De Kafka a La Cultura Popular

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C2 l Tema del día El Comercio domingo 16 de agosto del 2015 La mañana en que Gregor Sam- sa despertó transformado en un monstruoso insecto ha mar- cado un antes y un después en la cultura de Occidente. Pocas na- rraciones han sobrecogido tan- to a los lectores a través de las décadas como esta, que se de- sarrolla a través de las páginas de un libro breve pero conciso. Cien años después de su publi- cación, “La metamorfosis” de Franz Kafka no solo se ha gana- do un lugar entre las obras más notorias de la literatura de su si- glo, sino que sigue ejerciendo su influencia sobre la imaginación de nuestro tiempo, mucho más allá de los límites de la mera es- critura. Esta breve pieza literaria, además, es una de las pocas que vio la luz cuando su autor aún vivía. Antes de su muerte en 1924, Kafka dejó instruccio- nes claras acerca de cuál había de ser el destino de sus escritos. Ninguno de ellos debía sobrevi- virle. Debemos a la traición de su buen amigo Max Brod el que estos fueran publicados póstu- mamente. Pero “La metamor- fosis” apareció mucho antes, en 1915. La primera vez, en las páginas de la edición de octubre de “Die Weissen Blatter. Eine Monatsschrift”, una de las re- vistas literarias más importan- tes de Alemania en la época y una de las que más im- pulsaron al movimien- to expresionista hasta su cierre, en 1920. Hay que pregun- tarse, sin embargo, qué es lo que hace de este libro algo tan sin- gular. La historia de un hombre que, por razones inexplicables, se transforma en insecto no es, en el fondo, tan novedosa. Ya en el año 8 d.C. te- nemos el caso del poeta latino Ovidio: su libro de “Las meta- morfosis” abunda en ejemplos, tomados en su mayor parte de la mitología clásica, de personas cuya identidad y especie se ve de pronto transfigurada en algo completamente distinto. Con el correr de los siglos, estas trans- formaciones se repetirán a lo lar- go de las narraciones populares y en las páginas de la literatura, sobre todo de la fantástica. En la obra de Kafka, sin em- bargo, hay una originalidad incuestionable, cuya clave hay que buscar no tanto en los su- cesos que dan forma a la trama como en el tono de la narración misma. Abogado de profesión, él conocía a fondo los baldíos pormenores de la burocracia que define buena parte de la vida moderna. A ello se suman sus lecturas de filósofos como Schopenhauer y Kierkegaard, que le ayudaron a refinar sus definiciones de la angustia, la enajenación o la tragedia. Co- mo un Ovidio en los albores del siglo XX, Kafka fundó una suer- te de mitología invertida, que profundiza en los sucesos para encontrar su sentido, pese a la sospecha de que este no es más que polvo. Las obras de Kafka nos pre- sentan la banalidad en su más fiera dimensión. El tono de “La metamorfosis”, por ejemplo, es de un naturalismo tal que el relato resulta aun más abruma- dor que si hubiese sido escrito en un estilo barroco y recarga- Kafka el que sus realidades nos resulten, a pesar de todo, vero- símiles. Casos notorios son persona- jes como Spiderman o Ant Man, cuyas habilidades los ligan tam- bién al mundo de los artrópo- dos. De hecho, en los cómics de Spiderman hay un personaje llamado Ashley Kafka: irónica- mente, no se trata de alguien con superpoderes, sino que más bien es la psicóloga del hombre arácnido. Asimismo, podemos rastrear la noción kafkiana de la alienación en la ambigua situa- ción en la que viven los hombres X: discriminados por ser mutan- tes, pero respetados de alguna manera por el mismo hecho de ser “diferentes”, ni humanos ni monstruos. Eso sin mencionar el libro que dedicó el caricatu- rista Robert Crumb al autor de “La metamorfosis”. En estos términos, Kafka no solo escribió un gran libro, un clásico en el pleno sentido de la palabra. “La metamorfosis” ha funcionado, también, como un combustible para la imagina- ción humana. Debemos a esta sublime pesadilla mucho más de lo que podríamos asumir a simple vista. CLÁSICO DE LA MODERNIDAD De Kafka a la cultura popular Hace cien años se publicó “La metamorfosis”, del escritor checo Franz Kafka. Es considerada una de las obras más influyentes en la literatura de los años posteriores, aunque también ha tenido efectos decisivos sobre la cultura popular de nuestros tiempos. KAFKA. Hombre marcado por la enfermedad y una vida gris, su obra revolucionó la literatura del siglo XX. CÓMIC. En algunos números de “Spiderman” aparece un personaje llamado Ashley Kafka, su psicóloga. BORGES. Además de ser un escritor notable, Borges tradujo obras de escritores como Faulkner, Henri Michaux o Whitman. Santiago Bullard AP AP Kafka fundó una suerte de mitología invertida, que profundiza en los sucesos para encontrar su falta de sentido. “Habría que reconocer en Gregor Samsa al antecesor de muchos de los superhéroes de los cómics de Marvel y DC”. “El desierto de los tártaros”, está escrita bajo la notoria influencia de Kafka. La sombra de Kafka cayó también sobre Latinoamérica. Jorge Luis Borges fue un fer- viente lector de su obra, y hasta tradujo muchos de sus relatos. En cuanto a “La Metamorfosis”, Gabriel García Márquez diría que “definió un nuevo camino para mi vida desde la primera línea”, así como que le enseñó que era posible escribir de una manera distinta a la que dicta- ban los clásicos. Sería un error, sin embar- go, pensar que el influjo de “La metamorfosis” se limita a las páginas de la “alta” literatura. Al inscribir el fenómeno de la transformación en el canon de la mitología moderna, Kafka dio pie a buena parte de las obras que hoy forman parte de la cultura popular. Ante todo, habría que reco- nocer en Gregor Samsa al ante- cesor de muchos de los super- héroes de los cómics de Marvel y DC. Personas capaces de cam- biar de forma por voluntad pro- pia, o dotados con habilidades que rompen con la definición de lo humano: todos ellos deben a "La metamorfosis” y una atribución dudosa El libro que Borges nunca tradujo En 1938, la editorial Losada publicó en Argentina “La metamorfosis” de Franz Kafka, acompañada por algunos relatos y prosas del mismo autor. En los créditos de traducción figuraba el nombre de Jorge Luis Borges. Durante mucho tiempo, se pensó que esta era la pri- mera traducción de la obra capital de Kafka al español. Años después, se demostró que, en realidad, esta había apa- recido publicada en la Revista de Occidente, de Madrid, en 1925. Pero eso no es todo. En un artículo, la crítica españo- la Cristina Pestaña realizó un análi- sis exhaustivo cuya conclusión era que la traducción de “La metamor- fosis” que Losada había publicado ni siquiera era de Borges. Luego, en una entrevista con Borges, él mismo admitiría que él solo tradujo los otros textos de Kafka. El escritor ar- gentino incluso afirmó que el título, “La meta- morfosis”, era un error: “Die Verwandlung”, que es el título original de la obra, se traduciría al es- pañol como “La transfor- mación”. do. Por más que muchos de sus divulgadores insistan en la os- curidad esencial de los libros de Kafka, lo cierto es que su prosa es lineal y transparente. Es, más bien, lo que yace entre líneas, aquella extrañeza casi ausente, la que resulta perturbadora. TRANSFORMACIÓN PERPETUA Desde que se divulgaron sus es- critos, casi no existe una escuela o movimiento literario que no haya conocido la influencia de Kafka. Algunos de sus prime- ros lectores se cuentan entre los impulsores de las vanguardias en Europa. A ellos se suma una larga lista de escritores, entre los que se incluyen algunos del calibre de Thomas Mann, Vladi- mir Nabokov, Haruki Muraka- mi o el Nobel sudafricano J. M. Coetzee. También el italiano Di- no Buzzatti, cuya obra maestra, Debut “La metamorfosis” vio la luz en las páginas de la edición de octubre de 1915 de una revista expresionista alemana.

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El Comercio 16 agosto 2015

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C2 l Tema del día —El Comercio —domingo 16 de agosto del 2015

La mañana en que Gregor Sam-sa despertó transformado en un monstruoso insecto ha mar-cado un antes y un después en la cultura de Occidente. Pocas na-rraciones han sobrecogido tan-to a los lectores a través de las décadas como esta, que se de-sarrolla a través de las páginas de un libro breve pero conciso. Cien años después de su publi-cación, “La metamorfosis” de Franz Kafka no solo se ha gana-do un lugar entre las obras más notorias de la literatura de su si-glo, sino que sigue ejerciendo su influencia sobre la imaginación de nuestro tiempo, mucho más allá de los límites de la mera es-critura.

Esta breve pieza literaria, además, es una de las pocas que vio la luz cuando su autor aún vivía. Antes de su muerte en 1924, Kafka dejó instruccio-nes claras acerca de cuál había de ser el destino de sus escritos. Ninguno de ellos debía sobrevi-virle. Debemos a la traición de su buen amigo Max Brod el que estos fueran publicados póstu-mamente. Pero “La metamor-fosis” apareció mucho antes, en 1915. La primera vez, en las páginas de la edición de octubre de “Die Weissen Blatter. Eine Monatsschrift”, una de las re-vistas literarias más importan-tes de Alemania en la época y una de las que más im-pulsaron al movimien-to expresionista hasta su cierre, en 1920.

Hay que pregun-tarse, sin embargo, qué es lo que hace de este libro algo tan sin-gular. La historia de un hombre que, por razones inexplicables, se transforma en insecto no es, en el fondo, tan novedosa. Ya en el año 8 d.C. te-nemos el caso del poeta latino Ovidio: su libro de “Las meta-morfosis” abunda en ejemplos, tomados en su mayor parte de la mitología clásica, de personas cuya identidad y especie se ve de pronto transfigurada en algo completamente distinto. Con el correr de los siglos, estas trans-formaciones se repetirán a lo lar-go de las narraciones populares y en las páginas de la literatura, sobre todo de la fantástica.

En la obra de Kafka, sin em-bargo, hay una originalidad incuestionable, cuya clave hay que buscar no tanto en los su-cesos que dan forma a la trama como en el tono de la narración misma. Abogado de profesión, él conocía a fondo los baldíos pormenores de la burocracia que define buena parte de la vida moderna. A ello se suman sus lecturas de filósofos como Schopenhauer y Kierkegaard, que le ayudaron a refinar sus definiciones de la angustia, la enajenación o la tragedia. Co-mo un Ovidio en los albores del siglo XX, Kafka fundó una suer-te de mitología invertida, que profundiza en los sucesos para encontrar su sentido, pese a la sospecha de que este no es más que polvo.

Las obras de Kafka nos pre-sentan la banalidad en su más fiera dimensión. El tono de “La metamorfosis”, por ejemplo, es de un naturalismo tal que el relato resulta aun más abruma-dor que si hubiese sido escrito en un estilo barroco y recarga-

Kafka el que sus realidades nos resulten, a pesar de todo, vero-símiles.

Casos notorios son persona-jes como Spiderman o Ant Man, cuyas habilidades los ligan tam-bién al mundo de los artrópo-dos. De hecho, en los cómics de Spiderman hay un personaje llamado Ashley Kafka: irónica-mente, no se trata de alguien con superpoderes, sino que más bien es la psicóloga del hombre arácnido. Asimismo, podemos rastrear la noción kafkiana de la alienación en la ambigua situa-ción en la que viven los hombres X: discriminados por ser mutan-tes, pero respetados de alguna manera por el mismo hecho de ser “diferentes”, ni humanos ni monstruos. Eso sin mencionar el libro que dedicó el caricatu-rista Robert Crumb al autor de “La metamorfosis”.

En estos términos, Kafka no solo escribió un gran libro, un clásico en el pleno sentido de la palabra. “La metamorfosis” ha funcionado, también, como un combustible para la imagina-ción humana. Debemos a esta sublime pesadilla mucho más de lo que podríamos asumir a simple vista.

clásico de la modernidad

De Kafka a la cultura popularHace cien años se publicó “La metamorfosis”, del escritor checo Franz Kafka. Es considerada una de las obras más influyentes en la literatura de los años posteriores, aunque también ha tenido efectos decisivos sobre la cultura popular de nuestros tiempos.

KafKa. Hombre marcado por la enfermedad y una vida gris, su obra revolucionó la literatura del siglo XX.

cÓmic. En algunos números de “Spiderman” aparece un personaje llamado Ashley Kafka, su psicóloga.

Borges. Además de ser un escritor notable, Borges tradujo obras de escritores como Faulkner, Henri Michaux o Whitman.

Santiago Bullard

AP

AP

—Kafka fundó una suerte de mitología invertida, que profundiza en los sucesos para encontrar su falta de sentido.

—“Habría que reconocer en Gregor Samsa al antecesor de muchos de los superhéroes de los cómics de Marvel y DC”.

“El desierto de los tártaros”, está escrita bajo la notoria influencia de Kafka.

La sombra de Kafka cayó también sobre Latinoamérica. Jorge Luis Borges fue un fer-viente lector de su obra, y hasta tradujo muchos de sus relatos. En cuanto a “La Metamorfosis”, Gabriel García Márquez diría que “definió un nuevo camino para mi vida desde la primera línea”, así como que le enseñó que era posible escribir de una manera distinta a la que dicta-ban los clásicos.

Sería un error, sin embar-go, pensar que el influjo de “La metamorfosis” se limita a las páginas de la “alta” literatura. Al inscribir el fenómeno de la transformación en el canon de la mitología moderna, Kafka dio pie a buena parte de las obras que hoy forman parte de la cultura popular.

Ante todo, habría que reco-nocer en Gregor Samsa al ante-cesor de muchos de los super-héroes de los cómics de Marvel y DC. Personas capaces de cam-biar de forma por voluntad pro-pia, o dotados con habilidades que rompen con la definición de lo humano: todos ellos deben a

"La metamorfosis” y una atribución dudosa

el libro que Borges nunca tradujo

En 1938, la editorial Losada publicó en Argentina “La metamorfosis” de Franz Kafka, acompañada por algunos relatos y prosas del mismo autor. En los créditos de traducción figuraba el nombre de Jorge Luis Borges.

Durante mucho tiempo, se pensó que esta era la pri-mera traducción de la obra capital de Kafka al español. Años después, se demostró que, en realidad, esta había apa-recido publicada en la Revista de Occidente, de Madrid, en 1925.

Pero eso no es todo.

En un artículo, la crítica españo-la Cristina Pestaña realizó un análi-sis exhaustivo cuya conclusión era que la traducción de “La metamor-fosis” que Losada había publicado ni siquiera era de Borges.

Luego, en una entrevista con Borges, él mismo admitiría que él solo tradujo los otros textos de

Kafka. El escritor ar-gentino incluso afirmó que el título, “La meta-morfosis”, era un error: “Die Verwandlung”, que es el título original de la obra, se traduciría al es-pañol como “La transfor-mación”.

do. Por más que muchos de sus divulgadores insistan en la os-curidad esencial de los libros de Kafka, lo cierto es que su prosa es lineal y transparente. Es, más bien, lo que yace entre líneas, aquella extrañeza casi ausente, la que resulta perturbadora.

transformaciÓn perpetuaDesde que se divulgaron sus es-critos, casi no existe una escuela o movimiento literario que no haya conocido la influencia de Kafka. Algunos de sus prime-ros lectores se cuentan entre los impulsores de las vanguardias en Europa. A ellos se suma una larga lista de escritores, entre los que se incluyen algunos del calibre de Thomas Mann, Vladi-mir Nabokov, Haruki Muraka-mi o el Nobel sudafricano J. M. Coetzee. También el italiano Di-no Buzzatti, cuya obra maestra,

debut“La metamorfosis”

vio la luz en las páginas

de la edición de octubre

de 1915 de una revista

expresionista

alemana.