Delmira Agustini

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Delmira Agustini - (1886 - 1914)

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Delmira Agustini - (1886 - 1914)

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Montevideo literario e histórico

Montevideo de principios de siglo era una ciudad pequeña, pasados los levantamientos militares, con altibajos en la economía, el país entraba en una época de prosperidad.Las obras de Nietzsche, de Proudhon, de Bakunin, de Kropotkin, de Max Stirner, de Malatesta, de León Tolstoi, eran instrumentos de lucha para los jóvenes intelectuales de avanzada, entre los que se destacaban: Furgón, Falco, Vasseur, Fernández Ríos.Comenzaron a tomar importancia los movimientos de los trabajadores y con ello llegaron las represiones.Se viajaba en tranvía eléctrico. Había plaza de toros en la Unión; carreras de caballos, juegos atléticos; teatros. Los jóvenes paseaban por la calle Sarandi y por el Parque Urbano. Las familias se visitaban y la niña tocaba el piano y cantaba.La actividad literaria era importante. Tuvo sus prosistas, sus poetas y sus dramaturgos: Rodó, Reyles, Blixen, Medina Betancort, Herrera y Reissig, de las Carreras, Furgón, Quiroga, Pérez y Curis, Luis de Guimaraes, Víctor Pérez Petit, Manuel Bernárdez, José Illa Moreno, Carlos Roxlo, Delmira Agustini, Florencio Sánchez.Se vivía el Modernismo, caracterizado por su originalidad, su refinamiento verbal, su actitud cosmopolita, su culto de lo exótico y su subjetivismo. La primera manifestación apunta a Ismaelillo (1882), de José Martí; y su culminación llega con Prosas Profanas (1896), de Rubén Darío.Lo fundamental del movimiento ocurrió en el idioma, adquirió flexibilidad y riqueza, creó nuevas

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formas sintácticas.En el poema modernista, la palabra la emoción conjuntamente con la idea. El significado de las palabras se ensambla y se convierte en algo vivo. Su vida trasciende al lector, pero escapa a la explicación.Los escritores modernistas estudiaban cuanto produjeron la antigüedad clásica y las civilizaciones egipcia, japonesa, india, caldea, asiria, las leyendas cristianas.El de conseguir una cultura enciclopédica es característico de América española, por eso que se puede señalar a Martín Fierro y a Prosas Profanas como libros auténticamente americanos.Los intereses políticos, económicos y la necesidad que tenía cada país ocupaban la atención general. Ello no interesaba a los escritores modernistas, que se evadían de esa realidad dedicándose al estudio. Despreciaban al burgués, que a su vez no los estimaba ni comprendía.Delmira Agustini escribía a propósito de esto: “¡A cada paso en el suelo / siento que aplasto un gusano!” (El poeta y la diosa).Delmira Agustini

El día lunes 6 de julio de 1914, Delmira Agustini fue muerta por dos balazos en la cabeza por su ex esposo, Enrique Job Reyes, que se suicidó enseguida, en la pieza que él alquilaba en la calle Andes 1206, en casa de la familia González Mariño, amiga suya.Las crónicas de los diarios catalogaron al crimen como pasional, sin romanticismo, ni misterio.Delmira tenía veintisiete años y Reyes

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veintinueve. Él había nacido en Florida el 11 de mayo de 1885; y ella, el 24 de octubre de 1886, en Montevideo, calle Río Negro 254.Fue bautizada en la Catedral el 8 de enero de 1887. Tenía un hermano mayor que ella, Antonio Luciano. Sus padres fueron Santiago Agustini y María Murtfeld; los de él, Ginés Reyes y Jacinta Díaz.Santiago Agustini fue uno de los fundadores de la Bolsa de Comercio de Montevideo.En marzo de 1908, Delmira conoció a Reyes en el Parque Urbano, se veían a escondidas, excepto los seis meses corridos desde el 3 de marzo hasta el 6 de octubre de 1913. Su madre no aceptaba el noviazgo.Delmira era alta, rubia, de ojos azules, con tendencia a la obesidad; él tenía gran prestancia física. Trabajaba en la casa de remates de Ponce de León y Dutra; luego, por su cuenta fue rematador. Era persona sencilla, con capacidad intelectual corriente, que quizás no bastaba para compartir la vocación de Delmira.Se casaron el 14 de agosto de 1913, pero el 6 de octubre siguiente ella volvió a casa de sus padres.Su madre la obligó a suscribir una carta en la cual decía a Reyes que se iba por su propia voluntad, sin ninguna presión ajena. Delmira se encargó de desmentir esto con otra carta.Para la señora Murtfeld, que era obesa y tenía deficiencias písiquica, “la Nena”, era “la Nena”, y tenía que obrar como ella mandara. Ella, que no podía gobernarse a sí misma, gobernaba a su hija.

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Delmira se sentía atraída por la apostura física de Reyes y el deseo que persistía “formidable y ardiente”, los mantenía unidos, por más que sus mundos espirituales y sus intereses intelectuales los separasen. Eso los mató.La Nena sufría mucho cuando dejaba de serlo para volverse Delmira y contemplar a Reyes, hacerle arrumacos o mostrase imperiosa o burlona o despreciativa.Delmira era un ser estético; después de alcanzar la cima del placer, volvía a sus valores de belleza y se encontraba consigo en soledad. Reyes seguía pensando en el amor unido a su mujer.Delmira encontró en él a un hombre apto para su deseo porque fue quizás quien más la atrajo con su aspecto físico.Ella tuvo conciencia se ello: “Si no vamos a ser felices, es preferible morir juntitos”.Después de volver a casa de sus padres, se vieron a escondidas. El 4 de marzo de 1914 ella inició su juicio de divorcio, sin dejar de encontrarse con él. El juicio dio fallo el 5 de junio de 1914, pero siguieron encontrándose.El soneto La Cita podría ser memoria de esos encuentros.

APRENDIZAJE:

Curso enseñanza primaria en el Colegio de las Hermanas del Huerto. Su vocación poética fue temprana: a los cinco años dictaba a su padre las primeras composiciones poéticas.Delmira tenía un espíritu fuerte y una voluntad débil. Su madre la absorbió completamente. Era mayor y sus

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padres la llevaban a pasear, llevaban a la “Nena”. Era frecuente verla en la Plaza Cagancha (Libertad) en compañía de don Santiago. Muy pocas veces se veía salir con alguna de sus pocas amigas: Marta Triaca, Ema Helena Buxareo, María Amalia Ramírez de Blixen, a pasear por la calle Sarandí o por el Parque Urbano (Rodó).Cuando su madre dormía la siesta, aprovechaba a salir con su novio a escondidas.La enseñanza posterior a la enseñanza primaria la hizo en su casa con maestros particulares. Estudió francés con los profesores Magdalena Cassay y Constant Willems. Majoró sus conocimientos con el joven André Giot de Badet, al que conoció en el taller del pintor Domingo Laporte, a donde ambos concurrían como alumnos.La madre de Delmira permitía que se tratara con Giot de Badet porque decía que era un joven rico, de buena familia.Giot contribuyó mucho a la formación intelectual de Delmira, con él leyó a poetas y novelistas franceses clásicos y del siglo XIX. Aprendió piano con Mme. Bemporat y con el profesor Martín López, y llegó a ejecutar música de Chopin, Schumman, Beethoven.En el hogar estudió y escribió. Sentía atracción por el movimiento modernista y leyó a Silva, Casal, a Darío, a Nervo, Chocano, a sus compatriotas Quiroga, Herrera y Ressig, a quien conoció en 1905.Delmira Agustini murió joven pero dejó una obra imperecedera.Empezó a editar en la revista Rojo y Blanco, que dirigía Samuel Blixen. En

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el número del 27 de noviembre de 1902, apareció Poesía, obra de sus quince años. En la revista La Alborada publicó versos de su niñez.A pesar del desorden de sus rimas, que trasuntan desasosiego interior Delmira trabajaba en ellas. Era espontánea pero con disciplina. Los versos más empleados fueron los endecasílabos y el alejandrino.

LA OBRA:

En 1907 editó el primer conjunto de poesías, “El Libro Blanco”, prologado por Manuel Medina Betancort. Se trata de una obra modernista, reclama libertad para el creador:

¡El pensamientono se esclaviza a un vil cascabeleo!

ha de ser libre de escalar las cumbresentero como un dios, la crin revuelta,

la frente al sol, al viento!

El poema Íntima, de la sección Orla Rosa, es su primer canto de amor. En Orla Rosa aparece su constante: la fuerza de vida que la lleva a reunir en haz el deseo, el ímpetu de la pasión, la sensibilidad, la inteligencia, la imaginación.El amor con que ella sueña, es colosal, impetuoso y caliente:

Yo lo soñé impetuoso, formidable y ardiente;hablaba el impreciso lenguaje del torrente.(Amor)

Su obra puede ordenarse así:

“La Alborada” (1896-1903) – Poesías

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de iniciación – algunas se publicaron en las revistas Rojo y Blanco, en la Petite Revue y en La Alborada, que le dio su nombre.

“El Libro Blanco” (1907)

“Cantos de la Mañana” (1910) – con prólogo de Manuel Pérez y Curis.

“Los Cálices Vacíos” (1913) – Pórtico de Rubén Darío.

“Los Astros del Abismo” (1924) – libro en preparación. El total se reunió en dos volúmenes, Poesías Completas, prologados por Vicente A. Salaverri y editados por Maximino García (1924).

AMBIENTE:

Delmira sabía que la realidad y el sueño se confunden en una zona a la cual no llegan los sentidos. El Amor era el cauce de su vida.Fue una adelantada de la revolución sexual de nuestro tiempo.Exaltó el amor físico hasta transformarlo en poesía.También hay que destacar que estaba tan concentrada en su mundo íntimo, que apenas percibía el social.En Delmira siempre vivió el Espíritu porque el ser humano tiene esencia espiritual, pero su refugio fue el del amor al hombre de carne y hueso.El tema casi único de su poesía es el Amor, que para ella fue todo el bien y todo el mal.Otros temas son el Ensueño, el Arte, los Reyes Magos, las Hadas, la Muerte, casi todos en “El Libro Blanco”.Usó versos de seis, de siete, de ocho,

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de once y de catorce sílabas. Escribió versos sueltos, pareados, cuartetos, sextinas, sonetos endecasílabos y alejandrinos.

DELMIRA Y RUBÉN DARÍO:

El 28 de junio de 1912, Rubén Darío llegó a Montevideo, donde estuvo casi un mes. El sábado 13 de julio siguiente, a las cinco de la mañana, fue a visitar a Delmira.Hubo que levantarse, olvidar el frío, vestirse y atenderlo: ¡era Rubén Darío!Ese fue un día de fiesta para Delmira: “si Darío es para el mundo el rey de los poetas, para mi es Dios en el Arte”.Al mes siguiente, Darío le escribió desde Buenos Aires y luego un Pórtico para “Los cálices vacíos”.

“Pórtico” de Rubén Darío al libro “Los Cálices Vacíos”

De todas las mujeres que hoy escriben en verso, ninguna ha impresionado mi ánimo como Delmira Agustini, por su alma sin velos y su corazón de flor. A veces rosa por lo sonrosado, a veces lirio por lo blanco. Y es la primera vez que en lengua castellana aparece un alma femenina en el orgullo de su inocencia y de su amor, a no ser Santa Teresa en su exaltación divina. Si esta niña bella continúa en la lírica revelación de su espíritu como hasta ahora, va a asombrar a nuestro mundo de habla española. Sinceridad, encanto, fantasía, de ahí las cualidades de esta deliciosa musa. Cambiando la frase de Shakespeare, podría decirse that is a woman, pues por ser muy mujer dice cosas

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exquisitas que nunca se han dicho. Sean con ella la gloria, el amor y la felicidad.

CICLOS DEL AMOR:

En sus poemas de amor se distinguen dos ciclos:

Primer ciclo: Orla Rosa, de El Libro Blanco y Cantos de la Mañana. Este ciclo tiene cuatro momentos:1) Iniciación en el Amor: Íntima (en Orla Rosa).2) Descubrimiento del Amor: La Copa del Amor, Explosión, El Intruso, Mi Aurora, Desde Lejos (Orla Rosa)3) Concepción del Amor: Amor (en Orla Rosa)4) Alejamiento del Amor: de Elegías Dulces, I, II, El vampiro, La intensa realidad de un sueño lúgubre, El nudo, Fue al pasar, Los relicarios dulces (Cantos de la Mañana).Segundo Ciclo: Está integrado por los poemas de Los cálices Vacíos y de los Astros del Abismo. En ellos el Amor es un presente perpetuo: La Cita, A Eros, Visión, Serpentina, El Rosario de Eros, Mis Amores, Otra Estirpe, Plegaria.

Delmira resume los datos de la realidad en sus experiencias de enamorada. Sin embargo, algunos poemas se rozan con la Filosofía, como Lo Inefable, porque el Pensamiento no se opone a la Poesía. Por otra parte toda concepción de la vida es filosófica, y toda poesía es una concepción de la vida expresada líricamente.Delmira pudo soportar el peso de las ocupaciones y preocupaciones de la

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rutina diaria. La Poesía y el Amor fueron lo más hermoso que le otorgó el Destino:¡Quiero más vida para amar!(Explosión)

ITINERARIO DE UNA POETISA

1886 – 24 de Octubre: nace en Montevideo Delmira Agustini, en la casa de la calle Río Branco 254 (en ese momento era una casa baja, de balcones de mármol). Se la inscribe en el Registro Civil de la 5º Sección Judicial de Montevideo y es bautizada el 8 de enero de 1887 en la catedral, por el presbítero don Santiago Haretche, son padrinos don Domingo Agustini y doña Dolores Murtfeldt de Muñiz, según costa en actas.

1898 – 15 de Abril: escribe sus primeros versos dedicados a su profesora. La vocación ya había despertado en ella.

1902 – Delmira estudia el francés con Mlle. Madeleine Casey (de enero a abril), y prosigue sus estudios con el profesor Willems, francés, hasta el año 1905.En la revista Rojo y Blanco y a pedido de su director, Samuel Blixen, publica su primera composición poética. Se titula “Poesía”. Corresponde al nº 93 de la revista, de fecha 27 de setiembre. Publica también otro poema: “La violeta”, en el mismo mes de setiembre, en La Petite Reveue, que se edita en Montevideo.

1903 – 7 de abril: Se publica un juicio laudatorio sobre Delmira en La Petite

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Reveue hebdomadario que aparece en París, con similar en Montevideo. Se titula: “Une poete precoce”. Trae poemas traducidos al francés y transcribe el juicio publicado en la Alborada. Lo firma C.X.

1905 – Sarah Bernhardt, la actriz más célebre de aquel tiempo, inaugura el teatro Urquiza, representando el drama de Victoriano Sardou “La Sorciere”. Delmira, de 19 años, apasionada admiradora de la actriz, asiste a la inauguración.

1906 – Delmira se compromete con Amancio D. Sollers, periodista, nativo de Minas. La relación dura solo un año.La familia Agustini se traslada temporalmente a Sayago, habitando la casa quinta de su propiedad situada en la Avenida Garzón 944 y llamada “Villa María”, en honor de la madre de Delmira. La poetisa viaja dos o tres veces a la ciudad, en ferrocarril a tomar sus lecciones de música, francés y pintura, en compañía de su joven amigo André Giot de Badet, intelectual, homosexual y millonario. Habitaba en la vecina localidad de Colón y era amigo de la familia.

1907 – Delmira toma parte en una representación teatral a beneficio de los damnificados por el terremoto de Valparaíso. Desempeña el papel femenino principal de la pieza Luthier de Crémone de Francois Copée, que Samuel Blixen ha traducido con el título de “El violín mágico”. La representación tuvo lugar en el teatro Urquiza.Aparece “El libro Blanco”, primer libro

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de Delmira, con un subtítulo “Frágil”. Es editado por Orsini M. Bertani, con prólogo del escritor uruguayo Manuel Medina Betancort y carátula del pintor italiano Alphenore Goby, residente en Montevideo.El libro obtiene gran éxito de crítica, mereciendo la admiración de Vaz Ferreira.

1908 – marzo: Delmira conoce a Enrique Job Reyes, su futuro marido, hombre de gallardía varonil, aunque carente de cultura intelectual, trabaja de rematador de haciendas. Tiene 23 años, uno más que Delmira. Durante uno de sus cortos viajes a Buenos Aires, en compañía de sus padres le envía varias cartas tiernamente expresivas, caracterizadas por un lenguaje de artificial infantilismo, característico de casi toda su correspondencia amorosa anterior al casamiento.

1910 – 27 de agosto: Delmira asiste en compañía de su madre y de su novio, Enrique J. Reyes, al gran baile del Club Uruguay, en honor de Roque Sáenz Peña, a su paso por Montevideo, en viaje de retorno de Europa a su patria, donde ejercerá la presidencia de la República.Aparece en Montevideo: “Cantos de la mañana”, el segundo libro del poemas de Delmira, editado también por Orsini Bertani, con prólogo del escritor uruguayo M. Pérez y Curis. Incluye numerosos juicios críticos encomiásticos, sobre su primer libro, de escritores nacionales e hispanoamericanos.

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1911 – setiembre: Delmira sostiene una controversia literaria en La Razón de Montevideo, con los periodistas Alejandro Sux, argentino y Vicente Salaverri, español nacionalizado. El motivo es un artículo del primero, publicado en la revista Elegancia de París – suplemento de Mundial, que dirigía Rubén Darío – ciudad donde aquél reside.Delmira demuestra gran nervio y habilidad de polemista.

1912 – 28 de junio: Llega Rubén Darío a Montevideo, en giras por países de América, traído por los editores de la revista Mundial, que aparece en París, dirigida por el poeta.

13 de julio: Darío visita a Delmira y escribe luego una página que servirá de pórtico a la edición de “Los cálices vacíos”, a principios de 1913.

24 de julio: Entre los agasajos que se tributan a Darío, durante su estada en Montevideo, tiene lugar una velada literaria en el teatro Urquiza. Delmira, invitada, no puede concurrir por hallarse indispuesta. Envía un poema que es leído en el curso del acto.

1913 – en los primeros meses del año aparece su principal libro “Los cálices vacíos”. Preceden al texto en castellano dos estrofas en francés, únicas publicadas por Delmira, de las varias que escribió en ese idioma. Al final tiene una serie de cartas y extractos de opiniones de escritores nacionales y extranjeros. Entre ambas partes del libro – la nueva y la antológica – se inserta otra nota, en la

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cual se anuncia la futura aparición de otro libro: “Los astros del abismo”. Este libro no llega a publicarse en vida. Póstumamente aparece, en parte, en 1924, agregándosele otro título: “El rosario de Eros”. La carátula es del pintor Carlos A. Castellanos.

14 de agosto: Delmira se casa con Enrique Job Reyes, tras cinco años de sostenido y tranquilo noviazgo. Tanto la ceremonia civil como la religiosa se efectúan en el domicilio de la desposada, en la calle San José 1182.Terminada la ceremonia, los desposados se retiran a su domicilio, en la calle Canelones 690.

6 de octubre: Delmira se separa de su esposo, volviendo a vivir a casa de sus padres. Al abandonar a su marido, Delmira le deja una carta, cuyo original se ha perdido. Poco después Reyes le envía una carta de respuesta, conteniendo graves acusaciones contra ella y la madre, dando por definitiva la separación.

17 de noviembre: Se inicia en el Juzgado Letrado Departamental de 2º Turno, el expediente de demanda de divorcio, por parte de Delmira.

1914 – 5 de junio: El juez competente emite el fallo definitivo de disolución del matrimonio. Durante los meses en que se ha tramitado el divorcio, Reyes y Delmira mantienen entrevistas secretas, en la calle Andes 1206, esquina Canelones.

6 de junio: Reyes mata a Delmira Agustini de dos balazos en la cabeza,

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suicidándose luego, en la habitación de la calle Andes, donde se entrevistaban. Ella muere instantáneamente. El es llevado moribundo al Hospital Maciel, donde fallece dos horas después. El padre anota en su libreta de apuntes: “Día fatal de ‘La Nena’”.

Miguel de Unamuno opina sobre Delmira Agustini:

Señora Delmira Agustini:

Abrí sus Cantos de la mañana con el recuerdo de otras poetisas orientales que he leído en una colección (entre ellas recuerdo ahora a María Eugenia Vaz Ferreira). Y vi lo primero que es musa hispana, gitana su sangre y teutón el rubio vaso.

¡Alma que cabe en un versomejor que en un universo!

¡Que intrafemenino, es decir, qué hondamente humano es esto!

Las noches son caminos negros de las auroras.

Si, por la noche se va mejor. No sé dónde, pero en alguna parte he expuesto el sueño de que en la otra vida vivamos al revés, hacia el pasado que retroceda el tiempo.

¡Fuerte como en los brazos de Dios!

Qué poético, es decir, qué íntimamente verdadero es esto. Y los brazos de Dios son la soledad.

Sí, por mi parte, sé lo que es llevar

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dentro una estrella dormida que nos abrasa sin dar un fulgor. ¿Y esa extraña obsesión que tiene usted de tener entre las manos, unas veces la cabeza muerta del amado, otras la de Dios?¿No está también muerta? Acaso su cabeza sí; pero su corazón no, Dios discurre con el corazón.

Engastada en mis manos fulgurabacomo extraña presea tu cabeza.

¡Y vuelve la misma obsesión! Sí, de la cabeza fluye una vida ignota. El hombre, dicen, tiende a convertirse en un hipertrófico cerebro, servido por órganos.

Y ahora, después de otras fugitivas notas escritas mientras leo su libro, no quiero leer las “Opiniones” sobre la poetisa. ¿Para qué?Voy a leer el otro. El libro blanco no tiene la intensidad ni la intimidad de su otro libro. Ha progresado usted, es decir ha vivido.

La poesía a “La estatua” me recuerda algo que he escrito titulado “Calma” y que aparecerá en mi segundo tomo de Poesías.¿Y no ha pensado usted en lo de tener una cabeza de mármol frío y duro, entre las manos?

¡La forma es un pretexto, el alma todo!

¿Y si el alma no fuera más que forma?Todo es forma, forma más o memos íntima: forma el ropaje, forma la piel, forma la encarnadura, forma las

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entrañas. Los que se dicen cultores de la forma, lo son de la más externa. Entre mis pobres verso, prefiero los más informes: es decir, los de forma más pura.

Mi musa tomó un día la placentera ruta...

Despéinala usted y quítele las galas parisinas: muéstrenosla desnuda. Es lo que ha empezado a hacer en su Cantos de la mañana donde ya se ha librado de no poca retórica que hay en este Libro blanco. De ahí el progreso. Ha ahondado en la forma, del ropaje pasó a la encarnadura. ¡Aún más adentro!

mi alma es frente a su almacomo el mar frente al cielo...

es de verdadera grandeza.

Y cierro este libro, menos intenso y menos íntimo que el otro. ¿Impresión de conjunto? ¿Juicio total? ¿Para qué? Sucede que es uno sincero y espontáneo en cada eslabón, y luego hace con ellos una cadena falsa. No, no quiero resumir ni sintetizar. Y ahora espero otro libro de usted. ¿Libro? Ya sabe usted lo que esto quiere decir. Porque esto de libro no dice lo debido. Y espero que siga usted viviendo. Le saluda con toda simpatía de compañerismo. Miguel de Unamuno.

REPORTAJE A DELMIRA AGUSTINI

Cómo conocí a Delmira Agustini por Alberto Zum Felde 

(Reportaje aparecido en la revista La Cruz del Sur, de Montevideo, en julio

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de 1924)

“Nuestra amistad con aquella extraordinaria mujer que fue Delmira se inició a raíz de un artículo publicado por mí en el diario El Día, de exaltado tono, en el cual expresaba mi fervorosa admiración por su poesía. No recuerdo la fecha exacta de ese encuentro, pero muy poco tiempo después de haber aparecido Los cálices vacíos, libro en el cual ella seleccionaba toda su producción anterior, y poco tiempo antes de ser trágicamente sacrificada en el altar de Eros, su Dios.Recibí de la poetisa una preciosa esquela, agradeciendo el artículo, y manifestando el deseo de conocernos personalmente.‘Siempre sentí que los dos habíamos caído de la misma estrella’, decía en su fragante misiva, quejándose de la soledad del ambiente montevideano, en el cual se sentía casi aislada.Hasta entonces yo solo la conocía de vista.Nos encontrábamos con relativa frecuencia y aun cuando no nos saludábamos, nuestras miradas, al cruzarse largamente, decían la afinidad de los espíritus. Ella iba siempre acompañada de sus padres, en lento paseo por la calle 18 de julio, en las primeras horas de la noche. Solían sentarse en un banco de la plaza Cagancha, bajo los grandes plátanos, y parecían los tres uno de esos matrimonios burgueses, con una hija única, de vida apacible y vulgar, que salen a hacer su paseo habitual después de la cena. Por otra parte, en lo exterior , nada denotaba la

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presencia de la extraordinaria mujer y poetisa que en ella había, como no fuera los ojos, sus grandes ojos marinos, sombreados de intensas ojeras.Fui a su casa, por primera vez, una tarde, hacia el oscurecer. Ella vivía en la casa paterna, pues se hallaba, a la sazón, separada del marido y en trámite de divorcio. Me recibió en la sala familiar. Nos estrechamos las manos y nos miramos sin decirnos nada. Las almas casi no necesitan de las palabras para entenderse. Ella fue a sentarse en el sofá que estaba bajo el espejo y me brindó una poltrona, a su lado.Vestía un traje de seda celeste, casi de fiesta, pues dejaba al descubierto sus brazos y su escote, ajustándose al cuerpo opulento.Su enorme cabellera leonada le cubría como un casco de oro antiguo. Sus manos eran pequeñas y entornaba los ojos como para mirar más adentro y era su mirada como en su verso.Me pareció mucho más hermosa de lo que siempre me pareciera en la calle.Hablamos de lo que podíamos y debíamos en tal ocasión; de literatura, de sus versos, del ambiente. Pero como ocurre a menudo, el pensamiento corría por debajo de las palabras.Se apresuró a expresar su admiración por mis versos de Domus Aurea diciendo algunos de memoria, lo que probaba la sinceridad del elogio.Delmira tenía voz cálida y hablaba con sencillez, sin énfasis, sin artificio. Fue entonces cuando me dijo:- Cuando escribo mis versos necesito encerrarme y estar absolutamente

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sola. No podía sufrir ni la sospecha de una persona en la pieza inmediata.Poco después entran sus padres a la sala.Son tal como los había visto en la calle, uno a cada lado de Delmira, dos buenos burgueses, que viven adorando a la hija extraordinaria que les ha dado el destino. En un íntimo culto asombrado de su talento, sin comprender bien el misterio vibrante de aquella alma, que, no obstante el cariño que les tiene, sienten extraña e inasible.El padre se muestra muy complacido y orgulloso por los elogios que prestigiosas personalidades han prodigado a su hija y especialmente por las recientes frases consagratorias que Rubén Darío le dedicó a su paso por Montevideo. La madre manifiesta su inquietud por la salud de su hija.Habla de sus crisis de sensibilidad, que teme le produzcan daño profundo.Los versos –dice la piadosa señora – son su mayor placer, pero también son su tormento. A veces, su tensión nerviosa es tanta que temo que se enferme. Yo casi preferiría que no los hiciera... aunque comprendo que son para ella una necesidad.Sin palabras, con una mirada, la poetisa nos dice de la contradicción dolorosa de su vida profunda, sacudida por tormentos interiores y sueños heroicos, en el ambiente apacible del hogar paterno, junto a su buena madre, como una leona aprisionada en las ternuras de la jaula doméstica.En presencia de los padres, Delmira mantiene una actitud filial, un gesto suavemente velado. Cuando ellos se

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retiran vuelvo a encontrar su mirada ‘como una culebra apuntada entre zarzas de pestañas’.Así comenzó nuestra amistad con esa grande alma sombría y luminosa.

CARTAS ENTRE RUBÉN DARÍO Y DELMIRA AGUSTINI:

Carta enviada por Delmira a Rubén en 1912 (fragmento)

“Perdón si le molesto una vez más. Hoy he logrado un momento de calma en mi eterna exaltación dolorosa. Y éstas son mis horas más tristes. En ellas llego a la conciencia de mi inconciencia. Y no sé si su neurastenia ha alcanzado nunca el grado de la mía.

Yo no sé si usted ha mirado alguna vez la locura cara a cara y ha luchado con ella en la soledad angustiosa de un espíritu hermético. No hay, no puede haber sensación más horrible. Y el ansia, el ansia inmensa de pedir socorro contra todo – a otro espíritu mártir del mismo martirio. Acaso su voluntad, más fuerte necesariamente que la mía, no le dejará comprender jamás el sufrimiento de mi debilidad en lucha con tanto horror. Y en tal caso, si viviera usted cien años, la vida debía resultarle corta para reír de mí – si es que Darío puede reír de nadie -. Pero si por alguna afinidad mórbida llega usted a percibir mi espíritu, mi verdadero espíritu, en el torbellino de mi locura, me tendrá usted la más profunda, la más afectuosa compasión que pueda sentir jamás.

Piense usted que ni aun me queda la

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esperanza que la muerte, porque la imagino llena de horribles vidas. Y el derecho del sueño se me ha negado casi desde el nacimiento. Y la primera vez que desborda mi locura es ante usted. ¿Por qué? Nadie debió resultar más imponente a mi timidez. ¿Cómo hacerle creer en ella a usted, que solo conoce la valentía de mi inconsciencia? Tal vez porque le reconocí más esencia divina que a todos los humanos tratados hasta ahora.

Y por lo tanto, más indulgencia. A veces me asusta mi osadía: y a veces, ¿a qué negarlo?, me reprocho el desastre de mi orgullo. Me parece una bella estatua despedazada a sus pies. Sé que tal homenaje nada vale para usted, pero yo no puedo hacerlo más grande.

A mediados de octubre, pienso internar mi neurosis en un sanatorio, de donde, bien o mal, saldré en noviembre o diciembre para casarme. He resuelto arrojarme al abismo medroso del casamiento. No sé: tal vez en el fondo me espera la felicidad. ¡La vida es tan rara! ¿Quiere usted dejar caer en un alma que acaso se aleja para siempre, una sola palabra paternal? ¿Quiere usted escribirme una vez más, aunque sea la última, para decirme solamente que no me desprecia? D.”

Respuesta de Rubén Darío(desde el Royal Hotel)

“Buenos Aires, 9 de agosto. Tranquilidad.Tranquilidad. Recordad el principio de

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Marco Aurelio: ‘Ante todo ninguna perturbación en ti’.

Creer sobre todo en una cosa: el Destino.La voluntad misma no está sino sujeta al Destino. Vivir, vivir sobre todo. Y tener la obligación de la alegría del gozo bueno. Si el genio es una montaña de dolor sobre el hombre, el don genial tiene que ser en la mujer una túnica ardiente. Pero hay una gracia que salva y ella viene a los señalados.

Los Cantos de la mañana son muy bellos. Pero si es posible aún, más sinceridad, más malgré totu. “El Confesor”.

Segunda carta de Delmira (sin fecha)

“¡Con cuánta razón me recomienda usted tranquilidad! Para demostrarle mi estado de ánimo estos días, bástele lo siguiente: como pensaba casarme muy pronto, ya había dicho a mi novio que pensaba sostener correspondencia con usted, el más genial y profundo guía espiritual. Ayer él me preguntó, casualmente, si le había escrito o si tenía noticias suyas.

Me turbé tanto, divagué tanto, que llegó a imaginar lo imposible. Hoy me pregunto ¿Por qué? Es que hoy soy otra, al menos quiero ser otra. Seré dúctil, pero sea usted suave. Escúlpame sonriendo.

Acaso en mis manifestaciones de aprecio le resulte exagerada. Es que usted mismo ignora de cuánto bien y cuánto mal ha nutrido mi corazón. El

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supremo placer y divino dolor de la belleza. Sus versos me dan continuamente la sensación irremplazable. El momento inefable que nunca más se gozará, que nadie más podrá darnos. Todo aquel placer y aquel dolor que no volverán jamás aunque acaso vengan otros tan fuertes y profundos. Esta exquisita y suma sensación artística, fuera de usted, me la dieron dos veces solas en la vida: una Verlaine, en un soneto adorable, y otra Villaespesa (!) (¿soy absurda?... hablo con el corazón), en unos versos maravillosamente dulces.

Y usted, maestro, usted me la da siempre en cada estrofa, en cada verso, a veces en una palabra Y tan intensa, tan vertiginosamente, como el día glorioso que, entre una muñeca y un dulce, sollocé leyendo ‘Sinfonía en gris’. Por eso, si Darío es para el mundo el rey de los poetas, para mi es Dios en el Arte. Y para él quisiera arrancar rosas y astros de mi corazón. Y he visto a ese mi Dios, vivo, dulce y magnífico, que ha de amarse con el más vivido fervor celeste y la más blanca ternura humana. Explíquese usted así mi admiración. Y ahora, la absolución y el olvido.No me conteste a esta carta. Va en el más riguroso secreto de confesión. Un buen día de éstos, en que quiera generosamente darme un placer, escríbame, aunque sea una línea, por cuenta propia. ¡Me hará tanto bien una carta suya espontánea! Verá usted qué buena soy, qué tranquila le contesto. ¿Será pronto? Devotamente, D.A.”

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Delmira Agustini – RESUMIENDO -

Delmira Agustini: bastaron 28 años de existencia para pasar a la inmortalidad.

Fue un raro esplendor dentro de la poesía uruguaya que marcó una fuerza de belleza y de forma dentro de lo que se llamó la escuela modernista.

Sus libros fueron “El libro blanco”, “Cantos de la mañana”, “Los cálices vacíos”, todos ellos con distintos valores y donde sus versos dan una visión muy personal de la poetisa.

En los versos de Delmira, nos encontramos con un acento mágico, en un arrebato húmedo y sensible haciendo vibrar a los lectores.

Delmira también fue de la generación del 900 y junto a María Eugenia Vaz Ferreira marcaron una calidad muy destacada de nuestra literatura. Delmira nació en 1886 en un hogar acomodado. Tuvo su piano, su bordado, su pintura. Sus poemas tuvieron la presencia de los sueños, los mismos que quizás bordó en una escritura muy personal desde los diez años.

La doctora Aurora Larrosa recuerda a Delmira: “Con aquella su mirada celeste, inexplicable y suprema en cuya expresión se contenía toda una vida de amor y todo un horizonte de esperanza”.

Cuando Delmira publica su primer libro a los 20 años, Carlos Vaz Ferreira dice: “... teniendo en cuenta su edad, etc.,

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calificaría su libro, sencillamente como un milagro”. Ella misma fue un milagro que buscaba la luz más clara, la luz más hermosa y desde niña fue distinta con una inteligencia fuera de lo común, teniendo un año de edad hablaba claramente. Los primeros versos que escribió nacieron de las extensas lecturas de poetas y novelistas.

Su obra poética ha sido reeditada muchas veces y no se opaca con el recuerdo que ha recogido la Biblioteca Nacional y que van desde Manuscritos, Correspondencia, Objetos Particulares, Impresos, Libros de Delmira Agustini, Iconografía, Cuadros, etc.

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Bibliografía Consultada: "Delmira Agustini" por Roberto Bula Píriz - Literatura Uruguaya - Diario "La Mañana" (1989) - Editado por Sociedad Editora Uruguaya S.A. - Montevideo - Uruguay.

Redacción y Recopilación de Datos:

Valentina Garcés Campbell.

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