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del cristiano van
MARTHA GISI
CORNELIA CAPOL
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J. Moltmann, hablando de La Iglesia en la historia trinitaria de Dios, confiesa recoger algunas ideas de Adriana von Speyr "que guardan estrecha relación con nuestra teología del 'Dios crucificado'" 1. Es una confesión que dice mucho en favor de Adriana von Speyr. Estas palabras suscitarán, sin duda, interés por conocer a esta mujer, casi completamente desconocida en vastos ambientes 2, pero de una riqueza ideológica y experiencial muy importante. Nuestro trabajo tiene que limitarse a una breve presentación de conjunto. Esperamos, no obstante, que esta primera presentación al público español abra camino a su conocimiento. Como esperamos también que pueda quedar esbozado el núcleo central de su recia espiritualidad.
1 J. MOLTMANN, La Iglesia, fuerza del Espíritu, Salamanca, Sígueme, 197a, p. aG, nota 114. ~\'::'1
2 No puede decirse que sea muy conocida Adriana von Speyr fuera del público alemán. Sus obras comienzan a ser traducidas. Hasta el momento es Italia quien más se ha preocupado de esta tarea. Editions Lethielleux, de París, acaba de traducir: L'expérience de la priere y anuncia la aparición, en años sucesivos, de otros siete volúmenes. El público de lengua española no parece haber descubierto aún a Adriana von Speyr.
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l. VIDA
Adriana von Speyr naclO el 20 de septiembre de 1902 en La Chaux-de-Fonds, en Suiza. Fue la segunda de sus hermanos. Sus padres fueron el médico oculista de Basilea Teodoro von Speyr y su esposa Laura Girard. Adriana era una niña reflexiva, pero visiblemente alegre, ecuánime y muy ocurrente,
Lo que más tarde, poco después de su conversión, le dirá una voz: "tú vivirás en el cielo y en la tierra", vale ya, aunque en la penumbra, para su niñez. El cielo está presente para la pequeña Adriana en su ángel. De él aprende esta niña, frecuen temente enferma, que sufrimiento y renuncia forman parte de esta unión. Ambas cosas configurarán la vida de Adriana de la manera más inesperada 3.
Pero esta unión de cielo y tierra podía vivida Adriana sólo cuando estaba con su querida abuela, que la entendía sin necesidad de palabras. En todas las demás partes, por el contrario, fueron aumentando sus preguntas, problemas y dolorosos malentendidos; sobre todo con su madre, A medida que crecía, iba comprendiendo más claramente que "Dios es distinto", y, también, que ella le pertenecía totalmente.
Estrechamente ligada a estas experiencias está su temprana determinación de hacerse médico, porque "la medicina es una ciencia viva, que yo comprendía ya entonces, aunque no claramente,así: Dios es un Dios vivo; y vivir era para mí impensable fuera de su propia vida" 4.
Adriana pasaba las vacaciones con sus hermanos, una hermana .Y dos hermanos, la mayor parte de las veces en casa de su tío, profesor GuiUermo von Speyr, director y médico jefe de la clínica psiquiátrica cantonal de Waldau, en Berna. Adriana no se asustaba de los enfermos; tenía, más bien, un don misterioso para entenderlos y serenarlos. No raras veces era enviada por su tío a visitarlos con su muñeca.
Inolvidables fueron para ella los primeros años de estudio en el liceo de La Chaux-de-Fonds. Siendo la única chica en
3 Nachlassband, VII. En 10 sucesivo, NE. Al no existir traducciones en castellano preferimos dejar los títulos en su original.
4 Aus meinem Leben. Einsiedeln, Johannes-Verlag, 1968, p. 73.
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una clase de muchachos era la primera en el juego. Su temperamento chispeante y su humor la convirtieron en la predilecta de la clase; las amistades que hizo entonces le duraron toda su 'Vida.
En febrero de 1918, y en pocos días, Adriana perdió a su padre. Adriana había presentido su muerte, con lo que se le hizo aún más penosa. Como su madre nunca se había familiarizado con el plan de estudios de su hija y después de la muerte de su esposo creyó su deber prescindir del servicio, Addana tuvo que simultanear los trabajos de la casa con los del colegio. Nunca muy fuerte, no estaba preparada para llevar las múltiples dificultades tanto internas como externas de la nueva sÍtU3. c
ción. Enfermó gravemente de tuberculosis y pasó los años siguientes en diversos sanatorios. Fue un tiempo difícil, que permitió abrir en ella, de una manera nueva y más profunda, el anhelo por una mayor verdad de Dios; a ello ayudaron los problemas de la enfermedad, los nuevos encuentros y lecturas. Dejado el sanatorio, comenzó un curso de enfermera con las diaconisas de san Loup, pero tuvo que interrumpirlo a causa de una recaída. En el hospital de Waldau, regentado por su tío, encontró acogida, buenos cuidados y, finalmente, también la salud.
Mientras tanto, la familia se había trasladado' a Basilea, tierra de su padre. Adriana ingresó en la escuela superior femenina, aprendió alemán y poco después aprobaba el examen de madurez. Fue el momento elegido por su madre para querer casarla, pero Adriana manifestó, impertérrita, querer estudiar medicina. Hizo prevalecer su deseo contra la voluntad de su madre y de su tío; pero con ello tuvo que renunciar a cualquier ayuda familiar. Con muchas horas de trabajo extra, añadidas a su ya dura carga, se costeó los estudios. En las prácticas clínicas se encontraba en su centro y desconcertaba a sus profesores con su intuición en los diagnósticos. El contacto diario con el dolor humano le puso el problema del sentido de su vida. Adriana 10 buscó 'casi desesperadamente.
Cuando en 1927 pudo tomar sus primeras vacaciones ya como independiente, encontró al joven historiador y profesor Emilio Dürr, con sus dos pequeños hijos. Emilio Dürr era viudo. Bajo el fuerte influjo de relevantes amigos de Basilea se
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llegó a un rápido noviazgo y a la boda. Al año siguiente aprobó Adriana su examen de estado y poco después abrió una consulta, que pronto fue muy concurrida. Un nuevo presentimiento sobre la pronta muerte de su muy amado esposo se cumplió; éste moría en f0brero de 1934. Dos años después unió de nuevo su vida cone1 historiador y biógrafo de J acobo Burckard, el profesor Werner Kaegi, de Basilea; lo hizo desde la idea, aún confusa, de que el hombre no puede vivir solo, pero también -como dice Hans Urs von Ba1thasar en el epílogo a su vida y refhiéndose ya a su primer matrimonio- "desde la perplejidad que sentía ante una 'Voluntad de Dios, que la quiere en totalidad, pero sin hacerla ver cómo" 5.
En la primavera de 1940, finalmente, se encontró por primera vez con el entonces capellán de los estudiantes de Basi1ea, Dr. Hans Vrs von Balthasar. El mismo nos cuenta: "cuando en 1940 comenzó conmigo la clase para convertidos, la cosecha estaba ya madura. Cualquier nueva verdad católica que se le presentase era ya algo largamente esperado con ansiedad en su interior; cualquier verdad llegaba, como plenitud, a una cavidad que en ella se había abierto dolorosamente; igualmente, después de su conversión el día de Todos los Santos (1940), los cielos se abrieron sobre su alma y cayeron sobre ella ríos de gracias extraordinarias. La altura y profundidad de estas cosas preparó su espíritu a decir sí incondicionalmente" 6. Junto a las muchas tareas de su hospitalaria casa y de su exigente trabajo comenzó un tiempo de intenso estudio teológico y de sufrimiento espiritual y corporal.
En 1945 fundó, junto con Hans Vrs von Balthasar, una comunidad femenina cuyos miembros deberían vivir los consejos evangélicos en medio de las profesiones mundanas "tan limpia, libre y fielmente como fuera posible" 7. Ella la dirigió hasta su muerte con dedicación maternal, prudente y serena.
Ya antes de 1940 había sufrido un fuerte dolor de corazón, al que pronto se unieron otras graves enfermedades. Pasaba las noches casi íntegramente sufriendo y orando. Tuvo que disminuir fuertemente su trabajo y, finalmente, en 1954 renunció a él. Siguieron años silenciosos y difíciles. Aún pudo despachar
5 lb., p. 333. 6 lb., p. 334. 7 lb., p. 335.
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su abundante correspondencia y hacer labores para todo un ejército de amigos y necesitados. Posteriormente perdió también la vista, pero hasta el final de sus días gobernó su grande y complicada casa a orillas del Rín.
Los últimos meses fueron corporalmente un largo tormento, que llevó con serenidad de espíritu. "j Qué bello es morir -repetía en sus últimos días- cuando no se tiene delante más que a Dios!" Murió el 17 de septiembre de 1967 y fue enterrada el mismo día que cumplía 65 años.
II. ESCRITOS
Cuando murió Adriana von Speyr habían sido publicados ya más de 30 volúmenes de sus escritos. Desde entonces ha aparecido otra docena de ellos. Mucho debemos en esta tarea a su director espiritual y confesor, Dr. Hans Urs von Balthasar. Sin una entrega callada de decenios de toda su persona no hubiera podido aparecer esta magna obra. Se trata, en la mayoría de los casos, y si exceptuamos muy breves textos, de una obra dictada a lo largo de años. El mismo von Ba1thasar lo ha dicho varias veces: "casi siempre dictaba por la tarde durante veinte minutos o media hora. Adriana se sentaba en su poltrona con el pequeño Testamento en francés, leía el versículo, cerraba los ojos, pensaba unos momentos y comenzaba a dictar de corrida" 8.
A la raíz de esta obra singular está la convicción de que las gracias y fenómenos extraordinarios no se conceden a una persona particular para su propio perfeccionamiento y provecho, sino que son destinados a toda la Iglesia y que a ella deben ser entregados con todo cuidado. Es de una importancia particular el hecho de que la Iglesia oficial, representada en un sacerdote y teólogo de la talla de von Balthasar, haya tenido que ver con un don místico tan pluriforme y plural como el que representa Adriana von Speyr.
Su obra, hoy ya casi totalmente publicada, comprende, sobre todo, comentarios a la Escritura 9, y casi con la misma exten-
8 H. U. VON BALTHASAR. El'ster Bliek auj Adrienne von Speyr, Einsiedeln, Johannes-Verlag, 1968, p. 86.
9 He aquí los títulos y año de publicación: Die SchOpfung (1972), Job (1972); Das Hohelied (1972), Die Sendung del' Propheten (1953), Achtzehn Psalmen (1957), Isaias. Erkliirung ausgewahlter Texte. Mit einem Anhang aus den Visionen Daniels (1958), Die Bergpredigt. Betrachtungen zu Matthaus, 5-7 (1948), Passion nach Mat-
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sión temas teológicos y espirituales 10, además de los doce volúmenes aún no publicados 11.
Cuando en 1948 y siguientes aparecieron los primeros volúmenes se les prestó una atención especial. Teólogos y escritores notables se confesaron asombrados y maravillados de que "aquí todo está fundado en el gran contexto de la fe cristiana" (H. Hofstetter); de "lo raro que resulta encontrar unidos fuerza, profundidad y exactitud teológica con la vida ordinaria ... , la mayor profundidad en una transparente claridad y sencillez" ~M. Schmaus); reconocían también el reto que allí se expresaba, "tanto a una seria reflexión como a la oración y, sobre todo, al seguimiento", o tal vez la posibilidad de "encontrar ahí (en el libro sobre María) el fundamento de una auténtica ascética y mística" (F. Wulf, S.J.).
Pero este eco fue efímero. Los últimos libros aparecidos antes de su muerte apenas fueron conocidos; a veces, incluso, fueron recibidos con una indulgente sonrisa. Sólo cuando en 1968, pocos meses después de la muerte de la autora, Hans Urs von Balthasar publicó su obra de introducción a Adriana von Speyr u, se comenzó a volver a ella y ti su obra con creciente interés. El considera su libro como "testimonio", como "un informe no pensado para propaganda, sino para toma de contacto" 13 y que plenamente somete al juicio de la Iglesia.
thiius (1957), Markus, Betrachtungspunkte für eine GemeinschaIt (1971), Johannes I. Das Wort wird Fleish (1949; ingl. 1953/1959), Johannes n. Die Streitreden (1949), Johannes IlI. Die Abschiedsreden (1948), Johannes IV. Geburt der Kirche (1949), Gleichnisse des Herrn (1966), Sieg der Liebe. Betrachtungen tiber Romer 8 (1953), Korinther 1 (1956), Kinder des Lichtes. Betrachtungen tiber den Epheserbrief (1950), Dienst der Freude. Betrachtungen tiber den Philipperbrief (1950, Der Kolosserbrief (1957). Die KathoIlschen Briefe, 1. Der Jakobusbrief. Die Petrusbriefe, U. Die Johannesbriefe (1960, Apokalypse (1950, 21976).
10 Die Magd des Herrn (1948, 21969; ingl. 1955, agotadO), Die Welt des Gebetes (1951), Das Licht und die Bilder (1955), Christlicher Stand (1956), Die Beichte (1956), Der grenzenlose Gott (1953; ital. 1976), Die Pforten des ewigen Lebens (1953), Das Angesicht des Vaters (1955; ital. 1975), Sie foIgten seinem Ruf (1955, 21976), Kreuzeswort und Sakrament (1957; ital. 1976), Gebetserfahrung (1960); ital. 1974, 21977; francés 1978), Das Buch vom Gehorsam (1966), Der Mensch vor Gott (1966; ital. 1977), christlichen Gehorsams (1975), Das Themenheft (1977), Aus meinem Leben. Fragment ttber die Liebe (1976), Lumina und neue Lumina (1974), Bereitschaft. Dimensionen einer Selbstbiographie (1968).
11 NB 1/1 und 1/2: Das Allerheiligenbuch, NB U; Das Fischernetz, NB IU: Kreuz und HolIe 1, NB IV: Keruz und HolIe II, NB V: Das Wort und die Mystik: Subjektive Mystik, NB VI: Das Wort und die Mystik U: Objektive Mystik, NB VII: Geheimnis der Jugend, NB VIU-X: (Tagebticher) HimmeI und Erde, NB XI: Ignatius von Loyola, NB XII: Theologie der Geschlechter.
12 Nos referimos a Erster Blick aul Adrienne van Speyr, ya citado en nota 8. I3 lb., p. 9.
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Después de una breve biografía perfila la misión teológica de la autora y la configuración de su obra, dándole en seguida la palabra y transcribiendo sus expresiones. La revelación que supuso este informe acerca de su vida y sus increíbles gracias y sufrimientos ,fue nueva y estremecedora, incluso para quienes habían vivido con ella.
Poco después apareció también su fragmentaria autobiografía (se detiene en 1926) 14, que, con sus extremadamente vivas descripciones, completa la mencionada biografía y muestra la extraordinaria unidad de esta vida desde sus comienzos.
En 1972 presentó la Dra. Bárbara Albrecht, en un primer volumen de su estudio sobre la obra de Adriana von Speyr -que ella justamente califica d~ una "Teología de lo católico-, una sistemática exposición a base de textos de Adriana von Speyr 15, al que ha seguido, un año después, una exposición teológica 16. Con su estudio se abrió y facilitó a un círculo más amplio de lectores la entrada a esta obra. La primera parte de su estudio fue en seguida traducida al italiano y al francés, juntamente con ~1 compendio biográfico y el breve comentario de Hans Vrs von Balthasar 17.
III. LÍNEAS TEOLÓGICAS FUNDAMENTALES
La obra, enormemente variada, de Adriana von Speyr despide una fuerza, profunda y fresca, que hace recordar a los Padres d~ la Iglesia o la incomunicabilidad de la contemplación de los santos de la Edad Media, como, v. gr., santa Hildegarda de Bingen, con la que tiene en común, junto a la profesión de médico, objetividad y anchura de miras.
Con una radicalidad absolutamente desconocida en nuestros días Adriana desplaza el peso principal de la fe cristiana -y con ello de toda la vida- a Dios; el hombre ha sido con ello liberado de tener que ser la medida de todas las cosas. Con sus limitadas posibilidades él no está ya en el centro del ser,
14 Aus meinem Leben, Einsiedeln, Johannes-Verlag, 1968. 15 B_ ALBRECHT, Eine Theologie des Katholischen. l, Einsiedeln, Johannes-Verlag,
1972. 16 B. ALBRECHT, Eine Theologie des Katholischen. n, Einsiedeln, Johannes-Verlag,
1973. 17 Milano, Edlz. Jaca Book, 1975; Paris, Apostolat des Edltlons, 1976, 1978'.
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sino que ~s visto primariamente desde Dios y recibe su nueva forma a la luz de la revelación. Este proceso se deja sentir en todos los escalones de la existencia humana, porque Adriana contempla esta existencia en una infatigable meditación de las relaciones con Dios y su eterna luz. Cuando cae la luz de la permanente presencia de Dios sobre el hombre, éste experimenta la limitación y relatividad de su inteligencia, que hoy más que nunca se mira como instancia absoluta de todo conoci-, miento. Con ello queda claro que allí donde Dios se asienta en primera fila sin condición alguna, ninguna otra actitud le cabe al hombre más que la actitud de la fe adorante, que se olvida de sÍ. Esta verdad establecida a priori es para ella presupuesto evidente del ser cristiano.
Esto significa que en el conocimiento cristiano cualquier definitiva comprensión de una verdad particular, cualquier siso tematización queda excluida; porque significaría que el hombre se apodera, de una vez para siempre, de una parte de la verdad eterna, y que desea reducirla a los estrechos límites de su tiempo. Toda la obra de Adriana van Speyr descansa en esta convicción fundamental: "en presencia de la inmensidad y eternidad el hombre no puede acotar nada para sí" 18. Lo contrario significaría replegarse sobre sí mismo en lugar de abrirse a la totalidad de Dios cuando se pone en adoración ante el inabarcable misterio de su grandeza. Cuando el hombre se entrega a Dios en adoración creyente -que no equivale a abstraerse en la divinidad-, entonces responde Dios con la riqueza rebosante de su revelación. Así previene Adriana van Speyr, ya en su planteamiento, al argumento de que el cristianismo es algo circunstancial y anticuado; porque cuando desemboca la revelación en el tiempo, es entonces cuando se expresa soberanamente que "no es el tiempo el que se adelanta a la revelación cristiana, sino ésta la que se adelanta a cualquier tiempo" 19.
La Trinidad, centro teológico
En Adriana van Speyr la revelación es siempre revelación de la Trinidad, de la eterna corriente de amor entre Padre e Hijo en el Espíritu Santo, a la que el hombre está predestinado
lB Sie tolgten seinem Rut, p. 11. 19 NB VI.
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desde la eternidad y para toda la eternidad. Y esta convicclOn se fundamenta precisamente no en una especie de indeterminada confianza y esperanza, sino en el claro conocimiento teológico de que el Padre y el Hijo se manifiestan recíprocamente su eterno e inmenso amor en el Espíritu Santo en el hombre, en su creación y redención. Aquí nos encontramos en el centro del mundo teológico de Adriana van Speyr. Constantemente ronda sus pensamientos el acontecimiento de la cruz, donde este amor recibe su inconcebible forma externa en el abandono del Hijo y en su rendida oblación al Padre, así como en el Sábado de' gloria, en el que este amor se sumerge en la más profunda noche de su misterio. De este acontecimiento estaba prendada Adriana hasta 10 más profundo de su ser, y todos los años era introducida de una forma nueva en este Triduum mortis.
De aquÍ arranca para Adriana van Speyr la obediencia cristiana, que para ella no tiene otro fundamento que el trinitario; es un regalo de la cruz en la que el Hijo obedece amorosamente al Padre hasta la muerte. "Como el nacimiento del Señor muestra la voluntad del Padre de restablecer nuevamente la obediencia en el mundo, así la muerte del Señor manifiesta que este restablecimiento se ha logrado" 20. En la vida terrena del Hijo es el Espíritu Santo quien le transmite Ja voluntad del Padre, él le guía como Espíritu al mismo tiempo subjetivo y objetivo, ilustrando así el arquetipo de lo que será en la Iglesia como ministerio y como norma.
Porque el Hijo, en su obediencia al Padre, ha tomado sobre sí toda humana culpa, puede el hombre ser liberado de sus pecados, confesarlos y comenzar de nuevo. Toda confesión tiene lugar bajo la cruz, según Adriana van Speyr, y toda absolución toma parte en la resurrección. Así también puede ella en la actitud confesante, en la obediente y confesante apertura del hombre al Padre, ver la auténtica actitud cristiana. Con ello debería superarse todo lo mediano y rutinario en la confesión. Todo esto, junto con las consecuencias que se siguen tanto para los particulares como para la Iglesia, lo expone Adriana von Speyr en su libro sobre "La confesión". Hans Vrs von Balthasar alude a lo esencialmente nuevo en su concepción de la confesión,
20 Das Buch vom Gehorsam, p. 48.
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consistente en la dimensión trinitaria que fundamenta el sacramento.
De este mismo fundamento trinitario y la correspondiente apertura amorosa y obediente del hombre puede dimanar la llamada y misión a tomar parte, de alguna manera, en el camino y suerte del Hijo. Y esto, en Adriana von Speyr, no es pura teoría. Seguimiento equivale en ella a dejarse atrapar para servir a los designios concretos de Dios frente al mundo, estar dispuesta a dejarse desgastar y gastar a través de la Iglesia en beneficio del mundo. En numerosísimas imágenes de santos nos ha pintado ella esta escena: por una parte, el Señor que llama; por otra, los posibles matices de la respuesta humana, desde el alegre y fiel sí, hasta el no y la obstinada deserción, Pero como el más perfecto ejemplo para los hombres, llamado desde la gracia al servicio en el camino del Hijo, se nos presenta a María: "ella está pronta a todo lo que el Hijo la necesite; es lo que se encierra en lo ilimitado de su fiat" 21. Ejemplo es María en primer lugar en lo ilimitado de su obediencia. No es que ella se despreocupase de saber por qué responde con un sí al anuncio, o adónde la llevará la voluntad de Dios, sino que su disponibilidad a obedecer (!stá abierta sin fronteras ni tiempos. Así su obediencia es desde el primer momento a una persona: obedece en primer lugar al Hijo en sí, después al Hijo antes que a sí, y por último, al Hijo por encima de sí misma. Que esta obediencia tenga que llevarla de renuncia en renuncia hasta la renuncia de su Hijo en cuanto hombre, hasta el ya no comprender lo que allí sucede, es algo que aparece en el Evangelio: "el no comprender será una parte esencial de su padecimiento" 22,
Sin embargo, precisamente este no entender la une de un modo nuevo con el Hijo, con su clamor al Padre en la cruz, porque a través de ello participa de una manera más íntima en el sufrimiento de su divino hijo. El fruto de esta participación es su maternidad espiritual: bajo la cruz se convierte también en madre nuestra. Y al tomar conciencia Adriana van Speyr de este acontecimiento de una forma tan extraordinaria, hasta las últimás y más ocultas consecuencias, y vivirlo ella misma, reconoce a María como la forma más profunda de la Iglesia, de aquella: Iglesia mariana que toma contacto a través de su disponibilidad
21 Magd des Herrn, p. 123. 22 lb" p. 121.
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a ser madre de los discípulos y con ello de los cristianos, entra en contacto con la Iglesia de los Apóstoles y del ministerio de Pedro. Ambos aspectos de la Iglesia son inseparables, ambos se remiten al Hijo y expresan algo de su actitud para con el Padre en el Espíritu Santo.
Donación alegre
La dominante de una vida cristiana eclesial, regida por cuanto hemos esbozado, debería ser, según Adriana, la alegría: "El Señor quiere que vivamos alegres. Es cierto que quiere también que pasemos por sufrimientos y tribulaciones. Pero la dirección fundamental de nuestro cristianismo apunta hacia la alegría. .. El estado esencial, que constantemente se renueva, debe ser la alegría: en el matrimonio, en la amistad, en el trato con los hombres en la Iglesia" 23. Todos los cristianos viven, en última instancia, en la alegría de la redención que les proporciona el amor trinitario, en el que todos pueden tomar parte, cada uno según su propio estado: el sacerdote, que como portador de su ministerio es hijo de María y tiene parte en su amor al Hijo, es un confesor que en la absolución toma parte en la alegría de la resurrección; los religiosos, que deben entregar su vida junto con la del Hijo al Padre, y de quienes dice Adriana van Spe,yr: "el que se decide por la vida religiosa, en la que entrega su vida, debe actuar con alegría, y no con sentimiento de víctima. Debe entregarse a la Orden sin condiciones, así como el Hijo se pone sin condiciones en las manos del Padre para ser su dispensador" 24. También los casados, a través del mutuo amor redimido, están abiertos al amor trinitario ya la participación en la fecundidad divina: "ellos forman juntos un lugar en el que Dios se comunica. Su amor humano está abierto al amor de Dios, abierto a El" 25.
Dinamismo
Una última característica, que penetra toda su obra y afecta incluso a su estilo: nada hay en ella estático. "Dios no es un ser estacionado; es vida eterna que acaece" 26. Análogamente, la
2J Johannes II. Abschiedsreden, p. 240. 2. Katholische Brlefe, II, p. 163. 25 NB XII. 26 Die Beichte, p. 20.
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redención ~s "como un movimiento vivo, que debe continuarse mediante los redimidos" 27. Todos los conceptos y relaciones están abiertos continuamente a este movimiento y en mutua relación horizontal y vertical. Por eso, las fronteras de lugar y tiempo aparecen como suprimidas y se explica cómo todo comunica con toda, en un "admirable intercambio" en medio de la realidad divina que lo abraza todo. Esto lo encontramos en todas las páginas, y casi en cada frase de su obra. Como resumen podríamos decir: "la respuesta de Dios a la indivisible adoración es la riqueza del acto de su misma revelación, que de diversas maneras manifiesta su gloria" 28.
Adriana von Speyr anhela el momento de participar esta ('gloria" ,Y poder llevar su fruto a la vida de otros. En el nuevo e infinitamente vivo amor trinitario encuentra ella la puerta para las innumerables formas, a través de las cuales podría expresarse este amor en el mundo y entre los hombres. "El creyente que se pone ante el amor trinitario y procura meditarlo, se coloca ante algo infinito, donde él siempre descubrirá nuevos aspectos ( ... ). Cada forma es sólo una puerta que conduce a la siguiente" 29,
Las consecuencias teológicas que se derivan de esta visión podrían renovar y llenar de fresca actualidad toda la vida de la Iglesia en sus articulaciones fundamentales, si son cultivadas, como sucede en Adriana von Speyr, con una fe absoluta.
IV. MUJER E IGLESIA
Quien busque informarse en los muchos libros de Adriana von Speyr sobre el hoy frecuentemente discutido problema del papel de la mujer, incluso sobre su específico papel en la Iglesia, pronto se sentirá defraudado. Ella nunca se ha ocupado de la pregunta así formulada. Y cuando en su tiempo era interrogada sobre el particular, reaccionaba las más de las veces con una divertida sonrisa. Y sin embargo, toda su obra, en su forma y en su contenido, es una respuesta. No por caso toda su producción está bajo la visión apocalíptica de la mujer que sufre
27 Bergpredigt, p. 134. 28 Welt des Gebetes, p. 194. 29 NB XII.
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y grita en el cielo, a quien Adriana quería secundar con todo su ser.
Cuando su confesor publicó en 1955 su mundialmente conocido libre Das betrachtende Gebet apareció casi al mismo tiempo el pequeño volumen de Adriana Das Licht und dle Bilder. Elemente del' Kontemplation. Es una clave sencilla a toda su obra y, en cierto sentido, también al libro de von Balthasar. Ambos se centran infatigablemente en la invadente luz divina y en la iluminada concepción humana y cristiana del mundo que de ella se deriva. Tanto la oración cristiana como el pensamiento cristiano y el compromiso correspondiente pueden sólo dimanar, como queda dicho, del punto en que cae la luz de la verdad, la revelación del amor divino trinitario sobre las imágenes creadas. Ahí alcanza toda la creación, incluso su corona -el hombre, macho y hembra- su pleno y feliz sene
tido. Como ya hemos visto, Adriana von Speyr piensa al hombre
siempre desde la Trinidad y así presenta también las relaciones entre los sexos bajo el "gran misterio", el misterio Clisto-Iglesia. Para ella no hay nada en el ámbito de las relaciones humanas (tampoco en su condición sexual) que no sea iluminado desde esta luz y no pueda ser clarificado y ordenado rectamente desde este misterio. Adriana habla con auténtica libertad y con pericia médica de las cosas más íntimas, y 10 hace con evidente naturalidad, tratando de que aparezca todo diáfano desde lo más profundo del misterio del amor divino. Impertérrita recorre siempre este camino del cielo a la tierra, de la tierra al cielo, y manifiesta con ello una vez más la para ella tan significativa visión católica: la viva mutua relación entre cielo y tierra. Como de paso nos lleva a la convicción de que las preguntas esenciales del hombre -también las que hacen referencia al papel de la mujer-, en modo alguno pueden ser planteadas, y mucho menos resueltas, desde el interior del mundo.
Si ahora, en el contexto en que nos hallamos de la figura femenina contemplada según el misterio ejemplar, nos volvemos a la Iglesia, quizá nos extrañemos de no encontrar en su voluminosa obra ni un solo libro sobre la Iglesia en cuanto tal. Sin embargo, como primera obra teológica suya nos ha regalado un libro sobre María, La Esclava del Señor 30. Como María posi-
30 Die Magd des Berrn, 1948.
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bilitó con su f¡al la salvación del mundo en la encarnaClOn de Dios y se convirtió en puerta de la revelación, así la figura y actitud de María constituye en toda su envergadura, desde la humilde esclava (de la encarnación) hasta llegar a ser la parturienta mujer del Apocalipsis, la entrada a esta obra 31. En la concreta "Madre del Señor" -como gusta de llamar Adriana a María- captamos lo que es la Iglesia en su relación con el Señor: continua posibilidad de su vida y acción, como también de su siempre ulterior entrega eucarística al mundo. "Toda forma de fecundidad crisitana -dice Adriana al comenzar el último capítulo del mencionado libro sobre María-, tanto corporal como espiritual, virginal o matrimonial, está modelada en María. Están encerrados en ella como en la mujer perfecta" 32.
Sin embargo, añade unas líneas después, esta acción de la Madre proviene de su divino Hijo: la "mujer perfecta" puede ser pensada sólo desde -el hombre perfecto, Cristo. Y éste sólo en cuanto Hijo y Palabra del Padre. En el interior de este "resumen de Dios" 33 reciben para ella todas las cosas su pleno sentido y su verdadera proporción.
Aquí estaría bien aludir a su singular y breve comentario al Cantar de los Cantares 34, que ella interpreta plenamente como desposorio entre Cristo y la Iglesia. Adriana ve ahí a la Iglesia. Adriana ve ahí a la Iglesia no sólo como la novia pura, "sin mancha ni arruga", como se manifiesta en María, sino como la novia formada de miembros pecadores, que no corresponde a las exigencias del amor y por eso debe ser "acrianzada, castigada, humillada, la que debe sentir sobre sí la mano implacable, nacida de amor, del Maestro" 35. Con más claridad que en sus restantes obras se rastrea en este pequeño volumen el "aliento del hombre de Loyola" 36, a quien le unía desde su primera infancia un misterioso lazar de amor, de mutuo reclamo y comprensión. Deberíamos preguntarnos alguna vez hasta qué punto Adriana van Speyr, mujer del siglo XX, ha dado al mundo la teología de san Ignacio, hombre del siglo XVI.
También su visión y explicación de las grandes santas mu-
31 ef. lb., p. 154. 32 lb., p. 184. 33 Drei Frauen und der Herr, passlm (de lnminente aparición). 34 Das HOhelied, 1972. 35 lb., PrÓlogo de Hans Urs von Balthasar. p. 9. 36 lb., p. 9.
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jeres 37 Y contemplativas a las que, junto a las mujeres bíblicas, se siente más cercana, como Hildegarda de Bingen, Teresa de Avila, Catalina de Siena, Teresa del Niño Jesús y otras encuentran su medida y vocación en la figura de la Iglesia.
Son mujeres que siguen al Señor, "son introducidas en una comunidad de destino con él" 38 Y tomadas con todo lo que ellas son y tienen, incluso con sus pecados, en el interior de su propia tarea para un servicio específicamente femenino.
37 cr. Dre! Frauen und der Herr. 38 lb.