Del parque a la vereda un viaje para reconocer el corregimiento de san cristóbal

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1 Del Parque a la Vereda un viaje para reconocer el Corregimiento de San Cristóbal

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En mayo parecía una misión difícil de cumplir. Contactar líderes comunales, habitantes, profesores o ciudadanos del común de todas y cada una de las dieciocho veredas, la Ciudadela Nuevo Occidente e incluso habitantes de la centralidad que acompañarán al Parque Biblioteca Fernando Botero a esta pequeña gran aventura de recorrer la totalidad el territorio de San Cristóbal en los próximos cuatro meses. Primero, el 4 de junio, fue La Palma, una experiencia cargada de expectativa y ansiedad. Y así, una tras otra, Boquerón, San José de la Montaña, Pedregal Alto, El Yolombo, Pajarito, El Picacho, El Carmelo, El Naranjal, El Llano, Travesías, La Ilusión, Pedregal Bajo, La Cuchilla, El Patio, Las Playas, La Loma y Nuevo Occidente; permitieron que el Parque Biblioteca tocara sus puertas y sus corazones. Las “Tomas Veredales” recogen impresiones sobre la vida, personajes, paisajes, vías, actividades realizadas con la comunidad y momentos significativos, que materializan nuestra promesa de valor

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Del Parque a la Vereda

un viaje para reconocer el Corregimiento de San Cristóbal

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CRÉDITOSDel Parque a la veredaUn viaje para reconocer el Corregimiento de San Cristóbal

Administración Municipal:Aníbal Gaviria Correa,Alcalde de MedellínAlexandra Peláez,Vicealcaldesa de Educación, Cultura, Participación, Recreación y Deporte María del Rosario Escobar Pareja, Secretaria de Cultura Ciudadana Shirley Milena Zuluaga Cosme, Subsecretaria de Lectura, Bibliotecas y Patrimonio

Coordinación institucional: Luz Estela Peña Gallego, Sistema de Bibliotecas Públicas de MedellínJuan Paulo Campo VivesGestor Coordinador Parque Biblioteca Fernando Botero, San Cristóbal

Redactores

Jonnier Alberto Ángulo RamírezJuan Camilo Rave ParejaJulieth Marcela Navia HenaoJuan Paulo Campo VivesMaría Marcela Ocampo RodríguezCarolina Gallón LondoñoÓscar Mauro Álvarez VélezLuz Eugenia Góez RestrepoAndrés Aristizábal JiménezHéctor David López VelásquezCarmen Elena Paniagua López

FotografíaEliana MorenoHéctor David López VelásquezÓscar Mauro Álvarez VélezMauricio Ospina

Foto de PortadaPablo Pérez

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PRESENTACIÓNEn mayo parecía una misión difícil de cumplir. Contactar líderes comunales, habitantes, profesores o ciudadanos del común de todas y cada una de las dieciocho veredas, la Ciudadela Nuevo Occidente e incluso habitantes de la centralidad que acompañarán al Parque Biblioteca Fernando Botero a esta pequeña gran aventura de recorrer la totalidad el territorio de San Cristóbal en los próximos cuatro meses.

Primero, el 4 de junio, fue La Palma, una experiencia cargada de expectativa y ansiedad. Y así, una tras otra, Boquerón, San José de la Montaña, Pedregal Alto, El Yolombo, Pajarito, El Picacho, El Carmelo, El Naranjal, El Llano, Travesías,

La Ilusión, Pedregal Bajo, La Cuchilla, El Patio, Las Playas, La Loma y Nuevo Occidente; permitieron que el Parque Biblioteca tocara sus puertas y sus corazones.Y así, cada uno de los jueves de este periodo se esperaba el transporte, se alistaban los libros, se empacaban materiales, se ultimaban actividades con los aliados. Y nunca faltaba el detalle de última hora con los líderes o apoyos en las veredas, para cambios en la ubicación o relacionado con el público que nos acompañaría.

Fue escuchar un poco las historias y anécdotas, saber sobre sus costumbres y tradiciones. Y, en algunos casos,

tener de primera mano sus tristezas y necesidades más íntimas que pocas veces tienen oportunidad de contar. Para el equipo, la oportunidad de conocer y reconocerse, de abrir fronteras y señalar caminos nuevos hacia la consolidación la promesa de valor del Sistema de Bibliotecas Públicas de Medellín “Bibliotecas conectando territorios”.Del ejercicio de acercamiento a la comunidad y reconocimiento del territorio que inició el Parque Biblioteca Fernando Botero, resultaron algunos productos que mueven la fibra de los habitantes del corregimiento, de los usuarios de la unidad de información, de sus gestores y técnicos.

Las “Tomas Veredales” recogen impresiones sobre la vida, personajes, paisajes, vías, actividades realizadas con la comunidad y momentos significativos, que materializan nuestra promesa de valor de “Contribuir a intercambios para el desarrollo de las ciudadanías diversas que habitan los territorios de San Cristóbal”.

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ÍNDICE

Pág. 3PRESENTACIÓN

Pág. 6 Visita a la vereda La Palma: UNA TARDE PINTADA DE ROJO

Pág. 10 Visita a Boquerón:UNA VEREDA AGRÍCOLA Y PECUARIA

Pág. 14Vereda San José de la Montaña:LA “MULTIVEREDAL” DE SAN CRISTÓBAL

Pág. 18La toma veredal de Pedregal Alto:UNA TARDE ENTRE LA PRISIÓN Y EL CASTILLO

Pág. 22Desde El Yolombo: UNA SONRISA EN EL ALMA

Pág. 24 Pajarito:SE CRECIÓ COMO CÓNDOR DE LOS ANDES

Pág. 28El Picacho:DONDE SE GESTAN LOS ATARDECERES

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Pág. 30 En El Carmelo se siembran: FLORES, HORTALIZAS Y… ANTENAS

Pág. 36En El Naranjal:SIN NARANJAS SÍ HAY CULTIVOS

Pág. 40Así es la Vereda El Llano: POR CADA CASA UN CULTIVO

Pág. 42En Travesías es evidente:EL TRÁNSITO DE LO RURAL A LO URBANO

Pág. 46Vereda La Ilusión:VUELVAN CUANDO QUIERAN, ¡AQUÍ TAMBIÉN ES GRATIS!

Pág. 50Toma Verdal Pedregal Bajo:DE VISITA EN LA PROPIA CASA

Pág. 54Vereda La Cuchilla:UN SITIO DE HISTORIAS INCREÍBLEMENTE REALES

Pág. 58Piden habitantes de El Uvito:“QUE NO SE PIERDA LA RELACIÓN CON LA TIERRA”

Pág. 62Se encuentra en El Patio de San Cristóbal:UN AGRICULTOR CON CORAZÓN DE BICICLETA

Pág. 66A la vereda Las Playas:EL PROGRESO LE PASÓ POR LA MITAD

Pág. 70En La Loma: SE ABRE UN ESPACIO A LA ESPERANZA

Pág. 74Ciudadela Nuevo Occidente: ¿A RITMO DE CAMBIO O DE PROGRESO?

Pág. 78Metal y Punk en San Cristóbal: MÚSICA CON ESTRATO SOCIAL

Pág. 83AGRADECIMIENTOS

6 UNA TARDE PINTADA DE ROJO

Visita a la vereda La Palma:

Por: Jonnier Alberto Angulo RamírezTécnico Sala Infantil

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04 de junio de 2015

Son las dos de la tarde. Emoción y expectativa. Inician las tomas, la propuesta para acercar el Parque Biblioteca Fernando Botero de San Cristóbal a las veredas de este corregimiento. El equipo del Parque, y dos acompañantes de Medellín Solidaria se embarcan en la misión con destino a La Palma.

Se alistan los viajeros con expectativa y disposición ante el nuevo reto. Jonnier y Natalia parten en la moto del primero. Marcela, Eliana y las dos invitadas, unos minutos más tarde, salen en la camioneta que el Sistema de Bibliotecas Públicas de Medellín proporciona, semanalmente, para satisfacer las necesidades de transporte de las unidades de información.

Cuatro canastas con más de cuarenta libros para el picnic literario, cámara fotográfica, grabadora, portátil y la ansiedad de alguno de los “pioneros”, son el equipaje principal rumbo a esta experiencia. ¿Será la Escuela Fabio Orozco Zuluaga el lugar idóneo para el encuentro? ¿Es accesible y equidistante para toda la gente de la vereda?

La tarde está fresca. Los que se movilizan en moto, llegan en menos de quince minutos. El vigilante de la escuela, cumpliendo su rol, observa detalladamente la llegada. Se inician los saludos formales y la presentación: “hoy es el encuentro cultural programado con la comunidad, es nuestra primera toma

veredal”, dice orgulloso el más joven del equipo del Parque. Como protocolo institucional, el vigilante verifica en su bitácora la programación del evento, solicita previamente los carnets a los visitantes para permitir el ingreso a las instalaciones. Minuciosamente revisa la información y se fija que no se le escape ningún detalle, por mínimo que pueda ser. Con su mirada fija, abre la reja y los deja entrar.

El Parque se acuerda de La Palma

Se inicia la toma cultural

En medio de un efusivo saludo, Natalia y la profesora Marta Diony Tobón, se dan un abrazo de viejas amigas. Inmediatamente después, Jonnier, le brinda un apretón de manos y se le presenta en medio de frases de respeto y agradecimiento por el apoyo que ella ofrece a la iniciativa de las tomas veredales. “Que rico que el Parque se acuerde de nosotros”, dice Martha Diony con una gran sonrisa en su rostro.

En la oficina de la profesora se observa un gato hermoso de color blanco y gris que la decora. Éste, que a diferencia del gato del Parque Biblioteca Fernando Botero, se rasca las pulgas. Hasta en lo voluminoso se parecen, como otra obra del Maestro Botero.

Martha Diony muestra los espacios dispuestos para instalar las bases de las actividades programadas con los niños. Mientras, Eliana revisa los recursos tecnológicos para que todo funcione perfectamente. Con la ubicación en un espacio cómodo, Marcela y Jonnier instalan su nicho literario para disponer el picnic programado desde servicios bibliotecarios.

“Que rico que el Parque se acuerde de nosotros”.

Mientras conversan, esperan la llegada de los demás compañeros. La anfitriona les ofrece algo de beber, aunque sugiere comprar las ricas paletas de la vecina para el calor agobiante que por estos días asola al país. Enseguida se escucha un sonido desde fuera de la escuela. Entre risas y quejidos, llegan las compañeras

que se transportan en la camioneta que tiene en sus puertas la identificación de la Alcaldía de Medellín.

Marcela, se acerca a la reja del colegio con un bolso pesado, que al parecer es el que Jonnier dejó en el carro, en medio del nerviosismo y ansiedad inicial. “Uuuuy, dice Marcela, ese carro no tiene fuerza. En medio de una loma se detuvo. El conductor nos recomendó bajarnos para que el vehículo pudiera subir la loma ya sin pasajeros”. Nuevamente risas y un poco de burla.

El vigilante, sin acordarse de los “protocolos”, deja ingresar a los demás. Detrás de Marcela viene Eliana, con una expresión que se traduce “no sé cómo, pero llegamos”, con todos los recursos tecnológicos y de apoyo entra a la escuela a instalarse, mientras bajan las dos acompañantes de Medellín Solidaria.

En ese momento, pasan algunos habitantes de la vereda. Se detienen. Observan el movimiento inusual. Entre ellos comparten miradas de asombro sin entender, aún, lo que ocurre. Otros también se acercan y, a través de las mallas metálicas de la escuela, observan el movimiento y tratan de predecir el motivo de la visita. La profesora y los expectantes moradores comparten un saludo inusual de buenas tardes.

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“Las voces del equipo del Parque Biblioteca, arrancan

de los libros las más hermosas palabras que

los autores ofrecen en sus historias”.

Con todo listo, los detalles ajustados y bases de las actividades dispuestas, aparece una ola roja con un rostro muy, pero muy, alegre. Se aproxima a la base del picnic literario ¡son los niños corriendo! Con ayuda de profesores los dividen en grupos, tres para ser exactos. Los niños con sus rostros sorprendidos y alborotados, se acercan con rapidez a los libros exhibidos. Algunos con timidez, otros con osadía como “Pedro por su

casa”, con valor doman la colección. En menos de cinco minutos, la mayoría de los libros se encuentra leídos, según la mayoría de los niños. “Ya los leímos. ¿No tienen más?”, dicen los otros.

Mientras que los más tímidos leen, aquellos pocos libros que aún se encuentran expuestos como diciendo “cógeme que falto yo”, caen en la manos de los más aventureros y extrovertidos de la marea roja, que a estas alturas es una masa burbujeante de niños que actúan, se expresan y juguetean con libertad. La timidez se esfuma como la luz en la oscuridad.

Natalia en su base, desarrolla la actividad programada desde el área social y cultural, enseñando a los infantes el territorio a través del mapa

del Corregimiento de San Cristóbal, sus veredas con sus previas descripciones topográficas, etnográficas y geográficas.Con la habilidad de la experiencia y el deseo de satisfacer a sus ávidos e inquietos espectadores, las voces del equipo del Parque Biblioteca, “arrancan de los libros las más hermosas palabras que los autores ofrecen en sus historias”. Así calman a los infantes. Sí, definitivamente las lecturas en voz alta captan la atención de, al menos, el 90% de la marea roja.

Marcela aprovecha momentos de sosiego para brindar información del Parque Biblioteca Fernando Botero a niños, adolescentes, jóvenes, adultos, profesores y demás expectantes presentes, sobre los beneficios de registrarse para acceder a servicios de

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Vereda La Palma

Se caracteriza por la floricultura y la producción agrícola. Esta vereda tiene un gran impacto por el desarrollo de megaproyectos y proyectos que modifican la espacialidad rural.

En el uso de la tierra, la actividad agrícola es su fuerte, como vocación y estrategia económica de subsistencia. Pese a que la agricultura decae se mantienen los cultivos de legumbres sobre todo los de cebolla, cilantro y flores.

En el ámbito organizativo, la vereda cuenta con una Junta de Acción Comunal, con un total de 140 socios

préstamo de material bibliográfico y conocer la agenda cultural de la unidad de información.

Eliana, en su misión de máster digital, se mueve con la cámara digital, la grabadora periodística y la cámara de video, cumple con su objetivo de realizar el retrato sonoro a Dora Villa, propietaria de una tienda en la Vereda La Palma y reconocida líder comunal. Y, entre responsabilidades, aprovecha para satisfacer una de sus aficiones, la fotografía artística.

Una misión exitosa que culmina. El primer encuentro que genera información pertinente, valiosa y oportuna. El equipo del Parque Biblioteca y las dos acompañantes organizan todo como lo encontraron en la escuela. Las 4:40 p.m. Un gran saludo de despedida, más de cuarenta personas atendidas entre niños, adolescentes, jóvenes y adultos. Salen todos de retorno a “El Negro Grande” de San Cristóbal.

“Los beneficios de registrarse para acceder a servicios de préstamo de material bibliográfico”.

de los que, aproximadamente, sólo 90 participan activamente de los procesos comvunitarios. Esta Junta se reúne, habitualmente, en asamblea general de socios cada tres meses.

Igualmente, existen en La Palma grupos de la tercera edad, “caicitos” de la policía, semilleros de niños, la Asociación de Padres de Familia, algunos artesanos y un grupo de jóvenes de aproximadamente 30 adolescentes, que se reúnen esporádicamente a planear actividades de proyección social o actividades de carácter lúdico para sus mismos integrante.

10 UNA VEREDA AGRÍCOLAY PECUARIA

Visita a Boquerón:

Por: Juan Camilo Rave ParejaGestor Social y Cultural

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11 de junio de 2015

Son, aproximadamente, las 3:00 p.m. Día de la segunda toma veredal, la acción de descentralización de servicios del Parque Biblioteca Fernando Botero San Cristóbal. Esta toma tiene como escenario de intervención la vereda Boquerón, ubicada en el costado noroccidental de Medellín.

Boquerón pertenece al nodo 2 de San Cristóbal, que al igual que la vereda la Palma, se caracteriza por su actividad agrícola y pecuaria. La parcelación de la tierra de esta comunidad se da a través de linderos construidos por vallado de piedra o por alambre. Al mismo tiempo que se manifiestan prácticas de siembra extensiva en el cultivo de cebolla de rama, espinaca, mora, limoncillo y lechuga.

La comercialización de los productos agrícolas se realiza en la cabecera del corregimiento o en la Ciudad de Medellín, especialmente en La Minorista. Ésta no tiene días específicos, se realiza a través del transporte que recoge la producción para llevarla a los lugares de acopio. La vereda cuenta con aproximadamente

375 habitantes, de los cuales, según información del presidente de la JAC, 150 hacen presencia en las reuniones de la JAC y en la toma de decisiones veredales. Actualmente la JAC viene fortaleciendo dos proyectos: el primero, es la conectividad vial Boquerón-Naranjal y, el segundo, la construcción de un acueducto para la vereda.

Estos proyectos responden a dos problemáticas particulares, el primero tiene que ver con la movilidad y la cercanía que puede generar para los habitantes el mejoramiento de la carretera hacia Naranjal ya que permite reducir el tiempo de desplazamiento y conexión con la cabecera corregimental (San Cristóbal). El segundo consiste en la construcción de un tanque de abastecimiento de agua, que permita llevarla equitativamente a cada una de las viviendas de la vereda. Actualmente el suministro se realiza por manguera. Las viviendas que se encuentran en la parte baja, en tiempos de verano, reciben menos cantidad de agua por parte del nacimiento. Por tal motivo, los habitantes consideran fundamental un acueducto que solucione el problema.

Huertas urbanas

El Parque Biblioteca Fernando Botero hizo presencia en la vereda, sin embargo el presente año es la primera vez que realiza una intervención. La comunidad responde interesada por las actividades

“Construcción de huertas urbanas y manejo de

residuos orgánicos para la construcción de pacas

digestoras o composteras”.

propuestas. Tanto para el señor Álvaro Cárdenas como para la señora María Wendi Marín, la presencia del Parque Biblioteca en la vereda es fundamental, ya que los niños pueden tener una oferta cultural y recreativa en su tiempo libre. Igualmente, señala el potencial de aportar a la comunidad en la formación para las buenas prácticas y el manejo de residuos. Lo ve como una acción de estímulo al reciclaje para potencializarlo con la huerta que tiene la institución educativa de la vereda. Esto es, construcción de huertas urbanas y manejo de residuos orgánicos para la construcción de pacas digestoras o composteras, entre otras.

Por otro lado, también propone que por parte del Parque Biblioteca se pueda contar con Maletas Viajeras para la promoción de la lectura en los niños, jóvenes y adultos y le llama mucho la atención el club de astronomía existente. Es su deseo poder conocer el grupo y lo que hacen.

El señor Álvaro también ve positivamente la relación que tiene la JAC con el Parque Biblioteca. Reconoce en el

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“La parcelación de la tierra de esta comunidad se da a través de linderos construidos por vallado de

piedra o por alambre”.

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Una toma bibliotecaria

Durante el ejercicio con la comunidad, una de las actividades es el retrato sonoro. A través de él se logra identificar la labor de Álvaro Cárdenas como vigilante y su participación como presidente de la

Junta de Acción Comunal de la vereda Boquerón. Además, se recopilan datos estadísticos de cuántos habitantes tiene la vereda y cómo es el proceso de siembra de algunos alimentos que se cosechan en la misma.

En la presentación de los servicios bibliotecarios hay gran acompañamiento de la comunidad (niños, jóvenes en su mayoría y algunos adultos). La actividad consiste en brindarles información a las personas sobre el servicio de préstamos y cómo acceder a él, además de todos los programas y servicios que tiene en el Parque Biblioteca Fernando Botero y se les entrega la programación. Finalmente se registran a tres personas.

“La actividad consiste en brindarles información a las personas sobre el servicio

de préstamos y cómo acceder a él”.

segundo un apoyo fundamental para su labor como presidente. Propone iniciativas para enseñar a la comunidad recetas y maneras de preparar los alimentos que se cultivan en la vereda. Por ejemplo, de la mora se hace el jugo, pero se desconocen sus propiedades medicinales y otras formas de utilizarla en la alimentación.

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LA “MULTIVEREDAL”DE SAN CRISTÓBAL

Vereda San José de la Montaña:

Por: Julieth Marcela NaviaTécnica Sala Mi Corregimiento

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18 de junio de 2015

“Esta visita nos cae como anillo al dedo”, dice Mery Hernández, líder del grupo de la tercera edad “Club de vida”, que se encuentra en la sede de la Junta de Acción Comunal de la vereda San José de la Montaña, al ver bajar al equipo del Parque Biblioteca Fernando Botero. En casi 4 años, es la primera vez que se hace una actividad en la vereda.

La donación de material, actividad que se inicia en esta tercera toma veredal, es una feliz coincidencia según los miembros de la Junta de Acción Comunal, pues desde la sede se impulsa la creación de una biblioteca para los jóvenes que acompañan las diferentes actividades sociales y culturales de la vereda.

“En San José de la Montaña hay muy poca actividad cultural”, señala doña Mery, quien vive en la vereda desde hace 23 años. “Aunque aquí confluyen personas y situaciones de varias veredas, esta clase de jornadas es difícil disfrutarlas porque no hay una programación frecuente”, concluye.

A esta toma asisten mujeres de las veredas Boquerón, Pajarito, La Ilusión y San José de la Montaña, todas del Club de Vida. Esta participación desde los diferentes sectores del San Cristóbal es frecuente en San José de la Montaña “por esto somos la zona “multiveredal” del corregimiento”, dicen las integrantes.

Cuentos para todos

Un regalo para llevar a casa

Diana y Eidy, técnicas del Parque Biblioteca, se ubican en un costado de la cancha que queda allí mismo en la sede. Empiezan a organizar el picnic. Varias miradas curiosas se acercan a ver el contenido de cada una de las canastas. Con sorpresa y admiración visualizan: son libros. Libros de la sala infantil que acompañan la toma veredal.

De inmediato las personas se sientan a disfrutar de las lecturas que Eidy tiene preparadas para ellos. Aunque la mayoría de los participantes son adultos, una niña que es quién disfruta más las lecturas de los cuentos infantiles. Finalmente, se impone como una de las lectoras más fuertes de esta actividad.

“La donación de material, actividad que se inicia en esta tercera toma veredal, es una feliz coincidencia”.

Natalia Maya, técnica de gestión social y cultural, se sienta con algunas de las mujeres del grupo de adultos mayores para finalizar las actividades

descentralizadas que se llevan a la vereda San José de la Montaña.

Esta vez se realiza la construcción de una caja hecha con papel de revistas, tubos y pegante. La propuesta de esta actividad es conversar acerca de las problemáticas de participación que se presentan en la vereda, las mujeres del grupo consideran que en la vereda se conserva el machismo por lo que opacan las labores de las mujeres.

En los escenarios de participación ciudadana o toma de decisiones se presentan mejoras, puesto que las mujeres se empoderan de procesos de desarrollo comunitario. Cuentan como la producción agrícola y la salud mejora por el uso de residuos orgánicos y la elaboración de compost reemplazando la implementación de agro tóxicos. Éstos y otros más, son los temas que desde la manualidad se conversa con las participantes.

Al terminar la actividad, cada una de las mujeres carga consigo un regalo para llevar a casa. No sólo es una caja, es un espacio de experiencias y aprendizajes, resultado de este espacio que propicia el Parque Biblioteca Fernando Botero, con cada una de las actividades de desconcentración de servicios.

Luís Duque, parte del equipo del Fernando Botero, quien permanece al margen de este movimiento, busca el momento propicio para cumplir con su objetivo. Es así, que adelanta con la señora Gloria Muñoz, líder perteneciente a la Junta de Acción Comunal, el proceso de donación de una caja con 28 libros, “la primera piedra” de la biblioteca de la sede, que será para uso de la comunidad.

“Varias miradas curiosas se acercan a ver el contenido

de cada una de las canastas”.

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En 1982 San José de la Montaña no existía

A lo lejos, casi saliendo a la carretera, se divisa a un hombre de aproximadamente unos 60 años, lleva puestas unas botas pantaneras y gorra. Lentamente se acerca a la sede de la Junta de Acción Comunal, y reconoce al instante el personal del Parque Biblioteca.

Carlos Enrique Ortiz, es el nombre de este señor, habitante de San José de la Montaña desde hace 45 años, cuando aún esta vereda era parte de Boquerón y La Ilusión. Con gesto amable y muy pausado en su narración, comparte su historia de vida en la vereda.

Destaca que desde el año de 1972 se conforma la primera Junta de Acción Comunal para La Ilusión y Boquerón, que luego funge para San José de la Montaña, cuando se crea en 1982. Hoy cada una cuenta con su propia JAC.

Para los habitantes de la vereda, la educación para los jóvenes es una preocupación, pues debido a las distancias con la parte central del corregimiento San Cristóbal y

los altos costos del transporte, los jóvenes encuentran obstáculos para continuar sus estudios. Algunos pocos acceden a la educación superior a través de recursos de Presupuesto Participativo, según cuenta don Carlos.

San José de la Montaña limita con las veredas Boquerón, La Ilusión, El Llano, Travesías y con el Corregimiento de San Félix de Municipio de Bello. Se caracteriza por la producción agrícola y pecuaria. Se destaca la floricultura y el cultivo de hortalizas como las actividades principales de economía de la vereda. En la parte alta de la vereda, la lechería ocupa un renglón importante.

Anteriormente, las ventas se realizaban al borde de la carretera

“Al terminar la actividad, cada una de las mujeres carga consigo un regalo

para llevar a casa”.

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“No sólo es una caja, es un espacio de experiencias y aprendizajes, resultado de

este espacio que propicia el Parque Biblioteca Fernando

Botero”.

al mar, en la vía a Boquerón. Con la construcción del Túnel de Occidente, los habitantes de San José, aún hoy buscan nuevas alternativas para la comercialización de sus productos. “Algunos proyectos no son beneficiosos para todos, perjudica a algunos y beneficia a otros”, concluye con nostalgia don Carlos Enrique Ortiz.

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UNA TARDE ENTRE LA PRISIÓNY EL CASTILLO

La toma veredalde Pedregal Alto de San Cristóbal

Por: Juan Paulo Campo VivesGestor Coordinador

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25 de junio de 2015

El sol resplandece sobre la pequeña iglesia de Pedregal Alto, el atrio desolado genera algo de preocupación en el grupo de seis personas que llegan cumplidamente a su cita. Al otro lado de la calle empinada que atraviesa serpenteando este sector de la vereda, las mallas y el alambrado electrificado de la cárcel fijan la atención en las enormes edificaciones grises, donde hombres y mujeres purgan sus desaciertos ante la sociedad.

Los funcionarios del Parque Biblioteca Fernando Botero de San Cristóbal se alistan, como cada jueves, a su encuentro con la comunidad. Cada uno con una responsabilidad diferente, con una expectativa nueva. ¿La soledad del momento puede ser consecuencia de alguna falla en la convocatoria o porque los habitantes de Pedregal Alto no tienen interés en esta visita?

Luego de algunas llamadas a celular y cuando la ansiedad se apodera de Juan, Beatriz, Óscar Mauro, Jonnier y Héctor, aún inclusive de Johan el conductor del Sistema de Bibliotecas Públicas de Medellín, allá abajo de las escaleras, por la estrecha carretera, aparece con tres sillas plásticas blancas María Matilde Cobaleda, la artista plástica y líder comunal de la vereda encargada de invitar a la comunidad. Detrás de ella, aparecen dos niños que la ayudan con la

carga de dos sillas más cada uno y una niña que los acompaña con las manos desocupadas.

De forma inmediata, el atrio de la iglesia cobra vida. Beatriz, con el apoyo de Jonnier, extiende los manteles para el picnic literario y baja de la camioneta las cinco canastas de libros cargados de historias para niños, jóvenes y adultos... Libros de literatura, cómics, revistas y cuentos esperan por sus nuevos amigos.

Por su parte Óscar Mauro “el mono”, se “encarreta” con los primeros “pelaos” que se acercan a la iglesia. Ahí, al lado derecho de la construcción bajo un techo de zinc, él y los jóvenes se hunden en el juego del teatro, de la expresión corporal, de la interacción con los demás y de muchas experiencias que invitan a actuar, a leer, a conocer una pequeña muestra del Parque Biblioteca.

“Libros de literatura, cómics, revistas y cuentos

esperan por sus nuevos amigos”.

El rey pide

“Una gran satisfacción, es salir del parque biblioteca a realizar actividades con las comunidades que tienen poca oferta cultural, artística, lúdica y deportiva. En este día soleado, cuando mi mente alberga una gran cantidad de recuerdos nacidos en esta vereda, niñas, niños y jóvenes con quienes se inicia el encuentro preguntan - ¿Y... si es divertida la actividad? - Les contesto en tono juguetón: Ahora me dirán si se divirtieron o no”, así narra su experiencia Óscar Mauro.

Se inicia el encuentro con un juego de roles desde la corporeidad, con alrededor de 18 participantes, en su mayoría niños y niñas. Cada uno dice su nombre y su edad. Al principio están un poco tímidos. Con el pasar del tiempo se toman confianza y participan más activamente. Esto permite que la actividad evolucione y sea más divertida. En algunos florecen habilidades inexploradas y destrezas para hacer teatro.

Luego realizan un juego de protagonista y antagonista bajo el poder de la estrategia. El mono afirma: “creo que fue cuando más se divirtieron; pues ya habían tomado confianza y entendían la dinámica del teatro y su respuesta fue altamente positiva desde los argumentos con los que construían los objetivos tanto de los protagonistas como de los antagonistas:

A: ¿Amá me deja salir a jugar que ya realicé las tareas?

B: (Rascándose la cabeza) Pregúntele a su papá.

A: ¿Apá que si me deja salir a jugar que ya hice las tareas y además le organicé la cama para que ahora se acueste bien rico con mi mamá?

C: ¿Su mamá que dijo? - A: Que sí. (Risas)”

El “mono”, los niños y niñas, las madres, los jóvenes se integran del todo cuando empieza “El Rey pide”: allí todo es disfrute, trabajo en equipo. Casi treinta personas, con los que llegan más tarde, se desbordan, no paran de reír y de alentarse, para disfrutar la magia que el Parque Biblioteca les llevó.

20 Un brindis con jugo de piña

Al ponerse en marcha las actividades, la toma de Pedregal Alto es realidad. Jonnier y Juan descienden por las escaleras para tomar la estrecha carretera que atraviesa el núcleo habitacional de la vereda. Un poco atrás, los siguen Héctor y Matilde.

Y así, atraviesan la vía principal, recorren el sector, invitan a todos y cada uno de los habitantes que encuentran a su paso, inclusive a los curiosos que se asoman desde las puertas y ventanas de sus casas: “Hola, somos funcionarios del Parque Biblioteca Fernando Botero de San Cristóbal. Hoy queremos invitarlos a que se acerquen y conozcan un poco más sobre él”, invitan una y otra vez los funcionarios.

Caminan por la vía principal, se desvían por estrechos callejones con escalones que separan las casas de la vereda. Allí

se encuentran varios pobladores del sector. Entre casas, pasos estrechos y empinados, barandas de tubos; y sobre todo, abrigados por el calor humano que encuentran a su paso, continúan los funcionarios con su mensaje de amistad y cultura.

En el recorrido se llega a una casa blanca con terraza, en la que una señora mayor presta atención al murmullo que se toma la calle: “El Parque Biblioteca nos visita”. Es en ese momento cuando Jonnier se dirige a ella amablemente: “¿A usted le gusta el tango?, le tenemos una invitación para que disfrute de un espectáculo maravilloso que tendremos en el teatro el próximo sábado”.

En ese momento, doña Amelia, la señora asomada en su terraza, decide sellar su nuevo compromiso con esa Negra Grande de San Cristóbal y con los funcionarios que alegre y laboriosamente recorren

la vereda. De su nevera trae una jarra y en ella, un helado jugo de piña para hacer el brindis por sus nuevos amigos y el compromiso de visitar el Parque Biblioteca, para leer, pero también para olvidar por un rato el malestar que le genera esa hernia discal que limita su movilidad.

“Con el pasar del tiempo se toman confianza

y participan más activamente. Esto permite que la actividad evolucione

y sea más divertida”.

El castillo encantado de catalina

Cuando el recorrido casi termina, Matilde y Héctor cuentan de la invitación a conocer la Fundación Senderos de Amor

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y Paz, ubicada treinta metros arriba de la calle donde está la Iglesia Santa María de los Milagros. Tiene como sede un “castillo” que alberga a más de 400 niños del programa Buen Comienzo de la Alcaldía de Medellín. Es un jardín infantil con énfasis en el servicio social. Además, es una institución educativa privada. Educa y forma al niño, pero también brinda oportunidades de crecimiento a sus padres.

Al llegar los funcionarios del Parque Biblioteca Fernando Botero, los reciben las caras amables de las docentes y cientos de cabezas preciosas de pequeñines entre los dos y cinco años.

Uno, consentido, con sobrepeso, tiene en la mano una chupeta roja en forma de corazón, ofrece sus brazos para que lo carguen, pero cuida celosamente su golosina. Otra, hermosa, dicen que con autismo, los guía para que se conozcan al resto de sus compañeros. En medio de ellos, aparece María Catalina Cifuentes Ospina, la fundadora, directora, gestora y muchos cargos más, para orientar con corazón y empeño un proyecto de gran magnitud.

Son tres bloques con salones especiales para formación, alimentación y entretenimiento de los pequeños. Einstein, Caldas, Carrasquilla, Cervantes y otros grandes de las letras y la ciencia prestan sus nombres para denominar los proyectos de formación de la institución educativa. A cada paso florece el orgullo de Catalina, quien con el apoyo de fundaciones norteamericanas y de los programas del Municipio, cuenta, construye día a día un castillo encantado a espaldas de las penurias de la prisión.

A las 4:35 p.m. dos horas y dieciocho minutos, después de llegar a la Iglesia Santa María de los Milagros, con

doce registrados en el SBPM, más de sesenta participantes en las actividades, decenas de vecinos contactados, algunos compromisos y propuestas de trabajo interinstitucional entre el Parque Biblioteca, la comunidad y la Fundación, concluye la toma veredal a Pedregal Alto.

UNA VEREDA BARRIAL

Se caracteriza por poseer un alto porcentaje de zona boscosa y presenta riesgo de ser intervenida por construcción. “Limita con el casco urbano del Corregimiento y con las veredas Pedregal Bajo, Pajarito, Travesías y La Ilusión. A simple vista, y por su infraestructura habitacional, se considera una vereda con alta densidad poblacional, no obstante desconocen cuántos habitantes y familias la integran.

La vereda Pedregal Alto, por su cercanía con la parte central del Corregimiento, Es un lugar propicio para la expansión urbana del mismo. Llama la atención que sea considerada como vereda porque sus habitantes la refieren y nombran como “el barrio”.

Pedregal Alto se conforma por una población de productores agropecuarios tradicionales, sustentada sobre vínculos de familiaridad y una buena vecindad trenzada por la mayoría de sus habitantes a lo largo de 20 o más años de confianza recíproca, que alimenta un sólido sentido de pertenencia a un imaginario campesino que oficia en cuanto sustrato de sentido y referente para objetivar su buen vivir comunitario”.

“Doce registrados en el SBPM, más de sesenta participantes en las actividades, decenas de vecinos contactados, algunos compromisos y

propuestas de trabajo interinstitucional”.

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UNA SONRISA EN EL ALMA

Desde El Yolombo:

Por: Carolina Gallón LondoñoGestora de Fomento de Lectura

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Jueves 02 de julio de 2015

La emoción sale empacada en cinco canastas y varias cajas de libros. Carolina, Julieth, Eliana, Beatriz y Andrés toman la carretera a El Yolombo entre risas y comentarios que denotan su emoción. El paisaje del ascenso a la vereda es cada vez más sublime. Pocas construcciones y mucho, mucho verde acompañan el recorrido ya tradicional de los jueves de Toma veredal.

La llegada a la escuela marca la acción. Los chicos que juegan fútbol detienen el partido ante la llegada de la camioneta. Entran corriendo y llaman a los demás y como acto de magia, la cancha se llena de caras expectantes que intentan adivinar qué van a sacar y cuál será la actividad que dará inicio a esta tarde en la biblioteca.

De manera alterna Beatriz y Carolina organizan el espacio. Pinceles gruesos, vasitos que se llenan de amarillo, rojo, verde, azul y negro y unas hojas blancas esperan en un costado, mientras Beatriz extiende manteles de cuadritos con libros de literatura infantil al otro lado. Sin ninguna instrucción inicial, se arman dos grupos. Uno que pinta su entorno y otro que lee en voz alta historias llenas de fantasía.

Antes de empezar a pintar, los niños piensan en sus lugares favoritos de la vereda y luego se presentan a medida que cuentan su lugar de vivienda y su

espacio preferido. “El colegio, ese es el más bacano”, “la cancha de allí arriba”, “por mi casa que queda por donde los Giles”, dicen todos y minutos después esos lugares se vuelven color en las hojas.

Jugando y enseñándoles una coreografía de baile, Andrés logra unir a los niños más grandes, que siguen sus pasos y se asombran de cada uno de los movimientos que hace. La conversación en medio del ritmo transcurre alrededor de la vida saludable que trae la buena alimentación conjugada con el ejercicio.

Por el camino veredal

“Antes de empezar a pintar, los niños piensan en sus lugares favoritos de la

vereda”.

Julieth y Andrés salen a recorrer el camino veredal y encuentran uchuvas, cilantro y espinaca que pueden comer o recoger para su consumo personal de manera gratuita. “Uno pasa y puede ir cogiendo así, está ahí sembrado para todos”, señala Julieth con cara de asombro de encontrar en un lugar real los recuerdos de las historias contadas por los abuelos.

En el camino encuentran muchos hombres que labran la tierra. Sólo se cruzan con una mujer, todos los niños están en la escuela. Santiago un joven que usuario reconocido de la biblioteca se alegra de verlos y pregunta por sus libros favoritos que son los de Paulo Cohelo. Y se emociona aún más cuando sabe que sí hay y puede bajar a prestarlos.

Más adelante, en el largo camino entre una casa y otra, una familia que ya sale para Medellín se maravilla con la presencia del Parque en la vereda y uno

de ellos dice: “qué pesar perdérnoslo, pero ya tenemos que salir. Ojalá vuelvan porque acciones como estas son las que necesitamos aquí”.

Convocan a todos los que ven, pero sus labores no les permiten llegar. Esta vez regresan solos a la Institución.

Todos nos unimos

Don Carlos Ignacio Sierra habitante de toda la vida de El Yolombo, dueño de una de las fincas más grandes de la comunidad y benefactor que regaló el terreno para el colegio es el protagonista del retrato sonoro que Eliana realiza en medio de sus cultivos de cebolla, gladiolo y cartucho amarillo, él habla del crecimiento de la vereda, que al inicio estuvo habitada por 4 o 5 familias. Ahora, ya sobrepasa las 30. Cuenta anécdotas del que puede saber más que muchos con tantos años en este territorio.

Es tiempo de estar todos juntos y para eso Juliana, la bibliotecóloga de la Institución Educativa, llega con un tubo de crema dental que es el pegante para los dibujos del territorio, que son ahora la exposición permanente de la biblioteca. Luego, es tiempo de ir a jugar. Un gran círculo con los 50 niños, que comparten toda la tarde, se llena de cantos y rondas, juegos tradicionales y manos entrelazadas.

A la hora de la despedida cada uno dice una palabra que encierra lo que sienten al compartir una tarde con el Parque Biblioteca: “Alegría, compartir, compañerismo, rico, amistad, diversión, juegos, aprender” son las que más se repiten.

Los funcionarios se despiden con un enorme gracias y una sonrisa que queda en el alma, deseosos de volverse a encontrar muy pronto con los nuevos amigos de la Vereda El Yolombo.

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SE CRECIÓ COMOCÓNDOR DE LOS ANDES

La toma veredal Pajarito:

Por: María Marcela Ocampo RodríguezGestora de Servicios Bibliotecarios

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09 de julio de 2015

El balcón del segundo piso de Medellín. Que otro nombre podría recibir esta vereda, aunque pensándolo de nuevo su nombre le sienta bien, Pajarito. Eso piensan los servidores del Parque Biblioteca, este segundo jueves de julio, al llegar a este lugar.

Sumado a la alegría de tener esta hermosa vista de la ciudad, está la motivación de ser esperados por las habitantes de la vereda y las personas que tienen el placer de trabajar con ellos. Es así como Marcela, Natalia, Oscar, Beatriz, Julieth y Mauricio descienden de las camionetas, esta vez reforzados con la presencia de Nora Correa del programa Buen Vivir en Familia.

En la sede de la acción comunal se encuentran el club de vida Feliz Atardecer integrado por 40 adultos mayores que, con su uniforme blanco y gris, expectantes esperan el arribo de las personas de la biblioteca. Es así como con entusiasmo reciben a Beatriz, Julieth y Mauricio, quienes sorprendidos por la cantidad de asistentes se preparan para dar paso a la actividad, entre la suma incalculable de años de los asistentes al club de vida.

Mauricio, con cámara en mano, comienza a disparar el clic, clic tratando de defenderse de esa embestida de imágenes dignas de guardar para la historia. La Ciudad de Medellín a lo

lejos. Los chicos en la escuela. Algunas chicas bailando en la cancha. Una y otra fotografía de la biblioteca y el salón en los que Natalia y Oscar entran en calor con los chicos y con quienes realizan las actividades y permanecen allí un buen rato.

“El balcón del segundo piso de Medellín. Que otro nombre podría recibir esta

vereda”.

Lo que perciben los que no nos conocen

Mientras regresan a la sede de la toma veredal, Marcela quien nació y creció en la vereda vecina, recuerda al Pajarito de antes y las cosas que allí vivió con sus amigos. Mientras, repara que cosas cambiaron y otras están como congeladas en el tiempo.

Es así como en este ejercicio decide hacer lo acordado, recorrer el caserío cercano a la sede. El primero que aborda es un chico que, recostado en uno de los muros de la sede, manipula su celular, desapercibido de ese paisaje hermoso que tiene al frente. Orientada por un pequeño formulario, le pide a Diego, el joven, darle una idea de que piensa del Parque Biblioteca. Él dice no conocerlo, pero describe lo que imagina cuando lo ve de lejos y seguidamente también da su opinión sobre lo que allí quizá se pueda hacer y de cómo serán las personas que lo reciben.

De este modo y con los mismos tres interrogantes, aborda uno tras otro de los habitantes que se encuentra a su paso, al recorrer uno de los sectores de la vereda. Un joven que, ahora es tendero, la reconoce como vecina de Pedregal

y le alegra que trabaje en un lugar tan hermoso como el Parque Biblioteca. Un señor que desde su casa desconfía de otra de las desconocidas que pasan ahora con frecuencia por este lugar. Una señora y dos señores muy amables que suspenden su conversación para ponerse en común sobre lo lejos que creen que está la biblioteca y lo grande que les parece.

Entre comentarios, supuestos y anécdotas, se logra vislumbrar algunas ideas que tienen los habitantes de esta vereda del Corregimiento de San Cristóbal de uno de los espacios sociales y culturales que está provisto para ellos, el Parque Biblioteca Fernando Botero.

De su estructura piensan que es amplio, organizado, chévere pero en su mayoría Grande y Bonito, aunque lejos. De sus servicios piensan que acá convive la gimnasia y la lectura, mientras que del personal que atiende, piensan que es amable y que es gente de bien.

“Tratando de defenderse de esa embestida de imágenes dignas de guardar para la

historia”.

Entre risas, café y parva

Mientras Marcela reconocía algunas cosas del territorio que por años fuera su vecindad, Julieth y Beatriz se entremezclaban entre años y canas dando a conocer algunos de los servicios y espacios que pueden encontrar en el Parque Biblioteca. Risas, comentarios y muchas dudas surgen al momento de jugar con ellas “conoce tu corregimiento”, actividad en la que Julieth incita a los participantes a recordar quien fundo

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a San Cristóbal, por qué época, entre otros datos históricos.

Don Ramón no se hace esperar y comienza a poner en evidencia su liderazgo, no solo en el club de vida sino en su comunidad y lo inquieto que ha sido por esos temas históricos y patrimoniales.

Entre conversaciones y el juego, las abuelas de este club de vida endulzan la tarde con una pequeña tienda que tienen para recolectar sus fondos. Y por qué no, lograr pellizcos a esas cositas que no es posible disfrutar en casa. Mientras tanto Beatriz invita a registrarse al Sistema de Bibliotecas a todos los asistentes. Cinco de ellas, muy motivadas con poder prestar material para ellas y para sus nietos, dan sus datos y se comprometen a visitar el Parque Biblioteca.

“Julieth y Beatriz se entremezclaban entre años y canas dando a conocer algunos de los servicios y espacios que pueden encontrar en el Parque

Biblioteca”.

El líder que todos aprecian

Entre su voz ronca y su fluidez al hablar, don Ramón Rico líder de la vereda Pajarito hipnotizó a Mauricio, funcionario del Parque Biblioteca que tenía la difícil tarea de realizar un retrato sonoro que intentara recopilar un poco del conocimiento que tiene y su enriquecedora experiencia de vida en este territorio.

De pregunta en pregunta, intenta hilar

toda la sabia con la que cuenta don Ramón sobre la escuela, las prácticas de construcción, los cambios positivos y otros no tanto que tiene el territorio. Su aventura del ejercicio del liderazgo en su comunidad, su experiencia de vida y un sin número de temas que este buen conversador puede abordar.

El pajarito se creció como cóndor de los Andes

Antiguamente, la vereda Pajarito era ese lugar donde las mangas estaban cultivadas de palos de mangos, pomas, algarrobas, naranjas, mandarinas, nísperos y uvitos de monte. También, de esos charcos donde los fines de semana las familias se agrupaban al son de sancochos, las papas chorreadas, el mondongo o el asado de carnes y chorizos.

27Hoy, el lugar donde está el colegio antiguamente estaba ocupado por la cancha de futbol. Un potrero que inundado, con arcos hechos de palos. Allí los torneos de futbol eran famosos. Los de Robledo, los del Cucaracho, los de Las Margaritas, los de La Loma, los de San Cristóbal, los de San Félix se reunían alrededor del balón.

Ahora, son grandes unidades familiares, urbanizaciones y aquella escuelita es un gran complejo; con restaurante, cancha, sala de profesores, vigilantes y las demás arandelas.

Sus terrenos están afectados por una falla geológica que puede incrementar el riesgo y la vulnerabilidad de sus habitantes y cuyo impacto es visible en el movimiento en masa que se encuentra activo en la zona limítrofe con la vereda El Yolombo e incluye la placa polideportiva en el sector que linda con Puertas del Sol.

Antaño, su reputación respondía a la producción de flores y al copioso volumen de hortalizas que surtían las despensas de las proveedurías de Medellín, amén de la principal cosecha de frutales de clima frio. Actualmente, la abundancia de productos del agro se encuentra en los anaqueles del recuerdo.

Es una vereda citadina. Impactada por el proyecto urbanístico Nuevo Occidente, la transformación de la vereda es cada vez más fuerte y evidente. La ruralidad de Pajarito permanece en el recuerdo de sus raizales. La ciudad, lo urbano, disfruta de una vista hermosa del Valle de Aburrá, pero extraña las fresas pajarito y las brevas azucenas.

ASÍ VIVÍ EL TALLER

Nos recibe el bibliotecario y a lo que vinimos. Nos dividimos el grupo en dos. Un quinto de primaria, la mitad para Natalia y la mitad para mí (Óscar Mauro).

Nos presentamos y le contamos al grupo la temática de cada uno. Los unos conmigo y los dos con Natalia. Algunos se querían saltar el número por estar con su amigo o amiga. O, por el tema del taller. “Yo quería hacer teatro Ahhhhh”, exclamaban.

Nos fuimos a un salón y empecé contándoles que la carrera de teatro es igual que las demás, que te demoras cinco años. Una niña dijo: “Yo estoy en una academia de actuación”. Seguidamente, varios al unísono, dicen: “estamos en un grupo de teatro en la urbanización”. Eso me alentó a jugar con más ánimo. Ya tenía aliados para jugar al gran mundo de la actuación.

Los invité a realizar el “como si” de los personajes del pueblo desde lo corporal; y que se presentaran diciendo su nombre completo, años y lugar donde vivían. Esto, para poder hacer énfasis en la proyección, vocalización y dicción. No sabía yo que ese juego sería el único, porque fue de tanto agrado para ellas y ellos que cada uno quería hablar de su personaje y como lo estaban construyendo. A tal punto, que me tocó pedirle que no me contaran, que el cuerpo hablaba por sí solo. La profe que nos acompañaba, no paraba de reírse y de sorprenderse de lo que realizaban sus alumnos. Llego un momento donde cada uno quería salir, ya no tenía que preguntar, sino escogerlos.

Sonó el timbre para el descanso; les pedí unos minutos para terminar, yo no lo podía creer. “Quiero volver”. Así vale la pena jugar al mundo del teatro. Sin pedir que por favor hagan silencio; siempre será mejor “Atajar locos, que arriar bobos”

Entre todas esas experiencias, con los chicos de la Escuela Alfonso Upegui y su bibliotecario piloso, las personas entretenidas en su quehacer, las jóvenes de espíritu que disfrutan de su feliz atardecer, con don Ramón ese líder incansable y un equipo motivado para continuar explorando el territorio, así termina esta toma veredal.

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DONDE SE GESTAN LOS ATARDECERES

El Picacho:

Por: Carolina Gallón LondoñoGestora de Fomento de Lectura

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Jueves 16 de julio de 2015

¡En serio el Picacho es de San Cristóbal! Se preguntan casi todos cuando se menciona que la toma veredal será en éste lugar. Y sí, es de San Cristóbal, su comunidad se siente feliz de serlo, de habitar este paraíso como lo describe Elías Cuervo, uno de los líderes que participa del encuentro de éste jueves.

Está ubicada en la vertiente Noroccidental de Medellín. Se caracteriza por ser una de las veredas que más flores produce en el corregimiento y a su vez, por el gran mirador con vista a la ciudad del que aún hoy se conservan zonas de gran riqueza paisajística. Su relieve se configuró antes de lo que hoy se conoce como Medellín.

“Para muchos es la cima de una montaña, pero para la gente de Medellín es el lugar donde se gestan los atardeceres de la eterna primavera. Es el lugar donde el sol se despide para descansar, adornando de belleza la ciudad, así como es a los ojos de los medellinenses es el corazón de la gente que allí habita, gente por la que vale la pena trabajar, gente humilde que desde la periferia construye con sus principios la gran ciudad”.

En su cima el Cristo Salvador permite orientarse según los puntos cardinales, ya que mira hacia el oriente, la mano izquierda señala el norte y la derecha el sur de la ciudad, la espalda al sistema montañoso de la cuchilla de Las Baldías, al occidente.

Es denominado un cerro tutelar y se accede a él por tres senderos, uno de los cuales está siendo recuperado en éste momento por la comunidad.

En su cima el Cristo Salvador permite

orientarse según los puntos cardinales.

“Kamishibai”

Cuando los funcionarios del Parque llegan, justo a la cima de esa montaña, encuentran la Escuela Santa Ana. Pero, el paisaje es un tanto desolador, reciben la noticia que no hay niños, que los mandaron para las casas porque cuando los contactaron, entendieron que debían estar las “profes”, el director de la escuela y los líderes de la Junta de Acción Comunal. “¿Y ahora qué hacemos?”, es la pregunta que se apodera de todos.

La gestora de Fomento de Lectura del Parque Biblioteca y su par del Doce de Octubre adaptan la estrategia que traían para desarrollar con los grupos y la convierten en una estrategia que les permite conocerse, conocer el territorio y las propuestas de las que se podrán beneficiar luego.

“El Kamishibai” es la disculpa para contar con texto e ilustración. Quienes habitan en el sector escriben y dibujan cómo creen que los ven desde la cabecera urbana y desde Medellín y los visitantes escriben y dibujan sobre qué acciones pueden desarrollar en pro de la comunidad en próximos encuentros.

Olvidaron que pintar con pinceles gruesos y vinilos no es fácil, que desde hace mucho tiempo no lo hacen y que siempre lo relacionan con la escuela. La idea de compartir visiones es más importante y la magia de la pintura vuelve a surtir efecto. Un despliegue de formas y colores se acompaña de poesía, realidades del contexto y propuestas de articulaciones que los ponen a soñar.

Caras largas, trabajo cumplido

Mientras se inicia el proceso con las gestoras de fomento de lectura y escritura, los técnicos salen a recorrer la zona para invitar a los habitantes. No quieren quedarse con todos los regalos sin compartir “… Y sí llamamos a los niños a la casa para que se devuelvan”, “…y sí vamos en la camioneta de la Alcaldía por ellos hasta sus viviendas, “…y sí tocamos en la puerta de los vecinos?”. Todas las opciones se plantean cuando los asistentes no llegan.

Retornan con caras un poco largas porque solo encontraron 6 habitantes que no pueden asistir porque justo van a atender compromisos, una fundación que no tiene niños, una portada azul de una finca privada y polvo de la carretera. A su regreso se unen a la actividad. Pintan, escriben y cantan con los demás.

Para que no se olvide el paso por esta vereda, Héctor se encarga de capturar cada instante en su cámara fotográfica y de hacer la grabación a don Fabio de Jesús Callejas Henao, quien habita la vereda desde hace 15 años en su casa propia, que tiene una granja agropecuaria típica de un campesino independiente, como lo menciona en la entrevista, que muy emocionado concede mientras su perra lo acompaña y lo mira como si le entendiera.

Para el final, la música llena de alegría el alma de todos. Andrés Molina un Abuelo Cuenta Cuentos los acompaña con el piano y Carolina les enseña una rutina de canciones infantiles que unidas con baile y movimientos son el cierre perfecto para una fiesta con menos invitados de los esperados, pero que desean desarrollar de nuevo con muchos habitantes de la zona y los niños de la escuela.

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FLORES, HORTALIZAS Y… ANTENAS

En El Carmelo se siembran:

Por: Juan Paulo Campo VivesGestor Coordinador

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Jueves 23 de julio de 2015

A media hora de la centralidad de San Cristóbal, se encuentra la Vereda El Carmelo, un balcón desde el que se divisa, en toda su extensión, el Valle de Aburrá. Una zona rural idónea para los cultivos y la ganadería, pero también estratégica para la ubicación de antenas radiodifusoras.

Olímpica, Todelar, Caracol y RCN, cadenas comerciales, Policía Nacional y Cámara de Comercio, emisoras institucionales, entre muchas, tienen instaladas sus repetidoras de señal operadas, en algunos casos, por campesinos de la zona y en otros por técnicos “importados” que conocen poco o nada acerca del cultivo de la tierra.

Sí, todo en El Carmelo es contraste. Una parte está en San Cristóbal, Medellín, y la otra en San Félix, Bello. La Iglesia está en Medellín y la escuela en Bello. Hay casas de recreo en medio de un mar de antenas que como dicen sus habitantes “generan campos electromagnéticos riesgosos para la salud, porque aquí la gente se enferma de cosas raras”.

Hay cultivos de gladiolos, cebolla y cilantro, que no les permiten a sus habitantes olvidar su origen, que rodean las inmensas estructuras metálicas pintadas de rojo y blanco que les proporcionan su mayor ingreso. Y estas

“Hay cultivos de gladiolos, cebolla y cilantro, que no les permiten a sus habitantes olvidar su

origen, que rodean las inmensas estructuras metálicas pintadas de rojo y blanco que les

proporcionan su mayor ingreso”.

La toma veredal de “El Carmelo”

Ese es el panorama que encuentra el equipo humano del Parque Biblioteca Fernando Botero en las, que ya son costumbre los jueves en la tarde, visitas programadas a las veredas del Corregimiento de San Cristóbal.

Hoy, el punto de encuentro es la Escuela de la Vereda El Carmelo, allí espera un grupo de personas, doce adultos y tres menores. “Fue difícil convocar a los menores. La escuela está cerrada hace quince días, por qué la maestra se encuentra incapacitada”, cuenta Mauricio Sierra, vicepresidente de la Junta de Acción Comunal.

Beatriz Zapata, Eliana Moreno, Diana Ramos y Óscar Mauro Álvarez se disponen a atender a los asistentes. Inmediatamente se extiende el picnic literario en el césped verde de la zona de juegos de la escuela. Para las señoras asistentes es la oportunidad de mirar revistas de moda, de bordado y de farándula. Toman ideas para la próxima reunión del costurero.

Por su parte, una madre con su niño pequeño se sientan a disfrutar de los cuentos infantiles dispuestos en las canastas. Dos niñas, casi adolescentes, los siguen. Poco a poco se informan sobre los servicios del Parque Biblioteca. Al ver los libros y revistas expuestos en las sabanas y canastas, tres habitantes de la vereda, quienes “a pesar de la distancia”, se motivan a registrarse para acceder a los servicios de préstamos y afirman: “iremos a visitar la biblioteca con más frecuencia ahora que estamos inscritas”.

antenas, que se encargan de repetir mil voces y canciones a los habitantes del Área Metropolitana y un poco más allá, que generan bullicio en algunos sectores, están enmarcadas en el silencio de uno de los parajes más tranquilos de Medellín.

Es que a los habitantes de esta vereda les tocó renunciar al cultivo como su principal fuente de sustento. Por eso es fácil encontrar fincas donde solo tienen sembrada una antena.

“Antes de las repetidoras las fincas eran auto sostenibles, pero se debía esperar a que las cosechas salieran y pasábamos momentos difíciles. Fue por eso que recurrimos a esta práctica laboral ya que cuentan con todas las prestaciones”, dice Olga Lucía Naranjo, líder comunal y matrona de la Vereda, quien fuera presidenta de la Junta de Acción Comunal durante años.

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“Cerca al cielo, especialmente en estos

días soleados en que el verde de la montaña

contrasta con el profundo azul del horizonte”.

Cachete del cielo

Así es como le dicen sus habitantes

a El Carmelo, ubicada en el extremo

noroccidental de San Cristóbal, por la

altitud en la que se encuentra y “lo cerca

al cielo, especialmente en estos días

soleados en que el verde de la montaña

contrasta con el profundo azul del

Medellín presente

Por su parte, la Policía Nacional, la Mesa Corregimental de Derecho Humanos y la Secretaría de Gobierno, se vinculan a esta campaña. Y con ellos, al igual que lo hicieran anteriormente la Secretaría de la Mujer y el Programa Buen Vivir en Familia de la Alcaldía de Medellín, se inicia el recorrido por las fincas de la vereda.

Lo abrupto del terreno y la distancia entre las casas proponen una dificultad mayor. Sin embargo, esto no es impedimento para que Sergio Graciano, Dora Villa, Sandra Uribe, Sebastián Dávila y Juan Campo, acompañados por Mauricio

Sierra, visiten nueve fincas y cumplan con el propósito de acercar un poco más la institucionalidad a la comunidad.

A medida que avanzan en el recorrido y al conocer la comunidad sobre la oferta de servicios en Cultura Digital y debido a las deficiencias y limitantes para acceder a otras tecnologías, el vicepresidente de la JAC solicita una capacitación en Alfabetización Digital, a lo cual el coordinador del Parque Biblioteca responde con una propuesta que será estudiada por los habitantes de esta verde, fría, segura y silenciosa vereda.

horizonte”, así lo siente doña Olga Lucía

Naranjo.

Es una vereda de 104 hectáreas, con

pocos habitantes. Algo más de 150

personas viven en las fincas. Hay pocos

niños y jóvenes, porque como dice la

líder comunal “a los niños y a los jóvenes

se los llevan a estudiar en el pueblo o

la cuidad. En las fincas lecheras hay

mucha rotación de personal y sobre esa

población no tenemos datos”.

Aunque sus límites los determina la

quebrada la Madera, que divide a El

Carmelo en dos, los habitantes de la

vereda la reconocen como parte de

San Cristóbal. “De hecho, los mayores

beneficios y proyectos hacia el futuro

que se proponen, están atados a

Presupuesto Participativo de Medellín”,

afirma Mauricio Sierra, vicepresidente de

la Junta de Acción Comunal.

Dos horas, toma el recorrido por la

vereda y a eso de las 4:40 p.m. vuelven

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“Para las señoras asistentes, es la

oportunidad de mirar revistas de moda, de

bordado y de farándula. Toman ideas para la próxima reunión del

costurero”.

“ME BAJÉ EN LA PRIMERA NUBE”

Por: Óscar Mauro Álvarez VélezTécnico Social y Cultural

No hay nada más lindo, purificador y lubricante para la creación que tener la periferia en frente, quiero decir con esto “el panorama”, “la divisa” en toda tu nariz. Los cerros tutelares de la ciudad de Medellín son el balcón donde el poniente siembra sueños; donde viven personas mágicas, puras, llenas de armonía que se encargan de cosas esenciales para desarrollar nuestro día a día, nuestra cotidianidad y algo muy importante,

al sitio de encuentro en la escuela. Allí,

Beatriz Zapata hace entrega a Mauricio

Sierra, en nombre del Parque Biblioteca

Fernando Botero de San Cristóbal,

la donación de quince libros para la

comunidad.

nuestras labores en nuestros proyectos de vida, oficios, trabajos u hobby.

¿Sabes a cuánto le pagan al campesino la fruta, hortalizas, legumbre, flores, o arena o las piedras con que se construyó tu casa? O mejor ¿a cómo le pagan la señal? ¿Cómo dice? Sí, escuchó bien doctor, “la señal” esa que atraviesa las montañas, los ríos, las paredes, la que surca velozmente los cielos y atraviesa nuestro cuerpo sin darnos cuenta, igual que el aire que no pensamos o realizamos esfuerzo en estar conscientes tanto de la respiración como de la inhalación, si

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la señal para que te pueda llegar a tu casa, telefonía móvil, televisión, radio, internet, seguridad de la policía, etc.

Hay varios, mejor dicho muchos lugares donde están sembradas un sin números de antenas que se encargan de repetir y emitir esa señal; pero hay unos seres tanto hombres como mujeres, pero también adolescentes y jóvenes, incluso niñas o niños que realizan esta invisible labor: no dejar caer o si se cae dar aviso inmediatamente a los técnicos para que se restablezca como por arte de magia.

La vereda el Carmelo está, más o menos, entre 35 y 45 minutos de

recorrido en automóvil desde el centro de Medellín, situada sobre el costado izquierdo de la carretera que conduce al Municipio de San Pedro de los Milagros

Sí, así como lo escuchan, un lugar andrógeno, donde los habitantes tienen en sus ojos un brillo de antaño, unas manos como aquellas del abolengo familiar de esa Antioquia Federal soñada, incluso una cancha bien particular de microfútbol y baloncesto, dividida por una línea imaginaria que delimita: de aquí para allá es de San Cristóbal y de aquí para allá es de Bello, y como dicen sus habitantes: “en este lado se ve la obra de Medellín y de este lado

se ven los políticos de Bello cuando estamos en temporada de elección”.He ahí el dilema, se puede observar desde esa montaña el norte del Valle del Aburrá, Bello, Copacabana, Hatillo y hasta más. Pero si regresas la vista hacia el sur, el pico del Nevado del Ruiz que está a una distancia de más o menos 400 kilómetros en el Departamento de Caldas. En frente tienes esa cordillera donde está el oriente Antioqueño, el que esconde el gran Valle de San Nicolás.

Pero regresemos a su esencia, sus habitantes. Esos que viven allí, que no tienen un transporte continuo de fácil acceso económico, esos que padecen la incomunicación de telefonía

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“La Policía Nacional, la Mesa Corregimental de Derecho Humanos y la

Secretaría de Gobierno, se vinculan a esta campaña”.

“Casi nadie nos visita”

Esos que viven en las raíces de esas gigantescas antenas, que reciben y replican la señal de la que nos beneficiamos los que vivimos en las grandes ciudades, los que nos alimentamos y adornamos nuestros hogares con flores cultivadas por aquellos mágicos seres. Sí, esos habitantes de la Vereda El Carmelo que decidieron aceptar la invitación a un encuentro inesperado con telarañas y palabras encadenadas.

Ellos y ellas se reían en la búsqueda del objetivo, el juego de la Araña, un ejercicio grupal donde cada uno sostiene una cuerda la cual está pegada a un aro plástico y en la mitad

tiene un palito de chuzo el cual debe ser introducido en un recipiente, no terminaban de entenderlo. Trataban de hacerlo hasta que una de ellas dijo que por favor volviera a repetir las reglas. Después que quedaron claras, ahora sí, con trabajo en equipo, escucha y coordinación pudieron lograr el cometido, al final ellos.

Al final, palabras encadenadas: casa, sapo, poste, terreno; y así, representándolas con el cuerpo, sigue el juego. Fue mucha diversión, se reían sin parar, se burlaban de su vecino, pero la creatividad afloraba en cada uno. Al finalizar, una de ellas se me acercó y dijo “Es muy rico cuando nos hacen actividades ya que casi nunca nadie nos visita”.

celular o de medios de internet, los que no tienen en su contexto una pequeña droguería, un lugar de sano esparcimiento como gran plaza, una biblioteca o en su defecto un espacio arquitectónico donde realizar eventos artísticos o culturales donde se enriquezca su imaginario, su cultura.

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SIN NARANJAS SÍ HAY CULTIVOS

En El Naranjal:

Por: Juan Paulo Campo Vives Gestor Coordinador

Luz Eugenia Góez Restrepo Gestora Social y Cultural

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Jueves 30 de julio de 2015

En medio de laderas cultivadas de pinos, hortalizas y flores, se encuentra la Vereda El Naranjal. Lleno de parajes tranquilos y terrenos dispuestos para la labranza, se encuentra este rincón de San Cristóbal. Con gente amable, tierras fértiles, un ambiente rural que se respira y, contradictoriamente, sin un solo naranjo, conserva el aire campesino, símbolo del orgullo regional.

Y, es que el nombre se lo debe a cultivos de antaño en los terrenos de una finca, hoy integrada a la vereda. Con el paso del tiempo, desaparecen los naranjos. En tanto, los cultivos tradicionales de col, cebolla en rama y común, espinaca, acelga, cilantro, repollo; y la floricultura representada por el áster blanco y morado, solidago, margaritas, tulipanes, gladiolos, azucenas, pompones, cartuchos y pinochos, fortalecen la economía de esta comunidad asentada al occidente del corregimiento.

Aunque, hace parte de los circuitos económicos de Medellín y está relativamente cerca a la centralidad de San Cristóbal, es una de las veredas más rurales, en donde se cultiva para el mercado. Parte de su esencia son las limitaciones que impone la ruralidad para algunos sectores del área: deficiencias de conectividad, poco acceso y dominio de las tics por parte de la población, según

“Un ambiente rural que se respira y,

contradictoriamente, sin un solo naranjo, conserva el

aire campesino, símbolo del orgullo regional”.

Los apellidos son “Barrios”

Cano, Peña, Bolívar, Velásquez, Ortiz, Correa, entre otros, son los apellidos de algunas familias de la vereda. Pero, también, es el nombre que se le da a cada uno de los grupos de cuatro o más casas que tradicionalmente se conforman alrededor de la paterna. Es así como la actividad económica, el quehacer de los habitantes, el conocimiento del campo y la cultura campesina se construyen en torno a la familia y sus valores.

No es pobre, ni rico. Es cálido, acogedor, joven y tradicional. Sus casas conservan la antigua propuesta arquitectónica de las construcciones antioqueñas en bahareque, adobes o ladrillos, con techo de tejas de barro, zaguán, chambranas y zócalos. Con alguna que otra particularidad “importada” del concepto urbano Las pintan de colores fuertes, en los que predominan rojo, amarillo, naranja, verde y blanco. En síntesis, dan identidad y añaden un poco de color a las diversas tonalidades del verde que tienen las montañas de El Naranjal.

Al paso, en el recorrido por este terreno accidentado, sorprende observar una

lo comenta, Rodrigo Correa, presidente de la Junta de Acción Comunal.

serie de hileras de cables eléctricos que atraviesan algunas fincas y sostienen la boca de algunos envases plásticos de gaseosas que parecen sombrillas y protegen las bombillas. Éstas, permanecen encendidas para iluminar en horas de la noche y hasta el amanecer, los cultivos de algunas especies de flores muy frágiles que necesitan iluminación constante.

Un camión recorre las calles estrechas. A su paso, dos jóvenes ayudan a subir los manojos de cebolla junca veleña y común, con destino a la plaza de mercado de Medellín. También, se escucha el paso de motos de alto cilindraje manejada por jóvenes que transitan por los senderos estrechos y sinuosos que atraviesan las fincas y comunican los “barrios”.

“No es pobre, ni rico. Es cálido, acogedor, joven y

tradicional”.

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Integración institucional

Como estrategia de contacto y acercamiento con la comunidad, con el fin de familiarizarla con los servicios y oportunidades que ofrece el Municipio de Medellín a sus habitantes, la toma veredal reúne a servidores públicos de la Policía Nacional, Secretaría de las Mujeres, Unidad de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobierno y Parque Biblioteca Fernando Botero de San Cristóbal.

El sitio de encuentro es la sede de la Junta de Acción Comunal El Naranjal. Se realizan las actividades programadas en capacitación para el manejo de la información local, se exhiben libros y revistas en medio de la presentación y motivación al conocimiento y uso de la biblioteca.

Se generan espacios para que Isabel Aristizábal de la Secretaría de las Mujeres y Sebastián Dávila de la Unidad de Derechos Humanos, informen a los ciudadanos de la vereda sobre las oportunidades de apoyo, asistencia y asesoría que prestan las dependencias a las cuales están vinculados.

En tanto, Julieth Navia, técnica del Parque, recolecta información para el fortalecimiento del mapa de actores sociales y culturales del corregimiento. Beatriz Zapata, técnica de servicios bibliotecarios, registra usuarios para préstamos de materiales. Y Mauricio Ospina, técnico de cultura digital, realiza entrevistas y toma fotografías para la construcción del retrato sonoro, que amplía el conocimiento sobre la vereda, desde la óptica de sus propios habitantes. Que, adicionalmente, será insumo para

ubicar a la vereda en el mapa digital del corregimiento.

Luego de visitar alrededor de once predios, de contactar familias, jóvenes trabajadores, ancianos absolutamente lúcidos, niños inquietos e impactarse con dos adolescentes en condición de discapacidad cognitiva, termina la toma a El Naranjal con la promesa de un pronto regreso.

“Se exhiben libros y revistas en medio de la

presentación y motivación al conocimiento y uso de la

biblioteca”.

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“Permanecen encendidas para iluminar en horas de la noche y hasta el

amanecer, los cultivos de algunas especies de flores

muy frágiles”.

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POR CADA CASA UN CULTIVO

Así es la Vereda El Llano:

Por: Andrés Aristizábal Jiménez Técnico de Teatro

Héctor David López VelásquezTécnico de Gestión Social y Cultural

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06 de agosto de 2015

A solo 15 minutos de la cabecera urbana de San Cristóbal, pasando por la vereda Travesías, se llega a El Llano, la que se podría decir, es la vereda con mayor vocación campesina de todo el corregimiento.

Su centralidad se caracteriza por la diversidad de tiendas, la Institución Educativa Carlos Alberto Calderón, la Iglesia Nuestra Señora del Camino, el “cuadradero” de las busetas y por el toque de “modernidad” que da el acceso a Internet. Así, con un chasquido de dedos, el salto de vereda a vereda o de vereda hasta cualquier lugar del mundo, porque eso de tener un local con Internet cerca y el paradero de buses al pie, es un lujo para los habitantes y visitantes, que no todas las demás veredas se pueden dar.

La cita de los funcionarios del Parque Biblioteca es con Francisco Javier Vásquez, presidente de la Junta de Acción Comunal, ahí, al lado de la sede comunal en la plancha de la tienda de don Bernardo. Un particular punto de encuentro de todas las generaciones, no solo por lo atractivo de las palabras sabias que se escapan de las bocas de los viejos ante los oídos atentos de los niños y jóvenes, sino también por ese balcón de permite divisar hacía la autopista. Y es, precisamente, don Bernardo quien nos recibe puesto que el presidente se encuentra en una reunión.

Como ya es costumbre en todas las tomas veredales a las que se sale, mientras dos de las compañeras instalan los equipos y el picnic literario, otros dos se van de casa en casa a invitar a las personas a que acompañen en la toma veredal. “Buenas tardes !El parque Biblioteca llego a El Llano!”, estos coros o pregones se escuchan cada vez con mayor frecuencia en el corregimiento.

Curiosos, transeúntes y otros tantos cautivados por tal anuncio se detienen a escuchar lo que tanto los inquieta. “Queremos mostrarles nuestros servicios, traer un pedacito de parque a sus veredas, eso no se ve todos los días”… Fueron las palabras de Héctor David López Velásquez.

Y, en realidad quienes no ven esto todos días, son los funcionarios del Parque Biblioteca.

Ahí está un paisaje en todo su esplendor, esa alegría de la gente del campo, su amabilidad para propios y extraños, el olor de la cebolla o el cilantro recién bañados por las gotas de agua de las regaderas, hacen que se escape un sentimiento de felicidad y alegría de los corazones, sintiéndose a la vez afortunados por estar tan bien rodeados en esta tarde de agosto.

Cada casa, finca o espacio habitado en este corregimiento tienen mucho en común, en particular los cultivos. No importa si es de hortalizas o flores. Lo que importa es tener el terreno ocupado, no por ocuparlo simplemente, puesto que las imágenes de campesinos labrando la tierra, con las marcas del sol en sus pieles y la profundidad en sus miradas reflejan esa ternura y amor por lo que hacen. Y es que la vereda El Llano no es diferente, allí hay por cada casa, un cultivo.

Las semillas…

Los niños, por otro lado, entusiasmados con la visita, enamorados de sus profesores y de las historias de los libros leídos por los compañeros, a los cuales miran como si fueran héroes, imprimen esa alegría y color a las actividades.

Escritura, dibujo, filosofía, tantos temas que se logran establecer y que de alguna manera les podrán ser de utilidad para el trasegar de sus vidas. Definitivamente hacen que “pensemos que vale la pena sembrar y sembrar. Si, así como los campesinos nos muestran como la vida se cultiva con una semilla, se riega con amor y perseverancia día a día, se disfruta del retoño y se goza del fruto”.

Así, la vida da la oportunidad de hinchar los corazones con la satisfacción del deber cumplido, ese deber de sembrar la semilla de un libro en el corazón de un niño, de una niña… sin importar su edad.

Gracias a la gente de la vereda El Llano por enseñar que hay tantas cosas por ver aún, sin perder esa capacidad de asombro.

Un particular punto de encuentro de todas las

generaciones, no solo por lo atractivo de las palabras sabias que se escapan de

las bocas de los viejos ante los oídos atentos de los

niños y jóvenes.

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EL TRÁNSITODE LO RURALA LO URBANO

En Travesías es evidente:

Por: Luz Eugenia Góez RestrepoGestora social y cultural,

Jonnier Alberto Angulo RamírezTécnico de biblioteca,

Óscar Mauro Álvarez VélezTécnico de teatro

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13 de agosto de 2015

A escasos cinco minutos del casco urbano del corregimiento San Cristóbal, se encuentra la Vereda Travesías. Se llega a través de la única vía por la que entran y salen vehículos. Una carretera estrecha, pavimentada que sube por la montaña y deja ver algunas colinas carcomidas por la explotación de la tierra y mucho verde al fondo.

La pendiente parece una perpendicular perfecta, Lucero y Jonnier observan con detención el paso de una moto y un carro, apostamos, si esa moto, o ese destartalado carro tendrá la fuerza suficiente para continuar y si no se devolverá al retomar la curva arriba, no dudamos que las volquetas, los vehículos que surten gaseosa, o la camioneta de EPM lo puedan hacer.

A lado y lado de esta calle se observan las casas. Tienen aspecto urbano, construidas una al lado de otras. Conforman un paramento de viviendas en ladrillo. Algunas de 2 ó 3 pisos, revocadas, pintadas, adornadas con plantas que cuelgan sobre macetas. Mientras vamos ascendiendo por la pendiente, éstas empiezan a separarse, cuentan con una mayor extensión de tierra, y aún perviven algunas que recuerdan un pasado rural muy cercano.

Sobre la vía principal está ubicada una cancha encementada que tiene una ramada, en ella se realizan actividades

comunales y lugar adecuado, donde Lucero, Oscar, Beatriz, Jonnier y Eliana dan bienvenida al grupo de la tercera edad que llegó con sus sudaderas rojas y camisetas blancas, así como uno que otro vecino, a quienes se también se invitan a la toma veredal.

“Algunas de 2 ó 3 pisos, revocadas, pintadas,

adornadas con plantas que cuelgan sobre macetas”.

Llegaron las y los “Cuchachos”

Al encuentro acude un grupo de mujeres y hombres del sector que pertenecen al grupo de la tercera edad de la vereda La Cumbre. Llegan expectantes, con una alegría que demuestra que la edad no es solo sinónimo de sabiduría. Se encuentran para compartir y pasar un rato agradable entre amigos.

Las y los primeros en llegar, se acercan al “Picnic Literario” para observar y dar una leída rápida al material bibliográfico que con anterioridad y muy llamativamente organizó Beatriz en sus manteles de colores. Ella explica que se pueden registrar en el Sistema de Bibliotecas Públicas de Medellín y así acceder al préstamo de materiales bibliográficos en el Parque Biblioteca. Luego de verificar los datos personales de cada uno, una de las señoras exclama: “Yo creí, que era para que me prestaran plática”, a lo que sus compañeros responden con sonoras carcajadas.

Los “cuchachos” participan muy animados en la primera actividad lúdica, un juego de cooperación y trabajo en equipo. Las primeras diez personas que se ofrecen para el juego, preguntan

“si hay que brincar o correr, ya que la mayoría presenta quebrantos de salud”. Dado que la actividad no implica riesgos, todos acceden al juego del “Pulpo”.

Óscar inicia con un ejemplo que permite aclarar las reglas de juego mientras ellos participan, para así, hacer más divertido el ejercicio. Desde fuera, una de las mujeres se animó a ser la líder y coordinar al grupo y entre risas, “esta nos va es a embolatar”, dijo doña Margarita una vieja amiga conocida de su mamá, compinche de jugarretas de remix y tute.

Al unísono las carcajadas continúan, tanto de las que participan como de las y los que observan, que son quienes más gozan cada vez que la líder direcciona el juego. El técnico pide que “sean obedientes ante su líder para cumplir con el objetivo”. Y, dicho y hecho, entre aplausos y sonrisas de satisfacción, lo logran.

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La invitación es a ser niños y niñas

Pero aun no terminaba la actividad, se invita un nuevo grupo a participar. Rápidamente está el nuevo equipo creyendo que realizarán el mismo ejercicio. “Ah no, esperen un momento esto se complicó. Porque ahora, la líder será la única que tendrá los ojos abiertos, el resto cerrará los ojos y confiará plenamente en ella”, es la instrucción.

“No así no se vale” o “eso así es muy difícil” son expresiones que lanzan ante las nuevas reglas. Si en cinco minutos no se cumple el objetivo, paramos para reevaluar las reglas, pero antes de los cinco minutos se termina el juego. “¿Cierto que esto se puede hacer en la casa o con el grupo?”, Óscar afirma y explica que pueden colocar los cupos de participantes que quieran en el juego.

Charlan sobre lo sucedido en el juego a lo que dicen: “sirve para el trabajo en equipo”, “para ser obedientes” “para tener disciplina” “para ayudarnos entre todos”, “sirve para tener confianza en los demás”; todas estas exclamaciones son pertinentes para el juego.

“Yo no creo ni en mi sombra”, dijo un señor que apenas llegaba y ni se dio cuenta del proceso del juego. “Usted no meta la cucharada que se perdió lo mejor”, dijo una señora del grupo. Así terminó este ejercicio.

“Con una alegría que demuestra que la edad no es solo sinónimo de

sabiduría”.

De recorrido por la vereda.

En una casa finca de aspecto urbano, Lucero y Jonnier llegan al área donde las viviendas están más dispersas. Encuentran un pequeño estanque para el cultivo de peces. Observan a dos jóvenes trabajando muy tranquilos. Hablan con ellos sobre su labor, comentan que ya tienen todo preparado, los alevinos, para cultivar tilapia roja.

Al Continuar el ascenso, se observa una ramada que se asienta sobre costales de tierra, en la que se deja ver un yunque y otros elementos de metal. Es el espacio de la forja. Octavio González, un habitante

de la vereda, comenta “en la fábrica se trabaja desde temprano hasta las 2 de la tarde”.

Llama la atención que al lado de la fábrica se visualiza un gran portón y rejas ubicadas en un espacio que parece una unidad residencial. En una de esas casas vive Kevin Palacio, un adulto con apenas 13 años de edad, estudiante laborioso quien cuenta que vivió sus primeros años en el barrio San Germán y luego de un incendio, su familia se trasladó a la vereda.

Allí montaron el taller de forja, negocio en el que participan algunos de sus familiares, además tienen otro negocio por la Plaza Minorista en el que diversifican la producción. Muestra orgulloso, los adornos de su casa, los faroles, los cebaderos, las mesas, sillas, las rejas que producen.

“En esta gran extensión de tierra queda la fábrica, y varias casas, cuenta Kevin, mi mamita dividió el terreno y cada uno de mis tíos construyó allí su casa, de tal suerte que conforman una unidad de viviendas en donde compartimos nuestras vidas y el trabajo de la forja”.

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“Cada vez son menos las grandes mangas verdes y más las construcciones”.

“Sirve para el trabajo en equipo, para ser

obedientes, para tener disciplina, para ayudarnos

entre todos, sirve para tener confianza en los

demás”.

Cambia el propósito

De alguna manera, la tierra en Travesías poco a poco cambia de usos. Adquiere un mayor valor. Por la cercanía con la centralidad y a los núcleos urbanos del Valle de Aburrá, hace tránsito; de un lugar rural con cultivos, agricultura y crianza de ganado; a un espacio cada vez más citadino en el corregimiento, una segunda residencia para los habitantes de Medellín.

A diferencia de lo que pasa en El Naranjal, se cultiva poco para comercializar. No obstante se ven algunas matas de yuca, plátano, naranjos, cebolla de rama, achiras, yacón –cerca a la cancha-, y plantas ornamentales como platanillo,

curazaos, san joaquín y rosas, entre otras.

“Recuerdo que en los años ochenta la mayoría de mangas de la vereda eran potreros, huertas y bosques de pino. Además, un sin número de árboles frutales como mangos, pomas, naranjas, limones, nísperos, uvitos y moras de monte. Un lugar bañado por pequeños arroyos o quebradas donde los habitantes del Corregimiento solíamos ir de caminata a realizar comitivas de papas chorreadas, chorizadas, chocolate con parva, sancochada o frijoladas.

Hoy día el panorama ha cambiado. Cada vez son menos las grandes mangas verdes y más las construcciones de casas, las empresas de producción de marranos y pollos de engorde. Ha crecido tanto la población que se construyó un centro educativo en el sector de La Cumbre”, cuenta Óscar Mauro Álvarez, técnico de teatro del Parque Biblioteca Fernando Botero de San Cristóbal.

Al final de la tarde y de regreso, los visitantes observan algunos ventorrillos en los que los vecinos ofrecen algunas golosinas, para aprovechar su cercanía la

Institución Educativa Travesías El Morro. Visitan el lugar y toman los datos de la institución para posteriormente tratar de relacionar sus procesos formativos con el Parque Biblioteca.

Luego, se desplazan hasta la cancha. Observan a Beatriz en la conclusión de su actividad de picnic literario y a Isabel Aristizábal, de la Secretaría de las Mujeres, al despedirse de un grupo de la tercera edad. Así pues, termina la visita.

46 VUELVAN CUANDO QUIERAN, ¡AQUÍ TAMBIÉN ES GRATIS!

Vereda La Ilusión:

Por: Carolina Gallón LondoñoGestora de Fomento de Lectura

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20 de agosto de 2015

Una verdadera ilusión se dibuja en la cara de Sandra Galeano, la secretaria de la Junta de Acción Comunal de la vereda La Ilusión, cuando le cuentan que pueden acceder a una tula viajera para tener 40 libros de la biblioteca en su sede y que cada dos meses los puede cambiar.

La misma ilusión que se dibujó en los funcionarios del Parque Biblioteca cuando Jaime Sierra, el presidente de la Junta, dijo que todo era posible, cuando le propusieron organizar una visita con la comunidad a la unidad de información, para que lo conozcan y disfruten de sus servicios.

Todo pasó en medio de la toma veredal que realizaron Óscar Mauro, Eliana, Beatriz y Carolina. Comenzó con la alegría de cada jueves. Salen a buscar el acercamiento de la comunidad a los programas y servicios del Parque, en el territorio rural de San Cristóbal.

El camino sorprende con la vista. Una Medellín resplandeciente hace la panorámica y unas montañas verdes y muy florecidas enmarcan la pintura que extasía los sentidos. La ubicación de la vereda, al igual que muchos sectores de San Cristóbal, le confiere el título de mirador de Medellín. Y sumado a las vistosas fincas, hace que tenga un gran potencial turístico.

La vereda está dedicada a la ganadería tradicional. La agricultura ocupa un poco menos de la quinta parte, en la que predominan los cultivos de flores, moras, tomates de árbol y hortalizas. La mayoría de los habitantes son propietarios con capacidad laboral activa. Mercadean sus productos a través de los intermediarios.

El ascenso desde la centralidad tarda unos 25 minutos en transporte particular, el servicio público llega a la vereda cada hora. El camino está en buen estado, pues la gestión de sus pobladores logró su pavimentación. Esa misma gestión permitirá que, por responsabilidad social, el Oleoducto Caño Limón Coveñas, que atraviesa la vereda, les construya un comedor comunitario en su sede.

“La vereda está dedicada a la ganadería tradicional. La agricultura ocupa un poco menos de la quinta parte”.

A ella le gusta conversar

Doña Consuelo Sierra de 72 años, bisnieta de los fundadores de la Ilusión, comparte sus historias con Eliana que señala que “fue estar escuchando el relato de una abuela, poder vivir en sus palabras toda su historia, alegrías, dichas y ser testigo de la vida de alguien a través de sus palabras. Fue algo inigualable, ver la vereda a trasvés de sus anécdotas”.

Antes de empezar, Eliana le cuenta que el retrato sonoro se trata de una entrevista acompañada de unas tomas fotográficas, que luego se editan para formar un documento digital, sencillo pero muy valioso para la memoria del corregimiento. Ella con la sonrisa inconfundible de la bondad, responde “A mí me gusta conversar” y sale dispuesta a contar como fue el parto de su último hijo, también relata la muerte violenta de su otro hijo siendo líder comunitario de la vereda, la de su madre atropellada y la

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de su esposo, de muerte natural.

Antes de despedirse Doña Consuelo recuerda la anécdota y les dice “Vuelvan cuando quieran, ¡Aquí también es gratis! y les ofrece todos los espacios de la vereda para que desarrollen los proyectos que se les ocurran, señalando que deben ser para jóvenes y adultos, porque allá casi no hay bebés.

Creación de máscaras y teatro

Tanto adultos como menores participan de la acción de la elaboración de máscaras. Están muy atentos a los ejemplos que da Óscar, quien les pide que lo observen mientras las construye para optimizar el tiempo y ser muy claro. De inmediato empiezan su creación, se sorprenden al ver lo que están creado, algunos muestran más interés y dicen: “¿Me puede regalar otra hoja para hacer una más?” “Mire los ojos de corazón que le hice”. Es un rato muy divertido también para las personas adultas pues

“Fue estar escuchando el relato de una abuela, poder vivir en sus palabras toda

su historia, alegrías, dichas y ser testigo de la vida de

alguien a través de sus palabras”.

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descubren que con materiales reciclados o de bajo costo pueden realizar estos elementos que divierten a todos.

Jugando al “como si” del teatro, están solamente las niñas y niños. Se toma como referentes personajes que el mismo grupo va nombrando: el policía, la monja, el bobo, la loca, el ciclista, los caminantes y el peludo. En este ejercicio tratan de imitar desde el caminado hasta la forma en que hablaban. La alegría se desborda en el personaje del peludo, pues es alguien que ellos reconocen en su vereda y lo hacían muy parecido. De esta forma entienden la magia de crear o imitar en la representación teatral.

Mientras el encuentro avanza, cuentan a los asistentes que todos los servicios, productos y espacios del Parque Biblioteca no tienen costo, pero Jaime señala que eso no es cierto. Los funcionarios se miran con cara de asombro. “La semana pasada que estuve allá arrimé a la cafetería y me cobraron, esa no es gratis”, bromea en medio de una carcajada sonora.

“Mientras el encuentro avanza, cuentan a los asistentes que todos

los servicios, productos y espacios del Parque

Biblioteca no tienen costo”.

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DE VISITA EN LA PROPIA CASA

Toma Verdal Pedregal Bajo:

Por: María Marcela Ocampo Rodríguez Gestora de Servicios Bibliotecarios

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27 de agosto de 2015

Pedregal Bajo es una vereda del corregimiento de San Cristóbal. Esto quizá solo lo sepan sus habitantes y algunos pocos del corregimiento, quienes son testigos de lo que es, fue y será este territorio. También es conocido como Nazaret, eso dicen los antiguos mapas en los que por lo menos se registraba, ya que en los actuales no hay ni rastro.

De la existencia de este lugar también sabe la gestora de servicios bibliotecarios del Parque Biblioteca Fernando Botero, nacida y criada en esta vereda. Quién, al organizar el cronograma de visitas que adelanta el Parque pide ser la acompañante del equipo para jugar a dos bandas: anfitriona y visitante.

Por su parte, Beatriz y Jonnier tienen todo listo para visitar Pedregal Bajo. Allá, en la vereda, están a la espera Óscar y las funcionarias de la Secretaria de la Mujer, entidad que esta vez se une a la aventura.

Como conocedora del territorio, se guía a Joan el conductor de la camioneta, quién siempre callado pero amable, posibilita rebasar la dificultad de la distancia para llegar a los destinos propuestos. “Por favor por encima”, mientras en su mente hace un pequeño recuento de cómo llegar a la sede de Pedregal Bajo, pues ya hace un tiempo que no vive en el lugar. Al ingresar al barrio el equipo se

encuentra con una realidad diferente a la que experimenta en otras visitas: poca o ninguna práctica de siembra, calles pavimentadas y edificios por todas partes, los cuales dejan a medio insinuar que alguna vez, desde ese lugar, se lograba ver espléndidos paisajes de Medellín.

De camino a la sede de la junta de acción comunal, lugar de encuentro, un carro impide el paso de la camioneta en la que se moviliza el equipo. Descarga material de construcción, al parecer los habitantes del barrio reciben ayudas para reformar sus viviendas: techos, cocinas, baños, pisos, fachadas.

Este suceso relacionado con progreso, se ve con esperanza, aunque a veces asalta la duda y se piensa en un proyecto transformador, tal como si se quisiera borrar de un todo y por todo la memoria de este lugar.

Esta situación no entorpece la misión del equipo. Material en mano descienden de la camioneta y llegan a la sede. Mientras, caminan e invitan a los vecinos a la actividad que está por comenzar.

“También es conocido como Nazaret, eso dicen los antiguos mapas en

los que por lo menos se registraba”.

Como en casa prestada

Se encuentran con un panorama poco alentador, la sede es un espacio que apenas se adecua: cortinas improvisadas, medio montado de maleza, sin servicios públicos. Esto sumado a la ausencia de

los líderes contactados y de habitantes del sector.

El equipo descarga, ubican el pendón del Parque con la esperanza de que éste se convierta en un imán mágico que atraiga a niños, jóvenes y adultos, tanto de Pedregal Bajo como de las urbanizaciones vecinas. Mientras tanto, Beatriz organiza un picnic cerca del parque infantil construido hace poco, el cual fuera anhelado por niños de muchas generaciones.

Marcela aprovecha el tiempo de adecuación del espacio para hablar con la persona que los recibe, don Roberto Valencia, el presidente de la junta de acción comunal, quizá uno de los líderes que más recuerda, pues dedica su vida a trabajar en pro de esa comunidad.

Él le cuenta el porqué del estado de la sede comunal. Como al no ser entregada oficialmente a la comunidad, se toman sin autorización este espacio que tanto se necesita en la vereda. Algunas estrategias para la adecuación y el uso de la sede las manifiesta el presidente de la junta, mientras que la funcionaria del Parque Biblioteca piensa en articulaciones posibles desde los diferentes programas.

Entre tanto, tímidamente, llegan niños de aquí y de allá. Algunos de Pedregal, otros de Nuevo Occidente. Seguido a ellos, mujeres que atienden la convocatoria por la secretaría que las representa. Ahora sí manos a la obra. Óscar presenta el Parque y su oferta mientras que Beatriz y Jonnier abordan a los niños y les enseñan los libros mágicos que los acompañan hoy.

Al salir de recorrido se toman algunas fotografías en las que se revela la realidad de esta vereda, la cual está

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literalmente rodeada de edificios que hacen parte del proyecto urbanístico Ciudadela Nuevo Occidente: La Aurora, Aurora de la Libertad, Las Flores, El Chagualo, La Montaña. Bloques y bloques de viviendas construidas en las que fueran las quebradas, mangas y lugares de aventuras de niños y jóvenes de la vereda el Pedregal.

Según dicen los habitantes este fenómeno urbanístico ocasionará la separación de Pedregal Bajo como vereda de San Cristóbal y lo ubicará en contra de su voluntad como parte de la comuna 17 junto con sus extraños vecinos.

Avanza el recorrido, se encuentra con la escuela de la vereda o mejor dicho una de la sedes de la Institución Educativa Ciudadela Nuevo Occidente. Ésta, que al igual que la cancha ya no le pertenecen a los habitantes de Pedregal Bajo, se convirtió en otro lugar que compartir con Nuevo Occidente. Al ingresar allí, invade la nostalgia y se encuentran unos leves rincones que le recuerdan los espacios en los que aprendió a escribir, leer y jugar.

Sin embargo el panorama no es tan desalentador, en la escuela la coordinadora Aleisa Parra recibe amablemente la visita del Parque Biblioteca. En breve se teje una relación de trabajo colaborativo, la cual comienza de inmediato. La coordinadora abre el espacio en los salones de clase para que hagan una intervención con los niños, quienes muy dispuestos permiten que los técnicos les compartan un poco de su pan de cada día.

Se toma registro fotográfico de las actividades que realizan los técnicos mientras evidencia que en este lugar todos caben. Que allí conviven felizmente

sin entender mucho de los que pasa a su alrededor. Niños y niñas de Pedregal y de Nuevo Occidente no solo comparten un espacio, sino que viven juntos la experiencia de aprender.

“Un proyecto transformador, tal como si se quisiera borrar de un

todo y por todo la memoria de este lugar”.

El ahora

Este territorio es ahora un lugar en el que habitan personas con una historia de 200 años en estas tierras y otros con una fuera de allí sin datos concretos. Sin embargo ahora se entreteje una historia propia, reciente, tal como su nombre lo indica: la historia de “Nuevo Occidente”.

Es allí donde está el reto, es desde este espacio con las más recientes generaciones, con las que es preciso tejer el “entre nos”. Es tomar conciencia de las renuncias de todos los que habitan este lugar, de los que ven transformarse su territorio y de quienes llegan a un sitio que sienten ajeno.

Es allí, donde la fortaleza es verse como un territorio multicultural e incluyente en el que sin perder la identidad se construye un proyecto común de vida, que permite acoger con dignidad a quienes se consideran foráneos, pero que son parte de la nueva familia.

“Niños y niñas de Pedregal y de Nuevo Occidente no

solo comparten un espacio, sino que viven juntos la

experiencia de aprender”.

“Ahora se entreteje una historia propia, reciente, tal como su nombre lo indica:

la historia de “Nuevo Occidente”.

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“Ahora se entreteje una historia propia, reciente, tal como su nombre lo indica:

la historia de “Nuevo Occidente”.

54 UN SITIO DE HISTORIAS INCREIBLEMENTE REALES

Vereda La Cuchilla:

Por: María Marcela Ocampo Rodríguez Gestora de Servicios Bibliotecarios

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Jueves 3 de septiembre de 2015

Día caluroso y tranquilo. El equipo de trabajo del Parque Biblioteca Fernando Botero se dirige a la vereda La Cuchilla. En sus mentes llevan la meta de romper con el augurio de uno de los líderes que contactaron en el territorio: “La convocatoria acá es muy dura, uno invita a la gente pero no asisten”.

Al iniciar el ascenso al lugar comprenden la relación con el nombre del territorio, en realidad es estar en una cuchilla, como en un filo, en este caso el de una montaña, que permite disfrutar de hermosos paisajes del Corregimiento de San Cristóbal.

Efectivamente, el lugar de encuentro está vacío, nadie espera. Al frente, en su casa, se encuentra la señora asignada para disponer el espacio para la actividad, quien fue asignada por el líder comunal, el que a esta hora aún no hace presencia. Con ella, un niño expectante por la llegada de los poco frecuentes visitantes.

La capilla es el lugar de encuentro. Todo se ubica allí, el picnic y un espacio para el registro de usuarios. Mientras, los demás esperan con ansias que los niños lleguen a esta cita de jueves.

Como es habitual en las tomas veredales, se inicia el recorrido por la vereda. No solo para reconocer el territorio, sino

para invitar a sus habitantes a participar de las diversas actividades que ofrecen los funcionarios del Parque.

Junto a la técnica de cultura digital, con cámara en mano, se recorre el lugar, foto acá del cultivo, foto allí de la vista. Uno que otro habitante se encuentra en su casa entretenido con sus labores, reciben con sorpresa el saludo, pero no acceden a reunirse en la capilla.

“En realidad es estar en una cuchilla, como en un

filo, en este caso el de una montaña, que permite

disfrutar de hermosos paisajes del Corregimiento

de San Cristóbal”.

Un pedazo de paraíso

Cuchilla arriba un lugar sobresale, parece un pedazo de paraíso. Es una casa finca con un acceso amplio, desde afuera se ven extensos corredores que abrazan la casa central, en la que no cabe una flor más. A ello se suma la tierra cultivada, la cual deja insinuar la práctica de sus habitantes.

“Buenas tardes”, tímidamente saludan los funcionarios del Parque Biblioteca, así como quien no quiere molestar a los mismo ángeles. Luego de un instante desde la cima responde ella, con una voz amable: “Buenas tardes, sigan”, invita Doña Martha, con sorpresa pero con la amabilidad que la caracteriza, a pasar a su humilde casa, a esas personas que vienen de chaleco como de la Alcaldía.

Al pasar, al corredor que da al frente de los cultivos, está ella, pero no sola, se

encuentra su esposo y su vecina con la que comparte más que su pasión por la tierra, su mismo nombre: Martha. Cada uno está dedicado a su tarea, su aporte para cumplir el cometido de enviar a la plaza mayorista, la cosecha de ajo que da la tierra.

Pero ello no es impedimento para recibir los visitantes, quienes de inmediato anhelan poder dejar un registro de este lugar, esta práctica y estas personas tan acogedoras.

Al proponerle a doña Martha realizarle fotos y video, se apena, dice no estar organizada para salir en cámaras. “Justo esto es lo valioso de lo que se quiere registrar” se le explica a la risueña señora, que accede a ser la protagonista del retrato sonoro de la vereda La Cuchilla.

Foto tras foto, una pregunta por aquí y otra por allá, hacen que Doña Martha entre en calor, claro, está acompañada por su vecina y su esposo, quienes corroboran sus historias y suman hilos a este tejido de pasado. Entre chiste y risas, es tal el detalle y la pasión con que las cuentan que el equipo del Parque Biblioteca ve pasar cada escena como si fueran espectadores en ese entonces.

Que un diciembre, que en Semana Santa, que cuando nos conocimos, que cuando nos casamos, que los hijos, la bajada al pueblo, la siembra, los cambios, los forasteros. Cada historia tiene su magia. A medida que pasa el tiempo, se siente una paz sin igual, al avanzar en la conversación es posible imaginar que en esa enorme casa de grandes corredores y florecido jardín se entretejen tantas historias como cabezas de ajo dejó la cosecha.

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“Desde afuera se ven extensos corredores que abrazan la casa central,

en la que no cabe una flor más”.

“Cada uno está dedicado a su tarea, su aporte para

cumplir el cometido de enviar a la plaza mayorista, la cosecha de ajo que da la

tierra”.

Los abrazos eléctricos de la cuchilla

Entre tantas historias doña Martha cuenta como cuando estaba joven, un 3 de mayo fue alcanzada por un rayo, mientras recolectaba leña para el fogón. Más sorprendente aún, es escuchar como su padre muchos años atrás, en la misma fecha y a una hora similar, también experimentó un abrazo eléctrico.

Pensando bien, luego de esta anécdota, tiene lógica como esta familia tiene la energía que cautiva, atrae y acoge día a día a familiares, amigos y foráneos que llegan a este lugar y quedan tan enamorados como para no quererse ir.

Finalmente, entre risas, los dueños de casa entretejen historias de acontecimientos pasados, es tal el detalle y la pasión con que las cuentan que el equipo del Parque Biblioteca ve pasar cada escena como si fueran espectadores en ese entonces.

Relatos de óscar mauro

Después de un par de acercamientos telefónicos con el líder comunitario y una visita a su casa finca está situada casi al final de la cordillera, se acuerda el espacio y la hora para la actividad. La expectativa de asistencia es baja “luego nos enteramos por sus comentarios que poco asiste a las convocatorias que hacen diferentes entidades u organizaciones para realizar acciones con la comunidad”, cuenta Óscar Mauro Álvarez, el mono, técnico de gestión social y cultural del Parque Biblioteca.

Al salir a caminar para convocar a la actividad, se detecta que la mayoría, en especial los hombres, están en las huertas labrando la tierra.

Esta vereda en la última década tiene una transformación notable, esto se debe a la construcción y a la pavimentación de la carretera. Con ello llegan nuevos habitantes, tanto del corregimiento como de la ciudad. Construyen casa fincas de recreo y otras, de carácter urbano, en las que su primer piso está dispuesto para locales comerciales. Así funcionan el billar, la tienda y la miscelánea.

También, está el lugar donde se construyó la escuela y la capilla. La vía posibilita que sus pobladores cuenten con un transporte rural el cual hace más fácil y cómodo el desplazamiento de la gente y la comercialización de los productos agrícolas cultivados allí: cebolla, el ajo, la lechuga, el cilantro y las flores, de los cuales reciben su sustento económico.

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“Su padre muchos años atrás, en la misma fecha y a una hora similar, también

experimentó un abrazo eléctrico”.

“En esa enorme casa de grandes corredores

y florecido jardín se entretejen tantas historias como cabezas de ajo dejó

la cosecha”.

58 “QUE NO SE PIERDA LA RELACIÓN CONLA TIERRA”

Piden habitantes de El Uvito:

Por: Luz Eugenia Góez RestrepoGestora Social y Cultural

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10 de septiembre de 2015

Entre begonias, tulipanes, margaritas, crisantemos, granizo, besitos, conchitas rojas, moradas, sencillas, dobles, besos rosa, orquidáceas, media cuadra de pompones, de beso rosa que comercializan; y de la estética de la casa campesina antioqueña producida con adornos naturales, que reafirman su realidad rural, se inicia el recorrido por El Uvito.

En la vereda hay más niños que jóvenes. “Para nosotros es importante que los jóvenes estudien, y que no pierdan su relación con la tierra, ya que por los bajos ingresos y la poca rentabilidad de los cultivos, la producción agrícola queda en un segundo plano y las nuevas generaciones buscan otras alternativas para la generación de ingresos”.

Mucha gente vende la tierra y se va a la parte central o para Medellín con lo que se disminuye la producción de comida para la ciudad y se cambia el uso de la tierra en el corregimiento.

Pero, aún quedan líderes que recuerdan sus luchas y velan por la protección de su patrimonio. “El desarrollo del Uvito está asociado a la construcción de vías de acceso para garantizar la comercialización de productos agrícolas.Todo comenzó cuando se reunieron cerca de 18 personas y empezaron a realizar

convites para mejorar los accesos, hacer los rieles, las cunetas, y hacer sitios de acopio para recoger los productos agrícolas que la comunidad sacaba para la comercialización en la plaza minorista y la mayoritaria.

“Ellos recibían materiales y asesoría de la Alcaldía de Medellín, y con el trabajo colectivo fueron logrando el desarrollo de la comunidad. Primero sacamos los productos a Travesías, luego al Llano.

“Así nos hicimos historia. Cuando llegué a la vereda, hace más de 50 años, había escasas 25 viviendas regadas por este paisaje. Se cocinaba y planchaba con leña, se alumbraba con velas, se sacaba buena producción usando abono natural. No había agua potable, ni otros servicios públicos. Por todas partes había una mata de monte muy parecida a la uva, de ella se alimentaban pequeños animales como tórtolas, aves y culebras, por eso llamamos a esta vereda El Uvito.

“Cuando estas faldas no estaban tan pobladas,uno se echaba un hora para bajar a San Cristóbal y dos horas subiendo para regresar con bolsas y carga. Se caminaba por caminos de herradura, y si alguien se enfermaba había que trasladarlo en camilla o echárselo al hombro”, cuenta doña Nelly Ortiz.

“Mucha gente vende la tierra y se va a la parte central o para Medellín

con lo que se disminuye la producción de comida para

la ciudad”.

Al rescate de la tierra

Se respira un ambiente campesino. Más de la mitad de los predios de la vereda, sobre todo amplias extensiones ubicadas en la parte alta, se dedican a la ganadería y la producción porcícola. Una cuarta parte se dedica a la producción agrícola tradicional de hortalizas que emplea agroquímicos y fertilizantes, en la que sobresale la cebolla de rama, de puerro, cilantro, espinacas, tomate y en menor proporción acelgas, coliflor, brócoli y zanahoria.

En algunas fincas se implementan proyectos orgánicos, y se cultiva de forma agroecológica. Con el apoyo del Jardín Botánico, se estimula entre los horticultores la preparación de compostaje, abono líquido y otros productos que mejoran la cosecha de ajos, arveja, habichuela, zanahoria, frijol, cilantro, espinacas, lechuga, remolacha, yuca, papa, arracacha, albahaca, limoncillo, y mejorana.

También se observa una variada vegetación, una floresta fragmentada que protege una sexta parte de los suelos, en la que son comunes yarumos, siete cueros, helecho marranero, ruda, san joaquín, curazaos, pinos, verbenas, pequeñas palmeras de coco y ojo de poeta.

Al paso por algunas fincas se observan cultivos de flores a cielo abierto que representan ingresos para quienes las comercializan, sobresalen el áster blanca y morado, el solidago, el pompón, la margarita.

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“Todo comenzó cuando se reunieron cerca de 18 personas y empezaron a realizar convites para mejorar los accesos”.

“Se cocinaba y planchaba con leña, se alumbraba

con velas, se sacaba buena producción usando abono

natural”.Los tiempos cambian

En el Uvito hay 130 viviendas, buena parte de ellas y de las que están construyendo son de dos pisos y parecen más bien casa-fincas de recreo, pues en ellas se marca un estilo contemporáneo muy urbano que contrastan con la ruralidad del entorno. “Regina 11 adquirió una finca de recreo en el sector, hace alrededor de cuatro meses” cuenta doña Nelly

La vereda tiene aproximadamente 400 habitantes, gran número de ellos utilizan las viviendas como fincas de descanso porque su vivienda principal se ubica en Medellín.

En la actualidad la vereda cuenta con servicios de agua potable para las viviendas a través de EPM y utilizan el acueducto multiveredal Arco Iris, para el riego de las plantas en las fincas. No hay red de alcantarillado y cada vivienda usa pozos sépticos. Hay servicio de alumbrado público, accesibilidad a través de carretera pavimentada y se observa, en muchas viviendas, antenas de televisión satelital que suple el servicio por cable.

Ya a la despedida, se llega al sitio de acopio, una pequeña pieza construida en un terreno que donó uno de los habitantes a la comunidad. Allí llega el camión que recoge grandes atajos de cebolla de rama, espinaca y acelgas.

Al final, una enramada que da acceso a una casa del sector regala una imagen de ruralidad en la que la expresión estética del lugar se construye a partir de la concentración y variedad del colorido aportado por diversas flores. En otra, tipo granja, se observa un estanque en el que se zambullen patos y gansos. En la última, vacas, terneros, cabras y mulas, que aún hoy se utilizan como medio de transporte.

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62 UN AGRICULTOR CON CORAZÓN DE BICICLETA

Se encuentra en El Patio de San Cristóbal:

Por: Juan Paulo Campo VivesGestor Coordinador

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17 de septiembre de 2015

Él llega tarde. Mauricio Ospina, técnico de cultura digital lo esperó, ante su demora decide acompañar el recorrido puerta a puerta del equipo del Parque Biblioteca. En una casa blanca con rojo, tradicional construcción de esta región, encuentra a doña Maria Angélica Vásquez de Cano, una matrona que lo cautiva para construir con ella el retrato sonoro. Cambia de objetivo, prepara la cámara y su grabadora.

Pero, ¿cómo no esperar a ese personaje cargado de historias y anécdotas? Sí, a ese hombre menudo, un poco campesino, un poco trotamundos, que a sus 70 años cultiva la tierra con la pasión de un adolescente. El cuarto de veintiún hijos, dieciocho hombres y tres mujeres, las menores, según él cuenta. El hijo de don Marco Antonio y doña María Ramona, los primos hermanos que conformaron la familia Álvarez Álvarez por allá en los años 30.

Es que en El Patio una de las dos vías principales es la de los Álvarez, que lleva al sector del filo, donde vive Óscar de Jesús y la otra es la de los “canito” que va hasta El Yarumo, en referencia a los Cano, la otra familia mayoritaria de la vereda. Acá todos se saludan, son primos, parientes, amigos de siempre.

Cuando Óscar Álvarez inicia su historia,

evoca recuerdos de los años 50, por allá, cuando a la edad de doce años se subió por primera vez a una bicicleta. Un amor que aún hoy perdura, tan estable como el que siente por doña Ruth Vélez, su esposa desde hace 48 años.

“Acá todos se saludan, son primos, parientes, amigos

de siempre”.

“Dos minutos o más, les tomaba a sus compañeros

de entrenamientos”.

La Vuelta a Colombia, un sueño

Y sí, desde muy joven se encamina en la disciplina del deporte y de la buena alimentación. Esto le permite conservar a su edad un estado físico envidiable y las energías suficientes para arrancarle a la tierra manojos de ilusión, que le ayudan en la permanente construcción de su proyecto de vida.

Es en ese tiempo cuando desde Colpisos parte hacía la conquista de los empinados veintidós kilómetros de ascenso hasta Boquerón. Y luego, como si no fuera suficiente, hasta San Pedro de los Milagros. Así comienza a construir su utopía. Dos minutos o más, les tomaba a sus compañeros de entrenamientos: Carlos Muñoz, José Luis Muñoz y “el parroquiano”, de quien no recuerda su nombre de pila, el equipo de escaladores de San Cristóbal.

Aparecen los vínculos con equipos de ciclismo de la región, primero fue el Colby, en este recibe su primera bicicleta profesional. Al comienzo, una pequeña confusión porque no se entiende el sentido de sus palabras, se habla de ciclismo y él se refiere a una mona sueca,

lo real es que se refiere a la “Monark”, la del caballito de acero liviano y con ruedas tubulares, que le permitirá seguir volando por las montañas antioqueñas.El éxito se acerca. Quinto puesto en la clásica para turismeros organizada por Polímeros Colombianos en 1964. Al año siguiente, la gana. Es el primer campeonato oficial de este sancristobaleño de pura cepa. Joyerías Felipe es su orgulloso patrocinador. Firmó un contrato por $5.000, que para esa época es un platal. Se vislumbra un mundo lleno de pedales y triunfos.

Convocado para representar a Antioquia en la Vuelta de la Juventud, Óscar, entrena y compite duro, siempre con el objetivo de ser primero en la meta. Sus dotes de escalador trascienden cada vez un poco más los límites. Se imagina como poseedor del título que lo distinga como el mejor ciclista joven de ruta en el país.

Pero, algunas veces, los sueños se convierten en pesadilla. Falta poco para irse a su primera grande. La meta está a su alcance. Sin embargo, ese día, entre Hatillo y Girardota, la desgracia toca a su puerta. Un vehículo de Transportes Montecristo se interpone en su camino. Veintiún días en coma y mucho tiempo de recuperación de sus múltiples lesiones. Un campeón de ciclismo con un futuro prometedor no vuelve a competir.

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Aún espero el triunfo

Los años pasan. La familia crece. El ciclismo para él es un hobby, un pasatiempo, también un estilo de vida. Esto lo lleva a hace una que otra “locurilla” para montar y sostener un equipo en San Cristóbal: “Granero La Colmena”, en honor al negocio que durante muchos años tuvo su padre y que él le compró, en un local del parque de la centralidad del corregimiento.

Sin embargo, su obsesión en dos ruedas la trata de trasladar a Óscar Mauro, su hijo. El muchacho se inclina por el bicicrós. Es un duro montando ese aparato por esas trochas y lomas, que él en su esplendor, nunca fue capaz de escalar. Y, el día que su niño gana su primera carrera, él se la pierde. Una tristeza muy grande, pero no tanto como cuando el joven decide seguir el mundo de las artes y dejar la bicicleta a un lado. En este intento tampoco lo logra.

Su esperanza pasa a Alba Lila, su hija, a quién también le trata de inculcar el amor al deporte de las dos ruedas. Lo logra parcialmente, pero en San Cristóbal las muchachas se casan y tienen hijo, según cuenta Óscar.

Ahora Jacobo y Josué, sus nietos, son los portadores de esa ilusión. Cuando los ve montados en sus pequeñas bicicletas, el corazón le salta y el fuego de pasión por ese deporte que no lo vio triunfar, se enciende en su corazón con la fuerza que lo hizo a sus doce años.

El corrosco no puede con las flores

Paralelo al apego por la ciclas, Óscar cultiva un profundo amor por la tierra. Su finca es su pasión. Esa que compra con los “ahorritos” que le alcanza a dejar el ciclismo, la misma que se gana dando pedal.

Según sus propias palabras, él tiene su vida resuelta. Desde que vende su negocio en el parque, se dedica a disfrutar de la tranquilidad que le produce la estabilidad económica. Parte de esa vida está dedicada a la agricultura, especialmente al cultivo de cebolla, cilantro, pimentón, zanahoria, colifror, repollo, remolacha y brócoli.

Aunque en El Patio hay mucho cultivo de cebolla, las otras hortalizas ahora no son tan fáciles de conseguir. Una de las razones son las plagas. Como ejemplifica Óscar al hacer referencia al corrosco, un gusano que se encuentra en estas tierras, el cual lame la raíz de las hortalizas y acaba con la producción.

O por los precios del transporte, los intermediarios y la inestabilidad del mercado. Un día el kilo de legumbres está a $5000 y al siguiente a $500. No tiene piso ni techo. Como él dice, si no hay intervención, de este negocio no se podrá vivir de la tierra en esta vereda.

En estos sentidos, el negocio de la floricultura es más estable. Su mercado menos variable tiene muy bien definidas las temporadas de producción. Además, a las flores no las acaba el corrosco. Así, este negocio se fortalece día a día en la vereda. Y al igual que en el resto de San Cristóbal, los campesinos cambian el uso de la tierra, tal como lo cuenta este agricultor con corazón de bicicleta.

“Convocado para representar a Antioquia en la Vuelta de

la Juventud, Óscar, entrena y compite duro, siempre con el objetivo de ser primero en la

meta”.

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SE-ES

Es hora de echar raíz, luz y vidaEs hora de cultivar el corazónEs el momento de echar a volar por los montesy brincar los límites de la monedaSé que es el instante de cuidarme en soledady tranquilo contemplarEs el tiempo de prepararse y cultivar los huertos del valorEs hora de echar raíz, luz y vida

Abonar el mar pacífico con fracturas de cieloy migajas remojadas de pan de lecheCorrer a rienda suelta por los camposy rodar muy lento como lágrimas añilde un zanquero soñadorEs la dirección correcta y soledad no se esconderá ante mis ojosEs hora de comportar los momentos heroicosy dar luz, vida y echar raíz

Ser el mayordomo de nuestros sueñosY un violador apasionado de amaneceres rosa y violetaLa madrugada se acompaña de vino y tabaco achisudoEl vino no es dulce, dulce tan dulce como dice en la etiqueta de la cortees la hora para que el cuerpo no conozca de amory se embadurne de canto, luz y vidaechar raíz en las tierras del abueloy dar fruto en el sudor del guerrero de la noche

Se y es caminar a olfato como animales a kilómetros de casaEs hora de que mi cuerpo,mi espírituy mi mente no conozca de amorY se embadurne de cantoFiestaLuz Y vida

ÓSCAR MAURO ÁLVAREZ VÉLEZ

66 EL PROGRESOLE PASÓPOR LA MITAD

A la vereda Las Playas

Por: Carolina Gallón LondoñoGestora de Fomento de Lectura

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24 de septiembre de 2015

Como si fuera una casa grande con muchos cuartos. En la vereda Las Playas todos son familia, pero un día el progreso les pasó por la mitad y hasta el Cristo tuvo que hacerse a un lado, porque si no se lo llevaba el ensanche. Y, ahora los que vivían todos juntos son los de Las Playas de allá y los de acá.

Los típicos estrechos caminos veredales van a dar a la gran autopista, como los ríos al mar. Y esa autopista, ya sí, no es de ellos. Allí no se puede jugar ni caminar despacio. Incluso, la toma veredal, que sería realizada en el parqueadero de la escuela, se desarrolla “al lado de la tienda de doña Rosa, adelantico de la escuela subiendo por el primer camino que se encuentra en dirección a Medellín”, pues nadie quiere hacer nada tan cerquita de tanto carro que pasa tan rápido.

Una vez allí todo es una fiesta. Manteles, canastas con libros infantiles, actividades educativas y de entretenimiento. Conversaciones con los líderes, la mayoría mujeres tan animadas que piden que vuelvan pronto, lo más pronto posible.

“Los típicos estrechos caminos veredales van a dar a la gran autopista, como los ríos al mar”.

“Cada entrada a un salón es un universo nuevo”.

Una articulación más que efectiva

El deseo se vuelve gestión y ésta empieza a dar frutos. Coordinan en un abrir y cerrar de ojos una chocolatada para un fin de semana, en el que se volverán a encontrar y bajo el olor del cacao, pasar una tarde recreativa donde funcionarios de la biblioteca y habitantes de la vereda puedan conocer a todos los que no estaban presentes el día de la Toma Veredal.

Al tiempo, los técnicos de la biblioteca proponen un taller de plastilina y otro de expresión corporal en el que no solo enseñan sino que también aprenden al lado de los participantes. Si la “profe” había pensado en el pez y las aletas, ellos se inventan las escamas; si el árbol era repleto de hojas, ellos le ponen manzanas.

Cuando deben representar o inventar una situación, los textos son dignos de copiarse para hacer un libreto. Al terminar se van felices con sus figuras y piden un pedazo más de plastilina para hacerle en casa una cueva al osito.

Una tarde contada

Dos lectores cargados de cuentos y canciones se toman la escuela. Aunque las directivas y profesores ya saben, para los estudiantes es como un murmullo de olas que llegan a la playa. Sin saber cómo, con las lecturas en el primer piso

a los más pequeños, los de segundo, tercero y cuarto ya se enteran y esperan ansiosos su turno.

Cada entrada a un salón es un universo nuevo. El saludo y la canción que invitan al movimiento. Los promotores leen con todo su cuerpo y las palabras toman forma en cada uno de los gestos de su cara. El cuento parece tener un efecto hipnótico, las bocas de los niños se abren a medida que fijan sus ojos en las ilustraciones.

Esta experiencia es la invitación para que visiten el Parque Biblioteca. Para la mayoría será la oportunidad, apenas de conocerlo. Pues, aunque parezca extraño, siendo los habitantes de una de las veredas más cercanas a la centralidad, casi ninguno ha entrado. Ahora las ganas son tantas que la visita no se hará esperar.

La hora del descanso muestra de nuevo las maravillas de la vida del campo. En la Institución no hay tienda. Funciona, como en todas, el restaurante escolar. La casa vecina al pie de una barranca es la solución. Una malla entre la casa y la escuela, un agujero en la malla por donde dulces, refrescos, mecatos y los infaltables bolis cruzan la frontera. Con $2.500 se puede comprar, casi, un producto de cada uno de los ofrecidos (más de diez) o raciones no tan variadas pero suficientes para Hansel y Gretel.

El tradicional juego de policías y ladrones permite que casi todos los estudiantes se integren, ya que no suman más de 70. Los que no terminan de comer o no se animan a participar del mismo juego, toman los cuentos llevados de la Biblioteca o construyen una casa con las

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arquerías de microfútbol y se divierten hasta que la profe señala que es hora de entrar.

No tienen campana. “¿Para qué? si con que la profe diga que cambiemos de cuaderno, salgamos o entremos es suficiente”, indica una de las estudiantes cuando se hace referencia al timbre que marcará la hora de regresar al salón.

La despedida de una tarde cálida es acompañada por una mágica Luna que ha salido desde temprano para enmarcar la postal del encuentro. Todos ayudan a recoger los materiales. Confirman los detalles de la próxima visita y en banquitas y muros se sientan a ver ponerse el Sol.

““No tienen campana. “¿Para qué? si con que la profe diga que cambiemos de cuaderno, salgamos o entremos es suficiente”.

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70 SE ABREUN ESPACIOA LA ESPERANZA

En La Loma:

Por: Juan Paulo Campo VivesGestor Coordinador

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01 de octubre de 2015

Durante el día el cielo está nublado. Justo a las dos de la tarde, cuando el equipo del Parque Biblioteca Fernando Botero se dispone a partir hacia La Loma, se desprende un fuerte aguacero. Un segundo inconveniente para la toma veredal de un sector que atraviesa momentos difíciles. Al menos eso dicen los diarios y alguno que otro pesimista.

Pero, hace algunos días que la gente dice que allá está caliente, que hay que ser prudentes. Pero, en el equipo existe la convicción que si es cierto lo que se dice, hoy más que nunca La Loma y sus habitantes necesitan de sus actividades e intervenciones para llevar un abrazo al alma.

Que si el sector de “conejo” es seguro o no. Que la gente dice, que otros hablan. Pero la policía, fuente oficial, dice que sí. Que hay algunos focos de desajuste social, como hace ya algún tiempo se tienen, pero que la situación no es alarmante.

Se toman precauciones, las identificaciones y el chaleco que distingue al Sistema de Bibliotecas Públicas de Medellín, son la garantía para que la comunidad decida compartir este rato de esparcimiento y conocimiento que lleva el Parque a la vereda.

“Que si el sector de “conejo” es seguro o no.

Que la gente dice, que otros hablan. Pero la policía,

fuente oficial, dice que sí”.

“A veces, los rumores y noticias previenen, aún en contra de los hechos

cotidianos y normales que ocurren en cualquier calle”.

Un poco de aprensión, es normal

Las calles están solas, llueve, un ambiente extraño se respira al llegar. Muchas puertas están cerradas. ¿Será que se justifica realizar la toma en estas circunstancias? La decisión es: sí se hace. Héctor, Eliana, Beatriz, Juan y Óscar se preparan. Al igual que todos los jueves, como desde hace cuatro meses, el picnic literario, los ejercicios de sensibilización artística y comunitaria, así como el retrato sonoro, se cumplen.

Se inicia el recorrido, no por toda La Loma como se pensó. Primero, la calle principal, la 123: amplia para que funcione como doble vía y estrecha para tráfico pesado. Este sector es más un barrio tranquilo. Luego, los callejones que conducen a las casas, pero también al jardín infantil.

Escalones y tramos muy inclinados sirven como vía a los visitantes. Héctor, quien además habita el sector, guía. Casa por casa, puerta a puerta, o ventana en algunos casos, inclusive en voz alta, de calle a balcón invitan a los habitantes a la terraza que amablemente facilita una de las vecinas.

La convocatoria se refuerza, termina el recorrido. Cuando todo está dispuesto para recibir a los niños y niñas del sector, a jóvenes y adultos que accederán a los servicios del Parque, cuando Óscar “el mono” se va a realizar las actividades

artísticas en el jardín infantil, un frío recorre la calle. Cuatro motociclistas acelerando y desacelerando sus vehículos pasan despacio, frente al sitio de la convocatoria.

“Son obreros que reparan una casa a la vuelta”, explica una vecina que comprende el momento incómodo que se vive. A veces, los rumores y noticias previenen, aún en contra de los hechos cotidianos y normales que ocurren en cualquier calle, de cualquier comunidad, de cualquier sector, de cualquier ciudad.

Un conejo rompe la niebla con su acordeón

Cuando el ambiente es más tenso, se escuchan notas vallenatas en la distancia. Eliana logra que “conejo” saque su acordeón y lo toque, para complementar su trabajo para el retrato sonoro. Casi al tiempo, deja de llover. Se despeja el cielo y los primeros rayos del sol de la tarde, acompañan “Tierra de Cantores”, la melodía que suena en el instrumento y que interpreta mágicamente el artista.

La calle comienza a cobrar vida, la de todos los días cuando no llueve, cuando no hay rumores. Las viviendas cobran su color. Poco a poco un grupo de niños y niñas acompañados por mayores se acerca a los manteles extendidos por Beatriz, quien extrae de los canastos del picnic libros y revistas para los curiosos, que luego se integran a esta toma veredal.

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El equipo se sumerge en su labor, mientras la inesperada música de fondo acompaña la lectura y los ejercicios de expresión y coordinación corporal que el técnico de gestión social y cultural realiza con la comunidad. Cuando “conejo” deja a un lado su acordeón y no se escuchan sus notas, se reflexiona sobre el territorio que se visita.

“Casi al tiempo, deja de llover. Se despeja el cielo y los primeros rayos del

sol de la tarde, acompañan “Tierra de Cantores”.

Una loma que es cuna de artistas

Al igual que del acordeonero, La Loma es cuna de gran parte del arte del noroccidente de la ciudad. Bailarines, actores, músicos, grafiteros, talladores y pintores, entre otros, son de allá o viven en sus límites.

Random Style, Experimental Dance, Ritmo Controversial, Topimix, Ayaneiba, Euphoria Dance, Colectivo Zoonder y Talla de Reyes, son solo algunos de sus representantes. Ellos utilizan los espacios del Parque Biblioteca para sus ensayos, pero viven, crecen y se desarrollan en esa vereda que sirve de límite al corregimiento con la Medellín urbana.

Su ubicación hace pensar que es parte de la Comuna Trece, de San Javier. Pero no, es de San Cristóbal. Desde allí se ve la Medellín urbana, pero en su parte alta se aprecia el corregimiento de forma integral desde Nuevo Occidente hasta Boquerón.

Y no solo se ve, porque en ese gran barrio que es vereda, conviven lo urbano y lo rural, el arte y la violencia; en un estado que confunde, que asusta, que conmueve, que estimula la imaginación. En ese lugar que sirve de frontera, todos los días nace la esperanza y el propósito de vivir en paz.

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DEL GÉNESIS AL ÉXODO

Por: Carmen Elena Paniagua LópezTécnica de Servicios BibliotecariosParque Biblioteca España

…Los abuelos cuentan que El Barrio, era una exuberante montaña, de

características carpenterianas, que constituía para los arrieros un punto de transición entre una ciudad de incipiente progreso y la ruralidad que ocupaban varias poblaciones al noroccidente del mapa, entre ellas el Corregimiento de San Cristóbal, que pese a su cercanía con la ciudad, conserva, aún hoy, el ambiente típico de muchos pueblos antioqueños.

…Cuentan, además, que en sus idas y vueltas, muchos se asentaron, en el lugar donde se ubica El Barrio, que para aquel entonces era un escarpado morro, desde el cual, y con la seguridad de no equivocarme.

…Poco a poco la montaña se fue poblando, con casitas salpicadas aquí y allá, muy distantes unas de otras, que en la noche se alumbraban con velas o lámparas de higuerilla, planta que por el desuso se ha ido extinguiendo y cuyos tallos cilíndricos servían, además, para que los niños hicieran pompas de jabón.

En un principio, la población de, El Barrio, fue creciendo de manera paulatina; pero con el pasar del tiempo, las familias se fueron multiplicando y nuevos habitantes llegaron, dando origen a nuevas viviendas, por lo general casonas de tapia de las cuales muchas aún se conservan, gracias al grosor de sus muros, espesos y sólidos que todavía guardan los ecos de un pasado remoto.

Después fue lo demás; los caminos de herrería se convirtieron en una carretera serpenteante, que bordea la ladera de la montaña; en un lugar estratégico, donado por uno de los pioneros de la vereda, se construyó la capilla de San Vicente Ferrer; y en adelante fue un pulular de casas de ladrillo; Álvarez y Paniaguas comenzaron a diseminarse por la

vereda; Marines, Sánchez, Canos, hicieron también parte de la creciente población de un lugar, que sólo en el último decenio, comenzó a figurar en el mapa de Medellín.

…El Barrio, pese a la nobleza de sus gentes, de su honradez, de su honestidad, no escapó a los rigores de la muerte… Y no es que no hubiese dado ya sus rondas por la vereda, pues en décadas anteriores al 2000, ya las diferencias entre pandillas se habían cobrado algunos muertos, chicos lugareños que por determinadas circunstancias comenzaron a sectorizarse, a delimitar un territorio que en otros tiempos podía recorrerse sin temor y con la seguridad de caminar en la noche con la única compañía de los animales nocturnos o de una luna llena, o de la arábiga rutilancia de las estrellas que se enmarcaban en la negrura de un cielo infinito.

…Entonces fue el éxodo, el descender por la carretera de camiones destartalados, que afanosamente trasteaban a familias temerosas de perecer en aquella guerra; o a otras ya incompletas, sin un hijo, sin un padre, sin un hermano…

…Ya han pasado más de quince años, en los que algunos han regresado, en los que muchas puertas cerradas se han abierto nuevamente con la débil esperanza de sonreírle otra vez a la vida; quince años en los que las huellas del dolor se han hecho más profundas; quince años en los que la muerte, ya vieja pero no derrotada, continúa haciendo de las suyas por las calles de, El Barrio, de esta vereda que, a pesar de todo, sigue siendo un paraíso terrenal en lo alto de la montaña y en la cual se siguen escuchando los murmullos de los que ya partieron. Es la gran paradoja de las ausencias presentes.

74 ¿A RITMO DE CAMBIO O PROGRESO?

Ciudadela Nuevo Occidente:

Por: Maria Marcela Ocampo Rodriguez Gestora de Servicios Bibliotecarios

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8 de octubre de 2015

Ciudadela Nuevo Occidente, lugar con el que finaliza el primer ciclo de las Tomas Veredales, proyecto que al ser lanzado por el gestor coordinador del Parque Biblioteca San Cristóbal, fue recibido como una utopía, pero ahora es toda una grata realidad.

Aunque parezca una cosa del azar, el que sea la última visita tiene un enorme sentido. Es como haber hecho un recorrido por el pasado de San Cristóbal, el reconocer los territorios y habitantes de años atrás, sus prácticas rurales y su cultura campesina, para finalizar siendo testigos de otra realidad, de una transformación, un cambio, un Nuevo Occidente.

El equipo del Parque Biblioteca llega a uno de los sectores, conocido como Las Flores, una de las tantas urbanizaciones que componen este territorio. Allí, Isabel Aristizábal, la compañera de la Secretaría de las Mujeres, quien apoya la convocatoria, hace la antesala con la comunidad que espera la visita.

Algunas mujeres, al parecer pertenecientes a un colectivo, esperan acomodadas entre las casetas, que los fines de semana se convierten en alternativa de diversión y esparcimiento de quienes moran en este espacio. También se suman algunos niños y adultos mayores que ven en este lugar la posibilidad de divertirse seguramente

y de ver pasar el tiempo.

El equipo comienza a ubicarse, tratando de resguardarse del sol, que a estas alturas del día, se encuentra en todo su esplendor. Beatriz extiende su picnic, mientras que Óscar inicia el trabajo con las mujeres del colectivo. Eliana comienza a registrar fotográficamente el espacio, en el que se logran captar las imágenes de las que los moradores del sector logran disfrutar de aquella ciudad en la que alguna vez habitaron.

En realidad, se piensa que acudirá más gente, pues allí la población abunda, pero la verdad, es un día atípico, según dice don Carlos el señor de la caseta: “al Parque Biblioteca, hoy le ganaron el partido”, la selección Colombia juega a las 3:30 con Perú, como él mismo dice: “Coca-Cola mata tinto”

“Para finalizar siendo testigos de otra realidad, de una transformación, un cambio, un Nuevo

Occidente”.

Testigos del cambio

Se inicia el contacto con la gente, que a diferencia de los que habitan en la ruralidad, no les extraña el desfile de chalecos de la administración, pues allí, diariamente hay presencia del estado, realizando intervenciones que de alguna manera logran mitigar las situaciones que surgen en un laboratorio social, como es esta ciudadela.

Tímidamente se acerca al espacio de los libros una señora entrada en edad, quién al ver las revistas de croché, tejidos en cinta y demás manualidades se

emociona, y decide sentarse en el suelo, como queriendo evocar otros tiempos.

En otro lado del espacio, se encuentran tres niños: Juan Pablo, Mariana, Luisa Fernanda y una princesa salida como de la voz kids, que sentados en una esquina indiferentes a la visita del Parque Biblioteca, juegan a inventar canciones: letras de despecho, sumadas a ritmo de reguetón. La gestora de servicios bibliotecarios, se acerca como si quisiera ser invitada a ese improvisado estudio musical.

Efectivamente los niños la acogen, y enseguida, comienza a escuchar esta vocecita llena de sueños por cantar, contrastada con letras un poco desalentadoras que hablan de traición, de soledad, de tristeza y desamor.

Luego de un momento, los niños son invitados al picnic, en el que con tanta pasión como por la música, comienzan a interactuar con los libros y con la técnica de biblioteca Beatriz Zapata.

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Retomando prácticas

Doña Martha, la señora que se ha perdido entre hilos y puntadas de las revistas, comienza a compartir como en su época escolar aprendió a tejer, allá en San Andrés de Cuerquia, relata cómo entre las telas y los frutos de la tierra logró apoyar la crianza y educación de sus hermanos.

Esta mujer, ahora abuela, habitante de Las Flores, alguna vez fue una campesina que amaba la tierra, y que vio salir de ella, los frutos suficientes para estar agradecida y extrañarla.

Apasionada por la tierra que ahora siente suya, Doña Martha comienza a enseñarle a la gestora de servicios como lleva de adelante un proyecto de cultivo de legumbres, que no ha sido fácil, no solo por el terreno pedregoso, sino por la dificultad de trabajar con personas con las que apenas se construye un entre nos.

Depende del cristal con que se mira

Sin duda este territorio sufre cambios, deja de ser parte de la ruralidad de las veredas de Pedregal Bajo y Pajarito, para convertirse en el alojamiento de un pequeño trozo de ciudad, de habitantes citadino, un poco de allí y un poco de allá.

También este espacio, es testigo de los cambios de todos los que lo habitan ahora, de aquellos que tienen una vivienda propia, de unos que llegan con esperanza y alegría por lo que dejaron atrás, y otros que por la misma razón, viven con tristeza y nostalgia.

También se evidencian otros cambios, las construcciones cambian el paisajismo, que ahora dejan atrás las vistas campestres y las llenan de edificaciones que reflejan hogares, comunidades, salud y educación.

Definitivamente es Nuevo Occidente, cultivo de cambios por doquier, para Medellín, para San Cristóbal, para Pedregal y su comunidad, para cada uno de los habitantes actuales y todos los que faltan por llegar.

Ahora bien, el progreso serán los lentes que por decisión propia usen quienes quieran ver este cambio de manera positiva, aquellos lentes con los que ve Doña Martha el pedregal del que está convencida sacará habas y papa, los mismos con los que don Carlos, el señor de la tienda, abre todos los días para ver en su comunidad la posibilidad de un ingreso económico.

Los de Luz Estella Hernandez, la docente de la Institución Educativa que más parece una ciudad dentro de la ciudadela, y quien apuesta a creer en los estudiantes y en hacer proyectos en los que se contagie a otras personas de la alegría de vivir.

La misma visión la comparten aquellas personas, que no habitan el territorio, pero que dedican su trabajo y comparten día a día con esta comunidad, instrumentalizándose como agujas para apoyar en la construcción del nuevo tejido social.

Lo que queda por hacer

Este territorio es una realidad, mucho más reciente que San Cristóbal mismo, pero es un hecho. Lo que queda es tomar acciones sobre este escenario. Una alternativa es conocer, entender, sumar y ver en este Nuevo Occidente la puerta del progreso a un corregimiento urbano-rural.

O quizá sea más sencillo, dejar esta nueva historia en la culata de San Cristóbal, ignorar a las buenos vecinos, no darles la bienvenida, satanizar todo lo que devenga de allí y vivir eternamente añorando el pasado, desperdiciando el presente.

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MÚSICA CONESTRATO SOCIAL

Metal y Punk en San Cristóbal:

Por: Héctor David López Velásquez Técnico Social y Cultural

Julieth Marcela Navia HenaoBibliotecóloga U. de A.

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01 de octubre de 2015

La cita es a las 4:00 p.m. en la Sala de Prensa del Parque Biblioteca Fernando Botero, el tema de conversación que convoca es el rock, pero no cualquiera, el rock hecho en el corregimiento de San Cristóbal. Los invitados comparten experiencias de sus comienzos, como abrebocas de un sin número de anécdotas al interior de la música.

“Escuchaba cada uno de los LP que tenía mi papá, había tangos y romántica. La búsqueda de identidad musical le sirve también para agudizar el sentido patriótico. Yo era loco escuchando música, y hasta el himno nacional a todo volumen lo escuchaba”, cuenta Juan Manuel Álvarez.

“Los primeros acordes en la guitarra, recuerda, fueron de bambuco, pasillo y guabina. Todo ello dado por parte de su papá quien fue mi gran maestro, con un hondo suspiro. De él fue que heredé el gusto por la música”. Jaime Osorio se siente muy orgulloso del folklor que se hace en nuestro país, “sin criticar otros gustos musicales”, recalca.

Luego de hablar un buen rato sobre los diferentes subgéneros, conocer la historia, escuchar cómo llegan a ser famosos algunos grupos colombianos, los invitados hacen énfasis en el metal y el punk y su llegada a Medellín.

“Yo era loco escuchando música, y hasta el himno

nacional a todo volumen lo escuchaba”.

Punk contra Metal

Ya en el contexto de estos dos géneros representativos, Alfredo Vásquez, con cierta pizca de humor negro, hace referencia a una cosa muy particular, la estratificación de la música. Al respecto dice: “…y es que para la época se entendía que el metal era como la música de las clases medias y altas de los jóvenes. Y el punk era el de los pobres, o sea era la música del sisbén, por decirlo de alguna manera”.

Álvarez cuenta que: “cuando nos conformamos aquí en San Cristóbal, éramos un grupo de diez peludos, aunque no éramos peludos realmente. Éramos diez jóvenes que nos movíamos con la música para todos lados. Entonces nos tocaba irnos muchas veces a pie porque no había pasajes. Y ser cuidadosos, al igual que ahora, hay ciertas bandas de grupos sociales que son muy bravas que no se puede meter uno”.

“Pues en esa época era casi lo mismo, pero musicalmente. No pasemos por el Parque Robledo porque están los punkeros, los de El Pesebre eran muy violentos., Nos esperaban ahí donde queda el Éxito de Robledo, el nuevo. Ellos se montaban en la montaña y nosotros no los veíamos y nos encendían a piedra”.

También ellos hacen su proceso de paz, como relata Juan Manuel: “En Robledo llegamos a unas pases con ellos, gracias

a una amigo en común que era punkero y decidimos no cruzar esa zona, pero ellos tenían un parquecito, en estos momentos el parque todavía existe bajando la falda de Robledo. Está la iglesia y un parquecito al lado”.

La música no da dinero para subsistir

Holocausto y Latente Rock nacen en San Cristóbal. Holocausto tiene más de 5 trabajos musicales y pese a los cambios que han tenido en el tiempo, los integrantes siempre han sido del corregimiento. Por el lado de Latente, es una banda mucho más joven, nacen en el año 2005, pero es solo hasta mediados de 2008 que Jaime Osorio llega a integrar la banda, siendo ahora el vocalista.

Él destaca las facilidades que tienen para sacar videos, gracias a las redes sociales y a la ayuda que brinda Internet, utilizan las nuevas tecnologías para la grabación de los mismos. Sin embargo, enfatiza que hoy en día es complicado asegurar que un músico viva de la música.

Juan Manuel Álvarez está de acuerdo con Osorio en ese aspecto y comenta: “nuestra música no nos da dinero para subsistir”, y asegura que hasta no tener una industria que se interese por incentivar este tipo de iniciativas, no van a lograr tener unas buenos ingresos para sus bandas o para poderse dedicar de lleno a la música, ya que “nunca hay presupuestos para la música o al menos no que yo sepa”.

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“Los primeros acordes en la guitarra, recuerda, fueron

de bambuco, pasillo y guabina”.

“El Rockcristóbal Fest sale del bolsillo de las bandas

del corregimiento”.

Rockcristóbal Fest

Se aproxima la noche y el final del conversatorio, también. Aunque los panelistas no se quieren ir sin contarle al público asistente sobre el Rockcristóbal. Dicen que es un concierto que se viene realizando desde hace 6 años y se hace en el mes de noviembre. Enfatizan que los recursos para realizar el festival son propios y que además, tiene un trasfondo social.

Más que una queja es un apunte de pesar, al contar Jaime Osorio cómo se organiza el festival: “El Rockcristobal Fest ha salido del bolsillo de las bandas locales del corregimiento, pues es casi nula la ayuda que hemos tenido, no sólo por la Alcaldía y sus presupuestos, sino por la Junta de Acción Comunal, quien no ha tenido un reconocimiento para ayudar este tipo de iniciativas que al igual que otras hacen parte de la memoria histórica del corregimiento”.

Termina diciendo: “Rockcristóbal es sin ánimo de lucro, sin embargo quienes quieran asistir deberán llevar un juguete que será entregado a los niños del corregimiento en las novenas de diciembre”.

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El “Punk Medallo”

Alexis Ahumada, que luego de escuchar tantas historias acaba de recordar otros apuntes de la llegada del rock a Medellín. Él dice que el género black metal en nuestra ciudad crece gracias a la influencia de agrupaciones como Black Sabbath. Sin embargo, estos grupos desaparecen porque comercialmente es más fuerte el Rock Pop. Acota también, “el “Punk Medallo es casi el papá del Hard Rock”.

Álvarez, experto en el tema del Punk gracias a que su primer acercamiento al Rock fue a través de este género, habla con entusiasmo a toda la audiencia: “El punk fue uno de los géneros más fuertes que se generó en Medellín. Mucho más fuerte que el Metal. Por ello, Europa está influenciada por bandas que nacieron en Medellín. [...] Medellín era una potencia en cuanto a la música y lo ha seguido siendo sobre todo para Europa, no tanto en Estados Unidos”.

Mientras de fondo suena Weep in silence de la agrupación colombiana Nash, y a la pregunta, ¿se inicia con covers en inglés o los vocalistas de la ciudad escribían y cantaban en este idioma? Sentencia: “Es una representación mundial del rock impresionante, ese estilo no lo ha hecho nadie”.

Aunque la pregunta se queda sin respuesta, la afirmación final es más que suficiente para entender que sus letras y ritmos son propios: “Ese estilo no lo ha hecho nadie, eso es lo que nos diferencia en todo el mundo, ni en Estados Unidos, España, Europa donde sea. Es el sonido que manejamos los antioqueños […] muy característicos propios de la ciudad”, puntualiza.

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AGRADECIMIENTOS

Gratitud, es la palabra que inunda nuestros corazones después de este maravilloso recorrido por las veredas del corregimiento. Cada uno de los líderes, bibliotecarios, profesores, campesinos, comunidad en general, nos llenaron de alegrías y aprendizajes. Abrieron las puertas de sus casas, sacaron los recuerdos, compartieron sus sonrisas y nos regalaron sus historias.

Pero nada de esto sería posible solos. El acompañamiento de la Secretaría de las Mujeres, la Secretaría de Gobierno y su Unidad de Derechos Humanos, la Policía Nacional, los programas de Buen comienzo y Buen vivir en Familia,

la Mesa Corregimental de Derechos Humanos hizo que nuestra maleta estuviera cada vez más llena de ideas y sueños por cumplir. Compromisos que se van desarrollando y lazos que ya nunca se romperán.

Al acompañamiento que también nos brindaron los equipos de las unidades de información de la Quintana, Doce de Octubre y Santo Domingo. Así como a todo el Sistema de Bibliotecas Públicas de Medellín. Especialmente, a apoyo administrativo que nos facilitó cada semana el transporte con los más pacientes conductores y a Comunicaciones por materializar estas letras, imágenes y vivencias.

Al equipo humano del Parque Biblioteca Fernando Botero que acomodó las cargas para facilitar la salida, cubrió los servicios, empacó los libros, hizo llamadas y esperó pacientemente mientras sus compañeros llegaban del recorrido.

Y por supuesto, a los viajeros de cada jueves, que sin importar el clima, la distancia, sus ocupaciones; salían a tomarse cada vereda y buscar en cada rincón sus habitantes para contarles que el Parque Biblioteca quería estar más cerca de ellos.

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