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Editorial: Los desafíos de la nueva etapa Patricio Echegaray ......................................................... Argentina 2016: Claves de una derrota Atilio A. Boron............................................................. ¿Qué tiene de nuevo la nueva derecha? Marcelo F. Rodríguez................................................... EL CONGRESO DE ORIENTE DE LA LIGA DE LOS PUEBLOS LIBRES DE 1815 Una interpretación histórica Alejandro Bernasconi................................................... Fueron las Tres A Alexis Banylis................................................................. Declaración del Partido Comunista a 40 años del Golpe Cívico Militar............................................. DOSSIER: Batalla de ideas, lucha de clases y construcción de alternativa........ REVISTA COMUNISTA DE ANÁLISIS, DEBATES Y DOCUMENTOS Director: Patricio Echegaray Secretario de redacción: Marcelo F. Rodríguez Colaboran en este número: Atilio Boron Marcelo F. Rodríguez Alejandro Bernasconi Alexis Banylis Diagramación: Patricia Chapitel La revista Cuadernos Marxistas es una publicación de análisis, debates y documentos de la editorial Cuadernos Marxistas, con domicilio en la Av. Entre Ríos 1039 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina. 4304-0066/68 [email protected] sumario nº 10 MAYO DE 2016 ISSN 1853-368X 3 8 21 28 37 41 43 44 Rafael Paz.................................................................... Gastón Varesi.............................................................. Raúl Serrano.............................................................. . Alexia Massholder...................................................... Ana María Ramb........................................................ Ernesto Espeche........................................................ Atilio Boron................................................................ José Giavedoni............................................................ Hernán Randi............................................................. Patricio Echegaray..................................................... 49 54 62 67 73 76 81 88 91

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Editorial: Los desafíos de la nueva etapaPatricio Echegaray.........................................................

Argentina 2016: Claves de una derrotaAtilio A. Boron.............................................................

¿Qué tiene de nuevo la nueva derecha?Marcelo F. Rodríguez...................................................

EL CONGRESO DE ORIENTE DE LA LIGA DE LOS PUEBLOS LIBRES DE 1815Una interpretación históricaAlejandro Bernasconi...................................................

Fueron las Tres AAlexis Banylis.................................................................

Declaración del Partido Comunista a 40 añosdel Golpe Cívico Militar.............................................

DOSSIER: Batalla de ideas, lucha declases y construcción de alternativa........

REVISTA COMUNISTADE ANÁLISIS, DEBATES

Y DOCUMENTOS

Director:Patricio Echegaray

Secretario de redacción:

Marcelo F. Rodríguez

Colaboranen este número:

Atilio BoronMarcelo F. RodríguezAlejandro Bernasconi

Alexis Banylis

Diagramación:Patricia Chapitel

La revista CuadernosMarxistas

es una publicaciónde análisis, debates y

documentos de la editorialCuadernos Marxistas,

con domicilio en laAv. Entre Ríos 1039

de la Ciudad Autónomade Buenos Aires,

República Argentina.4304-0066/68

[email protected]

sumario nº 10

MAYO DE 2016

ISSN 1853-368X

3

8

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28

37

41

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44Rafael Paz....................................................................Gastón Varesi..............................................................Raúl Serrano.............................................................. .Alexia Massholder......................................................Ana María Ramb........................................................Ernesto Espeche........................................................Atilio Boron................................................................José Giavedoni............................................................Hernán Randi.............................................................Patricio Echegaray.....................................................

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por Patricio Echegaray*

* Secretario General del Partido Comunista de la Argentina y Director de Cuadernos Marxistas.

Después de 12 años de gobierno kirchnerista, dondelos sectores populares y las

capas medias lograron importan-tes avances y mejoraron significati-vamente su situación luego de lacrisis de 2001/2002, una opción dederecha, que poco hizo para ocul-tar su verdadera concepción políti-ca y económica, logró por un aco-tado margen ganar las eleccionescon una alianza entre Propuesta re-publicana (PRO), Unión Cívica Ra-dical (UCR) y Coalición Cívica (CC).

Por primera vez en cien años, laderecha llega al gobierno sin recu-rrir a un golpe de Estado sino quelo logró por los mecanismos de lademocracia representativa burguesa.

No caben dudas de que siguie-ron al pie de la letra y “exitosa-mente” el consejo que en su mo-mento dio Cristina Fernández deKirchner a las fuerzas opositoras,formaron un partido político y ga-naron las elecciones.

En sus primeros cien días de go-bierno, quedó claro que tal comose había alertado, se ha configura-do un gobierno que lleva adelantelos planes que dicta la embajada delos Estados Unidos para AméricaLatina, puesta al desnudo con lavisita de Obama.

El macrismo ha conformado ungobierno con un fuerte protagonis-mo de dueños y CEOs de distintasempresas, con integrantes de ONGsy Fundaciones al servicio de la em-bajada: Susana Malcorra, IBM /Telecom; Pablo Avelluto, RandomHouse Mondadori; Juan José Aran-guren, Shell; Guillermo Dietrich,Automotores Dietrich; Isela Cos-tantini, General Motors; RogelioFrigerio, Fundación FEDERAR;Germán Garavano, ONG Unidospor la Justicia; Carolina Stanley,Fundación Grupo Sophia; SergioBergman, Fundación ArgentinaCiudadana; Francisco Cabrera,Fundación Pensar; Luis Caputo,Deutsche Bank.

La agricultura a cargo de Ricar-do Buryaile de ConfederacionesRurales Argentinas, núcleo duro dela Mesa de enlace, y al frente del equi-po económico Alfonso Prat Gayproveniente de la Banca Morgan.

Un “equipo” a la medida de laoligarquía y la burguesía transnacio-nal que se completa con políticoscomo Marcos Peña, Patricia Bullri-ch, Jorge Triaca hijo, Esteban Bull-rich, Jorge Lemus, Oscar Aguad yHernán Lombardi, entre otros.

Un verdadero gobierno de la cla-se dominante que actúa de acuer-do a su ADN liberal, que impusouna fuerte devaluación, que quitólas retenciones a la minería y los agronegocios, impulsó un impuestazoen los servicios, despide a miles detrabajadores en la administraciónpública alentando lo mismo en laactividad privada, promulgó el Pro-tocolo Antipiquetes, detiene ilegal-mente a Milagro Sala y vuelve a lasrelaciones carnales con los EEUUen detrimento de la integración la-tinoamericana. La visita de BarackObama a la Argentina y el acuerdocon los Fondos Buitres no hacenmás que reafirmar este objetivo.

Ya en la campaña electoral decía-mos que enfrentábamos, por cam-bio o por herencia, una etapa deretroceso en el proceso político vi-vido, con sus más y sus menos, enla última década.

Pero también fuimos muy clarosen que no nos daba lo mismo quienganara, que las bases y los intereses

EDITORIAL

Los desafíos de la nueva estapa

En sus primeroscien días de gobierno,

quedó claro que tal comose había alertado, se ha

configurado ungobierno que lleva

adelante los planes quedicta la embajada de losEstados Unidos para

América Latina.

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que representaban los candidatosno eran las mismas y que un triun-fo del Frente para la Victoria, consus dificultades, nos daba una pers-pectiva mejor para luchar por ladefensa de los logros y buscar avan-zar en lo que faltaba. La posicióndel Partido Comunista fue muy cla-ra en este sentido y obramos enconsecuencia sin dejar de propo-ner un análisis estructural de las di-ficultades que enfrentábamos.

En ese sentido, son tres los pun-tos en los que centramos nuestrareflexión.

-El análisis sobre las dificultadesque la idea de un “capitalismo se-rio” nos impuso, generando un ver-dadero problema, que impidió avan-zar en la profundidad de los cam-bios necesarios que hubieran dificul-tado la ofensiva de la derecha.

-La falencia en el debate sobre elprograma de contenido nacional,popular, anti imperialista y la crea-ción de la fuerza política para res-paldarlo e impulsarlo, amplia en sucomposición y profunda en su con-tenido, que sirviera para defenderlo alcanzado e impulsar la profun-dización y radicalización del pro-ceso y marchara hacia la construc-

ción del Frente de liberación nacio-nal y social.

-La subestimación de la derechay del armado de la misma que estáimpulsando con carácter regional elimperialismo norteamericano.

Entendemos que en estos trestemas se centra buena parte de lasdificultades que enfrentamos.

La inviabilidad de una capitalis-mo serio fue un tema que hemostratado recurrentemente en Cuader-nos Marxistas y en diversos artículosy documentos partidarios.

En ellos sostuvimos que, en tér-minos generales nuestra política deapoyo crítico al kirchnerismo fueen gran medida correcta, eso lopodemos ver en la política interna-cional. No fue así en el marco in-terno, donde prevaleció el enfoquede un capitalismo serio.

No hay solución para el pueblodentro del capitalismo, más allá dela adjetivación que se le quiera po-ner. Sin políticas que avancen en unhorizonte poscapitalista, socialista,no habrá solución para problemasque, en el bicentenario de nuestraindependencia, y tras haber transi-tado diversas fases dentro del sis-tema capitalista, siguen siendo re-currentes y demostrando que el ca-pitalismo es el problema, no la so-lución. Sabemos que esto no se re-suelve con una vuelta de tuerca alconservadorismo neoliberal, que eslo que está llevando adelante Ma-cri, con un plan que ya no se basa,como en la etapa menemista, en lasprivatizaciones sino en bajar el “cos-to argentino”, entiéndase baja desalarios, redistribución de ingresosde asalariados y capas medias hacialos sectores concentrados. Este planexige un ejército de desocupadoscomo insumo principal para el ob-jetivo mencionado de bajar el cos-to laboral.

En lo que respecta a la construc-ción de la fuerza necesaria, no noshacemos los distraídos. Desde laizquierda y los sectores del campo

popular también somos parte deeste déficit en su construcción. Estotiene que ver con los problemas denuestro desarrollo político, con elhegemonismo del pensamientoprogresista, de tercera vía, que semanifiesta desde hace años en elcampo popular, pero como diji-mos muchas veces, la mayor res-ponsabilidad correspondía a la es-tructura hegemónica de este espa-cio, el kirchnerismo.

Esto quedó más que claro en laspasadas elecciones, donde presa delinternismo del PJ y ante la ausenciade una fuerza frentista, hubo sec-tores que le sacaron el cuerpo a laelección, confiados en que igual seganaba y, sobre todo, subestiman-do irresponsablemente a la derecha,

lo que marca serios problemas en laconducción política del espacio.

No se trata de quedarse en unmero pase de facturas, pero sí dehacer un análisis honesto de lo su-cedido, lo que resulta fundamentalpara intentar que estos errores nose repitan.

Como era previsible, atravesamosun terreno de fuerte disputa al inte-rior del justicialismo que sufrió suderrota más grande en democracia.

La inviabilidadde un capitalismo serio

fue un tema quehemos tratado

recurrentemente enCuadernos Marxistas

y diversos artículosy documentospartidarios.

No hay soluciónpara el pueblo

dentro delcapitalismo,

más allá de laadjetivación

que se lequiera poner.

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El partido de Estado más impor-tante de América Latina entra en unproceso en que carece de suficien-tes puntos de apoyo en el Estado,ya que perdió el gobierno nacionaly los distritos más importantes, loque dificulta muchísimo el reorde-namiento de la estructura del PJ ypotencia las contradicciones y con-flictos al interior de esa fuerza.

También se habló y se habla mu-cho de los planes de retorno deCristina Kirchner y sobre el rol quejugará la Cámpora y el kirchneris-mo en un sentido amplio en estascircunstancias. Por ahora, sobre estaorganización granean las críticas enrelación a su papel en las eleccio-nes, nos parece conveniente espe-rar para analizar esta situación y noresulta oportuno realizar pronósti-cos en estos momentos, pero cual-quier plan de retorno es complejoy es sumamente apresurado espe-cular sobre tan delicado tema.

Sí queremos destacar, que es-tamos trabajando para mantenerel vínculo y ver cómo se desarrollala situación.

Lo que si nos permitimos decires que el ordenador de todo estono es el grupo Clarín, esto lo reite-ramos hace tiempo, el ordenadores la Embajada norteamericanaque disciplina también al grupoClarín. Es muy probable que laEmbajada no permita que cuajenlas opiniones tremendistas de dis-persión extrema del peronismoque circulan, y que en todo caso seproponga una rearticulación delmismo en un espacio de centro-derecha o derechacentro.

En realidad, las contradicciones desectores del PJ con el kirchnerismono se basaban en pretendidas con-cepciones de izquierda socialista atri-buidas gratuitamente por algunos alkirchnerismo, sino en la búsqueda deuna hegemonía de centroizquierdapara el peronismo, lo que luego dela derrota sufrida se vuelve cada vezmás dificultoso.

No cabe ninguna duda que en-frentamos una derrota costosa, nosolo para nuestro país, sino paratodo el proceso latinoamericano.

El gobierno busca, como lodemuestran sus primeras medidas,bajar el costo argentino y entrar enun nuevo espiral de endeudamientoexterno, allí radica el nudo gordianode su plan: como para el neolibera-lismo de los 90 el objetivo centralfue la reforma estructural del Esta-do a través de las privatizaciones.

El relato macrista, para justificarla ofensiva que ha tomado, hablade ñoquis, de corrupción y cargatodas las culpas sobre la “pesadaherencia” que habría recibido a lavez que proclama la necesidad de“volver al mundo”.

Con este telón de fondo discur-sivo, impulsó la devaluación y losmasivos despidos que buscan ba-jar rápidamente el costo laboral ar-gentino en dólares, y logró acordarcon los Fondos Buitres con la ex-pectativa de futuras llegadas de ca-pitales, que vuelve a ser el discursodominante en un país donde las in-versiones extranjeras han demostra-do, en gran medida, ser realizadaspara generar las condiciones de unaenorme fuga de capitales hacia lospaíses donde residen las casas ma-trices de los inversores. Nada ga-rantiza, además, que pagando a losbuitres llegarán las inversiones.

La fragilidad de la Argentina fren-te al tema de la deuda queda nue-vamente demostrada como unaamenaza permanente para nuestraeconomía y para la sociedad.

Estalló por el aire, de este modo,la idea de que la deuda había deja-do de ser una “pesada carga” parael país, y vuelve a ocupar el centro delas preocupaciones y debates de lostrabajadores y el pueblo argentino engeneral, ante las consecuencias delacuerdo que hipotecará el presente yel futuro de los argentinos.

Vale recordar que el Comandan-te Fidel Castro en 1985 había ma-

nifestado, sobre la deuda externa denuestros países, que era “inmoralpagar una deuda con la que nadatuvo que ver el pueblo, en la que elpueblo no recibió ningún benefi-cio, una deuda que se malgastó, sedespilfarró o se fugó”.

Ante la persistencia de futurosendeudamientos con las consecuen-cias previsibles según indica la ex-periencia, es necesario reconside-rar esos sabios consejos que indi-caban que la deuda era impagable,inmoral, ilegítima e injusta.

En nuestro país no se atendió elcamino de la investigación realiza-da por Alejandro Olmos sobre lalegitimidad de la deuda, que hizoposible el fallo del juez Ballesteros,quien sostuvo que el endeudamien-to se había realizado para solventarnegocios privados y que los bene-ficiarios fueron algunos grupos eco-nómicos ligados a los centros finan-cieros internacionales, tales comoMacri, Fortabat, Bunge & Born,Bridas, Bulgheroni, Pérez Com-panc, Techint (Rocca), Soldati, Pes-carmona, los que contrajeron ladeuda privada, que más tarde seríaestatizada con seguros de cambio.

Se impulsó de esta manera la ló-gica del “desendeudamiento” pro-mocionada en los últimos años, queconsistió, en realidad, en lograr qui-tas importantes sobre los interesesde la deuda y no sobre el capital, lacancelación en efectivo de la deudacon el FMI, el acuerdo con el “Clubde París”, la jurisdicción en cortesde Estados Unidos y la sumisión asus leyes, que constituye un gravetraspié para la soberanía, y en defi-nitiva, el pago de aproximadamente190 mil millones de dólares (datosde la Agencia CIFRA), haciendoque Argentina sea prácticamenteexportadora de capitales.

La renegociación con los FondosBuitres y el sistema financiero in-ternacional solo acarrean una nuevaespiral de endeudamiento que poneen serio riesgo las reservas del país.

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Ante este nuevo ciclo de endeu-damiento, insistimos en que es ne-cesario abrir el debate y retomar laidea de suspender los pagos de ladeuda y realizar, aunque tardíamen-te, una verdadera auditoría sobrela legalidad y el origen de la misma,sobre la negociación en curso y elhecho de que las quitas actuales sonsobre los punitorios, esto es algo queno debería ser descartado.

Esto tiene una importancia parti-cular, ya que las mayores expectati-vas del gobierno de Macri radicanen la llegada de capitales, pero la cri-sis del capitalismo mundial y el flujode estos capitales condicionarán suspolíticas. Se debe practicar un escep-ticismo saludable sobre las prome-sas de inversiones dignas de las mil yuna noches con las que el gobiernoamenaza, ya que se basan en unalectura precaria de la situación in-ternacional, dado que hay seriosestudios de personajes como Sti-glitz o Soros que denuncian que lasmejoras relativas que efectivamen-te ocurrieron en la economía nor-teamericana no se han invertido ensu economía real y mucho menosen la economía de los países endesarrollo, sino en la estrella del ca-pitalismo más actual, la especulación.

Como si esto fuera poco por es-tos días la prensa mundial nos aler-ta sobre un freno en la economíanorteamericana. Todo indica quecon un Banco Central que ofrece38 por ciento de tasa de interés, lasinversiones que vengan tengan el ca-rácter de capitales golondrinas y apun-ten a especular, cosa que por otraparte ya sucedió en otras etapas.

Como venimos sosteniendo, de-bemos analizar la etapa que comien-za en clave regional. Es una etapa degrandes desafíos en la que hay queenfrentar políticas de ajuste y sacarconclusiones respecto a cómo defen-der el proceso latinoamericano.

Advertimos en su momento quelo de Argentina venía en clave lati-noamericana y vemos como la

ofensiva se está desarrollando ac-tualmente en Brasil y en Venezuelacon particular saña.

No podemos cerrar los ojosante la realidad que enfrentamos ydebemos reconocer que el proce-so latinoamericano iniciado con eltriunfo de Chávez en 1998 hoy seencuentra a la defensiva y puedeser revertido.

Para enfrentar esta situación, re-sulta fundamental la articulaciónentre los revolucionarios del conti-nente, proponemos recuperar loscontenidos y el sentido de la Cartade los Cinco y saludamos la inicia-tiva lanzada durante el Seminario delPartido del Trabajo en México, derealizar un encuentro de PartidosComunistas a mitad de año en Perú.Tenemos que tomar iniciativa parafavorecer este encuentro.

Estos desafíos son los que debe-mos enfrentar como militantes re-volucionarios, lo que exigirá un es-fuerzo muy fuerte en relación a lasituación nacional, e interna del par-tido, que pasa por la necesidad deun Partido Comunista fuerte y or-ganizado para encarar con una pers-pectiva de éxito las tareas que sonimpostergables.

Ante esto, nos corresponde for-

talecer la convicción de que en elanálisis de la crisis del capitalismoactual, el marxismo es un aliado deprimer orden y debe serlo en la dis-cusión sobre la necesidad de undebate profundo y sin dogmatis-mos sobre la construcción de lasociedad post-capitalista.

La experiencia vivida a lo largodel siglo XX no ha caído en sacoroto y nos ha reafirmado, por ejem-plo, en que es un grave error dejar-se seducir por la mágica idea delderrumbe espontáneo del capitalis-mo por acción de sus propias con-tradicciones, lo cual no le quita pesoa la ponderación sobre el carácterde la crisis que el mismo atraviesaen estos momentos, una crisis denuevo tipo, como ya dijimos, y dealcances civilizatorios.

Tomar con la debida seriedad eltema del poder popular y la orga-nización, nos pone frente a la nece-sidad de generar crecientes espaciosde autonomía del pueblo respectoal poder capitalista. Y al mismotiempo rompe con la idea reduc-cionista del asalto al Estado de unavez y para siempre, para producirdesde allí la transformación, reto-mando las enseñanzas de Lenin ensu obra El estado y la revolución, don-de planteaba que la toma del po-der del Estado debe ser entendidacomo un proceso de destruccióndel Estado burgués como tal.

A lo largo del siglo XX se conci-bió a la estatización como la prin-cipal forma de socialización. Esteerror, basado entendemos en des-viaciones economicistas, establece latendencia objetiva de la necesidad deun Estado cada vez más fuerte, locual entra en contradicción con lateoría marxista y leninista.

Esta visión exageradamente eco-nomicista abrevaba, a nuestro en-tender, en una suerte de “mito deldesarrollo” impulsado desde la so-cialdemocracia, que tendía a com-petir más que poner en cuestión latendencia al consumismo ilimitado

La renegociación conlos Fondos Buitres y el

sistema financierointernacional soloacarrearán unanueva espiral deendeudamiento

que pone en serio riesgolas reservas del país.

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impuesto por el capitalismo.El enfoque de Poder Popular, que

considerado en términos gramscia-nos, significa la ruptura con la hege-monía político-cultural en la que seasientan las verdaderas relaciones depoder del Estado burgués y la cons-trucción de una contra-hegemoníapopular, es lo que nos permite norenunciar al salto revolucionario y altema del aparato estatal, pero nospermite pensar en la deconstrucciónde este aparato sin que la misma sig-nifique una pérdida de poder.

El poder popular no puede sertomado sin beneficio de inventariopuesto que existe la concepción depaternalismo estatal y hegemonis-mo político.

El enfoque de poder popular nospermitirá, por ejemplo, construirespacios crecientes de hegemoníapolítica, económica y cultural de lostrabajadores, pensar en nuevas for-mas de propiedad social, que seande propiedad y/o gestión obrera ypensar en modelos de gestión po-pular de las empresas. Por eso te-nemos que pasar de formas de po-der que se sintetizan en desplazar ala burguesía del aparato del Estado,a un poder de carácter popular quese construye antes, durante y despuésde la toma y destrucción del poderestatal burgués, para convertir al su-jeto popular revolucionario en el ver-dadero depositario del poder.

Es así que el socialismo del sigloXXI debe ser entendido como unfuerte llamado a la sublevación con-tra la visión estatista no solo en eltema del ejercicio del poder, sinotambién en el tema de la propie-dad, sin confundir propiedad so-cial con propiedad estatal.

Como ya se señaló, insistimos enun programa pos capitalista que seenfoque en esas formas de propie-dad, estatal pública, social (de pro-ducción efectiva no basada en sub-sidios) y privada.

El ejemplo de la revolución cu-bana, lo realizado por la misma y

las transformaciones y correccionesque enfrenta en el presente debenser tenidos muy en cuenta.

En este proceso de transiciónhacia el comunismo que representala sociedad socialista, que avanzahacia la premisa planteada por Marxpara el comunismo: «De cada cual,según sus capacidades; a cada cual,según sus necesidades!», se deberáir subordinando también la idea deigualitarismo vigente en buena par-

te del socialismo del siglo XX. En este sentido el tema de una

verdadera igualdad de oportunida-des debe ser asumido no solo porvía de la justicia social en términoseconómicos, sino sobre la base deuna amplia socialización de los pro-cesos educativos y culturales, comolo planteó Fidel Castro en su me-

morable discurso en nuestra Facul-tad de Derecho en Buenos Aires.

Esto es clave ya que resulta im-posible separar el concepto de so-cialismo del de revolución. El ca-pitalismo, por más herido que seencuentre en su presente crisis, es lacumbre que ha alcanzado una so-ciedad basada en la explotación tan-to económica como cultural y usa-rá esta experiencia acumulada paravender cara su derrota.

La nueva coyuntura abierta en elpaís con el triunfo de la derechamacrista debe ser entendida comoun momento de reformulación dela política argentina. Se reformulala derecha, se visibiliza la reformu-lación del peronismo, y el interro-gante y el desafío es si podrá refor-mularse la izquierda para pesar enel curso de los acontecimientos, sipodrá convertirse en fuerza anima-dora de un proyecto pos capitalis-ta, antimperialista o seguirá siendoun factor que, aun reuniendo enor-mes méritos de esfuerzo, sacrificioe incluso martirio, es manejada porlas hegemonías burguesas de dis-tinto carácter como un factor parapintar un panorama de la políticaburguesa que también “le da” unlugar a la izquierda.

Creemos necesario y posible pro-ducir estas transformaciones sobrela base de un debate programáti-co que someta a crítica la frustran-te experiencia del “capitalismo se-rio” durante su prolongado pasopor el gobierno. Un programanacional y popular de contenidopos capitalista, con la unidad dedistintas fuerzas de carácter libe-rador nacional y la necesaria inte-gración latinoamericana que tras-cienda el tema económico social yque acceda al nivel de una coordi-nación e integración política, paraenfrentar a nivel regional al ene-migo común que actúa con planesprecisos y el cual debe ser enfren-tado en cada país y en la región conun plan de las fuerzas populares.

La premisaplanteada porMarx para el

comunismo de «decada cual, según suscapacidades, a cada

cual, según susnecesidades», se

deberá irsubordinando

también la idea deigualitarismo

vigente en buenaparte del socialismo

del siglo XX.

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1 Politólogo. Director del Programa de Educación a Distancia del CCC (PLED).

Argentina 2016: Claves de una derrota

El poder de la crítica y lacrítica del poder

Lo que sigue es un intento de pro-poner algunos elementos que arro-jen algo de luz sobre las causas ylas consecuencias de la derrota delkirchnerismo.

El paso del tiempo permite vercon mayor claridad algunas cosasque, en el momento, no siemprepueden ser percibidas con nitidez.Espero que estas líneas sean unacontribución a un debate impres-cindible e impostergable, que to-davía está a la búsqueda de un es-pacio donde librarlo constructivay fructíferamente. Para ello se im-pone analizar lo ocurrido, yendohasta la raíz de los problemas; lle-gando hasta el hueso, como dice elhabla popular. No puede habercontemplaciones ni eufemismos.Pero la experiencia indica que elpoder erige numerosos obstáculosa esta empresa. En el caso que nosocupa, las críticas intentadas en re-lación a algunas de las políticas odecisiones tomadas por el kirchne-rismo cuando era gobierno trope-zaban con la réplica de los allega-dos a la Casa Rosada que decíanque sólo servían para «confundir»o para «sembrar el desaliento y eldesánimo» entre la militancia. Enalgunos casos, ciertos espíritus ex-cesivamente enfervorizados desce-rrajaban un disparo mortal: la críti-ca «le hace el juego a la derecha».

Por consiguiente, aún cuando fue-ran expresadas con la intención demejorar lo que debía mejorarse (yno con el propósito de debilitar aun gobierno que se lo apoyaba poralgunas cosas que estaba haciendobien) esas críticas, decíamos, esta-ban condenadas al ostracismo. Sólosobrevivían en los pequeños círcu-los de los amigos, que compartíanla preocupación de quien esto es-cribe, pero no pasaban de allí. Con-clusión: no llegaba a los oídos, o alos ojos, de quien debía llegar y lasposibilidades de corregir un rumboequivocado se perdían para siempre.La voz de orden era, pues, de acom-pañar el proceso y abstenerse de

formular críticas o, en caso de ha-cerlo, cuidar que la misma no tras-cendiera más allá de un insignifi-cante cenáculo de iniciados.

Si provocar el desánimo con lacrítica era un pecado imperdona-ble no pareciera ser menos ahorael «hacer leña del árbol caído», paradecirlo con un aforismo de viajadata en nuestra lengua. Algunos fa-náticos consideran una traicióncualquier pretensión de hacer unbalance -lo más realista y equili-brado posible- de la larga décadakirchnerista una vez que, derrota-da, Cristina Fernández de Kirchnervolvió al llano y, supuestamente, sealista para su retorno. Es esto lo

por Atilio A. Boron1

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que también se señala en una notade Mempo Giardinelli aparecidaen estos días en Página/12: «las au-tocríticas son necesarias aunque aalgunos les moleste y otros cues-tionen la oportunidad».2 Entre am-bas consignas –«no desanimar» y «nohacer leña del árbol caído»- naufragala posibilidad de aportar una re-flexión crítica en torno a una expe-riencia que, para bien o para mal,marcó con rasgos indelebles a laArgentina contemporánea. Razóndemás para examinar lo ocurridoy, sobre todo, para comprender elorigen de una derrota gratuita, quepudo ser evitada y que al no serlocondenó a millones de argentinas yargentinos a pasar, de nueva cuen-ta, por los horrores del neolibera-lismo duro y puro, cosa que ya es-tamos viendo.

Un pensador revolucionario, an-ticapitalista, comunista, está obliga-do por una suerte de juramentohipocrático a decir la verdad, a cual-quier precio. La «crítica implacablede todo lo existente» fue una de lasdivisas teóricas y prácticas de Marxy Engels. Y tras sus huellas, Anto-nio Gramsci hizo suya la máximade Romain Rolland («la verdad essiempre revolucionaria») y desdesus años juveniles en L’Ordine Nuo-

vo la redefinió en un sentido colec-tivo: «decir la verdad y llegar juntosa la verdad», como acertadamentelo recordara Francisco FernándezBuey.3 Una crítica que es fundamen-tal para examinar los errores y para,aprendiendo de los mismos, ase-gurarnos que no vuelvan a ser co-metidos en el futuro. La historia si-gue su curso y seguramente habránuevas instancias en donde las cla-ses populares se enfrenten a alter-nativas similares a las que se vivie-ron en los años del kirchnerismo.Por eso es preciso el análisis y lacrítica, el diagnóstico certero y lapropuesta superadora. Una verdadconstruida entre todos. De lo con-trario, si persistiéramos en confor-marnos con el relato oficial, lasexplicaciones convencionales y lasilusiones y fantasías con las cuales sepavimentó el camino del fracaso es-taríamos fatalmente condenados ala eterna repetición de lo ya vivido.

Los hechos

Partamos del reconocimiento dealgunos hechos básicos. Primeroque nada, admitir que no ganó Cam-biemos sino que perdió el Frente parala Victoria. Ningún gobierno pero-

nista pierde una elección nacional,y menos por poco más de dospuntos porcentuales. Eso no exis-te en el ADN del peronismo. Sital cosa ocurrió fue por una insa-lubre mezcla de diagnósticos equi-vocados, pasividad de la dirigen-cia (que no militó la candidaturade Scioli ni aseguró la presencia defiscales en las mesas electorales, in-creíblemente ausentes en distritosde nutrida votación peronista) y so-berbia presidencial.

El resultado de esta nefasta com-binación de factores fue la mayorderrota jamás sufrida por el pero-nismo a lo largo de toda su historia.Siendo gobierno perdió la nación,la provincia de Buenos Aires y nopudo conquistar a la ciudad de Bue-nos Aires. También perdió Mendo-za y Jujuy, antes había perdido elotro bastión histórico del peronis-mo: la provincia de Santa Fe, y nun-ca pudo hacer pie en Córdoba.Algunos replicarían diciendo queÍtalo Luder fue desairado en laspresidenciales de 1983, cuando a lasalida de la dictadura Raúl R. Al-fonsín se alzó con la victoria. PeroLuder no era gobierno; aspiraba aserlo pero no estaba en la CasaRosada. No ganó, pero no perdiónada porque nada había ganado. Lo

2 «Paisaje después de la batalla y la autocrítica que falta», en http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-288716-2015-12-21.htmlHasta donde yo sé es la primera exigencia frontal de una autocrítica publicada en un medio gráfico kirchnerista. No he visto ni escuchadonada igual en la radio y la televisión. Comparto el 95 por ciento de lo que dice Giardinelli, excepto su sobrevaloración de los éxitoseconómicos del kirchnerismo y mucho menos aquello de que «estos 12 años fueron una fiesta para vastos sectores populares.» Ojalá quesu ejemplo se multiplique.

3 Francisco Fernández Buey, «La política como ética de lo colectivo», en F. Álvarez Uría (Comp.) Neoliberalismo versus democracia(Madrid: Las Ediciones de La Piqueta, 1988) pp. 26-40.

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ocurrido con Cristina Fernández deKirchner, en cambio, no tiene pre-cedentes en la historia del peronis-mo. Este había sido desalojado delpoder por la vía del golpe militaren dos oportunidades: 1955 y 1976.El peronismo en su versión mene-mista fue vapuleado en 1999 porla Alianza, pero en esta participabaotra versión del peronismo, el Fre-paso. Y, además, si bien EduardoDuhalde se vio postergado por elimperturbable Fernando de la Rúa,el Partido Justicialista retuvo el bas-tión histórico del peronismo: la cru-cial provincia de Buenos Aires, im-poniendo la candidatura de CarlosRuckauf. Ahora, en cambio, se per-dió todo. Y tal como ocurriera en1955 y 1976, las estructuras dirigen-tes del peronismo -en este caso elFrente para la Victoria, La Cám-pora, Unidos y Organizados, elPartido Justicialista y la CGT ofi-cial- fueron fieles a la tradición y seborraron antes de la partida decisi-va. Una deplorable recurrencia his-tórica que no debiera pasar des-apercibida para quienes aspiran re-construir un gran frente opositorcon esos mismos componentes.

Ante una catástrofe política deestas proporciones, que siguiendouna vieja práctica muchas figuras delkirchnerismo han procurado mini-mizar, se impone la necesidad deaprender de la experiencia y de iden-tificar las causas de lo ocurrido. Nose trata aquí de atribuir culpas, ca-

tegoría teológica ajena al materia-lismo histórico, sino de ponderar yasignar responsabilidades. Y en esteterreno la responsabilidad principal,aunque no exclusiva, le cabe a la jefaindiscutida del movimiento, algotambién señalado en la nota deGiardinelli. Fue CFK quien armóla fórmula presidencial, las listas delegisladores nacionales y provincia-les, designó a los candidatos a lasgobernaciones y las intendencias yhasta la última semana de la cam-paña estableció el tono de la mis-ma. No estamos diciendo nadanuevo sino simplemente reprodu-ciendo lo que, en voz baja, mur-muran kirchneristas «de paladarnegro», contrariados y disgustadospor la suicida arbitrariedad de sujefa. La responsabilidad de Cristi-na, por lo tanto es enorme, perono es exclusiva. No es mucho me-nor la que recae sobre el «entorno»presidencial: ministros, asesores,hombres y mujeres de confianzaque incumplieron su obligación deinformarle con veracidad y adver-tirle del curso autodestructivo dealgunas de sus decisiones. Su mi-sión era señalarle que, por ese rum-bo, el proyecto se encaminaba ha-cia una derrota histórica. No quieroser injusto porque me consta quehubo quienes, en ese entorno, trata-ron de hacer llegar la voz de alar-ma. Pero la arrolladora personali-dad de Cristina y su sordera políti-ca hicieron imposible la transmisión

de ese mensaje, y su círculo inme-diato fracasó en evitar el desastre.

Puede llamar la atención la gravi-tación que se le atribuye en este aná-lisis al «estilo personal de gobernar»de la ex presidenta. Apelo a estaexpresión forjada por un gran in-telectual mexicano, Daniel CosíoVillegas, quien la utilizara en su es-tudio sobre el sexenio del presiden-te Luis Echeverría Álvarez en Méxi-co (1970-1976). En las páginas ini-ciales nuestro autor dice algo quese ajusta bastante bien a lo ocurri-do en la Argentina durante el go-bierno de CFK. Dice Cosío Ville-gas que «puesto que el presidentede México tiene un poder inmen-so, es inevitable que lo ejerza per-sonal y no institucionalmente, o seaque resulta fatal que la persona delpresidente le dé a su gobierno unsello peculiar, hasta inconfundible.Es decir, que el temperamento, elcarácter, las simpatías y las diferen-cias, la educación y la experienciapersonales influirán de un modo cla-ro en toda su vida pública y, por lotanto, en sus actos de gobierno».4Reemplácese México por Argenti-na (con la salvedad hecha en la notaal pie) y el diagnóstico conservatoda su validez para describir lagestión de CFK y su personalísimoestilo de gobernar, con sus virtu-des y sus defectos, sobre todo parasortear las trampas de la coyuntu-ra política. Estilo personalísimoexaltado por sus seguidores como

4 El estilo personal de gobernar (México, Cuadernos de Joaquín Mortiz, 1974). Me limitaría a señalar que el poder de la presidencia en la

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el corolario inexorable de su in-discutible liderazgo del movimien-to nacional justicialista y vilipendia-do por sus críticos como un atro-pello a los principios fundamenta-les del orden republicano.5

Volveremos sobre este asuntohacia el final de este ensayo. Lo cier-to es que el resultado de esta de-rrota fue la irrupción en las alturasdel estado argentino de una coali-ción de derecha, Cambiemos, cuyacolumna vertebral es el PRO, unpartido auspiciado por diversasagencias federales del gobierno deEstados Unidos –como la NED,el Fondo Nacional para la Demo-cracia; o la USAID, y otras por elestilo- o por ONGs internaciona-les que actúan eficaz -si bien indi-rectamente- en la región a travésde la mediación de dos lenguara-ces hispanoparlantes: José M. Az-nar, desde España y Álvaro Uribeen Colombia. Son ellos a quienesel imperio les asignó la tarea de co-ordinar y administrar financiera-mente el proyecto de reinstalar a laderecha en el poder en la región,para lo cual promovieron la mo-dernización de las arcaicas derechaslatinoamericanas, renovaron susvetustos cuadros y estilos comuni-

cacionales y desplegaron una feno-menal campaña de articulación con-tinental de medios de prensa que,con tono invariablemente mono-corde hostigan a los gobiernos deizquierda o progresistas de la regióna la vez que ensalzan los grandeslogros democráticos y sociales deMéxico, Colombia, Perú o Chile.En la pasada elección presidenciallos estrategas de Cambiemos se las in-geniaron para aglutinar en torno asu candidato a políticos y militan-tes procedentes del peronismo y, engran medida, de la casi difuntaUnión Cívica Radical. Dado lo an-terior Cambiemos será un hueso durode roer para los sectores popularesen la Argentina porque a diferenciade sus predecesores cuenta con elapoyo de una poderosa coaliciónconformada por la clase dominantelocal, la oligarquía mediática, «laembajada» y el capital internacional.No hay que equivocarse. Cambiemoses mucho más que un conglome-rado meramente local; es la expre-sión nacional de la contraofensivadel imperialismo; es su bien afiladapunta de lanza utilizada para cortarde cuajo el eje Buenos Aires-Cara-cas. A diferencia de lo que ocurríaen el pasado, en la actualidad Ar-

gentina se ha convertido en una pie-za importante en el tablero geopo-lítico del hemisferio cuyo controlEstados Unidos ansía recuperar loantes posible. Una Argentina queasuma integralmente, como lo hahecho el nuevo presidente, la agen-da de Estados Unidos para la re-gión (agredir a Venezuela, cosa quehizo en la reunión de presidentesdel Mercosur en Asunción; enfriarlas relaciones con Bolivia, Cuba yEcuador; tomar distancia de Chinay Rusia; apoyar la fantasmagóricaAlianza del Pacífico y el TratadoTrans Pacífico; «reformatear» enclave ultraneoliberal al Mercosur;sabotear a la UNASUR y a la CE-LAC, etcétera) es una valiosa ayudaen una coyuntura internacional tanerizada de peligros como la actual.No sólo para facilitar la erosión dela Revolución Bolivariana en Vene-zuela, como se comprobó en laselecciones que tuvieron lugar en esepaís el pasado 6 de Diciembre, sinotambién para aumentar la presióndestituyente sobre Dilma Rousse-ff. El expresidente brasileño Fernan-do H. Cardoso había anticipado, acomienzos de Noviembre, que untriunfo de Macri facilitaría el des-plazamiento de Dilma.6 Y eso es lo

Argentina nunca fue tan inmenso como en México debido a que nuestro estado, por comparación al mexicano, es más débil. Ese«emperador sexenal» del que hablaba el estudioso mexicano nunca existió con esa fuerza en la tradición presidencialista argentina.

5 No puedo dejar de anotar que muchos de los sedicentes cultores del republicanismo conservador (porque hay otro, popular y de raízmaquiaveliana) han guardado un escandaloso silencio ante los atropellos a la división de poderes del gobierno de Mauricio Macri alpretender designar dos ministros de la Corte Suprema sin la aprobación del Senado o hacer uso abusivo de los Decretos de Necesidad yUrgencia. Como siempre, la derecha, aquí y en todo el mundo, tiene dos estándares éticos: uno para los amigos, otro para los enemigos.¡Y después tiene la desfachatez de acusar a estos últimos de «fomentar la división de la familia argentina» o de abrir «la grieta»!

6 Cf. «El resultado en los comicios argentinos me animó mucho», en La Nación, Domingo 1 de Noviembre 2015 http://www.lanacion.com.ar/1841627-el-resultado-en-los-comicios-argentinos-me-animo-mucho.

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que ha venido ocurriendo. Por esola Argentina ha adquirido ante losojos de Washington una importan-cia que, me atrevería a decir, jamáshabía tenido antes. Cierra el perver-so triángulo, hasta ahora incomple-to, con Aznar y Uribe; debilita aMaduro y facilita la destitución deDilma y dispara en la línea de flo-tación de la UNASUR y la CE-LAC. Por eso los voceros del im-perio, aquí y allá, han prometido unaayuda financiera muy significativapara «bancar» los primeros mesesdel gobierno de Macri y colaborarcon él en su cruzada restauradora.Y hasta ahora han cumplido y nadahace suponer que Washingtonabandonará esta postura en lospróximos años.7

Interpretaciones

La del kirchnerismo es la prime-ra derrota de un gobierno progre-sista o de centroizquierda en Lati-noamérica desde el triunfo iniciáti-co de Chávez en Diciembre 1998.Hacía tiempo que muchos obser-vadores venían pronosticando un«fin de ciclo» progresista. ¿Será eltriunfo de Macri el punto de noretorno de un proceso involutivoregional, o se trata tan sólo de untraspié, de un retroceso temporario?8

Difícil de prever, aunque dejo sen-tada mi discrepancia con muchosdiagnósticos catastrofistas. Dejemospor ahora esta discusión de ladopara adentrarnos en la explicaciónde la derrota. En este terreno es ne-cesario distinguir dos órdenes defactores causales: algunos de carác-ter económico, más mediatos y ge-nerales, resultantes de ciertas decisio-nes macroeconómicas tomadas porel gobierno de CFK que debilitaronsu fortaleza electoral; y otros, mu-cho más inmediatos y vinculados ala campaña electoral.

a) Las causas mediatasLa tan mentada «profundización

del modelo» quedó a medio cami-no. Más allá de la nebulosa que ro-deaba esa consigna, y que la torna-ba incomprensible para muchos, locierto es que esa profundización,seguramente por el costado de unamayor redistribución de riqueza eingresos, control de los oligopolios,reforma tributaria, estricta regula-ción del comercio exterior y de losflujos financieros, entre otras ma-terias, no tuvo lugar. Esto no equi-vale a desconocer los importantescambios que hubo en la sociedad yla economía argentinas, muchos deellos importantes y positivos aun-que otros no tanto. Desgraciada-mente, las pesadas herencias delneoliberalismo siguieron haciéndose

notar durante los años del kirchne-rismo, en algunos casos de formaun tanto atenuada. Pero lo que que-dó en pie –la debilidad del estadoy su reducida capacidad para regu-lar mercados y corporaciones, laprecarización laboral, la inequidadtributaria, la extranjerización de laeconomía, la vulnerabilidad exter-na- es más que suficiente comopara descartar las fantasías alen-tadas por algunos aplaudidoresoficiales y que aseguraban que paí-ses como la Argentina o el Brasilhabían entrado en las serenasaguas del «posneoliberalismo.»Ojalá hubiera sido cierto, porque noestaríamos como estamos en estosdos países.

Pero no es la intención de estaslíneas analizar al modelo económi-co del kirchnerismo. Sí quiero lla-mar la atención sobre algunos com-ponentes de su política económicaque impactaron negativamente so-bre el electorado kirchnerista.

En primer lugar la inflación, quedevaluó la enorme inversión socialrealizada por el gobierno y castigósobre todo a los sectores popula-res, cosa archisabida en la experien-cia argentina. Se demoró muchotiempo en iniciar un combate, querecién lo lanza el ministro Axel Ki-cilloff con el programa «PreciosCuidados» y que obtuvo un éxito

7 Basta observar el comportamiento de los grandes capitalistas locales e internacionales cuando el gobierno de Macri decidió poner final «cepo cambiario»: el dólar se cotizó el Martes 22 de Diciembre, cuatro días después de su liberación, a poco más de 13 pesos por dólar.Si esto lo hubiera hecho CFK la ofensiva especulativa seguramente lo hubiera proyectado a los 20 pesos por dólar, o más.

8 Sobre este tema recomiendo la lectura de la magnífica compilación hecha por ALAI: http://www.alainet.org/es/revistas/510.

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nada desdeñable. Se cayó en el cra-so error de pensar que cualquierpolítica antiinflacionaria debería ine-vitablemente ser de cuño neolibe-ral. Y la inflación -encima de todopésimamente medida por el IN-DEC y peor anunciada mes a mespor el gobierno- carcomió sin pausalos bolsillos populares y, peor aún,la credibilidad de un gobierno quepropalaba cifras que no eran creí-bles y que provocaban una mezclade sarcasmo y furia entre los máspobres, los más afectados por elcontinua alza de los precios. La apo-teosis llegó pocos meses antes delas elecciones cuando el Jefe deGabinete aseveró que los índices depobreza de la Argentina (5 %) eraninferiores a los de Alemania, lo cualacentuó aún más la bajísima credi-bilidad que tenían las estadísticasoficiales. Así, mientras el gobiernoalardeaba con índices anuales deinflación en el orden del 10 % elMinisterio de Trabajo homologa-ba convenios colectivos, pactadoentre sindicatos y la patronal, conaumentos salariales que oscilaban entorno al 28 %, en un tácito recono-cimiento de cuál era la realidad dela inflación en la Argentina. Unaeficaz política antiinflacionaria, he-terodoxa, hubiera evitado ese des-gaste económico y político. Peropara ello era preciso hincar el dien-te sobre la concentración oligopó-lica de los formadores de preciosde la economía argentina, algo queel kirchnerismo no quiso, no pudoo no supo hacer.

En segundo lugar, el empecina-miento de la Casa Rosada en man-tener ese absurdo impuesto deno-

minado «Ganancias» y que pagan lostrabajadores (un poco) mejor re-munerados. Su sólo nombre, «Ga-nancias», de por sí equivale a unaprovocación porque se aplica a suel-dos y salarios, no a la rentabilidadde las empresas. Pese a los incesan-tes y unánimes reclamos exigiendola derogación de tan impopular tri-buto, que para colmo al no ajustar-se el mínimo no imponible por lainflación abarcaba a un número cadavez mayor de contribuyentes cauti-vos, este impuesto fue caprichosa-mente sostenido por el gobierno.Cifras oficiales confirman que en elaño 2014, pagaron este impuestopoco más de un millón de asalaria-dos, o el 11 % de los trabajadoresregistrados («en blanco») que habíaese año en la Argentina. ¿Quiénesfueron, más específicamente, losafectados? Principalmente a los vo-tantes del kirchnerismo, reclutadosentre las capas medias (profesiona-les, maestros, empleados de comer-cio, de la administración pública,etcétera) y los niveles superiores dela clase obrera, que veían injusta-mente recortados sus ingresosmientras que las grandes fortunas ylos grandes capitales encontrabannumerosos resquicios legales paraeludir el pago de impuestos. O,como en el caso de los jueces y lostrabajadores empleados en el sectorjudicial, que estaban exceptuados porley del pago de ese tributo. En suma:inflación más ganancias fueron de-cisivos a la hora de recortar la basesocial del kirchnerismo y, tal vez enmayor medida aún, en aplacar el en-tusiasmo militante de años anterio-res o desatar un sordo resentimien-

to que, poco después, se expresa-ría en las urnas.

Tercero: el dólar. En efecto, la in-troducción de las restricciones a lacompra de dólares golpeó fuerte-mente a los sectores medios, ma-yoritariamente volcados a favor deCFK en las elecciones presidencia-les del 2011. Con las limitacionesestablecidas por el gobierno en losúltimos cuatro años –en lo que laprensa hegemónica no tardó en ca-racterizar como el «cepo cambia-rio»- aquellas capas y clases socia-les intermedias se encontraron sincapacidad de ahorrar en dólares,en un país en donde la inflacióncrónica no ofrece demasiados ins-trumentos de ahorro fuera del dó-lar y en donde automóviles, vivien-das y la tierra se cotizan abiertamen-te en dólares. Esto dificultó, a ve-ces hasta impidió, que muchos vo-tantes del kirchnerismo pudieranacceder a las pequeñas cantidadesde dólares con las que procurabanjuntar el dinero para entrar en unplan de pagos de un pequeño de-partamento, para adquirir un auto-móvil, para no mencionar sino ejem-plos bien conocidos de estos pro-blemas. El «cepo», en cambio, noperjudicó en lo más mínimo a lasgrandes fortunas o a las grandesempresas, que siguieron adquirien-do y fugando dólares sin dificulta-des. Se calcula que en los últimosdiez años salieron del país 100.000millones de dólares, y no precisa-mente fugados por los pequeñosahorristas. Esta absurda restricción,cuyos efectos recesivos saltan a lavista habida cuenta del elevado gra-do de internacionalización de los

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procesos productivos en la Argen-tina, podría haberse evitado intro-duciendo rigurosas regulaciones enel comercio exterior. Téngase pre-sente que este país exportó, unos60.000 millones de dólares comopromedio anual entre el 2002 y el2014, con picos en torno a los80.000 millones, de modo que malse podría decir que «no había dó-lares.» Los había, pero en manosde un pequeño círculo de expor-tadores, principalmente agrope-cuarios y mineros. Regulaciones,decíamos, tal como las que en losaños cuarenta introdujera Juan D.Perón enfrentado a una situaciónsimilar, claro que con las necesariasactualizaciones exigidas por la nue-va fase del desarrollo capitalista.Pero no se hizo, de ahí la restricciónen el mercado cambiario y sus ne-fastas consecuencias políticas.

b) Causas inmediatas: el inter-minable catálogo de errores decampaña

A los factores señalados más arri-ba se sumaron una serie de graveserrores cometidos antes y durantela campaña electoral del oficialismo.

Antes, en efecto, al haber com-batido ferozmente a quien a la pos-tre sería el único candidato viable,posible, presentable que tenía el kir-chnerismo. No era el preferido porlas bases kirchneristas, pero no ha-bía otro. Me refiero, naturalmen-te, a Daniel Scioli. No sólo Cris-tina Fernández de Kirchner noperdió ocasión de humillarlo y hos-tigarlo durante ocho años, casi has-ta las semanas finales de la campa-ña cuando la suerte estaba echada,sino que el entorno presidencial se

solazó en hacer lo propio, en unaespecie de demencial competenciapara ver quien disparaba los dar-dos más afilados y mortíferos con-tra el único político que podía ha-berles evitado la debacle. Pocasveces se vio una demostración deestupidez política tan grande comola que los argentinos presenciamoseste año. Y el tema venía de antes,porque a nadie se le escapa que laprodigalidad con que CFK trans-fería fondos a otras provincias –sobre todo a Santa Cruz, de nulagravitación electoral- no se repetíaen el crucial caso de la provincia deBuenos Aires, histórico bastión delperonismo que no debía rifarse enuna absurda pugna para evitar queScioli se presentase en la carrera porla presidencia. La lógica, para lla-marla de algún modo, parecía serla siguiente: si no hay otro candida-to entonces que sea Scioli, pero sies Scioli que llegue con lo justo, nosea cosa que acumule demasiadopoder. Y si llega a la Casa Rosada -¡en ningún caso con más del 54 %de los votos que obtuvo CFK en2011!-, y que quede claro que lle-gó gracias a la presidenta. Pero elasunto era mucho más complica-do y desafiaba esas simplistaselucubraciones. Ya en las legislati-vas del 2009 Francisco de Nar-váez había derrotado al FpV en laprovincia, ¡a una lista encabezadanada menos que por Néstor Kir-chner y Daniel Scioli! La formida-ble elección de Cristina en el 2011repotenció la soberbia oficial, ymuchos cayeron en la ilusión deuna provincia de Buenos Aires eter-namente kirchnerista. La elección

parlamentaria del 2013 propinó ungolpe durísimo a esas ensoñacio-nes: victoria de Sergio Massa con44 % de los votos y derrumbe dela estrategia oficial de alcanzar lareforma constitucional que habili-tara la «re-re» de CFK. La derrotadel 2015 en la provincia, por lotanto, no fue un rayo en un díasereno. Estaba en el horizonte delo posible, pero la ceguera deloficialismo no se percataba deello. Se veía venir, pero como dicela sabiduría popular, «una cosa esverla venir y otra mandarla a lla-mar.» Bastaba para ello con algúnpequeño paso en falso. En lugar deuno fueron varios, como veremosa continuación.

Segundo. Los dioses parecían son-reírle al kirchnerismo cuando Mar-tín Lousteau irrumpió inesperada-mente en la elección por la jefaturade gobierno de la Ciudad de Bue-nos Aires obligando al candidatomacrista, Horacio Rodríguez La-rreta, que no pudo ganar en pri-mera vuelta, a enfrentar un amena-zante balotaje. En ese momento lacarrera presidencial de Macri pen-día de un delgado hilo porque siLousteau, a la cabeza de un hetero-géneo conglomerado de fuerzas,lograba arrebatarle la CABA almacrismo el futuro del jefe políti-co del PRO entraría en un cono desombras del cual le sería extrema-damente difícil salir para las presi-denciales de octubre. Sin embargo,en lugar de sumar fuerzas para lo-grar la estratégica derrota del PROen la ciudad capital de la Argentinala conducción del FpV se refugióen un discurso fundamentalista y

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bajo el argumento que uno y elotro eran iguales, que Lousteau eralo mismo que Rodríguez Larreta,se abstuvieron de orientar a sus se-guidores para que apoyaran a aquélpara, de ese modo, descargar ungolpe de nocaut al macrismo. Unaparte importante de la militancia yseguidores del FpV hizo caso omisode la directiva de sus líderes y en-tendió mejor que ellos como era lajugada y que el voto táctico porLousteau era lo que correspondíahacer. Una vez más la base superóen inteligencia política a la conduc-ción. Pero, desgraciadamente, lavacilación de la Casa Rosada hizoque este último esfuerzo no fuerasuficiente y el macrismo se impusopor apenas un 3 % de los votos,siendo derrotado en 9 de las 15comunas en que se divide la ciu-dad de Buenos Aires. Como es biensabido, hay notables paralelismosentre la lucha militar y la lucha po-lítica. Sun Tzu, el padre de la estra-tegia militar desde el siglo V antesde Cristo, recomienda, en su nota-ble El Arte de la Guerra, que se «ata-que al enemigo cuando no está pre-parado, y aparezca allí donde noes esperado. Para un estratega és-tas son las claves de la victoria.» Losmariscales del FpV parece que nolo leyeron. Si lo hubieran leído yaplicado las enseñanzas del gran ge-neral chino a la coyuntura del balo-taje porteño probablemente la situa-ción de la Argentina, y de AméricaLatina, sería hoy bien diferente.

Tercero, luego de algunos titu-beos se optó por completar la fór-mula presidencial con la candida-tura de Carlos Zannini como vice.

No fue Scioli quien eligió a su com-pañero sino CFK quien, por sucuenta o pésimamente asesorada,impuso a su hombre de la más es-tricta confianza con la misión deasegurar que, en la ya descartadaexitosa sucesión presidencial, Sciolino se desviaría del rumbo trazadopor la presidenta y sería, en efecto,el candidato «del proyecto» y ma-nejado a control remoto por ella.No bastaba para asegurar la sumi-sión de Scioli al liderazgo tras bam-balinas de CFK la nutrida presen-cia de diputados y senadores kir-chneristas en el Congreso, o el yadescontado control de la estratégi-ca provincia de Buenos Aires. Enel enrarecido microclima de la CasaRosada prevalecía la obsesión porgarantizar la total obediencia delseguro sucesor de Cristina impo-niendo el nombre del vicepresiden-te, ignorando, por lo visto, que estecargo es poco menos que ornamen-tal y de carácter eminentemente de-corativo en regímenes presidencia-listas como los de Latinoamérica.Y esto no sólo en nuestros países:¿quién se acuerda de los nombresde los vicepresidentes recientes deEstados Unidos? ¿Alguien podríaidentificar a Joe Biden, actual vicede Obama, en una fotografía? Ensíntesis: un gesto absurdo y gratui-to. Esta fórmula, «kirchnerista pura»apaciguaba seguramente la ardien-te incertidumbre del entorno, perotenía un fatal talón de Aquiles cuyoominoso desenlace se pondría enevidencia en la primera vuelta de laelección presidencial cuando obtu-vo dos puntos menos que los ob-tenidos en las PASO (elecciones

primarias, abiertas, simultáneas yobligatorias). La esperanza de su-perar el umbral del 40 % de losvotos y obtener más de 10 puntosporcentuales de diferencia conMacri probó ser una ingenua ilu-sión -alimentada ¿inocentemente?por los encuestólogos- y la razónes clarísima: la fórmula carecía decapacidad expansiva, no incorpo-raba un solo votante más, no cap-taba absolutamente ningún electorindependiente o indeciso, por másque simpatizase en general con laspolíticas del kirchnerismo o se sin-tiera atraído por su solidaridad conChávez, Maduro, Evo, Correa o laRevolución Cubana y, por lo tanto,carecía de potencialidad de creci-miento. Un error mayúsculo quepodría haber sido evitado si Sciolielegía (él, no Cristina) un compa-ñero de fórmula si no atractivo almenos digerible para otros secto-res que no fueran los «cristinistas».Y había varios que podían haberloacompañado.

Cuarto error: la obcecación porimponer como candidato a gober-nador por la provincia de BuenosAires al por entonces Jefe de Ga-binete de Ministros de CFK, Aní-bal Fernández. Este era un hombreque tenía el más elevado nivel derechazo en la provincia y su laderoen la fórmula, Martín Sabatella, erael segundo más rechazado. No in-teresa, para los fines de este análi-sis, discernir cuáles eran los funda-mentos de estos rechazos, si obe-decían a problemas reales o a unapertinaz campaña mediática, que ami juicio fue determinante. Lo cier-to es que esta surtió efecto, pero la

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Casa Rosada no extrajo las correc-tas consecuencias del caso. La fór-mula Fernández-Sabatella tambiénirritó a muchos sectores del pero-nismo bonaerense (que no ahorra-ron municiones en el «fuego ami-go» a la cual la sometieron). Por lotanto, rechazo a nivel de la opiniónpública y también en los cuadrosdel PJ. Resultado: se socavó el apo-yo a Scioli y dejó servido en ban-deja para el macrismo el principaldistrito del país. Algunos informan-tes muy calificados dicen sotto voceque el Papa Francisco habría asegu-rado un discreto apoyo al sciolismo(cosa que lo hizo, elípticamente, aldeclarar poco antes de la elección,«Voten a conciencia, ya saben lo quepienso») y sugerido la convenienciade que un hombre como JuliánDomínguez, muy allegado a la Igle-sia y su obra pastoral en el conurba-no bonaerense, fuese el candidato agobernador. Aparentemente la CasaRosada tenía otras prioridades y supedido fue desoído.

Quinto, el interminable internis-mo al interior del kirchnerismo, ocomo lo denominaran algunas desus víctimas, «el fuego amigo.» In-numerables ejemplos demuestranlos alcances a que llegó ese proce-so. Un día Scioli hace duros plan-teos en relación al FMI, y al día si-guiente el Ministro de EconomíaAxel Kicillof aparece en una fotode lo más amable con la DirectoraGerente del FMI, la Sra. ChristineLagarde. Un grupo de La Cámpo-ra instala una sombrilla en una es-quina porteña y reparte volantes conla lista de los candidatos a diputa-dos por el FpV, sin incluir referen-

cia alguna a Scioli. En la esquina deenfrente, la «ola naranja» del sciolis-mo instala otra mesa y sombrilla yvolantea a favor de Scioli, ningu-neando a los candidatos a diputa-dos de la misma agrupación polí-tica. O se hacen ¡dos actos de cie-rre de campaña en el Luna Park:uno para la lista de los diputados yotro para Scioli! Difícil convencera la gente que vote a un espacio po-lítico surcado por contradiccionestan flagrantes.

Sexto y último (aunque se podríaseguir con muchos otros ejemplosde este tipo): contrariamente a todolo que indican los estudios sobre eltema, el kirchnerismo adoptó unestilo de campaña negativa que,desde la derrota de Pinochet en elreferendo de 1980, cayó comple-tamente en desuso y no por razo-nes éticas sino porque sencillamen-te no funciona y termina convirtién-dose en un boomerang. Pinochetlanzó una campaña de ese tipo con-tra los partidos herederos de laUnidad Popular de Allende, y per-dió categóricamente. A partir de esemomento los estudios sobre lascampañas políticas coincidieron enseñalar los muy limitados alcancesy los peligros de una campañamontada sobre la satanización deladversario. De hecho, la imagen quetransmitió Scioli era la de un hom-bre cuya única misión era demos-trar lo malo que era Macri, lo per-nicioso que sería su gobierno y suinconmovible e incondicional de-fensa de Cristina. Su campaña esta-ba dirigida hacia atrás, a defenderla «década ganada» y no a propo-ner cuáles serían los lineamientos

generales de su programa de go-bierno. No había el menor atisbode que su comando de campañahubiese percibido que vastos sec-tores de la sociedad querían un cam-bio, cosa que los astutos planifica-dores estratégicos de Cambiemos ad-virtieron con mucha antelación. Escierto: había un absurdo que fo-mentaba una actitud negligente enrelación a esta demanda de cam-bio porque, cuando consultada, lamayoría no sabía qué era lo quequería cambiar y en qué direcciónimpulsar el cambio. Pera esa de-manda: oscura, visceral, mezcla deaburrimiento y de hastío pero me-diáticamente formateada estaba allíy había que tener una respuesta. Elsciolismo no la tuvo. Sólo despuésdel debate con Macri, el domingo15 de Noviembre y a una semanadel balotaje, Scioli empezó a asu-mir esta necesidad de cambio y des-marcarse de la tutela de Cristina.Pero ya era demasiado tarde.

Dificultades del cálculo y laprevisión políticas

A todo lo anterior es precisoagregar algunos otros factores quecoadyudaron para producir la de-bacle del 22-N. El ya mencionadoabandono del que fue víctima Scio-li por parte de las organizaciones delkirchnerismo es uno de ellos. Otro,sin duda, fue la caprichosa políticaseguida en relación a la provincia deCórdoba y que tuvo como efectola devastadora derrota de Scioli amanos de su oponente, que en esedistrito obtuvo la ventaja decisiva

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para asegurar su victoria. Hay quie-nes en el FpV sostienen que la pa-sividad con que el oficialismo en-frentó el desafío electoral obede-cía al cálculo ya mencionado: ase-gurar un triunfo de Scioli pero ajus-tado, jamás superior al 54 % obte-nido por CFK en el 2011. De noser posible la victoria del oficialis-mo, un triunfo de Macri no seríavisto con demasiada preocupaciónporque las bancadas del FpV en elCongreso y la gravitación del go-bierno de la provincia de BuenosAires serían suficientes para estable-cer límites muy estrictos a lo quepudiera hacer el candidato de Cam-biemos si resultara vencedor de lacontienda. En los dos casos el su-puesto era que ambos gobiernosserían de corta duración y facilita-rían el triunfal retorno de CFK a laCasa Rosada, emulando una rota-ción como la que había retornadoa Michelle Bachelet a La Monedaluego del interludio de SebastiánPiñera. Pero algunas mentes afie-bradas iban más lejos y creían queno sería necesario esperar cuatroaños ya que el deterioro tanto deScioli como de Macri se produci-ría en dos años como máximo. Porsupuesto, dada la elevada volatili-dad de la política argentina son muypocas las hipótesis que pueden serdescartadas de antemano pero, has-ta ahora, lo que ocurrió pareceríadesbaratar sin clemencia estos pro-nósticos y esto por dos razones:uno, porque la lealtad de los miem-bros del Congreso ha sido tradi-cionalmente muy vulnerable a lainfluencia de la Casa Rosada y losgobernadores provinciales, siem-

pre necesitados del auxilio finan-ciero que sólo aquella puede pres-tar y que puede torcer las volunta-des más firmes de diputados y se-nadores. No es lo mismo jurar leal-tad a Cristina cuando ella está en laCasa Rosada y cuando está en ElCalafate. Y segundo porque, ade-más, el refugio estratégico queofrecía la provincia de Buenos Ai-res para capear el transitorio tem-poral político en el plano nacionalquedó sepultado bajo el inespera-do aluvión de votos que catapultó aMaría Eugenia Vidal a la goberna-ción bonaerense.

Dado este cúmulo de errores,notable por su número y su cali-dad, surge de inmediato la preguntaacerca de cómo fue entonces posi-ble que Scioli terminara el balotajecon casi un 49 % de los votos. Larespuesta es la siguiente: ante el re-sultado del debate que tuvo lugaruna semana antes de la segundavuelta, de donde emergió clara-mente la inminencia de un posibletriunfo de Macri, se produjo unverdadero «ataque de pánico» en eldifuso pero amplio espacio de laprogresía y sectores de la izquier-da, hasta ese momento confiadosen la certeza del relato oficial queanticipaba una fácil victoria del can-didato kirchnerista, inclusive en laprimera vuelta. Tan convencidosestaban de esto que algunos hastase podían dar el lujo de militar elvoto en blanco, una típica manio-bra del «polizón» en teoría de losjuegos: dejarle al resto de la socie-dad la penosa tarea de «votar des-garrados» a Scioli, como lo señala-ra con lucidez Horaco González,

mientras los votoblanquistas se ibana dormir con su conciencia revolu-cionaria en paz y los otros regresa-ban maldiciendo haber tenido quevotar a un candidato que no que-rían pero preferían a Macri. En lanoche del debate una centella reco-rrió el campo de la progresía y laizquierda, y la constatación de la ca-tástrofe que se avecinaba provocóla espontánea movilización de vas-tos sectores de la sociedad civil queante la imperdonable deserción delFpV, La Cámpora, UyO, el PJ y lasorganizaciones sindicales encuadra-das en el kirchnerismo salieron a lacalle imbuidos de un fervor mili-tante como no se había visto desdelas grandes jornadas de finales del2001 y comienzos del 2002. Cabedecir que esa irrupción de las ma-sas para revertir lo que aparecíacomo una inminente debacle elec-toral es una de las notas más pro-misorias y esperanzadoras de cual-quier pronóstico sobre el futuro dela política argentina. Cosa que, porotra parte, también se manifestó enel acto de despedida a Cristina el 9de Diciembre y las sucesivas auto-convocatorias a protestar contra lasdraconianas medidas de Macri enlos primeros meses de su gestión,como por ejemplo la que tuvo lu-gar en el Parque Centenario de Bue-nos Aires para escuchar al ex mi-nistro de Economía Alex Kicillof. Esese espacio de autoconvocados ymovilizados donde deberá trabajar laizquierda para construir esa alternativaque el kirchnerismo no supo ser.

Pese a los contornos pesimistas delanálisis anterior es preciso reafirmar,una vez más, que la historia está

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abierta y que su incesante dialécticapuede desairar las previsiones me-jor fundadas. Una cosa es el triun-fo electoral de una coalición dederechas y otras muy distintas esque pueda llevar adelante su pro-grama y realizar las transforma-ciones que estaban inscritas en suplataforma de gobierno. Por su-puesto, esto tampoco puede serdescifrado como una reedición dela teoría de la irreversibilidad delos procesos transformadores: latriste experiencia del derrumbe dela Unión Soviética y su posterior re-gresión al capitalismo salvaje o laviolenta interrupción de las expe-riencias progresistas o de izquierdaen Guatemala (1954), Brasil (1964)o Chile (1973) son elocuentes mues-tras de que los progresos políticosque se experimentan en un momen-to pueden ser revertidos en un pe-ríodo posterior.

La autocrítica y la necesidadde realizar un balance delkirchnerismo

Antes de concluir es necesariodejar en claro que las páginas pre-cedentes no pretendieron ser unbalance de los doce años del kirch-nerismo. Su objetivo ha sido másmodesto: tratar de entender por quése derrumbó una experiencia socio-política y económica que podía ha-ber continuado su curso y profun-dizado las incipientes transforma-ciones que habían tenido lugar enese período. Y, sobre todo, promo-ver un debate hasta ahora inexis-tente, o que se lleva a cabo silencio-

samente y en las sombras. Estas re-flexiones finales pretenden acercaralgunas ideas para un esfuerzo desíntesis y evaluación que necesaria-mente deberá ser colectivo. Fue yseguirá siendo motivo de intensodebate las razones por las cualesalgunas fuerzas u organizacionesprogresistas y de izquierda, el Par-tido Comunista entre ellas, apoya-ron críticamente este proceso. Elkirchnerismo, fiel expresión del pe-ronismo, jamás tuvo una propues-ta anticapitalista. Es más, sobretodo Cristina creía, y cree todavía,en un «capitalismo racional» o «ca-pitalismo serio.» La izquierda, paraser tal, es necesariamente anticapi-talista. Se opone a un sistema quecondena a gran parte de la huma-nidad a vivir en la pobreza, la ab-yección y las guerras. Y, además,porque destruye como nunca antesa la naturaleza. El kirchnerismo notenía la superación del capitalismoen su agenda, ni siquiera remota-mente. ¿Por qué brindarle entoncesun apoyo crítico? La respuesta noparece difícil de entender, o no de-biera serlo: Néstor Kirchner sinto-nizó muy rápidamente, al inicio desu gestión, con el nuevo clima polí-tico regional inaugurado luego delascenso de Hugo Chávez Frías a lapresidencia de Venezuela en Enerode 1999. Se alineó rápidamente conel líder bolivariano y junto con Lulaentre los tres protagonizaron la his-tórica derrota de Estados Unidosen Mar del Plata. Por otra parte, enel plano doméstico Kirchner avan-zó en el juicio y castigo a los culpa-bles de los crímenes de la dictadu-ra y reformó con transparencia y

espíritu democrático una Corte Su-prema profundamente desprestigia-da durante el menemismo. Su indo-cilidad ante el FMI también lo hizomerecedor del apoyo de las fuerzasde izquierda preocupadas por elnefasto papel jugado por el impe-rialismo en Nuestra América, algoque no todas las que se llaman so-cialistas o izquierdistas comprendena cabalidad. Uno de los grandesenigmas de la política latinoameri-cana es la sistemática ceguera de unsector de la izquierda ante las multi-facéticas políticas del imperialismoen la región. Teniendo en cuenta lasduras realidades del tablero geopo-lítico mundial, ¿en qué otro lugarpodía estar una fuerza de izquierda,más allá de las contradicciones pro-pias de todo movimiento nacional,popular y democrático, sino en unaalianza táctica con el kirchnerismo?¿Podía la izquierda alinearse contrasus enemigos jurados, al lado laSociedad Rural, «la embajada», laoligarquía mediática y sus aliados?¿O estar con las fuerzas políticas quele decían Sí al ALCA?

Es sabido que una experiencia dematriz peronista inevitablementecarece de la radicalidad que las con-diciones actuales exigen. Pero enla suma algebraica de puntos a fa-vor y en contra había, y hay, unligero predominio de los prime-ros. La continuación de la obrainiciada por Néstor bajo la con-ducción de CFK sirvió para pro-fundizar en algunas cuestiones yabrir exitosamente nuevos fren-tes de batalla. La Asignación Uni-versal por Hijo o la extraordina-ria expansión de la cobertura del

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régimen jubilatorio no son cues-tiones menores, en línea con la es-tatización de la seguridad social es-tablecida por Kirchner. No se trataaquí, repetimos, de enumerar logrosy fracasos, pero entre los primerosno es un mérito menor de Cristinahaber tenido siempre la virtud de«salir por izquierda» frente a cadacrisis. Por muchas razones, desdesu personalidad hasta la debilidadde las fuerzas políticas que la apo-yan, no pudo hacer lo mismo Di-lma Rousseff en Brasil, cuya ten-dencia ha sido invariablemente lacontraria: salir por derecha y ha-cer concesiones a sus enemigos.Apenas intentó, con la salida delMinistro de Hacienda JoaquímLevy, escoger otro camino. PeroCFK nunca tuvo esas dudas. Malo bien, pero salía por izquierda: laLey de Medios es el ejemplo máselocuente de ello.

Como decíamos más arriba, lascaracterísticas personales de Cris-tina jugaron un papel importantí-simo. Dueña de una fuerte perso-nalidad, casi siempre avasallante, loque fue un atributo positivo de suliderazgo para enfrentar desafíosprácticos durante su gestión resul-tó ser altamente contraproducen-te a la hora de conducir una estra-tegia política que le permitiera ase-gurar la victoria de su espacio po-lítico. A diferencia de Néstor, uncarácter también altamente irasci-ble pero que poco después de suestallido de furia reiniciaba el diá-logo con quien antes había sufri-do su iracundia, CFK era absolu-tamente inflexible e irreconciliablecon sus ocasionales adversarios y

enemigos, mucho de los cualeshabían sido sus antiguos aliados ocompañeros. Su carácter le prodi-gó muchas rivalidades gratuitasque le costaron muy caro. Néstortambién era un «peleonero», peroera más bien un esgrimista dota-do de una ductilidad política quele permitía rápidamente recompo-ner los puentes rotos por su furia.Tocaba con su florete a sus adver-sarios pero no los mataba. Cristi-na, en cambio, es una gladiadoraque pelea a matar o morir, y nohabía retorno después de cadacombate. Para colmo, si Néstor noera generoso con sus aliados Cris-tina lo era mucho menos. Su con-cepción de las alianzas era unatransposición del verticalismo pe-ronista, con un vértice sordo einapelable para encuadrar una coa-lición en donde convivían peronis-tas con no peronistas de distintoscolores políticos. Bajo estas pre-misas era muy poco lo que se po-día construir políticamente. Care-ció de la flexibilidad necesaria paraconducir un espacio así de com-plejo y su inteligencia se tradujo de-masiado frecuentemente en actitu-des soberbias que limitaron casipor completo su capacidad paraescuchar y para dialogar, aún consus más estrechos colaboradores.«No hubo diálogo con los dife-rentes», dice con acierto Giardine-lli en la nota mencionada más arri-ba. Es cierto que no se hace la granpolítica sin «garra», sin vísceras ysin la fuerza de la que hizo galaCristina. Un político timorato nollegará nunca demasiado lejos. Perola gran política que necesita un es-

tadista no se puede basar sólo enaquellos atributos. Hace falta,como lo recordaba Maquiavelo ensu imagen del centauro, la pasiónmezclada con la razón. O la astu-cia del zorro, para seguir con imá-genes tan caras a la teoría del flo-rentino, con la fuerza del león.Desgraciadamente CFK no logróplasmar esa combinación, y su su-perioridad en relación a la medio-cridad de la clase política exacer-bó un narcisismo que le impidióescuchar a la sociedad o a sus alia-dos, ni entender que ciertos ras-gos de su estilo personal produ-cían, también entre sus fieles, tan-to rechazo como las adhesionesque lograban sus políticas públi-cas. Como decíamos más arriba,una importante cuota de respon-sabilidad en todo esto le cabe aun entorno que lejos de estimularuna reflexión crítica sobre la reali-dad de su gestión se limitó aaplaudir y alabar, creyendo que deese modo colaboraban con ella.Privada de ese sano ejercicio de lacrítica y la autocrítica no supo dar-se cuenta del cambio cultural queestaba madurando en la Argenti-na, en donde aún quienes se bene-ficiaban de la inversión social cadadía resentían con más fuerza delclientelismo y la prepotencia depunteros e intendentes. Ignorabatambién que en sus frecuentes men-sajes televisivos abusaba de un tonovehemente y confrontacional (y noes que no tuviera buenas razonespara confrontar) que era absolu-tamente «antitelegénico» y que pro-ducía un efecto contrario que, enalgunos casos, llegó a producir

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cansancio, fatiga o hartazgo inclu-sive dentro de la legión de sus se-guidores. Varios ejemplos ilustranesto con elocuencia: un humilde lus-trabotas del microcentro porteño,un hombre entrado en años, veni-do de una provincia pobre de laArgentina le confiesa a uno de sushabituales clientes que había vota-do a Macri «porque estaba dema-siado grandecito para soportar quela presidenta me retara en la televi-sión.» Otro: en una modesta pana-dería del conurbano su dueña de-bía apagar la televisión cada vez quecomenzaba una cadena nacionalporque su clientela ya no quería es-cuchar a Cristina. Y la mayoría es-taba formada por beneficiarios dediversos programas sociales del go-bierno. Dos pequeñas historias queconducen a una conclusión provi-soria: el boom del consumo que elkirchnerismo alentó y cultivó comopolítica de estado no crea hegemo-nía política, error en que cayerontodos los gobiernos progresistas yde izquierda en la región. Ni aquí,ni en Venezuela, ni en Bolivia. Enninguna parte. La hegemonía es re-sultado de la educación política, dela victoria en la batalla de ideas, dela concientización al estilo de Pau-lo Freire, y no del mayor acceso alos bienes de consumo. Y, desgra-ciadamente, en las experienciasprogresistas de la región la forma-ción política de las masas fue sub-estimada, cuando no abandonada.Se confió en el mercado, en el ac-ceso al mercado. Las consecuenciasestán a la vista.

Mal se podrían subestimar loslogros de la gestión de CFK y, engeneral, el de los doce años del kir-chnerismo. Se puede discutir la ideade la «década ganada» porque huboalgunos pocos –ricos y poderosos-que ganaron mucho más que losdemás, y otros que no ganaronnada. Se debe también examinar eltema de la corrupción, endémicoen la Argentina, vinculada principal-mente (pero no sólo) a la obra pú-blica. Se puede someter a crítica laslimitaciones ya señaladas del «mo-delo». Pero dejó un país muy dis-tinto al recibido que sería impro-pio desconocer. Una pequeña anéc-dota ilustra lo que venimos dicien-do: estuve hace pocos meses en SanSalvador de Jujuy. Antes, caminarpor la plaza céntrica de esa ciudadera hacerlo seguido por un nutri-do grupo de niños descalzos pi-diendo algunas monedas. En esemomento, durante una semana, nohubo ni uno solo que reeditaraaquella vieja y deprimente costum-bre. Es que, a pesar de sus limita-ciones, la política social del kirch-nerismo –clientelística, tal vez dis-pendiosa, seguramente ineficiente,todas las críticas ya sabidas- surtióun efecto positivo. Y este no es undato accesorio. Allí está la base del«voto duro» cristinista, de ese 36% que acompañó a Scioli en la pri-mera vuelta. Pero allí también pa-rece haber estado su límite. Coneso sólo no se puede ganar unaelección presidencial.

Concluyo con la esperanza de quelas ideas aquí esbozadas sirvan para

propiciar un debate y para realizarun balance crítico de los doce añosdel kirchnerismo. Con la esperanzatambién de que evitemos la tram-pa facilista de quienes, so pretextode «no hacer leña del árbol caído»,pretenden clausurar desde el vamosun examen que es a la vez impres-cindible e impostergable. Lo pri-mero, para corregir los errores pro-pios de toda experiencia práctica.Quien hace yerra, y acierta a veces.Desde la torre de marfil académi-ca o desde las certezas del dogmapartidario no hay yerro posible; cla-ro que la realidad así no se cambia,y se traiciona un apotegma funda-mental del marxismo: la teoría tie-ne que servir para cambiar al mun-do, no sólo para interpretarlo.

El aprendizaje político se lograen la intelección colectiva, como losubrayaba Gramsci, de esa dialéc-tica de ensayo y error. Imposterga-ble, también, porque las tentativasdel macrismo de imponer el neoli-beralismo en su versión más radi-cal no podrán ser neutralizadas sies que no se toma nota y se apren-de de lo ocurrido en los años ante-riores, con sus aciertos y errores.Estoy convencido de que aquellosson mayores que estos, pero tododeberá ser sometido a examen.

El desafío es muy grande y lopeor sería incurrir en la negaciónde la realidad o la improvisación.Y para ello será indispensable ejer-cer una sana y profunda autocrí-tica. De lo contrario estaremoscondenados a la eterna repeticiónde los errores del pasado.

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región que, más allá de las formas,contiene a sus tradicionales vertien-tes, por lo cual no es homogéneaen sus manifestaciones pero ha en-contrado en la idea de «cambio»,en la lógica de la «alternancia» en elgobierno, una veta fértil en la cualprosperar con un punto central encomún: poner fin a los gobiernosde izquierda o progresistas en la re-gión, restaurar, en las nuevas con-diciones, un orden conservador.

A partir del auge de los gobier-nos críticos al neoliberalismo en la-tinoamérica, los representantes po-líticos de la derecha, defensores yparte de los intereses empresaria-les, del capital financiero internacio-nal y de los grupos de poder hege-mónicos, vieron como su discursoperdía presencia en el escenariopolítico frente a un nuevo consen-so progresista en la región.

En Venezuela, Hugo Cháveztriunfó en las elecciones presiden-

Es mucho lo que se viene ha-blando desde hace tiemposobre el surgimiento de una

nueva derecha, moderna o demo-crática según diversas interpretacio-nes, que ha avanzado en la regióncon sólidos lazos con el imperialis-mo norteamericano y con sus Thinktanks o «laboratorios de ideas» enconstante triangulación entreEEUU, Europa y América Latina.

El rotulo de «nuevo», es asocia-do culturalmente con la noción deprogreso, de superación. A lo nue-vo se le da, generalmente una signi-ficación positiva. No siempre es así,muchas veces lo presentado comonuevo representa en realidad un ag-giornamiento, una forma de adaptar-se al contexto histórico, a las rela-ciones de fuerzas, a las formas en quese busca imponer, como en este caso,clásicas recetas e intereses de clase.

Entendiéndolo así, es claro queexiste una derecha aggiornada en la

¿Qué tiene de nuevo la nueva derecha?

ciales de 1998, 2000, 2006, 2012 yNicolás Maduro ganó en 2013; enArgentina, Néstor y Cristina Kirch-ner triunfaron en 2003, 2007 y 2011;en Brasil, Lula da Silva ganó en2002 y 2006 y Dilma Rousseff en2010, 2014; en Bolivia, Evo Mora-les venció en 2005, 2009 y 2014; enEcuador, Rafael Correa ganó en2006, 2009 y 2013; en Uruguay, elFrente Amplio, con Tabaré Vázquezy José Mujica como candidatosganó en 2004, 2009 y 2014.

Invictos hasta el 2015 en materiaelectoral a nivel presidencial, dos deestos procesos de vieron interrum-pidos mediante golpes de distintotipo como sucedió con el gobier-no de Mel Zelaya en Honduras en2009, y con el gobierno de Fernan-do Lugo en Paraguay en 2012.

En los últimos meses, el triun-fo de Mauricio Macri con laalianza Cambiemos en Argentina,junto a la obtención de la mayoría

1 Sociólogo. Director Adjunto del CEFMA

por Marcelo F. Rodríguez1

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parlamentaria en Venezuela porparte de la oposición del MUD yla ajustada derrota sufrida por EvoMorales en el referéndum que bus-caba habilitar su candidatura presi-dencial en 2019, marcan el fuerteavance de la derecha en la regiónfrente a los gobiernos que impul-saron procesos de cambio críticosa la herencia neoliberal.

La de Argentina es la primeraelección presidencial que pierde unode estos gobiernos, frente a unapropuesta que es presentada comoparte del fenómeno de la llamada«nueva derecha», fenómeno que enrealidad, como decíamos y va que-dando demostrado en los primerosmeses de gobierno, se trata, ni másni menos, del reacomodamiento delos sectores conservadores, de la cla-se dominante, a los nuevos tiemposlatinoamericanos signados por lamayor crisis capitalista de la historiay el avance de propuestas progre-sistas y antineoliberales que ocupa-ron el centro de la escena política.

Fue a través de estos gobiernossurgidos tras la noche neoliberal, quepolíticas que hacen hincapié en la re-cuperación de sectores estratégicos,un mayor papel del Estado intervi-niendo como garante y ordenadorde la vida social, la preeminenciade la política sobre la economía ylas políticas de integración regio-

nal de los pueblos, y no solo desus grupos o intereses económi-cos, se fueron instalando frente ala crisis del discurso hegemónicodel capitalismo en su fase neolibe-ral proyectado por el Consenso deWashington.

Frente a esto, lentamente la de-recha busco recomponerse y adap-tarse al nuevo escenario político. Ylo viene haciendo hace tiempo, conformas remozadas en su prsenta-ción, sobre todo en las campañaselectorales, y contenidos largamen-te conocidos.

En nuestro país, tras el fracaso ola liza cooptación por los partidostradicionales de varias experienciaspolítico partidarias de la derecha,la crisis de representatividad queexplotó en 2001con el derrumbedel progresismo aliancista, les brin-dó a los sectores conservadores laoportunidad de reformularse e in-corporar al proyecto del PRO, unnúmero importante de dirigentes ypunteros conservadores, radicalesy peronistas con experiencia políti-ca y trabajo territorial.

Esto, conjuntamente al trabajo dediversas ONGs generosamente ali-mentadas ideológica y económica-mente por el imperialismo comosucede en buena parte de AméricaLatina, como destaca Álvaro Gar-cía Linera sobre el caso boliviano:

«…este activismo oenegista, repro-ductor de lógicas de dominacióncolonial sobre las organizacionespopulares, no sólo es impulsor deuna práctica de patronazgo mercantily padrinazgo ideológico sobre algu-nos dirigentes sociales, sino que tam-bién recoge y amplifica a plenitud ysin rubor alguno, las falacias, menti-ras e infamias con las que la derechaneoliberal y la derecha empresarialmediática atacan al Gobierno de losMovimientos Sociales encabezadopor el Presidente Evo».2

En nuestro país, el caso de laONG Voces Vitales Argentinassede local de Vital Voices GlobalPartnership, de la cual forma partela actual titular de la oficina Antico-rrupción, Laura Alonso y finan-ciada entre otros por Paul Sin-ger, jefe del fondo buitre NML, Wal-mart, Goldman Sachs, Bank ofAmérica, ExxonMobil, el Depar-tamento de Estado de los EstadosUnidos y el Banco Mundial, es unejemplo de esto.

Características

En general, los intentos de carac-terizar a la nueva derecha han coin-cidido en resaltar algunos rasgoscomo los planteados por Cristó-bal Rovira Kaltwasser3:

2 García Linera, Álvaro. El «oenegismo» enfermedad infantil del derechismo.http://www.vicepresidencia.gob.bo/IMG/pdf/el-oenegismo.pdf

3 Rovira Kaltwasser, Cristóbal. La derecha en América Latina y su lucha contra la adversidad. Revista Nueva Sociedad No 254,noviembre-diciembre de 2014.

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«A grandes rasgos, es posible iden-tificar tres mecanismos de acción –no electorales, electorales no parti-distas y partidistas–, los cuales sedetallan a continuación.

Una primera estrategia de la de-recha consiste en recurrir a meca-nismos de acción no electorales, valedecir, a la movilización y utilizaciónde recursos para presionar a losgobiernos de izquierda de tal ma-nera que se impidan, pospongan omorigeren reformas que afecten lasideas e intereses de la derecha […]Una segunda estrategia empleadapor la derecha consiste en desarro-llar opciones electorales no partidis-tas. En este caso, se da pie a la con-formación de liderazgos que bus-can competir en elecciones pero quede forma deliberada rehúyen laconstrucción de partidos políticos[…] no hay que olvidar que tam-bién fue empleada en la década de1990 con bastante éxito por líderesde derecha como Alberto Fujimorien Perú y Fernando Collor de Me-llo en Brasil. En términos más con-temporáneos, el triunfo electoral deÁlvaro Uribe en Colombia en 2002se explica en gran medida por sucapacidad para posicionarse comoun actor que rompe con la clasepolítica tradicional y que termina porarmar a posteriori una organizaciónelectoral personalista. […] una ter-cera estrategia de la derecha latinoa-mericana radica en invertir recursosy tiempo en la formación de parti-

dos políticos, es decir, sumergirseen la batalla programática».

Para aquellos sectores que hanoptado por esta última opción deformar un partido político que losrepresente en la pugna electoral, JoséNatanson4, marca en su análisis, trescaracterísticas que las distinguirían,la nueva derecha seria democráti-ca, posneoliberal y tendría una carasocial: «El talante democrático dela nueva derecha es toda una nove-dad regional. En efecto, histórica-mente las fuerzas conservadorasrara vez resistían la tentación degolpear las puertas de los cuartelescuando percibían que sus interesesno podían imponerse por vía delas urnas […] Pero eso ha cambia-do y hoy la derecha latinoamerica-na ha aceptado a la democraciacomo el único sistema posible Estono implica, por supuesto, que estécompletamente libre de intentosgolpistas, ensayos de desestabiliza-ción y deslices autoritarios, comodemuestra la experiencia recientede Honduras, Paraguay, Ecuadory Bolivia. [...] Además de demo-crática, la nueva derecha es pos-neoliberal. Aunque sus programaseconómicos incluyen las conocidasprescripciones pro-mercado, sonescasas las menciones explícitas a laspolíticas de desregulación, privati-zación y apertura comercial queconstituían el núcleo básico del Con-senso de Washington […] Por últi-mo, la nueva derecha tiene una cara

social. Sus líderes prometen man-tener los programas desplegadosen la última década e incluso dis-putan la simbología de la izquier-da, como ocurre con Capriles, queaseguró que no desarmará las mi-siones chavistas en caso de llegar a lapresidencia, bautizó Simón Bolívara su comando de campaña»

Para Natanson, «Real o imposta-da, la cara social de la nueva dere-cha la hace competitiva, le permitecombinar la apuesta al ´voto deopinión´ de las grandes ciudadescon las redes clientelares tradicio-nales, a veces heredadas de las dic-taduras, como sucede con la UDIen Chile y con DEM en Brasil, y enotros casos construidas por los vie-jos partidos populistas, como ocu-rre con los blancos en Uruguay ocomo sucede con Macri en la Ciu-dad de Buenos Aires, donde el PROabsorbió una parte de la densa tra-ma del viejo PJ Capital y consiguió,en todas sus elecciones, resonantestriunfos en las comunas del Sur».

Estas características, más que sig-nificar un cambio real en sus con-cepciones políticas, en sus propues-tas o en los «valores» de la «nueva»derecha lejos de ser verdaderoscambios, son parte del aggiornamientoque en su discurso y presentación,esta viene utilizando para ser com-petitiva en el terreno electoral.

Para instalar esta imagen remo-zada, han llevado adelante una muyfuerte campaña en los medios mo-

4 Natanson, José. La nueva derecha en América Latina, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, noviembre de 2014.

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nopólicos de comunicación, echan-do mano a elaboradas estrategiasde marketing político.

El componente marketinerode la nueva derecha

«Detrás de los líderes de las nue-vas derechas hay muy buenos ase-sores», con esta afirmación, que haido ganando cuerpo en los análisispolíticos de los últimos años, co-mienza un interesante informeconfeccionado por el Centro de Es-tudios Latinoamericanos de Geopolí-tica (CELAG), con sede en Ecuador.

El documento llamado: Marketingpolítico. Durán Barba y JJ Rendón, ra-diografía de dos asesores clave en la cons-trucción de los liderazgos de las derechasdel siglo XXI, producido por Ma-riela Pinza, Sabrina Flax y GiselaBrito, analiza las concepciones ymetodologías llevadas adelante porestos dos «gurúes» de la «nueva de-recha», oscuros personajes encarga-dos de diseñar la estrategia que di-seña «cada paso, cada sonrisa y cadasilencio en los discursos y estrate-gias de difusión de los candidatos»conservadores.

Las autoras resaltan que ideascomo «la soberanía nacional asocia-da a la recuperación de los sectoresestratégicos, la puesta en el centrode la escena del Estado y su per-cepción como garante y ordenadorde la vida social, el predominio dela política en la definición del mo-delo económico, la visión sobre laintegración regional» marcaron unimportante quiebre con las pro-puestas por el Consenso de Was-

hington y hegemónicas en la etapaneoliberal.

Poco a poco la derecha se fue re-acomodando a medida que asimi-laba los nuevos vientos. A partir deesto, comenzaron a surgir lideraz-gos de nuevo tipo, no tan ligados alos economistas tecnócratas que asu-mían un papel político, recordemosa Alsogaray, Cavallo y López Mur-phy entre otros, para darle lugar ajóvenes y exitosos empresarios quese niegan a identificarse como dederecha, sino que se presentan comocultores de la buena onda, de dis-cursos presuntamente desideologi-zados, slogans que resaltan la tras-parencia y la eficiencia y una inter-pelación al ciudadano o al vecino caraa cara como muestra de su cercaníacon «la gente».

Esto lo hacen a la vez que sus ase-sores diseñan innumerables «campa-ñas sucias» en las cuales los mediosde comunicación masivos juegan unpapel central.

Según el estudio, estos liderazgosde derecha, en donde los candida-tos juegan un papel central por en-cima de los proyectos colectivos ypartidarios, se caracterizan por lossiguientes puntos:

-Los candidatos deben asumir queno saben todo, y reforzar la idea de«equipos».

-Utilizar asesores políticos profe-sionales para dirigir la campaña.

-Elaborar y confiar en una estra-tegia política, la cual involucra cadacosa que se dice, se muestra y sehace o se deja de decir, de mos-trar y de hacer (metas, análisis dela imagen del candidato y del par-tido, análisis de la imagen de los

adversarios, análisis constante de laevolución, elección del lugar don-de aplicar la estrategia, selección detemas pertinentes, identificación degrupos de votantes.

-Proximidad con «la gente».El éxito de estos liderazgos se fue

haciendo más marcado a medidaque, en campaña, fueron renun-ciando al enfrentamiento frontalcon las medidas que formaron elnuevo consenso en la región, porlo cual en el presente: «no propo-nen proyectos refundacionales niuna vuelta al pasado neoliberal sinoasumir algunas de las políticas delos proyectos de cambio que im-plican ya conquistas sociales insta-ladas en el consenso social». Paraesto postulan: «Lo que se hizo estábien, vamos a mantener las políti-cas sociales y a defender los recur-sos nacionales, pero vamos a ad-ministrar el Estado de manera máseficiente y transparente».

A este discurso se le suma la com-posición de una imagen del candi-dato acorde a masividad de losmedios audiovisuales que utilizanpara proyectar sus candidaturas.

Pensándolo en términos televisi-vos, las autoras proponen el siguienteesquema para pensar de que se tra-ta: «toma 1: recorrida por un barriopopular, toma 2: tarde de plaza conlos jóvenes, toma 3: charla amigablecon los operarios en una fábrica. Asípodríamos enumerar infinitas tomasque poco tienen que ver con el pro-grama político y las verdaderas in-tenciones del candidato. Lo impor-tante es mostrarse cercano a «la gen-te», porque eso, en esta nueva épocaregional, mide bien».

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A esto se suma una persistentecampaña de demonización sobrelos gobiernos progresistas, que con-siste en presentarlos «como unaamenaza para el sistema democrá-tico y para las libertades y los dere-chos humanos, se presenta así unavisión dual de la estructura social queresponde a la división entre la dic-tadura castro-comunista (hoy cha-vismo) o la libertad democrática re-presentada por los sectores de laahora nueva derecha».

Una visión dual claramente ideo-lógica llevada adelante por quienesse presentan al público como losemergentes de una era de «desideo-logización de la política» y repre-sentantes de una «nueva forma dehacer política».

Estas «nuevas formas de hacerpolítica» son las que impulsan ennuestro país Duran Barba y su«Frankeinstein» del momento, Mau-ricio Macri, como: «las nuevas estra-tegias de las derechas regionales paravolver a disputar el poder en un con-texto que lleva ya más de una déca-da en el que el nivel de politizaciónde las sociedades y el empodera-miento de los pueblos han genera-do un corrimiento de la agenda ha-cia la izquierda, las nuevas constitu-ciones y las nuevas leyes en materiade inclusión que se han logrado endiversos países de la región dan cuen-ta de un contexto en el que las dere-chas deben reinventarse para poderdisputar en este nuevo reacomoda-miento político».

Esta estrategia fue llevada ade-lante por Macri desde el gobiernode la ciudad de Buenos Aires, desdeallí, fueron consolidando su espacio

y buscaron expandirlo a lo largo delpaís siguiendo con la cooptación dedirigentes, incorporando militanciacon un estilo de voluntariado lightque cuenta con un «instructivo» queplantea por ejemplo:

«Planificar y organizar las visitas alos vecinos. Escuchar y conversar conellos es importante para invitarlos aser parte de nuestro equipo de cam-paña y que apoyen a Mauricio Ma-cri Presidente».

«Si es la primera vez que salís arecorrer tu barrio, te recomendamosempezar visitando a un vecino conel que ya tengas afinidad para que tesea más sencillo. También, podessalir acompañado por un amigo ofamiliar. ¡En equipo es más fácil yentretenido!», continúa el manual delvoluntario PRO para terminar lla-mando a «seguir sumando volunta-rios» y pidiendo a sus militantes quetomen los datos de quienes quieransumarse a la campaña. «Estamos enun momento clave y necesitamosseguir creciendo, por eso es impor-tante que recolectes los datos deaquellos que quieran sumarse».

Todo esto en un trabajado tonodescontracturado que busca acer-carse a «la gente». El mismo queutiliza Yamil Santoro, Secretario deOrganización Política de JóvenesPRO Nacional cuando dice:

«A la juventud la asocio con de-seo, pasión, desborde. Representaesa etapa de la vida donde quebra-mos con la autoridad vertical im-puesta por una familia o comuni-dad y nos atrevemos a andar pornosotros mismos. Hay una rebel-día necesaria que forma parte deconocerse a uno mismo y de dis-

tanciarse de lo heredado o lo dadopara elegir con qué bloques cons-truirse a sí mismo. Esta rebeldía ini-cial, tan necesaria para conocerse ypara ser autor de uno mismo comoun ensayo encierra dos posiblesproblemas: quedar encerrado en unbucle de anarquía eterna o vivir conel temor de desafiar las reglas, sa-cralizándolas y viviendo eternamen-te esclavizado. Jaime Barylko resal-taba la importancia de cuestionarlas reglas pero que luego debíamosasumir el desafío de seleccionar conqué reglas habríamos de regirnos».

Ahora, tras el marketing festivo,los globos y los colores que bus-can distraer del verdadero conte-nido, cuáles son estas «reglas» conque «habríamos de regirnos».

El ideario de esta «nueva dere-cha» es claro y lo expresan sin anes-tesia sus referentes ideológicos y vaquedando claro en los primerosmeses del gobierno de Macri: lanegación total al menor intento delEstado a intervenir en la economíasi es en favor de los sectores popu-lares, denunciar una creciente inse-guridad y la defensa de una «moralrepublicana» que salvaguarde unasupuesta «ética capitalista» en el mar-co de «republicanismo democráti-co» basado en un «consensualismo»que deje atrás los conflictos en unaclara negación de la lucha de clases.

Estos puntos nodales conformanlos hilos conductores de este dis-curso, que apela al más arraigado«sentido común» de un importantesector de la sociedad moldeada enuna escala de valores conservado-res e individualistas por demás, so-bre todo desde la brutal represión

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a los sectores populares en los ¨70y en la época dorada del neolibera-lismo en los ¨90.

Todo intento de regulación porparte del Estado en materia eco-nómica, que insinúe aunque sea lavoluntad de lograr una mayor re-distribución de la riqueza, deja rá-pidamente al descubierto las ver-daderas concepciones de los sec-tores concentrados de la economíaquienes no ahorran calificacionescomo «populismo», «estatismo» o«socialismo» con toda la carga ne-gativa que las clases dominantes leotorgan a estos conceptos.

Entonces, ¿qué tiene denuevo la nueva derecha?

Siguiendo nuestro planteo, en-tendemos que el objetivo de lanueva derecha es revitalizar laspolíticas e ideas conservadoras,clasistas, que garanticen las condi-ciones de dominación y explota-ción capitalistas.

En el contexto de la crisis mun-dial que estamos atravesando, quie-nes manejan el poder económicointernacional buscan poner en mar-cha un nuevo ciclo de explotacióny acumulación, cuyos costos debenpagarlo los trabajadores.

Para eso impulsan la vieja y re-manida receta de invocar a ese au-todenominado paraíso que sería ellibremercado, cuya crisis actual debeendilgarse a «errores e irresponsa-bilidades» de ciertos actores delmundo financiero que actúan sin laeficiencia, responsabilidad y «éticacapitalista», a través de las cuales el

capitalismo demostraría su rostrohumano.

Como no puede ser de otra for-ma, las promesas de mano dura yla represión siempre ocupan un lu-gar central en el discurso de los di-rigentes de la derecha, lo vemos ennuestro país con el Protocolo deSeguridad o «antipiquetes» impues-to por Patricia Bullrich, y en laspolíticas de alianza con la DEA yotros organismos con la excusa dellevar adelante la guerra contra nar-cotráfico. Estas medidas represivasson presentadas, como no puedeser de otra manera, como reflejodel pensamiento de «la gente» fo-goneando la idea de que si el Esta-do dejara de pensar en intervenirdonde no debe, por ejemplo la eco-nomía, y se dedicara a cuidar la pro-piedad y la seguridad de los ciuda-danos, estaríamos mejor.

No es ninguna novedad que parala derecha, «tradicional», «nueva»,«moderna» o como quieran llamar-la, estos problemas no se deben ala naturaleza de un sistema basadoen la explotación y la marginaciónde la mayoría para beneficios deunos pocos. No, para ellos se debea la ineficiencia, la corrupción y lasideas populistas, socialistas que seinstalaron en el continente y nosacercaron al precipicio.

Partiendo de problemas muchasveces reales, corren deliberadamen-te el análisis de sus causas y, con lainestimable tarea de los medios decomunicación concentrados some-ten a la sociedad a un continuobombardeo ideológico para ho-radar a los procesos más avanza-dos de la región.

Entonces, llegan ellos, prometien-do cambios para salvar al país. Ypara esto, presentan sus «novedosas»ideas, su nueva política, a saber:

Reinsertarnos en el (su) mundo,volver al FMI, eliminar las reten-ciones, subir la edad jubilatoria, en-deudamiento y proponer un país«gobernado por dueños, como sifuera una empresa», como ha que-dado de manifiesto con la preemi-nencia de gerentes de importantesempresas en el gobierno de Macri.

En cada medida que toman de-jan al descubierto su verdaderocontenido programático, a la vezque buscan difuminarlo con unmarketing que vende una supuestaeficiencia y novedad desde «Ha-ciendo Buenos Aires» hasta «Cam-biemos» interpelando a un sectorimportante de la sociedad para lacual, tras 12 años de gobiernos kir-chneristas con sus virtudes y susdefectos, la idea de un cambio lesimpatiza en el marco de la creen-cia de que la alternancia es un valordemocrático en las democraciastambién «modernas».

Esta idea de la alternancia, piedrabasal sobre la que fundamentan suscampañas las nuevas derechas, fuemuy difundida también por pen-sadores que hicieron una banderade su posición pos-marxista y sos-tienen como Ernesto Laclau que:«En Argentina, creo que lo más sa-ludable que le puede pasar al siste-ma político es que se creen dosformaciones políticas, una de cen-troizquierda y otra de centrodere-cha. No necesito decirle cuál apo-yaría, ya lo sabe usted, pero estoaportaría a que de alguna manera

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se cree un sistema político relativa-mente viable».

Un sistema político «relativamen-te viable» en el cual, a través de laalternancia, una centroizquierda yuna centroderecha democráticasjueguen sus matices respetandociertas «políticas de Estado».

La pretendida «nueva derecha»o «derecha moderna» o derechaa secas sin eufemismos a nues-tro entender, ha tomado nota delos cambios producidos o enproceso en la región y se prepa-ra día a día, con todas las armasa su disposición, para hacer re-troceder la situación latinoame-ricana, como suele decir AtilioBoron, a las condiciones existen-tes la noche previa al triunfo dela Revolución Cubana, comopretende el imperialismo.

En este sentido nos parece im-portante prestar atención a otro delos párrafos del Documento de laCELAG y que nos sirve para in-terpretar lo que está sucediendo enla región: «Si bien se ha avanzadoenormemente en el plano de la dis-puta cultural-simbólica, como en laresignificación del lenguaje y de lasprácticas políticas, aún no ha sidosuficiente para desarticular el lega-do neoliberal y muchos de los ac-tores que dicho legado ha creado.En este sentido los asesores apelana esas identidades arraigadas en lassociedades y las interpretan con el

objetivo de diagramar una estrate-gia comunicacional que los interpele.La movilidad social amplificadapor los gobiernos progresistas y deizquierdas ha beneficiado a secto-res medios y populares. Inclusive,ha creado nuevas clases medias.Pero dicha movilización no supo-ne mecánicamente fidelidad electo-ral a los oficialismos».

Esto lo ha sabido decodificar laderecha y trabaja incesantementepara recuperar los espacios perdi-dos y derrotar a los gobiernos pro-gresistas quienes, como plantea elinforme citado: «tienen el gran de-safío de saber interpretar las nue-vas demandas de este electoradocambiante y nuevo, un `electoradodel siglo XXI´ que revista noveda-des que bien entendidas o dirigidaspueden beneficiar tanto a oficialis-mos como a oposiciones».

Tomar nota de estas advertenciasserá central para avanzar con ma-yor firmeza, y sin confusiones, enla construcción de poder popularpara enfrentar al enemigo principalde la humanidad que busca revita-lizar su fuerza: el capitalismo.

No está de más recordar esteplanteo de Álvaro García Linera:

«La experiencia, entonces, ¿quéenseña?, que la hegemonía, en reali-dad es Gramsci y Lenin, y nueva-mente Gramsci, es lucha cultural,lucha de símbolos, lucha de identi-dades, lucha de construcciones cog-

nitivas, lucha de ideas fuerza desdela sociedad; condensación, enfren-tamiento, derrota de tu adversario,tienes que derrotar a tu adversario,sino no has triunfado e inmediata-mente que has derrotado a tu ad-versario, nuevamente lucha culturalpara asentar esa victoria, para con-solidar esa victoria, y nuevamenteel adversario volverá a sobreponer-se y buscará reagruparse y tendrásque derrotarlo cultural, política y, sies necesario, militarmente para vol-ver a avanzar en la parte cultural».

La derecha tiene muy claro en quecancha juega y debemos tenerlo enclaro nosotros.

Ya lo vimos en estos días, losintereses de clase y los política-mente oportunistas van delinean-do el mapa futuro. Y en ese futu-ro se juega la suerte de nuestropaís y el de los procesos de inte-gración regional.

Que esto quede limitado a inter-nas palaciegas de intereses corpo-rativos, o seguir trabajando paradejar abierto un camino en el quela lucha social juegue un papel de-cisivo en la construcción de un pro-yecto plural que defienda los inte-reses populares, radicalice las refor-mas estructurales y avance en unsentido anticapitalista, es lo que que-da por ver.

Y en esa cancha, como siemprey sin ambigüedades, los comunis-tas tenemos un partido que jugar.

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Ya incorporadas Córdoba ySanta Fé a la Liga de losPueblos Libres, el 29 de

Junio de 1815 en la villa del Arro-yo de la China (Concepción delUruguay, Entre Ríos), se reunieronlos diputados de las provincias in-tegrantes en el llamado «Congreso deOriente» o «Congreso del Arroyo de laChina». Un año antes de las titubean-tes definiciones del Congreso deTucumán de 1816, la Liga de losPueblos Libres ratificó allí el prin-cipio de soberanía particular de lospueblos y afirmó su voluntad de in-dependencia absoluta de toda poten-cia extranjera apostando por la san-ción de una Constitución Nacionalbajo los principios de República yConfederación con, al menos paraparte de las provincias integrantes, unprograma de democracia social…

*Agradezco las observaciones de Leandro Pozzi y Violeta Meyer1 Prof. de Historia, Lic. en Ciencias Sociales UADER FHAyCS, Sec. Adjunto Asociación Gremial del Magisterio de Entre Ríos

Las pujas por hegemonizar laMemoria Histórica

La historiografía liberal positivis-ta borró de la historia el aconteci-miento en aras de hacer despare-cer la expresión más radical delproceso revolucionario rioplaten-se. La construcción del relato libe-ral fijó las bases de una secuenciade acontecimientos lógicos y enca-denados, motorizados por próce-res preclaros, que llevaba inexora-blemente a la constitución de múl-tiples Estados Nacionales en Lati-noamérica de base agroexportado-ra, librecambistas, que a la vez queafirmaban la república y la igual-dad de sus ciudadanos, consagra-ba el derecho de propiedad y losderechos individuales por encimade los derechos sociales.

Se definían así un conjunto devalores y representaciones de la di-námica temporal impuesta por lasfracciones de clases dominantes,cuando durante la segunda mitaddel siglo XIX las mismas cerraron,violentamente por cierto, sus dis-putas internas y construyeron elEstado Nación Argentino. Parte delas paradojas en las que la historiase nos expresa, en el mismo mo-mento en que dicha naciente bur-guesía que había cerrado delicada-mente sus disputas internas se cons-truía el relato sobre su pasado. Ha-bía por tanto, no sólo que sacaralgunos héroes del panteón, sinoademás borrar acontecimientosque alteraran dicha secuencia lógi-ca. Había no sólo que borrar delmapa los territorios que fueronquedando fuera de la «Argentina»,

Un ensayo de interpretación histórica

por Alejandro Bernasconi1

EL CONGRESO DE ORIENTE DE LA LIGA DE LOS PUEBLOS LIBRES DE 1815 *

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sino además era necesario queocultar los procesos mediante loscuales diversas pujas competitivasentre grupos de poder territoria-les fueron trazando las líneas de loque finalmente serían las «provin-cias» argentinas.

Fuera de la historia liberal hansurgido muchas otras perspectivashistoriográficas que analizaron elproceso revolucionario y dieronotra dimensión, otro «calado» his-tórico a otras variantes y experien-cias de dicho proceso revoluciona-rio en el Río de la Plata y AméricaLatina. En este sentido existen mu-chísimos investigaciones que hanpuesto en revisión de forma com-pleta el proceso. Sin embargo elrelato liberal sigue siendo fundantey hegemónico – aunque hoy cierta-mente menos- de la memoria his-tórica y, aún más peligroso, a lo queella aporta a la conciencia histórica.

A la vez se ha conformado otrorelato sobre la dinámica de nuestropasado que conocemos en su ca-racterización general como «revisio-nismo histórico». Esta secuenciaheterogénea de estudios y ensayostienen la fuerza de contraponer alrelato liberal la inversión de algu-nos de los valores prototípicos pro-puestos por la historia oficial: lavaloración de los sectores popula-res en la dinámica histórica, de lasexperiencias proteccionistas, la re-cuperación de algunos héroes ne-gados por la historiografía oficial,la recuperación de los pueblos na-tivos, de las visiones latinoamerica-nistas, etc. Sin embargo esta pers-pectiva de análisis tienen dos defec-tos serios: por un lado la pobreza

metodológica (heurística y del apa-rato crítico); por el otro la base idea-lista de análisis, en similitud con elliberalismo positivista.

Por un lado investigar el pasadorequiere mucho más que convertiren valores los disvalores propues-tos por el liberalismo, mucho másque invertir la interpretación de lasecuencia de hechos o que recu-perar acontecimientos ocultados.Por otro lado, y fundamentalmen-te, en general el revisionismo reci-cla la concepción idealista de queexistieron hombres preclaros quehechos de un conjunto de ideaspolíticas motorizaron la dinámicahistórica… es como si se jugarauna partida en la que se intercam-bian figuritas de héroes. Los sec-tores populares, las clases sociales(cuando se usa esta categoría deanálisis), los diversos colectivos so-cioétnicos, aunque revalorizados,siguen siendo fieles seguidores con-vencidos del rumbo histórico quealgunos va trazando…

Me tomo el tiempo en hacer es-tas aclaraciones porque la revalori-zación del movimiento artiguista ydel Congreso de Oriente comoacontecimiento central de nuestrahistoria –en su aniversario 200 yen el contexto de un escenario his-tórico en que se revaloriza la uni-dad latinoamericana y el protago-nismo político de los sectores po-pulares al calor de la disputa «cul-tural» con el liberalismo- viene de-masiado atada de las manos deésta segunda perspectiva.

Se presenta así un movimientoartiguista conducido por un héroemagnánimo ocultado por la historia

oficial nativa, que es también «argen-tino», interprete de y seguido por lossectores populares que va siendo con-vencidos por su prédica y a los quese los convoca en pie de igualdad a lalucha y al libre debate asambleariopara decidir sus destinos… Comodecíamos, toda la fuerza de la pro-vocación plebeya a la memoria his-tórica impuesta, pero mucha fragili-dad heurística y metodológica y, es-pecialmente, mucha fragilidad por nodecir ocultamiento, de los conflictosy tensiones internos del movimientorevolucionario.

Se crea así una nueva mítica endonde un proceso revolucionarioocurre primero como un acto deconciencia que luego forja una vo-luntad de lucha inquebrantable enhombres y mujeres por esos idea-les. Luego de tantas experiencias derevoluciones populares, exitosas yfrustradas, los marxistas, especial-mente los leninistas, hemos apren-dido que la dinámica histórica nose comporta tan ingenua ni pode-mos hacer creer a nuestros com-pañeros que la disputa por trans-formar un orden social injustoocurre con tanta simplicidad. Esosigue siendo historia religiosa sinmediaciones ni condiciones mate-riales y de subjetividad compleja yheterogénea: buenos y malos, va-lientes y cobardes, españoles ycriollos, blancos e indios, federa-les y unitarios…

Es necesario por lo tanto volver(ver al menos Sala de Touron yotros, 1978 ¡!!), avanzar y profun-dizar, sobre un análisis desde laperspectiva del materialismo histó-rico que busque comprender el pro-

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ceso revolucionario en su comple-jidad y ponga en superficie las ten-siones y contradicciones sin ocultarlas pujas entre clases, fracciones declases y actores del movimiento re-volucionario. Pero además, especial-mente en el espacio que conformóla LPL, se necesitan muchas másinvestigaciones que profundicen elestudio de esas formaciones socia-les y en sus vínculos con el movi-miento revolucionario. Hay allí unadeuda -bastante más saldada porla historiografía uruguaya creo- yque nos obliga a no avanzar mu-cho más allá de un conjunto de hi-pótesis articuladas, campo que estesimple y apresurado ensayo no pre-tende sobrepasar

Una perspectiva del contextohistórico

La intensidad que adquirió elproceso revolucionario a partir del25 de mayo se expresó en un con-junto de tensiones y contradiccio-nes, marchas y contramarchas, quesólo se fueron resolviendo en el lar-go plazo. Y se fueron resolviendoen el largo plazo porque la burgue-

sía nativa en formación tenía inte-reses contradictorios.

Los sectores de poder riopla-tenses, periféricas y pobres élitesterritoriales en el marco del mun-do colonial tardofeudal, se fue-ron constituyendo como clase enel mismo proceso revoluciona-rio en que derrumbaban ese or-den en América.2

Esas fracciones de clases de lasProvincias Unidas del Río de la Pla-ta, nunca cedieron la conducción delproceso revolucionario -ni aun enel movimiento artiguista-, y se fue-ron descubriendo y construyendocomo tales en el mismo procesode lucha en que iban buscando de-finir los límites territoriales de supoder a la vez que ponían en dis-puta diversos programas de de-mandas políticas y económicas queaseguraran su reproducción en ydesde dichos espacios. En ese mar-co se deben comprender las luchaspolíticas internas del siglo XIX, elsurgimiento del Estado NaciónArgentino3 y especialmente de las«provincias argentinas».

Derrotada tempranamente el alaradical de la revolución en BuenosAires por falta de base social, parte

de la revolución originaria se des-plazó espacialmente rápido hacia ellitoral entrerriano y la Banda Orien-tal donde se disputaba cara a caracon la ofensiva imperial (españolay portuguesa). En el amplio espa-cio periférico que iba desde RíoParaná hasta el Atlántico (incluyen-do las actuales Paraguay, Misiones,Corrientes, Entre Ríos, Río Gran-de del Sur y la Banda Oriental)elproceso revolucionario tomó unsentido, profundidad y radicali-dad no registrado en otras regio-nes –salvo momentos de la Saltade Güemes-. Ya la ofensiva re-volucionaria encabezada por elhacendado entrerriano BartoloméZapata prefiguraba la dimensiónde esa lucha en dicho espacio(Castaldo, 2010).

Debemos indagar aún más lascondiciones estructurales de dichosterritorios, pero podemos ir tejien-do un conjunto de hipótesisa partirde lo que ya sabemos: en tierras dehacendados contrabandistas muyricos, medianos y muy pobres, ocu-pantes ilegales o precarios del sue-lo, claramente la disputa por la pro-piedad de la tierra tuvo centralidad.Con la peculiaridad de la coexis-

2 Como sabemos la existencia de una clase no se define sólo por su lugar concreto en una estructura socioeconómica, sino también porsu conciencia de sí misma, conciencia que se construye con la percepción del antagónico al calor de un proceso de lucha contra elantagónico… las revoluciones son momentos en donde las clases sociales, especialmente la o las que conducen el proceso revolucionario secompletan a sí mismas al descubrirse como tales

3 Los estudios historiográficos han avanzado mucho en éste campo, solo alcanza ver la perspectiva revisionista socialdemócrata con dosgramos de populismo y mil conceptos robados al materialismo histórico

–sin mencionar por supuesto- elaborada para el «público no especialista» recuperando «las investigaciones académicas de las últimas dosdécadas» que se sintetizan en Nueva Historia Argentina; Sudamericana, 2010, con dirección general de obra de Juan Suriano (12 tomos).

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tencia de un grupo de grandes ha-cendados y comerciantes junto a lafuerte presencia de un sector dehacendados mediosy pequeños y auna población móvil dominante-mente mestiza y nativa (centralmen-te tupí guaraní), que oscilaba entre ellaboreo de sus pequeñas parcelasintegradas de hecho a las estanciasmás grandes, el trabajo servil,el con-chabo en las haciendas grandes y elcontrabando; pero también convi-viendo con varias naciones y parcia-lidades nativas no sometidas (delcomplejo chaná charrúa), aunque yatransformadas y parte del entrama-do de la disputa por la tierra y losrecursos… Una espacialidad sobrela que la corona española nunca ter-minó de cerrar el control político ysocial, y sobre la que hacía tiempoestudiaba posibles y conocidas re-formas diseñadas por funcionariosilustrados españoles preocupadospor las necesidades de recursos fis-cales y defensivos de la región. Te-rritorios además en los cuales halla-mos la preexistencia de un sentimien-to autonomista forjado al calor deldesarrollo de las fuerzas producti-vas luego de las reformas borbóni-cas y de las propias tradiciones deri-vadas del tipo de estructuración delpoder político en el mundo perifé-rico tardofeudal hispano.

Fue en ese espacio donde se co-menzó a prefigurar una agendademandas políticas y económicas,distintas de las fracciones de laburguesía porteña en formación,y de muchas otras burguesías pro-vinciales que hasta 1815 temieronizar la bandera patria en el fuertede Buenos Aires.

Decíamos que derrotada el alaradical de la revolución los gobier-nos residentes en Buenos Airesabandonaron rápido a los líderesde la revolución en la Banda Orien-tal (primero la Junta Grande, peroluego el Primer Triunvirato, el Se-gundo Triunvirato, el Directorio…).Fue inaceptable para los revolucio-narios orientales y su conducción,cara a cara con los invasores espa-ñoles y ahora portugueses que lesproponían el retorno al pasado,prefirieron mantener la resistenciapese al abandono.

Allí el movimiento antiregentistahabía juntado desde grandes estan-cieros e importantes comerciantesdescontentos con quienes poseíanprivilegios monopólicos hasta pe-queños mercaderes del interior, ha-cendados medianos y pequeños,agricultores y el peonaje y esclavosvinculado a ellos, conducidos poroficiales de blandengues y con laprédica sumada de curas de pueblos.Semejante variedad de fracciones declases no podía contar con intereseshomogéneos, las razones de la re-belión eran variadas pero posiblesde coincidir en la coyuntura: la pro-piedad de la tierra, el librecambio, elrechazo a las pesadas cargas tributa-rias del final del coloniaje y hastaalgún terrateniente hispano que pre-tendía preservar las tierras para donFernando VII…

En el tiempo fue desde el Éxo-do del pueblo Oriental hacia EntreRíos (fines de octubre de 1811)hasta la nueva recuperación deMontevideo (junio de 1814), elmovimiento revolucionario orien-tal comenzó un proceso lo llevó a

conformar una agenda propia dedemandas y definiciones políticasque contuviera a las diversas frac-ciones de clases movilizadas. El pro-ceso no fue lineal ni sin tensionesinternas. De hecho muchas de esasfracciones -y no sólo sectores depoder- abandonaron el movimien-to en diversos momentos. Pero ala vez lograba aglutinarse en la me-dida que el gobierno en BuenosAires cada vez representaba más losintereses estratégicos de hacenda-dos y comerciantes porteños quepretendían imponer su poder declase, hechos del control de la rentapor el puerto de Buenos Aires y delcontrol del aparato político, al res-to del territorio.

En ese tiempo fueron tomandoforma un conjunto de definicioneseconómicas y políticas que contu-vieran la variedad de fracciones declases dentro y buscando sostenerel argumento de la autonomía: mi-rando a Paraguay, inspirados en elcontractualismo de Rousseau y conelementos del pensamiento ilustra-do español…, viendo el modelo deorganización de Estados Unidos,conocedores de las propuestas delos funcionarios reformistas colo-niales y posiblemente incorporan-do algunas tradiciones comunitaris-tas con base en los pueblos nativos,comenzó a tomar forma: indepen-dencia absoluta, república y confe-deración sostenidas bajo el princi-pio de la soberanía particular de lospueblos; habilitación de puertos, li-brecambio con algunas medidasproteccionistas y distribución de latierra entre los desposeídos sin im-portar raza ni religión. Claramente

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este fue el programa que se gestódesde la Banda Oriental y aseguróla incorporación de Misiones, Co-rrientes y Entre Ríos. Lejos estamosde pensar que fuera plenamentesostenido por Santa Fé y Córdobaincorporadas luego.

Claramente en el pleno éxodo elmismo movimiento fue reelabora-do su discurso y comenzó a fun-damentarse en el principio de «so-beranía particular de los pueblos». Arti-gas, en plena disputa con Sarratea,lo expuso de manera brillante enun oficio al Triunvirato y al Cabil-do de Buenos Aires: abandonadoel pueblo Oriental estaba roto elpacto de dominación nunca explí-cito que obligaba obediencia, allí elpueblo «pudo mirarse como el primerode la tierra, sin que pudiera haber otroque reclamase su dominio»(Artigas,Agosto de 1812)… . Y lo señalaráclaramente en un oficio del mes si-guiente a la Junta del Paraguay: «Losorientales lo creyeron así mucho más que,abandonados en la campaña pasada y enel goce de sus derechos primitivos, se con-servaron por sí, no existiendo hasta aho-ra un pacto expreso que deposite en otropueblo de la confederación la administra-ción de su soberanía. (…)».Artigas, sep-tiembre de 1812

Ya convocada la Asamblea Ge-neral Constituyente del año XIII,Artigas expuso la síntesis de eseproceso de definiciones políticas ensu oración inaugural del Congresode Tres Cruces en abril de 1813,expresándose ante los representan-tes de los pueblos de la BandaOriental como «ciudadanos» libresresolviendo su destino, destino queel brillante jefe sugirió por

supuesto:»Si somos libres, (…) exami-nad si debéis reconocer la asamblea porobedecimiento o por pacto. No hay un solomotivo de conveniencia para el primer casoque no sea contrastable en el segundo (…)Esto ni por asomo se acerca a una sepa-ración nacional; garantir las consecuenciasdel reconocimiento no es negar elreconocimiento…»(Artigas, abril de1813). Nueve días después definie-ron las famosas Instrucciones delaño XIII que aún muy conocidasvale el esfuerzo recordar: ademásde independencia absoluta de lascolonias de España; el claro artícu-lo 11: «Que esta provincia retiene su so-beranía, libertad e independencia, todopoder, jurisdicción y derecho que no es de-legado expresamente por la confederacióna las Provincias Unidas juntas en congre-so»; más distribución del poder enforma de república; más y libertadcivil y religiosa… El programa po-lítico de lucha había tomado for-ma… pero cerraba de la mano delacuerdo sobre algunas las políticaseconómicas, como la habilitaciónde los puertos de Montevideo yColonia y la no aplicación de aran-celes al comercio entre provincias…Y también de cómo defender lologrado: cada provincia debía te-ner su propio ejército.

Cuando gran parte de nuestragalería de próceres titubeaba endeclarar la independencia y pensa-ba la conexión con alguna línea di-nástica para el gobierno de las Pro-vincias Unidas, el movimiento ar-tiguista había tomado la posta re-volucionaria y la llevó a la más pro-funda expresión de todo el sigloXIX. Las Instrucciones del añoXIII, fueron un punto de síntesis

de ese proceso en cuanto a defini-ciones políticas y algunas definicio-nes económicas y estratégicas cen-trales, constituyéndose en la basedel programa político con el quese fue tejiendo la Liga de los Pue-blos Libres hasta 1815.

Pero las Instrucciones del añoXIII eran un punto de equilibrio deintereses de fracciones de clases «ha-cia afuera» de la región, con el cualademás se pretendía sumar al Pa-raguay y convencer a Córdoba ySanta Fe. Más allá de ellos las tensio-nes al interior de los grupos hege-mónicos del movimiento revolucio-nario eran muy fuertes y avanzadala lucha se harían más explícitas.

Un análisis primero de la com-posición de la conducción inicial dela revolución en la Banda Orientalpermite ver que tempranamente elcurso de las disputas internas y lanecesidad obligada de ampliar labase social del movimiento revo-lucionario –necesitado de hombrespara las armas-, obligó a incorpo-rar como sujeto político de la re-volución a las clases sociales des-poseídas del acceso a la tierra. Cier-tamente, de forma tardía y bajopresiones internas al interior delpropio movimiento, el intento dedespliegue de esas transformacio-nes, especialmente la distribución detierras, fue contemporáneo al Con-greso de Oriente. Artigas y la con-ducción militar y política del movi-miento cada vez iban desconfiandomás de los hacendados poderososque los apoyaban y confiando másen el gauchaje y la indiada que semantenía fiel, especialmente los na-tivos guaraníes. Pero el programa de

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reformas llegó tarde y tuvo pocosavances concretos. Sucedió que lanecesidad de ampliar el frente paradisputar a Buenos Aires, aliándosecon fracciones de clases de otrosterritorios sólo interesadas en un«autonomismo» que proteja sus in-tereses territoriales, vaciaba al mo-vimiento de avances en reformasestructurales que contuvieran a losdesposeídos. Esas reformas nun-ca formaron parte del programade lucha del conjunto de territo-rios que integraban la Liga de laPueblos Libres.

Desde enero de 1814 hasta 1820,aunque con vaivenes, el enfrenta-miento con el centralismo porteñofue frontal. El movimiento revolu-cionario finalmente avanzó sobrelas actuales Entre Ríos (febrero de1814), Corrientes (marzo de 1814),Santa Fé y Córdoba (marzo de1815), más Misiones ya sumada,estaba Conformada en los prime-ro meses de 1815 la Liga de losPueblos Libres.

De esta forma, el programa po-lítico y económico fue un punto deencuentro y equilibrio frágil entrelos grandes hacendados y comer-ciantes librecambistas enfrentadosa la naciente burguesía porteña queapoyaban el movimiento y la con-ducción revolucionaria con líderesmilitares de base campesina –ha-

cendados medios y pequeños, ca-pataces y caciques-y sus bases, quedemandaban tierra y medidasproteccionistas.Todos los intentosde reformas económicas y socialesdel movimiento artiguista tuvieronpor objeto conciliar los interesescontradictorios entre fracciones declases. No conozco un solo docu-mento en el cual se concedan o li-miten sólo derechos a algunos.

El Congreso de Oriente yla afirmación deindependencia de la Ligade los Pueblos Libres

Como decíamos la historiogra-fía liberal positivista borró de lasecuencia de acontecimientos alCongreso de Oriente de 1815, ig-norando su dimensión históricacomo parte de silenciar la experien-cia de la Liga de los Pueblos Libresy del movimiento artiguista. Hallóy aún encuentra, un argumento cen-tral para hacerlo: no existe docu-mento que demuestre lo que se re-solvió en dicho Congreso. Efecti-vamente las actas del Congreso seperdieron pero ello no impide elnecesario análisis contextual del pro-ceso en que se enmarcó el Congre-so, para comprender que debióocurrir allí.

En primer lugar del Congreso deOriente creo que fundamentalmen-te debe tenerse en cuanta que talencuentro fue precedido por diver-sas expresiones de cabildos localesy congresos que declararon la in-dependencia afirmándose en elprincipio de soberanía particular delos pueblos y la voluntad de cons-tituir una confederación, mandatan-do a sus representantes en dichosentido: el Congreso de Tres Cru-ces (abril de 1813) declaró la inde-pendencia de la Banda Oriental, la«Provincia Oriental» se declaraba «Es-tado libre, Soberano e Independiente»como provincia integrada «por pue-blos libres», avanzando en la consti-tución de ejército, administracióneconómica y gobierno propio; lue-go Corrientes (abril de 1814) y el«Continente de Entre Ríos» (abril de1814)4, Los pueblos de las Misio-nes estaban hace tiempo sumadossobre la base de un cuidado princi-pio de democracia. Un año despuésse sumarán Santa Fé y Córdoba (abrilde 1815). Seguramente existen mu-chas declaraciones de soberanía depueblos que aún no hemos hallado oque faltan sistematizar. Sucedía que enla concepción que fue elaborando elmovimiento, que caracterizamos an-tes, eran los pueblos los que ibandefiniendo su soberanía y aditiva-mente iban construyendo por dele-

4 En reunión en el campamento de Belén entre Artigas y representantes del Director Posadas se declaró la independencia de «… lospueblos todos del Entrerios», en la perspectiva de la época se refería a todos los territorios entre los ríos (las actuales Misiones, Corrientesy Entre Ríos) los que quedaban bajo el protectorado de Artigas a partir de la firma con fray Mariano Amaro y Francisco Candioti,emisarios del Directorio. El convenio fue rechazado por el Director Posadas

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gación las instancias superiores de laestructura del Estado y de aquelloque lo gobierne lo que pudiera to-mar la forma de una «nación» sobreel territorio que diera…

El proceso no fue lineal, de he-cho una vez recuperada nuevamen-te Montevideo, luego que comen-zarael período de la dominacióndirectorial sobre dicha plaza (queduró hasta febrero de 1815 en quefue recuperada por el movimientoartiguista), los comisionados deArtigas en julio de 1814 debieronceder en el art. 10 de un acuerdoante el director Posadas, toda pre-tensión sobre «el Entre Ríos», peroel acuerdo no fue aceptado porPosadas, quien creó rápidamente«provincias» bajo el control direc-torial centralizado.

Sin embargo la revolución rees-tableció por la fuerza su poder enCorrientes y Entre Ríos, y la influen-cia fue tal que Santa Fé y Córdobase sumaron la Liga de los PueblosLibres en momentos que el Direc-torio, fracasado el intento de lograrla protección de los Borbones (Mi-sión Belgrano – Rivadavia), bajo laconducción de Alvear buscaba elprotectorado británico (MisiónGarcía). Artigas, rápidamente afir-maba los principios revolucionariosde independencia porque olfatea-ba la debilidad y la traición cercanadel Directorio. Convocó a los pue-blos del «Continente de Entre Ríos» a

un congreso en el Arroyo de laChina y a los de la Banda Orientalen la capilla de Mercedes, encuen-tros que no podían tener otro ob-jeto que avanzar en una declaraciónde independencia y en la voluntadde constituir una confederación.

Ante la inminencia del avance so-bre Buenos Aires, en abril de 1815se produjo el levantamiento de Fon-tezuelas por el cual Álvarez Tho-mas depuso el directorio de Alvear,trasladó el poder al Cabildo deBuenos Aires y buscó la reconcilia-ción con el movimiento artiguistatemeroso de la radicalidad del pro-ceso -»Toma nuevamente alas Artigas;los pueblos empiezan a estudiar los cuader-nillos de Rousseau (…)»-y reconocien-do la avanzada del proceso indepen-dentista… «(Artigas) extiende su influ-jo sobre Santa Fe, Corrientes y Córdoba,que declaran su independencia»(ÁlvarezThomas, Memorias)

Abierta la posibilidad de unacuerdo con el nuevo gobierno enBuenos Aires a fines de abril de1815 Artigas llamaba nuevamentea todos los pueblos federados, su-mados ahora Córdoba y Santa Fe,para el Congreso en la villa del Arro-yo de la China, con el objeto de re-solver sobre el reconocimiento delnuevo gobierno en Buenos Aires.5

Las instrucciones de inicio de ju-nio al diputado por Córdoba pa-recen indicar que estaban pensan-do en el encuentro de Paysandú con

la misión porteña, en donde espe-raban negociar el reconocimientodel gobierno de Buenos Aires y elde Córdoba y el resto de las pro-vincias de la Liga como provinciasindependientes, y de un Congresoque organizase al país con sistemaconfederal. A mediados de ese messe dieron las instrucciones al dipu-tado por Santa Fe y claramente eranpara que en el Congreso de Orien-te afirmara la independencia, se re-conociera la independencia de SantaFé y del resto de las provincias y«para que establezca, y reconozca la au-toridad suprema, que ha de regir a todoscon los límites, y extensión, que convengana un perfecto gobierno federado, y a laconservación de los derechos de los Pue-blos…»; en ese marco se debía darreconocimiento al nuevo DirectorSupremo, definiendo que porciónde autoridad se le daba.En las ins-trucciones se incorporan algunasmodificaciones a las Instruccionesde los diputados orientales del añoXIII (entre ellas el reconocimientode la Religión Católica, Apostólica,Romana como única), y propues-tas de cómo debía constituirse elnuevo gobierno nacional y algunasdefiniciones de políticas económi-cas, por ejemplo que todos los im-puestos a la introducción de mer-caderías extranjeras debían ser igua-les en todas las provincias y que de-bían recargarse aquellas que perju-dicaran la producción local (Cabil-

5 Ciertamente existen diversas interpretaciones sobre éstas convocatorias. A mi entender Artigas hizo un llamado al Congreso y a lavez a una reunión en Paysandú con los representantes porteños.

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do de Santa Fé, junio de 1815).Ese mes la Junta de Observación

elaboró el «Estatuto Provisional parala dirección y administración del Estado»y convocó al Congreso de Tucu-mán; ya la forma de ésta convoca-toria distanciaba la posibilidad deun acuerdo de las provincias fede-rales con Buenos Aires. Finalmenteel encuentro con los emisarios por-teños en junio de 1815 en Paysan-dú fracasó. Allí la Liga Federal, enuna síntesis seguramente apresura-da por Artigas, propuso el reco-nocimiento de la independencia dela Banda Oriental y el de todos lospueblos y provincias comprendi-dos desde la margen oriental delParaná, al igual que Santa Fe y Cór-doba que se mantenían bajo pro-tección de la Provincia Oriental has-ta que voluntariamente quisieransepararse. También plantearon quedesde ese lugar tenían la voluntadde entrar a formar parte de la «Pro-vincias Unidas del Río de la Plata», sien-do la base del pacto con las demásprovincias debía ser el de una alianzaofensiva y defensiva y que todas lasprovincias debían tener iguales de-rechos y privilegios aunque quedan-do sujeta a la Constitución que or-ganice el Congreso (propuesta co-nocida como el Tratado de la Con-cordia). La contrapropuesta de losdelegados porteños se limitó a re-conocer la independencia de laProvincia Oriental, a dejar en liber-tad de elección a Corrientes y En-tre Ríos de buscar protección enel gobierno que desearan y a ofre-cer un tratado comercial con laBanda Oriental incluyendo unabaja en los impuestos que se pa-

gaban para extraer productos deprovincia a provincia, punto incluíatambién a Entre Ríos.

Ese es el escenario en el cual el29 de junio de 1815 se inició elCongreso de Oriente en la villa delArroyo de la China con represen-tantes de Entre Ríos, Santa Fe, Co-rrientes, Córdoba y la ProvinciaOriental – los diputados por Mi-siones llegaron después-.

Sabemos con certeza, por oficiosde Artigas desde el Congreso demarras, que se nombraron 4 dipu-tados para seguir negociando conBuenos Aires las diferencias. Arti-gas escribió al Cabildo de Monte-video que el Congreso «… despuésde muchas reflexiones» resolvió enviarcuatro diputados a Buenos Aires«que a nombre de este Congreso General,representasen la uniformidad de sus inte-reses y la seguridad que reclaman sus pro-vincias (…) todos con los poderes e ins-trucciones bastantes a llenar su comisión»(Artigas, 30 de junio de 1815).

Es difícil imaginar que sólo esose debatió en el Congreso. Ya la soladefinición de las «instrucciones»debió generar un debate intenso yno debió ser sencillo al momentode pasar de las grandes definicio-nes autonomistas a propuestas con-cretas sobre un programa políticoy económico.

Es muy posible que fuera difícilconsensuar con Santa Fé y Córdo-ba especialmente un conjunto demedidas económicas y de organi-zación política, Corrientes estabamolesta porque se había dado re-presentación en Congreso a Misio-nes parte de cuyo territorio históri-camente disputaba…

Pero aunque tenemos las actas ala vista sin dudas allí las provinciasratificaron su voluntad de indepen-dencia absoluta de toda potenciaextranjera y los principios confe-derales y republicanos, como con-tinuidad de la secuencia lógica delejercicio de soberanía particular delos pueblos. Esto debió ser así por-que todas estas provincias ya ha-bían declarado su independencia,se hallaban en una posición defuerza y el fracaso de las negocia-ciones con el gobierno en BuenosAires obligaba a reafirmar esosprincipios aunque el Congreso dis-pusiera la voluntad de seguir ne-gociando. Más aún ese debió serel centro del debate cuando 13 deagosto de 1815 retornaron losdelegados enviados por el Con-greso de Oriente, comunicaban elfracaso de las negociaciones y sereiniciaban las hostilidades.

Recordemos que cada declara-ción de independencia era tambiénrelativa respecto de la instancia in-mediatamente superior. Es por elloque, reafirmada la independencia delos pueblos y provincias que con-formaban la LPL, continuaba lavoluntad de poder avanzar en laconstitución de la «Provincias Uni-das del Río de la Plata» como actode delegación, nuevamente, de par-te de esa soberanía.

De hecho el no acuerdo con elgobierno en Buenos Aires significóla ausencia de las provincias en elCongreso de Tucumán y el no re-conocimiento posterior del Direc-tor Pueyrredón. Los pueblos de laMPL, luego cada provincia y des-pués el Congreso de las mismas en

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el Arroyo de la China ya había re-suelto el tema de la independen-cia…; lo que estaba en disputa ypor ello continuó la lucha, eran losprincipios sobre los que se organi-zaba el país, la forma de gobiernoy la distribución de los recursos alinterior de las propias fracciones delas burguesías en formación.

Es más, la Liga Federal avanzó conel Reglamento Provisorio de comer-cio de septiembre de 1815, con elobjeto de que regular el tráfico co-mercial con el exterior y creando unaunión aduanera entre seis provincias,compaginando a la vez los intere-ses librecambistas y proteccionistas,Buenos Aires y el resto de las pro-vincias recibían trato de país extran-jero. Se avanzaba allí en un conjun-to de medidas de gobierno quedesafiaban claramente la hegemo-nía de clases porteña mediante elcontrol de los recursos de la ma-yor parte de la región ganadera.

En ese marco debe comprender-se la respuesta de Artigas al direc-tor Pueyrredón al enterarse de la de-claración de independencia en SanMiguel de Tucumán: «Ha más de unaño que la Banda Oriental enarboló suestandarte tricolor y juró su independen-cia absoluta y respectiva. Lo hará V.E.presente al Soberano Congreso para suSuperior conocimiento» (Artigas, juliode 1816). Avíseles a los señorescongresales que ya somos indepen-dientes, debemos discutir en elCongreso otras cosas y son preci-

samente las que allí no hay volun-tad de resolver...

El Congreso de Oriente de 1815en Concepción del Uruguay fue elpunto más alto en la búsqueda deconstituir un sistema de estadosconfederados soberanos en el Ríode la Plata, sobre bases democrá-ticas y republicanas y con esque-ma de equilibrios entre fraccionesde clases territoriales hegemónicas,pero no surgió de allí ninguna bur-guesía que podamos llamar «nacio-nal», el tiempo demostraría que susacuerdos eran frágiles.

Por otro lado es difícil imaginarque en el Congreso se hubiera avan-zado en políticas de carácter social,que podían estar más maduras enalgunas regiones del «continente delEntre Ríos» y la Banda Oriental, peromuy lejos de los conservadores in-tereses de las otras provincias. Peroal momento del Congreso deOriente la conducción revoluciona-ria, tras reiteradas presiones inter-nas, no tenía alternativa que sacar arelucir su programa de reformasocial sobre los territorios que real-mente controlaba. Intentó avanzarasí con el «Reglamento Provisional deTierras para fomento de su campaña yseguridad de sus hacendados»que pre-tendía resolver el problema de lafalta de tierra de los desposeídos acambio de otorgar «seguridad a sushacendados» disciplinando la fuerzade trabajo campesina.

Pero la revolución ya había juga-

do sus mejores cartas, tras la nuevainvasión portuguesa de 1816 y yapresa de las tensiones de clases in-terna primero sufrió la defecciónde la oligarquía oriental y luego delas fracciones de clase de poder deSanta Fé y Entre Ríos… Ya no ha-bía tiempos para el programa so-cial de la revolución pese a algunaexperiencia aislada posterior. Ha-cia 1820 el movimiento terminópreso de las contradicciones queencerraba.

Hacia delante a las burguesíasprovinciales en formación solo lesquedaba resolver sus propios inte-reses por el control de los puertosy la tierra y sus recursos hasta elmodelo de Estado que ellos supie-ron conseguir cuando cerraron apura violencia sus diferencias: de-mocráticos, representativos, repu-blicanos, agroexportadores, libre-cambistas, y muy especialmente, fe-derales. Mientras tanto lentamentecompletaban el proceso de sumi-sión y control social de los despo-seídos. Para el pobrerío nativo -fue-ra indio, mestizo, afro, criollo y aúnespañol o portugués- iban apare-ciendo los problemas más serios:les seguían diciendo que podían serciudadanos libres e iguales peroque la tierra, la carne y el cuero te-nían precio y dueño. Ya estabanfuera de la única experiencia revo-lucionaria que les daba oportuni-dades y que a fuerza de sangre pu-dieron protagonizar.

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Fueron las Tres A

Ser comunista y obrero en losaños en que el neoliberalismodesplegaba sus alas en la Ar-

gentina no fue fácil. Aquí les conta-ré la historia del asesinato de un jo-ven padre y obrero comunista enla provincia de Buenos Aires en losaños ´70. También la de su familia,corriendo por todo el país, tenien-do solo en claro que era por sercomunistas y sin ninguna idea dequién mató a Carlos y por qué tan-to ensañamiento con ellos, su mu-jer y sus tres hijos durante 8 años.

Lo narraré a través del Fallodel tribunal Oral número 5 queestá a cargo del juez NorbertoOyarbide, quien entregó su reso-

lución a la Familia y al PartidoComunista representado por Pa-tricio Echegaray y Víctor Kot , el2 de febrero de 2016.

Una pequeña historia deCarlos y de Nora

Carlos nació el 30 de noviem-bre de 1943 en la Ciudad de Bue-nos Aires, hijo de inmigrantes litua-nos que llegaron a este país en bus-ca de mejores condiciones de vida.

Vivía en Palermo con sus padresy estudiaba en buenas escuelas pri-vadas. Según contaba su padre demuy chico se rebelaba contra las

injusticias, tanto que fue expulsa-do del colegio católico La Salle deCaballito, por arrebatarle el punte-ro al cura que pretendió pegarle ydefendiéndose de la agresión conque estos trataban a los alumnos.

Años después, a principios de los60´ junto a su primo Roberto seafilia a la Federación Juvenil Comu-nista. Su militancia juvenil transcu-rre entre la lucha estudiantil de la«laica y la libre» y las distintas liber-tades que los jóvenes de esa épocacomenzaban a reclamar.

En sus años de secundaria ya vivejunto a su familia en Ituzaingó ycursa la última etapa en el EstebanEcheverría de Ramos Mejía. Con

1 Integrante de HIJOS.

por Alexis Banylis1

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sus amigos/as y compañeros/asPepe, Malisa, Beto y Nora toca laguitarra en peñas, viajan, militan,comparten libros.

El 2 de mayo del 69 se casa conNora con quien pronto tendrá suprimera hija, Valentina y luego aAlexis y a Leónidas en el 72. Añosde folclore, Beatles, Tchaicovsky,alegría, fútbol, compromiso sindi-cal y sueños universitarios junto asu compañera.

En los 70´ se compran un terre-no en la zona sur de Ituzaingó cer-quita de la estación de tren, a pocascuadras de la casa de sus padres ycomienzan a levantar su casa igualque todos los vecinos/as venidostanto del interior como de fuera enbusca de un futuro para sus fami-lias. Trabaja de chofer de colectivopara la empresa Transportes delOeste, su condición de comunistano le permite aceptar las condi-ciones de trabajo, el poco salario ylas extensas horas al volante.

Los compañeros lo eligen dele-gado junto a otros camaradas; conBotti, Milisich y Joaquín encabezanla lucha que los llevaría a crear lacomisión Interlíneas «5 de Abril»enfrentando así a la burocracia sin-dical y a la patronal con gran éxitopara todos los chóferes de la pro-vincia de Buenos Aires. Esto lopuso en la mira de las Tres A, queno descansarían con amenazas paraquebrar su espíritu revolucionario,él nunca se quebró. Solo las balas,

una fría noche de junio de 1975,apagarían su voz.

Carlos fue asesinado a los 31 añosen su casa de Ituzaingó el 11 de ju-nio de 1975 y los compañeros res-pondieron con una huelga de trans-porte. Hoy su recuerdo recorre lascalles y las plazas del Oeste con suejemplo de vida y compromiso re-volucionario.

El fallo del Juzgado2

Carlos Banylis trabajaba en la lí-nea 163 y era delegado sindical dela UTA cuando los choferes deja-ron de recibir ese extra. Las protes-tas y el triunfo en una demanda ju-dicial fueron el caldo de cultivo deuna persecución feroz. Banylis era,además, militante del Partido Co-munista. El 10 de junio de 1975 a lanoche su casa en construcción, enItuzaingó, se llenó de hombres ar-mados, algunos con las caras semio-cultas con medias de nylon, otros acara descubierta, que entraron ru-giendo su nombre. «¡Te vinimos abuscar, hijo de puta!», gritó uno deellos, tras empujar a su esposa,Nora, y sus tres hijos sobre la camade donde lo arrancaron a él. Desdeallí, acurrucados y encañonados,fueron testigos de su fusilamientocon sesenta balazos. Para ellos fueel comienzo de una pesadilla de diezaños, en que peregrinaron por pue-blos, escondiéndose. Porque en

cada lugar donde llegaban los alla-naban o amenazaban. Cuarentaaños después, Nora se encontró enuna situación a la que había renun-ciado casi desde siempre: sentadaen un juzgado federal, mirandofotos, se topó de pronto con elrostro inconfundible de uno de losasesinos, el que le apuntaba a su hijoAlexis de cuatro años mientras otrasbestias de la patota de la Triple Aagarraban a su marido. Se llamabaJuan Carlos Yovino y era policíafederal asignado en «comisión» alMinisterio de Bienestar Social deJosé López Rega, base de la bandaparapolicial. Está muerto, pero sureconocimiento permitió que el juezNorberto Oyarbide dijera por pri-mera vez que Banylis fue asesina-do, que se trató de un delito de lesahumanidad y que toda su familiafue víctima de una privación ilegalde la libertad que prolongó susmarcas a través de los años.

Oyarbide firmó una resoluciónel lunes 2 de febrero y se las entre-gó personalmente a Nora y sus hi-jos en una pequeña ceremonia ensu despacho en los tribunales deComodoro Py. A ella le provocóun alivio inesperado, y una sensa-ción de «reparación» que creyó queera utopía. «Por muchos años vivíen las sombras. Tuve que callarmela boca, mentir y enseñarles a mishijos a mentir cuando les pregunta-ban de qué había muerto el padre,para poder sobrevivir. Uno se ca-

2 El fallo se encuentra disponible en el archivo del Comité Central del PCA, Av. Entre Ríos 1039 (ver a Taty)

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lla, pero nunca se olvida. Por pri-mera vez entiendo que yo tambiénsoy una víctima», reflexiona. Alexis,quien hoy tiene 45 años, recuerdaen voz alta, que la mentira que lesalía decir era que su papá «habíapisado un jabón, se cayó ymurió». No le gustaba men-tir, pero a la vez se sentíadueño de un saber queotros no tenían sobre laexistencia de la Triple A, laorganización terrorista quemataba gente desde el apa-rato estatal. La sentencia,que tiene un carácter decla-rativo dice: «La familia Ban-ylis ha vivido pánico, terror,silencios, soledad, abando-no, persecución posterior,hambre, falta de escolariza-ción, han postergado la ela-boración del duelo propiode todo ello, no conocien-do la verdad de lo ocurri-do y por temor a continuarsoportando consecuenciasconmovedoras. Fue el Es-tado mismo quien lo cau-só».

El hallazgo del ex subcomisarioRodolfo Almirón en España, en2006, en una playa cercana a Valen-cia por una investigación del diarioEl Mundo, fue central. Almirón erapilar de la custodia de López Regay fue lo que llevó a Oyarbide a re-abrir la causa sobre la Triple A (quefuncionaba desde el Ministerio deBienestar Social en pleno gobiernode María Estela Martínez de Perón)que se remontaba a 1975 pero ha-bía sido archivada. El juez encon-tró que había un pedido de captu-

ra contra Almirón desde 1984, yEspaña aceptó extraditarlo. Tam-bién había ordenes de captura con-tra otros dos policías que custodia-ban al «Brujo», Juan Ramón Mora-les y Miguel Ángel Rovira, quienes

también fueron detenidos. En uncomienzo, se les imputaron casoscomo el asesinato del diputadoRodolfo Ortega Peña, el abogadoAlfredo Curutchet, del ex subjefede la Policía Bonaerense JulioTroxler, del abogado Silvio Fron-dizi y su yerno Luis Mendiburu, delperiodista Pedro Barraza y su ami-go Carlos Laham, de Daniel Banfiy Luis Latrónica. Luego se sumó eldel cura Carlos Múgica.

Los tres acusados iniciales murie-ron desde que se recomenzó la in-vestigación. El expediente se con-

virtió en una megacausa. Llegó aacumular 680 casos de homicidios,secuestros y extorsiones. Tambiénse sumaron imputados, que forma-ban parte de la organización a tra-vés de relatos y documentación:

Jorge Conti, Carlos Villones,Julio Yessi, Norberto Coz-zani y Rubén Pascuzzi. En-tre todo el enjambre de ca-sos, estaba el de Banylis. En2006, Alexis por coincidenciavivía en España y militaba enHIJOS allá. Sus otros dos her-manos, Valentina y Leónidas,se presentaron en el juzgadode Oyarbide y él se sumó des-pués. Declararon y estuvieronsin noticias del juzgado porlargo tiempo.

El aporte de carpetas confotos que hizo el Ministeriode Seguridad, como partede la documentación archi-vada que se remonta a losaños setenta fue vital para lacausa, y demuestra la capa-cidad que tienen muchos or-ganismos del Estado de co-

laborar con el esclarecimiento de loscrímenes de lesa humanidad, consus archivos, si existe una políticaenfocada en ese sentido. En estecaso, a Nora primero la llamarondel juzgado para que hiciera un iden-tikit de las personas que se acorda-ra; más adelante, fue a ver fotogra-fías. Cuando llegó a la número 57empezó a temblar y se puso pálida.«¡Es éste!», exclamó. Fue instantá-neo. No tenía dudas. Se armó unpequeño revuelo en la oficina y lossecretarios que estaban con ella lla-maron al juez, que fue a contenerla.

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Después no reconoció a nadie más.Carlos Banylis era rubio, de ojos

claros, buen mozo y de origen li-tuano. Una persona, según lo re-cuerda Nora, que siempre se des-pertaba de buen humor. Tocaba laguitarra, cantaba y adoraba el fo-lklore. Le gustaba charlar con losvecinos, que siguen yendo a los ac-tos para recordarlo en el barrio. Suhistoria concentra la persecución te-rrorista a militantes del Partido Co-munista y también del movimientoobrero. Banylis quedó casi sentadocontra la medianera cuando le per-foraron la cara y el resto del cuerpode tantos balazos. Nora fue a la co-misaría, y tuvo la sensación de quequienes le tomaban la denuncia ha-bían estado en su casa. Cuando tan-tos años después pudo releer esa de-claración original en el juzgado deOyarbide, advirtió que habían cam-biado su relato. Por ejemplo, ella ha-bía dicho que venían recibiendo ame-nazas telefónicas, y que la última ha-bía sido el fin de semana anterior,durante el cumpleaños de uno de loshijos. Eso no figuraba en el acta. «ABanylis lo vamos a hacer boleta», es-cuchó una voz distorsionada cuandoatendió ella el teléfono. Y su maridole dijo «esta vez es en serio».

Nora no quiso volver nunca a lacasa y, de hecho, tuvo que escaparcon sus tres hijos. Primero fueron aSalta, donde tenían casa y amigos.Pero tuvieron un allanamiento yadespués del golpe de Estado en1976 y se fueron. Volvieron a estaren Buenos Aires, aunque rápida-mente terminaron en Santiago delEstero. «Quería estar lejos y criar amis hijos. Valentina ya había cambia-

do cuatro veces de escuela», recuer-da.

En un pueblo, Campo Gallo, ini-ciaron una vida «normal», los chicosempezaron a ir a la escuela, hasta queuna de las maestras le contó que ha-bían pasado preguntando por ella.A ella siempre le resonaba la fraseque le había espetado uno de loshombres de la patota tras matar asu marido: «Ahora volvemos porvos». En la desesperación quemóbuena parte de sus pertenencias y lefue a pedir ayuda al cura del pueblo.Se llamaba Carlos, y le explicó a Noraque iría hasta el Arzobispado en Aña-tuya, en su Renault 4L, a hacer unaconsulta. «Nos advirtió que si veía-mos que demoraba, nos fuéramos.Y que si tenía buenas noticias, a lavuelta daría una misa», dice Alexis,«Por suerte volvió, y dio la misa, anosotros nos bautizaron, fue todomuy emotivo», cuenta. El recuerdaalgunos días que estuvieron vivien-do en la parroquia. Que el sacerdo-te –»el Gordo», como le decían–tenía una biblioteca inmensa y le gus-taba jugar al ajedrez. «Como mi viejoera comunista, todo lo que tuvieraque ver con la Unión Soviética mefascinaba. Tenía «Los HermanosKaramazov» (la última novela deDostoievski) y a mí me gustaba por-que mi mamá sacó mi nombre deahí. En un momento empecé a leermucho porque me buscaba un mun-do paralelo», recapitula. Desde en-tonces vivieron en El Impenetrable,en Monte Quemado. Nora vendíaropa y muchas veces le pagaban, porejemplo, con comida. No podía fi-gurar en ningún lado. Ella misma,contó su hijo, apenas tenía un vesti-

do marrón y llegó a pesar 35 kilos.En 1986 volvieron a Buenos Aires.

Por esa época Alexis por su cuen-ta intentó reconstruir la trayectoriade la vida de su papá y cómo ha-bían llegado a fusilarlo. Buscó ma-terial sobre su militancia. Trató deentender el funcionamiento de laTriple A. La significación de la re-presión en Villa Constitución y elasesinato de Atilio López, titular dela UTA. Alexis fue, entre sus tantasiniciativas, a hablar con el fallecidoEduardo Luis Duhalde, quien fuesecretario de Derechos Humanos, ylo apuntaló. También fue al juzgadode Morón a buscar el expedienteoriginal, que simplemente estaba ar-chivado y allí le dijeron que no po-dían reabrirlo sin nada nuevo. Asíestuvo, leyendo y golpeando puer-tas desde la adolescencia, sin poderterminar la secundaria.

Yovino ya no está para que lo juz-guen por participar del asesinato desu papá y por tenerlo a él encañona-do. Pero Alexis y sus hermanos sien-ten una alegría especial, de satisfac-ción. Su mamá, Nora, a los 68, tam-bién. «Este fallo me está cambian-do la cabeza. Hoy puedo contarlo que pasó y entender que yo tam-bién soy víctima, y mis hijos tam-bién». El fallo declara: «Estos deli-tos fueron cometidos por parte dela tristemente célebre organizacióndelictiva autodenominada Triple A,resultando Juan Carlos SalvadorYovino coautor de las privacionesilegales de la libertad cometidascontra la familia Banylis y partícipenecesario del homicidio de CarlosBanylis».

Fueron las Tres A.

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Declaración del Partido Comunistaa 40 años del Golpe Cívico Militar

A 40 años del golpe de estado, el Partido Comunista se moviliza para rendir

homenaje y seguir pidiendo juicioy castigo por los 30.000 compa-ñeros desaparecidos, entre ellos,cientos de camaradas que fuerondetenidos, desaparecidos y repre-saliados tanto por la Triple A comopor la dictadura.

Este aniversario del golpe nosencuentra en un difícil contexto,muy diferente al de los últimosaños, ya que han llegado al gobier-no de manera directa y sin inter-mediaciones los representantes delas corporaciones trasnacionales, delos medios concentrados de comu-nicación, de los monopolios delsector agro-exportador y de labanca global hegemónica del sis-tema financiero internacional, im-poniendo sus políticas de ajuste,despidos y represión.

En este marco, la presencia deBarack Obama en nuestro país este24 de marzo significa un regreso ala política internacional de “rela-ciones carnales” que dominaron enlos 90, y un claro mensaje del go-bierno de Macri de que busca de-jar atrás tanto la política de inte-gración y mayor autonomía im-pulsada en nuestra América, comola de Derechos Humanos en nues-tro país, como lo demuestra ladetención de Milagro Sala, prime-ra presa política del macrismo.

En su visita, el presidente norte-americano realizara acuerdos conMacri que garantizaran la injeren-cia de agencias norteamericanas ennuestro país, tras la excusa de “co-laboración” en la lucha contra el

terrorismo y el narcotráfico.Estos acuerdos responden a la

política imperialista de los EEUUen la región. Mayor presencia dela DEA en la Argentina, militari-zación de la Triple Frontera paraenfrentar al “terrorismo”, cursosde capacitación de agentes antinar-cóticos de EEUU a las fuerzas deseguridad como forma de perfec-cionar sus capacidades represivas, etc.

Esto es posible porque hoy, a 40años del Golpe cívico-militar, losrepresentantes de los grupos eco-nómicos, de la corporación judi-cial y de los grupos civiles cómpli-ces de la dictadura han llegado algobierno de la mano de Cambie-mos y reciben con todo los hono-res a Barack Obama, representan-te del imperialismo que impusodictaduras, muerte y desolación ennuestro continente para reprimir anuestros pueblos y que hoy buscarecuperar su predominio y tomarrevancha de aquel 2005 en que lospueblos latinoamericanos dijimosNO AL ALCA.

Por eso reivindicamos el carác-ter antimperialista de este 24 demarzo.

El terrorismo de Estado se apli-có en nuestra patria durante mu-cho tiempo: así sucedió con nues-tros pueblos originarios, con la re-presión en la década del 30, conlos bombardeos de 1955 ytambién mucho antes del Golpe de1976, cuando empezaron a ope-rar las organizaciones paramilita-res como la Triple A. Con los ge-nocidas en el poder se implemen-tó un plan económico, político,social y cultural contra el pueblo.

Apoyando e instigando este golpede Estado estuvieron los grandesgrupos económicos nacionales ytransnacionales, y no sólo pidien-do a gritos el terrorismo de Esta-do, sino también en muchos casosprestando sus instalaciones, su lo-gística y sus vehículos para el ex-terminio, y entregando listas detrabajadores que militaban.

No olvidamos que la desarti-culación de la clase obrera fueuno de los objetivos centrales dela dictadura.

Ya desde antes del Cordobazobuscaron aniquilar a los obrerosorganizados, a esos que se rebela-ban contra la explotación, defendíansus derechos y se sindicalizaban.

La economía de la dictadura fueel plan político del genocidio. Seideó un proyecto para colocartoda la economía al servicio de lasmultinacionales, la Sociedad RuralArgentina, y otros grupos, destru-yendo la industria nacional. Se ma-sacró a una generación que estabaorganizada para resistir ante elavance de los intereses financierosmultinacionales en el Continente.

El terrorismo de Estado, come-tido en casi todos los países de La-tinoamérica, llegó para allanar elterritorio al neoliberalismo. Losgenocidas instalaron un modelo dehambre y exclusión que dañó atodo el pueblo. No cometieron suscrímenes solamente dentro de loscentros clandestinos. Cometierontambién crímenes económicos, delos que todo el pueblo fue vícti-ma, y cuyas consecuencias segui-mos padeciendo. La dictaduranos dejó una deuda externa que

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nos condenó a la dependenciadurante décadas. Los empresa-rios se llenaron los bolsillos yvaciaron los del pueblo, de lamano del FMI y los organismosinternacionales de crédito.

Esta historia la conocemos, y sa-bemos que la renegociación conlos Fondos Buitres y el sistema fi-nanciero internacional solo aca-rrearán una nueva espiral de en-deudamiento que pone en serioriesgo el presente y el futuro denuestro pueblo.

Ante este nuevo ciclo de endeu-damiento, pensamos que es nece-sario abrir el debate y retomar laidea de suspender los pagos de ladeuda y realizar una verdadera au-ditoría sobre la legalidad y el ori-gen de la misma.

Es por esto que desde el Parti-do comunista seguimos impulsan-do la denuncia y el esclarecimien-to de la responsabilidad del po-der económico concentrado decarácter imperialista que fuera pro-motor e inspirador de la dictadu-ra y el terrorismo de Estado, consu secuela de crímenes de lesa hu-manidad cometidos contra el pue-blo argentino y en su nefasta co-ordinación con las dictaduras dela región a través de siniestros ope-rativos como el llamado Plan Cón-dor, que atentaron también con-tra los pueblos hermanos del ConoSur. Refirmamos el compromisode perseverar en esta lucha recla-mando la aceleración de los juiciosy al mismo tiempo la urgente de-rogación de Ley Antiterrorista. La

sanción de esta ley por el gobier-no de Cristina Fernández de Kir-chner, es una concesión negativa ypeligrosa al poder real en nuestropaís y a su principal componente,el imperialismo norteamericano.Con el gobierno de Macri, el po-der económico que perpetró elgenocidio y que continua expolian-do nuestra economía, que destru-ye el medio ambiente y saqueanuestros recursos naturales, comoel agua, la minería, la tierra o el pe-tróleo, busca preservar sus intere-ses en complicidad con el HSBC,el JP Morgan, Chevrón, la BarrickGold, entre otras multinacionales.Es el mismo poder económicoque, según el fallo del juez Balles-teros, utilizó el endeudamiento delpaís para solventar sus negociosprivados como Macri, Fortabat,Bunge & Born, Bridas, Bulghero-ni, Pérez Companc, Techint (Roc-ca), Soldati, Pescarmona, que con-trajeron la deuda privada, que mástarde sería estatizada y pagada portodo el pueblo.

El Partido Comunista, continúaimpulsando la lucha por la verdady la justicia y se ha constituido comoel único Partido querellante en losjuicios contra los genocidas, bata-llando por poner fin a la impuni-dad y en el único que ha presenta-do reiterados pedidos de nulidadde la Ley Antiterrorista.

Por eso es que hoy volvemos adecir bien fuerte:

¡LOS GRUPOS ECONÓ-MICOS TAMBIÉN FUERONLA DICTADURA!

¡EXIGIMOS JUICIO Y CAS-TIGO YA! ¡NO A LA INJE-RENCIA IMPERIALISTADE LOS EEUU, COMPLICEDEL TERRORISMO DE ES-TADO!

Porque fueron parte de los queinstigaron, financiaron y se benefi-ciaron con el golpe de Estado deVidela. Se enriquecieron con la dic-tadura y fueron partícipes: sin ellosel genocidio no hubiera sido posi-ble. Fueron y son las empresas alservicio del capital, del imperialismoy la exclusión, en contra del pueblo.

Los comunistas convocamos anuestros camaradas y demás inte-grantes del campo popular a lle-var adelante acciones unitarias, or-ganizadas, de carácter antimperia-lista y de liberación nacional y so-cial. Es el combate que nos corres-ponde librar desde siempre, y conmucho más énfasis en la actualcoyuntura.

• Juicio y castigo para todos losresponsables, cómplices y benefi-ciarios políticos y económicos dela dictadura

• Derogación de la ley antiterro-rista del imperialismo

• No al protocolo se seguridad• Libertad a Milagro Sala• No al acuerdo con los Fondos

Buitres – No volvamos al Fondo• Fuera ingleses de Malvinas, fue-

ra yanquis de América Latina• Solidaridad con los pueblos la-

tinoamericanos agredidos por elimperialismo

• Fuera Obama de Argentina yde América Latina

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dossierBatalla de ideas, lucha de clasesy construcción de alternativasEl sábado 10 de octubre de 2015 se realizó en nuestro Comité Central la primeraJornada: Batalla de ideas, lucha de clases y construcción de alternativas, organi-zada por el Partido Comunista de la Argentina, con la participación del Centrode Estudios y Formación Marxista Héctor P. Agosti, CEFMA, la revista Cuader-nos Marxistas y el periódico Nuestra Propuesta. El Desarrollo de la Jornadafue la siguiente:

Presentación: Emilia Segota

Mesa: Ideologías y hegemoníaPanelistas: Rafael Paz y Gastón Varesi.Coordinador: Fernando Ibarra

Mesa: Marxismo y HumanismoPanelistas: Raúl Serrano y Alexia MassholderCoordinadora: Ivana Brighenti

Actividad: Propuestas de continuidad y perspectivas de trabajoMarcelo F. Rodríguez

Actividad: Homenaje en un nuevo aniversario de La Historia me absolveráHernán Randi

América Latina, intelectuales y culturaPanelistas: Ana María Ramb y Ernesto EspecheCoordinador: Pablo Reid

Mesa: Actualidad y necesidad de la batalla de ideasPanelistas: Atilio Boron y José GiavedoniCoordinadora: Rosana González

Palabras de Patricio Echegaray

En el presente Dossier de Cuadernos Marxistas, publicamos los trabajos acercados por lospanelistas y las intervenciones realizadas en dicha Jornada de la cual participaron más decien camaradas.

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A propósito de la luchaideológica

por Rafael Paz2

«Si el ser coincidiera con la aparienciala ciencia no sería necesaria».

Esta frase, predilecta de Marx, esuna buena guía para nuestra explo-ración, en la medida que no acep-tamos la admonición bíblica de noprobar del fruto del árbol del co-nocimiento. Y en lo que hace a lavida social, nos vemos llevados ainterrogar el porqué de lo engaño-so de las apariencias.

Lo cual nos conduce a estrate-gias de develamiento, de atravesamientoo deconstrucción de las representacio-nes del mundo, organizadas o no,en cuyo seno transcurre la existen-cia. Y que son el fruto de la acu-mulación de supuestos, valores ysentidos en el curso histórico de lassociedades, marcados por los do-minios de clase y el choque entrevisiones alternativas.

Este proyecto, del cual natural-mente expondré un bosquejo, tie-ne un supuesto implícito que es laterrenalización de la lucha de ideas.

Es decir, que las mismas son dis-cutibles, y su choque y confronta-ción –pólemos- ha de constituir elmedio natural en que se encuentran.

No para ejercitar una esgrimagozosa de pensadores –que podríatener el mero valor de una sofísti-ca- sino en tanto encarnan fuerzasmateriales que hacen a la vida de lagente, a su felicidad o desdicha, alas posibilidades de transformar lascondiciones de existencia.

Ahora bien, todo esto nos sitúahistóricamente en los efectos a lar-go plazo del Iluminismo, de ese granmovimiento cultural germen y pro-ducto de la revolución burguesa. Apartir del cual se volvió posiblepensar que las ideas son construidas,en tanto resultantes histórico/socia-les del trabajo humano de apropia-ción simbólica del mundo, queacompaña a su apropiación material.

Y por lo tanto, surgen y se desa-rrollan a partir de la vida, de lo con-creto de la existencia y de las luchaspor la apropiación y distribución delos productos del trabajo humano.Por lo que su vigencia, potencia ocaducidad depende de ese conjun-to heterogéneo y terrenal.

Los procesos simbólicos son esen-ciales, empezando por el lenguaje, yno agregados que podrían ocurrir ono a la vida social, por lo que su

autonomía relativa, que la tienen, essiempre mundana: nace de e incideen, lo concreto de las existencias.

Además, si bien transcurren en lascabezas de los hombres, esas ca-bezas funcionan, desde sus produc-ciones más elementales y sus pro-cesos primeros, de manera relacio-nal y encarnada. Es decir, en cuer-pos que viven, gozan y sufren lascondiciones de trato o destrato queles tocan en suerte.

Es de esta complejidad que sur-ge todo pensamiento singular, enel seno de una trama material his-tórica de significancias, que lo ba-ñan e impregnan de sentidos y dela cual se hará cargo como puedao quiera.

Y las ideas, como producto detales tramas y cabezas, son pornaturaleza históricas: nacen, se sos-tienen y eventualmente perecen enel tiempo.

Y si la historia es la historia de lalucha de clases, las ideas no flotancomo emanaciones expresivas, sinoson parte constitutiva de tal lucha.

De ahí que los dispositivos deproducción y circulación de las mis-mas sean objeto de un esfuerzo

«Marxismo y literatura», pág. 153, edit. Las Cuarenta, 2009, Bs. As..

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formidable de apoderamiento porlos poderes constituidos, y requie-ran de estrategias sistemáticas, pa-cientes y sagaces por parte de lasclases y culturas subordinadas paraconstruir y consolidar sistemas depensamiento alternativos.

Teniendo presente el peso enor-me de la inercia histórica, que noobedece sólo a una suerte de me-cánica de las costumbres, sino sur-ge también del miedo a pensar dis-tinto del horizonte límite que el pen-samiento dominante impone, y seinsinúa en todos los resquicios dela existencia.

En todo esto juega la cuestión dela verdad, más precisamente lo quecabría llamar el trabajo de la verdad, ensu confrontación con los ocultamien-tos, las distorsiones y la no-verdad.

Siendo esta última, la no verdad –yaquí aparece la cientificidad clara-mente como expresión de la luchade clases en la teoría- como produc-to histórico social y ejercicio activo en lagestión de la dominación simbólica.

La no-verdad es un efecto perti-naz, insistente y dañino del ataqueal pensar en lo que tiene de apertu-ra, conocimiento y desarrollo, y máscuando asume estrategias radicalesde interrogación por el ser de lascosas y de los hombres.

Recordemos –en la línea de Ilu-minismo que decía más arriba- elmodo en que Kant retoma la citaclásica de Horacio: «Quién ha co-menzado sólo ha hecho la mitad: atré-vete a saber».

Pues se trata efectivamente deatreverse, superando las coaccionesinteriores que nacen no sólo de laignorancia, sino de los miedos aderrumbar mitos y creencias con-solidadas, que constituyen una ma-nifestación en lo simbólico de lacoacción física concreta.

O sea, las formas activas de blo-queo o liquidación del trabajo delconocimiento.

Así planteadas las cosas, vaya unadefinición, útil como herramienta deintercambio y discusión:

Ideología: es el horizonte de su-puestos, impregnados de valores,desde el cual un grupo humanoconstruye su concepción del mun-do, representa sus condiciones deexistencia, genera procesos de ver-dad y no verdad y de subjetivación.

La ideología es un conjunto inte-gral de saberes –tengan la calidad yconsistencia que tuvieren- que co-necta a un grupo humano entre sí ycon el mundo en que vive, y con-lleva una pretensión de totalización.

Siendo la ideología dominante elumbral de partida inexorable paratodos, en la medida que suministraun universo integral de sentidos yde respuestas para las preguntasesenciales sobre el mundo, la vida,la gente. Que no sólo impregna acada uno con supuestos comunes,sino se incluye en el espacio interiory determina modos de pensar, deencarar la vida y de optar por va-lores. Tendiendo a configurar esti-los y modos de ser.

La ideología dominante operaactivamente, «compacta», constru-ye sentidos, apelmaza contradiccio-nes y busca cerrar sin resquicios lasgrietas que inexorablemente seproducen y descentran del hori-zonte de lo obvio, de lo que «na-turalmente» es así.

Este punto de lo «natural» y ob-vio es clave, pues allí se muestra lainercia formidable de las represen-taciones del mundo.

Por ejemplo: los diarios siguenescribiendo todos los días que «elsol sale» a tal hora, y «se pone», a talotra, como si Copérnico y Galileono hubieran existido.

Claro está que todos, ya «ilustra-dos» desde la Ilustración, sabemosque no es así, y aceptamos la minipoesía de esa amable convención.

Pero el resto de la publicación dela prensa común, en el articuladode sus mensajes, efectivamente re-produce las convenciones básicasde nuestro mundo, de sus escalasde valores, de sus sistemas de silen-cios, como trasfondo de supues-

tos a las novedades que cuentan.Y así como sale el sol, los merca-

dos hablan, las calificadoras de ries-go aprueban o desaprueban, «elmundo» nos vuelve a recibir a losargentinos alborozado, los bancosabren sus arcas y un baño de amora todo lo recubre.

Lo notable es –y en el argentinomedio con su experiencia escépticaacumulada más- que todo eso estomado en serio, generando unaescisión en cada uno que aceptasometerse, entre el darse cuenta enalguna proporción de la colosalmistificación y el no percatarse.

Estereotipando de manera nota-ble pensamiento y discursividad, loque puede coexistir con sofistica-ción en otras áreas del pensar.

Pero a la larga, de un modo uotro a todo lo tiñe.

Los mensajes ideológicos elabo-rados expresan de manera conden-sada la concepción del mundo quelos sustenta, y la calidad de la convoca-toria al consenso que vehiculizan.

Contemplar, en la asunción delmando presidencial, al cacique qomadicto al macrismo, cristalizadocomo figura de una estética escolarelemental, nos dice mucho, en tan-to hiere la percepción, no sólo porel uso bastardeado de las reivindi-caciones de los excluidos -pueblosoriginarios y demás- sino porqueatenta al sentido común de lo quees verdadero y genuino.

De modo análogo al que pocosmeses antes un niñito qom enfermoy desnutrido era usado como pro-yectil mediático con intención con-movedora, situando la disputa enun nivel extraordinario de mala fe.Pues la pobreza extrema y la no

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tanto también -y la exclusión étni-ca- no tienen solución posible enlos marcos capitalistas y semi feu-dales y todos, en alguna proporción –yesto es crucial para examinar las opera-ciones ideológicas que anudan lo colectivo ylo singular- lo saben y lo niegan.

En tal vislumbre de lo visto-a-medias / percibido / negado, semuestra la fragilidad de las cons-trucciones ideológicas en su faz deencubrimiento: tienen hendijas, pordonde se muestran otros órdenesde realidad y cobran vida discur-sos otros y pulsiones otras.

De ahí el miedo que tales grietasproducen, pues lo postergado pue-de tomar fuerza, abrirse camino,emerger y trastocar las relacionesde poder. Y empujar a los exclui-dos y atontados a empoderarse, comoahora se dice.

Y entonces los festejos, conmise-raciones e idealizaciones se acabanbruscamente, pues empieza a jugarla cuestión del poder y, en últimainstancia, del control y manejo delestado, y la discusión siempre silenciadadel para quiénes.

La enorme complejidad de lacuestión indígena en nuestro país,en la cual se concentran distintos ni-veles de contradicciones, quedatransformada en la figurita que senos propone, en un gesto simbóli-co vacío de sentido.

Pues ¿alguien puede llegar a creerque la temática de la propiedad dela tierra puede ser discutida en se-rio por quienes nos gobiernan?

Lo burdo de la escena no carecede importancia, pues quién a partirde ella y del contexto la acepta, ini-cia un camino de aceptar cualquiercosa y creer cualquier cosa.

Y tal es el objetivo de la virali-zación ideológica, que la letra ofi-cial denomina consenso, volvién-dolo sinónimo de aquiescenciapasiva y formal.

De ahí que haya que discutirlotodo, pero no en barullos seudoasambleísticos que ciertos mediospromueven, degradando la interlo-cución y facilitando que a través delcansancio se caiga en los lugarescomunes propuestos.

Y también lo necesario del des-montaje de como se promueven, apartir de experiencias concretas,pactos simbólicos que van crean-do partiendo de lo elemental.

Hay que tener presente que encoyunturas como la que vivimos,cuando «lo nuevo no termina de nacer ylo viejo no termina de morir», el pen-samiento burgués apela a reflejos an-cestrales y se repliega a sus fuentes másreaccionarias, y el pequeño burguésa diversas aventuras atractivas debailar en la cubierta del Titanic. Jun-to a una enorme necesidad de creer,que facilita consensos en cascada.

Lo cual es sabido, pero convienetener presente la variedad de con-textos y cargas simbólicas que con-figuran el medio donde se generanpasividades asombrosas frente a loque «debería» conmover o indignar.

Esto nos muestra, de maneramuy clara, los efectos lamentablesdel agotamiento producido por lainflación de mensajes y la igualaciónde los mismos.

En el sentido de que la dominan-cia en la discusión política de pro-pagandas de tipo comercial de-termina un aplanamiento simbó-lico, favorecido por los lenguajesreducidos y precipitados de lasredes sociales.

De esto se trata el ataque al pen-sar en sus formas y potencialida-des expandidas y mistificadoras.

Y nos lleva además, a diferenciar-nos de desarrollos sobre la ideolo-gía que la suponen exclusivamenteen el nivel de articulación discursi-va compleja; algo así como un tra-

tado elaborado por pensadores alservicio de una determinada con-cepción del mundo.

Claro está que tales pensadoresexisten, pero a menudo no se re-conocen como ideólogos –con locual en ellos también está operan-do la opacidad tan ligada a la acti-vidad ideológica.

Pues su génesis y reproducciónse da a partir de los más diversoslugares sociales, en colisiones yacuerdos tácitos o semi conscien-tes, pues se trata de la realimenta-ción inercial de la atmósfera decreencias y supuestos que impreg-na la vida cotidiana. Manejada consabiduría mediática y administra-ción de los miedos.

Ejemplo actual y agudo: la fragi-lización que opera sobre los dere-chos adquiridos, patrimonio sustan-cial de cualquier trabajador comomemoria histórica de clase, al cun-dir el miedo a la desocupación.

Es una enorme violencia simbóli-ca que convoca memorias atávicasde subordinaciones y exclusiones yse torna fuerza material negativa algenerar resignación y pasividad. Ydesde ahí, identidades desclasadasy no combativas.

Pero también, contradictoriamen-te, luchas y logros nuevos multipli-can ideas y generan pensamientosalternativos, reinsertando las penu-rias y los miedos singulares en pro-yectos actuales y estratégicos.

Se trata del juego de fuerzas ope-rante en sujetos singulares y colecti-vos que dan lugar, desde la articu-lación y predominio de sentidosdispersos, a la instalación de hegemo-nía de determinado tren de ideas.

Esto nos permite conservar unaperspectiva dinámica de guerra demovimientos desde posiciones a soste-ner y desarrollar (Gramsci), en lamedida que sepamos que ocurre enun territorio surcado por contradic-ciones de diversa índole y grado,abarcando desde las representacio-nes y creencias cotidianas hasta otroscon alto grado de abstracción.

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La «guerra de movimientos» enel campo de las ideas transcurreefectivamente en diferentes niveles,por lo que es necesario más quenunca el ejercicio en acto de la inte-lectualidad colectiva, que abarquedesde la cientificidad de los mode-los y «las cuentas» y diversos mo-delos abstractos, hasta las formasde espiritualidad que se enaltecen odegradan en tal contexto de exas-peración de contradicciones.

Es también la manera de terrena-lizar la lucha ideológica, por lo quebregó intensamente Marx.

Cuando el Papa define un másallá de las banderas políticas -explí-citamente lo dijo en Cuba- «de lasideologías», realiza una típica opera-ción de segmentación del campode ideas, remitiendo a un conjuntode valores «más allá».

O sea, toma el valor fraternidad,que sin duda conmueve desde lomejor de cada uno, y que, claro está,puede hallarse más allá de los parti-dos políticos en su versión conven-cional, pero no del conjunto vivo ycontradictorio de ideas y valores, ylo lleva a un espacio transmundano.

Nosotros, en cambio, lo traemosa la tierra, muy cerca, dicho sea depaso, del modo en que lo sienten-piensan (verbo inventado por Ga-leano) los «curas en opción porlos pobres».

La tierra es la sociedad partidapor contradicciones antagónicas ysecundarias, que convoca todo el tiem-po a la toma de partido, en la medidaque somos sujetos de la civilizaciónburguesa y no siervos de la gleba oseñores feudales, o súbditos de rei-nos en serio, o nobles, o monarcas.

Las fuerzas ocultas, por milenios,que mueven al mundo, hace ratoque se muestran en la superficie delas cosas y de la vida, por lo que las

operaciones de encubrimiento y mis-tificación se exacerban y sofistican.

Nos toca el tiempo histórico delas democracias burguesas en suetapa de universalización tendencial,pero llevada a cabo no por la po-tencia de ideas civilizatorias sino dela expansión del capital financiero.

Lo cual conlleva una degradacióngeneralizada de los procesos cultu-rales, que tienden a reducirse a unnivel pragmático y operatorio, acor-de con el universo representacionaldel mundo de «los gerentes».

Esto no es algo parcial y triste-mente pintoresco, pues marca demodo esencial los procesos de sub-jetivación: es decir, la generación deidentidades congruentes con el ci-clo de reproducción que se busca.Y que se conjuga con dispositivosestéticos, valorativos y de premios ycastigos atractivos, penetrantes y so-fisticados en el nivel de amaestra-miento de usos y costumbres.

La combinación de aplanamientoy vaciamiento cultural con estetizacióndel mundo es un rasgo esencial civili-zatorio en la fase de decadencia –nodigo ocaso de poder- de la civiliza-ción burguesa, por lo tanto de de-gradación de formas y contenidosque aporta a la vida social.

Este es el medio donde tiene lu-gar la lucha ideológica, de ahí queel terreno específico donde chocanla representación de las condiciones deexistencia es un fruto simbólicocomplejo, donde se mezclan regis-tros y vislumbres del propio serincluido en redes de opresión, jun-to a ocultamientos y sistemas sus-titutivos de satisfacción. De don-de la colisión de versiones y jue-gos de fuerza para instaurar reali-dades, fácticas y simbólicas.

Que incluye de manera principalla representación del pasado; dice

Raymond Williams, refiriéndose ala tradición: «Siempre es algo másque un inerte segmento historizado;por cierto es el medio de incorpo-ración práctico más poderoso. Loque debemos comprender no esprecisamente «una tradición», sinouna tradición selectiva: una versión in-tencionalmente selectiva de un pa-sado configurativo y de un presentepre configurado, que resulta enton-ces poderosamente operativo en elproceso de definición e identificacióncultural y social.»1

Y más: «Un proceso deliberada-mente selectivo y conectivo queofrece una ratificación cultural e his-tórica de un orden contemporáneo.»

El marxismo lucha por estable-cer una tradición selectiva, en con-frontación con otras tradiciones.

Y una fraternidad distinta, en latierra, lo que debe constituir un ele-mento constante en la aportaciónde los comunistas a las luchas porla democracia.

La misma es una cuestión crucial,pues los errores y fracasos de ex-periencias socialistas diversas, de losque nos hacemos cargo como par-te de la contradictoria herencia dela humanidad, nos volvió deposi-tarios de un legado muy complejo.

Forzándonos a superar el escep-ticismo mediante formas renova-das de pensar lo colectivo, junto ala participación comprometida enlas luchas populares y logros depoder en este siglo.

1 («Marxismo y literatura», pág. 153, edit. Las Cuarenta, 2009, Bs. As.).

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En los tiempos que corren la dis-cusión por la esencia de la demo-cracia ocupa un lugar central en lalucha ideológica: se trata de ampliarsu sentido, despojando a las con-cepciones burguesas de un supues-to dominio natural, como depo-sitarios históricos de un saber y unhacer sobre la misma.

Siendo un ejemplo ostensible –y patético- las tentativas del radi-calismo de continuar enseñandoqué cosa es la democracia, comosi se trataran de legatarios eternosde un impulso democrático bur-gués, cuando en verdad hace mu-cho que agotó lo mejor de sus va-lores, lo que lleva incluso a quesean marginados de la Internacio-nal Socialista.

Las nuevas formas de desarro-llo de poderes populares no tra-

dicionales, enmarcados en matri-ces estatales o no, y por definición,desbordando los cauces prefor-mados de la «democracia burgue-sa», plantea en acto esa cuestión,en términos de transferencia y de-legación de poderes, legitimidad,dispositivos electivos, representa-ciones.

En fin, los múltiples niveles queconstituyen una formación socialen crisis que revela sus costuras.

Pero también por las profundasdistorsiones de las formas tradi-cionales de democracia. Lo que esevidente en los tiempos que co-rren es cuanto se ha aprendido delas derrotas anteriores.

Y de qué modo transcurre, perocon gran autenticidad, el famosoasunto -en otros momentos trata-do de manera algo formal- de re-coger las luchas reivindicativas par-ciales en un solo haz.

Pues un punto acuciante de la lu-cha ideológica es aportar a la uni-dad con convicción, lo que supo-ne el procesamiento singular y co-lectivo de juicios y prejuicios en-garzados en el patriarcalismo, enmodelos estáticos para sociedades

nuevas y para nuevos movimien-tos sociales.

Fracturando entonces la compa-cidad que decíamos y las inerciasprejuiciales, por más que, natural-mente, la maquinaria bienpensan-te tienda a apropiarse de maneralicuada y boba de todo lo que jue-ga en la apropiación renovada dederechos.

Un ejemplo notable es el modoen que la lucha por la igualdad degénero y por el reconocimiento ylegitimidad de los derechos de las«minorías sexuales» ha permeadonaturalmente otras reivindicacio-nes, aportando desde sufrimientosy mortificaciones inmemoriales,masas de maltratados que se re-conocen en el padecer de otros.

Todo lo cual nos lleva a la cues-tión de construcción del común, de unaconcepción profunda y material dela fraternidad, engarzada en la his-toria y en sus luchas.

Pues, finalmente, de eso se tratapara nosotros: ¿cómo construir en«las grietas» de la civilización bur-guesa (Lenin) experiencias concre-tas que sean y anticipen formas co-munistas de ser?

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El comunismo comoideología, ciencia ycultura política de liberación

por Gastón Angel Varesi1

Marx decía que es en el pla-no de la ideología dondelos hombres toman con-

ciencia de los conflictos en la es-tructura y Gramsci (2008) recupe-raba una y otra vez esta cita paracriticar una noción peyorativa deideología que había arraigado ensectores del marxismo y que iden-tificaba a toda ideología como meraapariencia o falsa conciencia. Gra-msci proponía distinguir entre dostipos de ideologías: unas que él lla-ma «históricamente orgánicas» y queestán estrechamente ligadas a deter-minada estructura y al movimientode la sociedad, y otras que deno-mina «arbitrarias», que no pasan deser meras elucubraciones intelectua-les. Gramsci observa que las ideo-logías históricamente orgánicas or-ganizan masas, forman concienciae inciden en la lucha, mientras quelas arbitrarias sólo crean movimien-tos individuales y polémicas.

En ese sentido, hay que señalarque es el propio movimiento his-tórico actual, dado por el cambioen las relaciones de fuerzas tanto anivel mundial como particularmen-

te en nuestra América Latina, don-de fueron cobrando forma pro-cesos de luchas populares que lle-garon a convertirse en gobiernos,dentro de los cuales, los más radi-calizados se animaron a restable-cer al socialismo como horizontepara nuestras sociedades. Esta esla época que atravesamos, lo quemarca la vigencia del marxismocomo ideología, como una ideo-logía que es orgánica al procesohistórico y que vuelve a incidir deforma clave en la conformaciónde proyectos de cambio.

Formamos parte de un enfoqueque es mucho más que un conjun-to articulado de ideas, sino queconstituye lo que Gramsci denomi-na como una genuina concepcióndel mundo: una concepción que ex-presa una unidad de fines políticos,económicos, intelectuales y mora-les, y que se asienta en el comunis-mo como «doctrina de las condi-ciones de liberación del proletaria-do», según dijera Engels (1847).

Para forjar esa liberación se debetransitar un largo camino que tie-ne como punto de partida la críti-

* Sociólogo, Magíster y Doctor en Ciencias Sociales (UNLP). Becario posdoctoral de CONICET, dirigido por Ana Castellani y co-dirigido por Aníbal Viguera, en el IdIHCS. Profesor del Doctorado y la Maestría en Ciencias Sociales y de la Maestría en Políticas deDesarrollo; Profesor Adjunto de «Geografía Econmica Argentina» (FAHCE-UNLP). Coordinador de la sede platense del Centro deEstudios y Formación Marxista H. P. Agosti (CEFMA – La Plata). E-mail: [email protected]

ca al sentido común, entendiendoa este como ese conjunto de con-cepciones absorbidas acríticamen-te de numerosos ambientes cultu-rales en los cuales se forma la in-dividualidad moral, de maneradisgregada e incoherente (Grams-ci, 2008); sentido común que esgeneralmente incongruente res-pecto de la posición social de lasmultitudes porque tiende a estarligado a las visiones e intereses quelas clases dominantes fueron im-poniendo y sedimentando. Ahí seevidencia el papel liberador de lacrítica, porque permite develar laconcepción del mundo que seposee, observar en ella la hegemo-nía construida por los grupos so-ciales dirigentes y generar un mo-mento de ruptura que abra pasoa la elaboración de una concep-ción del mundo del propio gru-po social al que se pertenece. Allíjuegan un rol fundamental la mi-litancia popular y la de los comu-nistas en particular: el de haceravanzar esa reforma intelectual ymoral, de fundar las ideas, valoresy creencias de la liberación.

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Pero, además, el marxismotrasciende las formas más básicasdel pensamiento social para alcan-zar sus formas más elaboradas,porque constituye un enfoque decarácter científico. Lenin (1920) ensu discurso sobre las tareas de lajuventud de 1920 señala que la jo-ven generación de su tiempo teníala enorme responsabilidad de crearla nueva sociedad y que la base paraello se sintetizaba en una sola tarea:aprender la ciencia del comunismo.El materialismo histórico y dialéc-tico creado desde los clásicos y de-sarrollado y enriquecido por unamultiplicidad de pensadores y co-rrientes que componen al marxis-mo, sus conceptos y metodología,nos proveen de una herramientacientífica indispensable e insustitui-ble para comprender la realidad y,al mismo tiempo, para transfor-marla. Pero también Lenin levan-taba una primera advertencia, se-ñalando que uno de los mayoresmales que dejaba la sociedad capi-talista era el «completo divorcioentre el libro y la vida práctica»(1920:10). A lo que sumaba unasegunda advertencia: si el comunis-mo es una ciencia, entonces la pri-mera aproximación natural que setiene para aprender, como la lectu-ra de folletos, manuales y materialbásicos de difusión, es tan necesa-ria como insuficiente porque pue-de llevar a caer en el consignismo.Lenin considera este consignismoun flagelo para la práctica transfor-madora porque si bien aporta ideaselementales que hacen al movimien-to en sus planteos u objetivos, siéstas no son acompañadas por elconocimiento complejo de esas rea-

lidades y de la perspectiva desde lacual se busca gestar la transforma-ción, entonces las lecturas y accio-nes terminan siendo llenados porel imperio del sentido común queestá siempre permeado por lasideas de las clases dominantes, yademás puede llevar a confundirestas ideas básicas con los fines últi-mos de la acción militante y a invisi-bilizar el necesario proceso de con-ciencia que enmarca una consignadeterminada dentro de una estrate-gia y una táctica determinada.

El consignismo establece una ló-gica de conocimiento repetitivo quedebe ser superado, según Lenin, porel desarrollo de un «espíritu críti-co», que apunta a un conocimientoprofundo, reflexivo, sobre las rea-lidades que se abordan y sobre elpropio enfoque. Este proceso deconstrucción de un espíritu críticotambién se diferencia del «adiestra-miento» impuesto por la sociedadburguesa, la construcción de suje-tos dóciles en el marco de un siste-ma de dominación, (y que a vecesen la militancia se traducen en lógi-cas de ordeno y mando) sino que,por el contrario, dice Lenin, hay queconstruir una «disciplina conscien-te», de modo que las miles de vo-luntades aisladas de los oprimidosde una sociedad puedan confor-marse por su propia decisión en«una voluntad única», con acciónorganizada y transformadora.

En ese sentido, pensar las tareasde formación política nos convo-ca, por un lado, a comenzar conlos elementos claves del pensamien-to marxista, para develar las rela-ciones más profundas de las socie-dades capitalistas en las que vivimosy aportar a la comprensión de lasestrategias de transformación de losnuevos tiempos y para esto se re-quiere una mirada crítica no sólosobre el capitalismo, sino sobre lospropios materiales de lectura y so-bre las propias acciones que des-plegamos. Ahí, nuestras Escuelasde Cuadros de Partido y los talle-

res de formación del CEFMA vie-nen cumpliendo un rol importan-te. Porque en ese trayecto, busca-mos recuperar el método de estu-dio que plantea Lenin y que él rela-ciona con el problema de la cons-trucción de una moral militante, deuna moral comunista, que implicaorganizar la actividad práctica liga-da al proceso de estudio, o sea, pulirnuestra acción al ritmo que vamosincorporando nuevas herramientasteóricas. Porque como decía Lenin«no hay teoría revolucionaria sinpráctica revolucionaria y viceversa»,por lo que debemos también in-terpelar los textos teóricos que es-tamos trabajando desde una mira-da crítica según las necesidades delproceso histórico que estamos vi-viendo, según las propias dinámi-cas que percibimos en nuestra prác-tica militante. En esto resuelve Le-nin el tema de la moral comunista:«nuestra moral está enteramentesubordinada a los intereses de lalucha de clases del proletariado». Yahí volvemos a la definición deEngels del comunismo como «doc-trina de las condiciones de libera-ción del proletariado».

Este es el aporte particular quenuestra ideología, nuestra ciencia,tienen para realizar: restablecer enla conciencia popular la necesidadde crear las condiciones claves dela liberación: hay que preparar anuestra fuerza para aportar, con elconjunto de organizaciones delcampo popular, a dar esa batallapalmo a palmo, trinchera a trinche-ra, esa guerra de posiciones, paraalterar las relaciones de fuerzas entodas las áreas de la sociedad yconstruir una hegemonía emancipa-dora que permita fundar nuevosEstados y forjar nuevas relacionessociales hasta alcanzar la socializa-ción de los principales medios deproducción, para que las fuerzasproductivas no se encuentren con-centradas en una minoría sino quevuelvan a ser patrimonio del con-junto de la sociedad. Porque de allí

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viene, como señala Lenin, la deno-minación de comunista, de poneren común: la tierra, las grandes fá-bricas, el trabajo1.

El comunismo es entonces unaciencia que, como puede verse entodos los prólogos del Manifiesto,debe adecuar su acción al análisisconcreto de las realidades concre-tas que aborda, desempeñando unabatalla en el plano de las ideas queconstituya guías de acción, forjan-do la unidad de teoría y práctica.Pero, ahora bien, el comunismo noes sólo una ideología y una ciencia,sino también una cultura política, unespacio de representaciones codi-ficadas en una fuerza política con-creta, con una historia concreta enla lucha de clases: la posibilidad deconstruir una hegemonía emanci-padora requiere también de la rei-vindicación de nuestra cultura po-lítica y de su articulación más am-plia con las otras culturas políticastransformadoras que componen elcampo popular.

En este punto parece necesariorescatar los grandes aciertos de aná-lisis y estrategia que se trazaron enla «Carta abierta a las fuerzas revo-lucionarias y progresistas de Amé-rica Latina y el Caribe»2 (AAVV,1990), firmada por distintos secre-tarios de partidos comunistas de laregión, incluyendo el nuestro, en elaño 1990. Año dramático, dondese estaba viviendo el colapso delsocialismo europeo, en vísperas dela desintegración de la Unión So-viética, que coronaría el avance del

neoliberalismo. Mientras los intelec-tuales orgánicos del gran capitalcelebraban el supuesto «fin de lahistoria y las ideologías», la Carta delos 5 sostenía con la claridad y fir-me convicción de que «AméricaLatina y el Caribe no tienen alter-nativa de desarrollo, de democra-cia y de soberanía dentro de la do-minación imperialista, ya que es pre-cisamente esa dependencia la quenos ha hundido en el atraso, en lapobreza y en la carencia o limita-ciones a la libertad» (Echegaray etal, 1990:89). Y al mismo tiempo,convocaba a «encarnar la nueva es-peranza» para lo cual era preciso«fortalecer el tercermundismo y ellatinoamericanismo para librar unalucha sin cuartel por la victoria denuevos proyectos democrático-re-volucionarios y por la liberación denuestros pueblos» (Echegaray et al,1990:90), pensando con cabezapropia y en una unidad amplia ape-lando a una pluralidad social, polí-tica, religiosa e ideológica: «En esteTercer Mundo, en este continenteconvulsionado, deben cifrarse lasnuevas esperanzas revolucionarias,esperanzas que los cristianos, losantiimperialistas, los marxistas, losdemócratas, los socialistas, los nue-vos líderes populares, los movi-mientos sociales innovadores, po-demos contribuir a convertir enrealidad, procurando además queen todo el planeta las fuerzas delprogreso se decidan por detener yderrotar la contraofensiva imperia-lista estadounidense» (Echegaray et

al, 1990:91). Aún en aquel momen-to de mayor crisis para las fuerzassocialistas, ya perfilaban que Amé-rica Latina podía constituirse en uncontinente de cambio si se lograbaforjar un gran frente anti-neolibe-ral y antiimperialista.

Este escenario, difícil de vislum-brar por la derrota que el campopopular estaba sufriendo a nivelinternacional, se logró sin embargoconstruir a través de las numerosasluchas de nuestros pueblos que die-ron avances hacia la construcciónde un escenario posneoliberal3, ar-ticulando a las distintas fuerzas po-pulares y progresistas. Como pue-de verse a través de las lecturas delos distintos prólogos del Manifies-to, Marx y Engels sostienen que lasprácticas concretas para el desarro-llo de los principios revolucionariosvarían en cada momento y en cadalugar, dependiendo de las circuns-tancias históricas existentes y que loscomunistas deben aportar y articu-lar con las fuerzas que en cadamomento expresen el avance en unsentido popular. En este procesode avance, surgieron diversos go-biernos populares que lograroncontrarrestar varias de las reformas

1 ««Comunista» viene de la palabra latina communis, que significa común. La sociedad comunista es la comunidad de todo: del suelo,de las fábricas, del trabajo. Esto es el comunismo» (1920:16).

2 Ver Cuadernos Marxistas Nº4, abril del 20123 Esta designación no remite a la superación completa de la reestructuración societaria que implicó la instauración del neoliberalismo

en nuestras sociedades, sino al nuevo escenario complejo que articula rupturas y continuidades, pero que exhibe un proceso enconstrucción de avance de las luchas populares y de reformas a nivel político-económico como el fortalecimiento de los Estadosrecuperando algunas empresas previamente privatizadas y con mayor capacidad de regulación frente al mercado, un cambio de énfasisfavorable a la producción frente al auge anterior de los procesos de valorización financiera, políticas de inclusión social de carácteruniversal, frente a las lógicas excluyentes del neoliberalismo y sus políticas focalizadas, mejoras en la distribución del ingreso y de losderechos laborales con avance en los convenios colectivos de trabajo, frente a las políticas de «flexibilización laboral» previas, entre otras.

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neoliberal, recuperar los ingresos delos trabajadores, restablecer muchasde las conquistas antes vulneradasen materia laboral, desplegar polí-ticas de inclusión social, fortalecera los Estados disputando recursosfrente a los grupos económicos ydesplegar un camino de soberaníarompiendo con la estrategia impe-rialista del ALCA y forjando un vi-goroso proceso de integración re-gional. Los Partidos Comunistas deesta región somos parte activa delos distintos procesos que a nivelnacional expresan ese avance en sen-tido popular. Incluso dentro de es-tos procesos populares, surgieronverdaderas revoluciones socialistasque, articuladas en el bloque delALBA, cobran nuevas formas se-gún los nuevos tiempos, y es nece-sario pensarlas en contacto con losgrandes lineamientos del pensa-miento marxista y en las similitudesque tienen con los procesos ante-riores de construcción del socialis-mo, pero también hay que pensar-las en su particularidad, en su no-vedad, de acuerdo a las circunstan-cias históricas actuales.

En primer lugar, estas experien-cias recuperan el legado básico de

Marx y Engels de pensar al socia-lismo como «la conquista de la de-mocracia», de una democracia que,rompiendo los límites de la repre-sentatividad burguesa, encarne laparticipación de los trabajadores enla conducción del Estado, en unproceso que eleva al proletariadode clase subordinada a clase domi-nante4. Ahora bien, este ascensopolítico del proletariado en la Amé-rica Latina actual se viene dando através de movimientos político-electorales de masas con construc-ción de poder popular, que avan-zan a ganar el gobierno, alterar elEstado y dar aire a formas alterna-tivas de producción (con todas lasdificultades que implica confrontarcon el gran capital en ese terreno),como puede percibirse principal-mente en Bolivia y Venezuela.

La confrontación central que con-forma la guerra de posiciones ac-tualmente en América Latina se da,como señala Regalado (2014), en-tre el imperialismo norteamericanoy sus aliados criollos, de una parte,y los movimientos populares y lasfuerzas políticas de izquierda y pro-gresistas, de la otra, y el elementoclave es la disputa política y electo-ral por el control de los gobiernosde la región. El bloque popular la-tinoamericano tiene componentesheterogéneos. Un grupo que buscatrascender al capitalismo, como losmencionados países del ALBA(Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador,Nicaragua, entre otros) que se com-prometen a establecer intercambios

4 La particularidad de nuestra época es que el camino que se transita era visto como el más difícil por los clásicos del marxismo para suépoca. Engels (1847) señala que la construcción del socialismo por vía pacífica era posible, y que los comunistas serían los últimos enoponerse a esta estrategia, pero también tenía sus dudas, ya que observaban que la burguesía aplastaba con violencia todos los intentos dedesarrollo político del proletariado; escenario que Lenin y los comunistas rusos debieron asumir, en contexto de la 1° Guerra Mundial,impulsando la rebelión que llevaría al primer Estado socialista duradero.

5 Es importante recordar que Fidel Castro (2014) señala que Rusia y China, junto al BRICS, están «llamados a encabezar un nuevomundo que permitiría la supervivencia humana», ya que involucrando a la mitad de la población mundial y expresando un nuevo bloquede potencias emergentes, plantea una perspectiva más integradora en el plano del comercio global, rescatando asimismo el rol de lasempresas estatales y las PyMEs, y, por otra parte, buscan asumir los grandes desafíos mundiales como el cambio climático, el terrorismo,la importancia estratégica de la educación y la cultura, entre otros.

comerciales, educativos, culturales,sanitarios, etc. ya no priorizando lamercantilización de esas relacionessino el bienestar de los pueblos, lalucha contra la pobreza, el analfa-betismo y las desigualdades, y quedefinen como horizonte la cons-trucción del socialismo. Y, por otrolado, un grupo de países más liga-dos a modelos neo-desarrollistascon componentes nacional-popu-lares, que si bien no han llegado aperfilar un carácter socialista, sí handado grandes avances contra elneoliberalismo, defendiendo elempleo y la inclusión social y hansido clave para aumentar la sobe-ranía latinoamericana frente al im-perialismo, impulsando el procesode integración como la ampliacióndel MERCOSUR, la creación deUNASUR y CELAC, apoyando ladefensa de los procesos socialistascuando éstos fueron desestabiliza-dos por las derechas. Estas expe-riencias aportan, de conjunto, a laconformación de un mundo mul-tipolar en la alianza estratégica conlas potencias del BRICS5.

Hoy más que nunca es necesariorepensar críticamente los aportes dela ideología y la ciencia marxista ala luz de las nuevas experiencias paraconstruir de modo creativo las he-rramientas teórico-prácticas que nospermitan comprender nuestras rea-lidades complejas y avanzar en unproceso de emancipación. Y paraesto necesitamos un Partido cadavez más fortalecido en términospolíticos, ideológicos y organizati-

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vos, con un aparato de formaciónarticulado y en expansión, con cé-lulas consolidadas en todos sus atri-butos, incluyendo la formación, yaque es el primer y más básico espa-cio donde deben atenderse las ne-cesidades educativas de la militan-cia cotidiana, con direcciones capa-ces, con las Escuelas de Cuadrosformando estructuralmente a loscamaradas y con el CEFMA gene-rando instancias de producción deconocimiento y de formación quealcance también a la militancia de

otras fuerzas populares. Pero ade-más, para construir una hegemo-nía de la emancipación necesitamosre-posicionar nuestra cultura polí-tica, reescribir la historia nacionalreivindicando la lucha de los co-munistas, muchas veces menospre-ciada e invisibilizada en la historiaoficial: remarcar el rol de nuestropartido en la historia argentina demodo de trazar esa continuidadcon la tarea que nos compete en laactualidad: la de aportar al sostén ya la radicalización de los procesos

Bibliografía:

Castro, Fidel. 2014. «Es hora de conocer un poco más la realidad», en Taller inicial de Formación Política, Módulo4. CEFMA.Echegaray, Patricio; Handal, Schafik; Isa Conde, Narciso; Padilla Rush, Rigoberto y Vargas Carbonel, Humber-to. 1990. «Carta Abierta a las Fuerzas Revolucionarias y Progresistas de América Latina y el Caribe» en Tallerinicial de Formación Política, Módulo 1. CEFMA.Engels, Friedrich. 1847. «Principios del Comunismo», en Taller inicial de Formación Política, Módulo 1. CEFMA.Gramsci, Antonio. 2008. El materialismo histórico y la filosofía de Benedetto Croce. Nueva Visión. Buenos Aires.Lenin, Vladimir. 1920. «Tareas de las Juventudes Comunistas. Discurso en la I Sesión del III Congreso deJuventudes Comunistas de Rusia» en Taller inicial de Formación Política, Módulo 1. CEFMA.Regalado, Roberto. 2014. «La guerra de posiciones en América Latina», en Taller inicial de Formación Política,Módulo 4. CEFMA.

de cambio en América Latina, for-taleciendo la unidad antiimperialis-ta y reinstalando al ideario socialis-ta y al socialismo como horizontede liberación nacional y social.

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Vivimos una época que nos hacetropezar, día tras día, con sucesosterribles. Cabe pues, plantearse cuáles el significado del humanismo ennuestros días. Con ese fin, efectua-remos una rápida revisión de susprincipales versiones a través deltiempo, pero nos detendremos endefender, relativamente, la acep-ción marxista del término.

Los diarios y la televisión nos po-nen por delante niños ahogados ensus intentos por llegar a un lugarsin guerras, nos muestran alambra-das de púa (México, Palestina), ba-rreras y cámaras de seguridad, crí-menes, invasiones, estafas. Toda unacatarata de desgracias. ¿Es este elmundo humanizado que debiera dehaber surgido de aquella revoluciónque proclamaba la libertad, la igual-dad y la fraternidad? ¿Dónde que-dó y en qué se transformó aquelhumanismo fundacional de la bur-guesía naciente si es que existió enalgún momento? ¿Es posible aca-so enunciar un nuevo humanismo,concreto desde las tesis marxistas?

Es por este panorama actual, bre-vemente esbozado y, a la vez, mo-vidos por los acuciantes problemaspolíticos de nuestro país, que un

grupo de compañeros resolvimosreunirnos para reflexionar en con-junto y, paralelamente, en un nuevointento por recomponer al intelec-tual colectivo que aspiramos ser.

Desde y con el marxismo comoherramienta y como metodología,intentaremos plantearnos lo quepuede significar para nosotros elhumanismo y confrontaremosnuestra visión con otros pareceres.Creemos firmemente que las pos-turas de Marx al respecto del indi-viduo y de sus derechos humanosconstituyen, en la actualidad, la úni-ca actitud consecuente, concreta yno un puro ejercicio retórico. Elmarxismo, como filosofía y comopolítica, nunca confunde los dere-chos confesados en las Constitucio-nes o en las leyes con los derechosreales de quienes andan por la calle.La liberación del hombre, paraMarx y el marxismo, debe ser real,efectiva y no solamente «ante la ley»o teórica, por más progreso que sig-nifiquen este tipo de enunciaciones.

Hoy, como militantes y comopartido, estamos aún intentando su-perar las arremetidas más furiosasque se hicieron contra el marxismoen las que se trató siempre de pro-

bar que desde esa teoría y, sobretodo desde esa práctica, proveníantodos los males padecidos por lasociedad contemporánea. «El fan-tasma del comunismo» pasó de seruna frase ocurrente del ManifiestoComunista para convertirse en lapolítica de las principales potenciasoccidentales durante la Guerra Fría,y aún antes de ella. El capitalismosupo muy bien, desde el principio,quién era su enemigo principal. Yadesde la enunciación de las prime-ras tesis marxistas y desde las pri-meras políticas de aquellas incipien-tes organizaciones obreras.

Y si bien el intento por construirlas primeras sociedades socialistastuvo éxito en Rusia en 1917, a par-tir de ese momento el comunismotropezó efectivamente con seriosproblemas que provenían tanto delas amenazas exteriores como de susproblemas internos. Ninguna cam-paña de prensa podrá borrar susmuchos logros ni la significaciónuniversal que tuvieron aquellas re-voluciones para el mundo entero ypara el devenir concreto de la his-toria contemporánea. El hecho querescatemos antes que nada sus vir-tudes, que existieron y fueron mu-

Marxismo yHumanismo

por Raúl Serrano1

1 Director de teatro

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chas, no niega la necesidad de dis-cutir sus defectos, (que los hubotambién y muchos). Pero la com-plicada historia de las construccio-nes socialistas no debe de servir deexcusa para señalar, con toda lafuerza, los males propios de lassociedades capitalistas. Este sistema,ahora globalizado, debe ser anali-zado por lo que logró y construyó(crisis, miseria y colonialismo inclui-dos). La causa central de estos ho-rrores fue a su tiempo señalada yapor Marx: es la explotación delhombre por el hombre. No se pue-den tapar las contradicciones insal-vables del capitalismo señalando lasfalencias de otros sistemas.

Nos proponemos rescatar las teo-rías que subyacen, que preceden oque han justificado las concepcio-nes burguesas acerca del humanis-mo y compararlas con lo que ver-daderamente sostuvo Carlos Marxal respecto. Además haremos men-ción crítica y breve a algunos otrosmodos de comprender el huma-nismo que aparecen disputando elterreno teórico y filosófico connuestras opiniones.

Comencemos por la concepcióndel individuo en la misma sociedadcapitalista que, luego de la revolu-ción francesa y de la americana, hasido presentado como el máximoexponente de la libertad posible ycomo lo más atrevido en materiasocial. Todos hemos oído por ahíque el capitalismo tiene algunos pro-blemas, pero que al fin y al cabo, esel mejor de los regímenes posibles.Acto seguido se enuncia que la li-bertad, la fraternidad y la igualdadde todos los individuos fueron susconsignas. Y se subraya, sobre todo,el tema de la libertad individualfrente a la opresión comunista. ¡Yla verdad es que aún hoy, cuandoescuchamos aquellas generosas pro-clamas tendemos a emocionarnosy a cantar la Marsellesa! Todos es-tos derechos fueron prolijamenteexpuestos en las constituciones y enlas leyes burguesas copiadas las unas

de las otras, y en la famosa declara-ción de los derechos humanos. Porsupuesto que las vemos como eta-pas de un progreso que no nega-mos. ¡Lejos estamos de eso! Perolo que sí haremos será compararaquellas declaraciones con las reali-dades innegables, incontrastablesque surgieron tras el advenimientode la burguesía al poder. Nuestrasapreciaciones pueden ser muy di-ferentes si en vez de quedarnos enla letra de la ley abstracta desvia-mos nuestra mirada hacia las reali-dades resultantes: la mayoría de lapoblación que vive en las socieda-des capitalistas (es decir burguesas)son los trabajadores, los proletarios,y todos ellos se hallan sometidos ala explotación. Y si bien «ante la leyson libres», si bien en teoría puedendisponer libremente de sus perso-nas y de sus bienes, lo que ocurreen la práctica es que, como lo úni-co que poseen para vender es supropia fuerza de trabajo, pueden,en consecuencia, solamente elegirentre someterse a la explotación, obien quedarse sin trabajo, sin casas,sin salud, sin educación adecuada.Esa es la libertad que poseen: acep-tar sin chistar las condiciones queles ofrece «el mercado» para ven-der su fuerza de trabajo, o bien ejer-cer su libertad de ir a dormir bajolos puentes, de morirse de hambrey por enfermedades curables. ¿Ytodo por qué? Pues porque noposeen otros bienes cotizables quesu propia energía y su poder de tra-bajo, con los que teóricamente de-berían enfrentar el sacrosanto mer-cado, al capital propietario de losmedios de producción, que es elcorazón mismo de las sociedadesburguesas. No tienen ninguna otracosa para vender. Son libres en teo-ría, pero no tienen como accederal mercado que los explota si no essometiéndose a la explotación pro-puesta. De aquella libertad, de aque-lla igualdad proclamada, de aquellafraternidad poco puede rescatarseen la vida real de los explotados,

en las cadenas invisibles del merca-do. ¡Este es el individuo construi-do efectivamente por la burguesíaen el poder! ¿Qué queda en él delibertad, de rasgo privado y perso-nal, de humanidad, en fin?

Las constituciones burguesas sonclaras y hasta terminantes. La nues-tra por ejemplo, obliga a los distin-tos gobiernos a asegurar a su gentetrabajo digno, una vivienda adecua-da, al igual que la salud y la educa-ción. Esas son las leyes inflexibles…que por alguna razón no se cum-plen. Las leyes están proclamadascon palabras solemnes…pero a laspalabras se las lleva el viento. No-sotros, los comunistas procuramosesclarecer el por qué esas palabrassagradas no logran realizarse. Esacrítica es la base de nuestra teoríafilosófica y política.

Hoy en día, en todo el mundoglobalizado, la igualdad entre losciudadanos es cada vez menor. Tansolo un dos por ciento de la po-blación mundial posee más del cin-cuenta por ciento de la totalidad delos bienes. El cinco por ciento de lapoblación del planeta consume elsetenta por ciento de la energía queen él se gasta. Y así podríamos se-guir en listas que apuntaran a la sa-lud, por ejemplo: millones de per-sonas se mueren de hambre y porenfermedades curables. En la Ar-gentina pese a la superproducciónde alimentos hay mucha gente quepadece de hambre. Y ¡cuánta gentemuere por falta de medicamentos,cuyos precios son cada vez más in-alcanzables hasta para las capasmedias! Preguntémosle a Macri quealgo sabe de eso y ha puesto en sugobierno, para controlar los precios,

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al dueño de una de las mayores ca-denas de farmacias del país. Lasvirtudes de la sociedad en la quevivimos podrían seguir siendomencionadas en listas cada vez másdeprimentes. Pero hoy aspiramosa otra cosa. Queremos analizar alhumanismo burgués en su oposi-ción al humanismo que propone-mos.

Esta es la cruda realidad que secontrapone a las hermosas teoríaslegales y burguesas. Pero, con el co-rrer de los tiempos y para aquellosafortunados que han logrado inser-tarse de algún modo subordinadoen el sistema y arañar un poco dedinero, las clases dominantes les haninventado una nueva trampa: la delconsumismo. Hay en toda socie-dad capitalista y especialmente enlas más desarrolladas, una porciónde la población que recibe una pe-queña parte de lo producido. Sonlas capas medias. ¿Cómo opera conellas esta manera burguesa de ejer-cer la libertad?

Cada vez puede verse con ma-yor claridad. Al convertirse en em-pedernidos compradores, al adqui-rir siempre lo nuevo y lo último,por supuesto, siempre movido poruna astuta y avasallante publicidad,la gente mueve al mercado y éste,al progresar, debería arrastrar conél a la sociedad entera hacia adelan-te, hacia el progreso. ¿Pero ocurreesto tan así? ¿Compra la gente loque necesita? ¿Aquello que adquierees durable y cumple con su cometi-do práctico? ¿Recuerdan ustedes losviejos Ford que duraban toda la vida?Luego fueron reemplazados, en unmomento, por lo automóviles des-cartables. Y así el mercado se vuelveun festival de chucherías, las más deellas inútiles pero de última moday cumple de esa manera la funciónde reproducir el modo de produc-ción y de encadenar a los consumi-dores con sus créditos.

Habría que decir que el consu-mismo se basa sobre todo en lapropia vanidad de los comprado-

res, en la subjetiva sensación que lesda el sentirse incluidos en la capade los elegidos, en la creencia deque quien adquiere algún bien se hainsertado, por ello, en una clase so-cial a la que efectivamente no per-tenece. La utilización real y posiblede lo comprado pasa a un segun-do lugar. La duración y la fortalezade las herramientas así adquiridas,no importan. Al comprar, sobretodo en cuotas, se reproduce el sis-tema y los sujetos quedan prisione-ros de su propia actividad «libre-mente decidida». Me ha tocado verlos efectos de esta forma del mer-cado, por haber vivido duranteaños en los ex países socialistas. Alvisitarlos tras la caída del anteriorsistema, me he encontrado con misantiguos compañeros ahora some-tidos por las chucherías no siem-pre necesarias. ¡Eso sí, como digo,este tipo de decisiones se toma enabsoluta libertad! Lo peor, es quedesde un cierto punto de vista sub-jetivo el propio individuo preso enesa maraña, se ve como libre.

Así pues, la libertad individualconcebida por la burguesía tiene va-riadas estrategias según se trate dealguien que posea un mayor o unmenor poder de compra. Sin em-bargo, el error fundamental de to-das las teorías burguesas es que par-ten de la consideración de un indi-viduo empírico, singular, de una in-dividualidad considerada en su ins-tancia biológica, constatable con elbuen sentido del positivismo.

En realidad la consideración quehacemos nosotros del individuo esuna definición como «individuo so-cial» ciertamente asentado en la sin-gularidad biológica, pero nunca li-mitado a ella. Ya veremos la defi-nición de Marx sobre este asunto.

Muchos filósofos se han ocupa-do la cuestión de la libertad indivi-dual procurando hallar, en ella, elmotor verdadero y oculto de lo so-cial. Hobbes, atento observador dela sociedad de su época, sostuvoque era justamente el egoísmo per-

sonal la verdadera causa del pro-greso. Reconocía que esa estrechezde miras personal era el «horizon-te natural» de las personas, pero queal jugar uno con otro y al entrecho-carse en la sociedad se obtenía unequilibrio (deseado por él) que eralo que había que defender. ¡Pese asu origen mezquino, resultaba, queal final, el equilibrio y la libertad eranlos resultados de esta paradoja so-cial! Así, el hombre, lo humano na-tural era agresivo y egoísta por de-finición y no parecía llevar a lo quese le pedía «citoyen» movido, éstesí, por ideales altruistas y por unsentido del deber ser cada vez másperfecto, debido al progreso. Esteúltimo, el ciudadano, era entoncesel inesperado protagonista de losocial. ¡Pero a no preocuparse yaque el individuo, egoísta y el verda-dero «lobo del hombre» conteníaen sí, al fin de cuentas, al auténticomotor social! La ética reside en-tonces en un utópico «deber ser»teórico, pero la ciega práctica, lamano invisible del mercado (R.S.¡Otra vez los fantasmas!) comoluego diría otro de sus teóricos, nosllevará callada y seguramente haciala paz social.

Hobbes vivió en una época con-vulsionada por catástrofes econó-micas y por la guerra civil, y pro-bablemente extrajo sus ideas de loque ocurría a su alrededor. Veía lalucha de todos contra todos, peroa la vez la aparición de una socie-dad superior a la feudal. En miopinión describió su entorno acer-tadamente aunque en contra de suspropios valores y aspiraciones. Yeste choque, esta contradicción, fueresuelta por él al describir lo que

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ocurre en el mercado, y que él iden-tificó, como luego tantos otros, con«lo social», la sociedad entera. Laidentificación de las leyes del mer-cado con las de la sociedad, debebuscarse, creo yo, en aquellos escri-tos teóricos del gran Hobbes, elgran precursor.

Ya desde sus inicios el capitalis-mo elogió el individualismo, y pusoen la capacidad del individuo aisla-do, la idea más plena de los valoreshumanos. El viejo ideal del «selfmade man» llevado al extremo porHollywood, tuvo, por ejemplo, enRobinson Crusoe uno de sus pri-meros exponentes. Detengámonosun poco a ver este personaje signi-ficativo. Robinson Crusoe llegadosólo a una isla, según la novela, tuvola capacidad de rehacer la civiliza-ción, y dicho sea de paso, hasta derecomponer algunos de sus rasgosmás enfermos… por ejemplo la es-clavitud. La esclavitud, dicho seade paso, fue la que facilitó la acu-mulación primitiva del capitalismode los países centrales en su máscompleto saqueo de los países quese iban descubriendo.

Es notorio comprobar el inge-nio y la habilidad de Robinson parair resolviendo los problemas que sele presentaban en la isla, pero… ¿es-tuvo acaso realmente aislado y soloen ella? ¡No! Robinson fue un náu-frago que «por casualidad» rescatófusiles, pólvora, brújulas, cuerdas yotros muchos enseres, por supues-to, que no habían sido hechos niconcebidos por él mismo. Robin-son utilizaba lo que el mar - ¿la so-ciedad? – le había ido acercando.Además Robinson llevaba consigoalgo que no puede verse a primera

vista: llevaba instrucción, formacióntécnica, conocimientos, en una pa-labra, llevaba puesta la cultura desu época que tampoco había sidohecha por él mismo. Como vemos,hasta en los ideales imaginados delas novelas de aventuras la burgue-sía se ve obligada a negar sus pro-pios valores y principios: ni siquie-ra en la isla de Robinson habría po-dido sobrevivir como individuo to-talmente solo y aislado. Ni siquieralos héroes modélicos de la burgue-sía pueden serlo al margen de la his-toria y de la sociedad misma.

Justamente este es el problema yla diferencia a la que queremosapuntar entre nuestras concepcio-nes y las de la burguesía. Mientrasque la burguesía eleva y aísla al in-dividuo como si se tratara del pro-tagonista de la vida procurandoromper todos sus vínculos con losrestantes humanos y con la historia,el marxismo ya desde los primerosescritos de su fundador encuentraque la individualidad solamentepuede darse en el seno de la socie-dad y de la historia. Mientras laburguesía opone estos dos térmi-nos entre sí como si fueran exclu-yentes y encontrados (individuo vs.Sociedad), Marx, por el contrario,subraya el nexo dialéctico que hayentre ellos. Marx ve, a la vez, lo quediferencia al individuo de la socie-dad y lo que lo une a ella. Y puedehacerlo porque la lógica que em-plea no es la lógica abstracta aristo-télica, la lógica de lo quieto y lo dis-tinto, sino la lógica dialéctica de larealidad en movimiento, la del de-sarrollo y la estructura que se apo-ya justamente en la centralidad delconcepto de contradicción y deconflicto.

Esta metodología fue la que em-pleo para el estudio crítico de la so-ciedad capitalista. Y es la teoría queaspiramos a poner en el centro denuestras discusiones y en la mentede nuestros contemporáneos.

No es que Marx desconozca losvalores de la individualidad. Yo di-

ría que el contrario cree que el indi-viduo en si mismo puede serlo demanera más propia y más plena enla medida en que viva intensamen-te sus nexos con la sociedad en laque le es dado existir.

Marx sostiene que la individuali-dad se halla constituida por la tota-lidad de sus relaciones sociales, yañade, «la verdadera riqueza huma-na consiste justamente en esa diver-sidad y multiplicidad de vínculos yrelaciones». Vemos aquí la dialécti-ca relación entre identidad y dife-rencia, el señalamiento del carácter,a la vez histórico y social, de losdiversos tipos de individualidad. Elhombre pleno lleva puesta a la so-ciedad en él. Justamente su educa-ción, desde que nace, la introyec-ción del lenguaje, la adopción decódigos éticos, todo lo que hace,genera y padece a lo largo de subiografía debe considerarse comouna actividad auto-constituyente.Ese vivir haciendo y haciéndose eslo que permite la aparición de laindividualidad en su sentido huma-no y no puramente biológico.

Es oportuno destacar el modoen que Marx concibe estas relacio-nes sociales, relaciones que son fun-damentalmente prácticas. Es evi-dente que Marx no considera lapráctica tan sólo como los inter-cambios comerciales. Por el contra-rio, el concepto superador de«praxis» es visto por el marxismocomo la relación activa y transfor-madora con el medio en que el su-jeto vive y en el que actúa. No setrata nunca de la mera contempla-ción pasiva, ni tampoco de la acti-vidad ciega e instintiva. La praxishumana, por el contrario, es unaactividad que al transformar trans-forma simultáneamente al sujetoque la ejerce. La calidad de esasrelaciones es lo que constituye lariqueza de los individuos. Podríadecirse que es lo que constituye alindividuo en sí mismo.

Es justamente la definición del indi-viduo social que los que aquí estamos

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queremos rescatar, proponer y po-ner en la base de nuestros análisis yde nuestra práctica.

Cuando nacemos somos anima-litos puro instinto y necesidades, yla actividad que va ejerciendo elnuevo sujeto lo va constituyendoa su vez como el individuo quepuede ir siendo. La sociedad lo críay lo alimenta y él mismo va acti-vando en el sentido de configurara la sociedad misma, a veces demodo no consciente, a veces demodo consciente.

La importancia, a la vez filosófi-ca y política que tiene esta falsa opo-sición excluyente entre el individuoy la sociedad, reside en que de sucomprensión depende lo que po-damos pedirle al hombre político,al humanista, al marxista en defi-nitiva. En esta comprensión activay a la vez situada, en esta defini-ción que no pierde los rasgos in-dividuales sino que los socializa ehistoriza reside la posibilidad trans-formadora propia del sujeto mar-xista. Es, a la par, su visión huma-nista y humanizante del mundo.

Mi opinión personal, es que no-sotros los comunistas debiéramostrabajar también esta mirada paraaplicarla a la vida cotidiana y no so-lamente a nuestra actividad efectiva-mente política. Tenemos que inten-tar ser los individuos más ricos (enel sentido de nuestras relaciones so-ciales y humanas).

Para ser eficientes en esta tareadebemos ser capaces de analizar ydesmitificar, en un sentido marxistay de clase, a los diversos entornosde trabajo en los que todos nos ha-llamos sumergidos. Hay que poderdetectar y desnudar los efectos alie-nantes de la sociedad del capital ylos de la «plus valía». Y esos proce-sos deben luego ser respondidos connuestras prácticas reales y cotidianas.Nuestros hechos, nuestro quehacerde todos los días tiene que consti-tuirse en una predicación por el ejem-plo. Hay que ser comunistas todoslos días y no esperar a serlo para

cuando haya que asaltar nuestro «Pa-lacio de Invierno» criollo.

Trabajo alienante quiere decir jus-tamente para Marx, la pérdida de laindividualidad y de la consciencia desí mismo y sus necesidades y posi-bilidades en el contexto social de laexplotación. Un trabajador en el ca-pitalismo no puede decidir ni el des-tino, ni la cantidad ni el valor de supropio trabajo si actúa como sujetoaislado o desconoce el mecanismosocial alienante en el que se halla in-serto. Menos aún puede conocer eltrabajador adónde van a parar lasutilidades de lo que él mismo con-tribuye a crear. El capitalismo ponea los obreros ante un mundo decosas, lo «cosifica». Estas son lasideas incontrastables y los procesosineludibles a los que tenemos quealudir para defender efectivamentela idea de una individualidad con-cretamente humana y libertaria. Esta,es en una palabra, nuestra idea delsujeto individual entroncado en pro-cesos alienantes contra los que pue-de luchar si comprende la necesidaddel sujeto colectivo y adopta el puntode vista de la clase. Esta es nuestraherencia más valiosa de Marx.

Son esos, los hechos cotidianosjuzgados y desenmascarados políti-camente lo que la lucha por el socia-lismo implica en el día a día: paraMarx, el comunismo fue siempre lacrítica de la realidad existente y laconsecuente lucha por un humanis-mo avanzado. Nunca se trató de unideal solamente ético y moral a al-canzar. La verdadera ética de loscomunistas reside en su praxis realenderezada a la crítica de la socie-dad capitalista y a la liberación delos explotados.

La vida cotidiana es la matriz mis-ma de la actividad política. La praxiscomunista, al ser siempre concreta yaxiológica comienza en la cotidianei-dad y culmina en la tarea de crear elsujeto colectivo, el partido capaz decontribuir a la Revolución.

Sin duda que esta aproximación,la de Marx, tuvo que enfrentarse

y luchar con muchas otras orien-taciones.

Veamos algunas de esas otrasconsideraciones. Veamos en primerlugar la concepción del individuo quese halla en la base de la sociedadburguesa y capitalista. Parece ser es-pontánea, y en cierto modo lo es,aunque haya sido desarrollada y jus-tificada por muchos de sus filóso-fos, como ya lo vimos en el caso deHobbes.

El capitalismo parece luchar porlas libertades individuales y presentaa las masas ciegas como lo que seopone al progreso. Hay individuosexcepcionales, dice, que nos mues-tran el camino mientras la turba esciega y torpe. Hobbes puso a to-dos iguales entre sí, todos contratodos, y de ahí se deduce la presen-cia hostil de los otros, de las masas– aunque, como ya hemos visto seterminaría hallando un equilibriosocial de manera casi espontánea.

Esta teoría de la igualdad, algunavez fue tratada con ironía por nues-tro Héctor P. Agosti – quien supodecir que» todos somos iguales, cla-ro, pero parece ser que unos son másiguales que otros». La ideal igualdadde la que se habla pronto se com-prueba irrealizable en la práctica delcapitalismo, en donde el mercado,pone a todos en lucha contra todospero hace que triunfen muy pocos.La solidaridad, que pareciera tenerque ser la base de la sociedad envez del egoísmo, solo puede entre-verse en la escuálida filantropía y enla caridad burguesas que se ejercende a ratos y como descarga de lasconciencias de los poderosos sinque se modifique por ello la situa-ción de fondo.

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Pero existe un humanismo tan ex-tendido como el anterior que se pre-senta como alternativa caritativa ytierna ante nuestras concepcionesmaterialistas. Se trata del cristianismo.

En sus orígenes, esta creencia reli-giosa, empezó en la sociedad escla-vista y se presentó como la ideologíade los pobres, de los desposeídos yde los esclavos. «Antes entrará unpobre al reino de los cielosque…etc.etc.» Justamente por esasideas y principios morales fue perse-guido en sus comienzos y debióadoptar formas de existencia ilegalesy subterráneas. Por eso sus primerasorganizaciones fueron comunistas ysecretas. Algo sabemos de eso noso-tros por las duras experiencias vivi-das. A causa de la toma de posicióndel cristianismo al lado de los pobrespodemos encontrar bastantes coin-cidencias entre lo que ellos sostieneny nuestras propias metas políticas.

Pero poco tiempo después de sucreación, el cristianismo se alió a lospoderes temporales y allí comen-zaron a cambiar sus prácticas. LaIglesia, como su principal órganosobre la tierra, eligió las formas dela riqueza y las del poder y se ubicóa su lado. Y esta vez, la cosa durópor muchos siglos. Incluso adoptó,desde entonces, las formas de or-ganización del feudalismo con susjerarquías. Dijo adiós a su comunis-mo primitivo.

Con todo, nuestra discusión filo-sófica tiene mucho para argüir conel cristianismo aún en el terreno delas metas y de las ideas. Es cierto queel cristianismo nos iguala a todos,pero…ante los ojos de Dios. Esaigualdad solo es accesible en la «vidaperdurable», en el más allá. En el acá

de los Césares el cristianismo ha pre-dispuesto, las más de las veces, a laresignación, justamente como unmodo de obtener la felicidad en elmás allá, ya que las penurias terrena-les deben ser aceptadas como un cas-tigo a nuestros pecados. Con estasposturas, la Iglesia contribuyó du-rante siglos, quizás durante mileniosa desviar la reacción de los humil-des, a postergarla como un modode favorecer a los poderosos, aquíen la Tierra y por ahora. La Cruz yla Espada de los poderosos cola-boraron en exitosas y rentables cam-pañas de conquista.

La Iglesia Católica, como institu-ción terrenal y con su organizaciónclaramente feudal y verticalista, hahecho mucho para convencer a loshombres que somos sujetos conde-nados para siempre y desde nuestronacimiento mismo. La Iglesia con-denó siempre el cuerpo de los hom-bres simplemente por el modo enque aparece. Por la manera en quese nace trae con él, como conse-cuencia ineludible, el «pecado origi-nal». Y a causa de este modo deconcebir lo humano, miles de gene-raciones (y yo entre ellas), hemos vi-vido con una sensación de pecadode la que resulta muy difícil librarse.¿Cómo ver entonces humanismo enuna doctrina que condena nuestrocuerpo, nuestro inevitable cuerpo?¿Cómo ver humanismo en una doc-trina que niega nuestra real existencia,palpable e irrenunciable, para ofre-cernos, en cambio, una recompensaen una vida que, hasta ahora, nadieha podido comprobar? Este modode presentar lo humano, lo individualy lo real, poco tiene que ver con al-gún tipo de humanismo concreto.

Aunque, justo es reconocer, queel nuevo papado, al tropezar con elmundo globalizado con su im-pronta totalmente anticristiana y porello anti - humana, ha debido daralgunos pasos en el sentido de unmás concreto humanismo y ha de-bido reconocer - ¡¡¡ - que el sistemasocial, político y económico en el

que vivimos no puede continuar, quese trata de algo superado. Y en estopodemos coincidir nuevamente.

En la post guerra, tomó bastanteauge una filosofía que compitió in-cluso con el marxismo en el terre-no intelectual, al que acusaba de unacierta incapacidad para resolver losproblemas relacionados con el in-dividuo. Estoy hablando del exis-tencialismo ateo de Jean Paul Sar-tre, sobre todo, cuya práctica polí-tica tuvo muchas virtudes y hastacoincidencias con nuestras luchaspor la paz en aquellas épocas. PeroSartre disentía con nosotros en rela-ción al individuo y a sus libertades.

No es casual que sus reflexionespartieran del sujeto aislado e indi-vidual, enfrentado a «lo social» y alas masas. El individuo era presen-tado en su soledad, en su angustiacon la muerte como seguro desti-no, enfrentado a lo sistémico comoen tantos otros intentos teóricos.Recuérdese aquí la difusión quetuvo aquella, su famosa frase: «elinfierno son los otros».

Al aceptar como punto de parti-da de la consideración política y fi-losófica al individuo aislado, y al te-ner, en consecuencia, que admitir suincapacidad para actuar como talen la tarea de resolver los proble-mas históricos y sociales, al reflexio-nar sobre su fracaso para modifi-car las propias condiciones de vida,Sartre concluyó en el pesimismo,como lógico resultado, y este senti-miento lo fue llevando a la angustiaexistencial (l´angoisse) frente a lamuerte inexorable como rasgo cen-tral de la existencia y de la vida hu-mana. Es más, llegó a sostener, lo-grando con ello una gran recepciónentre las capas intelectuales, que elúnico acto verdaderamente libreque podía encarar el ser humanoera el suicidio. Este era, según sumirada, el único acto libre, porquepodía hacerse y decidirse en sole-dad, es decir, en plena libertad. Paratodas las restantes conductas se de-bía contar con los «otros, con los

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demás». Y por esto mismo ya nopodían considerarse actos libres. Heaquí uno de los límites de su visión.

Nuevamente, la oposición «a–dia-léctica» entre lo individual y lo so-cial, propia del pensamiento de lascapas medias, lleva a conclusionesinimaginables. ¿Podrá ser conside-rado humanismo el enfoque quevea el suicidio como único acto li-bre? Este es el precio de no vis-lumbrar la relación dialéctica y a lavez contradictoria, entre ambos tér-minos, y la consecuencia de no verla «lucha de clases» como motor dela historia, y la necesidad de conce-bir un sujeto adecuado para enfren-tarla. En ese sujeto colectivo, en lanecesidad de hallar los sujetos ade-cuados para las tareas dadas, residela verdadera solución al problemade los vínculos entre los individuosy los colectivos.

Ya Marx, en su «18 de Bruma-rio» sostenía que: «Los hombreshacen su propia historia, pero no lahacen a su libre arbitrio, bajo cir-cunstancias elegidas por ellos mis-mos, sino bajo las circunstancias conlas que se encuentran directamente,que existen y les han sido legadas porel pasado» La afirmación es bastan-te convincente, pero dio pié luego aAlthusser para presentarnos enton-ces, a los hombres, como merosproductos de las circunstancias.

El mismo Marx, y también en susescritos tempranos, añadía para queno hubieran dudas al respecto: «esasmismas circunstancias, habían sidohechas, a la vez, por los hombres.»En suma, ni existe el individuo abs-tracto ni lo puro social, sino que ha-bría que partir de considerar al in-dividuo como «un ser social.»

Y desde aquel lejano siglo XIX,Marx ya esbozaba una filosofía dela praxis en la que el sujeto activono se enfrenta con el objeto a trans-formar como algo extraño a élmismo, sino que aparece en la his-toria como formando parte de unatotalidad. Este modo de encarar ladialéctica entre sujeto y objeto, nos

resulta particularmente clara y laaplicamos en nuestra tarea en la es-cuela de teatro. Allí sostenemos que«el sujeto (del teatro, el personaje),al luchar por cambiar aquello quese le opone no solo logra modifi-car al objeto sino que, paralelamente,se transforma a sí mismo». Estabreve explicación da pie a toda unateoría de la actuación y a la vez, re-sulta un modo conciso de conce-bir la pedagogía artística que se ha-lla muy ligada a la concepción an-tropológica y autogestora de lohumano, es decir, al marxismo y ala filosofía de la praxis.

Para él, no existe una substancianatural que constituya la esencia decada individuo, sino que esa mis-ma esencia que se busca hay quehallarla en el conjunto de sus rela-ciones sociales. El individuo devie-ne así un permanente proceso, lábil,siempre constituyéndose, concreto ehistórico, que se «auto-determina»por su propia praxis en la limitaciónde sus circunstancias, de la sociedaden la que vive. Es decir, el individuova gestando su propia biografía ysus propios contenidos en las con-diciones que le presenta su época.

Esta manera de entender el pro-blema, tiene, a mi juicio, una im-portante repercusión en la concep-ción política general ya que nosmuestra a un sujeto capaz de tran-sitar desde la conciencia en sí, egoís-ta y aislada, hacia la conciencia parasí, colectiva e histórica, mediante supropia actividad real, y a la vez loorienta hacia el hallazgo del sujetonecesario para el cambio social delcual puede formar parte.

No creemos en aquellos marxis-tas que lo son de manera aislada yen teoría, tan solo. El marxismo deMarx requiere que el pensamientono solo interprete sino que trans-forme. El marxismo debe existirno solo en la cabeza y en el cora-zón de quienes lo adquieran, sino ysobre todo en sus prácticas reales.Y finalmente, esta comprensión queproponemos permite apreciar que

nunca la conciencia del sujeto surgede modo espontáneo, sino que esmás bien, el producto de una prác-tica que implica la participaciónconsciente en el seno de la historiay de la sociedad.

Esta definición del sujeto real ensu relación con las masas y con suslíderes, puede ayudarnos también acomprender los límites que tiene elsujeto concebido por el peronismo.Esta doctrina nacional ve a los suje-tos firmemente alineados, como ta-les, detrás de un líder o conductorque es el verdadero intérprete de laépoca y que, paralelamente, desco-noce la lucha de clases en pos de unaansiada «unidad nacional».

Si miramos nuestra historia con-creta en los últimos setenta años,podremos ver que los cambios pro-ducidos por el peronismo han lo-grado, por momentos, una mejordistribución de la renta social. Bue-no. Esto ha sido cierto en algunosde los períodos de gobiernos pe-ronistas. Hay otros que es mejor nirecordarlos como tales. Ahora biencomo esta tarea de mejoramientosde los estándares sociales se da«dentro» de los límites del capitalis-mo, y sobre todo, sin avanzar nun-ca en la lucha contra los verdade-ros enemigos que terminan derro-cándolo, ocurre cada tanto, que laderecha se reagrupa puesto que haconservado todo su poder, y ponefin a los períodos de bonanza pe-ronista. Como muestra de lo quedecimos cabe recordar al Perónque abandonó su gobierno sin darbatalla en el 55, y ahora, al gobier-no que perdió las elecciones, siem-pre ante los mismos enemigos so-ciales. La historia parece repetirse.

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Parte de la responsabilidad en es-tas derrotas corresponde a la mira-da teórica de la que parten los di-rigentes peronistas ya que ven a lasociedad como algo dado y queno puede o no debe salirse de losmarcos de un capitalismo «mode-rado». «La única verdad es la reali-dad (dada, agregaría yo)», interpre-tada, claro está, por su conductor.Para el peronismo se trataría de lo-grar una sociedad en la que el ca-pital y el trabajo colaboren demodo armónico. De ahí la convo-catoria a tantos «pactos» que nuncase cumplen. Ése es el peronismode Perón quien lo explicitó en infi-nitas oportunidades para quien loquisiera oír. Además tenemos la his-toria reciente para constatar que surol ha sido ése: repartir sin tocarlas bases económicas de sus ene-migos, evitando de ese modo quelos obreros se vayan hacia posi-ciones extremistas. Perón lo ha di-cho textualmente en su discursoanta la Cámara de Comercio en1944, y la realidad de nuestro paísconfirma lo ocurrido en ese senti-do. Las ventajas de ese peronismo«movimientista» en donde todocabe, bueno para acceder al po-der justamente por su indefinición,ya que puede convencer, al mis-mo tiempo, a clases sociales obje-tivamente encontradas, es que pue-de distribuir sin mayores proble-mas en las épocas de bonanza eco-nómica, pero resulta impotente ala hora de las crisis y de llevar unalucha más profunda contra suspropios enemigos que son tam-bién los nuestros.

Así podríamos decir que el pe-ronismo concibe a un sujeto hu-

manista con un horizonte limita-do por la propia concepción de lasociedad a la que ve como el re-sultado de una transacción basadaen el «fifty – fifty», y en la buena fey en la capacidad de colaborar desus protagonistas. Sus propios diri-gentes han confesado esta meta, to-talmente utópica desde nuestro pun-to de vista.

Finalmente podríamos intentarcerrar este breve panorama, muyesquemático por cierto, recordan-do cómo muchos procuran res-ponsabilizar en la etapa contempo-ránea a la técnica, como si fuera laresponsable de todos los males so-ciales. Se trataría, en nuestro tiem-po, de un uso indiscriminado de latécnica que deja de lado, por esomismo, todos los otros valores, elhumanismo entre ellos.

Entre nosotros Sábato supo te-ner esta mirada que conserva, ob-viamente, resabios de Heiddegger.En sus mejores versiones, las deMarcuse por ejemplo, se nos pre-senta a la técnica como la respon-sable de producir un hombre «uni-dimensional» y por eso mismopoco humano.

Desde mi punto de vista, estosenfoques intentan desviar la discu-sión desde la estructura social y lasociedad capitalista, los verdaderosresponsables, hacia alguno de suscomponentes tomados de maneraaislada. La técnica – como todaherramienta, en realidad se la po-dría definir como la suma de lasherramientas y los procedimientos– depende de quién la maneje y delo que se pretenda de ella. Si es elmercado en su ciega búsqueda dela ganancia y la burguesía quienesvan a manejar los procesos técni-cos, entonces sí, habrá que con-cluir que el mundo se volverá –yase ha vuelto – inhumano. Pero sifueran los propios hombres orga-nizados, conscientes de su funciónsocial aquellos que pudieran tomarel timón de sus propios destinos yno el impersonal «mercado», enton-

ces la técnica podría devenir la alia-da necesaria para el logro de unasociedad más justa, «post- capita-lista», socialista.

Creo que por todo lo dicho, loscomunistas en este terreno de la va-loración de lo individual y de lalibertad, del humanismo, podemostomar la iniciativa y demostrar queen la época, el único humanismorealista es el marxismo. «El horizontede la época» supo decir Sartre.

Aunque a primera vista parezcaparadojal, los comunistas somos losverdaderos defensores del individuoy de su libertad, entendida no comola simple realización de los caprichospersonales, sino como la lucha cons-ciente por una sociedad más justa,por comportamientos más solida-rios que, al librarnos de la explota-ción y al permitir una igualdad entérminos reales, pase de la prehisto-ria de la humanidad hacia la verda-dera historia. El marxismo por suaspiración de ciencia social permiteconocer la realidad en la que esta-mos inmersos y hallar en ella los su-jetos para el cambio necesario.

Ese nuevo individuo «para sí» queintegre los sujetos colectivos a la parde poder cultivar libremente su in-dividualidad, sus diferencias, sabrá,a la vez luchar por los reales valo-res humanos y no por los preciosde los objetos. Se moverá en unmundo humano, humanizado y noen un mundo de las «cosas», comodecía Marx. Habrá entonces menoscosas en venta: ni la salud, ni la edu-cación, ni la ética ni el amor po-drán comprarse. Y, por supuesto,tampoco venderse.

Como dijo alguna vez Gramsci,estamos todavía en una época endonde lo anterior ya fue y lo que vie-ne no acaba de nacer. Esa es la tareaque nos ha tocado. A la liberación realy social hay que añadir la liberación delas subjetividades a las que debemosarrancar de la influencia de las con-cepciones burguesas.

¡Vamos por una nueva hegemonía!Tenemos las mejores herramientas.

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Marxismo y Humanismoen la lucha de clases

por Alexia Massholder1

«La historia contemporánea nosenseña que en manos de la burgue-sía el humanismo está en trance demorir». Esta frase, escrita por Aní-bal Ponce en 1935, podría enunciar-se en la actualidad, con el agregadode cientos de ejemplos que no hanhecho sino demostrar que el huma-nismo en el capitalismo es una enun-ciación sin contenidos reales, pro-fundos y duraderos.

En sus orígenes el pensamientohumanista buscó constituirse comouna filosofía que acompañara, y jus-tificara, un estado de cosas. Con laconsolidación del capitalismo, lasevidencias concretas del contrasteentre puñado de enriquecidos «li-brepensadores» y una inmensa masade desposeídos requerían de uncorpus teórico, de una forma deenunciar y legitimar aquel estado decosas. De la misma forma que enla edad media se había logrado ins-talar la idea de la sociedad divididaen tres estamentos, esto era, los queluchan, los que oran y... los que tra-bajan para mantener a los que lu-chan y los que oran. Como heren-cia de la eficacia de esta tradición,

el humanismo burgués compren-dió el potente papel que la religiónjugó siempre como elemento decontinencia. No nos referimos a lageneralmente mal utilizada frase deMarx sobre la religión como el«opio de los pueblos», sino al pa-pel concreto que el «culto a la po-breza» y una fuerza exterior a laacción de los hombres jugó en laresignación y el inmovilismo de losque menos tienen. Ya Maquiaveloalertó sobre la atención que el Es-tado debía prestar a los asuntos re-ligiosos para el manejo de los asun-tos de la sociedad.

En la actualidad es cada vez másevidente que la disputa política com-prende al mismo tiempo una dis-puta de sentidos. La derecha haavanzado sobre terrenos y símbo-los que claramente tiene más vin-culación con los intereses reales delpueblo que con las oscuras inten-ciones del sistema que ella repre-senta. Pensemos en Henrique Ca-priles en Venezuela denominando«Simón Bolívar» a su comando decampaña o en Mauricio Macri ha-ciendo campaña hablando de las

bondades de la salud y la educa-ción pública, y llamando a «desi-deologizar» la región... O en un te-rreno más «pantanoso» como en elque se mueve una institución comola Iglesia, las declaraciones del Papaen Cuba de «Nunca el servicio esideológico, se sirve a las personas,no a las ideas», justamente en un paísque gracias a sus ideas aplicadas ala realidad política logró sacar alhombre de la opresión imperialis-ta. Estas no son iniciativas aisladasy coincidentes, sino parte de planeselaborados de dominación. Podría-mos citar innumerables ejemplos depensadores al servicio de estos pla-nes. Mencionaremos sólo el ilustra-tivo caso Joseph Nye y sus escritossobre un «poder inteligente» quecombine el «poder duro» con el«poder blando», entendido comola capacidad de generar una cultu-ra y una política que genere atrac-ción a los dominados.2 Así, la co-optación ideológica y la desarticu-lación de resistencias es entendidacomo la puerta de entrada a travésde la cual las burguesías pueden re-componer y expandir sus benefi-

1 Doctora en Ciencias Sociales, Historiadora, Directora Adjunta del CEFMA.2 Puede ampliarse el tema con la lectura de Boron, Atilio y Massholder, Alexia “Pensamiento estratégico estadounidense”, en Revista

de estudios estratégicos, N°2, segundo semestre de 2014.

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cios sin la necesidad de un «poderduro» que en algunos casos puedetener un costo contraproducentepara los dominadores en relación alos dominados.

Por todo esto, y por tantas otrascosas, el tema del humanismo nopuede pensarse por fuera de la lu-cha de clases. Porque el humanis-mo burgués ha enunciado preocu-parse por el hombre cuando enrealidad sólo ha puesto el foco,como toda ideología burguesa, enel individuo. Así, el bienestar indi-vidual multiplicado haría del biende toda la sociedad. Ahora bien¿quién podría darnos algún ejem-plo de realización concreta de estepostulado en el capitalismo?

Este escrito, pretende revisitar al-gunos textos que nuestros pensa-dores elaboraron décadas atrás,pero que en la relación dialécticaentre tradición y la renovación, nospuede permitir pensar caminospara la construcción política actual.Partimos de la idea de que en laactualidad, la beligerancia imperia-lista se despliega a una fuerte ofen-siva ideológica para recomponer elhumanismo en su sentido burgués.Algo así como un «keynesianismohumanista» que busca tomar me-didas que «compensen» los desas-tres del capitalismo. Por supuesto,los comunistas jamás desdeñaremoscualquier mejora concreta en la vidade los hombres, pero nosotrosbuscamos ir a la raíz de los proble-mas, no a «emparchar» los proble-

mas. Y no se trata de una digresiónteórica, sino de algo que es muyparte de nuestra acción política,siempre desplegada entre nuestralucha contra el enemigo principal,el imperialismo, y nuestra partici-pación en lo que Mao denomina-ba «contradicciones en el seno delpueblo». Para poner un ejemploreciente: nosotros tenemos muy cla-ras diferencias con algunos com-pañeros del campo nacional y po-pular y a la vez trabajamos conellos. Y no debemos nunca rene-gar de nuestros aportes específicos,que son muchos, porque sería noestar a la altura de lo que el comu-nismo ha dado a los pueblos en lahistoria. Nosotros debemos actuaren unidad, en la unidad posible,siempre en diálogo y acompañan-do los procesos, no fuera de la his-toria, aportar lo que tenemos queaportar.

En lo referente al humanismo, losaportes del pensamiento comunis-ta son fundamentales. Partimos dela base de aclarar que con mayor omenor conciencia, más o menosexplícitamente, la elaboración y lautilización de ideas y conceptos tie-nen siempre un trasfondo de clase.Nuestros pensadores marxistas hanpuesto mucha luz sobre este tema.

Desde nuestro partido la cues-tión del humanismo ha tenido muyvaliosas reflexiones como las deAníbal Ponce en Humanismo burguésy Humanismo proletario, Héctor P.Agosti en Tántalo recobrado, y másrecientemente también Estética yMarxismo de Raúl Serrano.

Esta recomposición del humanis-mo burgués va en sentido contra-rio a lo que planteaba Agosti: elmarxismo es el verdadero huma-nismo. Recuperar la idea del mar-xismo como una forma de ver elmundo y actuar sobre él para erra-

dicar definitivamente los padeci-mientos del hombre. ¿Qué haymás antihumanista que la explota-ción del hombre por el hombre?No hay mucha complejidad de eso,que es muy sencillo. Debemos sim-plemente articular mejor una ofen-siva ideológica.

Ponce señalaba cómo desde Eras-mo a Romain Rolland sentaron lasbases de una dominación intelectualen el terreno de las reflexiones so-bre el humanismo, que desde susinicios apuntó a la «exaltación de losvalores racionales, la separación delentendimiento de todas las otrasfunciones que la acción exige y eltrabajo impone», que no eran másque un reflejo en la ideología «de laseparación profunda entre las cla-ses que la sociedad de su tiempohabía realizado: para que existanhombres libres, despreocupadosdel trabajo, era menester una turbade asalariados y de siervos que ase-guraran el ocio de los amos».3 Elautor señala como aquel humanis-mo había buscado conformar unaélite que luchara con las armas delespíritu, que «son las únicas armas alas que no las mueve la violencia».Clara preocupación de una burgue-sía que había ya atravesado, en elsiglo XIX, las revoluciones de 1848y 1871, en las cuales el proletariado,cansado de morir en nombre de lasrevoluciones burguesas, se decidióa luchar por sus propias reivindica-ciones. Como si la violencia fueracuestión solamente de «espíritus» yno de situaciones materiales. Y noporque seamos partidarios de laviolencia per se. El Partido Comu-nista ha afirmado en reiteradasoportunidades que no es partida-rio de la violencia, pero debemosreconocer que «paz», la «libertad» enabstracto no dicen mucho sobre larealidad de las cosas. La violencia,

3 Ponce, Aníbal, “Humanismo burgués y Humanismo proletario”, en Obras Completas, Buenos Aires: Cartago, 1974, tomo III. p. 492.

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cristiano, nos deja valiosas reflexio-nes sobre el humanismo socialista,en el cual nos centramos en los pá-rrafos que siguen.

Sabemos por experiencias recien-tes de casos en los que se sobredi-mensiona la existencia en los hechosde una movilidad social propia dela sociedad capitalista, que preten-de dar como un hecho superado lalucha de clases. Movilidad que pa-recía incrementarse, en la sociedadde masas, por las apariencias de unmejoramiento del nivel en la vidade los trabajadores, consecuenciadel acrecentamiento del monto his-tórico de las «necesidades» impues-tas y determinadas por el ensancha-miento del mercado. Uno de losaspectos que se descuida en estetipo de análisis es la problematiza-ción del tema de la «libertad», por-que si las apariencias del desarrollode la sociedad burguesa nos pro-porcionan la imagen de un trabaja-dor cuya capacidad de consumo haaumentado, y confundiendo estocomo vimos con la movilidad so-cial, no da cuenta de las limitacio-nes que dicha sociedad impone aldesarrollo no solo material sino es-piritual del hombre. Si como plan-tea Marx «el reino de la libertad sóloempieza allí donde termina el tra-bajo impuesto por la necesidad ypor la coacción de los fines exter-nos», las posibilidades de desarro-llar «libremente» los aspectos nomateriales de la persona son eviden-temente acotados. Y esto es por-que las condiciones de producciónlimitan concretamente la posibili-dad de un tiempo libre en el que elhombre pueda desplegar la reali-zación de su totalidad en libertad.

No se trata, claro, del tiempo libreentendido como otium latino, detiempo vacante, sino de «tiempo li-bre destinado a la remodelaciónespiritual del hombre mediante eldesarrollo universal de sus aptitu-des». En este punto nos parecenmuy valiosas las contribuciones deRaúl Serrano que apuntan a reivin-dicar al hombre como «sujeto crea-dor» capaz de crear, es decir, de«objetivar lo subjetivo», para lo cual,obviamente, necesita un tiempo derealización de esa subjetividad. Y nosólo de los artistas, que en el capi-talismo suelen estar condenados aun «doble oficio», esto es, su crea-ción como objetivación de su sub-jetividad, y el trabajo extra que ge-neralmente debe hacer para subsis-tir materialmente. Esto sin profun-dizar además en las nefastas conse-cuencias que la lógica capitalista delmercado tiene para la cultura, en laque los artistas suelen tener que re-signar sus aportes y criterios artísti-cos para «triunfar» comercialmenteen las industrias que manejan, comotodos los empleadores, a sus tra-bajadores, y en la que lo vendibleparece estar cada vez más alejadode los contenidos profundos... Así,el «mercado de la cultura» necesitade «consumidores» cuyos gustos yelecciones respondan a las necesi-dades de los «valores» propios de

4 Ejemplo del tema de democracia instalado hegemónicamente sin adjetivos, cuando refiere a la democracia burguesa, votando más omenos regularmente para elegir a quienes nos van a representar. Por supuesto que es importante, sobre todo después de las dictaduras.Pero no debemos confundir eso con nuestro horizonte final. Tenemos que disputar NUESTRo sentido de democracia. Nos hemospronunciado sobre este tema en otros trabajos.

5 Ponce, Aníbal, “Humanismo burgués y Humanismo proletario”, en Obras Completas, Buenos Aires: Cartago, 1974, tomo III. p. 500.

tal como la concibe el marxismono remite sólo a la fuerza armada,aunque pueda contenerla, sino alinevitable combate de las mayoríaspor derribar los obstáculos socia-les que se oponen a la plena expan-sión del hombre. Hay un sentidocomún muy fuerte que se instala yque debemos combatir, que es elque permite que la burguesía seapropie de estos sentidos.4 Perocomo señala Ponce, hasta el pro-pio Romain Rolland advirtió lo queél mismo denominó la agonía de«una obstinada ilusión», esto es, el«doloroso proceso que se inicia enel instante mismo en que el intelec-tual descubre que su pretendida in-dependencia está condicionada poroculta potencias que la dirigen (…)Romain Rolland es el testimoniovivo, heroico, desgarrador, de esaconfianza tenas en un Espíritu quese basta a sí mismo, en una inteli-gencia que se cierne por arriba delas cosas».5

Pero la historia nos da infinitosargumentos para combatir ese sen-tido común. Y con el nacimientode la marginación provocada porel capitalismo de la mano del hu-manismo burgués, surgió su nega-ción, es decir, el humanismo prole-tario, único capaz de recomponerla forzada división entre trabajo in-telectual y trabajo manual dando laposibilidad del verdadero «hombrecompleto».

En este último sentido se insertael trabajo que el principal discípulode Aníbal Ponce, Héctor P. Agosti,realizó para intervenir en las polé-micas de su tiempo. Tal fue el casode Tántalo recobrado en el que Agos-ti, en su diálogo con el humanismo

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un estado de cosas. Serrano da unejemplo actual al referir a la «tineli-zación» del humor, que remite acontenidos televisivos (aunque nosólo televisivos) que no requieranninguna función mental del espec-tador más que «consumir». No es-timula la percepción crítica ni la re-flexión ¿cuál es la clave del éxitoentonces? Que el sujeto que estáfrente a la televisión ha pasado 10o 12 horas esclavo del sistema y haagotado allí la mayor parte de susenergías, no quedándole más ganasdel de «divertirse y pasarla bien».6Porque el arte nos dice Marx, entodo sistema de producción, nosólo produce un objeto para el su-jeto sino que al mismo tiempo pro-duce un sujeto para ese objeto. Esto,nos dice Serrano, «nos permite ex-plicarnos muchos fenómenos atri-buidos con anterioridad a no se sabequé misteriosas potencias conteni-das desde siempre en el sujeto hu-mano. Explica la relación de nece-sidad que se establece entre las prác-ticas, los consumos u las produc-ciones de ciertos objetos. Y tam-bién nos permite ver con mayorclaridad de qué armas se valen al-gunos medios para «producir» enlas masas populares necesidades deconsumo que luego son calificadascomo «arte popular». Y que en rea-lidad no lo son. Se trata tan sólo deque, desde determinados nivelescon poder de decisión, se «popu-

larizan» determinados temas mu-sicales, o películas o series televisi-vas o cantantes y, de este modo, selogra imponer, fabricar el gusto olas modas que luego se tomancomo parámetro de lo requeridoy popular».7

Otra común falacia es la funda-mentación de la libertad de las per-sonas en la posibilidad que tienende «elegirse», de lo que se despren-de que todas las elecciones resulta-rían legítimas por igual, porque to-das, en última instancia, implicaríanla propia «realización» del hombre.Así, «elegir» una vida de consumomaterial, generalmente innecesario,como el que impone la sociedadcapitalista actual, que coloca el he-cho de poder cambiar el auto o elcelular todos los años como unparámetro de bienestar pero queno contempla en absoluto el carác-ter finito de la materialidad en elplaneta, no repara en que para quealgunos (muchos o pocos) puedan«realizarse» en este sentido, muchí-simos otros no tienen siquiera parala reproducción de sus condicionesbásicas de subsistencia. Y si bien escierto que, en términos muy gene-rales, las reglas de estos comporta-mientos o «elecciones» están dicta-das por los condicionamientos so-ciales de su pertenencia a determi-nada clase, no es menos cierto queen el orden de la subjetividad, quees intransferible, los reclamos pue-den asumir urgencias desparejas ylas respuestas no ser siempre simé-tricas ante los mismos estímulos(Agosti, 1964, 85). Esto hace quenuestra forma de encarar la pro-blemática requiera un nivel de com-plejidad que permita combatir eselugar común que relaciona al socia-lismo como la «uniformidad de los

sujetos», que tanto combatió el Cheen sus escritos.

Si entonces, el problema de la li-bertad no es un acto de elección, laasunción de la humanidad del hom-bre no es dilema ético que puedaresolverse voluntariamente. Si lacondición humana del hombre está«eclipsada» esto no se debe a lascalidades del hombre sino a su ac-ceso a la propiedad. Si la libertad,además, no puede considerarsecomo una elección del hombre sin-gular, debe entenderse que su libe-ración es entonces un acto social.Es decir, las condiciones de opre-sión del individuo no responden aactos de voluntad de un individuo,sino que responden a las fuerzasreales que operan en la sociedad.En tanto esas fuerzas respondan alas relaciones capitalistas, las condi-ciones de enajenación y opresiónpersistirán. Y por eso, en palabrasde Agosti, «la supresión positiva dela propiedad – es decir, la apropia-ción sensorial para y por el hombreobjetivo, de las realizaciones huma-nas- no debe ser concebida sim-plemente en el sentido del disfruteinmediato, exclusivo, en el sentidode posesión, de tener. El hombre seapropia de su ser universal demanera universal, es decir, comohombre total».8

Esta es una de las piedras funda-mental del humanismo, porqueimplica el verdadero desarrollo to-tal del hombre, sólo viable de rea-lizarse sin las opresiones de una so-ciedad dividida en clases. Si la fina-lidad de todo humanismo es justa-mente la búsqueda de ese hombretotal, hasta el momento no se ha-bía prestado suficiente atención alverdadero origen de aquella des-trucción del hombre que la socie-

6 Serrano, Raúl, Estética y marxismo, Buenos Aires: Ediciones del CCC, 2009, p. 62.7 Serrano, Raúl, Estética y marxismo, Buenos Aires: Ediciones del CCC, 2009, pp. 61 y 62.8 Agosti, Héctor P., Tántalo recobrado, Buenos Aires: Lautaro, 1964, p. 92.

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dad burguesa parecía presentar.Una de las paradojas con las quechoca el humanismo en el capita-lismo es que a medida que crece yse desarrolla la civilización burgue-sa, basada en la «libertad» del indi-viduo, este mismo individuo resul-ta disminuido desde el punto devista de las relaciones humanas».Pero esas proclamadas «libertades»chocan en la realidad con la con-centración monopólica en el mer-cado y con los contingentes de des-ocupados que dificulta la obten-ción de condiciones beneficiosaspara los trabajadores. Para el pen-samiento burgués, la libertad re-mite de una concepción atomísti-ca del individuo emplazado fren-te a la sociedad: la libertad del in-dividuo para desarrollar su pro-pia competencia contra los demás.La libertad es así igual para todos,y se basa en la tutela de sus respec-tivas propiedades: la del capitalis-ta, consintiéndole, por ejemplo, elcierre de sus empresas sin que elestado leviatán pueda interferir ensus decisiones individuales y sobe-

ranas; las del trabajador, permitién-dole la libre disponibilidad detransferencia a otros sectores delabor, sin estar sujeto a un tipo de-terminado, como en la época feu-dal. Pero esta «libertad» queda re-ducida a las posibilidades delimi-tadas por los poderes materiales.Como bien señalaron Marx y En-gels en La ideología alemana, «En laimaginación, los individuos, bajoel poder de la burguesía, son, portanto, más libres que antes, por-que sus condiciones de vida son,para ellos, algo puramente fortui-to; pero, en la realidad son, natu-ralmente, menos libres, ya que sehallan más supeditados a un po-der material.»9 Poder material que,además, determinan las condicio-nes del trabajo mediante el cual elhombre se realiza en tanto ser.

Si el trabajo concreto se insertaen una realidad capitalista concre-ta, determinada por el caráctersocial de la producción y el carác-ter privado de la apropiación, re-sulta impensable hablar de una «hu-manización» del capitalismo, por-que estudiado en su esencia el ca-pitalismo tiende a limitar el desa-rrollo del «hombre total», esto es,en sus aspectos no sólo materialessino espirituales.

De los razonamientos preceden-tes, podemos concluir que el mar-xismo es el exponente máximo delhumanismo real, del humanismo

9 Marx, Carlos y Engels, Federico, La ideología alemana, Buenos Aires: Pueblos Unidos-Cartago, 1985, p. 89.10 Citado en Ponce, Aníbal, “Humanismo burgués y Humanismo proletario”, en Obras Completas, Buenos Aires: Cartago, 1974, tomo

III. p. 499.

del trabajo, reivindicando concre-tamente la condición y la naturale-za del hombre, diferenciándose delas corrientes de pensamiento quesostienen una naturaleza abstracta yeterna del hombre desprendida desu existencia terrenal. Porque se si-túa al nivel de la sociedad real nosimplemente en la conciencia indi-vidual del hombre.

Quisiéramos terminar este escri-to con una cita que ejemplifica demanera magistral la lógica del hu-manismo burgués: «El señor Jun-queiro y yo paseábamos un día jun-tos, de aquí para allá, por el jardínde la Villa del Conde, y el señorJunqueiro predicaba la piedad yel amor. Unos chiquillos estabanpor allí jugando a la pelota, y yoy el señor Junqueiro paseábamosde aquí para allá. El señor Jun-queiro predicaba la piedad y elamor, cuando en eso la pelotacayó en la cabeza del señor Jun-queiro, quien levantó el bastón ydio con él al chiquillo... Y noso-tros continuamos paseando de aquípara allá, y el señor Junqueiro pre-dicando la piedad y el amor».10 Yasí, siempre, la burguesía predicael amor, el entendimiento y laconciliación mientras nada pongaen cuestión su dominación.

Nosotros tenemos nuestro pro-pio sentido del humanismo. Lahora actual nos debe convocar aluchar por él.

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Intelectuales y marxismoen América Latina

Vivimos una crisis civilizato-ria promovida por el capitalismo, ya declinante,

pero todavía con poderosas reser-vas, ¡y vaya si las usa! Estuvo y estáen guerra con Palestina, con Irak,con Siria y un largo etcétera. EnNuestra América, es el estrategaque promueve las tácticas de laRestauración Conservadora, ins-trumentadas por las oligarquías lo-cales, los medios de comunicaciónconcentrados y las respectivas em-bajadas de los EEUU. Así, acechala continuidad de procesos progre-sistas y en vías al socialismo en nues-tros países. Sobre todo, no tolerael avance de la integración latinoa-mericana y la inclusión de grandesmasas postergadas. Porque, en rea-lidad, capitalismo está en guerra contodos los pobres del mundo.

Pero desde el Río Bravo a la Pa-tagonia –e incluso más al norte aun,si consideramos a algunos escrito-res «chicanos»– asistimos al desa-rrollo de una nueva cultura de iz-quierda cuyo eje vertebral es elmarxismo: una cultura pluralista,diversa, inclusiva, que pone en pri-mer plano lo que une a los pue-

por Ana María Ramb1

blos de la Patria Grande y deja aun lado lo que puede dividirnos.Una cultura que no siempre levan-ta con estrépito consignas en apa-riencia más radicales, sino que nosinsta a crear espacios de encuentroen la actual batalla de ideas; espa-cios en los que participen los másamplios sectores, para constatarque somos muchos y muy decidi-dos los que estamos en la mismalucha: eso nos hará más fuertes, yserá lo que, efectivamente, va a ra-dicalizarnos. Esta nueva cultura deizquierda no nació de gajo.

Además de contar con Marx yEngels –que no tenían aún treintaaños cuando dijeron: «¡Proletariosdel mundo uníos!»–, a quienes dé-cadas más tarde se les sumó Lenin,esa cultura de vanguardia tiene tam-bién fuentes y precursores en Amé-rica Latina. Uno de esos pioneroses un gramsciano avant la lettre –esdecir, «antes de tiempo», como dijoAbel Prieto, ex ministro de Culturade Cuba–; he aquí un pensamientosuyo: «Los jóvenes en América searremangan las camisas, hunden lasmanos en la masa y la levantan conla levadura de su sudor». Federico

García Lorca diría décadas despuésque los verdaderos poetas no seniegan a meter los pies en el barrocuando quieren hablar de las azu-cenas, porque es en el barro don-de están las raíces nutricias de esasmismas azucenas, y de ahí sacan susjugos vitales.

Aquel primer revolucionario, caí-do en combate, autor de bellísimosversos de vanguardia modernista,de innumerables artículos periodís-ticos y del breve ensayo NuestraAmérica –con el que nos marcó uncamino–, es José Martí, autor tam-bién de otras frases gramscianas deanticipación: «Trincheras de ideasvalen más que trincheras de piedra».Martí parte de la conciencia eman-cipadora de Bolívar, de San Mar-tín, del cura Hidalgo, al recuperarno sólo el saber y la memoria denuestros pueblos, sino también alreivindicar el papel de las etniasoriginarias, de los negros, de «lospobres de la tierra» como sujetos yprotagonistas de la historia. Martíno llegó a leer las obras de Marx,si bien seguía sus notas en los dia-rios, y reveló su respeto al publicarel único obituario que le dedicaron

1 Escritora y periodista

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en castellano. Sin haber leído ElCapital ni estudiar la teoría de laplusvalía, el poeta y revolucionariocubano la percibió desde niño ypredicó un humanismo muy cer-cano a las ideas socialistas: «Con lospobres de la tierra quiero yo misuerte echar». De viva voz y porescrito, fue el primer denunciantedel imperialismo yanqui y sus ape-tencias sobre nuestra región; lo hizoen la 1ª Conferencia Panamericana(Washington, 1890-1891), inspiradaen la doctrina Monroe.

La denuncia martiana mantieneabsoluta vigencia. También la en-crucijada que marcó Rosa Luxem-burgo hace casi cien años: «Socia-lismo o barbarie» conserva su va-lidez. El marxismo y la búsquedade opciones socialistas a las inhu-manas condiciones de existenciaque genera el capitalismo siguenvivos, y encuentran su mayor desa-fío en recrear y poner en prácticaesa vitalidad. El marxismo latino-americano se ve hoy precisado aenriquecer la teoría y a fortalecer susargumentos para ponerse a tonocon los cambios en el mundo y loslogros de las ciencias. Como plan-teara el gran pensador argentinoHéctor Agosti: «No basta con usarla metodología marxista para sermarxista. Para serlo verdadera-mente, hay que unir el método deinvestigación a la práctica, hay queunir la explicación del mundo a sutransformación».

Está muy difundida la idea de queen el orden de la cultura, sólo losintelectuales la crean. Fue AntonioGramsci –dirigente comunista ybrillante filósofo político italiano–quien se encargó de aclarar quiénes

son intelectuales: intelectuales somostodos. El albañil que levanta unapared usa la plomada, aplica la leyde gravedad, y esa es una labor in-telectual. La maestra que da clase asus niños es una intelectual; lo es elministro de Economía, la confec-cionista que cose ropa y el músicoque da un concierto. Todos somosintelectuales y todos hacemos cul-tura. Con los Cuadernos de la cárcelde Gramsci, escritos en las lóbre-gas celdas fascistas, el marxismoalcanzó un muy alto nivel de reno-vación. Gramsci repuso el término«intelectual» devenido en categoría,y distinguió a los intelectuales «tra-dicionales»: aquellos que se ocupanoficialmente de reproducir la hege-monía de la clase dominante, de los«intelectuales orgánicos»: aquellosque desempeñan en la sociedad lafunción de intelectuales, más allá deque sea imposible considerar acti-vidad humana que prescinda delejercicio del intelecto. La Argenti-na tuvo el temprano privilegio deconocer el pensamiento de Gra-msci, gracias a que Héctor PabloAgosti difundió sus obras en nues-tro medio. En 1951 publicó suEcheverría, donde HPA interpretala constitución de la cultura argen-tina en clave gramsciana, influen-cia también presente en posterio-res obras suyas, y que se expresa entemas muy caros para este pensa-dor nuestro, de admirable enver-gadura y tributario de reconoci-miento internacional. Por ejemplo,cómo reconocer en nuestro país alintelectual orgánico de las clasespopulares, y cómo aborda éste suresponsabilidad teórico-práctica.

Muchos intelectuales han creídodurante siglos que eran únicamenteellos quienes creaban y producíancultura. Creyeron incluso que go-zaban de autonomía. Fue precisa-mente Gramsci en sus Cuadernos dela cárcel quien hizo la distinción en-tre funcionarios e intelectuales, eincluso señaló su gran coincidencia:ambos se encargan de transmitir la

hegemonía de la clase dominante.Cierto es que no pocos intelectua-les, al adquirir percepción de supertenencia a la clase trabajadora,se debaten desgarradamente entresu conciencia y su existencia. Algu-nos se quedarán cómodamente ensu torre de marfil, y emitirán críti-cas y diagnósticos preclaros de larealidad que contemplan desde lasalturas, pero con un tibio compro-miso y sin decidirse a intervenir.Otros, resolverán la cuestión deotra manera: al no estar dispuestosa debatirse entre el logos y la praxis,entre la reflexión y la acción, acep-tarán un rol mercenario, de cons-ciente reproductor de la cultura dela clase hegemónica; ingresarán en-tonces a la categoría de intelectua-les orgánicos del capitalismo, quelos conectará directamente con ins-tituciones y empresas que se servi-rán de ellos para organizar sus inte-reses y aumentar el poder, y asíacentuar el control que ya ejercen.En la lógica de lo mediático globa-lizador, encontraremos a estos in-telectuales en los grandes mediosconcentrados como invitado espe-cial, columnista de lujo, brujo de lasrespuestas; como dijera NicolásCasullo: «pactistas», como siempre,«de lo que es y de lo que está». Lafusión entre teoría y práctica es con-flictiva, inestable; no es lineal, no seresuelve de una vez por todas. Elpapel del intelectual no es producircultura, realizar obras geniales; es darconciencia a los hombres del dra-ma en que viven, y cambiar en lu-cha real los combates de ideas.

¿Recuerdan La Tempestad deShakespeare, donde Próspero, esegran demiurgo, el gran intelectual,se exiliaba en una isla y se apodera-ba del territorio donde habitaba elnativo Calibán –personaje que nosería sino el representante de lospueblos latinoamericanos, de acuer-do con la acertada interpretación delcubano Roberto Fernández Reta-mar–, lo esclaviza para su benefi-cio y, como si esto fuese poco, lo

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demoniza? Tal como ahora sondemonizados los pibes de las villaspor algunos dirigentes políticos queaseguran que esos pibes están «in-festados» por el delito (sic: declara-ciones del pretendiente presidencialSergio Massa y VV.AA). Y con esepretexto pretenden que el ejércitoentre a rajatabla en los barrios máscarenciados. En línea paralela al en-sayo Calibán de Retamar, la novelaLos mandarines de Simone de Beau-voir describe a los que se creen seintelectuales puros. Claro que cuan-do uno no quiere saber de política,la política lo viene a buscar a uno ylo mete en política. Un modelo demandarín era Jorge Luis Borges, hastaque la política lo fue a buscar. Olvi-dado ya de aquella remota poesíaen la que saludaba con júbilo a lareciente Revolución de 1917, en losaños 70 incurrió en opiniones polí-ticas que le costaron no recibir elPremio Nobel de Literatura, quetanto merecía por su obra. Casi afines de la dictadura del 76, apenasdeclarada la Guerra de Malvinas, enel 82, Borges revisó sus posiciones.Pero ya era tarde para el premio.

En Nuestra América hay una tra-dición intelectual que poco tiene quever con ese modelo que, desde loalto de la torre, hace análisis acerta-dos y hasta honestos de la realidad,y aguarda que las masas vengan, letoquen el timbre y suban a la torrepara incorporarlo; es decir, paradarle materialidad y subjetividad asu existencia. Nuestros intelectualesde izquierda están acostumbradosa hundir sus manos en la masa, enla que se reconocen, y ponen lospies allí, donde el barro se subleva.Hacen honor a Émile Zola y sucompromiso fundante. La palabra«intelectual» y el rol del mismo em-pezaron a surgir en un runrún allápor 1898 con el caso Dreyfus: elde un militar francés de origen ju-dío que injustamente fue acusadode espionaje en favor de Prusia, ycondenado a prisión en la Isla delDiablo. Zola escribió un famoso

alegato, J´Acusse (Yo acuso), en unartículo que provocó una sucesiónde crisis políticas inéditas en Fran-cia, y desenmascaró un larvado an-tisemitismo en aquella sociedad, alponer a los acusadores en el ban-quillo de los acusados. Entonces laverdad fue revelada: era el princi-pal denunciante quien pasaba da-tos a gobierno alemán. A partir deaquel largo proceso, el exitoso es-critor Émile Zola creó todo unmovimiento en la intelectualidad dela época, y de allí surgió el primerdocumento colectivo de intelectua-les: el reclamo por la libertad deDreyfus, con las firmas de los es-critores Anatole France, MarcelProust, Georges Sorel, el pintorClaude Monet, más científicos yacadémicos de nota. El caso le re-portó a Zola la pérdida de trabajoy honores, un proceso por difama-ción, el exilio y una muerte de ori-gen dudoso. Pero sirvió para quela sociedad francesa y mundial seplanteara las preguntas: ¿Qué es unintelectual? ¿Qué hace? ¿Sirve paraalgo? El intelectual, ¿nace o se hace?

Existe en la historia argentina unatradición de intelectuales orgánicosde la clase dominante y de intelec-tuales contestatarios. Mariano Mo-reno, Manuel Belgrano, ManuelDorrego fueron transformadoresrevolucionarios. Y qué decir de Joséde San Martín, junto con su par la-tinoamericano Simón Bolívar, en-tre los héroes de nuestra primeraindependencia. Años más tarde,Juan Cruz Varela, poeta oficial delrégimen rivadaviano, periodista or-gánico y perpetrador de dramasneoclásicos jamás representados,tendrá actuación política e influiráen el fusilamiento de Manuel Do-rrego. Su contemporáneo, el escri-tor Esteban Echeverría, introduc-tor del Romanticismo en el Plata,autor del largo poema El Mataderoy del ensayo El Dogma Socialista –producido bajo la influencia delsocialismo utópico que el autorconoció en Europa–, fue un inte-

lectual contestatario ante el rosismo,y como otros de la Generación del37, conoció el exilio. Es asimismotransparente la vinculación entrecultura y política en dos hidalgospobres de provincia, intelectualesorgánicos de la alta burguesía. Uno,Domingo Faustino Sarmiento, po-lítico y escritor de altísima nota quemantuvo una polémica con Martí,y cuyas contradicciones lo llevarona insultar a la oligarquía de su tiem-po, y que, a la vez, pedía no aho-rrar sangre de los mismos gauchosa los que llamaba «el soberano» yse obsesionaba en educar. El otroes el poeta Leopoldo Lugones, se-guidor del Modernismo de RubénDarío –y tal vez admirador deGabriele D’Annunzio–, y autor delpanfleto golpista La hora de la espa-da, que destila un nacionalismo fas-cista, una suerte de prólogo delgolpe de Estado de 1930.

Comenzaba entonces en nuestropaís la denominada Década Infa-me, que estuvo marcada, como re-cuerda Carlos Agosti, hermano deHéctor, por la Guerra Civil Espa-ñola, el apoyo a la República y elfreno al avance del fascismo. Jóve-nes intelectuales relacionados con lafigura de Aníbal Ponce, participaronen AIAPE (Asociación de Intelec-tuales, Artistas, Periodistas y Escri-tores, 1935-1943) y se integraron ala lucha por la liberación social y laredención humana. Héctor –grandiscípulo de Ponce-– y Carlos Agos-ti, Alfredo Varela, Raúl Larra, Emi-lio Troise, Gregorio Bermann, Ca-yetano Córdova Iturburu, MarioBravo, Jorge Thénon, José Porto-galo, Gerardo Pisarello, todos jó-venes soñadores, abrevaban en los

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clásicos del marxismo, las grandesnovelas rusas, la narrativa del grupoBoedo, la poesía surrealista francesay la del poeta porteño Raúl Gonzá-lez Tuñón, y así, con el acompaña-miento de Álvaro Yunque, se pre-paraban para la batalla por los gran-des ideales de belleza y justicia so-cial. Apuntemos que el grupo deBoedo, identificado con los secto-res obreros, veía en la literatura unavía para contribuir a la transforma-ción de la sociedad, en tanto el Gru-po de Florida, identificado con lasélites, privilegiaba los aspectos derenovación de las formas artísticas,de acuerdo a las vanguardias euro-peas. Entre ambos grupos, máspróximo a Boedo que a Florida,floreció el singular talento de Ro-berto Arlt, que noveló como po-cos la Década Infame.

Alfredo Varela, de AIAPE, tras-cendió dentro de su larga obra conEl río oscuro, novela en la que se basóel film de Hugo del Carril Las aguasbajan turbias. Si bien entre amboscreadores el desenlace de la histo-ria fue materia de debate, es preci-so admitir que, al fin, tanto la no-vela como la película –tanto la lite-ratura como el cine–, fueron en estecaso dignas herramientas de denun-cia social y política por parte de doscomprometidos intelectuales delcampo nacional y popular; Varela,militante comunista; del Carril, mi-litante peronista. Alfredo se com-prometió con una causa que hoytambién nos convoca y es la causade la paz. Y en este sentido quierorecordar a otra gran intelectual, RinaBertaccini, quien durante años lide-ró el MOPASSOL, fundado porVarela, en la lucha por la paz y la

solidaridad con los pueblos.América Latina ha generado, tan-

to en el orden político como en elintelectual, personalidades creativas,cuyo reconocimiento internacionallos ha hecho muy considerados enlos estudios sobre el desarrollo uni-versal del marxismo. Entre ellospodemos nombrar a José CarlosMariátegui en Perú, José AntonioMella en Cuba y, por supuesto,Héctor P. Agosti en Argentina. Los7 ensayos de interpretación de la realidadperuana de Mariátegui es obra dereferencia para la intelectualidad denuestro continente. De él recorda-mos dos frases: «La revolución nodebe ser ni calco, ni copia, sino crea-ción heroica». Y: «El feminismo,como idea pura, es esencialmenterevolucionario». En sus 26 años devida, Mella quiso, inspirado por laReforma Universitaria argentina,transformar la Universidad cuba-na; editó revistas de combate y co-fundó el primer Partido Marxista-leninista Cubano. Héctor P. Agostirinde tributo a estas dos grandesfiguras en su libro El hombre prisio-nero, donde da cuenta de su precozprisión política. HPA, intelectualorgánico del PC y pensador de van-guardia, hizo confluir el logos y lapraxis con un alto nivel de calidady compromiso. Dedicó buena partede su prolífica obra a la reflexiónsobre la cultura y el trabajo intelec-tual como forma de militancia ensí misma.

En la década del 60 y comienzosdel 70, el prestigio del Partido Co-munista argentino y sus intelectua-les influyó en pensadores, artistas,escritores, músicos y otros intelec-tuales del campo popular. Discí-pulos de Héctor Agosti –no siem-pre con reconocimiento hacia elmaestro– difundieron el legadogramsciano. El Movimiento Nue-vo Cancionero, que sacó nuestracanción folklórica del pintoresquis-mo y la nostalgia, no hubiera podi-do ser, ni tener proyección latinoa-mericana, sin Hamlet Lima Quin-

tana, Armando Tejada Gómez yMercedes Sosa. La situación socialy política estuvo en los temas delibros notables. David Viñas, Os-valdo Bayer, Abelardo Castillo,Manuel Puig, Osvaldo Soriano, Ri-cardo Piglia produjeron novelas queresistirán las penas y el olvido. JuanGelman y los poetas de El PanDuro, Paco Urondo, Julio Huasi,Leonor García Hernando y lospoetas de Mascaró, Marcos Silber,desde un realismo crítico o el inti-mismo, templaron su poesía concompromiso social y político. Losnarradores Álvaro Yunque y JoséMurillo, militantes del PC, son au-tores de clásicos de la literatura in-fantil. En todos ellos, militantescomunistas o no, se lee la estela delecturas marxistas.

Hoy en Nuestra América, los in-telectuales orgánicos de la clase tra-bajadora saben que, para serlo, paraincorporarse al devenir, paradóji-co e incluso violento, de las verda-des que a veces arden como ascuas,tendrán que hablar, intervenir, ac-tuar según sus principios. Un cami-no nada fácil. Porque ya lo dijo donKarl, que cada día canta mejor yno es Gardel –y que fuera parafra-seado por HPA–: «Hasta ahora losfilósofos se han limitado a interpre-tar el mundo, de los que se trata esde transformarlo». Entre las gran-des figuras intelectuales del marxis-mo es ineludible nombrar a FidelCastro, Ernesto Guevara y HugoChávez. Hace poco Patricio Eche-garay, secretario general del PC yconnotado intelectual, citó a Eduar-do Galeano cuando dijo que «elChe tiene la costumbre de volver anacer todos los días». Y es así: sin elpensamiento vivo del Che a travésde sus discursos grabados con suvoz en cassettes, con sus escritos,quizá nos hubiese costado muchomás remontar la fiebre posmoder-na de los 80 y 90, superar la hipó-tesis del «derrame», la teoría del «finde la historia», la del fin del empleo,la desolación ante el desplome del

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bloque soviético. Fidel es el líderprincipal de una revolución socia-lista autoproclamada marxista leni-nista, y asimismo gestor de incon-tables tesis aportadas al desarrollode la teoría marxista, a medida quese producían nuevas circunstancias.Fidel y el Che han abordado temascomo las formas de lucha de cla-ses, la revolución social, la indepen-dencia nacional, la estrategia para latoma del poder político, la demo-cracia en el socialismo, la relaciónentre Partido, gobierno e institucio-nes de la sociedad civil, el interna-cionalismo, los desafíos del desa-rrollo científico y tecnológico en eltercer mundo –ya que la tecnolo-gía puede convertirse y hasta es unaforma sofisticada de dominaciónen manos de los amos del sistema.En 2015, el papa Francisco dio aconocer la encíclica Laudato sí. Eco-logía integral, nuevo paradigma de justi-cia, donde se reclama especial aten-ción a los más pobres, que son losque más sufren los daños ambien-tales. Es notable su coincidenciaconceptual con un discurso de Fi-del de 1994 sobre el problema.Entre Mella y Fidel, antes de quetriunfara la revolución, hubo enCuba grandes intelectuales, comoJuan Marinello, Alejo Carpentier,José Antonio Portuondo, MartínezVillena, Raúl Roa. Muchos más jó-venes, como Miguel Barnett, antro-pólogo y escritor, se incorporarona la causa de la Revolución.

Es preciso reconocer que, si eltriunfo de la Revolución Cubanatuvo (y tiene) un grandioso y pro-fundo impacto político y culturalen América Latina, es indiscutiblela fuerza de cohesión que insufló laCasa de las Américas en la creaciónartística y el despliegue intelectual dela región. Fundada por la coman-dante guerrillera y dirigente políticaHaydée Santamaría, en tiempos dedictaduras, la Casa fue faro y refu-gio, donde todo artista e intelectualávido de cultura y justicia reciclóenergías para lanzarse a la batalla de

ideas. Intercambiar saberes y deba-tir opiniones entre los jurados desu Premio, se volvió una ansiadaoportunidad de superación y deconfirmar el sentido de otra nota-ble reflexión gramsciana de JoséMartí: «[Las ideas] no nacen en unamente sola, sino por el comercioentre todas. No tardan después desalida trabajosa, a número escasode lectores, sino que, apenas sali-das, benefician».

El comandante Hugo Cháveztuvo la audacia de recuperar paranuestra región el proyecto de la Pa-tria Grande, y para su país, Vene-zuela, la Revolución Bolivariana. Hijode la Carta de Jamaica de Bolívar,discípulo dilecto de Fidel, profun-dizó la relación indisoluble entre lopopular y la democracia, entendien-do que, sin poder popular, la de-mocracia se diluye. Cuánta falta noshace hoy el comandante eterno.

Hay que ponderar el efecto queen nuestra región produjo un acon-tecimiento formidable por lo sig-nificativo: la Revolución Rusa de1917, que desató en el mundo unaenorme transformación cultural; esimpensable el surrealismo, la pintu-ra abstracta, sin tener en cuenta esequinquenio del 17 al 22 y la enor-me revolución de libertad que re-portó. También son impensables sinsu influencia el muralismo mexica-no y la novela social latinoamerica-na, incluso el llamado boom litera-rio. Otros hitos de definitivo alcan-ce son los grandes hechos de la his-toria latinoamericana del siglo XXpara el desarrollo del marxismo ennuestra región, como la Revoluciónmexicana en 1910, el triunfo de laUnidad Popular en Chile, la Revo-lución Sandinista, los movimientosrevolucionarios en El Salvador, enGuatemala, en Perú, y el actual pro-ceso latinoamericano, tan rico y tandiverso en sus matices.

No puedo explayarme sobre lostantos intelectuales que, en esta horacrucial de Nuestra América, nosdan lo mejor de su pensamiento y

ponen su cuerpo y presencia allí,donde los necesitamos. Pero, a ries-go de dar apenas algunos nombres,no puedo dejar de expresar mi gra-titud a intelectuales de compromi-so, cuyos textos sigo con avidez.Mucho debo al politólogo argenti-no Atilio Borón, desde que desafióa Toni Negri y a Michael Hardt,globalmente aplaudidos por suobra Imperio, donde daban por irre-versible el poder difuso y «descen-tralizado» del imperialismo; sonmuy seguidas las notas de su blog ylas que publica en Página 12. Tam-bién a nuestra compatriota StellaCalloni, poeta y periodista, quiensobrevivió (como Atilio, exiliosmediante) al Plan Cóndor; produ-jo sobre este un libro de lecturaimprescindible, y continúa incansa-ble con otros textos y artículos es-clarecedores, como en el que des-cribe los actuales «golpes electora-les», donde se nota el diseño de losexpertos en contrainsurgencia yguerra psicológica de Washington.

Quiero citar a los escritores uru-guayos Mario Benedetti y Eduar-do Galeano, quienes coinciden,frente a los que aseguraban la muer-te definitiva del marxismo y delsocialismo, en que «quizás tenganparcialmente razón, asistiremos alfin de cierta izquierda, la temblo-rosa, la pusilánime, la que tenía susprincipios cocidos con hilvanes, laconvertida al posmodernismo» (…)«Hay sin embargo otra izquierdamás solidaria, menos individualis-ta, más profunda y consciente, me-nos venal y menos frívola, que sibien vive hoy una etapa dura, noestá dispuesta a cambiar de ideolo-gía como de camiseta». En línea con

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estas reflexiones, está la adverten-cia del panameño Nils Castro, quiensugiere que «se tendrá que afinar lacreatividad en la arena donde hoyse libran las grandes batallas, la cul-tura y la comunicación, habrá queenfrentar con decisión e imagina-ción la labor incesante de la ´nue-va´ derecha latinoamericana quemantiene relaciones permanentescon el partido republicano de losEEUU y con el partido Popular deEspaña y con sus fundaciones conthinks tanks, donde se inscriben tantopolitólogos como especialistas enmarketing y estrategias de comunica-ción y universidades conservadoras».

Confieso una ineludible nostalgia

de Adolfo Sánchez Vázquez, másmexicano que español, grasmcianode fuste, recreador del marxismolatinoamericano. Del chileno Vo-lodia Teitelboim, gran novelista,brillante orador en el Parlamentochileno y secretario general del PCde su país. Del ecuatoriano-mexi-cano Bolívar Echeverría, intelectualde la Filosofía de la Liberación.Afortunadamente, contamos conWilliam Ospina en Colombia, conLuis Britto García en Venezuela,quienes, entre importantes obras li-terarias, publican notas periodísti-cas de alto voltaje político, uno, enEl Espectador, el otro, en Aporrea.Contamos con el brasileño Theo-tonio dos Santos, uno de los crea-dores de la Teoría de la Dependen-cia, y con las frecuentes notas de sucompatriota, el sociólogo EmirSader en Rebelión. Por suerte, el re-pertorio de intelectuales a seguir noconcluye aquí.

Alentados por el optimismo his-tórico que nos sustenta a los mar-

xistas, perseveremos en la lucha enlos momentos de crisis, y avivemosel fuego de la creatividad. El hon-dureño Augusto Monterroso, au-tor de magistrales microficciones,escribió: «Cuando despertó, el di-nosaurio estaba todavía allí». Si nosquedamos dormidos, si creemosque las conquistas logradas son ina-movibles, de pronto vamos a des-pertar, y a encontrar al dinosauriofascista mirándonos, provocándo-nos, lanzando bocanadas de alien-to fétido; es la bestia que cada tan-to resucita el capitalismo. Por esodebemos mantenernos dispuestosa la lucha. A una lucha común, or-ganizada, fraterna y solidaria, condirección política. Eso sí: como di-ría Benedetti, sin prescindir de laalegría, que no es la banal alegría delos globos de colores, sino la de lalucha compartida: Defender la alegríacomo una certeza / defenderla del óxidoy la roña / de la famosa pátina del tiem-po / del relente y del oportunismo / delos proxenetas de la risa.

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Breve ensayo sobrela crítica

Es casi una obviedad perolo obvio también debe decirse: la práctica política con

pretensiones revolucionarias y la re-flexión teórica que nos guía en esoslaberintos no pueden transitar ca-rriles distintos. «No pueden» en elsentido crucial de una imposibili-dad ontológica y no desde los már-genes laxos e idealistas de un «de-ber ser». Se alimentan mutuamenteporque su escancia está en esa con-vivencia siempre conflictiva y con-tradictoria. Son parte de un mis-mo momento. Dicho de otromodo, separar la práctica de la teo-ría, la acción del la línea, aunque seapara luego juntarlas en una relaciónposible, conduce a una de las for-ma de simplificación; a una suertebanalidad que nos habilita a la ten-tadora (tranquilizadora) conclusiónde que se trata de dos momentosdiferenciados que «debieran» bus-car un punto de encuentro cuandola situación sea propicia.

En ese marco, la crítica –y la au-tocrítica- no es un simple cuestio-namiento sobre una acción o unenfoque asumidos ante un escena-rio determinado. Es, más bien, la

por Ernesto Espeche1

negación de la negación; es una ne-gatividad productiva que nos per-mite reconocer la dinámica internade una totalidad para distinguir lascontradicciones y conflictos que enella se desarrollan.

Es desde este sentido de la críti-ca que podemos intervenir en losconflictos más alá de su expresiónen la superficie y, en ese mismomomento, rescatarlos de su especi-ficidad para inscribirlos en la totali-dad que los contiene.

En resumen, estamos llamados apracticar una operación complejaen la batalla cultural: no alcanza contomar posición –más o menos in-tuitiva- en cada una de las pujas deintereses que tiene lugar en la socie-dad; es ineludible reconocer los lí-mites del orden establecido, es de-cir, el conjunto de ideas y valoresaceptadas o consentidas socialmenteque condicionan el devenir de esaspujas. Las contradicciones no seexpresan de modo aislado sino queestán sujetas a una administración–nunca hablamos de disolución-cuyas reglas se ajustan a la dinámicade lo que en cada momento acep-tamos colectivamente como «lo

bueno» y « lo malo», «lo justo o loinjusto», «lo bello» o «lo feo».

Ese conglomerado contradicto-rio de valores está en constantetransformación porque sus límitesson el resultado de la lucha ideoló-gica. Al mismo tiempo, no es po-sible intervenir en esa lucha sin unprevio reconocimiento de esos lí-mites, de aquello que llamamos elSentido Común. La política revo-lucionaria se mete en ese barro,penetra en lo profundo de lasideas más arraigadas para parti-cipar con alguna incidencia de laspujas reales y proponer una trans-formación o un corrimiento de losmárgenes del orden dominante.No se interviene en la realidadformando un pacto de no agre-sión con ella o preservando la pu-reza de las almas bellas.

Un sistema hegemónico no acu-sa los golpes de la «crítica» que selanzan como piedrazos desde lasafuera de esa totalidad, desde lacomodidad de las verdades irre-futables. Se conmueve, en cambio,cuando la crítica más radical es ca-paz de recoger desde adentro lasseñales que desde lejos no se ven.

1 Doctor en Ciencias de la comunicación.

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En este punto hay que marcar otroriesgo: las conciliaciones propiasde la cultura posibilista que, aun ad-mitiendo los marcos del debateideológico, se abraza a una «críti-ca» sistémica, estéril y, por lo tan-to, improductiva.

Las recientes elecciones naciona-les en Argentina y el debilitamientodel bloque regional de cuño popu-lar nos ponen de frente ante las li-mitaciones de una «crítica» que, porinfantilismo o por debilidad, noidentificaron las claves de una in-tervención antisistémica. En esosbrumas transitaron casi sin rumboquienes definieron que «eran lo mis-mo» en relación a las dos opcionesen pugna y quienes –desde el inte-rior de los procesos populares y susinstrumentos electorales- subesti-maron la reacción restauradora dela derecha internacional y sus sociosen nuestros territorios apostandopor una salida en dirección a un«capitalismo serio».

Con los primeros se nos presen-ta un escenario a futuro de comúnresistencia frente un bloque de po-der claramente definido, aunque lasposibilidades de un acuerdo quetrascienda la dimensión táctica sonescasas dadas las premisas dramá-ticamente simplistas que guían susacciones pretendidamente revolu-cionarias. Sin embargo, en esa co-mún resistencia se abre con esossectores en simultáneo una dispu-ta simbólica por la representaciónpolítica de la izquierda, cuya cultu-ra y simbología excede a las es-tructuras políticas orgánicas y se-rán centrales en la conformaciónde una nueva rearticulación delcampo popular.

Con los segundos tendremos unatarea más compleja, Los sectoresmás dinámicos del kirchnerismoparten de un piso muy alto de or-ganización política y fundan susbases en una profunda fidelizaciónhacia la conducción de Cristina Fer-nández. El sector más retardatariodel peronismo, buceará –no sin di-ficultad- sobre las posibilidades denuevos liderazgos y asumirá la ta-rea de una reestructuración de per-fil más ortodoxo. Será definitoriopara el futuro del Frente para laVictoria (FPV) el modo en que seresuelvan esas contradicciones y lavocación frentista que surja de esadisputa. Por ello, la izquierda nopuede asistir a esa tensión con indi-ferencia ni ajenidad.

El «ensanchamiento democráti-co» que se pudo experimentar enla última década nos invita a otroaspecto de nuestra tarea, tambiéncentral. La derrota del FPV puedeser pensado desde nuestro lugarcomo el agotamiento de un mo-delo de democracia, valor omnia-barcativo que guió el debate políti-co desde la restauración democrá-tica de 1983. ¿Hay límites para eseensanchamiento? ¿La democracialiberal – burguesa puso finalmentesu techo a la posibilidad de trans-formaciones más profundas?¿Cómo se rompe ese techo? Mu-chos de los debates al interior delkirchnerismo estarán girando alre-dedor de esas preguntas. Los co-munistas podemos hacer valiososaportes desde una óptica revolucio-naria que no reniega del papel delperonismo en el sujeto histórico lla-mado a transformar profundamen-te la realidad. Nuevamente, la críti-ca como negación será una formade superar los simples cuestiona-mientos para pensar teoría y prác-tica como parte de un mismo mo-mento. En estos años se promo-vieron herramientas potencialmen-te revolucionarias pero, en muchoscasos, esas mismas herramientas nosestuvieron en sintonía con la capa-

cidad real de intervención de unEstado que no logró superar el en-cuadre democrático formal y ni losembates de las corporaciones paraboicotear esas iniciativas.

No puede soslayarse en ningunode estos puntos los condiciona-mientos del escenario internacional(con un pronunciado avance de lasderechas y la emergencia de blo-ques geopolíticos como el eje Ru-sia - China). Tampoco se debenabandonar los análisis sobre losefectos culturales de una cada vezmás potente mediatización y unaclara tendencia a la banalización yespectacularización. En ese sentidova una tarea ineludible: promoveruna mayor autonomización de lapolítica de los marcos propuestospor los medios de comunicación.No se confronta con ciertas chan-ces a la derecha en el escenario sim-bólico en que mejor se discurre sulógica. Ganar las calles, las universi-dades, las fábricas es el mejormodo de correrse de una trampaen la que es muy fácil caer. Eso nosignifica abandonar la disputa en losmedios de comunicación, sino com-prender que ellos no son sino es-pacios de amplificación de unapráctica que nace y se reproducefuera de ese mundo.

Finalmente, la historia es una he-rramienta central para la crítica. Sulectura a contrapelo, según nos pro-pone Walter Benjamin, invita a lafina tarea de evocar desde las co-ordenadas que delimitan los con-flictos presentes. Están en nuestrasmanos una rica tradición cultural delcampo popular y del comunismoen particular. El desafió conllevaidentificar en el presente un deve-nir histórico que le aporta a nues-tro análisis –aún al más urgente ycoyuntural- una doble dimensión deidentidad y ruptura.

Esa mirada desde y hacia la his-toria nos advierte sobre los riesgospresentes en la doctrina liberal:aceptar que estamos transitando unperiodo iniciado en 1983 gracias a

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una inédita continuidad del sistemainstitucional. En él, la visión liberalpuede incluso reconocer una suce-sión lineal de diferentes proyectospolíticos. Frente a este relato hege-mónico, la crítica funciona herra-mienta para construir una salida delbinomio Dictadura – Democraciay ensanchar la perspectiva.

La ruptura del encuadre liberal selogra desde un primer reconoci-miento: aún transitamos un largoperiodo iniciado en 1976 en nues-tro país, aunque con matices fueinstaurado a modo de laboratorioen la década del setenta del siglopasado en América Latina e insti-tucionalizado en los países centra-les en los ochenta para luego en-contrar su apogeo global en losnoventa. La fase neoliberal del sis-tema capitalista, la valorización fi-nanciera, se impuso por estas lati-tudes mediante el terrorismo deEstado y la dictadura cívico – mili-tar – genocida. Ese primer y san-griento impulso pudo sostenerse entiempos de la restauración institu-cional a través de democracias con-troladas y de gran debilidad políticade los sectores populares, y profun-dizarse con ciertos grados de mor-bosidad en la última década del siglo.

Entonces, la crisis integral de 2001no fue la crisis de un gobierno enparticular sino el estallido que se fuegestando desde las profundas in-equidades sociales y económicasinherentes al sistema. Así como elkircherismo en tanto emergente his-tórico corresponde a la etapa deagotamiento del periodo neolibe-ral, procesos similares se fueronconsolidando en la región. Debe-mos decir que la enorme fortalezade estos proyectos se fundó en unaclara identidad antineoliberal en

contextos en que el modelo expe-rimentaba a nivel global su etapade degradación. Sin embargo, de-bemos marcar –también- que susdebilidades y contradicciones sonclaramente la resultante del marcoen el que se fundaron: no puedenpensarse hoy como la superacióndefinitiva del periodo iniciado hacecuatro décadas, aquel cuyo enfren-tamiento les dio identidad, sinocomo una resistencia –a veces pro-funda- librada en los márgenes mis-mos de un periodo que no fue su-plantado y que, a la luz de los últi-mos meses, se encamina a una nue-va y violenta restauración.

Por lo demás, vale decir que lascrisis sucesivas ocurridas en los úl-timos cuarenta años son el modoen que el periodo neoliberal se re-inventaba no sin el costo de fuertesdisputas al interior del bloque depoder por redefinir las relacionesde fuerza en su interior para con-ducir los desafíos propios de la re-producción del proyecto. En todaslas crisis, las clases populares juga-ron un papel de apoyo, y sólo en laúltima década pudieron asumir unmayor protagonismo.

En ese sentido, la crisis de 1982-83 fue la que permitió a las clasesdominantes producir una rupturasimbólica con el pasado dictatorialy avanzar en la institucionalizaciónde la valorización financiera. La cri-sis de 1987-89 (la llamada hiperin-flación) fue la puja en que la fac-ción especulativa lograba la hege-monía del bloque. La crisis de2001-02 fue el momento en que segolpeó con mayor potencia al nú-cleo duro del sistema. Sin embar-go, luego de años de importantesavances en beneficio de las mayo-rías sociales, las principales corpo-

raciones del poder fáctico lograrondetener ese proceso y pasar a unaofensiva por recurar el control delaparato estatal y refundar su pro-yecto civilizatorio.

No es exactamente una vuelta alos años del apogeo neoliberal delos años noventa. La debilidad enla que quedaron las clases subalter-nas por entonces difiere en muchodel protagonismo que hoy asumen.Más bien estaríamos ante una salidabarbárica solo equiparable a la quedio inicio al periodo por tener pordelante una tarea refundacional: hacecuatro décadas fueron contra el Es-tado de Bienestar y hoy contra losavances sociales consolidados en losdoce años de kirchnerismo.

Afrontar una tarea acorde a losdesafíos de los próximos años re-quiere, entonces, de una gran agu-deza crítica que nos permita a lossectores nacionales y populares engeneral, y de izquierda en particu-lar, en promover un trasformaciónque supere los límites no trasgredi-dos en la década anterior. Los cam-bios en el escenario político no seapartan del eje ordenador del con-flicto político: restauración o radi-calización. La novedad no está enun cambio de periodo histórico –no se produjo, como dijimos- sinoen las renovadas posibilidades dela restauración para evitarlo paragarantizar vía represiva la continui-dad del proyecto hegemónico.

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Actividad y necesidadde la batalla de ideas

Antes de hablar del tema queprepare quiero hacer unapequeña reflexión sobre un

tema que aún sigue generando deba-te y del que se estuvo hablando aquí.No hay duda que hay burgueses na-cionales, hay muchos, pero esto nosignifica que haya una burguesía na-cional ya que no se constituyen comouna clase para sí, tomando la famo-sa definición del joven Marx, no tie-nen una estructura organizativa quela convierta en un actor sociopolíti-co unificado, y mucho menos tie-nen un proyecto capitalista distintoy alternativo al que impone hoy elimperialismo capitalista.

Por eso es que hace 50 años el Chehabló de burguesías «autóctonas» ,es decir, hay burgueses que son deaquí, decía el Che, pero no son unaclase y mucho menos nacional, enel plano del capitalismo mundial, esuna clase ya extinta tiene una preca-ria existencia todavía en unos pocospaíses, así mismo, en EEUU se dudade que exista, lo mismo en Francia yen Alemania y por eso estaría tentadoa decir que, casi casi, se trata de unavieja superstición de la izquierda quetodavía hoy perturba nuestros sueños.

Este tema me gustaría que lodiscutamos profundamente en al-gún momento pero quería plan-tearlo viendo las discusiones quetodavía suscita.

por Atilio A. Boron1

Dicho esto, vamos a reflexionarsobre la actualidad y la necesidadde la Batalla de ideas.

Es importantísimo tener esto encuenta en la actualidad, Fidel mar-co muy bien hace ya unos cuantosaños cuando convoco a la batallade ideas explícitamente al decir queel fracaso político y económico delneoliberalismo se ocultaba detrás desu gran triunfo, que se había dadoen el terreno de la ideología, ellosse dieron cuenta y si uno se pone amirar los documentos del imperio,ya a la salida de la segunda guerramundial, a finales de la década delos 40, ya tenían muy claro ellos quetenían que trabajar sobre dos cate-gorías sociales en el tercer mundo,los intelectuales, los académicos ylos actores sociales por un lado, ylos militares por el otro.

Ya desde aquella época, y por esotodos esos programas de becas, deformación y de intercambio, teníanque ver con la ejecución de un pro-grama tendiente a captar esas ca-bezas jóvenes de intelectuales, decomunicadores sociales y académi-cos, traerlos para su lado, formar-los en los EEUU, en los valoresnorteamericanos y al mismo tiem-po entrenar a las fuerzas militares,porque en caso de que el primerproceso no fuera exitoso, había quetener a los militares listos para po-

ner las cosas en su lugar.Incluso hoy, en una época tan re-

ciente como los últimos dos o tresaños, el seño Brzezinski sigue dicien-do que uno de los factores funda-mentales de atracción y de hegemo-nía que tienen los EEUU es su im-ponente sistema científico y tecno-lógico y su gran red de universida-des, uno de los grandes activos quetienen los EEUU, que si bien estaen otros terrenos de la vida econó-mico-social se está cayendo enproblemas que no se tenían antescomo pérdida de competitividaden algunas áreas clave, sigue te-niendo el más importante sistemauniversitario y científico del mun-do y eso atrae a millones de jóve-nes de los más talentosos del res-to del mundo que quieren venir aestudiar en los EEUU.

Ellos tiene muy clara esta cues-tión y sobre todo en épocas de cla-ra decadencia imperial, decadenciaque muchos de estos autores noocultan y lo plantean claramente.

Dicho esto habría que pensar cuáldebería ser una guía, un protocolode acción que deberíamos tener loscomunistas para enfrentar este de-safío. Creo habría unas cuestionesimportantes que marcar.

En primer lugar, un poco citan-do a Álvaro García Linera, que esuno de los más importantes teóri-

1 Sociólogo y politólogo.

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cos marxistas de la actualidad y nosolo latinoamericano, plantea quedebemos recuperar nuestras ideasfuerza que son en primer lugar,plantear un debate frontal en el te-rreno de las ideas, por supuestotambién en el terreno político queestá totalmente asociado con loanterior en una lucha frontal con-tra el capitalismo, no hacer la masmínima concesión a que el capita-lismo puede ser un ámbito en el cualla humanidad va a resolver los pro-blemas que tiene que resolver, estadebería ser una experiencia innece-saria. Yo viví hace poco por televi-sión una experiencia que me cam-bio la vida para bien cuando vi queen Bolivia el representante de Diosen la tierra dijo que el capitalismono se soportaba mas, que era in-aguantable. Nosotros tenemos quesalir con mucha fuerza a plantear ainviabilidad histórica, el agotamien-to del capitalismo. Sin por estodecir que le ponemos fecha, perosalir a decir que el sistema está ago-tado, si hasta lo dice el Papa Fran-

cisco nosotros no podemos sermenos que eso, no podemos estara la derecha de Francisco y andarcon medias tintas, no va más por-que se nota.

Las dos contradicciones del ca-pitalismo lo están destruyendo, laprimera capital / trabajo que arti-cula toda la sociedad capitalista y lasegunda contradicción que ahora yaes brutal que es la contradicciónentre proceso de acumulación ca-pitalista y naturaleza. A la naturale-za la están destruyendo de una ma-nera salvaje el problema del cam-bio climático ahora aparece en losdocumentos del pentágono comouna de las grandes amenazas parala seguridad de los EEUU juntocon el terrorismo, o sea se les haescapado de madre.

Por eso debemos plantear la lu-cha frontal contra el capitalismo,demostrar que es irreformable, queno existe el «capitalismo verde», porlo tanto estas contradicciones notienen solución posible, plantear lanecesidad histórica del socialismo

como transición hacia una formade organización económica socialsuperior, llamémosla comunismo ocomo se la llame, quizás allí se po-dría tomar aquello que decía Salva-dor Allende cuando en medio delas más grandes discusiones en Chi-le, antes de llegar al gobierno, plan-teaba que nuestro objetivo más queconstruir el socialismo, dada la co-rrelación de fuerzas real que habíaen Chile era avanzar hacia una tran-sición hacia el socialismo. Que des-pués seria a su vez una transiciónhacia el comunismo, era un planteomuy racional y muy realista de élque media la correlación de fuer-zas que finalmente se impuso y oca-siono el derrumbe de su gobierno.

Marcar también la necesidad dela organización autónoma de lasfuerzas revolucionarias, tenemosque hacer eso porque de lo contra-rio quedamos pegados al carro decualquier otra iniciativa que se ins-cribe al interior del capitalismo.

El combate a todas las formasde liquidacionismo del ideal comu-nista, ya sea socialdemócrata, po-pulista etc. y la reivindicación delmarxismo como doctrina guía y delleninismo, es muy importante esto,una cosa que hay que agradecerle aGarcía Linera es que ha vuelto aremarcar la importancia decisiva delleninismo, declarándose leninista ylector de las obras de Lenin en lasediciones que realizó nuestro Parti-do, lo dijo muy claramente.

El leninismo significa organiza-ción, más dirección consciente masuna estrategia y una táctica adecua-das a cada momento de lucha delcampo popular. Entonces, reivin-dicar esa necesidad y formularnos

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la pregunta, ¿tenemos la organiza-ción adecuada? ¿Estamos en un te-rreno donde la consciencia popu-lar y la consciencia de la dirigenciaesta adecuada a las necesidades delmomento?, y si las estrategias y tác-ticas son las adecuadas o no.

Al mismo tiempo, insistir comouna idea fuerza nuestra sobre lanecesidad de abrir un debate. En laArgentina no hay debate, ni en eloficialismo ni en la oposición. Loque hay son ciertos monólogos sec-toriales que no se interceptan, ca-rentes de toda capacidad creativa,de toda fecundidad y el ejemplomás claro fue la campaña presiden-cial, la más anodina de las que yorecuerde, no recuerdo una cosa tanaburrida, tan falta de ideas, tan fal-ta de gancho como la campañapasada. Esto nos tiene que llamarla atención.

Ahora, porqué es tan importanteesta batalla de ideas, porque unacorrelación de fuerzas puede ser-nos favorable en el plano econó-mico, inclusive el político, pero sino se asienta sobre una superiori-dad en el terreno de las ideas y delos valores, esa correlación favora-ble está destinada a desaparecer y adestruirse. Un ejemplo, el movi-miento obrero argentino, supo te-ner una fuerza extraordinaria en elapogeo reformista del peronismo,pero esa favorable correlación defuerzas, que podría haber logradootra cosa, no nos acerco ni un milí-metro al socialismo, faltaba unaconsciencia revolucionaria, unaconsciencia anticapitalista.- habíacomo decía Lenin, una conscienciatradeunionista que lo que hizo fuesimplemente avanzar por una vía

capitalista sin abrir un terreno paradirigirnos a otro camino.

Ahora bien, en el aquí el ahora,cuales serian las ideas que debemoscombatir. Por supuesto las ideas dela derecha, las ideas de la derechanacional e internacional, acá hay unaarticulación, un proyecto ideológi-co que viene preparado desdeEEUU y desde Europa pero prin-cipalmente desde EEUU, pasa porEuropa para venir a América Lati-na a través de España, un papelfundamental cumple la Fundaciónde Altos estudios Sociales del Par-tido Popular, de José María Aznar,tiene sus tentáculos aquí en la Fun-dación Libertad de Rosario, en elCADAL etc. y este proyecto glo-bal de la derecha se nota cuandouno mira los principales periódicosde América Latina donde ve que lalínea editorial, las noticias, lo impor-tante que marcan esos periódicosen todos lugares es el mismo. In-cluso los redactores son los mismos,los columnistas estrellas son losmismos, Carlos María Montaner,Álvaro Vargas Llosa, Mario VargasLlosa, Andrés Opeenheimer, Moi-sés Naím, toda la misma gente yesto no es casual. Uno me puededecir, ¿esto no es medio conspira-tivo?, no, es totalmente conspirati-vo, esto es una conspiración, tene-mos que ser ingenuos de pensar queesto es una casualidad, esto no tie-ne absolutamente nada de casual,esto es un proyecto muy seriamen-te pensado y ejecutado.

Entonces, luchar contra todo estome parece importante, luchar tam-bién contra el triunfalismo de lospublicistas del posneoliberalismo,este triunfalismo nos ha hecho mu-cho daño, hasta hace poco algunosde estos triunfalistas ponían comoejemplo de que habíamos supera-do el neoliberalismo y que estába-mos en la fase posneoliberal nadamenos que a Brasil. ¿Brasil?, decíanBrasil ya está en la fase posneolibe-ral. Por favor, hay que ser más se-rios, sino el resultado es muy des-

moralizador porque después la gen-te dice como, posneoliberal y tie-nen un Ministro de Hacienda quees un ultra neoliberal, el ajuste queél hizo es peor que el quiso haceren la Argentina López Murphy quequiso reducir el presupuesto edu-cativo un 13%, Levy redujo un 15%y no salió ni uno a la calle.

Por eso es grave el triunfalismo,incluso en la Argentina se habló deque ya estábamos en la fase pos-neoliberal, pero la ley de EntidadesFinancieras sigue siendo la de Mar-tínez de Hoz, la de InversionesExtranjeras la de Cavallo, tenemoscasi 60 tratados bilaterales de pro-tección a las inversiones extranjerasde la época de Menem, tenemosuna muy pobre capacidad de re-gulación del Estado sobre las em-presas privatizadas y encima segui-mos en el CIADI, entonces comopodemos hablar de posneolibera-lismo con todo eso. Hubo un com-bate, una lucha, se está tratando peroes muy peligroso caer en el triunfa-lismo. Por eso digo que este segun-do frente de combate, primero lasideas clásicas de la derecha, segun-do el triunfalismo y tercero, tam-bién, combatir el derrotismo de losteóricos del fin de ciclo, que es otroproblema, gente que confunde losdeseos y aspiraciones de la derechacon las correlaciones de fuerza rea-les, que van a oponer resistencia aesos planes restauradores.

No hay ninguna duda de que hayun proceso restauración y de retro-ceso, pero de ahí a hablar de fin deciclo me parece realmente un exce-so, porque uno dice que puedenhacer, van a acabar con la Asigna-ción Universal, con la jubilaciónuniversal, con el matrimonio igua-litario, va a poner punto final a losjuicios por la violación a los dere-chos humanos en la Argentina, va aentregarle YPF a los antiguos due-ños de REPSOL, aún en el casoargentino, hablar de fin de ciclo conla ligereza con que se habla, así comose habla con mucha ligereza del pos-

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neoliberalismo me parece que re-quiere andar con más cuidado, in-cluso si miramos otros países.

Fin de ciclo se dice en Venezuela,Bolivia y Ecuador, que van a hacer,van a devolver el petróleo a lascompañías norteamericanas, Evova a regalar otra vez el gas, van avolver los pueblos originarios a lasituación en que se encontrabanantes de las revoluciones que huboen Bolivia y en Ecuador, me pare-ce que no tiene mucho sentido.

Sin embargo, se ha puesto demoda el tema del fin de ciclo y creoque requiere salir a combatir estocon mucha fuerza.

También es necesario salir a po-lemizar con las distintas variantes deel nacional populismo, porque elfundamente ideológico de fondodel nacional populismo, por másque admita formas más amables ymás progresistas, es que el capita-lismo es un sistema eterno e inmu-table y que es irremplazable, y esopara nosotros es absolutamente in-admisible, para nosotros el capita-lismo es un sistema histórico, quetiene una génesis, un desarrollo, unauge y ya empezó su decadencia, siun teórico como Immanuel Wa-llerstein, que es un socialdemócra-ta, hace ya casi 10 años dijo quemáximo le quedad 30 años de vidaa este sistema no podemos ser no-sotros menos que Wallerstein nimenos que el Papa.

En el caso argentino se imponesalir a discutir algunos elementos delfamoso relato. Es hora de discutiresto, y no con el propósito de mi-nimizar lo que se hizo, con la fa-mosa teoría del vaso medio llenoo menos vacio, pero hay que dis-cutir quien va a hacer lo que faltahacer. No se hizo la reforma tribu-taria con un carácter progresivo, nose hizo. Quien va a nacionalizar elcomercio exterior para que el Es-tado cuente con los alrededor de75.000 millones de dólares que in-gresan a la Argentina y quedan enmanos de 30 oligopolios. Estos

dólares dinamizan el mercado in-terno y si no están disponibles laindustria se paraliza porque la eco-nomía argentina es una de las masaltamente globalizadas del mundo,una de las mas altamente extranje-rizadas del mundo, entones paracada cosa que se produce en estepaís tenemos un ingrediente impor-tado, para cada cosa.

Hoy en Estado no tiene comocapturar esos dólares acaparadospor los oligopolios con el consen-timiento de los gobiernos. Esto tie-ne un impacto recesivo sobre todala economía, muchas PyMES tie-nen que parar la producción por-que tienen algún componente im-portado y no accede a los dólarespara comprarlo.

De las 500 empresas más gran-des que hay en este país, que con-trolan buena ‘parte del productobruto argentino, más de las 2/3partes son extranjeras. Por eso hayque nacionalizar el comercio exte-rior, lo cual no quiere decir volveral IAPI de Peón que hoy no se po-dría hacer por cómo funciona elsistema, pero si establecer algún tipode control de ese dinero que entraproducto de las exportaciones quees una suma muy importante.

Debemos discutir también si elcamino para el desarrollo en la Ar-gentina pasa por la reprimarizaciónde la economía, en fin son muchoslos temas que tenemos que salir adiscutir. Pero al mismo tiempo, sa-lir a discutir cosas como porque laArgentina tiene que apoyarse en unatriada de empresas tan problemá-ticas como Monsanto, Chevron yla Barrick Gold, esto es altamenteinconveniente.

En el caso argentino este debatees muy importante porque cierta-mente debido a la historia argenti-na, a los errores cometidos por laizquierda en la argentina en los años40, la influencia del macartismo ennuestra sociedad es muy grande, adiferencia de otros países donde lossectores populares son sectores que

en general tienen una orientación deizquierda en la Argentina la orien-tación es más bien de carácter na-cionalista, toda la vieja idea del tra-po rojo contra lavandera azul yblanca, etc. Yo les cuento una anéc-dota personal, cuando yo salí de laArgentina, tenía 22 años, mi expe-riencia de los primero de mayo eraque en las marchas y manifestacio-nes, salvo unos pequeños grupos,las banderas predominantes eran lasargentinas. Voy a Chile, y cuandollega el 1º de mayo no podía creerlo que estaba viendo porque era unmar de banderas rojas, y eso meparece que marca mucho lo que fuela influencia del socialismo y el co-munismo en Chile y lo que fue laexperiencia del nacional populismoen Argentina. Entonces, este es utema que es muy importante salir adiscutir, y en ese sentido, me pare-ce que ese rechazo muy visceralhacia la izquierda siempre concebi-da como algo foráneo, algo extran-jero, es un punto que hoy podemosempezar a revertir, porque creo queese discurso de Francisco en Boli-via abre una posibilidad extraordi-naria para ingresar en un terreno quetradicionalmente había sido muyhostil. Esto no solo aquí, estuvehablando con Frei Betto y me de-cía que esto inclusive para Brasil eraun abrepuertas de enorme impor-tancia, ya que ellos también tienenen Brasil, no tanto como en Argen-tina, pero muchas dificultades parallevar un discurso de izquierda a lossectores populares.

Dicho esto, como se libra estabatalla de ideas, con qué medios,yo creo que hay dos métodos,uno que fue el tradicional, el más

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utilizado por los Partidos Comu-nistas y otras organizaciones de iz-quierda que es la escuela de cuadrosy los procesos de formación decuadros y de la militancia, un pocolo que estamos haciendo en nuestraEscuela y en el CEFMA se inscribeen esa tradición que es importantísi-ma y que ha sido muy descuidada.Este es un método para librar estabatalla de ideas muy importante.

El otro es acceder a los mediosde comunicación de masas. Estoplantea muchísimos problemas,porque esos medios han pasado aser cada vez más controlados por

la derecha, están fuertemente mo-nopolizados, existe una entrevistaque le hicieron hace poco a Rudol-ph Murdoch, el dueño de la FOX,donde se vanaglorio diciendo que«la mía es una de las cinco cadenasmundiales y dentro de pocos añosvoy a ser una de las tres, porque haydos que van a desaparecer y noso-tros somos los que vamos a decirque es lo que hay y que es lo quepuede haber y si no lo decimos no-sotros no existe», entonces los me-dios de comunicación plantean unproblema grave para la izquierda,Allende se quejaba ya en su épocade las dificultades que tenia paracomunicar efectivamente la gestiónde gobierno, el gobierno kirchneris-ta tuvo problemas tremendos decomunicación, a punto tal que laúnica comunicadora fue la presiden-ta, lo cual es un grave problema.

Tampoco existió una estructuracapaz de comunicar eficazmente, las

mismas no tuvieron y no tienenpenetración, problemas de lengua-je televisivo y radial, es un tema muyescabroso para nosotros pero te-nemos que tratar de avanzar ahí.

Pero a mi manera de ver, son máspromisorias las perspectivas quenos dan hoy las redes sociales. Te-nemos que trabajar fuertemente eneso, estoy absolutamente conven-cido de que llegan mucho más quelos medios y además es una realidadque la gente joven, en una gran ma-yoría, ya no leen diarios ni ven televi-sión, usan la internet, o nos metemosahí o nos quedamos totalmente des-fasados, anclados a una época histó-rica anterior de la evolución de laconsciencia social, que se forma yano por la prensa y por la televisión,sino que se forma a través de la in-ternet y las redes sociales. Ahí tene-mos que redoblar los esfuerzos des-de el Partido para dar a conocernuestras ideas y nuestro programa.

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El pensamiento políticodel Karl Marx económico.El valor como nervio políticodel orden social capitalista

por José G. Giavedoni1

El título surge de jugar conel que Kautsky puso a suobra sobre Marx «El pen-

samiento económico de CarlosMarx». A comienzos del siglo XXtal vez no era necesario aclarar quecuando se utilizaba el epíteto «eco-nómico» se estaba refiriendo a laeconomía política, es decir, no eraentendida como una disciplina es-pecífica, completamente diferencia-da de otras en función de un cam-po, una lógica y un objeto, sino queremitía a relaciones sociales y, porlo tanto, relaciones de poder histó-ricas y, por ello, transformables.Digo tal vez, por que como señalaWallerstein, «...debido a las teoríaseconómicas liberales prevalecientesen el siglo XIX la frase ‘economíapolítica’ (popular en el siglo XVIII)desaparece para la segunda mitaddel siglo XIX para ser sustituida por‘economía’» (2011:20). Sin embar-go, sin lugar a dudas, recuperar eltítulo de Kautsky hoy puede gene-rar equívocos, asentados en racio-nalidades precisas, en la determina-da manera con que acostumbramos

leer y establecemos cánones de en-trada a determinados autores. Hoy,recuperar la idea de pensamientoeconómico de Marx fortalecería laperspectiva de que existe otra pen-samiento de Marx que es jurídico,otro filosófico, otro político, otroensayístico, en otras palabras, abo-naría al mentado campo de la frag-mentación y parcelación del pensa-miento, como se expresa muchasveces en los programas de las ca-rreras de ciencias sociales. Efectiva-mente, en las Ciencias Sociales quesuelen tener muy desplazado de susplanes de estudio a Marx y los mar-xismos, cuando lo incorpora lohace en esa clave, recuperando los«trabajos más políticos» de Marx,entre los que se reconoce El mani-fiesto del Partido Comunista, El 18Brumario de Luis Bonaparte, La Críti-ca del Programa de Gotha, La CuestiónJudía, tal vez La crítica de la filosofíadel derecho y, sin dudas, el tan mal-tratado Prólogo a la Contribución ala Crítica de la Economía Política, sinmencionar la carnicería de recortesy fragmentos que se hace con los

1 Doctor en Ciencia Política, responsable del CEFMA en la provincia de Santa Fe.

mismos. Si en las carreras de cien-cias sociales como sociología, cien-cia política, filosofía se realiza estaintervención quirúrgica, en las carre-ras de Economía que muy extraña-mente suelen considerarse a sí mis-mas como ciencia social, ni siquierase aborda al «Marx económico»,hegemonizadas estas carreras por laortodoxia marginalista.

¿Qué se propone con una lecturapolítica del Marx económico? Enprimer lugar, se propone realizar unalectura que pueda dar cuenta de loselementos políticos en las dimensio-nes que suelen pensarse como máseconómicas. Por «elementos políti-cos» referimos aquello que estruc-tura, da forma y permite la pro-ducción y reproducción del ordensocial capitalista, entendiendo portal, para decirlo con claridad, la con-junción del modo de producción yel modo de dominación. Pero paraello requerimos identificar dos lec-turas con las que discutir. La pri-mera, aquella que hace ver al capi-talismo como un modo de produc-ción cuya dominación política se

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materializa en su exterior en la for-ma de Estado, religión, derecho,cultura, etc. De aquí se desprendendos inferencias. La primera, la lla-mada emulación, donde el socialis-mo es la expresión paroxística delcapitalismo pero con formas polí-ticas más justas, colectivismo, pro-piedad social de los medios de pro-ducción, dictadura del proletariado,etc. El socialismo sería aquello quedeviene del desarrollo de las fuer-zas productivas pero ahora apro-piadas colectivamente. Como co-rrelato, la segunda, de lo que se tra-ta es de transformar la dimensiónpolítica y mantener intacta la dimen-sión económica.

En segundo lugar, una lectura quediscuta con aquella que hace ver alcapitalismo como un modo ética-mente condenable. De esta últimase infiere la posibilidad de diferen-ciar entre capitalismo bueno y ca-pitalismo malo, capitalismo salvajey capitalismo humanizado, en lamedida en que la disputa se des-plegaría en la esfera de la distribu-ción, particularmente la distribuciónde la riqueza o, en el mejor de loscasos (si es posible hablar así), en laesfera de la producción pero don-de nunca se alterarán en grado su-ficiente las relaciones de explotacióny que, en su defecto, se aggiornarácon referencias a producciones sos-tenibles ecológicamente, sustenta-bles, etc. Esto conduciría a pensarque el capitalismo no guarda comológica de funcionamiento propia laproducción constante de desigual-dades como condición misma desu propia existencia y su motor. Porel contrario, la lectura política abo-na a la comprensión del Capital

como productor de desigualdadesno por maldad, ni por efectos nodeseados, sino por necesidad, pro-duce desigualdad porque consumevorazmente desigualdad.

En tercer lugar, una lectura polí-tica del Marx económico obliga apensar las categorías que se presen-tan no cosificadas, no fetichizadas,sino como tensiones y contradic-ciones permanentemente en juego,como categorías que encierran re-lación de poder o, con mayor pre-cisión, categorías que dan cuenta delas relaciones de dominación que seencuentran en fenómenos aparen-temente neutrales. Esta dimensiónes la que pretendemos desarrollara lo largo del presente trabajo.

El Capital como relaciónsocial: contra el fetichismodel Estado

Caricaturizando un poco, sueleentenderse el capitalismo como unsistema económico que explotafuerza de trabajo ajena y que se sos-tiene merced a un aparato coerciti-vo que se expresa en el Estado yunos aparatos ideológicos talescomo la Iglesia, el sistema educati-vo, los medios de comunicación,etc. Como ven, se trata de un espa-cio económico donde tiene lugarla explotación y un espacio políticodonde tiene lugar la dominación, yque se encuentran en relación deexterioridad uno de otro. AtilioBoron advierte sobre el fetichismodemocrático (2009: 23, 29), noso-tros nos permitimos hablar de fe-tichismo Estatal. Así como el feti-chismo de las mercancías alude a laseparación entre los productores ysus mercancías, donde éstas últimastoman vida propia y se presentancomo los verdaderos sujetos de lavida social, cuando en realidad noson más que expresión de las rela-ciones sociales, el fetichismo delEstado tiende a hacer recaer en ésteel motor de la vida social, el sujeto

político que contienen las relacio-nes de poder y el fenómeno de ladominación social. De alguna ma-nera, por qué no pensar en la críti-ca que un Michel Foucault le reali-zara al pensamiento político de queaún no ha guillotinado al rey, de quecontinúa pensando el poder en tér-minos de Estado y soberanía.

El Capital refiere a un modo es-pecífico e histórico de produccióny dominación social, un orden so-cial cuyas relaciones sociales de do-minación se encuentran a la vista,son ciertamente concretas, en la fi-gura del Estado, sus aparatos re-presivos e ideológicos. Sin lugar adudas, estos elementos son centra-les para explicar parte de la confi-guración de la dominación en elorden social capitalista, pero sóloen parte. Como Marx y Engels se-ñalaran en La sagrada familia que«sólo la superstición política se ima-gina hoy que la vida social necesitadel Estado para mantenerse en co-hesión, cuando en realidad es elEstado el que debe su cohesión ala vida social» (en Mehring 2002:127). El orden social capitalista tam-bién alberga en su seno relacionessociales de dominación de carácterestructural, abstracto, impersonales,que no son fácilmente aprehensiblesobservando las relaciones directasde dominación, sino observandoaquellos elementos propios delCapital: el trabajo, la mercancía, elvalor, el plusvalor, el dinero y, ob-servándolos en tanto relaciones so-ciales, no en tanto cosas o atributode las cosas, por ello la importan-cia de desfetichizarlos en la lecturaque se propone. En este sentido, ladominación en el capitalismo sefetichiza en la forma-Estado comola forma general de su aceptabili-dad y se camufla bajo la forma-valor como si ésta fuese sólo unelemento del campo económico,además de transhistórico, compar-tido por cualquier modo de pro-ducción. Por lo tanto, la tarea esdesfetichizar el valor para lograr ver-

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lo como una relación social y, porlo tanto, en su dimensión política.Parafraseando a Marx, se humani-za al Estado transformándolo enel sujeto principal del mundo, en elhacedor, y se cosifica la relación valortransformándolo en un mero atri-buto que guardan las mercancías.

Una lectura política obliga a pen-sar las categorías marxianas no co-sificadas, no fetichizadas, sinocomo tensiones y contradiccionespermanentemente en juego. De estamanera, si bien la ‘plusvalía’ refierea la explotación del trabajador porparte del capitalista, en lo esencialrefiere a la relación social entreambos como lucha de clases. Enpalabras del propio Marx, «…lanaturaleza específica de la mercan-cía [fuerza de trabajo] vendida traeaparejado un límite al consumo quede la misma hace el comprador, yel obrero reafirma su derechocomo vendedor cuando procurareducir la jornada laboral a deter-minada magnitud normal»(2012:282). El Capital es una rela-ción social, un orden social que seproduce y reproduce las relacionessociales imponiendo trabajo, en lamedida que consume trabajo aje-no en el marco de la relación dialé-ctica entre trabajo muerto en losmedios de producción y trabajovivo. Esta imposición de trabajoimplica una relación social que seexpresa en la lucha de clases, por lotanto, no se trata de una domina-ción maciza, sino de una relaciónsujeta a tensiones, resistencias, des-plazamientos. Por tal motivo, lascategorías de análisis que se presen-tan no dan cuenta de una domina-ción maciza del capitalista sobre eltrabajador, sino de una relaciónconflictiva entre capital y trabajo,que se personifica en luchas con-cretas, pero que es constitutiva dela dinámica misma del capitalismo.

Esto nos obliga a hurgar en elcomponente dialéctico de la obraen la medida que la misma permiteobservar las tensiones y contradic-

ciones como motor de la dinámicay desarrollo histórico. En tal senti-do, si optamos por leer la obra, noen términos de dominación maci-za del capital sobre el trabajo, sinoen términos de tensiones y contra-dicciones permanentes, estaremostambién admitiendo el caráctertransitorio del capitalismo ya que loentenderemos, no como una cosa,sino como un proceso y, por lo tan-to, como movimiento, cambio ytransformación, pero que no seproduce de forma pacífica y pau-latina, sino abrupta y violenta. Delo que se trata es de recuperar,como pretendiera el propio Marx,la capacidad intuitiva del métododialéctico que nos permita obser-var los fenómenos sociales en tér-minos de proceso, de cambio, trans-formación y movimiento. Así, elvalor es una sustancia en proceso, noes una cosa, una contradicción enproceso (Marx 2011b: 229). En laforma D-M-D tiene diferentesmodos de existencia, el dinerocomo su modo general de existen-cia y la mercancía como su modoparticular. El valor es tal porque loreconocemos en un proceso devalorización, está siempre en mo-vimiento, caso contrario sería merodinero atesorado e inútil, el movi-miento es su modo de existencia.Como dinámica y proceso requie-re observarlo en movimiento y, porlo tanto, en el marco de las relacio-nes sociales que le dan existencia: «Elvalor, pues, se vuelve valor en pro-ceso, dinero en proceso, y en esecarácter, capital. Proviene de la cir-culación, retorna a ella, se conservay multiplica en ella, regresa de ellaacrecentado y reanuda una y otravez, siempre, el mismo ciclo […]En realidad, pues, D-M-D’, tal cualse presenta directamente en la esfe-ra de la circulación, es la fórmulageneral del capital» (2012:189-190).Entender al Capital como relaciónsocial, es entenderlo como relacio-nes sociales de poder, de lucha, deviolencia, así también el valor. De

esta manera, como expresa Kohan(2014), si nuestra pretensión es re-cuperar el componente de relaciónsocial de poder que tiene el valor, eltrabajo, el dinero, el capital, la lógi-ca dialéctica como lógica de las re-laciones es sustancial al abordaje.

En otras palabras, alentar una lec-tura política de los textos marxia-nos es, al mismo tiempo, alentar sulectura dialéctica, estimulando a re-conocer el carácter de tensión, con-tradicción y movimiento que exis-ten en los procesos sociales.

El valor como el nervio delorden social capitalista.

El Che, recuperando el espíritude Marx en El Capital, expresó enel famoso artículo que enviara elSemanario Marcha dirigido porCarlos Quijano: «El ejemplar hu-mano, enajenado, tiene un invisiblecordón umbilical que le liga a lasociedad en su conjunto: la ley delvalor. Ella actúa en todos los as-pectos de su vida, va modelandosu camino y su destino. Las leyesdel capitalismo, invisibles para elcomún de las gentes y ciegas, ac-túan sobre el individuo sin que estese percate», y más adelante, «la mer-cancía es la célula económica de lasociedad capitalista; mientras exis-ta, sus efectos se harán sentir en laorganización de la producción y,por ende, en la conciencia» (1988:6-8). Este fragmento del Che seña-la con perfección la preocupaciónque nos mueve en el presente tra-bajo, la existencia de modos de su-jeción invisibles que constituyen elentramado social, el cordón umbi-

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lical que liga a la sociedad en suconjunto. Por un lado, un cordónumbilical que ata al individuo a lasociedad sin recurrir directamentea la fuerza y, por otro, la mercancíaprovocando efectos al nivel de laproducción, a nivel social y al nivelde la conciencia. La toma del po-der el 1° de enero de 1959 mani-fiesta el momento donde se trasto-ca aquella relación de dominacióndirecta y tangible expresada en elEstado pero, como lo señala enChe en 1965, al mismo tiempo, in-augura el proceso más prolonga-do de trastrocamiento de aquelladominación más imperceptible queecha raíces en la conciencia, ese cor-dón umbilical que hace carnaduraen la conciencia y en la materiali-dad de la sociedad misma al cons-tituir su malla de poder, su soportey reproducción.

El capitalismo como orden so-cial de dominación refiere a unadominación de sujetos sobre suje-tos, de clases sobre clases, al mis-mo tiempo que refiere a una do-minación de las clases, más bien dela clase trabajadora, por estructu-ras sociales abstractas, históricas yconstruidas en la propia relación ylucha de clases. Veamos que ya enla década del ’40 Marx identificabacon claridad las relaciones socialescomo soporte de los fenómenoseconómicos. En Trabajo asalariado yCapital Marx expresa: «un negro esun negro. Sólo en determinadascondiciones se convierte en escla-

vo. Una máquina de hilar algodónes una máquina para hilar algodón.Sólo en determinadas condicionesse convierte en capital. Arrancada deestas condiciones, no tiene nada decapital, del mismo modo que el orono es de por sí dinero...» (1973:36).Podemos agregar, un hombre y unamujer no son más que un hombrey una mujer, sólo en determinadascondiciones se convierten en traba-jadores asalariados, condiciones sig-nadas por la expropiación de susmedios de producción y la consti-tución del valor como nervio de lasociedad. Esta dominación no seexpresa sólo a través de la propie-dad privada, de la apropiación pri-vada del excedente y la propiedadprivada de los medios de produc-ción, sino en la forma-valor quemanifiesta un tipo de riqueza socialque se enfrenta al trabajo vivo deltrabajador (Marx 2012: 44). Reite-ramos, esto no implica desconocerla dominación que brota de unaentidad como el Estado, sino elénfasis en la dominación que brotadel valor como forma de riqueza so-cial producida por la específica mo-dalidad de producción capitalista.

En los Grundrisse Marx aborda elcomponente político, las relacionesde dominación de manera muy cla-ra, estableciendo con absoluta sen-cillez una distinción entre la domi-nación personal directa y la domi-nación personal indirecta o, másbien, dominación impersonal. Marxseñala que «cada individuo posee elpoder social bajo la forma de unacosa. Arránquese a la cosa este po-der social y habrá que otorgárseloa las personas sobre las personas.Las relaciones de dependencia per-sonal (al comienzo sobre una basedel todo natural) son las primerasformas sociales, en las que la pro-ductividad humana se desarrolla

solamente en un ámbito restringi-do y en lugares aislados. La inde-pendencia personal fundada en ladependencia respecto a las cosas es lasegunda forma importante en laque llega a constituirse un sistemade metabolismo social general, unsistema de relaciones universales, denecesidades universales y de capa-cidades universales. La libre indivi-dualidad, fundada en el desarrollouniversal de los individuos y en lasubordinación de su productividadcolectiva, social, como patrimoniosocial, constituye el tercer estadio»(2011a: 85). Se transforman las re-laciones sociales, de ser relacionesde dependencia y dominación di-recta entre las personas, de servi-dumbre, de esclavitud, de vasallaje,emerge la libertad como momen-to de resurgir de los hombres, rom-pen esos lazos de dependencia di-recta, constituyéndose en seres li-bres. La modernidad ha llegado yla era de la libertad hace su apari-ción. La dependencia personal hasido derrumbada, hemos accedidoa la era de la libertad, pero lejos depensar esta libertad como dato na-tural del individuo que se la cons-triñe desde fuera como un podersiempre amenazante (relación sumacero entre poder y libertad), es ne-cesario reconocerla como la con-dición y el soporte sobre los que semontan las formas de sujeción im-personales. La malla del poder enel orden social capitalista se consti-tuye gracias a la libertad, no frentea ella ni a pesar de ella, por ello loparadójico es que las libertades ga-nadas en el capitalismo traen comoefecto las consolidación de las su-jeciones y dependencias a las cosas,en efecto, la consolidación del valorcomo nervio de la sociedad. Porello el capitalismo debe producirpermanentemente libertad1, porque

1 Desde luego que no puede leerse esta afirmación sin ironía, una ironía que el propio Marx menciona en El Capital al señalar la

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la consume de modo incesante, elcamino sin frenos hacia la plena li-bertad es el camino hacia el reina-do del valor como cordón umbili-cal de la sociedad.

Ahora bien, como mencionamos,esta era de la libertad coincide conla emergencia del capitalismo, en-tonces, la pregunta obligada es, quérelación existe entre ellos. Para elcapitalismo, existe una condiciónindispensable, condiciones históri-cas que permiten su emergencia: lainvención de la libertad. Para queun hombre pueda vender una mer-cancía en el mercado, es necesarioque tenga libertad de disposiciónsobre la misma, que sea su propie-tario. De esta manera, para que untrabajador pueda vender su fuerzade trabajo, no tienen que existirobstáculos para ese intercambio deequivalentes que se da en el merca-do, tiene que disponer de la fuerzade trabajo, no le tiene que pertene-cer a nadie más, debe ser un pro-pietario libre de su fuerza de traba-jo, no debe estar sujeto a ningunarelación personal de dependencia(como el esclavo, el siervo de la gle-ba o el aprendiz de oficio en ungremio): «…obrero libre, libre enel doble sentido de que por unaparte dispone, en cuanto hombrelibre, de su fuerza de trabajo encuanto mercancía suya, y de que,por otra parte, carece de otras mer-cancías para vender, está exento ydesprovisto, desembarazado detodas las cosas necesarias para lapuesta en actividad de su fuerza detrabajo» (2012:205. Ver cita 1). Esdecir, jurídicamente libre por care-cer de relaciones de dependencia ymaterialmente libre por carecer delos medios de producción necesa-rios para su reproducción. La pri-mera ofrece la posibilidad de ena-

jenar su mercancía, la segunda hi-poteca aquella «posibilidad» y obli-ga al trabajador a enajenarla. Estalibertad que se traduce en una in-dependencia personal, es decir, in-dependencia directa respecto a otraspersonas, se reconfigura como unadependencia a través de las cosas.En otras palabras, si las relacionessociales debían crearse y recrearsesobre la base de dependencias per-sonales, el capitalismo inaugura de-pendencias de carácter abstractas eindirectas a través de las cosas.

Con estas dependencias nos re-ferimos al modo en que se produ-ce y reproduce el orden social, lasrelaciones sociales capitalistas. Porello, que sean de carácter abstractoe impersonal no significa que nosean políticas, sino que las relacio-nes de poder se encuentran inscrip-tas en el interior de lo que aparececomo fenómenos económicos, téc-nicos, como elementos, cosas, acti-vidades (el capital, el trabajo, el di-nero). Esta dependencia es el valorcomo relación social y, en ese sen-tido, la relación entre las personasse transmuta en relación entre lascosas, los hombres y mujeres serelacionan a través de las cosas, co-sas que guardan un componentehumano, el trabajo humano abs-tracto, que es ni más ni menos loque permite ponerlas en contactoy establecer relaciones, identificar sucarácter social. Se trata efectivamen-te de una relación humana cosifica-da, ya que efectivamente son lascosas las que entran en relación en-tre sí, la sociabilidad aparece comopropiedad de las cosas y, por lotanto, la malla que vincula a los in-dividuos, el pegamento que une lasociedad deviene de las actividadescosificadas de los individuos (esdecir, del trabajo abstracto, no del

trabajo concreto, creador), deltiempo como medida de la rique-za y del dinero, en otras palabras,del valor contenido en las mercan-cías. Podemos decir, retomando lacita de los Grundrisse, el entramadode poder en la sociedad remite alsegundo estadio de la forma so-cial, sin embargo, continuamos pen-sando en el primero como formapredominante de ejercicio del po-der, tal vez de manera más com-plejo alrededor de la figura del Es-tado que no implica una relaciónpersonal directa de dominación,pero sí como forma visible, tangi-ble y exterior a las relaciones socia-les mismas.

El fetichismo de la mercancíatoma al valor como un atributo dela cosa (esta cosa cuesta tanto, estebien tiene determinado valor) y nocomo una relación social. Sin em-bargo, el valor es una relación socialporque expresa una forma especí-fica de trabajo («El trabajo en símismo no da valor al producto,sino sólo el trabajo que es organi-zado en determinada forma social[en la forma de una economía mer-cantil]», Rubin 1974:121), expresaun producto creado específicamen-te para ser vendido y en el merca-do donde entra en diálogo conotros a través de su igualación porel dinero, lo que transforma el pro-ducto en intercambiable. Que unamercancía tenga las característicasestéticas o de utilidad, nada expre-

necesaria e indefectible vinculación existente en el capitalismo entre libertad y carencia o,como él mismo expresa, las dos caras de lalibertad que son dos condiciones fundamentales que aseguran la libre concurrencia de los individuos al mercado de trabajo. En estesentido, Lenin lanza el grito que «la libertad es una gran palabra, pero bajo la bandera de la libertad de industria se han hecho las guerrasmás expoliadoras y bajo la bandera de la libertad de trabajo se ha despojado a los trabajadores» (2007:104).

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san las relaciones sociales en las quehan sido producidas, por trabajoasalariado para ser vendidas en elmercado, donde se entablan rela-ciones a través de las cosas. Rubinlo expresa de la siguiente manera:«...el valor no caracteriza a las cosas,sino a las relaciones humanas en quese producen las cosas. No es unapropiedad de las cosas, sino unaforma social que adquieren las co-sas por el hecho de que las perso-nas entran en determinadas relacio-nes de producción mutuas a travésde las cosas. El valor es una rela-ción social tomada como una cosa,una relación de producción entrepersonas que adopta la forma deuna propiedad de las cosas»(1974:122). Lo que debemos con-siderar como elemento central quese desprende de esta afirmación, esque la extensión de las relacionessociales del Capital, implican la ge-neralización de la forma-valorcomo elemento ordenador de lasmismas o, en otras palabras, la cre-ciente mercantilización no sólo su-pone la generalización de los valo-res de uso y de la cultura del consu-mo, sino la imposición de la forma-valor como determinante estructu-ral de las relaciones sociales, comola malla de la sociedad, para decirlode una forma conocida, como ce-mento de la sociedad. Como señalaRubin, el valor no expresa cualquierrelación humana, sino relaciones so-ciales de producción, por ello antela generalización de la forma-valorse advierte la colonización de las re-laciones sociales de producción entodo ámbito de la vida involucran-do a toda la sociedad en los proce-sos de valorización.

En este sentido, si entendemos elCapital como una relación social,una relación social de lucha de cla-ses, la mercancía es fundamental-mente la imposición de esa relaciónsocial de dominación, es la formaque encierra las relaciones socialesde lucha de clases obligando a laspersonas a vender cada vez más unaparte creciente de su vida, su totali-dad prácticamente, como fuerza detrabajo en forma mercantil para so-brevivir y tener acceso a una ínfimaporción de la riqueza social. Las re-laciones de poder en el capitalismose expresan en la forma mercancía,obligando a la clase trabajadora aconvertirse en fuerza de trabajo o,como dijera claramente Marx, «locaracterístico no es que se puedacomprar la mercancía fuerza de tra-bajo, sino que la fuerza de trabajoaparezca como mercancía»(2009:36). De aquí que, como lomencionamos anteriormente, cuan-do se alude al fenómeno de la cre-ciente mercantilización de la socie-dad, no sólo se esté indicando laexpansión creciente de los valores deuso a todos los rincones sociales, latransformación en objeto útil, ven-dible y consumible de todo lo exis-tente, hasta de los afectos, sino tam-bién la imposición y generalizacióndel valor como medida de todas lasrelaciones sociales. Marx comienzaEl Capital analizando la mercancíaporque la sociedad capitalista es unenorme arsenal de mercancías, perosobretodo, porque en la estructurade la mercancía encuentra conteni-das las claves para desentrañar elorden social capitalista y sus relacio-nes de dominación abstractas e im-personales, la mercancía se constitu-ye en el principio de desciframientosocial porque expresa la relación devalor entre los seres humanos.

Conclusión

En el orden social capitalista «loque pone de relieve su carácter de

valor [de una mercancía] es su pro-pia relación con la otra mercancía»(Marx 2012:62), el valor queda re-flejado en la relación entre mer-cancías, reflejo que se expresa através del intercambio y, por lotanto, mediado por la forma-di-nero. Esto indica que el trabajohumano queda oculto, en otrostérminos, el fetichismo de la mer-cancía vela el trabajo humano quelas mismas contienen, el carácterde relación social del valor y su apa-riencia de cosa. El valor es una re-lación social, pero como tal no esposible señalarla materialmentediciendo «ahí está el valor!». En todocaso, vale señalar que el valor es in-material pero es objetivo, así comola gravedad es inmaterial pero esobjetiva. El valor es tiempo de tra-bajo socialmente necesario objeti-vado en una mercancía. El valor noes una cosa, no se reconoce seña-lándolo, sino que es una relaciónsocial en la medida que involucrala organización del trabajo y eltiempo a escala planetaria, lo queiguala a todas las mercancías y lashace intercambiables. Al mismotiempo, el valor es en tanto se en-cuentra en movimiento, es decir,en el proceso de valorización y enel de realización del valor, en otraspalabras, en cuanto se continúa tra-bajando, produciendo, reviviendoel trabajo muerto y objetivado enmedios de producción por mediodel trabajo vivo y subjetivo. El va-lor es tal porque lo reconocemosen un proceso de valorización, estásiempre en movimiento.

Es a partir de esto que nos per-mitimos pensar el valor como elpegamento de la sociedad, la mallade poder que articula la sociedad,el elemento político inmaterial, abs-tracto, impersonal que ordena y re-gula las relaciones sociales. De ma-nera muy elegante Marx señala: «Sedijo y se puede volver a decir quela belleza y la grandeza de este sis-tema [el Capital] residen precisa-mente en este metabolismo mate-

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rial y espiritual, en esta conexión quese crea naturalmente, en forma in-dependiente del saber y de la volun-tad de los individuos, y que presu-pone precisamente su indiferencia ysu independencia recíprocas» (2011a:89), una independencia e indiferen-cia directa entre las personas, la au-sencia de vínculos de dependenciadirecta entre las personas, pero quetiene como contraparte la dependen-cia a las estructuras abstractas delvalor, la subordinación al proceso deproducción social.

Reconocer al valor como el ner-vio político del Capital, tiene algu-nas consecuencias no menores. Elcontraste entre valor (tipo de rique-za que depende del «tiempo de tra-bajo» y de la «magnitud de trabajoempleado» específicamente capita-lista) y «riqueza material» (tipo deriqueza que no depende del tiem-po de trabajo humano), es centralpara comprender la contradicciónbásica del capitalismo. En este sen-tido, a la contradicción entre fuer-zas productivas y relaciones socia-les de producción tan claramenteseñalada en el Manifiesto, se suma lacontradicción entre forma social yforma material de la riqueza, aque-lla expresada en el valor como tiem-

po de trabajo socialmente necesa-rio como medida común y éstaexpresada en la producción concre-ta destinada a satisfacer necesida-des reconocidas socialmente comonecesarias. La contradicción del ca-pitalismo no sólo se produce en-tonces entre las fuerzas producti-vas y las relaciones sociales de pro-ducción, sino entre la forma socialy la forma material de la riqueza.Esta contradicción se expresa enque, por un lado, encuentra unaproducción en aumento en base ala tecnología y el conocimiento, esdecir, una alta composición orgá-nica de Capital y por lo tanto, porotro lado, una reducción del com-ponente subjetivo del trabajo vivo(aunque nunca eliminable en el ca-pitalismo) en base al gasto inme-diato de fuerza de trabajo, únicaforma de riqueza que constituyecapital (valor). Estas son las condi-ciones estructurales necesarias en lasociedad capitalista, pero esta con-tradicción contiene una imposibili-dad de autosuperación, imposibili-dad de resolución dentro de la mis-ma lógica del Capital ya que lo quedeviene superfluo en un nivel (elgasto inmediato de fuerza de tra-bajo concreto en la producción),

resulta necesario en otro (el gastonecesario de fuerza de trabajocomo productor de valor y de ri-queza social en el capitalismo). DiráMarx, «el capital mismo es la con-tradicción en proceso, por el hechode que tiende a reducir a un míni-mo el tiempo de trabajo, mientrasque por otra parte pone al tiempode trabajo como única medida yfuente de la riqueza» (2011b: 229).Aceptar esto es reconocer que laconstrucción de socialismo comocamino a la sociedad comunistaimplica de forma cada vez máscreciente de transformación deltiempo de trabajo en tiempo deocio, no basta con trabajar mejory de forma genuina y desalienada,sino de trabajar lo menos posible.Esta es la manera en que riquezasocial y riqueza material terminensiendo lo mismo, es el comunismola garantía de ello.

Bibliografía.

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Homenaje a La historiame absolverá

por Hernán Randi1

El 26 de julio de 1953, ungrupo de revolucionarioscubanos, bajo la dirección

de Abel Santamaría y Fidel CastroRuz, y luego de una extensa prepa-ración, tomaban por asalto los cuar-teles «Carlos Manuel de Céspedes»en Bayamo, y «Moncada» en San-tiago de Cuba.

Su objetivo era poner en conoci-miento la feroz dictadura a la queel pueblo cubano estaba sometidoy si era posible producir un levan-tamiento popular de masas paraderrocar a la misma.

La dictadura de Fulgencio Batistaera la fiel representante del imperia-lismo norteamericano y de sus inte-reses económicos y geopolíticos parael dominio de la región caribeña.

Este movimiento fue derrotadoen esa oportunidad y fueron asesi-nados la mayoría de sus comba-tientes, incluso Abel, héroe de esagesta libertaria.

Otros pagaron con su detención yla cárcel la osadía que llevaron ade-lante, como es el caso de Fidel y RaúlCastro además de otros importan-tes dirigentes de aquel alzamiento.

Por esta gesta y por los mártiresque allí dejaron sus vidas, nació elMovimiento 26 de julio, vanguar-dia de la revolución triunfante el 1de enero de 1959.

Luego de la persecución y deten-ción de los sobrevivientes de aque-lla gesta, su máximo dirigente, lle-vado a juicio por un tribunal mili-tar, denunciaría las injusticias de talaberrante juicio y de las condicio-nes en que sobrevivía el pueblo deCuba. El proceso se llevo a cabosin garantías de ningún tipo paralos detenidos.

Este alegato histórico de autode-fensa, escrito por partes, y declara-do ante los jueces en octubre de1953 de memoria y con creativi-dad por Fidel, se conocería luegocomo «La Historia me absolverá».

Aquí queremos homenajear estaexposición maravillosa desde todopunto de vista y programa de laRevolución nuestroamericana.

Queremos recuperar su vigenciatanto como programa de la Revo-lución que queremos para nuestrocontinente como desplegar los por-qué de esta afirmación: La centra-lidad y vigencia que contiene estedocumento para la batalla de ideas,que no son otra cosa que la luchapor la hegemonía, en el curso de lalucha contra nuestro enemigo prin-cipal: el imperialismo norteameri-cano y sus agentes internos.

Su vigencia para la lucha ideoló-gica y política, queda sintetizada enlas palabras dichas por Fidel en su

alegato, cuando citando al apóstolde la independencia de Cuba, JoséMartí, recordó que: «Un principiojusto desde el fondo de una cuevapuede más que un ejército»

Las ideas principales del alegatoque queremos recuperar aquí masallá de la importancia que tambiéncontiene en cuanto denuncia legal ypolítica del Régimen (el marco deilegalidad e inconstitucionalidad enque se desarrollo el juicio) y la de-nuncia económico-social en cuan-to a la explotación y sometimientodel pueblo cubano, son por un ladola ruptura con la tradición del suje-to emancipador o sea la centrali-dad del sujeto «pueblo» para el cur-so de la lucha contra el enemigoprincipal y por otro el programacontenido en este trabajo para darcurso a tal emancipación.

La centralidad del sujeto«pueblo»

En pos de aglutinar a las fuerzassociales existentes para enfrentar ala dictadura, y para convertir la de-rrota militar del alzamiento en acu-mulación de fuerzas y victoria po-lítica, el alegato va a definir el suje-to popular conteniendo a las clasessociales, fracciones de las mismas y

1 Director Adjunto del CEFMA

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grupos sociales que por sus intere-ses se encontraban enfrentados a laspolíticas serviles del imperialismoen Cuba.

Desarrolla en este sentido un con-cepto del campo popular no exclu-sivamente obrerista, para hacer con-currir a importantes masas del pue-blo en las acciones de los revolucio-narios para enfrentar a la dictadura.

En la unidad del pueblo van aser contenidos los sin trabajo, losobreros del campo, los obreros in-dustriales y braceros, los pequeñosagricultores, los maestros, los pe-queños comerciantes y los profe-sionales jóvenes con el objetivo deunificar a todas las fuerzas socialesoprimidas y explotadas en un ob-jetivo común.

Las mismas, está claro se encon-traban sin representación política odispersas en múltiples organizacio-nes políticas y sociales en su granmayoría de base popular pero deconducción burguesa.

Excepción de esto era el PartidoSocialista Popular (PSP), nombrebajo el cual actuaba el Partido Co-munista cubano fundado por JulioAntonio Mella, para sobrellevar lapersecución y la ilegalidad, pero li-mitado en sus capacidades de desa-rrollo por el profuso anticomunis-mo que imponía la cultura domi-nante de la época servil a la propa-ganda del imperialismo yanqui y noexento de errores de caracterizaciónpolítica para convertirse en la van-guardia del proceso revolucionario.

La definición del sujeto popularcomo sujeto emancipador fue unode los aportes fundamentales queaquí queremos recuperar. Estas pa-labras del propio Fidel en «La his-toria me absolverá» pintan a las cla-ras lo que aquí desarrollamos:

Cuando hablamos de pueblo noentendemos por tal a los sectoresacomodados y conservadores dela nación, a los que viene bien cual-quier régimen de opresión, cualquierdictadura, cualquier despotismo,postrándose ante el amo de turno

hasta romperse la frente contra elsuelo. Entendemos por pueblo,cuando hablamos de lucha, la granmasa irredenta, a la que todos ofre-cen y a la que todos engañan y trai-cionan, la que anhela una patriamejor y más digna y más justa; laque está movida por ansias digna ymás justa; la que está movida poransias ancestrales de justicia porhaber padecido la injusticia y la burlageneración tras generación, la queansía grandes y sabias transforma-ciones en todos los órdenes y estádispuesta a dar para lograrlo, cuan-do crea en algo o en alguien, sobretodo cuando crea suficientementeen sí misma, hasta la última gota desangre. La primera condición de lasinceridad y de la buena fe en unpropósito, es hacer precisamente loque nadie hace, es decir, hablar conentera claridad y sin miedo. Losdemagogos y los políticos de pro-fesión quieren obrar el milagro deestar bien en todo y con todos, en-gañando necesariamente a todos entodo. Los revolucionarios han deproclamar sus ideas valientemente,definir sus principios y expresar susintenciones para que nadie se enga-ñe, ni amigos ni enemigos.Nosotrosllamamos pueblo si de lucha se tra-ta, a los seiscientos mil cubanos queestán sin trabajo deseando ganarseel pan honradamente sin tener queemigrar de su patria en busca desustento; a los quinientos mil obre-ros del campo que habitan en losbohíos miserables, que trabajan cua-tro meses al año y pasan hambre elresto compartiendo con sus hijosla miseria, que no tienen una pulga-da de tierra para sembrar y cuyaexistencia debiera mover más acompasión si no hubiera tantoscorazones de piedra; a los cuatro-cientos mil obreros industriales ybraceros cuyos retiros, todos, es-tán desfalcados, cuyas conquistas lesestán arrebatando, cuyas viviendasson las infernales habitaciones de lascuarterías, cuyos salarios pasan delas manos del patrón a las del ga-

rrotero, cuyo futuro es la rebaja yel despido, cuya vida es el trabajoperenne y cuyo descanso es la tum-ba; a los cien mil agricultores pe-queños, que viven y mueren traba-jando una tierra que no es suya,contemplándola siempre triste-mente como Moisés a la tierra pro-metida, para morirse sin llegar aposeerla, que tienen que pagar porsus parcelas como siervos feuda-les una parte de sus productos, queno pueden amarla, ni mejorarla, niembellecerla, planta un cedro o unnaranjo

porque ignoran el día que ven-drá un alguacil con la guardia rurala decirles que tienen que irse; a lostreinta mil maestros y profesorestan abnegados, sacrificados y ne-cesarios al destino mejor de las fu-turas generaciones y que tan malse les trata y se les paga; a los vein-te mil pequeños comerciantesabrumados de deudas, arruinadospor la crisis y rematados por unaplaga de funcionarios filibusterosy venales; a los diez mil profesio-nales jóvenes: médicos, ingenieros,abogados, veterinarios, pedago-gos, dentistas, farmacéuticos, pe-riodistas, pintores, escultores, et-cétera, que salen de las aulas consus títulos deseosos de lucha y lle-nos de esperanza para encontrar-se en un callejón sin salida, cerra-das todas las puertas, sordas al cla-mor y a la súplica. ¡Ése es el pue-blo, cuyos caminos de angustiasestán empedrados de engaños yfalsas promesas, no le íbamos adecir: «Te vamos a dar», sino: «¡Aquítienes, lucha ahora con toda tusfuerzas para que sean tuyas la li-bertad y la felicidad!»

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Programa

El programa propuesto en elalegato busca contener al pueblo,como sujeto de emancipación, enla nueva situación dada por la de-rrota militar, buscando convertireste revés en victoria política, enbatalla de ideas, en lucha por lahegemonía.

El mismo parte de la lectura delas aberraciones jurídicas, la falta delibertades democráticas, la ilegali-dad y anticonstitucionalidad del ré-gimen pero ahonda en las injusti-cias estructurales, en las condicio-nes de existencia reales del pueblo.

Las libertades ausentes y las con-diciones de vida miserables y la ex-

plotación a la que se encuentran so-metidos los cubanos son las razo-nes que empujan a Fidel a declarar:«No puedo dejar principio sin defender,verdad sin decir, ni crimen sin denunciar».

El programa va a contener ape-laciones a la constitución de 1940en cuanto a la soberanía nacional,la situación de la propiedad de latierra, de la participación en las uti-lidades de las grandes empresas yen el rinde de la caña de azúcar(principal producción del país enese momento).

Va a contener también la confis-cación de los bienes malversadospara sostener las cajas de jubila-ciones y financiar los hospitales y,entre otras medidas, propone lareforma agraria, la reforma de laenseñanza y la nacionalización delos monopolios en la electricidady la telefonía.

En política exterior, plantea lasolidaridad para con la lucha de lospueblos democráticos.

Sin duda podemos entender es-tas propuestas, más allá de la de-

clamación Antibatistiana, en la es-fera de la lucha política como unprograma de carácter antimonopo-lico, por ende anticapitalista si enten-demos la imposibilidad de escindirel imperialismo del capitalismo, sinoque entendemos al primero comola forma en el que actúa el segundoen esta etapa histórica.

Y así lo entendemos porque yano pueden desarrollarse formasnacionales burguesas que no im-pacten y sean derrotadas por elgran capital concentrado y centra-lizado de las grandes metrópolismundiales.

Mucho mas podríamos deciraquí para recuperar esta bellísimaobra de la Revolución que hoy nospertenece a todos y todas peropara cerrar este homenaje y pues-ta en vigencia de la obra del Co-mandante Fidel Castro podremosestar seguros de la historia no sololo absolvió sino que ya lo ha colo-cado en el podio de los más gran-des humanistas y revolucionarios dela historia universal.

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Palabras dePatricio Echegaray

En esta reunión no se puede ni se debe hacer un cierre, es una reunión que se

ha hecho para abrir y a cumplidosus objetivos. Se han abierto unacantidad de puertas y ventanas depensamiento que hacen que el re-sultado tampoco se pueda medirpor la reunión en sí, dependerá decómo utilicemos esas ventanas, esaspuertas, esos espacios abiertos.

Quiero felicitar a todos los pa-nelistas, a los que intervinieron enesta Jornada que muestra que te-

nemos una capacidad muy impor-tante que está en un nivel poten-cial, que hay que desarrollarla yconcretizarla para desarrollarnos ycrecer en el tema de la Batalla deideas, la lucha ideológica y la cons-trucción de alternativa.

Entiendo que es bueno recor-dar que estamos a dos días del ani-versario del asesinato del Che, yque no estaría mal que le dedique-mos esta reunión como un home-naje al Che, a su acción y su pen-samiento revolucionario.

Y solo para fundamentar este re-cuerdo, nombremos algunas cosasque tenía el Che, yo diría que es elprincipal teórico del 16º Congre-so, que en realidad es el 16, el 17,el 18… y lo será el 25, porque esun proceso de debate político –ideológico del cual el Che ha sidoel gran inspirador.

Es el gran inspirador a partir deunas ideas fuerza muy sencillas peromuy poderosas. En primer lugar elChe planteo «Revolución socialistao caricatura de revolución», y lo

Marcelo F. Rodríguez, Emilia Segota, Patricio Echegaray y Víctor Kot al inicio de la primera jornada.

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planteaba casi siempre asociadoa la idea de que al imperialismono había que darle «ni un cachitoasí de confianza». Avanzando enesas dos ideas se llega a la con-clusión de que la revolución ac-tual es una revolución antimperia-lista, socialista, socialista de libe-ración nacional, como la defini-mos nosotros en el 16º Congre-so, pero que es una revoluciónanticapitalista. Esto es lo esencial,porque ustedes recordarán quenosotros cambiamos en el mismoelparadigma de revolución demo-crática burguesa con vistas al so-cialismo por este enfoque de re-volución socialista de liberación na-cional. Todo esto lo hicimos ins-piirados en el Che.

Otro punto es el tema del men-saje del Che a los argentinos, quees básico en la construcción de laalternativa. Cuando el Che, ese 25de mayo en La Habana, y quierorecordar a dos mujeres que estu-vieron allí presentes, Alicia Egureny Alcira de La Peña, dijo que sisupiéramos unirnos que bello se-ria el futuro y que cercano, queda-ba dicho todo lo que significa laalternativa, unirse para tener másfuerza y con eso capturar el futu-ro, que parece tan lejano, pero queunidos seria cercano.

Quiero hablar de algo que a cam-peado en toda la reunión y quesiempre recuerda Atilio Boron,eso que dijo Lenin de que no haynada más práctico que una buenateoría, algo que resuelve de unamanera muy comprensible todaslas complejas interrelaciones quehay respecto a teoría, práctica,praxis, qué es primero qué es se-gundo, cómo se complementan,cómo se articula.

No hay nada más práctico queuna buena teoría, en realidad yodiría, que no hay nada más nece-sario que la teoría y la forma deaplicar la teoría para cambiar larelación de fuerzas. Es imposi-ble sin una potente acción teóri-

ca pensar en cambiar una correla-ción de fuerzas tan desfavorablecomo la que tenemos. Incluso enel mundo, no solo estoy hablandode la Argentina.

Y quiero aprovechar para hacer-le un homenaje a J. W. Cooke,quien habló bastante de este temadel cambio de la correlación de fuer-zas planteando que toda correlaciónde fuerzas se puede cambiar. Y estadebe ser otra conclusión de la re-unión, el optimismo teórico y polí-tico no lo medimos por el aplausó-metro o porque a veces tengamosla costumbre de ser más papistasque el Papa, no podemos ser kir-chneristas, claro que defendemosalgunas conquistas del kirchneris-mo, pero a veces nos volvemosmás kirchneristas que Cristina, nopuede ser. Dejamos de ver quesomos aliados y nos encontramosen algunas cuestiones políticas y esoestá muy bien, pero no quiere decirque ideológicamente nos transfor-memos en lo que ellos son, como aveces nos ocurre.

En este sentido nos falta darleun poco más de taller al tema delPapa, porque en realidad el Papaha protagonizado los principalesmomentos de batalla ideológica enlos últimos meses, hay que decirloasí, felizmente, porque ustedes sedan cuenta que la proyección de lapalabra del Papa, las dificultadesdel sistema capitalista para ocultarlo,es mucho menor que lo que pue-de hacer con la palabra de nues-tras voces como la de Fidel o Raúl.

Esto es una gran cosa que estamediada por un anticlericalismonuestro que nos pone incómodosen relación a cualquier cosa que ten-ga que ver con la religión, y quenace de una mala lectura de Marx,en aquello de que la religión es elopio de los pueblos, en realidadMarx dice, en un mundo sin espe-ranzas, en un mundo lleno de in-justicia, en un mundo lleno de do-lor: la religión es el opio de lospueblos. Es completamente distin-

to el sentido a la interpretación deque la religión en definitiva en unretraso. Marx decía eso.

Y hoy tenemos que recordar aVictorio Codovilla que decía quees muy distinto ser oportunista queser oportuno.

Ser oportunista es muy malo,pero es muy bueno ser oportuno.Entonces hay que saber tener sen-tido de la oportunidad, no se tratade hacer grandes disquisicionessobre si el Papa es sincero y piensaexactamente lo que dice, lo que sa-bemos es que si dice que el capita-lismo es un sistema malo, que noresuelve las necesidades, que estáagotado, a nosotros nos da laoportunidad de profundizar en eldebate sobre el capitalismo usan-do absolutamente todas las cate-gorías marxistas de análisis críticodel capital. Y esto ayuda, sin nin-guna duda, hagámoslo.

Otra cuestión que quería recor-dar es que hay que hablar más delenemigo, del enemigo el consejo,Atilio hacia muy bien en citar aBzrezinki, y quiero insistir en eso.Se cumplen 40 años de La Era Tec-notrónica, un libro donde Bzrezinkiplantaba que el tema militar eramuy importante, pero que la con-troversia no se iba a resolver conel enfrentamiento de los tanquesdel pacto de Varsovia contra lo he-licópteros de la OTAN, la guerrase iba a resolver por medios cultu-rales y mediáticos. Y en ese sentido,las cosas estaban así, si en lo militarestamos parejos, en el terreno cul-tural y mediático tenemos gran ven-taja, entonces vamos a ganar.

Y ya que se hablo de Fanny, y esbueno recordarla por el nivel deestadista que llegó a tener, hay unpunto en el que a ella le preocupa-ba mucho el atraso que tenían enlos centros soviéticos particular-mente, pero también alemanes, enrelación al análisis, a la profundi-zación sobre los temas del capita-lismo. Creo que eso era una reali-dad palpable. Y así fue como nos

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fue, nos dieron una paliza bárba-ra. Entonces la derrota, que equi-valió a una derrota en una especiede Tercera Guerra Mundial, se li-bró por otros medios, no se librópor medios militares, sino que selibró por medios ideológicos, po-líticos y culturales.

Y acá viene el tema de la prepa-ración que hizo el enemigo en re-lación a la cuestión cultural. Uste-des creen que es casualidad que elmacartismo empiece en Hollywo-od, persiguiendo a todos los gran-des directores, actores, escritoresde la cultura que se habían identi-ficado con lo nuevo, que se habíanidentificado con el comunismo, no,no es casual, no es maldad, es cla-ridad de clase en relación a comogolpear los espacios que puedenser más efectivos para reproducirla ideología y transformarla enconciencia de la clase obrera, delpueblo. Por eso el tema del ma-cartismo es una muela que vienedoliendo, seguramente algunoserrores nuestros nos han hechomás ineficaces en la batalla, peroes una cuestión mundial, es el nú-cleo ideológico del capitalismo.No hay otra acción ideológicaequivalente en el capitalismo con-tra alguno de sus enemigos.

Fíjense que cuando hicieron mu-cha propaganda sobre que habíanderrotado al enemigo rojo, tuvie-ron que inventarse otro enemigo, ytuvieron que tirar las Torres Geme-las e inventar al enemigo islámico,etc... Porque realmente el enemigodesde fines del siglo XIX y todo elsiglo XX fue el comunismo.

En este sentido, creo que la re-unión tiene que ser consideradacomo un disparador, evidente-mente esta reunión en sí no puedesatisfacer el redondeo de todos lostemas tratados, se han tratado mu-chos temas, tiene que ser un dis-parador. Aquí se ha tratado el temade Fidel y la importancia dere4alizar un Seminario Permanentesobre el pensamiento de Fidel Cas-

tro, el tema de la Revolución deoctubre, nos acercamos al centena-rio, tenemos que hacer diversas ac-tividades, amplias, plurales sobre laimportancia de la revolución.

Respecto al capitalismo, no hayduda de que atraviesa una gran cri-sis. Nosotros hemos sido suficien-temente enérgicos en plantear quela crisis por sí sola no produciráel derrumbe del capitalismo, esoestá bien dicho y asimilado. Últi-mamente estamos percibiendo untema que es la cuestión del caoscomo una herramienta del impe-rio. Lo que el imperio no puedecontrolar lo caotiza, veamos loque ha hecho en Oriente Medio,el propio Putin en la ONU harealizado un discurso donde plan-tea que los norteamericanos y laOTAN han desarticulado esa so-ciedad y ahora actúa en venganzacontra los que huyen, contra losdesplazados de ese terrible infiernoque han creado allí.

Nosotros tenemos que saber ana-lizar esto, porque el desarrollo de lacrisis no es lineal y vale decirlo, el des-enlace no es indefectiblemente vir-tuoso como tendemos a pensar. Eldesenlace puede ser caótico. Noso-tros no podemos analizar la situa-ción hoy en América Latina comosi estuviéramos hace diez años atrás,y digo esto porque se cumplen 10años del No Al ALCA en Mar delPlata, que fue un momento estelarde la acción soberana, antimperia-lista de América Latina.

Debemos ubicar en esta reuniónque ya no estamos como hace diezaños, o como hace cinco, que noes que voltearon el proceso hon-dureño y el paraguayo, hoy el im-perialismo a articulado mejor suaccionar contra la región, con pla-nes de guerra de 5ª generación don-de combina diversos medios, hoyen la crisis del capitalismo hay unatendencia a descargar esa crisis so-bre los países dependientes, y ennuestra región aparece un proble-ma dominante que es el de la lla-

mada «restricción externa», que tie-ne preocupados y en jaque a to-dos los países.

Pero la restricción externa es unaespecie de striptease referente al pro-blema de los procesos nuestros,que no son perfectos, tienen unmontos de conquistas, de logros,algunos que serán difícil de hacer-los retroceder, pero existe el pro-blema de que les faltó profundi-dad, radicalidad y por lo generalno han encarado cambios de tipoestructural, por lo tanto, son pro-cesos que están en peligro y queson reversibles.

Hoy hay que defender estos pro-cesos. Es una pelea difícil porqueen general, exceptuando Venezue-la, no se han construido fuerzaspolíticas aptas para defender es-tos procesos.

No hemos logrado esto en nues-tros países. Tampoco en Argenti-na hemos logrado construir unafuerza que se haga cargo del pro-ceso y de su radicalización.

Y hablo más de radicalizaciónque de profundización, porque laprofundización da una idea másoptimista del asunto, es como siya estuviera bien y solo faltara pro-fundizar, pero falta mucho toda-vía. Faltó recuperar el área estatal,faltó crear una Empresa NacionalMinera, una Empresa Nacional delTransporte entendiéndolo comotejido conectivo de un país, la re-forma fiscal no se hizo y las leyesfundamentales en este aspecto sonlas de Martínez de Hoz, tambiénhabía que revisar los tratados bila-terales con el imperio.

Por todo esto decimos que loque está en crisis en América Lati-na es el reformismo posibilista,por eso la discusión no es solo con-tra la derecha pura y dura, sinotambién con el reformismo.

En esto siempre tuvimos la posi-ción correcta, porque hemos com-batido la idea del capitalismo se-rio, del capitalismo humanizadoque fue la idea con que llegó el

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kirchnerismo al gobierno y con laque se movió.

Entendemos que ahora el PJ seinstalara como una fuerza de cen-tro y Macri consolida la construc-ción de un partido de derecha, ha-brá también espacio para una de-recha ultramontana en la que estaráuna parte del peronismo y se abrela posibilidad de una izquierda an-timperialista, latinoamericanista,obturada recientemente con esaidea de que «a la izquierda mía estala pared», expresada por la presi-denta, una idea muy perniciosa quedejo espacio al crecimiento electo-ral de la izquierda trotskista movién-dose con los parámetros burgue-ses de oficialismo/oposición.

Nosotros hemos cometido erro-res, pero tuvimos también un vien-to en contra muy fuerte. Ahora pa-rece que se puede liberar un pocoel espacio político concreto paraconstruir fuerza política.

Para eso necesitamos que se re-componga un sector de izquierdaperonista, lo que no se pudo hacerdesde los 80. Quizás ahora esto sedé. Tenemos que aprovechar tam-

bién lo que está diciendo Franciscoy ver si se le puede dar una recom-posición a la Teología de la libera-ción. Esto nos ayudaría a construirla alternativa política que necesita-mos. Tenemos que trabajar más laCarta de los 5, darle más trabajo alo que dice la misma sobre las doscrisis, la del socialismo y la del ca-pitalismo. Hoy lo que está en el cen-tro es la crisis del capitalismo.

Trabajar más el tema del poderpopular, un tema central para vercómo nos manejamos con el Esta-do, como discutimos su rol y el ca-rácter público de la economía,para esto es necesario el poderpopular, la autonomía de las fuer-zas políticas.

Otro tema es el de la burguesíanacional, el tema no es si existe ono existe, existen burgueses nacio-nales, el tema es si existe como cla-se capaz de participar en un proce-so revolucionario, se ha demostra-do que no existe con ese carácter.Uno de nuestros problemas fue queen el siglo XX hemos reducido lautopía al tema del socialismo, y elsocialismo es un proceso de tránsi-

to hacia la verdadera utopía, que esel comunismo.

En el socialismo, bajo la hegemo-nía de la propiedad social puedencoexistir distintos tipos de propiedad,como pasa en China, en Vietnam yestán intentando hacer en Cuba.

Nuestra verdadera utopía es elcomunismo, somos críticos funda-mentales del capitalismo, la críticadel capitalismo debe estar presenteen toda nuestra actividad y hay quecriticar al capitalismo como es hoyen día, tenemos que criticar su pa-radigma de progreso, que está po-niendo en peligro al hombre. Laidea de progreso tiene que ser otray debemos trabajar en este sentido.

Todavía sentimos los golpes dela derrota, de la caída de la URSS,pero hoy es el tiempo de crisis delcapitalismo, que no pudo cumplirninguna de sus promesas al ganarla guerra fría, pero sostiene su vita-lidad cultural a pesar de la crisis.

Los mejores momentos de luchason los que están por venir, vamosa ver el renacer de los procesos re-volucionarios en el mundo.

¡Viva el comunismo!

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Impreso en el mes de mayo de 2016 en Altuna Impresores, Doblas 1968 (C1424BMN)Buenos Aires, Argentina. [email protected]