CVC. Álvaro Mutis. Acerca de Mutis 7.pdf

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Por Juan Gustavo Cobo Borda A través de dos formas de expresión se ha desarrollado la obra de Álvaro Mutis, el verso y la prosa, pero las dos se conjugan en la creación de un mismo personaje: Maqroll el Gaviero, quien contempla su paulatina degradación, y la de las tierras por donde transcurre su errancia con implacable lucidez baudeleriana. El Baudelaire de hoteluchos y la mulata Juana Duval quien en 1847 escribía a su madre desde París hablándole del «debilitamiento intelectual de los países cálidos y azules» se esconde ahora en el socavón de una mina o se desliza agonizante en un planchón por los lentos y lodosos ríos del trópico. Así, de algún modo, este espíritu escéptico ha transmigrado al Nuevo Mundo y encarna en un cuerpo febril que recorre poemas, cuentos y novelas ofreciéndonos un crudo balance: el desgaste de la conciencia ante el sopor moral que estas tierras producen. Tierras que no sólo aluden literariamente al mundo de Conrad sino que padecen el estigma feroz de una violencia que parece consustancial con Colombia. Ante ello bien se puede repetir lo que dice el coro de las Coéforas de Esquilo: «Es la ley que a sangre derramada otra sangre se vierta. (.) Necesario es que a una venganza suceda otra venganza». Exiliado hace años en México la obra de Álvaro Mutis también ha recobrado el calor primordial de las vertientes montañosas donde se cultiva el café y los grandes árboles ofrecen su sombra. Esas noches del Tolima y esa erosión implacable de todo acto humano van configurando un alucinante territorio donde la razón y el deseo cruzan sus impulsos. Un mundo, además, que Mutis no vacila en confrontar con la Europa milenaria, en uno de los más fecundos diálogos que registre la literatura hispanoamericana. Pero hay más. La obra de Álvaro Mutis tiene en torno suyo un aura de leyenda: las ruinas que deja la historia y las muertes que decreta el poder se ven transfiguradas por la perdurable levedad de la poesía. Pero lo valioso es cómo esa reflexión sobre el desgaste sin compasión del olvido y la perplejidad de pueblos mestizos que eluden su destino, se expresa a través de una comarca propia y un personaje único: Maqroll el Gaviero, esa metáfora viva. Intuido desde sus primeros textos, vislumbrado de forma paulatina, terminó por apoderarse de la existencia del escritor Álvaro Mutis hasta ponerlo a su servicio. Ya Maqroll es quien se encuentra con el pintor Alejandro Obregón y comparte con él reveladoras y a la vez desopilantes aventuras. Si bien todos sus textos tienes un trasfondo mítico, el ritual de una ceremonia legendaria cuyas claves se han perdido, también ellos se enmarcan, para deleite del lector, dentro del esquema de una novela de aventuras. Allí donde el narrador interpuesto nos cuenta cómo esos anti- héroes atraviesan innumerables pruebas y logran saborear el frágil consuelo de un amor efímero. Si la experiencia degrada, la literatura redime. Disipadas sus quimeras se enfrentan, con el rigor despojado de quien ya no admite engaño alguno, a esa muerte bienvenida que nos exime de toda vana sorpresa, como salmodia el poeta.

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  • Por Juan Gustavo Cobo Borda

    A travs de dos formas de expresin se hadesarrollado la obra de lvaro Mutis, el verso y laprosa, pero las dos se conjugan en la creacin de unmismo personaje: Maqroll el Gaviero, quiencontempla su paulatina degradacin, y la de lastierras por donde transcurre su errancia conimplacable lucidez baudeleriana.

    El Baudelaire de hoteluchos y la mulata Juana Duvalquien en 1847 escriba a su madre desde Parshablndole del debilitamiento intelectual de lospases clidos y azules se esconde ahora en elsocavn de una mina o se desliza agonizante en unplanchn por los lentos y lodosos ros del trpico.

    As, de algn modo, este espritu escptico ha transmigrado al Nuevo Mundo y encarna en uncuerpo febril que recorre poemas, cuentos y novelas ofrecindonos un crudo balance: eldesgaste de la conciencia ante el sopor moral que estas tierras producen.

    Tierras que no slo aluden literariamente al mundo de Conrad sino que padecen el estigmaferoz de una violencia que parece consustancial con Colombia. Ante ello bien se puede repetirlo que dice el coro de las Coforas de Esquilo: Es la ley que a sangre derramada otra sangrese vierta. (.) Necesario es que a una venganza suceda otra venganza.

    Exiliado hace aos en Mxico la obra de lvaro Mutis tambin ha recobrado el calorprimordial de las vertientes montaosas donde se cultiva el caf y los grandes rboles ofrecensu sombra. Esas noches del Tolima y esa erosin implacable de todo acto humano vanconfigurando un alucinante territorio donde la razn y el deseo cruzan sus impulsos. Unmundo, adems, que Mutis no vacila en confrontar con la Europa milenaria, en uno de los msfecundos dilogos que registre la literatura hispanoamericana.

    Pero hay ms. La obra de lvaro Mutis tiene en torno suyo un aura de leyenda: las ruinas quedeja la historia y las muertes que decreta el poder se ven transfiguradas por la perdurablelevedad de la poesa. Pero lo valioso es cmo esa reflexin sobre el desgaste sin compasin delolvido y la perplejidad de pueblos mestizos que eluden su destino, se expresa a travs de unacomarca propia y un personaje nico: Maqroll el Gaviero, esa metfora viva.

    Intuido desde sus primeros textos, vislumbrado de forma paulatina, termin por apoderarse dela existencia del escritor lvaro Mutis hasta ponerlo a su servicio. Ya Maqroll es quien seencuentra con el pintor Alejandro Obregn y comparte con l reveladoras y a la vezdesopilantes aventuras.

    Si bien todos sus textos tienes un trasfondo mtico, el ritual de una ceremonia legendaria cuyasclaves se han perdido, tambin ellos se enmarcan, para deleite del lector, dentro del esquemade una novela de aventuras. All donde el narrador interpuesto nos cuenta cmo esos anti-hroes atraviesan innumerables pruebas y logran saborear el frgil consuelo de un amorefmero.

    Si la experiencia degrada, la literatura redime. Disipadas sus quimeras se enfrentan, con elrigor despojado de quien ya no admite engao alguno, a esa muerte bienvenida que nos eximede toda vana sorpresa, como salmodia el poeta.

  • En el mundo acezante y distrado Mutis nos recuerda la insustancialidad de la poltica yreafirma, por el contrario, el terco afn de perdurar de su criatura y la fuerza con que esasvivencias del paisaje colombiano la impregnan de una solidez entraable.

    Marginal por el mundo, no propone una moral ni seala un camino. Perplejo sobre el suyo, seentrega a sus irrisorias empresas con el fatalismo de una conviccin trgica: aunque carentesde sentido es imprescindible vivirlas hasta el fin.

    As el Estratega bizantino morir defendiendo la herencia griega ante el avance del Islam. AsBolvar, en sus postrimeras, recobra su legado hispnico ante la desordenada frustracin quetrajo consigo la independencia.

    Pero esa bsqueda de un orden slo se dar en la clarividencia geomtrica de ese sueodirigido que es la literatura. All donde el fracaso asumido es el impostergable punto departida.

    Al rechazar la modernidad afrentosa que lo circunda y repudiar la esterilidad de un progresoque se devora a s mismo, Mutis no profetiza. En el erial injusto con que concluye el segundomilenio despus de Cristo se limita a continuar brindndonos la consoladora mentira de esasfbulas verdaderas que iluminan nuestros das. La gratitud de tal conocimiento es el origen deesta lectura.

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