Der.const. II - III

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CAPÍTULO TERCERO EL ÓRGANO EJECUTIVO EN LA CONSTITUCIÓN DE 1993 I.- INTRODUCCIÓN La expresión Ejecutivo se entronca con la voz latina rego que alude a guiar o conducir. Se trata de un órgano constitucional dotado de autonomía y encargado de la formulación global de la acción gubernamental y de la adopción de las políticas y programas públicos destinados a su verificación en la praxis. Por ende, se dirige a la realización concreta de las normas y a la conducción y dirección del Estado, fundamentalmente en lo relativo a los servicios estatales en sus ámbitos interno y externo. Asume la responsabilidad del diseño, ejecución y supervisión de las medidas conducentes a satisfacer las necesidades de la colectividad; por ende, asume la dirección general de la actividad estatal, así como la verificación práctica de las decisiones normativas o jurisdiccionales dispuestas por los órganos Legislativo y Judicial. La Ley Orgánica del Poder Ejecutivo (Ley Nº 29158), establece que dicho órgano desenvuelve sus actividades conforme a las pautas basilares siguientes: 1

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CAPÍTULO TERCERO

EL ÓRGANO EJECUTIVO EN LA CONSTITUCIÓN DE 1993

I.- INTRODUCCIÓN

La expresión Ejecutivo se entronca con la voz latina rego que alude a guiar o

conducir.

Se trata de un órgano constitucional dotado de autonomía y encargado de la

formulación global de la acción gubernamental y de la adopción de las políticas y

programas públicos destinados a su verificación en la praxis. Por ende, se dirige a

la realización concreta de las normas y a la conducción y dirección del Estado,

fundamentalmente en lo relativo a los servicios estatales en sus ámbitos interno y

externo.

Asume la responsabilidad del diseño, ejecución y supervisión de las medidas

conducentes a satisfacer las necesidades de la colectividad; por ende, asume la

dirección general de la actividad estatal, así como la verificación práctica de las

decisiones normativas o jurisdiccionales dispuestas por los órganos Legislativo y

Judicial.

La Ley Orgánica del Poder Ejecutivo (Ley Nº 29158), establece que dicho órgano

desenvuelve sus actividades conforme a las pautas basilares siguientes:

a) Principio de eficacia

La gestión gubernamental debe organizarse para el cumplimiento oportuno de los

objetivos y metas gubernamentales.

La verificación de dicha pauta basilar permite asegurar cualitativa y

cuantitativamente en un tiempo adecuado las políticas, programas y metas

predeterminadas por el Ejecutivo al servicio de la ciudadanía. Este exige la

conformidad entre los objetivos propuestos y los resultados obtenidos.

b) Principio de eficiencia

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La gestión gubernamental debe efectuarse optimizando la utilización de los

recursos financieros, laborales y económicos disponibles, procurando innovación y

mejoramiento continuo. Este exige la conformidad entre los recursos empleados y

los resultados obtenidos.

c) Principio de simplicidad

La gestión gubernamental debe verificarse eliminando todo procedimiento

innecesario; el cual debe ser racional y proporcional a los fines que persigue

cumplir. Este exige la proscripción de toda acción con complejidad vanal para la

obtención de los resultados deseados.

d) principio de sostenibilidad ambiental

La gestión gubernamental debe orientarse al uso racional y sostenible de los

recursos naturales. Este exige el aseguramiento de la potenciabilidad del ambiente

para satisfacer las necesidades y aspiraciones de vida de las generaciones

futuras.

e) Principio de predictibilidad

La gestión gubernamental debe brindar información veraz, completa, confiable y

oportuna, que permita tomar conciencia certera acerca del resultado de cada

procedimiento. Esta exige la presunción anticipada de resultados como

consecuencia del conocimiento plenario acerca de los presupuestos, requisitos,

formalidades procedimentales señaladas por la ley en sentido lato.

f) principio de continuidad

La gestión gubernamental debe adoptar como referentes de actuación

ininterrumpida de las políticas y programas acordados, así como con los objetivos

y metas de planeamiento y programación multianual establecidas.

g) Principio de rendición de cuentas

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La gestión gubernamental debe realizarse con información periódica a la

ciudadanía, acerca de los avances, logros, dificultades y perspectivas de

verificación idónea en el tiempo.

h) Principio de prevención

La gestión gubernamental debe acondicionarse y disponerse para enfrentar

aquellos acontecimientos que pudieren afectar la vida de los ciudadanos, así como

asegurar la cabal prestación de los servicios públicos.

i) Principio de celeridad

La gestión gubernamental debe asegurar que todo procedimiento se efectúe de

manera regular dentro de los plazos establecidos, evitando actuaciones que

dificulten su desenvolvimiento bajo responsabilidad. Este exige alcanzar

decisiones en un tiempo razonable, sin que ello releve a las autoridades del

respeto al debido procedimiento o vulnerar el ordenamiento jurídico del Estado.

En el marco de un Estado Democrático y Social de Derecho, el Órgano Ejecutivo

tiene la responsabilidad de garantizar y promover el goce de los derechos

fundamentales de los ciudadanos y ejercer sus responsabilidades procurando

generar inclusión y equidad.

En el caso de la inclusión, la gestión del Órgano Ejecutivo debe procurar la

incorporación económica, social, política y cultural de los grupos sociales

excluidos y vulnerados, y de las personas con discapacidad de cualquier tipo que

limite su desempeño y participación activa en la sociedad. En suma, implica la

exigencia de promover un óptimo grado de integración, cohesión y justicia social.

Por ende, le corresponde acentuar la democracia participativa y el diálogo social

sin discriminación alguna.

En el caso de la equidad, la gestión del Órgano Ejecutivo debe apuntar a

promover la igualdad de todas las personas en el acceso a las oportunidades y

beneficios que se derivan de la prestación de servicios públicos y de la actividad

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pública en general. En suma, implica la exigencia de una distribución simétrica –

salvo la acreditación de diferencias no discriminantes–, así como el mismo grado

de admisibilidad en las oportunidades de acceso a la infraestructura, oferta de

trabajo, utilización de los servicios, etc.

El Órgano Ejecutivo se organiza en un régimen jerarquizado y desconcentrado,

sobre la base de funciones y competencias afines.

Las competencias exclusivas de dicho órgano son las siguientes: diseñar y

supervisar las políticas nacionales y sectoriales.

Las políticas nacionales son aquellas que definen los objetivos prioritarios, los

lineamientos, los contenidos principales de la actividad estatal, los estándares

nacionales de cumplimiento y la provisión de servicios que deben ser alcanzados y

supervisados para el normal desarrollo de las actividades públicas y privadas.

Estas conforman la política general del gobierno.

Las políticas sectoriales son aquellas que se adscriben de manera precisa y

específica a cada una de las actividades económicas y sociales que se desarrollan

en la actividad pública y privada.

Las políticas nacionales y sectoriales deben ser aprobadas por el Consejo de

Ministros, y manifestarse vía la dación de decretos supremos.

El Órgano Ejecutivo ejerce las funciones siguientes:

a) Reglamentar las leyes, evaluar su aplicación y supervisar su cumplimiento.

b) Planificar, normar, dirigir, ejecutar y evaluar las políticas nacionales y

sectoriales de conformidad con las políticas de Estado.

c) Establecer relaciones, buscar el consenso y desarrollar mecanismos de

cooperación con todas las entidades de la administración pública.

d) Implementar la coordinación con los gobiernos regionales y locales.

El Órgano Ejecutivo, la Gobernanza y la Gobernabilidad

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El Órgano Ejecutivo juega un rol sustancial para la gobernanza; expresión que

sirve para designar la eficiencia, eficacia, calidad y correcta orientación de la

acción estatal.

La gobernanza implica la acertada manera de administrar el Estado en pro del

duradero desarrollo económico, social e institucional; así como la promoción de un

adecuado equilibrio entre el Estado y la sociedad civil de un lado, y entre el

Estado, los consumidores y productores del otro. En suma, plantea un ejercicio del

poder relacional y con miras a la interacción, a efectos de alcanzar óptimos

resultados en materia de operatividad institucional y rendimiento económico-social.

Asimismo, se conecta con la idea de gobernabilidad; vale decir, en la capacidad

de decisión amparada en la legalidad y legitimidad. Para tal efecto se ampara en

la potestad de dirección política por obra de la voluntad ciudadana, debiendo

preocuparse de conservar en el tiempo dicha confianza de manera sólida e

ininterrumpida.

En suma, alude a aquella situación en donde la acción del gobierno transita con

condiciones favorables para el cumplimiento de sus fines.

En ese orden de ideas, el Órgano Ejecutivo debe contribuir decididamente en la

estabilidad política, económica y social del país. De allí que puede preservar una

confianza y expectativa ciudadana positiva; es decir, de encontrarse regidos por

un buen gobierno.

El Órgano Ejecutivo y la Descentralización

En el marco del proceso de democratización y transferencia de determinadas

competencias a los gobiernos descentralizados en un Estado Unitario, el Ejecutivo

a través de la Presidencia del Consejo de Ministros conduce y dirige el Consejo de

Coordinación Intergubernamental creado por el Decreto Supremo Nº 079-2009-

PCM; el cual se encarga de concertar e impulsar recomendaciones de políticas,

estrategias y acciones que garanticen la realización de los principios y objetivos

del proceso de descentralización.

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La descentralización produce la traslación de ciertas competencias del Gobierno

Central a entes jurídicos dotados de autonomía política, administrativa y

económica (gobiernos regionales, gobiernos locales).

El transvase de competencias se dirige a promover el incremento de la riqueza

nacional y distribución equitativa, a base del aprovechamiento racional y pleno de

los recursos nacionales; promover una conveniente infraestructura económica y de

equipamiento social compatible con las necesidades de la población; promover la

integración nacional, etc.

En ese contexto, el Ejecutivo es el ente encargado de establecer las políticas

nacionales y de concertar su implementación a través de los entes

descentralizados.

El Órgano Ejecutivo y el Sistema Nacional de Planeamiento Estratégico

El Sistema Nacional de Planeamiento Estratégico (Ley Nº 28522), es un ente

destinado a conducir y desarrollar la planificación concertada como instrumento

técnico de gobierno y de gestión pública. Para tal efecto organiza la participación

de los diversos organismos del sector público, para que en consuno con el sector

privado se formule y realice el monitoreo de los planes y objetivos estratégicos de

desarrollo en los niveles nacional, regional y local.

La presidencia de dicho organismo recae en el presidente de la República a

propuesta del Consejo de Ministros.

El Órgano Ejecutivo y su modelo estructural

Desde una perspectiva estrictamente política el Órgano Ejecutivo tiene en la

realidad una estructura unipersonal. La autoridad encargada de su conducción

recibe el título de presidente de la República.

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Dicha autoridad –la máxima en la jerarquía de poder– cuenta con la asistencia y

colaboración de un grupo de funcionarios que separadamente reciben la

denominación de ministros, y, que, reunidos colegiadamente son designados con

el nombre de Consejo de Ministros.

Empero, la Constitución de 1993 presenta formalmente una estructura

tetrainstitucional, a saber:

- La Presidencia de la República.

- El Consejo de Ministros.

- El Ministeriado.

- Las entidades públicas del Órgano Ejecutivo.

El titular de la Presidencia de la República es por mandato constitucional jefe de

Estado y jefe de Gobierno; empero por razones de un control intraórgano no

puede per se realizar ninguna de dichas tareas. Para tales efectos, debe contar

con la colaboración y respaldo jurídico, ya sea del Consejo de Ministros o de algún

o algunos ministros.

El Consejo de Ministros es un organismo colegiado integrado por la totalidad de

los ministros de Estado. Dicho organismo es conducido por el propio presidente de

la República.

El Ministeriado está constituido por cada titular de un portafolio ministerial.

Como afirma Marcial Rubio Correa [ob. cit.]:

“Cada ministro tiene una esfera de acción y actuación propia, distinta de la

del Consejo del que forma parte y, aún, distinta de la que corresponde al

presidente de la República, aunque subordinado a él”.

De conformidad con lo establecido en la Constitución su actuación funcional en el

Órgano Ejecutivo, es compartida, según sea el caso, de la siguiente forma:

- El presidente de la República y el Consejo de Ministros en materias

globales.

- El presidente de la República y el o los ministros en materias sectoriales.

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En la praxis, la voluntad del presidente de la República sofoca cualquier intento de

control intraórgano en razón de la facultad de nombramiento y remoción del

Consejo de Ministros en su conjunto o de algunos ministros en particular.

2.- LA PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA

La institución de la Presidencia de la República se presenta como el pilar

sustancial del Órgano Ejecutivo; el cual está organizado monocráticamente, y en

donde de conformidad con lo establecido en el artículo 110 de la Constitución y a

diferencia del gobierno parlamentario, las labores de jefe de Estado y de jefe de

Gobierno se encuentran a cargo de una sola persona: el presidente de la

República.

La diferenciación y tipología de la institución presidencial tiene su génesis en la

Constitución de 1933; los textos anteriores con redacción disímil solo hicieron

hincapié en que la autoridad responsable del Órgano Ejecutivo recibía la

denominación de presidente.

En puridad, como bien advierte Gabriel Bonzat [“Poder presidencial y crisis política

en Argentina”. En: Poder Ejecutivo. Buenos Aires: SELA, 2006] “la doble jefatura

conlleva el ejercicio de funciones distintas y a veces incompatibles. El presidente

de la República como jefe de Estado es el representante de la Nación entera, lo

que requiere que se sitúe por encima de los distintos sectores políticos. En

cambio, como jefe de Gobierno, aparece como el representante de un sector

político y debe defender su programa frente a los otros sectores”.

El artículo 110 de la Constitución vigente establece que el presidente de la

República personifica a la Nación. Ello implica que esta se corporativiza y adquiere

identidad formal en la figura del ciudadano que transitoriamente ocupa dicho

cargo.

Ahora bien, el presidente de la República como responsable de la función

ejecutiva o administrativa, con el apoyo coordinante del presidente del Consejo de

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Ministros y con la colaboración de cada ministro responsable de un sector de la

administración pública, ejerce dos tipos de actividades (entre ambos existe una

relación de implicación):

Actividad política

Se refiere a la dirección de la organización política. En ese contexto, el presidente

tiene autonomía de iniciativa y libertad de acción, dentro de los lineamientos que le

señala la Constitución.

Esta actividad no se encuentra sujeta a un contralor jurisdiccional, sino solo a

fiscalización política por parte del Parlamento dentro del contexto previsto en la

Constitución. Como puede verse, el presidente tiene, en buena medida, facultades

de carácter discrecional.

Se trata de una potestad ejercida en razón de consideraciones de alta política del

Estado.

La actividad política se deriva directamente de la Constitución y se expresa

formalmente a través de actos de carácter legislativo.

En ese contexto, requiere y necesita del correspondiente refrendo ministerial.

De allí que la fiscalización anteriormente señalada opera sobre el ministro

referendante.

Actividad administrativa

Se refiere a acciones subordinadas a la actividad política. Se trata de la adopción

de medidas dirigidas a concretar la satisfacción de necesidades de interés público

y social.

Está referida a la organización, gestión y supervisión de los servicios públicos.

Se encuentra sometida al contralor jurisdiccional; por ende, puede ser impugnada

judicialmente. El ejercicio de estas facultades se encuentra reglado por la ley

ordinaria. La actividad administrativa supone la presencia de actos

complementarios a la decisión política. En ese contexto, requiere y necesita de la

actividad funcional de sus ministros.

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Tal como plantea Lorenzo Cotino Hugo [“La configuración constitucional de la

administración. En: Funciones y órganos del Estado constitucional. Valencia:

Tirant lo Blanch, 2008] “La administración es un complejo de personas jurídicas de

diversa naturaleza que conforma una organización permanente, estable y

legitimadora que da soporte a la gestión del gobierno, auspicia la actividad del

Estado a fin de plasmar […] los valores y principios del Estado […] asegurando

eficazmente satisfacer las necesidades del Estado”.

Las actividades políticas y administrativas se encuentran imbricadas en la medida

que son expresiones al servicio de una misma función a cargo del Órgano

Ejecutivo.

La suma de actividades políticas y administrativas ha llevado a considerar que

dicho órgano ha sido fortalecido en su capacidad de expresión. Esto se explica en

razón de lo siguiente:

a) La ampliación de la actuación del Estado como consecuencia de la actual

complejidad de la vida coexistencial. Así, el avance de la ciencia y la

tecnología, las mutaciones sociales, el reconocimiento cada vez más

creciente de derechos, la cobertura de nuevos servicios, etc., han ampliado

la relación de los hombres entre sí y la de estos con el Estado.

b) La necesidad de resolver los problemas de interés público con mayor

tecnicismo, eficiencia y eficacia estatal.

2.1.- Los orígenes de la institución

La institución de la Presidencia de la República tiene sus raíces en la Constitución

americana de 1787. Así, en su artículo segundo, sección primera, se señaló

textualmente lo siguiente:

“El Poder Ejecutivo se investirá en un presidente de los Estados Unidos de

América. Este ejercerá sus funciones por el término de cuatro años, y se le

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elegirá, junto con el vicepresidente, que también desempeñará su cargo por

el mismo término”.

Dicho origen guarda relación con la aspiración americana de contar con un

conductor dotado de muchas e importantes competencias; pero, que a su vez,

emanase del designio popular y estuviese sujeto a la regla de renovación

periódica. De allí que se afirme que lo que se buscaba era un “rey sin corona y sin

privilegios regios”.

Las repúblicas latinoamericanas reprodujeron dicha institución a partir del siglo

XIX. Dicha actitud se explica, en parte, en el propósito de crear una conducción

gubernamental enérgica dentro de estados independientes en proceso de

formación.

Cabe señalar que la Presidencia de la República tiene un fuerte arraigo en nuestra

tradición constitucional y en la propia idiosincrasia política de nuestro pueblo. Así,

desde el gobierno ejercido por los incas, pasando por los virreyes, se constata un

enorme poder concentrado en una sola persona.

Es indubitable que en nuestro país se ha inoculado el síndrome de la “ciudadanía

infante” que se origina en un paternalismo político en donde el presidente de la

República se asemeja a un gobernante simultáneamente severo y protector.

Al respecto, Manuel Vicente Villarán [Cuestiones constitucionales sobre el Estado

y el gobierno. Lima: Librería e Imprenta Gil, 1936] ha afirmado que la institución de

la Presidencia de la República con facultades de gobierno privativas y extensas

está sustentada en todo el continente por toda “una fortísima tradición y por

hábitos populares incoercibles. Responde a un estado social y económico que

impone sus leyes inflexibles a la evolución política. No podemos imaginar la

abolición del régimen presidencial, sino como resultado de un cambio de cosas

profundo, precedido, tal vez, de una revolución”.

En esa misma idea, Víctor Andrés Belaunde [El absolutismo presidencial y sus

remedios. Extractos de obras completas. La realidad nacional. Lima: Fondo

Editorial de la Pontifica Universidad Católica del Perú, 1999] señaló:

“El presidente es un virrey sin monarca, sin Consejo de Indias, sin Real

Audiencia y sin Juicio de Residencia”.

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La Constitución de 1823 instituyó la Presidencia de la República bajo la modalidad

de elección a cargo del Parlamento. Dicho nombramiento era por el lapso de

cuatro años.

La Constitución de 1826 estableció una presidencia vitalicia –en puridad,

implícitamente se refería a don Simón Bolívar– que se gestaba por una inicial

elección a cargo del Parlamento.

La Constitución de 1826 consideró dicha figura mediante una elección indirecta a

cargo de los colegios electorales. Dicho nombramiento era por el lapso de cuatro

años.

La Constitución de 1828 promovió la elección a través de los Colegios Electorales

de Provincia, mediante un proceso electoral indirecto o compromisario.

La Constitución de 1856 estableció su elección, en principio, por sufragio directo.

Para tal efecto, se exigía la anuencia de la mayoría absoluta del electorado; en su

defecto, era elegido por el Congreso de la República, entre los que hubiesen

obtenido el mayor número de votos.

La Constitución de 1979 estableció la segunda vuelta electoral en el caso de que

ningún candidato obtuviese la mayoría absoluta.

2.2.- Los requisitos de postulación y el proceso de elección

Para postular como candidato a la Presidencia de la República se requiere

acreditar, según lo dispone el artículo 110 de la Constitución, lo siguiente:

a) Ser peruano de nacimiento. El artículo 52 de la Constitución señala que

dicha condición se asigna a los nacidos en el territorio de la República, así

como también a los nacidos en el exterior de padre o madre peruanos,

inscritos en el registro correspondiente durante su minoría de edad. Dicho

requisito apareció primigeniamente en la Constitución de 1823.

b) Tener más de treinta y cinco años de edad al momento de la postulación.

Dicho requisito apareció primigeniamente en la Constitución de 1856. Hasta

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ese momento la edad para postular fluctuó entre los veinticinco y cuarenta

años.

c) Gozar del derecho de sufragio. Esta facultad se alcanza con la inscripción

en el Registro Electoral. Señálese, además, que el postulante no debe

encontrarse afectado en el ejercicio de este derecho. Al respecto, el artículo

33 de la Constitución señala que la suspensión en el derecho de sufragio

opera por resolución judicial de interdicción; sentencia con pena privativa de

la libertad; o sentencia con inhabilitación de los derechos políticos. Dicho

requisito apareció primigeniamente en la Constitución de 1834.

De otro lado, cabe señalar que conforme a lo establecido en los artículos 99 y 100

de la Constitución, es inviable la postulación al cargo de presidente, en aquellos

casos que el Congreso de la República hubiere establecido la sanción de

inhabilitación política. Tal el caso del ex presidente Alberto Fujimori Fujimori que

fue objeto de un juicio político conforme a lo establecido en los artículos 99 y 100

de la Constitución. El Congreso de la República mediante la Resolución

Legislativa Nº 018-2000-CR de fecha 23 de febrero de 2001, lo inhabilitó para el

ejercicio de las funciones públicas in genere por un período de diez años.

El Tribunal Constitucional en el caso Gastón Ortiz Acha (Expediente Nº 03760-

2004-AA/TC) precisó que el pedido formulado por el demandante a favor de

Alberto Fujimori Fujimori, carecía de fundamento, ya que la inhabilitación política

conlleva la improbabilidad jurídica para “postular, concursar y en general acceder

a cualquier cargo o función pública durante el período a que se refiere la

resolución legislativa”.

El presidente de la República es elegido mediante sufragio directo.

Esta modalidad de sufragio se caracteriza por no admitir la interposición de otra

instancia –elector compromisario–, ni ninguna interpolación que suponga una

nueva elección durante el período que adviene entre el proceso electoral general y

la identificación del candidato electo.

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Así, la elección directa se percibe como aquella que se produce cuando tras el

sufragio de la ciudadanía y el escrutinio de los resultados no se interpone ninguna

otra declaración de voluntad.

El voto directo no admite intermediarios. Este se expresa cuando no media la

voluntad de un tercero entre el sufragante y el candidato elegido.

Esta exigencia de elección popular es un rasgo típico del sistema presidencialista

latinoamericano.

En oposición a lo anteriormente expuesto, el voto indirecto se concretiza de dos

maneras:

a) Formal

El intermediario –compromisario– debe votar por una determinada persona o

partido. Ergo, no puede cambiar la voluntad del elector primario.

En puridad, no se afecta el principio del voto directo, por cuanto la voluntad del

sufragante se encuentra claramente expresada y se mantiene fiel hasta el final del

proceso electoral.

El intermediario tiene la función de trasladar dicha voluntad hacia el órgano

decisor final. El caso de los Estados Unidos es un ejemplo de este tipo de voto.

b) Material

El intermediario-compromisario elige libremente al candidato, según su criterio.

En puridad, se trata de una elección presidencial de doble grado. Así, la población

elige a los compromisarios y estos a su vez escogen libremente a un candidato

como presidente de la República.

De conformidad con lo establecido en el artículo 111 de la Constitución, se elige

como presidente de la República a aquel candidato que ha obtenido más de la

mitad de los votos válidos escrutados.

En consecuencia, nuestro sistema político se rige por el principio de mayoría. El

presidente de la República recibe y expresa la confianza que el grueso de la

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ciudadanía le confiere por sus cualidades personales y/o tendencia ideológica-

doctrinaria-programática.

En ese sentido, la exigencia radica en acreditar la expresión de una decisión

electoral de amplio apoyo positivo en favor de un candidato. Dicho apoyo debe

sumar la mitad más uno de los votos computados por el órgano electoral.

No se consideran en dicho cómputo los votos viciados ni los votos en blanco.

Los votos viciados son aquellos que son nulos por contener ya sea, más de una

decisión electoral; haber agregado en ellos grafías, números o firmas no previstas

en la ley electoral; haber sido emitidos en cédulas no entregadas en la propia

mesa de sufragio o no llevar la firma del presidente de la mesa electoral; etc.

Los votos en blanco aluden a una no decisión electoral del sufragante: el

ciudadano se niega a escoger una candidatura.

Dicha regulación ya se encontraba consignada de grosso modo en el artículo 203

de la Constitución de 1979.

Un antecedente cuestionable sobre la materia, es el referido a la derogada Ley Nº

23903, la misma que violentando la Constitución de 1979 obligaba a considerar

como votos validamente emitidos a los nulos y blancos.

Dicho dispositivo no tuvo otra razón que impedir al entonces candidato aprista a la

Presidencia de la República, doctor Alan García Pérez, el ascender al solio

presidencial en primera vuelta.

Esta cuestionable ley fue objeto de una demanda de inconstitucionalidad ante el

ex Tribunal de Garantías Constitucionales; la misma que fue sustentada por el

doctor Javier Valle Riestra.

El citado órgano no se pronunció sobre el asunto de fondo, en razón de no

haberse alcanzado el número de votos requeridos por la Ley Orgánica del Tribunal

de Garantías Constitucionales (Ley Nº 23385).

No obstante lo expuesto, y a pesar de que en el proceso electoral de 1985, el

candidato aprista Alan García Pérez no alcanzó la mayoría exigida por la Ley Nº

23903, ocupó inmediatamente la Presidencia de la República, al declinar el

candidato Alfonso Barrantes Lingán a participar en una segunda vuelta electoral.

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Tal como lo dispone el segundo parágrafo del artículo 111 de la Constitución en el

caso de que ninguno de los candidatos obtenga la mayoría absoluta, se procederá

a una segunda elección dentro de los treinta días siguientes a la proclamación de

los cómputos oficiales, entre los candidatos que hubieren obtenido las dos

mayorías relativas.

La denominada “segunda vuelta” es una institución recogida por los constituyentes

peruanos de la Constitución alemana de Weimar (1919); de la Constitución

austriaca de 1929; de la Constitución de la V República francesa, auspiciada por

Charles de Gaulle (1958); de la Constitución de Costa Rica de 1949; y de la

Constitución portuguesa de 1976.

Como recuerda Pedro Planas Silva [ob. cit.], la institución de la segunda vuelta o

ballottage tiene antecedentes esencialmente a nivel parlamentario en Francia,

desde la época de los Estados Generales de 1789, en donde por una ley electoral

se estableció una mayoría absoluta a tres vueltas. Los revolucionarios burgueses

la incorporaron a nivel parlamentario en las constituciones de 1791, 1793 y 1795

para desaparecer con el régimen bonapartista.

Posteriormente, reaparecerá en las constituciones de la restauración monárquica

de 1815 y 1830; interrumpiéndose durante la II República (1848). Esta será

reimplantada durante el imperio liberal de Napoleón III (1852) y durante buena

parte de la III República (1875-1919); finalmente quedará consolidada en la

Constitución de la V República, al extenderla también a nivel presidencial.

América Latina ha adoptado este mecanismo para el nivel presidencial, con

particular entusiasmo. Así tenemos que, la Constitución chilena de 1980; la

Constitución ecuatoriana de 1981; la Constitución salvadoreña de 1983; la

Constitución guatemalteca de 1985; la Constitución haitiana de 1987; la

Constitución brasileña de 1988; la Constitución colombiana de 1991; y la

Constitución paraguaya de 1992 la establecen expresamente.

A nivel doctrinario la segunda vuelta o ballottage puede generarse a tres niveles:

- En el ámbito parlamentario.

- En el ámbito parlamentario y presidencial.

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- En el ámbito presidencial.

La finalidad de los constituyentes peruanos de la inserción de la segunda vuelta o

balllottage se justificaría por:

- Asegurar la estabilidad política del régimen.

- Acrecentar la legitimidad del presidente de la República.

A diferencia del modelo francés, en el Perú la segunda vuelta se efectúa

exclusivamente para la presidencia y vicepresidencias de la República. Por ende,

no alcanza a los candidatos al Parlamento, quienes son elegidos en primera

vuelta.

Debe advertirse que por mandato expreso del artículo 184 de la Constitución, el

Jurado Nacional de Elecciones debe declarar la nulidad de un proceso electoral

cuando los votos nulos o blancos, sumados o separadamente, superan los dos

tercios del número total de votos emitidos.

2.3.- El período presidencial

El mandato presidencial es de cinco años. El cómputo se hace a partir del acto de

juramentación al cargo.

A lo largo de nuestra experiencia republicana la duración del mandato presidencial

ha fluctuado entre cuatro y cinco años; salvo los casos de la Constitución de 1826

que aludió a una presidencia vitalicia y de las constituciones de 1839 y 1933 que

lo fijaron por un lapso de seis años.

Ahora bien, es dable distinguir entre la duración del período presidencial y

duración del mandato de un presidente.

Existen situaciones en donde no existe coincidencia entre ambos, a saber:

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- Existencia de un presidente pro tempore, en donde por vacancia de su

primigenio titular, se embiste al primer o en su defecto al segundo

vicepresidente para completar el periodo presidencial.

- Existencia de una triple acefalía en donde por distintas razones vacan la

presidencia y las vicepresidencias. En ese contexto, el artículo 115 de la

Constitución señala que en ese supuesto asume el cargo el presidente del

Congreso, el cual convoca inmediatamente a elecciones. En la praxis se

recorta el período presidencial. Tal el caso de lo sucedido en el 2001 con la

presidencia del doctor Valentín Paniagua Corazao.

2.4.- El caso de la reelección presidencial

La reelección es definida por Dieter Nohlen [Tratado de derecho comparado de

América Latina. México: Fondo de Cultura Económica, 1988] como: “El derecho de

un ciudadano (y no de un partido) que ha sido elegido y ha ejercido una función

pública con renovación periódica de postular y de ser elegido una segunda vez o

indefinidamente para el mismo cargo […]”.

La reelección inmediata inicialmente prevista en el artículo 112 de la Constitución

de 1993 consistió en la posibilidad de que el presidente de la República en

ejercicio pudiere continuar al mando de la Nación por un período adicional.

Fue notoriamente evidente que dicho artículo tuvo nombre propio al momento de

su constitucionalización: Alberto Fujimori Fujimori.

Desde una perspectiva histórico-política una de las características peculiares de

América Latina en materia electoral, consiste en la prohibición de la reelección

presidencial inmediata. Dicha limitación surge de la acreditación de los aspectos

siguientes:

- El presidencialismo latinoamericano preñado de autoritarismo y corrupción,

ha aspirado a la perpetuación del poder.

18

Page 19: Der.const. II - III

- La coacción y el fraude electoral han sido el corolario de contiendas

electorales disyuntivas entre reelección y renovación.

Al respecto, es pertinente recordar los casos de México con Porfirio Díaz quien se

hizo reelegir siete veces consecutivas, llegando a gobernar durante 27 años

ininterrumpidos (1884-1911). Ello provocó la conmocionante Revolución Mejicana.

En el Paraguay, aparece Alfredo Stroessner que se hizo reelegir siete veces

consecutivas, gobernando un total de 35 años (1954-1989), hasta su

derrocamiento a cargo de su consuegro el general Andrés Rodríguez.

En República Dominicana aparece Rafael Leonidas Trujillo, quien se hizo reelegir

sucesivamente y casi sin intervalos desde 1939 hasta 1961.

En Nicaragua aparece la dinastía Somoza que gobernó a través de Anastacio

Somoza García “Tacho”, Luis Somoza Debayle y Anastacio Somoza Debayle

“Tachito” durante cuarentidós años (1937-1979).

En Haití aparece Francois Duvalier “Papa Doc”, quien gobernó desde 1957 y tras

dos reelecciones sucesivas, en 1964 se declaró presidente vitalicio. A su muerte

en 1971, le sucedió su hijo Jean Claude Duvalier “Baby Doc” quien gobernó hasta

su derrocamiento en 1986. En total dicha dinastía gobernó ininterrumpidamente

durante veintinueve años.

Dicha nefasta experiencia ha provocado que en varias constituciones

latinoamericanas se establezca el principio obligatorio de la alternancia en el

poder, como un antídoto a los males de la reelección presidencial. Así, en la

Constitución de Honduras de 1982, se establece que la alternabilidad en el

ejercicio de la Presidencia de la República es obligatoria”; amén de haberse

consignado como función de las fuerzas armadas el “defender la alternabilidad en

el ejercicio de la Presidencia de la República”.

La Constitución salvadoreña de 1983 modificada en 1991, fija que “la

alternabilidad en el ejercicio de la Presidencia de la República es indispensable

para el mantenimiento de la forma de gobierno y sistema político establecido”.

Igualmente señala que la violación del referido principio obliga a la insurrección.

19

Page 20: Der.const. II - III

En la Constitución ecuatoriana de 1978 se determina que su “gobierno es

republicano, presidencial, electivo, representativo, responsable y alternativo”.

En la Constitución de Guatemala de 1985, se establece como derecho y deber

ciudadano el “defender el principio de la alternabilidad y no reelección en el

ejercicio de la presidencia y vicepresidencia de la República.

En puridad, son excepcionales los casos en América Latina en donde se permite

la reelección inmediata, a saber: Nicaragua (Constitución de 1987), Argentina

(reforma constitucional de 1994), Brasil (reforma constitucional de 1997) y

Colombia (reforma constitucional de 2005). Estos últimos a efectos de permitir la

continuidad en el cargo de los gobernantes en ejercicio (Carlos Saúl Menem,

Fernando Henrique Cardoso y Álvaro Uribe). Es de verse, que la impronta del

fenómeno Fujimori Fujimori tuvo alguna relación con ello.

Como conclusión de las nefastas experiencias del reeleccionismo latinoamericano

en México, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Uruguay, El Salvador, Guatemala y el

Paraguay no existe forma alguna de reelección. En Bolivia existe la reelección

transcurrido un período y en Panamá solo tras dos períodos.

El caso de los Estados Unidos es citable como ejemplo por la firmeza y solidez de

sus instituciones; empero, debe recordarse que luego del caso de Franklin D.

Roosevelt, elegido durante cuatro períodos consecutivos (1932, 1936, 1940 y

1944) se puso límite a la reelección indefinida, pero se acepta una sola reelección

inmediata.

Mediante la Ley de Reforma Constitucional (Ley Nº 27365) de fecha 5 de

noviembre de 2000, se aprobó la reforma del artículo 112 de la Constitución,

estableciéndose que no existe reelección presidencial inmediata.

Fue evidente que el primigenio artículo 112 de la Constitución de 1993 aprobado

por el Congreso Constituyente Democrático tuvo como intención exclusiva y

excluyente, la de permitir postular a Alberto Fujimori Fujimori en los comicios de

1995; ello en razón a que la Constitución de 1979 le impedía reelegirse

inmediatamente.

La ya abrogada autorización de reelección presidencial inmediata rompió en su

momento con una vigorosa tradición constitucional. Así, salvo las excepciones de

20

Page 21: Der.const. II - III

la Constitución de 1826 –sujeta a una conducción estadual vitalicia bajo la égida

del Libertador Simón Bolívar– y el texto de 1828, las demás cartas no

contemplaron originariamente dicha institución.

La historia nacional ha acreditado amargamente que las reformas reeleccionistas

del presidente Augusto B. Leguía a la Constitución de 1920, generaron un estado

de arbitrariedad y corrupción generalizada.

El golpe de estado del 22 de agosto de 1933, efectuado por el comandante Luis

M. Sánchez Cerro fue el triste corolario de dicha experiencia.

Por tal motivo, el artículo 142 de la Constitución de 1933 textualmente señaló lo

siguiente:

“No hay reelección inmediata. Esta prohibición no puede ser reformada ni

derogada. El autor o autores de la proposición reformatoria o derogatoria, y

los que la apoyan directamente o indirectamente cesaran de hecho, en el

desempeño de sus respectivos cargos y quedaran permanentemente

inhabilitados para el ejercicio de toda gestión pública”.

Desde una perspectiva teórica las posiciones a favor y en contra sobre el tema de

la reelección presidencial inmediata, han girado en torno a los argumentos

siguientes:

A favor

a) La reelección presidencial inmediata permite al gobernante con gestión

acertada y competente, el continuar con la tarea iniciada en su primer

período.

b) La reelección presidencial inmediata permite el cumplimiento de políticas

económicas y sociales de plazo mediato.

c) La reelección presidencial inmediata permite afirmar la estabilidad política

de un país.

d) La reelección presidencial inmediata permite que el pueblo ratifique con su

voto confirmativo la continuidad de la conducción del país, por parte de un

mandatario con gestión exitosa.

21

Page 22: Der.const. II - III

En contra

a) La reelección presidencial inmediata auspicia que el presidente en ejercicio

disponga de los resortes del poder en su propio y electoral beneficio. Se

plantea que la posibilidad de “sucederse” a sí mismo le inclina a usar el

poder de manera personal, llegándose al extremo de colocar los recursos

del Estado al servicio del candidato presidente. La coacción y el fraude

electoral se manifiestan en la praxis histórica latinoamericana de manera

asidua.

b) La reelección presidencial inmediata hace que el candidato presidente

abandone sus responsabilidades de gobierno para asumir la conducción de

su propia campaña electoral. En ese sentido, muchas decisiones de

gobierno pueden ser generadas por cálculo electoral.

Al respecto, Germán Leguía y Martínez ex presidente del Consejo de Ministros y

primo de Augusto B. Leguía señaló lo siguiente en su histórico “Manifiesto a la

Nación” de 1923:

“La reelección deprime la majestad, humilla el carácter y deslustra la

dignidad del mandatario supremo, porque la hace descender de su altura

serena y tranquila, transfiriéndolo de dispensador en solicitante; lo mácula

con la tilde de la ambición insaciada; lo envuelve en las sombras de la

pasión, la violencia y la parcialidad; personaliza y rebaja sus mejores actos,

en que inciden las suspicacias de la desconfianza y de la sospecha; le

impone el triste papel de amenaza de sus adversarios políticos y el ciego

apoyo de sus correligionarios.

La reelección descalifica y desnoblece al Poder Legislativo, porque lo

reduce al servilismo y a la sujeción; arrastra su dignidad e independencia;

apaga su voz; ella ofende al pueblo porque suprime su voluntad, su

intervención y su eficiencia en la vida democrática y la relega al humillante

papel de expoliado impotente o espectador impúdico de una mascarada

tragicómica”.

22

Page 23: Der.const. II - III

El actualmente reformulado artículo 112 de la Constitución fija las dos siguientes

reglas en torno a la reelección inmediata:

a) El presidente en ejercicio no puede ser reelecto inmediatamente a la

conclusión de su primer período de gobierno.

b) El presidente saliente debe esperar que transcurra un período

constitucional antes de ejercer su derecho a una segunda postulación.

2.4.1.- Los vicios de inconstitucionalidad de la denominada “Ley de

Interpretación Auténtica” (Ley Nº 26657)

En su afán de perpetuarse en el poder, el ingeniero Alberto Fujimori Fujimori a

través de sus áulicos en el Congreso, se hizo dar una ley interpretativa de los

alcances del primigenio artículo 112 de la Constitución, el cual permitía la

reelección inmediata por una sola vez.

Dicha ley era inconstitucional por las razones siguientes:

a) Contravención flagrante de lo expuesto en el artículo 103 de la

Constitución, al haberse expedido una ley con nombre propio. Así, es

evidente que la interpretación no tenía otro objetivo que permitir una nueva

y continuada reelección del ingeniero Alberto Fujimori Fujimori.

b) Desvirtuación flagrante de las atribuciones del Parlamento que es poder

constituido, al autoasignarse facultades que solo tiene el poder

constituyente originario. La interpretación auténtica de la Constitución solo

puede ser efectuada por el propio órgano que la dictó o por un homólogo.

En este caso, la Constitución de 1993 fue aprobada por el denominado

Congreso Constituyente Democrático. Por ende, solo una nueva Asamblea

o Congreso Constituyente podía tener la atribución de asignar el significado

de “auténtica”, a una ley interpretativa del artículo 112 de la Constitución.

23

Page 24: Der.const. II - III

c) Desvirtuación de los valores constitucionales insertos en el texto de 1993,

que promueven la renovación periódica de los cargos de gobierno y el

auspicio de la alternancia en los mismos. La Ley de Interpretación Auténtica

generó una ficción reñida con los principios generales del derecho, al obviar

que el ingeniero Alberto Fujimori Fujimori ya había ocupado la Presidencia

de la República en cuatro oportunidades, a saber:

- Presidente de la República a través de lo dispuesto en la

Constitución de 1979; desde el 28 de julio de 1990 hasta el 5 de abril

de 1992.

- Presidente de la República a través de lo dispuesto en la Ley de

Bases del Gobierno de Emergencia y Reconstrucción Nacional

(Decreto Ley Nº 25418); desde el 6 de abril de 1992 hasta el 5 de

enero de 1993.

- Presidente Constitucional por disposición del Congreso

Constituyente Democrático, a través de lo dispuesto en la Ley

Constitucional del 6 de enero de 1993; desde el 6 de enero de 1993

hasta el 27 de julio de 1995.

- Presidente de la República a raíz de la aplicación electoral del

artículo 112 de la Constitución de 1993; desde el 28 de julio de 1995

hasta el 28 de julio del 2000.

Cabe señalar que la ficción jurídica que consiste en un ardid jurídico o

mentira técnica, solo se justifica para consagrar un valor o fin del derecho.

En este caso dicho propósito fue “traicionado” alevosamente.

d) Inobservancia de la Resolución del Jurado Nacional de Elecciones Nº 172-

94-JNE de fecha 26 de octubre de 1994, que estableció que el ingeniero

Alberto Fujimori Fujimori se encontraba expedito a postular a una reelección

inmediata –tras el vencimiento del período presidencial 1990-1995– de

conformidad con lo establecido en el artículo 112 de la Constitución de

1993. Dicha resolución tiene la significación –conforme a lo establecido en

el inciso 3 del artículo 178 de la Constitución, concordante con lo estipulado

en el artículo 181– de tener el carácter de firme.

24

Page 25: Der.const. II - III

No obstante lo expuesto, en fecha 20 de agosto de 1996 la Comisión de

Constitución y Reglamento del Congreso, presidida por el doctor Carlos Torres y

Torres Lara, aprobó por nueve votos contra seis un proyecto de ley que

interpretaba “auténticamente” el artículo 112 de nuestro texto fundamental, a

efectos de posibilitar una nueva reelección del ingeniero Alberto Fujimori Fujimori

para el período presidencial 2000-2005.

El proyecto fue aprobado en la madrugada del 23 de agosto del mismo año y

publicado curiosamente en el diario oficial “El Peruano” el mismo día. La

promulgación de la denominada de “Ley de Interpretación Auténtica” (Ley Nº

26657) corrió a cargo del primer vicepresidente, en razón a que el propio

interesado se encontraba de “viaje”.

Tras su cuestionada “elección” en los comicios electorales del 2000, Alberto

Fujimori Fujimori acumuló su quinto mandato consecutivo.

2.5.- La suspensión y la vacancia en el ejercicio de la Presidencia de la

República

La suspensión consiste en la interrupción o privación de las competencias y

responsabilidades constitucionales señaladas en favor del presidente de la

República. De grosso modo esta institución fue establecida en la Constitución de

1834.

La suspensión debe ser declarada formalmente por el Congreso, vía la expedición

de una resolución legislativa, en razón de haberse verificado alguna de las

causales siguientes:

- Incapacidad temporal declarada por el Congreso

Esta causal apareció originariamente en la Constitución de 1834.

25

Page 26: Der.const. II - III

Como refiere Marcial Rubio Correa [ob. cit.], la aplicación de la incapacidad

temporal tiene un sustento determinativo de naturaleza política “en función de

elementos de juicio que aporta la realidad”.

La incapacidad debe ser entendida como la falta de aptitud legal por razones

físicas, mentales o morales para ejercer determinados derechos o competencias

funcionales.

En atención a que expresamente el inciso 1 del artículo 114 de la Constitución

señala expresamente la suspensión del ejercicio de la Presidencia de la República

por incapacidad temporal; es evidente que esta solo puede generarse por razones

físicas o mentales, más en modo alguno por inconductas morales.

En efecto, la existencia de una conducta pública o social gravemente, licenciosa o

repugnante a los principios y valores coexistenciales jamás es mediable con

relación al tiempo. Su configuración no requiere de actos reiterativos, continuados

o permanentes.

Por ende, la suspensión solo procede por la pérdida de la facultad de

entendimiento o padecimiento físico o psíquico que merma e impide el desempeño

de la actividad funcional.

Dichas consideraciones fueron ampliamente debatidas a raíz del Informe Final de

la Comisión Investigadora sobre las Presuntas Firmas Falsas del Partido Político

País Posible, presidida por el congresista Edgard Villanueva en el año 2005.

Como se recordará entre la pluralidad de propuestas sometidas al pleno se

expuso la posibilidad de suspender temporalmente al presidente Alejandro Toledo

Manrique por supuesta incapacidad moral, por su supuesta participación en dicho

ilícito.

- Sometimiento a un proceso judicial, conforme a lo dispuesto en el artículo 117 de

la Constitución

Esta causal apareció originariamente en la Constitución de 1860.

Al respecto, el citado artículo 117 del texto vigente señala claramente que el

primer mandatario de la República, por excepción, únicamente puede ser

26

Page 27: Der.const. II - III

acusado, durante su período, por la comisión de delito de traición a la patria; por

impedir las elecciones presidenciales, parlamentarias, regionales o municipales;

por disolver el Congreso fuera de los casos previstos en el artículo 134 de la

Constitución; y por impedir la reunión o funcionamiento del Parlamento, del Jurado

Nacional de Elecciones y demás organismos componentes del sistema electoral.

Es dable señalar que para el sometimiento a juicio se requiere, previamente, llevar

a cabo la denominada acusación constitucional en el seno del Congreso.

La expresión “suspensión” implica que se trata de una medida transitoria. Así,

puede desaparecer la incapacidad o esta devenir en permanente.

En igual sentido, el proceso judicial instaurado en contra del presidente de la

República puede concluir, sea en el sentido que fuere, antes del vencimiento del

período presidencial. En esta hipótesis, el Congreso debe cumplir con formalizar la

nueva situación jurídica del suspendido, disponiendo se proceda al levantamiento

de la suspensión si hay sentencia absolutoria, o se formule la destitución del cargo

si hay sentencia condenatoria.

Establecida una de estas circunstancias (en ese orden) el Congreso de la

República procede a ordenar lo siguiente:

a) Reasunción del mando por parte del presidente de la República.

b) Asunción definitiva del mando por parte del primer vicepresidente, o, en su

defecto, por parte del segundo vicepresidente. En la situación más extrema,

ante el impedimento de ambos le corresponde la asunción al presidente del

Congreso.

La vacancia es entendida como la cesación en un cargo o empleo público, en

razón de haberse acreditado una causal que determina su provisión a favor de

otra persona. Ella indica la perención anticipada del ejercicio de una función

pública, en atención a una consideración legal preexistente y fehacientemente

probada. De grosso modo dicha institución se instaura en la Constitución de 1834.

El artículo 113 de la Constitución señala que se produce la vacancia de la

Presidencia de la República –entendida esta como aquella situación en donde la

27

Page 28: Der.const. II - III

primera magistratura carece de titular– en razón de alguna de las causales

siguientes:

a) Muerte

Esta causal apareció originariamente en la Constitución de 1834.

b) Declaración del Congreso de haberse acreditado la permanente incapacidad

física

La incapacidad física es la falta de aptitud legal para continuar ejerciendo el cargo,

en razón de haberse acreditado objetiva y fehacientemente un declarado e

irreversible estado de defección de las facultades anatómicas, funcionales,

emocionales o intelectuales.

Dicho estado de defección debe ser de tal magnitud que hace inviable la

conducción de la marcha del Estado.

c) Declaración del Congreso de haberse acreditado incapacidad moral

La incapacidad moral es la falta de aptitud legal para continuar ejerciendo el cargo,

en razón de haberse acreditado objetiva y fehacientemente una conducta pública

o social gravemente venal, corrupta, licenciosa.

Dicha incapacidad implica una atrofia de las nociones de corrección e integridad

de ánimo. En suma, es el desprecio a lo debido, decoroso o decente según las

peticiones de conducta emanadas de la cultura, la educación y la instrucción

asumida por la población.

Los elementos de una conducta presidencial moralmente inadmisible son las tres

siguientes:

- Un componente cognitivo que no llega a establecer la diferencia entre lo

correcto y lo incorrecto.

- Un componente afectivo que no llega a establecer una valoración moral

personal; esto es, en la falta de auto respeto e íntima satisfacción derivada

de un hacer o no hacer frente a una obligación moral.

28

Page 29: Der.const. II - III

- Un componente conductual que no llega a sustentar el juicio que afirme una

conducta moral. Por ende, aparecen actos observables y reprobables

política y moralmente.

En nuestro país, en un gesto histórico el Congreso de la República mediante

Resolución Legislativa Nº 009-2000-CR de fecha 21 de noviembre del 2000,

declaró la incapacidad moral del hasta entonces presidente de la República,

ingeniero Alberto Fujimori Fujimori.

Esta causal apareció originariamente en la Constitución de 1839.

d) Renuncia aceptada por el Congreso

Consiste en la dejación libre y voluntaria del cargo.

A diferencia de los congresistas, el presidente de la República tiene expedito el

derecho de plantear su renuncia ante el Congreso. Este puede deliberar sobre su

conveniencia o inconveniencia, salvo que la renuncia tenga el carácter de

irrevocable, en cuyo caso su aceptación es inmediata.

Esta causal apareció originariamente en la Constitución de 1834.

e) Salida del territorio nacional sin permiso del Congreso, o no regreso a él dentro

del plazo autorizado

Esta circunstancia debe ser analizada a la luz de la fuerza mayor o del caso

fortuito, en razón a consideraciones tales como:

- Viaje de emergencia al exterior, por razones de urgencia médica ineludible.

- Regreso al país fuera del plazo autorizado, por razones de súbita

enfermedad, huelgas o paralizaciones en el servicio aéreo, condiciones

climatológicas, desperfectos en la aeronave, etc.

Esta causal apareció originariamente en la Constitución de 1933.

29

Page 30: Der.const. II - III

Es dable advertir que los reiterados viajes presidenciales del ingeniero Alberto

Fujimori Fujimori, obligaron a la dación de la Ley Nº 26656 de fecha 16 de agosto

de 1996.

En dicha norma se establece que las autorizaciones de salida del país que solicite

el Órgano Ejecutivo a favor del presidente de la República, deben indicar el

destino, objetivos y plazo en que deberá ejecutarse.

Las solicitudes de autorización de salida pueden referirse ya sea a eventos

determinados o por períodos no mayores a tres meses. En este último caso el

primer mandatario de la República deberá dar cuenta al Congreso de los objetivos

y destinos cubiertos, inmediatamente a su retorno al país.

Esta modalidad de autorizaciones genéricas indica claramente que el control

congresal sobre los actos presidenciales a partir del gobierno de Alberto Fujimori

Fujimori, devino en débil y meramente ritualista.

f) Destitución

Esta medida implica la separación del cargo previa acusación constitucional y

posterior proceso judicial, por haberse acreditado ante el órgano jurisdiccional la

comisión de las infracciones siguientes:

- Traición a la patria.

- Impedir la celebración de elecciones presidenciales, parlamentarias,

regionales o municipales.

- Disolver el Congreso fuera del caso previsto en el artículo 134 de la

Constitución.

- Impedir la reunión o funcionamiento del Jurado Nacional de Elecciones y

demás organismos del sistema electoral.

Esta causal apareció originariamente en la Constitución de 1834.

30

Page 31: Der.const. II - III

Conforme a una exhortación planteada por el Tribunal Constitucional en el caso

sesenta y cinco congresistas de la República (Expediente Nº 00006-2003-AI/TC)

el Congreso de la República expidió la Resolución Legislativa Nº 030-2003-CR

mediante la cual se regula de manera más precisa el procedimiento para el pedido

de vacancia de la Presidencia de la República, por la causal de permanente

incapacidad física o la referida a la incapacidad moral. En puridad, el texto ha

privilegiado el caso de la vacancia por incapacidad moral.

Al respecto, cabe señalar lo siguiente:

El pedido de vacancia se formula mediante una moción de orden del día, firmada

por no menos del veinte por ciento del número legal de congresistas (veintiséis

congresistas), precisándose los fundamentos de hecho y de derecho en que se

sustenta, así como de los documentos que lo acrediten, o, en su defecto, la

iniciación del lugar donde dichos documentos se muestran.

Dicha moción tiene preferencia en el orden del día y es tramitada con preferencia

antes que cualquier otra moción pendiente en la agenda parlamentaria.

Recibido el pedido, copia del mismo se remite, a la mayor brevedad, al presidente

de la República.

El Reglamento del Congreso exige que para la admisión de vacancia se obtenga

el voto favorable de por lo menos el cuarenta por ciento de congresistas hábiles.

Dicha votación se efectúa indefectiblemente en la siguiente sesión a aquella en

que se dio cuenta de la moción.

El Pleno del Congreso debe acordar día y hora para el debate y votación del

pedido de vacancia, sesión que no puede realizarse antes del tercer día siguiente

a la votación de la admisión del pedido ni después del décimo salvo que cuatro

quintas partes del número legal de congresistas (ciento cuatro) acuerden un plazo

menor o su debate y votación inmediata. Si fuera necesario se citará, para este

efecto, a una sesión especial.

El presidente de la República cuya vacancia es materia del pedido puede ejercer

personalmente su derecho de defensa o ser asistido por letrado hasta por sesenta

minutos.

31

Page 32: Der.const. II - III

El acuerdo que declara la vacancia requiere una votación calificada no menor a los

dos tercios del número legal de miembros del Congreso y constar en una

Resolución Legislativa.

La Resolución Legislativa que declara la vacancia presidencial se publica en el

diario oficial dentro de las veinticuatro horas siguientes al de la recepción de la

transmisión remitida por el Congreso. En su defecto, el presidente del Congreso

ordena que se publique en uno de los diarios de mayor circulación nacional, sin

perjuicio de las responsabilidades a que hubiere lugar.

La Resolución Legislativa que declara la vacancia rige desde que se comunica el

vacado, al presidente del Consejo de Ministros o se efectúa su publicación. El

Reglamento del Congreso señala que con la toma de conocimiento en

cualesquiera de los casos se genera la culminación del procedimiento.

2.6.- Los vicepresidentes

La parte in fine del artículo 111 de la Constitución concordante con el artículo 115,

hace referencia a la figura de los vicepresidentes. Esta institución surgió en la

Constitución de 1823.

El patricio norteamericano Benjamin Franklin (1706-1790) concebía al

vicepresidente de su país como una “excelencia superflua” y un eventual “delfín

constitucional”. El presidente John Adams sentenció que esta era “la más

insignificante de las funciones que el hombre ha podido construir”. En ese mismo

contexto, el presidente Woodrow Wilson (1913-1919) llegó a afirmar que se

trataba de “un cargo del que puede decirse muy poco y en ese poco se ha

expresado todo lo que puede decirse”.

Nelson Castro [La sorprendente historia de los vicepresidentes argentinos. Buenos

Aires: Vergara Editor, 2009] señala que “se trata de una figura hecha para lugares

de grisura”.

Ahora bien, al vicepresidente, tal como recuerda José Pareja Paz Soldán [ob. cit.],

“solo el latido de un corazón lo separa de la presidencia”.

32

Page 33: Der.const. II - III

En puridad, la elección de los vicepresidentes solo tiene significado real a partir de

la suspensión o vacancia de la Presidencia de la República.

La existencia de las vicepresidencias –cuyo origen es típicamente

norteamericano– doctrinariamente se justifica en razón a que:

a) Plantea una solución rápida y ordenada de una crisis política y

constitucional derivada de la muerte, suspensión, renuncia o destitución del

primer mandatario. Así por ejemplo, en los Estados Unidos nueve

vicepresidentes han accedido al gobierno de dicha Nación. En los últimos

años podemos recordar a Harry Truman (1945) reemplazante del fallecido

presidente Franklin D. Roosevelt; Lindon Johnson reemplazante del

asesinado presidente John F. Kennedy; y Gerald Ford (1974) reemplazante

del renunciante presidente Richard Nixon. En suma, facilita la continuidad

constitucional.

b) Asegura la ordenada continuidad de la marcha administrativa al permitir que

uno de los vicepresidentes se encargue del despacho presidencial, por

razón de viaje del titular en misión oficial, breve licencia, etc.

La institución de la vicepresidencia no cuenta con poder efectivo, incluso ni

siquiera tiene competencias específicas, salvo en algunas legislaciones en donde

se le responsabiliza de la conducción de la Cámara de Senadores. Sin embargo,

representa la “despensa” de un futuro constitucional en el caso de que se requiera

de un recambio rápido y en orden para permitir la continuidad de la Nación.

En nuestra historia constitucional dicha institución no fue prevista en las

constituciones de 1834, 1839, 1920 y 1933.

Así, en las constituciones de 1834 y 1839, a falta de gobernante asumía el cargo

el presidente del Consejo de Estado. Como tal, Manuel de Tellería en 1823, y

Manuel Menéndez en 1841, accedieron a la primera magistratura del país.

La Constitución de 1920 señalaba que correspondía al Congreso elegir al

reemplazante dentro de los treinta días siguientes, gobernando en el ínterin el

33

Page 34: Der.const. II - III

Consejo de Ministros. Esta elección era para completar el período presidencial

pendiente.

La Constitución de 1933 fijaba que correspondía al Congreso la elección del nuevo

mandatario hasta completar el período presidencial.

En el resto de las constituciones se aseguró siempre la existencia de uno o dos

vicepresidentes.

En esa condición, asumieron la primera magistratura:

- El segundo vicepresidente Pedro Diez Canseco. Este asumió el cargo a la

muerte de Miguel Pascual de San Román en 1863. Entregó posteriormente

el mando de la Nación al primer vicepresidente Juan Antonio de Pezet

quien al momento del deceso del titular se encontraba de viaje en Europa.

- El segundo vicepresidente Pedro Diez Canseco. Este asumió

transitoriamente el cargo ante el asesinato de José Balta en 1872. Entregó

posteriormente el mando de la Nación al primer vicepresidente Mariano

Herencia Zevallos, quien al momento del magnicidio se encontraba fuera

del país.

- El segundo vicepresidente Justiniano Borgoño. Este asumió arbitrariamente

el cargo tras el deceso de Remigio Morales Bermúdez en 1894. En puridad,

la conducción del país debió corresponderle al primer vicepresidente Pedro

Alejandrino del Solar.

- El segundo vicepresidente Serapio Calderón. Este asumió el mando de la

Nación tras el deceso de Manuel Candamo en 1904. Meses atrás también

había fallecido el primer vicepresidente Lino Alarco.

La actual Constitución establece dos vicepresidentes, los cuales son elegidos

conjuntamente con el presidente de la República. Esta tríada constituye

electoralmente una “plancha de postulación”. Para tal efecto, los candidatos a las

vicepresidencias deben acreditar los requisitos exigibles para postular a la máxima

magistratura del país, y, en caso de ser elegidos rige también para ellos el período

de cinco años de ejercicio del cargo.

34

Page 35: Der.const. II - III

Como se ha referido, en puridad, los vicepresidentes no tienen per se una función

o competencia específica. Residualmente, en caso de existir un impedimento

temporal o permanente del presidente de la República asume sus funciones el

primer vicepresidente, y en defecto de este el segundo vicepresidente.

Igualmente, cuando el presidente de la República sale del territorio nacional el

primer vicepresidente se encarga del despacho; en su defecto lo hace el segundo

vicepresidente.

El encargo del despacho implica, en principio, la atención de los asuntos de mero

trámite, no debiéndose asumir responsabilidades que signifiquen políticas de

orientación gubernamental, salvo la existencia de un hecho significante que

amerite una decisión rápida, oportuna y urgente.

Al respecto, es dable recordar que el encargo del despacho no significa que

temporalmente el presidente de la República pierde su condición de tal, ya que su

cargo no se encuentra vacante ni él está suspendido en el ejercicio de sus

funciones. Por ende, el vicepresidente no ostenta la condición de primer

mandatario de la República, sino que a nombre de él se encarga de la atención de

los asuntos de estado de mero trámite; salvo que imprevistamente surja una

situación de extrema urgencia que amerite una decisión de fondo.

Al respecto, debe recordarse la existencia de hechos significantes en los casos de

Luis Gallo Porras y David Waisman.

Así, en 1958 el vicepresidente Luis Gallo Porras, encontrándose en el exterior el

presidente Manuel Prado Ugarteche, tuvo que aceptar la renuncia del ministro de

Gobierno Carlos Carrillo en ocasión de actos de protesta ciudadana, que

culminaron con la detención de varios estudiantes universitarios; los cuales fueron

colocados en celdas con delincuentes comunes. Asimismo, en el 2005 David

Waisman, encontrándose en el exterior el presidente Alejandro Toledo Manrique,

tuvo que firmar una serie de dispositivos legales que permitieron aumentos de

sueldos a servidores públicos, a raíz de la masiva paralización de servicios

públicos.

35

Page 36: Der.const. II - III

2.6.1.- El caso del presidente del Congreso

El artículo 115 de la Constitución señala que cuando existiere impedimento

permanente de parte del presidente y de los dos vicepresidentes, el presidente del

Congreso asume transitoriamente el mando de la Nación y convocará

inmediatamente a elecciones.

Al respecto, debe recordarse que durante el gobierno de Alberto Fujimori Fujimori

(noviembre del 2000) el Congreso de la República declaró la permanente

incapacidad moral del presidente de la República y la vacancia de la Presidencia

de la República (Resolución Legislativa Nº 009-2000-CR). Asimismo aceptó la

renuncia de ambos vicepresidentes.

En ese contexto eligió a Valentín Paniagua Corazao en su condición de presidente

del Congreso como presidente de la República.

Ahora bien, mediante la Ley Nº 27375 se estableció que el hecho que el titular del

Legislativo asumiese las funciones de presidente de la República no implicaba, en

modo alguno, la vacancia de su cargo ni la pérdida de su condición de integrante

de dicho órgano.

2.7.- El juramento presidencial

De conformidad con lo dispuesto en el artículo 116 de la Constitución, el

ciudadano elegido como presidente de la República presta juramento de ley y

asume el cargo ante el Congreso el 28 de julio del año en que se realiza la

elección.

Esta acción de naturaleza ético-política tiene su génesis en la Constitución de

1823.

El historiador Teodoro Hampe Martínez [“Las autógrafas de los juramentos

presidenciales” En: La Gaceta, Semanario del Congreso de la República. Año III.

Lima, agosto 2000] señala que este acto ritual y solemne de primera magnitud “se

ubica en la propia iniciación de la república, bajo un espíritu de íntima vinculación

36

Page 37: Der.const. II - III

del poder político con la divinidad, ante la cual se hace el juramento y por cuya

veneración sale como garante el Estado”.

Dicha acción lleva al compromiso público de desempeñar el cargo cumpliendo y

haciendo cumplir la Constitución y las leyes. En suma, atiende a un compromiso

de sujeción al imperio de la constitucionalidad y la legalidad, amén de un rechazo

absoluto a cualquier atisbo de autoritarismo.

Dicho juramento se efectúa en el marco de una sesión solemne, con asistencia de

las delegaciones diplomáticas de los países amigos, de los altos funcionarios de la

administración pública y de personalidades intelectuales, religiosas, políticas, etc.

La juramentación se entiende como un acto protocolario, formal y legal, de

reminiscencias vinculadas con el sentido del honor medieval. Si bien la

responsabilidad del presidente emana fundamentalmente de la Constitución y de

las leyes, no menos importante para el país es conocer el compromiso moral que

se asume, por boca del propio mandatario.

En puridad, la juramentación –a pesar de no existir actualmente una norma

expresa– basada en la costumbre y establecida por el sistema político, deviene en

una condición de validez para desempeñar el cargo, su omisión generaría

formalmente un ejercicio presidencial de facto.

El historiador Teodoro Hampe Martínez señala que la fórmula fijada en la

Constitución de 1828 es aquella que permanece casi íntegramente hasta la

actualidad. El citado refiere que esta alude al papel formativo de la religión

católica; que declara la voluntad de preservar la integridad territorial y la soberanía

de la Nación; así como expone el compromiso de hacer observar las leyes,

empezando con la propia Constitución.

Al respecto, transcribimos textualmente la fórmula de juramentación presidencial:

“Juro por Dios y por la Patria que ejerceré fielmente el cargo de presidente

de la República que me ha confiado la Nación; que defenderé la soberanía

y la integridad de la República; que cumpliré y haré cumplir la Constitución

política y las leyes del Perú; y que reconoceré respetando la libertad de

culto, la importancia de la Iglesia Católica en la formación cultural y moral

de los peruanos”.

37

Page 38: Der.const. II - III

Dicha fórmula es leída integra o parcialmente, según sea la decisión del

presidente.

Una situación a ventilarse hipotéticamente en el futuro, sería el acceso a la

presidencia de un ciudadano ateo o agnóstico. A nuestro modo de ver se haría

necesaria variar la invocación a Dios por la remisión al honor.

En ese sentido, es digno de comentar el caso del presidente Ollanta Humala

Tasso en el 2011, quien a pesar de su aparente vinculación con la religión católica

obvio en su juramento la invocación a Dios y remarcó su compromiso con la Patria

y por la “inclusión social”, Asimismo, tras manifestar su respeto al orden

constitucional invocó los principios y valores de la Constitución de 1979; ello

ciertamente generó una intensa polémica política sobre la validez de dicha

juramentación.

En vía de interpretación debe advertirse que la fecha señalada en el artículo 116

de la Constitución solo opera para el caso del ciudadano que accede a la

presidencia mediante elección; en cambio, no existe fecha precisa para la

asunción al mando en el caso de un vicepresidente que reemplaza al titular por

muerte, renuncia, destitución, etc. En dicha hipótesis, la fecha será la más

inmediata, para asegurar la continuidad de la marcha institucional.

En relación a ello, el artículo 11 del Reglamento del Congreso señala que “El 28

de julio se realiza la ceremonia de asunción del cargo de presidente de la

República. En ella, el presidente del Congreso le impone la banda presidencial.

Luego el Congreso escucha el mensaje del presidente de la República. No hay

debate ni pueden hacer uso de la palabra los congresistas”.

En relación a la fecha de juramentación mencionada, esta fue establecida con la

toma de mando de José Luis Bustamante y Rivero en 1945.

2.8.- Las atribuciones y responsabilidades del presidente de la República

De conformidad con lo dispuesto en el artículo 118 de la Constitución, el

presidente de la República a la par de su condición de jefe de Estado previsto en

38

Page 39: Der.const. II - III

el artículo 110, asume por la naturaleza de las atribuciones y responsabilidades

otorgadas la condición de jefe de Gobierno. Ello en virtud a que a través de su

persona se impulsa y se concreta las realizaciones políticas de carácter ejecutivo.

Al respecto, el artículo 7 de la Ley Orgánica del Poder Ejecutivo (Ley Nº 29158)

señala que por su calidad de jefe de Estado le corresponde asumir la jefatura

suprema de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional; y en su calidad de jefe

de Gobierno le corresponde dirigir la política general de Gobierno.

Como afirma Enrique Bernales Ballesteros [ob. cit.], las atribuciones y

responsabilidades del presidente de la República llegan a convertirlo en “la figura

política dominante del sistema”.

Las atribuciones y responsabilidades presidenciales no se reducen en puridad a lo

dispuesto en el citado artículo 118 de la Constitución, sino que a lo largo de dicho

texto aparecen otras de similar importancia; tales los casos de los nombramientos

de altos funcionarios públicos, la disolución del Congreso, el decretamiento de

alguna de las modalidades del Régimen de excepción, etc.

Carlos Pisano Fischer [El Poder Ejecutivo en las constituciones latinoamericanas.

Santiago de Chile: Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de

Chile, 1968] declara que en consuno, dichas atribuciones y responsabilidades

tienden a convertirlo en el “eje directivo para la realización de una política eficaz

de progreso y desarrollo”.

Al respecto, veamos lo siguiente:

a) Cumplir y hacer cumplir la Constitución y los tratados, leyes y demás

disposiciones legales

Esta regulación normativa tiene su génesis en la Constitución de 1979.

Como se ha expresado precedentemente, el presidente de la República ejerce

simultáneamente las funciones de jefe de Estado y jefe de Gobierno (Ejecutivo).

Por tal motivo, recae en su persona la obligación de asegurar la plena vigencia del

Estado de Derecho.

39

Page 40: Der.const. II - III

Como afirman Marcial Rubio Correa y Enrique Bernales Ballesteros [Perú:

Constitución y sociedad política. Lima: Desco, 1981], “es el depositario de la

legalidad del sistema”.

Por ende, le compete asegurar que el conjunto de las relaciones Estado-sociedad

se encauce jurídicamente y que no dependa de la mera voluntad o arbitrio de

quienes detentan el poder político.

Al respecto, El Tribunal Constitucional en el caso Luis Castañeda Lossio

(Expediente Nº 000015-2005-AI/TC) ha establecido que dicha atribución lleva

implícita el principio de ejecutoriedad; el cual conlleva a que la materialización y

concreción de lo dispuesto normativa y jurisprudencialmente se lleve a cabo a

través del Órgano Ejecutivo.

En caso de oposición y resistencia, este puede hacer uso legítimo de la fuerza

para asegurar el cumplimiento de lo preceptuado por un ente con capacidad

legislativa o jurisdiccional.

b) Representar al Estado, dentro y fuera de la República

Esta regulación normativa tiene su génesis en la Constitución de 1920.

El presidente de la República personifica a la Nación políticamente organizada. En

su persona se simboliza la existencia de un cuerpo político soberano.

En suma, encarna la voluntad nacional de acreditar una existencia político-jurídica

libre e independiente.

Los actos del presidente se reputan hechos en nombre y por cuenta del Estado

peruano.

c) Dirigir la política general del Gobierno

Esta regulación normativa tiene su génesis en la Constitución de 1823.

La Constitución a través del ejercicio de esta competencia, le asigna al presidente

la condición de jefe de Gobierno (Ejecutivo). En tal virtud, le corresponde la misión

de procurar la administración de la vida del Estado. Ello implica trazar y dirigir la

labor gubernativa, así como el aseguramiento de la unidad de la acción ejecutiva.

40

Page 41: Der.const. II - III

La administración exige y requiere que el presidente de la República conduzca,

encamine y guíe la acción administradora del cuerpo político, e incluso que

asegure la coherencia y unidad de su acción.

La conducción de la rama ejecutiva del Estado plantea la existencia de una línea

de acción orgánica concerniente al orden público, la seguridad nacional y el bien

común.

Como definiera el patricio norteamericano Alexander Hamilton en El Federalista:

“La verdadera prueba de fuego de un buen presidente es su aptitud para

producir una buena administración”.

d) Velar por el orden interno y la seguridad exterior de la República

Esta regulación normativa tiene su génesis en la Constitución de 1823.

Al presidente se le encarga vigilar y asegurar la protección de la ciudadanía y la

seguridad exterior de la República.

La defensa de la integridad física, moral y patrimonial de la ciudadanía se efectúa

a través de la Policía Nacional.

La garantía frente a las amenazas –acciones que pudieran emanar del exterior–

se efectúa a través del Sistema de Defensa Nacional, el cual el primer mandatario

preside, y, por ende, a este compete la organización, distribución y disposición del

empleo de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional.

Dentro de este contexto, el artículo 137 de la Constitución le permite, previo

acuerdo del Consejo de Ministros, decretar alguna de las modalidades del

Régimen de excepción (estado de emergencia y estado de sitio).

e) Convocar a elecciones para presidente de la República y para representantes al

Congreso, así como para alcaldes y regidores y demás funcionarios que señala la

ley

Esta regulación normativa tiene su génesis en la Constitución de 1823.

La convocatoria electoral consiste en el llamado que hace el presidente de la

República a efectos de renovar los cargos públicos sujetos a la voluntad popular.

41

Page 42: Der.const. II - III

Esta convocatoria es asumida por el titular del Órgano Ejecutivo, en supuesta

razón de concordancia de ser el garante del orden interno, que es el presupuesto

vital para la celebración de comicios. La convocatoria a elecciones generales se

efectúa dentro del plazo señalado en el artículo 1 de la Ley Nº 23903 (seis meses

antes del vencimiento del mandato de los anteriormente elegidos), y se verifica

mediante la expedición de un decreto supremo.

La convocatoria a elecciones para alcaldes y regidores se efectúa dentro del plazo

señalado en el artículo 1 de la Ley Nº 25671 (seis meses antes del vencimiento

del mandato de los citados funcionarios), y también se verifica mediante la

expedición de un decreto supremo.

Nuestra Constitución prevé convocatorias especiales, sujetas a las reglas

anteriormente descritas, en los siguientes casos:

- Elecciones presidenciales en segunda vuelta, cuando ningún candidato

obtiene la mayoría absoluta.

- El artículo 111 señala que esta segunda convocatoria se lleva a cabo

dentro de los treinta días siguientes a la proclamación de los cómputos

oficiales de la primera vuelta.

- Disolución del Congreso mediante ejercicio de la facultad presidencial

establecida en el artículo 134. La convocatoria a elecciones para completar

el período parlamentario, se realiza dentro de los cuatro meses de la fecha

de disolución.

Debe advertirse que el incumplimiento presidencial acarrea la instauración de la

acusación constitucional, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 117 de la

Constitución. La consecuencia jurídica de dicho proceso puede ser la destitución

del presidente de la República.

f) Convocar al Congreso a legislatura extraordinaria; y firmar, en ese caso, el

decreto de convocatoria

Esta regulación normativa tiene su génesis en la Constitución de 1823.

42

Page 43: Der.const. II - III

Se denomina legislatura extraordinaria al período de sesiones que convoca el

presidente de la República a efectos de:

- Hacer un tratamiento específico de alguna materia de interés público.

- Auspiciar un debate sobre la política general del gobierno y de las

principales medidas que propone llevar a cabo el nuevo Consejo de

Ministros. En esta legislatura –que debe ser convocada dentro de los treinta

días de haber asumido el cargo– se plantea la obtención del voto de

investidura (artículo 130 de la Constitución).

Es obvio que la legislatura extraordinaria se produce fuera de los períodos

ordinarios de sesiones parlamentarias.

Al respecto, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 49 del Reglamento del

Congreso de la República, estos períodos ordinarios son los siguientes:

- Primera legislatura: se inicia el 27 de julio y termina el 15 de diciembre.

- Segunda legislatura: se inicia el 1 de marzo y termina el 15 de junio.

En razón de lo expuesto, la legislatura extraordinaria solo podría producirse entre

el 16 de diciembre y el 31 de diciembre; entre el 1 de enero y el 29 de febrero, y

entre el 16 de junio y el 26 de julio.

Ahora bien, la convocatoria presidencial a legislatura extraordinaria se efectúa

mediante la expedición de un decreto supremo, el cual debe contener:

- Fecha de iniciación y de clausura de las actividades del Congreso en

legislatura extraordinaria. La práctica histórica impone que este período no

debe exceder de quince días.

- Señalamiento específico y cerrado de los temas materia de la convocatoria.

g) Dirigir mensajes al Congreso en cualquier época y obligatoriamente, en forma

personal y por escrito, al instalarse la primera legislatura ordinaria anual

43

Page 44: Der.const. II - III

Esta regulación normativa tiene su génesis en la Constitución de 1826.

Se trata de una atribución recogida del sistema presidencial de los Estados

Unidos, dirigida a exponer anualmente ante el seno del Congreso los alcances de

la gestión presidencial, haciéndose extensiva para asuntos de interés general que

así lo ameriten.

El discurso presidencial es obligatorio en una circunstancia: al instalarse la primera

legislatura ordinaria anual (28 de julio de cada año).

El discurso presidencial es objeto de facultad discrecional cuando se presenta

alguna de las circunstancias siguientes:

- Cuando se requiere la atención del Congreso sobre un tema de interés

público.

- Cuando se requiere hacer conocer la adopción de alguna medida de

política general.

Las exposiciones anuales contienen, necesariamente, los tópicos siguientes:

- Exposición detallada de la situación de la República, en donde además se

hace un recuento de la gestión anual del Ejecutivo.

- Señalamiento de las mejoras y reformas que el presidente juzga necesarias

y convenientes. Este señalamiento se pone a consideración del Congreso.

Los mensajes presidenciales –salvo el primero– deben ser aprobados previamente

por el Consejo de Ministros.

La salvedad señalada se justifica porque al asumir el presidente el mando de la

Nación, todavía no existe Consejo de Ministros nombrado por el primer mandatario

de la República.

Como afirma José Pareja Paz Soldán [ob. cit.], los mensajes presidenciales son

actos que en principio no contienen decisiones gubernativas, sino opiniones,

informes, expresiones de puntos de vista, resúmenes y balances de una gestión

de gobierno.

44

Page 45: Der.const. II - III

Marcial Rubio Correa [ob. cit.] entiende que los mensajes presidenciales conllevan

en la praxis formas de comunicación entre el Ejecutivo y el Legislativo, a fin de que

se unan esfuerzos y se concreten medidas para la adecuada marcha del país.

En la práctica existen los mensajes oficiosos, que son aquellos que se ofrecen

cuando el presidente de la República se dirige directamente a la Nación para

exponerle en circunstancias especiales, asuntos fundamentales o exámenes

generales de la situación del país, a través de los medios masivos de

comunicación social.

Es dable señalar que los mensajes presidenciales implican lo siguiente:

- Reconocimiento del Congreso como máxima instancia representativa de la

Nación encarnante del sentimiento político plural de la ciudadanía, a efectos

que esta conozca los lineamientos programáticos del Ejecutivo y sus

propuestas legislativas sobre la materia. En ese contexto, el Congreso tiene

la responsabilidad de su evaluación y discusión a la luz pública.

- Dación de cuenta al Congreso de la gestión cumplida en el año inmediato

anterior al mensaje presidencial.

h) Ejercer la potestad de reglamentar las leyes sin transgredirlas ni

desnaturalizarlas; y, dentro de tales límites, dictar decretos y resoluciones

Esta regulación normativa tiene su génesis en la Constitución de 1823.

Dicha atribución surge como consecuencia de la obligatoriedad de proceder a un

cumplimiento del ordenamiento jurídico tal y conforme lo fija el inciso 1 del artículo

118 de la Constitución; y específicamente por la necesidad de efectuar precisiones

a una ley per se compleja.

En el ámbito reglamentarista del Órgano Ejecutivo, cabe establecer lo siguiente:

Los reglamentos son disposiciones administrativas que ponen en vigor reglas

generales (proposiciones jurídicas) de obligatoriedad erga omnes.

Se trata de disposiciones dirigidas a una pluralidad de personas. No tienen un

destinatario concreto o nominalmente determinado, sino que meramente señalan

el entorno preceptivo de quienes se encuentran obligados a su cumplimiento. En

45

Page 46: Der.const. II - III

suma, establecen los supuestos de hecho por características generales (los

propietarios de casas, los empresarios, los usuarios de un servicio público, etc.).

Los límites de su obligatoriedad se encuentran en la ley. El contenido de la

reglamentación debe encontrarse razonablemente encuadrado dentro de lo que es

la “sustancia” o “espíritu” de la ley.

Su expedición hace posible una mejor aplicación de la ley. Para ello, especifican

detalles y aspectos accesorios no incluidos expresamente en dicha norma.

Desde una perspectiva doctrinaria los reglamentos se clasifican en:

administrativos, ejecutivos y autónomos.

Reglamentos administrativos. Son aquellos preceptos generales de la

administración pública que tienen obligatoriedad interna (al interior de un

organismo estatal). Tienen entroncamiento con una ley orgánica u ordinaria de

creación o implementación de una institución estatal. En los reglamentos se

establecen aspectos secundarios vinculados con la estructura, organización y

funcionamiento de un organismo público, así como con las competencias y

responsabilidades de los funcionarios, directivos y servidores públicos a él

adscritos.

Reglamentos ejecutivos. Son aquellos que tienen por finalidad principal la

especificación de detalles y aspectos accesorios de una ley. Son los más

importantes dentro del género.

Reglamentos autónomos. Son aquellos que no se fundan directamente en una ley,

empero, coadyuvan al cumplimiento de tareas, atribuciones o funciones

encomendadas por ella. En puridad, exponen una atribución implícita y necesaria

para desempeñar adecuadamente aquellas que le hayan sido conferidas por la

propia Constitución.

Lo “implícito” es aquello que no se encuentra enunciado formalmente en la

Constitución, pero que es inferido como atribución en razón de su relación

necesaria e inmediata con otra expresada en dicho texto, a efectos de asegurar el

cabal cumplimiento de los objetivos funcionales a cargo del Órgano Ejecutivo.

Esta modalidad reglamentaria contiene aquello que se encuentra “inserto” en el

espíritu de una norma constitucional; la cual hace referencia al ejercicio de una

46

Page 47: Der.const. II - III

atribución. En suma, emergen o derivan de una interpretación extensiva o

continuada.

Estos reglamentos serán válidos en la medida que respeten lo siguiente:

- Que no exista ley sobre la materia y que no deroguen, abroguen, etc., una

norma de dicha jerarquía.

- Que tengan vinculación con las funciones o actividades encargadas a un

organismo estatal; y, que, por ende, no invadan atribuciones privativas de

otras instituciones.

De conformidad con lo dispuesto en el artículo 13 de la Ley Orgánica del Poder

Ejecutivo (Ley Nº 29158), la potestad reglamentaria del presidente de la República

se sujeta a lo siguiente:

- El proyecto de una norma debe ser elaborado por la entidad competente.

Se tramita acompañado de la correspondiente exposición de motivos, los

informes, estudios y consultas realizadas.

- El proyecto se pública en el portal electrónico respectivo y por no menos de

cinco días calendario, para recibir aportes de la ciudadanía, cuando así lo

requiere la ley.

- Su normatividad se ajusta a los principios de competencia, transparencia y

jerarquía. No pueden transgredir ni desnaturalizar la ley. Se aprueban

dentro del plazo establecido, mediante decreto supremo, salvo disposición

expresa con rango de ley.

Los reglamentos se expiden a través de decretos supremos; salvo que

excepcionalmente se establezca una modalidad distinta por expresa disposición

de una norma con rango de ley.

Los decretos supremos se refieren a preceptos de carácter general que regulan la

actividad sectorial o multisectorial a nivel nacional. Se encargan de normar y

supervisar la organización y funcionamiento de los servicios públicos nacionales o

47

Page 48: Der.const. II - III

las actividades de dichas instituciones. Asimismo, se encargan de reglamentar

leyes sin transgredirlas ni desnaturalizarlas.

Su expedición puede estar sujeta a alguna de estas dos consideraciones:

- Que su aprobación contenga una mera responsabilidad ministerial. Para tal

efecto, se requiere la firma del presidente de la República y además el

refrendo de uno o más ministros, según sea la materia legislable.

- Que su aprobación requiera adicionalmente y de manera solidaria el voto

aprobatorio del Consejo de Ministros.

Esta condición se encuentra prevista en los casos siguientes:

- Cuando se decreta el Régimen de excepción (artículo 137 de la

Constitución).

- Cuando se convoca al Congreso a legislatura extraordinaria (inciso 6 del

artículo 118 de la Constitución).

- Cuando una norma expresa lo exija. Tal el caso de lo dispuesto en la Ley

Nº 9125 (aprobación de la expropiación de un bien inmueble).

Los decretos supremos rigen desde el día siguiente de su publicación en el diario

oficial El Peruano, salvo disposición distinta contenida en el mismo dispositivo.

Las resoluciones supremas se refieren a aquellas decisiones de importancia

gubernamental a nivel nacional que adopta el Órgano Ejecutivo. No contienen

normas de carácter general; se dirigen hacia personas determinables a las que se

les confieren derechos públicos subjetivos o se les establecen responsabilidades o

deberes.

i) Cumplir y hacer cumplir las sentencias y resoluciones de los órganos

jurisdiccionales

Esta regulación normativa tiene su génesis en la Constitución de 1823.

Como afirma Enrique Chirinos Soto [ob. cit.]:

48

Page 49: Der.const. II - III

“En el Estado de Derecho mandan las leyes, no los hombres”.

La responsabilidad del primer mandatario de la República implica un inseparable

compromiso con el imperio de la ley y el respeto de las decisiones que adopten los

órganos jurisdiccionales nacionales u órganos judiciales extranjeros, con

competencia reconocida por la vía de un tratado.

Enrique Bernales Ballesteros [ob. cit.] señala que los órganos jurisdiccionales

administran justicia con efectos erga omnes; pero la ejecución de lo dispuesto es

entregada a la responsabilidad del órgano que gobierna y administra, en razón

que este cuenta con los instrumentos coercitivos del Estado.

En ese sentido, la coerción y ejecución de las decisiones jurisdiccionales se

manifiesta a través del accionar del Órgano Ejecutivo. Este se encuentra obligado

inexcusablemente a prestar el concurso de la fuerza pública para conseguir el

acatamiento y respeto de sus resoluciones.

Esta responsabilidad del órgano administrador es concordante con lo establecido

en el inciso 18 del artículo 139 del texto constitucional que establece como

principio y derecho de la función jurisdiccional, “la obligación del Poder Ejecutivo

de prestar la colaboración en los procesos que le sea requerida”.

j) Cumplir y hacer cumplir las resoluciones del Jurado Nacional de Elecciones

Esta regulación normativa tiene su génesis en la Constitución de 1979.

Esta responsabilidad se basa en los principios anteriormente descritos, en razón a

que el artículo 181 de la Constitución tajantemente señala que:

“En materias electorales, de referéndum o de otro tipo de consultas

populares, sus resoluciones son dictadas en instancia definitiva, y no son

revisables. Contra ellas no procede recurso alguno”.

Con la colaboración que el Órgano Ejecutivo presta para cumplir y hacer cumplir

las resoluciones del Jurado Nacional de Elecciones, se asegura el respeto de la

voluntad popular en la elección de los operadores del poder político.

k) Dirigir la política exterior y las relaciones internacionales; y celebrar y ratificar

tratados

49

Page 50: Der.const. II - III

Esta regulación normativa tiene su génesis en la Constitución de 1826.

La pluralidad de los sistemas de gobierno coincide en la conveniencia de encargar

al Órgano Ejecutivo los asuntos externos y diplomáticos.

El presidente de la República, en su condición de jefe de Estado, representa al

país ante la comunidad internacional. Más aún, es el responsable de tres aspectos

vinculados con la materia: política exterior; relaciones internacionales; y

celebración y ratificación de tratados.

Dirección de la política exterior. Implica la conducción y establecimiento de líneas

de acción dentro del concierto de las naciones, relativas a las vinculaciones de

carácter económico-financiero, y comercial; así como las atinentes a la acción

política a efectos de garantizar o reformular el orden político, económico y social

internacional.

Dirección de las relaciones internacionales. Concordante con lo anteriormente

expuesto, la dirección de la política internacional consiste en el reforzamiento

específico de vínculos con algunos estados, por razones geográficas, económicas,

ideológicas, etc.

Esta específica forma de comportamiento estatal implica el intercambio de

embajadores, la acreditación de misiones diplomáticas, etc.

En ese contexto las relaciones internacionales del Perú, deben tomar en cuenta

preeminentemente la vinculación hemisférica con los Estados Unidos y el Canadá;

con los países limítrofes; con los de la región andina; con los del área

latinoamericana; con los adscritos a la hoya amazónica; con España por los

antecedentes culturales; con los de la cuenca del Pacífico; así como también

tomar en cuenta su condición de país antártico.

Al respecto, Marcial Rubio Correa [ob. cit.] citando al embajador Oscar Maúrtua de

Romaña, señala que la redacción del inciso k) del artículo 118 de la Constitución

es errática, en razón de no tener claros los conceptos de política exterior y

relaciones internacionales.

En ese sentido, la política exterior alude al comportamiento de un Estado dentro

del concierto de las naciones. Por ende, el presidente de la República no puede

dirigir el curso de dichas relaciones, sino a lo sumo generar influencia o propiciar

50

Page 51: Der.const. II - III

algún modo de orientación, máxime nuestra condición de país en vía de

desarrollo.

Celebración y ratificación de tratados. Los tratados son aquellos acuerdos de

voluntad entre dos o más estados, dentro del marco del derecho internacional

público.

La celebración consiste en el establecimiento solemne de un haz de

responsabilidades y en la adquisición de un conjunto de derechos de carácter

bilateral o multilateral que son de común interés.

La ratificación consiste en la reafirmación o confirmación de la voluntad estatal de

concordar voluntades con otro Estado sobre materias de mutuo interés.

Miguel de la Lama Eggerstedt [“La Constitución política de 1979 y los tratados”.

En: La Constitución peruana y sus problemas de aplicación. Lima: Cuzco, 1987]

señala que la ratificación efectuada por el presidente de la República le otorga

fuerza de ley al tratado. Por ende, es el acto de conversión o de transformación

por el cual las cláusulas del tratado pasan a ser parte del ordenamiento jurídico

interno del país.

Los artículos 55 y siguientes de la Constitución establecen tres tipos de tratados:

- Los celebrados y ratificados por el presidente de la República, con

participación del Congreso en un acto intermedio conocido como

aprobación. Versan sobre las siguientes cinco materias: derechos

humanos; soberanía; dominio o integridad del Estado; defensa nacional; y

obligaciones financieras del Estado (tratados ordinarios).

- Los celebrados por el presidente de la República y, que, por contener una

estipulación que afecta una disposición constitucional, deben ser aprobados

por el Congreso mediante un procedimiento agravado (tratados con

habilitación legislativa).

- Los celebrados y ratificados por el presidente de la República sin el

requisito previo de la aprobación del Congreso (convenios internacionales

ejecutivos).

51

Page 52: Der.const. II - III

Al respecto, Elvira Méndez Chang [¿Se puede controlar al Poder Ejecutivo en la

política exterior? Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, 1999] señala que

estos se caracterizan por la simplificación de sus formalidades internas. Dicha

carencia exprofesa de complejidad se refiere solo al procedimiento de formación

de la voluntad pactista y no a la extensión de la norma. Con ello se busca agilizar

la concertación de voluntades estaduales mediante la supresión de solemnidades

o de la participación de otros órganos políticos, cuando su contenido recae

específicamente en una atribución del Ejecutivo.

El presidente de la República cuenta con la colaboración del ministro de

Relaciones Exteriores. Por ende, este es el ejecutor de la política internacional,

según las instrucciones que le sean señaladas.

l) Nombrar embajadores y ministros plenipotenciarios, con aprobación del Consejo

de Ministros, con cargo de dar cuenta al Congreso

Esta regulación normativa tiene su génesis en la Constitución de 1823.

Los nombramientos diplomáticos se definen como aquellas designaciones oficiales

que se efectúan para que una persona desempeñe la representación del Estado

ante sus homólogos extranjeros y ante los organismos internacionales (ONU,

OEA, etc.).

La facultad presidencial sobre la materia hace referencia a los embajadores y

ministros plenipotenciarios, es decir, a los emisarios o funcionarios diplomáticos de

primer orden que representan al país ante otro gobierno.

La atribución presidencial de dirigir la política externa peruana a través del

Ministerio de Relaciones Exteriores, implica la facultad de nombrar a los

embajadores y ministros plenipotenciarios con cargo a ser acreditados ante otros

estados en calidad de jefes de misión diplomática. Esta actividad política del

presidente de la República se concreta a través de una resolución suprema

refrendada por el ministro de Relaciones Exteriores, previo acuerdo del Consejo

de Ministros. Por ende, dicho organismo asume la responsabilidad política de

dicho nombramiento.

52

Page 53: Der.const. II - III

Respecto al nombramiento de los citados funcionarios, cabe mencionar que el

Ministerio de Relaciones Exteriores cuenta, en calidad de órgano de gestión, con

el Servicio Diplomático de la República –cuyos miembros conforman un cuerpo

especializado y jerarquizado de profesionales–, cuyas funciones son las

siguientes:

- Participar en la elaboración de la política exterior y ejecutarla.

- Representar al Estado en el extranjero.

- Defender internacionalmente los derechos e intereses del Estado.

- Conducir las negociaciones internacionales del Estado.

- Colaborar en el fomento de las relaciones de amistad y cooperación del

Perú con los demás estados.

- Recabar la información sobre el frente externo que sea de interés para el

país.

- Proteger los derechos de los nacionales en el exterior.

De esta manera, el presidente de la República tiene en dicho servicio un cuerpo

profesional altamente calificado para representar al Estado. Sin embargo, el

presidente de la República, de acuerdo a lo establecido en el artículo 76 de la Ley

del Servicio Diplomático, puede, en casos excepcionales, nombrar para

desempeñar el cargo de embajador en el exterior a personas que sin pertenecer al

Servicio Diplomático o prestar servicios en él, acrediten notorias calidades

profesionales o cívicas. Dichos nombramientos no pueden exceder del veinte por

ciento del total de embajadores que el Perú tenga acreditados en el exterior.

Este tipo de embajadores indefectiblemente cesan al término de la gestión del

gobierno que los nombró. Estos nombramientos no generan derecho, en modo

alguno, de inscripción en el escalafón del Servicio Diplomático de la República, ni

ningún otro beneficio vinculado con la carrera diplomática.

A diferencia de lo que se disponía en el inciso 15 del artículo 211 de la

Constitución de 1979, el Congreso solo es objeto de dación de cuenta por los

nombramientos diplomáticos. Con ello se acredita una vez más, la desvigorización

53

Page 54: Der.const. II - III

del accionar del Parlamento y el reforzamiento desmesurado de las atribuciones

del Órgano Ejecutivo encarnadas en la figura del presidente de la República.

m) Recibir a los agentes diplomáticos extranjeros y autorizar a los cónsules el

ejercicio de sus funciones

Esta regulación normativa tiene su génesis en la Constitución de 1828.

El ejercicio de las funciones diplomáticas de un embajador extranjero exige el

placet o conformidad del Gobierno ante el cual va a desempeñar su cargo.

Los embajadores deben presentar sus credenciales y los cónsules elevan sus

letras patentes, para que se les expida de considerarlo pertinente el gobierno, el

respectivo exequatur de reconocimiento.

Esta atribución presidencial tiene justificación en razón a las consideraciones

siguientes:

- El presidente de la República tiene la condición de jefe de Estado y

personificante físico de la Nación (inciso 2 del artículo 118 de la

Constitución).

- El presidente de la República es el responsable de la política exterior y de

las relaciones internacionales (artículo 110 de la Constitución).

- La negativa de recibimiento o autorización presidencial implica tácitamente,

el impedimento de ejercicio de la representación diplomática o consular en

el Perú.

n) Presidir el Sistema de Defensa Nacional; y organizar, distribuir y disponer el

empleo de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional

Esta regulación normativa tiene su génesis en la Constitución de 1823.

Dicha atribución guarda concordancia con los antecedentes que aparecen desde

los inicios de las sociedades políticas; en donde los dirigentes políticos tienen una

responsabilidad inmediata y activa con la defensa y seguridad de la Nación.

Personajes de la talla de Alejandro Magno, Enrique V y Napoleón dejan

constancia de dicha consideración.

54

Page 55: Der.const. II - III

La historia registra que el rey inglés Carlos I en 1639, se autoasignó formalmente

el cargo de comandante en jefe. Ello suponía dejar expresa constancia que él se

encontraba jerárquicamente en el ápice de la estructura castrense; y, que, por

consiguiente todo el personal militar debía subordinársele.

Dicha atribución tuvo tratamiento constitucional doctrinario a raíz de la Guerra de

Secesión (Estados Unidos, 1861-1865), cuando el presidente Abraham Lincoln

decidió conducir personalmente el proceso de defensa de la indemnidad de la

Unión Americana, amenazada por la rebeldía de los estados del sur, y motivada

por la ejecución de políticas antiesclavistas.

Por mandato constitucional entre los deberes fundamentales del Estado aparece

la preservación de la soberanía nacional, así como el ofrecer seguridad a la

Nación.

En ese contexto, el artículo 167 del texto base le asigna al presidente de la

República la calidad de jefe supremo de las Fuerzas Armadas y de la Policía

Nacional.

Dicho cargo de naturaleza política implica que la desobediencia a su mando –en el

marco de las atribuciones objeto de comentario–genera la comisión de ilícito

militar; asimismo, plantea el reconocimiento de honores, presentación de armas,

solicitud de permiso para el inicio de ceremonias a las que asista; reconocimiento

de una guardia de honor, etc.

Ahora bien, a efectos de dar cumplimiento a los objetivos anteriormente

consignados, el Estado recurre a la defensa nacional.

La defensa nacional se define como el conjunto de acciones y previsiones que

permiten la supervivencia y permanencia del Estado. Ella incluye la integridad de

este, así como su unidad y facultad de actuación con autonomía en lo interno y

libre de subordinación en lo externo, posibilitando con ello que el proceso de

desarrollo nacional se realice en las mejores condiciones.

Alberto Bolívar Ocampo [“Legislación en seguridad y defensa nacional, 1979-

2006”. En: Ensayos jurídicos contemporáneos. Lima: Pacífico Editores, 2006]

expone que la defensa nacional es un medio para llegar a: la seguridad.

55

Page 56: Der.const. II - III

La defensa nacional conlleva una acción permanente e integral del Estado para

garantizar su seguridad integral. Ella persigue alcanzar, en concreto, los objetivos

siguientes:

- Mantener la inviolabilidad de la soberanía e independencia del país; el

ejercicio absoluto de su libertad de acción; así como la integridad de su

patrimonio espiritual y material.

- Vencer la resistencia que otros estados opongan a la consecución de los

objetivos de desarrollo y defensa nacional, e impedir que estos alcancen

objetivos que resulten perjudiciales para el país.

La defensa nacional es permanente, ya que sus acciones se realizan tanto en

tiempo de paz como en tiempo de guerra. Es igualmente integral, ya que no es

patrimonio exclusivo o asunto privativo de las Fuerzas Armadas y de la Policía

Nacional, sino que abarca a todos los estamentos y miembros de la sociedad

estadual.

Dentro de ese contexto, al presidente de la República le corresponde conducir una

unidad político-administrativa denominada Sistema de Defensa Nacional, la misma

que consta de una pluralidad de órganos interdependientes vinculados en la

necesidad de preservar nuestra soberanía y la seguridad de la Nación.

Mediante la Ley Nº 28478 se establece que dicho sistema alude al conjunto

interrelacionado de elementos del Estado cuyas funciones están orientadas a

garantizar la seguridad nacional mediante la concepción, planeamiento, dirección,

preparación, ejecución y supervisión de la defensa nacional.

El Sistema de Seguridad y Defensa Nacional es presidido por el presidente de la

República e integrado por:

- El Consejo de Seguridad Nacional.

- El Sistema de Inteligencia Nacional.

- El Sistema Nacional de Defensa Civil.

- Los ministerios, organismos públicos y gobiernos regionales.

56

Page 57: Der.const. II - III

El Consejo de Seguridad Nacional es el órgano rector del Sistema de Seguridad y

Defensa Nacional.

El Consejo de Seguridad Nacional está conformado por:

- El presidente de la República, quien lo preside.

- El presidente del Consejo de Ministros.

- El ministro de Relaciones Exteriores.

- El ministro del Interior.

- El ministro de Defensa.

- El ministro de Economía y Finanzas.

- El ministro de Justicia.

- El jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas.

- El presidente del Consejo Nacional de Inteligencia.

El presidente de la República en su calidad de presidente del Consejo de

Seguridad Nacional, de acuerdo a la naturaleza de los asuntos a tratar y/o a

petición de cualquiera de sus miembros, dispone la participación de cualquier otro

funcionario del Estado, el cual tiene derecho a voz pero sin voto.

Los miembros que conforman el Consejo de Seguridad Nacional no podrán

delegar su representación.

Corresponde al Consejo de Seguridad Nacional aprobar:

- La política de seguridad y defensa nacional.

- Los requerimientos presupuestales originados como consecuencia del

planeamiento estratégico para la seguridad y defensa nacional.

- Las adquisiciones de equipamiento militar de carácter estratégico destinado

a la defensa nacional procurando dentro de la función asignada a cada

institución castrense la estandarización del equipamiento.

- Las directivas sobre seguridad nacional.

- Los demás aspectos relacionados con la seguridad nacional.

57

Page 58: Der.const. II - III

Los miembros del Consejo de Seguridad Nacional actúan de acuerdo a las

facultades conferidas por la Constitución política, la Ley Orgánica del Poder

Ejecutivo, sus leyes organizativas y reglamentos.

El Consejo de Seguridad Nacional se reunirá de manera ordinaria una vez cada

tres meses y de manera extraordinaria cuando sea convocado por el presidente de

la República.

Los acuerdos del Consejo se adoptan por la mitad más uno del número legal de

miembros del Consejo. El presidente de la República tiene voto dirimente y ejerce

la facultad de veto.

Los acuerdos, actas, grabaciones y transcripciones que contienen las

deliberaciones sostenidas en las sesiones del Consejo de Seguridad Nacional,

dependiendo de su naturaleza, son de carácter secreto, reservado o confidencial,

de acuerdo a la clasificación que le otorgue el propio Consejo, en concordancia

con la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública.

El Sistema de Inteligencia Nacional forma parte del Sistema de Seguridad y

Defensa Nacional y se estructura para producir inteligencia y realizar actividades

de contrainteligencia necesarias para la seguridad nacional. Se rige por su propia

ley y su reglamento.

El Sistema Nacional de Defensa Civil forma parte del sistema de Seguridad y

Defensa Nacional. Tiene por finalidad proteger a la población, previniendo daños;

proporcionando ayuda oportuna y adecuada; asegurando su rehabilitación en

casos de desastres, calamidades o conflictos. Se rige por su propia ley y su

reglamento.

Los ministerios, organismos públicos y gobiernos regionales son los elementos de

ejecución del Sistema de Seguridad y Defensa Nacional, encargados de planear,

programar, ejecutar y supervisar las acciones de defensa nacional, en las áreas

específicas de responsabilidad.

Para el cumplimiento de estas funciones cuentan con Oficinas de Defensa

Nacional, que dependen de la más alta autoridad de su institución.

58

Page 59: Der.const. II - III

Las Oficinas de Defensa Nacional asesoran al ministro, jefe del organismo o al

presidente del Gobierno Regional en el planeamiento, programación, ejecución y

supervisión de las acciones de seguridad y defensa nacional.

Las Oficinas de Defensa Nacional mantienen relación técnica con la Dirección

General de Política y Estrategia del Ministerio de Defensa.

El Ministerio de Defensa, como órgano principal de ejecución del Sistema de

Seguridad y Defensa Nacional, es el encargado de formular, coordinar,

implementar, ejecutar y supervisar la política de defensa nacional en el campo

militar, así como de diseñar, planificar y coordinar dicha política en los campos no

militares, de acuerdo a las leyes vigentes.

Toda persona que por razón de su cargo o función, tome conocimiento de

información clasificada relacionada con la seguridad y defensa nacional, está

obligada a guardar la reserva correspondiente; así como, toda aquella que tenga

información de algún hecho atentatorio contra la seguridad nacional, está obligada

a ponerlo en conocimiento de la autoridad competente.

Al respecto y concordante con lo anotado, el artículo 167 de la Constitución

establece que el presidente de la República es el jefe supremo de las Fuerzas

Armadas y de la Policía Nacional. Dicha pauta encuentra su inspiración en la

Constitución americana de 1787.

En consuno la normatividad constitucional glosada, apunta a mantener la

subordinación castrense al mando constitucional surgido de la voluntad popular.

o) Adoptar las medidas necesarias para la defensa de la República, de la

integridad del territorio y de la soberanía del Estado

La adopción de estas medidas deviene en la fase ejecutiva de lo previsto en el

apartado anterior.

La soberanía nacional tiene un doble aspecto: externo e interno.

En el ámbito externo se expresa en la independencia del Estado frente a las otras

naciones y estados, con el celoso resguardo de la integridad de nuestras

fronteras.

59

Page 60: Der.const. II - III

En el ámbito interno se manifiesta con su poder de decisión libre, sin coacción

alguna.

Para salvaguardar la soberanía e independencia nacional, el Estado promueve la

defensa nacional, que, como vimos en el punto anterior se instituye por Decreto

Ley Nº 22653 de fecha 11 de setiembre de 1979, y que consiste, en principio, en

la organización militar, naval, aérea y policial.

El presidente de la República tiene bajo su investidura de jefe supremo de las

Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional, la autoridad suficiente para tomar

decisiones destinadas no solo a mantener el orden público y a salvaguardar la

vida de relación de los ciudadanos, sino además a defender a la República en

cualquier conflicto que surja con otra homóloga.

Existen dos mecanismos particulares que el presidente puede utilizar dentro del

Régimen de excepción, para contrarrestar conflictos dentro de su territorio. Ellos

son: declarar el estado de emergencia y declarar el estado de sitio.

p) Declarar la guerra y firmar la paz, con autorización del Congreso

Esta regulación normativa tiene su génesis en la Constitución de 1823.

Se trata de una atribución derivada de su condición de jefe supremo de las

Fuerzas Armadas y de director de la política exterior; vale decir, es una expresión

cabal de la jefatura del Estado.

La declaración de guerra consiste en la notificación directa que el jefe de Estado

efectúa y en donde se señala la ruptura de relaciones amistosas con uno o más

estados, amén de darse cuenta de la iniciación de hostilidades. En la práctica

histórica suele precederle un ultimátum.

El ultimátum es un documento que contiene la postrera condición propuesta, la

que de no ser realizada conduce a la ruptura de relaciones, y, casi siempre a la

declaración de guerra. Se caracteriza por la crudeza de las exigencias y la

sequedad y el laconismo de los términos.

Los efectos usuales de la declaración de guerra son los siguientes:

- Ruptura de las relaciones diplomáticas.

60

Page 61: Der.const. II - III

- Retiro del personal diplomático.

- Cesación de la vigencia de los tratados bilaterales.

- Entrada en vigor de los tratados previstos para los casos de hostilidades;

por ejemplo el relativo a la intervención de la Cruz Roja, entre otros.

- Adquisición del carácter de estado beligerante, con derecho a conducir las

hostilidades sin más restricción ética que el respeto a las leyes de guerra.

En el derecho castrense se entiende que hay tiempo de guerra cuando entre dos o

más estados impera un clima de hostilidad, hay suspensión de relaciones

pacíficas y diplomáticas, interrupción de todo intercambio de comercio y,

fundamentalmente producción de acciones de agresión o defensa bélica.

La declaración de guerra tiene antecedentes históricos surgidos del sentido

caballeresco que antaño contenían las acciones bélicas; o por la acción

jactanciosa de exhibir un poderío feroz.

Así, los romanos acostumbraban enviar a sus feciales, los cuales se encargaban

de lanzar un dardo ensangrentado sobre territorio enemigo. De esta manera se

cumplía con el rito de la clerigación.

Los feciales eran los heraldos o ministros encargados de anunciar la guerra o la

paz. Esta declaración solemne –llamada clerigatio– exigía el cumplimiento de

determinadas demandas y otorgaba un plazo perentorio para ese cumplimiento.

Su desatención ocasionaba el arrojo de un dardo o jabalina ensangrentada.

En los predios romanos se afirmó la idea de “nullum bellum essejustum, visi guod

denunciatum ante sit et indictum” (“No es justa guerra la no declarada ni intimada

con antelación”).

La declaración de paz implica, necesariamente, la cesación de hostilidades.

La paz significa el período de tranquilidad, de sosiego, en la vida de relación de los

estados, con proscripción de la violencia armada.

Ambas declaraciones –de guerra o de paz– deben ser objeto de autorización por

el Congreso. Ella deviene en la expedición de un instrumento legislativo en que se

le confiere poder al presidente de la República, para verificar cualquiera de las

declaraciones citadas.

61

Page 62: Der.const. II - III

Para tal efecto se expide una resolución legislativa.

q) Administrar la hacienda pública

Esta regulación normativa tiene su génesis en la Constitución de 1823.

El presidente de la República a través de sus colaboradores –particularmente el

ministro de Economía y Finanzas– tiene la responsabilidad de –utilizando un

conjunto de principios, técnicas y prácticas– establecer un sistema de

administración por el que se pueda conducir la hacienda pública.

En ese sentido, se entiende por hacienda pública la totalidad de rentas, ingresos y

bienes incorporados al patrimonio de una comunidad política.

Esta administración se rige por el presupuesto que anualmente aprueba el

Congreso. Asimismo, está sujeta a la supervigilancia de la Contraloría General de

la República.

r) Negociar los empréstitos

Esta regulación normativa tiene su génesis en la Constitución de 1979.

Los empréstitos hacen referencia a los créditos que tiene el Estado.

El presidente de la República de conformidad con lo dispuesto en el artículo 78 de

la Constitución, debe enviar al Congreso dentro de un plazo que vence el 30 de

agosto de cada año, los proyectos de Ley de Endeudamiento.

Le corresponde al Congreso –a tenor de lo dispuesto en el artículo 102– la

autorización de los empréstitos pasibles de ser negociados por el presidente de la

República a través de su ministro de Economía y Finanzas.

Esta autorización normativa conocida como Ley de Endeudamiento, debe fijar la

condiciones y señalar las materias en que se habrán de invertir los créditos

conseguidos.

Los empréstitos aplicados a estas materias deben alcanzar un efecto

económicamente reproductivo, o servir para la defensa nacional o el

mantenimiento del orden interno.

De conformidad con lo establecido en el artículo 75 de la Constitución, el

endeudamiento puede ser externo o interno.

62

Page 63: Der.const. II - III

El endeudamiento externo alude a los recursos financieros que se obtienen de

operaciones de crédito contratadas con instituciones y gobiernos extranjeros o con

organismos internacionales.

El endeudamiento interno alude a los recursos financieros que se obtienen de

operaciones de crédito concertadas con entidades sectoriales del propio Estado

(Banco de la Nación, Banco Central de Reserva, etc.) y con entidades privadas del

país.

s) Dictar medidas extraordinarias, mediante decretos de urgencia con fuerza de

ley, en materia económica y financiera, cuando así lo requiere el interés nacional y

con cargo de dar cuenta al Congreso. El Congreso puede modificar o derogar los

referidos decretos de urgencia

Esta regulación normativa tiene su génesis en la Constitución de 1979.

Los decretos de urgencia en sentido lato son aquellas normas que contienen

medidas extraordinarias destinadas a regular de un lado, graves, súbitas y

anormales circunstancias de carácter económico y financiero; y del otro, para

regular la actividad legislativa durante el período que transcurre entre la disolución

del Congreso de la República y la instauración de otro surgido de elecciones

parlamentarias.

Su expedición se justifica por el mayor daño que se podría generar, en caso el

Órgano Ejecutivo no actuase de manera inmediata.

En el primer caso, se trata de preceptos dictados por el presidente de la República

como una medida excepcional y válida para regular situaciones extraordinarias y

apremiantes de carácter económico y financiero. El inciso 19 del artículo 118 de la

Constitución los prevé en salvaguarda del interés nacional. Son aprobados por el

Consejo de Ministros y refrendados por el presidente de dicho ente.

Resulta evidente que las normas que se dictan en aplicación de la citada norma

constitucional, difieren de los decretos supremos expedidos al amparo del inciso 8

del artículo 118 de la Constitución; los cuales tienen por objeto reglamentar las

leyes o permitir el normal funcionamiento de los servicios públicos.

63

Page 64: Der.const. II - III

En la experiencia inglesa, dicha modalidad tiene antecedentes en la “Ley sobre

desagües” de 1531 que permitía fijar tasas, embargar bienes e imponer

penalidades a quienes no afrontaran los gastos de instalación o consumo.

En la experiencia francesa dicha modalidad aparecerá bajo la denominación de

decretos leyes dictados durante la vigencia de la Tercera República (1870-1944).

Su primera manifestación expresamente constitucional se verificará con el texto

fundamental de Prusia de 1850. En efecto, en dicha Constitución se contempló la

posibilidad que el Órgano Ejecutivo dictase decretos con fuerza de ley, cuando así

lo exigiese la seguridad pública o la crítica de las circunstancias, con cargo de dar

cuenta al Órgano Legislativo.

Como refieren Narciso J. Lugones, Alberto F. Garay, Sergio Dongo y Santiago

Corchera [Leyes de emergencia. Decretos de necesidad y urgencia. Buenos Aires:

La Ley, 1992], el uso de este instrumento legal se intensificará durante la Primera

Guerra Mundial (1914-1918), la crisis económica de 1924-1926 y la Segunda

Guerra Mundial (1939-1945). En ese contexto, destacan las denominadas lai du

cadeuas (leyes de candado) que permitía poner en vigencia inmediata las nuevas

tarifas aduaneras propuestas al Parlamento, o disponer la ejecución de la escala

de aumentos por decreto, de manera previa a la sanción de la ley.

Dicha modalidad será recogida en la Constitución de Austria de 1920 y la

Constitución española de 1931.

En Italia aparecerán en la primera mitad del siglo XX mediante los denominados

decretos catenacci (decretos de cerrojo) relativos a la aplicación urgente de reglas

limitativas a la expansión de los grandes almacenes.

Posteriormente, serán introducidos en el artículo 77 de la Constitución de 1947 en

donde textualmente se expresará:

“No podrá el Gobierno, sin delegación de la Cámaras, dictar decretos que

tengan fuerza de ley ordinaria.

Cuando en casos extraordinarios de necesidad y urgencia el Gobierno

adopte, bajo su responsabilidad, medidas provisionales (provedimenti

provisori) con fuerza de ley, deberá presentarlas el día mismo para su

conversión a las Cámaras, las cuales, incluso hallándose disueltas, serán

64

Page 65: Der.const. II - III

debidamente concordadas y se reunirán dentro de los cinco días de su

publicación. Las Cámaras podrán, sin embargo, regular mediante ley las

relaciones jurídicas surgidas en virtud de los decretos que no hayan

resultado convertidos”.

En nuestro país, aparecen de manera asistemática en las constituciones de 1826,

1828, 1834 y 1839. En todas ellas se concede la atribución al Ejecutivo para

adoptar medidas en casos de extraordinaria necesidad.

De manera orgánica será recogida por la Constitución de 1979.

La expedición de los decretos de urgencia en materia económica y financiera está

acondicionada a la existencia de circunstancias anormales e imprevistas que

exigen una acción estatal urgente e inmediata, cuando así lo requiere el interés

nacional.

Las características de esta modalidad normativa son las siguientes:

- Atribución presidencial. La decisión política de expedir este tipo de

normatividad está sujeta a la discrecionalidad del presidente de la

República. Ello aun cuando su aprobación formal corresponde al Consejo

de Ministros. Por disposición expresa del artículo 11 de la Ley Orgánica del

Poder Ejecutivo (Ley Nº 29158) deben ser refrendadas por el presidente del

Consejo de Ministros, el ministro de Economía y Finanzas y en los casos

que corresponda por uno o más ministros a cuyo ámbito de competencia

esté referido.

- Uso inmediato. La decisión de expedir este tipo de normatividad no está

sujeta a ningún condicionamiento de “tiempo” jurídico; vale decir, pueden

ser empleados en el momento que sean necesarios, siempre que con ello

se busque remediar una situación de anormalidad.

La expedición de los decretos de urgencia, está condicionada a la existencia de

circunstancias anormales e imprevistas que exigen una acción estatal urgente e

inmediata, cuando así lo requiere el interés nacional.

65

Page 66: Der.const. II - III

El Tribunal Constitucional en el caso Roberto Nesta Brero (Expediente Nº 00008-

2003-AI/TC) señala que la legitimidad de los decretos de urgencia debe ser

determinada sobre la base de la evaluación de criterios endógenos y exógenos a

la norma.

El criterio endógeno exige que la materia económica y financiera sea el contenido

y no el continente, ya que en sentido estricto, pocas son las cuestiones que, en

última instancia, no sean reconducibles hacia el factor económico.

El criterio exógeno exige que la medida puede ser realmente eficaz, eficiente y

oportuna de acuerdo a las características.

Las características de esta modalidad normativa son las siguientes:

- Medida extraordinaria. Se trata de disposiciones que se dictan ante

situaciones que están fuera de lo común; ergo, surgen ante hechos

imprevistos, anormales y extremos. Es del caso que se expiden a efectos

de conjurar específicas situaciones de súbita aparición y de impostergable

atención, dada su agudeza, “singularidad” y potencial gravedad de sus

consecuencias. Se trata de situaciones que requieren inmediata regulación,

y que no pueden esperar el tramité ordinario de la dación de una ley o de la

delegación de facultades legislativas a favor del Órgano Ejecutivo. Caso

contrario, perdería eficacia la regulación de dichas situaciones. Por

consiguiente, como afirma Francisco Morales Saravia [“Los decretos de

urgencia en la Constitución política de 1993”. En: Vox Juris, Revista de

Derecho de la Universidad San Martín de Porres, Nº 9. Lima: Imperial,

1998] los decretos de urgencia “requieren de un presupuesto de hecho

habilitante que es la urgente y excepcional necesidad que debe ser

solucionada”.

- Materia económica y financiera. Las materias sujetas a la posibilidad de la

dación de un decreto de urgencia no son genéricas. Por el contrario tienen

vinculación con aspectos muy específicos y concretos vinculados con los

objetivos de la actuación gubernamental. En ese sentido, tratan lo relativo a

los aspectos siguientes: reestructuración de los gastos del gobierno central

66

Page 67: Der.const. II - III

y de las empresas del Estado establecidos en la Ley Anual de Presupuesto;

disposición de operaciones de emergencia en materia de endeudamiento

interno y externo, para proveer al Estado de recursos financieros

destinados a la atención y satisfacción impostergable de necesidades

públicas. El artículo 74 de la Constitución prohíbe expresamente que los

decretos de urgencia contengan materia tributaria.

- Motivación fundamentada. Es obligatoria, bajo pena de nulidad, que la parte

considerativa de la norma comprenda una explicación suficiente y precisa

sobre los hechos y los fundamentos jurídicos que la amparan. En ese

sentido, se hace insoslayable definir el contenido del interés nacional

expuesto a peligro.

- Carácter provisional. La medida tiene un ámbito de vigencia determinado en

el tiempo; es decir, se circunscribe al período que demoran en cesar las

causas que dieron origen a su dación; así como a que sean convalidadas

tácitamente o rectificadas expresamente por el Parlamento.

- Interés nacional. Se refiere a que la conveniencia, ventaja o beneficio

material deberá dirigirse en favor de toda la población, y jamás en modo

alguno para provecho de un grupo. Por ende, la circunstancia excepcional

objeto de regulación extraordinaria y urgente, debe amenazar seriamente al

bien común, al interés general, a la utilidad pública, etc.

- Valor integrador y/o suspensivo. Su aplicación permite cubrir un vacío o

defecto legislativo; o en otra hipótesis, suspender los alcances de una ley

que regula una situación normal, hasta tanto no cese la situación anormal.

En ese contexto, se hace imperioso que el decreto de urgencia identifique

las normas legales que quedan en suspenso durante su vigencia.

- Dación de cuenta y control parlamentario. Existe la obligación del

presidente de la República, dentro de las veinticuatro horas posteriores a su

publicación, de dar cuenta por escrito al presidente del Congreso de la

República o al de la Comisión Permanente, según sea el caso. En ese

contexto, el presidente del Congreso o de la Comisión Permanente, según

sea el caso, remite el decreto de urgencia a la Comisión de Constitución y

67

Page 68: Der.const. II - III

Leyes Orgánicas, a efectos de que dictamine sobre sus alcances. El

referido dictamen debe poner énfasis en la razonabilidad de la invocación

acerca del interés nacional, así como en el cumplimiento de los requisitos

formales; amén del respeto al marco normativo previsto en el Reglamento

del Congreso de la República. El Congreso o la Comisión Permanente,

según sea el caso, se pronuncian en definitiva sobre la vigencia o

derogatoria del decreto de urgencia.

- Rango de ley. De conformidad con lo establecido en el inciso 4 del artículo

200, dichas normas tienen una jerarquía semejante a la ley; por

consiguiente también se encuentran sujetas al contralor jurisdiccional del

Tribunal Constitucional.

t) Regular las tarifas arancelarias

Esta regulación normativa tiene su génesis en la Constitución de 1979.

Al presidente de la República le corresponde establecer, señalar o pautar lo

relativo a los montos o cargas impositivas que pesan sobre las importaciones de

bienes y servicios.

Los aranceles implican un sistema de gravámenes que pesan sobre las

importaciones. Estos pueden ser parejos, diferenciados o incluso de exención.

Dichas políticas arancelarias quedan a cargo del Órgano Ejecutivo, a efectos de

salvaguardar un conjunto de variables económicas, tales como: ingreso, tasas de

desempleo, ahorro, inversión, etc. Por ende, a través de la regulación de las tarifas

arancelarias se puede promover la protección de la industria nacional; o por el

contrario estimular una competencia horizontal entre empresas nacionales y

extranjeras.

u) Conceder indultos y conmutar penas. Ejercer el derecho de gracia en beneficio

de los procesados en los casos en que la etapa de instrucción haya excedido el

doble de su plazo más su ampliatoria

Esta regulación normativa tiene su génesis en la Constitución de 1826.

68

Page 69: Der.const. II - III

La Constitución consagra como facultad presidencial el dar u otorgar indultos, el

conmutar penas y el corte de los procesos por vencimiento del plazo razonable.

En puridad, esta prerrogativa es la reminiscencia del otrora poder absoluto del rey,

que hoy subsiste en esta materia por razones de conmiseración, equidad y

generosidad. Se plasma, por lo general, en ocasiones solemnes o de regocijo

público, como son las fiestas patrias o las fiestas pascuales.

El indulto consiste en el perdón o remisión, ya sea total o parcial, de una pena

impuesta por sentencia condenatoria ejecutoriada.

Como bien exponen Luis Roel Alva y José V. García Yzaguirre [“La regulación

constitucional del indulto en el Perú”. En: Gaceta Jurídica, Nº 40. Lima, 2011] se

trata de “un acto discrecional, excepcional y limitado”.

El artículo 3 del Reglamento Interno de la Comisión de Gracias Presidenciales

(R.M.) Nº 0162-2010-JUS, señala que el indulto deviene en una potestad del

presidente de la República para adoptar la renuncia al poder punitivo respecto de

los condenados.

El indulto se encuentra sujeto a dos límites: el formal y el material. Al respecto,

Luis Roel Alva y José V. García Yzaguirre [ob. cit.] señalan lo siguiente:

- En relación a los límites formales. El indulto solo puede ser otorgado a

condenados por ciertos delitos. Contrario sensu no es viable en los casos

de secuestro, extorsión u otros señalados expresamente por la ley.

Asimismo, requiere el cumplimiento de formalidades procedimentales

(refrendo, informes técnicos, etc.).

- En relación a los límites materiales. El indulto debe respetar los fines

constitucionalmente protegidos (reeducación, rehabilitación y

reincorporación del penado; protección a la población de las amenazas

contra su seguridad).

El indulto puede ser clasificado de las maneras siguientes:

69

Page 70: Der.const. II - III

- El indulto común o simple. Es aquel que se otorga, tras el cumplimiento de

ciertas formalidades señaladas en la Resolución Ministerial Nº 0162-2010-

JUS con prescindencia de cualquier consideración asignable al condenado

beneficiario.

- El indulto humanitario. Es aquel que se otorga en consideración a que el

condenado beneficiario sufre de enfermedades terminales; que sin

encontrarse en esa fase ha devenido en avanzada, degenerativa e

incurable. Asimismo, en aquellos casos en que un padecimiento por las

condiciones carcelarias, pudiese colocar en gran riesgo la vida, la salud e

integridad.

Dicha gracia extingue la pena y la posibilidad de persecución penal por los hechos

de la condena. En consecuencia, tiene los efectos de la cosa juzgada y la

aplicación del principio ne bis in idem. Debe advertirse que esta no afecta el pago

de la reparación civil.

Es admisible la revocatoria del indulto otorgado en caso de acreditarse un vicio de

constitucionalidad; empero, ello solo puede efectuarse en vía jurisdiccional; por

consiguiente, el presidente de la República carece de competencia anulatoria

sobre su propia decisión. Al respecto, lo reseñado aparece en el caso José

Enrique Crousillat (Expediente Nº 03660-2010-PHC/TC) en donde el Tribunal

Constitucional tras declarar la invalidez de la Resolución Suprema de revocatoria,

determinó la nulidad del indulto, tras comprobar las inexactitudes contenidas en

las recomendaciones formuladas por la Comisión de Indultos del Ministerio de

Justicia, las cuales no se condecían con las conclusiones a las que había llegado

la Junta Médica Penitenciaria sobre el estado de salud del otrora beneficiario.

La conmutación de penas consiste en la rebaja o disminución de la ejecución de

una sentencia condenatoria en materia de derecho penal, o en el cambio de la

calidad de la pena.

El derecho de gracia por vencimiento del plazo razonable plantea la posibilidad de

cortar la tramitación de un proceso penal, cuando se presentan los dos requisitos

siguientes:

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- Existencia de un procesado sin condena.

- Verificación de que la etapa de investigación judicial –instrucción– hubiere

excedido el doble del plazo fijado en el Código Procesal Penal, más la

ampliatoria señalada por el juez de la causa.

Debe advertirse, que si bien dicha capacidad discrecional forma parte de nuestra

Constitución histórica, solo a partir del texto de 1979 es que se ha adoptado una

posición distintiva entre la institución de la amnistía y la del indulto.

Es dable señalar, que por Resolución Ministerial Nº 0162-JUS de fecha 13 de julio

de 2010, se ha creado la Comisión de Gracias Presidenciales.

Esta Comisión se encarga de evaluar las solicitudes de indultos de los

condenados y de proponer su aceptación ante el presidente de la República. Este

ejerce facultad discrecional sobre la materia, dentro del marco de la ley.

Esta atribución constitucional no implica en forma alguna interferencia en la

actividad del Órgano Judicial, en razón a que el inciso 2 del artículo 139 reconoce

que el derecho de gracia no afecta la independencia en el ejercicio de la función

jurisdiccional.

v) Conferir condecoraciones en nombre de la Nación, con acuerdo del Consejo de

Ministros

Esta regulación normativa tiene su génesis en la Constitución de 1979.

Las condecoraciones son aquellos distintivos de honor que se conceden para

recompensar el mérito político, cívico o militar. Suelen consistir en cruces, bandas,

collares, medallas, placas y escudos, con el simbolismo correspondiente a las

circunstancias del caso.

El acuerdo adoptado en el seno del Consejo de Ministros se formaliza mediante la

expedición de una resolución suprema.

A diferencia de los reconocimientos honoríficos que conceden los otros órganos

del Estado, los específicamente a cargo y bajo discrecionalidad del Órgano

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Ejecutivo tienen la singularidad que su concesión se asume a nombre de la Nación

y no solo a título de un órgano estatal.

Dichas distinciones pueden ser otorgadas a personas naturales o a personas

jurídicas; pudiendo ser estas últimas de derecho privado o público.

w) Autorizar a los peruanos para servir en un ejército extranjero

Esta regulación normativa tiene su génesis en la Constitución de 1979.

Esta autorización es una facultad presidencial por la cual se aprueba el servicio de

un nacional en las filas de un ejército extranjero.

Esta atribución se genera en razón a que en determinadas circunstancias,

connacionales con residencia en el extranjero se ven sometidos a las reglas del

servicio militar obligatorio del país en que residen. Así, pues, con el objeto de

evitar problemas de sanción posterior por parte de nuestro Estado, se ha facultado

al presidente de la República el otorgamiento de estas autorizaciones.

Tal como lo expresa Mario Castillo Freyre [Todos los poderes del presidente.

Lima: Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, 1997], dicha

atribución tiene carácter extraordinario, ya que los supuestos para su verificación

práctica devienen en inusuales en los tiempos modernos. El citado a guisa de

ejemplo recuerda los casos de miembros de nuestras Fuerzas Armadas sirviendo

a las denominadas fuerzas de paz de las Naciones Unidas, en los casos de

conflicto internacional.

Al respecto, nuestra historia acredita la presencia de peruanos ilustres que han

batido armas en ejércitos extranjeros; tales los casos del coronel Leoncio Prado

durante la lucha por la liberación de Cuba contra el dominio español en donde

combatió a órdenes de Máximo Gómez, José Maceo y Guillermo Moncada, a raíz

de la denominada “Guerra de los diez años o guerra grande” (1868-1878); el

mariscal Toribio de Luzuriaga combatiente en las campañas libertadoras de

Argentina y Chile. Asimismo, el escritor José García Calderón –hijo del ex

presidente Francisco García Calderón– quien se alistó como soldado en el ejército

francés durante la Primera Guerra Mundial, falleciendo en combate en mayo de

1916.

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Igualmente, es destacable consignar la presencia de extranjeros a favor de las

causas nacionales; tales los casos de los militares ingleses Martin G. Guisse y

Guillermo Miller; el general colombiano José María Córdova y el general

venezolano Jacinto Lara durante el proceso emancipador. Asimismo, son citables

los casos del ingeniero polaco Ernesto Malinowski durante el Combate del 2 de

Mayo de 1866 y del militar argentino Roque Sáenz Peña durante la Guerra del

Pacífico.

x) Ejercer la demás funciones de gobierno y administración que la Constitución y

las leyes le encomiendan

Esta norma tiene por objeto concordar lo establecido in totum en el artículo 118 de

la Constitución con el resto de las atribuciones y responsabilidades presidenciales.

Al respecto, pueden mencionarse el caso de los nombramientos, propuestas y

remociones.

Los nombramientos deben entenderse como aquellos señalamientos o

designaciones a favor de una persona, a fin de que se haga responsable de un

cargo o empleo público de alta significación política o jurídica.

Las propuestas deben entenderse como la manifestación de una sugerencia

formal a favor de una persona, a efectos que otro órgano si lo estima pertinente le

otorgue la designación a un alto cargo o empleo público.

Las remociones deben entenderse como las deposiciones, apartamientos o

separaciones de funcionarios de alto rango.

En ese sentido, el presidente de la República ejerce las siguientes atribuciones-

responsabilidades:

- El artículo 122 de la Constitución establece que nombra y remueve al

presidente del Consejo de Ministros. Asimismo, nombra y remueve a los

demás ministros, a propuesta y con acuerdo, respectivamente del

presidente del Consejo de Ministros.

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- El artículo 82 de la Constitución concordante con el inciso 2 del artículo

101, establece que el contralor general de la República es propuesto por el

Órgano Ejecutivo y es designado por el Congreso.

- El artículo 86 de la Constitución establece que el Órgano Ejecutivo designa

a cuatro de los siete miembros del directorio del Banco Central de Reserva;

siendo uno de ellos a quien se le otorga la calidad de presidente.

- El artículo 87 de la Constitución concordante con el inciso 2 del artículo 101

establece que corresponde al presidente de la República la designación del

superintendente de Banca y Seguros, con cargo a su ratificación por parte

del Congreso.

- El artículo 172 de la Constitución establece que el presidente de la

República otorga los nombramientos de ascenso para generales y

almirantes de las Fuerzas Armadas y de los generales de la Policía

Nacional, a propuesta del instituto correspondiente.

Asimismo, de conformidad con los incisos r) y s) del artículo 8 de la Ley Orgánica

del Poder Ejecutivo (Ley Nº 29158) le corresponde conceder la extradición con

aprobación del Consejo de Ministros y presidir el Foro del Acuerdo Nacional.

La concesión de extradición implica el procedimiento por el cual un Estado es

requerido para que haga entrega de un individuo que se encuentren dentro de su

territorio y que tiene la condición de procesado o condenado por un delito común

por otro Estado denominado requirente o solicitante. Ello en virtud de un tratado, o

a falta de este por aplicación del principio de reciprocidad. Dicha solicitud implica

que aquel sea puesto a disposición de la autoridad judicial competente y se le

enjuicie penalmente o para que cumpla y se ejecute la pena impuesta, si se

hubiere producido previamente el proceso penal correspondiente.

Entre las condiciones exigibles para la concesión de extradición aparecen las

siguientes:

- Que el delito se haya producido fuera de la jurisdicción del Estado

requerido.

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- Que el delito sea considerado como tal por ambos estados.

- Que el hecho que motiva la extradición no hubiese dado motivo para ser

juzgado en nuestro país.

La concesión de la extradición se lleva a cabo con aprobación del Consejo de

Ministros previo informe no vinculante de la Corte Suprema de la República.

De otro lado, cabe señalar que el Foro del Acuerdo Nacional es un espacio de

diálogo y concertación institucionalizado como instrumento de seguimiento y

promoción de las políticas de Estado elaboradas por dicho ente.

Dicho ente tiene una conformación tripartita. Así, participan el Ejecutivo, el

Legislativo y las organizaciones de la sociedad civil a nivel nacional

(organizaciones políticas, sindicales, empresariales, religiosas, etc.).

Los objetivos del Acuerdo Nacional son los siguientes:

a) Fortalecimiento de la Democracia y el Estado de Derecho.

b) Desarrollo con equidad y justicia social.

c) Promoción de la competitividad del país.

d) Afirmación de un Estado eficiente, transparente y descentralizado.

Dicho ente se encuentra adscrito a la presidencia del Consejo de Ministros.

La presidencia está a cargo del presidente de la República; el cual puede

delegarla a favor del presidente del Consejo de Ministros.

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