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Editado por Hermandades del Trabajo Nº 726 n MAYO 2017 n 1947, don Abundio y un grupo de lo que en- tonces se llamaban seglares y hoy laicos funda- ron las Hermandades del Trabajo, un movi- miento que surgió dentro del ámbito de la Iglesia en Madrid y que en pocos años se expandió por to- da España y por Latinoamérica, a partir de los años sesenta. Hermandades surgió con un afán de servi- cio a los más desfavorecidos de la sociedad, que en aquellos momentos eran los trabajadores y sus fa- milias. Aunque la iniciativa surgió del episcopado madrileño no fue casual la elección del sacerdote elegido para dirigir la institución, puesto que ya en los comienzos de los años treinta había estado di- rigiendo una escuela para niños pobres en Vallecas y se sintió interpelado por el hecho de que mu- chos trabajadores vivían alejados de la fe. Hermandades vino a cubrir un vacío en el ámbi- to de la Iglesia española que tenía una carencia de lo que se conocía como “catolicismo social”, muy pujante en otros países europeos: Italia, Bélgica, Francia, Alemania, etc., y que no existía en España. Este déficit social no era sólo achacable a la situa- ción política del momento sino que tenía causas históricas más profundas. De hecho, solo a unas pocas personas entre las que podemos destacar a don Ángel Herrera Oria, cabría encuadrarlas den- tro de esta especificidad del catolicismo español. Es más, una de las razones que motivaron la fun- dación de Hermandades del Trabajo fue, al parecer, que los fines que perseguían sus promotores no pudieron encuadrarse dentro de la Acción Católica de entonces. Fuera como fuese, el hecho es que en 1947 na- cen las HHT con una estructura e ideario muy in- novadores para la época. Surgió en el momento en que tenía que surgir, para defender los intereses y los derechos de los trabajadores. Un movimiento eclesial con vocación apostólico-social que desde el mismo momento de su fundación sirvió para paliar las enormes carencias materiales de muchos espa- ñoles, a través de una importantísima obra social plasmada en residencias de verano, colonias infan- tiles, entrega de viviendas, cooperativas de crédito y de consumo y muchas otras. (Sigue en la pág. 4) HERMANDADES EN INTERNET www.hermandadestrabajo.es HERMANDADES 70 AÑOS DE HISTORIA: D. ABUNDIO (VII) De Miguel Parmantié PÁGINA 2 MANIFIESTO PRIMERO DE MAYO Comisión Nacional de España PÁGINA 3 .................................................................................. LABORAL TRANSFORMEMOS LA SOCIEDAD. OTRO MUNDO ES POSIBLE De Antonio Molina Schmid PÁGNA 5 .................................................................................. LXX ANIVERSARIO HERMANDADES DEL TRABAJO LOS AÑOS 60: CAMBIO, MODERNIZACIÓN Y DESARROLLO De José Sánchez Jiménezo PÁGINAS 6 Y7 .................................................................................. CULTURA APROXIMACIÓN AL PENSA- MIENTO DE G. K. CHESTER- TON: SU COMPROMISO SOCIAL De María José Plaza Bravo PÁGNA 10 E 70 AÑOS DE HERMANDADES

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Editado por Hermandades del Trabajo � Nº 726 n MAYO 2017

n 1947, don Abundio y un grupo de lo que en-tonces se llamaban seglares y hoy laicos funda-ron las Hermandades del Trabajo, un movi-

miento que surgió dentro del ámbito de la Iglesiaen Madrid y que en pocos años se expandió por to-da España y por Latinoamérica, a partir de los añossesenta. Hermandades surgió con un afán de servi-cio a los más desfavorecidos de la sociedad, que enaquellos momentos eran los trabajadores y sus fa-milias. Aunque la iniciativa surgió del episcopadomadrileño no fue casual la elección del sacerdoteelegido para dirigir la institución, puesto que ya enlos comienzos de los años treinta había estado di-rigiendo una escuela para niños pobres en Vallecasy se sintió interpelado por el hecho de que mu-chos trabajadores vivían alejados de la fe.

Hermandades vino a cubrir un vacío en el ámbi-to de la Iglesia española que tenía una carencia delo que se conocía como “catolicismo social”, muypujante en otros países europeos: Italia, Bélgica,Francia, Alemania, etc., y que no existía en España.Este déficit social no era sólo achacable a la situa-ción política del momento sino que tenía causas

históricas más profundas. De hecho, solo a unaspocas personas entre las que podemos destacar adon Ángel Herrera Oria, cabría encuadrarlas den-tro de esta especificidad del catolicismo español.Es más, una de las razones que motivaron la fun-dación de Hermandades del Trabajo fue, al parecer,que los fines que perseguían sus promotores nopudieron encuadrarse dentro de la Acción Católicade entonces.

Fuera como fuese, el hecho es que en 1947 na-cen las HHT con una estructura e ideario muy in-novadores para la época. Surgió en el momento enque tenía que surgir, para defender los intereses ylos derechos de los trabajadores. Un movimientoeclesial con vocación apostólico-social que desde elmismo momento de su fundación sirvió para paliarlas enormes carencias materiales de muchos espa-ñoles, a través de una importantísima obra socialplasmada en residencias de verano, colonias infan-tiles, entrega de viviendas, cooperativas de créditoy de consumo y muchas otras.

(Sigue en la pág. 4)

HERMANDADES EN INTERNET wwwwww..hheerrmmaannddaaddeessttrraabbaajjoo..eess

HERMANDADES

70 AÑOS DE HISTORIA:D. ABUNDIO (VII) De Miguel Parmantié

PPÁÁGGIINNAA 22

MANIFIESTO PRIMERO DEMAYOComisión Nacional de España

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LABORAL

TRANSFORMEMOS LA SOCIEDAD. OTRO MUNDOES POSIBLEDe Antonio Molina Schmid

PPÁÁGGNNAA 55

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LXX ANIVERSARIO HERMANDADES DEL TRABAJO

LOS AÑOS 60: CAMBIO,MODERNIZACIÓN Y DESARROLLO De José Sánchez Jiménezo

PPÁÁGGIINNAASS 66 YY77

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CULTURA

APROXIMACIÓN AL PENSA-MIENTO DE G. K. CHESTER-TON: SU COMPROMISO SOCIALDe María José Plaza Bravo

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E70 AÑOS DE HERMANDADES

2 mas MAYO 2017

El legado de D. Abundio

Al celebrar las Bodas de oro sa-cerdotales de D. Abundio, Alfre-do Marugán, uno de los pilaresde las Hermandades, le hizouna entrevista en MAS. Inclui-mos la totalidad de las pregun-tas y comentarios de Alfredopor formar parte integrante delLEGADO de los 70 años de laHistoria de las Hermandadesque ahora estamos celebrando.El texto se encuentra en Abun-dio García Román, Un sacerdotepara el mundo del trabajo, JuanCarlos Carvajal Blanco (Dir.),pp.415-23.

“Ordenado sacerdote el 14 de juniode 1930, cumple ahora D. AbundioGarcía Román, el fundador de lasHermandades del Trabajo, sus bodasde oro sacerdotales. Entre las dos fe-chas, un salto histórico: monarquía –república – guerra civil – franquismo– democracia con nueva monarquía;guerra mundial – guerra fría – dis-tensión – nueva guerra fría; Iglesiamonolítica – Concilio – Iglesia parti-cipativa con contestación, y saltosaún mayores en la ciencia, en la técni-ca, en el pensamiento, y patente sub-desarrollo en la espiritualidad, des-pertar de la conciencia de su condi-ción humana de más de la mitad delos pueblos de la tierra. Soy incapazde una síntesis expresiva de tantoscambios, pero el lector, aun el más jo-ven, sabrá apreciarlos.

D. Abundio los ha vivido entre susveintitrés y sus setenta y tres años.Testigo lúcido y con una apretadaparticipación activa en hacer esa his-toria desde una importante parcela,sus respuestas serán verdaderas lec-ciones para quienes están siguiendosus pasos.

* * *

P. Para empezar le pedimos quenos diga cuáles eran las inquietudesdel seminarista de 1930 y cuáles creeque son las de 1980.

R. ¿Inquietudes del año 30?Aquel seminarista que cuajó en sa-cerdote el año 1930 salió del Semi-nario como por lo menos entonces

solíamos salir todos, con el únicopropósito e ilusión de cumplir lomejor posible el cargo o destinoque el señor obispo nos confiara.Siempre habíamos oído que el me-jor servicio diócesis era aceptar co-mo planes propios los que nos en-comendaran. Esto es posible quehoy suene a cursilada, pero lo cier-to es que entonces todos poníamosen esto la razón de nuestra autenti-cidad sacerdotal, lo que hoy se lla-maría disponibilidad.

Tampoco quiere decir que, al po-co tiempo de nuestro ejercicio mi-nisterial, no apuntaran en cadacual sus predilecciones. Las míasfueron por Ejercicios Espirituales y,acaso de haberme atrevido a pediralgo a mis superiores, se me hubie-ra ocurrido el gran disparate de so-ñar a mis veintitantos años con ladirección de una casa de espiritua-lidad. Como verás, tampoco éramospusilánimes por aquel entonces.

Pero el hecho fue que encontréel rumbo definitivo de mi vida através del teléfono, cuando dirigíauna tanda de Ejercicios Espiritualesen Villa San Pablo (Carabanchel Ba-jo). Allí me llamó el señor obispopara comunicarme que me habíanombrado asesor eclesiástico desindicatos. Mi sorpresa fue grande,pero mi desilusión mucho mayor.Me atreví a objetar telefónicamenteque apenas sabía sociología. Mecontestó inmediatamente que meimpusiera en ella y al efecto que mematriculase en la Escuela Social.Como aliciente me dijo que sería elprimer nombramiento de asesor detoda España. Acepté resignado, co-mo estábamos acostumbrados, ha-ciendo caso omiso de mis predi-lecciones. Tuve que agradecerleque en un 13 de enero, con un Ma-drid todo cubierto de nieve, fuera elpropio señor obispo a darme pose-sión en la sede de sindicatos de laAvenida de José Antonio.

¿Mi inquietud para este año80? Mi inquietud traducida en de-seo y acuciada por la necesidad,una central sindical con todas lasgarantías de independencia, res-

ponsabilidad y eficacia.

P. En los años treinta, D. Abundiodirigió unas escuelas gratuitas en elmismo Puente de Vallecas. Allí comen-zó su labor sacerdotal entre las clasesobreras. Las «escuelas del cura» lasllamaban. Tras la guerra civil, que pa-só entre cárceles y escondites, paraacabar en la Embajada de Noruega,su orientación fue hacia el apostoladoseglar de los jóvenes, concretamentede Acción Católica, en aquella fecun-da época. Por un la-do, las chicas, parro-quial y diocesana-mente; por otro, enel Secretariado Obre-ro del Consejo Supe-rior de los Jóvenes.Ya se iniciaba su ca-mino hacia lo social.

Hacia 1944 cono-cí a D. Abundio al in-tegrarnos en aquelSecretariado Obrerodos antiguos alum-nos salesianos. Elotro era ManuelAlonso García, luegoPresidente Nacional de los Jóvenes deAcción Católica y hoy catedrático deDerecho del Trabajo. Por 1945, y bajosu asesoría eclesial, se intentó consti-tuir la Confederación de TrabajadoresCristianos, apoyada por el obispo au-xiliar D. Casimiro Morcillo. La abortóel delegado nacional de sindicatos,Fermín Sanz Orrio, y con ello aquelequipo de jóvenes se disolvió.

También en aquella ya lejana pos-guerra, el entonces obispo de Madridnombró a D. Abundio asesor eclesiás-tico provincial de sindicatos, de laCNS, puesto que cumplió procurandosolucionar infinidad de problemas fa-miliares de trabajadores que acudíanal sacerdote. También desarrolló va-rias campañas (extendidas luego a to-da España) de «La voz de Cristo en lasempresas», como una inmensa acciónpastoral.

Ante el aluvión de preguntas quese suscitan, una previa, relacionadacon la pregunta anterior. Háblenos,D. Abundio, de la posible independen-

cia de las Hermandades del Trabajoen aquella época. Se ha dicho que fue-ron financiadas, o en parte lo fueron,por sindicatos, que se intentó consti-tuirlas en apéndices religiosos de ta-les sindicatos con cargos natos.

R. Con toda justicia debo decirque los sindicatos se mostraron ta-caños conmigo en lo tocante a cos-tear o subvencionar actividadesque yo desarrollaba desde los sindi-catos y que caían de lleno dentro de

su órbita; así, porejemplo, festiva-les, campaña de«La voz de Cristoen las empresas»,«La Navidad de loshumildes», «Lega-lización canónicade matrimonios»,Ejercicios Espiri-tuales, que toma-ban como puntode partida para suorganización lossindicatos, etc. Porsupuesto, las Her-mandades del Tra-bajo, a las que se

las ignoraba, cuando no se las com-batía desde este ámbito, nunca per-cibieron recurso alguno de estafuente.

Es verdad que se me prometióayuda cuantiosísima y facilidadesde todo tipo para ellas si yo las en-cuadraba dentro del espíritu y dis-ciplina de su respetuoso sindicato,comenzando por nombrar presi-dente al jefe del sindicato.

Las Hermandades del Trabajonunca tuvieron mecenas. Su patri-monio se formó y alimentó con lascuotas de los socios, algún que otrodonativo de particulares y, sobre to-do, y esto conviene decirlo muy al-to, gracias a los ingresos de susobras comerciales debidas a la ini-ciativa de militantes de Hermanda-des, y que fueron gobernadas conuna inteligencia y tesón admira-bles. Éstos fueron los héroes denuestra consolidación económi-ca…”

(Continuará).

70 Años de Historia: “Entrevista de mayo de 1980” (VII)

Por Miguel Parmantié

“Encontré el rumbo definiti-vo de mi vida a través delteléfono, cuando dirigía unatanda de Ejercicios Espiri-tuales en Villa San Pablo(Carabanchel Bajo). Allí mellamó el señor obispo paracomunicarme que me habíanombrado asesor eclesiásti-co de sindicatos. ”.

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Hermandades

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Desde nuestros inicios en julio de 1947 nadade lo que ocurre en el mundo del trabajo nos hasido ajeno. Cada Primero de Mayo, fiesta de SanJosé Obrero, las HERMANDADES DEL TRABAJOhan venido denunciando las situaciones de in-justicia, desigualdad y explotación que pade-cen nuestros hermanos trabajadores. En elmarco de la celebración del 70 aniversario denuestra fundación, constatamos que los dere-chos de los trabajadores se siguen vulnerandogravemente. Esta realidad apremiante nos obli-ga a continuar reclamando un trabajo digno ya seguir combatiendo las situaciones de dolor ypobreza a través de acciones, obras y serviciosque buscan el desarrollo integral de la persona.No en vano insistía nuestro fundador, D. Abun-dio García Román, “Cristo vendrá al mundo ahombro de trabajadores”, parafraseando a Giu-seppe Toniolo, apóstol italiano.

LA REALIDAD DEL TRABAJO ACTUAL NOS SIGUE

INTERPELANDO

El actual mercado de trabajo y su regulaciónlegal deja puertas abiertas a una explotación,especialmente de los trabajadores menos cuali-ficados, que son los más vulnerables. La refor-ma laboral ha precarizado, y sigue haciéndolo,el trabajo de tal modo que muchas personastrabajadoras tienen que asumir condiciones la-borales y salariales injustas e indignas a pesardel relativo crecimiento económico y reducciónde las cifras del paro.

Lo cierto es que hay un porcentaje excesivode contratación temporal, los salarios se hanreducido, la economía sumergida alcanza nive-les como nunca, propiciando una contrataciónilegal. Las coberturas sociales han disminuidoy para muchas personas el trabajo no es un

medio para salir de la pobreza que les permitatener una vida digna para él y su familia, conun desarrollo integral en todos los ámbitos: la-boral, social, cultural, espiritual, ocio y tiempolibre, dificultando seriamente la conciliaciónfamiliar y laboral, imposibilitando a participaren actos de integración con otros trabajadores.

La situación actual se ve agravada por losgrandes escándalos de corrupción que han lle-vado a un descrédito del sistema actual con al-gunos políticos, empresarios y sindicalistas co-rruptos que sirven a sus propios intereses másque al bien común. Otra situación injusta es lapolítica fiscal que grava más las rentas del tra-bajo que las del capital.

Por otro lado, las mujeres, los inmigrantes,los mayores de 45 años y los jóvenes siguen su-friendo la discriminación en el mercado de tra-bajo. A esto se ha sumado el desarrollo tecno-lógico que avanza a pasos agigantados con cri-terios y fines mercantilistas, promoviendo unacultura del “descarte”.

Asistimos en estos últimos tiempos a la lle-gada masiva de refugiados, hermanos nuestrosque provienen de países en conflicto y guerra,buscando un trabajo para asegurar su futuro yel de su familia, situación que ha generado enEuropa tensiones y miedos, que deben llevar alcompromiso real, la solidaridad y la responsa-bilidad de todos.

COMPROMETIDOS CON LA JUSTICIA SOCIAL Y EL

BIEN COMÚN

Ante esta situación como trabajadores cristia-nos y ciudadanos comprometidos con la justi-cia social y el bien común:

· Reivindicamos con voz potente y clara lanecesidad de un sistema de relaciones labo-rales más justas y solidarias, que garanticeplenamente el derecho a un trabajo digno.Por ello reclamamos unas condiciones labo-rales que no sean contrarias a la familia y ala vida social, cultural y espiritual de los tra-bajadores. “El trabajo es sagrado. Por eso lagestión de la ocupación es una gran responsa-bilidad humana y social, que no puede ser deja-da en las manos de pocos o descargado sobreun ‘mercado’ divinizado. Causar una pérdidaen puestos de trabajo significa causar un gravedaño social” (Papa Francisco).

· Reclamamos un sistema económico querealmente esté al servicio de la persona yla sociedad, garantizando que la riquezagenerada por el trabajo favorezca funda-mentalmente a los trabajadores y al biencomún. Una economía que produzca lo su-ficiente, de manera sostenible, no una eco-nomía que genera un deterioro ecológicoimparable e irreversible basada en el con-sumismo y el despilfarro. En definitiva,una economía y una política que tengan alhombre, en su plenitud de hijo de Dios, enel centro, poniendo a su servicio y al de to-da la sociedad todo lo demás.

· Promovemos una formación integral huma-na y cristiana a través de la capacitación labo-ral y profesional como instrumento para dig-nificar a los trabajadores. Exigimos a las Ad-ministraciones Públicas que destinen fondospara este fin los cuales deben estar bien em-pleados, gestionados y supervisados.

“Afirmamos que el trabajo en todas susformas es la virtud humana más funda-mental”.

Manifiesto para el 1º de Mayo de las HH.T

Hermandades del Trabajo,70 años al servicio de los trabajadores

Comisión Nacional de España

4 mas MAYO 2017

Editado por las Hermandades del TrabajoDirector: Carlos Salcedo Peñalver

Consejo de Redacción: María Luisa San Juan, María José Plaza, Fernando GarcíaAdrianzén, Maruja Jiménez, Antonio Molina Schmid, Miguel Parmentie, Juan Rico,

Guadalupe Mejorado, Miguel Angel Calvo García..

Redacción y Administración: C/ JUAN DE AUSTRIA, 6, BAJO B. 8010 MADRID.

TELÉFONO. 91 445 03 93. Depósito Legal M- 13.409-58. Imprime: ROTOMADRID.

Los trabajos firmados que se publiquen en MAS no reflejan necesariamente la

opinión del CONSEJO NACIONAL DE LAS HERMANDADES DEL TRABAJO, sino,

exclusivamente, las de los respectivos autores.

mas

Los escritores en general y los autores de teatro o más concretamen-te los dramaturgos de calidad, que siempre han escaseado y quizá aho-ra de forma más acusada, solemos pecar si no de vanidosos, sí de au-tosuficientes hasta llegar en determinados momentos a creernos elombligo del mundo. Recuerdo mi primera juventud cuando ganaba lospremios aquellos y la gente me miraba por la calle y me reconocía, so-lía decir en las conferencias sobre todo si se trataba de públicos tam-bién jóvenes que la escritura nunca te abandonaría, era una compañe-ra fiel que llenaba tu vida emocional sin un desmayo, solía decirlo a lavista de que todas las ambiciones humanas, gran parte de los proyec-tos - al decir de Ortega -, solían acabar fallando. La vida como historiade una derrota. Pero mira por donde el tiempo me demostraría de unaforma brutal y cruel que aquello que decía a mi público tan joven erauna falacia, una engañifla vamos, pues para ser más concretos el 21 demarzo de 1975 me fallaría la inspiración, me fallaría todo, y el mundode oropel y de los aplausos se me vendría abajo.

Casi dos décadas buscando donde se habría metido ese don inefableen el que me solazaba, para por fin de una forma milagrosa y cuandola daba por perdida reapareció con el milagro de la paternidad.

Por supuesto jamás volveré a decir a nadie que esto no fallará nun-ca, esto o esta o aquello siempre te será fiel, por lo menos mientras es-temos en este mundo. Pero a lo que vamos, como creador de argumen-tos y su desarrollo teatral creía saberlo todo pero es precisamente aho-ra, en la vejez o pre-vejez, cuando mi vida cambia y el mayor tiempolibre me ha permitido si no aprender por lo menos sí acercarme bas-tante más al proceso teatral, y he aprendido por ejemplo que el autorno es lo más importante en un espectáculo, que lo más importante esel director; sin un buen director no haces nada, ya puedes escribir me-jor que Shakespeare, ya puedes describir una situación dramática conmás precisión que Arthur Miller, ya puedes poseer más dinero que BillGates, que no tienes nada que hacer si no tienes un buen director queelija el elenco de los actores con acierto tras aprender de memoria unay mil veces el texto, consecuencia vital o esencial de haberse literal-mente enamorado de él.

Una vez en posesión o mejor decir de acuerdo con esa pieza clave, dar-le libertad. Y es aquí donde un gran director puede enriquecer una obracomo si se tratara de jugo Bovril a una sopa. También puede dejarla co-mo está, y también puede arruinarla, claro; cosa harto frecuente.

Todo esto que les cuento lo he declarado en público desde un esce-nario, hasta llegar a decir yo no soy nada sin esos señores y señoritasque tienen ahí detrás de mí (los actores), y sin ese señor de las gafasque es el director, mi director.

Esa cura de humildad importante en esta vida y fundamental parallegar a la otra, algunos iluminados la ejercitan desde el principio,otros más torpes como yo, hemos necesitado, batacazos, ruinas econó-micas y enfermedades mastodónticas, para llegar a darnos cuenta delo que somos en realidad dentro de un gran espectáculo como es el te-atro, donde hay que tocar doscientos cincuenta cabos para poner enmarcha, lo que se dice en pie una obra, desde el teatro clásico y anti-guo hasta el contemporáneo, contando también y por supuesto con elempresario de local, que no es moco de pavo. Por eso es más difícil, in-finitamente más difícil estrenar que escribir.

El desgaste de un director de actores es infinitamente superior al delautor y al del actor, además es un desgaste físico y mental que les de-ja exhaustos. Y la belleza de lo que vemos y su grandeza, se deben altrabajo multidisciplinar, polifacético y armónico a la vez de ese hom-bre o mujer indispensables.

Como ves, lector querido, siempre estamos aprendiendo, y ¡ay deldía que no lo hagamos pues será signo inequívoco de que aunque nosvean vivos habremos dejado de estarlo!

(Viene de la pág. 1)Y todo ello sin ninguna ayuda ni subvención oficial. Es más, es sabido

que si D. Abundio hubiera aceptado que la obra estuviera bajo la órbita delo que era la Organización Sindical, las ayudas oficiales no habrían faltado.Todo se financió con las cuotas de los afiliados y sobre todo con los rendi-mientos de las propias cooperativas.

Pero también podemos afirmar que Hermandades fue un movimiento lai-cal que se anticipo a su tiempo, tanto si lo contemplamos como creación dela sociedad civil, es decir, fuera del ámbito de la administración estatal co-mo si lo miramos en el ámbito de la Iglesia Católica. Después de la termi-nación de la 2ª Guerra Mundial se sentía la necesidad de potenciar la pre-sencia y actuación de los laicos en lo que San Agustín llamó la ciudad terre-nal, favorecido por una teología del laicado en el contexto europeo: Congar,Chenu, De Lubac y tantos otros.

Esta teología laical fue uno de los motores del Concilio Vaticano II, queprodujo dos documentos de una enorme trascendencia social, política y re-ligiosa en España, la Constitución Gaudium et spes y el Decreto ApostolicamActuositatem. El Vaticano II marcó un giro en las relaciones Iglesia-Estado yen la forma de vivir el catolicismo en la propia sociedad española, puestoque uno de los fines de la gran Asamblea eclesial fue la mirada de la Iglesiahacia fuera, es decir, el diálogo con el mundo moderno. Curiosamente estemovimiento laical quedó después muy atenuado y englobado bajo la deno-minación de Pueblo de Dios y perdió parte de su pujanza.

Es por esto que Hermandades fue una institución imprescindible en lasociedad española del tercer cuarto del siglo pasado. Es más, nos atrevemosa sugerir que hoy día, en nuestra sociedad posmoderna y ultratecnológicase precisan instituciones como Hermandades, pues, mutatis mutandi, espreciso construir espacios sociales y una economía al servicio de las perso-nas, inspirada en los principios de la Doctrina Social de la Iglesia. La globa-lización y las sucesivas crisis económicas pasadas han dejado a muchas per-sonas “descartadas” o insuficientemente cubiertas por la protección esta-tal. Aquí entraría una economía que sin rechazar el mercado como criteriode asignación de recursos, tuviera instituciones más sociales: cooperativas,mutualidades, economía de comunión y distintas formas societarias dondeademás de no regirse exclusivamente por el ánimo de lucro, existieran es-pacios de cooperación y de gratuidad al servicio de los más necesitados.

Es verdad que hoy no se ve factible cubrir las necesidades sociales conlos medios propios sino que se precisarían ayudas estatales, pero nosotrospodemos presentar la experiencia de estas siete décadas de servicio a lostrabajadores y el aval de nuestro carisma apostólico- social, que no son, di-gamos, dos fines diferentes; uno espiritual y otro material, sino profunda-mente unidos entre sí, o si se quiere, dos caras de una misma moneda. Elhombre es un compuesto de cuerpo y espíritu y nuestra forma de entendery de vivir la fe cristiana en 1947 y hoy es mirando y sirviendo socialmenteal mundo del trabajo.

OpiniónSiempre aprendiendo

Germán Ubillos Orsolich

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El artículo 35 de la vigente Constitución Es-pañola, se estructura en dos apartados:

1. Todos los españoles tienen el deber de trabajar yel derecho al trabajo, a la libre elección de profesiónu oficio, a la promoción a través del trabajo y a unaremuneración suficiente para satisfacer sus necesi-dades y las de su familia, sin que en ningún casopueda hacerse discriminación por razón de sexo.

2. La ley regulará un estatuto de los trabajadores.

A lo largo de las anteriores seis entregas deesta serie sobre el “derecho al trabajo”, hemospodido estudiar algunos aspectos relativos aeste importantísimo derecho, que, sin lugar adudas, constituye el núcleo de este artículo denuestra Constitución.

Aunque, en sí, constituye un avance socialque el derecho al trabajo esté recogido entrelos derechos constitucionales, lamentablemen-te, el artículo 35 se encuentra fuera del grupode los derechos dotados del máximo grado deprotección jurídica, esto es, los que permitenacceder al Recurso de amparo constitucional,algo que sólo es posible con los derechos con-templados en los artículos 14 a 29 y 30 de laConstitución. Por lo tanto, otros derechos, co-mo el derecho a la “producción y creación lite-raria, artística, científica y técnica” o el derechoa la “libertad de cátedra”, que se recogen am-bos en el artículo 20 de la Constitución, disfru-tan de una mayor protección, y, en caso de suviolación, permiten que el ciudadano, en últi-ma instancia, plantee un Recurso de amparoante el Tribunal Constitucional. Ni que decirtiene que la producción artística o que la liber-tad de cátedra son importantes, pero me pare-ce que, para el que no tiene trabajo, estas cosaspueden parecer muy accesorias.

Además, también hemos visto que, a pesarde la sólida definición doctrinal que nuestroTribunal Constitucional ha hecho del derechoal trabajo, la aplicación práctica, incluso la delpropio Tribunal Constitucional, cuando ha sidoconfrontado con las sucesivas reformas labora-les, ha dejado muchísimo que desear, vaciandoeste derecho prácticamente de su contenido.Pero recordemos que, según el Tribunal Consti-tucional, el derecho al trabajo, que se recoge enel artículo 35.1 de nuestra Constitución, en suvertiente individual, se concreta en el “derechoa la continuidad o estabilidad en el empleo, es

decir, en el derecho a no ser despedido sin jus-ta causa”. (Sentencia del Tribunal Constitucio-nal 22/1981, FJ 8, cuya doctrina sigue en vigor,según recoge, por ejemplo, la STC 192/2003, de27 de octubre). Consecuentemente, en España,en teoría, no existe el despido ad nutum (por-que me da la gana) o sin causa. Pero el proble-ma es que, en la práctica, mediante el pago deuna indemnización –cada vez más pequeña– sepuede compensar, con toda normalidad, undespido sin causa o sin causa suficiente.

Asimismo hemos visto que la protección re-al frente al despido injusto, la que conlleva lareadmisión forzosa, hace mucho tiempo que noexiste, como regla general, en nuestro país, sal-vo para el caso de los delegados de personal ymiembros de los comités de empresa. Y que laprotección mejor que llegamos a tener apenasduró seis meses, allá por el año 1977.

Por otro lado, al estudiar la relación entre ca-pital y trabajo a la luz de la Doctrina Social dela Iglesia, pudimos observar que, desde haceunas décadas, en el Mundo Occidental, el tra-bajo y la posición del trabajador no han dejadode perder terreno en relación con el capital y laposición de la empresa. Podríamos incluso de-cir que el factor trabajo se encuentra en caídalibre, mientras que el factor capital ha salidoinquebrantado y hasta reforzado de las sucesi-vas crisis económicas que han tenido lugar des-de los años 70.

Hay quien dice que la responsabilidad por lacreciente pérdida de seguridad existencial delos trabajadores incluso recae en los mismostrabajadores, que, una vez que alcanzaron elbienestar económico de los años 60, comenza-ron a votar opciones políticas insolidarias, de-seosos de pagar menos impuestos y de maxi-mizar sus salarios. Personalmente y con muchorespeto por los que sostienen este análisis, meparece que la explicación no puede ser tan fácilcomo echarle la culpa a los propios trabajado-res. En mi humilde opinión, pienso que, másbien, fue el poder económico el que manipuló ala opinión pública, para que todos los sucesivosgobiernos, de uno y otro color, implementasenopciones insolidarias, aunque perjudicasen a lamayoría de la población. Creo que, en mayor omenor medida, esto es lo que ocurrió en Espa-ña, así como en todos los países de nuestro en-torno. De este modo, se pudieron incrementarlos beneficios de las empresas a costa de los re-

cortes de los mecanismos de protección socialy de las garantías laborales. Me parece que laexplicación más natural es que, después de la IIGuerra Mundial, a la vista de todo el sufrimien-to padecido, se frenó durante unos años la ten-dencia humana a la avaricia, que –por cierto–ya existía muchísimo antes de que los propiostrabajadores pudieran votar. Y que, a partir delos años 60, cuando dejó de notarse el efecto dela o las guerras, la avaricia volvió a recuperarsu influencia en la vida económica.

Ahora bien, con todo lo dicho, en absolutoquiero llevar a nadie al pesimismo ni a una ac-titud revolucionaria antisistema, a pesar deque esto se haya puesto tan de moda. Lo quepretendo es invitar a que luchemos por los va-lores morales en el mundo del trabajo, inclu-yendo también el valor del trabajo bien he-cho, que es el complemento esencial del dere-cho al trabajo. Porque otro mundo sí es posi-ble. Tal y como apunté en su momento, nopuedo entrar ahora en el debate en torno alpapel del Estado, sino que voy a dar por su-puesto que el Estado no es y que no puede odebe ser fuente de valores morales, sino queéstos le tienen que venir desde fuera, desde lasociedad en la que existe, que, como sujetocolectivo, posee unas determinadas conviccio-nes morales o éticas. Y aquí es donde encon-tramos el papel de la Iglesia y sus diversas re-alidades, como Hermandades del Trabajo, vi-viendo y proponiendo a todos unos valorescon los que vivir mejor el amor al prójimo, ha-ciendo una sociedad más solidaria. Estoy con-vencido que, en la medida en la que nos impli-quemos y que sepamos vivir el Ideario de lasHermandades del Trabajo, no sólo nos estare-mos apoyando mutuamente en las dificulta-des, sino que, al mismo tiempo, estaremostransformando la sociedad en la que vivimos.Consecuentemente, aquí es donde se gana ose pierde la guerra de los valores morales con-tra la avaricia humana. Temo que, en las Elec-ciones Generales, cuando elegimos a nuestroGobierno, ya es muy tarde. La conciencia mo-ral colectiva se tiene que haber formado an-tes, porque los gobiernos no van a hacer otracosa que reflejar lo que siente la sociedad. Ymientras tanto y en relación con nuestra pro-pia pequeña vida y la de las personas que nosrodean, no nos olvidemos nunca de que Dios,en su Providencia, es nuestro Padre y quequiere cuidar perfectamente de cada uno denosotros y también de nuestros trabajos.

EL DERECHO AL TRABAJO (y VII)

Transformemos la sociedad en la quevivimos. Otro mundo es posible

Por Antonio Molina Schmid

Laboral

6 mas MAYO 2017

LXX Aniversario Hermandades del Trabajo

LOS AÑOS ’60: CAMBIO, MODERNIZACIÓN YDESARROLLO

(Crecimiento y progreso en perspectiva)

Por José Sánchez Jiménez

En diciembre de 1961, y tras sulargo viaje por tierras hispanoame-ricanas, incluido Brasil, D. AbundioGarcía, Delegado Nacional Eclesiás-tico de las Hermandades del Traba-jo de España, en carta a los obispos,daba cuenta de este jugoso viaje,“en misión especial de informacióny propaganda”, según sus propiaspalabras, con el propósito de im-plantar por aquellas tierras las Her-mandades del Trabajo, por él funda-das.

Un mes más tarde, a mediados deenero de 1962, remitía ya a todoslos prelados diocesanos el progra-ma del primer “Cursillo” de capaci-tación para Dirigentes hispanoame-ricanos del Movimiento de las Her-mandades del Trabajo, a celebrar enMadrid a lo largo de los meses demarzo, abril y junio.

La explosión hacia fuera de lasHermandades era un hecho; y estaventurosa prisa parece respondertanto a la maduración del Movi-miento como a su oferta más gene-rosa y esperanzada a la petición im-paciente del Papa y de de los obis-pos sudamericanos, inquietos porlos avances del comunismo y por la“lamentabilísima situación vocacio-nal” en aquellos territorios.

“Miran a España –indicaba en lacarta citada- como a la Madre Pa-tria, que sigue con la obligaciónmoral de cultivar y sostener la feque ella misma sembró obisposhe oído ruegos y hasta quejaslastimeras, comentando el nú-mero de vocaciones sacerdotalesque en España se rechazan porfalta de espacio en los Semina-rios, cuando sólo con esos podríaabastecerse toda la América es-pañola con mayor abundancia dela que hoy se disfruta”.

Cambiaron ciertamente los tiem-pos; pero la motivación, la fuerza dela fe, el optimismo cristiano y laproyección y confianza en el futurodeberían seguir presentes y actuan-tes. La mirada al “pasado” podía, y

debía, revertir en el mejor hacer del“mañana”.

Cambio y progreso para una socie-dad en transformación

Si se mira el nuestro “pasado”–ese “ayer” que se trata de recons-truir ahora- conviene recordar que,desde los primeros años sesenta lasociedad aligera su cambio: la agri-cultura española produce más y me-jor; comienzan a abundar cerealespanificables, trigo en primer lugar,y hay excedentes de aceite y de al-gunos otros productos hortofrutíco-las y aun ganaderos. Las gentes, in-cluso en lugares alejados, y graciasa la mejor producción y distribuciónde alimentos, mejoran cualitativa-mente su dieta, con el aumento,muy lento por cierto, del consumode carne, pescado, productos lácte-os y frutas, y con menos gasto por-centual, dada la mejora de comuni-caciones que hacen factible el acce-so motorizado a casi todo el territo-rio.

Hasta va resultando cada vezmás fácil y más económico, para los

que permanecen en sus pueblos,acudir a la ciudad cercana, no sólopara visitar al médico, para dar aluz o atender a trámites puramenteadministrativos. Y tampoco resultacaro, sólo a los jóvenes de momen-to, servirse del tren, del autobús, eincluso del taxi para ir de compras,para asistir al cine o a cualquier es-pectáculo, para celebrar una boda oincluso para festejar con los amigosla despedida de soltero.

No solamente se come más, co-mo acaba de indicarse, sino que secome mejor; y se amplía el acceso aotros bienes de consumo, menos in-mediatos, más vitales y duraderos.Se conocen, gracias ahora a la tele-visión –a la primera cadena, que seexpande igualmente por todos loslugares–, noticias, modas, espectá-culos que llegan a las propias casascon sólo apretar un botón; la re-transmisión de partidos de fútbol,corridas de toros, algunas comediasy, por encima de todo, concursosque exaltan, porque así lo prometeny lo pregonan, un consumo de masasjamás soñado, que incita al disfrute

más ávido de bienes tampoco antesimaginados; o que permite unasformas nuevas de valorar como in-mejorable la vida en la ciudad, susventajas, sus ofertas y su porvenirasegurado y de triunfo, una vez quese publicita reiteradamente la«igualdad de oportunidades paratodos». Incluso el régimen promo-ciona un sistema de becas, a travésdel Patronato de Igualdad de Opor-tunidades (PIO), que va a facilitar elacceso de los hijos de trabajadores aestudios secundarios y de Universi-dad.

No se trata, sin embargo, de unasociedad más igualitaria, aun cuan-do se refleja cierto avance hacia lareducción de desigualdades. Los pri-meros estudios sociológicos, los deCáritas y FOESSA en primera instan-cia, ligan esta reducción a una ma-yor producción y mejor disposicióngeneral para el consumo, a pesar delos ingentes desequilibrios econó-micos y sociales heredados, vigen-tes, o en perspectiva.

Conforme se adentra el decenio yse precipita la corriente migratoria,extensible ahora, tanto a jornalerosy pequeños propietarios, como apropietarios medianos y hastagrandes, que orientan la vida de to-da la familia a la ciudad; cuando re-sulta imposible mantenerse en elmedio rural porque las tierras «nodan para tanto», las miserias, sin-sabores, dudas e interrogantes quelas comunidades campesinas mantie-nen a pesar de una mecanizacióncreciente, parecen ser mayores ymás graves, no sólo porque social ymentalmente lo sean, sino porquela marcha hacia la urbe, el olvido y«desprecio de aldea» aseguran has-ta en el inconsciente la «alabanzade la corte», aun cuando el trabajo,la vivienda, el ansiado consumo, laeducación y la vida de la mayor par-te de los que marchan apenas lle-guen a rebasar características y rea-lidades suburbanas, y en muchasocasiones suburbiales. “Del campoal suburbio” será el título de un ju-goso ensayo de Miguel Siguán, pu-

D. Abundio delante en El Espinar

MAYO 2017 mas 7

LXX Aniversario Hermandades del Trabajoblicado en 1959, valorando los efec-tos y resultados del proceso migra-torio que se vive.

Se mantienen además, tanto enlos que marchan como en los quequedan, unas formas de vivir, unaspautas de conducta, una difícil, porno decir imposible, imbricación delo viejo en lo nuevo, de lo rural en lourbano, bien se trate de la insisten-cia en el ahorro, del miedo al crédi-to bancario, del empeño en la de-fensa de un tipo de familia todavíaextensa, del resguardo en el recuer-do de ciertas formas de educaciónheredadas; o bien de la convicción ylucha, por encima de todo, por vol-ver, cuando se vuelve –en vacacio-nes, por las fiestas, ante aconteci-mientos familiares felices o tristes–como un «triunfador», con una vic-toria generalizadamente manifiestaen el ocasional gasto, más ostento-so que real, en la conocida y acos-tumbrada taberna, en la fiesta fami-liar o en el regalo de recuerdo parafamiliares cercanos.

La crisis de la agricultura tradicio-nal se empalma con una crisis deuna sociedad, que poco a poco fene-ce tras la progresiva marginación deformas de producción, de conviven-cia y de relaciones familiares, que sediluyen en sistemas nuevos de tra-bajo, de ahorro, de proyecto de fu-turo e incluso de endeudamiento enuna inversión –la de una vivienda–,cada vez menos familiar y más indi-vidualizada, que también, y muylentamente, se van aprendiendo.

Modernización y desarrollo desiguales

El cambio y la modernización so-cial que el país experimenta entre1960 y 1970 encierra una transfor-mación muy profunda de todas lasestructuras sociales, salvo, quizás,las de las clases dominantes. Dismi-nuye el proletariado rural y la po-blación activa agraria, y se diversifi-can las ocupaciones de las clasesobrera y media en entornos ciuda-danos que demandan, aparte de tra-bajo, una vivienda, una forma nue-va de vivir, un deseo e intento demejor futuro para los suyos.

Ya a la altura de 1970, sólo la ter-cera parte de los españoles habitaen municipios de menos de 10.000habitantes, de modo que puede ha-blarse con total acierto de una Espa-ña urbana, que rompe las formastradicionales de pervivencia rural, yasemeja sus formas de vida, suspautas de consumo y la mentalidady cultura de sus nuevas generacio-

nes; que aún vive un aumentode la población activa inferioral crecimiento vegetativo;que asiste al aumento rápidodel trabajo femenino y asumeunas nuevas formas de rela-ción y convivencia; y que en-tra en un proceso de seculari-zación y de reivindicación delcambio político acorde con lamodernización económica ysocial que experimenta.

El decenio de las grandes realizaciones

Si se mira con cierta deten-ción la trayectoria de las Her-mandades del Trabajo, son és-tos, años dorados, «el deceniode las grandes realizaciones» a quese refiere A. Linés, en su esencialobra. Crece la afiliación, se creannuevos Centros, se multiplican lasobras sociales, culturales y recreati-vas; ampliación y remodelación dela sede social del Centro de Madrid,más de nueve mil viviendas cons-truidas, creación de cooperativas,comedores sociales, créditos paracompras, Casa Hogar de Emaús, clí-nica, escuela de Automovilismo, co-lonias infantiles, y un Instituto So-cial Juan XXIII… Todo, en el umbralde las Bodas de Plata, a celebrar en1971.

¿Eran, acaso, las Hermandadesdel Trabajo ajenas a la conflictivi-dad laboral, acorde con una socie-dad en cambio y con fuerte incre-mento de las relaciones industrialesque la política de desarrollo habíade provocar?

D. Abundio García Román referíacon acierto, y en más de una oca-sión, que en los inicios de las Her-mandades monseñor García Lahi-guera, entonces obispo auxiliar deMadrid, le solía repetir: «D. Abun-dio, enseñe a los trabajadores a de-fenderse…».

Y es precisamente ahora cuandoeste aprendizaje y esta educaciónhabían de comenzar a manifestarsequizás de manera diferente a comolo venían gestando y ampliando losMovimientos especializados de Ac-ción Católica, que acabarán experi-mentando –en medio del crecimien-to económico circundante y enarde-cidos por las noticias, directrices ycompromisos ligados al desarrollo yconsecuencia del Concilio VaticanoII– la crisis a que se vio abocada laAcción Católica tras el desencuentrode 1966 con la Jerarquía eclesiásti-ca; en un momento de fuerte confu-sión que se interpreta, con desigual

acierto, como el del enfrentamientoentre la Iglesia y el Régimen deFranco.

A lo largo del decenio se ve crecerla tendencia a una mayor politiza-ción en las relaciones laborales y so-ciales que, sobre todo en las gran-des empresas, resultan más inme-diatas y mejor trabadas desde laclandestinidad sindical o política. Elpredominio de las razones económi-cas, especialmente la búsqueda demejoras salariales, dominante enlos primeros sesenta, da paso a con-flictos laborales, dominados e ins-trumentados además como caucesde reivindicación sindical y política.El descontento obrero y la protestaestudiantil universitaria se suman ypotencian unas explosiones plena-mente politizadas, de muy compli-cado diagnóstico, toda vez que alaparato policial y gubernativo delRégimen habría de resultan inefi-ciente, de no emplear la represión yla propaganda para anular o recor-tar los efectos de una inmersión po-lítica o de una actividad sindical ca-da vez menos clandestina.

No deje de tenerse en cuentaque, mediados los años sesenta, sevan reduciendo los apoyos socialesdel Régimen; sobre todo cuando seva experimentando la permanenciae incluso ampliación de las des-igualdades, en gran parte porquedominó el crecimiento económicosobre el desarrollo. Si se aúnan eldescontento obrero, la agitación es-tudiantil y el conflicto eclesiástico,en pleno impacto del Concilio Vati-cano II, cuyos efectos también inci-den en la secularización de la socie-dad, se pueden comprender e inclu-so explicar en parte el papel de opo-sición política a que se encuentranabocadas las formas plurales y com-plejas de hacer explícito un conflic-to social creciente y por necesidad

ligado a transformaciones políticas,en la práctica imposibles.

El compromiso cristiano del militante

¿Qué ocurre, entretanto, en el se-no de las Hermandades? Son, pese atodo, años de espectacular desarro-llo, de crecimiento generalizado, enconsonancia con esa “alegría desentir con la Iglesia” que vincula, enagradecida eficacia, la consolida-ción de Hermandades a nivel nacio-nal a partir de 1960, la ampliaciónde las obras sociales, antes reseña-da, las actividades de formación ypromoción humana, la creación deperiódico MAS, órgano de comuni-cación nacional, y, sobre todo, unade las ideas, propósitos y esperan-zas más queridos del Fundador: laexpansión por América, a partir delprimer viaje de los cuatro “adelan-tados” de Hermandades, en julio de1961, y de la organización del pri-mer Curso Hispanoamericano inau-gurado en Madrid, en marzo de1962.

Cuando se aproximaban los vein-ticinco años de las Hermandades,en la primavera de 1968 se celebraen Madrid la XVII Asamblea, bajo elsigno de “Renovación y Avance”; y,sin apenas tiempo para embriagar-se de satisfacción y complacencia,se vuelve a apostar, de forma indu-dablemente diferente, por el “com-promiso cristiano del militante”,por la reforma social, ajena a las ve-leidades sindicales y políticas, que,pese a su capacidad y posibilidades,resultaban ajenas al espíritu apos-tólico que había de vincular a losmilitantes de las Hermandades delTrabajo que accedían al complejopropósito del “compromiso cristia-no” que había de optar por el creci-miento y por los nuevos aires de re-novación.

8 mas MAYO 2017

LXX Aniversario Hermandades del Trabajo

CERTAMEN LITERARIO CON MOTIVO DEL 70 ANIVERSARIO DE HERMANDADES DEL TRABAJO

(Viene de la pág. 9)

Por eso es necesario seguir en ac-titud de discípulos del Señor y escu-char de sus labios: «No necesitan ir;dadles vosotros de comer».

Os invito a ser fieles al Señor yescuchar repetidamente de los la-bios de quien os ama el «dadles vo-sotros de comer». Seguramentenuestra sensibilidad cristiana, forja-da a través de años de servicio aDios y a los hombres, nos hace des-cubrir las necesidades materiales,morales y espirituales de nuestroshermanos, pues bien, que a cadadescubrimiento de mal a nuestro al-rededor hagamos memoria del Se-ñor: «Dadles vosotros de comer». Esel encargo, la tarea, la misión quenos encomienda quien nos ha lla-mado a la participación de su seño-río en el dominio y autoridad sobreprincipados y potestades.

A continuación, y como algo na-tural, el evangelista refleja la acti-tud evasiva y perpleja de los discí-pulos: «Si aquí no tenemos más quecinco panes y dos peces».

«Señor –diríamos hoy– si perso-nal y colectivamente somos muy li-mitados, apenas podemos hacer na-da. El año pasado, jueves tras jueves,de nuestros bolsillos, apenas un mi-llón de pesetas, y ¿qué es esto pararesolver el problema del paro?».

No sé si es exagerado, ampliandoesta secuencia de la multiplicaciónde los panes, decir lo siguiente: «Se-ñor, además de tener poco, es quenos toman por tontos, se ríen de laIglesia, nos engañan, no nos loagradecen. No se dan cuenta de quetenemos dos horas en medio detransporte para llegar a Juan deAustria, y todo un presupuesto alcabo del mes para venir a hacer ese

pequeño servicio que no merece lapena». La segunda actuación de Je-sús después del «dadles vosotros decomer» es el «traedme los cinco pa-nes y los dos peces».

Ahora bien, en un comienzo decurso, con toda humildad, nos hemosde preguntar: ¿estamos dispuestos aesta generosidad, a ofrecer al Señortodo lo poco que tenemos, pero todoy gratuitamente?: «Señor, personal ycolectivamente, éstos son nuestroscinco panes y dos peces».

Permitidme que pare aquí la ima-gen para hacer una afirmación quejuzgo esencial para nuestras Her-mandades, y que ha sido esencialen nuestra historia: el Reino de Diosal que nos debemos es un reino dejusticia y, a la vez, entre otras mu-chas cosas, es un reino de gracia, ygracia entendida como gratuidad,1

En la nota se dice: “Mensaje de D.

Abundio, en calidad de Consiliariodiocesano, en la apertura del curso1984-85. La alocución tuvo lugar enel primer jueves de octubre de 1984.El texto procede de los archivos dela Fundación D. Abundio García Ro-mán. Nombrado D. Antonio Algora,Vicario episcopal de la Archidiócesisde Madrid, D. Abundio asumió, conespíritu de disponibilidad y obe-diencia a su Obispo, el entoncesCardenal D. Angel Suquía, el cargode Consiliario diocesano del Centrode Madrid. Este tiempo de transi-ción concluyó cuando al final delcurso fue reemplazado por D. Ma-nuel García Hiruela. Es interesantepercibir en el mensaje que sigue lalucidez que el Siervo de Dios tenía,a sus 78 años, para valorar los sig-nos de los tiempos y la valentía pa-ra, desde el Evangelio, orientar larespuestas que las Hermandadesdebían dar a los retos que les plan-teaba el mundo del trabajo”.

BASES Los trabajos versaran sobre los valores de Hermandades del

Trabajo: la fraternidad, el compromiso, el trabajo, la ausencia delmismo y sus consecuencias, la inmigración y su problemática.Otros temas relacionados con estos ejes propuestos.

- La modalidad literaria será la de hacer reflexiones sobre los te-mas indicados, lo que de denomina ensayo.

- Extensión máxima, cinco folios, con interlineado 1,5, tipo de le-tra12, en Times New Roman.

- Los trabajos han de ser del autor, originales y no haber sido pre-sentados en ningún otro certamen, ni publicados en ningún medio an-teriormente.

- Los trabajos se presentarán con pseudónimo y cada participanteha de enviar 6 copias a la dirección que se indica.

- No se admite más de un trabajo del mismo autor/a.

- La fecha tope de entrega será el viernes 26 de mayo.

- La participación en este Certamen implica la aceptación de todaslas condiciones que se detallan en la convocatoria.

- La forma de entrega será por correo ordinario en el que se inclu-ye el trabajo con pseudónimo, y un sobre cerrado con los datos deidentidad del concursante, fotocopia del D.N.I, dirección postal, te-léfono, móvil y correo electrónico, indicando Certamen Literario. Di-rección: Sede de Hermandades Nacional, C/ Juan de Austria 6, ba-jo B, 28010 Madrid.

JURADO- El jurado está formado por profesionales de la literatura y elperiodismo, que valorarán los trabajos con pseudónimos, sin cono-cer la identidad de los participantes.

- En la evaluación individual de los mismos, y en la reunión de todoslos miembros del jurado, se tendrá en cuenta: originalidad, clari-dad expositiva, corrección de estilo y todos los elementos que cons-tituyen un trabajo correcto en fondo y forma.

- El Acto Cultural, en el que se otorgará públicamente los premios,tendrá lugar el viernes 16 de junio a las 19,15 horas en el Salónde Actos de Hermandades, en la calle Raimundo Lulio 3. Madrid. Seruega la presencia de todos los participantes, si fuera posible.

PREMIOS- Se otorgaran tres premios:

Primero: Una semana en algún centro de vacaciones de Hermanda-des a elegir, para dos personas.

Segundo: Un fin de semana para dos personas a elegir, en algúncentro de vacaciones de Hermandades.

Tercero: un lote de libros publicados por Hermandades.

ANIMAMOS A LA PARTICIPACIÓN A TODA AQUELLA PERSONA QUE LO DESEE Y QUIERA APORTAR ALGO SOBRE LOS TEMAS PROPUESTOS EN ESTA CONVOCATORIA.

MAYO 2017 mas 9

LXX Aniversario Hermandades del Trabajo

III. Oración y compromiso, compromiso y ora-ción a todos los niveles: a nivel personal y a ni-vel institucional, como HHT. No una cosa sin laotra. A ambas cosas, y a la unidad entre ambas,dedicó don Abundio muchas de sus reflexiones ydiscursos. Y ambas vistas como encarnación delamor, para hacer realidad el Reino de Dios sobretodo en el mundo al que Dios os ha llamado pa-ra llevar allí su Reino: el mundo del trabajo y delos trabajadores. Con ese espíritu que resumetan bien la frase de Toniolo que a don Abundio legustaba tanto: “Cristo vendrá a hombros de lostrabajadores” (cf. entre otros lugares la oración“Consagración al Sagrado Corazón de Jesús”, 21junio 1968, Libro II, p. 377-378). Vosotros, convuestra vida, habéis sido testigos de esto.

Una oración no sólo para alimentar la propiavida espiritual, sino también la acción apostóli-ca y de compromiso social propio y de los otros,de la institución, de HHT, para ser fermento delReino de Dios en la masa y para la masa (cf. mo-vimiento de masas, II, 136-137).

De ahí la importancia de los Grupos Orantes(que no Grupos de Oración). Una realidad quenos describe muy bellamente en un texto de1958 (II, 118-119; cf. 147-148), hasta el punto deconsiderar la oración (que es obra de misericor-dia “orar a Dios por los vivos y los difuntos”), enbien de los grupos apostólicos y con los gruposapostólicos (incluso con sus mismas oraciones ypalabras) como una forma de construir HHT.

“Hay, pues, que airear mucho esta consigna:Ningún socio sin encuadrar en alguna actividad,dice. Los que se vean imposibilitados de colabo-rar activamente en la obra, oblíguense a colabo-rar con la oración. Necesitamos falanges orantesque faciliten los pasos de los que trabajan acti-vamente. Sin la oración por delante, todo nues-tro esfuerzo podría quedar vacío. Con la amistadhay que ganarse a Dios para nuestras obras. Y laoración es la que hace amigos”.

A todo esto habría que añadir la formaciónpersonal y grupal, en todas las edades y en to-das las etapas, tanto en la fe como en lo huma-no y social. Lo cual merecería un capítulo apar-te.

Pero, aún siendo esto importante, a donAbundio le preocupa no menos la encarnaciónen obras apostólicas y sociales concretas, siem-pre con gran imaginación. Y para eso hay que es-tar en medio de las realidades a las que se quie-re servir y en las que anunciar y llevar de formaconcreta el Reino de Dios. Por eso le preocupa,ya en los años ochenta, que, al irse envejeciendoy jubilando los miembros de HHT, ya esto no sea

así (Lo comenta en el año 1986 refiriéndose alGrupo de Vida Ascendente que se acababa defundar dentro de HHT (II, 271-272). Aunque tam-bién se plantea ya cómo estas personas puedenser útiles en esta etapa de su vida a la causa a laque se han dedicado por entero durante años.

IV. A este punto nos podemos preguntar:¿obras de misericordia corporales o espiritua-les? Don Abundio en el compromiso por unmundo del trabajo según Dios respondería quehay que empezar por lo social, que, ciertamente,abarca ambas cosas. Así lo dice en una reflexiónde 1961(II, 149) refiriéndose a la respuesta quehabía dado a un Obispo que le había preguntadosobre el tema: ¿labor social o formación en vis-tas a la creación de una sociedad nueva, es decir,lo social? Y don Abundio responde que ambascosas, porque HHT aspira a una labor integral, auna redención integral del hombre. Y esta es unatarea que exige una continua imaginación ycompromiso en la búsqueda continua de mejo-ras y un mejor servicio al reino de Dios.

En este sentido hay otro texto muy interesan-te de 1958 (II, 124-125) en el que reflexiona so-bre la renovación que pide a la Iglesia el nuevoPapa, Juan XXIII:

“La renovación no tiene por qué exigir uncambio de rumbo u objetivos. Los fines son ca-racterísticos e inmutables; por consiguiente, loque importa es que se inventen recursos, renue-ven procedimientos y se seleccionen métodos.Espero mucho a este respecto del interés y entu-siasmo de nuestros colaboradores y compromi-sarios. ¿Lo tenéis ya todo probado? Ni muchomenos. Hagámonos a la idea de que cada díapuede traernos nuevos descubrimientos. Másque revolucionarios, preferimos innovadores. Larevolución destruye y condena, y entre nosotros,gracias a Dios, no tenemos nada que condenar ymuy poco que destruir. Sin embargo, el innova-dor remoza y restaura, aprovecha y decora, en-sancha y robustece. Nuestra actividad de cari-dad va tomando ya nuevas modalidades, apartede las clásicas (…). En Propaganda hay muchoque pensar y mucho también que hacer (…). EnEstudio (…). En Turismo (…). En Piedad (…). EnAcción Social (…). En Formación Profesional(…). En Arte (…). En Deportes (…). En Vivienda(…).

Está bien soñar también hoy como entoncespara ser verdaderos discípulos y seguidores dedon Abundio. Pero hay una pregunta que no sepuede ignorar. ¿Qué puede hacer HHT hoy antelos grandes retos que se nos presentan? Ya enlos años ochenta don Abundio era consciente deesto, es decir, de los propios límites al menos en

la situación real que se vivía ya entonces, y, sinduda, mucho más ahora.

En este sentido quisiera traer a vuestra me-moria un texto de 1984 (Libro I, 379-382). En élhabla no sólo de la importancia del dar con ge-nerosidad, sino también del darse a sí mismo, ytodo lo que uno tiene, por esta causa. Vivir así loque podríamos llamar una cultura de la gratui-dad, y confiar en que el Señor hará todo lo de-más. Es un texto que tiene una interesante in-troducción y tres capítulos de objetos concretospara ese curso. En su introducción dice así:

«EN NUESTRA POBREZA, SOMOS GRACIA PARANUESTROS HERMANOS»1

El gozo y la esperanza, las lágrimas y angus-tias de nuestros días, sobre todo de los pobresy de toda clase de afligidos, son también gozoy esperanza, lágrimas y angustias de los discí-pulos de Cristo y nada hay verdaderamente hu-mano que no tenga resonancia en su corazón(GS 1).

Comenzar con estas palabras significa yaabrir una pista para indicar el camino a recorrer.De ahí ha de partir nuestra renovada incorpora-ción a las tareas eclesiales de este curso. No pue-de ser de otra manera.

Hemos hecho memoria de Jesús en la escenade la multiplicación de los panes (cf. Mt 14,13-23), y efectivamente en ella vemos a los discípu-los inquietos porque la masa de gente que deseaseguir a Jesús no tiene qué comer. En principio,la tentación de los discípulos es quitarse el pro-blema de encima: «Mándales a las aldeas que secompren comida».

¿No estamos los discípulos hoy en esta mis-ma situación? Qué arreglen lo del paro, que nosrespeten la libertad de enseñanza, que no yugu-len la libertad sindical, que no engañen al pue-blo en los medios de comunicación; y pedimosen las preces espontáneas de los fieles por lapaz, por que termine el terrorismo, por todas laslacras que azotan hoy a nuestro mundo.

Hasta aquí reflejamos muy bien la situaciónde la comunidad cristiana que ha recibido del Pa-dre la gracia de nuestro Señor Jesucristo, y porgracia sabemos que esta situación no es normal,pues pertenece al reino del mal y del pecado. PorJesucristo, el Señor, sabemos que esto no debeser así, no es lo proyectado para el hombre porel Padre; y además hay vías de salida, hay reden-ción. Se puede hacer algo.

(Sigue en la pág. 8)

EL ROSTRO DE LA MISERICORDIA EN EL CARISMA Y EN ALGUNOS ESCRITOS DE DON ABUNDIO (II)

Por José Damián Gaitán (9-3-2016)

10 mas MAYO 2017

Cultura

Aproximación al pensamiento de GilbertKeith Chesterton: Su compromiso social

Por Mª José Plaza BravoEl 5 de mayo de 1891 se iniciala Doctrina Social de la Iglesiacon la publicación de la Encícli-ca Rerum novarum (“sobre la si-tuación de los obreros”) del Pa-pa León XIII. Esta encíclica mar-ca un hito en el pensamiento so-cial cristiano y su influencia nodejó indiferente a los pensadorescomprometidos con las pésimascondiciones de la clase trabaja-dora a consecuencia de la conso-lidación de la Revolución Indus-trial y el fortalecimiento del ca-pitalismo industrial.

ntre los disconformes con losabusos del capitalismo y des-acordes con el socialismo, nosencontramos -entre otros mu-

chos- con los hermanos Chesterton(Cecil y Gilbert Keith) y su gran ami-go Hilaire Belloc. Este grupo de “di-sidentes”, entusiasmados con la Re-rum novarum, enunciaron la terceravía de organización económica: elDistributismo, que no es sino laplasmación de los principios de laDSI a una realidad social. Teoría po-lítica, social y económica que divul-garon entre la sociedad británicalos Chesterton y Belloc a través delperiódico que editaban y dirigían.

Comencemos por la denunciade Chesterton sobre la injusticiasocial: De todos estos pecados, hayuno que yace enterrado en el hoyomás profundo; pero es el más he-diondo, y aunque se quiera enterrar-lo, apesta: se trata de la historia au-téntica de las relaciones entre ricos ypobres en Inglaterra. El proletariadoinglés, medio muerto de hambre, vis-te harapos que son los trapos suciosde la nación.1

La afirmación es taxativa y, aun-que él y su hermano, en su juven-tud, simpatizaron con el socialismo,concretamente con el socialismo fa-biano; Chesterton nos aclara por-que se fue alejando de estos postu-lados: (el socialismo) propone que elEstado, como conciencia de la comu-nidad, posea todas las formas prima-rias de propiedad, basándose, eviden-temente, en que los hombres no soncapaces de poseer, ni de intercambiar,ni de combinar, ni de competir sin ha-cerse daño (...) No admito que la pro-

piedad privada sea una concesión a labajeza y al egoísmo; creo que es unacuestión de honor. Creo que es la máspopular de todas las cuestiones de ho-nor”.2

Pero, Chesterton, tampoco es uncapitalista que confía ciegamenteen las leyes del mercado: El capita-lismo es una cárcel corrupta. Es lo me-jor que puede decirse del capitalismo.Pero tiene algo de bueno (frente al so-cialismo): el hombre es un poco más li-bre en esa cárcel corrupta que en unacárcel seria. El preso puede encontrarun carcelero más flexible que otro; porlo menos puede elegir entre varios ti-ranos. En el otro caso, se encuentracon el mismo tirano en cada caso”.3

A continuación, entenderemoscuáles son sus motivos para recha-zar el capitalismo y comprender su“cruzada” contra quienes ejercen elpoder político y económico. Los po-derosos ante la amenaza del socia-lismo, en vez de iniciar reformas afavor de los trabajadores que evita-sen (o paliasen) el crecimiento delmarxismo -por innecesaria-, con talde no renunciar a su margen de be-neficio, llevaron a cabo una retorci-da maniobra que agravaba la injus-ticia, Chesterton la resume con ma-gistral ironía: El acuerdo al que se lle-gó por fin fue uno de los más intere-santes y curiosos de la historia. Se de-cidió que se haría todo lo que se habíadenostado del socialismo, y no se ha-ría nada de lo que había deseado.4

Chesterton no estaba especulan-do, en su obra Lo que está mal en elmundo, concluye con un ensayo,que, sinceramente, pensamos quees uno de los alegatos más valero-sos, lúcidos y deslumbrante que ja-más hemos leído. En el fondo, no setrata de una denuncia por una con-ducta autoritaria por parte de lasautoridades públicas, que lo es;además, refleja la insolencia deaquellos que actúan pensando queson como dioses, escudados en laley positiva aprobada legalmente. AChesterton, discípulo de Santo To-más de Aquino, no le engañaron, laverdad no se puede transformar abase de leyes que, astutamente, re-chazan la realidad de las cosas y delas personas.

Hace un tiempo algunas personas,a las que la ley moderna autorizó adictar normas a sus conciudadanosmenos elegantes, emitieron una ordenque decía que había que cortar el pelomuy corto a las niñas pequeñas. Merefiero, naturalmente, a aquellas ni-ñas pequeñas cuyos padres fueran po-bres. (...) Ahora bien, la cuestión queprovocó esta interferencia concretafue que los pobres se encuentran tanpresionados desde arriba, en submun-dos de miseria tan apestosos y sofo-cantes, que no se les debe permitir te-ner pelo, pues, en su caso, eso signifi-ca tener piojos. En consecuencia, losmédicos sugieren suprimir el pelo. Noparece habérseles ocurrido suprimirlos piojos. Y, sin embargo, eso se po-dría hacer (...). La pequeña niña de pe-lo rojo dorado, a la que acabo de verpasar junto a mi casa, no debe serafeitada, ni lisiada, ni alterada; su pe-lo no debe ser cortado como el de unconvicto; todos los reinos de la tierradeben ser destrozados y mutilados pa-ra servirla a ella. Ella es la imagen hu-mana y sagrada; a su alrededor, latrama social debe oscilar, romperse ycaer; los pilares de la sociedad vacila-rán y los tejados más antiguos se des-plomarán, pero no habrá de dañarseni un pelo de su cabeza.5

Frente a este atropello, el distri-butismo que, en 1926, se estructuróen torno a la Liga Distributista, creeen la familia, en la libertad y en lapropiedad. Muy resumidamente,enunciaremos que el distributismo6 proponía una distribución (de ahí,obviamente su nombre) justa de lapropiedad como garantía de liber-tad y de desarrollo personal de launidad familiar en condiciones co-herentes con la dignidad del ser hu-mano. El distributismo era partida-rio de la propiedad privada vincula-da a la unidad familiar. También, re-conocía, tal y como viene inspiradopor la DSI, los límites de este dere-cho y la responsabilidad social queconlleva. Los distributistas defendí-an la propiedad privada como me-dio (y no como fin) que permitiese ala persona y a su familia su desarro-llo integral, con otras palabras, laeconomía al servicio del hombre.

Además, no veían incompatibleni negativo que la empresa fuera

eficiente y obtuviera beneficios, pe-ro acentuaban su fin social: generarempleo y producir bienes y servi-cios para el progreso social. Muchasiniciativas distributistas se consti-tuyeron bajo la fórmula de la coope-rativa. Todo ello bajo una antropo-logía inspirada por el humanismocristiano. El derecho a la propiedadasignado a la unidad familiar eragarantía de libertad y de participa-ción para la construcción de unaverdadera democracia.

Los distributistas también reco-gieron una idea muy propia que hasido sabiamente desarrollada por lafilosofía personalista: la concepciónde la persona en su individualidad(somos únicos e irrepetibles) perososteniendo el crecimiento perso-nal a través de la relación: con elotro y con la trascendencia. El or-den social, que buscaba ser justo,equilibrado y sostenible, no debíade depender de leyes positivas ni dela coerción de los poderes públicos.Sino que postulaba varios puntosde apoyo: cooperación, librementey responsablemente aceptada, parala consecución del bien de todos.Fomentar una ética de máximos,con la propuesta de virtudes talescomo actitud de servicio, entrega,generosidad, preocupación por elotro, confianza, honradez que fuerasostenida comprometida y férrea-mente, tanto en tiempos de bonan-za como en momentos desfavora-bles.

--------------------------------------------1 Chesterton, G.K. (2012). La Eu-

genesia y otras desgracias. Madrid:Editorial Renacimiento. EdicionesEspuela de Plata. págs. 128 y 129

2 Ibíd., 186 y 187.3 Ibíd., 189.4 Ibíd., 190.5 Chesterton, G.K. (2008). Lo que

está mal en el mundo. Barcelona: Edi-torial Acantilado. 10 y 11.

6 La descripción de la CorrienteDistributista o Distributismo está ba-sada en la exposición que, de ellahace, Salvador Antuñano Alea, Pro-fesor Titular de Humanidades de laUniversidad Francisco de Vitoria enel prólogo del libro Chesterton, G.K.(2012). La Eugenesia y otras desgra-cias. op. cit. 17 a 26.

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MAYO 2017 mas 11

Cultura

El próximo 31 de octubre se cumpliránquinientos años de que Lutero clavara enla puerta de la capilla del palacio de Wit-tenberg sus noventa y cinco tesis contralas indulgencias promulgadas por la Igle-sia. Esta fecha puede considerarse, pues,como el inicio de la Reforma protestante ydel subsiguiente cisma que aún hoy divideal Cristianismo.

l tiempo vio crecer y consolidarse la nuevareligión, en una crucial etapa histórica enla que Occidente pasó del Medievo a la

Modernidad. La Reforma ha sido minuciosamen-te estudiada y analizada, tanto en sus hechoshistóricos como en las numerosas causas y cir-cunstancias que la propiciaron primero y que lahicieron posible después (véase, por ejemplo, His-toria de la Reforma, de Joseph Lortz).

Prescindiendo del aspecto histórico, pode-mos hacernos una pregunta en apariencia sen-cilla pero que trasluce un cúmulo de temas dereflexión: ¿Se diferencian un católico y un pro-testante en su modo de estar ante la vida a cau-sa de la religión que profesa cada uno de ellos?Es decir, ¿hay rasgos psíquicos de cada creyen-te determinados por su religión como fuentede actitudes existenciales distintas?

Esta pregunta fue planteada por el profesorJosé Luis López Aranguren (1909-1996) en su li-bro Catolicismo y protestantismo como formas deexistencia (Biblioteca Nueva, 1998), que comen-taremos brevemente en este artículo.

Aranguren comienza su estudio constatandola influencia que nuestro estado de ánimo,nuestro carácter o talante, ejerce sobre cual-quiera de nuestras actividades intelectuales,pensamientos y sentimientos: «¡De qué distin-ta manera vemos las cosas que están ahí y queobjetivamente no han sufrido ningún cambioperceptible, según que estemos tristes o ale-gres, según que nos sintamos jóvenes o viejos,aburridos o ilusionados!». El sentimiento reli-gioso no sería ajeno a este efecto, de forma quela religión que profesa cada cual dependería deo determinaría su particular talante o actitudgeneral ante la vida: «Quien cree en un Dios co-lérico, arbitrario y terrible, acaba haciéndosepusilánime y aterrado, o bien estoicamentedesesperado. Quien confía en un Dios bondado-so, equitativo y amante, se torna sereno y ale-gre o termina convirtiéndose en perezoso y te-merariamente seguro de su salvación». ParaAranguren es indiferente tanto el hecho de quela religión moldee el talante del hombre comoel que cada uno adopte la religión que mejor

convenga a su carácter, o viva a su manera lareligión heredada. El efecto es el mismo: ca-da religión puede asociarse a una determina-da estructura psíquica del hombre.

Esta es la hipótesis de la que parte Aran-guren y que pretende confirmar en los su-cesivos capítulos del libro analizando lascaracterísticas psíquicas de los adeptos delas principales sectas protestantes: lutera-nismo, calvinismo, anglicanismo...

El luteranismo, según el autor, deberíasu origen al carácter atormentado de Lute-ro, que desesperó de alcanzar la salvaciónmediante sus obras: «¿Por qué apostató Lu-tero? Porque su temple fundamental de áni-mo consistía en angustia y desesperación».La única «tabla de salvación» que encontróLutero fue la justificación sólo por la fe,principio del que deriva toda la teologíaprotestante.

El sesgo puritano del calvinismo, a suvez, se debe, según Aranguren, al caráctertriste, austero, «hostil al goce», que poseíanCalvino y sus seguidores. Por otra parte, sumentalidad laboriosa y utilitarista sería la cau-sa psicológica del origen del capitalismo, comohabría demostrado Max Weber.

Por su parte, el anglicanismo resulta tan di-fícil de descifrar como lo es el «insular espírituanglosajón», preocupado sobre todo por aco-modarse a las circunstancias históricas y políti-cas y, en consecuencia, poco proclive a definirclaramente su fe, variable según lo aconsejenlas circunstancias: «Más que una religión teoló-gica es una religión histórica, plasmada no tan-to por categorías metafísico-religiosas comopor conceptos ocasionales».

El contrapunto al protestantismo lo puso laContrarreforma católica, con la Compañía deJesús al frente de la disputa teológica, y con elmisticismo de los carmelitas descalzos en la re-generación interna de la vida monástica. Des-taca el diferente talante de estos reformadoresfrente al protestante: «El sentido decisivo de laContrarreforma es, en una de sus intencionesprincipales, la defensa y exaltación de la liber-tad humana tanto como el dogma lo permite».Revalorización, pues, de la condición humana,de las obras del hombre y de la responsabilidadde éste en su salvación.

Llegados a este punto, no obstante, Arangu-ren muestra algunas reservas sobre su hipóte-sis de partida, a saber, la determinante relación

mutua entre religión y carácter. Constata, poruna parte, que hubo una indudable influenciarecíproca entre el catolicismo y el protestantis-mo en el curso de su lucha teológica; por otra,en la situación actual de crisis, el catolicismoestá padeciendo cambios: «la situación actualdel mundo es proclive al sentimiento existen-cial de desesperación», de forma que «la mane-ra de vivir el catolicismo se ensancha para darcabida a formas de existencia que, desde laEdad Moderna, han pasado como no-católicas».Y se debe contar además, añade Aranguren,con que la disyuntiva en nuestros días ya no estanto catolicismo-protestantismo como religio-sidad-irreligiosidad

Aranguren, por tanto, admite la influenciahistórica sobre el hecho religioso, junto al com-ponente psicológico inicialmente considerado:«¿Habrá un talante católico en sí, que se realizacon mayor o menor pureza a través de la reali-dad? ¿O se trata más bien de una “propensión”dada únicamente en la historia, fuera de la cualnos movemos entre abstracciones? Probable-mente, la verdad es esta última».

Para concluir, debemos tener en cuenta queeste libro fue escrito en 1952. Si ya en ese mo-mento Aranguren apreciaba una crisis religiosaen la sociedad, ¿qué pensaría hoy en día? Porello y por los argumentos expuestos, creemosque sus conclusiones siguen siendo hoy esen-cialmente válidas.

Catolicismo y protestantismoPor Luis Miguel Rodríguez Hevia

Martin Luther de Lucas Cranach

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12 mas MAYO 2017

Opinión

MANIFIESTOVICARÍA DE ACCIÓN CARITATIVA Y

VICARÍA DE PASTORAL SOCIAL E INNOVACIÓN9ª Vigilia de oración con los que sufren la crisis: “ABRIENDO CAMINOS

DE ESPERANZA” 1 de abril de 2017Los participantes en la

novena vigilia de oracióncon los que sufren la crisisconstatamos:

1. Que el desempleo siguesiendo una losa para mu-chas personas y familias denuestra sociedad, a pesarde los pequeños repuntesde recuperación económi-ca.

2. Que el desempleo tieneuna incidencia especial enlas mujeres y en las perso-nas inmigrantes.

3. Que el poco empleo quese está creando es precario,de corta duración, con ba-jos salarios y deficientes condiciones labora-les.

4. Que se agudizan las consecuencias del pa-ro de larga duración: una de cada dos perso-nas desempleadas lleva más de un año enparo; la tasa de paro de las figuras de refe-rencia en las familias es tres veces mayorque antes de la crisis…

5. Que el desempleo y el trabajo precario ge-neran una espiral de pobreza y vulnerabili-dad que, además de privar de lo necesariopara vivir dignamente, conducen a las per-sonas que lo padecen a perder su autoesti-

ma y entrar en la dinámica de la exclusiónsocial.

Frente a esta realidad, estamos convenci-dos que todas las personas tienen derecho avivir dignamente y, por lo tanto, a un traba-jo que garantice esas condiciones de digni-dad. Por ello, entendemos:

1. Que el trabajo decente es acceder a unempleo con derechos, sin discriminación, encondiciones saludables, con remuneraciónsuficiente y protección social.

2. Que el trabajo, además de un derecho y deun medio para vivirdignamente, es unaposibilidad impor-tante que tenemospara continuar laobra de Dios, parahumanizar y en-grandecer nuestro mundo.

3. Que la Iglesia es-tá al servicio de laspersonas y, por ello,la defensa del tra-bajo digno formaparte de su misiónevangelizadora.

4. Que esta misión en favordel trabajo digno ha de reali-zarse desde la acogida, la mo-tivación, la capacitación y elacompañamiento.

5. Que en nuestro encuentrocon las personas, las comuni-dades cristianas hemos depropiciar que caigan las losasque oprimen y bloquean atantos hermanos y hermanasnuestros.

Estos principios nos ani-man y comprometen a:

1. Denunciar las causas y losmecanismos perversos quemantienen este sistema in-justo, no consintiendo situa-

ciones que atenten contra la vida y dignidadde los trabajadores y desempleados.

2. Apostar por la economía solidaria, el con-sumo responsable, el comercio justo,… y to-do aquello que promueva la colaboración yla cultura del encuentro frente a la competi-tividad y el individualismo que tanto pro-mueve nuestro sistema económico. En pala-bras del Papa Francisco: “frente a la globali-zación de la indiferencia, la globalización dela solidaridad”.

3. Acompañar y apoyar a todas las personasy colectivos que sufren en mayor grado lasconsecuencias de esta situación de indigni-dad y precariedad.

4. Aunar fuerzas y trabajar en red con todasaquellas instituciones, entidades y platafor-mas sociales que apuestan por una sociedaddigna y justa.5. Abrir caminos de esperanza para quienesperciben y experimentan un futuro sin hori-zonte y sin sentido.

Todo camino empieza por un primer paso;todos somos corresponsables de la situación.Juntos podemos construir una sociedad másjusta y solidaria, donde la persona sea valora-da por lo que es, y no exclusivamente por loque hace y tiene.

MAYO 2017 mas 13

Doctrina Social de la Iglesia

LLAA RREELLAACCIIÓÓNN CCAAPPIITTAALL--TTRRAABBAAJJOO ((II))Por Luis González-Carvajal Santabárbara

Primera Conferencia dictada dentro de la XXVI Semana de Doctrina Pastoral y Social: ¿Es posible una Economía al servicio del hombre?Hace más de cincuenta años dijo Juan XXIII que«los principios generales de una doctrina socialse llevan a la práctica comúnmente mediantetres fases: primera, examen completo del verda-dero estado de la situación; segunda, valoraciónexacta de esta situación a la luz de los princi-pios, y tercera, determinación de lo posible o delo obligatorio para aplicar los principios deacuerdo con las circunstancias de tiempo y lugar.Son tres fases de un mismo proceso que suelenexpresarse con estos tres verbos: ver, juzgar yobrar» (MM 236).

Esas serán las tres partes de mi conferencia:en primer lugar hablaré del deterioro actual delas condiciones laborales, después explicaré loque dice la Doctrina Social de la Iglesia sobrelas relaciones capital-trabajo (será la parte másextensa de mi exposición) y por último intenta-ré aportar algunas pistas de actuación. Excesi-va materia, como ven, para poder desarrollarlaen una hora, por lo que inevitablemente que-darán no pocos cabos sueltos.

PRIMERA PARTE:DETERIORO ACTUAL DE LAS CONDICIONES

LABORALES. LOS AÑOS DE LA ECONOMÍA SO-CIAL DE MERCADO

Después de la Segunda Guerra Mundial casitodos los países capitalistas implantaron lo queconocemos como «economía social de merca-do». Sus dos principales características fueronun sólido marco jurídico para regular la econo-mía y unas políticas redistributivas de la rentaque cristalizaron en lo que se ha dado en lla-mar «Estado de Bienestar».

La economía social de mercado produjo bue-nísimos resultados, tanto económicos como so-ciales. Fueron magníficos los resultados econó-micos porque las décadas de 1950 y 1960 fue-ron las de mayor crecimiento económico de to-da la historia de la humanidad. Y fueron tam-bién extraordinarios los resultados socialesporque el «Estado de Bienestar» ha sido la«edad de oro» para la clase trabajadora. Nadamenos que Alexander Dubcek, el líder de la Pri-mavera de Praga, declaró públicamente que «elcapitalismo ha hecho más por la clase obreraque el socialismo real»1.

LOS AÑOS DEL CAPITALISMO NEOLIBERAL

Desgraciadamente, a partir de la crisis eco-nómica de 1973-1974 la economía social demercado empezó a ser sustituida paulatina-mente por el capitalismo neoliberal.

Por una parte, se inició un lento —pero con-tinuo— desmantelamiento del Estado de Bien-estar porque los ciudadanos de las sociedades

opulentas estaban cada vez menos dispuestosa financiar con sus impuestos los programassociales. La razón es muy simple. Anteriormen-te los ciudadanos económicamente satisfechoseran una pequeña minoría dentro de cada país,pero después de tres décadas de economía so-cial de mercado habían llegado a ser la mayoríade los electores. Y esa mayoría satisfecha, quesostenía con sus impuestos una parte conside-rable de los servicios que los poderes públicosprestan a los desheredados, empezó a quejarsede estar sometida a una presión fiscal que con-sideraba excesiva. Los políticos —que necesita-ban sus votos para llegar al poder o mantener-se en él— tomaron buena nota de ese malestary empezaron a reducir el Estado de Bienestar.

Como es lógico, un pudor elemental les im-pidió mencionar en voz alta la contraposiciónde intereses entre la mayoría satisfecha —quepaga más de lo que recibe— y los deshereda-dos —que reciben más de lo que pagan—. Pre-firieron justificar el freno a las políticas de soli-daridad con argumentos que no inquietaran labuena conciencia de la mayoría satisfecha, co-mo la conveniencia de restablecer un «capita-lismo heroico» o la necesidad de limitar el des-pilfarro de recursos por las administracionespúblicas2.

Por otra parte, los neoliberales emprendie-ron una cruzada contra las regulaciones legalesque había ido estableciendo la economía socialde mercado. En lo que se refiere al tema de es-ta conferencia —las relaciones entre el capitaly el trabajo—, desde que se promulgó el Esta-tuto de los Trabajadores en 1980, para darcumplimiento al art. 35 § 2 de la Constitución,ha sido reformado más de veinte veces, bus-cando siempre lo que el Fondo Monetario Inter-nacional llama eufemísticamente «flexibiliza-ción del mercado laboral». Eso supone, en resu-midas cuentas, dejar competir en el mercadocon absoluta libertad a los agentes económi-cos, sometidos únicamente a las leyes de laoferta y la demanda. Y esa «libertad», natural-mente, deja indefensos a los más débiles. Ya lodijo el P. Lacordaire en la 45ª Conferencia deNotre-Dame (1848): «Entre el fuerte y el débil,entre el rico y el pobre, entre el amo y el servi-dor, es la libertad quien oprime y la ley quienlibera»3

Si al principio sólo había una modalidad decontratación —la indefinida, tras un períodode prueba— después han ido apareciendootras muchas: contrato eventual, contrato deinterinidad, contrato en prácticas y para la for-mación, contrato a tiempo parcial, contrato derelevo (de trabajadores próximos a jubilarse),contrato de trabajo a domicilio... En la práctica,esa diversidad de contratos ha servido para

abaratar la mano de obra, muy especialmentecuando se recurre a ellos en circunstancias quenada tienen que ver con aquellas para las quefueron pensados, como ocurre a menudo conlos contratos a tiempo parcial, o de formación.

Se ha flexibilizado igualmente el final de larelación laboral. Las sucesivas reformas, ade-más de ampliar las razones para el despido ob-jetivo, han ido abaratando el despido improce-dente, con lo cual la diferencia entre contratoindefinido y temporal casi ha desaparecidoporque, llegado el caso, el trabajador puede serdespedido con un coste mínimo.

Pero quizás la mayor tentación de la legisla-ción actual para el capital sea permitirle exter-nalizar las decisiones más «sucias» subcontra-tando servicios o recurriendo a las Empresas deTrabajo Temporal, que son legales en Españadesde 1994.

La subcontratación es una figura contrac-tual que permite a una empresa obtener deotra empresa distinta, por medio de un contra-to, los recursos necesarios para realizar ciertastareas, pudiendo contratar sólo al personal —en cuyo caso los medios (instalaciones, mate-rial, etc.) los aportará la primera empresa— obien contratar tanto el personal como los me-dios.

La subcontratación se ha convertido en unmecanismo para disminuir los costos laboralesy elevar la productividad de las empresas, perosuele afectar a las condiciones de trabajo y laequidad en la remuneración. Un abuso frecuen-te de la subcontratación son los despidos arbi-trarios, que generan una precariedad total,porque se contrata a los trabajadores con con-trato de obra y/o servicio, a pesar de que la ta-rea realizada suele ser continua. Es una prácti-ca habitual, por ejemplo, despedir a los traba-jadores al acabar el curso y volver a contratar-los al comenzar el siguiente curso. O inclusodespedirlos el viernes para volver a contratar-los el lunes (hace unos años leíamos en un pe-riódico el caso de un trabajador que llegó a te-ner 147 contratos en un solo año con la mismaentidad4

-------------------------------------------1 «El País», 25 de abril 1990, p. 22.2 Cfr. GALBRAITH, John Kenneth, La cultura de

la satisfacción, Ariel, Barcelona, 5ª ed., 1993.3 LACORDAIRE, Henri-Dominique, 52ème Confé-

rence de Notre-Dame, 1848 (trad. castellana: LA-CORDAIRE, Enrique Domingo, Conferencias cele-bradas en Nuestra Señora de París, tomo III, Li-brería de D. Ángel Calleja, editor, Madrid, 1852,p. 398).

4 «20 Minutos», edición Madrid, jueves 21 defebrero de 2008, p. 2.

14 mas MAYO 2017

Centros de Hermandades- Vacaciones

Información e inscripciones en los respectivos Centrosde Hermandades

Tus vacaciones,en y con

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CENTRO DE BADCENTRO DE BADAJOZAJOZPunta Umbría (Huelva)Residencia Nuestra Señora de Guadalupe. Playa.

Información e inscripciones: Centro de Hermandades del Trabajo. C/ Santo Domingo, 12. Badajoz. Tfno.: 924 222 118

CENTRO DE CÓRDOBACENTRO DE CÓRDOBACentro Muriano (Córdoba). Sierra. Residencia Santa María del Trabajo.

Información e inscripciones: Centro de Hermandades del Trabajo. C/ Rodríguez Sánchez, 7. Córdoba. Tfno.: 957 477 315

CENTRO DE MADRIDCENTRO DE MADRIDEl Espinar (Segovia). Sierra. Residencia BetaniaResidencia Casa Madre

Cambrils (Tarragona). PlayaApartamentos AGARÓ Cambrils

Información, reserva e inscripciones de Residencias y HotelesCentro de Hermandades del TrabajoC/ Raimundo Lulio, 3. Tfno.: 914 447 3000

CENTRO DE SEVILLCENTRO DE SEVILLAAMazagón (Huelva)Residencia Pentecostés. Playa.

Punta Umbría (Huelva). Residencia Sagrada Familia. Playa.

Información e inscripciones. Centro de Hermandades del Trabajo.C/ Avda. Miraflores, 3, 41008 - Sevilla. Tfno. 954224403

Apartamentos AGARÓ Cambrils

Residencia Pentecostés, Mazagón

MAYO 2017 mas 15

Centros de Hermandades

Periodo de solicitud,

desde el 26 de abril26 de abril

7700 aaññooss ddee hhiissttoorriiaa:: SSeemmaannaa SSaannttaa 22001177Por Inés Gil y Miguel Parmantié

Señor y Hermano nuestro Jesucristo,

Estamos reunidos para conmemorar tu En-trada en Jerusalén. Este Domingo de Ramosconstituye el pórtico a la Semana Santa, es de-cir la vivencia de tu entrega amorosa total enfavor de nuestro mundo, pasado, presente yfuturo. Esta es una semana de victoria y lágri-mas cuyo desarrollo vamos a contemplar aho-ra en la Iglesia durante la proclamación de tuPasión. Por eso, todos juntos te pedimos otravez, Señor Jesús, la gracia de auténtica peni-tencia de conversión para poder acompañarteen tu sufrimiento y Cruz. Danos esa gracia devivir entre lágrimas en esta Semana Santa lasituación del mundo de trabajo en España ytantos países que están sufriendo contigo suenorme pasión: hombre y mujeres sin empleoni recursos, inmigrantes sin familia ni apoyos,jóvenes sin futuro, estallidos de violencia yodio por todas partes. En este Domingo de Ra-mos afirmamos con fe que Tú eres nuestra sal-vación y esperanza.

Señor, tus Hermandades del Trabajo lleva-mos ya 70 años en el dolor de la lucha y con laesperanza de tu triunfo final. En este aniversa-rio tan significativo escuchemos las palabras

entrañables de nuestro Fundador, el Siervo deDios Abundio en el Domingo de Ramos del 3de abril de 1955:

“Hoy, Domingo de Ramos, día de victoria,y también día de lágrimas. Toda la SemanaSanta se tiene en esta paradoja: Domingo detriunfo, pero también de lágrimas; JuevesSanto, esplendor de la liturgia, flores y lu-ces, pero lleva en sí una razón de amarguray de tragedia, de sacrificio y de humillación.Jesús lo hace por amor. “Ardiente he deseadocomer esta Pascua con vosotros". No es queno le costara, le costó muchísimo y, sin em-bargo, por amor lo desea. Y Viernes Santo lomismo también tiene cosas contradictorias:la Cruz es un triunfo maravilloso, todos de-bemos estar deseando nuestro Viernes San-to, aplicándonos los merecimientos de esaCruz… Sin embargo, es la tragedia más te-rrible y espantosa. Por la mañana se cantaa la Cruz, única esperanza. Todos miramosa la Cruz. El Domingo de Pascua en la epís-tola, también dice que hemos de resucitarmirando al cielo, saboreando las cosas celes-tiales, y temiendo y huyendo de las cosasmateriales. Hay una resurrección y un ente-rramiento…

Lágrimas en el triunfo…“Jesús, que te en-tendamos muy bien, que te conozcamos, no so-lamente cuando haces milagros, sino que yo teconozca mucho más cuando por mí sufres”.

Que entréis en la Semana Santa con espíritude penitencia. Vamos a adelantarnos con Cristo,para después, también con Él, gozarnos”.

Acepta, Señor y hermano nuestro, el pro-fundo deseo de esta comunidad de hacer peni-tencia, queriendo convertirnos de verdad ycreer humildemente en tu Evangelio de Cruz yResurrección.

Danos tu gracia para poder entregarnoscon amor y servicio tanto a tu Divina Majestadcomo a todos los demás hijos del Padre, her-manos nuestros.

Con este Espíritu cristiano de victoria y lá-grimas, damos comienzo a la Semana que esSanta, suplicando al Señor Jesús el poder delEspíritu del Padre para que las Hermandadesdel Trabajo vivamos siempre su Pasión de lu-cha y Resurrección de alegría.

Pregón del Domingo de Ramos,9 de abril

Centros de Hermandades del Trabajo. ESPAÑA: AAllmmeerrííaa,, ÁÁvviillaa,, BBaaddaajjoozz,, BBuurrggooss,, CCóórrddoobbaa,, GGuuaaddaallaajjaarraa,, JJaaéénn,, JJee--rreezz ddee llaa FFrroonntteerraa,, LLooggrrooññoo,, MMaaddrriidd,, SSeeggoovviiaa,, SSeevviillllaa,, VVaalleenncciiaa,, ZZaarraaggoozzaa,, aassíí ccoommoo llaass HHeerrmmaannddaaddeess eenn ttooddaa EEssppaaññaa ddeellaass FFeeddeerraacciioonneess ddee llaa SSeegguurriiddaadd SSoocciiaall yy FFeerrrroovviiaarriiaass.. AMÉRICA: CChhiillee ((CCoonncceeppcciióónn)),, CCoolloommbbiiaa ((BBaarrrraannqquuiillllaa,, BBooggoottááyy MMeeddeellllíínn)),, CCoossttaa RRiiccaa ((SSaann JJoosséé)),, EEccuuaaddoorr ((QQuuiittoo)),, PPeerrúú ((CCaallllaaoo,, CChhiimmbboottee,, LLiimmaa yy SSaann IIggnnaacciioo))..

FFFFUUUUNNNNDDDDAAAACCCCIIIIÓÓÓÓNNNN AAAABBBBUUUUNNNNDDDDIIIIOOOO GGGGAAAARRRRCCCCÍÍÍÍAAAA RRRROOOOMMMMÁÁÁÁNNNNSSII QQUUIIEERREESS AAYYUUDDAARR AA LLAA FFUUNNDDAACCIIÓÓNN EENN SSUUSS OOBBJJEETTIIVVOOSS YY EENN EELL PPRROOCCEESSOO DDEE CCAANNOONNIIZZAACCIIÓÓNN,, IINNGGRREESSAA TTUUSS AAPPOORRTTAACCIIOONNEESS EENN::

Cuenta Corriente del Banco Popular IBAN ES11 0075 0123 5506 0157 4896

Titular: Fundación Abundio García Román

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Déjenme compartir con ustedesalgunas de las consideracionesque anduve cavilando durante laspasadas fiestas pascuales. La pri-mera es, en realidad, algo ya sabi-do por todos, y tiene que ver conel año litúrgico y con la fiesta másimportante para el cristiano, queevidentemente es la Pascua. (Paraprobarlo, no hace falta más que fi-jarse en la duración del TiempoPascual: se requieren nada menosque cincuenta días para poder ce-lebrar como es debido la riquezade la Pascua.)

Sin embargo, a la vez hay que te-ner en cuenta que el año litúrgicoestá compuesto por cinco tiemposlitúrgicos (o seis, si incluimos elTiempo Pascua), de los cuales cua-tro de ellos son «tiempos fuertes»,organizados en torno a dos tiemposdestacados: la Navidad y la Pascua,con sus respectivos tiempos prepa-ratorios, es decir, el Adviento y laCuaresma. El tiempo que queda a lolargo del año –repartido en dosgrandes bloques (desde el final deNavidad hasta el comienzo de Cua-resma y desde el final del TiempoPascual hasta el principio de Ad-viento) es el llamado Tiempo Ordi-nario, que no es tiempo «vulgar» osimplemente «normal», sino eltiempo que se desarrolla por su «or-den». Desde este punto de vista, elaño litúrgico estaría bien represen-tado por la figura geométrica de laelipse, que es una especie de círcu-lo achatado y que cuenta con doscentros.

Pues bien, tomando en conside-ración la doble centralidad del añolitúrgico, me preguntaba cuál po-dría ser la relación existente entrela Navidad y la Pascua (aparte deque en Navidad solemos desearnosun «felices Pascuas», signo evidentede que alguna relación entre ambostiempos tiene que haber). Y al finalse me impuso como una evidenciala siguiente reflexión: en Navidadcelebramos el misterio de un Diosque, por medio de su Hijo Jesús, en-tra a formar parte de la historia delos hombres, y en Pascua lo que ce-lebramos es el misterio de cómo loshombres, por medio de nuestrohermano Jesús, entramos a formarparte de la historia de Dios. Voy atratar de explicar lo que acabo deafirmar.

Decir que en la Pascua celebra-mos nuestro propio paso a la histo-ria de Dios es tanto como afirmarque la resurrección de Jesús no esalgo que le afecte únicamente a él,sino que todos nosotros estamosimplicados de alguna manera enese movimiento. Lo dice san Pablocuando, en primer lugar, relacionala resurrección de Jesús con la nues-tra y cuando, en segundo lugar, lopresenta a él como primogénito demuchos hermanos (todos no-sotros). Un texto de la primera car-ta a los Corintios asocia ambas ra-zones: «Cristo ha resucitado de en-tre los muertos y es primicia de losque han muerto. Si por un hombrevino la muerte, por un hombre vinola resurrección. Pues lo mismo que

en Adán mueren todos, así en Cris-to todos serán vivificados. Pero ca-da uno en su puesto: primero Cris-to, como primicia; después todoslos que son de Cristo, en su venida;después el final, cuando Cristo en-tregue el reino a Dios Padre, cuandohaya aniquilado todo principado,poder y fuerza» (1 Cor 15,20-24).

Decir que Cristo es «primicia»significa que su suerte está ligada ala nuestra y que, por tanto, si él haresucitado, nosotros también lo ha-remos. El Apóstol ha empleado aquíun tiempo futuro para nuestra re-surrección («serán vivificados»), co-sa que además se ajusta a la diná-mica de la primicia, que implicauna parte ya realizada frente a otraaún por realizar. Sin embargo, enotro pasaje –esta vez de la carta alos Romanos–, Pablo habla de loscristianos en términos de una reali-zación ya producida: «Sabemos quea los que aman a Dios todo les sir-ve para el bien; a los cuales ha lla-mado conforme a su designio. Por-

que a los que había conocido de an-temano los predestinó a reproducirla imagen de su Hijo, para que élfuera el primogénito entre muchoshermanos. Y a los que predestinó,los llamó; a los que llamó, los justi-ficó; a los que justificó, los glorifi-có» (Rom 8,28-30).

Esto significa que la resurrecciónde Jesús ya ha producido efectos enlos cristianos: el Hijo nos ha intro-ducido ya en el ámbito de su Padre(es la reflexión que, por otra parte,desarrolla de forma magistral lacarta a los Hebreos desde la clavesacerdotal). Es más, Jesús actúasiempre y solo «por nosotros y pornuestra salvación», como decimosen el Credo; es el «hombre para losdemás» (Dietrich Bonhoeffer). Loque ocurre es que nosotros aún te-nemos que vivir en esta vida –y oja-lá que durante muchos años–, poreso nuestra resurrección, aunqueya garantizada por Jesús, está aúnsometida a las circunstancias delespacio y del tiempo.

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