Deleuze Artaud y El Cuerpo Sin Organos

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Índex Introducción 2 ¿Qué es la superficie? 3 Desaprobación de la falsa profundidad: Lo más profundo es la piel 4 Ya no hay superficie 6 Las máquinas deseantes 8 Conclusiones 15 Bibliografía 16 1

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Page 1: Deleuze Artaud y El Cuerpo Sin Organos

Índex

Introducción 2

¿Qué es la superficie? 3

Desaprobación de la falsa profundidad: Lo más profundo es la piel 4

Ya no hay superficie 6

Las máquinas deseantes 8

Conclusiones 15

Bibliografía 16

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Page 2: Deleuze Artaud y El Cuerpo Sin Organos

Deleuze, Artaud y el cuerpo sin órganos

Introducción

«L’homme un beau jour a arrêté l’idée du monde. Deux routes s’offraient à lui : celle de

l’infini dehors, celle de l’infime dedans. Et il a choisi l’infime dedans. Là où il n’y a

qu’à presser le rat, la langue, l’anus ou le gland.1»

Pour en finir avec le jugement de Dieu, A. Artaud.

El “descubrimiento de la superficie” y la “crítica de la profundidad” son dos conceptos

de los que nos habla Deleuze en Lógica del Sentido para más tarde afirmar que “forman

una constante en la literatura moderna”. Deleuze nos indica que en esa misma órbita se

encuentra, entre otros, Michel Tournier en Vendredi ou les limbes du Pacifique, y le cita

como ejemplo de dicha actitud: «Extraña decisión ésta que valoriza ciegamente la

profundidad a expensas de la superficie y que quiere que superficial signifique no vasta

dimensión, sino poca profundidad, mientras que profundo signifique, por el contrario,

gran profundidad y no pequeña superficie.» Si ahora ponemos atención en el fragmento

de Pour en finir avec le jugement de Dieu citado más arriba, podremos fácilmente

equiparar el “ínfimo interior” del que habla Artaud con la “pequeña superficie” de lo

profundo y, su “exterior infinito” con la “vasta dimensión” que significa la superficie.

Aparentemente se trata de visiones análogas, sin embargo, como veremos más adelante

(impelidos por el buen ojo de Deleuze), Artaud hace estallar la superficie.

1 «Un buen día el hombre detuvo la idea del mundo. Se le ofrecían dos caminos: el del exterior infinito, el del interior ínfimo. Eligió el interior ínfimo. Allí donde basta con apretar la rata, la lengua, el ano o el glande. » Antonin Artaud: Van Gogh: el suicidado de la sociedad Y Para acabar de una vez con el juicio de Dios, 6ª edición, editorial Fundamentos, Madrid, 2011, p. 83.

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¿Qué es la superficie?

Según Platón:

Platón distinguía dos dimensiones: (1ª) La de las cosas limitadas con cualidades fijas,

siempre suponiendo descansillos, paradas, es decir, determinando un presente y un

sujeto. (2ª) Y, en palabras de Deleuze, “un puro devenir sin medida, verdadero devenir-

loco, que no se para nunca, en los dos sentidos a la vez, esquivando siempre el presente,

haciendo coincidir el futuro y el pasado, lo más y lo menos, lo demasiado y lo

insuficiente en la simultaneidad de una materia indócil”. 2 No se trata de la dualidad

platónica Ideas-Cuerpos, sino de una dualidad ubicada en los mismos cuerpos sensibles:

lo determinado por la Idea- lo que no responde a esta determinación. Deleuze la define

coma la distinción entre copias y simulacros. La materia del simulacro es lo ilimitado,

es decir, el puro devenir. El simulacro está constituido por lo ilimitado porque no es

afectado por la Idea, cuyo destino es determinar cosas, tornarlas limitadas. Como es

bien sabido, Platón coloca las cosas debajo de las Ideas, pues las cosas aceptan el orden

impuesto por las Ideas ¿pero qué hay debajo de las cosas? Ese devernir-loco, la materia

del simulacro, que subsiste (o insiste) en las cosas. Las cosas tienen nombre propio,

pero la identidad del devenir es infinita. El nombre propio designa a una cosa que está

parada, y si está parada es gracias a la acción de la Idea. Pero una cosa parada pierde su

identidad (o su identidad desaparece para el yo), si es afectada por un verbo de puro

devenir y llevada, así, a la superficie de los acontecimientos.

Según los estoicos:

Los estoicos distinguían dos clases de cosas: los cuerpos que actúan y padecen y sus

correspondientes “estados de cosas” (siendo estos determinados por la mezcla entre

cuerpos) y los efectos, ¿los efectos de qué? de los cuerpos entendidos todos ellos como

causas. Estos efectos son “incorporales”, no son cualidades físicas, no son cosas ni

estados de cosas, sino acontecimientos, es decir, no son sustantivos y adjetivos, sino

verbos. No son entidades existentes, pero son en tanto que subsisten (o insisten) en las

cosas o entidades existentes. Las cosas, es decir, los cuerpos que actúan y padecen y sus

correspondientes estados de cosas, son en el presente; por el contrario, los

2 Gilles Deleuze: Lógica del sentido, Barral Editores, Barcelona, 1970, p. 10.

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acontecimientos o efectos de los cuerpos-causas son en el pasado-futuro. Pero sólo el

presente existe en el tiempo, mientras que el pasado y el futuro insisten en él dividiendo

el presente.

Los efectos o acontecimientos son también entendidos por los estoicos como atributos

lógicos de los cuerpos, que no como cualidades físicas. Los atributos son expresados

por verbos, por lo que no son, sino que designan maneras de ser. Se sitúan en el plano

de los acontecimientos, de los efectos, de los resultados, es decir, en la superficie del

ser. Somos testigos pues de la primera gran inversión del platonismo: En Platón el

devenir-loco, lo ilimitado, estaba oculto en la profundidad de las cosas, debajo de lo que

se sometía a la acción de la Idea. Con los estoicos, en cambio, lo ilimitado asciende a la

superficie. La superficie es el límite corporal, por ello es el plano donde operan los

efectos, incorporales e ideales

Desaprobación de la falsa profundidad: Lo más profundo es la piel3

«Y si no hay nada que ver detrás de la cortina, entonces es que todo lo visible, o más

bien toda la ciencia posible está a largo de la cortina.»4

Todo pasa en la superficie, allí se buscan los acontecimientos, mientras que las cosas se

buscan en profundidad, pero ¡alto!, lo profundo es ahora menoscabado. De los cuerpos

a lo incorporal [los acontecimientos] se pasa siguiendo la frontera, costeando la

superficie.5 Todo es más profundo en tanto que pasa en la superficie, o, lo que es lo

mismo, la profundidad es tanto más comprensible cuando es extendida por los

acontecimientos, es decir, desplegada por el lenguaje,

Los acontecimientos son expresados o expresables mediante proposiciones. La

proposición implica varias relaciones, muchos autores reconocen tres6: la relación de la

proposición con un cuerpo, o con su correspondiente estado de cosas (designación), la

relación de la proposición con el sujeto que se expresa (llamada frecuentemente

manifestación), y la relación de la proposición con conceptos universales o generales

(significación o demostración en tanto que la proposición demuestra la aceptación de un

3 Paul Valery4 Gilles Deleuze: Lógica del sentido, Barral Editores, Barcelona, 1970, p.20.5 Gilles Deleuze: Lógica del sentido, Barral Editores, Barcelona, 1970, p. 206 Gilles Deleuze: Lógica del sentido, Barral Editores, Barcelona, 1970, p. 23.

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universal). Podemos hablar entonces de tres dimensiones: la designación, la

manifestación y la significación. ¿Pero cuál de ellas incluye a los efectos de superficie, a

los acontecimientos? Deleuze propone añadir una cuarta dimensión: el sentido. Los

estoicos descubrieron el sentido en el acontecimiento, es decir, en la superficie de las

cosas, y no lo consideraron ni palabra, ni cuerpo, ni representación sensible, ni

representación racional, sino aquello que subsiste o insiste en la proposición, es decir, lo

expresado de la proposición. Es, por la tanto, una dimensión que sólo podemos

reconocer a través de la experiencia.

También Husserl descubre una dimensión distinta a la designación, a la manifestación y

a la demostración: la expresión, el sentido de lo expresado. La define como lo percibido

tal como aparece en una representación o como la apariencia, pero no se trata de un dato

sensible, pues no existe fuera de la proposición que lo expresa.

El sentido no existe fuera de la proposición que lo expresa, pero tampoco es un atributo

de la proposición, sino atribuible a ella. El atributo de la proposición, el predicado, se

atribuye al sujeto de ésta, y el atributo de la cosa, el acontecimiento expresado por el

verbo, se atribuye a la cosa designada por el sujeto de la proposición. Por lo que, en

tanto que el acontecimiento o el sentido no existe fuera de la proposición que lo expresa,

y en tanto que el acontecimiento o el sentido no es una cualidad de la cosa, sino un

atributo que se dice de la cosa, concluimos que el sentido es lo expresado o lo

expresable de la proposición y, de forma simultánea, el atributo de la cosa o del estado

de cosas.

Dice Deleuze: “El sentido tiende una cara hacia las cosas, y otra cara hacia las

proposiciones”.7 Se encuentra, por lo tanto en la superficie, en el plano en el que

percibimos los efectos de las cosas, es decir, lo inmediato, lo más profundo8.

Ya no hay superficie

7 Gilles Deleuze: Lógica del sentido, Barral Editores, Barcelona, 1970, p. 36.8 “De una parte, lo más profundo es lo inmediato; de otra, lo inmediato está en el lenguaje”. Gilles Deleuze: Lógica del sentido, Barral Editores, Barcelona, 1970, p. 19.

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Ya no hay superficie, es decir, ya no hay frontera entre las cosas y las proposiciones,

porque ya no hay superficie de los cuerpos. Según Deleuze, el lenguaje que utiliza

Artaud es el lenguaje del esquizofrénico,9 y el primer aspecto del cuerpo esquizofrénico

es el cuerpo-colador, el cuerpo que es sólo profundidad y lo arrastra todo a esa

“profundidad abierta”10 o “grieta profunda”.11 Para el esquizo, en tanto que todo es

físico, hay otros cuerpos que penetran en el nuestro, y del mismo modo le afectan las

palabras, también físicas. Si las palabras son ahora físicas quiere decir que han perdido

su sentido, ya no pueden expresar efectos incorporales o acontecimientos ideales, es

decir, ya no pueden designar un atributo de una cosa o de un estado de cosas, pues ellas

mismas son elementos ruidosos que rompen el cuerpo, formando en él un nuevo estado

de cosas, una mezcla.

Recopilemos: según los estoicos existían de un lado los cuerpos con sus acciones y

pasiones y sus correspondientes estados de cosas o mezclas, y del otro, los efectos

incorporales de los cuerpos, o acontecimientos, es decir, lo expresado de la palabra, en

tanto que la palabra designa una cosa a la que son atribuibles efectos incorporales. En

cambio, para el esquizofrénico, no existe esta dualidad, sino sólo los cuerpos que actúan

y padecen y las mezclas. La palabra es por lo tanto una pasión del cuerpo, una pasión

dolorosa cual alimento envenenado.12 Precisamente habla Deleuze de consonantes que

penetran y aniquilan el cuerpo, de elementos fonéticos singularmente hirientes, de

cualidades sonoras insoportables… por lo que no hay lugar a dudas, las palabras afectan

y agreden al cuerpo esquizofrénico, porque lo diferencian o definen al articularlo o

organizarlo, determinan sus órganos en función del modo en que son afectados.

Sin embargo, el esquizofrénico puede convertir la dolorosa palabra-pasión en acción

triunfante instaurando palabras-soplos o palabras-gritos, en las que desaparecen los

valores fonéticos hirientes, pues sólo prevalecen los valores tónicos. Es decir,

instaurando un lenguaje sin articulación, que hace de las palabras acciones, forzándolas

así a perder su potencia para ser troceadas y agredir a las partes del cuerpo, órganos. Los

valores silábicos de las palabras son así reemplazados por sobrecargas consonánticas,

guturales y aspiradas.13 A las palabras indescomponibles les corresponde un organismo

9Gilles Deleuze: Lógica del sentido, Barral Editores, Barcelona, 1970, p. 112.10Gilles Deleuze: Lógica del sentido, Barral Editores, Barcelona, 1970, p. 116.11 Gilles Deleuze: Lógica del sentido, Barral Editores, Barcelona, 1970, p. 116.12 Gilles Deleuze: Lógica del sentido, Barral Editores, Barcelona, 1970, p 117.13 Gilles Deleuze: Lógica del sentido, Barral Editores, Barcelona, 1970, p. 119

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sin partes, es decir, el cuerpo sin órganos de Antonin Artaud: un cuerpo vaporoso, que

aparece como una nueva dimensión del cuerpo esquizofrénico y que lo hace todo por

transmisión fluídica. Acabamos de definir el procedimiento activo, el procedimiento de

acción, que se opone al procedimiento de pasión Sin embargo, la pasión y la acción son

inseparables, por lo que forman parte, aunadas, de la profundidad de los cuerpos. Eso

significa que incluso los fluidos pueden arrastrar trozos de pasión en el cuerpo sin

órganos.

Las palabras pueden, por lo tanto, ser pasión, afectar y machacar el cuerpo troceado o

enlatado,14 o bien, ser acción, constituir el polo activo, que no modifica el cuerpo. Esto

último sucede cuando son instauradas palabras-soplos o palabras-gritos, que son

imposibles de desintegrar. Son gritos soldados en el soplo, como los huesos en la sangre

del cuerpo sin órganos. Hablamos de transmisión fluídica15 porque la palabra se

convierte en la acción de un cuerpo sin partes al mojarla o prenderle fuego, pues así

deviene indisociable.16

Las máquinas deseantes

14 Deleuze considera que las palabras-alimento penetran en el cuerpo-caja del esquizofrénico, formando una mezcla, un cuerpo encajonado o enlatado (alimento en lata), o, lo que es lo mismo, desencajonado o desenlatado, pues el contenido y el continente, al ya no haber superficie, no tienen un límite preciso. 15 Si bien es cierto que el fluido está corrompido por formar parte de la ambivalencia pasión-acción, constituye, aun así, la mezcla más perfecta.16 La palabra-soplo es, según Artaud, una onda “que duda entre el gas y el agua”.

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La palabra esquizofrénica forma una dualidad: la palabra-pasión y la palabra-acción.

Estas dos palabras se desarrollan en relación con otra dualidad, la del cuerpo: cuerpo

troceado (cuerpo-organismo en tanto que está organizado) y cuerpo sin órganos.

Entidades, ambas, que forman parte del proceso de producción de las máquinas

deseantes. ¿Las máquina qué…?17

Las máquinas deseantes o máquinas esquizofrénicas existen en tanto que aceptamos una

serie de premisas: Todo forma máquinas, máquinas de máquinas, las máquinas

productoras o deseantes están en todas partes. Ya no existe la distinción industria-

naturaleza, hombre-naturaleza, porque todo es producción de producciones, y la

naturaleza es entendida como la producción del hombre y por el hombre, en tanto que es

éste quien acopla las máquinas. El esquizofrénico vive la naturaleza como procesos de

producción, es decir, entiende la producción primaria (producción de producciones)

como la realidad esencial del hombre y la naturaleza:

Le corps sous la peau est une usine surchauffée.

et dehors,

le malade brille,

it luit,

de tous ses pores,

éclatés18.

El hombre empalma las máquinas conectando siempre una máquina-órgano a una

máquina energía: una de ellas emite un flujo que la otra corta, siempre flujos y cortes.

Dice Deleuze: “el seno es una máquina que produce leche, y la boca, un máquina

acoplada a aquélla”19. El deseo es un principio inmanente a la producción, es el

encargado de efectuar dicho acoplamiento. Una máquina productora de un flujo está

conectada a otra que realiza un corte, una extracción de flujo, es decir, un flujo continuo

es cortado por un objeto parcial, parcial en tanto que está conectado a otro con respecto

17 Debemos adjudicar a Gilles Deleuze la paternidad de esta categoría. Precisamente el primer capítulo de su El Antiedipo. Capitalismo y esquizofrenia se titula “Las máquinas deseantes”.18 El cuerpo bajo la piel es una fábrica recalentada / y fuera / el enfermo brilla, / reluce, / con todos sus poros, / reventados. Gilles Deleuze con Félix Guattari : El Antiedipo, Barral editores, Barcelona, 1972, p.13 19 Gilles Deleuze con Félix Guattari : El Antiedipo, Barral editores, Barcelona, 1972, p. 11

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Page 9: Deleuze Artaud y El Cuerpo Sin Organos

al cual actúa como un flujo que será a su vez cortado por otro objeto parcial. Se trata de

un proceso de producción que forma un sistema lineal-binario.

Este acoplamiento objeto parcial-flujo tiene

también otra forma: Producto-producir, o lo que

es lo mismo, el producir está incorporado en el

producto, “la producción deseante es producción

de producción, como toda máquina, máquina de

máquinas”20. Decíamos ¿las máquinas qué…? Ya

no hay lugar a dudas, las máquinas deseantes o de

la producción primaria: producción de producción.

Producción de producción, síntesis productiva que efectúa una síntesis conectiva

expresada en la conjunción “y” (la producción y el producto), serie lineal en la que entre

en juego en un tercer tiempo el cuerpo sin órganos, éste introduce la identidad producto-

producir, pero lo hace provocando una parada porque es un objeto no diferenciado,

porque no es un organismo. Todo se paraliza por un conflicto aparente entre la máquina

deseante y el cuerpo sin órganos.

El cuerpo sin órganos es un motor parado, no se presta a nada, rechaza todo servicio. Es

Bartleby el escribiente, aquél que, citando a Deleuze, no tiene “una voluntad de nada”,

sino “una nada de voluntad”21. Aquel ser que es pura literalidad, letra muerta22, signo

vacío, y, en relación a los otros, ser imposible de descomponer, pues no le suceden

cosas, ni le han sucedido, ni le pueden ser adjudicados planes futuros, porque nada

puede proyectarse en él, al ser, repetimos, letra muerta. El cuerpo sin órganos no tiene 20 Gilles Deleuze con Félix Guattari : El Antiedipo, Barral editores, Barcelona, 1972, p. 1521 “Preferiría nada y no más bien algo: no una voluntad de nada, sino la emergencia de una nada de voluntad. Bartleby se ha ganado el derecho a sobrevivir, esto es, a permanecer quieto y en pie frente a un muro ciego. [···] Ser en cuanto ser, y nada más”. VV. AA.: PREFERIRÍA NO HACERLO, 2ª edición, editorial Pre-textos, Valencia, 2011, p. 63.22 Platón se queja en el Fedro contra la escritura, contra los signos gráficos. Los considera mudos, exterioridad pura. Hasta el siglo VII, durante el predominio de la cultura oral, no se materializa la diferencia entre el significante y el significado, de modo que pudiera parecer que de la cosa emanara la palabra. Por el contrario, con la escritura, el significante adquiere cuerpo y se hace evidente su desemejanza con la cosa que señala. De esto se quejaba Platón, de que los signos gráficos pudieran ser repetidos literalmente, pero no por ello significaran nada. La escritura permite la literalidad, la cual permite hacer copias exactas, es decir, la reproducción de la letra, pero no, la trasmisión del espíritu. Los signos gráficos son letra muerta, en tanto que son pura literalidad, y sólo pueden escapar de esa condición, al entender de Platón, siendo animados por una voz interior. Este tema lo desarrolla José Luís Parto en su ensayo sobre Bartleby.

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ni boca para mamar, ni ano para cagar. No nos entrega nada porque es un fluido en

estado libre, sin cortes, sin extracción, en un cuerpo lleno sin órganos.

Hablábamos de un conflicto aparente entre la máquina deseante y el cuerpo sin órganos,

¿por qué? Porque en el proceso de producción el cuerpo sufre, en tanto que las

máquinas deseantes forman un organismo, en tanto que el cuerpo es organizado. El

cuerpo sufre por no tener otra organización o por no tener NINGUNA

ORGANIZACIÓN. Pesamos otra vez en Bartleby y en su “preferiría no hacerlo”,

fórmula que desmonta toda propuesta que pudiera hacérsele, pues toda propuesta, en

tanto que particularidad, cae bajo el peso de “la gran formula indeterminada”:23 I would

prefer not to (prefiero no). Bartleby mantiene a todo el mundo a distancia, es decir, les

impide penetrar en su interior o interpretar su conducta, parapetándose tras una fórmula

lingüística equivalente al silencio, por ser una fórmula carente de sentido. Si Bartleby

prefiere no ser interpretado, es porque prefiere no tener NINGUNA ORGANIZACIÓN,

es decir, no ser un particular, no significar nada.

En el tercer tiempo de la serie lineal-binaria producto-producir (también identificada,

recordemos, como síntesis conectiva de producción) las máquinas deseantes se

estropean (luego veremos que sólo así, estropeadas, funcionan), y al detenerse sube la

masa inorganizada que articulaban. El cuerpo lleno sin órganos es estéril, improductivo,

inconsumible. Los órganos de la vida, la working machine, son insoportables para el

cuerpo, la organización le ahoga. Dice Artaud: “los organismo son los enemigos del

cuerpo”24. El cuerpo se siente reprimido porque no puede realizar el instinto de muerte,

ya que, igual que desea la vida (la working machine), el deseo también tiene por objeto

la muerte, pues su motor inmóvil es el cuerpo lleno de muerte.

Aquí podemos enumerar otra vez una serie de dualidades: Las máquinas-órganos y la

superficie resbaladiza, opaca y blanda del cuerpo sin órganos que lo torna inservible; los

flujos ligados, conectados y recortados de las máquinas deseantes y el fluido amorfo,

indiferenciado, del cuerpo sin órganos; las palabras fonéticas, articuladas, y los soplos y

gritos, de imposible desintegración.

23 Ensayo de Deleuze sobre Bartleby: VV. AA.: PREFERIRÍA NO HACERLO, 2ª edición, editorial Pre-textos, Valencia, 2011, p. 6124 Gilles Deleuze con Félix Guattari : El Antiedipo, Barral editores, Barcelona, 1972, p. 18.

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La síntesis conectiva de producción es susceptible a un uso edípico25 y en consecuencia

específico, entonces el objeto del deseo es una persona definida, mientras que según un

uso no específico de dicha síntesis, se destruye la unidad ficticia del yo, al estar basada

en objetos parciales y en consecuencia presentar como único sujeto al deseo.

Precisamente el cuerpo sin órganos, que es producido como antiproducción, niega la

triangulación edípica, la producción parental, pues se ha engendrado por sí mismo.

“Yo, Antonin Artaud, soy mi hijo, mi padre, mi madre y yo”26

Decíamos que las máquinas deseantes sólo funcionan si no cesan de estropearse, es

decir, funcionan produciendo un elemento de antiproducción, el cuerpo sin órganos, en

el tercer tiempo. Esto sucede así porque el cuerpo sin órganos atrae a toda la producción

y la distribuye por su superficie, la superficie de registro: superficie “encantada y

milagrosa”27 en tanto que se presenta como la cuasi-causa28 de la producción. El cuerpo

sin órganos registra o inscribe la producción distribuyéndola por su superficie mediante

la síntesis disyuntiva.

La síntesis disyuntiva, expresada mediante la fórmula “ya-ya” (ej: se detiene y no dice

nada: ya porque no tiene nada que decir, ya porque a pesar de tener algo que decir acaba

por no querer decirlo), implica una no definición, caer en lo indiferenciado (el cuerpo

sin órganos es un cuerpo no diferenciado), no definirse y por lo tanto disolverse, aunque

el esquizofrénico no cae en la disolución si consigue afirmar los dos polos opuestos. La

síntesis disyuntiva produce permutaciones entre las diversas diferenciaciones posibles,

mientras que el “o bien” implica alternativas, es decir, términos impermutables, o, lo

que es lo mismo, tomar una decisión, definirse. El “o bien” es la solución edípica y

supone escoger entre padre-hijo, vivo-muerto y hombre-mujer.

25 Nos referimos a la triangulación edípica (padre, madre e hijo), la cual implica una producción parental, el nacimiento de un sujeto específico.26 Gilles Deleuze con Félix Guattari : El Antiedipo, Barral editores, Barcelona, 1972, p. 23.27 Gilles Deleuze con Félix Guattari : El Antiedipo, Barral editores, Barcelona, 1972, p. 21.28 El término “cuasi-causa” es frecuentemente utilizado por Deleuze. Son también identificados como cuasi-causas los acontecimientos, porque en realidad éstos son los efectos de los cuerpos, las verdaderas causas.

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Page 12: Deleuze Artaud y El Cuerpo Sin Organos

En este punto cabe hacer algunas aclaraciones. Decíamos que el cuerpo sin órganos

registra la producción por su superficie (superficie de registro), sobre él se distribuye la

energía productiva (Deleuze la llama Numen) según un código de registro particular,

delirante o deseante, que presenta una extraordinaria fluidez, ya que no invoca siempre

la misma genealogía, ni registra de la misma manera el mismo acontecimiento. El

código de registro del esquizo podríamos decir que es una mezcla de todos los códigos,

pues pasa de un código al otro en un deslizamiento rápido, y esto es así porque, en

realidad, el esquizo es lo mismo en todos lados, en todas las disyunciones: un cuerpo sin

órganos, un cuerpo que permanece no siendo un organismo, a pesar de que atraiga a

toda la producción, de que las máquinas se enganchen a él, o más bien lo intenten, pues

no parece una tarea fácil, teniendo en cuenta el carácter fluido y resbaladizo del cuerpo

sin órganos.

La síntesis disyuntiva de producción de registro recubre la síntesis conectiva de

producción de producción. La continuación del registro es el consumo, pero éste se

produce por y en la producción de registro. La producción de consumo produce un

sujeto, pues el consumo es el placer para el sujeto (voluptas). El consumo es el fin de la

producción y la producción misma. Podría chocarnos la aparición de un sujeto en el

proceso de producción, pues participábamos de la disolución del yo y de lo definido y

de lo que está parado y es por lo tanto susceptible a recibir un nombre propio. Pero,

¡alto!, se trata de un sujeto muy especial.

En la superficie de registro se inscribe algo que pertenece al orden de un sujeto:29 “luego

soy yo, es a mí…”. Fórmula que expresa, primero, que el sujeto sólo aparece cuando se

le llama (“luego es a mí a quien se dirigen”), es decir, expresa que el sujeto es definido

por una interpelación, y, segundo, que se le llama en el último momento. Pues primero

se da la producción de producción, luego una parte de la energía de producción se

transforma en energía de registro, y finalmente una parte de la energía de registro se

transforma en energía de consumo, y es esta energía residual la que anima la tercera

síntesis, la síntesis conjuntiva del “luego soy yo, es a mí” o producción de consumo. De

aquí concluimos que sujeto no es originario, sino que es producido, producido como

resto.

29 Gilles Deleuze con Félix Guattari : El Antiedipo, Barral editores, Barcelona, 1972, p. 24.

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Page 13: Deleuze Artaud y El Cuerpo Sin Organos

El sujeto consume placer en tanto que “saca una prima eufórica de todo lo que la

máquina hace girar”.30 El sujeto consume intensidades puras, es decir, sensaciones de

paso intensas, estados de intensidad carentes de figura y forma. No se trata de

alucinaciones ni delirios, estos se dan de forma secundaria. La emoción que se siente de

forma primaria es una intensidad, un devenir; por ejemplo, es un “siento que me

convierto en mujer” o “que me convierto en Dios”, y sólo ahora se proyecta la

alucinación o se interioriza el delirio, una vez se ha sentido la intensidad.

El cuerpo sin órganos designa la intensidad = 0, y los estados intensivos son todos

positivos, son los estados estacionarios y metafísicos por los que un sujeto pasa. O lo

que es lo mismo, las intensidades puras llenan el cuerpo sin órganos en diferentes

grados, por los que pasa el sujeto. Las intensidades son producidas por la oposición

entre repulsión y atracción. La repulsión tenía lugar cuando el cuerpo sin órganos sentía

las máquinas deseantes como aparato de persecución, ya que se sentía reprimido en

tanto que prefería no tener ninguna organización. Deleuze llama a esta reacción

repulsiva del cuerpo sin órganos máquina paranoica. Esta repulsión daba lugar a una

atracción: el cuerpo sin órganos atraía a toda la producción para registrarla por su

superficie. Esto recibe el nombre de máquina milagrosa, porque la superficie de registro

aparece como encantada, al presentarse como la cuasi-causa de la producción.

Un “siento que me convierto en mujer” (uno siente que se convierte en muchas cosas)

no es el efecto de un delirio o de una alucinación, sino que designa una zona de

intensidad sobre el cuerpo sin órganos. En el cuerpo sin ´órganos se desarrollan

devenires y cambios, todo son emociones vividas. Vemos que el consumo de

intensidades puras es ajeno a la triangulación edípica (“Luego soy yo, luego es mi

padre, luego es mi madre”.

Deleuze describe el proceso según el cual el sujeto acaba consumiendo intensidades o

devenires, proceso que rechaza la constitución de una identidad fija:

“Los puntos de disyunción sobre el cuerpo sin órganos [sobre su superficie o

superficie de registro] forman círculos de convergencia alrededor de las

30 Gilles Deleuze con Félix Guattari : El Antiedipo, Barral editores, Barcelona, 1972, p. 29.

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Page 14: Deleuze Artaud y El Cuerpo Sin Organos

máquinas deseantes; entonces el sujeto, producido como residuo al lado de la

máquina, apéndice o pieza adyacente de la máquina, pasa por todos los estados

del círculo y pasa de un círculo a otro [experiencia esquizofrénica]. No está en el

centro, pues lo ocupa la máquina, sino en la orilla, sin identidad fija, siempre

descentrado, deducido de los estados por los que pasa”.31

El sujeto se extiende sobre los contornos de los círculos, y el centro no lo ocupa el yo,

sino la máquina célibe. La máquina célibe es donde Deleuze hace aparecer los estados

intensivos que consume el sujeto, es decir, de los que nace el sujeto, siendo más

importante el estado vivido que el sujeto que lo vive.

Lo habitual es que el individuo no busque más que su propio centro y que no vea el

círculo del que forma parte. Si a este individuo le conmociona la idea de no ser el

individuo que cree ser, de alejarse del centro, de ser otro, es porque desconoce que el

centro es inencontrable, es decir, que una identidad es esencialmente fortuita, por lo que

el sujeto debe recorrer una serie de individualidades. De ahí que Deleuze hable del

eterno retorno de Nietzsche, pues el sujeto nietzscheano pasa por una serie de estados e

identifica los nombres de la historia con estos estados. No se trata de identificarse con

personas, sino de identificar los nombres de la historia con zonas de intensidad sobre el

cuerpo sin órganos. También Artaud decía sentirse identificado con todos los nombres

de la historia.

Conclusiones

Gilles Deleuze se ha adjudicado la tarea de embestir contra toda estructura rígida que

someta lo real para empobrecerlo. Se entiende por estructura rígida, por ejemplo, la

existencia de un sujeto originario, primordial, pero, desde una perspectiva más amplia,

31 Gilles Deleuze con Félix Guattari : El Antiedipo, Barral editores, Barcelona, 1972, p. 28

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Page 15: Deleuze Artaud y El Cuerpo Sin Organos

todo lo diferenciado, aquello que se define según sus límites. Se opone a ello el cuerpo

sin órganos de Antonin Artaud, amorfo, inarticulado e imposible de desintegrar.

Deleuze habla del orden primario de la esquizofrenia, en el que la antigua dualidad

profundidad-superficie es sustituida por la que forman las acciones y pasiones de los

cuerpos. De ahí que Artaud explore el infrasentido, pues el sentido ha desaparecido al

hacerlo la superficie. En opinión de Deleuze: Artaud es el único que nos enfrenta a la

profundidad abierta que todo lo engulle, y por ello merece ser reconocido:

Artaud es el único con auténtica, absoluta, profundidad en la literatura, el único que ha

descubierto un cuerpo vital y el prodigioso lenguaje de este cuerpo a fuerza de

sufrimiento, como él dice.32

- Así pues ahora hay que dedicarse a emascular al hombre.

- ¿Cómo es eso? De cualquier modo que se le tome está

usted loco, pero loco de atar.

- Haciéndole pasar, una vez más pero la última, por la mesa

de la autopsia para rehacerle su anatomía. Digo, para

rehacerle su anatomía. El hombre está enfermo porque está

mal construido. Hay que decidirse a desnudarlo, para

escarbarle ese animálculo que le pica mortalmente, dios, y

con dios, sus órganos.

Pues áteme si así lo quiere, pero no existe nada más inútil

que un órgano. Cuando le haya dado un cuerpo sin órganos,

entonces lo habrá liberado de todos sus automatismos y

devuelto a su verdadera libertad.

Fragmento de Para acabar de una vez con el juicio de dios de Antonin Artaud.

Bibliografia

Antonin Artaud: Van Gogh: el suicidado de la sociedad Y Para acabar de una

vez con el juicio de Dios, 6ª edición, editorial Fundamentos, Madrid, 2011.

Gilles Deleuze: Lógica del sentido, Barral Editores, Barcelona, 1970.

32 Gilles Deleuze: Lógica del sentido, Barral Editores, Barcelona, 1970, p. 124.

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Francis Bacon, Estudio para una crucifixión, 1962.

Page 16: Deleuze Artaud y El Cuerpo Sin Organos

Gilles Deleuze con Félix Guattari : El Antiedipo, Barral editores, Barcelona,

1972.

VV. AA.: PREFERIRÍA NO HACERLO: Bartleby el escribiente de Herman

Melville seguido de tres ensayos sobre Bartleby de Gilles Deleuze, Giorgio

Agamben y José Luis Pardo, 2ª edición, editorial Pre-textos, Valencia, 2011.

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