Del Fascismo Al Peronismo, Halperin Donghi (1956)

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    5ltimo presidente conservador, mientras el fascismo, apenas superado el punto m&s alto desu trayectoria, domina"a a toda Europa y se prepara"a a defenderla del asalto del resto delmundo, pareci evidente, tras de los titu"eos iniciales, que la +rentina i"a a tomar, por nsin reticencias, el camino del fascismo, ante el cual ha"a vacilado durante trece a*os.

    !e empez a edicar, entonces, la +rentina fascista. 9 a la vez se empez a advertir que unaorientacin o ideoloa es cosa muy distinta de un modo de o"ierno$ que aun como ideoloa

    el fascismo era cosa menos clara y precisa de lo que ha"a parecido cuando ha"a pesadocomo promesa o amenaza en el horizonte poltico. En la +rentina de 0123(01:2 fascismoha"a sinicado a la vez justicacin y una suerte de extrapolacin autoritaria de los modosde o"ierno viente$ los ensayos fascistas m&s caracterizados ;como el de la provincia deurante trece a*os fascismo ha"a sido sustancialmente complicidad con el r'imenconservador$ y lueo de la revolucin de junio fue la interpretacin conservadora del fascismola que comenz a triunfar. !e trata"a, siuiendo el ejemplo de Espa*a y de la aun prestiiosa?rancia de @ichy, de volver a los valores tradicionales, neados desde haca un silo por los

    revolucionarios de junio al comenzar su tarea. !i en Espa*a el orden restaura"le esta"a auncercano, vivo aun en los hechos y en las conciencias de "uena parte de los espa*oles, si en?rancia era preciso sin duda com"atir la tradicin repu"licana identicada tras de un silo ymedio con la tradicin nacional, pero al menos exista medida com5n entre la nacin francesadel antiuo r'imen y la de 0121, al menos la estructura m&s honda del cuerpo nacionalconserva"a los rasos dominantes de la ?rancia mon&rquica, en la +rentina no pareca ha"erya esa medida com5n entre la realidad de 01:2 y los ideales vientes, o supuestamentevientes, en el

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    En efecto, mientras la +rentina pareca madura para el fascismo, el mundo se revela"ademasiado maduro para 'l. En Europa el nuevo milenio comenza"a a dar se*ales de tocar asu n$ en la +rentina los profetas col'ricos o melanclicos que invita"an a mirar en elejemplo europeo los frutos amaros de un silo de li"eralismo halla"an de s5"ito los hechosse nea"an a ilustrar la moraleja que incansa"lemente ha"an venido repitiendo. + la luz de lanueva experiencia europea las que ha"an sido uras temi"les se transformaron en urasrotescas. 4os m&s audos entre los o"ernantes suridos de la revolucin advirtieron muy

    pronto que la tarea de adaptar la estructura poltica arentina al nuevo orden totalitario ha"aperdido ya toda oportunidad. !i el a*o :: comenz "ajo el sino del adviento totalitario, el :Bcomenz mucho m&s apaci"lemente# de"a ser el a*o de la 7vuelta a la normalidad. 4ospartidos, estas sentinas de corrupcin, los polticos cotidianamente injuriados, setransformaron de pronto en elementos indispensa"les para la reconstruccin nacional.Gientras el o"ierno "usca"a colmarlos de menudos favores, el ministro de uerra ysecretario de tra"ajo ofreca su prestiio ya considera"le y un inHujo so"re el o"ierno, quenadie se atreva a discutir al rupo poltico que le concediese a la vez su apoyo. En laIniversidad, tras de una sucesin de ululantes 6eremas y Fa"acucs del )uevo rden, se vioreaparecer la ura no desconocida del doctor +rce$ 'l y el que sera jefe del peronismotomaron so"re s la tarea de 7devolver la normalidad a esa institucin laramenteatormentada$ la sntesis entre el ayer y el ma*ana se realiza"a de esta manera sin duda

    imprevista para quienes venan proclam&ndola desde haca un a*o. +caso ni el precio que elministro de uerra exia por sus servicios, no inferior al que por una operacin an&loa ha"ao"tenido el eneral 6usto, que el neocio alcanzara "uen t'rmino.

    Pero la +rentina de principios de 01:B no era ya la de 01:2. 4os rupos que ha"an sentidola amenaza de la restauracin del nuevo y viejo orden aspira"an tam"i'n, a su manera, a unanueva distri"ucin del poder poltico en la +rentina$ no queran que la aventura totalitariaterminase con una restauracin de los viejos polticos, y menos aun con una alianza entreviejos polticos, y menos aun con una alianza entre viejos polticos y jefes fascistas a mediasarrepentidos. Esos rupos, que no se ha"an sentido representados ni por la polticaaple"eyada del radicalismo, ni por la cerrazn oli&rquica de la restauracin conservadora,esos rupos que en medio de tales sinsa"ores polticos no ha"an dejado de ascendersocialmente ;y ha"an seuido ascendiendo, m&s r&pidamente que antes racias a laprosperidad de la uerra, mientras los nuevos o"ernantes cu"ran de injurias la tradicin conla cual se identica"an= crean que su hora ha"a lleado. En esta seuridad inHua, junto conel optimismo impaciente de todo rupo en ascenso social, el ejemplo europeo. El peso de este5ltimo se revela ya en el nom"re que tom el movimiento# la esistencia. En efecto, laresistencia arentina quiso incluirse en la vasta saa antifascista que a"arca"a todo elmundo$ de ella tom los mitos, desde 6uana de +rco hasta los soldados de @almy y losdefensores de Gadrid, y tom tam"i'n la t&ctica# una presin continua y despiadada contraun enemio con el cual no era posi"le imainar acuerdos. 4a lucha de"a terminar en larendicin incondicional, y la esistencia arentina, con imprudente seuridad, no oculta"a suintencin de imponer duros castios a los responsa"les del ensayo fascista. 4a resistencia

    europea y la uerra sirvieron para enmascarar ciertos aspectos en que el movimientoarentino mostra"a sus carencias$ as la falta de todo contenido especco de cam"io social.4a uerra hace siempre aparecer Huidas las estructuras sociales$ hace que toda reformaparezca a la vez posi"le y secundaria$ todos creen evidente que el mundo que surir& de ellaser& radicalmente nuevo, hasta tal punto lo creen que es apenas preciso insistir so"re ello. Enla seunda uerra mundial, la necesidad de conciliar los idearios sociales de los EstadosInidos, Jran

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    +l principio pareci que era, por el contrario, del todo suciente. 4a resistencia pudo juntarmultitudes antes no vistas, pudo oranizar un sistema capilar que cu"ri el pas, utilizandooranizaciones estudiantiles y profesionales ya existentes, pudo crear comit's de emerenciade profesiones y ocios que conta"an en ellos con la casi unanimidad. Esa casi unanimidad noera del todo espont&nea$ era sa"ido que en ciertos rupos era necesaria aluna entereza parano arearse a la falane de luchadores por la li"ertad$ nueva prue"a, a su modo, de la

    vitalidad preponderante del movimiento. !in duda, estas coincidencias se limita"an a ciertosrupos sociales$ en otros la actitud, sin ser en un principio hostil al movimiento, eraindiferente. Pero esos rupos esta"an acostum"rados a considerarse voceros de todo elpue"lo, o por lo menos, para usar un t'rmino aparentemente inadecuado, de todo el CercerEstado$ y de hecho desde 0123 sus motivos de apartamiento del r'imen viente coincidancon los que anima"an a capas m&s numerosas de pue"lo. 9 la misma exiencia de aplicacinreal de la /onstitucin tena tradicionalmente contenido popular# era ante todo exiencia dellevar a los hechos el sufraio universal, de dar as participacin en el poder a rupos hastaentonces excluidos. !eua sinicando eso- !in duda para la resistencia la vuelta a laconstitucin sinica"a eso, pero tam"i'n alo m&s, ante toda la imposicin de ciertos modosde accin polticos ajenos a la vez a toda demaoia ple"eya y a toda prevencin ante unademocracia sinceramente practicada, modos de accin que no tenan un especco contenido

    de clase, pero que representa"an sin em"aro una exiencia de clase, en cuanto "usca"animponer valores que interesa"an ante todo a un determinado rupo social, que slo losmiem"ros de ese rupo social esta"an en condiciones de imponer desde el o"ierno. Pidiendouna democracia honrada, la resistencia peda a la vez el o"ierno para los rupos que laintera"an. Esa am"iKedad de la exiencia constitucional era oscuramente sentida porquienes eran espectadores y no actores del conHicto entre el o"ierno militar y la resistenciacivil$ era evidente que apenas apareciese un nuevo modo de lorar la participacin de otrasclases en el o"ierno, menos lento y enorroso que la pr&ctica leal de la ley !&enz Pe*a, laresistencia quedara del todo privada de su eco, ya tan sordo, en la masa del pue"lo. Gientrastanto, no prevea el peliro, seua lanzando olpe tras olpe al o"ierno fascista y maniestotras maniesto a un pas que comenza"a a dudar del derecho que tena de considerarseperseuido un movimiento que con impune insolencia devolva cotidianamente a un o"iernoahora desinado al parecer a todo, las injurias que de 'l ha"a reci"ido un a*o antes.

    Pero el o"ierno no esta"a resinado a todo$ esta"a dispuesto a sufrir innitas humillaciones,no a parecer en la uillotina insistentemente prometida por la esistencia. +tacado,contemporiza"a y prepara"a su defensa. !u primera ventaja fue que advirti el primero queno ha"ra salida revolucionaria# la crisis poltica se resolvera de modo menos novedosomediante elecciones enerales. 9 mientras la resistencia se prepara"a y fortaleca su &nimopara una uerra civil, mientras viva de la fe en el nuevo comienzo que el a*o anterior ha"aanimado a sus perseuidores, el o"ierno "usca"a pacientemente posi"les votantes. En estaenorrosa y no limpia tarea se destac el que i"a a ser fundador del peronismo. El o"iernoconta"a sin duda con apoyos anados en sus dos etapas anteriores# la restauracin totalitaria

    y la 7normalizacin. 4a primera dej como saldo el apoyo episcopal, la seunda la adhesin,si no de polticos de dimensiones nacionales, de muy numerosos caudillos locales queencauza"an y dirian la distri"ucin de los favores estatales. +m"os elementos crea"an eln5cleo de una estructura partidaria de tipo tradicional en la +rentina$ no "asta"an de nin5nmodo para vencer a las oranizaciones polticas tradicionales. 4a esistencia estuvo por esoen lo justo al no amedrentarse ante estas tentativas de 7fundar un partido poltico como sifuese una aencia de colocaciones.

    Pero sin desde*ar esos apoyos, el secretario de tra"ajo "usc otros en una +rentinaprofundamente transformada por la prosperidad de uerra. 4os encontr entre dos rupostam"i'n ellos en r&pido ascenso. +nte todo en un sector industrial, que vea con alarma cmola esistencia reci"a sin recelo la adhesin de los rupos econmicos tradicionalmente

    dominantes, que tema que una derrota del o"ierno implicase por lo tanto eldesmantelamiento de la fr&il industrializacin de uerra. 9 otra clase a quien laindustrializacin ha"a hecho tam"i'n m&s numerosa y prspera# los o"reros industriales.+nte ellos poda el o"ierno invocar una poltica es"ozada desde su instalacin en el poder,

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    una poltica de reformas sociales que hoy tiende a identicarse desde sus comienzos con loque lueo sera el peronismo.

    +hora "ien, que esa poltica es el antecedente principal de lo que lueo sera el peronismo noha de discutirse. Pero no es, ya, el peronismo. /uando el que lueo sera jefe del movimientotoma a su caro la poltica social del o"ierno de junio comienza por aplicar tam"i'n en estecampo un esquema sustancialmente fascista# para poner n a la lucha de clases, declarada

    est'ril y contraria a la cohesin nacional, el fascismo ha"a proporcionado a la clase o"reraciertas ventajas en campos muy limitados ;asistencia, previsin=, que venan a testimoniar aesa clase la concreta solidaridad de la nacin con sus aspiraciones a la vez que intenta"analejarla de todo retorno a la tradicin revolucionaria. Porque tena ese efecto apaciuador, lapoltica social fascista poda contar con el apoyo de los rupos patronales, aunque lesimpusiese alunos sacricios inmediatos. Ese modo de poner n a las tensiones socialesintent aplicarse en la +rentina, pero falta"an aqu los supuestos que en los pases fascistasle anaron "uena acoida entre los rupos patronales y una recepcin nota"lemente fra porparte de los tra"ajadores. El secretario de tra"ajo usta"a en los comienzos de explicarlaramente cmo esas reformas eran una suerte de seuro contra la revolucin social$ lospatronos arentinos, muy sensatamente, se nea"an a creer en un cercano peliro derevolucin social y se resistan a paar onerosos seuros contra una eventualidad en extremo

    impro"a"le ;un a*o despu's daran prue"a aun m&s clara de su conanza en la solidez delorden social arentino, al no near su apoyo al partido /omunista, en el que "usca"anproteccin contra quien quera proteerlos de la amenaza revolucionaria=.

    >e este modo, la poltica social poda ser, en la intencin, un esfuerzo por que"rar laconciencia de clase de los tra"ajadores$ en los hechos, si quera so"revivir, de"a ser otracosa. En el mismo sentido de este fracaso actua"a el 'xito relativo alcanzado entre lostra"ajadores# la hostilidad inicial contra el o"ierno reaccionario no era tan fuerte que nopudiese ser vencida con alunas medidas de reforma no demasiado revolucionaria. Jracias aellas, el o"ierno pudo anar el apoyo de alunos jefes sindicales que no por ello seproponan, por lo menos en los comienzos, renear de su pasado. Cuvo as el o"ierno, desdesus primeros pasos, un cierto apoyo o"rero. )o alcanz sin em"aro a adquirir un tono nuevoy denido en ese campo$ las medidas de reforma hacan con consinas en partesocialcristianas, en parte inspiradas en el paternalismo humanitario que era la posicin m&saudaz imaina"le para los funcionarios heredados del >epartamento )acional del Cra"ajo,;que en ese primer momento tuvieron papel decisivo en la poltica o"rera=, en parte animadasdel cauteloso reformismo de los jefes sindicales adheridos, que sacrica"a sin pena a lasventajas inmediatas una ya empalidecida tradicin revolucionaria. /omo desenvolvimientonatural de esa situacin era pensa"le alo compara"le a la Espa*a de Primo de ivera, cuyadictadura pudo contar con la adhesin de los clericales y la "enevolencia de los socialistas,pero careci de vior "astante para crear un movimiento o"rero identicado en formamilitante con el r'imen. Esta p&lida tentativa de reforma social paternalista se viocomprometida junto con los dem&s aspectos de la instauracin de un estado fascista por el

    crecimiento de la oposicin interna e internacional. +caso, de ha"er desem"ocado el r'imenen una 7vuelta a la normalidad, el ensayo hu"iese sido continuado en forma an&loa a la quecaracteriz a los o"iernos radicales$ la esistencia impuso otro curso a los hechos.

    El secretario de tra"ajo advirti qu' posi"ilidades se a"ran racias al prejuicio favora"le quesu anterior poltica ha"a aseurado al o"ierno en la masa o"rera$ se propuso transformarese prejuicio favora"le en adhesin militante y hacer de la clase o"rera el n5cleo decristalizacin constitucional del o"ierno de junio. Codo ello sin crear tensiones sociales quepudiesen conducir a situaciones revolucionarias# si no crea ya que su papel fuese el desalvador del orden social amenazado, el secretario de tra"ajo no desea"a tampoco someterloa amenazas serias. El plan poltico del secretario no era ni oriinal ni excesivamente sutil# eraen su orien el intento reaccionario de despojar "ruscamente a los partidos li"erales de su

    clientela popular. 4o que hizo nota"le y sinular el proceso arentino fue un 'xito quesupera"a acaso las previsiones y los deseos de quien lo desencaden.

    Ese 'xito de"e ser explicado por las caractersticas peculiares de la clase o"rera a la que sediria el secretario. El sector m&s antiuo y mejor oranizado resisti slo d'"ilmente a las

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    tentaciones de la nueva aventura poltica$ y de ello se ha echado la culpa al reformismo sinhorizontes ni perspectivas a que ha"a venido a reducirse la conciencia sindical arentina enel perodo inmediatamente anterior. Pero el inHujo de ese sector oranizado fue al ca"osecundario y tan slo neativo$ se vio arrastrado por la impetuosa adhesin de otras capas deformacin m&s reciente, que i"an a dar al movimiento o"rero de la era peronista su tonopeculiar. Esos rupos se considera"an ya "eneciados por el tr&nsito de una dursima vidacampesina al arra"al fa"ril, donde en medio de suciedad y promiscuidad que no eran para

    ellos nuevas conocan por lo menos, racias a los altos salarios y la ocupacin plena que trajoconsio la uerra, una despreocupacin por el futuro, una holura, una vez satisfechas lasnecesidades esenciales que se mantenan en un plano muy rudimentario, que eran ellas s deltodo nuevas. Era esa li"eracin del temor y la anustia lo que el peronismo se proponainstitucionalizar y consolidar mediante sus reformas. El sentimiento de clase que est& detr&sdel peronismo no es entonces el de un rupo que se siente vctima de la sociedad, sino el deun rupo que ve colmadas sus aspiraciones, que se ve instalado en lo que en su innitainocencia juza la prosperidad y quiere permanecer ya para siempre en ella. Pero si esaconciencia de clase no es socialmente revolucionaria, si en este campo es sustancialmenteconservadora, puede ser en cam"io revolucionaria en lo poltico. Esa clase o"rera, lleada asa clase emancipada de la pasada servidum"re econmica, quiere a la vez emanciparse delsistema de valores impuesto a la sociedad arentina por las clases antes dominantes. Esa

    emancipacin es lo que sinic en el campo poltico el peronismo. El secretario de tra"ajoadvirti muy "ien hasta qu' punto esa clase era ajena a las preocupaciones de decoroo"ernativo y correccin constitucional que anima"an a la resistencia, quiso transformar esedespeo en cerrada hostilidad, hacer madurar s5"itamente una conciencia de clase que seda"a como conciencia, no principalmente de un antaonismo econmico y social, sino de unopuesto ideal cultural. +"andonando las mieles socialcristianas y las polvorientas arenasinspiradas en las memorias del Guseo !ocial se lanz a una fe"ril oratoria que sus incautosadversarios juzaron delirante y era en cam"io ecacsima. >e su mente f'rtil surieron unotras otro los m&s reocijados mitos pol'micos# tras de los jovencitos enominados fueron lasse*oras que charlan de poltica en las conteras, los maquisards de la parroquia del !ocorro,los ca"alleros cuya m&xima culpa era usar alera y "astn. En esas uras rotescas seresuma la intemperante voluntad pedaica de la esistencia, y por de"ajo de ella toda unaforma tradicional de valoracin era puesta en entredicho. In da de octu"re pudo advertir laesistencia con cu&nto 'xito# ahora las multitudes esta"an tam"i'n en el otro "ando, y seentrea"an con delirio al j5"ilo de su li"eracin. El modo de festejarla so"recoi de horror alos indinados espectadores$ y en su inocencia tenan en efecto los festejos una claravoluntad sacrlea# desde las danzas ori&sticas en la sala de espera de la estacin ncehasta los ritos indeci"lemente o"scenos con que sus partidarios reci"ieron en su primeraaparicin p5"lica a la esposa del jefe del movimiento. Pero esa deli"erada ruptura con todo unpasado, en que la respeta"ilidad impuesta desde arri"a pareca identicarse con la miseriatam"i'n impuesta desde arri"a, no fue acompa*ada de las venanzas sanrientas espera"lesde un rencor laramente reprimido. 9 en efecto, el peronismo conserv siempre ese 7talantede romera de que ha"l un Horido militante del movimiento, ese tono carnavalesco que le

    encontra"an, en sustancial coincidencia, sus adversarios. !i en efecto las atrocidadesde"ieron cometerse en los diez a*os de peronismo en el secreto de las comisaras, si lasescenas de clera popular de"ieron ser preparadas no slo en cuanto a las incitacionesiniciales sino en todo su curso, porque era ya cosa sa"ida que las incitaciones no da"an fruto,si las cosas esta"an as, fue, se dice a menudo, porque el pue"lo arentino era "ueno. 9 escierto que el pue"lo peronista se mostr muy escasamente feroz$ esa conducta es por otraparte la espera"le en rupos sociales sustancialmente satisfechos de su situacin, que creenestar coronando el predominio social y econmico que imainan ha"er alcanzado con unequivalente predominio poltico.

    4a anterior caracterizacin no quiere ser una crtica de los que as vean su presente y sufuturo, y crean candorosamente que las ju"ilaciones y las licencias por enfermedad eran ya la

    revolucin social. )o son tampoco necesariamente una censura para quien decidi emplear yencauzar esa fuerza social que se les ofreca, d&ndole a la vez el apoyo del Estado. !e trata"ade una clase que ha"a alcanzado muy escasa madurez$ era inevita"le que susoranizaciones coronadas por la majestuosa /JC de seis millones de proletarios, tuviesenm&s forma que sustancia, o m&s exactamente, una sustancia del todo indiferente a su forma.

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    diriirla en un sentido determinado. Es decir que el jefe del peronismo no se ha"a propuestonada parecido- Es la conclusin m&s f&cil, y viene a formular de otra manera el reproche quele formularon m&s de una vez sus adversarios# ha"ilsimo poltico, el jefe del peronismo no eraen a"soluto, como se dice, un estadista. Pero si el fundador del peronismo ante una situacinriqusima en posi"ilidades "usc ante todo la manera de salir del paso, sin intentar siquieraver en el proceso que ha"a desencadenado otra cosa que una forma de so"orno slodistinui"le por su manitud de la compra de un caudillo pue"lerino, si eso era as, no era

    porque su ideario poltico se moviese al ras de una realidad que 'l era incapaz de a"arcar ensu conjunto. Por el contrario, su ideario poltico permaneca totalmente ajeno a esa realidad$seua siendo, pese a todos los desena*os, el fascismo. /apaz de advertir qu' ha"a hechodel fascismo, tal como se ha"a practicado en la +rentina, una corriente poltica incompati"lecon la nacin, crey todava posi"le introducirla su"repticiamente y en forma sa"iamentedosada. En este sentido lor cosas admira"les ;lor, tras de diez a*os de dictadura sercredo por muchos cuando consider y rechaz la posi"ilidad de transformarse en dictador=. +estos m'ritos estrictamente limitados a la ha"ilidad t&ctica, el fascismo no area"asustancialmente nada$ era utilizado por el jefe del peronismo para justicar ante s mismo lasactitudes que urentes necesidades t&cticas le o"lia"an a asumir. +s la consina demantener la industrializacin era por una parte necesidad de no desmantelar el feudoelectoral del ran e"ido a ese hiato entre orientacin poltica y pr&ctica poltica, la"5squeda de expedientes se transform en seunda naturaleza ;el mismo peronismo eraacaso a sus ojos un vasto expediente para salir del paso=, y prosiui a5n cuando el pasoesta"a expedito, cuando alrededor del o"ierno se ha"a formado una red de intereses que

    slo desea"a ozar sin so"resaltos de la adquirida prosperidad, cuando se impona, como sedice, la consolidacin del r'imen. +un entonces fue preciso disimular el vaco interior connuevos y a"surdos conHictos$ tanto virtuosismo poltico, transformado de medio en n, hechocosa tan a"stracta como el a"stracto ideal con el que conviva, condujo a un derrum"e quemuchos o"servadores ha"an juzado, no sin perspicacia, en extremo impro"a"le.

    +s la historia del peronismo no necesita ser la historia de una desvanecida oportunidadrevolucionaria para ser en efecto la de una oportunidad perdida. !in duda, la +rentina de01:B, la enera optimista de una nacin en ascenso podan ha"erse empleado en formamenos a"surda que en mantener un sistema poltico creado sin otra nalidad que durarmientras se pudiese. Pero si en efecto el peronismo no tuvo otra nalidad ello se de"e a suculpa oriinal# su nacimiento de una tentativa fascista. Ese orien impidi una alianza entre

    todos los rupos ascendentes en la sociedad arentina, a los que nada sustancial opona yque sin em"aro chocaron decisivamente en 01:B$ ese orien priv as al movimiento de unaparte de lo que podan ha"er sido sus cuadros, lo o"li a "uscarlos entre reaccionarios yentes atradas sin ntima conviccin y por lo tanto interesadas tan slo en su prosperidadpersonal. Pero lo priv todava de alo m&s importante# de toda orientacin v&lida y precisa.

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    !u fundador, ante la experiencia de los hechos, ela"or lo que al"erdianamente podramosllamar el fascismo posi"le, esta"leci la m&xima dosis de fascismo que la +rentina de laseunda postuerra era capaz de soportar. Esa haza*a de poltica pr&ctica no de"e hacerolvidar sus insuciencias en un plano menos pedestre# si la al"erdiana rep5"lica posi"le tenaotros m'ritos aparte del de adecuarse al credo poltico en "oa ;ante todo el de fomentar yencauzar una seunda colonizacin capitalista del pas, que +l"erdi juza muy juiciosamenteindispensa"le=, el fascismo no tena en cam"io otro m'rito que el de ha"er sido el sistema de

    referencia so"re el cual ha"a formado su ideoloa poltica el talentoso ocial del ej'rcito delperodo conservador, destinado a dar su nom"re al perodo siuiente. En este sentido, y pesea sus menudas indelidades cotidianas, el jefe del peronismo no era sino demasiado el a supasado. 4as insuciencias del peronismo son entonces trasunto en un plano distinto de lasinsuciencias en la actitud poltica del rupo diriente que, ante la crisis de la democracia enel pas y en el mundo, crey hallar la solucin ya preparada por el fascismo. 9 las no menoresinsuciencias de los que, frente a la oleada fascista, supieron tan slo apearse a cualquierpasadoM

    )o s' si es posi"le extraer una moraleja de esta historia melanclica. !e ha dicho que de ellapuede o"tenerse una ense*anza moral# que la mera ha"ilidad no "asta. 4a ense*anza esevidente, pero no s' si es propiamente moral. Porque el peronismo no elii la mera

    ha"ilidad, se vio acorralado en ella por insuciencias que no eran tan slo suyas. !u fracasoes a la vez el fracaso de la clase poltica arentina, surida al derrum"arse la experienciaradical, con la que termin el proceso iniciado en 08B2, el de construccin de la rep5"licaverdadera. En un momento las costum"res intelectuales de ese rupo pudieron resumirse"ajo la cifra del fascismo$ "ajo esa forma contri"uyeron con sinular ecacia a frustrar laexperiencia comenzada en 01:B. Pero no es 'sa su 5nica forma posi"le, y aun "ajo esa formasu culpa principal no era la de proponer su orden poltico sin duda perverso, cuya perversidadera sin em"aro anulada en la +rentina por la inecacia. !u culpa fue la de pretender llenarun hueco que no llena"an, de dar una orientacin que no da"an. 9 no es impensa"le que, encuanto solucin que nada resuelve, tena el fascismo herederos, es pro"a"le que los tenam&s inHuyentes. Porque hallar una solucin v&lida atenta a la vez a los concretos pro"lemasde la +rentina y a su situacin dentro del mundo es hoy mucho menos f&cil que hace ciena*os, cuando Europa da"a una orientacin a5n unvoca y misericordiosas circunstanciasquisieron que fuese a la vez acorde con lo que pas en efecto necesita"a. Gientras tanto, y sidel fracaso peronista es imprescindi"le sacar una moraleja, acaso 'sta no se in5til en estashoras confusas# el peronismo fue sin duda fruto de muchas cosas, pero si fue un fruto tanamaro y tan est'ril ello se de"i acaso ante todo a cierta no siempre involuntaria falta delucidez con los que diriieron la +rentina antes del peronismo y durante el peronismo seenfrentaron con su pas.

    Revista Contorno. N 7-8.Julio de 1956. Dir. !smael "i#as- David "i#as- No$ Jitri%-&delaida 'i(li )Ram*n &lcalde- +e*n Ro,itcner