruto de una forma lingüística, de unlenguaje completamente intraducible a los otros. No se trata, para Fichte, de una colonización, sino que elasunto es que todos los que hablan el mismo idioma tengan un único Estado, que ya no puede ser el viejoReich, sino que debe ser la República de los alemanes. Y ¿cómo identificar los límites del Estado? Por loslímites del lenguaje. Por lo tanto, la base del Estado es cultural, pero la cultura ahora ha cambiado: ya noes la poesía herderiana, sino la filosofía, esto es, no la expresión poética, sino la expresión jurídica (la
base de la dignidad humana, el sentido de la justicia…). El diseño, desde el punto de vista constructivo,
por así decir, está claro: tenemos una lengua (los dialectos no cuentan, porque no cuenta la poesía), unalengua que expresa el espíritu a nuestra manera; sobre eso, tenemos una noción de derecho; sobre eso,tenemos que hacer funcionar instituciones, e instituciones que están justificadas esencialmente porque
pueden llevar la paz a Europa. ¿Por qué pueden llevar la paz a Europa? Porque van a diferenciar entre dossociedades nacionales completamente diversas. Pero si queremos que sea eficaz la forma en que vamos allevar la paz, y en vamos a mantener separadas esas dos grandes sociedades, necesitamos determinadosinstrumentos, necesitamos el mar Mediterráneo. ¿Por qué? Porque el mar Mediterráneo es el lugar dondeesos dos imperios, desde Carlomagno, han estado dilucidando su propia hegemonía. Esto tiene que ver esencialmente con la necesidad de que Alemania tenga posibilidad de ir al mar Negro, y no dejárseloúnica y exclusivamente a Rusia. Ésta es la clave de toda esta historia. Y paralelamente: no dejarle elMediterráneo occidental exclusivamente a Francia, sino que se tenga, en el punto central delMediterráneo, la posibilidad de que el enfrentamiento entre Rusia y Napoleón no se produzca. Y para eso,Alemania tiene que tener una presencia hegemónica en el Mediterráneo. Esto es lo que está simbolizado
en la frase: tenemos que llegar a Gibraltar. Obviamente, ésa es la ambivalencia: todo es un procesológico, pero de diversa naturaleza. Hay un proceso lógico fundamental, y luego hay un proceso dederivación de consecuencias que ha determinado multitud de contingencias desastrosas (o que han
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2 / XII / 2011
Estamos explicando este momento pre-Berlín de Hegel, un momento previo a
que Hegel llegue a la cátedra de Berlín, donde pondrá en movimiento otra batalla
política importantísima contra el que dominaba filosóficamente Berlín, que era el
predicador de la catedral de S. Pablo: Schleiermacher (fundador de la hermenéutica).
Digo esto porque es muy importante mostrar cómo la filosofía de Hegel se
autoidentifica desde su plenitud como una lucha sin cuartel contra la hermenéutica.
Podemos decir que el triunfo de la hermenéutica, que hemos conocido en el s. XX, es la
ruina del hegelianismo, o que se ha construido sobre la ruina radical del hegelianismo.
La divisa, el motto de la hermenéutica, pensiero debole, es, evidentemente, debole en
relación con el pensamiento hegeliano.
Pero antes de llegar ahí (que nos va a interesar por otros motivos), Hegel, como
digo, está dando clases en institutos, en Nuremberg y en Heidelberg, antes de ser
llamado a Berlín. Si recordáis dónde está Heidelberg, veréis que es una Alemania del
suroeste, mientras que Berlín es la Alemania prusiana. Este detalle es muy importante
porque Hegel va a hacer de su filosofía una síntesis, una reunificación, un ideario de la
reunificación alemana, de un gran Estado alemán, que esté en condiciones de unir las
regiones del suroeste con las regiones del norte prusiano. Esto tiene implicaciones
importantísimas. Estamos hablando de la historia contemporánea de Alemania: son
regiones completamente diversas, con tradiciones completamente diversas, y, lo que es
más importante, con el dominio de dos religiones, puesto que el suroeste es (dejando
aparte Nuremberg) “nuestra preciosa joya”, que diría Hegel, el centro del luteranismo;
pero hacia el oeste (Baviera, Renania-Westfalia) son regiones fundamentalmente
católicas. Por lo tanto, la posibilidad de hacer una nación alemana, desde el punto de
vista cultural, implicaba una interpretación del cristianismo que estuviera encondiciones de unir, al menos tendencialmente, la religión luterana y la religión
católica.
Esto es Hegel: la lucha contra la hermenéutica es para Hegel la lucha contra la
interpretación luterana de la filosofía. Hermenéutica es luteranismo, es, en realidad,
romanticismo, mientras que la religión política, la teología política que está organizando
resultado desastrosas). Como veis, la filosofía no ha estado completamente en babia. Esto es la clave de
todo. El problema es que, para que la filosofía pueda no estar en babia, o pueda seguir no estando en babia, es preciso que esté en condiciones de articular un discurso que incorpore conocimientos históricos, políticos, literarios… Y el sistema de nuestra enseñanza impide este tipo de cuestiones.
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Hegel es una mezcla de catolicismo y luteranismo, que determinó que Hegel fuera
acusado de “criptocatólico” durante mucho tiempo, y que permite que sea leído con una
magnífica recepción por parte de pensadores católicos (C. Schmitt).117
Así, pues, la estancia de Hegel en Heidelberg y Nuremberg es decisiva para
comprender los procesos del suroeste alemán, de esa Alemania no prusiana, y será
decisiva para entender qué necesita, qué es lo imprescindible, qué es lo irrenunciable de
la cultura alemana si se quiere llevar adelante un proceso desde Prusia para la
reunificación. Por esto, la experiencia de estos años de Hegel es decisiva. Y esa
experiencia está íntimamente relacionada con su forma de ver la Revolución Francesa.
Esto es uno de los elementos centrales que Hegel aborda en su escrito acerca del
Parlamento del Estado de Württemberg. En esto me quedé el día pasado.
El día pasado dije que esta situación, esta necesidad de una unificación alemana,
es vista claramente por los filósofos idealistas (no por Schelling): por Fichte y Hegel. Si
os acordáis, me quedé explicando que Fichte propone una unificación alemana de corte
específicamente nacional, esto es, basada en la unificación del lenguaje y,
esencialmente, en una soberanía de la filosofía, esto es, una dirección carismática del
sabio. De hecho, hacia 1804-05, antes incluso de los Discursos a la nación alemana,
Fichte reedita una vieja obra, El destino del sabio, y allí muestra claramente que la
unificación alemana tiene que hacerse mediante lo que él llama una dictadura de la
razón, que instituye de forma obligatoria una constitución de la libertad, en un sentido
muy luterano, y que tiene un enunciado contradictorio: “Se obligará a ser libre”. Éste es
el sentido de la dictadura de la razón: el sabio, el filósofo, es verdaderamente el
soberano, esto es, es el que está en condiciones de establecer toda la estructura de la
administración del estado porque atiene a la necesidad de los seres humanos, porque él,
el sabio, es el ser humano arquetípico. Conociéndose a sí mismo, conociendo cuáles sonlas necesidades humanas arquetípicas, está en condiciones de atenderlas mediante un
sistema institucional. Para eso, evidentemente, el lenguaje era el centro mismo de toda
la construcción de la subjetividad de los alemanes. El obligarlos a ser libres, en el fondo,
venía a significar para Fichte algo que luego Heidegger pone de manifiesto de forma
importante: obligarles a ser conscientes de lo que significa el lenguaje alemán que
117 Éste es el punto por el cual Schmitt está en condiciones de asumir a Hegel, porque tiene una teología política, que no tiene nada que ver con la forma de relacionar política y teología propia del luteranismo.
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emplean, esto es, obligarles a reflexionar permanentemente sobre el sentido de las
palabras alemanas con las que funciona la vida.
Esta estructura de nacionalismo obligaba a que las instituciones alemanas no
tuvieran parecido alguno con ningunas instituciones europeas, ni con las instituciones
cesaristas de una dictadura patrimonial eslava, ni con lo que a su modo de ver era
todavía más monstruoso, a saber, unas instituciones organizadas sobre el derecho
romano-francés, una noción de derecho en la que todo se cifra en la capacidad coactiva
del derecho (no en la capacidad de la “intención jurídica”, esto es, en el hecho de que se
comprendiera que el derecho era estrictamente justo y moralmente obligatorio, de tal
manera que el ser humano se vinculara al motivo del derecho como si fuera propio,
desde dentro, y no únicamente por la fuerza coactiva que el derecho imponía). Esta
forma de ver las cosas, en la que el derecho es la pura fuerza, y yo me someto por un
cálculo utilitario, les parecía, naturalmente, a los filósofos idealistas, inquisitorial,
romana, y vacía de espíritu. En realidad, todos estaban íntimamente comprometidos con
la tarea de otorgar a aquello que Kant había llamado deber seguridades psíquicas, esto
es, dimensiones queridas, voluntariamente queridas, internamente deseadas por parte de
los ciudadanos; que los ciudadanos no vieran el derecho como una maquinaria externa,
que les amenaza o que les coacciona, sino que lo vieran internamente convencidos de
que era racional, sensato, justo, internamente valioso, de tal manera que la posibilidad
de violar el derecho debía verse por parte de cada uno de ellos como una autoviolación.
Violar el derecho no es violar algo externo, no es violar algo que no se sabe de dónde
viene, sino es hacerse a sí mismo una herida.
Estas seguridades, Kant no ve que se puedan universalizar. Kant cree que el
derecho tiene una dimensión coactiva, y que algunos seres humanos, especialmente
reflexivos, o especialmente conscientes, pueden llegar a tener la idea de que, en el
fondo, el derecho tiene una interna pretensión de justicia (que para Kant siempre estásometida a la crítica); y por lo tanto, no podemos idealizar el derecho hasta pensar que
todo aquello que es derecho es también justo, y por tanto, tenemos que vincularnos
internamente a ello. Kant prefería, razonablemente, decir que el derecho no se puede
asegurar psíquicamente del todo, y no puede prescindir del todo de su dimensión
coactiva.
Pero los idealistas creían que eso podía llegar a ser posible, y podía llegar a ser
posible mostrando razonamientos, argumentos, por medio de los cuales se pretendíamostrar, fundamentalmente, que el ser humano venía constituido por el todo social, y
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que el todo social, desde cierto punto de vista, se expresaba en el derecho. Y por lo
tanto, que el ser humano venía constituido en su estructura subjetiva justamente por
aquello que una sociedad caracterizaba como derecho.
Este argumento es interesante, no hay que excluirlo. Es casi intuitivo. Cuando
uno es capaz de decir: “Yo tengo derecho a”, en el fondo, está haciendo dos cosas: i)
reconocer que está hablando a una situación histórica concreta. “Tengo derecho a”
significa que el que está escuchando está en condiciones de entender esto. El derecho,
desde este punto de vista, es una pretensión de que mi evidencia acerca de lo que yo
soy, acerca de lo que para mí es irrenunciable (“tengo derecho”), puede ser contestada
por la otra persona. Pero justamente, al decir eso (“tengo derecho”, y esperar que el otro
lo reconozca), lo que en el fondo estamos diciendo es que (ii) no es que yo tenga un
derecho específico, sino que tengo ese tipo de derecho que el otro puede entender que lo
tengo, y por lo tanto, estoy hablando de algo que me constituye, pero que me constituye
con una pretensión de sociedad, una pretensión de ser reconocido por los demás.
Este punto, a mi modo de ver, es el decisivo en la construcción de Hegel.
Porque, si reflexionamos sobre esto verdaderamente, entonces estamos en condiciones
de juzgar, de una forma crítica adecuada, lo que está sucediendo en el reino de
Württemberg.
Ahora bien. El problema, para seguir esta meditación sobre el derecho entre
Kant y Hegel, es que esto obligaba, ciertamente, a que los ciudadanos estuvieran, para
Hegel, claramente educados en una estructura racional, esto es, obligaba a que los
ciudadanos, de algún modo, adquirieran la dimensión no común de la filosofía, obligaba
a que la filosofía fuera parte constitutiva de la construcción de la subjetividad. Y esto
significaba que la filosofía tenía que ser parte de la enseñanza obligatoria (que es de lo
que estamos hablando). Porque sólo ciudadanos que estuvieran en condiciones de hacer
estos razonamientos, estarían en condiciones de entender lo que es el derecho, y por lotanto, de llegar a la conclusión final: si violo el derecho, me daño a mí mismo. Esto es
algo verdaderamente anti-intuitivo (basta abrir los ojos para darnos cuenta de que, en
una sociedad como la nuestra,118 quien viola el derecho no se viola a sí mismo; quien
viola el derecho, y logra hacerlo sin soportar sus culpas, se considera un
superhombre).119
118
Supongo que se refiere a España.119 Esto lleva naturalmente a un largo camino de consecuencias. Si alguien quiere ver este largo caminode consecuencias de forma expresa, que vaya al acimiento de la biopolítica de Foucault, acerca de la
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Contra este tipo de evoluciones, que Hegel ve perfectamente, Hegel quiere
oponer esta cuestión: si violas el derecho, te violas a ti mismo; si atentas contra el
derecho, no atentas contra algo externo; si atentas contra el derecho, haces mal en fijarte
única y exclusivamente en las consecuencias externas que se van a derivar. El problema
es la destrucción de tu subjetividad que vas a producir con eso, esto es, la incapacidad
de verte a ti mismo como un sujeto moral.
Esta mirada del derecho como algo utilitario, como algo que, o bien es externo,
coactivo, o ha de ser completamente exclusivo (mi derecho), es lo que Hegel denuncia
en todo el proceso de construcción del derecho del reino de Württemberg.
“Se puede decir de los estamentos de Württemberg lo que se ha dicho de
los emigrantes monárquicos franceses: que ellos no han olvidado nada,
pero que nada han aprendido; ellos parecen haber dormido durante
estos 25 años, los más ricos que ha tenido la historia mundial y los más
instructivos para nosotros, porque a ellos pertenece nuestro mundo y
nuestras representaciones. o puede haber un mortero más temible para
moler los falsos conceptos de derecho y los prejuicios sobre la
constitución del Estado, que el tribunal de estos 25 años; (…) derechos
antiguos y constitución antigua son desde luego bellas y grandes
palabras, pero suenan sacrílegas cuando se trata de robar a un pueblo
sus derechos”.120
Veinticinco años: los que van de la Revolución Francesa hasta ahora. El reino de
Württemberg, como dije, no es relevante por sí mismo; es relevante porque, después de
Napoleón, se ha enriquecido con una serie de nuevos territorios, diferentes,
invertebrados; esto es, de los 260 Estados, pequeños principados, que había enAlemania antes de Napoleón, se han reducido a 14 Estados, unidades más amplias,
función utilitaria del derecho, o la organización utilitaria del derecho. Si no se acepta la posición deHegel, entramos en profundas paradojas desde el punto de vista filosófico. Por ejemplo, que el derecho seeconomiza: un delito es una inversión. Si haciendo un delito esquivo las consecuencias económicasnegativas que tiene el derecho, he hecho una buena inversión. Ésta es la visión utilitaria del derecho,finalmente: el derecho es un enemigo externo, no una realidad interna; si lo engaño y no tengoconsecuencias negativas, es una buena inversión. Esto, dice Foucault de una manera extraordinariamentelúcida, hace en el fondo que el crimen se rija por la ley de la oferta y la demanda, esto es, que se haya
economizado, porque, si hay determinados crímenes que se cometen tanto que es económicamente muycostoso perseguirlos, la sociedad hace bien en tolerarlos.120 La filosofía del idealismo alemán, p. 143.
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alguna de las cuales se organiza como reino: así, el milenario reino de Baviera y el reino
de Württemberg.
El problema es que la parte antigua de Württemberg era una parte que se
vinculaba directamente, a través de un ducado, a la Edad Media; y la parte nueva era
una parte de territorios muy diversos, muy complejos, muy plurales, que tenían tantas
legislaciones diversas que no se podían gobernar. El rey Federico II de Württemberg
quiere reunificar su reino con una constitución nueva. Pero como la antigua constitución
de Württemberg es completamente diversa de los nuevos territorios que se juntan, lo
que quiere es hacer una constitución ex tabula rasa, esto es, una constitución
completamente nueva que valga para todos los territorios.121
¿Qué hacen los de Württemberg? Unos, que tienen estructuras más fuertes, que
proceden directamente de la Edad Media (el antiguo ducado de Württemberg), dice que
tienen sus derechos, que tienen un largo uso histórico, que tienen derechos y privilegios
subjetivos, y que, naturalmente, no pueden entender que la voluntad de un príncipe, de
un rey, pueda estar por encima de ese legado histórico de siglos que estructura su propia
personalidad jurídica a través de una permanente tradición. Los demás miembros, los
nuevamente adheridos, están evidentemente en el mismo planteamiento: si éstos ofrecen
la defensa de sus derechos históricos privilegiados, nosotros queremos claramente
mantenernos en nuestras propias tradiciones. En este sentido, el reino de Württemberg
desaparecería.
El argumento de Hegel es un argumento retóricamente muy persuasivo: lo
muerto no puede volver a la vida; el laberinto de papel que genera toda esta serie de
tradiciones, de derechos… es un laberinto ideológico, esto es, está directamente
preparado para generar tal caos de representaciones cuyo único efecto verdadero es
robar al pueblo su voluntad general. Éste es el argumento de Hegel.
El argumento filosófico, sin embargo, es mucho más interesante, mucho másimportante.122 El argumento reside en: la primacía de la razón o la primacía de la
historia (o lo uno o lo otro, se entiende). Y Hegel lleva un argumento para demostrar la
primacía de la razón al sugerir, de forma muy fuerte, que esos derechos históricos no
son eternos, han tenido un origen, tuvieron la razón de ser en su tiempo, y cualquier
121 ¿Os suena de algo? ¡Es estrictamente el problema español! Las Cortes de Cádiz. Las Cortes debatenqué se hace con ese territorio que tiene tradiciones completamente diversas desde el punto de vista
político, que ha tenido concepciones de Cortes completamente distintas (Cataluña, Aragón, Valencia,
Andalucía, Castilla…), una constelación completamente heterogénea de tradiciones, de legislaciones…¿Qué hacen los de Cádiz? Exactamente lo mismo que están haciendo los diputados de Württemberg.122 Es el argumento que también se da en España.
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El problema de Hegel es que eso (la organización feudal, el feudo)
efectivamente concedía un derecho (ejercer las funciones públicas y disponer de los
medios materiales para ejercerlas). Pero, ¿de dónde emanaba ese derecho? Si alguien no
hubiera representado el todo político y las funciones públicas (la necesidad de fisco, la
necesidad de justicia y la necesidad de paz), tú (el señor) no hubieras recibido nada; tú
no pudiste otorgártelas a ti mismo, porque si te las hubieras otorgado a ti mismo, ¿cómo
imponías obediencia a las demás? Si tú dices que te las has otorgado a ti mismo, en el
fondo estás diciendo que las has impuesto por la fuerza. Para que tú recibas la capacidad
de dirigirte a todos los demás con la pretensión de que te obedezcan, es porque alguien,
desde el punto de vista del todo, esto es, desde el punto de vista que une a ti y a todos
los que te van a obedecer, públicamente ha dicho: tienes ese derecho; obedecedlo. Ésta
es la completamente necesaria dependencia del representante del todo estatal respecto
de los derechos privados de los señores. Y esto es lo que recuerda Hegel. Sin ese todo,
hubiera sido imposible que vosotros, los señores, pretendierais obediencia pacífica. Sin
esa legitimidad de alguien que representaba el todo político, vosotros no podríais haber
tenido derecho a ser obedecidos. Éste es el punto.
¿Dónde está el problema? El problema es que, si pensáis que las condiciones
sobre las cuales se realizó aquel contrato son eternas, estáis equivocados. Aquel contrato
se realizó sobre agentes (éste es el punto de Hegel) que trascienden con mucho el acto
histórico de aquella otorgación de contrato. El todo, que distribuye sus funciones
fiscales, militares o penales, sobrevive a ese contrato, y de la misma manera que
comprendió que era racional hacerlo entonces, puede ahora comprender que no es
racional hacerlo, o mantenerlo. De tal manera que los derechos históricos, en la medida
completamente de una relación teológica; bueno, a veces sí, por algo que diré; Filmer, por ejemplo (el patrimonialismo perfecto): los reyes descienden directamente de los padres, pero la autoridad del padre sí
es querida por Dios; por lo tanto, los reyes, que en el fondo son los últimos representantes del último padre, de Adán, constituyen una transmisión de autoridad, de herencia, pero fundada en último extremo por Dios. Esto, como digo, es Filmer, contra el que luego Locke argüirá. Ahora bien. Existe,evidentemente, la idea, también, de que esto puede ser por derecho natural. ¿Qué significa derechonatural? Derecho familiar, por naturaleza. No tanto por una naturaleza querida o no por Dios, sinoesencialmente porque la ley de herencia es una ley natural, y por lo tanto (y así lo justifica, por ejemplo,Alfonso X), estos reinos son mis reinos porque por ley natural los he recibido en herencia legítima de mi
padre (sin necesidad de invocar a Filmer). Sea como fuere, el problema de los señores es diferente, porque los señores nunca han llegado a decir que ellos dominan por derecho divino. Siempre hanreconocido que en el origen de su dominio está una delegación de poder: su origen siempre está en elfeudalismo. Hay dos textos claros sobre este problema: Sobre el estudio de la historia de Inglaterra, deHume, y las Lecciones de historia del derecho, de A. Smith. Los señores tienen un origenespecíficamente feudal, esto es, la fuente última de su derecho es un préstamo, un enfeudamiento, esto es,
el encargo de permitirles ejercer una función pública a quien de fidelidad (o sea, obediencia) a quien lescede la realización de la función pública. Éste es el problema del feudalismo. ¿Cuál es el problema? (Sigoarriba).
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en que son derechos, tienen una estructura originariamente racional, pero en la medida
en que tienen una estructura originariamente racional, la razón tiene el derecho y el
deber de criticarlos en la actualidad, porque la razón no se acabó en el acto de la
concesión de derechos contractuales o feudales. El problema real es que “los últimos 25
años” nos han enseñado que la razón se ejerce ahora de otra forma, esto es, que el todo
público, el todo de poder, el todo estatal, que comprende como partes internas de su
realidad (paz, justicia…), ese todo, digo, se ha llegado a conocer como todo. Ese todo,
evolutivamente, los 25 años que han sucedido nos han mostrado que está en condiciones
de presentarse como todo, esto es, como pueblo. Y está por lo tanto en condiciones de
ser autoconsciente como pueblo que va a construir el derecho de una forma igualmente
autoconsciente, de una forma que ya no va a invocar o a reconocer nada de lo que ha
sucedido en la historia como vinculante. ¿Por qué? Porque se autoconoce como el
fundamento de todo lo que ha hecho previamente en la historia. Eso ha emergido a
conciencia, y cualquier otra cosa que invoque derechos históricos, tradiciones,
privilegios… lo único que hace es amordazar o bloquear ese instante en el que el pueblo
se comprende como el fundamento originario del que emana todo derecho particular.
Éste es el punto hegeliano.
Éste es el problema de Hegel, que es el problema de Württemberg. Los
estamentos de Württemberg son los que niegan cualesquiera elementos de derecho
electoral: aquí, en mi circunscripción, en mi señorío, el representante del todo político
soy meramente yo; por lo tanto, mis ciudadanos, o aquellos que están bajo mi poder, no
tienen derechos políticos, porque yo los represento de una manera permanente. Éstos ya
están defendiendo posiciones a las cuales ha abandonado toda razón histórica,
posiciones muertas, y pretenden que eso, que está muerto, pueda volver a la vida. ¿Por
qué sabemos que está muerto? Sabemos que está muerto porque la Revolución Francesa
ha mostrado que el origen último del derecho está en la totalidad de un puebloconsciente de su unidad. Si eso no lo hubiera mostrado la Revolución Francesa,
evidentemente la historia seguiría a ciegas en relación con eso. Pero la Revolución
Francesa es un hecho histórico que nos permite mostrar que la autoconciencia se realiza
en la historia. Por eso es tan relevante. Los estamentos están igual que las aristocracias
francesas: ni han aprendido nada (no se han enterado de lo que ha significado
verdaderamente la Revolución Francesa), ni han olvidado nada (esto es, se han apegado
completamente a una historia milenaria que ya no es sino una historia ideológica).Por eso,
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“…la conexión de príncipe y súbditos, de gobierno y de pueblo, tiene
como fundamento de su relación una unidad originaria y sustantiva”.124
Éste es el punto. La cuestión decisiva es que la fragmentación en privilegios, por
el mero hecho de ser una fragmentación, tiene, en su pretensión de ser reconocida y de
ser obedecida, el presupuesto básico previo de que en el fondo procede de una unidad
originaria sustantiva. El feudalismo, que es de lo que estamos hablando, con su
fragmentación de poderes, con su división de poderes, estructuralmente depende de una
lógica previamente unitaria. El feudalismo es siempre la manera en que se organiza la
unidad política, y sin el fondo originario del rey, esto es, del principio básico de
autoridad que representa la unidad originaria y sustantiva, el feudalismo no tiene
sentido. Claro que el feudalismo, en esa tensión entre unidad y diversidad, ha generado
una historia, que es la historia de los estamentos; pero su lógica originaria ha llegado a
conciencia con la Revolución Francesa, y se ha impuesto. Y se ha impuesto de una
manera clara en el curso de los acontecimientos.125
Lo que ve Hegel es que este tipo de connivencias son completamente inviables.
El principio que nos ha enseñado la Revolución Francesa es el principio de la unidad
originaria de la nación como fuente de todo derecho político, frente a la cual ningún
estado privilegiado, ningún estamento, ninguna persona, está en condiciones de imponer
su veto, o de sentirse agraviado. De ahí que los estamentos de Württemberg ni han
124 Pp. 141-142.125 Los Estados Generales, acordaos, se convocan en Francia en 1789 a la manera histórica tradicional,como estamentos (el estamento de la Iglesia, el estamento de la nobleza, el estamento de la burguesía).Son convocados, después de un siglo de no ser convocados, según el derecho antiguo, estamental. ¿Quésucede en el proceso mismo de la Revolución Francesa? (¡Acordaos!) Lo primero que sucede es que se
impone el voto unitario, esto es, se impone justamente lo que los estamentos de Württemberg (que ni hanolvidado ni han querido aprender) exigen hasta el final, a saber: que cada estamento tiene derecho deveto, que cada señor privilegiado tiene derecho de veto a lo que digan los Estados Generales. Esto es, quesi un señor entiende que una decisión de los Estados Generales va en contra de sus privilegios, puedevetarla. Las Cortes Catalanas es la representación específica de este asunto. (Habla de los “greuges”, delos agravios, con que daban comienzo las Cortes Catalanas). Esto es lo que las Cortes Francesas eliminan:ningún estamento, por sí mismo, tiene derecho de veto, esto es, ningún estamento está en condiciones dedefender sus privilegios por encima de lo que digan las Cortes de Estados Generales. Pero esto ya es ladisolución de los estamentos, y por eso, en cuanto se vota que los estamentos no tienen veto, los EstadosGenerales se autodisuelven, y pasan a ser la Convención Nacional. Pasan a ser otra cosa, pasan a ser elreconocimiento de que el principio unitario está por encima de los privilegios de cada estamento, y por lotanto, pasan a representar una unidad originaria que tiene capacidad de imponerse sobre cada uno de loselementos particulares porque es la nación, porque es la unificación originaria de ese pueblo que concede
derechos políticos desde su propia unidad, irresistibles frente a los que quieren apropiarse, con razones dederecho histórico, de funciones privilegiadas. Esto es en el fondo lo que sucede en las Cortes de Cádiz.(Se detiene un poco en esto, min. 58-59).
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derechos, ni siquiera los individuos.127 El individuo no tiene otro valor que aquel que le
concede el derecho originario, que se manifiesta en la unidad de poder político.
Por lo tanto, la clave, la llamada de atención del texto que sigue, es muy
importante:
“Hasta ahora hemos visto que, en las imitaciones de los franceses, sólo
tomamos una parte y abandonamos la otra, y esta otra mitad, que es la
más noble, contiene la libertad del pueblo, la participación del mismo en
las elecciones, decisiones o, por lo menos, la presentación de todas las
razones de las medidas regulares del gobierno ante la inteligencia del
pueblo”.128
Es la prioridad del pueblo sobre el derecho individual lo que está en la base
misma de la Revolución Francesa. En la Revolución Francesa no emergen los
individuos, y luego forman el pueblo: emerge el pueblo, y como pueblo, opera
políticamente, exigiendo, como pueblo, que se le den razones del gobierno mediante
una participación del pueblo como tal. No es, por lo tanto, una visión del pueblo como
conjunto de individuos atomizados, cada uno consciente de su derecho y de sus
cálculos, sino que es la manifestación específica de una conciencia política. Es la
conciencia política de participar de una totalidad, que es la totalidad del pueblo, la que
emerge en la Revolución Francesa, y esa participación, esa conciencia de ser parte del
pueblo, es la que da derecho a que se le den las razones de las decisiones del gobierno, a
participar, a ser elegido, etc.129
El problema es que Alemania no está imitando a los franceses “en la parte más
noble”. ¿Qué está imitando? Está imitando exclusivamente lo que podemos llamar el
principio monárquico, esto es, la asunción (esto es una crítica igualmente a Prusia) deque el rey es la fuente originaria de la legislación, de la codificación, de la unidad, pero
sin el reconocimiento de que, en su base, está la unidad de pueblo.
Podemos decir que esta toma de posición de Hegel en relación con Württemberg
va a determinar lo que va a ser luego su relación con el reino de Prusia cuando se
127 Así se llama el primer libro de Schmitt: El individuo y el valor del Estado.128 P. 127.129 Una vez más, el enunciado básico de Schmitt: sólo la demostración expresa de voluntad política de
formar parte de un pueblo da derechos políticos. Los derechos políticos no emergen de derechoseconómicos o religiosos; emergen de la especificidad de la conciencia política, esto es, emergen de laconciencia expresa de formar parte de la unidad del pueblo en cuestión.
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traslade a Berlín, y va a determinar la crítica que hará Hegel, ya en Berlín, a la reforma
de la legislación británica en materia electoral (hacia 1826). Como sabéis, Inglaterra ha
tenido una forma específica de resolver los problemas políticos, que desde el punto de
vista posterior se puede caracterizar como muy sabia, y que ha consistido esencialmente
en ir otorgando participación política a capas paulatinamente más amplias de la
población según la situación crítica, o según lo que el propio Estado requería. Por así
decir, ha regulado la puerta de entrada a la participación política de la ciudadanía en el
Estado. Con motivo de las guerras napoleónicas, abrió las circunscripciones electorales;
hacia los años primeros de la década de 1820, estabilizada la situación en Europa con el
mecanismo de la Santa Alianza, Inglaterra ha hecho una nueva ley electoral, muy
presionada por los cartistas y por los metodistas, por la cual se empieza a dar voto en las
representaciones del Parlamento a los estamentos más educados de la vida obrera,
especialmente de los núcleos industriales escoceses. O dicho de otro modo: se empieza
a dar entrada en el Parlamento a representantes de núcleos urbanos completamente
nuevos, que no existían antes. Como sabéis, las circunscripciones electorales británicas
son muy antiguas, proceden de la época de los normandos, y se han mantenido durante
mucho tiempo estabilizadas. La Revolución Industrial, que empieza a partir de 1790, no
tiene lugar en las circunscripciones antiguas (Londres…), centros muy reglamentados,
ordenados, encorsetados por la legislación histórica, sobre todo en relación con las
disciplinas laborales, donde regían las antiguas legislaciones de gremios. Ahí no tiene
lugar la Revolución Industrial. Como muy bien vio Weber, la Revolución Industrial
tiene lugar en ciudades nuevas, esto es, lugares donde no existe legislación anterior,
donde no existen privilegios artesanales, donde no existen privilegios de grupos
gremiales, donde no existen gildas, donde toda la población es nueva y emigrante, y por
lo tanto, con altos niveles de desesperación y de pobreza. Ahí tiene lugar la Revolución
Industrial, y esto fundamentalmente se hace en ciudades nuevas, como Manchester,Liverpool… que no existían antes, ciudades de alubión. Pero Inglaterra es
suficientemente lista como para, llegado el momento, integrar en el mundo político a
estas ciudades que han emergido de la desregularización. Y genera, desde ese punto de
vista, una apertura que hace que el Estado, el Estado constitucional, se sostenga sobre
mayores fuerzas políticas. Pero no concede el derecho universal, que es de lo que Hegel
habla aquí. Si reconocemos la estructura originaria del pueblo, ¿cómo vamos a limitar el
derecho electoral?, ¿desde qué? Cualquiera que tenga pretensión de derechos,cualquiera que tenga una idea de que él tiene derechos, lo tiene justamente por su
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superstición y del oscurantismo, esto es, había visto a Jacobi como lo habían visto las
élites ilustradas, como un perseguidor de Spinoza. Esto había sido muy problemático
para Hegel, porque Jacobi se había instalado en estructuras muy poderosas, y estaba en
condiciones de vetar, o aun de romper, la carrera hegeliana. Hegel hizo una operación
completamente calculada desde el punto de vista político al hacer una reseña de las
Obras de Jacobi, a la que acompañó –pues se la envió en vida– con la solicitud de que
fuera el padrino de su hijo. (Mezquindades propias, en fin, de un profesor universitario).
Y, efectivamente, se logró congratular con Jacobi, y esto le permitió una confianza
generalizada del mundo político del suroeste. De hecho, posiblemente, esta operación es
la que permite que Hegel se convierta en un personaje completamente de fiar por parte
de las autoridades, y fue determinante para que recibiera el encargo de ir a Berlín.
Ahora bien; aparte de estas mezquindades comprensibles en situaciones
dramáticas, Hegel, como siempre, se aproxima a Jacobi con la idea de reconocerle
determinadas cosas y de mostrar, como es natural, sus limitaciones. La tesis
fundamental en su relación con Jacobi consistía en decir que Jacobi conocía toda la
estructura del espíritu, esto es, que es en el fondo tan importante como Kant, y lo es
porque, como Kant, ha acabado o perfeccionado el edificio crítico. De la misma manera
que Kant había acabado con toda una serie de metafísicas vulgares, de wolffismo, este
tipo de mirada alicorta o de manual, de repeticiones escolásticas, y había destruido la
metafísica clásica, Jacobi ha perfeccionado a su manera el espíritu crítico reconociendo
que todas las formas antiguas de la vida del espíritu se reducían, única y
exclusivamente, a una autocerteza del espíritu seguro de sí mismo. Kant había mostrado
la existencia de un sujeto trascendental, de un sujeto racional unitario; y Jacobi había
mostrado el lado complementario de esa crítica, que era la existencia de un sujeto
concreto, singular, seguro de sí mismo y de su dimensión completamente soberana y
espiritual, respecto de la cual todos los contenidos de la vida del espíritu tenían que ser juzgados y evaluados. De suerte que uno realizaba la crítica desde el punto de vista del
sujeto trascendental; otro realizaba la crítica desde el punto de vista del sujeto seguro,
cierto de sí mismo. Uno, desde el punto de vista de lo que podemos llamar un espíritu
objetivo, y otro desde el punto de vista de un espíritu subjetivo. Pero ambos habían
limpiado el mundo de todo tipo de antinomias, de paralogismos, de figuras, en suma,
completamente descarriadas.
El problema, sin embargo, tanto de Kant como de Jacobi, es que estas figuras delespíritu subjetivo, seguro de sí mismo, y juez –en el sentido crítico del término–
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soberano de todo aquello que signifique creer y querer, de la misma manera que ese
sujeto objetivo universal, no son figuras inmediatas del espíritu. Ésta era la acusación
hegeliana. En el fondo, tanto uno como otro podían ser asumidos como contenidos
inmediatos de la reflexión, ya sea trascendental (Kant), ya existencial (Jacobi) –
hablamos de subjetividades complementarias, pero en cierto modo paralelas–; pero
ambos habían pecado de lo mismo, a saber: de considerar ambas formas de sujeto como
subjetividades inmediatas, al alcance de la mano con sólo ejercer la reflexión inmediata
sobre sí mismo. Es decir, conquistaban esto por una especie de apercepción
trascendental –así Kant–, o por una especie de autoconciencia existencial –Jacobi–.
Pero esta inmediatez era en cierto modo completamente ilusoria. Ilusoria y no ilusoria:
era una inmediatez cierta, una inmediatez que podía iluminar reflexivamente la vida,
pero que no era en ningún momento consciente de su necesidad, esto es, que no estaban
en condiciones de mostrar la manera en que se había llegado a ese tipo de subjetividad.
En el fondo, el pecado mortal de ambas dimensiones filosóficas era la consideración
reflexiva inmediata de la subjetividad y la incapacidad de ver, de mirar desde el punto
de vista de sus mediaciones conceptuales, en las que se podía mostrar la necesidad de
las mismas.
Por eso, para Hegel era muy importante valorar tanto a Kant y a Jacobi como
mostrar que, en el fondo, no encarnaban el espíritu filosófico apropiado. Eran
condiciones de posibilidad del espíritu filosófico apropiado, pero no lo encarnaban. Y
eran condiciones porque habían identificado en sí todo aquello que hace posible la vida
filosófica, a saber, la soberanía de la subjetividad; pero no habían identificado de forma
para sí los rasgos de legitimidad de esa soberanía, de esa subjetividad. Esto es, no
habían mostrado cómo la subjetividad había llegado a disponer de esa misma forma de
mirar el mundo. Y esto era específico de la mirada filosófica, que llevaba consigo una
clarísima consecuencia: que aquello donde tanto Kant como Jacobi ponían la realidad dela subjetividad, en el fondo no era sino el resultado, la estructura más bien conceptual
resultado de la propia historia; esto es, Kant y Jacobi creían que cuando hablaban del
sujeto como existente, o de la subjetividad trascendental como naturaleza de la
racionalidad, creían que cuando hablaban de eso, digo, hablaban de realidades, de
estructuras reales, definitivas, inmediatas. Y Hegel pensaba que, en el fondo, hablaban
de conceptos, no de realidades. Había una hipóstasis, una consideración de las
estructuras conceptuales como si fueran sustancias; pero no era así. Lo que había era,sin saberlo, esto es, sin ser autoconscientes de eso, una capacidad técnica, conceptual,
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de hablar de forma apropiada desde un concepto de subjetividad que era el resultado de
un trabajo del concepto histórico, y que, por lo tanto, a ellos les aparecía ilusoriamente
como inmediato, pero que, en el fondo, procedía de un trabajo histórico conceptual
extraordinariamente complejo.
Esto explicaba la incapacidad que habían tenido tanto Kant como Jacobi de
exponer sus puntos de vista de forma adecuada, porque en el fondo lo que hacían era un
género de exhortación; esto es, todo lo que llamamos espíritu crítico, Ilustración, etc. se
había convertido en el fondo –dice Hegel– en una banal y estéril exhortación.133 Este
tipo de exhortaciones son completamente vacías porque, en el fondo, lo que intentan
mostrar es que hay ahí una realidad, algo que está en ti, y que solamente tienes que abrir
los ojos, no ser vago… para descubrirla. Y eso no es así desde el punto de vista
hegeliano: mientras que creamos que aquello que constituye nuestra subjetividad y
nuestra forma de mirar es una realidad inmediata, asible, cogible con la mano,
bastándonos querer aprehenderla para tomarla… la exhortación es estéril, porque nadie
abre los ojos y lo ve, nadie está en condiciones de percibir qué se nos quiere decir, de
encontrar esa realidad que unos tienen y que otros mágicamente no saben qué es. Pues,
en el fondo, no son sino estructuras conceptuales que no se pueden conocer sólo por la
valentía de que uno quiera conocerlas. Desde ese punto de vista, la Ilustración estaba
sobrecargando con deberes a la gente, y no le daba herramientas para realizar aquello
que se le exigía que realizara. Desde este punto de vista, era completamente infundado,
porque generaba que determinadas personalidades, por una fortaleza del espíritu (que es
lo que en el fondo le dice Hegel a Jacobi: es un reichgeistes134, un “fuerte de espíritu”,
un “rico de espíritu”), pueden intuir, de forma inmediata, determinados contenidos, pero
no están en condiciones de comunicarlos.
No basta con decir “atrévete a saber”, sino “¡enséñame!”. El problema es que,
para ello, tenemos que reconocer que todo lo que hay que conocer aquí es una estructuraconceptual, esto es, es una elaboración lingüística, histórica, de determinados conceptos
que no se ven por los ojos, que no están ahí, sino que tienes que llegar a ellos desde un
proceso pedagógico completo. Esta “otra Ilustración” ya no era la Ilustración, que
siempre cree que las realidades están fuera de ti, y que hay una dialéctica sujeto-objeto.
Esta Ilustración ya es un saber absoluto en la medida en que te muestra que aquello que
133
Ésta es también, dice Villacañas, la tesis que él defendió en el congreso sobre la Ilustración, a saber:que ésta es en el fondo una exhortación, un “atrévete a”, “conócete a ti mismo”…134 Geistesreiche dice en la página 152. Por lo demás, no sé si la expresión “reichgeistes” está bien escrita.
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completamente necesario que pare de dar la matraca (como dice Kant castizamente), es
decir, es completamente necesario que se le obligue a cortocircuitar su voluntad de
hacerse notar al mundo: “Estáte ahí callado y tranquilo”.
¿Por qué ésa es la base sustantiva de la educación? Porque eso le llevará al niño
a reflexionar, a pensar, a generar interioridad. Por eso, para Kant, la estructura de la
educación se pone en funcionamiento cuando al niño se le obliga a estar en silencio. No
se le dice nada: que imagine, que comience, freudianamente, a elaborar asociaciones,
imaginaciones, figuraciones… pero sin hacer nada. Porque, en la medida en que
comience a imaginar, a jugar con representaciones, a sintetizar, a asociar, etc. percibirá
el trabajo mismo del espíritu, esto es, acabará intuyéndose a sí mismo en todas esas
actividades, y acabará percibiendo la propia espontaneidad, la diferencia entre dentro-
afuera…136 toda esta estructura, en fin, de reflexividad acerca de evidencias que el niño
ve a poco que esté tranquilo, que irá descubriendo por sí mismo.
Para Hegel, en cambio, la estructura lingüística del ser humano no se descubre
mediante estos procesos de introspección, mediante estos procesos más o menos
automáticos de reflexión. Se enseñan. De ahí que la educación sea para Hegel realmente
comunicar filosofía. Por eso, para Kant la filosofía no forma parte del currículum
escolar; se supone que cualquier inteligencia suficientemente disciplinada las
conquistará reflexivamente desde el dinamismo propio de la razón. La filosofía, para
Kant, es algo que se enseña en la universidad para refinar todas las notas conceptuales,
pero, de hecho, su relación con la vida es el sentido común, que cada uno configura
mediante la elaboración interna de su subjetividad, y esto tiene que hacerlo uno por sí
mismo.137
La filosofía se constituye en un contenido que hay que comunicar, enseñar,
mostrar, técnicamente elaborado, pero que, sin embargo, se convierte en la condición de posibilidad de una vida digna. Esta posición es la que determina el mundo
contemporáneo. Kant todavía conoce, o cree en la naturaleza humana, que está al
alcance de la mano de cualquiera de nosotros. Hegel ya no cree en esto, sino que cree
que la educación construye la subjetividad. El problema es si la construye con dignidad
o no, esto es, si la construye con verdad o no. Ésta es la diferencia entre Hegel y
136
Todo lo que ha hecho Piaget permanentemente.137 De ahí, por lo demás, el extraordinario avance del psicoanálisis: esto no puede hacerlo uno; tiene quehacerlo uno hablando ante otro, verbalizando ante otro. Esto es profundamente hegeliano.
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Althusser. Y es que Hegel cree que hay una forma de enseñar la filosofía que comunica
la verdad, mientras que Althusser habrá abandonado todo concepto de verdad, y dirá
que es el aparato ideológico del Estado el que construye la subjetividad, pero sin existir
la posibilidad de establecer la cuestión de la verdad. Por eso, para Althusser, la
educación es ideología, no verdad. Para Hegel, si la filosofía es saber, y es saber
absoluto, y es saber acerca de la historia con la que se han ido configurando
productivamente las estructuras semánticas del lenguaje con las que comunicamos, esto
se puede enseñar, pero no se enseña el resultado (y ésta es la cuestión), sino el devenir.
Por eso, no se enseña algo codificado como ideología, sino la forma en que opera el
espíritu. Enseñando contenidos, también se enseña esencialmente a trabajar con el
lenguaje. La forma en que expresamos lingüísticamente la manera en que el lenguaje se
ha constituido nos enseña el lenguaje y la manera de operar con el lenguaje.138
Este punto es decisivo para mostrar la necesidad de la relación entre historia de
la filosofía (que es de lo que aquí se está hablando) y lógica: cuando explicamos bien la
historia de la filosofía, no sólo explicamos bien las formas en que los diferentes
conceptos se han ido generando por contradicciones, unas de otras, sino que explicamos
o enseñamos a filosofar, esto es, enseñamos las estrategias del propio pensamiento que
están en condiciones de seguir produciendo la vida del pensamiento. Cuando
explicamos bien historia de la filosofía, filosofamos, porque explicamos también la
lógica interna, no sólo los conceptos concretos, sino la lógica interna del concepto.
[ Interviene Nicolás: con ello, se muestra hasta qué punto Heidegger, al plantear
la historia del ser, es dependiente del planteamiento de Hegel. Y responde Villacañas:
Sííí. ]139
Lo que sucede aquí es que esa estrategia hegeliana está puesta al servicio de
matar a Hegel. Análogamente, toda la estrategia de Derrida es partir de conceptos deSchmitt para matar a Schmitt. En el fondo, Derrida depende completamente de
Heidegger. Y por el mismo motivo por el que Heidegger quiere matar a Hegel, Derrida
138 Lo cual es en cierto modo resolver el problema de Chomsky: ¿cómo es posible que aprendiendo ellenguaje, que son muy pocas articulaciones, estemos en condiciones de aprender infinitas tiradas delenguaje? Hegelianamente, se replica a esto: no porque existan unas estructuras innatas, sino porque, almostrar lingüísticamente cómo se ha configurado el lenguaje, no sólo mostramos una fijación a losresultados del lenguaje, sino a la manera en que el lenguaje se ha movido, se ha elaborado históricamente,y ese aprendizaje es interno a la propia capacidad de elaborar ulteriormente el lenguaje.139
Prácticamente todo lo que sigue esquiva por completo la que sería línea ordinaria de nuestra clase o denuestro tema. Lo vierto, en cualquier caso, con normalidad y totalmente; me parece demasiado valiosocomo para ignorarlo.
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quiere matar a Schmitt.140 El problema es que es preciso mostrar eso para deconstruirlo,
es preciso mostrar esa evolución lingüística para decir que todo esto es la historia de un
descarrío; no la historia de un saber absoluto, no la historia de la formación de la
autoconciencia y del saber absoluto, sino la historia de un descarrío absoluto, que es la
historia de la metafísica. Estamos en condiciones de establecer la secuencia de los
estratos semánticos del lenguaje occidental al describir pormenorizadamente que nos
hemos equivocado, que esa historia de la metafísica es la historia de la falsedad; no la
historia de la verdad, que decía Hegel, sino la historia del descarrío de la metafísica, que
exige inevitablemente una inversión. Y está planteado por Heidegger mejor que en
ningún otro sitio en el Parménides, las lecciones que imparte Heidegger,
simultáneamente a ietzsche y la voluntad de poder , en 1942-43 (es decir, cuando los
chuzos ya caían sobre Berlín); y aquí es donde plantea inicialmente toda esta
problemática, que consiste en decir: el paso de los conceptos griegos a los latinos es un
angostamiento de sentido que hace que se haya determinado todo el camino de la
metafísica desde el latín y se haya sostenido sobre una traducción indebida. Esa
traducción indebida es la que hace Roma a todos los niveles (arte, política, filosofía,
metafísica…). Y, por lo tanto, hemos estado viviendo dos mil años con estructuras
mágicas, porque no hemos sabido comprender que lo que estaba en la estructura misma
de esas traducciones, mucho más que la metafísica, lo que estaba a la base de todo esto
era la construcción de un arsenal lingüístico destinado a vencer, a mandar, imperial. Y
eso es Roma. Por lo tanto, un arsenal lingüístico que era puramente expresivo de la
voluntad de poder, de la que Nietzsche llega a la última conciencia, y de la cual los
alemanes hemos seguido inconscientemente, llevándonos a un III Reich que es una
imitación germánica de un poder latino, esto es, una corrupción.
Por eso, desde cierto punto de vista, Heidegger es la venganza de Fichte contra
Hegel, pues en el fondo lo que viene a decir Heidegger es que el alemán, todavía, elalemán como idioma, no está dominado por el latín, por los conceptos latinos, esto es,
es un idioma originario. Pero para que sea reconocido como un idioma originario
tenemos que denunciar los dos mil años de dominio del latín, esto es, tenemos que
acabar de vencer la batalla de Arminio, donde los romanos fueron vencidos por los
germanos. Esto es lo que le hace decir a Carl Schmitt que es muy difícil encarar la
140 François Kervégan, Hegel, Carl Schmitt .
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Modernidad con palabras arcaicas alemanas, que estaban muy bien diseñadas para
reconstruir una Arcadia feliz, completamente premoderna, ilusoria, presocrática.
Esto, como es natural, tiene consecuencias muy importantes: sencillamente, la
irresponsable incomprensión que tiene Heidegger de los conceptos latinos. Toda la
genealogía que hace Heidegger de los conceptos latinos de verum, certum… está
completamente confundida. Es algo que Heidegger podría haber aprendido en un texto
central, y olvidado, de la historia de la Modernidad: Vico, especialmente De
Antiquissima Italianorum Sapientia, donde muestra el sentido originario de los
conceptos latinos. Y es muy importante, o la clave de todo está en que, para Heidegger,
factum está esencialmente interpretado al modo de lo que para Heidegger va a ser
Gestalt (?)141, esto es, el dispositivo técnico dominador del mundo; y por lo tanto, verum
est factum significa para Heidegger, desde el punto de vista latino, el dominio de la
técnica. Vico, de una forma completamente magistral, dice que factum, para los latinos,
era exactamente igual que dictum; así, verum est factum es verum est dictum, y por lo
tanto, la facticidad de la que se está hablando aquí no es una facticidad técnica, sino el
trabajo del lenguaje (Hegel). El factum no es en modo alguno para los latinos la técnica
imperial (la técnica para la construcción de caminos, de máquinas, de dominio del
mundo, de la materia como hypokeímenon…); no tiene que ver con esto. Es literalmente
el dictum, es el lenguaje. Por eso, la estructura verum est factum tiene para Vico una
dimensión estrictamente retórica, no (como Bacon podía interpretarlo) ingenieril. El
factum es el factum de la construcción retórica, de la persuasión, de la capacidad de
generar confianza, fidelidad, vínculos, etc. No tiene nada que ver con la técnica. Desde
ese punto de vista, la construcción heideggeriana es rutilantemente seductora, pero es
una manera a posteriori de decir que, en el fondo, el nazismo era el destino de
Occidente, porque era el destino que ha preparado ya, en su acontecimiento, la historiade Roma; y ¿quién se puede oponer al destino? ¿Y yo por qué tengo que disculparme
del destino? Era una construcción, a mi modo de ver, discutible acerca de la
inevitabilidad de la dictadura nazi.
Esto, obviamente, tiene una evidencia en contra: allí donde se ha cumplido, por
encima de cualquier otro escenario, esa estructura del verum est factum como ingeniería,
141 Está en el minuto 48: 30.
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como técnica, que es EEUU, ahí, justamente, no se ha producido ese destino de
dictadura imperial.
En todo caso, no cabe duda de que Heidegger, y no sólo él, sino toda la
hermenéutica… Toda la hermenéutica, desde cierto punto de vista, es un derivado
hegeliano, pero que rompe finalmente con la estructura misma de la dimensión
educativa de la filosofía. Por decirlo sencillamente: si Heidegger es una venganza contra
Hegel, desde el punto de vista de una filosofía arcaica, nietzscheana, de un Nietzsche
previo a la voluntad de poder, de un Nietzsche que busca el momento histórico
filosófico anterior al racionalismo socrático, realmente la hermenéutica es el triunfo de
Schleiermacher.
Schleiermacher era el predicador de la catedral de Berlín, el intelectual, por lo
tanto, más importante del luteranismo, y fundador de la hermenéutica. Cuando Hegel
llega a Berlín, lo primero que hace es lanzar un ataque furibundo contra Schleiermacher.
Esto permite explicar bien su operación en relación con Jacobi. Jacobi había tenido una
serie de discípulos que han sido importantes a la hora de primar la subjetividad
inmediata en su relación directa con Dios. Desde cierto punto de vista, Schleiermacher
procede de ese mundo y ha decidido organizar una mentalidad específicamente luterana
que consiste en ofrecer –algo contradictorio– toda una serie de categorías filosóficas
para racionalizar el problema luterano de la gracia. Éste era tremendamente irracional,
pero la filosofía de Jacobi, en esa relación inmediata de yo-tú, de Dios sujeto, estaba en
condiciones de ofrecer toda una teología dialógica. Hegel, lo que quería mostrar es la
relevancia de Jacobi, la necesidad de superarlo desde su punto de vista filosófico, y de
cortocircuitar las derivaciones luteranas de Jacobi, que eran dominantes. Para esto,
Hegel lo que tiene que hacer es que todo aquello de lo que hablan éstos no es algo
definido de una vez para siempre como una relación esencial entre Dios y el sujeto, esto
es, no es un vínculo sustancial en recepción de la gracia, sino el resultado de un devenir histórico conceptual muy largo, muy poderoso.
La operación que hace Schleiermacher, para concretar la cuestión de Jacobi y
para fundar, desde ese punto de vista, toda una disciplina filosófica alternativa, es
mostrar, muy como lo había hecho Hamann (por eso Hegel tiene que ir también contra
Hamann), que, en el fondo, el diálogo Dios-sujeto, tú-yo, ya se ha dado, y se ha dado de
una vez para siempre, y se ha dado en la Biblia, en el texto bíblico, y por lo tanto, no
existe posibilidad de mantener ese diálogo que decía Jacobi salvo a través de unacontinua reflexión dialogada con el texto bíblico. Ahora bien, esa continua reflexión
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el problema que se planteó el texto, de algún modo, atravesado por metamorfosis, por
variaciones, es el problema que yo le planteo al texto. Pero eso así si y sólo si estoy en
condiciones de ver otros intérpretes del texto, qué problemas le han planteado, cómo
han interpretado el problema que planteaba el texto originario, etc. Es como una cadena
imantada de diálogos personales. El fondo de esa cadena es mi problema existencial; si
ése no se da, todo lo demás desaparece. Por eso, la hermenéutica es finalmente un
pensamiento débil, porque en el fondo consiste en entregar al otro la responsabilidad de
tener un problema existencial que plantearle al texto. Pero, ¿y si el otro no tiene un
problema existencial? El texto desaparece. No existe.
Todo esto es Schleiermacher. ¿Por qué la Biblia nos interpela permanentemente?
Porque tenemos problemas, porque el ser humano tiene problemas. La relación básica
de la gracia, de la irracionalidad de la gracia para alguien atravesado por esta cultura, es
un gesto de completa perplejidad, de amargura, de desesperación…: abre la Biblia al
azar. El azar de la página bíblica es el equivalente a la recepción de la gracia
completamente irracional luterana. Pero es mi problema, mi angustia, la que me lleva a
abrir la página de la Biblia, y es mi situación psíquica de angustia la que me lleva a
darle significado a lo que veo. Pero, ¿y si no hay angustia?
En ésas estamos. La filosofía se ha convertido en hermenéutica, se ha devaluado
en relación con las experiencias, esto es, la experiencia del ser humano no es ahora la
patética de la angustia, no es la enfermedad mortal de Unamuno o de Kierkegaard, sino
otra completamente diversa: el aburrimiento, el tedio. Ésta es la experiencia de la vida.
Y ¿cuál es la palabra que responde al tedio? La que responde ante la angustia era la
gracia. Pero ¿qué responde al tedio? Lo interesante, categoría romántica por excelencia.
Es una degeneración, democrática si se quiere, de la angustia y de la gracia. ¿Y quéqueremos decir con “interesante”, o al transformar nuestra relación con el texto, con el
cuadro… en algo “interesante”? Interesante es sencillamente un pequeño fragmento de
tiempo en el que no me he aburrido. Así, la flexibilidad de lo interesante es infinita,
literalmente: por lo interesante ha entrado la noción de infinito… Ésa es la
posmodernidad, eso es Borges. Lo interesante puede ser infinito, porque no tiene
contenido, es pura forma. Lo interesante es aquello que me hace olvidar mi condición
básica de tedio. Pero si encontramos procedimientos –y ésta es la cultura de masas– para vivir lo interesante, esto es, para no tener tedio, ¿dónde se va el texto sagrado de la
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su plenitud, pero que una vez mostrado en su plenitud nos permite reflexionar sobre su
proceso de formación. Esta estructura –sólo en el hombre perfectamente constituido
estamos en condiciones de ver al mono, esto es, estamos en condiciones de rastrear la
evolución completa; o bien, sólo en el capitalismo (Marx) completamente desarrollado
estamos en condiciones de ver la historia de las formas productivas; o bien, sólo en el
concepto absoluto de hoy estamos en condiciones de ver cómo todo en el pasado se
dirigía aquí teleológicamente–; esta estructura, digo, es la más radical evolución en las
ciencias que se ha producido en el s. XIX-XX, y que sigue operando, porque es todo lo
que podemos llamar ciencias de la evolución, ciencias de la historia (y lo aplica la
física, el psicoanálisis, el marxismo, la sociología…). Sólo el organismo más
constituido nos permite…, porque encierra la propia historia evolutiva en su
interioridad.
Y este concepto, que muestra el telos, el fin, la finalidad completa del curso de la
historia, es el Estado. Esto altera las condiciones kantianas, las matiza. Ya Kant había
dicho claramente que la Ilustración se concreta en la Ilustración jurídica; esto es, la
Ilustración, el sapere aude, únicamente puede tener algún tipo de estructura estable si
tenemos siempre en cuenta la dimensión pedagógica del derecho, del Estado. Esto
significa que la historia nos ha llevado al reconocimiento de que el Estado era su propio
telos, y esto nos lleva a pensar que el Estado era, desde el punto de vista de la historia,
el final, pero desde el punto de vista de la verdad, en sí, el principio. Esto es, era lo que
de más real existía en el fondo de la historia que por fin ha salido a la luz, y que se
convierte, por lo tanto, en la realidad verdadera, que sólo se ve al final, pero que ha
estado pujando por verse a lo largo de los siglos. Pero, si eso es así, entonces los sujetos
–el sujeto de Jacobi, el sujeto kantiano– no son la realidad verdadera. La problemática
de Hegel es: si ahora reconocemos que el Estado es la realidad verdadera de la historia,¿cómo tenemos que vernos a nosotros mismos?, ¿cuál es el valor del individuo en
relación con la realidad del Estado?
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16 / XII / 2010
“ El camino del Estado es el camino de Dios en la tierra” (en Lecciones sobre
filosofía del derecho). Es imposible un enunciado más preciso acerca de qué es la
teología política. El único problema en relación con este enunciado respecto de lo que
puede ser la teología política posterior es que la esencia o realidad de Dios no puede
identificarse con ningún Estado. Y este es el punto decisivo. El camino del Estado es el
camino de Dios pero ningún Estado encarna definitivamente la esencia de Dios. Por lo
tanto, todos los Estados están atravesados por la teología política, pero ninguno de ellos
es la teología política definitiva. ¿Por qué? Porque Dios, más que el Estado, es el
camino.
Esto es lo que sorprende de la teología hegeliana: su extraordinaria capacidad
para situarse fuera de toda realidad concreta, de todo Estado concreto, de toda
especificidad histórica, y ver las cosas spinozianamente, es decir, “bajo la especie de la
eternidad”. Y ello precisamente para saber cuándo esa manifestación de Dios está ya
condenada a muerte, está ya históricamente condicionada, ya se prepara para su
posterior superación y destrucción. De tal manera que no es de extrañar que Hegel haya
visto en el cristianismo la religión absoluta, esto es, aquella religión que tiene como
estructura esencial la muerte y la resurrección de Dios. En otras palabras: si el Estado es
el camino de Dios en la Tierra, como sabemos que los Estados mueren y resucitan bajo
otra forma (bajo otro Estado), entonces podemos decir que, en el fondo, esta sucesión de
formas estatales es la manifestación más precisa de la religión cristiana, a saber: Dios
muere y resucita. Esto significa que el cristianismo es la religión absoluta porque es una
religión histórica; es decir, porque ha reconocido que Dios no es ajeno al mundo,
trascendente al mundo, ni tampoco es completamente inmanente al mundo porque no se
agota en ninguna realidad mundana. Por tanto, puede decirse que Dios es absoluto, esdecir, Dios es trascendente e inmanente a la vez. Dios es la identidad de la identidad y
la diferencia. En otras palabras: Dios es trascendente pero permanentemente se encarna.
Para que se encarne permanentemente tiene que morir y resucitar. Pero hay una vida
eterna por debajo de sus encarnaciones, de sus muertes y de sus resurrecciones. Y esa
vida eterna es su camino en la Historia. No es otra cosa.
La enorme complejidad del pensamiento hegeliano reside en que todos aquellosque han intentado superar a Hegel, han cogido fragmentos de Hegel y han tenido que
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Ahora bien, esta función del Estado de convertir a la sociedad civil en nación
requiere meramente sobredeterminar la sociedad civil, y no intervenir en ella. Veis que
Hegel, en este sentido, es extraordinariamente sutil: el Estado no puede ser un miembro
más de la sociedad civil, no puede competir con otros miembros de la sociedad civil. El
Estado sólo sobredetermina. Pero: ¿qué sobredetermina? El Estado sobredetermina el
sistema completo de la economía. Esto implica una inevitable cooperación entre la
sociedad civil y el Estado, puesto que el Estado no produce, pero dirige. En otras
palabras: el Estado no interviene en la economía, pero la organiza, la ordena, la dirige.
¿Y cómo hace esto el Estado? Es complicada la manera en que Hegel dice que esto hay
que hacerlo, pues Hegel asume como Montesquieu, desde cierto punto de vista, la
división de poderes dentro del Estado. También como Montesquieu cree que los poderes
son diferentes cuando tienen orígenes diferentes; esto es, cuando no se organizan desde
un solo acto de existencia.147 Hegel quiere que la división de poderes sea estricta. El
poder legislativo y el poder ejecutivo no pueden tener el mismo principio existencial, no
pueden tenerlo. Y tampoco el poder judicial.
Desde este punto de vista, Hegel está diseñando lo que se llamará “Estado de
derecho alemán”, que es muy peculiar. ¿Por qué es tan peculiar el Estado de derecho
alemán? Porque, en él, es el poder ejecutivo quien organiza el Estado en aquello que
tiene de primero en la realidad; o, dicho de otro modo, nadie está en condiciones de
elegir el poder ejecutivo. El poder ejecutivo lo lleva el Estado en su Historia, con su
existencia. El poder ejecutivo es, desde este punto de vista, el jefe del Estado, es el
Estado tal y como es heredado, es el Estado tal y como existe fácticamente. En realidad,
el poder ejecutivo es el rey que nombra los funcionarios y los dirigentes del Estado.
Hegel es muy importante para entender lo que será el II Reich alemán, para
entender al emperador del II Reich. Y también para entender a Bismarck: el emperador
que nombra a Bismarck es el poder ejecutivo. Y esto (a saber, el poder ejecutivo) no puede ser elegido. Para Hegel, el elemento electoral es el elemento del poder legislativo.
Por eso Hegel está en contra de la Reform Bill en Gran Bretaña en 1829-1830, y por eso
también se indispone contra la posibilidad de que el gobierno (poder ejecutivo) sea
definido desde el Parlamento (poder legislativo). Y es que, en efecto, según Hegel, el
147 Esto lanza graves sospechas sobre la división de poderes en nuestros países: en España, por ejemplo,sólo hay un acto político de producir existencia de poder, a saber: la elección de Presidente del Gobierno.
En efecto, con la elección de Presidente de Gobierno se elige el poder legislativo, y con el poder legislativo se elige el poder judicial. Pero hay un solo acto de elección.
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Parlamento no tiene la finalidad de fundar el poder ejecutivo; esto, por el contrario,
procede existencialmente de la Historia.
Ahora bien, lo importante para este asunto es la cuestión: ¿cómo funciona el
poder legislativo?, ¿cómo funciona el poder electoral? Hegel reconoce que, tal y como
ha planteado las cosas, tiene un problema serio en la relación entre el poder legislativo
(sostenido por el principio electoral) y el gobierno (sostenido por el poder ejecutivo,
completamente histórico). ¿Por qué ha llegado a este problema? Porque Hegel ha
sobrecargado al gobierno con la finalidad de producir, en una sociedad civil transida por
la competitividad y la lucha económica sin cuartel, producir, digo, solidaridad,
distribución, eticidad , y, en general, la capacidad de considerar a toda la sociedad civil
como una nación. Sin embargo, el poder legislativo, basado en el principio electoral, no
hace sino reflejar la estructura de la sociedad civil; esto es, el poder legislativo no hace
sino reflejar la posición de cada uno, de la particularidad, en la sociedad civil; no hace
sino producir un Parlamento que está atravesado por los diferentes puntos de vista
subjetivos y personales de la sociedad civil.
En estas condiciones, la cuestión que se impone es: ¿cómo estamos en
condiciones de impedir que el Parlamento refleje la división misma de la sociedad civil,
y, por lo tanto, que ordene y controle al ejecutivo desde el punto de vista de los intereses
partidistas de una clase de la sociedad civil?
Este punto es decisivo porque Hegel ha sobrecargado al Estado con la
obligación de la solidaridad nacional. Sin embargo, el poder electoral, el poder
legislativo, o sea, el poder que ha de representar a la sociedad civil y a la pluralidad de
familias, ¿cómo no va a reflejar la diferencia de clases que atraviesa la sociedad civil?
Y, en ese caso: ¿cómo puede el poder legislativo controlar al poder ejecutivo en orden a
superar esa diferencia? La cuestión es: ¿cómo la manifestación de la opinión pública
dentro de la sociedad civil (siempre diferente, heterogénea, partidista) va a cumplir lasexigencias de solidaridad y de justicia que el Estado en tanto forma superior de eticidad
ha de asumir?, ¿cómo la lucha partidista genera solidaridad?, ¿cómo la diferencia
radical de posiciones políticas, la diferencia radical de intereses políticos, fruto de la
competencia radical en la sociedad civil, va a generar solidaridad?, ¿por qué se va a
transformar esto?, ¿de dónde va a obtener energías el poder parlamentario?
Todo esto está íntimamente relacionado con la problemática de la opinión
pública. Todo sería fácil si se cumpliera la vieja pretensión kantiana de que puedeexistir una opinión pública hegemónica, dominante, desinteresada; en otras palabras,
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una opinión pública que debate lo mejor . Todo cuadraría si la manera de obtener
solidaridad nacional fuera mediante la ilustración kantiana148, es decir, en aquella
situación ilustrada en la que las personas deliberan en el campo de la opinión pública y
encuentran la mejor solución para la totalidad.
No obstante, Hegel responde a Kant: la opinión pública no funciona así. La
opinión pública, en una sociedad civil atravesada por la competencia económica y por la
lucha de clases, no funciona como Kant quisiera. Y es que, en efecto, no existe un
estamento, ni una clase ilustrada, ni, en suma, unos sabios que se dediquen
especializadamente a producir consenso social. Eso no existe. Y por lo tanto, la opinión
pública no traslada una idea a la sociedad civil, no sobredetermina ni puede
sobredeterminar a la sociedad civil; por el contrario, la opinión pública vive en el seno
de la sociedad civil, y, en consecuencia, reproduce sus diferencias y reproduce sus
heterogeneidades. En definitiva, contrariamente a lo que afirma Habermas, según Hegel
no se puede generar una esfera de la publicidad que sobredetermine al todo.
La opinión pública es una de las categorías centrales del sistema del Estado de
Hegel, pero es una de las categorías centrales porque Hegel comprende, al mismo
tiempo, su necesidad y su esterilidad, su inutilidad. Si vamos a los textos de la página
242 del libro, leemos decir a Hegel:
“ La opinión pública accede a verdaderos pensamientos y a la comprensión
de la situación y del concepto de Estado y de sus asuntos, y sólo así llega a
una capacidad para juzgar más racionalmente al respecto; y luego aprende
también a conocer y a apreciar los asuntos, los talentos, las virtudes y
habilidades de las autoridades estatales y de los funcionarios”149.
¿Qué quiere decir Hegel con esto?
En primer lugar, Hegel sostiene que, sin lugar a dudas, la opinión pública es
necesaria. Y es que, en efecto, la opinión pública es la forma bajo la que se generan los
verdaderos pensamientos y la comprensión del Estado. La opinión pública, por su
propio sentido, quiere determinar a la totalidad de la sociedad, no quiere ser una opinión
particular, quiere, en último extremo, llegar a definir algo que valga para toda la
148 O habermasiana, pues en este punto puede trazarse el paralelismo.149 Filosofía del derecho, parágrafo 315.
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error interminables”. La opinión pública (vox populi est vox dei) es efectivamente la
voz de Dios, pero es a la vez la voz más miserable. O, dicho de otro modo, la opinión
pública es, a su vez, una verdad y un error interminables. ¿Qué quiere decir eso? Quiere
decir que Hegel ve como necesaria la opinión pública (y la libertad de prensa en la que
se configura la opinión pública), pero sólo en la medida en que mantiene la idea de una
comunidad de justicia152. No obstante, añade Hegel, esa configuración de una idea
común de justicia no puede emerger del propio debate de la opinión pública.
Por tanto, no puede eliminarse la opinión pública, porque eso rompería la idea de
que existe una unidad, una comunidad, algo que debe ser regido por una idea de justicia,
pero, al mismo tiempo, entregada a su propia dinámica, la opinión pública no logra
ninguna idea concreta verdadera. En cualquier caso, lo decisivo aquí es que la propia
opinión pública hecha desde la sociedad civil es la que comprende que no puede sino
equivocarse respecto de la verdad de sus enunciados. Por lo tanto, se trata de un proceso
interno de aprendizaje en el que la opinión pública comprende que la única verdad es la
que dicta el gobierno; esto es, que finalmente la única idea de justicia es finalmente la
que dicta el gobierno.
¿Cómo puede hacerse así? ¿Cómo puede ocurrir así? Esencialmente porque la
opinión pública se cosifica en el periódico153 y mantiene así una apariencia que nos
sostiene en un mundo compartido: el mundo que dibuja el periódico. Ahora bien, ese
mundo compartido que dibuja el periódico es, en cierto sentido, verdad (pues es verdad
que ese mundo es compartido), pero es, en otro sentido, mentira continua (pues nada de
lo que dicen los periódicos es verdad). En otras palabras: la institución de los periódicos
es verdad porque es la última manifestación de que compartimos un mundo y
necesitamos conceptos comunes, pero nada de lo que encontramos en los periódicos es
verdad. Por eso, en último extremo, lo común que los periódicos alientan se concreta
realmente en las órdenes del gobierno. El periódico es, efectivamente, la manera quetenemos, desde la libertad, de manifestar que vivimos en un mundo común, pero cada
una de las opiniones que se publican en un periódico es una mentira. ¿Por qué? Porque
al día siguiente tiene que ser olvidada, abandonada, eliminada.
En definitiva, la temporalidad de la opinión pública no es sustantiva en sus
contenidos; en cambio, sí es sustantiva en su forma. Sin embargo, al mostrarse como
152
Idea de justicia sin la cual, por cierto, la opinión pública no funcionaría.153 La opinión pública tiene como símbolo específico al periódico que, por otra parte, es el placer hegeliano por excelencia (a Hegel le encantaba leer el periódico).
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Pero, ¿de qué principio estaríamos hablando aquí? No del principio de la opinión
particular (que es representada en el Parlamento), sino del principio del sistema de las
necesidades; esto es, del principio del sistema económico, del principio de aquel sistema
que está sobredeterminando a ricos y pobres a la vez. En otras palabras: el principio del
sistema de las necesidades es ese principio que debe ser orientado hacia la estabilidad
social, esto es, hacia la disminución de las diferencias mediante estrategias de
solidaridad.
¿Cuál es la regulación de este sistema económico? Es, por una parte, mantener la
producción y atender todas las exigencias de la producción, como es natural; y, por otra
parte, atender a la producción de tal manera que se generen excedentes suficientes para
poder poner en marcha estrategias de solidaridad o redistribución. Sabemos que la
producción, por sí misma, genera ricos y pobres, pero si la mantenemos en
determinados umbrales de producción, generará excedentes para atender también a los
pobres. Esto implica que todos los que participan del sistema de producción
(empresarios de toda índole, trabajadores, dirigentes de bancos, dirigentes de minas,
etc.), ricos y pobres, deben establecer una Cámara Corporativa que no tiene como
finalidad la producción de una opinión pública, sino que tiene como finalidad la
producción de un saber acerca de lo que es necesario para la producción y acerca de lo
que es necesario para la solidaridad. Esa Cámara Corporativa no se orienta por la
opinión, sino desde la experiencia y el saber; es decir, desde el conocimiento interior del
sistema económico productivo. Y, en tanto que son agentes conscientes del sistema
económico, están en condiciones de recibir las exigencias del Parlamento y seleccionar
sólo aquellas que son verdaderas. ¿Por qué? Porque ellos sí tienen un sistema de verdad,
sí tienen una estructura científica, sí están pensando sobre una objetividad productiva.
Y, por lo tanto, están en condiciones de servir de puente, como segunda cámara, entre la
opinión pública y el gobierno para establecer la política adecuada. De tal manera queesa política no ha perdido, en último extremo, un vínculo con la opinión pública, pero la
ha purificado. La “voz de Dios” sigue siendo la “voz del pueblo”. Sin embargo, ahora
“la voz del pueblo” ha pasado por un crisol que hace que no esté constituida por errores
y mentiras continuas, sino que quede atravesada por la idea de la verdad de aquellos que
tienen el concepto de la estructura económica.
Podéis suponer hasta qué punto Hegel está condicionando la forma de lo que es
el Estado contemporáneo en la medida en que ha fecundado la política tanto de derechascomo de izquierdas. Da igual que esa Cámara Corporativa sea la de Mussolini, la de
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Franco, la de la revolución rusa o la de la revolución china. La cuestión no es esa, sino
que lo importante es que, en cualquiera de esos casos, esa Cámara Corporativa, esa
cámara segunda, es la que tiene el conocimiento verdadero del sistema productivo. Por
esta razón, la Cámara Corporativa está en condiciones de identificar qué demandas de la
opinión pública son compatibles con un sistema de producción que, a su vez, sea un
sistema de producción de una idea común de justicia. En consecuencia, el filtro, la
mediación, no rompe el contacto último entre el gobierno y la opinión pública, sino que
muestra mediante sistemas eficaces y justos que la búsqueda de un sentido común de
justicia autónomo por parte de la opinión pública nos lleva a aprender a reconocer el
talento, la virtud y el conocimiento de las órdenes gubernamentales.
¿Qué tenemos aquí? Tenemos un sistema estatal sin política. ¿Qué quiere decir
“sin política”? Quiere decir, esencialmente, que la opinión pública no decide el
gobierno, ni está en condiciones de situarse en posiciones críticas respecto al gobierno.
Se supone que el gobierno cuenta con suficientes aparatos para persuadir a la opinión
pública de que, en el fondo, sus medidas son justas y acertadas. Hegel no es un cínico:
no ha pensado que eso pueda hacerse por una propaganda completa, bestial. Él cree
sinceramente que la instancia decisiva no puede proceder de la opinión pública. Todo lo
que ha dicho Carl Schmitt sobre el Parlamento y sobre la prensa como el “poder
discutidor”, o todo lo que ha dicho Donoso Cortés, en el fondo, procede de Hegel, lo
organizaba Hegel.
En definitiva, la tesis de Hegel a este respecto es que de las discusiones del
Parlamento no se puede derivar una política que esté en condiciones de ser reconocida
como justa. Esto requiere de otras mediaciones, otros prestigios, otras autoridades.
Ahora bien, esto es así si y sólo si los individuos de la segunda cámara157 (la
Cámara Corporativa) “entienden estos asuntos [económicos] mejor que los que delegan,
así como también que no hacen valer el interés particular de una comunidad ni
corporación frente lo universal, sino esencialmente esto universal”.158 En otras
palabras: si la segunda cámara (la Cámara Corporativa) aparece como la cámara de los
intereses universales, y no de los intereses particulares.
¿Y por qué va a aparecer así, esto es, como la cámara de los intereses
universales? Hegel responde: porque el sistema de la producción es orgánico, es decir,
es un sistema. Así, el que sabe de la interdependencia de todos los ámbitos del sistema
157 Elegidos, no por sufragio universal, sino por sufragio corporativo.158 Filosofía del derecho, parágrafo 309 (citado por Villacañas en la p. 241).
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entender la contraposición histórica que ha atravesado todo el s. XIX y el s. XX entre
“sociedades liberales” y “sociedades no-liberales”; es decir, para entender el
sonderweck , el camino especial alemán. En definitiva, la contraposición histórica es la
que enfrenta un modelo que considera la sociedad como un organismo frente a otro que
toma como modelo la sociedad civil competitiva que asume la lucha política y la lucha
económica como formas específicas de los agentes racionales. Éste es el punto.
En efecto, para Adam Smith, la única racionalidad está en los agentes racionales.
Estos agentes racionales hacen que el mercado sea el mejor sistema. Por tanto, si los
agentes no son racionales, el mercado es un sistema completamente caótico y corrupto.
El mercado sólo es el mejor sistema si se construye sobre agentes racionales. Y esto es
lo que ha sucedido básicamente en España: hemos construido un mercado sobre agentes
completamente descerebrados. Y esto nos ha llevado a la deuda privada per cápita más
grande de toda la humanidad. La deuda privada per cápita más grande toda la
Humanidad es la española. Y esto es así porque los agentes han vivido en un sistema
que se ha transformado, que se ha roto, que ha devenido corrupto por la propia
irracionalidad de los agentes que han vivido en él. Hay un capítulo de Los Soprano muy
interesante donde hay un fulano vecino de Toni Soprano que es caracterizado por la
madre de Toni Soprano como un “ludópata corrompido”. Alguien que se comporta
como un ludópata no puede invocar la racionalidad del mercado. El mercado deja de ser
racional para él. Pues bien, este tipo se endeuda jugando una partida de cartas. Y,
evidentemente, la deuda crece y crece y crece. Cuanto más se endeuda más tiene el
frenesí del juego. Y así sigue la dinámica. Al final el ludópata le dice a Toni Soprano:
“ pero, ¿y esto cuándo acaba”; y Toni Soprano le responde: “ gilipollas, esto se acaba
cuando te quedes sin nada”. 161
Éste es el punto. Con el tipo de agentes ludópatas o consumistas compulsivos de
nuestro mundo, el mercado no es racional. El mercado se convierte en una cosa a la quelos agentes que lo están observando acuden para conseguir beneficios de tipo mafioso.
Pero Hegel cree que el sistema es orgánico, y, por tanto, los agentes no tienen
por qué ser racionales. Pueden vivir en la mentira. Pero, si el sistema es orgánico,
alguien lo conocerá. Y si alguien lo conoce y lo regula, entonces los demás agentes,
cuanto más irracionales sean, más reconocerán la virtud, el talento, la ciencia y el saber
de las autoridades públicas y de los funcionarios.
161 La escena es del décimo capítulo de la segunda temporada.
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Así entendida la opinión pública, queda completamente desmantelada en su
capacidad de hacer política. Y éste es el destino mismo de la teología política
schmittiana. ¿Por qué? Porque, en el fondo, Carl Schmitt afirma que mientras que el
Estado existe, la política no es necesaria. Los primeros libros de Carl Schmitt son
extraordinariamente hegelianos, así por ejemplo El individuo y el valor del Estado
(1911). En este libro se reproducen textos específicamente hegelianos que afirman que
el individuo recibe su valor de la institución estatal, puesto que el Estado es primero en
la realidad. El problema es cuando este organicismo hegeliano (que fue la ilusión del II
Reich, que fue la ilusión de Bismarck, en suma, que fue la ilusión de poder llevar
adelante un Estado moderno sin política) se disuelve como un azucarillo. Y entonces lo
que queda es la diferencia, la lucha, la diferencia amigo-enemigo. Es en ese momento
cuando dice Carl Schmitt: entonces entramos en un “estado de excepción”.
Pero, ¿en qué consiste “el estado de excepción”? Consiste en pasar del Estado a
la política. En una época normal hegeliana no necesitamos política; sólo necesitamos
una opinión pública disciplinada, necesitamos un prestigio de las instituciones, un
prestigio del Estado, en suma, necesitamos que la gente crea que el Estado controla la
organicidad social. Sin embargo, según Carl Schmitt, cuando eso fracasa, es decir,
cuando estalla la diferencia amigo-enemigo interior y se genera el estado de excepción,
entonces nos damos cuenta de que, antes del Estado y su derecho, está la política. Pero
la política es lo que se había ocultado con Hegel. En este sentido, podemos decir que
Carl Schmitt es un hegeliano de estado de excepción; esto es, después de ver rotas las
ilusiones de Hegel, Carl Schmitt plantea un regreso a la política para reconstruir el
Estado normal. La política schmittiana no es sino la posibilidad que tiene el soberano de
contar con una opinión pública activa, dinamizada, homogénea, plebiscitaria, para
organizar un nuevo derecho que, a su vez, cuente con esta opinión pública activa y
dinamizada.En otras palabras: el Estado de excepción schmittiano no tiene otro horizonte
más que el Estado normal hegeliano. La diferencia sólo estriba en que Carl Schmitt ha
visto el Estado en el momento de la excepción, es decir, en el momento en el que sus
ilusiones orgánicas se han roto y es completamente necesario generar otras ilusiones
orgánicas. Pero no tiene otras. De ahí que la hostilidad de Hegel al liberalismo sea
absolutamente compartida por Carl Schmitt. Ambos han visto el mayor enemigo en el
liberalismo.
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mi afecto, mi vinculación sentimental, mi reconocimiento y mi convicción a lo objetivo,
esto es, a lo público. Lo público y lo privado se sintetizan.
Así Hegel se sitúa frente al luteranismo, basado en lo privado; esto es, basado en
certezas de ser salvado, efusiones de la gracia, el alma inquieta e insatisfecha con todo
(es decir, el alma romántica, el alma bella, el alma que tiene un anhelo permanente que
no puede comunicar, que está en contacto con lo inefable). Esto queda abandonado. Se
mantiene la subjetividad y la libertad interior, pero se adhiere a lo público, esto es, se
adhiere a la instancia de la autoridad. Y ello también frente al catolicismo, donde lo
público es una ritualidad que alguien acepta y asume pero sin entrar en ella, es decir, sin
dotarla de alma interior, sin prestarle la absoluta colaboración interior.
Esa síntesis de luteranismo (subjetividad) y catolicismo (objetividad) es
obviamente la que busca de forma permanente Carl Schmitt. Y la busca como estructura
católica originaria, esto es, como aquella forma que se dio antes de la Reforma
protestante, o sea, como aquella organización del cosmos político que se dio cuando
Roma no había sido aún rota por la Reforma luterana. Desde este punto de vista,
Schleiermacher suponía una completa confusión individualista. ¿Por qué? Porque
Schleiermacher basaba la vida de los hombres como enfrascados en los gestos bíblicos,
buscándose, encontrándose, recreándose, percibiéndose como invadidos por Dios o
abandonados por Dios. En definitiva, según Hegel y Carl Schmitt, a Dios no se llega por
el individuo. Por el contrario, a Dios sólo se llega cuando se comparte una noción
común de justicia. Y esto solamente puede ocurrir cuando se instala en la verdad de la
opinión pública que genera la confianza, la fe, en la verdad, el saber, el talento y la
virtud del gobernante.
De tal manera que la relación entre el individuo-ciudadano (citoyen) 163 y el
Estado es una relación religiosa, esto es, es una relación de confianza, de fe: “yo no sé
todo lo que el gobierno sabe, pero sé que el gobierno sabe”. Esta es la cuestiónfundamental. Esta relación de fe obliga a eliminar dimensiones de mi subjetividad,
obliga a sacrificios de mi certeza. No obstante, a cambio de eso, obtengo la verdad de la
participación en un Todo comunitario.
Dios, por lo tanto, no se manifiesta en mi conciencia (como dice Lutero), sino
que se manifiesta en la percepción de la comunidad, a la que accedo por el sacrificio de
mi individualidad. En consecuencia, estamos en condiciones de decir que el fundamento
163 No el bourgeois, no el burgués.
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que la filosofía sólo funciona en el ocaso de los pueblos, cree que es el ocaso de Francia
el que él ha captado en concepto y lo ha pasado a Alemania para que se ponga a la
altura de sus exigencias de producción de unidad de pueblo, de producción de
comunidad, de una comunidad que tiene que resolver el problema del capitalismo, que
tiene que solucionar el problema de la fundación de un Estado unitario, y que tiene que,
de la misma forma que el Estado napoleónico se propuso como un Estado mundial, un
Estado universal, una ley universal, Alemania, digo, tiene que encontrar el camino que
le lleve a ser igualmente un imperio mundial. Un imperio mundial no quiere decir un
imperio que someta al mundo, sino un Estado que sea el más avanzado en un momento
dado de la historia del mundo, y que se convierta en paradigma de lo que es un Estado
para todos los demás. Y éste es el proyecto en el que Hegel está.
Por eso Hegel no está preocupado por la muerte del espíritu del pueblo alemán,
porque el pueblo alemán no ha cumplido todavía con su misión, no se ha manifestado
todavía en el gran hombre (acordaos: Wallenstein), no se ha manifestado en el príncipe,
y por lo tanto, no se ha convertido en comunidad, y así, no se ha configurado en un
Estado verdadero. Ésa es la tarea que le compete a la filosofía, a saber: reunificar toda la
experiencia histórica, ordenarla en conceptos y ofrecerla a los alemanes con la idea de
que cumplan su misión como espíritu del pueblo, pero en relación con la historia
mundial. Esto significa que el pueblo alemán se autoconocerá, generará instituciones,
unidad, comunidad, Estado, y ese Estado justamente que incorpora toda la enseñanza de
lo que ha sido el Estado a través de la historia, y se propondrá, por esa dimensión
autoconsciente, guiada por la filosofía, como el modelo de lo que significa Estado
justamente en este presente histórico. De tal manera que Hegel, desde este punto de
vista, es el filósofo que va a iluminar todo el proceso prusiano de organización del II
Imperio Alemán. Hegel, en Berlín, en la capital de Prusia, está dando el ideal de lo que
es el Imperio Alemán, en la medida en que, desinhibidamente, el Imperio Alemán, yBismarck como su hombre,165 había generado el ser humano, el tipo humano que está en
condiciones de ser caracterizado por todos los habitantes alemanes como aquel en el que
se identifican, aquel que, viéndose en él, todos se ven a sí mismos, todos se conocen.
Esto, desde el punto de vista de Hegel, es muy alentador: los alemanes no han
jugado todavía su partida histórica. Desde el punto de vista del presente, es terrible:
evidentemente, la partida histórica sólo se juega una vez. Ciertamente, esto es alentador
165 Hegel habría estado encantado de abrazar a Bismarck, en cierto modo.
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para todo el mundo. Como dijo una vez Carl Schmitt, Estados Unidos no debería
sentirse mu satisfecho de haber ganado la II GM: sólo se gana una vez. Schmitt
funcionaba como un hegeliano, un hegeliano resentido: nos habéis ganado… pero ya no
volveréis a ganar.166 En todo caso, la jugada histórica está perdida, y la jugada histórica
por la cual el Estado alemán se organiza como el Estado representativo del espíritu del
mundo en este nivel de evolución, se ha acabado.167
La idea de Hegel, ¿cuál era? Alemania tendrá su oportunidad, definirá
claramente lo que es el Estado, la forma de Estado, y llegará a la perfecta
autoconciencia de la historia, llegará al reconocimiento de que toda la historia estaba
conducida a que ella emergiera como la potencia que iba a perfeccionar el Estado a sus
máximos niveles de exigencia, y, en tanto forma, la historia se habría acabado ahí.168
166 Claro que EEUU podía haber dicho: bueno, vosotros ni siquiera ganasteis una vez…167 La humildad con la que la Sra. Merkel aparece en público, prácticamente como una pequeña tendera,está íntimamente determinada por el hecho de que Alemania no está ni quiere ni aspira a repetir ningúntipo de aventura imperial. Eso está constitutivamente roto. Y está roto porque tuvo una aventura imperial,hegelianamente imperial. La diferencia con España, dicho sea de paso, es que la aventura imperial deEspaña, igualmente desastrosa, no ha dejado experiencia poderosa (en el pueblo español, se entiende),
porque siempre se dio en otro sitio, mientras que la experiencia imperial de Alemania ha arrasadoAlemania, no ha dejado más que escombros. Y esto sí que ha interiorizado una experiencia de que elimperio es autodestrucción. La experiencia imperial de España siempre se dio en otro sitio, no nos arrasó,y por lo tanto, es completamente explicable que no haya producido las ganas de no volver a repetirla.
Todavía cabe recordar cuando Ganivet escribió en El ideario español , mientras perdíamos la guerra deCuba: el imperio español de América se ha acabado, pero ahora tenemos que empezar a pensar en elimperio español sobre África… No había la interiorización de que la aventura imperial es la maldición
para los pueblos: todo pueblo que ha asumido una aventura imperial ha muerto en el intento. Esto es muycomplicado de hacerlo entender a quienes dirigen a los pueblos a aventuras imperiales, y es que, en elfondo, siempre hay intereses internos a los pueblos (esto es el error básico de Hegel) que solamente
pueden sobrevivir mediante aventuras imperiales. Por ejemplo, la producción de armamentoestadounidense. Esto no puede vivir al margen de aventuras imperiales, no tiene otra posibilidad. Peroesto, ¿qué quiere decir? Evidentemente, que no hay organicismo, no hay intereses orgánicos, compatibles.Los pueblos están rotos, porque los intereses atraviesan de forma radical la producción económica. Noexiste un sistema del capitalismo. Por eso China ha sido la más inteligente, la única que ha aprendido detodo esto: se ha negado a una aventura imperial. Esto es lo importante de la situación presente. PactoMao-Nixon: China renuncia a expandir la revolución, China renuncia a ser Rusia, a llevar la revolución
maoísta a todo el mundo, y únicamente manifiesta su voluntad de expansión mediante la economía, estoes, no mediante un sistema imperial militarista, sino mediante el aprovechamiento de la apertura demercados que ya EEUU le ofrece. Por lo tanto, no es un poder imperial, sino un poder “simbiótico” de un
poder imperial americano, pero como todo poder simbiótico de un poder imperial, chupará la sangre del poder imperial. Bueno, ahí es donde estamos: China ha chupado la sangre entera del poder imperialamericano, y lo ha depositado en el Banco Central en forma de divisas, en forma de dólares. Esto es unainnovación radical en la historia de las relaciones internacionales (que, naturalmente, Hegel no estuvo encondiciones de asumir).168 Por eso, los hegelianos, cuando calló el muro de Berlín, consideraron cumplida la previsión hegeliana:ahora no queda más que la forma-Estado del Estado del bienestar, también de estructura hegeliana, por lodemás (un capitalismo dirigido por el Estado, capaz de ser eficaz y distributivo). Esto es Rawls, endefinitiva. Rawls, en el fondo, más que kantiano, es estructuralmente hegeliano: una actividad económicaestrictamente productiva, eficaz, pero sostenida por estructuras de justicia, de sentido común. Pero eso es
el Estado. No se puede ir más allá: si Rusia cae, y el Estado se convierte en la única potencia, la historiaha acabado, Hegel tenía razón. Esto lo impone Kojève. (Habla de su historia, de sus relaciones con DeGaulle, su idea de Europa…). Son sus discípulos, los discípulos de Kojève, los que afirman que la
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Hay un texto que puede resumir bien esto que intento explicar, este proceso
histórico por el que un pueblo se conoce casi como un individuo, se concreta en un
individuo representativo que funda el Estado, que conoce el Estado, en plena vitalidad,
y lo entrega a su decadencia:
“Para filosofar, un pueblo sale de su vida concreta donde aparece la
separación y la diferencia entre los estados sociales y el pueblo se
acerca a su ocaso, donde se produce una ruptura entre la aspiraciones
interiores y la realidad exterior, donde no basta ya la forma de la
religión anterior, donde el espíritu manifiesta su indiferencia ante su
existencia viva o reside insatisfecho en ella, y huye a los dominios del
pensamiento y se crea un reino del pensamiento frente al mundo de la
realidad: la filosofía es la compensación de la corrupción de aquel
mundo real. Cuando la filosofía lo pinta todo sobre un fondo gris, es que
se han esfumado ya la lozanía y la vitalidad de la juventud; y su
compensación no es en la realidad, sino en el mundo ideal”.169
¿Qué tenemos aquí? Tenemos ese momento en que el legislador, el fundador, el
superhombre (llámesele como se quiera) ha permitido la objetivación de lo que un
pueblo es, ha permitido que el pueblo lo siga, ha permitido que el pueblo se vea en él,
ha permitido que el pueblo se convierta en una comunidad (justamente, representada por
el gran hombre)… Esto tiene que ver con pulsiones; no es un contrato al modo
hobbesiano, sino que tiene que haber convulsiones, afectos, pasiones… pues, en el
fondo, lo que está saliendo a la luz es la naturaleza de un pueblo. Esto es todo lo que
hay de política: seguir, sentirse arrastrados por el gran hombre. Pero cuando esto se
rompe, comienza la filosofía. La filosofía no produce política, no produce pasión,vitalidad, no puede tecnificarse para producir un gran hombre. Esto, que tiene que ver
ya con Nietzsche (la construcción de un mitotecnificado, de un mito con toda la
potencia de la publicidad, etc.), esto, dice Hegel, no se puede construir, sino que surge
de la espontaneidad de la vida de un pueblo.
historia, tras la caída del muro, ha cumplido el veredicto hegeliano, ha llegado a su final, o sea, la formadel Estado del bienestar se ha universalizado como forma representativa del Estado. Esto –lo sabemos yahoy- es una tontería: desde el momento en que desaparecieron los contrapesos, no ha se ha mantenido el
Estado del bienestar, sino una inmensa corporación de poderes financieros que manejan el mundo, y que justamente significa la mayor humillación que ha recibido el Estado como soberanía que se recuerde.169 Pp. 283-284.
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Cuando “en la vida concreta aparece la diferencia concreta”, aparece la
diferencia entre los estados sociales, esto es, cuando se rompe la estructura comunitaria,
cuando una parte del pueblo ya no tiene confianza en el Estado, cuando una parte del
pueblo ya no se identifica con el líder, cuando una parte del pueblo ya no está en
condiciones de sacrificarse, y ver que todos los demás se sacrifican igual, o sea, cuando
ya no está en condiciones de fungir el cristianismo como religión del sacrificio,
entonces se fractura la vida social. Y esa fractura no tiene arreglo, no es factible la
solución schmittiana, a saber, identificarnos con una de las dos partes, declarar a la otra
enemiga, destruirla, y unificar de nuevo. Eso es pura violencia, en sentido nietzscheano.
Eso no tiene ya fundamento, y cuando eso sucede, el pueblo se acerca a su ocaso, a su
final, a su muerte. Por lo tanto, la política ni es necesaria al principio, ni sirve para nada
al final. Éste es el punto: porque todo esto no hace sino expresar un proceso biológico.
¿Qué significa esto? Significa que una enorme cantidad de necesidades
espirituales, interiores (noción de justicia, de comunidad, de confianza…), que todo esto
que hemos visto que hace que el ser humano no se sienta solo en el tiempo infinito de la
historia, que al menos dé un sentido a su propia muerte, a su propio sacrificio… cuando
esto ya no se ve, entonces la ley, la institución, se ve como una cáscara muerta, como
algo que es pura letra, pero que ya no puede ser vivido de forma auténtica. Y esto, la
ruptura entre las aspiraciones interiores, las necesidades psíquicas de la gente, y la
realidad exterior (la ley y todo lo que conlleva, el poder…), esta ruptura, digo, es
insalvable, esto es, ya no basta, ya se ha roto en fundamento religioso del pueblo. La
religión anterior ya no sirve, ya no canaliza las aspiraciones específicamente espirituales
de saber que la vida no se vive en vano. Pues de esto es de lo que se trata, de neutralizar
esta angustia básica de pensar que la vida se puede vivir en vano. Esto es nihilismo,
verdaderamente. Y entonces, la religión del Estado ya no neutraliza el nihilismo;
entonces, el espíritu manifiesta su indiferencia ante su existencia viva, o reside
insatisfecho en ella. Esto es, el espíritu no se reconcilia con la realidad, pero ¿qué hace
el espíritu que no se reconcilia con la realidad? Filosofa, es decir, mira con indiferencia
a la vida, y esa mirada con indiferencia a la vida es lo que le permite elevarla a
concepto, lo que le permite pensar. El pensar, por lo tanto, es fruto del ocaso del pueblo,
no del inicio. El inicio es entregado a la pasionalidad; el pensar es entregado a la
reflexión justo cuando ya nada de la realidad nos satisface.
La cuestión aquí es que el pensar, que reflexiona con indiferencia ante lo quetiene a su lado, es la última resistencia que intenta explicarse cómo se ha llegado a sentir
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decir que hemos llegado a Hitler porque nos confundimos al traducir la aletheia en el s.
VII a. c. a veritas, etc. ¡No! La cuestión aquí es ver qué es lo que ha sucedido en la
Modernidad, en la época moderna, para que podamos explicarnos cómo una forma ideal
del Estado, que se suponía una forma generadora de confianza, de justicia, ha estado en
condiciones de producir una tiranía completamente inconcebible apenas unos años
antes. Esto es lo que tenemos que pensar, y esto es lo que tenemos como rico material
de la evolución, que debe ser dominado por el pensamiento, esto es, que tiene que ser
elevado a concepto, que tiene que ser explicado en su proceso histórico concreto, y no
refugiarnos en la huida y en la pobreza de la búsqueda de un punto sólido sobre el cual
podemos imaginarnos que la humanidad tendrá un nuevo comienzo.
Desde este punto de vista, cualquier filosofía “a la Heidegger” es una recaída
completa en relación con esta aspiración hegeliana. Ahora bien, esta aspiración
hegeliana sólo puede ser una invocación formal a una forma de entender la filosofía -
que no sea la analítica- si está en condiciones de mostrar los errores garrafales que ha
cometido Hegel, la forma completamente incorrecta en que ha comprendido su propio
movimiento, su propio material histórico, y de hacer de la filosofía, formalmente, una
reflexión sobre su tiempo en conceptos que no aspira, desde luego, a la configuración de
organismos o de una legitimidad que ella haya de entregar al Estado, pero sí aspire a
entender el movimiento histórico, y no refugiarse en una Arcadia del s. VII a. C.
Mi impresión es que la filosofía sólo puede hacer eso si está en condiciones de
reconstruir toda una serie de saberes que el propio Hegel tenía (falsos, equivocados,
pero saberes), a saber: saberes de la economía, del derecho, del arte, de la política, de la
institución… y por lo tanto, de recuperar una estructura del mundo histórico que no sea
meramente una hermenéutica basada en la autoridad, y que esté en condiciones de
hablar a la gente de su época en palabras de su época para iluminar qué problemas tiene
esa misma época. Por eso, creo que esta forma de filosofía no se hace, no está por hacerse, porque el sistema propio de especialización, el sistema propio de la reflexión y
el pensamiento, lo impiden. Pero esto, que lo impida, forma parte todavía de aquello que
Hegel hablaba de la construcción de una opinión pública basada exclusivamente, en
último extremo, en la opinión y en la mentira.
Así, pues, entre una filosofía muy rigurosa conceptualmente, pero que en el
fondo no habla de la realidad, y una filosofía que pretende hablar de la realidad, y no es
más que charlatanería, quizá sea cuestión de encontrar un camino que pasa por construir una filosofía que incorpore otros saberes y que no se reduzca a un comentario de texto
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autorizado. Creo sinceramente que el programa de lo que podría ser una filosofía actual,
o una forma de filosofar diferente, que responda a los retos hegelianos, pero también a
los retos de verdad, de racionalidad, de precisión conceptual, de clarificación del tiempo
presente, es la forma en que Max Weber ha criticado a Hegel (y a Marx, naturalmente),
y que no ha tenido, en mi opinión, herederos adecuados.
Creo que la conclusión de este curso sobre Hegel podría ser que no estamos en
condiciones de entender a Hegel analizando los textos de Hegel, sino reconstruyendo
todo un conjunto de discursos y de saberes, que el propio Hegel nos puede dar
equivocadamente, pero que debe ser actualizado desde una relación de ciencias
humanas y ciencias sociales por hacer, todavía por hacer. Y creo que ese mediador entre
eso que tenemos que hacer (relacionar de nuevo ciencias humanas y sociales de una
manera semánticamente rica, precisa y racional), ese mediador, digo, sigue siendo ese
gigante del pensamiento que es Max Weber.
En relación a esto, Kierkegaard representa, como es natural, un acontecimiento
importante (también para Weber, desde cierto punto de vista), pero funcional sólo en la
medida en que quiere superar a Hegel y crear un diagnóstico diferente del presente.
En lo que nos queda de curso, vamos a ver en qué medida se produce ese diálogo
entre K. y Hegel.
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Kierkegaard es, por definirlo de una manera puntual, el mayor intérprete de los
mitos literarios occidentales (tomando como mito literario el sermón de la montaña y
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establecer diferencias con el héroe cultural (Mill), con el héroe ético (Hegel), y tiene
que mostrar la especificidad en el presente del caballero de la fe, del caballero cristiano.
Ésta es la opción última de la filosofía de K. Y para eso tiene que construir una
interpretación de la cultura clásica, griega, frente a la cultura cristiana, y tiene que
establecer una diferencia entre la cultura estética, básicamente demoníaca –que no
diabólica–, tiene que establecer una teoría de la ética que conteste a Hegel, y tiene que
establecer una teoría del cristianismo. Pero lo más importante de K. es que todas estas
estructuras las ofrece alrededor de una idea de dialéctica. Esto significa que, desde
cierto punto de vista, K. imita a Hegel en la necesidad de mostrar el sistema de las
mediaciones de unas a otras. Esto es lo más conocido de K.: la teoría de los estadios de
la vida, en la que muestra la necesidad de mediación alterna de un estado hacia otro, la
necesidad de un camino unitario dialéctico, pero que no lleva consigo a una filosofía de
la historia que legitima toda la existencia del tiempo histórico como un camino hacia la
autoconciencia, sino una dialéctica que legitima la evolución de la experiencia
existencial del individuo. Frente a la dialéctica hegeliana, que se organiza como una
dialéctica de la historia, la filosofía de K. se organiza como una dialéctica de la
existencia individual, una construcción de la experiencia capaz de responder o de
dinamizar aquello que estaba en la experiencia cristiana.
Como es natural, esta posición implica una transformación, una inversión radical
de todo el pensamiento hegeliano. Desde cierto punto de vista, podemos decir que si
Hegel había elaborado, ante todo, un sistema que aspiraba a mostrar la continuidad
histórica, la continuidad del tiempo, K. aspira fundamentalmente –y es el primer gran
filósofo que lo hace– a construir una experiencia del individuo que implique un estado
de excepción de la historia. Lo que intenta hacer K. es romper la historia, acabar con el
absolutismo del tiempo de la historia.
¿Cómo hace esta operación?, ¿cuáles son los elementos centrales? El elementocentral más básico de K. consiste en este diagnóstico: el cristianismo tiene su origen en
la desesperación del mundo clásico, y sólo puede ser entendido si llevamos al mundo
contemporáneo la experiencia de la desesperación. Ésta es la base estratégica de K. Ya
significa esto que el tiempo de la desesperación no es un tiempo histórico, sino un
tiempo existencial; no es un tiempo que pasó, que quedó superado. El efecto del
cristianismo, desde ese punto de vista, no es histórico: el cristianismo superó el tiempo
de la desesperación de su propio presente, pero no funciona si no se vuelve a laexperiencia de la desesperación en todo presente. El cristianismo no ha superado nada.
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que constituyen el mundo de las tentaciones medievales, a las que el caballero no se
enfrenta, sino que sencillamente desprecia. Es un cuadro muy interesante porque utiliza,
en un espacio secundario, toda una perspectiva en la que en el fondo se resume toda la
vieja dialéctica entre la ciudad de la Tierra y la ciudad de Dios. Cuando se ve el
grabado, el caballero está por el camino, sobre el camino, con la mirada fija en el
horizonte, sin dudas, sin ningún tipo de indecisiones, atendiendo sólo a su propia fe, y
arriba, en la totalidad de la montaña, está la ciudad celeste, la aspiración. Este paisaje en
segundo plano de la ciudad había sido, en toda la Edad Media, la expresión más viva del
pecado del espíritu: la acedia. La acedia era la forma específica en que la Edad Media
habla de la melancolía. La melancolía es una acedia definitiva; pero la acedia no es
enteramente melancolía, pues el sujeto –el fraile– es el que sabe que existe la salvación,
pero ha perdido el sentido del camino que lleva a ella. La diferencia con el melancólico
es que el acedioso no ha perdido el objeto de la salvación, pero ha perdido el camino
que lleva a él. Y esto se representa en toda la pintura medieval como ese objeto final,
iluminado, al que no sabemos cómo llegar, como está (o pues que está) en medio de
montañas perdidas. La forma del paisaje medieval reside en esta mirada completamente
lejana, hecha desde una ventana, que es la forma específica en la que uno no sabe cómo
salir.
Durero, frente a esta mirada desde fuera sobre un paisaje cuyo camino hacia el
objetivo es indeciso, ha puesto al caballero en medio del camino, resuelto, con la
seguridad de que sabe llegar al camino, por lejos que éste se halle. Desde este punto de
vista, ha roto toda la acedia medieval, toda la indecisión, la confusión, la incapacidad de
la institucionalización del camino de la salvación. Y esta imagen es la imagen
kierkegaardiana del caballero de la fe.
Esta imagen, como tal, K., desde cierto punto de vista, la ha visto igualmente
representada en Lessing (esto es decisivo). De entrada, no hay nada más lejano a la posición de Durero que Lessing: el cuadro de Durero es épico, mientras que Lessing es
esencialmente irónico. La entrevista entre Lesssing y Jacobi con la que empezamos el
curso tiene para K. la enorme relevancia de que, en el fondo, bajo la forma
completamente irónica, socrática, de Lessing, se oculta el caballero de la fe de Durero.
Este punto es el que le permite a K. establecer la que quizá sea la reinterpretación más
precisa del cristianismo desde la figura de Sócrates: la síntesis –preñada por lo demás de
consecuencias– que hace de Cristo un socrático. Y que hace, en el fondo, delcristianismo una síntesis cultural completamente inseparable entre el socratismo y
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consiste en controlar permanentemente lo que se quiere decir y lo que se quiere callar.
La doble reflexión disciplina el autoritarismo del comunicador, introduce inhibiciones,
silencios; guarda elementos que espera que la otra persona reconstruya como estime
oportuno. La comunicación indirecta, por lo tanto, no es autoritaria, no cierra el
discurso, no lo encapsula, no está pendiente de las técnicas de mantener viva la atención
o no, sino que se entrega, por una parte, a un curso controlado, pero controlado en su
repliegue, en lo que no dice, fundamentalmente. Esto no puede hacerse con la mera
retórica. Y por eso Sócrates es esencialmente transmitido por la tradición como un “a-
topos”, esto es, como alguien que no puede ser calificado dentro de los tópicos de la
retórica. Sócrates no habla ni usando las técnicas del historiador, ni las del abogado, ni
las del profeta, esto es, no habla sirviéndose de las técnicas de estos individuos que se
especializan en comunicar el pasado, explicar el presente o anunciar el futuro. Sócrates
pregunta, pero no revela. Entra en diálogo, pero nunca dice realmente lo que él piensa.
Se comporta, en suma, irónicamente con lo que se supone que el otro sabe, pero
también con lo que se supone que él sabe, de tal manera que nunca deja la
comunicación acabada, cerrada.
Esta comunicación indirecta, sin embargo, no transmite en modo alguno
contenidos de un saber. Nunca acaba uno sabiendo realmente qué le ha querido Sócrates
comunicar, sino que transmite experiencias de constitución de la subjetividad, esto es,
transmite búsquedas. ¿Cómo acaban los diálogos socráticos? El Lisias, sobre la amistad,
en que Platón se expresa de la manera más ingenua, más franca. Lo sitúa Platón en el
gimnasio, haciendo de Lisias el cebo; el propio Platón confiesa que se ruboriza al ver a
Lisias. Al final del diálogo, dice Sócrates: no sabemos lo que es la amistad, pero
conversando acerca de la amistad nos hemos hecho amigos; ni yo te he comunicado un
saber objetivo, algo que tú tienes seguro, algo definitivo, algo que te hace convencido
de algo, sino que te he comunicado una experiencia, una forma de vivir, una forma deser sujeto, que es mantener una apertura en la comunicación, mantener una
comunicación sin fin (“medios sin fines”, que dice Agamben). Una comunicación sin
fin que hace que lo verdaderamente relevante sea, mucho más, la subjetividad, la
existencia, este momento existencial que disfruta, que goza de sí sin un objeto que
pueda ser transmitido. Y eso es esencialmente la forma de vida del caballero de la fe:
una experiencia que no puede ser asegurada salvo por la propia experiencia, salvo por el
propio sujeto, es la experiencia de la fe.
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Lo que me interesa por ahora, lo fundamental, es que, mucho más que la iglesia
institucional, mucho más que cualquier tipo de corporación, mucho más que cualquier
tipo de “seguridad social” de este tipo de bienes, y mucho más que la noción
específicamente luterana de la gracia, lo decisivo, para la suerte del cristianismo, es la
experiencia de la comunicación.
Esto forma parte de lo que K. lanza contra el propio Lutero. Desde cierto punto
de vista, es la impugnación fundamental que hace K. respecto de la doctrina de los
elegidos. No debemos nunca perder de vista que la escena originaria de K. es la relación
del individuo y la masa, así como que su impugnación más básica es su impugnación
del heroísmo, del aristocratismo. No podemos perder de vista que el componente
teológico básico de todo heroísmo tiene que ver esencialmente con la predestinación, o
con el carácter completamente determinado por la elección de Dios de aquel que recibe
la gracia. Con esto rompe K. al proponer que cualquiera de los hombres de la masa,
cualquiera de los hombres de las multitudes, está llamado por naturaleza a convertirse
en un sujeto, en un individuo; no existe ningún obstáculo, de ningún tipo. No hay
elegidos, no hay héroes. Únicamente depende todo de la comunicación indirecta.
Y sin embargo, la comunicación indirecta, desde cierto punto de vista, es
estructural al ser humano. Esto es, no es algo de lo que los hombres pueden prescindir.
No se requiere ningún saber o técnica especial: en el fondo, la comunicación indirecta
es completamente natural y necesaria, continua, permanente, la hacemos todos los días;
está –éste es el punto freudiano– indisolublemente vinculada a la naturaleza del hombre,
y ello porque, mientras no se demuestre lo contrario, todo ser humano vive en el seno de
las relaciones paterno-filiales, y no existe comunicación directa, permanente, entre
padres e hijos. Esto significa que en el seno de las relaciones familiares inexorablemente
se produce la comunicación indirecta, e inexorablemente asimismo esta forma de vida,
de existencia, que está completamente vinculada al despertar de esto que se llama elcaballero de la fe.
Por lo tanto, nada de gracia, nada de una relación inmediata de Dios con los
hombres al estilo Lutero. Esto no es K; esto es una forma falsa de interpretar
determinados mitos existenciales, que luego la teología protestante va a hacer. Pero no
es K. No hay tanto una relación inmediata de Dios con el hombre a través de la gracia,
sino que, en el fondo, hay un triángulo permanente en el cual los seres humanos hablan
entre sí por comunicación indirecta, pero sólo pueden hablar entre sí verdaderamente através de esto que K. llama lo Absoluto, Dios, o lo que sea.
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¿Cómo puede darle verosimilitud a esta forma de vida que es externamente la
del hombre-masa, la del hombre de la multitud, e internamente la del hombre religioso,
que hace completamente indiscernible al hombre dotado de profundidad existencial
respecto del hombre que aparentemente, en su exterior, es completamente
convencional? La forma aquí preferida por K. para iluminar, para mirar este mundo, es
la forma de la interioridad y del secreto. La mirada hacia los seres humanos de aquel
que tiene consistencia psíquica, existencial, es inexorablemente la mirada del que,
consciente de su propio secreto existencial, lo cubre, mantiene esta reserva de la
comunicación, pero, inexorablemente también, lo proyecta sobre los demás, de tal modo
que se llega a un universo que es en cierto modo benjaminiano: todos están dotados de
una fuerza mesiánica, pero esa fuerza mesiánica no se percibe más que en pequeñísimos
detalles de la comunicación.
La imagen preferida de K. para esto es, curiosamente, la del dandi, o la del
flâneur, la del que se pasea por la ciudad cumpliendo escrupulosamente cada una de las
exigencias de la moda, cada una de las exigencias de la masa, cada una de las exigencias
para no destacar; el que cumple escrupulosamente todos los elementos de la rutina
cotidiana, pero que encierra el secreto de su propio valor interior, de su propia
existencia, que únicamente administra bajo la comunicación indirecta a todos los demás.
Es el atormentado, el hombre que vive atormentado por su propia existencia, mas cuyo
tormento nadie descubre, puesto que es aparentemente un individuo como los demás.
Esta filosofía, esta estructura de que todo está cambiando, pero nada cambia, de
que todo está en un frenesí existencial, pero todo, externamente, se mantiene igual; este
abismo entre lo interno y lo externo, a veces saltado por esta comunicación (que es el
texto verdaderamente mesiánico), es la experiencia más profunda de K., una experiencia
de la que K. nunca acaba separándose: la experiencia de sus relaciones paterno-filiales(como es natural).
K., freudianamente, tenía un gran problema edípico. Su padre había tenido una
experiencia humana bastante terrible: había enviudado, había tenido que luchar de una
forma bastante dura para sacar adelante la familia… Y sin embargo, K. siempre pensó
que era un hedonista, que era un ser superficial, que había sido incapaz de sufrir. Hasta
que el día de la muerte del padre, éste deja todo preparado para que el hijo pueda tener
acceso a sus diarios, a sus experiencias. El hijo, entonces, comprende que el padre habíamantenido completamente en secreto lo que significa su existencia, su dolor, su historia,
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su percepción del mundo; se ha sometido al desprecio del hijo justo para que el hijo esté
en condiciones de buscar por sí mismo, y justo para que tenga la experiencia verdadera
de la injusticia, para que sepa lo difícil y lo complejo que es aprender a comprender y
–como dice el texto final – a amar. En el fondo, esta existencia que es capaz de ocultar
toda la interioridad excepto en un momento, en un detalle, en una comunicación, pero
una comunicación que no es ya una comunicación que genera poder, puesto que en
último extremo coincide con el momento de la muerte, o que no es una comunicación
que genera seguridad, o dependencia, sino que lo que genera es la necesidad de
mantener un proceso de reinterpretación, un proceso de aprendizaje, un proceso
existencial verdadero; eso, digo, es lo que K. eleva a filosofía, a la forma de filosofar,
que es completamente inseparable de la forma de vivir.
Esto lo hace K. de la manera más pintoresca: publicando escritos anónimos,
publicando escritos donde cuenta esta misma experiencia del padre e intenta
generalizarla a sus lectores, escritos donde nos habla de escritos que ha encontrado el
escritor que a su vez es un anónimo del escritor… Este tipo de juegos literarios, donde
se mezcla de forma permanente experiencia, pero experiencia que se niega como
experiencia, que por lo tanto comunica, pero no comunica… Por ejemplo, K. introduce
sus relaciones amorosas con Regina Olsen, que es un caso paradigmático de esta forma
de vida; introduce, digo, en los propios textos filosóficos las cartas verdaderas que se
han estado dirigiendo los novios (y que ha llevado a la ruptura verdadera del
compromiso), pero organizándolas como textos filosóficos, dentro de la propia
literaturización de la vida, aunque, evidentemente, el lector no sepa, no tenga noticia de
la verdadera materialidad de esos textos como textos que han generado relaciones
personales concretas.
Y siempre, en esta introducción de textos personales, vitales, esos humildes
textos de la vida, se entretejen con interpretaciones de los momentos más espectacularesde la historia literaria occidental. Esto se teje con los análisis de Job, o con los análisis
del Deuteronomio (sobre todo, la experiencia de Isaac y la experiencia de Abraham),
con la experiencia de Edipo, de Donjuán… de todos los grandes mitos literarios de
Occidente. De tal modo que seres de carne y hueso, pero que no son, ni quieren decir
que son de carne y hueso, se entretejen en los textos literarios con los personales
míticos: se elevan a mito, y los mitos se elevan a vida cotidiana (que es el mecanismo
fundamental por el que Freud va a intentar iluminar la experiencia intergeneracional).
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sobre el s. XIX: el s. XIX es el siglo que está por pensar. 184 Esto tiene que ver
esencialmente con el hecho de que es posible que el s. XIX sea el siglo en el que la
inteligencia ha percibido de manera más clara los propio límites sobre los que estaba
trabajando Europa, y haya buscado desenfrenadamente la superación de lo que se llama
la “razón científica”, la razón instrumental, o el utilitarismo clásico, o aun la Ilustración
en su forma más o menos clásica. Desde este punto de vista, por ejemplo, puede
sorprender la centralidad de fenómenos psíquicamente indisciplinados, no controlables,
como el amor. Sorprendería hasta qué punto los filósofos del XIX están atravesados por
este problema. Personajes que parecen sobriamente estables, como Augusto Comte, es
capaz de generar un misticismo radical en relación con el problema del amor, hasta tal
punto que la construcción misma de la Iglesia positivista reposa sobre la figura
completamente sublimada, idealizada, de su propia esposa, de su propia amante, a la
que eleva a estatuto semejante al de una divinidad.
El caso es igual con Mill. Mill padece una crisis psíquica extraordinaria, y
abandona todo lo que había aprendido del padre.185 Mill es un caso fascinante de
disciplina, en el sentido foucaultiano, y de derrumbe radical de la personalidad, de tal
modo que tuvo que reconstituirse psíquicamente mediante este tipo de experiencias
completamente basadas en Dante. Dante es posiblemente el filósofo que más haya
influido en todos estos, el Dante de La vita nuova, que “descubre” el sentido del amor
habitual entre los musulmanes y lo transfiere a Europa como divinización de la dama.
No es un azar que todo el s. XIX final británico produzca todo tipo de artes
neoflorentinos, todo tipo de recomposición del momento de Dante.
Es curiosa, por ejemplo, la influencia de este tipo de fenómenos en la propia
constitución del pragmatismo. Peirce estuvo completamente fascinado por el fenómeno
de la “abducción”.186 Una abducción es la afirmación taxativa de una conclusión para la
cual no se tienen premisas; no es ni una inducción ni una deducción, sino otra cosa(cosa que, obviamente, nadie ha sabido bien qué es). A ella dedica Peirce montones de
reflexiones, y como es natural, está basado fundamentalmente en la figura central, desde
el punto de vista de que la historia intelectual es historia de la cultura, del s. XIX: Edgar
184 M. Heidegger, “La época de la imagen del mundo”.185
J. S. Mill, Autobiografía. 186 La abducción es un fenómeno psíquico que caracteriza las novelas de Sherlock Holmes: Holmes es un personaje que funciona por abducción permanentemente.
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la manera en que la conciencia marxista rompe la estructura de la división de clases,
esto es, la manera en que rompe la determinación social de la conciencia, tanto de los
proletarios como de los burgueses, es la estructura de la culpabilidad universal: todos
somos culpables del sufrimiento, de la desdicha… Pero, ¿dónde ha aprendido Lukács la
idea de la culpa universal? Directamente, de K.
“Lo que importa es que el individuo considere las circunstancias
naturales de su vida como un elemento constitutivo de su total verdad , y
entonces la repercusión adecuada en el ámbito de la vida espiritual será
que el individuo participe en la culpa”.191
Esta tesis del místico K. está en la base del revolucionario Lukács. Estas dos
actitudes tienen un denominador común en esta frase: la noción de totalidad. Una
verdad total, una verdad no parcial, una verdad total que se adquiere cuando el
individuo se relaciona con la circunstancia social en su totalidad. La noción de totalidad
es posiblemente la noción fundamental del marxismo –desde luego, de Lukács–, y es,
desde cierto punto de vista, una visión, una mirada a la realidad de la sociedad de la
época que viene producida mucho más por el sociólogo K. que por el sociólogo Marx (o
Hegel). Esto es muy sorprendente, pero muestra la ambivalencia de los fenómenos de la
filosofía del s. XIX.
Intento situar la figura de K. mostrando que tiene más aristas de lo que pueda
parecer su lenguaje distante. Y de cualquier modo, intento también romper la idea de
que K. es un autor que ha influido fundamentalmente en los existencialistas.192 K., en el
fondo, ha hecho su camino, mucho antes del existencialismo, en esta época concreta de
los años 10 (Weber, Lukács...); a partir de ahí, ha generado un pensamiento de la
totalidad enormemente interesante.Pero si en estos momentos K. tiene influencia es por su extraordinaria teoría de
la comunicación. Desde mi punto de vista, K. es el inspirador de una teoría de la cultura
que se ha convertido en dominante, al menos en Estados Unidos, y que está en la base
ni el proletariado, pues que no tiene la capacidad conceptual (siendo así que la propia división del trabajole impide obtener los conceptos fundamentales que iluminarían su propia situación), ni el burgués, que,obnubilado por su propia conciencia burguesa, no puede hacerse cargo de la situación real de laobjetividad proletariado.191 En Estudios estéticos, citado por Villacañas en “De la tragedia a lo trágico”.192
Ésta es una mirada muy sesgada que la pone en circulación el propio Sartre en su voluntad deincorporarse a la polémica con Heidegger.
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de todos estos fenómenos que ahora salen a la luz y que intentan mostrar la filosofía en
la industria cultural (“la filosofía en los Simpsons”, “la filosofía en Los Soprano”, “la
filosofía en Woody Allen”…). Toda esta moda es de naturaleza estrictamente
kierkegaardiana. De hecho, es un gran kierkegaardiano el que hace del cine un gran
vehículo de reflexiones filosóficas: Dreyer.193 Dreyer es el padre fundador de todo el
cine posterior francés, de Allen… Todos ellos organizan la cuestión de la comunicación
indirecta, lo que le ha dado, a mi modo de ver, a la industria de la cultura americana su
hegemonía mundial, a saber: el hecho de que operan continuamente con la
comunicación indirecta, esto es, con la doble reflexión.
La teoría de la doble reflexión es la base de la industria cultural del cine
importante, consistente fundamentalmente en borrar las huellas de la cultura, pero no los
efectos. Es el arte de camuflar permanentemente citas, el arte de hablar desde Freud,
desde K., desde Shakespeare…194 pero borrando las citas (o bien no dejando más que
una cita de identificación o de homenaje, esta cita que sólo se ve si se para la imagen).
Se le hace un guiño al arcanum al espectador culto, pero no se escribe la obra para el
espectador culto. La obra tiene multitud de estratos de cultura, pero todos ellos están
borrados; alguien que reflexiona poderosamente lo puede identificar, pero hay
espectadores que se comunican con esto de forma inmediata, de tal manera que se
llevan a casa una carga en profundidad. El guionista ha estado en condiciones de hacer
la doble reflexión, esto es, de elegir lo que pone y elegir lo que quita, elegir lo que
quiere decir y lo que quiere callar, elegir lo que quiere comunicar y lo que quiere que
pase desapercibido. Este juego de consciente-inconsciente, muy psicoanalítico, es
estrictamente kierkegaardiano.
Lo que quiero decir es que K. es mucho más importante que Heidegger.
Vamos al asunto.El asunto importante se llama dialéctica de la existencia, se llama estadios de la
vida, se llama “ver la posibilidad de que el hombre de la multitud devenga individuo”.
Y esto es factible, no porque haya un carisma (esto es fundamental: aquí K. no es nada
místico), no porque haya una gracia, no porque haya ningún tipo de estas
193 La película más kierkegaardiana que se haya hecho nunca (al margen de Sarabande; en una escena deSarabande, en que el abuelo aparece hablando con la nieta para prestarle dinero, aparecen las obrascompletas de K. detrás de su cabeza), aunque hay muchas (K. atraviesa la industria del cine nórdico
completamente – El festín de Babette…-), la más kierkegaardiana, digo, es Ordet .194 Alude al Discurso del rey. Esto, esta película, es Shakespeare por todos sitios: Shakespeare nuncaaparece; sin embargo, está atravesando continuamente toda la película.
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predestinaciones… Es sencillamente porque se entra en comunicación, esto es, porque,
finalmente, cada individuo siempre está en comunicación, entra en comunicación, está
rodeado de las circunstancias naturales de la vida, y todos están llamados a ser
individuos, esto es, todos están llamados a salvarse. Ser individuo es salvarse: cada uno
está al cuidado de sí, al cuidado absoluto de sí. Es, en suma, responder a la promesa
kantiana de que cada uno es fin en sí mismo.
Este cuidado absoluto de sí está al alcance de cualquiera. Todo el mundo lo
hace, porque todo el mundo entra en comunicación. Y todo el mundo entra en
comunicación porque todo el mundo sabe quién es Edipo. Esto es, porque el ser humano
no es un ser arbitrario. Que el ser humano tenga a su disposición poder leer a Edipo
(esto es el protestantismo), que tenga a su disposición poder leer la Biblia, esto, digo, es
inexorable en su proceso de constitución de individuo. Nadie queda indiferente cuando
lee Edipo Rey, porque ahí hay una verdad absoluta que no puede dejar indiferente al ser
humano. No es una cuestión mística de recepción de una gracia, de contacto con lo
divino, etc.; es, sencillamente, que pueda escuchar, que pueda ver o leer una tragedia
clásica.
Podemos decir que la dialéctica de los estadios de la vida, esta dialéctica que nos
hace ser individuos en la medida en que hoy podemos ser individuos, es en el fondo una
estructura curricular, o sea, es una estructura tan sobria, tan completamente material
como una estructura curricular. Esto es lo que se debería explicar, lo que se debería
hacer en una clase, sin ningún tipo de sublimaciones. Las clases, el trabajo de la cultura,
deberían empezar por la tragedia griega, porque es muy importante saber qué es la
tragedia griega para ver qué opciones tenemos hoy acerca del estatuto de ser individuo.
Hoy no podemos ser Edipo, pero es muy importante que sepamos quién es Edipo para
que sepamos que hoy no podemos ser Edipo. Es muy importante estar en condiciones de
comprender cuál es el proceso existencial de Edipo para saber cómo esta tentación ya nonos está permitida. Pero la única manera de comprender en profundidad la forma de
vida a la que tenemos posibilidad de acceso pasa por identificar cómo Edipo ha quedado
en el pasado.
Desde este punto de vista, K. es un autor que intenta identificar lo específico de
la Modernidad.195 La tragedia griega es el punto de partida de cualquier comprensión de
la vida estética, y la vida estética es el primer estadio en la vida de la experiencia. Es la
195 Por eso le gustaba tanto a Weber, porque K. es un sociólogo, desde cierto punto de vista.
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ha operado sin yo saberlo, ha operado como el inconsciente opera. Podemos decir que el
destino, en este sentido, es un pasado olvidado, pero operativo.
Ese reconocimiento, esa anagnórisis es lo que permite responder, y es lo que
permite que se sobrecargue la pena objetiva con algún tipo de subjetivación de culpa, y
es lo que determina que, efectivamente, en el curso de la acción, acabemos teniendo un
sujeto, o, freudianamente, que donde estaba el ello, venga el yo, o sea, donde estaba el
pasado remoto, haya un yo capaz de hacerse cargo de las cosas. En este sentido, es el
proceso por el cual el individuo es culpable, pero no es culpable de la acción, no del
curso de la acción, sino culpable de su forma de aceptación, de asimilación de la acción.
Esto es, en el caso de Edipo, no es culpable del oráculo, pero sí es culpable de la pasión
absoluta de conocimiento. De ahí que la respuesta de Edipo ante esa interiorización de
lo objetivo sea arrancarse los ojos, el emblema preciso de la curiosidad, del
conocimiento, del querer ver, del querer saber.
El drama de Edipo es la saga más básica de la tragedia (por lo que tiene de antes
y por lo que tiene de después); genera una pena que atraviesa bíblicamente padres e
hijos, esto es, es lo que determina que no exista la posibilidad, por mucho que Edipo se
prefigure, de que lo trágico deje de rodar. Lo trágico significa aquí que funda una
historia que no tiene más remedio que continuarse en tanto que historia haciendo a los
herederos portadores de esa pena, de esa misma estructura de pena. El caso de Edipo
tiene su manifestación precisa posterior en Antígona. Antígona es la tragedia que
continúa la saga de Edipo rey, una trilogía que acaba en Edipo en Colonos con una
celebración casi mesiánica: Edipo, en una magnífica figura, llevado por su hija, ciego,
se convierte en un hombre errante por toda Grecia; es condenado a errar, a ser una
sombra viviente, y tiene que ser llevado obviamente por su hija, Yocasta, de forma
permanente, sin reposo. Hasta que los dioses le conceden el reposo en Colonos. Allí,Edipo de transfigura, tiene una especie de rapto mesiánico o místico, y no se sabe muy
bien si muere, si es elevado a los cielos, por haber vivido de una manera completamente
expiatoria de la culpa de querer saber. Pero, inmediatamente después, se genera el
drama de Antígona, el drama de la división de la herencia, el drama de la ciudad, el
drama de la dualidad radical de deberes: la historia de Antígona, que tiene que decidir
qué hacer, si cumplir la ley que ha dado su hermano de dejar a su otro hermano muerto,
sin enterrar, para que lo devoren los buitres, o bien enterrarlo. Antígona se ve ante laestructura trágica de obedecer, y salvar la ciudad, y respetar la ley de la ciudad, y
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mantener inocentes, no tocados, no rozados por la estructura de la tragedia, de tal
manera que el espectador –esto es una comunicación directa – interpreta la obra como el
coro le dice que tiene que interpretarla, y por lo tanto, el héroe trágico carga con una
excepcionalidad que funda una normalidad. Lo que el emerge de esa tragedia es la
bendición de que tanto el Estado como la vida familiar son el soporte objetivo de la vida
social, y quedan de esta manera legitimados. Este punto es el importante: la tragedia no
está hecha para contar una historia especial o excepcional; está hecha para brindar la
interpretación de su necesidad a la comunidad que la ve, que de esta forma se constituye
como verdadera comunidad.
Creo que la tragedia clásica queda clara desde este punto de vista.
La tragedia moderna es una inversión de la tragedia clásica, que permite
subrayar toda una serie de elementos como son: el dolor es lo primero, o sea, la
subjetividad es lo primero; esa subjetividad experimenta dolor, ese dolor genera
expresión (la tragedia moderna es una tragedia de exterioridad, de manifestación, de
objetivación de la subjetividad). Desde cierto punto de vista, por lo tanto, no puede
haber coro.202 La tragedia moderna, cuando se la mira desde el punto de vista de la
psicología, siempre podría ser de otra manera. Alguien, como observador, está en
condiciones de identificar que ese dolor podía no haber existido, que la expectativa
frustrada que lo produjo podía no haber existido,203 que el deseo que fundó la
expectativa era contingente; que todo depende, en suma, del dispositivo del deseo que
hay en el sujeto, pero que el deseo, desde el punto de vista subjetivo, es lo más variable,
lo que más puede ser flexible, lo que siempre puede ser de otra manera, de modo que,
con el tratamiento adecuado, con el trabajo psíquico adecuado, la tragedia no habría
existido. Éste es el problema de la tragedia moderna, que en el fondo considera que el
punto de partida de la tragedia moderna puede recibir el tratamiento de algo comoenfermedad, y por tanto, de algo curable, algo que puede no ser, o que puede dejar de
ser.
202 Hay un solo intento de construir el coro en la tragedia moderna, que es La novia de Messina, deSchiller (una tragedia “muy española”). Posiblemente sea la tragedia más freudiana de Schiller en lamedida en que es la tragedia donde los dos personajes –obviamente, dos hermanos- se dejan entregar a undispositivo psíquico casi objetivo, casi mecánico. Son fuerzas psíquicas puras, no hay aquí historias
personales.203 Villacañas dice en las dos proposiciones “no podía haber existido”. No sé si se equivoca, si significa lomismo, si es relevante…
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vincular la posición weberiana con la posición kierkegaardiana: el ethos tiene todavía
una posibilidad bajo la época dominada por el capitalismo, por el romanticismo, por la
estética. Sin embargo, en esa descripción de qué tipos humanos, de qué formas de vida
han llegado a ser las dominantes, K. es el primer analista que interpreta las formas
culturales, las formas en las que se organiza el trabajo cultural, como las
manifestaciones más precisas de la manera en que las sociedades acaban viéndose,
comprendiéndose a sí mismas, o aprendiendo a vivir(se).
Lo que K. quiere decir es que el verdadero aprendizaje, o el que ha abierto el
romanticismo y la potencia de la estética, ese verdadero aprendizaje, digo, ha sido la
disolución de la forma trágica, la disolución de la forma de la tragedia, o de la forma en
que se ha construido la tragedia, y en la que los seres humanos se han visto a sí mismos
en el teatro. La forma en que los seres humanos se han visto a sí mismos en la
modernidad, la forma privilegiada, ha sido a través de la escena, se han puesto en escena
a sí mismos, o, como diría Diderot, el teatro es esencialmente la manera en que se
produce la paradoja del comediante, consistente de forma básica y fundamental en que
el verdadero actor, en una obra de teatro, es el espectador; esto es, el verdadero actor no
es el personaje, que en el fondo se adhiere a un rol limitado, sino que el verdadero
comediante es el espectador que acumula todos los roles que está viendo en la obra de
teatro sobre su propia interioridad, es cada una de esas personalidades, y acaba
experimentando su realidad como una realidad compleja, heterogénea e imposible de
organizar.
Y esta experiencia, esta experiencia de considerar que lo que sucede en el teatro,
en la representación, está en el fondo encarnado realmente por el espectador, que lo está
mimetizando, sufriendo, padeciendo, imitando internamente, es la diferencia
fundamental entre el teatro griego y el moderno. Aquí es donde ancla la diferencia
fundamental, porque nadie de los espectadores de la antigua Grecia quería ni podía ser Edipo, nadie estaba en condiciones, viendo Edipo, de sentirse con ganas de serlo. Al
contrario: el coro estaba diseñado para sentir piedad por Edipo, para hacer de Edipo el
héroe desdichado, que tiene que pagar el privilegio de la representación –o sea, de su ser
representado – con el sufrimiento y el sacrificio. Por lo tanto, la catarsis en el teatro
griego está diseñada para moderar las aspiraciones de representabilidad, y el espectador
se siente democráticamente confortado con la idea de que él no tiene que subir a escena,
no tiene que representarse; tiene que vivir en la igualdad de la polis, tiene que vivir en laantiheroicidad de la polis.
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El teatro griego, desde este punto de vista, es una limitación de la mímesis: está
diseñado para mantener las distancias.206 Está diseñado esencialmente para dejar al
público fuera de la trama, fuera de la representación, y, en su anonimato, gozar de la
ciudad, de la igualdad de la ciudad.
¿Qué ha pasado en medio?, ¿qué ha pasado para que nos hayamos transformado
de una idea de héroe diseñada para no ser imitado…? Porque, evidentemente, y esto es
fundamental, no hay posibilidad de ver una tragedia griega sin la comedia; esto es,
nunca se representaban solas las tragedias. Las tragedias se representaban dentro de un
espectáculo generalizado donde se incluían las comedias, y la comedia era el efecto
complementario de la tragedia griega. Consistía en la risa, la ironía que producía aquel
que, siendo bajo, aspira a tener actitudes, gestos, aspiraciones, pretensiones de ser alto;
esto es, aquel que, siendo un ciudadano normal, aspira a codearse con los héroes, con
los grandes militares, con las gentes representativas. En esta pretensión de alguien que
no lo merece, y que, estructuralmente, está violando el deber de la igualdad, en esta
pretensión, digo, de presentarse como alguien especial, la comedia tiene su mayor
fuerza hiriente.
De ahí, por ejemplo, la comedia de Sócrates, Las nubes. Sócrates es el individuo
que quiere destacarse por su voluntad de saber; alguien, por lo tanto, que quiere ser
como Edipo, que quiere saber, identificar por qué, de dónde viene este destino que le
dice que va a matar a alguien. Esta voluntad de investigar es la que encarna Sócrates, y
es la que Aristófanes pone delante del teatro para que todos los campesinos que vienen a
la ciudad, para que todos los ciudadanos que asisten a él, se rían de Sócrates por
pretender una posición visible, identificable, en la ciudad. ¿Cómo lo hace Aristófanes?
Lo hace mostrando a Sócrates en un columpio, intentando llegar alto para mejor ver las
estrellas; Aristófanes lo hace víctima de una locura, literalmente: su afán de conocer es
una locura. ¿Por qué? Porque, columpiándose debajo del árbol para subir mejor lasestrellas y conocer mejor el cielo –la fábula es la misma en Tales – , le ha cagado una
araña especial que vuelve locos a la gente: si te tragas su excremento, te vuelves
completamente loco.207 Sócrates es un lunático, alguien que ha sido mágicamente
embrujado por este filtro que destila una araña, el cual filtro, evidentemente, tenía
efectos muy diferentes según quién los recibiera. Por ejemplo, uno de los efectos era
206
Por eso, Brecht, posteriormente, intentará por todos los medios generar una tragedia semejante a la deEdipo.207 De esto se hará eco Maquiavelo en La mandrágora
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de la creación del mundo. De este modo, en la estructura básica de la economía de la
salvación cristiana, el mundo se crea para que Cristo pueda hacerse hombre, esto es,
para que se cumpla la previsión interna a la vida divina. El mundo, en consecuencia, no
tiene consistencia como tal fuera de esta dispositio, de esta economía de la providencia,
de esta economía interna de Dios, por la cual tiene que hacerse hombre el Hijo, y
evidentemente, para que el Hijo se haga hombre, tiene que haber mundo, y tiene que
haber mundo corrupto, esto es, tiene que haber mundo que esté en condiciones de ser
transfigurado por la presencia de Dios en él. Pero en este drama ya no se puede seguir
manteniendo las distancias con el personaje de la tragedia, sino que el personaje de la
tragedia (de esta tragedia) lo que nos produce es una exhortación permanente, triunfante
o no –es igual – , para identificar que su destino y el nuestro es estructuralmente el
mismo, sólo que invertido en el tiempo: el Dios que se hace hombre tiene que ser
permanentemente compensado (la compensación es la lógica interna del mito) por el
paso del hombre que se hace Dios.
Desde este punto de vista, el cristianismo está en condiciones de fundar una
religión en la que los cristianos mimetizan la historia divina, a diferencia radical de la
tragedia griega, en que el espectador tiene todo un dispositivo de contemplación,
estrictamente visual, para mantener la diferencia radical entre la tragedia y su existencia.
Así, mientras que en uno la catarsis tiene que ver con la diferencia, en los otros, en los
cristianos, la catarsis tiene que ver con la identidad.209 Hay una aspiración, no sólo de
mímesis, esto es, no sólo de imitación externa, sino de transformación ontológica. Aquí
Pablo es decisivo: implica que hay un elemento nuevo, un elemento ontológicamente
nuevo en el ser humano a consecuencia de la venida de Cristo, que es el neuma, el
espíritu. Esto no existe en el ser humano de forma natural; de forma natural existen la
psique y el cuerpo, pero el neuma es exclusivamente algo que trae consigo el Evangelio,
la predicación, la noticia, y transforma ontológicamente al ser humano, de tal modo quees ese neuma, esa parte nueva, la que está en condiciones de espiritualizar el cuerpo y
hacerlo inmortal. Éste es el punto verdadero de la predicación paulina.
¿Cuál es el problema?, ¿en qué forma artística, en qué forma de representación
del ser humano esto se hunde, se disuelve, y se disuelve de una manera que
inexorablemente lleva a la configuración de la comedia? El punto de exigencia de
mímesis cristiana lleva consigo de manera inexorable a lo que podemos llamar el
209 De hecho, el modo en que los alemanes dicen “cristiano” es la misma voz que “Cristo”.
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es la fe, es la forma en la que existe un ser humano anclado en la fe. El infierno es,
obviamente, la estructura de la desesperación, es un estado psíquico que agota su
significado en la desesperación. Y el purgatorio –éste es el punto – es equivalente al
estado psíquico de la duda.211
¿Qué hace Hamlet? Hamlet hace exactamente esta mediación: Hamlet muestra el
experimento psíquico fundamental por el cual, desde el punto de vista del hombre
interior, desde el punto de vista del psiquismo, por mucho que en un momento
determinado aparezca algo que pueda ser tenido por una experiencia de contacto con la
divinidad, de contacto con la trascendencia, en la medida en que esto sucede dentro del
propio aparato psíquico humano, es inevitable que esa experiencia se devalúe y acabe
siendo víctima de la duda. De este modo, Hamlet, que empieza siendo el personaje que
ve al padre, que ve el alma del padre, que ve la voz del padre que le dice haber sido
víctima de un asesinato cruel que exige venganza; esta mirada que hace que la
trascendencia se encarne…212 La encarnación del alma del padre, digo, indudablemente
genera una experiencia, inicialmente cierta, inicialmente absoluta, que implica un deber
para el hijo, pero que, conforme el hijo va madurando esa experiencia, comprende su
azarosa y contingente estructura: no hay forma de diferenciar internamente –esto es un
punto decisivo para toda la modernidad–, en el ámbito de las experiencias personales,
aquéllas que pueden ser experiencias de fe, de recepción de gracia, de aquellas que
pueden ser sólo ilusiones de fe, o ilusiones de percepción de gracia. Y desde ese punto
de vista, no hay forma de reconocer, por un criterio interno a la vida psíquica, lo que es
la certeza de lo que es la ilusión de la certeza.213 No hay forma de decir que el fantasma
que he visto es la representación específica del fantasma de mi padre, o decir que eso es
una alucinación porque esa noche me he emborrachado. Pero si, efectivamente el ser
humano, por algún tipo de estructuras experimentales, puede producir en él estados en
211 Esto nos permite leer a Descartes de una forma completamente diversa de la que se viene oyendo, nos permite vincular el Discurso del método a la problemática misma de la época, esto es, a la necesidad desalir del purgatorio de la duda y alcanzar, por esa certeza intuitiva, evidente, el cielo de la fe, obviamentede otra naturaleza, pero que no puede quitarse de encima el vínculo permanente con la forma deexistencia religiosa. Esto es lo que se llama secularización: el hecho de que vamos a la filosofíaintentando, por todos los medios, ocupar el espacio de la religión que ha quedado disuelto, pero que,estructuralmente, ese campo a ocupar viene todavía definido por la propia estructura de la religión.212 Hay aquí, por lo demás, problemas teológicos muy antiguos, y divertidos. Por ejemplo: si Cristo seencarna en un cuerpo somático o en un cuerpo neumático, o sea, si es un cuerpo material o es un cuerpoespiritual, y por lo tanto una apariencia del cuerpo… Todo lo que se llama el donatismo tiene que ver coneste asunto, y al parecer, Lutero era bastante donatista (y desde luego, Calvino lo era completamente). De
ahí que el cuerpo de Cristo fuera más simbólico que material, y de ahí la primacía del símbolo sobre la primacía de la materia, de la carne.213 Esto es Descartes.
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social, tiene una clarísima traducción: tú estás en un estamento, eres hijo de una
profesión; sigue la estructura misma de la profesión de la que has nacido… Esto no es
una teología política, sino una teología sociológica, es, esencialmente, la legitimación,
sobre la distribución de papeles entregados por la propia trascendencia, para tu trascurso
completo y ordenado en la vida, y ello de suerte que es lo más parecido que ha llegado
la sociedad occidental a la estructura budista de las castas, o del karma; tú, donde naces,
tienes ya, con el nacimiento incorporado, el libro de indicaciones, la receta sobre la que
tienes que comportarte y en la que tiene que actuar. Lúcidamente habló Ortega de una
“tibetización” de España.
¿Quién descubre la completa y necesaria posibilidad de que cualquier tragedia
moderna lleve consigo una comedia? Cualquier tragedia moderna puede sufrir la
inflexión, en cualquiera de los momentos, que determina que el personaje se dé cuenta
de que todo depende de su deseo, de que todo podría, desde ese punto de vista, tener una
terapia, tener una capacidad de que ese deseo fuera modulado, relativizado, reducido,
cambiado… esto es, de que, en el fondo, la estructura del héroe trágico moderno es la
estructura de una incapacidad de metamorfosis. De ahí que las formas finales de la
tragedia, o de la evitación de la tragedia, esté íntimamente vinculado a las
metamorfosis.217
El autor que muestra que en el mecanismo de toda tragedia moderna está el
germen de la forma cómica, de la forma comedia, es el autor que más influye sobre K.:
nuevamente, Lessing. Lessing es el autor de la comedia alemana, y de la comedia
moderna, más importante: la Minna von Barnhelm. Es una comedia deliciosa, sobre la
que ha escrito Lukács las páginas más interesantes, y que tiene una estructura muy
propia de la época. Está, además, muy vinculada al proceso de construcción de Prusia:
Lessing ofrece de esa manera a Prusia una forma de vida que no es completamentetrágica, ni completamente militarizada. Es la historia de un militar, obviamente:
Tellheim, un militar retirado que tiene toda una estructura prusiana de mentalidad (un
militar prusiano es lo más parecido a un hidalgo español de la edad del Barroco). La
tragedia consiste en la imposibilidad del amor, la imposibilidad de que Tellheim y
217 De hecho, el eterno retorno de Nietzsche es una cosa parecida a la metamorfosis. El más importante delos libretistas nietzscheanos, Hugo von Hofmannsthal, y el más importante de los compositores
nietzscheanos, Strauss, ven en la noción de metamorfosis el mecanismo interno por el cual la tragedia esevitada, aunque pueda ser consumada; la tragedia como el elemento la renovación, el rejuvenecimiento ola vuelta a la juventud de la vida.
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en la obra, un figurante; para ganar tiempo, se sacrifica encarándose a Hitler. Entonces,
le recita uno de los monólogos del Mercader de Venecia: “¿o somos humanos?
¿Acaso no tenemos ojos? ¿o tenemos manos, cuerpo, sentidos, afectos, pasiones? ¿o
comemos la misma comida, y somos heridos con las mismas armas? ¿o sufrimos los
mismos males, y nos curamos con los mismos remedios? ¿o somos refrescados y
calentados por el mismo invierno y verano? Si nos hieren, ¿acaso no sangramos? Si
nos hacen cosquillas, ¿acaso no nos reímos? Si nos envenenan, ¿acaso no nos
morimos? Y si nos traicionan, ¿acaso no debemos vengarnos?”. Este figurante, tan
absolutamente anodino, le lanza a Hitler (que es, claro está, el comediante), de una
manera completamente espectacular, este monólogo de Shylock que lo deja
completamente paralizado. Es fantástico ver éste, el momento de la comedia: si Hitler
hubiera estado en condiciones de escuchar esas palabras, si Hitler hubiera estado en
condiciones de hacerse cargo de que su dolor (y de eso no cabe duda: en el fondo de ese
alma había un dolor infinito) era en el fondo curable, de que podía ser compartido, que
no podía vivir eternamente en la soledad absoluta del héroe completamente ciego a todo
lo demás, sino que, en el fondo, el hombre carismático era el figurante; si eso hubiera
sucedido, el mecanismo de la tragedia se hubiera roto. Evidentemente, como dicen sus
biógrafos, Hitler jamás expresó compasión por nada, a excepción del momento en que
mataron a su perro. Esto es: nunca pudo interiorizar un mecanismo de comedia, y
naturalmente, esto es el inevitable y absoluto dominio sobre la subjetividad del principio
de muerte.
El principio de comedia rompe inevitablemente la pulsión de muerte, y la hace
medianamente sensible al principio de placer. El principio de placer consiste
esencialmente en la garantía de que podemos vincular nuestro afecto a cosas
cambiantes. O de otra manera: el principio de placer, íntimamente conectado con el
principio de muerte, diz que, mientras que estemos en condiciones de desplazar afectos,la muerte no se presentará, o seguirá su paso contado. El principio de placer, en la
medida en que pueda incorporar que existen desplazamientos del deseo, metamorfosis,
vínculos nuevos, que el mundo puede todavía seguir vinculado a un afecto, detendrá la
pulsión de muerte, que es de naturaleza impetuosa. Éste es el mecanismo de la comedia,
que es el mecanismo, obviamente, del psicoanálisis.
[ Mañana, el Donjuán como la obra de teatro que permite la caracterización delhombre estético: el hombre que ha sabido reconocer que, en el fondo, todo es una
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radicalmente, como una antítesis que no tiene síntesis, que no puede ser mediada: entre
mi voluntad y las manifestaciones de mi voluntad, siempre existe el mismo abismo que
conduce a la desesperación, porque mi voluntad es infinita, y todas sus manifestaciones
son finitas, y por lo tanto, insatisfactorias para ella. Esto es un error innato de la
voluntad.
Esto significa que el conocimiento es una estructura completamente derivada,
una estructura completamente irrelevante. El conocimiento, la razón, no puede alterar
esta estructura ontológica de la voluntad. Es un error innato (a diferencia de una verdad
innata cartesiana) porque cualquier manifestación de la voluntad, por pequeña que sea,
padece el error innato de creer que es la única voluntad infinita. Y esto nos pasa a cada
uno de nosotros. Freudianamente, esto es la voluntad de omnipotencia. Cada uno de
nosotros, aunque tuviera un gramo de voluntad, la forma en que ese gramo de voluntad
se manifiesta es quererlo todo, aspirar a quererlo todo, pero sólo se me pueden proponer
objetos finitos, y por lo tanto, objetos que producen una experiencia clarísima de
aburrimiento, de tedio, de cansancio y de insatisfacción. Lo que media la voluntad
infinita con los objetos finitos no es sino aburrimiento, cansancio, tedio y agitación,
deseo. En este continuo ir y venir del deseo y del aburrimiento es donde se manifiesta la
estructura irreconciliable de la voluntad con sus objetos.
Schopenhauer dice que sólo determinado arte (no estos tipos de arte que
representan objetos de la voluntad, o sea, no los artes bellos, en sentido kantiano: las
artes que proponen objetos concretos –pintura, escultura, arquitectura…-), esto es, sólo
aquellas artes que están en condiciones de representar a la voluntad misma, son las que,
desde cierto punto de vista, satisfacen más al ser humano, porque, percibiendo esta
manifestación artística, la voluntad se calma en el goce de un fenómeno artístico que
simboliza a la voluntad misma; en esta manifestación, la voluntad se ve como en un
espejo, y adquiere un símbolo de sí misma que le produce un goce que no está sometidoa la radical disparidad entre el deseo y el tedio. Ese arte específico que representa a la
voluntad misma es la música. ¿Por qué la música simboliza a la voluntad misma?
Porque es un arte no representativo, obviamente, no identifica un objeto; pero
esencialmente porque juega con el tiempo. Esto es, la música, lo que realmente
simboliza, no es tanto a la voluntad, sino la forma temporal en que vive la voluntad, y es
aquella arte que muestra a la inteligencia que es posible llenar el tiempo
permanentemente como un devenir en el que, en cada uno de sus instantes, exista unfenómeno perceptible agradable. Esto es, de la misma manera que la voluntad
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determina, por así decir, la secuencia de las representaciones, y configura un mundo, así
también la música llena el tiempo, llena el devenir con representaciones que simboliza,
expresa esa totalidad del mundo, en pequeño. La música es por lo tanto el verdadero
microcosmos de ese cosmos ampliado que es la voluntad de vivir.
K. organiza el mismo argumento sobre la obra de arte musical que le parece que
expresa, de la mejor manera posible, esta comprensión del mundo como voluntad, como
continuo devenir, como ese venero del que emergen continuamente nuevos objetos
concretos de la voluntad y del deseo: el Donjuán, tanto el de Tirso de Molina como el de
Molière, y por supuesto el de Mozart (que es en el que está pensando especialmente
K.).220
Donjuán es el estadio estético por su propia naturaleza, esto es, es el estadio
estético hecho pasión. Podemos decir que es la inmediatez de la vida natural hecha
autoconciencia. Es algo completamente ajeno al filósofo, pero algo que permite mostrar
que entre el hombre estético y el filósofo no hay una gran diferencia, porque ambos
intentan hacer del tiempo su propia pasión. Donjuán no es puramente el hombre natural,
en la medida en que no sólo vive de instantes, de representaciones inmediatas, anclado
en un deseo; no es, desde este punto de vista, el hombre natural espontáneo, pero
tampoco deja de serlo, o sea, no es más que él, porque todo en su vida es exactamente
esto (representaciones, deseo, temporalidad…). Sólo que Donjuán es la pasión
consciente de eso; esto es, en Donjuán no hay una elección (todavía), no hay, por lo
tanto, ética, pero tampoco hay meramente esto que Weber llama el sano naturalismo de
los campesinos, esto es, la forma de vida natural, inmediata, de una sociedad (en la
medida en que esto exista, claro). Donjuán eleva a pasión, esto es, eleva a
reconocimiento de que lo único que hay como naturaleza es su deseo, y por lo tanto, se
concentra, de una manera radical, en la vida natural, eleva la vida natural. Esto significa
que elige sin elegir. (Ésta es quizá la mejor definición del problema). O sea: elige, en lamedida en que tiene una dimensión propia del que elige, que es querer sólo una cosa;
pero eso que quiere, como una sola cosa, es un elemento inmediato de la vida: el deseo.
Comparte, por tanto, una fenomenología de la vida ética: sólo tiene un bien, sólo conoce
un bien, y se esfuerza por él.
En la obra de Mozart, Don Giovanni se esfuerza con un esfuerzo que ninguno de
los espectadores estaría en condiciones de reproducir o imitar. No hay más que ver el
220 La ópera es en este sentido para K., mucho antes que para Nietzsche, el arte que representa de lamanera más específica el estadio estético.
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una experiencia de la desesperación, pues “¿no sabes que a la medianoche llega la hora
en que todos tienen que desenmascararse?”.224 El momento agustiniano de la
interioridad, el momento de soledad consigo mismo, el momento en que ya no hay
objeto, y todos tenemos que quitarnos entonces la máscara; y si sólo tenemos máscara
(Nietzsche), entonces percibimos verdaderamente la experiencia de la desesperación, la
experiencia de la nada.
En el fondo, K. ha mostrado que el filósofo (y no lo olvidéis: cuando habla de
filósofo, habla de filósofo de la historia, habla de Hegel) no es diferente de ese ser
humano. El filósofo, lo que ha hecho, desde cierto punto de vista, es igualmente ponerse
las máscaras de las formas en que la historia ha organizado los conceptos, vivir
permanentemente del pasado, esto es, vivir de lo que Weber llama la mediación
absoluta. Esto es importante. El hombre de la vida estética vive en la inmediatez
absoluta: los objetos de su deseo, inmediatos, naturales, son los que configuran su
psyque. El filósofo vive en la mediación absoluta, esto es, no se refiere nunca al
presente de forma inmediata, sino siempre a través de estructuras categoriales
configuradas en el pasado, de tal modo que su vinculación a la historia, al presente,
siempre está mediada por lo que sabe del pasado. Esto es Hegel, realmente: no tenemos
ninguna realidad que podamos comprender en la que medida en que no conozcamos su
historia. ¿Qué hacemos con el Estado, con los problemas del Estado?, ¿cómo nos
podemos vincular con los problemas del Estado? El Estado no es un objeto de deseo, no
es un objeto natural. Qué problemas tiene un Estado es algo que sólo queda iluminado si
sabemos los antecedentes históricos, si sabemos qué es un Estado, cómo se ha
configurado, cómo ha evolucionado la ley, cuál es el espíritu de la ley, cuáles son los
ejemplos constituyentes de ese Estado… Son realidades que no podemos abordar de una
forma inmediata, pero que cualquier cosa que utilicemos para abordarlas tiene que ser
tiempo. De nuevo, el tiempo –en este caso, el tiempo del pasado- es la condición de posibilidad de entender el presente. Pero, ¡éste es el problema! ¿Cuánto de pasado
tenemos que conocer para entender el presente? Es una mediación infinita,
potencialmente infinita.
Si apropiarnos del pasado es la condición de posibilidad de entender el presente,
entonces la mediación convierte en una mediación absoluta. ¿Y cuándo el presente y
cada uno de nosotros con el presente tenemos la capacidad de decir: “¡Basta! Aquí y
224 O lo uno o lo otro, p. 157 de la ed. crítica.
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ahora queremos o exigimos esto, no más mediaciones”? (El problema de la revolución
está exactamente ahí). No nos interesan los grados, no nos interesa saber en qué línea de
tiempo nos estamos colocando para saber dar el siguiente paso; nos interesa, aquí y
ahora, algo absoluto. Éste es el punto. No una mediación absoluta, sino algo absoluto,
algo que esté en su valor absoluto al alcance de la mano para nosotros, aquí y ahora.
Porque, en el fondo, esto es lo único que nos permite disponer de algo parecido a un ser ,
algo que somos; no algo que vamos poco a poco ganando, o algo que sólo vemos
cuando vemos todo lo que ya no es, que es en el pasado, o no ese ser que es ponernos
las pieles de los objetos que deseamos, sino, efectivamente, algo que colme un anhelo
de realidad absoluta, y que ancle en la personalidad.
Ésa es la índole de los textos que hoy trabajamos. Esto, en el fondo, es lo que
hace de K. un filósofo del estado de excepción, un filósofo que es a quien Schmitt en
Teología política cita diciendo que “un filósofo, luterano por más señas, ha establecido
que la verdad se halla en el estado de excepción”, esto es, no en la regla. La regla, dice
Schmitt, lo que es normal, no tiene una potencialidad explicativa de sí misma. Se
cumple la regla, y eso permite una forma confiada (la regla funciona, esto es natural que
funcione…), permite una confianza, una certeza, una creencia fundada, pero no permite
tener clara la fundamentación de la regla. Sólo –dice Schmitt- en el estado de excepción,
esto es, sólo cuando no se cumple la regla, la regla tiene que ser la mención acerca de
aquello que es su propio fundamento: explicarse a sí misma, y explicarse a sí misma es,
justo, explicar por qué aquí no funciona. Por eso –sigue Schmitt-, el estado de
excepción explica la regla y se explica a sí mismo. Esto es lo relevante
especulativamente, porque no invoca antecedentes, no invoca naturalidad, no invoca
este curso natural de las cosas, sino que tiene que explicar la regla en el caso de su
incumplimiento, y por lo tanto, tiene que acotar perfectamente su validez, tiene que
acotar sus condiciones, tiene que acotar su vigencia, para establecer que aquí no seaplica. Ese estado de excepción solamente puede significar la radical eliminación de las
mediaciones, o la radical eliminación de la mediación absoluta: estado de excepción,
literalmente, es eso que tiene que ocurrir en el tiempo para decir que nada de lo que
podamos invocar en el pasado es relevante para ahora.
Más tarde, Schmitt podrá verlo en Donoso Cortés, en relación con la
deliberación. Pero ya lo ha visto en K. La deliberación forma parte de la mediación
absoluta, forma parte del tiempo del pasado, forma parte –y éste es el punto- de aquellamanera de relacionarnos con objetos que consideramos externos y exteriores a nosotros.
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básica de Zaratustra más que ser la parodia de Pablo; y no hay otra función de la
inversión de los valores, salvo la inversión de la inversión de Pablo. Nietzsche, desde
ese punto de vista, se ha visto permanentemente como alguien que, al mismo tiempo
parodia, y al invertir la posición de Pablo, restaura la posición previa, originaria, del
mundo griego. Pero, en el fondo, esto no está construido sobre la forma de una decisión,
puesto que es previo aquello que se tiene que invertir, como siempre es previo para la
parodia aquello que se está imitando.
La decisión es el final de la mímesis: no puede hacerse decisión bajo la
estructura de la mímesis.
“Dices que la vida es una mascarada y que es para ti una inagotable
materia de diversión” (p. 151).
Esto es Donjuán: la vida es una mascarada; Donjuán se pone el rostro que espera
que sea el rostro apropiado para seducir. Por lo tanto, él no tiene personalidad, la
personalidad es el estudio del carácter del otro.
“Te empeñas en mantener tu escondite, y lo logras, pues tu máscara es la
más enigmática de todas; no eres nada, sólo eres en relación con otros, y
lo que eres, lo eres en esa relación” (p. 151).
Esto se puede decir del filósofo: no eres salvo en relación con otros (Hegel), y lo
que eres lo eres en esa relación, esto es, lo que eres como filósofo es, justamente, haber
acumulado en ti todas las estructuras categoriales de los filósofos del pasado. Pero tú no
eres. Y ese no ser es tu escondite principal.
o eres nada. Éste es el punto barroco que tanto impresionaba a Benjamin:máscara tras máscara, reflejo tras reflejo, espejo tras espejo… pero tú, en el interior,
estás vacío, y ése es tu secreto, un secreto del que no puedes ser plenamente consciente,
porque ese secreto es el que te lleva a la desesperación. Ese secreto es nihilismo, es
Nietzsche, desde ese punto de vista.
“Pero, ¿no sabes que a la medianoche llega la hora en que todos tienen
que desenmascararse? ¿Crees que es siempre posible burlarse de la vida
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y escapar poco antes de la medianoche con el fin de evitarlo? ¿o te
horroriza esto?” (p. 151).
Burlarse. Acordaos que Don Juan, la obra, se llama en su primera aparición en
Castilla El burlador de Sevilla.
¿No te horroriza tu propia nada? Por eso Donjuán, cuando baja a los infiernos,
pronuncia ese grito que no se sabe nunca si es un grito de dolor o es un grito de gozo, o
las dos cosas a la vez. Porque, por lo menos, hay algo, hay un infierno. (Nietzsche: es
preferible querer la nada a no querer). Al menos, tiene la certeza de que hay una
sustancia en su vida. Como dice K., aquel que ha elegido la pasión, aquel que ha vivido
la estética, el estadio estético, como pasión, es, efectivamente, lo demoníaco, esto es, es
la ausencia de yo, pero es la afirmación de la existencia de una positividad que es el
tiempo, que es lo demoníaco. Eso es lo que celebra Donjuán cuando se hunde: por lo
menos hay algo, aunque sea lo demoníaco.
“¿O puedes imaginarte algo más horrible que el que tu naturaleza acabe
disolviéndose en algo múltiple, que llegues realmente a ser muchos, una
legión, como esos desdichados seres demoníacos , y que pierdas de esa
manera lo que hay de más íntimo y sagrado en un hombre, el poder de
cohesión de la personalidad? De verdad, no deberías burlarte de algo
que no sólo es serio, sino también terrible” (p. 151).
La cuestión aquí es la afirmación de instante tras instante, de deseo tras deseo,
de una afirmación que puede ser demoníaca, esto es, infinita, que es la única realidad
para ti, esto es, tu pasión, pero que, en el fondo, te ofrece esta continua metamorfosis de
exterioridad que hace que tu personalidad no sea nada, esto es, que no tengas lacohesión de la personalidad, que no seas sujeto. Ésta es la clave del mundo ético: cómo
dar el paso a ser sujeto. Y no puede dar el paso a ser sujeto salvo porque estamos en
condiciones de sentir horror por esta continua diversión (en el sentido castellano del
término), por esta continua extroversión, este continuo separarse, distraerse de lo que
uno es.
Para entender la herencia de K. en Benjamin es que esta continua diversión, este
continuo distraerse, puede dejar de ser horrible, o terrible, o demoníaco, en la medida enque no lo ejerzamos como pasión, esto es, en la medida en que, en el fondo, el estadio
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estético no se concentre en el deseo, esto es, no esté alentado por el deseo, y por lo
tanto, no esté alentado por esa forma de percepción que aspira a poseer el objeto, sino
que esté orientado por lo que se llama en Benjamin la percepción distraída. En la
medida en que la distracción del estadio estético se canalice por la percepción distraída,
ni siquiera llega a pasión, a deseo, a adoptar como máscara el objeto que queremos, y
por lo tanto, no tiene dimensiones trágicas: la percepción distraída es la forma específica
de la vida estética en la época del arte en su reproducción técnica. Ésta, en el fondo, es
algo óptimo, pues en el fondo es un cruzar por las representaciones estéticas con la
naturalidad del que cruza ya por un escenario completamente naturalizado, sin peligros
y sin deseos. Esto solamente puede hacerlo cuando toda percepción estética está
atravesada radicalmente por la máquina, por los medios de expresión populares, por los
medios de expresión técnicos… y constituyen perfectamente el entorno de percepción
del ser humano como antes el paisaje constituía el entorno de percepción del ser natural.
De tal modo que estos objetos estéticos producidos por la técnica pasan a ser el
escenario normal de vida por el que atravesamos sin necesidad de prestar atención, y
por lo tanto, sin que tengamos que producir el patetismo en el que K. está pensando. La
percepción distraída inmuniza contra las estructuras de mímesis, inmuniza contra las
estructuras de deseo, inmuniza contra esta forma de subjetividad completamente
dispersa, e inaugura una forma de vivir ascética, si se quiere, en la medida en que es una
percepción que no influye en la subjetividad. Por ejemplo, la forma en que se ven los
museos actuales, donde uno pasa por ellos como si fuera la decoración de su cuarto de
estar, o como si fuera la decoración de un hall de un gran banco, de tal modo que no
despierta el deseo como tal. Esto determina que la forma estética contemporánea esté
diseñada para impedir los abismos de la inquietud kierkegaardiana: es completamente
imposible, a partir de la experiencia estética actual, dar el paso a la interioridad. Incluso
en aquella forma de arte que tiene que ver con lo sublime, esto es, que tiene que ver conla negatividad a presentar objetos, formas, objetos de deseo, la aspiración fundamental
es, no tanto sentir la inquietud, sino esencialmente mostrar la imposibilidad de la
empresa misma de ver o de mirar. Es un arte diseñado para que K. no funcione.
Y no funciona porque la clave de todo es el poder de cohesión de la
personalidad , la subjetividad. ¿Cómo podemos volver a ser agustinianos, o paulinos, en
el mundo del capitalismo?, ¿cómo podemos llegar a percibir que hay un poder de
cohesión (el carisma) de la subjetividad? Esto es algo importante, porque si seguimosleyendo, nos damos cuenta de que el poder de cohesión de la personalidad está
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íntimamente relacionado con la capacidad de ser individuo, o la capacidad de que te
vean como tú quieres que te vean. Fijaos que es una inversión: mientras que el hombre
estético tiene que ponerse la máscara, tiene que mimetizar de algún modo al objeto, esto
es, tienen que verlo, no como es él, sino como en el fondo quieren verse los otros, de tal
manera que el hombre estético no tiene aspecto propio, es un camaleón, en cada
momento mimetiza la exterioridad; justamente, el hombre ético, el hombre de la
interioridad, es aquel que logra que lo vean exactamente como quiere ser visto. Esto es
un privilegio heroico, es un privilegio del héroe mítico: su presencia es tan
completamente impactante que no está sometida, desde cierto punto de vista, a
interpretación, y no está sometida a interpretación, obviamente, porque él no está
preguntando por la interpretación. Él está interpretándose a sí mismo.
“En todo hombre hay algo que, en cierta medida, le impide llegar a ser
del todo transparente” (p. 151).
Freud, un poco más adelante, queda perfectamente anticipado:
“Uno se equivoca, en efecto, si cree que alguien puede mantener por un
instante su personalidad en blanco [si podemos quitarnos la máscara, y
ser nada, o se equivoca profundamente alguien si cree que puede tener,
en el fondo de todas las máscaras, la nada] o, en un sentido más estricto,
detener o interrumpir la vida personal” (p. 155).
Las máscaras pueden hacernos ignorantes –que no inconscientes- de esto, y
pensar que, en el fondo, cuando nos quitamos todas las máscaras, allí está la nada. ¡No
está la nada! En el fondo, no se puede interrumpir o detener la vida personal.
“Antes de que uno elija [esto es, antes de la cuestión de la decisión, de la
elección ética] , la personalidad está ya interesada en la elección, y, si
uno posterga la elección, la personalidad, o los poderes ocultos en ella,
eligen de manera inconsciente” (p. 155).
Éste es el punto que Nietzsche, en muchas ocasiones, ha arañado, pero que no haquerido sistematizar de una forma clara. Esto es, el hecho de que, aunque queramos
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en el fondo, te están impidiendo intentar que se manifieste aquello que hay allí, en el
fondo de la vida. Y esto es lo que constituye la cuestión de la existencia ética.
La cuestión de la existencia ética es la posibilidad que tenemos de manifestarse,
de revelarse esto profundo y oculto, y que tiene que ver con el amor (claro está que el
amor es algo muy complejo), con el deseo, con la libido, con algo que nos vincula
permanentemente a la vida. Ese algo que vincula permanentemente a la vida, que elige
permanentemente (de forma consciente o inconsciente), ése es un poder, dice K., capaz
de desafiar el mundo entero (p. 153).
Es entonces cuando se llega (en el texto) a la cuestión de la elección ética y de la
diferencia entre elección y deliberación.
“La elección misma es decisiva para el contenido de la personalidad;
ésta, al elegir, se sumerge en lo elegido, y si no elige, se atrofia y se
consume. Por un instante puede ser, o puede parecer, que hay que elegir
entre cosas que están fuera de quien elige, que éste no guarda relación
alguna con ellas, que puede mantenerse indiferente frente a ellas. Tal es
el instante de la deliberación; pero en realidad éste, lo mismo que el
platónico, no es nada” (p. 154).
La deliberación, en la medida en que considera al objeto sobre el que delibera
externo, no es nada. La cuestión es este sumergirse en lo elegido, esto es, esta
sugerencia de que, en el fondo, la elección como tal es el contenido de la personalidad,
es la elección de sí mismo, es la elección de eso que, en el fondo, sólo se asalta
eliminando las barreras, las trincheras, las resistencias que oponen las máscaras. Esta
elección es por un contenido de la subjetividad, por un contenido de la personalidad, y
es por algo que no puede ser representado como externo. Ésta es la clave de la situación.Las páginas siguientes hablan fundamentalmente de que esa elección se produce
cuando se quiere algo, sólo una cosa.231 Elegir éticamente es elegir algo que es el objeto
que vertebra de forma radical tu subjetividad y tu temporalidad, tu sujeto y tu acción.
Es, desde este punto de vista, una apuesta absoluta. En la ética hay una apuesta
absoluta. Y no sólo en la religión. De ahí que no se pueda llegar a la religión si no se ha
pasado por la ética.
231 Es un problema que posteriormente el psicoanálisis va a analizar muy profundamente.
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[ El próximo día, el paso a la religión. Temor y temblor . Abraham ha elegido una
cosa, que es tener descendencia (esto es la vida ética); y sin embargo, alguien le dice
que tiene que matar a su hijo: un mandato absoluto que, en el fondo, destruye tu querer
absoluto, y que genera el misterio del salto absoluto a la fe. Pero si no hay deber
absoluto, desde el punto de vista de la ética, la vida religiosa no tiene sentido. Esto es un
punto importante. Hablaremos también de hasta qué punto estas mediaciones culturales
obsesionaron a la intelectualidad europea hasta el año 45. Todo esto que parece tan
abstracto, tan irrelevante… En el fondo, la opción era Nietzsche o, de algún modo, K.
Ésa era la gran opción de la vida alemana, porque era la gran opción entre lo que
podemos llamar la teología liberal, protestante, y la católica, de esa época. Y es muy
curioso que la teología liberal se hizo mucho más nietzscheana, o que estuvieran mucho
más vinculados al nazismo y a Nietzsche que la teología católica, que sin embargo hizo
resistencias al nazismo de una manera muy importante. Éste fue el problema de la
teología política, realmente: el problema de las diferencias entre Peterson (un converso
católico que se resiste a Hitler) y sus maestros (Hartnack, etc.), que pactan con Hitler
con unas mediaciones muy significativas, porque en el fondo estaban enormemente
preocupados por la dualidad entre el mundo de la naturaleza, este mundo demoníaco
que ha descrito perfectamente K., frente al que sólo se puede oponer, no el mundo ético,
sino esta experiencia personal precisa, luterana, no mediada por instituciones, por
mundo ético de ninguna naturaleza. Hay ahí dos mundos: el mundo de la ética y el
mundo de la gracia personal, que son incompatibles, porque en medio no hay ningún
tipo de estructuras de vida ética, de objetividad, que canalicen, que condicionen la
experiencia de la religión. De tal manera que muchísimas estructuras nazis podían verse
sirviendo demoníacamente a la naturaleza y teniendo algún tipo de experiencia mística,
de amor cristiano, estrictamente personal. Pero como no hay mediación ética entre elmundo de la naturaleza y el mundo de la gracia, se vive entonces en dos estructuras
completamente antinómicas que no pueden reunificarse. Esto es una de las
consecuencias más relevantes del luteranismo: que el mundo de la naturaleza es un
mundo completamente corrupto, del que no podemos salir más que por una revelación
específicamente personal. Pero ésta es una experiencia mística no genera ninguna
comunidad. ]
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es natural, una buena parte del psicoanálisis, que está también aquí in nuce; pero
produce el esquema de pensamiento que nos lleva directamente a la irrupción, a que se
abra, como dice Taubes, la oficina escatológica. Esto es, produce el tipo de pensamiento
que pone en circulación toda la cuestión del mesianismo y toda la cuestión filosófica
que se ha producido sobre el hecho del mesianismo, en el sentido de que pone en
circulación lo que podemos llamar la figura del caballero de la fe.
La figura del caballero de la fe es, claramente, una figura escatológica, una
figura que sólo puede ser desplegada, o que quizá solamente puede ser comprendida de
una forma adecuada, cuando la podemos leer desde la filosofía que ha producido las dos
últimas décadas: la filosofía que ha producido Agamben, o la filosofía que ha producido
todo lo que se ha organizado alrededor de lo que hemos llamado la filosofía de la
potencia.
Esto se hace en relación con una idea completamente nueva de lo que es el
trabajo de la Ilustración, de lo que es el trabajo de la cultura y de lo que es el trabajo de
la temporalidad. Como es natural, esta propuesta consiste en desmontar de forma radical
la articulación filosófica hegeliana. Si comentamos este libro, lo que primero
deberíamos hacer es atender, no exactamente al arte de la persecución232(podemos decir
que K. no ha padecido la persecución, o al menos no mientras escribía este libro); pero
podemos aplicar la estructura de lo que Léo Strauss dice que hay que hacer para leer,
que es explicar de una manera muy rotunda la propia estructura del libro, los grandes
apartados del libro, aquello que de una manera específica el autor ha escrito para el
lector atento.
El libro tiene tres partes:
i) Panegírico de Abraham. Una reflexión sobre la figura de
Abraham que se organiza sobre un contrapunto entre lo que es Abraham y
lo que es, como un ritornelo que está atravesando todo este panegírico, lafigura de la madre. Podemos, por lo tanto, ver cómo las dos grandes
problemáticas del psicoanálisis están elaborando el panegírico: la figura
del padre y la figura de la madre. Y están elaborando ese panegírico en
relación con dos estructuras que son centrales en la filosofía del
psicoanálisis: la estructura del trauma y la forma de superar el trauma; esto
es, la estructura de una ambivalencia que no puede ser superada, y la
232 Se refiere a Persecución y arte de escribir , de Strauss.
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estructura de una ambivalencia que puede ser superada. Como es natural,
la comunicación indirecta de este libro consiste en que es todo él una
reflexión sobre Abraham,233 pero, en el fondo, el contrapunto de la madre,
el contrapunto de la experiencia no traumática de la madre, atraviesa todo
el Proemio como una voluntad de mostrar la posibilidad de una existencia
no traumatizada.
El Proemio incluye otras tantas variaciones literarias, bellísimas, sobre la
figura de Abraham. Esencialmente, es un texto que elabora la forma en que
Abraham toma el camino del monte Moria: diferentes escenarios
psíquicos, diferentes formas de enfrentarse a la experiencia de dar muerte
al hijo.
ii) Problemata. Fijaos los tres problemas que plantea el libro:
a) “¿Existe una suspensión teológica de lo ético?” Empezamos a entender
la cosa si traducimos esto por: ¿Es la teología un estado de excepción de lo
ético? Porque de esto es de lo que se trata. Y lo ético, evidentemente, es lo
ético hegeliano, esto es, lo ético familiar y lo ético político. La reflexión,
por lo tanto, es: ¿Es la teología un estado de excepción de lo político?, ¿y
en qué medida?
La conclusión: efectivamente, la teología es un estado de excepción de lo
ético a consecuencia de que la teología ancle en la figura del particular,
esto es, elimine la figura del universal.234
b) “¿Existe un deber absoluto para con Dios?” Esto es: ¿de qué vive, de
qué tipo de existencia estamos hablando cuando hablamos de la existencia
del particular, de ese particular que es, como he dicho antes, el caballero de
la fe? Esto es, el caballero de la fe, el caballero particular, ¿cómo se
relaciona con su deber?, o ¿cómo se relaciona con su deseo?
233 Remite al Sacrificio de Isaac de Caravaggio. Abraham coge de la cabeza a Isaac, se la retuerce; Isaaclo mira, está mirando hacia arriba, en ese momento en que el ángel todavía no ha aparecido. El trauma ensu forma más expresa.234 Podemos entender, por tanto, de forma clara, contra qué está luchando C. Schmitt: hagamos de lateología, no un estado de excepción de lo político, sino justo el estado de excepción de lo político, esto es,veamos que la teología no es que destruye lo político, sino que, en el fondo, vive del estado de excepciónconstitucional, vive en lo político. Schmitt, por lo tanto, va a coger la terminología kierkegaardiana parareivindicar y restablecer a Hegel (!), esto es, para establecer que lo político y lo teológico son
exactamente la misma cosa. No es que lo religioso sea el estado de excepción de lo político, sino que loreligioso funda lo político, que es el estado de excepción de lo jurídico. Esta variación es la respuesta quehace Schmitt. (Lo veremos con más detenimiento)
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Las formulaciones que hace aquí K. en relación con esta problemática no
tienen, posiblemente, parangón en el ámbito de la filosofía más que con
Lacan. Esto es, el hombre religioso se diferencia del hombre ético en que
el hombre ético nunca renuncia a su deseo, esto es, sigue el imperativo
categórico en el sentido en que ha hecho de su deseo el deber, y de su
deber, el deseo. Un imperativo categórico, así, que ya se rige por la
terminología lacaniana: no cedas nunca en tu deseo. Pero es un deseo que
se constituye, por eso mismo, internamente en deber. Por lo tanto, el
hombre religioso tiene otra estructura del deseo y otra estructura del deber.
c) “¿Es posible justificar éticamente a Abraham por haber guardado
silencio ante Sara, Eleazar e Isaac?”
Como siempre, el Panegírico es lo que construye el libro; los Problemas es la
cuestión filosófica de entender cada una de las escenas fundamentales del libro, de ese
episodio de Abraham. La cuestión está en que el particular, como tal, ha de vivir de tal
manera que deba aceptar lo incomunicable, esto es, que deba aceptar completamente el
silencio, que no pueda en modo alguno volver a referir, no pueda explicitar la
experiencia por la que ha vivido religiosamente la escena propia del trauma.
Lo que articula este panegírico y estos tres elementos centrales de problemas es
lo que, desde cierto punto de vista, K. llama el doble movimiento o la paradoja. La
teoría del doble movimiento, o la teoría de la paradoja, solamente podemos abordarla en
términos de lo que podríamos llamar la ambivalencia freudiana. La relación que
constituye la vida religiosa solamente podemos abordarla en relación con la
potencialidad. La relación que constituye el deseo para el hombre religioso solamente
puede ser comprendida de forma expresa si la relacionamos con una dimensión
completamente estática del deseo, con una temporalidad completamente diferente de latemporalidad propia de las agrupaciones sociales o éticas.
¿De qué depende todo el argumento? Obviamente, depende del Panegírico. ¿En
qué consiste el Panegírico de Abraham?
Conocemos la imagen de Abraham, conocemos la historieta de Abraham:
alguien es reconocido como aquel que será el fundador de una gran herencia; alguien ve
cómo esa herencia no se le es concedida, esto es, alguien ve cómo esa promesa no es
cumplida; alguien mantiene, a pesar de todo, la fe en esa promesa; alguien, finalmente,es bendecido con un hijo, y alguien descubre que el mismo Dios que le ha hecho esa
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promesa, que lo ha probado sin concedérsela, y que finalmente se la ha concedido, ese
mismo Dios le ofrece el mandato de que elimine a su descendencia, esto es, de que él
mismo, por su propio brazo, destruya la posibilidad de que esa promesa se cumpla.
El ejemplo es obviamente Job. Es el mismo esquema: alguien lo tiene todo, y lo
debe perder.
Entonces, la cuestión, lo que él no descubre, es que, desde cierto punto de vista,
Abraham ya antes ha hecho algo semejante al sacrificio de Isaac: Abraham ya ha tenido
un hijo con la esclava, esto es, ya ha tenido un momento de debilidad, ya ha tenido, por
lo tanto, un momento de desconfianza, ya ha abandonado antes a un hijo, Ismael, y ya
antes ha mantenido una relación ambigua con su propia descendencia. La diferencia es
que, ahora, se le impone matar a Isaac, sacrificarlo, como un deber absoluto, esto es,
como algo que no puede ser medido desde el punto de vista ético.
Aquí, K. traza la diferencia entre Ifigenia y Agamenón (y Abraham, se
entiende), en el sentido de que Agamenón puede sacrificar a su hija y salvar a su pueblo,
pero Abraham, al sacrificar a Isaac, está sacrificando también la totalidad de su pueblo.
Esto es, el sacrificio de Agamenón, o el sacrificio republicano, hegeliano, de dar la vida
por el Estado, puede ser comunicable a los demás; alguien puede decirle: el deber ético
de amar al hijo por encima de todas las cosas (un deber ético) entra en tensión con el
deber político de salvar al pueblo por encima de todas las cosas. De tal modo que, quien
sacrifica a un hijo, quien rompe la ley de la familia, quien rompe el imperativo de amar
al hijo por amar al pueblo, puede ser consolado. ¡Éste puede ser consolado! Puede
explicar ante la gente: me desprendo de lo más valioso por lo más valioso. En el fondo,
puede hablar de su propio dolor, puede comunicar su propio dolor, puede encontrar un
equivalente para hablar del propio dolor porque todavía puede encontrar una
compensación ética a la violación ética. Pero Abraham sólo tiene su promesa, no tiene
pueblo. Ha abandonado Babilonia, ha abandonado Nínive, se ha desvinculadocompletamente de la construcción política; por lo tanto, violar el imperativo ético de
amar al hijo no tiene compensación alguna. Implica una pérdida absoluta que no puede
ser compensada por otro bien ético.
La clave es que, desde cierto punto de vista, a Isaac no se le hace prescindible la
experiencia consciente de que su padre va a matarlo. Éste es el punto decisivo. K. tiene
mucho interés, en el panegírico de Abraham, en dejar bien claro que estamos en
Caravaggio, esto es, que estamos en una experiencia del terror. Esto no puede ser dulcificado. No puede decirse: bueno, Isaac era muy pequeño, no se dio cuenta; bueno,
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Isaac iba muy cansado; bueno, su padre lo hizo de tal manera que quedaba a sus
espaldas… ¡No! Abraham sabe que se le impone matar a su hijo, y su hijo sabe que su
padre quiere matarlo. Y esto es completamente necesario (no existe otro camino) para
convertirse en un caballero de la fe.
K. tiene mucho interés en decir que este pasado, este pasado que abrimos en
todo su terror mediante este panegírico, nos pone delante de un tiempo que
permanentemente es repetido. Esto es, no hablamos de un pasado. Aquello que sucedió
hace dos mil años nos importaría un bledo, nos importaría nada, si no pudiera…235 (ser
perpetuamente revivido). Es una categoría completamente actual. Esto no es el pasado,
no es una curiosidad literaria. Esto es la urgeschichte de la humanidad, en el sentido
específico de que es aquello que se tiene que volver a producir en cada ser humano que
quiera ser un ser humano.
Y esto, dice K., es lo específicamente cristiano. Mucho más cristiano que la
resurrección, mucho más cristiano que el momento paulino de que si Cristo no ha
resucitado es vana nuestra fe,236 esto es lo específicamente cristiano en la medida en que
éste es el único camino transitable para que nuestra existencia tenga profundidad.
Es exactamente lo mismo que el pasaje de Lucas: “Si alguno viene a mí y no
aborrece al propio padre, a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y
hermanas, incluso su propia vida, no podrá ser mi discípulo” (Lucas, 14:26).237 Y sigue
K.:
“Muy duras son estas palabras; ¿quién soportaría escucharlas? Por eso
es muy raro oír hablar así. Pero ese silencio es una triquiñuela que no
consigue su objetivo, pues el estudiante de teología se enterará antes o
después de que esas palabras están escritas en el uevo Testamento, y
podrá leer en cualquier manual de exegética que mísein se emplea aquí
y en otros pasajes en su sentido debilitado de meiosin: minus diligo
(querer menos), posthabeo (posponer, dar de lado), non colo nihili facio
235 La clase se interrumpe en este punto.236 I Corintios, 15:14.237 Naturalmente, es citado por el propio K. en el segundo Problema. Podéis suponer cuál es el Evangelioque analiza K.: K. se basa fundamentalmente en Lucas. Lucas es el evangelio de Marción, esto es, es elevangelio gnóstico. Marción es un gnóstico, que llega a ser el hegemónico de Roma, que tiene un canon
propio de las Sagradas Escrituras: obviamente, elimina todo el Antiguo Testamento posterior a Moisés; se
queda fundamentalmente con Lucas, el único evangelio que reconoce; y se queda con Gálatas, el texto paulino fundador de la gnosis, propiamente, donde dice Pablo: la ley se ha acabado; el carisma es lo únicoque queda.
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(no considerar valioso). Pero el contexto en que aparecen estas palabras
no parece consentir tan elegante interpretación.
[Villacañas repite el pasaje del evangelio]. Sobre esto se mantiene un silencio, o
se interpreta el verbo mísein como si alguien pospone, quiere menos… si dulcifica la
expresión: no tanto aborrecer, esto es, odiar , sino sencillamente amar menos, dar de
lado, etc. Pero el contexto, dice K., no consiente esta disminuida, esta elegante versión.
El texto de K. sigue diciendo que son palabras terribles, pero que ha de sernos
posible entenderlas, y en todo caso hay que tener la honestidad de reconocer lo que
quieren decir, y reconocer además que lo que dicen es grandioso, aunque nos falte valor
para intentarlo. Porque toda esta versión disminuida, elegante, trata de introducir de
contrabando el cristianismo en este mundo (gnosis), trata de pactar con este mundo,
trata de decir: bueno, en el fondo, el deber absoluto para con Dios es compatible con el
mundo, sólo que primero es el deber de Dios, y luego, pospuesto, en el segundo grado
de jerarquía, es nuestro deber para con el mundo. Eso no es lo que significa. De esa
manera, introducimos de contrabando, elegantemente, al cristianismo en este mundo. De
esa manera no reconocemos realmente lo que quiere decir, nos asustamos realmente de
lo que quiere decir, evitamos lo grandioso que quiere decir. Y lo que quiere decir es que
lo primero, lo que nos constituye como primero, es el odio al mundo. Que el odio inicial
es lo inmediato, aquello de lo que tenemos que liberarnos, aquello que tenemos que
verdaderamente combatir, y aquello que produce sobre nosotros una conciencia de
culpa, que es lo que da profundidad a nuestra existencia. (Esto, naturalmente, es ya otra
lectura, una lectura freudiana: abandonemos la cuestión del deber absoluto para con
Dios).
Lo que en todo caso dice es que el odio al padre, el odio a la madre, a los hijos, a
los seres humanos, es la condición de posibilidad de ser cristiano. Y, por lo tanto,
“Es fácil darse cuenta de que, si este pasaje [el de Lucas] tiene un
sentido, habremos de entenderlo literalmente”.
Sólo así constituye una exigencia de repetición (una categoría completamente
central en K.). Sólo así sabremos lo que estamos repitiendo. Esto es, sólo así estaremos
en condiciones de orientar nuestra existencia. Pero, realmente, lo que quiere decir es que
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no se puede introducir de contrabando el cristianismo en el mundo, y esto significa que,
para el cristiano, Dios exige amor absoluto.
“Entonces, ¿aborrecer a los demás?, pero ¿de qué modo?”
Si Dios es un amor absoluto, esto es, si Dios es un deber absoluto, si la única
manera de entender esto es odiar, ¿de qué modo?
“o quiero recordar aquí las alternativas humanas de la especie de: «o
se ama o se odia»”.
K. no es un schmittiano. No se diferencia el mundo entre amigo y enemigo. Aquí
estamos hablando de otra cosa absoluta. Aquí estamos hablando de un camino
propedéutico, esto es, estamos hablando de un primer movimiento que implica
separarnos radicalmente del mundo, que tiene como complemente un segundo
movimiento que es recuperar enteramente el mundo. Ésta es la paradoja. Por eso la
paradoja no se rige por la alternativa de amar u odiar, esto es, no se rige por la
alternativa de amigo-enemigo. Se puede, en el movimiento interno del camino de la fe,
odiar completamente al padre, la madre, la familia… pero el movimiento completo de la
fe, cuando se cierra, permite igualmente amar al padre, a la madre, a la familia… Ésta es
la paradoja.
Por eso “no quiero recordar aquí las alternativas humanas de la especie de: o se
ama o se odia”. El caballero de la fe ama y odia, o: odia y ama. Esto es, es el caballero
de la ambivalencia freudiana.
Por lo tanto, la clave de K. reside en que la única manera que tiene de
enfrentarse al problema interno, universal, de la ambivalencia, esto es, de que odiamos y amamos al mundo, es mediante el trabajo de la religión, sea lo que sea lo que signifique
esta palabra. Pero, sea como sea, hay ahí un trabajo de solución de un movimiento
psíquico que es el movimiento de amar y odiar, de tal manera que no cabe en la
disyuntiva schmittiana de amigo-enemigo. Eso, dice K., eso está muy bien cuando se
vive en lo universal, esto es, cuando se vive en la ética: cuando se vive en la ética se
ama, y se odia, se diferencia entre amigo y enemigo (a éste se le odia, a aquél se le
ama), y eso (amar y odiar) está nítidamente separado. Y esto sucede, evidentemente, enel ámbito eclesial, que no tiene nada que ver con el ámbito de la religión. En el ámbito
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eclesial, existe el que comulga contigo (el amigo y el enemigo). ¿Por qué? Porque la
Iglesia, la idea de Iglesia, si la consideramos cualitativamente, no es diferente de la idea
de Estado, lógicamente. Pero cuando el particular (el caballero de la fe, Abraham) entra
en la paradoja, queda excluida de la idea de la Iglesia: o se es caballero de la fe o se es
ciudadano de la Iglesia (o del Estado).
K. dice: el mundo es sencillo, es claro, o sea, el mundo de la teología política es
claro: uno vive en el Estado, o en la Iglesia, se ordena como amigo o como enemigo.
Pero el mundo no se acaba ahí, no se puede acabar ahí. Y es Abraham el que nos
testimonia que el mundo no se puede acabar ahí, es Abraham el que nos testimonia que
el mundo no se acaba ahí.
Por eso, permanentemente la coletilla de K. es que existe la fe porque existe
Abraham.238 Esto es, sabemos lo que es un particular porque existe Abraham, y sabemos
que la existencia de Abraham es matar al hijo, esto es, es la capacidad que tiene un ser
humano de tener la máxima aspiración en el hijo (porque es su promesa, es todo lo que
se le ha concedido), pero, al mismo tiempo, sentir en su interior la pulsión, que él
percibe como un mandato absoluto, de matar al hijo.
Y esto es amar y odiar, a la vez. No es la diferencia amigo-enemigo, no es esa
diferencia clara, nítida, donde uno se sacrifica por la Iglesia, por el Estado, sino que es
vivir un drama existencial que es el drama que nos humaniza. Un drama que nunca
pasa. Un drama que permanentemente se recupera en la propia realidad.
Por eso, estamos hablando de que la existencia del particular, la existencia de
Abraham, esa existencia que, en el fondo, es permanente, es nuestra, es lo más terrible
que se pueda dar. Esto es lo que ha dibujado Caravaggio, verdaderamente: cuando no se
le ahorra a Isaac ver el cuchillo que baja a su cuello. Esa experiencia del terror es lo más
espantoso, lo más terrible, y lo más grande que existe, pues “ sin espanto no se puede
comprender lo que es grande” (TT, “Problema II”).Fijaos, frente a esto, frente a esta experiencia, el ritornelo que continuamente
hace K. en el Proemio:
“Cuando una madre considera llegado el momento de destetar a su
pequeño, tizna su seno, pues sería muy triste que el niño lo siguiera
viendo deleitoso cuando se lo negaba. Así cree el niño que el seno
materno se ha transformado, pero la madre es la misma y en su mirada
238 Es la coletilla de Pablo: existe la fe porque existe Cristo.
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hay el amor y la ternura de siempre. ¡Feliz quien no se vio obligado a
recurrir a medios más terribles para destetar al hijo!”
Miremos a Abraham. En un momento determinado, Abraham coge a Isaac,
“Aferrando a Isaac por el tórax lo arrojó a tierra y dijo: «¿Acaso me
crees tu padre, estúpido muchacho? ¡Soy un idólatra! ¿Crees que estoy
obrando así por mandato divino? ¡o! ¡Lo hago porque me viene en
gana!» Tembló entonces Isaac y en su angustia clamó: «¡Dios del cielo!
¡Apiádate de mí! ¡Dios de Abraham! ¡Ten compasión de mí! ¡o tengo
padre aquí en la tierra! ¡Sé tú mi padre!» Pero Abraham musitó muy
quedo: «Señor del cielo, te doy las gracias; preferible es que me crea sin
entrañas, antes que pudiera perder su fe en ti.»”
Los dos padres. El padre desteta al hijo: lo coge del cuerpo, lo tira, lo insulta…
“¿Acaso crees que soy tu padre? No tengo vínculo contigo”. Se genera aquí la necesidad
de un padre, de un padre que no es éste; la necesidad de un nombre del padre que
mantenga para mí aquello que antes del trauma fue el padre, esto es, que mantenga para
mí la promesa de omnipotencia, la promesa que en el fondo todo hijo cree que el padre
le ofrece. Es una enseñanza, un camino, una pedagogía. “No tengas fe en mí. No soy tu
padre”. Es, en suma, el proceso por el cual se tiene fe en otro. Pero la fe es previa a uno
y a otro: la fe en la omnipotencia del padre es anterior al trauma. El padre procura una
transferencia, está destetando, está enseñando: “Yo no soy omnipotente. Cree en otro,
no en mí”.
Evidentemente, miremos las cosas desde el complejo de Edipo. En el fondo,
estamos describiendo la experiencia desde el otro lado: el hijo, que odia al padre, permanentemente lo odia porque ha percibido que ya el padre ha violado la promesa de
omnipotencia. Esto es, en el fondo, en la imaginación del hijo, su odio está fundado,
psicoanalíticamente, en que ha imaginado que su padre no es su padre, que su padre, en
cierto modo, por no ser su padre, puede matar. Psicoanalíticamente, sabemos que, en el
fondo, esa amenaza es la amenaza de castración, la amenaza de que puede marcar su
cuerpo, de tal modo que quede de forma evidenciada que está en su poder.
Pero desde el punto de vista del padre, hay un pasaje que me pareceextraordinariamente mítico. Estamos hablando de eso, puesto que, en el fondo, esa
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dimensión mítica nos permite vincular el mito de Abraham al mito clásico griego, al
mito de Saturno que devora a sus hijos, al mito del tiempo, al mito del tiempo que
destruye a los seres humanos.
La segunda variación de la narración de la historia de Abraham239, dice:
“En silencio recogió la leña para el sacrificio y en silencio ató a Isaac:
en silencio empuñó el cuchillo: entonces vio el carnero que Dios había
dispuesto. Lo sacrificó y regresó al hogar… Desde aquel día, Abraham
fue un anciano”
Éste es el punto. La pulsión de matar al hijo, o la pulsión de decir al hijo “no soy
tu padre”, es al mismo tiempo la pulsión de no envejecer, la pulsión de ser sobreviviente
de ti mismo, la pulsión de no tener heredero, la pulsión de que el tiempo (Saturno) no te
devore, la pulsión, evidentemente, de no reconocer que en ti trabaja la muerte, y que
dominarás la muerte si la das, esto es, impedirás que la muerte tenga poder sobre ti si
eres tú quien la produce. Esto significa que la promesa de omnipotencia que el padre
tiene en relación con el hijo, el hijo la ha aprendido del padre, esto es, está encarnada en
el padre en relación con el hijo, el padre la ha demostrado al hijo, el padre la ha creído,
y el padre sabe que la única forma de que, efectivamente, él sea omnipotente, es que la
muerte no le alcance. Y la muerte le alcanza si sobrevive el hijo. El superviviente de
eso,240 el soberano, tiene (mucho más básico de lo que diga Schmitt del estado de
excepción), tiene, digo, la temporalidad del superviviente, la temporalidad del que da
muerte, y por eso sobrevive. Y este ideal de omnipotencia es la parte del ideal de
omnipotencia que ve el padre acerca de sí mismo. El hijo ve como ideal de
omnipotencia respecto del padre la protección absoluta, o la fe en él, una fe que
Abraham asume conscientemente que debe ser quebrada por parte del hijo: tiene que producirse un trauma. Y tiene que producirse un trauma el resultado del cual es que el
padre no es el padre.
La diferencia del trauma de la madre es clara: la madre pone de negro el pecho
cuando quiere destetar, hace que el pecho no sea apetitoso. Pero la madre es la misma.
No existe trauma de la madre, no existe trauma total de la madre, no existe este
239 Seguimos en el Proemio.240 Canetti lo ha explicado muy bien.
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momento en que se dice que “la madre no es la madre”. Esa certeza es permanente. La
madre es la madre; el padre… no lo sabemos.
Este mecanismo es el mecanismo más terrible del matrimonialismo político: el
hecho de que el príncipe nunca sepa si es un príncipe legítimo.241
Pero lo que es hiriente es que Abraham también tiene que renunciar a la
omnipotencia. Esto es, tiene que renunciar a su papel de padre, tiene que transferir el
objeto de la fe a otro padre, o freudianamente, a un superyó, a un ideal de yo, a alguien
que no sea él. Porque constitutivamente no puede existir relación con el hijo más que
superando el trauma, y hacerse viejo, sentirse viejo.
“Desde aquel día [esto es, una vez que vio el cordero] , Abraham fue un
anciano; no podía olvidar lo que Dios le había exigido. Isaac continuó
creciendo, tan florido como antes; pero la mirada de Abraham se había
empañado y nunca más vio la alegría” (Variación segunda).
De ese trauma sólo emerge una distancia entre padre e hijo que hace que el papel
verdadero del padre tenga que ser ocupado por otra instancia.
La tercera variación que hace este Proemio es una repetición de la escena donde
emerge un concepto completamente fundamental para entender este libro: el concepto
de tentación. Es un concepto tan fundamental que el autor lo ha dejado sin traducir:
Anfaegtelse. Es la tentación en el más alto sentido (temptation in a higher sense, que
dice Lowrie), una tentación que implica un sentimiento de horror religioso en la medida
en que reconoces que en ti puede existir lo más demoníaco.
Toda la cuestión del libro (una cuestión que claramente afecta a la existencia de
la religión protestante: la certitudo salutis) reside en estar en condiciones de definir un
criterio de certeza por el cual la escena de Abraham no pueda ser interpretada como una pulsión demoníaca, esto es, no pueda ser interpretada desde el horror que consiste en
darte cuenta de que tú albergas el deseo, la pulsión de matar al hijo. ¿Cómo Abraham
está seguro de que es un deber mandado por Dios, y no una tentación o debilidad
psíquica, no algo que de repente descubre en él que es lo más demoníaco, lo más
diabólico, que es estar en condiciones de destruir justamente aquello que más quieres, y
justamente aquello de lo que depende toda tu relación con el mundo? ¿Cómo podemos
241 Hamlet nuevamente, permanentemente.
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estar seguros de que no es, una vez más, una repetición del abandono, con riesgo de
muerte, que ya se produjo cuando Abraham abandonó al hijo de la esclava Agar?
“Y Abraham meditaba [de nuevo, como siempre, el problema de la
duda] , mientras iba haciendo camino a lomos de su asno; pensaba en
Agar y en su hijo, a quienes abandonó en el desierto” (Variación
tercera).
¿Por qué no sería esto una variación de aquello?, ¿por qué no sería la misma
repetición?, ¿por qué entonces no sería el mismo pecado? La repetición consiste en la
positividad de que sea exclusivamente la voluntad del padre de romper para con el hijo,
y podría ser pecado el haber querido sacrificar a Dios lo más preciado. Y si era un
pecado, no habría amado Isaac lo suficiente, y entonces, ¿qué pecado podía ser más
tremendo?
Estamos hablando de la duda, de la imposibilidad, y de la cuestión de cómo se
vive después de que uno haya descubierto en sí la inclinación a destruir lo que más
quiere. Sin ninguna duda, aquí estamos ante una doble posibilidad. De lo que se trata es
de profundizar, justamente desde este núcleo de la experiencia, para intentar
comprender qué es lo que quiere decir K. con la vida religiosa. No se trata de echar
mano de los conceptos religiosos (un automatismo conceptual que me parece vano) y lo
explicamos: “no es un pecado porque es un mandato de Dios; no debo tener conciencia
de culpa porque, en el fondo, yo sé que es un mandato de Dios”. El problema es que tú
nunca puedes saberlo, y por lo tanto, nunca eches mano de los conceptos religiosos ya
constituidos, porque lo que tienes que hacer es constituirlos a partir de esta propia
experiencia. Y ¿qué puede significar esta cuestión? Signifique lo que signifique, querrá
decir que tienes que resolver este problema en ti, este problema que te descubre que, deuna forma terrible, odias lo que más quieres.
Lo importante es que, sea lo que sea la religión, signifique lo que signifique,
tiene que ver con la solución de ese problema. Y signifique lo que signifique, esa
solución de ese problema no puede ser denegado (delegado, o derivado, no lo entiendo
bien). Aquí, tu estatuto de particular no puede ser trascendido. Por lo tanto, no demos ya
la religión como hecha, y entonces aplicamos las categorías a esta experiencia. De lo
que tenemos que darnos cuenta es que eso constituye un nivel de experiencia inexorableen todo ser humano, y que, en la medida en que eso sea una experiencia inexorable en
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todo ser humano, la dimensión religiosa tiene que ser cumplida de algún modo. Y, dice
K., esto es ontológicamente así (como dice Freud que la ambivalencia es
ontológicamente así). Y por eso existe una esfera de acción que es la religión, algo que
tenemos que deducir, casi kantianamente, en sus condiciones de posibilidad, por esa
experiencia de la paradoja, de la ambivalencia, y de la imposibilidad de decidir de forma
inmediata si esto es un mandato divino o es una pulsión horrible, una pulsión de
tentación completamente terrible para nosotros.
Lo importante de esto es que lleva toda la vida saberlo. De ahí que la existencia
del particular en tanto particular, diga lo que diga Hegel, es un problema planteado a
cada particular, que no puede ser resuelto por una incorporación a un territorio de
universalidad. ¡No! Éste es un problema que tienes que resolverlo tú.
Las páginas bellísimas de K. en relación con la definición de este caballero de la
fe son verdaderamente deslumbrantes: es –dice- la vida entera a prueba.
“Pero si entre los presentes se encuentra una sola persona que padece
de insomnio, es muy posible que ésta, ya de nuevo en su casa [se le ha
leído la historia, y se la han sermoneado] , se siente en un rincón apartado
y piense: «Es cosa rápida, apenas hay que esperar un minuto y se ve el
carnero: la prueba ha concluido». Estoy seguro de que si el orador
sorprendiese a este hombre en tales meditaciones, le apostrofaría,
rebosante de dignidad, con estas palabras: «¡Desgraciado! ¿Cómo
puedes permitirle a tu alma hundirse en semejante locura? ¡Aquí no
ocurren milagros! ¡La vida entera es prueba!”242
Resolver la ambivalencia que anida en cada uno de nosotros no tiene milagros.
Alguien, una vez, dijo, comentando el mecanismo de Abraham, su esquema, queAbraham tuvo suficiente paciencia para dejar que apareciera el cordero. Esto permite
mediar en lo que estamos hablando. Imaginaos ahora cómo se ha quebrado la idea de
temporalidad . Alguien que escucha el elogio de Abraham se puede marchar a su casa y
pensar que, en fin, fue nada más que un instante. K. dice: no. El problema es que nos
pasamos la vida entera con el cuchillo levantado sobre la cabeza del hijo. Si tienes
paciencia, aparecerá el cordero. Pero la vida entera es literalmente esto: es luchar por un
242 Hacia el final de las “Consideraciones preliminares” de los Problemata.
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amor que es al mismo tiempo odio, de tal manera que quede como certeza que, en el
fondo, obedece a un amor absoluto.
Pero ¿qué es el amor absoluto, si no (o más que) no rendirse? Éste es el
problema.
¿Qué es la fe, si no tener paciencia? ¿Qué es lo que realmente está aquí en juego,
si no mantener permanentemente el combate, no desesperar, no creer que, en el fondo,
sobre nosotros, domina la dimensión horrible de que somos potencialmente asesinos de
lo que queremos, de lo que más amamos? No conceder a esto la última palabra, esto es,
considerar que la prueba todavía está abierta. No entregar la certeza a que realmente,
una vez más, somos el pecado (que es la repetición de haber abandonado al hijo de
Agar).
Cualquier otra cosa sería “presentar a Abraham como un personaje
insignificante, pretendiendo al mismo tiempo que se le imite”. De este modo, lo que
vemos es una temporalidad de la subjetividad, una temporalidad del sujeto, que no tiene
nada que ver con la sucesión de los instantes, que es una temporalidad estática, que hace
que cualquier momento de la vida sea el mismo instante, un jetzt sein (?), un tiempo-
ahora, que hace que el tiempo que nos separa de Abraham se evoque con lentitud de
milenios que no han pasado. Esta temporalidad es completamente diferente.
Frente a ella, el ritornelo de la madre y el hijo, constituyen la temporalidad
natural, constituyen un tiempo que sí que puede suceder, un tiempo que sí que puede
construir, un tiempo que se puede medir, que puede fracturar el dolor, controlar el dolor,
y superarlo, trascenderlo, frente a este tiempo estático (tiempo religioso, obviamente),
en el que el hombre está a prueba, es puesto a prueba de forma permanente.
“Cuando llega el momento de destetar al niño, no está libre la madre de
tristeza, al pensar que el pequeño y ella se encontrarán en adelante más
separados uno de otro, porque ese niño que al principio tuvo bajo su
corazón, y que más tarde reposó en su regazo, ya nunca le estará tan
próximo. Así sufrirán ambos este corto dolor. ¡Feliz quien pudo
conservar al hijo y no hubo de conocer otros pesares!” (Variación
tercera).
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La relación entre la madre y el hijo es una relación de trauma adecuado, de un
dolor corto, de un principio y un fin, de una transformación, de una metamorfosis, de
algo que puede construirse manteniendo el cambio, manteniendo la diversidad.
La cuarta escena (la cuarta variación) es posible que sea la más terrible. Hemos
visto que en la primera se transfiere una fe; que en la segunda se acepta la temporalidad,
la vejez, la muerte; que en la tercera se construye la temporalidad de la vida, de la
indecisión, de la duda, del saber si es una tentación o un mandato, si es un dictado del
amor o un dictado del odio. Pero la cuarta es la comprensión de que, realmente, lo que
se ha transferido al hijo es exactamente la duda: lo que se ha transferido a Isaac es el
mismo veneno de la existencia. Esto es, se ha transferido aquello que, desde el punto de
vista del hijo, es freudianamente el odio al padre, esto es, la pérdida de la fe en el padre.
“Y Abraham, sosegado y dulce, hizo los preparativos para el sacrificio,
pero cuando se volvió para tomar el cuchillo, vio Isaac que la mano
izquierda de Abraham se contraía por la desesperación y que un
estremecimiento agitaba todo su cuerpo. Pero Abraham empuñó el
cuchillo. Después había regresado al hogar, y Sara acudió presurosa a
su encuentro, pero Isaac había perdido su fe. De lo sucedido no se dijo
una sola palabra e Isaac jamás contó a nadie lo que había visto, y
Abraham suponía que nadie lo hubiera visto” (Variación cuarta).
Pero se vieron. Se vieron recíprocamente. Se vieron y se comprendieron, y
supieron de qué iba la escena originaria, y supieron cómo esa escena originaria producía
en los dos la misma desesperación y la misma soledad. Es una escena simétrica. Es el
reconocimiento de la igualdad humana, de que la humanización reside y consiste
especialmente en la transmisión de esa específica experiencia de interioridad, dedensidad psíquica, de problemática psíquica, que hace que la vida sea autorreferencial,
esto es, que la vida sea soledad que intenta explicarse a sí misma. Que hace que la vida
sea silencio, secreto.
Esta es la cuestión de la Ilustración. Cuando hablamos de las dificultades de la
Ilustración, en el fondo hablamos de esto, hablamos de la capacidad que tienen los seres
humanos de trasmitirse la dimensión de interioridad, de tal manera que no pueda ser
dejada de tomarse en serio. Y esto sólo podrá ser así cuando existe este juego de traumaradical (del padre) compensado con el trauma específico de la madre. Lo que ha
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sostenido la sociedad occidental en su más profunda estructura es que esto forma parte
de la naturaleza de la subjetividad. Por encima del Viejo y del Nuevo Testamento, por
encima de cualquier otro tipo de condición cultural, lo que está en juego en la sociedad
occidental, y en todo lo que hemos llamado Ilustración, es que esta doble estructura
traumática nos constituye. Pero no nos puede constituir de la misma manera. Esto es, la
enfermedad psíquica procedería de la incapacidad de que el padre nos genere un trauma
de esta naturaleza y de que la madre nos ofrezca un trauma refinado, adecuado, parcial,
que mantenga la continuidad de las leyes psíquicas de forma adecuada.243
La subjetividad no puede iniciar su camino a la Ilustración si no existe esta
dualidad de roles.
“Cuando llega el momento de destetar al niño, la madre le prepara
alimentos muy nutritivos para que el niño no perezca. ¡Feliz aquel que
dispone de alimentos nutritivos!” (Variación cuarta).
Dos traumas destruyen la carencia de trauma. La carencia de trauma destruye al
individuo. Esto es, la carencia del trauma del padre (o la carencia del padre, que es en el
fondo la carencia de trauma) destruye al individuo: ni puede transmitirle la fe ni puede
transmitirle la batalla por iluminar su propio silencio, o su propia ambivalencia.
La pregunta de la subjetividad occidental es, por lo tanto, inseparable de
comprender a Abraham. La hermenéutica de Abraham (que es la otra cara de la
hermenéutica de Edipo) es completamente inevitable.
Y esto, en el fondo, es “una conciencia eterna en el hombre”. Lo religioso no es
tanto comprender la forma específica de solución que damos a esta tensión, sino el
comprender que esa tensión, esa contradicción, es la conciencia eterna en el hombre. La
ambivalencia, la problemática, es lo eterno. Y esto es “un abismo sin fondo, imposible
de colmar, que se oculta detrás de todo”, y porque existe esto, la existencia no es
desesperación. Y así, existe “un vínculo sagrado que mantiene la unión de la
humanidad”.244 Esto es lo que permite que algo tan completamente improbable como la
humanidad pueda pasar de generación en generación, porque, que la humanidad pase de
243 K. ha sido tachado por una fijación sexista de la vida, esto es, una identificación del rol paterno ymaterno completamente nítida. Bueno: no estamos hablando de mujeres y de hombres, desde mi punto devista. Estamos hablando de traumas, de roles que tienen que ver con relaciones humanas. No estamos
hablando de sexo, de mujeres y hombres, sino de padres y madres, que es una cosa completamentediferente.244 Estas citas parciales pertenecen a las primeras líneas del Panegírico.
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generación en generación no es un hecho natural, no es un hecho biológico. No tiene
nada que ver con eso. Tiene que ver con que las relaciones humanas se tejan a la manera
en que se tejen en el caso de Abraham. Esto es lo que une a las generaciones. Por eso
Abraham es el personaje de la promesa, esto es, es el hombre al que se le garantiza que
efectivamente tendrá una descendencia; pero no es una descendencia que tenga que ver
con la institución de una estructura religiosa elitista, étnica, racial… No. Es
esencialmente el hombre que, en la medida en que permanentemente se repite
estáticamente en cada uno, genera una conciencia eterna en el ser humano que une a las
generaciones con una forma de vida. Y por lo tanto, es específicamente aquel en el que
se ha cumplido realmente aquello que se le prometió, que es que todos los que siguen
tengan una forma de autopercibir su subjetividad vinculando a su caso.
Es algo más que un mito, por lo tanto, en el sentido literario del término. Es un
arquetipo en la medida en que define aquello que podemos considerar como el sujeto
que hace que se eleve de forma continua vinculando de manera sagrada, y sagrada
porque en cada caso específico se ha repetido el terror, el dolor, la duda… se han
repetido estas cuatro escenas, y al mismo tiempo, se ha repetido la permanencia de la
madre, los alimentos de la madre, la forma de generar el tiempo propia de la madre.
“Si las generaciones se sucediesen unas a otras del mismo modo que
renueva el bosque sus hojas, si una generación continuase a la otra del
mismo modo que de árbol a árbol continúa un pájaro el canto del otro, si
las generaciones pasaran por este mundo como las naves pasan por el
mar, como el huracán atraviesa el desierto: actos inconscientes y
estériles; si un eterno olvido siempre voraz hiciese presa en todo y no
existiese un poder capaz de arrancarle el botín ¡cuán vacía y
desconsolada no sería la existencia!”245
Si todos estos actos quedaran inconscientes, no tendríamos posibilidad de
vincular. El problema es que son actos por los cuales el inconsciente se transparenta, se
hace consciente, pasa de esta vida estéril a la vida consciente, y en eso es en lo que
consiste la transmisión de la humanidad en las generaciones.
245 Éste es el comienzo del Panegírico.
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La conciencia eterna en el hombre es específicamente la forma de hacer
conciencia esto que puede tener la estructura de lo inconsciente.
Hay miles de pequeños elementos en este texto que son dignos de una continua
valoración, de una continua interpretación, y que nos permite establecer realmente cuál
es la índole última de la ambivalencia. La índole última de la ambivalencia, y condición
de toda transmisión, es la finitud. Esto es, es la capacidad de cargar con la finitud. Y
desde cierto punto de vista, la religión es eso: administración de la finitud. Una
administración de la finitud que, sin embargo, para K., curiosamente, no puede
entenderse sin el anhelo de infinitud, esto es, es otra forma de la variación especulativa
hegeliana, de la referencia finito-infinito. El problema para K. es que el lugar adecuado
donde se produce esa dialéctica de finito-infinito, y donde efectivamente el ser humano
sabe que se queda con lo finito del mundo, y con lo infinito de la interioridad, por así
decir, o de la subjetividad, es que eso no tiene lugar en ninguna estructura de la historia,
de la objetividad, sino que tiene que construirse en cada particular, siempre de nuevo, en
cada uno. Y sólo en el particular. No hay otro lugar de la síntesis, esto es, no hay otro
lugar de la curación. Cualquier pretensión de curarnos de esta estructura, cualquier
pretensión de administrar la finitud nuestra en una estructura objetiva, o en un
representante objetivo de lo infinito, es verdaderamente la locura.
Ahora bien, ¿cuál es en realidad la índole de la ambivalencia? La estructura
finito-infinito relacionada con el deseo. Esto es permanente. Por una parte, al margen de
toda promesa, al margen de toda relación con Abraham, nadie puede negar que ante
todo está caracterizado por la grandeza de su expectativa: “Tú tendrás una descendencia
tan amplia como las arenas del mar…”. Pero al mismo tiempo, nadie puede negar que,
en Abraham, como en cualquier otro, esa grandeza de la expectativa está sostenida por
la propia debilidad, esto es, por la duda, por la incapacidad de pensar que en el fondo,
durante mucho tiempo, su mujer no iba a poder darle hijos, por la lucha permanente quemantiene con su propia grandeza, con su propia expectativa.
En todo caso, Abraham, dice K., esperó lo imposible.246 Pero espera lo imposible
desde la estructura de debilidad, esto es, desde la estructura de la muerte: no sueña con
lo imposible negando la finitud. Desde cierto punto de vista. La estructura de Abraham
es una gran expectativa con una gran debilidad, la estructura de la megalomanía humana
y de la impotencia humana, la estructura de la certeza y de la duda permanente. Y,
246 En este sentido, es el arquetipo del cristiano: espera lo imposible, espera la inmortalidad, espera laresurrección…
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desde ese punto de vista, la ambivalencia de Abraham es descrita como una complexio
oppositorum, como una realidad que está continuamente tensa.
“Abraham fue grande porque poseyó esa energía cuya fuerza es
debilidad, grande por su sabiduría, cuyo secreto es locura, grande por la
esperanza cuya apariencia es absurda y [ahora, la frase más importante,
más terrible] grande a causa de un amor que es odio a sí mismo”.247
¿Cómo vive el ser humano su ambivalencia? Siempre debéis ir a esta estructura:
que es capaz de odiar lo que más ama. ¿Cómo se rige realmente esto, sino como odio a
sí mismo? Lo terrible es que, para odiarse a sí mismo, uno tiene que tener
ineludiblemente conectado el objeto de amor más grande. Solamente se puede odiar uno
a sí mismo si sabe que, efectivamente, tiene un objeto de amor, y además, ese objeto de
amor es odiado por él. La forma en que inevitablemente el ser humano asume, acepta
inicialmente esa ambivalencia del amor y del odio es, obviamente, con una
ambivalencia adicional: odiarse a sí mismo. Esto es una ruptura del narcisismo
originario.
Esto significa encontrar una estructura contradictoria de la subjetividad. (Esa
estructura contradictoria es la que hemos estado mencionando en todo este momento). Y
sin embargo, es una estructura de la subjetividad, contradictoria, sobre la que
proyectamos una contradicción adicional, que es posiblemente la más dolorosa de todas,
a saber: que el otro sabe que somos así, y que, sin embargo, no podemos explicárselo.
Esto es, hay una trasparencia y opacidad a la vez. Ésta es la última de las ambivalencias,
de las contradicciones de la subjetividad: saber que si, por un instante, quisiéramos
explicarle a aquel que es el objeto de nuestro amor, que también es en determinados
momentos el objeto de nuestro odio, no podríamos hacernos entender. Pero es que,aunque nos quisiéramos hacer entender, en el fondo él ya lo sabe, y por lo tanto,
cualquier comunicación directa de este problema sería sencillamente incomprensible. Es
algo así como una escena en la que los dos nos vemos, pero de la que no podemos
hablar.
247 En la segunda página del Panegírico.
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Ésta es la estructura que ha visto K. en la figura de Abraham, que sólo es
comprensible a los participantes, sólo es transparente a los participantes, pero ninguno
puede hablar de ella.
Desde este punto de vista, K. nos sugiere que, en el fondo, esto no está sometido
a la estructura de la secularización. Esto es tan inmediato y, por eso, es inmediata la fe,
porque, quien está en esta experiencia, si sigue vivo, es porque cree. Ésta es la tesis de
K. De otra manera, seguir viviendo, después de esto, es completamente improbable, con
los datos que tenemos. Después de saber esto, es completamente improbable que siga la
vida, esto es, que no exista el crimen de forma permanente, salvo porque ya algo, en la
estructura de la subjetividad, ha optado por la fe. No puede ser de otra manera. Y por
eso, para K., la fe significa algo que está al alcance de la mano de cualquiera, es lo más
sencillo: todo el mundo lo hace, ¡todo el mundo vive!, a todo el mundo le pasa.248
“Lo que siempre se pasa por alto en la historia de Abraham es el hecho
de la angustia”
Es el hecho de la inquietud, del dolor, de la experiencia de la ambivalencia. Pero
esto, en el fondo, basta con que nos esforcemos un poco 249 para comprender que
siempre está ahí. Es una estructura de ser un poquito valientes, como diría Kant, y saber
que siempre está ahí.
Por eso el relato de Abraham tiene su verosimilitud, su capacidad permanente,
casi eterna (sin el casi, obviamente, para K.), de persuasión; y es un síntoma.250 ¿O es
que va a ser un azar que el problema de Abraham haya atravesado tres mil años de
historia? Esto tiene que ser un síntoma de algo.
“o vale la pena esforzarse en recordar un pasado imposible de
convertir en presente”.
La humanidad no se esfuerza en recordar vanamente, después de tres mil años de
historia, un pasado imposible de convertir en presente. Si se recuerda, es
248 El problema de la Ilustración es éste, es que queremos por todos los medios suavizar estas cosas. Nuevamente, Kant: no somos lo suficientemente valientes como para entender aquello que hay de serio
en la vida. 249 Esto es la propuesta kantiana.250 Esto podrían decirlo desde Shakespeare hasta Harold Bloom.
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sintomatológico: es porque, cualquiera que lo recuerda, comprende que ese pasado es,
naturalmente, presente.
(No voy a detenerme en ver cómo esto es una revisión completa de las
categorías de lo trágico, una revisión completa de las estructuras de la cultura
clásica…).
El punto decisivo, a mi modo de ver, es que, a pesar de todo, Abraham gozó.
Aquí es donde la noción de fe significa otra cosa. No significa la estructura misma de la
existencia humana, esto es, el hecho de que, si no, nos moriríamos, el hecho de que, si
no, no podríamos soportar la angustia. La angustia es un dolor, es un dolor que,
efectivamente llega a la totalidad del organismo, pero no lo mata. La angustia no es
incompatible con el gozo. Éste es el punto, en el que la fe ya no sólo significa que se
sigue existiendo, sino que se sigue gozando. La fe es lo que permite que Abraham goce,
esto es, que, en el fondo, aquello en que consistió la promesa, se cumpla: que Isaac
vuelva a ser su hijo, que después de la experiencia terrible, Isaac es su hijo, y puede
volver a gozar del mandato de amarlo.
La clave aquí, en la noción de fe, reside en que Abraham creyó, a pesar de estar
matando a su hijo, creyó realmente que aquello no le separaba de su hijo, de la misma
forma que el sujeto neurótico tiene el coraje de creer que, efectivamente, el odio que
siente al padre no le permite romper con el padre. Solemos recordar sólo una parte del
complejo de Edipo, a saber: que el hijo odia al padre. Pero el complejo de Edipo es que
la manera en que el hijo sigue vinculado al padre es su odio, cierto, pero sigue vinculado
a él con la finalidad de superar el odio. Éste es el sujeto neurótico real. Y por lo tanto, la
fe aquí significa, esencialmente, que el sujeto neurótico -¡y por eso quiere curarse!-
tiene la fe de recuperar el objeto de amor, de la misma manera que Abraham tiene la fe
de recuperar a Isaac después de haberlo querido matar. Él quiere gozar del amor de su
hijo, y quiere ser correspondido, esto es, quiere que se cumpla el deber ético, aun asabiendas que el deber ético tiene estructuras movedizas que vinculan las relaciones
humanas.
¡Esto es absurdo! ¿Cómo va a querer uno, a mantener viva la promesa de que el
hijo va a amarlo, y él va a amar al hijo, después de sentir la culpa de querer matarlo, y
de saber que el otro sabe que has querido matarlo? ¡Es absurdo mantener la fe! Y sin
embargo, esto es la vida: creer en virtud del absurdo, para no dar lugar a humanas
conjeturas. La fe no da lugar a humanas conjeturas: está fuera de duda que recuperaré ami hijo.
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Creyó en virtud del absurdo, pues no había lugar para conjeturas humanas.251
Una vez más, tenemos a Job aquí. Cuando Job se mantiene firme ante las evidencias que
se le exponen: “No quiero que me habléis, no quiero nada de vuestras conjeturas. Esto
es un problema exclusivamente de mi interioridad”.
¿Cómo entendemos entonces el movimiento? No lo entendemos (éste es el
punto) eliminando lo finito. Sabemos que hemos odiado a lo finito, pero sabemos
también que hemos dado el paso a entender ese odio a lo finito como parte de una
teodicea, por decirlo así, parte de una fe; pero lo que la fe nos da no es lo infinito. Éste
es el punto: lo que la fe nos hace es que recuperemos lo finito. El movimiento, por lo
tanto,
“El movimiento de la fe se debe hacer constantemente en virtud del
absurdo, aunque poniendo un cuidado extremo en no perder la finitud,
sino, al contrario, recuperarla íntegramente”.
Esto es. Yo he querido matar a mi hijo; lo he hecho por fe, la fe me ha pedido
que lo mate, esto es, que pierda lo finito; pero me lo pide no para inmolarlo ante un
infinito, sino para recuperarlo. Pero ¿cómo podemos recuperar esto?, ¿cómo se vive
cuando sabemos que hemos odiado a lo finito, y hemos recurrido, hemos mediado la
noción de fe justamente para recuperar lo finito? Es un proceso hermenéutico, un
proceso de interpretación, que nos permite no desvincularnos nunca afectivamente de lo
finito, no sentirnos decepcionados nunca de lo finito. Nos permite no desesperar nunca
de lo finito. No lo hacemos por amor a una vida completamente abstracta o genérica, lo
hacemos por amor de la vida finita. Éste es el punto radical.
Ahora bien, ¿cómo podemos relacionarnos con lo finito de tal manera que, a
pesar del odio que le tenemos, no nos decepcione nunca? Ésa es la estructura de la fe. Yésta es la estructura de la salud humana. Y ésta es la estructura del caballero de la fe: un
caballero cuyo afecto a lo finito recuperado hace que no se pueda distinguir de ningún
otro ser humano, porque él vive vinculado a lo finito como cualquiera que no haya
pasado por la fe; pero en el fondo es que nadie que no haya pasado por la fe se vincula a
lo finito, porque ésa es una estructura universal.
251 Me parece que no es cita literal, aunque sí paráfrasis muy cercana.
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Resulta imposible distinguirlo (al caballero de la fe). Estamos hablando de un ser
humano que ancla, se vincula todavía afectivamente a lo finito, pero no es carismático,
no es un superhombre, no es nadie especial. Es, sencillamente, alguien que lucha
denodadamente por no sentirse decepcionado por lo finito.
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23 / II / 2011
Se trata de intentar comprender la específica contribución que hace K. al mundo
de la filosofía, y su voluntad permanente de separarse de las estructuras, de las
estrategias del pensamiento de Hegel. Lo que con esto se inicia es el final de lo que
podemos llamar una construcción de filosofía de la historia, esto es, cualquier tipo de
estrategia que pretenda que el individuo deba someterse o quedar integrado en alguna
razón general, o en alguna filosofía de la historia, o en cualquier cosa que trascienda al
individuo. Creo que el argumento fundamental de la filosofía de K. obedece de forma
escrupulosa a la divisa kantiana de que el ser humano, si es algo, es un fin en sí mismo.
Ésta es, a mi juicio, la perspectiva adecuada desde donde debemos mirar la filosofía de
K. La clave de esta filosofía reside en disolver la tensión en que se mantenía en Kant: si
os acordáis, Kant ofrece al ser humano la condición de ser fin en sí, pero luego, desde el
punto de vista de la teoría, desde el punto de vista de la ciencia, desde el punto de vista
de nuestro conocimiento, en realidad lo que hace es mostrar que no hay otra posibilidad
que observar al ser humano como algún otro objeto de estudio, esto es, introducirlo
dentro de un universo de causas. La clave de la historia es que el ser humano, fin en sí,
se diluye de manera completa cuando se le introduce la temporalidad de la naturaleza, o
cuando se le distribuye la temporalidad de la ciencia, o cuando se le introduce la
temporalidad de la filosofía de la historia hegeliana. El problema es que el ser humano
tiene alguna dimensión de absoluto.
Lo que sugiere K. es que el ser humano tiene una dimensión de absoluto en la
medida en que tiene un combate contra sí mismo, consigo mismo, por sí mismo, que es
de naturaleza completamente intransferible. Yo creo que, al hacer esto, lo que hace
verdaderamente K. es reconocer el territorio de la cultura (o lo que hoy entendemos por
territorio de la cultura), que está íntimamente vinculado con la necesidad de
autocomprenderse: esto es, el ser humano es fin en sí mismo, kantianamente, no tantoen la medida en que sea, en el sentido kantiano, el sujeto moral, el portador del
imperativo categórico, o el que tiene una relación con la ley, sino en la medida en que
tiene el proyecto completamente inmanente a su vida de comprenderse. Ésta es la
cuestión.
Y esto genera, de una manera que pone límite a las ambivalencias kantianas, el
territorio de la cultura. Frente a la ciencia, frente a todo lo que para Kant era la
explicación, la estructura de la temporalidad, frente a ello, digo, la cultura, el universode la cultura, el universo del combate por la autocomprensión emerge con plena
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autonomía. Podemos decir que lo que hace K. es resituar el mapa kantiano: de un mapa
en el que había venido exponiéndose una dinámica extraordinariamente amplia de la
ciencia (del conocimiento del mundo, de la razón teórica), y que había dejado en la
periferia a la problemática de la Ilustración (“ sapere aude!”, atrévete a saber quién
eres), K., digo, reposiciona este mapa, y pone en el centro mismo de la atención ese
“entiéndete a ti mismo”, “compréndete a ti mismo, y comprende que este camino de
autocomprensión no puede hacerse con la ciencia”. No puede hacerse ni tan siquiera con
la moral: la moral (éste es el punto) no permite, una vez después de Hegel, conceder al
individuo un valor instrumental; la moral permite que el individuo se integre en lo
general (Estado, economía, tiempo, historia…), pero no le concede un valor absoluto.
Esto es la esfera de la religión. No es ni la esfera estética (sabemos que la estética es un
perpetuo devenir de pluralidades de deseo), no es la tragedia ética (esto es, no es mi
sacrificio por una colectividad, por el Estado, por la polis… por cualquiera de las cosas,
en suma, que podemos considerar comunes), sino que es algo que tiene su lógica
específica, que weberianamente define una esfera específica, a saber: la esfera del
particular , de un particular que no puede ser ni disuelto en la pura estética, ni puede ser
instrumentalizado en la pura ética. Es un particular que ha de encontrar la razón de sí
mismo en sí mismo, y eso es un nuevo sentido de la cultura.
“¿Qué es entonces la cultura? Yo siempre la he considerado como el
camino que ha de recorrer un individuo para llegar al conocimiento de
sí mismo”.252
El sapere aude kantiano pasa ahora a ser el objeto de un campo completamente
inmenso, que es el de la cultura. Eso es la cultura: la obediencia al sapere aude
kantiano, la obediencia al daimon socrático (“conócete a ti mismo”), sólo que ahora no puede ser el objetivo de la ciencia, o el de la duda cartesiana, no puede ser ese objetivo,
en definitiva, que la modernidad ha organizado.
“Y muy poco le servirá a quien no quiera emprender ese itinerario el
haber nacido en la más ilustrada de las épocas”.253
252 En las Consideraciones preliminares de los Problemata.253 Es la frase que sigue a la anterior.
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K. está comentando directamente la posición kantiana, está comentando esa
autocomplacencia de la época burguesa de que (o consistente en decir que) ya estamos
en la época ilustrada, y por lo tanto, no hay nada que comprender de mí (o sea, que ya
no sólo estamos en una época de ilustración, sino en una época ilustrada, y por lo tanto,
la tarea de comprender al ser humano ya ha acabado). Contra este agotamiento del
campo de la comprensión del ser humano se levanta K., y naturalmente, la manera de
hacerlo es concediendo todavía a la religión una dimensión constitutiva, una esfera
específica, una racionalidad interna, propia, indisoluble en relación con cualquier otra
esfera, y no instrumentalizable en relación con ella (con cualquier otra esfera). Y este
sentido de la cultura, que no puede ser transferido, que no puede ser hecho por nadie, o
que nadie puede hacer por ti mismo, es, como es natural, el inicio de una época que va a
conferir al ser humano la todavía pendiente tarea que el psicoanálisis ha puesto de
manifiesto, a saber: comprenderte a ti mismo únicamente en tanto que eres tú mismo, en
tanto que un drama que, naturalmente, no puede ser compartido. El drama del particular
desde el particular, un drama que no está en razón de otra cosa, salvo de la felicidad
específica del particular. Es un drama de cuya solución, o no solución, se deriva la
estructura misma de la existencia de ese particular, algo que afecta a la totalidad de la
existencia de ese particular, y que constituye un combate por la vida, un combate de la
vida entera por la vida entera.
Esto tiene todo su paralelismo con la aspiración freudiana de análisis infinito: el
camino de la autocomprensión es un camino infinito, que concierne a la totalidad de la
vida, y no puede ser realizado por ningún otro. Y ese trabajo es el trabajo que Freud
llama el trabajo de la cultura, y lo que K., antes que él, llama cultura.
Lo más específico es que ese trabajo de la cultura sigue teniendo todavía como
objeto específico la repetición. Esto es una paradoja, una contradicción específicamente
kerkegaardiana: es, al mismo tiempo, un combate de lo particular sobre lo particular, pero, en tanto que trabajo de la cultura, permite realizarse mediante la comprensión, no
sólo de ti, sino de otros, esto es, permite realizarse sobre la comprensión de lo que
significa la existencia de casos (casos como el de Abraham, en TT, o como el de Job en
La repetición). Y esto porque comprender a Abraham es, literalmente, más importante
que comprender a Hegel. Hegel es una bagatela comparado con aquello que significa
comprender a Abraham.
Esto es lo que dio, naturalmente, el rango o la importancia que vimos en día pasado en las cuatro variaciones (en el Proemio), porque, conviene recordarlo, esas
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cuatro variaciones son la demostración de que ninguna comprensión es definitiva, que
ninguna comprensión que hagamos de Abraham puede considerarse la única posible, y
que, justo desde esta continua apertura de la comprensión, podemos generar lo que para
K. es la pasión, la pasión de la comprensión.
En un momento determinado del texto, K. dice que:
“La pasión de comprender a otro y comprenderse a sí es lo
específicamente humano”.
Esto concede al trabajo de la cultura la última variación del trabajo de la
humanidad, la última manifestación, desde cierto punto de vista, carismática de los
estudios sobre las cosas humanas, y su vinculación específica de la tragedia al Antiguo
Testamento nos muestra que, en este juego de repeticiones, de aperturas, de
interpretaciones abiertas… hay una pasión infinita. Una pasión infinita que es la única
(punto decisivo, weberianamente decisivo, kantianamente decisivo) que supera a la
época de la ciencia, y por lo tanto, que abre una modernidad prematuramente cerrada
alrededor de la ciencia. La modernidad, para K., es la época que ha cancelado la pasión
en beneficio de la ciencia. La pasión de comprender y de comprenderse es la única
pasión que puede sobrevivir a esa entrega de la modernidad en manos de la ciencia, y
por lo tanto, es la única pasión que puede reencantar de nuevo el mundo, hacerlo
potencialmente dotado de algo infinito.
Lo importante, para K., es que esa pasión, que trasciende la ciencia, que
trasciende los engaños de la ciencia (la modernidad como una época que se engaña
demasiado a sí misma, que busca demasiado comprenderse a sí misma en términos de
ciencia), esa pasión, digo, es la única forma de acceder a la fe (o a la religión, o a la
esfera de la religión). La pasión, desde este punto de vista, tenemos que pensarla de unamanera completamente radical, ajena al deseo, pero que tiene como manifestación
inmanente una forma de desear. Esto es fundamental.
Si recordáis, la forma de vida estética consistía esencialmente en entregarse al
movimiento natural del deseo. El movimiento natural del deseo consistía, de forma
precisa, en asumir la temporalidad propia de esa asociación del principio de placer y el
principio de percepción, esto es, el hecho de que el placer, como tal, es inversamente
proporcional a la temporalidad. La estética recogía esta lógica interna del principio de placer y entendía, claramente, que la estructura misma de la vida estética era la
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novedad, justamente porque todo placer que continúa en su ser se autodestruye. El
placer, desde este punto de vista, arruinaba las dimensiones específicamente modernas:
si la modernidad había dicho que la ontología real reside en perseverar en el ser, en
continuar en el ser, en mantener el conatus en el ser, el placer era una realidad que no
podía ser incorporada a esta estructura inercial de la modernidad, a esta estructura
material de la modernidad, sino que mostraba, de una manera muy sencilla, que el
placer era el único ser que no consentía permanecer en el ser (el placer que permanece
en el ser es el tedio). La época estética asume las consecuencias de este principio, tiene
necesidad, permanentemente, de nuevas realidades, de novedades; no puede mantenerse
en la estructura de esta temporalidad inercial.
Si (y éste es el punto importante) cualquiera de esos deseos era asumido como
pasión, efectivamente la vida estética quedaba transformada, pero no superada: quedaba
transformada, porque identificaba un objeto estético como único objeto del deseo
(Donjuán), pero, concentrado en este único objeto como único objeto de deseo, en el
fondo Donjuán no hace sino asumir una pasión que es en sí misma demoníaca, esto es,
es una pasionalidad que implica igualmente la disolución dionisíaca de la subjetividad
en ese objeto, una disolución en una energía demoníaca que no pertenece a nadie, que es
puro goce, pero que no puede ser sino la manera en que un particular se entrega a una
divinidad natural superior (el Eros, por ejemplo, o el dinero…).
De esta pasión no habla K. cuando dice que la pasión genuinamente humana,
que lo específicamente humano es la pasión de comprender: esta pasión no es
demoníaca, esto es, no se trata de un deseo objetivo, relacionado con un ser de la
naturaleza, sino que es un deseo que tiene como objeto algo que no puede ser objeto, a
saber, el sí mismo, el particular en su dimensión de existencia, esto es, en una
dimensión que, como sabemos, implica la totalidad de la vida.
En este sentido, la pasión de comprender implica el rechazo de la comprensióndel mundo, esto es, implica identificar un objeto de deseo completamente diverso: un
único deseo, que no es un deseo de objeto, sino que es un deseo de sí mismo.
Básicamente, se trata de lo que Lacan, argumentando en relación con K. en su seminario
sobre la repetición, configura como el nuevo imperativo categórico: no cedas jamás en
tu deseo, en este único deseo que es comprenderte a ti mismo. 254
254
Cuando Lacan lanza esta divisa del psicoanálisis (no cedas en tu deseo, atraviesa realmente tu vida, tuexistencia a través de una no cesión en tu deseo), lo que está evidentemente organizando es esto, a saber:no cedas en tu voluntad de autocomprenderte; o en términos más característicos: atraviesa tu fantasma,
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Creo que K., desde este punto de vista, está identificando un campo que durante
casi un siglo ha entregado al trabajo hermenéutico su específico carisma, un carisma
constructivo. Derrida, por ejemplo, es un hombre carismático, desde este punto de vista:
ha generado un carisma basado en la teología negativa. K., sin embargo, no es un
teólogo negativo; es un teólogo positivo, como veremos, porque no es un caballero de la
negación, de la deconstrucción, sino un caballero de la fe.
La clave de esta cuestión es que, para entender toda la segunda parte de TT (que
es el objeto de hoy), tenemos que entender exactamente qué es un caballero de la fe, un
caballero de la fe que ha sido caracterizado por K. como una paradoja, como el
caballero de un movimiento doble, como veremos, pero que nos concierne ante todo
entender en la medida en que es un caballero.
¿Qué es un caballero? El caballero es el que, efectivamente, ha concentrado todo
su deseo en una pasión. Una pregunta que ha menudo me he hecho, y que no he sabido
contestar: ¿es Don Juan un caballero? En mi opinión, Donjuán se ha concentrado en un
deseo, un deseo demoníaco, pero, en realidad, Donjuán no está en el camino de lo que
puede llevar a convertirse en un caballero de la fe. Esto es, Donjuán sigue enredado en
las formas del autoengaño, o de esa específica forma de autoengañarse que es justificar
su pulsión por su naturaleza. Esto es una forma de mirarse científica.
[ Pregunta de un alumno sobre si sería posible entender a Foucault como hombre
enredado en el plano ético, en la medida en que hace ética de su estructura de deseo; y
esto, ¿no es el mismo caso que el de Donjuán? Responde Villacañas… ]
Si es verdad que Foucault, un día no demasiado brillante, le dijo a Deleuze: “tú
ocúpate de Freud, que yo me ocuparé de Marx”, indudablemente tenía como aspiración
fundamental eliminar esta pasión del autocomprenderse. Ahora bien, yo veo con
evidencia que Foucault está atravesado por un estadio estético muy poderoso, que se percibe en su estrategia metodológica. Dice Foucault: mi método es como un cangrejo,
es andar de tal manera que nunca pueda regresar sobre mis pasos. El cangrejo es el que
nunca puede encontrar el camino de regreso, el que nunca repite (esto es anti-K.,
obviamente), y nunca puede rehacer su camino porque su camino tiene que estar
continuamente generando novedad. Ésta es su aspiración fundamental. Esto, sin duda,
estetiza la reflexión filosófica, estetiza los resultados; esto permite el valor de la
esto es, atraviesa aquello que está continuamente impidiéndote a ti mismo, o que te está permitiendoidentificarte a ti mismo pero que, al mismo tiempo, te está impidiendo ser “ti mismo”, ser tú.
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intervención concreta, el valor de la ocurrencia: podemos decir que Foucault, como
Donjuán, se sienten muy felices, uno, de haber concedido mil y una entrevistas; otro, de
haber obtenido otras mil y una entrevistas (aunque de otra naturaleza…). En el fondo,
Foucault tenía algo así como una pulsión de huida hacia delante, una pulsión de
novedad, de desplazamiento de punto de vista, de no ser encorsetado… Esto es de
naturaleza específicamente estética.
Ahora bien, cuando Foucault dice que es preciso dar un paso al cuidado de sí,
¿qué está diciendo? Evidentemente, el cuidado de sí, desde cierto punto de vista,
implica, se quiera o no, la elaboración de una subjetividad que no pasara por los
mecanismos de la sujeción, esto es, que haya un sujeto que no está sujetado, un sujeto
que se hace a sí mismo, que no está hecho desde unas estructuras de sujeción; es un
sujeto de poder, en la medida en que él ejerce el poder sobre sí mismo (se sujeta). Desde
cierto punto de vista, es un ideal aristocrático que tiene como referencia, como en Kant,
el ideal de autocontrol. Sin ninguna duda, este cuidado de sí no tiene finalidad desde el
punto de vista ético, en la medida en que él no tiene un general al que seguir. Desde este
punto de vista, Foucault es profundamente anarquista: no hay un general (en el sentido
de universal hegeliano) por el cual se deba ser sujeto. Para Hegel estaba muy claro: tú
eres sujeto porque te entregabas sacrificialmente a la familia, a la economía, o al Estado
como totalidad. Foucault no. Por lo tanto, desde el punto de vista de K., ese cuidado de
sí sigue siendo estético; no es ético. E, indudablemente, no puede llamarse religioso,
porque no tiene el doble movimiento, no tiene la paradoja…
¿De qué hablamos entonces cuando hablamos del cuidado de sí (dejando aparte,
por un momento, que no lo sabemos)? Finalmente, no es sino una estilización
generalizada de la vida en tanto que presencia en el tiempo. En este sentido, toda la
metafórica de Donjuán se da de una manera muy clara en la forma de entender el
discurso, las relaciones de fuerza, las constelaciones en que el ser humano se mueve… por parte de Foucault. A mí me parece que esto es inconmensurable con lo que está
planteando K., permanentemente preocupado por establecer la necesidad de no dejar
que ninguno de tus deseos se convierta en pasión; esto es, está dejando claro que
ninguna pulsión es legítima, en el sentido de que nada que no esté introducido en esa
específica hermenéutica que es el movimiento de la religión (es legítimo, se entiende).
Desde este punto de vista, podemos decir que la aspiración fundamental de K. es que
ningún deseo quede sin humanizar, esto es, sin comprender, sin estar sometido a lacomprensión. Por eso, el caballero de la fe ha de ser, antes que nada, un caballero de la
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resignación. Si no es caballero de la resignación no puede dar el paso a la fe. Y no
existe nada que en el cuidado de sí foucaultiano nos invoque que la única pasión
verdadera era la de la autocomprensión, y que, por lo tanto, ninguno de los deseos,
ninguno de los objetos a comprender puede constituirse en absoluto (o como absoluto);
sólo la voluntad de comprenderte es absoluta, pero eso implica que tengas que
relacionarte con todos tus deseos como resignado, esto es, como puestos entre
paréntesis. Recordad que la ética tiene que ver esencialmente con la capacidad de servir
a lo general, a lo universal. Agamenón es ético: mata a su hija porque los barcos tienen
que llegar a puerto. Antígona es ética, porque entierra a su hermano (porque la ley dice
que los muertos tienen que ser enterrados). ¡El problema es Abraham! Abraham debe
matar a su hijo, pero eso no sirve a la ética (pues el deber ético absoluto es el amor y el
cuidado del hijo). ¿Cómo puedo vivir después de saber que tengo el deseo de matar a mi
hijo?, ¡¿cómo puedo vivir?! Éste es el punto. Y esto no es un asunto del cuidado de sí
foucaultiano. ¿Cómo puedo estar vivo si no espero que esto tenga un sentido? Si vivo de
tal manera que esa pulsión se manifiesta de la misma forma en que se manifiesta un
deseo (“esto, el deseo, es lo natural”), me convierto en un criminal. Cuando se
manifiesta este tipo de pulsiones y de deseos, no podemos seguir pensando que el deseo
es lo natural. Donjuán se nos hunde. No podemos decir, o aducir, que somos máquinas
deseantes, y que cualquier cosa que le suceda a la máquina deseante forma parte de una
ontología del deseo, siendo esta ontología del deseo una continua diferencia que tiene
que ser colmada. Si tú haces eso, evidentemente no hay ética, no puede existir la ética:
desde el punto de vista de la ética, te conviertes en un criminal, o en alguien que está,
que vive en una tentación.
El Particular, si todo es ética, en la medida en que emerge como particular, esto
es, en la medida en que emerge portando representaciones, pulsiones, inclinaciones,
deseos… que no sirven a la ética, y que no pueden servir a la ética porque son loespecíficamente tuyo, lo particularmente tuyo, entonces, si sólo existe la ética, digo, el
particular es el mal. Pero, ¿qué sentido tiene que el ser humano sea el mal?, ¿cómo
puede ser, además, el portador de esto?
¿Os dais cuenta cómo estamos, en el fondo, en Pablo? Si sólo hay la ley,
nosotros somos todos condenados, somos todos reos. Si sólo hay la ley. Pero, ¿qué
sentido tiene que todos seamos reos?, ¿cómo podemos asumir que todos somos
criminales…? Ése es el problema real, el problema de Hobbes, el problema del pesimismo antropológico. Ciertamente, o hacemos de esto algo que tenga sentido, o el
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Gran Inquisidor es el único que verdaderamente tiene razón: somos todos unos asesinos,
y deben eliminarnos tan pronto como puedan. El problema es que, si eso es así, el
particular tiene que iniciar un combate por dar sentido a esto, y ese combate no puede
tener su lógica desde el punto de vista de la esfera estética o desde el punto de vista de
la esfera ética.
[ Pregunta: retomando la cuestión del gran inquisidor, ¿no podría verse, a partir
de aquí, a K. como un crítico del catolicismo en tanto que religión positiva, o puramente
positiva, o puramente institucional? ]
K., desde ese punto de vista, da por hecho que todo lo que sucede en la vida
interior del individuo es tentación. Y, ¿cómo se resuelven las tentaciones? Dando ya por
explicado qué es una tentación (la confesión, así, limpia, redime). Sin embargo, el
problema es: ¿existe Abraham?, ¿existe Job? Esto es, el problema es que existen
personas (y éste es el punto más no oficialmente católico de K.) que, después de saber
que han querido matar a su hijo, han tenido fe. Esto no los ha destruido. Han pasado a
través de la angustia, pero han seguido vivos, han seguido existiendo. Y, ¿cómo lo han
hecho? Éste es el problema.
O dicho de otro modo (y nuevamente): ¿por qué es valioso Abraham?, ¿qué
sentido tendría recordar un pasado imposible de convertir en presente? ¿Porque tiene
tentaciones? Esto es trivial. Si recordamos a Abraham porque tiene tentaciones, ¿qué
recuerdo es eso, que es en el fondo lo más completamente banal?
Merece la pena recordar a Abraham, y merece la pena esforzarse en recordar un
pasado posible de convertirse en presente, no porque sepamos que es el eterno retorno
(esto es, la pulsión kantiana del mal en el ser humano), sino porque podemos rememorar
el movimiento de la fe. Por eso merece la pena, por eso Abraham es relevante: es
relevante porque nos dice que hay una forma de vivir que ofrece sentido a esadimensión que, visto desde la ética, puede parecer perfectamente la tentación, puede
parecer la pulsión, el mal, y que, sin embargo, Abraham superó. Y superó mediante algo
a lo que tenemos que conceder concepto. Por eso merece la pena ser recordado, y por
eso merece la pena hablar de Abraham “como si acabara de ocurrir ahora mismo”.
Pero aquello que merece la pena no pasar por alto en la historia de Abraham, aquello
que merece la pena recordar como si fuera posible, como si fuera ahora mismo, aquello
que despierta en nosotros la pasión de comprender a otros y de comprendernos anosotros mismos, eso, dice K., es, ante todo, la angustia.
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“Lo que siempre se pasa por alto en la historia de Abraham es la
angustia”.
Esto es lo que no tenemos que pasar por alto: elaborar la angustia.
Esto, en el fondo, es lo que evita el universo estético: la forma de vida estética lo
que hace es pasar por alto la angustia. No hay un motivo, para el que vive perdido en la
propia pulsión, no hay motivo, digo, ni tan siquiera para enunciar la pregunta de si esta
existencia perdida en la propia pulsión no será su escudo protector de la angustia, su
propia cobardía.
La angustia es la experiencia del terror religioso, dice K. Y la experiencia del
terror religioso es reconocer que aquello mismo que podemos sentir y percibir en
nuestro interior como un mandato divino puede ser una tentación. Es el problema del
dualismo paulino: quien nos ha comprado tiene a su alrededor siete ángeles que nos
comunican sus órdenes; pero quien nos tuvo presos tiene también siete ángeles; y
¿cómo estamos seguros de que aquello que constituye algo que vemos completamente
claro como nuestro deber (mi deber), específicamente el nuestro, no el deber de la ética,
es realmente el deber o es realmente la tentación?
El caso se puede ver en los Ejercicios espirituales de Ignacio de Loyola de una
manera perfecta: ¿cómo sé yo que la bandera es la bandera adecuada?, o ¿cómo sé yo
que sigo aquí, de forma real, la bandera adecuada, y no el señuelo? Es igualmente el
problema weberiano: ¿cómo estoy seguro de mi justificación?, ¿cómo estoy seguro de
que cuando yo siento la pulsión interior de matar a Isaac, o siento la voz interior, el
daimon, de que debo matar a Isaac, cómo sé, digo, que estoy justificado, y que no es “la
otra bandera”?
Esto es la estructura gnóstica profunda de Occidente, es la diferencia entre undios creador y un dios aristotélico. ¿Cómo sé yo que esto que se crea en mí es el camino
hacia la salvación, y no el camino hacia la condenación? Es algo que Schiller
permanentemente ha creado en su obra teatral. Sea Juana de Arco: Juana de Arco, una
irrupción completamente carismática, alguien que está poseído por la divinidad,255 y que
es visto por los ingleses como alguien que está poseído por el demonio. Esto es la
255 Esto se ve perfectamente en la película de Dreyer.
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ambivalencia real de la irrupción divina. Y ¿cómo sabemos diferenciar esas dos cosas?,
¿qué es Juana de Arco: enviada de Dios o enviada del demonio?
El punto real de esto es, justamente, el de que esto no lo puede decidir nadie que
no seas tú. Un elemento, por lo demás, igualmente paulino: no decide el Gran
Inquisidor, no lo decide la confesión. Lo decides tú. Y esto, como digo, es igualmente
paulino: no vivas pendiente de que te juzguen, no vivas pendiente del juicio de otros,
¿cómo tú, que está escrito que debes juzgar a los ángeles? Nadie puede juzgar esto.
[ Alguien pregunta por Ordet , y responde Villacañas ]
La palabra está hecha para ser el movimiento de la fe, es la representación del
caballero: el caballero de la resignación y el caballero de la fe. Y es el movimiento
completo, porque es Job (que es el movimiento del psicoanálisis): todo te lo quitan
(todo lo pones entre paréntesis, todo lo examinas, todo lo interpretas, todo lo ves como
ambivalente, todo lo ves como algo a lo que no te debes entregar, porque sabes que
lleva consigo la angustia…); pero, por el absurdo,256 lo recuperas todo, como Job lo
recupera todo, como el personaje de Ordet lo recupera todo. Y sin embargo, no lo
recuperas para convertirte en alguien que carismáticamente se hace portador de eso que
ha recuperado, sino que lo recuperas con la naturalidad de la finitud.
Éste es el punto magistral de K.: tú, por tus propias fuerzas, puedes llegar a tener
conciencia de lo infinito y de tu eternidad; pero por tus propias fuerzas no puedes
recuperar ni ganar lo finito. Ésta es la gran paradoja. En el fondo, le es natural al
entendimiento humano ponerse en el punto de vista de lo infinito. Eso es natural, es un
deseo natural. Y ese deseo de infinitud lo consigue el alma con facilidad. Incluso, en la
medida en que ancla en el amor, es un deseo natural amar de una manera que te permita
saber que aquello a lo que amas tiene una dimensión infinita (esto es, te gustaría amarlo
infinitamente). Eso es natural. Hay una pulsión en nosotros a creer en lo infinito. Loincreíble es que no podemos coger lo finito, no podemos hacernos con lo finito. Lo
increíble es que nosotros, seres finitos, no estamos en condiciones de coger lo finito.
¿Por qué es esto así? Esencialmente, porque el dolor, la resignación, la pérdida
es infinita. Eso es normal, eso es el punto de partida, es común. El dolor terrible, en
Ordet , del marido por la esposa muerta, es un dolor infinito. Ahí, el ser humano se pone
de manera natural en la perspectiva del infinito: desearía que la muerte no existiera,
256 Bueno, ya veremos que no es tan absurdo.
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desearía una eternidad. Esto no cuesta trabajo. Lo que cuesta trabajo es recuperar lo
finito, vivir lo finito.
Esto es increíblemente sutil por parte de K., porque en el fondo nos muestra una
interpretación de Pablo muy peculiar, y muy poco carismática. La familia de Ordet es
una familia normal; ¿quién diría que esa familia ha pasado por la experiencia de la
resurrección? Es que pasamos cada día por la experiencia de la resurrección: cada día
que recuperamos lo finito en su plenitud, en su capacidad inequívoca de goce humano,
recuperamos lo finito. Pero eso es lo milagroso, esto es, que esa recuperación no nos
caracteriza carismáticamente como seres excepcionales. Y en esto K. pone mucha
atención cuando reconoce que el caballero de la fe no se distingue en nada, en
absolutamente nada, externamente, de lo que es el filisteo, o del que ni siquiera es
caballero. No se distingue en nada de aquel que ni siquiera tiene pasión.
Desde cierto punto de vista, hay a mi modo de ver un punto en el que K. se
separa de Pablo, y naturalmente, este punto es la problemática del carisma, o de la
gracia, si se quiere. ¿Cuál es la estructura de Pablo? Acordaos de los juicios que
establece Freud sobre Pablo en este punto. Pablo constituye, dice Freud, un
acontecimiento en la historia humana, que tiene como consecuencia que el judaísmo sea
una cuestión completamente arcaica: en relación con Pablo, el mundo judío se queda en
lo arcaico, en algo que no ha sabido evolucionar, que no ha sabido ir más allá. ¿Por qué?
Porque, en el fondo, Pablo se enfrenta a la problemática importante que el mundo judío
no ha sabido resolver, a saber: la conciencia de culpa. Freud, que analiza esto desde su
teoría del parricidio originario, como siempre se muestra exagerado, excesivamente
mecanicista: Moisés es la última manifestación, o la precisa manifestación de la muerte
del padre; es, por lo tanto, el que simboliza el mandamiento que ha dejado tras de sí la
muerte del padre; pero no está en condiciones de superar la conciencia de culpa de los
hermanos por la muerte del padre. ¿Qué hace entonces? Un camino falso, unmecanismo descarriado de superación de la conciencia de culpa, a saber: la ley. Dice
(Moisés): la conciencia de culpa podrás superarla si y sólo si cumples escrupulosamente
estos mandamientos.257 Ahora bien, ¿cómo sé que cumplo bien una regla? Sólo porque
alguien, en caso de duda, me dice a qué otra ley debo atenerme, etc.; esto es, el principio
wittgensteiniano de que, para seguir una regla, puedo estar dando infinito número de
reglas sobre qué significa seguir una regla; o que para seguir una regla, necesito un
257 Esto es Wittgenstein.
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infinito número de reglas. Y eso es la ley judía. La ley judía, para asegurar el
cumplimiento de la ley, reglamenta todos los aspectos de la vida, proporciona todas las
reglas que darse puedan, y que no hacen sino producir todavía más inquietudes sobre si
estaré o no cumpliendo bien todas las reglas. Consecuencia: el mecanismo que estaba
diseñado para eliminar la conciencia de culpa no hace sino llevarla al infinito.
Es Pablo el que elimina la relación del hombre con la ley: desde la ley, todos
somos criminales; desde la ley, nadie está salvado. Pero podemos tener una realidad
interior, una disposición nueva, un ánimo nuevo, que permite que cumplamos la ley en
su totalidad sin cumplirla.
El problema es que la consecuencia inevitable de tener esta revelación, este
charis, este carisma, es que nada de lo que hacemos puede estar sometida a sospecha, a
culpa, a la ni tan siquiera tentación de pensar que estamos haciendo algo que no viene
directamente inspirado por el pneuma, por Dios. Desde este punto de vista, Pablo se
concede la más absoluta libertad: hemos sido liberados de este señor, que nos hacía
reos, y ahora somos libres; y respecto del mundo, somos libres, no tenemos que
preocuparnos. En el fondo, ¿qué era lo que se seguía de ahí? Lo que se seguía de ahí es:
quedaos como os cogió la revelación, de tal modo que no alteréis vuestro camino. Esto
significa fundamentalmente que: tenéis que seguir haciendo lo que hacíais como si no lo
hicieses (comed como si no comierais, amad como si no amarais, trabajad como si no
trabajarais…), porque nada de eso es relevante.
Pero eso no es lo que quiere decir K. Lo que K. quiere decir es que sí es
relevante: vivir es relevante, gozar de lo finito es relevante… Vivir y ser feliz es
relevante. K. no nos dice: vivid como si no vivierais el tiempo que os resta. Lo que dice
es: vivid el tiempo finito. Eso implica una promesa de felicidad. El problema es que
justo porque eso implica una promesa de felicidad, ¿qué sucede cuando no puedes
gozar, cuando cualquier objeto de gozo viene dotado del terror religioso, de laimposibilidad de que algo sea positivo, de que sea nítido, de que puedas ni tan siquiera
pensar que esto viene entregado por las manos de alguien? No puedes verlo como un
don, y por lo tanto, no es un asunto de sentir meramente que, como Abraham, tienes la
tentación de matar a tu hijo, sino que justamente, si has sentido algo así, no puedes
gozar de nada de lo que te ofrezca la existencia. Y esto, para el que debe habitar la
inmanencia, la temporalidad y la finitud, es el infierno, es la angustia.
Nos damos cuenta cómo K. forma parte de una relación secularizada con Pablo, pero una relación que está llena del trabajo de la interpretación, del trabajo del
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concepto: no podemos limitarnos a abandonar la relación con Pablo, pero tampoco
podemos aceptarlo de la manera en que ya damos por evidente la fe, esto es, en que
podemos gozar el objeto de la fe sin tener la pasión, sin haberla recreado en nosotros,
como si fuéramos los herederos de algo, cuando, lejos de ello, en esto no se tiene
herencia, no se tiene más que lo que tú haces por realizarlo. La cuestión, entonces, es:
¿cómo eliminamos eso que, a pesar de todo (se llame o no conciencia de culpa, se llame
o no tentación), se llama angustia, algo que no conocía en modo alguno Pablo? Aquí, en
relación con nosotros mismos estamos atravesados por la angustia, y eso es lo que
merece la pena recordar del caso de Abraham. La historia de Abraham exhibe la
conciencia del pecado, o lo que tradición ha llamado conciencia de culpa, y el problema
es qué hacemos con eso, cómo vivimos, cómo podemos ser felices con eso, cómo
podemos recuperar lo finito después de haber pasado por ahí.
Eso, dice K., sólo es posible si nos convertimos en hombres religiosos. No se
puede hacer de otra manera. La religión es una relación particular con la divinidad, o
una relación particular con nuestra conciencia de culpa, o una relación particular con
nuestra angustia. Es, en definitiva, un tratamiento particular y específico con nuestra
angustia específica.258
Lo específico de K. es que esa religión es una religión privada, personal (esto es,
no atravesada por el Estado), invisible (de ahí que no sea eclesial). La Iglesia, para K.,
daría esa falsa evidencia de que la fe es algo que tenemos, algo que hemos heredado,
algo que no requiere pasión por nuestra parte.
Lo específico de esa forma religiosa, o del modo en que K. entiende la religión,
es que tiene una dialéctica específica (esto es la cuestión hegeliana), una dialéctica que,
en el fondo, no es una dialéctica concluida, sistematizada, que se resuelve en un relato
que concierne a la totalidad de la humanidad, sino que es una dialéctica que se resuelve
en una existencia, no en un relato (no puedes ni tan siquiera relatarlo); algo queconstituye tu propia y única empresa. La dialéctica, en suma, que encierra la “inaudita
paradoja de la fe”. Y ésa es una paradoja por la cual se produce, estrictamente, la
experiencia de Job (la experiencia de la pérdida y de la recuperación), o la experiencia
de Abraham: la experiencia de haber llevado al hijo al sacrificio; de haber sido
consciente el hijo de que iba a ser sacrificado; de que, por lo tanto, ha habido una
relación de muerte entre ellos, se ha producido un completo silencio y desencuentro
258 Donde K. habla de religión, Freud hablaría de psicoanálisis, como es natural. El psicoanálisis tambiénes un trabajo cultural para eliminar la angustia.
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entre ellos, se ha producido una completa necesidad de no volver a hablar de estas dos
estructuras; pero que, sin embargo, por la paradoja de la fe, devuelve el hijo al padre.
Ésta es la paradoja: hace posible que la vida siga, etc.
Y esto es algo que tiene una dimensión de absoluto, porque no se puede hacer en
referencia a nada más que a uno mismo: el caballero de la fe no tiene libro de
inscripción; en la cofradía del caballero de la fe no existe nada que tenga dimensión
pública, universal. Esto es una cosa estrictamente privada, es una interioridad
inconmensurable con ningún exterior. Y es superior a todo general porque es, y está
relacionado, o es la única forma de conectar con lo absoluto, una forma de conectar con
lo absoluto que, sin embargo, no se queda en lo absoluto, sino que, de la misma manera
que el hijo es devuelto al padre, es una relación con lo absoluto que permite que lo finito
sea realmente recogido de nuevo.
“La paradoja de la fe consiste, por lo tanto, en que el Particular es
superior a lo general; en que el Particular (…) determina su relación
con lo general por su relación con lo absoluto [esto es, media la relación
con lo absoluto respecto de cualquier otra relación con la vida en
general] , y no su relación con lo absoluto por su relación con lo
general ”.259
Ésta es la cuestión del catolicismo: el catolicismo media su relación con lo
absoluto por la religión como una institución general, una institución que está ahí, que
tiene sus leyes, sus reglas, sus estructuras simbólicas, su forma institucional… El
movimiento de K. es decir que sólo podemos relacionarnos con lo general, incluyendo
ese general (que es un general eclesiástico), si tenemos algún tipo de relación con lo
absoluto; esto es, la Iglesia no nos da la participación en la fe puesto que esto se tieneque generar por la pasión del ser humano. Ésta es la clave.
En este sentido, es una estructura anti-sacramental: el carisma de la distribución
sacramental no es lo que permite la vida de la fe. La fe consiste en esa paradoja. El
particular no logrará nunca que otro le comprenda. Ningún caballero de la fe puede
ayudar a otro caballero de la fe.
259 Al comienzo del Problema II.
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[ Intervención sobre si puede detenerse un poco a propósito de esta distinción
kierkegaardiana y la oposición que establece Hegel entre la religión positiva y la que él
llama religión del pueblo ]
Es lo mismo (que la distinción de K.). La religión positiva estaba para Hegel
fundamentalmente relacionada con la religión de los judíos. Ésta era la religión positiva,
que, naturalmente, para él, incorporaba también la religión católica, y asimismo la
religión kantiana, religión de la ley (por mucho que esa ley fuera una ley de la
autonomía, se presentaba ante el individuo como deber, y por lo tanto, como un deber
contrario a las inclinaciones propias de la naturaleza). Desde este punto de vista, la
religión positiva, para Hegel, indudablemente mantiene un nivel de exigencia que
podemos llamar el complemento ineludible de la gracia: lo que Hegel le está diciendo a
Kant es que, por encima de la religión positiva, tiene que haber una religión íntima, una
religión de la interioridad. Y esa religión de la interioridad es, dice Hegel, el contenido
específico de la vida del espíritu, esto es, no tanto el reconocer que la forma de la
divinidad está en una forma exterior, sino que la forma de la divinidad es certeza
interior, espíritu. La religión del espíritu, desde este punto de vista, no deja lugar a
dudas de que está basada sobre la estructura específica de la gracia luterana.
La religión del pueblo, por su parte, es una forma específica de saber que la
interioridad es la manifestación de la divinidad, pero una interioridad que viene
caracterizada esencialmente por la interioridad ética, esto es, por un deber que no es un
deber externo, sino que me constituye internamente desde el espíritu del pueblo, desde
la participación en la comunidad, desde el saberme yo parte de ese pueblo justo en la
medida en que conozco el deber interior, inmanente, que implica el compromiso de
considerar que el dios no es ajeno a la colectividad. Y esto tiene que ver con la religión
desde el punto de vista de Maquiavelo.
Lo que hace Hegel, sin embargo, es lo que asusta al propio K.: ese dios, que enel fondo es interno a mí en la medida en que participo en la generalidad del pueblo, ése
es el único dios que impone mandamientos, el único dios que impone una relación con
lo absoluto a través de lo general, a través del espíritu del pueblo. Y eso no genera en
modo alguno ningún tipo de culpa (ese dios no es el que impone amar a los enemigos,
etc.). Estamos hablando de una religión que, en el fondo, es un mito. Pero la irrupción
del cristianismo es que, justamente, existe una relación personal con la divinidad. Y eso
no tiene nada que ver ni con la religión externa, ni con la religión positiva, ni con lareligión de la ley, ni con la religión del espíritu del pueblo. Es un asunto que genera un
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nuevo campo (que es un campo que procede de la Ilustración, desde cierto punto de
vista), a saber: que tú eres un enigma para ti mismo que debe ser iluminado; y que
implica lo que llamamos una religión de salvación. Y es una religión de salvación en el
sentido específico weberiano como una religión que tiene como especial supuesto
(punto central de Weber) la angustia, esto es, el dolor, esto es, el sufrimiento, esto es, la
irracionalidad del mundo. y esta irracionalidad del mundo es una tal que no puede ser
sepultada mediante estas formas del trabajo del espíritu, porque quien percibe esta
irracionalidad del mundo es el sujeto, es el particular. Es su dolor particular, ese
específico dolor que podemos intuir en Abraham, pero que, en el fondo, se repite en
cada uno de nosotros. La angustia, como sabéis, es el dolor más extremo, el dolor
espiritual más extremo, que es aquel contrario a la noción de espíritu de Hegel: éste es
el espíritu cierto de sí mismo, el espíritu moderno. La angustia es el espíritu incierto,
completamente incierto de sí mismo, el espíritu que dice “¡¿cómo podré yo
justificarme?!”, y es espíritu incierto de sí mismo porque es el momento en que esa
inquietud específicamente propia de la subjetividad afecta destruyendo al cuerpo. Es
antignóstica: no se trata de un dolor que, en la medida en que es un dolor del espíritu,
nos caracteriza como seres etéreos; es un dolor, es una angustia, que, en la medida en
que somos cuerpos, nos destruye el cuerpo. Y en este sentido es cristiano,
profundamente cristiano (¡no gnóstico!), esto es, produce úlcera, mata al cuerpo.
Desde este punto de vista, todo lo que merece la pena recordar de Abraham e
Isaac es específicamente lo que sucede en el caso de Cristo. ¿Qué es Cristo? Abraham
no mata a Isaac porque tiene la paciencia de que surja el cordero. Pero Dios mata a
Cristo, porque él es el cordero. Esto significa que es la muerte del cuerpo lo que produce
la angustia. “¡Aparta de mí este cáliz!”, “Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”, etc.
Esa angustia, que es la angustia de Isaac cuando ve que el cuchillo está bajando, esa
angustia mata, mata al cuerpo, no al alma. Esto significa que la promesa de felicidadque implica la religión (Benjamin es un lector de K.) es una promesa de felicidad aquí y
ahora. Ninguna religión ha querido ofrecernos un más allá. Dice K.: si existiera
efectivamente el más allá, no tendría mucho mérito que Abraham matara a Isaac (lo
mata, pero luego lo recupera en el más allá). Pero él no quería recuperar a su hijo en un
más allá; quería recuperarlo aquí, porque la promesa consistía en que millones de seres
humanos de su descendencia ocuparan la tierra; si él muere, él puede recuperar a su hijo
en el más allá, pero en el más acá lo ha perdido, y ha perdido la promesa. Éste es el punto: la promesa es del más acá, es una promesa de habitar la tierra, y es una promesa
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de los cuerpos, no de los espíritus puros de los espacios intercósmicos gnósticos. Desde
este punto de vista, la angustia es el momento en que el espíritu y el cuerpo sufren a la
vez.
¿Cómo puede el particular tener la certeza de que está justificado?, ¿cómo
puede, desde este punto de vista, superar la idea de que está permanentemente en
pecado? Esto nos muestra el hilo conductor que une a Pablo con K. y con Freud. La
vida ética es necesaria (K. lo dice hasta la saciedad); la vida ética es un mandato divino,
un deber sagrado; la vida ética también es parte de dios. Amar a tu hijo por encima de
todas las cosas es un deber ético, es parte del deber divino. El problema (Pablo) es que
eso genera, desde el punto de vista ético, una enorme conciencia de culpa, una enorme
conciencia de pecado. ¿Cómo podemos escapar de eso?, ¿cómo podemos escapar a la
debilidad ética? Evidentemente, con la existencia religiosa, pero la existencia religiosa
no es cualquier modo de eliminar la conciencia de culpa, no es cualquier modo de
eliminar la conciencia de pecado. Es uno, y uno muy específico, que pasa por la
angustia. Ésta es la cuestión.260
Tras de decir que el existir en calidad de particular, esto es, el existir de alguien
que tiene que dar la razón de su interpretación, que tiene que permanentemente hacer
referencia a esa angustia, que tiene que hacer frente a que la conciencia de culpa (del
mundo ético, no lo olvidéis)…
[ De nuevo, Los Soprano ] El problema está en que, sin conciencia de culpa, el
psicoanálisis no funciona. Tony Soprano, que es un psicópata, esto es, un individuo que
no tiene conciencia de culpa, porque tiene coartadas ideológicas terribles que le
justifican en hacer lo que hace, para éste, digo, el psicoanálisis no vale. Por eso la serie,
internamente, lo dice: la psicoanalista va a su psicoanalista (ya sabéis que el
psicoanálisis es lo más parecido a una estructura jesuita: el psicoanalista tiene siempreotro psicoanalista…), consciente de que Tony no mejora su capacidad ética; su
260 De la misma manera, el psicoanálisis no es un decir: en el fondo, no te preocupes por tu angustia, no te preocupes por tus ambivalencias; libérate de eso. El psicoanálisis no es decir: estás justificadoinmediatamente y pase lo que pase en seguir tu pulsión. No hay nada más lejano al psicoanálisis que esto.Lo que dice el psicoanálisis es que en la pulsión inmediata nunca encontrarás la más mínima felicidad. El
psicoanálisis no cree que, en el fondo, sufres porque, como no tienes la libertad inicial y originaria,entonces sufres por la represión. El psicoanálisis dice: tú sufres porque permanentemente no eres todavíacapaz de controlar pulsiones que son completamente ambivalentes y que generan conciencia de culpa.
No: libera tus pulsiones; sino algo completamente contrario, a saber: que, en la medida en que sigan
siendo pulsiones, no podrás, en modo alguno, encontrar satisfacción en ninguna actuación. El psicoanálisis, por lo tanto, no es Deleuze, y Deleuze sabe que está matando al psicoanálisis cuando estádefendiendo el AntiEdipo.
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psicoanalista, entonces, le recuerda lo que ya le había avisado, esto es, que lo que en el
fondo le está enseñando es a producir justificaciones adicionales de su criminalidad.
Esto es, en definitiva, lo que muestra la serie: sin conciencia de culpa, el psicoanálisis
no funciona; sin nociones éticas, la angustia no funciona. Tú tienes que tener una idea
de que el deber de no matar es no matar. Si no, no funciona nada. Estamos hablando de
una estructura diferente que consiste en no pedirle peras al olmo; o sea, de lo que
estamos hablando es de que somos sujetos suficientemente bien constituidos, no sujetos
psicóticos. Entonces funciona la religión, o todo este ámbito de vida cultural. Al final, la
clave reside en que no se producirá la angustia si no tenemos una noción de qué sería lo
deseable. Por ejemplo: ¿por qué en el complejo de Edipo el neurótico sufre? Porque
ama al padre, obviamente, pero también lo odia. Por eso sufre. El neurótico es neurótico
y está angustiado porque desearía que esa ambivalencia se simplificara, y quedara en pie
aquello que él sabe que es lo deseable (a saber, amar al padre). Sin embargo, no puede
no sentir, al mismo tiempo que ama al padre, odio al padre. Pero si no deseara sólo
amar, no sufriría, no tendría angustia, no estaría angustiado porque perciba que pueda
ser entendido como alguien que odia. Ahora bien, de otro modo (Tony Soprano), no se
genera conciencia de culpa, angustia, o se genera de forma que es más fuerte la vida de
mi aparato ideológico que el análisis de quién eres tú mismo, y por lo tanto estás
atravesado de nuevo por lo general, no lo particular, de tal modo que lo que haces es
fortalecer tus propias exigencias ideológicas, y dejar sin que aparezca lo
específicamente pulsional en tu existencia. Desde ese punto de vista, no hay la más
mínima posibilidad de que la vida de la interioridad lleve a una recuperación de lo
finito.
Hay un momento en la serie en que la mujer de Tony va al psicoanalista “jefe”
(al profesor de la psicoanalista de Tony); lo que éste le dice es: deja a tu marido,
abandona tu casa de quinientos metros cuadrados, abandona el lujo que el crimen te proporciona, vete e inicia una vida de salvación, organiza una vida ética, y luego
hablamos; antes de eso, no me pidas opinión, porque no te la voy a dar. Sin la vida ética,
sin los desajustes de la vida ética, no hay religión.
Esta premisa filosófica fundamental de K. se parece mucho a la problemática de
la religión en Weber: una religión es una religión de salvación cuando elimina la culpa,
y una religión es angustiosa cuando no está en condiciones de superar los desarreglos dela vida ética. Por eso hay estadios de la existencia, y por eso no se puede ser un hombre
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religioso si no se es un hombre ético. O freudianamente: no se puede curar uno si es un
psicótico social (esto es, alguien que no reconoce las estructuras de socialidad). Lo
terrible es que, en esas estructuras, hay angustia, hay irracionalidad, hay miedo, hay
espanto, porque “existir en calidad de particular es lo más terrible que se pueda
dar”.261
Que el particular lleve en su seno algo terrible, espantoso, que solamente él
puede curar, es un descubrimiento humano de una dimensión verdaderamente
espectacular. Esto, desde cierto punto de vista, interpreta el cristianismo, y no puede
tener sentido dentro de ninguna otra religión. Es inviable. Para un musulmán, vg., éstas
son palabras vacías; un musulmán cumple la ley, hace lo que debe, sin más. No hay
completa inadecuación. Un musulmán no cree que haciendo lo que hace la costumbre y
lo que establece el Corán pueda alguien decirle que él lleva en su seno algo espantoso, o
algo que da miedo. Esto solamente es propio del hombre occidental. Y, claro, esto es lo
que hace que el hombre occidental conozca la conciencia de culpa, algo que no conocen
todas las sociedades. Y esto, desde el punto de vista de la “geoestrategia” del
conocimiento, de la filosofía, es muy relevante: Occidente es una mezcla ambivalente
de conciencia de culpa y de desinhibición que es lo que concede a su propia cultura y a
su propia sociedad una fragilidad característica.
“El caballero de la fe sabe lo excelente que es pertenecer a lo general.
Sabe lo hermoso y lo beneficioso que es ser el particular que se traduce a
sí mismo en lo general, y que, por así decir, ofrece de sí mismo una
edición pulcra y limpia, exenta de erratas, que los demás puedan leer sin
esfuerzo”.262
Psicoanálisis: si no existiera el inconsciente, si no existiera la pulsión, laambivalencia, diríamos de nosotros un texto limpio de erratas, un texto completamente
traducible, transparente. Pero lo cierto es que decimos de nosotros un texto lleno de
lapsus, lleno de síntomas, lleno de manifestaciones continuas de aquello que tenemos
reprimido, y que tenemos reprimido porque sabemos que es espantoso, sabemos que es
terrible, doloroso y angustioso, porque sabemos que nos produce la experiencia de la
ambigüedad. Por eso lo reprimimos, porque sabemos que no hay manera de cogerlo sin
261 En el Problema II.262 Problema II.
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que se nos cuelen cosas que no queremos, que no deseamos, y que sabemos que son
completamente terribles.
Ese texto exento de erratas, dice K., sería muy bonito.
“[El caballero de la fe] sabe lo agradable que es para uno mismo
resultar comprensible dentro de lo general [pero es que uno mismo no
resulta comprensible, ni a sí mismo, ni a los otros] , de tal modo que él lo
comprende y, a su vez, todo individuo que lo comprende está
comprendiendo lo general. (…) Sabe que es hermoso haber nacido como
el particular que tiene su hogar en lo general; que lo general es su
morada amable y vitalicia en este mundo (…). Pero sabe también que
por encima de esta esfera [de lo general] serpentea una senda solitaria,
una senda estrecha y escarpada; sabe lo terrible que es nacer en una
soledad emplazada fuera del territorio de lo general, y caminar sin
encontrarse nunca con nadie”.263
Eso es occidente. Eso no lo tiene la familia china, ni la familia hindú, ni la
familia musulmana. Eso sólo lo tiene lo occidental, que es el saber que en nosotros
anida una senda estrecha, escarpada, difícil, solitaria, fuera del territorio de lo general,
que es un camino que tenemos que recorrer nosotros, y sólo nosotros, donde no nos
encontramos con nadie.
“Desde el punto de vista humano está loco, y no conseguirá que nadie le
comprenda, y con todo, llamarle loco es lo más suave que se puede decir
de él, pues si no se le considera como tal, habrá que llamarle hipócrita, y
tanto más terriblemente hipócrita cuanto más asciende por aquel
sendero”.
El problema es que, efectivamente, podemos negar este terreno, pero entonces
negamos que nuestra vida sea legible, explicable, comprensible por nosotros mismos. Y
ése es el ejemplo por el que Abraham es relevante, porque, al margen de la legitimidad
general, al margen de esa pretensión de que tu vida sea comprensible para los demás,
263 Problema II.
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supo mantenerse en su existencia de tal modo que mantuvo fe de poder ser legible por sí
mismo, ante sí mismo, y mantener un combate contra el mundo en el mundo y a favor
del mundo.
Y eso, ¿cómo se hace? Lo hace porque sólo Occidente tiene un acceso a una
temporalidad diferente. O de otra manera: sólo en occidente se ha tenido una relación no
compulsiva con el deseo, y no compulsiva no tanto por la censura exterior, por la
coacción exterior, sino por la elaboración de la relación del sujeto con el deseo. Sólo en
occidente se ha construido una relación no natural con el deseo, y por eso mismo sólo
en occidente se ha llevado a la última consecuencia la idea de que el hombre no tiene
naturaleza. Posiblemente éste sea el punto en que el cristianismo ha sido eficaz con
nosotros: el mito de la naturaleza caída es aquí un mito muy poderoso.
Fijaos en el régimen del que está hablando K. en la relación sujeto-deseo-
temporalidad.
Las naturalezas profundas264 nunca se olvidan de sí mismas y nunca se convierten en
algo diferente de aquello que siempre fue-ron. Por eso el caballero puede
recordarlo todo, aunque precisamente sus recuerdos serán su dolor; con
todo, y en virtud de su resignación infinita, se encuentra reconciliado con la vida. El
amor que siente por la princesa se le convierte en expresión del amor eterno, asume
un carácter religioso, transfigurándose en un amor al Ser Eterno, que ciertamente
contrarió su cumplimiento, pero le re-concilió de nuevo con la conciencia eterna de su
validez en forma de una eternidad que ninguna realidad podrá arrebatar. Solamente
los locos y los adolescentes creen que todo es posible para un hombre: tremendo
error. Todo es posible en el plano espiritual, pero en el mundo de lo finito hay muchas
cosas imposibles. Lo imposible se convierte en posible porque el caballero lo expresa
espiritualmente, pero al hacerlo así expresa a la vez su renuncia a ello. Y
el deseo que debía convertirse en realidad,265 pero que había quedado varado
en la imposibilidad, se pliega ahora hacia dentro, aunque no por ello se pierde o cae
en el olvido. Y así, el caballero siente dentro de él ora los movimientos escondidos de
este deseo, que hace aflorar el recuerdo, ora los despierta él mismo, pues es
264
Esto es relevante, pues fijaos que ya está hablando de naturalezas profundas, superiores… antes que Nietzsche.265 Éste es el punto: deseo, pulsión, que se quiere disparar y convertirse en realidad.
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demasiado orgulloso como para aceptar que lo que constituyó la sustancia misma de
su existencia haya podido ser un sentimiento efímero, algo pasajero.266
Este texto, a mi modo de ver, es el que organiza el movimiento mismo de (o
desde) la resignación a la fe. La clave de todo es que “el caballero es demasiado
orgulloso como para aceptar que lo que constituyó la sustancia misma de su existencia
haya podido ser un sentimiento efímero, algo pasajero”. El caballero quiere una cosa:
no es un hombre estético. Tiene una pasión, un objeto, que es algo que constituye la
sustancia misma de su existencia. Esto que constituye su subjetividad no puede ser algo
pasajero, no puede ser efímero. En esto está su propia sustancia. Ahora bien, esto que él
quiere como pasión, como única cosa que él quiere, no siempre es posible, esto es, no
sólo no siempre es posible, sino que en el plano de lo finito hay muchas cosas
imposibles. Querer una única cosa, esto es, saber que algo es tu deber, saber que algo es
aquello que constituye eso por lo que tú puedes sacrificarte (sea el punto de vista ético,
finalmente, una obra del ámbito del amor), esto, digo, en el mundo finito, es imposible.
El ser humano que desea, y que desea una única cosa (esto es, que se toma en serio su
deseo, que lacanianamente no cede en su deseo), sabe que lo finito es imposible. Y sin
embargo, paradójicamente, no cede. ¿Por qué no cede? Cede, pero no cede: en virtud de
su resignación infinita, sabe que es imposible, sabe que tiene que despedirse de esto; y
lo sabe porque lo padece, porque lo sufre. Acordaos: la resignación es la coraza del
caballero, pero es una coraza que está hecha con lágrimas.
“La resignación infinita es como esa camisa que describe el cuento
popular: el hilo está tejido entre lágrimas, la tela decolorada con
lágrimas y la camisa cosida en lágrimas, pero por eso resulta mejor
protección que el hierro o el acero”.267
El caballero de la resignación sabe que tiene que despedirse de muchas cosas de
lo que constituye su deseo, y sabe que esto significa que traiciona muchas veces a su
amor, traiciona muchas veces a su deseo, lo pierde, lo rompe, lo quiebra… Y eso le
produce lágrimas que, en el fondo, le muestran que en lo finito no es posible todo, que
hay muchas cosas imposibles. Sin embargo, el caballero puede recordarlo todo, y puede
266 Panegírico de Abraham.267 Consideraciones preliminares.
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hacerlo precisamente porque su recuerdo, en su dolor, es la percepción del dolor que le
produce la conciencia de que, en lo finito, muchas cosas son imposibles. Sin embargo,
lo recuerda, y recuerda su dolor porque prefiere que eso que es su deseo no sea algo
efímero, prescindible: constituye su subjetividad. Por lo tanto, desde el punto de vista
del infinito, sabe que tiene que resignarse; y sin embargo, en el plano espiritual, todo es
posible. ¿Qué significa ese plano espiritual? Significa cuando el deseo, que debía
convertirse en la realidad, pero que no es posible, se pliega hacia dentro, y no por eso
cae en el olvido o se pierde. Y entonces, el caballero percibe los movimientos
escondidos de este deseo, esto es, los recuerda, pero los recuerda en el plano espiritual,
o sea, en un plano en el que ya no tiene que hacerse exterioridad para ser vivido como
tal.
(Lee el texto último citado). ¿De qué estamos hablando? Estamos hablando,
ciertamente, de una relación con el deseo que podemos llamar una relación que se
alimenta, que vive, en su propio éxtasis, de la propia interioridad, esto es, de hacer, de
reproducir, de mantener vivo, de recordar… cómo ese deseo estaba emergiendo en su
imposibilidad. El recordar, el ser fiel a esto, genera, quizá, una certeza de que la
realización de ese deseo no es imposible. Es posible e imposible: imposible, en la
medida en que yo sé que no puedo realizarlo (ese deseo) desde mis propias fuerzas;
posible, porque, desde el punto de vista del infinito, desde el punto de vista de la
interioridad, no puedo prescindir de ella,268 no puedo dejar de vivir en ella, no puedo
dejar de mantenerla. Por mis propias fuerzas no puedo hacer que se realice, pero por mis
propias fuerzas no puedo dejar de habitar en esto. Y eso configura una virtualidad, una
temporalidad en la que permanentemente se genera una dialéctica imposible, absurda: es
imposible y posible, a la vez. De tal modo que me permite iluminar aquello que de la
existencia real puede coincidir con esta vida interior, vivirla de una forma
completamente recuperada, o: puede hacerme vivir de una manera como si se hubiera producido la realización sin mi propia actividad. Es una idea que, por la elaboración
interna, interior, de este deseo imposible de realizar, miramos nuestra temporalidad
finita desde la seguridad, desde la certeza, desde la estabilidad del que ya sabe que ha
generado un núcleo sólido, fuerte, que no está en cuestión en el tiempo, que no está en
condiciones de ser atacado por el tiempo, y que genera una forma de vida que abandona
el espanto y el desasosiego, que elimina la angustia en la medida en que está en
268 No entiendo muy bien ese femenino (¿esa certeza?, ¿esa realización?).
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condiciones de hacer transparente aquello de lo que no podemos prescindir, aquello que
constituye nuestro orgullo, nuestro secreto, nuestra realidad, nuestro deseo único. Un
deseo (realidad, secreto…) que no está sometido a los asaltos de la tentación, de la
incertidumbre, de la duda, y que hace que vivamos en algo así como dos tiempos: un
tiempo de la interioridad y un tiempo de la exterioridad, un tiempo de la certeza y un
tiempo del devenir, un tiempo de la estabilidad y un tiempo de la sucesión. Y esto
porque tenemos una dimensión no realizativa con el deseo, sino una dimensión estática
con el deseo.
K., como es natural, no es más específico. Y lo que es sorprendente es que esto
hace que nuestra pertenencia a esta forma de vida no la identifique de forma
carismática, sino que, sencillamente, elimine el espanto, el desasosiego, la angustia…
justo porque permite que tengamos, por encima de todas las ambivalencias, el orgullo
de la fidelidad . Es inviable decirlo de otra manera. Un orgullo de la fidelidad que no
tiene que experimentar, que comprobar, que ponerse a prueba, que generar decepción, o
que no tiene sino la consistencia de una iluminación propia del deseo de ser alguien, de
ser uno, de ser fiel. No hay textos que permitan aclarar adicionalmente lo que quiere
decir K. No se puede ser más explícito en relación con este deber absoluto, que es un
deber que no se entrega a nada general, sino que se entrega a la mirada como si
habitáramos ya en la culminación de la vida deseable, como si las promesas estuvieran
cumplidas ciertamente.
¿Qué puede significar esto para nosotros?, ¿qué puede querer decir K. en
relación con esto? No logro identificar algo diverso del otorgar un núcleo de existencia
moral específicamente propio, personal, que yo siempre tiendo a traducirlo en términos
kantianos: no tanto la certeza de en qué consiste ese núcleo personal o moral, sino la
certeza de que sabes que la vida es el combate por mantener abierta la posibilidad decreer que eres eso. No se trata tanto de una certitudo salutis, como quieren aquellos que
afirman que están en posesión de la gracia. Pero sí es saber que hay algo completamente
propio que constituye el núcleo profundo de una vida que no puede ser entregada a
manos ajenas, que tiene que ser sostenido en la tensión permanente de una conquista de
realidad personal. No logro identificar esta forma de vida religiosa más que como un
perfeccionamiento del combate ético de tal modo que esté más allá de cualquier
decepción. No logro identificar lo que pueda ser esta cuestión más que aspirar, de unaforma permanente, a ver el mundo con unos ojos que no sean los ojos de la inocencia,
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sino que sean los ojos del que no ha entregado el combate por la inocencia. Encontrar la
manera en que el mundo podría brillar cuando fuéramos dignos de verlo con los ojos del
que no ha entregado el combate por la inocencia, por la voluntad buena, que diría Kant.
De tal modo que esto soportaría más la necesidad de la dependencia de la vida religiosa
respecto de la estructura de la vida ética. Creo que, en el fondo, lo que realmente nos
permitiría esto, esta experiencia de la recuperación de todo después de la resignación
ante todo, es una forma de mirar estética (esto es, una forma de contemplar el mundo,
una forma de mirar el mundo), con una luminosidad que no estaría atravesada por la
primitiva dimensión estética o del hombre estético, sino por alguien que ya mira el
mundo desde la dimensión de lo infinito, esto es, desde algo que es eterno.
No puedo dejar de recordar, viendo estas tesis de K., la forma en que según dice
Spinoza se debería ver el mundo cuando tenemos la intuición, cuando estamos más allá
de la razón en el modo de la intuición: esto es, mirar el mundo bajo la especie de la
eternidad, bajo la especie del brillo especial que puede encontrar lo finito cuando
alguien lo mira desde la especie de la eternidad. Esto, para bien o para mal, no podemos
reducirlo a estética, esto es, no podemos separarlo del combate moral, del combate
ético. Y esta forma de aura que tendría el mundo cuando lo miramos desde la certeza de
que el combate ético es posible no sería lo estético en el sentido demoníaco, en el
sentido de lo basado en la naturaleza; sería lo estético realizado bajo la forma del aura,
sería la forma estética propia de esa mirada sobre la belleza del mundo que no repugna a
la bondad.
Quizá esto sea en lo que está pensando en último extremo K. cuando dice:
¿cómo pudo vivir Abraham después de bajar del monte, después de mantener en
silencio lo que había pasado en el monte? Debemos esperar que Abraham pudo todavía
mirar el mundo sin la macha que hubiera significado violar el deber. Esto es lo que
podemos pensar que le fue concedido a Abraham: mirar el mundo de una manera en queni el recuerdo de que había estado a punto de matar a su hijo podía velar o perturbar su
mirada sobre el mundo, esto es, podría perturbar su convicción de que el mundo merecía
la pena de ser vivido “generación tras generación hasta que sus hijos fueran tan extensos
como las arenas del mar”.
Creo que esto es la sustancia misma de lo que sucede por debajo del trabajo de la
cultura occidental, un trabajo que no puede ya dejar de ser una secularización, en el
sentido de que no puede dejar de invocar aquello que está en el origen mismo de esasecularización. Y creo que esto es K. por encima de cualquier otro filósofo europeo.
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