Debates en Sociología Nº 03

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  DII IfIElA U VfRSIDAD CAlOLlCA D f PERU DEPARTAMf W DE E l NElAS SOCIALES

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PDII1IfIElA U11VfRSIDAD CAlOLlCA D f L PERU DEPARTAMf WO DE El tNElAS SOCIALES

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COMITE EDITORIAL: Enrique Bemales, Alberto Flores Galindo (Editor), Narda Henrquez, Orlando Plaza, Catalina Rorriero, Denis Sulmont, Jos Deustua (Secretario de Edicin).

Los editores no necesariamente asumen responsabilidad por las opiniones de los autores de los artculos publicados.

CONTENIDO Crisis, huelgas y movimientos populares urbanos en el 1 Per. Denis Sulmont. El movimiento obrero y la comunidad industrial: Balance de una experiencia. Francisco Durand. 37 Oligarqua y capital comercial en el sur peruano (1 870-1930). Alberto Flores Galindo, Orlando Plaza, Teresa Or. 53 Sobre la intervenci6n del estado en la economa. 77 Gonzalo Portocarrero. COMENTARIOS, NOTAS Y RESEAS Crecimiento industrial en el oncenio (1 919-1930). Bdtazar Caravedo MoHnari. 91 Gernani, Gonzlez Casanova and Cardoso.,Modetnization, explotation and dependency in Latin Amerim.(Luis Sobern) 99 Una opcin de desarrollo acadmico; el post-grado 103 de Ciencias Sociales. Enrique Bernales.

CRISIS, HUELGAS Y MOVIMIENTOS POPULARES URBANOS EN EL PERU* Denis SulmontSe est asistiendo en los ltimos aos, y especialmente a partir de 1973, a un auge sin precedentes de huelgas en el Per, acompaadas de amplios movimientos populares urbanos. Las huelgas alcanzan a un nmero creciente de trabajadores (ver cuadro 1) y movilizan importantes sectores de la poblacin de los barrios populares de las ciudades de provincia especialmente, aunque esta caracterstica se ha generalizado tambin en Lima, en los dos ltimos aos. Estas movilizaciones abarcan no slo a los obreros y los sectores populares ms pauperizados, sino tambin a amplios sectores de la pequea burguesa y sectores medios. Las huelgas, en tanto que "paralizacin temporal del trabajo por un grupo de trabajadores dependientes con el fin de expresar una protesta o reforzar una reivindicacin"1 se desarrollan, en la mayora de los casos, desbordando el marco de las relaciones laborales en los centros de trabajo as como el marco legal-institucional que pretenden regirlas, articulndose ms bien con una serie de formas de lucha que implican la participacin de mayores sectores de la poblacin urbana: mtines de protesta, marchas, tomas de iglesias, bloqueo de pistas, enfrentarnientos con !as fuerzas del orden, etc. A ello, se aaden otras medidas como las huelgas de hambre y la ocupacin de centros de trabajo. Estas luchas se desenvuelven por lo general en forma muy dispersa, brotando con bastante espontaneidad en varios sectores y regiones del pas, sin que exista pna organizacin sindical y poltica capaz de coordinarlas y dirigirlas a nivel nacional. Sin embargo, la acumulacin y convergencia de dichas luchas a raz de la crisis econmicas, y en especial la que se desarrolla en la actualidad, da lugar a niveles crecientes de coordinacin sindical. En menos de un ao, entre julio de 1977 y mayo de 1978, se han registrado tres paros nacionales, que pueden ser considerados como los ms importantes de la historia obrera del pas. El presente estudio intenta aportar algunas precisiones acerca de las caractersticas de este auge huelgustico y sus relaciones con los movimientos popuiares urbanos, tratando de explicar estos fenmenos en base a la actual dinmica de las relaciones de clase en el pas.

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Xuestro enfoque se centra en el anlisis del conflicto social desde la perspectiva de los movimientos sociales, y en particular de los movimientos "populares". Por movimientos populares entendemos la prctica de las clases subalternas, que se desarrollan frente a la prctica de las clases dominantes. Sin entrar ahora en la compleja diferenciacin de estas clases, es importante recalcar la dialctica que permite entender sus relaciones: se trata por un lado de relaciones de explotacin-acumulacin y dominacin-subordinacin, que signifi-. can para los sectores populares la imposicin de comportamientos alienados. Pero, por otro lado y al mismo tiempo, los sectores populares se transforman en actores, tomando conciencia y reaccionando frente y al interior de su situacin e alienada. Esta conciencia y reaccin s transforman en movimiento social cuando adquiere un carcter colectivo y cuestiona las estructuras de dominacin social desde la perspectiva de objetivos socio-histricos opuestos a los que sustentan esta dominacin. A travs de los movimientos sociales, los sectores populares se transforman en agentes de la historia, van acumulando experiencias que se cristalizan en nuevas formas de conciencia y organizacin. Estas experiencias pueden ser vividas en trminos de derrota o victoria, frust~acin acumulacin o de fuerza, pero dejan huellas que marcan las tendencias de los futuros movimientos populares y de los cambios socio-histricos en el pas. Desde esta perspectiva, nuestras principales lneas de interpretacin son las siguientes: 1. El desarrollo de las huelgas y movimientos populares urbanos est ntimamente ligado a la expansin de la fuerza laboral asalariada y de la masa de poblacin pauperizada concentrada en las ciudades, que se encuentran sometidas a los efectos de sucesivas crisis tpicas de un capitalismo dependiente y en las que fracasan los programas reformistas y los diferentes intentos de las clases dominantes por imprimir una lnea conciliadora en el movimiento sindical y por absorber las demandas populares urbanas. A lo anterior, se aade el progresivo avance de la organizacin sindical y 2. urbano-popular, y a la acumulacin de experiencias de lucha, en la que se va afirmando una mayor autonoma de clase frente a la quiebra de las polticas clientelsticas, populistas y re formistas que dominaban el movimiento sindical y los movimientos populares urbanos. Los efectos de las crisis econmicas sobre los sectores populares, as como 3. la capacidad de respuestas de ellos son extremadamente desiguales, debido a la heterogeneidad de las modalidades de trabajo y de subsistencia de estos sectores en las ciudades, Sin embargo, a pesar de esta dispersin, existe una tendencia a la convergencia de las huelgas y de las luchas

urbanas en los centros urbano-regionales, y a nivel nacional en los momentos ms crticos de las crisis. La accin sindical permite a los asdariados organizados -especialmente los .de las grandes empresascontar con posibilidades de dar respuesta al aumento del costo de vida. Pero dicha acci6n est constantemente amenazada por el problema de la estabilidad laboral, con lo cual el mismo movimiento sindical se ve obligado a recurrir a formas de presin ms amplias, movilizando a las dems organizaciones populares urbanas, de barrio, de iglesia, de mujeres, etc., buscando un mayor impacto poltico a sus luchas. La entrada de la crisis en un perodo de recesin y de despidos masivos acenta esta necesidad. Paralelamente, los sectores laborales ms deprimidos -de las pequeas empresas y centros artesanales-, los subempleados y eventuales tienen escasas posibilidades de accin organizada propia frente al alza del costo de vida. Su organizacin pasa bsicamente por las asociaciones de barrio, en las que se vinculan con los asdariados obreros y la pequea burguesa pauperizada, para canalizar sus reivindicaciones de vivienda y servicios urbanos, as como su prctica cultural y religiosa. A este tipo de organizacin, debe aadirse la de la juventud, escolar y universitaria. Bajo los efectos de la crisis, esos niveles de organizacin no sindical tienden a ser utilizados para dar respuesta a las medidas antipopulares, tales como el alza de precios y los despidos, y a coordinar con la accin sindical propiamente dicha, la cual les da mayores posibilidades de coordinacin y centralizacin . regional y nacional. La convergencia de las luchas urbanas con el movimiento sindical se ve 4. favorecida tambin, de un lado por la mayor articulacin de las diferentes formas de dominacin en tomo al Estado cuya intervencin se hace ms directa en todas las formas de la vida social; y por otro lado debido al desarrollo de niveles crecientes de coordinacin sindical, la constitucin de frentes de organizaciones populares en las ciudades de provincia principalmente, y el avance de las organizaciones polticas de izquierda presentes en los movimientos sindicales y populares. Ordenaremos nuestra argumentacin en tres partes: En la primera, analizaremos el potencial de accin organizada que tienen los distintos sectores populares urbanos y su participacin en las huelgas. En una segunda parte, mostraremos brevemente como se ha dado el desarrollo de las huelgas y de las luchas urbanas a raz de las dos principales crisis que antecedieron el perodo actual, es decir las de 1958 y 1967. Por ltimo estudiaremos las diferentes etapas del auge huelgustico y popular en relacin a la presente crisis, incidiendo en los aos 1974-19782.

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Debemos subrayar que este trabajo tiene un carcter introductono y aborda una serie de problemas que debern ser objeto de mayores investigacin y anlisis.l.

LOS SECTORES POPULAR ES URBANOS Y SUS POTENCIALIDADES DE ACCION ORGANIZADA

En la actualidad, ms del 60010 de la poblacin vive en las ciudades. El crecimiento de la poblacin urbana alcanza desde 1955 una tasa anual superior al 4010, mientras que la poblacin rural tiene un crecimiento inferior al 2010. Como resultado de la descapitalizacin del campo, de la concentracin de las inversiones en las ciudades, del intercambio desigual entre el campo y la ciudad -y entre sierra y costa- y el deterioro de las condiciones de vida en el campo, el proceso de migracin hacia los centros urbanos alcanz un ritmo acelerado. El nmero de ciudades de ms de 100,000 habitantes, que era tres en 1961, pasa a nueve en 1977. Lima Metropolitana, donde se concentra el 70010 de las inversiones y produccin industrial, rene por s sola casi un cuarto de la poblacin. del pas. Un tercio de la poblacin de las principales ciudades del pas vive en barriadas; otro tercio en tugurios y urbanizaciones populares. La mayora de los obreros viven en dichos asentamientos populares. Mientras los campesinos consumen parte de lo que ellos mismos producen, en las ciudades los trabajadores tienen que comprar prcticamente todos sus medios de subsistencia. La correspondencia entre sus niveles de ingresos y los precios de los alimentos, de la vivienda y del transporte, e! acceso a la educacin y salud, el mantenimiento de la relacin residencia-empleo (cercana a las fuente^ de trabajo), etc., llegan a representar problemas cotidianos vitales. Esta situacin se traduce en el dinamismo de la lucha sindical por un lado, y por otro en el desarrollo de movimientos reivindicativos poblacionales (invasin de terrenos, formacin de barriadas, demandas referidas a equipamientos y servicios urbanos, etc.). Los trabajadores urbanos, sobre todo los de las grandes ciudades, tienen mejores condiciones de organizacin y presin social que los del medio rural. Sobre la base de su concentracin en los lugares de trabajo y en los barrios populares, de las facilidades de comunicacin y de su cercana a los centros nacionales de decisin y poder poltico, sus posibilidades reivindicativas son mucho mayores que las de los trabahdores del campo. No hay que olvidar adems que los centros urbanos reunen ia mayor parte de la organizacin de los partidos polticos. En la ciudades estn el 85010 de las organizaciones sindicales reconocidas -65010 en Lima- y en ellas se dan ali-ededor del 97010 de las

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huelgas -dos tercios en Lima-. La organizacin ms dinmica de los sectores populares urbanos populares es el sindicato. El movimiento sindical ha canalizado sus luchas ms significativas desde fmes del siglo pasado, escapando en la mayor parte de su historia al control de las clases dominantes y del Estado. Adems de los sindicatos, los sectores populares urbanos cuentan con un gran nmero de carales organizativos de base territorial y10 en tomo al consumo y la vida cultural: asociaciones de moradores, juntas asistenciales y mutuales, cooperativas de consumo, vivienda, servicios, etc,, clubes deportivos, provinciales y culturales, parroquias, grupos juveniles, etc. La densidad organizativa de los sectores populares urbanos ha ido aumentando con los aos, especialmente durante los aos de implementacin de ia "moviiizacin social" del actual rgimen militar en su primera fase. Estas organizaciones tienen una composicin popular heterognea, lo cual ha favorecido su utilizacin al s e ~ c i o polticas asistencialistas, populistas y de corporativas, desthadas a transformar a los sectores urbanos populares en clase apoyo o-ejrcito poltico de reserva y contraponerlos a las-luchas sindicales y populares m s autnomas. Esta instrumentalizacin poltica fue desarrollada en particular por el gobierno de Odra, que empez a auspiciar las invasiones de terrenos fiscales y programas de asistencia social, orientando las asociaciones de pobladores hacia comportamientos asistencialistas. Pdelamente'se desarroll la accin de las entidades f&ntrpicas nacionales e internacionales, El Partido ~ p r i s t apor su lado impuls6 el esquema de organizacin de "pueblos en formaciny'. Ms recientemente el Comit Episcopal de iima implement el modelo de "organizacin vecinal" de pueblos jvenes, modelo que fue retoinado y ampliado por el Estado a travs de ~ i n a m o s ~ . Sin embargo, estas arganizaciones, lejos de corresponder exclusivamente a formas de control y subordinacin polticas, canalizan un conjunto de demandas y aspiraciones, selladas por el carcter de clase de las mayoras de sus bases, en las que predominan una pequea burguesa crecientemente pauperizada, sectores proletarios y subproletarios y cada vez ms trabajadores con experiencia en la lucha sindical. Ello explica que los movimientos poblacionales desborden las polticas de control a las que estn sometidos y lleguen incluso a dar lugar a formas de organizacin ms autnomas, acercndose a las corrientes polticas "clasistas" que animan gran parte del movimiento sindical. Ahora bien, el anlisis de las diferentes formas organizativas y terrenos reivindicativos en las que se.desenvuelve la prctica de los sectores populares urbanos tiene que referirse a los distintos modos de insercin de estos sectores en las relaciones de produccin, las que inciden bsicamente sobre la capacidad de

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consumo, la reproduccin de las formas de domliiacion y el potencial de accin de dichos sectores, Sintiticamente, podernos distinguir dos tipos de insercion en las relaciones de produccion, que se van desarrollando simultnea y combinadamente: por un lado, la situacin de asalariados en las principales empresas capitalistas y servicios dependientes del Estado; por otro lado, la situacion de "qercito de reserva", y sobre vivencia en las actividades de tipo artesanal eventual, en lo que puede llamarse el "circuito inferior de la economi'a", subordinado al circuito propiamente capitalista.. Se asiste despues de la Segunda Guerra Mundial a una nueva afluencia de inversiones extranjeras, especialmente en la n-meria y a partir d 1960 en la industria. Se desarrollaron los sectores inetaluigicos, metal-mecanices y qiiirni cos El "boom" de la pesca industr~al agnihco el crecimrento de las ciudades puerto en el Iitoral, con Chrrnbote a la cabeza S~irgieiontriinbien los patques industriales en Arequipa y Trujillo. Paralelamente se expaiidieron las actividades comerciales y financierds la admrnistracion publiza la ediicacion y otros semrcios la artrculacron del proceso interno de produccion, Irgndo al \ caracter de enclave de sus ceniros dniainicos, no dejo de predoniinai, pelo ya habla surgido en torno a Jos centros urbano-mdustnales y a nite1 nacional un tejido de aclividades mas inter relacionadas, que iequirleron t i l a \ CM ticlad de mano de obra asalariada in-erta en la organizacioii capitalista del trabajc~ .iiciros El trabajo asalarrado aumento en !erminos absolutos, pcrcv ~i!cic!i:~ en tei.minos relativos, mmtenieildose el peso considerable clc la fticiza I,ilrornl independiente" como se puede 3pirciat en el slp!ente cuadro.COMPOSlClOFl D E LA FUERZA LABORAL 1950 1972

Independientes Asalariados TOTAL

55 45

1O0

1O0

200

La composicion mas detallada por categoras de ocupaci6n en areas urbanas permite visualizar la importancia de las categorias de "'empleados del hogar", '"tabajadores familiares" y "trabajadores independientes", aun cuando el porcentaje de asalariados sea mayor en relacion al conjunto del pals,

SITUACION OCUPACIONAL 1961-1972 1961 . Total del Areas pas urbanas Asalariados* Empleados del, hogar Trabajadores familiares Trabajadores independientes Patronos No especiticados

1972

Total del pais

TOTAL

100

100'

1O0

Furrire. Ccnsos Nacionalee La cdtegoliJ de '.isaiariados" de los censos no i.orresponde a la de 1.ii Cueriiai N ~ . ~ ~ ~ ~Esi.asi co:is:deian eii -1 tubro ' obrc:o?" a los empleados del hr_lga>. en i i L . ~l -s. y de '.emptr.adoi" a parte d e les patrc>nos. Segur? el censo d e 1972 el 45010 d i asa!n?iados suma 2 i G l o de obreios y 50 de empleados, m b o s definidos en un seniidamas e s t i i ~ r o ,

Los asalariados obreros y rinp!eados, nucleo central de la orgaiiizacroii del sindical. estan invollizrados en m~is tW!o de 'as huelgas Entre ;os asalariados, los que tienen mayor "proprnriori. a la Iiuzlga soi? los del sector iiidustrjal. que conceiitra en p[onit.dio la mitad de laslioras hom bre perdidas Luego bienen la nirnel (a y la construccion Las Iiuelgas en la industria se explican por la alta concentracion de obreros en 13s p ~ u ~ c ~ p afabricas, donde jniperan las formas mas claramente capitalistas les de niecanizaciun, parcelarizacion y ahenacion del trabajo, fuente de multiple3 ocasiones de confircto El sector minero, que agrupa tan s61o a 60,000 trabajadores (1,50/0 de la fuerza laboral del pas) acumulo el 69010 de las horas liombre perdidas en 1970 Su "p~openstonhuelguista" se debe prlmero a las condiciones de traba~0muy duras y peligrosas de esta actividades, a la alta concentiacion de "masas aisladas" con condiciones propicias de cohesion ideologica y orgamzativa de las bases para la accion sindical y finalmente por la importancia estratgica del sector miriero productor de la mitad de las divisas del pas En el caso de los trabajadores de construccion, interviene tarnbien las condic~onesde trabajo, ademas del carcter flexible de su organizacion sindical de base -los comits de obra- que asegura la constante activacialn del movimiento sindical en el sector,

A parte de 40s - s o, un sector sigdiicativo de trabajadores "independenter" est arganizado en sindicatos. Tal es el caso de los trabajadores de mercados y sobre todo b del transporte. El lOo/o de las organizaciones s sindicales recowdas pertenecen al sector de Transporte y comunicaciones, el cuai ha c o n t n i en cerca del 2010 de las huelgas en los lthos aos. Segn una enatesta reaizada por muestreo en el rea de Lima Metropolitana4, el 23010 de la fuerza laboral pertenece a sindicatos. Esta proporcin sube a 39010 si se considera slo a los obreros; baja a 200/0 para los empleados, 19010 para los mdepeadentes y 11010 para los c'subempleados". E "subempleo" es otra caractersGca de la fuerza laboral peruana, 4 estrechamente ligada a lo que podemos llamar la "sub-remuneracin". Objeto de mltiples enaiestas desde 1967, la tasa de subempleo es calculada prmcipalmente en base al nivel de ingreso, siendo Lcsub-empleado" 'trabajador que gana el menos del salaro mnimo vital oficiaL En los ltimos aos, se calcula que ms del 40010 de la fuerza laboral est en situacin de sub-empleo. Sumando a subempleados y desocupados, vemos que la mitad de los trabajadores estn impedidos de r m i el miimo para subsistir mediante su trabajo. Hay que tener en cuenta adems que el saiario mnmio legal no alcanza para adquirir ni la mitad . de la canasta familiar (ENCA, 1973). El problema crnico de la desocupacin, sub-empleo y subremuneracin adquiere proporciones mucho mayores en el actual penodo de recesin e c o n m i ~ A lo anterior, debe aiadirse el hecho de que la mayorla de los trabajadores laboran en centros de trabajo de carcter familiar o artesanal. En el llamado sector "manufacturero", los dos tercios de la fuerza laboral corresponden a establecimientos de menos de 5 trabajadores y el nmero promedio de trabajadores en los dems establecimientos es del orden de 30 a principios de los aos 70, promedio que es inferior al de la dcada anterior. Siendo el requisito de 20 trabajadores para que pueda formarse un sindicato en un centro de trabajo, dicha situacin incide fuertemente sobre las tasas globales de sindicalizacin e implica una dispersin de los trabajadores, afectando su capacidad reivindicativa a partir de las relaciones laborales. b s trabajadores ubicados en pequeos centros de trabajo de i i p famiiiar o artesanal centran sus reivindicaciones en cuestiones de subsistencia y acceso a servicios, expresndose principalmente a travs de las asogaCiones.de barriobamo La presencia de un excedente de mano de obra tiene incidencia sobre la accin sindical de los trabajadores de las grandes y medianas empresas. En estas empresas, juega un papel importante el rgimen de estabilidad laboral. De hecho, dichas empresas cubren parie de sus necesidades de mano de obra mediante trabajadores h&ables; una fonna clsica de'hacerlo es el despido antes que

fmalice el "perodo de prueba" -que de tres meses ha pasado a tres aos, con la nueva ley de "estabilidad laboral" de 1978. Adems, se utiliza contratistas y el trabajo por encargo a domicilio. La amenaza de prdida del empleo, dirigida primeramente contra los dirigentes sindicales, es sin duda el principal obstculo al fortalecimiento de la accin sindical en esas empresas. Contribuye a explicar los bajsimos niveles de salario que tienen la mayora de los trabajadores, lo cual a su vez obliga a dichos trabajadores a luchar para abaratar sus medios de subsistencia, especialmente en lo que se refiere a la vivienda. Para la masa de trabajadores, "el recurso a la reivindicacin urbana es una exigencia para su consumo, pero tambin para el capital que emplea su fuerza de trabajo y tiene que asegurar su reposicin"5. Tambin, la debilidad de la accin sindical en las empresas hace que el sindicalismo tenga que utilizar medios de presin que desborden el marco empresarial, tales como manifestaciones, marchas, ocupaciones de iglesia y otros actos que impacten sobre el poder. Interesa por ltimo tener en cuenta el marco legal que rige a la organizacin sindical, las negociaciones colectivas y las huelgas. El reconocimiento legal de los sindicatos, establecido desde 1936, recin cuenta con una reglamentacin precisa en 1961 (D.S. 009). En 1955, el nmero de sindicatosseconocidos no pasaba de 500. En 1967, alcanza a 2000 y esta cifra s duplica entre 1968 y 1976. El derecho de sindicalizacin del D.S. 009 slo comprende a los trabajadores de la actividad privada. La organizacin sindical, as como la huelga estn prohibidas para los trabajadores del Estado (Ley 11377 de 1945), quienes slo pueden formar asociaciones de carcter deportivo, . cultural y mutual y presentar sus peticiones por va administrativa. Bajo este rgimen estn comprendidos los trabajadores de la salud y de la Marina Mercante. En cambio, los maestros, tras largas luchas, conquistaron sus derechos a la sindicalizacin en 1964. El peso social de los trabajadores que dependen del Estado ha cobrado una creciente importancia con el crecimiento de la empleocracia y de las empresas pblicas en los ltimos aos. En la actualidad, el Gobierno Central emplea a casi 250,000 trabajadores sin incluir a la Fuerza Armada y Policial, y en las empresas pblicas laboran ms de 100,000 trabajadores. La prohibicin legal para dichos trabajadores no impidi su sindicalizacin de hecho y su participacin en importantes movimientos reivindicativos, como ha sido el caso de los trabajadores de correos, de la salud, e incluso de los servidores de la administracin pblica, en los momentos de crisis y recortes presupuestales. En algunas empresas pblicas, y en particular las que fueron creadas mediante la nacionalizacin de empresas donde exista un sindicato, la actividad sindical es reconocida mediante una legislacin particular.'

En cuanto a las disposiciones legales sobre negociaciones colectivas y huelgas, es necesario sealar que han sufrido constantemente modificaciones y recortes, sin alcanzar un funcionamiento regular y eficiente, basado en mecanismos legales y consensuales. Predominan ms bien los mtodos autoritarios, legalizados por una serie de disposiciones especiales6. La legislacin sobre las huelgas en el pas tiene su origen en 1913. Al mismo tiempo que reconoce el derecho de huelga, lo ordena en parmetros reglamentarios dificultando su realizacin (al imponer por ejemplo la presentacin de la nmina de los trabajadores y sus domicilios con sus consiguientes efectos intirnidatorios). El derecho a la huelga fue incluso recortado en aos posteriores a su reconocimiento y los gobiernos prefirieron hacer uso de la fuerza antes de proseguir desarrollando el camino reglamentario. Sin embargo, en 1962, la legislacin precis los mecanismos de tramitacin de las reclamaciones colectivas y las normas sobre acuerdos en Asambleas sindicales y declaracin de huelga, estableciendo un mayor control formal sobre la vida sindical. La ley seala entre otras cosas la obligacin de comunicar cualquier paralizacin a la autoridad de Trabajo con una anticipacin de por lo menos 72 horas. Esta legislacin ha sido reactualizada en 1971, en especial por el D.S. 006-71-TR. Este decreto estipulaba que las convenciones colectivas y resoluciones de la autoridad de Trabajo tuvieran una duracin mnima de dos aos, limitando as la presentacin de los pliegos de reclamos. Como consecuencia de la protesta de las organizaciones sindicales, este articulo fue suspendido, regresando al rgimen anual. La legislacin actual sobre huelgas refleja la total dispersin de la legislacin laboral peruana. En 1975 el Ministerio de Trabajo apelaba todava al Decreto de 1913 para ilegalizar las huelgas. Dicho decreto, reiteradamente rechazado por el movimiento sindical, fue suspendido por el Gobierno en 1976. Pero desde entonces rigieron una serie de dispositivos de emergencia recortando el derecho de huelga en algunos sectores (minera, pesca, industria azucarera) y a nivel nacional. Tambin, como parte de las medidas adoptadas por el gobierno frente a la crisis, se dieron una serie de dispositivos como la "asignacin excepcionai" (aumento que no forma parte de la remuneracin bsica y no cuenta para los beneficios sociales), los "topes salariales" y el recorte de los pliegos al slo punto de las remuneraciones, excluyendo las condiciones de trabajo. Estas medidas, destinadas a limitar el alcance de las negociaciones colectivas, se ven constantemente cuestionadas por la misma prctica de la lucha sindical. En conclusin, es necesario recalcar las limitaciones a las que se enfrenta el movimiento sindical: debilidad estructural de un desarrollo urbano-industrial

dependiente, sometido a crisis que afectan los niveles de empleo; dispersin de la mayora de los trabajadores en pequeos centros de trabajo; presencia de una gran masa de subempleados y desocupados que facilita el uso de la inestabilidad laboral como arma patronal contra los sindicatos; y finalmente un marco legal restrictivo, Estas limitaciones de la accin sindical tienen dos efectos principales: en primer lugar contribuyen a deprimir las remuneraciones a niveles de subsistencia extremadamente bajos, obligando a la masa de trabajadores a participar activamente en los movimientos poblacionales que apuntan a abaratar el consumo urbano, especialmente en lo que se refiere a vivienda y servicios. En segundo lugar, llevan al movimiento sindical a articularse con movimientos de masas urbanas para reforzar su capacidad de presin. Este ltimo aspecto en particular se manifiesta en los momentos ms lgidos de las crisis, como vamos a ver a continuacin.

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CRISIS Y HUELGAS DE' 1958 Y 196 7

La actual crisis y el auge de huelgas y movimientos populares urbanos tienen dos antecedentes, en torno a los aos 1958 y 1967, en los que se puede observar una correlacin .sistemtica entre crisis econmico-poltica y radicalizacin popular.

La crisis de I958 y la quiebra del sindicalismo de convivencia En 1958, a pesar del flujo de capitales extranjeros y del crecimiento econmico registrados en aos anteriores, el Gobierno de Manuel Prado empez a tener dificultades para el pago de la deuda, sufriendo duramente los efectos de la cada de los precios de los minerales. El FMI y los exportadores presionaron para que el Estado redujera sus gastos, congelara los salarios y devaluara la moneda. Nombrado Primer Ministro y Ministro de Economa, Pedro Beltrn se encarg de defender los intereses de la burguesa exportadora y del capital extranjero, haciendo recaer el peso de la crisis sobre los sectores populares. la poltica econmica del FMI y de Beltrn suscit una radicalizacin bastante generalizada de los movimientos sociales. Coincidi adems con una coyuntura latinoamericana de intensas luchas y crisis poltica, marcadas por la cada de las dictaduras de Jimnez en Venezuela y de Batista en Cuba, bajo el impulso de movimientos nacionalistas y revolucionarios. Las expectativas desarrollistas ligadas a la expansin del capital norteamericano en Amrica Latina despus de la segunda guerra mundial, empezaron a ser radicalmente cuestionadas por amplios sectores de la pequea burguesa, de la clase obrera y del campesinado.

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En el Per, la crisis de 1958 marca el auge del movimiento campesino, acelerndose la sindicalizacin de los trabajadores agrcolas de las haciendas y levantndose una vasta ola de toma de tierras. Paraieiimente la crisis de 1958 repercuti en las ciudades. Impuls la migracin urbana, los movimientos de invasin de terrenos, la extensin de las barriadas y las reivindicaciones de pobladores. Los conflictos laborales se multiplicaron, acompaados en muchos casos de violentas y amplias moviiizaciones populares en respuesta a las medidas econmicas implementadas por el Gobierno. E t s movlizaciones estuvieron sa ligadas adems a una creciente reivindicacin nacionalista, expresada en contra de las empresas extranjeras y las medidas del FMI. Esta reivindicacin se cristaliz en tomo al problema de la recuperacin de los yacimientos de petrleo retenidos por la IPC, empresa norteamericana que haba ejercido presiones para el alza del precio de la gasolina, medida particularmente sensible para las mayoras populares. A principios de 1958, el alza del precio de la gaklina desencaden un conjunto de paros y movlizaciones urbanas. Los choferes entraron en huelga en varias ciudades del pas, creando las condiciones de un virtual paro general nacional. En el Cusco, la mayora de los sindicatos decidier'onapoyar la huelga de choferes con un paro departamental, al que se sumaron organizaciones campesinas, estudiantiles y parte de la pequea burguesa de la ciudad. A raz de un choque con la polica, donde cay muerto un joven, se moviliz una gran manifestacin en la Plaza de Armas y fue capturado el Jefe de la Guarnicin. Se intent tambin formar un Comit Popular y una Miliiia. La direccin del movimiento se dividi .entre trotskistas y moscovitas. Estos ltimos que controlaban la Federacin de Trabajadores del Cusco, negociaron la liberacin del Comandante y el levantamiento de la huelga. A partir de estos acontecirnientos, b s c o tuvo la reputacin de ser la "ciudad roja". Algunos aos despu#s,en 1961, las organizaciones sindicales y populares realizaron un paro de protesta exigiendo la salida del Ministro Beltrn que se encontraba de visita en la ciudad. Paralelamente al conflicto de los choferes, se dieron numerosas huelgas de mineros, petroleros, obreros de construccin civil, bancarios, personal hoqitalano, empleados de Correos y Telfonos, servidores pblicos e incluso la polica.. La huelga ms prolongada fue la de los bancarios, que dur seis semanas. El Gobierno enfrent las huelgas con duras medidas represivas, al mismo tiempo tuvo que hacer ciertas concesiones. Al acelerarse el proceso de pauperizacin y extenderse hacia ms amplias capas sociales, incluyendo la pequea burguesa y sectores medios, se multiplicaron los terrenos de reivindicaciones. Los aos 195960 marcan el inicio de la organizacin y accin propiamente sindical del

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magisterio, tradicionalmente agremiado en asociaciones de tipo mutual. Estos mimos aos son tambin el punto de partida de una nueva y masiva radicalizacin del movimiento estudiantil, que adquiere importancia poltica a nivel nacional. A partir de 1960, a pesar de una cierta recuperacin econmica, debida a la entrada en produccin de los nuevos centros mineros, las movilizaciones populares y los conflictos siguieron aumentando, tanto en la ciudad como en el campo, dando lugar incluso a un paro general de la CTP el 13 de mayo de 1960. En Junio, la ciudad de Chimbote fue el teatro de una verdadera sublevacin popular a raz de la muerte de cinco siderrgicos en un choque entre la polica y huelguistas. La huelga de los maestros al ao siguiente, dio lugar en Lima durante casi un mes a intensas acciones demostrativas de masas, mtines frente al Congreso, marchas, huelgas de hambre, etc. Todos estos movimientos fueron enfrentados con crecientes represiones contra los gremios as como confra las organizaciones polticas. La crisis de 1958 marca el inicio de un proceso de radicalizacin del movimiento sindical y su progresivo alejamiento de la conduccin aprista, basada en la convivencia con el Gobierno, la negociacin poltica7 y la bsqueda de la conciliacin con los empresarios, lnea que contaba con el apoyo activo de las grandes 'corporaciones y del Gobierno norteamericano. Sectores laborales importantes como bancarios, trabajadores de construccin civil, metalrgicos, etc., empezaron a impulsar un movimiento de reorganizacin sindical en el que predominaron tendencias "clasistas", abocados a la defensa de la autonoma poltica de los trabajadores frente a las clases propietarias. Junto con la movilizacin campesina y la creciente presin de los sectores reformistas y nacionalistas, la radicalizaci6n del movimieiito sindical desempe un papel importante en la crisis poltica del poder oligrquico. La Junta Militar de 1962 y el Gobierno de Belande a partir de 1963 marcan importantes pasos en el ahondamiento de esta crisis y la bsqueda de una salida mediante un proyecto reformista.

La crisis de 196 7y el impulso al sindicalismo clasista En' 1967, el nuevo estrangulamiento de la economa, debido al incremento u de las importiciones, de los gastos pblicos y sobre todo a E crecientes remesas de utilidades e intereses al capital extranjero, llevaron de nuevo a la devaluacin de la moneda y a la restriccin de los gastos pblicos. El costo de vida subi en ms de 500/0, Muchas fbricas cerraron o redujeron sus operaciones. Los conflictos laborales se multiplicaron. Numerosas organizaciones sindicales impulsaron paros y movilizaciones, pidiendo un aumento general de2.

SI~-.-QS El Gobierno concedio un 10o/o, propuesta que fue rechazada masr\arnente Se anuncio una huelga general a nivel nacional. La posibilidad de dicha huelga, en el contexto de crisis politica profunda del regimen civil, hizo tever al Presidente Belaunde, al Apra y a la derecha en general, la posibilidad de un g o l r militar Por ello, el Gobierno logr un acuerdo para' impedir dicha nedida, obteniendo del Apra seguridades acerca de la no movilizacin de la (JTP Efectivamente la central sindical controlada por el Apra acept el pequeo aumento decretado por el Gobierno e importantes federaciones afiliadas renunciaron a la huelga Sin embargo, muchas bases rechazaron este acuerdo, moviliz&dose activamente con paros y manifestaciones publicas y acusando a sus dirigentes de haber traicionando al movimiento sindicalLos sectores de izquierda que hablan intentado varias veces desplazar a la direccion apnsta de la CTP, decidieron actuar al margen de ella y encabezaron la presion de las bases radicalizadas por la crisis, atrayendo a los nucleos mas estrategicos del movimiento sindical Estos constituyeron en 1968 la Confedera cion General de Trabajadores del Peru (CGTP), retomando simbolicamente el nombre de la central que formo en 1929 Jose Carlos Mariategui, impulsador del "sindicalismo clasista" y del Pariido Socialista (llamado luego Comunista) en el pais En torno a la CGTF se reorganizaron las Federaciones Metalurgica, Minera y Bancaria, as1 como numerosas bases salidas de la CTP Slo los textiles y azucareros quedaran como bases importantes de esta ultima central. Los efectos de la crisis de 1967 se piolongan hasta los primeros aos del Gobierno Militar que se Uima en 1968 Adenias de las reivindicaciones salariales, se destacaron los conflictos ocasionados por los despidos de trabajadores y cierres de fabricas, debido a la "racionalizacion capitalista". impuesta en importantes sectores de la produccin Este problema toc principalmente a las medianas empresas textiles y de confeccin, dando lugar en algunos casos a prolongadas luchas, acompaadas de ocupzriones de iglesias El proceso de racionalizacion afecto ademas el sector de ensambladorzs de automotores, cuyas trece plantas fueron reducidas a cinco La crisis agudiz la pauperuacion del magisterio as como la de los medios estudiantiles, en los que se desarroii un acelerado proceso de radicalizaclon politica, fuertemente influido por posiciones maostas Ambos sectores desempe- . . aron un' papel importante en la movilizacicin popular, especialmente en las ciudades de provincia, En sntesis, se puede decir que,'despus de la crisis de 1958, la de 1967 marca un hito importante en la frustracin de los proyectos conciliadores y desarroiistas del Apra, de los nuevos partidos reformistas (Accin Popular y Democracia Cristiana) y de sus precarias alianzas con el bloque tradicional en el

poder, frustrndose asimismo sus intentos de mediatizar e institi:cio~ializarlos conflictos hborales y de absorber las demandas populares A raiz de dichas frustraciones, los movimientos laborales y populares se desplicpiii con mayor autonoma respecto a la poltica de las clases dominantes y dc los sectores medios, impulsando una nueva ideologia "clasista", ligada al Partido Comunista-Unidad y a los nuevos partidos de izquierda revolucionaria, IS que, tras el fracaso de las guerrillas de 1965, concentran su accion en el movimiento sindical y los movimientos de masas, especialmente en las ciudades1 1 LA ACTUAL CRISIS Y LAS FASES DEL PROCESO HUELGUISTICO 1,

La actual cnsis difiere de las anteriores en cuanto a su mayor profundidad y duracon y a la arnpfitud de las respuestas que suscita Para analizarla es necesario distinguir las etapas de su desarrollo Considerarnos cuatro etapas, una prime~a,en realidad previa a la crisis propiamente drcha, comprende la culmmacion y el inicio de la desintegracin de la poltica reformista y "participacionista" del regimen militar de la prlmera fase (1968 75) y los movimientos populares urbanos a los cuales se enfrenta Una segunda erapa corresponde al auge huelguistlco de los aos t975 76 que moviliza sobre todo al movimiento sindicaI. La tercera etapa es la de las movilizaciones urbano popu lares masivas y de los grandes paros nacionales, en respuesta a los paquetes de medidas econmicas (1977 78) Por ultimo, se entra en la actual etapa recesiva, marcada por los despidos masivos, la extension y prolongacion de las luchas sindicales, la muitiplicacion de las acciones de masas ljgadas a ellas, en un contexto de creciente orgamzacion politica y polarizacin de las clases socales

Elfiacaso del prqvecto participaczonuta Las caracteristicas del actual auge de los movimientos urbanos populares no se pueden entender sin ha&r referencia a las incidenc~asde la polit~cade "movilzacion social" del regmen militar de la primera fase Esta poltica esta marcada por un intento por parte del Gobierno de captar el apoyo de los trabajadores sindicalizados y de ias masas oiganizadas en los asentarnientos urbano populares, al calor del proceso de reformas La Junta Militar birsca impulsar un desaimllo economico y una organiza clon social que respondan a los objetivos de "seguridad naciond', tratando de superar los fracasos del reformismo civil al respecto Apunta en particular a asegurar un Estado fuerte y controlar *los movimientos scciales Pretende movilizar a los sectores populares con los siguientes objetivos 1 Obtener una base social de apoyo; 2 Conciliar intereses de clase; 3 Encuadrar a los sectores1

populares en instituciones controladas por el Estado. Estos objetivos se condensan en la ideologa de participacin. Frente al movimiento sindical, la accin del gobierno se va a dirigir en primer l g r a reforma las relaciones laborales en las mismas empresas, creando ua en 1970 un audaz mecanismo de conciliacin de clases a travs de la comunidad labor4 que ser complementado por la ley de e s t a b i w laboral (DL 18471 , 1970). E t s medidas, que vienen poco despus' de la cooperativizacin de los sa complejos agroindustriales, pretenden "traer el fervor popular del campo a la ciudad", hermanar capital y trabajo en beneficio de la produccin y estabilizar un sector de trabajadores partidarios del participacionismo y capaces de contrapesar el movimiento clasista. En base a estas medidas y otras concesiones salariales, hechas posible por la reactivacin econmica que se da en 1970, es que el gobiemo trata de ganarse al sindicalismo. Sin embargo, este proyecto se enfrenta al avance del sindicalismo clasista y de la CGTP, por lo cual el rgimen se ve obligado a organizar su propia central mediante mecanismos claramente burocrticos y verticales. As nace la Confederacwn de Trabqadores de la Revohrcwn Pmuana (CTRP) acompailada de un Movimiento Laboral Revolucionario (MLR), de corte fascista, enquistado en el gremio de pescadores. El mismo afio el Gobierno reconoci 410 sindicatos, cifra record desde que se registran los sindicatos en el pas. Si bien en un primer momento la CTRP reuni a un conjunto de pequeas y medianas bases, en especial de servicios y comercio, stas no tardaron en desbordak a su dirigencia nacional. La implementacin del sindic$ismo participacionista dio origen a nuevos oportunismos y sembr divisiones en el movimiento sindical. Pero sus Objetivos de conciliacin de clases no se cumplieron. Gener ms bien en la mayora de las bases sindicales un amplio movimiento de defensa de la autonoma de clase, que represent un elemento unificador y politizador de la accin sindical. La Comunidad Laboral tampoco cumpli con sus objetivos conciliadores. Sistemticamente evadida y combatida por los empresarios industriales, fue utilizada por los trabajadores como medio de lucha al lado de los sindicatos. El Gobierno se apresur en dividir y liquidar la Confederacin Nxiona! de ComullWes Industriales impulsada por algunas bases obreras en esa perspectiva. I La firme resistencia de los trabajadores organizados en sindicatos a la poltica participacionista tiene dos explicaciones centrales: en primer lugar, las posiblidades por parte del Gobierno de obtener de los empresarios una poltica redstributiva favorable a los trabajadores son muy exiguas; la clase empresarial y el mismo Estado estn abocados ms bien a un proceso de racionalizacin y concentracin capitalista y desde este punto de vista no tienen ningn inters en

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aliarse con la clase obrera. Ello se manifiesta en particular en la cenada oposicin de la mayora de les empresarios a la reforma de la empresa y a la estabilidad laboral, que rompe su "lgica capitalista". En segundo lugar, hay que tener en cuenta que all donde la organizacin sindical tiene una cierta trayectoria de lucha, los trabajadores han alcanzado un mayor nivel de conciencia poltica de clase que los hace mucho menos vulnerables a la ideologa participacionista. Ello explica que el proyecto coqorativista del rgimen haya tenido mayor xito en las pequefas empresas hasta entonces cuentes de organizacin sindical, al igual que en amplios sectores campesinos cuya organizacin se encontraba en reflujo desde fmes de los aos 60. Otro campo importante de accin del rgimen respecto a las masas populares urbanas fue la organizacin de las barriadas, rebautizadas "Pueblos Jvenes". Hay que recalcar que en este campo no lleg a concretarse ninguna reforma urbana. El Gobierno intent m s bien paralizar las invasiones de terrenos, impulsar las remodelaciones y canalizar las movilizaciones hacia reivindicaciones de equipamiento. Tras la explosiva invasin del c'Pamplonazo" en 1971, emprendi un vasto plan de reubicacin de los invasores potenciales de la capital hacia la ciudad-barriada satelite de Vla El Salvador, alejada del centro il ae Lima. Paralelamente a este tipo de poltica urbana, el Gobierno impuls a travs del Sistema Nacional de Movilizacin Social una nueva Organizacin Vecinal de Pobladores, estrechamente ligada a .una politi. de integracin vertical y subordinacin a las dependencias del Estado, Dicha Organizacin Vecinal desplaz a las tradicionales Asociaciones de Pobladores, formas de organizacitn ms autnomas que controlaban entonces lderes apristas y odriistas principalmente, La organizacin vecinal se centr en objetivos materiales limitados, tales como la impieza, el empadronamiento y la lotizacin, para desembocar despus en frmulas de autoconstmccin de escuelas,mercados, etc, y de creacin de centros de trabajo. Los principales problemas de infraestructura urbana no pudieron ser resueltos mediante esta va, siendo mgs bien canalizados hacia la realizacin de contratos con el sector capitalista privado,, La' capacidad del Estado para responder a las demandas poblacionales se demostr de hecho sumamente limitada. En estas condiciones, la organizacin vecinal quedo como una instancia formal de control poltico y sus dirigentes se vieron fcilmente desbordados por las bases. Pero tambin el sistema de organizacin vecinal tuvo el efecto de impulsar la centralizacibn de las demandas urbanas en su relacin con el Estado. Y en la medida que el Estado no lleg a responder a estas demandas, dio pie a un proceso de autonomizacin de los movimientos poblacionales frente a1 rgimen.

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Este proceso de autonornizacin de los movimientos poblacionales, inicialmente limitado en manifestaciones dispersas, adquirir mayor importancia con la crisis al final de la primera fase. Las principales manifestaciones de esta naturaleza son las siguientes: las experiencias de invasin y organizacin autnoma de Pueblos Jvenes, con reivindicaciones relacionadas al mantenimiento de la relacin aesidencia-empleo; la participacin en luchas populares ms amplias, en torno a problemas como el transporte y la educacin; la solidaridad con determinadas luchas sindicales; la participacin en "frentes de defensa" y en frentes polticos, como se ha dado en Arequipa, en Chimbote, etc.; y finaimente los intentos de centralizacin en Federacin de Pueblos Jovenes. Aparte del problema "urbano-poblacionai", debe mencionarse tambin el de la salud y de la educacin. En estos campos se observa en forma an ms patente, el desajuste creciente entre las demandas populares y la capacidad de atencin de estos servicios: A este desajuste, que en si tiene importantsimas consecuencias sobre las masas populares urbanas y su actitud frente al rgimen, se aiiade el problema de las condiciones de trabajo y remuneracin de los trabajadores de la salud y de la educacion en las instituciones que dirigen sus servicios a los sectores populares. Los maestros en particular, cuyos haberes se encontraban prcticamente congelados desde 1965, llegaron a una situacin de pauperizacin insostenible. Su descontento, que rpidamente se difunde en las masas populares a travs de los escolares'y padres de familia, fue uno de los detonantes principales de los movimientos populares urbanos y de las protestas anti-gubernamentales durante todo el Gobierno Militar, especialmente en las ciudades del interior del pas. La confluencia de las reivindicaciones magisteriales con otras luchas sindicales y populares dio lugar a una ola de paros provinciales, en los que se expres ntidamente un movimiento comn de defensa de la autonoma de clase, contra la intromisin de las instituciones oficialistas, tales como el SINAMOS, el MLR, etc. Una de las expresiones ms destacadas de este fenmeno se dio en Chimbote, ciudad eminentemente proletaria, donde la intervencin del Estado se daba con particular fuerza. Se form en esta ciudad un Frente Unico de Trabajadores de la Provincia, contra la desocupacin, el alza del costo de vida y la intromisin del Gobierno en los sindicatos. Este ltimo punto se diriga en particular contra el MLR, que tena s bastin en el sindicato de pescadores, Con u armas y apoyo policial, dicho MLR logr desahacerse de los que exigan elecciones en el sindicato, Ello dio lugar a una serie de choques y una amplia movilizacin popular, El sindicato de la empresa estatal SIDERPERU y la Federacin ~ e ~ a r t a m e n expresaron su protesta con un Paro general, En una th

de las manifestaciones, muri abaieado un importante dirigente sindical. Los sidenlrgicos prosiguieron la huelga, que fue objeto de una dura represin, Las autoridades declararon la empresa en reorganizacin, despidiendo medio centenar de sindicalistas, bajo la acusacin de un supuesto sabotaje a la planta, Adems de Chimbote, se desarrollaron en 1973 importantes manifestaciones sindicales en las ciudades del sur. En Moquegua, un Frente Unico de Defensa, integrado por organizaciones de Pueblos Jvenes, sindicatos, organizaciones femeninas y de maestros, present una serie de reivindicaciones locales, especialmente la estabilidad laboral de trabajadores de construccin y la repatriacin de uno de sus dirigentes. Se produjeron incidentes con la polica y detenciones. El Frente decret un paro general que se extendi masivamente a las ciudades de Arequipa y Puno, Simultneamente a los acontecimientos de Chimbote y de las ciudades del sur, se registraron importantes movilizaciones populares en Piura, Tumbes, Pucallpa y otras medianas ciudades de Provincia, con activa participacin de los maestros. La nueva Ley de Jubilacin, emitida entonces, origin tambin la protesta de las organizaciones de empleados afectados por ella..Aprovechando de esta coyuntura, la CTP intent realizar un paro general, que fracas, El APRA no lleg a orientar la ola reivindicativa. En el contexto de estas luchas, el campo de accin de la izquierda y del movimiento clasista se fue ampliando notablemente, llegando a desbordar la poltica de apoyo crtico al Gobierno militar implementada por el Partido Comunista-Unidad. En el movimiento sindical, esta tendencia dio lugar a una creciente coordinacin de las fuerzas clasistas opuestas a la direccin de la CGTP pro-Partido Comunista-Unidad. La tenaz resistencia de los trabajadores al intento corporativista del Gobierno y a la ideologa reformista que propugnaba, y al avance de las posiciones de izquierda clasista, contribuyeron a agudizar las contradicciones al interior del rgimen, donde pugnaban diferentes alternativas para controlar el movimiento popular. Esta problemtica se precis con el inicio de la crisis econmica en 1975.

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La crisis y el auge huelgu lstico La breve expansin registrada entre 1969 y 1972 se realiz en base al mayor uso de la capacidad instalada en las empresas, sin que cambie sustancialmente la estructura de la produccin, Los capitalistas privados recibieron una serie de incentivos, pero por oponerse a las medidas del Gobierno qe recortaban sus prerrogativas empresariales, se resistieron a invertir, En el campo, el estancamiento de la produccin alimenticia aumento el peso de las

2.

imporCagrmes y cfe los s~bgdos esta~tales. Por otro lado, las grandes mversiones de ca@aks estaDlbis y especmtmente en elrp-tar y-ptrIer0,

no pmkm efectos a mplazo y conjuntamente con el fuerte aumento delgasto pbfico, ~ c a z el~ i r i i o o aumento & la deuda. A elo se aadi la i en g n s t &da de la pesca anchoveteaa y los magros resultados de la explotacin del peirleo en la s e h Pmkhmente, con la crisis mtemacional, aumentaron los ~

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precios de los bkms miportados y 9 e m n la mayora de los de exportacin. Las posiiilidades del Estado de reactiva la emnomia se estrecharon. Al seguir el aumento de h gcricrid del 19 de julio involu~zr; 272 145 aabajadores (72O10 del total dc Trabajadores coinpromctidos en huelgns en l . 1 9 f i ) , representando 2 77,160 horas-hombres &didas (51 ' 1

CUADRO 2 ASOCIACIONES SINDICALES Y HUELGAS POR SECTORES SECTORES DE ASOCIACIONES SINDICALES REGISTRADAS 1968 1972 1968010

010

DE HORAS-HOMBRE PERDIDAS POR HUELGAS

1969

1970

1971

1972

1973

1974

Agricultura y Pesca Minera Industria Manufacturera Construccin CV K Transporte y Comunicaciones Comercio Servicios Diversos

TOTAL

1O0

1O0

100

100

100

100

100

100

100

100

100

Fuente: Ministerio de Trabajo * Incluido en diversos

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CUADRO 3 HUELGAS POR CENTRALES (1973-75) CENTRA LES HORASIHOMBRES PERDIDAS POR CENTRALES (010)

CGTP CTP CTR P CNT No afiliados

Fuente: Ministerio de Trabajo

CUADRO 4 : HUELGAS POR CAUSAS (Porcentajes de horas-hombre perdidas) CAUSAS Asuntos Sindicales Negativa a pactar convenios Remuneraciones Turnos y horarios de trabajo Despedida de trabajadores Politica aplicada por los empleadores en cuestiones de personal lncumplirniento de pactos Solidaridad TOTAL Elaborado en base a datos del Ministerio de Trabajo. CAUSAS Remuneraciones Condiciones de Trabajo Reduccin de Personal lncumplimiento de Pactos y conv. Solidaridad Otras causas TOTAL

CUADRO 5 EVOLUCION DE LOS SUELDOS Y SALARIOS PROMEDIOS NOMINALES Y REALES ENTRE 1968 Y 1975 PARA LIMA METROPOLITANA (Indice de Remuneracin Real) Sueldo 1968 1969 1970 1971 1972 1973 1974 1975 Enero Junio 1976 Enero Junio Diciembre 1977 Enero Junio Diciembre 1978 Enero Junio* Diciembre* 67.13 63.93 42.26de 1976 yActua!ida I Econon~ica,

Salario

Mnimo 100.00 94.13 89.67 110.80 125.27 1 14.40 122.33 11 1.20 118.67 101.73 122.40 9533 9233 80.26 86.60

Fuentes:

Informativo Poltico DESCO No..Sl,DiciembreNo. 3, Abril de 1978.

* Estirna&o.

CURVA DEL SALARIO PROMEDIO REAL (LIMA METROPOLITANA)

1 ndlce de Remuneracibn Real

aos

CUADRO 6 POBLACION DE LAS 10 PRINCIPALES CIUDADES PERUANAS

1961 - 1972 (en miles)Porcentaje de IL poblacin en Pueblos Jvenes ('1970) Lima Callao Arequipa Trujillo Chiclayo Chim bote Piura Cuzco lquitos

Total

Fuente:

Censos nacionales y ONEC, "Los Pueblos ~venesen el ~ e r " , olet ti;^ de Anlisis Demogrfico No. 13, cuadro 3, p 9. .

NOTAS

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1 2

34

56 7

E l presente trabajo h a sido prerentado en su primera versin al seminario sobre "Las huelgas en el Tercer Mundo" organizado en La Haya por el I k t i t u t e of Social Studies, del 1 2 al 1 6 de setiembre de 1977, F u e actualizado para el seminario sobre "Crisis y movimiento obrero" organizado por el Centro de Estudios Sociales Surperuanos en Arequipa, del 1 8 al 2 1 de setiembre de 1978, HYMAN, Richard, Strockes,London, Fontana/Collins, 1972, p; 17, Lo* nconteciiientos midicales y los triovimieiitns poblacionales son tratados en este a d c u l o en forma inuv resumida, por l o cual remitimos a los.que estn interesadas en su tratamiento rn8s "detallado a nuestro libro Historio del movimiento obrero peruano(lS90-1977), L i m a , T a r e a ; 1977; as dorno n. los cstiidiob d e Etienne HENRY, "Los asentainieiitos urbano populares un esqueiiia interyretativo" en Debates en Sociologa, Lima, Departamento de Ciencias Sacialcs, No, 1 , febrero d e 1 9 7 6 , Univers~dad Catolica, y La Escena Urbana; Lima, Universidad Catdica, 1978, HENRY, Etienne, "Los asentaniientos urbano populares: u n esquema interpretati vo", p, 127, LININGER, Informacin sobre sindicatos del rea de Lima.Callao. Oima,Ministerio de Trabajo y Comunidades, CSSM SERH; 1969 HENRY, Etienne, Op Cit , p 131, l DELGADO, Angel, E derecho de huelga y la expetiencui polzticaperuana de 1968 a 1975. Universidad Catlica, Tesis de Br. en Derecho, 1977, . PAYNE, James, Labor and politics in Peru The system o political baiprning, Yale University Press, 1965.

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EL MOVIMIENTO OBRERO Y LA COMUNIDAC INDUSTRIAL : BALANCE DE UNA EXPERIENCIA Francisco Durand A. N.

El desmontaje de la reforma de la empresa industrial, la primera y ms importante expresin de la Comunidad kboral, se ha producido luego de siete aos de experiencia. Lugar comn ocupa la opinin de que los industriales u lograron imponer su nocin de reforma, s concepcin de los mecanismos conciliatorios, por encima de la original nocin velasquista. Esta afirmacin, a nuestro juicio, reduce el problema a una dimensin donde lo fundamental es el anlisis de las relaciones entre los industriaies y el gobierno militar. Eiia podr ser, a fui de cuentas, la instancia donde las nuevas leyes producidas encuentran el lugar de su origen, pero el problema de la reforma no podr ser entendido a cabalidad si no se analiza el papel que el movimiento obrero ha jugado en este proceso. Determmante, podra ser la expresin.ms adecuada, y no slo porque el obrero fue un actor obligado del drama que hoy representan las reformas de Velasco, sino -10 que es ms importante- porque su presencia en la Comundad Industrial (CI) tuvo una gravitacin aeciente a medida que su experiencia en este nuevo terreno se fue incrementando y sedimentando. Y esta gravitacin fue cualtativbnente importante como movimiento obrero, al superar la ptica . conciliatoria empresarial y b l q e a r ia estrategia gubernamental de captacin ide-ltica y refomlacin organizativa sin abandonar el sindicato. Es este el baiance que se pretade hacer. Explicar bajo qu condiciones y con qu caractersticas se da el proceso y cmo elo gravita en el nuevo ordenamiento legal de la C L Para entenderlo ser necesario ubicar, aunque sea de modo breve, las etapas por las que pasa la reforma de la empresa en el Per.l.

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MARCO GENERAL

Antes de entrar de nena al tema conviene dar algunos elementos.bsicos para ehtender el marco donde se desenvuelve la accin obrera en la C L En primer lugar, anotar que la reforma de la empresa no fue un tema importante del debate poltico en la historia del pas hasta 1970. Quienes tmidamente

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impulsaron proyectos de este tipo fueron fuerzas politico-sociales de la pequea :t t . L burguesia reformista socialaistiana en :a dcada del 60 (fundamer. Democracia Crisbana y, a nivel de planteamientos, el Partido Popular Cristiano), para remitirnos a los antecedentes mis inmediatos1 Para el mokirmento sindical el problema de la reforma empresarial no represento un tema de debate y una preocupacin, menos aun una bandera de lucha Para la burguesia industrial modernizante, surgida al calor de la industrializacion dependiente de los aos 60, un tema entre muchon, en el cual la preocupacin era buscar formulas de integrac.ion de clases en un momento en que el movimiento sindical comenzaba a activarse y desprenderse del predominio apnsta, y ensayar un esquema de capitalismo popular, de "accionanado difundido" En 1970, inconsultamente y de modo soipresivo, la reforma de la empresa aparece en la escena politica instrumenbda a traves de una nueva organizacion la C J Concebida al interior de un gobierno aparentemente homogneo por la conduccin institucional, pero complejo en cuanto a las formas y niveles de estructuracin de las relaciones politicas de clase, la C 1. expresaba no slo el estilo poltico del Gobierno sino tambin las contradicciones que se daban a su interior. Aparentemente concebida como una formula de conciliacion de clases a nivel de empresa, la C 1 mostraba la intencin del Gobierno de impulsar un proyecto de acumulacion de capital que contara con un instrumento que ira estructurando no slo relaciones armonicas a nivel de empresa, sino tambin la intencin poltica de instmmentar la colaboracin de clases del conjunto de "trabajadores" con el Gobierno a travs de una nueva organizacion2. La C 1. a la vez actuaba a nivel de empresa como irrumpa en el escenario organizacional del movimiento obrero, intentando impulsar la C,I. separada del sindicato, pero con miras a ir superndolo, Optimismo ilusorio a los dos niveles. La C.I. tena una contradictoriedad inherente, reflejo de la lucha poltica al interior del Gobierno. A la vez propona mecanismos conciliadores y afectaba los intereses capitalistas al introducir un cue$o extrao que progresivamente ira adquiriendo la propiedad del capital, accediendo a la masa de ganancia y "participando" a nivel de la gestion. Haba consenso en reformar el orden social empresarial, el problema estaba en torno a cmo y para qu hacer la reforma Para unos la C.I. era ms una forma de lograr la colaboracin de clases a nivel de empresa, para otros convertir a la clase obrera en clase-apoyo, a traves de su relacin con un Estado legitimado como "revolucionario" por la profundidad de sus reformas, era el aspecto central Cabe anotar que a diferencia de otras reformas (nacionalizacin del petroleo, reforma agraria) la reforma de la empresa va C.I. tenia la marca de un ensayo sobre el cual los creadores no tenan mayores referencias: por no haber

sido un tema central del debate politico anteriormente y por aparecer inconsultamente. La reforma de la empresa fue un aspecto decisivo de la coyuntura poltica en 1970 en tanto cambia el nivel de relaciones de la clase dominante con el Gobierno Militar. Los industriales ms cercanos al Gobierno trataron de presentar una imagen menos disconforme, pero el empresario medio y pequeo principalmente, presion de tal manera que a nivel de la Sociedad de Industrias se impuso una lnea que tomaba la reforma como una "agresin al sector ~rivado"3, quedando a nivel del Instituto Peruano de Administracin de Empresas (IPAE) y posteriormente en la Asociacin de Exportadores (ADEX), un sector empresarial menos beligerante aunque sin dejar de considerar posibles cambios en el esquema propuesto, pero con una notoria diferencia tctica en cuanto a relaciones con el Gobierno: Duharte y Drassinower representaban a los empresarios "tradicionales" y a los "progresistas" A nivel del movimiento obrero, en activacin constante a partir del renacimiento cegetepista, la reforma sorprendi al proletariado industrial generando una mezcla de ilusiones y temores que se fue despejando progresivamente, a medida que pasaban a la accin y que la experiencia frente a la reforma les fue sealando caminos y encontrando fisuras importantes por donde aprovechar la nueva situacin. En la izquierda la respuesta fue diferenciada. Mientras el Partido Comunista Peruano (PCP) y la dirigencia de la Central General de Trabajadores del Per (CGTP) mostraban su entusiasmo calculado subindose al carro de la reforma al considerarla "una conquista del proletariado peruano" y un "paso al socialismo" e instando a los sindicatos a apoyar la formacin de las nuevas organizaciones, las fuerzas polticas situadas a su izquierda reaccionaron violenta y desconcertadamente en contra, Ocupados en sus debates sobre el "carcter de clase" del Gobierno Militar la visualizaron negativamente apresurndose unos a plantear una tctica abstencionista mientras otros tardaroi en proponer pasos tcticos centrndose en un anhisis de los objetivos formales de la nueva ley4,2.

PER IODIZA CION DE LA PROBLEMA TICA COMUNERA

Como parte de este marco global donde ubicamos el anlisis sobre los obreros y la reforma de la empresa, pasamos a precisar tres etapas por las que atraviesa la problemtica comunera: lo. La primera etapa desde el origen de la C.I., en julio de 1970, hasta fmes de 1972 Perodo caracterizado por una acelerada instalacin de las nuevas organizaciones, cuyos primeros aos mostraron un retraimiento del

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zmi-LrLientr o b r o teojendo la U,como tendencia general, un mayor predomirio de elementos no ligados d movimiento sindical; y el hicio de una dinmica confzictual, de funcionamento bsicamente irregular en las C.C i.1 originada por la actitud empresarial de desacelerar la marcha de la . CJ. mediante la reduccin de la renta neta5. Ello es correlativo con la s, linea dura asumida por la Sociedad de Industrias. Se origina a una dinmica renridicacionista que. va adquiriendo fuerza progresivamente. Mientras tanto, el Gobierno, atravesado por las pugnas mtenias, mantiene los vacos legales al no dar el reglamento de la Ley de CJ. -reiteradamente anunciado- y mantener las contradicciones con la Ley de Sociedades Mercantles, ley 16123. La pugna se m n f e t a nivel de los aparatoeaiisa Ministerio de Industria (M. 1.) y SINAMOS en tomo a las actividades de "capacitacin comunera". La 'segunda etapa donde la estrategia "participacionista" va a ser montada a partir de las CC.I.I., constmyndose un aparato enorme en forma rpida: las federaciones de rama y regin6, intentndose captar un movimiento comunero impulsado en un marco de progresivo conflicto. Surge la Confederacin Nacional de Comunidades Industriales (CONACI) en el congreso de febrero de 1973, apoyado por el rea laboral de SINAMOS y distanciado del M L a quien explcitamente se condena en dicho evento, y en donde el PCP realiz una importante tarea poltica. Mientras tanto, a nivel obrero el movimiento por copar las C.CI.L e instrumentarlas "a favor de los trabajadores" va adquiriendo fuerza. As,. el proceso socio-poltico iniciado en 1970 va a tener dos dinmicas distintas pero rela$onadas. La que se da en las bases en cuyo accionar se visualizan las dis.tas fuerzas poltico-sindicales, y la que se da en las federaciones y CONACI donde actan preferentemente aqueiios que apoyan la CI. pero que buscan ''pmfundau la reforma": el PiCP y los sectores Snamistas conduados por .RodrguezFigirerqa. b s problemas de CDNACI empiezan -apenas nacda, de~oyendoel Gobierno sus propuestas & reoowcimi&to le& Rqmivmente, a medida que cambia la correlacin de fberzas a 1 del Gobierno, se va perfilando una actitud de buscar una frmula que vare el marco legal a la vez que llene los vacos legales y norme las nuevas situaciones a que dio origen la ley de C.I. 1974 es el ao clave en este proceso. Junto al anteproyecto de ley aparece con claridad un mtento de lograr un mayor control de las C.C.I.I. como explcitamente lo menciona la ley orgnica del Sector Industria y Turismo como, de desplazar polticamente al PCP de las federaciones y CONACI, "decretndose" la divisin cuando en mayo de

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30.

1974 aparece la Comisin Reorganizadora (CR-CONACI). La lucha poltica en CONACI se agudiza y el sector que soporta la ofensiva divisionista realiza una campaa de condena a "la manipulacin", sin atacar directamente al Gobierno, vindose empujado a hacer un trabajo de bases que logra frenar la quiebra de CONACI y consolidarse en importantes federaciones comuneras. De ali que la CR-CONACI tuviera que cambiar de ropaje convirtindose en Comisin Unificadora (CUCONACI). Despus de mutuas concesiones aparece el Comit Directivo Nacional (CDN) logrndose una aparente unificacin. La precaria unidad se rompe cuando pocos das antes del nombramiento de los delegados de CONACI al diario La Prensa, el M.I. deja de reconocer legalmente a importantes federaciones del sector autonomista en julio de 1975. La presin de la Sociedad de Industrias se hace ms fuerte, rechazando los intentos de cambiar el marco legal con el anteproyecto de 1974, mientras el movimiento comunero va desbordando con mayor claridad los marcos legales y dndole una orientacin "clasista" a la C.I., ligndola al sindicato y llegando incluso a formar, en los sectores donde mayor fuerza tiene este proceso, un frente organizacional sindical-comunero. Una tercera etapa se abre con el golpe de Morales Bermdez en agosto de 1975, claramente signada por un cambio en su poltica frente a las C.C.I.I. como frente a la burguesa industrial en su conjunto. Progresivamente va a ir variando el marco legal de la C.I. intentando una doble poltica. De un lado busca contentar a los obreros con un mayor reparto ganancial en momentos que se impide el alza de salarios y los precios de consumo popular ascienden rpidamente. De otro lado, recortando progresivamente el alcance de la reforma y la profundidad de los niveles participatorios. En noviembre de 1975 sale el D. L 21 3 10, normando un reparto igualitario del lOo/o de las utilidades entre los distintos estratos sociales de la empresa. En febrero de 1976, la Ley de Pequea Empresa (D. L 21345), vlida para las nuevas unidades productivas creadas a partir de esa fecha, elimina la C. l., disponiendo el reparto del 25010 de las utilidades, Dos meses despus, sale el D. L 21510 sobre Empresas Multinaciondes Andinas eliminando el acceso directo a la propiedad y limitando la participacin en la gestin. Se van as perfiiando las dos caras de la poltica gubernamental, proceso que culmma con el cambio de la ley de C. 1. en febrero de 1977. A niwl de las federaciones se intenta legitimar la nueva administracin cambiando de mtodos: se reconoce a las federaciones proscritas por la administracin de Jimnez de Lucio, se reactiva al CDN y se vuelve a

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hablar de la realizaiin del 11 Congreso Sin embargo, la variacin en la correlacion de fuerzas a nivel de Gobiemo, su debilitamren;~ con el proceso divisionista, su funcionamiento bsicamente burocrtico, hace que COSACI deje de tener tanta importancia en la lucha poltica. En febrero de 1977, en un marco de crisis econmica y acercamiento del Gobiemo con la burguesa industrial estructurado en La Conferencia Anual de Ejecutivos de 1976 (CADE 76), pieza fundamental de los programas de "recuperacin econmica", se produce el cambio legal de la C.I. (D.L. 21789). Se intenta resolver los dos lados de la contradiccin comunera Un acercamiento con el conjunto de la burguesa, cediendo frente a sus demanda: el acceso al capital es indirecto -por tanto, estrilpor medio de "acciones laborales" a ttulo individual y limitado ai 33.33 010; una reduccin de los niveles participatorios gestionarios; y dos posibles puertas de escape a la C 1, en un plazo de tres aos para las "pequefias" industrias y las empresas de actividades complementarias. De otro lado, se dan normas que permiten limitar considerablemente el vnculo sindical comunero, a la vez que se introducen obligatoriamente empleados en los rganos comuneros y a nivel de directorio.3.

EL M0 VLMIENTO OBRERO Y LA COM UNDAD INDUSTRIAL: 1970-19 77

3.1. Dada las caractersticas que tena la nueva organizacin, la vinculacin sindicalcomunera era objetivamente posible en tanto podian imponer representantes obreros en las asambleas comuneras, en el supuesto de que actuaran en bloque en los procesos eleccionarios: los obreros representan una mayora relativa del conjunto de "trabajadores". Al elegirse dentro del Consejo de la C. 1. a los directores comuneros y estando stos sujetos al "mandato imperativo" del mismo, los representantes deban seguir la lnea fijada. De otro lado, dado que la Asamblea General tena la facultad de remover total o parcialmente al Consejo, era posible corregir posibles errores en el proceso eleccionario o cambiar representantes que siguieran una lnea de accin diferente y opuesta a los planteamientos obrero-sindicales. Existan, por otra parte, una serie de factores que hacan interesante para el sindicato la ligazn con la C.I. La interrelacin sindical-comunera era incentivada por una complementariedad objetiva de los medios y recursos de ambos organismos. En el caso de la C.I., al tener acceso a recursos materiales y monetarios provenientes del reparto ganancial, muchas veces ms cuantiosos que los exiguos fondos sindicales. Ello era importante en tanto se poda hacer uso del

local, conseguir un asesor legal, sacar publicaciones y volantes, etc De otro lado, el acceso a la informacin por parte de la C.I. sobre la situacin de la empresa y los documentos que incidan en la formacin de la renta neta eran vitales al sindicato para la fundamentacin de los pliegos de reclamos El acceso a los recursos materiales dependa directamente del nivel de ganancia y el tamao del capital de cada empresa. De all que el gran capital, situado estratgicamente y con altos niveles de ganancia mostrada7, entregaba una masa de recursos abrumadoramente mayor que otros capitales a sus C.C.I.I. respectivas*. Y es a nivel de las grandes empresas donde se observan los conflictos ms intensos y largos y donde mayor fuerza poltica tienen los grupos denominados clasistas, Sin embargo, no slo el sindicato tena inters en la C.I., sino la C.I. en el sindicato. Por la debilidad de sus medios de presin se ve obligada a apoyarse en el sindicato y recurrir a l cuando se le agotan los recursos para defender "los derechos comuneros", Hay pues, un doble inters en esta relacin, susceptible de ser establecida y consolidada cuando un mismo grupo obrero acta en los dos niveles organizativos. Adems de considerar estos factores permanentes, que devienen de la naturaleza de las dos organizaciones, debemos tener en cuenta el contexto donde se mueven los actores sociales. La actitud del empresariado de boicotear la C.I. por muy diversos medios9, gener una respuesta defensiva, en un principio bsicamente reivindicativa, en la cual se apoy el movimiento sindical para tender un puente hacia las C.C.I.I. De otro lado, este proceso se dio en un marco de progresivo desarrollo del sindicalismo liderado por los sectores clasistas, desplazando al zprismo y enfrentndose al movimiento gubernamental emelerrista a la vez que penetraba e influa en las filas del sindicalismo participacionista. 3.2. Hechas estas observaciones podemos pasar a analizar la praxis obrera frente a la reforma y dentro de la C.I. Primero haremos un breve sumario de los planteamientos y posiciones de las principales tendencias poltico-sindicales. Encontramos 4 planteamientos generaleslo, para el perodo 70-76.

La dirigencia de la Central de Trabajadores del Per (CTP)y el APRA La posicin del sindicalismo aprista era un tanto ambigua. Su posicin frente al Gobierno fue, de rechazo por su carcter antidemocrtico (no constitucional) y frente a la reforma de apoyo, en tanto encierra un planteamiento conciliatorio con el cual "es el Gobierno el que coincide con la CTP", de acuerdo a los postulados del sindicalismo libre. No obstante, recela la C.I. como nueva forma de organizacin que parece

rencier a sxperar a los sindicatos y que "los suplanta en el rol participatorio". Desconfianza explicable en la CT'P, a quien el s~biemo contribuy a quebrar su poder sindical reconociendo a la CGTP y la CNT Socialcristiana. y posteriormente, al crear la CTRP oficialista. Plantean adems, la vinculacin entre sindicato y C.I., unidos en un espritu negociador y conciiiador frente al capital.

La CGTP, los plan teamientos del I Congreso de C.C L L y el PCP' El elemento comn es de dar apoyo al "Gobierno Revolucionario7' con miras a profundizar y extender el esquema participatorio. Su posicin frente a la C.I. es de reconocimiento y nfasis en sus "aspectos positivos", considerando que es posible desarrollar acciones en la C.I. sin descuidar al sindicalismo, pero teniendo en consideracin los objetivos y terrenos donde se mueve cada organismo: apoyo mutuo y respeto mutuo entre ambos organismos. La C.I. es una conquista y un derecho. Hay que utilizarla como un auxiliar del sindicato y tambin hay que defenderla. Jorge del Prado es quien ha precisado la importancia de la C.I. como auxiliar del sindicato, al plantear que contra la patronal hay que luchar desde dentro "en su propio directorio" con la condicin de que se apoye un sindicato de clase y que se elijan a obreros clasistas en los cargos del Consejo de la C.I. y como representantes al Directorio.

Los posiciones izquierdistas Hay dos vertientes dentro de una misma posicin, en trminos generales, de oposicin beligerante contra el Gobierno Militar. De un lado, la tesis abstencionista propuesta inicialmente por dos agrupaciones minoritarias de orientacih trotsquista: La Liga Comunista y el Frente de Izquierda Revolucionario ( F I R ) ~ ~ . documentos de estas Los dos agrupaciones polticas reflejaban una lnea tctica caracterizada por rechazar la posibilidad de actuar en la C.I. intentando de ese modo boicotearla. Por tanto, se repliegan al sindicato dejando al margen la C.P. De otro lado, otros sectores de la izquierda marxista plantearon una lnea que se distancia tanto de :a tesis abstencionistas como de las de apoyo mutuo. Generalizando su posicin tctica plantean una tesis sujecionista, es decir, de control o sujecin sindical de la C.I. sin respetar "los objetivos y terrenos de cada organizacin". La tctica es combatir a un Gobierno "reformista-burgus" o "representante de la burguesa financiera-industrial", aprovechando las posibilidades de actuar en la C.I. En los trminos

del Partido Comunista del Per-Patria Roja (PC del P-PR) se trata de '< socavarla, promover el enfrentamiento de clase, desenmascarar su esencia reaccionaria y llevarla a la bancarrota" l 5 . Si bien estas ultimas aseveraciones pueden no ser necesariamente compartidas por otras agrupaciones ni expresadas en los mismos trminos, en general es posible a f m a r que exista coincidencia en tomo al planteamiento de intervenir en las C. C.I.I. desde el sindicato y bajo el control del mismo.

Las posiciones fiente a CONACI y las federaciones: En cuanto al aparato organizativo montado sobre la base de las C.C.I.I. es posible distinguir dos posiciones bsicas al interior del "clasisno". De un lado, el PCP desde un inicio asumi como tarea poltica la accin a nivel de las federaciones y CONACI, correlativamente con su posicin poltica frente a la reforma de la empresa, buscando influir y captar al movimiento comunero. De otro lado, las agrupaciones a su izquierda mostraron una ausencia de lnea tctica -al menos explcitamente- mostrando que lo central era la actuacin a nivel de las bases por la importancia de la C.I. en la lucha antiempresariai. L problemtica de CONACI y las federaciones ha a estado al margen de sus preocupaciones polticas en trminos de accin aunque han ocupado un papel central dentro de los ataques verbales al "aparato corporativo" 6 . 3.3. Veamos ahora los aspectos ms saltantes de la accin de clase en la C.I. Si bien es cierto que la C.I. representaba un esquema organizacional radicalmente distinto al del sindicato, la presencia ineludible de la masa obrera dentro del nuevo organismo y la aceptacin generalizada de actuar desde dentro hizo posible un aprovechamiento de la C.I. que se manifest en una serie de terrenos. Uno de los aspectos ms importantes a evaluar es la importancia de la accin obrera en la C.I. con miras a impulsar el desarrollo organizativo de la clase, empujados por el movimiento sindical clasista, pero sin dejar de considerar acciones espontneas al respecto. Tres elementos influyeron decisivamente: La constitucin obligatoria de las C.C.I.I. (3,758 hasta 1976); a) El radio de accin de la reforma en el proletariado industrial, llegando a b) capas obreras ubicadas en pequeiios capitales (un total de 206,619 trabajadores estn bajo el rgimen de C.I. hasta 1976)17; El carcter de la organizacin comunera, aspecto en el cual ya hemos c) incidido. H a y una expeii~nch al respecto, aunque no necesariamente generdizarica ble en todos los aspectos. Al ser la C.I. la primera forma de organizacin

-congregacion- sirvio de base para e1 desarrollo del sindicalismo De ah que las distintas agrupaciones plantearan aprovechar la C 1. para formar la oA6-.-idcin sindical Asl. curiosamente. de la organizacin corporativa a su interior surgia la ornganizacin de clase para la praxis obrera Otra experiencia importante en el terreno organizacional fueron los intentos para unificar la accion sindical alh donde los obreros wbordmados a un mismo capital estaban dispersos geogrficamente; dado que la C 1 se instalaba por empresa y comprendia sus distintas plantas. Esta avance organizaciond fue mostrando que era posible una accin de clase en la C 1. pero con objetivos distintos a los pensados por el Gobierno Este proceso tambin se fue reflejando en la formacin explcita de organismos de frente suidicalcomunero a partir de 1975 en adelante Todo este proceso mostraba un progresivo acercamiento sindicalamunero Conviene detenerse en este aspecto La primera hornada de dingentes comuneros tuvo una menor composicin obrera y con objetivos mas administrativos que politicos. Este carcter de la primera dirigencia (70-71) es explicable por varias razones' a) Por la sorpresa y el recelo iniciales de los oberos y dirigentes hacia ese ente desconocido que de pronto urumpi en el escenario laboral; Por la creencia -generalizada en ese entonces- de que los dirigentes b) comuneros deban tener conocimientos de tipo tecnico.administrativo, de all que los empleados aparecieran como ms susceptibles de ocupar los cargos. Es posible que la norma legal de que el mas alto ejecutivo de la empresa dirija la constitucin de la C.I. haya tambidn podido ejercer cierta influencia. Las segundas y terceras dirigencias fueron teniendo una mayor composicin obrera .y orientacin sindicalista. En eilo influy la propia experiencia cotidiana de los obreros frente a la nueva situacin creada por la reforma de la empresa, donde la C.1, se iba convirtiendo en uno de los ejes del conflicto con la empresa. Frente a la ofensiva empresarial anti-comunera se fue generando una actitud reivindicativa y un celo fiscalizador de la marcha de la empresa, Progresivamente, la C.I.sc fue obrerizarido y sindicalizando. En este proceso tuvo particular importancia un fenmeno que expresa la intensidad de la relacin sindical-comunera: la rotacin de dirigencias en los cargos de ambos organismos y una estrecha coordinacin en momentos de conflicto laboralla. Fueron los lideres obreros fogueados en la lucha sindical los que progresivamente fueron asumiendo cargos en la C l., y en menor medida gente nueva que teniendo sus primeras experiencias de liderazgo en la C.T.pasaba despus a tener cargos sindicales, La exigencia de tener cuadros en los dos organismos determin un

aumento de lideres obreros Este proceso rotativo se comenzo a realizar en 'orma calculada y organizada all donde una fuerza politico-sindical tena la gravitacin suficiente como para actuar a los dos niveles Asi, los obreros van copando los cargos comuneros mientras los otros estratos comienzan a ausentarse de las asambleas comuneras ante la impotencia poltica de sus dirigentes o el desagrado por el tipo de problemas que se trataban en dichas ocasiones, no faltando momentos donde el dedo acusador del obrero se levantaba en tono amenazante contra los miembros del staff, No obstante, si bien esa fue la tendencia general, la C 1, en algunos casos, sirvio para reforzar las relaciones armnicas all donde se venan dando previamente Dio argumentos a la empresa sobre lo negativo de las huelgas y a los grupos pro patronales y "amarillos" quienes se apoyaban en la C,I para mostrar que ahora era "su" empresa, que haba que elevar la produccin, etc, Casos donde los dirigentes comuneros eran gerentes o altos ejecutivos expresaban con claridad el fenmeno conciliatorio, Tambiin ejerci6 influencia la a c c i h del Gobierno y sus aparatos. Se fue formando una capa poco significativa de dirigentes vinculados al poder, muchas veces mas por interes personal en esta relacin que por conviccin poltica, presentes all donde la CTRP ejerca alguna influencia y en sectores con pocos niveles de conciencia poltica, Sin embargo, ello no represent un obstculo serio al proceso antes anotado, ni al desarrollo del sindicalismo clasista. En el caso de conflicto laboral la tendencia general fue de vinculacin y coordinacin entre ambos organismos, En el conflicto comunero, muchas veces reivindicativo, el sindicato jug un rol importante como elemento de presin y respaldo Se han podido detectar algunos casos de paralizaciones cuando los dirigentes comuneros agotaban SUS recursos frente a la accin empresarial. Y sin duda que la mayor experiencia sindical en los manejos legales y los trajines burocrticos, as como en las relaciones con la empresa, jugaron un rol central, En el caso del conflicto sindical la C,I apareca como un elemento coadyuvante por su acceso a la informacin y sus recursos materiales, muchas veces utilizados como fondos de huelga. Por ltimo, visualizamos situaciones donde sindicato y C,I. aparecan en bloque frente a la empresa, fundamentalmente cuando la estabilidad laboral entraba en juego A medida que se fue dando el proceso de acercamiento sindical-comunero y la rotacin de dirigencias, los dirigentes comuneros fueron objeto de represalia empresarial y/o gubernamental, Son particularmente ilustrativos los casos de Moraveco (Hiplito Henriquez), Good Year (Vctor Merea) y SETRO (Julin Sierra) Una evidencia externa de este proceso lo constituyeron los numerosos

comunicadus comuneros - e n ocasiones comunicados conjuntos con el sindicata- que aparecm en 12 prensa grande desde mediados de 1974 a mediados de 1975, d~nunciandolas "burlas empreSari.a?es", a detencin y el despido de "conuneros", soldando reivin&cacicn~c .indicales y comuneras, donde lo fundamental zra el enfrentamiento con el apital. A nivel de ics organismos superiores, 2 partir de la divisin de CONACI, la realizacin de congresos sobre todo en las ramas donde haba fuerte mfluencia clasista, permiti ver planteamientos cada vez ms claros y audaces respecto a la vinculacin sindical-comunera, a nivel de bases y tarr~bir. nivel de federaciones. a Bn este aparato enorme y dbil, reactivado coyunturalmente con la divisin, se fue manifestando el desborde de los marcos legales y la superacin prctica de los intentos gubernamentales de conducir la dase por otros nimbos. Este progresivo desprendimiento Ueg incluso a mostrarse en la participacin de algunas federaciones comuneras en !as jornadas de lucha por "las libertades democrticas" y en mtines sindicales. Este prcccso s d u e dando por accin de los dirigeztes autonomistas con objetivos polticos, m& que por la presin de las bases. Sin embargo, el proceso ms interesante se fue dando a nivel de las bases, . donde es posible detectar la accin polttica de las ms diversas agrupaciones, siendo una e