Definición y características del TDAH

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Definición y características del TDAH El TDAH o Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad es un trastorno neurobiológico de carácter crónico, sintomáticamente evolutivo y de probable transmisión genética que afecta entre un 5 y un 10% de la población infantil, llegando incluso a la edad adulta en el 60% de los casos. Está caracterizado por una dificultad de mantener la atención voluntaria frente a actividades, tanto académicas como cotidianas y unido a la falta de control de impulsos. La sintomatología puede manifestarse de forma diferente según la edad del niño y se debe desarrollar en dos ó más ambientes como en casa y en el colegio. Se da con mayor frecuencia entre los niños que entre las niñas en una proporción 4:1, y lo padecen tanto niños como adolescentes y adultos de todas las condiciones sociales, culturales y raciales. La opinión actual sobre la etiología del trastorno se centra en un fallo en el desarrollo de los circuitos cerebrales en que se apoyan la inhibición y el autocontrol, funciones cruciales para la realización de cualquier tarea. El trastorno se divide actualmente en tres subtipos de acuerdo a las principales características asociadas al desorden: Inatento; hiperactivo-impulsivo y combinado. DÉFICIT DE ATENCIÓN

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Definición y características del TDAH

El TDAH o Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad es un trastorno neurobiológico de carácter crónico, sintomáticamente evolutivo y de probable transmisión genética que afecta entre un 5 y un 10% de la población infantil, llegando incluso a la edad adulta en el 60% de los casos. Está caracterizado por una dificultad de mantener la atención voluntaria frente a

actividades, tanto académicas como cotidianas y unido a la falta de control de impulsos. 

La sintomatología puede manifestarse de forma diferente según la edad del niño y se debe desarrollar en dos ó más ambientes como en casa y en el colegio. Se da con mayor frecuencia entre los niños que entre las niñas en una proporción 4:1, y lo padecen tanto niños como adolescentes y adultos de todas las condiciones sociales, culturales y raciales.

La opinión actual sobre la etiología del trastorno se centra en un fallo en el desarrollo de los circuitos cerebrales en que se apoyan la inhibición y el autocontrol, funciones cruciales para la realización de cualquier tarea.

El trastorno se divide actualmente en tres subtipos de acuerdo a las principales características asociadas al desorden: Inatento; hiperactivo-impulsivo y combinado.

DÉFICIT DE ATENCIÓN

A menudo no presta atención suficiente a los detalles y comete errores por descuido tanto en las tareas escolares como en otras actividades.

A menudo tiene dificultad para mantener la atención en las tares. A menudo tiene dificultad para organizar tareas o actividades. A menudo evita tareas que le requieren esfuerzo mental. A menudo no sigue las instrucciones que se le indican. A menudo parece no escuchar cuando se le habla. A menudo pierde cosas necesarias para las tareas (lápices, libros, ejercicios

escolares, agenda,?.). A menudo es descuidado y olvidadizo en las actividades diarias (lavarse los

dientes, vestirse, recoger sus cosas).

A menudo se distrae fácilmente por estímulos irrelevantes. A menudo tiene dificultad para prestar atención a dos estímulos distintos ( por

ejemplo, leer lo que está en la pizarra y escribirlo en el cuaderno).

HIPERACTIVIDAD

A menudo mueve en exceso manos y pies y se retuerce en el asiento. A menudo le cuesta quedarse sentado cuando lo debe hacer. A menudo corre o trepa en situaciones inapropiadas. A menudo le es difícil

jugar o participar en actividades de forma tranquila. A menudo "está en marcha" y suele actuar cómo si tuviera un motor. A menudo habla en exceso. A menudo expresa las emociones con mayor intensidad. A menudo va de un lado a otro sin motivo aparente. A menudo le cuesta esperar su turno.

IMPULSIVIDAD

A menudo actúa sin pensar. A menudo habla en momentos poco oportunos o responde precipitadamente a

preguntas que todavía no se han acabado de formular. A menudo interrumpe a los demás o se entromete en sus asuntos. A menudo interrumpe en juegos y explicaciones. A menudo es poco previsor y olvida planificar. A menudo se muestra impaciente y tiene dificultad para aplazar una

gratificación. A menudo pierde con facilidad la paciencia. A menudo tiene mal humor o irritabilidad. A menudo no sabe perder y se pelea por cualquier cosa. A menudo destroza sus propias cosas y las de otros.

Los síntomas que evidencian un TDA-H pueden presentarse en su totalidad o en parte. El Manual Diagnóstico Estadístico de Enfermedades Mentales DSM-IV, distingue tres subtipos:

Combinado: si al menos 6 de los síntomas de atención y 6 de los síntomas de hiperactividad- impulsividad están presentes por un mínimo de 6 meses.

Predominantemente Inatento: si al menos 6 síntomas de atención, pero menos de 6 en el de impulsividad- hiperactividad están presentes por un mínimo de 6 meses.

Predominantemente Hiperactivo? Impulsivo: Si al menos 6 síntomas de hiperactividad-impulsividad están presentes, pero menos de 6 del ámbito de atención por un mínimo de 6 meses.

Comportamientos y manifestaciones mas habituales del afectado por TDAH

Las manifestaciones o características más habituales de este trastorno se relacionan con los siguientes comportamientos:

Su actividad motriz les lleva a levantarse continuamente de su asiento, charlar con los compañeros, hacer ruido... lo que provoca una interrupción constante del profesor

Su dificultad de concentración les hace distraerse fácilmente, llevándoles a dedicar más tiempo de lo normal a la ejecución de las tareas escolares y a obtener unos rendimientos más bajos. Ese bajo rendimiento escolar es consecuencia también de una mala memoria secuencial, produciéndoles dificultades de aprendizaje tanto en operaciones aritméticas, como en lecto-escritura.

Su impulsividad les suele llevar a un deseo de terminar las tareas lo más rápido posible, lo que provoca que cometan tantos errores, como comerse sílabas o palabras cuando escriben o leen, confundir unas palabras con otras?

A todas estas características hay que sumarles el alto grado de frustración que les produce el no realizar  las tareas con la misma rapidez y diligencia de sus compañeros, las continuas quejas de sus profesores, el rechazo de sus compañeros, que en ocasiones les lleva a reaccionar con rabietas o estallidos, mostrándose hacia los demás como una persona con poca capacidad de autocontrol.

Todo ello tiene como consecuencia  que les provoque una baja autoestima sobre si mismo apareciendo entonces otros trastornos como la depresión y la ansiedad, trastorno de conducta, trastorno oposicionista desafiante, en definitiva, una detección no temprana les puede conducir a cualquier tipo de conducta antisocial.

Nociones básicas del TDAH: De la sospecha al tratamiento.

Que es el TDAH

El TDAH o Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad es un trastorno neurobiológico de carácter crónico, sintomáticamente evolutivo y de probable transmisión genética que afecta entre un 5 y un 10% de la población infantil, llegando incluso a la edad adulta en el 60% de los casos. Está caracterizado por una dificultad de mantener la atención voluntaria frente a actividades, tanto académicas como cotidianas y unido a la falta de control de impulsos.

La sintomatología puede manifestarse de forma diferente según la edad del niño y se debe desarrollar en dos ó más ambientes como en casa y en el colegio. Se da con mayor frecuencia entre los niños que entre las niñas en una proporción 4:1

La opinión actual sobre la etiología del trastorno se centra en un fallo en el desarrollo de los circuitos cerebrales en que se apoyan la inhibición y el autocontrol.

El trastorno se divide actualmente en tres subtipos de acuerdo a las principales características asociadas al desorden: Inatento; hiperactivo-impulsivo y combinado.

Que nos puede hacer sospechar de la existencia del trastorno.

No presta atención, no escucha. Inquieto, incapaz de relajarse. Habla y actúa sin pensar. Desorganizado y despistado. Impulsivo y pierde a menudo el control. Discute y contesta.

Qué se debe hacer ante la sospecha del trastorno.

Normalmente suelen ser la familia, los docentes o el pediatra quienes pueden sospechar de la existencia del trastorno.

Si es la familia quien sospecha debe acudir al pediatra que les corresponda en la seguridad social para que les derive, dependiendo de la Comunidad Autónoma, al Departamento de Salud Mental Infanto-Juvenil

Si es el profesor quien sospecha, éste debe derivarle al Equipo de Orientación del centro para que le realice una valoración y le derive igualmente a la Unidad de Salud Mental infanto-juvenil de zona.

Si es el pediatra quien sospecha deberá realizar una valoración clínica si dispone de los conocimientos, recursos y materiales necesarios para realizar un correcto diagnóstico y entregar a la familia el correspondiente informe clínico.

Aunque el pediatra puede hacer un seguimiento de la evolución del niño a nivel de salud (peso, talla, analíticas, tensión arterial, etc.), si el niño presenta problemas conductuales o de aprendizaje que requieran de una intervención más especializada y entonces es muy conveniente que el pediatra derive a la Unidad de Salud Mental Infanto-Juvenil quienes podrán proporcionar al niño el tratamiento adecuado.

En caso de que el pediatra no pueda realizar el diagnóstico o dude del mismo, le derivará a los Departamentos mencionados, donde le realizarán las pruebas pertinentes y su correspondiente diagnóstico.

Como se realiza el diagnóstico.

En principio es importante subrayar que actualmente no existe una prueba única que diagnostique un TDAH.

Para obtener un buen diagnostico se debe realizar una exploración exhaustiva con pruebas  médicas y clínicas

Las pruebas médicas se deben realizar para descartar otras patologías: Analíticas de sangre y orina, Medida de la tensión arterial, pruebas de audición y visión, etc.Además los profesionales de Neuropediatría y Neurología suelen pedir  un encefalograma y/o escáner cerebral, no como pruebas determinantes de diagnóstico de TDAH, sino para descartar otras posibles patologías como ausencias, epilepsia, etc.

Si se le prescribe medicación, además de las analíticas y la medida de la tensión arterial, se les suele realiza un electrocardiograma.

Las pruebas clínicas consisten en una serie de pruebas psicodiagnósticas como entrevista con el niño, los padres, los profesores y varios test y escalas dependiendo de la edad del niño.

Junto con el diagnóstico siempre se deberá entregar al paciente un informe clínico donde indique la justificación del diagnóstico y las medidas a adoptar en función de las características de los síntomas.

Esto por desgracia no se hace muy habitualmente

En qué consiste el tratamiento.

El tratamiento del TDAH es multimodal, eso quiere decir que las propuestas de tratamiento son diferentes en función de las dificultades del niño y de cómo afecte el trastorno a su vida cotidiana. Debe ser integral y cubrir muchas áreas y consiste fundamentalmente en: Intervenciones psicológica, educativa (padres-colegio) y farmacológica.

Con la intervención psicológica se persigue ayudar a los niños a madurar su capacidad de autocontrol, de atención y de impulsividad cognitivo-comportamental usando procedimientos conductuales, de autocontrol, autoinstruccionales, pensamientos reflexivos, mejorar la autoestima, etc.

Los padres deben aprender a ser unos verdaderos coterapeutas, informándose y formándose en estrategias educativas y psicológicas eficaces para afrontar la constante evolución del trastorno, conseguir una convivencia familiar sana y un aumento en el desarrollo personal de los hijos.

La intervención del docente es imprescindible al ser en el colegio en donde los niños con TDAH van a encontrar sus mayores dificultades, por su falta de atención y de control de impulsos en las actividades, por el mal seguimiento de las instrucciones escritas y orales, por realizar trabajos de peor calidad y por su dificultad para organizar y planear actividades que requieren de varios pasos. Por tanto, sería indispensable que los profesores se informen y se formen para que acepten que los alumnos con TDAH requieren de un aprendizaje distinto.

En cuanto al tratamiento farmacológico se lleva a cabo fundamentalmente con estimulantes y atomoxetina y se ha demostrado que es eficaz entre un 70-80% en la reducción de los síntomas y es más eficaz que la psicoterapia conductual  sin medicación.

Hasta un 70-80% de niños con TDAH responde bien a la medicación, dando lugar a una rápida mejoría de los síntomas, contribuyendo a frenar las conductas impulsivas e hiperactivas, lo que permite al niño concentrarse y aprender. Sus efectos palian el trastorno, pero no lo cura. La medicación no crea adicción, desde el punto de vista fisiológico.

Es importante destacar que son muchos los niños que se benefician de estos tratamientos farmacológicos y que es necesario en un 80% de los casos, pero siempre  combinados con otras intervenciones tanto psico-educativas como socio-familiares, para mejorar la autonomía del niño, su déficit de atención, hiperactividad e impulsividad. El tratamiento farmacológico por sí solo no es ni suficiente ni eficiente.

Por qué es tan importante la detección precoz.

Una detección no precoz, o un mal tratamiento, pueden aumentar el riego de desarrollar otros trastornos. Lo más frecuentes es asociar el TDAH a trastornos de conducta, sin embargo, los datos que los expertos manejan  sobre el TDAH en los casos en los que no ha habido una detección precoz o no tienen un tratamiento o abordaje adecuado son:

El 60% de los niños con TDAH muestran patologías Psiquiátricas asociadas. Comportamientos desafiantes, oposicionistas, antisociales: 50%. Trastornos de conducta: 40 ? 60% Trastornos afectivos: Ansiedad, depresión, 20 -25% Fracaso escolar, 40-60% Abuso de sustancias tóxicas: 40% Trastornos del sueño: 50% Trastornos del aprendizaje y Dislexia 30%

Descripción clínica del TDAH

El TDAH o Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad es un trastorno neurobiológico de carácter crónico, sintomáticamente evolutivo y de probable transmisión genética que afecta entre un 5% y un 10% de la población infantil, llegando incluso a la edad adulta en un 60% de los casos. Está caracterizado por una dificultad de mantener la atención voluntaria frente a actividades, tanto académicas como cotidianas y unida a la falta de control de impulsos.

La sintomatología puede manifestarse de forma diferente según la edad del niño y se debe desarrollar en dos ó más ambientes como en casa y en el colegio.

Segun el Dr. César Soutullo Esperón, especialista en Psiquiatría y Consultor Clínico en el Departamento de Psiquiatría y Psicología Médica de la Clínica Universitaria de Navarra, el DSM-IV define tres subtipos de TDAH:

1) tipo combinado (cumple criterios de inatención y además criterios de hiperactividad-impulsividad), 2) tipo predominantemente inatento, y 3) tipo predominantemente hiperactivo-impulsivo.

El tipo combinado es el que más se parece a las descripciones clásicas del niño hiperactivo. En niños el tipo combinado es el más frecuente (80%) y luego el tipo inatento (17%). En niñas también el tipo combinado es más frecuente, aunque menos que en niños (60%), y el tipo inatento es más frecuente que en niños (30%). Las niñas son menos frecuentemente enviadas al médico para que las evalúe porque al ser menos hiperactivas crean menos problemas de manejo y de conducta en casa y en el colegio, por ello hay que estar atentos a los síntomas en las niñas. A continuación se revisan los criterios diagnósticos (DSM-IV) del TDAH.

Las características clínicas centrales del TDAH son siete:

1. Actividad excesiva e inapropiada sin relación a la tarea. Es una actividad molesta, sin objetivo, y fuera de su asiento, que dificulta el trabajo del niño y de otros niños en el colegio e interrumpe al profesor/a. El niño enreda mucho, es ruidoso y habla en exceso, produciendo consecuencias sociales negativas. Con el

desarrollo del niño tiende a disminuir, pero queda una intranquilidad interna. Éste síntoma responde bien a medicación estimulante.

2. Poca atención mantenida. Esto produce un trabajo escolar pobre y un mal rendimiento escolar y en los juegos (produciendo impopularidad con otros niños). La atención es variable y depende de la motivación, es peor para tareas aburridas, pero también está por debajo de lo normal en juegos. El niño se distrae fácilmente por estímulos irrelevantes. También responde a medicación estimulante.

3. Dificultad para inhibir impulsos. Dificultad para retrasar la respuesta a una señal. Es el síntoma más duradero, y puede durar hasta la edad adulta, con rendimientos académicos y sociales por debajo de su potencial debido a acciones y decisiones impulsivas. En el niño se traduce en no esperar su turno, interrumpir a otros, responder sin pensar, y tener mayor propensión a accidentes, heridas, etc. Éste síntoma mejora con estimulantes.

4. Dificultad en llevarse bien. Suelen ser impopulares con los padres, hermanos y profesores. Tienen pocas amistades duraderas. Estos niños suelen meterse en líos y meter a otros en líos, y les es difícil ajustar su respuesta a la situación (por ejemplo: pasar de los juegos y bromas del recreo al trabajo de clase). Este síntoma también mejora con la medicación.

5. Bajo rendimiento escolar. Tienen problemas de aprendizaje por mala organización, mala memoria secuencial, déficit en actividades psicomotrices finas y gruesas, y habilidades cognitivas improductivas.

6. Baja autoestima. Debido a su impopularidad, a tener pocos amigos, a meterse siempre en problemas con padres, hermanos, profesores, y al mal rendimiento escolar, estos niños tienen una sensación crónica de fallar en todo y no hacer nada bien, a pesar de intentarlo.

7. Comorbilidad (tener otros problemas además del TDAH). Es la norma y no la excepción. Trastornos frecuentemente comórbidos con el TDAH son: trastorno oposicional-desafiante, trastorno de la conducta, trastornos de aprendizaje (verbal y no verbal), ansiedad y depresión.

Para hacer un diagnóstico no solamente se requiere la presencia de suficientes síntomas de forma persistente, sino que tienen que estar presentes en más de 1 ambiente de la vida del niño (casa, colegio, con amigos) y además crear problemas importantes. Los síntomas deben estar presentes por encima de lo normal para la edad del niño. Un niño con TDAH no detectado a tiempo puede tener considerables problemas académicos, de relación familiar, de relación social, de conducta en el colegio, y riesgo elevado de abuso de sustancias. En niños correctamente diagnosticados y tratados, se pueden prevenir y reconducir las complicaciones. Entre un 40 a un 60% de los niños con TDAH seguirán teniendo síntomas en la edad adulta.

Causas del TDAH

 

El origen del TDAH con exactitud así como los factores específicos que contribuyen a sus aparición se desconocen a día de hoy a pesar de las múltiples investigaciones que se llevan a cabo en este campo. Los estudios hasta la fecha sugieren que no existe una causa única que provoque el TDAH y  las características de su cuadro sintomático, sino que éste se origina, más bien, en respuesta a la interacción de muchas factores durante la etapa gestacionaria.  

En este sentido, podemos distinguir entre factores de origen biológico y factores psicosociales-ambientales como posibles agentes desencadenantes, faciliatadores y/o agravantes. 

 

 

Factores genéticos

Se han demostrado que los factores de origen hereditario explican en un 80% de los casos la aparición del trastorno, siendo la probabilidad de presentar el trastorno mayor si algún progenitor  está afectado, esto es, que el padre o la madre tengan TDAH multiplica por 8,2 el riesgo de padecer el trastorno (Soutullo y Díez, 2008).

El coeficiente de heredabilidad del TDAH es de 0,76, lo que significa que si el niño tiene TDAH, el 76 por cierto se explica por causa genética. A pesar de estas cifras, no existe una acción genética directa, por lo que un padre tenga TDAH no determina con exactitud que sus hijos vayan a desarrollarlo, tan sólo que existe una probabilidad mayor, como ocurre con otras patologías psiquiátricas como la depresión, o la esquizofrenia (Soutullo y Díez, 2008).

Los estudios de genética molecular han relacionado el trastorno fundamentalmente con varios genes en diferentes cromosomas y sus variaciones en el número de copias. Se trata, por tanto, de un  trastorno de herencia poligénica, es decir,  múltiples genes contribuyen al fenotipo del TDAH. El principal candidato sería el gen DRD4*7, en el cromosoma 11, responsable de producir el receptor D4 del neurotransmisor dopamina y que en el caso de los afectado por TDAH este gen está alterado hasta en un 50-60% de los casos (Soutullo y Díez, 2008). 

Por todo ello,  es que el TDAH no se trata de un constructo social, o algo relacionado únicamente con el entorno del niño y su educación, sino que el origen  del TDAH se debe en buena parte a modificaciones específicas en determinados cromosomas que componen el genoma humano, como explicación más plausible hasta la fecha.

Factores neuroquímicos

Las teorías explicativas neuroquímicas describen como origen de las disfunciones comportamentales y cognitivas y emocionales atribuidas al TDAH a un fallo en el desarrollo de los circuitos cerebrales del córtex prefrontal, los ganglios basales y las conexiones frontoestriadas, lo que provoca fallos en el sistema ejecutivo del cerebro y los mecanismos de inhibición y autocontrol (Soutullo y Díez, 2008). 

Estos fallos en el funcionamiento cerebral se explican debido al desequilibrio de los neurotransmisoresdopamina y adrenalina (sustancias químicas del cerebro encargas de transportar la información) que provoca que la producción de estos dos neurotransmisores sea irregular. Este déficit de dopamina y noradrenalina genera problemas en los circuitos reguladores de varias zonas del cerebro como el córtex prefrontal, el cuerpo calloso y los ganglios basales lo que altera el funcionamiento de las funciones ejecutivas, responsables de dirigir el foco de atención, planificar, organizar y regular la conducta e inhibir estímulos irrelevantes del entorno.

Factores psicosociales

Más allá de los agentes ambientales que no parecen implicados en el origen del trastorno (aditivos, determinados alimentos) algunos estudios si relacionan algunos agentes externos como precipitantes o contribuyentes a la aparición del TDAH durante la etapa gestacional (factores Prenatales) o cerca del nacimiento (perinatales) como: el tabaquismo (Langley, 2005 y Thapar, 2009) y el estrés y ansiedad maternas durante el embarazo (Rice 2010,  Van der Bergh y Marcoen, 2004,2005). Pero no existen evidencias científicas concluyentes acerca de que exista una relación directa de causa efecto sobre estas variables.

A pesar de que el estilo de crianza y la educación recibida no es origen del trastorno, si contribuye a agravar los síntomas y la evolución del trastornos en niños que ya presentan el trastorno, por lo que la elección de intervenciones psicológicas, educativas y familiares adecuadas contribuyen a una mejoría de los síntomas y a un mejor pronóstico.

Qué NO causa TDAH

Existen muchos mitos con respecto a las causas y origen del trastorno por déficit de atención e hiperactividad, alimentados desde el desconocimiento del trastorno y la falta de información veraz hacia la Sociedad, que perpetúa las creencias irracionales acerca de posibles relaciones  causa-efecto.

Este tipo de falacias, genera en las familias y en los educadores sentimientos de culpa y en los niños genera problemas de etiquetaje e incomprensión.

Por tanto, es importante aclarar que variables NO son causa del TDAH:

Mala crianza y educación de los padres. Los padres no son culpables de que su hijo/a tenga TDAH. Alergias alimenticias o exposición a tóxicos ambientales (plomo, cinc, etc.) No se produce ni por desacuerdos entre los padres, ni por separaciones o divorcios, ni por estar

viudo o soltero. No se produce por el nacimiento de un hermano, celos o por falta de apego paterno. No se produce porque el padre o la madre se ponga a trabajar, esté en el paro, o trabajen mucho

fuera de casa.

No se produce por cambiar de colegio, por tener niñera, o porque el cuidado y educación recaiga en los abuelos.

Tampoco influye de forma tajante el nivel socioeconómico, el cociente intelectual, la edad de la madre o el vivir en una población grande o pequeña.

No es debido a la falta de normas de los padres o la ausencia de límites dentro y fuera de casa.   Tampoco está relacionado con la ingesta de dietas ricas en azúcares, grasas, aditivos, proteínas o

colorantes, vitaminas. El consumo en grandes cantidades de  televisión, videojuegos y una alta exposición a estímulos

visuales luminosos  tampoco provocan la aparición del cuadro de síntomas.

En resumen,  aunque de momento no existe un solo concepto que podamos señalar como causa del TDAH, las evidencias de que se trata de un problema neurobiológico, con una heredabilidad muy alta y sobre el que los datos de neuroimagen y genética cada vez están aportando mayor información, hacen que no se pueda considerar como la causa del TDAH una mala educación de los niños o el haber crecido en un ambiente inadecuado.

 Que mejora y empeora el TDAH

Los factores que contribuyen a la mejora del TDAH son: un diagnóstico precoz, una educación coherente por parte de los padres, la transmisión de valores positivos y estabilidad familiar, el conocimiento por parte de los profesores y adaptación de las actividades educativas y la colaboración entre los padres y la escuela.

 

Los factores que contribuyen al empeoramiento del TDAH son: un diagnóstico retardado, fracaso escolar, una educación demasiado permisiva o severa, desavenencias y hostilidad entre los padres, problemas de salud en el niño y precedentes familiares de alcoholismo, conductas antisociales u otros trastornos sociales.

Características positivas en el TDAH

El TDAH tiene también muchos aspectos positivos. Con un buen abordaje adecuado pueden ser potenciados, ya que estos niños tienen una respuesta alta a estímulos positivos. Si nos fijamos bien, no es tan terrible tener un TDAH, tienen innumerablescaracterísticas positivas que les pueden llevar en el futuro a ser grandes genios.

La creatividad y originalidad suelen ser unas de sus principales características, pero al igual que tienen un sin fin de desventajas, también tienen un sin fin de maravillosa características:

Son ambiciosos, quieren ser "todo cuando sean mayores". Son buenos para hablar en público. Son buenos en las relaciones públicas. Son capaces de ver un orden en el caos. Son buenos resumiendo y sintetizando. Son buenos ante los cambios. Son grandes generadores de ideas. Son compasivos consigo mismos y con los demás. Son hábiles para solucionar problemas. Siempre están dispuestos a probar y aprender cosas nuevas.

Siempre están dispuestos a hacer nuevos amigos. Siempre están dispuestos a ayudar. Siempre tienen una gran decisión. Siempre buscan caminos alternativos hacia un fin. Se preocupan mucho por su familia. Tienen buena reacción en situaciones de emergencia. Tienen buena capacidad para enfrentarse a situaciones difíciles. Tienen la habilidad de encontrar caminos para superar obstáculos. Tienen soluciones ocurrentes para resolver problemas. Tienen gran sentido del humor. Tienen una gran memoria visual. Tienen un buen procesamiento en información por imágenes. Tienen una personalidad atractiva. Pueden hablar de muchas cosas al mismo tiempo. Pueden hacer que la gente se sienta escuchada. Pueden llevar a cabo muchos proyectos al mismo tiempo. Miran las situaciones desde todos los ángulos. Necesitan dormir menos que los demás. Evolucionan constantemente. Perdonan fácilmente.

Además: Son ambiciosos, apasionados, aventureros, cálidos, colaboradores, compasivos, creativos, curiosos, divertidos, empáticos, espontáneos, extrovertidos, flexibles, graciosos, honestos, imaginativos, ingeniosos, inteligentes, intuitivos, inventivos, leales, optimistas, persistentes, pragmáticos, resistentes, tenaces, tolerantes, trabajadores, sinceros, valientes, versátiles, visionarios, y sobre todo:

 

"SIEMPRE ESTÁN LLENOS DE ENERGÍA"

Reglas básicas para combatir los síntomas de un niño o adolescente con Hiperactividad.

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image_item_final_378.jpg- Si queréis que el niño no os ignore, no le ignoréis vosotros a él.

- Crear un ambiente de respeto mutuo.

- Recordarle las cosas de manera amable.

- Repetir las órdenes de una a tres veces.

- Prevenir antes mejor que resolver después.

- Intervenir más bien rápido que tarde.

- Dar las órdenes de una en una. Las órdenes deben ser cortas.

- Enseñar niveles razonables de control.

- Utilizar consecuencias lógicas.

- Ayudarle a distinguir entre comportamientos aceptables e inaceptables.

- Los elogios y los castigos deben ser inmediatos.

- Comenzar con las recompensas antes que con los castigos.

- Ayudarle a modelar conductas reflexivas.

- Darle espacio y tiempo para calmarse.

- No le atosiguéis si no reacciona con rapidez, puede tardar unos segundos más en asimilar una orden o instrucción.

- Utilizar elogios y también recompensas no verbales.

- Darle vuestro apoyo de inmediato y con frecuencia.

- Animarle a expresar sus sentimientos.

- Aceptarle tal y como és.

- Reconocer sus puntos fuertes.

- Encontrar el momento adecuado para comunicaros con él.

- Darle consejos para relacionarse con los demás.

- Darle instrucciones claras que no sean ambiguas.

- Escucharle atentamente.

- Utilizar reglas claras.

- Darle instrucciones breves.

- Ser tolerantes y moderados.

- Evitar luchas de poder.

- No le subestiméis ni encasilléis.

- No le prejuzguéis ni descalifiquéis.

- No le avergoncéis ni mortifiquéis por su comportamiento, y mucho menos en público.

- Evitarle situaciones embarazosas.

- Proporcionarle comentarios positivos.

- Evitar sermonear.

- Dejarle ganar alguna batalla, hay cosas por las que no merece la pena luchar.

- Intensificar la motivación.

- Si sabéis la respuesta no preguntéis.

- Intentar incentivos positivos.

- Enseñarle a planear y ayudadle a organizarse.

- Proveerle de un ambiente estructurado.

- Darle oportunidades para que él sea el centro.

- Enseñarle a esperar.

- Pedirle ayuda y mostrad vuestro agradecimiento.

- Reforzar su autoestima.

- Mirarle a los ojos cuando le habléis.

- Pedirle que os mire a los ojos cuando le habéis.

- Preguntarle si ha entendido lo que le habéis dicho.

- Decirle que os repita lo que le habéis dicho y elogiarle si lo ha entendido bien (si no ha entendido mal o a medias, volvédselo a repetir sin tono tedioso).

- Reconocerle los esfuerzos por mínimos que sean.

- Ayudarle a crear buenos hábitos de estudio.

- Exigirle en la medida de sus posibilidades.

- Favorecer su autonomía personal.

- Animarle a que tome decisiones.

- Concentrarse en las características positivas de su personalidad en vez de en las negativas.

- Decidle que le queréis y que le apoyáis incondicionalmente.

- Convertiros en su socio.

- Considerar el uso de medicación.

- Reforzar la comunicación con los profesores.

- Tratar de convertiros en el mejor defensor de vuestro hijo.

- No os deis por vencidos, luchad.

- No perdáis la paciencia.

- Conservad la calma. Os tendréis que esforzar más que los demás.

- Tomaos descansos periódicos.

- Aprended los signos y reaccionar pronto.

- No os sintáis culpables.

- No os sintáis culpables.

- No os sintáis culpables.

¡Y DISFRUTAR DE LOS MOMENTOS BUENOS!

Diagnóstico del TDAH

Un diagnóstico correcto es imprescindible para un tratamiento efectivo, para que padres y profesores fundamentalmente puedan ayudar al niño/a con Trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) a que desarrolle todo su potencial.

Un diagnóstico precoz es igualmente imprescindible para una pronta intervención, evitando así la posible comorbilidad y abordar adecuadamente los diferentes problemas que puedan surgir a lo largo de su desarrollo.

La edad para acudir al profesional dependerá de las características de cada caso, aunque cada se dan más sospechas de diagnóstico en la etapa preescolar,  a día de hoy, la mayoría de los casos la edad de comienzo del tratamiento es la etapa escolar (escuela primaria) ya que nos encontramos con una gran cambio cualitativo y cuantitativo las exigencias del entorno del niño/a, aumentan la demandas  sociales y académicas y se requiere de una mayor atención y control sobre sí mismos, lo que produce mayores dificultades y una sintomatología más clara.

Numerosos trastornos o problemas médicos pueden manifestarse por síntomas presentes o nucleares del TDAH lo que dificulta la correcta identificación del trastorno, por lo que es necesario realizar undiagnóstico diferencial minucioso. El TDAH se puede confundir con desordenes de la infancia o con trastornos como ansiedad, depresión, etc., por eso deben existir pruebas claras de un deterioro clínicamente significativo de la actividad social, académica o laboral en el caso de adultos. Los niños en los que se establece el diagnóstico de TDAH han de presentar varios de los signos y síntomas representativos en un grado considerado "perjudicial" y con una frecuencia mucho mayor de lo predecible para su edad y nivel de maduración.

El diagnóstico de este trastorno ha de basarse en una valoración minuciosa para excluir otras posibles causas de las dificultades del niño, lo que incluye información de su familia, de sus profesores y una evaluación por parte de profesionales sanitarios de las diferentes áreas: psiquiatras infantiles, psicólogos infantiles, pediatras, neuropsiquiatras, neuropsicólogos, etc.

La evaluación de este complejo trastorno debe realizarse desde una perspectiva multiprofesional que aborde tanto la evaluación psicológica, la educativa y médica.

Protocolo de evaluación TDAH

No existe una prueba única que por sí sola permita hacer un diagnóstico exclusivo y confiable.

Para establecer el juicio diagnóstico final es necesario recabar información de las diferentes fuentes que rodean e intervienen en el niño y realizar observaciones sistemáticas de sus conductas y la valoración retrospectiva de su comportamiento desde las edades más tempranas.

La evaluación del TDAH debe incluir:

1. Un examen médico completo para evaluar la salud general del niño y descartas problemas de tipo visual, auditivo, anemias o la falta de componentes vitales para su salud.

2. Una evaluación psicológica profesional para tener una idea clara de la condición emocional del niño, incluyendo pruebas de capacidad intelectual y de desarrollo cognitivo.

3. Una evaluación familiar para la cual se utilizan las escalas de comportamiento.4. Una evaluación escolar que incluya la historia académica y de comportamiento del niño en el aula.5. El diagnóstico se basará en el cumplimiento de los criterios del DSM-IV, que son los criterios

diagnósticos establecidos por la Academia Americana de Psiquiatría (1994) o los criterios de la  CIE-10(1992) reconocidos y establecidos por la OMS.

Como se ha indicado, existen dos sistemas de clasificación para los trastornos psiquiátricos: CIE-10 (Organización mundial de la Salud, 1992) y DSM-IV (American Psychiatric Association, 1994). Estos dos manuales son las guías de referencia que los profesionales de la salud mental toman para establecer el diagnóstico del Trastorno según los criterios diagnósticos clínicos.

Las diferencias entre ambos sistemas son muy importantes para entender por qué el TDAH se puede llamar también Trastorno Hipercinético, porqué se diagnóstica más en algunos países que otros (los criterios de inclusión y excusión varían entre una guía y otra), porqué se puede llegar a tratar a unos niños sí y otros no, porqué hay algunas diferencias de prevalencia entre los estudios, etc.

A continuación se describen los criterios diagnósticos recogidos en ambos manuales de diagnóstico como referencia para el diagnóstico del TDAH:

El diagnóstico del TDAH según el DSM-IV 

Criterios diagnósticos para el Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad: 

A-1) Presenta seis o más de los siguientes síntomas de falta de atención durante al menos 6 meses con una intensidad superior a la que normalmente manifiestan las personas de su misma edad:

Desatención

- No suele prestar atención a los detalles. Comete errores frecuentemente en el colegio, el trabajo u otras actividades.

- Le cuesta mantener la atención en tareas o actividades de tipo lúdico.

- Parece que no escucha cuando se le habla.

- No suele finalizar las tareas o encargos que empieza y no suele seguir las instrucciones que se le mandan, sin ser por un comportamiento negativista o por una incapacidad para comprender las instrucciones.

- Le resulta complicado organizar tareas y actividades.

- Intenta evitar realizar tareas que le suponen un esfuerzo mental sostenido (actividades escolares o tareas domésticas).

- Pierde objetos frecuentemente (ejercicios, lápices, libros, juguetes?)

- Se distrae con cualquier estímulo irrelevante.

- Es descuidado en las actividades de la vida diaria.

A-2) Presenta seis o más de los siguientes síntomas de hiperactividad-impulsividad durante un período mínimo de 6 meses con una intensidad superior a la que normalmente manifiestan las personas de esa edad:

Hiperactividad

- Suele mover en exceso las manos y los pies o no se está quieto en el asiento.

- No suele permanecer sentado en las situaciones en las que se espera que lo esté.

- Suele correr o saltar en exceso en situaciones en las que no es apropiado hacerlo.

- Tiene dificultades para realizar actividades o juegos tranquilos.

- Suele estar en movimiento y actuar como si tuviese un motor en marcha continuamente.

- Suele hablar en exceso.

Impulsividad

- Suele dar respuestas precipitadas antes de que se hayan terminado de formular las preguntas.

- Le cuesta esperar su turno y respetar las colas.

- Suele correr o saltar en exceso en situaciones en las que no es apropiado hacerlo.

- Suele interrumpir a los demás y entrometerse en las actividades de otros.

B) Algunos de estos síntomas que causaban alteraciones estaban presentes antes de los 7 años.

C) Algunas alteraciones provocadas por los síntomas se presentan en dos o más ambientes (escuela, casa, trabajo, etc)

D) Deben existir pruebas de que hay un problema clínicamente significativo del funcionamiento social y académico o laboral.

E) Los síntomas no están presentes exclusivamente en el transcurso de un trastorno generalizado del desarrollo, esquizofrenia o cualquier otro trastorno psicótico, y no se explican mejor por otro trastorno.

 El diagnóstico del TDAH según CIE-10

Criterios diagnósticos CIE-10 para el Trastorno Hipercinético

Déficit de atención (al menos 6 durante 6 meses)

- Frecuente incapacidad para prestar atención a los detalles junto a errores por descuido en las labores escolares y en otras actividades

- Frecuente incapacidad para mantener la atención en las tareas o en el juego

- A menudo aparenta no escuchar lo que se dice

- Imposibilidad persistente para cumplimentar las tareas escolares asignadas u otras misiones

- Disminución de la capacidad para organizar tareas y actividades

- A menudo evita o se siente marcadamente incómodo ante tareas tales como los deberes escolares que requieren un esfuerzo mental mantenido

- A menudo pierde objetos necesarios para unas tareas o actividades, tales como material escolar, libros, etc.

- Fácilmente se distrae ante estímulos externos

- Con frecuencia es olvidadizo en el curso de las actividades diarias

Hiperactividad (al menos 3 durante 6 meses)

- Con frecuencia muestra inquietud con movimientos de manos o pies o removiéndose en el asiento

- Abandona el asiento en la clase o en otras situaciones en las que se espera que permanezca sentado

- A menudo corretea o trepa en exceso en situaciones inapropiadas

- Inadecuadamente ruidoso en el juego o tiene dificultades para entretenerse tranquilamente en actividades lúdicas

- Persistentemente exhibe un patrón de actividad motora excesiva que no es modificable sustancialmente por los requerimientos del entorno social

Impulsividad (al menos 1 durante 6 meses)

- Con frecuencia hace exclamaciones o responde antes de que se le hagan las preguntas completas

- A menudo es incapaz de guardar un turno en las colas o en otras situaciones de grupo

- A menudo interrumpe o se entromete en los asuntos de otros

- Con frecuencia habla en exceso sin contenerse ante las consideraciones sociales

- Además se debe cumplir que:

- El inicio del trastorno no es posterior a los siete años

- Los criterios deben cumplirse en más de una situación

- Los síntomas de hiperactividad, déficit de atención e impulsividad ocasionan malestar clínicamente significativo o una alteración en el rendimiento social, académico o laboral

- No cumple los criterios para trastorno generalizado del desarrollo, episodio maníaco, episodio depresivo o trastorno de ansiedad. 

Es importante recordar que no sólo la presencia de los criterios es importante a la hora de definir el diagnóstico, sino que si los síntomas que presenta son de intensidad alta, moderada o leve, si interfieren en su vida diaria de forma intensa o no, si existe impacto en el entorno del sujeto, si existen alteraciones psicológicas, si presenta necesidades educativas, etc. Todos estos criterios diagnósticos junto con la información remitida por los padres y el centro escolar y la observación directa de la funcionalidad del niño, darán al profesional de la salud mental las herramientas para establecer el diagnóstico de déficit de atención e hiperactividad y poder así comenzar con la intervención y el tratamiento más indicado para el caso.

Tratamiento del TDAH

 

Tratamiento   farmacológico  

El tratamiento del Trastorno por déficit de atención e Hiperactividad (TDAH) desde plantearse desde un enfoque multidisciplinar y multimodal.  Debido al impacto que tiene el trastorno sobre las diferentes áreas de la vida del afectado, es necesario atender e intervenir sobre los aspectos cognitivos, conductuales, educativos, afectivos, familiares y sociales.

El tratamiento del TDAH debe ser individualizado y diseñado por un especialista o grupo de especialistas en función de las características sintomatológicas y las circunstancias que rodeen al caso (problemas asociados, entorno, escuela, etc.) y a la familia.

  

El tratamiento multimodal  del TDAH tiene por objetivo mejorar los síntomas nucleares de la enfermedad (hiperactividad, impulsividad y déficit de atención), reducir la aparición de problemas asociados al TDAH, favorecer la adaptación académica del afectado, reducir el impacto del trastorno en el entorno del afectado (familia, escuela, entorno social, plano personal), adquirir las competencias y estrategias básicas para un funcionamiento global óptimo y mejorar la calidad de vida de la persona con TDAH y su familia.

La aceptación activa del TDAH es esencial para garantizar la eficacia del tratamiento y alcanzar una evolución positiva. El entorno que rodea al afectado debe comprender,  aceptar y formar parte activa de la intervención multimodal del tratamiento asumiendo su rol en coordinación con el resto de las personas implicadas.

Para lograr éxito en el tratamiento es imprescindible encontrar un buen profesional en el que los padres puedan confiar, que nos acompañe y dé apoyo y que impulse al niño/a a salir adelante. Los padres han de tener una actitud positiva, deseos de aprender, informarse y educarse, aceptar su labor de co-terapeutas, al igual que los profesores, quienes deben al igual que los padres aprender a manejar el trastorno para lograr en ellos un buen desarrollo.

Por tanto, el enfoque multimodal en el tratamiento del TDAH  se centra en la atención de las diferentes áreas del sujeto afectadas: área académica, área familiar, área psicológica/neuropsicológica y el área social.

Los cuatro pilares que conforman el tratamiento multimodal del TDHA son:

El tratamiento farmacológico para el TDAH se presenta en dos formas: 

Tratamiento con medicamentos psicoestimulantes   Tratamiento con medicamentos no psicoestimulantes

El Metilfenidato (MPH) es el tratamiento farmacológico de elección para el TDAH (Castells et al., 2004). ElMetilfenidato es un fármaco estimulante (anfetamínico) que actúa bloqueando el transportador de la dopamina (DAT), el mecanismo principal de eliminación de dopamina del espacio sináptico. Ello produce un aumento de la dopamina extracelular, proporcional al nivel de bloqueo del transportador (DAT), que se cree que es responsable de la mejora de los síntomas del TDAH.

Además de los fármacos estimulantes, existen otras alternativas farmacológicas como el uso de fármacos no estimulantes. La atomoxetina es el fármaco No psicoestimulantes de elección en España.

Intervención psicológica

Otro pilar esencial del tratamiento del TDAH es la terapia psicológica y/o neuropsicológica. Los estudios hablan de una mayor eficacia y mejor evolución cuando se combina la medicación con una intervención psicológica, pero  por sí sola tienen un efecto débil sobre los síntomas del TDAH y la mediación cómo única elección no entrena en la adquisición de habilidades ni resuelve los problemas asociados (Soutullo y Díez, 2007.),

La intervención psicoterapéutica atiende a los aspectos cognitivos, emocionales, afectivos, sociales y conductuales. Mediante la intervención con técnicas de modificación de conducta, cognitivas o intervenciones neuropsicológicas, de trata de modificar aquellos comportamientos disfuncionales, reforzar aquellas áreas cognitivas más deficitarias, tratar los problemas emocionales y entrenar en el manejo de habilidades y estrategias de funcionamiento para el día a día.

Los tratamientos psicoterapéuticos indicados en el TDAH son:

PsicoeducaciónTécnicas cognitivo-conductuales Técnicas de modificación de conducta Técnicas de manejo del estrés y la ansiedad Problemas asociados y comorbilidad Entrenamiento en habilidades sociales Programas de desarrollo personal para adolescentes y adultos Problemas y/o Trastornos de conducta Problemas y/o Trastornos afectivos Mediación

Intervención psicopedagógica e intervención educativa

La intervención psicopedagógica tiene como objetivo mejorar el rendimiento académico del niño o adolescente en la escuela mediante la reeducación psicopedagógica y la intervención a través adaptaciones curriculares, medidas específicas y acciones  dirigidas a la mejora de su adaptación escolar y académica y reducir así los efectos negativos del TDAH en relación a su aprendizaje y competencia académica.

Los focos de la intervención escolar y psicopedagógica son:

Estrategias y manejo del alumno con TDAH Formación del profesorado y personal docente sobre el TDAH Dificultades de aprendizaje y problemas cognitivos

Protocolo de actuación familiar-escuela Protocolo de actuación del profesorado Protocolo del servicio de orientación Legislación educativa de atención a la diversidad para TDAH

Intervención   familiar

La familia es donde se recoge un impacto mayor del trastorno. Este impacto se traduce en una mala comunicación emocional, problemas de sobrecarga cognitiva y tensional,  ausencia de estrategias y habilidades para responder a los comportamientos disruptivos, necesidad de apoyo psicológico, etc., y todos estas dificultades hacen necesaria una intervención familiar para abordar los posibles focos problemáticos de la  dinámica familiar.

Los padres deben aceptar, comprender e implicarse de forma activa en el tratamiento del hijo/a afectado y deben coordinarse con los Servicios Sanitario Infanto-Juveniles y con el centro escolar y deben ser el núcleo de coordinación del resto de apoyos y servicios de atención del afectado.

El cuarto pilar familiar en el tratamiento del TDAH es la familia y el TDAH.

Los Intervenciones destinadas a trabajar con los padres y la familiade los afectados de TDAH abarcan los siguientes aspectos:

Psicoeducación Escuelas de padres y Grupos de apoyo Entrenamiento en habilidades y estrategias de gestión del  TDAH Reestructuración y organización de la dinámica familiar Técnicas de modificación de conducta Técnicas de manejo del estrés y la ansiedad

Técnicas de Estudio: una herramienta para enseñar en familia a hijos hiperactivos

La respuesta a muchas necesidades educativas supone un esfuerzo coordinado y continuado entre lafamilia y la escuela. La continuidad entre la escuela y la familia multiplica el efecto de las intervenciones. Es común que el docente encuentre en su trabajo con los alumnos dificultades, problemas y demandas que solo puede resolver con el consenso y la colaboración del entorno familiar. Para lograr dicha continuidad existen programas educativos de implicación familiar, como puede ser el de Técnicas de Estudio aplicadas al TDA-H, en el que los padres pueden formarse y convertirse en personas que entrenen a sus hijos, puesto que son la figura más importante, pero sobre todo ya no en el aprendizaje de las técnicas sino en el mantenimiento de las mismas. De este modo las familias se implican en el aprendizaje de la competencia de aprender a aprender, colaborando con el centro educativo en la consecución de los objetivos académicos y de éxito escolar a través del aprendizaje en casa de las técnicas necesarias para el aprendizaje.

A tener en cuenta a la hora de estudiar con un hijo con TDA-H

Inicialmente tenemos que tener en cuenta una serie de factores muy importantes, tomando como referencia las características del trastorno:

El apoyo en el estudio no será una tarea sencilla al principio, pero con el paso del tiempo se notarán las mejoras: como todo en esta vida, el proceso de estudio lleva su tiempo, y a mayor edad, es más complicado ir ajustándolo, sobre todo lo que corresponde a la rutina de estudio. Si decidimos sentarnos a ayudar a estudiar a nuestros hijos debemos ser constantes, sentarnos con él durante un tiempo fijo y cumplirlo siempre, teniendo en cuenta que poco  a poco debe ser él solo quien se encargue de manera autónoma de su estudio.

Es necesario ser constante en el trabajo que vamos a realizar con nuestros hijos:  Otro problema que surge es la constancia, los padres no toleran los fracasos, al primero que surge o incluso ante alguna dificultad (falta de concentración, distracción constante, etc.) el primer gesto es levantarse y marcharse. Si un padre está decidido a enseñar a estudiar a su hijo, debe hacer el esfuerzo de enfrentarse a toda situación posible y muchas serán situaciones negativas y frustrantes.

Tiene que haber una toma de decisión conjunta entre los padres: Los padres deben pensar, sobre todo cuando el niño es pequeño (5-10 años) que el estudio no es algo que les motive, y menos una actividad donde hay que estar sentados y cuyo trastorno les influye en dicho sentido. Por ello los menores aprovechan cualquier fallo de los padres, sobre todo en las decisiones, para poder "escaquearse" del estudio. En este

sentido, debe haber congruencia entre ambos, incluso aunque sea equivocado, pero eso lo discutirán ambos cuando estén solos, nunca delante del menor.

Hay que reforzar el esfuerzo, no sólo los objetivos: Reforzar es muy importante, sobre todo en niños y adolescentes con TDA-H, haciendo hincapié en los comportamientos relacionados con la tranquilidad ante el estudio, o la constancia en el estudio, esto ayudará a que vuelvan a repetir la conducta. Como es obvio, también los resultados, pero deben recordar que muchas veces la recompensa desplazada en el tiempo puede perder valor en estos menores, que son impulsivos, y es preferible pequeñas recompensas más inmediatas, así nos centraremos más en los esfuerzos que en los logros.

No desacreditar la opinión de los profesionales, sobre todo delante de los menores: No podemos desacreditar a un profesor o a un profesional, en ocasiones ocurre esto porque no nos gusta la respuesta o la solución que nos dan. Sin duda no significa que el profesional siempre tiene razón, en absoluto, somos humanos y erramos; pero el papel del padre es pedir información y aclaración, y sobre todo reflexionar sobre las opiniones y consejos de los profesionales. La idea es llegar todos juntos a que los menores tengan éxito en sus estudios, no es una cuestión de quien tiene más o menos razón. Hay que recordar que al desacreditar a un profesional ante un menor, ese profesional está perdiendo su figura de autoridad y en ocasiones el trabajo conseguido.

Tener en cuenta que para que exista un apoyo al estudio tiene que haber también un compromiso por parte de los padres: El compromiso va muy relacionado con la constancia, debemos ser conscientes de que los niños pasan la mayor parte del tiempo con los padres, sobre todo en la parte donde estudian solos. Por eso es importante que los padres hagan caso a las pautas indicadas por el profesor, principalmente en los hábitos de estudio, para que el menor pueda mejorar. Este es el compromiso que puede ayudar al profesional a avanzar su trabajo.

Ser estructurados, objetivos y constantes, y fomentar el trabajo conjunto con un profesional/profesor: Se deben seguir unos pasos estructurados a la hora de estudiar, ser claro con los menores sobre qué objetivos conseguir a corto y a largo plazo.

No siempre es importante el nivel de conocimiento de los padres: Aunque los padres no conozcan la asignatura en cuestión a la que sus hijos deben enfrentarse, no tiene por qué ser un motivo para rendirse. Con los niños pequeños (5-12 años) las materias siguen una evolución y están muy bien explicadas en los libros, por lo que el trabajo del padre no es tanto de explicar o aclarar las dudas, sino de apoyar la interiorización de conceptos. Con chavales mayores (13-16 años) hay conceptos o materias más complejas que tal vez un padre no pueda explicar y tenga que recurrir a un profesor  pero puede hacer un apoyo y sobre todo enseñar al estudio.

Técnicas de Estudio: Los estudiantes, además de conceptos y valores, deben adquirir las estrategias necesarias para hacer frente a los distintos tipos de conocimiento. El fracaso en el estudio, en gran parte, es debido a que la persona no sabe estudiar o no le han enseñado. La formación  de la persona sólo se consigue si los contenidos, la información y, en general, el aprendizaje se asimilan y se hacen propios. Ello será posible si el estudio se convierte en una tarea personal y se emplean unas técnicas adecuadas. Al igual que otro tipo de trabajos, la tarea de estudiar, cuanto mejor organizada esté, menos esfuerzo exige y mayor rendimiento se obtiene. Estudiar requiere, por tanto, unas técnicas y unos hábitos que hay que aprender y que debemos enseñarles. Para ello:

- Analizaremos los hábitos y ambiente de estudio en casa (lugar, tiempo y modo de estudio). Analizando las rutinas de estudio y estableciendo un lugar que, a ser posible, sea siempre el mismo y el más tranquilo de la casa.

- Tendremos en cuenta  la organización y la planificación personal, partiendo de las necesidades de cada uno, manteniendo un equilibrio entre las horas de estudio y descanso.

- Les motivaremos en el estudio, valorando, animando y reforzando cada pequeño paso.

- Les orientaremos para el manejo de las técnicas de estudio, reflexionando sobre las ventajas de utilizar un método útil y eficaz que les ayude a rentabilizar el tiempo y a ahorrar energía.

- Les dotaremos de una metodología para la comprensión lectora: EPLER (Examina, Pregunta, Lee, Esquematiza, Resume, Repasa).

- Les apoyaremos y ayudaremos a la hora de la preparación ante los exámenes.

 Dificultad en el diagnóstico del TDAH en la edad preescolar

Los manuales de diagnóstico fijan como edad para determinar el diagnóstico del Trastorno por Déficit Atención e Hiperactividad (TDAH) los 7 años de edad, pues se establece que hasta la edad de los 6 años, los niños no presentan patrones de conducta fijos, debido a la variabilidad del niño en sus respuestas al entorno.

En algunos casos, existen signos clínicos de alerta en edad preescolar (contabilizado a partir de los 4 años) que hacen sospechar de un posible patrón compatible con un cuadro de TDAH.  

Estos niños entre los 4 y 6 años tienen de forma progresiva un menor nivel para la aceptación de las normas que los demás, tienen rabietas frecuentes,  más  conflictos con sus compañeros y  se pegan más con ellos porque son más competitivos por su impulsividad. Suelen pedir muchas cosas con insistencia, y son intrépidos sin ver el peligro porque además tienen gran actividad motora y curiosidad por todo. En ocasiones también presentan precozmente una conducta disruptiva con variaciones temperamentales y alteraciones de la regulación emocional para su edad correspondiente, lo que repercute en una limitada interacción social   e incluso  una difícil relación con sus padres  (Mulas, 2012.)

Los TDAH preescolares inatentos pasan más desapercibidos porque no son tan conflictivos, van a su aire y hacen poco caso a los demás, sacan los juguetes de su sitio pero luego no les hacen caso y en clase no siguen el ritmo de los demás, se olvidan de sus tareas y organizan peor sus actividades (Mulas, 2012.)

Por otra parte los ambientes también influyen y puede darse el caso de que en su casa son muy tolerantes con el niño pero en la guardería se quejan y solo un cuidadoso seguimiento clínico de los signos de alarma permitirá hacer una fundamentada sospecha diagnóstica.

Según Vaquerizo-Madrid (2005) los signos (según orden jerárquico) que caracterizan a los preescolares con TDAH son:

Pobre disposición para el juego social con otros niños. Exceso preferencia por los juegos deportivos sobre los educativos. Actitud desmontadora ante los juguetes, y pobre interés sostenido por el juego. Retraso del lenguaje. Retraso y torpeza en el desarrollo de la motricidad fina adaptativa. Dificultades para el aprendizaje de los colores, los números y las letras. Dificultades para el desarrollo gráfico y para la comprensión de la figura humana. Inmadurez emocional para su edad correspondiente. Constantes rabietas y más accidentes aunque leves en el hogar o en el parvulario.

A pesar de mostrar estas evidencias, desde el punto de vista clínico la precisión diagnóstica no es fácil. El TDAH en edad preescolar se manifiesta en un 50% menos que en la edad escolar, lo que supone alrededor de un 3% de los niños, debido las hay dificultades en la estandarización de los criterios diagnósticos.

No existen criterios clínicos predictivos en el caso de los preescolares (menores de 6 años)  aunque pueden ser útiles los correspondientes al DSM-IV para TDAH infantil a la hora de estimar un diagnóstico diferencial de un TDAH frente a conductas de sobreactividad, distractibilidad o alteración de las normas por encima de la media de los criterios de normalidad (Viser et al., 2007.)

Tratamiento farmacológico y/o intervención psicopedagógica en la edad preescolar

En los niños/as con TDAH preescolar (a partir de los 4 años), el uso de fármacos psicoestimulantes como metilfenidato, tienen menos eficacia en esta etapa que en la edad escolar, aparecen más efectos adversos en la edad preescolar y en estas edades no hay indicaciones aprobadas por farmacovigilancia para la mayoría de los fármacos que se emplean para el TDAH (tanto psicoestimulantes como NO psicoestimulantes.)

Existen evidencias empíricas de que la intervención psicopedagógica tiene mayor beneficio en los TDAH preescolares (Swanson, 2006.)

La intervención psicopedagógica en el TDAH preescolar

La información remitida por los centros escolares, además de las familias, sobre el funcionamiento académico y social del niño es fundamental para determinar cuál es al abanico de comportamientos del niño ante las diferentes situaciones y cuál es el grado de adaptabilidad y funcionalidad de éste y sí efectivamente estamos ante un caso de TDAH temprano.

Ante la sospecha de un posible caso de TDAH preescolar, el procedimiento adecuado es un control médico exhaustivo de la evolución y progresión del niño/a, e incluso una intervención psicopedagógica temprana dirigida desde el servicio de pediatría o desde asistencia psicopedagógica externa  para corregir comportamientos disruptivos, diseñar  pautas adecuadas, establecer sistemas de economía de fichas sencillos, frenar la impulsividad motora potenciando el autocontrol, trabajar el desarrollo de las habilidades de

autorregulación y la demora de gratificaciones y canalizar la hiperactividad motora mediante vías de escape motoras adecuadas a su edad como deportes, actividad físicas, juegos, etc.

En estas etapas infantiles tempranas, la actividad lúdica y el juego sirven como herramienta del desarrollo intelectual, cognitivo, emocional y social, por lo que son una excelente forma de entrenar y adquirir habilidades y estrategias internas.

El juego como herramienta psicopedagógica favorece el aprendizaje de todas las áreas del desarrollo infantil:

Área Sensorial: sentidos y percepción. Área Motriz: motricidad fina, motricidad gruesa y propiocepción. Área Cognitivo: memoria, atención, cognición, procesamiento lógico. Área comunicativa: lenguaje, expresión, interacción, diálogos, rituales. Área afectiva: superación de miedos, angustias, fobias. Área social: roles, competencia, resuelve conflictos.

Debido a la influencia  tan directa  que tiene el juego sobre el desarrollo cerebral y madurativo infantil, es una herramienta esencial en las intervenciones tempranas tanto desde la familia (padres, hermanos, primos...) como en el plano social (parques, aulas, colegio, recreos...).

Según Mulas (2011), los profesores también juegan un papel fundamental en la intervención con los niños/as preescolares con TDAH, pues al situar al alumno "problemático" cerca de ellos pueden interactuar con mayor frecuencia, preguntarles cosas cuando ven que se despistan, facilitarles la labor e incluso darles más tiempo en las evaluaciones académicas cuando son mayores, con la idea de que mejore su rendimiento académico y con ello la autoestima del alumno procurando un mejor pronóstico.

Por tanto, hacer el diagnóstico temprano del TDAH preescolar es un paso fundamental por las implicaciones relevantes que ello conlleva en la vida futura de estos niños en el ámbito académico, conductual, familiar y social, especialmente en el subtipo combinado, pues éste presenta un abanico más amplio de manifestaciones sintomatológicas y problemas en los diferentes entornos.

Sólo una intervención combinada multidisciplinar con un base sólida de apoyo terapéutico-psicopedagógico, control de la evolución médica y la implicación de padres y profesorado, hacen posible un mejor pronóstico en la evolución futura de estos niños y sus familias y prevenir la aparición de futuros problemas. 

El papel del centro escolar

El centro debe realizar una exploración o estudio completo y periódico de todos los estudiantes con problemas emocionales, cognitivos y de comportamiento, para realizar un diagnóstico precoz y establecer precoces e intensivas intervenciones que eviten la evolución desfavorable del niño no tratado.

Todos los niños que han sido expulsados de clase o del colegio en alguna ocasión por problemas de conducta deben ser evaluados mediante métodos estructurados para investigar las causas y el origen de tales comportamientos.

También es responsabilidad del centro escolar crear las mejores circunstancias para el desarrollo educativo de estos niños. El TDAH no debe usarse como excusa para "no hacer", sino  todo lo contrario, es la razón para "hacer algo" positivo, debiendo considerarse estos niños con necesidades educativas especiales y llevar  acabo adaptaciones específicas para cada caso.

Los estudios  demuestran que el manejo más efectivo del comportamiento inadecuado en el centro escolar es una alta calidad pedagógica a través de métodos que aseguren conocimientos y habilidades del profesor y un

programa educativo de calidad, dinámico y ajustado a las características del niño con TDAH y una adecuada ratio estudiante-profesor.

Programas de formación para profesores

Los programas destinados a la formación y el entrenamiento de los profesores suelen ser programas multimodales. Donde se recogen un conjunto de técnicas de actuación tomadas de otros programas (modificación de conducta, técnicas de disciplinas, establecimiento de pautas, etc.). No se tratan tanto de técnicas específicas para profesores sino adaptaciones de técnicas cognitivo-conductuales adaptadas a contextos escolares.

Es fundamental trabajar sobre las ATRIBUCIONES de los profesores de cara a estos niños, para ello es de vital importancia la información y formación  para cambiar la forma de dirigirse a estos niños. La clave es fomentar el conocimiento del TDAH en el personal escolar.

Los programas cognitivo-conductuales son los que mejores resultados han demostrado y que a día de hoy están más validados, y su eficacia queda demostrada tanto en casa como en la escuela.

Entre las variables que más influyen en el resultado del tratamiento son por una parte:

1. Los trastornos comórbidos asociados: TDAH + trastorno oposicionista/desafiante; donde los resultados son más limitados y la eficacia es más baja, TDAH + trastornos de ansiedad; donde funcionan muy bien mediante el uso de técnicas cognitivo-conductual y la respuesta suele ser muy positiva incluso sin necesidad de medicación para la ansiedad.

2. El CI como variable moduladora, niños con mayores capacidades y competencias intelectuales obtienen mejores resultados a los tratamientos.

3. El nivel sociocultural familiar influye en un mejor rendimiento en todas las áreas.

Con respecto  a los tratamientos para TDAH aún queda mucho camino para recorrer por parte de los investigadores y los clínicos.

En estados Unidos se invierte mucho dinero en este campo, debido a que los costes que provoca el trastorno tanto en el ámbito educativo y sanitario son muy altos. Por tanto la solución parte de un esfuerzo de todos: prevención, información, prevención, intervenciones tempranas y eficaces y sistemas de coordinación entre las áreas clínicas, familiares y escolares.

El papel del profesor en el aula

Identificarlos en el niño y comunicar su sospecha a los padres. Identificar las necesidades educativas especiales del niño y formular un plan individualizado que contemple los programas, actividades, estrategias de intervención, materiales y métodos, organización, técnicas de motivación, y habilidades específicas.

Mantener una colaboración positiva con el niño y su familia, acordando con ellos soluciones apropiadas para los problemas académicos y de conducta, estableciendo el compromiso y la responsabilidad de cada uno.

Monitorizar y revisar los progresos periódicamente. Ayudar al niño a integrarse socialmente y no tener una conducta disruptiva en clase, fruto en algunos casos de sentimientos de culpa, fracaso y humillación previos. No abrumarlo públicamente, favorecer la colaboración con sus compañeros.

Maximizar la atención a las conductas positivas, protegiendo y fomentando su autoestima, ofreciendo pequeñas recompensas y a corto plazo.

Asegurar canales efectivos de comunicación con el niño, empatía, asertividad, repetir las instrucciones de forma clara y concisa, sin mostrar enfado, exasperación o sarcasmo.

Evitar la confrontación, anticipando los problemas para evitarlos, dándole oportunidad de expresar su punto de vista sobre el problema antes de demostrarle que está equivocado.

Basar la enseñanza lo máximo posible en experiencias concretas, experimentación activa, aplicaciones prácticas, frente a complejas teorías o generalizaciones.

Programas de Entrenamiento en habilidades cognitivas, socio-emocionales y conductuales

Existen 3 programas de referencia en este campo: The Incredible Years Therapeutic Dinosaur Programme de Webster-Stratton 1982, The Tools of the Mind Curriculum de Leong y Boldrova, 2007 y Programa "Piensa en Voz Alta" (Adaptación de Ana Miranda, Gil y Llacer) 

The Incredible Years Therapeutic Dinosaur Programme de Webster-Stratton 1982 o Emplea el uso de marionetas, figuras representativas, juego dramático, la técnica de la

Tortuga, trabajo en equipo, regulación emocional, importancia de las reglas y normas, escucha, pararse, pensar, etc.

o Se trabaja mediante actividades divertidas y muy atractivas, lo que provoca altos grados de

participación Y MOTIVACIÓN.o El programa tiene resultados positivos muy significativos: se produce una mejora y cambios

positivos significativos y mantiene los efectos en el seguimiento en el tiempo. No solo produce cambios en los niños sino también se han registrado cambios importantes en los padres y la dinámica familiar.

The Tools of the Mind Curriculum de Leong y Boldrova, 2007 o Programa que combina el uso de autoinstrucciones, juego y habilidades cognitivaso Entrenamiento en áreas cognitivas como la atención, memoria, etc.o Emplea el juego dramático (roles)o Uso y entrenamiento del lenguaje interno para la autorregulacióno Actividades y entrenamiento con números y cálculoo Manejo en el uso de ayudas externas (calendarios, alarmas, agendas, etc.)o El programa ha demostrado su eficacia mediante resultados positivos significativos.

 Programa "Piensa en Voz Alta", Adaptación de Ana Miranda, Gil y Llacero Útil para disminuir conductas antisocialeso Emplea las autoinstrucciones: "párate y piensa en voz alta"o Entrenamiento en auto-observación y autoevaluación de la conductao Importancia del papel mediador del profesoro Entrenamiento en generar soluciones y plantear alternativaso Emplea técnicas como "El juego del Detective"

Cómo manejar la hiperactividad motriz de niños hiperactivos en el aula

Una de las características más llamativas del niño hiperactivo es, precisamente, la excesiva actividad motora que sobrepasa los límites normales para su edad y su nivel madurativo. Este exceso de actividad motriz se manifiesta normalmente por una necesidad de moverse constantemente y por la falta de autocontrol corporal y emocional. A pesar de ser éste el síntoma más llamativo de todo el trastorno y el que con mayor frecuencia hace que los profesores alerten a los padres.

En la mayoría de los casos la inquietud motora desaparece una vez entrada la adolescencia, mientras que los problemas de atención y la impulsividad persisten hasta la edad adulta.

A pesar de todo, cuando la conducta hiperactiva es muy exagerada puede resultar incompatible con el aprendizaje escolar, llegando a deteriorar las relaciones con el entorno (el profesor, los compañeros de clase, la familia y los amigos).

Las conductas hiperactivas más frecuentemente observadas son:

1. Mueven en exceso manos y pies.2. Se implican en actividades peligrosas.3. Les cuesta quedarse sentado.4. Se retuercen en el asiento5. Van de un lado a otro sin motivo aparente.6. Corren o trepan en situaciones inapropiadas.7. Les es difícil jugar de forma tranquila.8. Actúan como si tuviera un motor-"está en marcha".9. Hablan en exceso.10. Mordisquean, chupan objetos.11. Rompen los materiales.

La hiperactividad motriz, es decir, la actividad constante sin un fin claramente definido, es el síntoma más destacado en los niños de 3 a 10 años. Este intervalo de edad, se caracteriza por una actividad motriz gruesa que implica mantenerse en situaciones en las que se espera que permanezca sentado, removerse en el asiento, sentarse sobre un pie, balancearse en la silla, gritar, correr en sitios donde no es esperado hacerlo, dar volteretas o trepar. Se puede decir que durante los primeros 3 años de escolaridad los niños aprenden a "sujetarse" en sus asientos, descargándose a través de una infinidad de movimientos más finos como: rascarse la cara, estirarse el labio, cambiar constantemente de mano para apoyar la cabeza, juguetear con la goma y el lápiz, estirarse la ropa, rascarse el ojo, sentarse sobre uno y otro pie, o volverse a hablar con el de al lado. A partir de los diez años, pasará a caracterizarse por el predominio de una actividad motriz fina, que implicará movimientos en las manos, hablar en exceso, risas, canturrear. En muchos casos, sobre todo en niños a partir de los 9 años, la hiperactividad motriz en el aula ya no se manifiesta con carreras, subirse a las mesas o levantarse constantemente del asiento, sino que es sustituida por excusas constantes para poderse poner en pie como, enseñar una y otra vez la tarea inacabada al profesor, preguntarle una cosa a un compañero, ir a buscar algo a la mochila o sacar punta al lápiz.

En los niños con TDAH se dan dos tipos de movimientos, el movimiento de desplazamiento - levantarse de la silla, saltar, correr? - y el movimiento en el asiento.

El movimiento es una dificultad que normalmente no perjudica a los niños con TDAH ya que el movimiento es algo que favorece la activación cerebral y por lo tanto es algo que necesitan. Este tipo de conductas se tratan de mejorar en todos los entornos, se les dice continuamente que se estén quietos, que paren? porque es una conducta molesta para los demás y sobre todo para los adultos, en este caso para el profesorado. El movimiento en el asiento puede permitirse e incluso, en ocasiones, favorece la ejecución de una tarea, si este movimiento no interfiere en la realización de dicha tarea. Es conveniente dejarle que se mueva, que se levante, que pasee?, pero respecto a este movimiento de desplazamiento, es necesario enseñarle a levantarse en momentos más adecuados ? termina el ejercicio y levántate- o que el movimiento tenga un propósito ? en el aula, ¿puedes levantarte y borrar la pizarra? Se trata de reconducir de una forma más ajustada y adaptativa la necesidad de moverse.

Pautas para el manejo de la inquietud motora

Dar un propósito a su necesidad de movimiento Validar al alumno/a más allá de esta característica. Alternar el trabajo que debe realizar en el pupitre con otras actividades que le permitan levantarse y

moverse un poco (recoger el material, repartir los cuadernos, avisos fuera de clase?) a los que denominaremos "desplazamientos funcionales".

Se trata de darle actividades que supongan para el alumno con TDAH, un "respeto motor" en el momento adecuado, como ir a dar un recado, repartir material, etc.

Permitir pequeñas actividades en clase (jugar con el lápiz o la goma mientras escuchan, tomar notas, subrayar cuando leen?etc.).

Fomentar la actividad controlada (presentarle la tarea conforme vaya finalizando la anterior, dándole un tiempo para su realización y corrigiéndola inmediatamente.

Controlar los estímulos (darle menos cantidad de ejercicios de modo que se centre más en la calidad que en la cantidad.

Extinción de la conducta inadecuada. Ignorar movimientos incontrolados y acordar con el alumno una señal que le ayude a la reconducción sin necesidad de llamarle la atención.

Evitar que los compañeros imiten o animen al alumno a realizar movimientos inadecuados. Permitir cierto grado de movimiento y murmullo. Ayudarles a destacar en aquello que saben hacer bien. Transmitir calma: hablar despacio, suave, contacto físico, etc. Proporcionarle modelos adecuados de conducta tranquila y reposada. Hacerle tomar conciencia de sus dificultades para estar sentado. Ayudarle a evitar las situaciones que le causan descontrol (las esperas, por ejemplo) mientras no

pueda controlarlas. Exigirle autocontrol en la medida de sus posibilidades reales. Entrenarle en autocontrol utilizando auto-registros que le permitan valorar sus progresos. Planificar actividades que involucren el cuerpo en movimiento. Las actividades de enseñanza que fomentan respuestas activas tales como la expresión oral,

dramatizaciones, la creación, organización de murales o el trabajo en la pizarra, sirven para ayudar mucho a los alumnos con TDAH.

Permitir pequeños intervalos para la actividad física, ya sea dentro de la tarea programada o de forma espontánea sin que interrumpa la actividad principal.

No privarlos del recreo o la actividad física. Si corre por los pasillos o escaleras, la estrategia a seguir sería encargarle el cierre y apertura de la

clase. Enseñarle a respetar los turnos de participación en tareas grupales. Permitir que realice explicaciones a otros estudiantes. 

Cómo manejar la impulsividad de los niños hiperactivos en el aula

 

Los alumnos TDAH emplean muy poco tiempo en analizar los estímulos, son poco atentos y cometen más errores que los reflexivos. Deben tomar conciencia de los procesos cognitivos que se utilizan en el aprendizaje para aprender a controlarlos, reconducirlos y optimizarlos.

 

También deteriora seriamente la capacidad de aprendizaje del niño y su buena adaptación a la escuela y los compañeros. En primer lugar, debe quedar claro que el niño tiene dificultades para regular su estado de activación. Por eso siempre suelo recordar que: "No es tanto que no quieran autocontrolarse sino que tienen dificultades para hacerlo". Una vez activados (descargas hormonales conjuntamente con emociones intensas de frustración) tienen que efectuar alguna acción (rabietas, huida, agresión, lanzamiento objetos, etc.). Ello no quiere decir que seamos tolerantes, sino que desde la comprensión de lo que pasa podemos ayudarle de forma más eficaz. A este respecto, hay que señalar, que la mayoría de niños impulsivos suelen luego arrepentirse y se comprometen a no volver a hacerlo cuando se lo razonamos. No obstante, vuelven a recaer en los mismos comportamientos disruptivos al tiempo que manifiestan una cierta perplejidad o inquietud al verse superados por sus propios actos y no saber por qué vuelve a ocurrir.

La impulsividad es la causa del comportamiento inadecuado, la precipitación de la respuesta hace que no entren en marcha los mecanismos de reflexión que seleccionarían una respuesta más adecuada. Una respuesta probablemente más racional y menos emocional.

Se contempla el TDAH como un fallo en el tiempo de demora, el tiempo de espera desde que entra un estímulo y se responde ante él. Cuando nuestro cerebro recibe una información se dispara una gran cantidad de actividad cerebral y se ponen en marcha de manera automática, involuntaria e inconsciente diferentes procesos, pero lo más importante es que estos procesos podemos hacerlos voluntarios y conscientes. El niño con TDAH no sólo tiene dificultades en ese tiempo de demora que es menor, sino en no saber que voluntariamente y conscientemente puede utilizar su mente, desarrollar y potenciar esos procesos: mirar, observar, atender, analizar, seleccionar de forma consciente, utilizar su mente para pensar en el pasado y anticipar el futuro, tomar decisiones, pensar un plan, entre otros.

La impulsividad como deficiencia mediacional (Meichenbaum, 1977) es considerada como consecuencia de una debilitada habilidad del lenguaje para guiar, controlar o gobernar la conducta. En los niños con TDAH existe un déficit en la adquisición del lenguaje interno como mediador de la conducta, existiendo diferentes niveles de deficiencias en este discurso privado de auto-guía: deficiencia de mediación (no hay habla interna o no es auto-guía), deficiencia de producción (sí utilizan autoinstrucciones de autoguía pero fracasan a la hora de ponerlas en práctica en las situaciones apropiadas), deficiencia de autocontrol (sí utilizan autoinstrucciones de autoguía, las ponen en práctica en las situaciones apropiadas, pero son insuficientes para controlar la conducta). Las conductas impulsivas se manifiestan en:

1. Interrumpe a los demás.2. Se entromete en los asuntos de los demás.3. Responde precipitadamente a preguntas.4. Se muestra impaciente.5. Dificultad para aplazar una gratificación.6. Dificultad para esperar su turno.7. Actúa sin pensar. Falta de reflexividad. Se salta normas.8. Dificultad para tareas de análisis.9. Poco control sobre la expresión de sentimientos.10. Dificultad para inhibir la conducta. No siguen instrucciones11. No evalúa consecuencias. 

Respecto de estas conductas el profesor/a puede llevar a cabo diferentes estrategias y pautas de intervención a aplicar en el aula:

1. Definir normas: Consensuar y definir las normas generales del aula, y decidir las consecuencias de su incumplimiento. Redactarlas en positivo, han de ser pocas, claras y consistentes. En el caso de niños con TDAH es importante anticiparse a su conducta, hacer un recordatorio frecuente de la normativa y colocarla en un lugar visible del aula.

2. Invitar a la reflexión: el profesor puede hacer la pregunta, "invitar a pensar" y responder más tarde. También pueden hacer que deban tomarse el tiempo necesario antes de dar respuesta a cualquier tipo de ejercicio (demora reforzada). No dar por buena la primera respuesta y pedir volver a pensar.

3. Herramientas para recordar: Podemos decirle al alumno que escriba lo que va a decir para así estar seguros de que no se olvidan y así aprenden a respetar el turno.

4. Ayudarle a generar alternativas: Hacer un ejercicio de reflexión, tras la acción, que evalúe su conducta sin sentirse culpable pero sí generando alternativas para que estén en su mente otras posibles actuaciones. Esto se puede llevar a cabo analizando las consecuencias de cualquier problema viendo las distintas alternativas de solución que se generan y eligiendo una de ellas para la resolución del problema.

5. Modelo participativo: El profesor/a puede ejemplificar ante los alumnos la realización de los ejercicios y los corrige verbalizando las estrategias de solución. El objetivo es servir de modelo para que observen e imiten, haciendo uso de las autoinstrucciones.

6. Realizar una mayor supervisión: en situaciones menos estructuradas como el patio de recreo, salidas, desplazamientos, fiestas?

7. Favorecer el autocontrol: mediante el entrenamiento en autoinstrucciones,intentando que el alumnado modifique las verbalizaciones internas que emplea cuando realiza cualquier tarea y las sustituya por verbalizaciones que son apropiadas para lograr el éxito y control de su conducta. El objetivo es enseñar el lenguaje como autoguía y que utilicen pasos que les ayuden a organizar su pensamiento de forma más ordenada cuando se enfrentan al ejercicio. Pedirle que piense en voz alta para ayudarle a generar un lenguaje interno que controle su conducta.

8. Uso de reforzadores: reforzar al grupo la conducta adecuada que hayamos planteado. Ej.: "¡Qué bien!, gracias a que habéis seguido la explicación sentados y en silencio, hemos podido terminar a tiempo". Elogiar, en los momentos de inicio de conducta inadecuada, al alumno que presente un comportamiento adecuado y que pueda servir de modelo. Expresarle diariamente aspectos positivos realizados y utilizar un registro donde pueda ver sus avances que realiza en los aprendizajes.

9. Mantener la calma: Es muy importante que cuando se produzca un episodio de impulsividad extrema (rabieta, insultos, etc.) los padres, maestros o educadores mantengan la calma. Nunca es aconsejable intentar chillar más que él o intentar razonarle nada en esos momentos. Esto complicaría las cosas. Tenemos que mostrarnos serenos y tranquilos pero, a la vez contundentes y decididos

10. Hablar sobre las conductas inadecuadas: hacerlo siempre en privado. Evitar comparaciones con otros alumnos. Evitar comentarios negativos, ironías, alzar la voz. Nunca decirle que es malo sino que se ha portado mal durante unos momentos y que eso puede arreglarlo en un futuro si se empeña en ello. El niño debe aprender, aunque aceptemos el hecho de que tiene dificultades para

controlarse, que sus actos tienen consecuencias. Por ello, contingentemente a las rabietas, conductas desafiantes, agresiones u otros, deberemos ser capaces de marcar unas consecuencias inmediatas (retirada de reforzadores, tiempo fuera, retirada de atención, castigo, etc.). Por ejemplo si ha lanzado objetos, deberá recogerlos y colocarlos en su lugar; si ha insultado deberá pedir disculpas, etc. esperando a que se tranquilice para aplicar las contingencias marcadas.

11. Cuidar la autoestima: Sustituir el verbo ser por el verbo estar, para cuidar su autoestima e informarle del comportamiento esperado. Ej.: en lugar de "Soy un atolondrado", decir "Estoy atolondrado". Puede ser más adecuado utilizar como señal de aviso algún movimiento concreto del maestro/a. Este método es más discreto y tiene la ventaja que suele pasar desapercibido por el resto del grupo. Por ejemplo: "Cuando veas que te miro y doy dos golpecitos con mi bolígrafo o cuando me toque la nariz, etc."

12. El semáforo: Una estrategia que podemos emplear y suele funcionar, es la técnica del semáforo. La estrategia es simple: se trata de avisar al niño o grupo de alumnos (proporcionarles feedback) cuando se están empezando a activar. El color verde significa que todo va bien, el amarillo significa precaución y el rojo que es una conducta inadecuada. La técnica del semáforo es también muy adecuada para utilizarla en dinámicas grupales en las que todos los niños reciben las instrucciones y así conseguir una cierta autorregulación del grupo en casos en los que haya riesgo de conflicto.

13. Estrategias de relajación: Si el niño ha trabajado, paralelamente, alguna técnica de relajación o estrategia alternativa de afrontamiento, podrá intentar ponerla en marcha cuando note la activación o se le avise de ella. Por ejemplo, podemos (según edad y características del niño) enseñarle a que cuando se note activado procure respirar profundamente al tiempo que se da autoinstrucciones: "Tranquilo", "Cálmate", etc, o incluso utilizar la técnica de la tortuga. 

El objetivo fundamental de toda intervención con niños impulsivos es dotarles de herramientas prácticas que les permitan por ellos mismos regular, en la medida de lo posible, su impulsividad.

Cómo captar la atención de los niños hiperactivos en el aula

La atención es un proceso complejo, relacionado con actividades como seleccionar información relevante sobre lo irrelevante, mantener la atención de forma constante durante un tiempo prolongado o realizar una actividad evitando distractores. El déficit de atención no implica una incapacidad total para mantener la atención, el alumno con TDAH puede atender como cualquier otro en determinadas circunstancias, pero a costa de una fatiga mucho mayor. Su falta de atención no es incompatible con cierto éxito en tareas de este tipo cuando: 

Su motivación es muy elevada. Compensa con un nivel elevado de capacidad y buenas estrategias. Se encuentra enfocado o redirigido en una actividad.

Los niños con TDAH pueden tener mucha dificultad en la atención en situaciones en las que la estimulación es lenta y monótona. Mantener la atención en situaciones de este tipo les produce una fatiga mayor que a los demás alumnos, reflejándose en:

Buen rendimiento inicial seguido del abandono de la tarea. Rendimiento inconstante (conecta y desconecta en la tarea). Una dedicación prolongada pero con múltiples errores producto de la fatiga. Trabajo adecuado pero extremadamente lento.

En general, para el profesorado es importante captar y mantener la atención del alumnado durante todo el tiempo, así como prestar atención a todos los alumnos de manera equitativa, ya que los procesos atencionales tienen una  influencia considerable sobre el control y el rendimiento del alumnado. Es necesario utilizar estrategias para captar y mantener la atención del alumnado, prestando el profesor atención a cada alumno en la medida que lo necesita y de manera más acusada a los niños hiperactivos, ya que como sabemos existe un déficit en los mecanismos atencionales. Un clima de atención generalizado es una condición previa imprescindible para empezar cualquier actividad escolar y la forma de iniciar la clase es a menudo decisiva, condicionando todo lo que sucede a continuación. Todo ello se traduce en la creación de unas condiciones favorables para el trabajo. 

Estrategias generales:

1.- Crear rutinas de inicio rápido en clase: Conviene planificar la forma de iniciar las clases y practicarla hasta hacer de ella un hábito para el profesor y para los alumnos. Es necesario habituarlos desde principios de curso a un inicio rápido, posponiendo las rutinas distractoras (pasar lista, hacer comentarios,..) a otros momentos, poniendo especial énfasis en cumplir y hacer cumplir todo lo referente a puntualidad, preparación previa del material que se va a utilizar y consecución de un clima de atención generalizada como requisito para empezar.

2.- Empezar con actividades incompatibles con la distracción: una forma de acelerar la concentración y evitar la distracción inter-clases es empezar con actividades incompatibles con la distracción (preguntas sobre lo tratado el día anterior o interrogantes que provoquen curiosidad e interés, abrir el libro por la página?).

3.- No empezar sin la atención de todos: Hay que asegurar la atención concentrada de todos los alumnos sin excepción como requisito previo imprescindible, si se empieza permitiendo que algunos alumnos prosigan con sus distracciones, se estará transmitiendo la idea implícitamente de que se puede continuar charlando/estando distraído mientras el profesor se esfuerza por arrancar. 

Si se distrae durante las explicaciones, la estrategia a utilizar es utilizar todos los recursos metodológicos de que dispongamos: podemos apoyar las explicaciones con apoyos visuales.

Cambiar la entonación. El control del tono de voz es un medio muy importante para el manejo de los alumnos con TDAH.

Plantear al alumno preguntas frecuentes durante las explicaciones y ofrecer una retroalimentación inmediata de sus respuestas. No con la intención de pillarle sino por mantenerle activo.

Mantener un contacto ocular tan frecuente como resulte apropiado. Utilizar claves o señales, no verbales, previamente acordadas con el alumno, para redirigir su

atención sin interrumpir la clase. Por ejemplo, gestos con la mano, señalarse los ojos para indicar "mira", o los oídos para indicar "escucha", una palmada en el hombro, etc.

Controlar los distractores y/o estímulos que hay en el aula para que el alumno no se despiste con ellos.

Procurar sentar al alumno cerca del profesor o donde pueda supervisarlo con facilidad. Colocar al lado del estudiante con déficit de atención, compañeros que sean

Modelos apropiados, es decir, que suelan estar atentos, ordenados, que cumplan las órdenes? No le pidamos algún trabajo o actividad en los últimos cuatro minutos de clase ¡nadie nos atiende!. Si durante las explicaciones parece o escuchar, pinta sus cuadernos o juega con cualquier cosa, la

estrategia a seguir sería:o En primer lugar, recordar que la ausencia de contacto ocular con el profesor y el ver al

alumno dedicado a otra actividad no siempre quiere decir que el alumno no esté escuchando el discurso o no esté comprendiendo lo que se dice.

o Recordar que los alumnos con TDAH necesitan dar salida a su actividad realizando alguna

tarea manipulativa mientras se mantienen escuchando.o Si la conducta del alumno no interfiere a los demás y no parece crearle problemas para

seguir la clase, podemos tolerar este tipo de conductas.o Solamente retiraremos aquellos objetos con los que el alumno se distrajera

verdaderamente. Si comete errores en los ejercicios por falta de atención, el entrenamiento en estrategias de

compensación aumenta su eficacia:o Enseñar al alumno que la realización de tareas que se le encomiendan se divide en dos

pasos importantes: 1. La ejecución de la tarea 2. La revisión de la misma

o Dar tiempo para que termine con tranquilidad un examen y obligarle a que lo revise antes de

entregarlo.o Ayudarlo a tomar conciencia de los errores, dándole pautas para que sea él mismo quien lo

descubra.

Estrategias básicas que debe usar un profesor para mejorar la conducta de un alumno/a con TDAH

Mantener un ambiente estructurado, con rutinas, organizado y motivador. Para que el alumno conozca que es lo que tiene que hacer en cada momento y le ayude a sentirse seguro en el aula. Importante acordar límites y normas para fomentar un mayor autocontrol.

Mostrar una actitud tolerante, flexible y paciente. Para afrontar adecuadamente  las situaciones que se produzcan en el aula.

Comprender las características propias del TDAH. Saber a que se debe un comportamiento y no castigar por aquellas conductas que no puede modificar.

Refuerzo positivo: Elogiar comportamientos que queremos que se den con mayor frecuencia. Podemos trabajar también de forma grupal.

Extinción: Dejar de atender un comportamiento para evitar o reducir que se repita.

Tiempo fuera: Aislar al niño en un ambiente carente de estímulos.

 Más que modificaciones en el aula, lo que se necesita es supervisar, recordar, animar, incentivar, premiar, aprobar, alimentar, motivar y estimular.