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ORGANIZACIÓN DE LOS ESTADOS AMERICANOS COMISIÓN INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS OEA/Ser.L/V/II CIDH/INF.1/06 Vol.2 DEMANDAS PRESENTADAS POR LA COMISIÓN INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS A LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS 2004 VOLUMEN II SECRETARÍA GENERAL ORGANIZACIÓN DE LOS ESTADOS AMERICANOS 1889 F St. N.W. WASHINGTON, D.C. 20006 2006 Internet: http://www.cidh.org E-mail: [email protected]

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ORGANIZACIÓN DE LOS ESTADOS AMERICANOS COMISIÓN INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS

OEA/Ser.L/V/II CIDH/INF.1/06 Vol.2

DDEEMMAANNDDAASS PPRREESSEENNTTAADDAASS PPOORR LLAA CCOOMMIISSIIÓÓNN IINNTTEERRAAMMEERRIICCAANNAA DDEE DDEERREECCHHOOSS HHUUMMAANNOOSS AA LLAA

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VOLUMEN II

SECRETARÍA GENERAL ORGANIZACIÓN DE LOS ESTADOS AMERICANOS

1889 F St. N.W. WASHINGTON, D.C. 20006

2006 Internet: http://www.cidh.org

E-mail: [email protected]

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22000044

VVOOLLUUMMEENN IIII

ÌÌNNDDIICCEE Municipio de Ituango (Caso 12.050 y 12.266) contra la República de Colombia ......................................................................................... 309 30 de julio de 2004 Hugo Juárez Cruzatt y otros "Centro Penal Miguel Castro Castro" (Caso 11.015) contra la República de Perú ................................................................................................ 375 9 de septiembre de 2004 Fermín Ramírez (Caso 12.403) contra la República de Guatemala .............................................................................................. 443 12 de septiembre de 2004 Santiago Fortunato Gómez Palomino (Caso 11.062) contra la República de Perú ....................................................................................................... 483 13 de septiembre de 2004 Ronald Ernesto Raxcacó Reyes (Caso 12.402) contra la República de Guatemala .............................................................................................. 541 18 de septiembre de 2004 Damião Ximenes Lopes (Caso 12.237) contra la República Federativa del Brasil ..................................................................................... 579 1º de octubre de 2006

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ORGANIZACIÓN DE LOS ESTADOS AMERICANOS Comisión Interamericana de Derechos Humanos

Demanda en el caso del Municipio de Ituango (Casos 12.050 y 12.266)

contra la República de Colombia DELEGADOS: Susana Villarán, Comisionada Santiago A. Canton, Secretario Ejecutivo ASESORES: Ariel E. Dulitzky Verónica Gómez Norma Colledani Lilly Ching

30 de julio de 2004 1889 F Street, N.W.

Washington, D.C.

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NOTA DE EDICIÓN

El siguiente texto corresponde al original de la demanda presentada en su oportunidad por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos a la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso del Municipio de Ituango (Casos 12.050 y 12.266) contra la República de Colombia.

En caso de que la Comisión haya presentado oportunamente enmiendas o erratas al texto

presentado ante la Corte, éstas han sido incluidas en el texto publicado. En el texto se ha omitido los datos de localización de testigos, peritos y representantes.

Esta edición ha sido marcada con el símbolo (*). En algunos textos se ha omitido los nombres de testigos por consideraciones de seguridad

personal. Esta edición ha sido marcada con el símbolo (**).

La cita oficial de este documento es:

CIDH, Demanda en el caso del Municipio de Ituango (Casos 12.050 y 12.266) contra la República de Colombia, 30 de julio de 2004.

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ÍNDICE

Página

I. INTRODUCCIÓN..................................................................................................... 313 II. OBJETO DE LA DEMANDA...................................................................................... 314 III. REPRESENTACIÓN ................................................................................................. 315 IV. JURISDICCIÓN DE LA CORTE.................................................................................. 315 V. TRÁMITE ANTE LA COMISIÓN INTERAMERICANA .................................................... 316

A. Trámite del Caso 12.050 (La Granja, Ituango)................................................. 316

B. Trámite del caso 12.266 (El Aro, Ituango) ...................................................... 317

C. Acumulación............................................................................................... 318 VI. FUNDAMENTOS DE HECHO .................................................................................... 320

A. La incursión armada en La Granja (Caso 12.050)............................................. 321

B. La incursión armada en El Aro....................................................................... 327

C. Conclusiones de hecho................................................................................. 337 VII. FUNDAMENTOS DE DERECHO SOBRE LA VIOLACIÓN DE LA

CONVENCIÓN AMERICANA .................................................................................... 338

1. El Estado colombiano es responsable por la violación del derecho a la vida consagrado en el artículo 4 (derecho a la vida) de la Convención Americana....... 340

2. El Estado colombiano es responsable de la violación de los derechos

del niño consagrados en el artículo 19 de la Convención Americana. ................. 341

3. El Estado colombiano es responsable por la violación de los derechos a la libertad y la integridad personales consagrados en los artículos 7 y 5 de la Convención Americana. ........................................................................ 342

4. El Estado colombiano es responsable por la violación del derecho a la

propiedad consagrado en el artículo 21 de la Convención Americana en perjuicio de las familias damnificadas por los hechos de la incursión armada en El Aro......................................................................................... 344

5. El Estado es responsable de la violación a los derechos de las víctimas a las

garantías judiciales y a la protección judicial consagrados en los artículos 8 y 25 de la Convención Americana .............................................................. 345

6. El Estado colombiano ha incumplido con sus obligaciones conforme

al artículo 1(1) de la Convención Americana ................................................... 352

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VIII. REPARACIONES Y COSTAS .................................................................................... 354

A. Obligación de reparar ................................................................................... 354

B. Medidas de reparación ................................................................................. 356

1. Medidas de compensación................................................................. 357

2. Medidas de satisfacción y garantías de no repetición ............................ 360

C. Los beneficiarios de la reparación debida por el Estado..................................... 362

D. Costas y gastos .......................................................................................... 362 IX. CONCLUSIONES .................................................................................................... 363 X. PETITORIO ............................................................................................................ 363 XI. RESPALDO PROBATORIO........................................................................................ 364

A. Prueba documental ...................................................................................... 364

Anexos Documentales – La Granja ................................................................ 364

Anexos Documentales – El Aro ..................................................................... 365

B. Prueba testimonial y pericial.......................................................................... 368 XII. DATOS DE LOS DENUNCIANTES ORIGINALES, DE LA VÍCTIMA Y

DE SUS FAMILIARES.............................................................................................. 368

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DEMANDA DE LA COMISIÓN INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS ANTE LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS CONTRA LA REPÚBLICA DE COLOMBIA

CASOS 12.050 Y 12.266 MUNICIPIO DE ITUANGO

I. INTRODUCCIÓN

1. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (en adelante la "Comisión Interamericana" o "la Comisión") se dirige a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (en adelante “la Honorable Corte”) a fin de someter a su jurisdicción contenciosa una demanda en los casos 12.050 (La Granja) y 12.266 (El Aro), en contra de la República de Colombia (en adelante “el Ilustre Estado" o "el Estado colombiano") por su responsabilidad en los hechos acaecidos en junio de 1996 y a partir de octubre de 1997, respectivamente, en el Municipio de Ituango, Departamento de Antioquia, por la violación del derecho a la vida (artículo 4) de William Villa García, Graciela Arboleda, Héctor Hernán Correa García, Arnulfo Sánchez, José Darío Martínez Pérez, Olcris Fail Díaz, Wilmar de Jesús Restrepo Torres (niño de 13 años de edad)1, Omar de Jesús Ortiz Carmona, Fabio Antonio Zuleta Zabala, Otoniel de Jesús Tejada Tejada, Omar Iván Gutiérrez Nohavá, Guillermo Andrés Mendoza Posso, Nelson de Jesús Palacio Cárdenas, Luis Modesto Múnera, Dora Luz Areiza y Alberto Correa; el derecho a la vida y la libertad personal de Jairo Sepúlveda; el derecho a la vida, a la integridad personal y a la libertad de Marco Aurelio Areiza Osorio y Rosa Areiza Barrera y el derecho a la propiedad de Luis Humberto Mendoza, Libardo Mendoza, Frascisco Osvaldo Pino Posada, Omar Alfredo Torres Jaramillo, Ricardo Alfredo Builes Echeverry y Bernardo María Jiménez Lopera, así como de asegurar la debida protección y garantías judiciales de estas personas y sus familias (artículos 8 y 25) todos estos derechos en conexión con su artículo 1(1) de la Convención Americana de Derechos Humanos (en adelante "la Convención Americana" o "la Convención"),y en el caso del niño Wilmar de Jesús Restrepo Torres, la violación también del artículo 19 del mismo Tratado.

2. La responsabilidad del Ilustre Estado por el incumplimiento con las obligaciones establecidas en la Convención Americana se deriva de los actos de omisión, aquiescencia y colaboración por parte de miembros de la Fuerza Pública apostados en el Municipio de Ituango con grupos paramilitares pertenecientes a las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC)2 que perpetraron sucesivas incursiones armadas en ese Municipio asesinando a su paso a civiles en estado de indefensión, despojando a otros de sus bienes y generando terror y desplazamiento. Transcurridos más de ocho años desde la incursión en el corregimiento de La Granja y más de seis años desde la incursión armada en el Corregimiento de El Aro, el Estado colombiano no ha cumplido aun en forma sustancial con su obligación de esclarecer los hechos, juzgar a todos los responsables en forma efectiva y reparar adecuadamente a las víctimas y sus familiares. De los aproximadamente 50 paramilitares involucrados en la comisión de los graves hechos de violencia materia del presente

1 De conformidad con la Convención sobre los Derechos del Niño de la Organización de Naciones Unidas (1989),

"niño es todo ser humano menor de 18 años de edad, salvo que, en virtud de la ley que sea aplicable, haya alcanzado antes la mayoría de edad".

2 Las AUC fueron creadas como una organización nacional de grupos paramilitares en la primera cumbre de grupos de autodefensa colombianos. Alegadamente, estos grupos decidieron unirse con el objetivo primordial de "combatir la subversión". De acuerdo el plan trazado, la organización incluiría unidades para acciones militares y logísticas, inteligencia y promoción. Desde entonces, las organizaciones paramilitares han celebrado otras conferencias y han publicado documentos adicionales esbozando sus posiciones. Numerosas masacres, ejecuciones selectivas y otras graves violaciones a los derechos humanos han sido atribuidas a las AUC. De acuerdo con los documentos publicados por la propia organización, el grupo es de movilizar fuerzas de una zona del país a otra para llevar a cabo incursiones y controlar vastos sectores del territorio que muchas veces cuentan con amplia presencia de la Fuerza Pública.

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caso sólo se ha establecido la responsabilidad penal de tres de los cuales sólo uno se encuentra detenido, y no se ha avanzado en forma sustancial en la determinación de responsabilidad de agentes estatales involucrados.

3. Los casos 12.050 (La Granja) y 12.266 (El Aro) han sido tramitados de acuerdo al procedimiento establecido en la Convención Americana y se presentan ante la Honorable Corte de conformidad con el artículo 33 del Reglamento de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (en adelante "el Reglamento de la Corte"). Asimismo, se adjunta a esta demanda, como apéndice, una copia del Informe Nº 23/04 elaborado en observancia del artículo 50 de la Convención3. Este Informe acumulado sobre el fondo de ambos casos fue adoptado por la Comisión el 11 de marzo de 2004 y trasmitido al Estado el 30 de abril de 2004, con un plazo de dos meses para que adoptara las recomendaciones en él contenidas.

4. Mediante comunicación de fecha 6 de julio de 2004 el Estado solicitó una prórroga de 20 días para presentar sus observaciones al informe sobre el fondo. El 9 de julio de 2004 la Comisión concedió la prórroga por el plazo de siete días sin que el Estado presentara su respuesta dentro del plazo acordado. El viernes 23 de julio de 2004 el Estado solicitó una nueva prórroga la cual fue concedida por la Comisión el lunes 26 de julio de 2004 hasta el 27 de julio de 2004, con carácter improrrogable. El 28 de julio de 2004 el Estado presentó su respuesta al Informe Nº 23/04. Tras estudiar cuidadosamente la respuesta del Estado, se determinó que de la información presentada no se deduce inter alia que se hayan producido avances sustanciales en el esclarecimiento judicial de los hechos materia de los casos 12.050 y 12.266 o en el juzgamiento de los responsables, ni que se hayan adoptado medidas tendientes a reparar a los familiares de las víctimas en cumplimiento del Informe Nº 23/04 de la CIDH. La Comisión Interamericana decidió someter el presente caso a la jurisdicción de la Honorable Corte el 30 de julio de 2004, en razón de que consideró que el Estado no había adoptado sus recomendaciones de manera satisfactoria y según lo dispuesto en el artículo 51(1) de la Convención.

II. OBJETO DE LA DEMANDA

5. El objeto de la presente demanda consiste en solicitar respetuosamente a la Honorable Corte que concluya y declare:

a. que la República de Colombia es responsable por la violación del derecho a la vida consagrado en el artículo 4 de la Convención Americana en concordancia con el artículo 1(1) en perjuicio de William Villa García, Graciela Arboleda, Héctor Hernán Correa García, Jairo Sepúlveda, Arnulfo Sánchez, José Darío Martínez, Olcris Fail Díaz, Omar de Jesús Ortiz Carmona, Fabio Antonio Zuleta Zabala, Otoniel de Jesús Tejada Tejada, Omar Iván Gutiérrez Nohavá, Guillermo Andrés Mendoza Posso, Nelson de Jesús Palacio Cárdenas, Luis Modesto Múnera, Dora Luz Areiza, Wilmar de Jesús Restrepo Torres, Alberto Correa, Marco Aurelio Areiza y Rosa Areiza Barrera;

b. que la República de Colombia es responsable por la violación del artículo 19 en

concordancia con el artículo 1(1) de la Convención Americana en perjuicio del niño Wilmar de Jesús Restrepo Torres;

c. que la República de Colombia es responsable por la violación del derecho a la libertad

personal consagrado en el artículo 7 de la Convención Americana en concordancia

3 CIDH, Informe Artículo 50 Nº 23/04 respecto de los casos acumulados (12.266, El Aro – Ituango y 12.050, La

Granja - Ituango) de 11 de marzo de 2004 (Anexo A 1).

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con el artículo 1(1) en perjuicio de Jairo Sepúlveda, Marco Aurelio Areiza y Rosa Areiza Barrera;

d. que la República de Colombia es responsable por la violación del derecho a la

integridad personal consagrado en el artículos 5 de la Convención Americana en concordancia con el artículo 1(1) en perjuicio de Marco Aurelio Areiza y Rosa Areiza Barrera;

e. que la República de Colombia es responsable por la violación del derecho a la

propiedad consagrado en el artículo 21 en concordancia con el artículo 1(1) de la Convención Americana en perjuicio de Luis Humberto Mendoza, Libardo Mendoza, Frascisco Osvaldo Pino Posada, Omar Alfredo Torres Jaramillo, Ricardo Alfredo Builes Echeverry y Bernardo María Jiménez Lopera.

f. que la República de Colombia es responsable por la violación de los derechos a las

garantías judiciales y la protección judicial de todas las víctimas y sus familiares, conforme a los artículos 8(1) y 25 de la Convención Americana, así como del incumplimiento de su obligación de asegurar el respeto de los derechos previstos en dicho Tratado, en virtud de su artículo 1(1);

g. que la República de Colombia debe llevar a término una investigación completa,

imparcial y efectiva con el fin de juzgar y sancionar a todos los responsables; h. que la República de Colombia debe adelantar acciones destinadas a evitar la

repetición de los hechos materia de la demanda, en particular en cuanto al accionar de grupos paramilitares en colaboración con miembros de la Fuerza Pública;

i. que la República de Colombia debe adoptar las medidas necesarias para que los

familiares de las víctimas fatales reciban adecuada y oportuna reparación por el daño material e inmaterial sufrido así como para resarcir los perjuicios materiales causados a la propiedad de las familias damnificadas;

j. que la República de Colombia debe hacer efectivo el pago de las costas y gastos en

que han incurrido los familiares de las víctimas para litigar este caso en el ámbito interno así como ante la Comisión y la Honorable Corte, y los honorarios razonables de sus representantes legales.

III. REPRESENTACIÓN

6. Conforme a lo dispuesto en los artículos 22 y 33 del Reglamento de la Corte, la

Comisión ha designado a la Comisionada Susana Villarán de la Puente y al doctor Santiago A. Canton, Secretario Ejecutivo de la CIDH, como sus delegados en este caso. Ariel Dulitzky, Verónica Gómez, Norma Colledani y Lilly Ching, miembros de la Secretaría Ejecutiva de la CIDH, han sido designados para actuar como asesores legales.

IV. JURISDICCIÓN DE LA CORTE

7. La Honorable Corte es competente para conocer el presente caso. El Estado ratificó la Convención Americana el 31 de julio de 1973 y aceptó la jurisdicción contenciosa de la Honorable Corte el 21 de junio de 1985. De acuerdo con el artículo 62(3) de la Convención Americana, la Honorable Corte es competente para conocer de cualquier caso relativo a la interpretación y aplicación de las disposiciones de la Convención que le sea sometido, siempre que los Estados partes en el caso hayan reconocido o reconozcan la competencia de la Corte.

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8. Según el Artículo 62 de la Convención Americana, la jurisdicción contenciosa de la

Honorable Corte respecto de los Estados partes de la Convención abarca todos los casos vinculados a la interpretación y aplicación de la Convención con respecto a hechos y actos acaecidos después de la fecha de depósito del instrumento de ratificación o adhesión del Estado a la Convención y de la declaración de aceptación de dicha jurisdicción. La presente demanda se refieren a hechos ocurridos después de la ratificación de la Convención por el Estado colombiano.

9. Como se detalla más adelante, la Comisión Interamericana ha tramitado este caso de acuerdo con las disposiciones pertinentes de la Convención Americana y de su Reglamento. Los casos de referencia han sido debidamente remitidos a la Corte, pues se han completado los procedimientos especificados en los Artículos 48 a 50 de la Convención y por lo tanto, han sido satisfechos los requisitos procesales para su presentación ante la Honorable Corte.

V. TRÁMITE ANTE LA COMISIÓN INTERAMERICANA

10. A continuación la Comisión presenta un resumen del detalle de los respectivos trámites de los casos 12.050 y 12.266 y su posterior acumulación, previo a la adopción del Informe 23/04 y la decisión de remitir la cuestión a la jurisdicción de la Honorable Corte.

A. Trámite del Caso 12.050 (La Granja, Ituango)

11. El 14 de julio de 1998 la Comisión recibió una petición presentada por el Grupo Interdisciplinario por los Derechos Humanos (GIDH) y la Comisión Colombiana de Juristas (CCJ) sobre la alegada responsabilidad del Estado colombiano en la ejecución extrajudicial de William Villa García, Graciela Arboleda viuda de García, Héctor Hernán Correa García y Jairo Sepúlveda en una anunciada incursión armada en el corregimiento de La Granja, Municipio de Ituango, perpetrada en junio de 1996 por miembros de grupos paramilitares, con la aquiescencia de agentes del Estado. El 9 de septiembre de 1998 la Comisión abrió un trámite bajo el número 12.050 a fin de procesar el reclamo presentado por los peticionarios, conforme a las normas del Reglamento vigente hasta el 30 de abril de 2001, y transmitió las partes pertinentes de la denuncia al Estado colombiano con un plazo de 90 días para presentar información. El Estado presentó su respuesta el 30 de diciembre de 1998, la cual fue debidamente transmitida a los peticionarios. El 1° de febrero de 1999 la Comisión se dirigió al Estado con el fin de solicitar información relativa a la situación de uno de los familiares de las víctimas.

12. El 1° de marzo de 1999, durante su 102° período de sesiones, la Comisión celebró una audiencia con la participación de los peticionarios y representantes del Estado. El 17 de marzo de 1999 la Comisión dio traslado al Estado de la respuesta de los peticionarios y de la información adicional presentada durante el curso de la audiencia. El 10 de junio de 1999 el Estado presentó sus observaciones, las cuales fueron remitidas a los peticionarios. El 1° de octubre de 1999, durante el 104° período ordinario de sesiones de la Comisión, se celebró otra audiencia con la participación de las partes en la cual se presentaron alegatos de hecho y de derecho sobre el caso.

13. El 2 de marzo de 2000, durante el 106° período ordinario de sesiones de la Comisión, se celebró una audiencia con la participación de ambas partes, con el objeto de recoger el testimonio de un ex miembro de la entonces Fiscalía Regional de Medellín. Los peticionarios asimismo presentaron un alegato por escrito el cual fue debidamente transmitido al Estado. El 9 de marzo de 2000 el Estado presentó sus observaciones las cuales fueron enviadas al peticionario. El 11 de abril de 2000 la Comisión hizo llegar a las partes copia de la trascripción del testimonio recogido durante el 106° período de sesiones. El 24 de abril de 2000 los peticionarios presentaron sus observaciones, las cuales fueron debidamente transmitidas al Estado. El 6 de junio de 2000 el Estado presentó su respuesta.

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14. En fecha de 2 de octubre de 2000, la Comisión examinó el reclamo y aprobó el

Informe de Admisibilidad N° 57/004. En su informe de admisibilidad, la Comisión concluyó que era competente para examinar el reclamo presentado por los peticionarios sobre la presunta violación de los artículos 4, 5, 7, 8 y 25 en concordancia con el 1(1) de la Convención Americana y que éstos eran admisibles, conforme a los requisitos establecidos en los artículos 46 y 47 de la Convención Americana.

15. El 23 de octubre de 2000 la Comisión notificó su decisión a las partes y se puso a su disposición para la búsqueda de una solución amistosa del asunto, conforme a lo previsto en la Convención Americana y su Reglamento. Mediante nota de fecha 23 de noviembre de 2000 el Estado informó que no se daban los presupuestos para iniciar la búsqueda de una solución amistosa en vista de que en el marco de la investigación judicial que se desarrolla en el ámbito interno no se habían “tomado decisiones que demuestren la responsabilidad de agentes del Estado”5. En consideración a esta declaración, la CIDH dio por terminado su esfuerzo de acercar a las partes y el 1° de diciembre de 2000 efectuó el traslado de la respuesta del Estado a los peticionarios.

16. El 30 de abril de 2001 los peticionarios presentaron sus observaciones a la respuesta del Estado. El 10 de julio de 2001 la Comisión envió las partes pertinentes de esta respuesta al Estado y, conforme al artículo 38(1) del Reglamento vigente a partir del 1° de mayo de 2001, informó a ambas partes sobre el otorgamiento de un plazo de dos meses al peticionario para la presentación de sus alegatos finales sobre el fondo del caso.

17. De conformidad con el artículo 38(3) del Reglamento de la Comisión, ésta convocó a las partes a una audiencia. El 12 de noviembre 2001 se celebró la audiencia en la sede de la Comisión con el objeto de escuchar las alegaciones de las partes en relación con el fondo del asunto y se realizó con estricto apego a las reglas del contradictorio. Tras la audiencia, los peticionarios entregaron copia escrita de sus alegatos, los cuales fueron transmitidos al Estado para sus observaciones. El 15 de febrero de 2002 el Estado solicitó una prórroga para presentar sus observaciones sobre el fondo del caso. El 16 de octubre de 2002 se celebró una audiencia durante el 116° período ordinario de sesiones de la CIDH en la cual el Estado presentó sus alegatos sobre el fondo del asunto. El 31 de octubre de 2002 el Estado presentó por escrito sus observaciones.

B. Trámite del caso 12.266 (El Aro, Ituango)

18. El 3 de marzo de 2000 la Comisión recibió una petición presentada por el GIDH y la CCJ sobre la alegada responsabilidad del Estado en la ejecución extrajudicial de Arnulfo Sánchez, José Darío Martínez, Olcris Fail Díaz, Wilmar de Jesús Restrepo Torres, Omar de Jesús Ortiz Carmona, Fabio Antonio Zuleta Zabala, Otoniel de Jesús Tejada Tejada, Omar Iván Gutiérrez Nohavá, Guillermo Andrés Mendoza Posso, Nelson de Jesús Palacio Cárdenas , Luis Modesto Múnera, Marco Aurelio Areiza, Rosa Areiza Barrera, Dora Luz Areiza y Alberto Correa en una incursión paramilitar perpetrada en octubre y noviembre de 1997 en el Corregimiento de El Aro, Municipio de Ituango, por miembros de grupos paramilitares con la colaboración de agentes del Estado. El 11 de abril de 2000 la Comisión procedió a dar trámite a la petición bajo el número 12.226 conforme a las normas del Reglamento vigente hasta el 30 de abril de 2001 y transmitió sus partes pertinentes al Estado colombiano con un plazo de 90 días para presentar información. Mediante comunicación de fecha 14 de julio de 2000 el Estado presentó su respuesta la cual fue

4 CIDH, Informe de Admisibilidad Nº 57/00, La Granja, Ituango, Colombia, Informe Anual de la CIDH 2000. (Anexo A 2).

5 Nota EE2720 de la Dirección General de Asuntos Especiales del Ministerio de Relaciones Exteriores, 23 de noviembre de 2000.

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transmitida a los peticionarios para sus observaciones. El 12 de octubre de 2000 los peticionarios presentaron información adicional, la cual fue remitida al Estado con un plazo de 30 días. El 6 de diciembre de 2000 el Estado presentó sus observaciones. El 26 de febrero de 2001, durante su 110º período de sesiones, la Comisión celebró una audiencia relativa a cuestiones de admisibilidad del caso con la participación de ambas partes. El 26 de agosto de 2001 los peticionarios presentaron información adicional. El 2 de octubre de 2001 el Estado presentó sus observaciones.

19. Durante su 113° período ordinario de sesiones, la Comisión examinó el caso y aprobó el Informe de Admisibilidad N° 75/016. En su informe de admisibilidad, la Comisión concluyó que era competente para examinar el reclamo presentado por los peticionarios sobre la presunta violación de los artículos 1(1), 4, 5, 6, 7, 8, 17, 21 y 25 de la Convención Americana. Mediante comunicación de fecha 14 de noviembre de 2001 la Comisión notificó su decisión a las partes y otorgó a los peticionarios un plazo de dos meses para la presentación de sus observaciones sobre el fondo. Asimismo, la CIDH se puso a disposición de las partes con el fin de asistirlas en la búsqueda de una solución amistosa del asunto conforme al artículo 48(1)(f) de la Convención Americana.

20. De conformidad con el artículo 38(3) del Reglamento de la Comisión, se celebró una audiencia con la presencia de ambas partes el 6 marzo de 2002, en el marco del 114° período ordinario de sesiones de la CIDH en la cual se recibió la declaración de un testigo ofrecido por los peticionarios, cuya identidad se mantiene en reserva por razones de seguridad. Dicha audiencia se realizó con estricto apego a las reglas del contradictorio. El 20 de mayo de 2002 los peticionarios manifestaron su disposición en iniciar la búsqueda de un acuerdo amistoso. El 9 de julio de 2002 el Centre on Housing Rights and Evictions presentó un Amicus Curiae en relación con el presente caso. Mediante comunicación del 14 de agosto de 2002 el Estado solicitó a la CIDH una extensión del plazo para la presentación de su respuesta, la cual fue concedida por el término de diez días. Mediante comunicación del 30 de agosto de 2002 el Estado manifestó que no correspondía emprender la búsqueda una solución amistosa debido a que los recursos judiciales internos destinados al esclarecimiento de los hechos y las responsabilidades del caso se encontraban aun pendientes de resolución. El 25 de septiembre de 2002, la CIDH dio traslado de la comunicación a los peticionarios otorgándoles un plazo de 30 días para la presentación de sus observaciones sobre el fondo.

21. El 20 de octubre de 2003 los peticionarios presentaron sus alegatos sobre el fondo del caso. Mediante comunicación del 28 de octubre de 2003, la CIDH efectúo el correspondiente traslado al Estado con un plazo de dos meses para presentar las observaciones que considerara oportunas. El 19 de diciembre de 2003 el Estado solicitó una prórroga de 30 días, la cual fue concedida el 23 de diciembre de 2003. Mediante comunicación de fecha 15 de enero de 2004, el Estado solicitó una nueva prórroga de diez días. Ese mismo día, la CIDH comunicó al Estado la concesión de una extensión del plazo por siete días. Mediante comunicación del 26 de enero de 2004 el Estado presentó sus observaciones sobre el fondo del asunto.

C. Acumulación

22. En vista de la identidad entre los peticionarios de los casos 12.050 y 12.266, el contexto que precedió los hechos denunciados en ambos casos, de la relación secuencial de las violaciones denunciadas y de su impacto en dos corregimientos del municipio de Ituango en el departamento de Antioquia, la CIDH procedió a acumular ambos casos a los efectos de la decisión sobre el fondo.

6 CIDH, Informe de Admisibilidad N° 75/01, El Aro, Ituango, Colombia, Informe Anual de la CIDH 2002

(Anexo A 3).

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23. El 11 de marzo de 2004, luego de analizar las posiciones de las partes, la Comisión

aprobó el Informe N° 23/04, según lo establecido en el artículo 50 de la Convención Americana y 42 de su Reglamento. En dicho informe, la CIDH concluyó que “el Estado colombiano es responsable por la violación de los derechos consagrados en los artículos 1(1), 4, 8 y 25 de la Convención Americana en perjuicio de William Villa García, Graciela Arboleda (viuda de García), Héctor Hernán Correa García y de los artículos 1(1), 4, 7, 8 y 25 en perjuicio de Jairo Sepúlveda. Asimismo concluyó que el Estado colombiano era responsable por la violación de los derechos consagrados en los artículos 1(1), 4, 8 y 25 de la Convención Americana en perjuicio de Arnulfo Sánchez, José Darío Martínez, Olcris Fail Díaz, Omar de Jesús Ortiz Carmona, Fabio Antonio Zuleta Zabala, Otoniel de Jesús Tejada Tejada, Omar Iván Gutiérrez Nohavá, Guillermo Andrés Mendoza Posso, Nelson de Jesús Palacio Cárdenas , Luis Modesto Múnera, Dora Luz Areiza y Alberto Correa, sumados al artículo 19 del mismo tratado en el caso del niño Wilmar de Jesús Restrepo Torres y de los artículos 1(1), 4, 5, 7, 8 y 25 en perjuicio de Marco Aurelio Areiza y Rosa Areiza Barrera. La CIDH también concluyó que el Estado era responsable por la violación del derecho a la propiedad consagrado en el artículo 21 de la Convención Americana en perjuicio de las familias damnificadas por los incendios y el robo de semovientes instigado por los grupos paramilitares en El Aro, con la aquiescencia y colaboración de agentes del Estado”. La Comisión recomendó (1) Llevar adelante una investigación exhaustiva y efectiva con el fin de juzgar y sancionar a todos los responsables por la ejecución extrajudicial de William Villa García, Graciela Arboleda, Héctor Hernán Correa García, Jairo Sepúlveda Arnulfo Sánchez, José Darío Martínez, Olcris Fail Díaz, Omar de Jesús Ortiz Carmona, Fabio Antonio Zuleta Zabala, Otoniel de Jesús Tejada Tejada, Omar Iván Gutiérrez Nohavá, Guillermo Andrés Mendoza Posso, Nelson de Jesús Palacio Cárdenas , Luis Modesto Múnera, Dora Luz Areiza, Wilmar de Jesús Restrepo Torres, Marco Aurelio Areiza y Rosa Areiza Barrera y Alberto Correa perpetradas durante las incursiones paramiliatres peretradas en Municipio de Ituango en junio de 1996 y octubre de 1997. (2) Reparar a víctimas y sus familiares por el daño material e inmaterial sufrido en virtud de las violaciones a la Convención Americana aquí establecidas. (3) Adoptar las medidas necesarias para combatir y desmantelar a los grupos paramiliatares conforme a las recomendaciones adoptadas por la CIDH en sus informes generales, así como por la comunidad internacional. (4) Adoptar las medidas necesarias para evitar que hechos similares vuelvan a cometerse, de conformidad con el deber de prevención y garantía de los derechos fundamentales reconocidos en la Convención Americana.

24. Mediante comunicación de fecha 30 de abril de 2004, la Comisión Interamericana transmitió el informe de fondo al Estado, de conformidad con lo establecido en el artículo 43(2) de su Reglamento, y fijó un plazo de dos meses para que el Estado informara sobre las medidas adoptadas en cumplimiento de las recomendaciones allí formuladas.

25. En virtud del artículo 43(3) de su Reglamento, el 30 de abril de 2004 la Comisión notificó a los peticionarios la adopción del Informe N° 23/04 y su transmisión al Estado y les solicitó que manifestaran su posición respecto del sometimiento del caso a la Corte Interamericana. Por nota del 1° de junio de 2004 los peticionarios manifestaron su posición en el sentido que los casos debían ser remitidos a la jurisdicción de la Honorable Corte. Resaltaron inter alia

(1) La responsabilidad del Estado por la existencia y actuación de los grupos paramilitares - El paramilitarismo en Colombia tuvo su origen y consolidación como mecanismo de lucha contrainsurgente a través del cual se ha atacado no sólo a los grupos guerrilleros, sino a poblaciones enteras, a líderes y dirigentes, que los paramilitares consideran que constituyen base social o de apoyo de las guerrillas. La actuación de los grupos paramilitares ha estado siempre apoyada, alentada y facilitada por las autoridades, especialmente las fuerzas armadas. (2) La impunidad en que se encuentran los hechos - A pesar de la prueba aportada oportunamente en los procesos judiciales internos que indicaban la participación de un grupo numeroso de personas en las incursiones paramilitares y que dentro de esas zonas había presencia de fuerza pública, las investigaciones judiciales no condujeron ni a la vinculación de

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todas las personas partícipes en los hechos ni a la identificación, juzgamiento y sanción de esas autoridades. [...]

El 15 de junio de 2004 la Comisión solicitó una serie de aclaraciones a los peticionarios respecto de la posición de los familiares de las víctimas y su representación, entre otros elementos.

26. Por su parte el Ilustre Estado, mediante comunicación de fecha 6 de julio de 2004, solicitó una prórroga de 20 días para presentar su respuesta a las recomendaciones del Informe sobre el fondo. El 9 de julio de 2004 la Comisión concedió la prórroga por el plazo de siete días. El Ilustre Estado se abstuvo de presentar respuesta dentro del plazo acordado. El viernes 23 de julio de 2004 el Estado solicitó una nueva prórroga la cual fue concedida por la Comisión el lunes 26 de julio de 2004, hasta el 27 de julio de 2004, con carácter improrrogable. El 28 de julio de 2004 el Estado presentó su respuesta al Informe N° 23/04. Tras estudiar cuidadosamente la respuesta del Estado, la Comisión determinó que de la información presentada no se deducían avances sustanciales en el esclarecimiento judicial de los hechos materia de los casos 12.050 y 12.266 o el juzgamiento de los responsables, ni el que se hubieran adoptado medidas tendientes a reparar a los familiares de las víctimas en cumplimiento del Informe N° 23/04. Consecuentemente, el 30 de julio de 2004 la Comisión Interamericana decidió someter el presente caso a la jurisdicción de la Honorable Corte, de conformidad con lo dispuesto en los artículos 51(1) de la Convención y 44 de su Reglamento.

VI. FUNDAMENTOS DE HECHO

27. El Municipio de Ituango se ubica en la zona norte del departamento de Antoquia y se divide en los corregimientos de La Granja, Santa Rita y El Aro. Desde 1995 la creciente incursión de grupos armados disidentes en la zona trajo aparejado el incremento de la actividad de las estructuras denominadas paramilitares o de “autodefensa” así como una mayor presencia del Ejército Nacional. Hacia 1996 se encontraban acantonadas en el Municipio las tropas del Batallón de Infantería N° 10 Giradot, cuya comandancia se ubicaba en la parte alta de la cabecera municipal y cuyos miembros se movilizaban por el área urbana y rural. Además del Ejército Nacional, el Municipio de Ituango contaba con una Estación de Policía con aproximadamente veinte agentes7.

28. En los primeros meses de 1996 distintos sectores de la sociedad expresaron su temor y preocupación por la inminencia de una incursión armada paramilitar en la zona de Ituango. La inminente situación de riesgo para la población civil era de conocimiento de las autoridades y fue abordada en una serie de Comités de Seguridad mantenidos los días 10, 17, 24 y 31 de mayo y el 7 de junio de 1996 con la presencia de autoridades civiles y de la Fuerza Pública. Al respecto, el Teniente del Ejército Alexander Sánchez Castro indicó en el marco del Consejo Municipal de Seguridad efectuado el 14 de mayo de 1996 que

nuestra compañía actualmente tiene vigiladas todas las entradas a la población – varios retenes en sitios estratégicos, entre ellos el sitio denominado El Filo de la Aurora – tenemos una compañía de desarme, estamos realizando constantemente un estricto control sobre tenencia de material explosivo, armamentos y otros a personas ajenas a los militares y en general realizando las labores de inteligencia concernientes al ejército para la tranquilidad de la ciudadanía.

7 Oficio N° 421 de la Alcaldía Municipal de Ituango de fecha 25 de junio de 1996, incorporado como elemento

probatorio en el Informe Evaluativo N° 139 de la Oficina Permanente para la Defensa y Promoción de los Derechos Humanos de la Procuraduría Departamental de Antioquia, del 22 de octubre de 1996 (Anexo C 13).

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Según consta en el acta de la referida sesión del Consejo de Seguridad, el Comandante de la Subestación de Policía, José Vicente Castro, reconoció que era de su “competencia vigilar y realizar labores de inteligencia en la zona urbana”8. A pesar de estas prevenciones, el 10 de junio de 1996 –horas antes de que comenzara a producirse la cadena de hechos materia de la presente demanda— el Comando del Batallón Girardot dio la orden de retirar la mayoría de las unidades que operaban en la zona, y desplazarlas al sector de Santa Lucía y otras veredas alejadas de La Granja9.

A. La incursión armada en La Granja (Caso 12.050)

29. El 11 de junio de 1996 entre 15 y 20 hombres, miembros de grupos paramilitares,

provistos de armas de corto y largo alcance se dirigieron en dos camionetas al municipio de Ituango, específicamente al Corregimiento de “La Granja”. El grupo paramilitar inició su recorrido en las cercanías del municipio de San Andrés de Cuerquia, donde pasaron a corta distancia de un comando de Policía, sin que la fuerza pública adoptara medida alguna para detenerlos10. Asimismo, los paramilitares fueron divisados en varias ocasiones durante el transcurso del recorrido, primero por ocupantes de un bus de trasporte público que recorre la ruta entre Medellín e Ituango, luego por los ocupantes del bus que realiza dicha ruta en sentido inverso y por habitantes del sitio conocido como El Filo de la Aurora, donde el grupo permaneció por espacio de dos horas aproximadamente11.

30. Antes de ingresar al corregimiento de La Granja, los paramilitares pasaron por la zona de Chapineros. El retén del Ejército Nacional que había sido instalado en el área fue levantado con anterioridad al paso del grupo armado y trasladado a otra región. Ello fue corroborado por el Estado cuando señaló

la Compañía Gavilán debió trasladarse a la zona rural, a partir del 10 de junio de 1996, en cumplimiento de órdenes impartidas por el Comando del Batallón Girardot de Medellín, quedando únicamente 30 unidades en el casco urbano, mientras los restantes y el mismo comandante Jorge Alexander Sánchez debieron desplazarse al sector de Santa Lucía y otras veredas, totalmente apartadas del pueblo12.

Al arribar al corregimiento de La Granja los paramilitares ordenaron el cierre de los establecimientos públicos. Una vez que los paramilitares tomaron control del Corregimiento se inició la cadena de ejecuciones selectivas, sin que se encontrara oposición por parte de la Fuerza Pública y a la vista de los pobladores del Corregimiento.

8 Acta N° 001 del Consejo Municipal de Seguridad de Ituango de fecha 14 de mayo de 1996, incorporada en el

Informe Evaluativo N° 139 de la Oficina Permanente para la Defensa y Promoción de los Derechos Humanos de la Procuraduría Departamental de Antioquia, del 22 de octubre de 1996 (Anexo C 13).

9 Esto fue expresamente reconocido por el Estado en sus alegatos ante la Comisión. Ver Nota DDH. 39723 de la Dirección de Derechos Humanos y Derecho Internación Humanitario del Ministerio de Relaciones Exteriores de fecha 25 de octubre de 2002.

10 La declaración del señor Carlos Fernando Jaramillo Correa indica que cuando se desplazaba el 11 de junio de 1996 desde Ituango a Medellín, se cruzó con la caravana de hombres armados que se dirigían rumbo a Ituango y que al llegar el bus a San Andrés y efectuar la correspondiente parada, fue enterado por los residentes del lugar, que los delincuentes habían transitado, libremente armados, a dos cuadras de la policía sin recibir ningún requerimiento (Anexo C 15).

11 Artículo del periódico El Colombiano del 13 de junio de 1996 citado por el Informe Evaluativo N° 139 de la Oficina Permanente para la Defensa y Promoción de los Derechos Humanos de la Procuraduría Departamental de Antioquia, del 22 de octubre de 1996 (Anexo C 13).

11 Artículo del periódico El Colombiano del 13 de junio de 1996 citado por el Informe Evaluativo N° 139 de la Oficina Permanente para la Defensa y Promoción de los Derechos Humanos de la Procuraduría Departamental de Antioquia, del 22 de octubre de 1996 (Anexo C 13).

12 Nota DDH. 39723 de la Dirección de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario del Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia, de fecha 25 de octubre de 2002.

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31. En primer término, el grupo armado ilegal se dirigió al lugar de trabajo del señor

William Villa García, quien en ese momento se desempeñaba como conductor del vehículo de la parroquia del corregimiento, donde fue asesinado con ráfagas de armas de fuego13. El testimonio del señor Luis Alfredo Villa Zuleta, padre de William Villa García, indica que

su hijo había sido señalado como simpatizante de la guerrilla porque en la escuela donde él trabajaba la guerrilla pasaba mucho por ahí y se reunían, y hacía dos meses antes de su muerte, le había tocado transportar gente de la guerrilla en el carro de la parroquia14.

Seguidamente, los paramilitares se dirigieron a la finca del señor Hugo Espinal Lopera donde, tras interrogar a la señora Graciela Arboleda sobre el paradero de éste, la ejecutaron15. El Oficio de la Inspección Departamental de la Policía de La Granja, librado por el Inspector José de Espinosa a la Procuraduría Departamental de Antioquia confirma que

[...] el día 11 de junio de 1996 se hicieron presentes en el corregimiento de la Graja-Ituango dos (2) camionetas: una de color roja y la otra color verde, las cuales transportaban de 15 a 18 sujetos, todos armados, vestidos de distintas forma, las camionetas cruzaron toda la calle principal del Corregimiento y llegaron al barrio, denominado Mundo Nuevo y allí los sujetos masacraron a un ciudadano conocido con el nombre de William De Jesús Villa García. Luego se desplazaron a la calle principal y masacraron al joven Héctor Hernán Correa García, de ahí se dirigieron a la casa finca conocida con el nombre de “el Pino” de propiedad del señor Hugo Espinal y masacraron a la señora María Graciela Arboleda Rodríguez, estos homicidios cometidos con arma de fuego [...]16

13 La sentencia de fecha 14 de noviembre de 2003 del Juzgado Primero del Circuito Especializado de Antioquia

señala que: “ La diligencia del levantamiento del óbito WILLIAN DE JESUS VILLA GARCIA reposa en el expediente, llama la atención del despacho lo descrito en el apartado “DESCRIPCION DEL LUGAR DEL HECHO: CASA DESHABITADA DONDE ESTABA TRABAJANDO, HABIA REGADA PINTURA, MADERA HERRAMIENTAS DE CARPINTERIA, COSTALES CAFETEROS, IMPACTOS DE BALA EN LAS PAREDES RECIEN PINTADAS”. William de Jesús tenía 25 años de edad, era casado, y se desempeñaba como oficial de albañilería. A folio 43 del mismo paginario, reposa copia del registro civil de defunción de William de Jesús Villa García. La diligencia de necropsia se encuentra inserta en el mismo cuaderno a fls. 46-47, en la que se observa que recibió diez proyectiles de arma de fuego y donde concluye la médica forense que: “conceptúo que el deceso de quien en vida respondió al nombre de WILLIAN DE JESÚS VILLA GARCIA, fue consecuencia natural y directa del shock neurogénico, resultante de la destrucción de masa encefálica, además del shock hipovolémico por las heridas pulmonares, ambas con un efecto de naturaleza mortal” (Anexo C 11).

14 Testimonio de Luis Alfredo Villa Zuleta citado en la Nota DDH. 39723 de la Dirección de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario del Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia, de fecha 25 de octubre de 2002.

14 Testimonio de Luis Alfredo Villa Zuleta citado en la Nota DDH. 39723 de la Dirección de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario del Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia, de fecha 25 de octubre de 2002.

15 La sentencia de fecha 14 de noviembre de 2003 del Juzgado Primero del Circuito Especializado de Antioquia señala que la señora María Graciela Arboleda Rodríguez viuda de García “se dedicaba a las labores domésticas por días, en la finca EL PINO de propiedad de Hugo Espinel, a donde arribó un grupo de los sujetos ilegalmente armados, quienes procedieron a interesar su abdomen con arma blanca y posteriormente dispararon en varias ocasiones sobre su humanidad. Doña María Graciela tenía 47 años de edad, era viuda y madre de seis hijos” (Anexo C 11).

15 La sentencia de fecha 14 de noviembre de 2003 del Juzgado Primero del Circuito Especializado de Antioquia señala que la señora María Graciela Arboleda Rodríguez viuda de García “se dedicaba a las labores domésticas por días, en la finca EL PINO de propiedad de Hugo Espinel, a donde arribó un grupo de los sujetos ilegalmente armados, quienes procedieron a interesar su abdomen con arma blanca y posteriormente dispararon en varias ocasiones sobre su humanidad. Doña María Graciela tenía 47 años de edad, era viuda y madre de seis hijos” (Anexo C 11).

16 Oficio N° 085 de la Inspección Departamental de la Policía de La Granja, Ituango, citado como elemento probatorio en el Informe Evaluativo No. 139 de la Oficina Permanente para la Defensa y Promoción de los Derechos Humanos de la Procuraduría Departamental de Antioquia, del 22 de octubre de 1996 (Anexo C 13).

16 Oficio N° 085 de la Inspección Departamental de la Policía de La Granja, Ituango, citado como elemento probatorio en el Informe Evaluativo No. 139 de la Oficina Permanente para la Defensa y Promoción de los Derechos Humanos de la Procuraduría Departamental de Antioquia, del 22 de octubre de 1996 (Anexo C 13).

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La sentencia de fecha 14 de noviembre de 2003 del Juzgado Primero del Circuito Especializado de Antioquia señala que la señora María Graciela Arboleda Rodríguez, viuda de García, se dedicaba a las labores domésticas por días, en la finca El Pino de propiedad de Hugo Espinel, a donde fue atacada con arma blanca y con armas de fuego17.

32. Seguidamente, los paramilitares irrumpieron en la vivienda de Adán Enrique Correa. El testimonio de Jorge Correa Sánchez, de diez años de edad al momento de los hechos, indica que observó cuando en la parte baja del Corregimiento de La Granja asomaron dos carros, uno de color rojo y otro de color verde, y su abuela María Libia García de Correa le pidió que entraran a la vivienda de su abuelo Adán Enrique Correa. Indica que se escondió en la cocina junto a su abuela; que cuando los paramilitares irrumpieron en la vivienda llevaron a su tío Héctor Hernán Correa por la fuerza a la sala, desde donde se escucharon disparos y lamentos; y cuando finalmente salieron de la cocina, encontraron a su tío Héctor Hernán muerto en la sala18. Durante su 102° período de sesiones y con la presencia de ambas partes, la Comisión recibió el testimonio de María Libia García de Correa, esposa del señor Correa, quien se encontraba presente en el lugar. La señora García de Correa indicó que al ver que los paramilitares derribaban la puerta de entrada, se escondió junto a su hijo discapacitado mental, Héctor Hernán Correa García y uno de sus nietos, en la cocina de la casa. El testimonio confirma que uno de los hombres armados descubrió a Héctor Correa García en la cocina, lo empujó hacia la sala y lo ultimó con disparos de arma de fuego.

33. Posteriormente, los paramilitares abandonaron el lugar con dirección al casco urbano de Ituango. Una vez allí se dirigieron al “Politécnico Colombiano Jaime Isaza Cadavid” desde donde se llevaron a su rector, el señor Jairo Sepúlveda. Al día siguiente, su cuerpo sin vida fue encontrado en un paraje de El Líbano. Al respecto, la sentencia de fecha 14 de noviembre de 2003 del Juzgado Primero del Circuito Especializado de Antioquia estableció que:

Como el grupo ilegal armado que se transportaba en vehículos ese 11 de junio de 1996, luego de la irrupción en el corregimiento de LA GRANJA se regresaron a la zona urbana del municipio de Ituango, entre las seis y las siete de la noche, ingresaron a las instalaciones del Polideportivo donde funciona la oficina adjunta del Politécnico Jaime Isaza Cadavid, hasta donde perpetraron dos sujetos, uno portando arma de fuego, con la que intimidaron y obligaron al Coordinador del centro, docente, Jairo de Jesús Sepúlveda Arias, a acompañarles y a abordar uno de los automotores. Al día siguiente fue hallado su cuerpo sin vida en el paraje el Líbano, en la carretera que conduce de ese municipio a la ciudad de Medellín. El señor Sepúlveda Arias tenía 38 años de edad y residía con su madre19.

La señorita Beatriz Elena Parias Valdés declaró que:

Por orden conseguida con la fiscalía de Ituango para hacer un allanamiento a la casa de Jairo, se realizaron dos allanamientos con un intervalo de quince días cada uno, porque el teniente aseguraba que Jairo o era guerrillero o debía tener mucha información de esta gente en su

17 Juzgado Primero del Circuito Especializado de Antioquia, Sentencia de 14 de noviembre de 2003. La sentencia

del Juzgado Primero del Circuito Especializado de Antioquia señala que la señora María Graciela Arboleda Rodríguez viuda de García “se dedicaba a las labores domésticas por días, en la finca EL PINO de propiedad de Hugo Espinel, a donde arribó un grupo de los sujetos ilegalmente armados, quienes procedieron a interesar su abdomen con arma blanca y posteriormente dispararon en varias ocasiones sobre su humanidad. Doña María Graciela tenía 47 años de edad, era viuda y madre de seis hijos” (Anexo C 11).

18 Juzgado Primero del Circuito Especializado de Antioquia, Sentencia de 14 de noviembre de 2003, pág. 35 (Anexo C 11).

19 Juzgado Primero Penal del Circuito Especializado de Antioquia, Sentencia Ordinaria, radicado 122-UNDH-5288-2002-0052, Procesado José Vicente Castro, 14 de noviembre de 2003 (Anexo C 11).

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casa, al no encontrar nada que comprometiera a Jairo el Teniente empezó a cogerle bronca, Jairo me había comentado que se iba a quejar con la Fiscalía, no sé si lo hizo o no20.

34. La sentencia del Juzgado Primero del Circuito Especializado de Antioquia de fecha

14 de noviembre de 2003 ofrece una recapitulación de los hechos que confirma el recorrido del grupo paramilitar y las víctimas fatales:

El 11 de junio de 1996 irrumpen al corregimiento de LA GRANJA del municipio de Ituango a eso de las cuatro de la tarde, dos camionetas TOYOTA HILUX, una de color vino tinto y la otra azul oscura, cargadas con cerca de 22 individuos fuertemente armados con fusiles y revólveres, corregimiento al que arribaron haciéndose notar entre los moradores, para cegarle la vida a: WILLIAN DE JESUS VILLA GARCIA en el barrio Nuevo Mundo, quien se dedicaba a labores de pintura de un local; HECTOR HERNAN CORREA GARCIA quien padecía una discapacidad cerebral, y para ello, en la calle principal violentaron la puerta de ingreso a la residencia de éste; posteriormente se desplazaron a la finca EL PINO de propiedad del señor Hugo Espinal Lopera y allí dieron muerte con arma blanca y a tiros de fusil a doña MARÏA GRACIELA ARBOLEDA RODRIGUEZ quien se desempeñaba ocasionalmente en las labores domésticas. Estos luctuosos hechos transcurrieron ante la población indefensa. Ya en el crepúsculo, a eso de las seis de la tarde se presentó la horda homicida a la sede del politécnico JAIME ISAZA CADAVID, ubicado en el Polideportivo, zona urbana de Ituango, de donde sacaron abruptamente al docente y Coordinador, señor JAIRO DE JESÚS SEPÚLVEDA ARIAS, obligándolo luego a abordar uno de los vehículos, quien apareció sin vida al día siguiente en el paraje EL LIBANO, localizado en la carretera que conduce al municipio de Ituango a esta capital21.

35. Una vez perpetradas las referidas ejecuciones selectivas, los paramilitares

abandonaron el área sin encontrar oposición alguna por parte de la Fuerza Pública. Al respecto, las declaraciones de la señorita Beatriz Elena Parias Valdez indican que

...después de la masacre en el Corregimiento de La Granja, un habitante de ésta llamó a Ituango para informar sobre las camionetas que iban rumbo al pueblo (Ituango) para que hicieran el favor y los detuvieran porque habían asesinado a tres personas y, según esto, la policía no tomó medidas de seguridad y dejaron pasar a las camionetas22.

36. La declaración del vecino Julio Mario Giraldo Zabal indica que el 11 de junio, cuando

se dirigía de La Granja a Ituango, se encontró con las camionetas que alrededor de las 5.30 pm regresaban a Ituango. Indica que en el pueblo ya se sabía que en La Granja habían asesinado a William, Héctor y Graciela y agrega que:

esas camionetas las ocupaban los paramilitares, ellos llevaban armas, yo sé que eran paramilitares, y todo el pueblo lo sabe, además porque incluso ese día ellos estaban hablando con los militares, yo vi que uno de ellos ese día estaba hablando con dos soldados en la

20 Declaración juramentada de Beatriz Elena Parias Valdés de fecha 9 de agosto de 1996, citada como elemento

probatorio por Informe Evaluativo N° 139 de la Oficina Permanente para la Defensa y Promoción de los Derechos Humanos de la Procuraduría Departamental de Antioquia, del 22 de octubre de 1996 (Anexo C 13).

21 Juzgado Primero Penal Del Circuito Especializado de Antioquia, Sentencia Ordinaria, radicado 122-UNDH-5288-2002-0052, Procesado José Vicente Castro, 14 de noviembre de 2003 (Anexo C 11).

22 Declaración juramentada de Beatriz Elena Parias Valdés de fecha 9 de agosto de 1996, citada como elemento probatorio por Informe Evaluativo N° 139 de la Oficina Permanente para la Defensa y Promoción de los Derechos Humanos de la Procuraduría Departamental de Antioquia, del 22 de octubre de 1996 (Anexo C 13).

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esquina donde queda la tienda de Don Pedro Martínez, era que ese día antes esa gente ya andaba por ahí...23

Cabe resaltar las apreciaciones del testimonio en el sentido que los paramilitares que perpetraron la incursión armada fueron vistos en compañía de miembros del Ejército.

37. El Informe Evaluativo N° 139 de la Oficina Permanente para la Defensa y Promoción de los Derechos Humanos de la Procuraduría Departamental de Antioquia confirma que:

tanto las unidades de la Policía acantonada en Ituango, como los miembros del Ejército quienes tenían según ellos dominio absoluto del área, con retenes y patrullajes, en el caso que nos ocupa: no cumplieron con lo preceptuado en la Constitución Nacional cuando se refiere a la honra, vida y bienes de los ciudadanos y que omitieron cumplir con sus funciones y por lo tanto cómplices indirectos de estos asesinatos. Además, tal como está establecido en las pruebas recogidas después de los hechos sangrientos de aquel día, les fueron informados sobre los asesinos, su número, tipo de vehículo en que se movilizan, ruta que seguían, no fueron capaces de interceptarlos a fin de capturarlos, [...]24

Vale decir que las unidades de la Fuerza Pública que operaba en la región –Batallón Girardot y Policía de Ituango- a pesar de estar al tanto de la presencia paramilitar en La Granja, se abstuvieron de adoptar las medidas necesarias para prevenir el ataque perpetrado contra la población civil el 11 de junio de 1996 y evitar las ejecuciones o para capturar a los responsables.

38. Asimismo, el doctor Bonilla Cifuentes –quien fungió como Fiscal asignado a la jurisdicción de Antioquia— en el testimonio rendido ante la Comisión en su 106° período de sesiones confirma que:

En La Granja, que fue una masacre perpetrada aproximadamente a mediados del año 1996, el paramilitarismo ingresa con dos camionetas, hombres civiles armados, con armas largas, en particular fusiles R15, AK47 y armas de corto alcance como pistolas, y tienen que pasar necesariamente por varios puestos de control donde deberían estar la policía y el ejército nacional realizando controles de entrada. Pasan por un municipio cercano, que es San Andrés de Cuerquia; en San Andrés de Cuerquia lo hacen a escasos metros del comando de la policía, si ustedes de pronto tienen una visión de lo que son los pueblos en Antioquia, son muy pequeños, y la policía con sus comandos policiales cubre todo lo que es el casco urbano de cada municipio, y pasa este comando paramilitar a dos metros del comando sin que sea visto por la policía. El Ejército Nacional, como lo había denunciado Jesús María Valle y como aparece en varios testimonios que yo recepcioné al interior de esa investigación, en particular del señor Carlos Fernando Jaramillo, que declara en cuatro oportunidades, y se encuentra en este momento también exiliado en un país de América Latina, porque el paramilitarismo luego de su denuncia decidió también perseguirlo, y como líder político de la región tenía conocimiento de que le habían reclamado al ejército por la presencia paramilitar en el corregimiento de Santa Rita, otro corregimiento de Ituango, a lo que un capitán del ejército respondió en los consejos de seguridad que se verificaron antes de la masacre, que todos los puntos de ingreso a El Aro estaban cubiertos por el ejército nacional, sitios estratégicos, y estaban realizando operaciones de desarme, que es el control a la población civil para desarmarla en este municipio; y por uno de los puestos de control donde tradicionalmente el

23 Declaración citada por el Estado en sus alegatos ante la Comisión Interamericana. Nota DDH. 39723 de la

Dirección de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario del Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia, de fecha 25 de octubre de 2002.

24 Informe Evaluativo N° 139 de la Oficina Permanente para la Defensa y Promoción de los Derechos Humanos de la Procuraduría Departamental de Antioquia, del 22 de octubre de 1996 (Anexo C 13).

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ejército sí estaba y era una zona estratégica para proteger a la población civil del ingreso de grupos armados, bien sea subversivos o paramilitares, el ejército el día en que pasa este convoy paramilitar no está en la zona25.

Este testimonio, rendido por uno de los fiscales vinculados a la investigación de los actos de violencia perpetrados por los grupos paramilitares en el municipio de Ituango, confirma la conducta omisiva de los miembros del Ejército y la Policía apostados en la zona.

39. A pesar de la gravedad de los hechos acaecidos en junio de 1996 en La Granja, sólo se procedió a abrir formalmente una investigación judicial tres años después. Concretamente, la Unidad Nacional de Derechos Humanos de la Fiscalía General de la Nación resolvió proferir resolución de apertura de instrucción el 17 de junio de 1999. En esa oportunidad, dispuso la vinculación y la imposición de medida de aseguramiento consistente en detención preventiva en contra de los hermanos Jaime y Francisco Angulo Osorio, quienes se encontraban detenidos en virtud de otros procesos. Sin embargo, con posterioridad fue revocada la medida de aseguramiento en su contra. En esa misma fecha, se ordenó la vinculación a la investigación de dos agentes estatales, el subteniente José Vicente Castro, Comandante de la Subestación de Policía de Ituango y el Teniente José Alexander Sánchez por los delitos de coautoría en la conformación de grupos de justicia privada, homicidios agravados y secuestro simple agravado a título de dolo por omisión impropia. Asimismo, en aquella oportunidad, se decretó auto de prisión preventiva en contra de los mencionados agentes estatales.

40. El 31 de agosto de 2001 se profirió resolución de acusación en contra de José Vicente Castro, tras la decisión del Consejo Superior de la Judicatura respecto del conflicto positivo de competencia interpuesto por el Fiscal Penal Militar 142 del Juzgado de Primera Instancia adscrito a la Inspección General de la Policía Nacional. El juzgado Primero Penal del Circuito Especializado de Antioquia, mediante sentencia de fecha 14 de noviembre de 2003, condenó a 31 años de prisión al mencionado subteniente José Vicente Castro por haber incurrido “por omisión en el delito de homicidio agravado con fines terroristas”26. Por su parte, el 10 de noviembre de 2003 se profirió resolución de acusación en contra de Jorge Alexander Sánchez Castro, por el delito de concierto para delinquir, acusación que se amplió con la incorporación posterior de los delitos de homicidio agravado y extorsión agravada.

41. Con respecto a los civiles vinculados al proceso, el 2 de junio de 2000 se decretó medida de aseguramiento consistente en prisión preventiva en contra de Hernando Remigio Fonnegra y de Carlos Castaño Gil. El 12 de enero de 2001 fueron declarados personas ausentes Jhon Jairo Mazo Pino, Gilberto Antonio Tamayo Rengifo y Jorge Alberto Muletón Montoya. Por su parte, el 20 de agosto de 2002, se profirió medida de detención preventiva en contra de Hernando de Jesús Álvarez, Jhon Jairo Mazo Pino, Gilberto Antonio Tamayo Rengifo y Jorge Alberto Muletón Montoya.

42. De conformidad a lo expuesto supra, surge que la investigación previa por los hechos de La Granja se abrió formalmente el 17 de junio de 1999 por la Unidad Nacional de Derechos Humanos de la Fiscalía General de la Nación27, es decir tres años después de acaecidos

25 Declaración del señor Carlos Álvaro Bonilla Cifuentes rendida ante la Comisión Interamericana durante la

realización de su 106° período ordinario de sesiones, 2 de marzo de 2000. Por razones de seguridad el ex Fiscal Bonilla se encuentra asilado en Suiz (Anexo C 14).

26 Juzgado Primero del Circuito Especializado de Antioquia, Sentencia Ordinaria, radicado 122-UNDH-5288-2002-0052, Procesado José Vicente Castro, Medellín, 14 de noviembre de 2003 (Anexo C 11).

27 Nota EE 102 de la Dirección General de asuntos Especiales del Ministerio de relaciones Exteriores, 9 de marzo de 2000.

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los hechos. Asimismo, de los elementos de convicción allegados a la CIDH y de la información proporcionada por el Estado se desprende que transcurridos más de siete años de ocurridos los hechos, sólo se ha sentenciado en primera instancia al Teniente de Policía José Vicente Castro por “haber incurrido por omisión en el delito de homicidio agravado con fines terroristas” 28.

43. Si bien la investigación penal determinó la expedición de medidas de aseguramiento contra una serie de personas, incluyendo a líderes de grupos paramilitares y agentes del Estado, las órdenes de detención no han sido ejecutadas en su mayoría y el proceso continúa con relación a los civiles involucrados en la investigación en etapa de instrucción. El proceso penal respecto del resto de los responsables aun se encuentra pendiente29.

B. La incursión armada en El Aro

44. Una vez consumada la incursión en La Granja, miembros de la sociedad civil del Municipio de Ituango elevaron numerosas comunicaciones a distintas autoridades estatales con la finalidad de solicitarles la adopción de medidas para garantizar la vida y la integridad personal de la población civil amenazada por el accionar de los grupos al margen de la ley. Entre ellos se destaca el abogado y defensor de derechos humanos Jesús María Valle Jaramillo quien elevó comunicaciones a las autoridades departamentales informándoles sobre la presencia paramilitar en la región. El 20 de noviembre de 1996 se comunicó con Álvaro Uribe Vélez, entonces Gobernador de Antioquia, y con el Defensor del Pueblo de Medellín con el fin de solicitar protección para la población de Ituango. Dicha solicitud fue reiterada y ampliada el 20 de enero de 1997 por la entonces Comisión Intercongregacional de Justicia y Paz. En esa oportunidad, la petición de protección y atención a la zona se remitió también a las autoridades nacionales. Las referidas comunicaciones que se anexan a la presente demanda, acreditan que a pesar de que las autoridades estaban al tanto de la inminencia de la consumación de incursiones armadas paramilitares en el municipio de Ituango, se abstuvieron de adoptar las medidas necesarias para prevenirlas o proteger a la población civil30.

45. En este contexto, entre los días 22 de octubre y 12 de noviembre del año 1997 tuvo lugar una incursión paramilitar en el Corregimiento de Builópolis, más conocido en la región de Ituango como “El Aro”. Los elementos de prueba indican que la cadena de ejecuciones selectivas perpetradas por un grupo paramilitar que se movilizó por varios días a pie con la aquiescencia y apoyo de miembros de la Fuerza Pública, se inició en el Corregimiento de Puerto Valdivia, punto de partida de su recorrido.

46. El 22 de octubre de 1997, aproximadamente 30 hombres armados y vestidos con prendas de uso militar llegaron por vía terrestre al Corregimiento de Puerto Valdivia, departamento de Antioquia, y dieron muerte a los señores Omar de Jesús Ortiz Carmona y Fabio Antonio Zuleta

28 Juzgado Primero Penal del Circuito Especializado de Antioquia, radicado 122-UNDH-5288-2002-0052, Sentencia

de 14 de noviembre de 2003, Medellín, Colombia (Anexo C 11).

29 Ver Nota DDH36239 de la Dirección General de asuntos Especiales del Ministerio de Relaciones Exteriores, 28 de julio 2004, donde el Estado indica que el proceso se encuentra en etapa de instrucción.

30 Comunicación del Comité Permanente “Héctor Abad Gómez”, organización a la cual pertenecía Jesús María Valle, dirigida al Gobernador de Antioquia el 20 de noviembre de 1996. Comunicación del Comité Permanente “Héctor Abad Gómez” dirigida al Defensor del Pueblo de Medellín el 20 de noviembre de 1996. Comunicación de la Comisión Intercongregacional de Justicia y Paz dirigida a distintas autoridades estatales, 20 de enero de 1997. Comunicación del Comité Permanente “Héctor Abad Gómez” dirigida a la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para Colombia del 29 de julio de 1997 (Anexos C 16, 17 y 18).

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Zabala Zabala en el sector conocido como Puquí. Al respecto, la sentencia del Juzgado Segundo Penal del Circuito Especializado de Antioquia de fecha 22 de abril de 200331 establece que

los hermanos María Olivita y Fabio Alberto Calle Fernández declararon que el día miércoles 22 de octubre esos hombres llegaron a la finca de propiedad de Omar de Jesús Ortiz Carmona, ubicada en la vereda de Puquí. Allí reunieron a todos los trabajadores y les preguntaron acerca de la guerrilla. Seguidamente aislaron del grupo a Omar de Jesús, esposo y cuñado de los Calle Fernández- y a Fabio Antonio Zuleta Zabala, a quienes en su presencia, propinaron varios impactos de bala que les ocasionaron la muerte32.

47. Seguidamente, en la finca denominada “La Planta” asesinaron al señor Arnulfo

Sánchez Álvarez, persona de avanzada edad. Seguidamente, el grupo paramilitar inició su recorrido a pie con dirección al Corregimiento de El Aro, que se sitúa a seis horas de Puerto Valdivia. En el curso de dicho recorrido, los paramilitares arribaron en primer lugar al embarcadero de Puerto Escondido donde dieron muerte al señor Omar Iván Gutiérrez Nohavá en presencia de su esposa y de sus hijas33. Según consta en el testimonio de Martha Cecilia Jiménez, el 23 de octubre de 1997 a las 8:00 am, un grupo de hombres armados llegó a su residencia de la vereda de Puerto Escondido, saquearon su tienda, hurtaron 90 reses y frente a toda su familia asesinaron a su cónyuge Omar Iván Gutierrez Nohavá34.

48. Al salir del mencionado embarcadero, los paramilitares asesinaron a Olcris Fail Díaz Pérez, José Darío Martínez Pérez y Otoniel de Jesús Tejada Tejada. En su recorrido los paramilitares también asesinaron a Wilmar de Jesús Restrepo Torres, de trece años de edad, y al señor Alberto Correa cuando se encontraban realizando labores de agricultura35. El grupo paramilitar se hizo acompañar de algunos hombres que encontraron por el camino para que los ayudaran a conducir el ganado, que tomaban de las fincas que se encontraban a su paso, hacia los diferentes sitios de concentración donde dejaban el ganado al cuidado de campesinos bajo vigilancia armada. El señor Francisco Osvaldo Pino Posada señaló al respecto en su testimonio que

El sábado de 25 de octubre fui retenido por un grupo de aproximadamente 100 hombres armados en la vereda llamada Organí, a dos horas de distancia del corregimiento de El Aro, perteneciente al municipio de Ituango. Dicho grupo se dirigía por el camino de herradura que de Puerto Valdivia conduce al Aro, distantes entre sí a 6 horas de camino a pie. Cuando fui retenido ya habían dado muerte a los señores Arnulfo Sánchez, Omar Iván Gutiérrez Olcris Díaz y Darío Martínez. Posteriormente fui obligado, junto con otras cinco personas a transportar el ganado de la finca en que me encontraba y a llevarlo hasta El Aro. Cuando llegamos allí, encontramos que otro grupo de paramilitares que habían ingresado por el sector de Briceño ya había dado muerte a los señores Nelson Palacio, Modesto Múnera y Guillermo Andrés Mendoza, campesinos

31 Juzgado Segundo Penal de Circuito Especializado de Antioquia, Sentencia de Condena a Carlos Castaño Gil,

Salvatore Mancuso Gómez, Francisco Villalba, Alexander Mercado Fonseca, 22 de abril de 2003 (Anexo C 21).

32 Ibidem. Ver también Juzgado Promiscuo Municipal, Audiencias para la recepción de testimonios, declaraciones de Adrián Octavio Velásquez, 24 de octubre de 2000 y Carlos Mario Castañeda, 12 de febrero de 2001 (Anexo C 29 y 31).

33 Declaración rendida por la señorita Lylliam Amparo Areiza Tobón con destino a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos; Medellín, 21 de abril de 1998 (Anexo C 64).

34 Ibidem. Ver también Tribunal Administrativo de Antioquia, Sala Séptima de Decisión, Diligencia de Testimonios, Declaración de Juan Guillermo Córdoba Herrera, Medellín, 24 de octubre de 2001 (Anexo C 43).

35 Juzgado Promiscuo Municipal, Audiencia para la Recepción de testimonios, declaración de María Edilma Torres, Valdivia, 15 de marzo de 2001 (Anexo C 28). Fiscalía General de la Nación, Fiscalía Delegada ante Jueces Regionales, Acta de Diligencia de Exhumación llevada a cabo en el Corregimiento del Aro Jurisdicción del Municipio de Ituango – Antioquia, dentro del radicado 25017, 29 de marzo de 1999 (Anexo C 24).

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conocidos en la región, dedicados a la agricultura y ganadería, al igual que los otros que antes habían sido asesinados. (...) Durante esa semana los paramilitares dieron muerte al menor Wilmar Restrepo y al señor Alberto Correa, mientras se dedicaban a labores de agricultura; al señor Marco Aurelio Areiza, comerciante que fue muerto el día martes de esa semana y a quien vi personalmente tirado al lado del cementerio. Fuera de lo anterior hubo otras personas a quienes no conocí, pero que fueron muertas por los paramilitares en su incursión36. 49. El día sábado 25 de octubre de 1997 los paramilitares arribaron al Corregimiento de

El Aro donde procedieron a reunir a todos los habitantes del lugar en el parque central del poblado, luego asesinaron a Guillermo Andrés Mendoza Posso, Luis Modesto Múnera y Nelson de Jesús Palacio Cárdenas37. El señor Omar Alfredo Torres Jaramillo declaró ante El Tribunal Administrativo de Antioquia que

(...) a eso de la una de la tarde estaba yo en el pueblito y entraron los paramilitares, ahí nos cogieron a los que habíamos, conmigo estaban Argemiro Arango, Luis Modesto Múnera, Nelson Palacio, Gilberto Lopera, Rafael Piedrahita, Andrés Mendoza y Omar Pérez un peladito de como doce años, a todos nosotros nos cogieron y nos acostaron en el piso y de ahí comenzaron a matar y mataron a Andrés Mendoza, a Luis Modesto Múnera y a Nelson Palacio, de ahí nos tuvieron acostados como hasta las seis de la tarde en medio de los muertos y a las seis de la tarde nos hicieron parar y ya nos cogieron de cuentas de ellos y nos hicieron amanecer asentados en el Parque. Al otro día comenzaron a sacar toda la gente de las casas y a amontonarlos en un solo punto de ahí comenzaron a dañar todas las puertas de las tiendas38. 50. Con posterioridad a tales sucesos, los paramilitares se dirigieron a la residencia del

señor Marco Aurelio Areiza Osorio, quien se encontraba con su compañera Rosa María Posada, y los obligaron a entregarle una vaca y a prepararles alimentos. El día sábado 25 de octubre de 1997 ordenaron al señor Areiza que los acompañara a las cercanías del cementerio donde lo amarraron y torturaron hasta causarle la muerte39. El testimonio de su hija, Lylliam Amparo Areiza Tobón, rendido en el proceso disciplinario ante la Procuraduría General de la Nación indica que

...se lo llevaron (a su padre) a las afueras del pueblo, lo amarraron y lo torturaron, le sacaron los ojos, le cortaron la lengua, lo abrieron y le levantaron la piel y luego le enterraron un cuchillo (...) cuando a él lo estaban torturando Rosa María con los niños iba a ver que le estaban haciendo a mi papá y no la dejaron acercarse al lugar. La gente escuchaba los gritos de él. Al día siguiente Rosa María fue a hablar con los jefes de los paramilitares y ellos le confirmaron que lo habían matado, les pidió que se lo dejaran llevar hasta Yurumal, donde estábamos los hijos de él, pero ellos se lo negaron, por último le permitieron que lo enterrara allá mismo en el cementerio...40

Continúa…

36 Testimonio rendido por el señor Francisco Osvaldo Pino Posada con destino a la Comisión Interamericana sobre los hechos ocurridos en El Aro-Ituango en octubre y noviembre de 1997 (Anexo C 65).

37 Fiscalía General de la Nación, Fiscalía Delegada ante Jueces Regionales, Acta de Diligencia de Exhumación llevada a cabo en el Corregimiento del Aro Jurisdicción del Municipio de Ituango – Antioquia, dentro del radicado 25017, 29 de marzo de 1999 (Anexo C 24).

38 Testimonio del señor Omar Alfredo Torres Jaramillo rendido en audiencia pública ante el Tribunal Administrativo de Antioquia, 3 de abril de 2000 (Anexo C 40).

39 Fiscalía General de la Nación, Fiscalía Delegada ante Jueces Regionales, Acta de Diligencia de Exhumación llevada a cabo en el Corregimiento del Aro Jurisdicción del Municipio de Ituango – Antioquia, dentro del radicado 25017, 29 de marzo de 1999 (Anexo C 24).

40 Testimonio de Lylliam Amparo Areiza Tobón, citado como elemento probatorio en la sentencia de primera instancia de la Jurisdicción Disciplinaria respecto del Caso “El Aro”. Procuraduría General de la Nación, Procurador Delegado

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Con respecto a las torturas de las que fue objeto su padre y de las circunstancias en que se efectuó su sepultura, la señorita Areiza Tobón agregó en su declaración con destino a la CIDH que

(...) esa noche llamó (a) mi casa en Yarumal desde Medellín una señora llamada BEATRIZ POSADA a informarnos que habían matado a mi papá, ignoro cómo se enteró ella. Al día siguiente, lunes, a primera hora me comuniqué con “El Aro” y contestó uno de ellos (paramilitar), le pregunté sobre si era cierto que habían matado a AURELIO AREIZA y al interrogar a otro compañero al respecto le dijeron; “si, es el viejito de la tienda grande que matamos anoche”; además le pregunté si podíamos ir a recoger el cadáver y me contestó que si nos atrevíamos a ir no salíamos de allá. Después de esto, ellos llamaron a ROSA MARIA y a dos menores hijos de mi padre, y les tiraron el cadáver; fue tal la impresión de uno de los niños, de cinco años, que se desmayó; ROSA les pidió el favor que le dejaran sacar el cadáver para Yarumal donde estábamos todos los hijos de él pero no se lo permitieron y la tiraron sobre el cuerpo y le dijeron que si lloraba la mataban a ella también. (...) A partir de su muerte ese domingo, saquearon todas las propiedades que tenía, el ganado se lo apropiaron y el que no lo destruyeron, guardando las reses que habían recogido de las fincas de “El Aro” en una propiedad de mi padre llamada “La Golondrina”.

Del contenido del resto del testimonio de la señorita Lylliam Areiza se deduce que el cuerpo sin vida del señor Marco Aurelio Areiza presentaba señales de tortura en los ojos, los oídos, el pecho, los órganos genitales y la boca41.

51. En un salón anexo a la iglesia los paramilitares torturaron y asesinaron a la joven Rosa Areiza Barrera, quien se desempeñaba como empleada doméstica de la casa cural y también asesinaron a la joven Dora Luz Areiza. En sus declaraciones ante el Tribunal Administrativo de Antioquia el señor Mario de Jesús Montes Vergara indicó que Dora Luz Areiza había sido ejecutada debido a que había sido señalada como integrante del E.L.N42. Al respecto, en su testimonio Lylliam Areiza Tobón señaló con respecto a la joven Barrera que

Además de mi padre también torturaron y asesinaron una mujer joven llamada ROSA BARRERA, quien se desempeñaba como empleada doméstica de la casa cural del lugar; fue acusada por los paramilitares de ser amiga de los guerrilleros; a ella la llevaron a un lugar llamado “Salón La Gloria” propiedad de la parroquia, cuentan que le chuzaron los senos, la vagina, la cortaron y le echaron sal en las heridas y luego de darle muerte la botaron en un cultivo de caña impidiendo que su familia recogiera el cadáver43. 52. Los testimonios de Lylliam Amparo Areiza Tobón y del testigo que compareció ante

la Comisión bajo reserva de identidad confirman fehacientemente que el lunes 27 de octubre de 1997 arribó un helicóptero del Ejército en la plaza de El Aro. Uno de los tripulantes, miembro del Ejército descendió y entregó municiones a los paramilitares. En su declaración Lylliam Areiza Tobón afirma que

_________________________________________ …Continuación Disciplinario para los derechos Humanos, Fallo de Primera Instancia “Caso El Aro”, foja N° 236, 30 de septiembre de 2002 (Anexo C 62).

41 Declaración rendida por la señorita Lylliam Amparo Areiza Tobón con destino a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos; Medellín, 21 de abril de 1998 (Anexo C 64).

42 Testimonio del señor Mario de Jesús Montes Vergara rendido en audiencia pública ante el Tribunal Administrativo de Antioquia; 3 de abril de 2000 (Anexo C 40).

43 Declaración rendida por la señorita Lylliam Amparo Areiza Tobón con destino a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos; Medellín, 21 de abril de 1998 (Anexo C 64).

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El día lunes sobrevoló la zona inicialmente un helicóptero gris pero como en la cordillera había guerrilla éstos no lo dejaron aterrizar; más tarde arribó un helicóptero de la Fuerza Aérea – Ejército – el cual llegó hasta la plaza de “El Aro” y uno de los militares que bajó de allí después de haberles entregado munición les preguntó que cuántos guerrilleros habían muerto; el paramilitar apodado “Cobra” le respondió que había guerrilleros muertos por todo el camino. [..] Luego de esto los que quedaron comenzaron a decir a la población que era mucho mejor ser paramilitar porque tenían el apoyo del ejército y en cambio los guerrilleros tenían que enterrarlos donde caían y que además la familia de cada paramilitar muerto recibía un seguro por esto44.

53. El testimonio de Omar Alfredo Torres Jaramillo describe cómo los habitantes de El

Aro procedieron a dar sepultura a los cuerpos de algunas de las víctimas. Sí los levantamos, los enterramos, no se hizo presente ninguna autoridad. Lo que pasó es que los enterramos porque ya esos muertos por ahí descomponiéndose, entonces les pedíamos permiso a ellos, si los podíamos enterrar y ellos nos decían que si y para enterrarlos no necesitábamos pala ni nada porque allá hay un cementerio y bóvedas, entonces los metíamos en las bóvedas que hay desocupadas y de esto se dio cuenta toda la gente y al fin y al cabo todos éramos amigos, todos criados ahí mismo. Los cajoncitos los hacíamos de madera, todos mal hechos para enterrar a esos difuntos45.

Del testimonio se infiere la ausencia de la Fuerza Pública y de las autoridades judiciales. 54. Antes de retirarse del Corregimiento, los paramilitares destruyeron e incendiaron gran

parte de las casas del casco urbano, quedando a salvo sólo una capilla y ocho viviendas. Los actos de violencia destinados a aterrorizar a la población obligaron a las familias a desplazarse del lugar. El testimonio rendido bajo reserva de identidad ante la Comisión, con la presencia del Estado, da cuenta de tales hechos al expresar que

[...] Todo el mundo bajando a Puerto Valdivia y ya estaba ardiendo el caserío del pueblo, que le habían metido candela los armados esos, le habían incendiado candela al pueblo y ya se estaba quemando. Eso fue el día jueves 30 de octubre46.

55. Los paramilitares también sustrajeron 1.200 cabezas de ganado caballar, mular y

vacuno, el cual fue dejado aproximadamente por una semana en el sitio denominado “La Planta”, a quince minutos a pie del casco urbano de Puerto Valdivia. Según declararon varios testigos, eventualmente el ganado fue embarcado hacia la Caucana, corregimiento del municipio de Tarazá. De los elementos de prueba surge también que el grupo paramilitar obligó a 17 campesinos de la zona arrear el ganado a los puntos de destino. El ganado fue trasladado en plena autopista que conduce a la Costa Atlántica. Varios campesinos hicieron referencia a este hecho en sus declaraciones rendidas en el proceso contencioso administrativo. Entre ellos, el señor Alfredo Torres Jaramillo manifestó

(...) y a nosotros, todos los que nos tuvieron con ellos ahí, de quienes no recuerdo sus nombres nos cogieron a 17 y nos mandaron a recoger ganado de las fincas y bestias, a

44 Ibidem.

45 Testimonio del señor Omar Alfredo Torres Jaramillo rendido en audiencia pública ante el Tribunal Administrativo de Antioquia; 3 de abril de 2000 (Anexo C 40).

46 Testimonio bajo reserva de identidad rendido ante la Comisión Interamericana en una audiencia celebrada durante el 114° período ordinario de sesiones (Anexo C 66).

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amontonarlo en una finca sola (...) nos obligaron, que teníamos que arriarlos (...) no recibimos nada por eso”47.

56. Por su parte, el testigo que rindió declaración ante la Comisión durante su 114°

período ordinario de sesiones señaló que

Eso por ahí a las diez de la mañana ya les dijeron a varios civiles del pueblo que se fueran a recoger el ganado que había en las fincas más cercas. Entonces mi persona, en vista de que estaban recogiendo los ganados, me acerqué a los mandones de esos grupos, que era uno que le decían “cobra”, uno que le decían “junior” y el “rambo” ese que dirigía el ejército que yo lo había conocido en Puerto Valdivia, ese también era otro. Claro que unas veces le decían “rambo”, otras veces le decían “cobra”. De todas maneras yo me acerqué y les dije: señores, ustedes por qué están recogiendo los ganados? Entonces me respondieron: porque nos los vamos a llevar. Por qué se los van a llevar? Es que estos ganados son de la guerrilla, nos vamos a llevar estos ganados porque son de la guerrilla. Yo les dije, no señor, de la guerrilla no. Esos ganados son de nosotros, nosotros somos unas personas muy honradas, honestas, trabajadoras, yo soy nacido y criado acá y por aquí no conozco ganado de la guerrilla48.

El señor Francisco Osvaldo Pino Posada en su testimonio expresó que El ultimo día que permanecieron en el Aro los paramilitares, cuyo comandante era denominado Cobra, prendieron fuego al pueblo y nos dirigimos hacia Puerto Valdivia con aproximadamente 1200 cabezas de ganado vacuno y 100 bestias mulares, con las cuales llegamos el día sábado hasta la finca denominada La Planta. El día domingo primero de noviembre, llego hasta La Planta un grupo numerosos de soldados pertenecientes al ejército nacional y se contactaron con los paramilitares. Luego de hablar los comandantes de uno y otro bando, se fueron sin que hubiese ningún tipo de enfrentamiento. Este grupo de soldados estaba encargado de la vigilancia a todos los desplazados que se habían dirigido a Puerto Valdivia. El día lunes salió un grupo de aproximadamente 100 paramilitares, a las 9:00 o 10:00 de la noche, tomando el camino que conduce a Puerto Valdivia y a las 12:00 de la noche salió el resto de personas de dicho grupo, entre los cuales iban el comandante denominado Cobra y otro denominado El Tigre. El ganado permaneció en La Planta durante ocho días, en uno de los cuales se entregaron tres reses de ganado al Ejército, por orden de los mismos paramilitares. Al cabo de dicho tiempo los arrieros que estábamos obligados conducir el ganado y que ya sumábamos 17, entre ellos Ricardo Barrera, Omar Torres, Román Salazar, Libardo Carvajal, Rodrigo Mendoza, Milcíades Crespo, etc. Recibimos la orden de sacar las bestias mulares con destino a un sector denominado El Pescado, ubicado a 10 minutos de Puerto Valdivia por la carretera que conduce a la costa Atlántica. Dicha labor se realizo llevando los animales por las montañas que dan a la parte superior del pueblo. Ante la imposibilidad de sacar el ganado vacuno por el mismo sector, me entreviste con un paramilitar conocido como cero cinco y le dije que la única forma de hacerlo era por la carretera, frente a lo que manifestó que se encargaría del asunto y se dirigió del Pescado a Puerto Valdivia para comunicarse con el comandante del Ejército. Ese día a las 10:00pm comenzamos a arriar el ganado desde la planta, que normalmente queda a 15 minutos a pie de Puerto Valdivia, pero pasamos por la calle principal y única del pueblo a las 12:00 de la noche, habida cuenta de la gran cantidad de animales que transportábamos. Lo conducimos hasta el pescado llegando a las 5:00 de la mañana del día lunes, donde varios camiones embarcaron parte del mismo y se dirigieron por la vía a la costa

47 Testimonio del señor Omar Alfredo Torres Jaramillo rendido en audiencia pública ante el Tribunal Administrativo

de Antioquia; 3 de abril de 2000 (Anexo C 40).

48 Testimonio bajo reserva de identidad rendido ante la Comisión Interamericana en una audiencia celebrada durante el 114° período ordinario de sesiones (Anexo C 66).

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atlántica. Seguimos con el resto de reses pasando por un sitio denominado el catorce y dejamos 14 reses para los soldados del doce, según orden de un paramilitar. A las 5:30 de ese día llegamos al sitio conocido como el doce, perteneciente al municipio de Taraza, ubicado normalmente a cinco minutos en carro del sitio conocido como el Catorce. Allí había un gran número de soldados quienes no manifestaron absolutamente nada al vernos pasar con el ganado49.

57. La señorita Lylliam Areiza Tobón manifestó, respecto del traslado del ganado

hurtado, que El ganado que bajaron hasta Puerto Valdivia lo dejaron entre dos y tres semanas más en la finca “La Planta”, pero las bestias fueron sacadas en la noche del jueves o viernes previo toque de queda impuesto por el Ejército a la población; esa noche mandaron a la cama a todo el mundo a las 9:00pm educiendo problemas de orden público pero la gente sintió y vio como pasaron arreando alrededor de 40 bestias que subieron en camiones con destino desconocido50.

Estos testimonios ampliamente coincidentes confirman efectivamente que los pobladores de El Aro fueron despojados de sus semovientes y sus viviendas destruidas por el incendio que provocaron los paramilitares responsables por la incursión con la aquiescencia de miembros de la Fuerza Pública.

58. Respecto de la autoría de la incursión armada las decisiones adoptadas en el ámbito disciplinario y los testimonios rendidos ante las autoridades judiciales y ante Comisión durante el trámite de estos casos confirman que miembros del Ejército Nacional no sólo prestaron su aquiescencia a los actos perpetrados por los paramilitares sino que también se produjeron instancias de participación y colaboración directa. Efectivamente, la participación de agentes del Estado en la incursión armada no se limitó a facilitar el ingreso de los paramilitares a la región sino que también omitieron asistir a la población civil durante el desarrollo de aquélla. El relato de la señora Lylliam Amparo Areiza Tobón, hija del señor Aurelio Areiza, quien residía en Medellín en el momento de los hechos, señala que:

[...] ese día ante el desespero de no poder comunicarme con mi familia llamé a la Estación de Policía del Municipio de Yarumal en donde me dijeron que eso era problema del Ejercito y no de ellos y por ello me comunique a continuación con la. base de "La Marconi" y ellos me informaron que no podían movilizarse porque estaban en "Plan Democracia"51.

59. El testigo que declaró ante la Comisión durante su 114° período ordinario de

sesiones manifestó, con respecto a la participación de miembros del Ejército, que El día 25 de octubre de 1997 entraron unos grupos armados a El Aro, corregimiento de El Aro, que pertenece al municipio de Ituango, Antioquia. Estos grupos entraron formando una balacera tremenda al entrar al pueblo, y llegaron a la población disparando mucho las armas. Cuando llegaron a mi casa, donde yo vivía con mi esposa y mis hijos, pidieron que saliéramos. Nosotros estábamos metidos debajo de la cama porque dos días antes de llegar el grupo se oían comentarios de que iban a entrar los paramilitares. Entonces como esa gente es tan matona nosotros le teníamos mucho miedo. Entonces nos metimos debajo de la cama cuando escuchamos una voz que nos dijo: Salgan los que hay adentro. Yo salí con mi esposa y mis hijos, estaban unos señores ahí muy armados, manos arriba, subí las manos, camisa arriba,

49 Testimonio rendido por el señor Francisco Oswaldo Pino Posada con destino a la Comisión Interamericana sobre

los hechos ocurridos en El Aro-Ituango en octubre y noviembre de 1997 (Anexo C 65).

50 Declaración rendida por la señorita Lylliam Amparo Areiza Tobón con destino a la Comisión Interamericana de derechos Humanos; Medellín, 21 de abril de 1998 (Anexo C 64).

51 Ibidem.

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me subí la camisa, dé la espalda, la di, luego me dijeron, dé la vuelta, denos el frente y baje las manos y la camisa; lo hice. Entonces me pidieron por favor salga para afuera, para la calle. Entonces yo salí lógicamente con mis hijos y mi esposa, y entraron a mi casa, me reblujaron la casa por todos los lados, colchones, almohadas, todo lo que había lo tiraron, no sé qué buscaban; cuando yo salí a la calle que ya íbamos hacia la plaza que ellos nos habían pedido que fuéramos a la plaza, en ese momento iba pasando un señor que yo lo había distinguido en el ejército. Él manejaba un batallón en Puerto Valdivia. Entonces yo lo saludé, hola, yo me alegré mucho porque pensé que no eran ningunos paramilitares sino que era el ejército nacional. Entonces le dije, hola, él me contestó, hola hombre, somos conocidos, en dónde? Yo le respondí: en Puerto Valdivia. En ese momento nos dijeron que regresáramos a la plaza, al parque, yo les dije, no, pero con esta balacera dónde vamos a ir, a lo que se apacigüe la balacera vamos con mucho gusto. En ese momento sobrevolaba un helicóptero de color gris, por sobre nosotros, bajitico, y yo muy amable les dije, si el helicóptero va a aterrizar, que aterrice en la cancha donde se juega fútbol que ahí aterriza siempre el helicóptero de la gobernación cuando viene con el programa aéreo de salud. Entonces dijeron no, el helicóptero no va a aterrizar52.

En la declaración referida anteriormente, el testigo indicó con certeza que todos los hombres del grupo armado que ingresaron al Corregimiento de El Aro vestían uniforme militar. Señaló que alrededor de cinco de ellos usaban la placa de identificación del Ejercito Nacional, y el resto portaba la insignia de pertenencia a las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) además de usar vestimenta militar.

60. Asimismo, con respecto a los actos de colaboración de miembros del Ejército en la sustracción del ganado, indicó que

(...)El día viernes, al otro día 31, bajaron los ganados de El Aro a una finca La Maria, que es colindante con una finca La Planta, eso queda por ahí a un kilometro de Puerto Valdivia, hacia arriba. Allí dejaron esos ganados el sábado, el domingo mi persona, un señor David Torres, Bernardo Jiménez y el señor Libardo Mendoza subimos a El Socorro que son siete kilómetros de Puerto Valdivia mas o menos, El Socorro es una finca con un estadero y un restaurante, allí hay una tropa de ejercito. Y entonces nos vinimos a pedirles el favor de que si nos podían decomisar ese ganado y esas mulas que habían bajado esa gente. Y entonces ellos nos dijeron, no señores, esos animales están decomisados ya, por eso no se preocupen, váyanse tranquilos que nosotros los Llamamos y les decimos cuando van a recibir sus animales que les corresponden con su respectiva marca. Eso si, lleven la marca y el registro de la marca. Ah sí señor, nosotros confiamos mucho en ellos, claro. (...) Como en ese ganado que había allí en esa finca de El Nevado habían unos animales del señor Miguel Echevarria (...) me lo encontré por allí y le dije: en El Nevado hay unas vaquitas suyas, algunas tres vacas, y están a manos del Ejército. Y me dijo, no, vaya al registro civil y reclámelas (...) usted es el administrador (...) cuando venia subiendo en El Socorro donde estaba el batallón ese [...] me baje, fui y lo salude y pregunte cual era el comandante del ejército aca, y me dijeron, ah, vea ese delgadito que hay allá. Lo salude, cómo le va y todo muy amable, entonces le pregunte: señor esa vaca de quien es? Esa vaca es de nosotros. Y como la consiguieron? Se la compramos a un señor entonces yo le dije, a un señor? Esa vaca es mía. Entonces me dijo, como que esa vaca es suya? Con que me va a probar que esa vaca es suya? Le dije, con el registro de la marca, véalo aquí lo tengo. Entonces me lo recibió y se puso a mirar el registro de la marca, que es la marca ahí estampada, registrada, y la marca que tenia la vaca en el anca. Entonces a lo que vio que si era, me entregó el papel del registro y se me enjuscó y me dijo, fuera de aquí, fuera infeliz, si no querés que te saque a las patadas. Entonces a mi me dio mucho miedo y salí como perro regañado para el carro, y me subí al carro con esa angustia, y dije, que esperanzas tenemos por Dios y por la Virgen.

52 Testimonio bajo reserva de identidad, rendido ante la Comisión Interamericana en audiencia celebrada durante el

114° período ordinario de sesiones (Anexo C 66).

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(...) cuando estábamos en El Aro, que yo les dije que me había ido para la finca de don Ricardo Builes, cuando fui a mi casa para a ensillar el caballo para irme, eso estaba así en mi casa, apoderados de mi casa, haciendo comida y todo, y en ellos vi unos señores que tenían el letrero ejército nacional, batallón Girardot". (...) pues ellos nos dijeron que estaban decomisados los ganados. Yo les creí porque de verdad esa es nuestra autoridad y nuestra confianza, entonces yo les creí mucho. (...) si nos quemaron nuestras casas, por lo menos nos dejan el ganadito. Ya con el ejército ya todo está bien. Bueno, a la otra vez que subí todavía les creí. Sabe cuando ya no les creí? Cuando ya se llevaron el ganado, (...) ahí ya no les creí nada, ahí si pensé, bendito Dios, el Ejército no hizo nada por nosotros. Inclusive estaban revueltos los que subieron a hacernos todo ese mal a El Aro (...)53.

61. Por su parte, en la diligencia de indagatoria rendida por el confeso paramilitar

Francisco Villalba, aquél manifestó que con anterioridad a la incursión en El Aro el grupo paramilitar se había reunido con miembros del Ejército:

De la entrada a Puerto Valdivia en un potrero a un kilómetro después de Puerto Valdivia y llendo para el Aro nos reunimos con una tropa del batallón Girardot antes de la toma del Aro. Estaba un teniente, un cabo y un sargento y tenían mando por una voz del coronel del batallón Girardot54.

Afirma que varios miembros del Ejército Nacional tenían conocimiento de la operación, pues días antes de llevarse a cabo, varios militares de alto rango se reunieron con “El Mono Mancuso” y Carlos Castaño en el municipio de Puerto Valdivia. A tales efectos, confirma la presencia de dos helicópteros, uno de las Fuerza Aérea Colombiana, que no aterrizó, el cual suministró municiones para fusiles AK 47 y medicinas55.

53 Testimonio bajo reserva de identidad rendido ante la Comisión Interamericana en una audiencia celebrada durante

el 114° período ordinario de sesiones (Anexo C 66).

54 Fiscalía Regional de Medellín, Diligencia de Indagatoria que rinde el señor Francisco Enrique Villalba Hernández, 17 de febrero de 1998 (Anexos C21 y C67). Human Rights Watch en su informe sobre Colombia del año 2000 indica con relación al testimonio del confeso paramilitar Francisco Villalba: “Los investigadores del gobierno han relacionado a los sicarios con La Terraza, un grupo de asesinos profesionales que trabaja por contrato para Castaño. Francisco Enrique Villalba Hernández, un ex paramilitar que participó en la masacre de El Aro, confirmó bajo juramento ante la Fiscalía General, el 30 de abril de 1998, el testimonio de los supervivientes entrevistados por Human Rights Watch que indicaba que la operación había sido cuidadosamente planeada y ejecutada por una fuerza conjunta de paramilitar-militar. Villalba dijo que pertenecía al Grupo Toledo dentro del Frente Metropolitano de las ACCU. Dijo a las autoridades que "Junior" y Salvatore Mancuso, alías "El Mono Mancuso" y comandante de los combatientes de las ACCU presentes, le llevaron junto con un centenar de paramilitares a Puerto Valdivia para preparar la entrada en El Aro. (Las autoridades dijeron a Human Rights Watch que Salvatore Mancuso Gómez es el jefe de operaciones de Carlos Castaño dentro de las ACCU. La Fiscalía General ha dictado al menos dos órdenes de arresto contra él en relación con la actividad paramilitar y los secuestros. Informe sobre órdenes de arresto pendientes, Fiscalía General, 11 de enero de 1998) Villalba dijo a las autoridades que en Puerto Valdivia fue testigo de un encuentro entre Mancuso, un teniente del Ejército y dos subordinados militares que estaban allí con las tropas. Esta región está cubierta por los Batallones Girardot y Granaderos. Según Villalba, durante la reunión los soldados y los paramilitares se llamaban de "primo" entre ellos, como muestra de sus objetivos y fines compartidos. Villalba también testificó sobre las comunicaciones de radio que pudo escuchar entre Mancuso y el coronel al mando del batallón que estaba participando en la operación combinada. Según Villalba, "estaban planeando la entrada al Aro y como se iba a operar abajo, para que el ejército no dejara pasar a personas o no fuera a pasar comiciones (sic), ni periodismo." Durante la operación, Villalba dijo que la fuerza combinada del Ejército y los paramilitares fue atacada por las FARC. "Al momentico de tener contacto que duramos tres horas llegó un helicóptero del ejército, ahí nos bajo lo que fue elementos de salud y munición." Ver al respecto el informe de Human Rights Watch, Los lazos que Unen: Colombia y las Relaciones Militares – Paramilitares, New York, 2000 (Anexo C 63).

55 Juzgado Segundo Penal de Circuito Especializado de Antioquia, Sentencia de Condena a Carlos Castaño Gil, Salvatore Mancuso Gómez, Francisco Villalba, Alexander Mercado Fonseca, 22 de abril de 2003 (Anexo C 21).

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62. A estos testimonios se suma el resultado de la investigación que adelantó la Procuraduría Delegada para la Defensa de los Derechos Humanos contra los miembros del Ejército, a saber, el teniente Everardo Bolaños Galindo y el cabo primero Germán Alzate Cardona alias “Rambo”, que culminó con la sanción de destitución definitiva de los funcionarios públicos.

Concretamente, la jurisdicción disciplinaria, estableció mediante sentencia de primera instancia:

Da cuenta la indagación preliminar que en los días previos a las elecciones poplares del domingo 26-octubre-97, en desarrollo del “PLAN DEMOCRACIA”, unidades militares adscritas al Batallón de infantería N° 10 “CORONEL ATANASIO GIRARDOT” tomaron posiciones en jurisdicción de los municipios de Ituango y Valdivia (Ant.) para garantizar el normal desarrollo de la votación y en general de los escrutinios que por allí debían efectuarse . Estando la zona militarizada, el día miercoles 22-OCTUBRE-97 se presento en el Corregimiento de Builópolis, también conocido como El Aro, municipio de Ituango (Ant.), una incursión de las autodefensas, al parecer con la colaboración del Ejército, que luego de aproximadamente dieciocho (18) días de andanzas entre “EL ARO” y el área de Puerto Valdivia, jurisdicción del municipio de Valdivia (Ant.), dejó como saldo la muerte violenta de más de diecisiete (17) personas, el mal trato de las víctimas y de la población civil, amén de la quema y/o incendio del 60% de las viviendas de “EL ARO” y el apoderamiento irregular (hurto) de aproximadamente mil (1000) cabezas de ganado caballar y vacuno que fue arriado durante varios días y por vía pública custodiada por el Ejército, por diecisiete (17) obligados y forzados arrieros, actividades todas estas que generaron el desplazamiento forzado y masivo de aproximadamente mil doscientos (1200) campesinos hacia las jurisdicciones de los municipios de Ituango y de Valdivia (Ant.) Se dice igualmente que en desarrollo de estos hechos el Ejercito Nacional, concretamente unidades de la Compañía “GIRARDOT” del citado Batallón de Infantería N° 10 “CORONEL ATANASIO GIRARDOT”, abligación al Inspector de Policía de Puerto Valdivia (Ant.) a cerrar los negocios comerciales nocturnos de dicha localidad para poder evacuar por plena vía pública, sin testigos y “custodiado”, el aludido ganado, del cual también se dice se lucro dicha unidad militar, pues dispuso de unos semovientes para su consumo interno. Esta “cadena de actos de barbarie” tuvo lugar, entonces, entre el 22-OCTUBRE-97 y el 08-NOVIEMBRE-9756.

En su fallo, la Procuraduría resalta que las conductas imputadas a los investigados “son consideradas en su conjunto gravísimas pues afectaron seriamente, entre otros, los derechos fundamentales de la vida, la integridad personal (síquica y física), la libertad, la personalidad jurídica, la propiedad y el derecho a las garantías judiciales de los ofendidos”57.

Continúa…

56 Procuraduría General de la Nación, Procurador Delegado Disciplinario para los derechos Humanos, Fallo de Primera Instancia “Caso El Aro”, foja N° 237, 30 de septiembre de 2002. Los cargos imputados a los mencionados miembros del Ejército fueron: “haber colaborado y facilitado, con conocimiento de causa, es decir, con dolo la incursión que durante aproximadamente dieciocho (18) días efectuaron las autodefensas sobre la colindante y vecina área rural de la vereda Builópolis, también conocida como 'EL ARO', municipio de Ituango (Ant.), incursión que culmino con la muerte violenta de [...], el mal trato contra las victimas y la población civil, amen de la quema y/o incendio del 60% de las viviendas de 'EL ARO', procederes que a su vez forzaron el desplazamiento de mas de 1.200 campesino de la zona hacia los municipios de Ituango y Valdivia” (Anexo C 62).

57 Asimismo, la Procuraduría indicó que “El homicidio múltiple y/o masacre, la tortura, la quema o incendio del caserío 'El Aro', el abigeato, el empleo forzado de arrieros y el desplazamiento forzado de personas son conductas 'graves' (sic), y el enriquecimiento ilícito que significo la arbitraria e ilegal disposición y consumo de las reses, conducta gravísima (sic), constituyen en su conjunto, como se reitera y se resalta, un 'concurso de faltas gravísimas, dado que generaron un irreparable daño y zozobra social, ofensa o dolor que aun continua ofendiendo a la familia humana. Se ataco no solo al hombre individualmente considerado sino también al hombre colectivo, ataque que comprometió la dignidad humana y casi la totalidad de bienes jurídicos que la identifican”. La sentencia destaca que “la gran mayoría de los testigos deja entrever la colaboración y la participación de las locales tropas del Ejército Nacional en estos sucesos. Así lo documentan Luis Arango Torres, Juan Guillermo Córdoba Herrera, Milciades de Jesús Cresco, Jorge Eliécer Chica Quintero, María Eugenia Gaviria Vélez, María Gloria Granda de Munera, Fabio Arley Gutiérrez Nohava, Martha Cecilia Jiménez Aguirre, Bernardo María Jiménez Lopera, Carlos Mario León Castañeda”, entre otros. Procuraduría General de la Nación, Procurador Delegado

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63. En cuanto a la masacre de El Aro, los hechos fueron inicialmente investigados por la

entonces Fiscalía Regional de Medellín. La investigación fue posteriormente remitida a la Unidad Nacional de Derechos Humanos de la Fiscalía General bajo el radicado No. UDH-525. El 1° de junio de 1999 se profirió orden de captura contra Carlos Castaño Gil y Francisco Villalba Hernández por homicidio en concurso y conformación de grupos de justicia privada. El 4 de julio de 1999 se declaró a Carlos Castaño persona ausente. Posteriormente se ordenó la vinculación de Salvatore Mancuso Gómez, Alexander Mercado Fonseca y Héctor Darío Gallego Meza a la investigación. El 10 de septiembre de 2001 el fiscal de conocimiento profirió la resolución acusatoria correspondiente, como presuntos coautores del delito de concierto para delinquir en concurso con homicidio58.

64. El 22 de abril de 2003 el Juzgado Segundo Penal del Circuito Especializado de Antioquia dictó sentencia en contra de Carlos Castaño Gil, Salvatore Mancuso Gómez y Francisco Enrique Villalba Hernández por el homicidio de 15 personas, concierto para delinquir y por el concurso homogéneo de hurto agravado y calificado59. Con la excepción de Francisco Enrique Villalba quien se encuentra detenido cumpliendo pena de prisión por otros delitos, los civiles mencionados –incluyendo importantes líderes paramilitares— fueron juzgados y condenados en ausencia y las órdenes de detención en su contra aun no han sido ejecutadas. El Estado no ha avanzado sustancialmente en el juzgamiento y sanción penal de los miembros de la Policía y el Ejército Nacional apostados en la zona, a pesar de las determinaciones de la propia Procuraduría General de la Nación sobre la responsabilidad de agentes del Estado.

65. El retardo en completar las investigaciones, juzgar y condenar a todos los responsables y hacer efectivas las órdenes de captura ya dictadas contribuyeron a perpetuar los actos de violencia e intimidación contra testigos y fiscales vinculados al esclarecimiento de los hechos de La Granja y El Aro. El abogado Jesús María Valle quien denunció la inminencia de la incursión paramilitar en El Aro ante el Comandante de la IV Brigada del Ejército y el entonces Gobernador de Antioquia y denunció por los medios de comunicación la acción conjunta de tropas adscriptas a la IV Brigada y grupos paramilitares, fue asesinado en su despacho por civiles armados el 27 de febrero de 199860. Testigos, abogados y fiscales han debido abandonar la zona o el país por razones de seguridad y algunos familiares de las víctimas permanecen en la zona con gran riesgo para su vida.

C. Conclusiones de hecho

66. Sobre la base de los elementos de prueba expuestos cabe concluir que al momento de la consumación de las incursiones en La Granja y El Aro tanto el Ejército como la Policía Nacional hacían presencia en la zona y habían sido oportunamente informados y advertidos de la presencia de grupos paramilitares en la región y de la inminencia de ambas incursiones. A pesar de esto parte sustancial de las tropas acantonadas en el municipio fueron trasladadas a otra región. En segundo

_________________________________________ …Continuación Disciplinario para los derechos Humanos, Fallo de Primera Instancia “Caso El Aro”, foja N° 237, 30 de septiembre de 2002 (Anexo C 62).

58 Nota EE 36301 de la Dirección General de Asuntos Especiales del Ministerio de Relaciones Exteriores de la República de Colombia, 2 de octubre de 2001.

59 Juzgado Segundo Penal de Circuito Especializado de Antioquia, Sentencia Ordinaria N° 8 respecto de los procesados Carlos Castaño Gil, Salvatore Mancuso Gómez, Francisco Villalba, Alexander Mercado Fonseca, 22 de abril de 2003 (Anexo C 21).

60 La alegada responsabilidad del Estado en el asesinato de Jesús María Valle ha sido objeto de un reclamo presentado ante el Sistema Interamericano, el cual ha sido declarado admisible y cuyo estudio se encuentra pendiente en la fase de fondo. Ver CIDH, Informe de Admisibilidad Nº 5/03, Colombia, Informe Anual de la CIDH 2003.

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término, el grupo paramilitar perpetró las incursiones con holgura, sin ser detenido por las autoridades que permanecían apostadas en el lugar. Los agentes del Estado se abstuvieron de interferir con el ingreso de los civiles armados en la Granja así como de asistir a la población civil durante la incursión que se extendió por varias horas. En el caso de la incursión en El Aro, se produjeron actos de colaboración directa entre miembros del Ejército y los paramilitares. En tercer lugar, una vez consumadas las ejecuciones, la Policía y el Ejército se abstuvieron de adoptar medidas para interceptar o detener a los autores materiales y en el caso de El Aro participaron de la sustracción de la propiedad de los habitantes del corregimiento. Por lo tanto, corresponde concluir que le son imputables a éste tanto las violaciones a la Convención Americana cometidas como resultado de los actos u omisiones de sus propios agentes como aquellas cometidas por particulares involucrados en la ejecución de las víctimas.

67. En consideración de los elementos de convicción presentados supra corresponde solicitar a la Honorable Corte que concluya que el 11 de junio de 1996 un grupo paramilitar conformado aproximadamente por 20 hombres actuando con la aquiescencia de miembros de la Fuerza Pública incursionó en el corregimiento de La Granja y ejecutó en forma selectiva a William Villa García, Graciela Arboleda, Héctor Hernán Correa García y Jairo Sepúlveda. Igualmente, entre el 22 de octubre y el 12 de noviembre de 1997 un grupo paramilitar conformado aproximadamente por 30 hombres actuando con la aquiescencia y la colaboración de miembros de la Fuerza Pública incursionó en el corregimiento de El Aro y ejecutó a Arnulfo Sánchez, José Darío Martínez, Olcris Fail Díaz, Omar de Jesús Ortiz Carmona, Fabio Antonio Zuleta Zabala, Otoniel de Jesús Tejada Tejada, Omar Iván Gutiérrez Nohavá, Guillermo Andrés Mendoza Posso, Nelson de Jesús Palacio Cárdenas , Luis Modesto Múnera, Marco Aurelio Areiza, Rosa Areiza Barrera, Dora Luz Areiza, Alberto Correa y el niño Wilmar de Jesús Restrepo Torres.

VII. FUNDAMENTOS DE DERECHO SOBRE LA VIOLACIÓN DE LA CONVENCIÓN AMERICANA

68. Antes de pasar a los alegatos sobre la violación de las normas de la Convención

Americana, corresponde abordar la cuestión de por qué los actos de los particulares implicados en los hechos referidos supra relacionados con el goce de derechos fundamentales tales como la vida y la integridad personal, resultan en este caso atribuibles al Estado colombiano y, en consecuencia, comprometen su responsabilidad conforme al derecho internacional.

69. La Honorable Corte ha señalado en su jurisprudencia que “un hecho ilícito violatorio de los derechos humanos que inicialmente no resulte imputable directamente a un Estado, por ejemplo, por ser obra de un particular o por no haberse identificado al autor de la trasgresión, puede acarrear la responsabilidad internacional del Estado, no por ese hecho en sí mismo, sino por falta de la debida diligencia para prevenir la violación o para tratarla en los términos requeridos por la Convención”61. Para comprometer la responsabilidad del Estado, según señalara la Honorable Corte Interamericana, es suficiente la demostración de que ha habido apoyo o tolerancia del poder público en la infracción de los derechos reconocidos en la Convención62.

61 Corte I.D.H., Caso Caballero Delgado y Santana. Sentencia de 8 de diciembre de 1995. Serie C No. 22, párr. 56;

Corte I.D.H., Caso Godínez Cruz. Sentencia de 20 de enero de 1989. Serie C No. 5, párr. 182; y Corte I.D.H., Caso Velásquez Rodríguez. Sentencia de 29 de julio de 1988. Serie C No. 4, párr. 172, citados en el Caso 19 Comerciantes. Sentencia de 5 de julio de 2004. Serie C No. 109, párr. 140.

62 Corte I.D.H., Caso 19 Comerciantes. Sentencia de 5 de julio de 2004. Serie C No. 109, párr. 141. Ver también Corte I.D.H., Caso de la “Panel Blanca” (Paniagua Morales y otros). Sentencia de 8 de marzo de 1998. Serie C No. 37, párr. 91.

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70. En primer lugar corresponde señalar que, según estableciera la CIDH en su Tercer Informe sobre la Situación de los Derechos Humanos en Colombia, y reconociera recientemente la Honorable Corte en su sentencia en el Caso 19 Comerciantes, el Estado ha jugado un papel importante en el desarrollo de los llamados grupos paramilitares o de autodefensa a quienes permitió actuar con protección legal y legitimidad en las décadas de los setenta y ochenta63 y es responsable de manera general por su existencia y fortalecimiento64. Concretamente la Honorable Corte indicó que a pesar de que Colombia alega que no tenía la política de incentivar la constitución de tales grupos delincuenciales, ello no libera al Estado de la responsabilidad por la interpretación que durante años se le dio al marco legal que amparó a tales grupos “paramilitares”, por el uso desproporcionado dado al armamento que les entregó y por no adoptar las medidas necesarias para prohibir, prevenir y castigar adecuadamente las referidas actividades delincuenciales65.

71. Estos grupos, patrocinados o aceptados por sectores de las Fuerzas Militares, fueron en gran parte creados con el fin de combatir grupos armados disidentes66. Como resultado de su motivación contrainsurgente, los paramilitares establecieron lazos con el Ejército colombiano que se fortalecieron durante más de dos décadas. Finalmente el 25 de mayo de 1989 la Corte Suprema de Justicia declaró la inconstitucionalidad de la normativa referida, quitando el respaldo legal a su vinculación con la defensa nacional, tras lo cual el Estado adoptó una serie de medidas legislativas para criminalizar las actividades de estos grupos y de quienes los apoyen67. A pesar de esto, el Estado hizo poco para desmantelar la estructura que había creado y fomentado, particularmente cuando aquellos grupos llevaban a cabo actividades de contrainsurgencia y, de hecho, los lazos permanecieron a diferentes niveles, en algunos casos, solicitando o permitiendo a los paramilitares la ejecución de ciertos actos ilícitos con el entendido de que no serán objeto de investigación o juzgamiento ni sanción68. La tolerancia de estos grupos por parte de ciertos sectores del Ejército ha sido denunciada por entes del Estado mismo69. La Honorable Corte ha establecido que las investigaciones realizadas por el Poder Judicial y la Procuraduría General de la Nación han demostrado, en un número significativo de casos, la participación activa de miembros de las Fuerza Pública en los llamados grupos “paramilitares”. En diversas oportunidades el Estado ha aplicado sanciones administrativas y penales a miembros de la Fuerza Pública por su vinculación con grupos “paramilitares”70.

63 Efectivamente, el Decreto 3398 del 1965 (Ley de Defensa Nacional) y la Ley 48 de 1968 autorizaron la creación de patrullas civiles que recibían armas de uso privativo de las fuerzas de seguridad del Estado por autorización del Ministerio de Defensa. El artículo 25 del Decreto 3398 de 1965 establecía que “Todos los colombianos, hombres y mujeres, no comprendidos en el llamamiento al servicio militar obligatorio, podrán ser utilizados por el Gobierno en actividades y trabajos con los cuales contribuyan al restablecimiento de la normalidad”. Corte I.D.H., Caso 19 Comerciantes. Sentencia del 5 de julio de 2004, párr. 84a.

64 Ver CIDH, Tercer Informe sobre la Situación de los Derechos Humanos en Colombia (1999), Capítulo IV, párr. 236. Ver también, Corte I.D.H., Caso 19 Comerciantes. Sentencia del 5 de julio de 2004, párr. 84a.

65 Corte I.D.H., Caso 19 Comerciantes. Sentencia de 5 de julio de 2004. Serie C No. 109, párr. 124.

66 Ver CIDH, Tercer Informe sobre la Situación de los Derechos Humanos en Colombia (1999), Capítulo I, párrs. 17-19. Ver también, Corte I.D.H, Caso 19 Comerciantes. Sentencia de 5 de julio de 2004. Serie C No. 109, párr. 84b.

67 Decretos 1194 del 8 de junio de 1989 y 2266 de 1991. Corte I.D.H., Caso 19 Comerciantes. Sentencia de 5 de julio de 2004. Serie C No. 109, párr. 84g.

68 Ver CIDH, Tercer Informe sobre la Situación de los Derechos Humanos en Colombia (1999), Capítulo I párrs. 17-19. Ver también Informe de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos sobre la Oficina en Colombia, abril 2000, párr. 30, donde se señala: “La Oficina ha recibido testimonio sobre la participación directa de miembros de las fuerzas militares [..] en algunos casos los pobladores afectados, reconocieron a miembros de las fuerzas militares formando parte de los contingentes paramilitares que llevaron adelante las masacres. Asimismo, la fuerza pública adoptó comportamientos omisivos que, sin lugar a duda permitieron a los paramilitares cumplir su propósito exterminador”.

69 Ver CIDH, Tercer Informe sobre la Situación de los Derechos Humanos en Colombia (1999), Capítulo IV, párrs. 237-239.

70 Ver Corte I.D.H., Caso 19 Comerciantes. Sentencia de 5 de julio de 2004. Serie C No. 109, párr. 86a.

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72. Esta situación ha llevado a la Comisión a establecer, a los efectos de la

determinación de la responsabilidad internacional del Estado conforme a la Convención Americana, que en los casos en los cuales paramilitares y miembros del Ejército llevan a cabo operaciones conjuntas con el conocimiento de oficiales superiores, o cuando los paramilitares actúan gracias a la aquiescencia u colaboración de la Fuerza Pública, debe considerarse que los miembros de los grupos paramilitares actúan como agentes estatales71.

73. En los casos 12.050 y 12.266, según surge de los hechos probados supra se han consumado actos de omisión, aquiescencia y/o colaboración directa de agentes del Estado con grupos paramilitares en la ejecución de las masacres perpetradas en La Granja y El Aro. Por lo tanto, corresponde concluir que le son imputables a éste tanto las violaciones a la Convención Americana cometidas como resultado de los actos u omisiones de sus propio agentes como aquellas cometidas por particulares involucrados la comisión de violaciones a la Convención Americana en perjuicio de las víctimas.

1. El Estado colombiano es responsable por la violación del derecho a la vida

consagrado en el artículo 4 (derecho a la vida) de la Convención Americana 74. El artículo 4(1) de la Convención establece que "Toda persona tiene derecho a que

se respete su vida (..) Nadie puede ser privado de la vida arbitrariamente". El derecho a la vida reviste especial importancia porque es el presupuesto esencial para la realización de los demás derechos. El derecho a la vida es de importancia fundamental dentro del sistema de garantías de la Convención Americana en cuyo artículo 27(2) se encuentra consagrado como uno de los que no pueden ser suspendidos en caso de guerra, peligro público u otras amenazas a la independencia o seguridad de los Estados partes en dicho instrumento internacional.

75. Según ha señalado la Honorable Corte en su jurisprudencia, los Estados tienen la obligación de garantizar la creación de las condiciones que se requieran para que no se produzcan violaciones de ese derecho inalienable y, en particular, el deber de impedir que sus agentes atenten contra él. El cumplimiento del artículo 4, relacionado con el artículo 1(1) de la Convención Americana, no sólo presupone que ninguna persona sea privada de su vida arbitrariamente (obligación negativa), sino que además requiere que los Estados tomen todas las medidas apropiadas para proteger y preservar el derecho a la vida (obligación positiva), bajo su deber de garantizar el pleno y libre ejercicio de los derechos de todas las personas bajo su jurisdicción. Esta protección activa del derecho a la vida por parte del Estado no sólo involucra a sus legisladores, sino a toda institución estatal y a quienes deben resguardar la seguridad, sean éstas sus fuerzas de policía o sus fuerzas armadas72.

76. En los casos traídos a consideración de la Honorable Corte, la prueba documental y testimonial ofrecida confirma el involucramiento de agentes del Estado en la violación del derecho a la vida mediante actos de colaboración u omisión.

71 Ver Informe N° 37/00. Informe Anual de la CIDH 1999, Tomo I, párr. 64.

72 Corte I.D.H., Caso Myrna Mack Chang. Sentencia de 25 de noviembre de 2003. Serie C, Nº 101, párrs. 152 y 153; Caso Bulacio. Sentencia de 18 de septiembre de 2003. Serie C Nº 100, párr. 111; Corte I.D.H., Caso Juan Humberto Sánchez. Sentencia de 7 de junio de 2003. Serie C Nº 99, párr. 110; y Corte I.D.H., Caso de los “Niños de la Calle” (Villagrán Morales y otros). Sentencia de 19 de noviembre de 1999. Serie C No. 63, párr. 144, citado en Corte I.D.H., Caso 19 Comerciantes. Sentencia de 5 de julio de 2004. Serie C No. 109, párr. 153.

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77. Consecuentemente, a la luz de los elementos de hecho y de derecho aportados, la Comisión solicita a la Honorable Corte que concluya y declare que las víctimas William Villa García, Graciela Arboleda, Héctor Hernán Correa García y Jairo Sepúlveda en el caso 12.050 sobre la masacre de La Granja y Arnulfo Sánchez, José Darío Martínez, Olcris Fail Díaz, Omar de Jesús Ortiz Carmona, Fabio Antonio Zuleta Zabala, Otoniel de Jesús Tejada Tejada, Omar Iván Gutiérrez Nohavá, Guillermo Andrés Mendoza Posso, Nelson de Jesús Palacio Cárdenas , Luis Modesto Múnera, Marco Aurelio Areiza, Rosa Areiza Barrera, Dora Luz Areiza, Alberto Correa y el niño Wilmar Restrepo Torres en el caso 12.266 privadas de la vida arbitrariamente por paramilitares gracias a comisión de actos de omisión, aquiescencia o colaboración directa por parte de agentes del Estado, en violación del artículo 4 de la Convención Americana en conexión con el artículo 1(1).

2. El Estado colombiano es responsable de la violación de los derechos del niño

consagrados en el artículo 19 de la Convención Americana 78. El artículo 19 de la Convención Americana contempla que “todo niño tiene derecho a

las medidas de protección que su condición de menor requiere por parte de su familia, de la sociedad y del Estado”. Dada la especial situación de los niños, la Convención Americana demanda de los Estados una obligación de protección especial para ellos, que trasciende la obligación general de respetar los derechos consagrada en el artículo 1(1) del citado instrumento, que por lo demás no puede suspenderse en circunstancia alguna, por mandato del artículo 27 de la citada Convención73. En consecuencia, las normas internacionales74 y el artículo 19 de la Convención requieren que se tomen medidas especiales para evitar que los niños sean víctimas de la violencia75. Al respecto la Comisión ha señalado que:

El respeto a los derechos del niño constituye un valor fundamental de una sociedad que pretenda practicar la justicia social y los derechos humanos. Ello no sólo implica brindar al niño cuidado y protección, parámetros básicos que orientaban antiguamente la concepción doctrinaria y legal sobre el contenido de tales derechos, sino que, adicionalmente, significa reconocer, respetar y garantizar la personalidad individual del niño, en tanto titular de derecho y obligaciones76.

A su vez, la Corte Interamericana ha señalado que al dar interpretación al artículo 19 de la Convención Americana se puede tomar en cuenta lo establecido en la Convención sobre los Derechos del Niño, mencionando que

Tanto la Convención Americana como la Convención sobre los Derechos del Niño forman parte de un muy comprensivo corpus juris internacional de protección de los niños que debe

73 En ese sentido, en la Observación General Nº 17 sobre los derechos del niño consagrados en el artículo 24 del

Pacto de Derechos Civiles y Políticos, el Comité del Pacto señaló que dicha norma reconoce el derecho de todo niño, sin discriminación alguna, a las medidas de protección que su condición de menor requiere, tanto de parte de su familia como de la sociedad y el Estado; e indicó que la aplicación de esa disposición entraña la adopción de medidas especiales para proteger a los niños, además de las medidas que los Estados deben adoptar en virtud del artículo 2, para garantizar a todas las personas el disfrute de los derechos previstos en el Pacto. Comentario General Nº 17, aprobado en el 35º período de sesiones del Comité, celebrado en 1989.

74 En este sentido la Declaración de los Derechos del Niño, proclamada por Asamblea General en su resolución 1386 (XIV) del 20 de noviembre de 1959, establece en el Principio 2 que: El niño gozará de una protección especial y dispondrá de oportunidades y servicios, dispensado todo ello por la ley y por otros medios, para que pueda desarrollarse física, mental, moral, espiritual y socialmente en forma saludable y normal, así como en condiciones de libertad y dignidad. Al promulgar leyes con este fin, la consideración fundamental a que se atenderá será el interés superior del niño.

75 El Código de Conducta para Oficiales de Seguridad pública de las Naciones Unidas, artículo 3.

76 CIDH, Tercer Informe sobre la Situación de los Derechos Humanos en Colombia, párrs. 14 y 15.

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servir a esta Corte para fijar el contenido y los alcances de la disposición general definida en el artículo 19 de la Convención Americana77.

Asimismo, la Honorable Corte ha indicado que revisten especial gravedad los casos en los cuales las víctimas de violaciones a los derechos humanos son niños, ya que sus derechos se encuentran recogidos no sólo en la Convención Americana, sino también en numerosos instrumentos internacionales, ampliamente aceptados por la comunidad internacional, entre los cuales se destaca la Convención sobre los Derechos del Niño de la Organización de las Naciones Unidas, “que hacen recaer en el Estado el deber de adoptar medidas especiales de protección y asistencia en favor de los niños bajo su jurisdicción”78.

79. La Comisión entiende que este deber especial de protección comprende obligaciones positivas y negativas. En el primer sentido, la Corte Interamericana ha establecido que el Estado tiene el deber de adoptar todas las medidas positivas para asegurar la plena vigencia de los derechos del niño79, sin embargo, en el presente caso los testimonios y la prueba documental establecen que el 22 de octubre de 1997 paramilitares actuando con la aquiescencia y colaboración de miembros de la Fuerza Pública ejecutaron al niño Wilmar de Jesús Restrepo Torres de 13 años de edad80 en el Corregimiento de El Aro, quien no fue objeto de las medidas especiales de protección que su condición de vulnerabilidad, en razón de su edad, requerían81. Las instancias estatales encargadas de hacer cumplir la ley no actuaron para prevenir los hechos y sancionar a los responsables. Las agencias estatales encargadas específicamente de la protección a la infancia tampoco intervinieron en la prevención o el esclarecimiento de los hechos.

80. Consecuentemente, la Comisión solicita a la Honorable Corte que declare que el Estado colombiano violó el derecho del niño Wilmar de Jesús Restrepo Torres a recibir medidas especiales de protección, consagrado en el artículo 19 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, en conexión con lo establecido en su artículo 1(1).

3. El Estado colombiano es responsable por la violación de los derechos a la

libertad y la integridad personales consagrados en los artículos 7 y 5 de la Convención Americana

81. Los elementos de prueba ofrecidos con relación a la incursión paramilitar en el

Corregimiento de La Granja el 11 de junio de 1996 demuestran que con anterioridad a la privación arbitraria de la vida del señor Jairo Sepúlveda éste fue retenido en el centro educativo donde se desempeñaba como rector y conducido a un lugar desconocido donde fue asesinado. Los elementos de prueba ofrecidos con relación a la incursión paramilitar en el Corregimiento de El Aro en octubre de 1997 demuestran que el señor Marco Aurelio Areiza Osorio y la joven Rosa Areiza Barrera –quien

77 Corte I.D.H., Caso de los “Niños de la Calle” (Villagrán Morales y otros). Sentencia de 19 de noviembre de 1999.

Serie C No. 63, párr. 194.

78 Corte I.D.H., Caso Bulacio. Sentencia de 18 de septiembre de 2003. Serie C Nº 100, párr. 133; y Corte I.D.H., Caso de los “Niños de la Calle” (Villagrán Morales y otros). Sentencia de 19 de noviembre de 1999. Serie C No. 63, párr. 188.

79 Corte I.D.H., Condición Jurídica y Derechos Humanos del Niño. Opinión Consultiva OC-17/02 de 28 de agosto de 2002. Serie A No. 17, párr. 91.

80 De conformidad con la Convención sobre los Derechos del Niño de la Organización de Naciones Unidas (1989), "niño es todo ser humano menor de 18 años de edad, salvo que, en virtud de la ley que sea aplicable, haya alcanzado antes la mayoría de edad".

81 Declaración rendida por la señorita Lylliam Amparo Areiza Tobón con destino a la Comisión Interamericana de derechos Humanos, Medellín, 21 de abril de 1998 (Anexo C 64).

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se desempeñaba como empleada doméstica en la Iglesia del referido Corregimiento— fueron también retenidos antes de ser asesinados.

82. El artículo 7 de la Convención Americana dispone que: 1. Toda persona tiene derecho a la libertad y a la seguridad personal.

2. Nadie puede ser privado de su libertad física, salvo por las causas y en las condiciones fijadas de antemano por las constituciones Políticas de los Estados partes o por las leyes dictadas conforme a ellas.

3. Nadie puede ser sometido a detención o encarcelamiento arbitrarios.

4. Toda persona detenida o retenida debe ser informada de las razones de su detención y notificada, sin demora, del cargo o cargos formulados contra ella.

5. Toda persona detenida o retenida debe ser llevada, sin demora, ante un juez y

otro funcionario autorizado por la ley para ejercer funciones judiciales y tendrá derecho a ser juzgada dentro de un plazo razonable o a ser puesta en libertad, sin perjuicio de que continúe el proceso. Su libertad podrá estar condicionada a garantías que aseguren su comparecencia en el juicio.

[..] En el presente caso ha quedado demostrado que se violó el derecho a la libertad personal de Jairo Sepúlveda, Marco Aurelio Areiza Osorio y la joven Rosa Areiza Barrera. Estas personas fueron privadas de su libertad al ser detenidas ilegal y arbitrariamente por los respectivos el grupos paramilitares que perpetraron las incursiones a La Granja y El Aro, con el apoyo de agentes estatales, impidiéndose de esta manera cualquier posibilidad de que operaran a su favor las salvaguardas de la libertad personal consagradas en el artículo 7 de la Convención Americana.

83. En el caso de Marco Aurelio Areiza Osorio, la prueba testimonial indica que éste fue retenido y llevado a las afueras del pueblo, donde fue torturado. En el caso de Rosa Areiza Barrera, la prueba testimonial acredita que fue llevada a uno de los salones de la parroquia, donde fue sometida a torturas y tratos crueles inhumanos y degradantes, tras lo cual los victimarios dispusieron de su cuerpo para impedir que fuera recobrado por sus familiares82.

84. El artículo 5 de la Convención Americana establece que “toda persona tiene derecho a que se respete su integridad física, psíquica y moral” y que “nadie debe ser sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes.[..]”. La Corte ha indicado que la tortura está estrictamente prohibida por el Derecho Internacional de los Derechos Humanos83. La prohibición de la tortura es absoluta e inderogable, aun en las circunstancias más difíciles, tales como guerra, amenaza de guerra, “lucha contra el terrorismo” y cualesquiera otros delitos, estado de sitio o de emergencia, conmoción o conflicto interior, suspensión de garantías constitucionales, inestabilidad política interna u otras emergencias o calamidades públicas84. Se ha conformado un régimen jurídico

82 Corte I.D.H., Caso Maritza Urrutia. Sentencia de 27 de noviembre de 2003. Serie C No. 103, párr. 89; y Corte

I.D.H., Caso Cantoral Benavides. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 3 de diciembre de 2001. Serie C Nº 88, párr. 95.

83 Corte I.D.H, Caso Maritza Urrutia. Sentencia de 27 de noviembre de 2003. Serie C No. 103, párr. 89; y Corte I.D.H., Caso Cantoral Benavides. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 3 de diciembre de 2001. Serie C Nº 88, párr. 95.

84 Corte I.D.H, Caso Maritza Urrutia. Sentencia de 27 de noviembre de 2003. Serie C No. 103, párr. 89; y Corte I.D.H., Caso Cantoral Benavides. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 3 de diciembre de 2001, Serie C Nº 88, párr. 95.

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internacional de prohibición absoluta de todas las formas de tortura, tanto física como psicológica, régimen que pertenece hoy día al dominio de jus cogens internacional85.

85. La prueba ofrecida a la Honorable Corte demuestra que los paramilitares que perpetraron la incursión en El Aro, con la colaboración de agentes del Estado, torturaron al señor Marco Aurelio Areiza Osorio y a la joven Rosa Areiza Barrera antes de privarlos de la vida arbitrariamente.

86. Consecuentemente, la Comisión solicita a la Honorable Corte que concluya y declare que el Estado es responsable por la violación del derecho a la integridad y la libertad personales consagrados en los artículos 5 y 7 de la Convención Americana en perjuicio de Marco Aurelio Areiza Osorio y Rosa Areiza Barrera y del artículo 7 en perjuicio de Jairo Sepúlveda, en todos los casos en conexión con el artículo 1(1).

4. El Estado colombiano es responsable por la violación del derecho a la propiedad

consagrado en el artículo 21 de la Convención Americana en perjuicio de las familias damnificadas por los hechos de la incursión armada en El Aro

87. La Convención Americana establece en su artículo 21(2) que “Ninguna persona

puede ser privada de sus bienes, excepto mediante el pago de indemnización justa, por razones de utilidad pública o de interés social y en los casos y según las formas establecidas por la ley.” En atención a las características del corregimiento y las actividades cotidianas de sus habitantes, existe una estrecha vinculación entre el derecho a la propiedad, el derecho a la vida y a la dignidad de sus habitantes, dado que el único medio de subsistencia consiste en el cultivo de la tierra y la crianza del ganado.

88. Antes de abandonar el Corregimiento de El Aro, los paramilitares destruyeron e incendiaron casi la totalidad de las casas del casco urbano a fin de causar terror y desplazamiento forzado, y al retirarse sustrajeron alrededor de 1200 cabezas de ganado caballar, mular y vacuno de propiedad de los habitantes, en forma ilegal86. Las personas afectadas por el robo de semovientes o la pérdida de su vivienda han sido identificadas como:

NOMBRE PERJUICIOS MATERIALES Y MORALES

Libardo Mendoza Pérdida por hurto de 51 cabezas de ganado: 20 Vacas horras 18 destetes Una mula

Luis Humberto Mendoza Arroyave

Pérdida por hurto de 20 cabezas de ganado Holstein Cebú. Destrucción de su vivienda, que tenía las siguientes características: 120 metros cuadrados, 3 alcobas, sala, comedor, pesebrera y corral para cerdos.

85 Corte I.D.H, Caso Maritza Urrutia. Sentencia de 27 de noviembre de 2003. Serie C No. 103, párr. 92; y Corte

I.D.H., Caso Cantoral Benavides. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 3 de diciembre de 2001, Serie C Nº 88, párrs. 102 y 103.

86 Ver al respecto el informe de Human Rights Watch, Los Lazos que Unen: Colombia y las Relaciones Militares – Paramilitares. En la parte pertinente se indica: “Se consideraba que, durante los cinco días que estuvieron en El Aro, los miembros de las ACCU habían (...), quemado 47 de las 68 casas, entre ellas una farmacia, una iglesia y una central telefónica, saqueado comercios, destruido cañerías de suministro de agua potable a las casas y obligado a huir a la mayoría de los residentes. Cuando salieron el 30 de octubre, las ACCU se llevaron consigo más de un millar de cabezas de ganado junto con los bienes saqueados en casas y comercios”. (Fuente reseñada: Javier Arboleda, "Cinco días de infierno en El Aro," El Colombiano, 14 de noviembre de 1997. Acción Urgente de Amnistía Internacional 01/97, 3 de enero de 1997).

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Ricardo Alfredo Builes Echeverry

Pérdida por hurto de 81 cabezas de ganado Holstein- cebú, discriminados de la siguiente manera: 15 atados. 31 vacas horras. 18 novillas. 2 toros.

Bernardo María Jiménez Lopera

Pérdida por el hurto de 36 cabezas de ganado.

Francisco Osvaldo Pino Posada

Obligado a arriar el ganado hurtado, incluso el que era de su propiedad. Pérdida por el hurto de seis novillas para cría y tres atados de ganado (hembra y cría).

Omar Alfredo Torres Jaramillo

Obligado a arriar el ganado hurtado. Perdió una casa de 3 alcobas, sala, comedor y cocina.

89. Según se estableció, estos actos fueron perpetrados con la colaboración directa de

miembros de la Fuerza Pública. Ello se verifica con los testimonios recabados y de la sentencia de primera instancia de la Procuraduría Delegada para la Defensa de los Derechos Humanos. También surge de las pruebas aportadas a la Honorable Corte que a pesar de las denuncias ante las autoridades que efectuaron los pobladores del lugar no se adoptaron medidas tendientes a recobrar los bienes de propiedad de los afectados, especialmente tras el reconocimiento público formulado por el líder de las AUC ante los medios de comunicación en el sentido de que se encontraba en posesión de los semovientes.

90. Consecuentemente, la Comisión solicita a la Honorable Corte que concluya y declare que el Estado colombiano es responsable por la violación al derecho de propiedad de los habitantes de El Aro arriba mencionados, como consecuencia del incendio de viviendas y sustracción de 1200 cabezas de ganado por parte de grupos paramilitares con la aquiescencia y colaboración de la Fuerza Pública, en violación del artículo 21 de la Convención Americana en concordancia con su artículo 1(1).

5. El Estado es responsable de la violación a los derechos de las víctimas a las garantías

judiciales y a la protección judicial consagrados en los artículos 8 y 25 de la Convención Americana

91. Conforme a la jurisprudencia de la Honorable Corte toda persona afectada por una

violación de derechos humanos tiene derecho a obtener de los órganos competentes del Estado el esclarecimiento de los hechos violatorios y el establecimiento de las responsabilidades correspondientes, a través de la investigación de los hechos y el juzgamiento de los responsables conforme a los parámetros de los artículos 8 y 25 de la Convención Americana87.

92. El artículo 8 de la Convención dispone que:

1. Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro de un plazo razonable, por un juez o tribunal competente, independiente e imparcial, establecido con anterioridad por la ley, en la sustanciación de cualquier acusación penal formulada contra ella, o para la determinación de sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de cualquier otro carácter.

87 Corte I.D.H., Caso Barrios Altos . Sentencia de 14 de marzo de 2001. Serie C No. 75, párr. 48.

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2. Toda persona inculpada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se establezca legalmente su culpabilidad. Durante el proceso, toda persona tiene derecho, en plena igualdad, a las siguientes garantías mínimas:

a. derecho del inculpado de ser asistido gratuitamente por el traductor o

intérprete, si no comprende o no habla el idioma del juzgado o tribunal; b. comunicación previa y detallada al inculpado de la acusación formulada; c. concesión al inculpado del tiempo y de los medios adecuados para la

preparación de su defensa; d. derecho del inculpado de defenderse personalmente o de ser asistido por un

defensor de su elección y de comunicarse libre y privadamente con su defensor;

e. derecho irrenunciable de ser asistido por un defensor proporcionado por el

Estado, remunerado o no según la legislación interna, si el inculpado no se defendiere por sí mismo ni nombrare defensor dentro del plazo establecido por la ley;

f. derecho de la defensa de interrogar a los testigos presentes en el tribunal y

de obtener la comparecencia, como testigos o peritos, de otras personas que puedan arrojar luz sobre los hechos;

g. derecho a no ser obligado a declarar contra sí ,mismo ni a declararse

culpable; y h. derecho de recurrir del fallo ante juez o tribunal superior.

3. La confesión del inculpado solamente es válida si es hecha sin coacción de ninguna

naturaleza. 4. El inculpado absuelto por una sentencia firme no podrá ser sometido a nuevo juicio

por los mismos hechos. 5. El proceso penal debe ser público, salvo en lo que sea necesario para preservar los

intereses de la justicia. Por su parte, el artículo 25 de la Convención establece que:

1. Toda persona tiene derecho a un recurso sencillo y rápido o a cualquier otro recurso

efectivo ante los jueces o tribunales competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos por la Constitución, la ley o la presente Convención, aun cuando tal violación sea cometida por personas que actúen en ejercicio de sus funciones oficiales.

2. Los Estados partes se comprometen:

a. a garantizar que la autoridad competente prevista por el sistema legal del Estado decidirá sobre los derechos de toda persona que interponga tal recurso;

b. a desarrollar las posibilidades de recurso judicial, y c. a garantizar el cumplimiento, por las autoridades competentes, de toda

decisión en que se haya estimado procedente el recurso.

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Al respecto, la Honorable Corte ha señalado en su jurisprudencia que el artículo 8 de la Convención consagra los lineamientos del llamado debido proceso legal o derecho de defensa procesal. En este sentido, la Honorable Corte también ha manifestado que para determinar la violación del artículo 8 es preciso establecer si en el proceso judicial se respetaron las garantías procesales de la parte afectada y que si existen evidencias en el expediente de obstrucción de justicia, trabas o problemas de no colaboración de las autoridades que impidan el debido esclarecimiento de la causa, constituye una violación del artículo 8(1) de la Convención88. La Honorable Corte también ha expresado que es un principio de derecho internacional que el Estado responde por los actos de sus agentes, por sus omisiones, aun si actúan fuera de los límites de su competencia o en violación del derecho interno. Además, establece que "es imputable al Estado toda violación a los derechos reconocidos por la Convención de los poderes que ostentan por su carácter oficial"89. Esta obligación implica “el deber de los Estados partes de organizar el aparato gubernamental y, en general, todas las estructuras a través de las cuales se manifiesta el ejercicio del poder público, de manera tal que sean capaces de asegurar jurídicamente el libre y pleno ejercicio de los derechos humanos. Como consecuencia de esta obligación, los Estados deben prevenir, investigar y sancionar toda violación de los derechos reconocidos por la Convención"90.

93. Asimismo, corresponde destacar que tanto el artículo 8 como el 25 de la Convención Americana "constituyen condiciones necesarias para que los instrumentos procesales, regulados por la Convención, puedan considerarse como garantías judiciales"91. Cabe señalar que "las garantías sirven para proteger, asegurar o hacer valer la titularidad o el ejercicio de un derecho"92. El artículo 25(1) de la Convención Americana incorpora el principio reconocido en el derecho internacional de los derechos humanos, de la efectividad de los instrumentos o medios procesales destinados a garantizar tales derechos93. Para que tal recurso exista, la Convención requiere que sea realmente idóneo a fin de establecer si se ha incurrido en una violación de los derechos establecidos en la Convención y proveer lo necesario para remediarla94. En este sentido, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha concluido que "[n]o pueden considerarse efectivos aquellos recursos que, por las condiciones generales del país o incluso por las circunstancias particulares de un caso dado, resulten ilusorios"95.

94. La protección ofrecida por las normas transcritas se ve reforzada por la obligación general de respetar los derechos humanos impuesta por el artículo 1(1) de la Convención. Al respecto, la Corte ha establecido expresamente que

El artículo 25 en relación con el artículo 1.1 de la Convención Americana, obliga al Estado a garantizar a toda persona el acceso a la administración de justicia y, en particular, a un recurso rápido y sencillo para lograr, entre otros resultados, que los responsables de las violaciones de los derechos humanos sean juzgados y para obtener una reparación por el daño sufrido… [E]l artículo 25 “constituye uno de los pilares básicos, no sólo de la Convención Americana, sino del propio Estado de derecho en una sociedad democrática…”. Dicho artículo

88 Corte I.D.H., Caso Genie Lacayo. Sentencia de 29 de enero de 1997. Serie C No. 30, párrs. 74 y ss..

89 Corte I.D.H., Caso Velásquez Rodríguez. Sentencia de 29 de julio de 1988. Serie C No. 4, párrs. 170 y 172.

90 Ídem.

91 Corte I.D.H., Garantías Judiciales en Estados de Emergencia (arts. 27.2, 25 y 8 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Opinión Consultiva OC-9/87 del 6 de octubre de 1987. Serie A No. 9, párr. 30.

92 Corte I.D.H., El Hábeas Corpus Bajo Suspensión de Garantías (arts. 27.2, 25.1 y 7.6 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Opinión Consultiva OC-8/87 del 30 de enero de 1987. Serie A No. 8, párr. 25.

93 Corte I.D.H., Garantías Judiciales en Estados de Emergencia (arts. 27.2, 25 y 8 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Opinión Consultiva OC-9/87 del 6 de octubre de 1987. Serie A No. 9, párr. 24.

94 Idem, párr. 24.

95 Idem.

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guarda relación directa con el artículo 8.1 que consagra el derecho de toda persona a ser oída con las debidas garantías para la determinación de sus derechos de cualquier naturaleza96.

95. Dentro de ese contexto, los órganos de la Convención Americana sobre Derechos

Humanos son competentes, de conformidad con el artículo 33 de la misma, para determinar si las acciones u omisiones de cualquier órgano del Estado, incluyendo el Poder Judicial, comprometen la responsabilidad de aquél en función de las obligaciones internacionales asumidas de buena fe al ratificar dicho instrumento internacional. La determinación de si un proceso judicial satisface los requisitos de los artículos 8 y 25 debe hacerse sobre la base de las circunstancias de cada caso en particular y examinando el proceso en su totalidad97. En este sentido, la Corte Interamericana,

ha establecido que el esclarecimiento de si el Estado ha violado o no sus obligaciones internacionales por virtud de las actuaciones de sus órganos judiciales, puede conducir a que [los órganos del sistema interamericano de protección de los derechos humanos] deba[n] ocuparse de examinar los respectivos procesos internos. A la luz de lo anterior, se deben considerar los procedimientos internos como un todo, incluyendo las decisiones de los tribunales de apelación, y que la función [de dichos órganos de protección] es determinar si la integralidad de los procedimientos, así como la forma en que fue producida la prueba, estuvieron conformes a las disposiciones internacionales98.

96. La Corte Interamericana también ha manifestado que “no basta que los recursos

existan formalmente sino que los mismos deben dar resultados o respuestas a las violaciones de derechos humanos, para que éstos puedan ser considerados efectivos. Es decir, que toda persona debe tener acceso a un recurso sencillo y rápido ante jueces o tribunales competentes que amparen sus derechos fundamentales”99. En consecuencia, los Estados Parte tienen la obligación de tomar todo tipo de providencias para que nadie sea sustraído de la protección judicial y del ejercicio del derecho a un recurso sencillo y eficaz100. En dicho marco, el Estado tiene la obligación de investigar las violaciones de derechos humanos, juzgar a los responsables, indemnizar a las víctimas y evitar la impunidad.

97. En cuanto a los hechos acaecidos en junio de 1996 en La Granja, la Unidad Nacional de Derechos Humanos de la Fiscalía General de la Nación resolvió proferir resolución de apertura de instrucción el 17 de junio de 1999. En esa oportunidad, dispuso la vinculación y la imposición de medida de aseguramiento consistente en detención preventiva en contra de los hermanos Jaime y Francisco Angulo Osorio, quienes se encontraban detenidos en virtud de otros procesos. Sin embargo, con posterioridad fue revocada la medida de aseguramiento en su contra. En esa misma fecha, se ordenó la vinculación a la investigación de dos agentes estatales, el subteniente José Vicente Castro, Comandante de la Subestación de Policía de Ituango y el Teniente José Alexander Sánchez por los delitos de coautoría en la conformación de grupos de justicia privada, homicidios agravados y secuestro simple agravado a título de dolo por omisión impropia. Asimismo, en aquella oportunidad, se decretó auto de prisión preventiva en contra de los mencionados agentes estatales.

96 Corte I.D.H., Caso Loayza Tamayo. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos).

Sentencia de 27 de noviembre de 1998. Serie C No. 42, párr. 169.

97 Ver la jurisprudencia de la Corte Europea de Derechos Humanos: Caso Barberá, Messegue y Jabardo. Sentencia del 6 de diciembre de 1988. Serie A, Nº 146, párr. 83.

98 Corte I.D.H., Caso Juan Humberto Sánchez. Sentencia de 7 de junio de 2003. Serie C No. 99, párr. 120.

99 Corte I.D.H., Caso “Cinco Pensionistas”. Sentencia de 28 de febrero de 2003. Serie C No. 98, párr. 126; Corte I.D.H., Caso Cantos. Sentencia de 28 de noviembre de 2000. Serie C No. 97, párr. 52; Corte I.D.H., Caso de la Comunidad Mayagna (Sumo) Awas Tingni. Sentencia de 31 de agosto de 2001. Serie C No. 79, párr. 112; y Corte I.D.H., Caso Bámaca Velásquez. Sentencia de 25 de noviembre de 2000. Serie C No. 70, párr. 191.

100 Corte I.D.H., Caso Barrios Altos . Sentencia de 14 de marzo de 2001. Serie C No. 75, párr. 43.

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98. El 31 de agosto de 2001 se profirió resolución de acusación en contra de José

Vicente Castro, tras la decisión del Consejo Superior de la Judicatura respecto del conflicto positivo de competencia interpuesto por el Fiscal Penal Militar 142 del Juzgado de Primera Instancia adscripto a la Inspección General de la Policía Nacional. El juzgado Primero Penal del Circuito Especializado de Antioquia, mediante sentencia de fecha 14 de noviembre de 2003, condenó a 31 años de prisión al mencionado subteniente José Vicente Castro por haber incurrido “por omisión en el delito de homicidio agravado con fines terroristas”101. Por su parte, el 10 de noviembre de 2003 se profirió resolución de acusación en contra de Jorge Alexander Sánchez Castro, por el delito de concierto para delinquir, acusación que se amplió con la incorporación posterior de los delitos de homicidio agravado y extorsión agravada.

99. Con respecto a los civiles vinculados al proceso, el 2 de junio de 2000 se decretó medida de aseguramiento consistente en prisión preventiva en contra de Hernando Remigio Fonnegra y de Carlos Castaño Gil. El 12 de enero de 2001 fueron declarados personas ausentes Jhon Jairo Mazo Pino, Gilberto Antonio Tamayo Rengifo y Jorge Alberto Muletón Montoya. Por su parte, el 20 de agosto de 2002, se profirió medida de detención preventiva en contra de Hernando de Jesús Álvarez, Jhon Jairo Mazo Pino, Gilberto Antonio Tamayo Rengifo y Jorge Alberto Muletón Montoya.

100. De conformidad a lo expuesto supra, surge que la investigación previa por los hechos de La Granja se abrió formalmente el 17 de junio de 1999 por la Unidad Nacional de Derechos Humanos de la Fiscalía General de la Nación102, es decir tres años después de acaecidos los hechos. Asimismo, de los elementos de convicción allegados a la CIDH y de la información proporcionada por el Estado se desprende que transcurridos más de siete años de ocurridos los hechos, sólo se ha sentenciado en primera instancia al Teniente de Policía José Vicente Castro por “haber incurrido por omisión en el delito de homicidio agravado con fines terroristas” 103.

101. Si bien la investigación penal determinó la expedición de medidas de aseguramiento contra una serie de personas, incluyendo a líderes de grupos paramilitares y agentes del Estado, las órdenes de detención no han sido ejecutadas en su mayoría y el proceso continúa con relación a los civiles involucrados en la investigación en etapa de instrucción. El proceso penal respecto del resto de los responsables aun se encuentra pendiente104.

102. En cuanto al Caso 12.266, los hechos fueron inicialmente investigados por la entonces Fiscalía Regional de Medellín. La investigación fue posteriormente remitida a la Unidad Nacional de Derechos Humanos de la Fiscalía General bajo el radicado No. UDH-525. El 1° de junio de 1999 se profirió orden de captura contra Carlos Castaño Gil y Francisco Villalba Hernández por homicidio en concurso y conformación de grupos de justicia privada. El 4 de julio de 1999 se declaró a Carlos Castaño persona ausente. Posteriormente se ordenó la vinculación de Salvatore Mancuso Gómez, Alexander Mercado Fonseca y Héctor Darío Gallego Meza a la investigación. El 10

101 Juzgado Primero del Circuito Especializado de Antioquia, Sentencia Ordinaria, radicado 122-UNDH-5288-2002-

0052, Procesado José Vicente Castro, Medellín, 14 de noviembre de 2003.

102 Nota EE 102 de la Dirección General de asuntos Especiales del Ministerio de relaciones Exteriores, 9 de marzo de 2000.

103 Juzgado Primero Penal del Circuito Especializado de Antioquia, radicado 122-UNDH-5288-2002-0052, Sentencia de 14 de noviembre de 2003, Medellín, Colombia.

104 Ver Nota DDH36239 de la Dirección General de asuntos Especiales del Ministerio de Relaciones Exteriores, 28 de julio 2004, donde el Estado indica que el proceso se encuentra en etapa de instrucción.

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de septiembre de 2001 el fiscal de conocimiento profirió la resolución acusatoria correspondiente como presuntos coautores del delito de concierto para delinquir en concurso con homicidio105.

103. El 22 de abril de 2003 el Juzgado Segundo Penal del Circuito Especializado de Antioquia dictó sentencia en contra de Carlos Castaño Gil, Salvatore Mancuso Gómez y Francisco Enrique Villalba Hernández por el homicidio de 15 personas, concierto para delinquir y por el concurso homogéneo de hurto agravado y calificado106. Con la excepción de Francisco Enrique Villalba quien se encuentra detenido cumpliendo pena de prisión por otros delitos, los civiles mencionados –incluyendo importantes líderes paramilitares— fueron juzgados y condenados en ausencia y las órdenes de detención en su contra aun no han sido ejecutadas.

104. El Estado no avanzado sustancialmente en el juzgamiento y sanción penal de los miembros de la Policía y el Ejército Nacional apostados en la zona, a pesar de las determinaciones de la propia Procuraduría General de la Nación sobre la responsabilidad de agentes del Estado.

105. El retardo en completar las investigaciones, juzgar y condenar a todos los responsables y hacer efectivas las órdenes de captura ya dictadas contribuyen a perpetuar los actos de violencia e intimidación contra testigos y fiscales vinculados al esclarecimiento de los hechos de La Granja y El Aro, que en el caso de la Fiscal Pulgarín y el abogado Jesús María Valle han tenido consecuencias fatales. A ellos se suman otros testigos, abogados y fiscales que han debido abandonar la zona o el país por razones de seguridad, así como la situación de otros que permanecen en la zona con gran riesgo para su vida. Vale decir que la falta de esclarecimiento de estos casos no sólo viola el derecho a la justicia y la reparación de las víctimas y sus familiares sino que contribuye a justificar la comisión de actos destinados a disuadir a quienes buscan justicia.

106. La falta de juzgamiento de los perpetradores de las violaciones aquí analizadas contribuyó a prolongar el sufrimiento causado por la violación de los derechos fundamentales. El Estado debe identificar y castigar a los autores de los correspondientes delitos mediante actos judiciales ejecutados, de lo contrario se configura un incumplimiento también del artículo 1(1) de la Convención107. La Corte Interamericana ha señalado que el Estado debe combatir la impunidad, ya que ésta propicia la repetición crónica de las violaciones a los derechos humanos y la total indefensión de las víctimas y sus familiares108. Si el aparato del Estado actúa de modo que tal violación quede impune y no se restablezca, en cuanto sea posible, a la víctima en la plenitud de sus derechos, puede afirmarse que ha incumplido el deber de garantizar su libre y pleno ejercicio a las personas sujetas a su jurisdicción109.

107. La jurisprudencia de la Honorable Corte indica que el Estado debe investigar efectivamente los hechos del presente caso, con el fin de identificar, juzgar y sancionar a todos los

105 Nota EE 36301 de la Dirección General de Asuntos Especiales del Ministerio de Relaciones Exteriores de la

República de Colombia, 2 de octubre de 2001.

106 Juzgado Segundo Penal de Circuito Especializado de Antioquia, Sentencia Ordinaria N° 8 respecto de los procesados Carlos Castaño Gil, Salvatore Mancuso Gómez, Francisco Villalba, Alexander Mercado Fonseca, 22 de abril de 2003 (Anexo C 21).

107 Corte I.D.H., Caso de los “Niños de la Calle” (Villagrán Morales y otros). Sentencia de 19 de noviembre de 1999. Serie C No. 63, párr. 227 y 228.

107 Corte I.D.H., Caso de los “Niños de la Calle” (Villagrán Morales y otros). Sentencia de 19 de noviembre de 1999. Serie C No. 63, párr. 227 y 228.

108 Corte I.D.H., Caso de la “Panel Blanca” (Paniagua Morales y otros). Sentencia de 8 de marzo de 1998, supra, párr. 173.

109 Corte I.D.H., Caso Velásquez Rodríguez. Sentencia de 29 de julio de 1988, supra, párr. 174 y 176.

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autores materiales e intelectuales de las violaciones cometidas en perjuicio de las víctimas, para los efectos penales y cualesquiera otros que pudieran resultar de la investigación de los hechos. Es preciso que tribunales penales ordinarios competentes investiguen y sancionen a los miembros de la fuerza pública que participaron en los hechos. Además, el Estado debe abstenerse de recurrir a figuras como la amnistía, la prescripción y el establecimiento de excluyentes de responsabilidad, así como medidas que pretendan impedir la persecución penal o suprimir los efectos de la sentencia condenatoria. El proceso debe versar sobre los hechos y sus implicaciones jurídicas. Asimismo, los familiares de las víctimas deben tener pleno acceso y capacidad de actuar, en todas las etapas e instancias de dichas investigaciones, de acuerdo con la ley interna y las normas de la Convención Americana. Finalmente, el resultado del proceso debe ser públicamente divulgado, para que la sociedad colombiana conozca la verdad de lo ocurrido110.

108. En el presente caso resulta evidente que el Estado ha incumplido su obligación de investigar los hechos del caso y juzgar y sancionar a todos los responsables conforme a lo previsto en los artículos 8 y 25 de la Convención Americana en forma exhaustiva, efectiva y dentro de un plazo razonable.

109. En suma, el Estado ha vulnerado el derecho a la debida protección judicial de las víctimas y sus familiares en vista de que incumplió su obligación de investigar la ejecución extrajudicial, la tortura, la privación de la libertad y la violación del derecho a la propiedad de las víctimas en forma efectiva, y juzgar y sancionar a todos los responsables, tanto civiles como agentes del Estado. Estas violaciones impiden además que se satisfaga el derecho a la verdad de la sociedad en su conjunto.

110. El sistema interamericano ha analizado el derecho a la verdad en dos planos. El primer plano corresponde al derecho de los familiares de la víctima a exigir del Estado una investigación completa e independiente para establecer la verdad sobre el destino de su ser querido. El segundo plano está constituido por el derecho de la sociedad en su conjunto a tener información sobre las circunstancias de los hechos, así como sobre la identidad de los responsables a fin de evitar de la manera más eficaz que violaciones de esa naturaleza vuelvan a ocurrir. De tal suerte que el derecho a la verdad constituye un derecho de carácter particular para los familiares de las víctimas, y un derecho colectivo que permite a la sociedad tener acceso a información esencial para la consolidación de los sistemas democráticos en verdaderos Estados de Derecho. La Comisión debe manifestar que aún cuando la Convención Americana no reconoce de manera expresa el derecho a la verdad, el mismo constituye un principio emergente del derecho internacional.

111. Los fundamentos de este derecho, se basan en la convicción de que el conocimiento de la verdad es una de las medidas más eficaces para prevenir la recurrencia de graves violaciones a los derechos humanos y de consolidación del sistema democrático en un Estado de Derecho. Más aún, el Estado tiene la obligación de poner a disposición de las víctimas, sus familiares y la sociedad, toda información conducente al esclarecimiento de la verdad. Este deber incluye la obligación de proveer aquella información a disposición del Estado, así como también el uso de todos los medios a su alcance para producir dicha información.

112. Con base en las consideraciones que anteceden, la Comisión solicita a la Honorable Corte que concluya y declare que el Estado colombiano ha incumplido con su obligación de brindar protección judicial adecuada conforme a los artículos 8 y 25 de la Convención Americana a las víctimas del presente caso y sus familiares.

110 Corte I.D.H., Caso 19 Comerciantes. Sentencia de 5 de julio de 2004. Serie C No. 109, párr. 263.

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6. El Estado colombiano ha incumplido con sus obligaciones conforme al artículo 1(1) de la Convención Americana

113. El artículo 1(1) de la Convención establece que,

[l]os Estados partes en esta Convención se comprometen a respetar los derechos y libertades reconocidos en ella y a garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona que esté sujeta a su jurisdicción, sin discriminación alguna por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social.

Al respecto, la Corte ha establecido que [e]l artículo 1.1 es fundamental para determinar si una violación de los derechos humanos reconocidos por la Convención puede ser atribuida a un Estado Parte. En efecto, dicho artículo pone a cargo de los Estados Partes los deberes fundamentales de respeto y de garantía, de tal modo que todo menoscabo a los derechos humanos reconocidos en la Convención que pueda ser atribuido, según las reglas del Derecho internacional, a la acción u omisión de cualquier autoridad pública, constituye un hecho imputable al Estado que compromete su responsabilidad en los términos previstos por la misma Convención.

Conforme al artículo 1.1 es ilícita toda forma de ejercicio del poder público que viole los derechos reconocidos por la Convención. En tal sentido, en toda circunstancia en la cual un órgano o funcionario del Estado o de una institución de carácter público lesione indebidamente uno de tales derechos, se está ante un supuesto de inobservancia del deber de respeto consagrado en ese artículo. Esa conclusión es independiente de que el órgano o funcionario haya actuado en contravención de disposiciones del derecho interno o desbordado los límites de su propia competencia, puesto que es un principio de Derecho internacional que el Estado responde por los actos de sus agentes realizados al amparo de su carácter oficial y por las omisiones de los mismos aun si actúan fuera de los límites de su competencia o en violación del derecho interno111.

114. Asimismo, la Corte Interamericana ha señalado que, con fundamento en el artículo

1(1) de la Convención Americana,

...el Estado está obligado a respetar los derechos y libertades reconocidos en ella y a organizar el poder público para garantizar a las personas bajo su jurisdicción el libre y pleno ejercicio de los derechos humanos. Lo anterior se impone independientemente de que los responsables de las violaciones de estos derechos sean agentes del poder público, particulares o grupos de ellos, ya que según las reglas del Derecho Internacional de los Derechos Humanos, la acción u omisión de cualquier autoridad pública constituye un hecho punible al Estado que compromete su responsabilidad en los términos previstos por la misma Convención112.

El Estado colombiano tiene el deber de organizar el aparato gubernamental y todas las estructuras a través de las cuales se manifiesta el ejercicio del poder público, de manera tal que sean capaces de

111 Corte I.D.H., Caso “Cinco Pensionistas”. Sentencia de 28 de febrero de 2003. Serie C Nº 98, párr. 163; Corte

I.D.H., Caso de la Comunidad Mayagna (Sumo) Awas Tingni. Sentencia de 31 de agosto de 2001. Serie C Nº 79, párr. 154; Corte I.D.H., Caso Baena Ricardo y otros. Sentencia de 2 de febrero de 2001. Serie C Nº 72, párr. 178; y Corte I.D.H., Caso Caballero Delgado y Santana. Sentencia de 8 de diciembre de 1995. Serie C Nº 22, párr. 56.

112 Corte I.D.H., Caso “Cinco Pensionistas”, supra, párr. 163; Corte I.D.H., Caso Bámaca Velásquez, supra, párr. 210; Corte I.D.H., Caso de la Comunidad Mayagna (Sumo) Awas Tingni, supra, párr. 154; y Corte I.D.H., Caso Baena Ricardo y otros, supra, párr.178, citado en Corte I.D.H., Caso Juan Humberto Sánchez, supra, párr. 142.

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asegurar jurídicamente el libre y pleno ejercicio de los derechos humanos. De conformidad con lo manifestado por la Corte Interamericana, lo anterior

se impone independientemente de que los responsables de las violaciones de estos derechos sean agentes del poder público, particulares, o grupos de ellos113, ya que según las reglas del Derecho Internacional de los Derechos Humanos, la acción u omisión de cualquier autoridad pública constituye un hecho imputable al Estado que compromete su responsabilidad en los términos previstos por la misma Convención114.

115. De lo anterior se deriva también la obligación de los Estados de utilizar

diligentemente todos los medios a su disposición para realizar una investigación seria y efectiva dentro de un plazo razonable, que sirva de base para el procesamiento, esclarecimiento de los hechos, juzgamiento y sanción de los autores materiales e intelectuales de toda violación de los derechos protegidos en la Convención Americana. Al respecto, la Corte Interamericana ha señalado que la obligación de investigar debe cumplirse

con seriedad y no como una simple formalidad condenada de antemano a ser infructuosa. Debe tener un sentido y ser asumida por el Estado como un deber jurídico propio y no como una simple gestión de intereses particulares, que dependa de la iniciativa procesal de la víctima o de sus familiares o de la aportación privada de elementos probatorios, sin que la autoridad pública busque efectivamente la verdad115.

La Comisión ha constatado que en Colombia existe un estado de impunidad respecto de los hechos que dieron lugar a las ejecuciones arbitrarias, detenciones, torturas y vulneración de los derechos a la propiedad privada de las víctimas anteriormente individualizadas. Todo ello cuando el Estado tiene la obligación de prevenir e investigar lo sucedido. El Estado tiene el deber de evitar y combatir la impunidad, que la Honorable Corte ha definido como “la falta en su conjunto de investigación, persecución, captura, enjuiciamiento y condena de los responsables de las violaciones de los derechos protegidos por la Convención Americana”. Al respecto, la Honorable Corte ha advertido que “ [...] el Estado tiene la obligación de combatir tal situación por todos los medios legales disponibles ya que la impunidad propicia la repetición crónica de las violaciones de derechos humanos y la total indefensión de las víctimas y de sus familiares”116.

116. En consecuencia, el Estado colombiano es responsable por la inobservancia del artículo 1(1) en relación con los artículos 4, 5, 7, 8, 19, 21 y 25 de la Convención Americana, en perjuicio de William Villa García, Graciela Arboleda, Héctor Hernán Correa García, Jairo Sepúlveda, Arnulfo Sánchez, José Darío Martínez Pérez, Olcris Fail Díaz, Wilmar de Jesús Restrepo Torres (de 13 años de edad), Omar de Jesús Ortiz Carmona, Fabio Antonio Zuleta Zabala, Otoniel de Jesús Tejada Tejada, Omar Iván Gutiérrez Nohavá, Guillermo Andrés Mendoza Posso, Nelson de Jesús

113 Corte I.D.H., Caso 19 Comerciantes. Sentencia de 5 de julio de 2004. Serie C No. 109, párr. 140; Corte I.D.H., Caso Juan Humberto Sánchez. Sentencia de 7 de junio de 2003. Serie C Nº 99, párr. 142; Corte I.D.H., Caso Bámaca Velásquez. Sentencia de 25 de noviembre de 2000. Serie C Nº 70, párr. 210; y Corte I.D.H., Caso de la “Panel Blanca” (Paniagua Morales y otros). Sentencia de 8 de marzo de 1998. Serie C Nº 37, párr. 174.

114 Corte I.D.H., Caso Juan Humberto Sánchez. Sentencia de 7 de junio de 2003. Serie C Nº 99, párr. 142; Corte I.D.H., Corte I.D.H., Caso “Cinco Pensionistas”. Sentencia de 28 de febrero de 2003. Serie C Nº 98, párr. 163; Corte I.D.H., Caso Bámaca Velásquez. Sentencia de 25 de noviembre de 2000. Serie C Nº 70, párr. 210; Corte I.D.H., Caso de la Comunidad Mayagna (Sumo) Awas Tingni. Sentencia de 31 de agosto de 2001. Serie C Nº 79, párr. 154; y Corte I.D.H., Caso Baena Ricardo y otros. Sentencia de 2 de febrero de 2001. Serie C Nº 72, párr. 178.

115 Corte I.D.H., Caso Juan Humberto Sánchez. Sentencia de 7 de junio de 2003. Serie C Nº 99, párr. 144; Corte I.D.H., Caso Bámaca Velásquez. Sentencia de 25 de noviembre de 2000. Serie C Nº 70, párr. 212; Corte I.D.H., Caso de los “Niños de la Calle” (Villagrán Morales y otros). Sentencia de 19 de noviembre de 1999. Serie C Nº 63, párr. 226, y Corte I.D.H., Caso Godínez Cruz. Sentencia de 20 de enero de 1989. Serie C Nº 5, párr. 188.

116 Corte I.D.H., Caso 19 Comerciantes. Sentencia de 5 de julio de 2004. Serie C No. 109, párr. 260.

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Palacio Cárdenas, Luis Modesto Múnera, Marco Aurelio Areiza Osorio, Rosa Areiza Barrera, Dora Luz Areiza, Alberto Correa, Luis Humberto Mendoza Arroyave, Libardo Mendoza, Frascisco Osvaldo Pino Posada, Ricardo Alfredo Builes Echererry, Bernardo María Jiménez Lopera y Omar Alfredo Torres Jaramillo. Asimismo, el Estado incumplió la obligación de respetar los derechos consagrados en el artículo 1(1) en relación con los artículos 5, 8 y 25 de la Convención Americana, en perjuicio de los familiares de las víctimas.

VIII. REPARACIONES Y COSTAS

117. En razón de los hechos alegados en la presente demanda y de la jurisprudencia constante de la Honorable Corte Interamericana que establece “que es un principio de Derecho Internacional que toda violación a una obligación internacional que haya causado un daño, genera una obligación de proporcionar una reparación adecuada de dicho daño”117, la Comisión presenta a la Honorable Corte sus pretensiones sobre las reparaciones y costas que el Estado colombiano debe otorgar como consecuencia de su responsabilidad por las violaciones de derechos humanos cometidas en perjuicio de William Villa García, Graciela Arboleda, Héctor Hernán Correa García, Jairo Sepúlveda, Arnulfo Sánchez, José Darío Martínez Pérez, Olcris Fail Díaz, Wilmar de Jesús Restrepo Torres (de 13 años de edad), Omar de Jesús Ortiz Carmona, Fabio Antonio Zuleta Zabala, Otoniel de Jesús Tejada Tejada, Omar Iván Gutiérrez Nohavá, Guillermo Andrés Mendoza Posso, Nelson de Jesús Palacio Cárdenas, Luis Modesto Múnera, Marco Aurelio Areiza Osorio, Rosa Areiza Barrera, Dora Luz Areiza, Alberto Correa, Luis Humberto Mendoza Arroyave, Libardo Mendoza, Frascisco Osvaldo Pino Posada, Ricardo Alfredo Builes Echererry, Bernardo María Jiménez Lopera y Omar Alfredo Torres Jaramillo.

118. La Comisión Interamericana solicita a la Honorable Corte que ordene al Estado reparar los daños materiales e inmateriales causados a las víctimas del caso en los términos que más adelante se indican. Asimismo, la Comisión Interamericana solicita a la Honorable Corte que ordene al Estado el pago de las costas y gastos legales incurridos por las víctimas y sus familiares en la tramitación del caso tanto a nivel nacional, como las que se originan en la tramitación del presente caso ante el sistema interamericano.

A. Obligación de reparar

119. El artículo 63(1) de la Convención Americana establece que:

Cuando decida que hubo violación de un derecho o libertad protegidos en [l]a Convención, la Corte dispondrá que se garantice al lesionado en el goce de su derecho o libertad conculcados. Dispondrá asimismo, si ello fuera procedente, que se reparen las consecuencias de la medida o situación que ha configurado la vulneración de esos derechos y el pago de una justa indemnización a la parte lesionada.

120. Tal como ha indicado la Honorable Corte en su jurisprudencia constante, “el artículo

63(1) de la Convención Americana recoge una norma consuetudinaria que constituye uno de los principios fundamentales del derecho internacional contemporáneo sobre la responsabilidad de los Estados. De esta manera, al producirse un hecho ilícito imputable a un Estado, surge de inmediato

117 Corte I.D.H., Caso Myrna Mack Chang. Sentencia de 25 de noviembre de 2003. Serie C, Nº 101, párr. 141;

Corte I.D.H., Caso Bulacio. Sentencia de 18 de septiembre de 2003. Serie C Nº 100, párr. 72; Corte I.D.H., Caso Juan Humberto Sánchez. Sentencia de 7 de junio de 2003. Serie C Nº 99, párr. 147 y Corte I.D.H., Caso “Cinco Pensionistas”. Sentencia de 28 de febrero de 2003. Serie C Nº 98, párr. 173.

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la responsabilidad internacional de éste por la violación de una norma internacional, con el consecuente deber de reparación y de hacer cesar las consecuencias de la violación”118.

121. Las reparaciones son cruciales para garantizar que se haga justicia en un caso individual, y constituyen el mecanismo que eleva la decisión de la Honorable Corte más allá del ámbito de la condena moral. Las reparaciones consisten en las medidas que tienden a hacer desaparecer el efecto de las violaciones cometidas. La reparación del daño ocasionado por la infracción de una obligación internacional requiere, siempre que sea posible, la plena restitución (restitutio in integrum), la cual consiste en el restablecimiento de la situación anterior a la violación.

122. De no ser posible la plena restitución, como respecto de las víctimas de violación del artículo 4 de la Convención Americana en el presente caso, le corresponde a la Corte Interamericana ordenar que se adopten una serie de medidas para que, además de garantizarse el respeto de los derechos conculcados, se reparen las consecuencias que produjeron las infracciones y se efectúe el pago de una indemnización como compensación por los daños ocasionados en el caso pertinente119. La indemnización en tales casos tiene el objeto primordial de reparar los daños reales, tanto materiales como morales, sufridos por las partes lesionadas120. El cálculo de los daños y perjuicios sufridos debe necesariamente ser proporcional a “la gravedad de las violaciones y del perjuicio resultante”121. Asimismo, las reparaciones tienen el objeto adicional --aunque no menos fundamental-- de evitar y refrenar futuras violaciones.

123. La obligación de reparar, que se regula en todos los aspectos por el derecho

internacional (alcance, naturaleza, modalidades y determinación de los beneficiarios), no puede ser modificada o incumplida por el Estado obligado invocando para ello disposiciones de su derecho interno”122.

124. En el presente caso, la Comisión Interamericana ha demostrado que el Estado incurrió en responsabilidad internacional por la violación de las normas convencionales anteriormente reseñadas en perjuicio de las víctimas y sus familiares. Según ya se señalara, a pesar de la gravedad de los hechos de violencia acontecidos en el Municipio de Ituango y de sus repercusiones en el ámbito nacional e internacional, transcurridos más de 8 años, no se han adoptado medidas efectivas tendientes al juzgamiento de todos los responsables, especialmente de los agentes

118 Corte I.D.H., Caso Myrna Mack Chang. Sentencia de 25 de noviembre de 2003, supra, párr. 142; Corte I.D.H., Caso Bulacio. Sentencia de 18 de septiembre de 2003. Serie C Nº 100, párr. 71; Corte I.D.H., Caso Juan Humberto Sánchez. Sentencia de 7 de junio de 2003. Serie C Nº 99, párr. 148; Corte I.D.H., Caso “Cinco Pensionistas”. Sentencia de 28 de febrero de 2003. Serie C Nº 98, párr. 174 y Corte I.D.H., Caso Cantos. Sentencia de 28 de noviembre de 2002. Serie C Nº 97, párr. 67, entre otras.

119 Corte I.D.H., Caso Myrna Mack Chang. Sentencia de 25 de noviembre de 2003, supra, párr. 143; Corte I.D.H., Caso Bulacio. Sentencia de 18 de septiembre de 2003. Serie C Nº 100, párr. 72 y Corte I.D.H., Caso Juan Humberto Sánchez. Sentencia de 7 de junio de 2003. Serie C Nº 99, párr. 149.

120 Corte I.D.H., Caso Bulacio. Sentencia de 18 de septiembre de 2003. Serie C Nº 100, párr. 70; Corte I.D.H., Caso Hilaire, Constantine y Benjamin y otros. Sentencia de 21 de junio de 2002. Serie C Nº 94, párr. 204 y Corte I.D.H., Caso de la “Panel Blanca” (Paniagua Morales y otros). Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 25 de mayo de 2001. Serie C Nº 76, párr. 80.

121 Naciones Unidas, Principios y directrices básicos sobre el derecho de las víctimas de violaciones de las normas internacionales de derechos humanos y del derecho internacional humanitario, E/CN.4/Sub.2/1996/17, párr. 7. Asimismo, ver Corte I.D.H., Caso Hilaire, Constantine y Benjamin y otros. Sentencia de 21 de junio de 2002, Serie C Nº 94, párr. 205; Caso Cantoral Benavides. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 3 de diciembre de 2001, Serie C Nº 88, párr. 42 y Caso Cesti Hurtado. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 31 de mayo de 2001. Serie C Nº 78, párr. 36.

122 Corte I.D.H., Caso Myrna Mack Chang. Sentencia de 25 de noviembre de 2003, supra, párr. 143; Corte I.D.H., Caso Bulacio. Sentencia de 18 de septiembre de 2003. Serie C Nº 100, párr. 72 y Corte I.D.H., Caso Juan Humberto Sánchez. Sentencia de 7 de junio de 2003. Serie C Nº 99, párr. 149.

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estatales que prestaron aquiescencia a los actos perpetrados por el grupo paramilitar y algunos autores que han sido condenados penalmente, no han sido aun capturados.

125. Finalmente, y en atención a las disposiciones reglamentarias de la Honorable Corte que otorgan representación autónoma al individuo, la Comisión Interamericana solamente desarrollará en la presente demanda los criterios generales en materia de reparaciones y costas que considera deberían ser aplicados por el Tribunal en el presente caso. La Comisión Interamericana entiende que corresponde a los familiares de la víctima y sus representantes la concreción de sus pretensiones, de conformidad con el artículo 63 de la Convención Americana y los artículos 23 y concordantes del Reglamento de la Honorable Corte. En el eventual caso que los familiares de la víctima no hagan uso de este derecho, se solicita a la Honorable Corte que otorgue a la CIDH una oportunidad procesal para que pueda cuantificar las pretensiones pertinentes. Asimismo, la Comisión Interamericana se permite indicar que hará saber a la Honorable Corte oportunamente si tiene alguna observación en cuanto a la cuantificación de las pretensiones de los familiares de la víctima o sus representantes.

B. Medidas de reparación

126. La Honorable Corte ha señalado que las medidas de reparación tienden a hacer desaparecer los efectos de las violaciones cometidas123. Dichas medidas comprenden las diferentes formas en que un Estado puede hacer frente a la responsabilidad internacional en la que incurrió, que conforme al derecho internacional consisten en medidas de restitución, indemnización, rehabilitación, satisfacción y medidas de no repetición124.

127. De esta forma, la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas ha determinado que:

De conformidad con el derecho internacional, los Estados tienen el deber de adoptar, cuando la situación lo requiera, medidas especiales a fin de permitir el otorgamiento de una reparación rápida y plenamente eficaz. La reparación deberá lograr soluciones de justicia, eliminando o reparando las consecuencias del perjuicio padecido, así como evitando que se cometan nuevas violaciones a través de la prevención y la disuasión. La reparación deberá ser proporcionada a la gravedad de las violaciones y del perjuicio sufrido, y comprenderá la restitución, compensación, rehabilitación, satisfacción y garantías de no repetición 125. 128. En virtud de lo anteriormente expuesto, la Comisión Interamericana pretende que la

Honorable Corte ordene medidas de reparación integral, las cuales representan a su vez, un mensaje

123 Corte I.D.H., Caso Myrna Mack Chang. Sentencia de 25 de noviembre de 2003, supra, párr. 237; Corte I.D.H.,

Caso Cantos. Sentencia de 28 de noviembre de 2002. Serie C Nº 97, párr. 108 y Corte I.D.H., Caso del Caracazo. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 29 de agosto de 2002. Serie C Nº 95, párr. 78.

124 Ver Naciones Unidas, Informe definitivo presentado por Theo Van Boven, Relator Especial para la Restitución, Compensación y Rehabilitación de las Víctimas de Graves Violaciones a los Derechos Humanos y al Derecho Humanitario, E/CN.4/Sub2/1990/10, 26 julio de 1990. Ver también: Corte I.D.H., Caso Blake. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 22 de enero de 1999. Serie C Nº 48, párr. 31; Caso Suárez Rosero, Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 20 de enero de 1999. Serie C Nº 44, párr. 41, y Corte I.D.H., Caso Castillo Páez. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 27 de noviembre de 1998. Serie C Nº 43.

125 Naciones Unidas, Comisión de Derechos Humanos, Subcomisión de Prevención de Discriminaciones y Protección a las Minorías, E/CN.4/Sub.2/1996/17, La administración de justicia y los derechos humanos de los detenidos: Serie revisada de principios y directrices sobre el derecho de las víctimas de violaciones graves a los derechos humanos y al derecho humanitario a obtener reparación, preparada por el Sr. Theo Van Boven, de conformidad con la decisión 1995/117 de la Subcomisión, 24 de mayo de 1996, párr. 7.

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en contra de la impunidad que afecta a la gran mayoría de las violaciones de los derechos humanos en los Estados miembros de la Organización de Estados Americanos. Ello requiere que se establezcan y refuercen, cuando sea necesario, mecanismos judiciales y administrativos que permitan a las víctimas obtener reparación mediante procedimientos de oficio que sean expeditos, justos, poco costosos y accesibles.

129. De conformidad con los elementos probatorios presentados en la presente demanda y a la luz de los criterios establecidos por el Tribunal en su jurisprudencia, la Comisión Interamericana presenta sus conclusiones y pretensiones respecto a las medidas de reparación relativas a los daños materiales e inmateriales y a otras formas de reparación y satisfacción que corresponden a las víctimas de La Granja y El Aro.

1. Medidas de compensación

130. La Honorable Corte ha establecido los criterios esenciales que deben orientar una justa indemnización destinada a compensar económicamente, de una manera adecuada y efectiva, los daños sufridos producto de las violaciones en contra de los derechos humanos. Asimismo, la Honorable Corte ha establecido que la indemnización tiene un carácter meramente compensatorio, y que la misma será otorgada en la extensión y medida suficientes para resarcir tanto los daños materiales como inmateriales causados126.

i. Daños materiales 131. La Corte en su jurisprudencia sobre reparaciones ha sido consistente al establecer

que los daños materiales incluyen el daño emergente y el lucro cesante, así como el daño inmaterial o moral tanto para la víctima como para su núcleo familiar en ciertos casos127.

132. El daño emergente ha sido entendido como la consecuencia patrimonial directa e

inmediata de los hechos. En este concepto se considera la afectación patrimonial derivada inmediata y directamente de los hechos en relación con los gastos en que incurrieron las víctimas y sus familiares128. Por otra parte, el lucro cesante se entiende como la pérdida de ingresos económicos o beneficios que se han dejado de obtener con ocasión de un hecho determinado y que es posible cuantificar a partir de ciertos indicadores mensurables y objetivos129.

126 Corte I.D.H., Caso Hilaire, Constantine y Benjamin y otros. Sentencia de 21 de junio de 2002, Serie C Nº 94, párr. 204; Corte I.D.H., Caso de la “Panel Blanca” (Paniagua Morales y otros). Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 25 de mayo de 2001, Serie C Nº 76, párr. 80; Corte I.D.H., Caso Castillo Páez. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 27 de noviembre de 1998, Serie C Nº 43, párr. 52 y Corte I.D.H., Caso Garrido y Baigorria. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 27 de agosto de 1998. Serie C Nº 39, párr. 41.

127 Ver, por ejemplo: Corte I.D.H., Caso del Caracazo. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 29 de agosto de 2002. Serie C Nº 95; Corte I.D.H., Caso Hilaire, Constantine y Benjamin y otros. Sentencia de 21 de junio de 2002. Serie C Nº 94; Corte I.D.H., Caso Trujillo Oroza. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 27 de febrero de 2002, Serie C Nº 92; y Corte I.D.H., Caso Bámaca Velásquez. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 22 de febrero de 2002. Serie C Nº 91.

128 Ver al respecto: Corte I.D.H., Caso Loayza Tamayo. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 27 de noviembre de 1998. Serie C Nº 42, párr. 147 y Corte I.D.H., Caso Aloeboetoe y otros. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 10 de septiembre de 1993. Serie C Nº 15, párr. 50.

129 Ver al respecto: Corte I.D.H., Caso Loayza Tamayo. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 27 de noviembre de 1998. Serie C Nº 42, párr. 147. Corte I.D.H., Caso Garrido y Baigorria. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 27 de agosto de 1998. Serie C Nº 39, párr. 48 y Corte I.D.H., Caso Aloeboetoe y otros. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 10 de septiembre de 1993. Serie C Nº 15, párr. 50.

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133. Como lo podrá establecer directamente la Honorable Corte mediante la prueba

testimonial y documental que la Comisión ofrece, los familiares de las víctimas sufrieron consecuencias múltiples incluyendo la pérdida de sus hijos, hermanos, compañeros y padres, quienes constituían en muchos de los casos el sostén económico del núcleo familiar. Los familiares sobrevivientes de las víctimas ejecutadas se convirtieron en víctimas del desplazamiento, la persecución y el temor. Como consecuencia de lo descrito, los sobrevivientes y los familiares de las víctimas debieron absorber pérdidas materiales considerables y determinantes, además de dejar de percibir sus ingresos habituales y necesarios para su subsistencia.

134. Asimismo, numerosas familias sufrieron graves pérdidas materiales porque los paramilitares que perpetraron la incursión armada en el Corregimiento de El Aro incendiaron numerosas viviendas, ocasionando consecuentemente la pérdida de los bienes muebles e inmuebles de las familias damnificadas y su desplazamiento a otras zonas130. Por su parte, cuando el grupo paramilitar emprendió su retirada de El Aro, sustrajo ilegalmente alrededor de 1.200 cabezas de ganado perteneciente a distintos pobladores del lugar quienes, a pesar de realizar esfuerzos para la recuperación de los semovientes, no lograron obtener resultados en tal emprendimiento, ya que los paramilitares contaron con la colaboración de la Fuerza Pública para efectuar el traslado del ganado. La identificación de las víctimas y la información sobre el daño sufrido aparece en el cuadro infra.

NOMBRE PERJUICIOS MATERIALES

Libardo Mendoza Pérdida por hurto del siguiente ganado: 12 atados a $600.000 cada uno. 20 Vacas horras a $400.000 cada una. 18 destetes a $250.000 cada uno. Una mula $1.000.000. Valor total $20.700.000, valuado en el mes de noviembre de 1997.

Luis Humberto Mendoza Arroyave Pérdida por hurto de 20 cabezas de ganado Holstein Cebú. Destrucción de su vivienda, que tenía las siguientes características: 120 metros cuadrados, 3 alcobas, sala, comedor, pesebrera y corral para cerdos. Valor aproximado de la vivienda $9.000.000 de conformidad a lo valuado en el año 1997.

Ricardo Alfredo Builes Echeverry Pérdida por hurto de 81 cabezas de ganado Holstein- cebú, discriminados de la siguiente manera: 15 atados a $500.000 cada uno. 31 vacas horras a $400.000 cada una. 18 novillas a $350.000 cada una. 2 toros a $1.000.000 cada uno. Valor total en el año 1997: $28.200.000

Bernardo María Jiménez Lopera Pérdida por el hurto de 36 cabezas de ganado.

Francisco Osvaldo Pino Posada Pérdida por el hurto de seis novillas para cría y tres atados de ganado (hembra y cría), por un valor de $5.100.000 de conformidad a la valuación efectuada en el año 1997.

Omar Alfredo Torres Jaramillo Perdió una casa de 3 alcobas, sala, comedor y cocina

130 Ver al respecto el informe de Human Rights Watch, Los Lazos que Unen: Colombia y las Relaciones Militares –

Paramilitares. En la parte pertinente se indica: “Se consideraba que, durante los cinco días que estuvieron en El Aro, los miembros de las ACCU habían (...), quemado 47 de las 68 casas, entre ellas una farmacia, una iglesia y una central telefónica, saqueado comercios, destruido cañerías de suministro de agua potable a las casas y obligado a huir a la mayoría de los residentes. Cuando salieron el 30 de octubre, las ACCU se llevaron consigo más de un millar de cabezas de ganado junto con los bienes saqueados en casas y comercios”. (Fuente reseñada: Javier Arboleda, "Cinco días de infierno en El Aro," El Colombiano, 14 de noviembre de 1997. Acción Urgente de Amnistía Internacional 01/97, 3 de enero de 1997).

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135. Sin perjuicio de las pretensiones que presenten en el momento procesal oportuno los

representantes de las víctimas y sus familiares, la CIDH solicita a la Honorable Corte que fije en equidad el monto de la indemnización correspondiente al daño emergente y lucro cesante, en uso de sus amplias facultades en esta materia.

ii. Daños inmateriales 136. Sobre el daño inmaterial, la Honorable Corte ha establecido que:

[…] El daño inmaterial puede comprender tanto los sufrimientos y las aflicciones causados a las víctimas directas y a sus allegados, el menoscabo de valores muy significativos para las personas, así como las alteraciones, de carácter no pecuniario, en las condiciones de existencia de la víctima o su familia. No siendo posible asignar al daño inmaterial un preciso equivalente monetario, sólo puede, para los fines de la reparación integral a las víctimas, ser objeto de compensación, y ello de dos maneras. En primer lugar, mediante el pago de una cantidad de dinero o la entrega de bienes o servicios apreciables en dinero, que el Tribunal determine en aplicación razonable del arbitrio judicial y en términos de equidad. Y, en segundo lugar, mediante la realización de actos u obras de alcance o repercusión públicos que tengan efectos como la recuperación de la memoria de las víctimas, el reconocimiento de su dignidad, el consuelo de sus deudos o la transmisión de un mensaje de reprobación oficial a las violaciones de los derechos humanos de que se trata y de compromiso con los esfuerzos tendientes a que no vuelvan a ocurrir131. 137. En materia del daño inmaterial sufrido por las víctimas, la Honorable Corte ha

establecido la existencia de una presunción con relación al daño inmaterial sufrido por las víctimas de violaciones de derechos humanos y sus familiares al indicar que el daño moral o inmaterial infligido a las víctimas resulta evidente, pues es propio de la naturaleza humana que toda persona sometida a agresiones y vejámenes a sus derechos humanos experimente un sufrimiento moral, y que “no requiere prueba para llegar a la mencionada conclusión”132.

138. Como lo podrá establecer directamente la Honorable Corte mediante los hechos del caso y la prueba que la Comisión ofrece, los familiares de las víctimas han padecido la perdida de sus familiares en condiciones traumáticas y violentas, acompañadas de una situación de la angustia y temor, además de haber sufrido las consecuencias, en su caso, del desplazamiento forzado y de las pérdidas de bienes materiales esenciales para su subsistencia, tales como sus viviendas, animales y materiales de trabajo. Aunado a lo anterior, la lentitud y dificultades que se han verificado en el esclarecimiento judicial de los hechos y la falta de medidas efectivas para identificar y enjuiciar y sancionar a los culpables, magnifica el sufrimiento de las víctimas y sus familiares.

139. De conformidad con lo anteriormente expuesto y en razón de las graves circunstancias del presente caso, la intensidad de los padecimientos que los respectivos hechos causaron a las víctimas y sus familiares, las alteraciones de las condiciones de existencia de los familiares de las víctimas, y las demás consecuencias de orden inmaterial o que tienen carácter económico o patrimonial, que le acarrearon a estos familiares, la Comisión solicita a la Honorable Corte que ordene el pago de una compensación por concepto de daños inmateriales, conforme a la

131 Corte I.D.H., Caso Maritza Urrutia. Sentencia de 27 de noviembre de 2003, Serie C Nº 103, párr. 161; Corte I.D.H., Caso Myrna Mack Chang. Sentencia de 25 de noviembre de 2003, supra, párr. 255 y Corte I.D.H., Caso Bulacio. Sentencia de 18 de septiembre de 2003. Serie C Nº 100, párr. 90.

132 Corte I.D.H., Caso Juan Humberto Sánchez. Sentencia de 7 de junio de 2003. Serie C Nº 99, párr. 175; Caso del Caracazo. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 29 de agosto de 2002. Serie C Nº 95, párr. 50 e), y Corte I.D.H., Caso Trujillo Oroza. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 27 de febrero de 2002. Serie C Nº 92, párr. 88.

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equidad y en consideración de las características que acompañan las circunstancias de la ejecución extrajudicial de las víctimas.

2 Medidas de satisfacción y garantías de no repetición

140. La satisfacción ha sido entendida como toda medida que el autor de una violación debe adoptar conforme a los instrumentos internacionales o al derecho consuetudinario, que tiene como fin el reconocimiento de la comisión de un acto ilícito133. La satisfacción tiene lugar cuando se llevan a cabo tres actos, generalmente en forma acumulativa: las disculpas, o cualquier otro gesto que demuestre el reconocimiento de la autoría del acto en cuestión; el juzgamiento y castigo de los individuos responsables y la toma de medidas para evitar que se repita el daño134.

141. En este sentido y de acuerdo con la jurisprudencia de la Honorable Corte que incluye la satisfacción y garantías de no repetición como parte de la restitutio in integrum135. La primera y esencial medida de satisfacción en este caso consiste en llevar a término una investigación seria, completa y efectiva para determinar la responsabilidad intelectual y material de los autores de las violaciones perpetradas en perjuicio de las víctimas de La Granja y El Aro y así, erradicar la impunidad de los responsables, situación que “propicia la repetición crónica de las violaciones de derechos humanos y la total indefensión de las víctimas y de sus familiares”136.

142. La Honorable Corte ha establecido en su jurisprudencia que toda persona, incluyendo

los familiares de las víctimas de graves violaciones de derechos humanos, tiene el derecho a la verdad y que en consecuencia los familiares de las víctimas y la sociedad como un todo deben ser informados de todo lo sucedido con relación a dichas violaciones137. Al respecto la Honorable Corte afirmó el derecho de los familiares de las víctimas de conocer lo sucedido a éstas138, lo que constituye una medida de reparación y por tanto una expectativa que el Estado debe satisfacer a los familiares de las víctimas y a la sociedad en su conjunto139.

143. La Honorable Corte ha sido enfática al establecer que

el Estado debe garantizar que el proceso interno tendiente a investigar y sancionar a los responsables de los hechos de este caso surta sus debidos efectos y, en particular, debe

133 Brownlie, State Responsibility, Part 1. Clarendon Press, Oxford, 1983, pág. 208.

134 Idem.

135 Corte I.D.H., Caso Blake. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 22 de enero de 1999. Serie C No. 48, párr. 31; Corte I.D.H., Caso Suárez Rosero, Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 20 de enero de 1999. Serie C No. 44, párr. 41, y Corte I.D.H., Caso Castillo Páez. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 27 de noviembre de 1998. Serie C No. 43.

136 Cfr. Corte I.D.H., Caso Bámaca Velásquez. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 22 de febrero de 2002. Serie C No. 91, párr. 64; Corte I.D.H., Caso Bámaca Velásquez. Sentencia de 25 de noviembre de 2000. Serie C No. 70, párr. 211 y Corte I.D.H., Caso Loayza Tamayo. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 27 de noviembre de 1998. Serie C No. 42, párr. 170.

137 Corte I.D.H., Caso Myrna Mack Chang. Sentencia de 25 de noviembre de 2003. Serie C No. 101, párr. 274.

138 Corte I.D.H., Caso Cantoral Benavides. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 3 de diciembre de 2001, párr. 69; Corte I.D.H., Caso de los “Niños de la Calle” (Villagrán Morales y otros). Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 26 de mayo de 2001. Serie C No. 77, párr. 100; y Corte I.D.H., Caso de la “Panel Blanca” (Paniagua Morales y otros). Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 25 de mayo de 2001. Serie C No. 76, párr. 200.

139 Corte I.D.H., Caso Castillo Páez, supra, párr. 90.

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abstenerse de recurrir a figuras como la amnistía, la prescripción y el establecimiento de excluyentes de responsabilidad. En ese sentido, el Tribunal ya ha señalado que: […] son inadmisibles las disposiciones de amnistía, las disposiciones de prescripción y el establecimiento de excluyentes de responsabilidad que pretendan impedir la investigación y sanción de los responsables de las violaciones graves de los derechos humanos tales como la tortura, las ejecuciones sumarias, extralegales o arbitrarias y las desapariciones forzadas, todas ellas prohibidas por contravenir derechos inderogables reconocidos por el Derecho Internacional de los Derechos Humanos140.

En ese sentido, como ha indicado la Corte Interamericana,

en el cumplimiento de esta obligación, el Estado debe remover todos los obstáculos y mecanismos de hecho y derecho que mantienen la impunidad en el presente caso; otorgar las garantías de seguridad suficientes a las autoridades judiciales, fiscales, testigos, operadores de justicia y a los familiares de [la víctima] y utilizar todas las medidas a su alcance para diligenciar el proceso141.

A la luz de las anteriores consideraciones, Colombia debe investigar efectivamente los hechos del presente caso, con el fin de identificar, juzgar y sancionar a todos los autores materiales e intelectuales de las violaciones cometidas en perjuicio de las víctimas, para los efectos penales y cualesquiera otros que pudieran resultar de la investigación de los hechos. Es preciso que tribunales penales ordinarios competentes investiguen y sancionen a los miembros de la fuerza pública que participaron en los hechos. Además, el Estado deberá abstenerse de recurrir a figuras como la amnistía, la prescripción y el establecimiento de excluyentes de responsabilidad, así como medidas que pretendan impedir la persecución penal o suprimir los efectos de la sentencia condenatoria. El proceso deberá versar sobre los hechos y sus implicaciones jurídicas. Asimismo, los familiares de las víctimas deberán tener pleno acceso y capacidad de actuar, en todas las etapas e instancias de dichas investigaciones, de acuerdo con la ley interna y las normas de la Convención Americana. Finalmente, el resultado del proceso deberá ser públicamente divulgado, para que la sociedad colombiana conozca la verdad de lo ocurrido142.

144. Por tal motivo, la Comisión solicita a la Honorable Corte que ordene al Estado colombiano completar en forma efectiva las investigaciones conforme a las obligaciones internacionales que éste ha asumido libremente. Tales medidas se consideran fundamentales como satisfacción para los familiares de las víctimas, al igual que como garantía de no repetición de las violaciones. De conformidad con lo anterior, la Comisión solicita a la Honorable Corte que ordene al Estado que adopte las siguientes acciones como medidas de satisfacción y garantías de no repetición:

i. Que el Estado lleve a término una investigación judicial exhaustiva de los hechos de este caso, en la que se identifique a todos los responsables, tanto materiales como intelectuales, así como los agentes del Estado cuya aquiescencia hizo posible la comisión de las violaciones a la Convención Americana y, como consecuencia de esta investigación judicial, sancione a los responsables penalmente;

140 Corte I.D.H., Caso Myrna Mack Chang. Sentencia de 25 de noviembre de 2003. Serie C No. 101, párr. 276.

141 Corte I.D.H., Caso Myrna Mack Chang. Sentencia de 25 de noviembre de 2003. Serie C No. 101, párr. 276.

142 Ver Corte I.D.H., Caso 19 Comerciantes. Sentencia de 5 de julio de 2004. Serie C No. 109, párr. 263.

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ii. Que se haga público el resultado del proceso judicial con el fin de coadyuvar al derecho a la verdad de los familiares de las víctimas y de la sociedad venezolana en su conjunto;

iii. Que el Estado, en consulta con los familiares de las víctimas, efectúe un

reconocimiento simbólico destinado a la recuperación de la memoria histórica de las víctimas.

iv. Que el Estado adelante el cumplimiento efectivo de las órdenes de detención

dictadas por las autoridades judiciales; v. Que el Estado colombiano adopte las medidas necesarias para que los familiares de las

víctimas reciban adecuada y oportuna reparación por el daño material e inmaterial sufrido, incluyendo medidas de satisfacción y garantías de no repetición.

vi. Que la República de Colombia debe adelantar acciones destinadas a evitar la

repetición de los hechos materia de la demanda, en particular en cuanto al accionar de grupos paramilitares en colaboración con miembros de la Fuerza Pública.

vii. Que el Estado colombiano adopte las medidas necesarias para garantizar el retorno a

su lugar de origen de las víctimas de la incursión, desplazadas forzadamente por la violencia.

viii. Que el Estado colombiano haga efectivo el pago de las costas y gastos en que han

incurrido los familiares de las víctimas para litigar este caso en el ámbito interno así como ante la Comisión y la Honorable Corte, y los honorarios de sus representantes legales.

C. Los beneficiarios de la reparación debida por el Estado

145. El artículo 63(1) de la Convención Americana exige la reparación de las

consecuencias de una violación y “el pago de una justa indemnización a la parte lesionada”. Las personas con derecho a dicha indemnización son generalmente aquellas directamente lesionadas por las consecuencias de violación en cuestión.

146. Atendida la naturaleza del presente caso, los beneficiarios de las reparaciones que ordene la Honorable Corte como consecuencia de la violaciones de los derechos humanos perpetradas por el Estado en contra de las víctimas se detallan en el Anexo B, al cual se agregan una serie de documentos que acreditan identidad y relación de parentesco.

147. Todos ellos –en su carácter de víctimas- deben considerarse comprendidos dentro de dicha categoría y ser beneficiarios de las reparaciones que fije la Corte, tanto en relación con el daño material, como en relación con el daño inmaterial en razón de que tenían un vínculo emocional cercano con las víctimas y resultaron profundamente afectadas por los hechos.

D. Costas y gastos

148. De conformidad con la jurisprudencia constante de la Honorable Corte, las costas y gastos deben entenderse comprendidos dentro del concepto de reparación consagrado en el artículo 63.1 de la Convención Americana, puesto que la actividad desplegada por la o las víctimas, sus derechohabientes o sus representantes para acceder a la justicia internacional implica erogaciones y

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compromisos de carácter económico que deben ser compensados143. Asimismo, el Tribunal ha considerado que las costas a que se refiere el artículo 55.1.h del Reglamento de la Corte comprenden los gastos necesarios y razonables en que la o las víctimas incurren para acceder a los órganos de supervisión de la Convención Americana, figurando entre los gastos, los honorarios de quienes brindan asistencia jurídica.

149. En el presente caso, la Comisión solicita a la Honorable Corte que, una vez escuchados los representantes de las víctimas, ordene al Ilustre Estado el pago de las costas y gastos debidamente probados por aquéllos y en atención a las características especiales del caso.

IX. CONCLUSIONES

150. El Estado colombiano es responsable por el incumplimiento con las obligaciones establecidas en la Convención Americana por los actos de omisión, aquiescencia y colaboración por parte de miembros de la Fuerza Pública apostados en el Municipio de Ituango con grupos paramilitares pertenecientes a las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) que perpetraron sucesivas incursiones armadas en ese Municipio asesinando a su paso a civiles en estado de indefensión, despojando a otros de sus bienes y generando terror y desplazamiento. Transcurridos más de ocho años desde la incursión en el corregimiento de La Granja y más de seis años desde la incursión armada en el Corregimiento de El Aro, el Estado colombiano no ha cumplido aun en forma sustancial con su obligación de esclarecer los hechos, juzgar a todos los responsables en forma efectiva y reparar adecuadamente a las víctimas y sus familiares. De los aproximadamente 50 paramilitares involucrados en la comisión de los graves hechos de violencia materia del presente caso sólo se ha establecido la responsabilidad penal de tres de los cuales sólo uno se encuentra detenido, y no se ha avanzado en forma sustancial en la determinación de responsabilidad de agentes estatales involucrados.

X. PETITORIO

151. En vista de los argumentos de hecho y de derecho y de las conclusiones precedentes, la Comisión Interamericana solicita a la Honorable Corte que concluya y declare:

a. que la República de Colombia es responsable por la violación del derecho a la vida consagrado en el artículo 4 de la Convención Americana en concordancia con el artículo 1(1) en perjuicio de William Villa García, Graciela Arboleda, Héctor Hernán Correa García, Jairo Sepúlveda, Arnulfo Sánchez, José Darío Martínez, Olcris Fail Díaz, Omar de Jesús Ortiz Carmona, Fabio Antonio Zuleta Zabala, Otoniel de Jesús Tejada Tejada, Omar Iván Gutiérrez Nohavá, Guillermo Andrés Mendoza Posso, Nelson de Jesús Palacio Cárdenas , Luis Modesto Múnera, Dora Luz Areiza, Wilmar de Jesús Restrepo Torres, Alberto Correa, Marco Aurelio Areiza y Rosa Areiza Barrera;

b. que la República de Colombia es responsable por la violación del artículo 19 en

concordancia con el artículo 1(1) de la Convención Americana en perjuicio del niño Wilmar de Jesús Restrepo Torres;

c. que la República de Colombia es responsable por la violación del derecho a la libertad

personal consagrado en el artículo 7 de la Convención Americana en concordancia

143 Corte I.D.H., Caso Myrna Mack Chang. Sentencia de 25 de noviembre de 2003, supra, párr. 290; Corte I.D.H.,

Caso Maritza Urrutia. Sentencia de 27 de noviembre de 2003, supra, párr. 182 y Corte I.D.H., Caso Bulacio. Sentencia de 18 de septiembre de 2003. Serie C Nº 100, párr. 150.

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con el artículo 1(1) en perjuicio de Jairo Sepúlveda, Marco Aurelio Areiza y Rosa Areiza Barrera;

d. que la República de Colombia es responsable por la violación del derecho a la

integridad personal consagrado en el artículos 5 de la Convención Americana en concordancia con el artículo 1(1) en perjuicio de Marco Aurelio Areiza y Rosa Areiza Barrera;

e. que la República de Colombia es responsable por la violación del derecho a la

propiedad consagrado en el artículo 21 en concordancia con el artículo 1(1) de la Convención Americana en perjuicio de Luis Humberto Mendoza, Libardo Mendoza, Frascisco Osvaldo Pino Posada, Omar Alfredo Torres Jaramillo, Ricardo Alfredo Builes Echeverry y Bernardo María Jiménez Lopera.

f. que la República de Colombia es responsable por la violación de los derechos a las

garantías judiciales y la protección judicial de todas las víctimas y sus familiares, conforme a los artículos 8(1) y 25 de la Convención Americana, así como del incumplimiento de su obligación de asegurar el respeto de los derechos previstos en dicho Tratado, en virtud de su artículo 1(1);

g. que la República de Colombia debe llevar a término una investigación completa,

imparcial y efectiva con el fin de juzgar y sancionar a todos los responsables;

h. que la República de Colombia debe adelantar acciones destinadas a evitar la repetición de los hechos materia de la demanda, en particular en cuanto al accionar de grupos paramilitares en colaboración con miembros de la Fuerza Pública;

i. que la República de Colombia debe adoptar las medidas necesarias para que los

familiares de las víctimas fatales reciban adecuada y oportuna reparación por el daño material e inmaterial sufrido así como para resarcir los perjuicios materiales causados a la propiedad de las familias damnificadas;

j. que la República de Colombia debe hacer efectivo el pago de las costas y gastos en

que han incurrido los familiares de las víctimas para litigar este caso en el ámbito interno así como ante la Comisión y la Honorable Corte, y los honorarios razonables de sus representantes legales.

XI. RESPALDO PROBATORIO A. Prueba documental 152. A continuación se ofrece una relación de la prueba documental disponible. Se

adjuntan las copias más legibles a las que ha logrado tener acceso la Comisión.

ANEXOS DOCUMENTALES – LA GRANJA

TIPO DE DOCUMENTO

CONTENIDO ANEXO No.

Fiscalía General de la Nación, Unidad de Derechos Humanos, Declaración rendida por el Sr. Carlos Fernando Jaramillo, 22 de septiembre de 1997.

C1 Declaraciones (JUSTICIA ORDINARIA)

Fiscalía General de la Nación, Unidad de Derechos Humanos, Declaración rendida por el Sr. Jaime Jesús Cifuentes Catano, 11 de junio de 1997.

C2

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365

Fiscalía General de la Nación, Unidad de Derechos Humanos, Declaración rendida por el Dr. Jesús Valle Jaramillo, 13 de junio de 1997.

C3

Fiscalía General de la Nación, Unidad de Derechos Humanos, Declaración rendida por Sr. Héctor Emilio Cardona Giraldo, 13 de junio de 1997.

C4

Fiscalía General de la Nación, Unidad de Derechos Humanos, Declaración rendida por la Sra. Gloria Lucia Correa García, 26 de septiembre de 1997.

C5

Fiscalía General de la Nación, Unidad de Derechos Humanos, Declaración rendida por el Sr. Santiago Espinosa González, 23 de septiembre de 1997.

C6

Fiscalía General de la Nación, Unidad de Derechos Humanos, Declaración de Sr. Julio Mario Giraldo Zabala, 22 de septiembre de 1997.

C7

Fiscalía General de la Nación, Resolución 122, 30 de agosto de 2001. C8

Ministerio de Justicia, Instituto de Medicina Legal, Inspección Departamental de Policía de la Granja, 11 de junio 1996.

C9

Resoluciones y pericias (JUSTICIA ORDINARIA)

Hospital de San Juan de Dios, Ituango (Antioquia), Necropsia del Sr. Jairo Jesús, 1 de julio de 1996

C10

Sentencia (JUSTICIA ORDINARIA)

Juzgado Primero Penal de Circuito Especializado de Antioquia, Sentencia Ordinaria/122-UNDH-5288-2002-0052, 14 de noviembre 2003.

C11

Procuraduría General de la Nación, Proceso disciplinario/sentencia, 4 de mayo de 2000.

C12 Sentencias e informes (JUSTICIA DISCIPLINARIA)

Procuraduría Departamental de Antioquia, Informe Evaluativo No 139, 22 de octubre de 1996. Incluye: Inspección Departamental de Policía de la Granja – Ituango, Oficio No 85 emitido por José de Espinoza, 14 de junio de 1996.

C13

106º período de sesiones de la CIDH/Audiencias, Caso 12.050 (Colombia), Declaraciones rendidas por el ex fiscal Carlos Álvaro Bonilla Cifuentes, 3 de febrero de 2000.

C14 Declaraciones rendidas ante la CIDH o con destino a la CIDH Declaración rendida por el Sr. Carlos Fernando Jaramillo Correa, 5 de

marzo de 1998. C15

Comunicaciones dirigidas por la sociedad civil a las autoridades

Comunicación del Comité Permanente “Héctor Abad Gómez” dirigida al Gobernador de Antioquia, 20 de noviembre de 1996.

C16

Comunicación de la Comisión Intercongregacional de Justicia y Paz dirigida a distintas autoridades estatales, 20 de enero de 1997.

C17

Comunicación del Comité Permanente “Héctor Abad Gómez” dirigida a la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para Colombia, 29 de julio de 1997.

C18

Comunicación del Comité Permanente “Héctor Abad Gómez,” dirigida al Procurador Departamental, 4 de noviembre de 1997.

C19

Comunicación del Comité Permanente “Héctor Abad Gómez” dirigida al Presidente de la Republica Dr. Ernesto Samper Pizano, 7 de julio de 1997.

C20

ANEXOS DOCUMENTALES – EL ARO

TIPO DE DOCUMENTO CONTENIDO ANEXO No.

Sentencia (JUSTICIA ORDINARIA)

Juzgado Segundo Penal del Circuito Especializado de Antioquia, Sentencia Ordinaria No. 8, Medellín, 22 de abril de 2003

C21

Fiscalía General de la Nación, Unidad Regional de Fiscalías, Diligencia de recepción de testimonio con reserva de identidad del testigo de conformidad con lo dispuesto en el artículo 293 del código de procedimiento penal, 19 de diciembre de 1997.

C22

Declaraciones (JUSTICIA ORDINARIA)

Fiscalía General de la Nación, Unidad Regional de Fiscalías, Diligencia de declaración de Rodrigo Alberto Mendoza Pozo, 29 de marzo de 1999.

C23

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366

Fiscalía General de la nación, Fiscalía Delegada ante Jueces Regionales, Acta de Diligencia de Exhumación llevada a cabo en el Corregimiento del Aro Jurisdicción del Municipio de Ituango – Antioquia, dentro del radicado 25017, 29 de marzo de 1999.

C24

Actas e Informes (JUSTICIA ORDINARIA)

Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, Oficio No 5339, radicado 25.017, 26 de marzo de 1999.

C25

Jduzgado Promiscuo Municipal, Audiencia para la recepción del testimonio e María Elena Torres de Barrera, Valdivia, 14 de septiembre de 2000.

C26

Juzgado Promiscuo Municipal, Audiencia para la recepción del testimonio de Juan Carlos Ruiz Herrera, Valdivia, 13 de diciembre de 2000.

C27

Juzgado Promiscuo Municipal, Audiencia para la recepción del testimonio de José Gilberto López Areiza, Valdivia, 15 de mayo de 2001. Juzgado Promiscuo Municipal, Audiencia para la recepción del testimonio de María Edilma Torres Jaramillo, Valdivia, 15 de mayo de 2001.

C28

Juzgado Promiscuo Municipal, Audiencia para la recepción del testimonio de Adrián Octavio Velásquez, Valdivia, 24 de octubre de 2000.

C29

Juzgado Promiscuo Municipal, Audiencia para la recepción del testimonio de Jhon Fredy Muñoz, Valdivia, 12 de diciembre de 2000.

C30

Juzgado Promiscuo Municipal, Audiencia para la recepción del testimonio de Carlos Mario Castañeda, Valdivia, 12 de febrero de 2001.

C31

Declaraciones rendidas con destino a la jurisdicción contencioso administrativa

Tribunal Administrativo de Antioquia, Audiencia para la recepción del testimonio de Ricardo Alfredo Builes Echeverri, 31 de enero de 2001.

C32

Tribunal Administrativo de Antioquia, Audiencia para la recepción del testimonio de Jhon Fredy Rendón Roldán, 8 de febrero de 2001.

C33

Juzgado Promiscuo Municipal, Audiencia para la recepción del testimonio de Amado de Jesús Jaramillo Cano, Valdivia, 30 de agosto de 2000. Juzgado Promiscuo Municipal, Audiencia para la recepción del testimonio de María Resfa Posso, Valdivia, 12 de diciembre de 2000.

C34

Juzgado Promiscuo Municipal, Audiencia para la recepción del testimonio de Rodrigo Alberto Mendoza, Valdivia, 14 de diciembre de 1999. Juzgado Promiscuo Municipal, Audiencia para la recepción del testimonio de Milcíades de Jesús Crespo, Valdivia, 12 de diciembre de 2000. Juzgado Promiscuo Municipal, Audiencia para la recepción del testimonio de Álvaro Antonio Martínez Moreno, Valdivia, 12 de diciembre de 2000.

C35

Juzgado Promiscuo Municipal, Audiencia para la recepción del testimonio de Sandra Correa Posada, Valdivia, 16 de abril de 2000. Juzgado Promiscuo Municipal, Audiencia para la recepción del testimonio de Orfilia del Carmen Jaramillo Macías, Valdivia, 16 de abril de 2000.

C36

Tribunal Administrativo de Antioquia, Audiencia para la recepción del testimonio de Gustavo Adolfo Torres Jaramillo, 12 de septiembre de 2001.

C36

Juzgado Promiscuo Municipal, Audiencia para la recepción del testimonio de Jorge Eliécer Chica, Valdivia, 31 de agosto de 2000. Juzgado Promiscuo Municipal, Audiencia para la recepción del testimonio de Mario Fernando Martínez, Valdivia, 31 de agosto de 2000.

C37

Tribunal Administrativo de Antioquia, Audiencia para la recepción del testimonio de María Fracedis Aristizábal Cuartas, 27 de junio de 2001. Tribunal Administrativo de Antioquia, Audiencia para la recepción del testimonio de Fernando Alberto Vallejo, 27 de junio de 2001

C38

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367

Juzgado Único Promiscuo Municipal de San José de la Montaña, Antioquia, Diligencia de Audiencia para la práctica de pruebas por comisionado, testimonio de Reinel Octavio Correa, 14 de marzo de 2001.

C39

Tribunal Administrativo de Antioquia, Sala Unitaria, testimonio de Omar Alfredo Torres Jaramillo, 3 de abril de 2000. Tribunal Administrativo de Antioquia, Sala Unitaria, testimonio de Mario Montes Vergara, 3 de abril de 2000.

C40

Tribunal Administrativo de Antioquia, Sala Unitaria, testimonio de Humberto Mendoza, 3 de abril de 2000.

Juzgado Promiscuo Municipal, Audiencia para la recepción del testimonio de Bernardo Jiménez, Valdivia, 18 de enero de 2000. Juzgado Promiscuo Municipal, Audiencia para la recepción del testimonio de Luis Argemiro Arango Torres, Valdivia, 18 de enero de 2000.

C41

Juzgado Promiscuo Municipal, Audiencia para la recepción del testimonio de Fabio de Jesús Tobón, Valdivia, 2 de septiembre de 2003.

C42

Tribunal Administrativo de Antioquia, Sala Séptima de Decisión, Diligencia de testimonios, Declaración de Juan Guillermo Córdoba Herrera, Medellín, 24 de octubre de 2001. Tribunal Administrativo de Antioquia, Sala Séptima de Decisión, Diligencia de testimonios, Declaración de Yovanny Restrepo Cipo, Medellín, 24 de octubre de 2001.

C43

Personería Municipal Valdivia (Antioquia), Declaración juramentada rendida por el Sr. Bernando Jiménez Lopera, 6 de agosto de 1998.

C44

Personería Municipal Valdivia (Antioquia), Declaración rendida por el Sr. Milciades de Jesús Crespo, 10 de febrero de 1998.

C45

Personería Municipal Valdivia (Antioquia), Declaración rendida por el Sr. Rafael Ángel Piedrahita Henao Martínez Jiménez López, 9 de febrero de 1998.

C46

Personería Municipal Taraza (Antioquia), Declaración rendida por el Sr. Omar Alfredo Torres Jaramillo, 30 de septiembre de 1998.

C47 Mejor copia disponible

Personería Municipal Taraza (Antioquia), Declaración rendida por el Sr. Yohanny Alberto de Jesús Restrepo Ciro, 30 de septiembre de 1998.

C48

Puerto de Valdivia (Antioquia), Declaración rendida por el Sr. Álvaro Antonio Martínez Moreno, 13 de mayo del 2000.

C49 Mejor copia disponible

Personería Municipal Valdivia (Antioquia), Declaración rendida por el Sr. Orlando Antonio Zuleta Zabala, 3 de enero de 1998.

C50 Mejor Copia

Disponible Personería Municipal Valdivia (Antioquia), Declaración rendida por el Sr. Leiman Octavio Cevallos Parra, 3 de enero de 1998.

C51

Personería Municipal Valdivia (Antioquia), Declaración rendida por el Sr. Orlando de Jesús Ortiz, 3 de enero de 1998.

C52

Personería Municipal Valdivia (Antioquia), Declaración rendida por el Sr. Adrian Octavio Velásquez Pérez, 3 de enero de 1998.

C53

Personería Municipal Valdivia (Antioquia), Declaración rendida por el Sr. Carlos Mario León Castañeda, 3 de Enero de 1998.

C54

Declaraciones (Justicia Disciplinaria)

Versión libre y espontánea, Presentada por German Antonio Alzate Cardona, 13 de septiembre de 2002.

C55

Personería Municipal Taraza de (Antioquia), Declaración rendida por el Sr. Yohanny Alberto de Jesús Restrepo Ciro, 30 de septiembre de 1998.

C56

Personería Municipal Valdivia de (Antioquia), Queja formulada por el Sr. Francisco Eladio Ortiz, 5 de enero de 1998.

C57 Mejor copia disponible

Personería Municipal Valdivia, de (Antioquia), Queja formulada por el Sr. Jesús María Restrepo Ospina, 5 de octubre de 1998.

C58 Mejor copia disponible

Quejas (Jurisdicción disciplinaria)

Personería Municipal Valdivia de (Antioquia), Queja formulada por el Sr. Alexander de Jesús Díaz Pérez, 30 de enero de 1998.

C59

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368

Personería Municipal Valdivia de (Antioquia), Queja formulada por la Sra. Maria Esther Orrego, 25 de noviembre de 1997.

C60 Mejor copia disponible

Instrucción (Jurisdicción Disciplinaria)

Copia de la parte instructiva del expediente No. 008-50035-2000, Procuraduría Delegada Disciplinaria para los Derechos Humanos. Fecha de la carátula: 25 de enero de 2001..

C61

Sentencia (Jurisdicción disciplinaria)

Copia del Procuraduría General de la Nación, sentencia/Proceso disciplinario, 30 de septiembre de 2002.

C62

Informes Human Rights Watch, Los Lazos que Unen Colombia y las Relaciones Militares – Paramilitares, New York: Human Rights Watch, 2000.

C63

Declaración rendida por la Srta. Lyllian Amparo Areiza Tobón, con destino a la CIDH, 21 de abril de 1998.

C64

Declaración con destino a la CIDH rendido por el Francisco Oswaldo (sic) Pino Posada, recibido en la CIDH el 12 de octubre de 2000.

C65

Testimonio bajo reserva de identidad rendido ante la Comisión Interamericana en audiencia celebrada durante el 114º período ordinario de sesiones, 2 de julio de 2002.

C66

Declaraciones rendidas ante la CIDH o con destino a la CIDH

Fiscalía Regional de Medellín, Diligencia Indagatoria que rinde el Sr. Francisco Enrique Villalba Hernández, 17 de febrero de 1998.

C67

B. Prueba testimonial y pericial (**) XII. DATOS DE LOS DENUNCIANTES ORIGINALES, DE LA VÍCTIMA Y DE SUS

FAMILIARES

153. De conformidad con lo dispuesto en el artículo 33 del Reglamento de la Honorable Corte, la Comisión Interamericana presenta la siguiente información sobre la representación de los familiares de las víctimas. El Grupo Interdisciplinario por los Derechos Humanos (GIDH) y la Comisión Colombiana de Juristas (CCJ) actuarán en el procedimiento como representantes de los familiares de las victimas que se detallan infra y con relación a los cuales se anexan los poderes correspondientes. El GIDH estará representado ante la Honorable Corte por María Victoria Fallon y la CCJ por Gustavo Gallón Giraldo, Carlos Rodríguez Mejía y Luz Marina Monzón Cifuentes (*). PODERES OTORGADOS POR LAS VÍCTIMAS Y FAMILIARES DE VÍCTIMAS EN LOS HECHOS DE LA

GRANJA Y EL ARO AL GIDH y LA CCJ Nombre de la víctima NOMBRE del poderdante CALIDAD ANEXO

HECTOR HERNÁN GARCÍA CORREA

Victima La Granja

D1

María Libia García de Correa Madre Pendiente de recepción

Adán Enrique Correa García Padre Fallecido

Dora Luz Correa García Hermana X

Monica Liney Arango Correa Sobrina X

Ever Andrés Arango Correa Sobrino X

Olga Regina Correa García Hermana X

Yolima Sirley Zapata Correa Sobrina X

Rodrigo Alexander Zapata Correa Sobrino X

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369

Adrián Felipe Zapata Correa Sobrino X

Olga Elena Zapata Correa Sobrina X

Sergio Andrés Zapata Correa Sobrino X

Jorge Enrique Correa García Hermano Pendiente de recepción

Jorge Weimar Correa Sánchez Sobrino Pendiente de recepción

Angy Vanessa Correa Sánchez Sobrina Pendiente de recepción

Alba Cecilia Correa García Hermana Pendiente de recepción

Alina Patricia Correa Correa Sobrina Pendiente de recepción

Genny Yohana Correa Correa Sobrina Pendiente de recepción

Diana Cecilia Correa Correa Sobrina Pendiente de recepción

Juan Daniel Correa Correa Sobrino Pendiente de recepción

Nubia de los Dolores Correa García

Hermana Pendiente de recepción

Martha Cecilia Ochoa Correa Sobrina Pendiente de recepción

Mario Enrique Ochoa Correa Sobrino Pendiente de recepción

Javier Mauricio Ochoa Correa Sobrino X

Gloria Lucía Correa García Hermana Pendiente de recepción

Carlos Enrique Jaramillo Correa Sobrino Pendiente de recepción

Ana Carolina Jaramillo Correa Sobrina Pendiente de recepción

Luis Gonzalo Correa García Hermano X

Olga Cristina Correa Tobón Sobrina X

María Elena Correa Tobón Sobrina X

Samuel Antonio Correa García Hermano Pendiente de recepción

WILMAR DE JESÚS RESTREPO TORRES

Víctima El Aro D2

María Edilma Torres Jaramillo Madre X

Diana Maryori Restrepo Torres Hermana X

Yuber Arley Restrepo Torres Hermano X

Miladis del Carmen Restrepo Torres

Hermana X

Nicolás Albeiro Restrepo Torres Hermano X

Gema Inés Restrepo Torres Hermana X

Orlando Arturo Torres Gutiérrez Tío X

Doris Omaira Torres Gutiérrez Tía X

Joan Sebastián Restrepo Torres Sobrino X

OLCRIS FAIL DÍAZ PÉREZ Víctima El Aro D3

Mercedes Rosa Pérez de Díaz Madre X

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370

Luz Nelly Díaz Pérez Hermana X

Deicy Berenice Díaz Pérez Hermana X

Iraima Díaz Pérez Hermana X

Alexander de Jesús Díaz Pérez Hermano X

Nohelia Díaz Pérez Hermana X

Kelly Tatiana Osorio Díaz Sobrina X

Sergio Harbey Osorio Díaz Sobrino X

Luis Alberto Carmona Díaz Sobrino X

OTONIEL DE JESÚS TEJADA JARAMILLO

Víctima El Aro D4

Danilo de Jesús Tejada Jaramillo Hermano X

Geny Marisol Tejada Quintero Sobrina X

Luis Norvey Tejada Quintero Sobrino X

Níver Orley Tejada Quintero Sobrino X

Eliana Sirley Tejada Quintero Sobrina X

Luz Albeny Tejada Quintero Sobrina X

NELSON DE JESÚS PALACIO CARDENAS

Víctima El Aro D5

Gladis Elena Jaramillo Cano Compañera permanente

X

Alexander Palacio Jaramillo Hijo X

Nelson Adrián Palacio Jaramillo Hijo X

John Fredy Palacio Posso Hijo (con Aura Estela Posso Múnera

X

GUILLERMO ANDRÉS MENDOZA POSSO

Víctima El Aro D6

Libardo Mendoza Padre X

Viviana Janeth Mendoza Posso Hermana X

Jael Rocío Mendoza Posso Hermana X

Magnolia Emilsen Mendoza Posso Hermana X

Beatriz Amalia Mendoza Posso Hermana X

Rodrigo Alberto Mendoza Posso Hermano X

Diego Fernando Mendoza Posso Hermano X

Diana Patricia Mendoza Posso Hermana X

Yovanny Mendoza Posso Hermano X

Claudia Cristina Mendoza Posso Sobrina X

Andrés Felipe Restrepo Mendoza Sobrino X

Juliana Marcela Mendoza Posso Sobrina X

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371

Cindy Daniela Cano Mendoza Sobrina X

Leidy Julieth Hidalgo Mendoza Sobrina X

OMAR IVÁN GUTIERREZ NOHAVÁ Víctima El Aro D7

José Aníbal Gutiérrez Jaramillo Padre X

Rosa María Nohavá de Gutiérrez Madre X

Fabio Arley Gutiérrez Nohavá Hermano X

Rosmira Gutiérrez Nohavá Hermana X

María Luciria Gutiérrez Nohavá Hermana X

Víctor Manuel Tobón Nohavá Hermano medio por parte de madre

X

Jair Ovidio Tobón Nohavá Hermano medio por parte de madre

X

Walter Alirio Tobón Nohavá Hermano medio por parte de madre

X

Francisco Daniel Córdoba Gutiérrez

Sobrino X

Yuliana Patricia Mora Gutiérrez Sobrino X

Yésica Natalia Martínez Gutiérrez Sobrina X

DORA LUZ AREIZA Víctima El Aro D8

Luis Ufrán Areiza Posso Padre X

Jael Esther Arroyave Posso Madre X

Noelia Estella Areiza Arroyave Hermana X

Freidon Esteban Areiza Arroyave Hermano X

Robinson Argiro Areiza Arroyave Hermano X

Servando Antonio Areiza Pino Abuelo X

María Resfa Posso de Areiza Abuela X

María Doralba Areiza Posso Tía X

Georgina Areiza Posso Tía X

Ligia Amanda Areiza Posso Tía X

María Bernarda Areiza Posso Tía X

MARCO AURELIO AREIZA OSORIO Víctima El Aro D9

Carlina Tobón de Areiza Esposa X

Gabriela Patricia Areiza Tobón Hija X

Yonny Aurelio Areiza Tobón Hijo X

Miryam Lucía Areiza Tobón Hija X

Mario Alberto Areiza Tobón Hijo X

Lillyam Amparo Areiza Tobón Hija X

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372

Carlos Iván Correa Areiza Nieto X

Ángela María Correa Areiza Nieta X

Diana Lucía Sánchez Areiza Nieta X

Laura Marcela Velásquez Areiza Nieta X

LUIS MODESTO MÚNERA Víctima El Aro D10

María Gloria Granda Esposa X

Astrid Elena Múnera Granda Hija X

María Clementina Múnera Granda Hija X

Aracelly Múnera Granda Hija X

Gloria Emilsen Múnera Granda Hija X

Marta Consuelo Múnera Granda Hija X

Juan Alberto Múnera Granda Hijo X

Geraldine Cano Múnera Nieta X

Diego Arley Múnera Nieto X

Juan Gabriel Múnera Nieto X

María Marlene Múnera Granda Nieta X

Ramiro Alonso Múnera Granda Nieto X

Alba Lucía Múnera Granda Nieta X

Liliana Patricia Múnera Granda Nieta X

Adriana María Múnera Granda Nieta X

Elvia Consuelo Múnera Granda Nieta X

Juan Esteban Múnera Granda Nieto X

Deiby Fabián Múnera Granda Nieto X

Aura Estela Posso Múnera Sobrina X

JOSÉ DARÍO MARTÍNEZ PÉREZ Víctima El Aro D11

María Ester Orrego Compañera permanente

X

María Elena Martínez Orrego Hija X

Rosa Delfina Martínez Orrego Hija X

Carlos Arturo Martínez Orrego Hijo X

José Edilberto Martínez Orrego Hijo X

Edilson Darío Orrego Hijo no reconocido

X

William Andrés Orrego Hijo no reconocido

X

Mercedes Rosa Patiño Orrego Hija de crianza X

Heraldo Enrique Martínez Pérez Hermano X

Hildebrando Martínez García Sobrino X

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373

Edilia Rosa Martínez García Sobrina X

OMAR DE JESÚS ORTIZ CARMONA Víctima El Aro D12

María Libia Carmona de Ortiz Madre X

Rosángela Ortiz Carmona Hermana X

Gudiela del Carmen Ortiz Carmona Hermana X

Gloria Estefany Palacio Ortiz Sobrina X

Davinson Ferney Palacio Ortiz Sobrino X

María Oliva Calle Fernández Compañera permanente

X

Omar Alveiro Calle Fernández Hijo sin reconocer

X

Juan Carlos Calle Fernández Hijo sin reconocer

X

Deicy Tatiana Calle Fernández Hija sin reconocer

X

Johan Daniel Calle Fernández Hijo sin reconocer

X

Cristian de Jesús Calle Fernández (Este niño nació tres meses después de la muerte de su padre)

Hijo sin reconocer

X

FABIO ZULETA ZABALA Víctima El Aro D13

María Magdalena Zabala Mesa Madre

Margarita Zuleta Zabala Hermana X

Rodrigo de Jesús Zuleta Zabala Hermano X

Orlando Antonio Zuleta Zabala Hermano X

Celia Monsalve Zabala Hermana media por parte de madre

X

María Graciela Cossio Jaramillo Compañera permanente

X

Jeison Andrés Zuleta Cossio Hijo X

Carlos Adrián Zuleta Cossio Hijo X

Juan Felipe Zuleta Cossio Hijo X

Deiby Esteban Zuleta Zapata Sobrino X

Johnatan Zuleta Zapata Sobrino X

Fernando Antonio Zuleta Agudelo Sobrino X

Mónica Patricia Zuleta Agudelo Sobrina X

Deicy Yolima Zuleta Agudelo Sobrina X

Leidi Tatiana Zuleta Agudelo Sobrina X

William Alexander Zuleta Agudelo Sobrino X

Edison Alfonso Loaiza Zuleta Sobrino

Hernán Darío Montoya Zuleta Sobrino X

Griselda del Carmen Zuleta Arboleda

Sobrina X

Norelia Elsidia Zuleta Arboleda Sobrina X

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374

Orleida María Zuleta Arboleda Sobrina X

Claudia Milena Valencia Zuleta Sobrina X

María Angélica Zuleta Villa Sobrina X

Wilson de Jesús Zuleta Villa Sobrina X

Ayda Luz Zuleta Villa Sobrina X

Lina Maritza Montoya Zuleta Sobrina X

ROSA AREIZA BARRERA Víctima El Aro D14

Eligio Pérez Aguirre Esposo X

Yamilcen Eunice Pérez Areiza Hija X

Julio Eliver Pérez Areiza Hijo X

Eligio de Jesús Pérez Areiza Hijo Pendiente de recepción

Omar Daniel Pérez Areiza Hijo Pendiente de recepción

Ligia Lucía Pérez Areiza Hija Pendiente de recepción

Nombre de la víctima

NOMBRE del poderdante Calidad Copia del Poder otorgado a los representantes de las víctimas D15

Libardo Mendoza Víctima El Aro- Derecho a la propiedad

X

Luis Humberto Mendoza Arroyave Luis Humberto Mendoza Arroyave Víctima El Aro- Derecho a la propiedad

X

Ricardo Alfredo Builes Echeverry Ricardo Alfredo Builes Echeverry Víctima El Aro- Derecho a la propiedad

X

Bernardo María Jiménez Lopera Bernardo María Jiménez Lopera Víctima El Aro- Derecho a la propiedad

X

Francisco Osvaldo Pino Posada Francisco Osvaldo Pino Posada Víctima El Aro- Derecho a la propiedad

X

Omar Alfredo Torres Jaramillo Omar Alfredo Torres Jaramillo Víctima El Aro- Derecho a la propiedad

X

María Libia García de Correa, Jorge Enrique Correa García, Jorge Weimar Correa Sánchez, Angy Vanessa Correa Sánchez, Alba Cecilia Correa García, Alina Patricia Correa Correa, Genny Yohana Correa Correa, Diana Cecilia Correa Correa, Juan Daniel Correa Correa, Nubia de los Dolores Correa García, Martha Cecilia Ochoa Correa, Mario Enrique Ochoa Correa Gloria Lucía Correa García, Carlos Enrique Jaramillo Correa, Ana Carolina Jaramillo Correa, Eligio de Jesús Pérez Areiza, Omar Daniel Pérez Areiza, Ligia Lucía Pérez Areiza y Samuel Antonio Correo García quienes se han demorado en la presentación de los poderes a favor del GIDH y la CCJ, serán representados por la Comisión hasta el momento en el cual se haga efectiva la acreditación de estas organizaciones como sus representantes ante la Corte.

154. Dado que no ha sido posible localizar a los familiares de William Villa García, Graciela Arboleda, Jairo Sepúlveda Arnulfo Sánchez y Alberto Correa, la Comisión asumirá su representación.

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ORGANIZACIÓN DE LOS ESTADOS AMERICANOS Comisión Interamericana de Derechos Humanos

Demanda en el caso de Hugo Juárez Cruzatt y otros

("Centro Penal Miguel Castro Castro") Caso 11.015

contra la República de Perú DELEGADOS: Freddy Gutiérrez Trejo, Comisionado Florentín Meléndez, Comisionado Santiago A. Canton, Secretario Ejecutivo ASESORES LEGALES: Ariel Dulitzky Pedro E. Díaz Víctor H. Madrigal Borloz Juan Pablo Albán A.

9 de septiembre de 2004 1889 F Street, N.W. Washington, D.C.

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NOTA DE EDICIÓN

El siguiente texto corresponde al original de la demanda presentada en su oportunidad por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos a la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso Hugo Juárez Cruzatt y otros (“Centro Penal Miguel Castro Castro”) (Caso 11.015) contra la República de Perú.

En caso de que la Comisión haya presentado oportunamente enmiendas o erratas al texto

presentado ante la Corte, éstas han sido incluidas en el texto publicado. En el texto se ha omitido los datos de localización de testigos, peritos y representantes.

Esta edición ha sido marcada con el símbolo (*). En algunos textos se ha omitido los nombres de testigos por consideraciones de seguridad

personal. Esta edición ha sido marcada con el símbolo (**).

La cita oficial de este documento es:

CIDH, Demanda en el caso Hugo Juárez Cruzatt y otros (“Centro Penal Miguel Castro Castro” (Caso 11.015) contra la República de Perú, 9 de septiembre de 2004.

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ÍNDICE

Página

I. INTRODUCCIÓN..................................................................................................... 379 II. OBJETO DE LA DEMANDA...................................................................................... 379 III. REPRESENTACIÓN ................................................................................................. 381 IV. JURISDICCIÓN DE LA CORTE.................................................................................. 381 V. TRÁMITE ANTE LA COMISIÓN INTERAMERICANA .................................................... 381 VI. FUNDAMENTOS DE HECHO .................................................................................... 384

A. Consideraciones generales............................................................................ 384 B. Respecto de las víctimas .............................................................................. 386 C. El operativo "Mudanza 1"............................................................................. 392

Primer día del operativo: El inicio del asalto y el enfrentamiento entre las fuerzas de seguridad del Estado y los reclusos que resistían el traslado de sus compañeras.......................................................................... 392 Segundo día del operativo: La decisión de incrementar el uso de la fuerza con el propósito de adquirir el control del penal ............................................... 395 Tercer día del operativo: La intervención del ejército y la utilización de material bélico en la incursión contra el penal.................................................. 396 Último día del operativo: El asalto final, la rendición de los internos y las ejecuciones extrajudiciales............................................................................ 397 Intervención del "Grupo Colina" .................................................................... 400 Sucesos posteriores a la rendición de los internos............................................ 401 Investigación de los hechos .......................................................................... 402 Información relevante respecto de la apreciación hecha por la Comisión sobre los hechos ......................................................................................... 403

VII. FUNDAMENTOS DE DERECHO ................................................................................ 403

1. Violación del derecho a la vida ...................................................................... 403 1.1 Falta de prevención y uso excesivode la fuerza .................................... 404 1.2 Ejecuciones extrajudiciales................................................................. 408 1.3 Falta de investigación........................................................................ 410

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2. Violación del derecho a la integridad personal ................................................. 413

2.1 Internos heridos durante el enfrentamiento .......................................... 413 2.2 Tratamiento otorgado a los internos con posterioridad a la rendición ....... 414 2.3 Falta de asistencia médica oportuna a los internos heridos..................... 415 2.4 Incomunicación ................................................................................ 416

3. Violación de los derechos a las garantías judiciales y a la protección judicial. ...... 417 4. Incumplimiento por parte del Estado con la obligacion establecida en el

artículo 1(1) de la Convención Americana (Obligación de respetar y garantizar los derechos humanos).................................................................. 420

VIII. REPARACIONES Y COSTAS .................................................................................... 422

A. Obligación de reparar ................................................................................... 423 B. Medidas de reparación ................................................................................. 425

b.1. Medidas de compensación ................................................................. 426 b.1.1. Daños materiales .............................................................................. 426 b.1.2. Daños inmateriales ........................................................................... 427 b.2. Medidas de satisfacción y garantías de no repetición ............................ 428

C. Los beneficiarios ......................................................................................... 430 D. Costas y gastos .......................................................................................... 430

IX. CONCLUSIÓN ........................................................................................................ 431 X. PETITORIO ............................................................................................................ 431 XI. RESPALDO PROBATORIO........................................................................................ 432

A. Prueba documental ...................................................................................... 432 B. Prueba testimonial y pericial.......................................................................... 440

1. Testigos .......................................................................................... 440 2. Perito .............................................................................................. 441

XII. DATOS DE LA DENUNCIANTE ORIGINAL, DE LAS VÍCTIMAS Y DE SUS FAMILIARES ... 441

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DEMANDA DE LA COMISIÓN INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS ANTE LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS

CONTRA LA REPÚBLICA DE PERÚ

CASO 11.015 HUGO JUÁREZ CRUZATT Y OTROS

I. INTRODUCCIÓN

1. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (en adelante la "Comisión Interamericana", "la Comisión", o "la CIDH"), somete ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (en adelante "la Corte Interamericana" o "la Corte") la demanda en el caso 11.015, Hugo Juárez Cruzatt y otros "Centro Penal Miguel Castro Castro", en contra de la República del Perú (en adelante el "Estado peruano", "el Estado" o "Perú") por su responsabilidad en los acontecimientos ocurridos entre el 6 y el 9 de mayo de 1992 en el centro penal "Miguel Castro Castro" de la ciudad de Lima, durante los cuales se produjo la muerte de al menos 42 internos; 175 resultaron heridos; y otros 322 fueron sometidos a trato cruel, inhumano y degradante por diversos periodos de tiempo.

2. La Comisión Interamericana solicita a la Corte que establezca la responsabilidad internacional del Estado peruano, el cual ha incumplido con sus obligaciones internacionales al incurrir en la violación de los artículos 4 (derecho a la vida), 5 (derecho a la integridad personal), 8 (derecho a las garantías judiciales) y 25 (derecho a la protección judicial) de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (en adelante "la Convención Americana" o "la Convención"), en relación con la obligación general de respeto y garantía de los derechos humanos establecida en el artículo 1(1) del mismo instrumento, en razón de la falta de prevención para impedir el ingreso de armas al centro penitenciario; el uso excesivo de la fuerza; la ejecución extrajudicial; la tortura; el trato cruel, inhumano y degradante; la falta de una investigación oportuna y completa; la destrucción de evidencia esencial para el esclarecimiento de los hechos; y la denegación de justicia en perjuicio de las víctimas y sus familiares.

3. El presente caso ha sido tramitado de acuerdo con lo dispuesto por la Convención Americana, y se presenta ante la Corte de conformidad con el artículo 33 del Reglamento de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (en adelante "el Reglamento de la Corte"). Asimismo, se adjunta a esta demanda, como (Anexo 2), una copia del informe N° 94/03 elaborado en observancia del artículo 50 de la Convención.

4. La trascendencia de este caso radica en primer lugar en la necesidad de hacer Justicia para las víctimas y sus familiares, y de ofrecerles una reparación adecuada, pero además, en la oportunidad que ofrece al Sistema Interamericano de Protección de los Derechos Humanos de desarrollar aún más la jurisprudencia en relación con las obligaciones de los Estados frente a las personas privadas de libertad; el uso irresponsable, injustificado e indiscriminado de fuerza letal; los componentes mínimos de los deberes de prevenir, investigar y sancionar las violaciones de derechos humanos, que adquieren los Estados al suscribir y ratificar la Convención; y las consecuencias del desconocimiento voluntario o negligente de dichos deberes. Sin perjuicio de lo anterior, el caso sub judice constituye una ocasión para reiterar algunas deficiencias de la legislación doméstica que conducen a violaciones de la Convención Americana, y en consecuencia, para adoptar correctivos que impidan la repetición de situaciones como la que ahora nos ocupa.

II. OBJETO DE LA DEMANDA

5. El objeto de la presente demanda consiste en solicitar respetuosamente a la Corte

que concluya y declare:

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a. Que la República del Perú es responsable por la violación de los derechos a la vida y

a la integridad personal consagrados en los artículos 4 y 5 de la Convención Americana, en relación con la obligación general de respeto y garantía contenida en el artículo 1(1) del mismo instrumento, en perjuicio de los internos del Centro Penal "Miguel Castro Castro" que fallecieron en el curso del operativo "Mudanza 1" y tras la conclusión del mismo, ejecutados extrajudicialmente o a consecuencia de las heridas recibidas (al menos 42 personas);

b. Que la República del Perú es responsable por la violación del derecho a la integridad

personal establecido por el artículo 5 de la Convención Americana en relación con la obligación general de respeto y garantía contenida en el artículo 1(1) del mismo tratado, en perjuicio de los internos del penal "Miguel Castro Castro" que resultaron heridos en el curso del operativo "Mudanza 1" y tras la conclusión del mismo (al menos 175 personas); y de aquellos que habiendo resultado ilesos, fueron sometidos a trato cruel, inhumano y degradante en los días posteriores al operativo; y

c. Que la República del Perú es responsable por la violación del derecho a las garantías

judiciales y la protección judicial de las víctimas y sus familiares, previstos en los artículos 8(1) y 25 de la Convención Americana, así como del incumplimiento de su obligación de garantizar y respetar los derechos previstos en dicho instrumento, de conformidad con el artículo 1(1), en virtud de la falta de debida diligencia en el proceso de investigación de los hechos y en la preservación de evidencia esencial para el establecimiento de la verdad histórica.

6. Como consecuencia de lo anterior, la Comisión Interamericana solicita a la Corte que

ordene al Estado:

a. Que lleve a cabo una investigación completa, efectiva e imparcial en la jurisdicción interna, con el propósito de establecer la verdad histórica de los hechos; procesar y sancionar a los responsables de la masacre cometida contra los internos del Centro Penal "Miguel Castro Castro" de la ciudad de Lima, entre los días 6 y 9 de mayo de 1992, y del maltrato al que fueron sometidos tras su rendición, hasta el 22 de mayo de 1992 inclusive;

b. Que adopte las medidas necesarias para identificar los cadáveres aún no reconocidos

y entregar los restos a sus familiares; c. Que adopte las medidas necesarias para que las víctimas y sus familiares reciban

adecuada y oportuna reparación por el daño material e inmaterial sufrido; c. Que pague las costas y gastos legales incurridos por las víctimas y sus familiares en

la tramitación del caso tanto a nivel nacional, como las que se originen en la tramitación del presente caso ante el sistema interamericano; y

d. Que adopte todas las medidas legales, administrativas y de otra índole que fueran

necesarias para evitar que hechos similares vuelvan a ocurrir en el futuro, en cumplimiento de los deberes de prevención y garantía de los derechos fundamentales reconocidos por la Convención Americana.

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III. REPRESENTACIÓN

7. Conforme a lo dispuesto en los artículos 22 y 33 del Reglamento de la Corte, la Comisión ha designado a los Doctores Freddy Gutiérrez y Florentín Meléndez, Comisionados, y al Doctor Santiago A. Canton, Secretario Ejecutivo de la CIDH como sus delegados en este caso. Los Doctores Ariel Dulitzky, Pedro E. Díaz, Víctor Madrigal Borloz y Juan Pablo Albán A., especialistas de la Secretaría Ejecutiva de la CIDH, han sido designados para actuar como asesores legales.

IV. JURISDICCIÓN DE LA CORTE

8. De acuerdo con el artículo 62(3) de la Convención Americana, la Corte

Interamericana es competente para conocer de cualquier caso relativo a la interpretación y aplicación de las disposiciones de la Convención que le sea sometido, siempre que los Estados partes en el caso hayan reconocido o reconozcan la competencia de la Corte.

9. La Corte es competente para conocer el presente caso. El Estado ratificó la Convención Americana el 28 de julio de 1978 y aceptó la jurisdicción contenciosa de la Corte el 21 de enero de 1981.

V. TRÁMITE ANTE LA COMISIÓN INTERAMERICANA

10. El 18 de mayo de 1992, la Comisión recibió una denuncia presentada por la Doctora

Sabina Astete contra la República del Perú en relación con los hechos ocurridos en el Centro Penal "Miguel Castro Castro" de la ciudad de Lima, entre el 6 y el 9 de mayo de 1992.

11. De conformidad con lo establecido en el artículo 34 de su reglamento entonces

vigente, el 12 de junio de 1992, la Comisión abrió el caso N° 11.015, transmitió las partes pertinentes de la denuncia al Estado peruano y le solicitó que presentara información al respecto dentro de un plazo de 90 días.

12. El 18 de agosto de 1992, la Comisión solicitó al Estado de Perú que enviara una lista oficial de personas que resultaron muertas y desaparecidas durante los hechos ocurridos en el Centro Penal "Miguel Castro Castro", así como datos sobre los heridos y el destino de los internos trasladados.

13. Mediante nota fechada 21 de octubre de 1992 el Estado presentó su respuesta a la

denuncia, acompañada de varias constancias documentales en relación con la ejecución del operativo, sus resultados y el traslado de las internas a centros de rehabilitación femeninos.

14. El 5 de junio de 1997 la Comisión recibió una denuncia presentada por el doctor Curtis Doebbler, en representación de la señora Mónica Feria-Tinta, denunciando que había sido arrestada, torturada y recluida en el centro penal "Castro Castro", así como los acontecimientos ocurridos en dicho centro penal entre el 6 y 9 de mayo de 1992. Con fecha 8 de julio de 1997 se abrió el caso N° 11.769, se transmitieron las partes pertinentes de esta segunda denuncia al Estado y se le otorgaron 90 días para presentar información al respecto. 15. El 29 de junio de 2000, en aplicación de lo dispuesto por el artículo 40(2) de su Reglamento, la Comisión decidió acumular a la petición N° 11.015 parte del caso N° 11.769, para tramitarlos en forma conjunta.

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16. La Comisión declaró el presente caso formalmente admisible el 5 de marzo de 20011. El 9 de marzo de 2001, la CIDH notificó a las partes con el informe de admisibilidad y se puso a su disposición para intentar alcanzar un acuerdo de solución amistosa. El Estado expresó su interés en la posibilidad de dicha solución mediante comunicación de fecha 26 de abril de 2001, no obstante, los peticionarios en una nota fechada 13 de abril de 2001 ya habían manifestado que dada la naturaleza del asunto en discusión y la postura del Estado frente al mismo, el trámite de solución amistosa resultaba impertinente, en consecuencia, la Comisión resolvió continuar con el trámite del fondo del caso.

17. El Estado presentó información adicional en relación con el fondo del asunto a través de una comunicación de fecha 16 de abril de 2001. Por su parte, los peticionarios solicitaron mediante nota del 10 de julio 2001 que la Comisión les concediera una prórroga para presentar sus argumentos e información adicional sobre el fondo de la cuestión. Dicha prórroga les fue otorgada por 30 días el 10 de agosto de 2001. 18. El 10 de agosto de 2001 los peticionarios proporcionaron a la Comisión información adicional en relación con el fondo del asunto, y solicitaron una audiencia, misma que tuvo lugar el 14 de noviembre de 2001, en el marco del 113° período de sesiones de la CIDH. 19. El Estado presentó el 1° de noviembre de 2001 sus alegatos parciales y pruebas en relación con el fondo del asunto, anunciando que concluiría su argumentación durante la audiencia convocada para el 14 de noviembre de 2001. Con el contenido de la nota antes referida se dio traslado a los peticionarios para que formularan las observaciones que considerasen pertinentes en el plazo de 30 días.

20. Mediante notas de fecha 9 y 12 de noviembre de 2001 los peticionarios manifestaron su oposición a que el Estado presentara sus alegatos finales sobre el fondo durante la audiencia convocada para el día 14 de noviembre de 2001, pues en su opinión, el propósito de tal diligencia era la recepción de los testimonios ofrecidos por la parte denunciante.

21. Por nota del 1ro de marzo de 2002, los peticionarios aportaron material probatorio consistente en recortes de prensa, testimonios reducidos a escrito, grabaciones de video y grabaciones de audio. Las partes pertinentes de la respectiva comunicación y material probatorio fueron remitidas al Estado por nota del 1ro de junio de 2002.

22. Mediante nota del 26 de noviembre de 2002 los peticionarios remitieron a la Comisión un listado final de presuntas víctimas así como un análisis del material probatorio aportado por ellos el 1ro de marzo de 2002; dicha comunicación fue trasladada al Estado el 23 de enero de 2003.

23. En el marco de su 118° período de sesiones, la Comisión aprobó el 23 de octubre de

2003, el informe sobre el fondo del presente caso, N° 94/03 elaborado en observancia del artículo 50 de la Convención, en el que

Concluyó: "que la República del Perú es responsable por la violación de los derechos a la vida, integridad personal, garantías judiciales y protección judicial, consagrados en los artículos 4, 5, 8 y 25 de la Convención Americana, en relación con la obligación

1 CIDH, Informe N° 43/01 (Admisibilidad), Hugo Juárez Cruzatt y otros (Centro Penal "Miguel Castro Castro", Perú,

5 de marzo de 2001 (Anexo 1).

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general de respeto y garantía de los derechos humanos establecida en el artículo 1(1) del mismo instrumento, en perjuicio de las víctimas individualizadas en el párrafo 42 de la presente demanda", y Recomendó: 1. Llevar adelante una investigación completa, efectiva e imparcial en la

jurisdicción interna, con el propósito de establecer la verdad histórica de los hechos; procesar y sancionar a los responsables de la masacre cometida contra los internos del Centro Penal "Miguel Castro Castro" de la ciudad de Lima, entre los días 6 y 9 de mayo de 1992.

2. Adoptar las medidas necesarias para identificar los cadáveres aún no

reconocidos y entregar los restos a sus familiares. 3. Adoptar las medidas necesarias para que los afectados reciban una

reparación adecuada por las violaciones a los derechos humanos padecidas a causa de las acciones del Estado.

4. Adoptar las medidas necesarias para evitar que hechos similares vuelvan a

cometerse, en cumplimiento de los deberes de prevención y garantía de los derechos fundamentales reconocidos por la Convención Americana.

24. En dicho informe, la Comisión decidió no emitir un pronunciamiento respecto de las violaciones al derecho a la libertad personal, al principio de legalidad e irretroactividad y al derecho de igualdad ante la ley alegadas por los peticionarios, por no tratarse de la materia principal de la denuncia bajo estudio y por no haberse aportado prueba en respaldo de tales alegaciones, dejando a salvo, en todo caso, el derecho de eventuales peticionarios para presentar denuncias ante la CIDH en relación con estas cuestiones.

25. El informe de fondo fue trasmitido al Estado el 9 de enero de 2004, concediéndosele un plazo de dos meses para que adoptara las recomendaciones en él contenidas. En virtud del artículo 43(3) de su Reglamento, el 22 de enero de 2004 la Comisión notificó a los peticionarios sobre la adopción del informe de fondo y su transmisión al Estado; y le solicitó a estos que expresaran su posición respecto del sometimiento del caso a la Corte Interamericana. El 7 de marzo de 2004 los peticionarios indicaron que es su posición que el sometimiento del caso a la Corte "es fundamental para la obtención de justicia para las víctimas y de conformidad con principios de ordre public dada la naturaleza y gravedad de las violaciones materia de este caso."

26. Mediante nota N° 7-5-M/088 de fecha 4 de marzo de 2004, el Estado solicitó a la

Comisión la concesión de una prórroga para presentar sus observaciones al informe de fondo, misma que le fue otorgada por la Comisión el 11 de marzo de 2004, por el plazo de un mes, hasta el 9 de abril de 2004.

27. El 6 de abril de 2004, el Estado del Perú solicitó mediante comunicación N° 7-5-

M/127, una nueva prórroga a efectos de atender las recomendaciones formuladas por la Comisión en su informe de fondo. La prórroga en cuestión fue otorgada por la Comisión el 8 de abril de 2004, por el plazo de tres meses, ésto es, hasta el 9 de julio de 2004.

28. Posteriormente, el Estado pidió a la Comisión una tercera prórroga, a través de nota

N° 7-5-M/241 fechada 9 de julio de 2004, prórroga que le fue concedida por una última vez hasta el 9 de agosto de 2004.

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29. En las tres ocasiones en que solicitó prórrogas, el Estado aceptó en forma expresa e irrevocable que la concesión de las mismas suspendía el plazo establecido en el artículo 51(1) de la Convención, para elevar el caso a la Corte.

30. El 5 de agosto de 2004, mediante comunicación N° 7-5-M/271, el Perú presentó un

reporte sobre el cumplimiento de la recomendación N° 1 del informe N° 94/03 (investigación de los hechos), en el que manifiesta que el 18 de septiembre de 2002 inició una nueva investigación de los hechos a través de la fiscalía especial sobre desapariciones forzadas y ejecuciones extrajudiciales, tramitada bajo expediente N° 35-2000, la que hasta el momento no ha producido resultado alguno por lo que la Comisión considera que no existe cumplimiento de la recomendación en referencia. La comunicación remitida por el Estado no aporta información alguna sobre el cumplimiento del resto de recomendaciones formuladas por la Comisión en su informe de fondo.

31. Ante la falta de implementación satisfactoria de las recomendaciones contenidas en

el informe N° 94/03, y de acuerdo con lo dispuesto por los artículos 51.1 de la Convención y 44 de su reglamento, la Comisión Interamericana decidió someter el presente caso a la jurisdicción de la Corte Interamericana el 13 de agosto de 2004.

VI. FUNDAMENTOS DE HECHO

A. Consideraciones generales 32. El centro penal "Miguel Castro Castro" está constituido por 12 pabellones de 4

pisos, identificados como "1A" y "1B" hasta "6A" y "6B". Cada uno de estos pabellones cuenta con un patio independiente. El acceso a los pabellones se efectúa a través de un patio central de forma octogonal, conocido como "Rotonda". A la entrada de cada pabellón existe un espacio enrejado denominado "Gallinero". El conjunto de pabellones se encuentra rodeado por un patio de arena conocido como "Tierra de nadie". La entrada al establecimiento está constituida por un patio y oficinas administrativas, conocidos como "Admisión"2.

33. Para la época de los hechos los pabellones identificados como "1A" (mujeres) y "4B"

(varones) estaban ocupados por personas acusadas de los delitos de terrorismo o traición a la patria.

34. Noticias sobre el posible traslado de las mujeres recluidas en el centro penal "Castro

Castro" a diversos centros penitenciarios femeninos se divulgaron a través de la prensa varios días antes de que el operativo se llevara a cabo. Tal hecho provocó la presencia de los familiares de los internos en las afueras del penal con la intención de impedir acciones violentas contra sus seres queridos3, y es de suponer que otorgó a los presos la oportunidad de prepararse para resistir el traslado. En efecto, la resistencia de los internos al ingreso de los agentes del orden era una situación razonablemente previsible, que demandaba una planificación del operativo en diferentes niveles y grados de ejecución que permitieran tomar el control del centro penal, para reducir los riesgos para la vida e integridad de los presos y de los propios agentes de la fuerza pública que intervendrían en el operativo.

2 Forma parte del acervo probatorio una serie de fotografías del penal, remitidos por los peticionarios (Anexo 256);

así como un mapa del centro penal, identificado como Anexo 254.

3 Comunicación enviada a la Comisión por algunos prisioneros sobrevivientes el 20 de mayo de 1992 (Expediente del trámite ante la CIDH); Comunicación enviada a la Comisión por algunos prisioneros sobrevivientes el 27 de mayo de 1992 (Expediente del trámite ante la CIDH); Declaraciones de reclusos sobrevivientes o de familiares de los reclusos fallecidos, rendidas por escrito o grabadas en cinta de audio o video (Anexos 82 a 252 y 266).

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35. Entre el 6 y 9 de mayo de 1992 el Estado peruano ejecutó un operativo denominado "Mudanza 1", cuya finalidad esencial era el traslado de aproximadamente 90 mujeres recluidas en el centro penal "Miguel Castro Castro", a centros penitenciarios femeninos, los cuales en opinión del Estado tenían una mejor infraestructura para la atención y alojamiento de las internas. La planificación y ejecución del operativo denominado "Mudanza 1" respondía a la aplicación de una política estatal, establecida mediante Decreto Ley N° 25421, de fecha 8 de abril de 19924, "encaminada a erradicar paulatinamente el hacinamiento y promiscuidad del sistema penitenciario peruano"5.

36. Como se explicará más adelante, el operativo de traslado no se desarrolló en forma

pacífica, sino que por el contrario las autoridades encontraron resistencia de parte de los internos que desencadenó en la utilización de la fuerza que resultó en la muerte de decenas de presos y de dos policías, así como numerosos heridos.

37. La Comisión procederá a analizar la conducta de los agentes estatales en la las

diversas etapas de planificación y ejecución del denominado operativo "Mudanza 1", a la luz de las obligaciones contraídas por el Perú a partir de la suscripción y ratificación de la Convención Americana así como también en función de otros instrumentos internacionales que establecen reglas para el comportamiento de los agentes de seguridad pública en este tipo de situaciones o contienen disposiciones para el adecuado tratamiento de las personas en situación de detención.

38. Las declaraciones escritas6 allegadas a la Comisión por los peticionarios, como

anexos a su presentación de fecha 1ro de marzo de 2002, son uno de los medios probatorios de la materialidad de los hechos y de la responsabilidad de los agentes estatales. La Comisión observa que dichas declaraciones han sido recogidas inter alia, con la debida identificación del declarante y que han servido para ilustrar los extremos que se mencionará a continuación, en concordancia con otras evidencias que ha tenido a su disposición y que ahora transmite a la Corte. La Comisión debe enfatizar además, que estas declaraciones fueron de conocimiento del Estado en su momento, en virtud del traslado efectuado por la Secretaría Ejecutiva el 1ro de junio de 2002, sin que hasta el momento, hayan sido objetadas.

39. La Comisión nota con preocupación que los hechos ocurridos en el penal "Castro

Castro" y los sucesos acontecidos con anterioridad en los centros penales "Santa Bárbara" (Callao), "San Juan Bautista" (El Frontón) y "San Pedro" (Lurigancho)7, evidencian un patrón constante de graves agresiones contra los internos acusados de terrorismo o traición a la patria, bajo el argumento de efectuar traslados a otros centros penitenciarios o debelar motines8.

4 Mediante el referido decreto ley se dispuso la reorganización del Instituto Nacional Penitenciario y se encargó al

Ministerio del Interior, a través de la Policía Nacional del Perú, la administración y el control de la seguridad de los establecimientos penitenciarios y dependencias conexas. Véase, Decreto Ley N° 25421, Artículo 2. (Anexo 7)

5 Nota remitida por el Estado a la Comisión el 26 de octubre de 1992 (Expediente del trámite ante la CIDH).

6 Anexos 82 a 252 y 266.

7 Es necesario recordar que los hechos acontecidos entre el 18 y el 19 de junio de 1986 en estos penales, motivaron la intervención de la CIDH y posteriormente dieron lugar a los casos Neira Alegría y Durand Ugarte decididos por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, así como a enérgicos pronunciamientos de rechazo por parte del propio Senado Peruano en 1988 y más recientemente por parte de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación.

8 Sobre esta cuestión, véase por ejemplo, UMBERTO JARA, OJO POR OJO, LA VERDADERA HISTORIA DEL GRUPO COLINA, Grupo Editorial Norma, 2003, págs. 163 a 173 (Anexo 10); y Reportaje publicado por el diario "La República" el 26 de septiembre de 2003, titulado "Martín Rivas guarda pruebas contra Fujimori, Montesinos y Hermoza", en http://www3.larepublica.com.pe/2003/SETIEMBRE/pdf26/politica.htm (Anexo 268). Véase también, Corte I.D.H., Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri. Sentencia de 8 de julio de 2004. Serie C N° 110, párr. 67(a).

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40. Asimismo, la Comisión comparte la opinión de la Corte en el sentido de que "[...] la responsabilidad del Estado se ve agravada por existir en el Perú en la época de los hechos una práctica sistemática de violaciones de derechos humanos, entre ellas ejecuciones extrajudiciales, de personas sospechosas de pertenecer a grupos armados realizadas por agentes estatales siguiendo órdenes de jefes militares y policiales. Dichas violaciones graves infringen el jus cogens internacional"9.

B. Respecto de las víctimas 41. Existe un desacuerdo entre las partes en relación con el número de víctimas mortales

que dejó el asalto al penal "Castro Castro", toda vez que el Estado ha reconocido la muerte de entre 4210 y 4411 reclusos mientras que los peticionarios han alegado que las víctimas fatales fueron al menos 86. De acuerdo con la información proporcionada por el Estado, la División de Investigación Criminal de la Policía Nacional del Perú procedió a la destrucción de los documentos relacionados con la investigación de las muertes, supuestamente en cumplimiento de disposiciones reglamentarias, impidiendo la individualización de todas las víctimas fatales del operativo. En consecuencia, la Comisión se referirá únicamente a las víctimas cuyo deceso ha podido establecer de manera fehaciente a través del acervo probatorio ofrecido por las partes y del informe elaborado por la Comisión de la Verdad y la Reconciliación12, sin perjuicio de nueva evidencia que pudiera surgir en el futuro y demostrar la identidad y circunstancias de la muerte o desaparición de las otras víctimas referidas por los peticionarios.

42. Además, cabe destacar que los peticionarios presentaron a la Comisión el 11 de

noviembre de 2002 un listado de víctimas que, con la salvedad explicada en el párrafo anterior, no ha sido controvertido por el Estado. En consecuencia, para los efectos de la presente demanda, la Comisión considera víctimas de las violaciones a las siguientes personas:

9 Corte I.D.H., Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri, supra (nota 8), párr. 76. 10 Véase, Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003, Tomo VII, sección 2.68, págs.

769 y 786, donde expresa: "[l]o más lamentable, la muerte de un número de personas que la CVR estima en 42, pero aún indeterminado y que debe ser investigado por el Poder Judicial." (Anexo 6), disponible también en http://www.cverdad.org.pe/ifinal/index.php al 28 de agosto de 2004.

11 Véase, Informe N° 004-2001-DIRINCRI-EM-O-DD.HH. elaborado por la Policía Nacional del Perú, (Anexo 275). 12 Creada mediante Decreto Supremo N° 065/2001-PCM del 2 de junio de 2001. Su mandato comprendió el

esclarecimiento del proceso, los hechos y responsabilidades de la violencia terrorista y de la violación de los derechos humanos producidos desde mayo de 1980 hasta noviembre de 2000, imputables tanto a las organizaciones terroristas como a los agentes del Estado, así como proponer iniciativas destinadas a afirmar la paz y la concordia entre los peruanos. Es necesario aclarar que de conformidad con el Artículo 3 del referido decreto, la Comisión no tiene atribuciones jurisdiccionales, por tanto no sustituye en sus funciones al Poder Judicial y al Ministerio Público. Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003 (Anexo 6).

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42.1. Fallecidos13 (42): Deodato Hugo Juárez Cruzatt (41 años); Tito Róger Valle Travezaño (42 años); Wilfredo Fheller Gutiérrez Veliz (24 años); Marco Wilfredo Azaña Maza (24 años);Ramiro Alberto Nina Quispe Flores (29 años); Elmer Jesús Lino Llanos (21 años); Roberto William Rivera Espinoza (21 años); César Augusto Paredes (41 años); Jorge Muñoz Muñoz (27 años); Carlos Jesús Aguilar Garay (41 años); Fidel Castro Palomino (21 años); Sergio Campos Fernández (36 años); Marco Ccallocunto Núñez (29 o 30 años); Jaime Gilberto Gutiérrez Prado (29 años); Lucio Cuadros Illaccanqui (40 años); Julio César Moreno Núñez (27 años); Juan Manuel Conde Yupari (35 años); Juan Bardales Rengifo (28 años); Luis Angel Llamas Mendoza (24 años); Mario Francisco Aguilar Vega (45 años); Rubén Constantino Chihuan Basilio (30 años); Fernando Alfredo Orozco García (29 años); Andrés Agüero Garamendi (33 años); José Antonio Aranda Company (24 años); Víctor Hugo Auqui Cáceres (21 años); Rufino Obregón Chávez (30 años); Wilmer Rodríguez León (27 años); Santos Genaro Zavaleta Hipólito (45 años); Ignacio Guizado Talaverano (25 años); Yobanka Pardavé Trujillo (36 años); Elvia Nila Zanabria Pacheco (40 años); Janet Talavera Sánchez (28 años); Noemí Romero Mejía (27 años); Julia Marlene Olivos Peña (25 años); María Villegas Regalado (24 años); Vilma Edda Aguilar Fajardo (61 años); Rosa Luz Aponte Inga (23 años); Consuelo María Barreto Rojas (25 años); Ana Pilar Castillo Villanueva (25 años); Mercedes Violeta Peralta Aldazabal (24 años); Agatino Chávez Correa; NN Protocolo de autopsia 1944 de fecha 7 de mayo de 1992.

13 Con independencia del listado en cuestión, la muerte de estas personas ha sido establecida a través de los

siguientes documentos: Comunicación enviada a la Comisión por algunos prisioneros sobrevivientes el 20 de mayo de 1992 (Expediente del trámite ante la CIDH); Comunicación enviada a la Comisión por algunos prisioneros sobrevivientes el 27 de mayo de 1992 (Expediente del trámite ante la CIDH); Declaraciones de reclusos sobrevivientes o de familiares de los reclusos fallecidos, rendidas por escrito o grabadas en cinta de audio o video (Anexos 82 a 252 y 266); Informe de la fiscal Mirtha Campos: oficio N° 142-92-1-OFPPL-MP de fecha 5 de junio de 1992, dirigido a la Fiscal de la Nación (Anexo 12); Listado de internos fallecidos durante el operativo "Mudanza 1" firmado por la fiscal Mirtha Campos (Anexo 12); Comunicado oficial del Ministerio del Interior No. 10-COOSMIN de fecha 12 de mayo de 1992 y nota de prensa relativa a dicho comunicado aparecida en el diario "La República" el 13 de mayo de 1992 (Anexo 18); Comunicado de prensa de la Embajada del Perú en el Reino Unido del 15 de mayo de 1992, remitida por los peticionarios (Anexo 19); Certificados de necropsia (Anexo 278); Informes de medicina forense (Anexo 279); Informes toxicológicos (Anexo 280); Informes de balística (Anexo 281); Informes de absorción atómica (Anexo 282); Informes de biología forense (Anexo 283); Informes de análisis químico de explosivos (Anexo 283); Solicitudes de inscripción de defunción dirigidas al Jefe del Departamento de Registros Civiles de San Juan de Lurigancho (Anexo 285); Informes de identificación de cadáveres: exámenes dactiloscópicos, odontológicos, fotografías y fojas de antecedentes (Anexo 286); Acta de fecha 9 de mayo de 1992 suscrita por la fiscal Mirtha Campos (Anexo 12); Recortes de prensa de noticias aparecidas entre otros en los diarios "La República", "El Comercio", "Expreso", "El Nacional" y revista "Caretas", entre los días 8 y 18 de mayo (Anexos 20, 23 a 34, 38 a 40, y 43 a 77); Informe N° 004-2001-DIRINCRI-EM-O-DD.HH. elaborado por la Policía Nacional del Perú (Anexo 275); Informe N° 005-2001-DIRINCRI-EM-O-DD.HH. elaborado por la Policía Nacional del Perú (Anexo 287); Informe Human Rights Watch Global Report on Prisons, 1993, pág. 133; Informe Sobre la Situación de los Derechos Humanos en Perú, OEA/Ser.L/V/II.83/Doc. 31, del 12 de marzo de 1993, Anexo VIII, párrs. 37 al 51 (Anexo 41); y Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003, Tomo VII, sección 2.68, págs. 769 a 787 (Anexo 6).

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42.2. Heridos14 (175) 42.2.1. Trasladados al Hospital Central de la Sanidad de la Policía15 (15) Ana Berrio Yanque; Gaby Balcázar Medina; Gloria Díaz Poma; Jesusa Demetria Chipana Tucno; Margot Lourdes Liendo Gil; Mercedes Ríos Vera; Miriam Mosqueira; Miriam Rodríguez Peralta; Victoria Obdulia Trujillo Agurto; César Mamaní Valverde; Gerardo Lizarzaburu; José Agustín Machuca Urbina; Luis Angel Pérez Zapata; Víctor Javier Olivos Peña; Walter Andrés Huamanchumo Morante. 42.2.2. Heridos graves dejados sin asistencia médica16 (5) Gabino (o Gavino) Albay Mallma; Luis Villanueva Rosales; Ricardo Cervantes Vargas; Valery Loli Tamariz; Víctor Raúl Gómez Yuyali. 42.2.3. Heridos trasladados al área del penal conocida como "admisión", que no recibieron asistencia médica (63) Abel Preciado Aguilar; Alberto Morán Montoya; Alcides Luis Maraví López; Alejandro Oliva Landín; Alfredo Castillo Montañez; Angel Espinoza Pinedo; Camilo Baras Tapia; Carlos Alberto Olivares Palomino; Carlos Cahuas Rosas; Carlos William Gonzáles Celedonio; Dalmiro Duque Reto; Damián Huallpa Mollehuanca; Donato Barbarán Agüero; Eddy Alberto Peña Ramírez; Edgard García David; Edwin Ardna Díaz; Efraín Gamboa Yépez; Enrique Gómez Santillán; Enrique Llantoy Sulca; Ernesto Saldaña Aguado; Ever Sejje Vargas; Ezequiel Padilla Cuadros; Federico Laime Checasaca; Felipe Ordóñez Córdoba; Félix José Cuicapusa Martel; Francisco Laura Espinoza; Fredy Guevara Medina; Gilberto Mozombite Fachín; Gregorio García Palomino; Guillermo Alfonso Rodríguez Ramos; Héctor

14 En relación con los heridos la Comisión de la Verdad y la Reconciliación expresó en su Informe Final, Tomo VII,

sección 2.68, pág. 786, que: "La violenta intervención policial y el empleo de armas de guerra, así como el uso de explosivos y granadas de guerra afectó la integridad física de cientos de internos, algunas mujeres gestantes y causó lesiones graves, negándose, además, los deberes de auxilio humanitario a muchos internos gravemente heridos" (Anexo 6). Con independencia del informe en cuestión, las lesiones sufridas por estas personas han sido establecidas a través de los siguientes documentos: Comunicación enviada a la Comisión por algunos prisioneros el 14 de mayo de 1992 (Expediente del trámite ante la CIDH); Comunicación enviada a la Comisión por algunos prisioneros el 20 de mayo de 1992 (Expediente del trámite ante la CIDH); Comunicación enviada a la Comisión por algunos prisioneros el 27 de mayo de 1992 (Expediente del trámite ante la CIDH); Relación de internas del pabellón "1A": mujeres evacuadas al Hospital Central de la Sanidad de la Policía, suscrita por la fiscal Mirtha Campos (Anexo 12); Informe de la fiscal Mirtha Campos: oficio N° 142-92-1-OFPPL-MP de fecha 5 de junio de 1992, dirigido a la Fiscal de la Nación (Anexo 12); Declaraciones de reclusos sobrevivientes o de familiares de los reclusos fallecidos, rendidas por escrito o grabadas en cinta de audio o video (Anexos 82 a 252 y 266); Recorte de prensa de una noticia aparecida en el diario "El Nacional" de fecha 13 de mayo de 1992 (Anexo 28); Informe N° 005-2001-DIRINCRI-EM-O-DD.HH. elaborado por la Policía Nacional del Perú (Anexo 287); Informes de medicina forense (Anexo 279), Informes de balística (Anexo 281), Informes de absorción atómica (Anexo 284) e Informes de biología forense (Anexo 283), remitidos por el Estado como anexos a su comunicación de fecha 1ro de noviembre de 2001; Informe Human Rights Watch Global Report on Prisons, 1993, pág. 133; e Informe Sobre la Situación de los Derechos Humanos en Perú, OEA/Ser.L/V/II.83/Doc. 31, del 12 de marzo de 1993, Anexo VIII, párrs. 37 al 51 (Anexo 41).

15 Relación de internas del pabellón "1A": mujeres evacuadas al Hospital Central de la Sanidad de la Policía, suscrita por la fiscal Mirtha Campos (Anexo 12); Informe de la fiscal Mirtha Campos: oficio N° 142-92-1-OFPPL-MP de fecha 5 de junio de 1992, dirigido a la Fiscal de la Nación (Anexo 12); Declaraciones de reclusos sobrevivientes o de familiares de los reclusos fallecidos, rendidas por escrito o grabadas en cinta de audio o video (Anexos 82 a 252 y 266).

16 De acuerdo con los peticionarios las personas referidas en esta sección resultaron gravemente heridas a consecuencia de explosiones o impactos de bala en órganos vitales. A efectos de demostrar tales alegaciones, los peticionarios presentaron varias declaraciones escritas de Lucía Pillaca, Javier Olivos Peña, Lorenzo Rodas Centeno, Edgar Galán Martínez, Juan Manuel Castro Vizcarra, Javier Salazar Mozo, Carlos González Celedonio, Alfredo Castillo Montañez y Arturo Ricardo Chumpitaz Aguirre, entre otros, remitidas como anexos a su presentación del 1ro de marzo de 2002 (Anexos 99, 123, 133, 146, 157, 161, 166, 174, 232 y 235, entre otros).

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Gómez Salazar; Heber Fausto Chavarría Román; Jaime Javier Salazar Mozo; Jesús Villaverde Aguilar; Jhonny Edwar Calderón Gutiérrez; José Negrón Canchari; José Manuel Arce Meléndez; Juan Carlos Galván Álvarez; Juan Carlos Lazo Prieto; Luis A. Lengua Cabrera; Luis Alberto Canahualpa Valenzuela; Luis Alberto Ramírez A.; Luis Marino Gómez del Prado; Luis Zavaleta Concepción; Máximo Aparco Huincho; Máximo Segundo Quispe; Miguel Guija Barreto; Osman Morote Barrionuevo; Pablo Carranza Retuerto; Pablo Efraín Jorge Morales; Pedro Jesús Santibáñez A.; Pedro Simón Espinoza Alvarado; Ricardo Huaccan Tanta; Ricardo Roberto Inca Palomino; Rolando Estrada Yarlequel; Román Orlando Díaz Alvarado; Sergio Hernández Tamara; Teófilo Alvites Alhuay; Víctor Castillo Mezzich; Víctor Trejo Pérez; Vladimir Enver Esquivel Cárhuaz; Walter Enrique Zúñiga Porras; Zósimo Oswaldo Salazar Cossío. 42.2.4. Heridos trasladados al área del penal conocida como "tierra de nadie", que no recibieron asistencia médica (87) Acosta Navarro Rosa Ysabel; Alvarado Rojas Martha Elena; Alvarado Ruiz Nina Soria; Álvarez Sánchez Gladys Alicia; Angeles Cotillo John; Apaico Paúcar Mauro; Arredondo Lezama Armengol Preciliano; Atauje Mendoza William A.; Atunca Acevedo Alberto; Cacha Espíritu Valentín; Cahuana Y. Atilio Richard; Cahuantico Cahuantico Roberto; Castro Rosas Magally; Castro Vizcarra Juan Manuel; Cauracuri Coronado Jorge; Challco Hurtado Eva Sofia; Chávez Hun Gustavo Adolfo; Chávez Olivera Wilson; Chumpitaz Luyo Aydeé; Clavo Gonzáles Orestes; Cocha Nevado Pastor; Conde Beltrán Yuri Vanessa; De la Cruz Yarma Elmer; Díaz Carhuas José Guillermo; Durand Araujo Jorge Luis; Falcón Albino Amadeo; Fernández Vázquez Rafael Evaristo; Flores Flores Felizandro; Galán Martínez Edgar; Gamboa Aguilar Miriam Virgilia; Gil Orihuela Raúl Basilio; Oscar Navarro Gilbonio; González Marcelo César Manolo; González Soto Segundo; Huayasco Vicente Manuel Oswaldo; Huamán Arrieta Edgar Eduardo; Huamaní Buitrón Faustina J.; Julcarima Antonio Jesús; Koo Villanueva Miguel Angel; Lamas Albán Carlos Alberto; Luque Condori Ricardo; Maldonado Vera Edgar Jesús; Mallqui Ana María; Medina Santi Henry; Montero Chuquirimay Alfredo Ernesto; Nunja García Isidoro Santiago; Olórtegui Crispin Fernando Claudio; Orozco García Juan Manuel; Pachecho Osco Rumaldo Juan; Palacios Valenzuela Esther Yovana; Peralta Saldarriaga Martín; Pérez Pérez Miguel Angel; Pillaca Sicha Lucia; Pinedo Manrique Luis Rosendo; Ponce Hilarlo Antonio Melquiadez; Porras Pino Ramiro; Quispe de la Cruz Eliot; Quispe Huaco Adán; Quispe Rojas Sabina Virgen; Rayme Poma Diego; Reyes Dávila Julio; Rodas Centeno Lorenzo; Ronceros Solano Julián Modesto; Saire Heredia María Aida; Salinas Arroyo Rosario; Santander Salvador Dalia; Saravia López de Castilla Gerardo; Sebastián Inga Anatolia Silva Dávalos Percy Omar; Silva Huapaya Sergio Luis; Soto Marchan Zósimo; Tarraga Llacta Horacio; Tello Santos Reyes; Tello Santos Francisco Abad; Tello Santos José Baltazar; Tolentino González Edgar Pedro; Torres Mendoza Carlos Manuel; Utia Lozano Pascual; Valdiviezo García Roberto Ponciano; Valle Rivera Madeleine; Ventocilla Yacchi Julio; Vicente Rivadeneyra Alex; Villanueva Azaña Hugo Walter; Yangua Lloclla Amado; Yépez Maria; Zavaleta Anchivilca Milton; Zorrillo Castillo Patricia. 42.2.5. Prisioneros heridos de acuerdo con reportes periodísticos (5) Abel Segundo Castillo; Sergio Cruz Silva; César Vázquez Cauchón (Chichón de acuerdo con medios de prensa, Huchón según el listado del INPE); Alberto Cahuatinco; Rolando Cuadra Y.

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42.3. Prisioneros que resultaron ilesos17 (322) 42.3.1. Internas trasladadas a la prisión de "Cachiche" (46) Acosta Soto Celina; Aguilar Caballero Ruth; Alcazar Moreau Ana F.; Arnao Huerta Mónica; Borrón Cerrón Lili; Bornaz Villagarcia Tania; Caldas Acuña Patricia, Carbajal León Claudina; Carranza Castro Cirila Emilia; Ccapcha Ramos Sofia A; Chipana Tucno Raquel Daysi; Crisóstomo H. Doris Eduviges; Cruz Flores Gloria Gladys; Flores Valdivia Rosa María; García Javier Flor de María; González Toribio María; Grados Ponce Sandra; Huaman Llanac Poncca Santusa; Huamanhorqque Huamanhorgque Sandra Luisa; Huamaní Parco Valentina; Huamaní Shupingahua Alier; Laupa Díaz Isabel Mariela; López Unocc María; Malqui Rodríguez Silvia; Manco Pérez Maribel; Medina Márquez Sheridan; Méndez Canales Carla; Mendoza Araujo Miriam J.; Morán Cascire Marisol; Morote Durand Elena; Morote Rodríguez Gemma; Nalverte Parhuay Alicia; Osorio Tintaya Lidia; Pacheco García Giovanna; Palomino Zeña Fany; Pinillos Núñez Carolina; Ponce Carrasco Ricardina; Quinteros Arce Elfiria Nestorina; Quispe La Rosa Doris; Ramírez Guillén Rosa; Ruiz Altamirano Maria Luisa; Suyo Loayza Beatriz; Tineo Godos Fredesinda; Velarde González Yolanda; Villa Clemente Zaida Elizabeth; Villaverde Aguilar Mercedes. 42.3.2. Internas trasladadas al penal "Santa Mónica" de Chorrillos (45) Aite Chillitupa Agueda; Arredondo Guevara vda. de Arguedas Sybila; Bollinger Marroquín Claudia; Breuer Pilco Silvia Gertrudis; Carranza Laurente Andrea; Castillo Medina María; Chávez Vilcapuma Edith Inés; Evans Risco Nelly Marion; Feria Tinta Mónica; Gálvez Cavero Nora Flor; Genua López Vicenta; Guillermo Álvarez Estela Flor; Huamán Oré Rosario Luz; Huatuco Fuentes Carmen Lucy; Huerta Arnao Asteria; Huidobro Bermúdez María Teresa; Leandro Esteban de Fuentes Yolanda; Lluyali Satusa Benedicta; Maldonado Santiago Angélica Norma; Mantari de la Cruz Aideé; Mariano Ramón Magda; Marquina Sumari Blanca Eva; Mateo Bruno Magda; Mejía Chávez Yudy; Montaño Freire Fiorella Concepción; Morales Palomino Mery; Morales Valer Soraya Maria; Moreno Tarazona Isabel; Muñoz Vílchez Dora Antonia; Ortega (o Arteaga) Norma; Paredes Laurente Rosa Carmen; Ramos Lupe Rosina; Rengifo del Prado Zoraida; Rivas Laurente Mariela; Rivera Reynoso Nelly Esperanza; Saire Q. Segundina; Salcedo Maria; Solis Lilia; Taquiri Yanqui Delia; Tocasca Matos Jenny; Torreón Rubio Elita Justa; Ugáz Esperanza; Zavaleta Huamanyauri Nélida; Núñez Zorca Milagros; Núñez Mercedes.

17 Con independencia del listado en cuestión, la existencia y traslado o reubicación de estos presos ha sido

establecida a través de los siguientes documentos: Comunicación enviada a la Comisión por las internas trasladadas a "Cachiche" el 19 de mayo de 1992 (Expediente del trámite ante la CIDH); Escrito de interposición de habeas corpus suscrito por algunas de las internas trasladadas a "Chorrillos" (Anexo 22); Informe de la fiscal Mirtha Campos: oficio N° 142-92-1-OFPPL-MP de fecha 5 de junio de 1992, dirigido a la Fiscal de la Nación (Anexo 12); Comunicación enviada a la Comisión por algunos prisioneros el 14 de mayo de 1992 (Expediente del trámite ante la CIDH); Declaraciones de reclusos sobrevivientes o de familiares de los reclusos fallecidos, rendidas por escrito o grabadas en cinta de audio o video (Anexos 82 a 252 y 266); Relación de internas que fueron trasladadas a la prisión de "Cachiche" suscrita por la fiscal Mirtha Campos (Anexo 12); Informe Sobre la Situación de los Derechos Humanos en Perú, OEA/Ser.L/V/II.83/Doc. 31, del 12 de marzo de 1993, Anexo VIII, párrs. 37 al 51 (Anexo 41); y Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003, Tomo VII, sección 2.68, págs. 769 a 787 (Anexo 6).

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42.3.3. Interno mantenido en la "Admisión" del centro penal "Miguel Castro Castro" (1) Ccopa Molina Jesús Lucio. 42.3.4. Internos mantenidos en el patio denominado "tierra de nadie" del centro penal "Miguel Castro Castro" (230) Abarca Sánchez Pedro Damián; Abarco Torres Sergio; Acosta Teófilo Eusebio; Agreda Cerda Marco Antonio; Agüero Garamendi Arturo; Aguilar Caballero Orlando Felipe; Aguilar Chávez Edson; Aguinaga Oliver Andrés; Aguirre Pacheco Glicerio; Alania Osario Francisco; Albay Mallma Andrés; Alvarado Ubaldo Ricardo; Álvaro Córdova Carlos M.; Amado Taype Manuel Alejandro; Aparicio Álvarez Julio Hugo; Aparicio Ortega Hingmar or (Higmar); Arce Carpio Hubert Iván; Arone de la Torre Antonio Isaías; Atahua Huaraca Carlos Percy; Atocsa Cahuay Bernardo Dante; Banda Janampa Carlos; Barrientos Quispe Carlos Armando; Basurto Ayllón Herles; Belleza Napán Pablo; Blanco Cabeza Danilo; Bobadillo Díaz. Miguel; Bonilla Cruz Waldo Raúl; Buitrón Arias Niels Ireneo; Cáceres Román Víctor Hugo; Cahuana Yuyali Ismael Charles; Calderón Vargas Fernando; Calle López Raúl; Cama Martínez Benjamín Carlos; Camayo Rosales Víctor D.; Campos Villegas José Fernando; Canahualpa Valenzuela Juan Carlos; Canales Sermeño Miguel Angel; Cano Andía Carlos N.; Cárdenas Hildebrando; Cárdenas Paredes Herson; Cárdenas Paz Josué; Carreño Laurel Francisco Luis; Carreño Tena Ernesto; Caycho Saldias Gustavo Gabriel; Cerrón Talavera Dante; Charahua Flores Edilberto; Chávez Sifuentes Sebastián; Chumpitaz Aguirre Ricardo Arturo; Collantes Beltrán Ismael; Collazos Rojas Hernán; Córdova Alzamora Juan; Corzo Asencio Marcial; Cotrina Mendoza Manuel; Cruz Suaña Miguel Enrique; Dávila Muirguía Luis Alberto Martín; De la Cruz Azaña Heli Luis; Del Águila A. Jefferson; Espinoza Lozano Edison; Espinoza Materos Pedro; Espinoza Monge David Martín; Estrada Mestanza Santos; Flores Barreto Edgard Pedro; Flores de la Cruz Luis; Flores González William; Flores Kutaka Dennys; Flores Palomino Juan Bautista; Flores Prieto Fernando; Galindo Amaro Alfredo; Gamarra Romero Félix Antonio; Garagundo Solier Amilcar; García Alama Jaime Segundo; García Palacios Julio César; Gil González Iván; Godoy Jara Luiz Teófenes; Gómez Paquiyauri Carlos Pedro; González Villafuerte Thales Manrique; Grados Bermitt Jorge; Grande Ascue Daniel; Grandes Rojas José Adiley; Guillén Collazos Oswaldo; Gutiérrez León Julián Luis; Hoces Narbajo (or Navajo) Moisés; Huallanca Quispe Zenen; Huamán Cuadros Alejandro; Huamán Herrera Oliverio Salvador; Huamán Lazo Rufino; Huapaya Marcelo Antonio; Huaraca Aviles Justiniano Santos; Huarhuachi Valer Marcial; Huari García Floriano; Huayuyo López Rosel; Huerta Durán Absalón; Hurtado Mendoza Pedro; Infante Yupanqui Carlos; Infantes Rodríguez Juan Carlos; Inga Lazo Manuel; Jayo Noa Víctor; Jiménez Camargo Domingo; Laura Ríos Gustavo Artemio; Lázaro Rojas Guillermo; León Lliuyacc Nicéforo; López Camacho Fernando; López Reyes Jorge Jesús; Lozano Lozano Edgar Efraín; Luna Soto Kuenen; Macedo Espinoza Dimas Timoteo; Madueño Reyes Edgar César; Malache González Manuel; Manrique Marcelo Willy Severo; Mata Bernardo Santos; Matos Gómez Inocente César; Matos Juárez Jesús; Mayorga Donayre Peter; Medina Kong Harold; Medina Puma Fernando; Medina Puma Rolando; Mena Ávila Alejandro; Méndez Cruz Félix Rafael; Mendoza Sejil Juan Flavio; Montes Oscano Oscar; Morales Zapata Francisco Javier; Mozambite Fachín Milton; Mujica Contreras Wilfredo; Neira Torres Crisineo; Nonato Landa Jorge Luis; Núñez Gutiérrez José; Olivas Palma Donald Alcides; Olivos Eusebio Manuel Eduardo; Orosco Castañeda Germán Isaac; Ortiz Ramírez Arnaldo Jesús; Pacheco García Julio Félix; Pacheco Jorahua Luis Alfredo; Pacheco Pedroza Edgar; Padilla Cuadros Orlando; Palomino García Alipio; Panduro Salas Astolfo; Panduro Salas Delmar; Paredes Grandes Waldyr; Pariona Castillo Eddy Richard; Párraga Alta José Julián; Pascual Llata Sarmiento; Peña Noblecilla Mario; Pereda García Fernando; Pereda García Luis; Pérez Román Daniel; Pérez Velásquez Jorge Augusto; Pezet Coronado Luis Miguel; Pfeng Delgado Roberto Julio; Pizarro Llanos Edgardo; Poccorpachi Vallejos Alfredo; Poma Mendoza Leoncio; Ponce Carrasco Miguel Angel; Ponce Cortez Alberto Joel; Ponce Hilario Walter Juan; Pozo Coronado Enrique; Prado Espinoza Vidal; Prado Santomé Henry; Quelopana Mondoñedo Edwin; Quicapusa Martel Miguel; Quispitupa Javier Julio; Ramírez Medina Albino; Ramírez Morales Carlos;

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Ramírez Rojas Urcesingo; Ramírez Sánchez José; Ramón Francisco Julio César; Rengifo Carpio Claudio; Reyes García Erasmo Alfredo; Reyes Silipu José Adriano; Ríos Escandón, Jesús; Rivas Laurente Juan Carlos; Riveros Quintanilla Henry Martín; Robles Morán Carlos Erick; Rojas Arango Roberto Idelso; Rojas León Fernando; Rojas Simón César Alejandro; Romero Huallpa Justiniano; Rondinel Cano Julio; Rosales Berrospi Julián; Rosales Tuya Marco Antonio; Rubina Arano José Antonio; Sachún Paredes Martín; Saire Heredia José Antonio; Salas Anco Jesús; Saldaña Alfaro Marco Tulio; Sánchez William Gabriel; Santillana Reátegui David Lévy; Sao Kiin Leong (or leong); Seldelmeyer Armas Engelbert; Silva Aliaga Raúl; Silva Dávalos Douglas Milton; Solís Macedo Jaime; Soria Suárez Edgar; Sulca Pillaca Edgar; Sulca Pillaca Honorato; Talledo Astudillo Máximo; Tamayo Acuña Evaristo; Tapia López Carlos Donayre; Tapia López Florián Donato; Tello Arbieto Mariano Ignasio; Terrones Landázuri Wilfredo Ricardo; Torres Alarcón Hilario; Torres Maldonado José Luis; Torres Santisteban Angel Arturo; Trujillo Penalillo Víctor; Valenzuela Palacios Yuri; Vargas Gamboa Julio; Vargas Osorio Moisés; Vargas Velásquez Ignacio Cecilio; Vázquez Rojas Augusto; Vega Paquillo Miguel; Vera Palacios Miguel; Vicencio Cucche Diego Nicolás; Vicente Cama Saúl; Victoria Lizana Luis; Vidalón Arakaki Arturo Jesús; Vila Vargas Marín; Vilcara Gamarra Mario; Villanueva Rosales Manuel Alberto; Yauyos Martínez Jesús; Yparraguirre Lázaro Javier; Zamora Zamora Juan; Zárate Canales Angelo; Zárate Canales José; Zavala Cataño Víctor; Zeña A. Jaime Oswaldo; Zúñiga Rodríguez César Clemente; Cevallos Flores Juan José; Castro Cabral Cutberto; y Campos Villegas Héctor.

43. La Comisión se referirá en primer lugar a la falta de previsión del Estado en controlar el ingreso de armas al centro penal "Castro Castro" y su posesión por parte de los presos, situación que se encuentra necesariamente relacionada con el posterior uso de fuerza letal para adquirir el control de la prisión. Se explicará en segundo lugar el comportamiento tanto de los agentes estatales como de los internos desde el inicio del operativo aproximadamente a las 4:00 a.m. del día 6 de mayo de 1992; las medidas de control del penal que intentaron los agentes del Estado, la respuesta de los internos y el escalamiento en el uso de la fuerza por parte del Estado a partir del día 7 de mayo de 1992 (segundo día del operativo) tras una reunión entre el Presidente de la República y otros altos funcionarios del Estado y de las fuerzas de seguridad. En tercer lugar analizará el uso de la fuerza por parte del Estado a partir del segundo día de la incursión, 7 de mayo de 1992, hasta los momentos inmediatamente anteriores a la rendición de los internos el día 9 de mayo de 1992. Posteriormente, la Comisión se referirá al uso de fuerza letal y a las muertes ocurridas tras la rendición de los presos en la tarde del 9 de mayo de 1992, así como al tratamiento otorgado a los presos sobrevivientes en los días posteriores a la incursión y hasta el 22 de mayo de 1992, fecha en la que el último grupo de internos fue reubicado en el pabellón "1A" del penal. Por último, la CIDH analizará la investigación llevada a cabo por el Estado Peruano en relación con los sucesos acaecidos en el centro penal "Castro Castro" entre los días 6 y 22 de mayo de 1992.

C. El operativo "Mudanza 1" Primer día del operativo: El inicio del asalto y el enfrentamiento entre las fuerzas de seguridad del Estado y los reclusos que resistían el traslado de sus compañeras 44. Ha quedado establecido18 que aproximadamente a las 4:00 AM del día miércoles 6

de mayo de 1992, efectivos de las fuerzas de seguridad peruanas iniciaron una incursión cuyo propósito declarado era proceder al traslado de alrededor de 90 internas acusadas de terrorismo o traición a la patria que se encontraban recluidas en el pabellón "1A" del Centro Penal "Miguel

18 A través de la evidencia aportada por las partes durante el trámite ante la CIDH; el Informe Sobre la Situación de

los Derechos Humanos en Perú, OEA/Ser.L/V/II.83/Doc. 31, del 12 de marzo de 1993, Anexo VIII, párr. 37 (Anexo 41); y Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003, Tomo VII, sección 2.68, pág. 769 (Anexo 6).

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Castro Castro". Al efecto, la policía derribó parte de la pared externa del patio del referido pabellón utilizando explosivos19.

45. Los internos impidieron el acceso de los efectivos de seguridad al pabellón "1A"

utilizando al efecto sus literas, hechas de hierro20. Luego, aproximadamente a las 5:00 AM, las fuerzas de seguridad han provocado una segunda explosión y minutos después una tercera que destruyó la puerta de contención del primer piso del pabellón, obligando a los reclusos a trasladarse a los pisos superiores. En estos momentos, los agentes estatales han empezado a disparar contra los internos que se arrastraban para evitar ser alcanzados por los proyectiles21.

46. Un par de horas más tarde (según el informe de la Comisión de la Verdad y la

Reconciliación a las 8:30 AM), ha fallecido la primera víctima identificada como Juan Bardales Rengifo22, quien recibió un disparo por la espalda mientras luchaba con un policía cerca de la puerta del denominado "mirador". Es necesario aclarar que de conformidad con la evidencia proporcionada a la CIDH, el Sr. Bardales se encontraba desarmado. Posteriormente, entre las 9:00 y las 9:30 AM, la policía tomó esta sección del pabellón introduciendo gases lacrimógenos. Al mismo tiempo, desde el techo otros efectivos de seguridad disparaban con fusiles de largo alcance y lanzaban gases lacrimógenos y granadas, produciéndose cuadros asfixia de algunos internos23.

47. Instantes después, María Villegas Regalado24, resultó herida por 8 impactos de bala

(según se desprende del protocolo de autopsia No. 2077-92) efectuados a través de uno de los agujeros del techo, mientras trataba de ocultarse en una de las celdas del cuarto piso del pabellón "1A". La interna fue trasladada al Hospital Central de la Sanidad de la Policía donde falleció el día 11 de mayo.

48. A las 10:00 AM los reclusos confinados en el pabellón "4B" iniciaron una protesta

por el ataque a sus compañeras. La policía reaccionó disparándoles, resultando herido en el ojo

19 Declaraciones de reclusos sobrevivientes o de familiares de los reclusos fallecidos, rendidas por escrito o

grabadas en cinta de audio o video (Anexos 82 a 252 y 266); Recortes de prensa de noticias aparecidas en los diarios "La República", "El Comercio", "Expreso", "El Nacional" y revista "Caretas", entre los días 8 y 18 de mayo de 1992 (Anexos 20, 23 a 34, 38 a 40, y 43 a 77); Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003, Tomo VII, sección 2.68, pág. 771 (Anexo 6).

20 Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003, Tomo VII, sección 2.68, pág. 772 (Anexo 6). Se ha constatado también, a partir de los testimonios de algunos de los sobrevivientes que los reclusos contaban con algunas armas de bajo calibre, que también utilizaron para repeler el ataque de las fuerzas de seguridad.

21 Declaraciones de reclusos sobrevivientes o de familiares de los reclusos fallecidos, rendidas por escrito o grabadas en cinta de audio o video (Anexos 82 a 252 y 266); Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003, Tomo VII, sección 2.68, pág. 772 (Anexo 6).

22 Certificado de necropsia, informe médico forense, informe de identificación y solicitud de inscripción de defunción del cadáver examinado bajo el Certificado de necropsia, informe médico forense, informe de identificación y solicitud de inscripción de defunción del cadáver examinado bajo el protocolo de autopsia N° 1935 del 7 de mayo de 1992 (Anexos 278 a 286); Declaraciones escritas de Carlos González Celedonio, Jaime Segundo García Alama y José Agustín Machuca Urbina, entre otras, remitidas por los peticionarios (Anexos 174, 201 y 220); Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003, Tomo VII, sección 2.68, pág. 772 (Anexo 6).

23 Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003, Tomo VII, sección 2.68, pág. 772 (Anexo 6).

24 Certificado de necropsia, informe médico forense, informe de identificación y solicitud de inscripción de defunción del cadáver examinado bajo el protocolo de autopsia N° 2077 del 11 de mayo de 1992 (Anexos 278 a 286); Declaraciones escritas de Damián Huallpa Mollehuanca, Enrique Llantoy Sulca y Marco Tulio Saldaña Alfaro, entre otras, remitidas por los peticionarios (Anexos 194, 195 y 228); Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003, Tomo VII, sección 2.68, pág. 773 (Anexo 6).

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Walter Andrés Huamanchumo25. Posteriormente, a las 11:00 AM varios internos del pabellón"4B" decidieron trasladarse hasta el pabellón "1A" para asistir a las mujeres, cruzando a través de un sistema de túneles que según el Estado habría sido construido por los propios reclusos. A la salida del túnel se han encontrado con un grupo de policías a los que se han enfrentado, resultando heridos en ese momento los internos José Agustín Machuca Urbina, Jorge Muñoz Muñoz y muerto el policía José Idrogo Olano26. Más adelante, al tratar de cruzar el área conocida como "mirador" han fallecido también los internos Jaime Gilberto Gutiérrez Prado, Juan Manuel Conde Yupari y Carlos Jesús Aguilar Garay27.

49. Durante el paso de otro grupo de presos desde el pabellón "4B" hacia el pabellón

"1A" a través del denominado mirador, el interno Julio César Moreno Núñez recibió un impacto de bala en la cabeza que le ocasionó la muerte28.

50. Varios internos que decidieron permanecer en el pabellón "4B" también fueron

alcanzados por los disparos que efectuaban los francotiradores de la policía, produciéndose la muerte de varios de ellos y heridas de consideración para otros. En estas circunstancias se da el fallecimiento de César Augusto Paredes Rodríguez29.

51. Hacía el medio día del 6 de mayo de 1992 las fuerzas de seguridad se retiraron del

área denominada "mirador" del pabellón "1A", suspendiendo momentáneamente las hostilidades, hasta que a la 1:00 PM, aproximadamente, un grupo de tres internos intentó bajar al primer piso, recibiendo ráfagas de metralleta por parte de la policía. Fallecieron en estas circunstancias los reclusos Fidel Castro Palomino, Marcos Ccallocunto Núñez y resultó herido Víctor Olivos Peña, a quien posteriormente debió amputársele parte del pié a consecuencia de dichas heridas30.

52. Aproximadamente a las 4:00 PM los agentes de seguridad lograron ingresar al cuarto

piso del pabellón "1A", deteniendo a un grupo de 11 internas que se encontraban heridas a causa

25 Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003, Tomo VII, sección 2.68, pág. 773

(Anexo 6).

26 Declaraciones escritas de Aydé Sebastiana Chumpitaz Luyo, Osmán Morote Barrionuevo y Magally Castro Rosas, entre otras, remitidas por los peticionarios (Anexos 214, 218 y 238); Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003, Tomo VII, sección 2.68, pág. 773 (Anexo 6).

27 Certificados de necropsia, informes médicos forenses, informes de identificación y solicitudes de inscripción de defunción de los cadáveres examinados bajo los protocolos de autopsia N° 1936 y 1939 del 7 de mayo de 1992, y 2024 del 11 de mayo de 1992 (Anexos 278 a 286); Declaraciones escritas de Efraín Jorge Morales, Segundo González Soto y Germán Isaac Orozco Castañeda, entre otras, remitidas por los peticionarios (Anexos 133, 153 y 170); Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003, Tomo VII, sección 2.68, págs. 773 y 774 (Anexo 6).

28 Certificado de necropsia, informe médico forense, informe de identificación y solicitud de inscripción de defunción del cadáver examinado bajo el protocolo de autopsia N° 1940 del 7 de mayo de 1992 (Anexos 278 a 286); Declaraciones escritas de Henry Medina Santi, Horacio Tarraga Llacta y José Guillermo Díaz Carhuas, entre otras, remitidas por los peticionarios (Anexos 150, 154 y 181); Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003, Tomo VII, sección 2.68, pág. 774 (Anexo 6).

29 Certificado de necropsia, informe médico forense, informe de identificación y solicitud de inscripción de defunción del cadáver examinado bajo el protocolo de autopsia N° 2006 del 11 de mayo de 1992 (Anexos 278 a 286); Declaraciones escritas de Edgar Galán Martínez, Osmán Morote Barrionuevo y Priscila Rodríguez Osorio, entre otras, remitidas por los peticionarios (Anexos 157, 218 y 260); Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003, Tomo VII, sección 2.68, pág. 774 (Anexo 6).

30 Certificado de necropsia, informe médico forense, informe de identificación y solicitud de inscripción de defunción del cadáver examinado bajo el protocolo de autopsia N° 1938 del 7 de mayo de 1992 (Anexos 278 a 286); Declaraciones escritas de Víctor Zavala Cataño, Víctor Javier Olivos Peña, Martín Peralta Saldarriaga y Manuel Cortina Mendoza, entre otras, remitidas por los peticionarios (Anexos 116, 123, 146 y 180); Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003, Tomo VII, sección 2.68, pág. 774 (Anexo 6).

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de los disparos y las explosiones, las cuales fueron trasladadas en un primer momento a la zona denominada "admisión" y posteriormente al penal "Santa Mónica" de Chorrillos31.

53. Entre las 5 de la tarde y las 7 de la noche, los internos regresaron por el mismo túnel

subterráneo al pabellón "4B" en razón de que el pabellón "1A" ya no prestaba seguridades. En ese trayecto, cerca del "mirador" del segundo piso, murió un número no establecido de internos. Algunos de los testigos señalan que entre los fallecidos estaban Sergio Campos Fernández32, Vilma Edda Aguilar Fajardo, Rosa Luz Aponte Inga y Lucio Roberto Cuadros Ullac33. Varios internos más resultaron heridos durante el traslado al pabellón "4B", por lo que los presos que tenían algún conocimiento médico o de enfermería instalaron un dispensario improvisado para atender a cerca de 70 personas heridas, muchas de las cuales fueron ubicadas en el tercer piso. Entre los heridos se encontraban Miriam Rodríguez, quien actualmente ha quedado paralítica, y Jesús Lino Llanos, quien falleció el 11 de mayo de 1992 en el Hospital de la Policía debido a la deficiente atención médica que recibió en dicha casa asistencial34.

Segundo día del operativo: La decisión de incrementar el uso de la fuerza con el propósito de adquirir el control del penal 54. En el segundo día del operativo, jueves 7 de mayo de 1992, aproximadamente a las

9:00 AM, los familiares de los reclusos y los miembros de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos se acercaron al Penal con el propósito de ingresar a dialogar con los presos, lo que fue impedido por las fuerzas de seguridad del Estado, que les obligaron a alejarse del lugar35. Al mismo tiempo los agentes del orden han empezado a hacer advertencias a los internos, exigiéndoles que se rindieran en el plazo máximo de 1 hora, requerimiento que no fue obedecido.

55. La edición del 11 de mayo de 1992 de la revista "Caretas" da cuenta de una reunión

presuntamente celebrada en horas de la tarde el 7 de mayo de 1992, entre el entonces Presidente Alberto Fujimori, el Consejo de Ministros, y varios oficiales policiales y militares, con el propósito de evaluar la situación del penal y decidir las acciones inmediatas. De acuerdo con la publicación periodística en la mencionada reunión se autorizó la intervención del ejército en el operativo, se prohibió la presencia en las cercanías del penal de los organismos de derechos humanos y se

31 Informe de la fiscal Mirtha Campos: oficio N° 142-92-1-OFPPL-MP de fecha 5 de junio de 1992, dirigido a la

Fiscal de la Nación, remitido por el Estado como anexo a su primera presentación de fecha 26 de octubre de 1992 (Anexo 12); Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003, Tomo VII, sección 2.68, pág. 774 (Anexo 6).

32 Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003, Tomo VII, sección 2.68, pág. 775 (Anexo 6).

33 Certificados de necropsia, informes médicos forenses, informes de identificación y solicitudes de inscripción de defunción de los cadáveres examinados bajo los protocolos de autopsia N° 1943 del 7 de mayo de 1992, 2023 y 2025 del 11 de mayo de 1992 (Anexos 278 a 286); Declaraciones escritas de Yolanda Velarde González, Segundo González Soto y Roberto Julio Pfeng Delgado, entre otras, remitidas por los peticionarios (Anexos 101, 153 y 221); Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003, Tomo VII, sección 2.68, pág. 775 (Anexo 6).

34 Certificado de necropsia, informe médico forense, informe de identificación y solicitud de inscripción de defunción del cadáver examinado bajo el protocolo de autopsia N° 2035 del 12 de mayo de 1992 (Anexos 278 a 286); Declaraciones escritas de Amado Yangua Lloclla, Aydé Sebastiana Chumpitaz Luyo y Zaida Elizabeth Villa Clemente, entre otras, remitidas por los peticionarios (Anexos 178, 214 y 241); Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003, Tomo VII, sección 2.68, pág. 775 (Anexo 6).

35 Recortes de prensa de noticias aparecidas en los diarios "La República", "El Comercio", "Expreso", "El Nacional" y revista "Caretas", entre los días 8 y 18 de mayo (Anexos 20, 23 a 34, 38 a 40, y 43 a 77); Informe Sobre la Situación de los Derechos Humanos en Perú, OEA/Ser.L/V/II.83/Doc. 31, del 12 de marzo de 1993, Anexo VIII, párr. 48 (Anexo 41); y Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003, Tomo VII, sección 2.68, pág. 776 (Anexo 6).

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dispuso el corte de luz, agua y alimentos para los internos así como el incremento de los ataques con armas de fuego y explosivos hasta que los supuestos amotinados se rindieran36.

56. Aproximadamente a las 5:00 PM del 7 de mayo de 1992, un grupo de delegados de

los internos empezó a dialogar con las autoridades para tratar de alcanzar una solución al problema. Entre tanto, las fuerzas de seguridad del Estado iniciaron un ataque con granadas que lanzaban a través de agujeros que habían perforado en el techo del pabellón "4B" al tiempo que disparaban hacia su interior ráfagas de metralla y bombas lacrimógenas37. En estas circunstancias resultaron heridos varias decenas de internos, entre ellos Ignacio Guizado Talaverano, quien falleció en el Hospital 2 de Mayo el día 3 de junio de 199238.

Tercer día del operativo: La intervención del ejército y la utilización de material bélico en la incursión contra el penal 57. En la madrugada del tercer día del ataque, viernes 8 de mayo de 1992, los efectivos

de seguridad utilizaron explosivos para demoler parcialmente el pabellón "4B", momento en el que se procedió a la captura de una interna en estado de gravidez. A estas alturas, el ejército se había unido al ataque, utilizando fuego de mortero, cohetes disparados desde helicópteros y granadas tipo "instalazza" contra el pabellón antes mencionado, mientras los familiares de los reclusos observaban desde un cerro cercano39.

58. Durante este día las advertencias a través de los altavoces continuaron, instando a

los internos en español y en quechua a rendirse. No obstante, como acertadamente señala la Comisión de la Verdad en su informe, lo paradójico de la situación es que ni la policía podía entrar al penal, ni los presos podían salir, por temor a la reacción del contrario40.

59. Aproximadamente a las 5:00 PM, se reanudaron las negociaciones entre los

delegados de los internos y las autoridades del Estado. Tras 6 horas de conversaciones, no se logró alcanzar un acuerdo pues los internos exigían la presencia de la Cruz Roja, de la CIDH, de sus abogados y familiares para el traslado a otros penales, así como la atención médica inmediata a los heridos, que hasta ese momento habían sido auxiliados por los "presos comunes" que lanzaban medicinas desde otros pabellones41; por su parte el Estado exigía la rendición de los internos sin condiciones y su salida del pabellón "4B", dejando en el interior a los heridos y los muertos para

36 Recorte de prensa de noticia aparecida en la revista "Caretas" el 18 de mayo de 1992 (Anexo 26); Comisión de

la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003, Tomo VII, sección 2.68, pág. 776 (Anexo 6).

37 Declaraciones de reclusos sobrevivientes o de familiares de los reclusos fallecidos, rendidas por escrito o grabadas en cinta de audio o video (Anexos 82 a 252 y 266); Recortes de prensa de noticias aparecidas en los diarios "La República", "El Comercio", "Expreso", "El Nacional" y revista "Caretas", entre los días 8 y 18 de mayo (Anexos 20, 23 a 34, 38 a 40, y 43 a 77); Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003, Tomo VII, sección 2.68, pág. 777 (Anexo 6).

38 Declaraciones escritas de Isidoro Santiago Nunja García, Alex Vicente Rivadeneyra y William Gabriel Sánchez, entre otras, remitidas por los peticionarios (Anexos 196, 206 y 209); Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003, Tomo VII, sección 2.68, pág. 777 (Anexo 6).

39 Declaraciones de reclusos sobrevivientes o de familiares de los reclusos fallecidos, rendidas por escrito o grabadas en cinta de audio o video (Anexos 82 a 252 y 266); Recortes de prensa de noticias aparecidas en los diarios "La República", "El Comercio", "Expreso", "El Nacional" y revista "Caretas", entre los días 8 y 18 de mayo (Anexos 20, 23 a 34, 38 a 40, y 43 a 77); Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003, Tomo VII, sección 2.68, pág. 777 (Anexo 6).

40 Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003, Tomo VII, sección 2.68, pág. 777 (Anexo 6).

41 Idem.

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que fueran atendidos más tarde. El resultado fue que la policía instó nuevamente a los presos a entregarse y estos respondieron con cánticos42.

Último día del operativo: El asalto final, la rendición de los internos y las ejecuciones extrajudiciales 60. Alrededor de las 6:00 AM del último día del operativo, sábado 9 de mayo de 1992,

la policía y el ejército reiniciaron el ataque contra el pabellón "4B". Aproximadamente a las 10:00 AM se produjo una fuerte explosión en el segundo piso, resultado de la cual falleció carbonizado Mario Francisco Aguilar Vega43 y resultaron heridos varios internos a los que la policía obligó a salir encendiendo fuego en las cortinas del pabellón, ordenándoles luego desde el techo que no se movieran44.

61. Casi a medio día, Consuelo María Barreto Rojas45 recibió un impacto de bala en la

sien, que le ocasionó la muerte en horas de la tarde. En ese momento, el ataque se intensificó, junto con las advertencias por parlante que ahora iban acompañadas de himnos militares a gran volumen. Según algunos testigos, quien efectuaba las advertencias por parlante era el propio Coronel Gabino Cajahuanca, director del penal.

62. A la 1:00 PM aproximadamente, el interno Rubén Constantino Basilio Chiquén

(Chihuán Basilio, según los peticionarios), que se encontraba en el segundo piso del pabellón "4B", recibió un impacto de bala en la cabeza que le produjo la muerte46.

63. Desde las 3:00 PM el ataque contra el pabellón "4B" fue mucho más intenso, la

mayoría de los reclusos debieron refugiarse en el primer piso porque las fuerzas de seguridad estaban lanzando granadas y disparaban desde los huecos que habían logrado abrir en el techo; en estas circunstancias se derrumbaron las paredes de algunas celdas del cuarto, tercer y segundo pisos, ocasionando la muerte de varios internos e internas que se encontraban en ellas47.

42 Declaraciones de reclusos sobrevivientes o de familiares de los reclusos fallecidos, rendidas por escrito o

grabadas en cinta de audio o video (Anexos 82 a 252 y 266); Recortes de prensa de noticias aparecidas en los diarios "La República", "El Comercio", "Expreso", "El Nacional" y revista "Caretas", entre los días 8 y 18 de mayo (Anexos 20, 23 a 34, 38 a 40, y 43 a 77); Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003, Tomo VII, sección 2.68, pág. 778 (Anexo 6).

43 Certificado de necropsia, informe médico forense, informe de identificación y solicitud de inscripción de defunción del cadáver examinado bajo el protocolo de autopsia N° 2007 (Anexos 278 a 286); Declaraciones escritas de Raúl Basilio Gil Orihuela, Carlos Percy Atahua Huaraca y Armengol Preciliano Arredondo Lezama, entre otras, remitidas por los peticionarios (Anexos 121, 136 y 141); Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003, Tomo VII, sección 2.68, pág. 778 (Anexo 6).

44 Declaraciones de reclusos sobrevivientes o de familiares de los reclusos fallecidos, remitidas por los peticionarios (Anexos 82 a 252 y 266).

45 Certificado de necropsia, informe médico forense, informe de identificación y solicitud de inscripción de defunción del cadáver examinado bajo el protocolo de autopsia N° 2036 del 12 de mayo de 1992 (Anexos 278 a 286); Declaraciones escritas de Nina Soria Alvarado Ruiz, Marcedes Villaverde Aguilar y Osmán Morote Barrionuevo, entre otras, remitidas por los peticionarios (Anexos 104, 108 y 218); Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003, Tomo VII, sección 2.68, pág. 778 (Anexo 6).

46 Certificado de necropsia, informe médico forense, informe de identificación y solicitud de inscripción de defunción del cadáver examinado bajo el protocolo de autopsia N° 1984 del 10 de mayo de 1992 (Anexos 278 a 286); Declaraciones escritas de Víctor Zavala Cataño, Edgar Galán Martínez y William Gabriel Sánchez, entre otras, remitidas por los peticionarios (Anexos 116, 157 y 209); Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003, Tomo VII, sección 2.68, pág. 779 (Anexo 6).

47 Declaraciones escritas de reclusos sobrevivientes remitidas por los peticionarios (Anexos 82 a 252 y 266).

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64. Siendo las 5:00 PM aproximadamente, el ejército dinamitó parte de la pared divisoria del primer piso, pero los efectivos militares no pudieron ingresar al pabellón porque los internos bloquearon el boquete con sacos de arena48. Desde ese momento, los reclusos anunciaron a los agentes estatales que se rendirían y les pidieron que dejaran de disparar.

65. Aproximadamente a las 6:00 PM, la puerta del pabellón "4B" se abrió y un primer

grupo de internos desarmados y rendidos salió, atravesando la zona conocida como el "gallinero", sin que les dispara la policía. No obstante, este grupo de presos se ocultó entre los heridos ubicados debajo de un alero de la rotonda, personas que habían salido más temprano, cuando los efectivos de seguridad incendiaron las cortinas de varias celdas. Unos 30 minutos más tarde, un segundo grupo de internos desarmados y rendidos, compuesto principalmente por personas señaladas por el Estado como miembros de la directiva de "Sendero Luminoso", entre ellos, Osman Morote, posteriormente acusado de la Masacre, salieron del pabellón, momento en que la policía y el ejército han empezado a dispararles, en estas circunstancias fallecieron: Yovanka Pardavé Trujillo49, Tito Valle Travesaño50, Hugo Deodato Juárez Cruzatt51, Ana Pilar Castillo Villanueva52, Noemí Romero Mejía53 y Mercedes Violeta Peralta Ordazabal54, resultando al mismo tiempo heridos

48 Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003, Tomo VII, sección 2.68, pág.

779 (Anexo 6).

49 Certificado de necropsia, informe médico forense, informe de identificación y solicitud de inscripción de defunción del cadáver examinado bajo el protocolo de autopsia N° 1989 del 10 de mayo de 1992 (Anexos 278 a 286); Declaraciones escritas de Luis Angel Pérez Zapata, Edgar Galán Martínez y Glicerio Aguirre Pacheco, entre otras, remitidas por los peticionarios (Anexos 114, 157 y 229); Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003, Tomo VII, sección 2.68, pág. 780 (Anexo 6).

50 Certificado de necropsia, informe médico forense, informe de identificación y solicitud de inscripción de defunción del cadáver examinado bajo el protocolo de autopsia N° 1990 del 10 de mayo de 1992 (Anexos 278 a 286); Declaraciones escritas de Madeleine Valle Rivera, Miguel Enrique Cruz Suaña y Hernán Collazos Rojas, entre otras, remitidas por los peticionarios (Anexos 100, 142 y 222); Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003, Tomo VII, sección 2.68, pág. 780 (Anexo 6).

51 Certificado de necropsia, informe médico forense, informe de identificación y solicitud de inscripción de defunción del cadáver examinado bajo el protocolo de autopsia N° 1987 del 10 de mayo de 1992 (Anexos 278 a 286); Declaraciones escritas de Patricia Zorrilla Castilla, Elena Morote Durand y Nina Soria Alvarado Ruiz, entre otras, remitidas por los peticionarios (Anexos 84, 92 y 104); Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003, Tomo VII, sección 2.68, pág. 781 (Anexo 6).

52 Certificado de necropsia, informe médico forense, informe de identificación y solicitud de inscripción de defunción del cadáver examinado bajo el protocolo de autopsia N° 1986 del 10 de mayo de 1992 (Anexos 278 a 286); Declaraciones escritas de Elena Morote Durand, Madeleine Valle Rivera y Miriam Virgilia Gamboa Aguilar, entre otras, remitidas por los peticionarios (Anexos 92, 100 y 215); Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003, Tomo VII, sección 2.68, pág. 781 (Anexo 6).

53 Certificado de necropsia, informe médico forense, informe de identificación y solicitud de inscripción de defunción del cadáver examinado bajo el protocolo de autopsia N° 2009 del 11 de mayo de 1992 (Anexos 278 a 286); Declaraciones escritas de Margot Lourdes Liendo Gil, Blanca Eva Marquina Sumari y Nelly Marion Evans Risco, entre otras, remitidas por los peticionarios (Anexos 85, 94 y 105); Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003, Tomo VII, sección 2.68, pág. 781 (Anexo 6).

54 Certificado de necropsia, informe médico forense, informe de identificación y solicitud de inscripción de defunción del cadáver examinado bajo el protocolo de autopsia N° 1983 del 10 de mayo de 1992 (Anexos 278 a 286); Declaraciones escritas de Mercedes Ríos Vera, Mercedes Villaverde Aguilar y Crisineo Neira Torres, entre otras, remitidas por los peticionarios (Anexos 98, 108 y 138); Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003, Tomo VII, sección 2.68, pág. 781 (Anexo 6).

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Osman Morote Barrionuevo, Elvia Nila Zanabria Pacheco55, Marco Wilfredo Azaña Maza56. De acuerdo con la versión de varios sobrevivientes, los dos últimos nombrados, fueron separados posteriormente del grupo de internos que fue ubicado en el patio denominado "tierra de nadie", y ejecutados extrajudicialmente por los agentes del Estado.

66. Minutos después, un tercer grupo de internos desarmados y rendidos salió del

pabellón "4B", entre ellos: Ramiro Alberto Ninaquispe Flores, Andrés Agüero Garamendi, Rufino Obregón Chávez, Agatino Chávez Correa, Luis Pérez Zapata, Zózimo Soto Marchand y Lizarburo Robles, quienes traspasaron la rotonda y el extenso pasadizo de muros elevados y llegaron hasta la rampa exterior donde se iza la bandera57. Según los testigos presenciales, Ninaquispe58, Agüero59, Obregón60, y Chávez61, fueron ejecutados extrajudicialmente al salir, mientras que los otros resultaron heridos.

67. Posteriormente, salió un cuarto grupo de internos desarmados y rendidos, entre ellos

Janet Rita Talavera Sánchez, que fue reconocida por los policías, quienes abrieron fuego en su contra 62. Los peticionarios afirman que otra interna no identificada trató de asistir a la herida, pero también recibió varios disparos, falleciendo instantáneamente. Inmediatamente, cientos de reclusos desarmados y rendidos empezaron a salir del pabellón en grupo, sin separarse, lo que ocasionó el desconcierto de los efectivos de seguridad, que en ese momento dejaron de disparar. Los internos

55 Certificado de necropsia, informe médico forense, informe de identificación y solicitud de inscripción de

defunción del cadáver examinado bajo el protocolo de autopsia N° 1992 del 10 de mayo de 1992 (Anexos 278 a 286); Declaraciones escritas de Maria Saire Heredia, Justa Elita Torrejón Rubio y Alex Vicente Rivadeneyra, entre otras, remitidas por los peticionarios (Anexos 83, 90 y 206); Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003, Tomo VII, sección 2.68, pág. 780 (Anexo 6).

56 Certificado de necropsia, informe médico forense, informe de identificación y solicitud de inscripción de defunción del cadáver examinado bajo el protocolo de autopsia N° 1988 del 10 de mayo de 1992 (Anexos 278 a 286); Declaraciones escritas de Carlos Alberto Lamas Albán, Ismael Collantes Beltrán y Alex Vicente Rivadeneyra, entre otras, remitidas por los peticionarios (Anexos 122, 199 y 206); Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003, Tomo VII, sección 2.68, pág. 780 (Anexo 6).

57 Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003, Tomo VII, sección 2.68, pág. 781 (Anexo 6).

58 Certificado de necropsia, informe médico forense, informe de identificación y solicitud de inscripción de defunción del cadáver examinado bajo el protocolo de autopsia N° 1981 del 10 de mayo de 1992 (Anexos 278 a 286); Declaraciones escritas de Luis Angel Pérez Zapata, Felix Rafael Méndez Cruz y Zósimo Soto Marchán, entre otras, remitidas por los peticionarios (Anexos 114, 152 y 167); Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003, Tomo VII, sección 2.68, pág. 781 (Anexo 6).

59 Certificado de necropsia, informe médico forense, informe de identificación y solicitud de inscripción de defunción del cadáver examinado bajo el protocolo de autopsia N° 1979 del 10 de mayo de 1992 (Anexos 278 a 286); Declaraciones escritas de Donald Alcides Olivas Palma, Zósimo Soto Marchán y Arturo Chumpitaz Aguirre, entre otras, remitidas por los peticionarios (Anexos 163, 167 y 235); Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003, Tomo VII, sección 2.68, pág. 781 (Anexo 6).

60 Certificado de necropsia, informe médico forense, informe de identificación y solicitud de inscripción de defunción del cadáver examinado bajo el protocolo de autopsia N° 1978 del 10 de mayo de 1992 (Anexos 278 a 286); Declaraciones escritas de Fernando Medina Puma, Juan Manuel Castro Vizcarra y Zósimo Soto Marchán, entre otras, remitidas por los peticionarios (Anexos 140, 161 167); Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003, Tomo VII, sección 2.68, pág. 781 (Anexo 6).

61 Certificado de necropsia, informe médico forense, informe de identificación y solicitud de inscripción de defunción del cadáver examinado bajo el protocolo de autopsia N° 2032 del 11 de mayo de 1992 (Anexos 278 a 286); Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003, Tomo VII, sección 2.68, pág. 782 (Anexo 6).

62 Certificado de necropsia, informe médico forense, informe de identificación y solicitud de inscripción de defunción del cadáver examinado bajo el protocolo de autopsia N° 1982 del 10 de mayo de 1992 (Anexos 278 a 286); Declaraciones escritas de Máximo Aparco Huincho, Manuel Cotrina Mendoza y José Luis Torres Maldonado, entre otras, remitidas por los peticionarios (Anexos 179, 180 y 193); Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003, Tomo VII, sección 2.68, pág. 782 (Anexo 6).

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fueron conducidos arrastrándose hasta el patio denominado "tierra de nadie" y otro grupo, más pequeño hasta la zona conocida como "admisión"63.

68. Existe evidencia de que una vez rendidos los internos y ubicados en los patios del

penal, algunos de ellos fueron separados del grupo y ejecutados extrajudicialmente. En un párrafo anterior la Comisión se ha referido a la situación específica de Elvia Zanabria y Marcos Azaña, debiendo aclarar que Fernando Alfredo Orozco García, José Antonio Aranda Company y Julia Marlene Olivos Peña corrieron la misma suerte64. El cadáver de esta última víctima presentaba terribles mutilaciones y signos de haber sido torturada.

Intervención del "Grupo Colina"

69. De acuerdo con la evidencia presentada por las partes durante el trámite ante la

CIDH, las ejecuciones extrajudiciales pudieron estar a cargo de una unidad especial del ejército peruano conocida como "Grupo Colina".

70. El General del Ejército peruano Rodolfo Robles Espinoza, el 5 de mayo de 1993,

denunció públicamente que el Servicio de Inteligencia Nacional del Perú, (SIN), había organizado un "Escuadrón de la Muerte", denominado Grupo Colina, encargado de la eliminación física de personas acusadas de terrorismo. De acuerdo con su denuncia, los miembros del Grupo Colina habían sido los responsables de la detención ilegal y posterior ejecución extrajudicial de un profesor y nueve estudiantes de la Universidad de La Cantuta, hecho ocurrido el 17 de julio de 1992, así como de la matanza de 14 personas en los eventos conocidos como "Barrios Altos", acaecida en noviembre de 1991. El General Robles reveló los nombres de los militares que integraban este "escuadrón de la muerte" entre ellos al Mayor del Ejército Santiago Enrique Martín Rivas como su comandante. En igual forma indicó que el Comandante General del Ejército, General Nicolás de Bari Hermoza Ríos y el asesor de inteligencia del Presidente Fujimori, Vladimiro Montesinos, se encontraban involucrados como autores intelectuales o encubridores de las acciones perpetradas por el grupo en cuestión65. Con este antecedente, el Estado peruano dentro del trámite del caso Chumbipuma Aguirre y otros (La Masacre de Barrios Altos) se allanó a los hechos expuestos en la demanda y reconoció su responsabilidad internacional por los mismos66.

63 Acta de fecha 9 de mayo de 1992 suscrita por la fiscal Mirtha Campos, remitida por el Estado como anexo a su

primera comunicación de fecha 26 de octubre de 1992 (Anexo 12); Declaraciones de reclusos sobrevivientes o de familiares de los reclusos fallecidos, rendidas por escrito o grabadas en cinta de audio o video (Anexos 82 a 252 y 266); Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003, Tomo VII, sección 2.68, pág. 782 (Anexo 6).

64 Certificados de necropsia, informes médicos forenses y solicitudes de inscripción de defunción de los cadáveres examinados bajo los protocolos de autopsia N° 1985 y 1993 del 10 de mayo de 1992 y 2005 del 11 de mayo de 1992 (Anexos 278 a 286); Declaraciones escritas y grabadas en video de Patricia Zorrila Castilla, Isabel Moreno Tarazona, Pascual Utia Lozano, Carmen Lucy Huatuco Fuentes, Ricardo Luque Condori y Avelina García Calderón, entre otras, remitidas por los peticionarios (Anexos 84, 102, 130, 210, 240 y 245); Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003, Tomo VII, sección 2.68, págs. 783 y 784 (Anexo 6).

65 Al haber denunciado estos hechos el General Rodolfo Robles Espinoza, fue víctima junto con su familia de amenazas de muerte y hostigamientos, persecución penal y disciplinaria a través de acusaciones ante el Consejo Superior de las Fuerzas Armadas que dispuso su pase a la situación de retiro. El general Robles presentó una denuncia ante la CIDH radicada bajo el caso 11.317. La CIDH aprobó el informe de fondo número 20/99 el 23 de febrero de 1999, en el que se estableció violaciones de los derechos a las garantías judiciales, protección judicial, libertad personal, protección de la honra y de la dignidad, y libertad de expresión y de pensamiento, en perjuicio del General Rodolfo Robles Espinoza. Durante el 116º período de secesiones de la CIDH, los representantes del Estado peruano y del peticionario, suscribieron un acuerdo de solución amistosa en que el Estado reconoció su responsabilidad internacional por tales violaciones.

66 Véase, Corte I.D.H., Caso Barrios Altos. Sentencia de 14 de marzo de 2001. Serie C N° 75.

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71. De acuerdo con el Informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación:

El denominado «Grupo Colina», compuesto por miembros del ejército, es probablemente uno de los grupos especializados en desapariciones forzadas y ejecuciones arbitrarias más conocidos […] En 1991, los altos mandos militares y políticos de la época dispusieron que agentes de inteligencia de operaciones (AIO) pertenecientes al Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE) formaran un comando adscrito a la estructura de la Dirección de Inteligencia del Ejército Peruano (DINTE), que se hizo conocido como el «Destacamento Colina». Este grupo estuvo encargado de operaciones especialmente diseñadas para eliminar presuntos subversivos, simpatizantes o colaboradores de organizaciones subversivas67. 72. En resumen, el Grupo Colina estuvo adscrito al Servicio de Inteligencia Nacional del

Ejército del Perú. Su creación, organización y dirección se efectuó desde la Presidencia de la República y el comando del Ejército. Tenía una estructura jerárquica, presupuesto propio y personal dedicado exclusivamente a cumplir una política de Estado consistente en la identificación, control y eliminación de aquellas personas de las cuales se sospechaba pertenecían a los grupos insurgentes, mediante ejecuciones extrajudiciales indiscriminadas, asesinatos selectivos, desapariciones forzadas y torturas.

73. El antiguo jefe del denominado "Grupo Colina", Santiago Martín Rivas, partícipe

confeso en las ejecuciones extrajudiciales del penal "Castro Castro" ha sostenido que en la última reunión de preparación previa al operativo "Mudanza 1", se revisó una lista de internos en la que aparecían los integrantes del Comité Central de "Sendero Luminoso"; a continuación, se propuso "que al efectuar la toma del penal, en vista de que se iban a dar enfrentamientos [...], un equipo especial debía ingresar al pabellón donde estaban los dirigentes para darles vuelta allí mismo. Ninguno debía quedar con vida. Se explicaría después que resultaron muertos durante la refriega"68.

Sucesos posteriores a la rendición de los internos

74. Gran parte de los heridos fueron mantenidos sin atención médica por varios días y de hecho los heridos que fueron trasladados a hospitales no recibieron un tratamiento adecuado, lo que ocasionó la muerte de algunos de ellos, según fue explicado en líneas anteriores. Se ha constatado que los internos rendidos fueron obligados a mantenerse en posición decúbito ventral durante varios días, permitiéndoseles levantarse únicamente para ir a orinar, lo que en al menos 3 casos, fue un pretexto para separarlos del grupo y ejecutarlos extrajudicialmente (Vg. los homicidios de Azaña, Orozco y Olivos). Se ha constatado que no se proporcionó a los reclusos agua y alimento suficientes durante estos días, y que se les obligó a permanecer en posturas incómodas, sin abrigo y en muchos casos sin ropa, a la intemperie. Aunque un buen número de internos fue trasladado a otros penales en los días posteriores a la masacre, las situaciones de maltrato descritas se prolongaron hasta el 22 de mayo de 1992 inclusive, fecha en la que los últimos grupos de prisioneros que permanecían en la "tierra de nadie", fueron reubicados en el pabellón "1A"69.

Continúa…

67 Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003, Tomo VI, Sección cuarta, 1.3., pág. (Anexo 6); véase también, Naciones Unidas, Informe del Relator Especial, Sr. B. W. Ndiaye, sobre su misión al Perú del 24 de mayo al 2 de junio de 1993, E/CN.4/1994/7/Add.2, 15 de noviembre de 1993, párr. 54.

68 Umberto Jara, Ojo por Ojo, supra (nota 8), págs. 163 y 164 (Anexo 10); véase también, Transcripción notarial del video que contiene la entrevista efectuada por Umberto Jara a Santiago Martín Rivas, difundido a través del programa de televisión "En la boca del lobo" los días 24 y 25 de septiembre de 2003 (Anexo 270).

69 Todos estos maltratos han sido corroborados por los siguientes documentos: Comunicación enviada a la Comisión por algunos prisioneros el 14 de mayo de 1992 (Expediente del trámite ante la CIDH); Comunicación enviada a la Comisión por algunos prisioneros el 20 de mayo de 1992 (Expediente del trámite ante la CIDH); Comunicación enviada a la Comisión por algunos prisioneros el 27 de mayo de 1992 (Expediente del trámite ante la CIDH); Declaraciones de reclusos

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Investigación de los hechos

75. A través de la evidencia remitida por el Estado, la Comisión comprobó que el día 11

de mayo de 1992, personal de peritos del Laboratorio Central de Criminalística efectuaron el examen Físico Químico en el Pabellón de varones "4B" y el pabellón de mujeres "1A". Durante la Inspección Técnico Criminal se removieron escombros y enseres; asimismo se retiraron los cadáveres para su traslado a la Morgue Central de Lima, en presencia del Juez Instructor de Turno y de la fiscal Mirtha Campos. Los informes periciales determinaron que: i) se había producido daños materiales de consideración por impacto de proyectiles de armas de fuego, por explosiones diversas e incendios; ii) en el jardín adyacente al Pabellón de varones se halló una fosa de 2.5m x 2m x 1.6 m de profundidad aproximadamente de la cual se extrajeron cinco cadáveres (dos de los cuales eran de sexo femenino), conjuntamente con un sexto cadáver encontrado en el segundo piso del Pabellón varones70.

76. El Informe de la Comisión de la Verdad del Perú da cuenta de que "En el año 1992,

la investigación fiscal en el caso de la "Masacre de Castro-Castro" se desvió y estuvo encaminada a determinar exclusivamente la responsabilidad de los internos, imputándoles la comisión de los delitos de violencia y resistencia a la autoridad, terrorismo, tenencia ilegal de armas y otros. A consecuencia de ello, y de la nueva ley antiterrorista del 6 de mayo de 1992, el 1° de junio de 1992 la Décima Fiscalía Especial para casos de Terrorismo, formalizó denuncia penal contra Osman Morote y otros por los delitos antes citados. [...] El juicio duró cuatro años y el 20 de abril de 1996 condenaron a Osman Morote Barrionuevo, Fiorella Concepción Montaño Freyre, Patricia Zorrilla Castillo y María Saire Heredia a cadena perpetua, disponiendo la reserva del proceso contra los demás acusados. Hoy esta sentencia ha sido anulada y los acusados están siendo juzgados nuevamente"71.

77. Paralelamente al proceso contra el Sr. Morote y sus compañeras se tramitó otro

proceso ante la Segunda Sala del Consejo Superior de Justicia de la II Zona Judicial de la PNP. Se denunció al personal de la policía que participó en el "Operativo Mudanza 1" sobre el traslado de presos del Penal "Miguel Castro Castro" y culminó con la Resolución N° 4152-92, del 5 de noviembre de 1992 que declaró que no había mérito para la apertura de instrucción contra los miembros de la PNP que intervinieron por encontrarse en Acto de Servicio y en cumplimiento de la Ley, con este argumento dispuso que se archive definitivamente la denuncia72.

___________________________ …Continuación sobrevivientes o de familiares de los reclusos fallecidos, rendidas por escrito o grabadas en cinta de audio o video (Anexos 82 a 252 y 266); Recorte de prensa de una noticia aparecida en el diario "El Nacional" de fecha 13 de mayo de 1992 (Anexo 28); Informe N° 005-2001-DIRINCRI-EM-O-DD.HH. elaborado por la Policía Nacional del Perú (Anexo 287); Informe Human Rights Watch Global Report on Prisons, 1993; Boletín Informativo de Amnesty International N° 8, Volumen XV, correspondiente a Agosto de 1992 (Anexo 11); y Video presentado por los peticionarios (Anexo 263).

70 Informe de la fiscal Mirtha Campos: oficio N° 142-92-1-OFPPL-MP de fecha 5 de junio de 1992, dirigido a la Fiscal de la Nación (Anexo 12); Informes de criminalística relacionados con las instalaciones del Centro Penal Miguel Castro Castro (Anexo 289); Nota de prensa aparecida en el diario "La República" el 13 de mayo de 1992 (Anexo 18); Certificados de necropsia remitidos por el Estado como anexos a su comunicación de fecha 1ro de noviembre de 2001 (Anexo 278); informes de pericias médico forenses (Anexo 279); informes de balística (Anexo 281); informes de absorción atómica (Anexo 282); informes de biología forense (Anexo 283); Acta de fecha 9 de mayo de 1992 suscrita por la fiscal Mirtha Campos, (Anexo 12); Informe N° 004-2001-DIRINCRI-EM-O-DD.HH. elaborado por la Policía Nacional del Perú (Anexo 275); y Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003, Tomo VII, sección 2.68, pág. 784 (Anexo 6).

71 Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003, Tomo VII, sección 2.68, pág. 785 (Anexo 6).

72 Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003, Tomo VII, sección 2.68, pág. 785 (Anexo 6)

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78. Con posterioridad a la aprobación del informe N° 94/03 y a la publicación del

Informe Final de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, la CIDH tuvo conocimiento de que el Sr. Morote y sus compañeras, fueron declarados inocentes en el proceso iniciado ante la justicia ordinaria, y que, se ordenó la instauración de un proceso de investigación contra Alberto Fujimori, Vladimiro Montesinos y varios altos ex oficiales de la Policía y el Ejército, para establecer su participación y responsabilidad en los hechos73.

Información relevante respecto de la apreciación hecha por la Comisión sobre los hechos

79. La Comisión desea resaltar que el objeto de la presente demanda trasciende lo

relativo a la promulgación y aplicación de la legislación antiterrorista en el Perú, en virtud de la cual algunas de las víctimas se encontraban privadas de la libertad, toda vez que no es materia de los hechos denunciados y probados. Asimismo, cabe destacar que durante el procedimiento ante la Comisión no se analizó la eventual responsabilidad internacional del Estado por la lamentable muerte de un policía que ocurrió en el desarrollo de los mismos hechos que motivan el presente caso, así como por las lesiones causadas a otros. El Estado debe investigar tales hechos y sancionar a los responsables, sin embargo, ante la Comisión no se denunció responsabilidad del Estado en tal sentido.

VII. FUNDAMENTOS DE DERECHO

1. Violación del derecho a la vida 80. Uno de los aspectos centrales de la denuncia presentada a la Comisión es la

violación del derecho a la vida perpetrada por el Estado en el marco del operativo denominado "Mudanza 1". En el presente apartado la Comisión analizará la responsabilidad internacional del Perú por los actos y omisiones relacionados con las muertes de varias personas recluidas en el penal "Castro Castro", a la luz de lo dispuesto por el artículo 4 de la Convención Americana.

81. El artículo 4 establece que: Toda persona tiene derecho a que se respete su vida. Este derecho estará protegido por la ley y, en general, a partir del momento de la concepción. Nadie puede ser privado de la vida arbitrariamente. 82. En razón de que el derecho a la vida es un prerrequisito para el disfrute de todos los

demás derechos, se le concede especial importancia dentro del sistema de garantías de la Convención Americana74.

83. El derecho a la vida no sólo presupone que ninguna persona puede ser privada de la

vida arbitrariamente, sino que requiere que el Estado adopte todas las medidas apropiadas para

73 Véase al respecto Sentencia dictada el 3 de febrero de 2004 por la Sala Nacional de Terrorismo dentro del

proceso penal 237-93 (Anexo 274).

74 Véase, Corte I.D.H., Caso de los “Niños de la Calle” (Villagrán Morales y otros). Sentencia de 19 de noviembre de 1999. Serie C N° 63, párr. 144. Véase también, Corte I.D.H., Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri, supra (nota 8), párr. 128; Corte I.D.H., Caso de los 19 Comerciantes. Sentencia de 5 de julio de 2004. Serie C N° 109, párr. 153; Corte I.D.H.,Caso Myrna Mack Chang. Sentencia de 25 de noviembre de 2003. Serie C N° 101, párr. 152; y Corte I.D.H.,Caso Juan Humberto Sánchez. Sentencia de 7 de junio de 2003. Serie C N° 99, párr. 110.

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proteger y preservar ese derecho. La obligación estatal de respetar y garantizar este derecho debe ser interpretada de modo que se asegure su eficacia, y sometida al más estricto control75.

84. La demostrada participación de agentes estatales en este caso da lugar a la

responsabilidad del Estado, puesto que, toda actuación del poder público que viole derechos protegidos constituye una inobservancia por parte del Estado de su deber de respeto consagrado en el artículo 1(1)76. Este principio se aplica a los actos de los agentes del Estado dentro del ámbito de sus funciones, así como a las omisiones de dichos agentes, aún cuando actúen fuera de la esfera de su autoridad o en violación de la ley interna77.

1.1 Falta de prevención y uso excesivo de la fuerza 85. La Comisión nota que los internos se encontraban bajo custodia del Estado en un

recinto calificado como de máxima seguridad en el que por principio de elemental lógica y por mandato de la legislación nacional, el ingreso y la posesión de armas, así como la tenencia de explosivos de fabricación casera debían estar prohibidas. La Comisión desea resaltar la manifiesta falta de previsión de las autoridades peruanas en supervisar y controlar a los internos dentro de los pabellones en los que supuestamente se produjo la resistencia al traslado, y en la facilitación del ingreso de armas, sea por corrupción o por desidia, pese al deber de prevención que correspondía al Estado peruano en virtud de lo dispuesto por el Artículo 1(1) de la Convención.

86. Esta falta de prevención creó una situación en la que eventualmente tendría que

utilizarse la fuerza, bajo el supuesto, de conformidad con la normativa internacional aplicable a este tipo de situaciones, de que previo a dicha utilización de la fuerza debían agotarse ciertos mecanismos alternativos que debilitaran la posibilidad de resistencia de los internos, y que bajo ningún supuesto podía utilizarse la fuerza en forma imprudente y desproporcionada o ilimitada.

87. Durante el trámite ante la Comisión fue probado que el Estado al iniciar el operativo

no recurrió a mecanismos alternativos tendientes a lograr una solución negociada al traslado o a debilitar la capacidad de resistencia de los internos y que rechazó en forma expresa la intervención de los representantes del Comité Internacional de la Cruz Roja, de la Comisión Episcopal de Acción Social, de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos y aún de la propia Comisión Interamericana de Derechos Humanos, cuyo Presidente ocasionalmente se encontraba en Lima; quienes ofrecieron su concurso para dialogar con los internos y persuadirlos de rendirse78.

88. La jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos deja en claro que

los agentes del Estado tienen el derecho y la responsabilidad de hacer cumplir la ley y mantener el

75 Véase Id., párr. 144 (señalando que el Estado no solo deber asegurar que sus agentes se abstengan de cualquier

privación arbitraria de la vida, sino que además debe "garantizar la creación de las condiciones que se requieran para que no se produzcan violaciones de ese derecho básico". Véase también, Corte I.D.H.,Caso Gangaram Panday. Sentencia de 21 de enero de 1994. Serie C No. 16, párr. 3; Voto disidente de los Jueces Picado Sotela, Aguiar-Aranguren y Cançado Trindade (Afirmando la dualidad de las obligaciones "positivas" y "negativas" del Estado sobre este aspecto). Véase también, Corte I.D.H., Caso de los 19 Comerciantes, supra (nota 74), párr. 153.

76 Véase por ejemplo, Corte I.D.H., Caso Velásquez Rodríguez. Sentencia de 29 de julio de 1988. Serie C Nº 4, párr. 169 y Corte I.D.H., Caso Godínez Cruz. Sentencia de 20 de enero de 1989. Serie C N° 5, párr. 178.

77 Véase por ejemplo, Corte I.D.H., Caso Velásquez Rodríguez, supra (nota 76), párr. 169-71; Corte I.D.H.,Caso Godínez Cruz, supra (nota 76), párr. 178-80; Corte I.D.H., Caso Neira Alegría. Sentencia de 19 de enero de 1995. Serie C N° 20, párr. 63; Corte I.D.H., Caso Caballero Delgado y Santana. Sentencia de 8 de diciembre de 1995. Serie C N° 22, párr. 56.

78 Véase, Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003, Tomo VII, sección 2.68, pág. 786 (Anexo 6); y CIDH, Informe Sobre la Situación de los Derechos Humanos en Perú, OEA/Ser.L/V/II.83/Doc. 31, del 12 de marzo de 1993, Anexo VIII, párrs. 39 a 43 (Anexo 41).

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orden aun cuando se produzcan, en algunos casos, muertes o lesiones corporales durante dicho proceso como resultado del uso proporcional de la fuerza79. No obstante, la Corte sostuvo también claramente que la fuerza utilizada no debe ser excesiva80. Cuando se usa fuerza excesiva, no se respeta la integridad personal, y toda privación de la vida resultante es arbitraria81.

89. De manera que para establecer la responsabilidad imputada al Estado en el presente

caso, es necesario determinar, si las fuerzas de seguridad que acudieron al penal "Castro Castro" para efectuar el traslado compulsivo de las internas acusadas de terrorismo o traición a la patria hicieron uso excesivo de fuerza, que haya dado lugar a violaciones al derecho a la vida consagrado en la Convención Americana, por incumplimiento de la explicada obligación de respetar el derecho a la vida. Asimismo, la Comisión explicará cómo el Estado ha infringido su obligación de garantizar el derecho a la vida, por no haber investigado debidamente las muertes de varios presos.

90. Con respecto a la responsabilidad internacional del Estado por violación de su

obligación de respetar el derecho a la vida de los reclusos, la Comisión debe señalar que conforme a las pautas internacionales que se han elaborado referentes al uso de la fuerza por parte de los agentes de seguridad pública para cumplir su función, esa actividad debe ser necesaria y proporcional a las necesidades de la situación y al objetivo que se trata de alcanzar82.

91. Los Principios Básicos sobre el Empleo de la Fuerza y de Armas de Fuego por parte

de Oficiales Encargados de Hacer Cumplir la Ley contemplan que Los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley, en el desempeño de sus funciones, utilizarán en la medida de lo posible medios no violentos antes de recurrir al empleo de la fuerza y de armas de fuego. Podrán utilizar la fuerza y armas de fuego solamente cuando otros medios resulten ineficaces o no garanticen de ninguna manera el logro del resultado previsto. Cuando el empleo de las armas de fuego sea inevitable, los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley: a) Ejercerán moderación y actuarán en proporción a la gravedad del delito y al objetivo legítimo que se persiga; b) Reducirán al mínimo los daños y lesiones y respetarán y protegerán la vida humana; c) Procederán de modo que se presten lo antes posible asistencia y servicios médicos a las personas heridas o afectadas [...]. 92. El Código de Conducta para Oficiales de Seguridad Pública de las Naciones Unidas

dispone expresamente que "el uso de armas de fuego se considera una medida extrema",83 mientras

79 Véase Corte I.D.H., Caso Neira Alegría y otros, supra (nota 77), párr. 61; Corte I.D.H., Caso Velásquez

Rodríguez, supra (nota 76), párrs. 54, 74. A diferencia de la Convención Europea de Derechos Humanos, la Convención Americana no permite expresamente el uso de fuerza necesaria, inclusive la que da lugar a muertes, para controlar el delito y la violencia. Véase Convención Europea de Derechos Humanos, artículo 2. No obstante, la jurisprudencia de la Convención Americana parece establecer un marco similar al que aparece en la Convención Europea. Los agentes del Estado deben respetar la vida y la integridad personal de las personas y no pueden privar a nadie arbitrariamente de la vida. No obstante, pueden Ilevar a cabo actos de fuerza, aun aquellos que priven de la vida a lesión en la integridad corporal, para alcanzar objetivos legítimos, en la medida en que la fuerza usada no sea excesiva.

80 Véase Corte I.D.H., Caso Neira Alegría y otros, supra (nota 77), párrs. 74- 75.

81 Véase por ejemplo, CIDH, Informe sobre la Situación de los Derechos Humanos en Chile, OAS/Ser.L/V/11.66, doc. 17, 27 de septiembre de 1985, pág. 67-68 (la Comisión califica como extrajudiciales las muertes por ejecución causadas por el uso desproporcionado de la fuerza por parte de agentes oficiales para sofocar motines).

82 Véase Código de Conducta para Oficiales de Seguridad Pública adoptado por la Asamblea General de las Naciones Unidas, resolución 34/169, del 17 de diciembre de 1979, artículo 3 [en lo sucesivo "Código de Conducta"]; Principios Básicos sobre el Empleo de la Fuerza y de Armas de Fuego por parte de Oficiales Encargados de Hacer Cumplir la Ley, adoptado por el Octavo Congreso de las Naciones Unidas para la Prevención del Delito y el Tratamiento de los Delincuentes, La Habana, Cuba, 27 de agosto a 7 de septiembre de 1990, artículos 4-5 [en lo sucesivo "Principios Básicos"].

83 Código de Conducta supra (nota 82), artículo 3.

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que al artículo 9 de los Principios Básicos señala que las armas de fuego no deben usarse contra las personas, salvo cuando exista peligro para la vida:

Los agentes de seguridad pública no deben usar armas de fuego contra las personas, salvo en caso de legítima defensa propia o de terceros frente a un peligro inminente de muerte o lesiones graves, para impedir la perpetración de un delito especialmente grave que entrañe peligro para la vida, a fin de arrestar a una persona que suscite un peligro de ese género y se resista a su autoridad, o para impedir su fuga84. 93. En tal sentido, el Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas ha señalado que

existe un deber para los Estados de capacitar a personal como oficiales de policía o guardias penitenciarios para disminuir el riesgo de violaciones a los derechos humanos85. Y se ha referido específicamente a la necesidad de que el personal de la fuerza pública esté entrenado en el uso de equipo para controlar motines86.

94. El uso legítimo de la fuerza pública implica, entre otros factores, que ésta debe ser

tanto necesaria como proporcionada con respecto a la situación, es decir, que debe ser ejercida con moderación y con proporción al objetivo legítimo que se persiga, así como tratando de reducir al mínimo las lesiones personales y las pérdidas de vidas humanas.

95. En el pasado la Comisión ha sido terminante al manifestar que los medios que el

Estado puede utilizar para proteger su seguridad o la de sus ciudadanos no son ilimitados. Por el contrario, como lo especificó la Corte, "[...] independientemente de la gravedad de ciertas acciones y de la culpabilidad de quienes perpetran ciertos delitos, el poder del Estado no es ilimitado ni puede el Estado recurrir a cualquier medio para lograr sus fines"87.

96. En tales circunstancias, el Estado puede recurrir al uso de la fuerza sólo contra

individuos que amenacen la seguridad de todos88 y, por tanto, el Estado no debe utilizar la fuerza en forma imprudente y desmedida contra individuos que encontrándose bajo su control, han dejado de representar una amenaza (por ejemplo al haberse rendido), en tal caso, el uso de la fuerza resulta desproporcionado.

97. Por su parte la Comisión Especial designada por el Congreso del Perú para investigar

los sucesos ocurridos en varios penales en 1986, llegó a la conclusión de que: La opción tomada de debelar los motines a través de la fuerza militar, en el plazo más breve y perentorio, significaba poner en grave e innecesario peligro la vida de los rehenes y los internos [...] La fuerza militar utilizada fue desproporcionada en relación al peligro realmente existente y las formas de ataque implementadas tampoco revelaron precaución alguna por reducir los costos humanos del debelamiento89.

84 Principios Básicos supra (nota 82), artículo 9.

85 Comentario General 20/44, 3 de abril de 1992, párr. 10

86 UN doc. CCPR/C/79/Add.97, Observaciones finales al informe periódico presentado por la República de Tanzania, 1998, párr. 18.

87 Corte I.D.H., Caso Neira Alegría, supra (nota 77), párr. 75.

88 CIDH, Informe Sobre Terrorismo y Derechos Humanos, OEA/Ser.L/V/ll.116 Doc. 5 rev. 1 corr., 22 de octubre de 2002, párr. 90.

89 Informe al Congreso Sobre los Sucesos de los Penales, Comisión Investigadora presidida por el Senador Rolando Ames 1988, Capítulo IV, págs. 296 y 298 (Anexo 273).

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98. La Comisión fue informada de que para resistir el ingreso de la fuerza pública al penal, algunos de los internos pudieron haber accionado armas de fuego90, existiendo discrepancia entre las partes respecto al número, poder, alcance y funcionalidad de dichas armas. No obstante, la mera posesión de las armas podría considerarse como uno de los elementos que determinaron el uso de fuerza (excesiva) por parte del Estado. Asimismo, la Comisión nota que de conformidad con los dictámenes de los peritajes de absorción atómica practicados a algunos de los cadáveres y a varios de los heridos por parte de las autoridades peruanas, ninguno de los examinados (aproximadamente 55 personas) presentaba rastros de pólvora en sus manos (es decir que no se ha comprobado que en efecto dispararon armas de fuego), aunque supuestamente se pudo establecer en algunos casos la presencia de partículas de trinitroglicerina, uno de los componentes de la dinamita, mediante análisis químico de explosivos91. Esta situación nunca se pudo esclarecer en debida forma, debido al manejo irregular de la evidencia y a la destrucción parcial de los resultados de la investigación.

99. El hecho de que los internos recluidos en los pabellones "1A" y "4B" del penal

"Castro Castro" contaran con armas, cuyo número, características y funcionalidad era desconocida por las fuerzas de seguridad peruanas evidenciaba una voluntad de resistencia al operativo de traslado. Esta situación autorizaba el uso gradual de fuerza, pero que en ningún caso podía ser desproporcionada, de conformidad con lo dispuesto por los Principios Básicos sobre el Empleo de la Fuerza y de Armas de Fuego por parte de Oficiales Encargados de Hacer Cumplir la Ley y el Código de Conducta para Oficiales de Seguridad Pública. No obstante lo anterior, en la especie ha sido demostrado que las fuerzas de seguridad del Estado emplearon, desde el inicio del operativo, fuerza excesiva e inclusive material bélico que ocasionó la destrucción parcial de los pabellones materia del operativo, mostrada a la sociedad peruana y a la comunidad internacional por la prensa, y descrita por los sobrevivientes92. Cabe añadir que el Estado no ha proporcionado a la Comisión una explicación sobre las razones que justificaran la utilización de tal grado de fuerza contra los reclusos93.

100. Frente a los resultados del operativo el Estado alegó en su defensa que algunos de

los presos amotinados dieron muerte a varios de sus compañeros que intentaron rendirse, quienes luego han sido mencionados por los peticionarios como víctimas de las fuerzas de seguridad. El Estado Peruano no logró demostrar dicho argumento ante la Comisión. La Comisión consideró que en esta situación resultaba aplicable el principio afirmanti incumbit probatio (quien alega un hecho debe probarlo)94; en consecuencia decidió prescindir de este argumento del Estado al emitir su pronunciamiento.

90 La información relativa a la posesión de dichas armas consiste esencialmente en declaraciones de algunos de los sobrevivientes; algunos escritos de información adicional remitidos a la Comisión por internos trasladados a otras cárceles o familiares de las víctimas, entre el 8 de junio de 1992 y el 21 de agosto del mismo año (Expediente del trámite ante la CIDH); así como un acta de incautación de armas remitida por el Estado como anexo a su primera presentación recibida en la Secretaría Ejecutiva de la CIDH el 26 de octubre de 1992 (Anexo 12). En el acta referida, fechada 10 de mayo de 1992, se da cuenta del hallazgo al interior del pabellón "4B" del Centro Penal "Castro Castro", de unas cuantas armas de fuego de diverso calibre registradas como propiedad de la Fuerza Aérea Peruana y el Ministerio del Interior, así como de armas de fogueo de fabricación artesanal, dardos y armas blancas.

91 Anexos 282 y 284.

92 Videos presentados por los peticionarios como anexo a su escrito de fecha 1ro de marzo de 2002 (Anexos 245 y 263); noticias publicadas en diversos medios de comunicación escrita (Anexos 20, 23 a 34, 38 a 40, y 43 a 77).

93 Sobre este aspecto, el Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas ha considerado que el Estado debe justificar su actuación demostrando la necesidad de usar la fuerza en defensa propia o de terceros. Véase, CCPR, María Fanny Suárez de Guerrero v. Colombia, 45/1979, Informe del Comité De Derechos Humanos, 37ma sesión, Suplemento N° 40 (1982), Anexo XI, párr. 13.2.

94 Véase al respecto, ECHR, Aktas v. Turkey Case, Judgment of April 24, 2003, paragraph 270.

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101. En cambio, la prueba aportada por el Estado95 demuestra que la mayoría de las víctimas mortales presentaban entre 3 y 12 impactos de bala96, algunos de éstos en sus extremidades inferiores; y que otras víctimas mortales y heridos presentaban lesiones compatibles con las producidas por objetos contundentes o corto punzantes y laceraciones que pudieran ser consecuencia de golpes. Adicionalmente, está demostrada la forma en que se ejecutó el operativo desde un comienzo, empleando explosivos para derribar paredes, y hasta su conclusión, con la demolición parcial del pabellón "4B" del penal "Castro Castro"97, lo que evidencia un uso desproporcionado de la fuerza, sin gradualidad alguna y en forma indiscriminada contra cualquier interno sin atender al hecho de que se hubiera rendido o entregado. Al respecto, la Comisión desea recalcar que de conformidad con el Artículo 5 de los Principios Básicos sobre el Empleo de la Fuerza y de Armas de Fuego por parte de Oficiales Encargados de Hacer Cumplir la Ley, cuando el empleo de las armas de fuego sea inevitable, los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley ejercerán moderación y actuarán en proporción al objetivo legítimo que se persiga y reducirán al mínimo los daños y lesiones.

102. Por las consideraciones precedentes, la Comisión concluye que la falta de prevención

de las autoridades para impedir el ingreso de armas al centro penal y su posesión, así como la tenencia de explosivos de fabricación casera por parte de los internos; sumada al uso desproporcionado de la fuerza a lo largo de los 4 días que duró la incursión98; y, como se explicará más adelante, sumada también a la falta de una adecuada investigación, permiten atribuir al Estado las muertes ocurridas desde el primer día del operativo "Mudanza 1" hasta los instantes anteriores a la rendición de los reclusos, el 9 de mayo de 1992, constituyendo violaciones al artículo 4 de la Convención Americana y un incumplimiento de la obligación general de respeto y garantía contemplada en el artículo 1(1) del mismo instrumento.

1.2 Ejecuciones extrajudiciales 103. A continuación la Comisión se referirá a la ejecución extrajudicial por parte de

agentes estatales de al menos 16 internos, una vez que los presos se habían rendido y las fuerzas de seguridad habían adquirido el control absoluto del penal99.

104. Antes de iniciar el análisis, la Comisión debe enfatizar que: Una vez que los prisioneros

se rindieron y fueron sometidos, se encontraban notoriamente indefensos; en efecto, varios de ellos estaban gravemente heridos. La Comisión pone de resalto que en virtud del artículo 1.1 de la Convención Americana, el Estado tenía el deber de tratar humanamente a estas personas en toda circunstancia, y de evitarles cualquier tipo de daño100; y que para la época de los hechos a los que se

95 Dictámenes médico forenses e informes balísticos presentados a la Comisión por el Estado como anexos a su comunicación de fecha 1 de noviembre de 2001 (Anexos 279 y 281).

96 Por ejemplo, el cadáver del Sr. Hugo Juárez Cruzatt, identificado como dirigente de los internos, presentaba 11 impactos de bala con trayectorias de atrás hacia delante, de arriba hacia abajo. Véase, Informe de medicina forense y Certificado de Necropsia N° 1987 (Anexo 279) e informe balístico N° 1754-92 (Anexo 291) presentados a la Comisión por el Estado como anexo a su comunicación de fecha 1 de noviembre de 2001.

97 Véase, Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003, Tomo VII, sección 2.68, págs. 771 y 779 (Anexo 6).

98 Como se explicó anteriormente, ha quedado demostrado que el Estado utilizó la fuerza desproporcionada desde el inicio del operativo, hasta su conclusión. Véase entre otros, párrs. 44, 55 y 64 de la presente demanda.

99 La Comisión desea notar que la ejecución extrajudicial ha sido definida como "la privación arbitraria de la vida como resultado de las muertes llevadas a cabo por órdenes de los Estados o con la complicidad, tolerancia o aquiescencia de los mismos sin un proceso judicial o legal." Véase, UN Document E/CN.4/1983/16, Informe del Relator Especial sobre las Ejecuciones Extrajudiciales, Sumarias o Arbitrarias, párr. 66.

100 Véase al respecto, CIDH, Informe N° 55/97, Caso 11.137, Juan Carlos Abella y otros, Argentina, 18 de noviembre de 1997, párr. 195.

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refiere el presente caso la Comisión destacó que las ejecuciones sumarias atribuidas a las fuerzas de seguridad, tanto individuales como de grupos de personas, como las ocurridas en Chilcahuaycco, Chumbibilcas, Iquicha y Santa Bárbara, eran la modalidad de violación del derecho a la vida más usual en el Perú101. Al existir un patrón de ejecuciones extrajudiciales toleradas e impulsadas por el Estado, éste probablemente generó un clima incompatible con una efectiva protección del derecho a la vida. Sobre este punto es necesario insistir, como se mencionó en un párrafo anterior, que la Corte Interamericana, en un reciente caso ha señalado que "[...] la responsabilidad del Estado se ve agravada por existir en el Perú en la época de los hechos una práctica sistemática de violaciones de derechos humanos, entre ellas ejecuciones extrajudiciales, de personas sospechosas de pertenecer a grupos armados realizadas por agentes estatales siguiendo órdenes de jefes militares y policiales. Dichas violaciones graves infringen el jus cogens internacional"102, y que “[…] cuando existe un patrón de violaciones a los derechos humanos, entre ellas ejecuciones extrajudiciales impulsadas o toleradas por el Estado, contrarias al jus cogens, se genera un clima incompatible con una efectiva protección del derecho a la vida. Al no ser respetado el derecho a la vida, todos los derechos carecen de sentido. Los Estados tienen la obligación de garantizar la creación de las condiciones que se requieran para que no se produzcan violaciones de ese derecho inalienable y, en particular, el deber de impedir que sus agentes atenten contra él”103.

105. El deber de prevenir las violaciones "abarca todas aquellas medidas de carácter

jurídico, político, administrativo y cultural que promuevan la salvaguarda de los derechos humanos"104. Además, "los Estados tienen la obligación de garantizar la creación de las condiciones que se requieran para que no se produzcan violaciones de ese derecho básico y, en particular, el deber de impedir que sus agentes atenten contra él"105. Igualmente, al enfatizar la "suprema importancia" de la necesidad de proteger el derecho a la vida contra privaciones arbitrarias, el Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas ha indicado que, bajo el Pacto de Derechos Civiles y Políticos:

Los Estados Partes deben tomar medidas no sólo para prevenir y castigar la privación de la vida [causada por] actos criminales sino también para prevenir los homicidios arbitrarios [cometidos por] sus propias fuerzas de seguridad. La privación de la vida por autoridades del Estado es una cuestión de suma gravedad. En consecuencia, [el Estado] debe controlar y limitar estrictamente las circunstancias en las cuales [una persona] puede ser privada de su vida por tales autoridades106. 106. En la especie, una vez que las fuerzas de seguridad peruanas asumieron el control de

la situación por la rendición de los presos amotinados, el Estado tenía la obligación absoluta de respetar la vida, integridad personal y demás derechos humanos de todos los reclusos, y ya no había ninguna circunstancia que legitimara el uso de fuerza letal. Al respecto, la Comisión ha expresado que el Estado puede recurrir al uso de la fuerza contra individuos que amenacen la seguridad de todos y, por tanto, no debe utilizar la fuerza contra individuos que encontrándose bajo su custodia, han dejado de representar una amenaza107.

101 CIDH, Informe Sobre la Situación de los Derechos Humanos en Perú (Anexo 41), párrs. 27 y 31.

102 Corte I.D.H., Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri, supra (nota 8), párr. 76.

103 Véase Id., párr. 128.

104 Corte I.D.H., Caso Velásquez Rodríguez, supra (nota 76), párr. 175.

105 Corte I.D.H., Caso de los “Niños de la Calle” (Villagrán Morales y otros), supra (nota 74), párr. 144.

106 Id., párr. 145, citando, Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas, Comentario General 6/1982, párr. 3 y Comentario General 14/1984, párr. 1.

107 Véase, CIDH, Informe Sobre Terrorismo y Derechos Humanos, supra (nota 88), párr. 90.

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107. Como se explicó en la sección de fundamentos de hecho de la presente demanda, tras la rendición de los prisioneros, las fuerzas de seguridad ejecutaron en forma selectiva a por lo menos 11 reclusos108 (Yovanka Pardavé Trujillo, Tito Valle Travesaño, Hugo Deodato Juárez Cruzatt, Ana Pilar Castillo Villanueva, Noemí Romero Mejía, Janet Rita Talavera Sánchez, Mercedes Violeta Peralta Ordazabal Ramiro Alberto Ninaquispe Flores, Andrés Agüero Garamendi, Rufino Obregón Chávez y Agatino Chávez Correa), mientras estos salían del pabellón "4B"; y que posteriormente al menos 5 prisioneros fueron separados por las fuerzas de seguridad del grupo de internos rendidos ubicados en el patio denominado "tierra de nadie" (Elvia Zanabria, Marcos Azaña, Fernando Alfredo Orozco García, José Antonio Aranda Company y Julia Marlene Olivos Peña), apareciendo muertos en otros lugares del penal109.

108. Además de lo anterior, la Comisión llama la atención sobre el hecho de que el

informe de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, incluye un estudio especial sobre los hechos que motivan el presente caso, en el cual se señala, entre otras cosas que: "La Comisión de la Verdad y Reconciliación está en condiciones de afirmar que [...] internos del Establecimiento Penal de Máxima Seguridad “Miguel Castro-Castro” ubicado en San Juan de Lurigancho, al este de la ciudad de Lima, fueron ejecutados extrajudicialmente por agentes del Estado, durante una operación militarizada de traslado de internos realizada entre el 6 y el 9 de mayo de 1992"110.

109. En conclusión, a partir del material probatorio aportado por las partes, la CIDH ha

podido establecer que las 16 personas referidas en el párrafo 107 de la presente demanda identificadas desde antes de los hechos, como dirigentes de "Sendero Luminoso", fueron ejecutadas extrajudicialmente, presumiblemente en cumplimiento de órdenes emanadas del Director de Inteligencia del Ejército, el Comandante de las Fuerzas Armadas y el propio Presidente de la República, por lo que la Comisión alega la violación del artículo 4 de la Convención y de la obligación general de respeto y garantía contemplada en el artículo 1(1) del mismo instrumento, también por estos hechos.

1.3 Falta de investigación 110. Cuando el uso de fuerza ha ocasionado muerte, o inclusive lesiones, el Estado, tiene

la obligación internacional de determinar, a través de órganos judiciales independientes e imparciales, si la fuerza utilizada fue excesiva, y, de ser ese el caso, debe sancionar a los responsables materiales e intelectuales, así como indemnizar a las víctimas o a sus familiares. En caso de no realizar dicha investigación en tales términos el Estado incurre en responsabilidad internacional relacionada con su obligación de garantizar el derecho a la vida consagrado en la Convención Americana111.

111. En tal sentido, la Corte Europea ha establecido que: [l]a prohibición general que tienen los agentes estatales de abstenerse de privar arbitrariamente de la vida a un individuo [...] sería inefectiva, en la práctica, si no existiera un procedimiento en el que se revisara la legalidad del uso de la fuerza letal por parte de dichas autoridades. La obligación que impone el artículo 2 respecto a la protección del derecho a la

108 Véase párrs. 65 a 67 de la presente demanda.

109 Véase párr. 68 de la presente demanda.

110 Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003, Tomo VII, sección 2.68, pág. 769 (Anexo 6).

111 Véase al respecto, CIDH, Informe N° 57/02, Caso 11.382, Finca La Exacta, Guatemala, 21 de octubre de 2002, párr. 107. Véase también, Corte I.D.H., Caso de los 19 Comerciantes, supra (nota 74), Voto parcialmente disidente de la Juez Cecilia Medina, párr. 11.

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vida, tomada en conjunto con la obligación general [...] del Estado [...] de ‘asegurar a todos los individuos bajo su jurisdicción el goce de los derechos y libertades en [la] Convención’, requiere la realización de [...] una investigación oficial efectiva, cuando algún individuo haya fallecido como consecuencia del uso de la fuerza112. 112. Asimismo, la Corte Interamericana ha considerado que en casos en los que se han

producido ejecuciones extrajudiciales el Estado debe adoptar una investigación seria, imparcial y efectiva de lo acaecido. En este sentido el Protocolo de Naciones Unidas para la Investigación Legal de las Ejecuciones Extrajudiciales, Arbitrarias y Sumarias o Protocolo de Minnesota ha sentado algunos lineamientos básicos para llevar a cabo las investigaciones correspondientes y determinar si las ejecuciones han sido extrajudiciales, sumarias y arbitrarias113. El Protocolo ha señalado como requisitos mínimos de la investigación: la identificación de la víctima, la recolección y preservación de pruebas relacionadas con la muerte con el fin de ayudar en el potencial procesamiento de los responsables, la identificación de posibles testigos y la obtención de sus declaraciones en relación con la muerte, la determinación de la causa, manera, lugar y tiempo de la muerte, así como cualquier patrón o práctica que pueda haber provocado la muerte, la distinción entre muerte natural, suicidio y homicidio, la identificación y aprehensión de la o las personas involucradas en la muerte y la presentación de los presuntos perpetradores ante un tribunal competente establecido por ley.

113. En este caso la Comisión observa que no se cumplieron dichos parámetros. A

manera de ejemplo cabe señalar que la fragmentaria documentación entregada por el Estado bajo la denominación de "certificados de necropsia" e "informes médico forenses", contiene únicamente descripciones incompletas de las heridas sufridas por las víctimas mortales y de las lesiones encontradas en algunos de los heridos, sin determinar su ubicación externa, posible causa y forma de producción, antigüedad, trayectoria y orificios de entrada o salida (en el caso de heridas producidas por impactos de bala), etc.114 Tampoco se da cuenta en dichos informes de los proyectiles recuperados de los cuerpos de las víctimas. De igual modo, la ausencia de actas de levantamiento de los cadáveres es a juicio de la Comisión una omisión trascendental que contribuye a la imposibilidad de determinar técnicamente, a través de la Criminalística de campo, las circunstancias de las muertes en relación con los autores materiales de las mismas, ya que la única evidencia con la que cuenta la CIDH para saber como ocurrieron las muertes son las declaraciones escritas aportadas por los peticionarios y no controvertidas por el Estado, así como lo descrito en el informe de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación.

114. En la especie, el Estado Peruano incurrió en responsabilidad por la violación del

derecho a la vida en este caso, como consecuencia de su falta de respuesta con la debida diligencia para investigar la masacre, enjuiciar y sancionar a los responsables. El artículo 4 de la Convención Americana debe ser interpretado con referencia al objeto y propósito de la Convención "como un instrumento para la protección de seres humanos individuales" que "requiere que sus disposiciones sean interpretadas y aplicadas de modo que sus garantías se hagan prácticas y efectivas"115. La obligación del Estado de proteger el derecho a la vida, analizada en conjunto con la obligación bajo el artículo 1(1) de respetar y garantizar los derechos establecidos en la Convención Americana, necesariamente requiere una "investigación oficial efectiva cuando personas han sido asesinadas

112 Véase, ECHR., Case of Nachova and others v. Bulgaria, Judgment of 26 February 2004, paragraph 116; ECHR.,

Case of Hugh Jordan v. the United Kingdom, Judgment of 4 May 2001, paragraph 105; ECHR, Case of Çiçek v. Turkey, Judgment of 27 February 2001, paragraph 148; citados en Corte I.D.H., Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri, supra (nota 8), párr. 131.

113 Corte I.D.H., Caso Juan Humberto Sánchez, supra (nota 74), párr. 127, citando UN Doc E/ST/CSDHA/.12 (1991).

114 Véase, (Anexos 279, 281 y 283).

115 ECHR, Caso McCann y otros c. Reino Unido (1995). Serie A N° 324, párr. 146 (citas omitidas).

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como resultado del uso de la fuerza por parte, entre otros, de agentes del Estado"116. El derecho internacional y regional de los derechos humanos ha establecido que cualquier violación del derecho a la vida requiere que el Estado en cuestión emprenda una investigación judicial por parte de un tribunal penal designado para "encausar penalmente, juzgar y castigar a quienes sean considerados responsables de esas violaciones"117. Más concretamente la Corte ha señalado que: "[e]n caso de ejecuciones extrajudiciales es fundamental que los Estados investiguen efectivamente la privación del derecho a la vida y castiguen a todos sus responsables, especialmente cuando están involucrados agentes estatales, ya que de no ser así, se estarían creando, dentro de un ambiente de impunidad, las condiciones para que este tipo de hechos vuelva a repetirse, lo que es contrario al deber de respetar y garantizar el derecho a la vida"118.

115. En consecuencia, en los casos en los que un Estado ha faltado a su deber de

investigar adecuadamente homicidios en los que eventualmente han participado agentes estatales, los tribunales internacionales de derechos humanos han declarado la responsabilidad del Estado por violaciones del derecho a la vida, a pesar de que las circunstancias de las muertes no hayan sido completamente esclarecidas119.

116. Respecto de la supuesta imposibilidad de esclarecer los hechos en vista de la

incineración de buena parte del expediente interno120, efectuada al amparo de lo dispuesto por el R.M.N° 456-90-IN-PNP y el artículo 35 del Reglamento de Documentación Policial121 que establece:

"La documentación que se tramite en una dependencia policial será conservada por un tiempo determinado de acuerdo a su naturaleza, contenido e importancia, luego será incinerada. Exceptuándose aquella que constituya parte del historial de la dependencia policial, así como los relativos a la vida profesional del personal."

la Comisión desea recordar que el objeto del proceso interno es determinar la responsabilidad individual por la vulneración de derechos fundamentales cometidas ya sea por agentes del Estado o por personas que no ostenten tal carácter, mientras que el objeto del proceso internacional es establecer si existe responsabilidad internacional del Estado por la violación a derechos humanos consagrados en tratados y otros instrumentos internacionales. De manera que mientras en el proceso interno es imprescindible determinar el autor de la violación para poder condenarlo, en el proceso internacional no es indispensable conocer la identidad del agente estatal que cometió la

116 Id., párr. 161. Véase también, Corte I.D.H., Caso Myrna Mack Chang, supra (nota 74), párr. 153.

117 Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas, Bautista c. Colombia, Decisión del 27 de octubre de 1995, párr. 8.6; Véase, CIDH, Informes 28/92 (Argentina), Herrera y otros; y 29/92 (Uruguay), De los Santos Mendoza y otros, en Informe Anual de la CIDH 1992-1993, 12 de marzo de 1993, pág. 35, 154.

118 Corte I.D.H., Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri, supra (nota 8), párr. 130; Caso Myrna Mack Chang, supra (nota 74), párr. 156.

119 Véase por ejemplo, Corte Europea, Caso Kaya c. Turquía, Decisión del 24 de octubre de 1996 (App. N° 22729/93) (encontrando fundamentos insuficientes para determinar que un asesinato por parte de fuerzas de seguridad del Estado haya sido ilegítimo, pero suficientes fundamentos para encontrar una violación del derecho a la vida sobre la base de una investigación inadecuada); Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas, Dermis Barbato c. Uruguay, N° 84/1981, párr. 9.2 (examinando consideraciones similares respecto a si una muerte ocurrida en custodia fue un homicidio o un suicidio, como sostuvo el Estado); y General Comment on Article 2 “The Nature of the General Legal Obligation Imposed on State Parties to the Covenant” (adopted at 2187th meeting on 29 March 2004), paragraph 8: “There may be circumstances in which a failure to ensure Covenant rights as required by article 2 would give rise to violations by States Parties of those rights, as a result of States Parties’ permitting or failing to take appropriate measures or to exercise due diligence to prevent, punish, investigate or redress the harm caused by such acts.”

120 Según fue informado por el Estado mediante nota remitida a la Comisión el 1° de noviembre de 2001, sección III acápite A del informe N° 004-2001-DIRINCRI-EM-O-DD.HH. (Anexos 275 y 276).

121 (Anexo 272).

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violación de derechos humanos. Basta que se haya determinado que la violación la cometió un agente del Estado, aun cuando su identidad no se haya establecido, para que surja la responsabilidad internacional del Estado. Asimismo, aún cuando no se haya determinado el autor individual de la violación, corresponde al Estado indemnizar a la víctima, o a sus familiares, si tal violación fue cometida por un agente estatal. Sin perjuicio de lo anterior, la Comisión considera que la destrucción de evidencia esencial para el pleno esclarecimiento de los hechos constituye una obstaculización a la justicia. Por otra parte, la Comisión considera importante mencionar que en su jurisprudencia, la Corte Interamericana ha expresado que "[e]l Estado debe respetar el derecho a la vida de toda persona bajo su jurisdicción, consagrado en el artículo 4 de la Convención Americana [...] La condición de garante del Estado con respecto a este derecho, le obliga a prevenir situaciones que pudieran conducir, por acción u omisión, a la afectación de aquél. [si un individuo] fue detenido en buen estado de salud y posteriormente, murió, recae en el Estado la obligación de proveer una explicación satisfactoria y convincente de lo sucedido y desvirtuar las alegaciones sobre su responsabilidad, mediante elementos probatorios válidos. Efectivamente, en su condición de garante el Estado tiene tanto la responsabilidad de garantizar los derechos del individuo bajo su custodia como la de proveer la información y las pruebas relacionadas con lo que suceda al detenido"122. En este mismo sentido el Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas ha señalado que es "[...] un hecho esencial que el Estado Parte, al arrestar y detener a una persona, se hace responsable por proteger su vida"123.

117. Dado el patrón de obstrucción a la justicia en el presente caso, evidenciado por la

destrucción de material probatorio, y ante la falta del Estado a su obligación de actuar con la debida diligencia para esclarecer la masacre cometida en el penal "Castro Castro", la apropiada aplicación de las garantías de la Convención Americana requiere que Perú sea declarado responsable por la violación del derecho a la vida y del incumplimiento de la obligación general de respeto y garantía contemplada en el artículo 1(1) de la Convención, en perjuicio de las personas individualizadas en el apartado 42.1 de la presente demanda.

2. Violación del derecho a la integridad personal 118. Ahora corresponde a la Comisión analizar el uso de la fuerza por parte de agentes

estatales en el desarrollo del operativo denominado "Mudanza 1" y el tratamiento posterior dispensado a los internos sobrevivientes, a la luz de las obligaciones internacionales adquiridas por el Perú en virtud de lo dispuesto por el artículo 5 de la Convención Americana.

119. El artículo 5 establece, inter alia, que Toda persona tiene derecho a que se respete su integridad física, psíquica y moral. Nadie debe ser sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes. Toda persona privada de libertad será tratada con el respeto debido a la dignidad inherente al ser humano" 2.1 Internos heridos durante el enfrentamiento 120. La Comisión desea resaltar que del material probatorio presentado durante el trámite

ante sí, por los peticionarios y no controvertido por el Estado; así como de la documentación enviada por el Estado, que recoge los resultados parciales de los estudios médico forenses, ha

122 Corte I.D.H., Caso Bulacio. Caso Bulacio. Sentencia de 18 de septiembre de 2003. Serie C No. 100, párr. 138.

Véase también, Corte I.D.H., Caso de la Cárcel de Urso Branco. Medidas Provisionales, Resolución de 22 de abril de 2004, punto considerativo 6.

123 UN doc. CCPR/C/74/D/763/1997, Lantsov v. Russian Federation, 15 de abril de 2002, párr. 9.2.

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quedado demostrado que aproximadamente 175 reclusos resultaron heridos durante el operativo denominado "Mudanza 1", a causa de los disparos y explosiones efectuados por las fuerzas de seguridad del Estado, y de la caída de escombros durante el enfrentamiento; así como de las golpizas y maltratos inflingidos por los agentes estatales a los prisioneros rendidos una vez concluido el asalto,.

121. En primer lugar, la Comisión debe insistir en que el propio Estado por su falta de

prevención en el ingreso de armas al centro penal, creó una situación en la que resultaba previsible la necesidad de someter por la fuerza a los internos y, en consecuencia, ocasionarles eventuales lesiones a su integridad personal. Por lo demás, es irrelevante quien ejecutó la primera agresión, pues aún si los prisioneros iniciaron un motín o dispararon armas de fuego, existen indicios suficientes de que la policía utilizó fuerza excesiva, innecesaria, sin gradualidad y desproporcionada contra los presos hiriendo a muchos de ellos124.

122. Por otra parte, varios de los internos resultaron heridos a consecuencia de los

disparos efectuados por las fuerzas de seguridad mientras salían del pabellón "4B", luego de haberse rendido y desarmado; al respecto la Corte Europea de Derechos Humanos ha declarado que: "[t]odo uso de la fuerza que no sea estrictamente necesario por el propio comportamiento de la persona detenida constituye un atentado a la dignidad humana"125.

123. A lo anterior se suma que el Estado Peruano no investigó con la debida diligencia las

lesiones producidas a los reclusos en el curso del enfrentamiento, ni sancionó a alguno de los responsables. En consecuencia resulta imposible para la Comisión determinar si algunas de las lesiones ocasionadas a los presos se produjeron en utilización legítima, necesaria y proporcionada de la fuerza pública o en legítima defensa por parte de algunos de sus agentes.

124. Por lo tanto, el análisis efectuado por la Comisión en la sección anterior de esta

demanda en relación con la falta de prevención y el exceso en el uso de la fuerza que ocasionaron violaciones del derecho a la vida, resulta aplicable mutatis mutandi respecto de la violación del derecho a la integridad personal en concordancia con de la obligación general de respeto y garantía contemplada en el artículo 1(1) de la Convención.

2.2 Tratamiento otorgado a los internos con posterioridad a la rendición 125. En segundo lugar, la Comisión ha constatado a partir de las declaraciones de los

presos sobrevivientes, varias notas de prensa126, fotografías y grabaciones de video ofrecidas como prueba por los peticionarios, que en los días posteriores al operativo denominado "Mudanza 1" y hasta el 22 de mayo de 1992 inclusive, los internos individualizados en los apartados 42.2 y 42.3 de la presente demanda fueron obligados a permanecer acostados boca abajo en los patios conocidos como "tierra de nadie" y "admisión", sin que se les proveyera agua y alimento suficiente, ni se les permitiera cambiarse de ropa, ni se les ofreciera mantas para abrigarse o un colchón donde tenderse. Lo anterior, a pesar de que muchos de los reclusos habían sido heridos durante el asalto.

124 La Comisión de la Verdad ha establecido en su informe que durante la operación de traslado realizada entre el 6 y 9 de mayo de 1992 "resultaron heridos centenares de reclusos". Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003, Tomo VII, sección 2.68, pág. 769 (Anexo 6).

125 ECHR, Case Ribitsch v. Austria, Judgment of 4 December 1995, Series A N° 336, paragraph 38.

126 En su jurisprudencia constante, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha insistido en que "[...] aún cuando [los recortes de periódico] aún cuando no tienen el carácter de prueba documental propiamente dicha, podrían ser apreciados cuando recojan hechos públicos y notorios, declaraciones de funcionarios del Estado o corroboren aspectos relacionados con el [...] caso."; Corte I.D.H., Caso Herrera Ulloa. Sentencia de 2 de julio de 2004. Serie C N° 107, párr. 71; Caso Bulacio, supra (nota 122), párr. 63; Corte I.D.H., Caso de la Cárcel de Urso Branco. Resolución del 22 de abril de 2004, supra (nota 122).

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126. El Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas ha encontrado que la privación

de agua y alimento constituye tratamiento inhumano, y ha declarado que en general el propósito de este tipo de medidas es humillar y ocasionar sufrimiento mental127. Dicho organismo ha declarado que el Estado viola el derecho a la integridad personal de un detenido "[al] haberle privado de alimentos y de agua [...] y haberle negado atención médica después de los malos tratos a que había sido sometido [lo que] constituye un trato cruel e inhumano en el sentido del artículo 7, y también una violación del párrafo 1 del artículo 10"128.

127. A su vez, la Comisión ha sostenido en forma general que: "[E]l Estado, al privar de

libertad a una persona, se coloca en una especial posición de garante […] La obligación que dimana de esta posición de garante implica entonces que los agentes del Estado no sólo deben abstenerse de realizar actos que puedan infligir lesiones a la vida e integridad física del detenido, sino que deben procurar, por todos los medios a su alcance, mantener a la persona detenida en el goce de sus derechos fundamentales y, en especial, del derecho a la vida y la integridad personal. […] Cuando el Estado omite esta protección a los reclusos [...] viola el artículo 5 de la Convención e incurre en responsabilidad internacional"129.

128. La Corte sostuvo en el caso Castillo Petruzzi que "[l]a infracción del derecho a la

integridad física y psíquica de las personas es una clase de violación que tiene diversas connotaciones de grado y que abarca desde la tortura hasta otro tipo de vejámenes o tratos crueles, inhumanos o degradantes cuyas secuelas físicas y psíquicas varían de intensidad según los factores endógenos y exógenos [...] El carácter degradante se expresa en un sentimiento de miedo, ansia e inferioridad con el fin de humillar, degradar y de romper la resistencia física y moral de la víctima"130.

129. La Comisión reconoce que dadas las características del caso particular, no podía

exigirse al Estado que tratara a los internos rendidos según los estándares internacionales aplicables en circunstancias normales, pero comparte la opinión de la Corte Europea de Derechos Humanos en el sentido de que obligar a los detenidos a permanecer por largos periodos de tiempo en una misma posición, incómoda o dolorosa (en el presente caso varios días acostados boca abajo); así como privarlos de alimento, agua y abrigo suficientes, constituyen trato inhumano, y por tanto alega que en la especie el Estado peruano ha violado el Artículo 5 de la Convención Americana, en relación con la obligación general de respeto y garantía contemplada en el artículo 1(1) del mismo instrumento131.

2.3 Falta de asistencia médica oportuna a los internos heridos 130. En tercer lugar, la evidencia presentada a la Comisión demuestra que tras la

rendición de los internos, entre los días 10 y 22 de mayo de 1992, alrededor de 160 reclusos individualizados en los acápites 42.2.2 a 42.2.5 de la presente demanda que resultaron heridos durante la ejecución del operativo "Mudanza 1", y que habían sido sometidos por las fuerzas de seguridad peruana, no recibieron asistencia médica adecuada y oportuna, lo que ocasionó el agravamiento de sus lesiones.

127 CCPR, Birindwa y Tshisekedi c. Zaire, Comunicación 242/1987, párr. 13(b); y Polay Campos c. Perú,

Comunicación 577/1994, párr. 8.5.

128 UN doc. CCPR/C/51/D/414/1990, José Essono Mika Miha v. Guinea Equatorial, 10 de agosto de 1994, párr. 6.4.

129 CIDH, Informe N° 41/99, Caso 11.491, Menores Detenidos, Honduras, 10 de marzo de 1999, párrs. 136 y 137.

130 Corte I.D.H., Caso Castillo Pertruzzi y otros. Sentencia de 30 de mayo de 1999. Serie C N° 52, párr. 196.

131 Véase, ECHR, Ireland v. UK Case, Judgment of 18 January 1978, Series A N° 25, paragraphs 96 and 167.

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131. Sobre este punto, la Comisión hace suyas las palabras de la Comisión Europea de

Derechos Humanos en el sentido de que en situaciones de heridas de gravedad, resultantes del uso de la fuerza por parte de autoridades estatales, la norma que consagra el derecho a la integridad personal exige que el Estado adopte medidas inmediatas para salvaguardar la integridad física de la persona que se encuentra bajo custodia de la policía, autoridades judiciales o autoridades penitenciarias. Bajo la referida disposición convencional, el Estado tiene el deber positivo específico de proteger la integridad física de toda persona privada de libertad. La falta de un adecuado tratamiento médico en tal situación debe ser calificada de tratamiento inhumano132.

132. A su vez, el Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas ha establecido que "[...] sea como fuere, el Estado Parte sigue siendo responsable de la vida y el bienestar de sus presos"133, extendiendo el deber positivo del Estado, más allá de la adopción de medidas razonables para preservar la vida del detenido, a emprender las acciones necesarias para mantener un estándar adecuado de salud.

133. Por su parte, el Comité para la Prevención de la Tortura del Consejo de Europa determinó en su Segundo Informe General que los prisioneros contra quienes se ha utilizado cualquier medio de fuerza, tienen el derecho de ser inmediatamente examinados por un médico y de ser necesario, sometidos a tratamiento. Este examen debe ser realizado fuera de la presencia de personal no médico y sus resultados (incluida la declaración del interno) deben ser reducidos a escrito y puestos a disposición del preso134.

134. En las circunstancias particulares del presente caso, la Comisión solicita a la Corte que, siguiendo los criterios antes expuestos, declare que una vez concluido el operativo "Mudanza 1", la falta de atención médica oportuna y adecuada a los heridos individualizados en los apartados 42.2.2 a 42.2.5 de la presente demanda, constituye una infracción al artículo 5 de la Convención y un incumplimiento de la obligación general de respeto y garantía contemplada en el artículo 1(1) del mismo instrumento.

2.4 Incomunicación 135. Se ha constatado que una vez concluido el operativo denominado "Mudanza 1", los

internos e internas individualizados en los acápites 42.2 y 42.3 de la presente demanda, fueron impedidos de comunicarse con sus familiares y abogados durante varios días y en ciertos casos durante semanas. La incomunicación ha sido definida por esta Comisión como "[l]a situación de una persona bajo custodia oficial, a quien se impide la comunicación con el mundo exterior. Por lo tanto, aquellos responsables de la detención poseen el control exclusivo sobre la suerte del detenido"135.

136. Al respecto, la Corte Interamericana ha establecido que la incomunicación coactiva

representa en si misma una forma de tratamiento cruel e inhumano, lesiva de la libertad psíquica y moral de la persona y del derecho de todo detenido al respeto debido a la dignidad inherente al ser humano, lo que a su vez deriva en una violación de las disposiciones del artículo 5 de la Convención136. La Corte, además, ha establecido que "[u]na de las razones por las cuales la

132 Véase, EcommHR, Hurtado v. Switzerland Case, A.280A, 1994, párr. 79.

133 UN doc. CCPR/C/97/D/970/2001, Fabrikant v. Canada, 11 de noviembre de 2003, párr. 9.3.

134 CPT, Second General Report of the CPT - Police Custody and Imprisonment, 1992, párr. 53.

135 Véase, CIDH, Derecho a la Integridad Personal, en Informe Sobre la Situación de los Derechos Humanos en Ecuador, OEA/Ser.L/V/II.96, doc. 10 rev. 1, 1997, cap. V.

136 Corte I.D.H., Caso Velásquez Rodríguez, supra (nota 76), párr. 156.

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incomunicación es concebida como un instrumento excepcional es por los graves efectos que tiene sobre el detenido. En efecto, el aislamiento del mundo exterior produce en cualquier persona sufrimientos morales y perturbaciones psíquicas, la coloca en una situación de particular vulnerabilidad"137.

137. Por su parte la Comisión Interamericana ha afirmado en ocasiones anteriores con

relación a la incomunicación que: "El abuso de esta medida excepcional coloca al individuo en una situación de vulnerabilidad innecesaria, y puede constituir en sí misma una forma de maltrato"138.

138. En el presente caso, las autoridades peruanas debieron permitir que las víctimas

sobrevivientes se comunicaran con sus familias y abogados para informarles sobre su situación y mermar en algo la incertidumbre general que produjeron los hechos.

139. En vista del análisis precedente, la Comisión alega que el Estado Peruano violó en perjuicio de las víctimas detalladas en los apartados 42.2 y 42.3 de la presente demanda el derecho a la integridad personal consagrado en el artículo 5 de la Convención, en concordancia con la obligación general de respeto y garantía de los derechos humanos establecida en el artículo 1(1) del tratado.

3. Violación de los derechos a las garantías judiciales y a la protección judicial. 140. A pesar de que los peticionarios no lo alegaron en forma expresa en su denuncia, la

Comisión, en aplicación del principio iura novit curia, que obliga a los organismos internacionales a aplicar todas las disposiciones jurídicas pertinentes, aunque no hayan sido invocadas por las partes139, declaró en su informe sobre el fondo N° 94/03, la responsabilidad internacional del Estado Peruano por la falta de una adecuada investigación sobre los hechos que originan el presente caso.

141. El artículo 25(1) de la Convención Americana establece que: "toda persona tiene derecho a un recurso sencillo y rápido o a cualquier otro recurso efectivo ante los jueces o tribunales competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos por la Constitución, la ley o la presente Convención." 142. El artículo 8(1), por su parte, establece: Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro de un plazo razonable, por un juez o tribunal competente, independiente e imparcial, establecido con anterioridad por la ley, en la sustanciación de cualquier acusación penal... o para la determinación de sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de cualquier otro carácter. 143. La Corte Interamericana ha explicado que las disposiciones recién referidas se

complementan: El artículo 25 en relación con el artículo 1.1 de la Convención Americana, obliga al Estado a garantizar a toda persona el acceso a la administración de justicia y, en particular, a un recurso rápido y sencillo para lograr, entre otros resultados, que los responsables de las violaciones de los derechos humanos sean juzgados y para obtener una reparación por el daño

137 Corte I.D.H., Caso Suárez Rosero. Sentencia de 12 de noviembre de 1997. Serie C N° 35, párr. 90.

138 Véase, CIDH, Derecho a la Integridad Personal, en Informe Sobre la Situación de los Derechos Humanos en Ecuador, supra.

139 PCIJ, Caso Lotus. Sentencia de 7 de septiembre de 1927. Serie A N° 10, pág. 31.

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sufrido [...] el artículo 25 "constituye uno de los pilares básicos, no sólo de la Convención Americana, sino del propio Estado de Derecho en una sociedad democrática" Dicho artículo guarda relación directa con el artículo 8.1 [...] que consagra el derecho de toda persona a ser oída con las debidas garantías[...] para la determinación de sus derechos de cualquier naturaleza140. 144. Bajo la Convención Americana, en caso de que se viole un derecho protegido, "[e]l

Estado está en el deber jurídico de [...] investigar seriamente con los medios a su alcance [...] a fin de identificar a los responsables, de imponerles las sanciones pertinentes y de asegurar a la víctima una adecuada reparación"141. La investigación "[...] debe emprenderse con seriedad y no como una simple formalidad condenada de antemano a ser infructuosa. Debe tener un sentido y ser asumida por el Estado como un deber jurídico propio y no como una simple gestión de intereses particulares [...] sin que la autoridad pública busque efectivamente la verdad"142.

145. El "Manual para la prevención e investigación eficaces de las ejecuciones extralegales,

arbitrarias o sumarias", adoptado por el Consejo Económico y Social de Naciones Unidas mediante Resolución 1989/65, provee los elementos básicos que se requieren en un caso en que se ha producido una muerte sospechosa143. El propósito de la investigación debe ser determinado por la causa, forma y momento de la muerte, la persona responsable y las prácticas y procedimientos que pueden haberla provocado. Adicionalmente, las autoridades deben llevar a cabo una autopsia adecuada, compilar y analizar todo el material y la documentación probatoria a su alcance, así como también tomar todas las declaraciones de los testigos correspondientes. En el presente caso, entre las serias deficiencias de la investigación llevada adelante por el Estado, cabe mencionar la destrucción del expediente policial necesario para el esclarecimiento de los hechos y la sanción de los responsables144, y la falta de recolección de testimonios de los reclusos sobrevivientes. Esta deficiente actuación de la policía y del Ministerio Público ha conducido a que luego de más de 11 años desde la masacre en el penal "Castro Castro", no se haya identificado y sancionado a los responsables, y por ende, las víctimas y sus familiares no hayan podido promover un recurso con el objeto de obtener una compensación por los daños sufridos.

146. En la especie queda demostrada, la desidia con la que actuó el poder judicial

peruano, contribuyendo al encubrimiento de los responsables a pesar de que la comunidad

140 Corte I.D.H., Caso Loayza Tamayo. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos).

Sentencia de 27 de noviembre de 1998. Serie C No. 42. párr. 169.

141 Corte I.D.H., Caso Velásquez Rodríguez, supra (nota 76), párr. 174.

142 Id. párr. 177. Por su parte, la Corte Constitucional Colombiana ha señalado que "En el derecho internacional se ha considerado como insuficiente para la protección efectiva de los derechos humanos, que se otorgue a las víctimas y perjudicados únicamente la indemnización de los perjuicios, como quiera que la verdad y la justicia son necesarios para que en una sociedad no se repitan las situaciones que generaron violaciones graves a los derechos humanos y, además, porque el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los seres humanos, exige que los recursos judiciales diseñados por los Estados estén orientados hacia una reparación integral a las víctimas y perjudicados, que comprenda una indemnización económica y, el acceso a la justicia para conocer la verdad sobre lo ocurrido y para buscar, por vías institucionales, la sanción justa de los responsables." Sentencia C-228/02 de 3 de abril de 2002.

143 Este manual ha sido citado, entre otros, en CIDH Informe N° 10/95, Caso 10.580, Manuel Stalin Bolaños, Ecuador, Informe Anual de la CIDH 1995, OEA/Ser.L/V/II.91, Doc. 7, rev. 3, 3 de abril de 1996, párrs. 32 a 34; Informe N° 55/97, Caso 11.137, Juan Carlos Abella y otros, Argentina, párrs. 413 a 424; e Informe N° 48/97, Caso 11.411, "Ejido Morelia", México, Informe Anual de la CIDH, 1997, OEA/Ser.L/V/II.98, Doc. 7, rev., 13 de abril de 1996. párrs. 109 a112.

144 Téngase en cuenta además que en la conclusión "A" del Informe N° 005-2001-DIRINCRI-EM-O-DD.HH. elaborado por la Policía Nacional del Perú (Anexo 287), se deja constancia de la imposibilidad de individualizar a los responsables de los hechos ocurridos en el penal "Castro Castro" entre los días 6 al 10 de mayo de 1992.

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internacional ha rechazado los mecanismos internos que conduzcan a la impunidad y al ocultamiento de la verdad de lo ocurrido145.

147. En resumen se ha impedido el acceso a la justicia de las víctimas o sus familiares, lo

que constituye una violación al artículo 8(1) de la Convención y, además, los recursos promovidos en el ámbito de la jurisdicción interna no han resultado efectivos para proteger los derechos de las víctimas o procurar una reparación, violándose de este modo también el artículo 25 de la Convención.

148. La absolución otorgada por la Segunda Sala del Consejo Superior de Justicia de la II

Zona Judicial de la Policía Nacional del Perú el 5 de noviembre de 1992 en favor del personal policial que participó en el operativo "Mudanza 1", no satisface los requerimientos de justicia en el presente caso, porque la gravedad de las acciones, así como las consecuencias del operativo, constituyen delitos comunes y en determinados casos, como las ejecuciones extrajudiciales cometidas tras la rendición de los internos, crímenes de lesa humanidad, que deben ser juzgados por tribunales independientes e imparciales. El hecho de que la investigación que involucra a oficiales de la Policía haya sido confiada a esta misma fuerza de seguridad, plantea serias dudas acerca de su independencia e imparcialidad. No existe constancia de que se hayan tomado medidas de protección ante eventuales abusos en este sentido. La Comisión ha dicho en una ocasión anterior que "cuando el Estado permite que las investigaciones las dirijan los órganos potencialmente implicados, la independencia y la imparcialidad se ven claramente comprometidas [...] semejante arreglo [puede tener] como consecuencia que los presuntos responsables sean aislados del curso normal del sistema legal"146.

149. La Comisión considera que la falta de debida diligencia en el proceso de

investigación y en la preservación de evidencia esencial sin la cual los procesos judiciales no podrían llevarse adelante, en la que ha incurrido el Perú, caracteriza una violación a los artículos 8 y 25 de la Convención Americana. En consecuencia, reconociendo los esfuerzos realizados por el Estado para esclarecer los hechos a través de la Comisión de la Verdad y Reconciliación147, y tomando en cuenta que según ha declarado la Corte:

"[e]l Estado parte de la Convención Americana tiene el deber de investigar las violaciones de los derechos humanos y sancionar a las autores y a quienes encubran dichas violaciones. Y toda persona que se considere víctima de éstas o bien sus familiares tienen derecho de acceder a la justicia para conseguir que se cumpla, en su beneficio y en el del conjunto de la sociedad, ese deber del Estado"148.

Insta al Estado a cumplir con su deber de evitar y combatir la impunidad149, porque la revelación pública y completa de la verdad es el primer requerimiento de la Justicia150, y solicita a la Corte que

145 Véase, DOUGLAS W. CASSEL JR., INTERNATIONAL TRUTH COMMISSIONS AND JUSTICE en Transitional Justice, Volume I:

General Considerations, págs. 326 a 349.

146 CIDH, Informe N° 10/95, supra (nota 143), párr. 48.

147 Al respecto la Comisión ha señalado en un caso anterior: "La CIDH considera que, pese a la importancia que tuvo la Comisión de la Verdad para establecer los hechos relacionados con las violaciones más graves y para promover la reconciliación nacional, las funciones desempeñadas por ella no sustituyen el proceso judicial como método para llegar a la verdad. El valor de las Comisiones de la Verdad es que su creación no está basada en la premisa de que no habrá juicios, sino en que constituyen un paso en el sentido de la restauración de la verdad y, oportunamente, de la justicia.", Informe N° 37/00, Caso 11.481, Monseñor Oscar Arnulfo Romero y Galdámez, El Salvador, 13 de abril de 2000, párr. 149.

148 Corte I.D.H., Caso Bulacio, supra (nota 122), párr. 110.

149 Corte I.D.H., Caso Trujillo Oroza. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 27 de febrero de 2002. Serie C No. 92, párr. 101.

150 Véase al respecto, E/CN.4/Sub.2/1993/8.

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declare que la República del Perú es responsable por la violación de los derechos a las garantías judiciales y a la protección judicial establecidos por los artículos 8 y 25 de la Convención Americana, en concordancia con la obligación general de respeto y garantía de los derechos humanos consagrada en el artículo 1(1) del mismo instrumento.

150. Para concluir la CIDH debe expresar, que a pesar de que el Estado ha manifestado que tras la adopción del informe N° 94/03, ha emprendido una nueva investigación de los hechos, a través de la fiscalía especial sobre desapariciones forzadas y ejecuciones extrajudiciales151, la Corte deberá tomar en cuenta al momento de resolver, que según su propia jurisprudencia, "[...] la responsabilidad internacional del Estado se genera de inmediato con el ilícito internacional a él atribuido, [y por tanto] una posible reparación posterior llevada a cabo en el derecho interno, no inhibe a la Comisión ni a la Corte para conocer un caso que ya se ha iniciado bajo la Convención Americana"152.

4. Incumplimiento por parte del Estado con la obligación establecida en el artículo 1(1)

de la Convención Americana (Obligación de respetar y garantizar los derechos humanos)

151. El artículo 1(1) de la Convención establece que

[l]os Estados partes en esta Convención se comprometen a respetar los derechos y libertades reconocidos en ella y a garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona que esté sujeta a su jurisdicción, sin discriminación alguna por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social. 152. Al respecto, la Corte ha establecido que [e]l artículo 1.1 es fundamental para determinar si una violación de los derechos humanos reconocidos por la Convención puede ser atribuida a un Estado Parte. En efecto, dicho artículo pone a cargo de los Estados Partes los deberes fundamentales de respeto y de garantía, de tal modo que todo menoscabo a los derechos humanos reconocidos en la Convención que pueda ser atribuido, según las reglas del Derecho internacional, a la acción u omisión de cualquier autoridad pública, constituye un hecho imputable al Estado que compromete su responsabilidad en los términos previstos por la misma Convención.

Conforme al artículo 1.1 es ilícita toda forma de ejercicio del poder público que viole los derechos reconocidos por la Convención. En tal sentido, en toda circunstancia en la cual un órgano o funcionario del Estado o de una institución de carácter público lesione indebidamente uno de tales derechos, se está ante un supuesto de inobservancia del deber de respeto consagrado en ese artículo. Esa conclusión es independiente de que el órgano o funcionario haya actuado en contravención de disposiciones del derecho interno o desbordado los límites de su propia competencia, puesto que es un principio de Derecho internacional que el Estado responde por los actos de sus agentes realizados al amparo de su carácter oficial y por las omisiones de los mismos aun si actúan fuera de los límites de su competencia o en violación del derecho interno153.

Continúa…

151 Comunicación remitida por el Estado a la CIDH el 5 de agosto de 2004, (Expediente del trámite ante la CIDH).

152 Corte I.D.H., Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri, supra (nota 8), párr. 75.

153 Corte I.D.H., Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri, supra (nota 8), párr. 72, Corte I.D.H., Caso de los 19 Comerciantes, supra (nota 74), párr. 181; Corte I.D.H., Caso Herrera Ulloa, supra (nota 126), párr. 144; Corte I.D.H., Caso “Cinco Pensionistas”. Sentencia de 28 de febrero de 2003. Serie C N° 98, párr. 163; Corte I.D.H., Caso de la Comunidad Mayagna (Sumo) Awas Tingni. Sentencia de 31 de agosto de 2001. Serie C N° 79, párr. 154; Corte I.D.H., Caso Baena

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153. Como consecuencia de la violación de los derechos consagrados en los artículos 4,

5, 8 y 25 de la Convención Americana, el Estado Peruano incumplió su obligación de respetar los derechos y libertades consagrados en la misma y de asegurar y garantizar el libre y pleno ejercicio de esos derechos a toda persona sujeta a su jurisdicción154. Por ello, el Perú tiene el deber de organizar el aparato gubernamental y todas las estructuras a través de las cuales se manifiesta el ejercicio del poder público, de manera tal que sean capaces de asegurar jurídicamente el libre y pleno ejercicio de los derechos humanos. De conformidad con lo manifestado por la Corte Interamericana, lo anterior

se impone independientemente de que los responsables de las violaciones de estos derechos sean agentes del poder público, particulares, o grupos de ellos155, ya que según las reglas del Derecho Internacional de los Derechos Humanos, la acción u omisión de cualquier autoridad pública constituye un hecho imputable al Estado que compromete su responsabilidad en los términos previstos por la misma Convención156. 154. De lo anterior se deriva también la obligación de los Estados de utilizar

diligentemente todos los medios a su disposición para realizar una investigación seria y efectiva dentro de un plazo razonable, que sirva de base para el procesamiento, esclarecimiento de los hechos, juzgamiento y sanción de los autores materiales e intelectuales de toda violación de los derechos protegidos en la Convención Americana. Al respecto, la Corte Interamericana ha señalado que la obligación de investigar debe cumplirse

con seriedad y no como una simple formalidad condenada de antemano a ser infructuosa. Debe tener un sentido y ser asumida por el Estado como un deber jurídico propio y no como una simple gestión de intereses particulares, que dependa de la iniciativa procesal de la víctima o de sus familiares o de la aportación privada de elementos probatorios, sin que la autoridad pública busque efectivamente la verdad157. 155. En la especie ha quedado demostrado que el Estado Peruano no actuó con debida

diligencia en el proceso de investigación, llegando inclusive a destruir documentación crucial para el esclarecimiento de la verdad histórica y el juzgamiento de los responsables158. Por lo tanto, el Estado ha faltado a su obligación de garantizar los derechos humanos al haber permitido que los hechos permanezcan en la impunidad. La Corte Interamericana ha entendido como impunidad

___________________________ …Continuación Ricardo y otros. Sentencia de 2 de febrero de 2001. Serie C N° 72, párr. 178; y Caso Caballero Delgado y Santana, supra (nota 77), párr. 56.

154 Corte I.D.H., Caso Juan Humberto Sánchez,supra (nota 74), párr. 142; Corte I.D.H., Caso Bámaca Velásquez. Sentencia de 25 de noviembre de 2000. Serie C N° 70, párr. 210; Corte I.D.H., Caso Caballero Delgado y Santana, supra (nota 77); Corte I.D.H., Caso Godínez Cruz, supra (nota 76), párrs. 175 y 176; y Corte I.D.H., Caso Velásquez Rodríguez, supra (nota 76), párrs. 166 y 167.

155 Corte I.D.H., Caso de los 19 Comerciantes, supra (nota 74), párr. 183, Corte I.D.H., Caso Juan Humberto Sánchez, supra (nota 74), párr. 142; Corte I.D.H., Caso Bámaca Velásquez, supra (nota 154), párr. 210; y Corte I.D.H., Caso de la “Panel Blanca” (Paniagua Morales y otros). Sentencia de 8 de marzo de 1998. Serie C N° 37, párr. 174.

156 Corte I.D.H., Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri, supra (nota 8), párr. 71, Corte I.D.H., Caso Juan Humberto Sánchez,supra (nota 74), párr. 142; Corte I.D.H., Caso “Cinco Pensionistas”, supra (nota 153), párr. 163; Corte I.D.H., Caso Bámaca Velásquez, supra (nota 154), párr. 210; Corte I.D.H., Caso de la Comunidad Mayagna (Sumo) Awas Tingni, supra (nota 153), párr. 154; Corte I.D.H., Caso Baena Ricardo y otros, supra (nota 153), párr. 178.

157 Corte I.D.H., Caso de los 19 Comerciantes, supra (nota 74), párr. 184; Corte I.D.H., Caso Myrna Mack Chang, supra (nota 74), párr. 273; Corte I.D.H., Caso Juan Humberto Sánchez, supra (nota 74), párr. 144; Corte I.D.H., Caso Bámaca Velásquez, supra (nota 154), párr. 212; Corte I.D.H., Caso de los “Niños de la Calle” (Villagrán Morales y otros), supra (nota 74), párr. 226, y Corte I.D.H., Caso Godínez Cruz, supra (nota 76).

158 Nota presentada por el Estado a la CIDH el 1° de noviembre de 2001 (Expediente del trámite ante la CIDH).

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“la falta en su conjunto de investigación, persecución, captura, enjuiciamiento y condena de los responsables de las violaciones de los derechos protegidos por la Convención Americana, toda vez que el Estado tiene la obligación de combatir tal situación por todos los medios legales disponibles ya que la impunidad propicia la repetición crónica de las violaciones de derechos humanos y la total indefensión de las víctimas y de sus familiares”159. 156. La impunidad, en opinión del Relator Especial de Naciones Unidad para Ejecuciones

Extrajudiciales, Arbitrarias y Sumarias "continúa siendo la causa principal por la que se perpetúan y alientan las violaciones de los derechos humanos y, en particular, las ejecuciones extrajudiciales, sumarias o arbitrarias"160.

157. Es menester recordar que la obligación general del artículo 1(1) alcanza a todos los

derechos protegidos por la Convención, "esta es una disposición de carácter general cuya violación está siempre relacionada con la que establece un derecho humano específico"161. En definitiva, siempre que exista la pretensión de que se ha violado alguno de los derechos consagrados en la Convención, deberá concluirse necesariamente que se ha infringido la obligación general de respeto y garantía.

158. Como consecuencia de la violación de los derechos consagrados en los artículos 4,

5, 8 y 25 de la Convención Americana, y en vista de la falta de investigación y sanción a los responsables de los hechos denunciados, el Estado peruano ha incumplido, además, con su obligación de respetar y garantizar dichos derechos de conformidad con lo dispuesto por el artículo 1(1) del referido instrumento162. Por las consideraciones anteriores, la Comisión solicita a la Corte que declare la responsabilidad del Estado en tal sentido.

VIII. REPARACIONES Y COSTAS

159. En razón de los hechos alegados en la presente demanda y de la jurisprudencia

constante de la Corte Interamericana que establece “que es un principio de Derecho Internacional que toda violación a una obligación internacional que haya causado un daño, genera una obligación de proporcionar una reparación adecuada de dicho daño”163, la CIDH presenta a la Corte su posición sobre las reparaciones y costas a cargo del Estado Peruano como consecuencia de su responsabilidad por las violaciones cometidas en perjuicio de las víctimas individualizadas en el párrafo 42 de la presente demanda.

160. La Comisión Interamericana solicita a la Corte que ordene al Estado indemnizar los daños materiales e inmateriales causados a las víctimas y sus familiares en los términos que más

159 Corte I.D.H., Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri, supra (nota 8), párr. 148; Corte I.D.H., Caso de los 19

Comerciantes supra (nota 74), párr. 175; Corte I.D.H., Caso Juan Humberto Sánchez,supra (nota 74), párr. 143; Corte I.D.H., Caso Bámaca Velásquez. Reparaciones, (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos).Sentencia de 22 de febrero de 2002. Serie C N° 91, párr. 64; Corte I.D.H., Caso Bámaca Velásquez, supra (nota 154), párr. 211; y Corte I.D.H., Corte I.D.H., Caso de la “Panel Blanca” (Paniagua Morales y otros), supra (nota 155), párr. 173.

160 Informe del Relator Especial de Naciones Unidas sobre Ejecuciones Extrajudiciales, Sumarias o Arbitrarias, Señor Barce Waly Ndiaye, párrs. 46 y 94.

161 Corte I.D.H., Caso Neira Alegría, supra (nota 77), párr. 85.

162 Corte I.D.H., Caso Juan Humberto Sánchez,supra (nota 74), párr. 142; Corte I.D.H., Caso Bámaca Velásquez, supra (nota 154), párr. 210, Corte I.D.H., Caso Caballero Delgado y Santana, supra (nota 77); Corte I.D.H., Caso Godínez Cruz, supra (nota 76), párrs. 175 y 176; y Corte I.D.H., Caso Velásquez Rodríguez, supra (nota 76), párrs. 166 y 167.

163 Corte I.D.H., Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri, supra (nota 8), párr. 187; Corte I.D.H., Caso Myrna Mack Chang, supra (nota 74), párr. 141; Corte I.D.H., Caso Bulacio, supra (nota 122), párr. 72; Corte I.D.H., Caso Juan Humberto Sánchez, supra (nota 74), párr. 147.

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adelante se indican. Asimismo, la Comisión Interamericana solicita a la Corte que ordene al Estado el pago de las costas y gastos legales incurridos por las víctimas y sus familiares en la tramitación del caso tanto a nivel nacional, como las que se originan en la tramitación del presente caso ante el sistema interamericano.

A. Obligación de reparar 161. Una función esencial de la justicia es remediar el daño causado a la víctima. Esta

función debe expresarse a través de una rectificación o restitución y no únicamente a través de una compensación, la cual no restablece el balance moral ni devuelve aquello que fue tomado.

162. El artículo 63(1) de la Convención Americana establece que:

Cuando decida que hubo violación de un derecho o libertad protegidos en [l]a Convención, la Corte dispondrá que se garantice al lesionado en el goce de su derecho o libertad conculcados. Dispondrá asimismo, si ello fuera procedente, que se reparen las consecuencias de la medida o situación que ha configurado la vulneración de esos derechos y el pago de una justa indemnización a la parte lesionada.

163. También la Declaración sobre los Principios Fundamentales de Justicia para las

Víctimas de Delito y del Abuso de Poder de Naciones Unidas consagra amplias garantías para aquellos que sufren pérdidas patrimoniales, daños físicos o mentales, y "un ataque grave a sus derechos fundamentales" a través de actos u omisiones, incluido el abuso de poder. Las víctimas o sus familiares tienen derecho a buscar una reparación y a ser informadas de tal derecho164.

164. Tal como ha indicado la Corte en su jurisprudencia constante, “el artículo 63(1) de la Convención Americana recoge una norma consuetudinaria que constituye uno de los principios fundamentales del derecho internacional contemporáneo sobre la responsabilidad de los Estados. De esta manera, al producirse un hecho ilícito imputable a un Estado, surge de inmediato la responsabilidad internacional de éste por la violación de una norma internacional, con el consecuente deber de reparación y de hacer cesar las consecuencias de la violación”165.

165. Las reparaciones son cruciales para garantizar que se haga justicia en un caso individual, y constituyen el mecanismo que eleva la decisión de la Corte más allá del ámbito de la condena moral. Las reparaciones consisten en las medidas que tienden a hacer desaparecer el efecto de las violaciones cometidas. La reparación del daño ocasionado por la infracción de una obligación internacional requiere, siempre que sea posible, la plena restitución (restitutio in integrum), la cual consiste en el restablecimiento de la situación anterior a la violación.

166. Cuando, como en el presente caso, para varias de las víctimas no es posible la plena

restitución, le corresponde a la Corte Interamericana ordenar que se adopten una serie de medidas para que, además de garantizarse el respeto de los derechos conculcados, se reparen las consecuencias que produjeron las infracciones y se efectúe el pago de una indemnización como

164 U.N. A/RES/40/34 del 29 de noviembre de 1985, párrs. 1, 4 y 5.

165 Corte I.D.H., Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri, supra (nota 8), párr. 188; Corte I.D.H., Caso de los 19 Comerciantes, supra (nota 74), párr. 220; Corte I.D.H., Caso Maritza Urrutia. Sentencia de 27 de noviembre de 2003. Serie C N° 103, párr. 141; Corte I.D.H., Caso Myrna Mack Chang, supra (nota 74), párr. 142; Corte I.D.H., Caso Bulacio, supra, (nota 122), párr. 71; Corte I.D.H., Caso Juan Humberto Sánchez, supra (nota 74), párr. 148; Corte I.D.H., Caso “Cinco Pensionistas”, supra (nota 153), párr. 174; y Corte I.D.H., Caso Cantos. Sentencia de 28 de noviembre de 2002. Serie C N° 97, párr. 67, entre otras.

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compensación por los daños ocasionados en el caso pertinente166. La indemnización en tales casos tiene el objeto primordial de reparar los daños reales, tanto materiales como morales, sufridos por las partes lesionadas167. El cálculo de los daños y perjuicios sufridos debe necesariamente ser proporcional a “la gravedad de las violaciones y del perjuicio resultante”168. Asimismo, las reparaciones tienen el objeto adicional --aunque no menos fundamental-- de evitar y refrenar futuras violaciones.

167. La obligación de reparar, que se regula en todos los aspectos por el derecho

internacional (alcance, naturaleza, modalidades y determinación de los beneficiarios), no puede ser modificada o incumplida por el Estado obligado invocando para ello disposiciones de su derecho interno”,169 pues "[d]onde hay violación sin sanción o daño sin reparación, el derecho entra en crisis, no sólo como instrumento para resolver cierto litigio, sino como método para resolverlos todos, es decir, para asegurar la paz con justicia"170.

168. En el presente caso, la Comisión Interamericana ha demostrado que el Estado incurrió en responsabilidad internacional por la violación en perjuicio de las víctimas individualizadas en el párrafo 42 de la demanda de los derechos a la vida, integridad personal, garantías judiciales y protección judicial, en razón de la falta de prevención para impedir el ingreso de armas al centro penitenciario; el uso excesivo de la fuerza; la ejecución extrajudicial; la tortura; el trato cruel; inhumano y degradante; la falta de una investigación oportuna y completa; la destrucción de evidencia esencial para el esclarecimiento de los hechos; y la denegación de justicia.

169. Finalmente, y en atención a las disposiciones reglamentarias de la Corte que otorgan representación autónoma al individuo, la Comisión Interamericana solamente desarrollará en la presente demanda los criterios generales en materia de reparaciones y costas que considera deberían ser aplicados por el Tribunal en el presente caso. La Comisión Interamericana entiende que corresponde a los familiares de la víctima y sus representantes la concreción de sus pretensiones, de conformidad con el artículo 63 de la Convención Americana y los artículos 23 y concordantes del Reglamento de la Corte. En el eventual caso que los familiares de la víctima no hagan uso de este derecho, se solicita a la Corte que otorgue a la CIDH una oportunidad procesal para que pueda cuantificar las pretensiones pertinentes. Asimismo, la Comisión Interamericana se permite indicar que hará saber a la Corte oportunamente si tiene alguna observación en cuanto a la cuantificación de las pretensiones de los familiares de la víctima o sus representantes.

166 Corte I.D.H., Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri, supra (nota 8), párr. 189; Corte I.D.H., Caso de los 19

Comerciantes, supra (nota 74), párr. 221; Corte I.D.H., Caso Molina Theissen. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 3 de julio de 2004. Serie C No. 108, párr. 42; Corte I.D.H., Caso Myrna Mack Chang, supra (nota 74), párr. 143; Corte I.D.H., Caso Bulacio, supra, (nota 122), párr. 72.

167 Corte I.D.H., Caso Bulacio, supra (nota 122), párr. 70; Corte I.D.H., Caso Hilaire, Constantine y Benjamin y otros. Sentencia de 21 de junio de 2002. Serie C N° 94, párr. 204; y Corte I.D.H., Caso de la “Panel Blanca” (Paniagua Morales y otros). Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 25 de mayo de 2001. Serie C N° 76, párr. 80.

168 Naciones Unidas, Principios y directrices básicos sobre el derecho de las víctimas de violaciones de las normas internacionales de derechos humanos y del derecho internacional humanitario, E/CN.4/Sub.2/1996/17, párr. 7. Asimismo, ver Corte I.D.H., Caso Hilaire, Constantine y Benjamin y otros, supra (nota 167), párr. 42 y Caso Cesti Hurtado. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 31 de mayo de 2001. Serie C N° 78, párr. 36.

169 Corte I.D.H., Caso de los 19 Comerciantes, supra (nota 74), párr. 221; Corte I.D.H., Caso Molina Theissen. Reparaciones, supra (nota 166), párr. 42; Corte I.D.H., Caso Myrna Mack Chang, supra (nota 74), párr. 143.

170 SERGIO GARCÍA RAMÍREZ, LAS REPARACIONES EN EL SISTEMA INTERAMERICANO DE PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS, trabajo presentado en el Seminario “El sistema interamericano de protección de los derechos humanos en el umbral del siglo XXI”, San José, Costa Rica, noviembre de 1999.

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B. Medidas de reparación

170. Algunos tratadistas consideran que en situaciones como la que nos ocupa, para remediar la situación de la víctima y/o sus familiares el Estado debe cumplir con las siguientes obligaciones: "obligación de investigar y dar a conocer los hechos que se puedan establecer fehacientemente (verdad); obligación de procesar y castigar a los responsables (justicia); obligación de reparar integralmente los daños morales y materiales ocasionados (reparación) y obligación de extirpar de los cuerpos de seguridad a quienes se sepa han cometido, ordenado o tolerado estos abusos (creación de fuerzas de seguridad dignas de un Estado democrático). Estas obligaciones no son alternativas unas de las otras ni son optativas; el Estado responsable debe cumplir cada una de ellas en la medida de sus posibilidades y de buena fe"171. 171. A su vez el Relator Especial de Naciones Unidas sobre el Derecho de Restitución, Indemnización y Rehabilitación de las Víctimas de Violaciones de los Derechos Humanos y Garantías Fundamentales ha clasificado los componentes de tal derecho en 4 categorías generales: Restitución, compensación, rehabilitación, y medidas de satisfacción y garantías de no repetición172. Esas medidas comprenden, en opinión del Relator Especial de Naciones Unidas Sobre la Cuestión de la Impunidad de los Perpetradores de Violaciones a los Derechos Humanos: la cesación de las violaciones existentes, la verificación de los hechos, la difusión pública y amplia de la verdad de lo sucedido, una declaración oficial o decisión judicial restableciendo la dignidad, reputación y derechos de la víctima y de las personas que tengan vínculo con ella, una disculpa que incluya el reconocimiento público de los hechos y la aceptación de la responsabilidad, la aplicación de sanciones judiciales o administrativas a los responsables de las violaciones, la prevención de nuevas violaciones, etc.

172. Por su parte, la Corte ha señalado que las medidas de reparación tienden a hacer desaparecer los efectos de las violaciones cometidas173, y que dichas medidas comprenden las diferentes formas en que un Estado puede hacer frente a la responsabilidad internacional en la que incurrió, que conforme al derecho internacional consisten en medidas de restitución, indemnización, rehabilitación, satisfacción y medidas de no repetición174.

173. Asimismo, la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas ha determinado que:

De conformidad con el derecho internacional, los Estados tienen el deber de adoptar, cuando la situación lo requiera, medidas especiales a fin de permitir el otorgamiento de una reparación rápida y plenamente eficaz. La reparación deberá lograr soluciones de justicia, eliminando o reparando las consecuencias del perjuicio padecido, así como evitando que se cometan

171 JUAN E. MÉNDEZ, EL DERECHO A LA VERDAD FRENTE A LAS GRAVES VIOLACIONES A LOS DERECHOS HUMANOS, Artículo

publicado en La Aplicación de los Tratados sobre Derechos Humanos por los Tribunales Locales, CELS, 1997, pág. 517.

172 Principios y directrices sobre el derecho de las víctimas de violaciones graves a los derechos humanos y al derecho humanitario a obtener reparación, documento preparado por el Dr. Theodore Van Boven de conformidad con la resolución 1995/117 de la Subcomisión de Derechos Humanos. E/CN.4/ sub.2/1997/17.

173 Corte I.D.H., Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri, supra (nota 8), párr. 190; Corte I.D.H., Caso de los 19 Comerciantes, supra (nota 74), párr. 223; Corte I.D.H., Caso Herrera Ulloa, supra (nota 126), párr. 194; Corte I.D.H., Caso Myrna Mack Chang, supra (nota 74), párr. 108; y Corte I.D.H., Caso del Caracazo. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 29 de agosto de 2002. Serie C N° 95, párr. 78.

174 Véase, Naciones Unidas, Informe definitivo presentado por Theo Van Boven, Relator Especial para la Restitución, Compensación y Rehabilitación de las Víctimas de Graves Violaciones a los Derechos Humanos y al Derecho Humanitario, E/CN.4/Sub2/1990/10, 26 julio de 1990.

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nuevas violaciones a través de la prevención y la disuasión. La reparación deberá ser proporcionada a la gravedad de las violaciones y del perjuicio sufrido, y comprenderá la restitución, compensación, rehabilitación, satisfacción y garantías de no repetición175. 174. En virtud de lo anteriormente expuesto, la Comisión Interamericana pretende que la

Corte ordene medidas de reparación integral, las cuales representen a su vez, un mensaje en contra de la impunidad que afecta a la gran mayoría de las violaciones de los derechos humanos en los Estados miembros de la Organización de Estados Americanos. Ello requiere que se establezcan y refuercen, cuando sea necesario, mecanismos judiciales y administrativos que permitan a las víctimas obtener reparación mediante procedimientos de oficio que sean expeditos, justos, poco costosos y accesibles.

175. De conformidad con los elementos probatorios presentados en la presente demanda y a la luz de los criterios establecidos por el Tribunal en su jurisprudencia, la Comisión Interamericana presenta sus conclusiones y pretensiones respecto a las medidas de reparación relativas a los daños materiales e inmateriales y a otras formas de reparación y satisfacción que corresponden en el caso de las víctimas y sus familiares.

b.1. Medidas de compensación

176. La Corte ha establecido los criterios esenciales que deben orientar una justa indemnización destinada a compensar económicamente, de una manera adecuada y efectiva, los daños sufridos producto de las violaciones en contra de los derechos humanos. Asimismo, la Corte ha establecido que la indemnización tiene un carácter meramente compensatorio, y que la misma será otorgada en la extensión y medida suficientes para resarcir tanto los daños materiales como inmateriales causados176.

b.1.1. Daños materiales 177. La Corte en su jurisprudencia sobre reparaciones ha sido consistente al establecer

que los daños materiales incluyen el daño emergente y el lucro cesante, así como el daño inmaterial o moral tanto para la víctima como para su núcleo familiar en ciertos casos177.

178. El daño emergente ha sido entendido como la consecuencia patrimonial directa e

inmediata de los hechos. Bajo este concepto se considera la afectación patrimonial derivada inmediata y directamente de los hechos en relación con los gastos en que incurrieron las víctimas o sus familiares178. Como podrá establecer la Corte a partir del acervo probatorio del caso, las víctimas

175 Naciones Unidas, Comisión de Derechos Humanos, Subcomisión de Prevención de Discriminaciones y Protección

a las Minorías, E/CN.4/Sub.2/1996/17, La administración de justicia y los derechos humanos de los detenidos: Serie revisada de principios y directrices sobre el derecho de las víctimas de violaciones graves a los derechos humanos y al derecho humanitario a obtener reparación, preparada por el Sr. Theo Van Boven, de conformidad con la decisión 1995/117 de la Subcomisión, 24 de mayo de 1996, párr. 7.

176 Corte I.D.H., Caso Hilaire, Constantine y Benjamin y otros, supra (nota 167), párr. 204; Corte I.D.H., Caso de la “Panel Blanca” (Paniagua Morales y otros). Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos), supra (nota 167), párr. 80; Corte I.D.H., Caso Castillo Páez. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 27 de noviembre de 1998. Serie C N° 43, párr. 52.

177 Véase, Corte I.D.H., Caso del Caracazo. Reparaciones, supra (nota 173); Corte I.D.H., Caso Hilaire, Constantine y Benjamin y otros, supra (nota 167); Corte I.D.H., Caso Trujillo Oroza. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos), supra (nota 149).

178 Véase, Corte I.D.H., Caso Loayza Tamayo. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos), supra (nota 140), párr. 147; Corte I.D.H., Caso Aloeboetoe y otros. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 10 de septiembre de 1993. Serie C N° 15, párr. 50.

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realizaron esfuerzos económicos importantes con el fin de alcanzar justicia a nivel doméstico y superar los traumas físicos, psicológicos y morales que las acciones del Estado peruano les ocasionaron.

179. Por otra parte, el lucro cesante debe entenderse como la pérdida de ingresos

económicos o beneficios, con ocasión de un hecho determinado y que es posible cuantificar a partir de ciertos indicadores mensurables y objetivos179.

180. Dada la naturaleza del caso y el número de víctimas, sin perjuicio de las pretensiones que en el momento procesal oportuno presenten las representantes de las víctimas y sus familiares, la CIDH solicita a la Corte que fije en equidad el monto de la indemnización correspondiente al daño emergente y lucro cesante, en uso de sus amplias facultades en esta materia.

b.1.2. Daños inmateriales 181. En relación con los daños inmateriales, la Corte ha establecido que:

[…] El daño inmaterial puede comprender tanto los sufrimientos y las aflicciones causados a las víctimas directas y a sus allegados, el menoscabo de valores muy significativos para las personas, así como las alteraciones, de carácter no pecuniario, en las condiciones de existencia de la víctima o su familia. No siendo posible asignar al daño inmaterial un preciso equivalente monetario, sólo puede, para los fines de la reparación integral a las víctimas, ser objeto de compensación, y ello de dos maneras. En primer lugar, mediante el pago de una cantidad de dinero o la entrega de bienes o servicios apreciables en dinero, que el Tribunal determine en aplicación razonable del arbitrio judicial y en términos de equidad. Y, en segundo lugar, mediante la realización de actos u obras de alcance o repercusión públicos que tengan efectos como la recuperación de la memoria de las víctimas, el reconocimiento de su dignidad, el consuelo de sus deudos o la transmisión de un mensaje de reprobación oficial a las violaciones de los derechos humanos de que se trata y de compromiso con los esfuerzos tendientes a que no vuelvan a ocurrir180. 182. Asimismo, la Corte ha sugerido la existencia de una presunción en cuanto al daño

inmaterial sufrido por las víctimas de violaciones de derechos humanos, al decir que el daño moral o inmaterial infligido a las víctimas resulta evidente, pues es propio de la naturaleza humana que toda persona sometida a agresiones y vejámenes a sus derechos humanos experimente un sufrimiento moral, y que “no requiere prueba para llegar a la mencionada conclusión”181.

183. En la especie, los sufrimientos físicos y psicológicos padecidos por las víctimas; la falta de una investigación diligente de los hechos y de la consecuente sanción de los responsables; la falta de identificación y entrega de los restos mortales de al menos una de las víctimas; entre otros agravios, justifican que la Comisión solicite a la Corte, atendiendo a la naturaleza del caso y al número de víctimas, que fije en equidad el monto de la compensación por concepto de daños inmateriales.

179 Ibidem.

180 Corte I.D.H., Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri, supra (nota 8), párr. 211; Corte I.D.H., Caso de los 19 Comerciantes, supra (nota 74), párr. 244; y Corte I.D.H., Caso Molina Theissen, supra (nota 166), párr. 65.

181 Corte I.D.H., Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri, supra (nota 8), párr. 217; Corte I.D.H., Caso de los 19 Comerciantes, supra (nota 74), párr. 248.

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b.2 Medidas de satisfacción y garantías de no repetición

184. La satisfacción ha sido entendida como toda medida que el autor de una violación

debe adoptar conforme a los instrumentos internacionales o al derecho consuetudinario, que tiene como fin el reconocimiento de la comisión de un acto ilícito182. La satisfacción tiene lugar cuando se llevan a cabo tres actos, generalmente en forma acumulativa, no excluyente: las disculpas, o cualquier otro gesto que demuestre el reconocimiento de la autoría del acto en cuestión; el juzgamiento y castigo de los individuos responsables y la adopción de medidas para evitar que se repita el daño183.

185. El 29 de noviembre de 1985, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó por consenso la Declaración sobre los principios fundamentales de justicia para las víctimas de delitos y del abuso de poder184,según la cual las víctimas "tendrán derecho al acceso a los mecanismos de la justicia y a una pronta reparación del daño que hayan sufrido" y para ello es necesario que se permita "que las opiniones y preocupaciones de las víctimas sean presentadas y examinadas en etapas apropiadas de las actuaciones, siempre que estén en juego sus intereses, sin perjuicio del acusado y de acuerdo con el sistema nacional de justicia penal correspondiente".

186. En el ámbito europeo, en cambio, en 1983 se redactó la Convención Europea para la

compensación de las víctimas de crímenes violentos, que en esencia se ocupa de la situación de las víctimas que hubieran sufrido daños corporales o menoscabo de salud y de las personas dependientes de quienes mueran como resultado de estos delitos, pero donde también se hace referencia a la obligación de proteger a las víctimas y de otorgarles ciertos derechos a participar en el proceso penal185.

187. La CIDH expondrá a continuación su postura respecto a las medidas de satisfacción

y garantías de no repetición, requeridas en el presente caso, sin perjuicio de posteriormente ampliar sus argumentos en relación con esta cuestión:

188. En primer lugar, la Corte ha señalado en reiteradas ocasiones que cada individuo y la

sociedad en su conjunto, tienen el derecho a ser informados de lo sucedido con relación a las

182 Brownlie, State Responsibility, Part 1. Clarendon Press, Oxford, 1983, pág. 208.

183 Idem.

184 A/RES/40/34, supra. Acceso a la justicia y trato justo. “4. Las víctimas serán tratadas con compasión y respeto por su dignidad. Tendrán derecho al acceso a los mecanismos de la justicia y a una pronta reparación del daño que hayan sufrido, según lo dispuesto en la legislación nacional. 5. Se establecerá y reforzarán, cuando sea necesario, mecanismos judiciales y administrativos que permitan a las víctimas obtener reparación mediante procedimientos oficiales u oficiosos que sean expeditos, justos, poco costosos y accesibles. Se informará a las víctimas de sus derechos para obtener reparación mediante esos mecanismos. 6. Se facilitará la adecuación de los procedimientos judiciales y administrativos a las necesidades de las víctimas: a) Informando a las víctimas de su papel y del alcance, el desarrollo cronológico y la marcha de las actuaciones, así como de la decisión de sus causas, especialmente cuando se trate de delitos graves y cuando hayan solicitado esa información; b) Permitiendo que las opiniones y preocupaciones de las víctimas sean presentadas y examinadas en etapas apropiadas de las actuaciones siempre que estén en juego sus intereses, sin perjuicio del acusado y de acuerdo con el sistema nacional de justicia penal correspondiente; c) Prestando asistencia apropiada a las víctimas durante todo el proceso judicial; d) Adoptando medidas para minimizar las molestias causadas a las víctimas, proteger su intimidad, en caso necesario, y garantizar su seguridad, así como la de sus familiares y la de los testigos en su favor, contra todo acto de intimidación y represalia; e) Evitando demoras innecesarias en la resolución de las causas y en la ejecución de los mandamientos o decretos que concedan indemnizaciones a las víctimas.

185 Convención Europea de 24 de noviembre de 1983, sobre la compensación a las víctimas de delitos violentos. El Consejo de Europa también ha expedido normas y recomendaciones relativas a los derechos de las víctimas de los delitos.

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violaciones de derechos humanos186. De igual forma, la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas en una reciente resolución ha reconocido que para las víctimas de violaciones de los derechos humanos, el conocimiento público de su sufrimiento y de la verdad acerca de los perpetradores y sus cómplices, son pasos esenciales para una rehabilitación y reconciliación, en consecuencia, ha instado a los gobiernos a intensificar sus esfuerzos para proveer a las víctimas de violaciones a los derechos humanos un proceso justo y equitativo a través del cual tales violaciones sean investigadas; y ha alentado a las víctimas para que participen en dicho proceso187.

189. De conformidad con la jurisprudencia de la Corte, y dada la particularidad gravedad

de las violaciones a los derechos humanos ocurridas en el presente caso, una reparación integral exige que el Estado investigue con debida diligencia los hechos, con el fin de identificar, juzgar y sancionar a todos los autores materiales e intelectuales, y demás responsables de la falta de prevención para impedir el ingreso de armas al Centro Penal "Miguel Castro Castro"; el uso excesivo de la fuerza para recuperar el control del centro carcelario en cuestión; la ejecución extrajudicial de al menos 16 reclusos; la tortura de al menos 1 reclusa; el trato cruel; inhumano y degradante en perjuicio de todas las víctimas; la falta de una investigación diligente, oportuna y completa; la destrucción de evidencia esencial para el esclarecimiento de los hechos; y la denegación de justicia en perjuicio de los afectados. A tal efecto, deberá adoptar todas las medidas judiciales y administrativas necesarias con el fin de reabrir la investigación por los hechos del presente caso y localizar, juzgar y sancionar al o los autores intelectuales de los mismos. Las víctimas y sus familiares deberán tener pleno acceso y capacidad de actuar en todas las etapas e instancias de dichas investigaciones, de acuerdo con la ley interna y las normas de la Convención Americana. Asimismo, el Estado debe asegurar el cumplimiento efectivo de la decisión que adopten los tribunales internos, en acatamiento de esta obligación. El resultado del proceso deberá ser públicamente divulgado, para que la sociedad peruana conozca la verdad188.

190. En resumen, como ha señalado la Corte Interamericana en anteriores ocasiones,

el Estado debe remover todos los obstáculos y mecanismos de hecho y derecho que mantienen la impunidad en el presente caso; otorgar las garantías de seguridad suficientes a las autoridades judiciales, fiscales, testigos, operadores de justicia y a las víctimas y utilizar todas las medidas a su alcance para diligenciar el proceso189. 191. En segundo lugar, la gravedad y naturaleza de los hechos del presente caso, exige

que el Estado adopte medidas destinadas a la dignificación de la memoria de las víctimas, en tal sentido, la Comisión solicita a la Corte que disponga, entre otras, las siguientes:

a. La publicación en un medio de circulación nacional de la sentencia que

eventualmente pronuncia el Tribunal; y b. Colocar una placa conmemorativa de la masacre en las instalaciones del Centro

Penal "Miguel Castro Castro".

186 Corte I.D.H., Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri, supra (nota 8), párr. 230; Corte I.D.H., Caso de los 19

Comerciantes, supra (nota 74), párr. 261; y Corte I.D.H., Caso Molina Theissen, supra (nota 166), párr. 81.

187 E/CN.4/RES/2001/70.

188 Corte I.D.H., Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri, supra (nota 8), párr. 231; Corte I.D.H., Caso de los 19 Comerciantes, supra (nota 74), párr. 263; Corte I.D.H., Caso Myrna Mack Chang, supra (nota 74), párr. 275.

189 Corte I.D.H., Caso Myrna Mack Chang, supra (nota 74), párr. 276.

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192. Por último, el Estado se encuentra obligado a prevenir la recurrencia de violaciones a los derechos humanos como aquellas padecidas por las víctimas del presente caso.

193. De la información proporcionada por el propio Estado se desprende que al amparo de

una norma reglamentaria, que no fija un plazo específico de conservación de los documentos relacionados con investigaciones policiales, se procedió a la destrucción de evidencia esencial para el pleno esclarecimiento de los hechos. Al respecto, la Comisión considera que como garantía de no repetición, la Corte debe ordenar al Estado peruano la modificación de esta disposición normativa y de todas aquellas que de modo similar, establezcan un obstáculo de hecho para los procesos de investigación judicial.

194. Las circunstancias en que se produjo el denominado operativo "Mudanza 1", así

como los hechos acaecidos anterior y posteriormente en otros penales peruanos, evidencian la necesidad de capacitación profesional en materia de control de motines, derechos humanos, y tratamiento de prisioneros para el personal de la policía y de las fuerzas armadas peruanas, garantía de no repetición que la CIDH solicita en forma expresa.

C. Los beneficiarios 195. El artículo 63(1) de la Convención Americana exige la reparación de las

consecuencias de una violación y “el pago de una justa indemnización a la parte lesionada”. Las personas con derecho a dicha indemnización son generalmente aquellas directamente lesionadas por los hechos de la violación en cuestión.

196. En atención a la naturaleza del presente caso, los beneficiarios de las reparaciones que ordene la Corte como consecuencia de la violaciones a los derechos humanos perpetradas por el Estado peruano son las personas individualizadas en el Apéndice A de la presente demanda y sus allegados que acrediten durante el procedimiento ante el Tribunal un vínculo emocional cercano con las víctimas y haber sido profundamente afectados por los hechos.

D. Costas y gastos

197. De conformidad con la jurisprudencia constante de la Corte, las costas y gastos

deben entenderse comprendidos dentro del concepto de reparación consagrado en el artículo 63(1) de la Convención Americana, puesto que la actividad desplegada por la o las víctimas, sus derechohabientes o sus representantes para acceder a la justicia internacional implica erogaciones y compromisos de carácter económico que deben ser compensados190. Asimismo, el Tribunal ha considerado que las costas a que se refiere el artículo 56(1)(h) del Reglamento de la Corte comprenden los gastos necesarios y razonables en que la o las víctimas incurren para acceder a los órganos de supervisión de la Convención Americana, figurando entre los gastos, los honorarios de quienes brindan asistencia jurídica.

198. En la especie, la Comisión Interamericana solicita a la Corte que, una vez escuchadas

las representantes de las víctimas, ordene al Estado peruano el pago de las costas y gastos debidamente probados por aquéllas, tomando en consideración las especiales características del presente caso.

190 Corte I.D.H., Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri, supra (nota 8), párr. 242; Corte I.D.H., Caso de los 19

Comerciantes, supra (nota 74), párr. 283; y Corte I.D.H.,Caso Molina Theissen, supra (nota 166), párr. 95.

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IX. CONCLUSIÓN

199. Por todo lo expuesto, la Comisión Interamericana que el Estado Peruano ha incumplido con sus obligaciones internacionales al incurrir en la violación de los artículos 4 (derecho a la vida), 5 (derecho a la integridad personal), 8 (derecho a las garantías judiciales y 25 (derecho a la protección judicial) de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, y en el incumplimiento de la obligación general de respeto y garantía de los derechos humanos establecida en el artículo 1(1) del mismo instrumento, en razón de la falta de prevención para impedir el ingreso de armas al Centro Penal "Miguel Castro Castro"; el uso excesivo de la fuerza para recuperar el control del centro carcelario en cuestión; la ejecución extrajudicial de al menos 16 reclusos; la tortura de al menos 1 reclusa; el trato cruel; inhumano y degradante en perjuicio de todas las víctimas; la falta de una investigación diligente, oportuna y completa; la destrucción de evidencia esencial para el esclarecimiento de los hechos; y la denegación de justicia en perjuicio de los afectados.

X. PETITORIO

200. Con fundamento en los argumentos de hecho y de derecho expuestos, la Comisión

Interamericana de Derechos Humanos solicita a la Corte que concluya y declare: a. Que la República del Perú es responsable por la violación de los derechos a la vida y

a la integridad personal consagrados en los artículos 4 y 5 de la Convención Americana, en relación con la obligación general de respeto y garantía contenida en el artículo 1(1) del mismo instrumento, en perjuicio de los internos del Centro Penal "Miguel Castro Castro" que fallecieron en el curso del operativo "Mudanza 1" y tras la conclusión del mismo, ejecutados extrajudicialmente o a consecuencia de las heridas recibidas (al menos 42 personas);

b. Que la República del Perú es responsable por la violación del derecho a la integridad

personal establecido por el artículo 5 de la Convención Americana en relación con la obligación general de respeto y garantía contenida en el artículo 1(1) del tratado, en perjuicio de los internos del penal "Miguel Castro Castro" que resultaron heridos en el curso del operativo "Mudanza 1" y tras la conclusión del mismo (al menos 175 personas); y de aquellos que habiendo resultado ilesos, fueron sometidos a trato cruel, inhumano y degradante en los días posteriores al operativo, hasta el 22 de mayo de 1992 inclusive, fecha en que los últimos grupos de internos fueron reubicados en el destruido pabellón "4B" del penal; y

c. Que la República del Perú es responsable por la violación del derecho a las garantías

judiciales y la protección judicial de las víctimas y sus familiares, previstos en los artículos 8(1) y 25 de la Convención Americana, así como del incumplimiento de su obligación garantizar y respetar los derechos previstos en dicho instrumento, de conformidad con el artículo 1(1), en virtud de la falta de debida diligencia en el proceso de investigación de los hechos y en la preservación de evidencia esencial para el establecimiento de la verdad histórica.

Y en consecuencia, que ordene al Estado: a. Que lleve a cabo una investigación completa, efectiva e imparcial en la jurisdicción

interna, con el propósito de establecer la verdad histórica de los hechos; procesar y sancionar a los responsables de la masacre cometida contra los internos del Centro Penal "Miguel Castro Castro" de la ciudad de Lima, entre los días 6 y 9 de mayo de 1992, y del maltrato al que fueron sometidos tras su rendición, hasta el 22 de mayo de 1992 inclusive;

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b. Que adopte las medidas necesarias para identificar los cadáveres aún no reconocidos

y entregar los restos a sus familiares; c. Que adopte las medidas necesarias para que las víctimas y sus familiares reciban

adecuada y oportuna reparación por el daño material e inmaterial sufrido; c. Que asuma el pago de las costas y gastos legales incurridos por las víctimas y sus

familiares en la tramitación del caso tanto a nivel nacional, como las que se originen en la tramitación del presente caso ante el sistema interamericano; y

d. Que adopte todas las medidas legales, administrativas y de otra índole que fueran

necesarias para evitar que hechos similares vuelvan a ocurrir en el futuro, en cumplimiento de los deberes de prevención y garantía de los derechos fundamentales reconocidos por la Convención Americana.

XI. RESPALDO PROBATORIO

A. Prueba documental

201. A continuación se ofrece una relación de la prueba documental disponible al

momento:

ANEXO 1: CIDH, Informe N° 43/01, Caso 11.015, Hugo Juárez Cruzatt y otros ("Centro Penal Miguel Castro Castro"), Perú, 5 de marzo de 2001.

ANEXO 2: CIDH, Informe N° 94/03, Caso 11.015, Hugo Juárez Cruzatt y otros ("Centro Penal Miguel Castro Castro"), Perú, 23 de octubre de 2003.

ANEXO 3: Poderes de representación otorgados en favor de Mónica Feria Tinta ANEXO 4: Poderes de representación otorgados en favor de Sabina Astete ANEXO 5: Poder de representación otorgado en favor de Carolina Loayza Tamayo ANEXO 6: Disco compacto que contiene el informe final de la Comisión de la Verdad y

la Reconciliación del Perú. ANEXO 7: Decreto Ley N° 25421. ANEXO 8: Escrito de la Comisión Nacional de Derechos Humanos del Perú, de fecha 1ro

de julio de 1992, mediante el cual presenta a la CIDH dos declaraciones de sobrevivientes del operativo "Mudanza 1".

ANEXO 9: Reportaje sobre los hechos aparecido en el diario "Miami Herald" el 23 de mayo de 1992.

ANEXO 10: Páginas 163 a 173 del libro "Ojo por ojo", escrito por el periodista Umberto Jara.

ANEXO 11: Boletín Informativo de Amnistía Internacional, correspondiente al mes de agosto de 1992, Volumen XV, N° 8

ANEXO 12: Documentos remitidos por el Estado el 26 de octubre de 1992 como contestación a la denuncia

ANEXO 13: Listado completo de internos recluidos en los pabellones 1A y 4B del Penal "Castro Castro" hasta febrero de 1992.

ANEXO 14: Listado completo de internos ingresados a los pabellones 1A y 4B del Penal "Castro Castro" desde febrero de 1992 hasta el 5 de mayo de 1992.

ANEXO 15: Listado de internos acusados de terrorismo CRAS Miguel Castro Castro, Canto Grande a febrero de 1992.

ANEXO 16: Denuncia de los prisioneros de los pabellones 1A y 4B a la Fiscalía de la Nación de fecha 17 de diciembre de 1991.

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ANEXO 17: Pliego único de demandas de los presos políticos y prisioneros de guerra de la Luminosa Trinchera de Combate de Canto Grande remitido a la Fiscalía de la Nación en diciembre de 1991.

ANEXO 18: Comunicado No. 10-COOSMIN Ministerio del Interior. Información oficial sobre el número de reclusos muertos emitido el 12 de mayo de 1992.

ANEXO 19: Comunicado de prensa de la Embajada de Perú en el Reino Unido de fecha 15 de mayo de 1992.

ANEXO 20: El Comercio, reporte de prensa “Cifra de muertos subió a doce” / La República, reporte de prensa “Relación de cadáveres no retirados de la morgue”.

ANEXO 21: Fax de Comisedh a Amnistía Internacional de fecha 27 de mayo de 1992. ANEXO 22: Habeas Corpus preparado por un grupo de representantes de los prisioneros. ANEXO 23: La República, reporte de prensa de fecha 8 de mayo de 1992 “Identifican

sólo a seis de once cadáveres”. ANEXO 24: La República, reporte de prensa de fecha 9 de mayo de 1992 “Identifican

diez de los once cadáveres”. ANEXO 25: Expreso, 11 de mayo de 1992, reporte de prensa “Canto Grande bajo

control”, “Penal Castro Castro quedó bajo control policial”, “Fujimori afirma durante visita al Penal “Se reconstituye el principio de autoridad en las prisiones”, “Senderistas habían convertido cárcel en zonas liberadas”, “Identifican a cabecillas senderistas en Morgue de Lima”, “Incautaron armas en pabellón senderista. Policía presentó dos ametralladoras de largo alcance” y “Relación parcial de muertos (extraoficial).

ANEXO 26: Caretas, 18 de mayo de 1992, “Canto Grande por dentro” y “Mandos caídos”.

ANEXO 27: Expreso, 12 de mayo de 1992, “Cifra de fallecidos llega a treinta y ocho” y “Confirman la muerte de cinco cabecillas de Sendero Luminoso”.

ANEXO 28: El Nacional, 13 de mayo de 1992, “Dinamitan escombros en busca de más cadáveres”.

ANEXO 29: Expreso, reporte de prensa de fecha 13 de mayo de 1992: “Relación parcial de muertes (extra-oficial).

ANEXO 30: El Comercio, “Identifican a terroristas cabecillas muertos en el penal Castro Castro”.

ANEXO 31: El Comercio, 11 de mayo de 1992: “En debilitamiento de motín murieron cabecillas de Sendero Luminoso”.

ANEXO 32: La República, reporte de prensa de fecha de 12 de mayo de 1992: “Hallan más reclusos muertos entre escombros y cifra sube a 40”.

ANEXO 33: Expreso, reporte de prensa: “Murió otra senderista atrincherada en Canto Grande”.

ANEXO 34: El Nacional, reporte de prensa de fecha 14 de mayo de 1992: “Hoy irían a la fosa común doce cadáveres del CRAS”.

ANEXO 35: “Carta a Laura y Matilde”, carta de un prisionero sobreviviente que llegó al penal Castro Castro el 5 de mayo de 1992.

ANEXO 36: Declaración jurada del hermano del prisionero que escribió “Carta a Laura y Matilde”.

ANEXO 37: El Comercio, 11 de mayo de 1992, “Cabecillas terroristas acribillaron a los que iban a rendirse sostuvo presidente Fujimori, quien visitó el penal y dijo que habría más sediciosos en Canto Grande”.

ANEXO 38: La República, reporte de prensa de fecha 17 de mayo de 1992: “Plantados”. ANEXO 39: Reuters, 11 de mayo de 1992: “Más de 100 prisioneros de Guerrilla muertos

o desaparecidos, dicen los abogados”. ANEXO 40: The Ethnic News Watch, El Nuevo Herald, 23 de mayo de 1992:

“Cuestionan versión peruana sobre muertes en reclusorio”.

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ANEXO 41: Reporte del Presidente de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Dr. Marco Tulio Bruno Celli, en su visita a Perú el 11 y 12 de mayo de 1992 (Informe sobre la situación de Derechos Humanos en Perú, OEA/Ser.L/II 83 Doc. 31, 12 de marzo de 1993).

ANEXO 42: Denuncia de prisioneros de fecha 1 de octubre de 1991 sobre la existencia de una amenaza contra el derecho a la vida.

ANEXO 43: Financial Times, 11 de abril de 1992: “Peruvian Jail massacre feared”. ANEXO 44: Bergen Record Corp. The Record, 10 de mayo de 1992: “Prisión peruana

atormentada por la policía”. ANEXO 45: La República, reporte de prensa de fecha 7 de mayo de 1992: “Horror en

Canto Grande, terroristas se atrincheran en pabellón y atacan con balas, dinamitazos y ácido”.

ANEXO 46: El Comercio, recortes de prensa de fecha 7 de mayo de 1992. ANEXO 47: Recortes de prensa del periódico oficial El Peruano de fecha 7 de mayo de

1992. ANEXO 48: Expreso, recortes de prensa de fecha 7 de mayo de 1992. ANEXO 49: El Nacional, 7 de mayo de 1992: “Matanza en Castro Castro. Dentro del

pabellón se desató la batalla por más de 12 horas”. ANEXO 50: Expreso, 8 de mayo de 1992: “600 senderistas se atrincheran en pabellón de

hombres, se espera asalto policial en cualquier momento”. ANEXO 51: El Comercio, recortes de prensa de fecha 8 de mayo de 1992: “Unos 600

terroristas siguen en evidente rebeldía. Hombres y mujeres atrincherados en el pabellón 4-B” y “Severas sanciones para terroristas decreta Estado”.

ANEXO 52: El País, 9 de mayo de 1992: “600 presos de Sendero Luminoso continúan atrincherados en la cárcel limeña de Canto Grande. El Estado de Alberto Fujimori, dispuesto a rendir por hambre a los sitiados”.

ANEXO 53: Reporte de Biblioteca Reuter, 10 de mayo de 1992: “Fujimori dice que 28 guerrillas murieron en asalto al penal”.

ANEXO 54: Sentinel Communications Co. Orlando Sentinel Tribune, 10 de mayo de 1992: “La policía peruana toma pabellón retenido por rebeldes”.

ANEXO 55: Expreso, recortes de prensa de fecha 10 de mayo de 1992: “Violenta captura del pabellón senderista y “Tras cuatro días la Policía develó motín senderista”.

ANEXO 56: The New York Times, 10 de mayo de 1992: “Rebels inmates surrender in Peru”.

ANEXO 57: El Peruano, recortes de prensa de fecha 10 de mayo de 1992. ANEXO 58: El Comercio, recortes de prensa de fecha 10 de mayo de 1992. ANEXO 59: El Nacional, recortes de prensa de fecha 11 de mayo de 1992. ANEXO 60: Revista Sí, 11 de mayo de 1992: “La Guerra en Canto Grande”. ANEXO 61: El Comercio, recortes de prensa de fecha 12 de mayo de 1992. ANEXO 62: Toronto Star Newspapers, 11 de mayo de 1992: “Barrage ends Lima prison

uprising”. ANEXO 63: El País, recortes de prensa de fecha 11 de mayo de 1992. ANEXO 64: El País, 11 de mayo de 1992: “El motín del penal limeño de Canto Grande

concluye con más de 30 muertos y decenas de heridos”. ANEXO 65: El Comercio, recortes de prensa de fecha 9 de mayo de 1992. ANEXO 66: El País, 12 de mayo de 1992: “Dudas sobre el número total de muertos en el

asalto al penal limeño de Canto Grande”. ANEXO 67: The Houston Chronicle Publishing Company, 11 de mayo de 1992: “End of

rebel uprising a victory for Fujimori”. ANEXO 68: Agence France Presse, 12 de mayo de 1992: “Peruvian pro-rebel journalist

among prison fatalities”.

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ANEXO 69: El País, 14 de mayo de 1992: “Sospecha de asesinato selectivo de senderistas en un penal de Lima. Fujimori veta el acceso a Canto Grande”.

ANEXO 70: Revista Sí, 18 de mayo de 1992, Reportaje: “Cifras cruzadas”. ANEXO 71: La República, reportajes publicados el 10 de mayo de 1992, titulados "470

terroristas se rinden tras infernal balacera en Canto Grande" y “Senderistas rendidos estaban sucios, descalzos y tendidos boca abajo”.

ANEXO 72: Comunicado de prensa de la Embajada de Perú en Gran Bretaña de fecha 7 de mayo de 1992.

ANEXO 73: La República, 12 de mayo de 1992: “Pabellón B era asilo para terroristas. Extraterritorialidad y Derechos Humanos”.

ANEXO 74: El País, 10 de mayo de 1992: “Explosiones y disparos en el tercer día del asedio al penal peruano de Canto Grande”.

ANEXO 75: Expreso, 10 de mayo de 1992, Informes “El terror en la mira”, “La incursión policial en el presidio”, “La nueva legislación antiterrorista” y “Canto Grande: El local de Sendero”.

ANEXO 76: La República, recortes de prensa de fecha 17 de mayo de 1992. ANEXO 77: The New York Times, 11 de mayo de 1992: “Perú Routs Rebels in 4-day

Prison Fight”. ANEXO 78: Oficio No. 3135-92-MP-FN de la Fiscalía de la Nación. ANEXO 79: Denuncia de fecha 6 de mayo de 1992 de un grupo de abogados de los

prisioneros a Amnistía Internacional sobre la masacre de Castro Castro. ANEXO 80: Revista Caretas, 25 de febrero de 1993: “Derechos Humanos, el Informe

Canto Grande”. ANEXO 81: Revista Caretas, 31 de mayo de 2001: “Matanza olvidada”. ANEXO 82: Declaración de Sabina Virgen Quispe Rojas. ANEXO 83: Declaración de María Saire Heredia. ANEXO 84: Declaración de Patricia Zorrilla Castilla. ANEXO 85: Declaración de Margot Lourdes Liendo Gill. ANEXO 86: Declaración de Fiorella Concepción Montaño Freire. ANEXO 87: Declaración y fotografías de Rosario Salinas Arroyo. ANEXO 88: Declaración de Yuri Vanesa Conde Beltrán. ANEXO 89: Declaración de Gloria Gladys Cruz Flores. ANEXO 90: Declaración de Justa Elita Torrejón Rubio. ANEXO 91: Declaración de Marisol Morón Cascire. ANEXO 92: Declaración de Elena Morote Durand. ANEXO 93: Declaración Yudy Mejía Chávez. ANEXO 94: Declaración de Blanca Eva Marquina Sumari. ANEXO 95: Declaración y fotografías de Miriam Rodríguez Peralta. ANEXO 96: Declaración de Victoria Obdulia Trujillo Agurto. ANEXO 97: Declaración de Gertrudis Silvia Breuer Pilco. ANEXO 98: Declaración y fotografías de Mercedes Ríos Vera. ANEXO 99: Declaración de Lucía Pillaca Sicha. ANEXO 100: Declaración de Madeleine Valle Rivera. ANEXO 101: Declaración de Yolanda Velarde González. ANEXO 102: Declaración de Isabel Moreno Tarazona. ANEXO 103: Declaración de Esther Yovana Palacios Valenzuela. ANEXO 104: Declaración y fotografías de Nina Soria Alvarado Ruíz. ANEXO 105: Declaración de Nelly Marion Evans Risco. ANEXO 106: Declaración de Fredesinda Tineo Godos. ANEXO 107: Declaración de Sandra Luisa Huamanhorqque Huamanhorqque. ANEXO 108: Declaración de Mercedes Villaverde Aguilar. ANEXO 109: Declaración de Gladys Alicia Alvarez Sánchez. ANEXO 110: Declaración de Sybila Arredondo Guevara Vda. de Arguedas.

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ANEXO 111: Declaración de Lili Barrón Cerrón. ANEXO 112: Declaración de Rosa Isabel Acosta Navarro. ANEXO 113: Declaración de Dalia Santander Salvador. ANEXO 114: Declaración y fotografías de Luis Ángel Pérez Zapata. ANEXO 115: Declaración y fotografías de Pablo Efraín Jorge Morales. ANEXO 116: Declaración de Víctor Zavala Cataño. ANEXO 117: Declaración de Percy Omar Silva Dávalos. ANEXO 118: Declaración de Douglas Milton Silva Dávalos. ANEXO 119: Declaración de Gustavo Adolfo Chávez Hun. ANEXO 120: Declaración y fotografías de Camilo Baras Tapia. ANEXO 121: Declaración de Raúl Basilio Gil Orihuela. ANEXO 122: Declaración de Carlos Alberto Lamas Albán. ANEXO 123: Declaración y fotografías de Víctor Javier Olivos Peña. ANEXO 124: Declaración de Elmer de la Cruz Yarma. ANEXO 125: Declaración de Carlos Manuel Torres Mendoza. ANEXO 126: Declaración de Gerardo Saravia López de Castilla. ANEXO 127: Declaración de Pablo Carranza Retuerto. ANEXO 128: Declaración de Daniel Grande Ascue. ANEXO 129: Declaración de Alberto Atunca Acevedo. ANEXO 130: Declaración de Pascual Utia Lozano. ANEXO 131: Declaración de Rafael Evaristo Fernández Vázquez. ANEXO 132: Declaración de Máximo Talledo Astudillo. ANEXO 133: Declaración de Lorenzo Rodas Centeno. ANEXO 134: Declaración de Guillermo Lázaro Rojas. ANEXO 135: Declaración de Inocente César Matos Gómez. ANEXO 136: Declaración de Carlos Percy Atahua Huaraca. ANEXO 137: Declaración de José Baltasar Tello Santos. ANEXO 138: Declaración de Crisineo Neira Torres. ANEXO 139: Declaración de Vladimir Enver Esquivel Cárhuaz. ANEXO 140: Declaración de Fernando Medina Puma. ANEXO 141: Declaración de Armengol Preciliano Arredondo Lezama. ANEXO 142: Declaración de Miguel Enrique Cruz Suaña. ANEXO 143: Declaración de Arturo Jesús Vidalón Arakaki. ANEXO 144: Declaración de Julián Luis Gutiérrez León. ANEXO 145: Declaración de Antonio Melquíades Ponce Hilario. ANEXO 146: Declaración de Martín Peralta Saldarriaga. ANEXO 147: Declaración de César Manolo González Marcelo. ANEXO 148: Declaración de Orestes Clavo González. ANEXO 149: Declaración de Julián Modesto Ronceros Solano. ANEXO 150: Declaración de Henry Medina Santi. ANEXO 151: Declaración de Julio Ventocilla Yacchi. ANEXO 152: Declaración de Félix Rafael Méndez Cruz. ANEXO 153: Declaración de Segundo González Soto. ANEXO 154: Declaración de Horacio Tárraga Llacta. ANEXO 155: Declaración de Luis Zavaleta Concepción. ANEXO 156: Declaración de Carlos Pedro Gómez Paquiyauri. ANEXO 157: Declaración de Edgar Galán Martínez. ANEXO 158: Declaración de Marco Antonio Agreda Cerda. ANEXO 159: Declaración de Nicéforo León Lliuyacc. ANEXO 160: Declaración de David Levy Santillana Reátegui. ANEXO 161: Declaración de Juan Manuel Castro Vizcarra. ANEXO 162: Declaración de Rumaldo Juan Pachecho Osco. ANEXO 163: Declaración de Donald Alcides Olivas Palma.

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ANEXO 164: Declaración de Hugo Walter Villanueva Azaña. ANEXO 165: Declaración de Zósimo Oswaldo Salazar Cossío. ANEXO 166: Declaración de Jaime Javier Salazar Mozo. ANEXO 167: Declaración de Zósimo Soto Marchán. ANEXO 168: Declaración de John Angeles Cotillo. ANEXO 169: Declaración de Juan Carlos Lazo Prieto. ANEXO 170: Declaración de Germán Isaac Orozco Castañeda. ANEXO 171: Declaración de Thales Manrique González Villafuerte. ANEXO 172: Declaración de César Alejandro Rojas Simón. ANEXO 173: Declaración de Wilson Chávez Olivera. ANEXO 174: Declaración de Carlos González Celedonio. ANEXO 175: Declaración de Alfredo Ernesto Montero Chuquirimay. ANEXO 176: Declaración de Edgar Pacheco Pedroza. ANEXO 177: Declaración de Carlos Carhuas Rosas. ANEXO 178: Declaración de Amado Yangua Lloclla. ANEXO 179: Declaración de Máximo Aparco Huincho. ANEXO 180: Declaración de Manuel Cotrina Mendoza. ANEXO 181: Declaración de José Guillermo Díaz Carhuas. ANEXO 182: Declaración de Pedro Simón Espinoza Alvarado. ANEXO 183: Declaración de Eduardo Edgar Huamán Arrieta. ANEXO 184: Declaración de Mauro Apaico Páucar. ANEXO 185: Declaración de Jesús Ángel Julcarima Antonio. ANEXO 186: Declaración de Miguel Ángel Koo Villanueva. ANEXO 187: Declaración de Luis Rosendo Pinedo Manrique. ANEXO 188: Declaración de Edgard Pedro Tolentino González. ANEXO 189: Declaración de Efraín Gamboa Yépez. ANEXO 190: Declaración de Felizandro Flores Flores. ANEXO 191: Declaración de Manuel Eduardo Olivos Eusebio. ANEXO 192: Declaración de Francisco Abad Tello Santos. ANEXO 193: Declaración de José Luis Torres Maldonado. ANEXO 194: Declaración de Damián Huallpa Mollehuanca. ANEXO 195: Declaración de Enrique Llantoy Sulca. ANEXO 196: Declaración de Isidoro Santiago Nunja García. ANEXO 197: Declaración de Carlos Donayre Tapia López. ANEXO 198: Declaración de Valentín Cacha Espíritu. ANEXO 199: Declaración de Ismael Collantes Beltrán. ANEXO 200: Declaración de Jhonny Edwar Calderón Gutiérrez. ANEXO 201: Declaración de Jaime Segundo García Alama. ANEXO 202: Declaración de Juan Córdova Alzamora. ANEXO 203: Declaración de Fredy Guevara Medina. ANEXO 204: Declaración de Edgar García David. ANEXO 205: Declaración de Jesús Lucio Ccopa Molina. ANEXO 206: Declaración de Alex Vicente Rivadeneyra. ANEXO 207: Declaración de Ricardo Alvarado Ubaldo. ANEXO 208: Declaración de Huamán Herrera Oliverio Salvador. ANEXO 209: Declaración de William Gabriel Sánchez. ANEXO 210: Declaración de Carmen Lucy Huatuco Fuentes. ANEXO 211: Declaración de Martha Elena Alvarado Rojas. ANEXO 212: Declaración de Eva Sofía Challco Hurtado. ANEXO 213: Declaración de Edith Inés Chávez Vilcapuma. ANEXO 214: Declaración de Aydé Sebastiana Chumpitaz Luyo. ANEXO 215: Declaración de Miriam Virgilia Gamboa Aguilar. ANEXO 216: Declaración de María Rosa Yépez Rosas.

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ANEXO 217: Declaración de Alberto Joel Ponce Cortez. ANEXO 218: Declaración de Osmán Morote Barrionuevo. ANEXO 219: Declaración de José Ramírez Sánchez. ANEXO 220: Declaración de José Agustín Machuca Urbina. ANEXO 221: Declaración de Roberto Julio Pfeng Delgado. ANEXO 222: Declaración de Hernán Collazos Rojas. ANEXO 223: Declaración de Sebastián Chávez Sifuentes. ANEXO 224: Declaración de Juan Flavio Mendoza Sejil. ANEXO 225: Declaración de Justiniano Santos Huaraca Aviles. ANEXO 226: Declaración de Henry Martín Riveros Quintanilla. ANEXO 227: Declaración de Julio Reyes Dávila. ANEXO 228: Declaración de Marco Tulio Saldaña Alfaro. ANEXO 229: Declaración de Glicerio Aguirre Pacheco. ANEXO 230: Declaración de Alfredo Poccorpachi Vallejos. ANEXO 231: Declaración de Manuel Oswaldo Huayasco Vicente. ANEXO 232: Declaración de Alfredo Castillo Montañez. ANEXO 233: Declaración de Jorge Augusto Pérez Velásquez. ANEXO 234: Declaración de Oscar Montes Oscano. ANEXO 235: Declaración de Arturo Ricardo Chumpitaz Aguirre. ANEXO 236: Declaración de Estela Flor Guillermo Alvarez. ANEXO 237: Declaración de Fernando Claudio Olórtegui Crispín. ANEXO 238: Declaración de Magally Castro Rosas. ANEXO 239: Declaración de Ricardina Ponce Carrasco. ANEXO 240: Declaración y documentos remitidos por Ricardo Luque Condori. ANEXO 241: Declaración de Zaida Elizabeth Villa Clemente. ANEXO 242: Declaración y documentos remitidos por Priscila Rodríguez Osorio. ANEXO 243: Declaración y documentos remitidos por Nila Cipriana Pacheco Neira. ANEXO 244: Declaración y documentos remitidos por Vilma Company Rodríguez. ANEXO 245: Declaraciones de Avelina García Calderón, Lourdes Heredia Pacheco, Ana

Barreda Chusing, Norma Dávalos Díaz, Guillermo Alfonso Rodríguez Ramos, Walter Andrés Huamanchumo y Ana María Berrios.

ANEXO 246: Declaración de Pastor Cocha Nevado. ANEXO 247: Declaración de José Alberto Cartagena Vargas. ANEXO 248: Declaración de Edgard Jacinto Cama Quispe. ANEXO 249: Declaración de José Escate Victorio. ANEXO 250: Declaración de Julio César Pérez Romero. ANEXO 251: Declaración de Porfirio Coras Lope. ANEXO 252: Declaración de Milton Escobarrios. ANEXO 253: Carta de Damián Huallpa Mollehuanca identificando algunas de las armas

usadas por las fuerzas de seguridad peruanas en los sucesos en Castro Castro.

ANEXO 254: Mapas del penal Castro Castro. ANEXO 255: Evidencia remitida por Avelina García Calderón. ANEXO 256: Fotografías del penal Castro Castro. ANEXO 257: Comentarios médicos del Dr. Gill Hinshelwood de la Fundación Médica para

Víctimas de Tortura. ANEXO 258: Boletín Informativo Andino No. 66, Mayo 1992: “La batalla por el penal

Castro Castro”. ANEXO 259: Texto del mensaje del Presidente Alberto Fujimori a la nación. ANEXO 260: Registro de visita de la Comisión Episcopal de Acción Social de fecha 4 de

junio de 1992.

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ANEXO 261: Documentos relacionados con la acusación del Estado de Perú contra Osmán Morote Barrionuevo y otras tres prisioneras por los sucesos de "Castro Castro".

ANEXO 262: Extractos del Código de Ejecución Penal Peruano. ANEXO 263: Vídeo conteniendo un documental emitido por Canal 4, Reino Unido, 1992.

Poco antes del final del documental se puede observar algunas imágenes del ataque al Penal "miguel Castro Castro" y del tratamiento otorgado a los reclusos tras su rendición.

ANEXO 264: Extracto del “Informe de la Comisión Ames” reproducido en Expreso en diciembre de 1987.

ANEXO 265: Reglamento Penitenciario Decreto Supremo No. 023-82-JUS. ANEXO 266: Vídeo conteniendo testimonio de Magali Suárez Moncada. ANEXO 267: Reportaje sobre los hechos aparecido en la revista Caretas, edición

correspondiente al 11 de mayo de 1992. ANEXO 268: Reportaje publicado por el diario "La República" el 26 de septiembre de

2003, titulado "Martín Rivas guarda pruebas contra Fujimori, Montesinos y Hermoza", en http://www3. larepublica.com.pe/2003/SETIEMBRE/ pdf26 /politica.htm.

ANEXO 269: Grabación en formato MP3 de la audiencia en relación con el fondo del caso 11.015, celebrada ante la CIDH en el curso del 113° periodo de sesiones.

ANEXO 270: Transcripción notarial del video que contiene la entrevista efectuada por Umberto Jara a Santiago Martín Rivas, difundido a través del programa de televisión "En la boca del lobo" los días 24 y 25 de septiembre de 2003.

ANEXO 271: Reportaje publicado por el diario "La República" el 4 de febrero de 2004, titulado "Fujimori y Montesinos ordenaron la masacre de 44 senderistas en 1992", en http://www3.larepublica.com.pe/2004/FEBRERO /pdf4 /politica.htm.

ANEXO 272: Reglamento de documentación policial. ANEXO 273: Informe al Congreso Sobre los Sucesos de los Penales, Comisión

Investigadora presidida por el Senador Rolando Ames 1988, Capítulo IV, páginas 296 y 298.

ANEXO 274: Sentencia dictada el 3 de febrero de 2004 por la Sala Nacional de Terrorismo dentro del proceso penal 237-93.

ANEXO 275: Informe N° 004-2001-DIRINCRI-EM-O-DD.HH. elaborado por la Policía Nacional del Perú.

ANEXO 276: Informes y oficios policiales que acreditan la incineración o desaparición de prueba esencial relacionada con los hechos.

ANEXO 277: Relación de informes de criminalística. ANEXO 278: Certificados de necropsia. ANEXO 279: Informes de medicina forense. ANEXO 280: Informes toxicológicos. ANEXO 281: Informes de balística. ANEXO 282: Informes de absorción atómica. ANEXO 283: Informes de biología forense. ANEXO 284: Informes de análisis químico de explosivos. ANEXO 285: Solicitudes de inscripción de defunciones. ANEXO 286: Informes de identificación de cadáveres: Contienen pericias dactiloscópicas y

odontológicas, fotografías, y fojas de antecedentes. ANEXO 287: Informe N° 005-2001-DIRINCRI-EM-O-DD.HH. elaborado por la Policía

Nacional del Perú. ANEXO 288: Atestado policial N° 322-IC-H-DDCV (informe de la investigación inicial de

los hechos).

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ANEXO 289: Informes de criminalística relacionados con las instalaciones del Penal Miguel Castro Castro.

ANEXO 290: Curriculum Vitae de Pieter Van Reenen, perito ofrecido por la Comisión.

202. Adicionalmente, la Comisión solicita a la Honorable Corte se sirva requerir al Estado peruano la remisión de copias certificadas de la totalidad de los documentos relacionados con las investigaciones desarrolladas en el ámbito de la jurisdicción interna en relación con los hechos, así como copia autenticada de la legislación y disposiciones reglamentarias aplicables, en cumplimiento de lo establecido por el artículo 41 de la Ley 23506 (Ley de Hábeas Corpus y Amparo), que dispone:

Es obligación de la Corte Suprema de Justicia de la República, el cumplir con remitir a los organismos a que se refiere el artículo 39º [internacionales], la legislación, las resoluciones y demás documentos actuados en el proceso o los procesos que originaron la petición, así como todo otro elemento que a juicio del organismo internacional fuere necesario para su ilustración o para mejor resolver el asunto sometido a su competencia. B. Prueba testimonial y pericial

1. Testigos

203. La Comisión solicita a la Corte que en virtud del principio de economía procesal, acepte como prueba testimonial las declaraciones rendidas bajo juramento por la Doctora Mónica Feria Tinta y por la Sra. Avelina García Calderón Orozco en el curso de la audiencia que sobre el fondo de este caso se celebró en la sede de la CIDH el 14 de noviembre de 2001, audiencia en la cual participó el Estado peruano. Dichas declaraciones están contenidas en el Anexo 269 de la presente demanda. En el evento de que la Corte no aceptara estas declaraciones como prueba testimonial la Comisión se reserva el derecho de solicitar la comparecencia ante la Corte de las testigos antes referidas.

204. Adicionalmente la Comisión solicita a la Corte que reciba en audiencia la declaración de los siguientes testigos:

a. Dr. Wilfredo Pedraza, ex Director de la Unidad de Investigaciones Especiales de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación del Perú, quien declarara sobre la ejecución del denominado operativo "Mudanza 1" y sus resultados, a partir de la información recabada por la CVR y consignada en su informe final; entre otros aspectos relativos al objeto y fin de la presente demanda (*).

b. Gaby Balcázar Medina, quien declarara sobre la ejecución del denominado operativo

"Mudanza 1" y sus resultados, a partir de su experiencia personal por haberse encontrado recluida en el Penal "Miguel Castro Castro" para la época de los hechos; entre otros aspectos relativos al objeto y fin de la presente demanda (*).

c. Julia Peña Castillo, quien declarara sobre la ejecución del denominado operativo

"Mudanza 1" y sus resultados, el tratamiento otorgado a los familiares de los internos durante el operativo, y la tortura y ejecución extrajudicial de su hija Julia Marlene Olivos Peña, quien se encontraba recluida en el Penal "Miguel Castro Castro" para la época de los hechos; entre otros aspectos relativos al objeto y fin de la presente demanda (*).

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2. Perito

205. La Comisión solicita a la Corte que reciba en audiencia la opinión del siguiente experto:

Pieter Van Reenen, quien declarará sobre los estándares aplicables al control de motines carcelarios; los mecanismos apropiados para impedir el ingreso de armas a los centros carcelarios; y el tratamiento que debe otorgarse a los presos amotinados con posterioridad a su rendición; entre otros aspectos relativos al objeto y fin de la presente demanda. La Comisión comunicará oportunamente a la Corte la dirección del perito. 206. La Comisión se reserva el derecho de no presentar o de sustituir a uno o más de los

testigos y/o experto que aparecen en la lista precedente. Dadas las circunstancias del presente caso la lista que antecede no puede considerarse exhaustiva sino que su ampliación pudiera resultar necesaria.

XII. DATOS DE LA DENUNCIANTE ORIGINAL, DE LAS VÍCTIMAS Y DE SUS

FAMILIARES

207. De conformidad con lo dispuesto en el artículo 33 del Reglamento de la Corte, la Comisión Interamericana presenta la siguiente información: La denunciante original en el presente caso es la Dra. Sabina Astete (*).

208. La Doctora Astete representa a 109 de las víctimas sobrevivientes y a los familiares

de 4 de las víctimas fallecidas (en total 113 víctimas)191. Ha designado a los Profesores Peter Erlinder y Douglass W. Cassel, y a la Doctora Bertha Flores como sus consejeros legales.

209. 130 víctimas sobrevivientes y los familiares de 21 víctimas fallecidas (en total 151

víctimas) se encuentran representadas por la Doctora Mónica Feria Tinta192 (*). 210. El Sr. Urcesino Ramírez Rojas ha designado como su representante para el presente

caso a la Dra. Carolina Loayza Tamayo193 (*). 211. 257 víctimas sobrevivientes y los familiares de 17 víctimas fallecidas (en total 274

víctimas) aún no han designado un representante para el trámite del caso ante la Corte194, en consecuencia, la CIDH asume provisionalmente su representación.

212. La Corte podrá apreciar a partir de la lectura del expediente del trámite ante la

Comisión y de los Anexos 3 y 4 de la presente demanda, que existe un desacuerdo entre las Doctoras Astete y Feria Tinta en cuanto a la representación de las víctimas; por tal razón, la Comisión ha decidido proporcionar al Tribunal los datos de todas las personas que han recibido poderes de representación y solicitarle que ordene las medidas necesarias para garantizar que todas las víctimas cuenten con representación, tengan acceso al expediente y sean escuchados de acuerdo al procedimiento establecido en el Reglamento de la Corte, para asegurar una participación equilibrada en consideración a las particularidades del presente caso.

191 Apéndice A y Anexo 4.

192 Apéndice A y Anexo 3.

193 Apéndice A y Anexo 5.

194 Apéndice A.

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ORGANIZACIÓN DE LOS ESTADOS AMERICANOS

Comisión Interamericana de Derechos Humanos

Demanda en el caso de Fermín Ramírez (Caso 12.403)

contra la República de Guatemala

DELEGADOS: Susana Villarán, Comisionada Santiago A. Canton, Secretario Ejecutivo ASESORES: Ariel E. Dulitzky Víctor Madrigal Borloz María Claudia Pulido

12 de septiembre de 2004 1889 F Street, N.W Washington, D.C.

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NOTA DE EDICIÓN

El siguiente texto corresponde al original de la demanda presentada en su oportunidad por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos a la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso Fermín Ramírez (Caso 12.403) contra la República de Guatemala.

En caso de que la Comisión haya presentado oportunamente enmiendas o erratas al texto presentado ante la Corte, éstas han sido incluidas en el texto publicado.

En el texto se ha omitido los datos de localización de testigos, peritos y representantes. Esta edición ha sido marcada con el símbolo (*).

En algunos textos se ha omitido los nombres de testigos por consideraciones de seguridad personal. Esta edición ha sido marcada con el símbolo (**).

La cita oficial de este documento es:

CIDH, Demanda en el caso Fermín Ramírez (Caso 12.403) contra la República de Guatemala, 12 de septiembre de 2004.

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ÌNDICE

I. INTRODUCCIÓN..................................................................................................... 447 II. OBJETO DE LA DEMANDA...................................................................................... 448 III. REPRESENTACIÓN ................................................................................................. 449 IV. JURISDICCIÓN DE LA CORTE.................................................................................. 449 V. TRÁMITE ANTE LA COMISIÓN INTERAMERICANA .................................................... 449 ................................................................................................. 453Medidas Cautelares VI. FUNDAMENTOS DE HECHO .................................................................................... 453 VII. FUNDAMENTOS DE DERECHO ................................................................................ 459

................ 459A. El Estado de Guatemala incurrió en violación de los artículos 8(1), 8(2)(b)

y 8(2)(c) de la Convención Americana en perjuicio de Fermín Ramírez

...................................................................... 467B. El Estado de Guatemala violó el artículo 25 de la Convención Americana

en perjuicio de Fermín Ramírez

......................................................................... 469C. El Estado de Guatemala violó el artículo 4 en relación con el artículo 1(1)

de la Convención Americana

....................................................... 471D. El Estado de Guatemala incumplió la obligación general consagrada en el

artículo 1(1) de la Convención Americana VIII. REPARACIONES Y COSTAS .................................................................................... 471 ................................................................................... 472A. Obligación de reparar ................................................................................. 473B. Medidas de reparación

................................ 474b.1. Medias de restitución y garantías de no repetición ................................................................. 474b.2 Medidas de compensación

................................................................. 474b.2.1 Daños inmateriales

................................................................................................. 476C. Beneficiario .......................................................................................... 476D. Costas y gastos IX. CONCLUSIONES .................................................................................................... 476 X. PETITORIO ............................................................................................................ 477

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XI. RESPALDO PROBATORIO........................................................................................ 478 ...................................................................................... 478A. Prueba documental XII. DATOS DE LA VÍCTIMA Y DE LOS DENUNCIANTES ORIGINALES ............................... 480

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DEMANDA DE LA COMISIÓN INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS ANTE LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS

CONTRA EL ESTADO DE GUATEMALA

CASO 12.403 FERMÍN RAMÍREZ

I. INTRODUCCIÓN

1. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (en adelante la "Comisión Interamericana", "la Comisión", o "la CIDH"), somete ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (en adelante "la Corte Interamericana" o "la Corte") la demanda en el caso 12.403, Fermín Ramírez en contra de Guatemala (en adelante el "Estado guatemalteco", "el Estado" o “Guatemala”) por haber incurrido en violaciones a la Convención Americana al imponer la pena de muerte a Fermín Ramírez.

2. La Comisión Interamericana solicita a la Honorable Corte que establezca la responsabilidad internacional del Estado de Guatemala, el cual ha incumplido con sus obligaciones internacionales y por lo tanto, ha incurrido en la violación de los artículos 4 (derecho a la vida), 8 (derecho a las garantías judiciales) y 25 (derecho a la protección judicial efectiva), 1(1) (Obligación de Respetar los Derechos) de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (en adelante "la Convención Americana" o "la Convención"), mediante la imposición de la pena de muerte a Fermín Ramírez sin que hubiera tenido oportunidad de ejercer su derecho de defensa, en relación tanto al cambio de los hechos imputados en la acusación como de su calificación jurídica, los cuales tuvieron lugar al momento de que las autoridades judiciales guatemaltecas profirieron en su contra sentencia condenatoria el 6 de marzo de 1998.

3. El presente caso ha sido tramitado de acuerdo con lo dispuesto por la Convención Americana, y se presenta ante la Honorable Corte de conformidad con el artículo 33 del Reglamento de la Corte. Asimismo, se adjunta a esta demanda, como apéndice, una copia del Informe de Fondo No. 35/04 elaborado en observancia del artículo 50 de la Convención. Este informe fue adoptado por la Comisión el 11 de marzo de 2004 y fue trasmitido al Estado el día 12 del mismo mes y año, con un plazo de dos meses para que adoptara las recomendaciones en él contenidas. La Comisión Interamericana decidió, en razón de que consideró que el Estado no había adoptado sus recomendaciones de manera satisfactoria y según lo dispuesto en los artículos 51(1) de la Convención y 44 del Reglamento de la CIDH, someter el presente caso a la jurisdicción de la Corte Interamericana el 9 de septiembre de 2004.

4. El derecho a la vida es ampliamente reconocido como el derecho supremo del ser humano y conditio sine qua non para el goce de todos los demás derechos1. Por lo tanto, la Comisión tiene una mayor obligación de asegurar que toda privación de la vida perpetrada por un Estado Parte mediante la pena de muerte cumple estrictamente con las disposiciones de la Convención, incluyendo, en particular, las disposiciones sobre el derecho a la vida del artículo 4, las garantías de un trato humano consagradas en el artículo 5 y el debido proceso y la protección judicial garantizados en los artículos 8 y 25 de la Convención. La exigencia de un mayor escrutinio es congruente con el criterio restrictivo que otras instancias internacionales aplican a las

1 Corte I.D.H., Caso de los “Niños de la Calle” (Villagrán Morales y otros). Sentencia de 19 de noviembre de 1999.

Serie C No. 63, párr. 139.

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disposiciones sobre pena de muerte de los tratados sobre derechos humanos.2 En todo caso, como ya lo estableció la CIDH, en tanto subsista la pena de muerte, dada su naturaleza irrevocable, puede ser impuesta solamente en virtud de un juicio llevado a cabo en estricta observancia de todas las garantías del debido proceso3.

5. La Comisión no desconoce el sufrimiento causado por los actos atroces de violencia sexual contra una niña y por su muerte, por cuya causa Fermín Ramírez fue juzgado y condenado. En ese sentido resulta pertinente hacer referencia a la jurisprudencia de la Honorable Corte Interamericana en casos de homicidio intencional, según la cual los Estados tienen el deber de proteger a las víctimas de ese genero de delitos, sancionar a los responsables y mantener, en general, el orden público, que puede verse afectado por la multiplicación de esos crímenes4.

De igual modo, la Corte señala que la lucha de los Estados contra el delito debe desarrollarse con pleno respeto a los derechos humanos de las personas sometidas a su jurisdicción, y de conformidad con los tratados aplicables5.

6. En concordancia con lo anterior, la Comisión decidió someter el presente caso a la Honorable Corte dado que se trata de la imposición de la pena de muerte en un juicio en el que se desconocieron las garantías judiciales consagrados en la Convención, en particular el derecho de defensa, con el agravante de que dicha pena puede producir efectos irreversibles si es ejecutada por parte del Estado de Guatemala.

II. OBJETO DE LA DEMANDA

7. El objeto de la presente demanda consiste en solicitar respetuosamente a la

Honorable Corte que concluya y declare que: a. El Estado de Guatemala es responsable de la violación del derecho de Fermín

Ramírez consagrado en el artículo 8(2)(b) de la Convención Americana porque las autoridades judiciales guatemaltecas se abstuvieron de comunicarle previa y detalladamente los hechos en los que se fundó la sentencia condenatoria a la pena de muerte.

b. El Estado de Guatemala es responsable de la violación del derecho de Fermín

Ramírez consagrado en el artículo 8(1) de la Convención Americana porque las autoridades judiciales guatemaltecas le impidieron ejercer el derecho de ser oído sobre los hechos y circunstancias que se le imputaron en la sentencia condenatoria.

c. El Estado de Guatemala es responsable de la violación del derecho de Fermín

Ramírez consagrado en el artículo 8(2)(c) de la Convención Americana porque mediante la inclusión de nuevos hechos imputados en la sentencia y el cambio brusco de la calificación jurídica en la sentencia condenatoria impidieron que la defensa técnica orientara su actividad de manera razonable, con el tiempo y los medios adecuados para su preparación.

2 CIDH, Informe Nº 38/00, Rudolph Baptiste, Grenada, Caso 11.743, 13 de abril de 2000, párr. 64; CIDH, Informe Nº 52/02. Ramón Martínez Villareal, Estados Unidos, Caso 11.753, párr. 51.

3 CIDH, Quinto Informe sobre la Situación de los Derechos Humanos en Guatemala, 6 de abril de 2001, pág. 103.

4 Corte I.D.H., Caso Hilaire, Constantine y Benjamin y otros. Sentencia de 21 de junio de 2002. Serie C No. 94, párr. 101.

5 Ibidem.

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d. El Estado de Guatemala es responsable de la violación de derecho de Fermín Ramírez consagrado por el artículo 25 de la Convención Americana por imponer la sentencia de pena de muerte en un procedimiento penal que no se ajustó a las reglas del debido proceso y porque las autoridades judiciales guatemaltecas se abstuvieron de ejercer una tutela efectiva de los derechos que le fueran conculcados durante dicho proceso.

e. El Estado es responsable de la violación del derecho consagrado en el artículo

4 de la Convención Americana en relación con el artículo 1(1) del mismo instrumento por la condena y eventual ejecución de la pena de muerte impuesta a Fermín Ramírez en un proceso penal en el que se incurrió en violaciones de los derechos al debido proceso legal y a la tutela judicial efectiva.

f. Que el Estado de Guatemala es responsable del incumplimiento de la obligación

general de respetar los derechos, consagrada en el artículo 1(1) de la Convención Americana, en relación con las violaciones a los artículos 4, 8 y 25 del mismo instrumento.

III. REPRESENTACIÓN

8. Conforme a lo dispuesto en los artículos 22 y 33 del Reglamento de la Corte, la

Comisión ha designado Susana Villarán, Comisionada, y al Dr. Santiago A. Canton, Secretario Ejecutivo de la CIDH como sus delegados en este caso. Los doctores Ariel E. Dulitzky, Víctor Madrigal Borloz y María Claudia Pulido, especialistas de la Secretaría Ejecutiva de la CIDH, han sido designados para actuar como asesores legales.

IV. JURISDICCIÓN DE LA CORTE

9. La Honorable Corte es competente para conocer el presente caso. El Estado ratificó la Convención Americana el 25 de mayo de 1978 y aceptó la jurisdicción contenciosa de la Honorable Corte el 9 de marzo de 1987.

10. De acuerdo con el artículo 62(3) de la Convención Americana, la Corte Interamericana es competente para conocer de cualquier caso relativo a la interpretación y aplicación de las disposiciones de la Convención que le sea sometido, siempre que los Estados partes en el caso hayan reconocido o reconozcan la competencia de la Corte.

V. TRÁMITE ANTE LA COMISIÓN INTERAMERICANA

11. La petición fue presentada ante la Comisión, el 9 de junio de 2000. En aquella oportunidad, el peticionario solicitó también medidas cautelares a favor de la presunta víctima. El 27 de junio nuevamente el peticionario se dirigió a la CIDH requiriendo que la misma solicite a la Corte Interamericana de Derechos Humanos medidas provisionales a favor del condenado. La CIDH en virtud de tal pedido el 19 de junio de 2000 transmitió las partes pertinentes al Estado guatemalteco y le solicitó presentar información respecto de la solicitud de medidas cautelares en el plazo de 7 días. Seguidamente, el 21 de junio del mismo año, el Estado manifestó a la CIDH que su requerimiento sería satisfecho lo antes posible con la actuación de los tribunales de justicia que tienen competencia al efecto y a quienes se les había realizado el traslado del expediente en cuestión.

12. El Estado, mediante comunicación fechada el día 11 de agosto de 2000, se dirigió a

la Comisión manifestando que no se había configurado en el presente caso ninguna violación a los derechos consagrados en la Convención y que además, la falta de agotamiento de los recursos

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internos a disposición del Sr. Ramírez constituía otra causal que impedía a la CIDH decretar cualquier tipo de medidas cautelares a favor de la presunta víctima o solicitar a la Corte Interamericana de Derechos Humanos medidas provisionales en su favor.

13. En fecha 7 de diciembre de 2000, el peticionario presentó a la Comisión una

reiteración de la solicitud de medidas cautelares a favor de la presunta víctima, en virtud de haber sido agotados todos los recursos ordinarios de la jurisdicción interna y ser inminente la fijación de la fecha para su ejecución.

14. El 3 de mayo de 2001 la Comisión inició el trámite de la petición, transmitió las

partes pertinentes de la denuncia al Estado guatemalteco y le solicitó presentar una respuesta a la petición dentro del plazo de dos meses de conformidad con el artículo 30 de su reglamento. El Estado envió sus observaciones a la CIDH el 11 de julio de 2001, en la misma solicitó a la CIDH que declarase la inadmisibilidad del presente caso y que se abstenga de solicitar medidas cautelares a favor del Sr. Ramírez.

15. El 3 de octubre del año 2001, la Comisión trasmitió al peticionario las partes

pertinentes de la respuesta del Estado y le solicitó presentar sus observaciones en un plazo de 30 días. El 12 de noviembre el peticionario presentó sus observaciones al informe presentado por el gobierno de Guatemala donde nuevamente solicitó a la Comisión la adopción de medidas cautelares y que se continúe con el trámite del presente caso.

16. El 9 de octubre de 2002 la Comisión, consideró las posiciones de las partes y a luz de los requisitos establecidos en los artículos 31 y 37 de su Reglamento, aprobó el Informe No. 74/02 por medio del cual declaró admisible la petición en lo que respecta a las eventuales violaciones a los artículos 1(1), 4, 8 y 25 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos.

17. Mediante notas del 29 de octubre de 2003, la CIDH transmitió el informe a las

partes, otorgó un plazo de dos meses a los peticionarios para que presentaran sus observaciones adicionales sobre el fondo y, en cumplimiento de los artículos 38(2) y 41 del Reglamento, así como 48(1)(f) de la Convención, se puso a disposición de las partes a fin de llegar a una solución amistosa. En la misma fecha la Comisión indicó que el caso había sido registrado bajo el Nº 12.403.

18. El 20 de diciembre de 2003 los peticionarios presentaron sus observaciones

adicionales sobre el fondo del caso, de conformidad al artículo 38(1) del Reglamento de la CIDH, cuyas partes pertinentes fueron transmitidas al Estado mediante nota del 7 de enero de 2003, con un plazo de dos meses para la presentación de sus observaciones finales. El Estado se abstuvo de presentar observaciones adicionales.

19. El 11 de marzo de 2004, luego de analizar las posiciones de las partes, la Comisión aprobó el Informe N° 35/04, según lo establecido en el artículo 50 de la Convención Americana y 42 de su Reglamento. En dicho informe la Comisión concluyó y recomendó lo siguiente:

100. Con fundamento en las consideraciones de hecho y de derecho contenidas en el presente informe, la Comisión reitera sus conclusiones de que el Estado de Guatemala es responsable de lo siguiente:

a. El Estado es responsable de la violación del derecho de Fermín Ramírez consagrado en el artículo 8(2)(b) de la Convención Americana por que las autoridades judiciales guatemaltecas se abstuvieron de comunicarle previa y detalladamente los hechos en los que se fundó la sentencia condenatoria a la pena de muerte.

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b. El Estado es responsable de la violación del derecho de Fermín Ramírez consagrado en el artículo 8(1) de la Convención Americana por que las autoridades judiciales guatemaltecas le impidieron ejercer el derecho de ser oído sobre los hechos y circunstancias que se le imputaron en la sentencia condenatoria.

c. El Estado es responsable de la violación del derecho de Fermín Ramírez consagrado en el artículo 8(2)(c) de la Convención Americana por que mediante la inclusión de nuevos hechos imputados en la sentencia y el cambio brusco de la calificación jurídica en la sentencia condenatoria impidieron que la defensa técnica orientara su actividad de manera razonable, con el tiempo y los medios adecuados para su preparación.

d. El Estado es responsable de la violación de derecho de Fermín Ramírez consagrado por el artículo 25 de la Convención Americana por imponer la sentencia de pena de muerte en un procedimiento penal que no se ajustó a las reglas del debido proceso y por que las autoridades judiciales guatemaltecas se abstuvieron de ejercer una tutela efectiva de los derechos que el fueran conculcados durante dicho proceso. e. El Estado es responsable de la violación del derecho consagrado en el artículo 4 de la Convención Americana en relación con el artículo 1(1) del mismo instrumento por la eventual ejecución de la pena de muerte impuesta a Fermín Ramírez en un proceso penal en el que se incurrió en violaciones de los derechos al debido proceso legal y a la tutela judicial efectiva.

101. Con fundamento en el análisis y las conclusiones del presente

informe,

LA COMISIÓN INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS, RECOMIENDA AL ESTADO DE GUATEMALA:

1. Otorgue a Fermín Ramírez una reparación que incluya dejar sin efecto

la pena impuesta y la realización de un nuevo juicio con la plana observancia del debido proceso legal.

2. Adopte las medidas necesarias para evitar la repetición de los hechos

que dieron origen a las violaciones establecidas en este informe. 20. El 12 de marzo de 2004 la Comisión Interamericana procedió de conformidad con lo

establecido en el artículo 43(2) de su Reglamento, y en tal virtud, transmitió el informe de fondo al Estado y fijó un plazo de dos meses para que informara sobre las medidas adoptadas para cumplir con las recomendaciones formuladas en el mismo.

21. En virtud del artículo 43(3) de su Reglamento, el 12 de marzo de 2004 la Comisión

notificó a los peticionarios la adopción del informe y su transmisión al Estado y le solicitó a estos su posición respecto del sometimiento del caso a la Corte Interamericana. En comunicación de fecha 31 de marzo de 2004 los peticionarios indicaron que es relevante someter este caso a la Corte Interamericana de Derechos Humanos toda vez que ello puede evitar:

22. Primero, que prime el criterio de la jurisprudencia interna según el cual no se requiere de advertencia previa por parte del Tribunal para cambiar la calificación jurídica del delito. En ese sentido los peticionarios sostienen que los tribunales internos del Estado de Guatemala consideran que pueden hacer una aplicación ilimitada de la facultad de cambiar la calificación jurídica del delito

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en la sentencia, aun cuando no han advertido previamente al imputado de esta posibilidad de variación de la calificación y ello produzca un sustancial cambio de pena. Lo anterior conforme a los artículos 374 y 375 del Código Procesal Penal del Estado de Guatemala; y

23. Segundo, que se viole el derecho de defensa de los procesados en los casos de

asesinato, mediante la exigencia a los tribunales de imputación, prueba y discusión sobre la peligrosidad del autor condenado para a fin de imponerle la pena de muerte. Los peticionarios sostienen que los tribunales guatemaltecos en muchas ocasiones han condenado a la pena de muerte por el delito de asesinato y también por el delito de secuestro, cuando fallece la víctima. En ambas situaciones, no se ha observado tampoco el requisito de comunicar de manera detallada la acusación y se está condenando a una persona por un hecho que no fue descrito en la acusación.

24. Según los peticionarios, en el caso particular, el desconocimiento de que el imputado

podía ser castigado con la pena de muerte, también privó a sus abogados defensores de la posibilidad de pedir la división del debate, para contar con mejores elementos para discutir en su oportunidad la determinación de la pena a imponer. Los peticionarios agregan que en Guatemala se ha dictado en aproximadamente 80 casos la pena de muerte y en ninguno de ellos hubo una imputación sobre la peligrosidad. Existe un alto riesgo de ser condenado bajo circunstancias que violan el debido proceso y esto continuará, sostienen los peticionarios, mientras no exista un pronunciamiento de la Corte Interamericana que aclare la interpretación de esta garantía judicial.

25. Mediante nota del 14 de mayo de 2004 el Estado solicitó a la Comisión una prórroga

de tres meses al plazo otorgado para informar sobre las medidas adoptadas a fin de dar cumplimiento a las recomendaciones formuladas por la CIDH en el Informe No. 35/04. Posteriormente, en nota de 8 de junio de 2004 el Estado informó a la Comisión sobre la elaboración de tres los anteproyectos de ley sobre derogatoria de la pena de muerte que fueron efectivamente elevados al Presidente de la República el 10 de mayo del 2004, así como el anteproyecto de la firma y ratificación del Protocolo a la Convención Americana sobre Derechos Humanos relativo a la Abolición de la Pena de Muerte. En esa misma fecha fue remitido ese último anteproyecto al Ministro de Relaciones Exteriores. El Estado adjuntó copia de los tres anteproyectos de ley anunciados. En la misma nota, el Estado reiteró la solicitud de un plazo adicional de 3 meses más para informar sobre los avances en las gestiones emprendidas para dar cumplimiento a las recomendaciones de la CIDH y de manera expresa e irrevocable aceptó que la concesión de tal prórroga suspendía el plazo establecido en el artículo 51(1) de la Convención Americana.

26. En nota verbal del 10 de junio de 2004, se le informó al Estado la decisión de la

CIDH de prorrogar por 3 meses el plazo para dar cumplimiento a sus recomendaciones y que el plazo previsto en el artículo 51(1) de la Convención Americana, el cual quedaba suspendido por dicho término.

27. Mediante nota del 20 de julio de 2004, el Estado de Guatemala informó a la CIDH que el 16 de junio del presente año la COPREDEH elevó una solicitud de traslado de Fermín Ramírez al Director General del Sistema Penitenciario, dado que se “encuentra guardando prisión en una celda que no llena las condiciones mínimas con las que todo recluso debe contar y su situación es precaria”. Asimismo, el Estado informó que el 15 de junio de 2004 el cuerpo consultivo de la Secretaría General de la Presidencia de la República emitió un dictamen favorable de los anteproyectos de ley relativos a la abolición de la pena de muerte y a la derogación de las leyes que contemplan dicha sanción. En su nota el Estado indicó que luego de realizar las correcciones correspondientes, la Presidencia sometería los anteproyectos de ley al Congreso. En relación con el recurso de indulto, el Estado explicó en su respuesta que el defensor público de Fermín Ramírez había agotado todos los recursos judiciales posibles y que el 6 de mayo de 2004 presentó ante el Ministro de Gobernación dicho recurso, solicitando la conmutación de la pena a cincuenta años de prisión.

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28. En nota del 7 de septiembre de 2004, los peticionarios remitieron a la CIDH la siguiente información sobre el cumplimiento de las recomendaciones: En cuanto a los anteproyectos de ley relativos a la abolición de la pena de muerte indican que “están nada más que en momento de intención” y que no han sido presentados al Congreso. En relación con el recurso de gracia, los peticionarios indican que el Presidente dice que no existe procedimiento para tramitar el indulto y que por lo tanto no lo puede resolver. Los peticionarios concluyeron que ninguna de las recomendaciones de la CIDH han sido atendidas por el Estado, “no se han tomado acciones específicas para resolver los casos concretos, ni se prevé que se vaya a conmutar la pena de muerte a Fermín Ramírez y tampoco se ha mejorado las condiciones de reclusión”.

29. Finalmente, el 9 de septiembre de 2004, ante la falta de cumplimiento por parte del Estado de las recomendaciones del informe aprobado de acuerdo al artículo 50 de la Convención Americana, y de conformidad con lo dispuesto en los artículos 51(1) de la Convención y 44 de su Reglamento, la Comisión Interamericana decidió someter el presente caso a la Honorable Corte.

Medidas Cautelares 30. El 2 de febrero de 2004, el Instituto de la Defensa Pública Penal presentó a la CIDH

una solicitud de medidas cautelares a favor de Fermín Ramírez, fundada en la inminencia de la fijación del día y hora de su ejecución por parte del Juez de Ejecución de Penas, quien había hecho declaraciones públicas relativas a las condiciones exigidas por la ley para ejecutar la pena de muerte, las cuales se aplicaban al caso del señor Ramírez.

31. En nota de 9 de febrero de 2004 se comunicó al Estado de Guatemala la decisión de

la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de otorgar medidas cautelares a favor de Fermín Ramírez. En la actualidad, dichas medidas cautelares se encuentran vigentes.

VI. FUNDAMENTOS DE HECHO

32. El 6 de marzo de 1998, Fermín Ramírez fue condenado a la pena de muerte por el

delito de asesinato de una niña de 12 años de edad, en hechos ocurridos el 10 de mayo de 1997 en la aldea Las Morenas, municipio de Puerto Izapa, Departamento de Escuintla. 33. El 15 de mayo de 1997, el Juzgado Segundo de Primera Instancia del Ramo Penal, Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente de Escuintla ordenó la prisión preventiva del acusado Fermín Ramírez por el delito de asesinato y violación calificada6. Dicha autoridad judicial emitió auto de apertura a juicio el 18 de diciembre de 1997. 34. El 30 de julio de 1997, el Ministerio Público solicitó la apertura del juicio y formuló acusación contra Fermín Ramírez por el delito de violación calificada previsto en el artículo 175 del Código Penal, que establece pena de prisión de 30 a 50 años si con motivo de la violación, o a consecuencia de ella, resultare la muerte de la ofendida7. En relación con los hechos, el Ministerio Publico formuló la siguiente acusación:

6 Copia del auto que ordena la prisión preventiva de Fermín Ramírez de fecha 15 de mayo de 1997 del Juzgado Segundo de Primera Instancia del Ramo Penal, Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente de Escuintla obra en el Anexo No. 3.

7 El artículo 175 del Código Penal establece lo siguiente:

(Violación calificada). Si con motivo o a consecuencia de la violación, resultare la muerte de la ofendida, se impondrá prisión de 30 a 50 años.

Se le impondrá pena de muerte, si la víctima no hubiera cumplido 10 años de edad..

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Que con fecha 10 de mayo de 1997, a las once horas con treinta minutos más o menos el acusado Fermín Ramírez, único apellido, o Fermín Ramírez Ordóñez, se constituyó frente a la tienda denominada La Esperanza ubicada en la aldea Las Morenas del Municipio Puerto Iztapa, lugar donde se encontraba la niña…, a quien dicho acusado le solicitó que le fuera a hacer un mandado y que a cambio de ello le daría la cantidad de veinte quetzales, accediendo dicha menor.

Al irse la menor a hacer el mandado solicitado, posteriormente el procesado la alcanzó y se la llevó sobre la bicicleta que conducía, circulando de sur a norte sobre la calle de terracería que conduce de la aldea Las Morenas hacia la aldea Obrero del municipio de Managua, Escuintla, y a la altura de la finca Las Delicias, bajó a la menor de la bicicleta y con lujo de fuerza abusó sexualmente de ella empleando tanta violencia que le produjo la muerte por estrangulamiento, todo esto ocurrió a la orilla de dicha calle de terracería, sobre la hierba, a un lado de un quinel que se encuentra en dicho lugar. Posteriormente de cometer el hecho, se quitó el pantalón que vestía, se puso una pantaloneta y procedió a arrastrar la menor … de doce años de edad, quien la enterró en el indicado quinel, poniéndole lodo encima, así como un tronco que se encontraba en dicho lugar, con el propósito de ocultar el cuerpo de la víctima, para luego bañarse en dicho quinel, y seguidamente se retiró del lugar, regresando a la aldea Las Morenas, lugar donde tenía su residencia, por tal hecho fue detenido en la calle principal de la indicada aldea, por un grupo de vecinos quienes lo entregaron a la policía8.

35. El 18 de diciembre de 1997, el Juzgado Segundo de Primera Instancia del Ramo Penal, Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente de Escuintla emitió auto de apertura a juicio y admitió la acusación formulada por el Ministerio Público contra Fermín Ramírez por el delito de violación calificada9. 36. El debate oral y público seguido en contra de Fermín Ramírez tuvo lugar ante el Tribunal de Sentencia Penal, Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente los días 5 y 11 de marzo de 1998. Conforme a las copias del acta que obra en el expediente, al iniciar la jornada de la tarde del primer día del juicio oral el Tribunal advirtió a las partes sobre la posibilidad de un cambio en la calificación jurídica del delito, de la siguiente manera:

De acuerdo a lo establecido en el artículo trescientos setenta y cuatro, trescientos ochenta y ocho del código procesal penal, el Tribunal advierte a las partes que en el momento oportuno se puede dar una calificación jurídica distinta de la contemplada en la acusación y en auto de apertura a juicio10.

37. Por su parte, una vez evacuadas las pruebas, en su alegato de conclusión el

Ministerio Público hizo mención a la advertencia del Tribunal y el cambio de la calificación jurídica del delito de violación calificada a asesinato11 con fundamento en el material probatorio ventilado

(Continúa…)

8 Véase copia de la acusación formulada por el Ministerio Público contra Fermín Ramírez de fecha 30 de julio de 1997 que obra en el Anexo No. 4.

9 Véase copia del auto de apertura a juicio de fecha 18 de diciembre de 1997 que obra en el Anexo 5.

10 Véase, copia del acta del juicio oral adelantado contra Fermín Ramírez por el Tribunal de Sentencia Penal, Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente los días 5 y 11 de marzo de 1998, cuya copia obra en el Anexo No. 6.

11 El artículo 132 del Código Penal establece:

(Asesinato). Comete asesinato quien matare a una persona:

1) Con alevosía; 2) Por precio, recompensa, promesa, ánimo de lucro; 3) Por medio o con ocasión de inundación, incendio, veneno, explosión, desmoronamiento, derrumbe de edificio u otro artificio que pueda ocasionar gran estrago; 4) Con premeditación conocida; 5) Con ensañamiento; 6) Con impulso de perversidad brutal; 7) Para preparar, facilitar, consumar y ocultar otro delito o para asegurar sus resultados o la inmunidad para sí o para sus copartícipes o por no haber obtenido el resultado que se

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durante el debate. Al cerrar su intervención el Ministerio Público concluyó que el hecho se realizó con ensañamiento y brutalidad y solicitó la imposición de la pena de muerte. Conforme al acta en su intervención la defensa alegó que la detención de Fermín Ramírez fue ilegal, que ningún testigo declaró que le constara que su cliente cometió el hecho y que existiendo una duda razonable solicitaba se dictara una sentencia absolutoria. De la misma acta se desprende que la defensa no se refirió a la solicitud elevada por el Ministerio Público sobre el cambio de la calificación jurídica del delito.

38. En sentencia fechada 6 de marzo de 1998, el Tribunal de Sentencia, por unanimidad, declaró a Fermín Ramírez responsable como autor del delito de asesinato y le impuso la pena de muerte12. Con fundamento en la prueba recogida en el proceso, en particular durante el juicio oral y público13, el Tribunal estimó acreditados los siguientes hechos: la muerte violenta de la niña; la violación de que fue objeto la ofendida; la presencia del imputado en el lugar donde ocurrieron los hechos; la detención del sindicado; la presencia de sangre tipo AB en la extremidad derecha del cuerpo de la menor fallecida perteneciente al mismo tipo de sangre del procesado, y la presencia de semen en la muestra vaginal tomada a la niña, al calzón de la misma y al calzoncillo del acusado14.

(continuación)

hubiere propuesto al intentar el otro hecho punible; 8) Con fines terroristas o en desarrollo de actividades terroristas.

Al reo de asesinato se le impondrá prisión de 25 a 50 años, sin embargo, se le aplicará la pena de muerte en lugar del máximo de prisión, si por las circunstancias del hecho y de la ocasión, la manera de realizarlo y los móviles determinantes, se revelare una mayor particular peligrosidad del agente.

A quienes no se les aplique la pena de muerte por este delito, no podrá concedérsele rebaja de pena por ninguna causa.

12 Véase copia de la sentencia de fecha 6 de marzo de 1998 por medio de la cual el Tribunal de Sentencia Penal, Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente decretó la pena de muerte contra Fermín Ramírez, cuya copia obra en el Anexo No. 7.

13 De la sentencia se desprende que el Tribunal fundó sus conclusiones en los siguientes medios probatorios: a) La declaración de Lilian Franco, quien dijo que como a las nueve de la mañana del 10 de mayo de 1997 cuando salió a comprar a una tienda vio a la menor ofendida, quien era su hermana, jugando en compañía de otros menores, entre ellos su hijo Josué Franco, quien posteriormente le comentó que a la menor se le había acercado un hombre ofreciéndole veinte quetzales para que le fuera a hacer un mandado y ella se había ido buscando el río. Posteriormente fue a buscarla y una muchacha le dijo que Yasmín la habían encontrado muerta cerca de unos tubos; b) La declaración del menor Josué Franco, de ocho años, quien indicó que mientras se encontraba jugando con la ofendida y otros tres niños, el acusado se les acercó en una bicicleta y le ofreció veinte quetzales a Yasmín para que fuera a hacer un mandado y que ella salió sola camino del río y el hombre se fue en bicicleta después de la niña; c) las declaraciones de Julio Adelso Rodríguez Ojeda y Ricardo Ojeda Domínguez, quienes declararon que mientras e encontraban pescando por los quineles de la finca Las Delicias, se encontraron con el procesado que llevaba una bicicleta en la mano, no tenía camisa puesta, sino que la tenía amarrada en el timón de la bicicleta e iba mojado y estilaba lodo. El sindicado les manifestó que no siguieran adelante porque cuando él se encontraba buscando hierbas había sido atacado por varios individuos, quienes lo habían golpeado, agregando que “vaya que ya había ido a dejar a la niña”. Estos testigos también indicaron que se encontraron con un señor de nombre Demetrio quien les dijo que había escuchado unos gritos y que el sindicado había matado a la niña; d) La declaración de Demetrio Díaz quien vio pasar al sindicado en bicicleta hacia el lugar donde fue encontrada la niña y llevaba a la misma sentada sobre el tubo de la bicicleta. Posteriormente oyó dos gritos y se dirigió a mirar pudiendo observar al sindicado mientras se bañaba, con pantalón y sin camisa y que le escurría lodo, no pudiendo ver a la niña. Fue a buscarla al quinel, pero sólo encontró unos caites celestes y dos bolsas de refrescos y galletas; e) Las declaraciones de Hortensia del Cid, quien vio cuando el procesado llevaba a la niña sobre la bicicleta; de Soledad Roldán, quien vio al acusado sobres su bicicleta, sin camisa, mojado y estilando lodo, comentándole éste que unos hombres lo perseguían, y de Irma Esperanza Vega, que cuando supo que el sindicado había dado muerte a la menor fue a capturarlo con un grupo de vecinos; f) Como prueba técnica la sentencia se refiere a el dictamen pericial presentado el doctor René Cajón, del Laboratorio Criminalístico del Gabinete de identificación de la PN, que acredita que una mancha de sangre de tipo AB, encontrada en la extremidad derecha de la menor, coincide con el tipo de sangre del procesado y detectó la presencia de semen en la vagina de la ofendida así como en las prendas íntimas de agresor y víctima; el informe médico legal rendido por Erick De León, Médico Forense de Escuintla y las declaraciones de peritos de Onelia Calderón, Henry Ramos Villanueva, Marcelo Martínez Tuchan y José Arturo Gómez.

14 Véase, el punto III) de la sentencia con fecha 6 de marzo de 1998 emitida por el Tribunal de Sentencia Penal, Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente, cuya copia obra en el Anexo No. 7.

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39. En cuanto a las circunstancias agravantes del delito relativas a la peligrosidad social del procesado, el Tribunal se limitó a indicar que:

Dicho asesinato se cometió con la mayoría de los elementos propios de este delito, tales como ALEVOSIA, PREMEDITACION CONOCIDA, ENSAÑAMIENTO, CON IMPULSO DE PERVERSIDAD BRUTAL Y EL OCULTAMIENTO DEL MISMO, ya que la menor fue asesinada con ENSAÑAMIENTO Y PERVERSIDAD BRUTAL, QUE AL VIOLARLA LE DESGARRO SUS ORGANOS GENITALES Y RECTO, ACTUANDO DE ESTA FORMA EN CONTRA DE SU CALIDAD DE MENOR DE EDAD Y DE NIÑA, OCULTANDO POSTERIORMENTE SU CADAVER. Además de los agravantes contenidas en el artículo veintisiete del Código Penal, como son el ABUSO DE SUPERIORIDAD, DESPOBLADO, EL MENOSPRECIO A LA VICTIMA Y EL ARTIFICIO PARA COMETER EL DELITO, AL HABERLE OFRECIDO VEINTE QUETZALES PARA QUE LE HICIERA UN MANDADO. Por lo anterior se viene a determinar la peligrosidad social del procesado…15

40. En la sentencia el Tribunal procedió a cambiar la calificación jurídica formulada en la

acusación y en el auto de la apertura de juicio, de violación calificada al delito de asesinato. Al respecto, el Tribunal hizo el siguiente razonamiento:

En el presente caso, del análisis de la prueba producida en el debate, especialmente en lo que respecta al informe legal referente a la necropsia practicada al cadáver de la menor…, mismo en el que se establece que la causa de la muerte de dicha menor, se debió a ASFIXIA POR ESTRANGULAMIENTO, el Tribunal estima que el hecho delictivo imputado al procesado encuadra en la figura contemplada en el artículo 132 del Código Penal, reformado por el Decreto 20-96 del Congreso de la República, es decir el DELITO DE ASESINATO. Por lo que, por imperativo legal debe cambiarse la tipificación jurídica formulada en la acusación y en el auto de la apertura de juicio, de VIOLACION CALIFICADA AL DELITO DE ASESINATO16.

41. Finalmente, en consideración a las circunstancias agravantes concurrentes y la supuesta peligrosidad social del procesado, establecidas en el juicio, el Tribunal impuso la pena de muerte a Fermín Ramírez. 42. El 18 de marzo de 1998 la defensa interpuso recurso de apelación contra la sentencia con el argumento de que en el juicio no se habían probado las causas de agravación del delito, que la condena a muerte se basaba en presunciones y que el cambio de calificación jurídica de violación calificada a asesinato había privado al procesado de la oportunidad de declarar sobre ese nuevo hecho delictivo. El 27 de mayo de 1998, la Sala Duodécima de la Corte de Apelaciones consideró que no se violó la presunción de inocencia del procesado, que se respetó el debido proceso y las garantías judiciales, que se encontraban presentes todos lo elementos para calificar el delito de asesinato, que en la sentencia el juez de primera instancia razonó el motivo por el que impuso la pena de muerte, que la pena de muerte se basó en las pruebas contundentes producidas en el debate y que no había ninguna ampliación de la acusación del Ministerio Público, sino que el Tribunal aplicó correctamente el artículo 388 del Código de Procedimiento Penal que le confiere la facultad de dar al hecho una calificación jurídica distinta de la formulada en la acusación o en auto

15 Véase, sentencia con fecha 6 de marzo de 1998 emitida por el Tribunal de Sentencia Penal, Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente, cuya copia obra en el expediente Anexo No. 7.

16 Véase sentencia con fecha 6 de marzo de 1998 emitida por el Tribunal de Sentencia Penal, Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente, cuya copia obra en el Anexo No. 7.

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de apertura a juicio .17 Con fundamento en lo anterior, la Corte de Apelaciones declaró improcedente el recurso de apelación especial contra la sentencia condenatoria18. 43. El 17 de agosto de 1998, la Corte Suprema de Justicia declaró improcedente el recurso de casación interpuesto por la defensa de Fermín Ramírez. Aun cuando la Corte declaró que el recurso no reunía los requisitos de fondo, por tratarse de un caso de pena de muerte revisó de oficio la sentencia de segunda instancia a fin de establecer, entre otras cosas, si en el proceso se cumplió con las garantías constitucionales y legales. La Corte encontró que el proceso contra Fermín Ramírez

se substanció en apego a las garantías judiciales dando satisfacción al derecho de defensa del imputado, no encontrándose ninguna circunstancia que amerite su anulación al observarse, por parte de los tribunales que han conocido del caso, todas las normas relativas a la tramitación del juicio, sin privar al procesado de su derecho de accionar ante los jueces competentes y preestablecidos, de defenderse, de ofrecer y aportar prueba, de presentar alegatos y de usar medios de impugnación o sea se atendió plenamente la garantía constitucional del debido proceso19.

44. Contra la providencia anterior, el 30 de septiembre de 1998 la defensa presentó

recurso de amparo ante la Corte de Constitucionalidad, la que en sentencia del 18 de febrero de 1999 lo denegó. El Tribunal constitucional consideró que, dadas las circunstancias que rodearon los hechos, la detención del procesado en la vía pública por parte de los vecinos del lugar, quienes lo entregaron a las autoridades de policía, está autorizada por el artículo 257 del Código Procesal Penal y que el condenado contó con defensa técnica durante todo el proceso. Asimismo, la Corte observó que los juzgadores actuaron con apego al debido proceso; que no se violentó la presunción de inocencia del procesado, porque fue hasta el fallo del Tribunal que se le declaró autor del delito de asesinato; que la pena de muerte no se basó en presunciones, sino que los “medios de convicción producidos en el debate se refieren de manera indudable al procesado y constituyen prueba directa extraída por los juzgadores”20. La defensa solicitó la aclaración del fallo anterior, la cual fue declara sin lugar por la Corte de Constitucionalidad el 1 de marzo de 199921. 45. El 14 de mayo de 1999 la defensa interpuso recurso de revisión con el argumento de que las pruebas rendidas en el juicio no son directas y por tanto carecen del valor que se les otorgó en la sentencia condenatoria. El 12 de julio de 1999 la Cámara Penal de la Corte Suprema de Justicia declaró sin lugar el recurso de revisión por falta de sustentación22. 46. El 27 de julio de 1999 la defensa presentó recurso de gracia ante el Presidente de la Republica, el cual fue denegado mediante acuerdo gubernativo de fecha 31 de mayo de 2000.

17 El segundo inciso del artículo 388 del CPP guatemalteco establece que:

En la sentencia, el tribunal podrá dar al hecho una calificación jurídica distinta de aquella de la acusación o de la del auto de apertura del juicio, o imponer penas mayores o menores que la pedida por el Ministerio Público.

18 Véase, sentencia de 27 de mayo de 1998 proferida por la Sala Duodécima de la Corte de Apelaciones Penal, Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente de Guatemala, cuya copia obra en el Anexo No. 8.

19 Véase, providencia de la Corte Suprema de Justicia de fecha 17 de agosto de 1998, cuya copia obra en el Anexo No. 9.

20 Véase, sentencia de la Corte de Constitucionalidad de 18 de febrero de 1999, cuya copia obra en el Anexo No. 10.

21 Véase, auto de 1 de marzo de 1999 de la Corte de Constitucionalidad, cuya copia obra en el Anexo No. 11.

22 Véase, sentencia de la Corte Suprema de Justicia 12 de julio de 1999, cuya copia obra en el Anexo No. 12.

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47. El 9 de junio de 2000 la defensa de Fermín Ramírez interpuso recurso de amparo ante la Corte de Constitucionalidad por violación a las garantías del debido proceso. La defensa argumentó que el cambio de la calificación jurídica del delito operó en la sentencia, sin que se hubiera acusado alternativamente al procesado del delito de asesinato, ni tampoco se le hubiera oído sobre ese otro hecho. Asimismo, en el recurso se argumentó que el Tribunal de Sentencia no explicó o fundamentó los supuestos elementos agravantes del delito que consignó en la sentencia, y que por tanto la misma carece de fundamentación; y que el imputado no tuvo la oportunidad de controvertir los hechos constitutivos de las causales de agravación del delito por el cual fue finalmente condenado23.

48. En el fallo del 21 de noviembre del 2000 la Corte de Constitucionalidad consideró que el proceso penal fue tramitado y resuelto en observancia del debido proceso y del derecho de defensa de Fermín Ramírez, en el que tuvo la oportunidad de ejercer sus derechos constitucionales, interponiendo y siendo tramitados los recursos judiciales ordinarios y extraordinarios consagrados en la ley. La Corte adujo que para evitar constituirse en una tercera instancia, prohibida por la ley, denegaba el recurso de amparo24. 49. Con posterioridad al fallo de la Corte de Constitucionalidad, la defensa ha intentado los siguientes incidentes y recursos a favor de Fermín Ramírez:

a. Incidente de falta de ejecutoriedad ante el Juzgado Segundo de Ejecución Penal, a fin de evitar que se fijara día y hora para la ejecución de la sentencia. El incidente fue presentado el 28 de noviembre de 2000, 25 y declarado sin lugar el 22 de diciembre de 2000. 26 Contra dicha providencia se interpuso recurso de apelación ante la Sala Cuarta de la Corte de Apelaciones, que lo declaró improcedente el 31 de enero 2001. La defensa presentó recurso de amparo ante la Corte Suprema de Justicia contra la providencia anterior, el 17 de febrero de 2001, el cual fue declarado improcedente el 18 de mayo de 2001 mediante providencia que se notificó a la defensa el 4 de junio de 2001. El 5 de junio la defensa presentó ampliación de acción de amparo27. El 21 de junio de 2001 la Corte Suprema de Justicia declaró sin lugar el recurso de ampliación28. b. Recurso de revisión ante la Corte Suprema de Justicia con fundamento en la imposición de la pena de muerte por peligrosidad, sin que existiera un examen médico psiquiátrico que determine dicha circunstancia, presentado por la defensa del condenado el 8 de marzo de 2002. La Corte Suprema rechazó el recurso mediante sentencia del 2 de abril de 2002, contra la cual la defensa presentó recurso de amparo ante la Corte de Constitucionalidad. El 25 de abril de 2002 la defensa presentó recurso de amparo ante la Corte de Constitucionalidad contra la providencia anterior29, el cual fue otorgado el 30 de

23 Véase, copia del recurso de amparo presentado por la defensa de Fermín Ramírez ante la Corte de

Constitucionalidad el 9 de junio de 2000 que obra en el Anexo No. 13.

24 Véase, sentencia de 21 de noviembre de 2000 de la Corte de Constitucionalidad, cuya copia obra en el Anexo No. 14.

25 Véase, incidente de falta de ejecutoriedad de la sentencia interpuesto por la defensa ante el Juez Segundo de Ejecución el 28 de noviembre de 2000, cuya copia obra en el Anexo No. 15.

26 Véase, sentencia de 22 de diciembre de 2000 del Juzgado Segundo de Ejecución Penal. Cuya copia obra en el Anexo No. 16.

27 Véase, recurso de ampliación intentado por la defensa el 5 de junio de 2001 ante la Corte Suprema de Justicia, cuya copia obra en el Anexo No. 17.

28 Véase, sentencia sobre el recurso de ampliación de fecha 21 de junio de 2001 de la Corte Suprema de Justicia, cuya copia obra en el Anexo No. 18.

29 Véase, recurso de amparo en única instancia presentado ante la Corte de Constitucionalidad el 25 de abril de 2002, cuya copia obra en el Anexo No.19.

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diciembre de 2002 en proveído que ordenó a la Corte Suprema pronunciarse nuevamente sobre la admisibilidad del recurso de amparo30. En sentencia del 25 de noviembre de 2003, la Corte Suprema declaró sin lugar el recurso de amparo en cuestión31. c. Acción de inconstitucionalidad parcial de carácter general intentada por la defensa el 22 de diciembre de 2003,32 la cual fue admitida para trámite en esa misma fecha33. Mediante auto de 30 de diciembre de la Corte de Constitucionalidad decidió no decretar la suspensión provisional de la norma impugnada34. Con fecha 20 de julio de dos mil cuatro, la Corte de Constitucionalidad emitió sentencia definitiva declarando sin lugar la acción de inconstitucionalidad general parcial del artículo 132 del Código Penal35. Con ello el señor Fermín Ramírez agotó totalmente este recurso, pues la sentencia de la Corte de Constitucionalidad no admite recurso alguno.

VII. FUNDAMENTOS DE DERECHO

50. A continuación, la Comisión pasa a demostrar que en el presente caso el Estado de

Guatemala impuso la pena de muerte a Fermín Ramírez en violación de las disposiciones de la Convención Americana. En particular, la Comisión se propone establecer que mediante la imposición de la pena de muerte en la sentencia del 6 de marzo de 1998 emitida por el Tribunal de Sentencia Penal, Narcoactividad y Delitos contra el ambiente del departamento de Escuintla, el Estado de Guatemala incurrió en:

51. i) la violación del artículo 8(1) de la Convención en relación con el derecho a ser oído con las debidas garantías; ii) la violación del artículo 8(2)(b) de la Convención en relación con el derecho a la comunicación previa y detallada de la acusación formulada; iii) la violación del artículo 8(2)(c) de la Convención en relación con el derecho del inculpado a contar con el tiempo y los medios adecuados para la preparación de su defensa; iv) la violación al artículo 4 de la Convención Americana en relación con la imposición de la pena de muerte en un proceso que no reunió las garantías judiciales. Todo lo anterior, en relación el artículo el artículo 1(1) del mismo instrumento.

A. El Estado de Guatemala incurrió en violación de los artículos 8(1), 8(2)(b) y 8(2)(c) de la Convención Americana en perjuicio de Fermín Ramírez

52. El artículo 8(1) de la Convención Americana establece:

1. Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro de un plazo razonable, por un juez o tribunal competente, independiente e imparcial, establecido con anterioridad por la ley, en la sustanciación de cualquier acusación penal formulada contra ella, o para la determinación de sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de cualquier otro carácter.

30 Véase, sentencia de 30 de diciembre de 2002 de la Corte de Constitucionalidad, cuya copia obra en el

Anexo No. 20.

31 Véase, constancia oficial sobre la doctrina de la de la Corte Suprema de Justicia en la sentencia de 25 de noviembre de 2003, cuya copia obra en el Anexo No. 21.

32 Véase, recurso de inconstitucionalidad parcial de ley de carácter general presentado ante la Corte de Constitucionalidad el 22 de diciembre de 2002, cuya copia obra en el Anexo No. 22.

33 Véase, auto del 22 de diciembre de 2003 de la Corte de Constitucionalidad, cuya copia obra en el Anexo No. 23.

34 Véase, auto del 30 de diciembre de 2003 de la Corte de Constitucionalidad, cuya copia obra en el Anexo No. 24.

35 Véase, sentencia de 20 de julio de 2004 de la Corte de Constitucionalidad, cuya copia obra en el Anexo No. 25.

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53. A su vez, el artículo 8(2) dispone que: 2. Toda persona inculpada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se establezca legalmente su culpabilidad. Durante el proceso, toda persona tiene derecho, en plena igualdad, a las siguientes garantías mínimas:

b. comunicación previa y detallada al inculpado de la acusación formulada; c. concesión al inculpado del tiempo y de los medios adecuados para la

preparación de su defensa;

54. Según lo ha interpretado la Corte IDH, el artículo 8 de la Convención Americana comprende el conjunto de requisitos que deben observarse en las instancias procesales para que pueda hablarse de verdaderas y propias garantías judiciales según los parámetros fijados por la Convención 36 . La protección conferida mediante dicha norma convencional incluye distintos derechos y garantías que provienen de un valor o bien jurídico común y que, considerados en su conjunto, conforman un derecho único no definido específicamente pero cuyo inequívoco propósito es en definitiva asegurar el derecho de toda persona a un proceso justo. El derecho a un proceso justo constituye uno de los pilares fundamentales de una sociedad democrática. Este derecho es una garantía básica del respeto de los demás derechos reconocidos en la Convención Americana, porque representa un límite al abuso del poder por parte del Estado.

55. En este sentido, la jurisprudencia de la Corte Interamericana ha establecido que las garantías judiciales constituyen elementos esenciales del principio general del proceso justo. Dicho principio, equivalente en su contenido al del “debido proceso legal”, abarca las condiciones que deben cumplirse para asegurar la adecuada defensa de aquellos cuyos derechos u obligaciones están bajo consideración judicial37.

56. El derecho al debido proceso resulta fundamental en todo Estado de Derecho, en la medida que abarca las condiciones que deben cumplirse para asegurar la adecuada defensa de aquellos cuyos derechos u obligaciones están bajo consideración de las autoridades en principio judiciales, máxime cuando la sanción penal aplicable es la pena de muerte. En ese sentido la Corte Interamericana ha sostenido que:

Tomando en cuenta la naturaleza excepcionalmente grave e irreparable de la pena de muerte, la observancia del debido proceso legal, con su conjunto de derechos y garantías, es aún más importante cuando se halle en juego la vida humana38.

57. El derecho a ser oído, en particular, es una de las garantías nucleares o esenciales

del derecho de defensa y del debido proceso. La CIDH considera que el ejercicio de la defensa constituye en sí mismo un derecho fundamental y una garantía esencial de protección de las personas contra la arbitrariedad y el abuso del poder. Este derecho a la defensa comprende una serie de aspectos adjetivos y sustantivos que permiten calificar el procedimiento por el cual se afecta el derecho de una persona como “debido proceso”. Entre las garantías mínimas con las que debe contar un individuo para ser efectivo el derecho de defensa, la Convención protege de manera expresa la comunicación previa y detallada al inculpado de la acusación, así como contar con el tiempo y los medios adecuados para la preparación de su defensa.

36 Corte I.D.H., Garantías judiciales en Estados de Emergencia (arts. 27.2, 25 y 8 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Opinión Consultiva OC-9/87 del 6 de octubre de 1987. Serie A No. 9. párr. 27.

37 Idem, párr. 28.

38 Corte I.D.H., Caso Hilaire, Constantine y Benjamin y otros. Sentencia de 21 de junio de 2002. Serie C No. 94, párr. 148.

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58. Una de las garantías que protegen el ejercicio del derecho a la defensa es el derecho a la contradicción, como libertad de oponer todo lo pertinente para desvirtuar la acusación planteada en la etapa del juicio. En el caso concreto, se debe apreciar lo siguiente:

A) Que el Ministerio Público, al abrir el Juzgado de Primera Instancia el juicio solo por el delito de Violación Calificada, no pidió que lo abriera también por Asesinato, si no estaba conforme que lo abriera solo por violación calificada. B) Que el mismo Ministerio Público, no acusó alternativamente también por el delito de Asesinato, si no estaba de acuerdo que solo se abriera por violación calificada, ya que le daba esa oportunidad el artículo 333 del Código Procesal Penal que dice: "Acusación alternativa, el Ministerio Público, para el caso de que en el debate no resultaren demostrados todos o alguno de los hechos que fundan su calificación jurídica principal, podrá indicar alternativamente las circunstancias de hecho que permitan encuadrar el comportamiento del imputado en una figura delictiva distinta". C) Que el Ministerio Público, al iniciarse el debate solo por el delito de Violación Calificada, no amplió la acusación por el delito de Asesinato; toda vez que el artículo 373 de dicho código le permitía esa facultad al regular: "Ampliación de la acusación, durante el debate, el Ministerio Público podrá ampliar la acusación, por inclusión de un nuevo hecho o una nueva circunstancia que no hubiera sido mencionado en la acusación o en el auto de apertura del juicio y que modificare la calificación legal o la pena del mismo hecho objeto del debate, o integrare la continuación del mismo". D) Que el Ministerio Público, al dar conclusiones al final del debate, pidió que se condenara al acusado por el delito de Asesinato y que se le impusiera la pena de muerte cuando no acusó alternativamente por Asesinato; cuando no amplió en el debate la acusación por el delito de Asesinato. E) Que el Ministerio Público, pidió esa pena de muerte por el delito de Asesinato cuando ya había precluido su oportunidad de pedir que se procesara al sindicado por el nuevo hecho de delito de Asesinato. F) Que el Tribunal de Sentencia Penal, Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente del departamento de Escuintla, al considerar de oficio que había alguna posibilidad de cambiar la modificación jurídica del delito no se lo hizo saber al sindicado que ese cambio podía ser por el delito de asesinato que conlleva pena de muerte; pues el artículo 374 del citado código exige ese requisito al decir que: "Advertencia de oficio y suspensión del debate, el presidente del tribunal advertirá a las partes sobre la modificación posible de la calificación jurídica, quienes podrán ejercer el derecho consignado en el artículo anterior". G) Que dicho Tribunal al considerar de oficio que, había alguna posibilidad de condenar por asesinato con mayor razón si iba imponer la pena de muerte, no procedió a recibir nueva declaración al acusado por ese hecho de asesinato; que tenía derecho a pedir la suspensión del debate para ofrecer nuevas pruebas o preparar su intervención; toda vez que el artículo 373 antes citado en su último párrafo dice: "el presidente procederá a recibir nueva declaración al acusado e informará a las partes que tienen derecho a pedir la suspensión del debate para ofrecer nuevas pruebas o preparar su intervención. Cuando este derecho sea ejercido, el tribunal suspenderá el debate por un plazo que fijará prudencialmente, según la naturaleza de los hechos y la necesidad de la defensa". H) Que el mencionado Tribunal hasta que dictó la sentencia [por el delito] el DELITO DE ASESINATO…Aunque el artículo 388 del referido código le faculta hacer tales cambios pero sin perjuicio de cumplir con los requisitos de advertirle a las partes el posible cambio de calificación; cambio de la pena; recibir la nueva declaración del acusado respecto al asesinato; de que las partes tienen el derecho de pedir la suspensión del debate y demás requisitos mencionados en los artículos 373 y 374.

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59. De la lectura de las piezas procesales adjuntas se desprende que, en efecto, tanto en la acusación formulada por el Ministerio Público como en el auto de apertura de juicio a Fermín Ramírez se le imputó el delito de violación calificada, y que el cambio de la calificación jurídica del delito al de asesinato operó en la sentencia condenatoria.

60. En Guatemala, el principio general del derecho del iura novit curia, según el cual “el juzgador posee la facultad e inclusive el deber de aplicar las disposiciones jurídicas pertinentes en una causa, aún cuando las partes no las invoquen expresamente”39, está consagrado en el inciso segundo del artículo 388 del Código de Procedimiento Penal40. En el presente caso, existe suficiente evidencia para asegurar que las autoridades judiciales guatemaltecas ejercieron las facultades previstas en dicha norma, en desconocimiento de las garantías del debido proceso consagradas en la Convención Americana.

61. Primero, tal y como lo indicara el Ministerio Público en sus alegatos de conclusión siempre sostuvo la tesis de que “el procesado es responsable del delito de violación calificada”, sobre la cual formuló su acusación fiscal. Específicamente los hechos de cargo que determinaron la calificación jurídica del delito y que le fueron imputados a Fermín Ramírez tanto en la acusación formal como al momento de recibir su declaración por parte del Tribunal41, fueron que “con lujo de fuerza abusó sexualmente de [la niña] empleando tanta violencia que le produjo la muerte por estrangulamiento”. Esto, con arreglo a lo dispuesto en el artículo 370 del CPP guatemalteco que, a efectos de garantizar el derecho de defensa del acusado, exige al presidente del Tribunal que después de la apertura del debate le explique “con palabras claras y sencillas el hecho que se le atribuye”. 62. Segundo, en la sentencia de 6 de marzo de 1998 el Tribunal de Sentencia no sólo cambió la calificación jurídica del delito sino que dio por establecidos dos hechos nuevos sobre los cuales hasta ese momento procesal a Fermín Ramírez no se le había efectuado imputación alguna, del todo diferentes a los imputados en la acusación respecto de los cuales se defendió el procesado. Como se anotó, si bien la legislación procesal penal guatemalteca confiere facultades al juez de sentencia para cambiar la calificación jurídica, el artículo 388 del CPP prohíbe que en la sentencia se den por acreditados hechos o circunstancias que no fueron descritos en la acusación y en el auto de apertura de juicio.

63. Tercero, resulta evidente que el Tribunal dio por establecido como hechos nuevos que “la causa de la muerte de dicha menor, se debió a ASFIXIA POR ESTRANGULAMIENTO” y, “que después de fallecida la víctima, tuvo el procesado acceso carnal con el cadáver”. Es decir, el Tribunal en la sentencia adoptó la tesis según la cual Fermín Ramírez primero mató a la menor y luego la accedió carnalmente, hechos que no fueron considerados en la acusación ni en el auto de apertura a juicio. Por el contrario, el Ministerio Público formuló cargos en la acusación contra Fermín Ramírez por haber violado a la niña y como consecuencia de la violencia ejercida en el acto de la

39 Corte I.D.H., Caso Godínez Cruz. Sentencia de 20 de enero de 1989. Serie C No. 5, párr. 172; Corte I.D.H., Caso Durand y Ugarte. Sentencia de 16 de agosto de 2000. Serie C No. 68, párr. 76 y Corte I.D.H., Caso Castillo Petruzzi y otros. Sentencia de 30 de mayo de 1999. Serie C No. 52, párr. 166.

40 El artículo 388 del CPP establece que:

La sentencia no podrá dar por acreditados otros hechos u otras circunstancias que los descritos en la acusación y en el auto de apertura del juicio o, en su caso, en la ampliación de la acusación, salvo cuando favorezca al acusado.

En la sentencia, el tribunal podrá dar al hecho una calificación jurídica distinta de aquella de la acusación o de la del auto de apertura del juicio, o imponer penas mayores o menores que la pedida por el Ministerio Público.

41 Véase, copia del acta del juicio oral que obra en el expediente.

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violación, la niña perdió la vida. Dado que el Ministerio Público no amplió la acusación a otros hechos, sus representantes legales orientaron su defensa sólo en relación de los hechos de cargo imputados a Fermín Ramírez en la acusación de fecha 30 de julio de 1997.

64. Cuarto, el Tribunal introdujo una circunstancia nueva que no había sido contemplada ni en la acusación fiscal, ni en el auto de apertura del proceso y que resultó definitiva para la imposición de la pena: la mayor y particular peligrosidad de Fermín Ramírez, la cual dio por establecida sin sustento probatorio ni razonamiento alguno.

65. La Comisión argumenta que con la variación sustancial de los hechos y de la valoración de los mismos en la sentencia, sin que se le hubieran comunicado previa y detalladamente al procesado, las autoridades judiciales guatemaltecas desconocieron el principio de congruencia entre la acusación y la sentencia, y en consecuencia incurrieron en una violación del derecho de defensa. El principio de congruencia o de correlación entre la imputación y el fallo determina el ámbito de la sentencia al hecho descrito en la acusación con todas sus circunstancias y elementos materiales, normativos y psíquicos42. En otras palabras, la sentencia debe tener como fundamento el hecho histórico investigado durante el proceso que ha sido concretado en la acusación,43 aun cuando se le haya dado una calificación jurídica diferente, siempre que el cambio de calificación no sea de tal naturaleza que afecte su derecho a ser oído, en la medida que sobre la calificación jurídica del delito se orienta la defensa. En ese sentido, el procesalita Julio Maier advierte que:

El tribunal que falla puede adjudicar al hecho una calificación jurídica distinta a la expresada en la acusación (principio iura novit curia). Lo que interesa, entonces, es que el acontecimiento histórico imputado, como situación de vida ya sucedida (acción u omisión), que se pone a cargo de alguien como protagonista, del cual la sentencia no se puede apartar porque su misión es, precisamente, decidir sobre él. Sin embargo aunque de ordinario la regla sólo pretende que el fallo no aprecie un hecho distinto al acusado, ni valore circunstancias no introducidas por la acusación, una variación brusca de la calificación jurídica puede sorprender a la defensa… a pesar de que se permita, en general, que la sentencia se aparte del significado jurídico preciso que pretende la acusación, la regla no tolera, sin lesión al principio que es su punto de partida, una interpretación irrazonable en contra del imputado44.

66. En el presente caso, las autoridades guatemaltecas incurrieron en un doble desconocimiento del principio de congruencia, al extralimitar sus facultades legales y operar un cambio brusco en la calificación jurídica del delito con lo cual negaron toda posibilidad real de que Fermín Ramírez ejerciera su derecho de defensa, de una parte; y de otra, al establecer hechos y circunstancias no contenidas en la acusación ni el auto de apertura a juicio, con lo que se afectó la esencia misma de dicho principio.

67. Con respecto al primer aspecto, las autoridades judiciales guatemaltecas efectuaron en la sentencia un cambio en la calificación jurídica de tal entidad que dejó en un estado de total indefensión al señor Fermín Ramírez, por lo inimaginable de la situación desde la perspectiva de la defensa técnica que orientó su defensa sobre los cargos de violación calificada, cuya pena máxima contemplada por la legislación guatemalteca es de 50 años. Al otorgar a la conducta imputable a Fermín Ramírez una calificación jurídica que difiere esencialmente de aquella por la cual se le acusó,

42 Julio B.J. Maier, Derecho Procesal Penal, Tomo I Fundamentos, Editores Puerto s.r.l, Buenos Aires -1996- 2da edición, pág. 568.

43 Jaime Bernal Cuellar y Eduardo Montealegre Lynett, El Proceso Penal, Universidad Externado de Colombia, Tercera Edición, 1995, pág. 488.

44 Julio B.J. Maier, Derecho Procesal Penal, Tomo I Fundamentos, Editores Puerto s.r.l, Buenos Aires -1996- 2da edición, pág. 569.

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no sólo en cuanto tutelan dos bienes jurídicos diferentes como son la vida e integridad personal, y la libertad y la seguridad sexual, respectivamente, sino porque se adecuan a circunstancias fácticas de distintas naturaleza, el Tribunal de Sentencia afectó su derecho a ser oído y le impidió a sus representantes legales contar con los medios adecuados para preparar su defensa, lo que resulta aún más grave si se tiene en cuanta que la sanción máxima aplicable a la nueva calificación era la pena de muerte.

68. Como fundamento de lo anterior resulta pertinente invocar la doctrina del Tribunal Constitucional Español según la cual:

[...] la modificación de las calificaciones definitivas incid[e] en hechos esenciales que susten[an] la aplicación [agravantes] y que, desde la STC 12/1981, de 12 de abril (fj. 4) hemos afirmado que el derecho de defensa comprende no sólo el de alegar y contradecir los hechos objeto de acusación, sino también la posibilidad de alegar y contradecir sobre todos los elementos esenciales de la calificación jurídica. Como ha declarado el Tribunal Europeo de Derechos Humanos en su sentencia de 25 de marzo de 1999, caso Pelissier y Sassi c. Francia (párrafo 62) -reiterado en sentencia de 17 de julio de 2001, caso Sadak c. Turquía (párrafo 57)- una vez que se hace uso del derecho incontestado a la recalificación de los hechos, "se hubiera debido ofrecer a los recurrentes la posibilidad de ejercer sus derechos de defensa sobre este punto, de una manera concreta y efectiva45.

69. En relación con el segundo aspecto, la Comisión concluye que el Tribunal de

Sentencia, profirió un fallo condenatorio sin que mediara un acto en el cual se hubiera fijado con absoluta claridad el hecho que se le atribuyó. Todo ello a pesar de lo establecido por el artículo 332 Bis del CPP que incluye como requisito sustantivo de la acusación la relación clara, precisa y circunstanciada del hecho punible que se le atribuye al procesado y su calificación jurídica46, así como a lo previsto por el artículo 388 de ese mismo cuerpo normativo que restringe la sentencia a los hechos contenidos en la acusación o en una eventual ampliación de la acusación, que en este caso no se dio.

70. En efecto, como acertadamente indicaron los peticionarios, la legislación penal

guatemalteca contempla mecanismos diseñados para garantizar el derecho de defensa de los procesados en los eventos en los que de la prueba producida durante el juicio o debate oral se

45 Tribunal Constitucional Español, Sentencia STC 2003-033 del 13 de febrero de 2003, fundamentos jurídicos,

párr. 9.

46 El artículo 332 Bis del CPP de Guatemala establece los requisitos de la acusación de la siguiente manera:

Acusación. Con la petición de apertura a juicio se formulará la acusación, que deberá contener:

1) Los datos que sirvan para identificar o individualizar el imputado, el nombre de su defensor y la indicación del lugar para notificarles;

2) La relación clara y precisa y circunstanciada del hecho punible que se le atribuye y su calificación jurídica;

3) Los fundamentos resumidos de la imputación, con expresión de los medios de investigación utilizados y que determinen la probabilidad de que el imputado cometió el delito por el cual se ele acusa;

4) La calificación jurídica del hecho punible , razonándose el delito que cada uno de los individuos haya cometido, la forma de su participación, el grado de ejecución y las circunstancias agravantes o atenuantes aplicables;

5) La indicación del tribunal competente en el juicio.

El Ministerio Público remitirá al juez de primera instancia, con la acusación, las actuaciones y medios de investigación materiales que tenga en su poder y que sirvan para convencer al juez de la probabilidad de la participación del imputado en el hecho delictivo. (negrillas fuera de texto)

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desprenden hechos o circunstancias nuevas que no hubieran sido mencionados en la acusación, con lo que no se puede sorprender al acusado.

71. En esos eventos, el artículo 373 del CPP faculta al Ministerio Público a ampliar acusación e inquiere al presidente a que reciba una nueva declaración al acusado e informe a las partes que les asiste el derecho de pedir la suspensión del debate para ofrecer nuevas pruebas y/o para preparar su intervención47. En el presente caso, en tanto que el Ministerio Público omitió realizar una ampliación formal de la acusación, que incluyera una descripción detallada de los hechos y circunstancias nuevas por los que, a la postre, solicitó el cambio de calificación y la pena de muerte; el presidente se abstuvo de recibir una nueva declaración a Fermín Ramírez sobre los hechos que estableció como probados en la sentencia, y no advirtió de manera expresa a las partes, del derecho que les asistía de solicitar la suspensión del debate, con el fin de que contaran con el tiempo y los medios adecuados para preparar su defensa. 72. Ahora, en relación con el establecimiento de las circunstancias agravantes de la pena, la Comisión concluye que la actuación del Tribunal también fue arbitraria, toda vez que aun cuando el artículo 332 Bis del CPP exige que en la acusación se incluyan de manera razonada “las circunstancias agravantes o atenuantes aplicables”, las autoridades judiciales guatemaltecas omitieron toda mención sobre la peligrosidad social de Fermín Ramírez en la acusación y sin embargo fue establecida en la sentencia sin fundamentación alguna. De esa manera, las autoridades judiciales también se apartaron de lo dispuesto por el artículo 388 del CPP, que como se vio restringe los límites del fallo a los hechos y circunstancias contenidos en la acusación, por lo tanto como la acusación no se refirió de manera expresa a la peligrosidad social, el Tribunal no estaba facultado legalmente para decretar dicha circunstancia como establecida.

73. Por otra parte, se debe tomar en consideración que el artículo 132 del Código Penal prevé que al autor del delito de asesinato se le impondrá “la pena de muerte en lugar del máximo de prisión, si por las circunstancias del hecho y de la ocasión, la manera de realizarlo y los móviles determinantes, se revelare una mayor particular peligrosidad del agente”. El concepto de peligrosidad recogido en la legislación procesal penal guatemalteca fue desarrollado por el Escuela de la Defensa Social, originada en la escuela positivista italiana que fundada en la noción del determinismo del hombre delincuente, promovía la idea de que el delincuente es un ser antropológicamente inferior, desviado o degenerado, razón por la cual la pena equivale al fin de la defensa social frente al peligro que representa48. El derecho penal contemporáneo marcado por una tendencia humanista pasó del antiguo derecho penal del autor al derecho penal del hecho que no

47 El artículo 373 del CPP guatemalteco establece que:

Durante el debate, el Ministerio Público podrá ampliar la acusación, por inclusión de un nuevo hecho o una circunstancia que no hubiere sido mencionado en la acusación o en el auto de apertura del juicio y que modificare la calificación legal o la pena del mismo hecho objeto del debate, o integrare la continuación delictiva.

En tal caso, con relación a los hechos o circunstancias atribuidos en la ampliación, el presidente procederá a recibir nueva declaración al acusado e informará a las partes que tienen derecho a pedir la suspensión del debate para ofrecer nuevas pruebas o preparar su intervención. Cuando ese derecho sea ejercido, el tribunal suspenderá el debate por un plazo que fijará prudencialmente, según la naturaleza de los hechos y la necesidad de la defensa.

Los hechos o circunstancias sobre los cuales versa la ampliación quedará comprendidos en la imputación.

48 Gloria Bernal Acevedo, Iniciación al Nuevo Saber Penal, Ediciones Jurídicas Gustavo Ibáñez, 2da. Edición, Bogotá, 2002, págs. 120 y 121.

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admite la imposición de penas en función de la peligrosidad del agente, sino únicamente en función de su culpabilidad49.

74. Sin perjuicio de lo anterior, la Comisión observa que si bien el artículo 132 del CPP refiere la peligrosidad social a determinados aspectos objetivos de la conducta punible, como se vio, de suyo se trata de un elemento subjetivo que implica la posibilidad de que una persona pueda cometer hechos similares en el futuro y, por lo tanto, para su determinación se requiere de una valoración científica, a través de medios probatorios adecuados. La peligrosidad criminal, como cualquier otra agravante o atenuante, genérico o específico, no puede ser presumida sino que debe probarse en el juicio. En ese sentido, la Comisión toma en consideración que dado que

la peligrosidad se orienta hacía el futuro, por esa razón su apreciación implica un juicio naturalístico (es decir, no ético, moral o de valor), un cálculo de probabilidad, que se concreta a continuación de una prognósis. El juicio de peligrosidad se desenvuelve en dos momentos: un diagnóstico de criminalidad, por un lado y la comprobación de la relación entre dicha cualidad y el futuro criminal del sujeto (prognosis criminal). El resultado del juicio de peligrosidad tiene una gran trascendencia, dado que es lo que constituye precisamente el supuesto de hecho de la medida y ésta deberá adecuarse a su peligrosidad50.

75. En el caso sub iudice la Comisión observa en el fallo de 6 de marzo de 1998 el

Tribunal de Sentencia no expresó fundamento alguno en cuanto a la peligrosidad social del agente, sino que a partir de una relación de las mismas circunstancias que utilizó como causales de agravación del delito, concluyó que Fermín Ramírez revelaba una mayor peligrosidad. Lo mismo sucedió en relación con las circunstancias agravantes de alevosía, premeditación conocida, abuso de superioridad, despoblado y menosprecio de la víctima, en relación con las cuales el Tribunal no indicó los hechos en virtud de los dio por establecidos, sino que se limitó a relacionarlas como circunstancias concurrentes.

76. Al respecto, resulta evidente que el Tribunal de Sentencia utilizó los mismos hechos

tanto para adecuar las circunstancias agravantes del delito, como para establecer la peligrosidad social del Fermín Ramírez, con lo cual se desconoció el principio de la doble incriminación. Este principio ha sido formulado por la doctrina como la prohibición de que un mismo delito dé lugar a más de una sanción, dentro de la cual está comprendido que un mismo agravante del delito, como en este caso, pueda apreciarse más de una vez51.

77. Asimismo, la Comisión considera que al haber omitido referirse en la acusación al

elemento de la peligrosidad del agente, circunstancia determinante de la aplicación de la pena de muerte, las autoridades guatemaltecas impidieron que la defensa de Fermín Ramírez presentar pruebas de descargo, en violación del principio de contradicción, toda vez que el Ministerio Público estaba en la obligación de integrar al pliego de acusación con todos lo elementos del delito y entre ellos los que corresponden a la sanción de la conducta, esto es, tanto los agravantes como los atenuantes.

78. Por lo tanto, con fundamento en las pruebas que obran en el expediente, la Comisión concluye que las autoridades judiciales guatemaltecas se abstuvieron de comunicar previa y

49 Según el principio de culpabilidad, rector del derecho penal del hecho, una persona únicamente puede ser castigada por lo que ha hecho y no por lo que es. Alejandro Rodríguez, La Pena de Muerte en Guatemala, un estudio político criminal, criminológico y dogmático, Editorial Serviprensa S.A., Guatemala, 2002, pág. 136.

50 Idem, pág. 315, quien cita a Luis Gracia Martín, Lecciones de Consecuencias Jurídicas del Delito, Tirant lo Blanch, Valencia, 1998, págs. 314 y 315.

51 Gloria Bernal Acevedo, Las normas rectoras en el Nuevo Código Penal Colombiano, Ediciones Jurídicas Gustavo Ibáñez, Bogotá, 2002, pág. 220.

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detalladamente a Fermín Ramírez los hechos y circunstancias en los que se fundó la sentencia condenatoria 52 , con lo que incurrieron en una violación al artículo 8(2)(b) de la Convención Americana. Como consecuencia de lo anterior, la Comisión concluye que el Tribunal de Sentencia guatemalteco impidió, al mismo tiempo, que Fermín Ramírez ejerciera el derecho a ser oído sobre los hechos y circunstancias establecidos en la sentencia condenatoria, en violación del artículo 8(1) del citado instrumento; y que su defensa técnica orientara su actividad de manera razonable, con el tiempo y los medios adecuados para su preparación, en violación del artículo 8(2)(c) de la Convención.

B. El Estado de Guatemala violó el artículo 25 de la Convención Americana en perjuicio de Fermín Ramírez

79. El artículo 25(1) de la Convención Americana establece: Toda persona tiene derecho a un recurso sencillo y rápido o a cualquier otro recurso efectivo ante los jueces o tribunales competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos por la Constitución, la ley o la presente Convención, aun cuando tal violación sea cometida por personas que actúen en ejercicio de sus funciones oficiales. 80. La Corte Interamericana ha interpretado que, en virtud de dicha disposición, los

Estados partes en la Convención Americana están obligados a suministrar recursos judiciales efectivos a las víctimas de violaciones a los derechos humanos 53 . Dichos recursos deben ser sustanciados de conformidad con las reglas del debido proceso legal (artículo 8(1)), todo ello dentro de la obligación general que tienen los Estados partes de garantizar el libre y pleno ejercicio de los derechos reconocidos a las personas que se encuentren bajo la jurisdicción de dichos Estados (artículo 1(1)). Además, el artículo 25(1) de la Convención Americana incorpora el principio de la efectividad o eficacia de los medios o instrumentos procesales destinados a garantizar los derechos protegidos en la misma.

81. Por lo tanto, para que se preserve el derecho a un recurso efectivo, en los términos

del artículo 25 de la Convención, entre otros, es indispensable que dicho recurso se tramite en apego a las mínimas garantías consagradas en el artículo 8 de la Convención. En ese sentido, el Caso Hilaire y otros la Corte tomó en cuenta la naturaleza excepcionalmente grave e irreparable de la pena de muerte, y concluyó que la observancia del debido proceso legal, con su conjunto de derechos y garantías, es aún más importante cuando se halle en juego la vida humana54.

82. A la luz del anterior desarrollo jurisprudencial, la Comisión considera que existen pruebas suficientes para concluir que mediante la imposición de la pena de muerte a Fermín Ramírez en un procedimiento penal en el que se violaron las reglas del debido proceso, en particular, se desconoció el principio de la correlación entre la acusación y la sentencia, en la medida que se le acusó y abrió a juicio por unos hechos y se le condenó por otros, se le violó su derecho a ser oído y

52 Los Estados partes gozan de una considerable libertad al escoger los mecanismos apropiados para asegurar que

sus sistemas judiciales cumplan con los requerimientos del Artículo 6. No obstante, las cortes nacionales deben indicar con suficiente claridad las razones en que basan su decisión.(ECHR, Judgement on the Hadjianastassiou v. Greece case, December 16th 1992, 16 EHRR 219, paragraph 33)

53 Corte I.D.H., Caso Velásquez Rodríguez. Excepciones Preliminares. Sentencia de 26 de junio de 1987. Serie C No. 1., párr. 91; Corte I.D.H., Garantías Judiciales en Estados de Emergencia (arts. 27.2, 25 y 8 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Opinión Consultiva OC-9/87 del 6 de octubre de 1987. Serie A No. 9., párr. 24; Corte I.D.H., Caso Fairén Garbi y Solís Corrales. Excepciones Preliminares. Sentencia de 26 de junio de 1987. Serie C No. 2, párr. 92.

54 Corte I.D.H., Caso Hilaire, Constantine y Benjamin y otros. Sentencia de 21 de junio de 2002. Serie C No. 94, párr. 148.

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a contar con los medios y el tiempo necesario para ejercer su derecho de defensa, el Estado guatemalteco incurrió a su vez en una violación al derecho de la tutela judicial efectiva.

83. Por otra parte, como se indicó al iniciar el análisis del fondo del asunto, ha sido establecido que la sentencia del 6 de marzo de 1998 por medio de la cual se impuso la pena de muerte al señor Fermín Ramírez, fue impugnada a través del recurso de apelación, el cual fue rechazado por la Corte de Apelaciones de Guatemala en providencia del 27 de mayo de 1998; que la defensa interpuso un recurso de casación en contra de dicho fallo, el cual fue rechazado por la Corte Suprema de Justicia el 17 de agosto de 1998; que posteriormente la defensa presentó un recurso de amparo ante la Corte de Constitucionalidad, el cual fue rechazado el 18 de febrero de 1999; que interpuso un recurso de revisión ante la Corte Suprema de Justicia, el cual fue rechazado mediante resolución del 12 de julio de 1999. Asimismo, los peticionarios informan que el 27 de julio de 1999 se presentó un recurso de gracia ante el Presidente de la República, el cual fue rechazado el 31 de mayo de 2000. Con posterioridad a éste, la defensa presentó otros recursos ante la Corte Suprema de Justicia y la Corte de Constitucionalidad, como son dos de amparo, uno de revisión y otro de inconstitucionalidad, actualmente pendiente. 84. En los distintos recursos intentados ante las instancias judiciales guatemaltecas, la defensa argumentó que el Tribunal de Sentencia no había probado las causas de agravación de delito, que la condena a muerte se basaba en presunciones y en consecuencia violaba el principio de presunción de inocencia, que se valoraron pruebas ilegítimamente producidas y que el cambio de calificación de violación calificada a asesinato había privado al inculpado de la oportunidad de declarar y defenderse sobre el nuevo hecho delictivo, entre otros.

85. En relación con la efectividad de los recursos, la Corte Interamericana ha reiterado que no basta con que se prevea la existencia de recursos, si estos no resultan efectivos para combatir la violación de los derechos protegidos por la Convención. La garantía de un recurso efectivo “constituye uno de los pilares básicos, no sólo de la Convención Americana, sino del propio Estado de Derecho en una sociedad democrática en el sentido de la Convención”55.

86. Al respecto, la Comisión resulta evidente que ninguno de los recursos intentados resultó eficaz para asegurar la protección del derechos consagrados por la Convención Americana como son el debido proceso a favor de Fermín Ramírez aun cuando, a pesar de la precariedad de los medios con los que contaba, la defensa alegara y demostrara la ausencia de comunicación previa y detallada al inculpado de la acusación que determinó la aplicación de la pena de muerte; así como la falta de medios adecuados para ejercer la defensa.

87. Con respecto a ese último aspecto, la Comisión observa que la ausencia de fundamentación probatoria sobre los hechos en los que consistieron la mayoría de las causales de agravación de delito establecidas por el Tribunal de primera instancia, los cuales no fueron debidamente señalados en la sentencia, constituyeron otro obstáculo que restringió objetivamente las posibilidades de la defensa de controvertir cuestiones de derecho relevantes sobre dichas circunstancias agravantes, en particular, en los recursos de apelación y casación.

88. Por lo tanto, aun cuando formalmente Fermín Ramírez hizo uso los diversos recursos que consagra la legislación adjetiva guatemalteca para impugnar la sentencia de pena de muerte proferida en su contra, la Comisión concluye que los mismos no fueron eficaces, lo cual constituye una violación al artículo 25 de la Convención Americana.

55 Idem, párr. 150.

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C. El Estado de Guatemala violó el artículo 4 en relación con el artículo 1(1) de la Convención Americana

89. El artículo 4 de la Convención Americana dispone: 1. Toda persona tiene derecho a que se respete su vida. Este derecho estará protegido por la ley y, en general, a partir del momento de la concepción. Nadie puede ser privado de la vida arbitrariamente.

90. Los órganos supervisores de los instrumentos internacionales de derechos humanos

han sometido las disposiciones sobre pena de muerte de sus instrumentos rectores, a la norma de una interpretación restrictiva para asegurar que la ley controle y limite estrictamente las circunstancias en que las autoridades de un Estado pueden privar de la vida a una persona. Esto incluye el cumplimiento estricto de las normas del debido proceso56.

91. A lo anterior se adiciona el criterio, generalmente reconocido, según el cual la pena

de muerte es una forma de castigo que difiere en sustancia y en grado de otros medios de sanción. Es la forma absoluta de castigo que resulta en la afectación del más valioso de los derechos, el derecho a la vida, y que, una vez implementado, es irrevocable e irreparable. En consecuencia, la Comisión considera que el hecho de que la pena de muerte sea un castigo excepcional también debe ser reconocido en la interpretación del artículo 4 de la Convención Americana57.

92. La Corte interamericana y la Comisión han interpretado que el artículo 4 de la Convención Americana contempla tres grupos de limitaciones para la aplicación de la pena de muerte58. El primero se refiere a la imposición de la pena de muerte en un juicio llevado a cabo en estricta observancia de todas las garantías del debido proceso. El segundo se refiere al ámbito de aplicación de la pena, el cual debe reducirse al de los más graves delitos comunes y no conexos con delitos políticos. El tercero se refiere al principio jurídico según el cual la pena de muerte sólo puede aplicarse a través de un procedimiento de dictado de sentencias "individualizadas”, que permitan atender ciertas consideraciones propias del procesado, las cuales pueden excluir la imposición o aplicación de la pena capital.

93. En relación con esta última limitación, la Comisión considera que ciertas

circunstancias del procesado y del delito del que se trate pueden prohibir la imposición o aplicación de la pena de muerte y, en consecuencia, deben tenerse en cuenta al sentenciar a muerte a una persona59.

56 Véase, CIDH, Caso McKenzie y otros, párr. 186-187; CIDH, Caso Edwars, supra, párr. 109; CIDH; y análogamente los casos Martínez Villarreal, párr. 52, y Baptiste, párrs. 74 y 75. Anthony McLeood c. Jamaica, Comunicación Nº 734/1997, ONU Doc. CCPR/C/62/734/1997. Asimismo, véase, Corte I.D.H., Restricciones a la Pena de Muerte (arts. 4.2 y 4.4 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Opinión Consultiva OC-3/83 del 8 de septiembre de 1983. Serie A No. 3, párrs. 52 y 54.

57 CIDH, Caso Rudoph Baptiste, 740-763; CIDH, Caso McKenzie y otros, párr. 188, donde se cita, entre otros, a Woodson c. Carolina del Norte 49 L Ed 2d 944, 961.

58 Corte I.D.H., Restricciones a la Pena de Muerte (arts. 4.2 y 4.4 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Opinión Consultiva OC-3/83 del 8 de septiembre de 1983. Serie A No. 3, párr. 55; Corte I.D.H., Caso Hilaire, Constantine y Benjamin y otros. Sentencia de 21 de junio de 2002. Serie C No. 94, párr. 100.

59 CIDH, Caso McKenzie y otros, supra, párr. 189, donde se cita la Opinión Consultiva OC-3/83, supra, párr. 55. En dicha opinión la Corte observa respecto del artículo 4 de la Convención, que "puede considerarse que existen tres tipos de limitaciones aplicables a los Estados partes que no han abolido la pena de muerte. Primero, la imposición o aplicación de esta sanción está sujeta a ciertos requisitos procesales cuyo cumplimiento debe observarse y revisarse estrictamente. Segundo, la aplicación de la pena de muerte debe limitarse a los delitos comunes más graves no relacionados con delitos políticos. Por último, deben tenerse en cuenta ciertas consideraciones que involucran a la persona del acusado, que podrían impedir la imposición o aplicación de la pena de muerte”.

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94. Asimismo, la Comisión ha sido consistente al determinar que la imposición de la pena de muerte de manera congruente con los artículos 4, 8 y 25 de la Convención exige un mecanismo efectivo por el cual el acusado pueda presentar descargos y pruebas ante el Tribunal que pronuncia la sentencia acerca de si la pena de muerte es un castigo permisible y apropiado en las circunstancias de su caso. A juicio de la Comisión, esto incluye, aunque no se limita a ello, argumentos y pruebas en cuanto a si algunos de los factores incorporados en el artículo 4 de la Convención podrían prohibir la imposición de la pena de muerte60.

95. Como fundamento de lo anterior, debe tenerse en cuenta un principio común a las

jurisdicciones democráticas que han mantenido la pena de muerte, según el cual esta pena sólo debe implementarse en procesos ajustados a la reglas del debido proceso, en el que procesado tenga derecho a presentar argumentos y pruebas sobre los hechos que se le imputan así como relativas a toda posible circunstancia agravante o atenuante referida a su persona o su delito.

96. De un análisis integral del artículo 4 de la Convención Americana, la Corte ha establecido que la imposición o aplicación de dicha pena está sujeta, entre otros supuestos, al cumplimiento de reglas procesales cuyo respeto debe vigilarse y exigirse de modo estricto61. En ese mismo sentido, el artículo 5 de las Salvaguardias para Garantizar la Protección de los Derechos de los Condenados a la Pena de Muerte establece que “sólo podrá ejecutarse la pena capital de conformidad con una sentencia definitiva dictada por un tribunal competente, tras un proceso jurídico que ofrezca todas las garantías posibles para asegurar un juicio justo”62. Por su parte la doctrina del Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas, señala que la ejecución de un condenado a muerte en un proceso donde no se respetan las garantías judiciales mínimas, constituye una violación del derecho a la vida63. 97. La Comisión afirma que la ejecución de Fermín Ramírez en cumplimiento de una sentencia arbitraria emitida en un proceso en el que, como ha sido establecido, se incurrieron en violaciones a las garantías del debido proceso consagradas en la Convención Americana, en particular, al derecho de defensa, así como el derecho a la tutela judicial efectiva, constituirá una privación arbitraria de la vida del condenado. A Fermín Ramírez no sólo se le condenó por unos hechos que no le fueron debida y oportunamente informados, a fin de que pudiera ejercer de manera razonable y eficiente su derecho de defensa, sino que el Tribunal de Sentencia estableció su peligrosidad social, circunstancia determinante de la aplicación de la pena de muerte, sin que en la acusación se le hubiese imputado dicha circunstancia agravante, a fin de presentar medios de pruebas científicos adecuados para su defensa. 98. Por lo tanto, la Comisión concluye que el Estado de Guatemala violó el derecho consagrado en el artículo 4 de la Convención Americana en relación con el artículo 1(1) del mismo instrumento por la condena y eventual ejecución de la pena de muerte impuesta a Fermín Ramírez en un proceso penal en el que se incurrió en violaciones de los derechos al debido proceso legal y a la tutela judicial efectiva

60 CIDH, Caso Rudoplph Baptiste, párrs. 740-763; y Caso McKenzie y otros, parr. 207; Véase análogamente, Caso

Edwards, párr, 151.

61 Corte I.D.H., Caso Hilaire, Constantine y Benjamin y otros. Sentencia de 21 de junio de 2002. Serie C No. 94, párr. 100.

62 Véase, Salvaguardias para Garantizar la Protección de los Derechos de los Condenados a la Pena de Muerte, artículo 5.

63 Véase, Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, Cuestión de la pena de muerte, Resolución No. 1997/12, www.unhchr.ch.

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D. El Estado de Guatemala incumplió la obligación general consagrada en el artículo 1(1) de la Convención Americana

99. La Comisión considera también que el Estado de Guatemala ha incumplido su obligación de garantía conforme al artículo 1(1) de la Convención Americana, conforme a la cual los Estados partes deben asegurar el ejercicio de los derechos y libertades reconocidos en la Convención a las personas bajo su jurisdicción.

100. El artículo 1(1) de la Convención establece que:

[l]os Estados partes en esta Convención se comprometen a respetar los derechos y libertades reconocidos en ella y a garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona que esté sujeta a su jurisdicción, sin discriminación alguna por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social. 101. Como consecuencia de la violación de los derechos consagrados en el artículo 4 de

la Convención Americana, así como a los artículos 8 y 25 del mismo instrumento, el Estado incumplió su obligación de respetar los derechos y libertades consagrados en la misma y de asegurar y garantizar el libre y pleno ejercicio de esos derechos a toda persona sujeta a su jurisdicción64. Por ello, el Estado de Guatemala tiene el deber de organizar el aparato gubernamental y todas las estructuras a través de las cuales se manifiesta el ejercicio del poder público, de manera tal que sean capaces de asegurar jurídicamente el libre y pleno ejercicio de los derechos humanos. De conformidad con lo manifestado por la Corte Interamericana, lo anterior

se impone independientemente de que los responsables de las violaciones de estos derechos sean agentes del poder público, particulares, o grupos de ellos65, ya que según las reglas del Derecho Internacional de los Derechos Humanos, la acción u omisión de cualquier autoridad pública constituye un hecho imputable al Estado que compromete su responsabilidad en los términos previstos por la misma Convención66.

102. Por lo tanto, la Comisión concluye que mediante la violación a los artículos 4, 8 y 25

de la Convención Americana, el Estado guatemalteco incumplió la obligación general de respetar los derechos consagrados en el artículo 1(1) de la Convención Americana.

VIII. REPARACIONES Y COSTAS

103. En razón de los hechos alegados en la presente demanda y de la jurisprudencia

constante de la Honorable Corte Interamericana que establece “que es un principio de Derecho Internacional que toda violación a una obligación internacional que haya causado un daño, genera

64 Corte I.D.H., Caso Juan Humberto Sánchez. Sentencia de 7 de junio de 2003. Serie C No. 99, párr. 142; Corte

I.D.H., Caso Bámaca Velásquez. Sentencia de 25 de noviembre de 2000. Serie C No. 70, párr. 210; Corte I.D.H., Caso Caballero Delgado y Santana. Sentencia de 8 de diciembre de 1995. Serie C No. 22; Corte I.D.H., Caso Godínez Cruz. Sentencia de 20 de enero de 1989. Serie C No. 5, párrs. 175 y 176; y Corte I.D.H., Caso Velásquez Rodríguez. Sentencia de 29 de julio de 1988. Serie C No. 4, párrs. 166 y 167.

65 Corte I.D.H., Caso Juan Humberto Sánchez. Sentencia de 7 de junio de 2003. Serie C No. 99, párr. 142; Corte I.D.H., Caso Bámaca Velásquez. Sentencia de 25 de noviembre de 2000. Serie C No. 70, párr. 210; y Corte I.D.H., Caso de la “Panel Blanca” (Paniagua Morales y otros). Sentencia de 8 de marzo de 1998. Serie C No. 37, párr. 174.

66 Corte I.D.H., Caso Juan Humberto Sánchez. Sentencia de 7 de junio de 2003. Serie C No. 99, párr. 142; Corte I.D.H., Caso “Cinco Pensionistas”. Sentencia de 28 de febrero de 2003. Serie C No. 98, párr. 163; Corte I.D.H., Caso Bámaca Velásquez. Sentencia de 25 de noviembre de 2000. Serie C No. 70, párr. 210; Corte I.D.H., Caso de la Comunidad Mayagna (Sumo) Awas Tingni. Sentencia de 31 de agosto de 2001. Serie C No. 79, párr. 154; y Corte I.D.H., Caso Baena Ricardo y otros. Sentencia de 2 de febrero de 2001. Serie C No. 72, párr. 178.

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una obligación de proporcionar una reparación adecuada de dicho daño”67, la CIDH presenta a la Honorable Corte su posición sobre las reparaciones y costas que el Estado de Guatemala debe otorgar como consecuencia de su responsabilidad por las violaciones de derechos humanos cometidas en perjuicio de Fermín Ramírez.

104. La Comisión Interamericana solicita a la Honorable Corte que ordene al Estado indemnizar los daños materiales e inmateriales causados a Fermín Ramírez en los términos que más adelante se indican. Asimismo, la Comisión Interamericana solicita a la Honorable Corte que ordene al Estado el pago de las costas y gastos legales incurridos por los representantes de la víctima en la tramitación del caso ante el sistema interamericano.

A. Obligación de reparar

105. El artículo 63(1) de la Convención Americana establece que:

Cuando decida que hubo violación de un derecho o libertad protegidos en [l]a Convención, la Corte dispondrá que se garantice al lesionado en el goce de su derecho o libertad conculcados. Dispondrá asimismo, si ello fuera procedente, que se reparen las consecuencias de la medida o situación que ha configurado la vulneración de esos derechos y el pago de una justa indemnización a la parte lesionada.

106. Tal como ha indicado la Honorable Corte en su jurisprudencia constante, “el artículo

63(1) de la Convención Americana recoge una norma consuetudinaria que constituye uno de los principios fundamentales del derecho internacional contemporáneo sobre la responsabilidad de los Estados. De esta manera, al producirse un hecho ilícito imputable a un Estado, surge de inmediato la responsabilidad internacional de éste por la violación de una norma internacional, con el consecuente deber de reparación y de hacer cesar las consecuencias de la violación”68.

107. Las reparaciones son cruciales para garantizar que se haga justicia en un caso individual, y constituyen el mecanismo que eleva la decisión de la Honorable Corte más allá del ámbito de la condena moral. Las reparaciones consisten en las medidas que tienden a hacer desaparecer el efecto de las violaciones cometidas. La reparación del daño ocasionado por la infracción de una obligación internacional requiere, siempre que sea posible, la plena restitución (restitutio in integrum), la cual consiste en el restablecimiento de la situación anterior a la violación. 108. La obligación de reparar, que se regula en todos los aspectos por el derecho internacional (alcance, naturaleza, modalidades y determinación de los beneficiarios), no puede ser modificada o incumplida por el Estado obligado invocando para ello disposiciones de su derecho interno”69.

67 Corte I.D.H., Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri. Sentencia de 8 de julio de 2004. Serie C No. 110, párr. 187; Corte I.D.H., Caso 19 Comerciantes. Sentencia de 5 de julio de 2004. Serie C No. 109, párr. 220; Corte I.D.H., Caso Myrna Mack Chang. Sentencia de 25 de noviembre de 2003. Serie C No. 101, párr. 141; Corte I.D.H., Caso Bulacio. Sentencia de 18 de septiembre de 2003. Serie C No. 100, párr. 72; Corte I.D.H., Caso Juan Humberto Sánchez. Sentencia de 7 de junio de 2003. Serie C No. 99, párr. 147 y Corte I.D.H., Caso “Cinco Pensionistas”. Sentencia de 28 de febrero de 2003. Serie C No. 98, párr. 173.

68 Corte I.D.H., Caso Myrna Mack Chang. Sentencia de 25 de noviembre de 2003. Serie C No. 101, párr. 142; Corte I.D.H., Caso Bulacio. Sentencia de 18 de septiembre de 2003. Serie C No. 100, párr. 71; Corte I.D.H., Caso Juan Humberto Sánchez. Sentencia de 7 de junio de 2003. Serie C No. 99, párr. 148; Corte I.D.H., Caso “Cinco Pensionistas”. Sentencia de 28 de febrero de 2003. Serie C No. 98, párr. 174 y Corte I.D.H., Caso Cantos. Sentencia de 28 de noviembre de 2002. Serie C No. 97, párr. 67, entre otras.

69 Corte I.D.H., Caso 19 Comerciantes. Sentencia de 5 de julio de 2004. Serie C No. 109, 221; Corte I.D.H., Caso Molina Theissen. Sentencia de 3 de julio de 2004, párr 42; Corte I.D.H., Caso Myrna Mack Chang. Sentencia de 25 de noviembre de 2003. Serie C No. 101, párr. 143; Corte I.D.H., Caso Bulacio. Sentencia de 18 de septiembre de 2003. Serie C No. 100, párr. 72 y Corte I.D.H., Caso Juan Humberto Sánchez. Sentencia de 7 de junio de 2003. Serie C No. 99, párr. 149.

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109. En el presente caso, la Comisión Interamericana ha demostrado que el Estado incurrió en responsabilidad internacional por la violación en perjuicio de Fermín Ramírez de los derechos a las garantías judiciales y a la tutela judicial efectiva, así como por el incumplimiento a la obligación general de respetar los derechos.

110. De otra parte, en atención a las disposiciones reglamentarias de la Honorable Corte

que otorgan representación autónoma al individuo, la Comisión Interamericana solamente desarrollará en la presente demanda los criterios generales en materia de reparaciones y costas que considera deberían ser aplicados por el Tribunal en el presente caso. La Comisión Interamericana entiende que corresponde a la víctima y sus representantes la concreción de sus pretensiones, de conformidad con el artículo 63 de la Convención Americana y los artículos 23 y concordantes del Reglamento de la Honorable Corte.

B. Medidas de reparación

111. La Honorable Corte ha señalado que las medidas de reparación tienden a hacer desaparecer los efectos de las violaciones cometidas70. Dichas medidas comprenden las diferentes formas en que un Estado puede hacer frente a la responsabilidad internacional en la que incurrió, que conforme al derecho internacional consisten en medidas de restitución, indemnización, rehabilitación, satisfacción y medidas de no repetición71.

112. De esta forma, la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas ha determinado que:

De conformidad con el derecho internacional, los Estados tienen el deber de adoptar, cuando la situación lo requiera, medidas especiales a fin de permitir el otorgamiento de una reparación rápida y plenamente eficaz. La reparación deberá lograr soluciones de justicia, eliminando o reparando las consecuencias del perjuicio padecido, así como evitando que se cometan nuevas violaciones a través de la prevención y la disuasión. La reparación deberá ser proporcionada a la gravedad de las violaciones y del perjuicio sufrido, y comprenderá la restitución, compensación, rehabilitación, satisfacción y garantías de no repetición 72.

113. De conformidad con los elementos probatorios presentados en la presente demanda

y a la luz de los criterios establecidos por el Tribunal en su jurisprudencia, la Comisión Interamericana presenta sus conclusiones y pretensiones respecto a las medidas de reparación relativas a los daños materiales e inmateriales y a otras formas de reparación y satisfacción que corresponden en el caso de Fermín Ramírez.

70 Corte I.D.H., Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri. Sentencia de 8 de julio de 2004. Serie C No. 110, párr. 190; Corte I.D.H., Caso 19 Comerciantes. Sentencia de 5 de julio de 2004. Serie C No. 109, párr. 223; Corte I.D.H., Caso Myrna Mack Chang. Sentencia de 25 de noviembre de 2003. Serie C No. 101, párr. 237; Corte I.D.H., Caso Cantos. Sentencia de 28 de noviembre de 2002. Serie C No. 97, párr. 108 y Corte I.D.H., Caso del Caracazo. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 29 de agosto de 2002. Serie C No. 95, párr. 78.

71 Ver Naciones Unidas, Informe definitivo presentado por Theo Van Boven, Relator Especial para la Restitución, Compensación y Rehabilitación de las Víctimas de Graves Violaciones a los Derechos Humanos y al Derecho Humanitario, E/CN.4/Sub2/1990/10, 26 julio de 1990. Ver también: Corte I.D.H., Caso Blake. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 22 de enero de 1999. Serie C No. 48, párr. 31; Caso Suárez Rosero, Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos), Sentencia de 20 de enero de 1999. Serie C No. 44, párr. 41, y Corte I.D.H., Caso Castillo Páez. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 27 de noviembre de 1998. Serie C No. 43.

72 Naciones Unidas, Comisión de Derechos Humanos, Subcomisión de Prevención de Discriminaciones y Protección a las Minorías, E/CN.4/Sub.2/1996/17, La administración de justicia y los derechos humanos de los detenidos: Serie revisada de principios y directrices sobre el derecho de las víctimas de violaciones graves a los derechos humanos y al derecho humanitario a obtener reparación, preparada por el Sr. Theo Van Boven, de conformidad con la decisión 1995/117 de la Subcomisión, 24 de mayo de 1996, párr. 7.

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b.1. Medias de restitución y garantías de no repetición

114. La H. Corte ha entendido que, como la palabra lo indica, la reparación está dada por las medidas que tienden a hacer desaparecer los efectos de la violación cometida"73. En el presente caso, en atención a la naturaleza de las violaciones imputables al Estado de Guatemala, la Comisión considera que puede operar una restitución plena de los derechos conculcados a Fermín Ramírez mediante las actuaciones arbitrarias de las autoridades judiciales guatemaltecas, toda vez que la sentencia por medio de la cual se le impuso la pena de muerte, hasta la fecha no ha sido ejecutada.

115. Como se indicara en la presente demanda, los actos imputables al Estado en el caso

sub iduce se refieren de manera concreta a la condena a pena la pena de muerte contra Fermín Ramírez por unos hechos que no le fueron debida y oportunamente informados, a fin de que pudiera ejercer de manera razonable y eficiente su derecho de defensa; a la falta de imputación previa de la circunstancia agravante de la peligrosidad, determinante de la aplicación de la pena de muerte, sin que se le hubiera dado la oportunidad de presentar medios de pruebas científicos adecuados para su defensa; y a que no contó con la protección judicial efectiva que lo amparara ante dichas arbitrariedades.

116. Como consecuencia de las violaciones señaladas de los derechos consagrados en la

Convención en el presente caso, la Corte debe disponer que se garantice al lesionado en el goce de sus derechos o libertades conculcados. Por lo tanto, la Comisión considera que como medida de reparación dirigida de manera efectiva a la restitución plena de los derechos de Fermín Ramírez, debe estar dirigida a dejar sin efecto la pena impuesta; a la realización de un nuevo juicio con la plena observancia del debido proceso legal; a la conmutación de la pena de muerte impuesta; y a la adopción de las medidas necesarias a fin de garantizar la “no repetición” de este tipo de procedimientos irregulares, susceptibles de producir efectos irreparables.

b.2 Medidas de compensación

117. La Honorable Corte ha establecido los criterios esenciales que deben orientar una

justa indemnización destinada a compensar económicamente, de una manera adecuada y efectiva, los daños sufridos producto de las violaciones en contra de los derechos humanos. Asimismo, la Honorable Corte ha establecido que la indemnización tiene un carácter meramente compensatorio, y que la misma será otorgada en la extensión y medida suficientes para resarcir tanto los daños materiales como inmateriales causados74.

b.2.1 Daños inmateriales 118. Sobre el daño inmaterial, la Honorable Corte ha establecido que:

[…] El daño inmaterial puede comprender tanto los sufrimientos y las aflicciones causados a las víctimas directas y a sus allegados, el menoscabo de valores muy significativos para las personas, así como las alteraciones, de carácter no pecuniario, en las condiciones de existencia de la víctima o su familia. No siendo posible asignar al daño inmaterial un preciso

73 Corte I.D.H., Caso Garrido y Baigorria. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos).

Sentencia de 27 de agosto de 1998. Serie C No. 39, párr. 43.

74 Corte I.D.H., Caso Hilaire, Constantine y Benjamin y otros. Sentencia de 21 de junio de 2002. Serie C No. 94, párr. 204; Corte IDH., Caso de la “Panel Blanca” (Paniagua Morales y otros). Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 25 de mayo de 2001, Serie C No. 76, párr. 80; Corte I.D.H., Caso Castillo Páez. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 27 de noviembre de 1998, Serie C No. 43, párr. 52 y Corte I.D.H., Caso Garrido y Baigorria. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 27 de agosto de 1998. Serie C No. 39, párr. 41.

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equivalente monetario, sólo puede, para los fines de la reparación integral a las víctimas, ser objeto de compensación, y ello de dos maneras. En primer lugar, mediante el pago de una cantidad de dinero o la entrega de bienes o servicios apreciables en dinero, que el Tribunal determine en aplicación razonable del arbitrio judicial y en términos de equidad. Y, en segundo lugar, mediante la realización de actos u obras de alcance o repercusión públicos que tengan efectos como la recuperación de la memoria de las víctimas, el reconocimiento de su dignidad, el consuelo de sus deudos o la transmisión de un mensaje de reprobación oficial a las violaciones de los derechos humanos de que se trata y de compromiso con los esfuerzos tendientes a que no vuelvan a ocurrir75. 119. En materia del daño inmaterial sufrido por las víctimas, la Honorable Corte ha

establecido la existencia de una presunción con relación al daño inmaterial sufrido por las víctimas de violaciones de derechos humanos y sus familiares al indicar que el daño moral o inmaterial infligido a las víctimas resulta evidente, pues es propio de la naturaleza humana que toda persona sometida a arbitrariedades, agresiones y vejámenes a sus derechos humanos experimente un sufrimiento moral, y que “no requiere prueba para llegar a la mencionada conclusión”76.

120. Si bien es cierto que, de conformidad con una amplia jurisprudencia internacional, la obtención de una sentencia que ampare las pretensiones de las víctimas es por sí misma una forma de satisfacción77, también lo es que tomando en cuenta los sufrimientos y angustias sufridos por Fermín Ramírez durante más de seis años de espera de la ejecución de la condena impuesta por los tribunales de justicia guatemaltecos, en el denominado “fenómeno del corredor de la muerte”.

121. En efecto, Fermín Ramírez fue sentenciado a pena de muerte el 6 de marzo de 1998

y desde entonces está a la espera de su ejecución, sin que exista ninguna garantía por parte del Estado guatemalteco del respeto de sus derechos.

122. En relación con el “fenómeno del corredor de la muerte” y la angustia que ocasiona

sobre los condenados a la pena capital, la Honorable Corte ha indicado que:

está constituido por un periodo de detención prolongado en espera y previo a ejecución, durante el cual se sufre de angustia mental además de otras circunstancias a las que el acusado es expuesto que incluyen, entre otras, la forma en que se impuso la condena; la no consideración de las características personales del acusado; la desproporción entre la pena y el delito cometido; las condiciones de detención a la espera de ejecución; las demoras en las apelaciones o en la revisión de su pena de muerte durante las cuales la persona está sujeta a

75 Corte I.D.H., Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri. Sentencia de 8 de julio de 2004. Serie C No. 110, párr.

211; Corte I.D.H., Corte I.D.H., Caso 19 Comerciantes. Sentencia de 5 de julio de 2004. Serie C No. 109, párr. 244; Corte I.D.H., Caso Maritza Urrutia. Sentencia de 27 de noviembre de 2003. Serie C No. 103, párr. 161; Corte I.D.H., Caso Myrna Mack Chang. Sentencia de 25 de noviembre de 2003. Serie C No. 101, párr. 255 y Corte I.D.H., Caso Bulacio. Sentencia de 18 de septiembre de 2003. Serie C No. 100, párr. 90.

76 Corte I.D.H., Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri. Sentencia de 8 de julio de 2004. Serie C No. 110, párr. 217; Corte I.D.H., Corte I.D.H., Caso 19 Comerciantes. Sentencia de 5 de julio de 2004. Serie C No. 109, párr. 248; Corte I.D.H., Caso Juan Humberto Sánchez. Sentencia de 7 de junio de 2003. Serie C No. 99, párr. 175; Caso del Caracazo. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 29 de agosto de 2002. Serie C No. 95, párr. 50 e), y Caso Trujillo Oroza. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 27 de febrero de 2002. Serie C No. 92, párr. 88.

77 Cfr. Caso “La Última Tentación de Cristo” (Olmedo Bustos y otros), supra nota 6, párr. 99; Caso del Tribunal Constitucional, supra nota 8, párr. 122; Caso Blake. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 22 de enero de 1999. Serie C No. 48, párr. 55; Caso Suárez Rosero. Reparaciones, supra nota 108, párr. 72; Caso Castillo Páez. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 27 de noviembre de 1998. Serie C No. 43, párr. 84; Caso Neira Alegría y Otros. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 19 de septiembre de 1996. Serie C No. 29, párr. 56; y Caso El Amparo. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 14 de septiembre de 1996. Serie C No. 28, párr. 62.

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una tensión extrema y a trauma psicológico; el hecho de que el juez no tome en consideración la edad o el estado mental de la persona condenada, así como la constante espera de lo que será el ritual de su propia ejecución78. 123. A la luz de las anteriores consideraciones, la Comisión considera que la amenaza

constante en la que se encuentra el señor Ramírez de que en cualquier momento puede ser ejecutado como consecuencia de una sentencia contraria a la Convención Americana, constituye fundamento suficiente para que la Honorable Corte decrete en su favor una indemnización por concepto del daño moral que el Estado guatemalteco le ha inflingido. Dado que dicha indemnización no es susceptible de tasación precisa, se solicita a la Honorable Corte que la tase, con base en una apreciación prudente, conforme a la equidad.

C. Beneficiario 124. El artículo 63(1) de la Convención Americana exige la reparación de las

consecuencias de una violación y “el pago de una justa indemnización a la parte lesionada”. Las personas con derecho a dicha indemnización son generalmente aquellas directamente lesionadas por los hechos de la violación en cuestión.

125. Atendida la naturaleza del presente caso, Fermín Ramírez es el beneficiario de las reparaciones que ordene la Honorable Corte como consecuencia de las violaciones de los derechos humanos imputables al Estado de Guatemala en el presente caso.

D. Costas y gastos

126. De conformidad con la jurisprudencia constante de la Honorable Corte, las costas y gastos deben entenderse comprendidos dentro del concepto de reparación consagrado en el artículo 63.1 de la Convención Americana, puesto que la actividad desplegada por la o las víctimas, sus derechohabientes o sus representantes para acceder a la justicia internacional implica erogaciones y compromisos de carácter económico que deben ser compensados 79 . Asimismo, el Tribunal ha considerado que las costas a que se refiere el artículo 56(1)(h) del Reglamento de la Corte comprenden los gastos necesarios y razonables en que la o las víctimas incurren para acceder a los órganos de supervisión de la Convención Americana, figurando entre los gastos, los honorarios de quienes brindan asistencia jurídica.

127. Al respecto, tanto el Instituto de Defensa Pública, como el Instituto de Estudios

Comparados podrán documentar de manera completa y oportuna a la honorable Corte sobre los gastos en los que incurrieron durante el trámite del presente caso ante el Sistema Interamericano de Derechos Humanos.

IX. CONCLUSIONES

128. Con base a las consideraciones de hecho y de derecho contenidas en la presente

demanda la Comisión concluye que mediante las actuaciones de los tribunales judiciales

78 En el Caso Hilaire, Constantine y Benjamin y otros. Sentencia de 21 de junio de 2002, párr. 166, la Corte

Interamericana cita el concepto del fenómeno del corredor de la muerte desarrollado por la Corte Europea de Derechos Humanos, Soering v. United Kingdom, Sentencia de 7 de julio de 1989, Serie A, Vol. 161.

79 Corte I.D.H., Caso Gómez Paquiyauri. Sentencia de 8 de julio de 2004. Serie C No. 110, párr. 242; Corte I.D.H., Caso 19 Comerciantes. Sentencia de 5 de julio de 2004. Serie C No. 109, párr. 283; Corte I.D.H., Caso Myrna Mack Chang. Sentencia de 25 de noviembre de 2003, párr. 290; Corte I.D.H., Caso Maritza Urrutia. Sentencia de 27 de noviembre de 2003. Serie C No. 103, párr. 182 y Corte I.D.H., Caso Bulacio. Sentencia de 18 de septiembre de 2003. Serie C No. 100, párr. 150.

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guatemaltecos en contra de Fermín Ramírez, el Estado de Guatemala incurrió en una violación de los siguientes artículos de la Convención Americana sobre Derechos Humanos:

a. Artículo 8(2)(b) de la Convención Americana por que las autoridades judiciales guatemaltecas se abstuvieron de comunicarle previa y detalladamente los hechos en los que se fundó la sentencia condenatoria a la pena de muerte, en concordancia con el artículo 1(1) del mismo instrumento.

b. Artículo 8(1) de la Convención Americana por que las autoridades judiciales

guatemaltecas le impidieron ejercer el derecho de ser oído sobre los hechos y circunstancias que se le imputaron en la sentencia condenatoria, en concordancia con el artículo 1(1) del mismo instrumento.

c. Artículo 8(2)(c) de la Convención Americana por que mediante la inclusión de nuevos

hechos imputados en la sentencia y el cambio brusco de la calificación jurídica en la sentencia condenatoria impidieron que la defensa técnica orientara su actividad de manera razonable, con el tiempo y los medios adecuados para su preparación, en concordancia con el artículo 1(1) del mismo instrumento.

d. Artículo 25 de la Convención Americana por imponer la sentencia de pena de muerte

en un procedimiento penal que no se ajustó a las reglas del debido proceso y por que las autoridades judiciales guatemaltecas se abstuvieron de ejercer una tutela efectiva de los derechos que el fueran conculcados durante dicho proceso, en concordancia con el artículo 1(1) del mismo instrumento. e. Artículo 4 de la Convención Americana en relación con el artículo 1(1) del mismo instrumento por la eventual ejecución de la pena de muerte impuesta a Fermín Ramírez en un proceso penal en el que se incurrió en violaciones de los derechos al debido proceso legal y a la tutela judicial efectiva.

X. PETITORIO

129. Con fundamento en los argumentos de hecho y de derecho expuestos en la presente demanda, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos solicita a la H. Corte Interamericana de Derechos Humanos que concluya y ordene que:

Primero: El Estado de Guatemala es responsable de la violación del derecho de Fermín Ramírez consagrado en el artículo 8(2)(b) de la Convención Americana por que las autoridades judiciales guatemaltecas se abstuvieron de comunicarle previa y detalladamente los hechos en los que se fundó la sentencia condenatoria a la pena de muerte.

Segundo: El Estado de Guatemala es responsable de la violación del derecho de Fermín

Ramírez consagrado en el artículo 8(1) de la Convención Americana por que las autoridades judiciales guatemaltecas le impidieron ejercer el derecho de ser oído sobre los hechos y circunstancias que se le imputaron en la sentencia condenatoria.

Tercero: El Estado de Guatemala es responsable de la violación del derecho de Fermín

Ramírez consagrado en el artículo 8(2)(c) de la Convención Americana por que mediante la inclusión de nuevos hechos imputados en la sentencia y el cambio brusco de la calificación jurídica en la sentencia condenatoria impidieron que la defensa técnica orientara su actividad de manera razonable, con el tiempo y los medios adecuados para su preparación.

Cuarto: El Estado de Guatemala es responsable de la violación de derecho de Fermín Ramírez

consagrado por el artículo 25 de la Convención Americana por imponer la sentencia de pena de

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muerte en un procedimiento penal en que las autoridades judiciales guatemaltecas se abstuvieron de ejercer una tutela efectiva de los derechos que le fueran conculcados a la víctima durante dicho proceso. Quinto: El Estado de Guatemala es responsable de la violación del derecho consagrado en el artículo 4 de la Convención Americana en relación con el artículo 1(1) del mismo instrumento por la eventual ejecución de la pena de muerte impuesta a Fermín Ramírez en un proceso penal en el que se incurrió en violaciones de los derechos al debido proceso legal y a la tutela judicial efectiva.

Sexto: Que el Estado de Guatemala es responsable del incumplimiento de la obligación general de respetar los derechos consagrada en el artículo 1(1) de la Convención Americana, en relación con las violaciones a los artículos 4, 8 y 25 del mismo instrumento.

Séptimo: Al Estado de Guatemala las siguientes medidas de reparación:

a. Otorgar a Fermín Ramírez una reparación que incluya dejar sin efecto la pena

impuesta y la realización de un nuevo juicio con la plana observancia del debido proceso legal. b. Adoptar las medidas necesarias para evitar la repetición de los hechos que dieron

origen a las violaciones establecidas en este informe.

c. Indemnizar los daños morales ocasionados a Fermín Ramírez. d. Pagar las costas y gastos legales incurridos por los representantes de la víctima en la

tramitación del caso tanto a nivel nacional, como las que se originen en la tramitación del presente caso ante el sistema interamericano.

XI. RESPALDO PROBATORIO A. Prueba documental 130. En respaldo de los argumentos de hecho y de derecho formulados en la presente

demanda, la Comisión adjunta la prueba documental que a continuación se relaciona:

Anexo 1. Informe de admisibilidad de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos No. 74/02 de fecha 9 de octubre de 2002.

Anexo 2. Informe de fondo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos No.

35/04 de fecha 11 de marzo de 2004. Anexo 3. Copia del auto que ordena la prisión preventiva de Fermín Ramírez de fecha

15 de mayo de 1997 del Juzgado Segundo de Primera Instancia del Ramo Penal, Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente de Escuintla.

Anexo 4. Copia de la acusación formulada por el Ministerio Público contra Fermín

Ramírez de fecha 30 de julio de 1997.

Anexo 5. Copia del auto de apertura a juicio de fecha 18 de diciembre de 1997. Anexo 6. Copia del acta del juicio oral adelantado contra Fermín Ramírez por el

Tribunal de Sentencia Penal, Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente los días 5 y 11 de marzo de 1998.

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Anexo 7. Copia de la sentencia de fecha 6 de marzo de 1998 por medio de la cual el

Tribunal de Sentencia Penal, Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente decretó la pena de muerte contra Fermín Ramírez.

Anexo 8. Copia de la sentencia de 27 de mayo de 1998 proferida por la Sala

Duodécima de la Corte de Apelaciones Penal, Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente de Guatemala.

Anexo 9. Copia de la sentencia de la Corte Suprema de Justicia de fecha 17 de agosto

de 1998. Anexo 10. Copia de la sentencia de la Corte de Constitucionalidad de 18 de febrero de

1999. Anexo 11. Copia del auto de 1 de marzo de 1999 de la Corte de Constitucionalidad. Anexo 12. Copia de la sentencia de la Corte Suprema de Justicia 12 de julio de 1999. Anexo 13. Copia del recurso de amparo presentado por la defensa de Fermín Ramírez

ante la Corte de Constitucionalidad el 9 de junio de 2000. Anexo 14. Copia de la sentencia de 21 de noviembre de 2000 de la Corte de

Constitucionalidad. Anexo 15. Copia del incidente de falta de ejecutoriedad de la sentencia interpuesto por

la defensa ante el Juez Segundo de Ejecución el 28 de noviembre de 2000 Anexo 16. Copia de la sentencia de 22 de diciembre de 2000 del Juzgado Segundo de

Ejecución Penal. Dicha copia es la única con la que cuenta la Comisión es su expediente.

Anexo 17. Copia del recurso de ampliación intentado por la defensa el 5 de junio de

2001 ante la Corte Suprema de Justicia. Anexo 18. Copia de la sentencia sobre el recurso de ampliación de fecha 21 de junio de

2001 de la Corte Suprema de Justicia.

Anexo 19. Copia del recurso de amparo en única instancia presentado ante la Corte de Constitucionalidad el 25 de abril de 2002.

Anexo 20. Copia de la sentencia de 30 de diciembre de 2002 de la Corte de

Constitucionalidad sobre el recurso de amparo.

Anexo 21. Copia de la constancia oficial sobre la doctrina de la de la Corte Suprema de Justicia en la sentencia de 25 de noviembre de 2003.

Anexo 22. Copia del recurso de inconstitucionalidad parcial de ley de carácter general

presentado ante la Corte de Constitucionalidad el 22 de diciembre de 2002.

Anexo 23. Copia del auto del 22 de diciembre de 2003 de la Corte de Constitucionalidad.

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Anexo 24. Copia del auto del 30 de diciembre de 2003 de la Corte de Constitucionalidad.

Anexo 25. Copia de la sentencia de 20 de julio de 2004 de la Corte de

Constitucionalidad. Anexo 26. Copia del poder otorgado por Fermín Ramírez de fecha 19 de abril de 2004 al

Instituto de la Defensa Pública Penal a través del abogado Reyes Ovidio Girón Vásquez, y al Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales de Guatemala, a través del abogado Alejandro Reyes Barillas.

Anexo 27. Copia de la hoja de vida del profesor Eduardo Montealegre Llinett ofrecido

como perito por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Anexo 28. Copia de la hoja de vida del profesor Alberto Martín Binder ofrecido como

perito por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. B. Prueba pericial

131. La Comisión considera pertinente ofrecer el testimonio de los siguientes expertos: b.1. Eduardo Montealegre Llinett, Director del “Centro de Investigación en Filosofía y

Derecho” de la Universidad Externado de Colombia, catedrático de la facultad de derecho penal de la misma Universidad y ex Presidente de la Corte de Constitucionalidad de Colombia. La Comisión ofrece este perito para que ilustre a la Honorable Corte sobre el derecho de defensa y otras garantías judiciales en el proceso penal, en particular en los procesos por delitos cuya sanción aplicable es la pena de muerte, así como sobre su desconocimiento en el presente caso, entre otros aspectos relacionados con el objeto y fin de la demanda80.

(*)

b.2 Alberto Martín Binder, Director Ejecutivo del Instituto de Estudios Comparados en

Ciencias Penales y Sociales de Argentina, asesor técnico del Programa de Transformación Judicial en América Latina para organismos de cooperación, profesor de derecho procesal penal y corredactor del Código de Procedimiento Penal Guatemalteco. La Comisión ofrece este perito para que ilustre a la Honorable Corte sobre las formas propias del procedimiento penal guatemalteco, en particular las relativas a los cambios de los hechos imputables y de su calificación jurídica, así como sobre su desconocimiento en el presente caso, entre otros aspectos relacionados con el objeto y fin de la demanda81.

(*)

XII. DATOS DE LA VÍCTIMA Y DE LOS DENUNCIANTES ORIGINALES

132. De conformidad con lo dispuesto en el artículo 33 del Reglamento de la Honorable Corte, la Comisión Interamericana presenta la siguiente información:

80 Copia de la hoja de vida del profesor Eduardo Montealegre Llinett obra en el Anexo 27.

81 Copia de la hoja de vida del profesor Alberto Martín Binder obra en el Anexo No. 28.

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133. En relación con los datos de la víctima, es de anotar que Fermín Ramírez, ciudadano guatemalteco de 43 años de edad, soltero, sin instrucción, de oficio albañil, con domicilio en el Departamento de Juliapa, Guatemala, actualmente se encuentra recluido (*).

134. En cuanto a los denunciantes originales, la denuncia ante la Comisión Interamericana

de Derechos Humanos fue presentada por el Instituto de Defensa Pública Penal de Guatemala, representado por el Licenciado Ovidio Girón, defensor público de planta.

135. En acta del 19 de abril del 2004, Fermín Ramírez otorgó mandato judicial general con

representación al Instituto de la Defensa Pública Penal a través del abogado Reyes Ovidio Girón Vásquez, y al Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales de Guatemala, a través del abogado Alejandro Reyes Barillas, cuya copia de adjunta a la demanda82, para que los representen ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el juicio en contra del Estado de Guatemala.

136. (*).

82 Copia del poder otorgado por Fermín Ramírez de fecha 19 de abril de 2004 obra en el Anexo No. 26.

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ORGANIZACIÓN DE LOS ESTADOS AMERICANOS

Comisión Interamericana de Derechos Humanos

Demanda en el caso de Santiago Fortunato Gómez Palomino

(Caso 11.062) contra la República de Perú

DELEGADOS: Freddy Gutiérrez, Comisionado Evelio Fernández Arévalos, Comisionado Florentín Meléndez, Comisionado Santiago A. Canton, Secretario Ejecutivo ASESORES: Ariel E. Dulitzky Pedro E. Díaz Víctor Madrigal Borloz Manuela Cuvi Rodríguez

13 de septiembre de 2004 1889 F Street, N.W. Washington, D.C.

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NOTA DE EDICIÓN

El siguiente texto corresponde al original de la demanda presentada en su oportunidad por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos a la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso Santiago Fortunato Gómez Palomino (Caso 11.062) contra la República de Perú.

En caso de que la Comisión haya presentado oportunamente enmiendas o erratas al texto presentado ante la Corte, éstas han sido incluidas en el texto publicado.

En el texto se ha omitido los datos de localización de testigos, peritos y representantes. Esta edición ha sido marcada con el símbolo (*).

En algunos textos se ha omitido los nombres de testigos por consideraciones de seguridad personal. Esta edición ha sido marcada con el símbolo (**).

La cita oficial de este documento es:

CIDH, Demanda en el caso Santiago Fortunato Gómez Palomino (Caso 11.062) contra la República de Perú, 13 de septiembre de 2004.

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ÍNDICE

I. INTRODUCCIÓN................................................................................................................................ 487 II. OBJETO DE LA DEMANDA............................................................................................................. 488 III. REPRESENTACIÓN ........................................................................................................................... 489 IV. JURISDICCIÓN DE LA CORTE ........................................................................................................ 490 V. TRÁMITE ANTE LA COMISIÓN INTERAMERICANA ................................................................... 490 VI. FUNDAMENTOS DE HECHO........................................................................................................... 493 ......................................................................................... 493A. Contexto general ....................... 495B. La desaparición forzada de Santiago Fortunato Gómez Palomino ........................................................................................... 504C. El Grupo Colina VII. LA VALORACIÓN DE LAS PRUEBAS ............................................................................................ 506 VIII. FUNDAMENTOS DE DERECHO ...................................................................................................... 508 ............................................................................ 508A. Consideraciones generales

........................ 509B. Violación del artículo 7 de la Convención Americana

(Derecho a la Libertad Personal) en relación con el artículo 1(1)

........................................................ 511C. Violación del artículo 5 de la Convención Americana (Derecho a la Integridad

Personal) en relación con el artículo 1(1)

...................................................................... 513D. Violación del artículo 4 de la Convención Americana (Derecho a la Vida)

en relación con el artículo 1(1)

............................. 517E. Violación del artículo 8 (Garantías Judiciales) y 25 (Protección Judicial)

de la Convención Americana en relación con el artículo 1(1) ............................... 5181. Falta de efectividad de la acción de hábeas corpus

............................................................... 5202. Falta de efectividad de la investigación interna y violación del

principio del plazo razonable

...................................................... 522F. Violación del artículo 2 de la Convención Americana (Deber de

adoptar disposiciones de derecho interno)

......................... 525G. Incumplimiento de la obligación establecida en el artículo 1(1) de la

Convención Americana (Obligación de Respetar los Derechos) IX. REPARACIONES Y COSTAS ........................................................................................................... 525 ................................................ 526A. Obligación de reparar y medidas de reparación

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................................................................................. 527B. Medidas de reparación ...................................................... 5281. Medidas de compensación ................................................................... 528i. Daños materiales ................................................................. 529ii. Daños inmateriales ............................ 5302. Medidas de satisfacción y garantías de no repetición ..................................... 533C. Los beneficiarios de la reparación debida por el Estado .......................................................................................... 533D. Costas y gastos X. CONCLUSIONES ............................................................................................................................... 534 XI. PETITORIO ......................................................................................................................................... 534 XII. RESPALDO PROBATORIO ............................................................................................................... 535 ...................................................................................... 535A. Prueba documental ..................................................................... 535a. Anexos de la demanda: .................. 538b. Solicitud de presentación de documentos al Estado peruano .......................................................................... 538B. Prueba testimonial y pericial .......................................................................................... 538a. Testigos ............................................................................................ 539b. Peritos XIII. DATOS DE LOS DENUNCIANTES ORIGINALES, DE LA VÍCTIMA Y DE SUS FAMILIARES . 539

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DEMANDA DE LA COMISIÓN INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS ANTE LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS

CONTRA EL ESTADO DE PERÚ

CASO 11.062 SANTIAGO FORTUNATO GÓMEZ PALOMINO

I. INTRODUCCIÓN

1. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (en adelante la "Comisión Interamericana", "la Comisión", o "la CIDH"), somete ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (en adelante "la Corte Interamericana" o "la Corte") la demanda en el caso 11.062, Santiago Fortunato Gómez Palomino, en contra de Perú (en adelante el "Estado peruano", "el Estado" o "Perú") por la desaparición forzada de Santiago Fortunato Gómez Palomino1 el día 9 de julio de 1992, en Lima, Perú, y hechos conexos que incluyen la impunidad total en que se encuentran tales hechos, a más de doce años de ocurrida su desaparición.

2. La Comisión Interamericana solicita a la Corte que establezca la responsabilidad internacional del Estado de Perú, el cual ha incumplido con sus obligaciones internacionales y por lo tanto, ha incurrido en la violación de los artículos 7 (Derecho a la Libertad Personal), 5 (Derecho a la Integridad Personal), 4 (Derecho a la Vida), 8 (Garantías Judiciales) y 25 (Protección Judicial) en conexión con el artículo 1(1) (Obligación de Respetar los Derechos) de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (en adelante "la Convención Americana" o "la Convención"), en perjuicio de Santiago Fortunato Gómez Palomino. Asimismo, el Estado peruano ha incurrido en la violación del artículo 5 (Derecho a la Integridad Personal) en conexión con el artículo 1(1) en perjuicio de la madre de Santiago Fortunato Gómez Palomino, Victoria Margarita Palomino Buitrón, y de quien fuera su conviviente en la época de su desaparición, Esmila Liliana Conislla Cárdenas. Además, el Estado ha incurrido en la violación de los artículos 8 (Garantías Judiciales), 25 (Protección Judicial) y 7 (6) en conexión con el artículo 1(1) en perjuicio de la familia de Santiago Fortunato Gómez Palomino y de Esmila Liliana Conislla Cárdenas. Finalmente, el Estado peruano ha incumplido la obligación contenida en el artículo 2 (Deber de Adoptar Disposiciones de Derecho Interno) de la Convención Americana y el artículo I de la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas, al adoptar y no modificar el artículo 320 del Código Penal vigente en el Perú, que define el delito de desaparición forzada.

3. El presente caso ha sido tramitado de acuerdo con lo dispuesto por la Convención Americana, y se presenta ante la Corte de conformidad con el artículo 33 del Reglamento de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Se adjunta a esta demanda, como anexo, una copia del informe 26/04 elaborado en observancia del artículo 50 de la Convención2. Este informe fue adoptado por la Comisión el 11 de marzo de 2004 y fue trasmitido al Estado el 13 de abril de 2004, con un plazo de dos meses para que adoptara las recomendaciones en él contenidas.

1 Para los efectos de la presente demanda se usará el nombre de la víctima según consta en su partida de

nacimiento y que fuera el señalado por su madre al interponer la denuncia original. Véase Anexo 2, Copia de Partida de Nacimiento de Santiago Fortunato Gómez Palomino, Partida número cinco mil setecientos noventicuatro, copia emitida el 10 de diciembre de 2002, N° 0026382. La prevención es necesaria pues el nombre que consta en el Registro Electoral es Fortunato Santiago Gómez Palomino. Véase Anexo 3, Copia de Libreta Electoral de Santiago Fortunato Gómez Palomino, N°00994579.

2 Véase Anexo 1, Informe Nº 26/04, Caso 11.062, Santiago Fortunato Gómez Palomino, Perú, 11 de marzo de 2004.

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4. El 28 de junio de 2004, el Estado solicitó a la Comisión el otorgamiento de una prórroga de dos meses del plazo previsto en el artículo 51(1) de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, aceptando expresa e irrevocablemente que la concesión de tal prórroga suspendía el plazo establecido en el artículo 51(1) de la Convención, para elevar el caso a la Corte. El 7 de julio de 2004, la CIDH accedió a dicha solicitud y otorgó al Estado peruano el plazo de dos meses de prórroga, desde el 28 de junio al 27 de agosto de 2004, para adoptar las recomendaciones contenidas en el informe número 26/04. El día 27 de agosto de 2004 el Estado solicitó una prórroga de 5 días para remitir su información sobre el cumplimiento con las recomendaciones contenidas en el informe de la Comisión, la que le fue otorgada hasta el 1 de septiembre de 2004.

5. Mediante nota número 7-5-M/302 de fecha 1 de septiembre de 2004, recibida en la CIDH el mismo día, el Estado peruano presentó su contestación. Mediante nota número 7-5-M/320 de 10 de septiembre de 2004, el Estado solicitó un plazo adicional de tres meses para dar cumplimiento a las recomendaciones de la CIDH, la que no fue concedida. El 12 de septiembre de 2004, la Comisión Interamericana decidió, en razón de que consideró que el Estado no había adoptado sus recomendaciones de manera satisfactoria y según lo dispuesto en los artículos 51.1 de la Convención y 44 del Reglamento de la CIDH, someter el presente caso a la jurisdicción de la Corte Interamericana.

6. La Comisión destaca la importancia de someter el presente caso a la Corte. La desaparición forzada de personas es una violación continuada de múltiples derechos esenciales de la persona humana de carácter inderogable que se prolonga hasta la fecha, por cuanto el Estado no ha establecido el paradero de la víctima ni se han encontrado sus restos, así como tampoco ha sancionado penalmente a los responsables ni ha asegurado a los familiares de las víctimas una adecuada reparación. La impunidad total en que se encuentra la desaparición de Santiago Fortunato Gómez Palomino contribuye a prolongar el sufrimiento causado por la violación de sus derechos fundamentales. Es deber del Estado peruano proporcionar una respuesta judicial adecuada en la que se establezca la identidad de los responsables de la desaparición forzada de Santiago Fortunato Gómez Palomino, se localicen sus restos mortales y se repare adecuadamente a sus familiares.

II. OBJETO DE LA DEMANDA

7. El objeto de la presente demanda consiste en solicitar respetuosamente a la Corte

que concluya y declare que: a. El Estado peruano ha violado los artículos 7 (Derecho a la Libertad Personal), 5

(Derecho a la Integridad Personal) y 4 (Derecho a la Vida), de la Convención Americana, en relación con el artículo 1(1) del mismo tratado en perjuicio de Santiago Fortunato Gómez Palomino, en razón de su detención ilegal y desaparición forzada con presunto resultado de muerte, atribuible al Estado y efectuada a partir del 9 de julio de 1992 en Lima, Perú.

b. El Estado peruano ha violado el artículo 5 (Derecho a la Integridad Personal) de la

Convención Americana, en relación con el artículo 1(1) del mismo tratado en perjuicio de Victoria Margarita Palomino Buitrón y Esmila Liliana Conislla Cárdenas en razón del sufrimiento y angustia causados por la desaparición forzada de Santiago Fortunato Gómez Palomino. Además, Esmila Liliana Conislla Cárdenas, fue objeto de malos tratos al momento de la detención ilegal y arbitraria de Santiago Fortunato Gómez Palomino en violación del artículo 5 de la Convención Americana en conexión con el artículo 1(1) del mismo tratado.

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c. El Estado peruano ha violado los artículos 8 (Garantías Judiciales), 7(6) y 25 (Protección Judicial) en conexión con el artículo 1(1) (Obligación de Respetar los Derechos) de la Convención Americana, en perjuicio de Santiago Fortunato Gómez Palomino, su familia, y quien fuera su conviviente en la época de su desaparición, Esmila Liliana Conislla Cárdenas, debido a la ineficacia del recurso de hábeas corpus en la época de los hechos, y la total impunidad existente respecto de la desaparición forzada de Santiago Fortunato Gómez Palomino.

d. El Estado peruano ha incumplido la obligación contenida en el artículo 2 (Deber de

Adoptar Disposiciones de Derecho Interno) de la Convención Americana y el artículo I de la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas, al adoptar y no modificar al artículo 320 del Código Penal vigente en el Perú, que define el delito de desaparición forzada.

8. Como consecuencia de lo anterior, la Comisión Interamericana solicita a la Corte que

ordene al Estado: a. Realizar una investigación completa, imparcial, efectiva e inmediata, de los hechos

con el objeto de establecer responsabilidades por la desaparición y el presunto asesinato del señor Santiago Fortunato Gómez Palomino, a efectos de identificar a todas las personas que participaron en el mismo en los diferentes niveles de decisión y ejecución, se les adelante proceso y se les aplique las debidas sanciones.

b. Realizar una investigación completa, imparcial y efectiva de las personas que

intervinieron en las fallidas investigaciones y procesos adelantados con anterioridad por la desaparición de Santiago Fortunato Gómez Palomino, para determinar la responsabilidad por la falta de resultados y la impunidad de tal hecho.

c. Reparar adecuadamente a la señora Victoria Margarita Palomino Buitrón, madre de la

víctima y a quien fue su conviviente, Esmilia Liliana Cunislla Cárdenas, por las violaciones de derechos humanos de que fueron víctima directas e incluyendo tanto el aspecto moral como el material. Asimismo reparar los hechos violatorios contra Santiago Fortunato Gómez Palomino, a través de sus beneficiarios.

d. Adelantar las diligencias indispensables para la búsqueda, ubicación, identificación y

entrega de los restos de Santiago Fortunato Gómez Palomino a sus familiares. e. Adoptar las medidas necesarias para reformar el artículo 320 del Código Penal, de

manera de hacerlo compatible con la Convención Americana sobre Derechos Humanos y la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas.

f. Pagar las costas y gastos legales incurridos por las víctimas y sus familiares en la

tramitación del caso tanto a nivel nacional, como las que originadas en la tramitación del presente caso ante el sistema interamericano.

III. REPRESENTACIÓN

9. Conforme a lo dispuesto en los artículos 22 y 33 del Reglamento de la Corte, la

Comisión ha designado a los señores Freddy Gutiérrez, Evelio Fernández Arévalos y Florentín Meléndez, Comisionados, y al Dr. Santiago A. Canton, Secretario Ejecutivo de la CIDH, como sus delegados en este caso. Los doctores Ariel E. Dulitzky, Pedro E. Díaz, Víctor Madrigal Borloz y

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Manuela Cuvi Rodríguez, especialistas de la Secretaría Ejecutiva de la CIDH, han sido designados para actuar como asesores legales.

IV. JURISDICCIÓN DE LA CORTE

10. La Corte es competente para conocer el presente caso. El Estado ratificó la Convención Americana sobre Derechos Humanos el 28 de julio de 1978 y aceptó la jurisdicción contenciosa de la Corte el 21 de enero de 1981. De acuerdo con el artículo 62(3) de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, la Corte Interamericana es competente para conocer de cualquier caso relativo a la interpretación y aplicación de las disposiciones de la Convención que le sea sometido, siempre que los Estados partes en el caso hayan reconocido o reconozcan la competencia de la Corte.

11. Además, la Corte es competente para conocer del presente caso dado que el Estado peruano ratificó la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas (en adelante "Convención sobre Desaparición Forzada") el 13 de febrero de 2002. De conformidad con los artículos III y VII de dicho instrumento, el delito de desaparición forzada “será considerado como continuado o permanente mientras no se establezca el destino o paradero de la víctima” y la acción penal respectiva no estará sujeta a prescripción. De similar manera ha interpretado la Corte el carácter continuo del fenómeno de la desaparición forzada, al establecer que:

[…]implica la violación de varios derechos reconocidos en los tratados internacionales de derechos humanos, entre ellos la Convención Americana, y que los efectos de estas infracciones, aún cuando algunas, como en este caso, se hubiesen consumado, pueden prolongarse de manera continua o permanente hasta el momento en que se establezca el destino o paradero de la víctima."3

V. TRÁMITE ANTE LA COMISIÓN INTERAMERICANA

12. El 8 de octubre de 1992, la Comisión Interamericana recibió la petición inicial

presentada por la señora Margarita Palomino Buitron, madre de Santiago Fortunato Gómez Palomino, en contra del Estado de Perú. El 13 de octubre de 1992, la Comisión, de conformidad con lo establecido en el artículo 34 de su Reglamento entonces vigente, inició la tramitación del caso número 11.062 y solicitó al Estado la información pertinente, otorgando para ello un plazo de 90 días. El Estado no dio respuesta alguna.

13. Mediante nota de 29 de junio de 1998, la CIDH solicitó a la peticionaria y al Estado actualizar la información pertinente. El 17 de agosto de 1998, el Estado dio respuesta solicitando se declarara inadmisible la petición, información que fue trasladada a la peticionaria mediante nota de 4 de septiembre de 1998. El 16 de diciembre de 2002, la CIDH requirió nuevamente a la peticionaria actualizar la información sobre el caso. Mediante nota fechada 11 de febrero de 2003, la Asociación Pro Derechos Humanos (en adelante "APRODEH") remitió información al respecto.

14. Mediante nota de 25 de julio de 2003, la CIDH se dirigió al Estado peruano y a los peticionarios, en aplicación de lo dispuesto en el artículo 37(3) del Reglamento de la Comisión, difiriendo el tratamiento de la admisibilidad hasta el debate y la decisión sobre el fondo. En igual forma, solicitó a las partes que formularan sus observaciones finales sobre el fondo en el plazo de dos meses.

3 Corte I.D.H.; Caso Blake, Excepciones Preliminares. Sentencia de 2 de julio de 1996. Serie C No. 27; párr. 39.

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15. El 23 de septiembre de 2003, los peticionarios presentaron sus observaciones adicionales sobre el fondo. El 20 de octubre de 2003, la CIDH comunicó a las partes la decisión de acumular a este caso el radicado bajo el número 11.767 de Bernabé Baldeón García. El mismo día, dio traslado al Estado de los escritos sobre el fondo presentados por los peticionarios de ambos casos para que en el término de dos meses presentara sus observaciones.

16. El 12 de enero de 2004, la CIDH comunicó a las partes su decisión de desacumular los casos 11.062 y 11.767, en aplicación del artículo 29 (d) de su Reglamento. Lo anterior, teniendo en cuenta que al hacer el análisis sobre el fondo, la CIDH verificó que no se reunían los requisitos requeridos en dicha norma.

17. El 11 de marzo de 2004, durante su 119 período de sesiones, la CIDH consideró las posiciones de las partes y aprobó el informe de admisibilidad y fondo número 26/04, de conformidad con los artículos 46, 47 y 50 de la Convención Americana y los artículos 31, 32, 33, 34, 37(3) y 42 de su Reglamento, entre otros. En dicho informe, la CIDH concluyó en cuanto a la admisibilidad

que tiene competencia para conocer de este caso y que la petición es admisible, de conformidad con los artículos 46 y 47 de la Convención Americana4. 18. Asimismo, la CIDH concluyó en cuanto al fondo que el Estado peruano es responsable de la violación de los derechos a la libertad personal, a las garantías judiciales, a la protección judicial, a la integridad personal y a la vida, en perjuicio de Santiago Fortunato Gómez Palomino, su señora madre Margarita Palomino Buitrón, su conviviente señora Esmilia Liliana Cunislla Cárdenas y de su hijo. La Comisión determina igualmente que el Estado violó su deber de adoptar disposiciones de derecho interno, en los términos del artículo 2 de la Convención Americana, y violó también la obligación que le impone el artículo 1(1) de respetar y garantizar los derechos consagrados en la Convención, así como el artículo 1 de la Convención Interamericana sobre desaparición forzada de personas5. 19. Con fundamento en el análisis y las conclusiones de dicho informe, la Comisión

Interamericana consideró que el Estado peruano debía adoptar las siguientes recomendaciones:

1. Realizar una investigación completa, imparcial, efectiva e inmediata, de los hechos con el objeto de establecer responsabilidades por la desaparición y el asesinato del señor Santiago Fortunato Gómez Palomino, a efectos de identificar a todas las personas que participaron en el mismo en los diferentes niveles de decisión y ejecución, se les adelante proceso y se les aplique las debidas sanciones.

2. Realizar una investigación completa, imparcial y efectiva de las personas que intervinieron en las fallidas investigaciones y procesos adelantados con anterioridad por la desaparición de Santiago Fortunato Gómez Palomino, para determinar la responsabilidad por la falta de resultados y la impunidad de tal hecho.

3. Reparar adecuadamente a la señora Margarita Palomino madre de la víctima, a su compañera Esmilia Liliana Cunislla Cárdenas y a su hijo, incluyendo

4 Véase Anexo 1, Informe Nº 26/04, Caso 11.062, Santiago Fortunato Gómez Palomino, Perú, 11 de marzo de

2004, párr. 125.

5 Id., párr. 126.

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tanto el aspecto moral como el material, por las violaciones de sus derechos humanos.

4. Adelantar las diligencias indispensables para la búsqueda, ubicación, identificación y entrega de los restos de la víctima a sus familiares.

5. Adoptar las medidas necesarias para reformar el artículo 320 del

Código Penal, de manera de hacerlo compatible con la Convención Americana sobre Derechos Humanos y la Convención Interamericana sobre desaparición forzada de personas6.

20. El 13 de abril de 2004, la Comisión Interamericana procedió de conformidad con lo

establecido en el artículo 43(2) de su Reglamento transmitiendo el informe de admisibilidad y fondo al Estado y fijando un plazo de dos meses para que informara sobre las medidas adoptadas para cumplir con las recomendaciones formuladas en el mismo. En la misma fecha, en virtud del artículo 43(3) de su Reglamento, la Comisión notificó a los peticionarios la adopción del informe y su transmisión al Estado y les solicitó su posición respecto del sometimiento del caso a la Corte Interamericana.

21. Por carta de 12 de mayo de 2004, los peticionarios manifestaron su voluntad de que

el caso fuera sometido a la Corte. Asimismo, precisaron los datos de la víctima y, por primera vez los de algunos de sus familiares, incluyendo entre estos a la hija de Santiago Fortunato Gómez Palomino, Ana María Gómez Guevara.

22. Mediante nota 7-5-M/224 de 28 de junio de 2004, recibida en la CIDH el mismo día, el Estado solicitó a la Comisión el otorgamiento de una prórroga de dos meses del plazo previsto en el artículo 51(1) de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, aceptando expresa e irrevocablemente que la concesión de tal prórroga suspendía el plazo establecido en el artículo 51(1) de la Convención, para elevar el caso a la Corte. El 7 de julio de 2004, la CIDH accedió a dicha solicitud y otorgó al Estado peruano el plazo de dos meses de prórroga, desde el 28 de junio al 27 de agosto de 2004, para adoptar las recomendaciones contenidas en el informe número 26/04.

23. Mediante nota 7-5-M/299 de 27 de agosto de 2004, recibida el mismo día en la CIDH, el Estado solicitó una prórroga de 5 días para referirse al cumplimiento de las recomendaciones contenidas en el informe número 26/04 de la Comisión. Esta prórroga fue otorgada el mismo día tal como fuera solicitada, hasta el 1 de septiembre de 2004.

24. Mediante nota número 7-5-M/302 de fecha 1º de septiembre de 2004, recibida en la CIDH el mismo día, el Estado peruano presentó su contestación. Mediante nota número 7-5-M/315 de 9 de septiembre de 2004, el Estado expresó "su decisión de viabilizar un acuerdo de solución amistosa sobre el presente caso en el plazo más breve". Mediante nota número 7-5-M/320 de 10 de septiembre de 2004, el Estado solicitó un plazo adicional de tres meses para dar cumplimiento a las recomendaciones de la CIDH. El 13 de septiembre de 2004, luego de consultar a la representante de las víctimas, la Comisión decidió no otorgar la prórroga solicitada.

25. El 12 de septiembre de 2004, ante la falta de cumplimiento por parte del Estado de las recomendaciones del informe aprobado de acuerdo al artículo 50 de la Convención Americana, y de conformidad con lo dispuesto en los artículos 51(1) de la Convención y 44 de su Reglamento, la Comisión Interamericana decidió someter el presente caso a la Corte, sin incluir entre las víctimas del caso al hijo de Esmila Liliana Conislla Cárdenas quien había sido considerado como víctima en el

6 Id., párr. 127.

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informe de fondo, en razón que información proporcionada directamente por la madre del menor con posterioridad a la adopción del informe número 26/04, que indica que dicho niño no es hijo biológico de Santiago Fortunato Gómez Palomino ni tuvo con él relación filial alguna.

VI. FUNDAMENTOS DE HECHO A. Contexto general

26. Como indicara la Comisión de la Verdad y Reconciliación de Perú (en adelante

"CVR"), históricamente la desaparición forzada de personas ha sido utilizada como un procedimiento de represión e intimidación de la población por parte de regímenes políticos autoritarios o dictatoriales. Dicha práctica se extendió en América Latina durante las décadas de los años sesenta, setenta y ochenta, especialmente en países con gobiernos militares dictatoriales, autoritarios, o de facto, o que experimentaron conflictos armados internos7.

27. En el Perú, la práctica de las desapariciones forzadas cobró importancia a partir de 1983, cuando las fuerzas armadas remplazaron a las fuerzas de policía en el manejo y control de la situación generada por la subversión en el departamento de Ayacucho8. Posteriormente, se convirtió en una práctica sistemática y generalizada en este país entre 1989 y 19939, lo que asociado a la ausencia de remedios judiciales simples y expeditos como el habeas corpus infra párrafos 43 y111-112, creó un ambiente incompatible con la efectiva protección al derecho a la vida en el país10. El carácter sistemático supone, conforme a la CVR,

un modus operando estándar, un conjunto de procedimientos establecidos para la identificación, selección, y procesamiento de las víctimas, así como la eliminación de la evidencia –en particular los cuerpos de las víctimas- de los crímenes cometidos a lo largo de

7 Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003, Tomo VI, Capítulo 1.2. Desaparición

forzada de personas por agentes del Estado, pág. 57. Disponible en http://www.cverdad.org.pe/ifinal/index.php.

8 Ibidem.

9 Id., pág. 113, párr. 3 y pág. 114, párr. 7. Véase también CIDH, Informe N° 51/99, Casos 10.471 Anetro Castiillo Pezo, Alejandro Carhuamaca Vilchez, Juan Alberto Vásquez Gonzales, Arnaldo Ríos Vega, Reiner Ríos Rengifo, Elmer Barrera Del Aguila, David Rodríguez Ayachi, Guzmán Penchi Ubiachigua, Darwin Tapullima Huainacama, Venancio Pinchi Puyo y Antonio Santiago Chávez Ruiz, 10.955 Ricardo Fernando Del Río Adrián, 11.014 Esteban Ramos Huayanay, 11.066 Rafael Tello Acosta, 11.067 Violeta Campos Linares, 11.070 Mauricio Javá García, 11.163 Olivia Tejada Clemente y Beder Baca Alvarado Alvarado, Perú, 13 de abril de 1999, párrs. 68-75; CIDH, Informe N° 52/99, Casos 10.544 Raúl Zevallos Loayza, Víctor Padilla Luján y Nazario Taype Huamani, 10.745 Modesto Huamani Cosigna, 11.098 Rubén Aparicio Villanueva, Perú, 13 de abril de 1999, párrs. 45-52; CIDH, Informe N° 53/99, Casos 10.551, David Palomino Morales, Mario Pérez Caillahua, Juan Pareja Ayala, Teodoro Ayala Escriba, Valerio Zevallos, Julian García Palomino, Dora Gómez, Nilton Gámez Gómez y Juan Carlos Gámez Gómez, 10.803 Francisco Juan Fernández Galvez y Alcides Coppa Taipe, 10.821 Renán Jesús Simbrón Chávez, 10.906 Gerardo Yauri Colquechaua, 11.180 Jorge Auxilio De Los Angeles Briceño Orozco y Clemente Ramos Cardozo, 11.322 Rony Guerra Blancas y Milagros Flor Tupac Gonzáles, Perú, 13 de abril de 1999, párrs 70-77; CIDH, Informe N° 54/99, Casos 10.807, William León Laurente, 10.808 Alfonso Aguirre Escalante, 10.809 Eladio Mancilla Calle, 10.810 Constantino Saavedra Muñoz, 10.879 Zenón Huamani Chuchón, Julio Arotoma Cacñahuaray, Honorata Ore De Arotoma, Eleuterio Fernández Quispe, Napoleón Quispe Ortega, Onofredo Huamani Quispe y Luis Amaru Quispe, 11.037 Honorato Laura Luján, Perú, 13 de abril de 1999, párrs. 68-75; CIDH, Informe N° 55/99, Casos 10.815 Juan De La Cruz Núñez Santana, 10.905 Wilian Guerra González, 10.981 Raúl Naraza Salazar, 10.995 Rafael Magallanes Huamán, 11.042 Samuel Ramos Diego, 11.136 Wilmer Guillermo Jara Vigilio, Perú, 13 de abril de 1999, párrs. 62-69; CIDH, Informe N° 56/99, Casos 10.824 Eudalio Lorenzo Manrique, 11.044 Pedro Herminio Yauri Bustamante, 11.124 Eulogio Viera Estrada, 11.125 Héctor Esteban Medina Bonet, 11.175 Justiniano Najarro Rua, Perú, 13 de abril de 1999, párrs. 61-68; CIDH, Informe Nº 57/99, Casos 10.827 Romer Morales Zegarra, Richard Morales Zegarra y Carmen Teresa Rojas García, 10.984 Carlos Vega Pizango, Perú, 13 de abril de 1999, párrs. 28-35; CIDH, Informe Nº 101/01, Caso 10.247 y Otros, Ejecuciones Extrajudiciales y Desapariciones Forzadas de Personas, Perú, 11 de octubre de 2001, párrs. 172-179. Véase asimismo CIDH, Informe sobre la Situación de Derechos Humanos en el Perú, OEA/Ser.L/V/II.83, Doc. 31, 12 marzo 1993, párrs. 16 y sgtes.

10 Cfr. Corte I.D.H. Caso Juan Humberto Sánchez. Sentencia de 7 de junio de 2003. Serie C N° 99, párr. 110.

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ese procedimiento (…). La escala en que se utilizó la desaparición forzada supone, además, un aparato logístico que proveyera los medios y el personal para aplicarla11. 28. La CVR identificó en forma clara esta estrategia antisubversiva por parte del Estado

peruano y la práctica de las desapariciones forzadas:

(…) la estrategia contrasubversiva involucraba tres etapas sucesivas: destrucción o expulsión de la fuerza guerrillera subversiva local, instalación de las fuerzas de control territorial y de la población, y destrucción de las organizaciones político-administrativas locales de la subversión. Esta tercera etapa implicaba obtener información sobre militantes, simpatizantes o colaboradores de las organizaciones subversivas presentes en las zonas controladas por las fuerzas del orden, con el fin de proceder a su eliminación. Como toda organización clandestina, los miembros del PCP-Sendero Luminoso y del MRTA trataban de no distinguirse del conjunto de la población, por lo que resultaba difícil identificarlos ya que esa labor requería de un paciente trabajo de inteligencia policial. Ante tales dificultades, la práctica de la desaparición forzada fue empleada como un mecanismo más expeditivo para poder detener a quienes calzaban dentro de los perfiles generales de los presuntos militantes o simpatizantes de las organizaciones subversivas, obtener información sobre la organización y sus miembros en la localidad y proceder a su posterior eliminación12.

29. Según lo concluido por la CVR, el modus operandi consistía generalmente en la

detención de la víctima en su domicilio, en un lugar público, en puestos de control en los caminos, en redadas o cuando la víctima se acercaba a una entidad pública. La detención se producía con violencia, por personas encapuchadas, armadas, en un número que venciera cualquier resistencia. Cuando se trataba de detenciones domiciliarias o en puestos de control, había una labor previa de seguimiento o ubicación del sospechoso. Posteriormente se le trasladaba a una dependencia pública, policial o militar donde era sometida a interrogatorios bajo torturas. La información obtenida era procesada para fines militares y se decidía si se liberaba, se ejecutaba arbitrariamente o se desaparecía a la persona. Para destruir las evidencias de los delitos cometidos, los cuerpos de las víctimas eran mutilados, incinerados, arrojados o abandonados en zonas inaccesibles o aisladas. En ocasiones sepultaban los restos en sitios de entierro o esparcían los cuerpos en diferentes lugares para dificultar su identificación y a su vez enviar un mensaje intimidante a la población13.

30. Ese patrón de violación sistemática a los derechos humanos tuvo aplicación en el caso de Santiago Fortunato Gómez Palomino y fue realizado por el Grupo Colina, un grupo de agentes del Estado cuya existencia, organización y dependencia de las fuerzas militares ha sido reconocida por el Estado peruano y se encuentra completamente establecida, como se analiza infra párrafos 56 y siguientes.

31. En lo referido a la legislación interna peruana relativa a las desapariciones forzadas, las Constituciones Políticas del Perú de 1979 y 1993, regulaban o regulan como derechos fundamentales, el derecho a la libertad personal, la protección judicial, el debido proceso, el derecho

11 Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, supra, Tomo VI, Capítulo 1.2. Desaparición forzada de

personas por agentes del Estado, pág. 114, párr. 7. La CVR recibió testimonios que dan cuenta de 4.414 casos de desapariciones forzadas de personas atribuidas a agentes del Estado, Id., pág. 113, párr. 3.

12 Id., pág. 71.

13 Id., pág. 115, párrs. 9 y 10.

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a la vida y la prohibición de la tortura, entre otros derechos que son vulnerados o amenazados con las desaparición forzada de personas14. En el Código Penal de 1991, Perú tipificó la conducta de desaparición forzada de personas como:

Artículo 323. El funcionario o servidor público que prive a una persona de su libertad, ordenando o ejecutando acciones que tengan por resultado su desaparición, será reprimido con pena privativa de libertad no menor de quince años e inhabilitación15.

32. El 6 de mayo de 1992, dentro del marco de la nueva legislación antiterrorista que

instauró el gobierno del presidente Alberto Fujimori para enfrentar a las organizaciones subversivas, se derogó el artículo 323 del Código Penal mediante el Decreto Ley número 2547516. El 2 de julio de 199217, mediante el Decreto Ley número 25592, el Gobierno peruano tipificó nuevamente dicha conducta de la siguiente manera:

Artículo 1º - “El funcionario o servidor público que prive a una persona de su libertad, ordenando o ejecutando acciones que tengan por resultado su desaparición debidamente comprobada, será reprimido con pena privativa de libertad no menor de quince años e inhabilitación, conforme al artículo 36 incisos 1 y 2 del Código Penal”18.

33. El Decreto Ley 25592 fue derogado mediante la Ley número 26926 de 21 de febrero

de 1998. Esta ley introdujo la "desaparición por funcionario público" como delito contra la humanidad en el artículo 320 del Código Penal, con la definición antes trascrita, y que se encuentra vigente hoy en día en el Perú.

B. La desaparición forzada de Santiago Fortunato Gómez Palomino

34. Santiago Fortunato Gómez Palomino nació el 13 de mayo de 1965 en la ciudad de Lima19. En la fecha de los hechos, el 9 de julio de 1992, tenía 27 años, era soltero y poseía grado de instrucción secundaria20. Residía desde días antes en la manzana A, lote 2, del Asentamiento Humano "San Pedro de Chorrillos" en Lima, junto con su conviviente Esmila Liliana Conislla Cárdenas y el hijo de ésta de pocos meses de edad, en casa de su prima, la señora María Elsa Chipana Flores21. La víctima trabajaba esporádicamente como jardinero y también en un restaurante

14 Véase Constitución Política de Perú de 1979, Artículo 2 (20) y Constitución Política de Perú de 1993, Artículo 2

(24). Para un análisis detallado de las normas de derecho interno peruano relacionadas con desapariciones forzadas véase Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, supra, Tomo VI, Capítulo 1.2. Desaparición forzada de personas por agentes del Estado, pág. 62 y sgtes.

15 Decreto Legislativo N° 635, promulgado el 3 de abril de 1991 y publicado el 8 de abril de 1991, artículo 323.

16 Decreto Ley 25.475, Establece la penalidad para los delitos de terrorismo y procedimientos para la investigación, la instrucción y el juicio, dado el 5 de mayo de 1992 y publicado el 6 de mayo de 1992, encontrándose vigente desde esa fecha, artículo 22.

17 Como lo explica la CVR en su Informe Final, entre el 7 de mayo y el 1º de julio de 1992, la desaparición forzada de personas no fue delito por este tránsito de legislación, Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, supra, Tomo VI, Capítulo 1.2. Desaparición forzada de personas por agentes del Estado, pág. 63, nota de pie 14.

18 Decreto Ley N° 25592, Establecen pena privativa de libertad para funcionarios o servidores públicos que priven a una persona de su libertad ordenando o ejecutando actuaciones que tengan como resultado su desaparición, dado el 26 de junio de 1992 y publicado el 2 de julio de 1992, encontrándose vigente desde esa fecha.

19 Véase Anexo 2, copia de partida de nacimiento de Santiago Fortunato Gómez Palomino.

20 Véase Anexo 3, copia de libreta electoral de Santiago Fortunato Gómez Palomino.

21 Véase Anexo 15, trascripción de manifestación de María Elsa Chipana Flores de 20 de mayo de 2002 en la Fiscalía Provincial Especializada de Lima, respuesta a preguntas 3, 4, 5, 23 y ampliación de dicha manifestación de 10 de marzo de 2003 en oficinas de la División de Investigaciones Especiales Metropolitana.

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ubicado en la localidad de Chorrillos. Pertenecía a la Asociación Israelita del Nuevo Pacto Universal, Iglesia de Itillacta, Chorrillos22.

35. En la madrugada del día 9 de julio de 1992, un grupo de hombres y mujeres que portaban armas largas de fuego (fusiles FAL), penetraron en forma violenta en el domicilio de la víctima. Vestían chompas negras de cuello alto, llevaban los rostros cubiertos con pasamontañas, usaban uniformes y botas militares y llevaban linternas en la mano, además de las armas. Estas personas sacaron a Santiago Fortunato Gómez Palomino de la habitación en la que dormía, lo golpearon, lo insultaron, y le preguntaron por algunos nombres, entre ellos el de un "señor Mendoza", quien se suponía era el dueño de la casa. Procedieron a revisar todo el inmueble, reduciendo a las señoras Conislla Cárdenas y Chipana Flores, amenazándolas con armas, amarrándoles las manos, y amordazándolas para que no gritaran. A la primera le preguntaron su nombre, le pidieron su partida de nacimiento, y le apuntaron con un arma indicándole que la iban a desaparecer. Un hombre vendó su rostro y le amarró las manos, quitándole a su pequeño hijo que tenía en brazos y colocándolo en la cama; quedando ella en esa situación sentada frente a la pared. Similar tratamiento recibió la señora Chipana Flores. Luego procedieron a llevarse al señor Gómez Palomino, en vehículos que esperaban en las afueras de la casa, sin indicar el motivo de la detención, presentar orden judicial o administrativa y sin informar el sitio a donde lo trasladaban. Una vez que lograron desatarse, las señoras Chipana Flores y Conislla Cárdenas salieron a la calle a ver qué había pasado con Santiago Fortunato Gómez Palomino, viendo un vehículo color blanco que se alejaba23.

36. La señora Conislla Cárdenas ha descrito los hechos de la siguiente manera:

05. PREGUNTADA DIGA: Si es verdad que el 09 de julio de 1992 sujetos desconocidos ingresaron al inmueble ubicado en la Mz. A lot. 2 del pueblo Joven”San Pedro”- Chorrillos, de donde se llevaron consigo a Fortunato Santiago Palomino, de ser así indique la hora y fecha exacta de ocurrido el hecho, cuantos sujetos fueron y si entre los integrantes se encontraba una mujer; así mismo, narre detalladamente las formas y circunstancias como se produjeron estos hechos? Dijo: Sí es verdad que el 09 de Julio de 1992, ingresaron cuatro personas al inmueble que se me indica, entre las cuales se encontraban dos hombres y dos mujeres, esto se produjo aproximadamente a la 01:00 ó 02:00 del 09 de Julio de 1992; los hechos se produjeron una hora después que nos habíamos acostado a dormir en el interior del inmueble de propiedad de María Chipana, del cual no recuerdo la dirección exacta, cuando yo vivía con Fortunato Santiago desde ocho días antes de ocurrido los hechos, en esa oportunidad a la 01:00 aproximadamente, se escucho un ruido proveniente de la cocina, por lo que Fortunato Santiago se levanto y se dirigió hacia fuera o hacia el baño, luego santiago regreso y cuando se sentó en la cama para acostarse, se escuchaba que gente corría en la calle, luego se escucho un fuerte golpe y la puerta de ingreso se abrió y logre ver que ingresaban cuatro personas, los mismos que agarraron a Santiago , yo cogí a mi bebe, pero pude ver que ha

22 Véase Denuncia original ante la CIDH efectuada por la madre de Santiago Fortunato Gómez Palomino, Margarita

Palomino Buitrón, fechada octubre 5 de 1992, que consta en el expediente del trámite ante la CIDH, Anexo 29; Anexo 11, trascripción de declaración de Victoria Margarita Palomino Buitrón de abril de 2002, en la Fiscalía Penal Especializada de Lima, respuesta a pregunta 6 y 25; y Anexo 15, respuesta a pregunta 35.

23 Véase comunicación de APRODEH de 23 de septiembre e 2003, que consta en el expediente del trámite ante la CIDH, Anexo 29. Véase también las denuncias presentadas por la madre de la víctima ante los tribunales internos, Anexos 4 y 5. Véase asimismo Anexo 11, trascripción de declaración de Victoria Margarita Palomino Buitrón de abril de 2002, en la Fiscalía Penal Especializada de Lima, respuesta a pregunta 8, 16 y 24; Anexo 12, trascripción de manifestación de Esmila Liliana Conislla Cárdenas, en las oficinas de la DIRCOTE, 20 de enero de 2003, respuesta a pregunta 5 y 7; y Anexo 15, trascripción de manifestación de María Elsa Chipana Flores de 20 de mayo de 2002 en la Fiscalía Provincial Especializada de Lima, respuesta a preguntas 5, 7, 23 y ampliación de dicha manifestación de 10 de marzo de 2003 en oficinas de la División de Investigaciones Especiales Metropolitana.

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santiago lo tumbaron al suelo boca abajo, lo golpearon con un arma larga, le preguntaban por unos nombres que no recuerdo y él les decía que no los conocía, ellos lo insultaban y le decían algo como “tu eres Michigan” o algo parecido, luego nos pidieron nuestros documentos, yo les dije que mi partida estaba en mi bolso que estaba colgado a un lado de la cama y Fortunato les indico que su documento estaba en el bolsillo de su pantalón, pero no observó si Fortunato les entrego su libreta o no; a mi un hombre me sujeto y me vendo el rostro y amarro las manos, dejando frente a mi tendido en la cama a mi hijo, quedando yo sentada frente a la pared, no habiéndome percatado a que momento se llevaron a Fortunato Santiago, luego de 5 o 10 minutos que se oyó cuando salían estos sujetos, entro a la habitación María Chipana y me quito la venda de los ojos y me desató las manos, en ese momento salimos hacia la calle y lo único que vimos fue un vehículo de color Blanco que se alejaba como a 3 cuadras aprox. en ese momento nos quedamos parados afuera de la casa sin saber que hacer o a donde ir, María Chipana hizo pregunta a los vecinos si es que habían visto algo, pero nadie sabía nada, sólo decían que habían visto alejarse un carro de color blanco, yo a las 6:00 me fui a trabajar24. 37. Asimismo, preguntada sobre las características físicas de los sujetos que

desaparecieron al señor Gómez Palomino, el tipo de armas usadas, el tipo de vehículos y qué términos usaron mientras permanecieron en el inmueble, la testigo presencial señaló:

Las personas que ingresaron al inmueble, recuerdo que eran 4 personas, al menos eso fue lo que yo vi, los cuatro tenían el rostro cubierto con pasamontañas, tenían puestos chompas negras, pantalones oscuros y zapato con bota; estos sujetos usaban armas largas no pudiendo precisar el tipo o características de las armas, respecto al vehículo solamente vi un vehículo de color blanco que se alejaba, no pudiendo o modelo era, durante el tiempo que permanecieron estos sujetos a Fortunato lo insultaron y lo golpearon y procedieron a revisar todo el inmueble, a mi me preguntaron mi nombre, me pidieron mi partida, me amenazaron que no gritara y me apuntaron con un arma indicándome que me iban a desaparecer, luego de ello también me preguntaron si conocía el nombre dos mujeres y de un hombre, pero en estos momentos no recuerdo cual era, estos sujetos permanecieron un promedio de 5 minutos, recuerdo que fue bien rápido lo ocurrido y cuando se iban a retirar, solamente escuche “salgan” y nada más, luego se quedo silencio25.

38. La señora Chipana Flores describió los hechos del siguiente modo:

(…) cuando eran aproximadamente 1:30 de la mañana del día 09 de julio de 1992, ingresaron a mi vivienda personas desconocidas, dentro de las cuales por la voz había una mujer; debo indicar que mi vivienda era de esteras y tenía dos habitaciones dividida por esteras, la primera que daba a la calle estaba ocupada por mi primo mencionado y con su conviviente Liliana Conislla, y la siguiente la ocupaba yo con mi hijo; esa noche mi conviviente Pablo Cruz Micha, no se encontraba presente ya que había salido en la noche del día 08 de julio de 1992, con dirección de “Cambio Noventa2 en el pueblo joven Santa Teresa, al menos eso fue lo que me dijo. Recuerdo que por la hora en que ocurrieron los hechos me encontraba durmiendo, pero al escuchar un ruido fuerte en la puerta de la vivienda me desperte y logre escuchar voces de varias personas y hacían bulla y preguntaban a mi primo “donde esta Elena Jesusa Mendoza” eso le preguntaban reiteradas veces, escuché que mi primo le decía que la conoce “no se”, pero todo ocurrió tan rápido que a los pocos momentos algunos de estas personas que ingresaron, ya estaban en mi habitación y según pude sentir porque las luces estaban apagados y uno de ellos tenía en la mano una linterna, en mi habitación se encontraban dos hombres y una mujer, recuerdo que la mujer me indico que me ponga de rodillas en la cama y decían que me amarren; a mi hijo que tenía en ese entonces un año de edad, lo taparon con varias frazadas y a mi me amarraron la boca con ropa de mi bebe y me pusieron las manos

24 Anexo 12, trascripción de manifestación de Esmila Liliana Conislla Cárdenas, en las oficinas de la DIRCOTE, 20

de enero de 2003, respuesta a pregunta 5.

25 Id., respuesta a pregunta 7.

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hacia atrás y me amarraron con la ropa de mi bebe, también recuerdo que la mujer me puso en la cabeza un arma, de regular tamaño, pero como yo había escuchado que preguntaban por Elena Jesusa Mendoza, antes que me amarraran la boca les dije que no la conocía y si querían averiguar pregunten al secretario general dirigente del pueblo joven ya que allí se encontraban registrada todas las personas que vivían en el lugar, calculo que todo ocurriera en aproximadamente cinco minutos, y se retiraron llevándose a mi primo Fortunato Santiago Gómez Palomino, también recuerdo que a Liliana Conislla también la dejaron amarrada y después logramos desatarnos, no puedo precisar que cantidad de personas ingresaron a mi vivienda esa madrugada pero se que eran varios los que ingresaron a mi cuarto los vi vestidos de negro usando pasamontañas, no vi sus zapatos, no se si todos portaban armas, también quiero agregar, que no hicieron amenazas no dejaron panfletos, simplemente se llevaron a mi primo, pero si buscaron todas mis cosas, no se que buscaban, eso mismo hicieron en la habitación pero de objetos no se llevaron nada, a mi primo se lo llevaron tal cual se encontraba recuerdo tenía camisa, recuerdo que ese día había cocinado y estaba vestido así, también quiero agregar que por la voz identifique que juntamente con las personas que ingresaron a mi domicilio dicho día lo hizo mi vecino Arcenio Gutierrez León, ya que en un momento el dijo .”ella es mi vecina”, refiriéndose a mi y después de que preguntaban por Elena Jesusa Mendoza; al día siguiente vi a mis vecinos Arcenio y le pregunte que es lo que había pasado y porque indicándome que no recibió nada pero supongo que lo habían dejado porque él amaneció en su casa, n o pregunta nada porque quería olvidad lo que paso; mi vecino no me hizo mayores comentarios de cuantas personas eran ni como estaban vestidos, recuerdo que en ese entonces en el pueblo joven donde vivo no había luz eléctrica, todos nos alumbrábamos con velas26.

39. Un vecino del señor Gómez Palomino, el señor Arcenio Antenor Gutiérrez León,

también fue intervenido de modo violento esa madrugada del día 9 de julio de 1992, en el mismo operativo. Su testimonio coincide plenamente con el de las señoras Conislla Cárdenas y Chipana Flores en cuanto al modus operandi de los perpetradores, el tipo de armas largas usadas, las vestimentas militares, la manera en que intervinieron en el domicilio, el modo en que amarraron a las señoras Conislla Cárdenas y Chipana Flores, y los vehículos en que se fueron del lugar:

5. Preguntado diga: Si es verdad que en el año 1992, sujetos desconocidos, ingresaron a su domicilio sito en el Asentamiento humano San pedro de Chorrillos Mz. A lote 04, oportunidad en que lo intervienen de ser así indique la hora, fecha exacta la forma y circunstancias como se produjeron estos hechos? Dijo: Que, si es verdad, en el año 1992 en el mes de julio, no recuerdo exactamente la fecha, pero creo que eran los primero días del mes, en que fui intervenido aproximadamente a las 1 y 30 de la mañana en fui intervenido en circunstancias en que encontraba en mi domicilio antes mencionado, debo indicar que hora antes había estado en una reunión del Asentamiento humano, junto con los coordinadores de cada zona y del sector, habiendo retornado a mi casa aproximadamente a las 00:30 horas, y después de haber dormido solo un poco calculo una hora aproximadamente, escuché que rompieron mi puerta, por lo que yo me levanté pensando que eran ladrones y cuando salgo de la puerta de mi cuarto, me agarró un encapuchado vestido de militar, usaba borceguíes que me pregunta si yo era MENDOZA, momento en que le dice otro encapuchado que ingreso que entre y busque el arma, e incluso a mi me pregunta donde estaba el arma, yo desconocía de que arma hablaba, para ese entonces ya me había reducido y estaba boca abajo tirado en el piso y en todo me apuntaba en la cabeza con un arma larga que estoy seguro que era un FAL, e insistentemente aseguraba que yo era Mendoza, por lo que yo le dije que no era así y solicite a mi esposa Gloria, que me alcance mi libreta electoral, para demostrar esto, y cuando lo hizo la revisaron y dijeron “Ah, no es” para esto había otro encapuchado parado en la puerta de mi casa, que conversaba con personas que estaban afuera, creo que habían tres más. Las luces de mi casa no estaban encendidas,

26 Anexo 15, trascripción de manifestación de María Elsa Chipana Flores de 20 de mayo de 2002 en la Fiscalía

Provincial Especializada de Lima, respuesta a preguntas 5, 23 y ampliación de dicha manifestación de 10 de marzo de 2003 en oficinas de la División de Investigaciones Especiales Metropolitana.

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no recuerdo si para esa fecha ya contábamos con luz eléctrica, pero si recuerdo que vi que a mi vecino Santiago Gómez Palomino, lo traían hacia mi domicilio de ello me percate y de la fuerte luz de la linterna que me alumbraba la cara, uno de los encapuchados, no ingresaron a mi domicilio yo continuaba reducido en el piso, momento en que me hacen parar y me dicen que mire de frente y preguntaron a Santiago Gómez Palomino, uno de los encapuchados que lo traían “EL ES” a lo que respondió Santiago Gómez Palomino “No, es el Arcenio” entonces me dicen que camine y me llevaron al domicilio de mi vecina Maria Chipana, cuando me percato de la presencia de una mujer en el grupo al parecer era el que lo comandaba, todos vestían uniforme militar con pasamontañas negro y solo un hombre tenia un pasamontañas diferente parecido a los que usan los danzantes de la sierra, tenia dibujos, cuando estábamos en mi domicilio, me percato que a mi esposa no le hacen nada tampoco a mis hijos, solamente pedía que haga callar a mi hijo porque estaba llorando mucho, uno de los encapuchado había buscado algo en el interior cuando salimos en dirección a la casa del vecina Chipana, mi esposa e hijos se quedan en mi domicilio con otros encapuchados, cuando estábamos saliendo hacia la casa de los vecinos Chipana, me percato que a Santiago Gómez Palomino, dos encapuchados lo tenían sujetados al costado de un carro de mis vecinos que estaba estacionado allí, cuando ingreso a casa de los vecinos Chipana, me percato que la mujer de Santiago Gómez Palomino, estaba amarrada de las manos, de rodillas sobre una cama y tapada con una frazada, pude ver eso porque había luz de una linterna potente, momento en que la destapan y me preguntan si era “Micher”, yo les dije que no sabía quien era, luego me indicaron pasar al otro cuarto contiguo y vi a la vecina Chipana de rodillas sobre su cama y tapada con una frazada, vi que todos sus cosas habían sido revueltas preguntándome nuevamente si era “Micher” le dije que no, que era la señora María Chipana, me sacan nuevamente y me conducieron hacia la puerta de mi casa, observando que Santiago Gómez que lo tenían en el mismo lugar donde lo deje, yo no ingresé a mi domicilio, ya que el encapuchado que estaba conmigo le pregunto a la mujer “Y el que hacemos con él”, refiriéndose a mi, entonces la mujer dijo “Que se vaya”, porque el encapuchado que estaba conmigo me indico que corriera hacia la esquina con dirección a la casa de mi vecino que tenía una tienda, ubicado a la derecha de mi domicilio que en esa esquina había un encapuchado armado con un FAL en la mano, quien me pregunto “ A donde vas”, respondiéndole me han dicho que corra, por lo que me indico que corra hacia arriba, es decir, hacia el cerro, yo lo hago pero me doy la vuelta y me dirijo a la altura de la casa de mi primo Leoncio Gutierrez, a esa altura subo hacia el cerro y como estaba desesperado empiezo a llamar a los vecinos pidiendo auxilio e indicándoles que había rateros, terroristas, pero nadie respondió y cuando me doy la vuelta veo hacia abajo que partían una camioneta oscura y un auto blanco, para ese entonces ya eran las 02:00 horas de la madrugada, recuerdo que esa noche había luz de luna, luego de ello ingrese a la casa de mi primo Leoncio Gutierrez, a quien le cuento lo ocurrido y le pido ayuda para regresar a mi casa, por dentro de su vivienda, ya que eran de esteras, para ver como estaba mi familia, cuando regreso veo a mi esposa llorando igualmente a mis hijos, recuerdo que mi esposa me comento que 2 encapuchados más ingresaron a nuestro domicilio cuando me habían sacado y empezaron a buscar y le decían que ya no llore y que se quede tranquila, luego salieron y se fueron al no encontrar nada, como todos estábamos nerviosos, mi primo tranco la puerta de mi casa que estaba rota y todos nos fuimos a pasar la noche a su casa, quiero mencionar que el encapuchado que tenia puesto el pasamontañas de colores, cuando me vio se sonrió, como si me conociera incluso a mi me parecía conocido, luego de ello no regrese a la casa de la señora Maria Chipana y tampoco desde esa fecha volvería a ver a Santiago Gomez Palomino, recuerdo que al día siguiente la señora Maria Chipana, vino a mi casa, llorando y comento que se habían llevado a Santiago y a donde podía averiguar, por lo que le sugerí que se acerque a la Comisaría de chorrillos; asimismo, quiero agregar, que cuando los encapuchado preguntaron si yo era Mendoza recordé en ese momento que conocía a dos personas de apellido Mendoza quien vivía en San Genaro, y que jugaba esporádicamente futbol con nosotros de quien desconozco sus nombres completos, y el otro de nombre Abilio Mendoza Laurente, quien era mi vecino y quien en ese entonces era el Secretario General del

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Asentamiento Humano, quiero precisar que el día de los hechos, solo mencione conocer al Mendoza que vivía en San Genaro, no se porque me imagino que por nervios no le mencione al otro que era mi vecino que vivía a mi costado27. 40. Tanto María Elsa Chipana Flores como Arcenio Antenor Gutiérrez León han declarado

que la persona a quien buscaban esa noche los secuestradores era probablemente el señor Pablo Cruz Micha, conviviente o cónyuge de la señora Chipana Flores y que hoy se encuentra privado de su libertad en el establecimiento penal "Castro Castro" por delito de terrorismo28.

41. La madre del señor Gómez Palomino, Victoria Margarita Palomino Buitrón, quien vio por última vez a su hijo una semana antes de su desaparición, se enteró de los hechos por su hermano Daniel Palomino Buitrón, quien había sido informado a su vez por la señora Conislla Cárdenas.29 A partir de entonces, la madre de la víctima se dio a la tarea de recorrer dependencias policiales, hospitales y morgues sin resultado30.

42. El 3 de agosto de 1992, la señora Palomino Buitrón, y el señor Francisco Soberón Garrido, en representación de la Asociación Pro Derechos Humanos (APRODEH) presentaron denuncias ante la Fiscalía Suprema de Derechos Humanos y la Fiscalía General de la Nación, sin éxito.31

43. Pocos días después de emprendidas esas gestiones, el Gobierno dictó el Decreto Ley número 25659 que reguló el delito de traición a la patria y declaró la improcedencia de la acción de hábeas corpus respecto de los detenidos, implicados o procesados por el delito de terrorismo, comprendidos en el Decreto Ley número 25475, o por el delito de traición a la patria comprendidos en el Decreto Ley número 2565932. Sólo fue restaurada su procedencia 1 año y 3 meses después, el 25 de noviembre de 1993 con la Ley número 2624833.

44. Abierta la investigación ante la 7ma. Fiscalía Provincial Penal de Lima, Victoria Margarita Palomino Buitrón fue citada a prestar su declaración indagatoria casi un año después de los hechos, el día 11 de junio de 1993.34 Ella recuerda haber concurrido ante distintas autoridades

27 Anexo 13, Manifestación de Arcenio Antenor Gutiérrez Leon, 19 de julio de 2002, pregunta 5. Véase también pregunta 9 y su respuesta, donde el testigo señala que todos usaban uniformes militares verde, del ejército o de la PNP (Policía Nacional del Perú).

28 Véase Anexo 13, Manifestación de Arcenio Antenor Gutiérrez Leon, 19 de julio de 2002, pregunta 30 y su respuesta; y Anexo 15, trascripción de manifestación de María Elsa Chipana Flores de 20 de mayo de 2002 en la Fiscalía Provincial Especializada de Lima, respuesta a pregunta 2 y ampliación de dicha manifestación de 10 de marzo de 2003 en oficinas de la División de Investigaciones Especiales Metropolitana, respuesta a pregunta 11.

29 Véase Anexo 11, trascripción de declaración de Victoria Margarita Palomino Buitrón de abril de 2002, en la Fiscalía Penal Especializada de Lima, respuesta a preguntas 7, 8 y 23.

30 Id., respuesta a pregunta 8.

31 Véase Anexo 4, Copia de la denuncia presentada ante el Fiscal Supremo de Derechos Humanos por Victoria Margarita Palomino Buitrón y Francisco Soberón Garrido, Coordinador General de Aprodeh, de fecha 30 de julio de 1992, con sello de recibo de 3 de agosto de 1992; Anexo 5, Copia de la denuncia presentada ante la Fiscal de la Nación por Victoria Margarita Palomino Buitrón y Francisco Soberón Garrido, Coordinador General de Aprodeh, de fecha 30 de julio de 1992, con sello de recibo de 3 de agosto de 1992.

32 Véase Decreto Ley N° 25659, "Regulan el Delito de Traición a la Patria", 7 de agosto de 1992, publicado en el Diario Oficial El Peruano el día 13 de agosto de 1992, fecha en que entró en vigencia de conformidad con lo dispuesto en su artículo 9.

33 Ley N° 26248, "Modifican el Decreto Ley N° 25659, en lo referente a la procedencia de la Acción de Hábeas Corpus en caso de delitos de Terrorismo o Traición a la Patria", publicada en el Diario Oficial el 25 de noviembre de 1993, artículo 2 que modifica el artículo 6 del Decreto Ley N° 25659.

34 Véase Anexo 6, Copia del cargo de notificación de diligencia de declaración en la denuncia 451-92, a Victoria Margarita Palomino Buitrón de 11 de junio de 1993.

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en la época, quienes le indicaban que volviera después35. Al día de hoy el Estado no ha proporcionado copia de los registros de las actuaciones realizadas en el marco de dicha investigación preliminar.

45. No obstante las gestiones descritas realizadas por los familiares del señor Gómez Palomino, no se tuvo información o dato alguno que permitiera saber su paradero. El Estado manifestó en 1998 que luego de investigaciones llevadas a cabo por el Ministerio del Interior, en las distintas Jefaturas Policiales Metropolitanas de la VII Región de la Policía Nacional y de las Jefaturas de la Policía del Callo, Cañete y Huancho, en fechas no indicadas, no se registraron antecedentes por la detención o desaparición del señor Santiago Gómez Palomino, ni registra proceso o investigaciones penales pendientes, como tampoco en la Dirección contra el Terrorismo. El Estado señaló asimismo que "realizada la verificación en el lugar de trabajo de la víctima, la señora Marisol Rodríguez Tamango había identificado al señor Gómez Palomino con la religión israelita (sic) y que por épocas acostumbraba a desaparecer de su entorno y viajar a la población de Cañete". En igual forma apuntó el Estado que no se descartaba la posibilidad de que la víctima haya sido objeto de un atentado causado por delincuentes comunes o terroristas36.

46. Tal como ha quedado establecido supra párr. 27-29, en el Perú para la época de los hechos que originan este caso, se vivía un cuadro sistemático de desapariciones forzadas implementado como política de Estado contra aquellas personas que las autoridades de Policía, las Fuerzas Militares o los comandos paramilitares que obraban con su aquiescencia, presumían hacían parte de los grupos subversivos Sendero Luminoso o el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru, o fungían como colaboradores para el apoyo logístico o expresaban simpatía por su causa.

47. Restablecida la democracia en el Perú, durante el gobierno de transición del presidente Valentín Paniagua, se reabrieron las investigaciones y los procesos penales por las masacres de Barrios Altos y La Cantuta, atribuidas junto a otros graves hechos al grupo "Colina". En el marco de esos procesos, un ex miembro del grupo, Julio Chuqui Aguirre, señaló que entre otros crímenes cometidos estaría la desaparición del "evangelista"37.

48. Las declaraciones de Julio Chuqui Aguirre generaron la apertura de una investigación en la Fiscalía Especializada de Derechos Humanos, a cargo del Fiscal Richard Saavedra Lujan. En el curso de esas investigaciones, se obtuvo la declaración de uno de los miembros del Grupo Colina acogido a la ley de colaboración eficaz, que según versiones de prensa se trataría del propio Julio Chuqui Aguirre38. Esa persona declaró sobre el modo en que detuvieron, interrogaron y asesinaron al "evangelista" así como la posible ubicación de los restos de la víctima39.

49. Conforme a la trascripción de la declaración indagatoria del colaborador 371-MCS, rendida el 6 de diciembre de 2001, el Grupo Colina sería el responsable de la desaparición de Santiago Fortunato Gómez Palomino. Un colaborador de nombre Julio "Yataco", les habría otorgado

35 Véase Anexo 11, respuesta a pregunta 11.

36 Véase Nota 7-5-M/404 del Estado peruano de 17 de agosto de 1998, párr. 4, en expediente del trámite ante la Comisión, Anexo 29.

37 Véase Anexo 7, copia de recorte de prensa “Empezaron a disparar y la gente iba muriendo” Confesiones de la red de corrupción (IV) Ex agente Colina narra paso a paso matanza de Barrios Altos, Diario Perú.21, Edición de Viernes 14 de marzo de 2003, págs. 8 y 9.

38 Estas declaraciones fueron filtradas a la prensa a fines de 2002 (véase comunicación de APRODEH de 23 de septiembre de 2003, pág. 2) y corresponderían a las de Julio Chuqui Aguirre (véase comunicación de APRODEH de 4 de diciembre de 2004).

39 Véase comunicación de Aprodeh de 11 de febrero del 2003, que consta en el expediente del trámite ante la CIDH, Anexo 29.

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información de que en el Asentamiento Humano "Los Pescadores" de Chorrillos, "existía un grupo de personas que se reunían en una vivienda y que había escuchado, a través de las esteras, de las que estaba compuesta dicha vivienda, que habían armas, dinamita y que se reunían frecuentemente"40. Por orden del Mayor Martín Rivas, se habría procedido al operativo, en el que habrían participado algunos integrantes del grupo colina, entre ellos Coral Goicochea, Chuqui Aguirre, Gamarra Mamani, José Alarcón, Ortiz Mantas, Sauñi Pomaya, Pretel Damaso, Martín Rivas, y Vera Navarrete, entre otros:

Cuando llegamos al domicilio, por orden de Martín Rivas, se procedió a romper la puerta y solo encontramos una pareja durmiendo y al efectuar el registro tampoco encontramos ningún arma, luego de permanecer 20 minutos aproximadamente, el mayor Martín Rivas dijo que nos replegáramos, y que lleváramos a la persona de sexo masculino que se encontraba en el interior, pues según el colaborador debía saber algo (…) Luego por orden de Martín Rivas, seguimos la ruta para retornar a la base, y en el camino se interrogaba al intervenido, pero no logramos obtener ninguna información, lo único que dijo fue que era “evangelista” y que leía la Biblia. Al llegar a la altura de la playa la herradura, el mayor Martín Rivas, nos dijo que nos encargáramos de eliminar y enterrar al intervenido y que “no se dejara ningún cabo suelto”, por lo que algunos integrantes del grupo, entre ellos Ortiz Mantas, Gamarra Mamani, Chuqui Aguirre, Pretell Damaso, Sauñi Tomaya, Coral Goicochea, José Alarcón entre otros, descendimos del vehículo y nos dirigimos a pie hacia la playa La Chira, mientras que el mayor Martín Rivas y los demás integrantes del grupo retornaron a las palmas; luego de caminar media hora aproximadamente con el intervenido llegamos a la indicada playa, donde se obligó a esta persona a que cavara un hueco en la arena, como efectivamente lo hizo con un metro 20 de profundidad aproximadamente, luego de lo cual Gamarra Mamani, le dispara tres tiros aproximadamente, con el arma HK que había llevado; posteriormente Gamarra Mamani, Ortiz Manta, Pretell Damaso, Alarcón, Sauñi Pomaya procedieron a enterrarlo. Y seguidamente nos retiramos hacia el vehículo que nos estaba esperando en la pista de La herradura y donde nos estaba esperando el colaborador y chofer, cuyo nombre no recuerdo; En el camino a la base los miembros del grupo nos fuimos quedando para retirarnos a nuestras respectivos domicilios. Al día siguiente nos reunimos en el taller de Las palmas y dimos cuenta verbalmente a Martín Rivas, el mismo que dijo que estaba bien, luego de lo cual nos retiramos41.

50. Posteriormente, se recogieron diversas declaraciones y manifestaciones, entre ellas,

la declaración de la señora Victoria Margarita Palomino Buitrón de abril de 200242, la manifestación de la señora Esmila Liliana Conislla Cárdenas de 20 de enero de 200343, la manifestación del señor Arcenio Antenor Gutiérrez León de 19 de julio de 200244, y la manifestación de la señora María Elsa Chipana Flores de 20 de mayo de 200245.

40 Véase Anexo 14, Transcripción de la parte pertinente de la Declaración Indagatoria del Colaborador 371 MCS en relación al caso denominado "Muerte del Evangelista", Declaración del 6 de diciembre de 2001, pág. 1.

41 Anexo 14, Transcripción de la parte pertinente de la Declaración Indagatoria del Colaborador 371 MCS en relación al caso denominado "Muerte del Evangelista", Declaración del 6 de diciembre de 2001, pags. 1-2. Véase asimismo en la pág. 2 la descripción sobre el tipo de armas y apoyo logístico con que contaban, pág. 3 sobre el uso de pasamontañas, y pág. 4 sobre el uso de chompas tipo "Jorge Chávez" de color negro con las que se cubrían hasta la nariz.

42 Véase Anexo 11, trascripción de declaración de Victoria Margarita Palomino Buitrón de abril de 2002, en la Fiscalía Penal Especializada de Lima.

43 Véase Anexo 12, trascripción de manifestación de Esmila Liliana Conislla Cárdenas, en las oficinas de la DIRCOTE, 20 de enero de 2003.

44 Véase Anexo 13, Manifestación de Arcenio Antenor Gutiérrez Leon, 19 de julio de 2002, pregunta 5. Véase también pregunta 9 y su respuesta, donde el testigo señala que todos usaban uniformes militares verde, del ejército o de la PNP (Policía Nacional del Perú).

45 Véase Anexo 15, trascripción de manifestación de María Elsa Chipana Flores de 20 de mayo de 2002 en la Fiscalía Provincial Especializada de Lima, y ampliación de dicha manifestación de 10 de marzo de 2003 en oficinas de la División de Investigaciones Especiales Metropolitana.

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51. Dado que el Fiscal Saavedra no fue ratificado en su cargo por el Consejo Nacional de la Magistratura, la investigación estuvo suspendida hasta que la nueva fiscal Ana Cecilia Magallanes se pusiera al tanto de la investigación46. La Fiscal Magallanes solicitó autorización a la Fiscal de la Nación para realizar las diligencias de exhumación de restos de presuntas víctimas del Grupo Colina, entre ellas la de Santiago Fortunato Gómez Palomino:

Más de tres exhumaciones de personas supuestamente asesinadas por el grupo paramilitar “Colina” están postergadas desde hace dos semanas, debido a que la fiscal de la Nación, Nelly Calderón Navarro, aún no emite la autorización para que los peritos del equipo Peruano de Antropología Forense ( EPAF) apoyen en esta diligencia. (…) Las víctimas…Otro caso es el de un evangelista que fue secuestrado y presuntamente asesinado por el denominado destacamento de la muerte, debido a que se le confundió con el líder de un grupo que hacía apología al terrorismo47.

52. El día 11 de diciembre de 2002, Victoria Margarita Palomino Buitrón presentó

denuncia contra Vladimiro Montesinos Torres y otros. Por resolución de la misma fecha, la Fiscalía resolvió abrir investigación policial, remitiendo los actuados a la Dirección contra el Terrorismo48.

53. Casi dos años después de que el colaborador 371-MCS indicara la posible ubicación de los restos de Santiago Fortunato Gómez Palomino, el 12 de noviembre de 2003, la madre de la víctima, Victoria Margarita Palomino Buitrón, y APRODEH, fueron notificados por la Fiscalía Provincial Especializada que se había programado la diligencia de excavación en las inmediaciones de la Playa La Chira en Chorrillos, donde presuntamente se encontraban enterrados clandestinamente los restos de Santiago Fortunato Gómez Palomino49.

54. Las diligencias se realizaron entre los días 13 y 19 de noviembre de 2003 en el sitio indicado. Sin embargo, el resultado de tales diligencias fue negativo al no haberse encontrado los restos de Santiago Fortunato Gómez Palomino50. Informaciones de prensa del día 14 de noviembre de 2003, del Diario La República describieron el inicio de las excavaciones, la información proporcionada por el colaborador incluyendo datos sobre el señor Gómez Palomino y las circunstancias de su desaparición y posterior asesinato:

(…) La Fiscalía Especial de Derechos Humanos localizó y empezó ayer la excavación de una fosa de entierro clandestino de personas que fueron detenidas y ejecutadas, en 1992, por el "Grupo Colina. El lugar de excavación (…) se localiza entre unos peñascos de la playa La Chira, Chorrillos, a tres kilómetros del asentamiento humano Pacífico de esa misma localidad. Las autoridades llegaron a este lugar por el testimonio de un ex agente del Servicio de Inteligencia Nacional e integrante del "comando Colina", que se ha acogido a la ley de colaboración eficaz. La fiscalía

46 Véase comunicación de APRODEH de 11 de febrero de 2003, que consta en el expediente del trámite ante la

CIDH, Anexo 29.

47 Anexo 8, Copia de recorte de prensa, "Ministerio Público retrasa exhumación de restos de presuntas víctimas de “Colina”. Fiscal de la Nación aún no autoriza trabajo a peritos". Diario La Razón. Edición de 9 de diciembre de 2002.

48 Véase Nota no. 7-5-M/302 de 1 de septiembre de 2004 del Estado peruano, en expediente del trámite ante la CIDH, Anexo 29.

49 Véase Anexo 9, copia de notificación dirigida a Victoria Margarita Palomino Butrino, ingreso N° 020-2002, Lima, 7 de noviembre de 2003.

50 Véase comunicación de APRODEH de 4 de diciembre de 2003 en expediente del trámite ante la CIDH, Anexo 29.

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ha documentado el entierro en dicho lugar de Santiago Fortunato Gómez Palomino, un miembro de la Iglesia del Nuevo Pacto Universal, que lideró Ezequiel Ataucusi. Gómez Palomino fue detenido ilegalmente al ser confundido con un presunto cabecilla de una célula senderista. Los peritos no descartan que al excavar encuentren otros cuerpos. El ex agente ha referido que junto a Gómez Palomino, Santiago Martin Rivas y sus amigos detuvieron el 9 de julio de 1992 a otras dos personas, que también desaparecieron. Gómez no aparecía hasta ahora como una de las víctimas de Colina. ¿Quién es Gómez? Fue el colaborador el que vinculó a esta persona con Martín Rivas y sus sicarios. El testigo ha entregado también información sobre el asesinato del periodista Pedro Yauri Bustamante, ocurrido el 23 junio de 1992 en Huaura; y de los estudiantes y el profesor de la universidad La Cantuta, el 18 de julio de 1992. Fue que en medio de su relato, habló de Santiago Gómez y otras personas detenidas en Lima, la madrugada del 9 de julio de 1992. ¿Quién es esta persona?, se preguntaron las autoridades. El testigo solo recordaba su nombre y que lo detuvieron en Chorrillos. Las indagaciones de la fiscalía encontraron respuesta en la Asociación Pro Derechos Humanos (Aprodeh). La familia de Gómez recurrió a esta institución en busca de ayuda después de recorrer las comisarías sin encontrar a su pariente51.

55. Finalmente, cabe señalar que el señor Gómez Palomino fue incluido en la lista de

personas desaparecidas elaborada por la CVR en su Informe Final de 28 de agosto de 200352.

C. El Grupo Colina

56. El 5 de mayo de 1993, el General del Ejército peruano Rodolfo Robles Espinoza denunció públicamente que el Servicio de Inteligencia Nacional del Perú (SIN) había organizado un "Escuadrón de la Muerte", denominado Grupo Colina, encargado de la eliminación de presuntos terroristas. De acuerdo con su denuncia, los miembros del Grupo Colina habían sido los responsables de la detención ilegal y posterior ejecución extrajudicial de un profesor y nueve estudiantes de la Universidad de La Cantuta, hecho ocurrido el 17 de julio de 199253, así como de la matanza de 14 personas en los eventos conocidos como "Barrios Altos", acaecida en noviembre de 199154. El General Robles reveló los nombres de los militares que integraban este "escuadrón de la muerte" e indicó que el Comandante General del Ejército, General Nicolás de Bari Hermoza Ríos y el asesor del Presidente Fujimori, el señor Vladimiro Montesinos, se encontraban involucrados como encubridores y autores intelectuales de estos hechos55.

51 Anexo 10, copia de recorte de prensa "Hallan Fosa donde grupo Colina mataba y desaparecía a sus víctimas". Diario La República. Edición de 14 de noviembre de 2003, disponible en www.larepublica.com.pe/diario/politica.htm.

52 Véase Anexo 17, Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003, Anexos, Anexo 4: Casos y Víctimas Registradas por la CVR, Tomo XII. Nómina de Personas Muertas y Desaparecidas Reportadas a la Comisión de la Verdad y Reconciliación 1980-2000, pág. 166. Disponible en http://www.cverdad.org.pe/ifinal/index.php.

53 Véase Anexo 16.a. Copia de nota de prensa, Diario La República, "General EP Rodolfo Robles denuncia en documento escrito de su puño y letra: Hay un grupo asesino en el Ejército dirigido por Vladimiro Montesinos", 7 de mayo de 1993. Véase también trascripción de sus declaraciones en CIDH, Caso La Cantuta, 11.045, Informe de admisibilidad No. 42/99 de 11 de marzo de 1999, párr. 24. Véase asimismo Comunicado de Prensa Conjunto del 22 de febrero de 2001, suscrito entre la CIDH y el Estado peruano, en lo relativo al Caso La Cantuta.

54 Corte I.D.H., Caso Barrios Altos. Sentencia de 14 de marzo de 2001, Serie C No. 75, párrs. 2(d) y 39. Véase también la nota del Estado de 1º de septiembre de 2004, donde da cuenta del Informe de la Procuraduría Ad Hoc para los casos relacionados a Alberto Fujimori Fujimori y Vladimiro Montesinos Torres, referidas al grupo Colina, párr. 2.5. Es de conocimiento público que el Estado peruano está solicitando la extradición del señor Fujimori al Perú, por esos hechos.

55 Como consecuencia de sus denuncias, el General Rodolfo Robles Espinoza y su familia fueron víctimas de amenazas de muerte y hostigamientos, y persecución penal y disciplinaria a través de falsas acusaciones ante el Consejo Superior de las Fuerzas Armadas que dispuso su pase a retiro. El General Robles presentó una denuncia ante la CIDH la que fue radicada bajo el número 11.317. La CIDH emitió un informe de fondo número 20/99 el 23 de febrero de 1999, en el que se estableció violaciones a las garantías judiciales, la protección judicial, el derecho a la libertad personal, el derecho a la

(Continúa…)

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57. Con posterioridad a las declaraciones del General Rodolfo Robles Espinoza, diversas evidencias del Grupo Colina, incluyendo manifestaciones de sus ex miembros, han llevado a un conocimiento público y notorio respecto a la existencia de dicho grupo. Dichas evidencias permiten afirmar que el Grupo Colina existió como un grupo de exterminio inserto en la estructura del Servicio de Inteligencia del Ejército. Este grupo fue creado como parte de las estrategias para enfrentar al terrorismo por el recién instalado gobierno del Presidente Alberto Fujimori en el año 1990. Bajo la dirección de Vladimiro Montesinos Torres, quien se desempeñaba como asesor para asuntos de inteligencia del presidente Fujimori, se seleccionó a los capitanes y luego ascendidos a mayores, Santiago Martín Rivas y Carlos Eliseo Pichilingue Guevara, miembros del Servicio de Inteligencia del Ejército. El grupo fue organizado directamente dentro de la estructura jerárquica de la inteligencia militar del Ejército peruano, y sus actividades y operaciones siempre fueron definidas y avaladas desde la Presidencia de la República, con conocimiento del Presidente Fujimori56.

58. Con estos antecedentes, el Estado peruano dentro del trámite del caso Chumbipuma Aguirre y otros (La Masacre de Barrios Altos) se allanó a los hechos expuestos en la demanda y reconoció su responsabilidad internacional por los mismos57.

59. De acuerdo con el Informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación:

El denominado «Grupo Colina», compuesto por miembros del ejército, es probablemente uno de los grupos especializados en desapariciones forzadas y ejecuciones arbitrarias más conocidos … En 1991, los altos mandos militares y políticos de la época dispusieron que agentes de inteligencia de operaciones (AIO) pertenecientes al Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE) formaran un comando adscrito a la estructura de la Dirección de Inteligencia del Ejército Peruano (DINTE), que se hizo conocido como el «Destacamento Colina». Este grupo estuvo encargado de operaciones especialmente diseñadas para eliminar presuntos subversivos, simpatizantes o colaboradores de organizaciones subversivas58.

(continuación) protección de la honra y de la dignidad, y el derecho a la libertad de expresión y de pensamiento, en perjuicio del General Rodolfo Robles Espinoza. Durante el 116º período de sesiones de la CIDH, los representantes del Estado peruano, el General Robles Espinoza y sus representantes, suscribieron un acuerdo de solución amistosa en que el Estado reconoció su responsabilidad internacional por tales violaciones. Véase Anexo 16. b. Acuerdo de solución amistosa, Caso CIDH N° 11.317, General (R) Robles Espinoza.

56 Véase Anexo 16.c. Comisión de la Verdad y Reconciliación. Informe Final, pág. 657-658, referido a la desaparición de Pedro Yauri donde la CVR concluye que el crimen fue cometido por el grupo "Colina". Véase asimismo Anexo 16. d. Copia de nota de prensa, “Martín Rivas admite existencia de Colina”, Perú.21, 10 de diciembre de 2002, Política, pág. 6. (“Durante el interrogatorio, Martín Rivas aceptó que dirigió el Destacamento Colina, que, según su declaración, estaba dedicado sólo a la labor de investigación y análisis de los grupos terroristas de Sendero Luminoso y MRTA. Como parte de este trabajo de análisis, refirió el ex mayor del Ejército, también se plantearon ‘alternativas de solución’ que deberían ser ejecutadas por personal del Ejército…De acuerdo a las declaraciones de los miembros del Colina: Julio Chuqui Aguirre, Marcos Flores y Shirley Rojas, estas ‘alternativas de solución’ fueron concretadas con los crímenes perpetrados por el grupo paramilitar, que asesinó, a diestra y siniestra, a quienes eran sindicados como sospechosos de formar parte de algún grupo subversivo.”). Véase Anexo 16.e. Copia de nota de prensa, “Identifican a otros 20 ex agentes de Colina”, Perú.21, 29 de octubre de 2002, Política, pág. 6. Véase Anexo 16.f. Copia de nota de prensa, “El Grupo Colina fue creado por Montesinos”, Perú.21, 19 de noviembre de 2002, pág. 8; Copia de nota de prensa, “El Doc trajo a Martín Rivas desde Colombia”, Peru.21, 21 de noviembre de 2002, pág. 8 y 9; "Martin Rivas dispuesto a declarar contra Fujimori", Peru.21, 20 de noviembre de 2002, pág. 9. Véase Anexo 16. g. Copia de nota de prensa. "Hermoza confesó que "Colina" actuaba con pleno conocimiento de Fujimori", Diario La República, 7 de agosto de 2003. Véase Anexo 16.h, copia de recorte de prensa, "Grupo paramilitar Colina tenía presupuesto propio" Diario La República, edición de 6 de noviembre de 2003. Véase también, Ojo por ojo. La verdadera historia del Grupo Colina. Umberto Jara. Editorial Norma, septiembre 2003. págs. 72, 101, 106, 120. Véase también Naciones Unidas, Informe del Relator Especial, Sr. B. W. Ndiaye, sobre su misión al Perú del 24 de mayo al 2 de junio de 1993, E/CN.4/1994/7/Add.2, 15 de noviembre de 1993, párr. 54.

57 Corte I.D.H., Caso Barrios Altos, supra, párrs. 2(d) y 39.

58 Véase Anexo 16.i. Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, supra, Tomo VI, Sección cuarta, 1.3., pág. 154. Disponible en http://www.cverdad.org.pe/ifinal/index.php. (Existen diferencias en los números de páginas con la versión publicada en noviembre de 2003, y con la versión en CD de diciembre de 2003.)

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60. En la investigación que se sigue por la desaparición forzada de Santiago Fortunato Gómez Palomino, el colaborador 371-MCS, que fue integrante de dicho grupo señaló respecto de las características del grupo y su relación con los altos mandos militares que:

Para que diga si por la información previa que brindó el señor Julio Yataco, se elaboró algún informe de inteligencia que motivara posteriormente la intervención. Dijo: que, desconozco si ha existido algún documento, la información que se proporcionaba al mayor Martín Rivas, tanto del “colaborador” como de las verificaciones que se realizaban al respecto, fue en forma verbal, sin embargo, se estilaba y era necesario, que para cualquier movilización de tropas o de grupos operativos, específicamente al grupo colina, se tenía que tener la autorización del jefe de la DINTE, del Comando General del Ejercito y Vladimiro Montesinos, también tenía que tener conocimiento de los operativos, el coronel Oliveros del SIE, todo ello, por una parte para justificar el desembolso de dinero para movilidad, alimentación y apoyo logístico del personal. Asimismo, debo precisar que el Mayor Martín Rivas, como jefe Operativo, daba cuenta al Gral. Rivera Lazo, que era el jefe máximo del grupo colina, el mismo que a través de sus respectivos canales debía dar cuenta al comandante general del ejercito y a los altos mandos del ejercito59. 61. El Grupo Colina fue un grupo orgánico adscrito al Servicio de Inteligencia Nacional

del Ejército del Perú, creado, organizado y dirigido desde la Presidencia de la República y el comando del Ejército. Tenía una estructura jerárquica, presupuesto propio y personal de dedicación exclusiva para cumplir una política de Estado consistente en la identificación, el control y la eliminación de aquellas personas de las cuales se sospechaba que pertenecían a los grupos insurgentes, mediante acciones sistemáticas de ejecuciones extrajudiciales indiscriminadas, asesinatos selectivos, desapariciones forzadas y torturas. Santiago Fortunato Gómez Palomino fue detenido ilegalmente por el Grupo Colina dado que se le confundió con una persona de quien se sospechaba tenía vínculos con Sendero Luminoso. El operativo no estaba dirigido a su captura, y sin embargo, fue desaparecido por la acción arbitraria de sus captores. Transcurridos más de doce años desde los hechos, las violaciones cometidas en su contra y contra sus familiares permanecen en total impunidad.

VII. LA VALORACIÓN DE LAS PRUEBAS 62. La Corte ha establecido desde sus primeros casos criterios menos formales que los

existentes en las legislaciones internas para la valoración de los diferentes medios probatorios. En este sentido, ha subrayado siempre que no es aplicable una rígida determinación del quantum de la prueba necesaria para fundar un fallo, teniendo en cuenta que los tribunales internacionales tienen la potestad de apreciar y valorar las pruebas según las reglas de la sana crítica. Para la determinación de la responsabilidad internacional de un Estado por violación de derechos de la persona, de una amplia flexibilidad en la valoración de la prueba rendida ante ellos sobre los hechos pertinentes, de acuerdo con las reglas de la lógica y con base en la experiencia60.

63. De especial importancia para el caso bajo estudio, resulta la valoración y alcance del conjunto de presunciones que surgen de los hechos y que de acuerdo a la experiencia, resultan válidas y lógicas cuando no hay prueba directa de los mismos. En casos de desaparición forzada, cuyo propósito es borrar toda huella material del crimen, la Corte se ha valido de la “prueba circunstancial o indirecta, o ambas, o por inferencias lógicas pertinentes” para establecer la

59 Véase Anexo 14, pág. 4.

60 Corte I.D.H., Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri. Sentencia de 8 de julio de 2004. Serie C No. 110, párr. 41, citando Caso Maritza Urrutia. Sentencia de 27 de noviembre de 2003. Serie C No. 103, párr. 48; Caso Myrna Mack Chang. Sentencia de 25 de noviembre de 2003. Serie C No. 101, párr. 120; Caso Bulacio. Sentencia de 18 de septiembre de 2003. Serie C No. 100, párr. 42; Caso Juan Humberto Sánchez. Interpretación de Sentencia sobre Excepciones Preliminares, Fondo y Reparaciones (art. 67 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 26 de noviembre de 2003. Serie C No. 102, párr. 42.

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violación61. En este aspecto, el Tribunal ha considerado que las personas desaparecidas en un contexto de violencia pueden presumirse muertas62. Asimismo, ya desde los casos Velásquez Rodríguez y Godínez Cruz sobre desaparición forzada, la Corte ha deducido la existencia de tortura antes de la muerte al tratarse de detenciones prolongadas sin ningún mecanismo de control judicial63.

64. Por otro lado, la determinación de que un caso se enmarca en un patrón de

violaciones de derechos humanos tiene también consecuencias probatorias. La Corte ha considerado que si se demuestra para el caso concreto que éste obedecía al patrón de violaciones de derechos humanos alegado, "es razonable presumir y concluir que existe responsabilidad internacional del Estado"64. De modo que "si se ha establecido la existencia de una práctica impulsada o tolerada por el Estado de desaparición forzada de personas, y el caso de un persona, ya sea por prueba circunstancial o indirecta, o ambas, o por inferencias lógicas pertinentes, puede vincularse a dicha práctica, entonces esta desaparición específica se considera demostrada"65.

65. La jurisprudencia de la Corte ha otorgado un valor significativo a los “recortes de prensa” como medio probatorio, especialmente en casos de desaparición forzada,66 teniendo en cuenta que una de las características de esta conducta es no dejar huellas o pruebas del hecho para dificultar la investigación67.

66. El Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación de 28 de agosto de

2003 es de particular importancia ya que constituye un aporte al esclarecimiento de las graves violaciones a los derechos humanos ocurridas en las últimas dos décadas en el Perú68. El método científico social aplicado para la investigación de los hechos, la determinación de patrones de

61 Véase Corte I.D.H., Caso Velásquez Rodríguez, Sentencia de 29 de julio de 1988. Serie C No. 4, párr. 131, sobre

la importancia de la prueba indiciaria o presuntiva.

62 Corte I.D.H., Caso Bámaca Velásquez. Sentencia de 25 de noviembre de 2000. Serie C No. 70, párr. 173 citando Caso Castillo Páez, Sentencia de 3 de noviembre de 1997. Serie C No. 34, párrs. 71-72; Caso Neira Alegría y otros. Sentencia de 19 de enero de 1995. Serie C No. 20, párr. 76; Caso Godínez Cruz, Sentencia de 20 de enero de 1989. Serie C No. 5; párr. 198; y Caso Velásquez Rodríguez, supra, párr. 188.

63 Corte I.D.H., Caso Velásquez Rodríguez, supra, párr. 156; Caso Godínez Cruz, supra, párr. 164.

64 Corte I.D.H., Caso Juan Humberto Sánchez, Sentencia de 7 de junio de 2003, supra, párr. 108. Cfr. Caso Bámaca Velásquez, supra, párr. 130-131; Caso Cantoral Benavides, Sentencia de 18 de agosto de 2000. Serie C No. 69. párr. 47-48; Caso Durand y Ugarte, Sentencia de 16 de agosto de 2000. Serie C No. 68, párrs. 47-48; Caso Blake, Sentencia de 24 de enero de 1998. Serie C No. 36, párr. 47, 49, 51; Caso Godínez Cruz, supra, párrs. 127 y 130; Caso Velásquez Rodríguez, supra, párr. 124.

65 Corte I.D.H., Caso Bámaca Velásquez, supra, párr. 130.

66 Corte I.D.H., Caso Juan Humberto Sánchez. Sentencia de 7 de junio de 2003. Serie C N° 99, párr. 56 citando Caso Cantos. Sentencia de 28 de noviembre de 2002. Serie C N° 97, párr. 39; Caso Baena Ricardo y otros. Sentencia de 2 de febrero de 2001. Serie C N° 72, párr. 78; Caso de la Comunidad Mayagna (Sumo) Awas Tingni. Sentencia de 31 de agosto de 2001. Serie C N° 66, párr. 94. Véase también Caso Velásquez Rodríguez, supra, párr. 146.

67 En este sentido, véase Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, supra, Tomo VI, Capítulo 1.2. Desaparición forzada de personas por agentes del Estado, pág. 72. ("una vez obtenida la información, la persona detenida podía ser eliminada y su cadáver dispuesto de tal forma que se dificultara su ubicación o la identificación de la víctima, y sin que se dejaran rastros que pudiesen apuntar hacia los autores de la muerte y las torturas. En muchos casos ello se aseguraba mediante la destrucción de los cuerpos, mutilándolos, quemándolos o haciéndolos estallar con explosivos. La CVR tiene indicios suficientes como para sostener que se hicieron esfuerzos deliberados para eliminar las principales pruebas de los delitos cometidos en el marco de las desapariciones forzadas.")

68 La Comisión de la Verdad y Reconciliación fue creada por el Presidente de la República del Perú mediante Decreto Supremo N° 065-2001-PCM del 04 de junio del 2001, y su denominación fue modificada mediante Decreto Supremo N° 101-2001-PCM. Véase artículo 1 del Decreto Supremo N° 065-2001-PCM ("Crease la Comisión de la Verdad encargada de esclarecer el proceso, los hechos y responsabilidades de la violencia terrorista y de la violación de los derechos humanos producidos desde mayo de 1980 hasta noviembre de 2000, imputables tanto a las organizaciones terroristas como a los agentes del Estado, así como proponer iniciativas destinadas a afirmar la paz y la concordia entre los peruanos.")

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violaciones de derechos humanos, la identificación y cuantificación de las víctimas, la construcción de un mapa de violencia y de lugares de entierros, entre otros, significó la recolección de datos y evidencias que permitirán seguramente a la administración de justicia, contar con mayores evidencias para esclarecer algunos casos puntuales, deslindar responsabilidades y aplicar las sanciones respectivas. En igual forma, permitirá a las víctimas y a la sociedad peruana, conocer lo que ocurrió, recuperar la memoria histórica y llegar a la verdad69.

VIII. FUNDAMENTOS DE DERECHO

A. Consideraciones generales

67. Desde sus primeros casos, la Corte se ha referido a la práctica de las desapariciones forzadas señalando que:

La desaparición forzada o involuntaria constituye una de las más graves y crueles violaciones de los derechos humanos, pues no sólo produce una privación arbitraria de la libertad sino que pone en peligro la integridad personal, la seguridad y la propia vida del detenido. Además, le coloca en un estado de completa indefensión, acarreando otros delitos conexos. De ahí la importancia de que el Estado tome todas las medidas necesarias para evitar dichos hechos, los investigue y sancione a los responsables y además informe a los familiares el paradero del desaparecido y los indemnice en su caso70.

68. La Corte ha reiterado con posterioridad que la desaparición forzada de personas

constituye un hecho ilícito que genera una violación múltiple y continuada de varios derechos protegidos en la Convención. Además, supone el desconocimiento del deber de organizar el aparato del Estado para garantizar los derechos reconocidos en la Convención71. Al efectuar directamente o tolerar acciones dirigidas a realizar desapariciones forzadas o involuntarias, al no investigarlas de manera adecuada y al no sancionar, en su caso, a los responsables, el Estado viola el deber de respetar los derechos reconocidos por la Convención Americana y de garantizar su libre y pleno ejercicio72.

69. La desaparición forzada constituye además un delito contra la humanidad, como lo ha señalado la Corte73. La Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas, adoptada el 9 de junio de 1994, caracterizó de esa forma esta conducta, en el supuesto de constituir una práctica sistemática. El instrumento citado incluye los elementos esenciales que diferencian la desaparición forzada de otras modalidades delictivas como el secuestro, la detención ilegal o el abuso de autoridad. El artículo II señala:

(…) se considera desaparición forzada la privación de la libertad a una o más personas, cualquiera que fuere su forma, cometida por agentes del Estado o por personas o grupos de personas que actúen con la autorización, el apoyo o la aquiescencia del Estado, seguida de la falta de información o de la negativa a reconocer dicha privación de libertad o de informar

69 Véase Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, supra, Tomo I, Introducción, donde la CVR

establece los conceptos fundamentales de su mandato, incluyendo el concepto de “verdad”.

70 Corte I.D.H., Caso Blake, supra, párr. 66.

71 Corte I.D.H., Caso 19 Comerciantes. Sentencia de 5 de julio de 2004. Serie C No. 109, párr. 142 citando Caso Bámaca Velásquez, supra, párrs. 128 y 129; Caso Blake, supra, párr. 65; y Caso Fairén Garbi y Solís Corrales. Sentencia de 15 de marzo de 1989. Serie C No. 6, párrs. 147 y 152.

72 Corte I.D.H., Caso Paniagua Morales y otros, Sentencia de 8 de marzo de 1998, Serie C Nº 37, párr. 90; Caso Fairén Garbi y Solís Corrales, supra, párr. 152; Caso Godínez Cruz, supra, párrs. 168-191; y Caso Velásquez Rodríguez, supra, párrs. 159-181.

73 Corte I.D.H., Caso 19 Comerciantes. Sentencia de 5 de julio de 2004, supra, párr. 142.

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sobre el paradero de la persona, con lo cual se impide el ejercicio de los recursos legales y de las garantías procesales pertinentes74. 70. Mediante el artículo I de la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada

de Personas, los Estados partes asumen la obligación internacional de:

(…) b. Sancionar en el ámbito de su jurisdicción a los autores, cómplices y encubridores del delito de desaparición forzada de personas, así como la tentativa de comisión del mismo; (…) d. Tomar las medidas de carácter legislativo, administrativo, judicial o de cualquier otra índole necesarias para cumplir con los compromisos asumidos en la presente Convención75.

71. Si bien estas disposiciones reafirman obligaciones que el Estado peruano ya había

contraído en cuanto Estado parte de la Convención Americana, su importancia para el presente caso radica en que enfatiza la necesidad de una adecuada tipificación del delito, como se analizará infra.

72. Es importante tener en cuenta además, que el modo en que se produjo la desaparición forzada de la víctima obedece a un patrón sistemático de violaciones de derechos humanos existente en el Perú en esa época, supra párrafos 27-29.

B. Violación del artículo 7 de la Convención Americana (Derecho a la Libertad Personal) en relación con el artículo 1(1)

73. La Convención Americana regula las garantías necesarias para salvaguardar la libertad personal en su artículo 7, que establece:

1. Toda persona tiene derecho a la libertad y a la seguridad personales. 2. Nadie puede ser privado de su libertad física, salvo por las causas y en las condiciones fijadas de antemano por las Constituciones Políticas de los Estados partes o por las leyes dictadas conforme a ellas. 3. Nadie puede ser sometido a detención o encarcelamiento arbitrarios. 4. Toda persona detenida o retenida debe ser informada de las razones de su detención y notificada, sin demora, del cargo o cargos formulados contra ella. 5. Toda persona detenida o retenida debe ser llevada, sin demora, ante un juez u otro funcionario autorizado por la ley para ejercer funciones judiciales y tendrá derecho a ser juzgada dentro de un plazo razonable o a ser puesta en libertad, sin perjuicio de que continúe el proceso. Su libertad podrá estar condicionada a garantías que aseguren su comparecencia en el juicio. 6. Toda persona privada de libertad tiene derecho a recurrir ante un juez o tribunal competente, a fin de que éste decida, sin demora, sobre la legalidad de su arresto o detención y ordene su libertad si el arresto o la detención fueran ilegales. En los Estados partes cuyas

74 Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas, adoptada en Belém do Pará, Brasil, el 9 de

junio de 1994, en el vigésimo cuarto período ordinario de sesiones de la Asamblea General, entró en vigor el 28 de marzo de 1996, artículo II.

75 Id., artículo I, letras b y d.

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leyes prevén que toda persona que se viera amenazada de ser privada de su libertad tiene derecho a recurrir a un juez o tribunal competente a fin de que éste decida sobre la legalidad de tal amenaza, dicho recurso no puede ser restringido ni abolido. Los recursos podrán interponerse por sí o por otra persona. (…) 74. El artículo 7 de la Convención Americana, al garantizar el derecho a la libertad y a la

seguridad personal, obra como un dique de contención a la facultad que posee el Estado de privar de la libertad a una persona en el marco de la prevención del terrorismo y de otras modalidades de violencia, a fin de que tal acción se cumpla en forma regulada respecto de las personas que se encuentran bajo su jurisdicción76. La Corte ha señalado en este sentido que:

Los numerales 2 y 3 del artículo 7 establecen límites al poder público que prohíben expresamente tanto las detenciones ilegales como las arbitrarias (…) Según el primero de tales supuestos normativos, nadie puede verse privado de la libertad sino por las causas, casos o circunstancias expresamente tipificados en la ley (aspecto material). En el segundo supuesto, se está en presencia de una condición según la cual nadie puede ser sometido a detención o encarcelamiento por causas y métodos que --aún calificados de legales-- puedan reputarse como incompatibles con el respeto a los derechos fundamentales del individuo por ser, entre otras cosas, irrazonables, imprevisibles o faltos de proporcionalidad77.

75. Refiriéndose específicamente a los casos de desapariciones forzadas, la Corte ha

señalado que: El secuestro de la persona es un caso de privación arbitraria de libertad que conculca, además, el derecho del detenido a ser llevado sin demora ante un juez y a interponer los recursos adecuados para controlar la legalidad de su arresto, que infringe el artículo 7 de la Convención que reconoce el derecho a la libertad personal78. 76. El artículo 7 de la Convención Americana en sus numerales 4, 5 y 6, obliga al Estado

y a los terceros que actúan bajo su aquiescencia o tolerancia, a obrar bajo estos mínimos parámetros, para evitar detenciones ilegales o arbitrarias y garantizar el derecho a la defensa de la persona privada de la libertad79.

77. Esta jurisprudencia ha sido desarrollada no sólo por la Corte Interamericana sino

también por la Corte Europea de Derechos Humanos:

Tanto la Corte Interamericana como la Corte Europea de Derechos Humanos han dado especial importancia al pronto control judicial de las detenciones a efecto de prevenir las arbitrariedades e ilegalidades. Un individuo que ha sido privado de su libertad sin ningún tipo de control judicial, como se da en algunos casos de ejecuciones extrajudiciales, debe ser liberado o puesto

76 Véase en este sentido CIDH, Informe sobre Terrorismo y Derechos Humanos, OEA/Ser.L/V/II.116 Doc.5 rev. 1

corr., 22 de octubre de 2002. Los medios que el Estado puede utilizar para proteger su seguridad o la de sus ciudadanos en la lucha contra el terrorismo no son ilimitados. Por el contrario, como lo especificó la Honorable Corte, "independientemente de la gravedad de ciertas acciones y de la culpabilidad de quienes perpetran ciertos delitos, el poder del Estado no es ilimitado ni puede el Estado recurrir a cualquier medio para lograr sus fines." Corte I.D.H., Caso Neira Alegría, supra, párr. 75.

77 Corte I.D.H., Caso Juan Humberto Sánchez, Sentencia de 7 de junio de 2003, supra, párr. 78, citando Caso Bámaca Velásquez, supra, párr. 139; Caso Durand y Ugarte, supra, párr. 85; Caso de los "Niños de la Calle" (Villagrán Morales y otros), Sentencia de 19 de noviembre de 1999. Serie C No. 63. párr. 131; Caso Suárez Rosero. Sentencia de 12 de noviembre de 1997. Serie C N° 35, párrs. 43-44; y Caso Gangaram Panday, Sentencia de 21 de enero de 1994. Srie C No. 16, párr. 47. Véase en el mismo sentido CIDH, Informe sobre Terrorismo y Derechos Humanos, supra, pág. 95 y sgtes., párrs. 118 y sgtes.

78 Corte I.D.H., Caso Velásquez Rodríguez, supra, párr. 155.

79 Cfr. Corte I.D.H., Caso Juan Humberto Sánchez. supra, párr. 81.

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inmediatamente a disposición de un juez, pues el contenido esencial del artículo 7 de la Convención es la protección de la libertad del individuo contra la interferencia del Estado. La Corte Europea de Derechos Humanos ha sostenido que si bien el vocablo “inmediatamente” debe ser interpretado de conformidad con las características especiales de cada caso, ninguna situación, por grave que sea, otorga a las autoridades la potestad de prolongar indebidamente el período de detención sin afectar el artículo 5.3 de la Convención Europea. Dicho Tribunal destacó “que la detención, no reconocida por parte del Estado, de una persona constituye una completa negación de estas garantías y una de las formas más graves de violación del artículo 580. 78. Santiago Fortunato Gómez Palomino fue privado de su libertad en forma abrupta y

violenta, sin mediar flagrancia u orden judicial alguna81. Los miembros del Grupo Colina que detuvieron ilegal y arbitrariamente a la víctima no manifestaron los motivos o razones de su detención, ni le informaron a dónde lo conducían, párr. 35 y siguientes supra.

79. Asimismo, la víctima y sus familiares se vieron privados del derecho a recurrir ante una autoridad jurisdiccional para que decidiera sobre la legalidad de la detención, dado que el recurso de hábeas corpus fue suprimido en los días que siguieron a los hechos, párr. 43 supra. De acuerdo con las circunstancias en que se produjo la privación de libertad, los familiares de Santiago Fortunato Gómez Palomino podían presumir fundadamente que había sido detenido por funcionarios del Estado encargados de la lucha antiterrorista de acuerdo a las disposiciones que adoptó el gobierno del Presidente Fujimori con posterioridad a los hechos del mes de abril de 1992. La suspensión de las acciones de hábeas corpus configuró una violación del artículo 7 numeral 6 de la Convención Americana, en relación con el artículo 1(1) de la misma, por cuanto el Estado tiene el deber positivo de garantía con respecto a las personas sometidas a su jurisdicción, que supone remover los obstáculos para que puedan disfrutar de los derechos que la Convención reconoce82.

80. En consideración a lo expuesto, la Comisión Interamericana solicita a la Corte que declare que el Estado peruano violó en perjuicio de Santiago Fortunato Gómez Palomino, el artículo 7 de la Convención Americana en concordancia con el artículo 1(1) del mencionado instrumento internacional.

C. Violación del artículo 5 de la Convención Americana (Derecho a la Integridad

Personal) en relación con el artículo 1(1) 81. El artículo 5 de la Convención establece:

1. Toda persona tiene derecho a que se respete su integridad física, psíquica y moral.

80 Id., párr. 84, citando Eur. Court HR, Aksoy v. Turkey. judgment of 18 December 1996, Reports of Judgments

and Decisions 1996-VI, para. 76; and Eur. Court H.R., Brogan and Others judgment of 29 November 1988, Series A no. 145-B, para. 58-59, 61-62. Cfr. Caso Bámaca Velásquez, supra, párr. 140; Caso Castillo Petruzzi y otros. Sentencia de 30 de mayo de 1999. Serie C No. 52, párr. 108; Cfr. Caso Bámaca Velásquez, supra, párr. 140; Caso Villagrán Morales y otros (Caso de los “Niños de la Calle”), supra, párr. 135; y Cfr. Eur. Court HR, Kurt v. Turkey judgment of 25 May 1998, Reports of Judgments and Decisions 1998 III, para. 124.

81 El artículo 2 (24)(f) de la Constitución Política del Perú de 1993 establece al respecto que "Artículo 2. Toda persona tiene derecho: (…) 24. A la libertad y a la seguridad personales. En consecuencia: (…) f) Nadie puede ser detenido sino por mandato escrito y motivado del juez o por las autoridades o por las autoridades judiciales en caso de flagrante delito. (…)"

82 Cfr. Corte I.D.H., Caso Juan Humberto Sánchez. supra, párr. 85 citando Corte I.D.H., Caso Bámaca Velásquez, supra, párr. 194; y Caso de la Panel Blanca (Paniagua Morales y Otros), Sentencia de 8 de marzo de 1998. Serie C No. 37, párr. 167.

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2. Nadie debe ser sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes. Toda persona privada de libertad será tratada con el respeto debido a la dignidad inherente al ser humano. (...) 82. Conforme a la jurisprudencia de la Corte, el derecho a la integridad personal se

vulnera en casos de desapariciones forzadas, tanto respecto de la víctima desaparecida, en este caso Santiago Fortunato Gómez Palomino, como respecto de sus familiares83.

83. Como quedara establecido supra párr. 35 y siguientes, Santiago Fortunato Gómez Palomino fue detenido ilegal y arbitrariamente por integrantes del Grupo Colina, en circunstancias que le generaron una situación agravada de vulnerabilidad, con el consiguiente riesgo cierto de que se le vulneren otros derechos, como el derecho a la integridad física y a ser tratado con dignidad84.

84. Tal situación de riesgo se materializó en perjuicio de la víctima, una vez que

ingresaron a su domicilio y lo sacaron de la habitación en la que descansaba, para proceder a interrogarlo por nombres de otras personas que no conocía y a golpearlo en presencia de su conviviente Esmila Liliana Conislla Cárdenas y de su prima, María Chipana Flores. Luego fue reducido y amordazado para ser trasladado a un lugar desconocido.

85. En igual forma, es evidente que la privación de libertad fue efectuada dentro de un contexto de una práctica sistemática de desaparición forzada, caracterizada por interrogatorios donde se aplicaba violencia y torturas, como forma de obtener información sobre los miembros de grupos subversivos. En este caso, la declaración del colaborador 371-MCS, indica que la desaparición de Santiago Fortunato Gómez Palomino fue el resultado de una operación encaminada a detener a presuntos miembros de Sendero Luminoso. La víctima fue detenida a causa de la confusión que se tuvo de su pertenencia a dicha organización. Conforme a la declaración antes mencionada, Santiago Fortunato Gómez Palomino fue detenido, interrogado y obligado a cavar su propia tumba85 antes de ser ejecutado.

86. Aún cuando no se tiene información exacta sobre el número de horas que estuvo detenido Santiago Fortunato Gómez Palomino, más allá de lo señalado por el colaborador 371-MCS, de acuerdo a los estándares del derecho internacional de los derechos humanos basta que haya sido un breve tiempo para que se configure una conculcación a su integridad física y moral. La Corte ha señalado que en esas circunstancias se puede inferir, aún cuando no mediaran otras evidencias al respecto, que el trato que la víctima recibió durante su incomunicación fue inhumano, degradante y agresivo en extremo86.

83 Véase Corte I.D.H., Caso Bámaca Velásquez, supra, párr. 160. La Corte ha afirmado en variadas oportunidades

que los familiares de las víctimas de violaciones de derechos humanos pueden ser a su vez víctimas. Cfr. Corte I.D.H., Caso Juan Humberto Sánchez. supra, párr. 101 citando entre otros Caso Cantoral Benavides, supra, párr. 105 y Caso Castillo Páez, Reparaciones, (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 27 de noviembre de 1998. Serie C No. 43, párr. 59.

84 Corte I.D.H. Caso Bámaca Velásquez, supra, párr. 150 citando Caso Cantoral Benavides, supra, párr. 90; Caso de los “Niños de la Calle”, supra, párr. 166, y en igual sentido, Eur. Court H.R., Case of Ireland v. the United Kingdom, Judgment of 18 January 1978, Series A no. 25. párr. 167.

85 Veáse Corte I.D.H., Caso Aloeboetoe y otros. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 10 de septiembre de 1993. Serie C No. 15. párr. 51, referido al sufrimiento moral que experimenta una persona al ser obligado a cavar su propia fosa, para los efectos de la determinación del daño moral sufrido por la víctima.

86 Corte I.D.H., Caso Juan Humberto Sánchez. Sentencia de 7 de junio de 2003, supra, párr. 98.

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87. Respecto de los familiares de Santiago Fortunato Gómez Palomino, la Corte ha reconocido que las desapariciones forzadas generan sufrimiento y angustia a los familiares de la víctima, además de un sentimiento de inseguridad, frustración e impotencia ante la abstención de las autoridades públicas de investigar los hechos. La violación de la integridad física y moral de los familiares es una consecuencia directa, precisamente, de la desaparición forzada87.

88. Tanto la madre de Santiago Fortunato Gómez Palomino, Victoria Margarita Palomino Buitrón, como su conviviente en la época de los hechos, Esmila Liliana Conislla Cárdenas, fueron afectados en su integridad psíquica y moral como consecuencia directa de la desaparición de que fue objeto el señor Gómez Palomino. Victoria Margarita Palomino Buitrón, una vez enterada de los hechos, recorrió las comisarías de policía, los centros de reclusión, los hospitales y casas funerarias, en búsqueda de su hijo. Formuló las denuncias respectivas ante las autoridades, asistió a la Fiscalía en 1993 y también a partir de 2001, y compareció a las diligencias de excavación en la playa de Chorrillos en noviembre de 2003 con la expectativa de encontrar el cuerpo de su hijo, sin resultado positivo. Esmila Liliana Conislla Cárdenas vivió los dos años siguientes a la desaparición de Santiago Fortunato Gómez Palomino en casa de su madre, y la acompañó en su dolor y en su búsqueda88.

89. Esmila Liliana Conislla Cárdenas fue también víctima de tratos inhumanos el 9 de julio de 1992, cuando fuera detenido Santiago Fortunato Gómez Palomino. Fue testigo de cómo los perpetradores golpeaban a su conviviente, fue amenazada de que sería desaparecida, se le apuntó con un arma y se le quitó su bebé de los brazos para amarrarla, amordazarla y cubrirle el rostro con una frazada, supra párrafo 35-36, lo que constituyó un trato cruel en violación del artículo 5 de la Convención.

90. En consideración a lo expuesto, la Comisión Interamericana solicita a la Corte que

declare que el Estado peruano violó en perjuicio de Santiago Fortunato Gómez Palomino, así como de su señora madre Victoria Margarita Palomino Buitrón, y su conviviente al momento de los hechos, Esmilia Liliana Conislla Cárdenas, el artículo 5(1) y 5(2) de la Convención Americana en concordancia con el artículo 1(1) del mencionado instrumento internacional.

D. Violación del artículo 4 de la Convención Americana (Derecho a la Vida) en relación

con el artículo 1(1)

91. El artículo 4(1) de la Convención Americana sobre Derechos Humanos establece: 1. Toda persona tiene derecho a que se respete su vida. Este derecho estará protegido por la ley y, en general, a partir del momento de la concepción. Nadie puede ser privado de la vida arbitrariamente. (…)

92. La Corte ha establecido que: (…) el derecho a la vida juega un papel fundamental en la Convención Americana por ser el corolario esencial para la realización de los demás derechos89. Al no ser respetado el derecho a la vida, todos los derechos carecen de sentido. Los Estados tienen la obligación de garantizar la creación de las condiciones que se requieran para que no se produzcan violaciones de ese

87 Corte I.D.H., Caso 19 Comerciantes, supra, párrs. 210; Caso Juan Humberto Sánchez, supra, párr. 101-102;

Caso Bámaca Velásquez, supra, párr. 160-166 citando Caso Blake, supra, párr. 114; Eur. Court HR, Kurt v. Turkey, Judgmente of 25 May 1998, párr. 124.

88 Véase Anexo 12, respuesta a pregunta 25.

89 Corte I.D.H., Caso 19 Comerciantes, supra, párr. 153 citando Caso Myrna Mack Chang, supra, párr. 152; Caso Juan Humberto Sánchez, supra, párr. 110; y Caso de los “Niños de la Calle” (Villagrán Morales y otros), supra, párr. 144.

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derecho inalienable y, en particular, el deber de impedir que sus agentes atenten contra él90. El cumplimiento del artículo 4, relacionado con el artículo 1.1 de la Convención Americana, no sólo presupone que ninguna persona sea privada de su vida arbitrariamente (obligación negativa), sino que además requiere que los Estados tomen todas las medidas apropiadas para proteger y preservar el derecho a la vida (obligación positiva)91, bajo su deber de garantizar el pleno y libre ejercicio de los derechos de todas las personas bajo su jurisdicción92. Esta protección activa del derecho a la vida por parte del Estado no sólo involucra a sus legisladores, sino a toda institución estatal y a quienes deben resguardar la seguridad, sean éstas sus fuerzas de policía o sus fuerzas armadas93. En razón de lo anterior, los Estados deben tomar las medidas necesarias, no sólo para prevenir y castigar la privación de la vida como consecuencia de actos criminales, sino también prevenir las ejecuciones arbitrarias por parte de sus propias fuerzas de seguridad94. La práctica de desapariciones ha implicado con frecuencia la ejecución de los detenidos, en secreto y sin fórmula de juicio, seguida del ocultamiento del cadáver con el objeto de borrar toda huella material del crimen y de procurar la impunidad absoluta, lo que significa una brutal violación del derecho a la vida, reconocido en el artículo 4 de la Convención95.

93. Santiago Fortunato Gómez Palomino fue detenido el 9 de julio de 1992 y hasta la

fecha su paradero es desconocido. A pesar de que el cuerpo no ha sido encontrado, su muerte puede ser deducida, de acuerdo con la jurisprudencia y doctrina del Sistema Interamericano de Protección de los Derechos Humanos, supra párrafo 62 y siguientes.

94. En el curso de las investigaciones realizadas a partir del año 2001, se han recogido indicios de que la víctima fue asesinada por miembros del Grupo Colina, adscrito al Servicio de Inteligencia del Estado, quienes actuaron en desarrollo de una política de Estado para la búsqueda, interrogatorio y ejecución de miembros de grupos subversivos, además de informaciones que indican incluso el sitio donde estaría enterrado Santiago Fortunato Gómez Palomino, supra párrafo 49.

95. Al considerar las circunstancias en que se produjo la detención, la ausencia de investigaciones expeditas sobre los hechos, el transcurso de tiempo sin que se conozca el paradero de Santiago Fortunato Gómez Palomino, así como la existencia de una práctica de desapariciones forzadas impulsada y tolerada por el Estado peruano a la fecha de los hechos, existen fundamentos para presumir válidamente que la víctima fue privada de su vida mediante una ejecución extrajudicial

90 Corte I.D.H., Caso 19 Comerciantes. Sentencia de 5 de julio de 2004. Serie C No. 109, supra, párr. 153 citando

Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas, Comentario General 6/1982, párr. 3 en Compilation of General Recommendations Adopted by Human Rights Treaty Bodies, U.N.Doc.HRI/GEN/1/Rev 1 en 6 (1994); Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas, Comentario General 14/1984, párr. 1 en Compilation of General Recommendations Adopted by Human Rights Treaty Bodies, U.N.Doc.HRI/GEN/1/Rev 1 en 18 (1994); Cfr. Caso Myrna Mack Chang, supra, párr. 152; Caso Juan Humberto Sánchez, supra, párr. 110; y Caso de los “Niños de la Calle” (Villagrán Morales y otros), supra, párr. 144.

91 Corte I.D.H., Caso 19 Comerciantes. Sentencia de 5 de julio de 2004, supra, párr. 153 citando Myrna Mack Chang, supra, párr. 153; Caso Bulacio, supra, párr. 111; y Caso Juan Humberto Sánchez, supra, párr. 110.

92 Id.

93 Corte I.D.H., Caso 19 Comerciantes. Sentencia de 5 de julio de 2004, supra, párr. 153 citando U.N.Doc.CCPR/C/SR.443, párr. 55.

94 Corte I.D.H., Caso 19 Comerciantes. Sentencia de 5 de julio de 2004, supra, párr. 153 citando Caso Myrna Mack Chang, supra, párr. 153; Caso Juan Humberto Sánchez, supra, párr. 110; Caso Bámaca Velásquez, supra, párr. 172; Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas, Comentario General No. 6 (Décimo sexta sesión, 1982), parr. 3, supra; y Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas, María Fanny Suárez de Guerrero v. Colombia. Comunicación No. R.11/45 (5 de febrero de 1979), U.N.Doc. Supp. No. 40 (A/37/40) en 137 (1982), pág. 137.

95 Corte I.D.H., Caso 19 Comerciantes. Sentencia de 5 de julio de 2004, supra, párr. 154 citando Caso Bámaca Velásquez, supra, párr. 130; Caso Castillo Páez. supra, párr. 73; y Caso Godínez Cruz, supra, párr. 165.

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perpetrada por agentes oficiales.96 En consecuencia, el Estado peruano violó el artículo 4 de la Convención Americana en relación con el artículo 1(1) de la misma, al no respetar el derecho a la vida de Santiago Fortunato Gómez Palomino mediante su desaparición forzada a manos de agentes estatales.

96. En segundo lugar, el Estado peruano violó también el artículo 4 de la Convención Americana en concordancia con su artículo 1(1), al dejar de cumplir con su obligación de garantizar el derecho a la vida a través de la aplicación medidas efectivas de prevención.

97. La obligación de prevención97 fue incumplida por el Estado peruano dado que la acción de hábeas corpus, que es uno de los recursos adecuados para la protección del derecho a la vida, no fue efectiva pues se encontraba suspendida supra párrafo 43. La suspensión de la acción de habeas corpus representó una falta de cumplimiento por parte del Estado peruano de su obligación de adoptar medidas razonables para prevenir la violación de derechos humanos consagrados en la Convención Americana98.

98. La Comisión observa adicionalmente que el incumplimiento de la obligación de prevenir la violación al derecho a la vida también se verificaría aún cuando los perpetradores de la desaparición forzada no fueran agentes estatales. Al dejar de proporcionar un acceso efectivo al hábeas corpus en circunstancias que existía un patrón sistemático y generalizado de desapariciones forzadas, el Estado peruano dejó de aplicar la debida diligencia para prevenir la violación al derecho a la vida de la víctima, incluso si los perpetradores no hubieran sido integrantes de las fuerzas oficiales99.

99. La CIDH solicita a la Corte que declare que, al no crear una estructura constitucional y legal que permitiera con efectividad la prevención de violaciones al derecho a la vida, el Estado peruano violó el artículo 4 de la Convención Americana en concordancia con el artículo 1(1). del mismo tratado, en perjuicio de Santiago Fortunato Gómez Palomino.

100. En tercer lugar, el Estado peruano incumplió su obligación de garantizar el derecho a la vida de Santiago Fortunato Gómez Palomino pues éste se encontraba bajo la custodia del Estado luego de ser detenido por sus agentes. Al respecto, la Corte ha determinado que:

El Estado como garante de este derecho le impone la prevención en aquellas situaciones -como ahora en el sub judice - que pudieran conducir, incluso por acción u omisión, a la supresión de la inviolabilidad del derecho a la vida. En este sentido, si una persona fuera detenida en buen estado de salud y posteriormente, muriera, recae en el Estado la obligación de proveer una explicación satisfactoria y convincente de lo sucedido y desvirtuar las alegaciones sobre su responsabilidad, mediante elementos probatorios válidos, ya que en su condición de garante el Estado tiene tanto la responsabilidad de garantizar los derechos del individuo bajo su custodia como la de proveer la información y las pruebas relacionadas con el destino que ha tenido la persona detenida100.

(Continúa…)

96 Corte I.D.H. Caso Juan Humberto Sánchez. supra, párr. 109; Caso Bámaca Velásquez, supra, párr. 173; Caso Castillo Páez, supra, párrs. 71-72.

97 Corte I.D.H. Caso Juan Humberto Sánchez, supra, párr. 110; Caso 19 Comerciantes vs. Colombia, supra, párr. 153; Caso Myrna Mack Chang, supra, párr. 153; Caso Velásquez Rodríguez, supra, párr. 166.

98 Corte I.D.H. Caso Velásquez Rodríguez, supra, párr. 174; Caso Godínez Cruz, supra, párr. 184.

99 Corte I.D.H. Caso Juan Humberto Sánchez, supra, párr. 142; Caso Bámaca Velásquez, supra, párr. 210.

100 Corte I.D.H. Caso Juan Humberto Sánchez, supra, párr. 111, citando Eur. Court HR, Timurtas v. Turkey jugment of 13 June 2000, Reports of Judgments and Decisions 2000-VI, párr. 82; Eur. Court HR, Salman v. Turkey jugment of 27 June 2000, Reports of Judgments and Decisions 2000-VII, párr. 99; Caso Las Palmeras. Sentencia de 6 de diciembre de 2001. Serie C No. 90, párr. 42.b); Caso de la Comunidad Mayagna (Sumo) Awas Tingni, supra, párr. 99; Caso Cantoral

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101. En su posición de garante, el Estado debía ofrecer explicaciones sobre el paradero de la víctima y realizar en forma expedita una investigación sobre los hechos101. Desde los inicios de la jurisprudencia de la Corte, precisamente en materia de desaparición forzada de personas, ésta determinó que:

La (…) obligación de los Estados Partes (…) de “garantizar” el libre y pleno ejercicio de los derechos reconocidos en la Convención a toda persona sujeta a su jurisdicción (…) implica el deber de los Estados Partes de organizar todo el aparato gubernamental y, en general, todas las estructuras a través de las cuales se manifiesta el ejercicio del poder público, de manera tal que sean capaces de asegurar jurídicamente el libre y pleno ejercicio de los derechos humanos. Como consecuencia de esta obligación los Estados deben prevenir, investigar y sancionar toda violación de los derechos reconocidos por la Convención y procurar, además, el restablecimiento, si es posible, del derecho conculcado y, en su caso, la reparación de los daños producidos por la violación de los derechos humanos102. 102. La ausencia de investigación y sanción constituye un incumplimiento de la obligación

del Estado de garantizar el libre y pleno ejercicio de los derechos humanos103, de las víctimas y de sus familiares, y respecto de la sociedad para conocer lo ocurrido104. La falta de investigación y la impunidad existente reviste especial gravedad en los casos de vulneraciones al derecho a la vida en el marco de un patrón de violaciones sistemáticas a los derechos humanos, ya que propicia un clima idóneo para la repetición crónica de tales infracciones105. Al dejar de investigar apropiadamente la desaparición de Santiago Fortunato Gómez a pesar de su posición de garante, el Estado peruano incurrió en una violación al artículo 4 de la Convención Americana, en relación con su artículo 1(1).

103. Esta interpretación es coherente, además, con lo establecido por la Corte en el Caso

Las Palmeras, cuando señaló que la inexistencia de una investigación seria puede llegar a representar una violación al derecho a la vida106. En estas circunstancias, tal como aparece de la (continuación) Benavides, supra, párr. 55; Caso Durand y Ugarte, supra, párr. 65; Caso Gangaram Panday, supra, párr. 49; Caso Godínez Cruz, supra, párr. 141; Caso Velázquez Rodríguez, supra, párr. 135; Caso Bámaca Velásquez, supra, párrs. 152-153. Citando extensa jurisprudencia de la Corte Europea: Eur. Court HR, Aksoy v. Turkey, judgment of 18 December 1996, Reports of Judgments and Decisions 1996-VI, párr. 61; Eur. Court H.R., Ribitsch v. Austria, judgment of 4 December 1995, Series A, no. 336, párr. 34 y Eur. Court H.R., Case of Tomasi v. France judgment of 27 August 1992, Series A no. 241-A, párrs. 108-111.

101 Corte I.D.H. Caso Juan Humberto Sánchez, supra, párr. 112 (citas omitidas).

102 Corte I.D.H., Caso Velásquez Rodríguez, supra, párr. 166.

103 Corte I.D.H. Caso Juan Humberto Sánchez, supra, párr. 134, citando inter alia Caso Bámaca Velásquez, supra, párr. 129; Caso Godínez Cruz, supra, párrs. 168-191; y Caso Velásquez Rodríguez, supra, párrs. 159-181. Véase también CIDH, Resolución 1/03 sobre Juzgamiento de Crímenes Internacionales, 24 de octubre de 2003, en CIDH, Informe Anual de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos 2003, 29 de diciembre de 2002, Anexo I.

104 Corte I.D.H. Caso Juan Humberto Sánchez, supra, párr. 134 citando Corte I.D.H. Caso Trujillo Oroza, Reparaciones, (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 27 de febrero de 2002. Serie C No. 92, párrs. 99-101 y 109; y Caso Bámaca Velásquez. Reparaciones, (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 22 de febrero de 2002. Serie C No. 91, párrs. 74-77.

105 Corte I.D.H., Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri, supra, párr. 132; Caso Myrna Mack Chang, supra, párr. 156.

106 Corte I.D.H., Caso Las Palmeras. Sentencia de 6 de diciembre de 2001, Serie C No. 90, párr. 42 ("La Corte estima que es posible que, en un caso determinado, se pueda interpretar la omisión de investigación como una forma de encubrir a los autores de un delito contra la vida, pero no puede erigirse este razonamiento en una norma válida para todos los casos. Independientemente de la cuestión de la validez de la pretendida norma, es de señalar que ella sería aplicable en ausencia de una investigación seria.") Véase en este sentido la jurisprudencia constante de la Corte Europea, inter alia, Hugo Jordan vs. el Reino Unido, Sentencia de 4 de mayo de 2001, párrs. 142-145; y Anchova y otros vs. Bulgaria, Sentencia de 26 de febrero de 2004, párr. 141, citados por la Jueza Medina Quiroga en su voto parcialmente disidente en el Caso 19 Comerciantes, supra, y por la Corte Interamericana en Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri, supra, nota de pie 113, en la sección referida al derecho a la vida, párrs. 123 y sgtes.

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prueba, el Estado peruano no llevó a cabo ninguna investigación objetiva y seria luego de la noticia de la desaparición de Santiago Fortunato Gómez Palomino.

104. En consecuencia, la Comisión solicita a la Corte que declare que el Estado peruano incumplió su obligación de respetar el derecho a la vida de Santiago Fortunato Gómez Palomino, debido a su desaparición forzada atribuible a agentes estatales. Asimismo el Estado peruano dejó de prevenir la violación al derecho a la vida de la víctima al suspender la acción de hábeas corpus, e incumplió su obligación de garantizar el derecho a la vida al dejar de investigar los hechos expeditamente a pesar de su posición de garante y de sancionar a los responsables, todo esto en violación del artículo 4(1) de la Convención Americana en relación con el artículo 1(1) en perjuicio de Santiago Fortunato Gómez Palomino.

E. Violación del artículo 8 (Garantías Judiciales) y 25 (Protección Judicial) de la

Convención Americana en relación con el artículo 1(1) 105. El artículo 8(1) de la Convención establece que:

1. Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro de un plazo razonable, por un juez o tribunal competente, independiente e imparcial, establecido con anterioridad por la ley, en la sustanciación de cualquier acusación penal formulada contra ella, o para la determinación de sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de cualquier otro carácter. (…) 106. El artículo 25 de la Convención Americana dispone:

1. Toda persona tiene derecho a un recurso sencillo y rápido o a cualquier otro recurso efectivo ante los jueces o tribunales competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos por la Constitución, la ley o la presente Convención, aun cuando tal violación sea cometida por personas que actúen en ejercicio de sus funciones oficiales. 2. Los Estados partes se comprometen: a. a garantizar que la autoridad competente prevista por el sistema legal del Estado decidirá sobre los derechos de toda persona que interponga tal recurso; b. a desarrollar las posibilidades de recurso judicial, y c. a garantizar el cumplimiento, por las autoridades competentes, de toda decisión en que se haya estimado procedente el recurso.

107. Como ha señalado la Corte, el artículo 8 de la Convención Americana "no se limita a

los recursos judiciales en sentido estricto, sino el conjunto de requisitos que deben observarse en las instancias procesales a efecto de que las personas puedan defenderse adecuadamente ante cualquier tipo de acto emanado del Estado que pueda afectar sus derechos."107 Esta disposición establece lo que en el derecho internacional de los derechos humanos se conoce como el derecho al debido proceso, que al igual que las disposiciones de los artículos 7(6) y 25, no pueden suspenderse en estados de excepción108.

107 Corte I.D.H, Caso del Tribunal Constitucional, Sentencia de 31 de enero de 2001, Serie C N° 71, párr. 69 citando Garantías judiciales en Estados de Emergencia (arts. 27.2, 25 y 8 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Opinión Consultiva OC-9/87 del 6 de octubre de 1987. Serie A No. 9, párr. 27.

108 Corte I.D.H., Garantías Judiciales en Estados de Emergencia (arts. 27.2, 25 y 8 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Opinión Consultiva OC-9/87 del 6 de octubre de 1987, supra, párr. 30.

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108. El artículo 25(1) de la Convención Americana, por su parte, es una disposición general que recoge instituciones como el amparo o la tutela, que deben ser procedimientos sencillos y breves para la protección de los derechos fundamentales. Como ha sido establecido por la Corte, la salvaguarda de la persona frente al ejercicio arbitrario del poder público es el objetivo primordial de la protección internacional de los derechos humanos. En este sentido, la inexistencia de recursos internos efectivos coloca a la víctima en estado de indefensión. El artículo 25(1) de la Convención ha establecido, en términos amplios,

la obligación a cargo de los Estados de ofrecer, a todas las personas sometidas a su jurisdicción, un recurso judicial efectivo contra actos violatorios de sus derechos fundamentales. Dispone, además, que la garantía allí consagrada se aplica no sólo respecto de los derechos contenidos en la Convención, sino también de aquéllos que estén reconocidos por la Constitución o por la ley109.

La inexistencia de un recurso efectivo contra las violaciones de los derechos reconocidos por la Convención constituye una violación de la misma110.

109. En el presente caso, el Estado peruano ha violado los derechos establecidos en los

artículo 8 y 25 de la Convención Americana, en conexión con el artículo 1(1), en perjuicio de Santiago Fortunato Gómez Palomino y sus familiares, en dos aspectos. Primero, por la falta efectividad de la acción de hábeas corpus en la época de los hechos; y segundo, por no haber adelantado una investigación y un proceso judicial adecuados y en un plazo razonable que llevara al castigo de los responsables de la desaparición forzada de la víctima.

1. Falta de efectividad de la acción de hábeas corpus 110. La Corte se ha referido a la importancia e idoneidad del hábeas corpus al señalar

que: (…) el hábeas corpus representa, dentro de las garantías judiciales indispensables, el medio idóneo tanto para garantizar la libertad, controlar el respeto a la vida e integridad de la persona, e impedir su desaparición o la indeterminación de su lugar de detención, así como para proteger al individuo contra la tortura u otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes111.

111. Como fuera descrito supra párrafo 35 y siguientes, Santiago Fortunato Gómez

Palomino fue privado de la libertad ilegal y arbitrariamente por miembros del Grupo Colina, el 9 de julio de 1992. Días siguientes a los hechos, el 7 de agosto de 1992, el Gobierno expidió el Decreto Ley número 25659, que entró en vigor el 13 de agosto de 1992, que tipificó el delito de traición a la patria e introdujo algunas medidas respecto a la investigación y juzgamiento del delito de terrorismo. Entre esas medidas dispuso la suspensión o improcedencia de la acción de hábeas corpus respecto de los investigados o procesados por el delito de terrorismo o traición a la patria en los siguientes términos:

109 Corte I.D.H, Caso del Tribunal Constitucional, supra, párr. 89 citando Garantías Judiciales en Estados de

Emergencia (arts. 27.2, 25 y 8 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Opinión Consultiva OC-9/87 del 6 de octubre de 1987, supra, párr. 23.

110 Id., citando Garantías Judiciales en Estados de Emergencia (arts. 27.2, 25 y 8 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Opinión Consultiva OC-9/87 del 6 de octubre de 1987, supra, párr. 24.

111 Corte I.D.H. Caso Juan Humberto Sánchez, supra, párr. 122 citando Caso Bámaca Velásquez, supra, párr. 192; Caso Cantoral Benavides, supra, párr. 165; y Caso Durand y Ugarte, supra, párr. 103.

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En ninguna de las etapas de la investigación policial y del proceso penal proceden las Acciones de Garantía de los detenidos, implicados o procesados por delito de terrorismo, comprendidos en el Decreto Ley Nº 25475, ni contra lo dispuesto en el presente Decreto Ley112. 112. Tal suspensión absoluta estuvo vigente por más de 1 año y 3 meses, hasta el 25 de

noviembre de 1993, en que entró en vigencia la Ley 26248 que restableció la procedencia de la acción de hábeas corpus113. Sin embargo, las normas de procedimiento establecidas para su procedencia establecieron una serie de restricciones que lo hicieron inefectivo:

Artículo 6.- La Acción de Hábeas Corpus es procedente en los supuestos previstos en el artículo 12 de la Ley Nº 23506, en favor de los detenidos, implicados o procesados por los delitos de Terrorismo o Traición la Patria, debiendo observarse las siguientes normas de procedimientos: 1) El Juez Penal Especializado de Terrorismo es competente para conocer la Acción de Hábeas Corpus, en su defecto, es competente el Juez Penal ordinario. 2) La acción puede ser ejercida por el propio afectado o por cualquier otra persona en su nombre. En este último caso, el Juez especializado previamente debe proceder a la debida identificación del accionante. 3) Cuando varias Acciones de Garantía se hubieran interpuesto en favor del mismo ciudadano, será competente el Juez que conoció la primera. 4) No son admisibles las Acciones de Hábeas Corpus sustentadas en los mismos hechos o causales, materia de un procedimiento en trámite o ya resuelto. 5) Admitida la acción el Juez dispondrá la notificación inmediata al Procurador Público encargado de los asuntos de terrorismo y procederá conforme a lo dispuesto en las Leyes Nos. 23506 y 25398. 6) El Recurso de Apelación será de conocimiento de la Sala Penal Superior de Turno. 7) No cabe recusación ni excusa de los magistrados ni de los auxiliares de Justicia, salvo los casos taxativos establecidos por la ley114. 113. En efecto, la modificación estableció que la acción de hábeas corpus sería tramitada

ante los Jueces Penales Especializados de Terrorismo, que conforme al artículo 15 del Decreto Ley número 25475 tenían identidad secreta. La Corte ya ha tenido oportunidad de referirse a las violaciones al artículo 8 cometidas en los procesos tramitados ante jueces "sin rostro"115. Asimismo, las acciones de hábeas corpus no tenían cabida respecto de procesos en trámite o ya resueltos.

114. Santiago Fortunato Gómez Palomino no pudo interponer recurso alguno para demostrar la ilegalidad de su detención, conocer los motivos de la misma, nombrar a un representante legal, o bien ejercer su derecho de defensa, pues su detención fue ilegal y arbitraria, fue trasladado a un destino desconocido, interrogado, torturado, y probablemente ejecutado116. Su

112 Decreto Ley N° 25659, supra, artículo 6.

113 Ley N° 26248, "Modifican el Decreto Ley N° 25659, en lo referente a la procedencia de la Acción de Hábeas Corpus en caso de delitos de Terrorismo o Traición a la Patria", publicada en el Diario Oficial el 25 de noviembre de 1993, artículo 2 que modifica el artículo 6 del Decreto Ley N° 25659.

114 Id.

115 Véase Corte I.D.H. Caso Loayza Tamayo, Sentencia de 17 de septiembre de 1997. Serie C No. 33; Caso Castillo Petruzzi y otros, supra; Caso Cantoral Benavides, supra.

116 Cfr. Corte I.D.H. Caso Juan Humberto Sánchez, supra, párr. 125.

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madre, Victoria Margarita Palomino Buitrón, y los representantes de APRODEH, tampoco pudieron interponer un hábeas corpus por la suspensión antes descrita que era aplicable dada la fundada presunción que la víctima había sido detenida por representantes del Estado por presuntas vinculaciones a Sendero Luminoso. Una vez que la procedencia del hábeas corpus fue reestablecida, las restricciones impuestas para su ejercicio lo hicieron ineficaz.

115. La suspensión del hábeas corpus y su posterior restablecimiento de modo inefectivo significó asimismo un incumplimiento del deber de garantía, en su dimensión de prevención, del artículo 1(1) de la Convención Americana. Por ello, la CIDH solicita a la Corte que declare que el Estado peruano violó el artículo 25 en relación con el artículo 1(1).

2. Falta de efectividad de la investigación interna y violación del principio del plazo

razonable 116. Para verificar en un determinado caso si en el recurso interno se observó el

cumplimiento de las garantías judiciales establecidas por la Convención, se hace necesario examinar los respectivos procesos internos117. Ello requiere el examen de la investigación realizada, la forma de aducción y producción de las pruebas, el proceso llevado a cabo y las decisiones de las diferentes instancias, pues este es el escenario natural de la realización de las mencionadas garantías en un Estado de derecho.

117. En cuanto a la actividad investigativa y procesal desarrollada para establecer los responsables de la desaparición forzada del señor Santiago Fortunato Gómez Palomino, su suerte y paradero, cabe notar que una vez ocurrido el hecho, la madre de la víctima y el entonces Secretario General de APRODEH, presentaron el día 3 de agosto de 1992, sendas denuncias al Fiscal de la Nación y al Fiscal Supremo en Derechos Humanos, para que se adelantaran las respectivas investigaciones. La señora Margarita Palomino Buitrón, fue citada a ampliar su denuncia el día 11 de junio de 1993, más de un año después de la desaparición de su hijo y de la correspondiente denuncia. Más de cinco años después, en agosto de 1998, el Estado informó a la CIDH que las autoridades de Policía se habían presentado en el lugar de trabajo de Santiago Fortunato en una fecha no indicada para averiguar por su paradero. La comunicación no refiere que se haya realizado ninguna otra diligencia de investigación, tal como la recepción de las declaraciones de los testigos presenciales del hecho u otras.

118. Tras nueve años de inactividad investigativa entre 1992 y mediados del año 2001,

en esa fecha se abrió otra averiguación por tales hechos debido a una delación de un miembro del Grupo Colina. A mediados de 2002 y principios de 2003, los familiares de la víctima y otros testigos concurrieron a prestar sus declaraciones sobre los hechos. No obstante dichas declaraciones y la confesión de uno de los perpetradores de la desaparición forzada que ha reconocido el hecho de la detención arbitraria, los interrogatorios, la forma en que se le obligó a cavar su propia tumba, el modo en que fue asesinado y el autor de dicho crimen, así como el entierro de sus restos en una playa cercana al lugar de su domicilio; la investigación continúa en etapa preliminar.

119. Han transcurrido más de doce años sin que la familia de la víctima tenga conocimiento de lo qué ocurrió con Santiago Fortunato Gómez Palomino, donde están sus restos, quiénes fueron los responsables de su desaparición forzada, cuál fue la sanción impuesta y qué reparación les corresponde por parte de la justicia, conformando todo ello un cuadro de impunidad que los afecta en sus derechos fundamentales protegidos por la Convención. La Corte ha definido la impunidad como:

117 Corte I.D.H. Caso Juan Humberto Sánchez, supra, párr. 120, citando Bámaca Velásquez, supra, párr. 188 y

Caso de los "Niños de la Calle" (Villagrán Morales y otros), supra, párr. 222.

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La falta en su conjunto de investigación, persecución, captura, enjuiciamiento y condena de los responsables de las violaciones de los derechos protegidos por la Convención Americana, toda vez que el Estado tiene la obligación de combatir tal situación por todos los medios legales disponibles ya que la impunidad propicia la repetición crónica de las violaciones de derechos humanos y la total indefensión de las víctimas y de sus familiares118. 120. Como ha señalado la Corte en reiteradas ocasiones, no basta que los recursos

internos existan formalmente para que pueda considerarse que el Estado ha cumplido con la vigencia de las garantías y la protección judicial a que se encuentra obligado por la Convención. El contenido de esta obligación exige que los recursos, en este caso el procedimiento penal respectivo, funcionen y den resultados o respuesta a las violaciones de derechos humanos, para que puedan ser considerados como efectivos119. La Corte se ha referido en reiteradas ocasiones al derecho que asiste a lo familiares de las víctimas de conocer lo que sucedió y de saber quiénes fueron los agentes del Estado responsables de los hechos, así como al derecho de la sociedad a conocer la verdad120.

121. En segundo lugar, es importante destacar, como lo ha hecho la Corte, que el derecho de acceso a la justicia no se agota en que se tramiten procesos internos, sino que debe además asegurar una decisión en un plazo razonable121.

122. El análisis del plazo razonable en los procesos internos se extiende hasta que se dicta sentencia definitiva y firme, y particularmente en materia penal, el plazo razonable debe comprender todo el procedimiento, incluyendo los recursos de instancia que pudieran eventualmente presentarse122. Lamentablemente en el presente caso el análisis no requiere ir tan lejos, pues a doce años de ocurridos los hechos no se cuenta siquiera con una apertura de procedimiento penal judicial.

123. Con respecto al principio del plazo razonable contemplado en el artículo 8(1) de la Convención Americana, la Corte ha establecido que es preciso tomar en cuenta tres elementos para determinar la razonabilidad del plazo en el que se desarrolla un proceso: a) complejidad del asunto, b) actividad procesal del interesado y c) conducta de las autoridades judiciales123.

(Continúa…)

118 Corte I.D.H. Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri, supra, párr. 148; Caso Myrna Mack Chang, supra, párrs. 156 y 210; Caso Juan Humberto Sánchez, supra, párr. 143; Caso Bámaca Velásquez, supra, párr. 211; y Caso de la “Panel Blanca” (Paniagua Morales y otros), párr. 173. Véase también Conjunto de Principios para la protección y promoción de los derechos humanos mediante la lucha contra la impunidad. Anexo del Informe final del relator Especial acerca de las cuestión de la impunidad de los autores de violaciones de derechos humanos. E/CN.4/Sub.2/1997/20/Rev.1 Presentado a la Comisión de Derechos Humanos en 1998. (“A. Impunidad. Por impunidad se entiende la inexistencia, de hecho o de derecho, de responsabilidad penal por parte de los autores de violaciones de los derechos humanos, así como de responsabilidad civil, administrativa o disciplinaria, porque escapan a toda investigación con miras a su inculpación, detención, procesamiento y, en caso de ser reconocidos culpables, condena, incluso a la indemnización del daño causado a sus víctimas.”)

119 Corte I.D.H. Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri, supra, párr. 229 citando Caso Myrna Mack Chang, supra nota 5, párr. 273; Caso Trujillo Oroza. Reparaciones, supra nota 116, párr. 100; y Caso Cantoral Benavides. Reparaciones, supra, párr. 69; Véase también Corte I.D.H. Caso Juan Humberto Sánchez, supra, párr. 121.

120 Corte I.D.H. Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri, supra, párr. 230 citando inter alia Caso Myrna Mack Chang, supra, párr. 274; Caso Trujillo Oroza. Reparaciones, supra, párr. 114; Caso Bámaca Velásquez. Reparaciones, supra, párr. 76.

121 Corte I.D.H., Caso 19 Comerciantes, supra, párr. 188 citando Caso Myrna Mack Chang, supra, párr. 209; Caso Bulacio, supra, párr. 114; y Caso Hilaire, Constantine y Benjamin y otros. Sentencia de 21 de junio de 2002. Serie C No. 94, párrs. 142 a 145.

122 Corte I.D.H., Caso 19 Comerciantes, supra, párr. 189, citando Caso Juan Humberto Sánchez, supra, párr. 120; Caso Hilaire, Constantine y Benjamin y otros, supra; y Caso Suárez Rosero. Sentencia de 12 de noviembre de 1997. Serie C No. 35, párr. 71.

123 Corte I.D.H., Caso 19 Comerciantes. Sentencia de 5 de julio de 2004, supra, párr. 190, citando Caso Hilaire, Constantine y Benjamin y otros, supra, párr. 143; Caso Suárez Rosero, supra, párr.72; y Caso Genie Lacayo. Sentencia del 29 de enero de 1997. Serie C No. 31, párr. 77. En igual sentido Corte Europea de Derechos Humanos, Motta v. Italy.

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124. En su reciente sentencia en el Caso 19 Comerciantes vs. Colombia, el Tribunal señaló que corresponde al Estado exponer y probar la razón por la que se ha requerido más tiempo que el que sería razonable en principio para dictar sentencia definitiva en un caso particular, de conformidad con los criterios antes indicados124. En este sentido, es importante destacar que en casos como el presente las autoridades deben actuar de oficio e impulsar la investigación, no haciendo recaer esta carga en la iniciativa de los familiares125.

125. La denuncia de desaparición forzada presentada por la madre de la víctima demandaba a los funcionarios de policía emplear todos los esfuerzos para realizar una búsqueda inmediata, con las pesquisas urgentes y necesarias. Ello no ocurrió, pues sólo efectuaron una averiguación en su lugar de trabajo y ante la falta de resultado, concluyeron que se trataba de una desaparición voluntaria. A pesar de que el hecho mismo pudiese tener la complejidad de los delitos de esta naturaleza, el Estado fue omiso en investigar debidamente las circunstancias del hecho en esos primeros momentos.

126. En una segunda etapa, a partir de la confesión en el año 2001 de Julio Chuqui Aguirre, miembro del Grupo Colina, la investigación tampoco ha llegado al punto de la apertura de proceso ni se ha vinculado o menos procesado a ninguno de los miembros del ilegal grupo y oficiales de la cadena de mando que ideó, organizó y auspició esa estructura delictiva y sus crímenes en relación con este caso. Los retardos en la práctica de las excavaciones para la búsqueda de los restos por la falta de autorización de la Fiscal de la Nación al equipo peruano antropológico o por la paralización de que fue objeto la investigación por el cambio del Fiscal de Derechos Humanos, indica cómo el Estado a través de los diferentes órganos competentes, no ha emprendido una investigación seria, imparcial y efectiva, no obstante el paso del tiempo y el surgimiento de nuevos e importantes elementos probatorios que pueden orientar la averiguación penal con la celeridad debida.

127. Transcurridos más de doce años desde la desaparición forzada de Santiago Fortunato Gómez Palomino, la investigación por los hechos continúa con el carácter de investigación penal preliminar, el Estado peruano no ha identificado a los responsables por los hechos ni reparado de modo alguno a sus familiares.

128. Por todo lo anterior, la CIDH solicita a la Corte que declare que el Estado peruano violó en perjuicio de Santiago Fortunato Gómez Palomino y de su familia, los artículos 8(1) y 25 de la Convención Americana en concordancia con el artículo 1(1) del mencionado instrumento internacional.

F. Violación del artículo 2 de la Convención Americana (Deber de adoptar disposiciones de derecho interno)

129. El artículo 2 de la Convención Americana establece: Si en el ejercicio de los derechos y libertades mencionados en el artículo 1 no estuviere ya garantizado por disposiciones legislativas o de otro carácter, los Estados partes se comprometen a adoptar, con arreglo a sus procedimientos constitucionales y a las disposiciones de esta Convención, las medidas legislativas o de otro carácter que fueren necesarias para hacer efectivos tales derechos y libertades.

(continuación) Sentencia de 19 de febrero de 1991, Serie A No. 195-A, párr. 30; Corte Europea de Derechos Humanos, Ruiz-Mateos v. Spain. Sentencia de 23 de junio de 1993, Serie A No. 262, párr. 30.

124 Corte I.D.H., Caso 19 Comerciantes. Sentencia de 5 de julio de 2004, supra, párr. 191.

125 Corte I.D.H., Caso Juan Humberto Sánchez, supra, párr. 132.

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130. La Corte Interamericana ha señalado respecto a dicho artículo, que (…) En el derecho de gentes, una norma consuetudinaria prescribe que un Estado que ha celebrado un convenio internacional, debe introducir en su derecho interno las modificaciones necesarias para asegurar la ejecución de las obligaciones asumidas. Esta norma aparece como válida universalmente y ha sido calificada por la jurisprudencia como un principio evidente (“principe allant de soi”; Echange des populations grecques et turques, avis consultatif, 1925, C.P.J.I., serie B, N° 10, p. 20). En este orden de ideas, la Convención Americana establece la obligación de cada Estado Parte de adecuar su derecho interno a las disposiciones de dicha Convención, para garantizar los derechos en ella consagrados126. 131. El deber consagrado en el artículo 2 tiene diversos aspectos:

(…) El deber general del artículo 2 de la Convención Americana implica la adopción de medidas en dos vertientes. Por una parte, la supresión de las normas y prácticas de cualquier naturaleza que entrañen violación a las garantías previstas en la Convención. Por la otra, la expedición de normas y el desarrollo de prácticas conducentes a la efectiva observancia de dichas garantías127. 132. En consecuencia, el Estado debe adoptar medidas internas para dar cumplimiento al

artículo 2 de la Convención Americana en dos líneas; primero, suprimiendo las normas y prácticas de cualquier naturaleza que impidan las garantías previstas en la Convención Americana y segundo, dictando normas y desarrollando prácticas que lleven a la efectiva observancia de tales garantías128. Similar obligación se encuentra en el artículo I (d) de la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas, supra párrafos 69-70.

133. El artículo II de la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas, define la desaparición forzada para los efectos de dicho tratado:

(…) se considera desaparición forzada la privación de la libertad a una o más personas, cualquiera que fuere su forma, cometida por agentes del Estado o por personas o grupos de personas que actúen con la autorización, el apoyo o la aquiescencia del Estado, seguida de la falta de información o de la negativa a reconocer dicha privación de libertad o de informar sobre el paradero de la persona, con lo cual se impide el ejercicio de los recursos legales y de las garantías procesales pertinentes. 134. Como fue descrito en los párrafos 31-33 supra, el tipo penal de desaparición forzada

fue introducido en el Perú mediante el Código Penal de 1991, derogado el 6 de mayo de 1992 y reintroducido mediante el Decreto Ley número 25592 el 2 de julio de 1992. Dicha tipificación es la que se encuentra vigente a la fecha y que fue incorporada al Código Penal por medio de la Ley número 26.926 de 30 de enero de 1998. En consecuencia, el artículo 320 del Código Penal hoy vigente prescribe:

126 Corte I.D.H., Caso Durand y Ugarte, supra, párr. 136 citando Caso Garrido y Baigorria. Reparaciones. Sentencia de 27 de agosto de 1998. Serie C No. 39, párr. 68.

127 Corte I.D.H., Caso Cantoral Benavides, supra, párr. 178 citando Caso Durand y Ugarte, supra, párr. 137 y Caso Castillo Petruzzi y otros, supra, párr. 207. Cfr. Corte I.D.H., Ciertas atribuciones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (arts. 41, 42, 46, 47, 50 y 51 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos), Opinión Consultiva OC-13/93 del 16 de julio de 1993. Serie A N° 13, párr. 26. Véase también Corte I.D.H., Caso Baena Ricardo y otros, Sentencia de 2 de febrero de 2001, párr. 182.

128 Corte I.D.H., Caso Bulacio. Sentencia de 18 de septiembre de 2003. Serie C No. 100. párr. 143. Caso “Cinco Pensionistas”, Sentencia de 28 de febrero de 2003. Serie C No. 98.; Caso Cantos, Sentencia de 28 de noviembre de 2002. Serie C No. 97, párr. 61; y Caso Hilaire, Constantine y Benjamin y otros, Sentencia de 21 de junio de 2002. Serie C No. 94, párr. 113.

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Artículo 320. DESAPARICIÓN POR FUNCIONARIO PÚBLICO. El funcionario o servidor público que prive a una persona de su libertad, ordenando o ejecutando acciones que tengan por resultado su desaparición debidamente comprobada, será reprimido con pena privativa de libertad no menor de quince años e inhabilitación, conforme al artículo 36° incisos 1) y 2)129. 135. Un elemento no incluido en la definición del artículo II de la Convención

Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas antes descrita, es la debida comprobación del hecho ("desaparición debidamente comprobada"), que aparece en la norma vigente en la actualidad en el Perú como un elemento normativo del tipo penal. Tal exigencia es extraña a la estructura del tipo penal, confunde al intérprete al momento de adecuar la conducta del presunto responsable en la etapa respectiva de procedimiento penal –apertura de instrucción, detención preventiva, resolución de acusación- o al definir la responsabilidad en la sentencia. Además, agrava la situación de los familiares de la víctima que no tienen la función u obligación de investigar por sí los hechos y establecer debidamente el modo en que estos ocurrieron, ni la identificación de los responsables, para poner en funcionamiento el aparato jurisdiccional del Estado.

136. En consecuencia, la definición del delito de desaparición forzada vigente hoy en el Perú, contiene una mención a la desaparición "debidamente comprobada" que hace muy difícil la adecuación típica de la conducta, al exigir en la norma penal una valoración probatoria como condición de procesamiento y punibilidad, en delitos que se caracterizan por no dejar huellas o evidencia de la desaparición130.

137. En segundo lugar, la descripción típica del artículo 320 sólo considera como sujeto activo al "funcionario o servidor público", excluyendo de la autoría del hecho a los particulares que actúan con el apoyo o la aquiescencia del Estado, como sería el caso de los grupos paramilitares, parapoliciales o de justicia privada que operan con complicidad de agentes del Estado. Ello se encuentra en clara contradicción con la definición contenida en la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas que no se limita sólo a funcionarios o servidores públicos. Para ser compatible con las normas internacionales131, el artículo 320 debe ser modificado en el sentido

129 Decreto Legislativo N° 635, promulgado el 3 de abril de 1991 y publicado el 8 de abril de 1991, modificado por la Ley N° 26926 de 21 de febrero de 1998.

130 Informe sobre la Desaparición Forzada en el Perú, Defensoría del Pueblo y la Asociación Nacional de Familiares de Secuestrados, Detenidos y Desaparecidos en Zonas en Estado de Emergencia – ANFASEP, Diciembre de 2000, disponible en http://www.gwu.edu/~nsarchiv/NSAEBB/NSAEBB64/ombudsmanreport.pdf (“La agregada condición de que la desaparición sea “debidamente comprobada” -que no tiene precedente en la legislación internacional-, debe entenderse en el sentido de agotamiento de trámites policiales y administrativos usados corrientemente para la ubicación del paradero de cualquier persona desaparecida a efectos del nombramiento de un curador interino (artículo 47 Código Civil). Lo contrario implicaría imponerle al denunciante una previa actividad probatoria absolutamente absurda dada la propia naturaleza clandestina de la práctica. Incluso, esta condición podría entenderse como un presupuesto de punibilidad o procedibilidad que en buena cuenta no haría sino posibilitar la impunidad de ciertas conductas. Dicho esto, se entiende que tal requisito carece de una fundamentación político-criminal razonable.”) Una versión actualizada al 2002 está disponible en la página web de la Defensoría del Pueblo, Informe Defensorial N° 55: La Desaparición Forzada de Personas en Perú (1980-1996), disponible en http://www.ombudsman.gob.pe/modules/Downloads/informes/desapar/informe55-1.pdf. Véase también Informe de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos de 1998 y 1999 que recomienda modificar el artículo 320 del Código Penal peruano disponibles en www.cnddhh.org.pe.

131 Véase en este sentido el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, artículo 7.2 literal i que señala se entenderá por desaparición forzada de personas "la aprehensión, la detención o el secuestro de personas por un Estado o una organización política, o con su autorización, apoyo o aquiescencia, seguido de la negativa a informar sobre la privación de libertad o dar información sobre la suerte o el paradero de esas personas, con la intención de dejarlas fuera del amparo de la ley por un período prolongado." El texto del Estatuto de Roma que se distribuyó como documento A/CONF.183/9, de 17 de julio de 1998, enmendado por los procèsverbaux de 10 de noviembre de 1998, 12 de julio de 1999, 30 de noviembre de 1999, 8 de mayo de 2000, 17 de enero de 2001 y 16 de enero de 2002. El Estatuto entró en vigor el 1o de julio de 2002. El Perú es parte de dicho Estatuto. Véase Resolución Legislativa Nº 27517, Resolución Legislativa que aprueba el "Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional", 16 de setiembre del 2001. Véase también la Declaración sobre la protección de todas las personas contra las desapariciones forzadas, A/RES/47/133, aprobada por la Asamblea General de Naciones Unidas en su resolución 471/133 de 18 de diciembre de 1992.

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de considerar como sujeto activo del delito tanto a un agente estatal como a un agente no estatal. Dicha obligación de reforma se encuentra en el artículo 2 de la Convención Americana y también en el artículo I(d) de la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas.

138. De acuerdo con lo anteriormente expuesto, la Comisión solicita a la Corte que declare que al adoptar el artículo 320 del Código Penal hoy vigente, y al no modificarlo, el Estado peruano no ha tomado las medidas adecuadas de derecho interno para hacer efectivos los derechos consagrados en la Convención, contraviniendo así la obligación general del artículo 2 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y del artículo I de la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas.

G. Incumplimiento de la obligación establecida en el artículo 1(1) de la Convención

Americana (Obligación de Respetar los Derechos) 139. El artículo 1(1) de la Convención establece que

[l]os Estados partes en esta Convención se comprometen a respetar los derechos y libertades reconocidos en ella y a garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona que esté sujeta a su jurisdicción, sin discriminación alguna por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social. 140. Como consecuencia de la violación de los derechos consagrados en los artículos 7,

5, 4, 25 y 8 de la Convención Americana, el Estado incumplió su obligación de respetar los derechos y libertades consagrados en la misma y de asegurar y garantizar el libre y pleno ejercicio de esos derechos a toda persona sujeta a su jurisdicción132. Por ello, el Estado peruano tiene el deber de organizar el aparato gubernamental y todas las estructuras a través de las cuales se manifiesta el ejercicio del poder público, de manera tal que sean capaces de asegurar jurídicamente el libre y pleno ejercicio de los derechos humanos.

IX. REPARACIONES Y COSTAS

141. En razón de los hechos alegados en la presente demanda y de la jurisprudencia constante de la Corte Interamericana que establece "que es un principio de Derecho Internacional que toda violación a una obligación internacional que haya causado un daño, genera una obligación de proporcionar una reparación adecuada de dicho daño"133, la CIDH presenta a la Corte su posición sobre las reparaciones y costas a cargo del Estado Peruano como consecuencia de su responsabilidad por las violaciones cometidas en perjuicio de Santiago Fortunato Gómez Palomino, su madre Victoria Palomino Buitrón, su conviviente en la época de los hechos, Esmila Liliana Conislla Cárdenas, y sus demás familiares.

142. La Comisión Interamericana solicita a la Corte que ordene al Estado indemnizar los

daños materiales e inmateriales causados a Santiago Fortunato Gómez Palomino y a los familiares de las víctimas en los términos que más adelante se indican. Asimismo, la Comisión Interamericana solicita a la Corte que ordene al Estado el pago de las costas y gastos legales incurridos por las víctimas y sus familiares en la tramitación del caso tanto a nivel nacional, como las que se originan en la tramitación del presente caso ante el sistema interamericano.

132 Corte I.D.H., Caso Juan Humberto Sánchez. supra, párr. 142; Caso Bámaca Velásquez. supra, párr. 210; Caso

Godínez Cruz. supra, párrs. 175-176; y Caso Velásquez Rodríguez. supra, párrs. 166-167.

133 Corte I.D.H., Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri, supra, párr. 187; Caso Myrna Mack Chang, supra, párr. 141; Caso Bulacio, supra, párr. 72; Caso Juan Humberto Sánchez, supra, párr. 147.

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A. Obligación de reparar y medidas de reparación

143. El artículo 63(1) de la Convención Americana establece que:

Cuando decida que hubo violación de un derecho o libertad protegidos en [l]a Convención, la Corte dispondrá que se garantice al lesionado en el goce de su derecho o libertad conculcados. Dispondrá asimismo, si ello fuera procedente, que se reparen las consecuencias de la medida o situación que ha configurado la vulneración de esos derechos y el pago de una justa indemnización a la parte lesionada.

144. Tal como ha indicado la Corte en su jurisprudencia constante,

el artículo 63(1) de la Convención Americana recoge una norma consuetudinaria que constituye uno de los principios fundamentales del derecho internacional contemporáneo sobre la responsabilidad de los Estados. De esta manera, al producirse un hecho ilícito imputable a un Estado, surge de inmediato la responsabilidad internacional de éste por la violación de una norma internacional, con el consecuente deber de reparación y de hacer cesar las consecuencias de la violación134.

145. Las reparaciones son cruciales para garantizar que se haga justicia en un caso

individual, y constituyen el mecanismo que eleva la decisión de la Corte más allá del ámbito de la condena moral. Las reparaciones consisten en las medidas que tienden a hacer desaparecer el efecto de las violaciones cometidas. La reparación del daño ocasionado por la infracción de una obligación internacional requiere, siempre que sea posible, la plena restitución (restitutio in integrum), la cual consiste en el restablecimiento de la situación anterior a la violación.

146. De no ser posible la plena restitución, como en el presente caso respecto de algunas

de las víctimas, le corresponde a la Corte Interamericana ordenar que se adopten una serie de medidas para que, además de garantizarse el respeto de los derechos conculcados, se reparen las consecuencias que produjeron las infracciones y se efectúe el pago de una indemnización como compensación por los daños ocasionados en el caso pertinente135. La indemnización en tales casos tiene el objeto primordial de reparar los daños reales, tanto materiales como morales, sufridos por las partes lesionadas136. El cálculo de los daños y perjuicios sufridos debe necesariamente ser proporcional a “la gravedad de las violaciones y del perjuicio resultante”137. Asimismo, las reparaciones tienen el objeto adicional --aunque no menos fundamental-- de evitar y refrenar futuras violaciones.

134 Corte I.D.H., Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri, supra, párr. 187; Caso de los 19 Comerciantes, supra,

párr. 220; Caso Maritza Urrutia, Sentencia del 27 de noviembre de 2003, Serie C N° 103, párr. 141; Caso Myrna Mack Chang. supra, párr. 142.

135 Corte I.D.H., Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri, supra, párr. 189; Caso de los 19 Comerciantes, supra, párr. 221; Caso Molina Theissen. Reparaciones (Art. 63.1 de la Convención Americana Sobre Dderechos Humanos), Sentencia del 3 de julio de 2004, Serie C N° 108, párr. 42.

136 Corte I.D.H., Caso Bulacio. Sentencia de 18 de septiembre de 2003. Serie C Nº 100, párr. 70; Caso Hilaire, Constantine y Benjamin y otros, supra, párr. 204; y Caso de la “Panel Blanca” (Paniagua Morales y otros). Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 25 de mayo de 2001. Serie C Nº 76, párr. 80.

137 Naciones Unidas, Principios y directrices básicos sobre el derecho de las víctimas de violaciones de las normas internacionales de derechos humanos y del derecho internacional humanitario, E/CN.4/Sub.2/1996/17, párr. 7. Asimismo, ver Corte I.D.H., Caso Hilaire, Constantine y Benjamin y otros, supra, párr. 205; Caso Cantoral Benavides. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 3 de diciembre de 2001, Serie C Nº 88, párr. 42 y Caso Cesti Hurtado. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 31 de mayo de 2001, Serie C Nº 78, párr. 36.

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147. La obligación de reparar, que se regula en todos los aspectos por el derecho internacional (alcance, naturaleza, modalidades y determinación de los beneficiarios), no puede ser modificada o incumplida por el Estado obligado invocando para ello disposiciones de su derecho interno138, pues "donde hay violación sin sanción o daño sin reparación, el derecho entra en crisis, no sólo como instrumento para resolver cierto litigio, sino como método para resolverlos todos, es decir, para asegurar la paz con justicia"139.

148. En el presente caso, la Comisión Interamericana ha demostrado que el Estado incurrió en responsabilidad internacional por la violación de las normas convencionales anteriormente reseñadas en perjuicio de Santiago Fortunato Gómez Palomino, su madre Victoria Palomino Buitrón y su conviviente en la época de los hechos, Esmila Liliana Conislla Cárdenas. A pesar de la gravedad de los hechos, transcurrido ya más de doce años desde la desaparición forzada de la víctima, no se han adoptado las medidas efectivas tendientes a localizar su paradero e identificar, juzgar y sancionar a los responsables, encontrándose este caso en la más completa impunidad.

149. Finalmente, y en atención a las disposiciones reglamentarias de la Corte que otorgan representación autónoma al individuo, la Comisión Interamericana solamente desarrollará en la presente demanda los criterios generales en materia de reparaciones y costas que considera deberían ser aplicados por el Tribunal en el presente caso. La Comisión Interamericana entiende que corresponde a los familiares de la víctima y sus representantes la concreción de sus pretensiones, de conformidad con el artículo 63 de la Convención Americana y los artículos 23 y concordantes del Reglamento de la Corte. En el eventual caso que los familiares de la víctima no hagan uso de este derecho, se solicita a la Corte que otorgue a la CIDH una oportunidad procesal para que pueda cuantificar las pretensiones pertinentes. Asimismo, la Comisión Interamericana se permite indicar que hará saber a la Corte oportunamente si tiene alguna observación en cuanto a la cuantificación de las pretensiones de los familiares de la víctima o sus representantes.

B. Medidas de reparación

150. La Corte ha señalado que las medidas de reparación tienden a hacer desaparecer los efectos de las violaciones cometidas140. Dichas medidas comprenden las diferentes formas en que un Estado puede hacer frente a la responsabilidad internacional en la que incurrió, que conforme al derecho internacional consisten en medidas de restitución, indemnización, rehabilitación, satisfacción y medidas de no repetición141.

138 Corte I.D.H., Caso Myrna Mack Chang, supra, párr. 143; Caso Bulacio. supra, párr. 72 y Caso Juan Humberto

Sánchez. supra, párr. 149.

139 Sergio García Ramírez, Las Reparaciones en el Sistema Interamericano de Protección de los Derechos Humanos, trabajo presentado en el Seminario “El sistema interamericano de protección de los derechos humanos en el umbral del siglo XXI”, San José, Costa Rica, noviembre de 1999.

140 Corte I.D.H., Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri, supra, párr. 190; Caso de los 19 Comerciantes, supra, párr. 223; Caso Myrna Mack Chang, supra, párr. 237; Caso Cantos. supra, párr. 108 y Caso del Caracazo. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 29 de agosto de 2002. Serie C Nº 95, párr. 78.

141 Veáse Naciones Unidas, Informe definitivo presentado por Theo Van Boven, Relator Especial para la Restitución, Compensación y Rehabilitación de las Víctimas de Graves Violaciones a los Derechos Humanos y al Derecho Humanitario, E/CN.4/Sub2/1990/10, 26 julio de 1990. Véase también Corte I.D.H., Caso Blake. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 22 de enero de 1999. Serie C Nº 48, párr. 31; Caso Suárez Rosero, Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos), Sentencia de 20 de enero de 1999. Serie C Nº 44, párr. 41, y Corte I.D.H., Caso Castillo Páez. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 27 de noviembre de 1998. Serie C Nº 43.

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151. De esta forma, la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas ha determinado que:

De conformidad con el derecho internacional, los Estados tienen el deber de adoptar, cuando la situación lo requiera, medidas especiales a fin de permitir el otorgamiento de una reparación rápida y plenamente eficaz. La reparación deberá lograr soluciones de justicia, eliminando o reparando las consecuencias del perjuicio padecido, así como evitando que se cometan nuevas violaciones a través de la prevención y la disuasión. La reparación deberá ser proporcionada a la gravedad de las violaciones y del perjuicio sufrido, y comprenderá la restitución, compensación, rehabilitación, satisfacción y garantías de no repetición142. 152. En virtud de lo anteriormente expuesto, la Comisión Interamericana pretende que la

Corte ordene medidas de reparación integral, las cuales representan a su vez, un mensaje en contra de la impunidad que afecta a la gran mayoría de las violaciones de los derechos humanos en los Estados miembros de la Organización de Estados Americanos. Ello requiere que se establezcan y refuercen, cuando sea necesario, mecanismos judiciales y administrativos que permitan a las víctimas obtener reparación mediante procedimientos de oficio que sean expeditos, justos, poco costosos y accesibles.

153. De conformidad con los elementos probatorios presentados en la presente demanda y a la luz de los criterios establecidos por el Tribunal en su jurisprudencia, la Comisión Interamericana presenta sus conclusiones y pretensiones respecto a las medidas de reparación relativas a los daños materiales e inmateriales y a otras formas de reparación y satisfacción que corresponden en el caso de la desaparición forzada de Santiago Fortunato Gómez Palomino.

1. Medidas de compensación

154. La Corte ha establecido los criterios esenciales que deben orientar una justa indemnización destinada a compensar económicamente, de una manera adecuada y efectiva, los daños sufridos producto de las violaciones en contra de los derechos humanos. Asimismo, la Corte ha establecido que la indemnización tiene un carácter meramente compensatorio, y que la misma será otorgada en la extensión y medida suficientes para resarcir tanto los daños materiales como inmateriales causados143.

i. Daños materiales 155. La Corte en su jurisprudencia sobre reparaciones ha sido consistente al establecer

que los daños materiales incluyen el daño emergente y el lucro cesante, así como el daño inmaterial o moral tanto para la víctima como para su núcleo familiar en ciertos casos144.

156. El daño emergente ha sido entendido como la consecuencia patrimonial directa e

inmediata de los hechos. En este concepto se considera la afectación patrimonial derivada

142 Naciones Unidas, Comisión de Derechos Humanos, Subcomisión de Prevención de Discriminaciones y Protección a las Minorías, E/CN.4/Sub.2/1996/17, La administración de justicia y los derechos humanos de los detenidos: Serie revisada de principios y directrices sobre el derecho de las víctimas de violaciones graves a los derechos humanos y al derecho humanitario a obtener reparación, preparada por el Sr. Theo Van Boven, de conformidad con la decisión 1995/117 de la Subcomisión, 24 de mayo de 1996, párr. 7.

143 Corte I.D.H., Caso Hilaire, Constantine y Benjamin y otros, supra, párr. 204; Caso de la “Panel Blanca” (Paniagua Morales y otros). Reparaciones, supra, párr. 80; Caso Castillo Páez. Reparaciones, supra, párr. 52 y Caso Garrido y Baigorria. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 27 de agosto de 1998, Serie C Nº 39, párr. 41.

144 Corte I.D.H., Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri, supra, párr. 205 citando Caso Maritza Urrutia, supra 5, párr. 155; Caso Myrna Mack Chang, supra, párr. 250; y Caso Juan Humberto Sánchez, supra, párr. 162.

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inmediata y directamente de los hechos en relación con los gastos en que incurrieron las víctimas y sus familiares145. Por otra parte, el lucro cesante se entiende como la pérdida de ingresos económicos o beneficios que se han dejado de obtener con ocasión de un hecho determinado y que es posible cuantificar a partir de ciertos indicadores mensurables y objetivos146.

157. Los familiares de Santiago Fortunato Gómez Palomino sufrieron consecuencias

múltiples además de la pérdida de su ser querido, quién contribuía en gran parte el sostén económico de su madre y su núcleo familiar. Como consecuencia de lo descrito, la madre de Santiago Fortunato Gómez Palomino, en especial, debió absorber pérdidas materiales considerables y determinantes, además de hacerse cargo con posterioridad de la crianza y educación de su nieta.

158. Sin perjuicio de las pretensiones que presenten en el momento procesal oportuno los representantes de las víctimas y sus familiares, la CIDH solicita a la Corte que fije en equidad el monto de la indemnización correspondiente al daño emergente y lucro cesante, en uso de sus amplias facultades en esta materia.

ii. Daños inmateriales 159. Sobre el daño inmaterial, la Corte ha establecido que:

[…] El daño inmaterial puede comprender tanto los sufrimientos y las aflicciones causados a las víctimas directas y a sus allegados, el menoscabo de valores muy significativos para las personas, así como las alteraciones, de carácter no pecuniario, en las condiciones de existencia de la víctima o su familia. No siendo posible asignar al daño inmaterial un preciso equivalente monetario, sólo puede, para los fines de la reparación integral a las víctimas, ser objeto de compensación, y ello de dos maneras. En primer lugar, mediante el pago de una cantidad de dinero o la entrega de bienes o servicios apreciables en dinero, que el Tribunal determine en aplicación razonable del arbitrio judicial y en términos de equidad. Y, en segundo lugar, mediante la realización de actos u obras de alcance o repercusión públicos que tengan efectos como la recuperación de la memoria de las víctimas, el reconocimiento de su dignidad, el consuelo de sus deudos o la transmisión de un mensaje de reprobación oficial a las violaciones de los derechos humanos de que se trata y de compromiso con los esfuerzos tendientes a que no vuelvan a ocurrir147. 160. Asimismo, la Corte ha sugerido la existencia de una presunción en cuanto al daño

inmaterial sufrido por las víctimas de violaciones de derechos humanos, al decir que el daño moral o inmaterial infligido a las víctimas resulta evidente, pues es propio de la naturaleza humana que toda persona sometida a agresiones y vejámenes a sus derechos humanos experimente un sufrimiento moral, y que “no requiere prueba para llegar a la mencionada conclusión”148.

145 Corte I.D.H., Caso Loayza Tamayo. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos).

Sentencia de 27 de noviembre de 1998. Serie C Nº 42, párr. 147; Caso Aloeboetoe y otros. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 10 de septiembre de 1993. Serie C Nº 15, párr. 50.

146 Ibidem.

147 Corte I.D.H., Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri, supra, párr. 211; Caso de los 19 Comerciantes, supra, párr. 244; y Caso Molina Theissen, supra, párr. 65.

148 Corte I.D.H., Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri, supra, párr. 217; Caso de los 19 Comerciantes, supra, párr. 248.

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161. El Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas o Involuntarias de las Naciones Unidas ha manifestado que la desaparición forzada es

sin duda una forma de sufrimiento doblemente paralizante: para las víctimas, recluidas sin saber que suerte les espera, muchas veces torturadas y siempre temerosas de perder la vida, y para los miembros de la familia, cuyas emociones oscilan entre la esperanza y la desesperación, que esperan y cavilan en algunos casos durante años enteros, a veces sin recibir información alguna. Las víctimas saben que sus familias desconocen su paradero y que son escasas las posibilidades de que alguien venga a ayudarlas. Al habérselas separado del ámbito protector de la ley y al haber desaparecido de la sociedad, se encuentran, de hecho, privadas de todos sus derechos y a merced de sus aprehensores. Si la muerte no es el desenlace final y tarde o temprano, terminada la pesadilla, quedan libres, las víctimas pueden sufrir durante largo tiempo las consecuencias físicas y psicológicas de esta forma de deshumanización y de la brutalidad y la tortura que con frecuencia la acompañan. La familia y los amigos de las personas desaparecidas sufren también una tortura mortal lenta, ignorando si la víctima vive aún y, de ser así, donde se encuentra recluida, en que condiciones y cual es su estado de salud. Además, conscientes de que ellos también están amenazados, saben que podrían correr la misma suerte y que el mero hecho de indagar la verdad puede ser peligroso. La angustia de la familia se ve intensificada con frecuencia por las circunstancias materiales que acompañan a la desaparición. El desaparecido suele ser el principal sostén económico de la familia. También puede ser el único miembro de la familia capaz de cultivar el campo o administrar el negocio de la familia. La familia no sólo resulta gravemente afectada emocionalmente; sufre también en términos económicos, entre otras cosas, debido a los gastos efectuados en las investigaciones posteriores. Además, no sabe cuando va a regresar, si es que regresa, el ser querido, lo que dificulta la adaptación a la nueva situación. A menudo la consecuencia es la marginación económica y social149. 162. Como lo podrá establecer directamente la Corte, los familiares de Santiago Fortunato

Gómez Palomino han padecido su pérdida en condiciones violentas acompañadas de una situación de angustia e incertidumbre debido al desconocimiento de su paradero. Aunado a lo anterior, la total impunidad existente respecto de su desaparición así como la falta de medidas efectivas para identificar, enjuiciar y sancionar a los culpables magnifica el sufrimiento de los familiares de la víctima.

163. De conformidad con lo anteriormente expuesto y en razón de las graves circunstancias del presente caso, la intensidad de los padecimientos que los respectivos hechos causaron a la víctima y a sus familiares, las alteraciones de las condiciones de existencia de los familiares de las víctimas, y las demás consecuencias de orden inmaterial o que tienen carácter económico o patrimonial, que le acarrearon a estos familiares, la Comisión solicita a la Corte que ordene el pago de una compensación por concepto de daños inmateriales, conforme a la equidad y en consideración de las características que acompañan las circunstancias de la desaparición forzada de la víctima.

2. Medidas de satisfacción y garantías de no repetición

164. La satisfacción ha sido entendida como toda medida que el autor de una violación

debe adoptar conforme a los instrumentos internacionales o al derecho consuetudinario, que tiene como fin el reconocimiento de la comisión de un acto ilícito150. La satisfacción tiene lugar cuando

149 Naciones Unidas, Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos, Desapariciones Forzadas o Involuntarias, Folleto Informativo Nº 6, Ginebra, 1993, págs. 1 y 2.

150 Brownlie, State Responsibility, Part 1. Clarendon Press, Oxford, 1983, pág. 208.

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se llevan a cabo tres actos, generalmente en forma acumulativa: las disculpas, o cualquier otro gesto que demuestre el reconocimiento de la autoría del acto en cuestión; el juzgamiento y castigo de los individuos responsables y la toma de medidas para evitar que se repita el daño151.

165. La Corte ha señalado en reiteradas ocasiones que cada individuo y la sociedad en su conjunto, tienen el derecho a ser informados de lo sucedido con relación a las violaciones de derechos humanos152. De igual forma, la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas en una reciente resolución ha reconocido que para las víctimas de violaciones de los derechos humanos, el conocimiento público de su sufrimiento y de la verdad acerca de los perpetradores y sus cómplices, son pasos esenciales para una rehabilitación y reconciliación. En consecuencia, ha instado a los gobiernos a intensificar sus esfuerzos para proveer a las víctimas de violaciones a los derechos humanos un proceso justo y equitativo a través del cual tales violaciones sean investigadas; y ha alentado a las víctimas para que participen en dicho proceso153.

166. En este sentido y de acuerdo con la jurisprudencia de la Corte que incluye la satisfacción y garantías de no repetición como parte de la reparación, la CIDH considera como medida esencial de satisfacción en este caso el llevar a término una investigación seria, completa y efectiva para determinar la responsabilidad intelectual y material de los autores de la detención y posterior desaparición forzada de Santiago Fortunato Gómez Palomino dado que de no culminar con la impunidad que existe en el caso "propicia la repetición crónica de las violaciones de derechos humanos y la total indefensión de las víctimas y de sus familiares"154.

167. La Corte ha establecido en su jurisprudencia que toda persona, incluyendo los

familiares de las víctimas de graves violaciones de derechos humanos, tiene el derecho a la verdad y que en consecuencia los familiares de las víctimas y la sociedad como un todo deben ser informados de todo lo sucedido con relación a dichas violaciones155. Al respecto la Corte afirmó el derecho de los familiares de las víctimas de conocer lo sucedido a éstas y, en su caso, dónde se encuentran sus restos mortales156, lo que constituye una medida de reparación y por tanto una expectativa que el Estado debe satisfacer a los familiares de las víctimas y a la sociedad en su conjunto157.

168. Asimismo la Corte ha establecido que

la entrega de los restos mortales en casos de detenidos-desaparecidos es un acto de justicia y reparación en sí mismo. Es un acto de justicia saber el paradero del desaparecido, y es una forma de reparación porque permite dignificar a las víctimas, ya que los restos mortales de una

151 Idem.

152 Corte I.D.H., Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri, supra, párr. 230; Caso de los 19 Comerciantes, supra, párr. 261; y. Caso Molina Theissen, supra, párr. 81.

153 Naciones Unidas, Resolución de la Comisión de Derechos Humanos, Impunidad, E/CN.4/RES/2001/70, 25 de abril de 2001.

154 Corte I.D.H., Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri, supra, párr. 132 citando Caso Myrna Mack Chang, supra, párr. 156; e Idem, párr. 148 y 228 (citas omitidas).

155 Corte I.D.H., Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri, supra, párr. 231; Caso de los 19 Comerciantes, supra, párr. 263; Caso Myrna Mack Chang, supra, párr. 275.

156 Corte I.D.H. Caso Castillo Páez, supra, párr. 90; Caso Caballero Delgado y Santana. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 29 de enero de 1997, párr. 58; y Caso Neira Alegría y otros. Reparaciones, sentencia de 19 de septiembre de 1996, párr. 69.

157 Corte I.D.H, Caso Castillo Páez, supra, párr. 90.

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persona merecen ser tratados con respeto para con sus deudos y con el fin de que éstos puedan darle una adecuada sepultura158. 169. Por lo tanto, el Estado debe adoptar las medidas necesarias para localizar los restos

de Santiago Fortunato Gómez Palomino que aun no han sido ubicados a fin de que sus familiares completen el duelo por la desaparición de su ser querido y así, posibilitar de alguna medida la reparación del daño causado.

170. En relación con la investigación que el Estado peruano debe llevar a cabo, es pertinente indicar que la Corte ha sido enfática en establecer que

el Estado debe garantizar que el proceso interno tendiente a investigar y sancionar a los responsables de los hechos de este caso surta sus debidos efectos y, en particular, debe abstenerse de recurrir a figuras como la amnistía, la prescripción y el establecimiento de excluyentes de responsabilidad. En ese sentido, el Tribunal ya ha señalado que: […] son inadmisibles las disposiciones de amnistía, las disposiciones de prescripción y el establecimiento de excluyentes de responsabilidad que pretendan impedir la investigación y sanción de los responsables de las violaciones graves de los derechos humanos tales como la tortura, las ejecuciones sumarias, extralegales o arbitrarias y las desapariciones forzadas, todas ellas prohibidas por contravenir derechos inderogables reconocidos por el Derecho Internacional de los Derechos Humanos159.

171. Por tal motivo, la Comisión Interamericana solicita a la Corte que ordene al Estado

peruano completar en forma efectiva las investigaciones conforme a las obligaciones internacionales que éste ha asumido libremente. Tales medidas se consideran fundamentales como satisfacción para los familiares de las víctimas, al igual que como garantía de no repetición de las violaciones.

172. Además, en cuanto garantía de no repetición, la Comisión solicita a la Corte que ordene al Estado peruano modificar el artículo 320 del Código Penal hoy vigente que tipifica el delito de "desaparición por funcionario público" en los términos indicados supra párrafos 135-138, de modo de hacerlo compatible con la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas.

173. De conformidad con lo anterior, la Comisión solicita a la Corte que ordene al Estado que adopte las siguientes acciones como medidas de satisfacción y garantías de no repetición:

i) Que el Estado adopte las medidas necesarias para localizar el paradero de Santiago Fortunato Gómez Palomino a fin de que sus familiares completen el duelo por la desaparición de sus seres queridos y así, posibilitar de alguna medida la reparación del daño causado;

ii) Que el Estado lleve a término una investigación judicial exhaustiva de los hechos de este caso, en la que se identifique a todos los responsables, tanto materiales como intelectuales, y como consecuencia de esta investigación judicial, sancione a los responsables penalmente;

iii) Que se haga público el resultado del proceso judicial con el fin de coadyuvar al

derecho a la verdad de los familiares de las víctimas y de la sociedad peruana en su conjunto;

158 Corte I.D.H., Caso Trujillo Oroza. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos).

Sentencia de 27 de febrero de 2002. Serie C No. 92, párr.115.

159 Corte I.D.H., Caso Myrna Mack Chang, supra, párr. 276.

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iv) Que el Estado, en consulta con los familiares de las víctimas, efectúe un reconocimiento simbólico destinado a la recuperación de la memoria histórica de Santiago Fortunato Gómez Palomino.

v) Que el Estado modifique en artículo 320 del Código Penal que tipifica el delito de desaparición forzada de modo de hacerlo compatible con la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas.

C. Los beneficiarios de la reparación debida por el Estado 174. El artículo 63(1) de la Convención Americana exige la reparación de las

consecuencias de una violación y "el pago de una justa indemnización a la parte lesionada". Las personas con derecho a dicha indemnización son generalmente aquellas directamente lesionadas por los hechos de la violación en cuestión. En este sentido, la Corte presume que los sufrimientos y muerte de una persona ocasionan a sus hijos, cónyuge o compañera, padres y hermanos un daño inmaterial, por lo que no es necesario demostrarlo160.

175. Atendida la naturaleza del presente caso, los beneficiarios de las reparaciones que

ordene la Corte como consecuencia de la violaciones de los derechos humanos perpetradas por el Estado peruano en este caso son: Santiago Fortunato Gómez Palomino (víctima), Victoria Margarita Palomino Buitrón (madre y víctima), Esmila Liliana Conislla Cárdenas (ex conviviente y víctima). Asimismo, en calidad de beneficiarios, los familiares de Santiago Fortunato Gómez Palomino: Pascual Gómez Mayo (padre) (fallecido)161, María Dolores Gómez Palomino (hermana), Luzmila Sotelo Palomino (hermana por parte de madre), Emiliano Palomino Buitrón (hermano), Mónica Palomino Buitrón (hermana), Mercedes Palomino Buitrón (hermana) (fallecida), Rosa Palomino Buitrón (hermana), Margarita Palomino Buitrón (hermana), Ana María Gómez Guevara (hija de Santiago Fortunato Gómez Palomino y Edisa Guevara Díaz). Respecto de María Elsa Chipana Flores, prima de Santiago Fortunato Gómez Palomino, y presente al momento de los hechos, la Comisión solicita que de acreditarse su calidad de parte lesionada, sea considerada como beneficiaria por la Corte162.

176. La madre de Santiago Fortunato Gómez Palomino, Victoria Margarita Palomino Buitrón, y su ex conviviente, Esmila Liliana Conislla Cárdenas, tienen una doble calidad de víctimas de la violación del artículo 5 de la Convención Americana, en razón del vínculo emocional cercano con Santiago Fortunato Gómez Palomino y en el caso de Esmila Liliana Conislla Cárdenas también por los malos tratos de que fue objeto, y de beneficiarias de Santiago Fortunato Gómez Palomino.

D. Costas y gastos 177. De conformidad con la jurisprudencia constante de la Corte, las costas y gastos

deben entenderse comprendidos dentro del concepto de reparación consagrado en el artículo 63(1) de la Convención Americana, puesto que la actividad desplegada por la o las víctimas, sus derechohabientes o sus representantes para acceder a la justicia internacional implica erogaciones y

160 Corte I.D.H., Caso de los 19 Comerciantes, supra, párr. 229 citando Caso Maritza Urrutia, supra, párr. 169.a);

Caso de la "Panel Blanca" (Paniagua Morales y otros). Reparaciones, supra, párrs. 108, 125, 143, 173 -174; Caso Myrna Mack Chang, supra, párr. 245, 264.c), 264.f).

161 Véase Anexo 18, Copia de Acta de defunción de Pascual Gómez Mayo.

162 Véase Corte I.D.H., Caso de los 19 Comerciantes, supra, párr. 232, aplicando la presunción respecto de primos como si fueran hermanos, debido a que vivían en la misma casa, lo cercano de la relación y que participó en su búsqueda.

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compromisos de carácter económico que deben ser compensados163. Asimismo, el Tribunal ha considerado que las costas a que se refiere el artículo 56(1)(h) del Reglamento de la Corte comprenden los gastos necesarios y razonables en que la o las víctimas incurren para acceder a los órganos de supervisión de la Convención Americana, figurando entre los gastos, los honorarios de quienes brindan asistencia jurídica.

178. En el presente caso, la Comisión solicita a la Corte que, una vez escuchados los representantes de las víctimas, ordene al Ilustre Estado el pago de las costas y gastos debidamente probados por aquellos y en atención a las características especiales del caso.

X. CONCLUSIONES

179. La desaparición forzada de Santiago Fortunato Gómez Palomino viola múltiples

derechos esenciales de la persona humana de carácter inderogable. Estas violaciones se prolongan hasta la fecha, por cuanto el Estado peruano no ha establecido el paradero de la víctima ni se han encontrado sus restos. A más de doce años de los hechos, existe total impunidad ya que el Estado peruano no ha sancionado penalmente a los responsables, ni ha asegurado a los familiares una adecuada reparación. En razón de lo anterior, la CIDH sostiene que el Estado peruano violó los artículos 7, 5, 4, 8 y 25 de la Convención Americana en concordancia con el artículo 1(1) de dicho tratado en perjuicio de Santiago Fortunato Gómez Palomino. Asimismo, el Estado peruano violó los artículos 5, 8, 7(6) y 25 en conexión con el artículo 1(1) en perjuicio de los familiares de Santiago Fortunato Gómez Palomino, en especial su madre, Victoria Margarita Palomino Buitrón, y quien fuera su conviviente en la época de su desaparición, Esmila Liliana Conislla Cárdenas. Finalmente, el Estado peruano ha incumplido la obligación contenida en el artículo 2 de la Convención Americana y el artículo I de la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas, al adoptar y no modificar al artículo 320 del Código Penal vigente en el Perú, que define el delito de desaparición forzada.

XI. PETITORIO

180. La Comisión Interamericana solicita a la Corte que ordene al Estado que: a. El Estado peruano ha violado los artículos 7 (Derecho a la Libertad Personal), 5

(Derecho a la Integridad Personal) y 4 (Derecho a la Vida), de la Convención Americana, en relación con el artículo 1(1) del mismo tratado en perjuicio de Santiago Fortunato Gómez Palomino, en razón de su detención ilegal y desaparición forzada con presunto resultado de muerte, atribuible al Estado y efectuada a partir del 9 de julio de 1992 en Lima, Perú.

b. El Estado peruano ha violado el artículo 5 (Derecho a la Integridad Personal) de la

Convención Americana, en relación con el artículo 1(1) del mismo tratado en perjuicio de Victoria Margarita Palomino Buitrón y Esmila Liliana Conislla Cárdenas en razón del sufrimiento y angustia causados por la desaparición forzada de Santiago Fortunato Gómez Palomino. Además, Esmila Liliana Conislla Cárdenas, fue objeto de malos tratos al momento de la detención ilegal y arbitraria de Santiago Fortunato Gómez Palomino en violación del artículo 5 de la Convención Americana en conexión con el artículo 1(1) del mismo tratado.

c. El Estado peruano ha violado los artículos 8 (Garantías Judiciales), 7 (6) y 25

(Protección Judicial) en conexión con el artículo 1(1) (Obligación de Respetar los Derechos) de la Convención Americana, en perjuicio de Santiago Fortunato Gómez Palomino, su familia, y quien

163 Corte I.D.H., Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri, supra, párr. 242; Caso de los 19 Comerciantes, supra,

párr. 283; y Caso Molina Theissen, supra, párr. 95.

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fuera su conviviente en la época de su desaparición, Esmila Liliana Conislla Cárdenas, debido a la ineficacia del recurso de hábeas corpus en la época de los hechos, y la total impunidad existente respecto de la desaparición forzada de Santiago Fortunato Gómez Palomino.

d. El Estado peruano ha incumplido la obligación contenida en el artículo 2 (Deber de

Adoptar Disposiciones de Derecho Interno) de la Convención Americana y el artículo I de la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas, al adoptar y no modificar al artículo 320 del Código Penal vigente en el Perú, que define el delito de desaparición forzada.

181. En vista de los argumentos de hecho y de derecho y de las conclusiones precedentes,

la CIDH solicita que la Corte ordene:

a. Realizar una investigación completa, imparcial, efectiva e inmediata, de los hechos con el objeto de establecer responsabilidades por la desaparición y el presunto asesinato del señor Santiago Fortunato Gómez Palomino, a efectos de identificar a todas las personas que participaron en el mismo en los diferentes niveles de decisión y ejecución, se les adelante proceso y se les aplique las debidas sanciones.

b. Realizar una investigación completa, imparcial y efectiva de las personas que

intervinieron en las fallidas investigaciones y procesos adelantados con anterioridad por la desaparición de Santiago Fortunato Gómez Palomino, para determinar la responsabilidad por la falta de resultados y la impunidad de tal hecho.

c. Reparar adecuadamente a la señora Victoria Margarita Palomino Buitrón, madre de la

víctima y a quien fue su conviviente, Esmilia Liliana Cunislla Cárdenas, por las violaciones de derechos humanos de que fueron víctima directas incluyendo tanto el aspecto moral como el material. Asimismo reparar los hechos violatorios contra Santiago Fortunato Gómez Palomino a través de sus beneficiarios.

d. Adelantar las diligencias indispensables para la búsqueda, ubicación, identificación y

entrega de los restos de Santiago Fortunato Gómez Palomino a sus familiares. e. Adoptar las medidas necesarias para reformar el artículo 320 del Código Penal, de

manera de hacerlo compatible con la Convención Americana sobre Derechos Humanos y la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas.

f. Pagar las costas y gastos legales incurridos por las víctimas y sus familiares en la

tramitación del caso tanto a nivel nacional, como las que originadas en la tramitación del presente caso ante el sistema interamericano.

XII. RESPALDO PROBATORIO A. Prueba documental a. Anexos de la demanda: 1. Informe Nº 26/04, Caso 11.062, Santiago Fortunato Gómez Palomino, Perú, 11 de

marzo de 2004. 2. Copia de Partida de Nacimiento de Santiago Fortunato Gómez Palomino, Partida

número cinco mil setecientos noventicuatro, copia emitida el 10 de diciembre de 2002, N° 0026382.

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3. Copia de Libreta Electoral de Santiago Fortunato Gómez Palomino, N°00994579. 4. Copia de la denuncia presentada ante el Fiscal Supremo de Derechos Humanos por

Victoria Margarita Palomino Buitrón y Francisco Soberón Garrido, Coordinador General de Aprodeh, de fecha 30 de julio de 1992, con sello de recibo de 3 de agosto de 1992.

5. Copia de la denuncia presentada ante la Fiscal de la Nación por Victoria Margarita

Palomino Buitrón y Francisco Soberón Garrido, Coordinador General de Aprodeh, de fecha 30 de julio de 1992, con sello de recibo de 3 de agosto de 1992.

6. Copia del cargo de notificación de diligencia de declaración en la denuncia 451-92, a

Victoria Margarita Palomino Buitrón de 11 de junio de 1993. 7. Copia de recorte de prensa “Empezaron a disparar y la gente iba muriendo”

Confesiones de la red de corrupción (IV) Ex agente Colina narra paso a paso matanza de Barrios Altos, Diario Perú.21, Edición de Viernes 14 de marzo de 2003, págs. 8 y 9.

8. Copia de recorte de prensa, "Ministerio Público retrasa exhumación de restos de

presuntas víctimas de “Colina”. Fiscal de la Nación aún no autoriza trabajo a peritos". Diario La Razón. Edición de 9 de diciembre de 2002.

9. Copia de notificación dirigida a Victoria Margarita Palomino Butrino, ingreso N° 020-

2002, Lima, 7 de noviembre de 2003. 10. Copia de recorte de prensa "Hallan Fosa donde grupo Colina mataba y desaparecía a

sus víctimas". Diario La República. Edición de 14 de noviembre de 2003. 11. Trascripción de declaración de Victoria Margarita Palomino Buitrón de abril de 2002,

en la Fiscalía Penal Especializada de Lima. 12. Trascripción de manifestación de Esmila Liliana Conislla Cárdenas, en las oficinas de

la DIRCOTE, 20 de enero de 2003. 13. Manifestación de Arcenio Antenor Gutiérrez Leon, 19 de julio de 2002. 14. Trascripción de la parte pertinente de la Declaración Indagatoria del Colaborador 371

MCS en relación al caso denominado "Muerte del Evangelista", Declaración del 6 de diciembre de 2001.

15. Trascripción de manifestación de María Elsa Chipana Flores de 20 de mayo de 2002

en la Fiscalía Provincial Especializada de Lima y ampliación de dicha manifestación de 10 de marzo de 2003 en oficinas de la División de Investigaciones Especiales Metropolitana.

16. Documentos referidos a la existencia del Grupo Colina: 16.a. Copia de nota de prensa, Diario La República, "General EP Rodolfo Robles denuncia

en documento escrito de su puño y letra: Hay un grupo asesino en el Ejército dirigido por Vladimiro Montesinos", 7 de mayo de 1993.

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16.b. Acuerdo de solución amistosa, Caso CIDH N° 11.317, General (R) Robles Espinoza. 16.c. Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima, 2003, Tomo VII,

Capítulo 2: Los Casos Investigados por la CVR: 2.59. La desaparición de Pedro Yauri (1992), págs. 649-658. Disponible en http://www.cverdad.org.pe/ifinal/index.php.

16.d. Copia de nota de prensa, “Martín Rivas admite existencia de Colina”, Perú.21, 10 de

diciembre de 2002, Política, pág. 6. 16.e. Copia de nota de prensa, “Identifican a otros 20 ex agentes de Colina”, Perú.21, 29

de octubre de 2002, Política, pág. 6. 16.f. Copia de nota de prensa, “El Grupo Colina fue creado por Montesinos”, Perú.21, 19

de noviembre de 2002, pág. 8; Copia de nota de prensa, “El Doc trajo a Martín Rivas desde Colombia”, Perú.21, 21 de noviembre de 2002, pág. 8 y 9; "Martin Rivas dispuesto a declarar contra Fujimori", Perú.21, 20 de noviembre de 2002, pág. 9.

16.g. Copia de nota de prensa. "Hermoza confesó que "Colina" actuaba con pleno

conocimiento de Fujimori", Diario La República, 7 de agosto de 2003. 16.h. Copia de recorte de prensa, "Grupo paramilitar Colina tenía presupuesto propio"

Diario La República, edición de 6 de noviembre de 2003. 16.i. Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima, CVR, 2003, Tomo VI,

Sección cuarta, 1.3., pág. 154. Disponible en http://www.cverdad.org.pe/ifinal/index.php.

17. Comisión de la Verdad y Reconciliación, Informe Final, Lima: CVR, 2003, Anexos,

Anexo 4: Casos y Víctimas Registradas por la CVR, Tomo XII. Nómina de Personas Muertas y Desaparecidas Reportadas a la Comisión de la Verdad y Reconciliación 1980-2000, pág. 166. Disponible en http://www.cverdad.org.pe/ifinal/index.php.

18. Acta de defunción de Pascual Gómez Mayo. 19. Copia de documento de identidad de Victoria Margarita Palomino Buitrón y poder

otorgado por la mismo a APRODEH. 20. Acta de nacimiento de Ana María Gómez Guevara; poder otorgado a su respecto por

su abuela Victoria Margarita Palomino Buitrón a APRODEH, y documento de identidad de ésta.

21. Acta de nacimiento de María Dolores Gómez Palomino, copia de su documento de

identidad y poder otorgado a APRODEH. 22. Partida de nacimiento de Luzmila Octavia Sotelo Palomino, copia de su documento

de identidad y poder otorgado a APRODEH. 23. Acta de nacimiento (judicial) de Emiliano Palomino Buitrón, copia de datos del

ciudadano obtenido por APRODEH del Registro Nacional de Identificación y Estado Civil (RENIAC), y poder otorgado a APRODEH.

24. Acta de nacimiento (judicial) de Mónica Benedicta Palomino Buitrón, copia de su

documento de identidad y poder otorgado a APRODEH.

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25. Acta de nacimiento de Rosa Palomino Buitrón, copia de datos del ciudadano,

obtenido por APRODEH del Registro nacional de identificación y Estado Civil (RENIAC) y poder otorgado a APRODEH.

26. Acta de nacimiento de Margarita Palomino Buitrón, copia de su boleta de inscripción

militar y poder otorgado a APRODEH. 27. Copia de datos del ciudadano, obtenido por APRODEH del Registro nacional de

identificación y Estado Civil (RENIAC) de Esmila Liliana Conislla Cárdenas y poder otorgado por la misma a APRODEH.

28. Copia del Curriculum vitae de la Dra. Sofia Macher. 29. Copia del expediente del trámite del caso 11.062, Santiago Fortunato Gómez

Palomino, ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. b. Solicitud de presentación de documentos al Estado peruano 182. La Comisión solicita a la Corte se sirva requerir al Ilustre Estado peruano la

presentación de copias certificadas e íntegras de las gestiones realizadas a nivel interno a propósito de la desaparición forzada de Santiago Fortunato Gómez Palomino, y en especial, de las declaraciones y manifestaciones rendidas por los testigos presenciales de la detención-desaparición de Santiago Fortunato Gómez Palomino y por el colaborador 371-MCS164.

B. Prueba testimonial y pericial a. Testigos

183. La Comisión presenta la siguiente lista de testigos: 1. Victoria Margarita Palomino Buitrón. La Comisión presenta a esta testigo ante la

Corte para que rinda testimonio sobre la desaparición forzada de su hijo, sus gestiones para ubicarlo y la situación familiar con posterioridad a su desaparición, entre otros aspectos relativos al objeto y fin de la presente demanda. La dirección a la que puede serle enviada correspondencia es la de su representante, que se consigna infra.

2. Esmila Liliana Conislla Cárdenas. La Comisión presenta a esta testigo ante la Corte

para que rinda testimonio sobre la desaparición forzada de Santiago Fortunato Gómez Palomino, entre otros aspectos relativos al objeto y fin de la presente demanda. La dirección a la que puede serle enviada correspondencia es la de APRODEH, que se consigna infra.

3. María Elsa Chipana Flores. La Comisión presenta a esta testigo ante la Corte para

que rinda testimonio sobre la desaparición forzada de su primo Santiago Fortunato Gómez Palomino, entre otros aspectos relativos al objeto y fin de la presente

164 En este sentido, es pertinente señalar que el artículo 41 de la Ley 23506 (Ley de Hábeas Corpus y Amparo,

dispone que "Es obligación de la Corte Suprema de Justicia de la República, el cumplir con remitir a los organismos a que se refiere el artículo 39º [internacionales], la legislación, las resoluciones y demás documentos actuados en el proceso o los procesos que originaron la petición, así como todo otro elemento que a juicio del organismo internacional fuere necesario para su ilustración o para mejor resolver el asunto sometido a su competencia".

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demanda. La dirección a la que puede serle enviada correspondencia es la de APRODEH, que se consigna infra.

4. Arcenio Antenor Gutiérrez León. La Comisión presenta a este testigo ante la Corte

para que rinda testimonio sobre los hechos relacionados con la desaparición forzada de Santiago Fortunato Gómez Palomino, entre otros aspectos relativos al objeto y fin de la presente demanda. La dirección a la que puede serle enviada correspondencia es la de APRODEH, que se consigna infra.

5. Julio Chuqui Aguirre. La Comisión presenta a este testigo ante la Corte para que

rinda testimonio sobre el Grupo Colina y los hechos relacionados con la desaparición forzada de Santiago Fortunato Gómez Palomino, entre otros aspectos relativos al objeto y fin de la presente demanda (*).

b. Peritos

Sofía Macher. Socióloga, ex miembro de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, y miembro del equipo profesional del Instituto de Defensa Legal del Perú, entre otras actividades profesionales, como se detalla en el currículo adjunto165. La perito podrá informar a la Honorable Corte sobre la labor realizada por la CVR, los patrones de violaciones de derechos humanos existentes en el Perú en la época, el grupo "Colina" y su relación con el Estado peruano, entre otros aspectos relativos al objeto y fin de la presente demanda (*).

XIII. DATOS DE LOS DENUNCIANTES ORIGINALES, DE LA VÍCTIMA Y DE SUS FAMILIARES

184. De conformidad con lo dispuesto en el artículo 33 del Reglamento de la Corte, la

Comisión Interamericana presenta la siguiente información sobre la representación de los familiares de las víctimas. La Asociación Pro Derechos Humanos (APRODEH) actuará en el procedimiento como representante de los familiares de las víctimas que se detallan a continuación y con relación a los cuales se anexan los poderes correspondientes.

Víctima/s Familiar/es de la víctima y calidad de parentesco

Anexo

Santiago Fortunato Gómez Palomino Victoria Margarita Palomino Buitrón (madre)

19

Ana María Gómez Guevara (hija de Santiago Fortunato Gómez Palomino y Edisa Guevara Diaz)

20

María Dolores Gómez Palomino (hermana) 21 Luzmila Octavia Sotelo Palomino (hermana

por parte de madre) 22

Emiliano Palomino Buitrón (hermano) 23 Mónica Benedicta Palomino Buitrón

(hermana) 24

Rosa Palomino Buitrón (hermana) 25 Margarita Palomino Buitrón (hermana) 26 Esmila Liliana Conislla Cárdenas 27

185. (*).

165 Véase Anexo 28, curriculum vitae de la Dra. Sofia Macher.

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ORGANIZACIÓN DE LOS ESTADOS AMERICANOS

Comisión Interamericana de Derechos Humanos

Demanda en el caso de Ronald Ernesto Raxcacó Reyes

(Caso 12.402) contra la República de Guatemala

DELEGADOS: Susana Villarán, Comisionada Santiago A. Canton, Secretario Ejecutivo ASESORES: Ariel E. Dulitzky Víctor Madrigal Borloz María Claudia Pulido Brian Tittemore

18 de septiembre de 2004 1889 F Street, N.W Washington, D.C.

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NOTA DE EDICIÓN

El siguiente texto corresponde al original de la demanda presentada en su oportunidad por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos a la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso Ronald Ernesto Raxcacó Reyes (Caso 12.402) contra la República de Guatemala.

En caso de que la Comisión haya presentado oportunamente enmiendas o erratas al texto presentado ante la Corte, éstas han sido incluidas en el texto publicado.

En el texto se ha omitido los datos de localización de testigos, peritos y representantes. Esta edición ha sido marcada con el símbolo (*).

En algunos textos se ha omitido los nombres de testigos por consideraciones de seguridad personal. Esta edición ha sido marcada con el símbolo (**).

La cita oficial de este documento es:

CIDH, Demanda en el caso Ronald Ernesto Raxcacó Reyes (Caso 12.402) contra la República de Guatemala, 18 de septiembre de 2004.

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ÌNDICE

I. NTRODUCCIÓN...................................................................................................... 545 II. OBJETO DE LA DEMANDA...................................................................................... 546 III. REPRESENTACIÓN ................................................................................................. 547 IV. JURISDICCIÓN DE LA CORTE.................................................................................. 547 V. TRÁMITE ANTE LA COMISIÓN INTERAMERICANA .................................................... 547 V.1 Medidas Provisionales ............................................................................................. 550 VI. FUNDAMENTOS DE HECHO .................................................................................... 550 VII. FUNDAMENTOS DE DERECHO ................................................................................ 554

................................................................... 554

A. Violación de los derechos consagrados en los artículos 4, 5, 8 y 25 de la Convención a partir de la adopción y aplicación de la pena de muerte de imposición obligatoria

................ 561

B. Violación del artículo 4(2) de la Convención Americana al extender la aplicación de la pena de muerte a delitos para los cuales la ley no la contemplaba al momento en que el Estado ratificó dicho instrumento

......................................................................... 564

C. Violación del artículo 4(6) de la Convención por la inexistencia de un procedimiento legal para garantizar el ejercicio del derecho al indulto o la conmutación de la pena

................... 566D. Violación del artículo 5 de la Convención Americana por las condiciones de

detención a las que se encuentra sometido el señor Raxcacó Reyes

.......................................... 569

E. Incumplimiento de las obligaciones de respetar y garantizar los derechos humanos, y de adoptar disposiciones de derecho interno, consagradas en los artículos 1 y 2 de la Convención Americana

VIII. REPARACIONES Y COSTAS .................................................................................... 571 ................................................................................... 571A. Obligación de reparar ................................................................................. 572B. Medidas de reparación ................................................................. 572b.1. Garantías de no repetición ...................................................................................... 573b.2. Restitución ..................................................................................... 573b.3 Satisfacción ................................................................................ 574b.4 Compensación

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................................................................................................. 574C. Beneficiario .......................................................................................... 574D. Costas y gastos IX. CONCLUSIONES .................................................................................................... 575 X. PETITORIO ............................................................................................................ 575 XI. RESPALDO PROBATORIO........................................................................................ 576 ...................................................................................... 576A. Prueba documental .......................................................................... 577B. Prueba testimonial y pericial .......................................................................................... 5771. Testigos .............................................................................................. 5782. Perito XII. DATOS DE LOS DENUNCIANTES ORIGINALES Y DE LA VÍCTIMA ............................... 578

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DEMANDA DE LA COMISIÓN INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS ANTE LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS

CONTRA EL ESTADO DE GUATEMALA

CASO 12.402 RONALD ERNESTO RAXCACÓ REYES

I. NTRODUCCIÓN

1. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (en adelante la "Comisión Interamericana", "la Comisión" o "la CIDH"), somete ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (en adelante "la Corte Interamericana" o "la Corte") la demanda en el caso No. 12.402, Ronald Ernesto Raxcacó Reyes, contra la República de Guatemala (en adelante el "Estado guatemalteco", "el Estado" o "Guatemala"), por haber incurrido en violaciones a la Convención Americana sobre Derechos Humanos (en adelante “la Convención” o “la Convención Americana”).

2. La Comisión Interamericana solicita a la Corte que establezca la responsabilidad internacional del Estado guatemalteco, el cual ha incumplido con sus obligaciones internacionales al incurrir en la violación de los artículos 4 (derecho a la vida), 5 (derecho a la integridad personal), 8 (derecho a las garantías judiciales y 25 (derecho a la protección judicial) de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, en relación con la obligación general de respeto y garantía de los derechos humanos y el deber de adoptar disposiciones de derecho interno establecidos en los artículos 1(1) y 2 del mismo instrumento, en razón de la imposición de la pena de muerte al señor Ronald Ernesto Raxcacó Reyes por la comisión de un delito para el cual dicha sanción no se encontraba prevista en la ley al momento en que Guatemala ratificó la Convención Americana.

3. El presente caso ha sido tramitado de acuerdo con lo dispuesto por la Convención Americana, y se presenta ante la Corte de conformidad con el artículo 33 del Reglamento de la Corte. Asimismo, se adjunta a esta demanda, como anexo, una copia del Informe de Fondo Nº 49/03 elaborado en observancia del artículo 50 de la Convención.

4. La trascendencia de este caso no radica únicamente en la necesidad de hacer justicia para el señor Raxcacó Reyes y ofrecerle una reparación adecuada, sino en la oportunidad que ofrece al Sistema Interamericano de Protección de los Derechos Humanos de desarrollar su jurisprudencia en relación con la pena de muerte de imposición obligatoria. A pesar de que la Convención Americana no prohíbe la aplicación de la pena de muerte, la Corte ha establecido que las normas convencionales sobre ésta deben interpretarse en el sentido de “limitar definitivamente su aplicación y su ámbito, de modo que éste se vaya reduciendo hasta su supresión final“1, situación ideal e inversa a la que se produjo en el presente caso, en el cual, lejos de avanzar hacia la progresiva eliminación de la sanción capital se amplió el catálogo de delitos a los que resulta aplicable.

5. En resumen, el caso sub judice constituye una ocasión para analizar algunas

deficiencias de la legislación penal y procesal penal interna, y la inexistencia de un procedimiento que garantice, de manera efectiva, el derecho de los condenados a la pena capital en Guatemala de solicitar amnistía, indulto o conmutación de la pena. De este modo, ofrece una oportunidad para adoptar correctivos que impidan la repetición de situaciones como la que ahora nos ocupa.

1 Corte I.D.H., Caso Hilaire, Constantine y Benjamin y otros. Sentencia de 21 de junio de 2002, Serie C Nº 94, párr.

99; y Restricciones a la Pena de Muerte (arts. 4.2 y 4.4 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Opinión Consultiva OC-3/83 del 8 de septiembre de 1983. Serie A No. 3, párr. 57.

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II. OBJETO DE LA DEMANDA

6. El objeto de la presente demanda es solicitar respetuosamente a la Corte que concluya y declare que el Estado:

a. es responsable por la violación de los derechos consagrados en los artículos

4(1), 5(1), 5(2), 8(1) y 25, así como del incumplimiento de la obligación general contenida en el artículo 1(1) de la Convención Americana, por haber sentenciado al señor Raxcacó Reyes a la pena de muerte de imposición obligatoria;

b. es responsable de la violación del derecho establecido por el artículo 4(2) de

la Convención en relación con la obligación general contenida en el artículo 1(1) del mismo instrumento, en perjuicio del señor Raxcacó Reyes, por haber extendido la aplicación de la pena de muerte a un delito para el cual la ley no preveía dicha sanción al momento que Guatemala pasó a ser Estado Parte de la Convención Americana;

c. es responsable de la violación del derecho establecido por el artículo 4(6) de

la Convención en relación con la obligación general contenida en el artículo 1(1) del mismo instrumento, por no haber brindado al señor Raxcacó Reyes un procedimiento que garantice, de manera efectiva, su derecho a solicitar la amnistía, el indulto o la conmutación de la pena;

d. es responsable de la violación del derecho establecido por el artículo 5(1) y

(2) de la Convención en relación con la obligación general contenida en el artículo 1(1) del mismo instrumento, por haber confinado al señor Raxcacó Reyes en condiciones inhumanas de detención y de esta forma haber atentado contra su integridad personal; y

e. es responsable del incumplimiento de la obligación establecida en el artículo

2 de la Convención, en relación con la obligación general contenida en el artículo 1(1) del mismo instrumento, por no haber adecuado su legislación a la Convención Americana, y en particular, por haber reformado el artículo 201 del Código Penal guatemalteco en contradicción a lo dispuesto en el artículo 4(2) de la Convención.

7. Como consecuencia de lo anterior, la Comisión Interamericana solicita a la Corte que

ordene al Estado que

a. otorgue al señor Raxcacó Reyes una reparación efectiva que incluya la conmutación de la sentencia;

b. adopte las medidas legislativas y de otra índole necesarias para garantizar

que no se imponga la pena de muerte en violación de los derechos y libertades garantizados por la Convención, y sus artículos 4, 5, 8, y 25 en particular, y garantice que a ninguna persona le sea impuesta de manera obligatoria la pena de muerte en Guatemala;

c. adopte las medidas legislativas y de otra índole que sean necesarias para

garantizar la efectividad del derecho consagrado en el artículo 4(2) de la Convención Americana y, por lo tanto, a que la pena de muerte no se aplique a delitos que no la contemplaban al momento del depósito de su ratificación

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de la Convención Americana, y a que adecue su legislación a dicho instrumento de conformidad con el artículo 2 del mismo;

d. adopte las medidas legislativas y de otra índole que sean necesarias para

garantizar la efectividad del derecho consagrado en el artículo 4(6) de la Convención Americana a solicitar la amnistía, el indulto o la conmutación de la sentencia;

e. adopte las medidas legislativas y de otra índole que sean necesarias para

garantizar la efectividad en Guatemala de los derechos a la integridad personal y a un trato humano, consagrados en los artículo 5(1) y 5(2) de la Convención Americana, en relación con las condiciones de detención del señor Raxcacó Reyes; y

f. pague las costas y gastos legales incurridos por el señor Raxcacó Reyes y

sus familiares en la tramitación del caso tanto a nivel nacional, como las que se originen en la tramitación del presente caso ante el sistema interamericano.

III. REPRESENTACIÓN

8. Conforme a lo dispuesto en los artículos 22 y 33 del Reglamento de la Corte, la

Comisión ha designado a la Comisionada Susana Villarán, y a su Secretario Ejecutivo, Santiago A. Canton, como sus delegados en el presente caso. Los doctores Ariel Dulitzky, Víctor Madrigal Borloz, María Claudia Pulido y Brian Tittemore, especialistas de la Secretaría Ejecutiva de la CIDH, han sido designados para actuar como asesores legales.

IV. JURISDICCIÓN DE LA CORTE

9. De acuerdo con el artículo 62(3) de la Convención Americana, la Corte Interamericana es competente para conocer de cualquier caso relativo a la interpretación y aplicación de las disposiciones de la Convención que le sea sometido, siempre que los Estados partes en el caso hayan reconocido o reconozcan la competencia de la Corte.

10. La Corte es competente para conocer el presente caso. El Estado ratificó la Convención Americana el 25 de mayo de 1978 y aceptó la jurisdicción contenciosa de la Corte el 9 de marzo de 1987.

V. TRÁMITE ANTE LA COMISIÓN INTERAMERICANA

11. El 28 de enero de 2002, la Comisión recibió una petición presentada por el Centro

por la Justicia y el Derecho Internacional (en adelante “CEJIL”), el Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales de Guatemala (en adelante “ICCPG”) y el Instituto de Defensa Pública Penal de Guatemala (en adelante “IDPPG”) en contra de Guatemala, registrada bajo el número P50-2002.

12. El 30 de enero de 2002, de conformidad con lo establecido en los artículos 26 a 30 de su Reglamento, la Comisión inició la tramitación de la petición y solicitó al Estado la información pertinente, otorgando para ello un plazo de dos meses. En la misma comunicación, la CIDH solicitó al Estado la adopción de medidas cautelares en favor del señor Raxcacó Reyes a fin de preservar su vida hasta que se decidiera el fondo del asunto.

13. Mediante comunicación de fecha 21 de mayo de 2002, el Estado dio contestación a la denuncia y señaló que en su opinión no se estaba frente a un mal inminente ni se violentaba un

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derecho humano de forma arbitraria, por lo que una intervención de la Comisión a través de medidas cautelares resultaría desafortunada tomando en cuenta el desgaste que provocaría al sistema jurídico interno.

14. El 9 de octubre de 2002, en el marco de su 116° período de sesiones, la Comisión, luego del correspondiente análisis a luz de los requisitos establecidos en los artículos 31 y 37 de su Reglamento, aprobó el Informe No. 73/02 por medio del cual declaró admisible la petición en lo que respecta a las eventuales violaciones de los artículos 1(1), 2, 4, 5, 8 y 25 de la Convención2.

15. Mediante notas del 29 de octubre de 2003, la CIDH transmitió el informe a las

partes, otorgó un plazo de dos meses a los peticionarios para que presentaran sus observaciones adicionales sobre el fondo y, en cumplimiento de los artículos 38(2) y 41 del Reglamento, así como 48(1)(f) de la Convención, se puso a su disposición a fin de llegar a una solución amistosa. En la misma fecha, la Comisión indicó que el caso había sido registrado bajo el número 12.402.

16. El 2 de enero de 2003 los peticionarios presentaron sus observaciones adicionales sobre el fondo del caso, de conformidad al artículo 38(1) del Reglamento de la CIDH. Las partes pertinentes de dicho memorial fueron transmitidas al Estado mediante nota del 7 de enero de 2003, otorgándole un plazo de dos meses para la presentación de sus observaciones finales.

17. Mediante nota de 19 de marzo de 2003, el Estado presentó sus observaciones finales sobre el fondo del asunto.

18. El 8 de octubre de 2003, en el marco de su 118° período de sesiones, luego de

analizar las posiciones de las partes y el acervo probatorio aportado por las mismas, la Comisión aprobó el Informe número 49/03, según lo establecido en el artículo 50 de la Convención Americana y 42 de su Reglamento. En el informe en cuestión la CIDH concluyó que:

a. El Estado es responsable de la violación de los derechos de Ronald Raxcacó consagrados en los artículos 4(1), 5(1) 5(2), 8(1) y 25 conjuntamente con la violación del artículo 1(1) de la Convención Americana, por sentenciar a Ronald Raxcacó a una pena de muerte obligatoria. b. El Estado es responsable de la violación de los derechos de Ronald Raxcacó consagrados en el artículo 4(2) de la Convención, conjuntamente con la violación del artículo 1(1) de la misma por extender la pena de muerte a un delito para el cual no se aplicaba en el momento que Guatemala pasó a ser Parte de la Convención Americana. c. El Estado es responsable de la violación de los derechos de Ronald Raxcacó consagrados en el artículo 4(6) de la Convención, conjuntamente con la violación del artículo 1(1) de la misma, por no brindar a Ronald Raxcacó un derecho efectivo de solicitar la amnistía, el indulto o la conmutación de la sentencia. d. El Estado es responsable de la violación de los derechos de Ronald Raxcacó consagrados en el artículo 5(1) de la Convención Americana, conjuntamente con la violación del artículo 1(1) de la misma, por no respetar el derecho de Ronald Raxcacó a la integridad física, mental y moral, por confinarlo en condiciones de detención inhumanas.

2 Anexo 1.

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e. El Estado es responsable del incumplimiento de la obligación establecida en el artículo 2 de la Convención, conjuntamente con la violación del artículo 1(1) de la misma, por no adecuar su legislación a la Convención, en particular, por modificar el artículo 201 del Código Penal guatemalteco en contradicción a lo dispuesto en el artículo 4(2) de la Convención; y Recomendó a Guatemala que: 1. Otorgue a Ronald Raxcacó una reparación efectiva que incluya la conmutación de la pena. 2. Adopte las medidas legislativas y de otra índole necesarias para garantizar que no se imponga la pena de muerte en violación de los derechos y libertades garantizados por la Convención, incluidos los artículos 4, 5, 8, y 25 en particular, garantice que a ninguna persona le sea impuesta de manera obligatoria la pena de muerte en Guatemala. 3. Adopte las medidas legislativas y de otra índole que sean necesarias para garantizar la efectividad en Guatemala del derecho consagrado en el artículo 4(2) de la Convención Americana a que la pena de muerte no se aplique a delitos que no la contemplaban al momento del deposito de la ratificación de la Convención Americana por Guatemala, y adecue su legislación a dicho instrumento de conformidad con el artículo 2 del mismo. 4. Adopte las medidas legislativas y de otra índole que sean necesarias para garantizar la efectividad en Guatemala del derecho consagrado en el artículo 4(6) de la Convención Americana a solicitar la amnistía, el indulto o la conmutación de la sentencia. 5. Adopte las medidas legislativas y de otra índole que sean necesarias para garantizar la efectividad en Guatemala de los derechos a la integridad personas y a un trato humano, consagrados en los artículo 5(1) y 5(2) de la Convención Americana, en relación con las condiciones de detención de Ronald Raxcacó.

19. Mediante nota de fecha 18 de diciembre de 2003, transmitida vía fax el día 19 de

ese mismo mes y año, según constancia adjunta,3 la Comisión Interamericana, de conformidad con lo establecido en el artículo 43(2) de su Reglamento, transmitió el informe de fondo al Estado y le concedió un plazo de dos meses, contados a partir de la fecha de la transmisión de dicha comunicación, para que informara sobre las medidas adoptadas para cumplir con las recomendaciones formuladas en el mismo.

20. En virtud de lo dispuesto por el artículo 43(3) de su Reglamento, por nota de fecha 18 de diciembre de 2003, transmitida vía fax el día 19 de ese mismo mes y año, la Comisión notificó a los peticionarios la adopción del informe y su transmisión al Estado y les consultó su posición respecto del sometimiento del caso a la Corte Interamericana. El 16 de enero de 2004 los peticionarios solicitaron una prórroga al plazo anterior la cual fue conferida por el término de quince días. El 29 de enero de 2004, la Secretaría Ejecutiva de la CIDH recibió una comunicación de los peticionarios en la que, entre otras, solicitaron a la Comisión que en el supuesto de que el Estado de Guatemala no cumpliere con las recomendaciones formuladas en el Informe de Fondo, sometiera el presente a caso al conocimiento de la Corte.

3 Véase, Anexo 3.

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21. Mediante nota número M12-OEA-D.1.3 199-04 de fecha 19 de marzo de 2004, el

Estado solicitó a la Comisión la concesión de una prórroga para presentar sus observaciones al informe de fondo, misma que le fue otorgada por la Comisión el 19 de marzo de 2004, por el plazo de tres meses, hasta el 19 de junio de 2004.

22. El 8 de junio de 2004, el Estado de Guatemala solicitó mediante comunicación

número M12-OEA-D.1.3 397-04, una nueva prórroga a efectos de atender las recomendaciones formuladas por la Comisión en su informe de fondo. La prórroga en cuestión fue otorgada por la Comisión el 17 de junio de 2004, por un plazo de tres meses, contados a partir del 19 de junio de 2004, es decir, hasta el 19 de septiembre de 2004.

23. En ambas ocasiones en que solicitó prórrogas, el Estado aceptó en forma expresa e

irrevocable que la concesión de las mismas suspendía el plazo establecido en el artículo 51(1) de la Convención para elevar el caso a la Corte y renunció a oponer excepciones preliminares sobre esta materia.

24. El 21 de julio de 2004, el Estado presentó un informe en el cual manifiesta de modo

genérico que se están analizando e impulsando medidas legislativas para dirimir la situación de los condenados a la pena de muerte cuyos casos se encuentran al momento en conocimiento del Sistema Regional, pero no informó sobre el cumplimiento de las recomendaciones específicas contenidas en el informe 49/03.

25. Ante la falta de cumplimiento satisfactorio por parte del Estado de las

recomendaciones contenidas en el informe aprobado de acuerdo al artículo 50 de la Convención Americana, y de conformidad con lo dispuesto en los artículos 51(1) de la Convención y 44 de su Reglamento, el 17 de septiembre de 2004 la Comisión decidió someter el presente caso a la Corte. V.1 Medidas Provisionales

26. El 16 de agosto del 2004, la Comisión sometió a la Corte una solicitud de medidas provisionales, de conformidad con los artículos 63.2 de la Convención, 25 del Reglamento de la Corte y 74 del Reglamento de la Comisión, para preservar la vida e integridad física, entre otros, del señor Raxcacó Reyes, a fin de no obstaculizar sus casos ante el sistema interamericano.

27. El 30 de agosto de 2004, la Corte requirió al Estado la adopción de las medidas

necesarias para proteger la vida de, entre otros, el señor Raxcacó Reyes y dispuso los mecanismos respectivos de informes y comentarios del Estado, los representantes del beneficiario y la Comisión.

VI. FUNDAMENTOS DE HECHO

28. De la prueba documental que obra en el expediente del trámite ante la Comisión, la

cual fuera oportunamente trasladada al Estado, se desprende lo siguiente: 29. El niño Pedro Alberto de León Wug fue secuestrado a las 6:50 a.m. del día 5 de

agosto de 1997, cuando se encontraba en la parada del bus escolar con su madre, Yohana Lizet Wug de de León, por tres hombres armados que de manera violenta lo subieron a la parte trasera de una camioneta pick up roja. Los secuestradores, en reiteradas comunicaciones telefónicas, exigieron a la familia del niño la suma de un millón de quetzales para devolverlo.

30. El día 6 de agosto de 1997, el niño fue localizado y liberado por investigadores

adscritos a la Sección Antisecuestros y Extorsiones de la Policía Nacional Civil.

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31. Durante el operativo en cuestión fueron capturadas las siguientes personas: el señor Raxcacó Reyes, parte lesionada en el presente caso, Jorge Mario Murga Rodríguez, Carlos Manuel García Morales, Hugo Humberto Ruiz Fuentes y Olga Isabel Vicente. Todos ellos fueron puestos a disposición del Juez Segundo de Paz Penal del Municipio de Mixco, Departamento de Guatemala4.

32. Las personas referidas en el párrafo anterior fueron procesadas como responsables

del delito de secuestro, tipificado por el artículo 201 del Código Penal de Guatemala. 33. El 14 de mayo de 1999 el Tribunal Sexto de Sentencia Penal, Narcoactividad y

Delitos Contra el Ambiente de Guatemala dictó sentencia contra el señor Raxcacó Reyes, y los otros imputados, declarándolos “responsables del delito de plagio o secuestro en grado de autores directos”5. En consecuencia, al señor Raxcacó se le aplicó la sanción prevista por el artículo 201 del Código Penal reformado mediante Decreto Legislativo 81/96 de fecha 21 de octubre de 19966: la pena de muerte. La norma en referencia establece que

[a] los autores materiales o intelectuales del delito de plagio o secuestro de una o más personas con el propósito de lograr rescate, canje de personas o la toma de cualquier decisión contraria a la voluntad del secuestrado o con cualquiera otro propósito similar o igual, se les aplicará la pena de muerte, y cuando ésta no pueda ser impuesta, se aplicará prisión de veinticinco a cincuenta años. En este caso no se apreciará ninguna circunstancia atenuante. Los cómplices o encubridores serán sancionados con pena de veinte a cuarenta años de prisión7.

34. En la misma sentencia fueron condenados Carlos Manuel García Morales a cuarenta

años de prisión como autor del delito de secuestro y Olga Isabel Vicente a 20 años de prisión como cómplice del mismo delito.

35. Para el momento en que Guatemala ratificó la Convención Americana sobre

Derechos Humanos, el artículo 201 del Código Penal sancionaba con la pena de muerte los casos de secuestro, únicamente cuando al plagio hubiera seguido la muerte del secuestrado. Esta norma disponía que

[e]l plagio o secuestro de una persona con el objeto de lograr rescate, canje de terceras personas u otro ilícito de igual o análoga entidad, se castigará con la pena de ocho a quince años de prisión. Se impondrá la pena de muerte al responsable, cuando con motivo o en ocasión del plagio o secuestro, falleciera la persona secuestrada8.

36. Los acusados condenados a la pena de muerte, entre ellos el señor Raxcacó Reyes,

presentaron recursos de apelación especial contra la sentencia dictada el 14 de mayo de 1999 por el Tribunal de Sentencia, recursos que fueron declarados admisibles el 9 de julio de 1999.

37. El fundamento del recurso de apelación interpuesto por el Sr. Raxcacó era que el

Tribunal le había aplicado erróneamente la pena de muerte con base en una ley que viola el principio

4 Véase, Sentencia de 14 de mayo de 1999 proferida por el Tribunal Sexto de Sentencia Penal, Narcoactividad y

Delitos contra el Ambiente, Anexo 5.

5 Ibidem.

6 Se subraya el hecho de que Guatemala ratificó la Convención Americana el 25 de mayo de 1978 y aceptó la competencia contenciosa de la Corte Interamericana el 9 de marzo de 1987.

7 Véase, Reseña informal sobre el contenido del Decreto 81-96, Anexo 6.

8 Véase, Texto del artículo 201 del Código Penal antes de la reforma introducida en 1996, Decreto 17-73, Anexo 7.

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constitucional según el cual en materia de derechos humanos los tratados y convenios internacionales tienen preeminencia sobre el derecho ordinario interno9. Su pretensión elevada ante la Corte de Apelaciones consistía en que, conforme al artículo 46 de la Constitución de Guatemala10 y al artículo 4(2) de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, no se le aplicara la pena de muerte, toda vez que la pena debe ser proporcional al daño causado y no superior a éste.

38. Durante la audiencia pública de segunda instancia, la defensa del señor Raxcacó

Reyes, a cargo del licenciado Reyes Ovidio Girón Vásquez, explicó al tribunal ad quem que el tribunal de sentencia inobservó la ley al aplicar la pena de muerte pues el niño de León Wug, agraviado por el presunto plagio, no murió (supra, párrafo 30) y en consecuencia, también se quebrantó el principio de proporcionalidad de la pena, en violación de los artículos 3, 19 y 46 de la Constitución Política guatemalteca y 4(2) de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. En dicha oportunidad, el señor Raxcacó Reyes manifestó en su defensa que la sentencia que le fue impuesta no se ajustaba a la ley11.

39. Mediante sentencia de fecha 13 de septiembre de 1999, la Sala Cuarta de la Corte

de Apelaciones declaró improcedente la impugnación planteada por el señor Raxcacó Reyes contra la sentencia condenatoria. En cuanto a la supuesta inobservancia del artículo 4(2) de la Convención Americana o Pacto de San José, el fallo señala lo siguiente:

es tesis de éste Tribunal que el referido artículo del citado pacto, autoriza la aplicación de la pena de muerte en los delitos más graves, y en aquellos delitos que ya la hubieren tenido contemplada antes de que entrara en vigencia el Pacto de San José. Es notorio que el delito de Plagio o Secuestro ya tenía contemplada dicha pena, cuando falleciera la víctima, y esto desde la promulgación del Decreto 17-73 del Congreso de la República; y siendo que la Convención Americana de Derechos Humanos (sic) fue ratificada posteriormente, viniendo a ser ley para Guatemala a partir de la promulgación del Decreto 6-78 del Congreso de la República, entonces claramente se establece que el artículo 201 del Decreto 17-73 y sus reformas le es plenamente aplicable al caso que nos ocupa y no hay ninguna contravención, tampoco a lo estipulado en el artículo 46 de la Constitución Política de la República, pues no existe colisión entre la ley nacional y lo contemplado en el referido tratado de Derechos Humanos, motivo por el cual se concluye que el Tribunal de primer grado actuó correctamente y con fundamento a la ley vigente en el país, pues el delito que se juzga es de mucha gravedad y ya tenía contemplada la pena de muerte desde el año mil novecientos setenta y tres12.

40. Contra la sentencia del tribunal de apelación el señor Raxcacó Reyes y otros dos

coimputados presentaron sendos recursos de casación, los cuales fueron acumulados y declarados improcedentes por la Cámara Penal de la Corte Suprema de Justicia mediante sentencia de fecha 20 de julio de 2000.

41. La impugnación propuesta por el señor Raxcacó Reyes se basaba en que la sentencia

de la Corte de Apelaciones desconoció los artículos 3, 19 y 46 de la Constitución de Guatemala y

9 Véase, Sentencia del 13 de septiembre de 1999 de la Sala Cuarta de la Corte de Apelaciones de Guatemala,

Anexo 9.

10 La Constitución de Guatemala establece:

Artículo 46. Preeminencia del derecho internacional. Se establece el principio general de que en materia de derechos humanos, los tratados y convenciones aceptados y ratificados por Guatemala, tiene preeminencia sobre el derecho interno

11 Véase, Sentencia del 13 de septiembre de 1999 de la Sala Cuarta de la Corte de Apelaciones de Guatemala, Anexo 9.

12 Idem.

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del artículo 4º, inciso 2º de la Convención Americana al aplicar la extensión de la pena de muerte a delitos para los cuales la ley no la había previsto al momento en que Guatemala ratificó el referido instrumento13. La Cámara Penal de la Corte Suprema de Justicia no encontró contradicción alguna entre el texto reformado del artículo 201 del Código Penal y el artículo 46 de la Constitución “toda vez que la citada Convención impone límites en cuanto a que la aplicación de la pena de muerte no debe aplicarse a otros delitos que no la contemplen, a partir de su entrada en vigencia, y el delito de plagio o secuestro ya contemplaba dicha pena desde la entrada en vigencia del Código Penal, en mil novecientos setenta y tres”14.

42. El 28 de junio de 2001, la Corte de Constitucionalidad rechazó en única instancia un amparo propuesto por el señor Raxcacó Reyes el 25 de agosto de 2000 contra el fallo de la Corte Suprema de Justicia. En su decisión, la Corte de Constitucionalidad reconoció el valor del derecho internacional, así como el compromiso que tiene el Estado de Guatemala de observar y respetar lo dispuesto en dichos tratados, máxime cuando son de derechos humanos; interpretó el artículo 4(2) de la Convención Americana e, invocando la Opinión Consultiva OC-3/83 de la Corte, concluyó que es viable la aplicación de la pena de muerte para delitos calificados como graves, entre los cuales se encuentra el delito de secuestro. Asimismo, la Corte de Constitucionalidad declaró la compatibilidad de las diferentes reformas al artículo 201 del Código Penal con la Convención Americana. Por último, consideró que la aplicación por los tribunales guatemaltecos del artículo 201 reformado del Código Penal en el caso del señor Raxcacó Reyes, no violó el artículo 46 de la Constitución guatemalteca ni el artículo 4(2) de la Convención, “aún en el delito de plagio o secuestro no seguido de muerte de la víctima”15. De este modo, la vía ordinaria quedó agotada.

43. Mediante Decreto Legislativo 32/2000, de 1ro de junio de 2000, se derogó la Ley de

Indulto (Decreto 159 de la Asamblea Legislativa Nacional de fecha 19 de abril de 1892) que establecía el derecho al indulto y reglamentaba el recurso de gracia, procedimiento para hacer efectivo tal derecho, por lo que el señor Raxcacó Reyes se vio impedido para solicitar su indulto o la conmutación de la pena de acuerdo con lo dispuesto por el artículo 4(6) de la Convención Americana.

44. A partir del 14 de mayo de 1999, fecha en la que fue condenado a la pena de

muerte, el Señor Raxcacó se encuentra a la espera de la ejecución de la sentencia, confinado en un establecimiento de máxima seguridad, compartiendo una celda de 9 metros cuadrados con otras 3 personas, sin permitírseles salir al aire libre. Del área de la celda, 2 metros cuadrados son destinados a un patio, en el cual (por sus dimensiones) es imposible realizar ejercicio físico alguno. Tanto el Sr. Raxcacó como el resto de condenados a muerte padecen de afecciones relacionadas con la tensión de la espera de la ejecución, no obstante, no se les proporciona tratamiento médico adecuado, ni se les permite salir para citas hospitalarias. Las visitas de los condenados a muerte se limitan a dos horas semanales y se efectúan en el mismo pabellón, con muchas limitaciones físicas. Las comunicaciones telefónicas y la correspondencia son limitadas. La comida es escasa y de mala calidad. Solo se les provee de agua durante dos horas cada día. No se les proporciona implementos de limpieza personal y deben tomar su ducha en la misma celda.

13 Véase, Sentencia de fecha 20 de julio de 2000 emitida por la Corte Suprema de Justicia, Anexo 10.

14 Idem.

15 Véase, Sentencia del 28 de junio de 2001 de la Corte de Constitucionalidad, Anexo 11.

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VII. FUNDAMENTOS DE DERECHO A. Violación de los derechos consagrados en los artículos 4, 5, 8 y 25 de la Convención

a partir de la adopción y aplicación de la pena de muerte de imposición obligatoria

45. La pena de muerte obligatoria no ofrece distinciones racionales entre las personas que puedan haber cometido el mismo delito -en el caso actual, el delito de secuestro- en una gran variedad de circunstancias personales, y, por tanto, priva al delincuente de su vida sin reconocer que, como persona única, merece una consideración individual.

46. El artículo 201 del Código Penal guatemalteco vigente, en virtud del cual se impuso en forma obligatoria la pena de muerte al señor Raxcacó Reyes, dispone que el autor del delito de secuestro, independientemente del resultado de la acción ilícita, será sancionado con la pena capital, y solo por excepción, “cuando ésta no pueda ser impuesta, se aplicará prisión de veinticinco a cincuenta años”. Las excepciones a las que se refiere la norma son aquellas previstas por el artículo 43 del mismo Código Penal, que establece:

[…] no podrá imponerse la pena de muerte: 1. Por delitos políticos; 2. Cuando la condena se fundamente en presunciones; 3. A mujeres; 4. A varones mayores de setenta años; 5. A personas cuya extradición haya sido concedida bajo esa condición. 47. A su vez, el artículo 65 del Código Penal guatemalteco obliga al juzgador a analizar

una serie de factores además del delito al momento de imponer la sanción a los responsables: [e]l juez o tribunal determinará, en la sentencia, la pena que corresponda, dentro del máximo y el mínimo señalado por la ley, para cada delito, teniendo en cuenta la mayor o menor peligrosidad del culpable, los antecedentes personales de éste y de la víctima, el móvil del delito, la extensión e intensidad del daño causado y las circunstancias atenuantes y agravantes que concurran en el hecho apreciadas tanto por su número como por su entidad o importancia. El juez o tribunal deberá consignar, expresamente, los extremos a que se refiere el párrafo que antecede y que ha considerado determinantes para regular la pena. (énfasis añadido)

La norma en cuestión resulta definitivamente inaplicable a los delitos de secuestro, en razón de la redacción actual del artículo que prescribe sanción única.

48. Lo anterior significa que, conforme a la legislación guatemalteca, una vez establecida

la autoría en un delito de secuestro, el tribunal no puede valorar circunstancia atenuante alguna con el propósito de graduar la pena. La legislación tal como está redactada obliga al juzgador, en este caso el tribunal de sentencia, a imponer la pena sobre la base única de la categoría de delito del que se considera responsable al acusado.

49. En el caso particular del señor Raxcacó, las circunstancias de excepción que

hubieran permitido la aplicación de una pena alternativa a la de muerte no operan, mientras que las circunstancias particulares del hecho y del acusado jamás llegaron a considerarse. Una vez que el tribunal de sentencia lo encontró responsable del delito de secuestro, le impuso de manera directa la pena de muerte, según lo prescrito por el ordenamiento jurídico interno.

50. El leguaje empleado por el tribunal de sentencia en el fallo revela el carácter

automático de la aplicación de la pena en el caso de plagio o secuestro. En efecto, en el punto resolutivo VII de la sentencia del 14 de mayo de 1999, referente a los señores Raxcacó Reyes, Ruiz Fuentes y Murga Rodríguez, el tribunal de sentencia, declaró: “por unanimidad y como consecuencia a la infracción de la norma penal, se les impone la pena de muerte”.

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51. La prohibición de la privación arbitraria de la vida consagrada en el artículo 4(1) de la Convención debe interpretarse en el sentido de que permite la aplicación de la pena de muerte únicamente a través de sentencias individualizadas en las que la autoridad que dicta la sentencia tiene discreción para considerar las posibles circunstancias atenuantes del delincuente y del delito para determinar si la pena de muerte es un castigo adecuado. Estos factores deben incluir el carácter y los antecedentes del delincuente, factores subjetivos que pudieran haber motivado su conducta, la forma de ejecución del delito en particular y la posibilidad de reforma y readaptación social del delincuente, como lo establecen los principios y normas legislativas y judiciales. Además, el ejercicio de la discreción debe estar sujeto a una revisión judicial efectiva. Este criterio es congruente con los principios interpretativos que deben informar la interpretación del artículo 4 de la Convención, así como la interpretación restringida que los órganos internacionales han acordado a las disposiciones contractuales sobre la pena capital. Esto incluye en particular la opinión de la Corte de que el artículo 4 de la Convención debe interpretarse en el sentido de que “adopta las disposiciones requeridas para limitar definitivamente su aplicación y su ámbito, de modo que éste se vaya reduciendo hasta su supresión final”16.

52. La Comisión ha evaluado el carácter obligatorio de la pena de muerte establecido en

diversas legislaciones de la región,17 a la luz del artículo 4 (derecho a la vida), el artículo 5 (derecho a la integridad personal), el artículo 8 (garantías judiciales) y el artículo 25 (protección judicial) de la Convención y los principios en que se fundan estas disposiciones. También ha considerado la pena de muerte de imposición obligatoria teniendo en cuenta los criterios establecidos por otras jurisdicciones internacionales y nacionales en la medida en que dichos criterios pueden ilustrar las normas convencionales aplicables, como hará a continuación18.

53. La Comisión entiende que los órganos supervisores de los instrumentos internacionales de derechos humanos han sometido las disposiciones sobre pena de muerte a una interpretación restrictiva para asegurar que la ley controle y limite taxativamente las circunstancias en que las autoridades de un Estado pueden privar de la vida a una persona. Esto incluye el cumplimiento estricto de las normas del debido proceso19.

54. La Corte Europea de Derechos Humanos ha declarado en forma terminante que

aunque en principio la pena de muerte es permisible bajo el artículo 2 de la Convención Europea (equivalente al artículo 4 de la Convención Americana), una privación arbitraria de la vida a partir de la aplicación de la pena capital está prohibida, entendiendo que tal principio surge del texto mismo de la Convención cuando estipula que el derecho de toda persona a la vida deberá estar protegido por la ley20.

16 Corte I.D.H., Restricciones a la Pena de Muerte (arts. 4.2 y 4.4 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Opinión Consultiva OC-3/83 del 8 de septiembre de 1983. Serie A No. 3, párr. 57.

17 CIDH, Informe Nº 38/00, Rudolph Baptiste, Caso 11.743, Grenada, Informe Anual de la CIDH 1999, pág. 721; Informe Nº 41/00, Desmond McKenzie y otros, Caso 12.023, Jamaica, párr. 220; Informe Nº 48/01, Michel Edwards y otros, Caso 12.067, Bahamas, párrs. 117 – 165.

18 En tal sentido el artículo 29 de la Convención establece que ninguna disposición del tratado puede ser interpretada en el sentido de limitar el goce y ejercicio de cualquier derecho o libertad que pueda estar reconocido de acuerdo con las leyes de cualquiera de los Estados partes o de acuerdo con otro instrumento internacional en que sea parte uno de dichos Estados, ni excluir o limitar el efecto que puedan producir la Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre y otros actos internacionales de la misma naturaleza.

19 Véase, CIDH, McKenzie y otros, supra, párr. 186-187; Edwars, supra, párr. 109; CIDH; y análogamente Martínez Villarreal, supra, párr. 52, y Baptiste, supra, párrs. 74 y 75. Véase también, HRC, Anthonyy McLeood c. Jamaica, Comunicación Nº 734/1997, ONU Doc. CCPR/C/62/734/1997; y Corte I.D.H., Restricciones a la Pena de Muerte (arts. 4.2 y 4.4 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Opinión Consultiva OC-3/83 del 8 de septiembre de 1983. Serie A No. 3, párrs. 52 y 54.

20 Véase, ECHR, Case of Ocalan v. Turkey, Judgment of 12 march 2003, consultado en www.echr.coe.int al 16 de septiembre de 2004, párr. 202.

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55. El mismo tribunal ha establecido que en todos los casos en que la pena de muerte sea impuesta, las circunstancias personales de la persona condenada, las condiciones de detención mientras espera la ejecución y la duración de la detención anterior a la ejecución son ejemplos de factores capaces de obligar a un análisis de la sanción bajo el artículo 3 de la Convención Europea (equivalente al artículo 5 de la Convención Americana)21.

56. En el ámbito del sistema universal varios pronunciamientos resultan ilustrativos, por

ejemplo, en el caso Lubuto contra Zambia22, en que el recurrente había recibido una sentencia de muerte obligatoria por robo a mano armada, el Comité de Derechos Humanos de la ONU, pese a no llegar a la conclusión de que las sentencias de muerte obligatorias contravenían per se el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (en adelante “PIDCP”), reconoció que la inexistencia de discreción de parte de la autoridad que dictaba la sentencia para considerar las circunstancias particulares del delito en la determinación de si la pena de muerte era el castigo adecuado, podría contravenir condiciones prescritas internacionalmente para aplicar la pena de muerte, en este caso, los requisitos dispuestos por el artículo 6(2) del PIDCP de que la pena de muerte se imponga “únicamente por los más graves delitos.” El Comité concluyó que

[p]uesto que en este caso el uso de armas de fuego no produjo la muerte ni la lesión de persona alguna y que la Corte no pudo tener legalmente en cuenta estos elementos al imponer la sentencia, el Comité opina que la imposición obligatoria de la sentencia de muerte en estas circunstancias es violatoria del inciso 2 del artículo 6 del Pacto. 57. En cambio, en el caso Thompson contra San Vicente y Las Granadinas23, el Comité

de Derechos Humanos declaró en forma expresa que: [l]a preceptiva imposición de la pena de muerte conforme al derecho del Estado Parte se funda únicamente en el tipo de delito del que se ha declarado culpable al autor, sin tener en cuenta las circunstancias personales del acusado o aquellas en las que se cometió el delito [...] El Comité estima que ese sistema de condena preceptiva a la pena capital privaría al individuo del más fundamental de los derechos, el derecho a la vida, sin tomar en consideración si esta forma excepcional de castigo es apropiada en las circunstancias del caso. 58. Esta opinión fue ratificada posteriormente en la decisión del caso Kennedy contra

Trinidad y Tobago, donde el Comité señaló que el "régimen de obligatoriedad de la pena capital obligatoria privaría al autor de su derecho a la vida, sin entrar a considerar si, en las circunstancias particulares del caso, esta forma excepcional de castigo es compatible con las disposiciones del Pacto"24.

59. En esta misma línea, el Comité de Derechos Humanos de la Organización de

Naciones Unidas ha manifestado que del artículo 6 (incisos del 2 al 6) del PIDCP se desprende que los Estados partes están obligados a limitar el uso de la pena de muerte y, particularmente, a abolirla para los crímenes que no sean los más serios, a efectos de lo cual estos deben considerar la posibilidad de revisar sus leyes penales25.

21 Véase, ECHR, Case of G.B. v. Bulgaria, Judgment of 11 march 2004, consultado en www.echr.coe.int al 16 de

septiembre de 2004, párr. 73.

22 HRC, Lubuto c. Zambia (Comunicación No. 390/1990), UN Doc. CCPR/C/55/D/390/1990/Rev.1, (octubre de 1995), párr. 7.2.

23 HRC, Thompson c. San Vicente y Las Granadinas (Comunicación No. 806/1998), UN Doc. CCPR/C/70/D/806/1998, (5 de diciembre de 2000), párr. 8.2.

24 HRC, Kennedy c. Trinidad y Tobago (Comunicación No. 845/1999), UN Doc. CCPR/C/74/D/845/1999, (28 de marzo de 2002), párr. 7.3.

25 HRC, Comentario General No. 6, párr. 6.

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60. En sus observaciones finales al último informe periódico presentado por el Gobierno de Guatemala, el Comité señaló en forma expresa, su

preocupación por la aplicación de la pena de muerte y en particular la ampliación del número de delitos susceptibles de ser castigados con dicha pena, habiéndose extendido ésta al secuestro sin resultado de muerte, en contravención de lo dispuesto en el Pacto. El Estado Parte debe limitar la aplicación de la pena de muerte a los delitos más graves, y restringir el número de delitos susceptibles de ser castigados con dicha pena de conformidad con el párrafo 2 del artículo 6 del Pacto. Se invita al Estado Parte a que vaya hacia la abolición total de la pena de muerte26. 61. También en el ámbito de la ONU, el Relator Especial sobre Ejecuciones

Extrajudiciales, Sumarias o Arbitrarias, ha sugerido en términos más generales que la aplicación de las normas del debido proceso a las actuaciones vinculadas a la pena de muerte exige, entre otras cosas, que, al imponerse la sentencia, se tengan en cuenta todos los factores atenuantes:

[e]l proceso que dé lugar a la imposición de la pena capital debe conformarse con las más estrictas normas de independencia, competencia, objetividad e imparcialidad de los jueces y jurados. Todos los acusados en casos de delitos pasibles de la pena capital deben tener acceso a las máximas garantías de una defensa adecuada en todas las etapas del proceso, incluida la asistencia letrada adecuada financiada por el Estado, a cargo de abogados defensores competentes. Debe presumirse la inocencia de los acusados hasta que se haya probado su culpabilidad sin que exista lugar para una duda razonable, en aplicación de las normas más estrictas para la recolección y evaluación de pruebas. Deben tenerse en cuenta todos los factores atenuantes. Se debe garantizar que en el proceso se pueden examinar los aspectos de hecho y de derecho del caso ante un tribunal superior integrado por jueces que no sean los que entendieron en el caso en primera instancia. Además, debe garantizarse el derecho del acusado a solicitar indulto, conmutación de la sentencia o clemencia27.

62. Con respecto a las normas para el pronunciamiento de sentencias a nivel internacional y en términos más generales, el Tribunal Penal Internacional para la ex-Yugoslavia ofrece uno de los ejemplos más recientes de un tribunal internacional que determina violaciones graves del derecho humanitario internacional. Si bien la pena impuesta por el Tribunal se limita a la penitenciaría, el Estatuto que rige las actuaciones del Tribunal establece específicamente que “al imponer la sentencia, la Sala encargada del juicio debe tener en cuenta aspectos tales como la gravedad del delito y las circunstancias individuales del condenado”28. 63. Ahora, la Comisión analizará el tema desde el punto de vista de las jurisdicciones nacionales de diversos Estados que aplican la pena de muerte: 64. Las cortes superiores de algunos Estados de derecho común que, al menos hasta hace poco, mantenían la pena de muerte, han considerado análogamente que la imposición racional y humana de la pena de muerte exige una discreción orientada de parte de la autoridad que dicta la

26 HRC, Observaciones finales del Comité de Derechos Humanos: Guatemala, 27 de agosto de 2001,

CCPR/CO/72/GTM, párr. 17.

27 Informe del Relator Especial de la ONU sobre Ejecuciones Extrajudiciales, Sumarias o Arbitrarias, Sr. Bacre Waly Ndiaye, presentado de acuerdo con la Resolución 1994/82, Convención de Derechos Humanos, Cuestión de la Violación de los Derechos Humanos y Libertades Fundamentales en cualquier parte del mundo, con referencia particular a los países y territorios coloniales y otros países y territorios dependientes, UN Doc E/CN.4/1995/61 (14 de diciembre de 1994) (en adelante, el “Informe Ndiaye”), párr. 377.

28 Estatuto del Tribunal Penal Internacional para la Ex-Yugoslavia, Anexo al Informe del Secretario General de conformidad con el Párr. 2 de la Resolución del Consejo de Seguridad 808, UN Doc S/25704/Add.1/Corr.1 (1993), Art.24. Véase, análogamente, el Estatuto del Tribunal Penal Internacional para Rwanda, Anexo a la Resolución 955 del Consejo de Seguridad, ONU, SCOR, 49º. Período de Sesiones, Sesión 3453, UN Doc S/RES/955 (1994), artículo 23.

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sentencia para considerar las circunstancias atenuantes de los delincuentes y los delitos individuales. La Suprema Corte de los Estados Unidos, en el caso Woodson contra el Estado de Carolina del Norte29 llegó a la conclusión de que la aplicación obligatoria de la sentencia de muerte en los casos de asesinato con premeditación y alevosía, prevista en la legislación de Carolina del Norte, violaba la octava y la decimocuarta Enmiendas. En dicho caso, la Corte también comprobó que la pena de muerte obligatoria no permitía la consideración particular de aspectos relevantes del carácter y los antecedentes de cada condenado antes de imponerle la sentencia de muerte, por lo cual, era incongruente con el respeto fundamental a la humanidad que informaba la prohibición de castigos crueles e inusuales. 65. En el caso del Estado contra Makwanyane y McHunu30, la Corte Constitucional de la República de Sudáfrica estableció que:

[l]a Corte debe identificar los factores atenuantes y agravantes, teniendo en cuenta que recae en el Estado la carga de probar más allá de toda duda razonable la existencia de factores agravantes, y denegar más allá de toda duda razonable la existencia de los factores atenuantes que pueda esgrimir el acusado. Debe prestarse la debida atención a las circunstancias personales y a los factores subjetivos que pudieran haber incidido en la conducta del acusado y estos factores deben ponderarse con los objetos principales del castigo, que se ha sostenido son: la disuasión, prevención, reforma y el justo castigo. En este proceso “todo aspecto relevante debe merecer el más escrupuloso cuidado y atención” y la sentencia de muerte sólo debe imponerse en los casos más excepcionales, en los que no existen perspectivas razonables de reforma y el objeto del castigo no pueda alcanzarse debidamente con otra sentencia.

66. De igual modo, en el caso Bachan Singh contra el Estado de Punjab31, la Corte Suprema de Justicia de la India señaló que una preocupación real y permanente por la dignidad de la vida humana, que postula la resistencia a privar de la vida mediante el instrumento de la ley: "[n]o se debe proceder así sino en los casos más excepcionales y cuando es incuestionable que no existe alternativa." 67. En resumen, la experiencia de otras jurisdicciones internacionales y nacionales sugiere que la discrecionalidad guiada de parte de las autoridades que pronuncian las sentencias para considerar las posibles circunstancias atenuantes de los delincuentes y los delitos es una de las condiciones previas necesarias para la imposición de una pena capital en forma humana y no arbitraria. Queda determinado que estas circunstancias atenuantes incluyen el carácter y los antecedentes del delincuente, los factores subjetivos que pudieran haber incidido en su comportamiento, el designio y la forma en que se ejecutó el delito en particular y la posibilidad de reforma y readaptación social del delincuente.

68. Lo analizado en los párrafos anteriores demuestra además, que ha sido generalmente reconocido, que la pena de muerte es una forma de castigo que difiere en sustancia y en grado de otros medios de sanción. Es la forma absoluta de castigo que resulta en la afectación del más valioso de los derechos, el derecho a la vida, y, una vez implementado, es irrevocable e irreparable y, en consecuencia, el hecho de que la pena de muerte sea un castigo excepcional también debe ser reconocido en la interpretación del artículo 4 de la Convención Americana32.

29 49 L Ed 944.

30 Nº CCT/3/94, Sentencia del 6 de junio de 1995 (traducción de la CIDH).

31 (1980) 2 S.C.C. 475

32 CIDH, Caso Rudoph Baptiste, supra, 740-763; CIDH, Caso McKenzie y otros, supra, párr. 188, donde se cita, entre otros, a Woodson c. Carolina del Norte 49 L Ed 2d 944, 961.

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69. A continuación, la Comisión analizará la jurisprudencia de mayor relevancia para el caso concreto: la elaborada por la propia Corte sobre pena de muerte.

70. En primer lugar es necesario recordar que aún cuando la Convención no prohíbe

expresamente la aplicación de la pena de muerte, la Corte ha afirmado que las normas convencionales sobre ésta deben interpretarse en el sentido de “limitar definitivamente su aplicación y su ámbito, de modo que éste se vaya reduciendo hasta su supresión final”33.

71. En virtud de la orientación general que acoge el artículo 4 de la Convención Americana, si se analiza como un todo, la Corte ha establecido que

[q]uedan […] definidos tres grupos de limitaciones para la pena de muerte en los países que no han resuelto su abolición. En primer lugar, la imposición o aplicación de dicha pena está sujeta al cumplimiento de reglas procesales cuyo respeto debe vigilarse y exigirse de modo estricto. En segundo lugar, su ámbito de aplicación debe reducirse al de los más graves delitos comunes y no conexos con delitos políticos. Por último, es preciso atender a ciertas consideraciones propias de la persona del reo, las cuales pueden excluir la imposición o aplicación de la pena capital34. 72. Asimismo, es importante tener en cuenta que la lucha de los Estados contra el delito

debe desarrollarse con pleno respeto a los derechos humanos de las personas sometidas a su jurisdicción, y de conformidad con los tratados aplicables35.

73. La aplicación de la pena de muerte de manera automática y genérica puede presentar

diversos órdenes de gravedad. Al respecto, la Corte consideró en ocasión anterior que una ley impedía al juez considerar circunstancias básicas en la determinación del grado de culpabilidad y en la individualización de la pena, dando lugar a la imposición indiscriminada de una misma sanción para conductas que pueden ser muy diferentes entre sí. A juicio de la Corte cuando se encuentra en juego el bien jurídico de la vida humana, esta aplicación indiscriminada de la pena, constituye una arbitrariedad en los términos del artículo 4(1) de la Convención36.

74. Una de las formas que puede asumir la privación arbitraria de la vida, en los términos

de la prohibición del artículo 4(1) de la Convención, es la que se configura cuando, en los países en que aún existe la pena de muerte, ésta se utiliza para castigar delitos que no presentan las características de máxima gravedad37.

75. Para completar el análisis precedente resulta ilustrativo referirse al peritaje rendido

ante la Corte Interamericana por Scharlette Holdman en el trámite del caso Hilaire, Constantine y Benjamin y otros, en el sentido de que

33 Corte I.D.H., Caso Hilaire, Constantine y Benjamin y otros. Sentencia de 21 de junio de 2002, Serie C Nº 94,

párr. 99; y Corte I.D.H., Restricciones a la Pena de Muerte (arts. 4.2 y 4.4 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Opinión Consultiva OC-3/83 del 8 de septiembre de 1983. Serie A No. 3, párr. 57.

34 Corte I.D.H., Caso Hilaire, Constantine y Benjamin y otros. Sentencia de 21 de junio de 2002, Serie C Nº 94, párr. 100; y Restricciones a la Pena de Muerte (arts. 4.2 y 4.4 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Opinión Consultiva OC-3/83 del 8 de septiembre de 1983. Serie A No. 3, párr. 55.

35 Corte I.D.H., Caso Hilaire, Constantine y Benjamin y otros. Sentencia de 21 de junio de 2002, Serie C Nº 94, párr. 101.

36 Corte I.D.H., Caso Hilaire, Constantine y Benjamin y otros. Sentencia de 21 de junio de 2002, Serie C Nº 94, párr. 103.

37 Corte I.D.H., Caso Hilaire, Constantine y Benjamin y otros. Sentencia de 21 de junio de 2002, Serie C Nº 94, párr. 106.

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[e]l enfoque de la atenuación intenta establecer el alcance de la responsabilidad individual en la ejecución de ciertas conductas, analizando aspectos del delincuente como el historial familiar, déficit neurológico, incapacidad de desarrollo físico y mental, enfermedades médicas y psiquiátricas, retardo mental, funcionamiento intelectual, influencias étnicas y culturales, situación de pobreza extrema, ambiente comunitario, maltrato infantil, carácter y edad cronológica, entre otros. [...] Las teorías de la atenuación se basan en el respeto por la singularidad del individuo y exigen que se estudien el carácter y el récord del ofensor, ya que ello minimiza el riesgo de que la pena de muerte se imponga sin tomar en cuenta factores que puedan llevar a aplicar una pena menos severa38.

76. En definitiva, para que la imposición de la pena de muerte sea congruente con los

artículos 4, 5, 8 y 25 de la Convención, es necesario un mecanismo efectivo por el cual el acusado pueda presentar descargos y pruebas ante el Tribunal que pronuncia la sentencia acerca de si la pena de muerte es un castigo permisible y apropiado en las circunstancias de su caso. Esto incluye, aunque no se limita a ello, argumentos y pruebas en cuanto a si algunos de los factores incorporados en el artículo 4 de la Convención podrían prohibir la imposición de la pena de muerte.

77. En conclusión, al imponer la pena de muerte obligatoria al señor Raxcacó Reyes, el

Estado guatemalteco violó su derecho a no ser privado arbitrariamente de la vida, consagrado en el artículo 4(1) de la Convención.

78. Asimismo, al sentenciar al señor Raxcacó Reyes a una pena de muerte obligatoria sin considerar sus circunstancias individuales, ha violado sus derechos a la integridad física, psíquica y moral, en contravención del artículo 5(1) de la Convención, y lo ha sometido a un castigo o tratamiento cruel, inhumano o degradante, en violación del artículo 5(2). El respeto esencial por la dignidad del individuo que informa el artículo 5(1) y (2) de la Convención no puede conciliarse con un sistema que priva al individuo de sus derechos más fundamentales, como el derecho a la vida, sin considerar si esta forma excepcional de castigo es adecuada a las circunstancias de su caso. La determinación de la pena de muerte obligatoria como privación arbitraria de la vida refuerza su caracterización de castigo o trato cruel, inhumano y degradante, contrario, por tanto, al artículo 5(2) de la Convención.

79. De igual modo, el Estado ha violado el artículo 8(1) de la Convención en

concordancia con el artículo 4 del tratado, al imponer de manera obligatoria la pena de muerte al señor Raxcacó Reyes, negándole la oportunidad de presentar argumentos y pruebas ante el tribunal de primera instancia respecto a si su condena ameritaba la pena de muerte, y al impedir que el tribunal de segunda instancia revisara la pertenencia de la aplicación de dicha pena.

80. Finalmente, el Estado ha violado el artículo 25 de la Convención, toda vez que los recursos previstos en la ley para impugnar la imposición obligatoria de la pena de muerte no son capaces de producir el resultado para el cual han sido creados. Una vez impuesta de manera obligatoria la sanción capital, lo único que puede hacer un tribunal superior es determinar si el acusado fue hallado culpable de un delito para el cual la sanción de la pena de muerte era obligatoria. El carácter obligatorio de la sanción impide que un tribunal de alzada considere si la pena de muerte era el castigo adecuado a las condiciones personales del procesado y a las circunstancias particulares del caso, así como a la proporcionalidad entre el delito y el castigo.

81. Por estas consideraciones, la Comisión solicita a la Corte que declare que en este

caso, al imponer la pena de muerte obligatoria, el Estado de Guatemala violó los derechos del señor

38 Corte I.D.H., Caso Hilaire, Constantine y Benjamin y otros. Sentencia de 21 de junio de 2002, Serie C Nº 94,

párr. 76(c).

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Raxcacó Reyes establecidos en los artículos 4(1), 5(1), 5(2), 8(1) y 25 de la Convención Americana, en relación con la obligación general de respeto y garantía que estipula el artículo 1(1) del tratado.

B. Violación del artículo 4(2) de la Convención Americana al extender la aplicación de la

pena de muerte a delitos para los cuales la ley no la contemplaba al momento en que el Estado ratificó dicho instrumento

82. El artículo 4(2) de la Convención Americana establece que: [e]n los países que no han abolido la pena de muerte, ésta sólo podrá imponerse por los delitos más graves, en cumplimiento de sentencia ejecutoriada de tribunal competente de conformidad con una ley que establezca tal pena, dictada con anterioridad a la comisión del delito. Tampoco se extenderá su aplicación a delitos a los cuales no se aplique actualmente. 83. La norma en cuestión constituye un límite a la aplicación de la pena de muerte al

establecer la prohibición absoluta de extender en el futuro la aplicación de la pena de muerte.39 Al interpretar dicho precepto convencional la Corte Interamericana, de conformidad con el principio de buena fe consagrado en el artículo 31(1) de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados, advirtió que

no es posible albergar duda alguna respecto de la prohibición absoluta contenida en esa disposición, según la cual ninguno de los Estados Partes puede disponer la aplicación de la pena de muerte respecto de delitos para los cuales no estuviese contemplada previamente por su legislación interna40.

84. El artículo 201 del Código Penal vigente al 25 de mayo de 1978, fecha en la que el

Estado depositó el instrumento de ratificación de la Convención Americana, establecía la pena de muerte como sanción para el delito de plagio o secuestro únicamente en el evento de que la persona secuestrada perdiera la vida, mientras que la misma conducta típica sin resultado de muerte era sancionada con una pena privativa de la libertad.

85. Según fue explicado en una sección anterior, el artículo 201 adoptado mediante

Decreto Legislativo número 17 de 1973 textualmente señalaba:

Artículo 201. (Plagio o secuestro) El plagio o secuestro de una persona con el objeto de lograr rescate, canje de terceras personas u otro ilícito de igual o análoga entidad, se castigará con la pena de ocho a quince años de prisión. Se impondrá la pena de muerte al responsable, cuando con motivo o en ocasión del plagio o secuestro, falleciera la persona secuestrada. 86. La norma en cuestión fue modificada en 1994, 1995 y 1996 extendiendo la pena de

muerte a conductas constitutivas de secuestro que al momento de la ratificación de la Convención Americana no la tenían prevista41. La primera reforma introducida mediante Decreto Legislativo 38/94 prescribía la pena de muerte para el caso de que el secuestrado fuera una persona menor de 12 años o mayor de 60, y cuando el secuestrado falleciera o resultara con lesiones graves o

39 Corte I.D.H., Restricciones a la Pena de Muerte (arts. 4.2 y 4.4 Convención Americana sobre Derechos

Humanos). Opinión Consultiva OC-3/83 del 8 de septiembre de 1983. Serie A No. 3, párr. 68.

40 Idem, párr. 59.

41 Véanse, copias de los Decretos 38-94 y 14-95 que obran en el Anexo 8, así como la del Decreto 81-96 que consta en el Anexo 6. Asimismo, véase, Misión para la Verificación de los Acuerdos de Paz en Guatemala (MINUGUA), Informe Situación de la pena de muerte, mayo de 2002.

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gravísimas o con traumas psíquicos o psicológicos permanentes a consecuencia del plagio.42 En caso de arrepentimiento del autor del delito, la norma contemplaba el beneficio de atenuación de la pena.

87. La segunda reforma se introdujo mediante Decreto Legislativo 14/95, que establecía

la pena de muerte cuando por motivo o con ocasión del plagio, el secuestrado perdiera la vida, excluyendo todas las causales de atenuación de la pena43.

88. La tercera reforma, realizada mediante el Decreto Legislativo 81/96 vigente en

Guatemala desde el 21 de Octubre de 1996, prescribe la pena de muerte como única sanción aplicable al delito de secuestro, en todas sus modalidades.

89. A través de la modificación del artículo 201 del Código Penal y de otras

disposiciones del mismo cuerpo legal, el Estado guatemalteco amplió el catálogo de conductas sancionables con la pena de muerte, lo que implica una violación al artículo 4(2) de la Convención al permitir la imposición de dicha pena a delitos para los que no estaba prevista al momento en que Guatemala ratificó el instrumento.

90. Como se ha dicho, la Corte ha interpretado la norma en cuestión reconociendo la

tendencia abolicionista que traza, en virtud de la cual cualquier ampliación al catálogo de delitos sancionados con la pena de muerte está absolutamente prohibida44:

[e]n efecto, según el artículo 4.2 in fine, " tampoco se extenderá su aplicación a delitos a los cuales no se la aplique actualmente " y, según el artículo 4.3, " no se restablecerá la pena de muerte en los Estados que la han abolido". No se trata ya de rodear de condiciones rigurosas la excepcional imposición o aplicación de la pena de muerte, sino de ponerle un límite definitivo, a través de un proceso progresivo e irreversible destinado a cumplirse tanto en los países que no han resuelto aún abolirla, como en aquellos que sí han tomado esa determinación. En el primer caso, si bien la Convención no llega a la supresión de la pena de muerte, sí prohíben que se extienda su uso y que se imponga respecto a delitos para los cuales no estaba prevista anteriormente. Se impide así cualquier expansión en la lista de crímenes castigados con esa pena45.

91. Las autoridades judiciales que tramitaron y decidieron el proceso contra el señor

Raxcacó Reyes, consideraron que la redacción actual del artículo 201 del Código Penal no contraviene la Convención Americana toda vez que antes de su entrada en vigencia, el delito de plagio o secuestro ya estaba sancionado con la pena de muerte. En particular la Corte de Constitucionalidad advirtió en su sentencia del 28 de junio de 2002 que el delito de plagio o secuestro, entendido como un mismo delito del cual no se han derivado otras conductas que pudieran tipificar ilícitos penales distintos a éste, pues las acciones que se comentan con ocasión al

42 El artículo 201 previsto en el Decreto 38/94 establecía:

El plagio o secuestro de una persona con el objeto de lograr rescate, remuneración, canje de terceras personas, así como cualquier otro propósito ilícito o lucrativo de iguales o análogas características e identidad se castigará con la pena de veinticinco a treinta años de prisión.

43 El artículo 201 previsto en el Decreto 14/95 establecía:

El plagio o secuestro de una persona con el objeto de lograr rescate, canje de terceras personas u otro propósito ilícito de igual o análoga entidad, se castigará con la pena de ocho a quince años de prisión.

Se impondrá la pena de muerte al responsable, cuando con motivo u ocasión del plagio o secuestro, falleciere la persona secuestrada.

44 Corte I.D.H., Restricciones a la Pena de Muerte (arts. 4.2 y 4.4 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Opinión Consultiva OC-3/83 del 8 de septiembre de 1983. Serie A No. 3, párrs. 56-59.

45 Ibidem, párr. 56.

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mismo podrían constituir circunstancias agravantes o atenuantes de la responsabilidad, ha contemplado la pena de muerte para los autores directos de una fecha anterior a la entrada en vigencia de la Convención. En relación con el alcance de las reformas al régimen sustantivo penal, la Corte de Constitucionalidad señaló expresamente:

lo que el legislador ha realizado en las reformas antes citadas, es extender la aplicación de la pena – en este caso de muerte – atendiendo al criterio de autoría de las personas que cometen el delito de secuestro, extensión que no prohíbe la Convención en su artículo 4 numeral 2, por tratarse de un mismo delito y no extenderse la aplicación de dicha pena a otros ilícitos penales que en la fecha de inicio de la vigencia de dicha Convención no tuvieren contemplada dicha pena.

92. Ahora bien, para establecer si el delito sancionado con la pena de muerte antes de la

entrada en vigencia de la Convención corresponde a aquel cuya pena fue aplicada al señor Raxcacó Reyes, se debe determinar, más allá de consideraciones semánticas, cuál es la conducta humana que se sanciona en cada uno de los regímenes penales y cuáles son los bienes jurídicos que se protegen en cada tipo penal.

93. Resulta evidente para la Comisión que mientras el bien jurídico protegido en el régimen penal vigente para el año 1973 era la vida del plagiado, cuya violación era sancionable con la pena de muerte, bajo la reforma del año 1996 el bien jurídico tutelado es la libertad del plagiado. Por lo tanto no resulta razonable concluir, como hicieron las autoridades guatemaltecas, que ambos textos describen un mismo tipo penal, aun cuando ambas infracciones aparezcan bajo una misma nomenclatura.

94. La Comisión observa que en mayo 25 de 1978, fecha en la que fue depositado el instrumento de ratificación de la Convención Americana por el Estado, el delito de secuestro sin resultado de la muerte de la víctima era sancionado con una pena de 8 a 15 años de prisión. De tal suerte que, en el caso concreto del niño de León Wug, liberado ileso, la máxima sanción que hubiera recibido el señor Raxcacó Reyes hubiera sido 15 años de encarcelamiento. Debe anotarse que la disposición legal contemplaba además la posibilidad de la graduación de la pena, para lo cual el tribunal tendría que haber probado, valorado y registrado los criterios establecidos en el artículo 65 del Código Penal, es decir, los antecedentes personales del acusado, el móvil del delito, la extensión e intensidad del daño causado y las circunstancias atenuantes y agravantes que concurren en el hecho apreciadas tanto en su número como por su entidad e importancia.

95. El secuestro seguido de la muerte del plagiado es de aquellos delitos que la doctrina penal denomina “calificados por el resultado”: delitos en los que sólo es posible una modalidad dolosa y que se encuentran sometidos a un marco penal especial, pues su comisión trae consigo un resultado ulterior más grave46. Históricamente, estos delitos proceden de la doctrina del derecho canónico conforme a la cual cualquier persona responderá, aunque no tenga culpa, de todas las consecuencias que se deriven de su acción prohibida (versare in re illicita). Al introducirse la reforma al Código Penal guatemalteco mediante Decreto Legislativo 81/96, se eliminó la posibilidad de considerar el resultado de la conducta ilícita como un elemento determinante de la gravedad del hecho y, por ende, orientador de la severidad de la sanción aplicable, de este modo, el Estado contravino el espíritu restrictivo de la Convención Americana, cuyo fin es impedir cualquier expansión del catálogo de delitos castigados con la pena capital47. Dicho de otro modo: lo que al

46 Véase, Roxin, Claus, Derecho Penal, Parte General, Tomo I, Traducción de la 2da. Edición alemana por Diego Manuel Luzón Peña, Miguel Díaz y García Conlledo y Javier de Vicente Remesal. Editorial CIVITAS, Madrid, 1997, pág. 330.

47 En su jurisprudencia reciente, la Corte Interamericana ha reafirmado que aún cuando la Convención no prohíbe expresamente la aplicación de la pena de muerte, las normas convencionales deben interpretarse en el sentido de “limitar definitivamente su aplicación y su ámbito, de modo que éste se vaya reduciendo hasta su supresión final”. (Corte I.D.H., Caso Hilaire, Constantine y Benjamin y otros, Sentencia de 21 de junio de 2002, Serie C Nº 94, párr. 99)

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momento de ratificarse la Convención no merecía pena de muerte (el secuestro o plagio sin consideración del resultado de acuerdo al artículo 201 primer párrafo) si la merece con la reforma introducida.

96. Por otra parte, sin perjuicio de la argumentación detallada que sobre el tema se efectúa en el último apartado de esta sección que contiene los fundamentos de derecho de la demanda, es necesario recordar que la Corte Interamericana ha confirmado la responsabilidad internacional que corresponde cuando un Estado promulga una ley en evidente conflicto con sus obligaciones emanadas de la Convención. Al respecto, concluyó de manera expresa que

la promulgación de una ley manifiestamente contraria a las obligaciones asumidas por un Estado al ratificar o adherir a la Convención constituye una violación de ésta y que, en el evento de que esa violación afecte derechos y libertades protegidos respecto de individuos determinados, genera responsabilidad internacional para el Estado48.

97. Por lo expuesto, la Comisión solicita a la Corte que declare que la aplicación de la

pena de muerte al señor Raxcacó Reyes, por un delito para el cual no estaba prevista por la ley al momento en que Guatemala pasó a ser parte de la Convención Americana, constituye una violación al artículo 4(2) de dicho instrumento, en relación con la obligación general de respeto y garantía contemplada en el artículo 1(1) del mismo.

C. Violación del artículo 4(6) de la Convención por la inexistencia de un procedimiento

legal para garantizar el ejercicio del derecho al indulto o la conmutación de la pena 98. El artículo 4(6) de la Convención dispone que “toda persona condenada a muerte

tiene derecho a solicitar la amnistía, el indulto o la conmutación de la pena, los cuales podrán ser concedidos en todos los casos. La norma en cuestión señala también que no se puede aplicar la pena de muerte mientras la solicitud para la concesión de alguno de estos beneficios esté pendiente de decisión ante autoridad competente.

99. El PIDCP (artículo 6(4)) y las Salvaguardias para Garantizar la Protección de los

Derechos de los Condenados a la Pena de Muerte (salvaguardia 7) contienen disposiciones similares.49 Estas normas exigen que se provea una última oportunidad para evaluar la situación de la persona condenada frente a una pena irrevocable.

100. En tal sentido, la Comisión ha señalado en casos anteriores que debe contemplarse

un procedimiento que incluya ciertas garantías procesales mínimas con el fin de garantizar que este derecho pueda ser efectivamente ejercido50.

101. Por su parte, la Corte Interamericana ha entendido que el artículo 4 de la Convención

Americana se inspiró en el principio de no aplicar la pena de muerte, salvo en condiciones excepcionales y para los delitos más graves, “y otorgó a los condenados a muerte un derecho

48 Corte I.D.H., Responsabilidad Internacional por Expedición y Aplicación de Leyes Violatorias de la Convención

(arts. 1 y 2 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Opinión Consultiva OC-14/94 del 9 de diciembre de 1994. Serie A No. 14, párr. 50.

49 La Salvaguardia 7 se refiere a la clemencia y prevé “que toda persona tiene el derecho de solicitar la conmutación de la pena o el indulto, el que se podrá conceder en todos los casos. El acceso a las medidas de clemencia no se puede vedar de ninguna manera. El Estado debe regular los elementos básicos que debe contener toda solicitud de indulto, para garantizar a las personas el acceso a este derecho y que su caso sea resuelto de manera objetiva”.

50 CIDH, Informe Nº 41/00, Casos 12.023 y otros, Jamaica, 13 de abril de 2000, párrs. 228-32; Quinto Informe sobre la Situación de Derechos Humanos en Guatemala, 6 de abril de 2001, pág. 105; Baptiste, párrs. 117-123; Edward y otros, párr. 172. Véase también Corte I.D.H., Caso Hilaire, Constantine y Benjamin y otros. Sentencia de 21 de junio de 2002, Serie C, Nº 94, párr. 186.

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adicional a solicitar la amnistía, el indulto o la conmutación de la pena ante la autoridad competente”51.

102. A fines de mayo del año 2000, el Congreso de Guatemala derogó el Decreto Legislativo 159 del año 1892 (Ley de Indulto) que establecía el procedimiento para el trámite de las peticiones de clemencia ante el Presidente de la República. Por lo tanto, al abstenerse de reglamentar el procedimiento para garantizar el acceso de los condenados a la pena de muerte al recurso de indulto o de clemencia, conforme lo establece el artículo 4(6) de la Convención Americana, el Estado ha incurrido en una violación que le acarrea responsabilidad internacional.

103. Sobre este aspecto, en el Quinto Informe sobre la Situación de Derechos Humanos en Guatemala, la Comisión refirió que cuando el Presidente Alfonso Portillo asumió sus funciones en enero de 2000, indicó que no deseaba adoptar decisiones sobre peticiones de clemencia en casos de pena de muerte y que respaldaba las iniciativas del Congreso de revocar el Decreto Legislativo 159, que reglamentaba la gracia de conmutación de la pena52. Pocos meses después, el Congreso guatemalteco derogó el Decreto Legislativo 159 de 1892. El Presidente aceptó, no obstante, considerar varias peticiones de clemencia pendientes desde que asumió su cargo53.

104. Tanto la Comisión como la Misión de la Organización de las Naciones Unidas para

Guatemala (en adelante “MINUGUA”) se pronunciaron en su momento advirtiendo que la derogatoria de dicho decreto no implicaba la derogatoria del instituto de la conmutación de la pena capital, el cual está consagrado como un derecho fundamental de la persona humana en el derecho internacional aplicable, en particular por el PIDCP y por la misma Convención Americana, los cuales por conducto del artículo 46 constitucional, hacen parte del derecho guatemalteco vigente54.

105. De igual modo, el Comité de Derechos Humanos de Organización de las Naciones

Unidas, en sus observaciones finales al último informe presentado por el gobierno guatemalteco, expresó su preocupación "[...] por la eliminación del derecho de gracia o indulto en caso de pena de muerte, mediante Ley de 12 de mayo de 2001, reconocido por el Pacto en el párrafo 4 de su artículo 6 [...] El Estado Parte debe garantizar que toda persona condenada a muerte tenga derecho a solicitar el indulto o la conmutación de la pena, conformando la legislación con las obligaciones del Pacto y dictando las normas correspondientes para que ese derecho de petición pueda ser ejercido"55.

106. La Comisión ha interpretado el derecho a solicitar la amnistía, el indulto o la

conmutación de la pena, consagrado en el artículo 4(6), leído conjuntamente con las obligaciones que impone al Estado el artículo 1(1) de la Convención, en el sentido de que comprende ciertas garantías procesales mínimas para los condenados, a fin de que se respete y goce efectivamente ese derecho. Esas protecciones incluyen el derecho de parte del condenado a presentar una solicitud de amnistía, indulto o conmutación de la sentencia, a ser informado del momento en que la

51 Corte I.D.H., Caso Hilaire, Constantine y Benjamin y otros. Sentencia de 21 de junio de 2002, Serie C, Nº 94, párr. 184.

52 CIDH, Quinto Informe sobre la Situación de Derechos Humanos en Guatemala, 6 de abril de 2001, pág. 105.

53 A fines de mayo de 2000, el Presidente Portillo conmutó la sentencia de muerte impuesta a Pedro Rax Cucul por el delito de homicidio, debido a la existencia de serias preocupaciones con respecto al debido proceso en su caso. En esa época, el Presidente Portillo rechazó peticiones de conmutación en los casos de Fermín Ramírez, Amilcar Cetín Pérez y Tomás Cerrate Hernández. Ramírez había sido declarado culpable de violación y homicidio, y Cetín y Cerrate de secuestro y homicidio. Cetín y Cerrate fueron ejecutados mediante inyección letal el 29 de junio de 2000.

54 Véase en ese sentido CIDH, Quinto Informe sobre la Situación de Derechos Humanos en Guatemala, 6 de abril de 2001, pág. 105; MINUGUA, Undécimo Informe sobre Derechos Humanos, párr. 26.

55 HRC, Observaciones finales del Comité de Derechos Humanos: Guatemala, 27 de agosto de 2001, CCPR/CO/72/GTM, párr. 18.

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autoridad competente considerará el caso del acusado, a presentar argumentos, en persona o por vía de un asesor, ante la autoridad competente, y a recibir una decisión de la autoridad dentro de un plazo razonable antes de su ejecución56. La Comisión entiende que el derecho a solicitar la gracia, implica el derecho a que no se le imponga la pena capital en tanto esté pendiente de decisión de autoridad competente una petición57.

107. En igual sentido, la Corte Interamericana ha manifestado de manera enfática que el

artículo 4(6) impone al Estado la obligación de garantizar que el derecho a solicitar clemencia pueda ser ejercido por el condenado a pena de muerte de manera efectiva:

el Estado tiene la obligación de implementar un procedimiento de esta índole que se caracterice por ser imparcial y transparente, en donde el condenado a pena capital pueda hacer valer de manera cierta todos los antecedentes que crea pertinentes para ser favorecido con el acto de clemencia58.

108. En relación con la situación particular del señor Raxcacó Reyes, su defensa no pudo intentar el recurso de gracia o de conmutación de la pena ante el Presidente de la República, debido a que el decreto que reglamentaba dicho recurso había sido derogado. La Comisión considera que mediante la derogatoria del mecanismo legal que reglamentaba el recurso de indulto, si bien no se afectó su vigencia, si se imposibilitó su ejercicio. La falta de una ley que reglamente el recurso de indulto, niega a las personas condenadas a la pena de muerte, en este caso al señor Raxcacó Reyes, el derecho a acceder a un procedimiento de clemencia conforme a las obligaciones internacionales adoptadas por el Estado en materia de derechos humanos. 109. Por lo tanto, la Comisión solicita a la Corte que declare que al negar el acceso al recurso de indulto o de clemencia al señor Raxcacó Reyes, debido a la falta de una ley que regule su procedimiento, el Estado violó el artículo 4(6) de la Convención Americana en concordancia con los artículos 25 y 1(1) del mismo instrumento.

D. Violación del artículo 5 de la Convención Americana por las condiciones de

detención a las que se encuentra sometido el señor Raxcacó Reyes

110. Toda persona privada de libertad tiene derecho a ser tratada con dignidad y por lo tanto el Estado es responsable de garantizar su integridad personal mientras se encuentra en reclusión59.

111. La Comisión ha sostenido en forma general que: "el Estado, al privar de libertad a

una persona, se coloca en una especial posición de garante […] La obligación que dimana de esta posición de garante implica entonces que los agentes del Estado no sólo deben abstenerse de realizar actos que puedan infligir lesiones a la vida e integridad física del detenido, sino que deben procurar, por todos los medios a su alcance, mantener a la persona detenida en el goce de sus derechos fundamentales y, en especial, del derecho a la vida y la integridad personal. […] Cuando el

56 CIDH, Rudolph Baptiste, supra, 760-76; Donnason Knights, supra 878-882; Caso McKenzie y otros, supra, párr.

228; y Caso Edwards, supra, párr. 170; Véase también Corte I.D.H., Caso Hilaire, Constantine y Benjamin y otros. Sentencia de 21 de junio de 2002. Serie C No. 94, párr. 186.

57 Idem.

58 Corte I.D.H., Caso Hilaire, Constantine y Benjamin y otros. Sentencia de 21 de junio de 2002. Serie C No. 94, párr. 188.

59 Véase al respecto, Corte I.D.H., Caso Bulacio. Sentencia de 18 de septiembre de 2003. Serie C No. 100, párr. 138; Caso de la Cárcel de Urso Branco, Medidas Provisionales, Resolución del 22 de abril de 2004, punto considerativo 6, Caso Hilaire, Constantine y Benjamin y otros. Sentencia de 21 de junio de 2002, Serie C Nº 94, párr. 165; Caso Neira Alegría y otros. Sentencia de 19 de enero de 1995, Serie C Nº 20, párr. 60.

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Estado omite esta protección a los reclusos [...] viola el artículo 5 de la Convención e incurre en responsabilidad internacional"60. 112. Por su parte, la Corte ha expresado que "[l]a infracción del derecho a la integridad física y psíquica de las personas es una clase de violación que tiene diversas connotaciones de grado y que abarca desde la tortura hasta otro tipo de vejámenes o tratos crueles, inhumanos o degradantes cuyas secuelas físicas y psíquicas varían de intensidad según los factores endógenos y exógenos [...] El carácter degradante se expresa en un sentimiento de miedo, ansia e inferioridad con el fin de humillar, degradar y de romper la resistencia física y moral de la víctima"61.

113. En su condición de condenado a la pena de muerte, el señor Raxcacó Reyes ha sido sometido por el Estado guatemalteco a condiciones de detención que no se adecuan a los estándares internacionales y ha tenido que soportar una prolongada espera de su ejecución, de casi cinco años.

114. Según un informe preparado por el IECCP en relación con la situación de los condenados a la pena de muerte en Guatemala, aportado por los peticionarios como prueba dentro del trámite ante la Comisión y no controvertido por el Estado, los condenados a la pena capital son colocados en un pabellón especial, donde viven en celdas de 2.25 x 4 metros:

[e]n cada una de estas celdas son introducidos hasta cuatro o cinco detenidos, en condiciones de aislamiento, ya que no pueden salir del recinto, ni mezclarse con otros reclusos de la cárcel…. La única área disponible para salir de la celda es un pequeño patio de dos metros cuadrados, el cual está completamente cerrado…. De esta manera, los reclusos permanecen encerrados las 24 horas del día en sus celdas, con escaso acceso a luz natural, y en ese mismo lugar deben desarrollar todas sus actividades, desde la alimentación hasta su higiene personal.… Además, las visitas se limitan a una hora por semana y los contactos con los abogados también se restringen62.

115. Los peticionarios han informado a la CIDH que los condenados a muerte en Guatemala sufren diversas enfermedades derivadas, en la mayoría de los casos, de la tensión que les ocasiona la espera de su ejecución, no obstante, no reciben el tratamiento adecuado por parte del Estado, que ni siquiera les permite concurrir a visitas hospitalarias.

116. Las disposiciones 10, 11(a), 11(b), 12, 15, 21, 21(1), 21(2) de las Reglas Mínimas de las Naciones para el Tratamiento de Reclusos de la Organización de las Naciones Unidas (en adelante “Reglas Mínimas de la ONU”)63 establecen los lineamientos básicos para el alojamiento, higiene y ejercicio de las personas privadas de libertad, en los siguientes términos:

10. Los locales destinados a los reclusos y especialmente aquellos que se destinan al

alojamiento de los reclusos durante la noche, deberán satisfacer las exigencias de la

60 CIDH, Informe N° 41/99, Menores Detenidos, Caso 11.491, Honduras, 10 de marzo de 1999, párrs. 136 y 137.

61 Corte I.D.H., Caso Castillo Petruzzi y otros. Sentencia del 30 de mayo de 1999, Serie C Nº 52, párr. 196.

62 Véase, Informe del Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales de Guatemala sobre la Situación de la Pena de Muerte en Guatemala fue presentado a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en audiencia temática celebrada el 14 de octubre de 2001, durante su 116º período de sesiones, cuya copia obra en el expediente del trámite ante la CIDH.

63 Reglas Mínimas de las Naciones Unidas para el Tratamiento de Reclusos, aprobadas el 30 de agosto de 1945 por el Primer Congreso de las Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente, ONU Doc. A/CONF/611, anexo I, E.S.C. res. 663C, 24 ONU ESCOR Supp. (N°1), 11, ONU Doc. E/3048 (1957), enmendada E.S.C. res. 2076, 62 ONU ESCOR Supp. (N°1), 35, ONU Doc. E/5988 (1977). Véase también, CIDH, Caso Mckenzie, supra, párr. 289; Caso Edwards, supra, párr. 195; Caso Baptiste, supra, párr. 136. Asimismo, Corte I.D.H., voto concurrente razonado del juez Sergio García Ramírez en el Caso Hilaire, Constantine, Benjamin y otros, del 21 de junio de 2002, Serie C N° 94, párr. 19.

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higiene, habida cuenta del clima, particularmente en lo que concierne al volumen de aire, superficie mínima, alumbrado, calefacción y ventilación.

11. En todo local donde los reclusos tengan que vivir o trabajar:

a) Las ventanas tendrán que ser suficientemente grandes para que el recluso pueda leer y trabajar con luz natural; y deberán estar dispuestas de manera que pueda entrar aire fresco, haya o no ventilación artificial;

b) La luz artificial tendrá que ser suficiente para que el recluso pueda leer y trabajar sin perjuicio de su vista.

12. Las instalaciones sanitarias deberán ser adecuadas para que el recluso pueda

satisfacer sus necesidades naturales en el momento oportuno, en forma aseada y decente.

15. Se exigirá de los reclusos aseo personal y a tal efecto dispondrán de agua y de los

artículos de aseo indispensables para su salud y limpieza. 21. (1) El recluso que no se ocupe de un trabajo al aire libre deberá disponer, si el

tiempo lo permite, de una hora al día por lo menos de ejercicio físico adecuado al aire libre.

(2) Los reclusos jóvenes y otros cuya edad y condición física lo permitan,

recibirán durante el período reservado al ejercicio una educación física y recreativa. Para ello, se pondrán a su disposición el terreno, las instalaciones y el equipo necesario.

117. El Comité de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas ha

establecido que "[...] sea como fuere, el Estado Parte sigue siendo responsable de la vida y el bienestar de sus presos"64, extendiendo el deber positivo del Estado, más allá de la adopción de medidas razonables para preservar la vida del detenido, a emprender las acciones necesarias para mantener un estándar adecuado de salud.

118. A su vez, la Corte Interamericana ha establecido que la incomunicación coactiva; el

aislamiento en celda reducida, sin ventilación ni luz natural; y las restricciones al régimen de visitas, entre otras, representan formas de tratamiento cruel e inhumano, lesivas de la libertad psíquica y moral de la persona y del derecho de todo detenido al respeto debido a la dignidad inherente al ser humano, lo que a su vez deriva en una violación de las disposiciones del artículo 5 de la Convención.65 La Corte, además, ha establecido que "[u]na de las razones por las cuales la incomunicación es concebida como un instrumento excepcional es por los graves efectos que tiene sobre el detenido. En efecto, el aislamiento del mundo exterior produce en cualquier persona sufrimientos morales y perturbaciones psíquicas, la coloca en una situación de particular vulnerabilidad"66.

119. Por su parte la Comisión Interamericana ha afirmado en ocasiones anteriores con

relación con la incomunicación que "el abuso de esta medida excepcional coloca al individuo en una situación de vulnerabilidad innecesaria, y puede constituir en sí misma una forma de maltrato"67.

64 UN doc. CCPR/C/97/D/970/2001, Fabrikant v. Canada, 11 de noviembre de 2003, párr. 9.3.

65 Véase al respecto, Corte I.D.H., Caso Cantoral Benavides. Sentencia de 18 de agosto de 2000. Serie C No. 69, párr. 89.

66 Corte I.D.H., Caso Suárez Rosero. Sentencia de 12 de noviembre de 1997, Serie C Nº 35, párr. 90.

67 Véase, CIDH, Derecho a la Integridad Personal, en Informe Sobre la Situación de los Derechos Humanos en Ecuador, OEA/Ser.L/V/II.96, doc. 10 rev. 1, 1997.

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120. El Estado no ha observado estos parámetros mínimos de tratamiento en relación con el señor Raxcacó Reyes. La Comisión considera que el efecto de esas condiciones, en particular el aislamiento, el encierro prolongado sin acceso a la luz solar, la falta de instalaciones adecuadas para su higiene personal, la falta de asistencia médica, sumados al tiempo prolongado en que ha estado recluido durante el proceso penal y luego con ocasión de su condena, no puede considerarse congruente con el derecho a un trato humano consagrado en el artículo 5 de la Convención68.

121. En virtud de lo expuesto, la Comisión solicita a la Corte que declare que al someter al

señor Raxcacó Reyes a condiciones de detención precarias, que no respetan su integridad física, mental y moral, el Estado de Guatemala ha incurrido en una violación del artículo 5(1) y 5(2) de la Convención Americana, en relación con la obligación general de respeto y garantía consagrada en el artículo 1(1) del mismo instrumento.

E. Incumplimiento de las obligaciones de respetar y garantizar los derechos humanos, y

de adoptar disposiciones de derecho interno, consagradas en los artículos 1 y 2 de la Convención Americana

122. El artículo 1(1) de la Convención Americana establece que:

[l]os Estados partes en esta Convención se comprometen a respetar los derechos y libertades reconocidos en ella y a garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona que este sujeta a su jurisdicción, sin discriminación alguna por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condicional social. 123. A su vez, el artículo 2 de la Convención dispone que:

[s]i en el ejercicio de los derechos y libertades mencionados en el artículo 1 no estuviere ya garantizado por disposiciones legislativas o de otro carácter, los Estados partes se comprometen a adoptar, con arreglo a sus procedimientos constitucionales y a las disposiciones de esta Convención, las medidas legislativas o de otro carácter que fueren necesarias para hacer efectivos tales derechos y libertades. 124. La Corte Interamericana ha interpretado el artículo 2 de la Convención en el sentido

de que impone a los Estados partes la obligación general de adecuar su derecho interno a las normas de la propia Convención, para garantizar de este modo los derechos consagrados en aquella. Asimismo, en virtud del principio de efectividad, el Estado tiene la obligación de consagrar y adoptar en su ordenamiento jurídico interno todas las medidas necesarias para que lo establecido en la Convención sea realmente cumplido y puesto en práctica 69.

125. En la especie, los peticionarios alegan que al modificar el artículo 201 del Código

Penal, Guatemala amplió el catálogo de delitos sancionados con pena la de muerte, lo que conlleva una violación del espíritu abolicionista de la Convención Americana reconocido por la Corte en su Opinión Consultiva OC3/83; y que al aplicar dicho artículo, manifiestamente contrario a las obligaciones estatales asumidas, ha afectado derechos y libertades protegidos respecto de individuos determinados, como es el señor Raxcacó Reyes, lo que da lugar a su responsabilidad internacional.

68 Véase en ese sentido, Corte I.D.H., Caso Hilaire, Constantine y Benjamin y otros. Sentencia de 21 de junio de

2002, Serie C N° 94, párrs.168-169.

69 Corte I.D.H., Caso Olmedo Bustos y otros. Sentencia de 5 de febrero de 2001, Serie C Nº 73, párr. 87; Caso Hilaire, Constantine y Benjamin y otros. Sentencia de 21 de junio de 2002, Serie C Nº 94, párr. 112.

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126. La Corte Interamericana ha desarrollado jurisprudencia consistente sobre la obligación de los Estados de adecuar su legislación a los preceptos de la Convención Americana y ha establecido que éstos son responsables por el incumplimiento de dicha obligación, cuando emiten normas contrarias a los derechos y libertades garantizadas en la Convención, aunque las mismas no sean aplicadas. En efecto, mientras que en el Caso Chumbipuma Aguirre y otros (Barrios Altos) la Corte sostuvo que a causa de la adopción de las leyes incompatibles con la Convención, el Estado incumplió su obligación de adecuar a ésta el derecho interno, consagrada en el artículo 2 de la misma70; en el Caso Hilaire, Constantine, Benjamin y otros, la Corte estimó que aun cuando no se habían ejecutado a 31 de los condenados a la pena de muerte, era posible declarar una violación del artículo 2 de la Convención, en virtud de que la sola existencia de la Ley de Delitos contra la Persona que contemplaba la pena de muerte obligatoria en Trinidad y Tobago, es per se violatoria de esa disposición convencional71. En ese último caso, la Corte ordenó al Estado abstenerse de aplicar la ley mencionada y, dentro de un plazo razonable, modificarla, adecuándola a la Convención Americana y otras normas internacionales de derechos humanos de conformidad con lo dispuesto por el artículo 2 de ésta, “de manera que se garantice el respeto y el goce de los derechos a la vida, a la integridad personal, al debido proceso legal y a las garantías judiciales, consagrados en ese mismo instrumento internacional”72.

127. Mediante las reformas introducidas por los Decretos Legislativos 38/94, 14/95 y 81/96 al artículo 201 del Código Penal guatemalteco, se extendió la aplicación de la pena de muerte a un delito que no la contemplaba al momento de la ratificación de la Convención Americana por parte del Estado de Guatemala, en abierta contradicción a lo dispuesto por el artículo 4(2) de dicho instrumento. Tal acción implica además que Guatemala no ha adecuado su legislación al objeto y fin de la Convención Americana, y por consiguiente ha incumplido la obligación impuesta por los Estados partes por el artículo 2 de la misma.

128. En virtud de lo anterior, la Comisión solicita a la Corte que declare que las reformas

introducidas al artículo 201 del Código Penal de Guatemala con posterioridad a la ratificación de la Convención Americana de Derechos Humanos, constituyen una violación del artículo 2 del referido instrumento en concordancia con los artículos 4(2) y 1(1) del mismo.

129. Por último, de acuerdo con la jurisprudencia constante de la Corte y la doctrina de la

Comisión, la Comisión considera que la violación de los derechos consagrados en los artículos 2, 4, 5, 8 y 25 de la Convención Americana, implica un incumplimiento de la obligación general de respetar los derechos y libertades consagrados en la misma y de garantizar el libre y pleno ejercicio de dichos derechos a toda persona sujeta a su jurisdicción73. Por lo tanto, el Estado de Guatemala tiene el deber de organizar el aparato gubernamental y todas las estructuras a través de las cuales se manifiesta el ejercicio del poder público, de manera tal que sean capaces de asegurar jurídicamente el libre y pleno ejercicio de los derechos humanos.

70 Corte I.D.H., Caso Barrios Altos. Sentencia de 14 de marzo de 2001, Serie C Nº 75, párr. 42.

71 Corte I.D.H., Caso Hilaire. Constantine y Benjamin y otros, Sentencia de 21 de junio de 2002, Serie C Nº 94, párr. 116.

72 Ibidem, párr. 212.

73 Corte I.D.H., Caso Juan Humberto Sánchez. Sentencia de 7 de junio de 2003, Serie C N° 99, párr.142; Caso Bámaca Velásquez. Sentencia de 25 de noviembre de 2000, párr. 210; Caso Caballero Delgado y Santana. Sentencia de 8 de diciembre de 1995; Caso Godínez Cruz. Sentencia de 20 de enero de 1989 párrs. 175 y 176; y Corte I.D.H., Caso Velásquez Rodríguez. Sentencia de 29 de julio de 1988 párrs. 166 y 167

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VIII. REPARACIONES Y COSTAS

130. En razón de los hechos alegados en la presente demanda y de la jurisprudencia constante de la Corte Interamericana, según la cual “es un principio de Derecho Internacional que toda violación a una obligación internacional que haya causado un daño, genera una obligación de proporcionar una reparación adecuada”74, la Comisión presenta a la Corte su opinión sobre las reparaciones y costas que el Estado guatemalteco debe efectuar como consecuencia de su responsabilidad por las violaciones cometidas en el presente caso.

131. La Comisión Interamericana es de opinión que el Estado guatemalteco debe reparar los daños causados al señor Raxcacó Reyes en los términos que más adelante se indican. Asimismo, la Comisión Interamericana solicita a la Corte que ordene al Estado el pago de las costas y gastos legales incurridos por la parte lesionada en la tramitación del presente caso ante el sistema interamericano.

A. Obligación de reparar

132. De conformidad con el artículo 63(1) de la Convención Americana,

[c]uando decida que hubo violación de un derecho o libertad protegidos en [l]a Convención, la Corte dispondrá que se garantice al lesionado en el goce de su derecho o libertad conculcados. Dispondrá asimismo, si ello fuera procedente, que se reparen las consecuencias de la medida o situación que ha configurado la vulneración de esos derechos y el pago de una justa indemnización a la parte lesionada.

133. Como ha indicado la Corte en su jurisprudencia constante, este artículo

recoge una norma consuetudinaria que constituye uno de los principios fundamentales del derecho internacional contemporáneo sobre la responsabilidad de los Estados. De esta manera, al producirse un hecho ilícito imputable a un Estado, surge de inmediato la responsabilidad internacional de éste por la violación de una norma internacional, con el consecuente deber de reparación y de hacer cesar las consecuencias de la violación75.

134. Las reparaciones tienden a hacer desaparecer el efecto de las violaciones cometidas,

y son cruciales para garantizar que se haga justicia en un caso individual. Constituyen, en este sentido, el mecanismo que eleva la decisión de la Corte más allá del ámbito de la condena moral.

135. La reparación del daño ocasionado por la infracción de una obligación internacional requiere, siempre que sea posible, la plena restitución (restitutio in integrum). De no ser posible ésta, corresponde a la Corte ordenar medidas que, además de garantizar el respeto de los derechos conculcados, reparen las consecuencias producidas por la violación.

136. La obligación de reparar, que se regula en todos los aspectos por el derecho

internacional (alcance, naturaleza, modalidades y determinación de los beneficiarios), no puede ser

74 Corte I.D.H., Caso Ricardo Canese. Sentencia del 31 de agosto de 2004, Serie C N° 111, párr. 192; Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri. Sentencia del 8 de julio de 2004, Serie C Nº 110, párr. 175; Caso Myrna Mack Chang. Sentencia de 25 de noviembre de 2003, Serie C N° 101, párr. 141; y Caso Juan Humberto Sánchez. Sentencia de 7 de junio de 2003, Serie C N° 99, párr. 147.

75 Corte I.D.H., Caso Ricardo Canesse. Sentencia del 31 de agosto de 2004, Serie C N° 111, párr. 193; Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri. Sentencia del 8 de julio de 2004, Serie C Nº 110, párr. 188; Caso de los 19 Comerciantes. Sentencia del 5 de julio de 2004, Serie C Nº 109, párr. 220; Caso Myrna Mack Chang. Sentencia de 25 de noviembre de 2003. Serie C N° 101, párr. 142; Caso Juan Humberto Sánchez. Sentencia de 7 de junio de 2003, Serie C N° 99, párr. 148; Caso “Cinco Pensionistas”. Sentencia de 28 de febrero de 2003, Serie C N° 98, párr. 174 y Corte I.D.H., Caso Cantos. Sentencia de 28 de noviembre de 2002. Serie C N° 97, párr. 67, entre otras.

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modificada o incumplida por el Estado obligado invocando para ello disposiciones de su derecho interno”76.

137. En atención a las disposiciones reglamentarias que otorgan legitimación a la parte lesionada en el proceso ante la Corte, la Comisión solamente desarrollará su posición general en materia de reparaciones y costas. De conformidad con el artículo 63 de la Convención Americana y los artículos 23 y concordantes del Reglamento de la Corte, la Comisión entiende que corresponde a la parte lesionada concretar sus pretensiones. En el eventual caso que la parte lesionada no haga uso de este derecho, se solicita a la Corte que otorgue a la Comisión una oportunidad procesal para precisar las pretensiones pertinentes.

B. Medidas de reparación

138. En el presente caso, la Comisión Interamericana ha demostrado que el Estado

incurrió en responsabilidad internacional por la violación de los derechos de los derechos humanos consagrados en los artículos 4, 5, 8 y 25 de la Convención Americana en relación con los artículos 1(1) y 2 del mismo instrumento, en perjuicio del señor Raxcacó Reyes.

139. La Corte ha señalado que las medidas de reparación tienden a hacer desaparecer los efectos de las violaciones cometidas77 y consisten en medidas de no repetición, satisfacción, restitución, rehabilitación e indemnización78.

b.1. Garantías de no repetición

140. Como parte esencial de las medidas de no repetición, la Comisión considera que la Corte debe ordenar que el Estado guatemalteco adopte las medidas legislativas o de otro carácter que fueren necesarias a fin de que la imposición de la pena de muerte se realice en estricta observancia de los derechos y libertades garantizados en el marco de la Convención, con particular referencia a sus artículos 4, 5, 8 y 25.

141. Lo anterior guarda armonía con lo que la Corte ya ha establecido, en el sentido que […] el deber general del Estado, establecido en el artículo 2 de la Convención, incluye la adopción de medidas para suprimir las normas y prácticas de cualquier naturaleza que impliquen una violación a las garantías previstas en la Convención, así como la expedición de normas y el desarrollo de prácticas conducentes a la observancia efectiva de dichas garantías […]

76 Corte I.D.H., Caso Ricardo Canece. Sentencia del 31 de agosto de 2004, Serie C N° 111, párr. 194; Caso de los

19 Comerciantes. Sentencia del 5 de julio de 2004, Serie C Nº 109, párr. 221; Caso Molina Theissen. Reparaciones (art. 63.1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia del 3 de julio de 2004, Serie C N° 108, párr. 42; Caso Myrna Mack Chang. Sentencia de 25 de noviembre de 2003, Serie C N° 101, párr. 143.

77 Corte I.D.H, Caso Ricardo Canece. Sentencia del 31 de agosto de 2004, Serie C N° 111, párr. 196; Corte I.D.H., Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri. Sentencia del 8 de julio de 2004, Serie C Nº 110, párr. 190; Caso de los 19 Comerciantes. Sentencia del 5 de julio de 2004, Serie C Nº 109, párr. 223; Caso Herrera Ulloa. Sentencia del 2 de julio de 2004, Serie C Nº 107, párr. 194; Caso Myrna Mack Chang. Sentencia de 25 de noviembre de 2003, Serie C N° 101, párr. 237.

78 Véase, Naciones Unidas, Informe definitivo presentado por Theo Van Boven, Relator Especial para la Restitución, Compensación y Rehabilitación de las Víctimas de Graves Violaciones a los Derechos Humanos y al Derecho Humanitario, E/CN.4/Sub2/1990/10, 26 julio de 1990. Ver también: Corte I.D.H., Caso Blake. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 22 de enero de 1999. Serie C N° 48, párr. 31; Caso Suárez Rosero, Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 20 de enero de 1999. Serie C Nº 44, párr. 41, y Corte I.D.H., Caso Castillo Páez. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 27 de noviembre de 1998. Serie C N° 43.

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142. De conformidad con la Convención Americana, todo Estado parte tiene la obligación de adecuar su derecho interno a la Convención y, de esta manera, garantizar los derechos que en ella se consagran79.

143. Dentro de este contexto, la Comisión considera que debe ordenarse la reforma del artículo 201 del Código Penal, el cual es, en sí mismo, violatorio de la Convención Americana. Esta reforma debe ser realizada dentro de un plazo razonable a partir de la emisión de la sentencia de la Corte, y ser adecuada a la Convención Americana y otras normas internacionales de derechos humanos, conforme a lo dispuesto por el artículo 2 de aquélla.

144. Entre las respectivas modificaciones de la legislación debe quedar incluida la referente a la introducción de diversas categorías en el tipo penal del secuestro, que correspondan a la diversa gravedad de los hechos, tomando en cuenta las circunstancias del delito y del justiciable. La gradación de los niveles de severidad de la pena debe, asimismo, guardar relación con la gravedad de los hechos y con la culpabilidad del imputado.

145. La constatación del carácter violatorio del artículo 201 del Código Penal lleva a la conclusión necesaria que Guatemala debe abstenerse de aplicarlo hasta tanto las reformas detalladas en los párrafos precedentes no hayan sido efectuadas. 146. Adicionalmente, la Comisión considera que, en cumplimiento de su deber de crear las condiciones para el respeto del artículo 4(6) de la Convención, el Estado debe reglamentar el recurso de gracia, en forma tal que se ajuste a las prescripciones sobre el derecho a la vida, contenidas en la Convención Americana y con plena observancia de las normas sobre el debido proceso legal consagradas en ésta.

147. Por último, la Comisión considera que es necesario ordenar al Estado que ajuste las condiciones del régimen carcelario aplicables a los condenados a muerte, para hacerlas conformes con las normas internacionales aplicables a la materia.

b.2. Restitución

148. En cuanto sea posible, ante una violación declarada de sus obligaciones convencionales, el Estado debe restablecer el status quo ante. El presente caso ofrece una oportunidad en que el restablecimiento parcial de dicho estado a través de la conmutación de la sentencia de muerte. Para este tipo de reparación, la Comisión ha considerado que el señor Raxcacó Reyes fue condenado en aplicación de una ley incompatible con la Convención. Sobre esta base, la Comisión considera que la Corte debe disponer que el Estado se abstenga definitivamente de ejecutarlo.

149. En consonancia con las conclusiones de la Corte, la Comisión considera además que existe por parte del Estado la obligación de realizar un nuevo proceso penal correspondiente al delito imputado al señor Raxcacó Reyes, aplicando a éste la legislación reformada, a la cual se hizo referencia en la sección anterior.

b.3 Satisfacción

150. La satisfacción ha sido entendida como toda medida que el autor de una violación debe adoptar conforme a los instrumentos internacionales o al derecho consuetudinario, que tiene como fin el reconocimiento de la comisión de un acto ilícito80.

79 Corte I.D.H., Caso “La Última Tentación de Cristo” (Olmedo Bustos y otros), supra nota 116, párrs. 85 y 87.

80 Brownlie, State Responsibility, Part 1. Clarendon Press, Oxford, 1983, pág. 208.

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151. En el presente caso, la Comisión considera que la adopción de los actos de reforma legislativa, aunados a la celebración de un nuevo proceso al señor Raxcacó Reyes, son las medidas de reparación apropiadas y que, ante su cabal implementación, no serían necesarias medidas de satisfacción.

b.4 Compensación

152. La Comisión no considera que sea aplicable a este caso una compensación por daño material.

153. Sobre el daño inmaterial, sobre el cual la Corte ha establecido que comprende los

sufrimientos y las aflicciones causados a la parte lesionada, y que sólo puede, para los fines de la reparación integral, ser objeto de compensación81, la Comisión considera que es pertinente una compensación, fijada en equidad, para reparar el daño infligido al señor Raxcacó Reyes a través de los actos violatorios que son objeto del presente caso.

C. Beneficiario

154. El artículo 63(1) de la Convención Americana exige la reparación de las

consecuencias de una violación y “el pago de una justa indemnización a la parte lesionada”. Las personas con derecho a dicha indemnización son generalmente aquellas directamente lesionadas por los hechos de la violación en cuestión.

155. Atendida la naturaleza del presente caso, el beneficiario de las reparaciones que ordene la Corte es el señor Raxcacó Reyes.

D. Costas y gastos

156. De conformidad con la jurisprudencia constante de la Corte, las costas y gastos

deben entenderse comprendidos dentro del concepto de reparación consagrado en el artículo 63.1 de la Convención Americana, puesto que la actividad desplegada por la parte lesionada, sus derechohabientes o sus representantes para acceder a la justicia internacional implica erogaciones y compromisos de carácter económico que deben ser compensados82. Asimismo, el Tribunal ha considerado que las costas a que se refiere el artículo 55.1.h del Reglamento de la Corte comprenden los gastos necesarios y razonables para acceder a los órganos de supervisión de la Convención Americana, figurando entre los gastos, los honorarios de quienes brindan asistencia jurídica.

157. A este respecto, la liquidación de costas y gastos será hecha por la parte lesionada, a través de sus representantes.

81 Corte I.D.H., Caso Ricardo Canesse. Sentencia del 31 de agosto de 2004, Serie C N° 111, párr. 204; Caso de

los Hermanos Gómez Paquiyauri. Sentencia del 8 de julio de 2004, Serie C Nº 110, párr. 211; Caso de los 19 Comerciantes. Sentencia del 5 de julio de 2004, Serie C Nº 109, párr. 244; Caso Molina Theissen. Reparaciones (Art. 63.1 de la Convención Americana Sobre Dderechos Humanos). Sentencia del 3 de julio de 2004, Serie C N° 108, párr. 65.

82 Corte I.D.H., Caso Ricardo Canesse, Sentencia del 31 de agosto de 2004, Serie C N° 111, párr. 212; Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri, Sentencia del 8 de julio de 2004, Serie C Nº 110, párr. 242; Caso de los 19 Comerciantes. Sentencia del 5 de julio de 2004, Serie C Nº 109, párr. 238; Caso Molina Theissen. Reparaciones (Art. 63.1 de la Convención Americana Sobre Dderechos Humanos). Sentencia del 3 de julio de 2004, Serie C N° 108, párr. 95.

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IX. CONCLUSIONES 158. Con base a las consideraciones de hecho y de derecho contenidas en la presente

demanda la Comisión concluye lo siguiente:

A. Que mediante la imposición obligatoria de la pena de muerte al señor Raxcacó Reyes el Estado de Guatemala incurrió en una violación de los derechos consagrados en los artículos 4(1), 5(1), 5(2), 8(1) y 25.

B. Que al extender la pena de muerte a un delito para el cual no se aplicaba en el

momento que Guatemala pasó a ser Parte de la Convención Americana, el Estado guatemalteco violó el derecho del señor Raxcacó Reyes consagrado en el artículo 4(2) de la Convención.

C. Que mediante la inexistencia de un procedimiento legal que garantice el ejercicio del

recurso de indulto el Estado guatemalteco incurrió en una violación del derecho del señor Raxcacó Reyes consagrado en el artículo 4(6) de la Convención.

D. Que mediante las condiciones de detención inhumanas en las que mantiene privado

de la libertad al señor Raxcacó Reyes, el Estado de Guatemala incurrió en una violación de su derecho consagrado en el artículo 5(1) de la Convención Americana.

E. Que en tanto no modifique el actual artículo 201 del Código Penal guatemalteco

adoptado en contradicción a lo dispuesto en el artículo 4(2) de la Convención Americana, el Estado guatemalteco permanece en una situación de incumplimiento de la obligación establecida en el artículo 2 de la Convención, conjuntamente con la establecida en el artículo 1(1) de la misma.

X. PETITORIO

159. La Comisión Interamericana solicita a la Corte que concluya y declare que: 1. El Estado de Guatemala es responsable de la violación de los derechos del señor

Raxcacó Reyes consagrados en los artículos 4(1), 5(1), 5(2), 8(1) y 25 de la Convención Americana, en concordancia con el artículo 1(1) del citado instrumento.

2. El Estado de Guatemala es responsable de la violación del derecho del señor Raxcacó

Reyes consagrado en el artículo 4(2) de la Convención Americana, en concordancia con el artículo 1(1) del citado instrumento.

3. El Estado de Guatemala es responsable de la violación del derecho del señor Raxcacó

Reyes consagrado en el artículo 4(6) de la Convención, en concordancia con el artículo 25 y 1(1) del citado instrumento.

4. El Estado de Guatemala es responsable de la violación del derecho del señor Raxcacó

Reyes consagrado en el artículo 5(1) de la Convención Americana, en concordancia con el artículo 1(1) del citado instrumento.

5. El Estado de Guatemala es responsable del incumplimiento de la obligación

establecida en el artículo 2 de la Convención, conjuntamente con la establecida en el artículo 1(1) de la misma, por no adecuar su legislación a la Convención Americana.

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160. En consecuencia, la Comisión Interamericana solicita a la Corte que ordene al Estado de Guatemala que:

1. Otorgue al señor Raxcacó Reyes una reparación efectiva que incluya la conmutación de la sentencia.

2. Adopte las medidas legislativas y de otra índole necesarias para garantizar que no se

imponga la pena de muerte en violación de los derechos y libertades garantizados por la Convención, incluidos los artículos 4, 5, 8, y 25 en particular, garantice que a ninguna persona le sea impuesta de manera obligatoria la pena de muerte en Guatemala.

3. Adopte las medidas legislativas y de otra índole que sean necesarias para garantizar

la efectividad en Guatemala del derecho consagrado en el artículo 4(2) de la Convención Americana a que la pena de muerte no se aplique a delitos que no la contemplaban al momento del deposito de la ratificación de la Convención Americana por Guatemala, y adecue su legislación a dicho instrumento de conformidad con el artículo 2 del mismo.

4. Adopte las medidas legislativas y de otra índole que sean necesarias para garantizar

la efectividad en Guatemala del derecho consagrado en el artículo 4(6) y 25 de la Convención Americana a solicitar la amnistía, el indulto o la conmutación de la sentencia.

5. Adopte las medidas legislativas y de otra índole que sean necesarias para garantizar

la efectividad en Guatemala de los derechos a la integridad personas y a un trato humano, consagrados en los artículo 5(1) y 5(2) de la Convención Americana, en relación con las condiciones de detención del señor Raxcacó Reyes.

6. Asuma el pago de las costas y gastos legales incurridos por la víctima en la

tramitación del caso tanto a nivel nacional, como las que se originen en la tramitación del presente caso ante el sistema interamericano.

XI. RESPALDO PROBATORIO A. Prueba documental 161. En respaldo de los argumentos de hecho y de derecho formulados en la presente

demanda, la Comisión adjunta la prueba documental que a continuación se relacionan: Anexo 1: Informe de Admisibilidad número 73/02 aprobado por la Comisión Interamericana de

Derechos Humanos el 9 de octubre de 2002. Anexo 2: Informe de Fondo número 49/03 aprobado por la Comisión conforme al artículo 50

de la Convención Americana, el 8 de octubre de 2003 en el caso 12.402 contra Guatemala.

Anexo 3: Copia de la nota de fecha 18 de diciembre de 2003 por medio de la cual se

transmitió el Informe de Fondo número 49/03 al Estado de Guatemala y de las constancias de transmisión vía fax de dicho informe a la Misión de Guatemala ante la Organización de Estados Americanos y a la Chancillería guatemalteca de fechas 19 de diciembre de 2003.

Anexo 4: Copia del acta del debate oral y público realizado a partir del 20 de abril de 1999 en

el juicio seguido por el Tribunal Sexto de Sentencia Penal Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente contra Ronald Ernesto Raxcacó Reyes y otros.

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Anexo 5: Copia de la sentencia de 14 de mayo de 1999 proferida por el Tribunal Sexto de

Sentencia Penal, Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente. Anexo 6: Copia de una reseña informal sobre el artículo 201 del Código Penal modificado

mediante el Decreto 81-96. Anexo 7: Copia del artículo 201 del Código Penal consagrado en el Decreto 17-73. Anexo 8: Copia del Decreto 38-94 y del Decreto 14-95. Anexo 9: Copia de la sentencia del 13 de septiembre de 1999 de la Sala Cuarta de la Corte de

Apelaciones de Guatemala. Anexo 10: Copia de la sentencia de 20 de julio de 2000 emitida por la Corte Suprema de

Justicia. Anexo 11: Copia de la sentencia del 28 de junio de 2001 de la Corte de Constitucionalidad. Anexo 12: Relato del señor Raxcacó Reyes sobre su detención y condiciones actuales de

privación de libertad, de fecha 23 de diciembre de 2003. Anexo 13: Currículo de Alberto Martín Binder, perito ofrecido por la Comisión. Anexo 14: Poder de representación otorgado por la víctima en favor del Centro por la Justicia y

el Derecho Internacional CEJIL, el Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales de Guatemala ICCPG y el Instituto de Defensa Pública Penal de Guatemala.

162. Adicionalmente, la Comisión solicita a la Corte se sirva requerir al Estado

guatemalteco la remisión de copias certificadas de la totalidad de los documentos relacionados con el proceso judicial seguido contra el Sr. Raxcacó y los recursos promovidos por su defensa en el ámbito de la jurisdicción interna, así como copia autenticada de la legislación y disposiciones reglamentarias vigentes y derogadas, relacionadas con el caso.

B. Prueba testimonial y pericial

1. Testigos

163. La Comisión solicita a la Corte que reciba la declaración de los siguientes testigos:

a) Ronald Ernesto Raxcacó Reyes, quien declarará sobre las condiciones de detención a

las que ha sido sometido desde su captura; el proceso penal seguido en su contra; la condena a la pena capital y sus efectos; entre otros aspectos relativos al objeto y fin de la presente demanda (*).

b) Rosibel Reyes, madre del señor Raxcacó Reyes, quien declarará sobre la privación de

libertad de su hijo; y las condiciones de detención a las que ha sido sometido desde su captura; entre otros aspectos relativos al objeto y fin de la presente demanda (*).

c) Hugo Humberto Ruiz Fuentes, coimputado en el proceso penal seguido contra el

señor Raxcacó Reyes, quien declarará sobre el proceso judicial seguido por el secuestro del niño Pedro Alberto de León Wug; entre otros aspectos relativos al objeto y fin de la presente demanda (*).

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d) Francisco Kepfer Rodríguez, psiquiatra forense, quien declarará sobre el efecto

psicológico de la condena a muerte en el señor Raxcacó Reyes, así como los efectos de las condiciones de detención a las que ha sido sometido desde su captura; entre otros aspectos relativos al objeto y fin de la presente demanda (*).

e) Reyes Ovidio Girón Vásquez, abogado defensor del señor Raxcacó Reyes en el

ámbito doméstico, quien declarará sobre el proceso judicial seguido por el secuestro del niño Pedro Alberto de León Wug; la sentencia de muerte dictada en contra del señor Raxcacó Reyes; y los mecanismos de impugnación empleados con el propósito de alcanzar la revisión y modificación del fallo, y el indulto o conmutación de la pena; entre otros aspectos relativos al objeto y fin de la presente demanda (*).

2. Perito

164. La Comisión solicita a la Corte que reciba en audiencia la opinión del siguiente

experto:

Alberto Martín Binder, quien declarará sobre la situación de las personas condenadas a muerte en Guatemala y sobre el estado actual de discusión respecto de la política estatal sobre la pena capital; entre otros aspectos relativos al objeto y fin de la presente demanda (*). 165. La Comisión se reserva el derecho de no presentar o de sustituir a uno o más de los

testigos y/o experto que aparecen en la lista precedente. XII. DATOS DE LOS DENUNCIANTES ORIGINALES Y DE LA VÍCTIMA 166. De conformidad con lo dispuesto en el artículo 33 del Reglamento de la Corte, la

Comisión Interamericana presenta la siguiente información: la denuncia original fue presentada por el Centro por la Justicia y el Derecho Internacional CEJIL, el Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales de Guatemala ICCPG y el Instituto de Defensa Pública Penal de Guatemala (*). 167. El nombre completo de la víctima es Ronald Ernesto Raxcacó Reyes, actualmente detenido (*). 168. La víctima ha otorgado un poder en favor del Centro por la Justicia y el Derecho Internacional CEJIL, el Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales de Guatemala ICCPG y el Instituto de Defensa Pública Penal de Guatemala, para que dichas organizaciones lo representen en el trámite ante la Corte Interamericana.83

83 Anexo 14.

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ORGANIZACIÓN DE LOS ESTADOS AMERICANOS

Comisión Interamericana de Derechos Humanos

Demanda en el caso de Damião Ximenes Lopes

(Caso 12.237) contra la República Federativa del Brasil

DELEGADOS: José Zalaquett, Comisionado Santiago A. Canton, Secretario Ejecutivo ASESORES: Ariel E. Dulitzky Víctor Madrigal Borloz Ignacio Álvarez Lilly Ching

1º de octubre de 2004 1889 F Street, N.W Washington, D.C.

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NOTA DE EDICIÓN

El siguiente texto corresponde al original de la demanda presentada en su oportunidad por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos a la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso Damião Ximenes Lopes (Caso 12.237) contra la República Federativa de Brasil.

En caso de que la Comisión haya presentado oportunamente enmiendas o erratas al texto presentado ante la Corte, éstas han sido incluidas en el texto publicado.

En el texto se ha omitido los datos de localización de testigos, peritos y representantes. Esta edición ha sido marcada con el símbolo (*).

En algunos textos se ha omitido los nombres de testigos por consideraciones de seguridad personal. Esta edición ha sido marcada con el símbolo (**).

La cita oficial de este documento es:

CIDH, Demanda en el caso Damião Ximenes Lopes (Caso 12.237) contra la República Federativa de Brasil, 1º de octubre de 2004.

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ÍNDICE

I. INTRODUCCIÓN..................................................................................................... 583 II. OBJETO DE LA DEMANDA...................................................................................... 584 III. REPRESENTACIÓN ................................................................................................. 585 IV. JURISDICCIÓN DE LA CORTE.................................................................................. 585 V. TRÁMITE ANTE LA COMISIÓN INTERAMERICANA .................................................... 585 VI. FUNDAMENTOS DE HECHO .................................................................................... 589 VII. FUNDAMENTOS DE DERECHO ................................................................................ 605 VIII. REPARACIONES Y COSTAS .................................................................................... 625 ................................................................................... 625A. Obligación de reparar ................................................................................. 626B. Medidas de reparación ................................................................. 628b.2. Garantías de no repetición ............................................................................................... 629C. Beneficiarios .......................................................................................... 629D. Costas y gastos IX. CONCLUSIONES .................................................................................................... 629 X. PETITORIO ............................................................................................................ 629 XI. RESPALDO PROBATORIO........................................................................................ 630 ...................................................................................... 630A. Prueba documental .......................................................................... 633B. Prueba testimonial y pericial .......................................................................................... 6331. Testigos ............................................................................................ 6342. Peritos XII. DATOS DE LOS DENUNCIANTES ORIGINALES Y DE LA VÍCTIMA ............................... 634

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DEMANDA DE LA COMISIÓN INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS ANTE LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS

CONTRA LA REPÚBLICA FEDERATIVA DEL BRASIL

CASO 12.237 DAMIÃO XIMENES LOPES

I. INTRODUCCIÓN

1. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (en adelante la "Comisión Interamericana", "la Comisión" o "la CIDH"), somete ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (en adelante "la Corte Interamericana", "la Corte" o "el Tribunal") la demanda en el caso No. 12.237, Damião Ximenes Lopes, contra la República Federativa del Brasil (en adelante “el Estado brasileño”, “Brasil” o “el Estado”) por las condiciones inhumanas y degradantes de la hospitalización del señor Damião Ximenes Lopes -una persona con discapacidad mental- (en adelante "la víctima") en un centro de salud que operaba dentro del marco del Sistema Único de Salud brasileño llamado la Casa de Repouso Guararapes; los golpes y ataques contra la integridad personal de que fue víctima por parte de los funcionarios de la Casa de Repouso; su muerte mientras se encontraba allí sometido a tratamiento psiquiátrico; así como la falta de investigación y garantías judiciales que caracterizan su caso y lo mantienen en la impunidad.

2. La Comisión Interamericana solicita a la Corte que establezca la responsabilidad internacional del Estado brasileño, el cual ha incumplido con sus obligaciones internacionales al incurrir en la violación de los artículos 4 (derecho a la vida), 5 (derecho a la integridad personal), 8 (derecho a las garantías judiciales) y 25 (derecho a la protección judicial) de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (en adelante “la Convención” o “la Convención Americana”), en relación con la obligación general de respeto y garantía de los derechos humanos establecida en el artículo 1(1) del mismo instrumento, en razón de los hechos del presente caso que, además, se ven agravados por la situación de vulnerabilidad en la que se encuentran las personas con discapacidad mental, así como por la especial obligación del Estado brasileño de brindar protección a las personas que se encuentran bajo el cuidado de centros de salud que funcionan dentro del Sistema Único de Salud brasileño.

3. El presente caso ha sido tramitado de acuerdo con lo dispuesto por la Convención Americana, y se presenta ante la Corte de conformidad con el artículo 33 del Reglamento del Tribunal. Asimismo, se adjunta a esta demanda, como apéndice, una copia del Informe de Fondo Nº 43/03 elaborado en observancia del artículo 50 de la Convención1. Este informe fue adoptado por la Comisión el 8 de octubre de 2003 y fue trasmitido al Estado el 31 de diciembre de 2003, con un plazo de dos meses para que adoptara las recomendaciones en él contenidas. Este plazo fue prorrogado en dos ocasiones (infra 30 y 34) y el 29 de septiembre de 2004 el Estado brasileño presentó su contestación. La Comisión Interamericana decidió, en razón de que consideró que el Estado no había adoptado sus recomendaciones de manera satisfactoria y según lo dispuesto por los artículos 51(1) de la Convención y 44 del Reglamento de la CIDH, someter el presente caso a la jurisdicción de la Corte Interamericana el 30 de septiembre de 2004. 4. La trascendencia de este caso radica primeramente en la necesidad de hacer justicia para el señor Damião Ximenes Lopes y ofrecerle una reparación adecuada a sus familiares. Sin embargo, su trascendencia también radica en la oportunidad que ofrece al Sistema Interamericano de Protección de los Derechos Humanos de desarrollar su jurisprudencia en relación con los

1 Apéndice 2.

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derechos y la especial situación de las personas con discapacidad mental, los tratos crueles, inhumanos o degradantes a los que se ven expuestas, las obligaciones del Estado en relación con los centros de salud que actúan en su nombre y representación y las garantías judiciales respecto de los pacientes internados en ellas, así como la necesidad de efectuar investigaciones efectivas en este tipo de casos. 5. En ese sentido, y como lo ha señalado la Comisión, las personas con discapacidad mental son particularmente vulnerables a la discriminación, la restricción arbitraria de la libertad personal y el trato inhumano o degradante2, puesto que “no se encuentran en condiciones de manejar su propia persona y requieren de cuidados, tratamiento y control para su propia protección”3. Tal situación se agrava cuando estas personas se encuentran bajo los cuidados de dependencias estatales y sufren, en los mismos centros de salud que están supuestos a cuidarlos y protegerlos, prejuicio, estigma y otros factores culturales y prácticos que implican que se mantenga silencio frecuente respecto de las violaciones a que se ven sometidos. Ello facilita la impunidad y acrecenta la vulnerabilidad de las personas con discapacidad mental a ser víctimas de diversas violaciones a sus derechos. Allí radica un elemento de suma importancia en el presente caso: la oportunidad que tiene el sistema interamericano de motivar el cambio y avanzar hacia una verdadera prevención de la repetición en perjuicio de otras personas, del daño sufrido por el señor Damião Ximenes Lopes.

II. OBJETO DE LA DEMANDA

6. El objeto de la presente demanda es solicitar a la Corte que concluya y declare que el

Estado: a. es responsable por la violación de los derechos consagrados en los artículos 4, 5, 8

y 25 de la Convención, así como del incumplimiento de la obligación general contenida en el artículo 1(1) del mismo instrumento, a consecuencia de la hospitalización de Damião Ximenes Lopes en condiciones crueles, inhumanas y degradantes, a las violaciones a su integridad personal, a su muerte; y a la falta de debida diligencia en el cumplimiento de su obligación de investigar, que trajo como consecuencia violaciones al derecho a un recurso efectivo y al derecho a las garantías judiciales.

7. Como consecuencia de lo anterior, la Comisión Interamericana solicita a la Corte

que ordene al Estado que:

a. realice una investigación completa, imparcial y efectiva de los hechos relacionados con la muerte de Damião Ximenes Lopes ocurrida en la Casa de Repouso Guararapes el 4 de octubre de 1999. Tal investigación debe estar orientada a determinar la responsabilidad de todos los implicados, sea por acción u omisión, y a su sanción efectiva.

b. Repare adecuadamente a los familiares de Damião Ximenes Lopes por las violaciones

de sus derechos, incluido el pago efectivo de una indemnización. c. Adopte las medidas necesarias para tratar de evitar que se produzcan hechos

similares en el futuro.

2 CIDH, Informe Anual 1997, Capítulo VI: “Recomendaciones de la Comisión Interamericana de Derechos

Humanos”.

3 CIDH, Informe Nº 63/99 (fondo), Caso 11.427, Víctor Rosario Congo, Ecuador, 13 de abril de 1999, párr. 82.

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d. Pague las costas y gastos legales incurridos por los familiares de Damião Ximenes Lopes en la tramitación del caso tanto a nivel nacional, como las que se originen en la tramitación del presente caso ante el Sistema Interamericano.

III. REPRESENTACIÓN

8. Conforme a lo dispuesto en los artículos 22 y 33 del Reglamento de la Corte, la

Comisión ha designado al Comisionado José Zalaquett, y a su Secretario Ejecutivo, Santiago A. Canton, como sus delegados en el presente caso. Los doctores Ignacio Álvarez, Lilly Ching, Ariel Dulitzky y Víctor Madrigal Borloz, especialistas de la Secretaría Ejecutiva de la CIDH, han sido designados para actuar como asesores legales.

IV. JURISDICCIÓN DE LA CORTE

9. De acuerdo con el artículo 62(3) de la Convención Americana, la Corte

Interamericana es competente para conocer de cualquier caso relativo a la interpretación y aplicación de las disposiciones de la Convención que le sea sometido, siempre que los Estados partes en el caso hayan reconocido o reconozcan la competencia de la Corte.

10. La Corte es competente para conocer el presente caso. El Estado brasileño ratificó la Convención Americana el 25 de septiembre de 1992 y aceptó la jurisdicción contenciosa de la Corte el 10 de diciembre de 1998.

V. TRÁMITE ANTE LA COMISIÓN INTERAMERICANA

11. El 22 de noviembre de 1999, la señora Irene Ximenes Lopes Miranda presentó ante

la Comisión Interamericana una petición contra la República Federativa del Brasil. En ella, denunció los hechos ocurridos en perjuicio de su hermano, el señor Damião Ximenes Lopes.

12. El 14 de diciembre de 1999, la Comisión inició la tramitación de la petición, le asignó el número 12.237 y de conformidad con el Reglamento de la CIDH vigente en ese momento acusó recibo de la misma y la remitió al Estado con un plazo de noventa días para que presentara la información pertinente.

13. El 14 de febrero de 2000, la Comisión recibió dos comunicaciones con información

adicional de la peticionaria. El 17 de febrero siguiente, dicha información fue transmitida al Estado con un plazo de sesenta días para que presentara sus observaciones.

14. El 1º de mayo de 2000, la Comisión reiteró al Estado su solicitud de envío de

información en el plazo de treinta días, con el apercibimiento de la posibilidad de aplicar lo dispuesto en el artículo 42 de su Reglamento vigente4. Dicho plazo transcurrió sin que el Estado presentara información alguna.

15. El 9 de octubre de 2002, durante su 116º período ordinario de sesiones, la CIDH

consideró la posición de la peticionaria y la falta de respuesta por parte del Estado y a la luz de los

4 El Reglamento vigente en ese momento corresponde al aprobado por la Comisión en su 49º período de sesiones y

modificado en varias sesiones posteriores. El artículo 42 del Reglamento de referencia indicaba:

[s]e presumirán verdaderos los hechos relatados en la petición y cuyas partes pertinentes hayan sido transmitidas al Gobierno del Estado aludido si, en el plazo máximo fijado por la Comisión de conformidad con el artículo 34, párr. 5, dicho Gobierno no suministrare la información correspondiente, siempre y cuando de otros elementos de convicción no resultare una conclusión diversa.

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requisitos establecidos en los artículos 31 a 37 de su Reglamento5, aprobó el Informe de admisibilidad N° 38/026, el cual fue transmitido a ambas partes el 25 de octubre de 2002. En su informe de admisibilidad, la Comisión concluyó:

que es competente para tomar conocimiento de este caso y que la petición cumple con los requisitos de admisibilidad, de acuerdo con los artículos 46 y 47 de la Convención Americana7. 16. Asimismo, la Comisión declaró: 1. […] sin prejuzgar sobre el mérito del presente caso, que la petición en examen es admisible en relación con los hechos denunciados y respecto de los artículos 4 (derecho a la vida); 5 (derecho a la integridad física); 11 (protección del honor y la dignidad); 25 (derecho a un recurso judicial), conjuntamente con el artículo 1(1) (obligación de respetar los derechos contenidos en la Convención) […]

17. La peticionaria presentó observaciones sobre el fondo del caso el 19 de noviembre

de 2002, consignó anexos y observaciones adicionales por nota del 2 de enero de 20038 y mediante carta de 10 de marzo de 2003, de todo lo cual se dio traslado al Estado con una solicitud de que presentara observaciones. En fecha 21 de marzo de 2003 el Estado presentó por primera vez una contestación sobre el fondo del caso.

18. El 8 de mayo de 2003 la Comisión se puso a disposición de las partes en el marco

del procedimiento de solución amistosa establecido en los artículos 38 y 41 del Reglamento de la CIDH, así como 48(1)(f) de la Convención Americana.

19. En fecha 20 de junio de 2003 la peticionaria respondió que “sin dejar de reivindicar

la justicia tan reclamada, la familia de Damião Ximenes Lopes aguarda una propuesta de conciliación del Estado brasileño”9. Por su parte, el Estado no respondió a la oferta de solución amistosa efectuada por la Comisión.

20. El 29 de julio de 2003 la CIDH solicitó al Estado brasileño que suministrara a la

Comisión, de conformidad con el artículo 48(1)(e) de la Convención, copia del contrato de derecho público o del convenio celebrado entre el Sistema Único de Salud (en adelante “SUS”) y la Casa de Repouso Guararapes, conforme al cual dicho centro de salud fue acreditado para prestar servicios médicos en nombre del Sistema Único de Salud (SUS), dentro de un plazo de treinta días. El Estado no respondió a dicha solicitud de la CIDH.

21. El 1º de agosto de 2003 las organizaciones no gubernamentales Centro de Justicia

Global y el Fórum Cearense da Luta Antimanicomial no Brasil, conjuntamente con la firma de

5 El Reglamento vigente en ese momento corresponde al texto aprobado por la Comisión Interamericana en su 109º período extraordinario de sesiones celebrado del 4 al 8 de diciembre de 2000 y en vigor a partir del 1º de mayo de 2001.

6 CIDH, Informe Anual 2002, Informe Nº 38/02 – Damião Ximenes Lopes, Caso 12.237 (Brasil). Apéndice 1.

7 CIDH, Informe Anual 2002, Informe Nº 38/02 – Damião Ximenes Lopes, Caso 12.237 (Brasil), párr. 28. Apéndice 1.

8 El escrito de la peticionaria recibido en la CIDH el 2 de enero de 2003 y de fecha 10 de diciembre de 2002 contiene varios anexos. Uno de los anexos corresponde a la designación del señor José Arimá Rocha Brito como su abogado.

9 La mayoría de los documentos originales del presente caso se encuentran en idioma portugués. Los textos transcritos a lo largo de la demanda corresponden a una traducción libre de la Secretaría de la CIDH.

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abogados Ropes & Gray LLP presentaron a la CIDH un amicus curiae en relación con el presente caso. El 21 de agosto de 2003 se dio traslado de dicho escrito a la peticionaria y al Estado.

22. El 6 de agosto de 2003 la CIDH solicitó a la Organización Panamericana de la Salud

(en adelante “OPS”) una opinión técnica sobre estándares médicos internacionales relacionados con el tratamiento de personas con enfermedades mentales. Dicha opinión técnica fue recibida en la CIDH el 15 de septiembre de 2003. Habiendo observado que dicha opinión, aún cuando fue solicitada y respondida en términos generales, podría ser utilizada al decidir el presente caso, la CIDH decidió trasladar copia de ella a ambas partes, lo cual hizo el 23 de septiembre de 2003.

23. El 17 de octubre de 2003 la peticionaria solicitó que se tuviera al Centro por la

Justicia Global como co-peticionario en el caso. 24. El 8 de octubre de 2003, durante su 118º período ordinario de sesiones, la Comisión

aprobó el Informe N° 43/03, según lo establecido por el artículo 50 de la Convención Americana y 42 de su Reglamento. En dicho informe, luego de analizar las posiciones de las partes, la CIDH concluyó

que el Estado brasileño es responsable de la violación al derecho a la integridad personal, a la vida, a la protección judicial y a las garantías judiciales, consagrados en los artículos 5, 4, 25 y 8, respectivamente, de la Convención Americana, debido a la hospitalización de Damião Ximenes Lopes en condiciones inhumanas y degradantes, a las violaciones a su integridad personal, a su asesinato; y a las violaciones de la obligación de investigar, del derecho a un recurso efectivo y de las garantías judiciales relacionadas con la investigación de los hechos. La Comisión concluy[ó] igualmente que con ocasión a la violación a tales artículos el Estado violó igualmente su deber genérico de respetar y garantizar los derechos consagrados en la Convención Americana a que se refiere el artículo 1(1) de dicho tratado. y recomendó 1. Realizar una investigación completa, imparcial y efectiva de los hechos relacionados con la muerte de Damião Ximenes Lopes ocurrida en la Casa de Repouso Guararapes el 4 de octubre de 1999. Tal investigación debe estar conducida a determinar la responsabilidad de todos los responsables, ya sean tales responsabilidades por acción o por omisión, y a la sanción efectiva de los responsables. 2. Reparar adecuadamente a los familiares de Damião Ximenes Lopes por las violaciones de derechos humanos determinadas en el […] informe, incluido el pago efectivo de una indemnización. 3. Adoptar las medidas necesarias para tratar de evitar que se produzcan hechos similares en el futuro. 25. El 31 de diciembre de 2003, la Comisión Interamericana procedió de conformidad

con lo establecido en el artículo 43(2) de su Reglamento, transmitió el informe de fondo al Estado y fijó un plazo de dos meses para que informara sobre las medidas adoptadas para cumplir con las recomendaciones formuladas en el mismo. Ese mismo día, y en virtud de lo dispuesto por el artículo 43(3) de su Reglamento, la Comisión notificó a los peticionarios la adopción del informe y su

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transmisión al Estado y les solicitó a estos que informaran sobre su posición respecto del sometimiento del caso a la Corte Interamericana, entre otra información pertinente10.

26. El 16 de enero de 2004, el Estado brasileño solicitó la inclusión del caso de Damião

Ximenes dentro del programa de audiencias y sesiones de trabajo a celebrarse durante el 119º período de sesiones de la Comisión Interamericana. Mediante comunicación de 2 de febrero siguiente, la CIDH convocó a ambas partes a una reunión de trabajo para el día 1 de marzo de 2004 en Washington, D.C. 27. El 16 y 27 de febrero de 2004, los peticionarios presentaron parte de la documentación solicitada por la CIDH (supra 25), así como la aclaración en relación con sus intentos fallidos de obtener una copia del convenio celebrado entre SUS y la Casa de Repouso Guararapes.

28. El 1º de marzo de 2004, durante la reunión de trabajo entre las partes (supra 26) el Estado del Brasil informó sobre los avances en el cumplimiento de las recomendaciones adoptadas por la CIDH.

29. El 8 de marzo de 2004, los peticionarios indicaron que consideraban de suma

importancia el envío del caso a la Corte Interamericana, en razón de que el Estado no había cumplido con las recomendaciones formuladas en el informe de fondo por la CIDH, especialmente en el sentido de realizar una investigación completa, imparcial y efectiva; de reparar adecuadamente a los familiares de Damião Ximenes Lopes; y de adoptar las medidas necesarias para evitar que ocurran hechos similares en el futuro, en razón de que la gravedad en la situación de las personas discapacitadas en el país continuaba existiendo11.

30. Mediante nota No. 60 de fecha 16 de marzo de 2004, recibida en la Secretaría de la CIDH al día siguiente, el Estado solicitó a la Comisión la concesión de una prórroga para presentar sus observaciones al informe de fondo, misma que le fue otorgada por la Comisión el 17 de marzo de 2004, por el plazo de tres meses, hasta el 17 de junio de 2004.

31. El 26 de marzo de 2004 los peticionarios presentaron sus observaciones a la

información proporcionada por el Estado en el curso de la reunión de trabajo entre las partes (supra 28).

32. Mediante nota No. 132 de fecha 2 de junio de 2004, recibida en la Secretaría de la

CIDH el 4 de junio siguiente, el Estado brasileño presentó información adicional sobre la posibilidad de otorgar una pensión a la madre de Damião Ximenes.

33. En fechas 15 y 17 de junio y 6 de julio de 2004 los peticionarios presentaron

información adicional ante la CIDH. Sus comunicaciones fueron trasladadas al Estado oportunamente.

34. Mediante nota No. 142 de fecha 17 de junio de 2004, recibida en la Secretaría de la

CIDH al día siguiente, el Estado brasileño solicitó una nueva prórroga a efectos de atender las recomendaciones formuladas por la Comisión en su informe de fondo. La prórroga en cuestión fue

10 Como parte de dicha información y en virtud de la falta de respuesta del Estado (supra párr. 20), la CIDH solicitó

a los peticionarios una copia del convenio celebrado entre el Sistema Único de Salud (SUS) y la Casa de Repouso Guararapes, conforme al cual dicho centro de salud estuvo acreditado como prestador de servicios médicos en nombre del Sistema Único de Salud (SUS).

11 Mediante dicha comunicación, los peticionarios indicaron también que no habían recibido la notificación sobre la adopción del informe N° 43/03 sino hasta el 17 de febrero de 2004 (supra párr. 25).

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otorgada por la Comisión el 17 de junio de 2004, por un plazo de tres meses, es decir, hasta el 17 de septiembre de 2004.

35. En ambas ocasiones (supra 30 y 34), el Estado aceptó en forma expresa e

irrevocable que la concesión de las prórrogas suspendía el plazo establecido en el artículo 51(1) de la Convención para elevar el caso a la Corte y renunció a oponer excepciones preliminares sobre esta materia.

36. Mediante nota No. 213 de 23 de septiembre de 2004 el Estado brasileño presentó

un informe parcial sobre la implementación de las recomendaciones de la CIDH y el 29 de septiembre siguiente, doce días después del vencimiento del plazo otorgado, el Estado brasileño presentó otra nota, No. 216 que contenía la contestación al informe de fondo emitido por la Comisión.

37. Ante la falta de cumplimiento satisfactorio por parte del Estado de las

recomendaciones contenidas en el informe aprobado de acuerdo al artículo 50 de la Convención Americana, y de conformidad con lo dispuesto en los artículos 51(1) de la Convención y 44 de su Reglamento, el 30 de septiembre de 2004 la Comisión decidió someter el presente caso a la Corte.

VI. FUNDAMENTOS DE HECHO

38. La Comisión Interamericana considera de suma importancia el reconocimiento judicial de los hechos en el caso de Damião Ximenes. Éste constituye el pronunciamiento sobre las violaciones en las que ha incurrido el Estado a través de las acciones ilícitas y omisiones de sus agentes, fuente de responsabilidad internacional. También es un mecanismo de dignificación y un medio legítimo de publicación de la verdad que ha sido negada bajo la figura de la impunidad. Constituye, por último, el fundamento necesario para el establecimiento de las reparaciones correspondientes.

39. Los hechos alegados por la Comisión en la demanda, los ha dado por establecidos de

acuerdo con el principio del contradictorio, la prueba documental, la cual fuera oportunamente trasladada al Estado sin ser objetada, y los criterios sobre la carga de la prueba que han sido establecidos por el Tribunal.

La Ley

40. La Constitución Federal del Brasil establece en su Sección II, Titulada “De la Salud”, lo siguiente12:

Art. 196. La salud es un derecho de todos y un deber del Estado, lo cual debe ser garantizado mediante políticas sociales y económicas que tengan como objetivo la reducción del riesgo de enfermedad y otros agravios, y también el acceso universal e igualitario a las acciones y servicios para su promoción, protección y recuperación. Art. 197. Los servicios y acciones de salud tienen relevancia pública, y compete al Poder Público, de acuerdo con la ley, disponer sobre su reglamentación, fiscalización y control. Su ejecución debe ser realizada directamente o a través de terceros, y también por persona física o jurídica de derecho privado.

12 El texto transcrito corresponde a una traducción libre de la Secretaría de la CIDH.

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Art. 198. Las acciones y servicios públicos de salud integran una red regionalizada y jerarquizada, y constituyen un sistema único, organizado de acuerdo con las siguientes directrices: I – descentralización, con dirección única en cada esfera de gobierno; II – asistencia integral, con prioridad a las actividades preventivas, sin perjuicio de los servicios asistenciales; III – participación de la comunidad § 1º. El sistema único de salud será financiado, de acuerdo con el artículo 195, con recursos del presupuesto de la seguridad social del Gobierno Federal, de los Estados, del Distrito Federal y de los Municipios, aparte de otras fuentes. § 2º El Gobierno Federal, los Estados, el Distrito Federal y los Municipios aplicarán anualmente recursos mínimos en acciones y servicios de salud derivados de la aplicación de porcentajes sobre: I - en el caso del Gobierno Federal, de acuerdo con la ley complementaria a que se refiere el párrafo 3º; II – en el caso de los Estados y del Distrito Federal, el producto de la recaudación de impuestos a que se refiere el artículo 155, y de los recursos a que se refieren los artículos 157 y 159, inciso I, línea a, e inciso II, deducidas las proporciones que fueren transferidas a los respectivos Municipios; III – en el caso de los Municipios y del Distrito Federal, el producto de la recaudación de impuestos a que se refiere el artículo 156, y de los recursos a que se refieren los artículos 158 y 159, inciso I, alinea b y párrafo 3.; § 3º Una Ley complementaria que será reevaluada por lo menos cada cinco años, establecerá: I – los porcentajes a que se refiere el párrafo 2; II – los criterios de división de los recursos del Gobierno Federal vinculados a la salud destinados a los Estados, al Distrito Federal y a los Municipios, y lo de los Estados destinados a sus respectivos Municipios, teniendo como objetivo la progresiva reducción de las disparidades regionales; III – las normas de fiscalización, evaluación y control de los gastos con salud en las esferas federal, estadual, distrital y municipal; IV – las normas de cálculo del total a ser aplicado por el Gobierno Federal. Art. 199. La asistencia de salud es libre a la iniciativa privada. § 1º - Las instituciones privadas podrán participar de forma complementaria en el sistema único de salud, de acuerdo con las directrices del mismo, mediante contrato de derecho público o convenio, dándose preferencia a las entidades filantrópicas y las sin fines lucrativos. § 2º - Es prohibido destinar recursos públicos a auxilios o subvenciones a las instituciones privadas con fines lucrativos. § 3º - Es prohibida la participación directa o indirecta de empresas o capitales extranjeros en la asistencia de salud en el país, excepto en los casos previstos en ley. § 4º - La ley dispondrá sobre las condiciones y los requisitos que faciliten la remoción de órganos, tejidos y substancias humanas con fines de transplante, pesquisa y tratamiento, bien

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como la colecta, procesamiento y transfusión de sangre y sus derivados, siendo prohibido todo tipo de comercialización. Art. 200. Al Sistema Único de Salud es atribuido, a parte de otras funciones, de acuerdo con la ley: I – controlar y fiscalizar procedimientos, productos y substancias de interés para la salud y participar de la producción de medicamentos, equipamientos, inmunobiológicos, hemoderivados y otros insumos; II – ejecutar las acciones de vigilancia sanitaria y epidemiológica, bien como las de salud del trabajador; III – ordenar la formación de recursos humanos en el área de la salud; IV – participar de la formulación de la política y de la ejecución de las acciones de saneamiento básico; V – incrementar el desarrollo científico y tecnológico en su área de actuación; VI – fiscalizar e inspeccionar alimentos, incluyendo el control de su contenido nutricional, bien como bebidas y aguas para el consumo humano; VII – participar del control y fiscalización de la producción, transporte, almacenamiento y utilización de substancias y productos psicoativos, tóxicos y radioactivos; VIII – colaborar con la protección del medio ambiente, incluyendo el ambiente de trabajo. La Casa de Repouso Guararapes estaba acreditada por el SUS 41. Para el mes de octubre de 1999 la Casa de Repouso Guararapes prestaba servicios

de salud a pacientes con discapacidad mental en el marco del SUS, entendido éste como el “conjunto de acciones y servicios de salud, prestados por órganos e instituciones públicas federales, estaduales y municipales, de la Administración Directa e Indirecta y de las Fundaciones mantenidas por el poder público operado y mantenido por el Estado Brasileño” en el que la “iniciativa privada podrá participar, con carácter complementario”13.

Continúa…

13 - Véase Ley Federal No. 8.080 del 19 de septiembre de 1990, artículos 4 y 7. Anexo 1.

- Véase Decisión Administrativa No. 026, de 2 de marzo de 2000, emitida por el Secretario Municipal de Salud y Asistencia Social del Municipio de Sobral, Estado de Fortaleza. Mediante dicho instrumento se decretó la intervención de la Casa de Repouso Guararapes, y en su artículo 3 se facultó a la Junta Interventora a “administrar y sanear la Casa de Repouso Guararapes, administrando los recursos entregados por el Sistema Único de Salud-SUS...”. Anexo 2.

- Véase expediente, Decisión Administrativa No. 113, de 10 de julio de 2000, emitida por el Secretario Municipal de Salud y Asistencia Social del Municipio de Sobral, Estado de Fortaleza. En el artículo 1° de dicho instrumento se decidió: “Cancelar la acreditación de la Casa de Repouso Guararapes como institución psiquiátrica para prestar servicios al SUS en el área de asistencia hospitalaria en psiquiatría”. Anexo 3.

- Véase testimonio del Dr. Francisco Ivo Vasconcelos, médico que trabajaba en la Casa de Repouso Guararapes, prestado el 16 de agosto de 2000, en el proceso penal llevado por el Juzgado de Derecho de la Tercera Sala del Estado de Ceará. En dicha declaración el testigo manifiesta que “el hospital era particular y recibía recursos financieros del SUS”. Anexo 4.

- Véase Oficio SSAS No. 870, de 10 julio de 2000, mediante el cual la Secretaría de Salud y Asistencia Social de la Alcaldía Municipal de Sobral informa a la Casa de Repouso Guararapes de la “cancelación de la acreditación de la Casa de Repouso Guararapes como hospital contratado para la prestación de servicios al SUS, en el área de internación psiquiátrica.” Anexo 5.

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42. La Casa de Repouso Guararapes es un ente privado que fue contratado por el Estado brasileño para prestar servicios públicos de salud en nombre y por cuenta del Estado brasileño de conformidad con su propia legislación.

Situación imperante en la Casa de Repouso Guararapes

43. En la Casa de Repouso Guararapes existía un contexto de violencia extrema que la

caracterizaba. 44. Dentro de este contexto y con anterioridad a la muerte de Damião Ximenes Lopes

ocurrieron al menos dos muertes en circunstancias violentas, que habrían incluido golpes en la cabeza con objetos contundentes. En tales circunstancias, el señor Gerardo Alves da Silva, murió en la Casa de Repouso Guararapes en febrero de 199114 y la señora Raimunda Ferreira de Sousa falleció en el mismo lugar en 198715.

…Continuación

Continúa…

- Véase testimonio del médico José Claudio Aguiar, ante la 3ª Sala, de 16 de agosto de 2000, en donde señala que “el monto diario pagado por el SUS por cada paciente incluía todos los gastos, inclusive alimentación, medicinas, agua, luz [...]”. Anexo 6.

- Véase escrito de 26 de marzo de 2001 dirigido por el Sr. Sergio Antunes Ferreira Gomes (a través de apoderado), propietario de la Clínica de Repouso Gurarapes, a la Jueza de Derecho de la Tercera Sala de la Comarca de Sobral, en donde señala que con la cancelación de la acreditación de la Casa de Repouso Guararapes como “hospital contratado para la prestación de servicios al SUS en el área psiquiátrica, [...] se puso fin a la única fuente de ingreso de la requerida [Casa de Repouso Guararapes], pues no existe otra fuente de recurso financiero a no ser el contrato de prestación de servicios con el Servicio Único de Salud”. Anexo 7.

- Véase contrato de enmienda número 013/99 al Contrato 05300798, firmado entre el Municipio de Sobral y la Casa de Repouso Guararapes de fecha 26 de diciembre de 1999 el cual tuvo como objeto la ejecución de la gestión del SUS habilitada desde el 24 de marzo de 1998 a través de la decisión administrativa número 2.422 del Ministerio de Salud. Anexo 8.

14 La declaración de la testigo María Gorete Silva se refiere a la muerte de su padre, Gerardo Alves da Silva, ocurrida en febrero de 1991 en la Casa de Repouso Guararapes e indica:

[q]ue el día lunes, alrededor de las 7:00 a.m. [...] una vecina le avisó que su padre había muerto en la Casa de Repouso Guararapes [...] Cuando quiso entrar al hospital, fue impedida de hacerlo [...] le avisó a un hermano de nombre Francisco Constancio Alves, quien también fue impedido de entrar en el hospital [...]. Que el Dr. Humberto preguntó al hermano si tenían ropa para vestir a su padre, y fue cuando Francisco fue a buscar la ropa y al llegar de nuevo a la clínica, fue nuevamente impedido su acceso y no le dejaron ayudar a vestirlo, siendo que los familiares pudieron ver a su padre apenas en la casa. Que cuando el padre de la declarante llegó a la casa, ella al verlo observó que tenía en el hueso de la frente, entre ceja y ceja, y en la nariz, tenía un pedazo de algodón y manchas de sangre [...].

Que cree que aquello en la cabeza de su padre fue un golpe con un palo. Que al ver aquello en la cabeza de su padre fue hasta el hospital y habló con el Dr. Humberto y con Juvenal, diciéndoles daría parte a la policía, y ellos le dijeron que eso no llegaría a nada. Que de todas maneras la declarante vino a esta delegación policial, y presentó queja [...] que sin embargo no se quedó con copia de esta queja. [...]

Que en aquel hospital habían siempre muertes de esa naturaleza pero que nunca habían pruebas y en consecuencia no se hacía nada en materia de justicia.

Al respecto, véase testimonio de la señora Maria Gorete Silva, de fecha 15 de febrero de 2000, en la investigación efectuada por la Policía de Sobral, Estado de Ceará. Anexo 9.

15 La declaración testimonial de la testigo Maria Expedita Sousa Lira se refiere a su vez a la muerte de su madre, señora Raimunda Ferreira de Sousa, ocurrida en 1987, en la Casa de Repouso Guararapes e indica:

fue avisada por una vecina llamada Ireneide, que era enfermera de la Santa Casa, que su madre había ingresado en la UTI (Unidad de Tratamiento Intensivo). Que la declarante, muy sorprendida, fue a la CASA DE REPOUSO GUARARAPES y le dijeron que su madre había sufrido una caída y que había sido llevada desmayada para la Santa Casa [...] que hablando nuevamente con Ireneide, le dijo que su madre estaba muy mal, con un golpe muy fuerte en la cabeza, y que quizás no sobreviviese.

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45. Las muertes violentas e inexplicadas en la Casa de Repouso Guararapes no fueron

investigadas y las condiciones y circunstancias que las permitieron no cambiaron con anterioridad a los hechos del presente caso.

46. En la Casa de Repouso Guararapes existía una situación caracterizada por la violencia física que ejercían algunos enfermeros en contra de los pacientes. Además, las luchas o enfrentamientos físicos entre los pacientes eran incentivadas en algunos casos por los mismos enfermeros quienes omitían sus deberes de cuidado y protección16.

…Continuación

Que después de algunos días en la UTI [...] llevaron a la mamá de la declarante para la casa, en donde falleció en la mañana del día siguiente. Que cuando fueron a vestir el cadáver, la declarante y otros familiares y amigos vieron que en la cabeza de su madre había un golpe muy grande, y que el cuerpo de ella tenía muchos arañazos y moretones, y que las uñas estaban como si hubiesen estado arrancadas y muy golpeadas, momento en el cual todos allí se indignaron, y pensaron en dar parte a la policía, pero la familia encontró pensó mejor no avisar a la policía, lo entregaron a Dios y la enterraron.

Véase testimonio de la señora Maria Expedita Sousa Lira, de fecha 15 de febrero de 2000, en la investigación efectuada por la Policía de Sobral, Estado de Ceará. Anexo 10.

16 El testimonio del señor Francisco das Chagas Melo, que en 1997 estuvo internado como paciente en la Casa de Repouso Guararapes, expresó que el tiempo que pasó en tal Casa de Repouso fue:

la peor época de su vida, y horrible, pues le pegaron mucho en esa casa, y se acuerda que el funcionario que le pegó mucho con puñetazos y pegándolo contra la pared fue una persona de nombre: Eliezio, y que el deponente quedó con la boca toda ensangrentada.

[...] dice que vio varias veces que los enfermeros, en vez de dar asistencia a los pacientes, cuando observaban que un paciente miraba a otro le daban “cuerda” para que los pacientes pelearan entre sí, y que cuando uno de ellos era golpeado, los enfermeros continuaban instando, diciendo lo siguiente: “al muchacho le pegaron en la cara”. Y como consecuencia de ello, empezaba nuevamente la pelea entre los pacientes, que duraba horas y horas, y que los enfermeros no los separaban, sino que decían que solamente querían que no les hicieran nada a los enfermeros.

[...] recuerda el nombre de algunos de esos funcionarios, en el caso las personas de nombres: Zé, Eliésio, Carlao. El carcelero de nombre Cosmo.

[...]

Se recuerda que el funcionario de nombre Cosmo le pegaba a los internos, y el testigo fue a hablar con él para que no les pegase, y solamente porque lo tildó de poderoso [...] vino con un tenedor de dos puntas en su dirección y con tono amenazante y nervioso le decía lo siguiente: “cállate, si no te apuñalo”.

Que en otra ocasión, un paciente llamado Jucelino, muy amigo del deponente, estaba sentado en un tronco [...] el carcelero Cosmo, sin ningún motivo)...) le dio con el codo un golpe muy fuerte en la espalda [...]

Que en otra oportunidad el mismo Cosmo amarró a Jucelino y a otro paciente [...] Jucelino gritaba de dolor, y cuando el testigo dijo que iría a desamarrarlo, Cosmo le dijo que no lo hiciese [...]

Que en otra oportunidad vio cuando el mismo Cosmo tomó una silla, de aquellas de hierro, y nuevamente sin ningún motivo, la batió contra la espalda de otro paciente cuyo nombre el testigo no recuerda. El testigo señala que todo esto era por pura maldad de este funcionario.16

El mencionado testigo Francisco das Chagas Melo declaró también en otra oportunidad que:

cierta vez vio un enfermero de la citada casa, llamado Eliezio, darle una paliza a un paciente solo porque éste hizo ruido, al balancear una puerta que separa los patios de uno de los dormitorios, que por esa razón el citado enfermero le dio un golpe en la cara y lo pateó repetidas veces cuando el paciente cayó al piso; que el paciente gritaba diciendo que moriría, que el enfermero solamente paró cuando el paciente ya se encontraba bien débil y golpeado a causa de la paliza

Véase testimonio del señor Francisco das Chagas Melo, de 16 de febrero de 2001, que cursa al expediente judicial llevado por el Juzgado de la 3ª. Sala de la Comarca de Sobral. Anexo 11.

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47. Aunado a lo anterior, los funcionarios de la Casa de Repouso utilizaban enfermos mentales para contener físicamente a otros enfermos mentales17.

48. En la Casa de Repouso Guararapes se registraron varias denuncias por las agresiones, los malos tratos y las condiciones inhumanas o degradantes de confinamiento, denuncias que incluso fueron reconocidas por el personal. Existen testimonios coincidentes que indican claramente la situación extrema de violencia en contra de los pacientes de la institución18.

17 El testigo Carlos Alberto Rodríguez dos Santos, enfermero auxiliar de la Casa de Repouso Guararapes, declaró

por su parte que “cuando los pacientes van quedando ´mas bien orientados´pasan a ayudar en la contención de los otros, que a veces cuando hay un paciente muy agresivo y solamente uno o dos auxiliares en el momento, los auxiliares piden ayuda a los propios pacientes para que ayuden en la contención”.

Véase testimonio del señor Carlos Alberto Rodríguez dos Santos, de 24 de abril de 2000, ante el Juzgado de la 3ª Sala de la Comarca de Sobral. Anexo 12.

18 Así, por ejemplo, en el libro de ocurrencias diarias de la Casa de Repouso Guararapes, existe un registro de fecha 29 de diciembre de 1999, en donde un enfermero señala lo siguiente:

Fui convocado para un testimonio de un paciente de nombre Vanderley en donde estaban presentes [...] el paciente relató las agresiones que algunos auxiliares volvieron a practicar. Habló sobre el paciente Adauto, que estaba agresivo, rompió lámparas, se cortó los dedos y los auxiliares no hacían nada, y colocaban los propios pacientes para contener al paciente agresivo. Señaló también que después de contenido y con las manos hacia atrás, los auxiliares golpeaban con sus manos el l rostro del paciente [...] y lo amarraron con una cadena.

Véase libro de ocurrencias diarias de la Casa de Repouso Guararapes, testimonio del enfermero Francisco Santana, de 29 de diciembre de 1999. Anexo 13.

En ese mismo sentido, El testigo André Tavares do Nascimiento, a su vez, declaró que trabajaba en la CSG como “auxiliar de patio”, y que su principal función era actuar como especie de “seguridad, para auxiliar a los enfermeros cuando algún paciente estaba agitado, o sea, violento”.18 A su vez, el testigo Francisco Ivo de Vasconcelos, Director Clínico de la Casa de Repouso Guararapes, habiendo sido preguntado si en su opinión los auxiliares de patio eran bien entrenados para el trabajo con enfermos mentales, respondió que “ya se recibieron diversas reclamaciones sobre malos tratos” [...], “las medicinas son cambiadas sin prescripción del médico, y que se entera a través de los pacientes” ... “en realidad, los funcionarios amarran a los pacientes sin criterios, y yo voy y mando a desamarrarlos”.

Véase testimonio del Dr. Francisco Ivo de Vasconcelos ante La Coordinación Municipal de Control y Evaluación de la Casa de Repouso de Guararapes. Anexo 14.

El testigo Sebastião Viera Filho, ex-paciente de la Casa de Repouso Guararapes señaló por su parte que

en aquella casa fue muy maltratado, vio muchos malos tratos [...] que cuando por una vez intentó salir de esa casa fue empujado [...] que en vez de ser bien tratados para mejorarse, es lo contrario. Los funcionarios los tratan como verdaderos animales [...] si usted desea mal a su prójimo aquí en la tierra, basta que sea hospitalizado en la CASA DE REPOUSO GUARARAPES, pues entiende que no hay peor lugar en el mundo que aquel hospital [...].

Véase testimonio del señor Sebastião Vieira Filho, de fecha 9 de diciembre de 1999, en la investigación efectuada por la Policía de Sobral, Estado de Ceará. Anexo 15.

El testigo João Paulo Melo, hermano de un ex-paciente de la Casa de Repouso Guararapes, declaró por su parte que su hermano estuvo internado en dicho lugar en el año 1998, y que

le indicó que allí era un infierno, pues le habían pegado mucho, y de un cierto enfermero [...] que le parece que era el enfermero de nombre Cosmo. Que en una cierta ocasión recibió un puño en la boca de parte de ese enfermero, y que salió mucha sangre [...].

Véase testimonio del señor João Paulo Melo, de fecha 11 de febrero de 2000, en la investigación efectuada por la Policía de Sobral, Estado de Ceará. Anexo 16.

La testigo Cândida Martins Vieira, esposa de una persona que fue paciente de la Casa de Repouso Guararapes en el año 1995, declaró por su parte que “observó en patio varios pacientes desnudos, sucios, era una cosa increíble, que lo más le llamó la atención fue el abandono, pues eso parecía un depósito de gusanos y no de seres humanos”. Véase testimonio de la señora Cândida Martins Vieira, de fecha 11 de febrero de 2000, en la investigación efectuada por la Policía de Sobral, Estado de Ceará. Anexo 17.

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Diversas denuncias también fueron efectuadas a lo externo de la institución por diferentes organismos19.

49. El médico de la Casa de Repouso Guararapes, Francisco Ivo Vasconcelos, declaró que los reclamos acerca del funcionamiento de la Casa de Repouso

eran efectuados al propio declarante, quien dependiendo de la naturaleza de la reclamación la dirigía a la enfermera Salete o para el director Presidente; que algunas reclamaciones eran graves pero que nada se hacia, que por apenas mencionar dos reclamos graves: hubo una acusación de estupro y un auxiliar de enfermería quebró el brazo de un paciente en dos partes20. 50. Un informe oficial elaborado en noviembre de 1999 por el Grupo de

Acompañamiento y Evaluación de la Asistencia Psiquiátrica a la Casa de Repouso Guararapes establece que los pacientes de dicha institución tenían lesiones en los miembros superiores e inferiores que señalaron haber sido causadas por trabajadores de la Casa de Repouso, y que la mayoría de ellos indicó estar insatisfechos con “los hombres que les den “gravata” (maniobra que implica posibilidad de asfixiamiento),21 siendo que los demás internos dijeron que “era la ley” o que era “para mantener el orden”22.

51. El informe No. 002/99 del Sistema Municipal de Auditoría, concluyó que la Casa de

Repouso Guararapes “no ofrece condiciones de funcionamiento adecuadas a la legislación sanitaria pertinente y que hay evidencias de malos tratos, tortura y de abuso sexual de pacientes”23.

52. El 29 de febrero de 2000 el Consejo Municipal de Salud decidió mediante resolución

No. 001/00, la intervención por parte de un órgano gestor municipal de salud, de la Casa de Repouso Guararapes a través de una Junta Interventora24.

53. El 2 de marzo de 2000, el Secretario Municipal de Salud y Asistencia Social del

Municipio de Sobral, declaró instituida la Junta Interventora de la Casa de Repouso Guararapes por un período de noventa días25.

54. El 10 de julio de 2000, la Secretaría de Desarrollo Social y Salud del Municipio de Sobral, dio por terminada la intervención de la Casa de Repouso Guararapes -que se mantuvo por 120 días- Mediante decisión administrativa número 113. En el artículo 1° de dicho documento se

19 Al respecto, la Decisión Administrativa No. 026, de 2 de marzo de 2000, emitida por el Secretario Municipal de

Salud y Asistencia Social del Municipio de Sobral, Estado de Fortaleza establece en su considerando número trece la existencia de denuncias por parte de: la Comissão de Directos Humanos da Assembléia Legislativa do Estado do Ceará, la Comissão Estadual de Saúde Mental, el Proceso No. 08105.001068/99-62(3) ante la Procuradoria Regional dos Directos do Cidadão y el Relatório No.002/99 del Sistema Municipal de Auditoria. Anexo 2.

20 Véase testimonio del señor Francisco Ivo Vasconcelos, de 16 de agosto de 2000, ante el Juzgado de la 3ª Sala de la Comarca de Sobral. Anexo 4.

21 “Gravata” significa literalmente corbata. Dar gravata implica que una persona se coloca detrás de la otra, y la inmoviliza pasando el brazo por su cuello, apretando de manera tal que la persona se inmoviliza, pues empieza a ser asfixiada.

22 Véase Informe del Grupo de Acompañamiento y Evaluación de la Asistencia Psiquiátrica. Anexo 18.

23 Véase decisión Administrativa No. 026, de 2 de marzo de 2000, emitida por el Secretario Municipal de Salud y Asistencia Social del Municipio de Sobral, Estado de Fortaleza. Penúltimo considerando. Anexo 2.

24 Véase Decisión Administrativa No. 026, de 2 de marzo de 2000, emitida por el Secretario Municipal de Salud y Asistencia Social del Municipio de Sobral, Estado de Fortaleza. Último considerando. Anexo 2.

25 Véase Decisión Administrativa No. 026, de 2 de marzo de 2000, emitida por el Secretario Municipal de Salud y Asistencia Social del Municipio de Sobral, Estado de Fortaleza. Resolutivo 1º. Anexo 2.

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decidió: “Cancelar la acreditación de la Casa de Repouso Guararapes como institución psiquiátrica para prestar servicios al SUS en el área de asistencia hospitalaria en psiquiatría” y constituir la Red de Atención Integral a la Salud de Sobral26.

Sobre la víctima: su enfermedad e historia clínica

55. El señor Damião Ximenes Lopes27, tenía en 1999 30 años de edad28. Durante su infancia no tuvo señal alguna de alteraciones de comportamiento29. Aproximadamente en 1986, a los 17 años, presentó las primeras señales de alteración en su comportamiento, presumiblemente como consecuencia de un traumatismo cráneo-encefálico y de castigos físicos que le propinaba el padre mientras dormía. A continuación desarrolló un trastorno mental conocido como de origen orgánico, proveniente de alteraciones en el funcionamiento del cerebro30. Inicialmente, los síntomas de su enfermedad fueron sonambulismo y episodios en que parecía estar fuera de sí o desorientado. Luego tuvo periodos depresivos, en que se le veía llorando, tímido y no conversaba sobre sus propios sentimientos.

56. La enfermedad de Damião Ximenes Lopes fue empeorando, y presentaba crisis

ocasionales: parecía más retraído, se aislaba de lo que ocurría a su alrededor, sonreía sin motivo aparente, y en algunas ocasiones tenía discursos inconexos. Un psiquiatra señaló al respecto que los síntomas que presentaba encuadraban dentro de una situación general que se conoce en psiquiatría como “cuadro sicótico”, que causa habitualmente más sufrimiento y aislamiento de la persona enferma de sus patrones normales de comportamiento31.

57. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) señala que un cuadro “psicótico”

consiste en “una situación clínica caracterizada por la existencia de síntomas sicóticos, y se encuentra asociado generalmente a algunos de los trastornos mentales severos”32. A su vez, y de acuerdo con el “Informe sobre la Salud en el Mundo 2001”, elaborado por la Organización Mundial de la Salud, los trastornos mentales

se consideran afecciones de importancia clínica, caracterizadas por alteraciones de los procesos de pensamiento, de la afectividad (emociones) o del comportamiento asociadas a angustia personal, alteraciones del funcionamiento o a ambos33. 58. Según el mismo informe, los trastornos mentales “[n]o son sólo variaciones dentro

de la normalidad, sino fenómenos claramente anormales o patológicos”34.

26Así en portal de internet de la Alcaldía Municipal de Sobral, Brasil: http://www.sobral.ce.gov.br/saudedafamilia/

Publicacoes/SMental/desconstrucao_manicomio.htm al 27 de septiembre de 2004. Anexo 19. Además véase decisión Administrativa No. 113, de 10 de julio de 2000, emitida por el Secretario Municipal de Salud y Asistencia Social del Municipio de Sobral, Estado de Fortaleza. Anexo 3.

27 Véase foto de Damião Ximenes Lopes. Anexo 20.

28 Véase certificado civil de nacimiento. Anexo 21.

29 Véase informe de la Psiquiatra Lidia Días Costa. Anexo 22.

30 Véase informe de la Psiquiatra Lidia Días Costa. Anexo 22.

31 Véase informe de la Psiquiatra Lidia Días Costa. Anexo 22.

32 Véase Opinión técnica de la Organización Panamericana de la Salud. Anexo 23.

33 Informe sobre la Salud en el Mundo 2001, “Salud Mental: Nuevos conocimientos, Nuevas esperanzas”, Organización Mundial de la Salud (OMS), p. 21.

34 Id.

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59. Por otra parte, la OPS ha señalado que los trastornos sicóticos de acuerdo a la “Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas Relacionados con la Salud”35, son

un grupo heterogéneo de trastornos caracterizados por la presentación de síntomas sicóticos, tales como ideas delirantes (ideas falsas o alejadas de la realidad), otras perturbaciones del pensamiento y perturbaciones de la percepción, como son las alucinaciones. Frecuentemente, pero no obligatoriamente, son acompañados de agitación psicomotora y otras alteraciones del comportamiento. Lo que verdaderamente distingue los cuadros sicóticos de otros cuadros clínicos es el alejamiento de la realidad. Muchas veces estos cuadros están asociados a la esquizofrenia, no obstante también aparecen en trastornos afectivos severos como serían el trastorno afectivo bipolar y otros trastornos mentales36.

60. Damião Ximenes Lopes compartía con el resto de la población necesidades comunes.

Episódicamente, presentaba dificultades y necesidades específicas vinculadas a su circunstancia particular.

Internamiento de Damião Ximenes Lopes en 1995 61. En 1995 Damião Ximenes fue internado por primera vez en la Casa de Repouso

Guararapes, durante un período de dos meses. Al volver a su casa, aún cuando tenía heridas en las rodillas y tobillos, se encontraba mejor y empezó a tomar medicinas de manera regular37.

62. Sus familiares preguntaron a un funcionario de la clínica sobre la causa de las

heridas, y éste les respondió que Damião Ximenes Lopes se las había autoinflingido al intentar fugarse. Por su parte, Damião Ximenes Lopes les dijo a sus familiares que había sido víctima de violencia pero sus familiares no le creyeron, y creyeron la versión del funcionario de la Casa de Repouso respecto a que las heridas se produjeron debido a un intento de fuga38.

63. Tiempo después, en 1999, la salud mental de Damião Ximenes Lopes se vio

nuevamente afectada, y por segunda vez fue internado en la Casa de Repouso Guararapes39.

Internamiento de Damião Ximenes Lopes en 1999

64. El señor Damião Ximenes Lopes vivía con su madre en la ciudad de Varjota, que queda aproximadamente a una hora de la ciudad de Sobral, sede de la Casa de Repouso Guararapes. Durante los días anteriores a octubre de 1999, el señor Ximenes Lopes tuvo “problemas de nervios, él no quería comer ni dormir, aunque debía tomar medicinas, no lo estaba haciendo”40. El viernes 1° de octubre, la señora Albertina Viana Lopes decidió internar a su hijo en la Casa de Repouso Guararapes.

35 “Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas Relacionados con la Salud”, Décima Revisión, Volumen I, Ginebra, OMS, 1992, p. 314.

36 U.S. Department of Health and Human Services. “Mental Health: A Report of the Surgeon General”. Rockville, MD: U.S. Department of Health and Human Services, Substance Abuse and Mental Health Services Administration, Center for Mental Health Services, National Institute of Health, National Institute of Mental Health, p. 41.

37 Conforme a declaración de su madre, DAMIÃO XIMENES LOPES, al concluir su primer internamiento, pasó a tomar las siguientes medicinas: “Aldol”, “Fenergan” y “Neozine”. Véase declaración de la señora Irene Ximenes Lopes Miranda en el proceso judicial de la Tercera Sala. Anexo 24.

38 Véase declaración de la señora Irene Ximenes Lopes Miranda en el proceso judicial de la Tercera Sala. Anexo 24.

39 Véase informe de la Psiquiatra Lidia Días Costa. Anexo 22.

40 Véase denuncia de la señora Albertina Viana Lopes ante la Coordinación Municipal de Control y Evaluación. Anexo 25.

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65. La señora Viana Lopes, el señor Ximenes Lopes y los señores Mairton Paiva de Oliveira y Evaldo Castilho Aragao viajaron de Varjota a Sobral 41. Durante el trayecto, de una hora, el señor Ximenes Lopes se encontraba tranquilo42.

66. Al llegar a la Casa de Repouso Guararapes fueron informados que no había cupo, y

tuvieron que esperar un tiempo. Durante la espera, el señor Ximenes Lopes le preguntaba a su madre “de manera muy calmada […] si él se iría a quedar allí o si regresaría a casa con ella”43.

67. Luego de esperar un rato a las puertas de la Casa de Repouso, finalmente los encargados de dicha institución admitieron al señor Damião Ximenes Lopes, quien entró caminado por sí mismo, y en perfecto estado físico, a dicha institución44, como paciente del SUS, el 1 de octubre de 199945. En la puerta, al momento de ingresar, una funcionaria de la clínica le preguntó “¿volviste Damião?”, a lo que él respondió afirmativamente. En ese momento, la madre del señor Damião Ximenes Lopes y las dos personas que los acompañaron en el traslado se retiraron del lugar en dirección a la ciudad de Varjota 46.

68. El enfermero Elías Gomes Coimbra, que estaba prestando servicios en la Casa de

Repouso Guararapes al momento del ingreso del señor Ximenes Lopes, señaló que éste “se encontraba en estado de depresión, calmado”. La constancia de ingreso del señor Ximenes Lopes indica que éste sufría de esquizofrenia simple47.

69. El médico que declaró haber autorizado el internamiento del señor Ximenes Lopes

declaró que al momento de su ingreso éste “no presentaba señales de agresividad” y “no presentaba lesiones corporales, al menos externamente”48.

70. Al momento de su ingreso a la Casa de Repouso Guararapes, el señor Ximenes

Lopes presentaba síntomas de “síndrome sicótico”, pero no presentaba ningún tipo de lesión física49. Al respecto, un informe elaborado por la Secretaría de Salud y Asistencia Social del

41 Véase declaración del testigo Mairton Paiva de Oliveira, de 9 de diciembre de 1999, en la investigación Policial.

Anexo 26.

42 Véase declaración del testigo Mairton Paiva de Oliveira, de 9 de diciembre de 1999, en la investigación Policial. Anexo 26 y declaración del testigo Evaldo Castilho Aragao Oliveira, de 20 de diciembre de 1999, en la investigación policial. Anexo 27.

43 Véase declaración del testigo Evaldo Castilho Aragao Oliveira, de 20 de diciembre de 1999, en la investigación policial. Anexo 27.

44 Véase declaración del testigo Evaldo Castilho Aragao Oliveira, de 20 de diciembre de 1999, en la investigación policial. Anexo 27.

45 Véase declaración jurada de la señora Albertina Viana Lopes ante Notario Público, de 6 de junio de 2003. Anexo 28.

46 Véase declaración del testigo Evaldo Castilho Aragao Oliveira, de 20 de diciembre de 1999, en la investigación policial. Anexo 27.

47 Véase declaración del testigo Elias Gomes Coimbra, de 26 de noviembre de 1999, en la investigación Policial. Anexo 29. Además, véase el escrito de los representantes de la víctima de 16 de febrero de 2004 en el cual estos mencionan una constancia de ingreso a la Casa de Repouso Guararapes en la cual se consigna que el diagnóstico de entrada fue el de “esquizofrenia simple”. Como anexo a dicha comunicación se consignó una copia ilegible de esta constancia. Su escrutinio permitió a la Comisión comprobar su existencia. La constancia puede ser vista en el expediente ante la Comisión.

48 Véase declaración del testigo Marcelo Messias Barros, de 4 de diciembre de 1999, en la investigación Policial. Anexo 30.

49 Véase Informe de Investigación Administrativa elaborado por la Secretaría de Salud y Asistencia Social del Municipio de Sobral, Coordinación Municipal de Control y Evaluación, en relación con el proceso administrativo 002/99 que instauró en relación con la muerte de Damião Ximenes Lopes. Anexo 31.

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Municipio de Sobral señala que “otro hecho del relato del médico que admitió el paciente digno de resaltar es la ausencia de lesiones externas en el paciente, sugiriendo que las lesiones descritas en el cadáver y citadas en los testimonios recogidos por esta Comisión se dieron en el transcurso del internamiento”50.

71. Entre la tarde del viernes 1 de octubre de 1999 en que fue internado y la del

domingo siguiente, 3 de octubre de 1999, el señor Ximenes Lopes sufrió una crisis que fue controlada con medicinas. Luego se tranquilizó, pidió que le quitaran la contención que le habían colocado, y consumió sus comidas normalmente51. Es decir, los testimonios y demás pruebas del expediente indican que a la noche del domingo 3 de octubre de 2003, el día anterior a su muerte, Damião Ximenes Lopes se encontraba sin lesiones físicas externas. Golpes recibidos y posterior muerte

72. El día lunes 4 de octubre de 1999, aproximadamente a las 9:00 de la mañana, la madre de Damião Ximenes Lopes llegó a visitarlo a la Casa de Repouso Guararapes y lo encontró sangrando, con hematomas, con la ropa rota, con las manos amarradas detrás de la espalda, con dificultad para respirar, y agonizante.

73. Al respecto, la señora Viana Lopes declaró lo siguiente:

El portero le dijo que su hijo no estaba en condiciones de visita, que no estaba bien. Entonces ella entró llamando a Damião, y él vino hasta ella cayéndose y con las manos amarradas hacia atrás, sangrando por la nariz, con la cabeza toda hinchada y con los ojos hasta cerrados, viniendo a caer a su pies, todo sucio, roto, y con olor a excrementos y a orina. Que él cayó a sus pies llamando: policía, policía, policía, y que ella no sabía que hacer, y pedía que lo desamarraran. Que estaba lleno de manchas moradas por el cuerpo, y con la cabeza tan hinchada que parecía que no fuera él. […] que entonces ella pidió llevasen al enfermo y lo bañasen, e intentó buscar un médico. Que el hijo fue colocado en el piso, pues ya no podía mantenerse en pie, y que en el lugar en que se encontraba el médico no había sitio para acostar al paciente. Que el médico estaba dentro de un mostrador, y que pidió auxilio para su hijo, diciendo: “Doctor, auxilie a mi hijo, pues si no morirá”, a lo que el médico respondió: “déjelo morir, pues quien nace es para morir”, que el hijo estaba con el abdomen subiendo y bajando con mucha rapidez “faltándole aire”. Que el médico le dijo que parar de llorar, pues detestaba el llanto […] 52

Que había unos funcionarios que se encontraban de pie, a quienes ella pidió que se llevasen al muchacho para bañarlo; que salió para esperar que los enfermeros lo bañasen y volvió instantes después y buscó al hijo, preguntándole a una mujer de la limpieza, que estaba limpiando el piso, y ésta respondió diciendo que el hijo de la deponente había luchado mucho con los enfermeros, y que perdió mucha sangre.

50 Véase Informe de Investigación Administrativa elaborado por la Secretaría de Salud y Asistencia Social del

Municipio de Sobral, Coordinación Municipal de Control y Evaluación, en relación con el proceso administrativo 002/99 que instauró en relación con la muerte de Damião Ximenes Lopes. Anexo 31.

51 Véase testimonios de los señores Antonio Vitorino de Sousa Rufino, Elías Gomes Coimbra, André Tavares do Nascimento, Carlos Alberto Rodrigues dos Santos, María Verónica Miranda Bezerra y Francisco Alexsandro Paiva Mesquita, de 26 de noviembre de 1999, en la investigación Policial. Anexo 29.

52 Véase declaración de la señora Albertina Viana Lopes, de 7 de diciembre de 1999, en la investigación policial. Anexo 32.

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Que al encontrar al muchacho él estaba acostado en el piso de uno de los cuartos, completamente desnudo, y aún con las manos amarradas hacia atrás. Que en ese momento el enfermero dijo que él ya se había calmado, que no había que moverlo pues ahora ya estaba calmadito. Que entonces la deponente resolvió ir a su casa para buscar a alguien que pudiese ayudarla con esa situación, pues ya no sabía que hacer. Que al salir una enfermera le dijo que iba con el corazón en la mano. Que la deponente salió corriendo pues tenía mucho miedo de que alguien atentase contra su vida por haber visto que habían matado a su hijo. […] que al llegar a la casa se encontró con la suegra que le dio un recado diciendo que había llamado del hospital queriendo hablar con ella. Que cuando llegaron al hospital otro médico les dijo que lo sentía mucho pero tenía que decirle que su hijo estaba muerto. 53

74. La declaración del médico Francisco Ivo de Vasconcelos fue coincidente en señalar

que el señor Ximenes Lopes ya se encontraba sangrando cuando lo examinó en la mañana del 4 de octubre de 1999, pocas horas antes de su muerte54. El funcionario de la Casa de Repouso Guararapes Sebastião Alves Costa Filho, declaró también que en la mañana de su muerte, “antes de llevar a Damião para la enfermería, él ya se encontraba sangrando y con hematomas”55. El testigo André Tavares do Nascimiento declaró en el mismo sentido56.

75. El señor Damião Ximenes Lopes murió aproximadamente a las 11:30 a.m. del lunes

4 de octubre de 1999, en la Casa de Repouso Guararapes57. Al momento de su muerte, no había ningún médico en la Casa de Repouso Guararapes, pues el único que se encontraba allí, se retiró del lugar aproximadamente media hora antes58.

Causas de la muerte

76. A pesar de los hematomas, sangrado nasal, roturas en las ropas, y demás

circunstancias que rodearon la muerte del señor Ximenes Lopes, el médico de la Casa de Repouso, Francisco Ivo de Vasconcelos, hizo constar como causa de la muerte “paro cardio-respiratorio”, y no ordenó la realización de una autopsia59.

77. Los familiares del señor Ximenes Lopes, ante las evidencias de violencia que

rodearon su muerte, decidieron solicitar la realización de la autopsia, la cual se llevó a cabo en Fortaleza, capital del Estado Ceará, a una hora de distancia de la Casa de Repouso Guararapes, donde el director del instituto forense local era el propio médico de la Casa de Repouso, Dr. Francisco Ivo de Vasconcelos.

53 Véase declaración de la señora Albertina Viana Lopes, de 24 de enero de 2000, ante el Ministerio Público Federal

(resaltado agregado). Anexo 33.

54 Véase declaración de Francisco Ivo de Vasconcelos ante Coordinación Municipal de Control y Evaluación. Anexo 14.

55 Véase declaración del señor Sebastião Alves Costa Filho, de 8 de febrero de 2000, en la investigación policial. Anexo 34.

56 Véase declaración del señor André Tavares do Nascimento, de 26 de abril de 2000, en el expediente ante el juzgado de la 3ª Sala. Anexo 35.

57 Véase certificado de defunción de Damião Ximenes Lopes emitido por el Registro Civil. Anexo 36.

58 Véase declaración del médico Francisco Ivo de Vasconcelos, de 3 de diciembre de 1999, en la investigación policial. Anexo 37. Véase en el mismo sentido declaración de la enfermera María Salete Morais Melo de Mesquita, de 4 de diciembre de 1999, en la investigación policial. Anexo 38.

59 Véase declaración emitida por el médico Francisco Ivo de Vasconcelos en Oficio 56/2000 de la Procuraduría General de Justicia, págs. 5 y 6. Anexo 39.

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78. Al respecto, la persona que trasladó el cadáver a la ciudad de Fortaleza para la realización de la autopsia declaró lo siguiente:

es chofer de ambulancia de la ciudad de Ipueiras-Ce, y que en fecha que no recuerda, debido a los diversos viajes que hace, fue convocado por la Alcaldía de la referida ciudad, para buscar el cuerpo de una persona […] en la ocasión el cuerpo presentaba un poco de sangre en la sábana que lo cubría, pero al llegar a Fortaleza la sábana estaba ensopada de sangre, no sabiendo el porqué de tanta sangre, ahí mismo botó la sabana y seguidamente, el cuerpo fue recibido por el IML, y necropsiado […]60.

79. La autopsia efectuada inicialmente al cadáver del señor Ximenes Lopes señaló lo

siguiente:

Examen Externo: Excoriaciones localizadas en la región nasal, hombro derecho, parte anterior de las rodillas y del pie izquierdo, equimosis localizadas en la región “orbitaria” izquierda, hombro homo lateral y puños (compatibles con contención). Examen interno: no observamos señales de lesiones de naturaleza traumática externamente; tiene edema pulmonar y congestión, sin otras alteraciones macroscópicas de interés médico legal en los demás órganos de estas cavidades. Enviamos fragmentos de pulmón, corazón, estómago, hígado, riñón para examen histopatológico, que concluyó por edema y congestión pulmonar, hemorragia pulmonar, y discreta estestosis hepática moderada. CONCLUSIÓN: por lo arriba expuesto, inferimos que se trata de muerte real de causa indeterminada61. 80. Al respecto, y toda vez que la necropsia en cuestión determinó que la muerte del

señor Ximenes Lopes se produjo por “causa indeterminada”, el representante del Ministerio Público solicitó que el Delegado Policial requiriese “información de los médicos que realizaron el examen cadavérico para que estos definan si las lesiones pudieron haber sido consecuencia de golpes o empujones sufridos por la víctima”62. Atendiendo a tal solicitud, el Delegado Policial solicitó dos veces el envío de la información63, siendo que finalmente el Instituto Médico Legal aclaró y amplió el contenido de sus conclusiones, señalando que “las lesiones descritas fueron provocadas por acción de instrumento contundente (o por múltiples golpes o por múltiples empujones) no siendo posible afirmar el modo específico”64.

81. En cuanto a las marcas que presentaba el cadáver del señor Ximenes Lopes, su

hermana, la señora Irene Ximenes Lopes señaló que “que al tocar el cuerpo de su hermano que ya estaba arreglado en el ataúd, vio que tenía un corte en la nariz […] que en las manos de Damião había cortes con manchas de sangre, más precisamente como si fuesen perforaciones de marcas de uñas, como si alguien hubiese tomado sus manos hasta perforar, con marcas visibles de tortura”65.

60 Véase declaración del testigo João Alves da Silva, de 9 de diciembre de 1999, en la investigación policial.

Anexo 40.

61 Véase necropsia efectuada a Damião Ximenes Lopes el 4 de octubre de 1999. Anexo 41.

62 Véase Oficio no.45/99, enviado por el promotor de justicia Alexandre Pinto Moreira, de 23 de diciembre de 1999, en la investigación policial. Anexo 42.

63 Véase Oficios no. 122/00 y 216/00 del Delegado de Policia Regional ao Gerente do IML de Fortaleza, de 24 de enero de 2000 y 3 de febrero de 2000 respectivamente, en la investigación policial. Anexo 43.

64 Véase oficio No. 173/2000, de 17 de febrero de 2000, proveniente del Instituto Médico Legal Dr. Walter Porto. Anexo 44.

65 Véase declaración de la señora Irene Ximenes Lopes, de 7 de diciembre de 1999, en la investigación policial. Anexo 45.

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82. Una de las personas que vistió el cadáver del señor Ximenes Lopes señaló lo siguiente:

que realmente fue una de las personas que ayudó a vestir el cuerpo de Damião, y que cuando lo vestía vio en su cuerpo lo siguiente: La parte de arriba de su cabeza estaba como si estuviese suave, que detrás de la oreja tenía una “cisura”, que el testigo dijo ser una cicatriz; en el hombro del lado derecho, una mancha roja, como si hubiese sido un golpe; en el brazo derecho tenía una mancha roja; cuando su cabeza fue movida para vestirlo salió “salmoira” (sic) por la nariz y oído.66

83. En relación a los responsables de las lesiones sufridas por la víctima, con

anterioridad a la muerte del señor Damião Ximenes Lopes una enfermera comentó a su madre que su hijo “había luchado mucho con los enfermeros, y que perdió mucha sangre”67. En el mismo sentido, la declaración de la señora Irene Ximenes Lopes, en la investigación policial, señala lo siguiente:

[l]a mamá de la declarante también le dijo que aquella mujer que estaba pasando un trapo en el piso y que le había avisado que su hijo había perdido mucha sangre, le dijo además que había habido pelea, y cuando la declarante le preguntó a su madre si había sido por parte de pacientes su madre le dijo que aquella limpiadora le había dicho que [la pelea] había sido con los enfermeros y que él había luchado mucho.68

84. De la denuncia penal ante juez efectuada por el Ministerio Público el 27 de marzo de 2000, luego de la conclusión de la investigación policial respecto a la muerte del señor Ximenes Lopes, surgen importantes elementos de convicción sobre las causas de su muerte. Al respecto, en dicha denuncia se señala lo siguiente:

[c]onsta del informe policial que el día 4 de octubre de 1999, alrededor de las 09:00 horas de la mañana, el deficiente mental Damião Ximenes Lopes vino a fallecer en el interior de la Casa de Repouso Guararapes, a consecuencia de malos tratos sufridos en tal nosocomio. […] Los tres últimos denunciados […] estaban trabajando durante el horario de la muerte de Damião y no realizaron las conductas necesarias para velar por la integridad física de aquel paciente, dejando de tomar cuidados indispensables para la salud de la víctima. […] La materialidad delictiva está comprobada por el auto de examen del cuerpo del delito […] que constata que la víctima presentaba varias equimosis y excoriaciones por todo el cuerpo, inclusive en los puños, como consecuencia de contención realizada sin la observancia de los preceptos médicos existentes. […]

66 Véase declaración del testigo Francisco Raimundo Alves, de 20 de diciembre de 1999, en la investigación

policial. Anexo 46.

67 Véase declaración de la señora Albertina Viana Lopes, de 24 de enero de 2000, ante el Ministerio Público Federal. Anexo 33.

68 Véase declaración de la señora Irene Ximenes Lopes, de 7 de diciembre de 1999, en la investigación policial. Anexo 45.

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[…] la salud del paciente era expuesta a peligro, por abusos de medios de corrección, o entonces, por privación de cuidados indispensables69.

85. Tomando en cuenta las diversas pruebas y demás elementos de la investigación policial, el Ministerio Público concluyó en su denuncia que

individualizando las conductas de todos los denunciados se constata que de alguna manera todos ellos sometieron a Damião a un peligro como consecuencia de privarlo de cuidados indispensables a su salud, visto que él era enfermo mental y su integridad física estaba bajo responsabilidad de los funcionarios y del director del nosocomio... […] se configura el crimen si ocurre la exposición a peligro de vida o salud de una persona bajo guarda o vigilancia, con fines de tratamiento, por la privación de cuidados indispensables y abusando de medios de corrección y disciplina70.

86. Conforme al testimonio del señor Francisco Magalhaes de Aquino, quien observó el

cadáver del señor Ximenes Lopes en la Casa de Repouso Guararapes,

encontraron el cuerpo de Damião desvestido, y al ver el cuerpo de Damião de aquella manera, preguntó al enfermero por las ropas de la víctima, y éste respondió que estaban muy sucias y rotas, y que por eso las habían botado. Que luego le preguntó sobre la causa de los hematomas en el pulso, en los hombros, en el cuello, un corte en la nariz, en el labio superior, en las costillas y en las piernas, y el enfermero le respondió que se debían a pelea entre él, la víctima Damião y otros débiles mentales […]71 (énfasis agregado). 87. Un enfermero de la Casa de Repouso Guararapes habría admitido expresamente

haber “peleado” con el señor Ximenes Lopes. Incluso, enfermeros de la Casa de Repouso Guararapes admitieron que el señor Ximenes Lopes estuvo involucrado en una “pelea”, aunque dijeron que no había sido con los enfermeros sino con otros pacientes. Al respecto, el médico que estaba en la Casa de Repouso en las horas previas a la muerte señaló:

que el testigo percibió que la víctima tenía un pequeño sangramiento nasal; que el testigo pasó a interrogar a los enfermeros sobre el motivo del sangramiento […] que los enfermeros informaron al testigo que la víctima se había envuelto en una pelea con los demás pacientes.72

88. El testigo Francisco das Chagas Melo, ex–paciente de la Casa de Repouso

Guararapes señaló por su parte que

tomó conocimiento de que Damião [Ximenes Lopes] falleció en aquella Casa de Repouso de la ciudad de Sobral, cuando estaba allí internado. Que en relación al motivo de la muerte de aquel paciente en aquella casa, le dijeron que fue porque cuando le fue dado un remedio para tomar, él no quiso y entonces cuando se le dio a la fuerza, el reaccionó al uso de la fuerza y entonces fue muy golpeado73.

69 Véase denuncia del Ministerio Público de 27 de marzo de 2000. Anexo 47. Ver también alegatos finales del

Ministerio Público de fecha 22 de septiembre de 2003. Anexo 47.

70 Véase denuncia del Ministerio Público de 27 de marzo de 2000. Anexo 47.

71 Véase declaración del testigo Francisco Magalhães de Aquino, de 15 de diciembre de 1999, en la investigación policial. Anexo 48.

72 Véase declaración del médico Francisco Ivo de Vasconcelos, de 16 de agosto de 2000, en la 3ª. Sala. Anexo 4.

73 Véase testimonio del señor Francisco das Chagas Melo, de fecha 9 de diciembre de 1999, en la investigación efectuada por la Policía de Sobral, Estado de Ceará. Anexo 49.

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Acciones judiciales 89. El 7 de noviembre de 1999 la Delegación de Policía de Sobral, mediante Decisión Administrativa No. 172/99, acordó iniciar una investigación respecto de los hechos74. Dicha investigación policial concluyó el 25 de febrero de 200075.

90. El 27 de marzo de 2000, el Ministerio Público denunció penalmente a los señores Sergio Antunes Ferreira Gomes (dueño de la Casa de Repouso Guararapes), Carlos Alberto Rodrígues dos Santos (auxiliar de enfermero de la Casa de Repouso), André Tavares do Nascimento (“auxiliar de patio” de la Casa de Repouso) y Maria Salete Moraes Melo de Mesquita (enfermera de la Casa de Repouso), imputándoles el delito de malos tratos resultantes en la muerte de la víctima, contemplado en el artículo 136, párrafo 2º del Código Penal brasileño76.

91. El proceso penal es tramitado por el Juzgado de la Tercera Sala de la Secretaría de Sobral, bajo el No. 674/2000: Entre la fecha de la denuncia del Ministerio Público, de 27 de marzo de 2000, y el 9 de diciembre de 2002, fecha en que concluyó la etapa de instrucción, la única actividad procesal fue la recolección de testimonios respecto a los hechos denunciados77.

92. Existe también un proceso ante la jurisdicción civil civil, por indemnización por daño moral, interpuesto por la señora Albertina Viana Lopes, ante la 5ª Sala Civil de la Comarca de Sobral, Ceará, en contra de la Casa de Repouso Guararapes, contra Sergio Antunes Ferreira Gomes, su propietario y contra Francisco Ivo de Vasconcelos, médico que allí trabajaba. Dicho proceso inició el 3 de julio de 2000, no obstante, a la fecha de preparación de la presente demanda no se había dictado sentencia de fondo en relación con la causa78.

93. La CIDH encontró las violaciones que argumenta ante la Corte en este caso del

material probatorio con que cuenta, del contexto, de la falta de respuesta y contradicción de los hechos por parte del Estado, de la falta de una explicación y pruebas por parte del Estado sobre las circunstancias de la muerte de la víctima, del hecho de que Damião Ximenes Lopes haya ingresado sin lesión externa alguna a la Casa de Repouso Guararapes y tres días después haya muerto, de la necropsia del cadáver de Damião Ximenes Lopes y de su posterior aclaratoria; así como de la falta de una debida investigación judicial por el Estado de las causas de la muerte, entre otros hechos. En razón de lo anterior, la Comisión solicita a la Corte que declare las violaciones de la Convención Americana que se describen a continuación.

74 Véase investigación policial. Decisión Administrativa No. 172/99. Anexo 50.

75 Véase Oficio 359/2000 de 25 de febrero de 2000 que informa sobre la conclusión de la investigación policial. Anexo 51.

76 Véase denuncia efectuada por el representante del Ministerio Público, de 27 de marzo de 2000. Anexo 47. El artículo 136, parágrafo 2º del Código Penal brasileño contempla lo siguiente: “Exponer a peligro la vida o la salud de persona bajo su autoridad, guarda o vigilancia, para fines de educación, enseñanza, tratamiento o custodia, ya sea privándola de alimentación o cuidados indispensables, ya sea sujetándola a trabajo excesivo o inadecuado, o ya sea abusando de medios de corrección o disciplina: [...] Si resulta en muerte: Pena – reclusión de cuatro a doce años”.

77 Véase providencia de 9 de diciembre de 2002. Anexo 52.

78 La demanda respectiva fue contestada el 30 de septiembre de 2000. El 17 de noviembre de 2000 la parte actora presentó su réplica. El 15 de marzo de 2001 hubo audiencia conciliatoria, y luego, se practicaron las pruebas promovidas por las partes.

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VII. FUNDAMENTOS DE DERECHO

A. Introducción: la particular dimensión de los derechos de los pacientes mentales 94. El término "personas con discapacidad" se refiere usualmente a cualquier persona limitada para ejercer total o parcialmente las actividades esenciales de su vida diaria, como resultado de una deficiencia, temporal o permanente, en su capacidad física o mental79. 95. La Comisión Interamericana ha señalado que las personas con enfermedades mentales son particularmente vulnerables a la discriminación, la restricción arbitraria de la libertad personal y el trato inhumano y degradante80. 96. Aunque las situaciones de hecho que afectan a las personas con enfermedades mentales no siempre sean percibidas como problemas de derechos humanos, lo cierto es que muchas veces estas personas ven afectada su integridad personal, su vida y otros derechos fundamentales en razón de su circunstancia especial. 97. Una persona con discapacidad mental puede tener un nivel de afectación leve, moderado, severo o profundo, que a la vez puede ser temporal o permanente. Pero, ante todo, tiene características y personalidad única. En términos genéricos, está expuesta a prejuicio, estigma y otros factores culturales y prácticos que implican frecuentemente que se mantenga silencio respecto a las violaciones que sufre. Ello facilita la impunidad y repetición. 98. Tanto a nivel de la Organización de Estados Americanos (en adelante “OEA”) como de la Organización de Naciones Unidas (en adelante “ONU”), se ha aprobado tratados, declaraciones y otros instrumentos que establecen importantes estándares relacionados con la promoción y protección de los derechos de la persona con enfermedad mental81.

99. La Asamblea General de la ONU aprobó en 1991 los Principios para la Protección de los Enfermos Mentales y el Mejoramiento de la Atención de la Salud Mental82 (Principios de Salud Mental), los cuales han sido reconocidos por la CIDH como el estándar internacional más completo y detallado en lo que se refiere a las personas con discapacidad mental, constituyendo una guía importante para los Estados en la tarea de delinear y/o reformar los sistemas de salud mental83.

100. Dichos principios contemplan que los derechos y libertades más importantes en favor

de las personas con enfermedades mentales abarcan el derecho a la atención médica (Principio 1.1); el derecho a ser tratado con humanidad y respeto (Principio 1.2); el derecho a igualdad ante la ley (Principio 1.4); el derecho a ser atendido en la comunidad (Principio 7); el derecho a proporcionar

79 Convención Interamericana para la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra las Personas con

Discapacidad. Artículo I.

80 CIDH, Informe Anual 1997, Capítulo VI: “Recomendaciones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos”.

81 La Declaración de los Derechos del Retrasado Mental adoptada en 1971 por la ONU, constituye “la primera invocación de las Naciones Unidas para que se adopten medidas de protección de las personas con retardo mental en el plano nacional e internacional”. A.G. Res. 2856 (XXVI), 26 U.N. GAOR Supp. (No. 29) p. 93, ONU Doc. A/8429 (1971). Presentación del Programa de Salud Mental y el Departamento de Asuntos Jurídicos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), en audiencia ante la CIDH celebrada el 28 de febrero de 2001.

82 A.G. Res. 46/119,46 U.N. GAOR Supp. (No.49) p.189, ONU Doc. A/46/49 (1991).

83 CIDH, Informe Anual 1997, Capítulo VI, “Recomendación sobre la Promoción y Protección de los Derechos de las Personas con Discapacidad Mental”.

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consentimiento informado antes de recibir tratamiento (Principio 11); el derecho a la privacidad (Principio 13); el derecho a la libertad de comunicación (Principio 13); el derecho a libertad de religión (Principio 13); el derecho a una admisión voluntaria (Principio 15 y 16) y el derecho a garantías judiciales (Principio 17)84. 101. En el ámbito de la OEA, en 1990 la Organización Panamericana de la Salud auspició la Conferencia Regional para la Reestructuración de la Atención Psiquiátrica en América Latina. En dicho evento, la CIDH participó como co-patrocinadora e intervino en la adopción de la Declaración de Caracas85. Tal Declaración también establece estándares de protección en materia de derechos humanos y salud mental. Con relación a la atención psiquiátrica señala “[q]ue los recursos, cuidados y tratamientos provistos deben salvaguardar, invariablemente, la dignidad personal y los derechos humanos y civiles [y] propender a la permanencia del enfermo en su medio comunitario [...]”. La Declaración hace también referencia al derecho del paciente mental a ser tratado con humanidad y respeto al afirmar que el hospital psiquiátrico “[...] aísla al enfermo de su medio…y crea condiciones desfavorables que ponen en peligro los derechos humanos y civiles del enfermo [...]”.

102. En 1999 la Asamblea General de la OEA aprobó la “Convención Interamericana para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra las Personas con Discapacidad”, ratificada por Brasil el 15 de agosto de 2001, y que entró en vigor el 14 de septiembre de 2001. Dicha Convención señala en su artículo II que los objetivos de tal Convención son “la prevención y eliminación de todas las formas de discriminación contra las personas con discapacidad y propiciar su plena integración en la sociedad”. 103. En el ámbito del sistema europeo de derechos humanos, tanto la antigua Comisión Europea de Derechos Humanos como la Corte Europea han elaborado importante jurisprudencia relacionada con casos que involucraban a personas con enfermedades mentales. Así, la Corte Europea ha reconocido que la posición de inferioridad e impotencia de pacientes internados en hospitales psiquiátricos requiere la aplicación de estándares especiales y específicos para evaluar el cumplimiento por parte del Estado con las normas de la Convención Europea de Derechos Humanos86. También ha reiterado que la falta de tratamiento médico para prisioneros o pacientes mentales puede ser considerada como un tratamiento o castigo inhumano o degradante87.

104. La Corte Europea ha señalado igualmente que la detención de una persona

mentalmente insana sólo será legítima si se produce en un hospital, clínica u otra institución

84 Otro estándar de protección importante en esta área, son las Normas Uniformes sobre Igualdad de Oportunidades

para las Personas con Discapacidad (G.A. res. 48/96, 48 U.N. GAOR Supp. (No. 49) at 202, U.N. Doc. A/48/49 (1993), aprobadas por la Asamblea General de la Naciones Unidas en 1993, que “constituyen una guía interpretativa de gran importancia para hacer efectivos los derechos básicos y libertades fundamentales consagrados en otros instrumentos internacionales. El objetivo de las Normas es garantizar que las personas que padecen discapacidades físicas o mentales puedan acceder a todas las oportunidades laborales, sociales y culturales en pie de igualdad a las demás personas”. (Presentación del Programa de Salud Mental y el Departamento de Asuntos Jurídicos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), en audiencia ante la CIDH celebrada el 28 de febrero de 2001.

85 En 1990 la Organización Panamericana de la Salud (OPS/OMS) convocó a distintas organizaciones, asociaciones, profesionales de la salud mental y juristas a la Conferencia Regional para la Reestructuración de la Atención Psiquiátrica en América Latina (1990), celebrada en Caracas, Venezuela. En el marco de esta Conferencia se aprobó la Declaración de Caracas.

86 ECHR, Herczegfalvy v. Austria, Judgment of 24 September 1992, Series A No. 244, pp. 25-26, para. 82. Keenan v. United Kingdom, Judgment of the European Court of Human Rights, 3 April 2001, paras. 110-113 y 115.

87 ECHR, Herczegfalvy v. Austria, Judgment of 24 September 1992, para. 242.

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especializada88, y que el estado de salud de la víctima es un factor relevante al momento de evaluar la imposición de penas o tratos inhumanos o degradantes89.

105. La Comisión Europea de Derechos Humanos señaló por su parte que el

encarcelamiento de una persona con discapacidad mental bajo condiciones deplorables y sin tratamiento médico puede llegar a considerarse como un tratamiento inhumano o degradante90, y resaltó la obligación de las autoridades del Estado de velar continuamente por la salud y bienestar de los prisioneros que padecen de enfermedades mentales, aún en aquellos casos en que los prisioneros no colaboren con las autoridades91.

106. La Comisión Interamericana ha aplicado los referidos estándares internacionales relacionados con derechos humanos de las personas con enfermedades mentales y ha tenido en cuenta también la jurisprudencia del sistema europeo sobre la materia. La CIDH mencionó expresamente que es “pertinente emplear estándares especiales en la determinación de si se ha cumplido con las normas convencionales, en casos que involucran personas que padecen enfermedades mentales”92. 107. De acuerdo con lo anteriormente expuesto, existe una dimensión particular en los derechos de las personas con enfermedades mentales, que se refleja en los estándares y parámetros de interpretación. La Comisión utilizará estas fuentes al interpretar las disposiciones de la Convención Americana cuya violación se imputa al Estado brasileño en el presente caso.

B. Responsabilidad internacional del Estado por las acciones del personal de la casa de

repouso guararapes

108. En los días previos a su muerte, el señor Damião Ximenes Lopes ingresó como paciente del Sistema Único de Salud brasileño a la Casa de Repouso Guararapes, un ente privado contratado por el Estado brasileño para prestar servicios públicos de salud en su nombre y por su cuenta. El señor Ximenes Lopes murió como consecuencia de golpes de puño o instrumentos contundentes que le propinaron de manera intencional enfermeros de la Casa de Repouso Guararapes. En razón de lo anterior, el Estado brasileño es directamente responsable de la muerte de Damião Ximenes Lopes.

109. El artículo 1(1) de la Convención Americana establece que “los Estados partes en

esta Convención se comprometen a respetar los derechos y libertades reconocidos en ella y a garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona que esté sujeta a su jurisdicción, sin discriminación alguna por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social”.

110. La Corte ha señalado que este artículo pone a cargo de los Estados Partes los deberes fundamentales de respeto y de garantía, de tal modo que todo menoscabo a los derechos humanos reconocidos en la Convención que pueda

88 ECHR, Ashingdane v. United Kingdom, Report of the European Court of Human Rights, May 28, 1995.

89 ECHR, Ireland v. United Kingdom, Judgment of 18 January 1978, Series A, No. 25; (1979-80) 2 EHRR, párr.162.

90 ECommHR, Ashingdane v. United Kingdom, Application No. 8225/78, Series A No. 93, 6 E.H.R.R. 69 (1984).

91 EcommHR, Dhoest v. Belgium, App. No. 10448-83, 12 E.H.R.R. 97 (1988), paragraph 121.

92 CIDH, Informe Nº 63/99 (fondo), Caso 11.427, Víctor Rosario Congo, Ecuador, 13 de abril de 1999, párr. 53.

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ser atribuido, según las reglas del Derecho internacional, a la acción u omisión de cualquier autoridad pública, constituye un hecho imputable al Estado que compromete su responsabilidad en los términos previstos por la misma Convención93. 111. La Corte señaló asimismo que la primera obligación asumida por los Estados parte de

la Convención Americana, conforme a la disposición anteriormente citada, es la de “respetar” los derechos y libertades allí consagrados, lo que implica no violarlos a través de sus agentes; la segunda, “garantizar” el libre y pleno ejercicio de los derechos reconocidos en la Convención a toda persona sujeta a su jurisdicción, lo que implica

el deber de los Estados Partes de organizar todo el aparato gubernamental y, en general, todas las estructuras a través de las cuales se manifiesta el ejercicio del poder público, de manera tal que sean capaces de asegurar jurídicamente el libre y pleno ejercicio de los derechos humanos. Como consecuencia de esta obligación los Estados deben prevenir, investigar y sancionar toda violación de los derechos reconocidos por la Convención y procurar, además, el restablecimiento, si es posible, del derecho conculcado y, en su caso, la reparación de los daños producidos por la violación de los derechos humanos. La obligación de garantizar el libre y pleno ejercicio de los derechos humanos no se agota con la existencia de un orden normativo dirigido a hacer posible el cumplimiento de esta obligación, sino que comporta la necesidad de una conducta gubernamental que asegure la existencia, en la realidad, de una eficaz garantía del libre y pleno ejercicio de los derechos humanos94.

112. Al analizar los supuestos en que se genera responsabilidad internacional para el

Estado, la Corte ha utilizado los principios generales de derecho internacional, señalando al respecto que

es un principio de Derecho internacional que el Estado responde por los actos de sus agentes realizados al amparo de su carácter oficial y por las omisiones de los mismos aun si actúan fuera de los límites de su competencia o en violación del derecho interno. El mencionado principio se adecua perfectamente a la naturaleza de la Convención, que se viola en toda situación en la cual el poder público sea utilizado para lesionar los derechos humanos en ella reconocidos (...).95

113. Con base en estas consideraciones, la Corte señaló, a título de conclusión, que Es, pues, claro que, en principio, es imputable al Estado toda violación a los derechos reconocidos por la Convención cumplida por un acto del poder público o de personas que actúan prevalidas de los poderes que ostentan por su carácter oficial. No obstante, no se agotan allí las situaciones en las cuales un Estado está obligado a prevenir, investigar y sancionar las violaciones a los derechos humanos, ni los supuestos en que su responsabilidad puede verse comprometida por efecto de una lesión a esos derechos. En efecto, un hecho ilícito violatorio de los derechos humanos que inicialmente no resulte imputable directamente a un Estado, por ejemplo, por ser obra de un particular o por no haberse identificado al autor de la trasgresión, puede acarrear la responsabilidad internacional del Estado, no por ese hecho en sí mismo, sino por falta de la debida diligencia para prevenir la violación o para tratarla en los términos requeridos por la Convención96.

93 Corte I.D.H., Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri. Sentencia de 8 de julio de 2004. Serie C No. 110,

párr. 72 y Corte I.D.H., Caso Velásquez Rodríguez. Sentencia de 29 de julio de 1988. Serie C No. 4, párr. 164.

94 Id, párrs. 166 y 167.

95 Id, párrs. 170 y 171.

96 Id, párr. 172.

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114. En el marco del derecho internacional se ha estudiado diversos supuestos en los cuales la conducta de actores “privados” puede generar responsabilidad internacional directa a los Estados.

115. El numeral quinto de los Artículos sobre Responsabilidad Internacional del Estado de

la Comisión de Derecho Internacional de la ONU establece97: Comportamiento de una persona o entidad que ejerce atribuciones del poder público Se considerará hecho del Estado según el derecho internacional el comportamiento de una persona o entidad que no sea órgano del Estado según el artículo 4 pero esté facultada por el derecho de ese Estado para ejercer atribuciones del poder público, siempre que, en el caso de que se trate, la persona o entidad actúe en esa capacidad. 116. La Comisión de Derecho Internacional comenta, en relación con el artículo

anteriormente mencionado, que “la norma general es que el único comportamiento atribuido al Estado en el plano internacional es el de sus órganos de gobierno, o de otros que hayan actuado bajo la dirección o control, o por instigación, de esos órganos, es decir, como agentes del Estado”98.

117. Agrega, que sobre el artículo 5, “la finalidad de este artículo es tener en cuenta el

fenómeno cada vez más frecuente de las entidades paraestatales, que ejercen atribuciones del poder público en lugar de los órganos del Estado, y el caso de antiguas empresas estatales que han sido privatizadas pero conservan ciertas funciones públicas o normativas”99, y que

[e]l término genérico "entidad" engloba la gran variedad de organismos que, aunque no sean órganos, pueden estar facultados por el derecho interno de un Estado para ejercer atribuciones del poder público y comprenden las empresas públicas, las entidades semipúblicas, los organismos públicos de diversa clase e incluso, en casos especiales, empresas privadas, a condición de que en cada caso la entidad esté facultada por el derecho interno para cumplir funciones de carácter público que normalmente desempeñan órganos del Estado y siempre y cuando el comportamiento de la entidad guarde relación con el ejercicio de las atribuciones del poder público que le corresponden100.

118. Se señala asimismo en dichos comentarios que la característica que verdaderamente

define las entidades que pueden hacer al Estado incurrir en responsabilidad internacional es que éstas se encuentren facultadas, aunque sólo sea en una medida limitada o en contexto preciso, para ejercer atribuciones del poder público. Al respecto, se señala que no son criterios decisivos para atribuir al Estado el comportamiento de la entidad “el hecho de que una entidad esté clasificada como pública o privada en un ordenamiento jurídico, la existencia de una participación mayor o menor del Estado en su capital o, más generalmente, en la propiedad de su activo y el hecho de que no esté sujeta al control del poder ejecutivo”101.

97 ONU, Informe de la Comisión de Derecho Internacional (53° período de sesiones, 23 de abril a 1° de junio y 2 de

julio a 10 de agosto de 2001). Asamblea General. Documentos Oficiales. 56° período de sesiones. Suplemento No. A 10 (A/56/10).

98 Id., pág. 64.

99 Id., pág. 78.

100 Id. La Comisión de Derecho Internacional agrega que “por ejemplo, en algunos países, es posible contratar a empresas de seguridad privadas para que se encarguen de la vigilancia en las prisiones y, en esa calidad, pueden ejercer facultades públicas como las de detención y disciplina tras una condena judicial o en cumplimiento de la reglamentación penitenciaria”.

101 Id, pág. 79.

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119. La Corte Interamericana ha señalado en relación con la responsabilidad internacional del Estado, que el deber de respeto a los derechos consagrados en la Convención:

se impone independientemente de que los responsables de las violaciones de estos derechos sean agentes del poder público, particulares, o grupos de ellos, ya que según las reglas del Derecho Internacional de los Derechos Humanos, la acción u omisión de cualquier autoridad pública constituye un hecho imputable al Estado que compromete su responsabilidad en los términos previstos por la misma Convención.102

120. De manera que el aspecto fundamental a tomar en cuenta para establecer si en el

presente caso los actos de los enfermeros de la Casa de Repouso Guararapes pueden ser atribuibles de manera directa al Estado brasileño es la determinación de si el Estado delegó a dicho establecimiento ciertas atribuciones del poder público. Ello en virtud de que, como enfatiza la Comisión de Derecho Internacional,

Para que se considere un hecho del Estado a efectos de la responsabilidad internacional, el comportamiento de una entidad de esta clase debe, pues, corresponder a la actividad pública prevista y no a otra actividad privada o comercial que la entidad despliegue. […] Con el artículo 5 no se pretende determinar exactamente el alcance del "poder público" a efectos de atribuir el comportamiento de una entidad al Estado. Más allá de cierto límite, lo que se considera "poder público" dependerá de la sociedad y de su historia y tradiciones. Tendrá particular importancia, no sólo el contenido de las atribuciones, sino la manera en que se confieren a una entidad, para qué fines se ejercen y en qué medida la entidad es responsable de su ejercicio ante el Estado. Estas son esencialmente cuestiones de la aplicación de una norma general a diferentes tipos de circunstancias. 121. En similar sentido, el autor James Crawford, al comentar la mencionada disposición,

señala que un Estado puede ser responsable si autorizó alguna acción por parte de un particular, o si no provee la debida protección contra el abuso por parte de particulares de personas que necesitan cuidado especial103.

122. Tomando en cuenta las consideraciones anteriormente expuestas, la Comisión

establecerá a continuación que el comportamiento de los enfermeros de la Casa de Repouso Guararapes es atribuible de manera directa al Estado brasileño para efectos de su responsabilidad internacional. Para ello, ha tomado en cuenta que “incumbe a cada Estado decidir cómo estructurar su administración y qué funciones ha de asumir el gobierno”104, y que “al determinar qué constituye un órgano del Estado para efectos de su responsabilidad, el derecho interno y la práctica de cada Estado son de primordial importancia”105.

123. La Comisión observa que la Constitución brasileña establece en su artículo 196 que

“la salud es un derecho de todos y un deber del Estado, garantizado mediante políticas sociales y económicas que tiendan a la reducción del riesgo de enfermedad y de otros riesgos y al acceso universal e igualitario a las acciones y servicios para su promoción, protección y recuperación”.

102 Corte I.D.H., Caso Juan Humberto Sánchez. Sentencia de 7 de junio de 2003. Serie C No. 99, párr. 142.

103 James Crawford, Revising the Draft Articles on State Responsibility, European Journal of International Law, 10 (1999).

104 ONU, Informe de la Comisión de Derecho Internacional, ob. cit, pág. 66.

105 Id.

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124. Conforme al artículo antes mencionado, el Estado brasileño asumió constitucionalmente, como política pública, la atención de la salud de las personas sujetas a su jurisdicción, ya sea directamente o a través de terceros.

125. La Constitución brasileña (supra 40) consagra que son de relevancia pública las

acciones y los servicios de salud. En su artículo 197 establece que el poder público dispondrá

en los términos de la ley, sobre su regulación, fiscalización y control, debiendo ejecutarse directamente o a través de terceros y, también, por persona física o jurídica de derecho privado.

Y a su vez, el artículo 199 señala, que “la asistencia sanitaria es libre para la iniciativa

privada”, y que

[l]as instituciones privadas podrán participar de forma complementaria del sistema único de salud, según las directrices de este, mediante contrato de derecho publico o convenio, teniendo preferencia las entidades filantrópicas y las que no tengan fines lucrativos. 2º Está prohibido el destino de recursos públicos para auxilio o subvenciones a las instituciones privadas con fines lucrativos. 3º Está prohibida la participación directa o indirecta de empresas o capital extranjero en la asistencia sanitaria en el País, salvo en los casos previstos en ley.

126. De conformidad con las disposiciones constitucionales citadas, existen dos grandes

sistemas de salud en Brasil: el primero es el público, que ofrece el Estado a través del SUS. Bajo este sistema, el Estado ofrece los servicios de salud a todas las personas bajo su jurisdicción, de manera gratuita, a través de hospitales públicos. En casos excepcionales, el Estado ofrece los servicios de salud a través de entidades privadas, en cuyo caso celebra “contratos de derecho público” o “convenios”, para que entidades privadas presten servicios de salud, pero siempre en nombre y por cuenta del Estado.

127. El otro sistema de salud en Brasil es el privado, abierto a la iniciativa privada nacional, y en el cual las personas pagan a entidades particulares con fines de lucro por los servicios que les presten.

128. En relación a los servicios de salud que presta el Estado brasileño, a través de hospitales públicos y de otras instituciones con quienes celebra con carácter excepcional, “contratos de derecho público” o “convenios”, la Constitución brasileña contempla en su artículo 198, lo siguiente:

Las acciones y los servicios públicos de salud integran una red regionalizada y jerarquizada y constituyen un sistema único, organizado de acuerdo con las siguientes directrices:

I. descentralización, con dirección en cada esfera de gobierno; II. atención integral, con prioridad para las actividades preventivas, sin perjuicio de los

servicios asistenciales; III. participación de la comunidad. Párrafo único. El sistema único de salud será financiado, en los términos del artículo 195, con recursos del presupuesto de la Seguridad Social, de la Unión, de los Estados, del Distrito Federal y de los Municipios, además de otras fuentes.

129. En lo concerniente a las atribuciones conferidas al SUS, la Constitución contempla

en su artículo 200 que éstas son

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i. controlar y fiscalizar procedimientos, productos y sustancias de interés para la salud y

participación en la producción de medicamentos, equipamientos, inmunobiológicos, hemoderivados y otros insumos;

ii. ejecutar las acciones de vigilancia sanitaria y epidemiológica, así como las de la salud del trabajador;

iii. ordenar la formación de recursos humanos en el área de salud; iv. participar en la formulación de la política y de la ejecución de las acciones de

saneamiento básico (...). 130. Las disposiciones constitucionales brasileñas han sido desarrolladas en la Ley Federal

No. 8.080, de 1990, la cual, conforme a su artículo 1°, regula, en todo el territorio nacional, las acciones y servicios de salud, ejecutados de manera aislada o conjunta, con carácter permanente o eventual, por personas naturales o jurídicas de derecho público o privado”. En el artículo 4° de dicha ley se define que “el conjunto de las acciones y servicios de salud, prestado por órganos e instituciones públicas federales, estaduales y municipales, de la administración pública directa e indirecta y de las fundaciones mantenidas por el poder público, constituyen el Sistema Único de Salud – SUS (...) La iniciativa privada podrá participar del Sistema Único de Salud – SUS, con carácter complementario. 131. Conforme al artículo 6.VII de dicha ley, le corresponde al SUS “el control y la

fiscalización de servicios, productos y sustancias de interés para la salud”. La mencionada ley consagra igualmente en su artículo 7.I el principio de “universalidad del acceso a los servicios de salud en todos los niveles de asistencia”, que se aplica a “las acciones y servicios públicos de salud y los servicios privados contratados o convenidos que integran el Sistema Único de Salud – SUS”.

132. El artículo 24 de dicha ley establece que cuando sus disponibilidades fueran insuficientes para garantizar la cobertura de la asistencia a la población en un área determinada, el Sistema Único de Salud – SUS podrá recurrir a los servicios ofrecidos por la iniciativa privada. Parágrafo único: La participación complementaria de los servicios privados será formalizada mediante contrato o convenio, observadas al respecto las normas de derecho público. 133. De acuerdo con lo establecido en el artículo 16 de la referida ley No. 8.080, le

compete al SUS elaborar normas para regular sus relaciones y los servicios privados contratados de asistencia a la salud. El artículo 18.X de dicha ley dispone, por su parte, que le corresponde a la Dirección Municipal del SUS “celebrar contratos o convenios con entidades prestadoras de servicios privados de salud, así como controlar y evaluar su ejecución”.

134. La mencionada ley señala igualmente en su artículo 26 que “los criterios y valores

para la remuneración de los servicios y los parámetros de cobertura asistencial serán establecidos por la Dirección Nacional” del SUS, y que “los servicios contratados se someterán a las normas técnicas y administrativas y a los principios y directrices” del SUS, manteniendo el equilibrio económico y financiero del contrato.

135. De manera que en los supuestos excepcionales en que el SUS recurre, mediante

contratos de derecho público, a la contratación de entidades privadas para que presten servicios de salud en nombre y por cuenta del Estado brasileño, dicha contratación se efectúa bajo normas generales que el Estado brasileño emite previamente. Una vez que se efectúa el contrato respectivo, el Estado brasileño tiene el deber de controlar y supervisar los servicios prestados en su nombre por las entidades privadas.

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136. Las personas tienen acceso universal a dichos servicios, prestados en supuestos excepcionales por entes privados en nombre del Estado brasileño. Éste no sólo paga directamente al proveedor que contrata, sino que además fija el monto que pagará por los servicios, y estos quedan sometidos a todas las normas técnicas, administrativas, principios y directrices del SUS. Si el Estado no está satisfecho con la forma en que el ente privado presta los servicios, está facultado para cancelar la acreditación del ente privado como prestador de servicios de salud en su nombre.

137. De conformidad a la Constitución Federal brasileña y la legislación que desarrolla sus

principios, no existe diferencia práctica ni jurídica respecto a que el Estado brasileño cumpla con las obligaciones que asumió constitucionalmente en materia de servicios de salud, a través del SUS, utilizando para ello a entidades públicas, o excepcionalmente, entidades privadas que contrate, regule, controle, supervise y pague. Desde la perspectiva del beneficiario de los servicios del SUS tampoco existen diferencias, en la práctica, entre recibirlos a través de entidades públicas integrantes del sistema o de entidades privadas que el Estado haya contratado al efecto. En ambos casos, el paciente ingresa al sistema, sin pagar monto alguno ni antes ni después de su tratamiento; y sin tener que acreditar ser miembro del SUS.

138. En relación con la situación específica planteada en el presente caso, y dado que el

Estado brasileño decidió asumir como función pública, gratuita y de acceso universal, la prestación de servicios relacionados con la salud, el tema a considerar son las consecuencias que se derivan de los actos efectuados por una entidad privada contratada por el Estado brasileño para ejercer dicha función pública en nombre y por cuenta del Estado.

139. Este fue el caso de la relación entre el SUS y el convenio que éste celebró con la

Casa de Repouso Guararapes, ente mediante el cual proveyó al señor Damião Ximenes Lopes asistencia médica en varias ocasiones.

140. En consecuencia, el Estado brasileño es responsable internacionalmente por los actos

de los enfermeros de la Casa de Repouso de Guararapes que causaron las violaciones a los derechos a la integridad personal y vida que se alegan en la presente demanda en contra del señor Damião Ximenes Lopes.

141. El hecho de que enfermeros de la Casa de Repouso Guararapes se hayan excedido

en las funciones que les fueron asignadas, no afecta la responsabilidad del Estado brasileño por sus actuaciones. Al respecto, la Corte ha señalado que el Estado responde por los actos y omisiones de sus agentes aún cuando éstos hayan actuado fuera de los límites de su competencia o en violación del derecho interno.106

142. Aunado a lo anterior, la Corte Interamericana ha desarrollado importante

jurisprudencia en relación con las personas que se encuentran recluidas en centros de detención y están, por lo tanto, en custodia del Estado107. La Comisión estima que tal consideración es aplicable analógicamente a los casos de discapacitados mentales que se encuentran bajo el cuidado y la custodia del Estado en centros de salud y específicamente en hospitales psiquiátricos.

106 Corte I.D.H., Caso Velásquez Rodríguez, supra nota 93, párr. 170. Tal principio de derecho internacional es recogido asimismo en el artículo 7 del Proyecto de Artículos sobre Responsabilidad, conforme al cual “el comportamiento de un órgano del Estado o de una persona o entidad facultada para ejercer atribuciones del poder público se considerará hecho del Estado según el derecho internacional si tal órgano, persona o entidad actúa en esa condición, aunque se exceda en su competencia o contravenga sus instrucciones”.

107 Corte I.D.H.. Caso ¨Instituto de Reeducación del Menor¨. Sentencia de 2 de septiembre de 2004. Serie C No. 112; Corte I.D.H., Caso Bulacio. Sentencia de 18 de septiembre de 2003. Serie C No. 100 y Corte I.D.H., Caso Hilaire, Constantine y Benjamin y otros. Sentencia de 21 de junio de 2002. Serie C No. 94.

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143. La Corte ha establecido que “quien sea detenido tiene derecho a vivir en condiciones de detención compatibles con su dignidad personal y el Estado debe garantizarle el derecho a la vida y a la integridad personal”108. Este mismo criterio debe ser aplicado a las personas que se encuentran en sus centros de salud y bajo el cuidado y protección del personal de los mismos.

144. Lo anterior en razón de que, al igual de en los casos de personas en centros de detención -y con independencia de la voluntad de las personas en cuanto a su reclusión en los mismos-, frente a las personas que se encuentran internadas en centros de salud que brindan servicios en nombre del Estado, el Estado se encuentra en una posición especial de garante, toda vez que las autoridades de salud y su personal tienen posibilidades más amplias de establecer control o dominio sobre ellas.

145. La circunstancia de discapacidad de las personas que se encuentran hospitalizadas o

bajo el cuidado de personal de salud, establece obligaciones calificadas a los funcionarios bajo cuyo cuidado se encuentran éstas. Existe una particular intensidad con que el Estado, a través del personal de salud del ente contratado para brindar esos servicios en su nombre, puede afectar los derechos del discapacitado por las circunstancias propias de la hospitalización o internamiento, el discapacitado puede ver limitada su capacidad de satisfacer temporal o permanentemente una serie de necesidades básicas de autocuidado, autotutela, autocontrol, relaciones interpersonales y funcionamiento cognitivo.

146. En relación con una materia aplicable analógicamente, la Corte Interamericana estableció que

[a]nte esta relación e interacción especial de sujeción entre el interno y el Estado, este último debe asumir una serie de responsabilidades particulares y tomar diversas iniciativas especiales para garantizar a los reclusos las condiciones necesarias para desarrollar una vida digna y contribuir al goce efectivo de aquellos derechos que bajo ninguna circunstancia pueden restringirse o de aquéllos cuya restricción no deriva necesariamente de la privación de libertad y que, por tanto, no es permisible. De no ser así, ello implicaría que la privación de libertad despoja a la persona de su titularidad respecto de todos los derechos humanos, lo que no es posible aceptar109. C. Derecho a la integridad personal (violación del artículo 5 de la Convención) 147. El artículo 5 de la Convención Americana, consagra que: 1. Toda persona tiene derecho a que se respete su integridad física, psíquica y moral. 2. Nadie debe ser sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes. Toda persona privada de libertad será tratada con el respeto debido a la dignidad inherente al ser humano (…). 148. Los Principios para la Protección de los Enfermos Mentales y el Mejoramiento de la

Atención de la Salud Mental (Principios de Salud Mental), dan una perspectiva particular de este derecho al ligarlo con el derecho a la atención médica (Principio 1.1) y el derecho a ser tratado con humanidad y respeto (Principio 1.2). Al respecto, la CIDH considera sumamente pertinente aplicar

108 Corte I.D.H.. Caso ¨Instituto de Reeducación del Menor¨, supra nota 107, párrs. 151-153; Corte I.D.H., Caso

Bulacio, supra nota 107, párrs. 126 y 138 y Corte I.D.H., Caso Hilaire, Constantine y Benjamin y otros, supra nota 107, párr. 165.

109 Corte I.D.H.. Caso ¨Instituto de Reeducación del Menor¨, supra nota 107, párr. 153.

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esta perspectiva “en la determinación de si se ha cumplido con las normas convencionales, en casos que involucran personas que padecen enfermedades mentales”110.

149. Habiendo constatado que en la Casa de Repouso Guararapes existía una situación de

extrema violencia, en la cual los enfermeros de dicha clínica ejercían violencia física, mediante golpes con las manos y con objetos contundentes que producían heridas a los enfermos, y posiblemente la muerte de algunos de ellos; que los funcionarios de la mencionada Casa de Repouso instaban a los enfermos a entablar peleas a puños entre sí y utilizaban a algunos enfermos mentales para contener físicamente a otros, es un hecho establecido que las condiciones de hospitalización en la Casa de Repouso Guararapes eran per se incompatibles con el derecho al respeto a la dignidad de la persona humana: por el mero hecho de haber sido internado en dicha institución como paciente del SUS, el señor Damião Ximenes Lopes fue sometido a tratamiento inhumano o degradante y el Estado brasileño violó en su perjuicio el artículo 5 de la Convención Americana.

150. En abundamiento, el señor Damião Ximenes Lopes fue golpeado por enfermeros de

la Casa de Repouso, quienes le produjeron diversas lesiones, entre otras: Excoriaciones localizadas en la región nasal, hombro derecho, parte anterior de las rodillas y del pie izquierdo, equimosis localizadas en la región “orbitaria” izquierda, hombro homo lateral y puños (compatibles con contención)”111. Tales hechos constituyen y evidencian que el Estado irrespetó la integridad del señor Damião Ximenes Lopes.

151. Golpear o contener en forma violenta a una persona en circunstancia de

discapacidad temporal o permanente constituye un acto de crueldad y ensañamiento particularmente grave en razón de que los agresores con certeza confiarían en que la víctima podría no estar en condiciones de declarar sobre los hechos, o sería desacreditado si lo hiciera.

152. Existen estándares internacionales respecto a la conducta que deben observar las

personas encargadas de la custodia de un paciente mental con un cuadro sicótico que se rehúse a recibir el tratamiento médico que se le haya prescrito. Al respecto, la OPS señala que

[l]a administración de medicamentos psicotrópicos es uno de los tratamientos utilizados para el manejo de los trastornos mentales. Específicamente, los medicamentos antipsicóticos son aquellos que se utilizan en aquellos cuadros que se caracterizan por síntomas sicóticos.

Todas las personas que están recibiendo atención psiquiátrica tienen derecho a recibir un tratamiento médico que corresponda a sus necesidades fundamentales de salud. (Principios para la protección de los enfermos mentales y el mejoramiento de la atención de la salud mental, A.G. res. 46/119, 46 ONU GAOR Supp. (No. 49), p. 189, ONU Doc. A/46/49 (1991). Ver Principios 1 y 9). No obstante, existe la posibilidad de que la persona se niegue a recibir el tratamiento y de conformidad con los estándares internacionales aplicables no sería ético administrar un tratamiento en contra de los deseos y la voluntad del paciente (“Essential Treatments in Psychiatry”, Division of Mental Health, World Health Organization, Geneva, 1993, p. 62), con excepción de situaciones muy específicas (...).112

153. Al respecto, estándares médicos establecidos por la Organización Mundial de la

Salud (en adelante “OMS”) con relación a las acciones y actitud del personal de salud mental frente a una persona que se rehúsa a recibir el tratamiento en cuestión, señalan que:

110 CIDH, Informe Anual 1998, Informe Nº 63/99, Víctor Rosario Congo, ob. cit., párr. 53.

111 Véase necropsia efectuada a Damião Ximenes Lopes el 4 de octubre de 1999. Anexo 41.

112 Véase opinión técnica de la OPS. Anexo 23.

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a) Se debe evitar un ejercicio de autoridad injustificado que tenga como fin la administración del tratamiento; b) La independencia personal del paciente debe ser respetada y esta independencia debe caracterizar todas las etapas del tratamiento; c) El hecho de que una persona se encuentre internada en una institución psiquiátrica o en un centro penitenciario no significa que es necesariamente incapaz para aceptar o rechazar un tratamiento; d) El consentimiento o rechazo a un tratamiento sólo puede ser suministrado por una persona independiente que haya recibido por parte del personal de salud mental información suficiente y en un lenguaje sencillo con relación al propósito, método, duración probable y los beneficios que se espera obtener de dicho tratamiento; e) El personal de salud mental tiene la responsabilidad sobre el estado de salud de la persona y debe asumir la responsabilidad de solicitar el consentimiento del paciente a intervalos periódicos; f) El derecho del paciente a rechazar el tratamiento en cuestión en principio sólo puede ser ignorado por el personal de salud mental cuando el paciente está incapacitado mentalmente o carece de independencia personal (ejemplo: pérdida de la conciencia o del juicio necesario para reconocer que se está enfermo); y simultáneamente, cuando la ausencia de tratamiento pude llevar a situaciones de o grave peligro para el paciente o para otras personas o a situaciones de deterioro grave de su estado de salud.

g) Es importante que el personal de salud mental este consciente de que el hecho de declarar a una persona con un trastorno mental como incompetente no implica que dicha persona carece de capacidad permanentemente y para todo acto jurídico; h) En casos de emergencia, generalmente reconocidos por la legislación nacional o estándares internacionales de derechos humanos, el personal de salud mental puede utilizar su propio criterio, siempre y cuando pueda fehacientemente demostrar que su acción estuvo fundamentada en buena fe y para salvaguardar la vida o integridad personal del paciente (énfasis añadido); i) El personal de salud mental debe hacer todo lo posible por satisfacer los deseos del paciente y no sus propios intereses; j) La regla general a seguir por el personal de salud mental es el utilizar la mínima fuerza u obligatoriedad posible y utilizarla sólo en aquellos casos que sean esenciales para salvaguardar la vida o integridad del paciente; respetando su decisión con relación a todos aquellos aspectos en los cuales éste puede continuar otorgando su consentimiento o negación; k) Ante una situación en la que una persona se rehúsa a recibir un determinado tratamiento, el personal de salud mental debe tener en consideración no sólo el bienestar del paciente sino el de la colectividad y debe tratar de evitar un daño a la sociedad en general y un uso indebido de los recursos públicos. 113

154. Por otra parte, y en relación a la contención física obligatoria que se efectuó al señor

Damião Ximenes Lopes, la Comisión debe resaltar que

de conformidad con los estándares internacionales seguidos por la OPS, en principio un paciente que presenta un cuadro psicótico no debe ser sometido a una contención física

113 Véase opinión técnica de la OPS. Anexo 23.

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obligatoria o a restricciones físicas. No obstante ésta práctica podría llevarse a cabo única y exclusivamente cuando sea el único medio disponible para evitar un daño irreparable, inmediato o inminente al paciente o a terceras personas. De acuerdo a los estándares internacionales aprobados en esta materia existen ciertos requisitos que siempre deben acompañar a una contención física obligatoria, los cuales se mencionan a continuación: a) Dicha práctica no se prolongará más allá del período que sea estrictamente necesario para alcanzar los propósitos deseados (evitar un daño irreparable, inmediato o inminente al paciente); b) Los motivos, carácter y duración de la contención se registrarán en el historial clínico del paciente; c) El paciente será mantenido en condiciones dignas; d) El paciente será mantenido bajo el cuidado y la supervisión inmediata y regular de personal calificado de salud mental; y e) Se procederá a dar pronto aviso sobre la contención física a los representantes personales del paciente. 114

155. Debe destacarse asimismo que los lineamientos aprobados por la OMS con relación

a la contención física obligatoria de personas con trastornos mentales, recomiendan que el personal de salud mental analice ciertas preguntas con el fin de determinar si efectivamente se cumplen los requisitos arriba mencionados para proceder con la referida contención. Entre tales preguntas se encuentran las siguientes:

a) ¿Cuáles son los objetivos específicos que se persiguen con el uso de la contención física obligatoria?; b) ¿Por cuánto tiempo permanece un paciente bajo estas condiciones?; c) ¿Existe un documento en el que se registre: cada una de las contenciones practicadas a un paciente, su justificación, su naturaleza y el término de duración?; d) ¿Dónde se puede encontrar el documento arriba mencionado?; e) ¿Satisfacen las condiciones bajo las cuales se practica una contención los estándares internacionales de derechos humanos, sobre todo la prohibición de someter a una persona a tratamiento inhumano y degradante?, y f) ¿A quién se comunica que un paciente está siendo sometido a una contención física obligatoria y con qué frecuencia se lleva a cabo esta comunicación?115

156. Conforme a los parámetros anteriormente mencionados, es evidente que aún cuando

el señor Ximenes Lopes se hubiese negado a recibir el tratamiento prescrito, tal hecho no excusaba de manera alguna la violencia ejercida en su contra. La contención física que se le efectuó al señor Ximenes Lopes no tomó en cuenta los mencionados parámetros internacionales sobre la materia, dado que su contención fue más allá del período estrictamente necesario para alcanzar el eventual propósito de evitarle un daño irreparable, inmediato o inminente; el Estado no ha demostrado que los motivos, carácter y duración de su contención hayan sido registrados en el historial clínico de Damião; y la víctima no fue mantenida en condiciones dignas, ni bajo el cuidado y la supervisión inmediata y regular de personal calificado de salud mental.

157. Por todas las razones anteriormente expuestas, la Comisión concluyó, y solicita a la

Corte que declare, que en relación con los hechos ocurridos en la Casa de Repouso Guararapes entre el 1° de octubre y el 4 de octubre del mismo año, el Estado brasileño violó el artículo 5 de la

114 Véase opinión técnica de la OPS. Anexo 23, citando: “Guidelines for the Promotion of Human Rights of Persons with Mental Disorders”, Division Of Mental Health and Prevention of Substance Abuse, World Health Organization, Geneva, 1996, p. 26 (WHO/NMH/MND/95.4/)

115 Véase opinión técnica de la OPS. Anexo 23.

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Convención Americana sobre Derechos Humanos en conexión de la obligación general establecida en el artículo 1(1) del mismo instrumento116, en perjuicio del señor Damião Ximenes Lopes, al someterlo a condiciones de hospitalización inhumanas o degradantes, y al propinarle golpes con los puños o con objetos contundentes, a través de los enfermeros de la Casa de Repouso Guararapes.

D. Derecho a la vida (violación del artículo 4 de la Convención)

158. El artículo 4 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos establece que

“toda persona tiene derecho a que se respete su vida. Este derecho estará protegido por la ley y, en general, a partir del momento de la concepción. Nadie puede ser privado de la vida arbitrariamente”.

159. El derecho humano a la vida es un derecho humano fundamental, base para el

ejercicio de los demás derechos humanos. La Corte ha señalado que el goce del derecho a la vida es un prerrequisito para el disfrute de todos los demás derechos humanos. De no ser respetado, todos los derechos carecen de sentido. En razón del carácter fundamental del derecho a la vida, no son admisibles enfoques restrictivos del mismo. En esencia, el derecho fundamental a la vida comprende, no sólo el derecho de todo ser humano de no ser privado de la vida arbitrariamente, sino también el derecho a que no se le impida el acceso a las condiciones que le garanticen una existencia digna. Los Estados tienen la obligación de garantizar la creación de las condiciones que se requieran para que no se produzcan violaciones de ese derecho básico y, en particular, el deber de impedir que sus agentes atenten contra él.117 160. El artículo 1(1) de la Convención Americana establece obligaciones generales para

los Estados en materia de derechos humanos. La primera de ellas es respetar los derechos consagrados en la Convención, y la segunda de ellas es garantizar el ejercicio de tales derechos. En lo relativo al derecho a la vida, la obligación del Estado de “respetarlo” implica, entre otros aspectos, que el Estado debe abstenerse de privar de la vida a personas a través de sus agentes. A su vez, la obligación del Estado de “garantizar”el derecho a la vida implica que el Estado se encuentra obligado a prevenir e investigar las violaciones del derecho a la vida, sancionar a los responsables, y reparar a los familiares de la víctima.

161. De manera que el Estado no sólo incurre en responsabilidad internacional por

violación al derecho a la vida cuando sus agentes privan a alguien de tal derecho118, sino también cuando deja de adoptar las medidas de prevención necesarias y/o no efectúa una investigación seria, por medio de un órgano independiente, autónomo e imparcial, de las privaciones del derecho a la vida cometidas ya sea por sus agentes o por particulares.

116 Al respecto, la Corte ha establecido en su jurisprudencia constante que:

El derecho a la vida y el derecho a la integridad personal no sólo implican que el Estado debe respetarlos (obligación negativa), sino que, además, requiere que el Estado adopte todas las medidas apropiadas para garantizarlos (obligación positiva), en cumplimiento de su deber general establecido en el artículo 1.1 de la Convención Americana.

Corte I.D.H.. Caso ¨Instituto de Reeducación del Menor¨, supra nota 107, párr. 158; Corte I.D.H., Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri, supra nota 93, párr. 129 y Corte I.D.H., Caso “19 Comerciantes”. Sentencia de 5 de julio de 2004. Serie C No. 109, párr. 153.

117 Corte I.D.H., Caso de los “Niños de la Calle” (Villagrán Morales y otros). Sentencia de 19 de noviembre de 1999. Serie C No. 63, párr. 144.

118 Ello sin perjuicio de algunas excepciones, como por ejemplo y bajo determinadas circunstancias, la aplicación de la pena de muerte.

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162. En el presente caso ha quedado establecido que el señor Damião Ximenes Lopes murió a consecuencia de golpes con puños o con objetos contundentes que le propinaron de manera intencional enfermeros de la Casa de Repouso Guararapes. En consecuencia, la Comisión contiende que el Estado brasileño violó su derecho a la vida.

163. La Comisión destaca las condiciones en que se produjo la muerte del señor Damião

Ximenes Lopes: quien murió en el piso, con las manos atadas atrás, y sin que hubiera en el momento un médico que le prestara asistencia médica.

164. La Corte ha analizado asimismo la obligación del Estado de garantizar el derecho a la

vida, y ha señalado que ésta le impone la prevención de aquellas situaciones que, por acción u omisión, pudieran conducir a la “supresión de la inviolabilidad del derecho a la vida”. Al respecto, la Corte ha interpretado textualmente lo siguiente:

si una persona fuera detenida en buen estado de salud y posteriormente, muriera, recae en el Estado la obligación de proveer una explicación satisfactoria y convincente de lo sucedido y desvirtuar las alegaciones sobre su responsabilidad, mediante elementos probatorios válidos, ya que en su condición de garante el Estado tiene tanto la responsabilidad de garantizar los derechos del individuo bajo su custodia como la de proveer la información y las pruebas relacionadas con el destino que ha tenido la persona detenida119. 165. Al aplicar, mutatis mutandis, las anteriores consideraciones al presente caso, la

Comisión observa que el Estado brasileño falló en su obligación de proteger y preservar la vida del señor Damião Ximenes Lopes, toda vez que no adoptó medidas preventivas que hubieran podido impedir eventualmente que ocurriera su muerte. Esta violación puede apreciarse desde varias perspectivas: No sólo que sus agentes le causaron la muerte sino que el Estado brasileño no ejerció debidamente sus facultades de fiscalización de la Casa de Repouso Guararapes antes de la muerte del señor Ximenes Lopes. En efecto, el hecho de que después de su muerte el Estado haya emitido un acto administrativo revocando la acreditación que tenía dicha institución para prestar servicios en nombre y por cuenta del Estado brasileño, que en definitiva implicó su clausura, demuestra por sí mismo el grado de control que el Estado podía ejercer sobre dicha institución.

166. La falta de investigación oportuna por parte del Estado de las diversas denuncias de

muertes de pacientes en dicha clínica y las diferentes quejas de malos tratos de pacientes internados en dicha institución, permitieron que se mantuvieran las condiciones extremas con que se trataba a los pacientes en dicho lugar. Si hubiese investigado hubiera podido impedir que dicha Casa de Repouso hubiera seguido prestando servicios en nombre y por cuenta del Estado brasileño en la condiciones en que lo hacía. Desde tal perspectiva, la Comisión considera que el Estado no previno las condiciones que facilitaron y condujeron a la muerte del señor Ximenes Lopes.

167. En el mismo tenor, la falta de una investigación seria y de sanción a los responsables

por la muerte de Damião Ximenes Lopes, lo cual se argumenta en detalle infra constituye asimismo una violación por parte del Estado brasileño a su obligación de garantizar el derecho a la vida, conforme a los artículos 4 y 1(1) de la Convención Americana.

168. La Comisión solicita a la Corte que declare que a consecuencia de la muerte de

Damião Ximenes Lopes perpetrada por enfermeros de la Casa de Repouso Guararapes el 4 de octubre de 1999; con ocasión de la falta de prevención para superar las condiciones que propiciaron su muerte; y por la falta de una investigación diligente de los hechos, el Estado brasileño violó en

119 Corte I.D.H., Caso de los “Niños de la Calle” (Villagrán Morales y otros), supra nota 117, párr. 111.

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perjuicio del señor Damião Ximenes Lopes el artículo 4 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos en concordancia con lo establecido en el artículo 1(1) de dicha Convención120.

E. Derecho a las garantías judiciales y protección judicial (violación de los artículo 8 y

25 de la Convención Americana) 169. El artículo 25 de la Convención Americana consagra que: 1. Toda persona tiene derecho a un recurso sencillo y rápido o a cualquier otro recurso efectivo ante los jueces o tribunales competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos por la Constitución, la ley o la presente Convención, aun cuando tal violación sea cometida por personas que actúen en ejercicio de sus funciones oficiales. 2. Los Estados partes se comprometen: a. a garantizar que la autoridad competente prevista por el sistema legal del Estado

decidirá sobre los derechos de toda persona que interponga tal recurso; b. a desarrollar las posibilidades de recurso judicial, y c. a garantizar el cumplimiento, por las autoridades competentes, de toda decisión en

que se haya estimado procedente el recurso. 170. En el artículo 8 de la Convención se establece que: 1. Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro de un plazo razonable, por un juez o tribunal competente, independiente e imparcial, establecido con anterioridad por la ley, en la sustanciación de cualquier acusación penal formulada contra ella, o para la determinación de sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de cualquier otro carácter. 171. Los Estados parte del sistema interamericano de derechos humanos tienen la

obligación de investigar y sancionar a los responsables de violaciones a los derechos humanos, y de indemnizar a las víctimas de tales violaciones, o a sus familiares.

172. La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha también explicado, en relación

con las normas convencionales anteriormente transcritas, que

El artículo 25 en relación con el artículo 1.1 de la Convención Americana, obliga al Estado a garantizar a toda persona el acceso a la administración de justicia y, en particular, a un recurso rápido y sencillo para lograr, entre otros resultados, que los responsables de las violaciones de los derechos humanos sean juzgados y para obtener una reparación por el daño sufrido. Como ha dicho esta Corte, el artículo 25 “constituye uno de los pilares básicos, no sólo de la Convención Americana, sino del propio Estado de Derecho en una sociedad democrática...”. Dicho artículo guarda relación directa con el artículo 8.1 de la Convención Americana que consagra el derecho de toda persona a ser oída con las debidas garantías y

120 Al respecto, la Corte ha establecido en su jurisprudencia constante que:

El derecho a la vida y el derecho a la integridad personal no sólo implican que el Estado debe respetarlos (obligación negativa), sino que, además, requiere que el Estado adopte todas las medidas apropiadas para garantizarlos (obligación positiva), en cumplimiento de su deber general establecido en el artículo 1.1 de la Convención Americana.

Corte I.D.H., Caso ¨Instituto de Reeducación del Menor¨, supra nota 107, párr. 158; Corte I.D.H., Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri, supra nota 93, párr. 129 y Corte I.D.H., Caso “19 Comerciantes”, supra nota 116, párr. 153.

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dentro de un plazo razonable, por un juez o tribunal independiente e imparcial, para la determinación de sus derechos de cualquier naturaleza. En consecuencia, el Estado tiene el deber de investigar las violaciones de los derechos humanos, procesar a los responsables y evitar la impunidad. La Corte ha definido la impunidad como “la falta en su conjunto de investigación, persecución, captura, enjuiciamiento y condena de los responsables de las violaciones de los derechos protegidos por la Convención Americana” y ha señalado que “el Estado tiene la obligación de combatir tal situación por todos los medios legales disponibles ya que la impunidad propicia la repetición crónica de las violaciones de derechos humanos y la total indefensión de las víctimas y sus familiares. 173. La obligación estatal de investigar y sancionar las violaciones a los derechos

humanos debe ser emprendida por los Estados de manera seria. La Corte Interamericana ha señalado al respecto que

En ciertas circunstancias puede resultar difícil la investigación de hechos que atenten contra derechos de la persona. La de investigar es, como la de prevenir, una obligación de medio o comportamiento que no es incumplida por el solo hecho de que la investigación no produzca un resultado satisfactorio. Sin embargo, debe emprenderse con seriedad y no como una simple formalidad condenada de antemano a ser infructuosa. Debe tener un sentido y ser asumida por el Estado como un deber jurídico propio y no como una simple gestión de intereses particulares, que dependa de la iniciativa procesal de la víctima o de sus familiares o de la aportación privada de elementos probatorios, sin que la autoridad pública busque efectivamente la verdad. Esta apreciación es válida cualquiera sea el agente al cual pueda eventualmente atribuirse la violación, aun los particulares, pues, si sus hechos no son investigados con seriedad, resultarían, en cierto modo, auxiliados por el poder público, lo que comprometería la responsabilidad internacional del Estado121. 174. Recientemente el Tribunal ha enfatizado en que: la salvaguarda de la persona frente al ejercicio arbitrario del poder público es el objetivo primordial de la protección internacional de los derechos humanos122

175. La Comisión Interamericana ha señalado asimismo, en relación a la obligación que

tienen los Estados de investigar seriamente, que La obligación de investigar no se incumple solamente porque no exista una persona condenada en la causa o por la circunstancia de que, pese a los esfuerzos realizados, sea imposible la acreditación de los hechos. Sin embargo, para establecer en forma convincente y creíble que este resultado no ha sido producto de la ejecución mecánica de ciertas formalidades procesales sin que el Estado busque efectivamente la verdad, éste debe demostrar que ha realizado una investigación inmediata, exhaustiva, seria e imparcial123. 176. La mencionada obligación de investigar y sancionar todo hecho que implique

violación de los derechos violados por la Convención requiere que se castigue no sólo a los autores materiales de los hechos violatorios de derechos humanos, sino también a los autores intelectuales

121 Corte I.D.H., Caso Velásquez Rodríguez, supra nota 93, párr. 177.

122 Corte I.D.H.. Caso ¨Instituto de Reeducación del Menor”, supra nota 107, párr. 239; Corte I.D.H., Caso Baena Ricardo y otros. Sentencia de 2 de febrero de 2001. Serie C No. 72, párr. 78 y Corte I.D.H., Caso “Cinco Pensionistas”. Sentencia de 28 de febrero de 2003. Serie C No. 98, párr. 126.

123 CIDH, Informe Anual 1997, Informe N° 55/97, Caso N° 11.137 (Juan Carlos Abella y otros), Argentina, párr. 412. Sobre el mismo tema, véase también: CIDH, Informe Anual 1997, Informe N° 52/97, Caso N° 11.218 (Arges Sequeira Mangas), Nicaragua, párr. 96 y 97.

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de tales hechos124. El Estado incurre en responsabilidad internacional cuando sus órganos judiciales no investigan seriamente y sancionan, de ser el caso, a los autores materiales e intelectuales de violaciones a los derechos humanos.

177. La Comisión observa que en el presente caso, al ser el señor Damião Ximenes Lopes

una persona con discapacidad mental, no solamente tenía menos oportunidades de defenderse de las vejaciones o violaciones de las que podía ser objeto, sino también menos posibilidades de utilizar los recursos existentes o de tramitar y llevar adelante una acusación que condujera a una investigación sobre los hechos. Se encontraba en una situación de vulnerabilidad especial.

178. El Estado brasileño no realizó de una investigación inmediata, exhaustiva y seria en

relación a la muerte del señor Damião Ximenes Lopes. Al respecto, en los hechos establecidos del presente caso se determinó que el 17 de noviembre de 1999 se inició la investigación de los hechos relacionados con la muerte, y a la presente fecha, al cabo de casi cuatro años de investigación, el Estado no ha promovido diligentemente medios probatorios que clarifiquen los hechos.

179. Omisiones evidentes por parte del Estado incluyen que no se haya identificado o

interrogado a la mujer que limpiaba los pisos de la Casa de Repouso, y quien contó a la madre de la víctima que ésta había sido golpeada por enfermeros. Tampoco ha investigado el Estado las responsabilidades de las personas que estaban en la obligación de supervisar y controlar la Casa de Repouso, conforme a las normas del SUS, que podrían tener responsabilidad por no haber prevenido y tomado las acciones necesarias para tratar de evitar las violaciones.

180. Luego de casi cuatro años de proceso interno, la investigación de los hechos no se

ha efectuado con la inmediatez, seriedad y exhaustividad requerida al efecto por la Convención Americana. Al no investigar adecuadamente los hechos concernientes a la muerte del señor Ximenes Lopes, el Estado violó los artículos 1(1), 25 y 8 de la Convención Americana, relacionados con la obligación de investigar, el derecho a un recurso efectivo y el derecho a garantías judiciales.

181. La Comisión concluye que la falta de una debida investigación de los hechos

relacionados con la muerte de Damião Ximenes Lopes, en los términos anteriormente explicados, constituye violación por el Estado brasileño a las obligaciones contenidas en los artículos 25 y 8 de la Convención Americana, en concordancia con lo establecido en el artículo 1(1) de dicho tratado.

F. Incumplimiento por parte del Estado con la obligación establecida en el artículo 1(1) de la Convención Americana (obligación de respetar y garantizar los derechos humanos)

182. El artículo 1(1) de la Convención establece que

[l]os Estados partes en esta Convención se comprometen a respetar los derechos y libertades reconocidos en ella y a garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona que esté sujeta a su jurisdicción, sin discriminación alguna por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social.

124 La Corte Interamericana ha señalado, por ejemplo, que “La Convención Americana garantiza a toda persona el

acceso a la justicia para hacer valer sus derechos, recayendo sobre los Estados Partes los deberes de prevenir, investigar, identificar y sancionar a los autores intelectuales y encubridores de violaciones de los derechos humanos”. Corte I.D.H., Caso del Tribunal Constitucional. Sentencia del 29 de septiembre de 1999. Serie C No. 71, párr. 123. Véase asimismo Corte I.D.H., Caso Blake. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 22 de enero de 1999. Serie C No. 48, párr. 65.

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183. Al respecto, la Corte ha establecido que [e]l artículo 1.1 es fundamental para determinar si una violación de los derechos humanos reconocidos por la Convención puede ser atribuida a un Estado Parte. En efecto, dicho artículo pone a cargo de los Estados Partes los deberes fundamentales de respeto y de garantía, de tal modo que todo menoscabo a los derechos humanos reconocidos en la Convención que pueda ser atribuido, según las reglas del Derecho internacional, a la acción u omisión de cualquier autoridad pública, constituye un hecho imputable al Estado que compromete su responsabilidad en los términos previstos por la misma Convención. Conforme al artículo 1.1 es ilícita toda forma de ejercicio del poder público que viole los derechos reconocidos por la Convención. En tal sentido, en toda circunstancia en la cual un órgano o funcionario del Estado o de una institución de carácter público lesione indebidamente uno de tales derechos, se está ante un supuesto de inobservancia del deber de respeto consagrado en ese artículo. Esa conclusión es independiente de que el órgano o funcionario haya actuado en contravención de disposiciones del derecho interno o desbordado los límites de su propia competencia, puesto que es un principio de Derecho internacional que el Estado responde por los actos de sus agentes realizados al amparo de su carácter oficial y por las omisiones de los mismos aun si actúan fuera de los límites de su competencia o en violación del derecho interno.125

184. Como consecuencia de la violación de los derechos consagrados en los artículos 4,

5, 8 y 25 de la Convención Americana, el Estado brasileño incumplió su obligación de respetar los derechos y libertades consagrados en la misma y de asegurar y garantizar el libre y pleno ejercicio de esos derechos a toda persona sujeta a su jurisdicción126. Por ello, el Estado tiene el deber de organizar el aparato gubernamental y todas las estructuras a través de las cuales se manifiesta el ejercicio del poder público, de manera tal que sean capaces de asegurar jurídicamente el libre y pleno ejercicio de los derechos humanos. De conformidad con lo manifestado por la Corte Interamericana, lo anterior

se impone independientemente de que los responsables de las violaciones de estos derechos sean agentes del poder público, particulares, o grupos de ellos,127 ya que según las reglas del Derecho Internacional de los Derechos Humanos, la acción u omisión de cualquier autoridad pública constituye un hecho imputable al Estado que compromete su responsabilidad en los términos previstos por la misma Convención.128

185. De lo anterior se deriva también la obligación de los Estados de utilizar

diligentemente todos los medios a su disposición para realizar una investigación seria y efectiva dentro de un plazo razonable, que sirva de base para el procesamiento, esclarecimiento de los hechos, juzgamiento y sanción de los autores materiales e intelectuales de toda violación de los

125 Corte I.D.H., Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri, supra nota 93, párr. 72; Corte I.D.H., Caso de los 19

Comerciantes, supra nota 116, párr. 181, y Corte I.D.H., Caso Herrera Ulloa. Sentencia de 2 de julio de 2004. Serie C No. 107, párr. 144.

126 Corte I.D.H., Caso Juan Humberto Sánchez, supra nota 102, párr. 142; Corte I.D.H., Caso Bámaca Velásquez, Sentencia de 25 de noviembre de 2000, Serie C N° 70, párr. 210 y Corte I.D.H., Caso Godínez Cruz. Sentencia de 20 de enero de 1989. Serie C No. 5, párrs. 175 y 176; y Corte I.D.H., Caso Velásquez Rodríguez, supra nota 93, párrs. 166 y 167.

127 Corte I.D.H., Caso de los 19 Comerciantes, supra nota 116, párr. 183; Corte I.D.H., Caso Juan Humberto Sánchez, supra nota 102, párr. 142, y Corte I.D.H., Caso Bámaca Velásquez, supra nota 126, párr. 210.

128 Corte I.D.H., Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri, supra nota 93, párr. 71; Corte I.D.H., Caso Juan Humberto Sánchez, supra nota 102, párr. 142 y Corte I.D.H., Caso “Cinco Pensionistas”. Sentencia de 28 de febrero de 2003. Serie C No. 98, párr. 163.

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derechos protegidos en la Convención Americana. Al respecto, la Corte Interamericana ha señalado que la obligación de investigar debe cumplirse

con seriedad y no como una simple formalidad condenada de antemano a ser infructuosa. Debe tener un sentido y ser asumida por el Estado como un deber jurídico propio y no como una simple gestión de intereses particulares, que dependa de la iniciativa procesal de la víctima o de sus familiares o de la aportación privada de elementos probatorios, sin que la autoridad pública busque efectivamente la verdad.129

186. En la especie ha quedado demostrado que el Estado brasileño no ha actuado con

debida diligencia en el proceso de investigación. Por lo tanto, el Estado ha faltado a su obligación de garantizar los derechos humanos al haber permitido que los hechos permanezcan en la impunidad. La Corte Interamericana ha entendido como impunidad

la falta en su conjunto de investigación, persecución, captura, enjuiciamiento y condena de los responsables de las violaciones de los derechos protegidos por la Convención Americana, toda vez que el Estado tiene la obligación de combatir tal situación por todos los medios legales disponibles ya que la impunidad propicia la repetición crónica de las violaciones de derechos humanos y la total indefensión de las víctimas y de sus familiares130. 187. La impunidad, en opinión del Relator Especial de Naciones Unidad para Ejecuciones

Extrajudiciales, Arbitrarias y Sumarias "continúa siendo la causa principal por la que se perpetúan y alientan las violaciones de los derechos humanos y, en particular, las ejecuciones extrajudiciales, sumarias o arbitrarias".131

188. Es menester recordar que la obligación general del artículo 1(1) alcanza a todos los

derechos protegidos por la Convención, "esta es una disposición de carácter general cuya violación está siempre relacionada con la que establece un derecho humano específico."132 En definitiva, siempre que exista la pretensión de que se ha violado alguno de los derechos consagrados en la Convención, deberá concluirse necesariamente que se ha infringido la obligación general de respeto y garantía.

189. Como consecuencia de la violación de los derechos consagrados en los artículos 4,

5, 8 y 25 de la Convención Americana, y en vista de la falta de investigación y sanción a los responsables de los hechos denunciados, el Estado brasileño ha incumplido, además, con su obligación de respetar y garantizar dichos derechos de conformidad con lo dispuesto por el artículo 1(1) del referido instrumento.133 Por las consideraciones anteriores, la Comisión solicita a la Corte que declare la responsabilidad del Estado en tal sentido.

129 Corte I.D.H., Caso de los 19 Comerciantes, supra nota 116, párr. 184; Corte I.D.H., Caso Myrna Mack Chang.

Sentencia de 25 de noviembre de 2003. Serie C No. 101, párr. 273; Corte I.D.H., Caso Juan Humberto Sánchez, supra nota 102.

130 Corte I.D.H., Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri, supra nota 93, párr. 148; Caso de los 19 Comerciantes supra nota 116, párr. 175 y Caso Juan Humberto Sánchez, supra nota 102, párr. 143.

131 Informe del Relator Especial de Naciones Unidas sobre Ejecuciones Extrajudiciales, Sumarias o Arbitrarias, Señor Barce Waly Ndiaye, párr.s 46 y 94.

132 Corte I.D.H., Caso Neira Alegría y otros. Sentencia de 19 de enero de 1995. Serie C No. 20, párr. 85.

133 Corte I.D.H., Caso Juan Humberto Sánchez, supra nota 102, párr. 142 y Caso Bámaca Velásquez, supra nota 126, párr. 210.

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VIII. REPARACIONES Y COSTAS

190. En razón de los hechos alegados en la presente demanda y de la jurisprudencia constante de la Corte Interamericana, según la cual “es un principio de Derecho Internacional que toda violación a una obligación internacional que haya causado un daño, genera una obligación de proporcionar una reparación adecuada”134, la Comisión presenta a la Corte su opinión sobre las reparaciones y costas que el Estado brasileño debe efectuar como consecuencia de su responsabilidad por las violaciones cometidas en el presente caso.

191. La Comisión Interamericana es de la opinión que el Estado brasileño debe reparar los daños causados al señor Ximenes Lopes en los términos que más adelante se indican. Asimismo, la Comisión Interamericana solicita a la Corte que ordene al Estado el pago de las costas y gastos legales incurridos por la parte lesionada en la tramitación del presente caso ante el sistema interamericano.

A. Obligación de reparar

192. De conformidad con el artículo 63(1) de la Convención Americana,

[c]uando decida que hubo violación de un derecho o libertad protegidos en [l]a Convención, la Corte dispondrá que se garantice al lesionado en el goce de su derecho o libertad conculcados. Dispondrá asimismo, si ello fuera procedente, que se reparen las consecuencias de la medida o situación que ha configurado la vulneración de esos derechos y el pago de una justa indemnización a la parte lesionada.

193. Como ha indicado la Corte en su jurisprudencia constante, este artículo recoge una norma consuetudinaria que constituye uno de los principios fundamentales del derecho internacional contemporáneo sobre la responsabilidad de los Estados. De esta manera, al producirse un hecho ilícito imputable a un Estado, surge de inmediato la responsabilidad internacional de éste por la violación de una norma internacional, con el consecuente deber de reparación y de hacer cesar las consecuencias de la violación135.

194. Las reparaciones tienden a hacer desaparecer el efecto de las violaciones cometidas,

y son cruciales para garantizar que se haga justicia en un caso individual. Constituyen, en este sentido, el mecanismo que eleva la decisión de la Corte más allá del ámbito de la condena moral.

195. La reparación del daño ocasionado por la infracción de una obligación internacional requiere, siempre que sea posible, la plena restitución (restitutio in integrum). De no ser posible ésta, corresponde a la Corte ordenar medidas que, además de garantizar el respeto de los derechos conculcados, reparen las consecuencias producidas por la violación.

196. La obligación de reparar, que se regula en todos los aspectos por el derecho

internacional (alcance, naturaleza, modalidades y determinación de los beneficiarios), no puede ser modificada o incumplida por el Estado obligado invocando para ello disposiciones de su derecho interno”136.

134 Corte I.D.H., Caso Ricardo Canese, Sentencia del 31 de agosto de 2004, Serie C N° 111, párr. 192; Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri, supra nota 93, párr. 175 y Caso Myrna Mack Chang, supra nota 129, párr. 141.

135 Corte I.D.H., Caso Ricardo Canese, supra nota 134, párr. 193; Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri, supra nota 93, párr. 188 y Caso de los 19 Comerciantes, supra nota 116, párr. 220.

136 Corte I.D.H., Caso Ricardo Canese, supra nota 134, párr. 194; Caso de los 19 Comerciantes, supra nota 116, párr. 221; Caso Molina Theissen. Reparaciones (Art. 63.1 de la Convención Americana Sobre Derechos Humanos), Sentencia del 3 de julio de 2004, Serie C N° 108, párr. 42.

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197. En atención a las disposiciones reglamentarias que otorgan legitimación a la parte

lesionada en el proceso ante la Corte, la Comisión solamente desarrollará su posición general en materia de reparaciones y costas. De conformidad con el artículo 63 de la Convención Americana y los artículos 23 y concordantes del Reglamento de la Corte, la Comisión entiende que corresponde a la parte lesionada concretar sus pretensiones. En el eventual caso que la parte lesionada no haga uso de este derecho, se solicita a la Corte que otorgue a la Comisión una oportunidad procesal para precisar las pretensiones pertinentes.

B. Medidas de reparación

198. En el presente caso, la Comisión Interamericana ha demostrado que el Estado incurrió en responsabilidad internacional por la violación de los derechos de los derechos humanos consagrados en los artículos 4, 5, 8 y 25 de la Convención Americana en relación con el artículo 1(1) del mismo instrumento, en perjuicio del señor Damião Ximenes Lopes.

199. La Corte ha señalado que las medidas de reparación tienden a hacer desaparecer los efectos de las violaciones cometidas137 y consisten en medidas de no repetición, satisfacción, restitución, rehabilitación e indemnización138.

200. En virtud de que en el presente caso no es posible obtener una reparación integral

del daño causado, la Comisión Interamericana opina que la Corte debe ordenar medidas de reparación que mitiguen el daño causado, y además sean un mensaje en contra de la impunidad en casos en que la víctima haya sufrido en custodia del Estado en circunstancia o durante un episodio de discapacidad. Ello requiere que se establezcan y refuercen, cuando sea necesario, mecanismos judiciales y administrativos que permitan a las víctimas obtener reparación mediante procedimientos de oficio que sean expeditos, justos, poco costosos y accesibles.

201. De conformidad con los elementos probatorios presentados en la presente demanda y a la luz de los criterios establecidos por el Tribunal en su jurisprudencia, la Comisión Interamericana presenta sus conclusiones y pretensiones respecto a las medidas de reparación relativas a los daños materiales e inmateriales y a otras formas de reparación y satisfacción que corresponden en el caso del señor Damião Ximenes Lopes.

b.1. Medidas de compensación

202. La Corte ha establecido los criterios esenciales que deben orientar una justa

indemnización destinada a compensar económicamente, de una manera adecuada y efectiva, los daños sufridos producto de las violaciones en contra de los derechos humanos. Asimismo, el Tribunal ha establecido que la indemnización tiene un carácter meramente compensatorio, y que la

137 Corte I.D.H., Caso Ricardo Canese, supra nota 134, párr. 196; Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri, supra

nota 93, párr. 190; Caso de los 19 Comerciantes, supra nota 116, párr. 223.

138 Véase, Naciones Unidas, Informe definitivo presentado por Theo Van Boven, Relator Especial para la Restitución, Compensación y Rehabilitación de las Víctimas de Graves Violaciones a los Derechos Humanos y al Derecho Humanitario, E/CN.4/Sub2/1990/10, 26 julio de 1990. Ver también: Corte I.D.H., Caso Blake. Reparaciones, supra nota 124, párr. 31; Caso Suárez Rosero, Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos), Sentencia de 20 de enero de 1999. Serie C Nº 44, párr. 41, y Corte I.D.H., Caso Castillo Páez. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 27 de noviembre de 1998. Serie C N° 43.

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misma será otorgada en la extensión y medida suficientes para resarcir tanto los daños materiales como inmateriales causados139.

b.1.i. Daños materiales 203. La Corte en su jurisprudencia sobre reparaciones ha sido consistente al establecer

que los daños materiales incluyen el daño emergente y el lucro cesante (o más recientemente, pérdida de ingresos), así como el daño inmaterial o moral tanto para la víctima como para su núcleo familiar en ciertos casos140.

204. El daño emergente ha sido entendido como la consecuencia patrimonial directa e

inmediata de los hechos. En este concepto se considera la afectación patrimonial derivada inmediata y directamente de los hechos en relación con los gastos en que incurrieron los familiares de la víctima141. Como lo podrá establecer directamente la Corte los familiares de la víctima han hecho un enorme esfuerzo para conseguir justicia en el presente caso, lo que les ha provocado esfuerzos económicos muy importantes.

205. Por otra parte, el lucro cesante se entiende como la pérdida de ingresos económicos

o beneficios que se han dejado de obtener con ocasión de un hecho determinado y que es posible cuantificar a partir de ciertos indicadores mensurables y objetivos142.

206. Sin perjuicio de las pretensiones que presenten en el momento procesal oportuno los representantes de los familiares de la víctima, la CIDH solicita a la Corte que fije en equidad el monto de la indemnización correspondiente al daño emergente y lucro cesante, en uso de sus amplias facultades en esta materia.

b.1.ii. Daños inmateriales 207. Sobre el daño inmaterial, la Corte ha establecido que:

[…] puede comprender tanto los sufrimientos y las aflicciones causados a las víctimas directas y a sus allegados, el menoscabo de valores muy significativos para las personas, así como las alteraciones, de carácter no pecuniario, en las condiciones de existencia de la víctima o su familia. No siendo posible asignar al daño inmaterial un preciso equivalente monetario, sólo puede, para los fines de la reparación integral a las víctimas, ser objeto de compensación, y ello de dos maneras. En primer lugar, mediante el pago de una cantidad de dinero o la entrega de bienes o servicios apreciables en dinero, que el Tribunal determine en aplicación razonable del arbitrio judicial y en términos de equidad. Y, en segundo lugar, mediante la realización de actos u obras de alcance o repercusión públicos que tengan efectos como la recuperación de la memoria de las víctimas, el reconocimiento de su dignidad, el consuelo de sus deudos o la

139 Corte I.D.H., Caso Hilaire, Constantine y Benjamin y otros, supra nota 107, párr. 204; Caso de la “Panel Blanca”

(Paniagua Morales y otros). Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 25 de mayo de 2001, Serie C No. 76, párr. 80 y Caso Castillo Páez. Reparaciones, supra nota 138, párr. 52.

140 Ver, por ejemplo: Corte I.D.H., Caso Tibi. Sentencia de 7 de septiembre de 2004. Serie C No. 114, párr. 237; Caso del Caracazo. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 29 de agosto de 2002, Serie C No. 95; Caso Hilaire, Constantine y Benjamin y otros, supra nota 107.

141 Ver al respecto: Corte I.D.H., Caso Loayza Tamayo. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 27 de noviembre de 1998. Serie C No. 42, párr. 147 y Corte I.D.H., Corte I.D.H., Caso Aloeboetoe y otros. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 10 de septiembre de 1993. Serie C No. 15, párr. 50.

142 Ver al respecto: Corte I.D.H., Caso Loayza Tamayo. Reparaciones, supra nota 141, párr. 147; Corte I.D.H., Caso Garrido y Baigorria. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 27 de agosto de 1998. Serie C No. 39, párr. 48 y Corte I.D.H., Caso Aloeboetoe y otros. Reparaciones, supra nota 141, párr. 50

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transmisión de un mensaje de reprobación oficial a las violaciones de los derechos humanos de que se trata y de compromiso con los esfuerzos tendientes a que no vuelvan a ocurrir143. 208. En materia del daño inmaterial sufrido, la Corte ha establecido la existencia de una

presunción con relación al daño inmaterial sufrido por las víctimas de violaciones de derechos humanos y sus familiares al indicar que el daño moral o inmaterial infligido a las víctimas resulta evidente, pues es propio de la naturaleza humana que toda persona sometida a agresiones y vejámenes a sus derechos humanos experimente un sufrimiento moral, y que “no requiere prueba para llegar a la mencionada conclusión”144.

209. En ese sentido, la Comisión adjunta como anexo un cuadro detallado mediante el cual se indica las afectaciones personales que vivieron cada una de las personas incluidas en el grupo familiar de Damião, con su muerte y con la consecuente búsqueda de justicia para su caso145.

210. De conformidad con lo anteriormente expuesto y en razón de las graves circunstancias del presente caso, la intensidad de los padecimientos que los respectivos hechos causaron a la víctima, que además fue llevado al cuidado y custodia de un centro de salud que actuaba en nombre y representación del Estado brasileño, las alteraciones de las condiciones de existencia de los familiares de la víctima, y las demás consecuencias de orden inmaterial o que tienen carácter económico o patrimonial, que le acarrearon a estos, la Comisión solicita a la Corte que ordene el pago de una compensación por concepto de daños inmateriales, conforme con la equidad.

b.2. Garantías de no repetición

211. Como parte esencial de las medidas de no repetición, la Comisión considera que la

Corte debe ordenar que el Estado brasileño adopte medidas para dar efectividad a su obligación legal de supervisión de las condiciones de hospitalización o internamiento de las personas con discapacidad mental que se encuentran recluidas en centros hospitalarios, incluyendo adecuados sistemas de inspección y control judicial.

212. Asimismo, la Comisión Interamericana considera que se revela necesario que el

Estado brasileño tome las medidas necesarias para evitar la utilización de tratos crueles, inhumanos o degradantes en sus propios centros de salud incluyendo posibles programas de entrenamiento y capacitación, además de la ejecución efectiva de la prohibición y sanción de este tipo de acciones.

213. La CIDH también considera de suma importancia que el Estado implemente

estándares mínimos para la realización de informes médicos para quienes se encuentran bajo su custodia, como los establecidos en el Protocolo de Estambul146, y para ello, capacite al personal médico y de cuidado y custodia para documentar denuncias por malos tratos.

143 Corte I.D.H., Caso “Maritza Urrutia”. Sentencia de 27 de noviembre de 2003, párr. 161; Corte I.D.H., Caso

“Mack Chang”, supra nota 129, párr. 255 y Corte I.D.H., Caso Bulacio, supra nota 107, párr. 90. Ver, asimismo, Corte I.D.H., Caso Ricardo Canese, supra nota 134, párr. 204; Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri, supra nota 93, párr. 211 y Caso de los 19 Comerciantes, supra nota 116, párr. 244.

144 Corte I.D.H., Caso Juan Humberto Sánchez, supra nota 102, párr. 175; Caso del Caracazo. Reparaciones supra nota 140, párr. 50 e y Caso Trujillo Oroza. Reparaciones (art. 63.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Sentencia de 27 de febrero de 2002. Serie C No. 92, párr. 88.

145 Véase cuadro sobre beneficiarios y afectaciones personales de cada uno de ellos. Anexo 53.

146 Protocolo de Estambul, Manual para la investigación y documentación eficaces de la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes. Publicación de las Naciones Unidas. HR/P/PT/8.

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C. Beneficiarios

214. El artículo 63(1) de la Convención Americana exige la reparación de las consecuencias de una violación y “el pago de una justa indemnización a la parte lesionada”. Las personas con derecho a dicha indemnización son generalmente aquellas directamente lesionadas por los hechos de la violación en cuestión.

215. Atendida la naturaleza del presente caso, los beneficiarios de las reparaciones que ordene la Corte son:

1. Albertina Viana Lopes, madre; 2. Francisco Leopoldino Lopes, padre; 3. Irene Ximenes Lopes Miranda, hermana, y 4. Cosmo Ximenes Lopes, hermano gemelo.

D. Costas y gastos

216. De conformidad con la jurisprudencia constante de la Corte, las costas y gastos

deben entenderse comprendidos dentro del concepto de reparación consagrado en el artículo 63(1) de la Convención Americana, puesto que la actividad desplegada por la parte lesionada, sus derechohabientes o sus representantes para acceder a la justicia internacional implica erogaciones y compromisos de carácter económico que deben ser compensados147. Asimismo, el Tribunal ha considerado que las costas a que se refiere el artículo 55.1.h del Reglamento de la Corte comprenden los gastos necesarios y razonables para acceder a los órganos de supervisión de la Convención Americana, figurando entre los gastos, los honorarios de quienes brindan asistencia jurídica.

217. A este respecto, la liquidación de costas y gastos será hecha por la parte lesionada, a través de sus representantes.

IX. CONCLUSIONES 218. La Comisión Interamericana concluye, y así le solicita a la Corte que lo establezca,

que el Estado es responsable por la violación de los derechos consagrados en los artículos 4, 5, 8 y 25, así como del incumplimiento de la obligación general contenida en el artículo 1(1) de la Convención Americana, debido a la hospitalización del señor Damião Ximenes Lopes en condiciones crueles, inhumanas o degradantes, a pesar de su deber de cuidado como garante de sus derechos, a las violaciones a su integridad personal, a su asesinato; y a las violaciones de la obligación de investigar, del derecho a un recurso efectivo y de las garantías judiciales relacionadas con la investigación de los hechos.

X. PETITORIO

219. Como consecuencia de lo anterior, la Comisión Interamericana solicita a la Corte

que ordene al Estado que:

a. realice una investigación completa, imparcial y efectiva de los hechos relacionados con la muerte del señor Damião Ximenes Lopes ocurrida en la Casa de Repouso Guararapes el 4 de octubre de 1999. Tal investigación debe estar conducida a

147 Corte I.D.H., Caso Ricardo Canese, supra nota 134, párr. 212; Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri, supra

nota 93, párr. 242; Caso de los 19 Comerciantes, supra nota 116.

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determinar la responsabilidad de todos los responsables, ya sean tales responsabilidades por acción o por omisión, y a la sanción efectiva de los responsables.

b. Repare adecuadamente a los familiares del señor Damião Ximenes Lopes por las

violaciones de derechos humanos cometidas, incluido el pago efectivo de una indemnización.

c. Adopte las medidas necesarias para tratar de evitar que se produzcan hechos

similares en el futuro. d. Pague las costas y gastos legales incurridos por los familiares del señor Damião

Ximenes Lopes en la tramitación del caso tanto a nivel nacional, como las que se originen en la tramitación del presente caso ante el sistema interamericano.

XI. RESPALDO PROBATORIO A. Prueba documental 220. En respaldo de los argumentos de hecho y de derecho formulados en la presente

demanda, la Comisión adjunta la prueba documental que a continuación se relacionan: Anexo Contenido del documento

1. Ley Federal No. 8.080 del 19 de septiembre de 1990.

2. Decisión Administrativa No. 026, de 2 de marzo de 2000, emitida por el Secretario Municipal de Salud y Asistencia Social del Municipio de Sobral, Estado de Fortaleza.

3. Decisión Administrativa No. 113, de 10 de julio de 2000, emitida por el Secretario Municipal de Salud y Asistencia Social del Municipio de Sobral, Estado de Fortaleza.

4. Testimonio del señor Francisco Ivo Vasconcelos, de 16 de agosto de 2000, ante el Juzgado de la 3ª Sala de la Comarca de Sobral del Estado de Ceará.

5. Oficio SSAS No. 870, de 10 julio de 2000 de la Secretaría de Salud y Asistencia Social de la Alcaldía Municipal de Sobral.

6. Testimonio del médico José Claudio Aguiar, ante la 3ª Sala, de 16 de agosto de 2000.

7. Escrito de 26 de marzo de 2001 dirigido por el Sr. Sergio Antunes Ferreira Gomes (a través de apoderado), propietario de la Clínica de Repouso Gurarapes, a la Jueza de Derecho de la Quinta Sala Civil de la Comarca de Sobral.

8. Contrato Aditivo No. 013/99 al Contracto No. 053007/98, firmado entre el Municipio de Sobral Y la Casa de Repouso Guararapes, en fecha 26 de diciembre de 1999, lo cual tubo como objetivo la ejecución de la gestión del SUS habilitada desde el 24 de marzo de 1998 a través de la Decisión Administrativa No. 2.422 del Ministerio de la Salud.

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9. Testimonio de la señora Maria Gorete Silva, de fecha 15 de febrero de 2000, en la investigación efectuada por la Policía de Sobral, Estado de Ceará.

10. Testimonio de la señora Maria Expedita Sousa Lira, de fecha 15 de febrero de 2000, en la investigación efectuada por la Policía de Sobral, Estado de Ceará.

11. Testimonio del señor Francisco das Chagas Melo, de 16 de febrero de 2001, que cursa al expediente judicial llevado por el Juzgado de la 3ª. Sala de la Comarca de Sobral.

12. Testimonio del señor Carlos Alberto Rodríguez dos Santos, de 24 de abril de 2000, ante el Juzgado de la 3ª. Sala de la Comarca de Sobral.

13. Libro de ocurrencias diarias de la Casa de Repouso Guararapes, testimonio del enfermero Francisco Santana, de 29 de diciembre de 1999.

14. Testimonio del Dr. Francisco Ivo de Vasconcelos ante la Coordinación Municipal de Control y Evaluación.

15. Testimonio del señor Sebastião Vieira Filho, de fecha 9 de diciembre de 1999, en la investigación efectuada por la Policía de Sobral, Estado de Ceará.

16. Testimonio del señor João Paulo Melo, de fecha 11 de febrero de 2000, en la investigación efectuada por la Policía de Sobral, Estado de Ceará.

17. Testimonio de la señora Cândida Martins Vieira, de fecha 11 de febrero de 2000, en la investigación efectuada por la Policía de Sobral, Estado de Ceará.

18. Informe del Grupo de Acompañamiento y Evaluación de la Asistencia Psiquiátrica.

19. Texto “A Desconstrução do Manicômio: a experiência de Sobral – CE”, de Alexandre Pereira, Geison Vasconcelos Lira y Luiz Odorico Monteiro de Andrade.

20. Foto de Damião Ximenes Lopes.

21. Certificado civil de nacimiento de Damião Ximenes Lopes.

22. informe de la Psiquiatra Lidia Días Costa.

23. Opinión técnica de la Organización Panamericana de la Salud.

24. Declaración de la señora Irene Ximenes Lopes Miranda en el proceso judicial de la Tercera Sala.

25. Denuncia de la señora Albertina Viana Lopes ante la Coordinación Municipal de Control y Evaluación.

26. Declaración del testigo Mairton Paiva de Oliveira, de 9 de diciembre de 1999, en la investigación Policial.

27. Declaración del testigo Evaldo Castilho Aragao Oliveira, de 20 de diciembre de 1999, en la investigación policial.

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28. Declaración jurada de la señora Albertina Viana Lopes ante Notario Público, de 6 de junio de 2003.

29. Testimonio de los señores Antonio Vitorino de Souza Rufino, Elias Gomes Coimbra, André Tavares do Nascimento, Carlos Alberto Rodrigues dos Santos, Maria Verónica Miranda Bezerra y Francisco Alexsandro Paiva Mesquita, de 26 de noviembre de 1999, en la investigación Policial.

30. Declaración del testigo Marcelo Messias Barros, de 4 de diciembre de 1999, en la investigación Policial.

31. Informe de Investigación Administrativa elaborado por la Secretaría de Salud y Asistencia Social del Municipio de Sobral, Coordinación Municipal de Control y Evaluación, en relación con el proceso administrativo 002/99 que instauró en relación con la muerte de Damião Ximenes Lopes.

32. Declaración de la señora Albertina Viana Lopes, de 7 de diciembre de 1999, en la investigación policial.

33. Declaración de la señora Albertina Viana Lopes, de 24 de enero de 2000, ante el Ministerio Público Federal.

34. Declaración del señor Sebastião Alves Costa Filho, de 8 de febrero de 2000, en la investigación policial.

35. Declaración del señor André Tavares do Nascimento, de 26 de abril de 2000, en el expediente ante el juzgado de la 3ª. Sala.

36. Certificado de defunción de Damião Ximenes Lopes emitido por Registro Civil.

37. Declaración del médico Francisco Ivo de Vasconcelos, de 3 de diciembre de 1999, en la investigación policial.

38. Declaración de la enfermera María Salete Morais Melo de Mesquita, de 4 de diciembre de 1999, en la investigación policial.

39. Declaración emitida por el médico Francisco Ivo de Vasconcelos en Oficio 56/2000 de la Procuraduría General de Justicia.

40 Declaración del testigo João Alves da Silva, de 9 de diciembre de 1999, en la investigación policial.

41. Necropsia efectuada a Damião Ximenes Lopes el 4 de octubre de 1999.

42. Oficio no.45/99, enviado por el promotor de justicia Alexandre Pinto Moreira, de 23 de diciembre de 1999, en la investigación policial.

43. Oficios no. 122/00 y 216/00 del Delegado de Policía Regional al Gerente del IML de Fortaleza, de 24 de enero de 2000 y 3 de febrero de 2000, respectivamente, en la investigación policial.

44. Oficio No. 173/2000, de 17 de febrero de 2000, proveniente del Instituto Médico Legal Dr. Walter Porto.

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45. Declaración de la señora Irene Ximenes Lopes, de 7 de diciembre de 1999, en la investigación policial.

46. Declaración del testigo Francisco Raimundo Alves, de 20 de diciembre de 1999, en la investigación policial.

47. Denuncia del Ministerio Público de 27 de marzo de 2000. Alegatos finales del Ministerio Público de fecha 22 de septiembre de 2003.

48. Declaración del testigo Francisco Magalhaes de Aquino, de 15 de diciembre de 1999, en la investigación policial.

49. Testimonio del señor Francisco das Chagas Melo, de fecha 9 de diciembre de 1999, en la investigación efectuada por la Policía de Sobral, Estado de Ceará.

50. Investigación policial. Decisión Administrativa No. 172/99.

51. Oficio 359/2000 de 25 de febrero de 2000 que informa sobre la conclusión de la investigación policial.

52. Providencia de 9 de diciembre de 2002.

53. Cuadro sobre beneficiarios y afectaciones personales de cada uno de ellos.

54. Currícula de los peritos ofrecidos.

55. Poder otorgado por Irene Ximenes Lopes, hermana de la víctima, a favor de Justicia Global.

221. Adicionalmente, la Comisión remite como apéndices una copia del expediente del

caso ante la CIDH, del informe de admisibilidad en el mismo, y del informe adoptado de conformidad con el artículo 50 de la Convención Americana.

222. La Comisión también solicita a la Corte se sirva requerir al Estado brasileño la

remisión de copias certificadas de la totalidad de los documentos relacionados con los procesos civil y penal seguidos en la jurisdicción interna

B. Prueba testimonial y pericial

1. Testigos

223. La Comisión solicita a la Corte que reciba la declaración de los siguientes testigos: 1. Irene Ximenes Lopes Miranda, hermana de la víctima, quien declarará sobre su

hermano, su historial clínico, internamientos, condiciones que rodearon su muerte en la Casa de Repouso Guararapes, sucesos posteriores a su muerte, afectación en su familia y los intentos por obtener justicia en el caso, entre otros aspectos relativos al objeto y fin de la presente demanda (*).

2. Francisco das Chagas Melo, ex–paciente de la Casa de Repouso Guararapes, quien

estuvo internado en la Casa de Repouso a la fecha de la muerte de Damião Ximenes Lopes, y declarará sobre las condiciones de hospitalización en la Casa de Repouso Guararapes, los tratos crueles, inhumanos y degradantes que sufrió, la actitud del

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personal del lugar y la información que tuvo en relación con la muerte del señor Damião Ximenes Lopes, entre otros aspectos relativos al objeto y fin de la presente demanda (*).

2. Peritos

224. La Comisión solicita a la Corte que reciba en audiencia la opinión de los siguientes

expertos:

1. Tânia Kolker, médico, especialista en psiquiatria, quien brindará dictamen pericial sobre la situación de las personas con discapacidad mental en Brasil, los estándares aplicables en los centros de salud, el uso de tortura y tratos crueles, inhumanos o degradantes para la contención de pacientes psiquiátricos, su aplicación al presente caso, así como otros aspectos relativos al objeto y fin de la presente demanda (*). (Su CV se adjunta como anexo)

2. Eric Rosenthal, abogado, fundador y director ejecutivo de la organización Mental

Diability Rights International, quien brindará peritaje sobre los estándares internacionales para el tratamiento de personas con enfermedades mentales y la aplicación de dichos estándares al presente caso, entre otros aspectos relativos al objeto y fin de la demanda (*). (Su CV se adjunta como anexo)

3. João Baptista Breda, médico psiquiatra, miembro de la Comissão Teotônio Vilela de

Direitos Humanos, ex-diputado estadual por el Estado de São Paulo y ex-director de la Clínica Psiquiátrica Bairral, quien declarará los estándares para tratamiento de enfermos en hospitales psiquiátricos de Brasil y los procedimientos médicos indicados para los casos de esquizofrenia, así como otros aspectos relativos al objeto y fin de la demanda (*). (Su CV se adjunta como anexo)

XII. DATOS DE LOS DENUNCIANTES ORIGINALES Y DE LA VÍCTIMA 225. De conformidad con lo dispuesto en el artículo 33 del Reglamento de la Corte, la

Comisión Interamericana presenta la siguiente información: La denuncia original fue presentada por Irene Ximenes Lopes Miranda. 226. El nombre completo de la víctima es Damião Ximenes Lopes 227. Los familiares de la víctima han otorgado un poder en favor de Justicia Global (*).