Democracia y Tecnocracia

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    DEMOCRACIA Y TECNOCRACIA*

    Sean mis primeras palabras para dar la bienvenida, en nombre de la Universidad

    Simn Bolvar, a nuestros ilustres invitados, que con su presencia honran y prestigian a esta

    casa de estudios, cuyo compromiso con Amrica Latina por el mismo nombre que lleva es

    el de esclarecer, preservar y defender, los ms altos y nobles principios que sostienen el

    ideario democrtico.

    En nombre tambin de su comunidad de profesores, estudiantes y empleados, cuya

    fervorosa labor cotidiana est dedicada a construirla para que ella sea un sitio donde se

    congregue la mejor ciencia y conciencia de nuestro continente, hemos de agradecerles su

    generosa participacin en este coloquio, del cual desearamos hacer un testimonio viviente

    de la confraternidad de nuestros pueblos.

    Propicio momento es el actual, cuando en forma pacfica y ejemplar se cumple en

    nuestra patria el trnsito de un gobierno a otro, para plantear un tema tan grave y

    estremecedor en el mbito de todas nuestras repblicas como el anunciado en el ttulo

    mismo de este coloquio: La democracia en Amrica Latina: frustraciones y perspectivas.

    Pues lo que ahora presenciamos y vivimos este singular momento en el cual la voluntad

    popular se encarna y manifiesta libremente es justo lo que define y expresa, histrica y

    esencialmente, el ideal perseguido por la democracia.

    Pero nada ganaramos, o slo pecaramos de ingenuos y miopes, si dejndonos

    embriagar por las realidades presentes, ignorsemos, ocultsemos, o desprecisemos los

    peligros, riesgos y amenazas, que circundan contemporneamente el ejercicio de la

    democracia en nuestras latitudes y, an ms precisamente dicho, sobre toda la faz de la

    tierra.

    Por esto, ms all de toda explicacin simplista (como fueron muchas de las

    aportadas por los tericos del positivismo a comienzos del siglo, o como siguen siendo las

    que se intentan hoy a la luz de una burda sociologa maniquesta), el tema planteado en

    este coloquio requiere un anlisis que, desbordando todo tratamiento regional, o cualquier

    hiptesis coloreada por factores localistas, intente aproximarse y esclarecer los fenmenosque ocurren en Amrica Latina desde una perspectiva en la cual ellos respondan a la

    dimensin universal en la que se insertan actualmente.

    * Nota del Archivo E.M.V.: La presente versin corresponde a la ltima edicin, publicada el ao 1993 en ellibro El sueo del futuro, que fue corregida por el propio autor y difiere en algunos aspectos, estilsticos o decontenido, en relacin con las precedentes.

    El lector interesado puede advertir los cambios introducidos comparando con las ediciones de El sueo delfuturode los aos 1984 y 1989. Asimismo puede revisar la edicin original publicada en 1979.

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    En tal orden de ideas sera grave olvidar que hoy Latinoamrica, siendo un continente

    en pleno desarrollo, vive y se debate en el epicentro de un proceso histrico donde pugna

    por imponerse, a escala planetaria, una nueva concepcin del mundo: aqulla que, inspirada

    por los mviles de la ratiotechnica, centra sus ideales, metas y valores, en el imperio de la

    tecnocracia como forma y modelo organizativo de la Sociedad y del Estado.

    Es justamente semejante circunstancia la que, a nuestro juicio, constituye el meollo

    mismo del examen que este coloquio debera plantearse si, yendo al fondo mismo de los

    problemas y dejando a un lado las explicaciones particulares y fortuitas, quisiera analizar

    con hondura y realismo las frustraciones sufridas y las perspectivas que pudieran avizorarse

    para la democracia en nuestro continente.

    Efectivamente: hoy en da no hay alternativas. Ms all de las contrapuestas formas

    y caractersticas polticas que pueda asumir el Estado, o de los peculiares rasgos que

    encarne cualquier rgimen particular en materia de organizacin social o econmica, como

    fundamento y base de todos ellos acta y funciona un sistema operativo cuya estructura,

    gestin y finalidades, se apoyan sobre supuestos tcnicos, respondiendo en esta forma a la

    urdimbre categorial mediante la cual la ratio technicaconfigura y orienta a la realidad en su

    conjunto y, en el caso especfico que nos ocupa, a la del Estado y la Sociedad.

    La tecnocracia, en tal sentido, no es una simple ni ocasional forma de gobierno, ni la

    contingente conformacin socio-econmica que pueda asumir su correspondiente

    infraestructura, sino el principio organizativo y operacional que dirige y dinamiza el total

    desarrollo del Estado contemporneo de acuerdo con el logoso raznde la concepcin del

    mundo prevaleciente en nuestra poca.

    De all que sea en los regmenes capitalistas como en los socialistas, en los sistemas

    totalitarios como en los democrticos o liberales la estructura del Estado, el orden poltico y

    el ejercicio del poder, as como las normas que regulan y controlan las relaciones de las

    personas entre s y garantizan el mantenimiento de las funciones de gobierno, tiendan a

    tecnificarse cada da ms y respondan con mayor precisin a los mecanismos, objetivos y

    valores de la tecnocracia.

    No ser nuestro propsito aunque nos tiente el tema, claro est abusar de la

    benevolente paciencia de este ilustre auditorio explicando en detalle las caractersticas de la

    tecnocracia. Pero creemos nuestro deber mencionar o esbozar algunos de sus rasgos con el

    fin de plantear una pregunta, o mejor una hiptesis, que nos parece digna de ser analizada

    en una ocasin como sta. Formulada en toda su gravedad, tal pregunta es la siguiente:

    puede, o es capaz, la democracia, de conjugarse y convivir con la tecnocracia? O existe,

    entre ellas, un hiato y contradiccin insuperable? Y preguntado ahora a la luz de los temas

    que debera abordar este coloquio: en qu medida las frustraciones sufridas tan

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    dolorosamente por la democracia han sido fruto de su incapacidad o incompetencia para

    adaptarse a la tecnocracia y apropiarse de ella? Qu perspectivas se ofrecen, bajo la gida

    de la tecnocracia, para el efectivo ejercicio y disfrute de la democracia?

    No es nuestra intencin tal como hemos dicho realizar un anlisis a fondo y

    detallado de la tecnocracia. Pero s desearamos destacar algunos de sus caracteres, a veces

    no bien analizados por ciertos autores, con el fin de iluminar desde una nueva perspectiva

    las preguntas anteriormente formuladas.

    Rasgo caracterstico de la tecnocracia en estrecho paralelismo con la mxima

    categora de la ratio technica que le confiere sustentculo y sentido es el de poseer la

    estructura de un sistema. El sistema, como tal, es a su vez el resultado y la conjuncin de

    las categoras de totalidad, finalidadyperfeccin. Una totalidad, en cuanto tal, no es slo un

    agregado o compsito de partes, sino que, como unidad estructural, segrega un novum

    cualitativo. Semejante novumes justamente el sistema. Pero, a su vez, la totalidadsuponeo implica una finalidad. Esta finalidadse cumple o realiza como un despliegue inmanente de

    la totalidad y, a la par, posee en s misma el sentido de una perfeccin por cuanto ella

    representa la autorrealizacin de la propia totalidad1. Respondiendo a semejante triloga

    categorial, la tecnocracia es aquel principio que organiza y dinamiza al Estado y a la

    Sociedad como una totalidaddotada de una finalidadintrnseca que, en su autodespliegue

    inmanente, tiende a lograr laperfeccindel propio sistema.

    Ahora bien, para llevar a cabo su cometido (y para que la tecnocracia alcance las

    caractersticas anotadas con mxima eficacia), las categoras que la informan, encarnadas

    en la infraestructura de la realidad, requieren que su funcionamiento se halle revestido de

    un riguroso automatismo y, como secuela de ste, que todo el sistema se comporte

    funcionalmente, valga decir, como un todo o unidad cuyos miembros asuman y desempeen

    sus acciones no como individuos, sino como elementos annimos, componentes de una

    estructura, cuyo rendimiento apunte exclusivamente a lograr la perfeccin funcional del

    propio sistema.

    Quizs lo anterior pudiera parecer sumamente abstracto y, tal vez, por ello,

    desproporcionado para unas simples ideas o sugerencias introductorias a un coloquio

    aunque, a la par, tiene la ventaja de brindarnos ahora un marco terico, slido y preciso,donde centrar una reflexin nada retrica.

    En efecto, si la tecnocracia ha sido descrita como un sistemacuya actuacin apunta y

    se dirige a lograr la perfeccin funcional de la totalidad que encarna; cuyos componentes, en

    1 Para ms detalles, cfr. Ideas Preliminares para el Esbozo de una Crtica de la Razn Tcnica, Cap. III,publicado en el libro Esbozo de una Crtica de la Razn Tcnica, Editorial Equinoccio, Caracas, 1974.

    http://esbozo%20de%20una%20critica%20de%20la%20razon%20tecnica.pdf/http://esbozo%20de%20una%20critica%20de%20la%20razon%20tecnica.pdf/
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    lugar de comportarse como individuos, obran como miembros annimos e intercambiables al

    servicio de aquella totalidad; y donde la finalidad intrnseca del propio sistema es slo

    mantener, afianzar o acrecentar el status o equilibrio que posibilita y sustenta su misma

    estructura... entonces es fcil colegir y comprender que semejante realidad altera o, al

    menos, cuestiona lo que clsica o tradicionalmente se ha entendido por democracia, tanto

    en lo relativo a la dinmica y funcionamiento que supone tal rgimen, como al principio,

    ideal, o valor que lo sostiene: esto es, la libertad. O, por el contrario, es todo ello una falsa

    y artificial antinomia?

    He aqu el problema al que desebamos llegar. Su esclarecimiento y posible solucin

    no pueden ser abordados mediante simples teoras. Si hasta ahora hemos abusado de los

    planteamientos abstractos, creemos nuestro deber considerar la anterior interrogante

    refirindonos a hechos y a situaciones muy reales y concretos.

    Comencemos por el meollo mismo y centremos el anlisis en el aspecto de las

    decisiones que afectan al sistema, porque en ello se encuentran involucrados varios

    problemas de fundamental importancia. Efectivamente, si en algn momento queda

    cuestionada la libertad dentro del funcionamiento de un sistema tecnocrtico, es en el

    proceso de la tomadedecisiones. En ste, como es bien conocido, antes que la efectiva

    participacin de la voluntad popular e, incluso algunas veces, antes que las propias

    preferencias y motivaciones del poltico prevalecen los criterios tcnicos como elementos

    sustentadores y decisorios de los actos de un Estado. En tal sentido, como lo han afirmado

    varios autores, el juego o funcionamiento de las tecnoestructuras es, por naturaleza,

    antidemocrtico; y la tecnocracia lleva en s el germen de la entronizacin progresiva de una

    oligarqua integrada por grupos cerrados de expertos que, o monopolizan, o influyen

    decisivamente en las medidas y determinaciones que se adoptan. Incluso all donde la

    opinin pblica es consultada o la voluntad popular pareciera decidir democrticamente

    no es de olvidar la influyente importancia que ejercen los medios de comunicacin

    tcnicamente dirigidos y manipulados... hasta el punto de que, en cierta forma, son los

    expertos en tales materias quienes orientan y disean los mensajes y las imgenes que los

    polticos deben ofrecer a su electorado para captar o hipnotizar su voluntad.

    La que describimos como he dicho es una realidad indiscutible y nada ganaramos

    con lamentarnos intilmente de su existencia, ni con soar utpicamente en destruirla. Con

    la tcnica, quermoslo o no, tenemos que convivir en nuestro tiempo y ella est presente,

    inexorablemente, en todos y en cada uno de los momentos cotidianos de nuestra existencia.

    Otra cosa es, sin embargo, aceptar y decidir si nos dejaremos dominar y avasallar por esa

    tcnica, o si por el contrario, haciendo uso de nuestra libertad (potenciada, incluso, por la

    misma tcnica), rescataremos el seoro del hombre frente a ella y seremos capaces de

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    trazarle unos lmites que, evitando la ms pavorosa alienacin que ha conocido el ser

    humano en su historia, defienda en ste el imperio de la libertad y afiance su dignidad como

    persona.

    Mas... qu significa, en concreto, semejante enunciado, referido al proceso de la

    tomadedecisiones? Es acaso compatible el credo humanista y democrtico que proclama,

    con la antagnica realidad que parecen ofrecer los sistemas tecnocrticos? He aqu, de

    nuevo, el problema que desebamos abordar.

    En efecto, nada se opone a que, aun reconociendo la indiscutible importancia que

    tienen y desempean las tecnoestructuras en cualquier decisin poltica, subrayemos

    asimismo que, sea cual fuere el sistema donde aqulla se opere y realice, los valores

    propios, sustanciales y fundamentales de una decisin poltica, en cuanto tal, no son en

    ltima instancia propiamente tcnicos, sino simple y sencillamente polticos. La tcnica, en

    tal sentido, es y debe ser un instrumento auxiliar indispensable para esclarecer apriori, o

    instrumentar aposteriori, la decisin poltica; pero jams puede reemplazar o sustituir las

    preferencias axiolgicas, as como los fines y mviles sociales que orientan y determinan a

    esa decisin en el hicetnunc, nico e insustituible, donde slo el poltico haciendo uso de

    su libertad convierte en realidad su propia decisin. Por ello, sea cual fuere el sistema

    poltico, la libertad es un ingrediente imborrable de ste, aun cuando esa libertad se utilice,

    a veces, paradjicamente, para suprimir y negar la propia libertad, como acontece en los

    regmenes totalitarios.

    Desde esa perspectiva y aun hallndonos conscientes de la nefanda dialctica del

    totalitarismo podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que el verdadero poltico, al

    ejercer su poder decisorio, es el smbolo testimonial de la existencia misma de la libertad, a

    menos que acte como un simple y acartonado tecncrata para quien toda la deliberacin

    poltica se reduce a recibir y a procesar mecnicamente las pre-decisiones que ya han

    tomado por l sus equipos de colaboradores y expertos tcnicos.

    Por lo dems, es innecesario subrayar que toda autntica decisin poltica, por simple

    que parezca, suele implicar un conjunto de factores, humanos y sociales, que la tecnocracia

    tiende a desconocer, obsesionada por la necesidad de lograr la perfeccin funcional del

    sistema. De ah resulta que, por abdicacin de sus prerrogativas, o por un exagerado y

    pasivo respeto al poder del sistema, el poltico prohije soluciones tcnicas que, en el fondo,

    distorsionan su propia decisin y traen consigo el aparente cuestionamiento o negacin de la

    libertad como fundamento y principio de las decisiones polticas.

    Lo mismo sucede con la voluntad popular y su eventual manejo a travs de recursos

    y mecanismos tcnicos. En efecto, como hemos visto, a travs del empleo de los medios de

    comunicacin de masas radio, prensa, televisin hoy en da las mentes y conciencias son

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    dirigidas y manipuladas sin la menor consideracin ni recato. No obstante, a pesar de que

    esto puede afirmarse de manera general, no faltan ejemplos y pruebas en contrario con los

    que pudiera demostrarse que, a pesar de toda la fuerza que ejercen los mensajes

    tcnicamente elaborados sobre la mente y conciencia de los auditorios, hay en todo pueblo

    un reducto insobornable e inexpugnable que se resiste a cualquier abuso y dominio que se

    pretenda ejercitar por simples medios tcnicos. Ese reducto, por pequeo que sea,

    testimonia de manera rotunda que, ms all de los slogans, ritornellos y dems artilugios de

    la propaganda tecnificada, en la conciencia de los pueblos vive y alienta un sistema de ideas,

    creencias y valores que constituyen su ethosfundamental. En tal sentido, toda manipulacin

    tcnica est condenada al fracaso si, en lugar de promover y afianzar semejante ethos, se

    propone falsearlo, ignorarlo o desvirtuarlo con propaganda falsa, engaosa y demaggica.

    La tecnologa, a ese respecto, tiene un lmite y, como tal, no es capaz de ser un artificio

    milagroso que sustituya la autntica y profunda voluntad popular.

    Todo esto lo decimos para acercarnos y retomar, ahora afincados en realidades

    concretas, el hilo de nuestra exposicin y de la tesis que, a modo de conclusin, quisiramos

    dejar expuesta en este coloquio. Efectivamente, como lo afirmamos al comienzo, hoy en da

    Latinoamrica se halla inserta en un creciente proceso de tecnocratizacin poltica y, este

    fenmeno, en apariencia, cuestiona o excluye histricamente los valores, ideales y metas de

    la democracia: tanto en su aspecto funcional, en su saldo de eficacia, como en sus

    fundamentos y principios.

    Frente a ella, como respuestas que encarnan y ofrecen las virtudes propias de los

    sistemas tecnocrticos, se erigen los ya clsicos regmenes militares, las dictaduras, o las

    tiranas encubiertas del ms variopinto ropaje. En todos los casos, con mayor o menor

    conciencia, o en mayor o menor grado, en sustitucin de la libertad se le promete al pas

    mayor bienestar; en lugar de la estril pugnacidad partidista se le ofrece seguridad y

    tranquilidad social; y en lugar de ideologas se le ofrecen empleos, viviendas y servicios. La

    democracia se presenta, en sntesis, como un rgimen o sistema ineficaz. El porvenir parece

    encarnado y consagrado en el poder y superioridad de los tecncratas. Qu hacer, seores,

    frente a esto?

    Una de las cosas que pueden y deben hacerse y deben hacerla, de manera

    perentoria, todos aquellos que creen verdadera y raigalmente en la democracia es

    confesarse que, ya sea por omisin o comisin, ella ha sido en cierta forma ineficaz en el

    mbito latinoamericano. Y lo ha sido porque, exagerando la nota, o inconsciente de los

    riesgos, peligros y amenazas que circundan su ejercicio, no ha sido capaz de autolimitar

    prudentemente sus ms dbiles flancos el populismo, el verbalismo, la estril demagogia

    cayendo en el descrdito y ofreciendo la mejor ocasin para el ataque de sus tradicionales

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    enemigos. En tal sentido, es necesario tomar clara y precisa conciencia de lo que decimos.

    Efectivamente: las debilidades o defectos en la prctica de un rgimen poltico no deben

    confundirse, como interesada y simplistamente se acostumbra hacerlo, con los defectos del

    rgimen poltico mismo. No pertenecen a la esencia de la democracia ni el populismo, ni el

    verbalismo, ni la demagogia. Ellos son, al contrario, deformaciones, imperfecciones,

    debilidades o insuficiencias, que como tales deben ser justamente erradicados. La verdadera

    democracia implica libertad pero tambin responsabilidad; voluntad mayoritaria pero

    tambin escrupuloso respeto de las minoras; irrestricto ejercicio de derechos pero tambin

    celoso cumplimiento de los deberes ciudadanos. Es esa permanente tensin intrnseca que

    brota de su autolimitacin consciente y voluntaria valga decir, de una autntica y madura

    autodisciplina poltica en su ejercicio la que le confiere su vida y su dinmica a la

    democracia. Y es por ello que su mejor defensa frente a los frreos regmenes tecnocrticos

    consiste precisamente en la porfiada y lcida fidelidad a los principios y valores que la

    nutren y sostienen, conformando su esencia y diseando su praxis.

    Pero otra iniciativa que es necesario tambin acometer con igual urgencia es la de

    examinar si ella, aun preservando inalterable sus valores y principios fundamentales, es

    capaz de absorber y asimilar aquellos rasgos que, otorgndole su mxima eficacia a los

    sistemas tecnocrticos, sean compatibles con su propia esencia. Qu significa esto?

    En lo que sigue que ser la parte final de mi intervencin quisiera bosquejar,

    aunque sea muy suscintamente, lo que pienso al respecto. Para ello esbozar dos tesis que,

    aun cuando parezcan contradictorias, se complementan entre s. Estas dos tesis son: 1o) que

    la tecnocracia no puede sustituir ni reemplazar a la democracia; pero 2o) que la tecnocracia

    y la democracia tampoco se excluyen entre s.

    Tratar de sustituir la democracia por la tecnocracia significa desplazar tanto el origen

    o fuente de la soberana del Estado, as como su modo de ejercerla, desde la voluntad

    popular y mayoritaria hacia una estructura de poder controlada por grupos que, manejando

    y aplicando los conocimientos tcnicos, condicionan y determinan las decisiones del Estado.

    En tal sentido, la soberana o poder del Estado, en lugar de radicar y originarse en la

    voluntad popular, dimana y proviene del monopolio o control que ste ejerce sobre los

    medios y mecanismos tcnicos para afianzar y acrecentar su propio poder. El modo de

    ejercer ese poder, por otra parte, en lugar de estar basado en la consulta o dictamen de

    aquella mayora, se limita a recibir el asesoramiento de expertos seleccionados por la

    reconocida eficacia de sus conocimientos.

    Sustituir o reemplazar una forma de gobierno por otra, resulta de tal manera una

    labor que, tanto desde el punto de vista filosfico, como desde la perspectiva de la ciencia

    poltica, no encuentra asidero ni posibilidad real. Y si en el terreno de los principios la

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    contradiccin se hace palpable, no menores son los antagonismos cuando se desciende a las

    consecuencias prcticas. Efectivamente, partiendo del supuesto o premisa de admitir que el

    conocimiento tcnico es, por s mismo, el medio ms idneo y eficaz para toda decisin

    poltica, como corolario se desprende la inutilidad de toda discusin, divergencia o pugna

    ideolgico-poltica. A este respecto, frente a la indispensable discrepancia que posibilita y

    propicia la esencia misma de la democracia, uno de los ideales tecnocrticos consiste en

    predicar el descrdito o inoperancia de las ideologas y, por contraposicin, en afirmar como

    objetivo o meta suya la despolitizacin y consecuente desideologizacin de la gestin del

    Estado.

    No es adecuada ni propicia la oportunidad en la que tanto he abusado ya de la

    benevolencia de este ilustre auditorio para examinar tales supuestos. Pero basta una

    sencilla y obvia reflexin para desarticularlos. En efecto, con un simple argumento

    antirrelativista, bastara preguntarse: no es, acaso, el ideal de la despolitizacin, un ideal

    poltico? Y la carencia de toda ideologa no es ya, en s y por s misma, tambin una

    pretendida ideologa?

    Pero si no son sustituibles... de esto no podemos inferir que la democracia y la

    tecnocracia sean absolutamente excluyentes entre s. De hecho, en nuestra propia poca,

    las vemos convivir en formas de gobierno donde, a veces de manera soterrada, y otras en

    forma expresa y pblica, regmenes de extraccin popular y de insospechable vocacin

    democrtica, deben recurrir necesariamente a la eficacia de los expertos tcnicos, y

    someterse incluso a los ineluctables mecanismos del aparato o sistema tecnocrtico, a fin de

    ajustar sus decisiones a factores de poder que contraran y desbordan, por su

    interdependencia planetaria, los simples parmetros y lmites de la soberana nacional. Si as

    no lo hicieran, o si en la esfera interna no ajustasen sus decisiones a los imperativos

    tcnicos actuando demaggicamente para complacer exclusivamente las demandas

    populares, su gestin carecera no slo de eficacia, sino que a la postre sembrara la

    frustracin, la sospecha y el desprestigio en torno a la democracia.

    No es esto, acaso, uno de los ms tristes espectros que vemos rondar a nuestro

    alrededor? No ha cundido el escepticismo y el desaliento por la democracia, en Amrica

    Latina, porque ella, segn se dice, ha sido incapaz de enfrentar y resolver los problemas de

    nuestra sociedad? Qu ha faltado preguntamos para hacer eficaz a nuestra democracia?

    Lo que ha faltado he aqu mi respuesta no ha sido decisin, sino lucidez en los propsitos

    y claridad en las perspectivas.

    De all que, coloquios como el presente, no slo sean tiles, sino absolutamente

    indispensables para acercarnos a los problemas, vislumbrar sus dimensiones, y esclarecer

    sus races. Por lo que concierne al que hoy inauguramos, permtanme un final y cuasi

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    reiterativo enunciado de la tesis que he pretendido plantear ante ustedes: la democracia no

    puede ser reemplazada por la tecnocracia; pero la tecnocracia, sin desvirtuar los principios y

    valores esenciales de la democracia, puede apuntalar y auxiliar a sta en sus decisiones a fin

    de lograr que el ejercicio del gobierno se revista de eficacia y utilidad social. En semejante

    contexto, as como la libertad debe preservarse y defenderse como un fin ltimo e

    inalienable frente a las pretensiones del sistema tecnocrtico, ste debe ser concebido y

    utilizado como un simple medio para el cumplimiento y eficaz ejecucin de aquella esencial

    finalidad. O dicho con las palabras que pronunci, como Rector de esta Universidad, en la

    inauguracin del presente ao acadmico: Antes que una confrontacin y antagonismo

    entre la tcnica y la libertad, lo que se impone en nuestra poca es una superacin de

    semejante anttesis para lograr que ellas se fecunden mutuamente y de su conjuncin nazca

    un nuevo destino para el hombre2.

    Nada de retrico, vaco o grandilocuente, encierran estas palabras. Pensar una

    posible sntesis entre la libertad y la tcnica, o entre la democracia y la tecnocracia, es el

    ms grave desafo que tiene planteado la humanidad de nuestro tiempo si quiere prepararse

    para hacer frente y comprender el futuro que la aguarda. Nuestro deber, como

    latinoamericanos, no puede ser otro que afrontar ese problema sintindonos compenetrados

    de la responsabilidad de formar parte de millones y millones de hombres que, a lo largo y

    ancho del planeta, se debaten entre la expectativa de perder su libertad, o de conservarla y

    preservarla como el ltimo reducto que les queda para defender su dignidad personal y no

    sucumbir frente al amenazante avance de los totalitarismos tecnocrticos.

    Para lograr la superacin de la anttesis entre la libertad y la tcnica o de la

    democracia y la tecnocracia es menester un largo y laborioso camino, cuyos fundamentos y

    proyecciones no es posible que expongamos y expliquemos en la presente oportunidad. Para

    ello sera necesario ahondar y esclarecer los principios y vertientes ontogenticos de la

    tcnica valga decir, de la voluntaddepoderque la gua y sostiene, as como la eventual

    posibilidad que existe de modificar tales vertientes y principios si aquella voluntad es

    transformada en una voluntaddeamor. De ocurrir esto, como de factose demuestra en la

    realidad, en lugar de utilizar la tcnica para lograr el dominio y avasallamiento del hombre

    en aras de la perfeccin funcional del sistema, sus propios medios y recursos se

    aprovecharan para promover su condicin y dignidad como persona, vincularlo como tal a

    una sociedad comunitaria, y lograr que participe activa, libre y solidariamente en sus

    decisiones y tareas.

    2 Cfr.TcnicayLibertad.

    http://tecnica%20y%20libertad.pdf/http://tecnica%20y%20libertad.pdf/http://tecnica%20y%20libertad.pdf/http://tecnica%20y%20libertad.pdf/http://tecnica%20y%20libertad.pdf/http://tecnica%20y%20libertad.pdf/http://tecnica%20y%20libertad.pdf/http://tecnica%20y%20libertad.pdf/
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    Mas ello significara sentar las bases y explicar el sentido de un nuevo humanismo el

    autntico humanismo de nuestros das: el humanismo tcnico donde esa tcnica, como

    producto de la libertad humana, queda reconciliada con la propia libertad que la origina y, en

    lugar de destruirla, la potencia y multiplica como exponente del don ms humano que

    distingue y caracteriza al existir del hombre.

    Desde semejante perspectiva que apenas nos atrevemos a esbozar en sus contornos

    generales vemos ahora delinearse la verdadera y final intencin que ha guiado nuestros

    pasos en esta exposicin. Efectivamente: as como la tecnocracia, en tanto que es producto

    de la ratio technica, puede hallarse dirigida y orientada por la voluntaddepoder(tal como

    se manifiesta y encarna bajo la forma de un sistema totalitario, esclavizante y ominoso para

    el hombre), tambin existe la posibilidad de que, si la ratio technica que la sustenta es

    orientada por una voluntaddeamor, aquella tecnocracia pueda ser utilizada para ayudar al

    hombre y a los pueblos en la difcil aunque irrenunciable tarea de ser dueos y gestores de

    su propio destino mediante el ejercicio de la libertad.

    No es sta, acaso, la ms hermosa y fecunda perspectiva que pueda avizorarse para

    la democracia en nuestro continente?