Delimitación conceptual de la psicopatología

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9 En este trabajo nos planteamos fundamentalmente llegar a los aspectos descriptivos más sobresalientes de los fenómenos psi- copatológicos, según lo dado por la perspectiva fenomenológica, empleando este término en su sentido general (teoría de los fe- nómenos o de lo que aparece) y no en el sentido de la filosofía de Friedrich Hegel o de la metodología establecida por Edmund Husserl. Por otra parte, entraremos sólo muy tangencial y super- ficialmente en aspectos de naturaleza explicativa (por ejemplo, cuando nos refiramos a la forclusión en el trastorno alucinatorio y delirante), dada la evidente limitación del espacio de este tex- to. En tal sentido, para la ampliación de las ideas explicativas de carácter dinámico o psicoanalítico remitimos a Gabbard (2000), existiendo variados textos, algunos de los cuales reseñamos en la bibliografía, como el de J. Vallejo y colaboradores (1998), en los que se hacen muchas aclaraciones de los determinantes de otra índole (biológicos, psicológicos, sociológicos, etcétera) que parti- cipan en la aparición y desarrollo de los trastornos mentales. En lo que toca a la filiación de las distintas categorías psicopa- tológicas, a pesar de las críticas que han recibido, deben ser una referencia tanto el dsm-iv como su posterior revisión, el dsm-iv-tr, que preferimos sobre la cie. Complemento muy necesario a la hora de considerar los trastornos de personalidad es la obra de Millon (Millon y Davis, 1996). Presentación

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  • 9En este trabajo nos planteamos fundamentalmente llegar a los aspectos descriptivos ms sobresalientes de los fenmenos psi-copatolgicos, segn lo dado por la perspectiva fenomenolgica, empleando este trmino en su sentido general (teora de los fe-nmenos o de lo que aparece) y no en el sentido de la losofa de Friedrich Hegel o de la metodologa establecida por Edmund Husserl. Por otra parte, entraremos slo muy tangencial y super- cialmente en aspectos de naturaleza explicativa (por ejemplo, cuando nos re ramos a la forclusin en el trastorno alucinatorio y delirante), dada la evidente limitacin del espacio de este tex-to. En tal sentido, para la ampliacin de las ideas explicativas de carcter dinmico o psicoanaltico remitimos a Gabbard (2000), existiendo variados textos, algunos de los cuales reseamos en la bibliografa, como el de J. Vallejo y colaboradores (1998), en los que se hacen muchas aclaraciones de los determinantes de otra ndole (biolgicos, psicolgicos, sociolgicos, etctera) que parti-cipan en la aparicin y desarrollo de los trastornos mentales.

    En lo que toca a la liacin de las distintas categoras psicopa-tolgicas, a pesar de las crticas que han recibido, deben ser una referencia tanto el dsm-iv como su posterior revisin, el dsm-iv-tr, que preferimos sobre la cie. Complemento muy necesario a la hora de considerar los trastornos de personalidad es la obra de Millon (Millon y Davis, 1996).

    Presentacin

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    1.1. Delimitacin conceptual de la psicopatologa

    Antes de plantearnos una breve revisin del desarrollo histrico de la psicopatologa, parece necesario establecer su delimitacin conceptual. Al respeto, psicopatologa signi ca etimolgicamente estudio de las dolencias del alma (Porot, 1952), pudiendo hoy decirse que es un saber que trata de dar cuenta cient camente de los hechos psicolgicos de carcter morboso (mentales y conduc-tuales), siendo sus objetivos concretarlos conceptualmente, clasi -carlos, explicarlos y controlarlos de la forma ms efectiva, e ciente y e caz posible. La psicopatologa supone un conocimiento que se ocupa de los trastornos mentales con una visin general, sirviendo de sostn bsico tanto a la psiquiatra como a la psicologa clnica, una y otra centradas en el fenmeno anmalo de un hombre con-creto y en el intento de cambiarlo favorablemente, valindose la ltima de mtodos, instrumentos e intervenciones de naturaleza psicosocial, mientras que la primera maneja, adems, herramien-tas de corte biolgico, estando ambas particularmente compro-metidas en el terreno aplicado, concretamente en el teraputico.

    Como sealan Jarne y Talarn (2000), los orgenes de la psicolo-ga y la psicopatologa cient cas son comunes, pudiendo citarse a Wundt, Kraepelin y Pvlov como sus progenitores, que intenta-ron enmarcarlas en los modelos asumidos en su poca, trabajan-do en laboratorios con un tosco mtodo experimental. Pero muy pronto los psicopatlogos, por el escaso progreso que conseguan, buscaron fuentes peculiares, dirigiendo su mirada hacia la lo-sofa (fenomenologa, existencialismo, etctera), la lingstica y

    Delimitacin conceptual de la psicopatologa y consideraciones histricas acerca de su desarrollo

    I.

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    el psicoanlisis, tratando de encontrar lo que la psico(pato)loga experimental no les daba. Paulatinamente, sin embargo, en tiem-pos ms cercanos, muchos psicopatlogos tomaron como marco de referencia los conocimientos neurobiolgicos, conductuales y cognitivos ms novedosos, tratando de superar los enfoques des-criptivos e incluso comprensivos e interpretativos anteriores, para acceder a explicaciones psiconeurolgicas, facilitando todo ello el dominio de los llamados psiquiatras biolgicos, centrados ex-cesivamente en los determinantes somticos de la mente y de la conducta. Ahora bien, otros psiquiatras y psiclogos clnicos, sin descartar tales aportaciones, persistieron en la consideracin de la lingstica (en sentidos muy distintos, Jacques Lacan y entre nosotros Carlos Castilla del Pino), del psicoanlisis clsico, de la psicologa humanstica y de los aportes socioculturales, entrn-dose as en un terreno multiparadigmtico, donde se enfrentaban variadas escuelas y sistemas, en ocasiones con enconadas luchas, pero que en todo caso enriquecieron los conocimientos acerca de la psicopatologa, procurando acceder con tales soportes a una concepcin integral.

    Por otro lado, si bien la psiquiatra (as como la psicologa cl-nica) y la psicopatologa son saberes muy cercanos, no hay que confundirlos entre s, pues como mantiene Vallejo (1985) hay claras diferencias entre ambas (ideas que son igualmente aplica-bles a la psicologa clnica): a)la psicopatologa tiene por objeto el establecimiento de reglas y conceptos generales, mientras que la psiquiatra se centra en el caso morboso individual; b) la psico-patologa es una ciencia en s misma, mientras que la psiquiatra toma la ciencia como medio auxiliar, pero trascendindola hasta llegar al arte mdico, que tiene sentido en el quehacer prctico y en la relacin terapeuta-paciente; c) la psicopatologa, partien-do de la unidad que es el ser humano, va descomponindolo en funciones psquicas (consciencia, atencin, percepcin, memoria, etctera), aisladas con el n de analizar adecuadamente las leyes o principios generales que las rigen, aunque sin perder de vista las conexiones funcionales intrapsquicas, mientras que la atencin de los psiquiatras se centra en el hombre enfermo, indivisible por de nicin y slo accesible con un enfoque holstico; y, d) la psi-

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    copatologa se desentiende de lo teraputico, eje y meta nal de la psiquiatra.

    Sea como fuere, no hemos podido acceder an a un modelo unitario psicopatolgico que haya integrado las diversas perspecti-vas en juego, hasta el punto que ni siquiera existe un solo trmino aceptado con unanimidad para acoger el saber que acoge la con-ducta anmala, hablndose no slo de psicopatologa o patopsico-loga, epgrafes que proceden del campo clnico-psiquitrico, sino tambin de psicologa patolgica, psicologa anormal y patologa del comportamiento o de la conducta. Incluso con esta diversidad de trminos, la mayora estamos de acuerdo que bajo ellos se acoge el estudio de los fenmenos psquicos anormales y/o patolgicos en general, fenmenos a los que antiguamente, y an hoy en el marco de la psiquiatra clsica, se agruparon bajo el trmino en-fermedad o trastorno mental y que actualmente desde el marco de la psicologa clnica se denomina conducta anormal, patolgi-ca y/o desadaptada. Sobre la base de todo ello, la psicopatologa es de nida en la actualidad por algunos (Mesa, 1986) como la ciencia de la conducta anormal y/o patolgica y no de la enferme-dad mental, trmino que considera impreciso y poco operativo. Bajo el concepto de conducta anormal considera diversos matices (conducta desviada, perturbada, trastornada, patolgica, irracio-nal, desorganizada, etctera), apuntando en cualquier caso al laxo y polismico concepto de normalidad, el cual viene mediatizado por elementos estadsticos, normativos, funcionales, culturales, los cos, ideolgicos, polticos, etctera, lo que hace inevitable-mente cargar el concepto de uno u otro sentido segn la visin preferentemente adoptada.

    Sin embargo, una mayora solemos inclinarnos por soluciones de compromiso, ampliamente interpretables, a la hora de delimi-tar el objeto de la psicopatologa, hablando de trastorno mental y conductual a la hora de concretar el objeto de estudio de la psicopatologa, como es el caso de la de nicin que se ofrece en el dsm iv:

    ...un sndrome o un patrn comportamental o psicolgico de signi- cacin clnica, que aparece asociado a un malestar (p. ej., dolor),

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    a una discapacidad (p. ej., deterioro en una o ms reas de funcio-namiento), o a un riesgo signi cativamente aumentado de morir o de sufrir dolor, discapacidad o prdida de libertad. Adems, este sndrome o patrn no debe ser meramente una respuesta cultural-mente aceptada a un acontecimiento particular (p. ej., la muerte de un ser querido). Cualquiera que sea su causa, debe considerarse como la manifestacin individual de una disfuncin comporta-mental, psicolgica o biolgica. Ni el comportamiento desviado (p. ej., poltico, religioso o sexual) ni los con ictos entre el individuo y la sociedad son trastornos mentales, a no ser que la desviacin o el con icto sean sntomas de una disfuncin (apa, 1994).

    En la afamada cie-10, otro sistema clasi catorio muy utilizado, sobre todo fuera de Estados Unidos, el trastorno mental se carac-teriza de forma similar, acogiendo:

    La presencia de un conjunto de sntomas o comportamientos aso-ciados en la mayora de los casos a malestar y a interferencia con la vida del individuo (oms, 1993).

    Ahora bien, sea cual fuere la concrecin del campo de trabajo de la psicopatologa, la clave cient ca de este saber est en lo explicativo y en el intento de veri cacin, ms o menos experi-mental, de las hiptesis en juego. Al respecto, lo que se entiende por ciencia ha sufrido cambios muy diversos en el curso de la his-toria, teniendo bastante poco que ver lo que actualmente se de ne como tal en relacin con lo que, por ejemplo, se mantena a prin-cipios del siglo xx, debiendo recordarse que hoy tampoco existe unanimidad en la conceptualizacin y delimitacin de lo que es o no es conocimiento cient co. Esta discusin es especialmente llamativa en el campo psico(pato)lgico, donde los especialistas ms eminentes en la materia no terminan de jar unos criterios aceptados por la mayora: cuestiones metodolgicas, en las que se discuten cul o cules son los mtodos vlidos, asuntos epistemo-lgicos, tales como si nuestro saber puede acceder a explicaciones con base en genuinas leyes o en funcin de meros principios ms o menos generales, e incluso qu tipos de explicaciones son posi-bles en psico(pato)loga, tienen enfrentados a nuestros tericos y

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    lsofos de la ciencia. En cualquier caso, a nuestro entender, cual-quier saber puede estimarse como cient co cuando posea las tres siguientes caractersticas bsicas (Snchez-Barranco, 1999):

    1. Que los fenmenos considerados pertenezcan a la realidad, esto es, que se refieran a hechos que posean una existencia efectiva, formando un campo de trabajo lo suficientemen-te delimitado y especfico, que, adems, no coincida con el de otros saberes ya institucionalizados. En el caso de la psicopatologa, los hechos de la realidad se refieren a la con-ducta anmala, al trastorno mental y conductual, bajo cuyo epgrafe deberan incluirse no slo los actos pblicos, sino tambin los privados e ntimos (Castilla del Pino, 1988), considerando tanto la esfera de lo consciente como la de lo inconsciente, siempre que el contenido en cuestin posea un significado, ya concreto, ya simblico. El campo de trabajo de la psico(pato)loga es, pues, tanto la llamada realidad ob-jetiva como la realidad subjetiva.

    2. Que exista la posibilidad de un abordaje metodolgico de naturaleza cientfica, entendiendo por tal el uso de procedi-mientos contrastados para analizar y resolver un conjunto de problemas relativos a la realidad considerada, atenindose a determinadas reglas consensuadas. Ello no tiene porque im-plicar la aceptacin de un monismo metodolgico, de corte experimental o del tipo que fuere, pues no se hace ciencia por la mera adscripcin a una metodologa especfica, sino por la validez terica y tcnica del saber en cuestin, pudiendo ser variados los accesos y las formas de tal validacin.

    3. Finalmente, ha de poder alcanzarse con los oportunos es-tudios e investigaciones y las necesarias reflexiones tericas, un cuerpo de leyes, principios o regularidades con capacidad explicativa de los eventos atendidos, cosa que necesariamente conlleva la posibilidad de predecir, aunque en psico(pato)loga es mejor hablar de pronosticar, as como posdecir una por-cin mayor o menor de los fenmenos en cuestin y con-trolar en algn grado el curso de los mismos, manejando las variables o los factores que los determinan, condicionan, cau-san o motivan.

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    De todo lo anterior, la posibilidad de alcanzar un cuerpo explica-tivo de carcter cient co es lo esencial. Ahora bien, qu queremos decir cuando hablamos de explicacin en psico(pato)loga? Recu-rramos a unos ejemplos sencillos para esclarecer nuestra postura.

    En primer trmino, si nos cuestionamos por qu un perro, al or el tintineo de un llavero, se dirige excitado hacia la puerta de la calle, la teora conductista nos permite alcanzar una explicacin: el animal ha establecido una asociacin entre el ruido que hacen las llaves al chocar entre s y el hecho de poder salir fuera de la casa. Pero dicho reforzamiento no implica ms que una probabilidad que los hechos relatados tengan lugar, pues no hay una estricta ley que permita predecir con absoluta certeza que el perro haga lo que hace, sino un mero principio general que facilita un pronstico de los hechos a acontecer. Si se tratara de un hecho fsico (empujar una bola de billar con una cierta fuerza), siempre que tengamos adecuadamente controladas todas las variables en juego, podra-mos predecir con seguridad plena lo que va a ocurrir, porque sub-yace una ley determinista que aboca en una explicacin causalista. En el caso de nuestro perro, y desde la perspectiva conductista, slo tenemos un principio regulador que permite establecer las relaciones asociativas que existen entre las variables participantes, pudindose hablar aqu de explicacin funcional. Algunos manten-drn que ello es as porque el estado de nuestros conocimientos y mtodos no permite un adecuado control de las variables partici-pantes (biolgicas o del orden que sea), y, si esto sucediera, esta-ramos ante la posibilidad de una genuina explicacin causal. Ello supone asumir ciertos apriorismos los cos, como, por ejemplo, el determinismo total de la conducta y el negar la presencia de bsqueda de metas o teleologismo.

    Pero veamos otra situacin: una seora acude a un psiclogo clnico o a un psiquiatra porque est muy triste desde que muri su perro. La oportuna evaluacin del caso pone de mani esto que viva sola desde hace aos, siendo su nica compaa el animal, que le haba sido regalado por su esposo poco antes de fallecer. El profesional puede dar una explicacin de los hechos, pero recu-rriendo al signi cado consciente que la prdida del can supone para su cliente (soledad, nico ser que le permita seguir manteniendo

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    un cierto lazo de unin con el marido, etctera): en este caso se est utilizando la comprensin de unos motivos, la cual se centra en la puesta en primer plano del sentido consciente que tiene para la persona los eventos en cuestin. Deberamos hablar en este caso de una explicacin comprensiva.

    Pensemos, nalmente, en una consulta clnica algo diferente: una paciente, con circunstancias semejantes a la anterior, es lle-vada a un psicoanalista porque viene mostrando un comporta-miento chocante tras la muerte de su perro. Est eufrica, apenas duerme, no para de hablar y de gastar dinero en compras intiles y crea con ictos con los vecinos por su turbulencia, aunque ella no tiene ninguna consciencia de enfermedad. Una vez tranquili-zada, por el paso del tiempo o por la accin de ciertos psicofr-macos, el trabajo psicoanaltico puede permitir conocer que en su inconsciente hay una profunda pena por la prdida del perro, l-timo representante en su vida del pasado feliz. Pero cmo explicar su exuberante alegra y su conducta expansiva? En un momento dado el psicoanalista obtiene datos biogr cos y caracteriales que le permiten interpretar la conducta de la paciente a la luz de su teora: sta es fruto de la negacin de la prdida del perro y del esposo, del doble duelo, evitando as el afrontamiento de ambas muertes. En este caso se establece una comprensin dinmica y profunda, que acoge las motivaciones inconscientes, tratndose de una explicacin interpretativa o dinmica.

    Los hallazgos psico(pato)lgicos anteriores pueden llegar a es-tablecerse tambin en otros eventos ms o menos similares en las mismas u otras personas, lo que autoriza a crear ciertos principios generales de carcter explicativo, yendo entonces ms all de lo idiogr co (lo individual), para acceder a lo nomottico (lo general), con lo que se hace factible construir un saber de tipo cient co.

    Hay que sealar tambin que los diversos tipos de explicaciones sealados no tienen porque ser incompatibles entre s, es ms, ha de considerarse que en la mayora de los casos hay una copartici-pacin que permite construir una explicacin global, biopsicoso-cial, en la que entran en juego determinantes causales (genticos, constitucionales, bioqumicos) y psicosociales (pblicos, privados, ntimos, conscientes e inconscientes), susceptibles respectivamen-

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    te de un abordaje causal y de un abordaje comprensivo-interpre-tativo. As, en el caso ltimamente referido, es razonable admitir la participacin, en el estado hipomanaco de la seora de la exis-tencia de una predisposicin gentico-constitucional que ocasio-na una alteracin de ciertos neuro-transmisores cerebrales, lo que abocara en el diagnstico de un episodio hipomaniaco, posible componente de un trastorno bipolar, que justi cara plenamente no slo la intervencin psicoteraputica (por parte de un psiquia-tra o un psiclogo clnico), sino tambin la biolgica o psicofar-macolgica (por parte de un mdico psiquiatra).

    A lo largo de su desarrollo histrico, la psico(pato)loga ha tra-tado de ir alcanzando los tres criterios que antes hemos referido (estudio de una realidad, empleo de una metodologa cient ca y establecimiento de principios explicativos generales), intentando para ello delimitar con precisin sus trminos y conceptos bsi-cos, manejar las hiptesis presuntamente explicativas (en algunos de los sentidos que hemos expresado anteriormente), tanto de la conducta pblica como privada, ya consciente, ya inconsciente, conjeturas que de alguna forma puedan ser veri cables con las adecuadas investigaciones a travs de metodologas apropiadas, con el n de construir principios generales o regularidades ms o menos abarcativas, gracias a todo lo cual poder sistematizar un oportuno cuerpo terico y/o tecnolgico.

    Por otra parte, como manifestaron Alexander y Selesnick (1970), a lo largo de la historia se han venido estableciendo en psicopato-loga tres perspectivas explicativas: una explicacin (mejor pseudo-explicacin) mgica y/o sobrenatural, una explicacin organicista, somtica o biolgica (inicialmente pobre y limitada, pero cada vez ms cercana a lo cient co) y una explicacin psicosocial o psicogentica (igualmente de ms calidad con el paso del tiempo). En todos los casos tratando de acceder a la construccin de con-ceptos y las subsiguientes doctrinas que abarcasen todo el corpus psico(pato)lgico. En muy pocos periodos de tiempo, es cierto, ha existido una concepcin nica y dominante para dar cuenta de la conducta anmala, mostrndose las tres tendencias citadas ms o menos entremezcladas en casi todas las culturas y todos los mo-mentos histricos, incluido el presente.

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    Actualmente, adems, carecemos an de una teorizacin abar-cativa y sistemtica en la psico(pato)loga, cuestin que ha llevado a algunos a mantener que este saber se debate en el nivel de una ciencia en formacin o semiciencia, lo que sera una consecuencia, desde los presupuestos de Kuhn (1962), de su inmadurez. Cier-tamente, podemos asumir que incluso en el presente persisten en la psico(pato)loga muchos rasgos precient cos, que incluyen pseudoexplicaciones e intentos de in uencia de carcter mgico o pseudocienti co, teniendo los que mantienen estas posiciones abundantes seguidores que tratan de resolver o aliviar el sufrimien-to psquico por medio de intervenciones sin ningn fundamento validado por las vas que hoy tenemos como cient cas.

    1.2. Consideraciones histricas acerca del desarrollo de la psicopatologa

    1.2.1. Del pasado remoto al pasado reciente

    Todas las culturas de todos los tiempos se han interesado por identi car las anomalas psquicas, precisar sus causas o motivos y tratar de modi carlas en su curso de la forma ms favorable posible para el individuo y la sociedad, lo que ha conducido a un camino compartido de la historia de la psicopatologa con la de la psiquiatra y de la psicologa clnica. A lo largo de la historia de la Humanidad se han dado muy diversos nombres al trastorno mental, se le han atribuido muy variadas etiopato-genias y se han aplicado muchas intervenciones presuntamente teraputicas, porque, entre otras razones, se captaba que el ser humano afecto de una perturbacin psquica sufra y ocasionaba o poda ocasionar alguna alteracin y pesar en el entorno social cercano o lejano. Todo ello, lgicamente, ha venido muy media-tizado por el estado de conocimientos existente en cada poca, habindose pasado por un periodo claramente acient co a una etapa acorde con lo que delimitamos como ciencia, compartien-do con lo anterior espacios mayores o menores. Al respecto, y

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    centrndonos en los agentes con los que se ha relacionado el trastorno mental, se ha mantenido en el pasado bien la responsa-bilidad de determinantes sobrenaturales (dioses, malos espritus, demonios), bien la de determinantes de naturaleza material (ya ambientales, ya del propio organismo, heredados o adquiridos). En los momentos presentes se trata de agrupar todos los factores materiales, con una tendencia integradora, en un marco cient- co, aunque siguen existiendo posturas extremistas y posturas pseudocient cas de carcter sobrenatural, ms o menos cerca-nas a los deseos o temores de las personas en cuestin y no a los principios rectores de la Naturaleza.

    En lo que toca al pasado remoto, por los datos arqueolgicos que nos han llegado, puede especularse que el hombre primiti-vo atribua un origen mgico o sobrenatural al trastorno men-tal, manteniendo que ciertas fuerzas exteriores, como los astros u otros elementos atmosfricos, la penetracin en el cuerpo de ciertos objetos o animales, la prdida del alma, la intrusin de un mal espritu o la rotura de un tab o de un hechizo (Clements, 1932), alteraban el funcionamiento de la corporalidad y de la mente ocasionando las diversas enfermedades. As, algunos con-sideran que los crneos trepanados hallados entre hombres del neoltico de Per tenan como nalidad hacer salir del cerebro los espritus malignos, prctica comn en algunas tribus primitivas de tiempos ms modernos. Otros autores, sin embargo, se han planteado si ello no fue un mero rito funerario para permitir que el espritu del muerto pudiese tomar un camino sobrenatural e incluso hay quien de ende que podran ser genuinas operaciones quirrgicas para aliviar la presin intracraneal de enfermos afec-tos de tumores, traumatismos u otras patologas cerebrales, cali- cando de mito la interpretacin mgica de tales trepanaciones (Maher y Maher, 1995).

    Por otra parte, las diversas intervenciones con pretensiones tera-puticas que seguan los primitivos han sido bien sintetizadas por Ellenberger (1970). Al respecto podemos resaltar aqu las ideas siguientes:

    Las prcticas exorcistas de antiguos romanos, hebreos, grie-gos, chinos y egipcios tenan sin duda la nalidad de aliviar o

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    Una aproximacin a la psicopatologa desde la perspectiva fenomenolgica

    curar a enfermos desde una perspectiva mgica, intervenciones que primero eran realizadas por hechiceros y posteriormente por sacerdotes, intentando con ello expulsar del cuerpo del enfermo los espritus dainos o controlar de forma mgica los factores at-mosfricos o ambientales presuntos productores de la enfermedad fsica o mental. En el caso de los espritus mal cos, si se entenda que stos respondan a la orden de otro espritu superior, podan ser vlidas las oraciones o diversos rituales buscando una alianza con tal espritu superior que ayudase a la expulsin del enemigo. Si se crea que ello era insu ciente, se usaban eptetos ofensivos o torturas que inevitablemente iban dirigidos hacia el sujeto posedo, como agelacin, ocasionar hambre o hacer ingerir pcimas, e incluso llegar en ocasiones a provocar la muerte (quema de brujas, etctera). Esta concepcin mgico-religiosa no siempre fue nega-tiva, pues en el chamanismo el trastorno mental era entendido como un instrumento de contacto con la divinidad/espritu (Jar-ne y Talarn, 2000).

    Cuando el trastorno mental se explica por la in uencia de los malos espritus, hay que hablar de concepcin demonolgica o de-monologa: un ser mal co ms o menos autnomo se instala den-tro del cuerpo de algunos seres vivos, controlando su forma de comportarse, abocando ello en todo caso en algo perjudicial para el propio sujeto y el entorno. Tal eventualidad poda ocasionarse a causa de los pecados del sujeto o sus familiares, siendo entonces la posesin un castigo de los dioses. Esta idea ya se encuentra en el Deuteronomio, uno de los libros ms antiguos de la Biblia: Dios castigar a aquellos que violen sus normas con la locura, la cegue-ra y la paralizacin del corazn.

    Estas creencias acerca de las enfermedades mentales (y de otro tipo) se mantienen hasta Hipcrates de Cos (460-377 a.C.), que fue de los primeros en atacar la teora acerca del origen sobrena-tural de la enfermedad, defendiendo las causas corporales (con-cepcin somatognica de la enfermedad fsica y psquica), a travs de su conocida teora de la interaccin de los cuatro humores bsicos (sangre, bilis negra, bilis amarilla y ema), o ms bien del equilibrio-desequiibrio de las cuatro cualidades bsicas de la Na-turaleza que acompaan y caracterizan a tales humores (caliente,