DEL PAIDOCENTRISMO AL ADULTOCENTRISMO EN LAS RELACIONES PADRES-HIJO.

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Sociedad, Familia y Educación - 1 - DEL PAIDOCENTRISMO AL ADULTOCENTRISMO EN LAS RELACIONES PADRES-HIJO . En primer lugar realizaré un breve resumen de los aspectos más destacados del texto para después reflexionar sobre las ideas que nos trasmite el mismo. RESUMEN En el texto se describen las tres etapas que han sufrido los principales agentes de socialización (escuela y familia). Se describen 3 fases o etapas: Fase Tradicional Fase Paidocéntrica Fase Post-Moderna o Adultocéntrica. A continuación describiremos las principales características de cada una de ellos. Señalar un detalle importante y es que todo lo descrito en el texto está referido a la sociedad española, la cual ha desembocado en estas etapas entre otras cosas debido a las circunstancias históricas que se han vivido en nuestro país.

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Sociedad, Familia y Educación

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DEL PAIDOCENTRISMO AL

ADULTOCENTRISMO EN LAS

RELACIONES PADRES-HIJO.

En primer lugar realizaré un breve resumen de los aspectos más

destacados del texto para después reflexionar sobre las ideas que nos

trasmite el mismo.

RESUMEN

En el texto se describen las tres etapas que han sufrido los principales

agentes de socialización (escuela y familia).

Se describen 3 fases o etapas:

� Fase Tradicional

� Fase Paidocéntrica

� Fase Post-Moderna o Adultocéntrica.

A continuación describiremos las principales características de cada

una de ellos.

Señalar un detalle importante y es que todo lo descrito en el texto está

referido a la sociedad española, la cual ha desembocado en estas etapas

entre otras cosas debido a las circunstancias históricas que se han

vivido en nuestro país.

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Fase Tradicional

Se desarrolla durante el periodo previo a la transición política española.

Padres y profesores mantenían una fuerte complicidad educativa. La

figura del profesor/maestro goza de gran respeto. El alumno/niño es un

elemento pasivo, únicamente puede acatar las instrucciones que recibe

de la familia y la escuela.

Destaca también durante esta época la visión acerca de la naturaleza

del niño, la cual se piensa que es peligrosa y con indeseables

inclinaciones (pese al aparente escaparate frágil que pueden presentar

los niños). Esta visión sobre los niños/alumnos provocará una

educación, tanto desde el ámbito familiar como desde el ámbito escolar

muy severa y estricta para evitar dichas conductas negativa a las que se

piensa que los niños y adolescentes tienden por defecto. De igual forma

la educación estricta y más bien escasa en actividades afectivas esta

encaminada a formar “individuos de pro” y a transmitir las ideas de

tesón y sacrificio para el logro de éxito en la vida.

En esta fase, los adolescentes durante su época de “trasgresión” de las

normas impuestas, lo tienen relativamente fácil y con rupturas más

bien inofensivas (hacer novillos, fumar un cigarrillo a escondidas)

debido al ambiente tan repleto de normas en el que están inmersos.

Asimismo familia, escuela y religión comparte un mismo sistema de

creencias y valores. Gran peso de la religión en la selección de dichos

valores y creencias así como de las normas morales de la época.

En la familia, durante la fase tradicional, los padres cumplen con los

papeles clásicos establecidos. Madre dedicada a las tareas domésticas y

crianza de los hijos y Padre como figura de autoridad, con un cierto

halo de temor por parte de los hijos y a una cierta distancia afectiva de

ellos.

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Fase Paidocéntrica

Esta fase se caracteriza por una ruptura total con el modelo anterior,

etiquetado como “anti-educación”. Esta etapa, que se inicia después de

atravesar la dictadura, se tiende a desarrollar modelos más

democráticos y menos impositivos.

Cambia totalmente la percepción que se tiene del niño/alumno. Se

piensa que su naturaleza es similar a su apariencia, frágil y buena por

naturaleza. Idea de que si en el niño se producen conductas indeseadas

en por someterlo a modelos educativos incorrectos basados en normas y

exigencias que impiden el desarrollo de la “naturaleza” positiva de los

niños.

Por tanto surgen dos ideas básicas en esta época:

• Concepción optimista del ser humano.

• Velar por esta naturaleza, delicada y vulnerable. No aplicar

prácticas educativas inadecuadas. Miedo al trauma.

Estas ideas implican que se den modelos educativos principalmente

basados en conductas afectivas sobre los niños/alumnos. Pero sin

embargo los modelos educativos están carentes de la imposición de

normas y límites, fenómeno este que se da principalmente en la familia.

Cambian los roles clásicos en las familias, desaparece la figura del

padre autoritario y gana peso la figura afectiva de la madre.

Padre-Padre o Madre-Padre � CAMBIO � Padre-Madre o Madre-Madre

El niño pasa de un papel pasivo a tomar un papel principal, lo que le da

un cierto “poder”. El niño “víctima” de la fase tradicional ha dado paso

al “pequeño tirano” de la etapa paidocéntrica.

La ausencia de normas y límites de esta etapa implica que no se

produzca un correcto desarrollo en el proceso de socialización por parte

de los niños y adolescentes. Desaparecen términos como voluntad,

esfuerzo, autodisciplina. Además la ausencia de normas y límites

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provoca que los adolescentes lo tengan más difícil en su etapa

“transgresora” dándose conductas tremendamente negativas para ellos.

No se produce una educación implícita en valores y creencias. Esto se

produce de una manera indirecta, el niño tiende a imitar los valores y

creencias que los padres desarrollan en la vida diaria pero que no han

inculcado conscientemente.

Esta dejación de la funciones por parte de la familia va a dar lugar a

que la escuela las asuma. Además en esta época la escuela (impulsada

por optimismo pedagógico) asumirá gratamente funciones educativas

“extra” lo que provocará una retirada todavía mayor de las mismas por

parte de los padres (se produce un efecto “dominó”).

La figura del profesor también cambia con respecto a la etapa anterior.

Se pasa de una confianza ciega a una confianza escéptica, debido al

recelo que despiertan los nuevos objetivos y metodologías. Asimismo las

familias tratan al maestro/profesor como a un igual, se piden

explicaciones y se opina con respecto al ámbito de la educación.

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Fase Post-Moderna o Aldultocéntrica

Aunque actualmente todavía seguimos inmersos en la fase

paidocéntrica, en algunos sectores se empiezan a observar cambios con

respecto a los sistemas familiar y escolar.

La primera característica que se observa es como ese optimismo

pedagógico empieza a dar síntomas de agotamiento (falta de recursos

materiales, malos resultados obtenidos…). El profesorado sufre una

crisis de identidad debido a las múltiples funciones que tiene que cubrir

(enseñar contenidos, educar a los alumnos, formase en pedagogía,

reciclarse en el conocimiento de su materia…) y también a los múltiples

cambios educativos que se suceden.

Este desgaste por parte del profesorado implica que traten de

abandonar varias de las funciones que acogieron durante el periodo

paidocéntrico. Sin embargo el sistema familiar no esta predispuesto a

ello.

Durante la época paidocéntrica la familia ha ido descargándose de

obligaciones que ha ido delegando en el sector escolar. Esto ha

provocado que se llegue a un punto por parte de las familias de “no

saber” como educar a los hijos. A esto hay que sumarle el cambio en los

“nidos familiares” y la aparición de “la cultura del yo” en padres y

madres. Debido a obligaciones laborales y a priorizar los intereses

personales a los familiares se ha producido un importante alejamiento

de la vida familiar y la función socializadora de la misma.

Aparecen los niños “con la llave al cuello”, niños que debido a estas

nuevas circunstancias familiares adquieren obligaciones de adulto. De

hecho en esta fase lo que se espera de ellos es que se den prisa en

adquirir una autonomía (física, social y psicológica) sea real o aparente

que haga que los padres no estén pendientes de ellos y puedan

centrarse, aún más, en sus propios asuntos (cultura del yo)

Nueva idea de “ser padre”. Se concibe la idea de que este conjunto de

funciones se puede delegar en manos de especialistas.

Por tanto aparece una pugna entre profesorado, que quiere abandonar

funciones “propias” de la familia, y padres que se niegan a asumir

funciones que en la etapa anterior abandono.

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REFLEXIÓN

A lo largo del resumen que he realizado he destacado las principales

ideas de cada uno de los periodos así como, en cierta medida, las luces

y sombras de cada uno de ellos.

Tras la lectura de este texto a la primera conclusión que llego es que

tiene que llegar una cuarta época o fase en la que se produzca un

equilibrio y una evolución teniendo en cuenta los rasgos positivos de

cada una de las fases y valorando los errores que también aparecen en

cada una de ellas. En mi opinión, la dos primeras fases, tradicional y

paidocéntrica, reflejan los dos extremos de abordar la educación, una

ecuación tremendamente servera y rígida o una educación totalmente

afectiva y permisiva. La tercera fase creo que es el periodo de crisis de la

paidocéntrica y descriptora de las nuevas circunstancias de la sociedad

actual, por lo que tal y como he señalado, ha de llegar una cuarta fase

que su objetivo sea la búsqueda del equilibrio entre todas las fases,

sacando partido de lo aprendido en todo este tiempo.

España es una democracia relativamente joven, esto ha provocado que

en los inicios de la misma se produjese una ruptura tan enérgica con

todo lo propio del pasado (periodo dictatorial) pese aunque en dicho

periodo, en el ámbito de la educación, hubiese algunas ideas

importantes a tener en cuenta y válidas. En cierta medida y por hacer

una analogía la sociedad ha vivido una “adolescencia”, su niñez la vivió

en un periodo tremendamente represivo y por tanto en el momento que

pudo “rompió” y se enfrentó frontalmente con él (igual que le ocurre a

los jóvenes cuando infringen normas durante su adolescencia). Con el

transcurso de los años, la sociedad ha evolucionado se han ido

relajando los aires de ruptura (importantísimos hay que señalar

también) y podemos valorar ahora con calma ambos modelos extremos.

A esto hay que sumarle las nuevas circunstancias actuales, los nuevos

“tipos de familias” y “nidos familiares” que podíamos ver en la fase

“post-moderna”

Luego hay que llegar a una situación de equilibrio de ambos modelos y

teniendo en cuenta que las familias de hoy y sus circunstancias no son

las de hace 50 años, ni 30, ni 20 años. La democracia y la sociedad

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democrática española, aunque joven, ya empieza a entrar en su

madurez y en mi opinión tiene que ver tanto lo bueno como lo malo de

cada periodo y ser autocrítica para intentar llegar a ese punto medio

que indico.

Por tanto es lo que voy a realizar yo en mi reflexión, veré los puntos

positivos y negativos de cada una de las fases (principalmente de la

tradicional y la paidocéntrica ya que son “los dos extremos”) y de esta

forma ver que habría que conservar y que habría que corregir, insisto

en mi humilde opinión, para en un futuro llegar a un modelo de

educación positivo y en el que participen en igual medida familia y

escuela.

Primero me centraré en la naturaleza del niño, no es ni totalmente

buena por naturaleza (paidocéntrica) ni totalmente mala por naturaleza

(tradicional). Tal y como señala el texto, la naturaleza humana es

tremendamente compleja y por tanto hay que saber en cada edad del

hombre (niño, adolescente y adulto) las peculiaridades y tendencias de

cada uno. Por ejemplo saber que el adolescente por su naturaleza

tenderá a transgredir algunas normas y al llegar al límite en

determinadas situaciones por la tendencia natural a querer demostrar

que es ya adulto. Pero también valorar, que no todo lo que proviene de

la adolescencia es malo o negativo, sino que la adolescencia conlleva

múltiples aspectos positivos (vitalidad, adquisición de valores,

capacidad de compromiso…) que hay que saber encauzar y aprovechar

en pro de un desarrollo positivo de los adolescentes y de la sociedad.

De igual forma los niños no van a aprender lo que esta bien y lo que

esta mal por generación espontánea. Si no se les inculca lo que esta

bien o lo que esta mal, tenderán a imitar lo que hacen los adultos. Por

tanto es importante ponerles límites, normas y obligaciones y deberes.

También es importante ser afectivos e intentar hacerlo de la forma más

democrática posible. Intentar, por así decirlo, evitar el principio de

autoridad en la manera que sea posible, establecer normas pero

intentar hacerlo de una manera democrática o por lo menos explicar el

por que de dichas normas. También es importante, al igual que se

sancionen las desobediencias de dichas reglas, que también se premien

de una manera afectiva los buenos comportamientos. Como señala el

texto hay que llegar a “una sabía combinación de afecto y límites”.

También indicar que las obligaciones a exigir a los niños tienen que ser

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acordes a su edad, no podemos (como ocurre en la fase adultocéntrica)

querer exigir a los niños cosas fuera de su rango de edad.

Hay que recuperar ideas, que aunque fueran de la época tradicional, no

son negativas. Ideas respecto al esfuerzo, el autocontrol, el trabajo, la

voluntad…hay que volver a ponerlas en valor, no de una forma tan

extrema como ocurría en la fase tradicional, en la que parecía que todo

era sacrifico pero si en su justa medida. Los niños han encontrarse

límites para desarrollar tolerancia a la frustración, así como regular sus

propios impulsos. De igual forma también aprender a aceptar el “no” y

soportar la privación y la renuncia para cuando se consigue algo se

vuelva más valioso y deseable. Pero no olvidemos la importancia de la

gratificación así como la importancia de apoyar de una forma afectiva a

los niños a la superación de estos “desafíos” mediante esfuerzo, sino

hay este apoyo y únicamente el aspecto “severo” podríamos provocar en

un futuro la misma respuesta que ocurrió en el paso de la fase

tradicional al paidocentrismo.

En relación a la adquisición de valores y creencias. Este es un tema de

delicado, no obstante creo que en todas de las fases descritas hay unos

valores y normas morales generales que son constantes en todas las

épocas (derechos humanos universales) que es bueno seguir

inculcando. Con respecto a creencias y valores más específicos (no son

los mismos por ejemplo en alguien ateo que en alguien creyente) es un

tema difícil y espinoso. Personalmente creo que la escuela debe

centrarse en inculcar los valores universales así como los derechos y

deberes que tiene cualquier ciudadano (constitución española) y los

aspectos religiosos dejarlos al ámbito familiar, eso sí inculcando la

tolerancia a las creencias diferentes a las nuestras.

Sobre la relación escuela-familia y el papel del profesor creo que el

maestro/profesor tiene que recuperar parte del peso que ha perdido en

estos años, se le tiene que valorar como un profesional de la enseñanza,

no en una figura intocable como ocurría en la época tradicional, pero si

valorar que es alguien que se ha formado para educar a nuestros hijos y

en una figura muy importante en el desarrollo de los mismos. De hecho

en la actualidad creo que ha obtenido la figura de autoridad pública. Es

necesario que familia y escuela cooperen, desde el respeto mutuo y

valorando una cierta “independencia” que cada uno ha de tener en su

entorno particular, maestro/profesor en la escuela, padre y madre en la

familia. Además las familias tienen que volver a asumir obligaciones

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educativas que habían delegado en la escuela durante la época

paidocéntrica.

Para finalizar el problema de los “nidos familiares” actuales y la “cultura

de yo”. Los nidos familiares y el problema de las familias saturadas no

es únicamente un problema de las familias. En la actualidad y sobre

todo en una situación de crisis económica, es en muchos casos un

esfuerzo enorme el que tienen que hacer los padres (ambos miembros

generalmente) para mantener económicamente a sus familias aunque

ello vaya en detrimento de la convivencia familiar. Será el estado el que

tiene que intervenir en cierta medida para favorecer la convivencia

familiar (hay de hecho políticas en este sentido). Y sobre “la cultura del

yo”, poco a poco también tendrá que darse un cambio de mentalidad, o

que por lo menos una de nuestras prioridades sea que “yo” quiero pasar

tiempo con mis familiares (creo que esto último empieza a ocurrir, en

familias jóvenes es una prioridad el querer pasar tiempo juntos).

Con esta valoración personal de los diferentes puntos positivos y

negativos visto a lo largo del texto se ponen de manifiesto el camino que

habría que seguir para llegar a ese punto de equilibrio que señalaba al

comienzo de mi reflexión, muy importante para un correcto desarrollo

social de los niños y adolescentes y para que familia y escuela

participen de una forma positiva en el importante papel que tienen el la

sociedad.