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JY.1:A YO DE 1910_ DIRECTOR, JESÚS E. VALENZUELA LA SALOME DE oseAR WILDE PERSONAJES HERODfAS, mujer del Tetrarca. SALOMÉ, hija- de Herodías. HERODES ANT IPAS, Tetrarca de Judea , SAN JUAN BAUTISTA. EL JOVEN SIRiO, capitán de la guardia. TIGELINO, joven romano. NAANAN, verdugo. UN CAPADOCIO. UN NUBlO. SOLDADO P,RIMERO. SOLDADO SEGUNDO. EL PAJE DE HERODfAS. Judíos, nazarenos , un esclavo, las esclavas de Salomé. Palacio de Herodes.-Una extensa terraza conduce á la sala de los fes- tines. A la derecha se divisa una escalera monumental, y á la izquierda, hacia el fondo, aparece una antigua cisterna, que rodea una pared de bronce, pin- tada de verde. Desde la escena se verá brillar la luna y las estrellas en el cielo. ESCENA PRIMERA EL JOVEN SIRIO.-:-EL PAJE DE HERODfAS.- SOLDADOS 1.° Y 2. 0-EL CAPADOCIO.-EL NUBlO. EL JOVEN SIRIO (Mit 'ando á la sala de los festines J. Cuán hermosa está hoy la princesa Salo- mél EL PAJE DE HERODfAS Mirad la luna, ¡qué aspecto tiene más extrañol Diríase una mujer salida de la tumba en busca de otros muertos. EL JOVEN SIRIO ¡En verdad que es extraño su aspecto! Parece una princesa con velo amarillo y pies de plata .... Parece una cándida pa- loma .... Parece que baila. EL PAJE Es como una mujer muerta. Anda des- pacio. (Ruido en la sala de los festines J. SOLDADO 1.0 ¡Qué alborotol ¿Son fieras?

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JY.1:A YO DE 1910_

DIRECTOR, JESÚS E. VALENZUELA

LA SALOME DE oseAR WILDE

PERSONAJES

HERODfAS, mujer del Tetrarca. SALOMÉ, hija- de Herodías. HERODES ANTIPAS, Tetrarca de

Judea, SAN JUAN BAUTISTA. EL JOVEN SIRiO, capitán de la

guardia. TIGELINO, joven romano.

NAANAN, verdugo. UN CAPADOCIO. UN NUBlO. SOLDADO P,RIMERO. SOLDADO SEGUNDO. EL PAJE DE HERODfAS. Judíos, nazarenos, un esclavo,

las esclavas de Salomé.

Palacio de Herodes.-Una extensa terraza conduce á la sala de los fes­

tines. A la derecha se divisa una escalera monumental, y á la izquierda, hacia

el fondo, aparece una antigua cisterna, que rodea una pared de bronce, pin­

tada de verde. Desde la escena se verá brillar la luna y las estrellas en el

cielo.

ESCENA PRIMERA

EL JOVEN SIRIO.-:-EL PAJE DE HERODfAS.­

SOLDADOS 1.° Y 2. 0-EL CAPADOCIO.-EL NUBlO.

EL JOVEN SIRIO

(Mit'ando á la sala de los festines J. Cuán hermosa está hoy la princesa Salo­

mél EL PAJE DE HERODfAS

Mirad la luna, ¡qué aspecto tiene más extrañol Diríase una mujer salida de la tumba en busca de otros muertos.

EL JOVEN SIRIO

¡En verdad que es extraño su aspecto! Parece una princesa con velo amarillo y pies de plata .... Parece una cándida pa­loma .... Parece que baila.

EL PAJE

Es como una mujer muerta. Anda des­pacio.

(Ruido en la sala de los festines J.

SOLDADO 1.0

¡Qué alborotol ¿Son fieras?

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132 REVISTA MODERNA DE MÉXiCO.

SOLDADO 2.0

Son judíos .... ¡Siempre lo mismo! Dis­cuten sobre cosas de religión ....

SOLDADO 1.0

y ¿á qué discutir sobre semejantes ma­terias?

SOLDADO 2.0

¡Es costumbre en ellos ~hacerlo! Los fa­riseos afirman la existencia de los ánge­les; pero los saduceos la niegan.

SOLDADO 1.0

Ridícula é inútil me parece la disputa.

EL JOVEN SIRIO

¡Cuán hermosa está hoy la princesa Sa­lomé!

EL PAJE

No hacéis más que contemplarla. No la miréis con tal insistencia, pues eso pue­de acarrearos algún mal grave.

EL JOVEN SIRIO

¡Hoy me parece más que nunca hermo-sal

SOLDADO 1.0

El aspecto del Tetrarca es sombrío.

SOLDADO 2. 0

Sí; sombrío es su aspect<>.

SOLDADO 1.0

Parece que algo le llama la atención.

SOLDADO 2.0

Mira á alguien.

SOLDADO 1.0

¿Qué será?

SOLDADO 2 .0

No sé lo que puede ser.

EL JOVEN SIRIO

¡Qué pálida está la princesa! ¡Nunca la he visto así! Parece el cándido reflejo de nívea rosa en fondo de plata.

EL PAJE

No es conveniente que la miréis con in­sistencia.

SOLDADO 1.0

Herodías ha llenado la copa del Tetrar­ca y se la ofrece para que beba.

EL CAPADOCIO

(Alsoldado primero). ¿Es la reina Hero­días , la de los cabellos azules y de la mi­tra negra con perlas?

SOLDADO 1.0

Sí; es la esposa del Tetrarca.

SOLDADO 2.°

El Tetrarca bebe mucho vino. Tres VI­

nos tiene. Uno, de la isla de Samos, pur­purino como el manto del César ....

EL CAPADOCIO

Nunca vi al César.

SOLDADO 2.0

Otro que le traen de Chipre, amarillo como el oro.

EL CAPADOCIO

¡Amo el oro!

SOLDADO 2.0

El tercero es de Sicilia, rojo como la sangre.

EL NUBlO

Los dioses de mi patria aman la sangre. Dos veces cada año les ofrecemos en ho­locausto cincuenta galanes con cien vírge­nes, y aun creo que no es bastante, pues siguen mostrándose con nosotros severos y despiadados.

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REVISTA MODERNA DE MÉXICO. 133

EL CAPADOCIO

En mi patria ya no existen los dioses. Los romanos los han expulsado. Hayquien afirma que huyeron á las montañas; pero yo no lo creo. Las he recorrido durante días y noches, y no respondieron nunca á mis voces .... Creo que han muerto 6 des­aparecido de la tierra.

SOLDADO 1.0

Los judíos adoran á un Dios invisible.

EL CAPADOCIO

No alcanzo á comprender eso.

SOLDADO 1.0

Es lo mismo que los que creen en cosas invisibles para el hombre.

EL CAPADOCIO

Me parece ridículo.

LA VOZ DE SAN JUAN

Después de mí, vendrá otro mucho más poderoso, al cual ni siquiera soy digno de desalar la correa de sus sandalias. Cuan­do él venga, se alegrará la tierra y flore­cerán los lirios. Los ciegos recobrarán la luz perdida de sus ojos, y á los sordos se les abrirán los oídos. El recién nacido pondrá la mano sobre el lomo de los dra­gones y domará al le6n, sujetándole por la melena.

SOLDADO 2.0

(Al primero). Hacedle callar; no dice más que disparates.

SOLDADO 1.0

No es cieÜo. Antes creo de él que es un hombre santo y bueno. Todos los días le sirvo la comida, y siempre le hallo agra­decido y bondadoso.

EL CAPADOCIO

Pero, ¿quién es ese hombre?

~OLDADO 1.0

Es un profeta.

EL CAPADOCIO

y ¿c6mo se llama?

SOLDADO 1.0

Yo'Kallaán.

EL CAPADOCIO

¿ De dónde viene?

SOLDADO 1.0

Del desierto, en donde se alimentaba con langostas y miel silvestre. Su vestido era una piel de camello, sujeta por una ancha correa de cuero. Su aspecto era im­ponente; seguíale un gran gentío, y algu­nos se llamaban sus discípulos.

EL CAPADOCIO

¿Y qué es lo que dice?

SOLDADO 1.0

No lo sabemos. A veces habla cosas es­pantosas, que nadie puede comprender.

EL CAPADOCIO

¿ Puede vérsele?

SOLDADO 1.0

No. El Tetrarca lo tiene prohibido.

EL JOVEN SIRIO

La princesa esconde el rostro detrás de su abanico. Sus manecitas blancas se agi­tan como palomas que tornan al palomar. Semejan mariposas blancas y tal vez 10 sean.

EL PAJE

Pero ¿qué os va en ello? ¿Por qué la miráis tanto? Tened cuidado, puede ocu­rriros una desgracia.

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]34 R"~VISTA MODl¡~RNA DE MÉXICO.

EL CAPADOCIO EL JOVEN SIRIO

(Señalando á la cisterna). ¡Qué prisi6n La princesa se levanta de la mesa, mos-más extraña! trando en Sil semblante e! fastidio que

SOLDADO 2.° la abruma. ¡Ah, viene hacia aquí! ¡Sí, se

Es una antigua cisterna. acerca á nosotros! ¡Qué pálida está ¡Nun­ca la he visto tan pálida como hoy!

EL CAPADOCIO

¡Ulla cisterna! Será un lugar muy mal­sano.

SOLDADO 1.°

No lo creáis . El hermano mayor del Te­trarca, primer marido de Herodías, estu­vo prisionero allí por espacio de doce años, y, al fin , viendo que no se moría , fué pi-e­CISO estrangularle.

EL CAPADOCIO

¿Estrangularle? .... ¿Y quién fué osado á ello?

SOLDADO r,0

Aque!que véis allí: Naanan, el verdugo.

EL CAPADOCIO

¿No tuvo miedo de hacerlo?

SOLDADO 1.0

No , por cierto. El Tetrarca le envi6 el

anillo. EL CAPADOCIO

¿Qué anillo?

SOLDADO r,o

El anillo de la muerte; por eso no se in­

timid6. EL CAPADOCIO

Sin embargo, estrangular á un rey, es cosa inicua.

SOLDA DO 1.0

¿Por qué razón? Los reyes s610 tienen un cuello como los demás mortales.

EL CAPADOCIO

No obstante, me parece cosa terrible.

EL PAJE

No la miréis, os lo ruego.

EL JOVEN SIRIO

Parece una paloma perdida .... Diría­se un narciso suavemente azotado por el viento, 6 graciosa flor de plata ....

(Entra Salomé).

ESCENA II

SALOMÉ.-D1CHOS

SALOMÉ

No quiero estar allí, no. ¿Porqué el Te­trarca me mira sin cesar con ojos de topo, bajo los párpados que tiemblan? Extraño me parece que el marido de mi madre me mire así. Ignoro lo que puede significar ...• Sí; sé lo que significa.

EL JOVEN SIRIO

¿Os habéis retirado de! festín, princesa?

SALOMÉ

iQué aire tan fresco alegra este sitio! Siquiera aquí se puede respirar. Allá aden­tro hay judíos de Jerusalén, que parecen descoyuntarse con sus grotescas ceremo­nias; bárbaros que beben sin tasa, dejando que el vino se derrame por e! pavimento; griegos de Smirna, de ojos pintados, me­jillas llenas de afeites y cabellos ensorti­jados; egipcios taciturnos, siempre sutiles, con sus uñas de jade y sus obscuros man­tos; romanos insoportables por su brutali-

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REVISTA MODERNA DE lIll:XICO. 135

dad y grosero lenguaje. ¡Ah, cuánto de­testo á los romanos! Con esos humos de grandes señorones, son gente vulgarísima y rUin.

EL JOVEN SIRIO

¿Queréis sentaros, princesa?

EL PAJE

¿Por qué la habláis? ¿Por qué la seguís mirando? Puede acarrearos algún gran mal.

SALO MÉ

¡Cuánto gozo se siente al contemplar la luna! Parece una pequeña moneda 6 una linda flor de plata. Es fría y casta como una virgen. Su belleza es la de una vir­gen. ¡Oh! sí; ella es virgen, porque nunca se ha mancillado , entregándose á los hom­bres como las demás diosas.

LA VOZ DE SAN JUAN

El Señor ha venido. El Hijo del Hom­bre se halla entre nosotros. Los centau­ros se precipitan en el fondo de los ríos, y las sirenas huyen de sus moradas secu­lares para refugiarse en las selvas.

SALOMÉ

¿Quién es el que grita de tal modo?

SOLDADO 2.0

Es el profeta, gran princesa.

SALOMÉ

¡Ah, el profeta! ¿Por ventura es ese á quien el Tetrarca teme tanto?

SOLDADO 2.0.

No sé decíroslo, princesa. 5610 sé que se llama Juan.

EL JOVEN SIRIO

¿Queréis que mande por la litera, prin­cesa? En el jardín podéis gozar mejor de esta noche.

SALOM É

Dice cosas terribles de mi madre.

SOLDADO 1.0

Nosotros no lo comprendemos, princesa.

SALOMÉ

Sí; cuenta de ella cosas terribles. ( Entra un esclavo).

ESCLAVO

Princesa, el Tetrarca os suplica que vol­váis al festín.

SALOMÉ

No quiero.

EL JOVEN SIRIO

Dispensadme, princesa; mas debo ad­vertiros que si no volvéis, puede acaecer alguna desgracia.

SALOMÉ

¿Es muy viejo el profeta?

EL JOVEN SIRIO

Princesa, conviene que tornéis al festín. Os acompañaré, si lo permitís.

SALOMÉ

El profeta , ¿es anciano?

SOLDADO 1 .0

No, princesa, es muy joven.

SALOMÉ

¿Y qué clase de hombre es?

SOLDADO 1.°

No se sabe. Algunos dicen que es Elías.

SALOMÉ

¿Quién es Elias?

SOLDADO 1.0

Un antiguo profeta del país, pnncesa.

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136 REVISTA MODERNA DE MÉXICO.

ESCLAVO

¿Qué debo contestar al Tetrarca, prin­cesa?

LA VOZ DE SAN JUAN

No te alboroces, tierra de Palestina, aunque se haya roto el látigo con que te azotaban, pues saldrá un basil isco que de­vore los pájaros.

SALOMÉ

¡Qué voz tan extraña! Quiero hablar con ese profeta.

SOLDADO 1.0

Imposible, princesa. El Tetrarca ha pro­hibido que nadie le hable, ni aun el Gran Sacerdote.

SALOMÉ

Pues yo he de hablarle.

SOLDADO 1.0

Os repito que no puede ser, princesa.

SALOMÉ

Lo quiero.

EL JOVEN SIRIO

Os digo, pnncesa, que os importa vol­ver al festín.

SALOMÉ

( A los soldados). Sacad de ahí al pro­feta.

SOLDADO 1.0

No podemos atrevernos á tal cosa, prin­cesa.

SALOMÉ

(Asómase al brocal de la cisterna y mi­ta al interior). ¡Qué obscuro está! ¡Pare­ce una tumba! Vivir en un antro así, de­be ser cosa muy horrihle. (A los solda­dos). ¿No me habéis oído? Sacadle de ahí, que quiero verle.

SOLDADO 2 .0

¡No nos pidáis eso, princesa, por piedad!

SALOMÉ

¡Me hacéis esperar!

SOLDADO 1.0

Princesa, disponed, si os place, de nues­tra vida; mas no nos forcéis á lo que no podemos ejecutar. Otra persona hay á quien debéis dirigiros para ello.

SALOMÉ

( Repara en el joven sirio). ¡Ah! ....

EL PAJE

¡Ah! ¡No puede menos de suceder algu­na desgracia!

SALOMÉ

( Al joven sirio). Vos lo haréis por mí; ¿verdad, Narraboth, que lo haréis? Siem­pre he sido amable y buena.con vos. ¿Ver­dad que me queréis complacer? S610 de­seo verlo. ¡Se ha hablado tanto de este pro­feta! El Tetrarca lo nombra con frecuen­cia. Estoy segura de que le teme. ¿Acaso vos, Narraboth, le teméis también?

EL JOVEN SIRIO

No, princesa, á nadie temo; pero el Te­trarca ha terminantemente prohibido que se levante la loza de esa cisterna.

SALOMÉ

Sin embargo, por mí la alzaréis, Na­rraboth. Mañana, al pasear en mi litera por la puerta de los vendedores de ídolos, dejaré caer para vos una florecilla verde.

EL JOVEN SIRIO

No puede ser, princesa, no puede ser.

SALOMÉ

( Insinuante). ¿ Tam poco para mí, N arra­both? Mañana, al pasar en mi litera por la puerta de los vendedores de ídolos, os miraré á través del velo de muselina. Sí,

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REVISTA ~lOD~R~A D~ :\IÉXICO. 137

os miraré . N arraboth, y acaso os envíe una

sonrisa .... ¡Miradme, Narraboth, mirad­

me! ¡Ah! Ya conozco que haréis lo que os

pido. ¿No es verdad?

E L JO VEN S IRI O

(A los soldados). Sacad al profeta . La pri Ilcesa quiere verlo .

SA LOME

¡Ah!

E L PAJE

¡Oh , qué aspecto más extraño el de la

luna! Diríase la faz de una muerta velada

con fúnebre sudario.

E L J OVE N S IRI O

Cierto que es muy extraño su aspecto.

Parece una princesita de ojos de ámbar .. ..

Sí, á través de las nubes blanquecinas , son­ríe como una princesita.

ESCENA 1II

L OS MI SMOS Y E L PROFETA (que sale de la ciste1·na.

A l ve1'lo Salomé, ret1'ocede asustada) .

SAN J UAN

¿Dónde está el que pos<te la copa rebo­

sante de abominaciones? ¿Dónde está el que un día , vestido de plata, ha de morir

delante del pueblo? Decidle que venga á escuchar la palabra del que ha clamado en

el desierto y en los palacios de los reyes.

S ALOM E

(Al joven sirio). ¿De quién habla?

EL' J O VE N SI RIO

No lo podemos adivinar , princesa.

SAN JU AN

¿D6nde está la que, habiendo visto imá-

genes de caldeas dibujadas en c:olores por

las paredes, se ha dejado llevar de la con­

cupiscencia de sus ojos y ha enviado em­bajadores á Caldea?

SA LOME

Habla de mi madre.

E L J O VEN SI R I O

No en verdad, princesa.

SALOMÉ

Sí; es de mi mad re.

SAN J UAN

¿D6nde está la que se ha abandonado

á los capitanes asirios que llevan tahalíes

en la cintura y tiaras de colores variados en

la cabeza? ¿Dónde está la que se ha en­

tregado á los jóvenes corpulentos de Egip­

to, que se visten con trajes de lino y ja­

cinto y llevan broqueles de oro y cascos

de plata? Decidle que se levante del lecho

de su impudicia, de su cama incestuosa,

que oiga la voz del que prepara el camino

del Señor y se arrepienta de . sus pecados.

Y aunque no se enmiende y persevere en sus abominaciones, decidle que venga,

pues el Señor tiene el azote en su mano.

SALOMÉ

¡Es espantoso!

EL J OVEN SIRIO

¡Por favor, princesa; no permanezcáis más en este sitio!

SALOM É

Sus ojos son terribles. Parecen los ne­

gros agujeros que dej.an las antorchas en

un tapiz de Tiro. Son como las cavernas

obscuras en que habitan los dragones, 6 bien como lagos negros que agita el influ

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138 RI~VlS'l'A MODERNA DI~ MÉXICO.

jo de lunas fantásticas. ¿Creéis que dirá EL JOVEN SIRIO

más aún? ¡Princesa, princesa, princesa!

EL JOVEN SIRIO SALOMÉ

No permanezcáis más tiempo aquí, prin- ¡Prosigue, Yo'Kanaán, y dime lo que

cesa; os lo suplico. debo hacer!

SALOMÉ

¡Y qué delgado est~! Parece una fina imagen de marfil y plata. Estoy segura de

que es casto como la luna. Parece un rayo argénteo de la luna. Fría como el marfil

debe ser su carne. Quiero verlo de cerca.

EL JOVEN SIRIO

No hagáis tal, princesa.

SALOMÉ

Es preciso que lo vea de cerca.

EL JOVEN SIRIO

¡Princesa, princesa!

SAN JUAN

¿Quién es la mujer que me mira? ¿Por qué me mira con sus ojos de oro, que bri­llan bajo UIIOS párpados amarillos? ...

No sé quién es; no quiero saberlo. Decid­

le que se marche; no quiero hablarla.

SALOMÉ

Soy Salomé, hija de Herodías, princesa de Judea.

SAN J UAN

¡Atrás, hija de Babilonia! ¡No te acer­ques al elegido del Señor! Tu madre ha manchado la tierra con el oprobio de sus

iniquidades, y el clamor de sus pecados ha

llegado hasta el Trono del Señor.

SALOMÉ

Prosigue, Yo'Kanaán. Tu voz me~­belesa.

SAN JUAN

¡No te acerques, hija de Sodoma! Cu­bre tu rostro con un velo, pon ceniza so­bre tu cabeza, y vé al desierto en busca del

Hijo del Hombre.

SALOME

¿Quién es el Hijo del Hombre? ¿Es tan

hermoso como tú, Yo'Kanaán?

SAN JUAN

Oigo c6mo el ángel de la muerte bate sus alas sobre el palacio.

EL JOVEN SIRIO

Princesa, os suplico que entréis. (Seña­lando el salón).

SAN JUAN

¡Espíritu de Dios, Señor nuestro! ¿Qué haces ahí con tu cuchilla levantada? ¿Qué

buscas en este palacio . inmundo? ¡No ha llegado aún el día del que debe morir ves­tido de plata!

SALOMÉ

¡Yo'Kanaáll!

SAN JUAN

¿Quién me habla?

SALOMÉ

¡Yo'Kanaán! Estoy enamorada de tu cuerpo, que es blanco como el lirio que nace en la pradera nunca hollada por la

planta del segador. Tu cuerpo es blanco como la nieve de los montes de Judea, que

desciende al fondo del valle. N o son tan

blancas como tu cuerpo las rosas que flo­

recen en el jardín de la reina de Arabia,

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R~Vf.STA MODE.H.NA DE MÉXICO. 139

ni los pies de la aurora cuando caminan leves sobr.e e! follaje, ni el disco de la lu­na cuando se refleja sobre la llanura del mar .... Nada, nada en e! mundo existe de una blancura comparable á la de tu cuerpo. Déjame tocarlo, solamente to­carlo.

SAN JUAN

¡Atrás, hija de Babilonia, atrás! ¡El mal existe en la tierra por culpa de la mujer! ¡No me hables, no quiero escucharte! S6-lo tengo oídos para la palabra de Dios.

SALOMÉ

Tu cuerpo es inmundo, como el del le­proso. Diríase una pared de yeso, por donde pasaron víboras y en la que anida­ron escorpiones; como sepulcro blanco por fuera y lleno de podredumbre en su inte­rior. IOh, qué horrible es tu cuerpo! .... ¡S6lo tus cabellos me gustan, Yo'Kanaán! Tus cabellos, que se parecen á los racimos negros que cuelgan de las viñas de Edom, 6 bien á los grandes cedros del Líbano, que dan sombra á los leones y amparo al malhechor que huye de la claridad de! sol. Las noches largas y profundas, cuando la luna se esconde y las estrellas no esplen­den, son menos negras que tus cabellos. No es tan negro el silencio que puebla las

selvas. Nada hay en e! mundo tan negro como tus cabellos. Permiteme tan s610 que los toque.

SAN JUAN

¡Atrás, atrás, hija de Sodom<l! ¡No quie­

ro que te acerques á mi! iEl templo del Señor no debe profanarse!

SALOMÉ

Tus cabellos son horrorosos. Están cu­

biertos de polvo y cieno. Parece como si

se hubiera colocado una corona de espi· nas en tu frente; como si un nido de sier-

pes se enroscase á tu cuello. N o me gus­tan tus cabellos. Sólo tu boca me parece hermosa, Yo'Kanaán. Tu boca es como una cinta de escarlata en torre de marfil. Como granada abierta con cuchillo de pla­ta. No son tan rojas como ella las flores del granado que nace en los jardines de Tiro. Su color es más vivo que el de las mismas rosas. Menos encarnados son que

tu boca los gritos ardientes de las trom­pas que anuncian la llegada de los reyes y ponen espanto en las huestes enemigas. Tu boca es más encarnada que los pies

que huellan la uva en e! lagar; más ber­meja que las de las palomas que habitan

en los templos y que los sacerdotes cui­dan; más que los pies del que regresa de bosque después de haber matado leones y combatido con tigres dorados. Es tu boca

como la rama de coral cogida por los pes­cadores en e! crepúsculo y que se guarda para los reyes; como e! bermellón que los de Moab extraen de sus minas y que los reyes les arrebatan. Es como el arco del rey pérsico, teñido de rojo y con cuernos de coral. Nada, nada existe en el mundo

tan rojo como tu boca .. " Deja que la bese.

SAN JUAN

¡Jamás, hija de Babilonia! ¡Hija de So­

doma, jamás! SALOMÉ

¡Quiero besar tu boca, Yo'Kanaán; la

quiero besar!

EL JOVEN SIRIO

¡Princesa, princesa! ¡Tú, que eres como la mirra, tú, que eres la paloma de las pa­lomas, no mires á ese hombre! ¡No le mi· res ni le digas esas palabras que no puedo sufrir! ¡Princesa, princesa; no vuelvas á decir tales cosas!

SALOMÉ

¡He de besar tu boca, Yo'Kanaán!

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140 REVISTA MODERNA DE MÉXICO.

EL JOVEN SIRIO

¡Ah! (Se mata y cae entre Salomé y Yo'Kanaán).

EL PAJE

¡El joven sirio se ha matado! ¡El capi·

tán de la guardia se ha matado! Le había

dado yo una cajita de perfumes y más tar­

de unos pendientes de plata, y ahora se ha

matado .... ¡Oh! ¿No predijo él mismo

esa desgracia? También yo la había vati­

cinado, y así acaba de suceder. Bien me

parecía á mí que la luna buscaba un muer­

to. ¿Por qué no le he ocultado á la luna?

Si yo le hubiera escondido en el fondo de

una caverna, no le hubiera encontrado.

SOLDADO 1.0

Princesél; el joven capitán se ha matado.

SALOMÉ

¡Déjame besar tu boca, Yo'Kanaán!

SAN JUAN

¿No temes, hija de Herodías? ¿No te

dije antt's que había oído batir las alas del

ángel de la muerte sobre e! palacio? ¿No

acabas de sentir ahora su presencia?

SALOMÉ

¡Déjame besar tu boca!

SAN JUAN

¡Hija de! adulterio! Un hombre hay,

gTa~ias al cual podrás salvarte. Ese es el

mismo de quien te he hablado. Vé á bus.

c':lrle: le hallarás en un bajel por e! mar

de Galilea, conversando con sus discípu­

los. Ponte de hinojos en la orilla, llámale

por su nombre y él irá hacia ti, pues á na­

die que con fe le llama, desoye. Entonces

arr6jate á sus pit!s y pídele la remisi6n de

tus pecados. SALOMÉ

¡Déjame, déjame '-lue bese tu boca!

SAN JUAN

¡Maldita seas, hija de madre incestuosa,

maldita seas!

SALOM~;

¡Quiero besar tu boca, Yo'Kanaán!

SAN JUAN

¡No quiero verte más! ¡No te volveré á

ver! ¡Maldita eres, Salomé, maldita eres!

(Baja á la cisterna).

SALOMÉ

¡Quiero besar tu boca, Yo'Kanaán, dé·

jame besarla!

SOLDADO 1.0

(Señalando el cadáver del capitán). Hay

que sacar ese cadáver de aquí. Al Tetrar­

ca no le place ver más muertos que los

condenados por él.

EL PAJE

Yo le quería mucho más que á un her­

mano. Le regalé una cajita de perfumes y

un anillo de ágata, que no se quitaba nun­

ca del dedo. Por las noches solíamos pa­

sear á orillas del río, bajo los almendros

que lo bordean, y me refería cosas de su

país. Hablaba siempre en voz baja. El

timbre de ésta era parecido al s6n meloso

y tierno de la flauta. Tenía costumbre de

mirar su imagen al retratarse en la co­

rriente del río, 'por lo que hube de repren­

derle muchas veces.

SOLDADO 2.0

Tenéis raz6n; urge ocultar el cadáver

antes de que venga el Tetrarca y 10 vea.

SOLDADO 1.0

• El Tetrarca no \'endrá aquí. Tiene de­

masiado miedo al profeta.

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REVISTA MODERNA DE MÉXICO. 141

ESCENA IV

LOS MISMOS MENOS SAN JUAN .-HERODES.­

HEROD ÍAS.-TIGELINO.-COR TESANOS.

HERODES

¿D6nde e~tá Salomé? ¿D6nde está la

princesa? ¿Por qué no ha vuelto al festín,

como la había mandado? . .. ¡Ah, hela

ahí!

HERODÍAS

No es conveniente mirarla. ¡La estáis

mirando siempre!

HERODES

La luna ofrece esta noche un aspecto

muy raro. ¿Verdad que su traza es extra­

ña? Diríase una cortesana histérica que

busca amantes. La veo completamente

desnuda, esquivando las nubes que avan­

zan hacia ella como para vestirla. Se la ve vacilar, á través de las nubes, como una

mujer beoda. ¿No es verdad que se tam­

balea como una mujer beoda? ¿no es ver­

dad que parece una cortesana?

HERODÍAS

No; la luna no parece más que 10 que

es, y no otra cosa. Volvamos adentro, pues

nada tenéis que hacer aquí.

HERODES

Quiero estar aquí. ¡Manassé! pon tapi­

ces ahí. Enciéndanse antorchas, y que se

traigan las mesas de marfil y de jaspe. Por

aquí corre un aire delicioso. Voy á beber

más vino con mis huéspedes. Hay que

honrar á los embajadores del César.

No por ellos queréis permanecer aquí.

HERODES

Si; el aire es delicioso en este lugar Ven,Herodías, que nos aguardan nuestros

huéspedes. ¡Ah! ¡Sobre sangre he resba­lado! Será de mal agüero. 'Pero ¿qué san­

gre es ésta? Y este cadáver, ¿de quién es?

¿Por qué lo habéis dejado aquí? ¿Pensáis que soy como el rey de Egipto, quien

ofrece á sus convidados, siempre que da un festín, el espectáculo de un muerto? ...

Mas decid, ¿de quién es? ¡Oh, no quiero

mirarlo! ....

SOLDADO 1.0

Es nuestro capitán, señor. Es el joven

sirio, nombrado por vos capitán desde ha­ce tres días.

HERODES

No he ordenado su muerte.

SOLDADO 2.0

Se ha matado él lllismo, señor.

HERODES

¿Por qué, habiéndole yo hecho capitán?

SOLDADO 2.0

Lo ignoramos, señor; pero es cierto que

se ha dado él mismo la muerte.

HERODES

Lo extraño. Creía yo que s610 se ma­

taban los fil6sofos de Roma.

TIGELINO

Una clase hay de ellos que lo hace: son

los estoicos, hombres groseros y muy ri­

dículos. Tal me han parecido siempre.

También á mí me lo parecen. Cosa ri­

dícula es matarse.

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142 REVISTA MODERNA D1~ l\IF-XICO .

T I GEL IN O

Mucho se burlan de ello~ el) Roma. El mismo Emperador los ha satirizado en un poema suyo que en todas partes se recita.

HERODE S

¡Hola! ¿El Emperador los ridiculiza en un poema? En verdad que el.César es-hom­bre maravilloso. Nada hay que resista á

su poder .... Me sorprende que el capi­tán se haya matado. Lo deploro'de veras. Era un hombre hermoso; en sus ojos había languidez, y recuerdo haberle vis­to mirar á Salomé con ternura. Sí, creo que la miraba demasiado .

HERODIAS

Otros hay que también la mIran con exceso.

H E ROD E S

Su padre era rey y le destroné, expul­sándole de su país, y vos, Herodías , te­néis convertida á su madre en una de vuestras esclavas. Yo le consideraba co­mo huésped y por eso le hice capitán. Mu­cho siento que se haya suicidado .... Mas ¿por qué habéis dejado aquí su cadáver? ¡Lleváoslo! ¡No quiero verlo! (Sacan el cadáver de la terraza). ¡Aquí hace frío y viento! ¿Verdad que sopla el viento?

HER OD IA S

No, no sopla el viento.

HERODES

Sí, sí, también llega á mis oídos el ru­mor de unas alas que se agitan en el aire. ¿No lo oís?

H E RODIAS

Nada so oye.

HERODES

Tampoco las oigo ya, pero antes las he oído .... Sería el viento quizá, pero ya

ces6 .. . . ¡Ah! ¡Otra vez vuelven á oirse! ¿No 0ís vosotros? E~ como el batir de Ullas alas g.igantescas.

H E R O DfAS

Os he dicho ya que nada se oye. Sin duda' estáis enfermo 6 alucinado. Vámo­nos adentro.

HER OD ES

No estoy enfermo. Lo está vuestra hija. No la he visto nunca tan pálida.

HERO DIAS

Os he dicho que no la miréis.

H E RODES

Llenad de vino las copas. (Le sirven) . Salomé, venid á beber en mi compañíii; probaréis un vino incomparable regalo del César. Mojad en él siquiera vuestros dimi­nutos y rojos labios, y yo apuraré el resto.

SALOMIÍ:

No tengo sed, Tetrarca.

H E R OD E S

(A Herodías). ¿Oís lo que contesta vues­tra hija?

H E R OD IAS

Tiene raz6n. ¿A qué mirarla continua­mente?

H E RODES

Traed fruta. (La traen). Salomé, muer­de mi fruta, pues me agrada ver en ella la señal de vuestros menudos dientes. Mor­ded esta fruta, y comeré el resto.

SALOMÉ

No tengo ganas, Tetrarca.

HERODES

(A Herod{as). ¿Así la habéis educado?

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RKVlSTA MODERNA DE 1\1I~X(CO. 143

HERODÍAS

S01110S mi hija y yo de estirpe real, y tú

eres hijo de un ladr6n pastor de camellos.

HERODES

¡Mientes!

HERODíAS

Bien sabes que es verdad.

HERODES

No, por cierto. Nada en él me intimida.

HERODÍAS

No lo creo. A ser verdad lo que decís, estaría ya á estas horas en manos de los judíos, que lo reclaman desde hace tantos meses.

UN JUDÍO

HERODES Ciertamente, señor, harías muy bien en

Salomé, siéntate á mi lado; te concedo entregárnoslo.

el sitio de tu madre.

SALOMÉ

No estoy cansada, Tetrarca.

HERODÍAS

(A Herodes). Ya véis el aprecio que os tiene.

HERODES

Traed .... ¿Qué iba yo á pedir?: ..

¡No me acuerdo! ' ... ¡Ah, sí! ....

LA VOZ DE SAN JUAN

¡Ha llegado ya la hora! Se ha cumpli­do lo que profeticé, dice el Señor. Este es el día que había vaticinado.

HERODIAS

Ordenadle que se calle. No quiero oír á ese hombre, que al hablar siempre me injuria.

HERODES

Nada dice contra vos. Es un gran pro­feta.

HERODÍAS

No creo en los prefetas ¿C6mo puede

un hombre adivinar el porvenir? A nadie

es dado hacerlo. Ese hombre no acaba de

insultarme, y sin embargo .... creo adi­vinar que os amedrenta. Sí, os iúfunde miedo.

HERODES

Basta. Dije ya lo que pensaba. Se tra­ta de un santo que ha visto á Dios.

UN JUDÍO

¡Imposible! Nadie lo ha vuelto á ver después del profeta Elías. Dios no se mues­tra ahora á nadie, sino al contrario, parece que pone empeño en ocultarse. De ahí que tantas calamidades aflijan á nuestro pue­blo.

JUDÍO 2.0

Verdad es, y aun se duda de si el pro­feta Elías vi6 realmente á Dios 6 á su som­bra.

JUDío 3.0

Dios no se oculta nunca. Está en todo, así en el bien como en el mal.

JUDío 4. 0

¡Vaya un desatino! Ese sofisma de3ca­

bellado procede de la . escuela de Alejan­dría, donde se enseña la filosofía griega, y

los griegos son gentiles que ni están cir­cuncidados.

JUDÍO S.O

No se puede saber de qué modo influ­ye Dios en las cosas. Su acci6n es miste­riosa. Tal vez sea mallo que."considera­mas como bien, y sea bien aquello que en­tendemos por mal. Imposible es alcanzar

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144 REVISTA MODERNA DE MÉXICO.

la esencia de los hechos, por lo que debe­mos remitirnos en u 11 todo á Dios. Él s6-10 es fuerte, capaz de destruir, así á los poderosos como á los débiles.

JUDÍO 1.°

Decís verdad; Dios es terrible. Al mo­do que el trigo se quebranta en el morte­ro, puede Él quebrantar á los débiles y á

los fuertes. Ese hombre no ha visto á Dios. Nadie le ha vuelto á ver desde Elías.

IIERODÍAS .

Decid á esos hombres que se callen; me

fastidian.

HERODES

He oído decir que Yo'Kanaán es el mis­

mo profeta Elías.

JUDÍO 1.°

¡No es posible! Tres siglos han pasado ya desde su tránsito por la tierra.

HERO DES

Pues muchos aseguran que es él.

UN N A ZA REN O

Yo, por mi parte, creo que es Elías.

JUDío 1.°

Os engañáis, no es Elías.

LA VO Z DE SAN J UA N

Ha llegado ya la hora de las profecías, y oígo resonar en las montañas los pasos del Salvador del Mundo ....

HERODES

¿Qué quiere decir el Salvador del Mun­do?

TIG ELINO

El título que corresponde al César.

HEROD¡'; S

Pero César no viene á Judea. Ayer mis-

1110 recibí pliegos de Roma , y nada se lile dice de ello. En fin, vos, Tigelino, queha-

I

béis estado en Roma durante todo el in-vierno, ¿habéis oído algo?

TI G ELINO

Nada, en verdad, oí decir. Por lo de­

más, señor, he querido s610 explicar el tí­tulo, que es uno de los del César.

HERODES

No podría César, porque está con gota. Dicen que tiene píes como de elefante. Existen, además, razones de Estado que se

oponen al víaje de César, pues quien aban­

dona á Roma, puede quedarse sin ella. De todos modos, él es el amo, y si se empe­ña ... . Mas seguiré dudándolo.

EL NA2;ARE N O

El profeta no quiere aludir al César, se­ñor'.

HEROD E S

¿No? EL N AZARENO

No, Señor.

HERODES

¿A quién se refiere entonces?

EL NA Z AR ENO

Al Mesías, que ha venido.

JUDio 1. °

¡El Mesías no ha venido aún!

EL NAZARENO

Sí ha venido, y cumple grandes mila­gros por do va.

HERODES

¡Oh, oh! ¿Milagros? No creo en mila­

gros. Harta experiencia tengo para creer en milagros. (Al paje)' Trae mi abanico.

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REVISTA ~WDERXA DE ~IÉXICO. 145

EL NAZARENO

Digo que ese hombre hace verdaderos milagros. Testigos presenciales me han contado que en una boda de gente enco­petada, que se celebró en una pequeña ciu­dad de Galilea, convirtió el agua de varias tinajas en vino, al faltar éste. Sólo con to­carlos, sanó á dos leprosos que estaban en la puerta de Cafarnaum.

OTRO NAZARENO

Eran ciegos los que curó en Cafarnaum.

EL NAZARENO

No; eran leprosos. Pero también ha de­vuelto la vista á muchos ciegos. Además, le han ·visto en la montaña conversando con los ángeles.

UN SADUCEO

Los ángeles no existen.

UN FARISEO

Sí existen; pero no creo que ese hombre haya podido comunicarse con ellos.

NAZARENO 1.0

Gran número de personas le han visto hablar con los ángeles.

EL SADUCEO

N o con los ángeles.

HERODES

¡Cuánto fastidian esos hombres! ¡Son tan estúpidos! (Al paje). Dame el abani­co. (Se lo da). Parece que estás soñando. No es bueno soñar. Unicamente sueñan los enfermos. (Da un abanicazo al paje).

NAZARENO 2. °

Ha hecho también el milagro de la hi­ja de Jairo.

NAZAREN O L 0

Cierto es. HERODÍAS

(A Herodes). Estos hombres se han vuelto locos. Se conoce que han mirado demasiado la luna. Mandad que se callen.

HERODES

¿Qué milagro es ese de la hija de Jairo?

NAZARENO 1.0

La hija de Jairo estaba muerta y él la tornó á la vida.

HERODES

¿Resucita á los muertos?

NAZARENO 1.0

Sí, señor; los resucita ..

HERODES

_ No quiero que haga eso. Se lo prohi­bo. No he de consentir que resucite á los muertos. Hay que buscar á ese hombre para decirle que le prohibo terminante­mente resuci~r á los muertos. ¿En dónde se halla ahora?

NAZARENO 2.0

En todas partes, señor, y, sin embargo, es muy difícil dar con él.

NAZARENO 1.0

Hay rumores de que anda por Sama­ría.

JUDÍO 1.°

Si se encuentra en Samaria, no puede ser el Mesías. ¿Ir á meterse entre los sa­maritanos, gente maldita , que nunca lle­l/á ofr~ndas al templo?

NAZARENO 2.0

Hace algunos días que abandonó á Sa­maria, y creo que en ·estos momentos · se hall~ en las cercanías de Jerusalén.

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146 aEVISl'A MODERNA DE MÉXICO.

NAZARENO 1.0

No, no está allí. Justamente acabo de llegar de Jerusalén, donde hace más de dos meses no se oye hahlar de él.

HERODES

En fin, dejad eso. Hay que buscarle y decirle que le prohibo resucitará los muer­tos. Enhorabuena que cure á los ciegos, los leprosos y transforme el agua en vino; al fin serán buenas acciones; mas que vuelva á la vida á los muertos . . .. ¡Cosa terrible sería si los muertos resucitaran!

LA VOZ DE SAN J UAN

¡Oh desvergonzada! ¡Oh mujer impu­ra! ¡Ah, hija de Babilonia con ojos y pár­pados de oro! ~scucha la voz de Dios: «Lanzad contra ella á un tropel de hom­

bres; que el pueblo coja piedras y la la­pide .... »

HERODfAS

¡Haced callar á ese hombre!

LA VOZ DE SAN JUAN

Que la atraviesen los capitanes de la

guerra con sus espadas y la aplasten ba­jo sus broqueles.

HERODÍAS

¡Oh, eso es infame!

LA VOZ DE SAN JUAN

¡Así el crimen desaparecerá de la haz

de la tierra, y las demás mujeres noapren­derán abominaciones de ésta.»

HERODíAS

(A Herodes). ¿No oís lo que dice de mí? ¿C6mo toleráis que ultraje así á vues­tra esposa?

HERODES

'No ha pronunciado vuestro nombre.

HERODfAS

N o le hace. Bien sabéis que en su meno te alude á mí. ¿ Por ventura no soy vues­tra esposa?

HERODES

Sí, mi querida y digna Herodías. Sois en verdad mi esposa, habiéndolo sido an­tes de mi hermano.

HERODíAS

Vos fuisteis quien se esforz6 en sepa­rarme de él.

HEROD¡';S

En efecto; yo era el más fuerte .... Pe­ro no hableIJlos de eso. No qttiero volver

á tocar esa cuesti6n. Por tal causa, el pro­feta lanza sus terríbles anatemas. Quizá por eso también sobrevenga alguna ca­tástrofe horrorosa. No hablemos más de lo pasado. Noble Herodias, olvidamos á nuestros huéspedes. Llenadme la copa, adorada mía; llenad también de vino las grandes copas de cristal y de plata. Quie­ro beber á la salud del César. . .. Ha­biendo aquí romanos, obligado es beber á la salud del César.

TODOS

¡César! ¡César!

HERODES

(A Herodías). ¿Os habéis fijado en la palidez de vuestra hija?

HERODÍAS.

¿Qué os importa que esté pálida 6 no?

HERODES

N ullca la he visto de ese modo.

HERODÍAS

No la miréis os digo.

LA VOZ DE SAN JUAN

Aquel día tormiráse el sol de color ne-

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H1!.:VlS1'A MODERNA DE MÉXICO. 147

gro; se enrojecerá la luna, y las estrellas HERODES

caerán sobre el mundo como los higos ma­duros de la -higuera. Los reyes de la tierra sentirán gran pavor y todos tembla~án.

HEROO{AS

¡Oh, quisiera ver ese día de que habla, cuando la luna se pondrá roja y las estre­Jlas caigan en la tierra como higos madu­ros! En verdad que el profeta dice cosas de hombre beodo .... No puedo sufrir el sonido de su voz; mandad que calle.

HEROOES

No quiero. Si no acierto á comprender del todo el sentido de sus palabras, suenan en mi oído á modo de presagio funesto.

HEROO(AS

Yo no creo en presagios; os digo que habla como un ebrio.

HERODES

Quizá lo esté del vino de Dios.

HEROOÍAS

¿Qué vino es ese de Dios? ¿De qué vi­ñas procede? ¿En qué lagares se encuen­tra?

HERODES

(Sin dejar de mirar á-Salomé). Tigeli­no, cuando últimamente estuviste en Ro­ma, ¿no te habló el emperador de ... ? (Quédase como embelesado mirando á Sa­lomé).

TIGELINO

¿De qué, señor?

HEROOES

¿De qué? ¡Ah! ¿Te había preguntado algo? Olvidé lo que iba á decir.

HEROO(AS

~eguís mirando á mi hija, y os he dicho ya que ello podrá seros perjudicial.

¿No sabéis decir más que eso?

HERODÍAS

Os lo repetiré con~tantemente.

HERODES

¿Es á propósito de la restauraciÓn del templo que tanto se habla? ¿Qué, se hace algo al fin? Cuentan que ha desaparecido el velo del Santuario. ¿Es verdad?

HEROO(AS

VOS SOIS quien lo ha robado. Habláis sin ilación ni sentido alguno. No quiero que sigái3 en este lugar. Vámonos adenlro.

HERODES

Salomé, bailad un poco en mi obsequio.

HEROOÍAS

No quiero que baile.

SALOMÉ

No tengo ganas de bailar, Tetrarca.

HEROOES

Salomé, hija de Herodías, hacedme el favor de bailar.

HEROOÍAS

Dejadla en paz.

HEROOES

¡OS mando que dancéis, Salomé!

SALOMÉ

No bailaré, Tetrarca.

HEROD(AS

( Riéndose). Ya véis qué bien os obe dece.

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148 REVISTA MODERNA DE MÉXICO.

HER ODES

¡Qué me importa que baile 6 no! Nada. Esta noche soy feliz . Sí, feliz como nunca lo he sido.

SOLDADO L0

El aspecto del Tetrarca es sombrío. ¿N o es verdad que es sombrío?

SOLDADO 2.0

Ciertamente.

HERODES

¿Y c6mo no he de ser enteramente di­choso? César, que es el amo del mundo y el Señor de todos, me aprecia. Ahora mis­mo a"cababa de enviarme valiosos regalos. También me ofrece llamar á Roma al rey de Capadocia, quizá para crucificarle. Bien puedo, pues, considerarme feliz . . En ver­dad, no 10 he sido nunca tanto como hoy. Nada hay en este día que pueda venir á acibarar mis placeres.

LA VOZ DE SAN JUAN

Le sentará en su trono. Serán de púr­pura y escarlata sus vestidos. Tendrá en la mano un vaso de oro lleno de sus blas­

fe~l1ias . . Mas , el ángel del Señor le herirá, y los gusanos roerán su cuerpo.

HERODÍAS

Bien oís lo que dice de vos. Seréis de­vorado por los gusanos.

HERODES

No es de mí de quien habla. Nunca di­ce náda que aluda á mí. Dice eso por el rey de Capadocia, mi enemigo. Aél es á quien roerán los gusanos, no á mí. Lo único que me censura es por haber toma­do como esposa á la mujer de mi herma­no, y puede que' tenga razón, pues hasta hoy habéis sido estéril.

HERODíAS'

¿Estéril yo? ¿Y vos sois el que lo decís? ¿Vos, que siempre estáis mirando á mi hija, y á quien habéis pedido que bailase para diversi6n vuestra? Ridículo es en verdad decir tal cosa. He tenido una hija, y vos no habéis tenido nunca hijos, ni aun de vuestras esclavas. Vos sois el estéril, no yo.

HERODES

Calláos. Repito que sois estéril, pue no me habéis dado un hijo. Además, el profeta condena nuestro matrimonio por incestuoso, y afirma que será fuente de grandes males. Mucho me temo que acier­te. Casi estoy convencido de que tiene ra­z6n. Pero, en fin, no es éste el momento más á prop6sito para tratar de ello. Aho· ra quiero saborear por entero la dicha de ser feliz, y lo soy en verdad; sí, lo soy com­pletamente.

HERODÍAS

Mucho 'me huelgo de que hoy manifes­téis tan buen humor. Es cosa que rara vez os acontece. Mas hora es ya de retirarnos. Entremos. Ya sabéis que al despuntar el día tenemos que salir de caza. Es menes­ter honrar cumplidamente á los embajado­res que César nos envía. ¿No os parece?

SOLDADO 2.0

¡Qué aspecto sombrío tiene hoy el Te­ti-arca!

SOLDADO 1.0

Sí, muy sombrío.

HERODES

Salomé, Salomé, bailad en obsequio mío; os lo pido como una gracia. Esta no- · che estoy triste. Sí, muy triste. Al entrar aquí he resbalado en sangre, lo que es de mal agüero, y he sentido el rumor de unas alas gigantescas ... , No puedo compren-

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REVISTA MODERNA DE MJl:XICO. 149,

der la significaci6n de ambos hechos .... Gran tristeza me domina hoy. Bailad un poco, Salomé; os lo pido por favor. Si lo hacéis, os daré luego lo que apetezcáis. ¡Oh, bailad; Salomé! Complaced me en ello y alcanzaréis de mUo que queráis, aunque sea la mitad de mi reiu'.>.

HERODÍAS

No bailes, hija mía, 110 bailes.

HERODES

Aunque sea la mitad de mi reino ....

Te lo daré si lo pides. iOh , c6mo realza­rían tu belleza, Salomé, las galas suntuo­sas de una' reina! Estarías sumamente her­mosa _ . .. ¿Verdad que lo estaría? ...

Pero qué frío hace aquí; corre un aire sutil y helado que .... ¡Ah, otra vez vuelvo á

SALOMÉ

(Irguiéndose). ¿Me concederéis lo que os pido, Tetrarca?

HEROD{AS

, No bailéis, hija mí¡¡.

HERODES

Todo, aunque sea la mitad de mi reino.

SALOMÉ

¿Lo juráis? HERODES

Lo juro, Salomé.

HERODÍAS

No bailéis, hija mía.

SALOMÉ

¿C6mo lo juráis, Tetrarca?

HERODES

Por mi vida, por mi corona y por mis dioses. Si me dais gusto en lo que os pi­do, obtendréis todo lo que queráis, aunque sea la mitad de mi reino. ¡Oh, Sálomé, Salomé, hailad, bailad pór favor!

SALOMÉ .

¿Mantenéis vuestro juramento, Tetrar­ca?

HERODES

Sí, querida Salomé.

SALOMÉ

¿Me daréis cuanto os pido, ,aunque sea la mitad de vuestro reino?

oir! . . . . ¿Por qué me persigue de talmo­do ese continuo y agitado ,rumor de alas? Diríase que una ;¡.ve negra y monstruosa se cierne sobre la terraza con formidable

aleteo .... ¿Pero c6mo es que no puedo verla? El batir de sus alas suena en mi oí­do como eco de un ruido siniestro, y el aire agitado rudamente por ellas t6rnase frío, muy frío .... Mas no, no es frío; aho­ra es ardoroso de tal modo, que parece ahogarme.

¡Oh, me falta el aliento! Rociad con agua mis manos; dadme nieve ' pa~a absor­berla; Desabrochad mi manto á prisa, á

prisa; . .. Mas nó; dejadlo. Mi c(')rona es la que me ' 'lastima, mi corona de ros'as.

Parece como si sus flores se' hayán torna­dó en flores de fuego, qúe inceildian y~bra­san mi frente. (Arranca ' de su cabeza la corona y la tira al suelo J- ¡Al fin puedo respirar!. . . . ¡Qué encarnados son esos pétalos! ' Diríase qué eran manchas de 'sari­gre esparcidas ' por el' mantel. Pero dejé- '

monos de buscar símbolos en las cosas, porque elio amarga constantemente la vi-

. da. ¿No sería mejor decir que las m¡ulch~s de sangre son tan bellas' como las rosas?

Sí, mejor sería compararlas á los pétalos de; la: flor. . .. Mejor sería ; ... ' Pero de­jemos ahora eso. ' En este instante soy di-

, choso, muy dicht)~o. ¿No os parece que . tengo fundados motivos para considerar­

me feliz? Vuestra hija accede á bailar en

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1M aEVISTA MODEAAA DE MÉXICO.

mi obsequio. ¿Verdad que lo h;uéis, Salo­mé? Me lo habéis prometído.

HERODÍAS

. No quiero que baile.

SALOMÉ

Bailaré en vuestro obsequio, Tetrarca.

HERODES

Ya oís lo que dice vuestra hija; b:tilará en mi obsequio. Bien hacéis, Salomé, en complacerme. Terminada la danza, no os olvidéis de pedir la recompensa que se os antoje. Os daré cuanto queráis, aunque sea la mitad de mi reino. Lo he jurado. ¿No es verdad?

SALOMÉ

Cierto esq ue jurasteis.

HERODES

N unca he hecho traici6n á mi palabra; nunca. No soy de los que faltan á ella. No sé mentir. Mi palabra es la de un réy. El de Capadocia miente siempre, y por ello es indigno de serlo. Es un cobarde. Ade­más de no querer devolverme el dinero que me debe, ha llegado á insultar á mis embajadores con palabras soeces y mOl·ti­ficantes. Pero muerte ignominiosa le aper­cibe César para cuando vaya á Roma. Sí; cierto estoy de que César lo crucificará. De lo contrario, moriría también ·comido por los gusanos. El profeta lo ha dicho .... Y bien; ¿qué aguardáis, Salomé?

SALOMÉ

Espero que mis esclavos vengan con los perfumes y traigan los siete velos; luego me quitaré las sandalias. (Los esclavos traen lo pedido por Salomé y quítanle las sandalias).

HERODES

¡Ah! ¿Queréis bailar descalza? Mejor, mejor. Parecen vuestros piececitos dos cándidas palomas 6 florecillas blancas que se mecen en la copa de un árbol. ¡Pero qué! ¿Vais á bailar en la sangre? El suelo está manchado de sangre. No quiero que bailéis en la sangre; sería de mal agüero.

HERODÍAS

¿Qué os importa, Tetrarca?

HERODES

¿Qué me importa? ¡Ah! Mirad la luna, se ha puesto roja como la sangre, siguien­do la predicci6n del profeta. Dijo que la luna se tornaría del color de la sangre. ¿Verdad que lo dijo? Todos lo habéis oí­do. La luna está roja como la sangre. ¿No lo veis?

HERODÍAS

(Irónica). Muy bien lo veo; así como caen las estrellas cual higos maduros, ¿no es así? El sol se obscurece y tiemblan los reyes de la tierra. En verdad que todo ocurre como él dijo. Al fin el profeta ha acertado una vez. Se amedrentan los re­yes de la tierra .... Vaya, volvamos aden­tro. Estáis enfermo. Se dirá en Roma que os habéis vuelto loco; os digo que entre­

mos. LA VOZ DE SAN JUAN

¿Quién viene de Edom y de Borra ves­tido con ropas del color de la púrpura y andando con pasos de altiva majestad? ¿ Por qué vuestros vestidos son de escar­lata?

HKRODÍAS

Vámonos de aquí. La voz de ese hom­bre me irrita. No quiero que mi hija dan­ce mientras grite él de ese modo. Que tampoco baile, si seguís mirándola cual lo hacéis. En fin, le prohibo que baile. (Se tevanta como para irse).

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REVISTA MODERNA DE MÉXICO. 151

HERODES

No te levantes, esposa y reina mía, que es en vano. No me iré de aquí hasta que haya bailado tu hija. Salomé, dad princi­pio al baile.

HF.ROuíAS

No bailes, hija mía.

SALOMÉ

E!itoy pronta, Tetrarca. (Salomé baila la danza de los Siete Velos).

HERODES

(Cuando Salomé concluye de bailar). ¡Ah, magnífico, maravilloso! Ya veis c6-mo ha querido complacerme vuestra hija. Acércate, Salomé; acércate para recibir el premio ofrecillo. Recompenso con largue­za á las bailadoras; pero á ti te haré me­jor presente que á otra alguna. Pide cuan­to quieras y te será otorgado.

SALOMÉ

(Arrodillándose ante Herodes). Quiero que al plinto se me traiga en una bandeja de plata ....

HERODES

(Riéndose). ¿En una bandeja de plata? ¿Verdad que es encantadora? ¿Y qué que­réis que se os traiga en una fuente de pla­ta, mi querida y bella Salomé, vos la más hermosa entre las doncellas de Judea? ¿Qué queréis que se os traiga en una fuen­te de plata? Decidlo. ¿Qué es 10 que que­réis, Salomé?

SALOMÉ

(Levantándose). La cabeza de Yo'Ka­naán.

HERooíA S

Muy bien, hija mía.

HERODES

No, 110.

HERODíAS

Muy hien, muy bien, hija mía.

HERODES

No, no, Salomé; no me pidáis eso. No hagáis caso de vuestra madre, que s610 da consejos malos. No le hagáis caso, Salo­mé.

SALOMÉ

No es p0f mi madre. Es por mi volun­tad , que pido la cabeza de Yo'Kanaán en una fuente de plata. Habéis jurado; Te­trarca; no lo olvidéis.

HER O DES

Bien 10 sé. He jurado por mis dioses. Mas, Salomé, os ruego que me pidáis otra cosa. Pedid la mitad de mi reino y os la daré, pero no 10 otro.

SALOMÉ

Pido la cabeza de Yo'Kanaán.

HERODES

No; 110 quiero.

SALOMÉ

Habéis jurado, Tetrarca.

HERooíAS

Sí; habéis jurado y todos lo han oído; pues -delante de ellos pronunciasteis vues­tro juramento.

HEROOES

Callaos, que no hablo con vos.

HERooíAS

Bien hace mi hija _en pedir la cabeza de ese hombre. Me ha insultado gravemente al decir de mí cosas infames. Tal petici6n demuestra que mi hija -me ama, como es su deber. No cedáis, hija mía, que ha ju­rado.

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152 REVISTA MODERNA DE MÉXICO.

HERODES

Callaos, os digo. Vamos, Salomé, sé ra­zonable. ¿V t:rdad que es necesario serlo? Bien sabes que nunca fui duro ni esquivo para ti; por e! contrario, te he estimado tal vez más de 10 que conviniera. No meexi­jas eso. Pues semejante petición es horri­ble y absurda. Entiendo que hablas en broma. La cabeza de un decapitado es ho­rrorosa, y una virgen no debe contemplar­la. ¿Qué goce podría darte? Ninguno. No, no, es imposible .... Oye. Tengo una enorme esmeralda, redonda, que me ha enviado e! favorito de César, y á través de ella se divisan muy bien los objetos co­locados á gran distancia. César lleva una parecida cuando concurre al circo; pero la mía .es m;ayor; lo sé bien. No hay en e! mundo otra igual. ¿Verdad que quieres la esmeralda? Pedidla y os la daré.

SALOMÉ

Sólo quiero la cabeza de Yo'Kanaán.

HERODES

¡Ah! ¿No quieres hacerme caso?

SALOMÉ

La cabeza de Yo'Kanaán.

HERODES

No, no; Tú no puedes querer eso. Lo dices para vengarte de mí. Pues os he es­tado mirando toda la noche. Bien, sí; os he mirado durante toda la noche. Vuestra hermosura nie inipresio'nó extraordinaria­mente, y por ello lo hice; pero no volveré á hacerlo. N o debiera uno mirar las per­sonas ni las cosas. . . . Sólo debiera mirar los espejos .... porque máscaras única­m~ht~ nbs muestran.. .. ¡Oh! ¡Oh! .... · Dadm~ vino .... Ten~o sed: ... Salo­mé; Salomé; seamos buenos amigos. Oíd- ' me .... ¿Qué iba yo á decir ... . ? ¡Ah: ya '

me acuerdo! . . .. Pero acercaos más ... -Temo que 110 me oigáis bien, Salomé ... . ¿Conocéis mis pavos albos, mis hermosos pavos albos, que se pasean por e! jardín entre mirtos y cipreses? Sus picos son do­rados como el grano que los nutre, y sus pies rojos ·,:omo la púrpura. Cuando gri­tan, anuncian pr6xilila lluvia; y si marchan tranquilos y majestuosos, destácase esplen­dente la luna en e! límpido firmamento. Caminan de dos en dos por entre las ca· Iles de cipreses y mirtos, y cada cual tiene un esclavo para su custodia y cuidado .... Ya se encaraman á los árboles, ya se tien­den sobre el menudo césped que bordea el estanque .... Nadie hay en el mundo que posea aves tan maravillosas, ¡ni el mismo César! . . .. Pues bien; os daré cincuenta de estos pa vos. O~ seguirán á todas par­tes, y cerca de ellos pareceréis la luna, ro­deada por una hermosa nube blanca. Te los daré todos. Tengo cien, y serán tuyos si me relevas de la palabra que os dí ....

SALOMÉ

Dadme la cabeza de Yo'Kanaán, Te­trarca.

HERooiAS

Muy bien, hija mía.... ¡Os ponéis atrozmente 'ridículo con vuestros pavos!

HERODES

Callaos y no gritéis así. Vuestra voz me irrita. Os repito que calléis.

Salomé, considerad bien lo que me pe­dís. Ese hombre es acaso un enviado dd Señor. Es un santo, á quien e! dedo de Dios ha tocado y en cuya boca ha puesto e! Espíritu terribks palabras. En la ciu­dad y en e! desierto le acompaña e! espí­ritu de! Señor. Quizás no sea así; pero puede ser cierto, y entonces su muerte nos acarrearía gran desgracia. El mismo , ha anunciado que el día de su muefte sobre-

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REVISTA MODERNA DE MÉXICO. 153

vendrá á alguien un gn~n infortunio ... . ¡Quién sabe si 10 ha dicho por mí! ... . No olvidéis que al entrar aquí he resbala­do en la sangre. También he oído el batir de unas alas gigantescas. Ambas cosas me parecen presagio de alguna desgracia. De­cid, Salomé, ¿deseáis que me suceda algo malo? Vos no podéis querer eso. N o .... Escuchad todavía.

SALOMÉ

Dadme la cabeza de Yo'Kanaán .

HERODES

¡Ah! .... ¡No me escuchas! .... Pero sosiégate, tranquilízate; ya ves que yo es­toy tranquilo ..•. Atiende. Tengo escon­didas aquí gran número de joyas que tu madre no ha visto nunca; todas de extra­ordinario mérito. También tengo un co­llar de perlas con cuatro engarces, que se dirían lunas encadenadas por rayos de luz, 6 bien cautivas en una red de oro. Una reina lo ha llevado sobre su nívea gargan­ta,descansando en el marfil de sus pechos. Cuando lo lleves tú, parécerás una reina. Poseo amatistas de dos clases: unas ne­gras como el vino puro, y otras sonrosa­das como vino colore~do por su mezcla con el agua. Tengo topacios amarillos co­mo los ojos del tigre, rosáceos como los de Jos pichones y verdes cual pupilas feli­nas. Tengo 6palos que arden siempre con una llama fría, 6palos que entristecen los corazones y que parecen fug'ar las tinie­blas; óniques como las pupilas de una muerta; selenitas que tornan de cambian­tes, según las variaciones de la luna, y á la luz del sol se vuelven pálidas. Tengo zafiros grandes como huevos y azules co­mo el loto; dentro de ellos se agita la ma­rea, y sus olas, de azul purísimo, nunca son enturbiadas por los rayos de la luna. Tengo cris6litos y berilos, crisopacios y

rubíes, sard6nices y jacintos, turquesas y calcedonias. Todo eso os daré, y aun más. si os apetece. Ahora acaba de enviarme el rey de la India cuatro abanicos hechos con plumas de papagayo, yel de N umidia una túnica y manto fabricado con plumas de avestruces. Tengo un cristal, que no se permite ver á las doncellas, y se enseña á los j6venes, y aun éstos deben ser antes azotados. En mi cofrecillo de nácar tengo separadas turquesas de maravillosa her­mosura, que, llevadas en la frente, hacen surgir ideas é imágenes de cosas que en el mundo no existen, mientras que si cual­quier mujer las tiene un rato en la mano, se vuelve estéril. Son de una riqueza in­mensa .... Son tesoros inapreciables •... Pero no es esto s610. En un cofrecillo de ébano tengo dos copas de ámbar, que se­mejan manzanas de oro, y que toman el color de la plata cuando un enemigo vier­te veneno en ellas. Tengo sandalias con adornos de cristal. Ten~o mantos del país de Seres y brazaletes guarnecidos de car­

búnculos y jade, que se traen del Éufra­tes. . .. Dime qué quieres de todo esto, Salomé, y al punto será tuyo cuanto pi­das. . .. Menos una cosa, todo te lo da­ré . . .. Cuanto poseo será tuyo si no me pides . una vida .... Te daré hasta el man­to del Gran Sacerdote y el velo del San­tuario.

LOS lUDios

rOh! ¡Oh!

SALOMÉ

Dame la cabeza de Yo'Kallaán.

HERODES

(Con abatimiento y cólera). ¡Que se le dé lo que pide! .. ,. iBien hija es de su madre! ....

(Se acerca el soldadoIo. Herodías quita al Tetrarca el anUlo de la muerte y lo en­trega al soldado, el cual lo pone en manos

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164 REVISTA MODERNA DE MÉXICO.

del verdugo. Este, al recibirlo, se turba visiblemente) .

(Agitado). ¿Quién me. ha quitado el ani­llo? ... , En mi mano derecha había un anillo .. " ¿Quién se ha bebido mi vi­no? . . .. En mi copa había vino. Estaba \lena de vino. ¿Lo ha bebido alguien? .... ¡Oh! . . .. En verdad que para alguno de nosotros se prepara terrible infortunio .. . (El ve1-dugo desciende á la cisterna) . .. " ¡Ah! ¿Por qué di mi palabr¡¡? ... Los reyes nunca deben empeñar su palabra así .... Si la mantienen es malo .... y malo también si no la cumplen.

H~RODíAS

Estoy segura de que mi hija obró como debía.

HERODES "

Estoy seguro de 'que pronto ha de OCl\­

nir alguna desgracia.

SALOMÉ

(Inclinada en el pretil de la cisterna)_

¡No se oye nada! ¿Cómo es que no gri­ta ese hombre? . . .. ¡Ah! ... . Si alguno viniera á matarme, yo gritaría y me de­fendería para evitarlo.. . . ¡Hiere, hiere, Naanan! .... ¡Hiere, te digo! .... Aún no oigo nada. . .. Este silencio es impo­nente. ¡Ah!.... Algo ha caído al sue­lo . ... Sí. . .. Me parece haber oído co. mo el caer de la espada del verdugo ..•.

¡Ese esclavo tiene miedo; pues deja caer á tierra su espada! .... Es un" cobarde y no se atreve á matarlo .... Enviaré solda-dos. (Al paje de Herodías). Vén aquí. Eras amigo del que ha muerto, ¿no es así? Pues bien; aún no hay bastantes muertos. Dí á los soldados que bajen á la cisterna, y que me traigan lo que es mío y me per­tenece; pues me lo ha dado el Tetrarca. (El paje retrocede. Ella entonces mira á

los soldados y exclama): ¡Venid, soldados!

Bajad á la cisterna y traedme la cabeza del hombre que está ahí. (Los soldados retro­ceden también). ¡Tetrarca, Tetrarca! ¡Or- " denad ,á vuestros soldados que me trai­gan la cabeza de Yo'Kanaán! ... .

(A este tiempo un enorme brazo negro, el brazo del verdugo, asoma por la boca de la cisterna, sosteniendo una fuente de plata, sobre la cual hállase la sangrienta cabeza de Yo' Kanaán. Salomé la toma en sus manos. Herodes cúbrese la cara con el manto. Herodías sonríe y se abanica. Los nazare"nos se arrodillan y oran.

¡Ah! '¿No has querido dejarme besar tu boca? i Pues bien! ... ¡Impídelo ahora! .. Ahora la besaré; la morderé con mis dien­tes, como se muerde el fruto apetecido .... Te lorepito. Ahora be!:>'aré " tu boca á mi antojo .... Mas, ¿por qué no me miras, Yo'Kanaán? Tus ojos, tus terribles ojos, ya inflamados por la cólera, ya fulminado­res del más profundo desprecio, se han' ce­rrado para siempre. ¿Por quése cerraron? ¡Abrelo!:>! ¡Levanta tus párpados, Yo'Ka­naán! . .. ¿Por qué no me miras? ¿Acaso me temes? ¿Por qué no quieres mirarme? Tu lengua, que era como sierpe venenosa, ha enmudecido, Yo'Kanaán. Verdadera­mente es prodigioso. ¿Cómo es que no se agita ya la víbora roja? No me has queri­do, Yo'Kanaán. Me has despreciado. Me has arrojado al rostro los insultos más crueles. Me has calificado de cortesana y ramera, ¡á mí!_ .. ¡á Salomé, hija de He­rodías, princesa de Judea!. " Y, sin em­bargo, Yo'Kanaán, yo vivo todavía y tú

no. ¡ Y tu cabeza me pertenece!. .. j Pue­do hacer de ella lo que me plazca! ... Puedo arrojarla á los perros 6 entregarla á las aves" de rapiña .... ¡Ah, Yo'Kanaán! ¡Yo'Kanaán! .... Has sido el único hom­bre á quien he amado .... Excepto tú, to­dos los hombres me habían inspirado as­co. Tú eras el único, el hermoso. Tu cuer­po era semejante á ulla estatua " de marfil,

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REVISTA MODERNA VE All~XICO . 155

asentada sobre pedestal de plata. Nada

existía en el mundo comparable á tu cuer­po; nada tan negro como tus cabellQs; na­

da tan rojo como tu boca. Era tu boca co­

mo turíbulo que exhala y esparce perfu­

mes penetrantes y deliciosos, y cuando lle­gué á mirarla pareci6me oir en lo profun­do de mi alma una como música sobrena­

tural. . .. ¡Ah! ¿ Por qué me negaste . tu mirada, Yo'Kanaán? ¿Por qué blasfemas­te de mí y escondistes el rostro con tus

manos? ... Cubristes tus ojos con la ven­

da que se pOlie el que anhela ver á su Dios. Ya lo has visto, pero á mí no. No;

si me hubieras visto, me habrías amado. Yo sí te vi, Yo'Kanaán; por eso te amé.

¡Oh, cuán ardientemente te he amado! ...

Yaún te amo, Yo'Kanaán. Tengo ham­

bre de tu cuerpo. Tengo sed de tu boca.

Ni el vino ni la fruta son bastantes á sa­

ciar mi deseo. ¿Qué hacer ahora, Yo' Ka­naán? No basta toda el agua de los ríos ni

de los lagos para mitigar mi sed ardiente. Princesa., me has desdeñado; virgen, me

desfloraste, y casta, has llenado de fuego

concupiscente mis venas. ¡Ah! ¡ah! ¿Por

qué no quisiste mirarme, Yo'Kanaán? Si me hubieras mirado, me · habrías amado. Segura estoy de que me hubieras amado;

pues el misterio del amor es más profundo

todavía que el misterio de la muerte. 5610

el amor es digno de ser loado.

HERODES

(A Herodías J. Vuestra hija es un mons­

truo; un. monstruo nunca visto. Lo que acaba de hacer es un crimen enOrme. Pien­

so que debe ser una terrible ofensa contra un Dios ignorado.

HERODÍAS

Yo apruebo lo que ha hecho. Ahora se­guiré en este sitio más tiempo.

HER O DES

(Levantándose). ¡Habla en ti la mujer

incestuosa!. .. Véll! ... No permanezca­mos más aquí. Te digo que vengas; pues

estoy cierto de que algo va á ocurrir. ¡Ma­nassé! . .. ¡lsacar!... ¡Oseas! ¡Apagad las antorchas! ¡No quiero ver objeto alguno

ni que las cosas me vean! ¡Apagad las an­

torchas! . .. ¡Ocultad la luna! ... ¡Ocultad las estrellas!... ¡Escondámonos en lo más profundo y secreto de nuestro pala-

. cio! ... ¡Un gran pavor se ha apoderado

demí! .. .

(Los soldados apagan las luces. Vese pasar una gran nube que oculta la bina y las estrellas. La escena queda del todo á obscuras. El Tetrarca empieza á subir á tientas la escalera).

SALOMÉ

¡Ah! ¡He besado tu boca, Yo'Kanaán;

he besado tu boca!... En tus labios he

sentido un sabor acre. ¿Es quizás el sabor

de la sangre? Acaso sea el sabor del amor.

Dicen que el amor tiene sabor acre. Mas

¿qué importa? .. ¿Qué importa? ... ¡He besado tu boca, Yo'Kanaán; he besado tu

boca! ...

(Un rayo de luz, que se filtra por la nube, viene á . dar en donde está Salomé, bañándola de luz plácida).

HERODES

(Volviéndose y señalando á Salomé). ¡Matad á esa mujer! .. .

( Los soldados se abalanzan contra Sa­lomé y la aplastan con sus broqueles.) .

FIN.

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156 REVISTA MODERNA DE MÉXICO.

Srita . Anita Montenegro.

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REV/.STA MODEHNA DE l'I'IÉXlCO. 157

\::>.!

DIÁLOGOS HIPOTÉTICOS

EL VERDADERO AMO DEL MUNDO

-¿Sabe usted mi queridoseñor don Emerenciano, la verdad de las cosas?

-Si usted no me la dice .... -Pues la verdad de las cosas es

que nosotros en el mundo constitui­mos un simple accidente, un núcleo efí mero de energías, u na .... ¿cómo se lo diré á usted? ¡una despensa am· bulante!

-Non z"ntdligo. -Sí, mi señor don Emerenciano,

una despensa ambulante, destinada á los microbios. El hombre es un co­mestible; el microbio, el verdadero comensal de este banquete de la vida. ¿Usted sabe en qué consiste ó á qué se llama la fagocitosis?

-Alguna vez me ha hablado usted de ella.

Para la «Revista Mod erna »

-Pues la fagocitosis no es más que la operación por ministerio de la cual, los glóbulos blancos ó leucocitos, se tragan á los microbios que encuen­tran en nuestros tejidos y los disuel­ven en su orgamsmo.

-¡Oh admirable disposición! ¡Oh sabia economía de la naturaleza! ¡Oh denodados defensores del ' hombre! exclamaría Metchnikoff y con él to­dos los sabios de los Institutos Pas­teur.

-No, mi querido señor don Eme­renciano, qué admirable disposición , qué defensores denodados, ni qué ocho cuartos! Lo que pasa aquí es to­do lo contrario. Se ha puesto al gato á que cuide la carne. El hombre es un proveedor de microbios para los

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158 REVISTA MODERNA DE .l\fÉXICO.

leucocitos. Acarréales á diario algu­nos centenares de miles; y cuando por su desgracia no puede ya saciar la desmedida voracidad de los tales, és­tos se COlllcn tranquilamente las célu­las sanas, de donde la vejez.... de donde la muerte .. . .

-Pero eso que usted dice es des­consolador para el «Rey de la crea­ción.»

-El Rey de la creación, ¡oh don Emerenciano! es el microbio, el invi­sible, el imponderable, el misterio­so .. " el inmortal! Y es un rey inte­ligente y es un rey malo -malo para 110sotros;- ¿pero usted ha visto seres verdaderamente inteligentes á quie­nes no se acuse de maldad? Se les acusa porque la finalidad de sus actos 110 es comprendida por las masas. ¡El comido nunca quiere hacer justicia al comedor! Hay crueldades aparentes que constituyen en el fondo profun­das misericordias. Llamamos nocivos á los microbios, porque nos matan, de la propia suerte que el carnero ó el buey nos llamarían nocivos porque los devoramos.... Mas es preciso que el microbio viva, ya que cumple un destino superior á nuestro mísero destino, y para él está hecho el mun­do, el mundo que él construyó, por­que, ¿quién amasó los continentes, don Emerenciano? Un animálculo, multiplicándose hasta el absurdo; y la vida que vino del mar, ¿por quién empezó? y ....

-¿Pero y cómo puede cabe:- la in~ teligencia en tal pequefiez?

-Qué tonto es usted, don Emeren­ciano .... ¡Esa objetión no la hubie· ra formulado un colegial de diez afias! .... (con perdón de usted); ¡qué tiene que ver la inteligencia con las dimensiones del órgano pensante:

¿Pues no es mil veces más inteligen­te la hormiga que el toro? ¡Y no digo que el toro, sino más inteligente que muchos habitantes de Australia Ó de Borneo! ¡La dimensión es una de las mayores relatividades del planeta, mi sefior don Emerenciano! La dimen­sión no existe más que en nuestro plano vital, como el tiempo .,. es decir, no existe en absoluto.

-Bueno, pero no me negará usted que la capacidad craneana ... ,

-¡Qué capacidad craneana ni qué nifio muerto! ¿No se creyó mucho tiempo que el peso del cerebro era factor esencial para la calidad de la cerebración? Y resulta que la masa encefálica de cualquier Pollet guillo. tinado, pesa más que la de un gran sabio. . . . .. Convénzase usted, don Emerenciano, los seres, cuanto más peq uefios, son más perfectos, más in- · teligentes y menos perecederos. El infusorio sabe más que el insecto (y está mejor dotado, como que hayal. gunos que para digerir tienen boca y dentadura en el estómago); el micro­bio sabe más que el infusorio, y hay microbios pe~fectamente invisibles, aun para la iluminación soslayada y

. potente del ultramicroscopio, los cua· les gobiernan el mundo. Para que vi­van, m u riendo vamos nosotros con esta muerte de todos los instantes qu~ se llama Vida .... ¡Ni el frío del espacio los aniquila! ¡Cada cometa nos trae nuevos seres de éstos en su cola fosforescente, sem bradora de gérmenes á través de 105 mundos! En el aire y en el éter mismo impOndera­ble, tienen sus palacios, delicados co­mo hebras de ensuefio, y el hombre estúpido sigue forjando teogonías é inflándose de suficiencia. ..

AMADO NERvo.

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RIWISTA MODI4;J{NA DE l\1I~XICO .

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LUNOFILIA

En la tarde suave y cálida ,

Desde el diván carmesí ,

Alzas fielmerite hasta mí

Tus lentos ojos de pálida.

Con la espectral ilusión

De la hora que te importuna ,

Un vago pavor de luna

Te acerca á mi corazón.

Por el cielo angelical

Se ahonda en místico ascenso

La soledad de ún inmenso

Plenilunio inmaterial,

Que encantando los jardines

Viene casi lastimero

Delirado en un ligero

Frenesí de violines.

En escella baladí

Te infunde su poesía

Tan dulce melancolía ,

Que quieres morir así.

Con el mimo de estar triste ,

Buscas m.i arrullo más blando ';

Y "te sorprendes llorando

Lágrimas que no sentiste.

Pides , tan sola en la vida,

Diminutivos de infancia,

y tu tímida constancia

Quiere ser compadecida.

Con alteración ardiente,

En tu insaciable interés

De preguntarme: ¿quién es

Tu .. . . ? eternamente.

159

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160 REVISTA MODERNA DE MÉXICO.

Quisiera huir conmigo

Hacia un país de químera,

Donde no se conociera

La voz del mundo enemigo.

«Lunario Sentimental.»

Algo eleva nuestro ser,

y la calma de la luna,

Nos embarca como una

Blanca nave .... á no volver.

LEOPOLDO LUGONES .

Búsquese el número de Junio de la «Revista Moderna,» que

aparecerá el 2 S del propio mes.

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REVISTA MODERNA DE MEXICO. 161

,

CRONICA POESÍA DE LAS DAMAS, DE LOS CABALLEROS Y DE LA CORTESÍA

"Si mis canto!':, si mis obras me valen alguna nombradía, recaiga el honor en mi Dama: ella ha aguzado mi ingenio, ella ha estimulado mis trabajos, ella me ha inspirado graciosas canciones: mis obras no tienen valor alguno sino por­que se re:fleja en mí algo de los encan­tos de mi Dama, que siempre es objeto supremo de mis pensamielltos.»

Pedro Vidal de TolOl'la; quefué anUtnte de la señora de Saint-GÜle.q y robó un beso á la Vizcondesa de Mm·sella .

Sobl'e un fondo sideral. la Musa de cabellera bruna y rostro pálido toca, levemente, sus labios, con el largo índi­ce de la mano siniestra.-mano donde fulgura una. gema de ensueflo-y nos dice, niuy quedo:

-iSilencio! Luego. habla el Popta.: -Alma, ven á mi alma sin ruido, que

,te quiero decir, asÍ, al oído ....

* * * Éranse los dorados tiem pos del Amor

y la Espada. cuando :florecieron los tro-

vadores, y hubo más gloriosos bandi­dos y más santos. Tuvieron los trova­dores por religión la « Gaya Ciencia;)) y sus composiciones l1ricas celebraron las damas, los caballeros, los hechos de armas, los amores y la cortesía. Pedro Vida!, el trovador funambulesco, daba estos consejos á un su discípulo, para que ejerciera noblemente su arte: «Can­ta á Federico 1 de Alemania; á En riq ue n de Inglaterra, y sus tres hijos; al Conde Raym undo, de Tolosa. y al Con' de Berenguer de Catalufla. Ténlos por modelos de los héroes de tus roman­ces.» Y, lo decía luego de haber amado á la bella Lupade, y vestido. por serle gra.to, la piel de un lobo.

Crearon los trovadores provenzales la « Canción de Amor.)) Pero no fué el amor de estos poetas el de los helenos. Amor no es un angelito gracioso. con los carrillos so'nrosados, vendados los ojos, el dardo en las manos y el carcaj á la espalda. No. Vidal lo representa de esta traza: "Cuando fuíá los campos, encontré á un caballero. hermoso como

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162 REVISTA MODERNA DE MEXICO.

el día. con ojos tiernos y dulces , nariz afilada, dientes bt'uflidos como pura plata, boca fresca y risuE'fla, esbelta y gallarda apostura. Su vestido estaba salpicado de flores y tenía en su frente una guirnalda de rosas. Su palafrén, blanco como la nieve, estaba mosque­teado de ébano y de púrpura: el arzón era de jaspe. la mantilla de zafiro, los estribos de sardónica. «Pedro Vid al­me dice-sabe que soy el amor. Esta dama tiene por nombre, Compasión j esta doncella, Pudor y este escudero, Lealtad.»

Hugo de la Bachelerie, que en pia­doso y aventurero, declaraba: «Nunca recito el «Pater Noster)) sin que antes del «Qui est incoolis,)) se vuelvan á «Ella)) mi pensamiento y mi corazón.))

He citado á estos dos poetas proven­zales, gloriosos discípulos de Guillermo IX. Conde de Poitiers, el más antiguo trovador de que nos quedan composi­ciones, para daros idea del espíritu en que se ha formado otro poeta de ,estos tiempos; que. asimismo que Bernardo de Ventadour, habría merecido las ca­ricias de Leonor de Guinea, la muy gen­til Duquesa de Normandía. Reina de Inglaterra, luego de haber sido Reina de Francia.

Amado Nervo, nómbrase este poeta galán.-Y él sí que debió ser elogiado por Dante. y no Sordello!-Sus estro­fas, como las de 'Petrarca, dejan esca­par levísimos suspiros de inefable con­goja: «dolci ire, do} ci sdegui, dolci pa­ci.» Y sus versos, llenos de piedad y dulzul'a.recuérdanos áJuan delaCruz y el panteismo de Francisco de Asís;­del que, no siempre con buena fortuna, hace gala humilde Guerra Junqueiro.

De cuatro partes compónese el libro de Amado Nervo. «En voz baja . ... » De cuatro partes que, son á modo de cua­tro «breviarios de amor;» ciertamente envidiados por Ermengaldo de Beziers

-aqud que escl'ibió otro « breviarioll en veintisiete mil versos-si atinara á sacar de la sepultura el pelado cráneo.

Titúlanse las cuatro partes: «En voz baja ... . ,» «La sombra del ala)) ((Unli­bro amable» y ((Del Exodo y las flores del camino.» y, vedme perplejo sin dar­me cata de cual de los cuatro breviarios es más bello.

Toda la primera parte del libro de Amado Nervo, esta construída de com­posiciones que, son maravilla del oído y regalo del entendimiento. ((Vieja llave,» la vieja llave á la que dice, tiernamente, el poeta:

«Tu torcida arquitectura es la misma del portal de mi antigua casa obscura, (i que" en un día de premura fué preciso vender mal! ) ; ~

es de un tan extremado sentimiento y de una tan exquisita delicadeza, que, ' parece escrita por el Mendigo Santo que amó á Olara, creyendo amar á Dios. ((Hojeando estampas viejas,» tiene el en­canto de las miniadas iniciales de los pergaminos del siglo XIII. A las dolo­rosas ((rimas» de Becquel', recuérda­nos ((Tel qu'en songe.» y, «La Bella del bosque durmiente,» la princesa que fué linda y tiene ya los ca bellos de plata, dice al peregrino trovador:

«-i Ay! caballero i qué desencanto ! . , . . Más, no en valde, por verme, sufriste tanto : Tus cabellos son blancos, i como los míos !

Asómate al espejo de esta fontana, Oh pobre caballero, . , , i Tarde viniste! Más, aun puedo amarte como á una hermana , posar en mi regazo tu frente cana y entonar viejas coplas cuando estés triste ' , , ,»

Estas estrofas) ¿no os traen á la me­moria la amable filosofía Campoamo­riana?

Los niílos cieguecitos de «Visión» que, al escuchar en él paseo, el loco es­trépito de un automóvil que corre,

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REVISTA MODERNA DE MEXICO. 163

« .. .. la pupila dilatan; parpadean con rapidez nerviosa

. . . y al fin, quietos pasean su noche misteriosa por la tarde tranquila,»

producen talsentimientodepiedad que, un punto, nos sentimos buenos de co­raz6n. Y, luego, al leer «Novissima ver­ba,» donde el poet.a afirma:

«Mi buen hermano, oye con atención esto que digo, y que no te conturbe. i Dios sí existe! . . . . i N o~otros somos los que 110 existimos!

quedamos como agobiados bajo el peso de nuestra pequeñez, temerosos de «al­gOl) que escapa al humano entendimien­to, cual si escucháramos el sonido de la trompeta que escuch6 Jer6nimo, el fi­lósofo.-Somos l0s (( papelillos de colo­res,» que ((desde los altos corredores)) unos niños arrojaron; y creyéndose, porque revoloteaban un momento, ma­ri posas con aias, fueron á pudrirse en ellodaz!l¡l. -.-: No recuerdo lectura q ue me haya impresionado más, por su remate no esperado, que la de «Novissima ver­ba,)) si no cuento ((El Procurador de Ju­dea)) de Anatole France.

Y lo que antes se dijo de la inmorta­lidad de Sordello, acaso lo pens6 el au­tor de «En voz baja . .. . ,» puesto que, en la última composici6n de esta primera parte de su libro.-((Yo estaba en el es­pacio))-esclama con divina soberbia:

«Rojo p!tdre Dante, tll 110 viste las cosas tremendas que me fué dado ver, rojo Padre.»

* * * ((La sombra del ala» y «Un libro ama­

ble,» como se anot6 ya, constituyen la segunda y tercera pal'te de ((En voz baja Yo prefiero ((Un libro amable,)) y de éste .. . ,» no sé q ué preferir, cual me acon-

tece con los cuatro breviarios, y acon­tece á las muchachita~ coquetuelas an­te los ricos anaq ueles de una joyería .

Según avanzamos en la lectura de las poesías de Amado Nervo, descubrimos bellezas no sofiada'3. Nuestra admira­ci6n es gemela á la de aquellos osados aventureliP,s que conquistaron la opu­lenta Mé¡,ico, patria gloriosa del poeta -más g~riosa por haber sido cuna del poeta que por la reconquista de sí mis­n. 1. ~ Y l. cecisa sería la aurífera pénola de Ercilla, cantor del Arauc<?, para dar la sensaci6n verdadera de la admira­ci6n que nos producen tales descubri­mientos, Y he dicho ((la pénola de Er­cilla,)) pOl'que nuestra admiraci6n de­biera traducirse en verso her6ico, y nadie lo escribió como él. si hemos de. creer á Cervantes cuanrlo dijo:

«, , .. que en el heróico verso fué el primero que honró á su patria, y aún quizá el postrero.»

Sí; hay que ~antar en versos her6i~ cos la heroicidad . del poeta humilde; que labora en silencio, devorado, cual Anthero de Quental, por la duda del In~ finito; lleno el corazón de piedad para sus hermanos, los hombres: siempre erguida la nobilísima frente, fijos los claros ojos, que ven, á través, del espa­cio, el mundo consolador de la Quime­ra, el Ideal.

Los más de nuestros poetas contem­poráneos, son artificiosos, insubstan­ciales, laberínticos; En fuerza de dis­locar el idioma y torturar la frase, so­metiéndola al hatán de un ingenio tor­pemente desorientado, suelen decir ((algo)) no del todo mal dicho. Pero su labor anda pareja con la de los incultos aldeanos de Toscana! y Rumanía que. ensartan palabras sin sentido, en ver­sos rimados. Estos versos cánsanme tanto. por lo menos, como los tres mil seiscientos qUe escribi6 Diendonné de. Pradas sobre las aves de montería.

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«La. som bra del ala» parflceconcebida por un Deseartes poeta, Es la manifes­tación de la duda sin la erial itspet'eza de la filosofía. Y es una acusación al «neismo,» como obra de revolucionario softador:

«De todas suertes me escuda mi sed de investigación, mi ansia de Dios, honda y muda, y hay más amor en mi duda que en tu tibia afirmación»

En «iMuerta!» y «Mis muertos,» lain­quietud de un «más allá,» la inquietud de una existencia al otro lado de la vi­da, tortura noblemente al poeta. Yes el hidalgo creyente que gusta de conse­jas narradas al calor del hogar, viendo refulgit'la llama aurífera en el bt'uftido acero de sus armas, pendientes de la panoplia; el mismo noble hidalgo de las «Historias viejas;» el que hubo en su mocedad de sufrir las crueles imperti· nencias de la linda sobrina de «La Ca, nonesa.»

«La vieja. canción de los cintillos del hada» está inspirada en una sentimen­tal filosofía, Es, en efecto, una canción llena de gracia, como llena de gracia fué la madre de Jesús. Y,no sé por qué analogía, para hacerme ereer que esta canción tiene el encanto de la ligera poesía francesa, viénenme á la memo' ria dos versos raros que tradujo Gómez Oarrillo:

«amatista como los ojos de Han Juan Bautista.»

y es que, en «La vieja canción de los cintillos del hada» simbolizan las pie­dt'as preciosas: topacios que dicen: «iRie!»; esmeraldas que murmuran: «i Espel'a!»; la amatista, «la santa pie· dra episcopal)) que aconseja: «iReza, reza!)); los zafiros que invitan: cciSuefia!Jl; el ((trémulo rubí)) que brinda: «jAma!)) y el ópalo que suspit'a: ,,¿Quién sabe?"

En «Un libro amable)) está incluído

el «( Epitalamio» dedicado á Don Alfonso XIII, y leído por Amado Nervl) en el Ateneo de Madrid, la noche del 28 de Abril de 1906. Dicha composición tiene el aromoso sabor de un cuento de niflos:

uY hubo fiestas reales; vinieron muchos príncipes de países extraños, trayendo cada uno magnífico presente, y la Princesa rubia y el Rey adolescente vivieron muy felices y reinaron cien años.»

y también en «Un libro amable»-y así declarado queda por qué lo prefiero á la «(Sombra del ala»-está la poesía titulada «Carmen.))

«Tus dieciséis años son dieciséis versos: dos octavas reales que cantan en coro, y tus frescos labios, tus primaverales labios de cerezas, un dístico rojo!

«Feliz quien te diga «mi Carmen» y firme tu lindo poema con besos gloriosos!» .

Maestro del verso castellano: yo amo una Carmen, una Carmen cuyo poema firmé con «besos gloriosos,1I una noche que, perseguidos por la justiCia de los hombres, huyendo íbamos, bajo la llu­VÚL, á esconder el pecado de amor en la hosca soledad de los campos ..

Falta decir ahora « Del Exodo y las flo­res del camino," Esta es la más prolija dfllas cuatro partes del libro: contiene veintiséis composiciones; veinte la pri· mera; la segunda, sei8, y «Un libro ama­ble,)) dieciséis: sesenta y ocho poemas de amOt', de cortesanía, de inquietud espiritual y de gloria,

La «Primera página» es el auto retra­to del poeta:

«Criatura fugitiva que cruza el mundo vano, temiendo que la alforja sus éxodos impida, ni traje amor, ni llevo, y a..'\í voy al arcano, lanzando con un gesto de sembrador, el grano fecHndo de mis versos al surco de la vida.»

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REVISTA MODERNA DE MEXICO. 165

Valle-Inclán, el mago hablista caste­llano, dijo también:

'«Mi ensueño de poeta, que floreció en un canto, á mi Psiquis dos alas le dió para volar, -una ala de anarquista y otra ala de santo-á mi diestra, un puñado de trigo que sembrar.»

Mas, comparad ahora una estrofa con otra. La de Valle·Inclán es pura· mente cerebral, no tiene emoción, no logra impresionarnos, si bien nos de· leita por su rica ornamentación. En la anterior estrofa de Amado Nervo, es el Verbo hecho carne quien nos habla, y en voz llana y melodiosa, sin rebusca· mientos orquestales, sencilla é ingé· nua, nos conmueve la entrafla. Porque si el poeta gallego es el taumaturgo del idioma; el poeta mexicano posee, cual ningún otro castellano poeta de nuestro siglo, el dIvino secreto de la emoción.

En ocasiones, para demostrarnos que puede hacer, si quiere, ese «género» de poesía cerebral, que impurtó de las le­tras francesas el genio-á discutir­de Rúbén Darío, nos regala Amado Ner­vo con una estrofa lapidaria:

«Mefis.tófeles es un Cristo oblícno, que lleva retorcidos los mostachos.

y tú, que eres unciosa como un ruego, y sin mácula y simple como un nardo, tienes trágica crin dorada á fuego y amarillas pupilas dI' leopardo . .. . »

Más, yo prefiero la encantadora ter­nura de rrRodeuse . ... ))

"PObrecita, ven conmigo, ¡dejaya las puentes yermas! Hay un alma en estas noches á las tfslcas hostil y un vampiro disfrazado de galán, que busca enfermas, que corteja á las que tosen y que, á poco que te duermas chupará con tromp" inmunda tus pezones de marfil ."

Quiero copiar aq uí, toda entera, una de las más delicadas poesías del libro y acaso la más caballel'esca é hidalga. El prócer americano, nieto, por línea di.

recta, de aq ueHos que apalearon el oro de sus arcas y luego lo derramaron co· mo una bendición, sobre la traspillada Europa, hace el amor á una muy linda gitanilla ((En Bohemia:))

U-Gitana, flor de Praga, diez Rreutzers si. me besas. En tanto que á tu osesno fatiga el tamboril , que esgrimen los ka"$iares las manoS juglaresas y lloran guzla y flauta, tus labios dame, fresas de Abril

Apéate del asno gentil que-encascabelas : los niños atezados que tocan churumbelas, harán al beso coro con risas de cristal. Por Dios, deja tu rueca de cobre y á mi apremio responde. Si nos mira tu zíngaro bohemio, no temas; len Dalmacia forjaroh mi puñal!"

La anterior composición encarna to­do el espíritu de una raza llena de vigor, joven y prócer. Es ((Don Juan)) que lle­ga con la espada desnuda en la diestra, la bolsa en la siniestra mano y á flor de pecho el corazón.

La obra de Amado Nervo es, verd.a· deramente, obra de poeta: emociona, educa y hace sentir la belleza de los hom bres, de las cosas y de los senti­mientos. Un muy grande contratiempo amoroso debió truncarle la vida; por­que sus versos, dedicados á la mujer, destilan amargura y dolor. Sin em bar­go, como la de los trovadores antiguos

. y la de los antiguos caballeros andan· tes. parece ser esta su divisa : ((Todo por mi dama.)) Y sus estrofas son ho· nestas y temerosa!il de Dios, cual co­rresponde á las hijas de un tan cristia­no y noble caballero. Y lo mismo el aguo do entendimiento que el corazón senci­llo, perciben la tranquila emoción de belleza que emana de sus poemas de amOL" de cortesanía, de inquietud espi­ritual y de gloria,

PEDRO LUIS DE GÁLVEZ.

Para " Re,' isla Moelerna" ele Ml'xico . Madrid .-España .

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RIMA Yo he visto un angel pálido de inmaterial belleza

Que sobre el arpa de oro doblaba la cabeza, Como azucena mustia de viva nitidez; Apenas si escuchaba la voz de los querubes, Dejando imperturbable rodar astros y nubes Cual desmayado en medio de tanta esplendidez.

Las lánguidas guedejas de sus cabellos de oro. De donde el sol naciente tomaba su tesoro, Mezclábatise' á las cuerdas del arpa celestial, Y, á ve~es, conmovidas por invisible viento, De aquel beso de rayos fonuábase un lamento Más dulce que el suspiro del aura matinal.

-¡Señor!-dije á un arcángel de faz resplandeciente,­¿Por qué ~u rostro inclina, por qué dobla la frente? ¿Acaso es ese Angel el Angel del dolor? ¡Parece. á un tiempo mismo la gloria y la agonía!­Nubl6se del Arcángel la faz hecha del día, Y en voz que era un sollozo me dijo:-¡Es el amor!

¡Cuántas veces, la frente en la mano Y en el blanCo papel la mirada, Entre el blanco papely la mente Sorda lucha en secreto se entabla!

Como el mar solicita las velas, Como el aire estimula las alas,

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REVISTA MODERNA DE MEXICO.

El papel con su casta blancura Solicita á lá idea y lct llama.

-Ven-le dice-sumido en la mente, Pobre germen, te anulas, te matas; Ten ue ser de la nada engendrado ¿No te asusta el volver á la uada?

Ven, amiga, yo soy tu destino, Soy el aire que el águila aguarda, Soy sileúcio que espera armonías, Soy el mármol que ser quiere estatua.

Soy anhelo y espera de cita, Tú la ignota belleza esperada; . Soy lo inCierto, lo · vago, lo amorfo, Tú la línea, el color, la palabra.

Yo, mezquiilO papel, soy el lienzo Donde el Verbo su imagen estampa .... ¡Cuántas veces impresa con sangre En mi nieve su faz deja el alma!

RIMA

No es la forma á la idea 3ivina Lo que al néctar la espléndida copa; Es más bien 10 que S011 á la esencia De la flor la' semilla y las hoja~.

No es . l~ ~rtística túnica helena Ciñendo el contorno gentil de la" diosa, Es la carne vistiendo al espíritu De sensible apariencia corpórea.

Ni aun el verbo emisión de la mente, Que es el alma que se hace sonora, ~s imagen exacta y completa De la unión de la idea y la forma.

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Que es el verbo en las almas vulgares Graznido de buitre 6 arrullo de tórtola, De un espíritu hundido en materia Funci6n inconsciente, vislumbre remota.

Solo en horas sublimes el genio Siente unidos en íntima c6pnla . Lo infinito y su externa apariencia,

La idea y la forma . .

Madrid.

BLANCA DE LOS RIOS

DE LAMPÉREZ.

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REVISTA MODERNA DE MEXICO. 169

EL USO DEL "VOS" EN AMERICA

Son las lenguas organismos que crecen, Saber de una lengua lo que rezan su dic-viven, se desarrollan y mueren.-Tienen cionario y su gramática no es sino saber épocas de infancia en que apenas si logran una de las partes del idioma.-Para pre­marchar por sí mismas y como el niño, ciarse de conocer éste en integridad de su diríase que van á gatas, avanzando peno- extensión, sería. preciso seguir las corien­samente: conocen períodos de virilidad ju- tes todas que en su seno se forman: escu­venil, en que rompiendo los moldes infan- chal' el habla del pueblo, no sólo en un lu­tiles, se atreven audazmente á todo y ejer- gar sino en todos los lugares en que el len­citan sus fuerzas en todos los terrenos; al- guaje 'domine; sorprender los movimientos canzan siglos de glorioso desarrollo en los rápidalOente evolutivos, los procesos tran­que dan de sí frutos magníficos; sufren de quilos y los estancamientos tradIcionales. tiempo en tiempo enfermedades y deca- -Hay, en efecto, la lengua consagrada por dencias; yal fin, mueren, bien por exceso las academias, Ia lengua pura, que pudié­de vitalidad, ora por estancamiento y falta ramos decir; y ha.y la lengua hablada en de cultivo. realidad p <;> r el puehlo; la que resuena el1

En el vivir de las lenguas, no to(los los las intimidades de la familia; la que sirve pueblosque lo producen siguen rítmicamen- de cOlllunicación á los niños; la que tl'ans­te impulsos idéll.ticos.-Háblase el mismo mite los quereres y los pesares de las cla_ idiollla por individuos tan distintos, por ses ínfimas, de las clases rumIes, lengua pueblos tall lejanos los unos de los otros; que, en multitud de casos jamás ha mere­resuenan sus sílabas en medios geográficos cido los hallares de ser considerada en los tan diversos y se oyen sus modulaciones textos y en los léxicos oficiales. en climas tan diferentes , que nada tiene , Estos modos de hablar v¡m diferencián­de extraño se determinen, en el seno de dose de pueblo á pueblo, de clima á clima, ulla misma lengua, variadas corrientes, por modo tal, que á los oriundos de distin­unas rápidas, que muestran vigoroso des- tas provincias se les hace difícil entenderse arrollo, otras lentas, que no avanzan sillo recíprocfl mente cuando usan giros y ll10dis· á su pesar; y hay; por fin, remansos, di- mos familiares: la lengua oncial presta en­damos, en que la linfa del lenguaje se es- tOllceselservicíoinmensodeservirdevíncl1-tanca por completo. loentreaqueliosdistintosdj¡.~lectos,ydeim-

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pedir que surjan multitud de nuevos idio­mas, allí donde hay uno digno de ser pia­dosa y orgullosa mente conservado.

El fenómeno lingüístico que domina en la América Española no es i quien lo Cre­yera! el neologismo, no obstante las auda­ces innovaciones de muchos de nuestros modernos escritores: es el arcaísmo.-La quietud de la Colonia, en el aislamiento hispano americano en aquellas épocas de tranquila preparación, hicieron de los pue­blos de este Continente medios á propósito para la conservación de la lengua sin va­riaciones, para su cristalización, diríamos, favorecida por la. falta casi absoluta de no­vedades.-EI idioma que trajeron los con­quistadores se petrificó en el Nuevo Mun­do, bien así como parece haberse petrifica­do el habla del siglo XV en los zeffárdhn que, en Constantinopla y en Africa, con­servan con piedad el legado del habla cas­tellana.

Después de la independencia, y con oca­sión de la entrada de estos pueblos en la vía contemporánea, el idioma ha debido evolucionar, ni más ni menos que en la. metrópoli, y el neologismo se esparció por toda América.-Mas el habla antiguo dejó profundas huellas, aun en las ciudades más comunicadas con el mundo exterior, y si­guió casi totalmente cristalizada en las rús· ticas poblaciones del interior de cada uno de estos países.

De estos viejos monumentos arcaicos, traídos por la conquista y no eliminados todavía, antes solidificados al parecer de un modo indestructible, es · el uso del vos en la América Española.

Si viajamos por las diversas Repúblicas del Centro y del Sur de América (que en México no se observa el modo de hablar á que en este artículo nos referimos) hemos de encontrar, en algunas de ellas, usado el vos clásico y reverencial, en lugar del tt¿ familiar, y hacien(lo de todo en todo sus veces.

LaR que pOI' esas tierras nacimos, huhi·

mos de crecer hablándonos de vos, á modo de personajes de una comedia de Lope ó de una novela ejemplar del Manco Sano; de vos nos hablan nuestras madres; y de vos nos cantaban para arrullarnos y con· vidarnos á dulce sueño; el vos sonaba en labios maritornescos, cuando el amor de la lumbre contaban las criadas sus conse­jas memorables; de vos nos peleábamos unos con otros, y de vos, finalmente, nos amábamos separados por las rejas morunas de las viejas construcciones coloniales.-­El vos es, en elleriguaje familiar, susbtitu­to completo del tú; y tan necesario, que ha de empleársele por lo menos mil veces al día; y tan arraigado que, cuando algún individuo de la clase popular pretende pe­dantescaóafectadamenteeliminarloósubs­tituil'lo pOl' el tú, incurre á cada paso en equivocaciones y forma una graciosísima mescolanza que desesperaría al más atina· do gramático.

Hay algo carísimo á nuestros oídos en esta música del dialecto familiar, del ha· bla del terruño, especie de recuerdo nos· tálgicamente conservado del suelo en que rodara nuestra cuna.-A las veces, al es· cuchar esa habla parécenos aspirar perfu· mes de ]a heredad natal, revivir días de la infancia, entrever yisiones ya casi e"fuma­das en los senos recónditos de la memo· ria .... Viajaba yo por el Sur de Chile con ocasió)1. del último Congreso Panamericano, en compañía de delegados procedentes de todos los países de América.-De repente, resonó una música rara de palabras, una modulación extraña de soniJos, que hizo vibraren mí, fibras muy hondas.-Era una · conversación que, en el lenguaje de mi in­fancia, sostenían el Dr ,Teodosio GOllzález, delegado paraguayo y su esposa:

-«Vení, admirá este paisaje .. .. » -Si querés . ... No pude menos que preguntarles: -«¿Qué así háblasc en el Paraguay'?» Contestaron afirmativamente; y empren-

dimos larga plática en ellengnaje familiar

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REVISTA MODERNA DE M.EXICO. 171

paraguayo que es, exactamente, el lengua­je familiar de Guatemala.-Iguales modis­mos, iguales idiotismos, idénticos barba­rismos, resuenan en las riberas del Paraná, como en el Valle de las Vacas ....

Mas no imaginéis que el uso del vos cen­troamericano,. argentino, paraguayo, en parte chileno, es el pm'o que las gramáti­cas registran; ved para convenceros de 110

contrario, algunos ejemplos de esas cons­trucciones de bajo castellano:

((En queriéndome vos, mi vida, aunque no me quiera tu nana. -(Refrán popular de clarísima inteligencia, si se sabe que na­na es lo mismo que mad1·e.)

Dormífe niñito-que tengo que hacer;­lavar tus pañales-sentarme á coser-una camisita-que te has de poner-el día de tu santo-señor San José .... » (Canción p.l.ra dormir un niño.)

Otra del mismo género: Dorrníte chitito-cabeza de ayote.-Si no

te donnis-te come el coyote. De una pastorela popular: PASTOR: Contento está-mi corazón­

porque ya tiene su giien patrón. ((PASTORA: Y yo también--no sólo vos­

voy á servir-al niño Dios. Canción de criadas: ((Señora Santa Ana

¿por qué llora el, niño?-Por una manza,­na que se le ha perdido-Si por eso llora, yo te daré dos: una para el niño y otra pa­ra vos.»

Fórmula familiarísima de saludo, entre dos que se ven con frecuencia:

-¿ Qué hacés vos?, ... » Contaba mi abuelo, recordalluo cosas de

sus ,mocedades, que l1n pariente suyo se perecía de ganas de montar 'cierto brioso , corcel, en regocijada cabalgata: hubo de pedir permiso á la señora su maure, quien lo negó redondamente por temor de que' su vástago comprase más terreno del que ha­bía menester.-Insistió el mozo y tornó á negar la señora; mas fué tanta la necedad del chiquilicuatro que por fin la matrona concedió el permiso en términos que casi

implicaban sentencia de muerte para el ne­cio aspirante á centauro: «Montáte y m,a­táte . ... »

Son comunes frases como éstas: Vení acá; decime; andaite; habís visto, .. .las cuales na­da tenddan de reprochable si rezaran: Ve­nid acá, decidme, andad, habéis visto ... ,

Resumiendo: el vos hispano-americano tiene las siguientes anomalías:

Primera: suprime la d final en los im­perativos tomá, entrá, comé, por tomad, entrad, comed.

Segunda: suprime una i en los presen­tes de indicativo y subjuntivo: comés, ha­blás, querés, por coméis, habláis, queréis; comás, querás, hablés por comáis, queráis, habléis.

Tercera: igual supresión en los pretéri­tos y futuros; vos cantabas, vos comías, por vos cantábais, vos comíais; vos dijis· tes, vos hablastes, por vos dijísteis, vos ha­bl áistei s , vos vendrés por vos vendréis; vi­nieras, vinieses, venurías, por viniérais, • viniéseis, vendríais.

Cuarta, y esta es la más rara: se cons­truye con el pronombre tú y sus declina­ciones y no con el pronombre os: sentáte, por sentaos; ite por idos; ¿Ves vos tu ca­sa? por ¿ V éis vos vuestra casa? ....

¿Cuándo y cómo ,se emplea este vos his­pano-americano?-N o le corresponde, cier­tamente" el uso elevado, ni es suyo el to­no que sirve para dirigirse á la divinidad, á la gente que inspira respeto profundo, á los poderosos que despiertan apetitos de adulación. --En tales casos, cuando se las ha con Dios, cuando se dirige á gente de respeto, cuando escribe, cuando adula á su tiranuelo, el hijo de cualquiera de estas re­públicas usa el vos con entero arreglo á los principios gramaticales, por mueho que á veces se le haga cuesta arriba sostener el tono.-Pero entonces no está hablando su lengu(J., sino un idioma oficial que se le des­pega como suele despegársele el traje de ceremonia'.':'-' El idioma historiado y el tra­je de recepción le venían igualmente mal á

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172 REVISTA MODERNA DE MEXICO.

cierto alcalde de Guatemala, sastre de pro­fesión, á quien los vientos niveladores del jacobinismo elevaron á alturas que sólo de­bieran ser accesibles al mérito.-Ofrecía la Municipa1idad un banquete al desventu­rado presidente Barillas, yel alcalde, que­rién:dosela. echar de culto y bien hablado, hubo de preguntar al congénere suyo que regía los destinos de la nación:

-«Y vos, señor Pl'esi<lente, ya no comés

1I'Lá·is? ... El bueno de BariIlas le respondió, sen­

cillamente, que no era ningún caballo para comer máiz, según por allá dicen el maíz ...

En mi tierra se usa el vos como prenda de absoluta, confianza, ó bien como señal de completa é indsicutible 8uperioridad.­En el primer caso es sinalagmático yafec­tuoso: en el segundo, unilateral é impo­nente.

Es dulcísimo el vos cuando cifra los afec­tos maternales que una madre hablando de usted y aun de tú parecería desamorada, severa, poco sensible y cariñosa; cuando entre amantes, en tiernas intimidades, sa­le de los labios remedando el hahlar de los niños y sirve para formular preguntas y res pueRtas en que la averiguación nunca apurada de si amamos y somos amados ocupa todo el espaci¡"); cuando le escucha la morisca reja tras la cual hrillan ojos ne­gros de fulgor tal, que mal año para ojos andaluces; cuando cifra las intimidades de afectuosa camaradería y es vihículo de con­fidencias en que el almn. se vacía en otra alma gemela suya . . .. El vos denota supe­rioridad en el padre, á quien el hijo con­testa reverentemente de Ud., en el amo, que al dirigirse á los cria(los, espera por lo menos oir de sus labios un (su merced» respetuosísimo; en la s(~ñora de la casa; y á veces, por singular afecto de la tiranía, en el Presidente de In. República cuando, como sucedía con n. Rufino Barrios, se cree autorizado para tratar familiarmente á todo el mundo y principalmente á sus enemigos, á moclo de tel'1ta coronada -M u·

chas veces, el pronombre, que insultata,nte resultaba en los labios de aquel salvaje, iba acompañado del chasquido del latigazo ruin que cruzaba el rostro de la víctima inde­fensa . . . . Pero no nol'1 metamos en políti­ca. - Algunos maestros se juzgan obligados á tratar á sus discípulos de vos, y lo hacen con la mayor srezcura, auún muchos años después, y cuando el discípulo es, por k menos, Ministro de Instrucción Pública. -Es célebre la frase con que cierto Di­rector del Instituto Nacional de Guatema­la, confería solemnemente á los alumnos el grado de bachiller en ciencias y letras:

-«El tribunal que acaba de examinar á Ud., se ha servido aprobarle: en conse­cuencia os confiero el título de baehillel'; y, en lo particular te doy mi enhora­buena . ... »

Una discreta hilaridad movía., como era de esperarse, lo solemne del acto.

En público, en sociedad, no es el vos de buen gusto, por lo menos entre gente de enjundia: entonces se echa mano del tú, sin temor de que su uso sea tildado de ri­dícula afectación; pero, en ocasiones, re­sultan mezcolanzas peregrinas y se oye de­cir .... Si tú querés, tú tenés .... vos quie­res y otros disparates, peores que el mon­táte y matáte de que h'!1.hlamos hace un momento.

No hay quien quite el origen netamente español de estos usos autoritarios y fami­liares del vos . - Yo no he de citar aquí la copia de ejemplos con que po(\ría. demos­trar que, en el siglo de oro, y aun más lLdelante, decía de vos el superior al infe­rior, teniéndose el empleo del pronombre por cosa un tanto despectiva.-Para las re­laciones de mutuo respeto, usá.hase el vue­sa merced, que a.ndando los tiempos, llegó á sér el usted moderno.-E:-;te vuesa mer­ced parecía tan solemne y tan pedantesco ,í los extranjeros, que una viajera francesa no escasea sus burlas á España por la pom­posida.d con que en las calles de Madrid oyó trl'ltarse de vuesamerced á mendigos

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REVISTA MODERNA DE MEXICO. 17.8

desarrapados.-La viajera no sabía que la ciudad de Guatemala (que no es ningÚil prosopopeya del tratamientqestaba única- documento clásico) se lee que el Conquis­mente en -su imaginaci~n~ :-=:; Lo :~ierto es .. ' tad~r P~dr9 'de AIY~)'ado dijo al ñel-de fe~ que, merced al tra~'l.mie~lto revere~Ciál y chos: ~Ag~i~t~, esc~ibano. : . '- >1 ni 'hj'ás ni solemne, el idioma ' se enriqueció con un menos qUj:l en' la misma ciudad diría, cua­verdadero pronombre más, q\le sólo nos- ' trocientO~ añ~s después, cualquier juecesi­otros tenemos.-El vos pasó al teáeno me- 110 á sll Secretaj:io, si lo tratase de vos '-ramente ,familiar ó al autoritato~io. Lo< que no encuentro usado en Españd

Que también vinieron de España las for- en ninguna época, y es natural no haya mas fonéticas del vos americano, traídas dejado huella en documento impreso. es el en labios de gentecilla mal educada y poco vos promiscuo con el tú: el sentá .. . . te, conocedora del idioma, como regularmente marchá . . .. te, por senta .... os, marcha sería la inmensa mayoría de los soldados . , . . os; pero no dudo que proceda tam­de Cortés, de Alvarado y de Pizarro, es he- _bién del bajo pueblo español de quién sabe cho que parece demostrar la circUli~tÁ~~ia ;;.q;{é pl:ovinci~,~ .(lónvicción en que me afir­de que regiones americanas tan separadas man ,diga lo que-quiera Cejador y Frauca, unas de las otraR por la distancia física y así la impotencia hispano americana para por el aislamiento peculiar á la América modificar el idioma, como la reflexión de JiJspañola, como Guatemala yel Paraguay, que sólo por medio de una absoluta comu­la Argentina y ~l Salvadpr" c?i!1?i?'an, ,en nidad de origen se explica la ;coexistencia el uso de tales formas, lo que sólo una co- de esta viciosísima forcia: en ~medios tan ! munidad de origen acierta}á:. expl,ica\ ~a.- apartados de ~uest¡'a,rAbiérica'; como 'son ' tisfactoriamente. -La supr~ión d,~ ~a -~(y J' los que cité poco mál úl·i1:'h.··· ' . .C< i '

de la i en las formas verbales, se nota á ., '/ " ..•. .,

cada paso en los buen~s, .~u¡t9r~s"clá.s~.c9rs~ . y no he de poner pam comprobarlo un sólo ejemplo. --En el acta de ·fundación de la

¡ .

• .. '/ : ¡. l . :: .' I

ENlUQUE MAR'rfNEz ¡SOBRAJ; . , ':

Para "REVISTA MODERNA" (ft: ·México.-México, D. F: .:.

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174 REVISTA MODERNA DE MEXIOO.

A MI SOMBRA

Sombl'a. Tl'iste compaflera ¡nlitil. dócil y muda, que me signe~ donde quiera pel·tinaz como la duda.

Amiga que no se advil'te, companera que se olvida, afirmación de la vida que hace pensal' en la muerte.

RetL'ato, carica~llra ... Algo que soy yo y no es nada, Cosa singula.r y pura, al par que bL'oma pasada.

Ob~esión y diver'sión del poeta solital'io. Insignificante y vario tema de meditación.

Primera copia grosera del cuerpo y quizá. del alma. , .

¿ Por qué esa tel"l"ihle calma. muda que me desespera?

Qllería á veces borrarte, flintu I'a de brocha gorda. ... Mas yo he oído tu voz sorda y opaca en alguna parte.

y conozco tu bondad SOCA,rrona y oporturla. y tUiO;bL'omas á la luna y tu gl'an fidelidad.

Dime, pues, en la postrel'a, hora; en el último tL'ance, cuando la luz no me alcance, ¿tú dónde irás, companel'a?

Com panera que se 01 vida, amiga que no se advierte ... . afiL'mación de la vida que hace pensaren la muerte,

MANUEL MACHADO.

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REVISTA MODERNA DE MEXICO. 175

'·itraria .-Orfehrf' rfa.-Azncarera.

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l7fi REVISTA MODERNA DE MEXIOO

VITRARIA

HOJEADA RETROSPECTIVA DE SU F ABRICACION

Envuelto en tinieblas aparece elori­gen de la fabricación del vidrio; aun los sabios y arqueólogos discuten respec­to á la época y pueblo en que tuvo lu­gar tan sorprendente invento y resulta_ do químico. Desconócense las circuns. tancias y hechos que concurrieron en su aparición, si filé debido á la ca~ua­lidad ó consecuencia de premeditados experimentos. Se le atribuye origen fe­nicio. Plinio así lo conceptúa. y en las mismas razones que se apoya, otros lo rebaten.

Funda Plinio su aserto en el siguien­te heeho, que dice ocurrido en parte de territorio correspondiente á la Siria, llamado Fenicia y limítrofe de la Judea, donde existe, al pie del Monte Oarme­lo, el mar Oandeiba, en el cual nace el río Belus, que recorre grande exten­sión de territorio antes de penetrar en

el Mediterráneo, no muy lejos de la 00-lonia de Pteloneo. Unos mercaderes de nitro bajaron á dicha playa y al prepa­rarse para arrl:'glar sus manjares se apercibieron que no había piedras para sostener las marmitas ú /)Uas de la co­mida, y como sus mel'candas consis­tían en nitro, utilizaron panes de dicha substancia convirtiéndola en una espe­cie de homillo. Pero apenas prendió la llama prod újose por la. fusión de la sal nítrica y la arena inmediata una co­rriente de un color y transparencia desconocida hasta entonces, l'f~sultan­do una substancia vitrificable que Pli­nio la considera vidrio.

Eleminente arq neólogo W. li'l'oehner, autor del Oatálogo de Antigüedades Griegas y Romanas, del notable Museo de Marsella, en su obra «Vidriería an­tigua.» Descripción de la Oolección de

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Ohau vet ( por cierto la más rica y selec­ta de Francia) impugna la cónseeuen­cia que deduce Plinio del hecho rela­tado.

Vi trari a. -A zncarera .

Dice: de la vitrificación fortuita ó ac­cidental, al funcionamiento de una fa­bricación de vidrio va una gran diferen­cia. El resultado del acto verificado in­conscientemente por los mercaderes referidos no puede como origen del vi­drio, y en todo caso. fué origen la fa­bricación de substancia vitrificable por la mediación de la sal de nitro.

Además, la vitrificación se produce ella misma por circunstancias diversas. Por ejemplo, durante la c(Jcción delIa­drillo y de otros objetos de alfarería se forma á menudo una substancia del mismo bafío que nt) es otra CO!'la que vidrio.

La escoria ó masa vitrificada que se prod uce en la extracción del hierro ba­jo la influencia del calor del carbón y del fundente empleado, produce una substa ncia semejante al vidrio, la cual sobrenada cuando están derretidos los metales.

Sin embargo, sería injusto no dedu­c ir que los pueblos que han fundido la-

drillos y metales, hayan sacado deduc­ciones inmediatas de cada fenómeno que han podido obsflrvar durante el trabajo. Además de lo dicho, podría­mos recurrir á los químicos que dirían tal vez que no es muy fácil y posible {undit· al aire libre materias vitrables que exigen, por medio del horno, una temperatura determinada, lo que cons­tituiría otra razón para desechar la con­secuencia sacada por Plinio, respecto al origeu fenicio del vidrio.

Los fenicios reemplazaron sodas im­perfectas pOI' eralcali --mineral que es el fundente por excelencia y sin el cual es imposible la fabricación de vidrio transparente, y se comprende que una invención de esta naturaleza produjese en el espíritu de Plinio la certeza de la in vencióll del vidrio.

Los pueblos que han conocido el vi­drio antes que los fenicios, no emplea­ban más fundente que la potasa, es de­cir, un alcali vegetal mediante la com­bustión de ciertas plantas.

Orfebrería concha, montada en plata.

Otros autores aseguran que fué ya conocido el vidrio de los antiguos egip­cios. Boudet en su obra Sur l'art de la verrie nel'Egipte expone que por tra­dición histórica intervenida por los sa­cerdotes delas monumentales ciudades de Tebas y Memphis, Sesostris usaba un cetro de vidrio imitando una esme-

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ralda. En el siglo XV, antes de la EI'a Oristiana ya se encontraron en los hi· pogeos de las referidas ciudades, mo· mias adornadas con collares de pasta vidriaday varios objetos de vidrio blan­co y de color como accesorio indumen­tario, dando grande importancia á di­cha substancia el emplearla en la cons­trucción del simbólico scarabes, que pOI' la circunstancia de ser de pasta vi­driada adquiría carácter mortuorio ó sagl'ado, porque no representaba más

la abundancia de vino que se cosechaba en dicha isla, se le daba el nombre de diota, constituyendo un ejemplar in­dustrial notable en atención á su tama­ño, y ser de soplete. Se llamaban pate­ras cuando acusaban la forma de un plato hondoy se utilizaban para recibir la sangre de las víctimas. Los vasos es­féricos con tapadera ó sin ella Ilsados en tiempo de la República para conte­ner las cellizas de los muertos, se cono­cieron por el nombre de urnas cinera­

rias. Yotros muchos, co­mogultus,la­genas, sen te­llas, etc., etc.

Los grie­gos se distin­guieron ex­traordinaria­mente, ade­más de la for­ma de sus vi­drios, en su decoración, como lo ates,

que la divini­dad, geroglí­ficos que por lo simétrica­m en te colo­cados y por los signos es­peciales que presentan se hacl'eídoqué á másdeamu­leto, se usa­bacomotalis­mán,colocán­dolo al propio tiempo en las tumbas se-

Orfebrería.-Servicio de té. tiguan los

gún prescribía el ceremonial funerario de los egipcios. -Ta m bién conocieron los griegos y romanos esta antigua in­dustria, pero hasta el reinado de Nerón (año 54-68 de J. O. ) no se tiene noticia cierta de la existencia de fábricas de vidrio en Europa.

Durante los primeros años del siglo II de J. O. en el Imperio Romano se distinguió dicha fabricación por la ex­tremada belleza de las formas de sus vasos, recibiendo diferentes nombres según su aplicación y usos.

Los pequeños vasos de vidrio que con­tenían esencias ododficas se llamaban ampullas. Los grandes de dos asas, equivalente á la media mett-eta, que se ve en las medallas de Ohio y que indica

Por Masriera Hnos. ejem pla res que se custodian en los Museos yes­pecialmente los pomos de tocador en forma de pequeña ánfora, que conte­nían perfumes, esencias y afeites usa­dos tan preferentemente por las damas griegas, los ungüentarios de pasta vi­driada policroma (armonizada con los colores amarillo, pardo, azul, turquesa y verde) de forma prolongada, colgan­tes, gargantillas, brazaletes, sortijas é infinidad de piezas formadas de dicha su bstancia vitrifica ble y aplicada como elemento indumentario ya en forma de cuenta, imitando piedras preciosas, ó constituyendo un dije, amuleto, phalo ó cualquiera otra representación. La fabricación italiana alcanzó un envidia­ble renombre en el siglo XVI. La indus-

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tria veneciana «Muraro» llenó los mero cados extranjeros de verdaderas ma­ravillas, desde la sencilla copa de atre­vido soplete, á la taza dorada Je doble cristal á manera de los originales exis­tentes en la Biblioteca Vaticana y en el Museo Laterano de Roma, eonsisten­tp.s en un plato y patera cri:-;tiana.

Sumamente du-

tran documentoscorrespondientesálos siglos XIII, XIV queofl'ecen datos dig­nos de eOllservarse. Por ellos se viene

. en conoeimiento que en 1338 H1,lmber­to II Belfor de Viennois cOllf.~edió á un vidriero llamado Guionnet, artista no­table de dieha época, la explotación de una parte del bosque de Chamborant, á

condieión de Que le suministrara anualmente u-n gran número de vasos para bebE'r, en forma de copa Ó j;tl'l'O, anphora~,

tazas, aguamani­les, candeleros, eentn,s, etc, etc.

En un curioso tE'xto ci tado por Joinoille. refiére­SA que el Conde de Eu, hermano del Rey. tenía en gran diversión, lIyuda-00 de una pequeíla Catapulta in \'en ~

tada por él, des­truir los jarros y eopas del servicio de los caballeros dp. San Lui~.

En otros docu-

dosa se presenta la historia de la fabricación del vi­d t'Ío en Francia, y nada preciso pue­de sustentarse por ser muchos y variados los pare­ceres resnecto á este punto.- 00 mo nota obliga­da en todos estos estudios, !':e le atribuye origen prehistórico_ En sepulturas galas y en muchos cemen­tet'ios merovin­gios se han en­contrado algunos ejemplares como vasos, copas, redo­mas, etc_, etc, es­meradamente eje­cutados, ya sean fab"icados, como

Vitraria.-Tetera. mellt()~ delos aílos

Lessing tija,durante el siglo IX, ácuya época se supone la obl'lt DiversarulII artium schedula, del monje Theófilo, ó más próxima como creen Emel'ie DlI­vid, Batissiet' y Labarta. ViolJetle-Duch lo data alsiglo XII, yen el XIII el a bate Texier. CH. Havard, Diccionario de Mo­biliario y Decoración y P. Rovaix, Dic­cionario de las Al·tes Decorativas.)

Además de las obt'as de Theófilo que dan idea exacta de la importancia de las manufacturas franeesas, se encuen-

Por Masriera ; Hnos. de 1464 y 1533, ~e

hace mención respectivamente de Juan 'J'hiais, que reunía al título de Escude­)'0 de Cámal'a y Vid rero de S. M., y f'l Maestro Di rector Brossard, de la fá­brica titulada Carlos Fontaine, de la Pal'l'oquia de San Gobín, cerca la Fé­re, el cual habiéndo~ele incendiado el ei'ltablecimiento, se dirigió á Franciseo 1 suplicándole protección, que alcanzó remitiéndole el monarca 400 libras pa­ra ayudar á l'eedificar la fábrica.

Sel'Ía interminable referir datoi'l en·

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180 REVISTA MODERNA DE MEXICO

mo los precedentes respecto á los rei­nados de Enrique n. (siglo XVI) Luis XIII y XIV. etc.; sin embargo. citare­mos algunas fábricas para tener una idea de la actividad de esta nación, res­pecto á esta rama industrial.

En el siglo XIII se conoCÍan las fá­bricas de la Roche-sur-Yon. que diri· gían Guillaume Geraud y Simón de Joui. l\Ioustier (Deux Sevr'es), Guiller­mo Gaudín.

En el siglo XIV se instalaron en Ven­dómeAuvigny l\fontpelliel', Moulchamp agraciad,) en 1390 con privilegios es­peciales por Carlos VI .v otros.

En el siglo XV Bich,¡,t, bosque de la Roche-sur -Yon. Apt, Courlac, de Puye en el bosque de Gatine.

en el Museo Cluny se admiran ejem· plar8s esmaltados de revelante mérito como la tan conocida copa que en su pie ostenta, en esmalte. las armas de Luis XII y de Ana de Bretaña, sin 01· vidat· la colección del Louvre, en la cual se ve en los ejemplares instalados re­tratado el tradicional buen humor y ga' luntería del carácter francés, leyéndo­se en los vasos de referencia en inscrip­ciones policromas J e suis a vous. Vive la belle que mon CCBur aime, etc., etc.

Alemania ha seguido poco más ó me­nos la suerte de los demás países ha­

Se instala­ron en el si' gloXVlen la Motte. bos-

biéndose d is­tinguido en la fabrica­ción de los Widescomes vasos de fes­tín algunos eon tapade­ras. d e ori­gen flamenco que presen­tan como dis· tintivo. ele­mentos de decoración,

Yitraria -,Jarra de Bnrgof: . Caf:tilla. y Catalnihl. figul'fls. em­

hlemas é inscripeiones en policromía. Tam bién alcanzaron fama las lámparas llamadas arañas, nom bre español, da­do por su forma parecida al animal, así llamado pues sus brazos Ó candeleros. com binados con tallos, hojarascas y flo­res forman un bello conjunto, que como plete h1 l'eft'ac(;ión de la luz sobre el cristal prod uciendo continuos cam· biantes.

que de Chizé, Chatrice (Argonne) Rain­ville-sur- Mozelte, etc.

En el siglo XVII en París se insta­laron dos fábricas, una dirigida por Guillermo Bricheux, y otra en Saint Germain-des-Pl'es. En Mezures, Cour­val, Odeans, etc, etc.; y finalmente, en el siglo XVI [l. Avesnes, Maubenge, Monaut, bosque de Yesme y la fábrica de Robelles de Sevres, donada por Luis XV á la tan célebre Mme. Pompadour_

Franeia en verdad que no oGupa un lugar tan preeminente cümo Oriente, Venecia y otros países en lo que atañe á dicha industria. pero puede, sin em­bargo. vanagloriarse de la invención del azogado de los espejos. A pesar de todo,

Los vid rios llamados de Bohemia, por su procedencia, se recomiendan por su dureza, pureza y blancura. En el siglo XVIII fueron de moda universal. Se construían candeleros. estuches, cfljas de joyas con monturas y adomos de bronce dorados al fuego. También se

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REVISTA MODERNA DE MEXICO. 181

constl'uyeron vidrieras de gran lujo y fué extendiéndose á otros objetos de variada aplicación y uso.

Circunscribiéndonos á nuestra pa­tria, la industria que nos ocupa impor­tada de Roma, presenta diferentes fa­ces, según las épocas.

Los escritores Lucio :Marineo, Sí~u­lo, Navajero y Barrenos (portugués), hacen favorables juicios de la fabrica­c.:ión espafiola, en particular de Mataró,

, Cervelló y Almatret, durante los siglos XV al XVII. Méndez Silva, en su obra publicada á comienzos del siglo XVII,

fabricaron vidrios en Almería, Valen­cia, Toledo, Cabreros, Cadalso de los vidrios, Murcia, Castril, Ma ría y en otros varios puntos. Murcia y Almería alcanzaron gran renombre durante la dominación árabe.

Barcelona en el siglo XIV ya era co­nocida como un gran centro industl'i al de Vidriería y adq uirió toda nombradía y fué tan perfecto el Esmalte aplicado á la misma que fueron objeto de regalo de Monarcas muchas de sus manufac­tu ras, otorgándole las leyes, pri vilegios y exención de tributos para facilitarles

el mayor pro­greso en su industria . También los vidrios espa­ñole,,> se deco­raron con be llísimos es­maltes. En el siglo XVI se usaron con frecuen c ia los colores verdfl, amari­llo y blanco.

acerca de la población de Es pafia, de­cía que los vid rios fa­bricados en la Península eran tan be­lios en forma y decorado que podían competir con los italianos sin menos­cabo de su mérito. Don Juan Facun-

Vitrari a. -Ahnorrajas.-Antignas fábricas Catalanas. (Matarío f'iglo XVIII.)

Particular-mente en Ca-

do Riaño en su obra «Spenish Arts ~ afirma que en algunos Museos del Ex­tranjero consideran italianos muchos vidrios de procedencia y fabl'icación es­pafiola.

En inventarios y en otros documen­tos se relacionan vidrios del siglo XV que fOl'man parte de alhajas y se clasi­fican entre ellas,. lo cual supone la gran estimación en que se les tenÍn.

En los Museos del Louvre y de Sevres :se hallan inventariados vidrios españo­les esmaltados Imuy importantes que figuran como donativos del Barón de Davilliere, arqueólogo entusiasta por Espafia.

Durante los siglos XIII al XVII se

talufia se fabricaron infinidad de ejem­plares con las armas reales y dedica-

. torias á los Reyes duran te los siglos XVIII principios del XIX y tam bién se aplicó el laticinio ó esmalte blanco en las botellas, bordes de vnsos, fruteros, dulceros, pOl'l'ones, etc., distinguién­dose en los adornos del mismo vidrio, formando aletas y cresterías de dife­rentes formas en azul y blanco que constituye la decoración característica de nuestros vidrios. l

CARLOS DE BOFARULL.

1 A pesar de estar cOluprenrlidos en la industria ele que nos ocupamos, la fabricació n de v id rios pintados , aplicados g'eneraltllente en los v~ntanale~ de la s Basíli­cas y denlás templos (le e ..;tilo oj ¡val , e xte nnirlo á é pocas sucesivas (siglos XII a l XVIII) , no se comprenrten ~n estos apuntes por tl1 e rec e r capítulo especi a l, a tend ida su gran inlporta ncia d ecorativa.

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182 REVISTA MODERNA DE MEXICO.

UN SOPLO DE AMOR ....

Ayer, en el lago y en el parque lleno de aroma de acacias y nardos en flor á las claridades de un cielv sereno, meció nuestras almas un soplo de amor! ...

Ayer en las aguas temblantes del lago que hendió barcarola de blanco color, cómo fué tu alma, en el viento vago, para mis temezas Hn sopio de amor!

Ayer en el lago, miré tus pupilas clavarse en mis ojos con dulce candor, mientras que bogaba hacia las tranquilas glorietas del parque á un soplo de amor!

Oh! entonces, en tanto ql1e se estremecían del árbol las hojas con dulce rUlllor, tu alma y mi alma en sueños mecían perfumes fundidos á tlll soplo de amor! ...

EMILIO V ALENZUELA.

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REVISTA MODERNA DE MEXICO. 183

lMÁDO NERVO EN MADRID

lo que dice la Prensa.-Conferencia acerca de Sor Juana Inés de la Cm

Damos acogida ~on 'el mayor orgullo, á los siguIentes párrafos que nos haLlan de \111 nuevo triunfo de Amado Nerv'Ü en l\.fa­drid, envlando á. nuestro alto camarada el más efusivo apretón de manos 'Como señal l(ile la creciente admiración que en México se tiene por el exquisito bardo amigo.

DE SOCIEDAD.

«Heraldo," Abril 3{t

Alnado Nervo, el distinguido Diplomá­tico, primer Secretario de la LegacIQl1 ele México, notable é inspiradísi.mo poeta, diQ :anteayer en la Union Ibero·Ameri~ana una interesantísima conferencia acerca de «Sor Juana Inés de la Cruz,. llamada la Décima Mu&'t.

Con fluída palabra. y elevados 'Conceptos "trató de la célebre, póetisa mexicana, le­yendo párrafos de un libI'o que va á publi­-cal' tratando de ella, que fueron aplaudidos 'con entusiasmo.

Una distinguida concurrencia escuchó al 'orador, entre la que se encontraba la Du­'quesa de Pinohermoso, la Marquesa viuda .. le Hoyos, la Condesa d.e P&rdü Bazán, 1'ts

Sras. de Béistegui, Bermeji.llo, Elguín, Iturhe, García Temel, Val, Bulnes, Sofía Casanova y Blanca de los Ríos y los Sres. Répide, Tolosa Latoul', Pinet, Montojo. González Blancc, CavalC'.tnti, Laft,ellte, Val, Rodríguez San Pedro, Fernández ele Betbencourt, RendQl1, Piehanl0, Anoon del Omet y otros.

EN LA. UNION IBERO-AMERICANl\~

SOR Ju.\!'u bÉs DI!: l,A CRUZ.

El alto y exquisito poeta Amado Nerv~ es un digno vocero de las glorias y noble Embajador de los recuerdos de aquella mu­jer admirable, honra de México, gloria de su raza y gala de su siglo, que se llamó Sor Juana, Inés de la. Cruz.

El autor de «En voz baja. hizo a.yel' tarde la buena obm de reconstituir la figura de la Décima Musa, evocando los más interesan­tes pasajes de su vida y los más bellos de sus versos. Fué la elegante phítica una mues­tra de lo que ha de ser ellibl'ü que prepara el ilustre poeta mexicano con ese mismo tema.

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H!4 REVISTA MODERNA, DE MEXICO.

Sor J uana Iné~ deJa Cruz no e3 una glo­ria particular de México. La gran escritora es una gloria de la raza española, como Santa Teresa de Jesús, que es con quien la monja de Indias tiene ungml1 parentesco espiritual. El público de aristocnitic<'1.s da­mas y preclaros ingenios que llenaha d sa­lón del Círculo de In. Unión I bero-Ameri­cana, recibió como un espléndido regalo la conferencia que le ofrendó el excelso poeta de los «Jardines interiores.»

«El L iblfl"ab Abril 30.

CONFERENCIA DE AMADO NERVO.

SOR JUA~A INÉS DE LA Cnvz.

El primer Secretario de la Legación de México, poeta de los amables versos, tuvo la delicadeza de ofrecer á las damas las primicias de un notahle libro, que muy pronto publicará, dedicado á estudiar el es­píl"itu esencialmente femenino y la inteli­gencia soberanamente varonil de aquella insigne religiosa mexicana que se llamó Sor Juana Inés de la Cruz, Déc'ima Musa, como sin asomos de hipérbole se la llama.

El Sr. Nervo leyó, con la maestría de quienes sienten y aman lo que dicen, al­gunos capítulos d e su interesante lihro, después de haber dedicado aquella selecta muestra de su erudición á las hermosas y discretas mujeres que acudieron solícitas á escucharle

Copiar párrafos , transcribir hermosospa­sajes de la obra, sería una verdadera cruel­dad, tanto para el autor como pam nues­tros lectores, porque lo que es totalmente bello y curioso no debe fragmentarse, como tampoco dejarse á medias lo que deleita in­tensamente.

La figura de la inmortal poetisa-no tan conocida de los pueblos hispano-america" nos como debiem-nopodía tener otro can­tor que un poeta de la inspimción de Ner­vo: i es tan difícil reconstituir el alma de una mujer que, sin abdicar de las innatn.s delicadezas y ternuras, flirve á Dios con an-

gélicos ardimientog y ,(')s á la :vez poseedora de una cultura extraordinaria!

Pues todas esas dificultades ha sabido. en su libro, vencerlas eLpoeta, con sólo con~ sideral' á Sor Jnana com~ muje¡', separando todo género de exclusivismos y especializa· ciones, procediendo como verdadero psicó~ logo analíticamente.

y así, mostrándonos á la niña volunta­riosa, d~ acerado temple, que aprendió a leer á los tres años de edad, y á los ocho sentía sed de cultura; excudriñando con positivo éxito si en las mocedades de Sor Juana hubo quereres que se anegaron en su alma inmensa, nos lleva Nervo encantados, seducidos, hasta los instantes en que, bri­llando como sol de ensueño la pocleroRa in­teligencia de la poetisa, brota en los demá5 el cardo de la envidia, el áspid de la in­sensantez humana, y nace en la insigne monja aquel ai"l"ebatado misticismo, que tiene tanto de proflio aniquilamiento como de profunda misericordia por quienes in­tentaron lastimarla. ,

Con esa manera tan sugestiva y tan nue" va de hosquejar una vida, logró Amado Nervo hacernos adorable á la ilustre mexi~ cana. Seguros estamos de que la conferen­cia de anoche servirá para que las obras de la Déc'ima Musa ocupen lugar preferente en nuestras bihliotecas, en las de las damas, ante todo, porque ningún poeta tiene para la mujer tanto derecho á sus devociones, no sólo por aquella vibrante, varonil, ló­gica, justa y razonada,. defensa que hace siempre de las mujeres, sino porque los ver· sos de Sor Juana Iné5 de la Cruz son "fili­gr~mas, precocerías sutiles, que tienen la no igualada virtud de conmover el. corazón y de recrear el pensamiento; son de un mis­ticismo muy hUlJ1ano: ,flor es excesivas, criadas en arcilla deleznable,y regadas con lágrimas de pasión ... .

El regalo que Amado Nervo hace á su Patria, con motivo de las fiestas del Cente­nario, es soberbio. Aplaudieron al confe­renciante, como merecía, la Duquesa de

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Pinohermoso, Mal'.!luesa _ de Squilache, Marquesa de Prado Ameno, Duquesa de Regla, Condesa de Pardo Bazán, l\,{arquesa de Hoyos, las Sras. de Iturbe, Béistegui, Eulnes , Elguín, Bermejillo, Icaza; 'Martí­nez del Río, Garda Ternel, Sofía Casano­va, Blanca de los Ríos, Val y otras muchas allí presentes .

Escucharon también la conferencia. el Ministro de México, el Almirante Monto­jo, Rodríguez San Pedro, Aguilera, Rascón, Rendón , Tolosa Latour , Fernández Bethen­court , Sánchez l\loreno, Coronel Cavalcan­ti, Antón del Olmet, Pichardo, Pinet, Pé­rez Lafuente, Répide, Val , González Blan­'co y nutdda representación de las Repú­blicas hispano-americanas.

ECOS DE SOCIEDAD.

UNI6:if IBEEo-A~mRlcANA.-CoNFJmE:ifcIA

DE AMADO NERYO.

Ante numel"Osa y selecta concurren­cia leyó ayer tarde en el Centro de la Unión Ibero-Americana el pyimel" se­cretario de la Legación de México, D. Amado, Nervo, un hermoso trabajo bio­gráfico-bibliográfico referente á la céle­bre poeliista mexicana., nacida en 1651,

Sor Juana Inés de la Ol:U~, El indicado trabajo, l5eleccionado de una obra que está imprimiendo, fué leído de un modo magistral por el inspirado poeta, quien en repetidas ocasiones vióse obligado á interrumpir su lectura por los entusias:' tas aplausos de la concurrencia. ,

Asistieron casi todos los jefes de l\l~­sión residentes en Madrid, acompa1'1~· dos de sus se1'1oras.

Entre las muchas y bellas damas que asistieron recordamos á las se1'1o­ras y ,se1'1oritas de Iturbe, Béistegui, Helguín, Hoyos. condesa de Pardo Ba­zán. de Pino HermosQ, sefiora de Ber­mejillo, Cosano, de Tolosa Latour, con­desas del Rascón, de Rozco, de Reudón" de Garda, de Teruel y Pichardo; y los sefiol'es Béistegui, Ministro de México, D. Francisco F. Bethencourt, Ministro de Chile, Rodríguez San Pedro, acom­panado de la Junta directiva del Centro Unión Ibera; D. Alberto Aguilera, Mi­nistro del Perú. doctor Tolosa Latoui;, Ovejero, Antón del Olmet, Ministros del E,madol' y del Pa,;aguay, almirante Montojo, Pedro de Répide y Sánchez Morp.no, entr~ otros~ilChos.

.El Mundo» Abril 29.

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183 REVISTA MODERNA DE MEXICO.

EL COMETA DE HALLEY

He aq uí c6mn hacht el ~electo oído. -de lo:,! Astl'ónomos y de los Poetas,~ de$de el fondo de lo invisible,-sutil­mente seacel'ca-elrumorde este trán­fuga. eelflste,-como el zumbido de una il'l'it,da abeja--que, de flor en flor, re­voloté,tse-por el jardín aladinesco de las estl'ellas.

En lH"eve, sobre llt litúl'gica pomp:t -de las noches d e bl'ocado y seda,­se impondrá como una lágl'ima de cirio -en la faustosidad de una.s universa­les exeqllias--ó CO IllO un ~igno de ad­mimci6n que II\(Ll' CH.~e-el clamor inau­dito de las estll pefactas ~sfems.

En el l'ecogimiento-con que tal pre­sienta el Poeta,-leyendo ellibrode los astro--, en que se complican-mitoló­gicos héroes é hiperb6licas bestias,­}tmenazadores monstruos y atormenta­dos reptiles,-inverosímiles caprichos y desconcertantes quimeras,-hay un temblor repent.ino,-en que los lu ceros son como luciéL'nagas-que se extra­vían y derraman-entl'ela frondosidad de las tinieblas;-y una voz , luego, opa-

eamete suenl'l; -y otra voz, y (,tI'a voz, y así hastadocé- se insinúan, sel'lgntn­dan y pOI' fin llegan -cbLras distintas y solemnes-en ll'l tl'anquilidad de un ei­lencioque sueí'la-y:o;e pierde en lo más hondo-de las inmensidades vivas y de las edades muel'tas.-Es el coloquio de las con stelaciones-q ue ciflen armonio~ sarnen te la 'riel'l'n.-Las doce figuras del Zodiaco-se animan y convel'sall\ -mientras que con su paso de sigl()~

-va acercándoseles el medit,abund(l Cometa.-Háblanle á él. ¿Qué djcen~ Las doce palabras-misterioslLlllente se filtt'an entt'e In. palabra delPoeta . ...

Arie8:-Yo C]ue he en redado mis ve· llones-en las clásicas rutas de la L e­yenda,--témote como á un barl:o--ex­plomdot' de e~tt'ellas,-porque ad ivino la mano poderosa-de Jas6n en las pal­pitaciones de tus velas.

T(mro:-Yo no temo por mí, púrque confío-en mis cuernos de plata y en 81 vigor de mi cabeza;-pero si temo tu actitud como de maza hercúlea-por la ficción provocndora de las Pléyadas,-

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que acaso te recordarán á . la Hidra­cuando te miren con los siete ojos de sus siete estrellas.

Géminis:- Nosotros asistimos impa­sibles-á ese tu galope en que chispean -las sombras, porque no temenos-ni la confabulación de todas las centellas, --ya que la virtud que nos une en la Altura.-es la misma que nos unió en la Tierra-y oponemos contra. el odio iracundo-la unión que es la fuerza.

Cáncer:-Yo me sonrío de los pre­sentimientos-con que nos amenaza tu fa,z siniestra, -pues conozco el talón vulnerable-de las audacias y de lHs proezas;-y si pudiese, como Alcides, -aplastarme contra la Tierra,-Juno me devolvería á los Oielos,-porque to­da victoria es pasajera.

Leo:-En vez de temerte, yo te amo, -porque tu cauda me recuerda-la gl"Hcia re'sonante-de mi Cl'inada mele­na;-y así es cómo tendiese-para tu paso mi piel nemea,-á modo de una­alfom bra que estuviese clavadacon cua­tro estrellas.

Virgo: - Yo soy tu amiga -porque sé del oráculo y de la antigua ciencia,­desde que Virgilio cifló la aureola.-de las sibilas á mi cabeza-y me puso en la mano una rama-que floreció en un lucero limpio como una perla.

Libra:-Yo temo por el equilibrio-­de mi balanza, en que se pesan-los días y las noches,-porque en el plati­llo de las horas negras-puedes caer como el desastre de una obscul'idad opl'esora, y eterna.

EscoJ"pión:-Yo me uno á tí en el odio -contra el Sol y contra la Tierra,-yo soy la constelación maldita-y el tf'm­bloroso pánico de las esferas - y yo tengo también mi cola-que se retuer­ce como un gesto de tragedia.

Sagita1'io:-Yo adivino en tu marcha algo de las fabulosas carreras- con que mis fr'aternos centauros ensordecían

las llanuras y las selvfls;-y me place pensar que eorres,-entre las sorpren· didas tinieblas,-á modo de un centau­ro que persiguiese-á una ninfa des­nuda y blanca como una estrella.

Cap1'icornio:-Yo sé que eres elalma-­de uno de los Titanes de la epopeya;­pero he de prevenirte que si acaso':""es­calar el misterio intentas, - a plicaré á mi boca el caracol marino--con que pl"Ovoqué la gran fuga pretérita--y sen­tirás el poder que todavía-tiene Pan en los Oielos y en la Tierra.

ACI.¿a1·io:-No te acerq ues,-porque pudieras apagarte-en el agua bullicio­sa-q ue se derrama de mi inagotable cisterna.

PÍBc'ÍB:- -No te acerq ues, --pOl'q ue pu­dieras-- ·transformarte en un pez de ro· jas.escamas-que retem blaran como fo­gosas lentejuelas . .. .

Tal el coloquio de las constelaciones, -en tanto que va acercándoseles el meditabundo Oometa.

Se desdobla una túmiea de silencio; --y luego habla la tierra: - su voz sube desde los Andes-por labios del Poeta.

Yo te reconozco sobre las alucinacio­nes tortuosas-y sobre las pesadillas sangrientas con que te he visto pasear tu cauda--como el girón de una bande­ra-en medio de las heeat,ombes--con que Roma y Oartago iniciaron sus gue­rras.

Yo t,e he vist.o después como un tra­sunto-df'l dragón ultl"aevangélieo de las siete cabezas,--el día en que Jel"u­salem desmol"onada--se incendió ~n t'l bfasero de la visión profética-y Sa n Juan hizo aparecer sobre las ruinas-­á los siete ángeles con las siete trom­petas.

Yo te he visto más tarde, en el con­juro-q ue alTojó el mistel"io de las tinie­blas-sobre la Roma decadente-del fúnebre Papa y el trágico Oésal',-lle­gar como ensartado-en el lanzón de

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Atila, á la manera-de un tremendo oí'iflama-qu~ serpentease encima de la Edad Media . .

Yo te he visto más tarde todavía­recoger todas las cabelleras-de la pi- . rámide angustiosa-queerigió Gedgis­Khan hacinando cabezas;-y yo te he visto como el cabalístico augurio-de cien desolaciones y de cien guerras,­que sobre el luto de los cielos-rever­berat'on en la marca de tu cicatriz co­lérica . .. .

¡Oh tu Seflor de la noche-como el Sollo es del día! Oye la voz dantesca­con que te saluda, desde lo más alto­de su fantasía, el Poeta,-ya que el Sol parte contigo--el imperio dejas Esfe-

ras.-como el Dios de la herejía-par' tió con Satanás el dominio de las con­ciencias.

¡Oh tu, Senor de la noche,-como el Sol lo es del día! ¿Adónde vuelas? . Yo he pensado que el viento-de Dios. con­tigo. como con una pluma, juega .. .. -Yo he pensado que el día-en que Sa­tanás fulmiriando se sumió en las tinie­blas,--como un último alarde-.inútil pero hermoso de su soberbia.-se Sil. ­

cndió las alas-y te al'l'ojó hasta las es­trellas-c()mo una pluma despnmdida que se quedó flotando sobre la Noche Etel'lla.

JOSÉ SANTOS CHOCANO.

Abril, 1910.

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Sr. Enrique C. Creel, Ministro de Relaciones Exteriores.

GLOSAS Don Enrique C. Creel, Ministro de Relaciones

El Primer Magistrado de la Nación, ha llamado cerca de sí al Gobernador de Chi­huahua, D. Enrique C. Cree!, yen sus ma­nos ha puesto con los rituales que la Cons­titución manda, la Cartera de Relaciones Exteriores.

En toda la República, ha sido recibido con francas y entusiastas muestras de apro­bación el hecho mencionado anteriormen­te. Para Gobierno tan regenerador y pro­gresista como el nuestro, sólo son útiles mexicanos de la talla de Enrique C. Creel. y el hecho es tanto más significativo cuan-

to que en los actuales momentos políticos porque atravesamos, una facción de des­contentos, en vano quiere hacerse recono­cer como idónea y sana, falsamente en nom­bre de la democracia. Si el Presidente, en alguno de esos descontentos hubiera visto . una pen:onalidad sana capaz de ocupar la Secretaría de Relaciones , sin duda que la hu­biera acogido con el estóico y leal ademán que en él tanto admiramos, pero ¿quién de todos esos , inclusive el candidato ignaro é inocente á la presidencia democrática (¿?) llega siquiera al punto de partida del pe-

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<testal firme y duro que sostiene el pl'estigio ganado paso á paso, despUés de árdua labor, por el actual Ministl'o ~~l1rique C. Creel?

No hemos establecido una comparación, porque eso hubiera resultado repugnante, sólo hemos señalado un caso, que en voz muy alta proclama la aptitud de nuestros hombres de Gobierno y la ineptitud de sus deturpadores

La IIREVISTA MODl~R~A,» saluda al señor Creel con el admirativo ademán con que siempre lo ha saludado, y afirma que el señor Presidente ha abierto un lluevo ca, mino al bienestar de la República, nom­brando Ministro de Relaciones al gran lIle­xicano cuyo nombre crisllla este párrafo,

ORRA DE"APÓS'J'ATAS ••• (~)

El caso e~ vulgar, entre nosotros; pero excecrable sería guardar silencio, hacerla de victimario .. ..

Setenta décadas después de la consuma­ción de la Conquista y tres centurias antes del ya vecino Centenario . ... acrwóse de construir la Parroquia de Xochimilco que es actualmente una mezcla de abandono é impudicia, que pasan enteramente desa­percibidos pam los locuaces é inmurables pasantes que obedientes á unraro y diminu­to impulso de marinería, van á mecer man­samente los amargos recuerdos metropoli­tanos en las breves ondulaciones de las lí­neas azules á que dan paso los jardínes flotantes .. ..

El año de 1590 acavó8e la Parroquia, durante el período de virreinato del hijo del segundo virrey de la Nueva España, que según rezas recuerdos escolares se lla­mó D. Luis de Velasco y quien nada menos que el virrey bajo cuya administración se formó la Alameda, que es hoy un sitio de recreo dominical, desolado de pájaros pe­ro desbordante de tedio . . ..

Pero, no nos desviemos porsendel'Os pue­riles.

De la PalToquia de Xochill1ilco, sólo me

propongo hacer una rápida evocación que tmduzca la impresión mía, frente al esta.­do que guarda en estos momentos .

Se trata de una obra de reconstrucción; de ulla segunda obra de reconstrucción, pues que en 1716 fué ejecutada la prime­ra, la cual como puede mirarse en losan­tiguos altares que con mansedumbre cris­tiana esperan hoy el ultraje, no dejó peca­minosa huella demoledora,

En el fondo de la nave de la P arroquia, más allá de las gastadas gl'allerías del AI­t,Lr, y más acá de los retablos del fondo, venerables, que lo abmzan como en un úl­timo movimiento de existencia, pues que la piqueta ha minado la base, esta minando la hase, levántase el Altar Nuevo,-períptero enano,-nuevecito, con sus columnas de albayalde, que sostienen cúpula de la que cuelgan liras de cartón emhadurnadas de oropel y con flecos chillantes de plata . . . . Las columnas en su arranque se mimn tam­bién embadul'IIadas de resplandeciente oro vola.dor, la cal y el oro alternan recortan­do á trechos las redondeces lroUueladas del mezquino peristilo: un monumento de ce­mento armado, perdurable hasta la consu­mación de los siglos, muy macizo, muy feo y que es toda una profanación á los viejos maderos y á los oleos viejos .. . .

Y, repetimos, cerrando esta notícula por falta de espacio, que aunque el caso sea vul­gar nadie dehe hacerlo de victimario . ...

"LABOR NUEVA"

La revista mensual de arte, polítiea y li­teratura, Labor Nueva, que aparece en Gua­dalajara, visita esta reda.cción por primera vez, Tengo sobre la mesa de trabajo el riú­mel'O 7 correspondiente á Abril. Le consa­graré unu,s líneas ya q'le en Lohm' Nueva obsérvase, al primer golpe de vista, que una jllvenilia laboriosa é inteligente levanta al Arte las joviales flores de sus nuevos cár­menes.

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A hojear las 32 págiJlas que formall La­bor Nueva.

En peguida de la breve y fácil crónica de estilo, tropezamos con unas frases <.ledica­das á la cosa política por el Director señor Luis R. Alvarez. Comentemos sólo un pá­l'mfo, cuyo sentido nos sorprende, porque ema.na de escritor cuerdo y sincero. Dice LuisR. Alva.rez:«No es hechura del partido Científico la candidatura del Sr. Cuesta"* ... El señor Cuesta, ciertamente que es cien­tifico, pero también es porfirista, y nos in­clinamos á creer que es más porfirista que científico,»)

El partido científico, señor Alvarez, el partido así llamano, lo forman los cola' boradores más eximios de la eximia obm de regeneración que ha realizado nuestro gran presidente Díaz. El señor Creel, á quien el señor Alvarez justamente enalte­ce en su revista, pert<lnece á ese grupo (le hombres sanos y trabajadores que han de­clicado á la patria los -mejores días de su juventud y de su edad madura. Quien di­ce porfirismo dice cientificismo, quien di­ce cientificismo expresa porfirismo. De otra suerte, no sería comprensible cómo el señor gelleral Díaz distingue y retiene cerca de sí á cada uno de los estimabilísimos me­xicanos que se han agrupado en torno suyo para ayudarle á hacer más grande la pa­tria de J uárez.

Pero, como el señor A lvarez, en el fon­do parece ir (le acuerdo con esa idea, y, par¿ceme más bien, un defecto de forma que (le fondo la <.lifcrencia aludida (cienti­ficismo y porfirismo,) pasemos }í, ocupar­nos de la parte literaria.

Es selecta la prosa y los versos que un­gen de encanto las páginas de Lab01' Nueva. Hablaré hoy de un poeta que ha llamado ingénua y sinceramente mi atención, Sal­vador Escudero. El léxico fluído y manso, la serenidad con que las imágenes cruzan

* Próximamente hablaremos de la candidatu­ra del seiior Cnesta con el detenimiento debido y publicaremos su retrato _ -«R. M_»

pisando ledamente las estrofas, lo bien na­cido del estro del poeta á que menciono, acarrean al espíritu tan saludables sensa­ciones, que para mí Salvador Escudero, es de los jóvene~ poetas mexicanos que como José Luis Velasco, merecen toda suerte de elogiosas palabras de aliento. Dejaré 'que Escudero cante su canto, que diría Darío:

MORBO

Para La./JO"/" Nue-/."a.

Estoy frente al ocaso. Mi alma reza por un difunto amor. Caen las hojas con vago ritornelo de tristeza. Cómo es propicio el campo á la terneza y las tardes de otofio á las congojas!

* .1(, * y me pongo á sofi'1r. i Sofiar! qué buena es esta vida mientras hay énsuefio. Soñando se hace dulce hasta la pena; por eso va mi barca en mar serena y al más grande dolor miro pequefio.

* * * ¡Qué unción la del crepúsculo! Yo siento inenarrable afán de confundirme en el ignoto azul del firmamento, Ni el ave canta ni musita el viento. En una tarde así, quiero morirme.

* ·x- .lE-

En los astros que nacen, una honda meditaeión doliente se adivina. Surge tl'HS el pinar la luna blonda, en tanto que me arrullo entre la fronda, con un libro de versos de Marquina.

SALVADOR ESCUDERO.

Ya iré en su oportunidad apuntando glo­sas á las páginas de Lab01' Nueva, revista que si hien definida nos presente su OI·jen­tación literaria, adolece en su política de un aparente defecto de ordenación de con­vicciones, porque no encontramos acorde

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la ~ublicación de la efigie de un loco lleno de megalomanías democráticas con los jus~ tos conceptos que en detrimento de ese buen hombre (?) aparecen en esas mismas co· lumnas.

Larga vida deseamos al simpático colega jalisciense, Labor Nu.ev('/', y en viamos un &'1,­

ludo de felicitación á Luis R. Alvarez, su Director.

EMILIO VALENZUELA.

POR LOS ESTADOS

Fachada de la Escuela Modelo «Miguel Ahumada», próxima á inaugurarse.

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ÓLEO DE ÁNGEL ZÁRRAGA.-FLORENCIA (ITALIA).-IgOg .

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