Del Sexismo Hostil Al Sexismo Benevolente La Nueva Cara Del Sexismo en Las Sociedades Occidentales

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ESTUDIOS DE ANTROPOLOGÍA BIOLÓGICA VOLUMEN XIV * Editoras Josefina Mansilla Lory Abigail Meza Peñaloza UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO INSTITUTO DE INVESTIGACIONES ANTROPOLÓGICAS INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA ASOCIACIÓN MEXICANA DE ANTROPOLOGÍA BIOLÓGICA MÉXICO 2009

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Revista de Antropología

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  • Estudios dE AntropologA BiolgicA

    Volumen XIV

    *

    editoras

    Josefina mansilla lory Abigail meza Pealoza

    univErsidAd nAcionAl AutnomA dE mxicoinstituto dE invEstigAcionEs AntropolgicAs

    instituto nAcionAl dE AntropologA E HistoriAAsociAcin mExicAnA dE AntropologA BiolgicA

    mxico 2009

  • Comit editorial

    Xabier lizarraga CruchagaJos Antonio Pompa y PadillaCarlos Serrano Snchezluis Alberto Vargas Guadarrama

    Todos los artculos fueron dictaminados

    Primera edicin: 2009 2009, Instituto de Investigaciones Antropolgicasuniversidad nacional Autnoma de mxicoCiudad universitaria, 04510, mxico, D.F.

    2009, Instituto nacional de Antropologa e HistoriaCrdoba 45, Col. Roma, 06700, mxico, [email protected]

    2009, Asociacin mexicana de Antropologa Biolgica

    ISSn 1405-5066

    Prohibida la reproduccin total o parcial por cualquier medio sin la autorizacin escrita del titular de los derechos patrimoniales

    D.R. Derechos reservados conforme a la leyImpreso y hecho en mxicoPrinted in Mexico

  • Estudios de Antropologa Biolgica, xiv-i: 73-89, Mxico, 2009, ISSN 1405-5066

    Del sexismo hostil al sexismo benevolente: la nueva cara Del sexismo en las socieDaDes

    occiDentales

    Mara Lameiras Fernndez, Yolanda Rodrguez Castro, Mara Victoria Carrera Fernndez, Mara Calado Otero

    Facultad de Ciencias de la Educacin Campus de Ourense, Universidad de Vigo

    resumen

    El conceto moderno del seismo ougasl conceto moderno del seismo ougas et al. 1995, Swim et al. 1995) considera que junto a los sentimientos negativos hacia las mujeres erviven formas tradiciona- les de seismo, adems de la convivencia con valores igualitarios socialmente de- seables en aquellas sociedades que han evolucionado hacia osicionamientos ms liberales. Esto suone abordar su comrensin desde la dimensin social, conside-rando a las mujeres y a los hombres como dos gruos homogneos e indeendientes. Glick y Fiske 1996, 1997, 2001) sealan que ara comrender en su comlejidad el nuevo seismo es necesario incororar armetros elicativos que surgen de la dimensin relacional. Esto imlica que las relaciones entre los seos no ueden ser articuladas eclusivamente desde una ersectiva intergrual, adems de reconocer que frente a la visin de los seos como gruos en un conteto social sometidos a fuerzas divergentes de indeendencia y autonoma, stos estn necesariamente vinculados en un mundo relacional de fuerzas convergentes de deendencia y heteronoma. La combinacin de estas fuerzas centrfugas y centretas articula la constelacin de actitudes hacia los seos y reercute tanto en el mbito blico/laboral como en el esacio interersonal y afectivo-seual.

    Palabras clave: seismo moderno, seismo hostil, seismo benevolente.

    abstract

    he modern face of seism ougas et al. 1995, Swim et al. 1995) combines two aarently contradictory elements. On the one hand, we can find negative feelings towards women, like in traditional seism, but, on the other hand there are ositive

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    feelings resulting from a societal movement toward more egalitarian values. Most research has focused on the social dimension of seism, considering women and men as two homogeneous, indeendent grous. o come to a better understand-ing of this modern seism Glick and Fiske 1996, 1997, 2001) find it necessary to consider the relational dimension involved in this issue. his means that the relationshi between sees cant be understood only from a social dimension and so the sees are not only grous in a social contet subjected to division forces of indeendence and autonomy, but at the same time they are involved in relation-shi of deendence and heteronomy. he combination of these oosing forces develo attitudes towards sees and will have its effect in the worklace as well as in affective and seual relationshi.

    Key worDs: modern seism, hostil seism, benevolent seism.

    introDuccin

    odas las culturas utilizan las diferencias biolgicas fsicas) de los seos ara hacer distinciones sociales que suonen la asignacin de valores, cua-lidades y normas en funcin del seo al que se ertenece. Este roceso, que comienza con el nacimiento y se etiende a lo largo de la vida, se conoce como socializacin seo-genrica, segn la cual sobre la base de la eistencia de dos seos biolgicamente diferentes seo) se construyen las caractersticas, rasgos y conductas socialmente acetadas ara cada uno de ellos estereotios de gnero).

    As, or medio de los estereotios de gnero descritivos se de-termina como deben ser los hombres y las mujeres caractersticas intelectuales y de ersonalidad), y a travs de los estereotios de gnero rescritivos se establecen las conductas o roles que cada uno debe llevar a cabo conductas).

    En funcin de los estereotipos descriptivos se esecifican los aspectos intelectuales y los rasgos de personalidad y estticos. De modo que, en relacin con los asectos intelectuales, a los hombres les corresonde la ciencia, la razn y la lgica; mientras que a las mujeres, la esttica, la sensibilidad y la intuicin. En cuanto a los rasgos de ersonalidad, a los hombres se les describe a travs de la indeendencia, asertividad y dominancia; mientras que a ellas, desde la deendencia, la sensibilidad y el afecto. De esta forma, frente al yo autnomo e indeendiente del hombre, a la mujer se le identifica con un yo en relacin. La mujer socializada bajo el imerativo categrico sers madre y te reocuars or la vida y

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    las relaciones Levinton 1999), desarrolla lo que Gilligan define como tica del cuidado 1985). Levinton 1999), desde una ersectiva si-coanlitica, tambin lantea que la fuerte narcisizacin del aego que se romueve en ellas condiciona su identidad a la caacidad de relacio-narse y, en consecuencia, el mantenimiento del vnculo con los dems reresenta la ms eficaz inyeccin de autoestima. Por ltimo, y no menos imortante, est la mayor resin que se ejerce ara someterlas a los es-tndares socioculturales de belleza. La mayor objetivizacin de los cuer- os femeninos Wiederman 2000) contribuye a que, a travs de los medios de comunicacin y la ublicidad, ellas reciban una mayor cantidad de mensajes sobre cmo erder eso y ser atractivas a costa de un cuero etremadamente delgado. Esto uede llegar a comrometer su salud y roiciar el desarrollo de rastornos de la Conducta Alimentaria tca), mismos que son considerados como los trastornos siquitricos con las mayores tasas de mortalidad.1

    La dicotoma que describe a los hombres desde la instrumentalidad-autonoma y a las mujeres desde la expresividad-necesidad de la relacin se ha materializado en los concetos ouestos de masculino-agentic frente a femenino-communal Eagly 1995). En este sentido, la mujer tiende a manifestar conductas que ueden ser descritas socialmente como sen-sibles, afectuosas y reocuadas or el bienestar de los dems, mientras que en el hombre stas son dominantes, controladoras e indeendientes. En alabras de Liovetsky 1997: 193) si el hombre encarna la nueva figura del individuo libre, desligado, dueo de s, a la mujer se la sigue concibiendo como un ser deendiente or naturaleza, que vive ara los dems e inserta en el orden familiar.

    La discriminacin que imonen los estereotios de gnero descri-tivos surge cuando la diferencia se convierte en desigualdad. As, las ca-ractersticas y atributos masculinos son ms valorados que los femeninos. Esto se demuestra en el hecho de que hay un mayor nmero de mujeres que se atribuyen rasgos masculinos ms valorados y de mayor estatus) que hombres que se atribuyen rasgos femeninos ya que son ms censurados socialmente) Valcrcel 1992, Bonilla y Martnez-Benlloch 2000).

    1 La atologa alimentaria est desertando una gran alarma social, justificada or la gravedad de la sintomatologa asociada, el ndice de cronificacin y de mortalidad, en donde la anoreia nerviosa es considerada como la enfermedad mental ms letal, ues desus de los 20 aos de edad sus valores de mortalidad se sitan alrededor de 15-20% Garner et al. 1997), el ms elevado de todas las sicoatologas Vitiello y Lederhendler 2000).

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    Desde los estereotipos prescriptivos se condiciona el tio de actividades y distribucin de las ocuaciones de cada seo Pastor 2000). Esto imlica reconocer que la eistencia de roles o aeles diferenciados es la conse-cuencia natural de asumir la eistencia de caractersticas intelectuales y de ersonalidad) diferentes. De esta forma, se considera que los hom-bres oseen los rasgos necesarios ara ostentar el oder y gobernar las instituciones socio-econmicas y olticas, en tanto que a la mujer se le relega al mbito familiar y domstico. Entre los seos la asimetra de roles ha rovocado la divisin del esacio blico y rivado. El hombre se ha aoderado del esacio blico o oltico roductivo) y la mujer ha sido confinada al esacio rivado o domstico reroductivo).

    En definitiva, la diferencia seual biolgica, fundamental e innegable de los seres humanos, se convierte en una asimetra seual intrnseca, que corresonde a una asimetra cultural ara nada desinteresada, que devie-ne del hecho de asignar caractersticas y roles jerrquicos en funcin del dimorfismo seual subyacente, con rasgos y roles en esencia inmutables.. Esta asimetra que imone los estereotios de gnero hunde sus races en el aradigma atriarcal, que imlica una cosmovisin androcntrica, un conjunto de modelos de interretacin y formas de situarse, vivir y eresarse en el mundo, basadas en la remisa central de dominio, que unas veces se ha elicitado como dominio de la naturaleza y otras como dominio de unos seres humanos or otros, en este caso, de los hombres sobre las mujeres Novo 2004). Este aradigma atriarcal se ereta a travs de sutiles mecanismos y estrategias de dominacin-sumisin; as, desde esta remisa fundamental es osible comrender el carcter cons-truido y no biolgico y esencialista de la discriminacin seual.

    De esta forma, fruto de una sociedad atriarcal, el mundo se con-figura en dos esferas diferenciadas: la masculina y la femenina; en dos submundos no slo diferentes sino subordinados, o lo que es lo mismo, desiguales. La esfera masculina, jerrquicamente suerior, es lo referen-cial, la norma; la esfera femenina, jerrquicamente subordinada, cons-tituye lo desviado, lo otro.

    Sin embargo, en las ltimas dcadas los cambios sociales acontecidos dentro y fuera de nuestras fronteras vuelven insostenible el mantenimiento de una asimetra tan rgida hombre-oder-mundo blico versus mujer-sumisin-mundo rivado). As, el acceso a la educacin y la incororacin de la mujer al trabajo remunerado fuera del hogar han dado al traste con

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    la suremaca masculina en el esacio blico y ha imuesto la necesidad de considerarlo como un esacio comartido, aunque todava no desde la igualdad.

    A esar de la masiva resencia de mujeres en los niveles educativos ms altos y sus buenos resultados acadmicos, esto no corresonde con sus condiciones laborales, lo que en Esaa en 2005 reresent 38.7% de la tasa de ocuacin, donde las inactivas corresondieron a ms del doble que los inactivos. De estas mujeres inactivas, 28.4% se dedican a las tareas domsticas. Adems acumulan la mayor tasa de aro en 2004 el 14.39% frente al 7.55 % de los hombres) y la relacin entre menor nivel de estudios y esta tasa es ms marcada. Por ltimo, se destaca que aquellas, con el mismo nivel educativo que sus comaeros, que consiguen acceder al esacio laboral, cobran sueldos inferiores, con una brecha salarial que ronda el 30% Instituto de Estudios Laborales-Informe Ranstad 2006).

    Globalmente, segn un reciente estudio del Instituto de la Mujer 2005) en el que se entrevistaron a 2 007 mujeres, entre 16 y 64 aos de edad, las esaolas tienen una alta ercecin de inestabilidad e insegu-ridad laboral 52.3% de las que tienen un contrato temoral consideran que su uesto es oco seguro) y erciben situaciones de discriminacin en su trabajo 18.6% de las entrevistadas), tales como menores sueldos en la misma categora, dificultad de acceso a uestos de menor nivel o asignacin de tareas menos cualificadas. Otro asecto que dificulta el desarrollo ro-fesional de las mujeres es el acoso seual laboral. Las entrevistas revelan que en el ao 2005, del total de mujeres activas en Esaa, 14.9% ha su-frido alguna situacin de acoso seual en el trabajo, indeendientemente de que ella lo haya ercibido as acoso tcnico) y decrece hasta 9.9% de mujeres que lo han ercibido como tal acoso declarado).

    La resistencia a la igualdad real entre seos se constata tambin en el mbito rivado, ya que la entrada de la mujer en el esacio blico no se ha corresondido con el trnsito del hombre al domstico. As, la transicin hacia una realidad ms equilibrada entre seos se ha dado con la entrada de la mujer al mbito blico a costa de retener sus obliga-ciones en el rivado. Aunque las mujeres trabajen fuera de casa, tienen que asumir las tareas domsticas en mayor medida que sus arejas, fuera Lennon y Rosenfield 1994) y dentro de nuestras fronteras Instituto de la Mujer 2005). As, arece que la manera de comensar el esfuerzo y dedicacin que requiere la incororacin de la mujer al mbito laboral se

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    roduce, no comartiendo sus cargas intrafamiliares con sus arejas sino disminuyndolas. En rimer lugar, se demora el nacimiento de los hijos/as y, en segundo lugar, reduciendo su nmero. En este sentido, en Esaa la media de edad de las mujeres en el nacimiento del rimer hijo/a se ubica en 29 aos, y se incrementa en 4 aos desde 1975 Cantalaiedra y Panizo 2002). Adems, Esaa junto con Italia acaaran los ndices de natalidad ms bajos del mundo, con una media de 1.34 y 1.36 hijos/as, resectivamente. Esaa es uno de los ases en los que la disminucin de este orcentaje ha sido ms drstica, ya que junto con Irlanda 3.93), hace tres dcadas 2.86), aglutinaba el mayor ndice de natalidad Cantalaiedra y Panizo 2002). Las renuncias familiares de las mujeres se incrementan a medida que ascienden or la escalera del oder. Barber 2000, 2001) constata en su trabajo con directivas que aroimadamente 50% de ellas no tienen hijos/as y un nmero equivalente no tiene areja estable.

    En las familias esaolas en las cuales las mujeres trabajan y en las que no se roduce un rearto equitativo de las tareas y resonsabilidades, la manera de comensar la sobrecarga es mediante la ayuda de otras mu-jeres emleadas de hogar). Aunque es difcil identificar la cantidad, ya que un gran orcentaje desemea esta actividad de forma irregular, se estima que 30% del total de trabajadores irregulares en Esaa son em-leadas domsticas Unin General de rabajadores 2004).

    Nos encontramos, or tanto, ante una nueva realidad caracterizada or la eistencia de un esacio blico an desigual, y un esacio rivado en el que no se ha roducido el trasvase masculino, con el consecuente aumento de resonsabilidades, tareas y, en general, sobrecargas ara la mujer. Es decir, fruto de esta socializacin diferencial, en mayor medida inconsciente, imlcita y sutil, se roduce una fuerte resistencia masculi- na ara asumir resonsabilidades en el mbito familiar-rivado, que de-riva consecuentemente en las dificultades que ellas enfrentan al tratar de comatibilizar las resonsabilidades familiares y laborales.

    El sexismo moderno: de la hostilidad a la ambivalencia

    Para identificar la visin ms tradicional del seismo hay que remontarse a las aortaciones de Allort 1961), quien lo define como un rejuicio hacia las mujeres, entendiendo ste como una actitud de hostilidad y aversin. De modo que esta rimera aroimacin al conceto de seismo

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    est connotado or evaluaciones negativas que suonen un tratamiento desigual y erjudicial hacia las mujeres,2 conocido hoy en da como se-ismo elcito overt sexism) Benokraitis y Feagin 1986, 1995) orque es fcilmente detectable, visible y observable; o viejo seismo old-fashioned sexism) Swim et al. 1995) ues se aega al mantenimiento de roles tradi-cionales ara hombres y mujeres.

    Pero, si el seismo lo entendemos eclusivamente como una actitud negativa hacia las mujeres, es difcil mantener su eistencia en las sociedades ms desarrolladas Esito et al. 2000). Actualmente en las sociedades oc-cidentales las manifestaciones seistas se estn recanalizando hacia formas ms encubiertas y sutiles de eresin que se siguen caracterizando or un tratamiento desigual y erjudicial hacia las mujeres seismo covert). La formacin de esta nueva cara del seismo ha discurrido de forma aralela a la evolucin de las actitudes racistas Katz et al. 1986, McCo-nahay 1986, Sears 1988, Pettigrew 1989 y Rueda y Navas 1996). Entre las aortaciones ms destacables sobre el nuevo seismo est la de Swim et al. 1995), quienes lo definen como seismo moderno modern sexism) y se fundamentan en los mismos ilares rouestos or Sears 1988) ara concetualizar el racismo moderno, adatados a las relaciones entre se- os: 1) negacin de la discriminacin, 2) antagonismo ante las demandas que hacen las mujeres, y 3) resentimiento acerca de las olticas de aoyo que consiguen. Paralelamente, ougas et al. 1995) introducen el conceto de neosexismo entendido como la manifestacin de un conflicto entre los valores igualitarios junto a los sentimientos negativos residuales hacia las mujeres. Este seismo, aunque est en contra de la discriminacin abierta contra ellas, considera que ya han alcanzado la igualdad, or tanto no

    2 En la literatura cientfica el estudio de las actitudes seistas hacia los hombres ha asado inadvertido, debido a la osicin de suerioridad que ha tenido a lo largo de la historia. No obstante, aunque es evidente que l no ha sufrido discriminacin, no odemos negar que s se le ha estereotiado, es decir, se le han atribuido caractersticas definitorias ajustadas a su gnero. Adems, es imortante destacar que la visin estereotiada de la mujer se combina con la del hombre, en la que, recisamente, se afianza su mayor estatus. De forma que la diferencia entre los estereotios hacia los seos es ara ellos un beneficio y ara ellas un erjuicio. Sin detrimento de lo anterior, es innegable que el carcter er-nicioso de los estereotios de gnero masculino los afecta tambin a ellos, ues les coarta y limita, restringindoles a una nica forma legtima de ser y osicionarse en el mundo. A esar de ello, analizar las actitudes seistas hacia los hombres desborda el rosito de este trabajo, en el que fundamentalmente retendemos evidenciar el rejuicio hacia las mujeres en la sociedad atriarcal.

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    necesitan ninguna medida oltica de roteccin, con lo que se imide la igualdad real.

    En conclusin, la comrensin de la nueva cara del seismo, identifi-cado como seismo moderno o neoseismo, se articula desde una dimen-sin social blico-laboral), desde una ersectiva ms sutil y encubierta, y con ello ms erniciosa ara los objetivos de igualdad. Esto suone que amarados en la suuesta igualdad entre los seos, se imidan las acciones ositivas que roicien la igualdad real en la esfera blica. Un seismo que, en cualquier caso, no es ajeno a los resuuestos que han nutrido de contenido al seismo ms tradicional Sence y Hahn 1997).

    En la concetualizacin del seismo moderno, recogida de los lan-teamientos hechos or Swim et al. 1995) y del neoseismo de ougas et al. 1995), se rima la dimensin social blico-laboral) y con ello la consideracin de los seos como gruos homogneos en conflicto. Esto suone asumir que la sueracin del seismo vendr dada or la sue-racin de la asimetra social entre los seos, es decir, la igualdad objetivada y real en el mbito blico, que suone suerar las barreras que frenan el avance de la mujer. Estos resuuestos se desarrollan, como hemos visto, en sintona con la forma de abordar las desigualdades rovocadas or otros elementos de diferenciacin como es la raza.

    Sin embargo, a diferencia de las categorizaciones hechas en funcin de la raza, etnia o cultura, entre las que se uede asumir una clara indeen-dencia entre los miembros de los distintos colectivos, las relaciones entre seos tambin se encuentran connotadas or relaciones de deenden-cia. Precisamente la comleja trama de relaciones de deendencia e indeendencia hace de las relaciones entre seos una realidad diferente y singular, con elementos no comatibles con los resentes en el resto de las relaciones intergruales. Por tanto, ara maimizar la comrensin del seismo moderno se ha de reconocer esta singularidad relacional entre los seos y entender que las actitudes hacia stos sern el resultado de las fuerzas divergentes de indeendencia y autonoma en el conteto social blico-laboral) con las fuerzas convergentes de deendencia y heteronoma en el mbito relacional. Esto ha roiciado el desarrollo de la ms reciente y novedosa teora sobre el seismo moderno.

    La teora del sexismo ambivalente de Glick y Fiske 1996) es la rimera que reconoce la necesidad de ubicar en la comrensin del nuevo seismo la dimensin relacional, mismo que se oerativiza con la resencia de dos

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    elementos con cargas afectivas antagnicas: ositivas y negativas Glick y Fiske 1996, 2001), que da lugar a dos tios de seismo vinculados: el hostil y el benevolente.

    El sexismo hostil es una ideologa que caracteriza a las mujeres como un gruo subordinado e inferior y legitima el control social que ejercen los hombres. El sexismo benevolente se basa en una ideologa tradicional que las idealiza como esosas, madres y objetos romnticos Glick y Fiske 1997). Y es seista tambin en cuanto que resuone su inferioridad, ya que reconoce y refuerza el atriarcado, ues considera que ellas necesi-tan de un hombre ara que las cuide y roteja. A su vez, utiliza un tono subjetivamente ositivo con las que asumen roles tradicionales, como criaturas uras y maravillosas cuyo amor es necesario ara que un hombre est comleto.

    El seismo hostil atribuye a las mujeres caractersticas negativas, mien-tras que en el seismo benevolente se ofrecen caractersticas or las que son valoradas, esecialmente vinculadas con su caacidad reroductiva y maternal. En definitiva, una visin estereotiada de la mujer, tanto en su tono ms hostil, evaluada negativamente como inferior; como en su tono ms benevolente, evaluada ositivamente como diferente, ero sueditada a determinadas funciones, tales como las de madre y esosa. Adems, el seismo benevolente coadyuva al seismo hostil al ermitir que los hombres seistas sean los benefactores de las mujeres y disculen su hostilidad slo ante aquellas que se lo merecen, es decir, aquellas que se adatan a los estereotios de su gnero y que cumlen correctamente sus roles de buenas esosas y madres, sin trasasar los lmites de estas fun-ciones. Este seismo benevolente suscita conductas rosociales de ayuda o roteccin hacia las mujeres.

    La dimensin ms hostil comarte con el seismo tradicional su tono afectivo negativo, mientras que la dimensin ms benevolente, que desliega un tono afectivo ositivo, no es algo nuevo, ues se refleja en la tica de las religiones cristianas, de tan larga tradicin en los ases ms occidentales. En stas se transmite la visin de las mujeres como criaturas dbiles que han de ser rotegidas y al mismo tiemo colocadas en un edestal ara adorar sus roles naturales de madre y esosa, de los que no debe etralimitarse. En un reciente estudio en colaboracin con Peter Glick Glick et al. 2002, Lameiras et al. 2003), con una muestra de 1 003 gallegos/as entre 18 y 65 aos de edad, se confirma que las ersonas

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    ms religiosas son recisamente las que se adscriben a actitudes ms be-nevolentes. De modo que las actitudes transmitidas or la iglesia catlica en relacin con los seos refuerzan una ideologa seista benevolente que legitima la desigualdad de gnero. De la misma forma, se comrueba que el nivel educativo correlaciona negativamente con las actitudes seistas, demostrando la imortancia de la educacin en la erradicacin de las desigualdades de gnero.

    En definitiva, lo realmente novedoso de la teora rouesta or Glick y Fiske 1996, 2001) es la combinacin indisociable de las formas hostil y benevolente de las actitudes hacia las mujeres, cuyas formas de seismo ms modernas conforman el seismo ambivalente, en donde el eje articulador brota del reconocimiento de la dimensin relacional-de-endiente entre los seos.

    Las formulaciones tericas relativas al seismo ms moderno en su concrecin ambivalente encuentran aoyo emrico. Los estudios confir- man la eistencia de un seismo ambivalente, resultado de la combinacin de dos tios de seismo: el hostil y el benevolente, iedra angular de la teora formulada or Glick y Fiske 1996). Esta confirmacin emrica, inicial-mente aortada or los roios autores, fue reafirmada en investigaciones aralelas Mladinic et al. 1998, Esito et al. 1998, Eckes y Si 1999).

    Si reconocemos que el seismo ambivalente hacia las mujeres, tanto en su vertiente hostil como benevolente, las mantiene en un lugar asi-mtrico y jerrquicamente inferior al del hombre, es eserable que ellos se adscriban en mayor medida a tales actitudes. Esto queda confirmado sistemticamente or los estudios llevados a cabo hasta la fecha dentro Moya y Esito 2000, Lameiras et al. 2001, Lameiras et al. 2006) y fuera de nuestras fronteras Glick y Fiske 1996, Masser y Abrams 1999, Eckehamar et al. 2000, Glick et al. 2000). No obstante, estos hallazgos no ueden hacernos olvidar que las roias mujeres, como elementos centrales de estas relaciones de oder-sumisin, interiorizan y manifiestan actitudes seistas tanto hostiles como benevolentes hacia s mismas y hacia otras; lo que, sin duda, se one de relieve en las actitudes seistas benevolentes, debido a su tono afectivo ositivo y a su naturaleza sutil y encubierta. Con-secuentemente, las actitudes seistas benevolentes hacia las mujeres son ms difciles de identificar como tal, lo que las convierte en fuertemente erniciosas ara la consecucin de una igualdad real.

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    As, frente al viejo seismo, caracterizado or su tono afectivo negativo hacia las mujeres, olticamente incorrecto y burdo, hoy inacetable en las sociedades occidentales democrticas, se va configurando uno nuevo, un seismo moderno basado en formas ms sutiles e imlcitas de discriminacin. ste se caracteriza or rechazar las medidas olticas que favorecen la incororacin de la mujer al mundo laboral en condiciones de igualdad, or lo que se articulan a artir de una dimensin blico-laboral y or resentar una ambivalencia que combina actitudes seis- tas hostiles y benevolentes, articuladas desde una dimensin interersonal. La cara hostil de este seismo comarte con el anterior su tono afectivo ne- gativo, mientras que la benevolente utiliza un tono afectivo ositivo di- rigido slo hacia aquellas que no cumlen sus funciones de madres y esosas y que no transgreden los estereotios imuestos a su gnero.

    Este comlejo entramado de fuerzas de indeendencia-deendencia y autonoma-heteronoma configura el actual anorama de discriminacin seista, que contina eretuando la jerarquizacin entre seos, encum- brando la suerioridad de lo masculino y la subordinacin de lo femenino. En este sentido, la teora del seismo ambivalente, fundamentalmente en su dimensin benevolente, entronca directamente con el conceto de violencia simblica Bordieu 2000), que a travs de un oder legiti-mador que suscita el consenso tanto de los dominadores como de los dominados, tiene la caacidad de imoner una ercecin legtima del mundo social y de sus divisiones. Consecuentemente, el orden masculino est tan rofundamente enraizado que no tiene necesidad de justificacin, ues se imone or s mismo como evidente, universal, natural; se ejerce al margen de los controles de la conciencia y de la voluntad, mediante una coercin aradjicamente consentida, una resin sutil sobre los cueros y las mentes, no ercibida como tal sino como el orden natural de las cosas Fernndez 2005). De forma que, tal y como se ha destacado en la introduccin de este trabajo, a travs del roceso de socializacin, inconsciente, annimo, imlcito y difuso, se realiza una somatizacin rogresiva de las relaciones de dominacin seual, imonindose una construccin social de la reresentacin del seo biolgico Bourdieu 2000). Bajo esta violencia simblica, de la que el seismo benevolente es una buena manifestacin, los dominados, en este caso las fminas, acetan como legtima su roia condicin de dominacin.

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    En definitiva, ara alcanzar la igualdad real es necesario la sueracin de, or lo menos, dos grandes limitaciones: que la sociedad en general reconozca el carcter construido y arbitrario de los estereotios de gnero; y que las mujeres, y no slo los hombres, reconozcan el carcter seista que tambin tiene el olo benevolente a esar de su tono afectivo ositivo.

    En las ltimas dcadas la realidad desigual y asimtrica de los seos se ha ido maquillando, desdibujando sus formas ms discriminatorias y seistas que ya no son olticamente correctas, con el rosito de obtener formas ms sutiles y encubiertas que mantengan la jerarqua en-tre los seos. Esto no ha suuesto un verdadero cambio en la estructura cognitiva colectiva, de la cual es fiel reflejo la estructura social objetiva o roductiva, es decir, la organizacin social del esacio y del tiemo, as co- mo la divisin seual del trabajo. De este modo las relaciones entre los seos siguen condicionadas or las asimetras que imonen los estereotios de gnero que hunden sus races en el aradigma atriarcal, un legado del que an no logramos desrendernos.

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