DE VEGUETA - Canarias7 · dente entre dos automóviles ocurrido en Las Palmas de Gran Canaria, en...

4
EL HERALDO DE VEGUETA LUNES, 4 DE MAYO DE 2020 Director: Eduardo Reguera PERIÓDICO CULTURAL DE LAS PALMAS DE GRAN CANARIA El Archivo de fotografía histórica de Canarias de la FEDAC custodia una curiosa instantánea tomada por el fo- tógrafo alemán Friedrich Kurt Her- mann a finales de los años veinte, y perteneciente a la Colección José A. Pérez Cruz, en la que puede verse el revuelo que formó un aparatoso acci- dente entre dos automóviles ocurrido en Las Palmas de Gran Canaria, en el cruce entre la calle Domingo J. Na- varro y Pérez Galdós, según datos extraídos de la propia imagen. Llama la atención los guardias con salacot y sable en la cintura tratando de po- ner orden, y la multitud de curiosos que acudieron a presenciar el destrozo y que se preguntaban de quién había sido la culpa. Pero lo que más lla- ma mi atención es algo tan evidente que pasa inadvertido: la presencia del fotógrafo en el lugar de los hechos. ¿Qué ocurrió? ¿Hermann pasaba por allí por casualidad y tenía su cámara preparada? ¿O acudió porque había una historia detrás? Para averiguar- lo me fui a la hemeroteca siguiendo una corazonada y una única pista, la fecha de creación que aparecía junto a la imagen en la base de datos: 1927. Rastreé la prensa de ese año y no encontré nada, así que decidí pasar al año siguiente y no tardé en encontrar lo que buscaba y confirmar mis sos- pechas. El periódico El Progreso del martes 31 de mayo de 1928 se hizo eco del suceso y pude constatar que no fue una accidente cualquiera. Atención a la noticia: Choque de fotingos nº 5 “Tenga cuidado con la lectura de libros sobre la salud, podría morir de una errata.” Mark Twain (1835-1910) “En la calle de Pérez Galdós, de Las Palmas, y en el cruce de la de Do- mingo J. Navarro, chocó en la tarde del lunes último el automóvil número 1.286, propiedad del presidente del Cabildo Insular de Gran Canaria, don Laureano de Armas Gourié, y condu- cido por el “chauffeur” José Carrasco Vera, con el núm. 2.685, del servi- cio público, guiado por su conductor Manuel Hernández Peña. El primero de los mencionados vehículos arrastró al segundo algún trecho, resultando el número 2.685 con desperfectos de Estimado lector, este nuevo núme- ro de El Heraldo de Vegueta viene más envejecido que nunca. Estrenamos nueva tipografía y en sus pági- nas, ahora enmohecidas, encontrará manchas de tinta y alguna huella. Imperfecciones propias de un perió- dico de hemeroteca. Disfruten de su lectura. Carta del director FEDAC alguna importancia en la parte delan- tera.” D. Laureano de Armas Gourié fue el primer presidente del Cabil- do tras la división provincial de 1927. También fue presidente de la Junta de Obras del Puerto y cónsul de EEUU. Fue un ingeniero industrial aficionado a la arquitectura, y suyas son la Casa Gourié de Arucas, la Casa Manrique de Lara de San José de la Vega, la Casa Davies de Las Palmas, la Casa Blandy del Monte Lentiscal, el con- vento de las Dominicas de Arucas, y la casa de los Sarmiento en Santa Brí- gida, de don José Sarmiento Pérez, corredor de comercio y su cuñado, pues contrajo matrimonio con su her- mana Dolores de Armas Gourié. Queda resuelto el misterioso acciden- te. Sin duda la instantánea de Her- mann hubiera ilustrado el artículo, lás- tima que la prensa de aquella época, en las Islas, aun no había incorporado la fotografía. Eduardo Reguera Me estreno hoy como comentarista de este modesto pero interesante perió- dico, y lo quiero hacer rindiendo un pequeño homenaje a los cinco equipos regionales que compusieron lo que es hoy nuestra U.D. Las Palmas (Club Victoria, Marino Fútbol Club, Club Deportivo Gran Canaria, Arenas Equipos en el recuerdo Club de Fútbol y Atlético Club). Me gustaría presentarles, en esta ocasión, al Club Arenas, fundado en el año 1932 y que para este comentarista tiene un significado muy especial toda vez que en la foto que les presento, se encuentran dos personas muy allega- das que son: el cuarto por la izquier- da, agachado, José Medina Ramírez, casado con mi tía (hermana de mi madre) y su hermano Francisco Me- dina Ramírez (conocido como Pancho Cagarrutas) segundo por la izquierda también agachado, los dos grandes ju- gadores. Por desgracia, y hace apro- ximadamente 25 años, Pancho falle- ció como consecuencia de haber sido atropellado en la Avenida Marítima, una noche cuando cruzaba la calzada, camino a su domicilio en el Barrio de San Cristóbal. Su hermano José falleció también muy mayor por cau- sas naturales, dejando dos hijos: Do- mingo y José Medina (ambos también muy buenos jugadores) y conocidos como los hermanos Puchádes y más tarde como los hermanos Lésmes, (antiguos jugadores internacionales del Valencia y Valladolid) respectivamen- te. Domingo, el mayor, murió muy joven hace muchos años y el pequeño José jugó en la selección juvenil que viajó a la Península representando a Gran Canaria, donde fue observado por el Atlético Baleares, quien lo ficho creo que por dos temporadas. A su regreso a Canarias, fichó por el San José (Club de la portadilla) y con el tiempo, también como entrenador de este mismo Club. Quiero despedirme de este mi primer comentario, con un grato recuerdo al Arenas Club y a los otros cuatro equipos que por el bien de nuestra Unión Deportiva Las Palmas, quisie- ron borrar para el futuro sus respec- tivos nombres. Juan Díaz Rico ¡ C o l e c c i ó n a m e !

Transcript of DE VEGUETA - Canarias7 · dente entre dos automóviles ocurrido en Las Palmas de Gran Canaria, en...

Page 1: DE VEGUETA - Canarias7 · dente entre dos automóviles ocurrido en Las Palmas de Gran Canaria, en el cruce entre la calle Domingo J. Na-varro y Pérez Galdós, según datos extraídos

EL HERALDODE VEGUETA

LUNES, 4 DE MAYO DE 2020Director: Eduardo Reguera PERIÓDICO CULTURAL DE LAS PALMAS DE GRAN CANARIA

El Archivo de fotografía histórica de Canarias de la FEDAC custodia una curiosa instantánea tomada por el fo-tógrafo alemán Friedrich Kurt Her-mann a finales de los años veinte, y perteneciente a la Colección José A. Pérez Cruz, en la que puede verse el revuelo que formó un aparatoso acci-dente entre dos automóviles ocurrido en Las Palmas de Gran Canaria, en el cruce entre la calle Domingo J. Na-varro y Pérez Galdós, según datos extraídos de la propia imagen. Llama la atención los guardias con salacot y sable en la cintura tratando de po-ner orden, y la multitud de curiosos que acudieron a presenciar el destrozo y que se preguntaban de quién había sido la culpa. Pero lo que más lla-ma mi atención es algo tan evidente que pasa inadvertido: la presencia del fotógrafo en el lugar de los hechos. ¿Qué ocurrió? ¿Hermann pasaba por allí por casualidad y tenía su cámara preparada? ¿O acudió porque había una historia detrás? Para averiguar-lo me fui a la hemeroteca siguiendo una corazonada y una única pista, la fecha de creación que aparecía junto a la imagen en la base de datos: 1927. Rastreé la prensa de ese año y no encontré nada, así que decidí pasar al año siguiente y no tardé en encontrar lo que buscaba y confirmar mis sos-pechas. El periódico El Progreso del martes 31 de mayo de 1928 se hizo eco del suceso y pude constatar que no fue una accidente cualquiera. Atención a la noticia:

Choque de fotingosnº 5

“Tenga cuidado con la lectura de libros sobre la salud, podría morir de una errata.” Mark Twain (1835-1910)

“En la calle de Pérez Galdós, de Las Palmas, y en el cruce de la de Do-mingo J. Navarro, chocó en la tarde del lunes último el automóvil número 1.286, propiedad del presidente del Cabildo Insular de Gran Canaria, don Laureano de Armas Gourié, y condu-cido por el “chauffeur” José Carrasco Vera, con el núm. 2.685, del servi-cio público, guiado por su conductor Manuel Hernández Peña. El primero de los mencionados vehículos arrastró al segundo algún trecho, resultando el número 2.685 con desperfectos de

Estimado lector, este nuevo núme-ro de El Heraldo de Vegueta viene más envejecido que nunca. Estrenamos nueva tipografía y en sus pági-nas, ahora enmohecidas, encontrará manchas de tinta y alguna huella. Imperfecciones propias de un perió-dico de hemeroteca. Disfruten de su lectura.

Carta del director

FEDAC

alguna importancia en la parte delan-tera.” D. Laureano de Armas Gourié fue el primer presidente del Cabil-do tras la división provincial de 1927. También fue presidente de la Junta de Obras del Puerto y cónsul de EEUU. Fue un ingeniero industrial aficionado a la arquitectura, y suyas son la Casa Gourié de Arucas, la Casa Manrique de Lara de San José de la Vega, la Casa Davies de Las Palmas, la Casa Blandy del Monte Lentiscal, el con-vento de las Dominicas de Arucas, y la casa de los Sarmiento en Santa Brí-

gida, de don José Sarmiento Pérez, corredor de comercio y su cuñado, pues contrajo matrimonio con su her-mana Dolores de Armas Gourié.Queda resuelto el misterioso acciden-te. Sin duda la instantánea de Her-mann hubiera ilustrado el artículo, lás-tima que la prensa de aquella época, en las Islas, aun no había incorporado la fotografía.

Eduardo Reguera

Me estreno hoy como comentarista de este modesto pero interesante perió-dico, y lo quiero hacer rindiendo un pequeño homenaje a los cinco equipos regionales que compusieron lo que es hoy nuestra U.D. Las Palmas (Club Victoria, Marino Fútbol Club, Club Deportivo Gran Canaria, Arenas

Equipos enel recuerdo

Club de Fútbol y Atlético Club). Me gustaría presentarles, en esta ocasión, al Club Arenas, fundado en el año 1932 y que para este comentarista tiene un significado muy especial toda vez que en la foto que les presento, se encuentran dos personas muy allega-das que son: el cuarto por la izquier-da, agachado, José Medina Ramírez, casado con mi tía (hermana de mi madre) y su hermano Francisco Me-dina Ramírez (conocido como Pancho Cagarrutas) segundo por la izquierda también agachado, los dos grandes ju-gadores. Por desgracia, y hace apro-ximadamente 25 años, Pancho falle-ció como consecuencia de haber sido atropellado en la Avenida Marítima, una noche cuando cruzaba la calzada, camino a su domicilio en el Barrio de San Cristóbal. Su hermano José falleció también muy mayor por cau-

sas naturales, dejando dos hijos: Do-mingo y José Medina (ambos también muy buenos jugadores) y conocidos como los hermanos Puchádes y más tarde como los hermanos Lésmes, (antiguos jugadores internacionales del Valencia y Valladolid) respectivamen-te. Domingo, el mayor, murió muy joven hace muchos años y el pequeño José jugó en la selección juvenil que viajó a la Península representando a Gran Canaria, donde fue observado por el Atlético Baleares, quien lo ficho creo que por dos temporadas. A su regreso a Canarias, fichó por el San José (Club de la portadilla) y con el tiempo, también como entrenador de este mismo Club.Quiero despedirme de este mi primer comentario, con un grato recuerdo al Arenas Club y a los otros cuatro equipos que por el bien de nuestra

Unión Deportiva Las Palmas, quisie-ron borrar para el futuro sus respec-tivos nombres.

Juan Díaz Rico

¡Coleccióname!

Page 2: DE VEGUETA - Canarias7 · dente entre dos automóviles ocurrido en Las Palmas de Gran Canaria, en el cruce entre la calle Domingo J. Na-varro y Pérez Galdós, según datos extraídos

2 EL HERALDO DE VEGUETA. LUNES, 4 DE MAYO DE 2020

¡EL HERALDO DE VEGUETA TE BUSCA!¿Tienes un artículo, un poema, o un relato guardado en el cajón y te gustaría publicarlo?

¡Envíanoslo! [email protected]

Hacia 1900 había en la Plaza de la Democracia (actual Hurtado de Mendoza o de Las Ranas) de Las Palmas de Gran Canaria una placa que indicaba las distancias desde ese punto al resto de poblaciones de la isla, así como la altitud de cada una de ellas respecto al nivel del mar. Sobre la columna había un globo te-rráqueo, un termómetro y un ba-rómetro, además de una meridiana que mostraba la hora en las capitales del mundo. Todo un centro de in-formación en una simple columna.

Fotografía del archivo de la FEDAC.

Jaime Medina

Rótulosrecuperados

Lolita Núñez era una amiga de la infancia de mi abuela. Vivía en la calle Anzofé de la Isleta. Solíamos visitarla con frecuencia mi abuela, mi madre y yo. Aparte del tostón que me suponía pasarme la tarde clavado a un tabure-te oyendo charlas de viejas, conservo dos recuerdos imborrables de ella: la plancha de carbón con el inseparable ladrillo sobre el que la ponía para no quemar la tabla de planchar, y las cas-tañas guisadas al llegar el otoño. Un día cogimos una guagua de la línea 3 para ir a verla. Era una Leyland S.O.S. SLR, de aquellas londinenses compradas por la Patronal de segunda mano que traían el tapizado de tela de color verde oscuro. El tono no sé si era el original de fábrica o el re-sultado de los muchos años de uso en la City, más la mugre cogida por es-tos lares. Los asientos de este modelo de guagua parecían ser el resultado de un estudio ergonómico del típico ciudadano británico: flaco y tieso. El espacio entre los asientos era más bien escaso. Mi pobre abuela, que aparte de ser entradita en carnes tenía un tumor

Las guaguasen el estómago, y entraba en el hueco con bastante dificultad.La línea 3 circulaba hacia la Plaza del Ingeniero Manuel Becerra por la calle Sagasta. En aquellos tiempos no estaba peatonalizada y, además, tenía doble sentido de circulación. Nos solíamos bajar en la parada del Castillo de La Luz (también a lo largo de Juan Re-jón se podía circular en los dos sen-tidos). Poco antes de girar desde la calle Sagasta a la de Ferreras, el cobra-dor se dirige airadamente a nosotros porque -según él- yo estaba tocando el timbre haciendo parar la guagua para no bajarse nadie. No hace falta decir que me puse rojo como un tomate. No entendía por qué me acusaba a mí si ni siquiera de pie sobre el asiento alcanzaba a tocar el timbre. Es más, después de la bronca empecé a mirar para el techo de la guagua y no veía ningún pulsador. Tampoco vi ningún cordón de cuero, aquellos a los que había que dar un tirón para que un pequeño martillo golpeara una campa-na situada sobre la cabeza del chófer. La guagua era bastante moderna (para la época) como para llevar este primi-tivo sistema.Justo al salir del habitáculo en el que veníamos enclaustrados para bajarnos descubrí los pulsadores del timbre: estaban -curiosamente- detrás de los respaldos. Tenían forma romboidal, con lo que parecían más un adorno que un pulsador. Eso me hizo pensar que había sido mi abuela con su volu-minoso estómago la que inconsciente-mente había estado tocando el timbre durante todo el viaje.

Luis Cabrera Hernández

El pulsador de los Leyland Pasar inadvertido no es tarea senci-lla cuando hay que serlo de verdad. Digo inadvertido y no desapercibido, que ni es parecido, ni es lo mismo y ni siquiera es igual. No me referiré, usted comprenderá, con detalle a los grandes pasadizos y galerías que abun-dan debajo de nuestra preciosa ciudad, unos más conocidos, otros más bien populares, y los que ni siquiera exis-ten ya, sabe usted que la gravedad es una costumbre difícil de olvidar.Pero sí que me gustaría mencionarle uno que cierta obra municipal dejó al descubierto. Y al descubierto sigue. Hace unos lustros, pocos si hacemos la comparación con los primeros pasa-dizos de la ciudad, se construyó una edificación militar en la zona de La Loma. Más tarde, cosas de mediane-ros, cambiaron el nombre de La Loma por el de La Minilla, pero eso es otra historia. Así que nos encontramos en una pequeña edificación militar, en la zona hoy conocida como La Minilla, la edificación mencionada ya sabrá usted que se trata de un pequeño bunker militar que poco o nada nos interesa en este momento, pero si se situara usted en la parte posterior, verá la entrada a uno de los pasadizos que le menciono. Detrás digo, se lo pondré aun mas fácil, sitúese usted mirando al colegio o instituto, y allí verá usted la entrada, tapiada por unos bloques de cemento, pero majestuosa y sinies-tra entrada que atraviesa el colegio o instituto justo por debajo. Ese túnel o

El tinterogalería en concreto, no tenía un final definido, ya que se había unido a otros ramales; uno acababa en el culdesac de la actual calle Chopín, en ¡Paseo de Chil!, otro en el cementerio del puer-to, y otros sinceramente, no lo sé o ya no lo recuerdo, pero había zonas que el paso era necesariamente acos-tado por no caber ni de rodillas. Y es que, el subsuelo de nuestra ciudad, esconde al menos tantas historias e historietas, como el otro. Gentes hubo y hay, que habitamos ambos, claro. Me despido, querido y muy estimado amigo, no sin recordarle que las his-torias con imaginación suelen cabrear a aquellos que no la tienen.

¡Si-Fan!

Page 3: DE VEGUETA - Canarias7 · dente entre dos automóviles ocurrido en Las Palmas de Gran Canaria, en el cruce entre la calle Domingo J. Na-varro y Pérez Galdós, según datos extraídos

3EL HERALDO DE VEGUETA. LUNES, 4 DE MAYO DE 2020

El visor de Alberto Suárez Bufadero de la Garita (Telde). @alsnphoto

Los haberes del maestro

Nuestro pueblo siempre ha sido co-nocedor de la situación económica tan desalentadora que históricamen-te sufrió el profesional de la do-cencia. El popular refrán: “pasa más hambre que un maestro”, da fe de ello. Yo diría que no solo se ha limi-tado a conocer tales circunstancias, sino que este pueblo sabio, con actos que le ennoblece y consciente de la importancia de la tarea, ayudó en todo momento a sus maestros, así fuera con productos de las pobres cosechas. El pedagogo De la Puerta Canse-co, en un trabajo periodístico que publicó en la Revista de Canarias de los años 1879/1880, se lamentaba de la situación de la escuela canaria a partir del año 1868 y que durara hasta mediados de los setenta. Las escuelas se abrían y las adminis-traciones locales incumplían sus obli-gaciones, tanto para hacer frente al pago de los haberes como del resto de compromisos, malos locales, pé-simas viviendas, etc.Los ejemplos, para desgracia de los docentes, son fáciles de encontrar. A mediados de los sesenta del siglo XIX, en un pequeño repaso, nos encontramos, con que el Maestro D. Manuel María Sabater tuvo que abandonar su escuela nocturna de

Arucas por falta de pago. A finales de ese mismo año, los maestros de las escuelas de San Mateo llevaban cuatro meses sin cobrar y en no-viembre del año siguiente ya estaba cerrada. En Teror y por esa misma época el titular de la escuela llevaba seis meses sin recibir sus haberes y no siendo poco, meses más tarde se le rebajaría el sueldo.

Así y todo se recogen noticias como las aparecidas en periódicos locales de 1864 en la que el maestro de Santa Lucía de Tirajana abría una escuela nocturna y gratuita para los vecinos, u otra como la protagoni-zada por algunos profesores de la provincia que establecieron cátedra por las noches para aquellos que de-searan perfeccionar su instrucción. ¿Cómo se puede subsistir y resistir en estas situaciones tan extremas y ser tan generosos? Se desmoronan los planteamientos de los que opinan que la vocación del maestro es un tópico? Ahora que corren mejores aires, aprovechamos la ocasión para cumplir con la obligación de recono-cer al pueblo canario la gratitud que ha tenido para sus docentes.

Joaquín Nieto Reguera

La chicade ayer

Desde que tengo uso de ra-zón, recuerdo que todos los domingos por la tarde los pa-saba en casa de mi abuela Do-lores.Ella siempre solía estar sentada en una vieja silla que al menos tendría unos 60 años y que en aquel momento, quizás por mi pueril mentalidad, me resulta-ba bastante fea.Cuál sería mi sorpresa cuan-do 25 años después, mientras trasteaba en la carpintería de mi padre, veo cómo entre vi-gas roídas y bastidores, la an-tigua silla de mi abuela ya fallecida aparecía ante mis ojos cual tesoro ocul-to. Es una preciosa silla Windsor que toma su nombre de la ciudad inglesa de Windsor, donde nacería en el ta-ller de un artesano aproximadamente en el año 1710. El mismo rey Jorge ll de Inglaterra quedó prendado de ellas al verlas en una casa de campo, en la que tomó refugio de la lluvia duran-te una cacería. Pronto las hizo fabri-car para sus jardines en el Castillo de Windsor. Años después los colonos ingleses las llevaron a América, donde su belleza y sencillez han hecho que

mantengan su popularidad en todo el mundo hasta el día de hoy. Por su-puesto no dudé ni un momento y me la traje a casa para darle una nueva vida, y con un poco de pintura y un nuevo tapiz el paso de los años se ha vuelto casi imperceptible.Ahora recordar aquellas maravillosas tardes de domingo con mi abuela ya son parte de mi día a día.

Nereida Rodríguez Hdez.

Historia de una silla

Page 4: DE VEGUETA - Canarias7 · dente entre dos automóviles ocurrido en Las Palmas de Gran Canaria, en el cruce entre la calle Domingo J. Na-varro y Pérez Galdós, según datos extraídos

La esquina de Li

Me lo contaron en cuanto puse un pie en este barrio de Las Palmas de Gran Canaria. Vine a vivir a San Nicolás porque desde que vi las casas me pa-recieron coquetas y antiguas. Todo un manjar para los fantasmas como yo. De hecho, he alquilado una habitación en una que tiene más de cien años. Pero bueno, no quiero desviarme de la historia que quiero contarles. No puedo asegurar que sea totalmente cierta, pues me la susurró el espíritu del zapatero que comparte habitáculo conmigo y el señor, además de estira-do, creo que es mitómano.Resulta que en la calle Álamo hay una casa de tres plantas en ruinas y cuentan que allí vivió un hombre que, después de enviudar, se encerró a cal y canto en su vivienda, ubicada en la segunda planta, a llorar su pérdida. Solo salía de noche a tirar la basura y a fumarse un cigarro mientras contemplaba des-de lejos el mar. Al parecer tenía la tristeza enquistada en las vísceras por culpa de las lágrimas. En vez de salir por los conductos y rodar por las me-jillas, recorrían un extraño camino y terminaban bajando como una cascada por el esófago, de ahí al estómago y luego se repartían por los intestinos, el corazón, los pulmones, los riñones, el hígado y el resto de su anatomía interior.Uno de sus vecinos juraba que el tipo se alimentaba solo de frutos secos e

valientes y temibles piratas. Tal es el caso de Anne Bonny, también conoci-da con el diminutivo de Boon. Nació en Irlanda en el año 1698, cuentan que su padre, que era un gran comer-ciante, comenzó a vestir a la niña de cabellos pelirrojos, como a un niño y la llamaba “Andy”. Cuando llegó a la adolescencia, su padre la prometió con un hombre del pueblo, pero ella, en-señando su carácter rebelde, se negó y se casó con un marinero llamado John Bonny. Junto con él se fue a vivir a Las Bahamas, conocida como la Re-pública Pirata y comenzó a rodearse de muchos de estos personajes. Fue así como se enamoró de uno de ellos, abandonó a su esposo y se hizo a la mar para dedicarse al “pirateo” junto con su nuevo amor. Se sabe que, de-bido a que se creía que la presencia de mujeres en los barcos traía mala suerte, Anne se disfrazaba de hombre durante los abordajes. Probablemente, lo mismo hizo Mary Read, que tam-bién pasó a la historia como una de las pocas mujeres piratas. Ambas se hi-cieron amigas y compartieron, mares, tormentas y botines.Los escritos sobre sus hazañas des-tacan la bravura y fortaleza de estas mujeres, lo cual las llevó a ganarse el respeto de todos sus compañeros de barco. Después de muchos años y muchos mares recorridos, patrullas de la armada real pusieron fin a sus días de piratería. Aunque la captura del barco no fue tarea fácil. Cuenta la leyenda que tanto Anne Bonny como Mary Read, fueron las últimas en caer y las únicas que permanecieron en cu-bierta luchando hasta ser finalmente capturadas.Espero que esta historia de piratas te haya gustado.Y ahora ¿que te parece si tú, que estás leyendo estas líneas, fabricas tu propio catalejo? ...ah... que no sabes qué es eso.Pues un catalejo es un instrumento con forma de tubo utilizado por mu-chos piratas para poder ver a lo lejos.Es muy sencillo de hacer con dos tubos de cartón como los que están dentro de las servilletas de papel, ro-tuladores y un poco de imaginación podrás fabricar el tuyo y pasar un rato divertido. Samy Bayala

Curioso, curiosocara de oso

La plumaindiscreta

EL HERALDODE VEGUETA

Han colaborado en este número: Juan Díaz Rico, Jaime Medina, Luis Cabrera Hernández, Si-Fan, Joaquín Nieto Reguera, Nereida Rodríguez Hernández, Alberto Suárez, Samy Bayala, Belkys Rodríguez Blanco y Li.

Los textos, fotografías e ilustraciones son propiedad de quien los firma.

[email protected]

infusiones. Su única compañía era un gato de tres patas que maullaba como un poseso en las noches de luna lle-na. La inquilina del primero escuchaba pasos siempre a partir de las once de la noche. El hombre arrastraba los pies de un modo cansino, mientras el fe-lino se le enredaba en las piernas y le mordisqueaba los calcetines malolientes y llenos de agujeros. Nunca se oía el sonido de algún aparato de radio o televisión. En la casa había unos pocos muebles desgastados y varias estante-rías repletas de libros de esoterismo.Una noche muy fría, víspera de Na-vidad, la vecina del primero se dio cuenta de que las luces del árbol co-menzaban a parpadear. Las ramas goteaban como si estuviera lloviendo dentro del salón y en el suelo, delan-te de los regalos, se había formado un gran charco. Alarmada, la mujer miró al techo y no pudo reprimir el grito. Un rostro perfectamente de-lineado sobre el pladur la observaba con profunda tristeza mientras que de los cuencos vacíos de sus ojos brotaba el agua como un manantial infinito. La boca se abría desmesuradamente dándole a las facciones un aspecto re-pulsivo. Sobre el suelo empapado co-menzaron a caer vísceras humanas…Hago un alto aquí porque tengo las tripas revueltas y necesito un descan-so. Los fantasmas somos muy sensi-bles y nos descomponemos fácilmente del estómago. La próxima semana, si mi jaqueca crónica me lo permite, les contaré el resto de la historia.

Belkys Rodríguez Blanco

[email protected]¡Suscríbete!

Sección infantil

Yo conocí al pirataPatapalo Malapata

que por los mares iba dando la lata.Era el pirata más temible

pero a los truenos les tenía un miedo horrible.

En el fondo era como un niñole conté el cuento

de la gata Chunduratay dejó de ser piratay nos hicimos amigos.

Gloria Fuertes

Piratas, corsarios y mujeres que no querían ser princesas: Debido a la ubicación geográfica de las Islas Cana-rias, éstas se convirtieron en lugares estratégicos para los temidos hombres con parche en el ojo y pata de palo. Los barcos que iban o venían de América, recalaban en las islas para aprovisionarse de agua y alimentos. Esta situación hizo que los piratas no tardaran en aparecer en nuestras cos-tas para hacer de las suyas, ya que a menudo los barcos estaban cargados de joyas y especias de la nueva tierra.Así fue que, debido a la inseguridad y al miedo que estos ataques piratas provocaban, no solo para los marine-ros, si no también para los habitantes de las islas, se construyeron torres y castillos que sirvieron para defender nuestras costas.Hoy en día, si vas de paseo y pres-tas atención, podrás ver los restos de algunas de estas fortificaciones. Una de las más famosas en Las Palmas de Gran Canaria está ubicada en el barrio marinero de San Cristóbal, llamada El Torreón de San Pedro Mártir, conoci-do como el Castillo de San Cristóbal.Y a todo esto te preguntarás qué ha-cían las mujeres mientras los mares estaban rodeados de peligros, ¿acaso ellas se quedaban en las torres miran-do el horizonte como Rapunzel?...Algunas sí, pero no todas. Hubo va-rias que se aventuraron, se hicieron a la mar y pasaron a la historia como

4 EL HERALDO DE VEGUETA. LUNES, 4 DE MAYO DE 2020