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CABARET VOLTAIRE facebook: Editorial Cabaret Voltaire www.cabaretvoltaire.es [email protected] Memorias de una mujer sin piano de Jeanne Rucar de Buñuel Transcritas por Marisol Martín del Campo En 1925 Jeanne Rucar conoció en París a un joven español, aspirante a director de cine, Luis Buñuel. Desde entonces sus vidas quedarían ligadas para siempre. Una larga historia de amor y de total renunciación. Jeanne lo abandonó todo para seguir a su marido. A cam- bio, Buñuel no pudo vivir sin ella, sin la certeza de su presencia siempre asequible. Hombre de fantasía desbordada, de sueños cosidos en cintas de celuloide; hombre de vida privada, tan privada que convirtió su casa en su castillo y a Jeanne en su prisionera-dama. Lo intere- sante de estas memorias es el contraste entre el hombre que pesa, ordena, manda, y la mujer que guarda silencio, acepta, se somete voluntariamente. El contraste entre la vida pública y la vida privada, entre el mundo frívolo y permisivo del cine y el ambiente moral y austero de la casa. Gracias a una mujer como Jeanne, Buñuel pudo ser Buñuel. Novedad 24 de febrero 2016 ISBN 978-84-944434-3-5 256 páginas. PVP 18.95

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Memorias de una mujersin pianode Jeanne Rucar de BuñuelTranscritas por Marisol Martín del Campo

En 1925 Jeanne Rucar conoció en París a un joven español, aspirante a director de cine, Luis Buñuel. Desde entonces sus vidas quedarían ligadas para siempre. Una larga historia de amor y de total renunciación. Jeanne lo abandonó todo para seguir a su marido. A cam-bio, Buñuel no pudo vivir sin ella, sin la certeza de su presencia siempre asequible. Hombre de fantasía desbordada, de sueños cosidos en cintas de celuloide; hombre de vida privada, tan privada que convirtió su casa en su castillo y a Jeanne en su prisionera-dama. Lo intere-sante de estas memorias es el contraste entre el hombre que pesa, ordena, manda, y la mujer que guarda silencio, acepta, se somete voluntariamente. El contraste entre la vida pública y la vida privada, entre el mundo frívolo y permisivo del cine y el ambiente moral y austero de la casa. Gracias a una mujer como Jeanne, Buñuel pudo ser Buñuel.

Novedad24 de febrero 2016

ISBN 978-84-944434-3-5256 páginas. PVP 18.95

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Jeanne Rucar. Nació en La Madeleine, al norte de Lille, en 1908. Al terminar la Pri-mera Guerra Mundial su familia se trasladó a París. Fue entonces cuando Jeanne descubrió sus dotes para la gimnasia y la música. Recibió lecciones de piano y se formó como gim-nasta en la academia de madame Poppart. En 1924 fue seleccionada para participar en las Olimpiadas donde obtendría una medalla de bronce. Un año más tarde conoció al que sería el amor de su vida, Luis Buñuel. Tras varios años de noviazgo se casaron en París en 1934. En 1939 abandonaron Francia rumbo a Estados Unidos donde residirían, entre Los Ánge-les y Nueva York, hasta 1945, año en el que se instalaron definitivamente en México. El ma-trimonio Buñuel tuvo dos hijos: Juan Luis (París, 1934) y Rafael (Nueva York, 1940). Tras la muerte de Luis Buñuel en 1983 Jeanne se planteó escribir sus memorias, pero la pérdida de visión que padecía dificultó el proyecto. En 1990 se hizo realidad a través de la escritora Marisol Martín del Campo que las transcribió. Jeanne Rucar murió en Ciudad de México en 1994 a la edad de 86 años.

ExtractoObedecí mucho a Luis, a veces pienso que fue una pena no tener carácter. Pongo de

ejemplo la historia del piano. Jeannette Alcoriza me regaló un piano que colocamos en el vestíbulo. Cuando venían amigos franceses cantábamos La Marsellesa.

Todos los días me sentaba a tocar, la música subía por el vestíbulo y llenaba la casa.Meses después, durante una cena, ya en la madrugada y con bastantes copas encima,

Cotito, la hija de los Mantecón, propuso a Luis:—Te cambio el piano por tres botellas de champán.Me reí ante la incongruencia de la propuesta pero Luis contestó:—Hecho.Cerraron el trato con un apretón de manos.Pensé que ahí quedaría, que era una broma. A la mañana siguiente sonó el timbre: era

Cotito con un camión de mudanza y las tres botellas de champán.No quise ver cómo se llevaba mi piano. Me puse furiosa por no atreverme a decir:

«Este piano es mío y no sale de aquí». Por supuesto guardé silencio.A Luis le remordió la conciencia. Poco después me compró una máquina de coser y

me dio dinero para comprar telas. También me regaló un acordeón alemán, muy fino, que aún conservo.