De Vaux, Roland - Historia Antigua de Israel 01[1]_012

download De Vaux, Roland - Historia Antigua de Israel 01[1]_012

of 33

Transcript of De Vaux, Roland - Historia Antigua de Israel 01[1]_012

  • 7/25/2019 De Vaux, Roland - Historia Antigua de Israel 01[1]_012

    1/33

    Pero, por un lado, esta promesa se hace, conforme a lo que antes hemos dicho, enel mismo Sina y, por otro, ese texto se sita en otro registro, el de la promesa yno el del servicio, registros que corresponden al binomio eleccin-mandato o gracia-ley. En este mismo registro se colocan los resmenes de historia sagrada, las confesiones de fe, que no mencionan tampoco al Sina. Con el milagro del mar y la destruccin de los egipcios est realizada la primera parte de la promesa. Los israelitas se dirigirn, pues, inmediatamente al sitio donde Moiss recibi esta promesa, a fin de prepararse para la realizacin de la segunda parte. Las dos tradiciones aparecen, una vez ms, unidas entre s 6 2 . d) Los relatos del Sina se refieren al xodo-cnquista. As como Iosrelatos sobre la liberacin de Egipto estn orientados hacia el Sina, tambin los relatos referentes al Sina aluden a la salida de Egipto, por una parte, y a la entrada en Canan, por otra. Es verdad que a la salida de Egipto hay una sola referencia, la introduccin al Declogo, que ya hemos citado: Yo soy Yahv, tuDios, que te he hecho salir de Egipto (Ex 20,2). Existe otro texto que sera de inters en este contexto, el de Ex ig,3b-8. Ha sido considerado como la mejor expresinde la alianza del Sina 63 o como la carta de la eleccin de Israel 64 . El v. 4 recuerda cmo ha tratado Yahv a los egipcios, y este gran suceso se presenta para justificar que los israelitas deben respetar la alianza y poner en prctica los mandatos de Yahv (w. 5 y 8). Pero, segn hemos visto, la crtica literaria de este pasajees difcil. Se suele vincular con la fuente60 G. Fohrer, berlieferung..., 35. Sobre seneh, cf. R. Tournay, Le nom du buissonardent: V T 7 (1957) 410-413. 61 Cf. supra, pp. 358-35962 G. Fohrer, berlieferung..., 97.. 63 J. Muilenburg: VT 9 (1959) 351-359; K. Baltzer, Das Bundesformular (Neukirchen-Vluyn 1960) 37-38; W . Beyerlin, Herkunft und Geschichte des ltesten S

    inaitraditionen (Tubinga 1961) 78-90. 64 H. W . Wildberger, Jahwes Eigentumsvolh(Zurich 1960) 9-16.

    elohsta, pero su estilo rtmico y su vocabulario lo emparentan al mismo tiempo conla corriente deuteronomista y con la corriente sacerdotal. La opinin que se va haciendo comn es que constituye una adicin a los relatos antiguos del Sina 65 y, porconsiguiente, que no podemos apoyarnos en l. A la inversa, la relacin entre el Sina y la conquista se pone claramente de relieve en Ex 34,10-11: Yo voy a establecercontigo una alianza... Observa, pues, lo que yo te mando hacer. Echar delante deti a los amorreos, cananeos... El texto se atribuye generalmente al Yahvista; segn Eissfeldt, pertenece al relato ms antiguo del Sina, su fuente L 66 . La promesade expulsar a los habitantes de Canan es un aspecto nuevo que reviste la promesaen el Sina: anteriormente, y todava en Ex 3,8, slo expresaba el don de la tierra. L

    a misma promesa de expulsar a los cananeos se repite en Ex 33,2 (J) y en Ex 23,23.27-30, que forman ahora la conclusin del cdigo de la Alianza, pero que, segn Eissfeldt, se habran desplazado de la alianza del Sina 67 . e) El paralelismo con lostratados de vasallaje. Existe finalmente un argumento que se ha presentado recientemente en apoyo de la unidad de las dos tradiciones y que se considera como probativo 68 . Consiste en la supuesta relacin entre la alianza del Sina y los tratados de vasallaje de los siglos xv-xm a.C. Comienzan por un resumen histrico antesde llegar a las estipulaciones del tratado. Esta introduccin histrica correspondera a los credos histricos, mientras que las estipulaciones corresponderan a las le. Pero ms adelante veremos que se ha exagerado esta comparacin con los tratados orientales de vasallaje y que, en todo caso, no es vlida para la alianza del Sina bajo su forma antigua. La aparente distincin de las dos tradiciones fuera del Pentateuco a) No se distinguen las dos tradiciones, pero se pasa en silencio la tradi

    cin del Sina. Hemos demostrado que parte de los textos que se aducen para probar la distincin de las tradiciones, estn ms bien a favor de su unidad (Dt 6,20-24; Jos24; 1 Sm 12; Dt 31,10-13; Sal 81). Por65 M. Noth, Das zweite Buch Moses. Exodus (ATD) in loco (D); H. W . Wildberger,loe. cit., 14 (tradicin independiente); W . L. Moran, A Kingdom 0/ Priests, en TheBible in Current Catholic Thought (Nueva York 1962) 7-20 (tradicin de la anfictiona, incorporada al Elohsta); G. Fohrer, Priesterliches Knigtum, Ex 19,6: T Z 19 (!3) 359-362 = Studien zur aittestamentlichen Theologie und Geschichte: BZAW 115(1969) 149-153 (fin de la realeza); D. J. McCarthy, Treaty and Covenant (Roma 1963) 152-167 (no original en las narraciones del Sina). No me parece posible que e

  • 7/25/2019 De Vaux, Roland - Historia Antigua de Israel 01[1]_012

    2/33

    l texto sea anterior al Deuteronomio: ya no se mantiene en el sentido antiguo dela alianza. 66 O. Eissfeldt: Z A W 73 (1961) espec. 144. 67 M. Noth considera los textos de Ex 33,2 y 23,23.27-30 como adiciones. Cabe preguntarse si este juicio crtico no estar influido por su tesis de la distincin de las tradiciones. 68 W .Beyerlin, Herkunft..., passim y en las conclusiones, 190-191; H. B. Huffmon, The Exodus, Sinai and the Credo: CBQ. 27 (1965) 101-113.

    3.

  • 7/25/2019 De Vaux, Roland - Historia Antigua de Israel 01[1]_012

    3/33

    398

    La estancia en Egipto

    Las tradiciones del Sina

    399

    otra parte, si gracia y ley son los dos aspectos de la tradicin unificada xodo-Sina, los dos polos de la alianza, se puede subrayar un aspecto sin hablar del otro,pero tambin sin negarlo. Esto es particularmente obvio en los himnos: los Sal 78; 105; 135; 136 cantan las obras de salvacin de Yahv y no se preocupan de mencionar para nada la imposicin de la ley, que pertenece a otro terreno 69 . No se tratatanto de la distincin de las tradiciones cuanto del olvido aparente en que cay latradicin del Sina durante casi todo el perodo monrquico. Este silencio contrasta cn la importancia concedida a los acontecimientos del xodo: Yahv no es el Dios delSina, sino e Dios que hizo salir a Israel de Egipto. Este es el gran acontecimiento de la historia del pueblo y el fundamento de su fe. Sealemos de paso que ese silencio no es favorable a la tesis de una fiesta anual de renovacin de la alianza,en la que se conmemoraran los hechos del Sina. No obstante, hay que explicarlo; propondremos dos caminos: b) Sucesin de las alianzas. El grupo salido de Egipto bajo la gua de Moiss se convirti, en el Sina, en el pueblo de Yahv, en virtud de unza que segua en lnea de la religin del dios de los padres y que se compara con laalianza establecida con Abrahn (Gn 15). Este acto constitutivo tuvo lugar de una

    vez para siempre y no ser nunca rescindido, sino que sus efectos permanecern. Perolas relaciones as establecidas entre el pueblo y su Dios haba que adaptarlas a los rumbos de la historia. Ahora bien, las condiciones cambian con el asentamientoen Canan 70 . Grupos que no participaron en la experiencia del xodo y del Sina seagregan al grupo yahvista y, en la asamblea de Siqun, el pueblo de Yahv se constitue en pueblo de Israel, y Yahv pasa a ser el Dios de Israel; este cambio se registra en el pacto de Siqun (Jos 24). Como acto del pasado, la alianza del Sina quedarelegada a un segundo plano, pero sus efectos se transfieren a la nueva entidad,Israel, y su espritu subsiste. El cntico de Dbora habla repetidas veces de Israely de Yahv, Dios de Israel; pero a este Israel se le llama tambin pueblo de Yahv Qu,13 y el duplicado del v. 11). En otras ocasiones el pueblo de Yahv es identificadocon la casa de Israel (2 Sm 1,12) e Israel es llamado pueblo de Yahv (2 Sm 6,21).egamos as a la poca de David; en ella se produjo otro cambio poltico: el pueblo de

    Israel se constituy en reino. A este cambio corresponde una nueva expresin de lasrelaciones entre Dios y su pueblo: la alianza davdica.Cf. A. Weiser, Einleitung in das Alte Testament, 5. ed., 84SS. La conclusin es vlida, aun cuando no se acepte con Weiser que estos himnos se cantaban durante unaceremonia de renovacin de la alianza, en la que tambin se recitaba la ley. 70 R. Smend, Die Bundesformel (Zurich 1963) n s , i8s; G. Fohrer, Altes Testament --Amphiktyonie und Bund?: T Z L 91 (1966) espec. col. 898-899 = Studien zur alttestamentlichen Theologie und Geschichte: BZAW 115 (1969) 103-119; pero Fohrer no habla del pacto de Siqun y discute que hubiera una alianza davdica.69 a

    c) Alianza davdica y alianza del Sina. Las relaciones entre la alianza davdica y ladel Sina han sido explicadas de diversas maneras. L. Rost 7 1 opina que, despus d

    el cisma poltico, la alianza del Sina guard su autoridad en el reino del norte, mientras que la alianza davdica la habra reemplazado en el reino de Jud; las intenciones de las dos alianzas eran diferentes; la reforma de Josas hizo un esfuerzo porcombinarlas. Esta solucin es demasiado simple: el arca de la alianza del Sina se conservaba justamente en Jerusaln, y las promesas hechas a David eran extensivas atodo Israel 72 . H. J. Kraus piensa 73 que la unin de las dos alianzas se efectuen el culto de Jerusaln por haberse trasladado all la fiesta de la alianza de Siquny haberse transformado en una fiesta de Sin que tambin se celebraba en la fiestade los Tabernculos. Pero no est probado que en Jerusaln existiese tal fiesta. Nosotros hemos intentado mostrar 74 que las dos alianzas tenan el mismo objeto. La ali

  • 7/25/2019 De Vaux, Roland - Historia Antigua de Israel 01[1]_012

    4/33

    anza del Sina haba hecho de Israel un pueblo vasallo de Yahv; la alianza del Davidhace del rey un vasallo de Yahv y compromete tambin al pueblo. Posteriormente a nuestro estudio se ha recogido esta interpretacin de la alianza davdica como tratadode vasallaje y se la ha desarrollado apoyndose sobre todo en el orculo de Natn (2Sm 7) 75; tambin se la ha criticado 76 . Hoy estaramos menos dispuestos a reconocer formalmente tratados de vasallaje en la alianza del Sina y en la alianza davdica; mantendramos, no obstante, la relacin fundamental entre ambas. Desde el mismo orculo, la alianza davdica concierne ya al pueblo al mismo tiempo que a la dinasta: Yoasignar un lugar a mi pueblo Israel y lo plantar en l, y mi pueblo morar en ese luar (2 Sm 7,10). Y la plegaria de David, que sigue al orculo, se refiere implcitamente a la alianza del Sina: T has establecido a tu pueblo Israel para que sea tu pueblo por siempre, y t, Yahv, te has hecho su Dios (2 Sm 7,24). El mismo lazo entre las dos alianzas se afirma en las renovaciones de la alianza davdica. As, despus de la deposicin de Atala y la entronizacin de Jos, el sacerdote Yehoyad establece enthv, el rey y el pueblo la alianza por la que ste se comprometa a ser el pueblo de Yahv (2 Re 11,17); se encuentra aqu, excepcionalmente, la vieja apelacin de pueblo Yahv. Y bajo Josas, el rey... hace ante Yahv la alianza que le obligaba a servir ahv y guardar sus mandamientos, sus instrucciones y sus leyes... a fin de hacer efectivas las clusulas de la alianza escrita en este libro (el Deuteronomio). Todoel pueblo se adhiri a la alianza (2 Re 23,3).L. Rost, Sinaibund und Davidsbund: T L Z 72 (1947) col. 129-134. Cf. M. Noth, Gott, Knig, Volk im Alten Testament: Z T K 47 (1950) 157-191 = Gesammelte Studien,188-229, espec. 224-225. 73 H. J. Kraus, Die Konigsherrschaft Gottes im Alten Testament (Tubinga 1951); Gottesdienst in Israel (Munich 1954) 77-91 (21962) 222-2

    34. 74 R. de Vaux, Le roi d'Isral, vassal de Yahv, en Mlanges E. Tisserant I (Roma1964) 119-133 = Bible et Orient, 287-301, espec. 293-294. 75 P. J. Calderone, Dynastic Oracle and Suzerainty Treaty (Manila 1966). 76 D. J. McCarthy, Der Goltesbund im Alten Testament (StuUiart 1966) 75-76.72 71

  • 7/25/2019 De Vaux, Roland - Historia Antigua de Israel 01[1]_012

    5/33

    400

    La estancia en Egipto

    Las tradiciones

    del

    Sina

    401

    Es cierto que la reforma de Josas constitua una reaccin, como lo haba sido la entroizacin de Jos; pero en ambos casos se trataba de volver al autntico sentido de la alianza davdica. El Sal 89, que es un comentario a esta alianza, dice que fue instituida en favor del pueblo (v. 4) y que es por ste por el que se mantendr la dinasta, a pesar de las faltas de sus reyes (v. 34). No existe, pues, ruptura entre las dos alianzas; la ruptura est entre dos situaciones polticas, la de antes y la dedespus de la constitucin del Estado. La alianza davdica quiere integrar la monarquen la antigua tradicin de la alianza de Siqun y del Sina 77 . Pero la gloria de ladinasta davdica, de su capital y su santuario, Jerusaln y el templo, han ido dejando en la sombra el recuerdo del Sina. Ese recuerdo se mantuvo ms vivo en el reinodel norte. Elias vuelve al Horeb para encontrar de nuevo a Dios (1 Re 19) y quejarse de que Israel haya abandonado su alianza (v. 10 y 14) 78. El nico profeta es

    critor, en el que encontramos alusiones al Sina, es un profeta del norte, Oseas 79 . El Deuteronomio, originario del norte, devolver el prestigio a la alianza delSina. Pero este recuerdo deba de conservarse tambin en el reino del sur, si no enla corte y en Jerusaln, cuando menos en el pueblo del pas, el 'am ha'ares, que fue l que sostuvo los movimientos de reforma nacional y religiosa y que parece habersido el guardin de la antigua tradicin yahvista 80 . Cualesquiera que fueran susrelaciones con el Deuteronomio, Jeremas es el predicador de la alianza fundamental del Sina (as, Jr 11,1-10; 24,7; 32,39-40), y la nueva alianza que l anuncia (Jer31,3 -34) es una repeticin y un profundizamiento de la alianza del Sina, sin que se haga una sola alusin a la alianza davdica 81 . d) Jerusaln, nuevo Sina. Otra razel silencio en que cay el recuerdo del Sina en la poca monrquica es que Jerusaln oel puesto de la montaa de Dios. En efecto, Jerusaln posee el arca de la alianza en a que se guardan las Diez Palabras. Sal 132 presenta la alianza con David como l

    a respuesta de Dios al traslado del arca a Sin, que Yahv escogi para que fuera su lugar de descanso (Sal 132,3-5.1177 A. H. J. Gunneweg, Sinaibund und Davidsbund:V T 10 (1960) 335-341. En general, J. R. Porter, Moses and Monarchy (Oxford 1963) 12-13. 78 Es el texto masortico. Las versiones dicen nicamente te ha abandonado, ero viene a ser lo mismo. 79 Cf. supra, p. 393S. Tambin se han querido hallar referencias al Sina en Miqueas: W . Beyerlin, Die Kulttraditionen Israels in der Verkndigung des Propheten Micha (Gotinga 1959); en Amos: H. Graf Reventlow, Das Amtdes Propheten bei Amos (Gotinga 1962); en Isaas: H. Wildberger, Jesajas Geschichtsvertdndniss: SVT 9 (1963) 104-105. Pero el trmino berit no aparece nunca en ellos, ni hay ninguna alusin clara a los acontecimientos del Sina. so R. de Vaux: RA 58 (1964) 170. 81 M. Sekine, Davidsbund und Sinaibund bei Jerema: VT 9 (1959) 47-57; R. MartinAchard, La nouvelle alliance selon Jrmie: RThPh 12 (1962) 81-92. El pasaje de Jr 33, 14-26, que promete la permanencia de la alianza davdica y de la al

    ianza sacerdotal, es una adicin posexlica, que adems no fue aceptada por toda la tradicin: falta en los LXX.

    13). De hecho, el orculo de Natn (2 Sm 7) sigue al relato del traslado del arca (2Sm 6); no se puede, sin embargo, sacar un argumento de este orden literario, que es secundario. Incluso se ha dicho que la profeca de Natn era una protesta contra la teora de Sal 132: la alianza davdica no es el resultado de una iniciativa deDavid, sino pura gracia de Yahv 82 . Pero el caso es que el arca estaba en Jerusaln. Cuando fue introducida en el templo, la nube ('rpel) y la gloria (kabd) de Yahvlenaron el santuario (1 Re 8,10-n). En la nube ('rpel) es donde se haba manifestado

  • 7/25/2019 De Vaux, Roland - Historia Antigua de Israel 01[1]_012

    6/33

    Yahv en el Sina (Ex 20,21 [E]), y la nube ('nn) y la gloria llenan la Tienda, cuano se erige en el desierto (Ex 40,34-35 [P]). Este texto es tan parecido al de 1Re 8,10-11, que se atribuye a un glosador que se inspir en el texto del xodo o enuna tradicin del mismo medio sacerdotal 83 . En cualquiera de los casos, el estribillo potico que viene a continuacin y cuya antigedad no est en tela de juicio (1 R8,12-13), dice que Yahv habita en la nube ('rpel), lo cual es ms una alusin a la fana del Sina que una definicin de Yahv como Dios de la tempestad. En los relatos dl xodo se denominaba al Sina la montaa de Dios; pero ahora es Jerusaln la montav ha escoigdo para su morada... Yahv ha venido del Sina a su santuario (Sal 68, 17-8). Como sucediera antao en el Sina, Yahv habla y manda en Jerusaln; ya en Am 1,2 sdice: Yahv ruge desde Sin, desde Jerusaln hace or su voz. Isaas anuncia que dela ley y de Jerusaln el orculo de Yahv (Is 2,3) 84 . Jerusaln, donde Yahv reside,anifiesta y habla, es el nuevo Sina; y esto puede explicar que se tenga la impresin de que se ha olvidado el Sina del pasado.III. TRADICIN DEL SINA Y TRADICIN DE CADES

    Uno de los argumentos propuestos para disociar la tradicin del Sina de la del xodoes que los relatos referentes al Sina han sido insertados en un conjunto de tradiciones centradas en Cades, que iran de Ex 15,23 a 18,27 Y de Nm 10,29 a 20,22. Ciertos autores han concedido gran importancia a esta tradicin de Cades 85 . Los israelitas habran ido directamente de Egipto a Cades, habran pasado all casi todo eltiempo de su permanencia en el desierto y all habran recibido susH . Gese, Der Davidsbund und die Zionserwhlung: Z T K 61 (1964) 10-26. 83 Cf. M.Noth, Konige, en BKA (Neukirchen-Vluyn 1968) in loco. Defienden, sin embargo, la

    antigedad del texto H. Schmid: Z A W 67 (1955) 193; J. Schreiner, Sion-Jerusalem, Jahwes Knigssitz (Munich 1963) 149. 84 Es sabido que Miq 4,2 ha recogido el texto y que se ha discutido mucho sobre su origen y antigedad. No hay razones poderosas para negar que sea realmente de Isaas; cf. H. Wildberger, Jesaja, en BKAT (1965) 78-80.85 S o b r e t o d o , H . G r e s s m a n n , Mose und scine Zeit ( G o t i n ga 1913); S. M o w i n c k c l , Kadesj, Sinai, og Jahve: Norsk Geogralik Tidsskrift 11 (1942) 1-32; Israels opphav og eldsle historie ( O s l o 1967) 4533; E. Au e r b a c h , Moses ( A m s t c r d a m 1953); W . Deyeriin, Herhunfl .. (1961) passim y 16-5-171. 2fl82

  • 7/25/2019 De Vaux, Roland - Historia Antigua de Israel 01[1]_012

    7/33

    402

    La estancia en Egipto

    Las tradiciones del Sina

    403

    instituciones religiosas. Fue desde Cades desde donde intentaron penetrar en Canan, y desde all penetraron de hecho algunos grupos. Si el Sina es distinto de Cadesy algo hay de histrico en los relatos alusivos a l, se trat de un breve episodio que tuvo lugar despus de Cades. Los israelitas, se dice, fueron directamente a Cades. En efecto, del mar de las Caas van al desierto de Sur, que se extenda al estede la frontera de Egipto, en la regin noroeste de la pennsula, y caminan durante tres das sin hallar agua (Ex 15,22). Esto responde a la peticin que haban formuladorepetidas veces al faran, de ir a tres jornadas de distancia para sacrificar a suDios en el desierto. Se trataba de ir a un santuario, y Cades, como su nombre indica, es un lugar santo. Se encuentra una confirmacin en Jue 11,16-18, donde Jeft dice que Israel, al subir de Egipto, lleg a Cades y permaneci all hasta que salira Moab; no se hace mencin del Sina 86 . Por su parte, Dt 1,46 afirma que los israelitas quedaron largos das en Cades. De los cuarenta aos que pasaron los israelitasen el desierto (Dt 1,3; 2,7; 8,4), se supone que pasaron treinta y ocho en Cadesy se cita en este sentido Dt 2,14 87 . Sin embargo, este texto no da esos treinta y ocho aos para la estancia en Cades, sino para cubrir las peregrinaciones en

    el desierto, entre Cades y la entrada en Canan, que es totalmente distinto. Por lo dems, Dt 2,1 dice que los israelitas giraron en torno a la montaa de Ser durante argos das, la misma expresin que se emplea en Dt 1,46 para la estancia en Cades. Fuere lo que fuere de la permanencia en Cades, el estado actual del Pentateuco pone, con toda firmeza, esa estancia despus de pasar por el Sina. El nombre de Cadesaparece por vez primera en Nm 13,26, y los israelitas llegan all procedentes delSina, como en el resumen de Dt 1,2.19 y en la lista de las naciones de Nm 33,36.A esto se replica que la redaccin final evit el mencionar a Cades antes, porque latradicin del Sina haba cobrado ya una importancia preponderante y haba pulverizadola de Cades. Pero hay que ver qu es lo que atribuye esta tradicin a Cades. El bloque de textos que la constituira es un conjunto heterclito. Antes de nada, hay quedesechar largos textos sacerdotales: todos los caps, de Nm 15 y 17-19, que son disposiciones cultuales; buena parte de la redaccin de Ex 16, sobre el man; de Nm 1

    3-14, sobre la exploracin de Canan y la revuelta del pueblo, y de Nm 16, donde seha combinado la revuelta de Cor con el antiguo relato de Datan y Abirn. Por lo dems, es arbitrario relacionar con Cades el encuentro con Jetr de Ex 18 y la conversacin con Jobab de Nm 10,29-32, que pertenecen al ciclo madianita. Algunos episodios estn repetidos antes y86 P e r o este r e s u m e n de historia t o m a los a c o n t e c i m i e n to s a partir d e C a d e s y d e p e n d e literariamente d e N m 2 0 - 2 1 ; cf. W . R i c h t e r , Die berlieferungen um Jephtah: B i b 47 (1966) 485-556, espec. 531-53487

    despus de los relatos del Sina, y su conexin con Cades es vaga o secundaria: el many las codornices (Ex 17 [J y P ] y Nm n [J y E ), el milagro del agua en (Mass) Merib (Ex 17,1-7 [J y E ] y Nm 20,1-13 [J y P]), la institucin de los jueces (Ex 18

    ,21-26 [E] y Nm 40,16-17 [adicin]). El man y las codornices plantean un problema especial. Son dos fenmenos naturales en el Sina, pero en regiones distintas. El mandel Sina es la secrecin de dos insectos, Trebutina mannipara y Najacus serpentinus, que viven en los tamariscos. La recoleccin se efecta a finales de mayo y junio.En el Sina hay por todas partes tamariscos, pero los insectos productores del mantan slo viven en el Sina central; el lmite septentrional del man es el Wadi Gharandl 88 . En la regin de Cades no se da el man. La migracin de las codornices se efecten primavera, hacia Europa, y retornan en otoo. Llegan tan fatigadas de la travesa del Mediterrneo que caen sobre la costa y se las coge fcilmente. Todos los aos scapturan as enormes cantidades de estas aves hacia el sur, desde Gaza hasta Egip

  • 7/25/2019 De Vaux, Roland - Historia Antigua de Israel 01[1]_012

    8/33

    to. De esta migracin de otoo es de la que habla Nm 11,31, cuando el viento ahuyenta las codornices del mar; sin embargo, la cronologa sacerdotal pone las dos llegadas de codornices a finales de la primavera (Ex 16,1; Nm 10,11). Estas llegadasen masa y esa captura fcil slo tienen lugar en la costa noroeste del Sina; pero resulta arbitrario poner el episodio o los dos episodios en relacin con Cades ni conun desplazamiento hacia Cades 89 . En todo caso, la historia natural nos dice que el man y las codornices no pueden haber sido encontrados en el mismo sitio: elman es un fenmeno del Sina central, mientras que la llegada de las codornices es un fenmeno de la costa noroeste. Es posible que estos dos datos tpicos del Sina, conocidos por los israelitas y experimentados quiz por diferentes grupos de sus antepasados, fueran utilizados para ilustrar la providencia de Dios durante la estancia en el desierto. Los dos milagros del agua son tambin duplicados 90 . Pertenecen al tema de las murmuraciones del pueblo en el desierto. En Ex 17,1-7 (JE) sedan dos nombres geogrficos, de los que se ofrecen dos etimologas: Mass, el pueblo pob a Yahv, y Merib, el pueblo, entr en discusin con Yahv. Es verosmil que Masio; adems, no se puede localizar. Nm 20,1-13 (P) slo conoce Merib y relaciona, de forma oscura, el episodio all sucedido con el castigo de Moi88 F. S. Bodenheimer,O. Theodor, Ergebnisse der Sinai Expedition 1927 (Leipzig 1929) 45-88; F . S. Bodenheimer, The Marina of Sinai: BibArch 10 (1947) 2-6. C. J. Jarvis: P E Q ( 1 93 8) 30-31; J. Gray: V T 4 (1954) i 4 8s. 90 Sobre estos dos textos, cf. J. R. Porter, The Route 0/ Kadesh-Barnea in the Narrative of the Exodus: JTS 44 (1943)139-143; E. Arden, How Moses Failed God: JBL 76 (i957) SO-52; A. S. Kapelnid, ibid., 242; S. Lehming, Massa und Merib: Z A W 73 (1961) 71-77; J- Koenig, Sourricre, thaunmturges et scribes: RHR 164 (1963-B) 17-38; 165-180; G. W. Coats, Rebell

    ion in the Wilderness (Nashville-Nueva York 1968) 5382; V. Fritz, Israel in derWste. Traditionsgeschichlliche Untersuchung der Wstenberlieferung des Jahwistes (Marburgo 1970) 51-55, 97.

    As, H. H. Rowley, From Joseph to Joshua (Londres 1950) 105, y otros.

  • 7/25/2019 De Vaux, Roland - Historia Antigua de Israel 01[1]_012

    9/33

    404

    La estancia en Egipto

    Las tradiciones

    del

    Sina

    405

    ss y Aarn, que morirn antes de entrar en la tierra prometida. En Ex 17,1 se sita elmilagro en Refidim, que es la ltima estacin antes del Sina. En Nmeros parece que elepisodio se sita en Cades (Nm 20, 1-3), pero esas palabras son de otra fuente y estn fuera de lugar en un contexto sacerdotal que habla del desierto de Sin. Tambines verdad que en el episodio siguiente nos hallamos todava en Cades (Nm 20, 14),y esta conexin se ha acentuado: el nombre se transform en Merib-Cades en Nm 27,14,que es una glosa, y en los textos tardos de Dt 32,51 y Ez 48,28 (se restituye aveces por base conjetura en Dt 33,2). Pero est claro que este episodio en que elpueblo se queja de haber sido conducido a un desierto sin agua ni tierras cultivables (Nm 20, 2-5) no puede tener nada que ver con el oasis de Cades, donde hayabundancia de agua y cultivos 91 . Quedan, pues, tan slo los siguientes elementos, que, segn las fuentes antiguas, se refieren directamente a Cades: la muerte y t

    umba de Mara (Nm 20,1b [E o J ] , si este texto es la continuacin del v. 1-3); unrelato acerca de la exploracin de Canan a partir de Cades, en el que Caleb representa el papel principal y recibe la promesa de que se le dar el pas visitado (Nm 13-14 [J o JE y P]); el relato del intento de entrar en Canan y de la derrota de Jorma bajo los golpes de los amalecitas y cananeos (Nm 14,39-45 [J]); el envo de mensajeros a Edom, a la salida de Cades, para pedirle paso, que es denegado (Nm 20,14-21 [J]). Hay que aadir un texto importante, aunque no mencione a Cades: la victoria contra los amalecitas (Ex 17,8-16) 92 . El texto es ciertamente antiguo yse atribuye al Yahvista. Se sita en Refidim (Ex 17,8), pero la palabra puede haber sido aadida siguiendo a Ex 17,1; por lo dems, se desconoce el lugar. Los amalecitas practicaban el nomadismo en el Ngueb, al sur de Palestina; all los encontraron Sal (1 Sm 15) y David (1 Sm 30), y Nm 14,39-45 los nombra igualmente en relacincon Cades. Los judatas son los que haban permanecido ms en contacto con estos amale

    citas, como son tambin los ms interesados por la historia de Caleb. Las tradiciones ms firmes sobre Cades son, pues, tradiciones del sur de Palestina, y cabe pensar que se situaban principalmente en Hebrn 93 . Fueron tradas por grupos que venan directamente de Cades, y se puede atribuir a ellos la victoria sobre los cananeosen Jorma 94, la cual signific su entrada en Canan y est actualmente en un contextoque no le cuadra (Nm 21,1-3).si Cf. vol. II, p. 68. 92 J. Groenbaek, Judo, und Amalek: ST 18 (1964) 26-45. 93Cf. M. Noth, berlieferungsgeschichte, 143-150. 94 Es probable que Jorma se localice en Tell el-Meshash, entre Berseba y Arad = Tell el-Milh. Cf. Y. Aharoni, TheLand of the Bible (Londres 1967) 184; M. Naor, Arad y Jorma en el relato de laconquista: Yediot 31 (1967) 157-164 (en hebreo); cf. vol. II, p. 64.

    Pero tambin los grupos que penetraron en Canan dando un rodeo por TransJordania te

    nan una tradicin sobre Cades. Asociaban con el final de la estancia en Cades la negativa de Edom ante la peticin de atravesar su territorio (Nm 20,14-21). Si, conforme nosotros hemos intentado demostrar, la tradicin del Sina est unida a la del xoo, por un lado, y a la de la conquista, por otro, resulta verosmil la sucesin queindican los textos: el grupo de Moiss vino del Sina a Cades y sali de aqu para llegr a Canan dando un largo rodeo. Hemos visto que ninguno de los episodios que se interponen entre la salida de Egipto y el Sina (Ex 16-18) est ligado con seguridada Cades, a excepcin de la victoria contra los amalecitas, que procede de la tradicin juda de Cades. No se trata de una parte de una tradicin consistente sobre Cades, que habra quedado rota por la insercin del bloque de los relatos sinaticos; son e

  • 7/25/2019 De Vaux, Roland - Historia Antigua de Israel 01[1]_012

    10/33

    lementos de tradiciones variadas o duplicados que se han utilizado para adornarel trayecto entre Egipto y el Sina 95 . No existe, pues, una tradicin de Cades quese oponga a la tradicin del Sina, sino que Cades encuentra su lugar en la tradicinunificada del xodo-Sina-conquista, que es la del grupo de Moiss; y Cades tiene tambin su lugar en la tradicin particular de las tribus del sur de Palestina. Qu relacexiste entre estas dos tradiciones sobre Cades? Cades recibe tambin el nombre deCades Barne en una serie de textos. Se desconoce el sentido de esta aposicin; pudiera tratarse de un nombre de persona. Ambos nombres designan el mismo lugar ysu localizacin parece comprobada 96 . El nombre se conserva en la fuente de Ain Quedis, unos 75 kilmetros al suroeste de Berseba. Pero sta es la menos importante deun grupo de fuentes que se escalonan a lo largo de unos 20 kilmetros hacia el nordeste: Ain Quedeirat, la ms copiosa, despus Ain Queseimeh y, finalmente, Ain Muweileh. La capa de agua de donde brotan no est muy lejos y se puede alcanzar a travsde pozos de 0,50 a 2 metros de profundidad. El nombre de Cades debe aplicarse atoda esta regin, que es el principal oasis en el norte de la pennsula sinatica. Deall arrancan pistas para Egipto, el golfo de Aqaba y Berseba. El oasis tuvo unaocupacin densa en el perodo intermedio entre el Bronce Antiguo y el Medio, hacia el siglo xx a.C;95 Contra la existencia de una tradicin de Cades, cf. tambin M. Noth, berlieferungschichte, 181-182, quien va, sin embargo, demasiado lejos en sus negaciones. 96R. de Vaux, Nouvelles recherches dans la regin de Cades: RB 47 (1938) 89-97; sobre todo, Y. Aharoni, en B. Rothenberg, Cod's Wilderness (Nueva York 1961) 117140.Una tradicin, representada sobre todo por Josefo y Eusebio, pona a Cades en Petra, en TransJordania. Esta solucin la recogi A. Musil, The Northern IJegz (Nueva York

    1926) 262-266; en fecha ms reciente, H. Bar-Deroma, Kadesh-Barne'a: P E Q (1964)101-142, distingue Cades Barne, que serla Medaln Saleh, 500 kms. al sudeste deAqaba, y Cades, que sera Petra. Estas hiptesis imposibles tropiezan con los textosdecisivos de Nm 34,4; Ez 47,19; Jos 15,3, que citan a Cades como un punto del lmite sur de Canan o de Jud, entre el extremo sur del mar Muerto y el Mediterrneo.

  • 7/25/2019 De Vaux, Roland - Historia Antigua de Israel 01[1]_012

    11/33

    406

    La estancia en Egipto

    Las tradiciones

    del

    Sina

    407

    fue cultivado en la poca israelita y posteriormente por los nabateos, los romanosy los bizantinos. Durante los siglos ix-vi a.C, los reyes de Jud construyeron ymantuvieron una ciudadela en Quedeirat. Al hacer sus trashumancias al desierto,los israelitas deban pasar por Cades. Es verosmil que permanecieran all por algn timpo o que lo tomaran como centro de sus migraciones pastoriles. Tambin es verosmilque Cades constituyera una base de despegue para un intento de penetracin en Canan. No hay nada, sin embargo, que pruebe que los israelitas vinieran directamentede Egipto a Cades. Iban a ofrecer un sacrificio a su Dios en el desierto, y esverdad que el mismo nombre de Cades, santo, indica que se atribua cierta santidad aese lugar. Es normal: ese grupo de fuentes en el desierto era el testimonio deuna providencia divina. Pero el nombre es anterior a los israelitas y fue para ellos un nombre como los dems: ni las tradiciones del Pentateuco ni los textos pos

    teriores le atribuyen una importancia religiosa o cultual. Se dice que los tresdas de camino para ir a sacrificar (Ex 3,18; 5,3, y despus en la narracin de las plagas) y los tres das sin agua en el desierto de Sur (Ex 15,22) conducen a Cades.Pero desde la frontera de Egipto a Cades hay 200 kilmetros, y la primera estacin que se indica en el xodo no es Cades, sino Mar (Ex 15,23). A pesar de todo, pudieraser que otro grupo, distinto del que sali de Egipto bajo la gua de Moiss, llegaraa Cades sin pasar por el Sina. Nosotros hemos formulado la hiptesis 97 de que hubiera dos xodos: el xodo-huida del grupo de Moiss ira precedido del xodo-expulsin do grupo que habra seguido primero la ruta del norte, a lo largo de la costa (donde se situara bien el milagro de las codornices), para girar despus en oblicuo hacia Cades. Este mismo grupo habra penetrado en Canan partiendo de Cades y representara el ncleo de las tribus de La. Al igual que haba unido los dos xodos, el relato ra unido dos tradiciones relativas a Cades. Esta hiptesis es plausible, pero se la

    ha querido llevar ms lejos 98 . Las dos tradiciones sobre Cades se referiran no slo a dos grupos distintos, sino a dos pocas diferentes, de suerte que el grupo judata-calebita se habra desplazado de Cades a Palestina del sur mucho antes de que pasase por Cades el grupo de Moiss. Esto es difcil de admitir por una razn fundamental: hay que explicar que esos dos grupos tuviesen la misma fe en Yahv. A esto seresponde que la recibieron por vas distintas: el grupo judatacalebita, por su vecindad con los quenitas, adoradores de Yahv; el grupo de Moiss, por mediacin del sacerdote madianita, Jetr, el suegro de Moiss. Pero ya hemos rechazado como poco slidaesta teora del origen madianita-quenita del yahvismo. Adems, cualquiera que97 Cf. supra, p p . 3 5 8 - 3 6 3 . 98 E s la solucin q u e h a d e f e n d i d or e p e t i d a s veces H . H . Rowley, From Joseph

    sea el origen del nombre divino, el yahvismo de Moiss es algo nuevo, y tambin los

    grupos establecidos en el sur de Palestina lo profesaban. Ya hemos insistido sobre este punto: la unin religiosa posterior de las tribus del norte y del sur, quehaban entrado en Palestina por caminos diferentes y que haban vivido largo tiemposeparadas, exige que dependan todas de una tradicin comn fundamental, anterior alasentamiento en Canan. Y esto mismo se desprende del acuerdo general de las ms antiguas fuentes escritas, el Elohsta en el norte y el Yahvista en el sur. Por consiguiente, los dos grupos tuvieron contactos en el desierto, y se puede admitir que fue en Cades donde se encontraron. No caben ms que hiptesis; pero las ms verosmies son todava aquellas que mejor tienen en cuenta los textos que poseemos y las tradiciones que ellos representan. Algunas de las dificultades con que nos hemos

  • 7/25/2019 De Vaux, Roland - Historia Antigua de Israel 01[1]_012

    12/33

    encontrado se simplificaran si el Sina estuviera localizado, como se ha propuesto,en la misma regin de Cades. Pero dnde estaba el Sina?IV. LOCALIZACIN DEL SlNA

    Una cosa est fuera de discusin: la teofana y la alianza estn relacionadas con una mntaa. La palabra se repite sin cesar (Ex 19; 24; 32; 34). Pero dnde buscar esa montaa? 1. Montaa de Dios-Horeb-Sina a) En la montaa de Dios es donde tiene lugar la tefana de la zarza ardiendo (Ex 3,1). Aarn encuentra a Moiss en la montaa de Dios (Ex4,27). Jetr visita a Moiss en la montaa de Dios (Ex 18,5). Moiss y Josu ascienden a montaa de Dios (Ex 24,13). Elias se pone en camino hacia la montaa de Dios (1 Re19,8). En Ex 3,1 y en 1 Re 19,8 se identifica la montaa de Dios con el Horeb; pero Horeb es una adicin en el primer texto y quiz tambin lo sea en el segundo. Por a parte, el empleo de seneh para designar la zarza ardiendo es probablemente unaalusin de J al Sina, y el fuego recuerda, segn hemos dicho, la teofana del Sina. Ex 19, montaa de Dios (v. 13) alterna con montaa del Sina (v. 16). La montaa dende va Elias es ciertamente aquella en que se manifest Yahv, el Horeb-Sina. En unapalabra, montaa de Dios se halla con mucha ms constancia en el grupo de tradicionesmadianitas y en los textos que suelen atribuirse a E o que han recibido su influencia. Es un hecho literario. Si de ah se concluye que esta montaa de Dios es un lugar distinto del Sina-Horeb " , es en virtud de una teora general sobre la independencia de las tradiciones del Pentateuco, que nosotros hemos criticado.99 Asi, M. Noth, berlieferungsgeschichte, 150-155; H. Seebass, Mose und Aaron, Sinai und Gottesberg (Bonn 1962); H. Schmid, Mose. berlieferung und Geschichte: BZAW 110 (1968) 61-69.

    to Josb.ua, 109S; Men of God (Londres 1963) 16-19; From Moses to Qumran (Londres1963) 50-5S; Worship in ncient Israel (Londres 1967) 43 nota 1.

  • 7/25/2019 De Vaux, Roland - Historia Antigua de Israel 01[1]_012

    13/33

    408

    La estancia en Egipto El Sinai cerca de Cades? Se ha sugerido situar el Sinai enel norte de la pennsula sinatica, apoyndose en los argumentos siguientes 102 : lasdos menciones de la venida de las codornices, fenmeno natural en el noroeste delSinai; la victoria ganada en Refidim, ltima estacin antes del Sinai, contra los amalecitas, que vivan en el norte de la pennsula; los textos antiguos fuera del Pentateuco que asocian el Sinai con la regin al sur de Palestina: segn Jue 5,4, Yahv sale de Ser y se adentra en los campos de Edom; segn Dt 33,2, Yahv vino del Sinai, desde Ser, desde Farn; segn Hab 3,3, Eloah viene de Teman, y el Santo, del monte Farnsegn Hab 3,7, las tiendas de Cusan y de Madin quedan sobrecogidas a su paso. A esto se aade que los israelitas permanecieron en la regin de Cades durante casi todasu estancia en el desierto. Se busca entonces una montaa en las cercanas de Cadesy se seala como el Sinai el Gbel Halal, unos 40 kilmetros al oeste de Cades. Nosotros hemos visto que no se deba exagerar la importancia de Cades en las tradiciones antiguas; que la victoria sobre los amalecitas deba desconectarse del Sinai (yde Refidim) y atribuirse a una tradicin judata de Cades; que los episodios de lascodornices probablemente no tenan nada que ver con el Sinai ni con Cades. Por otra parte, los textos que se aducen estn emparentados entre s, y el de Habacuc depende de los otros; describen la venida de Yahv vista desde Canan, y lo nico que significan es que viene del lejano sur. Adems, si se urgen esos textos, las mencionesde Ser, Edom, Teman y Madin no nos llevaran hacia el norte de la pennsula sinaticaino hacia el sudeste, al otro lado de la Araba 103 . Volveremos sobre ello. Porotra parte, Cades no va nunca asociado al desierto del Sinai. Cades est en el des

    ierto de Farn, segn Nm 13,26 (cf. Nm 13,3), o en el desierto de Sin, segn Nm 33,36.Varios textos indican que el Sinai estaba lejos de Cades: Nm 11-13 pone tres estaciones entre el Sinai y Cades; la lista de Nm 33 pone 21. Dt 1,2 dice que hayonce das de camino entre el Horeb y Cades, y existe entre ambos un gran desierto,segn Dt 1,19. De Berseba al Sinai, Elias camina durante cuarenta das y cuarenta noches. Estos datos proceden de fuentes distintas y por eso concuerdan mal entres, pero estn todos de acuerdo en que el Sinai estaba lejos.102 C. S. Jarvis, The Forty Year's Wanderings of the Israelittes: P E Q (1938) 2540; J. Gray, The Desert of the Hebrews and the Sinai-Horeh Tradition: V T 4 (1954) 148-154. 103 N. Glueck, The Boundaries of Edom: H U C A 11 (1936) 141-157, ha comprobado que la antigua frontera occidental de Edom era la Araba. Ha visto la dificultad que ofrecan estes textos si haba que localizar el Sinai en la pennsula. Ha concluido que estos textos eran posexllicos, de una poca en que Edom se esta

    bleci al oeste de la Araba y en que la regin se llam Idumea. Pero los textos son ciertamente anteriores al exilio. Cf. sobre ellos, J. Jeremas, Theophanie. Die Geschichte einer alttestamentlichen Gatlung (Neukirchen-Vluyn 1965) 7-11 y 38SS.

    b) Horeb, segn una opinin generalmente admitida, pertenece a las fuentes E y D , mientras que Sinai pertenece a la fuente J y es recogido por P. Pero esta afirmacin hay que matizarla mucho 1 0 . En el Deuteronomio, Horeb aparece una sola vez enel cuerpo de las leyes (Dt 18,16), en un pasaje que no pertenece al Deuteronomio primitivo. Aparece, sin embargo, muchas veces en el marco narrativo del Deuteronomio (Dt 1,2.6.19; 4,it).is; 5,2; 9,8; 23,69) y en la historia deuteronomista(1 Re 8,9 = 2 Cr 5,10; 1 Re 19,8). Ni el Deuteronomio (a excepcin del viejo textode Dt 33,2) ni el Deuteronomista emplean jams Sinai. En cuanto al Elohsta, Horeb aarece tan slo tres veces en los textos que se le atribuyen: Ex 3,1, donde es una

    glosa; Ex 17,6, donde en Horeb es de nuevo una glosa; Ex 33,6, en un texto difcil,que parece ser una adicin. Fuera de esos textos, existen nicamente dos menciones del Horeb: Mal 3,22, la ley, y Sal 106,19, el becerro de oro. Es, por tanto, inexacto afirmar que Horeb pertenece al Elohsta. En realidad, el nombre no se encuentra en los documentos antiguos del Pentateuco y su empleo es secundario en relacincon el de Sinai. c) Sinai es el nico nombre que emplea el Yahvista y el que recoge P. Pero ese empleo es diverso. Sinai, solo, aparece nicamente en Ex 16,1 como hito geogrfico y puede designar una regin. Desierto del Sinai se halla en Ex 19,1.2; m 1,1.19; 3.4-I4; 9>1-S'< 10,12; 26,64; 33,15.16. Montaa del Sinai se halla en Ex 19,11.18.20.23; 24,16;

  • 7/25/2019 De Vaux, Roland - Historia Antigua de Israel 01[1]_012

    14/33

    31,18; 34,2.4.29.32; N m 3,1; 28,6.

    2.

    Estos empleos pueden indicar que Sinai designa una regin, un desierto, en la que seencuentra una montaa particular. Si, por otra parte, se observa que, salvo en eltexto dudoso de Ex 33,6, Horeb no va nunca precedido de montaa, cabe preguntarse oreb no ser el nombre propio de la montaa del Sinai de la fuente yahvista, de la de Dios o simplemente la montaa de la fuente elohsta. Dado que Horeb no se encuenen los textos elohstas puros ni en el Deuteronomio primitivo, no se puede concluir que existen dos tradiciones antiguas: una del norte, que hablara del Horeb, yotra del sur, que hablara del Sinai, y que esas tradiciones se refieren a dos lugares distintos 101 . An quedara por explicar por qu Horeb no aparece nunca en las diciones ms antiguas y por qu el Deuteronomista parece evitar Sinai. A la primera pegunta no encuentro respuesta. En cuanto a la segunda, slo cabe hacer conjeturas:es sta una forma del olvido que sufri el recuerdo del Sinai en Jerusaln? O se debimplemente a la asonancia, poco grata, del nombre del Sinai con el del dios asiro-babilnico Sin?100 Cf. M. Noth, berlief. Studien, 29. 301 G. Hlscher, Sinai und Choreb, en Hom. R. Bultmann (Stuttgart 1949) 127-132.

  • 7/25/2019 De Vaux, Roland - Historia Antigua de Israel 01[1]_012

    15/33

    Las tradiciones

    del

    Sina

    411

    El Sina en el sur de la pennsula? El nombre de pennsula del Sina es moderno. Viea tradicin cristiana, que localiz el Sina en el sur de la pennsula, a partir del silo iv de nuestra era. La tradicin se fij con toda nitidez desde que la peregrina espaola Egeria (o Eteria) visit el Sina en 383 d.C. 104 : todos los recuerdos bblicodel Sina se agrupan en torno al G. Musa 105 . Esta cumbre de 2244 m. va precedida, al norte, por los tres picos del Ras Safsafeh (2054 m.), a cuyo pie se extiende la llanura de Er-Rayah, donde habran acampado los israelitas. Es un paisaje verdaderamente impresionante y ofrece un marco apropiado para una teofana. El recuerdo de santa Catalina se asoci all con el de Moiss, en la cumbre cercana y ms elevaa del G. Katern (2606 m.), y la tradicin qued definitivamente canonizada cuando, amediados del siglo vi, Justiniano mand construir el monasterio y la baslica de Santa Catalina, al pie del G. Musa. Una tradicin paralela, aunque mucho menos slida,pona el Sina en el G. Serbal, cerca del oasis de Feirn, 50 kilmetros al noroeste deG. Musa. Aparece por primera vez en la Topografa de Cosmas Indicopleusts, escritahacia 540 d.C. Este autor sita el Sina a seis millas de Farn, que es, segn l, el bre moderno de la antigua Refidim 106 . Esta localizacin se apoya nicamente en el

    texto de Ex 17,6, que sita el milagro del agua de Refidim en Horeb. No es posible perseguir esta tradicin del Sina al G. Musa ms all del siglo iv de nuestra era. No spuede sacar nada de la noticia vaga de Eusebio en su Onomasticon ni de su traduccin anotada por san Jernimo 107 . Se han invocado las inscripciones nabateas de los siglos 11III d.C, que se encuentran en el macizo del Sina y, en mayor nmero, enel macizo del Serbal. Indicaran que estas dos montaas tenan un carcter sagrado y ean un lugar de peregrinacin 108 ; esa santidad podra remontarse a la poca israelita. Existen ms de 2.500 de estas inscripciones. Son muy breves, pocas veces contienen un nombre divino y no hablan jams de un acto cultual 1 0 9 . Se parecen a todos los graffiti que trazaban los caravaneros nabateos sobre las rocas, dondequiera que pasasen o hiciesen una parada. No obstante, su presencia en esta regin ha parecido misteriosa, porque estaran lejos de los buenos pastos y fuera de las rutas comerciales 110 . Pero hay que advertir que todas

    104 Sobre esta fecha, cf. P. Devos, La date du voyage d'grie: Analecta Bollandiana 5 (1967) 165-194. 105 Itinerarium Egeriae I-V, ed. Aet. Franceschini y R. Weber(Turnhout 195S); ed. O. Prinz (Heidelberg 1960). Texto y traduccin, H. Ptr, thrie,urnal de Voy age (Pars 1948) I-V. 106 En PG, LXXXVIII, 196 al principio. 107 Eusebio, Onomasticon, ed. Klostermann, 173. 108 B. Moritz, Der Sinaikult in heidnischer Zeit (Gotinga 1916); cf. M. Noth, Das zweite Buch Mose. Exodus (ATD) 125. 109 J. Koenig: RHPR 43 (1963) 4-11. 110 J. Cantineau, Le Nabaten I (Pars 1930) 24-23; J. Starcky, Petra et la Nabatne, en DBS VII (1966) col. 935-936, que considera,no obstante, posible que estas inscripciones estn en relacin con un lugar de culto en Feirn.

    3.

    esas inscripciones son posteriores al ao 106 a.C, fecha en que la Nabatena se hizo provincia romana. Es verosmil que algunos grupos nabateos volvieran entonces hacia el Sina, y es posible que mantuvieran un comercio caravanero autnomo entre Arabia y Egipto; este comercio ya no se servira de la lnea Petra-Gaza, ocupada por los romanos, sino que ira del golfo de Aqaba al golfo de Suez, bordeando por el surel gran desierto de Tiy. El camino era ms largo, pero existan puntos de agua y pequeos oasis l u . Por lo dems, ese comercio poda hacerse directamente entre los puertos de Dahab (en la costa este del Sina, frente a Arabia) y de Markha o Tor (enla costa oeste, frente a Egipto). Dahab est a la latitud del G. Musa; Markha est msal norte; Tor se halla ms al sur. Todos estos puntos y el oasis de Feirn estaban

  • 7/25/2019 De Vaux, Roland - Historia Antigua de Israel 01[1]_012

    16/33

    unidos por medio de pistas. Las inscripciones nabateas no pueden ofrecernos nadanuevo sobre la localizacin del Sina, pero jalonan rutas que pudieron seguir los israelitas 112 . En todo caso, los atlas bblicos modernos, con ms o menos seguridad, siguen la tradicin cristiana y sealan el Sina en el macizo del G. Musa. Encuentran argumentos en los textos bblicos. Esta localizacin corresponde a los once das decamino que pone Dt 1,2 entre el Horeb y Cades: en 1906, la caravana de la Escuela Bblica emple justamente ese tiempo para ir del G. Musa a Ain Qedeis 113 . Se intenta despus indicar las etapas intermedias entre la salida de Egipto y el Sina, yentre el Sina y Cades, valindose para ello de las indicaciones de los relatos del xodo y los Nmeros, y de la gran lista de Nm 33 U 4 . Se sugieren hiptesis que son posibles; pero hay muy pocos nombres bblicos que se encuentren en los topnimos modernos. El oasis de Feirn, al pie del G. Serbal, recuerda claramente el nombre deldesierto de Farn del xodo y de Nmeros y el monte Farn de los textos poticos. Se haetectado en este lugar indicios de ocupacin ms o menos continua desde los siglos IX-VIII a.C. (residuos de cermica israelita) hasta la poca rabe. Ya Tolomeo, en el siglo 11 d.C, conoca el nombre de la ciudad de Farn, y es posible que el nombre de Farn sea el antiguo nombre de toda la pennsula. Ello explicara que las indicacionesbblicas sean tan vagas a propsito del desierto de Farn y que su nombre no figure como una etapa particular 115 . Esto autoriza a colocar el Sina111 J. Koenig (loe. cit. en la nota 109). Estas rutas nabateas han sido exploradas por B. Rothenberg, An Archaeological Survey of South Sinai: Museum Haaretz Bulletin 11 (1969), el cual piensa, sin embargo (p. 38), que los nabateos las utilizaban para explotar las minas de turquesa y cobre, y no para el comercio de caravanas. 112 Es verdad que la exploracin reciente no ha detectado, a lo largo de esa

    s rutas, -ningn vestigio de la poca del Bronce Reciente ni de los comienzos del Hierro; cf. B. Rothenberg, loe. cit., 36; pero es posible que unos pastores nmadasy sin cultura no dejen huella. 113 F. M. Abel, Gographie de la Palestine I, 393.114 Cf. sobre todo, F . M. Abel, Gographie de la Palestine II, 210-215; J- Simons, The Geographical and Topographkal Texts o/t/ie Od Testament (Leiden 1959) 251-259. 115 Y. Aharoni, en 13, Rothenberg, God's WiUlerness (1961) 165-169.

  • 7/25/2019 De Vaux, Roland - Historia Antigua de Israel 01[1]_012

    17/33

    412

    La estancia en Egipto

    Las tradiciones

    del

    Sina

    413

    en el sur de la pennsula, pero no da ninguna indicacin sobre su localizacin exacta.Se ha comparado el nombre de Refidim, la ltima estacin antes del Sina (Ex I 6 , I; 19,2; Nm 33,14), con el nombre del Wadi Refayied, que posee un oasis y est al noroeste del G. Musa. En el camino del Sina a Cades, se identifica Haserot, segunda etapa despus del Sina (Nm 11,35; 12,16; 33,17) con Ain Hudra o Ain elHudeirat, que cae en una pista del G. Musa a Aqaba. Al lado de Haserot, Dt 1,1 menciona a Dizahab, que sera el puerto de Dahan, en la costa este del Sina 116; y Yotbata, antepenltima estacin antes de Esin Gueber (Nm 33,33), sera Tabeh, unos doce kilmetrossur de Elat n i . Finalmente, Esin Gueber (Nm 33,35; Dt 2,8) est localizado, conseguridad, en Tell el-Kheleifeh, en el fondo del golfo de Aqaba. Pero, fuera deEsin Gueber, ninguna de estas identificaciones es cierta, y cuando menos una ha de ser abandonada: Haserot, bajo el punto de vista fontico, corresponde imperfecta

    mente a Ain Hudra, y el sentido de las dos palabras es distinto: campamentos, cercos y fuente verde. Se comprende, pues, que un autor reciente, partidario. del Sinameridional, se contente con puntear estos nombres sobre el mapa y se niegue a unirlos con un itinerario 118. En todo caso, es exagerado afirmar, como se ha hecho, que sta es la nica tesis compatible con los textos bblicos 119 . Precisamente senos plantea el problema de saber si algunos textos bblicos no nos obligan a situar el Sina fuera de la pennsula sinatica. 4. i El Sina en Arabia ?

    En efecto, otros autores se apoyan en los textos bblicos para buscar el Sina en Arabia del norte, al este del golfo de Aqaba. Aportan varios, argumentos 120 . a)La teofana del Sina describe una erupcin volcnica 121 . La fuente yahvista dice: Lontaa del Sina humeaba toda ella, porque Yahv haba descendido all en medio del fueel humo se elevaba como de un horno (Ex 19,18). El Deuteronomio dice: La montaa es

    taba encendida hasta pleno cielo, cielo oscurecido por nubes tenebrosas y retumbantes. Y entonces os habl Yahv de en medio del fuegoY. Aharoni, loe. cit., 144, 161. F . M. Abel, Gographie de la Palestine II, 366;Y. Aharoni, loe. cit., i66s. Y. Aharoni, loe. cit., 170; The Macmillan Bible Atlas (Nueva York 1968) mapa 48. 119 J. Simons (loe. cit. en la nota 114) 253. 120J. Koenig ha desarrollado recientemente estos argumentos en una serie depublicaciones: La localisation du Sinai et les traditions des scribes: RHPR 43 (1963) 2-3: 44 (IO-64) 200-235; Itinraires sinaitiques en Arabie: R H R 166 (1964-B) 121141; Le Sinax, montagne de feu dans un dsert de tnbres: RHR 167 (1965-A) 129155; Aux origines des thophanies iahvistes: RHR 169 (1966-A) 1-36; Tradition iahviste et influence a l'aurore dujudasme: R H R 173 (1968-) 1-42. 121 Adems de Koenig (citado en la nota precedente), cf. J. Jeremias (loe. cit. en la nota 103) 1 0 0 - m ; lainterpretacin volcnica ha sido criticada por T h . V. Mann,. The Pillar of Cloud

    in the Reed Sea Narrative: JBL 90 (1971) 15-30.117 118 116

    (Dt 4,ub-i2a). Cuando osteis salir esta voz de las tinieblas, al tiempo que la montaa estaba en llamas..., vosotros me dijisteis: He aqu que hemos visto a Yahv, nuestro Dios, su gloria y su grandeza y hemos odo su voz de en medio del fuego (Dt 5,23-24). Baj de nuevo de la montaa que estaba toda en llamas (Dt 9,15). Finalmente, a fuente sacerdotal: La nube cubri la montaa. La gloria de Yahv se estableci sobremontaa del Sina... El aspecto de la gloria de Yahv era, a los ojos de los israelitas, el de una llama devoradora, en la cumbre de la montaa (Ex 24,15b-17). Estos te

  • 7/25/2019 De Vaux, Roland - Historia Antigua de Israel 01[1]_012

    18/33

    xtos de las tres tradiciones describen una erupcin volcnica. Hay que aadir adems qula columna de nube durante el da y de fuego durante la noche, en la tradicin yahvista, es el signo de un volcn activo. La tradicin la ha separado del volcn y la haconvertido en gua de los israelitas y en smbolo de la presencia de Yahv. Por su parte, el Elohsta describe la teofana como una tempestad: Hubo truenos, relmpagos y unnube espesa sobre la montaa, y tambin un sonido muy fuerte de trompeta (Ex 19,16).El sonido de trompeta se iba ampliando; Moiss hablaba y Dios le responda en el trueno (Ex 19,16) 122 . A la descripcin que dan las otras tres fuentes le falta un elemento esencial: la colada de lava. A esto se responde que ese elemento se halladisociado en otras teofanas, especialmente en Miq 1,3-4: Yahv pisa las cumbres dela tierra, las montaas se funden bajo sus pasos como la cera ante el fuego, comoel agua esparcida sobre la pendiente; o Is 63,19-64,2: Si t descendieras, ante tu rostro se fundiran los montes, como el fuego hace hervir el agua. Se cita todava Jue5,5; Hab 3,6; Nah 1,5; Sal 97,3-6 y otros textos. El corrimiento de las lavas se disoci de los otros fenmenos eruptivos, como la columna volcnica se separ del vol. Estas otras teofanas contienen tambin rasgos tomados de la tormenta: hay erupciones tempestuosas y tormentas volcnicas, segn que predomine uno u otro elemento 123 ) No existen volcanes en el Sina, y s en Arabia del norte. Ed. Meyer y despus Gunkel y Gressmann haban presentado ya esta teora, pero la regin donde proponan situar eSina apenas si era conocida. La exploracin de A. Musil en 1910 124 ofreci a los partidarios de esta tesis elementos concretos. El mismo Musil la desarroll en apndices122 J. Koenig encuentra todava el vulcanismo en ese sonido de trompeta, y cita aDin Casio, quien dice, a propsito de la erupcin del Vesubio, que se oy como un soni

    o de trompetas: RHR 169 (1966-A) 26. i " Cf. J. Koenig, especialmente: RHPR 44 (1964) 213-223; RHR 166 (1964-B) 122-124; pero J. Jeremias, Thophanie..., 7-15, noencuentra ningn vulcanismo en estos textos. J. Koenig, Tradition iahviste et influence babylonienne l'aurore du judaisme: RHR 173 (168-A) 1-42, quiere encontrartambin rasgos volcnicos en los textos sobre el nuevo xodo del Dutero-Isaas. 124 Rnsin preliminar en Anzeiger der kaiserlichen Akademie der Wissenscha'ten, Phil.-hist. K k 48 (Viena 1911) 139-159, y despus en The Northern Hegz (Nueva York 1926).

  • 7/25/2019 De Vaux, Roland - Historia Antigua de Israel 01[1]_012

    19/33

    414

    La estancia en Egipto

    Las tradiciones

    del

    Sina

    415

    a su relato de viaje 125, donde hace uso de los textos bblicos con poco criteriocrtico. J. Koening ha vuelto sobre el problema. Koening localiza el Sina en un volcn extinguido, Hala el-Bedr, el crter de la luna llena, ya descrito por Musil 126 yque se encuentra unos 325 kilmetros a vuelo de pjaro en direccin sudeste de Aqaba.Musil haba pensado en un principio en l, en su relacin preliminar; despus haba preido un sitio ms al norte, en lo que l considera como centro del pas de Madin. El-Ber estuvo activo en la poca histrica: los beduinos recuerdan que antao echaba llamasy piedras. Lo consideran territorio prohibido. En sus alrededores muestran la gruta de los servidores de Moiss, donde stos permanecan mientras Moiss dialogaba conen otro lugar hay doce piedras, llamadas el-Madbah (el altar), donde sacrificanlos beduinos. c) Los topnimos de xodo y Nmeros se encuentran en esta regin 127. Efctivamente, entre la multitud de topnimos beduinos recogidos por Musil, hay algun

    os que se asemejan a los de los textos bblicos y que incluso alguna vez se siguensobre el terreno en el orden de las estaciones de la gran lista de Nm 33. Estalista es la ms til aqu. M. Noth la ha explicado como un itinerario de peregrinacin l Sina 128 . La historia de Elias sera un testimonio de que esta peregrinacin ya seefectuaba en la poca monrquica. Nm 33 utiliza los datos topogrficos de todas las fuentes del Pentateuco: es un trozo tardo, del siglo v a.C. Pero Nm 33,18-36 aade un documento cuyos nombres son nuevos, excepto en los vv. 3ob-34a, que repiten, por otro orden y con algunas diferencias, los nombres de Dt 10,6-7: estos versculos son una noticia insertada secundariamente y constituyen un fragmento de itinerario paralelo al de Nm 33. Los nombres de Nm 33,18-36 dan un itinerario que va del Sina a Esin Gueber y que parece arrancar de un punto situado al sudeste de Aqaba = Esin Gueber. La posible identificacin de algunos de esos nombres con topnimos situados entre el volcn Bedr y Aqaba da cierta verosimilitud a la tesis. La distan

    cia no constituira una objecin. Segn Musil, las estaciones de la peregrinacin a la eca, en el norte del Hegaz, distan por trmino medio 50 kilmetros entre s 1 2 9 (mucho ms que las etapas normales de una tribu en desplazamientos normales): los once das de camino, del Horeb a Cades, de Dt 1,2, vendran a cubrir los 550 kilmetros que hay entre el volcn Bedr y Ain Quedis. d) Otros textos bblicos estn a favor de Arbia del noroeste. Segn Jue 5,4-5, Yahv viene de Ser y de Edom; segn Dt 33,2, viene elA. Musil, The Northern Hegz, espec. 267-272, 275-298. Ibid., 214-216. 127 J. Koenig; RHPR 44 (1964) 200SS y el mapa de la pg. 203; R H R 166 (1964-B) 129-140. 128M. Noth, Der Wallfahrtsweg': PJB 36 (1940) 5-28; las conclusiones estn recogidasen Das vierte Buch Mose. Numen (ATD; 1966) in loco. En ltimo lugar, H. Gese, Dasfem und nahe Wort. Hom. L. Rost: BZAW 105 (1967) 81-94, espec. 85-88. 129 A. Musil, The Northern Hegz, 322, 328.

    126 125

    Sina, de Ser, del monte Farn; segn Dt 1,2, entre el Horeb y Cades se atraviesa la mntaa de Ser; segn Hab 3,3, Dios viene de Teman y del monte Farn, y su paso causa teror a las tiendas de Cusan y Madin (Hab 3,7). Ahora bien, se dice, Ser, Edom, Teman estn al este de la Araba; Madin est al sur de Edom. e) El paisaje volcnico de estregin, el desierto de lava, la harra, explica la expresin de desierto de tinieblasque se asocia al Sina, montaa de fuego 1 3 . f) Una tradicin juda pona el Sina ea 131 . A finales del siglo ni a.G, un historiador egipcio, Demetrio, presenta aDedn como antepasado de Jetr. Segn Gn 25,3 Dedn es descendiente de Abrahn, por Qu

  • 7/25/2019 De Vaux, Roland - Historia Antigua de Israel 01[1]_012

    20/33

    ra, igual que las otras tribus rabes; como nombre de lugar, Dedn se identifica ciertamente con el oasis de el-Ela. Demetrio sita, pues, en Arabia la estancia de Moiss en Madin. Bajo Augusto, Trogo Pompeyo sita el Sina en Damascena. Debe de pensaren el reino nabateo, que incluy en cierto momento a Damasco, aunque no se extendaa la pennsula sinatica 132 . Pero se discute la duracin y el carcter de la dominacinabatea en Damasco 133 . Los testimonios de Josefo son difciles de conciliar. Pone el Sina en el pas en que hay una ciudad de Madiane (Ant., II, 264; III, 76), conocida tambin por Tolomeo, al este del golfo de Aqaba, prxima a su entrada. Pero enotro lugar (C.Ap., II, 25), Josefo dice que el Sina se halla entre Egipto y Arabia, lo cual indicara la pennsula. Se ha aducido un ltimo testimonio. San Pablo, ensu alegora de las dos alianzas, representadas por Hagar y Sara (Gal 4,21-31), inserta la noticia: T 6 'Ayp Ziva pos crriv v TT 'ApafMa (el texto es discutido, pearece el mejor), pues Hagar es el monte Sina, que est en Arabia. Esta frase, que nuca se ha explicado de forma satisfactoria, quiere fundar la alegora. Adquiere sentido, si se asocia Hagar a Eypoc (Tolomeo) = Hegra (Plinio) = liegra (nabateo) =el-Hegr (rabe), es decir, Medan Saleh, que formaba, con Petra, el centro ms importante del reino nabateo. La tradicin seguida por Pablo sita, pues, el Sina en Arabiadel norte. El conjunto de estos argumentos es impresionante. Pero cada uno porseparado tiene un valor de simple hiptesis, y algunos textos se pueden interpretar de maneras diversas. Seguir los argumentos en orden casi inverso. Si dejamos aun lado las dificultades filolgicas de identificar a Hagar con Hegra, hay que reconocer por lo menos que Hegra = Medan130 J. Koenig: R H R 167 (1965-A) 130-155.

    131 H. Gese, loe. cit., 88-93.132 H . G e s e , loe. cit., 89. 133 Cf. las a v e n t u r a d a s conclusionesd e R. N o r t h , The Damascus of Qumran Geography: P E Q (1955) 34-48, espec.4 1 - 4 3 , d o n d e se e n c u e n t r a la bibliografa esencial. Pero vase s ob r e t o d o , J . Starcky, Petra et la Nabatne, en D B S V I I (1966) col. 9 07 909: los n a b a t e o s slo h a b r a n d o m i n a d o en D a m a s c o del 84 al 72 a . C .

  • 7/25/2019 De Vaux, Roland - Historia Antigua de Israel 01[1]_012

    21/33

    416

    La estancia en Egipto

    Las tradiciones

    del

    Sina

    417

    Saleh no es una montaa, y tampoco existe en sus alrededores una cumbre montaosa ala que se haya podido asociar el recuerdo del Sina. Adems, Pablo sita el Sina en Arbia, como lo hacen Josefo (en parte de sus textos) y Demetrio. Parece que tambinel itinerario de Nm 33,18-36 coloca el Sina al sudeste de Aqaba. La tradicin juda sobre el Sina en el nordeste de Arabia se remontara as al siglo v a.C. Admitido esto, es muy discutible la interpretacin de la lista de Nm 33 como un itinerario de peregrinacin. Porque Nm 33 inserta tambin, en los vv. 4ib-47a, otro itinerario quele es propio, a excepcin de los nombres de Obot y de Iyye ha-Abarm (vv. 43-44), que se encuentran igualmente en Nm 21,10-12. Este itinerario que conduce de Cadesal monte Nebo, cruzando la Araba y el pas de Moab por la gran ruta de Dibn, est encontradiccin con los textos de Nm 20, 14-21; 21,10-20; Dt 2,8-9, Y J u e n 1 ?- 1^, todos los cuales estn de acuerdo en afirmar que Edom y Moab negaron el paso y

    que los israelitas bordearon estos dos pases por el desierto oriental. El documento aqu utilizado por Nm 33 describe una ruta que va de Cades al norte de Moab y no tiene nada que ver con una ruta de peregrinacin al Sina o a otro sitio. No hay msmotivos para interpretar la lista de Nm 33, 18-36 como un itinerario de peregrinacin. Su analoga con Nm 33, 41-47 y el paralelismo parcial con la noticia de Dt 10,6-7 indican que esta lista pertenece a una clase de documentos que debieron deexistir en Israel, como existieron en Mesopotamia y Egipto: las guas de viaje. Enefecto, los judos del siglo v a.C. podan conocer y tener necesidad de utilizar laruta hacia Arabia del nordeste. Existan colonias judas en Arabia del norte, especialmente en Dedn (el-Ela) y en Hegra (Medan Saleh). Actualmente podemos hacer remontar su origen a las colonias militares establecidas por Nabonid en el siglo vi a.C. U 4 . Estos colonos se mantenan en relacin con Judea, y cabe preguntarse si nohabrn sido ellos los que trajeron a esta regin el Sina y los recuerdos de Moiss qu

    se encuentran en el folklore rabe. Esta hiptesis est acorde con la fecha que se atribuye comnmente a Nm 33. Pero esta lista no basta para probar que hubiera por entonces una peregrinacin instituida a ese Sina arbigo; tampoco se puede invocar la historia de Elias para hacer remontar esta costumbre hasta la poca monrquica. Si sedice que este profeta emple cuarenta das y cuarenta noches para ir de Berseba alHoreb, es porque el Sina pareca estar muy lejos, hacia el sur: quiz no se supiese ya dnde estaba. Si hubiera134 El problema ha sido replanteado por el descubrimiento de las inscripciones de Nabonid, en Harn: C. J. Gadd, The Harran Inscriptions of Nabonidus: AnStud 8 J( 9S8) 35-92. Sobre las colonias judias, cf. R. de Vaux, Lvites minens et lvites iites, en Lex Tua Veritas (Hora. H. Junker) (Trveris 1961) 265-273 = Bible et Orient (Pars 1967) 277-285; I. Ben-Zvi, Les origines de l'tablissement des tribus d'Israel en Arabie: Le Museon 74 (1961) 143-190, espec. 145-149; R. Meyer, Das Cebet d

    es Nabonid (Leipzig 1962) 67-81.

    habido una peregrinacin regular al Sina, an sera ms difcil explicar el olvido en ay el Sina durante el perodo monrquico. Las localizaciones precisas que se han propesto en Arabia del norte para las estaciones de Nm 33, no valen ni ms ni menos que las que se han presentado en la pennsula del Sina para las estaciones de los otros textos. La eleccin del volcn extinguido de Bedr para situar el mismo Sina es arbitraria: existen otros volcanes extinguidos en la regin, y la exploracin est todavaincompleta. Los textos ms antiguos que se invocan (Jue 5,4-5; Dt 33,2; Hab 3,3) no nos conducen, por ms que se diga, a esta regin: Edom y Teman estn ciertamente al

  • 7/25/2019 De Vaux, Roland - Historia Antigua de Israel 01[1]_012

    22/33

    este de la Araba, pero al norte del golfo de Aqaba. En cuanto a la montaa de Ser,se la identifica en los textos antiguos con Edom, al este de la Araba; sin embargo, el Deuteronomio lo sita (tambin?) al oeste. Son ms importantes las referencias ue se hacen a Madin en los textos antiguos y en la tradicin madianita sobre Moiss,ya que Madin es desde la poca romana una entidad geogrfica del noroeste de Arabia.Pero nosotros hemos visto, al estudiar la tradicin madianita sobre Moiss 135, queen la poca antigua los madianitas estaban mucho menos localizados y que el nico texto un poco preciso para la localizacin del pas de Madin (1 Re 11,18) lo sita en elnorte del Sina. Nos falta referirnos a los rasgos volcnicos de la teofana del Sina n la tradicin yahvista y en las tradiciones deuteronomistas y sacerdotal que dependen de ella. Este argumento se desvirta, lejos de confirmarse, por el uso exagerado que de l se hace para explicar los detalles del texto y, sobre todo, por querer extenderlo a otras descripciones de teofanas y a toda una serie de textos. Resulta excesiva su comparacin con las otras teofanas. Lo verdaderamente sorprendentees la poca influencia que ha ejercido la teofana del Sina (acontecimiento capital, pero pasado) sobre las descripciones de la venida de Yahv para la guerra santao en la escatologa. Sobre todo, existe en estas teofanas un elemento esencial queno se encuentra en la del Sina y que les confiere un carcter diferente: el trastorno profundo de toda la naturaleza 136 . Los rasgos volcnicos de la teofana yahvista son indiscutibles. Pero pueden haber sido copiados. En la poca de Salomn se tenagran inters por los fenmenos naturales de los pases extranjeros. As hemos explicadociertos rasgos de la historia de Jos, las plagas de Egipto y, finalmente, la delman y las codornices del Sina. Se mantenan relaciones con Arabia: 1 Re 10,11-13 (visita de la reina de Sab) y quiz 1 Re 10,15 (los caravaneros). Los rabes narraron la

    s erupciones volcnicas de su pas, y los israelitas utilizaron estos fenmenos impresionantes para describir el descenso de Yahv al Sina. Incluso se puede ir ms lejos yadmitir que los israelitas tuvieron la experiencia de una erupcin volcnica. Es inverosmil que los israelitas acamparan de135 136

    Cf. supra, pp. 324-325. Cf. J. Jeremas, Theophanie (1965) 105-111, 154-155.

    27

  • 7/25/2019 De Vaux, Roland - Historia Antigua de Israel 01[1]_012

    23/33

    418

    La estancia en Egipto

    Las tradiciones

    del

    Sina

    419

    verdad al pie de un volcn en erupcin: la reaccin inevitable es irse lo ms lejos posble. En cambio, durante el reinado de Salomn se efectu la expedicin de Ofir. Aun cuando Ofir no est en Arabia, la expedicin fue a lo largo de la costa, cerca de la cual existan volcanes. Y la descripcin corresponde a una erupcin vista de lejos: elpenacho de humo, el fuego; no se alude para nada a la colada de lava ni a la proyeccin de piedras: es arbitrario buscar estos elementos, dispersos, en otras teofanas. La columna de nube y de fuego que se desplaza podra explicarse como la ilusinque se tena desde un navio en movimiento. Todo esto explicara que el Yahvista adoptase esa representacin en el ambiente de Jerusaln. El Elohsta, por el contrario, escogi otro marco, tambin impresionante, pero que le resultaba ms familiar. Con elloqueremos decir que no sabremos jams lo que sucedi realmente en el Sina. Tampoco sabremos nunca dnde estaba situado. Los argumentos para una localizacin en Arabia, a

    un prescindiendo de la cuestin del vulcanismo, conservan cierto valor. Los argumentos en favor de una localizacin en la pennsula sinatica no todos son despreciables. Si tengo cierta preferencia por esta segunda solucin, se debe ms que nada a la cohesin que he reconocido a las tradiciones del Pentateuco. La localizacin de un Sina en Arabia del norte slo sera aceptable si la tradicin del Sina fuera en un prinio distinta de la tradicin del xodo y de la conquista e incluso de la tradicin madianita sobre Moiss. Si la tradicin del xodo est ligada a la del Sina; si la tradicidianita tambin est ligada al Sina por la mencin de la montaa de Dios; si Moiss esinal en la tradicin del xodo y en la de Madin, y si no hay razones fuertes para excluirlo de la tradicin del Sina, es necesario que el Sina se halle relativamente cerca de Egipto. Y como no est en el norte de la pennsula, ya que est lejos de Cades,hay que buscarlo en el sur de la pennsula, sin que sea necesario atenerse al lugar preciso sealado por la tradicin posterior. Es probable que desde muy pronto se o

    lvidara dnde estaba exactamente la montaa santa.V. L A ALIANZA DEL SINA

    K. Baltzer entresac de esos textos un formulario de la alianza y lo verific en los extos del Antiguo Testamento en que se narra la institucin, la revisin o confirmacin de la alianza entre Dios y su pueblo 138 . Posteriormente se ha recogido la comparacin y se ha extendido, con ciertos matices, a los tratados recientemente descubiertos en Siria y Mesopotamia, que se escalonan entre los siglos XVII-VIII a.C. 139 . Los israelitas habran conocido la forma de esos tratados y se habran servido de ella para expresar las relaciones entre Dios y su pueblo. Por lo general,la tesis ha sido aceptada y ha suscitado numerosos estudios de detalle 1 4 . Sinembargo, tampoco han faltado las reacciones, tanto sobre puntos concretos comosobre el conjunto de la tesis 141 . Es verdad que se ha concedido demasiada impo

    rtancia a esta comparacin con los tratados de vasallaje y que se la ha utilizadopara explicar textos (por ejemplo, los profticos) que pueden o deben explicarse de otra manera. No obstante, sigue siendo verosmil que la forma de los tratados devasallaje influyera en la composicin de ciertos textos bblicos e incluso quiz en la concepcin de la alianza en alguna poca. Esta influencia parece bastante clara enel caso del Deuteronomio 142 ; tambin se ha intentado explicar as la alianza de Siqun (Jos 24) 143 . Pero lo nico que nos importa en este momento es la aplicacin deesta tesis a la alianza del Sina. Los tratados de vasallaje que podran haber influido en la formulacin de la alianza del Sina son los de la segunda mitad del II milenio a.C: dos tratados de Alalakh del siglo xv en Siria; el grupo de tratados h

  • 7/25/2019 De Vaux, Roland - Historia Antigua de Israel 01[1]_012

    24/33

    ititas, entre 1450 y 1200; los tratados de Ras Samra, que caen en la categora anterior, ya que los impone el rey hitita a su vasallo de Ugarit. Todos estos tratados presentan algunas diferencias, pero tienen una misma estructura fundamental,que es la siguiente: 1. Prembulo: nombre y ttulos del Gran Rey. 2. Prlogo histricoque recuerda los antecedentes del tratado y los favores otorgados por el Gran Rey.Orient (Zurich 1960). Antes de l, ya haba sealado brevemente las relaciones E. Bikermann, Couper une alliance: Archives du Droit Oriental 5 (1950) 153-154. 138 K. Balzer, Das Bundesformular (Neukirchen-Vluyn 1960, 21964). 139 D. J. McCarthy, Treaty and Covenant. A Study in Form in the Ancient Oriental Document and in the Od Testament (Roma 1963). 140 El estado de la cuestin, hasta fines de 1965, lo da D .J. McCarthy, Ver Gottesbund ira Alten Testament (Stuttgart 1966), con bibliografa. Ms recientemente, R. Martin-Achard, La signification de 'alliance dans VAncientTestament d'aprs quelques reces travaux: RThPh 18 (1968) 88-102. 141 Los ms notabls son F. Ntscher, Bundesformular und Amtsschimmel: BZ N. F. 9 (1965) 181-214; G. Fohrer, Altes Testament -- Amphiktyonie und Bund?: T L Z 91 (1966) col. 893-904 = Stuien zur aittestamentlichen Theologie und Geschichte: BZAW 115 (1969) 103-119. 142 R. Frankena, The Vassal-Trealies of Esarhaddon and the Daing of Deuteronomy: OTS 14 (1965) 122-154. 143 J. L'Hour, L'alliance de Sichem: RB 69 (1962) 5-36, 161-184, 350-368; cf. infra,p p . 611-612.

    Los tratados orientales de vasallaje Desde hace unos quince aos se muestra ciertapreferencia por interpretar las diferentes alianzas del Antiguo Testamento y la n

    ocin misma de alianza a la luz de los tratados de vasallaje del antiguo Oriente,y en particular de los tratados entre el Gran Rey hitita y sus vasallos de AsiaMenor y Siria del norte,, en los siglos xv-vm a.C. El primero que estableci el parangn fue G. E. Mendenhall 137 . A continuacin,137 G. E. Mendenhall, Law and Covenant in Israel and the Ancient Near East (Pittsburgh 1955); trad. alemana Recht und Bund in Israel und dem Alien Vordern

    I.

  • 7/25/2019 De Vaux, Roland - Historia Antigua de Israel 01[1]_012

    25/33

    420

    La estancia en Egipto

    Las tradiciones del Sina

    421

    3. Estipulaciones impuestas al vasallo. 4. Clusula relativa a la conservacin del documento y a su lectura pblica. 5. Lista de los dioses invocados como testigos. 6. Maldiciones y bendiciones condicionales. Tiene la alianza del Sina la forma deun tratado de vasallaje? 144 Se ha querido encontrar el esquema anterior en varios textos del xodo. a) Ex i9,3b-8. Este texto ha sido considerado como el resumeny la fuente de todos los textos de alianza 145 . Se pueden descubrir en l los tres primeros elementos de los tratados de vasallaje: 1) el prembulo (v. 3b); 2) elprlogo histrico (v. 4); 3) las estipulaciones (vv. 5-6). Pero el paralelismo es muy imperfecto, y faltan los tres ltimos elementos de los tratados, concretamentelas maldiciones y bendiciones, que son un elemento esencial. Adems, este texto nopertenece a las tradiciones antiguas sobre el Sina, denota influencias deuteronomistas y sacerdotales y difcilmente puede ser anterior al exilio 146. b) Ex 20 y24,3-8. Segn G. E. Mendenhall, el Declogo es el documento de la alianza del Sina, concebida como una alianza de vasallaje 147. W. Beyerlin ha desarrollado la comparacin con los tratados 148 . En Ex 20,2: Yo soy Yahv, tu Dios, que te ha hecho salir del pas de Egipto, encuentra el equivalente del prlogo (1) y del prembulo histri

    (2), y los Diez Mandamientos son las estipulaciones (3). Es verdad que faltan los tres ltimos elementos de un tratado, como suceda en Ex i9,3b-8. Pero Beyerlin cree encontrarlos en Ex 24,3-8, donde se cuenta cmo se pusieron por escrito las palabras de Yahv (4) y se erigieron doce estelas, que equivaldran a los testigos (5). Dando por supuesta la relacin entre Ex 24,3-8 y el Declogo (sobre la que volveremos), estos paralelismos son interesantes, e incluso se puede aadir que, conforme aotra tradicin, las tablas de la alianza, que contenan las Diez Palabras, se depositaban en el arca, como los tratados hititas se colocaban en un templo. Pero en Ex 24,3-8 la redaccin del144 W . L. Moran, Moses und der Bundesschluss am Sinai: Stimmen der Zeit = 170 (1961-1962) 120-133. Para este prrafo y el siguiente, cf. L. Perlitt, Bundestheologie im Alten Testament (Neukirchen-Vluyn 1969) cap. IV: Die Bundestheologie in derSinaiperikope, 156-238. 145 J. Muilenburg, The Farm and Structure of the Covenant

    al Formulations: VT 9 ( IQ 59) 347-365, espec. 352: Es in nuce el fons et migo delas numerosas percopas sobre la alianza que aparecen en todo el Antiguo Testamento; K. Baltzer, Bundesformular, 37-38: Es in nuce una perfecta alianza. 146 G. Fohrer, Priesterliches Konigtum: T Z 19 (1963) 359-362 = Studien zur alttestamentlichen Theologie und Geschichte: BZAW = 1 1 5 (1969) 149-153, y las otras referenciascitadas, supra, nota 18. 147 G. E. Mendenhall, Law and Covenant, 5, 38-40. 148W . Beyerlin, Herkunft und Geschichte der ltesten Sinaitraditionen (citado en lanota 63) 59-78, espec. 74SS.

    2.

    documento y la ereccin de las estelas son acciones y no partes del mismo tratado.Y an faltan las maldiciones-bendiciones. En cuanto a Ex 20 14>, no es realmente p

    osible comparar Yo soy Yahv, tu Dios, que es una frmula de revelacin o confesin pal, con el prembulo de los tratados hititas, como el siguiente: As habla el Sol Mursil, el Gran Rey, el rey del pas de Hatu, el favorito del dios Teshup, el hijo de... El prlogo histrico de los tratados, a veces largo, quedara aqu reducido a una ple frase de relativo: que te he hecho salir del pas de Egipto; por su misma formagramatical, no es un resumen de historia, sino una calificacin de Yahv. Por lo dems, se suele considerar esta frase como una adicin 1 5 . Tampoco cabe asimilar los Diez Mandamientos a las estipulaciones de los tratados. Estas suelen ir expresadas en forma condicional: Si sucede que..., raras veces en forma absoluta, apodcticaars esto o T no hars esto. Pero lo ms importante es que estas estipulaciones reg

  • 7/25/2019 De Vaux, Roland - Historia Antigua de Israel 01[1]_012

    26/33

    sos particulares. Los tratados dan por supuesto que se conocen y aceptan las reglas generales de las relaciones entre soberano y vasallo; por el contrario, el Declogo slo da preceptos generales, universales y atemporales, que abarcan todo el mbito de la vida moral 1 5 1 . Finalmente, las estipulaciones de los tratados concretan las relaciones entre las dos partes; el Declogo (dejando a un lado los dosprimeros mandamientos) regula la conducta de los israelitas y sus relaciones mutuas, no las relaciones del pueblo con su Dios 152 . c) Ex 34,10-28. Esta renovacin de la alianza, contenida en el Declogo cultual, ofrece pocos rasgos comunes cons tratados de vasallaje. No existe prembulo; el prlogo histrico se sustituye por elanuncio de las maravillas que realizar Yahv (w. iob-11); tampoco hay testigos, nimaldiciones-bendiciones; aparece, en cambio, la orden, dada a Moiss, de que ponga por escrito las palabras de la alianza (w. 27-28). Es demasiado poco. La deficiencia de estas comparaciones nos obliga a concluir que la alianza del Sina no tiene, en sus fuentes antiguas, la forma de un tratado de vasallaje. Slo se logra reconstruir su estructura aceptando paralelos imperfectos y aadiendo, arbitrariamente, elementos que proceden de fuentes diversas 153 . Se acude a veces a estos paralelismos apresurados149 Cf. las crticas de D. J. McCarthy, Treaty and Covenant, 158-162; F. Ntscher: BZ N . F . 9 (1965) 195-196; G. Fotrer: T L Z 91 (1966) col. 896. 150 En ltimo lugar, A. Jepsen, Beitrge zur Auskgung und Geschichte des Dekalogs: Z A W 79 (1967) 277-304, cf. 291 (Jepsen rechaza la comparacin con los tratados hititas). Pero no se deber el rechazo de esta frase exclusivamente al deseo de mantener la tradicin del Sina independiente de la del xodo? 151 H. Gese, Der Dekalog ais Ganzheit betrachtet: Z T K 64 (1967) 121-138, espec. 124; resumen en ingls, The Structure of the

    Decalogue, en Fourth World Congress of Jewish Studies, Papers I (Jerusaln 1967)155-159. 152 E. Gerstenberger, Covenant and Commandment: JBL 84 (1965) 38-51, espec. 47. 153 K. A. Kitchen, Ancient Orient and Od Testament (Chicago 1967) 101 nota y 128. El autor se sirve del esquema de alianza que dara Ex 19-24 tomado en sucon-

  • 7/25/2019 De Vaux, Roland - Historia Antigua de Israel 01[1]_012

    27/33

    422

    La estancia en Egipto

    Las tradiciones

    del

    Sina

    423

    para probar la historicidad de la alianza del Sina o la autenticidad mosaica delDeclogo. Si nos situamos en el terreno histrico, es muy poco verosmil que el gruposeminmada de Moiss conociera los tratados que establecan los grandes reyes hititascon sus vasallos de Asia Menor y Siria del norte; y es totalmente inverosmil queese grupo tomara estos tratados polticos de pueblos sedentarios como el modelo ola expresin de sus relaciones con Dios 154. Finalmente, nos falta por hacer una observacin que demuestra la precariedad de toda comparacin entre esos tratados, establecidos entre un soberano y un nrncipe vasallo, y la alianza del Sina, instituida entre Dios y el pueblo. Habra que compararla tambin con los tratados impuestos por los reyes hititas a grupos que no se gobernaban monrquicamente, a poblados semibrbaros, como los kashka del norte de Asia Menor, o a pases gobernados por una pluralidad, la aristocracia o los ancianos. Ahora bien, estos tratados, que de hec

    ho existen, no siguen el formulario clsico: no tienen prlogo histrico, la lista delos dioses testigos va despus del prembulo y antes de las estipulaciones. Tienen adems la lista de los individuos que prestan el juramento 155. Ya no cabe hablar de un solo formulario de la alianza. Las formas de la alianza del Sina en las fuentes antiguas Hay que estudiar, pues, en s mismas las formas de la alianza del Sina segn las fuentes antiguas. Digo las formas, porque existen varias. Una vez descartado Ex i9,3b-8, que es tardo, quedan dos maneras distintas de presentar la alianzaen Ex 24,1-11 y una tercera en Ex 34,10-28. a) Ex 24,1a.9-11. Los autores estn deacuerdo en reconocer en Ex 24 dos relatos de la institucin de la alianza. El primero comprende los vv. ia y 9-11 156; los w . ib-2, que contradicen a los w . 10-11, son una adicin. Se discute sobre su atribucin literaria I57f pero se acepta que la tradicin es muy antigua. Segn ella, Moiss, Aarn, Nadab, Abih 158 y setenta aanos de Israel 1 5 9 suben hacia Yahv. Ven al

    junto y de su paralelismo con los tratados de vasallaje para probar el error deuna crtica documental. 154 G. Fohrer: T L Z 91 (1966) 896. 155 E. von Schuler, Staatsvertrdge und Dokumente hethitischen Rechts, en Neuere Hethiterforschung, ed.G. Walser (Historia, Einselschriften 7; 1964) 34-53, espec. 3839; Sonderformenhethitischer Staatsvertrdge, en Hom. H. Th. Bossert (Estambul 1965) 445-464. Lostratados que se impusieron de esa forma a los kashka estn traducidos por E. vonSchuler, en Die Kasker (Berln 1965). 156 Sobre la crtica literaria, cf. M. Noth, Das zweite Buch Mose. Exodus (ATD) in loco; W . Beyerlin, Herkunft und Geschichte..., 19-23, 33-42; O. Eissfeldt; Z A W 73 (1961) 137-146, y T L Z 91 (1966) col.1-6; H. Schmid, Mose. Oberlieferung und Geschichte (citado en la nota 99) 64-73.157 Se atribuye generalmente a J, o L (Eissfeldt), o N (Fohrer); segn Noth, a E.158 A Nadab y Abih se les menciona aqu nicamente en las fuentes antiguas. Fueron convertidos en hijos de Aarn (Ex 6,23, etc.).

    159 S e g n M . N o t h , Das Buch Mose, in loco y berlieferungsgeschichte, 178,la t r a -

    3.

    Dios de Israel, comen y beben. Esta comida es el punto culminante del relato y debe ser interpretada como una comida de alianza, similar a las que sellan los pactos entre personas humanas 160 ; evidentemente, Dios no participa en ella, perola comida se efecta en su presencia. No se hace alusin alguna al contenido de esaalianza ni a palabras de Yahv. La palabra bert ni siquiera se pronuncia. Slo nos

  • 7/25/2019 De Vaux, Roland - Historia Antigua de Israel 01[1]_012

    28/33

    dan restos de una tradicin segn la cual la alianza se realiz sobre la montaa y diretamente con un grupo de los representantes de Yahv. b) Ex 24,3-8. La escena es muy distinta. Despus de referir al pueblo las palabras de Yahv, de recibir su asentimiento y poner por escrito las palabras, Moiss construye un altar al pie de la montaa y erige doce estelas. Manda que doce jvenes ofrezcan holocaustos y sacrificios de comunin. Se vierte la mitad de la sangre sobre el altar y se echa la otra mitad en vasijas. Se lee al pueblo el seper habbert, el escrito de la alianza, y l sedeclara dispuesto a acatarlo. Moiss roca al pueblo con la sangre que estaba en lasvasijas y dice: Esta es la sangre de la alianza que Yahv ha establecido con vosotros conforme a todas estas palabras. Una vez ms, la crtica literaria es insegura. M. Noth no quiere atribuir este pasaje a J ni a E; sera una conclusin del Cdigo de la Alianza con el fin de unirlo a los hechos del Sina y habra ido inmediatamente despus de Ex 23,19. Habra sido sustituido all por Ex 23,20-33 para utilizarlo de nuevo aqu 1 6 1 ; el seper habbert de Ex 24,7 sera el Cdigo de la Alianza 162 . M. Nothconsideraba este texto como bastante antiguo. J. L'Hour acepta su relacin con elCdigo de la Alianza y piensa, lgicamente, que se compuso cuando se insert al Cdigo ntre los relatos del Sina. Como estima que esta insercin es posterior a la poca delDeuteronomio, llega a datar el pasaje en la poca exlica y recurre para confirmarlo a argumentos de vocabulario y de doctrina 163. Nos parece preferible manteneruna opinin, generalmente admitida, segn la cual Ex 24,3-8 pertenece a la tradicin elohsta y conecta directamente con el final del Declogo (Ex 20,17), pasando por encima del Cdigo de la Alianza. Ex 24,3 todas las palabras (debrm) de Yahv responde mienzo del Declogo (Ex 20,1): Dios pronunci todas estas palabras (debrm). Es ciere Ex 24,3 aade y todas estas disposiciones (mispatm); pero es una adicin que tiene

    cuenta la insercin del Cdigo de la Alianza, que comienza (despus de la ley sobre el altar) por He aqu todas las disposiciones (mispatm) que les dars (Ex 21,1). Por dems, la continuacin del texto (Ex 24,3b.4.8)160 G n 36,30; 31,54 (cf. v. 44), etc.; J. P e d e r s e n , Israel. Its Life and Culture ( L o n d r e s 1946) 305S. I-II

    161 Aparte de los comentarios, cf. W . Beyerlin, Herkunft und Geschichte..., 44-57;, J. L'Hour: RB 69 (1962) 355-361.1 6 2 M . N o t h , Das zweite Buch Mose, 163 R B 69 (1962) 3 5 5 - 3 6 1 . 161.

    dicin antigua slo conoca en este lugar a los setenta ancianos. Este es uno de sus principales argumentos para dejar a Moiss fuera de la tradicin del Sina.

  • 7/25/2019 De Vaux, Roland - Historia Antigua de Israel 01[1]_012

    29/33

    424

    La estancia en Egipto

    Las tradiciones del Sina

    425

    slo menciona los debdrm. Por consiguiente, el seper habbert del v. 7 es el Declogo 64 . La palabra seper puede designar toda suerte de escritos, en concreto un acta jurdica, acta de divorcio (Dt 24,1) o un acta de compraventa (Jr 32,nss). El tratado entre Bar-Gaiah de KTK y Matiel de Arpad, grabado en las estelas de Sfir, designa con frecuencia el mismo texto con la palabra spira, que se puede traducirpor inscripcin, pero tambin por documento, el mismo documento del tratado. As, r habbert sera el documento de la alianza, el Declogo. No cabe objetar que este doento es escrito por Moiss, mientras que el Declogo ser escrito, ms tarde, por el deo mismo de Dios sobre las tablas de piedra (Ex 24,12; 32,16; 34,1) 165. Las tablas de la alianza pertenecen a otra tradicin. El problema consiste en saber si esta unin entre Ex 20,1-17 (el Declogo) y Ex 24,3-8 es realmente primitiva. No lo es,si se admite que el Declogo fue insertado secundariamente en el puesto que tieneahora. En este caso, Ex 24,3-8 sera la conclusin de la teofana elohsta, de la que uedan algunos elementos en Ex 19 y que se continuaba en Ex 20, 18-21, actualmente desplazado por la insercin del Declogo. Ex 20,19 supone unas palabras de Dios trasmitidas por Moiss, las que menciona Ex 24,3-8. Este texto es redundante. Existen

    dos comunicaciones de las palabras de Yahv y dos aceptaciones por el pueblo (vv.3 y 7), y el v. 7 interrumpe el rito de la sangre. Algunos crticos suprimen el versculo como una adicin. Otros mantienen todo (excepto y todas las disposiciones dev. 3) y explican as la accin: Moiss transmite de palabra los mandamientos de Diosal pueblo, y el pueblo los acata; sigue entonces la ceremonia de la institucin dela alianza: redaccin del documento, sacrificio, rito de la sangre. Este comprende dos actos: la sangre vertida sobre el altar expresa la participacin de Dios, lasangre