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AMÉRICA LATINA. LOS NOMBRES DEL NUEVO MUNDO CIENCIAS SOCIALES Introducción | "Mundus novus" | Nuestra América | De Miranda a Bolívar | América ¿Latina? | "Nuestra América" de Martí | Panamérica | "Nuestra América" bajo el microscopio positivista | Novomundismo e Indoamérica | De nombres y significados Autora: Dra. Patricia Funes (UBA y CONICET) | Coordinación Autoral: Dra. Patricia Funes (UBA y CONICET) y Dr. Áxel Lazzari (UBA) PROGRAMA DE CAPACITACIÓN MULTIMEDIAL EXPLORA LAS CIENCIAS EN EL MUNDO CONTEMPORÁNEO

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AMÉRICA LATINA.LOS NOMBRES DEL NUEVO MUNDO

CIENCIAS SOCIALES

Introducción | "Mundus novus" | Nuestra América | De Miranda a Bolívar | América ¿Latina? | "Nuestra América" de Martí | Panamérica | "Nuestra América" bajo el microscopio positivista | Novomundismo e Indoamérica | De nombres y significados

Autora: Dra. Patricia Funes (UBA y CONICET) | Coordinación Autoral: Dra. Patricia Funes (UBA y CONICET) y Dr. Áxel Lazzari (UBA)

PROGRAMA

DE CAPACITACIÓN

MULTIMEDIALEXPLORALAS CIENCIAS EN EL MUNDO CONTEMPORÁNEO

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2 EXPLORA CIENCIAS SOCIALES

U n día remoto: 25 de abril de 1507. Unlugar también remoto: el Gymnasium

Vosagense, en la abadía de Saint Dié. Esedía y en ese lugar está fechado un mapa enel que por primera vez aparece el nombrede "América". Es decir: el bautismo de estaparte del mundo y su individuación no fuetarea de marinos, navegantes o aventure-ros, sino de unos monjes de tierras tan fir-mes como su entusiasmo.

El Gymnasium Vosagense era un centroerudito donde filósofos, cosmógrafos y car-tógrafos, bajo el mecenazgo del duque deLorena, se entregaban al estudio y la recupe-ración de los clásicos. Estaban a punto deeditar la Geografía de Ptolomeo en larecientemente adquirida (y no hacía muchotiempo inventada) imprenta. Al parecer, fueel mismo duque de Lorena quien entregó alos monjes cartógrafos la versión francesade los cuatro viajes de Amerigo Vespucci. Yeso cambió los planes. Audaces, emprendie-ron la tarea del bautismo. En el lugar en elque Américo Vespucio había colocado

"Mundus Novus", los monjes, fascinadospor el descubrimiento, pusieron "América",de Amerigie (tierra de Américo), y el femeni-

no era para hacer corresponder esa "cuartaparte" con un nombre de mujer, comoEuropa, Asia y África.

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INTRODUCCIÓN

Primer mapa en el que el Nuevo Mundo es denominado América.

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3AMÉRICA LATINA. LOS NOMBRES DEL NUEVO MUNDO

L a Lettera de Vespucio en traducciónlatina y el mapamundi del monje

Waldseemüller circularon rápidamente porEuropa; fueron lo que hoy llamaríamos unbest seller. En el año 1507 se hicieron dosimpresiones, y al año siguiente se agotó laedición de mil ejemplares.

¿Y Colón? El "Almirante de la MarOcéana" vivió y murió apegado a la "asiati-cidad" de esto que por comodidad (y con-senso) vamos a llamar "América". En el pri-mer viaje, los nativos son "indios", emisa-rios del Gran Kahn. No lo inventa, lo ve así.En el segundo viaje, la "evidencia" ya es decorte jurídico: le hace afirmar y firmar a todala tripulación bajo serias intimidaciones que laisla de Cuba es Tierra Firme. Lo del tercerviaje es más audaz: desconcertado por eldulzor de las aguas del río Orinoco (y unpoco decepcionado por no encontrar elpaso hacia el Índico) construye una interpre-tación fabulosa y antigua: ha llegado alParaíso Terrenal y la Tierra ya no es redondasino que tiene forma de pera, o "como unseno de mujer cuyo pezón estaría bajo lalínea ecuatorial en el fin de oriente".

Un dato que contribuye a echar luz sobre latozudez del almirante es el significado de laidea clásica de ecumene asociada a un uni-verso cerrado y perfecto de tres partes. Y aquíel imaginario judeocristiano y sus autoridadesmedievales son la clave explicativa del arraigoa esa tripartición: los tres hijos de Noé, laSantísima Trinidad, la perfección cabalísticadel número tres, los tres Reyes Magos, etc.Entonces, América fue incómoda desde elprincipio: no entraba en el mapa. Esa "cuartaparte" puso en cuestión los cimientos mis-mos de toda una cosmovisión, abrió la grietapara repensar el cosmos, el geocentrismo, lasautoridades. La "modernidad" y "occiden-te" aparecían en el horizonte.

Hasta aquí, este es un asunto "europeo"(excediéndonos un poco en la consideraciónde "europeo", espacio sociocultural quetampoco estaba consolidado). Del lado "deacá", antes de la llegada de los conquistado-res, tampoco había un nombre, un colectivo.Esa totalidad supuso una creatio ab inis, otra

tarea especulativa, esta vez, sobre los cadá-veres de millones de "ab orígenes" o indios.El concepto "indio" (resultado del equívocoinicial) no es una denominación geográfica,ni étnica, ni clasista. Es la denominación delvencido. Tras ese "genérico" se borraron lasmúltiples identidades originarias: abipones,achuares, aymaras, apaches, araucanos, ara-waks, aucas, aztecas, bayás, bororós, botocu-dos, caddoanes, calchaquíes, calchines, cal-pules, calumas, camahuas, canacos, canelos,caracarás, caracas, carajás, carapachayes,carapachos, cariacos, caribes, cataubas, caya-pas, cayetés, ciaguás, cocamas, comechingo-nes, corondas, chaimas, charcas, charrúas,chavanes, chibchas, chichimecos, chimúes,chiriguanos, chuchumecos, chunchos, gan-dules, guaraníes, hopis, huaoranis, lacando-nes, mapuches, mayas, maipures, matacos,miskitos, mochicas, nahuas, napos, navajos,omaguas, onas, orejones, otavalos, páparos,

patagones, payaguas, pawnees, pueblos,puelches, puruhaes, quechuas, querandíes,quichés, quijos... y muchos más.

Las "Indias Occidentales" devinieron −juris-prudencia mediante− "Provincias de Ultra-mar" de la Corona de Castilla. Los "indios",vasallos libres y hasta seres humanos, "porgracia" del papa Paulo III.

Las identidades, como dice Rojas Mix, sonun gerundio, no un participio pasivo, un"estar siendo" y, en términos histórico-sociales, son las épocas de crisis las que lasevidencian y resignifican.

Así, la frase "Nuestra América" hacia finesde la dominación colonial marcó una alteri-dad respecto de la metrópoli. "NuestraAmérica" de Miranda abre el proceso de lasindependencias de la Corona de España;"Nuestra América" de Martí lo cierra unsiglo después.

“MUNDUS NOVUS”

Dibujo del siglo XVII de una pareja de caribes.

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“Indios” de Estados Unidos (foto1), Brasil (foto 2) yArgentina (foto 3) captados por la cámara exotista y positivista de la antropología del siglo XIX.

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5AMÉRICA LATINA. LOS NOMBRES DEL NUEVO MUNDO

DE MIRANDA A BOLÍVAR

Hacia fines del siglo XVIII, "Nuestra América"comienza a ser registrada como totalidad.Las salvedades, los recortes y las precisionessobre el posesivo de la frase dan cuenta deuna nueva dimensión del pensar social,político y cultural de la región.

Francisco de Miranda es quien objetiva elposesivo que se dirige a plantear una esci-sión respecto de la dominación española:"Con estos auxilios podemos seguramentedecir que llegó el día, por fin, en que, reco-brando nuestra América su soberana inde-pendencia, podrán sus hijos libremente ma-nifestar al universo sus ánimos generosos".

Aun antes, en 1792, y como parte de lareflexión sobre el tercer centenario del "des-cubrimiento", el jesuita Juan Pablo Viscardoesgrimía derechos propios para los "españo-les americanos": "El Nuevo Mundo es nues-tra patria, y su historia es la nuestra, y en ellaes que debemos examinar nuestra situaciónpresente, para determinarnos, por ella, a to-mar el partido necesario a la conservación denuestros derechos". El sentimiento del jesui-ta de exterioridad respecto de España esostensible: poner empeño en favor deEspaña, "un país extranjero", es una "trai-ción cruel contra aquel en donde somosnacidos".

Miranda instala la frase "Nuestra Amé-rica" y marca, así, una precaria pero efecti-va frontera respecto de la "madre patria",primer paso de identidad que es continen-talidad, sobre todo por la filiación de lascolonias en relación con la metrópoli. El"nuestra" excluye desde los orígenes a losEstados Unidos; sin embargo, doctrina Mon-roe mediante, son ellos quienes terminaronpor apropiarse del gentilicio.

Por razones de espacio y objetivos no pro-fundizaremos en los distintos matices que elconcepto "Nuestra América" tuvo en la to-talidad del pensamiento de la emancipación.Sin embargo, queremos destacar un rasgoimportante que hace específicamente al pro-ceso de ruptura en el orden intelectual y polí-tico. El posesivo "nuestra" recortó una perte-

nencia étnico-social cruzada por la condiciónde "criollo", "blanco", mayoritariamente"propietario" y −sobre todo− "hispanoha-blante". En ese sentido, la comunidad lin-güística fue una cualidad relevante en elcamino hacia la definición identitaria. El idio-ma español fue, quizás, uno de los pocosaspectos apropiados como herencia legítimay valiosa de la colonización ibérica.

Las generaciones liberales decimonónicastuvieron no pocos problemas para arraigaren la historia una legitimidad que encarna-ra los principios universalistas a los que ads-cribían. Los derechos civiles y políticos y larepública de ciudadanos eran, a la vez, pun-to de partida inspirador y horizonte de lle-gada. Sin embargo, las sociedades latinoa-mericanas fueron no poco díscolas paraadaptarse dócilmente a ellos. Se sabía quépasado negar: tres siglos de la "más exaspe-rante oscuridad y tiranía de la metrópoli".Pero esa ruptura, como todas en la historia,debía anclarse en alguna continuidad quenecesariamente debía interpelar un pasadoreal o construido por imperio de las circuns-tancias. En algunos casos, la invocación alpasado indígena, no exento de estilización,fue una de las opciones. El Diálogo entreAtahualpa y Fernando VII en los CamposElíseos (1809), de Bernardo Monteagudo, esun buen ejemplo de la perentoriedad de labúsqueda. Otro tanto es el proyecto demonarquía incaica sugerido por Belgrano enel Congreso de 1816.

No habría que olvidar el carácter de elite delos sectores que se apropian del sintagma"Nuestra América". Si el cura Hidalgo, enMéxico, habla en la mayoría de los casos de"americanos", lo que pierde en fuerza enun-ciativa lo gana en profundidad social. Esta noes, sin embargo, la orientación dominantedel movimiento emancipador.

Para Bolívar, el "nosotros" del "NuestraAmérica" se define por dos negativas: "nosomos europeos, no somos indios, sino unaespecie intermedia entre los aborígenes y losespañoles". Por su parte, acentúa la conti-nentalidad de la empresa emancipadora y esquien propone un programa político que

involucra a las ex colonias en una unidadtotalizante aun en los momentos más álgi-dos y deprimentes de la guerra contraEspaña: "Ya que tienen un origen, una len-gua, unas costumbres y una religión, debe-rían, por consiguiente, tener un solo gobier-no que confederase los diferentes Estadosque hayan de formarse".

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NUESTRA AMÉRICA

La Carta derijida a los Españoles Americanos(1792) de Juan Pablo Vizcardo registra la ideade totalidad respecto de "Nuestra América",que comienza a consolidarse hacia fines delsiglo XVIII.

Miranda en La Carraca (1896) del pintorvenezolano Arturo Michelena retrata losúltimos días de Francisco de Miranda (1750-1816), precursor de los movimientosde emancipación hispanoamericana, en laprisión de San Fernando.

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6 EXPLORA CIENCIAS SOCIALES

Napoleón III le escribía al general Forey en1862: "Tenemos interés en que la Repúblicade Estados Unidos sea poderosa y próspera,pero no tenemos ninguno en que se apode-re del golfo de México, y desde allí dominelas Antillas y América del Sur. [...] si Méxicoconserva su independencia y mantiene laintegridad de su territorio, si, con el apoyode Francia, se consolida en él un gobiernoestable, habremos devuelto a la raza latinadel otro lado del Océano su fuerza y suprestigio [...] se nos impone el deber deintervenir en México y plantar allí nuestrabandera". Estos planes se llevaron a cabo:Francia instaló un emperador (Maximilianode Habsburgo), una emperatriz y una cortefrancesa en México hacia 1863.

Lo que queremos señalar aquí es el éxitode la nominación, aun cuando la invasiónfrancesa a México haría pensar en supronto descrédito. El arraigo del latinismopodría guardar relación con el espírituantiespañol de la época (revitalizado enese momento por la invasión española enPerú y la presión sobre el Caribe). La perte-nencia a lo "latino", entonces, esfuma laherencia española y su tradición al tiempoque ofrece una referencia ideológico-políti-ca en correspondencia con el modelo he-gemónico (sobre todo en el ámbito de lacultura, los usos, las modas y −con ate-nuantes− la ideología) de las oligarquíasforjadoras de los nacientes Estados, domi-nantemente "afrancesadas".

AMÉRICA ¿LATINA?

En el contexto de la política expansionista delSegundo Imperio de Napoleón III, en la déca-da de 1860, se propaga el nombre "AméricaLatina", aunque la expresión había sido utili-zada con anterioridad por el colombianoJosé María Torres Caicedo en El Correo deUltramar y por Michel Chevalier en la Revuedes Races (1857-1861).

El panlatinismo supone una comunidadde orígenes anclados en la tradición culturaly lingüística del Imperio Romano de Occi-dente y de la religión católica. La oposiciónentre la tradición sajona y la latina se orien-ta a legitimar la ideología de expansión ydominio del panlatinismo.

Fusilamiento del emperador Maximiliano I, óleo de Edouard Manet, 1867.

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7AMÉRICA LATINA. LOS NOMBRES DEL NUEVO MUNDO

El término acabó por perder el significadopanlatinista de sus orígenes. La expresión"América Latina" sobrevivió al fracaso de laexpedición francesa y, si originalmente na-ció como forma de identidad antisajona, losmismos Estados Unidos terminan aceptandoel vocablo.

"NUESTRA AMÉRICA" DE MARTÍ

Las revoluciones de la independencia co-mienzan y terminan en el Caribe, y mediaentre ellas alrededor de un siglo. No exami-naremos aquí el significado de la revoluciónde la independencia haitiana de fines delsiglo XVIII, pero queremos resaltar un rasgo:la consigna "libertad, igualdad y fraterni-dad" no sonó igual a ambos lados delAtlántico. Si bien la modernidad creó al ciu-dadano francés, también es cierto que lamera territorialidad no fue suficiente paraalcanzar las igualdades de la Declaración delos Derechos del Hombre y del Ciudadano.Negros, esclavos y coloniales: pocas subalter-nidades eran tan subalternas aun en mediode las revoluciones que conmovieron elAntiguo Régimen. Toussaint L'Overture lideróel levantamiento que acabó con la esclavitudy liberó a Haití de Francia hace ya dos siglos.

También en el Caribe, en Cuba y Puerto Ricohacia fines del siglo XIX, se completa elciclo de las independencias de la corona deEspaña. "Nuestra América" de José Martíplantea el problema de la independenciaampliando el posesivo e interpelando a másde una "metrópoli". Negros, mestizos, mu-latos −en síntesis, "los pobres de la Tierra"−son incorporados como actores y protagonis-tas. Decía Martí: "Con los oprimidos habíaque hacer causa común, para afianzar el siste-ma opuesto a los intereses y hábitos de man-do de los opresores". Por otra parte, a la opo-sición a España se suma la clara advertenciarespecto del expansionismo estadounidense.

Si la participación de los Estados Unidos enla guerra de 1898, "al lado" de Cuba, produ-cía juicios ambivalentes, la inmediata ane-xión de Puerto Rico, el llamado a la PrimeraConferencia Panamericana, su protagonismotutelar frente al bloqueo de Inglaterra,Alemania e Italia a Venezuela en 1902, laenmienda Platt en Cuba, la secesión dePanamá jalonaban evidencias de una domi-nación que comenzaba a ser denunciada y

resistida. El puertorriqueño José MaríaHostos, aun confesando su admiración porlos Estados Unidos, denunciaba la sujeciónviolenta de Puerto Rico a una dominación"que, por salvadora que sea, para nada hacontado con Puerto Rico".

José Martí comentó la Primera Conferen-cia Panamericana para el diario La Naciónde Buenos Aires y alertó sobre la importan-cia decisiva que tenía y su pretensión fun-dacional:

Jamás hubo en América, de la independencia

para acá, asunto que requiera más sensatez, ni

obligue a más vigilancia, ni pida examen más cla-

ro y minucioso, que el convite que los Estados

Unidos potentes, repletos de productos invendi-

bles, y determinados a extender sus dominios en

América, hacen a las naciones americanas de

menos poder, ligadas por el comercio libre y útil

con los pueblos europeos, para ajustar una liga

contra Europa y cerrar tratos con el resto del

mundo. De la tiranía de España supo salvarse la

América española; y ahora, después de ver con

ojos judiciales los antecedentes, las causas y los

factores del convite, urge decir, porque es la ver-

dad, que ha llegado para la América española la

hora de declarar su segunda independencia.

Martí sumó a la denuncia, la acción, comorepresentante del Uruguay en la Conferen-cia Monetaria de las Repúblicas de América,apéndice de la Primera Conferencia Pana-mericana, reunida en marzo de 1891. Lapropuesta estadounidense era la acuñaciónde una moneda (patrón plata), el Columbus,de curso legal en toda América. Martí seopuso al proteccionismo estadounidense yabogó por la libertad de comercio y la multi-lateralidad para los países americanos (que,al estar comprometidos comercialmente conEuropa, no les convenía la adopción delpatrón plata). Si bien la unificación moneta-ria no prosperó, Martí descubrió en sus rela-tos y argumentos tanto las intenciones delcapital estadounidense como las debilidadesde los países latinoamericanos si no adopta-ban una posición común. Teniendo en cuen-ta los lazos económicos de América Latinacon Europa (que en el caso de Cuba yPuerto Rico aún eran lazos de dependenciacolonial), se opuso a la moneda única prohi-jada por los Estados Unidos:

Ni en los arreglos de moneda, que es el instru-

mento del comercio, puede un pueblo sano pres-

Retrato de José Martí (1853-1895), político,periodista, filósofo y poeta y máximo referente de las luchas por la independen-cia cubana.

cindir −por acatamiento a un país que no lo ayudó

nunca, o lo ayuda por emulación y miedo de otro−,

de las naciones que le anticipan el caudal necesario

para sus empresas, que le obligan el cariño con su

fe, que lo esperan en la crisis y le dan el modo para

salir de ellas, que lo tratan a la par, sin desdén arro-

gante, y le compran sus frutos.

La fundación del Partido RevolucionarioCubano y la guerra de la independenciade Cuba retrotrajeron a Martí a los idealesbolivarianos y al primer pensamiento inde-pendentista. En 1891 apareció "NuestraAmérica", escrito programático del latinoa-mericanismo, en el que traza un gran arcoque es a la vez continuidad y ruptura res-pecto del pensamiento de la emancipa-ción. Martí apela a la tradición continenta-lista bolivariana. Enhebra la causa de laIndependencia en Cuba y Puerto Rico alos destinos de América Latina frente a esaotra dependencia que él advierte fatal.Para Martí, en esa ruptura se juega muchomás que la ya anacrónica relación colonialcon España; erige esa causa en una cau-sa latinoamericana y, más aún, en unacausa para la humanidad: "Es un mundo loque estamos equilibrando: no son sólo dosislas a las que vamos a libertar".

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8 EXPLORA CIENCIAS SOCIALES

Cree el aldeano vanidoso que el mundoentero es su aldea, y con tal de que élquede de alcalde, o le mortifique al rivalque le quitó la novia, o le crezcan en laalcancía los ahorros, ya da por bueno elorden universal, sin saber de los gigantesque llevan siete leguas en las botas y lepueden poner la bota encima, ni de lapelea de los cometas en el Cielo, que vanpor el aire dormido engullendo mundos. Lo que quede de aldea en América ha dedespertar. Estos tiempos no son para acos-tarse con el pañuelo a la cabeza, sino conlas armas de almohada, como los varonesde Juan de Castellanos; las armas del jui-cio, que vencen a las otras. Trincheras deideas valen más que trincheras de piedra.

[...] el buen gobernante en América noes el que sabe cómo se gobierna el ale-mán o el francés, sino el que sabe conqué elementos está hecho su país. [...]

El gobierno ha de nacer del país. Elespíritu del gobierno ha de avenirse a laconstitución propia del país. El gobiernono es más que el equilibrio de los ele-mentos naturales del país.

[...] En pueblos compuestos de elemen-tos cultos e incultos, los incultos gober-narán, por su hábito de agredir y resol-ver las dudas con su mano, allí donde loscultos no aprendan el arte del gobierno.La masa inculta es perezosa, y tímida enlas cosas de la inteligencia, y quiere quela gobiernen bien; pero si el gobierno lelastima, se lo sacude y gobierna ella.¿Cómo han de salir de las universidadeslos gobernantes si no hay universidad enAmérica donde se enseñe lo rudimenta-rio del arte del gobierno, que es el análi-sis de los elementos peculiares de lospueblos de América? [...] Conocer el país,y gobernarlo conforme al conocimiento,es el único modo de librarlo de tiranías.La universidad europea ha de ceder a launiversidad americana. La historia deAmérica, de los incas a acá, ha de ense-ñarse al dedillo, aunque no se enseñe lade los arcontes de Grecia. Nuestra Greciaes preferible a la Grecia que no es nues-tra. Nos es más necesaria. Los políticos

nacionales han de reemplazar a los políti-cos exóticos. [...]

Un cura, unos cuantos tenientes y unamujer alzan en México la república, enhombros de los indios. Un canónigo espa-ñol, a la sombra de su capa, instruye en lalibertad francesa a unos cuantos bachille-res magníficos, que ponen de Jefe deCentro América contra España al generalde España. Con los hábitos monárquicos,y el Sol por pecho, se echaron a levantarpueblos los venezolanos por el Norte ylos argentinos por el Sur. Cuando los doshéroes chocaron, y el continente iba atemblar, uno, que no fue el menos gran-de, volvió riendas. [...] El problema de laindependencia no era el cambio de for-mas, sino el cambio de espíritu.

Con los oprimidos había que hacer cau-sa común, para afianzar el sistema opues-to a los intereses y hábitos de mando delos opresores. [...] La colonia continuóviviendo en la república; y nuestraAmérica se está salvando de sus grandesyerros [...] por la virtud superior, abona-da con sangre necesaria, de la repúblicaque lucha contra la colonia. [...]

Éramos una visión, con el pecho deatleta, las manos de petimetre y la frentede niño. Éramos una máscara, con los cal-zones de Inglaterra, el chaleco parisien-se, el chaquetón de Norte América y lamontera de España. [...] El genio hubieraestado en hermanar, con la caridad delcorazón y con el atrevimiento de los fun-dadores, la vincha y la toga; en desestan-car al indio; en ir haciendo lado al negrosuficiente; en ajustar la libertad al cuer-po de los que se alzaron y vencieron porella. Nos quedó el oidor, y el general, y elletrado, y el prebendado. [...] Ni el libroeuropeo, ni el libro yankee, daban la cla-ve del enigma hispanoamericano. Se pro-bó el odio, y los países venían cada año amenos. Cansados del odio inútil, de laresistencia del libro contra la lanza, de larazón contra el cirial, de la ciudad contrael campo, del imperio imposible de lascastas urbanas divididas sobre la naciónnatural, tempestuosa o inerte, se empie-

za, como sin saberlo, a probar el amor.[...] En pie, con los ojos alegres de los tra-bajadores, se saludan, de un pueblo aotro, los hombres nuevos americanos.Surgen los estadistas naturales del estu-dio directo de la Naturaleza. Leen paraaplicar, pero no para copiar. [...]

Pero otro peligro corre, acaso, nuestraAmérica, que no le viene de sí, sino de ladiferencia de orígenes, métodos e intere-ses entre los dos factores continentales, yes la hora próxima en que se le acerquedemandando relaciones íntimas, un pue-blo emprendedor y pujante que la desco-noce y la desdeña. [...]

No hay odio de razas, porque no hayrazas. [...] El alma emana, igual y eterna,de los cuerpos diversos en forma y encolor. Peca contra la Humanidad el quefomente y propague la oposición y elodio de las razas. [...] Pensar es servir. Niha de suponerse, por antipatía de aldea,una maldad ingénita y fatal al pueblorubio del continente, porque no hablanuestro idioma, ni ve la casa como noso-tros la vemos, ni se nos parece en suslacras políticas, que son diferentes de lasnuestras; ni tiene en mucho a los hom-bres biliosos y trigueños, ni mira caritati-vo, desde su eminencia aún mal segura, alos que, con menor favor de la Historia,suben a tramos heroicos la vía de lasrepúblicas; ni se han de esconder losdatos patentes de problemas que puederesolverse, para la paz de los siglos, conel estudio oportuno y la unión tácita yurgente del alma continental. ¡Porque yasuena el himno unánime; la generaciónactual lleva a cuestas, por el camino abo-nado por los padres sublimes, la Américatrabajadora; del Bravo a Magallanes,sentado en el lomo del cóndor, regó elGran Semí, por las naciones románticasdel continente y por las islas dolorosasdel mar, la semilla de la América nueva!

José Martí, en El Partido Liberal, México, 30 de enero de 1891.

NUESTRA AMÉRICA

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9AMÉRICA LATINA. LOS NOMBRES DEL NUEVO MUNDO

Tapa de la revista Caras y Caretas, de la década de 1920, en la que se satiriza la tendencia de los Estados Unidos a controlar el comercioy la economía mundial.

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10 EXPLORA CIENCIAS SOCIALES

rica") / Europa, bajo la hegemonía de losEstados Unidos. Si la primera oposición esgri-me la unidad en función de una tradicióncultural común, el panamericanismo se basaen un criterio geográfico, de pertenencia he-misférica, al que se suman razones de índoleestratégica con componentes "novomundis-tas" que no dejan de esconder la unilaterali-dad de la convocatoria y sus objetivos másprecisos. Dijo Blaine en la sesión inaugural dela Primera Conferencia:

Toda la superficie territorial de las naciones

aquí representadas alcanza 12.000.000 de millas

cuadradas, que es más de trece veces el área de

toda Europa [...] y si consideramos sus fuerzas

productivas [...] ellas guardan una proporción

aún mayor respecto de las del mundo entero.

Estos grandes territorios hoy encierran aproxima-

damente 120.000.000 de habitantes [...].

Esta definición cuantitativa deja ver la estra-tegia de "solidaridad y cooperación" que ani-maba el accionar del Departamento deEstado. Esa suerte de Zollverein (unión adua-nera, unión monetaria y banco interamerica-no) se desprendía de la propuesta de ladelegación oficial estadounidense, estrate-gia de "cooperación" que no prosperarásino hasta las redefiniciones de la segundaposguerra. El recorrido de las sedes de lasConferencia hasta 1930 muestra la inten-cionalidad y las prioridades de la políticaexterior estadounidense: México, 1901;Brasil, 1906; Argentina, 1910; Chile, 1923;Cuba, 1928. Los magros resultados detodas las reuniones evidencian una profun-da desconfianza hacia el país del norte. Yesto se explica no sólo por el carácter "arti-ficial" y "forzado" de las convocatorias,

H acia fines del siglo XIX, los EstadosUnidos de América concluyeron su po-

lítica aislacionista y diseñaron una estrategiadiplomática para el "resto de América". Laideología del "destino manifiesto" divulga laconvicción de que hay naciones que poseenuna misión histórica para las cuales la expan-sión no sólo es natural e irresistible, sinotambién deseable y "legítima".

En este caso, es el secretario de Estadoestadounidense, J. Blaine, quien se apropiadel concepto de "Nuestra América". La con-vocatoria a la Primera Conferencia Pana-mericana (Washington, 1889) tuvo la inten-ción de neutralizar la influencia política yeconómica europea (sobre todo inglesa) enla región. Si el "panlatinismo" expresa laoposición sajón-latino, el panamericanismoinstala la oposición "América" ("Pan-Amé-

PANAMÉRICA

Theodore Roosevelt, presidente de los Estados Unidos, y su política del “Gran Garrote” en el Caribe, en 1904.

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11AMÉRICA LATINA. LOS NOMBRES DEL NUEVO MUNDO

los mestizos, "rapaces", etc. En el carácter"híbrido" de estos últimos Bunge cree ver lacausa de los retrasos y los males del conti-nente. La "hibridez" de mestizos y mulatosdeviene esterilidad no sólo biológica, sino ysobre todo psíquica y moral, ya que estos"son como las dos cabezas de una hidrafabulosa que rodea, aprieta y estrangula,entre su espiral gigantesca, una hermosa ypálida virgen: Hispano-América!".

Todo esto conlleva una traducción política ysocial sobre las causas de los males deHispanoamérica, reflexión en la que aquí noentraremos. Lo que nos interesa subrayarde estos análisis es, por un lado, el éxito dedivulgación de estas ideas que se dirigieron asustentar la legalidad de las dominacionesoligárquico-tradicionales en términos "cien-tíficos". Por otra parte, es posible filiar estosdiagnósticos "clínicos" con su contracara:las soluciones "quirúrgicas" que suponen,habida cuenta del carácter irreversible quetiene una "carga genética" inmodificablehistórica o socialmente. Así, estas metáforasbiologistas se resolvieron sin poesía desde elpoder, mediante el exterminio, la explota-ción y la exclusión, en síntesis, por medio dela privación de los más elementales derechoshumanos, civiles y políticos para la granmayoría de la población durante gran partede la historia de América Latina.

sino, sobre todo, por la estrecha alineaciónde las economías latinoamericanas respectode Europa bajo la hegemonía británica,por lo menos hasta la Primera GuerraMundial. Los Estados Unidos salen fortale-cidos de la confrontación bélica y la políti-ca del big stick (gran garrote) se correspon-derá con esa correlación de fuerzas. Si elsegundo punto de la Enmienda Platt de laConstitución cubana era el recurso legalpara la intervención militar efectiva de laMarina de Guerra estadounidense duranteo después de la Primera Guerra, los EstadosUnidos intervinieron bajo el genérico yunilateral corolario de la doctrina Monroe.Sin eufemismo ni lírica alguna, el mismoRoosevelt denominó como del "gran garro-te" la política exterior estadounidense parala región. Inspirado en una "pedagogía"que poco ocultaba el patronazgo de lasinversiones de su país o, en algunos casos,invocando un poder de policía ejemplifica-dor, los Estados Unidos intervinieron manumilitari, en la zona del istmo de Panamá, yen el Caribe. En abril de 1914, el mismoWilson mandó a atacar el puerto deVeracruz, generando un conflicto que sólo laPrimera Guerra Mundial no llevó a mayores.En la década de 1910, la Marina de Guerradesembarcó en Nicaragua (1912-1925 y1926-1933), Haití (1915-1934) y Santo Do-mingo (1916-1924), marcando de maneraindeleble el posterior derrotero político ysocial de esos países.

“NUESTRA AMÉRICA” BAJO EL MICROSCOPIO POSITIVISTA

La ensayística latinoamericana de la prime-ra década del siglo XX se caracterizó porla interpretación orgánico-biologista y lanaturalización de los fenómenos sociales.La sociedad era conceptualizada como unorganismo. El dato fatal para definir eseorganismo era la constelación racial de esasociedad (complementada con la influenciadel medio físico). Bajo el paraguas omnis-ciente del positivismo surge una preocupa-ción sociológica que intenta dar cuenta deestas "mórbidas" sociedades. Como expre-sara alguna vez Carlos Real de Azúa, "el díaque se trace la línea del pensamiento racistaen Iberoamérica, asombrará el volumen deuna ideología entrelazada a lo más 'oficial'

de nuestras definiciones culturales". Unrápido recorrido por los títulos de algunasobras muestra diáfanamente la medicaliza-ción del discurso: Manual de patología polí-tica (1889), del argentino Juan Álvarez;Continente enfermo (1899), del venezola-no César Zumeta; Enfermedades sociales(1905), del argentino Manuel Ugarte; Pue-blo enfermo (1909), del boliviano AlcidesArguedas; La enfermedad de Centroamé-rica (1912), del nicaragüense SalvadorMendieta; O parasitismo social e evoluçâona América Latina (1903), del brasileñoManoel Bonfim, sólo por citar algunos.

El tejido de la nación bajo el microscopiode estos intelectuales se explica bajo funcio-nalistas criterios de corrupción, degeneracióny selección. Se trata, entonces, de detectar la"enfermedad" para obrar en consecuencia.De allí que una primera cuestión sea la mismadefensa de ese conocimiento "positivo". Porejemplo, el boliviano Alcides Arguedas afir-maba: "debemos convenir, franca, corajuda-mente, sin ambages, que estamos enfermos,o mejor, que hemos nacido enfermos y quenuestra disolución puede ser cierta". CarlosOctavio Bunge en su libro Nuestra Américano duda en exaltar impiadosamente las"virtudes" de los "vicios": "el alcoholismo,la viruela y la tuberculosis −¡benditos sean!−habían diezmado a la población indígena yafricana".

Los intelectuales positivistas tenían un par-ticular interés en adjudicar a la composiciónracial de las sociedades latinoamericanas losfrenos al desarrollo. Uno de los motivos queseduce a los raciólogos es que, en parte, laexplicación racial, por biológica y determi-nista, exime a los "no aptos" de las respon-sabilidades de la conducción. Subyace enesto cierta decepción, cuando no un rotun-do pesimismo respecto del poder de la liber-tad individual y la autodeterminación, cuali-dades que desde el terreno filosófico sedesplazan al plano político. Cuál es, enton-ces, el "alma nacional" es la primera pre-gunta metodológica para plantear unorden político acorde con ella. Así se filia la"genética social" con el tema de la identi-dad y éste con el orden político.

Siguiendo estos rumbos, para Bunge, loscastellanos son "arrogantes" e "innatamen-te" superiores; los indios, "pasivos" y "fata-listas"; los mulatos, "impulsivos" y "falsos";

Lámina del atlas de Cesare Lombroso sobreel hombre criminal, en la que se retrata arevolucionarios y criminales políticos.

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L a Primera Guerra Mundial marcó unagran crisis de los valores rectores del

"largo siglo XIX". Si Europa se "suicidaba"en una guerra, al decir de José Ingenieros,¿dónde estaba la civilización y dónde la bar-barie? Las ideas de modernidad, civiliza-ción, racionalismo, liberalismo y progresofueron cuestionadas. Una "nueva genera-ción" de pensadores latinoamericanos plan-teó una profunda revisión de los valoresprecedentes. Esa "nueva generación" ibaacompañada de una "nueva sensibilidad"que unía lo joven con lo nuevo, la vanguar-dia y la polémica.

Antiimperialismo, indoamericanismo, re-formismo, revolución, socialismo y proble-ma nacional fueron tópicos frecuentadospor el criticismo juvenil de los años veinte,como fórmulas de reemplazo del ordenanterior. Una búsqueda que ha perdidoel norte "europeo" (o "europeísta", comose decía entonces). Como expresó PedroHenríquez Ureña en 1925: "No es que ten-gamos brújula propia; es que hemos perdi-do la ajena".

Desde estas interpretaciones, el proyectoindependentista a escala regional fue des-virtuado por las generaciones constructorasde los Estados latinoamericanos. Para elmexicano José Vasconcelos:

[...] nuestra guerra de Independencia se vio men-

guada por el provincianismo y por la ausencia de

planes trascendentales. La raza que había soñado

con el imperio del mundo, los supuestos descen-

dientes de la gloria romana, cayeron en la pueril

satisfacción de crear nacioncitas y soberanías de

principado [...], con la ilustre excepción de Bolívar,

Sucre y Petion el negro y media docena más, a lo

sumo. Pero los otros [...] sólo se ocuparon de

empequeñecer un conflicto que pudo haber sido

el principio del despertar de un continente.

En los mismos términos, José CarlosMariátegui, desde Perú, señalaba:

[...] la generación libertadora sintió intensa-

mente la unidad sudamericana [...]. El ideal ame-

ricanista, superior a la realidad contingente, fue

abandonado. La revolución de la Independencia

había sido un gran acto romántico; sus conducto-

res y animadores, hombres de excepción. Pleitos

absurdos y guerras criminales desgarraron la uni-

dad de la América Indo-Española.

Es decir, para la nueva generación, lasnaciones provenían del desgarro de ciertaunidad original, a la que era posible retor-nar. Proponían retomar esos ideales de uni-dad regional para salvar ese "desvío" histó-rico, tanto más cuanto que los peligros queacechaban a América Latina y la "crisis" de

los paradigmas clásicos imponían el impera-tivo de la unidad.

Si las oligarquías, los mercados o una geo-grafía compleja habían sido las causas delmovimiento centrífugo, de fragmentacióndel espacio cultural y político latinoameri-cano después de las independencias, otrotanto ocurría con la voluntaria y −paraVíctor Raúl Haya de la Torre− conspirativaacción del imperialismo en favor de las"patrias chicas":

NOVOMUNDISMO E INDOAMÉRICA

Amauta, revista fundada en Perú en 1926 por José Carlos Mariátegui.

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Uno de los más importantes planes del imperia-

lismo es mantener a nuestra América dividida.

América Latina unida, federada, formaría uno de

los países más poderosos del mundo. Conse-

cuentemente, el plan [...] es dividirnos. El único

camino de los pueblos latinoamericanos es unirse

[...]. esa es la gran misión de la nueva generación

revolucionaria antiimperialista de América Latina.

Representativa de esta pretensión por ana-lizar y definir este "continente" es, precisa-mente, la polémica acerca de las manerasde denominarlo: "Latinoamérica", "Ibero-américa", "Hispanoamérica", "Indoaméri-ca", "Los Estados Des-Unidos del Sur", obien, "Interamericanismo", "Panamericanis-mo", "Wilsonismo", son expresiones quedenotan y connotan diferentes formas deapropiación conceptual, ideológica, políticaque los intelectuales se veían en la obliga-ción de precisar.

Haya de la Torre dedicó no pocos textos,muy divulgados en América Latina, sobre lacuestión del nombre. Hispanoamericanis-mo e iberoamericanismo correspondía a la

época colonial, "se refieren al pasado, auna América exclusivamente española o por-tuguesa, e implicaban el desconocimientode las influencias posteriores a la colonia".Los términos América Latina, Latinoamé-rica, latinoamericanismo, corresponden a larepública y al siglo XIX, "son más amplios ymodernos [...] ya que abarcan lo español, loportugués sin excluir lo africano, por laincorporación de Haití que habla francés, anuestra gran familia continental". Sucede aeste nombre, cronológicamente, el pana-mericanismo, que "es la expresión imperia-lista yanqui".

Para Haya de la Torre, Indoamérica era elmás representativo de la "nueva genera-ción", ya que "comprende la prehistoria, loindio, lo ibérico, lo latino y lo negro, lo mes-tizo y lo cósmico −digamos, recordando aVasconcelos− manteniendo su vigenciafrente al porvenir". Es un término político,ya que "corresponde a la presente etaparevolucionaria de Nuestra América".

Independencia, autonomía y soberaníason palabras recurrentes. Esta autoafirma-

ción, cultural y política, buscaba en el archi-vo del pasado aquellas experiencias de esci-sión y encontraba en la gesta emancipado-ra un camino continentalista. Por eso, unintelectual tan emblemático (y tan perspi-caz para captar las representaciones cul-turales de América Latina) como PedroHenríquez Ureña instaba a afirmar la comu-nidad cultural de Nuestra América comofórmula que había contribuido en el pasadoa superar las crisis civilizadoras, pero sobretodo como arraigo para imaginar utopías.

Un decidido espíritu novomundista atra-viesa la pregunta por la personalidad de lolatinoamericano. El tema novomundista seinstala con un significado históricamentediferente del de "Mundus Novus" de nues-tras primeras páginas. Asociado al telurismo ya la potencialidad vital de un paisaje sanguí-neo, producto del choque entre dos culturas,urge el intento de pensar en términos desíntesis. Así, mestizajes, "razas cósmicas","eurindias", "indologías" e "Indoamérica"van marcando maneras más introspectivas ymás inclusivas para pensar la región.

América invertida, cuadro de Joaquín Torres García, 1943.

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"He dicho Escuela del Sur, porqueen realidad, nuestro norte es elSur. No debe haber norte, paranosotros, sino por oposición anuestro Sur. Por eso ahora pone-mos el mapa al revés, y entoncesya tenemos justa idea de nuestraposición, y no como quieren en elresto del mundo. La punta deAmérica, desde ahora, prolon-gándose, señala insistentementeel Sur, nuestro norte".

Joaquín Torres García, Universalismo constructivo,

Buenos Aires, Poseidón, 1941.

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Los pueblos de la América española semueven en una misma dirección. La solida-ridad de sus destinos históricos no es unailusión de la literatura americanista. Estospueblos, realmente, no sólo son hermanosen la retórica sino también en la historia.Proceden de una matriz única. La conquis-ta española, destruyendo las culturas y lasagrupaciones autóctonas, uniformó la fiso-nomía étnica, política y moral de laAmérica Hispana. Los métodos de coloni-zación de los españoles solidarizaron lasuerte de sus colonias. Los conquistadoresimpusieron a las poblaciones indígenas sureligión y su feudalidad. La sangre españo-la se mezcló con la sangre india. Se crea-ron, así, núcleos de población criolla, gér-menes de futuras nacionalidades. Luego,idénticas ideas y emociones agitaron a lascolonias contra España. El proceso de for-mación de los pueblos indo-españolestuvo, en suma, una trayectoria uniforme.

La generación libertadora sintió intensa-mente la unidad sudamericana. Opuso aEspaña un frente único continental. Suscaudillos obedecieron no un ideal nacio-nalista, sino un ideal americanista. Estaactitud correspondía a una necesidad his-tórica. Además, no podía haber nacionalis-mo donde no había aún nacionalidades.La revolución no era un movimiento de laspoblaciones indígenas. Era un movimientode las poblaciones criollas, en las cuales losreflejos de la Revolución Francesa habíagenerado un humor revolucionario.

Mas las generaciones siguientes no conti-nuaron por la misma vía. Emancipadas deEspaña, las antiguas colonias quedaronbajo la presión de las necesidades de untrabajo de formación nacional. El idealamericanista, superior a la realidad contin-gente, fue abandonado. La revolución dela independencia había sido un gran actoromántico; sus conductores y animadores,hombres de excepción. El idealismo de esagesta y de esos hombres había podido ele-varse a una altura inasequible a gestas yhombres menos románticos. Pleitos absur-dos y guerras criminales desgarraron la

unidad de la América Indo-Española. [...]Los más próximos a Europa fueron fecun-dados por sus inmigraciones. Se beneficia-ron de un mayor contacto con la civiliza-ción occidental. Los países hispano-ameri-canos empezaron así a diferenciarse. [...]

Aparece como una causa específica dedispersión la insignificancia de los vínculoseconómicos hispano-americanos. Entreestos países no existe casi comercio, noexiste casi intercambio. Todos ellos son,más o menos, productores de materias pri-mas y de géneros alimenticios que envíana Europa y Estados Unidos, de donde reci-ben, en cambio, máquinas, manufacturas,etcétera. Todos tienen una economíaparecida, un tráfico análogo. Son paísesagrícolas. Comercian, por tanto, con paísesindustriales. Entre los pueblos hispanoa-mericanos no hay cooperación; algunasveces, por el contrario, hay concurrencia.No se necesitan, no se complementan,no se buscan unos a otros. Funcionaneconómicamente como colonias de laindustria y la finanza europea y nortea-mericana. [...]

Es cierto que estas jóvenes formacionesnacionales se encuentran desparramadasen un continente inmenso. Pero, la econo-mía es, en nuestro tiempo, más poderosaque el espacio. Sus hilos, sus nervios, supri-men o anulan las distancias. La exigüidadde las comunicaciones y los transportes es,en América Indo-Española, una conse-cuencia de la exigüidad de las relacioneseconómicas. [...]

La América española se presenta prácti-camente fraccionada, escindida, balcani-zada. Sin embargo, su unidad no es unautopía, no es una abstracción. Los hom-bres que hacen la historia hispano-ameri-cana no son diversos. Entre el criollo delPerú y el criollo argentino no existe dife-rencia sensible. [...]

La identidad del hombre hispano-ameri-cano encuentra una expresión en la vidaintelectual. Las mismas ideas, los mismossentimientos circulan por toda laAmérica Indo-Española. Toda fuerte per-

sonalidad intelectual influye en la cultu-ra continental. [...]

Es absurdo y presuntuoso hablar de unacultura propia y genuinamente americanaen germinación, en elaboración. Lo únicoevidente es que una literatura vigorosarefleja ya la mentalidad y el humor hispa-no-americanos. Esta literatura [...] no vin-cula todavía a los pueblos; pero vincula,aunque no sea sino parcial y débilmente, alas categorías intelectuales.

Nuestro tiempo, finalmente, ha creadouna comunicación más viva y más extensa:la que ha establecido entre las juventudeshispano-americanas la emoción revolucio-naria. Más bien espiritual que intelectual,esta comunicación recuerda la que concer-tó a la generación de la independencia.Ahora como entonces la emoción revolucio-naria da unidad a la América Indo-Española.Los intereses burgueses son concurrenteso rivales; los intereses de las masas, no.Con la Revolución Mexicana, con su suerte,con su ideario, con sus hombres, se sientensolidarios todos los hombres nuevos deAmérica. Los brindis pacatos de la diploma-cia no unirán a estos pueblos. Los uniránen el porvenir los votos históricos de lasmuchedumbres.

José Carlos Mariátegui, en Variedades, Lima, 6 de diciembre de 1924.

LA UNIDAD DE LA AMÉRICA INDO-ESPAÑOLA

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El mapa de Diego Homem, de 1558, muestra las tierras sudamericanas, el “Mundus Novus”desde las antillas hasta la Patagonia (“Terra Incognita”).

El penacho de Moctezuma, más valorado por los aztecas que por los españoles.

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C uarenta y seis países, territorios depen-dientes y departamentos de ultramar

componen esta parte del mundo que ofi-cialmente se denomina América Latina y elCaribe. Es la región que más nombre porsumatoria posee. El agregado "y el Caribe"fue para incorporar aquellas áreas de len-guas y tradiciones no latinas.

El nombre "América Latina y el Caribe"fue −entonces− producto de varios agrega-dos algo aleatorios: el invento de modernosmonjes "francoalemanes" que no conocie-ron la empresa de Colón, una latinidadheredera de Napoleón III y de genealogíasrománicas, y un nombre geográfico (para-dójicamente indígena, "caribe") para incor-porar sociedades sajonas.

Si la yuxtaposición de bautismos es un bri-colaje complejo y curioso, más lo son lasausencias.

Existe alrededor de medio millar de len-guas "aborígenes" y tantas o más variacio-nes dialectales de ellos, no contempladasen el nombre oficial de la región. En un paíscomo el Perú, por ejemplo, se estima quelos indígenas de habla vernácula son alre-dedor del 25% de la población total; deestos, la mayoría habla quechua (en dife-rentes versiones) y aymara, pero una mino-ría habla alguna de las 41 lenguas de laAmazonia peruana. En Guatemala, dondemás de la mitad de la población es indíge-na, se hablan veintidós lenguas amerindias:veintiún mayas y una náhuatl a las que sesuma el uso de dos lenguas criollas en sucosta del Caribe: el garífuna o afrocaribeñoy el inglés criollo. Pero aun en países donde

la población indígena es muy minoritaria, elmultilingüismo es un dato importante. EnColombia, por ejemplo, los indígenas repre-sentan menos del 2% de la población total,pero ese porcentaje habla entre 64 y 68idiomas diferentes.

Este multilingüismo conlleva múltiples sa-beres, sentires y miradas; maneras y sentidosque en su origen (ya no, probablemente) no

pertenecían a los cánones de Occidente,que son −como puede deducirse− los que"nombran". Estas dependencias y subalter-nidades muestran no sólo las dificultadesque tuvo (y tiene) esta parte del mundopara entrar en el mapa, sino también (o qui-zá, por eso) de pensarse desde dentro delmapa. Esas subalternidades y dependenciascomienzan, quizá, pero no acaban ni se

DE NOMBRES Y SIGNIFICADOS

KH

M, V

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16 EXPLORA CIENCIAS SOCIALES

completan con la exclusión de los pueblosoriginarios del nombre de la región. Haymuchas otras exclusiones, subalternidadesy dependencias. El tema del nombre es unamanera de plantearlo.

¿Es América Latina "moderna", "premo-derna", posmoderna? ¿Es parte de Occi-dente, un extremo de Occidente u "otroOccidente"? ¿Es una región "en desarro-llo", emergente, periférica? No es el temaque desarrollamos aquí, pero son preguntasque subyacen en la trama de los discursosy proyectos que recorrimos con la excusadel nombre.

Cada nominación históricamente consi-derada lleva impresa una manera de definiry apropiarse de los contenidos y proyectos,que, en distintas épocas generaron res-puestas y contrapropuestas. Esta parte del

mundo entró en el mapa a fuerza demás de una paradoja y muchas más contra-dicciones.

Y hablando de paradojas y mapas, uno delos símbolos de la cultura azteca y de suciudad Tenochtitlán es el penacho deMoctezuma. En 1519, el rey Moctezumamandó de regalo a Cortés, como prueba dela estatura del "visitante", un conjunto depiezas, entre ellas el penacho. De estas pie-zas, el objeto más valioso para los españo-les no fue el penacho, sino tres discosmetálicos, representaban al Sol, la Luna yVenus, el primero de oro puro y de dosmetros de diámetro que pesaba diecisietekilos. En 1563 pasó a manos de un sobrinode Carlos V, Fernando, conde de Tirol, de ladinastía de los Habsburgo. Actualmenteestá en el el Museo de Viena, y es y ha sido

reclamado por varias organizaciones indi-genistas de México.

Otra paradoja: durante siglos se pensó quetodos los ejemplares de la primera impresióndel mapa de Waldseemüller (1507) se ha-bían perdido. Al parecer sólo uno llegó a laépoca moderna y se conservaba en la biblio-teca del príncipe von Waldburg-Wolfegg-Waldsee en Würtemberg, en el sur deAlemania. En 1901 se supo de su existen-cia en la biblioteca principesca, causandouna gran sensación en el mundo científi-co y académico. En 2002, la Bibliotecadel Congreso de los Estados Unidos enWashington compró por diez millones dedólares este único ejemplar. Por el momen-to, el mapa está en exhibición en el edificioThomas Jefferson de la Biblioteca delCongreso en Washington.

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AgradecimientosEl equipo de Publicaciones de la Dirección Nacional de Gestión Curricular yFormación Docente agradece a las siguientes instituciones y personas porpermitirnos reproducir material fotográfico y colaborar en la documenta-ción de imágenes: Biblioteca del Congreso (EE.UU.); Instituto Rivera-Agüero(Perú), Galería de Arte Nacional (Venezuela); Biblioteca del Maestro, MECyT(Argentina); Museo Torres García (Uruguay); UNESCO Photobank; MuseoKHM de Viena (Austria).

Coordinadora del Área de CienciasSociales, Lic. Raquel GurevichCoordinadora del Área de DesarrolloProfesional, Lic. Silvia StorinoCoordinadora del Programa deCapacitación Explora, Lic. Viviana CelsoCoordinadora de Publicaciones,Lic. Raquel Franco

Coordinación y documentación, Lic. Rafael BlancoEdición, Lic. Gonzalo BlancoDiseño y diagramación, DG María Eugenia MásCorrección, Norma A. Sosa Pereyra

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Ministro de Educación, Ciencia y Tecnología, Lic. Daniel Filmus

Secretario de Educación, Lic. Juan Carlos Tedesco

Subsecretaria de Equidad y Calidad, Lic. Alejandra Birgin

Directora Nacional de Gestión Curricular y Formación Docente,

Lic. Laura Pitman

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