Definición violencia y complejidad

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“La violencia en el siglo XXI: México, complejidad y salud” “The Violence of XXI Century: Mexico, Complexity and Health” Gustavo Aviña Cerecer Doctor en Antropología Universidad Autónoma de San Luis Potosí, México Avenida Industrias 101 A, Colonia Talleres San Luis Potosí, CP: 78494. [email protected] Resumen Desde una posición teórica fenomenológica que conjuga elementos de la obra de E. Morin y del estructuralismo piagetiano, aquí el propósito es la presentación de un modelo general de comprensión de la violencia. Cabe decir que lo hemos construido desde el lugar de los hechos en el trabajo de campo a través de tres estudios previos realizados desde la antropología y otras disciplinas afines: (1) acerca del suicidio y la violencia autoinfligida entre los jóvenes de las ciudades de San Luis Potosí, Sta. María del Río y Cd. Valles; (2) un diagnóstico realizado con la ayuda del Gobierno Federal acerca de la violencia y la criminalidad en la Zona Metropolitana del mismo estado de San Luis Potosí; (3) pero además consideramos los datos estadísticos de los asesinatos dolosos en el país que generan el índice de violencia internacional avalado por la ONU. Entre los principales resultados están que es posible comprender a la violencia como un hecho sociocultural diferente a la agresión animal, pero con componentes importantes del mundo biológico, energético y psicológico desde los cuales es posible planear estrategias de políticas ciudadanas o gubernamentales de prevención, contención, manejo y disminución de la violencia. Palabras clave: violencia, agresión, estructura, complejidad, energía, México, homicidios dolosos, salud pública. Abstract 1

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Desde una posición teórica fenomenológica que conjuga elementos de la obra de E. Morin y del estructuralismo piagetiano, aquí el propósito es la presentación de un modelo general de comprensión de la violencia. Cabe decir que lo hemos construido desde el lugar de los hechos en el trabajo de campo a través de tres estudios previos realizados desde la antropología y otras disciplinas afines: (1) acerca del suicidio y la violencia autoinfligida entre los jóvenes de las ciudades de San Luis Potosí, Sta. María del Río y Cd. Valles; (2) un diagnóstico realizado con la ayuda del Gobierno Federal acerca de la violencia y la criminalidad en la Zona Metropolitana del mismo estado de San Luis Potosí; (3) pero además consideramos los datos estadísticos de los asesinatos dolosos en el país que generan el índice de violencia internacional avalado por la ONU. Entre los principales resultados están que es posible comprender a la violencia como un hecho sociocultural diferente a la agresión animal, pero con componentes importantes del mundo biológico, energético y psicológico desde los cuales es posible planear estrategias de políticas ciudadanas o gubernamentales de prevención, contención, manejo y disminución de la violencia.

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junio pasado ginebre, ataque a jvenes y nios,

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La violencia en el siglo XXI: Mxico, complejidad y salud The Violence of XXI Century: Mexico, Complexity and HealthGustavo Avia CerecerDoctor en AntropologaUniversidad Autnoma de San Luis Potos, Mxico

Avenida Industrias 101 A, Colonia Talleres

San Luis Potos, CP: [email protected]

Desde una posicin terica fenomenolgica que conjuga elementos de la obra de E. Morin y del estructuralismo piagetiano, aqu el propsito es la presentacin de un modelo general de comprensin de la violencia. Cabe decir que lo hemos construido desde el lugar de los hechos en el trabajo de campo a travs de tres estudios previos realizados desde la antropologa y otras disciplinas afines: (1) acerca del suicidio y la violencia autoinfligida entre los jvenes de las ciudades de San Luis Potos, Sta. Mara del Ro y Cd. Valles; (2) un diagnstico realizado con la ayuda del Gobierno Federal acerca de la violencia y la criminalidad en la Zona Metropolitana del mismo estado de San Luis Potos; (3) pero adems consideramos los datos estadsticos de los asesinatos dolosos en el pas que generan el ndice de violencia internacional avalado por la ONU.

Entre los principales resultados estn que es posible comprender a la violencia como un hecho sociocultural diferente a la agresin animal, pero con componentes importantes del mundo biolgico, energtico y psicolgico desde los cuales es posible planear estrategias de polticas ciudadanas o gubernamentales de prevencin, contencin, manejo y disminucin de la violencia.

Palabras clave: violencia, agresin, estructura, complejidad, energa, Mxico, homicidios dolosos, salud pblica.

Abstract

Although the purpose is to present a general model of understanding violence we have built it from the ethnography, the fieldwork, through three previous studies from anthropology and related disciplines: (1) about self-inflicted violence among young people in San Luis Potosi, Santa Maria del Rio and Ciudad Valles, (2) a diagnosis made with the help of a civil organization and the federal government, we made a diagnosis of the violence and crime in the Metropolitan area of the same state of San Luis Potosi, (3) also considering the statistics of intentional killings in Mexico, wich is the base for the generation of an index of international violence endorsed by the UN.Here we propose a theoretical model from a phenomenological position that combines elements of the work of E. Morin and Piagetian structuralism. Among the principal results is that we can understand violence as a sociocultural fact different from animal aggression, but with important components of the biological world, energetic and, psychological dimensions, from which it is possible to plan strategies or government policies to prevent containment, management and reduce violence.Keywords: violence, aggression, structure, complexity, power, Mexico, voluntary manslaughter, public health.Planteamiento del problema

Sin duda, hoy en da, el problema de la violencia debe ser reconocido como uno de los retos ms importantes del siglo XX y XXI. Mediante este texto se plantea al lector un modelo complejo de reconocimiento cientfico y social de la violencia en general y en lo particular de la violencia en Mxico. Nos interesa responder, de manera breve y propositiva, a las siguientes preguntas: qu es la violencia para los seres humanos y cmo se vive hoy en ciudades medias de Mxico? La violencia en tanto historia gentica y natural cmo se manifiesta en lo social y viceversa?; cules son sus causas culturales y fsicas?; por qu la Organizacin Mundial de la Salud (OMS) cataloga a la violencia como un problema de salud pblica y qu valor puede tener esto? Y no menos importante, una vez reconocida la naturaleza compleja del problema, qu podemos hacer para su contencin, disminucin y manejo? Por ahora contestaremos a estas preguntas de manera introductoria con la esperanza de encontrar en un futuro inmediato ms espacios comunes de dilogo y paz.Nuestra propuesta de aproximacin y problematizacin se enmarca dentro del paradigma de la complejidad, teniendo como referente terico el modelo del pensamiento complejo de Edgar Morin (2001). Sobre este paradigma la violencia en su integracin como totalidad se estructura desde cinco niveles diferentes de lo real: lo fsico, lo biolgico, lo psicolgico, lo social y lo cultural, es una unidad mltiple en sus transformaciones y compleja en su determinacin fisi-bio-psico-socio-cultural. La totalidad del problema de la violencia depende de las relaciones entre las diferentes estructuras o partes que le componen. Esta es una perspectiva de la totalidad que comparte Edgar Morin (2001) con Karel Kosik (1973), Jean Piaget (1995) y Ludwig Von Bertalanffy (1993), en donde lo determinante son las relaciones y las relaciones de las relaciones. Misma posicin que Piaget (1995) resume muy bien mediante las tres propiedades de toda estructura: totalidad, autoajuste y transformacin. Desde este punto de vista el reto es entender a la totalidad estructural de la violencia en movimiento, es decir, cmo fsica, biolgica e histricamente se ha construido y cmo deberamos seguir considerndola con mayores beneficios y menos costos para la humanidad. Cada una de las cinco estructuras consideradas ser tratada en los siguientes subttulos en un orden lgico de integracin acumulativa y progresiva jerrquicamente ordenada. As, podemos resumir el contenido de este escrito de la siguiente manera: 1. En Una totalidad estructural est lo que consideramos son las fronteras de la violencia, es decir, una aproximacin analtica al problema, ubicando a la violencia como un proceso, una estructura, ms all de una definicin reduccionista o nominalista, por lo que se presenta una concepcin compleja de la violencia, especficamente como una construccin de relaciones biolgicas, sociales y cdigos culturales. Una definicin as permite delimitar las fronteras de la violencia y responder hasta dnde debe llegar nuestro concepto de la violencia?, qu tipo de variables implica su construccin en tanto elementos de una totalidad estructural? 2. Antecedentes y tratamiento metodolgico: una vez reconocidos los lmites de la violencia aqu discutimos sobre el mtodo que exige tal realidad compleja y su diferencia con respecto a otros enfoques. 3. Ontologa, historia natural y agresividad, en esta parte reflexionamos acerca del nivel ontolgico, es decir, acerca de la naturaleza fsica o energtica y biolgica de la violencia. La idea es ir densificando el discurso en torno a las siguientes preguntas cmo influye la violencia en la historia natural de los animales? y en este sentido, cmo se diferencia la agresividad de la violencia? 4. Aspectos psico-socio-culturales del siglo XXI, bajo la lgica del continum integral que permite observar el paradigma de la complejidad, en este apartado trataremos sobre el paso de la inconsciencia energtica hacia lo imaginario, lo psquico y la conciencia social culturalmente determinada. 5. Sobre la violencia del Mxico posmoderno, en el marco de teoras crticas de la posmodernidad y su estilo de vida como son la obra de Marc Aug, Jean Baudrillard y Cornelius Castoriadis, se presentan los hechos estadsticos del ndice de violencia reconocido por la ONU. 6. Conclusiones: considerando la totalidad estructural de la violencia aqu planteada, adems de ciertas costumbres y creencias que determinan una calidad y estilo de vida, se proponen algunos aspectos conductuales y sociales en tanto mecanismos estratgicos pblicos, pero tambin privados, personales y sociales que desde la prevencin y la posvencin minimicen la cantidad de vctimas. 1. Una totalidad estructural

A partir de Zemelman (1987) se puede decir que la Totalidad Concreta consiste en una perspectiva terica sinttica, problematizadora e inclusiva, desde la cual resolver problemas complejos ad hoc; en este caso, la violencia. La violencia implica necesariamente desde hechos subjetivos e inconscientes, coyunturales e intermitentes, hasta conscientes y constantes ideologas, profundas creencias, valores, tradiciones, religiones y filosofas, ocurrencias individuales, cosmologas grupales, nacionales e internacionales e historias de vida personales. Ideologas todas estas que son sostenidas mediante elaboradas estructuras de codificacin simblica de tipo fsico, qumico y cultural. Una de estas formas de estructuracin ideolgica es la violencia.De acuerdo con la propuesta paradigmtica de la complejidad (Morin, 2001) podemos sealar que la violencia es un hecho complejo porque en su devenir ontognico provoca interrelaciones entre una multiplicidad de elementos de diversos tipos de estructuras, que van desde el nivel micro ontolgico e invisible para el ojo humano, que es el nivel de lo energtico, hasta interrelaciones entre fenmenos observables, macro, como la conducta y los aspectos sociales y globales de larga duracin.

La idea de una estructura universal de la violencia y de la emergencia de nuevos tipos, supone para nosotros que la totalidad es ms que la suma de sus partes y su conocimiento es irreductible a alguna de ellas, porque el sentido surge de un trasfondo estructurante pero abierto al cambio que est siempre en movimiento. Las interacciones complejas son propias de las transformaciones constantes, recurrentes, y por ende, organizativas de lo real, desde las cuales se representa, acta y opera la violencia. Esta es un hecho de enormes implicaciones y variabilidad interna cuyo ser an hoy se nos presenta y desarrolla de manera impredecible. No sabemos a bien cmo reaccionar un medio ambiente natural y social, una persona o una comunidad ante cierto factor generador de violencia, ni tampoco las consecuencias de estas reacciones.

Luego entonces es posible reconocer un saber complejo sobre la violencia desde al menos tres niveles de anlisis: lo singular, lo particular y lo universal (Rosental, Stracks, 1971). No obstante, son relaciones siempre compuestas por mltiples particularidades intermedias o posibilidades comunitarias. Pero esta visin de la totalidad de la violencia ha de ser hologramtica, porque as como las partes componen al todo, ste est en cada una de las partes. Bajo este modelo es posible entender cmo son posibles las conexiones entre el todo y las partes, y por lo tanto, la relacin entre lo universal y lo(s) singular(es) reconociendo concretamente los vnculos existentes entre las partes de la violencia, es decir, la conexin entre lo que se ha denominado microviolencia (incluyendo lo personal, lo subjetivo, al Yo psicodinmico, aun lo cultural o simblico en sus procesos de subjetivacin de lo objetivo) con la macroviolencia (la intersubjetividad, la interaccin personal y corporal de la violencia, el contexto natural y social, las relaciones sociales y sus complejas relaciones de poder). A decir de Luis Gerardo Gabaldn la violencia macroestructural, se puede vincular a la opresin poltica y econmica, a la presencia de grandes desigualdades sociales y la microestructural puede ser abordada como el ejercicio de la coaccin interpersonal [] una conducta impetuosa con intencin de causar dao (Gabaldn, 1999: 245-246).De hecho, la violencia es lo que es porque, como todo hecho social total durkheimiano, articula ambos niveles (Turpin, Kurtz, 1997), lo micro con lo macro, a travs de estrategias institucionalizadas en la cultura a lo largo de la historia natural, pero tambin a travs de conductas y masas de pensamiento que han recalado en cierto nivel de salud individual y comunitario. En este sentido, concordamos con lo dicho por Gro Harlem Brundtland, antes Directora General de la OMS, cuando seala que: La violencia es un problema complejo, relacionado con esquemas de pensamiento y comportamiento conformado por una multitud de fuerzas en el seno de nuestras familias y comunidades, fuerzas que pueden tambin traspasar las fronteras nacionales (Organizacin Mundial de la Salud, 2002: 7). Fuerzas de violencia que tambin por determinaciones culturales llegan a ser contagiosas a nivel intersubjetivo (por ejemplo: el suicidio, la pobreza como un don de dios o la melancola como un tipo de inspiracin divina), o bien, por alguna determinacin biolgica de profundos y ancestrales orgenes gentico-evolutivos son procesos recursivos de alta cohesin.

En un ambiente violento como en el que se vive en varias partes de las metrpolis (Ciudad de Mxico, Guadalajara y Monterrey) y ciudades medias de Mxico, se presiona al sujeto hasta un punto muy variable y personal en el que la lgica de la agresin y la violencia surgen de manera inesperada para controlar coordinadamente una parte importante de las interacciones psquicas del sujeto. Siguiendo esta heurstica fenomenolgica, es posible percibir que no hay emocin sin ideacin y viceversa, incluso es esta la lgica de la intencionalidad a partir de la cual es posible dar cuenta de una correcta interpretacin de la violencia. El hecho fenomnico de la intencin, la unicidad dada entre idea y emocin, tambin nos permite entender los profundos vnculos entre violencia, cognicin y racionalidad lgica, por ende, las conexiones existentes entre referentes o indicadores de prueba ya reconocidos como: estilo de vida, discurso y texto. Estilo de vida, en tanto forma, moda o patrn de comportamiento en la vida cotidiana; discurso de integracin de smbolos interpretables mediante otros discursos; y texto como integracin de signos cuyo sentido se entiende no por su contenido discursivo sino por su organizacin lgico-formal. Esta ltima que es la diferencia entre signo y smbolo es una constante del pensamiento Postestructuralista, paradigma que comparte con Edgar Morin el Constructivismo y el Materialismo Dialctico. Es un hecho que diferentes procesos de reproduccin de sentido especficos de la violencia consisten en negar los hechos violentos. En realidad, la censura, la opacidad y el hermetismo son una parte importante de la misma. Incluso es verdad que es un asunto delicado reconocer una frontera tica vlida entre lo que se debe divulgar o no en la prensa, dado que los actos violentos tienden a ser imitados.

Pero tambin la violencia se invisibiliza por el control de la Programtica social, que en trminos de Gramsci (Rivadeo, 1988) corresponde a la saturacin de la produccin y la informacin en busca de un mercado uniformado, el hiperconsumo, el control de la poltica a travs de los mass media y la prdida de fronteras entre la vida privada y pblica. Todos estos son dispositivos contemporneos lgico-sociales de organizacin del significado de la violencia cuya capacidad de convencimiento, en muchas ocasiones, se basa en una lgica excluyente y maniquea, impactando la sintaxis y la gramtica del pensamiento de las personas mediante ortopedias que hacen al sujeto relacionarse con la violencia de manera sintomtica, es decir, desendola al mismo tiempo que olvidndola, logrando desmembrar las estructuras de la memoria y la identidad de los individuos, y con esto hacindoles sujetos de la violencia. Se considera que la mejor manera en que se puede reducir la dignidad de las personas es cuando han olvidado su memoria personal, en consecuencia, su identidad personal. Sin duda, una de las grandes aportaciones de la psicodinmica freudiana es el reconocimiento de la importancia que tiene la construccin ontognica del Yo, sobre todo como mediacin identitaria entre el medio y el Ello. Una vez alcanzado este nivel de concrecin cul es la totalidad de la naturaleza de la violencia del siglo XXI y de los ltimos aos en Mxico y el mundo globalizado en general?

Dado que la totalidad concreta es el conjunto de variables a considerar, en este caso son estructuras sociales y naturales que en la actualidad, de manera introductoria, pertenecen a un muy amplio espectro de influencia: 1. Lo fsico (energtico): que incluye las formas lgicas de organizacin de la vida reconocidas como leyes de la naturaleza cuyo contenido es la materia-energa. 2. Lo biolgico, que incluye la lgica de la vida orgnica y ecolgica, adems de la conducta animal y el sistema nervioso. 3. Lo psicolgico, por el estudio de los procesos de percepcin, cognicin, simblicos y emocionales de los primates y los homnidos, resaltando los diferentes tipos de psicologa de lo humano. 4. Lo social, incluyendo todo lo referente a las relaciones intersubjetivas y sus formas de organizacin. Y 5. Lo cultural, incluyendo todos los procesos fsico-biolgicos y sociales de codificacin de la informacin.

El siguiente bucle pentalgico (figura 1) a manera de un sistema hologramtico abierto, desarrolla dialgica y recursivamente diferentes redes estructurantes y estructuradas en constante cambio sin menoscabo de movimiento, para la existencia de lo que ahora denominamos violencia: Figura 1

Bucle pentalgico de la violencia

Cada una de estas estructuras mediante un juego no lineal, dialgico y emergente de oposiciones, complementariedades y oposiciones complementarias son estructuras estructurantes de las otras cuatro, pero al mismo tiempo son partes estructuradas por estas y es en este juego de relaciones intra-interestructurales, tipo red de redes, que podemos reconocer la naturaleza compleja de la violencia (Bourdieu, 1992; Piaget, 1970).

2. Antecedentes y tratamiento metodolgicoConocer la violencia es reconocer su presencia en el mundo de la naturaleza, la psicologa, las relaciones sociales y la cultura. Pero qu mtodo reclama tal realidad? Una primera demanda o consecuencia de esta aproximacin es la necesidad de utilizar un enfoque monista de la ciencia, es decir, conjugar bajo una misma epistemologa ciencias sociales con ciencias naturales. De hecho as es la naturaleza doble de la violencia, estudiarla exige este tipo de epistemologa con un enfoque inter, multi o transdisciplinar, mediante movimientos de traslacin disciplinar por medio de los cuales por momentos una disciplina se apropia del saber de otras para entonces explicar y comprender un conjunto interdisciplinar de problemas (cf. Morin, 1996; Prez Taylor, 2002).En este sentido, frente a los modelos de causalidad de la violencia hasta ahora ms reconocidos, los cuales pueden agruparse en tres tipos fundamentales: neurobiolgicos, psicolgicos y socio-culturales (Verona, Pastor, de Paz, et. al., 2002); nosotros optamos porque los tres tipos de registros o lneas de investigacin son vlidas y necesarias pero en su unin estructural; las tres son vlidos ahora la cuestin es cmo integrarlas de la manera ms adecuada.

El mtodo de la complejidad nos permite articular estos elementos de una manera lgica y objetiva; compleja pero comprensible y por esta razn es oportuno y suficiente el uso de las siguientes categoras: totalidad estructural, hologramtica, recursividad, atractor extrao. As como el uso de las tres leyes de la termodinmica en relacin al orden y al caos. Entendemos que el mtodo de Morin es una forma ms rica y elaborada de la dialctica de Marx y Engels (1973), aunque por la misma experiencia acumulada del devenir histrico de la complejidad, incluye muchos ms elementos que ha integrado sobre todo desde una ontologa termodinmica, catica y ciberntica.Otro principio metodolgico importante para reconstruir la totalidad estructural de la violencia es dejar atrs la idea nominalista de que la violencia es siempre una misma cosa en diferentes condiciones, como si fuera posible sustantivarle mediante una frase de diccionario, sin contenido especfico, para simplemente adjetivarla con complementos dismbolos e imprecisos, como violencia intrafamiliar, violencia de gnero, violencia entre iguales al interior de la escuela o bullyng. Esta indefinicin de contenido tambin es lo que se percibe al dividir a la violencia en diferentes tipos, de acuerdo al lugar en que sucede el acto (en la casa, en la escuela), por las personas involucradas (autoinflinjida o heteroaplicada), o bien, por el tipo de lesin inflingida y el grado de letalidad de la herida. As, por ejemplo, se pueden reconocer 26 tipos de violencia (Krug et al, 2002), pero ciertamente esta clasificacin mezcla diversos criterios en el mismo plano (Sanmartn Esplugues, 2010).

Hay que reconocer los avances analticos y del tejido fino de la realidad que se obtiene de la clasificacin que hace Sanmartn Esplugues (2010:13-14), considerando diferentes criterios de clasificacin: la modalidad, el dao causado, el sujeto de la violencia, el paciente de la violencia, el tipo de dao causado, el gnero, el contexto en el que ocurre la violencia.

Sin embargo, desde esta perspectiva compleja lo que nos interesa es despejar la x del contenido natural y cultural de la violencia para lo cual hemos de plantear un concepto universal, estructural de violencia. Uno que permita entender su naturaleza original y mltiple, constructiva y acumulativa pero incluso su lgica transformativa. Cmo es posible pasar de la violencia heteroaplicada a la autoinflingida, y viceversa? por ejemplo, pasar de la violencia de gnero a la familiar? o de la micro a la macro y viceversa? porque es claramente una fuerza que se acumula y contina, que se niega en una dimensin para tan solo aparecer en otra(s). Incluso, como ms abajo se ver, esta perspectiva compleja y total de la violencia permite unir dialcticamente aparentes extremos irreconciliables, por ejemplo, la degradacin ambiental en el plano bio-ecolgico con un incremento en la violencia en las ciudades, o bien, cierta cultura en el manejo de lo energtico con ciertos niveles de violencia. En el mismo sentido estn los estudios que correlacionan presin demogrfica, hacinamiento y estructura social con ndices delictivos (Joan Subirats i Humet, 2005; INCIDE Social, 2009). Desde la complejidad y de acuerdo a la OMS conviene considerar a la violencia como un problema de salud pblica (Krug, et al., 2002), porque la salud no es slo un asunto de ausencia de enfermedades sino de desarrollo pleno, porque incide sobre las escalas de morbilidad y mortalidad, es decir, produce muertes y enfermedades que a su vez provocan otras ms, pero tambin porque podemos prevenir, contener y/o subsanar de mejor manera los daos sin ms violencia, a travs de la salud fsica y mental (Turpin, Kurtz, 1997).

Esta consideracin de la violencia como algo patolgico no es solo propia de la OMS, sino de la criminologa del siglo XIX. En este sentido est el planteamiento del criminlogo Stephen J. Giannangelo (1996) quien construye su modelo de la causalidad de un asesino serial en dos partes: la primera, por referentes biolgicos y anomalas psicolgicas concomitantes que pueden predisponer al sujeto hacia una conducta homicida, y la segunda, por un ambiente potenciador de las mismas herencias, como puede ser un medio patolgico que puede gatillar patrones cclicos de conducta violenta. ltima idea muy parecida a la planteada por Lacassange (1843-1924), de la escuela antroposocial, para quien la criminologa era la medicina en contra de las enfermedades sociales. Esta escuela estaba en franca oposicin a la teora lombrosiona de la determinacin gentica, de una determinacin divina del criminal y de la propuesta de una biotipologa del criminal (Mucchielli, 1995).

Esta consideracin de la violencia como un asunto de salud y enfermedad queda entonces muy clara en este modelo criminolgico de fines del siglo XIX ya que, sin duda influenciado por las revolucionarios descubrimientos de Pasteur (1822-1895), identifica al criminal con el microbio o germen que sin el caldo de cultivo indicado, el contexto social y ambiental, no desarrollara brotes violentos de consecuencias graves e irreversibles.

Paul Aubry, de la misma escuela de Lyon o antroposocial, encuentra como factores heredables el desequilibrio nervioso y las deformaciones anatmicas, pero de manera ms interesante tambin a la educacin, la familia, la presin social, malas lecturas como la nota roja o las ejecuciones pblicas y sern estos mismos factores los que transmitan el contagio (Cuenca, 2011). Otra valiosa metodologa es la de carcter social como la de INCIDE SOCIAL, quienes son un grupo de investigadores que han realizado el Diagnstico sobre la realidad social, econmica y cultural de los entornos locales para el diseo de intervenciones en materia de prevencin y erradicacin de la violencia en la regin centro: el caso de Aguascalientes, Aguascalientes; en la regin norte: el caso de Ciudad Jurez, Chihuahua; en la regin centro: el caso de la Zona Metropolitana de Guadalajara, Jalisco y en la regin norte mediante el caso de Tijuana, Baja California (INCIDE Social, 2009). Como desde el ttulo se puede apreciar este es un modelo que, si bien no considera como un asunto de salud pblica a la violencia, s est basado en otros aciertos de la salud pblica ya que incluye variantes de los ya clsicos factores de riesgo y proteccin, pero adems, factores precursores, detonadores y de contencin de la violencia; mismos agentes que remiten a procesos violentos y criminognicos; aunque tambin de prevencin y resistencia.

As, mediante un modelo social de la gnesis y prevencin de la violencia, es posible detectar los procesos, situaciones y condiciones de tipo econmico, social y cultural que contribuyen a la construccin de espacios, grupos o personas que participan en los diversos tipos de violencias o estn en el riesgo de hacerlo (INCIDE Social, 2009). Sin embargo, al igual que con otras metodologas especializadas, en este caso en lo social y cultural, al modelo de INCIDE le falta una adecuada dimensin de lo biopsicolgico, incluso no llega a considerar aspectos determinantes de la violencia como las Lesiones Autoinflingidas Delibradamente (LAD) y el suicidio, es decir toda la violencia autoaplicada, pero incluso otros aspectos importantes de la prevencin como lo es la posvencin, la resiliencia, la psicodinmica y otros factores de afrontamiento personal y grupal cuya naturaleza es sociocultural, pero tambin propio de otras ciencias de la conducta y la salud. El enfoque fisi-bio-psico-socio-cultural aqu propuesto es posible por medio de la integracin de lo sociocultural con lo biopsicolgico para el tratamiento de la violencia. La idea es juntar a la fsica, con la salud mental y con la salud fsica, integracin ya reconocida de hecho tanto por la psicologa como por las ciencias mdicas de la salud, las cuales desde al menos la dcada de los 70 del siglo pasado han estado trabajando con el apoyo del enfoque biopsicosocial, integrando modelos complejos e interdisciplinarios que incluyen subsistemas sociales, socioculturales y de ecologa humana (San Martn, 1986: 189-195; Krug, et al., 2002; Marks, Murray, Evans et. al., 2004). Desde esta perspectiva cualquier asunto de violencia humana tiene al menos una raz biolgica y/o una predisposicin gentica; adems de una determinacin psicolgica intrapsquica (emocional, cognitiva y relacional) o alguna disfuncin orgnica que puede afectar en toda su estructuracin a la persona y su entorno. Esta es una violencia que igualmente contiene aspectos sociales (de organizacin interpersonal e institucional) y aspectos culturales, es decir, asuntos de decodificacin simblica de un mundo, pero toda esta articulacin de la totalidad de la violencia por lo mismo implica aspectos de salud, enfermedad y muerte. Igualmente, con este enfoque es posible integrar la dimensin totalizante de lo energtico, como una presencia determinante en el contexto de las fuerzas de la vida y la muerte (Morin, 2001); aspectos de la naturaleza de las cosas u ontologa de la materia-energa, que a continuacin trataremos con ms detenimiento.3. Ontologa, historia natural y agresividadSegn la ontologa materialista y dialctica que aqu proponemos a manera de pivote coordinador o totalizante, en el centro del pentgono formado por el bucle pentalgico (figura 1) no est la salud como en el modelo biopsicosocial, sino la energa incluso los cuatro ejes restantes no son ms que diversas dimensiones transformativas del mismo nico fenmeno natural la materia o energa mientras que el concepto de salud es una abstraccin metafsica que requiere de ideas no objetivas. Aqu la violencia es entonces ubicada en perspectiva de este posible fluir energtico material dado entre los elementos de la compleja estructura de la cual se compone este modelo hologramtico estructural de lo orgnico y lo humano. Quien ha trabajado magistralmente estos procesos constantes entre lo orgnico y lo humano es Jean Piaget, basta ahora recordar su epistemologa gentica pero en especial una de sus ideas ya clebres con respecto a la inteligencia, la de que una hiptesis humana es equivalente al flagelo de un protozoario.As, la energa est en el todo incluyendo tanto lo cultural como lo orgnico porque ambas instancias son energticas. El modelo hologramtico permite comprender lo constante y lo coyuntural, es decir, los distintos multi niveles de lo real que interaccionan e intercambian informacin respondiendo a un diseo en el que cada una de las partes est en el todo pero slo porque la energa est en cada una de ellas; paradoja del orden ontolgico que requiere de la perspectiva de la complejidad. Como algo equivalente a la libido freudiana, ms cerca de Tnatos que de Eros, del catabolismo que el anabolismo, la violencia es parte de la energa de la vida y la muerte, es decir, una energa intensa con la capacidad de modificar las condiciones de un estado x a otro xn o y. De alguna manera, es entonces la violencia una luz negra que nos permite u obliga a entrar y permanecer en un estado de ansiedad o zozobra, ya sea como vctimas o victimario, sdicos o masoquistas. Paradjicamente y he aqu su principal peligro, la violencia es la misma fuerza que nos somete pero tambin que nos permite salir de la obscuridad, del dolor y el medio; perpetuando la vida individual pero tambin la descendencia gentica y la evolucin de las especies.

La violencia por su misma intensidad o poder es una fuerza que tiende a imponerse a su alrededor, por ejemplo, en la dimensin de lo humano esto se manifiesta como abuso, egosmo e imposicin pero en el mundo animal como un posible veneno; en las relaciones humanas como moving, bullying, fascismo, dictadura lo que en las del mundo animal son parasitismo y saprofitismo.

Es esta misma fuerza trascendental con la que podemos enfrentar al abuso, la muerte, la ignorancia y la incapacidad porque la violencia es la negacin de la negacin, y como ya lo ha planteado Konrad Lorenz (2000), es parte del instinto de lucha del ser animal, es la negacin de la muerte pero tambin del olvido de la historia natural de las especies y de la humanidad.

Lejos de maniquesmos simples que ven a la violencia desde prejuicios morales como algo siempre malo, para un conocimiento de su totalidad estructural consideremos entonces un bucle pentalgico que a manera de un sistema hologramtico abierto, dialgica y recursivamente desarrolla una red estructurante y estructurada, que se compone de estructuras energticas, biolgicas, psicolgicas y socioculturales (figura 1). As, la violencia en tanto estructura es una totalidad incluyente, que llega a ser autorregulada mediante mltiples vrtices recursivos, pero tambin es cognoscible mediante enunciados tipo ley (Causa-Efecto bajo N condiciones).

Ahora, recordemos que en el caso del ser humano, de acuerdo al estructuralismo francs (Lvi-Strauss, 1997), la naturaleza es cultura, en este sentido, los contenidos sociales y culturales no son ms que la expresin humana de una nica interaccin necesaria entre los sistemas biolgicos y energticos que en su conjunto posibilitan la vida, ciertamente violenta por momentos, o bien, potencialmente siempre presente. Incluso, podramos hablar de la cultura como una fuerza de resistencia, de oposicin (violenta) en contra del silencio. Lo hasta ahora planteado permite considerar que es a travs de actos violentos que la entropa termodinmica de la vida tiene sentido pues acaso no es esta ltima sino el reconocimiento de lo indeterminable?, es decir, si la violencia es la negacin de la negacin; la entropa es negacin cero pues no hay ms que negar.

La violencia en la dimensin de lo ontolgico puede ser cognoscible en relacin al segundo principio de la tendencia de los sistemas fsicos y qumicos hacia la mxima entropa y con esto la afirmacin de los lmites ontolgicos de la existencia de todo lo vivo a travs de la negacin de la negacin. Si por momentos, desde cierto funcionalismo vitalista, se piensa que la violencia y la muerte son el complemento ideal de la vida, lo cierto es que hay algo ms: la entropa. Por las mismas leyes de la termodinmica es posible que la bsqueda y el logro de esta mxima entropa sea un punto clave de la evolucin e implique un proceso de friccin, de una creciente agresividad y violencia por su propia negacin entrpica. En la dimensin del ser humano es un hecho que la actual superpotencia econmica del mundo tambin es la ms violenta en cantidad, variedad y calidad. De hecho, EEUU ha logrado la obtencin del control de los cinco monopolios del poder internacional mediante acciones militares, de espionaje terrorista y mercenarios a escala internacional y espera mantenerlos de la misma manera (Amin, 1999).

Objetivamente no estamos ante una violencia que inmanentemente sea negativa sino que, en tanto fuerza y lgica, tiene un efecto tambin doble: es tanto negativa como positiva, catica como ordenada, bestial como sublime, desgarradora como aleccionadora y de alguna manera es la interrelacin de los elementos en cada contexto lo que le determina en su sentido y significado.

Lo desagradable, el dolor, la violencia, la venganza, en una palabra el displacer propio y ajeno, pueden ser parte de una ontologa positiva porque permiten la evolucin. La fenomenologa misma de la historia y de la corporeidad humana en general nos demuestra esta dualidad de oposiciones complementarias entre la agresividad y la pasividad, interaccin en tanto dimensin ontolgica que en cada nivel y escala posibilita diferentes escalas de interrelacin biolgica, pero tambin psquica y cultural.

Esto ltimo debemos remarcar pues es bastante comn la posicin contraria, una ontologa en la que hay una naturalizacin del mal y el bien. Esta idea tiene sus races desde el latn violentus 1. adj. Que est fuera de su natural estado, situacin o modo (Diccionario de la Real Academia Espaola). Alejarse de esta idea naturalista es importante no slo porque ahora sabemos que el caos y el desorden es inherente a la vida, contrario a la fsica de Einstein, Dios s juega a los dados, por lo que es el azar lo que en gran medida determina el (des)orden del universo, sino tambin porque la lucha contra la violencia que se pregona desde el poder, sobre todo del Estado Nacional moderno, produce ms violencia; no obstante, en mucho insiste porque pretende convertirse en una forma biopoltica, una cosa natural, por lo que justifica su proceder an en contra de la naturaleza misma. Arraigar a la violencia en la naturaleza deja poco espacio para la libertad de lo humano. De hecho, tambin contrario a una visin maniquea de la violencia como algo antinatural, la realidad es que la naturaleza humana es ir en contra de la naturaleza, aunque lo correcto es que sea de manera nihilista, a decir de Nietzsche de modo creativo y revulsivo al mismo tiempo que destructivo del pasado y lo caduco (Nietzsche, 2006).De hecho, una ontologa dialctica de oposiciones complementarias y un nihilismo epistemolgico acerca de la violencia nos permiten distanciarnos de las discusiones antagnicas simples, que negando la complementariedad de lo paradjico de la violencia, optan por una de sus dos posibilidades: la violencia es cultural o natural; negativa o positiva. Freud (1978), Lorenz (2000) y Morris (1967) apoyan la idea de lo innato y trascendental de la violencia, frente a posturas contrarias como la de Montagu (1983), que aun basada en un supuesto estado natural pacfico y armnico de lo humano adjudica a la violencia malos hbitos y actitudes mezquinas socialmente aprendidas, e incluso, Montagu piensa que la violencia es producto de una frustracin acumulada, es decir, que nacemos con una predisposicin a la alegra y la armona pero la sociedad reprime esta condicin a priori de felicidad.

Ahora, la problemtica de la violencia en relacin al reino animal y la naturaleza se resuelve en una parte importante a travs de la distincin analtica entre agresividad y violencia. De hecho, un problema constante en la literatura estudiada acerca de una posible historia natural es reconocer cul es la continuidad y la diferencia de la violencia humana con respecto al reino natural?

Existe cierta comunin paradigmtica entre mdicos, cientficos sociales y de las ciencias naturales al sealar que la agresividad es una ventaja adaptativa, algo ya dicho por Darwin como parte de su teora de la evolucin de las especies, por la lucha de la supervivencia del ms apto (Cornell, Llusent, 2009). Por los recientes avances de la epistemologa evolucionista queda claro que este postulado de la sobrevivencia del ms apto no debe ser una patente de corzo para el racismo, el colonialismo y otros abusos intertnicos ya que no es la supervivencia del fenotipo o de los individuos en lo singular lo que evoluciona, sino el pool gentico en su conjunto (Oliv, 1997).Otro aspecto en el que no se detectan diferencias de enfoque importante entre las ciencias de la vida y la medicina es que, al ser parte de una fuerza natural, no todo acto agresivo necesariamente es antisocial o criminal y no todo acto antisocial es necesariamente violento. Aunque entre las ciencias mdicas y psicolgicas s hay una diferencia importante en dos vas. La primera es que hay modelos biomdicos que registran como sinnimos a la agresividad y la violencia, mientras que al parecer son los ms aquellos interesados que declaran a ambos elementos como excluyentes uno del otro considerando que la agresividad es animal mientras que la violencia humana. Un ejemplo de la primera posicin es la propia de los modelos neurobiolgicos: genticos-neuroqumicos, endocrinolgicos, etolgicos y neurobiolgicos (Verona, Pastor, de Paz, et. al., 2002).

Para una visin compleja de la violencia conviene considerar que la agresividad es una accin o un conjunto esperado de reacciones, es un tanto instintiva, pero la violencia no. sta es una estrategia compuesta por una diversidad de acciones, algunas agresivas y otras no, llega a ser un mapa de ideaciones, expresiones, gestos, movimientos y desplazamientos framente calculados para causar el mximo dao posible, auto o hetero aplicado, pero sin negar su carcter paradjico tambin la violencia se realiza a cambio de placer, de un mximo posible de goce.

As, la violencia es algo diferente a la agresividad. La primera, tiene que ver con cierta especializacin biosocial para el ejercicio del desgaste de las estructuras adversas a las propias por defender y/o expandir. En cambio, se puede decir que la violencia humana es ms de carcter simblico que fsica, ms extensa e intensa que la agresividad (Gabaldn, 1999).

Hay incluso violencia sin agresividad, pero sin duda en concordancia con el enfoque biomdico, la segunda es el origen de la primera. Lo que ha sucedido es que despus, como sucede con muchas cosas ms de la vida orgnica, la humanidad ha recreado formas cada da ms complejas, agresivas y placenteras de violencia. Dejando atrs con ello en el proceso evolutivo a una gran cantidad de depredadores y competidores potenciales, a lo largo de la historia la violencia humana a la par que aumenta en su resistencia tambin lo hace en su intensidad placentera, pero por lo mismo la competencia entre individuos de la misma especie es ms mordaz, como lo haba ya planteado Darwin.

Los estudios de dominacin animal, desde los inicios de la etologa (Morris, 1967; Lorenz, 2000), consideran en sentido positivo a la agresividad ya que permite la supervivencia del ms fuerte, adems de mantener y fomentar la cohesin grupal, de regular el intercambio gentico y de informacin en general (Vera, 2010). Ciertamente, la diferenciacin estricta entre violencia y agresividad se complica cuando sabemos que los chimpancs cazan socialmente organizados, mediante reglas jerrquicas y correspondencias estratgicas organizan la violencia que ritualmente practican. A la manera de una pandilla muchos chimpancs atacan a un solo individuo del grupo contrario, de aqu que se les ha calificado como chimpancs pandilleros. Esto se hace a travs de la intimidacin con el fin de dominar a otros grupos habitantes de territorios cercanos, pues en caso de ser capturado alguno de ellos muere de la golpiza que sin misericordia le es impuesta (Mitani,Watts, Amsler, 2010).

De hecho, las personas impulsivas, sobre controladas, tienen menor IQ que aquellas con tendencias predatorias que conspiran y controlan desde las sombras (Anderson, Bushman 2002). Y no nos sorprendamos pues entre los humanos incluso se buscan vrtices recurrentes de estructuras de violencia que permitan alcanzar nuevos lmites, mayores umbrales del dolor y del placer; mayor resistencia, mayor agresividad, es por esto que entre los humanos la violencia llega a ser todo un arte.As, la emotividad de la violencia es ms una maquinaria lgico-biolgica que un deseo subjetivo, es en parte un mecanismo evolutivo ya expuesto en algunos estudios antropolgicos, pues revelan que informantes que han padecido mayores dolores fsicos en su vida aprendieron a dominar la agona convirtindola en placer (Stoller, 1994:57). Al profundizar en esto, Stoller (1994:39) nos dice: cuatro informantes describieron el proceso mediante el cual tuvieron que obligarse conscientemente a dominar lo que al principio, en la infancia y la niez, eran una agona y un terror fsicos incontrolables: asumieron el dolor y trabajaron mentalmente con el [] hasta que se convirti en un dolor-que-es-un-placer: un dolor voluptuoso. Otro hecho que apunta hacia la misma recursividad biolgica de la violencia entre el dolor y el placer, es el creciente nacimiento de hijos con Trastorno con Dficit de Atencin e Hiperactividad (TDAH), cada da con mayor frecuencia en el mundo son gestados por madres con altos niveles de consumo de carbohidratos durante el embarazo. Tambin altos umbrales de estrs durante el mismo perodo de gestacin derivan en nios con TDAH (Tllez-Vargas, 2005). Entonces de manera literal hoy en da las personas estn naciendo con mayor predisposicin a la violencia y la agresividad. Igualmente son importantes los estudios embrionarios en los que se describe que tras someter a ratas preadas a diversos agentes estresantes durante el periodo de gestacin, sus niveles de testosterona y los de los fetos aumentan, lo que se asocia a un incremento de la agresin postnatal (Verona, 2002:297). En este sentido, al parecer la resistencia que la madre desarrolla ante las presiones del medio impacta en los nios como intensos estados emocionales y respuestas exageradas que impiden la concentracin de la atencin en aspectos no emotivos. As es evidente como la qumica del cuerpo de la madre afecta sobre los estados de nimo de su descendencia an antes de nacer.Recientemente la revista Nature (2012), ha documentado cmo el consumo de azcar en los ltimos 50 aos ha aumentado un 300% en el mundo, lo que est ntimamente relacionado con el sndrome metablico (complejo patolgico compuesto de sntomas por hipertensin, colesterol alto, problemas cardiovasculares y enfermedades del hgado). Segn la FAO en 2007 Mxico es parte del grupo mundial que est en tercer lugar en el consumo de azcar con un consumo promedio por persona de entre 400 y 500 caloras al da; pero adems es primer lugar en obesidad, segn la OCDE, a nivel mundial. El problema del alto consumo de azcar con respecto a la violencia es que, adems de conllevar a las primeras enfermedades crnicas no transmisibles, intoxica al cuerpo, crea adiccin y distorsiona la sensacin de saciedad, pero sobre todo para el problema que aqu nos ocupa, reduce la identificacin de la dopamina en el centro de recompensas del cerebro, lo que disminuye el placer, aumentando el dolor, la ansiedad y la depresin. Todo esto arrastra, sin duda, a personas y sociedades a ser ms violentas. Incluso en pases como EEUU y Dinamarca comienza a considerarse este alto consumo de azcar como un problema de seguridad nacional (Lustig , Schmidt, Brindis, 2002).4. Aspectos psico-socio-culturales del siglo XXIAl considerar la transicin entre naturaleza y cultura, entre lo gentico y lo aprendido, desde la misma ontologa monista y compleja cabe recordar al emergentismo que seala que las ideas y el mundo virtual son producto del desarrollo de la materia (Dou, 1986). De hecho, el emergentismo es la negacin del dualismo que al reconocer como inmanentes a cada uno de los dos elementos, naturaleza y cultura, niega que pueda existir la misma materia entre ambos, o bien, que una proceda de la otra.

Con el emergentismo se resuelve entonces el problema ontolgico del origen de la mente y el mundo virtual de las ideas, pero de ninguna manera explica una continuidad psquica. Lejos del panpsiquismo o animismo el emergentismo posibilita diferentes respuestas formales o culturales desde contenidos materiales muy similares. Lo que s es claro desde los inicios de la psicodinmica freudiana y neofreudiana (Jung, Reich, Klein) es que en Estudios sobre la histeria (2002), escrito en 1895, Freud de manera concomitante a su teora del Aparato Psquico reconozca una energa, ms precisamente una descarga de energa o catexia cuantitativa que, similar a la motriz, se desplaza a travs de neuronas especializadas mediante relaciones Yo, Ello y Super Yo, produciendo placer, dolor y displacer, y con ello, la conciencia (Breuer, Freud, 2002:193).Tambin lejos del panpsiquismo que plantea que la misma energa de la conciencia inunda todo el universo, y por lo tanto, es de la misma naturaleza que la conciencia humana, pero desde Bentrano (1838-1917), maestro en la Universidad de Viena de Freud y Husserl entre otros, queda claro que la energa psquica no es la misma que la energa (o fuerza) de la vida, siendo la intencionalidad su principal diferencia. Adems de diferenciar entre fuerza psquica y energa psquica, Freud distingue a la conciencia humana como producto de la energa psquica en relacin directa con el placer/displacer y con ello con la agresividad y la violencia, pues estas ltimas dos acciones no son ms que resultado del juego de sensacin, percepcin de los primeros dos. As mediante el mismo modelo de cambio de lo cuantitativo a lo cualitativo, del paso de la materia a la idea, podemos entender la ntima relacin entre una energa fsica cognoscible de manera cuantitativa mediante las tres leyes de la termodinmica y la conciencia. La fuerza fsica (dolor-placer) de manera emergente deriva en energa psquica cualitativa (el desarrollo de una personalidad simblica). Es a travs del mecanismo placer/displacer que se regula o economiza al dolor, la agresividad y la violencia, pero es en este mismo trance que se destila cierto mundo psquico e imaginario.

Pero la naturaleza psicopatolgica de la agresividad y la violencia es an un asunto ms importante en la obra de Freud, pues desde su posicionamiento con respecto a la pulsin de muerte es claro que la compulsin sintomtica hacia una violencia patolgica, una vez descartados determinantes genticos, deviene del pasado, es decir, de algo localizado en la historia personal del sujeto que le catapulta hacia el futuro, pero tambin este es un pasado determinado por su cultura y organizacin social. De aqu la necesidad de la implementacin de la metapsicologa. Lo que distingue a la propuesta metapsicolgica de Freud de la psicologa clsica, es la consideracin de las dimensiones econmica y dinmica entre las dos instancias del aparato psquico personal, el Ello (el medio) y el Yo (la persona), puesto que construye modelos tericos dinmicos, tpicos y econmicos de la libido en lo social y en lo histrico desde la objetivacin cultural de su mecanismo estructural: el aparato psquico (Meltzer, 1998).

Desde esta argumentacin, cualquier sntoma, en tanto que implica la repeticin compulsiva de una experiencia no slo desagradable sino generalmente dolorosa, es efecto de la pulsin de muerte puesto que es una pulsin, un sntoma inconsciente, hacia la destruccin propia. La(s) persona(s) no vive(n) de acuerdo a un principio del placer, sino que hay un ms all que motiva al ser humano, un vaco existencial que es llenado de manera enferma por un impulso hacia un goce desmesurado, hacia una repeticin compulsiva e inconsciente, que sin que el sujeto tenga noticia de ello le precipita hacia un placer enfermo, pues siempre en alguna medida conlleva dolor, agresividad y violencia. Esta recursividad patolgica, del pasado hacia el presente y de ste hacia aquel, sin duda nos permite corroborar lo dicho respecto a que la violencia es un asunto de salud pblica pues adems de que la infancia es causa de adultez resulta que la salud de los padres impactar sobre la de su descendencia. Desde Freud, pensar en la relacin persona-sociedad conlleva particularizar la profunda vinculacin dada entre el Yo y el Supery, relacin que se caracteriza por el estatuto de vulnerabilidad que recae sobre la instancia yoica respecto de la superyoica. Esta vulnerabilidad es consecuencia de los efectos subjetivos de la autoridad, de las demandas narcisistas filiales, y tambin, de las exigencias externas en tanto imperativos sociales y culturales que recaen sobre la instancia yoica, la cual se ve obligada a responder en trminos de reproduccin de su entorno, es lo que Bourdieu denomina violencia simblica.Sobre todo en Ms all del principio del placer (1920), El problema econmico del masoquismo (1924) y El malestar en la cultura (1930), Freud resalta el hecho de que casi en todos los casos el sadismo del Supery deviene consciente en cuanto a que es necesario para el orden social y familiar, mientras que la exigencia masoquista del Yo permanece inconsciente. Freud interpreta el sentimiento inconsciente de culpa como una necesidad de ser castigado por un poder parental, inevitablemente esta interpretacin nos lleva a plantear que la conciencia moral nace por haber desexualizado la relacin edpica, aunque paradjicamente, el masoquismo moral veladamente sexualiza nuevamente la relacin con los padres en su ms pura expresin edpica: el ciudadano debe asumir una posicin femenino-pasiva-infantil. Al producirse la represin como consecuencia de la castracin y del castigo, la persona se siente impelida a realizar los comportamientos inapropiados que le hagan merecer castigos y padecimientos.

En este sentido, tanto el sadismo del Supery como el masoquismo del Yo resultan ser entidades complementarias de la economa del placer-displacer que van por el mismo propsito: recibir un castigo que presumiblemente detendra el sentimiento de culpa, pretendiendo as, la sofocacin cultural de las pulsiones, la distensin y con ello la liberacin existencial a travs de la civilizacin evolutiva (Freud, 1924: 175). Podemos decir, desde esta misma perspectiva psicodinmica y sistmica, que en s la violencia no es nada ms que un momento de la manifestacin de la economa de una energa psquica que en su proceso de incorporacin (Bourdieu, 1992) causa desde simple exabruptos hasta tragedias colosales. Se infiere desde este anlisis la posibilidad de que muchas psicopatologas lleven implcita la agresin y la violencia, pues son en el fondo esfuerzos de la persona por ajustarse a las normas de la cultura, pero tambin esfuerzos de la cultura por ajustarse a ciertas personas. Violencia en tanto intentos fallidos por sofocar la culpa, el desajuste y la frustracin de no alcanzar los parmetros que caracterizan indistintamente las instancias subjetivas, o bien, las prcticas culturales colectivas que someten y tiranizan al sujeto.

Incluso, el problema de la relacin entre Yo y Ello es la Falla bsica del conocimiento humano, el eslabn an perdido en la cadena existencial de la humanidad el cual ahora compulsivamente es llenado con violencia o de manera violenta (Berman: 1992). La irrupcin del Nemo (ese objeto del deseo que intenta cubrir el vaco: el oso de peluche, la sbana e incluso el chupn) en la vida del infante entre los 4 meses y 4 aos de nacido, en tanto objetos transicionales y fenmenos transicionales, es lo que viene a llenar ese vaco existencial dado entre el pulgar y el osito, entre el erotismo oral y el verdadero objeto del deseo (Winnicott, 2009: 18); entre la inmanencia y la dialctica. Al parecer, en la medida en que esta relacin con el Ello o el ms all, lo No Yo por determinaciones a lo largo de la historia personal se distorsiona o daa, aumentan las conductas de aislamiento, agresividad, pero tambin algn tipo de distimia y/o bajo consumo energtico.

Aparentemente no es por la expulsin del beb de la madre sino por el desprendimiento de la placenta del embrin que surge la primera separacin de la conciencia del silencio interior y con esto de lo imaginario y lo real. En consecuencia por la emergencia de un Yo se recrea un mundo virtual que no hace ms que intentar compulsivamente retornar al silencio original. De acuerdo con Mircea Eliade, en El mito del eterno retorno (2001), hay civilizaciones en las que por una suerte de lgica mtica universal el pasado no est ms que en el futuro. Pero el mito del eterno retorno tambin puede ser la evidencia de una especie de pndulo existencial contemporneo propio de los pases colonizados como los de Amrica Latina. Al respecto, el propio Eliade seala una posible ventaja libertaria en este pndulo del colonizado: Pero descubrimos al mismo tiempo la estructura cclica del tiempo, que se regenera a cada nuevo nacimiento, cualquiera que sea el plano que se produzca. Ese eterno retorno delata una ontologa no contaminada por el tiempo y el devenir [] El pasado no es sino la prefiguracin del futuro. Ningn acontecimiento es irreversible y ninguna transformacin es definitiva (Eliade. 2001: 53-54).Aqu lo ms interesante es que la violencia y la agresividad han estado presentes a lo largo de todo el proceso de especiacin y del desarrollo homnido; pero adems est presente ms an en los pases colonizados por la friccin intertnica del da a da. Ambas acciones son parte del eslabn de comunicacin entre estos polos o dimensiones tan opuestas como son la vida humana de la conciencia y el mundo mortal pero libidinal de la naturaleza. Desafortunadamente en alguna medida ha sido la violencia la forma de atravesar de un lado a otro; de pasar de la naturaleza a la cultura, de la etnia a los estados nacionales. En la vida posmoderna de hoy, lejos de aquellas sociedades rituales practicantes del Mito del eterno retorno, nos pasamos la vida intentando recomponer esta falla bsica, esta grieta abierta entre el consciente y la nada; el ego brota cristalizado desde una matriz amorfa e indiferenciada (Berman, 1992: 9) cuyo origen es el intento por llenar esa falla bsica. Adems de las relaciones intersubjetivas dadas por la convivencia social el mundo de la cultura surge en el nivel de lo imaginario, siendo un subproducto de esto lo psicolgico que no es ms que el conjunto de procesos de subjetivacin de lo objetivo, de lo material e imaginario. As, la cultura es en gran parte el resultado de lo reprimido. De hecho, la conciencia psquica est claro que es ms un intento que un logro consumado; la objetividad divaga entre lo imaginario y lo transicional. Un adecuado ejemplo de cmo funciona la psiquis en relacin a lo bueno y lo malo, nos lo muestra Luis Chiozza (2008:150): Cuando los estmulos superan la capacidad de que dispone el Yo para materializarlos, el individuo se siente dbil y experimenta la incitacin como algo daino o demonaco. Pero si su capacidad, o fortaleza, es suficiente, los mismos estmulos se transforman en angelicales y alientan al sujeto a concretar su crecimiento. En cuanto al reconocimiento de la diferencia entre el mundo de lo imaginario y lo psquico, autores como Castoriadis (1974) extienden esta fuerza de lo reprimido hasta decir que todo el mundo de las ideas es el resultado de la negacin del saber objetivo, es decir, es la objetividad misma. Al respecto Castoriadis reflexiona: Lo que, desde 1964, llam lo imaginario social [...] y, ms generalmente, lo que llamo lo imaginario no tienen nada que ver con las representaciones que corrientemente circulan bajo este ttulo [] no tienen nada que ver con lo que es presentado como imaginario por ciertas corrientes psicoanalticas: lo especular, que no es evidentemente ms que imagen de e imagen reflejada, [...] ms bien, el espejo mismo y su posibilidad, y el otro como espejo, son obras de lo imaginario, que es creacin ex nihilo (Castoriadis,1974: 9).As, la violencia aparece como producto del desempalme entre el querer y el poder, entre el decir y el convivir, el hacer y el pensar, lo real y lo imaginario, pero el producto final de esta ecuacin son las personalidades en convivencia intersubjetiva y los objetos de la naturaleza y la cultura. Es evidente que en Mxico despus de cinco aos de permanecer bajo el fuego inclemente de la violencia del crimen organizado y el estado, la marginacin urbana del pas en conjuncin con el deterioro ambiental han permitido que la violencia recursivamente se constituya como un atractor extrao que, no de manera sencilla, podr romperse ya que se retroalimenta mediante procesos recursivos. Entre 2008 y 2010 segn el Consejo Nacional de Evaluacin de la Poltica de Desarrollo Social (CONEVAL), bajo fuertes presiones para el acceso a los servicios del Estado y en el contexto de la crisis econmica, la pobreza en Mxico aument de 44.5% a 46.2%, lo que corresponde a un incremento de 48.8 a 52.0 millones de personas, una adicin de 3.2 millones viviendo en condiciones de pobreza. En el mismo periodo, la poblacin en pobreza extrema pas de 10.6% a 10.4%; prcticamente se mantuvo en 11.7 millones entre 2008 y 2010.

Aqu el proceso recursivo del atractor extrao es que la marginacin genera violencia y la violencia produce marginacin; pero adems la violencia genera ms violencia y la marginacin ms de s misma. Producto de esto es la categora analtica ya corroborada de la Subcultura de la violencia de Wolfgang y Ferracuti (1982), que implica la formacin de una ontogenia a lo largo de la cual la violencia es una respuesta necesaria e inmediata. Desgraciadamente al interior del pas las fronteras de una cultura de la violencia da con da se acrecientan. En la mayor parte del territorio ahora lo ms comn es que sobre un continum de paz cada da ms se imponga una violencia potencialmente permanente. Cada da son ms las comunidades mexicanas, antes pacficas que ahora de manera emergente rompen el orden lgico y el accionar cotidiano de la paz para ordenar los elementos culturales de la cotidianidad desde una perspectiva violenta. Hay entonces una lgica violenta, en tanto orden cultural de las cosas, que toma el control del flujo perceptual y de la conciencia cambiando en cantidad y calidad los flujos y equilibrios neuronales y endocrinos para percibirse y pensarse como una realidad violenta; alimentada por emociones negativas y ausencias graves generando odio, envidia, miedo, vergenza, venganza, zozobra, prdida de objetividad. Todos estos son sntomas, que en conjunto o en parte, constituyen al Sndrome del Estrs Postraumtico, pero tambin patologas an ms graves. De manera general, sin negar la variabilidad paradigmtica antes sealada, adems de la complejidad de la relacin, salud mental-cultura, como lo revela una reciente investigacin los trastornos mentales guardan una intima relacin en cantidad, incidencia y gravedad con respecto a condicionantes culturales como el gnero, la condicin social, las etapas de la vida, los medios y mecanismos de pertinencia, el rechazo e incorporacin al ncleo familiar y al mbito social (Medina-Mora; Borges; Muoz, 2003). Esta ltima afirmacin bien podra complementar los trabajos preparativos para el DSM V-TR de la American Psychiatry Association (APA), en donde se reconoce que existen pruebas evidentes de que los procesos culturales pueden: 1) Definir y generar fuentes especficas de estrs y malestar, 2) modelar la forma y la calidad de la experiencias de la enfermedad; 3) influir sobre la sintomatologa del malestar generalizado y de sndromes especficos; 4) determinar la interpretacin de los sntomas y por lo tanto su posterior impacto cognitivo y social; 5) aportar modos especficos de afrontamiento del malestar; 6) guiar la bsqueda de ayuda y la respuesta al tratamiento; 7) gobernar las respuestas sociales al malestar y a la incapacidad. Como resultado de estos efectos duraderos y ubicuos, no existe tanto un curso evolutivo de enfermedad como un curso social que debe describirse en relacin a contextos especficos (Alarcn, Bell, Kirmayer, 2004, p. 219-220).

5. Sobre la violencia del Mxico posmodernoEn las llamadas sociedades de control, de acuerdo a Foucault (2008), el ejercicio del poder se practica a travs de mecanismos sociopolticos tangenciales, mediante sistemas multitask (con varios meta procesos en simultneo compartiendo uno o varios procesos), cada uno especializado y focalizado integralmente que al ser subjetivados por las personas le inculcan de adentro hacia fuera, compulsiva y racionalmente, cierto sentido de lo que es o no necesario para el cumplimiento de las metas.

Estas ltimas son sociedades de control teledirigidas desde grandes distancias, mediante un poder polilgico altamente sofisticado, que va disipando su fuerza, mal o bien, coordinadamente desde varios mdulos altamente especializados en la organizacin de grupos de acuerdo a diferentes lgicas, ortopedias y espacios performativos de dominacin.

En las tres grandes ciudades de Mxico, y recientemente en sus ciudades medias, lo que impera en el territorio son los llamados No lugares (Aug, 2008) espacios en los que, producto de las nuevas reglas del juego de la globalizacin, ya no se guarda una identidad con la localidad, sta no tiene una historia propia que recordar ni los espacios son referentes de originalidad, e incluso, podramos decir que son ciudades cuya poblacin es poco preocupada por cuidar su patrimonio cultural tangible e intangible. Ejemplos claves de No lugares contemporneos son las plazas comerciales, los aeropuertos, ciertos proveedores de bienes y servicios como tiendas y restaurantes con la categora de franquicias. En Mxico segn la Asociacin Mexicana de Franquicias de 1998 a 2010 los locales-franquicias han crecido en ms de un 600%. Recordemos que son negocios que llegan al territorio ya con una identidad propia, ajena a la comunidad de recepcin. En los No lugares de la posmodernidad los puntos de trnsito y las ocupaciones ocasionales cobran mayor importancia para la extraccin del capital, esto en funcin del mantenimiento de un sistema laboral basado en las desiguales relaciones de poder mismas que se ven favorecidas en las ciudades por el deseo de ubicuidad de su creciente poblacin ms la alta intensidad de su trnsito.

Desde una perspectiva social contempornea tambin sucede que se olvida a su opuesto complementario que es lo biolgico, as la violencia es vista como algo ya inherente al capitalismo del siglo XXI. Se habla incluso de una prdida del sentido de la violencia por su saturacin y con ello de la disipacin de la realidad misma (Baudrillard, 1991, 1996). En el mundo cultural de los jvenes lo que ahora impera sobre todo desde los EEUU es una hiperrealidad, es decir ficciones ms reales que la realidad misma. Ahora vivimos en un permanente e insensible estado de urgencia en el que todos los das sucede una tragedia, pero adems esta puede sucederle a cualquiera, lo cual nos insensibiliza por repeticin y como mecanismo de defensa. Pero esta zozobra es correlativa a una compulsiva bsqueda del placer, la juventud y la perfeccin en su esplendor, ansiedades sin asidero natural, sino plenamente culturales. Sin duda, es Baudrillard quien sobre todo en La guerra del Golfo no ha tenido lugar (1991), El crimen perfecto (1996), entre otras, nos ha dejado ver como el sentido de objetividad, la capacidad de diferenciar entre una copia y el original, lo natural y lo artificial, ha desaparecido, lo que hoy domina es un mundo virtual; por encima de la verdad como coincidencia entre lo que se dice y lo que es se ha diluido en el mar de la posmodernidad. Pero adems esta negacin de lo real que busca primitivamente la negacin del dolor, del paso del tiempo, bien puede ser el caos mismo pues su incremento no puede ser ms que la negacin de s mismo.En el mundo occidental, desde la Segunda Guerra Mundial, hemos accedido a una nueva dimensin en el manejo de la violencia, por ejemplo, se ha democratizado el sacrificio por el Estado, ahora es normal la vida en la guerra, cualquiera puede ir con tan slo 18 aos cumplidos. Tambin con respecto al plano econmico y poltico podemos suponer que vivimos bajo una economa que se sostiene gracias una terapia de shock ya descrita por Naomi Klein (2007), quien junto con Baudrillard (1991, 1996) tambin seala que esta violencia institucionalizada tiene como objetivo la prdida de identidad propia en el sujeto, de saberse poseedor de una herencia alojada en la memoria que lo ha formado y que le permitir avanzar hacia la duda de lo incierto. La idea de Klein est basada en la economa de los regmenes dictatoriales de Amrica del Sur de la poca de los 70 del siglo pasado, dictaduras apoyadas y financiadas por la CIA de los EEUU, pero tambin surge a partir de un estudio de 1951 de la CIA acerca de las tcnicas de shock psicolgico, las cuales eran aplicadas en los interrogatorios y en las capturas con fines de guerra. Durante una guerra es muy conveniente para obtener la cooperacin absoluta de los detenidos la inutilizacin de la conciencia y la percepcin, la terapia de privacin sensorial causa ms dao, dolor y prdida de capacidades fsicas que los golpes. Despus de un interrogatorio practicado por la CIA y el ejrcito norteamericano, la persona sufre una regresin psicopatolgica, ms infantil, entonces se est propenso a seguir falsos lderes que ofrecen proteccin (Klein, 2007).Mientras tanto, Castoriadis (1974) constata de nuestros tiempos posmodernos lo que denomina un derrumbamiento de la autorepresentacin de la sociedad, por las constricciones que imponen a la ley grupsculos poseedores del poder de los mercados, una oligarqua liberal que mediante terapias de shock, evanescencia de los conflictos y disgregacin del sistema educativo inhiben toda autorepresentacin trascendental de las masas. De acuerdo a la Terapia de shock la idea es prolongar un estado de conmocin social lo ms posible, tornar a la angustia un hecho aceptable y constante, al parecer, ms all de la atencin nos volcamos hacia un insensible fro y crudo estupor. Si en Mxico durante el sexenio de 1994 al 2000 al entonces presidente Salinas de Gortari se le adjudican 600 muertos pertenecientes al Partido de la Revolucin Democrtica de izquierda y de oposicin, ahora entre el 2006 y 2011 se han contabilizado 60.000 muertos como resultado de la guerra del presidente Caldern Hinojosa y de algunos gobernadores de otros estados contra el llamado crimen organizado.

Sin duda, esta guerra hiperrealista por la paz iniciada con la Guerra del Golfo y globalizada desde el 9/11, en el caso de Mxico se ha convertido en un calvario de asesinatos sin fin, directa e indirectamente, producidos por el choque de distintos competidores (civiles y gubernamentales; nacionales y extranjeros) en pos del control de un mercado universal con un poder de enormes proporciones: el narcotrfico. Adems este mercado de las drogas, a travs del crimen organizado, ya est entreverado con otros crmenes terribles como el secuestro, el robo con violencia y la trata de personas. Del 1 de diciembre de 2006 al 31 de octubre de 2011 el Sistema Nacional de Informacin de la Presidencia da cuenta de que en Mxico se han cometido 80,107 homicidios dolosos de los cules 60 mil 420 crmenes estn relacionados con el crimen organizado. ltima medicin que de acuerdo al Semanario Zeta corresponde al 75,42% del total de homicidios dolosos cometidos en cinco aos de la administracin calderonista (Semanario Zeta, 2011).

Si consideramos que al menos cada homicidio en promedio ha afectado directamente a 5 personas ms, resulta que la vida de al menos 300,000 mexicanos, se ha visto radicalmente alterada por esta guerra contra las drogas y el crimen organizado, aunque lo cierto es que indirectamente todos los mexicanos nos estremecemos con tanta violencia. Ahora se asesina y masacra mediante mtodos torcidos de una barbarie que deja fro a cualquiera, son muchas muertes por medio de torturas y otras emergentes perversiones que de alguna manera nos ubican lejos de todo sentido de dignidad humana; vivimos en el mundo de un capitalismo salvaje y grotesco.

De hecho, en su bsqueda por obtener cada da mayores recompensas, en su depuracin por la obtencin de mayores ganancias, las empresas contemporneas se desplazan hacia una falla poltica estructural, efecto de una cultura de la simulacin ya de siglos, sobre lo que Rivadeo (2008) identifica como Democracia vaca y Escalante Gonzalbo como una Estrategia de tensin (2011). Ahora en Mxico se respetan los procesos procedimentales de la democracia, pero carecen de pertinencia tica, legitimidad social y sustento subjetivo. En los hechos, los Derechos humanos se han desmantelado y constantemente se nos recuerda tal desgracia al punto de que muchos mexicanos son ya insensibles ante tanta violencia y agresividad. Segn datos de diversas organizaciones de derechos humanos en Mxico las policas municipales y las judiciales estatales acumulan el 55% de las denuncias nacionales por violacin a los derechos humanos. Entre las quejas presentadas ante la Comisin de Derechos Humanos del Distrito Federal, entre 1993 y 1997, el 95% tenan que ver con anomalas y delitos cometidos por las autoridades judiciales y policiales (Figueroa, 2002:9).Al ver las cifras de 2010 acerca de los pases ms violentos catalogados desde la OMS, de acuerdo a un ndice de violencia que se mide por la cantidad de asesinados de manera dolosa e intencional por cada 100,000 habitantes, Mxico reporta 11.6 asesinados, lo que lo coloca en el 2011 como uno de los pases menos violentos de Amrica Latina. Aunque cabe decir que sta es la porcin subcontinental ms violenta del planeta. Adems, es un hecho que de 1997 a 2003 se registr en este mismo indicador un decremento de 38.3 a 27.8 por cada 100.000 habitantes (Romano, 2005). Tendencia a la baja que se mantiene hasta 2007 porque, de acuerdo a un estudio a partir de este ltimo ao, se rompe con la tendencia que se haba sostenido en los anteriores veinte aos y la tasa nacional de homicidios dolosos vuelve a los niveles de 1991. Sube un 50% en 2008 y de nuevo 50% en 2009 (Escalante Gonzalbo, 2011).

Son doce las entidades federativas del pas que concentran el 80.5% de estas muertes violentas, es decir, 48,692 personas; estados de la Repblica en los que ciertamente hay una mayor actividad de la delincuencia organizada. Los cinco primeros lugares, entre el 1 de diciembre de 2006 y 31 de octubre de 2011, son Chihuahua con 12 mil 712; Sinaloa con 7 mil 003; Guerrero con 5 mil 175; Baja California con 4 mil 014 y en quinto lugar, el Estado de Mxico con 3 mil 215. En 2010, a escala de ciudad, resultaron ser las ms violentas: Culiacn con 69 homicidios por cada 100.000 habitantes y Chihuahua con 63 por cada100.000 habitantes. El caso ms grave es el de Ciudad Jurez, en el estado fronterizo de Chihuahua, en donde en el mismo 2010 se registraron 191 homicidios por cada100.000 habitantes, tan slo superada por la ciudad de Caracas con una tasa de 200 asesinatos por cada 100.000 (Aguilar Valenzuela, 2010).Los cambios drsticos en los nmeros de homicidios dolosos de 2007 a la fecha ponen en tela de juicio la asociacin que se hace, algunas veces de manera simplista, entre pobreza sostenida y violencia. Pero lo cierto es que, a principios del siglo XXI en Venezuela, la precaria presencia del Estado en los barrios, cierto trazo irregular en las calles y la densidad poblacional deriv en que el 80% de las vctimas de los homicidios viva en zonas marginales; y lo mismo sucede con las favelas brasileas, la limonada de ciudad de Guatemala y los picaderos de Ciudad Jurez en la frontera EEUUMxico. En el mismo perodo en Ro de Janeiro las tasas de homicidios de las zonas pobres eran tres o cuatro veces superiores a las de clase media o media alta. A mediados de los noventa del siglo XX, el 41% de las vctimas de homicidios en la ciudad de Mxico eran obreros y trabajadores (Figueroa, 2000).

La violencia resulta ser entonces un hecho difcil de definir de acuerdo a diferentes escalas y perspectivas analticas, pero por lo pronto, podemos decir que s tiene cierta relacin con ndices estructurales de marginacin urbana, as lo demuestran mediciones como las del Consejo Nacional para la Evaluacin del Desarrollo (CONEVAL) del 2007 y 2011, en las que se conjugan diferentes indicadores del bienestar: de salud, educacin y poder adquisitivo. En este caso hay algo ms que una pobreza acumulada, esto es evidente al saber que el Semanario Zeta en diciembre 2006 registr tan slo 62 muertes relacionadas con el crimen organizado pero en 2007 subi a 2 mil 826, en 2008 a 6 mil 837 muertes, en 2009 fueron 11 mil 753 y en 2010 19 mil 546 asesinatos (Seminario Zeta, 2011).

Al parecer en Mxico la marginacin urbana en conjuncin con la violencia del crimen organizado recursivamente han creado ya un atractor extrao, un crculo vicioso que no de manera sencilla podr ser roto ya que se retroalimenta de s mismo. La marginacin genera condiciones para el crimen organizado, pero la violencia produce marginacin, y adems, no olvidemos que la violencia genera ms violencia y la marginacin ms de s misma. En una reciente reunin de trabajo sobre el diagnstico de la violencia a nivel nacional, en especfico de la regin noroccidente de Mxico, INAP-INCIDE, coincidimos los distintos investigadores de diferentes estados de la regin en que hay un vnculo directo entre condiciones de marginacin y violencia; aunque en cada caso la red de relaciones integrales de la estructuras de violencia sean diferentes en su orden, pero seguramente con las mismas funciones.

Producto de esta recursividad marginalidadviolencia es la ya detectada y corroborada subcultura de la violencia de Wolfgang y Ferracuti (1982). Sin duda en amplios territorios del Mxico de hoy se vive una subcultura de la violencia. La generacin de capital sobre la miseria de las masas, justificada por Walter Freeman, pero como nos dice Valencia Triana (2010), ahora en Mxico se vive una necroeconoma por la obtencin de ganancias a costa de la muerte con una fuerza de trabajo especializada en la violencia y su materia prima bsica las drogas, las armas y las vctimas.Pero tambin, en abono de un carcter universal y cultural de la violencia, podemos decir que los factores de los ltimos aos que han determinado el tipo de violencia de hoy son la tcnica, los medios de comunicacin, el aprendizaje de conductas inadaptadas, los valores sociales dominantes y la intencionalidad siempre vinculada al poder y por estas ltimas caractersticas polticas, las cualidades de la violencia son: la invisibilidad, su creciente naturalizacin o normalizacin, una cada da mayor insensibilizacin y como resultado de todo lo anterior, lo que hay es el encubrimiento, la impunidad.Ahora, lo que es un hecho bastante importante en toda esta ecuacin de violencia y prdida de dignidad humana es que nunca antes en Mxico habamos tenido tan alto presupuesto dirigido hacia la Secretaria de la Defensa Nacional y la Secretaria de Gobernacin, con un incremento real del 10,3% y el 12,8%, (La Jornada, 09 de Septiembre de 2010) respectivamente, dejando otras reas estratgicas para el desarrollo sin crecimiento presupuestal e incluso en franca contraccin, como lo es la agricultura y el desarrollo social. Si bien es cierto de que en los ltimos dos aos en Mxico se ha tenido un crecimiento anual segn la OCDE (2011) del 4.5% en el 2011 y del 5.5% en el 2010, lo cierto es que 2009 fue ao recesivo y en 2008 hubo una reduccin en el crecimiento al 3.8% (CIA, 2011); pero adems al momento de cuantificar es conveniente considerar tambin a la inflacin que en estos ltimos tres aos ha sido de alrededor del 4% y al crecimiento poblacional que en los ltimos aos, entre 1990 y 2010, ha sido del 1.6% (INEGI).

A pesar de recursos limitados en Mxico el gobierno federal ha incrementado constantemente el presupuesto en seguridad, teniendo un incremento del 11% en este 2012 con respecto al 2011, lo que equivale a un incremento del 23.5% para la Procuradura General de Justicia. Pero ahora en 2012 la demanda es creciente y los municipios estn exigiendo a la Federacin que el Subsidio para la Seguridad Pblica Municipal (SUBSEMUN) se ample a ms municipios, sobre todo a los ms peligrosos que an no reciben este subsidio.

Pero an as, a pesar de esta creciente inversin en seguridad pblica se habla de un Estado fallido, es decir, de la ineficacia y/o inexistencia de la accin gubernamental en amplios espacios del territorio y la vida nacional. Ms precisamente, Mxico de acuerdo al ndice de Estados Fallidos elaborado por The Fund for Peace y The Foriegn Policy (2011), se encuentra en posicin de Peligro o Advertencia, Warning, en el lugar 94 de 177. Pero en los ltimos 3 aos se ha estado deteriorando esta situacin con un retroceso de 11 puntos con respecto al ao 2008; las principales reas donde se ha estado descendiendo es en materia de aplicacin de la justicia, derechos humanos y apoyo a los grupos vulnerables.En el mismo sentido, debido al exponencial crecimiento de las tecnologas de la industria militar, por ejemplo la Internet no es ms que una de sus primeras creaciones, hoy la frontera EEUU-Mxico es de las ms vigiladas del mundo, dificultndose bastante introducir la enorme cantidad de drogas ilegales que demandan los aproximadamente 22 millones de usuarios (leves y duros) del mercado norteamericano (SAMHSA, 2010), por ende, los cargamentos de toneladas de estupefacientes han pasado a la historia pero la demanda se ha incrementado, por lo que la poca mano de obra que antes era requerida para introducir grandes cargamentos ahora se ha transformado en miles de obreros del crimen ya que la manera ms adecuada de pasar la droga es el trasiego hormiga.

Desde la dcada de los noventa del siglo pasado a estos asalariados del crimen organizado se les paga ya no slo con dinero, sino tambin con droga. Esto ha incrementado la cantidad de consumidores y adictos connacionales con el consecuente deterioro de la salud mental de las personas. De hecho, asegurar una especie de cuello de botella a lo largo de la lnea divisoria con EEUU ha trado como consecuencia que el mercado interno crezca desmesuradamente. Un ejemplo es el hecho de que del 2000 al 2004 se habla de un aumento del narcomenudeo en la ciudad de Mxico del 762%; otro triste ejemplo, son los ms de 6,000 picaderos en Ciudad Jurez (Paoli, 2008).Estas mayores limitaciones para el mercado de exportacin de los estupefacientes de Mxico hacia EEUU tambin ha trado como consecuencia la necesidad de que las empresas criminales en Mxico diversifiquen su mercado, especializndose ya no en alguna sustancia adictiva como suceda hasta la dcada de los ochenta, sino que expandan su violento accionar a ms de 20 ramas criminales entre las que destacan junto con el narcotrfico, el secuestro, el robo de vehculos, la trata de personas, el trfico de armas, la elaboracin y distribucin de mercanca pirata, el lavado de dinero, el cobro de derecho de piso, un aval otorgado por la mafia para poder trabajar algn negocio y el derecho de peaje en las carreteras. Todo lo cual coloca a Mxico, junto con Rusia y China, como uno de los tres pases, segn informes de la ONU, con las mafias ms poderosas del orbe.

6. ConclusionesLa totalidad hace referencia al constante juego entre el todo y las partes, as como a la capacidad de la estructura por integrar la novedad dentro de su propio juego de relaciones. Este movimiento implica constantes transformaciones recurrentes que resultan en un cambio con crecimiento autoajustado. De acuerdo a este anlisis las partes de la estructura de la violencia resultaron ser un bucle pentalgico compuesto por diferentes saberes que dan cuenta de la energa fsica, lo biolgico, psicolgico, lo social y lo cultural. Tambin despus de esta lectura es claro que hay entonces un (des)equilibrio dinmico de autoajuste constante que se logra por medio de mecanismos institucionales legales que frente al vaco existencial pretenden reproducir conductas ms apropiadas. Prueba de este hecho ontolgico es que entre los antnimos de la palabra violencia estn las palabras: mesura, freno, moderacin y recato, todas aludiendo al hecho de que la voluntad de un sujeto normal puede regular, tensar o destensar sus emociones y acciones. Cabe entonces considerar a la violencia como una pieza clave en cualquier teora del manejo de la energa, pero tambin as podemos entender cmo es que los actuales excesos energticos en la biosfera del planeta, producto del efecto invernadero derivado de la intensa actividad humana, rpidamente son incorporados dentro del mismo sistema de vida. Este calor adems de entropa puede convertirse en violencia o lo que es lo mismo la violencia es entropa. Otra conclusin, es que el uso de la violencia no es resultado de una carencia, no es la parte de la ausencia la que impera (y con esto se puede contradecir el juicio de que la pobreza es causa directa de violencia), sino la del exceso y en esto coinciden Bataille (1987) y Freud (1978). La violencia resulta de un alto gasto, una equivocada sobre actividad energtica que busca diluir la tensin, la angustia, el miedo, el dolor, el olvido y la muerte.

Pero de hecho la cultura occidental ha desarrollado toda una parafernalia social de prtesis culturales, una serie de instalaciones, de gadgets, de organizaciones sociales en pro de la violencia. No querer apreciar lo profundamente violenta que es esta cultura del siglo XXI no es ms que perderse en la misma densidad de la violencia, en tanto negacin de la muerte y el dolor, pero no como reconocimiento de los lmites de lo humano sino de una manera patolgica, como necedad recursiva. Incluso, en esta sociedad occidental estamos tan saturados de violencia que el sentido comn de las mayoras espera que sea mediante catstrofes naturales y cambios drsticos que la sociedad acceder a una nueva era.El modelo complejo aqu presentado tambin nos invita a travs de la recomposicin de las emociones y de los mundos de significado a extraer algo positivo de la violencia. Incluso, tratar a la violencia como un problema de salud pblica permite conectar analticamente al medio fsico-biolgico con el cuerpo del sujeto, con su ambiente y nivel de desarrollo social a travs de una auto-focalizacin analtica y preventiva.Todo este caos en el Mxico del siglo XXI, a la luz del enfoque complejo aqu apenas vislumbrado, implica que en el mundo occidental vivimos un proceso de adiccin psicopatolgica que termina con alguna vctima, pero que comienza en una ya enferma necesidad de obtener cada da una mayor cantidad de energa, con la cual sentir, aplicar y razonar ms placer, ms razn tecnolgica, ms industrias, ms mundos virtuales alimentados de realidad.

La verdad es que estamos ante miles de millones de consumidores adictos a la energa (en forma de sacarosa, petrleo, energa atmica, luz, etc.) cuya salud, desafortunadamente, no se resolver nicamente con empleo, seguridad y educacin, sino tambin es necesario un proceso drstico de desintoxicacin energtica bajando los umbrales de placer y agresin.Cmo podemos empezar a despertar de esta recursividad de un exceso de razn y placer? principalmente generando masivas estrategias de organizacin social y reproduccin de sentido que permitan acciones especficas en favor de la creacin y cumplimiento de protocolos de atencin inmediata, prevencin y postvencin a las vctimas. Se deben realizar acciones de urgencia humanitaria que han de ir acompaadas de fuertes inversiones econmicas, planes de seguridad, accin jurdica y defensa de los derechos humanos, planeacin de ordenamiento territorial, depuracin burocrtico-administrativa, salud mental, salud comunitaria. Adems, es imperativo que estas acciones estratgicas sean aplicadas, en este caso, a todo mexicano sin distingo alguno de que sea vctima o victimario, delincuente o gente de bien; despus de lo aqu dicho es claro que todos juntos, incluso como especie, vamos a la deriva en el mismo barco.

El cambio mediante una nueva mstica del ser humano es posible a travs de fuertes inversiones en lo parental y la crianza, implantando en las conciencias de las personas, pero sobre todo metabolizando en los cuerpos, prudencia ante el consumo de alimentos altos en caloras; fomentando proyectos de vida y programas polticos que aseguren un mejor afrontamiento psquico emocional; una mejor aplicacin de la justicia, ms expedita y transparente con menor corrupcin y mayor eficacia ya no en la aplicacin de mayores penas porque los criminales asisten al campo de batalla ya muertos, sino en la prevencin de toda la cadena patolgica. BibliografaAguilar Valenzuela, Rubn (2010) ndices de violencia en 7 de septiembre, Edicin Electrnica. [En lnea]. Mxico. . [01 de abril de 2012].Amin, Samir (1999) El capitalismo en la era de la globalizacin, Barcelona, Paids.Anderson Craig A., Bushman Brad J. (2002) Human Aggression, Annurie Review of Psychology, Vol. 53, pp. 2751. Aug, Marc (2008) Los no lugares espacios del anonimato: una antropologa de la sobremodernidad, Barcelona, Gedisa.

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