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El Relator Especial sobre Derecho a la Salud, Paul Hunt, señaló: “Una de cada cuatro personas padecerá de un trastorno mental en alguna fase de su vida. Además, la incidencia de trastornos mentales va en aumento. Aproximadamente 450 millones de personas en todo el mundo sufren trastornos mentales o neurológicos o tienen problemas de índole psicosocial. Muy pocas de ellas reciben tratamiento, asistencia y apoyo y, cuando lo reciben, suele ser de manera sumamente inapropiada. La salud mental es uno de los componentes más descuidados del derecho a la salud. Las personas aquejadas de discapacidad intelectual figuran entre las más desatendidas, las más ‘invisibles’ de la comunidad. (…) Donde se dispone de servicios de atención y apoyo a la salud mental, los usuarios se hallan expuestos a la violación de sus derechos humanos en esos entornos. Ello es particularmente cierto en los sistemas de prestación de servicios en régimen de segregación y en instituciones residenciales tales como hospitales psiquiátricos, establecimientos para personas con discapacidad intelectual, residencias de ancianos, servicios de asistencia social, orfanatos y cárceles. (…) Las discapacidades mentales son frecuentes en todos los países y repercuten, a veces de manera dramática, en la vida de los individuos y de sus familias. Además de las penosas limitaciones a que se ven a veces sometidas las personas afectadas, la estigmatización que acompaña diversas afecciones suele ocasionar discriminación, lo cual a su vez conduce a su marginación”. Informe al Consejo de Derechos Humanos, 14 de febrero de 2005, E/CCN.4/2005/51. Desde 2010 el mandato está a cargo de Anand Grover, de la India Principios para la protección de las personas con enfermedades mentales y para el mejoramiento de la atención de la salud mental* * Aprobados por la Asamblea General de Naciones Unidas en 1991. Todas las personas tienen derecho a la mejor atención disponible en materia de salud mental, que será parte del sistema de asistencia sanitaria y social. Todas las personas tienen derecho a la mejor atención disponible en materia de salud mental, que será parte del sistema de asistencia sanitaria y social. Todas las personas que padezcan una enfermedad mental, o que estén siendo atendidas por esa causa, serán tratadas con humanidad y con respeto a la dignidad inherente a la persona humana, teniendo derecho a la protección contra toda forma de explotación o maltrato físico o de otra índole. No habrá discriminación por motivo de enfermedad mental. Todo paciente tendrá derecho a recibir la atención sanitaria y social que corresponda a sus necesidades de salud y será atendido y tratado con arreglo a las mismas normas aplicables a los demás enfermos. Se protegerá a todo paciente de cualesquiera daños, incluidos la administración injustificada de medicamentos, los malos tratos por parte de otros pacientes, del personal o de otras personas u otros actos que causen ansiedad mental o molestias físicas. El derecho a la salud mental como una de las preocupaciones de las Naciones Unidas SaludMentalOneUNfotos.indd 1 1/31/14 12:41 PM

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El Relator Especial sobre Derecho a la Salud, Paul Hunt, señaló: “Una de cada cuatro personas padecerá de un trastorno mental en alguna fase de su vida. Además, la incidencia

de trastornos mentales va en aumento. Aproximadamente 450 millones de personas en todo el mundo

sufren trastornos mentales o neurológicos o tienen problemas de índole psicosocial. Muy pocas de ellas reciben tratamiento, asistencia y apoyo y, cuando lo reciben, suele ser de manera sumamente inapropiada. La salud mental es uno de los componentes más descuidados del derecho a la salud. Las personas aquejadas de

discapacidad intelectual figuran entre las más desatendidas, las más ‘invisibles’ de la comunidad. (…) Donde se dispone de servicios de atención y apoyo a la salud mental, los usuarios se hallan expuestos a la violación de sus derechos humanos en esos entornos. Ello es particularmente cierto en los sistemas de prestación de servicios en régimen de segregación y en instituciones residenciales tales como hospitales psiquiátricos, establecimientos para personas con discapacidad intelectual, residencias de ancianos, servicios de asistencia social, orfanatos y cárceles. (…) Las discapacidades mentales son frecuentes en todos los países y repercuten, a veces de manera dramática, en la vida de los individuos y de sus familias. Además de las penosas limitaciones

a que se ven a veces sometidas las personas afectadas, la estigmatización que acompaña diversas

afecciones suele ocasionar discriminación, lo cual a su vez conduce a su marginación”.

Informe al Consejo de Derechos Humanos, 14 de febrero de 2005, E/CCN.4/2005/51. Desde 2010 el mandato está a cargo de Anand Grover, de la India

Principios para la protección de las personas con enfermedades mentales y para el mejoramiento de la atención de la salud mental*

* Aprobados por la Asamblea General de Naciones Unidas en 1991.

Todas las personas tienen derecho a la mejor atención

disponible en materia de salud mental,

que será parte del sistema de asistencia

sanitaria y social.

Todas las personas tienen derecho a la mejor

atención disponible en materia de salud

mental, que será parte del sistema de asistencia

sanitaria y social.

Todas las personas que padezcan una enfermedad

mental, o que estén siendo atendidas por esa

causa, serán tratadas con humanidad y con respeto a la dignidad inherente a la persona humana, teniendo derecho a la protección

contra toda forma de explotación o maltrato físico o de otra índole.

No habrá discriminación por motivo de enfermedad

mental.

Todo paciente tendrá derecho a recibir la atención sanitaria y

social que corresponda a sus necesidades de salud y será atendido y tratado con arreglo a las mismas normas

aplicables a los demás enfermos.

Se protegerá a todo paciente de cualesquiera

daños, incluidos la administración injustificada de medicamentos, los malos

tratos por parte de otros pacientes, del personal o de otras personas u otros actos

que causen ansiedad mental o molestias físicas.

El derecho a la salud mental

como una de las preocupaciones

de las Naciones Unidas

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Diversas normas que obligan a todos los países y mecanismos de vigilancia del Sistema Internacional de los Derechos Humanos, buscan promover políticas públicas que hagan realidad el derecho de todas las personas a la salud mental.

La Declaración Universal de Derechos Humanos adoptada en 1948 por la Asamblea General de las Naciones Uni-das estableció, en su artículo 25, como pilar fundamental el derecho a la salud, el que incluye a la salud mental.

Desde entonces, el desarrollo del Sis-tema Internacional de los Derechos Hu-manos de las Naciones Unidas, con sus múltiples normas vinculantes –Conven-ciones, Pactos, Tratados-, sus mecanis-mos de vigilancia –Relatores Especiales, Representantes Especiales y Grupos de Trabajo-, y sus instancias de monitoreo y propuestas –Examen Periódico Univer-sal-, tiene en la salud mental de las per-sonas una de sus preocupaciones.

El Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales,

aprobado en 1966, se erigió en el marco fundamental para la protección internacional del

derecho a la salud al establecer: “Los Estados Partes en el presente

Pacto reconocen el derecho de toda persona al disfrute del más

alto nivel posible de salud física y mental”.

El derecho a la salud es incorporado también en múltiples Convenciones que refieren a grupos específicos de pobla-ción: Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial (1965), Conven-ción sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mu-jer (1979), Convención contra la Tortura (1984), Convención sobre los Derechos del Niño (1989), Convención sobre los derechos de las personas con discapaci-dad (2006).

El derecho a la salud mental es expre-samente recogido en un pronunciamien-to del Comité de Derechos Económicos So-ciales y Culturales que, en su Observación General No. 14, definió que la asistencia médica y los servicios médicos referían a la salud tanto física como mental, inclu-yendo “el acceso igual y oportuno a los servicios de salud básicos y preventivos, curativos y de rehabilitación, así como a la educación en materia de salud; pro-gramas de reconocimientos periódicos; tratamiento apropiado de enfermedades, afecciones, lesiones y discapacidades frecuentes, preferiblemente en la pro-

pia comunidad; el suministro de medi-camentos esenciales, y el tratamiento y atención apropiados de la salud mental”.

Hay coincidencia en que múltiples te-mas del área requieren todavía esfuerzos complementarios: la desinstitucionaliza-ción de pacientes crónicos, la implemen-tación de más programas preventivos, la vinculación de los programas de salud mental con otros programas sociales y cul-turales destinados a la integración social y el trabajo con poblaciones particular-mente vulnerables, el fortalecimiento de la atención dentro de la familia, acciones contra la discriminación y el seguimien-to de los servicios privados de manera de que puedan asegurar una buena calidad de atención.

Por ello, los temas de salud mental es-tán en la agenda de las acciones que im-pulsan las agencias de Naciones Unidas desde sus variados mandatos y perspec-tivas.

La Educación para Todos (UNESCO, Dakar 2000) reafirma el derecho de to-dos los ciudadanos a participar de una educación inclusiva. En este sentido, las personas con discapacidades mentales deben beneficiarse de este marco de ac-ción mundial.

Asimismo, en línea con la Resolu-ción 66/208 sobre cultura y desarrollo (Asamblea General de Naciones Unidas, diciembre 2011), estos ciudadanos de-ben poder ejercer sus derechos culturales a través de medidas que fomenten tanto la accesibilidad a la cultura así como la creatividad como factor de inclusión so-cial.

Por ejemplo, la Estrategia y Plan de Acción sobre Salud Mental de la Orga-nización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) recomienda –entre otros aspectos- “revisar la organización de los servicios de salud mental y ejecutar los cambios requeridos, haciendo hincapié en la des-centralización y el fortalecimiento del componente de salud mental en la atención primaria de salud”.

Desde el lanzamiento de la “Iniciativa Regional para la Restructuración de la Aten-ción Psiquiátrica”, establecida en la Conferencia de Caracas en 1990 hasta la adopción por to-dos los países de las Américas de

la ““Estrategia y Plan de Acción sobre Salud Mental” en el 49º Consejo Direc-tivo de la Organización Panamericana de la Salud en 2009, se han implementado políticas y programas que priorizan cre-cientemente la prevención y la atención accesible, digna, eficaz y oportuna, basa-da en el respeto pleno a los Derechos Hu-manos y en la mejor información científica disponible.

Actualmente, la presentación de Uru-guay a un nuevo ciclo del Examen Perió-dico Universal (EPU), donde todos los países del mundo repasan los logros alcanzados y los desafíos pendientes en materia de derechos humanos, ha sido propicia para que diversos actores expresaran la necesidad de reforzar las políticas de salud mental y contar con programas enfocados a cada problemática específica.

En este contexto, la compilación de recomendaciones realizada por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos recordó que el Co-mité de Derechos Económicos Sociales y Culturales recomendó al Uruguay “me-jorar el nivel de atención que se prestaba a las personas con discapacidad mental” y expresó “preocupación por la situación de las personas con enfermedades menta-les”.

Las acciones del Ministerio de Salud Pública y otros organismos públicos, la puesta en marcha de la Institución Nacional de Derechos Humanos y De-fensoría del Pueblo, la creación de la Secretaria de Derechos Humanos en la Presidencia de la República y un cre-ciente dinamismo de organizaciones de la sociedad civil, hacen pensar que nue-vas políticas públicas en salud men-tal pueden empezar a plasmarse en breve.

Naciones Unidas en Uruguay - www.onu.org.uy - (598) 2412 3357

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