Dashner James - 04 - Virus Letal El Inicio

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El Corredor del Laberinto 04 Virus Letal, El Inicio

James Dashner El Corredor del Laberinto 04 Virus Letal, El Inicio

El Corredor del Laberinto 04 Virus Letal, El Inicio

Virus Letal, El Inicio El Corredor del Laberinto 04 James Dashner Ttulo original: The Kill Order Traduccin: Silvina Poch Direccin de proyecto editorial: Cristina Alemany Edicin: Roxanna Erdman Mara Ins Linares Direccin de proyecto grfico: Trini Vergara Direccin de arte: Paula Fernndez Diseo: Cristina Carmona Ilustracin de cubierta: Marcelo Orsi Blanco (Depeap Contenidos) 2012 James Dashner 2013V&R Editoras

PRLOGO Teresa observ a su mejor amigo y se pregunt cmo sera olvidarse de l. Pareca imposible, aunque ella ya haba visto cmo implantaban el Neutralizador en decenas de chicos antes que Thomas. Pelo castao claro, ojos penetrantes y una mirada que pareca ser siempre contemplativa; cmo podra ese chico ser alguna vez un desconocido para ella? Cmo podran estar en la misma habitacin sin bromear sobre un olor o acerca de algn tonto despistado que anduviera por ah? Cmo podra estar frente a l y no aprovechar la oportunidad de comunicarse telepticamente? Imposible. Sin embargo, faltaba apenas un da para que eso ocurriera. Para ella. En cuanto a Thomas, era solo cuestin de minutos. Yaca sobre la mesa quirrgica con los ojos cerrados mientras su pecho suba y bajaba al comps de una respiracin suave y constante. Con el uniforme obligatorio del rea pantalones cortos y camiseta, pareca una fotografa del pasado: un chico comn durmiendo la siesta despus de un largo da de escuela, antes de que las llamaradas solares y la enfermedad transformaran al mundo en algo totalmente fuera de lo habitual. Antes de que la muerte y la destruccin obligaran a secuestrar chicos, junto con sus recuerdos, y enviarlos a un lugar tan aterrador como el Laberinto. Antes de que los cerebros humanos se transformaran en zonas letales y fuera necesario observarlos y estudiarlos. Todo en nombre de la ciencia y la medicina. El mdico y la enfermera que haban preparado a Thomas le colocaron la mscara sobre el rostro. Entre pitidos y silbidos, deslizaron cables, elementos metlicos y tubos de plstico a travs de su piel y por los canales auditivos, mientras las manos del chico se retorcan instintivamente a los costados de su cuerpo. A pesar de las drogas, era probable que sintiera algn tipo de dolor, pero nunca lo recordara. La mquina comenz la tarea de extraer imgenes de su memoria y as borrar su vida, eliminando los recuerdos de su madre, de su padre y de ella. Una pequea parte de s misma saba que eso debera hacerla enojar, gritar y negarse a colaborar un minuto ms. Pero el resto era tan slido como las rocas de las colinas que los rodeaban. S, ella tena arraigada casi toda la certeza, de manera tan profunda, que saba que seguira pensando igual al da siguiente, cuando tuviera que pasar por lo mismo. Thomas y ella estaban poniendo a prueba su conviccin al someterse a lo que se les haba exigido a los dems. Y si tenan que morir, as sera. CRUEL encontrara la cura, se salvaran millones de personas y la vida en la Tierra volvera a la normalidad. Estaba tan segura de eso como de que los seres humanos envejecan y que, en otoo, los rboles se quedaban sin hojas. Thomas respir con dificultad, luego emiti un gemido leve y se movi. Por un segundo aterrador, Teresa pens que podra despertarse en medio de una terrible agona: estaban maniobrando dentro de su cerebro. Sin embargo, se apacigu y volvi a respirar suave y tranquilamente. Los ruiditos metlicos y los pitidos continuaron mientras los recuerdos de su mejor amigo se desvanecan como las repeticiones de un eco. Todava resonaba en su cabeza la frase Nos vemos maana que haban pronunciado al despedirse. Por alguna misteriosa razn, esas palabras le haban causado un fuerte impacto y, en ese instante, hacan que todo fuera an ms triste y extrao. Era cierto que se veran al da siguiente, pero Teresa se encontrara en estado de coma y l no tendra la menor idea de quin era ella, excepto, quiz, por un cosquilleo en su mente que le dira que le resultaba vagamente familiar. Maana. Despus de todo lo que haban vivido (el miedo, el entrenamiento, los planes), el momento crtico haba llegado. Les haran a ellos lo mismo que a Alby, a Newt, a Minho y a todos los dems. Ya no haba vuelta atrs. Pero la calma era como una droga en su interior. Se senta en paz y esa sensacin tranquilizadora mantena bajo control el terror que le provocaban los Penitentes o los Cranks. CRUEL no haba tenido alternativa. Thomas y ella tampoco. Cmo poda acobardarse ante la idea de sacrificar a unos pocos para salvar a muchos? Acaso alguien podra? No haba tiempo para sentir lstima o tristeza o para desear que las cosas fueran de otra manera. La realidad era as, lo hecho hecho estaba, y sucedera... lo que tuviera que suceder. Ya no haba vuelta atrs. Thomas y Teresa haban ayudado a construir el Laberinto y, al mismo tiempo y con gran esfuerzo, ella haba edificado una pared para contener sus emociones. Sus pensamientos se evaporaron y quedaron suspendidos en el aire mientras esperaba a que concluyera el procedimiento. Cuando eso finalmente ocurri, el mdico oprimi varios botones en su pantalla y el concierto de sonidos se aceler. Una vez que los tubos y cables se alejaron serpenteando de sus posiciones invasoras y retornaron a la mscara, el cuerpo de Thomas se retorci levemente. Luego se calm otra vez, la mscara se apag y cesaron todos los sonidos y movimientos. La enfermera se adelant y retir la mscara de su rostro: la piel haba quedado roja y llena de lneas; los ojos continuaban cerrados. Por un segundo, la pared que contena su tristeza comenz a resquebrajarse: si Thomas despertaba en ese momento, no la recordara. Experiment el terror, casi pnico, de saber que pronto se encontraran en el rea y seran dos desconocidos. Era un pensamiento demoledor que le record vvidamente la razn por la cual haba construido esa pared. Como un albail golpeando el ladrillo en la argamasa endurecida, Teresa sell la grieta con fuerza y solidez. No haba vuelta atrs. Dos hombres del equipo de seguridad se acercaron para trasladar a Thomas. Lo alzaron como si estuviera relleno de paja. Uno lo tom de los brazos, el otro de los pies y lo colocaron en una camilla. Sin siquiera echar una mirada hacia Teresa, se dirigieron a la puerta del quirfano. Todos saban adonde lo llevaban. El mdico y la enfermera comenzaron a ordenar el lugar: su trabajo estaba hecho. Aunque no la estaban mirando, les hizo un gesto con la cabeza y despus sali al corredor detrs de los dos hombres. Mientras realizaban el largo trayecto por los elevadores y pasillos del cuartel general de CRUEL, a Teresa le resultaba difcil mirar a su amigo. La pared se haba debilitado otra vez. Thomas estaba muy plido y su rostro estaba cubierto de gotas de sudor, como si tuviera algn nivel de conciencia y luchara contra las drogas sabiendo que le esperaban cosas terribles . Verlo as le rompi el corazn y sinti miedo al recordar que ella era la siguiente. Esa estpida pared. Adems, qu importancia tena? De todos modos, desaparecera junto con todos sus recuerdos. Llegaron al nivel del stano, que se encontraba debajo de la estructura del Laberinto, y recorrieron el depsito con sus filas de estantes llenos de suministros para los Habitantes del rea. Ante el fro y la oscuridad reinantes, not que se le erizaba la piel de los brazos. Se estremeci y se los frot con fuerza. Cuando la camilla chocaba contra las grietas del suelo de concreto, el cuerpo de Thomas saltaba y se zarandeaba. La expresin de terror permaneca all, intentando atravesar la calma exterior de su rostro dormido. Arribaron al hueco del elevador, donde descansaba el gran cubculo de metal: la Caja. A pesar de que se hallaba apenas un par de pisos debajo del rea propiamente dicha, haban manipulado las mentes de los Habitantes para que creyeran que el viaje hacia arriba era increblemente largo y tortuoso. Todo estaba planeado para provocar una variada gama de emociones y patrones cerebrales que iban desde la confusin y la desorientacin hasta el terror ms visceral. Era un comienzo perfecto para quienes iban a analizar la zona letal de Thomas. Saba que ella hara el mismo viaje al da siguiente, aferrando una nota entre las manos. Pero al menos Teresa estara en estado de coma y se ahorrara esos treinta minutos en medio de la movediza oscuridad. Thomas se despertara dentro del montacargas en la ms completa soledad. Los dos hombres lo empujaron hasta la Caja. Uno de ellos arrastr una enorme escalera plegable hasta el costado del cubculo y, al hacerlo, produjo un horrendo chirrido metlico contra el cemento. Siguieron unos segundos de torpeza mientras trepaban juntos aquellos escalones intentando sostener nuevamente a Thomas. Teresa podra haber ayudado, pero se neg; era lo suficientemente testaruda como para quedarse de pie observando, al tiempo que apuntalaba a duras penas las grietas de su pared interior. Con algunos resoplidos y unas pocas maldiciones, los empleados lo transportaron hasta el borde superior. El cuerpo estaba emplazado de tal manera que sus ojos cerrados enfrentaron a Teresa por ltima vez. Aunque saba que no poda escucharla, le habl dentro de su mente.Thomas, estamos haciendo lo correcto. Nos vemos del otro lado.Los hombres se inclinaron hacia adelante, bajaron a Thomas por los brazos hasta donde alcanzaron y luego lo soltaron. Teresa alcanz a or el ruido seco de su cuerpo al golpear contra el piso de metal fro. Su mejor amigo.Dio media vuelta y se alej. Desde atrs le lleg el sonido inconfundible del metal deslizndose contra el metal. A continuacin, las puertas de la Caja se cerraron con gran estruendo, sellando el destino incierto de Thomas.

TRECE AOS ANTESMark tembl de fro, algo que no le suceda desde haca mucho tiempo.Acababa de despertarse; los primeros indicios del amanecer se filtraban por las grietas de los troncos apilados que formaban las paredes de su pequea cabaa. Casi nunca se cubra con la manta, aunque estaba orgulloso de ella, ya que la haba hecho con la piel de un alce gigantesco que haba matado dos meses antes. Pero cuando la usaba, no lo haca para calentarse, sino ms bien porque era confortable. Al fin y al cabo, vivan en un mundo devastado por el fuego. Quizs esa fuera una seal de cambio: realmente senta algo de fresco en el aire matutino que se colaba a travs de las mismas grietas que la luz. Estir la manta peluda hasta la barbilla y, con un ruidoso bostezo, se volte para quedar de espaldas.Al otro lado de la cabaa, a poco ms de un metro de distancia, Alec segua durmiendo en su catre en medio de fuertes ronquidos. Era un hombre hosco y mayor, un ex soldado endurecido por la vida, que rara vez sonrea. Y cuando lo haca, el hecho sola estar relacionado con dolores de estmago producidos por gases estridentes. Pero Alec tena un corazn de oro. Despus de pasarse ms de un ao luchando para sobrevivir junto con Lana, Trina y el resto del grupo, Mark ya no se senta intimidado por el viejo oso. Para probarlo, se inclin, tom un zapato del suelo y se lo arroj. Le dio en el hombro. Alec emiti un rugido y se incorpor: los aos de entrenamiento militar conseguan despertarlo en un instante.Qu rayos...! grit y la maldicin fue interrumpida por el otro zapato de Mark, que esta vez se estrell contra su pecho. Maldita rata inmundaexclam impasible. Despus del segundo ataque, se haba quedado quieto mirando a Mark con los ojos entrecerrados. Pero se perciba una chispa de humor detrs de ellos. Ms vale que tengas una buena razn para poner en riesgo tu vida despertndome de esta manera.Hummm respondi Mark frotndose la barbilla como si estuviera pensando intensamente hasta que chasque los dedos. Ah, ya lo tengo. Bsicamente era para interrumpir los horrendos sonidos que brotaban de ti. En serio, viejo, tienes que dormir de costado o algo por el estilo. Roncar de esa forma no puede ser saludable: uno de estos das te vas a ahogar.Alec gru y resopl varias veces mientras se deslizaba fuera del catre y se vesta mascullando palabras indescifrables; algo as como ojal nunca... estara mejor y un ao infernal. Aunque eso fue lo nico que Mark logr entender, el mensaje haba quedado claro.Vamos, sargento brome el muchacho sabiendo que estaba a tres segundos de pasarse de la raya. Haca mucho tiempo que Alec se haba retirado del ejrcito y realmente detestaba que Mark lo llamara as. Cuando se produjeron las llamaradas solares, era un trabajadorcontratado por el Ministerio de Defensa. Nunca habras llegado a esta hermosa morada si nosotros no te hubiramos mantenido todos los das alejado del peligro. Qu tal si nos damos un abrazo y volvemos a ser amigos?Alec se meti la camisa por la cabeza y luego baj la vista hacia Mark. Sus cejas grises y tupidas se juntaron en el centro como insectos peludos tratando de aparearse.Me caes bien, hijo. Sera una lstima tener que guardarte dos metros bajo tierra coment, y despus aporre a Mark en el costado de la cabeza; era lo ms cercano a un gesto de cario que el soldado llegaba a mostrar.Un soldado. Aunque hubiera pasado mucho tiempo, a Mark le gustaba pensar en l como tal: lo haca sentir mejor, ms seguro. Mientras Alec abandonaba la cabaa a grandes zancadas para enfrentar el nuevo da, Mark esboz una sonrisa. Era una verdadera sonrisa: algo que, finalmente, se iba volviendo ms comn despus del ao de terror y muerte que los haba conducido hasta ah arriba, a los montes Apalaches, al oeste de Virginia del Norte. Decidi que, sin importar lo que sucediera, dejara a un lado todo lo malo del pasado y disfrutara de ese da. Sin excusas.Eso significaba que tendra que encontrar a Trina en los prximos diez minutos. Se visti deprisa y sali a buscarla.La divis arriba, junto al arroyo: uno de los lugares tranquilos adonde iba a leer los libros que haban logrado rescatar de una vieja biblioteca con la cual se haban topado en alguno de los viajes. A esa chica le gustaba leer ms que a nadie y estaba recuperando los meses perdidos, cuando literalmente debieron correr para salvar sus vidas y los libros eran escasos. Por lo que Mark poda suponer, los digitales haban desaparecido mucho tiempo atrs, cuando las computadoras y los servidores se chamuscaron. Trina lea los antiguos libros de papel.Como era usual, la caminata hasta el arroyo lo haba devuelto a la realidad y cada paso haba debilitado su resolucin de pasar un buen da. Bastaba con observar la lastimosa red de cabaas, madrigueras subterrneas y casas en los rboles que conformaban la prspera metrpoli en que vivan: nada ms que troncos y cuerdas y barro seco, todo inclinado hacia la derecha o hacia la izquierda. No poda deambular por los callejones y pasos atestados del asentamiento sin que le vinieran a la mente aquellos das maravillosos en la gran ciudad, cuando la vida era rica, prometedora y tena todo al alcance de la mano. Y ni siquiera se haba dado cuenta.Pas delante de cientos de personas esculidas y sucias que parecan estar al borde de la muerte. No sinti compasin por ellas ya que, aunque detestara la idea, saba que l luca exactamente igual. Tenan comida suficiente, robada de las ruinas, cazada en los bosques o trada desde Asheville, pero el problema era el racionamiento: pareca que a todos les faltara una comida diaria. Y era imposible vivir en el bosque sin ensuciarse de vez en cuando, por ms frecuentes que fueran los baos en el arroyo.El cielo estaba azul con una pizca de naranja oscuro que acechaba la atmsfera desde que las llamaradas solares azotaron la Tierra sin previo aviso. Ya haba pasado ms de un ao y todava segua ah arriba, como una cortina de bruma que no les permita olvidar lo ocurrido.Quin poda saber si alguna vez las cosas volveran a la normalidad? La frescura que Mark haba sentido al despertarse pareca ahora un mal chiste. A medida que el sol brutal bordeaba la escasa lnea de rboles de las montaas, la temperatura en ascenso ya haba baado de sudor su cuerpo.Pero no todo era negativo. Al dejar atrs las madrigueras de los campamentos y adentrarse en el bosque, percibi muchas seales auspiciosas: rboles nuevos, otros viejos que se estaban recobrando, ardillas correteando entre las agujas ennegrecidas de los pinos, brotes verdes y capullos alrededor. Hasta divis en la distancia algo que pareca ser una flor anaranjada. Estaba tentado de cortarla y llevrsela a Trina, pero saba que ella lo reprendera con mucha severidad si se atreva a impedir el progreso de la naturaleza. Tal vez sera un buen da despus de todo.Haban sobrevivido a la peor catstrofe natural de la historia de la humanidad: quiz todo haba quedado atrs.Cuando alcanz el sitio preferido de Trina, respiraba agitadamente por el esfuerzo de trepar la pared de la montaa. Durante la maana, las posibilidades de encontrarse con alguien ah eran muy remotas. Se detuvo y la observ desde atrs de un rbol, sabiendo que ella lo haba odo llegar, pero contento de que no lo demostrara.Qu hermosa era! Apoyada contra una enorme roca de granito, que pareca haber sido colocada ah por un gigante decorador, sostena en su falda un libro grueso. Dio vuelta una hoja sin despegar sus ojos verdes de las palabras. Llevaba una camiseta negra, jeans gastados y calzado deportivo que pareca tener cien aos. Con el pelo corto y rubio ondeando en el viento, era la mejor definicin de paz y comodidad. Como si perteneciera al mundo que haba existido antes de que el fuego arrasara con todo.Debido a la situacin en que se encontraban, Mark siempre haba pensado que ella era suya. Casi toda la gente que Trina haba conocido estaba muerta y l formaba parte de los restos de la catstrofe de los que ella poda aduearse: era eso o estar sola para siempre. Pero Mark desempeaba su papel con gran alegra; hasta se consideraba afortunado. No poda imaginar cmo sera su vida sin ella.Este libro estara mucho mejor si no hubiera un tipo raro acechndome mientras trato de leerlo exclam Trina sin la ms leve sonrisa. Luego dio vuelta otra hoja y continu la lectura.Soy yo repuso l. Casi todo lo que deca cuando estaba cerca de ella sonaba tonto.Sali de atrs del rbol.Trina se ech a rer y finalmente levant la vista hacia l.Ya era hora de que vinieras! Estaba por ponerme a hablar sola. Estoy ac leyendo desde antes del amanecer.Camin hacia ella y se tumb en el suelo a su lado. Se dieron un abrazo fuerte y clido, tan prometedor como lo que haba sentido desde que se despert.Se apart y la mir, sin preocuparse por la sonrisa tonta que seguramente tena dibujada en el rostro.Sabes algo?Qu?Hoy ser un da perfecto.Trina sonri y el agua del arroyo continu fluyendo deprisa, como si sus palabras no significaran nada.No he tenido un da perfecto desde que cumpl diecisis aos coment Trina mientras doblaba el borde de la hoja y cerraba el libro. Tres das despus, t y yo huamos por un tnel ms calcinante que el sol.Qu buenos momentos reflexion Mark ponindose ms cmodo. Se reclin contra la misma roca y cruz las piernas. Qu buenos momentos.Trina le ech una mirada de reojo.Mi cumpleaos o las llamaradas solares?Ninguno. En tu fiesta, te gustaba ese idiota de John Stidham, te acuerdas?Humm, s respondi ella con expresin culpable. Siento como si hubieran pasado tres mil aos.Tuvo que desaparecer la mitad del planeta para que finalmente repararas en m coment Mark con una sonrisa ausente. La verdad era bastante deprimente, incluso bromear acerca de ella, y adems se estaba formando una nube negra arriba de su cabeza. Cambiemos de tema.Estoy de acuerdo repuso. Cerr los ojos y apoy la nuca en la piedra. No quiero pensar en eso ni un segundo ms.A pesar de que ella no poda verlo, Mark asinti. De pronto haba perdido las ganas de hablar y su plan de pasar un da perfecto se alej flotando en el agua del arroyo. Los recuerdos no lo dejaban en paz ni siquiera durante media hora. Siempre tenan que volver a invadirlo trayendo todo el terror a cuestas.Ests bien? pregunt Trina. Extendi su mano y tom la de Mark, pero l se desprendi porque saba que estaba sudada.S, estoy bien. Solo deseara que pudiramos pasar un da sin que algo nos llevara al pasado. Si logrramos olvidar, yo podra vivir felizmente en este lugar. Las cosas estn mejorando.Solo tenemos que... olvidar el pasado! pronunci la ltima parte casi gritando, pero no tena idea hacia dnde iba dirigida su ira. Simplemente odiaba lo que tena en su cabeza: las imgenes, los sonidos, los olores.Lo haremos, Mark! Ya vers! replic ella. Estir la mano y, esta vez, l la tom.Es mejor que regresemos agreg. Siempre haca eso: cada vez que lo atacaban los recuerdos, buscaba cosas que hacer. Ocuparse de tareas, trabajar y no usar la mente. Era lo nico que lo ayudaba. Estoy seguro de que Alec y Lana tienen al menos cuarenta trabajos para nosotros.Que tienen que hacerse hoy mismo sentenci Trina. Hoy, o ser el fin del mundo!Ella sonri y los problemas parecieron un poquito menos terribles.Puedes seguir leyendo tu libro aburrido ms tarde acot Mark ponindose de pie y ayudndola a levantarse. Tomaron el sendero de la montaa en direccin al pueblo improvisado al que llamaban hogar.Lo primero que percibi Mark fue el olor. Cuando se diriga a la Cabaa Central, siempre le pasaba lo mismo: maleza podrida, carne asndose y savia de pino. Todo mezclado con ese tufillo a quemado tan caracterstico despus de que las llamaradas solares barrieran el planeta. No era desagradable, en realidad; solo inquietante.Se abrieron camino a travs de las construcciones del asentamiento: edificios torcidos y aparentemente levantados con rapidez. La mayora de los que se encontraban de ese lado del campamento se haba edificado en los primeros meses, antes de que encontraran arquitectos y constructores que se encargaran de la tarea: cabaas hechas con troncos de rboles, lodo y agujas de pino; orificios a modo de ventanas y entradas con formas extraas. En algunos lugares no haba ms que agujeros en la tierra tapizados con lminas de plstico y cubiertos por unos pocos troncos atados entre s para resguardarse de la lluvia. Nada que ver con los gigantescos rascacielos y el paisaje de hormign donde Mark haba crecido.Alec los salud con un gruido al verlos cruzar la puerta inclinada de la estructura de troncos de la Cabaa Central. Antes de que pudieran responder, Lana se acerc a ellos con paso decidido. Era una mujer corpulenta de cabello negro siempre recogido, que haba sido enfermera del ejrcito, y su edad estaba entre la de Alec y la de Mark. Cuando el muchacho los conoci en los tneles de la ciudad de Nueva York, ella se encontraba con Alec. En ese entonces, ambos trabajaban para el Ministerio de Defensa y el soldado era su jefe. Aquel da, antes de que todo cambiara, iban juntos a una reunin.Y dnde se haban metido ustedes dos? pregunt Lana, detenindose a pocos centmetros de Mark. Se supona que hoy bamos a partir al amanecer hacia el valle del sur y explorar la zona en busca de otro sitio para establecer una sucursal. Unas semanas ms con esta sobrepoblacin y me voy a poner muy antiptica.Buen da exclam Mark a modo de respuesta. Hoy se te ve muy animada.Lana sonri ante el comentario: Mark saba que lo hara.A veces tiendo a ir directo al grano, no es cierto? Pero todava me falta bastante para ponerme tan gruona como Alec.El sargento? S, tienes razn.En ese preciso instante el viejo oso emiti un resoplido.Lamento llegar tarde dijo Trina. Inventara una buena excusa, pero no hay mejor poltica que la sinceridad. Mark me oblig a subir hasta el arroyo y luego nosotros... ya se imaginan.ltimamente no era fcil sorprender a Mark y menos an hacerlo enrojecer, pero Trina tena la habilidad de lograr ambas cosas. El chico mascull algo por lo bajo y Lana puso los ojos en blanco.Ahrrame los detalles, por favor. Vayan a desayunar si todava no lo han hecho y luego preparen todo para partir. Quiero estar de regreso en una semana.Una semana por tierras inexploradas, viendo cosas nuevas, cambiando de aire... esa perspectiva son genial y levant el nimo de Mark de esa zona oscura donde haba cado un rato antes. Jur mantener sus pensamientos en el presente y tratar de disfrutar el viaje.Han visto a Darnell y al Sapo? pregunt Trina. Y dnde est Misty?Los Tres Chiflados? agreg Alec con una carcajada. El hombre tena un extrasimo sentido del humor, Al menos ellos no olvidaron el plan. Ya comieron y fueron a preparar las mochilas. Deberan estar aqu en un santiamn.Mark y Trina ya iban a la mitad de los panes y de la salchicha de ciervo, cuando escucharon las voces familiares de los otros tres amigos que haban encontrado en los tneles de Nueva York.Qutate eso de la cabeza! exclam una voz quejosa justo antes de que apareciera en la puerta un adolescente con un calzn a modo de sombrero sobre el pelo castao: Darnell. Mark estaba convencido de que ese chico nunca se haba tomado nada en serio en toda su vida. A pesar de que solo un ao atrs el sol haba intentado quemarlo vivo, siempre estaba dispuesto a hacer alguna broma.Pero es que me gusta! estaba diciendo al entrar en la Cabaa. Me mantiene el pelo en su lugar y me protege de las inclemencias del tiempo. Dos por el precio de uno!Detrs de l entr una chica alta y delgada de larga cabellera roja, apenas ms joven que Mark, que observaba a Darnell con una expresin entre disgustada y divertida. Aunque la llamaban Misty, ella nunca les haba dicho si ese era su verdadero nombre. El Sapo, bajo y rechoncho como sugera su apodo, entr saltando; pas delante de ella e intent arrancar los calzoncillos de la cabeza de Darnell.Dmelos! grit, al tiempo que brincaba a su alrededor tratando de manotearlos. Era el muchacho de diecinueve aos ms bajito que Mark haba visto en su vida, pero fuerte como un roble y puro msculo. Por alguna razn, su baja estatura haca que los otros lo molestaran constantemente, pese a que todos saban bien que, si realmente quera, poda darles una buena paliza.Pero al Sapo le gustaba ser el centro de atencin, y a Darnell ser tonto y fastidioso.Por qu quieres llevar algo tan desagradable en la cabeza? pregunt Misty.Pensaste dnde estuvieron, no? Cubriendo las partes ntimas del Sapo!Excelente comentario respondi Darnell con una fingida expresin de desagrado, justo cuando el Sapo lograba arrebatarle la ropa interior de la cabeza. Muy mala eleccin la ma aadi encogindose de hombros. En ese momento me pareci gracioso.Parece que yo soy el ltimo en rer coment su amigo mientras meta la prenda recuperada en la mochila. Hace por lo menos dos semanas que no lo lavo.Se ech a rer con ese ruido que a Mark le haca pensar en un perro luchando por un pedazo de carne. Cuando el Sapo soltaba esa risa, los que estaban en la habitacin no podan evitar unirse a l y el hielo se rompa. No poda distinguir qu era lo que le causaba tanta gracia: el episodio del calzoncillo o los ruidos que brotaban del Sapo. De cualquier manera, esos momentos eran cada vez ms escasos y era agradable rerse y ver cmo se iluminaba el rostro de Trina.Al notar que Alec y Lana tambin rean entre dientes, pens que, despus de todo, ese podra ser un da perfecto.Pero de pronto sus risas se vieron interrumpidas por un ruido extrao, algo que Mark no haba escuchado desde haca al menos un ao y no esperaba volver a escuchar nunca ms: el sonido de motores en el cielo.Un rugido atronador sacudi la Cabaa de arriba abajo. Las rfagas de polvo se filtraron entre los troncos apilados al descuido. Un bramido insoportable barri el aire por encima de sus cabezas. Mark se tap los odos hasta que el ruido se apag lo suficiente como para que la Cabaa dejara de temblar. Antes de que nadie lograra siquiera procesar el giro de los acontecimientos, Alec ya se encontraba de pie en direccin a la puerta. Al instante, Lana y los dems se hallaban detrs de l.Nadie habl hasta que estuvieron todos afuera, bajo el aplastante resplandor del sol matutino.Mark entorn los ojos y levant la mano para cubrirse del fulgor mientras buscaba el origen de los ruidos.Es un Berg anunci el Sapo innecesariamente, Qu diablos... ?!Era la primera vez que Mark vea una de esas gigantescas naves desde las llamaradas solares, y la visin era sorprendente. No se le ocurri ningn motivo por el cual un Berg (que hubiera sobrevivido al desastre) tuviera que acercarse volando por las montaas. Pero ah estaba: enorme, brillante y redondo; los estridentes propulsores arrojaban vivas llamas azules mientras descenda en el centro del asentamiento.Qu est haciendo ac? pregunt Trina al tiempo que el pequeo grupo corra a travs de los callejones abarrotados del pueblo en pos del Berg. Ellos siempre dejan las provisiones en los asentamientos mayores, como Asheville.Quiz empez Misty... quiz vienen a rescatarnos o nos van a trasladar.Imposible se burl Darnell, Lo hubieran hecho hace mucho tiempo.Mientras corra detrs del grupo, Mark no dijo nada pues segua impresionado ante la sbita aparicin del enorme Berg. Los dems comenzaron a hablar de ellos, aunque nadie saba quines eran esas personas misteriosas. Haban llegado rumores y seales de que se estaba organizando una especie de gobierno central, pero no eran ms que noticias poco confiables. Y obviamente, no haba existido an ningn tipo de contacto oficial. Era cierto que los suministros y provisiones se enviaban a los campamentos de los alrededores de Asheville y ellos los compartan con los ms alejados.El Berg se detuvo encima de ellos y los propulsores azules apuntaron hacia abajo mientras quedaba suspendido a unos quince metros de la Plaza Mayor: un rea de forma ms o menos cuadrada, que haban dejado libre al construir el asentamiento. El grupo apur el paso y, al llegar a la Plaza, ya haba una multitud congregada observando con estupor la mquina voladora como si se tratara de una bestia mitolgica. El rugido y el despliegue deslumbrante de luz azulada contribuan a darle esa apariencia. Adems, era la primera muestra de tecnologa de avanzada que contemplaban en mucho tiempo.La mayor parte de la muchedumbre estaba reunida en el centro de la Plaza, con la expectativa y el entusiasmo pintados en sus rostros. Pareca que todos haban llegado a la misma conclusin que Misty: que el Berg estaba en una misin de rescate o que los trasladaran a un lugar mejor. Sin embargo, Mark estaba preocupado. Despus de lo que haban sufrido durante ese ao, ya haba aprendido a no alentar esperanzas.Trina lo sujet de la manga y se inclin para hablarle al odo.Qu est haciendo? No hay espacio suficiente para que aterrice.No s. No tiene ningn distintivo ni nada que diga a quin pertenece o de dnde viene.Alec se encontraba cerca y escuch la conversacin por encima del zumbido atronador de los propulsores. Probablemente, con su sper odo de soldado.Dicen que los que llevan los suministros a Asheville tienen las siglas CPC pintadas en grandes letras en el costado: Coalicin Post Catstrofe explic casi gritando. Es raro que este no tenga nada escrito.Mark le ech una mirada de extraeza; no saba qu poda significar la informacin de Alec.Se dio cuenta de que estaba aturdido. Volvi a levantar la vista y se pregunt quines estaran dentro de la nave y qu intencin tendran. Trina le apret la mano y l le devolvi el gesto. Los dos transpiraban.Tal vez Dios est ah adentro arriesg el Sapo con voz aguda. Siempre le ocurra eso cuando gritaba.Viene a pedirnos perdn por el asunto de las llamaradas solares.Por el rabillo del ojo, Mark vio que Darnell tomaba aire y abra la boca, probablemente para contestarle algo cmico e ingenioso al Sapo. Pero la accin fue interrumpida por un violento estrpito que vino desde arriba, seguido de crujidos y chirridos del sistema hidrulico. Fascinado, observ la panza de la nave, donde comenzaba a abrirse una escotilla grande y alargada, que luego gir sobre las bisagras y descendi como una rampa. El interior estaba oscuro y, al ensancharse la abertura, salieron bailando pequeas nubes de bruma. Las exclamaciones y los gritos ahogados recorrieron la multitud, que levantaba las manos y apuntaba hacia arriba.Impresionado por la sensacin de asombro que lo rodeaba, Mark arranc los ojos del Berg para examinar la situacin. Se haban convertido en personas realmente desesperadas, que vivan atormentndose con la idea de que cada da podra ser el ltimo. Y ah estaban todos, mirando al cielo como si la broma del Sapo hubiera sido algo ms que eso. En muchos ojos distingui un anhelo; pareca que realmente pensaban que un poder divino vena a salvarlos, y se sinti un poco perturbado.Una nueva oleada de gritos se desparram por la Plaza y Mark volvi a levantar la cabeza.De la oscuridad del Berg haban surgido cinco personas con una vestimenta que le hizo correr un escalofro por la espalda. Verdes, gomosos y voluminosos, los trajes cubran a los desconocidos de la cabeza a los pies. En sus caras tenan visores transparentes, pero el brillo y la distancia impedan distinguir los rostros. Caminaron cuidadosamente con sus enormes botas negras hasta que quedaron alineados en el borde exterior de la escotilla; el tenso lenguaje corporal mostraba el esfuerzo que realizaban para mantener el equilibrio.Cada uno de ellos sostena en las manos un tubo negro a manera de pistola, que no se pareca a ninguna de las armas que Mark conoca. Eran finos y largos y tenan un accesorio en el extremo que les daba la apariencia de piezas de plomera que alguien hubiera arrancado de una bomba industrial. Una vez que los extraos estuvieron ubicados en sus posiciones, levantaron los tubos y los apuntaron directamente hacia quienes se encontraban abajo.Mark se dio cuenta de que Alec estaba gritando con todas sus fuerzas mientras empujaba a todos para que se alejaran. A su alrededor se haba desatado el caos. Sin embargo, ante los gritos y el pnico, se qued paralizado y solo atin a observar a los visitantes que emergan del Berg con sus extraos equipos y sus armas amenazadoras al tiempo que el resto de la muchedumbre finalmente comprenda que esa gente no estaba ah para salvar a nadie. Qu le haba sucedido al Mark que actuaba con rapidez? El, que haba sobrevivido a un ao infernal despus de que las llamaradas solares arrasaran la Tierra?Cuando lleg desde arriba el primer disparo, continuaba en estado de trance. Percibi un movimiento borroso y de uno de los tubos brot un destello oscuro y fugaz. Sus ojos siguieron la trayectoria. Al notar un sonido nauseabundo, volvi la cabeza justo cuando un dardo de doce centmetros se clavaba en el hombro de Darnell. La delgada varilla de metal se haba enterrado en el msculo y de la herida goteaba sangre. El chico emiti un extrao resoplido y se desplom.En ese mismo instante, Mark sali de su aturdimiento.Los aullidos rasgaron el aire mientras la multitud hua en medio del caos. Mark se arrodill y enganch los brazos de Darnell en sus codos. El sonido de los dardos volando a diestra y siniestra lo impuls a darse prisa y borrar cualquier otro pensamiento de su cabeza.Arrastr a su amigo por el piso. Trina haba cado, pero Lana ya estaba ah, ayudndola a levantarse. Ambas corrieron hacia l y cada una sujet uno de los pies. Con resoplidos sincronizados, levantaron a Darnell y lo alejaron de la Plaza y del espacio abierto. Era un milagro que ninguno de ellos hubiera sido alcanzado por un dardo. Los proyectiles surcaban el aire y se escuchaban los gritos y el ruido de los cuerpos al chocar contra el suelo. En medio de la lluvia de dardos, Mark, Trina y Lana se deslizaron lo ms rpido que pudieron transportando a Darnell con dificultad. Al pasar detrs de un conjunto de rboles, Mark escuch los golpes de los dardos que se hundan en las ramas y en las cortezas. Volvieron a salir al espacio abierto y atravesaron velozmente un pequeo claro hasta enfilar por un sendero de cabaas de troncos construidas al azar. Haba gente por todas partes: algunos golpeaban frenticamente las puertas, otros se arrojaban por las ventanas.A continuacin Mark oy el rugido de los propulsores y un aire clido le azot la cara. El ruido fue aumentando y el viento sopl con ms intensidad. Alz los ojos y comprob que el Berg haba cambiado de posicin y persegua a la multitud que hua. Vio al Sapo y a Misty exhortando a todos a darse prisa. Sus gritos se perdan bajo el estruendo del Berg.No saba qu hacer. Buscar refugio era lo ms apropiado, pero haba demasiada gente intentando hacer lo mismo, y si se unan al caos conDarnell a rastras, terminaran aplastados. El Berg se detuvo una vez ms y los desconocidos, con sus extraos atuendos, alzaron nuevamente las armas y abrieron fuego.Un dardo roz la camisa de Mark y se clav en el suelo. Alguien lo pis y lo enterr ms profundamente. Otro peg en el cuello de un hombre que pasaba a toda velocidad. Con un grito, se dobl hacia adelante mientras la sangre manaba de la herida. Cuando se desplom, se qued quieto y tres personas tropezaron con l. Apabullado por lo que ocurra a su alrededor, Mark se detuvo y no reaccion hasta que Lana le grit que se moviera. Obviamente, los agresores haban mejorado la puntera. Los dardos volaban, clavndose en la gente, y el aire se impregn de gritos de dolor y de espanto. Se sinti completamente indefenso: no haba forma de protegerse del aluvin de artillera. Lo nico que poda hacer era intentar superar a duras penas a una mquina voladora: una tarea imposible.Dnde estaba Alec, el hombre duro de instintos guerreros? Hacia dnde haba huido?Mark segua movindose, empujando el cuerpo de Darnell y forzando a Lana y a Trina a mantener su ritmo. El Sapo y Misty corran junto a ellos mientras trataban de ayudar sin entorpecer la carrera. Los proyectiles continuaban cayendo desde arriba. Ms alaridos, ms cuerpos que se desplomaban. Dobl en un recodo, se agazap en el callejn que conduca a la Cabaa y se peg al edificio que tena a su derecha, usndolo de escudo. Poca gente tomaba esa direccin y haba menos dardos que esquivar.El pequeo grupo remolc con torpeza el cuerpo inconsciente de su amigo. En esa seccin del poblado, las casas estaban construidas prcticamente unas sobre otras y no quedaba espacio para sortearlas y escapar hacia los bosques de las montaas circundantes.Ya casi llegamos a la Cabaa! anunci Trina. Aprense antes de que el Berg vuelva a colocarse encima de nosotros!Mark gir para quedar de frente mientras mantena a Darnell agarrado de la camisa a sus espaldas. Al andar hacia atrs, haba forzado al mximo los msculos de las piernas, que comenzaban a acalambrase. No haba nada en el camino que los frenara, de modo que aceler el paso. Trina y Lana se mantenan detrs de l, sosteniendo las piernas de Darnell. Misty y el Sapo sujetaban cada uno un brazo para compartir el peso de la carga. Se deslizaron a derecha e izquierda entre angostos senderos y pasadizos, races prominentes y tierra compacta. El zumbido del Berg sonaba a la derecha del grupo, silenciado por los edificios y las hileras de rboles que se erguan en medio.Por fin, Mark dobl una esquina y divis la Cabaa al otro lado de un pequeo claro. Se prepar para comenzar a correr cuando una horda de vecinos en fuga frentica y violenta emergi como un remolino desde el lado opuesto y se desparram hacia las puertas. Se qued congelado en el lugar justo en el momento en que el Berg se acercaba a toda velocidad, ms cerca del suelo que nunca. Ahora haba solo tres personas sobre la escotilla, que comenzaron a disparar tan pronto como la nave qued suspendida en el aire. Finos rayos de plata cayeron sobre la gente que se adentraba en el claro. Todos los proyectiles parecan encontrar su blanco en brazos y cuellos de hombres, mujeres y nios, que se desplomaban en el suelo casi instantneamente mientras otros tropezaban con ellos en su precipitada huida en busca de refugio.Rodearon el costado del edificio ms prximo y depositaron a Darnell en el suelo. El dolor y el cansancio se extendan por los brazos y las piernas de Mark, que anhelaba derrumbarse junto a su amigo inmvil.Deberamos haberlo dejado all atrs dijo Trina con las manos en las rodillas mientras trataba de recuperar el aliento. Nos retrasa mucho y de todas maneras sigue estando en medio de los disparos.Y posiblemente muerto agreg el Sapo con voz ronca.Mark lo mir con severidad, pero tena que admitir que el chico poda tener razn. Quiz haban arriesgado la vida para salvar a alguien que ya no tena posibilidad de sobrevivir.Qu est sucediendo ahora? pregunt Lana acercndose a la esquina de la construccin para espiar. Les ech una mirada por encima del hombro. Estn liquidando gente en forma indiscriminada. Por qu usarn dardos en vez de balas?Es inexplicable respondi Mark.No podemos hacer algo? inquiri Trina mientras su cuerpo temblaba, ms por la frustracin que por el miedo. Por qu permitimos que esto ocurra?Mark se acerc a Lana y se puso a espiar con ella. Los cuerpos estaban diseminados por el suelo, atravesados por dardos que apuntaban hacia el cielo como un bosque en miniatura. El Berg permaneca sobrevolando la plaza en medio del fuego azulado de los propulsores.Dnde estn los tipos de seguridad? murmur Mark sin dirigirse a nadie en particular, Se tomaron el da libre?Nadie respondi, pero un movimiento inusual en la puerta de la Cabaa llam su atencin, y respir aliviado. Agitando las manos frenticamente, Alec los alentaba a unirse a l. Sostena lo que parecan ser dos enormes rifles con ganchos en los extremos, unidos a largos rollos de cuerda.Como buen soldado, aun despus de tanto tiempo el hombre tena un plan y necesitaba ayuda. Iba a enfrentar a esos monstruos, y Mark tambin lo hara. Se apart del muro y, al echar una mirada a su alrededor, divis un trozo de madera al otro lado del callejn. Sin advertir a los dems sobre lo que pensaba hacer, cruz corriendo, lo tom y, usando la madera a modo de escudo, sali a la plaza abierta para llegar a la Cabaa, donde se encontraba Alec. No necesitaba mirar hacia arriba: poda or los silbidos inconfundibles de los dardos que se acercaban en su direccin. Escuch el golpe ntido de uno de ellos al incrustarse en la tabla y continu la carrera.En su camino hacia Alec fue variando el ritmo de sus pasos, a veces ms lento, otras ms rpido, esquivando los dardos que llovan alrededor de sus pies. Un segundo proyectil se enterr en su escudo improvisado. Mientras l corra a cielo abierto, Alec se dirigi directamente hacia el centro de la Plaza sin soltar los rifles. Los dos amigos casi chocaron uno contra el otro justo debajo del Berg y, de inmediato, Mark se agach y levant el escudo. Los ojos del viejo oso brillaban con intensidad y determinacin. A pesar de las canas, pareca veinte aos ms joven.Tenemos que darnos prisa! grit, Antes de que ese aparato decida largarse de aqu!Los propulsores ardan sobre sus cabezas y los dardos seguan clavndose en las personas que los rodeaban. Los alaridos eran horrendos.Qu hago? exclam Mark. Una mezcla de adrenalina y terror que ahora le resultaba tan familiar recorri su cuerpo mientras esperaba las instrucciones de su amigo.Cbreme con esto indic Alec, al tiempo que sujetaba los rifles debajo de un brazo y sacaba de atrs de los pantalones una pistola negra que Mark no conoca. No haba tiempo para vacilar: tom el arma con la mano libre y, por el peso, supo que estaba cargada. Al amartillar la pistola, un dardo se incrust en la madera. Luego otro ms. La gente del Berg haba divisado a las dos personas que se hallaban tramando algo en el medio del claro. Ms proyectiles aterrizaron en el suelo como una repentina tormenta de granizo.Dispara, hijo! rugi Alec.Y apunta bien, porque solo tienes doce balas. No falles.Ahora!Con esas palabras, se dio vuelta y sali corriendo hacia un sitio que se hallaba a unos metros. Mark apunt la pistola a los hombres de la escotilla e hizo dos rpidos disparos sabiendo que deba distraer su atencin para que no notaran los movimientos de Alec. Los tres trajes verdes retrocedieron y se pusieron de rodillas para que la rampa de metal los protegiera del agresor. Uno de ellos gir y comenz a trepar para ingresar en la nave.Mark arroj a un lado el escudo, sujet el arma con ambas manos y se concentr. Cuando una cabeza se asom por el borde de la escotilla, la coloc rpidamente en la mira y dispar. Sus manos saltaron con el culatazo, pero alcanz a ver en el aire la bruma roja del chorro de sangre.Un cuerpo se tambale por la rampa y, al caer, choc contra tres personas que se hallaban abajo.Cuando la gente not lo que estaba sucediendo, nuevos coros de gritos brotaron de todos lados.Un brazo emergi de la puerta blandiendo uno de los tubos y comenz a lanzar tiros al azar.Mark dispar y enseguida oy el sonido agudo de la bala que pegaba contra el artefacto de metal y vio caer el arma hacia el suelo. Al instante, una mujer la recogi y comenz a examinarla para descubrir cmo funcionaba. Podra ser de gran ayuda.Mark se arriesg a echar un rpido vistazo a Alec: sostena el arma con los anzuelos como si fuera un hombre de mar a punto de lanzar un arpn a una ballena. Un ligero estallido y repentinamente el gancho sali volando hacia el Berg mientras la soga giraba detrs como una nube de humo. El garfio choc contra uno de los brazos hidrulicos que mantenan abierta la escotilla y se retorci con fuerza a su alrededor. Alec tens la cuerda.Arrjame la pistola! le grit.Mark mir hacia arriba para asegurarse de que nadie hubiera reaparecido para lanzar otro aluvin de dardos, y luego sali corriendo hacia Alec con la pistola. Apenas se la haba entregado cuando escuch un clic y vio a Alec volando por el aire mientras el dispositivo lo elevaba con la cuerda hacia el Berg. Con una mano sujetaba firmemente el rifle con los ganchos y, con la otra, apuntaba el arma hacia arriba. Tan pronto lleg al borde de la escotilla, sonaron tres disparos sucesivos y fulminantes. El hombre subi la rampa y sus pies se perdieron en el interior. Unos segundos despus, otro cuerpo con traje verde atravesaba volando el borde y se precipitaba a tierra.El otro gancho! le grit Alec desde arriba. Aprate, antes de que aparezcan ms o se vayan! advirti y se dio vuelta hacia el Berg sin esperar respuesta.El corazn de Mark lata a toda prisa y casi le produca dolor al golpear con fuerza contra las costillas. Mir a su alrededor y distingui el pesado dispositivo en el piso, donde Alec lo haba dejado. Lo levant y, tras estudiarlo, lo invadi el pnico al pensar que no sabra cmo usar esa estpida arma.Solo tienes que apuntar hacia ac arriba! le explic con un bramido. Si no se engancha, lo amarro yo mismo. Vamos!Mark lo empu, apunt hacia el centro de la escotilla y apret el gatillo. La sacudida fue intensa, pero esta vez se inclin hacia el arma y solo sinti una rfaga de dolor en el hombro. El gancho y la cuerda trepadora se elevaron raudamente hacia el Berg y pasaron por encima de la escotilla abierta. El gancho golpe contra el metal y se desliz hacia abajo, pero Alec lo agarr justo a tiempo. Corri hasta uno de los brazos hidrulicos y lo at con fuerza.Muy bien! grit, Ahora oprime el retractor verde de la culata...!Sus palabras se interrumpieron cuando los motores del Berg rugieron con ms intensidad y la nave se sacudi en el aire.Sujet el extremo del dispositivo justo en el momento en que este lo levantaba del suelo y lo izaba hacia arriba. Escuch la voz de Trina que le gritaba desde abajo, pero el piso se fue alejando y las personas se empequeecieron con el paso de los segundos. El miedo lo envolvi mientras se aferraba con tanta fuerza que los dedos se le pusieron blancos. Al mirar hacia abajo le dola la cabeza y se le revolva el estmago, as que decidi fijar la vista en la escotilla.Despus de haber estado casi al borde de la muerte, Alec intentaba nuevamenteencaramarse sobre el borde de la rampa. Forceje y patale hasta volver a estar en una posicin segura, usando la misma cuerda a la que Mark se aferraba con toda su vida. Luego se dej caer sobre el vientre y observ a su joven amigo con ojos desorbitados.Mark, busca el botn verde! rugi. Oprmelo!El viento azotaba el cuerpo de Mark junto con el aire de los propulsores. El Berg estaba ascendiendo y ya se encontraba por lo menos a sesenta metros del suelo. Se mova hacia adelante, en direccin a la arboleda. Si no haca algo, en breves segundos los rboles lo haran pedazos o lo arrancaran de la cuerda. Se mantuvo bien aferrado mientras buscaba desesperadamente el botn verde.Por fin lo encontr, a unos pocos centmetros del gatillo que haba disparado el gancho y la soga. Odiaba tener que soltarse aunque fuera por un segundo, pero concentr toda su fuerza en la mano derecha, apret los dedos y luego lo busc con la izquierda. Todo su cuerpo se meca en el aire de un lado a otro, bambolendose contra el viento y saltando con cada sacudida del aparato.Las puntas de los pinos y de los robles se acercaban peligrosamente, y no consegua la firmeza necesaria para pulsar el botn.De pronto, escuch un chirrido metlico sobre su cabeza y levant la vista: la escotilla se estaba cerrando.Date prisa! le grit Alec desde arriba.Mark estaba buscando nuevamente el botn cuando vio que los rboles se acercaban a toda velocidad. Volvi a apoyar la mano izquierda sobre el arma y la sujet con todas sus fuerzas; luego se hizo un ovillo y apret los ojos. El Berg se movi bruscamente y lo lanz hacia los rboles: las ramas superiores del pino ms alto azotaron su cuerpo, las pas le pincharon la piel y las ramas puntiagudas le rasgaron la ropa y el rostro. Parecan manos de esqueletos tratando de enviarlo a la muerte. Tena toda la piel cubierta de araazos.

El Corredor del Laberinto 04 Virus Letal, El Inicio

Pero logr sobrevivir gracias al impulso del Berg y a la cuerda, que lo alejaron repentinamente de las garras de los rboles. Relaj las piernas y despus dio una patada muy potente hacia afuera mientras la nave daba una vuelta y lo enviaba volando en un amplio arco. La escotilla se hallaba a medio cerrar y Alec estaba inclinado sobre ella intentando izar la soga, con el rostro morado de tanto gritar. Sus palabras se perdan en el ruido circundante.Mark tena el estmago revuelto pero saba que le quedaba una sola oportunidad. Solt el dispositivo con la mano izquierda, tante el costado hasta que encontr el gatillo y luego recorri con los dedos la distancia hasta el botn verde. Su visin perifrica le avis que se estaban aproximando a ms rboles. La nave descendi un poco, como para asegurarse de que l no saliera con vida.Encontr el botn y lo presion, pero sus dedos resbalaron. A pesar de que las ramas ya se extendan hacia l, prob otra vez mientras apretaba el dispositivo contra su cuerpo para lograr afirmarse. Sali disparado hacia arriba justo cuando, de un balanceo, se intern en el espeso follaje. Pas velozmente a travs de los rboles, saltando hacia la escotilla al tiempo que las ramas le apaleaban el rostro. Se oy un ronroneo cuando la cuerda se retrajo dentro del dispositivo y lo impuls hacia Alec, que lo esperaba con la mano extendida. Faltaba solo un metro para que la placa de metal se cerrara por completo.Solt el dispositivo justo antes de chocar contra el borde filoso de la escotilla en lento ascenso. Dio un salto para atrapar la mano de Alec y sujetar el metal con la otra. El soldado lo aferr fuertemente y comenz a jalar de l para hacerlo pasar a travs de la estrecha abertura.Como el espacio era muy angosto, se retorci y patale, pero consigui escurrirse a tiempo. Tuvo que arrancarse la suela del zapato para que no lo aplastaran las garras de la escotilla, que se cerr con un ruido atronador cuyo eco reson por las oscuras paredes del interior del Berg.Adentro estaba fresco y, una vez que el sonido se extingui, lo nico que logr escuchar fue su agitada respiracin. La oscuridad era completa; al menos eso fue lo que percibieron sus ojos, que todava no haban logrado adaptarse despus de haber estado expuestos a la luz cegadora del sol. Sinti cerca de l la presencia de Alec, que tambin trataba de recuperar el aliento.Le dola hasta el ltimo centmetro del cuerpo y poda afirmar que tena varias heridas sangrantes. El Berg se haba detenido y se mantena flotando en el lugar, emitiendo un zumbido.No puedo creer lo que acabamos de hacer exclam y su voz retumb como un eco.Por qu no hay ac un ejrcito de personas listas para arrojarnos por la borda? O dispararnos esos dardos?Alec suspir con pesadez.No lo s. Es probable que tengan una tripulacin reducida, pero creo que hay al menos un tipo ah adentro esperndonos.Podra estar apuntndome una de esas pistolas de dardos a la cabeza en este mismo momento.Bah! solt Alec, Creo que esos tipos no eran nadie. Seguramente los contrataron para hacer el trabajo que deberan haber hecho profesionales. Quiz limpiamos a toda la tripulacin. Al menos, todos menos el piloto.O tal vez hay diez tipos armados al otro lado de este recinto mascull Mark.Bueno, de todos modos, solo puede ser una de esas dos opciones repuso Alec.Salgamos de aqu.El soldado arrastr los pies hacia adelante y Mark solo pudo rastrear sus movimientos por el ruido que produca. Pareca que estaba gateando.Pero... comenz Mark; luego se dio cuenta de que no tena nada que decir. Qu otra cosa podan hacer: sentarse ah a jugar a las escondidas hasta que alguien saliera a saludarlos con leche y galletas? Con una mueca de dolor por los golpes recibidos, se puso en cuatro patas y sigui a su amigo. Un poco ms adelante surgi una luz dbil y, a medida que se acercaban, todo lo que los rodeaba fue cobrando nitidez. El mbito pareca ser algn tipo de depsito, con estantes en las paredes y correas o puertas de malla metlica para mantener todo en su lugar. Al menos la mitad de los estantes se encontraban vacos.La luz era un panel brillante colocado encima de una puerta baja de metal con tornillos alineados en los bordes.Me pregunto si estamos encerrados coment Alec mientras se enderezaba. Camin hasta la puerta y movi la manija, que obviamente no se abri.Mark estaba contento de poder levantarse, porque el suelo era muy duro, pero sus msculos se quejaron cuando se estir para ponerse de pie. Haca bastante tiempo que no gastaba tanta energa y era la primera vez que reciba semejante paliza de un grupo de rboles.Qu est sucediendo? pregunt, Por qu alguien querra meterse con nuestro miserable pueblito? Y lanzarnos dardos? Qu rayos pas?Ojal lo supiera coment Alec mientras segua forcejeando con la manija con ms fuerza, sin resultado alguno. Lo que s es seguro es que esas personas cayeron como moscas cuando les dispararon con esos malditos dardos se alej de la puerta con una mirada de frustracin y luego apoy las manos en las caderas, como si fuera una anciana.Cayeron como moscas repiti Mark por lo bajo.Y una de ellas fue Darnell. Crees que estar bien?Alec le ech una mirada que deca que era demasiado inteligente para creer eso. Y Mark saba que estaba en lo cierto. Sinti pesar en el corazn. Desde la llegada del Berg, todo haba sido nada ms que una huida loca y frentica, y solo ahora caa en la cuenta: Darnell deba estar muerto.Qu hacemos ac arriba? inquiri.Alec le apunt con el dedo.Lo que haces cuando alguien irrumpe en tu casa y ataca a tu gente: te defiendes. No voy a dejar que estos miserables se salgan con la suya.Pens en Darnell y en todas esas personas heridas y conmocionadas, y comprendi que Alec tena razn.De acuerdo. Puedes contar conmigo. Qu hacemos?Primero, tengo que abrir esta maldita puerta. Aydame a buscar algo para poder hacerlo.Bajo la luz mortecina, recorri con la vista toda la habitacin.Y ahora por qu seguimos suspendidos en el aire?Veo que te encanta hacerme preguntas que no tengo manera de responder. Mantn los ojos bien abiertos y ponte a investigar.Est bien.Al principio no vio ms que trastos viejos o intiles: piezas sueltas, herramientas, cajas llenas de suministros, desde jabn hasta papel higinico. Luego divis algo amarrado a la pared, algo que supo que le agradara a Alec: una maza.Ey! Por aqu! grit mientras desataba la herramienta y la sopesaba. Es bien pesada:ideal para que derribes la puerta con tus descomunales brazos de soldado.No son tan fuertes como solan serlo.Cuando el viejo oso sujet el mango de madera, esboz una sonrisa y sus ojos brillaron. Se dirigi hacia la puerta y comenz a aporrearla. No pareca que fuera a durar mucho, pero Mark pens que le llevara unosbuenos minutos derribarla. Solo esperaba que cuando eso sucediera, no hubiera un ejrcito de matones vestidos de verde del otro lado.Clan, clan, clan. Alec no cesaba de pegarle y las abolladuras eran cada vez mayores.Continu examinando el lugar en busca de otra herramienta que pudiera usar cuando la puerta finalmente cediera. Al menos Alec tena esa enorme maza que revolear. En el rincn ms oscuro del recinto, algo le llam la atencin: un sector lleno de cajas duras de unos sesenta centmetros de largo por treinta de altura y profundidad, que parecan proteger algo importante.Algunas estaban abiertas y vacas; otras, selladas.Se acerc rpidamente y entorn los ojos para ver mejor, pero estaba demasiado oscuro.Levant una de las cajas cerradas, que result ms liviana de lo que haba imaginado, y se movi hacia la luz. La apoy sobre la rejilla de metal del piso y se inclin para ver de qu se trataba.Tena un smbolo de advertencia pegado arriba, de esos que indican que el contenido implica un riesgo biolgico. Debajo del smbolo haba una etiqueta que deca:

Virus VC321xb47Altamente contagioso24 dardos, mxima precaucin

De repente, Mark dese no haber tocado la caja.Se incorpor y se alej unos pasos. No poda creer que hubiera movido esa caja. Y de no haberla colocado antes bajo la luz, quiz la habra abierto. Esos dardos deban haberse roto durante el vuelo del Berg y tal vez el virus se haba filtrado por las pequeas grietas del contenedor.Adems, en los estantes haba cajas abiertas, aunque esas parecan estar vacas.Retrocedi un poco ms mientras se limpiaba las manos en los pantalones.Clan, dan, clan. Alec se detuvo y respir agitado.Uno o dos golpes ms y esta maldita puerta se abrir. Tenemos que estar preparados.Encontraste algn arma?Mark se sinti enfermo, como si, en ese mismo instante, unos insectos microscpicos hubieran saltado desde las cajas a su piel y se deslizaran por su sangre.No, solo una caja llena de dardos con un virus letal. Quiz podramos arrojarles algunos, no crees? quera hacer una broma, pero despus de pronunciar aquellas palabras, se sinti peor.Qu? Un virus? repiti Alec en tono de duda. Camin hasta la caja y la observ detenidamente. Demonios... de modo que eso era lo que nos estaban disparando? Quin es esta gente?Mark entr en pnico.Y qu hacemos si nos estn esperando al otro lado de la puerta? pregunt.Tal vez nos claven esos dardos en el cuello. Qu diablos estamos haciendo ac arriba? concluy.Percibi la alarma creciente que haba en su propia voz y se sinti avergonzado.Clmate, muchacho! Hemos estado en situaciones mucho peores que esta respondi Alec. Solo trata de encontrar algo, cualquier cosa, que puedas sostener y arrojarles a quienes aparezcan. Acaso vas a permitir que huyan sin un merecido castigo despus de haberles lanzado esos dardos a nuestros amigos? Ya estamos aqu arriba: no hay vuelta atrs.La fiereza que haba en la voz de Alec lo hizo sentirse mejor, ms seguro de s mismo.Est bien. Voy a buscar algo.Date prisa!Recordaba haber visto una llave inglesa junto a la maza y fue a buscarla. Haba esperado que apareciera un arma de verdad, pero iba a tener que contentarse con un pedazo de metal de treinta centmetros de largo.Alec sostena la maza, listo para descargarla sobre la manija destrozada de la puerta.Tienes razn en que es probable que nos disparen apenas esto ceda. Pero no ataquemos como si furamos dos gorilas tontos. Vete hacia atrs y espera a que d la orden.Mark hizo lo que se le dijo: apoy la espalda contra la pared al otro lado de la puerta y sujet la llave con fuerza.Estoy listo exclam; el miedo lata en su interior.Entonces lleg el momento.Alec levant la maza y luego la dej caer con estrpito sobre el picaporte. Dos golpes ms y la cerradura se quebr con un crujido. Otro mazazo ms y la puerta se abri y rebot contra la pared de afuera. Casi de inmediato, tres dardos rasgaron el aire y se clavaron en la pared del fondo. Luego se escuch un repiqueteo contra el suelo, seguido de pisadas que se alejaban. Era una sola persona.Creyendo que Mark saldra detrs del agresor, Alec alz la mano. Despus se asom por el marco de la puerta.Despejado. Y el tipo debe haberse quedado sin dardos, porque arroj el arma al suelo.Estoy empezando a creer que hay pocas personas en este Berg. Vamos, tenemos que atrapar a esa rata.Se asom un poco ms y ech una ltima mirada de inspeccin. A continuacin sali al pasillo alumbrado por una luz tenue. Mark respir hondo y lo sigui despus de patear la pistola con desagrado. El arma repiquete por el recinto y choc contra la pared mientras en la mente de Mark brotaba la imagen de Darnell con el dardo en el hombro. Dese tener en sus manos algo ms que una llave de metal.Empuando la maza con ambas manos, Alec se desliz por el estrecho corredor. Era ligeramente curvo, como si siguiera el borde circular del exterior de la nave. Las nicas fuentes de luz eran unos paneles luminosos como el que haban visto en el depsito, colocados cada tres metros. Pasaron delante de varias puertas; Alec intent abrirlas, pero todas estaban cerradas.Durante la marcha, Mark mantuvo sus nervios bajo control, pues quera estar preparado por si algo saltaba sobre l. Estaba a punto de preguntarle a Alec sobre el diseo del Berg (record que el soldado alguna vez haba sido piloto), cuando escuch un portazo y luego ms pisadas.Vamos! rugi Alec.Con el corazn desbocado, Mark emprendi una veloz carrera detrs de su amigo por el pasillo circular. Alcanz a vislumbrar una sombra rauda delante de ellos, que pareca llevar el traje verde que haban visto antes y la cabeza descubierta. El extrao grit algo, pero sus palabras indescifrables retumbaron como un eco en las paredes del pasadizo. No quedaban dudas de que era un hombre, posiblemente el que les haba disparado.Los motores aceleraron y, con una sacudida, el Berg se puso en movimiento y se lanz hacia adelante con furia. Mark perdi el equilibrio, choc contra una pared, rebot y despus tropez con Alec, que estaba tendido en el piso. Ambos se pusieron de pie con dificultad y sujetaron las armas.Ah est la cabina indic Alec. Aprate!Sin esperar respuesta, el soldado avanz por el pasillo, con Mark pegado a sus talones.Llegaron a una zona abierta con sillas y una mesa en el momento en que la figura desapareca detrs de una escotilla curva, en lo que deba ser la cabina. El hombre comenz a empujar la puerta para cerrarla, pero Alec le lanz la maza justo a tiempo. La herramienta golpe la pared cercana a la escotilla y cay al suelo, bloqueando la puerta.Mark no se haba detenido: sin pensarlo dos veces, pas frente a Alec e ingres en la cabina.Distingui fugazmente los dos asientos de los pilotos y ventanillas sobre grandes paneles repletos de instrumentos, agujas y pantallas, que emitan destellos de informacin. Uno de los asientos estaba ocupado por una mujer que oprima botones frenticamente al tiempo que el Berg sala disparado hacia adelante y los rboles se esfumaban debajo de l a gran velocidad.No haba terminado de examinar el lugar cuando alguien lo tacle desde la derecha y los dos cuerpos se desplomaron en el piso de la cabina.Se le cort la respiracin cuando el atacante intent inmovilizarlo, pero Alec descarg la maza en su hombro. El hombre sali despedido hacia el costado y aterriz lanzando un gemido de dolor. Mark aprovech para ponerse de pie y llenar de aire los pulmones. Alec tom al agresor del uniforme verde y lo alz hasta que sus rostros quedaron frente a frente.Qu est pasando aqu? le escupi.Ignorando la catica escena que se desarrollaba a sus espaldas, la mujer continuaba operando los controles. Mark se acerc a ella sin saber qu deba hacer. Se plant y habl con la voz ms autoritaria que pudo:Deten esto ya mismo! Da la vuelta y llvanos a casa!La piloto actu como si no lo hubiera escuchado.Habla! le gritaba Alec al desconocido.No somos importantes! repuso con un quejido lastimero. Nos enviaron a hacer el trabajo sucio.Los enviaron? repiti, Quines?No puedo decirlo.Mark escuchaba lo que estaba ocurriendo del otro lado de la cabina, enojado ante la mujer que no acataba sus rdenes.Dije que detuvieras esta cosa! Ahora! exclam mientras levantaba la llave, sintindose completamente ridculo.Solo cumplo rdenes, hijo respondi ella sin emocin en la voz.Estaba pensando qu responder, cuando el sonido de Alec golpeando al prisionero desvi su atencin.Quin los envi? repeta. Qu haba en esos dardos que nos dispararon Un virus?No lo s dijo el hombre con un sollozo. Por favor, no me lastimes suplic. Mark estaba totalmente concentrado en el desconocido de traje verde, cuyo rostro se vio de pronto cubierto por un tono grisceo, como si hubiera sido posedo por un fantasma. Hazlo orden casi mecnicamente. Aterriza la nave.Qu? dijo Alec Qu es esto?La piloto gir la cabeza y enfrent a Mark, que la observaba perplejo. Tena en los ojos la misma expresin sin vida que el hombre del traje verde.Solo cumplo rdenes.Extendi la mano y empuj con fuerza una palanca hasta el fondo. El Berg se sacudi hacia adelante y luego se precipit hacia la tierra; las ventanillas de la cabina se vieron repentinamente invadidas por el verde de la vegetacin.Mark sali despedido por el aire y se estrell contra los tableros de control. Se produjo un gran destrozo y el rugido de los motores llen sus odos; se escuch un estrpito seguido de una explosin. El Berg fren de golpe y un objeto duro vol por la cabina y golpe su cabeza.Sinti el dolor y cerr los ojos antes de que la sangre empezara a escurrir sobre ellos.Luego, lentamente, fue perdiendo la conciencia mientras escuchaba la voz de Alec que lo llamaba a travs de un tnel oscuro e interminable.Un tnel, pens antes de desmayarse por completo, qu apropiado. Al fin y al cabo, ah haba comenzado todo...Mientras el tren subterrneo circulaba a toda velocidad, Mark se reclin en el asiento, cerr los ojos y sonri. Haba sido un da de estudio agobiante, pero ya haba terminado. Tena dos semanas de vacaciones por delante. Ahora podra relajarse y descansar, no hacer nada salvo jugar con la caja virtual y devorar cantidades alucinantes de comida. Salir con Trina, hablar con Trina, molestar a Trina. Quiz debera despedirse de sus padres, secuestrarla y huir. Eso sera perfecto.Abri los ojos.Ella estaba sentada enfrente, concentrada en sus propios pensamientos, y no tena la ms mnima idea de que l estuviera loco por ella. Haca tiempo que eran amigos, ms que nada por las circunstancias. Segn las leyes del universo, si en la casa de al lado vive alguien de tu edad, tiene que ser tu amigo. Hombre, mujer, extraterrestre... no importa. Pero cmo poda haber adivinado que ella se iba a transformar en esa preciosidad, con un cuerpo increble y unos ojos deslumbrantes? Claro que el nico problema era que tambin le gustaba al resto de los chicos de la escuela. Y eso a Trina le encantaba: era obvio.Ey exclam. El tren atravesaba como una bala los tneles de la ciudad de Nueva York.A causa del movimiento suave y adormecedor, le entraron ganas de volver a cerrar los ojos. En qu ests pensando? le pregunt.Cuando los ojos de Trina se encontraron con los suyos, una sonrisa ilumin su hermoso rostro.En absolutamente nada. Eso es lo que voy a hacer durante dos semanas: no pensar. Si empiezo a pensar, voy a pensar intensamente en no pensar hasta que deje de hacerlo.Guau. Eso parece difcil coment Mark, queriendo sonar gracioso.No. Es divertido. Pero es solo para mentes brillantes.En momentos como ese, a Mark le sobrevena el ridculo impulso de decirle que le gustaba, invitarla a salir, estirarse y tomarle la mano. En cambio, de su boca brotaron atropelladamente las palabras tontas de siempre.Oh, sabia entre las sabias: tal vez podras ensearme ese mtodo de pensar para no pensar.Trina torci levemente el gesto.Eres un idiota.Confirmado: la tena en la palma de la mano. Sinti ganas de gruir o de pegarse un golpeen la cara.Pero a m me gustan los idiotas agreg para suavizar el golpe, y l volvi a sentirse bien.Y... qu planes tienes? Piensas irte de viaje con tu familia o te quedars ac?Es probable que vayamos a visitar a mi abuela unos das, pero estar ac la mayor parte de las vacaciones. Se supone que saldr con Danny alguna vez, pero nada formal. Y t?Otro pequeo golpe. Con esa chica nunca poda estar tranquilo.Humm, s. Digo, no. Nada. Pienso quedarme en casa todo el da comiendo papas fritas y eructando.Y voy a pasar mucho tiempo observando cmo malcran a mi hermanita llenndola de regalos coment. Madison. S, realmente era malcriada, pero buena parte de la culpa era de Mark.Entonces podramos salir.Y otra vez sinti que tocaba el cielo con las manos.Eso sera genial. Qu tal todos los das? pregunt. Era lo ms arriesgado que le haba dicho en mucho tiempo.Bueno.Y quiz hasta podramos... comenz a decir y, luego de echar un vistazo a su alrededor con exagerada precaucin, volvi a clavar los ojos en l besarnos a escondidas en el stano de tu casa.Durante un segundo prolongado, crey que ella hablaba en serio. Se le detuvo el corazn y se le eriz la piel. El pecho le arda de emocin.Pero a continuacin ella se ech a rer como si estuviera loca. En realidad, no lo haca con maldad y Mark alcanz a notar un dejo de coqueteo en su actitud. Sin embargo, normalmente senta que ella lo consideraba solo un viejo amigo y nada ms. Y la idea de besarse en el stano no era ms que una tontera. Decidi dejar sus sentimientos de lado por un rato.Eres tan graciosa dijo. No puedo parar de rerme.Ella interrumpi la risa de inmediato y se pas la mano por el rostro.T sabes que lo hara.Apenas pronunci la ltima palabra, las luces se apagaron. El tren perdi la energa y comenz a disminuir la velocidad; Mark se cay del asiento y casi aterriza sobre la falda de Trina.En otra ocasin eso hubiera sido algo bueno, pero en aquel instante se asust. Haba odo historias sobre hechos como ese, que haban sucedido en el pasado, pero en toda su vida nunca haba ocurrido que fallara la electricidad subterrnea. Quedaron en la ms absoluta oscuridad y la gente empez a gritar. La mente humana no estaba preparada para quedar sumida en una noche negra sin aviso previo. Daba miedo. Finalmente, el resplandor de algunos telfonos de pulsera rompi la negrura.Trina le apret la mano.Qu diablos pasa? pregunt.Al ver que ella no pareca muy asustada, se sinti ms seguro y recuper la calma. Aunque nunca hubiera ocurrido, no era raro que alguna vez se cortara la electricidad del tren subterrneo.Supongo que habr habido alguna falla aventur sacando su telfono celular tipo palm (no era suficientemente rico como para tener uno de esos lujosos de pulsera), pero descubri con asombro que estaba fuera de servicio y volvi a guardarlo en el bolsillo.Se encendieron unas luces amarillas de emergencia en el techo del vagn. Aunque dbiles, eran un bienvenido alivio frente a la oscuridad total. A su alrededor, las personas se haban puesto de pie y miraban alternadamente hacia ambos extremos del tren mientras susurraban entre ellas.Cuchichear pareca ser lo apropiado en una situacin semejante.Por lo menos no tenemos prisa dijo Trina. En un susurro, por supuesto. Mark ya haba perdido el pnico inicial y ahora lo nico que deseaba era preguntarle qu haba querido decir con eso de T sabes que lo hara. Pero esa posibilidad haba quedado sepultada para siempre. Qu accidente ms inoportuno.El tren se sacudi levemente. Ms que nada fue como un temblor o una fuerte vibracin, pero result inquietante y la gente volvi a gritar y a moverse. Mark y Trina intercambiaron una mirada llena de curiosidad y una pizca de miedo.A grandes zancadas, dos hombres se dirigieron a las puertas de emergencia e intentaron abrirlas. Cuando por fin lo lograron, saltaron hacia la pasarela que corra a lo largo del tnel. Como un ejrcito de ratas huyendo del fuego, el resto de los pasajeros se lanz detrs de ellos en medio de empujones, codazos y maldiciones. En dos o tres minutos, Mark y Trina se quedaron solos en el vagn bajo el plido centelleo de las luces de emergencia.No creo que eso sea lo que deberamos hacer dijo Trina sin dejar de susurrar. Estoy segura de que la luz volver en cualquier momento.S coment Mark. Pero el ligero temblor del tren no cedi y eso comenz a preocuparlo ms. No s. Algo parece estar realmente mal.Crees que deberamos ir tras ellos?Lo pens unos segundos.S. Me voy a volver loco si nos quedamos sentados aqu.Est bien. Tal vez tengas razn.Se pusieron de pie, caminaron hasta las puertas abiertas y saltaron a la pasarela. Como era angosta y no tena baranda, pareca ser muy peligrosa en caso de que el tren arrancara de improviso. En el tnel tambin se haban encendido las luces de emergencia, pero apenas lograban quebrar la oscuridad casi tangible de ese sitio tan profundo bajo la tierra.Fueron en esa direccin indic Trina sealando hacia la izquierda. Algo en su tono de voz le hizo pensar que crea que deberan ir en direccin contraria, y Mark estuvo de acuerdo.Entonces... hacia la derecha anunci con un ademn.S. No quiero estar cerca de esa gente, aunque no sabra decir por qu. Parece una multitud descontrolada.Vmonos.Lo tom del brazo y comenz a caminar por la estrecha cornisa. Ambos deslizaban la mano por la pared, casi apoyndose en ella, para estar seguros de no caer a las vas. El muro vibraba, aunque no con tanta fuerza como el tren. Quiz lo que haba provocado el corte de electricidad ya se haba calmado. Tal vez no era ms que un simple terremoto y todo volvera a estar bien.Haban caminado diez minutos sin decir una palabra, cuando escucharon gritos ms adelante. No, no solo gritos, algo peor: terror en estado puro, como si fuera una carnicera humana.Trina se detuvo y volte para mirarlo. Cualquier duda que les hubiera quedado o ms bien cualquier esperanza desapareci al instante: algo horrendo haba sucedido.El instinto de Mark fue dar media vuelta y correr en la otra direccin, pero cuando Trina abri la boca y mostr lo valiente que era, se sinti avergonzado.Tenemos que llegar a la superficie, averiguar qu est pasando y ver si podemos ayudar.Cmo poda decirle que no? Corrieron con tanta rapidez y cuidado como pudieron hasta que llegaron a la plataforma de una estacin y se detuvieron. La escena que surgi delante de sus ojos era demasiado espeluznante para que la mente de Mark lograra procesarla. Supo que su vida haba cambiado para siempre. Haba cuerpos desparramados por el piso, desnudos y calcinados.Gritos y aullidos de dolor taladraban sus tmpanos y resonaban por las paredes. Con la ropa en llamas, la gente se mova con dificultad, con los brazos hacia adelante y los rostros derretidos, como si fueran de cera. Haba sangre por todas partes y una rfaga de calor insoportable envolva el aire; sinti que estaban en el interior de un horno.Trina lo tom de la mano; la expresin de terror en su rostro quedara fijada en su mente para siempre. Luego lo empuj otra vez hacia el lugar de donde haban venido.Mark pens en sus padres y en su hermanita. Los imaginaba calcinados por el fuego y escuchaba los aullidos de Madison.Y se le rompi el corazn.Mark!La visin se esfum, pero el recuerdo del tnel todava nublaba su mente como si fuera lodo filtrndose en su cerebro.Mark! Despierta!Era la voz de Alec. Sin duda alguna. Y le gritaba. Por qu? Qu haba ocurrido?Despierta de una maldita vez!Abri los ojos y luego parpade frente a los brillantes rayos de sol que se colaban a travs de las ramas. Despus la cara de Alec tap la luz y pudo ver con ms claridad.Ya era hora exclam el viejo oso con un suspiro exagerado. Haba comenzado a asustarme, muchacho.En ese mismo instante recibi una pualada de dolor en la cabeza, que simplemente haba tardado ms que l en despertar. El dolor irrumpi con furia y le pareci que era ms grande que su cerebro. Lanz un gemido, se llev las manos a la frente y palp la sangre resbaladiza.Ay fue todo lo que logr proferir antes de gemir otra vez.S, te diste un buen golpe cuando chocamos. Tienes suerte de estar con vida y de tener un ngel de la guarda como yo, que te salv el pellejo.Aunque pens que morira en el intento, tena que hacerlo. Preparado para la agona, se incorpor. Parpade ante las manchas que obstaculizaban su visin y esper a que el dolor de su cabeza y de su cuerpo cediera. Luego ech una mirada a su alrededor. Estaban sentados en el claro de un bosque. Las races retorcidas se entrelazaban con las agujas de los pinos y las hojas cadas de los rboles. A unos treinta metros de distancia, los restos del Berg descansaban entre dos robles gigantescos, casi como si se tratara de una enorme flor de metal. Retorcida e inclinada, la nave humeaba y arda, aunque no haba rastros de fuego.Qu pas? pregunt, an presa de la desorientacin.No recuerdas nada?Bueno, no despus de que algo me golpe en la cabeza.Alec alz las manos al cielo.No hay mucho que contar. Nos estrellamos y te arrastr hasta aqu. Despus me qued sentado mirndote mientras te movas de un lado a otro como si estuvieras en medio de una pesadilla. Otra vez los recuerdos?No quera pensar en eso, as que asinti fugazmente.Hurgu dentro del Berg todo lo que pude continu Alec cambiando de tema, y Mark le agradeci que no insistiera, pero el humo de los motores fue excesivo. Cuando se pueda andar por ah sin quedarse ciego, quiero explorar un poco ms. Voy a averiguar quines son esas personas y por qu hicieron lo que hicieron, aunque sea lo ltimo que haga en mi vida.Muy bien repuso Mark. Despus, un pensamiento brot en su mente, seguido de una sensacin de alarma, Y qu pas con lo del virus? Y si los contenedores y los dardos estaban rotos y se desparramaron por toda la nave?Alec estir la mano y le dio unas palmadas en el pecho.Ya lo s. No te preocupes. Para salir tuve que atravesar ese depsito y vi las cajas: estn en perfectas condiciones.Bueno... y cmo funciona un virus? Existe alguna posibilidad de que lo hayamos pescado? Nos daramos cuenta? no le agradaba la incertidumbre. Sabes de qu tipo de virus se trata?Alec lanz una risita ahogada.Hijo, todas esas son muy buenas preguntas que me es imposible contestar. Tendremos que preguntar a nuestra experta cuando regresemos. Tal vez Lana ya oy hablar de esa cepa.Pero a menos que te aparezca un resfro grave, yo no me preocupara demasiado. Recuerda: a los dems los atac al instante y t sigues con vida.La advertencia de la caja brot en su mente y trat de tranquilizarse: Altamente contagioso.Lo tendr presente dijo con recelo. Qu tan lejos del asentamiento crees que estemos?Ni idea. Debe haber un buen trecho, pero nada muy terrible.Mark volvi a echarse en el suelo, cerr los ojos y coloc el brazo encima.Dame unos minutos ms. Creo que deberamos recorrer la nave. Quin sabe lo que podramos encontrar.Bien dicho.Media hora despus estaba nuevamente en el interior del Berg, en medio de los restos, solo que ahora caminaba por una pared y no sobre el piso metlico. Como la nave se encontraba de costado, resultaba difcil orientarse adentro. Adems de sentir que la memoria lo engaaba, estaba molesto porque tena el estmago revuelto y le vibraba la cabeza. Pero, al igual que Alec, estaba resuelto a encontrar algo que les dijera a quin perteneca el Berg. Lamentablemente, su pequea morada en las montaas ya no era un refugio seguro.Lo mejor hubiera sido entrar en el sistema de la computadora, pero Alec ya lo haba intentado, sin xito. Estaba apagada, muerta. Sin embargo, haba la posibilidad de que encontraran entre los restos del Berg algn telfono porttil o una tableta y, con un poco de suerte, no estaran rotos. Haca mucho tiempo que no vea ese tipo de tecnologa. Despus de las llamaradas solares, solo quedaba lo que no se haba achicharrado, y las bateras no haban durado mucho. Pero era muy probable que quien posea un Berg tambin tuviera bateras.Un Berg. Se encontraba dentro de un Berg. En ese instante comenz a comprender cunto haba cambiado su mundo en poco ms de un ao. En otra poca, ver una nave de esas habra sido tan excitante como ver un rbol.Y apenas ayer habra imaginado que nunca ms volvera a ver una. Pero ah estaba ahora, revolviendo en busca de secretos el contenido de un Berg al que haba ayudado a derribar.Era emocionante a pesar de que, hasta el momento, solo haba encontrado basura, ropa, piezas rotas de la nave y ms basura.Y de repente sinti que haba ganado la lotera: una tableta en perfecto estado. Estaba encendida; haba sido la pantalla luminosa lo que haba llamado su atencin. Se hallaba en una de las cabinas pequeas, entre un colchn y la parte de abajo de una de las literas. En cuanto la levant la apag: si se le agotaba la batera, no habra manera de cargarla nuevamente.Encontr a Alec en otra cabina, inclinado sobre un bolso personal y maldiciendo mientras intentaba abrirlo.Sorpresa, mira lo que tengo anunci con orgullo, alzando el dispositivo en el aire. Y cmo te fue a ti?Alec se haba enderezado y sus ojos se iluminaron ante el descubrimiento.Yo no encontr absolutamente nada y ya estoy harto de buscar. Echmosle un vistazo a eso.Espero que no se le agote la batera.Bueno, ms razn todava para examinarla cuanto antes, no crees?Hagmoslo afuera. Ya me cans de este montn de chatarra.Se sentaron a la sombra de un rbol mientras el sol continuaba recorriendo el cielo penosamente. Mark hubiera jurado que el tiempo transcurra con ms lentitud cuando el sol se hallaba en lo alto azotndolos con sus rayos anormalmente poderosos. Para controlar las funciones en la pantalla de la tableta, deba secarse una y otra vez el sudor de las manos.Pareca cualquier cosa menos una herramienta de trabajo: haba juegos, libros, viejos programas de noticias anteriores a las llamaradas. Hasta encontraron un diario personal que, de haber sido actualizado recientemente, les habra proporcionado una tonelada de informacin. Pero en definitiva no pareca haber nada de importancia.Despus de mucho investigar, finalmente encontraron la funcin de mapeo. Resultaba obvio que no funcionaba con los viejos satlites para GPS, ya que todos se haban destruido en el holocausto radiactivo provocado por las llamaradas solares. Sin embargo, pareca estar conectado con un rastreador interno del Berg, quiz controlado por un antiguo radar o algn otro tipo de tecnologa de onda corta. Adems, la nave que ahora se encontraba en ruinas haba creado un historial de cada viaje.Mira eso! exclam Alec, sealando un punto en el mapa. Todas las lneas que describan los vuelos del Berg terminaban siempre en el mismo sitio.Tiene que ser el cuartel generadla base o como quieras llamarla. Y a juzgar por las coordenadas y por lo que s de ese grupo de colinas a las que consideramos nuestro hogar, no puede estar a ms de ochenta o cien kilmetros de distancia.Quiz sea una vieja base militar sugiri Mark.Alec medit unos segundos.O tal vez un bnker. Una fortificacin semejante tendra sentido all arriba en las montaas, y hacia all nos dirigiremos, muchacho. Ms vale temprano que tarde.Ahora? pregunt Mark incrdulo. Pese al golpe que haba recibido en la cabeza, pensaba que el viejo no iba a querer trepar todo ese trecho antes de regresar a la aldea.No, todava no. Primero debemos volver a casa y ver cmo estn las cosas. Hay que averiguar si Darnell y los dems se encuentran bien.Ante la mencin de Darnell, se le cay el alma al suelo.Recuerdas lo que vimos en ese Berg? Las cajas de dardos? Es imposible que esta gente se haya tomado el trabajo de tendernos una emboscada y hacer un desfile areo solo para arrojarnos gripe.Tienes razn, muchacho. Odio decirlo, pero as es. No espero encontrar buenas noticias a nuestro regreso, pero igual tenemos que volver, as que vmonos ya.Se puso de pie y Mark lo imit mientras colocaba la tableta en el bolsillo trasero del pantaln. Prefera volver al poblado que ir a buscar una fortaleza.Aunque todava se senta un poco mareado y le dola la cabeza, cuanto ms avanzaban y ms se aceleraba su pulso, mejor se senta. Arboles, sol, arbustos y races; ardillas, insectos y vboras. Sus pulmones se llenaron del aire clido pero a la vez fresco, que ola a savia y a quemado.El Berg los haba alejado de su casa ms de lo que haban imaginado y tuvieron que acampar dos noches en el bosque, donde descansaron solo lo suficiente para recuperar las fuerzas. El nico alimento consisti en algn pequeo animal que Alec caz con su cuchillo. Por fin, al caer la tarde del tercer da desde el ataque del Berg, llegaron cerca del asentamiento.Se hallaban a menos de dos kilmetros de la aldea cuando el hedor a muerte los azot como una rfaga brutal de calor intolerable.Pocas horas antes del atardecer arribaron a la base del monte, sobre la cual se recostaban las hileras de chozas y cabaas. Mark haba arrancado una tira ancha del extremo de su camisa para cubrirse la boca y la nariz. Al llegar a la ltima elevacin previa a la aldea, apoy la mano sobre la tela. El olor era espantoso. Poda sentirlo en la lengua, hmedo, mohoso, podrido, y deslizndose hacia el estmago, como si se hubiera tragado algo en descomposicin. En medio de jadeos y luchando contra las ganas de vomitar, dio un paso tras otro, temiendo ver los horrores que haba dejado a su paso el ataque.Darnell.No tena ninguna expectativa con respecto al muchacho. Con el corazn afligido, haba aceptado que su amigo deba estar muerto. Pero, qu haba sido de Trina, de Lana? Y de Misty y el Sapo? Haban sobrevivido o los haba atacado algn virus loco? Se detuvo cuando Alec estir la mano y le toc el pecho.Bueno, escchame dijo el hombre, con la voz ahogada por la tela que cubra su boca: no podemos dejarnos llevar por nuestras emociones. Sin importar lo que veamos, nuestra prioridad es salvar a toda la gente que sea posible advirti. Mark hizo un gesto afirmativo y se dispuso a reanudar la marcha, pero Alec lo detuvo. Necesito saber si me entendiste bien continu con expresin severa, similar a la de un maestro enojado. Si subimos hasta all y comenzamos a abrazar a la gente y a llorar y, llevados por el desconsuelo, nos olvidamos de que hay quienes no tienen posibilidad de sobrevivir... a la larga, eso solo va a herir a ms personas. Entiendes?Tenemos que pensar a largo plazo. Y por ms egosta que suene, tenemos que protegernos primero nosotros mismos. Captaste? Nosotros mismos. Salvar a la mayor cantidad de gente significa que no podremos salvar a nadie si estamos muertos.Mark lo mir a los ojos y distingui la dureza que haba en ellos. Saba que Alec tena razn.Con la tableta, el mapa y lo que haban averiguado acerca de la gente del Berg, quedaba claro que estaba sucediendo algo muy grande.Mark? dijo Alec, chasqueando los dedos para llamar su atencin, Hblame, amigo.Qu quieres decir? pregunt. Que si la gente parece estar enferma... si esos dardos realmente enferman a la gente... no debemos acercarnos?Alec dio un paso atrs; su rostro tena una expresin que Mark no alcanz a comprender.Cuando lo dices de esa manera no suena muy fraternal, pero es exactamente lo que quiero decir. No podemos correr el riesgo de contagiarnos la enfermedad. No sabemos cmo estar todo all arriba ni a quin nos estamos enfrentando. Solo digo que tenemos que estar preparados y, ante la menor duda acerca de alguien...Lo abandonamos para que se lo devoren las fieras concluy con deliberada frialdad para lastimarlo.El ex soldado solo movi la cabeza de un lado a otro.Muchacho, ni siquiera sabemos con qu nos vamos a encontrar. Subamos de una vez y busquemos a nuestros amigos. Lo nico que quiero decirte es que no actes en forma estpida. No te acerques a nadie, y obviamente no toques a nadie. Mantn esa tela alrededor de tu hermosa cabecita. Entiendes?Mark haba comprendido. Al menos, le pareca razonable mantenerse a cierta distancia de quienes haban recibido los dardos. Altamente contagioso. Las palabras resonaron otra vez en su mente, y supo que Alec estaba en lo cierto.Entiendo. No voy a actuar en forma estpida. Lo prometo. Voy a seguir tu ejemplo.Una mirada compasiva se dibuj en el rostro de Alec, algo que no era muy frecuente. En esos ojos haba autntica bondad.Hijo, hemos pasado por el infierno y logramos sobrevivir. Lo s. Pero eso nos ha fortalecido, verdad? Podemos enfrentar lo que viene afirm, alzando la vista hacia el sendero que conduca a la aldea. Esperemos que nuestros amigos se encuentren bien.Esperemos repiti Mark mientras sujetaba con fuerza la tira de tela que cubra su rostro.Con un rgido ademn (de nuevo el profesional), Alec comenz a trepar la colina. Mark se jur controlar sus emociones y sali detrs de l.Cuando alcanzaron la cima, el origen del olor nauseabundo apareci ante su vista con nitidez.Haba tantos cuerpos...En las afueras del poblado se levantaba una gran estructura de madera muy simple que, originalmente, haba servido de refugio en las tormentas. Luego, cuando se construyeron edificios ms slidos, se haba utilizado para almacenamiento. Tena tres paredes y el frente estaba abierto.El techo de paja tena capas de lodo para mantener el interior lo ms seco posible. Todos la llamaban La Inclinada porque, a pesar de ser bastante maciza y resistente, pareca inclinarse hacia la pendiente de la montaa.Alguien haba decidido colocar a los muertos all.Estaba horrorizado. No debera, ya que en el ltimo ao haba visto ms cadveres que los que cien sepultureros hubieran contemplado en toda su vida. De todas formas, era impresionante.Dispuestos uno al lado del otro, unos veinte cuerpos ocupaban todo el suelo. La mayora tena el rostro cubierto de sangre: alrededor de la nariz, de la boca, de los ojos y de las orejas. Y a juzgar por el olor y el color de la piel, todos llevaban muertos uno o dos das. Un rpido vistazo revel que Darnell no se encontraba en el grupo, pero Mark no se permiti alentar esperanzas.Apret con ms fuerza la tela contra el rostro y se oblig a apartar la vista de los cadveres. Por un tiempo, iba a resultarle imposible probar un solo bocado.Alec no pareca muy perturbado. Continuaba observando los cuerpos con gesto de frustracin ms que de desagrado. Tal vez quera ingresar, examinar los cadveres y descubrir qu estaba sucediendo, pero saba que eso sera una tontera.Entremos a la aldea propuso Mark. Y busquemos a nuestros amigos.Est bien fue la respuesta de Alec.Pareca un pueblo fantasma: nada ms que polvo, madera reseca y aire caliente.A pesar de que los senderos y callejones estaban desiertos, Mark perciba miradas fugaces a travs de las ventanas, grietas y r