Daniela, la ni

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Daniela la niña de las lágrimas. Si hay algo a lo que al menos yo, no soy tolerante, es al chillido de los niños, grandes o chicos, chillidos bajos o fuertes, me parecen realmente desesperantes, y en ese momento es cuando me siento impotente, sin nada que poder hacer ante eso, y es que mi primita, siempre hacia lo mismo y se la vivía así, noche y día. Sus hermanos que eran dos, Eric y Carla, grandes músicos por cierto, no toleraban al igual que yo, el chillido de la pequeña Daniela, pasaban las horas y nosotros solo la observábamos gimotear desde la ventana del cuarto, uno de esos días, ya nosotros desesperados, decidimos hacer algo con Daniela y su chillido, los tres primos grandes nos juntamos, ante nuestra gran desesperación Eric dijo: -Ya no tolero mas a la chillona de Daniela, algo tenemos que hacer con ella. - Pero, ¿Podemos realmente solucionar esto?-.Pregunto Carla. -Si, debe de existir alguna forma-.Interrumpí yo. -Creo, que deberíamos llevarla al bosque, y perderla, dejarla ahí, que nunca mas regrese y nos deje en paz-.Propuso Eric, y al parecernos a nosotros la respuesta mas coherente y útil, bajamos y en silencio tomamos en brazos a Daniel, nos escabullimos de la casa con ella y salimos corriendo en dirección al bosque. Tan rápido llegamos al riachuelo, dejamos ahí solita a la pequeña de Daniela, sin voltear atrás, huimos del lugar, tan pronto daba un paso sus lloriqueos desaprecian en el aire, hasta dejar de escucharlos, fue entonces cuando me di cuenta de error que los tres habíamos cometido dejando a una pequeña de dos años en medio del bosque. Di media vuelta, y me dirigí hacia el riachuelo de nuevo, pero esta vez, su llanto ya no se escuchaba, corrí aun mas rápido, pero no importaba, seguía sin oírla, llegue al riachuelo y me pare de golpe al ver que Daniela ya no estaba, en ese momento sentí como un escalofrío recorría por completo mi cuerpo, y esta ves de mis ojos salían las

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Daniela la niña de las lágrimas.

Si hay algo a lo que al menos yo, no soy tolerante, es al chillido de los niños, grandes o chicos, chillidos bajos o fuertes, me parecen realmente desesperantes, y en ese momento es cuando me siento impotente, sin nada que poder hacer ante eso, y es que mi primita, siempre hacia lo mismo y se la vivía así, noche y día.

Sus hermanos que eran dos, Eric y Carla, grandes músicos por cierto, no toleraban al igual que yo, el chillido de la pequeña Daniela, pasaban las horas y nosotros solo la observábamos gimotear desde la ventana del cuarto, uno de esos días, ya nosotros desesperados, decidimos hacer algo con Daniela y su chillido, los tres primos grandes nos juntamos, ante nuestra gran desesperación Eric dijo:

-Ya no tolero mas a la chillona de Daniela, algo tenemos que hacer con ella.- Pero, ¿Podemos realmente solucionar esto?-.Pregunto Carla.-Si, debe de existir alguna forma-.Interrumpí yo.-Creo, que deberíamos llevarla al bosque, y perderla, dejarla ahí, que nunca mas regrese y nos deje en paz-.Propuso Eric, y al parecernos a nosotros la respuesta mas coherente y útil, bajamos y en silencio tomamos en brazos a Daniel, nos escabullimos de la casa con ella y salimos corriendo en dirección al bosque.

Tan rápido llegamos al riachuelo, dejamos ahí solita a la pequeña de Daniela, sin voltear atrás, huimos del lugar, tan pronto daba un paso sus lloriqueos desaprecian en el aire, hasta dejar de escucharlos, fue entonces cuando me di cuenta de error que los tres habíamos cometido dejando a una pequeña de dos años en medio del bosque.

Di media vuelta, y me dirigí hacia el riachuelo de nuevo, pero esta vez, su llanto ya no se escuchaba, corrí aun mas rápido, pero no importaba, seguía sin oírla, llegue al riachuelo y me pare de golpe al ver que Daniela ya no estaba, en ese momento sentí como un escalofrío recorría por completo mi cuerpo, y esta ves de mis ojos salían las lagrimas, me remangue el pantalón y me metí al río buscando a la pobre Daniela, pero sella seguía sin aparecer, mis manos temblaban y el tiempo transcurría, hasta que la Luna apareció en el cielo, ya había olvidado cuanto tiempo llevaba buscando, mi esperanza estaba casi muerta, recorrí mis pantalones, y entre sollozos decidí dar media vuelta y regresar a casa, cuando un sonidito se escucho de entre los árboles, me asome detrás de un grueso tronco, y la vi por fin, solo callada, ahí sentada en medio de la nada, esperando a que alguien viniera tras ellas, la abrase, la tome en mis brazos y la lleve a casa de nuevo.

Curiosamente, desde aquel día, Daniela no volvió a chillar como antes, no se por que, y apuesto a que ella tampoco lo sabe, pero hay veces que las personas lloran por cosas absurdas, que solo entonces, cuando miran a su alrededor, es cuando se dan cuenta de que llegara un momento en que realmente necesitaran esas lagrimas, y ya no las tendrán, tal ves y aunque

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suene curioso Daniela perdida en medio de la nada pudo ver mas alla de esos sollozos ojos.