Del mañana le pago al el que fiaba se murió mala paga lo mató

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 Del “Mañana le pago” al “El que fiaba se murió, malapaga lo mató”. Acerca de las promesas en la teoría de J.L. Austin. Prometer hasta meter, y después de haber metido, nada de lo prometido Dicho popular. Andrés Tafur Es recurrente, o mejor, no es extraño, - de hecho es familiar - encontrar en cualquier tienda o mercado de barrio algún tipo de anuncio que presente al público una realidad específica. Diversos, l os “letreros” pueden informar sobre rebajas en los precios 1 , o acerca de promociones que interesen a los clientes 2 ; en ocasiones, presentan excusas sobre algún elemento esencial con que los proveedores no hayan cumplido 3 ; y también, realmente muy poco, sólo las que cuentan con un espacio definido; publican rendiciones de cuentas de las juntas de acción comunal, o alguna circular municipal que llame al interés general: cartas de la iglesia, invitaciones a bazares y eso sí, casi sin falta, felicitaciones por cualquier tipo de celebración 4 culturalmente reconocida. No obstante hay un tipo de anuncio cuya estética y función lo dotan de una particularidad que nos interesa. Los hay grandes o medianos, jocosos o rotundos de acuerdo a la situación y a la intención comunicativa; son rojos, verdes, amarillos, azules, y casi siempre con una tonalidad fluorescente que les impide pasar desapercibidos; con fuentes de gran tamaño y en negrita para que se puedan leer, e impresos y forrados en contact para hacerlos prácticamente inmunes y perdurables. La idea, claro está, es que esta especie de tributo al kitsch, no pueda no llamar la atención  están hechos para eso -. De ahí que podamos establecer que su razón de ser y estar es explícitamente una: realizar una acción 5 . 1  Por ejemplo: “Hoy, descuento en todos los productos de aseo marca tal o cuál”.  2  Del tipo “Por la compra de tal o cuál producto lleve uno que le obsequiamos”.  3 En tiendas que se caracterizan por vender buenos tamales o arepas y que se quieren disculpar con la clientela por no ofrecer en un día especial. 4 Llámese día de la madre, del padre, de la mujer, de la familia, de algún santo, de la navidad, el año nuevo, etcétera. 5 No hace falta señalar que el tipo de acción al que nos referimos es de tipo convencional, en continuación con los postulados de la teoría de los actos de habla de J.L Austin.

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Del “Mañana le pago” al “El que fiaba se murió, malapaga lo mató”.

Acerca de las promesas en la teoría de J.L. Austin.

Prometer hasta meter, y después de haber metido, nada de lo prometido 

Dicho popular.

Andrés Tafur

Es recurrente, o mejor, no es extraño, - de hecho es familiar - encontrar en

cualquier tienda o mercado de barrio algún tipo de anuncio que presente al

público una realidad específica. Diversos, los “letreros” pueden informar sobre

rebajas en los precios1, o acerca de promociones que interesen a los clientes2; en

ocasiones, presentan excusas sobre algún elemento esencial con que los

proveedores no hayan cumplido3; y también, realmente muy poco, sólo las que

cuentan con un espacio definido; publican rendiciones de cuentas de las juntas de

acción comunal, o alguna circular municipal que llame al interés general: cartas

de la iglesia, invitaciones a bazares y eso sí, casi sin falta, felicitaciones por

cualquier tipo de celebración4 culturalmente reconocida.

No obstante hay un tipo de anuncio cuya estética y función lo dotan de una

particularidad que nos interesa. Los hay grandes o medianos, jocosos o rotundos

de acuerdo a la situación y a la intención comunicativa; son rojos, verdes,

amarillos, azules, y casi siempre con una tonalidad fluorescente que les impide

pasar desapercibidos; con fuentes de gran tamaño y en negrita para que se

puedan leer, e impresos y forrados en contact  para hacerlos prácticamente

inmunes y perdurables. La idea, claro está, es que esta especie de tributo al

kitsch, no pueda no llamar la atención  – están hechos para eso -. De ahí que

podamos establecer que su razón de ser y estar es explícitamente una: realizar

una acción5.

1 Por ejemplo: “Hoy, descuento en todos los productos de aseo marca tal o cuál”.  

2 Del tipo “Por la compra de tal o cuál producto lleve uno que le obsequiamos”. 

3En tiendas que se caracterizan por vender buenos tamales o arepas y que se quieren disculpar con la

clientela por no ofrecer en un día especial.4

Llámese día de la madre, del padre, de la mujer, de la familia, de algún santo, de la navidad, el año nuevo,

etcétera.5

No hace falta señalar que el tipo de acción al que nos referimos es de tipo convencional, en continuación

con los postulados de la teoría de los actos de habla de J.L Austin.

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Tales anuncios no sólo cuentan con una buena cantidad de formas y estilos de

presentarse o de presentar un estado de cosas, sino también de contenidos y de

fuerza  a la hora de instaurar lo que quieren decir. Digamos que tienen muchas

formas de  presentar una sola situación. De esta manera podemos encontrar

algunos con una escueto pero categórico: “Hoy no fío, mañana sí” , o algunos más

 joviales pero no menos definitivos como, “Sólo le fío a mayores de 90 años que

traigan a su abuelito de fiador” , “ Que le fíe... no jodás [sic], sigamos siendo 

amigos” ; de corte reflexivo como, “Fiar es cosa ingrata, se pierde el amigo y se

 pierde la plata” ; “Como es tan duro pagar y tan penoso cobrar he resuelto no fiar” ,

“Si fío pierdo lo mío, si doy, a la ruina voy. Si presto,  al cobrar molesto” ; “El no fiar 

me causa pena y el fiar, pena y pesar, para no tener dos penas, lo mejor será no 

fiar” . Algotros evasivos: “El que fía no está aquí: salió a cobrar” ; pero al fin todos

definitivos y directos: “Sólo confiamos en Dios, los demás pagan de contado” ; “Si 

viene a fiar... carrera mar” ; “Páguelo en tres contados: Sacando, contando y 

 pagando” ; “Si viene a hablar: hablemos. Si viene a fiar: ni hablemos”.  

Sin embargo en otra clase de establecimientos comerciales, como cantinas y

misceláneas por ejemplo, la estrategia comunicativa varía, no obstante, apelando

a la misma fuerza. En el caso de algunas cantinas de barrio o de pueblos, los

letreros son intercambiados por imágenes6 (que en todo caso se acompañan de

textos) y en el de las misceláneas, que son una especie de “local” en donde se

consigue de todo, por estatuillas7 (también con texto alusivo).

Si bien todos los “letreros” que aparecen y desaparecen en las tiendas pueden

servir para pensar cosas a partir de la teoría de los actos de habla, digamos en la

medida en que su decir es directamente un hacer (sin letrero no hay promoción,

no hay rebaja, no hay excusa, ni circular ni felicitación  – son convencionales);

nuestra preocupación, sobre los casos anteriormente descritos, no dejará de estar

puesta sobre los fenómeno morales que estos comprometen, dado que lo que está

de fondo son relaciones interpersonales, humanas, más que estrictamente

contractuales, abstractas y vacías del tipo vendedor-cliente u oferta-demanda,

como nos han enseñado algunas teorías del pensamiento económico. En

resumen, se trata de formas de ser y de relacionarse, cuestiones que si bien

reclaman una reflexión de tipo ontológico, no abordaremos en el presente artículo.

6Se trata de cuadros que contrastan dos situaciones dadas, la de un hombre bien vestido, que fuma un puro

y toma una cerveza mientras cuenta montones de dinero. En algunas versiones aparece con su perro, en

otras no. Esta imagen es reforzada por el texto: “Vendió a contado”. El contraste es una imagen del mismo

hombre, arruinado, que fuma en pipa, mal vestido, aparentemente enfermo, sin una moneda. El texto que

la acompaña sentencia: “vendió a crédito”.

7 Son estatuillas que figuran diablillos, animales, personas, etc. Acompañadas del texto: “No fío”. De todas

maneras, en cualquiera de los dos casos, dependerá de la creatividad del litógrafo o del artesano.

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La presente reflexión girará en torno al problema de las promesas, no

precisamente de compra-venta o de pago, como instrumentos formales, sino de

las que se hacen con palabras en escenarios cotidianos. Aquellas que tienen que

pelearse con los anuncios que las interpelan e impugnan como insinceras a priori.

Bien, empecemos por el derecho ¿De qué se trata la teoría de los actos de habla?Recordemos que hubo una corriente filosófica muy importante el pasado siglo que

viene del empirismo inglés tradicional, y, sobre todo del pensamiento de Bertrand

Russell, que acuñó una tesis: “todo enunciado con sentido es, o verdadero, o

falso”. Tal corriente es conocida como la línea dura dentro de la filosofía del

lenguaje. Ese es el panorama sobre el que se abre nuestro autor. E l “viejo plan”,

como lo llamara el mismo Austin, daba por sentado una serie de cosas por medio

de las cuales entendía, analizaba y pensaba el lenguaje, con miras a edificar

propuestas positivas, entre estas, la pretensión de establecer un lenguaje perfecto,

esto es, una suerte de esquema o modelo que juzgue el lenguaje todo, sin tener

en cuenta su dimensión concreta, es decir, los distintos contextos o usos. Austin

impugnará estos postulados con miras a construir una teoría nueva, la teoría de

los actos de habla:  “Lo que necesitamos además de la vieja doctrina sobre los

significados es una nueva doctrina sobre todas las posibles fuerzas de las

emisiones (…)” (Austin, 1989); palabras más, palabras menos, que no es

suficiente tener certeza  de lo que significan las palabras, de lo que se dice con

ellas, sino que no se puede perder de vista la fuerza con la que son dichas, los

efectos que producen y las circunstancias y convenciones que comprometen. Para

Austin, las palabras, los actos lingüísticos, antes que cualquier cosa, sea en forma

de enunciado, descripción, afirmación, emisión, promesa, juramento, consejo,argumento, consideración, veto, saludo, etc., etc., invocan una acción. Son un

hacer. Afectan el mundo.

Y el mérito de Austin, y de su equipo de trabajo, es haber descubierto este tipo de

enunciados, a los que llamó enunciados performativos 8   (Giraldo, 2000). Estos

enunciados no describen, no informan sobre la realidad sino que realizan lo que

ellos expresan o lo que ellos significan, por oposición a los otros enunciados que

describen o informan sobre la realidad, a los que Austin denominó constatativos.

Los enunciados   performativos  son actos: no describen la realidad de manera

verdadera o falsa, tampoco describen acciones, porque los que lo hacen siguen

8Aquí tomaremos la traducción que hizo el filósofo colombiano Adolfo León Gómez Giraldo para su texto

Seis conferencias sobre teoría de la argumentación en la conferencia IV, Argumentación y teoría de los actos

lingüísticos. A propósito escribe Gómez Giraldo: “Performative es un anglicismo que viene de performance –  

actuación -. Algunos lo han traducido al español como enunciados realizativos; aunque es una buena

traducción, yo sigo utilizando el barbarismo performativo, para mostrar que allí hay una novedad y por ello

se justifica el neologismo. Austin usó, en diferentes momentos, performatif y performative, y admitió que

esta última es una palabra “nueva y fea”, construida sobre ‘perform’ y ‘performance’.” 

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siendo enunciados descriptivos de la realidad; no describen actos que yo haya

realizado, que realizo concomitantemente con lo que digo, o, que voy a realizar.

No describen actos sino que ellos mismos son actos. Ellos, por decirlo de otra

manera, instauran una situación que no existía antes de su emisión. Es a lo que

nos referimos cuando pensamos en los anuncios de las tiendas, las cantinas y las

misceláneas, puesto que no solamente informan sobre una decisión de sus

propietarios, no describen un estado de cosas, sino que instauran una realidad

concreta: la desconfianza. Una forma de ser.

Sin embargo, para realizar el acto de manera afortunada se requiere el concurso

de determinadas condiciones. El hecho de pronunciar o escribir las palabras no

compromete la realización del acto per sé, sino que es preciso, además, que las

palabras se emitan en condiciones apropiadas. Austin establece seis condiciones

que agrupa en tres clases: A, B y Según el profesor Gómez Giraldo, el cambio

de nomenclatura (que en las dos primeras condiciones utilice el abecedario

romano y en la tercera el alfabeto griego) indica que las condiciones A, B y son

de diferente categoría: “[U]n fracaso en las condiciones A y B invalida totalmente

el acto; en cambio, un fracaso en las condiciones no lo invalida, simplemente lo

hace insincero” (Giraldo, 2000). En esta oportunidad hablaremos de los infortunios

de la clase Gamma, por tratarse de presupuestos cercanos a lo que nos

propusimos en principio. Sin embargo digamos a vuelo de pájaro que cuando falla

alguna de estas seis condiciones el acto se considera infortunado, puesto que,

para el caso de A, se requiere que el procedimiento sea convencional y aceptado;

y que las personas y las circunstancias particulares sean las apropiadas para

recurrir al procedimiento particular que se emplea. Y en el caso de B, que elprocedimiento se lleve a cabo por todos los participantes en forma correcta, y que

sea realizado en todos sus pasos.

Las condiciones y son condiciones de sinceridad. Será pertinente advertir

que este es el tipo de infortunio que tenemos en el caso de quien promete cumplir

con la obligación de responder por el fiado, pero en todo caso no será el del

tendero o cantinero que de manera muy sincera cuelga su “letrero” para ahuyentar 

a los “malapaga”. La condición se refiere a aquellos casos “en que, como

sucede a menudo, el procedimiento requiere que quienes lo usan tengan ciertos

pensamientos o sentimientos, o está dirigido a que sobrevenga cierta conductacorrespondiente de algún participante, entonces quien participa en él y recurre así

al procedimiento debe tener en los hechos tales pensamientos o sentimientos, o

los participantes deben estar animados por el propósito de conducirse a la manera

adecuada, y, además, (los participantes tienen que comportarse

efectivamente así en su oportunidad.” (Austin, 2008, pág. 60).

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A propósito, escribe Gómez Giraldo en su Breve tratado sobre la mentira 9  (Giraldo,

1992): “Todo acto lingüístico que requiere de esos pensamientos o sentimientos

los implica pragmáticamente:

Si te felicito implico pragmáticamente que me siento complacido. Si te doy el

pésame implico pragmáticamente que me solidarizo con tu pena. Si te prometo implico pragmáticamente que tengo la intención de hacer lo prometido . Si te

apuesto implico pragmáticamente que tengo intención de pagar. Si te aconsejo

hacer tal cosa implico pragmáticamente que pienso que el acto aconsejado es

benéfico para ti. Una falta en los sentimientos, pensamientos, creencias,

intenciones, etc., requeridos, produce un acto, pero insincero…” Y valga señalar

que si cuelgo un letrero que dice “no se fía”, pues implico que no confío en nadie,

que no puedo vender a crédito. Que desconfío.

Por fin hemos llegado al corazón de este trabajo. Habíamos dicho que nos

interesaba pensar el asunto de las promesas ordinarias en la vida cotidiana,porque comprometían el problema de las relaciones humanas, dejando atrás el

artificio de las relaciones puramente contractuales que propone el mercado, al

tanto de considerar el problema de la desconfianza como punto central, por ser lo

que pone de manifiesto la forma y el contenido de los anuncios. Pues bien, para

ello daremos un giro al planteamiento del problema inicial, puesto que no se trata

de una situación que aparece  en el sentido más literal e inocente del verbo

<<aparecer>>, sino que es un estado de cosas al que se llega, debido

precisamente al problema de las promesas insinceras. O sea, de la gente que no

le paga al tendero. Por supuesto no será esta la oportunidad, y quizá ninguna si lo

repasamos seriamente, de formular hipótesis acerca del por qué de los

“malapaga”, la cosa de que si efectivamente no tienen cómo pagar, o de si lo

olvidan, o si es que no les da la gana, o si naturalmente no pagan ni dándoles la

plata, etcétera. No obstante, valga anotar que esa transición del “mañana le

pago”, o, por el lado del tendero (a), del paso de conservar un espacio privilegiado

para el libro de anotaciones y fiados; al odioso “El que fiaba se murió, malapaga

lo mató”, no tiene que ver solamente con botar  el cuaderno y hacer un letrero o

forrar la tienda con calcomanías, sino que pone de manifiesto la entronización de

un nuevo de ethos … esa cosa que se evidencia en los reclamos de los mayores

cuando recuerdan los tiempos en que la palabra y la plata valían.

Pues bien, digamos para concluir que el problema tiene que ver con eso, de allí

que nuestra preocupación virara hacia lo moral. Se trata de una nueva forma de

ser, pensar y relacionarse que se impone. La desconfianza no crece en los

árboles, ni la defecan los animales, para decir que no es natural. La desconfianza

9Cursivas mías.

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es un valor que se cultiva, es histórica, tiene una procedencia y por ser

precisamente de esta manera tiene también la posibilidad de ser causa y también

efecto de problemas, manifiesta en acto y reconocible en potencia.

Bajo un régimen económico y político en el que la única posibilidad de

relacionarnos se nos presenta bajo los principios racionales del dinero y la ley, laposibilidad de hacerlo de acuerdo a los sentimientos y los valores de la confianza

y la estima se presentan como excepción, si no como cosa de tontos. En una

sociedad en donde cada vez es más legítimo comunicarse en los términos del

lenguaje fluctuante y artificial del dinero, y donde cada vez es más legítimo que las

relaciones con el Estado  – y los otros  – se tengan que dar (o digamos que

adquieren un teórico criterio de validez) bajo el rasero de las notarías10, se pone

de manifiesto que confiar en los demás no tiene ninguna garantía, ni resultado,

que el otro no es aquella forma universal de hombre con quien estoy en constante

relación y quien posibilita el carácter humano que le queda a la existencia, sino

que es un virtual tramposo, o un ladrón, o un asesino, o un malapaga en potencia.

10  El asunto de las notarías es un problema complejo, agudizado si se piensa a partir de los mismos

postulados de la misma constitución, por ejemplo en el capitulo 4 (de la protección y aplicación de los

derechos) artículo 83: “Las actuaciones de los particulares y de las autoridades públicas deberán ceñirse a

los postulados de la buena fe, la cual se presumirá en todas las gestiones que aquellos adelanten ante

éstas”.

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Bibliografía 

Austin, J. (2008). Cómo hacer cosas con palabras . Barcelona: Paidós.

Austin, J. (1989). El significado de una palabra. En J. Austin, Discursos filosóficos. 

Madrid: Alianza Editorial.

Giraldo, A. L. (1992). Breve tratado sobre la mentira. . Santiago de Cali: Centro

editorial Universidad del Valle.

Giraldo, A. L. (2000). Seis conferencias sobre teoría de la argumentación. Bogotá:

AC Editores.