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TRABAJO FALACIAS El objetivo del trabajo es que entendáis qué son las falacias y reconozcáis algunos de los tipos de falacias más comunes, que seáis capaces de identificar ejemplos de falacias en ámbitos diversos y que aprendáis a evitar su uso en vuestras discusiones, diálogos o debates, adoptando también una actitud vigilante ante el posible uso de las mismas por parte de vuestros interlocutores. Es un trabajo de grupo: grupos de dos a cuatro personas . En casos excepcionales, podrá hacerse de forma individual o en grupos de más de cuatro personas. Instrucciones 1. Buscar ejemplos reales de falacias. En este documento se ofrece una lista con muchos tipos de falacias. Cuantos más ejemplos de más tipos encontréis, mejor. De todas formas, no pasa nada si no encontráis de todos los tipos, porque son muchos. En cada ejemplo hay que explicar por qué se trata de una falacia y justificar de qué tipo es. ¿Dónde buscar? Medios de comunicación (Internet, televisión, radio, prensa, etc.): Se pueden localizar muchas falacias en las intervenciones de los políticos (discursos en el Parlamento, mítines, ruedas de prensa, etc.), en las de los tertulianos de los programas de debate, en los editoriales y columnas de opinión de los periódicos, etc. Publicidad: Los anuncios recurren a argumentos falaces para hacer más atractivos los productos y persuadir a los consumidores para que los compren. Pseudociencias: Hacen uso de razonamientos falaces basados en creencias supersticiosas. Se pueden encontrar ejemplos en determinados programas de televisión, tipo “Cuarto Milenio”, Internet, anuncios de prensa, etc. Religión e ideología: Ambas se parecen en que parten de ciertos presupuestos que no discuten, que no someten a prueba, que dan por inmediatamente válidos. Ello constituye, de por sí, una forma de argumentación falaz. Instituto: El uso de falacias es común en el día a día. Todos podemos incurrir en argumentos falaces sin darnos cuenta. Esto incluye a los compañeros, pero también a los profesores. 1

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TRABAJO FALACIAS

El objetivo del trabajo es que entendáis qué son las falacias y reconozcáis algunos de los tipos de falacias más comunes, que seáis capaces de identificar ejemplos de falacias en ámbitos diversos y que aprendáis a evitar su uso en vuestras discusiones, diálogos o debates, adoptando también una actitud vigilante ante el posible uso de las mismas por parte de vuestros interlocutores.

Es un trabajo de grupo: grupos de dos a cuatro personas. En casos excepcionales, podrá hacerse de forma individual o en grupos de más de cuatro personas.

Instrucciones1. Buscar ejemplos reales de falacias. En este documento se ofrece una lista con muchos

tipos de falacias. Cuantos más ejemplos de más tipos encontréis, mejor. De todas formas, no pasa nada si no encontráis de todos los tipos, porque son muchos. En cada ejemplo hay que explicar por qué se trata de una falacia y justificar de qué tipo es. ¿Dónde buscar?

Medios de comunicación (Internet, televisión, radio, prensa, etc.): Se pueden localizar muchas falacias en las intervenciones de los políticos (discursos en el Parlamento, mítines, ruedas de prensa, etc.), en las de los tertulianos de los programas de debate, en los editoriales y columnas de opinión de los periódicos, etc.

Publicidad: Los anuncios recurren a argumentos falaces para hacer más atractivos los productos y persuadir a los consumidores para que los compren.

Pseudociencias: Hacen uso de razonamientos falaces basados en creencias supersticiosas. Se pueden encontrar ejemplos en determinados programas de televisión, tipo “Cuarto Milenio”, Internet, anuncios de prensa, etc.

Religión e ideología: Ambas se parecen en que parten de ciertos presupuestos que no discuten, que no someten a prueba, que dan por inmediatamente válidos. Ello constituye, de por sí, una forma de argumentación falaz.

Instituto: El uso de falacias es común en el día a día. Todos podemos incurrir en argumentos falaces sin darnos cuenta. Esto incluye a los compañeros, pero también a los profesores.

Familia y amigos: Hay que estar muy atentos. Los padres recurren a falacias con frecuencia. Una de las más habituales es el “argumento de autoridad”: “Tienes que hacer esto porque yo lo mando”.

Para exponer los ejemplos de falacias encontrados, lo mejor es emplear algún tipo de formato digital que permita presentar de forma directa las fuentes, enlazando vídeos o páginas web, por ejemplo, o incluyendo imágenes de anuncios, recortes de prensa, etc.

2. Se trata, ahora, no ya de encontrar ejemplos de falacias, sino de construirlos. Hay que redactar un texto en forma de diálogo en el que dos o más interlocutores discutan sobre uno o varios temas (otra posibilidad es redactar más de un diálogo, uno por cada tema). Para defender sus posiciones, cada uno de los interlocutores incurrirá, a lo largo de su argumentación, en el uso de distintos tipos de falacias. No obstante, no se trata de encadenar falacias sin orden ni concierto. El diálogo tiene que intentar reproducir una situación real en la que dos o más personas discuten y, al defender sus posiciones, formulan razonamientos falaces, pero también otros bien construidos y válidos. Como alternativa o complemento al diálogo también se puede redactar un texto no dialógico: el discurso de un político; el mitin de un líder populista; la columna de opinión de un periodista; el anuncio de una marca comercial… Obviamente, el texto tiene que contener falacias.

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En ambos casos, hay que indicar qué falacias se emplean. Las indicaciones pueden intercalarse a lo largo del texto o darse al final del mismo. Se valorará la presentación del diálogo y/o del texto no dialógico de forma teatralizada, a través de un vídeo. En caso de elegir esta opción, es necesario, no obstante, incorporar el guión escrito del video con las indicaciones acerca de los tipos de falacias que se han incluido.

Los mejores trabajos serán expuestos en clase.

A continuación, tenéis información sobre las falacias: qué son, tipos, etc. También podéis buscar más información en Internet, porque hay tipos de falacias que no se recogen en este documento, pero que os pueden interesar para vuestro trabajo.

Al final del documento hay un apartado dedicado a las paradojas lógicas. No tiene mucho que ver con las falacias, pero lo he dejado porque es curioso e interesante. Si os apetece, podéis, de forma optativa, intentar incluir alguna referencia a las paradojas en vuestro trabajo.

LÓGICA INFORMALLa lógica informal es una rama de la filosofía que se ocupa del análisis de las argumentaciones que se expresan en lenguaje ordinario con el fin de persuadir a quienes las leen o escuchan . No se ocupa de la estructura formal de los razonamientos, sino que analiza el contenido, las intencionalidades explícitas o implícitas y, por supuesto, las apariencias de validez y corrección. La argumentación es un procedimiento que consiste en exponer por escrito u oralmente una serie de razones para probar una conclusión y persuadir a uno o varios interlocutores o a un auditorio completo. En el contexto de la lógica informal, las argumentaciones que se analizan tienen un componente emotivo que resulta muchas veces decisivo, pero que está ausente en el caso de la lógica formal. Pocos argumentos en el lenguaje ordinario son impersonales, puesto que normalmente están cargados de actitudes, pasiones o sentimientos que condicionan su funcionamiento. Esta carga actitudinal, emotiva y pasional es lo que con frecuencia da origen a argumentos falaces.

FALACIASEl término “falacia” proviene del verbo latino fallo, que tiene un doble significado: “engañar” o “fallar”. A tenor del segundo significado, una falacia es un error de razonamiento o un “razonamiento que no vale”. Sin embargo, si partimos del primer significado, una falacia es la construcción de un razonamiento con intención de inducir a error a su destinatario. Los griegos denominaban “parologismo” al razonamiento incorrecto, fruto del error o ignorancia del que lo emitía y “sofisma” al razonamiento emitido con intención de persuadir, manipular o inducir a error.Las falacias se encuentran presentes en la vida cotidiana, aunque habitualmente no nos demos cuenta de ello. Dos ámbitos sobresalen por la presencia de falacias: la política y la publicidad. Destaca, en ambos casos, el uso de “sofismas”.

Falacias formalesSon argumentos en los que la conclusión no se sigue ni necesaria ni probablemente de las premisas. Sin embargo, guardan una cierta similitud con los razonamientos correctos. Citamos algunos ejemplos:

Falacia de la afirmación del consecuente

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Consiste en la utilización incorrecta del Modus Ponens (“p, entonces q; p; luego q”). Responde al siguiente esquema: “p, entonces q; q; luego p”.Ejemplo. Imagina el siguiente caso: un padre quiere que su hijo se porte bien, para lo cual le propone el siguiente condicional: "Si te portas bien, entonces te compraré una bicicleta." Al día siguiente, paseando por el parque, el padre y el hijo observan a un niño montando en una flamante bicicleta nueva. El padre no puede dejar pasar la ocasión y comenta: "¿Ves?, a ese niño le han comprado la bicicleta porque se ha portado bien." Probablemente el hijo quedará convencido por el argumento de su padre y hará grandes esfuerzos para conseguir su bicicleta. Pero su padre ha planteado una falacia de la afirmación de la consecuencia. En realidad, el niño del parque podía tener la bicicleta por otros motivos: quizás era su cumpleaños.

Falacia de la negación del antecedenteConsiste en la utilización incorrecta del Modus Tollens (“p, entonces q; no q; luego no p”). Responde al siguiente esquema: “p, entonces q; no p; luego no q”.

- “Si llueve, voy al cine; no llueve; luego no voy al cine” (que vayas a ir al cine en caso de que llueva no significa que no puedas ir en caso de que no llueva).

Falacia de la generalización precipitada o indebidaSe llega a una generalización inducida a partir de muy pocas pruebas.

- “Me encanta esta canción, por lo tanto me gustará también todo el álbum en el que está”. Es una falacia porque el álbum puede no ser tan bueno como la canción escuchada.

La generalización apresurada también se puede hacer a partir de una muestra sesgada que ha sido falsamente considerada como la típica de una población de la cual ha sido tomada.

- “A todo el mundo le gustó la película”, sin mencionar que “todo el mundo” fue él y tres de sus compañeros con gustos similares o un grupo de fans del director.

Los sondeos online y las muestras por llamadas voluntarias son un tipo particular de este error, porque las muestras están implícitamente preseleccionadas o autoseleccionadas. En el mejor de los casos, esto significa que solo las personas que se preocupan por el asunto responderán u opinarán y, en el peor de los casos, que solo lo harán aquellas que “consuman” determinadas páginas web, determinadas cadenas de radio o televisión, o determinados periódicos.

Falacias informalesSon argumentos aparentemente convincentes, pero intencionadamente incorrectos por defectos de constitución o de expresión. Citamos algunos ejemplos:

Sofisma patéticoLlamado así porque apela al pathos (la emoción) y no al logos (la razón). Comprende todos los medios de persuasión no argumentativos que pretenden sostener un punto de vista provocando las emociones del auditorio.

- “¡Qué disgusto le vas a dar a tu padre!” - “¿Es que quieres hacer llorar a la Virgen?” - “Me decepcionaría que dijeras lo contrario”

No se nos explican las razones por las que debemos hacer o dejar de hacer algo. Se apela a nuestra sensibilidad para exhortarnos o disuadirnos de una acción. No es que hurgar en nuestras emociones esté mal o sea condenable. Pero si ésa es toda la argumentación disponible, estamos ante una falacia. Los sofismas patéticos pueden ser muy útiles para suscitar respuestas irracionales, porque para la mayor parte de la gente es más fácil dejarse llevar por los sentimientos que pensar críticamente. También es más fácil para el orador excitar las pasiones del auditorio que construir un argumento convincente. Por ello, los que tratan de persuadirnos más a menudo

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—políticos y anunciantes— tienden a despertar nuestra emotividad para inclinarnos a hacer cosas que probablemente no haríamos si pretendieran convencernos con argumentos. Este tipo de maniobras es muy eficaz cuando se emplea ante un auditorio numeroso, como ocurre en manifestaciones callejeras, mítines políticos o asambleas religiosas, donde triunfa quien mejor manipule las emociones colectivas, sean éstas positivas (lealtad, piedad, solidaridad, espíritu de emulación) o negativas (miedo, envidia, rencor) ligadas o no a prejuicios sociales o étnicos.

- “¿Dejaremos que alguien piense que los españoles hemos sido cobardes?”- “¿Qué será de Francia, de nuestra lengua, de nuestras tradiciones, cuando abramos la

puerta a los inmigrantes?”- “De un patrono nunca puede venir nada bueno”

Las falacias patéticas, principal arma del demagogo, representan el colmo de los malos argumentos. Ni siquiera los hay. Ni existen premisas ni conclusión, ni ganas de argumentar. Precisamente, se trata de evitarlo. No se pretende justificar una tesis, sino arrancar un asentimiento emocional. Cuando las razones son débiles, los afectos son los que gobiernan. No es que toda apelación a las emociones sea falaz. Nadie puede prescindir de ellas. Los razonamientos son capaces de convencer a la mente, pero no mueven la voluntad. Es preciso conmover, pero tras haber convencido. Si hay que lograr que lo dudoso se vea cierto, hay que echar mano del razonamiento, con las pruebas al canto. Una cosa es mostrar que es cierto lo que decimos (persuadir) y otra lograr que los convencidos actúen (exhortar). Lo segundo es más difícil y no basta la razón porque con frecuencia, aunque quien nos escucha sepa lo que debe hacer, no quiere hacerlo. Con las emociones podemos arrastrar al mundo entero tras el féretro de Diana de Gales; con la razón ni siquiera lograremos que contribuyan al sostén de Unicef. Ambas, razón y emoción, son necesarias, pero en su debido orden. Cuando los oyentes estén convencidos suficientemente sobre cómo se debe actuar, será el momento de apelar a las emociones para mover a los reticentes. Primero, luz al pensamiento y después, si hace falta, fuego a las emociones.¿Por qué molestarnos en construir una argumentación convincente si podemos interesar al público de manera más directa, más fácil y más eficaz excitando sus emociones? Porque es peligroso y abre la puerta a toda suerte de irracionalidades; porque las emociones se enfrían tan pronto como termina la función; porque podemos ser refutados con facilidad; porque nuestro prestigio correrá un peligro permanente. Ocurre aquí como con todas las trampas: el que a veces salgan bien no las hace recomendables. ¿Y si la urgencia u otras circunstancias aconsejan apelar directamente a los sentimientos? Adelante con ellos. Al menos sabremos que estamos fomentando emocionalmente algo que, llegado el momento, podríamos sostener con la razón. La falacia consiste en hacer lo contrario, como era el caso de Hitler: Como orador, Hitler nunca se molestó en probar lo que decía: afirmaba para desencadenar la emoción... Los últimos diez minutos de su discurso parecían un orgasmo verbal. El sofisma patético caracteriza a las siguientes falacias: Apelación al miedo, Apelación a la piedad o misericordia , Apelación a la lealtad.

Falacia de la afirmación gratuitaComo su nombre indica, se comete cuando no se da razón de las propias afirmaciones. Abunda más que la hierba en Asturias. Cualquier conversación está plagada de juicios inconsistentes sin otro apoyo que el énfasis con que se enuncian.

- “No sólo tienen derechos los seres humanos. Los perros también los tienen”. ¿Qué razones se aportan en apoyo de afirmación tan sorprendente? Ninguna. Bentham llamó a este sofisma ipsedixitismo (del latín ipse: él mismo, y dixit: dijo), que equivale a nuestra expresión: “lo dijo Blas, punto redondo”. Se emplea menos donde cabe el riesgo real de ser replicado con dureza, como ocurre en la vida parlamentaria, pero es muy frecuente donde no existe tal riesgo, como sucede en la prensa escrita, muy especialmente en los editoriales y en las columnas de opinión y, por

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encima de todo, en las tertulias radiofónicas. Caracteriza a la propaganda y a la publicidad, en cuyos mensajes importa más la sugestión que las razones.

Falacia del accidente Se comete al confundir la esencia con el accidente, lo sustancial con lo adjetivo. Incurre en ella, por ejemplo, quien juzga por las apariencias.La definición por los accidentes traiciona el concepto. Si definiéramos las aves como vertebrados que vuelan, no serían aves ni los pingüinos ni las avestruces, pero podrían serlo los murciélagos. Si hubiera que juzgar a los filósofos por su barba, lo más justo sería poner a la cabeza de todos un macho cabrío.Es una falacia muy próxima a la generalización precipitada. La mayoría de las falacias del accidente se cometen al generalizar a partir de los accidentes de las cosas, lo que ocurre con más facilidad cuando los datos son insuficientes: “Todos los españoles bailan flamenco”. No es preciso bailar flamenco para ser español. Estamos ante un carácter accidental, que puede darse o no darse. Extraer conclusiones a partir de cosas que sólo son ciertas accidentalmente es lo que hacen tantas personas que generalizan a determinadas profesiones (jueces, policías, periodistas) el abuso en que puedan haber incurrido algunos de sus miembros: “Todos los jueces están comprados”; “Los políticos son unos golfos”.

Falacia semánticaSe basa en que una palabra o expresión que se repite cambia de significado en el curso del razonamiento; es decir, se usa un término o expresión equívocamente. Esto hace que no nos demos cuenta de que, en el fondo, se ha acabado hablando de algo distinto de lo que se comenzó.

- “Puesto que con los gatos se levantan coches, mi gato Garfield puede levantar el coche”.

- “A mucha gente le gusta el verde. Además, este año es el color de moda. Así que seguro que este año ganan las elecciones los verdes”.

Falacia circular (círculo vicioso)En ella, la conclusión se apoya en una premisa que para ser verdadera depende de que la conclusión también lo sea. Así, la verdad de la premisa y la verdad de la conclusión dependen la una de la otra. Por eso se dice que comenten circularidad.

- “Las chicas son más inteligentes que los chicos porque sacan mejores notas. ¿Por qué sacan mejores notas? Pues porque son más inteligentes que los chicos”.

- “La Tierra se mueve porque nunca está quieta”. - “El opio produce sueño porque es soporífero”.

Petición de principioSe incurre en esta falacia de dos maneras: a) Porque se utiliza como premisa lo mismo que afirma la conclusión o algo cuya verdad depende de ella (ver falacia circular); b) Porque se utiliza como premisa algo cuya verdad no está probada. Centrémonos en este caso:

- “Todos los hombres malos han de ser castigados en este mundo o en el otro”.- “Hay hombres malos que no son castigados en este mundo”.- “Luego lo serán en el otro”.

En la primera premisa se da por supuesto algo que no está probado y que no todo el mundo acepta. Lo que sirve de prueba en un argumento debe ser más claro y conocido que lo que se quiere probar. Es preciso que la conclusión busque un apoyo que no se cuestione.Esta forma de petición de principio da por descontado que el interlocutor aceptará como evidente una proposición no demostrada. La cometen con frecuencia quienes parten de supuestos religiosos o ideológicos que consideran indiscutibles (todo discurso ideológico se apoya necesariamente sobre presupuestos que no cuestiona).

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- “No es bueno liberalizar las farmacias porque entonces habría una en cada calle”. - “Hay que negociar con los terroristas porque es la única manera de acabar con el

problema”.En estos ejemplos se da por supuesto algo que no está probado: ¿Por qué no debe haber una farmacia en cada calle?...La publicidad comercial cultiva con frecuencia esta falacia:

- “Si son huevos Pascal tienen que ser buenos”.- “Sabemos lo que a usted le gusta. Por eso hemos preparado el detergente Pum”.- “Vota inteligente: vota verde”.

Como decía la vieja lógica de Port Royal: “Se pueden referir a esta falacia todos los argumentos en que se prueba una cosa incógnita por otra que es tanto o más incógnita; o una cosa incierta por otra que es tanto o más incierta”.

Post hoc ergo propter hoc (falsa causa)Es una expresión latina que significa “después de esto, luego a consecuencia de esto”. Es un tipo de falacia que asume que si un acontecimiento sucede después de otro, el segundo es consecuencia del primero. La falacia viene de sacar una conclusión basándose solo en el orden de los acontecimientos, porque no siempre es verdad que el primer acontecimiento sea la causa del segundo acontecimiento. Esta línea de razonamiento es la base de muchas creencias supersticiosas : “Gané el partido porque me santigüé al empezar”.

Falso dilemaInvolucra una situación en la que se presentan dos puntos de vista como las únicas opciones posibles, cuando en realidad existen una o más opciones alternativas que no han sido consideradas. Las dos alternativas son, con frecuencia, aunque no siempre, los puntos de vista más extremos dentro de un espectro de posibilidades. En vez de tales simplificaciones extremistas suele ser más apropiado considerar el rango completo. Un falso dilema no tiene por qué estar necesariamente limitado a dos alternativas, pudiendo involucrar tres o más, pero en todo caso se caracteriza por omitir alternativas razonables sin argumentar esa exclusión, sea ésta deliberada o accidental.

- “Fermín no ha llegado a trabajar. O ha tenido un accidente en el coche o se ha quedado dormido. Llamamos a su casa y averiguamos que salió a tiempo, luego ha tenido un accidente”.

Este argumento es un falso dilema, ya que hay multitud de otras razones por las que Fermín puede llegar tarde: desde haber renunciado sin notificarlo hasta haber sido detenido por una infracción de tráfico. Si pudiéramos probar que no existen esas (y todas las demás) alternativas, el argumento sería correcto. Mientras tanto, es falaz.Los falsos dilemas son muy comunes en política. Con frecuencia se ocultan en preguntas retóricas, y entonces se vuelven similares a la falacia de la pregunta compleja, como en estos ejemplos:

- “¿Reelegirá usted al partido en el gobierno, o le dará alas al terrorismo?”- “¿Está usted con nosotros, o con las fuerzas del mal?”

O pueden formularse como sentencias de hecho:- “Mi oponente votó contra el incremento del presupuesto para educación pública. Debe

pensar que educar a nuestros hijos no es importante.”

Falacia de eludir la cuestión (ignoratio elenchi)Consiste en probar otra cosa diferente de la que se cuestiona. Es una de las más habituales. Quien la comete saca la discusión de su terreno, o se empeña en probar lo que nadie discute. Hace como el estudiante al que preguntan la lección 16ª y contesta la 14ª porque es la que se sabe bien.

- “¿Qué buscas debajo de la farola?”

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- “Las llaves”- “¿Estás seguro de que es aquí donde las has perdido?” - “No, pero aquí hay más luz”

Es frecuente entre los políticos. Cuando se los entrevista, nunca contestan a lo que se les pregunta. Eluden el asunto y responden soltando el discurso que llevan preparado.

Falacia del hombre de pajaEs una falacia lógica basada en presentar una imagen distorsionada de la posición del oponente. Generar un “hombre de paja” es crear una posición fácil de refutar y luego atribuir esa posición al oponente para destrozarlo. En realidad, el argumento real del oponente no es refutado, sino el argumento ficticio que se ha creado. El nombre viene de los hombres de paja que se usan para entrenar en el combate y que son fáciles de abatir. Ejemplo. Ante la siguiente afirmación de Pedro: “Pienso que los niños no deberían correr por calles con mucho tráfico”, Juan aprovecha y crea una posición clara de ataque: “Yo pienso que sería estúpido encerrar a los niños todo el día sin respirar aire limpio”. De esta manera, Juan puede atacar una posición radical y fácil de criticar que Pedro nunca quiso dar a entender. La única manera de evitar el hombre de paja es que Pedro lo destruya antes que Juan pueda llegar a construirlo o poner en evidencia la intención de Juan de crearlo para confundir.Esta falacia es muy habitual en política, cuando los líderes de partidos rivales distorsionan y tergiversan las palabras del oponente para refutar esa imagen ficticia en vez del contenido real del discurso.

Falacia del alegato especialEsta falacia tiene lugar cuando alguien, en su argumentación, manifiesta tener un conocimiento o sensibilidad especial sobre el tema objeto de debate y, bien sea de manera implícita o explícita, mantiene que el oponente posiblemente no puede comprender las sutilezas o complejidades del tema en cuestión, porque no alcanza el nivel de conocimiento o empatía que supuestamente se requiere. Quien recurre a la falacia del alegato especial presume que sus opiniones no pueden ser evaluadas por el oponente porque éste no tiene la capacidad de hacer ningún juicio válido sobre el tema. Los alegatos especiales pueden tomar muchas formas y ser empleados en una amplia variedad de contextos, siendo muy comunes en las columnas de opinión de periódicos, discursos políticos, debates televisivos y similares. Con frecuencia, las religiones y las pseudociencias los utilizan como recurso retórico, al carecer de argumentos válidos para demostrar o defender sus tesis.

Argumentum ad verecundiam (argumento de autoridad o magister dixit)Se basa en defender la conclusión apelando a alguien o a algo que se considera una autoridad en la materia, pero sin dar otras razones que la justifiquen. Fue muy común durante la Edad Media. Bastaba con afirmar que algo lo había dicho Aristóteles para que fuera dado por válido. En el presente, sigue siendo común.

- “No existen manchas solares, pues Aristóteles dice que los astros son de materia perfecta e incorruptible”.

- “Lo han dicho en la televisión, así que ha de ser verdad”. - “La raíz cuadrada de 2 es irracional, porque así lo dijo Euclides”.

En el último ejemplo, la raíz de 2 da como resultado un número irracional (con infinitos decimales), pero no porque lo haya dicho Euclides, sino porque hay una demostración matemática que prueba la irracionalidad de la raíz cuadrada de dos. Nótese que, a pesar de que el argumento no es válido, la conclusión es cierta (que la raíz de 2 es un número irracional es verdadero). El error no está en la conclusión, sino en la lógica utilizada para llegar a ella. No se debe caer en el error de creer que si algo se demuestra por autoridad, entonces es falso:

- A: “El cielo es celeste, porque así lo dice Newton”.

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- B: “Que lo diga Newton no prueba que sea cierto, así que el cielo no es celeste”.En este caso, tanto A como B cometen una falacia. A realiza un argumentum ad verecundiam (acepta una conclusión como verdadera basándose únicamente en que lo dijo alguien que considera de autoridad), pero B comete un a rgumentum ad logicam (como ha detectado que A ha cometido una falacia, no solo rechaza su conclusión, sino que además, acepta como verdadera la conclusión opuesta por este motivo).

Argumentum a silentio o ex silentioConsiste en considerar que el silencio de un oponente o interlocutor sobre un asunto X prueba o sugiere que el oponente es un ignorante sobre X o tiene un motivo para mantenerse en silencio respecto a X.

- Paco: “Sé donde vive María”- Pepe: “¿Dónde?”- Paco: “¡No pienso decírtelo!”- Pepe: “¡Si dices eso es porque no lo sabes!”

La conclusión de Pepe no tiene por qué estar justificada. Quizá Paco simplemente no quiere decírselo.

Argumentum ad ignorantiamConsiste en defender que algo es definitivamente verdadero (o falso) alegando que no existe evidencia o prueba de lo contrario, o bien alegando la incapacidad o la negativa de un oponente a presentar pruebas convincentes de lo contrario. Quienes argumentan de esta manera no basan su argumento en el conocimiento, sino en la ignorancia, en la falta de conocimiento.

- “Ya que nadie ha probado convincentemente que Dios no exista, Dios existe”.- Scully: “¿Que tu hermana fue abducida por alienígenas? Eso es ridículo”. - Mulder: “Bueno, mientras no puedas probar lo contrario, tendrás que aceptar que es

cierto”.

Argumentum ad consequentiamEs un argumento que concluye que una premisa (típicamente una creencia) es verdadera o falsa basándose en si esta conduce a una consecuencia negativa o positiva. Tiene la siguiente estructura:

1. A afirma B.2. B tiene como consecuencia C, que es algo negativo o indeseable.3. Por tanto, B es falso.

O en el caso opuesto:1. A afirma B.2. B tiene como consecuencia C, que es algo positivo o deseable.3. Por tanto, B es verdadero.

Se trata de una falacia porque la verdad de una afirmación debe basarse en la verdad de las premisas de las que se deduce y no en las consecuencias que se siguen de ella. Por otra parte, la consideración de las consecuencias como deseables o indeseables depende de la apreciación subjetiva de cada cual, y no de la verdad de los hechos.

- “El presidente no ha robado fondos del Estado, porque si lo hubiera hecho, habría perdido las elecciones”.

- “Dios debe de existir, porque si no existiera no habría moral y el mundo sería horrible”.- “El jugador hizo todo lo que pudo, porque, si no, no habríamos ganado el partido”.

Argumentum ad baculumSe da cuando amenazamos o coaccionamos, en lugar de dar razones.

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- “Este problema se hace así, porque si no, te van a suspender”.- “No corras tanto. Si te pillan, te pondrán una multa”. - “Debes creer en Dios, porque si no lo haces irás al infierno”.

Argumentum ad hominem

Consiste en pretender rebatir el razonamiento de otro o demostrar la falsedad de la conclusión a la que ha llegado desacreditando a quien lo defiende.

- “Es falso que la mujer esté discriminada en la sociedad actual. Ya se sabe que las feministas son todas unas exageradas”.

- “Dices que este hombre es inocente, pero no puedes ser creíble porque tú también eres un criminal”.

Es típico entre los políticos.

Recurso al tu quoqueTu quoque significa “Y tú también”. Es una variedad de argumentum ad hominem que consiste en rechazar un razonamiento alegando la inconsistencia del proponente. Se le acusa de hacer o defender lo mismo que condena o, al contrario, de no practicar lo que aconseja hacer a otros. Es decir, se emplea para despreciar las razones de quien no es consecuente, sin analizarlas.

- “¿Cómo voy a obedecer al médico si él mismo no se aplica el cuento?” - En política se usa constantemente: “Tú también eres corrupto” o “Tú eres más

corrupto”…

Argumentum ad populumEs un argumento falaz que consiste en defender una conclusión sin justificarla, únicamente apelando a los sentimientos, emociones y prejuicios del auditorio o a la opinión de la mayoría. Es una variedad de sofisma patético.

- “Prohibiremos la inmigración, porque no podemos consentir que los extranjeros roben el pan a nuestros hijos”.

- “Cincuenta millones de fans no pueden estar equivocados”.- “La marca X es la marca líder en Europa, por eso deberías comprar productos de esta

marca”.- “La mayor parte de la gente del planeta cree en algún dios, y no se conocen entre sí.

Eso no puede ser coincidencia: Dios debe existir”.El argumentum ad populum se basa en un supuesto conocimiento de lo que la gente piensa y siente: “Todo el mundo sabe que... o...esto es lo que la sociedad desea”;  “la mayoría de los españoles sabe que...”; “La gente quiere...”. En ocasiones, se afirma, sin pruebas que lo

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confirmen, que la opinión mayoritaria de la gente es X, lo que constituye, de por sí, una falacia por generalización precipitada o indebida. En ese caso, la falacia es doble: se afirma una premisa que se desconoce (generalización precipitada o indebida) y, además, se le da autoridad a esa dudosa opinión mayoritaria (argumentum ad populum). Otras veces, podría parecer que la opinión popular se conoce porque se ha hecho algún tipo de consulta que permita conocerla. Pero, aun suponiendo que la consulta se haya hecho correctamente y que la opinión esté bien reflejada en los resultados, el argumentum ad populum sigue siendo falaz. Nada justifica un razonamiento solo porque la mayoría piense lo mismo. Este pensamiento se basa en la intuición de que la opinión general tiene autoridad porque “tanta gente no puede estar equivocada”.Dos tipos de argumentos ad populum muy utilizados son la apelación a la tradición y la apelación a la práctica común. La apelación a la tradición supone decir algo así como: “Esto siempre se ha hecho así, por lo tanto es así”. La apelación a la práctica común, en cambio, supone decir algo así como: “Todo el mundo lo hace así, por lo tanto es así”. Un ejemplo más concreto de apelación a la práctica común podría ser: “Esta ley no es buena porque ningún país del mundo tiene nada igual y se ha venido haciendo así hasta ahora”. Tal razonamiento olvida que para que haya innovaciones siempre alguien ha de ser el primero. Además, si bien una manera de hacer las cosas puede haber funcionado hasta ahora, eso no significa que vaya a seguir funcionando siempre.Esta falacia tiene mucha presencia en la vida cotidiana: en los discursos de los políticos, en la publicidad… En el marco del sistema político democrático y en el de la institución del jurado popular es muy importante tenerla en cuenta. Por ejemplo, en democracia, los resultados electorales no pueden catalogarse como buenos o malos solo en base al número de votantes; tan solo se puede afirmar que el resultado es el que el mayor número de personas quiere, lo que, en democracia, debería ser suficiente; sin embargo, a veces la mayoría desea cosas contrarias a la razón, como ejemplifica el caso del ascenso al poder de Hitler por medio de unas elecciones democráticas. Votar democráticamente para saber si una afirmación es cierta o una solución es acertada no garantiza la verdad o validez del resultado, porque la mayoría puede estar equivocada. Por lo que se refiere al jurado popular, un espectador de un juicio que observara la votación del jurado y no los argumentos no puede deducir, después de la votación o por el resultado de la misma, si lo votado es cierto o no. Esto es así porque la votación pudo haberse llevado a cabo a través de los prejuicios y no a través de los argumentos (esto lo refleja muy bien la película Doce hombres sin piedad, muy recomendable).

Argumentum ad nauseam Es un tipo de falacia dirigida a las emociones que se basa en que las personas creen que es más posible que una afirmación sea cierta cuantas más veces la hayan escuchado. Esta falacia se dirige a las emociones porque el hastío (la náusea) que se genera por la repetición de la afirmación es tal que puede llevar a aceptarla sin llegar a escuchar ningún argumento válido. De esta manera, un argumentum ad nauseam es aquel que emplea la repetición constante de una afirmación hasta que los receptores se convencen de ella. Este tipo de técnica falaz es muy usado en política, donde ―sin emplear argumentos o pruebas― se repite una y otra vez la misma afirmación hasta la conversión del oyente. Sin embargo, por mucho que se repita una afirmación, esto no la hace más verdadera. Esta falacia viene de la falsa creencia de que si alguien dedica tanta energía a la repetición de un mensaje es porque éste debe ser más veraz que otro que no es tan reiterado. Esta falacia es utilizada habitualmente por políticos y retóricos, y es uno de los mecanismos para reforzar leyendas urbanas al repetir determinadas afirmaciones verdaderas o falsas hasta asentarlas como parte de las creencias de un individuo o de la sociedad, convirtiéndolas en verdades incontestables.

- Joseph Goebbels, Ministro de Propaganda nazi: “Una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad”.

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Argumentum ad antiquitatem (apelación a la tradición)Es una falacia que consiste en afirmar que si algo se ha venido haciendo o creyendo desde antiguo, entonces es que está bien o es verdadero.

- “En Navidad siempre hemos traído a casa árboles arrancados del bosque, ¿por qué ahora tendremos que comprar uno de plástico?”.

- “Debe ser una mala idea porque nadie lo ha hecho antes”. - “Estas leyes se han estado aplicando durante 100 años. No hay razón para

cambiarlas”.- “Las mujeres deben quedarse en casa porque así se ha hecho siempre”.

Este argumento hace dos suposiciones:1. Que la antigua manera de pensar fue probada como correcta cuando se introdujo (lo

cual puede ser falso, ya que la tradición puede estar basada en fundamentos incorrectos);

2. Las razones que probaron este argumento en el pasado siguen actualmente vigentes. Pero si las circunstancias han cambiado, esto puede ser falso. Por otro lado, esta falacia también asume que mantener el statu quo es preferible o deseable a la posibilidad de un cambio, lo cual puede ser también incorrecto.

La falacia opuesta a ésta es la apelación a la novedad, que afirma que algo es bueno sólo por ser nuevo.

Argumentum ad novitatem (apelación a la novedad)Es una falacia que sostiene que una idea es correcta o mejor simplemente por ser más moderna. Este tipo de falacia es muy efectiva en el mundo actual en el que las novedades tecnológicas han ayudado a mejorar nuestras vidas y todo el mundo aspira a estar a la última.La apelación a la novedad es muy utilizada en publicidad, asegurando que un producto es mejor por el mero hecho de ser nuevo. La apelación a la novedad se basa en el razonamiento de que la gente en general tenderá a esforzarse para corregir sus fallos. Así, por ejemplo, una compañía que lanza un producto nuevo habrá revisado el anterior para mejorar su factura. Esto, sin embargo, puede ser falso por diversas razones, las más notables de las cuales son: El producto nuevo puede ser idéntico al anterior pero con un nuevo empaquetado; puede ser un diseño antiguo que se haya relanzado como nuevo; o puede que el producto anterior haya sido diseñado por un experto y el nuevo por un principiante.

Argumentum ad crumenam o apelación a la riqueza Es una falacia que consiste en concluir que algo es cierto porque quien lo propone es rico.Esta falacia es muy común en la crítica de arte, películas, videojuegos o música en la forma de:

- “Puedes criticar el producto X, pero genera millones así que algún mérito tendrá”.La falacia opuesta es el argumentum ad lazarum o apelación a la pobreza.

Falacia del jugadorAfirma que si se produce un suceso aleatorio, sus probabilidades de aparecer de nuevo cambian significativamente:

- “No quiero un billete de lotería acabado en 9. Ya ha salido dos veces”. - “Este fin de semana iremos a la playa. Los dos últimos ha llovido, así que ahora toca

buen tiempo”. Que algo aleatorio haya sucedido no modifica las probabilidades futuras ni del mismo suceso ni de los restantes. Que una moneda caiga de cara seis veces seguidas no garantiza que la próxima vez resulte cruz. Cada opción, si no se modifican las condiciones, tiene y conserva su propia probabilidad per saecula saeculorum. Es cierto que si lanzamos la moneda muchísimas

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veces, cabe esperar, estadísticamente, que los resultados se igualen, pero eso no permite prejuzgar de qué lado caerá la moneda en el próximo lanzamiento.

PARADOJASUna paradoja es una argumentación cuyas premisas se creen todas verdaderas, su conclusión se cree falsa y su cadena de razonamiento se cree correcta. Por tanto, si se cree falsa la conclusión de una paradoja y verdaderas todas las premisas, será necesario revisar todas las premisas y la cadena argumental, porque en algún punto tiene que haber un error.A lo largo de la historia de la filosofía, se han planteado innumerables paradojas. Citamos algunos ejemplos:

Paradoja del mentirosoLa Escuela de Megara, una escuela filosófica griega del siglo IV a. C., se distinguió por su interés por los problemas lógicos, especialmente por las paradojas. Entre los megáricos, destacó Euclides de Megara (no confundir con Euclides de Atenas, autor de los Elementos de Geometría), que formulo muchas paradojas famosas, siendo la más conocida la “paradoja del mentiroso”. En realidad, parece que el primero que formuló esta paradoja fue Epiménides el cretense, un poeta del siglo VI a.C. que afirmó: “Todos los cretenses son unos mentirosos”. Epiménides, que es cretense, ¿dice la verdad o miente? Si dice la verdad, miente; si miente, dice la verdad.

Paradoja de Sancho PanzaCervantes introduce en el Quijote la “paradoja de Sancho Panza”, similar a la anterior: “Digo, que sobre este río estaba una puente, y al cabo de ella una horca y una como casa de audiencia, en la cual de ordinario había cuatro jueces que juzgaban la ley que puso el dueño del río, de la puente y del señorío, que era en esta forma: Si alguno pasare por esta puente de una parte a otra ha de jurar primero a dónde y a qué va; y si jurare verdad, déjenle pasar, y si dijera mentira, muera por ello ahorcado en la horca que allí se muestra, sin remisión alguna. Sabida esta ley y la rigurosa condición de ella, pasaban muchos, y luego en lo que juraban se echaba de ver que decían verdad y los jueces los dejaban pasar libremente”. La ley nunca había dejado de cumplirse hasta la llegada y declaración de un extranjero que juró “(…) que iba a morir en aquella horca que allí estaba, y no a otra cosa”. ¿Qué le ocurrió al extranjero?

Paradoja de TeseoExisten muchos tipos de paradojas. Algunas de ellas conducen a situaciones absurdas, aunque no impliquen claramente la contradicción verdadero - falso, como en la paradoja del mentiroso, y simplemente aludan a otros principios lógicos, como el principio de identidad. Recordemos, en este sentido, la “paradoja de Teseo”, basada en una leyenda griega: "Teseo y los jóvenes atenienses regresan a Atenas desde Creta, donde Teseo ha matado a El Minotauro. El barco en el que regresan será conservado por los atenienses durante mucho tiempo, sustituyendo cada parte deteriorada del barco por una nueva y más duradera. Con el paso de los años, las piezas del barco que se han sustituido son innumerables, lo que hace preguntarse a los atenienses: ¿es éste realmente el barco de Teseo?; si con las piezas viejas que hemos sustituido construimos un nuevo barco, ¿cuál será el barco de Teseo?" . Esta paradoja alude a la dificultad que tenemos para precisar cuándo un objeto es idéntico a sí mismo, cuándo deja de serlo, cuándo dejó el barco de Teseo de ser el barco de Teseo.

Paradoja del montónEsta paradoja también se relaciona con el principio de identidad. Si 10000 granos de trigo son un montón, si se quita un grano seguirá habiendo un montón -pues si n granos son un montón, n - 1 sigue siendo un montón- y así sucesivamente. De esta forma, llegará un momento en que un solo grano de trigo será un montón.

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Paradoja de los conjuntosLa más importante de las paradojas matemáticas es la “paradoja de los conjuntos” de B. Russell. Una noción importante en las matemáticas modernas es la de "conjunto". Sin entrar en simbolismos matemáticos, podemos definir "conjunto" como una serie de individuos que comparten alguna característica. Existe el conjunto de los números primos (formado por todos los números primos), el conjunto de las palabras castellanas que empiezan por A (formado por todas las palabras castellanas que empiezan por A), el conjunto de los mamíferos, etcétera. Algunos conjuntos, dice el filósofo y matemático británico Bertrand Russell (1872-1970), se incluyen en sí mismos. Eso ocurre cuando el propio conjunto es uno de sus miembros. Por ejemplo, el conjunto de los conceptos matemáticos se incluye en sí mismo, pues él es un concepto matemático. Pero otros conjuntos no se incluyen en sí mismos. Tal es el caso del conjunto de los mamíferos: este conjunto no se incluye en sí mismo, pues un conjunto no es un mamífero. Por tanto, argumenta Russell, tenemos dos grandes conjuntos:

- A: El conjunto de los conjuntos que se incluyen en sí mismos (en este conjunto estarían todos los conjuntos que son miembros de sí mismos, como el de los conceptos matemáticos).

- B: El conjunto de los conjuntos que no se incluyen en sí mismos (en este conjunto estarían los conjuntos que no son miembros de sí mismos, como el de los mamíferos).

Parece claro que cualquier conjunto que exista debe formar parte de A o de B. Ahora bien, Russell se pregunta acerca del conjunto B: ¿se incluye en sí mismo (forma parte de A) o no se incluye en sí mismo (forma parte de B)? Y aquí surge la paradoja:Si B forma parte de B entonces se incluye en sí mismo, por lo que forma parte de A. Pero si forma parte de A, entonces no se incluye en sí mismo, por lo que forma parte de B. No hay manera de decidir a qué conjunto pertenece B, pues B se incluye en sí mismo si no se incluye en sí mismo, lo cual es una contradicción.

Paradoja del barberoEn un barco mercante hay un solo barbero. Su trabajo consiste en afeitar a cualquier miembro de la tripulación cuando lo necesite. Como a los marinos les crece muy deprisa la barba el barbero no para de trabajar, y eso le produce un gran agobio. Le expone su problema al capitán del barco, y éste, muy comprensivo, decide lo siguiente: “Todo aquel que pueda afeitarse a sí mismo se afeitará a sí mismo. El barbero solo afeitará a los que no puedan afeitarse a sí mismos”. El barbero sale muy satisfecho de la reunión, pensando que a partir de ese momento su trabajo será muy llevadero: solo tendrá que afeitar a los enfermos o lesionados... Pero, al día siguiente, vuelve a visitar al capitán y, en un estado de gran agitación, le suplica volver a la situación anterior. El capitán, sorprendido, le pregunta la razón de tan extraña petición y el barbero responde: "Esta mañana al despertarme he ido al lavabo, como todos los días, para afeitarme. Entonces he caído en la cuenta de que solo puedo afeitar a los que no pueden afeitarse a sí mismos. Por tanto, he decidido no afeitarme, pues no puedo hacerlo. Pero, cuando me dirigía a desayunar he pensado que si no puedo afeitarme a mí mismo, entonces puedo afeitarme, pues yo solo afeito a los que no pueden afeitarse. Con las mismas he vuelto al lavabo, donde al mirarme en el espejo he vuelto al primer razonamiento: si puedo afeitarme entonces no puedo, y viceversa. Todo esto es un círculo vicioso del que no soy capaz de salir, y la indecisión sobre si puedo o no puedo afeitarme me va a volver loco, así que prefiero volver a la situación anterior". El barbero había sido víctima de una paradoja, generada por las buenas intenciones del capitán. Barberos y conjuntos no parecen tener nada en común, pero ambas paradojas comparten una misma estructura, que ha de ser descubierta.

Paradoja de Grelling-NelsonEsta paradoja plantea que existen dos tipos de palabras:

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1. Las palabras autológicas, que son aquéllas que se describen a sí mismas. Por ejemplo, la palabra "palabra" (pues ella misma es una palabra), la palabra "esdrújula" (pues ella misma es esdrújula) o la palabra "corta" (pues ella misma es corta).

2. Las palabras heterológicas, que no se describen a sí mismas. Por ejemplo, las palabras "mesa", "verde" o "amanecer" son heterológicas, ya que no son, respectivamente, ni mesa ni verde ni amanecer.

Ahora, se plantea la siguiente cuestión: ¿la palabra "heterológica" es autológica o heterológica? Y de nuevo tenemos planteada la paradoja: Si la palabra "heterológica" es heterológica, entonces se describe a sí misma, por lo que sería autológica. Pero, si es autológica, entonces no se describe a sí misma, por lo que sería heterológica. Nos sentimos incapaces de decidir acerca de la palabra "heterológica", dado que ésta es heterológica sólo si no es heterológica, lo cual encierra contradicción.

Las paradojas de los conjuntos, del barbero y de Grelling-Nelson, comparten una misma estructura: en todas ellas hay una expresión autorreferente, como conjuntos que se incluyen o no se incluyen a sí mismos, barberos que se afeitan o no se afeitan a sí mismos o palabras que se describen o no se describen a sí mismas. Lo mismo observamos en la paradoja del mentiroso: una frase que se califica a sí misma como falsa.La autorreferencia conduce a un círculo vicioso. La verdad supone mentira y ésta a su vez implica la verdad: un conjunto se incluye a sí mismo si no se incluye a sí mismo, y si no se incluye a sí mismo, entonces sí se incluye a sí mismo, etc. La siguiente imagen ilustra esa circularidad:

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La autorreferencia parece ser la clave de las paradojas. La autorrefencia es el resultado, según algunos autores, de un error lingüístico, motivo por el que la paradoja nos conduce a contradicción.

La solución a las paradojasEmpecemos recordando la historia del barbero. En un momento dado nuestro barbero iba y venía sin sentido del lavabo al comedor. Cuando pensaba que podía afeitarse se dirigía al lavabo; pero enseguida caía en la cuenta de que entonces no podía afeitarse, y regresaba al comedor a desayunar. De nuevo, pensaba que si no podía, entonces sí podía, y regresaba al lavabo. Y así sucesivamente. Pero no indefinidamente, para suerte del barbero.En algún momento se daba cuenta de que estaba atrapado en un círculo vicioso, y era capaz de salir de él. El barbero había "salido fuera del sistema", había sido capaz de darse cuenta de la circularidad y contemplarla desde fuera. Sin ese "salto hacia fuera" habría estado indefinidamente atrapado en el círculo vicioso, lo que sin duda habría sido un castigo digno de los dioses griegos.El ser humano es capaz de eso porque su pensamiento posee capacidad autorreferente: la autoconciencia, es decir, podemos pensar en "esto", en "eso" o en "aquello" y, además, pensar en nuestros propios pensamientos y contemplarlos desde fuera.Para entender esa capacidad autorreferente del ser humano podemos comparar el pensamiento humano con una estructura de varios niveles (como los pisos de un edificio):

Nivel 1: pensamos, por ejemplo, en una casa (estamos en el piso 1º). Nivel 2: pensamos que "pensamos en una casa" (subimos al 2º piso, desde donde

contemplamos el 1º). Nivel 3: pensamos que "pensamos que pensamos en una casa" (subimos al 3º y

contemplamos los dos inferiores).Cada nuevo nivel (o piso) significa un salto hacia fuera del nivel anterior. No hay un número determinado de niveles. Desde cada nivel siempre hay la posibilidad de un "salto hacia fuera", hasta un nuevo nivel desde el que contemplar el anterior.Por tanto, la solución a las paradojas procede en la forma de un "salto hacia fuera", de un "salir fuera del sistema". La paradoja no se soluciona determinando si la expresión "esta frase es falsa" es verdadera o falsa, pues la paradoja consiste precisamente en la imposibilidad para hacerlo, sino en entender que se produce por una autorreferencia; algo que solo podemos hacer gracias a la estructura autorreferente de nuestra mente (la autoconciencia).

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