De ASLOBAS a FATAGA. Viaje al subsuelo de la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria

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1 DE ASLOBAS A FATAGA Viaje al subsuelo de la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria

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Con el tubo volcánico más antiguo de Canarias y uno de los más arcaicos del planeta, Aslobas es la carta de presentación de la exploración subterránea de la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria. Una investigación que ha dado sus frutos con cuatros especies nuevas para la ciencia y hallazgos sorprendentes en minas de agua.

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DE ASLOBAS A FATAGAViaje al subsuelo de la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria

DE ASLOBAS A FATAGAViaje al subsuelo de la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria

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Prólogo ...................................................................................... 05

Agradecimientos ......................................................................... 06

Nota de los Editores .................................................................... 07

Cueva de Aslobas, el origen .......................................................... 08Manuel Naranjo Morales & Sonia Martín de Abreu. SEC-Melansis

Un puzzle en el subsuelo, encajando especies ................................ 24Sonia Martín de Abreu. SEC-Melansis

Minas y galerías, vida entre grietas ................................................ 38Manuel Naranjo Morales. SEC-Melansis

Explorando cuevas, de la curiosidad al píxel ................................... 48Octavio Fernández Lorenzo. GE. Tebexcorade-La Palma

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ÍNDICE

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“Todo lo que una persona pueda imaginar, otros pueden hacerlo realidad”

Julio Verne (1828-1905)

Si Julio Verne hubiese nacido en un lugar de la geografía española, tal vez su obra famosa “Viaje al centro de la Tierra” habría comenzado en Canarias y la expedición del profesor Lidenbrock, con su sobrino Axel, habría entrado por un tubo volcánico en el interior de la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria.

Ahora, Axel –exclamó el profesor Lindebrock entusiasmado– es cuando vamos a sepultarnos realmente en las

entrañas del globo. Este es, pues, el momento preciso en que empieza nuestro viaje.

Un viaje a la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria que llega cuando esta figura va a cumplir diez años de vida, una década en la que ha ido consolidándose para beneficio de todos. Biosfera es todo lo que habita en la “envoltura terrestre” y siguiendo la máxima de esa definición, los autores de “De Aslobas a Fataga” se han su-mergido en las mismas profundidades de la Tierra para investigar qué tipo de vida se desarrolla en sus entrañas. Todos desconocíamos que nuestra isla alberga uno de los tubos volcánicos más antiguos del planeta y que en su interior viven especies exclusivas, unos animales que encierran las claves pare conocer la historia natural de Gran Canaria y, por extensión, del archipiélago. Toda una joya a preservar que viene a consolidar el papel de la Reserva de la Biosfera como garante de nuestro patrimonio. La Sociedad Entomológica Canaria Melansis ha viajado a lo hondo de las cuevas y ha salido con más luz sobre nuestro acervo ambiental. Un trabajo en el que han participado agrupaciones, especialistas e instituciones, tanto locales como internacionales, que colaboran y siguen trabajando en los nuevos descubrimientos. Una prueba más de que biosfera y biodiversidad, riqueza al fin y al cabo, van de la mano. Extendamos las nuestras para hojear y disfrutar de este gran viaje subterráneo.

Mª del Mar Arévalo ArayaCONSEJERA DE MEDIOAMBIENTE Y EMERGENCIASCABILDO DE GRAN CANARIA

PRÓLOGO

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El presente trabajo no hubiese sido posible sin la colaboración desintere-sada de especialistas y agrupaciones, a todos ellos nuestro reconocimien-to: Al Grupo de montaña El Verol, por informarnos detalladamente de la existencia del tubo volcánico de Aslobas. A Francisco José Pérez Torrado, siempre entusiasta ante cualquier consulta geológica. A Francisco Suárez Moreno, un amante de la historia y una “mina” de conocimientos. A Luis Felipe López Jurado, Juan Carlos Rando y Verónica Alberto Barroso, por su ayuda y pasión en la identificación de los restos óseos. A Pedro Oromí Masoliver –sin el que no se puede entender la bioespeleología en Cana-rias– siempre certero con sus sugerencias y correcciones, y a Heriber-to López Hernández, compañero y pilar esencial en la investigación del medio subterráneo de Gran Canaria. Por descontado, a la Consejería de Medioambiente, Seguridad y Emergencias del Cabildo de Gran Canaria, dirigida por María del Mar Arévalo Araya, por financiar e impulsar el pro-yecto “Fauna hipogea: un mundo escondido en la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria”, y a Carlos Canella que siempre creyó en este trabajo como pura definición de lo que significa biodiversidad.

AGRADECIMIENTOS

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“De ASLOBAS a FATAGA” es una publicación que pretende transmitir los primeros resultados de la exploración del medio subterráneo en la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria. Su principal referente es la recién desve-lada cueva de Aslobas, el tubo volcánico más antiguo del Archipiélago Canario y uno de los más arcaicos del planeta. Un caso excepcional que alberga especies exclusivas y que acaba de abrir muchos frentes de inves-tigación. A través de esa gruta pretendemos que nos acompañen en la búsqueda de la fauna que habita en el subsuelo pertrechados con un buen casco, como mandan los buenos cánones de la espeleología. En las minas y galerías se esconden interesantes endemismos, como robustos gorgojos, gusanos ciegos –emparentados con especies de Nueva Zelanda– y arañas casi espectrales, de las que nada se sabía desde hace 40 años. En definitiva, un recorrido por rincones casi inexplorados, un museo de paleoespecies que a buen seguro seguirá deparando sorpresas.

Sociedad Entomológica Canaria Melansis

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NOTA DE LOS EDITORES

ISBN: 978-84-616-9536-2Depósito Legal: GC 507-2014Diseño e impresión: gutembergdigital.com© De los autoresComo citar esta obra: Naranjo, M., Martín S., Fernández, O. 2014. De Aslobas a Fataga - Viaje al subsuelo de la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria. Ed. SEC-Melansis

CUEVA DE ASLOBAS,

EL ORIGEN01Manuel Naranjo MoralesBIÓLOGO. SOCIEDAD ENTOMOLÓGICA CANARIA MELANSIS

Sonia Martín de AbreuBIÓLOGA. SOCIEDAD ENTOMOLÓGICA CANARIA MELANSIS

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Cuando recibimos el correo del compañero Octavio Fernández, técnico deportivo del Grupo de Espeleología Tebexcorade-La Palma, no podíamos dar crédito a la noticia. Integrantes del Grupo de Montaña El Verol habían encontrado un tubo volcánico en el macizo suroeste de Gran Canaria. Las fotos y croquis que adjuntaban no dejaban lugar a dudas: se trataba de un verdadero tubo volcánico que, “milagrosamente”, se había mantenido en pie en una zona agreste y profusamente erosionada. Los descubrimien-tos de los últimos años en Gran Canaria habían puesto en tela de juicio la escasez de cavidades volcánicas en la isla1; pero el nuevo hallazgo, además de una nueva oportunidad para vislumbrar fauna inédita, parecía tambalear ciertos dogmas sobre la conservación de los tubos volcánicos, sobraban motivos para abordarla.

Los tubos volcánicos son grutas que se forman durante la emisión de coladas fluidas de lava. Durante su avance la colada puede solidificar en superficie pero seguir fluyendo bajo la costra rocosa, a modo de río subterráneo. Una vez cesa la erupción los “ríos” se vacían y dejan en su lugar los conductos vacíos, las cuevas. Los tubos volcánicos tienen gene-ralmente una vida geológicamente corta y suelen desplomarse en menos de 100.000 años. Sin embargo, existen casos vetustos y extraordinarios

FOTO PORTADA CAPÍTULO Sala superior de la cueva de Aslobas. M. Naranjo.

1. Cueva del Llano (Fuerteventura), datada en más de 900.000 años. M. Naranjo.

2. La montaña de Aslobas, con casi 1.000 m de altitud, se asemeja a una gran pirámide cuadrangular. Google-earth.

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como la Cueva del Llano, en Fuerteventura, que ha resistido cerca de un millón de años y que ha sido considerada como el tubo volcánico más antiguo del archipiélago canario2.

La cueva recién desvelada se albergaba en la montaña de Aslobas, una gigantesca pirámide cuadrangular cuyas caras, curiosamente, se orientan hacia los puntos cardinales. Aparte de la valiosa información facilitada por los colegas del Grupo de Montaña El Verol, no encontramos mucha documentación sobre esta gran elevación. Las citas más relevantes de la zona, en la que se enmarca la montaña, se remontan a las crónicas de la conquista castellana. Pero desde entonces, poco más: tan solo algunas reflexiones sobre la toponimia o vagas descripciones de antiguos caminos –probablemente abiertos por aborígenes canarios– y que en la actualidad sólo transitan cazadores, avezados senderistas y, por supuesto, las persis-tentes cabras asilvestradas.

Encaramarse a Aslobas no es sencillo; con cerca de 1.000 m de altitud y ubicada entre los valles de Tasarte y Tasartico, no es un accidente geográfi-co fácil de abordar. De hecho, no lo logramos hasta el tercer intento. En la primera ocasión una ola de calor de más de 40 ºC nos obligó a abandonar.

Aslobas, Adlobas, Esloa,

Las Loas… es un topónimo

de origen controvertido,

que según algunos

historiadores/lingüistas

podría proceder del mítico

Ajódar, lugar entre Tasarte

y Tasartico en el que se

libró una de las últimas

batallas de la conquista de

Gran Canaria. De hecho el

propio Viera y Clavijo, en su

obra Noticias de la Historia

General de las Islas de

Canaria, comenta sobre

la montaña “que ahora

se denomina Aljobal”,

término mucho más

próximo al Aslobas que se

transcribe en la actualidad.

Fuera esta montaña la

ubicación precisa de la

mítica batalla, o una

traslación toponímica

errónea, lo cierto es que

existen evidencias del uso

prehispánico de la misma,

como refugios pastoriles

y enclaves con un posible

uso mágico-religioso.

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En el segundo intento fue una espesa niebla la que impidió seguir el camino. A la tercera fue la vencida: después de superar un desnivel de más de 300 metros y serpentear durante tres horas entre vaguadas, localizamos la boca de la cueva. La apertura elíptica, la roca oscura y las lavas cordadas eran una imagen indudable de que nos encontrábamos ante lo que fue un río de lava.

Tras superar un incómodo estrechamiento accedimos al interior de la cueva. Rápidamente nos invadió una sensación sofocante, 24ºC y más de un 92% de humedad relativa, que no tarda en hacerte sudar. A la derecha, en el sentido de avance, pudimos observar unos grandes blo-ques desgajados que correspondían a los restos de una pulida cornisa. A nuestra izquierda, y aún arrastrándonos, dejamos un acúmulo de rocas que parecían desprendidas del techo y la pared. Era incuestionable que la cueva había sufrido los embates del tiempo, pero a medida que seguía-mos profundizando parecía que ésta rejuvenecía: techos originales, suelo desnudo, estalactitas de lava... Fue entonces cuando Iván Hernández del GE-Tebexcorade, desapareció bajo una grieta, un hueco en el suelo. No pudimos ver lo que iluminó su frontal, ni oír sus pasos, pero en breve tiempo surgió entusiasmado por donde minutos antes había desapareci-do: ¡se trataba de otro tubo volcánico prácticamente virgen! Sólo al salir y trazar apresuradamente las rutas (amenazaba la caída de la noche), su-pimos que Iván había avanzado bajo nuestros pies. Se trataba de un tubo volcánico doble y superpuesto, una cueva laberíntica, donde una delgada capa de lava hacía a su vez de suelo y techo.

Las cuevas laberínticas no son tan extrañas en las coladas volcánicas. Se forman, principalmente, en los remansos de los grandes lagos de lava y en lugares con cierta pendiente, tal y como ocurre en las descomunales cuevas de Timanfaya (Lanzarote), o en la Cueva del Viento (Tenerife), que alcanzan desarrollos de 14 km y 17 km, respectivamente3. Las coladas basálticas que rellenan la montaña de Aslobas tienen una amplia exten-sión horizontal y una moderada pendiente. Si la génesis de la cueva de Aslobas se ajustase al modelo de las anteriores, podría ser que hoy día estuviéramos explorando los fragmentos de lo que fue un tubo volcánico de gran longitud, quizá kilométrico.

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La cueva tiene unos 41 m de longitud desde la boca de entrada al punto más alejado de la misma, aunque sumando todo su trazado alcanza los 61 m de desarrollo. Los sectores más profundos del ramal superior son tan bajos que nunca han sido transitados por el hombre y actualmente se están barajando distintas opciones, incluyendo vehículos teledirigidos, para intentar escudriñarlo. El ramal inferior es un tubo volcánico de menor sección, pero excelentemente conservado. En el suelo existen cascajos con finas capas de arcilla, extrañas concreciones que parecen corresponder a óxidos de manganeso (hollandita o romanechita), e incluso pequeñas cris-talizaciones que pueden tratarse de un mineral que fue descrito por primera vez en Gran Canaria, la moganita. En algunos puntos del techo aún se pue-den observar chorros de lava tal y como solidificaron, algo verdaderamente excepcional para una cueva tan arcaica.

Pero ¿Qué edad alcanzaba el tubo volcánico? ¿Era realmente tan antiguo? La respuesta estaba muy próxima, apenas unos metros por encima. El geólogo Francisco José Pérez Torrado, catedrático de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria e investigador del grupo de Geología de Terrenos Volcánicos (GEOVOL), nos puso en la senda correcta. Justo por encima de la cueva, sobre el paquete de coladas basálticas que originó el laberinto de lava, se observa una amplia discordancia de color más claro que se conoce (técnicamente) como vitrófido o P1. Se trata de una capa de cenizas y escorias fuertemente soldada que corresponde a la primera fase explosiva que sufrió la isla de Gran Canaria (de ahí el término P1, de piroclasto uno) y que dio lugar a la espectacular Caldera de Tejeda, fenó-meno que aconteció hace nada menos que 14 millones de años (m.a.)4,5 “Es una capa muy bien conocida y datada en la isla; todo lo que esté bajo ella tiene una edad más próxima a los 14,5 m.a. que a los 14 m.a.”, co-mentaba F.J. Pérez Torrado. Con estos datos las conclusiones eran demo-ledoras: la cueva de Aslobas se formó con las erupciones del gran volcán que originó la isla, se trataba del tubo volcánico más antiguo de Canarias y uno de los más arcaicos del planeta.6

Pero eso no era todo, según F.J. Pérez Torrado “es sorprendente que un tubo volcánico de estas características se haya conservado tan bien, máxime

3. Atardecer en la cima de Aslobas. M. Naranjo.

4. Sólo en días frescos es aconsejable el ascenso a Aslobas. M. González.

5. Una cornisa, con marcas de estrías de arrastre, recuerda el flujo de lava en el interior del tubo volcánico (cueva de Aslobas). M. Naranjo.

6. La exploración de la cueva de Aslobas exige superar pasos estrechos. M. González.

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7. Un pequeño colapso da acceso al ramal inferior, prácticamente intacto. M. Naranjo.

8. El ramal superior de la cueva de Aslobas finaliza en una cámara tan estrecha que nunca ha sido transitada por el hombre. M. Naranjo.

10. Extrañas concreciones que parecen corresponder a óxidos de Manganeso; hollandita o romanechita. S. Martín.

9. El ramal inferior, tan bien conservado, contrasta con los desprendimientos del nivel superior. S. Martín.

11. Topografía de la cueva de Aslobas. O. Fernández.

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12. La erosión ha desmoronado el antiguo escudo basáltico de Gran Canaria. M. González.

13. Representación sobre el terreno de la edad de los estratos geológicos de la montaña de Aslobas. Mod. de Google-Earth.

14. La imponente cara oeste de Aslobas a vuelo de helicóptero. M. Naranjo.

teniendo en cuenta la elevada presión litostática que ha tenido que soportar desde su origen”. Sobre su vertical se fueron apilando decenas y decenas de metros de lavas y depósitos piroclásticos, de composición traquítica-riolítica, surgidos desde la Caldera de Tejeda recién formada, hace 14 m.a. En este contexto lo más lógico sería que la cueva se hubiera desplomado por el peso de los materiales deposi-tados sobre ella (lo que se conoce como presión litostática), pero no lo ha hecho. No hay respuestas sencillas al por qué de su estabilidad estructural. Sin embargo, la reconstrucción de su historia geológica nos puede ayudar a esclarecerlo. Tras la génesis del tubo volcánico, hace unos 14-14,5 m.a., aconteció la explosión de la Caldera de Tejeda que recubrió gran parte de la isla y el tubo volcánico de Aslobas. Por aquel entonces la cavidad alcanzaría una edad máxima de 500.000 años, por lo que es muy probable que mantuviera gran parte de su estructura original. Tras el recubrimiento inicial fue sometida a los efectos de la presión litos-tática hasta nuestros días. En algún momento, no sabemos hace cuantos cientos de miles o millones de años, la cueva “vio” la luz cuando fue seccionada por al-gún incipiente barranco. El proceso inexorable de la erosión fue abriendo amplios valles, desmoronando el macizo de basalto y con él las galerías volcánicas que contenía. En la actualidad, casi de forma inexplicable, han quedado intactas estas cuevas, como testigos o fragmentos de lo que fue en su día una maraña de grutas.

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SENIL, PERO NO INERTE

Tras casi dos horas de búsqueda en el interior de la cueva no observamos indicio alguno de fauna hipogea. Tan solo unos exoesqueletos de arañas del género Hogna –especies de un tamaño considerable– que se encon-traban agrupados en diversos rincones de la cueva, sin causa aparente. La pobreza de la cavidad era palpable.

La fauna cavernícola, salvo raras excepciones, es de por sí escasa por-que habita en un medio, el subterráneo (cuevas, grietas y oquedades profundas), que es casi estéril. Además, la oscuridad absoluta, los altos niveles de humedad relativa y la atmósfera enrarecida imponen restriccio-nes muy severas que limitan la abundancia de las poblaciones animales. Las cuevas tan antiguas, como en el caso de Aslobas, no suelen tener fauna porque apenas tienen recursos. Una cavidad volcánica evoluciona como un ente vivo que crece, madura y fallece. Las señales de senectud aparecen cuando los poros y grietas se colmatan, y así cesa la infiltración de agua, nutrientes y energía: la cueva “muere” lentamente. Por eso no dejaba de sorprendernos la presencia de pequeños rezumaderos en la

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cueva de Aslobas. Mientras observábamos el goteo en una hendidura del techo junto a Pedro Oromí, catedrático de Zoología de la Universidad de La Laguna y especialista en fauna hipogea de Canarias, especulamos sobre la posibilidad de que la infiltración fuera un hecho reciente. Si la cueva ha estado aislada del medio epigeo durante mucho tiempo podría haber mantenido su red de grietas sin sellar y así conservar una elevada capacidad de percolación. Esa infiltración y los elevados niveles de hume-dad relativa, nos animó a insistir en la búsqueda de fauna invertebrada. Sabíamos que si realmente existían animales desde luego que no podían ser muy abundantes, así que tendríamos que usar medios de captura in-tensivos: las trampas de caída. Este tipo de trampas (también conocidas como “pitfall”), constituyen un método contrastado y de alta eficacia para la captura de fauna troglobia, pero tiene un inconveniente, hay que espe-rar cierto tiempo para que sean productivas (a veces hasta varios meses).

Levantar una trampa de caída es algo parecido a la incertidumbre de tirar un dado y esperar un buen resultado: habíamos lanzado y tocaba levan-tar... Tras extraer del suelo el bote de captura algo parecía situarse en el fondo: un ejemplar de Symploce, género que reúne a las únicas cucara-chas cavernícolas conocidas de Gran Canaria. No era de extrañar que, si había vida en aquella vieja cavidad, la primera especie en caer fuera de las omnipresentes Symploce. Sin embargo, el nuevo ejemplar carecía de ojos, por mucho que rebuscábamos no existía rastro de su aparato ocular ¡Era anoftalma! ... ¿cómo es posible? Una vez en el laboratorio, bajo los 60 aumentos de la lupa, apreciamos solamente unos dispersos y rojizos esbozos pigmentarios donde deberían estar los omatidios (unidades que componen el ojo compuesto de los insectos). No había duda de que se trataba de otra especie de cucaracha subterránea. Lamentablemente, no llegamos a colectar ningún otro ejemplar, ni siquiera hemos observado restos. Puede ser que esta nueva Symploce habite en la enmarañada red de microfisuras de la roca y de cuando en cuando se “asome” a una gran grieta, la cueva propiamente dicha.

Solamente el hallazgo de la nueva cucaracha subterránea había justifica-do la instalación de la trampa. Pero además, tras su cuerpo se ocultaba

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otro minúsculo invertebrado: una cochinilla de la humedad (isópodo), sin ojos y con el tegumento totalmente despigmentado. Si bien es frecuente en-contrar isópodos en el medio subterráneo, dada su afinidad por ambientes muy húmedos, en ninguna de las cuevas y galerías previamente visitadas se había encontrado un ejemplar como aquél. La determinación poste-rior por parte del Dr. Stefano Taiti, del Istituto per lo Studi degli Ecosiste-mi (Consejo Nacional de Investigación, Florencia, Italia), confirmó que se trataba de una hembra perteneciente al género africano Maghreboniscus. Un género escaso, del que sólo se conocen tres especies en el mundo: M. minimus Caruso & Lombardo, 1983, del norte de Argelia; M. palmetensis, Vandel, 1959 y M. trapezoidalis, Vandel, 1959 ambas conocidas del suroes-te de Marruecos7.

Maghreboniscus sp.n es el único representante de la familia Spelaeoniscidae en Canarias. Sus parientes más cercanos son epigeos y viven a más de 195 km de distancia. ¿Cómo es que esta reducida familia de isópodos no se encuentra también en otras islas del archipiélago? Apostamos por dos alternativas explicativas claramente diferenciadas: 1) que los isópodos del archipiélago no estén lo suficientemente estudiados y existan más especies de la familia Spelaeoniscidae por descubrir, o lo que se antoja más proba-ble, 2) que esta especie proceda de un ancestro de vida epigea actualmente extinto en el resto de las islas.

15. La nueva especie de cucaracha subterránea de Aslobas, carece de ojos. M. Naranjo.

16. Sólo se han observado dos ejemplares de la nueva especie de cochinilla de la humedad (Maghreboniscus sp. n.), de la cueva de Aslobas. M. Naranjo.

17. Detalle de la nueva especie de cochinilla de la humedad Maghreboniscus sp.n. M. Naranjo.

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En algún momento del pasado Maghreboniscus colonizó Gran Canaria, ya fuera desde África, Europa o de paleoislas actualmente inexistentes. De hecho, si retrocediéramos unos 25 millones de años podríamos ver numerosas islas emergidas (las Paleocanarias)4, que pudieron servir de “fuente de vida” para las Canarias actuales. Lo que resulta más arriesga-do es conjeturar cuando llegó este género al archipiélago; quizá la técnica del reloj molecular (basada en la tasa de mutación del ADN en el tiempo) pueda ayudar a resolverlo. Pero hasta entonces nos quedaremos con la duda de si Maghreboniscus es un colono reciente, o una especie casi tan antigua como la propia cueva que habita.

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LA TIERRA QUE HABLA

Nuestro compañero Cristóbal González, biólogo de SEC-Melansis, comen-zó a escudriñar el suelo. Le llamó la atención un pequeño fragmento óseo, un fémur incompleto que se encontraba desperdigado entre huesos de otros vertebrados. Los había de conejos, ratón, de aves (muy escasos y deteriorados), de ovicápridos y sobretodo de lagarto gigante de Gran Canaria (Gallotia stehlini). En ocasiones dichos restos se encontraban en pequeñas acumulaciones de tierra y arcilla, como si hubieran sido arras-trados y depositados junto a los sedimentos que lo envuelven; en otras se observaban aislados o con indicios de haber sido carbonizados.

El fémur que sostuvo C. González no encajaba con los vertebrados que habitan actualmente en Canarias. Se trataba de un fémur ancho y apla-nado, que junto a unos gruesos incisivos y un molar, parecía corresponder a otro mamífero ¿Habríamos encontrado restos de la rata gigante de Gran Canaria? Luis Felipe López-Jurado, profesor de zoología de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y especialista en fauna subfósil de Ca-narias, confirmó nuestras sospechas: se trataba de restos de Canariomys cf. tamarani, la extinta rata gigante de Gran Canaria. Sin embargo, el fé-mur hallado no parecía corresponder exactamente con la especie descrita, algunas diferencias eran significativas. En palabras de L.F. López-Jurado “...podría deberse a una adaptación local a zonas más agrestes o incluso tratarse de otra especie”. Los escasos restos que se han encontrado no permiten hacer más interpretaciones, por ahora...

Canariomys tamarani fue descrita en 1987 a partir de los restos localizados en un yacimiento de La Aldea de San Nicolás8, a unos 9 km de Aslobas. Era un roedor robusto, de tamaño similar a un conejo, que podía rondar el kilo de peso. Su alimentación principal constaba de bayas, frutos y semillas, y a juzgar por las citas conocidas (Ingenio, Cueva Pintada de Gáldar y el Hor-miguero de Guía) es posible que se distribuyera por toda la isla, principal-mente en medianías y zonas costeras. Su pariente más cercano habitó en Tenerife (Canariomys bravoi) y la extinción de ambas especies parece haber coincidido con la introducción de predadores (gatos y perros) y competido-

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18. El biólogo Cristóbal González observa restos óseos en la galería superior de la cueva de Aslobas. M. Naranjo.

19. Fémur de la rata gigante de Gran Canaria (Canariomys

tamarani). El hueso de la izquierda corresponde a la cueva de Aslobas, el de la derecha a una localidad de Ingenio. M. Naranjo.

20. La rata gigante de Filipinas (Phloeomys cumingii), es de dimensiones similares a la extinta C. tamarani. Jeffdelonge.

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res (ratas y ratones). No se puede descartar que este roedor fuera consumido por la población prehispánica, tal y como se ha constatado en Te-nerife con C. bravoi 9. Pero si bien en la cueva de Aslobas hay indicios de presencia aborigen, tal y como lo atestiguan unos exiguos restos líticos, no se han podido detectar señales unívocas de que C. cf. tamarani haya sido objeto de consumo hu-mano. Algunos restos de este roedor han sido encontrados junto a fragmentos de carbón y huesos de ovicápridos, pero no hemos observa-do signos o marcas de corte que confirmen el consumo humano.

Hoy día los huesos de Canariomys están pos-trados en recovecos o cubiertos por tierra y sedimentos. La matriz de arcilla, la tierra que envuelve huesos, piedras y restos de materia or-gánica esconde una valiosa información que sólo hay que intentar “leer”. El equipo que dirige el Dr. José María Fernández-Palacios, del Departa-mento de Botánica, Ecología y Fisiología Vegetal de la Universidad de La Laguna, es capaz de reconstruir la vegetación y paleoclima de una zona. Las muestras ya están en el laboratorio. No sabemos la antigüedad que puede tener la arcilla de las zonas más profundas de la cueva de Aslobas, pero de haber polen que se remon-tara al origen del tubo volcánico tendríamos la extraordinaria oportunidad de observar una ins-tantánea del pasado remoto, como un negativo fotográfico que espera ser revelado. Ojalá sus re-sultados abran un nuevo capítulo de la historia de Aslobas, de la génesis insular, de cómo la roca da paso a la vida, del origen...

21. La arcilla acumulada en el suelo de la cueva de Aslobas puede contener restos de polen subfósil. M. Naranjo.

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REFERENCIAS

1. Fernández O. & Naranjo, M. 2010. Catálogo de ca-vidades de la isla de Gran Canaria (Islas Canarias), Vulcania, 9: 43-47 pp.

2. Carracedo, J.C., Pérez Torrado, F.J. y Guillou, H. 2006. Estudio geológico y datación de la cueva.

En la Cueva del Llano. Centro de interpretación. Cabildo Insular de Fuerteventura, 15 pp.

3. Socorro, S. 2009. Cavidades volcánicas de Canarias. Tipos y génesis. Actas de V Semana Científica Te-

lesforo Bravo. Instituto de Estudios Hispánicos de

Canarias.

4. Carracedo, J.C. 2011. Geología de Canarias I. Ed. Rueda. 398 pp.

5. Pérez Torrado, F.J., Cabrera, M.C., Rodríguez, A. 2011. Geolodía 11. Un gigante derrotado. Paseo

por las entrañas del volcán Roque Nublo. Ed. So-ciedad Geológica de España.

6. Webb, John A. 1979. Morphology and Origin of Holy Jump Lava Cave, South-Eastern Queensland. Helictite. Journal of Australasian Speleological Re-

search. p. 65.7. Schmidt, C. & A. Leistikow. 2004. Catalogue of genera

of the terrestrial Isopoda (Crustacea: Isopoda: Oniscidea). – Steenstrupia 28 (1): 1-118.

8. López-Martínez, N. & López Jurado, L.F., 1987. Un nuevo múrido gigante del cuaternario de Gran Canaria. Canariomys tamarani nov. sp. (Rodentia, Mammalia). Interpretación filogenética y biogeo-gráfica. Doñana Acta Vertebrata, 2, 1-66 (Publi-

cación ocasional).9. Alberto Barroso, V. 1998. Los otros animales. Consumo

de Gallotia goliath y Canariomys bravoi en la prehisto-ria de Tenerife. El Museo Canario, nº 53; 59-84 pp.

UN PUZZLE EN EL SUBSUELO:

ENCAJANDO ESPECIES02

Sonia Martín de AbreuBIÓLOGA. SOCIEDAD ENTOMOLÓGICA CANARIA MELANSIS

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La década de 1980, de imborrable impronta para muchos, también fue el inicio de la investigación biológica del medio subterráneo en Canarias. Por aquel entonces, los precursores del estudio del subsuelo canario comenza-ron a explorar los tubos volcánicos de las islas occidentales con notables resultados1,2,3,4. Sin embargo, los primeros muestreos en Gran Canaria fue-ron infructuosos: las escasas cavidades prospectadas no reunían las carac-terísticas adecuadas para el desarrollo de vida subterránea, eran cuevas secas y de escasa longitud. Con el tiempo su prospección biológica quedó relegada, con la vaga idea de que se trataba de una isla con escasa fauna hipogea. No obstante, a pesar de su antigüedad, Gran Canaria tiene impor-tantes extensiones de vulcanismo reciente (e incluso subhistórico), calderas con grandes deslizamientos y profundos barrancos que llegan a constituir un interesante medio subterráneo. Así pues, sí existe un hábitat potencial que no había sido suficientemente explorado, con la particularidad de que presenta un gran número de cavidades artificiales (minas de agua), otra alternativa de acceso al medio hipogeo aún por explotar.

No fue hasta la década de 1990 cuando Heriberto López, doctor en zoología e investigador del Grupo de Ecología y Evolución en Islas del CSIC, comenzó a “escarbar” en la isla con trampas específicas para el medio subterráneo superficial (MSS), la capa de piedra fragmentada situada entre la roca com-pacta y el suelo edáfico. Los resultados obtenidos han sido más que nota-bles, revelando la presencia de nuevos troglobiontes. Posteriormente, en el año 2005, los espeleólogos del GE Tebexcorade-La Palma se adentran en una mina de Valsequillo y encuentran una gran riqueza de fauna hipogea, corroborando la hipótesis de que las cavidades artificiales pueden ser una buena alternativa para el estudio del medio subterráneo. Ya en 2007 la

FOTO PORTADA CAPÍTULO Parazuphium sp.n. es uno de los carábidos más troglomorfos de Canarias. M. Naranjo.

1. El Saltón de Roddenberry (Meenoplus roddenberryi), recientemente descrito en una mina de Gran Canaria, es el saltón cavernícola más pequeño del mundo. M. Uhlig.

2. Ejemplar de milpiés cavernícola (Dolichoiulus sp.). M. Naranjo.

3. Scotophaeus n. sp. Araña ciega descubierta durante el proyecto Fauna cavernícola de Gran Canaria. M. Naranjo.

4. Expedición del Grupo de Investigación Espeleológica de Tenerife (GIET) de la Universidad de La Laguna a la Cueva de La Luna (Santa Lucía, Gran Canaria) en el año 2003. S. Martín.

5. Muestreos en la cueva de Aslobas para localizar fauna troglobionte. M. González.

6. Trampa de caída para la intercepción de invertebrados. M. Naranjo.

7. Trampas específicas para el muestreo en el medio subterráneo superficial (MSS). H. López & P. Oromí.

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Sociedad Entomológica Canaria Melansis, en colabora-ción con el Departamento de Zoología de la Universidad de La Laguna y el GE Tebexcorade-La Palma, aborda un ambicioso proyecto sobre la fauna cavernícola de Gran Canaria. En dicho proyecto se prospectaron las cavi-dades volcánicas conocidas y una selección de minas/galerías, que arrojó el descubrimiento de ocho especies nuevas para la ciencia.5

La actual línea de investigación sigue centrada en el trampeo del MSS y las cavidades artificiales, sin re-nunciar a la búsqueda de nuevas cavidades de origen natural. Sin embargo, tras estos últimos e intensos siete años de exploración sigue habiendo algunas co-marcas de la isla que apenas han sido visitadas. La mayor parte de las cavidades ya prospectadas se lo-calizan en el noreste de la isla, su parte más joven y con mayor potencial para albergar fauna cavernícola6. El suroeste de Gran Canaria, mucho más antiguo, ári-do, con terrenos impermeables y pocas cavidades, es aparentemente más inhóspito para la fauna hipogea y, por supuesto, mucho más incómodo de explorar. No obstante, todo ese sector no sólo comprende el 50% del territorio insular, sino que también aglutina las áreas mejor conservadas de la isla y la mayor ex-tensión de los basaltos que la conformaron. Un vasto territorio que, aunque más hostil, podría contener re-

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ductos de fauna subterránea. Así nació el proyecto “Un mundo escondido: Fauna hipogea de la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria”.

Tras explorar 22 cavidades (cinco de ellas con instalación de tram-pas de caída), logramos identificar 12 especies adaptadas, en mayor o menor medida, a la vida subterránea; nada menos que el 50% de los invertebrados cavernícolas conocidos en la isla. Pero no nos llevemos a engaño, sólo cinco del total de cavidades prospectadas dieron resultados positivos. La Reserva de la Biosfera de Gran Canaria es, en su mayor parte, un lugar inhabitable para la fauna subterránea.

Entre dichas especies destaca, por su abundancia y amplia distribución, Symploce microphthalma, una cucaracha endémica de Gran Canaria des-cubierta en 19897, que se trata del representante cavernícola más extendido por el subsuelo insular. También se han identificado dos nuevas especies de gorgojos ciegos del género Oromia. Sin embargo, la grandes joyas de la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria han sido los dos nuevos troglobios estrictos de la cueva de Aslobas (que son tratados en el primer capítulo de esta publicación), y el hallazgo, treinta años después de su descubrimiento, del primer invertebrado cavernícola descrito de Gran Canaria, la araña pati-larga Spermophorides flava.

LA ISLA FRAGMENTADA

La cucaracha subterránea de Gran Canaria (Symploce microphthalma), es una especie que presenta ligeras adaptaciones morfológicas a la vida bajo la superficie; es lo que llamaríamos una especie ambimorfa8. Presenta ojos reducidos pero funcionales, tegumento ligeramente despigmentado y primer par de alas muy reducidas. No tiene parientes cercanos que vivan sobre la superficie y, sorprendentemente, no existe ninguna otra especie del género en el resto del archipiélago. Sin embargo, en Gran Canaria está ampliamente distribuida (21 localidades conocidas). En condiciones am-bientales adecuadas casi siempre hace acto de presencia; no importa si en los antiguos materiales del oeste insular o en los más recientes del noreste.

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8. Cucaracha subterránea de Gran Canaria (Symploce

microphthalma). P. Oromí.

En invierno, cuando la humedad ambiental es mayor, aparece ocasional-mente en superficie, bajo piedras ligeramente enterradas o entre las esco-rias de terrenos volcánicos recientes9. Su gran capacidad de dispersión y buena adaptación al medio subterráneo han favorecido la colonización de prácticamente todo el subsuelo insular.

El género Symploce parece haber cubierto el nicho que ocupan las cuca-rachas del género Loboptera en las Canarias más occidentales. De las 12

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especies que se han descrito en el archipiélago, sólo L. canariensis vive en superficie y es exótica, producto de una introducción por la actividad humana; el resto son endemismos adaptados en mayor o menor medida al medio subterráneo10, distribuyéndose por el subsuelo de La Palma, El Hierro y Tenerife. Sin embargo, es en esta última isla donde se ha pro-ducido una gran diversificación del grupo (8 especies), todas ellas con distribuciones alopátricas salvo una (L. troglobia) de amplia distribución que se solapa con muchas de las anteriores; de este modo, es frecuente encontrarse dos especies bien diferenciadas conviviendo en una misma cavidad o una misma área con MSS10. No resultaba muy predecible que en Gran Canaria, con historia geológica tan o más compleja y la consecuente diversidad de biotopos hipogeos, hubiera una única especie de cucaracha subterránea. Ya el Dr. H. López había observado que los ejemplares cap-turados en la localidad del Sao (en el valle de Agaete) tienen notables di-ferencias morfológicas con los de S. microphthalma del noreste de la isla, pudiendo tratarse de una especie diferenciada. El actual descubrimiento de una tercera especie en Aslobas apoya una ocupación quizá comparti-mentada de la isla por distintas cucarachas hipogeas, aunque habrá que seguir explorando para comprobar si también conviven especies distintas

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9. Mapa de distribución de cucarachas subterráneas en Canarias. P. Oromí.

10. Distribución conocida de la cucaracha subterránea de Gran Canaria (género Symploce). A. Moreno (cartografía de Grafcan).

11. Detalle del desarrollo ocular en Symploce microphthalma (imagen superior e intermedia) y Symploce n. sp. (imagen inferior) de la cueva de Aslobas, con ausencia total de ojos. M. Naranjo.

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en una misma localidad. Por otra parte, el avanzado troglomorfismo del ejemplar de Aslobas demuestra que en Gran Canaria también hay especies muy adaptadas, tal como ocurre en la parte central de Tenerife.

La ausencia de un ancestro epigeo de Symploce tanto en Gran Canaria como en el resto del archipiélago, así como de especies cercanas en el nor-te de África (la más próxima conocida está en Cabo Verde), confiere cierto carácter relíctico a las cucarachas subterráneas de la isla. Todo ello nos ha animado a emprender un estudio filogeográfico de este género y su posible relación con Loboptera. El Dr. José Pestano, al frente del Departamento de Genética de la Facultad de Medicina (Universidad de Las Palmas de Gran Canaria), pretende esclarecer esta cuestión con la secuenciación del gen COI (que permite conocer la divergencia genética entre especies). Se analizarán ejemplares de 17 localidades, un gran paso para determinar las especies existentes y su patrón de distribución.

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OROMIA, EN TIERRA DE NADIE

La colada volcánica que discurre por el pueblo de El Sao, en Agaete, corres-ponde a una erupción acontecida hace unos 3.000 años. Esta localidad, con un profuso Medio Subterráneo Superficial, ha resultado de enorme in-terés por su riqueza en especies hipogeas. Los muestreos con trampas de caída específicas para el MSS han permitido capturar fauna troglobionte, hasta un metro de profundidad, con gran éxito11.

A esta localidad pertenece el 60% de los invertebrados troglobios descu-biertos en la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria. Gracias a los traba-jos que el Dr. H. López viene realizando desde el año 2005, en El Sao se han descubierto dos de las cinco nuevas especies de gorgojos edafobios (del género Oromia) halladas en Gran Canaria. Estos pequeños coleóp-teros muestran algunas adaptaciones troglomorfas como la ausencia de ojos, pero nunca presentan apéndices elongados y el tegumento sólo está ligeramente despigmentado. Oromia incluye especies rizófagas que devo-ran raíces, tanto en fase larvaria como en estado adulto. Sin embargo, en las verdaderas grutas nunca se han encontrado larvas de esta especie ya que son ápodas y no pueden reptar por raíces aéreas verticales.

En la actualidad se está llevando a cabo un estudio morfológico y genético con todas las especies conocidas de este género. Los análisis iniciales

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12. Oromia n. sp descubierta en El Sao. A. Machado.

13. Oromia n. sp descubierta durante el desarrollo del proyecto Fauna cavernícola de Gran Canaria. M. Naranjo.

14. En las minas con raíces pueden encontrarse pequeños escarabajos edafobios que acuden a alimentarse. M. Naranjo.

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parecen indicar la existencia de dos grupos (H. López com. pers.); uno de ellos está constituido por las Oromia de mayor tamaño y de tegumento llamativamente ornamentado con quillas prominentes y lobuladas o con expansiones del pronoto, como es el caso de Oromia aguiari Alonso Zaraza-ga, 1990, endémica de Tenerife, y una de las nuevas especies descubiertas en El Sao; el otro grupo tiene mayor riqueza y en él quedarían englobadas las especies de menor talla y de tegumentos sin ornamentaciones, entre las que se encuentra la segunda Oromia de esta localidad. La variación morfo-lógica de este género puede estar indicando una gran capacidad de diver-sificación, de la que quizás sólo hemos descubierto una pequeña parte. La prospección del MSS en otras localidades contribuirá a aclarar si Oromia ha sido capaz de originar tantas especies como presumimos.

EL FÓLCIDO PERDIDO

En la mina de Pino Cortado (Tasarte), se localizó una pequeña araña que pendía de su telaraña en posición invertida. Tenía claras adaptaciones a la vida en ausencia de luz (ojos reducidos, patas elongadas y tegumento claramente despigmentado). Cuando tuvimos tiempo de observarla dete-nidamente pudimos confirmar que se trataba del fólcido Spermophorides

flava, el primer troglobio descubierto fortuitamente en Gran Canaria, allá por 1985. Durante el desarrollo de unos trabajos de investigación que poco tenían que ver con la fauna hipogea12. En esa ocasión, el doctor en zoología Manuel Nogales localizó una pequeña sima al borde de un sendero en el Pinar de Inagua –de la que desconocemos su ubicación actual– y, al descender unos metros, encontró los restos de un extraño ejemplar de Spermophorides. Las peculiaridades de aquella pequeña araña tan despigmentada hicieron pensar al doctor Nogales que podría tratarse de una nueva especie. Años más tarde fue descrita por Wunder-lich (1992) con los restos de aquel ejemplar macho bastante deteriora-do, al que le faltaba la mitad del cuerpo (el opistosoma o abdomen) y varias patas. Desde entonces nada más se había vuelto a saber sobre esta especie que fue intensamente buscada durante un estudio dedicado a este género endémico13. En dicho proyecto no se pudo incluir S. flava

15. En las paredes de la mina de Pino Cortado (Tasarte) es donde único se conoce la araña patilarga Spermophorides flava. S. Martín.

16. Spermophorides flava, primera especie troglobionte descubierta en Gran Canaria. M. Naranjo.

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en el análisis filogenético, lo que hubiera indicado cuál de las otras dos especies grancanarias de superficie era su posible ancestro y hacer un posible seguimiento de su historia evolutiva. Así pues, por primera vez tenemos el privilegio de observar ejemplares completos que abren nue-vamente estas líneas de investigación.

El hallazgo de este arácnido en una mina situada bajo el lecho de un barranco, más que dar respuestas ha abierto muchas incógnitas. Es sor-prendente que en 30 años no se haya observado ningún ejemplar de éste fólcido, máxime cuando desde el año 2006 se han escudriñado más de 40 minas y cavidades naturales. Es cierto que las dos localidades donde se ha observado Spermophorides se ubican en el sector más antiguo e inex-plorado de la isla, pero también lo es que se encuentran ampliamente dis-tanciadas y en ambientes muy diferentes (un pinar y un barranco de cotas bajas), lo que alimenta las posibilidades de una distribución más amplia.

La Reserva de la Biosfera de Gran Canaria reúne un rico patrimonio sub-terráneo. Su antigüedad y buen estado de conservación ha permitido la radiación de nuevas especies y la conservación de otras ya extintas de la faz insular. No sabemos que otras sorpresas deparará su exploración, pero de lo que sí estamos seguros es que “enterrando” la cabeza obtendremos más luz sobre este espacio natural.

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REFERENCIAS

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3. Medina, A.L., J.L. Martín, I. Izquierdo, J.J. Hernández & P. Oromí. 1996. Cavidades volcáni-cas de la isla de La Palma (Islas Canarias) I. Descripción y consideraciones sobre su fauna. 7th Intern. Symphosium on vulcanoespeleology, S/C de La Palma, nov. 1994:141-170.

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MINAS Y GALERÍAS, LA VIDA ENTRE GRIETAS03

Manuel Naranjo MoralesBIÓLOGO. SOCIEDAD ENTOMOLÓGICA CANARIA MELANSIS

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Introducirse en una cueva natural es la forma más común de explorar la fauna subterránea, pero no necesariamente la única. Los animales caver-nícolas también se desenvuelven entre las fisuras del subsuelo, de modo que pueden ser interceptados con trampas enterradas a cierta profundi-dad (unos 75 cm), o a través de cavidades artificiales, como minas, y pozos. Al fin y al cabo, cualquier cavidad que conecta con la red de grietas del subsuelo, pasa a formar parte del medio subterráneo.

En Gran Canaria abundan las cavidades artificiales para la obtención de agua (más de 2.000 pozos y 409 minas/galerías)1. Las minas y galerías son perforaciones horizontales de acceso relativamente sencillo aunque no exento de riesgos, (por presencia de gases y desprendimientos, prin-cipalmente) y que en ocasiones son habitadas por fauna subterránea. De hecho, en las minas de Gran Canaria se han descubierto más especies troglobias (animales exclusivos del medio subterráneo) que en cuevas de origen natural2.

Una mina según la tercera acepción de la Real Academia Española de la Lengua es un paso subterráneo, abierto artificialmente, para alumbrar o

conducir aguas o establecer otras comunicaciones. Sin embargo, según Francisco Suárez Moreno (cronista oficial de la Aldea de San Nicolás y especialista en minería de agua de Gran Canaria), existe una notable di-versidad de denominaciones para este tipo de perforaciones dependiendo de sus características y localización, a saber: minas, galerías, socavones, minotes, etc. (ver columna explicativa). Y esa diversidad también se tra-duce en importantes diferencias para la fauna subterránea. Por ejemplo, las minas excavadas en cauces de barranco atraviesan el recién descrito Medio Subterráneo Superficial Aluvial3, una matriz de rocas y arenisca que es transitada por algunas especies hipogeas (las que viven en el sub-suelo); los socavones suelen ser muy productivos porque están próximos a la superficie, así se enriquecen con animales procedentes del suelo que comparten espacio junto a los verdaderamente cavernícolas. Las galerías de risco están en el extremo opuesto, pues se introducen rápidamente en la compacta roca madre perdiendo interconexión con las grietas del sub-suelo. Por eso, salvo contadas excepciones, suelen ser muy pobres. Pero

En Canarias se utilizan distintas

denominaciones para las

minas de agua según el tipo de

perforación. En Gran Canaria

están muy extendidas las

siguientes acepciones;

Mina: canal subterráneo

que se realiza bajo el cauce

de un barranco para captar

las aguas subálveas.

Galería o galería de risco: Perforación que profundiza

en la matriz rocosa

de una montaña para acceder

al acuífero insular,

o acuíferos colgados.

Socavón: Excavación,

de escasa longitud,

que se realiza en rezumaderos

o nacientes con el fin

de incrementar su caudal.

FOTO PORTADA CAPÍTULO Aluviones de barranco cementados sostienen la Mina Vieja de Fataga. S. Martín.

1. Captaciones de agua subterránea en Gran Canaria. Consejo Insular

de Aguas de Gran Canaria.

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lo que es común a todas ellas es que en el caso de existir flujos de agua o encharcamientos permanentes, también se pueden observar estigobios, los animales acuáticos que se han adaptado a vivir en la oscuridad del acuífero.

La Reserva de la Biosfera de Gran Canaria es rica en minas. De hecho es la comarca de la isla que más infraestructuras de este tipo concentra. En algunos barrancos se tiene cons-tancia de la presencia de más de 10 excavaciones a lo largo de todo el cauce. Entre las minas prospectadas ha destacado la de Pino Cortado, situada en las proximidades del pueblo de Tasarte. Se tiene conocimiento de su existencia desde 1881, siendo muy codiciada por aquel entonces debido a su gran productividad. Hoy día su gran caudal ha dado paso a un canal tan colmatado que es casi imposible entrar en ella. Tan sólo se puede avanzar de rodillas, a duras penas, pues su altura no supera el medio metro. A pesar de ello, gracias al descenso por una trampilla se alcanza en pocos segundos las entrañas del barranco; súbitamente se pasa de un sol des-lumbrante a la oscuridad absoluta. Bajo el cauce del barranco se respira una atmósfera cálida y húmeda, donde las raíces cubren todo lo posible; un ambiente óptimo para la presencia de fauna. Demasiado óptimo quizá, porque en la mina se puede encontrar la indeseada cucaracha urbana (Periplaneta

americana), que comparte espacio con la cucaracha subte-rránea de Gran Canaria (Symploce microphthalma). Pero no todo son malas noticias, la “joya” de la cavidad es la deli-cada araña patilarga Spermophorides flava, un endemismo grancanario por primera vez observado desde su descripción, hace ya 30 años4.

La mina Vieja de Fataga se encuentra en el sur de la isla, en el barranco del mismo nombre. Meses después de una trom-ba invernal, con el cauce del barranco ya seco, puede seguir desaguando un elevado caudal que no cesa hasta el verano.

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Una vez en su interior llama la atención por una afinada construcción que alterna paredes desnudas de aluviones cementados, con tramos entibados de cantos de barranco. Tras unos 100 metros de recorrido se alcanzan pequeños encharcamientos y represas en el que viven dos interesantes endemismos: el crustáceo anfípodo Pseudoniphargus pedunculatus y un enigmático gusano de agua dulce, el poliqueto Namanereis sp.n. El pri-mero es un crustáceo que habita en el acuífero insular. Se supone que procede de algún ancestro de vida marina que ha sido capaz de abandonar el litoral para introducirse en las bolsas de agua dulce5. Allí se alimenta de otros pequeños invertebrados como copépodos, pequeños crustáceos, etc. El poliqueto Namanereis sp.n. es un caso aparte. Los poliquetos son gusa-nos marinos que, excepcionalmente, cuentan con especies dulceacuícolas (un 2% de las especies descritas)6. En el caso que nos atañe proceden de linajes muy antiguos preadaptados a la vida en ríos y lagos, por lo que es intrigante cómo esta especie ha colonizado el archipiélago y, lo que es aún más confuso, que su pariente más cercano, Namanereis tiriteae, se encuentre en las remotas Fiji y Nueva Zelanda. Todo un rompecabezas que intentan descifrar los especialistas que se encuentran trabajando en la descripción de la especie: el Dr. Chris Glasby (Museum and Art Gallery of the Northern Territory, Australia) y el Dr. Jorge Núñez (Departamento de Biología Animal de la Universidad de La Laguna).

2. Mina con paredes entibadas. S. Martín.

3. Gruesas raíces cubren la Mina de Pino Cortado. M. Naranjo.

4. Caza a vista en el interior de un socavón (Arguineguín). S. Martín.

5. Las primera araña cavernícola descrita en Gran Canaria (Spermophorides

flava), sólo se ha vuelto a localizar en Tasarte. M. Naranjo.

6. Las aguas subterráneas de Gran Canaria están habitadas por el crustáceo acuático Pseudoniphargus pedunculatus. H. López & Ibáñez, M.

7. Aún se desconoce con certeza como colonizó el gusano de agua dulce Namanereis sp.n. el Archipiélago Canario. M. Naranjo.

8. Un ejemplar de milpiés subterráneo (Dolichoiulus sp.) de la mina Vieja de Fataga. P. Oromí.

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Dos pequeñas excavaciones en nacientes, los socavones de Los Ancones y el de Los Roques merecen una reseña especial. El pri-mero, situado en La Aldea de San Nicolás, parece un portal refulgente cuando es ilumi-nado. Multitud de pequeñas gotitas de agua en las paredes y techo reflejan el haz lumi-noso de la linterna, dibujando algo parecido a una noche estrellada. Las gotas, con una forma esférica casi perfecta, parecen flotar sobre películas blanquecinas constituidas por colonias bacterianas, una delicia vi-sual... En el suelo unos diminutos colémbo-los, de un blanco absoluto, se deslizan sobre el agua, mientras la cucaracha subterránea de Gran Canaria (S.microphthalma), se deja ver ocasionalmente.

Por otro lado, el socavón de Los Roques (ba-rranco de Arguineguín), es una cavidad que no supera los 14 m de longitud. Su entrada está enmarcada por tupidas raíces de palme-ras canarias. Con un solo paso se accede a un minúsculo charco que, sorprendentemen-te, es uno de los mejores lugares de la isla para observar al crustáceo P. pedunculatus. A veces, no hace falta acceder a las grandes bolsas de agua subterránea para observar habitantes del medio freático, sino topar con rincones casi mágicos.

Hablar de fauna en galerías de risco es ha-cerlo sobre un gran vacío, y la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria no es una ex-cepción. Sólo en la localidad de Artejévez

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se detectaron restos de Symploce y unas lombrices acuáticas (oligoquetos), que se nutrían de trozos de madera sumergida. La colocación de trampas para capturar inver-tebrados no fue efectiva, pero tuvimos la oportunidad de transitar por una caverna de unos 290 m de longitud, que en algunos tramos tenía su techo a cinco metros sobre nosotros; una altura excepcional para este tipo de excavaciones. El colorido contraste de las tobas amarillentas, los rojos del al-magre y el negro de los basaltos dibujan un bello mosaico que nada tenía que ver con los monótonos tonos oscuros de otras cavi-dades. Sin embargo, nada hacía presagiar que unos kilómetros más lejos, en otra anti-gua galería de la comarca de La Aldea apa-recieran las curiosas perlas de las cavernas (también conocidas como pisolitas). Las pisolitas son concreciones de calcita que se forman ocasionalmente en cuevas de origen kárstico7. En Canarias no existen cavidades de éste tipo pero algunas minas, cuando transportan agua cargada de sales, pueden generar costras calcáreas, pequeñas esta-lactitas, estalagmitas y excepcionalmente las raras pisolitas. En Gran Canaria sólo lo hemos observado en una galería de la Al-dea de San Nicolás y desconocemos si en otras islas del archipiélago se han llegado a identificar. Hoy día tenemos el privilegio de observar como se están formando y crecien-do. El goteo constante en un remanso de agua permite que las partículas flotantes se vayan cubriendo de una capa calcárea que,

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con el rozamiento conjunto se van puliendo, dando lugar a esas pequeñas bolitas, unos “confites” que con el paso del tiempo originan las perlas de las cavernas.

Entre pisolitas y colonias bacterianas, poliquetos exóticos y anfípodos sali-mos a la luz…el agua de la mina sigue su curso, quizá a un bancal o a los tomateros de más abajo, este año parece que habrá una buena cosecha.

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REFERENCIAS

1. Varios autores, 2010. Plan Hidrológico

de Gran Canaria. Ed. Consejo Insular de Aguas; www.aguasdegrancanaria.com.

2. Naranjo, M., Oromí, P. Pérez, A.J., Gonzá-lez, C., Fernández, O., López, H.D., Mar-tín, S. 2009. Fauna cavernícola de Gran

Canaria, secretos del mundo subterrá-

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9. Los reflejos en el interior de Los Ancones dibujan un mosaico estrellado. M. Naranjo.

10. Las gotas de agua flotan sobre una película hidrófoba de bacterias (Los Ancones). M. Naranjo.

11. Unos minúsculos colémbolos se deslizan sobre el agua de la mina. M. Naranjo.

12. En Artejévez sorprende la gran altura de la excavación. M. Naranjo.

13. Tobas y basaltos colorean el interior de la galería de Artejévez. M. Naranjo.

14. Las extrañas perlas de las cavernas (pisolitas) en el interior de una galería de Gran Canaria. M. Naranjo.

15. El goteo sobre un pequeño charco está generando perlas de las cavernas. Galería en La Aldea de San Nicolás. M. Naranjo.

EXPLORANDO CUEVAS: DE LA CURIOSIDAD AL PÍXEL

Octavio Fernández LorenzoTÉCNICO DEPORTIVO EN ESPELEOLOGÍACOORDINADOR DEL CATÁLOGO DE CAVIDADES DE CANARIAS (FEDERACIÓN CANARIA DE ESPELEOLOGÍA)GE TEBEXCORADE - LA PALMA; [email protected]

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EXPLORACIÓN ESPELEOLÓGICA: LA CURIOSIDAD INNATA

Si hay una motivación que alienta a los espeleólogos con ánimo de explo-ración es la certeza de que, muchas veces, somos los primeros humanos en hollar un lugar. De acuerdo: no es pisar La Luna pero, ¿cuántas perso-nas pueden decir ‘soy el primero/a en estar aquí’?

No se puede entender la figura del espeleólogo sin relacionarla con una curiosidad innata. Solamente así podremos comprender la pasión que nos mueve a adentrarnos en espacios no sólo inexplorados, sino en muchas ocasiones hostiles y que ponen a prueba nuestras capaci-dades físicas, técnicas y mentales. De las disciplinas presentes en el mundo de la montaña, la espeleología es posiblemente la que más se caracteriza por desarrollar sus propios métodos, materiales y técnicas, además de cruzarse transversalmente con diversas ramas científicas como parte fundamental de su práctica. El hallazgo de nuevas espe-cies, restos arqueológicos o paleontológicos, y su necesario contraste con especialistas de cada ramo es otro de los grandes alicientes de este deporte-ciencia. Es tan emocionante el hecho de ser los primeros

FOTO PORTADA CAPÍTULO La práctica de la exploración espeleológica va asociada al paso de muchas horas en el exterior en búsqueda de bocas. O. Fernández.

1. Prospección en exteriores en búsqueda de bocas. Santa Lucía de Tirajana, Gran Canaria. D. Gómez.

2. Vía de espeleología alpina instalada para asegurar el acceso a un tubo volcánico colgado. D. Gómez.

3. Aplicación de técnicas verticales a la exploración de cortados de barrancos. A. Guillén.

4. Instalación de técnica alpina realizada para asegurar el acceso a un tubo volcánico colgado en un cortado de barranco. O. Fernández.

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humanos en estar en ese lugar como la perspectiva de lo que allí podamos encontrar.

Esta investigación vinculada a la exploración resulta un in-grediente fundamental en algunos ámbitos. Las cavidades volcánicas que podemos encontrar en Canarias (salvo ca-sos excepcionales, como la Cueva del Viento en Tenerife, la de Don Justo en El Hierro o las galerías de Timanfaya en Lanzarote) no se comparan en extensión o complejidad con otros sistemas cavernosos que se desarrollan en macizos kársticos. Por tanto, si en grandes cavidades el solo hecho de recorrerlas supone suficiente satisfacción para el espeleó-logo-lúdico, en la mayoría de las grutas volcánicas la mera visita ‘sabe a poco’. Es en este punto donde la combinación de la espeleología lúdica y científica se convierte en un ele-mento crucial para mantener vivo el gusanillo. Si lo hace-mos bien, ese gusanillo tendrá una vida larga y próspera.

Pero, para comenzar a devanarse los sesos con los secretos que nos aguardan en una cueva o sima, antes hay que loca-lizarla. Esta fase hace que el espeleólogo, paradójicamente, pase muchas horas en superficie explorando zonas poten-ciales, caminando fuera de senderos, conversando con los lugareños, o consultando crónicas y leyendas.

PROSPECCIÓN EN BÚSQUEDA DE CAVIDADES

La relación del ser humano con la caverna queda estableci-da desde nuestros mismos orígenes. La simple necesidad de un lugar de cobijo u obtención de recursos (agua potable, por ejemplo) explica ese vínculo. La naturaleza del hombre, su cu-riosidad y sensibilidad, acaba a la postre reforzando esta unión y convirtiendo las cavernas en nuestro primer hogar. Por ello, las cuevas están muy arraigadas en la cultura popular. Las fuentes

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orales, por tanto, son uno de los pilares en la búsqueda de cavidades, pero están dotadas de un doble filo con el que nos cortamos en ocasiones.

La leyenda popular está profusamente nutrida con historias de cuevas, nor-malmente narradas con “un barniz” de miedo y respeto, lo que muchas veces se refleja en su denominación (Cueva del Diablo, del Infierno, del Perdido...). Sin embargo, pocas son las personas que realmente han visita-do las cuevas objeto de las historias. Lo que recabamos es un comentario que ha pasado de boca en boca y a saber durante cuántas generaciones. Además, en la mayoría de las ocasiones, las personas que las visitan tien-den por multitud de factores (una mala iluminación, una incursión realizada muchos años atrás, incluso durante la infancia y tergiversada posterior-mente por la memoria) a magnificar las características de las mismas. En Gran Canaria, es conocido el caso de la Cueva de la Brusca o El Palmar, del que se relata que es kilométrica cuando en realidad no supera los 50 m, o El Bucio en Telde, con 35 m y del que los cazadores locales dicen que los hurones que se adentran en él aparecen 2 km más arriba1,2. Nuestra experiencia en la prospección para el Catálogo de Cavidades de La Palma ha llegado a establecer la siguiente regla aproximada: la longitud que se le atribuye a la cueva en los comentarios populares hay que dividirla por diez.

Pero si bien la toponimia y las referencias orales son un buen punto de partida, la búsqueda de cuevas se nutre de más disciplinas –no en vano en los cursos de formación que imparten las Federaciones de Espeleología se tratan materias como geología, hidrografía, meteorología, cartografía y topografía– que harán falta antes o después a lo largo de una prospección de cierta entidad.

En el caso particular de las cavidades volcánicas, sabemos que no las vamos a encontrar en cualquier parte (aunque siempre pueda haber alguna sorpresa), y que van a cumplir con unas características deter-minadas. Una vez que el comentario popular es coherente con una rea-lidad geológica que lo respalde –como puede ser la presencia de lavas cordadas– las perspectivas de una exploración fructífera aumentan y el siguiente paso es planear la aproximación al lugar con seguridad…

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¡y legalidad! Muchas veces las posibles bocas se encontrarán en terrenos particulares o en espacios protegidos, por lo que será necesario contar con las debidas autorizaciones. Y la seguridad es otro pilar fundamental. De hecho, son varias las cuevas que hemos explorado que han reque-rido de jornadas enteras solamente para asegurar el acceso mediante cuerdas, o la apertura de senderos allí donde no los había. Una vez se localiza una cavidad hay que profundizar en la prospección de la zona, pues otro aspecto a tener en cuenta es que donde se halla una cueva volcánica, seguramente hay más. En otras ocasiones, los indeseados incendios forestales o riadas, “sacan a la luz” jameos o bocas de cuevas que antes se ocultaban bajo la vegetación o sedimentos. No hemos de olvidar que la entrada a un gran sistema de galerías subterráneas puede tener unos pocos decímetros de diámetro: buscar algo así en un sotobos-que es como hallar una aguja en un pajar.

Y así, si al fin localizamos una nueva cavidad susceptible de ser explorada, toca pertrecharnos con el equipo adecuado para prospectar bajo tierra.

LA EXPLORACIÓN SUBTERRÁNEA Y SUS LÍMITES

Un equipo de espeleólogos bien instruidos y organizados está preparado y tiene medios a su alcance para explorar una cavidad aérea (es decir, que no esté anegada por el agua), mientras sus dimensiones lo permitan. En el caso de una cueva inundada, la exploración también puede continuar, pero

5. La Cueva del Palmar o de La Brusca, en Mogán,Gran Canaria, es un caso de magnificación de la realidad a través de la leyenda: los comentarios populares dicen que tiene varios kilómetros, pero en realidad no supera los 50 metros. O. Fernández.

6. Los incendios forestales pueden ayudar a la prospección en busca de nuevas cuevas al dejar el terreno despejado de maleza. O. Fernández.

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aquí nos sumergimos en el campo del espeleobuceo, una de las disciplinas deportivas más peligrosas del mundo, que no es objeto de este artículo.

Sin embargo, sin necesidad de cruzar la frontera dibujada por el líquido elemento, las cuevas ponen a prueba a los espeleólogos de secano cada vez que sus dimensiones se hacen impracticables. Conviene resaltar el término ‘impracticable’, pues si bien muchas personas no se atreverían a adentrarse en algunos lugares más o menos estrechos, los espeleólogos experimentados llevan dichas estrecheces al límite; en nuestra experien-cia, actualmente somos capaces de superar pasos de unos 20-22 cm de altura en los que con cierta frecuencia es necesario aplicar técnicas de relajación, como el control de la respiración para conseguir reducir el volumen de nuestra caja torácica al mínimo imprescindible, pues siempre es la estructura ósea (normalmente la caja torácica en los hombres, y las caderas en las mujeres) la que limita el poder superar un paso estrecho. Pese a todo ese esfuerzo, siempre llega un punto en el que no se puede pasar… lo que no implica que estemos en el final de la cavidad: habrá que dilucidar si la cueva continúa. Primero, visualmente tendremos una clara prueba si tras el estrechamiento vislumbramos un área de mayor altura o anchura y otro factor, importantísimo, es la presencia o no de corrientes de aire. La existencia de flujo de aire es, en la mayor parte de los casos, una garantía de que la cueva continúa. Por otra parte, el equipo de exploradores ya habrá realizado en ese momento una topografía de la parte transitable de la cavidad. La comparación de dicha topografía con el relieve superficial, así como con el trazado de otras cuevas que pudiera haber por la zona, es una herramienta muy valiosa para evaluar alinea-ciones de tubos volcánicos, localizar posibles nuevas bocas, etc. Puede ocurrir que, simplemente, hayamos llegado al punto donde un ramal no es practicable, pero que a dicho punto se pueda llegar desde el otro extremo si la cavidad tiene trazado laberíntico. Esa es justamente la historia tras la ‘angostura del apretón de manos’ que se localiza en una cueva palme-ra. Tras la realización de la topografía, se observó una clara alineación entre dos ramales que terminaban en sendas estrecheces impracticables. Se comprobó la unión mediante una visita de campo, y ocurrió que el paso estrecho en el que acababa cada ramal era exactamente el mismo,

7. Espeleólogo de punta forzando un paso estrecho extremo, sin desobstrucción. D. Gómez.

8. Apretón de manos a través de una conexión impracticable localizada tras la comparación relativa de la topografía de dos cuevas próximas. El replanteo topográfico confirmó que no se trataba de dos cuevas, sino de una sola. F. Rodríguez.

9. Desobstrucción por medios mecánicos de un paso impracticable con fuerte corriente de aire (La Palma). Tras superar la estrechez se accedió a un pequeño tramo de galerías vírgenes que albergaba restos paleontológicos de gran interés. O. Fernández.

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y aunque no se pudo pasar, los exploradores que fueron por ambos extremos sí que pudieron estrechar sus manos, bautizando así el lugar3. En otra ocasión, tras haber elabo-rado y comparado la topografía de dos cavidades próximas, se observó la alineación de un ramal con un cierto margen de error. La comprobación de campo verificó nuevamente que los ramales se conectaban en un punto impracticable, confirmando así que no se trataba de dos cuevas, sino de una sola. Con todo, también existe el caso frecuente de que un paso estrecho sea del todo infranqueable, y que no haya alineaciones claras con otras cuevas próximas o ramales de la misma cueva. Pero puede haber indicios consistentes como una fuerte corriente de aire más o menos constante a lo largo del año. Entonces, hay que valorar si se lleva a cabo un procedimiento muy extendido en la exploración espeleo-lógica, pero que al fin y al cabo es un poco traumático para la cavidad: la desobstrucción.

La desobstrucción en espeleología consiste, ni más ni me-nos, en agrandar las dimensiones del paso estrecho al que nos enfrentamos mediante medios mecánicos o incluso con el empleo de micro-explosivos, dependiendo de la compaci-dad de la roca que tengamos entre manos. Son muchos los casos en los que dichas desobstrucciones nos acaban con-duciendo a nuevos tramos de galerías, en ocasiones com-pletamente vírgenes al no contar con ningún otro acceso natural. Naturalmente, este tipo de trabajos –muy delicados y puestos en práctica sólo por espeleólogos muy experimen-tados– no se emprenden a menos que las ‘pistas’ a nuestro alcance sean realmente jugosas, pues no sólo suponen dete-riorar puntualmente el estado natural de la cueva, sino que se trata de empresas de riesgo y que pueden llevar muchas jornadas de trabajo. Algunas desobstrucciones son de tal envergadura que son comenzadas por una generación de exploradores y continuadas por la siguiente...

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PROCEDIMIENTO TOPOGRÁFICO EN ESPELEOLOGÍA

El método empleado para la realización de levantamientos topográficos en el medio subterráneo está condi-

cionado por las características del mismo. La elevada humedad, total oscuridad y escasez de espacio limitan

los instrumentos que se pueden utilizar para realizar mediciones bajo tierra de manera eficaz. La utilización

de aparatos profesionales de elevada precisión como estaciones totales o receptores GPS diferenciales es

inviable en la mayoría de los casos y queda relegada al levantamiento de cavernas singulares dentro de

un proyecto específico (como por ejemplo la adaptación al turismo de un tramo de cavidad). Los grandes

espacios subterráneos, como por ejemplo la conocida Sala de La Verna en el Sistema de la Piedra de San

Martín (España-Francia) son susceptibles de levantamientos mediante escáneres láser que proporcionan

una definición muy exacta de sus contornos. Pero hablamos de un lugar en donde se ha volado con un globo

aerostático… la mayoría de las cuevas no alcanzan una dimensión siquiera similar.

La topografía cotidiana para los espeleólogos se basa en un método de poligonal orientada mediante brújula

y colgada, aunque rara vez puede ser encuadrada si estamos en el caso de una cavidad con varias bocas

suficientemente separadas que permitan una georreferenciación precisa mediante GPS in situ o bien visando

a otros puntos conocidos.

Se trata de establecer tramos rectilíneos en el interior de la cavidad, de tanta longitud como permitan

los parámetros que hemos de representar sin ser desvirtuados: la dirección de la galería y su inclinación,

fundamentalmente. Por ejemplo, aunque tengamos una larga galería que no varía de dirección, podría ser

necesaria la elaboración de una poligonal de muchos tramos si dicho tramo tiene subidas y bajadas que lo

aconsejen. Cada uno de estos tramos de la poligonal recibe el nombre de visual topográfica. Una vez estable-

cida la línea poligonal se utilizan sus vértices como bases topográficas principales (o estaciones) para medir

respecto de ellas el contorno de la cavidad, es decir, sus paredes, techo y suelo. El método se puede hacer

más preciso tomando mediciones no solamente en las estaciones, sino en cualquier punto intermedio de la

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visual, método empleado generalmente en el GE

Tebexcorade – La Palma y con el que se ha hecho el

actual levantamiento topográfico de las cuevas de

la Montaña de Aslobas (precisión Grado 5d BCRA).

Para la obtención de los parámetros que definen

cada visual se pueden emplear diversos instrumen-

tos, siendo los tradicionales un juego de cintas mé-

tricas, además de una brújula y un clinómetro de

precisión y la respectiva libreta o estadillo topográ-

fico. Ofrecen suficiente nivel de certidumbre para las necesidades de los espeleólogos y no es un equipo exce-

sivamente caro. Actualmente, se tiende a la sustitución de las cintas métricas por telémetros láser que simpli-

fican y aceleran el trabajo de campo. En una evolución de estos aparatos, la incorporación de acelerómetros y

captadores de campo magnético al haz láser permiten obtener de una tacada los tres parámetros que definen

la visual: dirección (rumbo), inclinación y longitud. Igualmente, los dispositivos más avanzados se conectan de

manera inalámbrica a un ordenador de mano o una tableta, lo que permite usar un estadillo topográfico digital

y elaborar in situ los cálculos de proyecciones y declinaciones magnéticas. Dicho de otro modo, podemos ir casi

dibujando en tiempo real sobre la tableta la cueva que estamos topografiando, lo cual es una gran ayuda en

grandes cavidades o en nudos laberínticos para la corrección de errores y cierres de bucles.

Si tenemos en cuenta que estos dispositivos (láser con captadores magnéticos y acelerómetros) son adapta-

ciones de otros materiales hechas por los propios exploradores (y el software utilizado en muchos casos, tam-

bién), entenderemos la necesaria pasión que mueve a los espeleólogos y clubes que practican la topografía

espeleológica, una disciplina fundamental para cualquier exploración subterránea.

Trabajos de topografía mediante láser en la Cueva de los Arrepentidos, Gran Canaria. O. Fernández.

Topografía volumétrica de un conjunto de galerías de desarrollo superior al kilómetro encontrado en La Palma tras la desobstrucción de un paso estrecho soplador. D. Gómez.

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LAS CUEVAS FANTASMA

Pero ¿qué ocurre si no hay paso estrecho, si no hay sospecha de una conexión atmosférica pero sí indicios de un mayor recorrido? Los tubos volcánicos tienen una dinámica de formación relativamente simple: los genera una corriente de lava subterránea que se comporta en buena ma-nera como un río. Dicha corriente puede sifonarse en algunos puntos, particularmente donde la pendiente se aproxima a cero (pues los tubos volcánicos necesitan una cierta pendiente para formarse). Uno de estos sifonamientos consiste, simplemente, en que el techo y el suelo de la cue-va llegan a tocarse mientras la lava todavía está incandescente, quedando por tanto soldados. Sin embargo, en muchas ocasiones se ha podido llegar por ambos extremos de estos sifones de lava, pues se encuentran en mitad de ramales bien accesibles. Tras elaborar la correspondiente to-pografía, hemos comprobado que en muchos casos la longitud de la parte taponada del sifón es siempre inferior a un metro. Y son también muchas cuevas las que terminan en este tipo de sifones.

Aunque algunos sifones hayan demostrado tener poca longitud, no signi-fica que todos la tengan, ni que tras todos ellos el tubo volcánico pueda continuar. Una vez más si la prospección exhaustiva de la zona confirma que dicha cueva fantasma no tiene bocas naturales, llega la gran duda: ¿excavamos? Hacerlo o no depende de otros factores. En ocasiones, estas cuevas fantasma pueden quedar a la larga abiertas por la acción humana, si están cerca de zonas antropizadas y son tubos volcánicos someros. En esos casos, se trata de ser pacientes y esperar a que alguna excavadora ‘pinche’ la cueva de cuya existencia sospechamos. Sin embargo, en otras ocasiones sólo queda una opción: excavar un túnel a través del sifón de lava. Esta acción no ha sido puesta en práctica todavía en el archipiélago Canario, sin bien hay varias cuevas candidatas en la isla de La Palma y probablemente en Gran Canaria. En cambio, no es nada nuevo en otras zonas del planeta con tubos volcánicos de envergadura, y de hecho se ha puesto en práctica exitosamente en varios puntos del mismísimo Kazu-mura-Ola’a Cave system (el tubo volcánico de mayor desarrollo del plane-ta, en Hawaii)4. En cualquier caso, y sea cual sea la desobstrucción que

10. Acceso a un tramo de cueva fantasma localizado tras una excavación en sedimentos. O. Fernández.

11. Desobstrucción en sedimentos en búsqueda de una cueva fantasma tras los preceptivos levantamientos topográficos que indicaban su presencia (Sistema de Tigalate, La Palma). O. Fernández.

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se practique (un simple ensanchamiento o un túnel en toda regla), se ha de tener en cuenta que es una acción traumática, con un objetivo explo-ratorio y puntual. Se ha de documentar suficientemente el lugar antes de cualquier intervención, y una vez terminada la exploración de las galerías que puedan aparecer tras la zona desobstruida, se debería devolver el paso a su estado natural.

PERSPECTIVAS DE EXPLORACIÓN ESPELEOLÓGICA EN GRAN CANARIA

Tradicionalmente se ha considerado a Gran Canaria como una isla pobre en cuevas. Eso es, sin duda, una afirmación injusta; si bien es difícil que pue-dan descubrirse grutas de extensión o atractivo lúdico como las presentes en otras islas más jóvenes (los tubos volcánicos se desploman con el paso del tiempo), está igualmente claro que la exploración espeleológica de la isla no se había desarrollado en profundidad. La prospección llevada a cabo desde 2007 ha puesto de manifiesto que las cuevas de origen volcánico en Gran Canaria son más abundantes de lo esperado; desde entonces se han descubierto 11 cavidades de las que no se tenía constancia documental, al-gunas de ellas de notable singularidad o excepcionales, como en el caso de la Montaña de Aslobas. Es posible que no encontremos cuevas con grandes desarrollos, pero el hallazgo de cualquier nueva gruta es una oportunidad de enriquecer nuestro patrimonio natural y cultural.

Como ha quedado manifiesto, la exploración espeleológica no es sencilla y hasta en muchas ocasiones frustrante. Pero también reconforta cuan-do despuntan nuevos ‘Aslobas’. La colaboración entre distintos grupos y colectivos que desarrollan sus actividades en el mundo de la montaña, así como el intercambio de información será tan necesaria como la pre-sencia de exploradores locales bien formados y, sobre todo, con voluntad de ahondar en el plano científico de la espeleología y no solamente en el lúdico. En el GE Tebexcorade – La Palma hemos mantenido siempre una estrecha relación con la Isla Redonda (muchos de sus socios han pasado su etapa universitaria en la ULPGC y algunos son de hecho naturales de

12. Equipo de espeleólogos preparándose para actividad de topografía y fotografía. Cueva de Los Arrepentidos, Gran Canaria. D. Gómez.

13. Equipo de exploración del G.E. Tebexcorade, campaña de exploración de la cueva de Aslobas. (G.E. Tebexcorade - La Palma).

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Gran Canaria) y creemos que extrapolar el modelo de exploración que llevamos aplicando en La Palma durante los últimos 20 años también puede funcionar en esta isla. Con la perspectiva adecuada, los misterios subterráneos de Gran Canaria continuarán saliendo a la luz y las personas que en distinta medida hemos contribuido a ello nos sentiremos igual de satisfechas que al hollar una cueva inexplorada por primera vez.

REFERENCIAS

1. Fernández O. & Naranjo, M. 2010. Catálogo de cavidades de la isla de Gran Canaria (Islas Canarias). Vul-

cania, 9:43-47 pp.2. Naranjo, M., Betancor, S. y Martín, S. 2012. “El Bucio”: Descubrimiento del tubo volcánico más reciente de

Gran Canaria (Islas Canarias). Eurospeleo Magazine 1: 56-60pp.

3. Fernández, O. García, R., Dumpiérrez, F., Gómez, D., Mata, M., Govantes, F., González, A.J., Martín, M., y Rodríguez, Y. (2007). Las cavidades volcánicas de El Paso, III: Sectores de Bco. de Los Cardos, - Bco. de El Riachuelo y de Torres (La Palma, Islas Canarias). Vulcania 8: 6-45.

4. Halliday, W. R. (1996). Recent vulcanospeleology progress in Hawaii. Proceedings 7th International Sym-

posium on Vulcanospeleology, S/C de La Palma, Canary Islands, november 1994: 51-58.

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13. Equipo de espeleólogos pertrechado para exploración vertical en exteriores. P. Rodríguez.