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Sergio Rojas De las sensaciones al Jardín Una interpretación materialista de las sensaciones producidas bajo una modalidad de contacto de ín- dole, por así llamarla, corpuscular, tal que el mis- rnísimo Platón, viejo maestro de las formas, tam- bién piensa así, con lo cual debería caer él en cuenta de sus equívocos. El placer tiene su propia mecánica a partir de la noción de contacto y de cuerpos ínfimos. He de presentar la manera en que se producen las sensaciones. Este modelo que sirve para comprender la relación de la materia con lo meramente individual, cosa que es produc- to más bien de la abstracción, sin embargo, sirve para comprender la estructura moral y política de los individuos respecto de la polis en estos asun- tos hedonistas. Se verá que la mecánica de los pla- ceres construye un figura política como el Jardín. Cuando la tierra no había aún consumido al viejo Empédocles, ni vomitado su sandalia, había considerado él que hay un Esfero único, conjunto del todo, constituido por cuatros elementos, fue- go, aire, tierra yagua, que eran mezclados y divi- didos periódicamente por dos fuerzas universales como la Amistad y el Odio, la primera dueña de la próspera calma del mundo y la otra artífice de las criaturas, dueña de la hostilidad propia de Ares. Todo esto se le hacía inteligible gracias al medio por el cual se le hacía patente, lo cual constituye las relaciones de los elementos y de las fuerzas, "pues vemos por la tierra la tierra, por el agua el agua, por el éter el divino éter, por el fuego el des- tructivo fuego, el cariño por el cariño y el odio por el odio funesto. A partir de ellos se constituyeron en armonía todos los seres y por ellos piensan y experimentan placer y aflicción." 2 Summary: The concept of the outside is bom during the evolution of materialistic thought in Antiquity, as a consequence ofmaterial contacto In the Hellenistic period, materialism procures also a control over sensations: as medication or ethics. It entails an individua listic ethic. Resumen: En la evolución del pensamien- to materialista de la Antigüedad griega nace el concepto de lo exterior como consecuencia del contacto entre la materia. Para la época hele- nística, el materialismo también procura un con- trol de la sensación: una medicación o una ética. Conduce, pues, a una ética individualista. ¿Debería acaso escribir para aquellos que "no tienen otros frenos que sus deseos y otras le- yes que sus caprichos"?' Es ésta la propuesta pa- ra aquellos engañados por las formas que insis- tentemente dicen algunos debemos contemplar, olvidar tales cosas y considerar que cuanto se ha pensado sobre las cosas de este mundo no tiene fundamento en ellas por el ligero y apresurado análisis que suelen hacer, sino en la alteración de la mente. En su lugar invito al lector a que consi- dere el contacto como aquello que es constituti- vo de las sensaciones de las cuales sornas noso- tros objeto, y en particular de la mecánica del placer que en ellas hay. Para ello recurro a los an- tiguos que trataron el asunto. Las sensaciones son puramente materiales. Este supuesto conduce a sostener que ellas son Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, XXXVII (93), 377-383,1999

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Sergio Rojas

De las sensaciones al JardínUna interpretación materialista de las sensaciones

producidas bajo una modalidad de contacto de ín-dole, por así llamarla, corpuscular, tal que el mis-rnísimo Platón, viejo maestro de las formas, tam-bién piensa así, con lo cual debería caer él encuenta de sus equívocos. El placer tiene su propiamecánica a partir de la noción de contacto y decuerpos ínfimos. He de presentar la manera enque se producen las sensaciones. Este modelo quesirve para comprender la relación de la materiacon lo meramente individual, cosa que es produc-to más bien de la abstracción, sin embargo, sirvepara comprender la estructura moral y política delos individuos respecto de la polis en estos asun-tos hedonistas. Se verá que la mecánica de los pla-ceres construye un figura política como el Jardín.

Cuando la tierra no había aún consumido alviejo Empédocles, ni vomitado su sandalia, habíaconsiderado él que hay un Esfero único, conjuntodel todo, constituido por cuatros elementos, fue-go, aire, tierra yagua, que eran mezclados y divi-didos periódicamente por dos fuerzas universalescomo la Amistad y el Odio, la primera dueña de lapróspera calma del mundo y la otra artífice de lascriaturas, dueña de la hostilidad propia de Ares.Todo esto se le hacía inteligible gracias al mediopor el cual se le hacía patente, lo cual constituyelas relaciones de los elementos y de las fuerzas,"pues vemos por la tierra la tierra, por el agua elagua, por el éter el divino éter, por el fuego el des-tructivo fuego, el cariño por el cariño y el odio porel odio funesto. A partir de ellos se constituyeronen armonía todos los seres y por ellos piensan yexperimentan placer y aflicción." 2

Summary: The concept of the outside isbom during the evolution of materialistic thoughtin Antiquity, as a consequence ofmaterial contactoIn the Hellenistic period, materialism procuresalso a control over sensations: as medication orethics. It entails an individua listic ethic.

Resumen: En la evolución del pensamien-to materialista de la Antigüedad griega nace elconcepto de lo exterior como consecuencia delcontacto entre la materia. Para la época hele-nística, el materialismo también procura un con-trol de la sensación: una medicación o una ética.Conduce, pues, a una ética individualista.

¿Debería acaso escribir para aquellos que"no tienen otros frenos que sus deseos y otras le-yes que sus caprichos"?' Es ésta la propuesta pa-ra aquellos engañados por las formas que insis-tentemente dicen algunos debemos contemplar,olvidar tales cosas y considerar que cuanto se hapensado sobre las cosas de este mundo no tienefundamento en ellas por el ligero y apresuradoanálisis que suelen hacer, sino en la alteración dela mente. En su lugar invito al lector a que consi-dere el contacto como aquello que es constituti-vo de las sensaciones de las cuales sornas noso-tros objeto, y en particular de la mecánica delplacer que en ellas hay. Para ello recurro a los an-tiguos que trataron el asunto.

Las sensaciones son puramente materiales.Este supuesto conduce a sostener que ellas son

Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, XXXVII (93), 377-383,1999

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¿Es, pues, el pensamiento otra cosa quesensación y la sensación otra que la alteración dela materia? Aristóteles insiste en que Empédo-cles explicaba algunos fenómenos gracias a laexistencia de poros invisibles por su pequeñez,"abundantes y en hileras dispuestos, y tantos mástienen cuanto más diáfanos son".3 La sensaciónse produce como una adecuación a los poros decada órgano, como si la sensación fuera el con-tacto del caudal cuando toca las paredes de losarcos de un puente, y por ello piensa Teofrastoque deberíamos siempre tener sensación, críticabien insensata.

Mas no basta ello para sentir, pues si por la"tierra", vemos, es claro que la sensación requie-re la identidad de la materia en contacto: identi-dad de los contactos. El gran médico, hacedor decuraciones milagrosas, sostiene que los placeresson los contactos semejantes y los dolores loscontactos desemejantes, y no como afirma Teo-frasto, que toda sensación es por lo semejante.

Aecio reúne a Parménides, Empédocles,Anaxágoras, Demócrito, Epicuro y Heráclides, yde ellos afirma que todos ponen en relación lasensación con los poros; sin embargo, no se sabede otra noticia que acredite a todos ellos. Empe-ro, se puede decir que al menos Demócrito yAnaxágoras sostienen también que la sensaciónes una alteración de los cuerpos y de la materiaen general.

De esta manera, para la inteligencia clazo-menia las débiles percepciones de la mezcla, quees aquello perceptible, se producen por contra-rios. Reconocemos al objeto frío por nuestra ca-liente piel, y al caliente por nuestra fría piel se-gún la deficiencia de cada uno" (pues debe admi-tirse por principio como lo hiciera luego Aristó-teles que este tipo de términos son relativos). Losemejante no afecta a lo semejante. Los "poros"de Anaxágoras, si tienen a bien existir, no son co-mo los de Empédocles, porque no es aquí real-mente el contacto el productor de sensaciones,sino el contacto de lo desemejante -de ahí tal vezla confusión del discípulo de Aristóteles en sujuicio sobre Empédocles. Por ello, cuando haycontacto entre partes desemejantes, hay dolor,afirma la inteligencia. Si ha de considerarse queexiste el placer, de lo cual no habla él nada, debe

ser la carencia de contactos o contactos entre se-mejantes; mas lo primero no puede ser, ya que élniega la existencia del vacío. Lo segundo sería,por ende, el placer pero no es una sensación ensentido estricto sino una carencia de ella: arreba-tarse el contacto de cuerpos diferentes.

Demócrito es otro que piensa de manera si-milar, cuando considera que tanto el pensamien-to como la sensación se deben a una modifica-ción del cuerpo, pues del primero afirma que esel aquietamiento de los órganos sensoriales, porlo cual el pensamiento ha requerido de una talmodificación. Y agrega que el contenido de unpensamiento se altera cuando se altera el indivi-duo.é lo cual puede conducir a un "pensar de otramanera" (que sería el modo formal de un dese-quilibrio corporal como la ira). El alma es uncuerpo y no queda claro que exista una real sepa-ración del alma y del cuerpo.

Pero también sostiene aparentemente que"si tanto la sensación como, en general, la altera-ción es una afección, es imposible que cosas queno son las mismas se afecten, sino que lo diferen-te afecta a lo que no es diferente, de modo que loque afecta es lo mismo, es decir que la afeccióndepende de cosas semejantes. Por lo cual, sobreestas cosas, se pueden sostener ambas posibilida-des.?" Esto significa que el origen de la sensaciónen cuanto alteración es parte de elementos dese-mejantes, mientras la afección tiene que resultarde elementos semejantes. Pero las sensacionesson contactos de partículas o, simulado bajo ellenguaje tradicional, contactos entre lo exterior ylo interior de los individuos. "En un sistema pu-ramente materialista, no puede haber forma decomunicación entre un cuerpo y otro excepto ladel contacto."?

Ahora bien, tanto el conocimiento como lasensación en cuanto afección son pasivas, es de-cir, como impresiones o imágenes de lo "exte-rior" en los individuos, de la misma manera enque los dioses, en cuanto benéficos o perjudicia-les, son imágenes, beneficio o perjuicio. El pen-samiento y la sensación son reformas a los esta-dos corporales o disposiciones.

Se ha visto, pues, que las sensaciones sonproducto tanto de la semejanza como de la dese-mejanza, según el atomista, pero en ellas mismas

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no está el ser de lo placentero o de lo doloroso deellas, sino en la carencia de la medida. Las sensa-ciones aparecen como dolores o placeres por eldefecto o el exceso, el deseo no debe nunca serdesmesurado.f así por ejemplo, de los placeres delvientre su exceso sólo produce placeres breves, locual ha de producir por el exceso mismo muchosdolores después. Mas aquello que se desea siem-pre cuando el deseo es satisfecho, produce un pla-cer breve, pero al cesar éste, nace de nuevo el vie-jo deseo de las mismas cosas ... La vida debe sermás austera y mesurada, pese a todo.

El contacto tiene como característica el serconstante, debido a que la relación entre la mate-ria es un continuo siempre. En Empédocles yAnaxágoras la materia se agrega o disgrega, poralguno de los dos principios en el caso de Empé-docles, o por la inteligencia en Anaxágoras. Ladisgregación sólo es otra forma de agregación, esdecir, la materia se recompone de otra manera,pero no hay discontinuidad. La diferencia delplanteamiento de Empédocles y Anaxágoras pa-rece estar en el uso de los términos más que enuna diferencia real del planteamiento del proble-ma. Finalmente, en Demócrito el vacío parece unimpedimento para sostener la constancia del con-tacto y la contigüidad de la materia. Es decir quehabría separación de los cuerpos a causa de lo in-constante del contacto y lo fortuito del movi-miento de los átomos. Empero, el vacío es másque todo una hipótesis para el movimiento. Loscuerpos, después de todo, tienen en su interior va-cío: los cuerpos son el resultado no tanto de losátomos sino del modo de agregación (entrelaza-miento o epallaxis) de éstos, es decir, por la figu-ra, el orden y la posición. Además, de las noticiasse desprende que siempre hay sensaciones (seanpor lo semejante, sean por lo desemejante), locual implica que siempre hay contacto. El contac-to es constante pero no a modo de un continuumextenso, sino de una sucesión constante de cho-ques entre las partículas del cuerpo y las externas.

Me refiero al problema de la exterioridad,que hasta ahora había pasado desapercibido. Laexterioridad como concepto ha surgido vacua-mente o vagamente entre los anteriores presocrá-ticos como Tales, Anaxímenes o Anaximandro, yaquí aparece, primero bajo la noción de límite,

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pues no es ésta ni siquiera una forma, aunquepueda ser representada, en Anaxágoras y Empé-docles, pues la formulación de los poros implicaun pasaje como bien significa el término porosen griego, un movimiento cuya dirección es muybien determinada, al igual que su sentido. Sinembargo, tal noción carece de contenido. Los po-ros muestran que no existen estados sino tránsi-tos de la materia, comunicación entre los cuer-pos. Mas la noción de cuerpo no está bien defini-da, es decir, individualizada bajo un principioepistémico que sirva para reconocer la diferenciade los individuales. Esta es una nota especial: loscuerpos son singulares porque los movimientosde los conjuntos atómicos o materiales (ya sea lamezcla cualitativa de Anaxágoras, la violentadisgregación-conjunción de Empédocles o losagregados atómicos de Demócrito parecen des-cribir la ubicación en el espacio y en el tiempo delos conjuntos). La noción de unidad de los indi-viduales o de los individuos radicará entonces,no en la permanencia substantiva de Parménides,inmóvil e inmutable (hipótesis imposible), sinoen la unidad del movimiento, no el del flujo uni-versal y eterno de un Heráclito, sino uno cuanti-ficado, o más bien, cuántico respecto de ese flu-jo perpetuo (un quantum de movimiento). Preci-samente esa raíz de la unidad individual es la quedesdibuja la dicotomía falsa de lo exterior y lointerior, de lo externo y lo interno. De una mane-ra más concisa he de decir que los pensamientos,por ejemplo, o las sensaciones no pertenecen aun individuo, menos a un sujeto, sino que cons-tituyen ocasionalmente a causa de su movimien-to propio a un singular, lo cual es más concretomaterialmente que un individuo.

Recapitulo lo dicho sobre los tres primerosmaterialistas. Tanto Anaxágoras como Empédo-des consideran que es gracias al contacto que setiene sensaciones, pero el primero sostiene que esel contacto de los contrarios el productor de ellasy que éste es por el dolor, mientras el otro dice locontrario. Demócrito resulta de la opinión de am-bos en cuanto afirma que semejanza y desemejan-za producen placer o dolor, pero el criterio no ra-dica en el contacto mismo sino en la medida delcontacto. La matriz de la mecánica sensorial de lostres es continuista, debido al permanente contacto

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para la producción de los placeres, pese a las dife-rencias que pueda haber en sus opiniones sobre elvacío. Tienen, sin embargo, una característica pro-pia dentro de dicha matriz: Empédocles es de unamecánica continuista, Anaxágoras de una disconti-nuista y Demócrito hylemensor o cinemensor.

Ahora considérese al último de los materia-listas antes de considerar a Epicuro, aunque éstees un extraño caso debido a que le preocupanmás las formas que las sensaciones ya que éstasno producen ciertamente un verdadero conoci-miento tal como lo señala en la República. Platónestablece que la procedencia de la sensibilidad esel movimiento.? y el dolor y el placer de maneramuy similar a Demócrito se describen. El dolores un proceso o movimiento violento en el indi-viduo y contra su naturaleza, mientras el retornoa la situación de equilibrio es el proceso placen-tero.'? A diferencia de los otros, las sensacionesplacenteras dependen dialécticamente de las do-lorosas, como en el Fedón o en el Filebo. Las va-riedades de cuerpos derivan de las variedades defiguras geométricas, sus combinaciones y sustransformaciones mutuas, y de las variedades decuerpos derivan a su vez las sensaciones en cuan-to impresiones. Esto nuevamente no lo distinguede su rival (Demócrito). Así, cada elemento porsu composición geométrica tiene efectos diferen-tes sobre el cuerpo. Pero la alteración del cuerpoen placer o dolor no se manifiesta sino en el pro-ceso violento de alteración, o mejor dicho, y pa-ra poner orden en los términos, las sensaciones,en sentido estricto o en los mismos términos delos materialistas anteriores, son sólo para Platónpor la desemejanza, aunque su sistema de cono-cimiento proceda por la semejanza, pues el cuer-po en su naturaleza misma siempre está saludabley equilibrado, por lo cual el estado de placer, sino ha habido alteración alguna, no es realmenteperceptible. El placer sólo sobreviene por causade la alteración corporal que es una enfermedad,una desmesura.

El hecho de que el placer-dolor sea unamezcla en el sentido del que habla en el Fileboindica que el placer y el dolor no son propios, si-no que provienen de la inserción del individuo enun mundo móvil. Esta visión precisamente revelael contenido de la exterioridad como concepto,

pues claramente el individuo en Platón entra enconflicto con sus facultades interiores, que ya noson imágenes al estilo de las de Demócrito, almassusceptibles de ser desequilibradas y luego talvez saludables. Aquí no es una mera prudenciaatomista la que vale, sino que se instaura, ademásde ella, el valor de la salud. La salud no sólo re-produce obviamente la armonía típicamente grie-ga, sino que induce un valor en el individuo co-mo natural y propio de él; los otros están alejadosdel criterio de individuo, si no son saludables: losenfermos han de ser descartados, los hombres lle-nos de dolor han de dejarse al abandono o curar-los. El disvalor del dolor no hace, sin embargo,que el placer sea realmente un sobrevalor, puestoque él en cuanto sensación no es buscada. Lo bus-cado es el retorno a la salud (estructuralmenteequivalente al placer) pero sólo en cuanto disuel-ve el dolor y el desorden corporal.

Las enfermedades repercuten en las encar-naciones. Platón y Empédocles siguen a los pita-góricos,'! aunque de la lectura de los fragmentosse nota que Empédocles piensa más en relacióncon la totalidad de los hombres y no en funciónde los individuos.V

El desorden corporal también abarca a lapolis. Si en el siglo VI los griegos poseían unasensibilidad elitista y aristocrática, la polis se en-contraba unida por los valores de las elites. Laarete estaba constituida entonces por ese equili-brio entre la hybris trágica y la sophrosyne. Laidentidad de la polis era proporcionada por susatletas, sus héroes, y sus dioses. Las virtudesagonales contribuían al buen orden de la ciudad,la eunomia.tí Sin embargo, para la época de Pla-tón, la unidad de la ciudad se había claramenteperdido. La lucha de partidos se convierte en lafractura del cuerpo social, evidenciando los inte-reses de una clase comerciante emergente. Estaclase promovía la igualdad, la cual suponía ya nola perspectiva unitaria de clase, impuesta verti-calmente en la ciudad por los aristócratas, sinomás bien la perspectiva individualista. Esto es lapérdida del equilibrio social y político a la cualresponde la filosofía platónica. Dentro de las po-líticas de los demócratas hay una lucha en favorde la ley, porque ésta es la que posibilita la igual-dad; después de todo la democracia ateniense no

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era más que una isonomia. Ha quedado atrás laphysis superior, generadora de los valores agona-les. Tanto Platón como los sofistas de su tiempoencarnan la lucha política como una lucha entrela naturaleza y el derecho.

Pero Platón ya no podrá sobreponer a la na-turaleza los valores que los viejos aristócratas ha-bían asociado a ella. La ambigua decisión de Pla-tón por el camino de la ley, conduce al regula-miento social de la conducta individual, porquelos individuos no traslucían los valores de su cla-se, los de su ciudad, de manera unitaria. Epicurove las cosas con mayor angustia. Los tiempos degloria de los griegos han pasado y la decadenciano hace más que acentuarse. Entre la Academia yel Jardín, no hay mayor diferencia en ese sentido.Epicuro toma la misma línea, pero-constata que lasolución no puede ya más ser social o política enel sentido de abarcar a toda la ciudad. La soluciónse presenta de manera individualista como lo esel problema. La saciabilidad de los placeres, con-trario a lo que formulaban Platón o Aristóteles, esel mecanismo de control del individuo dentro dela teoría hedonista de Epicuro.I'' Las estrategiasse han desplazado, pero para la época de Epicurotenemos claramente formado al individuo. Ob-viamente no hace más que marcar más los rasgosque venían configurándose un siglo antes.

Epicuro concede los postulados básicos delatomismo clásico. Sobrevive la tesis del contac-to, cuando sostiene al menos dos formas de "vi-sión", la sensorial y la intelectual; la primera to-caría la totalidad del cuerpo (cuerpo-alma: ani-ma) y la segunda el alma racional (animus) a tra-vés de los poros.P en la cual quedarían variadasformas de simulacro que no interesa mencionar.Los poros, sin embargo, han desaparecido de laexplicación de las sensaciones en sentido estric-to, y sirven más para explicar cuestiones meteo-rológicas, por ejemplo. Lo semejante o lo dese-mejante produce la sensación, placentera o dolo-rosa, pero esto último sólo lo determina una for-ma de la mesura, como lo es la prudencia. Noabandona aún al viejo maestro de la mecánica.

El placer es el fin natural en sí mismo con-siderado -suelen decir.l'' Pero realmente esteprincipio de la vida feliz no está considerado ensí mismo. No se convierte -¡Sade escuchara!- el

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placer por el placer bajo una forma de imperati-vo categórico. Epicuro busca la salud del cuerpola cual ha de proporcionar la vida feliz. El placeres epifenómeno de la armonía de la naturaleza.'?Dicha salud no es sino una armonía del cuerpo.¡Cuánto platonismo! Mas añade que dicha formade salud consiste en la simplicidad de los actos:saciar la sed equivaldría siempre a la mayor bo-rrachera posible, por lo cual, el placer consiste ensaciar la sed o satisfacer las necesidades, aplacarel dolor de la ausencia de la armonía. El placerelimina el dolor.P ¡Cuánto platonismo! Esta es laautarquía del Jardín, la autosuficiencia ... "Es lose puede llamar la estructura «heautocrática» delsujeto en la práctica moral de los placeres.?'? ElJardín es como la polis platónica, no requiere delafuera, ahí donde acechan los enemigos de la jus-ticia. El relativismo no puede ser mayor cuandosupone alcanzar esa individualidad: las virtudesparecen ser los medios para alcanzar el fin. Y re-comienda un fármaco cuádruple (tetrapharma-kos): tener opiniones piadosas sobre los dioses,vivir sin temor a la muerte, constatar el fin de lanaturaleza y procurar alcanzarlo y reconocer loslímites de los males, pues son breves o ligeros enintensidad.P

Regreso al placer. De dos tipos hay. Los queestán en movimiento, que son en el cuerpo el be-ber y en el alma la alegría (chara) y los quietos(katastématiké), que son en el cuerpo la ausenciade dolor y en el alma la ausencia de perturbación(aponia y ataraxia, respectivamentej.?' Constitu-tivo de lo individual como natural es el placerquieto, catastémico ... se ha perdido la noción desingular de los viejos materialistas. Los placeresmóviles conllevan un desequilibrio, dolores, co-mo los descritos por Demócrito como productode los excesos del vientre: la alegría de la bebida,el malestar de la resaca matutina.

Los placeres y los dolores son carentes deobjeto, cosa de hacer notar. Son actos cuyo valorradica en la sensación misma, puesto que el ham-bre no es hambre de pan o la sed sed de vino, si-no que dichos contenidos pertenecen, como bienlo habría de notar después Sade,22 al gusto. Estoenfatiza el carácter teleológico, en el sentido deno ser afectos para algo. Sin embargo, si bien sealega la naturalidad de los afectos, lo natural del

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placer, tanto por Demócrito como por Epicuro, elplacer es buscado como un estadio que está fue-ra de la constitución del movimiento de los cor-púsculos. Introduce así no una voluntad en ellos,sino un fin para los contactos, un estado para lassensaciones, un apaciguamiento de la materia ba-jo la forma de la armonía.

Ahora el individuo está definido precisa-mente por ese cálculo de placeres que han de con-ducir a la felicidad, a la salud del cuerpo. Epicurosigue dentro de la matriz continuista, mas ha enfa-tizado el carácter atomista cinemensor a tal puntoque ha creado una especie de mecánica del horrorvacui (eso explicaría el por qué su mundo vistodesde fuera, bajo una situación hipotética, pareceno tener movimiento). Es una mecánica inducida.Pero las determinaciones del individuo tambiénalcanzan otras perspectivas, derivadas precisa-mente de esta mecánica y de la evolución que hetratado de mostrar. A continuación las expongo.

Epicuro formula una ética que carece, ya lohabía indicado, de imperativos categóricos, aun-que formula la conveniencia y necesidad de laautosuficiencia del ciudadano. Esto es una notaprecisamente de la autosuficiencia: en principiola autosuficiencia es autosuficiencia del singular,pues se supondría que el movimiento menciona-do lo define como singular. Sin embargo, la auto-suficiencia, si no es el mero flujo de sensacionesque los primeros materialistas mencionados noprescribían pero adelantaban, consiste en alcan-zar el estadio mencionado de lo indoloro y lo im-perturbable. Entonces, no es autosuficiencia delsingular. Este ya ha desaparecido. Sólo habría elindividuo, que sería precisamente lo que podríanominal y convencionalmente decirse como laautosuficiencia del singular.

La autosuficiencia que no está referida po-líticamente, es decir, colectivamente es una nue-va visión social no presente explícitamente den-tro de la Antigüedad. La autosuficiencia, comodecía, es individual. Pero esto conlleva el acaba-miento de la sociabilidad colectiva. La sociedades fragmentada por el individuo. Realmente, an-tes de Epicuro, no había concepto de individuosino que lo individual, desde la perspectiva de lasociedad era meramente orgánico, una funciónsocial, como todavía se puede observar dentro de

los decadentes sistemas filosóficos de la época.Así nace el individuo. Primero desde el interior yluego desde el exterior. La autosuficiencia cierrael Jardín, cuyas rosas son observadas solo por in-dividuos y no por ciudadanos de la polis. Tal vez,contra la hipótesis contractualista del mismo Epi-curo (muestra de la inconsistencia política de sumecánica), la sociedad no nació de un contratosocial, sino de la individualidad de una tribu. Lapolis en su nacimiento, en su construcción guar-da los signos de la mesura, en sus calles, en susplazas y monumentos, en sus templos y edificios,en sus jardines, y éstos, como sucede en el Jardín,guardan en su interior las formas de su nacimien-to, veredas, arbustos, flores, ... ¡habas!

Ahora bien, la autosuficiencia arrastra co-sas. De las habas habría que hablar de una ma-nera culinaria, pero Epicuro quiere que la dietasea ética. La autosuficiencia "":'Iaconversión delJardín en el Huerto- consiste en una práctica delos placeres o en la eliminación de los doloreso necesidades básicas. Además, no hay otraspara el epicúreo. Esta práctica es ascética,allende el régimen dietético, porque se preten-de evitar las costumbres, sociales por otra par-te, de los disolutos que no impiden los temores.Los disolutos impiden consumir los fármacosepicüreos.P De ahí, la necesidad de distraerse oabstraerse de la sociedad. Los epicúreos son losdisolutos de lo singular. La constitución delJardín permite la práctica de las virtudes, enparte gracias a la disciplina laboral que facilitasostener la dieta.24 Pero estos ejercicios con-vierten a su vez a los epicúreos en parte de unhospital, pues todos están para recobrar la sa-lud. En la autosuficiencia, está la ética, la die-tética y la curación-" -rnucho sería decir medi-cina. Una última característica de la autosufi-ciencia del Jardín y que complementa este mo-vimiento hacia su interior es el cerrar el Jardín,lo cual ha de potenciar establecer un estado sa-ludable, un estadio feliz ... El encierro respectode la interioridad pretende reforzar la ética, res-pecto de la exterioridad pretende evitar la caí-da, el clinamen individual. Se han de evitar lascostumbres de los disolutos que fungen comotentaciones para placeres y dolores constantes,obstáculos para la felicidad.

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Ahora se percibe claramente que el exterioro lo externo en cuanto conceptos poseen un con-tenido; sin embargo, es un contenido que ha deser negado. Mejor aún, fue elaborado para negar-se como posible. Fuera del Jardín no hay habas.Con ello se desconoce el carácter orgánico de lapolis o el estatuto civil de los ciudadanos. El ex-terior es convencional en el sentido de ser social. .Es postulado para facilitar el encierro y practicarlas virtudes que han de conducir al ansiado placer.Es un postulado del cálculo. Difícilmente podríaencontrarse asceta alguno en Sodoma y Gomorra.Esto hace evitar, por otra parte, y de manera muyacomodaticia, entrar en conflictos con la socie-dad, aunque su función ya es transgresora de laidentidad cívica de ella. Si se abandona la políti-ca, los políticos no tendrán por qué intervenir.

Los placeres pertenecen, y termino así miindagación, al encierro en Epicuro, porque ahíse pueden desenvolver mejor, por una parte. Lamecánica epicúrea de los placeres tiende a serestática con lo cual cierra un ciclo dentro de lahistoria de la filosofía griega tal y como ha si-do presentada aquí. Y tesis adicional, que nopuede todavía más que formularse como hipó-tesis de una futura investigación: la política y lapolis generalmente no favorecen que las sensa-ciones sean un acto político o social, es decir,las sensaciones (y los placeres, consecuente-mente) no constituyen un espacio público, ha-bitual y cotidiano de la ciudad. Con los place-res se debe abandonar su figura de ciudadano,ha perdido sus facultades y funciones. El mis-mo placer epicúreo no es compatible con la po-lítica, madre de muchos deseos, envidias, ca-prichos y rencores que sólo traen dolores al in-dividuo pero no al ciudadano, según este régi-men u orden legal de las sensaciones. ¿Cómo seescriben las leyes del Jardín? Los caprichos deun placer inasible, motivo de la felicidad, en-cierro de los individuos.

Notas

l. D.A.F.de Sade, La Philosophie dans le bou-doir, Gallimard, París, 1996, p.37.

2. Teofrasto, De sens. 10; Aristóteles, Met. B4,1000b Y De anima A 2, 404b. (Empédocles, B107 y109). Para la numeración de los fragmentos de los pre-socráticos, sigo la tradicional de Diels y Kranz.

3. Aristóteles, De gen. et corrup. A 8, 324b.4. Véase Teofrasto, De sens. 28.5. Véase Teofrasto, De sens. 58. Ver, además,

C.Bailey, The Greek Atomists and Epicurus, Russell &Russell, N.York, 1964, p.173.

6. Teofrasto, De sens. 49.7. C.Bailey, op.cit., p.162.8. Véase Filodemo., De ira 38, 17, Demócrates,

35 y 38 Y Estobeo, Florilegium III 1,210 Y III 17,38(Demócrito, B143, B70, B102, B191 Y B233, respec-tivamente).

9. Platón, Tim. 64 a-b.10. Platón, Tim. 64 e-d.11.Véase G.S.Kirk, J .E.Raven y M.Schofield,Los

filósofos presocráticos, Gredos, Madrid, 1987, p.447.12. Véase, por ejemplo, Sexto Empírico, Adv.

math. IX, 129 (Empédocles, B137).13. ERodríguez A., La Democracia ateniense,

Alianza, Madrid, 71.14. G.Sissa, El placer y el mal, Manantial, Bue-

nos Aires, 1998, p.85.15. Epicuro, Epist. Herod., 49.16.Véase Epicuro, Epist.Men. 128-129.17. Véase M.Conche, "Introduction" a Epicuro,

Lettres et maximes, PUF, París, 1995, p.n.18. Epicuro, Max.Cap. III y Sent. 37.19. M.Foucault, Histoire de la sexualité Galli-

mard, París, 1997, vol.I1 tL'usage des plaisirs), 0.95.20. Epicuro, Epist.Men., 133.21. Diógenes Laercio, X, 136.22. D.A.F.de Sade, "Justificación del placer",

extracto de Justine o las desventuras de la virtud, re-copilado en Escritos filosóficos y políticos, Grijalbo,México, 1970, pp.144-145.

23. Véase Epicuro, Max. Cap., X.24. M.Foucault, op. cit., vol.I1, p.145.25. M.Foucault, op. cit., vol.I1, pp.131-132.

Sergio E. Rojas PeraltaApdo.284-1225

Pavas, Costa Rica