Dandi Wilde

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DANDISMO Dandy también es la abreviatura científica del botánico inglés James Edgar Dandy. Dandis franceses de la década de 1830. Un dandi (del inglés dandy)1 2 es un hombre que se considera elegante y refinado, y cuya actitud ante la vida se caracteriza por la falta de deseo, la desgana, el aburrimiento y el desprecio por los gustos del vulgo.3 La corriente asociada al dandi se denomina «dandismo» y tuvo su origen en la sociedad inglesa de finales del siglo XVIII. El movimiento dandi es una doctrina de la elegancia, de la finura y la originalidad. Su estilo afecta sobre todo al lenguaje y la vestimenta. La definición de un dandi podría ser la de un hombre de andares preciosos, original y rebuscado, y de lenguaje escogido. Pero el dandismo no es una estética fija, sino más bien proteica. Se le suele considerar como un ejemplo de elegancia, saber estar, clase, porte, estilo, buenas maneras, una persona educada y cultivada. El dandismo constituye también una metafísica, una postura particular respecto a la cuestión del ser y del aparecer, así como a la modernidad. Numerosos autores, la mayoría de las veces ellos mismos dandys, se interrogaron sobre su sentido. Así, en un contexto de decadencia, Baudelaire identifica el dandismo como la última hazaña posible, una búsqueda de distinción y de nobleza, de una aristeia ('excelencia') de la apariencia. A menudo identificado, sin razón, como una simple frivolidad, antes bien el dandismo es concebido por sus practicantes, sobre todo en el siglo XIX, como una ascesis y una disciplina extremadamente rígida y exigente. Si bien durante la época victoriana este tipo de mentalidad ya había sido concebida por el movimiento artístico y cultural de los Prerrafaelitas (entre cuyos exponentes cabe destacar al pintor Dante Gabriel Rossetti), el dandi más famoso fue Georges Brummell, también llamado «beau Brummell» ('bello Brummell'), árbitro de la elegancia en la corte inglesa. Sus más conocidos herederos fueron Barbey d'Aurevilly y Baudelaire en Francia, y Oscar Wilde en la misma Inglaterra. Los grandes dandies de la historia fueron jugadores irresponsables, bebedores en exceso, vivieron más allá de sus ingresos y conquistaron jóvenes implacablemente. De los excéntricos lores a los terratenientes, de los que refulgían entre la creciente población urbanita a los ejemplares de la Regencia en sus clubes de juego, de los hedonistas decadentes en sus salones de opio a los ejemplares de hoy en día, los grandes dandies se posicionan como algunas de los más enigmáticas, más entretenidas y más marcadas personalidades en la historia. Cada época ha tenido sus dandies, pero tal y como lo conocemos nació en el período de la Regencia Inglesa, en la persona de un jovencito llamado George Bryan Brummell. En ésa época, los dandies desfilaron como los principales actores en el escenario del Teatro de la Vida. A través del siglo XIX, el papel fue reescrito una y otra vez según era recreado por cada sucesiva generación. Los Bohemios, con su vestimenta estrambótica, ofrecieron una representación exagerada y cambiaron la vida en una especie de farsa.

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el dandismo

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DANDISMO

Dandy también es la abreviatura científica del botánico inglés James Edgar Dandy.

Dandis franceses de la década de 1830. Un dandi (del inglés dandy)1 2 es un hombre que se considera elegante y

refinado, y cuya actitud ante la vida se caracteriza por la falta de deseo, la desgana, el aburrimiento y el desprecio

por los gustos del vulgo.3 La corriente asociada al dandi se denomina «dandismo» y tuvo su origen en la sociedad

inglesa de finales del siglo XVIII. El movimiento dandi es una doctrina de la elegancia, de la finura y la originalidad.

Su estilo afecta sobre todo al lenguaje y la vestimenta. La definición de un dandi podría ser la de un hombre de

andares preciosos, original y rebuscado, y de lenguaje escogido. Pero el dandismo no es una estética fija, sino más

bien proteica. Se le suele considerar como un ejemplo de elegancia, saber estar, clase, porte, estilo, buenas

maneras, una persona educada y cultivada. El dandismo constituye también una metafísica, una postura particular

respecto a la cuestión del ser y del aparecer, así como a la modernidad. Numerosos autores, la mayoría de las veces

ellos mismos dandys, se interrogaron sobre su sentido. Así, en un contexto de decadencia, Baudelaire identifica el

dandismo como la última hazaña posible, una búsqueda de distinción y de nobleza, de una aristeia ('excelencia') de

la apariencia. A menudo identificado, sin razón, como una simple frivolidad, antes bien el dandismo es concebido por

sus practicantes, sobre todo en el siglo XIX, como una ascesis y una disciplina extremadamente rígida y exigente.

Si bien durante la época victoriana este tipo de mentalidad ya había sido concebida por el movimiento artístico y

cultural de los Prerrafaelitas (entre cuyos exponentes cabe destacar al pintor Dante Gabriel Rossetti), el dandi más

famoso fue Georges Brummell, también llamado «beau Brummell» ('bello Brummell'), árbitro de la elegancia en la

corte inglesa. Sus más conocidos herederos fueron Barbey d'Aurevilly y Baudelaire en Francia, y Oscar Wilde en la

misma Inglaterra. Los grandes dandies de la historia fueron jugadores irresponsables, bebedores en exceso,

vivieron más allá de sus ingresos y conquistaron jóvenes implacablemente. De los excéntricos lores a los

terratenientes, de los que refulgían entre la creciente población urbanita a los ejemplares de la Regencia en sus

clubes de juego, de los hedonistas decadentes en sus salones de opio a los ejemplares de hoy en día, los grandes

dandies se posicionan como algunas de los más enigmáticas, más entretenidas y más marcadas personalidades en

la historia. Cada época ha tenido sus dandies, pero tal y como lo conocemos nació en el período de la Regencia

Inglesa, en la persona de un jovencito llamado George Bryan Brummell. En ésa época, los dandies desfilaron como

los principales actores en el escenario del Teatro de la Vida. A través del siglo XIX, el papel fue reescrito una y otra

vez según era recreado por cada sucesiva generación. Los Bohemios, con su vestimenta estrambótica, ofrecieron

una representación exagerada y cambiaron la vida en una especie de farsa. Fueron seguidos por los Decadentes,

quienes, regodeándose en la depravación, vieron la vida como una tragedia sin sentido. Sus excesos derivaron en

una comedia negra. Después de la muerte de la Reina Victoria, los Dandies Eduardianos ocuparon las candilejas

durante una o dos décadas antes de que aparecieran los Bright Young Things, con cócteles en sus manos y sus

breves epigramas en la punta de sus lenguas, y la vida se convirtió de nuevo en una excéntrica comedia.

El hecho de que el papel haya sido reescrito en numerosas ocasiones por tantos campeones del dandismo

demuestra que el Dandy es una criatura con múltiples facetas. Si miramos de cerca e ignoramos las diferencias

superficiales, podremos ver una filosofía pretenciosa, firme y contante. Todos los dandies comparten la misma visión

de la vida. Pero, ¿qué es el dandismo? Es una filosofía estética de rebelión y relax. Es pretenciosa en el sentido de

ser desvergonzadamente artificial y elaborada. Es siempre una pose consciente. Es estética, pero el Dandy se sonríe

a sí mismo con superioridad al transformar el slogan esteta del "arte por el propio arte" en su propio slogan de "estilo

por el propio estilo". El Dandy es un artista cuyo lienzo es él mismo, la personificación andante de la noción wildeana

del uno mismo como obra de arte. El Dandy es rebelde en el sentido de ser inconformista. Exhibe desdén por el

continuo discurrir de ideas y lo efímero de los gustos y modas de hoy en día. Y a causa de su necesidad de tener

algo contra lo que reaccionar, el Dandy define su época desafiándola, personificando su tiempo subvirtiendo las

expectativas predominantes. El Dandy es un rebelde con ninguna otra causa que no sea él mismo. El dandismo se

desarrolla y depende de una situación de "dolce far niente". Así, el Dandy es un sujeto básicamente desocupado,

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libre de las anodinas obligaciones de la vida que tan frecuentemente interfieren con el estilo. El Dandy no trabaja.

Meramente existe, ignorando la moralidad, la pasión, la ambición y los otros factores mundanos de la existencia

humana que normalmente mueven a un hombre a la acción. En vez de esto, cultiva tranquilamente un cierto aire de

superioridad e irresponsabilidad. Con una mueca de superioridad, sorbe un trago de absenta. Como una expresión

externa de belleza interna y superioridad innata, el dandismo es la razón de ser del hombre al que los dioses han

concedido cualidades excepcionales que prueban su distinción del rebaño. ¿Arrogante? Desde luego, pero la

arrogancia es el derecho de nacimiento del Dandy. Entonces, ¿cuál es el propósito del dandismo? ¿Para qué

existe? Los dandies entretienen y son divertidos y esto sirve tan bien de justificación para su existencia como

cualquier otra cosa, aunque va mucho más allá. Los grandes dandies de la historia han sido todos unos

desarraigados. Intelectuales cínicos, artistas desencantados o jóvenes desafectados, todos han perdido el sentido de

la integración. Han sentido cómo la corriente social es incapaz de aceptarles. Algunos creyeron que el mundo era

incapaz de apreciar sus talentos. Otros se sintieron excluídos. Algunos vieron su religión o su sexualidad como la

causa de su exclusión. Pero sea lo que sea que se esconda tras ese sentimiento de diferencia, el dandismo ha sido

el método usado para colarse en el mundo visible. El dandismo es tanto un pedestal en el que subirse como una

máscara tras la que esconderse. Por tanto, el dios del dandismo pide a sus seguidores que sean más que

maniquíes de sastre animados. Su vestimenta es simplemente la punta del iceberg de su actitud, simbolizando

control, independencia, relax y libertad de pensamiento Decía el poeta y novelista Joachim Gasquet, conocido por

sus interesantes conversaciones con Cézanne, que el mundo es un inmenso Narciso en el acto de pensarse a sí

mismo. En ese sentido, Narciso es símbolo de una actitud introvertida y autocontemplativa. Pero es verdad que de la

resonancia del mito de Narciso nacerá la desesperación y admiración frustrante de Eco, antes de que Narciso se

ahogue en su propia imagen. Así, a modo de reverberación continua, surgirá años más tarde el concepto de dandi

decimonónico y su deriva contemporánea, actitud que Sur le dandysme aujourd’hui trata de reflejar en otras

iconografías que aparecen bien ilustradas ya desde el subtítulo de la muestra: Del maniquí en el escaparate a la

estrella mediática. La exposición, que nace en el hall del CGAC a modo de prólogo, comienza con una guillotina del

artista italiano Piero Golia en claro alegato a la revolución francesa, un juego de té de Cindy Sherman y un neón de

Tracey Emin que publicita lo privado. Del antiguo régimen se pasa así a esa metáfora de la profusión de imágenes

publicitarias que domina el mundo contemporáneo hasta convertirse, como ha insistido Jean Baudrillard, en una

actitud puramente iconoclasta, donde fabricamos una imagen sobre otra en una suerte de horror vacui. Pero aquí,

más que destrucción por miedo a la veneración vemos lo contrario, un continuo legado de representaciones

narcisistas que parten de la construcción del canon de la figura griega y su potencial andrógino hasta la construcción

de una iconografía que nos señala que actualmente los temas propios de la literatura del dandismo siguen vivos.

TIPOS DE DANDISMO

Tras este prólogo, las obras se distribuyen siguiendo tres tipos de dandismo a partir de George Bryan Brummell,

Oscar Wilde y Charles Baudelaire. En el primero, la irrealidad de los cambios de uso de las cosas y esa tendencia a

la eliminación de su personalidad en la figura del dandi, nos lleva directamente al ready-made y a la apropiación que

define claramente el hacer de muchos artistas contemporáneos. De Duchamp, Ignasi Aballí, Juan Luis Moraza o

Suso Fandiño se pasa a la presentación del artista contemporáneo como reclamo publicitario. Así, enfatizando el

carácter continuista del dandismo y buscando evidenciar esa falta de rupturas de un concepto que se construye en

una suerte de efecto dominó, nos vemos inmersos en el dandismo wildeano, donde el narcisismo se expande por el

mundo de las estrellas mediáticas y en el brillo que se potencia al extremo en obras como las de Meredyth Sparks.

Finalmente, en el primer piso del CGAC, el universo de Baudelaire se lleva al propio montaje de la primera de las

salas, que se convierte en un guiño al mundo de los salones decimonónicos y un recuerdo constante de artistas

como Manet, homenajeado en varias obras. En la exposición, bien resuelta y documentada, se incluyen una serie

de textos que proceden de la literatura del dandismo. Una de esas citas nos recuerda cómo para Baudelaire es el

último destello de heroísmo en las decadencias, recordándonos que aparece sobre todo en las épocas transitorias en

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las que la democracia no es todopoderosa. Y es verdad que en nuestra época parece que la figura del héroe está

completamente disponible. De ahí que también abunde el autorretrato, esa esencia narcisista de la pura mirada que

aquí se canaliza para el universo de un dandi que, como señala Estrella de Diego en el catálogo, es alguien que tiene

mucho por delante y a quien le preocupa poco cómo usarlo. Al final, entre tanto disfraz, nos vemos incapaces de

definir qué es el dandismo, esa figura que Barbey d’Aurevilly definió como el andrógino de la historia y que se

resuelve desde un mundo de contrarios, desde la paradoja.

Del genio atormentado al dandi

Sus enemigos los acusaban de ser maniquíes lujosos y perezosos, frívolos, artificiales y provocadores. Pero los

artistas que también fueron tocados por ese “mal del dandismo” se reafirmaban como personajes incómodos,

críticos, diferentes. Artistas al pie del abismo . Encabezados por Dalí, y, por supuesto, siguiendo la estela de

Baudelaire y Oscar Wilde, fueron muchos los que despreciaron la norma e hicieron del arte un artilugio mágico.

Duchamp (en la foto superior) le pintó bigotes a la Gioconda; Man Ray amplió los registros de la fotografía; Picabia

introdujo la ironía en el arte; Modigliani fue la perfecta definición de la bohemia parisina o Warhol, un calvo con

peluca rubio platino, frío y sarcástico que es, hoy por hoy, el paradigma del dandi contemporáneo. Se destaca al

dandismo como un paradigma de elegancia, saber estar, clase, porte, estilo y buenas maneras. Fue creado por un

grupo elitista, en torno al siglo XIX, como un estilo de vida y una serie de normas de conductas sociales y morales,

que debían cumplir de forma rígida. El dandismo fue la contraposición al Club Macaroni en Inglaterra, creado en

1760 por un grupo de jóvenes aristócratas al volver de Italia. Practicaban un estilo de vestir extravagante,

cargándose de encajes, puntillas y bordados con hilos de oro, además de llevar pelucas y tacones.

Un dandi era un hombre que se consideraba elegante y refinado, que prestaba mucha atención a su atuendo y a la

moda y era una persona educada y cultivada. El movimiento dandi fue una doctrina de la elegancia, la finura y la

originalidad. Su estilo afectaba principalmente al lenguaje y la vestimenta.

Pero lo que conocíamos como dandi tiene ahora otro significado. Ya no se refiere a personajes elegantes o

excéntricos, podemos distinguirlos como personas que convirtieron su vida en parte de su obra y que se apartaron de

las tendencias más generalizadas para alcanzar el refinamiento. Los movimientos de vanguardia del siglo XX

contribuyeron a una reconstrucción de la idea del artista y del dandy. Este concepto traspasó los límites de la llamada

alta cultura, para introducirse en la ficción, creando la imagen del hombre atractivo, seductor y cortés, de la mano de

estrellas del cine o la música. En el arte, encontramos el dandismo brummelliano, que confiere a los objetos un valor

que excede a su funcionalidad, aproximándolas a la idea de arte, y el artista se convierte en su propio anuncio

publicitario. Otra corriente es el dandismo wildeano que se inspira en el propósito de Wilde, de convertirse en obra de

arte creando su propio personaje.

DECADENTISMO

El decadentismo es una corriente artística, filosófica y literaria que tuvo origen en Francia entre 1880 y 1900 y fue

una manifestación del malestar con la vida social de la época. Decadentismo surgió como un término despectivo e

irónico utilizado por la crítica académica y lleva su nombre asociado a la revista “Le Decadente” fundada en 1886.

El decadentismo nació en una época de transición entre la economía de mercado libre, en la que el vendedor y el

comprador acordaban el precio y la economía de las grandes concentraciones financieras e industriales, es decir, el

capitalismo. El Decadentismo es una corriente artística, filosófica y, principalmente, literaria que tuvo su origen en

Francia en las dos últimas décadas del siglo XIX y se desarrolló por casi toda Europa y algunos países de América.

La denominación de decadentismo surgió como un término despectivo e irónico empleado por la crítica académica,

sin embargo, la definición fue adoptada por aquellos a quienes iba destinada.

Realidad económica y social El decadentismo fue el reflejo artístico de la transición de la economía basada en la

libre concurrencia a la economía de las grandes concentraciones financieras e industriales que se manifestó en un

estancamiento económico que daría lugar a la renovación del sistema productivo, a la represión de las masas

populares y la preocupación por las cuestiones de tipo social.

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LA LITERATURA DEL DECADENTISMO

Literariamente el decadentismo tuvo su inspiración en las doctrinas poéticas postrománticas, denominándose

decadentes a todos aquellos escritores ligados a la herencia espiritual o formal de Baudelaire, considerado el padre

espiritual del decadentismo. Baudelaire descubrió la correspondencia entre perfumes, sonidos y colores y la

tenebrosa y profunda unidad de la naturaleza.

También influyó en el decadentismo Rimbaud, para quien el poeta debe hacerse vidente a través de un razonado

desarreglo de los sentidos. Se trata de registrar lo inefable y para ello es preciso una alquimia verbal que, nacida de

una alucinación de los sentidos, se exprese como alucinación de las palabras, al mismo tiempo, esas invenciones

verbales tendrán el poder de cambiar la vida.

Para algunos, la alucinación de los sentidos a la que hacía alusión Rimbaud no excluía el recurso de lo que

Baudelaire había definido como paraísos artificiales, es decir, las alucinaciones producidas por los estupefacientes.

Sin embargo, una de las mejores expresiones de este movimiento la refleja el verso de Verlaine: yo soy el imperio al

fin de la decadencia. Precisamente Verlaine estuvo durante algún tiempo a la cabeza del movimiento, especialmente

después de la publicación de Los poetas malditos (1884).

El decadentismo fue la antítesis del movimiento poético de los parnasianos y de su doctrina (inspirada en el ideal

clásico del arte por el arte), a pesar de que Verlaine, uno de sus máximos exponentes del decadentismo, había sido

en sus orígenes parnasiano. La fórmula pictórica y escultórica de los parnasianos (ut pictura poesis, según la norma

de Horacio), se sustituye en el decadentismo por el ideal de la poesía, que tiende a la cualidad de la música.

El decadentismo arremete contra la moral y las costumbres burguesas, pretende la evasión de la realidad cotidiana,

exalta el heroísmo individual y desdichado y explora las regiones más extremas de la sensibilidad y del inconsciente.

El esteticismo se acompañó, en general, de un exotismo e interés por países lejanos, especialmente los orientales,

que ejercieron gran fascinación en autores como el francés Pierre Louÿs, en su novela "Afrodita" (1896) y en sus

poemas "Las canciones de Bilitis" (1894). Así como en el también francés Pierre Loti o el inglés Richard Francis

Burton, explorador y traductor de una polémica versión de "Las mil y una noches".

Pero la máxima expresión del decadentismo lo constituye la novela "A rebours" (A contrapelo), escrita en 1884 por el

francés Joris Karl Huysmans, quien es considerado uno de los escritores más rebeldes y significativos del fin de

siglo. La novela narra el estilo de vida exquisito del duque Jean Floressas des Esseintes, que se encierra en una

casa de provincias para satisfacer el propósito de sustituir la realidad por el sueño de la realidad. Este personaje se

convirtió en un modelo ejemplar de los decadentes, de tal manera que se consideran descendientes directos de Des

Esseintes, entre otros, personajes como Dorian Gray, de Oscar Wilde, y Andrea Sperelli, de Gabriele D'Annunzio. "A

rebours" fue definida por el poeta inglés Arthur Symons como el breviario del decadentismo.

También son considerados decadentes los franceses postsimbolistas Jean Lorrain, Madame Rachilde, Octave-Henri-

Marie Mirbeau y, en cierta manera, Villiers De L'Isle-Adam, Stéphane Mallarmé y Tristan Corbière.

La revista Le Décadent, fundada en 1886 por Anatole Baju, sirvió como vehículo de expresión de este movimiento.

El decadentismo en Europa

En Gran Bretaña aparecen como representantes del decadentismo las figuras de Oscar Wilde, especialmente en su

novela El retrato de Dorian Gray (1891), su maestro Walter Pater, que publicó una novela sagrada para su

generación, Mario el epicúreo, y en 1887 Retratos imaginarios, Arthur Symons, autor del poemario El ángel rubio,

Ernest Dowson y Lionel Johnson.

El italiano Gabriele D’Annunzio cultivó el elemento aristocrático típico del decadentismo, en su obra El placer. En sus

poemas carga al mundo de sentimientos con una escritura fascinante, rica y sugerente.

El decadentismo en España y en Hispanoamérica

España e Hispanoamérica también se dejaron influir por esta actitud estético-literaria, y toda la poesía de fin de siglo

responde a los ideales artísticos del arte por el arte. Así puede considerarse el modernismo del nicaragüense Rubén

Darío y del mexicano José Juan Tablada. El decadentismo artístico fue mucho más persistente en América: Amado

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Nervo, Leopoldo Lugones, Mariano Azuela, César Vallejo, Horacio Quiroga y otros llenaron muchos años de la vida

literaria suramericana y en ellos la nota francesa nunca estuvo ausente.

Esta renovación estética adquirió en España matices peculiares, y así aparece en las obras decadentistas de Manuel

Machado y de la primera época de Juan Ramón Jiménez (en algunas obras como Ninfeas 1900), Francisco

Villaespesa y el primer Valle-Inclán, en especial en su libro de versos Aromas de leyenda (1907), publicadas a partir

de las experiencias vividas en la madrileña plaza de Vázquez de Mella. Son decadentistas aún mal estudiados los

poetas Emilio Carrere y Alejandro Sawa; los novelistas Álvaro Retana, Antonio de Hoyos y Vinent y Joaquín Belda, y

el cuentista peruano Clemente Palma. Algunos bohemios, como el prosista y drogadicto francés Enrique Cornuty y

Pedro Barrantes también entrarían en este grupo.

Fin del decadentismo e influencia posterior

Hacia 1890,la revista el Mercure de France se manifestó a favor del simbolismo. A partir de entonces la trayectoria

del decadentismo, entendido como movimiento, se puede considerar terminada. Anteriormente, en septiembre de

1866, un artículo publicado por Moréas en Le Figaro, habló por primera vez de simbolismo, refiriéndose al bosque de

los símbolos. Las teorías del simbolismo aparecieron publicadas en la revista Le symboliste, mientras que los

decadentes continuaron usando a Le décadent como vehículo para difundir sus teorías. Se perfiló así la divergencia

entre decadentes, complacientes experimentadores en el campo de los sentidos y del lenguaje, y simbolistas, que

buscan los valores absolutos de la palabra y aspiran a expresar una armonía universal del mundo.

Sin embargo, a pesar de que el decadentismo se puede considerar concluido, no se puede decir otro tanto del clima

que el decadentismo difundió y alimentó. Desde hacía tiempo, los decadentes hallaban en la música de Richard

Wagner una analogía con sus premisas. En pintura se imponía el impresionismo; en las orientaciones del

pensamiento, la filosofía de Schopenhauer, que había contrapuesto apariencia y realidad, mientras Nietzsche

meditaba sobre el tema de superar al hombre, que forma la constante de la poesía de Baudelaire y de sus herederos.

El decadentismo como punto de encuentro

Más tarde, algunos críticos ampliaron el significado del término decadente como opuesto a los convencionalismos.

De esta manera, el decadentismo sería, en sus orígenes, antiacadémico en pintura, antipositivista en filosofía,

antinaturalista en literatura. Así, tendencias, escuelas y orientaciones, con frecuencia diversas y lejanas, acabaron

por confluir y hallarse comprendidas bajo la misma etiqueta.

Genéricamente se definen como decadentes aquellas formas de arte que superan o alteran la realidad en la

evocación, en la analogía, en la evasión, en el símbolo. La lista de los nombres puede incluir a Rainer Maria Rilke,

Constantino Cavafis, Paul Valéry, Marcel Proust, Franz Kafka, James Joyce, Thomas Stearns Eliot, o movimientos de

vanguardia, como el surrealismo, el imaginismo, el cubismo, o el realismo crítico de Thomas Mann.

Características generales del decadentismo

1. El decadentismo fue la antítesis del movimiento poético de los parnasianos y de su doctrina (inspirada en el ideal

clásico del arte por el arte), a pesar de que Verlaine, uno de sus máximos exponentes del decadentismo, había sido

en sus orígenes parnasiano. La fórmula pictórica y escultórica de los parnasianos (ut pictura poesis, según la norma

de Horacio), se sustituye en el decadentismo por el ideal de la poesía, que tiende a la cualidad de la música

2. El decadentismo arremete contra la moral y las costumbres burguesas, pretende la evasión de la realidad

cotidiana, exalta el heroísmo individual y desdichado, explora las regiones más extremas de la sensibilidad y del

inconsciente.

3. Los decadentes fueron estetas ciento por ciento y mantuvieron, buscando siempre lo aristocrático, lo

quintaesenciado, lo superrefinado, lo precioso, lo extraño, lo oculto, lo exótico (principalmente lo oriental) llevado a

los más prolijos y desmedidos extremos en un sentido exacerbante y enfermizo.

4. Los escritores decadentes tendieron a la descripción erudita e insistieron en plasmar los detalles de las cosas y de

las sensaciones.

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5. Manifestaron un gusto exagerado por una originalidad artificiosa que se alejase del equilibrio y del buen decir de

los modelos literarios clásicos, ya que consideraban que tales ideales llevaban no más que al inmovilismo.

6. Los decadentes no sólo le dieron poca importancia al significado recto de los vocablos, sino que los enlazaban sin

sometimiento a ninguna ley sintáctica con tal de que ellos resultase alguna belleza a su manera, la cual podía ser

una algarabía para los no iniciados en sus gustos.

7. El decadentismo se interesó por plasmar en la obra literaria una suprarrealidad por vía de la introspección y el

escudriñamiento de un más allá por medio de los sueños y las sensaciones que dicta el inconsciente.

8. Para expresar la complejidad de sensaciones, de impresiones y de angustias que ceñían al hombre, los

decadentes estaban convencidos de que ya no se podía seguir repitiendo indefinidamente los moldes y los

esquemas del clasicismo y de la retórica tradicional, sino que el artista tenía que descomponerlos construyéndose un

lenguaje autónomo, personal, de gran plasticidad expresiva y sugestiva.

OSCAR WILDE

Oscar Fingal O'Flahertie Wills Wilde (n. 16 de octubre de 1854, en Dublín, Irlanda, entonces perteneciente al Reino

Unido1 – 30 de noviembre de 1900, en París, Francia) fue un escritor, poeta y dramaturgo. Wilde es considerado

como uno de los dramaturgos más destacados del Londres victoriano tardío; además, fue una celebridad de la época

debido a su puntilloso y gran ingenio. Fue condenado a dos años de trabajos forzados tras un famoso juicio en el que

fue acusado de "indecencia grave" por una comisión inquisitoria de actos homosexuales. Luego de cumplir la

condena, abandonó el Reino Unido en dirección a Francia y no regresó jamás. Oscar Wilde nació el 16 de octubre,

de 1854, en Dublín, Irlanda, en el seno de una familia protestante irlandesa. Fue el segundo de los tres hijos que

tuvieron el médico Sir Williams Robert Wills Wilde y su esposa, Jane Francesca Elgee. Ella era escritora de éxito y

nacionalista de la causa irlandesa, conocida con el sobrenombre de Speranza. Su padre era un destacado cirujano

otorrinolaringólogo, además de un renombrado filántropo (dirigía un dispensario en Dublín destinado a la atención de

los indigentes). Además, escribió libros sobre arqueología y folklore.

Estudios

Oscar fue educado en casa hasta los nueve años. En 1864 ingresó en la Port Royal School de Enniskillen, en el

condado de Fermanagh (Irlanda), donde estudió hasta 1871. Durante esta etapa falleció su hermana Isola. Esta

muerte prematura inspiró a Wilde a escribir Requiescat, un delicado poema. En octubre de 1871 ingresó en el Trinity

College de Dublín, donde estudió a los clásicos hasta 1874. Su rendimiento sobresaliente lo llevó a ganar tres años

más tarde la «Medalla de Oro Berkeley», el mayor premio para los estudiantes de clásicos de este colegio, por su

trabajo en griego sobre poetas griegos. Gracias a una beca de 95 £ anuales, el 17 de octubre de 1874 ingresó en el

Magdalen College, de Oxford, donde continuó sus estudios hasta 1878. Durante su estancia en este colegio falleció

su padre, el 19 de abril de 1876. Su poema Ravenna le permitió adjudicarse el «Oxford Newdigate Prize» en junio de

1878. Finalmente, en noviembre de 1878 obtuvo el título de Bachelor of Arts, graduándose con la mayor nota posible.

Oscar permaneció en Oxford desde finales de 1874 hasta el verano de 1878, y en este período logró ser una persona

bastante conocida dentro del marco universitario por sus pintorescos gustos.

Familia

Constance Lloyd, esposa de Wilde, y Cyril, su hijo. Después de graduarse en el Magdalen College, Oscar Wilde

regresó a Dublín, donde conoció y se enamoró de Florence Balcombe. Ella, por su parte, inició una relación con

Bram Stoker. Percatándose del enlace, Wilde le anunció su intención de abandonar Irlanda permanentemente.

Finalmente abandonó el país en 1878, a donde sólo regresaría en dos ocasiones y por motivos de trabajo. Los

siguientes seis años los pasó en Londres, París y en los Estados Unidos, a donde viajó para impartir conferencias.

En Londres conoció a Constance Lloyd, hija de Horace Lloyd, consejero de la reina. Durante una visita de Constance

a Dublín en la que ambos coincidieron (pues Oscar ofrecía una conferencia en el Teatro Gaiety), Wilde aprovechó la

ocasión para pedirle matrimonio. Finalmente, se casaron el 29 de mayo de 1884 en Paddington, Londres. Las 250

libras de dote de Constance permitieron a la pareja vivir en un lujo relativo. La pareja tuvo dos hijos: Cyril, que nació

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en junio de 1885, y Vyvyan, nacido en noviembre de 1886. La pareja se separó a consecuencia del escándalo por su

procesamiento. Tras el encarcelamiento de Wilde, Constance cambió su nombre y apellido de sus hijos a Holland

para desvincularse del escándalo de Wilde, aunque nunca se divorciaron. También le obligaron a renunciar a la

patria potestad de sus hijos.

Esteticismo

Wilde recibió una profunda influencia de los escritores John Ruskin y Walter Pater, que defendían la importancia

central del arte en la vida. El propio Wilde reflexionó irónicamente sobre este punto de vista cuando en El retrato de

Dorian Gray escribió que «Todo arte es más bien inútil» («All art is quite useless»). De hecho, esta cita refleja el

apoyo de Wilde al principio básico del movimiento estético: el arte por el arte. Esta doctrina fue acuñada por el

filósofo Víctor Cousin, promovida por Théophile Gautier y adquirió prominencia con James McNeill Whistler.

El movimiento estético o Esteticismo, representado entre otros por Walter Pater, William Morris, Dante Gabriel

Rossetti y Stéphane Mallarmé, tuvo una influencia permanente en las artes decorativas inglesas. Wilde, en tanto que

uno de sus principales representantes en Gran Bretaña, llegó a ser una de las personalidades más prominentes de

su época. Aunque sus iguales en ocasiones lo tildaban de ridículo,[cita requerida] sus paradojas y sus dichos

ingeniosos y agudos eran citados por todas partes. Ya desde su período en el Magdalen College, Wilde adquirió

renombre especialmente por el papel que desempeñó en los movimientos estético y decadente. Comenzó a llevar el

pelo largo y a desdeñar abiertamente los deportes llamados «masculinos». Asimismo, comenzó a decorar sus

cuartos en el College con plumas de pavo real, lilas, girasoles, porcelana erótica y otros objetos de arte. Su

comportamiento excéntrico frente a la norma masculina le costó que lo zambulleran en el río Cherwell además de

que le destrozaran sus cuartos (que todavía sobreviven como salas de alojamiento de estudiantes en el College). Sin

embargo, este culto se propagó entre ciertos segmentos de la sociedad hasta un punto tal que las actitudes

lánguidas, las vestimentas exageradas y el esteticismo en general se convirtieron en una pose reconocida.

El esteticismo en general fue caricaturizado en la opereta Patience (1881), de Gilbert y Sullivan. Patience tuvo tal

éxito en Nueva York que al empresario Richard D'Oyly Carte se le ocurrió la idea de enviar a Wilde a los Estados

Unidos a dar un ciclo de conferencias. La gira se organizó cuidadosamente, produciéndose la llegada de Wilde en

enero de 1882. Wilde afirmó tiempo después que había dicho en la aduana «No tengo nada que declarar sino mi

genio» («I have nothing to declare except my genius»), aunque no existen más pruebas de la época (además de la

propia afirmación de Wilde) de que dicha declaración se produjese. D'Oyly Carte se sirvió de esta gira de

conferencias de Wilde para preparar la gira de Patience por los Estados Unidos, asegurándose de que el público que

compraría las entradas estuviera al tanto de la personalidad de este personaje británico.

En 1879 Wilde comenzó a enseñar valores estéticos en Londres. En 1882 viajó a los Estados Unidos y Canadá a dar

un ciclo de conferencias. La crítica se ensañó con él (The Wasp, un periódico diario de San Francisco, publicó una

caricatura ridiculizando a Wilde y al esteticismo) pero, por otro lado, fue muy bien recibido en un lugar rudo como la

ciudad minera de Leadville, Colorado. De regreso en Gran Bretaña, trabajó como revisor para la Pall Mall Gazette de

1887 a 1889. Después de este período, se convirtió en el editor de Woman's World (Mundo femenino).

En el plano político, Wilde apoyaba un tipo de socialismo anarquista, exponiendo sus ideas en el texto El alma del

hombre bajo el socialismo.

Envuelto en un escándalo

En 1895, en la cima de su carrera, se convirtió en la figura central de un proceso judicial que consiguió escandalizar

a la clase media de la Inglaterra victoriana.4 Wilde había mantenido una íntima amistad con Lord Alfred Douglas

(conocido como Bosie). Al enterarse el padre de éste, el marqués de Queensberry, le dejó una nota a Wilde en el

club que frecuentaba: "To Oscar Wilde posing as a somdomite." (SIC) (Traducción aproximada: "A Oscar Wilde, que

alardea de somdomita"), con todo y error ortográfico. El escritor, animado por Bosie, denunció al marqués por

calumnias, esgrimiendo la "amoralidad" del arte como defensa.5 Sin embargo, el marqués de Queensberry termina

absuelto y en cambio se empieza un nuevo juicio, esta vez en contra de Wilde, por sodomía y grave indecencia.

Page 8: Dandi Wilde

Condenado a dos años de trabajos forzados en el juicio celebrado en mayo de 1895, salió de la prisión arruinado

material y espiritualmente. Su peripecia en prisión fue descrita en dos obras: De Profundis, escrita a principios de

1897, que es una extensa carta llena de resentimiento dirigida a Lord Alfred Douglas al final de su estancia en

prisión, y The Ballad of Reading Gaol, poema donde el ahorcamiento de un compañero sirve como excusa para

describir íntimos sentimientos sobre el mundo carcelario.

Tumba de Oscar Wilde. Père Lachaise en París.

Desengañado de la sociedad inglesa, en mayo de 1897 Oscar abandona definitivamente la cárcel. Pasó el resto de

su vida en París, y se traslada ese mismo día a un pueblecito costero al norte de este país, viviendo bajo el nombre

falso de Sebastian Melmoth. Allí, y de la mano de un sacerdote irlandés de la Iglesia de San José, dicen los rumores

que se convirtió al catolicismo, fe en la que supuestamente murió.

Después de la muerte

Su primer hijo, Cyril, falleció en la Primera guerra mundial, en mayo de 1915, como miembro de las filas británicas

que lucharon en Francia. El segundo, Vyvyan, sobrevivió a la guerra y se convirtió en escritor y traductor, publicando

sus memorias en 1954. El hijo de Vyvyan, Merlin Holland, ha editado y publicado muchos trabajos sobre su abuelo.

En 1950, durante el quincuagésimo aniversario de la muerte de Wilde, las cenizas de Robert Baldwin Ross (Robbie

Ross), crítico de arte, muy fiel amigo hasta la muerte de Oscar y que dijo ser su primer amante masculino, fueron

añadidas a su tumba en el cementerio Père Lachaise, donde descansan junto a las del escritor.[cita requerida]

Novelista, poeta, crítico literario y autor teatral de origen irlandés, gran exponente del esteticismo cuya principal

característica era la defensa del arte por el arte. Oscar Fingal O'Flahertie Wills Wilde nació el 16 de octubre de 1854,

en Dublín y estudió en el Trinity College de esa ciudad. De joven solía participar en las reuniones literarias

organizadas por su madre. Más tarde, siendo estudiante de la Universidad de Oxford, destacó en el estudio de los

clásicos y escribió poesía; su extenso poema Ravenna ganó el prestigioso premio Newdigate en 1878, y convirtió el

estilo bohemio de su juventud en una filosofía de vida. En Oxford, recogió la influencia de innovadores estéticos

como los escritores Walter Pater y John Ruskin. De carácter excéntrico, el joven Wilde llevaba el pelo largo y vestía

pantalones de montar de terciopelo. Su habitación estaba repleta de objetos de arte, como girasoles, plumas de pavo

real y porcelanas de china. Sus actitudes y modales fueron repetidamente ridiculizados en la publicación satírica

Punch y en la ópera cómica de Gilbert y Sullivan Paciencia. A pesar de ello, su ingenio y su talento le hicieron ganar

innumerables admiradores. Su primer libro fue Poemas (1881), y su primera obra teatral, Vera o los nihilistas (1882),

se representó por primera vez en Nueva York, ciudad en la que el autor se encontraba por entonces, de paso en una

larga gira de conferencias por los Estados Unidos. Tras ella, se estableció en Londres y, en 1884, se casó con una

mujer irlandesa muy rica, Constance Lloyd, con la que tuvo dos hijos. A partir de entonces, se dedicó exclusivamente

a la literatura. En 1895, en la cima de su carrera, se convirtió en la figura central del más sonado proceso judicial del

siglo, que consiguió escandalizar a toda la mojigata clase media de la Inglaterra victoriana. Wilde, que había

mantenido una íntima amistad con lord Alfred Douglas, fue acusado por el padre de éste, el marqués de

Queensberry, de sodomía. Se le declaró culpable en el juicio, celebrado en mayo de 1895, y, condenado a dos años

de trabajos forzados, salió de la prisión arruinado material y espiritualmente. Pasó el resto de su vida en París, bajo

el nombre falso de Sebastian Melmoth.

Entre sus primeras obras se cuentan dos colecciones de historias fantásticas, escritas para sus hijos, El príncipe feliz

(1888) y La casa de las granadas (1892), y un conjunto de cuentos breves, El crimen de lord Arthur Saville (1891). Su

única novela, El retrato de Dorian Gray (1891), es una melodramática historia de decadencia moral, que destaca por

su brillante estilo epigramático. Aunque el autor describe todo el proceso de la corrupción del protagonista y, a través

del sorprendente final, defiende la lucha contra la degradación moral, los críticos de su tiempo continuaron

considerándole un inmoral. Las obras teatrales más personales e interesantes de Wilde fueron las cuatro comedias

El abanico de lady Windermere (1892), Una mujer sin importancia (1893), Un marido ideal (1895) y La importancia de

llamarse Ernesto (1895), caracterizadas por unos argumentos hábilmente entretejidos y por sus ingeniosos diálogos.

Page 9: Dandi Wilde

A pesar de su escasa experiencia dramática, consiguió demostrar un talento innato para los efectos teatrales y para

la farsa, y aplicó a estas obras algunos de los métodos creativos que solía utilizar en sus restantes obras, como las

paradojas en forma de refrán inverso, algunas de las cuales han llegado a hacerse muy famosas: -Experiencia es el

nombre que cada uno da a sus propios errores- o -¿Qué es un cínico? Una persona que conoce el precio de todo y el

valor de nada-. En contraste con sus comedias, Salomé es una obra teatral seria acerca de la pasión obsesiva.

Originalmente escrita en francés, la estrenó en París en 1894 la reconocida actriz Sarah Bernhardt. Posteriormente,

el compositor alemán Richard Strauss compuso una ópera homónima basada en ella. Lord Alfred Douglas la tradujo

al inglés, en 1894, y el artista Aubrey Beardsley la ilustró. En la cárcel, Wilde escribió De profundis (1895), una

extensa carta de arrepentimiento por su pasado estilo de vida. Algunos críticos la han considerado una obra

extremadamente reveladora; otros, en cambio, una explosión sentimental muy poco sincera. La balada de la cárcel

de Reading (1898), escrito en Berneval, Francia, muy poco después de salir de prisión, y publicado anónimamente

en Inglaterra, es uno de sus poemas más poderosos. En él retrata la dureza de la vida en la cárcel y la

desesperación de los presos, con un lenguaje bello y cadencioso. Durante muchos años, el nombre de Oscar Wilde

sobrellevó el estigma impuesto por la puritana sociedad victoriana. En la actualidad, el artista que se esconde tras

ese nombre ha sido reconocido como un brillante crítico social, y sus obras mantienen una vigencia universal. En la

literatura en español su influencia se dejó notar en los escritores más esteticistas desde el español Ramón Gómez de

la Serna, pasando por el chileno Eduardo Barrios o el catalán Pere Gimferrer. El escritor y editor Ricardo Baeza ha

traducido casi toda su obra publicada, primero en España y después en Buenos Aires, donde se exilió durante la

Guerra Civil española. Se convirtió al catolicismo el 30 de noviembre de 1900, poco antes de morir de meningitis. ©

Textos:

De profundis (fragmento)El fantasma de Canterville (fragmento) El pescador y su alma (fragmento)

El príncipe feliz (fragmento) El retrato de Dorian Gray (fragmento) La balada de la cárcel de Reading (fragmento)

A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo

instante.

Un hombre puede ser feliz con cualquier mujer mientras que no la ame.

Las mujeres han sido hechas para ser amadas, no para ser comprendidas.

No hay nada como el amor de una mujer casada. Es una cosa de la que ningún marido tiene la menor idea.

No voy a dejar de hablarle sólo porque no me esté escuchando. Me gusta escucharme a mí mismo. Es uno de mis

mayores placeres. A menudo mantengo largas conversaciones conmigo mismo, y soy tan inteligente que a veces no

entiendo ni una palabra de lo que digo.

Lo menos frecuente en este mundo es vivir. La mayoría de la gente existe, eso es todo.

Si usted quiere saber lo que una mujer dice realmente, mírela, no la escuche.

La única ventaja de jugar con fuego es que aprende uno a no quemarse.

La experiencia no tiene valor ético alguno, es simplemente el nombre que damos a nuestros errores.

Uno debería estar siempre enamorado. Por eso jamás deberíamos casarnos.

Breve localización del autor en su época:

Destacó por su inteligencia y brillantez, y por su perfecta descripción de la aristocracia y la nobleza, podemos ver que

era admirado en ambos sectores, en los cuales se desenvolvía.

b) Breve biografía:

Nacido en Dublín en 1854, se formó en la universidad de esta ciudad y en la de Oxford, donde pronto comenzó a ser

famoso por su inteligencia e ingenio. Instalado en Londres y en París, viajó en varias ocasiones por Italia, Grecia y el

norte de África. Su brillantez y capacidad de expresión le llevó a cultivar varios géneros, dando muestra en todos

ellos de una extraordinaria calidad y capacidad creativa. Así, compuso poemas, obras dramáticas, novelas, ensayos

e incluso crítica literaria. Nacido en Dublín en 1854, se formó en la universidad de esta ciudad y en la de Oxford,

Page 10: Dandi Wilde

donde pronto comenzó a ser famoso por su inteligencia e ingenio. Instalado en Londres y en París, viajó en varias

ocasiones por Italia, Grecia y el norte de África. Su brillantez y capacidad de expresión le llevó a cultivar varios

géneros, dando muestra en todos ellos de una extraordinaria calidad y capacidad creativa. Así, compuso poemas,

obras dramáticas, novelas, ensayos e incluso crítica literaria. Ídolo de la nobleza, su amistad con Lord Alfred Douglas

está en el origen de su caída en desgracia. Ésta se produce en 1895, cuando es acusado de homosexualidad,

recayendo sobre él una condena de dos años de trabajos forzados. Tras salir de prisión, busca refugio en Francia,

sólo y sin apenas medios para sobrevivir. En 1900, después de tres años de abandono, se producirá su muerte en

París.

Obra: etapas y estilo.

Dictó una serie de conferencias en Estados Unidos sobre el escepticismo (1882). Continuando la línea iniciada por

Baudelaire, elaboró una teoría estética que propugnaba "el arte por el arte", lo que le puso al frente del movimiento

esteticista. En 1884 se casó con Constance Lloyd, matrimonio de corta duración pero del que nacerán dos hijos. En

1891 publicó dos de sus novelas más famosas, "El retrato de Dorian Grey" y "El crimen de Lord Arthur Saville". "El

abanico de Lady Windermere" (1892), "Una mujer sin importancia" (1893), "Un marido ideal" (1895) y "La importancia

de llamarse Ernesto" (1895). Durante su estancia en prisión, escribió el largo poema "De profundis" (1905) y "Balada

de la cárcel de Reading" (1898), en los que realiza un ejercicio de introspección y da muestras de su excelente hacer

en el género poético. Wilde destaca tanto por su calidad literaria como por su vida transgresora, más en una época y

lugar caracterizados por la más estricta moralidad y culto a la apariencia y las "buenas costumbres". Su proceso

sirvió de piedra de toque para medir la capacidad de la sociedad inglesa para adaptarse a los cambios.

Literariamente, sus piezas albergan un estilo brillante, de alta calidad estética y formal y una temática novedosa. El

retrato de sus personajes y de la sociedad está hecho con certera precisión, mostrándose a veces implacable. Otras

obras suyas son "La duquesa de Padua", "El ruiseñor y la rosa", o una ingente producción de artículos periodísticos

que vieron la luz tanto en Europa como en Estados Unidos, entre los que merece la pena destacar "Los modelos en

Londres", "Impresiones de Yanquilandia" o "La invasión americana".

3.ANÁLISIS DE LA OBRA:

Propósito del ensayo: El propósito de Oscar Wilde al escribir este ensayo es dar a conocer que sin mentira no hay

arte. Critica al realismo por representar la realidad, ya que para él no tiene ningún mérito y dice que con el paso del

tiempo una obra realista no será verosímil, es decir, no será creíble. Nos cuenta que el arte no representa la

sociedad en la que se da, sino al individuo y su capacidad para mentir. Para Oscar Wilde el propósito del arte es la

mentira, es decir, dar a conocer cosas bellas y falsas. Para Oscar Wilde donde no hay mentira no hay belleza, por

eso critica a la naturaleza y a la vida.

Problemas y temas que trata el autor: Oscar Wilde nos cuenta como el amor de la humanidad por la verdad hará

que las obras no sean creíbles con el paso del tiempo. Nos dice y demuestra que la naturaleza y la vida son

imitaciones al arte, por eso las rechaza, porque no son originales ni mienten.

Corriente de pensamiento: Acepta todas las corrientes artísticas que sean imaginativas y sobretodo que busquen

la mentira. Rechaza fuertemente sobre todo el realismo.

Tesis defendida por el autor: "La mentira, contar cosas bellas y falsas, es el objetivo propio del arte". Es decir, sin

mentira no hay arte. También defiende el arte abstracto.

Justificaciones de la tesis: El arte no se pasa de moda, y si nos guiamos por la sociedad en la que nos

encontramos o por la naturaleza, con el tiempo, la obra de arte será anticuada y arcaica, ya que la naturaleza no

progresa, siempre presenta la misma forma, y la vida cambia muy rápidamente.

f)Autores con los que discute el autor: No discute con ningún autor, sólo nos muestra la conversación de dos

amigos en la que Cyril, pone en tela de juicio algunas tesis de Vivian y este, al argumentárselas lo convence casi

siempre.

Page 11: Dandi Wilde

Enfrentamientos: Cyril no cree que la naturaleza ni la vida imiten al arte, pero ras varios ejemplos Vivian logra

convencerlo de que es así.

Coincidencias: Coinciden en que el artista hace ver al público el mundo como el lo ve y no como lo ven ellos.

Estilo del autor: Oscar Wilde nos presenta este ensayo en forma de diálogo entre dos amigos. El lenguaje es

bastante sencillo.

Temática: Es una temática original y bastante interesante, pues tiene mucha razón en lo que dice y muy poca gente

habla de estos temas.

b) Justificación del estilo utilizado: Utiliza ese estilo porque va destinado a receptores muy diversos, de ahí la

sencillez del lenguaje, y el diálogo lo ameniza bastante.

Opinión sobre la obra: Me ha gustado bastante porque el tema es muy original, pero hay trozos en los que se hace

un poco pesada de leer porque se repite bastante.

Oscar Wilde, víctima de la represión victoriana Introspección en la vida y obra de este gran personaje

Por Jorge Queirolo Bravo, escritor, historiador, periodista y crítico literario

Introducción

Hablar de Oscar Wilde es referirse a toda una institución de las letras inglesas, es hablar de un escritor grandioso

que en su tiempo fue un incomprendido al que injustamente se reprimió, por algo que en su momento las estrictas

leyes de la era victoriana consideraron un delito. Los “pecados” de Wilde hoy en día no serían tales y no pasarían de

ser más que una simple forma de vida, como tantas otras que coexisten en el amplio espectro social en el que

habitamos. Lo malo es que este literato tuvo la desgracia de nacer en un tiempo en que el puritanismo regía las

normas de una sociedad hipócrita y mentirosa, en la que vivir de acuerdo con sus ideales y deseos fue una opción

por la que tuvo que pagar muy caro. Demasiado. Pero la seudomoral de esos años no admitía deslices de ninguna

clase frente a sus reglas y, cuando éstos aparecían en la conducta de un individuo, el castigo de rigor no tardaba en

ser impuesto de la manera más drástica e inhumana posible. Eso fue lo que le pasó a Oscar Wilde.

Su vida

Irlandés de nacimiento, vino al mundo en Dublín en 1854 y su nombre completo fue bastante más largo de lo que

conocemos y estamos acostumbrados a oír: Oscar Fingal O`Flahertie Wills Wilde. Sus estudios los realizó en el

Trinity College de la capital irlandesa, donde fue galardonado con una medalla de oro debido a su extraordinario

dominio del griego clásico, siendo que contaba tan sólo con 20 años de vida. No cabe duda que sus intereses eran

diferentes a los de un joven común y corriente que tuviera su misma edad. Su madre fue una escritora, feminista y

activista política notable, que organizaba tertulias literarias a las que Wilde asistía. Posteriormente se trasladó a

Inglaterra y asistió al Madalen College, perteneciente a la Universidad de Oxford, destacando allí en el estudio de los

clásicos de la literatura y donde además escribió una buena dosis de poesía.

Los primeros premios y enemigos

Ya en 1878 ganó un concurso de mucha trascendencia, adjudicándose el premio Newdigate gracias a la

presentación de un poema tan largo como bueno. Su estilo bohemio de vida generó entonces muchas habladurías y

chismes en un medio tan conservador como el de Oxford. Su pelo largo, su modo estrafalario de vestir, sus gestos,

no gustaban a las poco tolerantes autoridades del establecimiento, para las que este estudiante seguramente

resultaba un revolucionario en potencia y de los peligrosos. En dicha universidad Wilde recibió sus primeras

influencias importantes en el campo de las letras, acogiendo en su creatividad un notorio aporte de los escritores

Walter Pater y John Ruskin, así como del pintor Whistler. Su actitud conductual no pasó desapercibida y no faltaron

los que aprovecharon las circunstancias para ridiculizarlo en un pasquín plagado de sátiras, así como en una ópera

cómica llamada “Paciencia”, obra de Gilbert y Sullivan. Estos desagradables tropiezos, ocurridos totalmente al

margen de su descollante desempeño académico, no fueron un obstáculo para que se titulara con honores a los 24

años de edad.

Page 12: Dandi Wilde

Su obra literaria

Pese a la polémica que suscitaba, Wilde no paró de ganar admiradores entre sus congéneres, que se sentían

identificados con su estilo rebelde y poco avenido con lo tradicional. En 1881 publica su primer libro “Poemas” y no

mucho después se estrena en 1882 una obra con la que debutó en el mundo del teatro: “Vera o los nihilistas”. La

primera representación tuvo lugar en un teatro de Nueva York, en el marco de una gira en la que el autor daba por

los Estados Unidos, para dictar una larga serie de conferencias en las que el tema principal fue la filosofía estética. Al

llegar a este punto, es irrebatible que Wilde ya era el poseedor de un carisma intenso que a la postre le daría fama y

distinción. De vuelta en Inglaterra, se radicó en Londres y contrajo matrimonio con Constance Lloyd, irlandesa al

igual que él y, poseedora de una fortuna bastante envidiable para los ambiciosos del vil metal llamado dinero. Con

Constance procreó dos hijos y simultáneamente encontró la tranquilidad suficiente como para dedicarse a lo que

verdaderamente lo apasionaba: escribir. Éste fue su oficio en lo venidero y gracias a ello pudo legar una obra que

hasta ahora es el deleite de todo auténtico amante de las letras. Al cabo de poco tiempo ya se había convertido en

una celebridad admirada, a veces ocultamente, por la intelectualidad de esa Inglaterra victoriana y tan conservadora,

en la que todo desvío de lo aceptado como “normal” era visto con malos ojos. A sus hijos Cyrill y Vyvyan dedicó dos

de los primeros textos que escribió: “El príncipe feliz” en 1888 y “La casa de las granadas” en 1892. Salió también un

libro de cuentos en el que éstos eran de extensión corta pero irremediablemente bien escritos: “El crimen de Lord

Arthur Saville” (1891). Wilde se caracterizó por su capacidad de escribir cuentos en los que pudo expresar en poco

espacio una idea, concentrando el argumento, sin dar lugar a que surja el más leve atisbo de tedio o aburrimiento,

plasmándolo con todos los elementos necesarios para darle sentido, tornándolo comprensible y además ameno. Su

ingenio también se dejó sentir con fuerza en el mundo del teatro y es así como dejó las siguientes obras: La duquesa

de Padua (1891), Salomé (1891), El abanico de lady Windermere (1892), Una mujer sin importancia (1893), Un

marido ideal (1895) y La importancia de llamarse Ernesto (1895). Haber destacado como dramaturgo no lo hizo muy

prolífico en el género novelístico, en el que solamente escribió un libro: “El retrato de Dorian Gray” (1891). En este

texto el personaje principal es corrupto e inmoral. Esta novela nos entrega un final sorpresivo y que en el fondo

expresa el clamor de Wilde en contra de la amoralidad e hipocresía reinante.

El político

En lo político manifestó ser proclive a una ideología claramente socialista. Dicha idiosincrasia de alguna manera fue

el detonante que junto a su homosexualidad desencadenó las desgracias que vinieron en lo posterior. Que un

irlandés se permitiera promover ideas socialistas en suelo británico y para colmo fuera homosexual y escritor, era

simplemente demasiado para los poderes fácticos que se sintieron en la obligación de silenciar a tan atrevido

personaje. Para ello escudriñaron su lado débil hasta dar con un pretexto que les vino como “anillo al dedo”, para

aniquilar a alguien que bien podía convertirse en una “piedra en el zapato”. Decir esto no es una nimiedad, adquiere

especial validez porque Wilde soñaba con la independencia de su Irlanda natal y asociaba dicha aspiración con que

se estableciera allí un régimen socialista, en los términos en que el idealizaba aquella ideología. También es

importante recalcar, que Wilde fue muy sensible a las espantosas condiciones de miseria en que se desenvolvía la

vida de la clase trabajadora, en los bajos fondos de un Londres imperial. Esto no fue una pose únicamente teórica,

pues en múltiples visitas se empapó de la realidad cotidiana de unos seres reducidos a un estado de pobreza

impresionante, a los que el sistema ignoraba olímpicamente. No obstante, sería un grave error confundir las

tendencias socialistas de Oscar Wilde con una propensión a los conceptos de marxismo totalitario propugnados por

Marx o Engels.

El “proceso”

No todo fue dulce en la existencia de Wilde y, en 1895 fue la víctima de una de las más hábiles farsas judiciales que

un hombre pudiera conocer. Se le acusó de sodomía con lord Alfred Douglas, un jovencito de clase alta que fue más

que un simple amigo para el escritor. El acusador fue el padre del “noble” e “inocente” muchacho, quien no dudó en

ejercer todas las influencias posibles en su calidad de marqués de Queensberry, para lograr que Wilde fuera

Page 13: Dandi Wilde

encontrado culpable, lo que efectivamente aconteció. El tribunal hizo caso omiso de la presión que ejercieron muchos

escritores del resto de Europa y lo sentenció a dos años de prisión y trabajos forzados, al cabo de los cuales éste se

encontraba física y anímicamente destruido. Bien vale decir, pese a la redundancia, que en este caso la justicia no

fue nada “justa” y menos aún imparcial. La mente envilecida de un juez anquilosado en lo pretérito y obsesionado

con una ética dudosa, pero que le permitía convivir armónicamente con los elementos de cierta aristocracia de rancio

abolengo carente de toda humanidad, pudo más que la razón y la verdad esgrimidas. La estadía de Wilde en una

infame prisión, en la que fue tratado con una dureza exenta de toda indulgencia, no pudo detener el ímpetu ni la

inspiración para seguir escribiendo y durante ese lapso salió uno de sus últimas obras, “De profundis”, la que revela

en cierto grado su arrepentimiento por lo que fue su vida anterior.

El ocaso en suelo francés

Una vez en libertad, no quiso seguir viviendo en Inglaterra, que para Wilde era el símbolo de la desdicha y la

infelicidad, y prefirió trasladarse al continente europeo, eligiendo París como sede de su residencia. Se quedó en

dicha ciudad bajo el amparo de un nombre falso, Sebastián Melmoth, seudónimo con el que se identificó en lo que le

quedaba de existencia terrenal. Tuvo el tiempo suficiente como para escribir una obra en la que habla de su triste

experiencia en prisión, La balada de la cárcel de Reading (1898), que es un alegato feroz en contra de las terribles

condiciones en que se desenvolvía el cautiverio de unos presos, sometidos a un sistema altamente represivo y poco

respetuoso de los derechos humanos. Wilde permaneció en la capital gala hasta morir de una meningitis y

completamente empobrecido en 1900, justo con el advenimiento de un nuevo siglo que aparentemente traía aires de

esperanza y mayor tolerancia. Fueron insuficientes los tremendos esfuerzos y procedimientos kafkianos desplegados

para acallar a esta gran voz, perseguida por aquellos que consideraron que sus ideas eran un atentado en contra de

sus intereses y, hoy en día Oscar Wilde goza del reconocimiento y aceptación que sus detractores infructuosamente

le negaron en vida.

BELLEVILLE es uno de esos barrios parisinos en los que a duras penas trata de sobrevivir el espíritu bohemio de

antaño. El precio de las viviendas y de los artículos de primera necesidad amenaza la supervivencia de artistas en

esta zona, como ocurre con el célebre Montmartre. Sin embargo, sus calles estrechas y empinadas, y las preciosas

vistas que ofrece de la ciudad hacen de él un lugar excelente para encontrar inspiración y rincones de lectura.

En el cementerio de este distrito reposa Oscar Wilde, maestro de la ironía, el ingenio y el humor. Al observar el

monumento que cubre sus restos, no puedo evitar recordar las peripecias que terminaron llevándolo hasta la capital

francesa donde, pobre y olvidado, dejó huérfanos a lectores de todo el mundo.

Si la homosexualidad aún despierta ampollas y malestar entre los más conservadores, hace cien años este

sentimiento rozaba el paroxismo. La perdición de Wilde fue un joven presumido y amante del lujo y de las fiestas,

llamado Alfred Douglas. Bosie, que así lo llamaba Oscar cariñosamente, abusó de su confianza y de su dinero hasta

que fue descubierto por su padre.

Oscar y Bosie

Douglas nació en Ham Hill House, Worcestershire, y fue educado en el Winchester College y en el Magdalen

College, Oxford (que abandonó sin graduarse). Conoció a Oscar Wilde en 1891 y pronto empezó una relación con él.

Cuando su padre, el marqués de Queensberry, descubrió la relación homosexual de su hijo, insultó públicamente a

Wilde con una violenta nota dejada en el club que el escritor irlandés frecuentaba. La nota, la tarjeta de visita del

Marqués, llevaba impresa la siguiente frase: "To Oscar Wilde posing as a somdomite." (SIC) (Traducción

aproximada: "A Oscar Wilde, que alardea de sodomita") Wilde denunció, acto seguido, a Queensberry por

difamación e injurias. La confrontación fue violentándose y algunos creen que Douglas animó a Wilde a enfrentarse

con su propio padre. Wilde a su vez fue acusado de "grave indecencia", un eufemismo de la época para referirse a la

homosexualidad pública o privada, por ello fue llevado a juicio, el cual perdió y se convirtió en uno de los mayores

escándalos de la sociedad de la época. Wilde fue encarcelado durante dos años. Cuando salió se fue a vivir con

Douglas a Nápoles durante tres meses y posteriormente vivió en París, donde murió en soledad.

Page 14: Dandi Wilde

La relación entre Alfred Douglas y Oscar Wilde fue recreada por el novelista español Luis Antonio de Villena en su

obra El charlatán crepuscular.

Una vida problemática

Douglas, ferviente racista, tradujo Los protocolos de los Sabios de Sión en 1919. Fue la primera traducción al inglés

de este famoso libelo escrito por la policía secreta zarista con la intención de difamar el pueblo judío. Los últimos

años de su vida abandonó dichas ideas y se convirtió al catolicismo romano abrazando el ala más conservadora del

Catolicismo. Tuvo una vida llena de juicios, en los que se alternaba como acusador y acusado. El más notorio fue el

que tuvo con Winston Churchill en 1923, en él Douglas fue hallado culpable de difamar a Churchill y fue sentenciado

a seis meses de cárcel. Douglas propagó el rumor de que Churchill había formado parte de una conjura para

asesinar a Lord Kitchener, el Secretario de Estado británico para la guerra. Kitchener murió el 5 de junio de 1916,

durante una misión diplomática a Rusia. Douglas dijo que nunca se recuperó de su dura experiencia en la cárcel.

Mientras estuvo en la cárcel, en una irónica burla del texto De profundis de Wilde, escribió el que es considerado su

mejor poema: In Excelsis que contiene 17 cantos. Como las autoridades no le dejaron salir de la cárcel con el poema,

se vio obligado a reescribirlo de memoria una vez fuera de la cárcel, aunque algunos dicen que esto no fue más que

una nueva treta de Douglas y escribió el poema por entero fuera de la rigurosidad carcelaria.

OSCAR WILDE: (Dublín, 6 de octubre de 1854 - París, 30 de noviembre de 1900)

Novelista y comediógrafo inglés. Fue hijo de sir William Wilde, célebre cirujano irlandés. Hizo sus estudios en el

Trinity College, donde obtuvo notas brillantes. Después, en el año 1874, estudió en Oxford, obteniendo un premio de

poesía.

OSCAR WILDE Y LORD ALFRED DOUGLAS: Alfred Douglas (1870-1945) consideraba a Oscar Wilde (1854-1900)

como la representación del éxito, la brillantez y el mundo artístico. Cuando se conocieron, Wilde no era muy atractivo,

se encontraba excedido de peso, fofo y tenia los dientes estropeados por el mercurio que había injerido para curar la

sífilis. Sin embargo, Oscar compensaba sus carencias con ingenio y una conversación brillante, en la que

abundarían comentarios como: «un cínico es alguien que conoce el precio de las cosas pero no su valor».

Alfred Duglas a quien llamaban Bosie, había sido acusado de no corresponder al amor de Wilde, de quien

aprovechaba su dinero y su generosidad. De igual manera, Alfred lo quiso a su manera y quizás su único error fue

ser demasiado joven. En 1891 se conocieron, Alfred apenas tenia 21 años mientras que Wilde 37. Juntos exploraron

el camino de la prostitución masculina en Londres durante la época victoriana. Al respecto Oscar Wilde comparaba

estas practicas con «cenar con panteras» aludiendo a su peligrosidad. En alguna ocasión, uno de estos chicos,

Albert Wood, se apoderó de algunas cartas que Wilde enviaba a Douglas y demandó una suma de dinero para

devolverlas. Alfred era un joven un tanto egoísta muchas veces propenso a las rabietas y otro tipo de escenas en

publico, las cuales irritaban a Oscar. Además tenia ojos azules y cara de niño. Incluso, absorbía la mayor parte del

tiempo de Wilde y le imposibilitaba escribir. Wilde disfrutó unos cuantos años de gloria, de 1892 a 1895, con el éxito

de obras como “El abanico de lady Windermere” o “La importancia de Llamarse Ernesto”. La vida de Wilde no fue

fácil, muchas veces parecía caminar hacia la autodestrucción, en el fondo vivia atormentado por su homosexualidad.

El escritor demandó en 1895 al padre de su amante, el marqués de Queensberry. El marqués presentó pruebas

referidas a la homosexualidad de Wilde (la cual era considerada un delito). A raíz de ello, Oscar fue sentenciado a

dos años de trabajos forzados por el crimen de sodomía. Sin embargo, tuvo la oportunidad de huir a Paris cuando se

supo que la sentencia le iba a ser desfavorable, pero, en contra de los consejos de sus amigos, no lo hizo.

Iniciación al sexo: La sociedad en la que vivio Wilde condenaba la homosexualidad, entonces, naturalmente, el

camino que tomaría Oscar seria el del matrimonio. Luego de tener varias novias, se casó en 1824 con Constance

Lloyd a los 29 años. Su esposa era una mujer bella y leal que intentó por todos los medios comprenderle. Con ella,

tuvo dos hijos que la estropearon por lo que él empezó a sentir horror ante cualquier contacto y la convenció para

que no tuvieran relaciones sexuales.

Page 15: Dandi Wilde

En 1886, la vida de Wilde cambió; le sedujo Robert Ross, un muchacho de diecisiete años que se convertiría en su

amigo incondicional hasta el final y en su albacea literario, y descubrió el placer y la alegría del sexo entre hombres.

PRUEBAS DE AMOR: esta carta de Wilde a Bosie habla por sí misma:

“Mi muchacho, Tu soneto es absolutamente delicioso, y es un portento que esos labios tuyos, rojos como pétalos de

rosa, hayan sido hechos tanto para la música o el canto, como para la locura de los besos. Tu alma delgada y áurea

camina entre la pasión y la poesía. Sé que Jacinto, al que Apolo tan locamente amó, fuiste tú en los días griegos”.

Durante su cautiverio escribió una bella carta a Bosie, De Pro fundis, que terminaba así: «Viniste a mí para aprender

el Placer de la Vida y el Placer del Arte. Acaso se me haya escogido para enseñarte algo que es mucho más

maravilloso, el significado del Dolor y su belleza. Tu amigo que te quiere, Oscar Wilde».

Al concluir su condena sólo consiguió producir una obra “La balada de la carcel de Reading”, basada en la historia

personal de un recluso que conoció allí, el cual había sido ejecutado por matar a su esposa. Wilde falleció en Paris

en 1900, su intento de reconciliación con Bosie no dio resultado...

SEXO COMPARTIDO: D. H. LAWRENCE y FRIEDA

David Herbert Lawrence (1885-1930) y Frieda von Richtofen (1879-1956) tuvieron un matrimonio lleno de pasión

desatada, violencia, sexo, infidelidad, homosexualidad y libertinaje, como una novela escandalosa más del autor de

El amante de lady Chatterley.

Lawrwence constituyó uno de los exponentes de la literatura inglesa del siglo XX. Creció en un pequeño pueblo

ingles, su padre era minero. Su obra se caracterizaba por contener escenas de sexo, pero también de ecologismo,

pacifismo y críticas a la civilización industrial. Debido a sus ideas y a su comportamiento extravagante fue marginado

por los intelectuales británicos. Incluso sus obras no le propiciaron ningun tipo de ganancia.

Lawrence conoció a Frieda, casada con un profesor de literatura, Ernest Weekly, en 1912 e inmediatamente se

hicieron amantes. Ella era de procedencia alemana, pariente del que sería as de la aviación alemana, Manfred von

Richtofen, el Barón Rojo.

Frieda era seis años mayor que el escritor, y poseía un largo historial sentimental: a los 19 años contrajo matrimonio

con Weekly. En 1907 se hizo amante del psicoanalista austríaco Otto Gross (amante de su hermana Else),

contemporáneo de Freud y Jung —que lo consideraban loco—, sostenía que «el único estado mental sano es la

inmoralidad sexual», y tenía un numeroso grupo de amantes con las que practicaba el sexo grupal. Frieda era su

amante preferida, su «pequeño caballo turco» (la llamaba así por su afición al sexo anal), su liberada «diosa del

sexo».

Lawrence obligó a Frieda a abandonar a su marido y a sus tres hijos. Se divorció en 1914. Durante la Primera Guerra

Mundial debieron exiliarse de Inglaterra, por el origen alemán de Frieda y el pacifismo de Lawrence. Luego se

casaron e iniciaron una vida casi nómada por todo el mundo.

Dos polos opuestos: Lawrence, alto, delgado y de aspecto siniestro, siempre estaba enfermo. Frieda era corpulenta,

atractiva y muy vital. La relación fue conflictiva y poco convencional. El endeble Lawrence golpeaba a su esposa y

era cruel con ella, pero se ocupaba de todas las labores del hogar, la mimaba y le servía habitualmente la comida en

la cama.

Teórico «del arte por el arte», sus bellas frases, llenas de ingenio, han dado la vuelta al mundo. Wilde ha dejado

algunas comedias ligeras, chispeantes, donde la risa recogió con frecuencia una severa crítica moral y social. Sus

versos pueden calificarse como técnicamente buenos. Sus cuentos, como «El fantasma de Canterville», son obras

en las que brillan la poesía, el humor y siempre sus estilo inconfundible, que algunos imitaron más tarde.

Lawrence estaba obsesionado con el sexo, sin embargo era prácticamente impotente y con fuertes tendencias homo

eróticas. Fomentó a su esposa a tener relaciones extramatrimoniales. Entre los amantes de Frieda se cuentan E. M.

Forster y Bertrand Russell. Frieda y Lawrence mantuvieron una relación cuadrangular con Katherine Mansfield y su

esposo John Middleton.

Page 16: Dandi Wilde

Por su parte, Lawrence tuvo algún escarceo con hombres y mujeres que previamente habían sido seducidos por

Frieda, pero su debilidad física siempre le impidió tener una vida sexual completa. Su vida se acabo tras sufrir de

tuberculosis.

RADIOGRAFÍA DE UNA RELACIÓN : El escritor odiaba a los homosexuales refinados y su obsesión se centraba en

los campesinos, los obreros, los soldados y las prostitutas. Soñaba con tener una relación triangular entre su esposa

y un hombre, con el que compartiría una vida activa practicando juegos y caza, que su estado de salud le impedía.

La relación entre Lawrence y Frieda queda perfectamente descrita en este párrafo de su biógrafa Catherine Carswell:

«A veces nos parecía que él había elegido una fuerza de la naturaleza —una fuerza femenina— más que a una

mujer individual. Para Lawrence, Frieda era —por turno— una brisa agresiva o sonriente, una lluvia curativa o una

enloquecida tempestad de estupidez, un sol radiante o un ataque indiscriminado de relampagueos. A veces se

odiaban. Había en ella cosas que lo escarnecían y lo enfurecían, cosas que nadie aguantaría. Pero en parte por esa

razón, ¡cómo la admiraba!».