Data H Critica 01 Resenas 03

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7/23/2019 Data H Critica 01 Resenas 03 http://slidepdf.com/reader/full/data-h-critica-01-resenas-03 1/3   proyección de un historiador colombiano que con suficiencia y altura se asoma a la historiografía hispanoamericana, representa no sólo un logro y un aporte sino también un ejemplo que debe ser continuado. Bernardo Tovar Zambrano, profesor de la Universidad Nacional Christopher Abel,   Política, partidos e  Iglesia en Colombia,  Bogotá, Universidad Nacional de  Colombia, 1987.  La historia de la Iglesia es un campo especialmente importante dentro de los estudios históricos, y para los países de América Latina esta importancia es tanto mayor cuanto que la influencia de la Iglesia ha sido determinante en la vida cultural y en el proceso político de esos  países. A pesar de ello, no son frecuentes las investigaciones dedicadas a establecer ese com-  plejo de relaciones y  predominan, en cambio, los obras escritas con una intención apologética o con un enfoque estrechamente ligado al punto de vista de la institución eclesiástica. Por esta razón, el libro de Christopher Abel constituye una contribución especialmente enriquecedora. La dimensión cultural frecuente- mente desconocida en las histo- rias políticas, ocupa en este texto un lugar central en el análisis de la política, y dentro de ella el rol cumplido por la Iglesia, aporta un enfoque novedoso a la historia de los  partidos y del estado colombiano: el texto se detiene en el in- ventario de los elementos rituales del poder presidencial en Colombia, de la simbología religiosa  presente en la oratoria política, del  peso decisivo de la concepción de la historia elaborada por la Iglesia en las políticas culturales del Estado, de la impregnación religiosa del mismo lenguaje ges-tual: Probablemente la Iglesia era más  poderosa en esta época que en una monarquía absoluta. El presidente no era ningún contrincante, como en las monarquías absolutas, para el control de la conciencia pública. Tampoco disfrutaba el presidente de la perpetuidad de su cargo; un  primado o nuncio insatisfecho  podían no sólo presionar cam-  bios en la política o en los ministerios sino luchar por un candidato más aceptable en las próximas elecciones. La Iglesia le confería al  presidente un rol santificado, legitimizando su cargo y su  persona con un Te Deum el día de la posesión. Al presidente le llovían epítetos eclesiásticos y la  propaganda de la Iglesia lo  proyectaba como un segundo arzobispo encomendado por las autoridades eclesiásticas para que combatiera el mal en sus funciones tutelares. Ningún  presidente se podía dar el lujo de suscitar críticas continuas de la Iglesia pues ésta controlaba el drama nacional mientras que el  poder ejecutivo simplemente desempeñaba un papel secundario. El presidente reafirmaba su papel secundario ante la Iglesia dirigiendo a los laicos en la procesión de Corpus Cristi y re-consagrando la nación regularmente a su patrón, el Sagrado Corazón.... La sujeción parcial del Estado a la iglesia se reflejaba en el vo- cabulario político de la época; la retórica sacerdotal y la política se entrecruzaban en contenido, composición y expresión. Tenían los mismos gestos y la misma entonación, la misma organización de la materia, las mismas referencias a Dios, a la patria y al hogar. La política se hallaba fuertemente condimentada con el lenguaje de la redención, la expiación y el sacrificio. (P. 34) La construcción por parte de la Iglesia de una cultura señorial fundada en un pesimismo congénito, que valorizaba en grado sumo el culto de la palabra y la especulación y que albergaba ideo- logias racistas entonces de moda en Europa, se manifestó de modo especial en la política adoptada por Núñez y Caro para la educación, cerrando casi por completo los espacios para el surgimiento de una cultura secular: Abel señala cómo las únicas formas alternativas de cultura al margen del modo de expresión clerical dominante eran la oratoria y la poesía.  En este contexto cultural, sitúa el autor el proceso de los  partidos que, a lo largo del  período estudiado, revelan una  progresiva tendencia hacia la aproximación ideológica y un alejamiento cada vez mayor con respecto de los correspondientes modelos históricos. Este  proceso es presentado por Abel en relación con la formación de un consenso bipartidista de la clase propietaria ante los retos del cambio económico y social. El autor señala entre las condi- ciones que hicieron posible este consenso la prosperidad sostenida en un período de  precios altos del café, el temor ante las posibles fuerzas de la subversión, un conjunto de acuerdos básicos en lo que tiene que ver con la política de aproximación a los Estados Uni- dos, en procura de inversiones y de exportaciones. El autor ubica la fase de consolidación del con- senso bipartidista a partir de 1949. En esas condiciones, comenzaron a perder importancia las antiguas formulaciones de principios de los partidos, y la vieja oposición clericalismo- anticlericalismo comenzó a  perder fuerza con el advenimiento del Frente Nacional. 107

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 proyección de un historiador colombiano que con suficiencia y altura se asoma a la historiografíahispanoamericana, representa no sólo un logro y un aporte sino también un ejemplo que debe ser continuado.

Bernardo Tovar Zambrano, profesor

de la Universidad Nacional

Christopher Abel,  Política, partidos e  Iglesia en Colombia, Bogotá, Universidad 

Nacional de Colombia, 1987. 

La historia de la Iglesia es uncampo especialmente importantedentro de los estudioshistóricos, y para los países deAmérica Latina esta importanciaes tanto mayor cuanto que lainfluencia de la Iglesia ha sidodeterminante en la vida culturaly en el proceso político de esos países. A pesar de ello, no sonfrecuentes las investigacionesdedicadas a establecer ese com- plejo de relaciones y

 predominan, en cambio, losobras escritas con una intenciónapologética o con un enfoqueestrechamente ligado al punto devista de la institucióneclesiástica. Por esta razón, ellibro de Christopher Abelconstituye una contribuciónespecialmente enriquecedora.

La dimensión cultural frecuente-mente desconocida en las histo-rias políticas, ocupa en estetexto un lugar central en elanálisis de la política, y dentrode ella el rol cumplido por laIglesia, aporta un enfoquenovedoso a la historia de los partidos y del estado colombiano:el texto se detiene en el in-ventario de los elementosrituales del poder presidencial enColombia, de la simbologíareligiosa

 presente en la oratoria política, del peso decisivo de la concepción de la

historia elaborada por la Iglesia enlas políticas culturales del Estado,de la impregnación religiosa delmismo lenguaje ges-tual:Probablemente la Iglesia era más poderosa en esta época que en unamonarquía absoluta. El presidenteno era ningún contrincante, comoen las monarquías absolutas, para elcontrol de la conciencia pública.Tampoco disfrutaba el presidente dela perpetuidad de su cargo; un primado o nuncio insatisfecho

 podían no sólo presionar cam- bios en la política o en los ministeriossino luchar por un candidato másaceptable en las próximaselecciones. La Iglesia le confería al presidente un rol santificado,legitimizando su cargo y su persona con un Te Deum el día dela posesión. Al presidente lellovían epítetos eclesiásticos y la propaganda de la Iglesia lo proyectaba como un segundoarzobispo encomendado por las

autoridades eclesiásticas para quecombatiera el mal en susfunciones tutelares. Ningún presidente se podía dar el lujo desuscitar críticas continuas de laIglesia pues ésta controlaba eldrama nacional mientras que el poder ejecutivo simplementedesempeñaba un papelsecundario. El presidentereafirmaba su papel secundarioante la Iglesia dirigiendo a loslaicos en la procesión de CorpusCristi y re-consagrando la naciónregularmente a su patrón, elSagrado Corazón....La sujeción parcial del Estado a laiglesia se reflejaba en el vo-cabulario político de la época; laretórica sacerdotal y la política seentrecruzaban en contenido,composición y expresión. Teníanlos mismos gestos y la mismaentonación, la misma organizaciónde la materia, las mismas

referencias a Dios, a la patria y alhogar. La política se hallabafuertemente condimentada con ellenguaje de la redención, la

expiación y el sacrificio. (P. 34)

La construcción por parte de laIglesia de una cultura señorialfundada en un pesimismocongénito, que valorizaba en gradosumo el culto de la palabra y laespeculación y que albergaba ideo-logias racistas entonces demoda en Europa, se manifestó demodo especial en la políticaadoptada por Núñez y Caro parala educación, cerrando casi porcompleto los espacios para elsurgimiento de una culturasecular: Abel señala cómo lasúnicas formas alternativas decultura al margen del modo deexpresión clerical dominanteeran la oratoria y la poesía. 

En este contexto cultural, sitúael autor el proceso de los partidos que, a lo largo del período estudiado, revelan una progresiva tendencia hacia laaproximación ideológica y unalejamiento cada vez mayor con

respecto de los correspondientesmodelos históricos. Este proceso es presentado por Abelen relación con la formación deun consenso bipartidista de laclase propietaria ante los retosdel cambio económico y social.El autor señala entre las condi-ciones que hicieron posible esteconsenso la prosperidadsostenida en un período de precios altos del café, el temorante las posibles fuerzas de la

subversión, un conjunto deacuerdos básicos en lo que tieneque ver con la política deaproximación a los Estados Uni-dos, en procura de inversiones yde exportaciones. El autor ubicala fase de consolidación del con-senso bipartidista a partir de 1949.En esas condiciones, comenzarona perder importancia las antiguasformulaciones de principios delos partidos, y la vieja oposiciónclericalismo-

anticlericalismo comenzó a perder fuerza con el advenimientodel Frente Nacional. 

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Un tema muy poco estudiado por la historiografíacolombiana es el del ejércitoy la policía. Y en este sentido, el texto deAbel representa unacontribución significativa alconocimiento histórico sobreun tema, que presenta in-dudables problemas para lainvestigación pero queresulta fundamental para elestudio de la historia política y del Estado enColombia. Por una parte elautor analiza la multiplicidadde matices que han compuestola compleja trama derelaciones entre el poder civily el poder militar desde Olaya,

que había heredado un ejércitomayoritariamenteconservador hasta el golpe deRojas Pinilla, apoyado por laconvergencia de toda la élite política (con excepción de lafracción Laureanista). 

El descontento militar sefusionó de tal forma con lasfrustraciones civiles, queRojas pudo contar con una base de apoyo más fuerte

que la que hubiera tenidocualquier civil. Momen-táneamente aclamado comoun ídolo popular. Rojasaportó diversos elementosal marco institucional en elque toda la élite política,salvo la facción Laureanistaconvergía. Este fue unmomento de consenso en laélite, que no se veía desde LaGuerra de Leticia. (P.255). 

De la misma manera que enel caso del ejército, se carececasi por completo, de estudioshistóricos sobre la policía. Eltexto de Abel insiste en laconsideración de este cuerpo,su organización, los intentosde profesionalización cum- plidos, el predominio delreclutamiento liberal en susfilas y las tensiones entreejército y policía, particularmente agudas ydeses-tabilizadoras durante elgobierno de López, lasrelaciones críticas de la

 policía con el gobierno de Ospinaque culminaron en el 9 de abril yla insurrección de gran parte dela policía. Las fuerzas populares, tratadaslateralmente dentro de la obra, asícomo el Partido Comunista, sonestudiadas básicamente desde la perspectiva de su fuerza relativa enel contexto político colombiano. Elautor destaca la dispersiónexistente dentro del conjunto delos movimientos populares, urbanosy rurales y la ausencia de unasolidaridad que hiciera posible unafuerza unificada. Abel explica estasituación por las divisiones político-ideológicas (entre comu-nistas, socialistas y liberales deizquierda de los sindicatos), regio-

nales, socio-económicas (por di-ferencias marcadas de status) y por la ola de desempleo que afectóa los trabajadores luego de la cri-sis de 1937-38 y que trajo: 

La decadencia del componentesindical en la organización libe-ral y reafirmó el dominio de los propietarios, (p. 273). 

La debilidad del movimiento sin-dical, con la progresiva descom-

 posición de la C.T.C., con la or-ganización de la U.T.C. bajo estre-cho control clerical, se aceleró conel 9 de abril y las medidas derepresión subsiguientes. El fra-caso de la huelga de 1949 resultóel corolario de todos estos desa-rrollos. La variable regional tanto en elanálisis de los partidos como en elde la Iglesia, es un enfoque origi-nal y un método novedoso que

aporta esta obra. En lo que res- pecta a la Iglesia, el análisis re-gional permite a Abel establecerimportantes diferencias entre los planteamientos y la conduccióneclesiásticas en las tierras altas,en las cuales se registraban losÍndices mayores en la relaciónclérigo-población (porcentaje desacerdotes por habitantes, pro- porción en el reclutamiento de

órdenes religiosos, etc.) el mayorformalismo ritual, la mayor in-transigencia en la defensa de laortodoxia y un fuerte rigorismo

moral, y en las tierras bajas dondeel número de sacerdotes era mu-cho menor los recursos económi-cos eran bastante más escasos ydonde la tolerancia hacia los cul-tos africanos propiciaba un ciertocatolicismo sincrético. También, partiendo del análisis regionalmuestra el autor la diferenciasentre los obispados, los unos detendencias "modernizantes" y losotros apegados a la concepcióneclesiástica de Pío IX, para esta- blecer, finalmente, una gran au-tonomía general de los obispos,frente al Nuncio y al Primadoquienes, en el período estudiado por el autor, se encontraron en no pocas dificultades frente a su clero. 

El mismo planteamiento meto-dológico aplicado al estudio de los partidos conduce a Abel a soste-ner la formación de un eje Cundi-namarca- Antioquia, en el marcode ese consenso anotado anterior-mente. Dentro de este cuadro elautor analiza la estructura regionalde los partidos, con su compleja jerarquía de jefes locales y regio-

nales y su inestable relación conlas autoridades centrales, los cam- bios experimentados en la rela-ción capital-provincias, los efec-tos del proceso de urbanización yde la extensión de las comunica-ciones, la creciente dependenciade los poderes locales respecto del poder central en cuanto a recur-sos; y la formación de grupos de presión como voceros de las provin-cias en la capital, al margen delCongreso. La elección de dos re-

giones, Antioquiay Santander parael examen de las relaciones entre partidos, política e Iglesia resultamuy acertada por el contraste queresulta entre una región en ex- pansión con la Iglesia regional másfuerte del país y con un fuerte perfil propio en la constitución delos partidos y una región caracteri-zada por el estancamiento eco-nómico y el enfrentamiento vio-lento entre fracciones políticas, enel cual la Iglesia actuó como unimportante factor en la polari-zación extrema de las mismas. 

En cuanto a las fuentes, la inves-

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tigación cumplida por el autorno sólo ha explorado todaslas posibilidades de ladocumentación escrita reunidaen archivos, hemerotecas,colecciones, repertorios es-tadísticos, sino que harecurrido a la historia oralmediante la técnica deentrevistas. Por otra parte, es preciso anotar que el autorha logrado con este estudioestablecer  

Isabel Clemente coordinadora del

Departamento de Historia de la

Universidad de los Andes 

fuentes nuevas, hasta el momentono abiertas a la investigaciónhistórica sobre Colombia: losarchivos del servicio de Inteligencia británico, que tanta informacióninteresante han arrojado acerca delos vínculos de algunos sectores de

la Iglesia colombiana con laFalange española, los archivos deempresas privadas inglesas, entreellas los del Bank of London andSouth America, Whi-tehallPetroleum Corporation, S. Pearsone Hijo Ltda, de la Cámara deComercio inglesa y finalmente, losarchivos de la secre- 

"Revista 

 Argumentos," 

EL TERCER REICH", Nos. 18,19,  

20 y 21,  

enero/diciembre/87,Bogotá, 1988. 

La Revista Argumentos publicórecientemente en cuatro de susnúmeros, compilados en un sólovolumen, uno de los temas másdifundidos y controversiales de lahistoria del siglo XX: el TercerReich. No se trata de una visión deconjunto como su nombre pare-cería indicar sino más bien deunos temas especialemente esco-gidos. La mayoría de los artículos,escritos de forma clara, y dirigidostanto al lego como al estudioso,iluminan aspectos interesantes del

tema e incluyen una serie de ar-tículos muy variados. La Revista es introducida por unartículo de Rubén Jaramillo,titulado El Tercer Reich: LosDesarrollos de la Contrarevolu-ción Alemana y los Orígenes delNazismo: 1918-1933. Esteartículo, utilizando el análisishistórico y abarcando los mismosaños de la inestable República deWeimar, es un corto vistazo a lasfuerzas que se agruparon al lado

de la reacción alemana, las cualestriunfarían con el ascenso del na-cionalsocialismo al poder en 1933.

taría de Relaciones Exteriores deCiudad de México, que le resul-taron muy útiles a Abel espe-cialmente para el período de LópezPumarejo. 

Cabe señalar, sin embargo, que laedición adolece de problemas se-rios de traducción y estilo quevuelve a veces forzada la lecturadel texto y oscuros muchos pa-sajes. Sería deseable que en lanueva versión estos problemas sesuperaran para responder con laaltura que se merece este lúcido eimportante texto del profesor Abel. 

De la derrota de la Primera GuerraMundial y del agotamiento y ladesorientación surgirá el incipientemovimiento: banqueros, altosoficiales, industriales, y burócrataslo promoverán para despuésconseguir sus ideólogos.

El autor hace hincapié a lo largodeltexto en la participación de lasclases aristócratas, del gran capital,como también en la participaciónde Hitler, rescatando así ciertaautonomía del Führer. El artículose centra obviamente en la

formación del nacionalsocialismo,su pensamiento, sus logros yfracasos, todo esto combinando conla historia de Alemania. La crisisdel capitalismo de 1929 le daría suúltimo gran impulso. Sin ninguna pretensión teórica y de manerasencilla, el relato es una buenaintroducción del tema para el lego.

Amanera de apéndice del artículoanterior, la Revista reedita uno tituladoLa Banalidad del Mal. En el centro está

Hitler desde un enfoque que nosatreveríamos a llamar historia de lamentalidad, no de la colectiva pero síde la individual, de la del dictador másfamoso del siglo XX. Hitler es una víctimadel elemento esencial de la sociedadmoderna: el imperativo de superar. El

 burgués típico vive "... en función delotro que quiere superar; lleva una vidareferida, determinada por lacompetencia... <es un> esclavo de lasuperación". Además la tensión destruir-construir coexistía de manera intensa y

eficaz. Su diletantismo lo llevó a odiarlo que no tenía o lo que no era: no

 podía soportar a alguien que supieramás que él.

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