de Microrrelatos · sólo un pinchazo, como un mordisco en la carne. Y nada más, te dormirás y...

2
Premio del público Colabora: A.P.E Francisco de Quevedo Imágenes: Álbum de Enrique Solano (1880-1924) Diseño: Lucía Martín Servant 1 de noviembre de 2013 Certamen de Microrrelatos de Terror

Transcript of de Microrrelatos · sólo un pinchazo, como un mordisco en la carne. Y nada más, te dormirás y...

Premio del público

Colabora: A.P.E Francisco de QuevedoImágenes: Álbum de Enrique Solano (1880-1924)

Diseño: Lucía Martín Servant

1 de noviembre de 2013

Certamende

Microrrelatosde

Terror

“CÁRCEL DE PIEL Y HUESO”

Dácil Jiménez

- No tengas miedo, madre, esto acabará pronto. No sufras. Piensa que tu agonía por fin acaba. No te angusties por nosotros, he planeado lo mejor para todos. Y sé valiente, son tus últimos momentos en esta vida. Sé que no vas a llorar, porque eres fuerte, pero procura no temblar o te dolerá todo el cuerpo... ¡No me mires así, o no podré hacerlo! Pronto dejarás de ser una carga, como siempre dices. Será doloroso, sobre todo para mí, pero ¡ya está decidido! Será rápido... si no flaqueo. ¡Por favor, no tengas dudas! Las veo en tus ojos y me hacen estremecer. Ya te he dicho que no sentirás nada, sólo un pinchazo, como un mordisco en la carne. Y nada más, te dormirás y todo habrá acabado. Mamá, recuerda por qué hacemos esto... y que te quiero con toda mi alma. Cierra los ojos... extiende el brazo. Nos salvas con tu sacrificio...

La anciana, aterrorizada, ve a un desconocido clavarle con fuerza una aguja. Busca desesperadamente ayuda con la mirada, pero desde la maldita embolia no puede hablar. Las enfermeras pasan de largo... y sólo escucha un susurro:

- Ah, y no vuelvas a decir que estoy loco..

“DESEOS”

Cristina Rodríguez Gay

Las largas noches se sucedían, al igual que su agonía por poder dormir al menos unas horas. Pero aquel retrato había anulado su sueño. Tal era la obsesión con la mujer retratada que apenas apreciaba la presencia de su esposa. La pobre Ruth tuvo que tragarse el orgullo, y pese al odio que le provocaba aquella pintura, accedió a colocarlo en el dormitorio, frente a la cama. Estando cerca el cuadro también lo estaría su marido.La misma noche en la que el lienzo fue trasladado al dormitorio, Ruth estaba tranquila, ya no sentía tanta aprensión por esa antigualla. Parecía como si se hubiera rendido, tan sólo se conformaba con notar el calor de Andrés junto a ella cada luna.

En cambio Andrés, hipnotizado por el embrujo de esa señora, sería capaz de dar lo que fuera por pasar una noche con ella.

Las interminables horas consumieron la vigilia del matrimonio hasta caer en un profundo sueño.

Pero el amanecer no trajo más que horror al deseo de Andrés; Una anciana cadavérica ocupaba el lugar de su compañera… aterrorizado alzó su mirada al cuadro y allí estaba Ruth, rebosante de belleza y juventud, posando inerte sobre una sangrienta cama decimonónica.

“LA BUFANDA”

Jasca

En la cafetería del jardín no quedaba un alma, sólo ella, reclinada en una mesa. Aunque la fuente amortiguaba entre sombras aquel atisbo de risas, consiguieron despertarla. Se incorporó haciendo oído y accidentalmente volcó el vaso. El aroma del contenido le recordó el desmayo al pasar por la puerta. Un escalofrío recorrió todo su cuerpo. Aquel era el último lugar donde le apetecería estar. Sin embargo, una de las risas parecía reclamarla. Accedió al edificio y anduvo hacia ellas. Por las escaleras medio a oscuras ascendía en silencio, temblando, tanteando con cuidado cada escalón, intentando no tropezar donde hacía años tuvo el fatal accidente estando embarazada, al pisar la bufanda que le estaba tejiendo. No la dejaron verle, le dijeron que una de las agujas le había entrado por un ojo. Llegó arriba. La cruel madera delataba cada uno de sus pasos. Sentía cómo la observaban. Por fin, una habitación iluminada: era la Sala de Juegos. Las risas cesaron. Miró a su derecha; por puro instinto se santiguó al ver a San Gregorio. Un último esfuerzo. Entró. Un pálido bebé parecía dormido sobre su pedestal; a su lado, otro, mal tapado con una bufanda, le sonreía con su único ojo.

PRIMER PREMIO SEGUNDO PREMIO TERCER PREMIO