Democracia Ascendente en el México del Siglo XXI

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1 DEMOCRACIA ASCENDENTE EN EL MÉXICO DEL SIGLO 21 "La Soberanía nacional reside esencial y originalmente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno." Artículo 39 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos Conferencia ofrecida en el Auditorio Sur de la Cámara de Diputados el 20 de abril del 2006 Mauricio Bernádez Montalván

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"La Soberanía nacional reside esencial y originalmente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno." Artículo 39 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos

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DEMOCRACIA ASCENDENTE EN

EL MÉXICO DEL SIGLO 21

"La Soberanía nacional reside esencial y originalmente en el pueblo. Todo poder público

dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el

inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno."

Artículo 39 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos

Conferencia ofrecida en el Auditorio Sur de la Cámara de Diputados el 20 de abril del 2006

Mauricio Bernádez Montalván

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“No hay camino a la democracia, la democracia es el camino”

Introducción

A lo largo de la historia podemos observar que las desigualdades que han prevalecido entre

poderosos y desposeídos ha sido el catalizador para generar grandes cambios en el proceso de

civilización de la humanidad.

Desde los tiempos de la esclavitud del cuerpo hasta lo que se considera ahora como los tiempos

de la esclavitud de la mente, siempre han existido movimientos de reordenación entre los seres

humanos, pero hoy más que nunca y gracias a la maravilla de la tecnología de la información en

la Era del Internet, se hace posible un movimiento totalmente pacífico de emancipación de los

derechos y deberes de los ciudadanos.

La propuesta vertida en este documento, narra a grandes rasgos una visión redentora de la

sociedad humana como camino hacia la emancipación de su especie.

Trascender a través de los tiempos es el resultado de una sociedad ocupada por encontrar

soluciones y acuerdos comunitarios en una sociedad multidiversa.

La sociedad que se atreva a dar ese salto evolutivo encontrará más pronto que tarde, un

mejoramiento sustancial en sus condiciones de vida.

De eso se trata, de apoyar todos un proyecto común, que no sólo logre atender las más

importantes necesidades de la mayoría y al mismo tiempo salvaguardar el nivel de vida de los

más afortunados; sino sobre todo responder al llamado de los más necesitados.

Un pueblo tan rico como el nuestro no se puede dividir tan sólo en 5 o 6 raciones o partidos.

Nuestra multidiversidad es tan amplia como nuestra rica bio-diversidad. Somos el tercer país del

mundo con mayor diversidad de especies vivas; y también uno de los primeros lugares en

multidiversidad étnica e ideológica.

Dividir todo en 32, en 4 o en 1000 aún sería insuficiente para representar la enorme riqueza

cultural e ideológica de este país.

Por eso mismo creemos que una opción de democracia ascendente es una buena oportunidad

para promover la participación de la sociedad de una manera organizada y pacífica.

Sabemos que todavía falta mucho para llegar a ser uno de esos cielos de los que nos hablan

todas nuestras religiones, pero al menos, como sociedad conciente, busquemos manifestar un

cambio hacia una sociedad de cooperación, mas justa e igualitaria, con el fin de dejarla mejor

que como nos la legaron nuestros antepasados.

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1. ¿Qué Se Propone?

La Cruz de la Ascensión Democrática

No nos referimos en esta ocasión a la Cruz de la Ascensión dentro de un contexto místico,

mágico o religioso. Resulta que el símbolo que nos sugiere el trayecto diseña líneas que forman

una cruz en el firmamento histórico del planeta Tierra. De arriba hacia abajo y de izquierda a

derecha.

Para dar una visión histórica de este proceso ascensional, tenemos que remontarnos hasta la

época de las cavernas. Desde entonces hasta hoy, nuestra civilización es cada vez mayor, es

decir, cada vez somos más pobladores de un mismo y pequeño planeta.

Los seres humanos hemos ido probando a través de diferentes épocas, diversas maneras de

organización social, política y económica, con diferentes nombres tales como jefes tribales,

zares, reyes, emperadores, presidentes, primeros ministros, tlatohanis, jefes, etc. pero antes de

que comenzara ese momento histórico, es decir, hace muchos miles de años, cuando aún no se

conformaba el concepto de organización política. Antes de eso, es decir en la prehistoria, eran

los instintos lo único que gobernaba a los individuos. Al superarse estos instintos, y al despertar

la conciencia humana, es decir "la mente auto conciente", comenzamos el proceso civilizatorio

en una línea recta ascensional, es decir al superar las vicisitudes de la vida cotidiana través de la

fuerza bruta.

¿Qué otra fuerza sobrehumana hizo que este animal instintivo de pronto se convirtiera en Homo

Sapiens? La ciencia aún no lo descubre, pero la intuición nos dice que esa especie humanoide

debió haberse asombrado ante la creación cuando al poder controlar el fuego logró posicionarse

como el mayor de todas las especies vivas.

Más tarde y en su búsqueda por conocer si había algo superior a él, y no encontrarlo en la

Tierra, le hizo buscar en el más allá, en los elementos, en las estrellas, en los montes, en los

truenos o en los ríos, la misma Madre Tierra o Padre Sol, es decir, algo o alguien para adorar o

idolatrar a seres superiores a ellos mismos.

Contradictoriamente, en nuestra búsqueda por conocer algún ser superior, es que nos llevó por

primera vez a ser seres concientes de nosotros mismos. La mente que se destierra de su

naturaleza animal inconsciente, lo lleva a la libertad de poder decidir en todo momento la

experiencia de vivir.

Esa búsqueda superior es lo que nos traza de primera mano una línea vertical de ascensión en el

proceso del desarrollo de la humanidad. Es decir cuando el humanoide luchó desesperadamente

por salir de la animalidad a la humanidad. Probablemente nos llevó ese recorrido, como lo

comentan algunos teóricos, un movimiento de presesión de la Tierra de aproximadamente

26,000 años.

Desde nuestro punto de vista, el momento cuando hubo que señalar el momento preciso en que

la humanidad comenzó una búsqueda de una mayor justicia de convivencia humana, es decir

cuando se comenzaron a escribir las normas y leyes de los pueblos, la humanidad se encaminó a

un recorrido horizontal para la búsqueda de soluciones de organización social y política, fue

entonces cuando comenzó una búsqueda del control y de lucha en el poder. ¿Quién o quienes

deberían gobernar?, ¿un conquistador, un líder religioso, una asamblea o un sabio?

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No fue sino hasta la heroica Grecia, principalmente a través de Sócrates y Platón, que se

comenzó a hablar de democracia como doctrina favorable a la intervención del pueblo en el

gobierno. La visión de la voluntad del pueblo como la mejor opción para promover el bienestar

y el progreso de la comunidad.

Más tarde, a través de la experiencia imperial romana, se estructuró esta democracia en tres

poderes: legislativo, ejecutivo y judicial, para que cada uno representara parte de la sabiduría y

voluntad del pueblo.

Precisamente alrededor del año treinta de nuestra era, el profeta Jesús de Nazareth proponía una

mayor justicia social dentro de su doctrina.

A partir de ese momento histórico, es donde se deja plasmada la posibilidad de la emancipación

del ser humano, ya que a través de vernos todos como hijos de un mismo Padre Creador común,

tiraba por la borda la concepción de que existían seres humanos “superiores” y únicos capaces

de gobernar a todo un pueblo.

Quedaba grabado a fuego en el espíritu humano el ideal de un glorioso porvenir donde no

hubiera injusticias, y donde el lobo pudiera convivir con el cordero. El poderoso con el débil, el

rico con el menos afortunado, el intelectual con el perezoso, el jefe con el subordinado, el padre

y la madre con los hijos, y toda la comunidad cantando alabanzas de agradecimiento al Espíritu

Creador. Esa fue su gloriosa visión y doctrina.

La lucha por la emancipación de los pueblos se la debemos precisamente al cristianismo. La

igualdad de todos los hombres y el amor al prójimo hacen imposible concebir la idea de la

explotación y el control de las masas.

Unos cuantos consideraron en ese momento que una sóla cruz terminarían definitivamente con

esa aberrante idea de igualdad humana, -y mucho menos si eso traería como consecuencia la

libertad de los oprimidos-.

Los que conservaban celosamente el poder, con ínfulas de poderío y superioridad, no sabían

que al pretender callar injustamente la voz de la libertad, cavaban por sí mismos la tumba de los

tiranos ó el destierro de sus propias patrias.

¿Qué otra imagen más digna y bella podríamos considerar para este mundo que el de la

coexistencia fraterna y armoniosa entre todas las naciones? Eso es lo que nos recomendaron

desde hace más de 2,000 años, y parece que la humanidad no desea ni siquiera intentar esa

posibilidad. Para algunos les resulta un cuento de hadas y para otros nos parece una asignatura

pendiente. Pero esa es harina de otro costal.

Así que sigamos este trazo imaginario de una nuestra cruz simétrica en la historia de la

humanidad.

Fue entonces como comenzamos esa búsqueda horizontal en el proceso civilizatorio, es decir, la

de llevar a cabo esa gran idea de democracia o gobierno del pueblo.

En esa búsqueda son 3 los aspectos que busca internamente la inteligencia colectiva: su libertad,

su igualdad y su fraternidad entre todos los seres que conforman una misma familia, la familia

con una comunidad, la comunidad con otras comunidades; la comunidades con otros territorios,

territorios con naciones, las naciones con las naciones; y esperamos nos llegue a tocar también

ver la de mundos con otros mundos. Pero este es otro cantar.

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Decíamos, que no fue sino hasta la revolución francesa cuando se plasmó en una Carta Magna

este ideal civilizatorio, ese ideal de igualdad de los hombres, sin distinguir rangos o razas, y

sobre todo para negar la supuesta superioridad de un solo hombre considerado como rey de

todos, pero que en la práctica sólo reinaba para sí mismo.

Después, durante la Independencia de los Estados Unidos cuando queda grabado -a sangre y

letra de los mejores de su época-, el ideal de libertad, no sólo de los individuos sino también de

las naciones.

Durante todo este proceso, la lucha de fuerzas entre poderosos y desposeídos, hizo que se

contemplara la historia dentro de un proceso dialéctico de tesis-antítesis-tesis. Unos para

proteger más la igualdad y otros para resguardar la libertad. Esta polarización de visiones narra

el suceso de lo que se conoce como “guerra fría”, en donde chocaban dos puntos de vista

diferentes y contradictorios:

Aquellos que anteponen la libertad individual antes de la igualdad, a lo que se le llamó “la

derecha”; y los otros que anteponen a la igualdad antes que la libertad, a lo que se le llamó “la

izquierda”.

Unos y otros tienen grandes ideales y son justos a la vez, sin embargo debemos preguntarnos

por qué no pueden ser complementarios ambos puntos de vista, en lugar de percibirlos como

polos opuestos.

¿Cuál es el ingrediente indispensable para que esta dualidad de igualdad y libertad logren

convivir pacíficamente en el proceso civilizatorio de la humanidad del siglo XXI?

Es por eso que sentimos que la humanidad le queda aún una asignatura pendiente por

manifestar, y esa es precisamente la “fraternidad”. Este es aceite esencial que puede limar las

asperezas durante el ajuste entre estos dos grandes anhelos de libertad y de igualdad.

La igualdad que procura que existan las mismas reglas y oportunidades para toda la comunidad,

por lo que lo hace ser amoroso, pero no justo, ya que limita el deseo de trabajar más para ganar

más. Y por el otro lado la libertad, que procura que existan las mismas libertades para toda la

comunidad, cosa que es justa, pero no amorosa, ya que limita el desenvolvimiento de los más

débiles ante los más fuertes.

Una y otra visión, han demostrado su insuficiencia para lograr el bienestar y el progreso que

ellas mismas procuran. Sin embargo, ninguna de las dos, ni el capitalismo ni el socialismo,

independientemente si oscilan hacia la izquierda o la derecha, han logrado demostrar con hechos

reales su incapacidad de lograr sus metas a plenitud. Ninguna ha demostrado su capacidad de

ofrecer paz y armonía a la humanidad. Y lo decimos así porque a ambas les falta un aspecto

para equilibrar la balanza, y esta es la que le proporciona a una lo que le falta a la otra. En

ambos casos se manifiesta de manera importante la injusticia entre las clases sociales. Llámense

éstas políticas o económicas.

Si a una le falta el amor, a la otra le falta la justicia. Falta entonces el ingrediente que pueda dar

permeabilidad y coexistencia a ambas.

Si nuestros antepasados lograron llegar hasta este punto de la historia, de dejarnos en este punto

de la civilización, sería infantil pensar que los que habitamos en estos tiempos, no podamos dar

un salto más adelante. La historia no termina aquí. Debemos ser nosotros, los habitantes de

estos tiempos, quienes en su honor y sin desviar el camino de gloria ideado por ellos, logremos

conformar una experiencia de vida aún mejor para nosotros y para nuestras futuras

generaciones.

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Estas dos posiciones fundamentales de las ideologías que prevalecen en la actualidad en México

y en el mundo, conforman esa lucha absurda de querer tener la razón entre adoptar una forma de

vida u otra. La que lucha por la libertad sin desearlo la coarta, y quien lucha por la igualdad, sin

pretenderlo la polariza.

Haber comenzado un nuevo siglo significa mucho para la humanidad aunque para el universo

no signifique casi nada. Pero si es un momento oportuno de reflexión para reconocer que en

realidad no se han cumplido esos ideales de vivir un paraíso en la Tierra.

Pero tal vez si se nos prometió hace dos siglos que era posible ese sueño de redención humana,

seamos los habitantes del tercer milenio los responsables de garantizar que este sueño se

cumpla, cumpliendo nosotros mismos con el compromiso histórico de alcanzar la tercera

asignatura pendiente: “la fraternidad”. Debemos conformar con ello no un camino de izquierda

o derecha, sino ascensional, es decir hacia arriba, hasta donde la potencia del género humano

pueda alcanzar hacia mayores niveles de bienestar y de progreso.

Cuando la humanidad logre plasmar esa cruz en la Tierra, que no sólo observa lo del oriente o

del poniente, sino también lo del sur y lo del norte, es decir, lo de arriba y lo de abajo, lo de la

izquierda y lo de la derecha; el equilibrio entre lo físico y lo emocional, entre lo mental y lo

espiritual, encontraremos esa guía, esa estrella que oriente el nuevo rumbo que deba decidir la

humanidad del tercer milenio.

Estos son los cuatro puntos cardinales de la cruz universal que también plasmaron las antiguas

civilizaciones mesoamericanas, la cruz tolteca, la cruz de Quetzalcóatl o Quincunce que

simboliza la enseñanza o aspiración de la doctrina de Quetzalcóatl por lograr el "equilibrio" para

trascender los opuestos complementarios con los que estamos conformados.

Tal vez las cruces que nos legaron nuestros antepasados, tanto la cruz de Cristo como la cruz de

Quetzalcóatl, nos den una misma sabiduría universal plasmada en este símbolo sagrado, que

encierra por sí mismo, toda una filosofía de hermandad y de paz posible para la Tierra.

Fue ese su único legado a la humanidad. No nos dejaron palacios, ni ofrendas ni tesoros en el

mundo. Sólo dejaron un ideal de fraternidad humana. Una utopía o tal vez un sueño. ¿Quién

quiere despertar, o quien quiere seguir dormido?

La cuestión tal vez no sea de creer o no creer, sino de hacer o no hacer.

Por eso SER y no creer es y será siempre la única y gran cuestión. No importa si crees en -

Quetzalcóatl o en Cristo, lo importante es SER o al menos querer SER como dicen sus

respectivas doctrinas. Nobles, amorosos, fraternos y dignos de reconocernos como hijos de la

misma Divinidad.

La cruz dejada no sólo por nuestros antepasados pre-cuauhtémicos, sino también por nuestros

padres conquistadores, tal vez sea esa señal, ese símbolo de orientación hacia donde la

humanidad deba dirigirse. ¿O existe acaso otra opción? Al menos no ha nacido hasta ahora

ningún otro ser humano que haya diseñado mejor un mundo de fraternidad y de paz.

Mientras no surja otra mejor idea u otro gran profeta, ¿por qué al menos no intentarlo? ¿Por qué

no procuramos plasmar entre muchos ese mundo de paz y de amor que se nos ha profetizado en

todas las lenguas y en todas las latitudes?

¿Acaso no vale la pena intentarlo? ¿Acaso se habrán equivocado o nos habrán mentido nuestros

grandes maestros del pasado y de siempre?

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¿Qué cosa nos podría pasar si realmente les hacemos caso?

Existen sólo dos alternativas, o ganar la gloria o perder el rumbo. Si lo perdemos, al menos

habrá valido la pena creer también en su sueño de paz y de gloria. Y si lo ganamos, habremos de

regresarles en gratitud, la ofrenda de su visión, y responderles entonces, “por mostrarnos el

camino, muchas gracias”. El objeto y la sustancia, el hacerlo en este cuerpo de carne, es decir,

en los hechos reales; y el de la intención, que como la sangre, logra llevar salud y bienestar a

todos los rincones del cuerpo. La doctrina y la sustancia. El pensamiento y la acción.

Por eso creemos que ya es hora de mirar hacia arriba, y ascender a nuevos peldaños de

civilización humana. No sólo en la materia, en esta realidad física, y crear riqueza y abundancia

para todos; sino también llevarlo en el corazón donde mora ese anhelo de fraternidad que nos

legaron nuestros sabios antepasados y ya antes grabado a fuego eterno por Dios en nuestro

corazón y en nuestra conciencia.

Tal vez no se pueda alcanzar de la noche a la mañana ni en un solo lugar, pero al menos

comenzar el trazo de la cruz hacia arriba que nos lleve hacia una mejor convivencia humana.

2. ¿Cómo lo podemos lograr?

El cambio de paradigma de la “competencia” a la “cooperación” tal vez signifique una

maduración de prolongadas décadas, o tal vez se efectúe en pocos años gracias a la suma de

miles de buenas voluntades.

¿Acaso esto es un llamado a la anarquía?

No es un llamado a la rebeldía, es un llamado a la ACCIÓN con CONCIENCIA.

No es un enfrentamiento hacia ninguna fuerza política, es simplemente el derecho a ejercer la

política verdaderamente democrática, es decir, la que surge de la misma sociedad.

¿Es acaso otra de esas "chifladeras" rojillas, azules, globalizadoras o de alguna otra especie?

Cuando las decisiones se hacen en consenso por representantes de la misma comunidad, la

participación ciudadana permite el acuerdo entre diferentes tipos de personas, incluso con

ideologías diferentes. Es decir, al fin y al cabo, en las reuniones de consejo ciudadano pueden

participar rojillos, rosillas, verdillos, naranjadillos, globarizadoricos o tutti frutillos "sin

importar color, ideología o filiación partidista. Todos tienen voz y voto en los consejos

ciudadanos.

¿Y es esto posible?

Si, si se hace con fraternidad, y esa hay que llevarla a cabo como asignatura pendiente en la

historia de la humanidad. Bien o mal hemos caminado por el sendero civilizatorio de la igualdad

y la libertad, pero no se logrará cerrar el triángulo de la paz hasta que la fraternidad sea toda una

realidad.

Y si ya caminamos por estos dos primeros aspectos con mucho esfuerzo y dedicación,

derramada incluso en sangre por millones de mártires en diversas naciones a través de sus

conquistas, independencias y revoluciones a lo largo de la historia, nos falta ahora dar esta

tercera etapa hacia las sociedades fraternas.

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¿Cómo caminar en ese sentido sin derramar una gota de sangre?

A través de los Consejos Ciudadanos. Mientras los líderes naturales de las diversas

comunidades o regiones se logren poner de acuerdo en las decisiones para el bienestar de la

comunidad, y que estas a su vez, logren convencer pacíficamente a las autoridades competentes

para resolver adecuadamente las demandas de la sociedad.

La sociedad decide. La autoridad ejecuta.

Sabemos por experiencias previas, que los individuos concientes se van filtrando poco a poco en

los puestos públicos, puesto que buscan naturalmente servir a su comunidad.

Los líderes seleccionados por diferentes consejos, siempre tienen grandes oportunidades de

convertirse en Servidores Públicos.

¿Qué es un Consejo Ciudadano?

Es el inicio de la Democracia Ascendente, es la gestación de la célula conciente de la sociedad.

Es cuando los líderes naturales amplían su amor y cuidado más allá de las puertas de su casa y

se prestan a servir a su sociedad.

Dos o más personas pueden comenzar a formar en cualquier momento un consejo ciudadano

siempre y cuando se logre con el acuerdo de la mayoría de los habitantes de una colonia o

municipio, en que las decisiones colectivas se tomen en reuniones reales o virtuales, y que el

representante del Consejo será aquel que conozca más sobre el problema más urgente. Es decir

si es un problema de salud, tal vez el mejor representante para ese Consejo Ciudadano sea un

médico; y si el problema en cuestión es de vialidad, el mejor en su caso será el Ingeniero o

Constructor de la comunidad. Es decir, existen líderes de proyecto, no líderes de la comunidad.

De esta manera no solo se comparte la responsabilidad de manera inteligente, sino que además

logra motivar la participación de todos para la solución de problemas comunes y se aprovecha la

experiencia eficiente y experta de los ciudadanos que integran dicho Consejo.

¿Cómo lograr el consenso de mi comunidad?

Invitando abiertamente y en las calles a participar del consejo ciudadano de tu colonia. El

repartir volantes e información relacionada sobre las responsabilidades y derechos que se

adquieren con la participación ciudadana.

En realidad no tienen ni deben ser todos, ni tampoco de unos cuantos. Tan sólo a través de la

participación de los más expertos en cada área, pueden llegar a soluciones más adecuadas y

expeditas junto con las autoridades. No forzosamente es una participación cuantitativa sino

cualitativa, no obstante estamos de acuerdo en que la inteligencia colectiva es superior a la

inteligencia de unos cuantos.

En este sentido la inteligencia colectiva logra plasmar mejores lienzos en la realidad humana,

que aquella que sólo es decidida por uno o unos cuantos individuos.

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3. ¿Cuando comenzar a practicar la Democracia Ascendente?

Aquí y ahora. ¿Porqué esperar más? Si es un legado de nuestros ancestros, tomemos el

verdadero tesoro de Moctezuma, el formato de organización humana más utilizado en meso

América, que fue precisamente a través de Consejos, no de individuos ni de partidos, ni de

emperadores, como dice falsamente nuestra historia oficial. Eran los Calpullis o consejos

ciudadanos los que definían su propio destino.

La forma de organización social que nos legaron nuestros antepasados es una visión natural de

conformación de la sociedad humana.

¿Cuándo? En realidad no lo sabemos, e inclusivo sabemos que no tiene mucho que ver con

cuestiones sexenales ni astrológicas ni proféticas. Pero lo que si nos atrevemos a pronosticar es

a que si lo veremos hecho una realidad en este siglo XXI, el siglo de meXXIco.

¿Por qué ahora y no antes o después?

Porque la Era del Internet no es una falacia ni una profecía, es una posibilidad única para la

creación de redes sociales y comunidades virtuales, con el fin de que la misma comunidad

proteja sus intereses y logre sus metas en plazos mucho menores y a muy bajo costo.

”La Tierra no nos pertenece, nosotros le pertenecemos a la Madre Tierra”, dicen nuestras

tradiciones sagradas. Nuestra experiencia de vida física se la debemos a ella. Cada una de

nuestras moléculas proviene de alguna u otra manera de la Madre Tierra. Nuestro cuerpo físico

de ahí proviene y hacia el mismo lugar es su destino al terminar su experiencia en esta Tierra.

Tal vez cuando estemos fuera de esta experiencia física nos fundamos en el todo o en la nada, o

tal vez esa experiencia en verdad nos proporcione felicidad eterna.

Pero por lo pronto es mejor vivir el aquí y el ahora. Simplemente dedicarnos a mejorar a nuestra

especie y a nuestro entorno. Comenzando siempre por mejorarnos a nosotros mismos como

seres humanos, luego mejorar las condiciones de nuestras familias, de nuestra colonia, de

nuestra ciudad, de nuestro país y porqué no, de nuestro planeta.

¿Acaso no todos quisiéramos ser recordados como aquellos que iniciaron un movimiento social

de fraternidad humana, de un llamado de conciencia colectiva a despertar de un Nuevo Sol, el

inicio de una Nueva Era?

De todas las profecías del planeta, y la convence más que cualquier otra, es aquella que afirma

sobre un futuro lleno de prosperidad, de bienestar y de fraternidad. Es interesante saber que

todas las tradiciones sagradas del planeta coinciden precisamente con la contemplación de una

Edad Dorada.

La pregunta es: ¿quieres comenzar a vivirla, a disfrutarla y ayudar a difundirla? Adelante, y que

tu conciencia nunca te traicione con vaporosos sueños fantásticos. Y si no, al menos, permite

que muchos que si estamos convencidos, nos esforcemos por conquistar un peldaño más de

nuestra evolución como especie humana. No es construir castillos en el aire, pero si al menos

construir una sociedad más justa e igualitaria.

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4. ¿Dónde se puede llevar esto a cabo?

Tal vez porque muchos de nosotros sí creemos que México efectivamente es y será la primera

patria de la Nueva Era.

Las muchas veces vituperada y mal interpretada Nueva Era, en términos sociales no tiene

distinción de tiempo, ni se refiere a ninguna fecha en específico profetizado por nadie. Se refiere

básicamente al progreso y bienestar de la ciudadanía basados en los principios y cultura de

cooperación y no de competencia.

Una Nueva Era en términos de Organización Política significa un avance significativo en los

sistemas de organización humana del Siglo XXI. Se habla de una civilización humana basada en

los tres principios básicos para la paz y la convivencia armónica: libertad, igualdad y

fraternidad.

La mejor vía que se ha presentado hasta ahora para alcanzar mayores oportunidades de bienestar

y de progreso generalizado.

Que los ciudadanos compartan la decisión sobre sus responsabilidades comunes no significa

desobediencia civil, sino acción civil en un proceso de democracia ascendente y eso es

precisamente lo que planteamos.

Muchas gracias.

Índice:

Introducción

1. ¿Qué se propone?

2. ¿Cómo se pretende lograr?

3. ¿Cuando comenzar a practicar la Democracia Ascendente?

4. ¿Dónde se puede llevar esto a cabo?

Elaboró: Mauricio Bernádez Montalván

[email protected]

Conferencia ofrecida en el Auditorio Sur de la Cámara de Diputados el jueves 20 de abril del

2006