De La Urbanizacion a La Ciudad (Una Cultura Por Construir)

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De la urbanizacion a la ciudad (una cultura por construir)

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  • De la Urbanizacin a laCiudad*(Una Cultura por Construir)

    Fernando ViviescasMonsalve**

    Pre-TextoEntre los muchos contrasentidos que carac-

    terizan el devenir histrico colombiano, espe-cialmente durante el tiempo que va corrido delsiglo XX, quT c! que mis puedesobresalir!/ csli constituido por el hecho deque a pesar de ser Colombia (en compilacincon los dems de Latinoamrica) el que conms argumentos se puede considerar "un| )ifs de ciudad es", tenga, por olro lado, el msatrasado o equivoco concepto de la ciudad,tanto en abstracto -en el mbito general- comoen concreto, en relacin con cada caso en par-ticular.

    En el cmulo de circunstancias que ex-plicaran la existencia de esta contradiccin,cabe sealar aquella que muestra cmo losdesarrollos econmicos y demogrficos que

    Colombia ha experimentado y que,entre otras muchas cosas,trajeron como consecuencia el quese haya convertido en una sociedadirreversiblemente urbana, no hanconllevado la transformacinpoltico-cultural que, acorde conesa mutacin histrica, capaciteal hombre para vivir el cambio y,

    sobre lodo, para que enriquezca la experienciay la potencia de tal manera que contribuya amejorar hacia el futuro las condiciones de ex-istencia del ciudadano en general y particular.

    El pas no ha asumido la ciudad, no ha en-carado lo urbano. Hay, por el contrario, unaresistencia marcada y ta polis (por extensina la poltica) y la contradiccin estriba fun-damentalmente en que este pas (an el quetenemos, sin pensar en cambiar un pice de suinjusto andamiaje) no puede vivir sino en laciudad entendida en la integridad de sudefinicin poltico-cultural.

    1. Enajenacin de la CiudadEn todas las dems naciones

    latinoamericanas, en las cuales el nivel deprimaca es tan alto que casi una sola ciudad

    "Arquiecto, Profesor asot-Ladodela UniversidadNacional, Director del CenlroIIABFTATde la Faculadde Arles. Bogot.

    "Esle Iexto lince parte de unn reflexin nas amplia que sendclanlncnlaPuiHlai-itn l'^ niNarional por Colombia.

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    logra concentrar la ms significativa cantidadde habitantes de cada una de ellas, la capital (oa lo simio otra U otras dos) logra concitar elinters y la consideracin de los ciudadanos, es-tableciendo as una relacin tan estrecha quehacia afuera se proyecta una gran identidadnacional con los mayores centros urbanos.

    El orgullo argentino con Buenas Aires, o elde los mexicanos con Mxico D.F., o el delos venezolanos con Caracas son prover-biales. Los Brasileos se identifican con Ro deJaneiro, Sao Paulo, Baha y an con la recientey discutida Brasilia. Lima centra la euforiace los peruanos y en el Ecuador la aparentedisputa entre Quito y Guayaquil es una muestraclara del cario por "su" ciudad. Lo mismopuede decirse de Santiago y Valparaso enChile.

    En Centro Amrica, la "ciudad de las colum-nas", como le cantara Carpentier a la Habana,sigue siendo de alguna manera Cuba (como lomuestra los "Tres Tristes Tigres" y an ms "LaHabana para un infante difunto" de Cabrera In-fante). Igualmente San Jos es lo mximo paralos "ticos" y San Salvador, Managua,Guatemala, Tegucigalpa y Ciudad dePanam siempre identificarn a sus respectivospases.

    Esas ciudades tienen los mismos problemasfsicos y materiales qtic presentan las colom-bianas!/ y sus diferencias, si acaso, slo se es-tablecen en trminos de la cantidad o extensinque en cada una de citas presentan esasdeficiencias. Y sin embargo lo que resalta, enrelacin con lo que acabamos de plantear, esla capacidad que tienen de identificar a susciudadanos: generan sentimientos de pertenen-cia tan grandes que llevan a sus habitantes aconsiderarse ciudadanos de su ciudad pas.

    Podramos decir que en este sentido lamayora de los pases latinoamericanos notienen sino una sola ciudad, pero tienen ciudad;y la ven como su espacio representativo. In-cluso, cuando se oye decir, en una extrapolacinno excenta de exageracin, que Argentina esBuenos Aires, se percibe que en esa expresinhay un reconoc menlo no slo espacial sino so-cial; hay una corroboracin geogrfica ypoltica. Es decir, existe toda una percepcin

    cultural que singulariza la relacin con elespacio: la ciudad es introycctada como una en-tidad espacial determinante y se asume contodas sus consecuencias. Lo mismo ocurre conRfo de Janeiro o con Mxico D.F. para citarsolo los casos ms protuberantes.

    En Colombia, en cambio, este sentimienloj/se diluye tremendamente. En el contexto inter-nacional, en el sentido que venimos hablan-do, Bogot no proyecta de ninguna manera esacapacidad de aglutinacin identifica! oranacional que s presentan las otras grandes capi-tales latinoamericanas^/ y hacia adentro el sen-tido de pertenencia territorial se distribuye atodo lo ancho y a todo lo largo del territorio enel sin nmero de centros urbanos con que cuen-ta el pais.^ /

    Esta incapacidad de la capital para generary condensar las tendencias identifica tortasnacionales, para sublimarlas, se constata in-cluso en la manera como se vive la relacin conla propia ciudad en el interior de ella.

    Los mismos bogotanos, que en gran nmerono son de Bogot, viven en colonias que secaracterizan por mantener viva la ligazn conlas regiones cuya ascendencia pesa tremenda-mente en el diseo de las formas de compor-tamiento ciudadano. Quienes se precian de serbogotanos!)/ to hacen ms por establecer unadiferenciacin obsesiva con la provincia (aveces incluso en trminos de clase) que por unefecto de afirmacin en su entorno ciudadano;entre otras cosas porque se sienten ms ligados(especialmente en los estratos altos) con lasgrandes capitales del mundo (como paradigmasculturales) que con la antiguamente llamadaAtenas Suramcricana.7/

    Esta falta de reconocimiento identifica toriocon la ms importante ciudad tendra que com-probarse mediante investigaciones de las cien-cias sociales, que an desafortunadamenteno se emprenden, pero una cantidad de per-cepciones muestran que no es demasiado ar-riesgado aventurarse a afirmar que existe.Adems tales indagaciones seguramentemostraran que en esa falta de identidad in-fluyen la carencia de "espritu nacional isla" queha caracterizado a los colombianos, especial-mente durante el ltimo slglo/ y por supuesto

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    (como elemento que explicarla en parte loanterior) la persistencia que en el desarrollonacional ha tenido el llamado regionalismo que,como se sabe, ms que geogrfico ha dejadoscnlir su peso cu el lado de la pollica y de laeconoma. Se constatara as que, ms que con-figurarse un contexto para la unificacinnacional, en trminos ideolgicos lo que selia desarrollado es la profundizacin de la in-lolcrann.-i poltica c ideolgica como raspo fun-damental y caracterstico do la concienciacolombiana.

    Se mostraran, finalmente, las bases sobre lasque se monta una de las contradicciones mssignificativas de la vida contempornea del pasy que est en la base de su incomprensindel fenmeno urbano y de su ignorancia sobreel hecho de la ciudad: a medida que el desar-rollo histrico ha do creando el espacio cul-turizador por excelencia: la ciudad, lo quedel otro lado se ha ido afianzando es una formade comportamiento social que tiende a ignorary violentar tal espacio, es decir, a quitarle susignificado colectivo, con todas las consecuen-cias que en los rdenes sicolgico,antropolgico, social y poltico ello conlleva.

    El cu esto na menlo de esta circunstancia esde una gran importancia pues el reconocimien-to de "el otro", la aceptacin de la expresinlibre del interlocutor, cualquiera que sea,abrira el camino al contexto civilizado de lacontroversia y la pluralidad que, entre otrascosas, es una condicin sin la cual no puede ex-istir el mbito de la ciudad. La polis es por ex-celencia el espacio de la diferencia, de la diver-gencia, del debate, de la variedad; all radica suriqueza y por ello es por lo que se convierte enla msgrtmdc construccin del hombre: al tenerque construirse como resultado del devenir so-cial, y para el mismo, convoca necesaria-mente la multitud de criterios que caracterizanel ente colectivo. Por ello sirve de referente ypermite identificarse con ella.

    2. La Desmembracin de la Ideade Ciudad

    Pero la apora que queremos sealar, y queal principio de estas lneas indicbamoscomo el equvoco y atrasado concepto que

    sobre la ciudad se desarrolla en este pas, no semuestra nicamente en esa carencia de esprituidentifcalo rio con la ms importante ciudad deColombia y sin duda una de las ms importan-tes del continente. Ms relevante es la palpablecarencia de una conciencia urbana que carac-teriza el devenir nacional. Podra decirse queal lado de la urbanizacin lo que ha persistidoes la concepcin pueblerina, cuando norural, de las formas de ocupacin de un espacioy del red se o de las alternativas de or-ganizacin social nuevos y urbanos que,obligado por su desarrollo econmico, el pasha tenido que fundarse y consolidar, a punto yade finalizar el siglo XX.g/

    No solo para evitar enfrascarnos en dis-cusiones bizantinas, sino adems, y sobre todo,para aclarar las cosas desde el principio,digamos que cuando planteamos esa reac-cin a la ciudad, que caracterizara nuestrodesarrollo en el siglo XX, no solo sealamos enel sentido de dedir que, necesitndolas el pas,no se hayan construido ciudades. La evidenciaest por todas partes como para detenernos ensemejante simpleza. Lo decimos para designarun asunto ms significativo y polticamentemucho ms grave: se ha construido el entor-no urbuno tratando de evitar el hacer ciudad.Es decir, ha habido un simple erigir deedificaciones y planes viales con el nicopragmtico inters de que sirvan como mbitoordenador de la produccin, tratando de sos-layar el concomitante espritu ciudadano que eldesarrollo de la ciudad conlleva y que se ubicaen la libertad poltica y en el enriquecimientoy potenciacin cultural.

    En este sentido la cultura ciudadana contodo su bagaje libertario, enriquecedor, poten-ciador y dinmico se ha tenido que ir forman-do a contrapelo de la versin e imposicin in-stitucionales que pretenden reprimir el resul-tado idcocultural inevitable de un desarrollo(urbano-industrial) como el de la ciudad.

    La represin que se ha ejercido sobre laaparicin de un pensamiento poltico y culturalmoderno (que interpretar, criticar y refor-mulara los planteamientos estructurales deldesarrollo de la ciudad) ha hecho que laurbe colombiana se haya tenido que debatir en

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    un crecimiento que en trminos econmicossolo contempla el rendimiento de la utilizacindel suelo urbano y en trminos ideolgicos, af;illn de un desarrollo rcllcxivo y culturalciudadano, solo tiene como referencia elpasado aldeano que tambin el mbito in-stitucional se esfuerza por mantcner.TO/

    No se crea, sin embargo, que esc suslraloviolento que signa la conformacin de la ciudadcolombiana, se debe al enfrenlamienlo de laideologa tradicional plueberina con la con-dicin econmica capitalista contempornea.Al contrario, como ha sido la constante en lahistoria de la dominacin colombiana, ambasse complementan y se entrecruzan para des-naturalizar la re formulacin urbana que tiendea darse.

    Una prueba fehaciente del efecto de aquel-la imbricacin podra formularse de la siguientemanera: En nuestras ciudades, especialmenteen las pequeas y en las poblaciones grandes,se ha entronizado una ideologa del progresourbano concebido como la necesidad de repetiren esos mbitos municipales los edificios ylos planes viales que se ven en las grandesciudades. Esto ha llevado a la utilizacin sinfrmula de juicio en la construccin del con-creto, del vidrio y del asfalto concebidos comolos materiales identifica torios de la morfologaurbana. En cambio en las ciudades grandes -enlas cuales el despliegue de la ideologa de lo ur-bano (con todos sus "planes de desarrollo", "dereordcnamiento urbano", "reguladores","metropolitanos", etc.) (ene su efectocotidiano en el agobiante mbito de miles demetros cuadrados de concreto, vidrio y asfalto,casi sin ninguna arquitectura- cuando se con-voca el contexto cultural no se tiene msreferencia que el llamado ancestro cam-pesino o pueblerino y, en todo caso,anacronico.ll/

    Claro, mucho ms ac de estas con-sideraciones de tipo ideolgico, que podran ser(adiadas de elucubraciones abstractas, estn elmbito econmico y el poltico. En eleconmico (para pasarlo rpidamente) la com-binacin del cunceplo de progreso con lareedicin de lo tradicional ha llevado a in-staurar el refinamiento de los modelos de ex-

    plotacin y administracin en la esfera deltrabajo de explotacin y administracin en laesfera del trabajo industrial, al lado del man-tenimiento de las formas ms atrasadas de con-tratacin en las esferas productivas distintasa la industria y especialmente en el sector ter-ciario: pensemos en los trabajadores de la con-struccin o en los conductores del transporteurbano. La ciudad en este contexto no pasa deser un lugar para la produccin en el cual seatiende por medio de la plancacin ms sofis-ticada el espacio indispensable para lareproduccin del capital y el reslo del territoriotiende a ser dejado de la mano de laautoconstruccin, es decir, de un medio deproduccin artesanal y primitivo.

    Pero quiz sea la forma como se vive estecontrasentido fundacional de la ciudad colom-biana en el terreno de la poltica, lo que msclaramente exprese cmo en realidad se con-diciona la posibilidad de acercarse crticamentea formular una idea nueva de loque es el espaciociudadano y cmo se reprime la creacinmoderna de una cultura urbana en este "pasde ciudades".

    No se trata nicamente de reiterar la in-mutabilidad de la estructura de dominacin,que nos tiene anquilosados en ms de siglo ymedio de biparlidismo, mostrando a diario queaqu no puede pasar nada,!^ sino de sealarque los partidos frente a la realidad nueva dela ciudad tampoco introducen los ms mnimoscambios a su interior, ni en lo atinente a las for-mas de organizacin, ni en sus discursos, ni enel inters de atender los fenmenos que afec-tan a la reorganizacin espacial ydemogrfica del pas.

    Se articulan, pues, un desbocado desarrolloeconmico con un sustento ideolgicotradicional limitativo y castrador para des-naturalizar la consolidacin de la ciudad en porlo menos dos sentidos:

    a. Se monta la ideologa de que el progresode la ciudad se limita a la ereccin deedificaciones con referencias formales yextraas y con materiales y tcnicas construc-tivas desconocidos, con lo cual la ciudad se con-vierte en un espectculo, en un escenario derelumbrn en el cual las luces de nen que

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    [Rilan desde el estrado slo permiten unamirada desde fuera desde oir parle: se extraaas al ciudadano de la vivencia de su espacio.

    b. Se desnaturaliza tambin en el sentido en

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    rollo estructural del pas, no limita su trascen-dencia al esquema real de que este pafs se siguemanejando de una manera anacrnica, queobliga a que la represin y la violencia sean loselementos que tengan que resolver las con-tradicciones que necesariamente han depresentarse. Con lodo lo I racen ce na les que enesta realidad sean, lo ms grave estriba en queen su desarrollo esa dinmica contradictoriaest condicionando al modus vivendi cotidianode los ciudadanos y no slo en lo que loca conla parle fsica y material sino, ms preocupante,en lo que atae a su conformacin espiritual eintelectual; ms todava sus efectos no se ex-presan slo sobre lo inmediato sino queestn condicionando el devenir futuro ceColombia. O sea, el asunto no toca sola-mente con el aqu y el ahora sino que afecta lahistoria y la cultura haca el futuro.

    En efeclo, la pretensin de ignorar la presen-cia real e histrica de la ciudad en Colombiacomo organizacin socio espacial nueva, quecomo tai exige la correspondiente transfor-macin de los mbitos su per estructurales de lasociedad en su conjunto, no ha sido tan supcr-flua como podra pensarse en una visin cnicadel asunto que se resumira exclamando:"bueno somos atrasados... pero qu impor-ta?".

    La persistencia de esa concepcin, ms queignoradora represiva de la ciudad, comorealidad socio cultural ha creado las con-diciones para que se vaya desarrollando unaideologa peyorativa de la ciutlad comoforma de vida. Es decir que con aquella posicinrealmente no solo es que se est ignorando lapresencia de la ciudad sino que, por el con-trario, se est preparando y abonando el ter-reno para que no surja una reivindicacinhistrica de la misma, ms all de su utilizacincomo espacio de la produccin y para ella.Se estn creando las condiciones para que laciudad -como lugar de vida y superacin in-telectual y material- no sea un derecho delciudadano.

    Es sorprendente la coincidencia de lostratadistas y de los que ni lo son tanto, en espe-cial en los ltimos aos, en considerar la ciudadcolombiana no slo como el espacio de la in-

    suficiencia, de la carencia, de la falencia enatender las necesidades mnimas de la crecientepoblacin. A ello aaden problemas como lainseguridad y el incremento galopante deprocesos de descomposicin social tan carac-terizados como la drogadiccn, la prostitucin,el "sicariaje", etc.

    No es cuestin de ponernos en este punto adiscutir la validez o no de estas afirmaciones:las estadsticas son incontrovertibles. Enotras oportunidades hemos tenido la ocasinno solo de comprobarlo sino de mostrar que lalcomo van las cosas, y de no mediar unmovimiento transformador de la estructura so-cial de ste pas, es muy posible que estedeterioro no solo aumente sino que llegue a unpunto de no retorno.

    La cuestin, a mi manera de ver, es que todosestos elementos y procesos, con los que secaracteriza reiteradamente a nuestra ciudad, nosolo no son gratuitos o accidentales (ellos, comose han demostrado tantas veces, son resul-tado de las condiciones de explotacincapitalista) sino que adems no se resaltan porla simple puesta en prctica de un realismopoltico (un tanto cnico, habra que decir). In-sistir sobre ellos conlleva, como resultado(buscado?) levantar y mantener una ideologanegativa de la ciudad. Busca efectivamentehacer reluctante y refractaria a toda laciudadana con respecto al proyecto ciudadanode la ciudad.

    La ciudad colombiana de ninguna maneraatiende la necesidades mnimas de lamayora de su poblacin, pero esto no se debesolamente a que el sistema capitalista, sobre elcual se basa esta formacin social, funcione deesta manera (aunque ello tambin es cierto).En gran medida esta ciudad es insuficiente ycarencial porque as se ha planificado, as se haconcebido desde el principio mismo de su fun-dacin. Miremos un poco en detalle el por qude esta afirmacin.

    El surgimiento de la ciudad que estamosanalizando y la que transformada o noseguir siendo el asiento de la ciudadanacolombiana en el siglo XXI, est acom-paado entre muchos otros por dos hechos fun-damentales: en primer lugar, la presentacin

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    acelerada y dramtica del proceso demigraciones internas, que en menos de trein-ta aos no solamente aument considerable-mente la poblacin urbana sino que fund latransformacin de la ubicacin espacial de lamisma: antes de 1940 eramos un pas rural ya principios de los 60 somos "un pas deciudades". El otro hecho no es (an tangible,pero para lo que estamos tratando licite unaimportancia caplal: en la mitad de esteproceso, cjui/ cu el puni mas lgido de aqueldesarrollo demogrfico, las ciencias sociales(en especial la escuela Norteamericana) brin-daban como elemento de interpretacin de lasmigraciones internas en los pases del "tercermundo" una concepcin, segn la cual lasrelaciones entre los "lugares de origen", elcampo y los pueblos rurales, y los "sitios de des-tino" de aquellos migrantes, las ciudades, se es-tablecan en gran medida sobre la base de queestas ltimas, en tanto ofrecan (real o supues-tamente, para la teora poco importaba)respuestas satisfactorias, o en todo casomejores que las que podan brindar las zonasrurales, a las necesidad es vtales de la poblacin-debido a su desarrollo econmico- se con-vertan por ello en un polo de atraccin irresis-tible que paulatina o velozmente iba desplobari-elo et campo y configurando los abigarradoscentras urbanos caractersticos de esta regin.

    No es este el momento para abocar el anlisisde la validez o no de tal conceptualizacin (ensu momento hubo una gran discusin en tornoal asunto y especialmente parte del pensamien-to sociolgico del pas dio elementos con loscuales se demostr que en Colombia, ms quelas luces de la ciudad atrayendo, eran lastinieblas del campo empujando las que ac-tivaban y aceleraban el movimiento) pero hayque resaltar que as planteada, implicaba lanecesidad de disear estrategias que generarandesarrollos que disminuyeran la afluencia depoblacin hacia tas llamadas, desde entonces,metrpolis colombianas. Esto se deberla haberlogrado, por un lado, mejorando sustancial-mente las condiciones de vida en el campo y,por el otro, desarrollando estrategias deplaneacin en las ciudades que controlaransu ere cimiento .167 Mejor dicho: con la Refor-ma Agraria y la Reforma Urbana. Pero estas

    reformas -que an hoy, casi cuarenta aosdespus y cercanos ya a las puertas del sigloXXI, no se vislumbra la posibilidad de hacerverdadera y seriamente ninguna de las dos- im-plicaban una revolucin poltica y cultural queel establecimiento (siempre demostr fehacien-temente que) de ninguna manera estaba dis-puesto no solo a hacer sino a dejar hacer.

    La inconsecuencia poltica de los sectoresdominantes colombianos qued de nuevo plas-mada: SC mantuvo la adhesin a la teora pero,ante la imposibilidad de emprender las con-secuentes estrategias que ella exiga, lo quese hizo fue sacar la conclusin ms simple: habaque apagar, hasta donde fuese posible, las lucesde la ciudad. Es decir, la atencin de la ciudadse abocaba hasta donde econmicamente fueranecesario para la produccin, pero ms all deeso no se planteaba nada porque ello implicabadecir despoblando el campo con los, para lateora y la estrategia, consiguientesproblemas estructurales. Mejor dicho: habiaque hacer la ciudad lo menos atractiva, lo menosdeseable, lo menos disfrutable.12/

    Lo de los problemas genera dos por todo estemovimiento en el campo y en la ciudad segura-mente es cierto, entre otras cosas porque en elentretanto tampoco se ha hecho casi nadapor mejorar las condiciones de vida en las reasrurales, pero lo que implica nuevamente es quepersiste la idea de que la ciudad como talhay que restringirla, hay que reprimirla, no hayque dejarla desarrollar. De ah lo reaccionariodel discurso desarticulante de la Ciudad que sesolaza en resaltar sus problemas y que ademsno busca cmo abrirle paso en tanto opcin devida, en tanto oportunidad de cultura, en tantocampo nuevo de accin poltica.

    4. A Manera de ConclusinEs nsf como cobra vida este contrasentido

    histrico de Colombia: Un pas de ciudadesdonde la ciudad es ignorada por la poltica, ex-plotada por la economa en el sentido estrechoy limitante de su rendimiento utilitario y negaday estigmatizada por la ideologa. Ese es el marcotambin en el cual los ciudadanos, esto es,sus conslru clores y habitantes no tienen la opor-tunidad de percibirla, de sentirla y obviamentede contemplarla, de recrearla.

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    Ese es el contexto estructural en el cualha sido construido el espacio de la ciudadcolombiana y adems el marco desde el cual elciudadano extrae los elementos interpretativasdel entorno habitado nal en el cual desarrollasu diario vivir. Son esos, pues, los elementoscondicionales de su percepcin cultural ypoltica.

    Como se l)a visto, el problema cu elcampo de la poltica no es solamente que con-tinan funcionado el gamonalismo, el clicnLdis-mo y el caudillismo; mas grave es que los par-tidos tradicionales y las otras formas de or-ganizacin poltica no han visto el espacio en elcual estn viviendo la mayora de los ciudadanosde ste pas, el cual le exigira al mbito polticoun replanteamiento delqu hacer, determinadopor la conformacin de la nueva realidadespacio-cultural de la ciudad.18/

    En este marco la cultura del espacio, tieneque concebirla y rescatarla como posibilidad demorada para sus ciudadanas.

    De all el requerimiento de auscultarcien lricamente cul es el tipo de ciudadano (de"elnia urbana") que se est generando enColombia; cul es el tipo de espacialidad queest condicionando el surgir de esa generacinde ciudadanos y cules son las posibilidadesreales de la relacin entre esc espacio y sus con-glomerados humanos que se eslS construyendocon vistas a la configuracin de un ambientecultural y poltico verdaderamente enri-queced or y liberador.

    El reconocimiento del espacio que se ha con-struido inconcientemente, bajo condiciones desometimiento tan excecrables como las que

    caracterizan el devenir colombiano duranteel siglo XX para la mayora de los ciudadanos,se convierte de esta manera en un primer pasohacia la formacin de una masa critica de con-ocimientos de] pensar y actuar ciudadanos quenecesariamente incidir en una apertura delespectro poltico; lo cual puede convertirsecu una punta de lanza en el proceso indispen-sable de la rede II ni ci 11 de la reflexin y laaccin poltica nacionales. La reivindicacin delderecho u la vida supera por este medio el sen-tido minimalista de esa expresin y da pasoal reclamo (histrico) por una calidad devida efectivamente ciudadana en la cual elhombre colombiano se identique y se reconoz-ca. Mucho ms all de una patriotcrstavisin de la ciudad est el derecho a tener unespacio para la dignificacin de la existencia.Ese es el sentido de arraigo y obviamente el depatria de que hablan Hdlderling y que deuna manera brillante ha analizado Heideg-ger.l?/

    En ese sentido de patria, de pertenencia aun lugar, de identificacin de un espacio comopropio del reconocimiento individual y colec-tivo en un enlomo, est en la base de laposibilidad de la reivindicacin del derecho departicipar en el diseo, la construccin, elgobierno y, por ende, en el disfrute de escmbito espacial y a propender por mantenerloen un constante proceso de enr(uccmientty potenciacin material e intelectual para elconglomerado social. Por el contrario, elespacio desconocido, el extraamiento ter-ritorial, la ciudad enajenada, alejan el deseoy castran la creatividad para las nuevas propues-

    NOTAS

    1.1. Aparte de aquel que lo hace aparecer,como un ejemplo de rgimendemocrtico, construido paralelamente auna historia poltica que, constrastada conel resto del continente, resalta por lo

    sangriento, continuo y cruel de la violen-cia que la ha sustentado.

    2. Pues, hay que decirlo, el ser "un pas deciudades" tampoco nos ha servido a loscolombianos para superar en lo msmnimo las carencias que se dan en elcaso histrico de desarrollo de lo urbanoque presenta en su particularidad el con-tinente.

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    3. Estamos hablando de sentimientos, es decirde algo intangible, si se quiere abstracto,que slo puede ser concretizado mediantela accin social y poltica o sea cultural.

    4. Es ya casi proverbial la sempiternaequivocacin de diplomticos y dirigentesextranjeros que localizan a Bogot comocapital de Bolivia o de otros pases latinoa-mericanos.

    5. La dificultad de ceir altTJicin c raigambrebien piKlrfa ser in.-ls significativa de lo queaqu insinuamos, pues no es arriesgado avan-zar que la mayora de fos centros urbanos aque se hace alusin tienen su propia iden-tidad dependiente en grado sumo ce laregin geogrfica-cu (tura I que controlan. In-cluso, un estudio antropolgico en este ter-reno bien podra mostrar que el sentido dearraigo que pudieran mostrar aquellasciudades se vive ms con respecto a lasregiones que con relacin a las mismasurbes: Los habitantes colombianos soncosteos, paisas, llaneros, santandereanos,etc., antes que barranquilleros, medellineit-ses o cucuteos.

    6. El llamado "humor bogotano" se ha encar-gado de propalar, con connotacin dereclamo, la especie de que "la colonia mspequea ert Bogot es la de los bogotanos".

    7. Ouc como dice un personaje de Rafael Hum-berto Moreno Duran, en Los Felinos delCanciller", result ser "apenassu rfl me rica na". Podemos mirar esto,laminen desde olro lado: reclamndole porlo que segn ella constitua un falla de per-sonalidad bogotana, una corresponsal lepreguntaba a un conocido comentarista,dorante los dfas de celebracin de los 450aos de fundada la ciudad: "Con qualimento lo criaron?/ Con las hormigasaquellas/ o con algunas paellas/ o quizscon "mash palatoes"?/ Que no es cachacose nota/ porque el cachaco es seor;/ no esva ti uno, no es costeo/ ni lampoco es antio-queo/, l quisiera ser Frontis/ o tnlvezalgn Ingls". (El subrayado es nuestro).Ver "Bogla y el Deterioro" en PeridicoELTEMPO.Agos.21,1988P.5A.

    8. Esto dara para un valiossimo estudiosicolgico. Las hiptesis para constatar stmInnumerables, pero aquf quisiera sealarsimplemente que es sintomtico que cunn-do Se quiere caracterizar un discurso o unaIntervencin phlicn en los trminos utnegativos posible se dice que fue un discur-

    so "veltttejullero"; con lo cual se puedemedir el grado ile consideracin (ue nosmerece el da de In celebracin de nuestraIndependencia.

    9. Un estudio del problema en Colombia, enuna muestra de tipo internacional, ha plan-teado su criterio uc la siguiente manera: -169... As, entre la capital, las grandesciudades que pasan el milln de habitantes ytoda la secuencia de ciudades menores sepuede encontrar una presencia urbanacontinua, evidente a travs de los sig-nificados espaciales del espacio pblico ode lo construido. Pero este sistema urbano(incluida la capital) expresa tambinnotables significados campesinos, tanto enel modo de vida y en el manejo de la dimen-sin temporal como en el propio paisaje ur-bano. Esta situacin tertulie definir la par-ticularidad de un "pula de ciudades" conuna Importante presencia del medio ruralen el urbano". Cfr. Pergou's, Juan Carlos(1988) Colombia en la trienal de Miln. EnEl Magazin Dominical, No.282, Agosto,21,p.l2.

    10. De esta manera, en este campo se continacon una "metodologa de administracin"de la dominacin que parece ser carac-terstica de este pas y que cubre todos loscampos del que-hacer nacional. Veamos al-gunos casos ilustrativos de eslc fenmeno:Un tratadista de otra forma de ocupacinespacial como es la colonizacin, analizan-do causas de la violencia poltica planteaque "La violencia... es el resultad o demltiples factores, uno de los cuales es laestrechez e incapacidad del sistema polticopara albergar e integrar los nuevos interesessociales desencadenados por los cambioseconmicos. El monopolio del poder porparte de los partidos liberal y conservador yel alineamiento de la poblacin bajo estasbanderas... impidieron que los grandes cam-bios econmicos y sociales desencadenadospor el desarrollo encontraran formaspropias de accin poltica. Se quera seguirgobernando, con el mismo esquema depoder, las nuevas realidades". Cfr.: Mol a no,Alfredo (1983) "Violenciay Colonizacin"en Revista FORO No. p.25. Otro ms,mostrando cmo el desarrollo particular delcapitalismo en Colombia no ha generadopor parte de los sectores dominantes laaceptacin Completa del proyecto,limitndose a explotar en su favor losbeneficios econmicos, pretendiendo, por

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    otra lado, mantener las formas ancestralesde sujecin personal, discute que en Colom-bia explotar en su favor los beneficioseconmicos, pretendiendo, por otro lado,mantener las formas ancestrales de sujecinpersonal, discute que en Colombia existauna "moralidad del modo de produccincapitalista, cuando la tragedia es que existeel capitalismo pero sin su tica correspon-diente de responsabilidad individual. SeI ral i entonces de un Ctpilali.smo salvaje" yigrcga ms aitetanto: "Se lr;il:i de ta libcrtiidde empresa sin la igualdad ciudadana" Ver,Kalmanovitz, Salomn (1988). "Etica yDesiettaldad" en Magazn Dominical. ELESPECTADOR No.288 Pag. 14.

    11. Medcllfn es un casa, lodos lo sabemos, yacrnico: de all que cuando se busca tratarel Cerro Nutibara -uno de los sillosgeogrficos ms urbanos del pas y por tantorequirienle de la imaginacin creativa de losciudadanos y de los arquitectos- rpida-mente se lleg a una solucin que arbitraria-mente juntlas cosas: un su per restaurantemoderno de mero vidrio y concreto con unarplica a escala rarsima de una plaza del"Pueblito Paisa". Pero en Bogot cuandouno de nuestros mejores escultores ofreciuna propuesta para el Parque SimnBolvar, la Honorable Academia de Historiamovi todas las palancas en contra porqueen la escultura no h;iba ninguna cslalua delLibertador, como suele ocurrir con los par-ques de pueblo.

    12. Nuestra constitucin se pas UN) aos paracambiar algo transcendental, con la eleccinpopular de alcaldes. De otro lado, la granmayora de los pases latinoamericanos,especialmente los ms desarrollados, hancambiado sus formas de organizacinpoltica. Cambiaron sus partidos y sobretodo hay que sealar que esos cambiosestn muy directamente relacionados nosolo con las transformaciones econmicassino tambin ton fenmenos como el de laurbanizacin y el de la constitucin de suscentros urbanos en la versin contem-pornea.

    13. En gran medida esto puede constatarse enla vigencia y, durante mucho tiempo, en elfortalecimiento del caciquismo en lasciudades: ahora, nuestros grandesgamonales, los "electores' que llaman, seencuentran all. Es en ellas donde ejercen sudominacin y desde donde implantan su

    accin de control potlico sobre los votantesy sobre la cauda burocrtica.

    14. Este punto plantea un grado mximo depreocupacin pues tal carencia no sepresenta nicamente en los llamados par-tidas tradicionales (liberal y conservador);tambin comprende al Partido Comunista ya las diversas vertientes u organTa nonesms o menos espordicas que se hanreclamado re presenta ni es del pensamientodemocrtico civilista (Pirmcs, Uninl'alrilic, etc.). Ms an, su ausencia escrasa en aquellas agrupaciones que han op-tado por la va militarista como su forma deexpresin. Incluso una caracterstica de losllamados movimientos populares es que suaccionar no est guiado por una inter-pretacin global de la ciudad: de ah, enparte, su bajo perfil re vindicativo.

    15. Que son preocupantes como discursospues, coincidentes con la posicin de deter-minada crtica neoconservadora del moder-nismo, tienden a justificar una propuestarepresiva de tratamiento de la ciudad: "Enconsecuencia (los neoconservadores)atribuyen el hedonismo, la falta de iden-tificacin social, la falta de obediencia, elnarcisismo, la retirada de la posicin socialy la competencia por el xito al dominio dela "cultura". Cfr. Habcrmas, Jurgen (1985)La Modernidad de un proyecto inconcluso.En Bcauclrillard, Jcan. el al LA POS-MODERN1DAD. Editorial Kairos. Bar-celona, pag.25.

    Id. Teniendo en cuenta que para las ciudades,en un pas donde el funcin amiento delcapitalismo era tan distinto al clsico, laafluencia de poblacin significaba que muyrpidamente el mercado de la fuerza detrabajo en esos centros se iba a copar, con elconsecuente cierre de todas las demsperspectivas.

    17. Aun hoy se pueden encontrar argumen-taciones que sostienen que resolver losproblemas de empleo (como el de los ven-dedores ambulantes)^ la problemtica de lavivienda en grandes ciudades colombianas,implicara la exacerbacin de lasmigraciones hacia ellas y que esto no harasino agravar el problema.

    18. Como lo plantea Haber nas, en su propues-ta de rescate del proyecto de modernidad:"El proyecto (de modernidad) apunta a unanueva vinculacin diferenciada de la culturamoderna con la praxis cotidiana que todava

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  • DG LA URBANIZACIN A LA CIUDAD

    depende de herencias vitales, pero que seempobrecera a travs del nuevotradicin lismo(...) La gente ha de llegar aser capaz de desarrollar institucionespropias que pongan lmite a la dinmica in-terna y los imperativos de un sistemaeconmico casi autnoma y sus complemen-tos administrativos". Cfr.Hubcrmas.Jurgertop.cil.pug.34.

    19. Ver Heiddeger, Martn (1983) Inter-pretaciones sobre la poesa de Holderlin.Editorial Ariel, S.A. Barcelona. Especial-mente pp.29-51.

    20. A este respecto es ilustrativo confrontarRodrguez Alfredo (1983) "Porua entiladDemocrtica". Ediciones SUR, Santiago deChile. Especia I ni e nle pp. 9-43.

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    boletin 19 completo.pdf1234567pag8pag9pag10pag11pag12pag13pag14pag15pag16pag17pag18pag19pag20pag21pag22pag2324252627282930313233343536373839404142434445464748495051525354555657585960616263646566676869707172737475767778798081828384858687888990919293949596979899100101102103104105106107108109110111112113114115116117118119120121122123124126127128129130131132133134135136137138139140141142143144145146147148149150151152153154155156157