Derecho eclesiástico TEORÍA

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Captulo I. EL DERECHO ECLESISTICO

1. NOCIONES FUNDAMENTALES

1. Nocin de Derecho Eclesistico Se denomina Derecho Eclesistico aquel sector del ordenamiento jurdico del Estado que regula el fenmeno religioso la dimensin religiosa de la vida del hombre- en tanto en cuanto se manifiesta como factor social especfico en el mbito civil. De ah que el Derecho Eclesistico no tenga por objeto el fenmeno religioso en s, sino la proyeccin civil de lo religioso.

2. Formacin histrica del concepto Hasta el siglo XVI, Derecho Cannico y Derecho Eclesistico son expresiones equivalentes e intercambiables. El criterio identificador es la fuente de la que procede. A partir de la Reforma y de las corrientes regalistas, el criterio identificador del Derecho Eclesistico ya no ser la fuente, puesto que la fuente es mltiple, sino la materia: todo aquello que tiene naturaleza eclesistica, religiosa. Y quin determina la naturaleza religiosa o no- de las materias? La razn humana, que es la fuente de la que deriva el Derecho natural. Estamos ante el monismo racionalista. Sobre estas bases, los autores de esta Escuela construyeron, por ejemplo, la nocin de iglesia, no para referirse a lo que la Teologa cristiana catlica o protestantepuede entender por la Iglesia de Cristo, sino para designar a cualquier sociedad reunida en funcin de un culto comn. Al decir de Savigny, el Derecho cambia, se desarrolla, evoluciona perennemente. De ah que, al criterio de la materia, la Escuela histrica aadir la caracterstica de la vigencia, que se apoya radicalmente en las coordenadas de lugar y tiempo.

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Derecho Eclesistico ser aquel que provenga de la fuente que provenga: Iglesia catlica, confesiones protestantes, Estad- tiene por objeto la materia religiosa y est vigente en ese momento histrico en un pas determinado y ello, con un planteamiento asptico (neutral), de objetividad cientfica, sin ningn tipo de valoracin sobre la base de criterios ticos.

3. Relaciones institucionales entre la sociedad jurdico-poltica y las confesiones religiosas La libertad religiosa no es slo un derecho personal o individual, sino que tiene tambin una dimensin colectiva o comunitaria y una dimensin institucional y organizativa. Dejando aparte la dimensin personal y la colectiva, respecto de la institucional-organizativa se seala, por ejemplo en la LOLR, que la libertad religiosa comprende el derecho de las Iglesias, Confesiones y Comunidades religiosas a establecer lugares de culto o de reunin con fines religiosos, a designar y formar a sus ministros, a divulgar y propagar su propio credo, y a mantener relaciones con sus propias organizaciones o con otras confesiones religiosas, sea en territorio nacional o en el extranjero. Todo esto lleva consigo ineludiblemente la necesidad de relaciones institucionales entre la sociedad jurdico-poltica y las confesiones religiosas. Y esto es as porque reflejo de la libertad religiosa es la incompetencia de la sociedad jurdicopoltica del Estado- en materia religiosa; lo cual, a su vez, tiene una proyeccin civil, que es competencia del Estado.

2. SNTESIS HISTRICA DE LAS RELACIONES ENTRE PODER TEMPORAL Y PODER ESPIRITUAL

1. Monismo y dualismo

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En el monismo el poder poltico absorba, en una visin totalizadora, todos los fenmenos religiosos, incluidas las funciones sacerdotales y la organizacin del culto. Frente a tal concepcin, los cristianos consideran a la comunidad de los creyentes como una sociedad independiente del poder civil, organizada de acuerdo con unos principios y una jerarqua propios, dedicada a promover la predicacin de la fe y la celebracin del culto. De ah que el cristianismo propugne un dualismo, en cuanto afirma que el gobierno de los hombres no est confiado a un solo poder, sino a dos: uno, el de la jerarqua de la Iglesia, tiene como especfica competencia los asuntos de ndole religiosa o espiritual; otro, el de los gobernantes de la ciudad terrena, est ordenado a promover el bien temporal de la sociedad.

2. De las persecuciones al cesaropapismo Roma tena una organizacin monista del culto religioso, que haba integrado entre sus dioses tradicionales a las divinidades de los pueblos conquistados; de este modo, se ligaban religiosamente al Imperio, el cual respetaba sus cultos antiguos y les impona junto a ellos la adoracin al emperador. Esta frmula poltico-religiosa estaba necesariamente llamada a entrar en colisin con cualquier religin monotesta. De ah que los cristianos fueran considerados bien pronto ateos, en cuanto que rechazaban los cultos tradicionales; y de ah tambin que la Iglesia fuera una secta ilcita, perseguida por las autoridades romanas, hasta el extremo de que los cristianos podan ser condenados a muerte por no aceptar los cultos oficiales del Imperio persecuciones. De aqu surge un cambio de poltica, iniciado en el ao 311, que culmina en el Edicto dado en Miln en el ao 313 por Constantino y Licinio ordenando que a nadie se niegue licencia para seguir o elegir la observancia de la religin Cristiana, sino que sea lcito a cualquiera adoptar la religin que estime debe seguir. El edicto establece tambin que

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sean devueltos a los cristianos los lugares de culto y bienes anteriormente confiscados. Esta nueva poltica implicaba un cierto reconocimiento del dualismo cristiano, puesto que se admita pblicamente la existencia de una jerarqua religiosa. Sin embargo, este dualismo estuvo fuertemente matizado por el establecimiento de un sistema de relaciones entre el poder poltico y la Iglesia conocido con el nombre de cesaropapismo, que implicaba una importante intervencin de los emperadores en los asuntos eclesisticos, con el riesgo de instrumentalizacin de la Iglesia al servicio de los fines de la poltica imperial. En suma, el sistema del cesaropapismo llev al poder imperial a dictar leyes sobre materias eclesisticas.

3. El dualismo gelasiano Como reaccin ante el cesaropapismo, el romano pontfice Gelasio I formular las primeras exposiciones doctrinales del dualismo cristiano realizadas por un papa. Hay dos principios, Emperador Augusto, por los cuales principalmente se rige el mundo: la autoridad sagrada de los pontfices y la potestad real. El principio dualista, formulado por Gelasio, implica un planteamiento de las relaciones entre orden espiritual y orden temporal. La delimitacin entre orden espiritual y orden temporal lleva consigo no slo que la Iglesia se estructura como una sociedad jerrquicamente organizada, sino, adems, que el poder de los que rigen la Iglesia ha de ser reconocido por quienes ostentan el poder temporal.

4. El hierocratismo medieval

5. Reforma protestante y relaciones Iglesia-Estado El movimiento religioso de la Reforma protestante fue promovido en el siglo XVI por un conjunto de hombres, entre4

los que destacan Lutero, Zwinglio y Calvino. Su ambicin de reforma de la Iglesia no se limit a cuestiones disciplinares, sino que les llev tambin a atacar el dogma y a criticar la idea misma de una Iglesia jerrquicamente estructurada, que reconoce en el papa a su cabeza. El protestantismo rechazaba la Iglesia jurdica y jerrquica. La Reforma protestante, al apartarse de la idea de la Iglesia jerrquica, presta apoyo al absolutismo estatal, entonces en plena expansin. El equilibrio europeo se estableci sobre la base del principio cuius regio illius religio, que permita a cada prncipe imponer su religin a los sbditos de su reino.

6. El regalismo Durante los siglos XVI, XVII y XVIII va cobrando cada vez ms fuerza en el orden prctico un sistema de relaciones IglesiaEstado, en el que los monarcas catlicos llevarn a cabo un intenssimo control de la vida de la Iglesia. Este sistema, con unas caractersticas comunes en todos los Estados Catlicos es conocido como regalismo. El ncleo del sistema regalista, sobre todo en las etapas ms tardas de su desarrollo, se bas en una magnificacin religiosa del poder real: el llamado derecho divino de los reyes. Los tericos del absolutismo regalista afirmaban que haba sido confiado directa e inmediatamente por Dios al soberano. Con ello, al mismo tiempo se reforzaba el absolutismo en lo temporal, se daba al poder real un ttulo sagrado que legitimaba su intervencin en materia eclesistica.

7. El pensamiento ilustrado y el separatismo liberal Uno de los frutos concretos de estas revoluciones son las declaraciones de derechos, en las que se formulan las libertades que el hombre reclama como sus exigencias fundamentales frente al poder poltico. Estos derechos del hombre se conciben como la esfera de autonoma que los individuos en todo caso se reservan como inalienables. Las declaraciones de derechos seran, pues, un intento de5

plasmar lo que a todos los hombres compete por igual, de acuerdo con las ideas de los filsofos de la Ilustracin. El texto ms expresivo del modo de concebir los fundamentos de los Estados Unidos de Amrica la libertad en materia de religin es el art. 16 de la famosa Declaracin de derechos de Virginia. El espritu reflejado en la Declaracin de Virginia va llevando de la idea de respeto del pluralismo cristiano a la ms extensa de respeto al pluralismo religioso, entendido en toda su amplitud. El liberalismo europeo no se limit a eliminar privilegios del pasado, sino que quiso incidir sobre los grupos religiosos mismos: suprimi o limit las rdenes y congregaciones religiosas e intent a veces modificar la estructura misma de los grupos religiosos, imponindoles criterios democratizantes, contrario a la estructura que se deriva de sus propias tradiciones doctrinales. Se trata del llamado regalismo o jurisdiccionalismo liberal, que se caracteriza por un intervencionismo en materia eclesistica, muy parecido al de las monarquas absolutas del Antiguo Rgimen.

8. Los sistemas presentes en el panorama actual A. El sistema coordinacionista Si se tiene en cuenta que hay materias de inters comn para el Estado y para las confesiones religiosas pinsese en cuestiones patrimoniales y de personalidad jurdica de las entidades confesionales, la enseanza, el matrimonio y otras cuestiones de esta naturaleza-, parece del todo coherente que las respectivas autoridades polticas y confesionales- acuerden y coordinen las oportunas soluciones jurdicas, de modo que se evite la existencia de ordenamientos contradictorios sobre las mismas materias para los ciudadanos. Por lo que se refiere, en concreto, a la Iglesia catlica, la prctica de la celebracin de convenciones concordatosentre la Santa Sede y los Estados sigue viva, como medio de solucin de las diversas cuestiones que a ambas sociedad afectan.

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B. El sistema de separacin En sntesis, consiste en la radical disociacin o ignorancia entre las confesiones religiosas y el Estado, de modo que, en el fondo, se produce un desconocimiento del hecho religioso como factor social especfico y, por tanto, un sometimiento de las confesiones religiosas y de sus entidades al Derecho estatal.

C. El monismo totalitario, fundamentalismo 1) El monismo totalitario

el

relativismo

laicista

y

el

Est presente el sistema derivado del planteamiento de corte ideolgico socialista-marxista. Un Estado para el que las apelaciones a lo trascendente a lo religiososuponen algo que entorpece al ciudadano en su integracin en el nico fin del Estado monismo totalitario- ha de tratar al fenmeno religioso (que es algo alienante) en un nico sentido: liberar a la persona de l (atesmo beligerante frente al creyente). De modo que el proyecto poltico de este tipo de Estado es un proyecto confesionalmente atestico.

2) El relativismo laicista Formas solapadas del planteamiento anterior, como consecuencia de ideologas de corte laicista que no slo desconocen el hecho religioso como algo connatural y especfico de la persona humana, sino que se oponen frontal o indirectamente a travs de una suerte de confesionalidad agnstica estatal basada en el relativismo: el relativismo laicista al factor religioso, al menos como factor social especfico. Desde esta perspectiva, el derecho de libertad religiosa no es un derecho para ejercer actividades religiosas; es, simplemente un derecho para optar libremente en la respuesta al interrogante religioso.

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3) El fundamentalismo Puede decirse que el fundamentalismo es un fenmeno caracterizado por la mezcla entre lo poltico y lo religioso, de una parte, y el intento de imposicin coactiva de ideas y creencia, sin respeto al derecho de libertad, de otra. En todo caso, el fundamentalismo se identifica con el fanatismo. El fanatismo aparece slo y si se pretende imponer unas creencias a quienes no lo desean, sea cual sea el contenido de aquello que se pretende imponer: religioso, poltico, cultural econmico, artstico, etc.

D. Reconocimiento y proyeccin social de la libertad religiosa

9. La libertad religiosa como derecho humano El modo de entender las relaciones entre Estado y confesiones religiosas en las actuales democracias pluralistas va resultando ms coherente, en la medida en que tiende a armonizarse el principio de laicidad del Estado (incompetencia del Estado sobre el fenmeno religioso como tal) con una ms intensa tutela de la libertad religiosa. Este fenmeno est unido al movimiento de tutela internacional de los derechos humanos y, entre ellos, el de libertad religiosa.

A. Textos internacionales bsicos Como es bien conocido, el 10 de diciembre de 1948, la Asamblea General de la Organizacin de las Naciones Unidas adopt y proclam la Declaracin universal de los derechos humanos, texto clave para la comprensin de toda la poltica de promocin y tutela de estos derechos,

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llevada a cabo a partir de entonces por la ms importante de las organizaciones internacionales. Ahora bien, si el mayor logro de la Declaracin de la ONU es su carcter universal, su mayor debilidad radica en que su aceptacin sea ms terica que real. Precisamente para la mayor eficacia de la proteccin de los derechos, los Estados miembros del Consejo de Europa firmaron en Roma, en 1950, en Convenio para la proteccin de derechos humanos y de las libertades fundamentales. Para la efectividad de la tutela de los derechos humanos proclamados existe el Tribunal europeo de derechos humanos con especficas competencias para entender de concretas violaciones de estos derechos y, por tanto, del derecho de libertad religiosa. Con las pretensiones de universalidad propias de su competencia, tambin la ONU se esfuerza por convertir en contenido de normas efectivamente vinculantes los derechos proclamados en la Declaracin universal. La va seguida al efecto ha sido en sistema de convenios internacionales, que regulen de manera ms concreta cada uno de los derechos. Algunos convenios, aunque tratan de otras materias, se refieren incidentalmente a la libertad religiosa. Como es sabido, el Pacto Internacional de derechos civiles y polticos cre un Comit de derechos humanos, con competencias acerca de su tutela en los ordenamientos jurdicos internos de los Estados partes. Tambin existe una Comisin de derechos humanos para custodiar el cumplimiento del Pacto internacional de derechos econmicos, sociales y culturales.

B. Fundamentacin La cuestin de mayor importancia que aqu se plantea es la relativa a la fundamentacin de los derechos humanos y, dentro de ellos, el de libertad religiosa. Los documentos internacionales que los proclaman y tutelan tienen, como lgica consecuencia de su origen y finalidad, un carcter

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eminentemente prctico. Pese a ello, en todos estos documentos, mediante expresiones ms o menos rigurosas, se afirma, al menos implcitamente, que estos derechos corresponden al hombre con carcter previo a que sean acogidos o no por los ordenamientos jurdicopositivos. Las declaraciones, pactos internacionales o legislaciones internas de los Estados no crean estos derechos, sencillamente los reconocen. Hay que reconocer, sin embargo, que si los derechos humanos y con ellos el derecho de libertad religiosa son exigencias de justicia inherentes a la dignidad de la persona (bien expresivo es, en este sentido, el art. 10.1 CE), quiere decir que tales exigencias radican en la propia naturaleza humana. Surgen, por tanto, con cada hombre: son derechos de la persona.

C. Fundamentacin Ante todo hay que sealar que la libertad en materia religiosa es contemplada en los documentos internacionales en relacin con otros aspectos de la actividad espiritual del hombre. As, la Declaracin universal habla de libertad de pensamiento, de conciencia y de religin; el Convenio europeo se refiere a la libertad de pensamiento, creencia y de religin; y la Convencin americana alude a la libertad de conciencia y de religin. Los textos internacionales tutelan la libertad del hombre para optar en el mbito religioso tener o adoptar las creencias de su eleccin, segn expresin del art. 18.1 del Pacto internacional de derechos civiles y polticos , sin que los documentos adopten posturas favorables o contrarios a las religiones en general o a una de ellas en concreto. Sin embargo, a quien adopta una postura concreta se le garantiza no slo la opcin interior, sino tambin su manifestacin individual o colectiva, tanto en pblico como en privado mediante el culto, la celebracin de ritos, las prcticas y las enseanzas . Pero, en realidad, el derecho de libertad religiosa no es un derecho ms del gnero de libertad ideolgica o de

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pensamiento, sino que es un derecho singular. Como en alguna ocasin se ha dicho grficamente, no se trata de una libertad cultural, sino cultual. Y es que lo que, entre otras cosas, parece configurar el derecho de libertad religiosa de un modo tpico y especfico es el aspecto comunitario e institucional; esto es la posibilidad de que se proyecte en realizaciones sociales tpicamente religiosas.

D. La libertad religiosa en la doctrina de la Iglesia catlica El documento clave en esta materia es la Declaracin Dignitatis humanae del Concilio Vaticano II, promulgado en 1965. Afirma que el derecho a la libertad religiosa est realmente fundado en la dignidad de las misma persona humana; y aade que este derecho de la persona humana a la libertad religiosa ha de ser reconocido en el ordenamiento jurdico de la sociedad, de forma que llegue a convertirse en un derecho civil. En cuanto al contenido de la libertad religiosa, la Declaracin muestra con claridad su dimensin no simplemente personal, sino tambin colectiva, y su conexin con la vida familiar Concrecin importante de la libertad religiosa es la relativa a los derechos de las comunidades, la capacidad de autonormarse jurdicamente en su propio mbito. Lo que, desde el punto de vista de la sociedad poltica, indica la incompetencia radical del Estado en materia religiosa: estamos frente a instituciones primarias, independientes, soberanas en su propio mbito. Por ltimo, subrayemos que la Dignitatis humanae desarrolls tambin la doctrina de los lmites del derecho de la libertad religiosa, teniendo en cuenta los derechos ajenos, los deberes para con los dems y el bien comn de todos.

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Captulo II. FUENTES DEL DERECHO ECLESISTICO ESPAOL

1. VISIN DE CONJUNTO

1. Precedente histricos En un sentido amplio, puede decirse que en Espaa siempre ha existido un Derecho eclesistico, puesto que siempre han dictado normas sobre el fenmeno religioso aquello que, a lo largo de la historia, han ejercido el poder temporal.

A. Precedentes remotos (siglos XVI XIX) Durante el siglo XIX Espaa vive la experiencia del constitucionalismo con extraordinaria fecundidad. En general puede decirse que, excepto la Constitucin liberal-progresista de 1869 que, al menos indirectamente, establece la libertad de cultos, todas las dems contienen declaraciones de confesionalidad catlica ms o menos acusada.

B. La II Repblica La Constitucin de 1931 quiso romper netamente con la tradicin confesional espaola y orientar la poltica religiosa sobre la base de la separacin entre la Iglesia y el Estado. La disposicin clave en materia religiosa de la Constitucin de 1931 es el art. 26, la Repblica adoptaba una actitud de resuelta hostilidad contra las confesiones religiosas y en concreto contra la Iglesia catlica y contra las rdenes y congregaciones religiosas. La resea que acabamos de realizar es suficiente para concluir que la II Repblica espaola no se limit a eliminar la tradicional confesionalidad, para pasar a un sistema de separacin entre la Iglesia y el Estado; sino12

que adems impuls un Derecho especial en materia religiosa, basado en una actitud abiertamente hostil con respecto a las confesiones religiosas, particularmente en lo que se refiere a la Iglesia catlica.

C. El rgimen de Franco El Derecho eclesistico de este perodo (1936-1977) se caracteriza por la confesionalidad catlica del Estado, la legislacin concordada con la Iglesia catlica y el establecimiento de un rgimen de tolerancia hasta el ao 1967 para las confesiones no catlicas. En cuanto a las confesiones no catlicas, hasta 1967 slo se les concedi un rgimen de tolerancia del culto privado que, segn se deduce del estudio de la jurisprudencia del momento, fue aplicado con criterios muy restrictivos. A partir de entonces, con la promulgacin de la Ley sobre libertad religiosa qued establecida una dualidad de regmenes cultuales en Espaa. Las confesiones no eran reconocidas como tales, sino que deban acogerse a la figura de asociaciones inscritas en el Registro del Ministerio de Justicia, a las que se aplicaba un rgimen especial, distinto del comn de la ley de asociaciones. Reconoca a las minoras no catlicas un rgimen de libertad religiosa, ciertamente no muy amplio, pero con plenas garantas jurdicas.

D. El proceso de reforma poltica

2. Clasificacin de las fuentes del Derecho eclesistico Pueden clasificarse sobre la base de distintos criterios: la procedencia u origen de las normas y la jerarqua normativa. 1) Hay normas de Derecho eclesistico cuya vigencia se basa exclusivamente en la voluntad de los rganos legislativos del Estado; otras, en cambio, tienen como base acuerdos del Estado con otros Estados (tratados internacionales) o con grupos sociales reconocidos por la

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Constitucin como sujetos colectivos de las manifestaciones comunitarias del derecho de libertad religiosa (acuerdos de cooperacin con las confesiones religiosas). Dada la importancia de este fenmeno en la produccin de las normas del Derecho eclesistico, se adopta aqu como base de la sistemtica expositiva, de modo que trataremos sucesivamente de las fuentes de origen pacticio, basadas en acuerdos del Estado con otros Estados o con confesiones religiosas, y de las fuentes unilaterales, que proceden exclusivamente de los rganos legislativos del Estado. Y, en fin, de acuerdo con el criterio de clasificacin de las fuentes en funcin de su procedencia u origen, hay que aadir las normas de los ordenamientos jurdicos, de las confesiones religiosas, que tienen relevancia jurdica en el ordenamiento del Estado.2) Otra importante clasificacin de las fuentes del Derecho

eclesistico, como de las de cualquier otro sector del ordenamiento jurdico espaol, se basa en el principio de jerarqua normativa, consagrado en el art. 9.3 CE. En virtud de este principio las normas se ordenan escalonadamente, en funcin de su rango, no pudiendo las inferiores contravenir lo establecido en una norma de carcter superior.

2. FUENTES PACTICIAS DEL DERECHO ECLESISTICO

1. Convenios internacionales de derechos humanos El Derecho eclesistico de cada Estado no es algo incomunicado, cerrado en s mismo. Por el contrario, las materias que lo integran tienen una particular tendencia a manifestaciones supranacionales, que lgicamente lleva consigo la existencia de analogas y conexiones entre el Derecho especial de los distintos Estados sobre lo religioso. Esto explica la existencia de un Derecho eclesistico internacional.

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2. El Derecho eclesistico en la Unin Europea Como es bien sabido, el Derecho de la Unin Europea es un sistema jurdico supraestatal, supranacional, pero que constituye un verdadero derecho interno de los Estado de la Unin. En cuanto a las posibles fuentes de Derecho eclesistico en este ordenamiento, conviene advertir que, por el momento, no existen normas especficas sobre la proyeccin civil del factor religioso en el territorio de la Unin Europea, en buena medida por la finalidad primordialmente econmica que tuvo en sus orgenes.

3. Acuerdos con las confesiones religiosas

3.A.

Concordatos con la Iglesia catlica

1) Nocin y naturaleza jurdica En razn de la materia, los concordatos se ocupan de problemas que afectan al estatuto jurdico de la Iglesia catlica en el ordenamiento interno del Estado y a derechos y deberes de los sbditos catlicos, relacionados con el ejercicio de los derechos civiles en materia religiosa. En razn de la forma de su gestacin y de la naturaleza del sujeto con el que el Estado concuerda, los acuerdos concordatarios son negocios jurdicos de Derecho pblico externo, celebrados por la va diplomtica. Ambas partes contratantes quedan ligadas a lo concordado en virtud del principio pacta sunt servanda. Esta obligacin las vincula en un mbito jurdico superior al de sus respectivos ordenamientos. El efecto primordial del concordato-pacto seran las obligaciones que las partes contraen para que existan normas con un determinado contenido en el mbito de sus respectivos ordenamientos internos. De aqu que cumpla la funcin de fuente del Derecho eclesistico del Estado signatario.

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Por lo que se refiere a la Iglesia, dado que los concordatos son estipulados por los plenipotenciarios del Romano Pontfice, el cual goza en la Iglesia de plena potestad legislativa; en el ordenamiento cannico no cabe duda de que el concordato, una vez promulgado tiene plena eficacia interna. En cambio, en el mbito estatal el problema afecta a delicadas cuestiones constitucionales relativas a la divisin de poderes. En efecto, los concordatos son negociados por el Gobierno, aunque se firmen por plenipotenciarios del Jefe de Estado; en cambio, la funcin legislativa, en los Estado democrticos, corresponde a las Cmaras. El acuerdo, una vez estipulado, se somete a la consideracin de las Cmaras, para obtener su autorizacin. Si sta es denegada, el acuerdo queda sin efecto; en cambio, si las Cmaras conceden su autorizacin, se procede a la ratificacin del acuerdo por la va diplomtica. En el Derecho espaol, se vena entendiendo que los tratados debidamente concluidos slo necesitaban para tener plena eficacia en el ordenamiento espaol el requisito de la publicacin en el BOE. Por tanto, en Derecho espaol, un acuerdo concordatario, una vez publicado en el BOE, constituye una ley con eficacia innovadora en el ordenamiento interno. 2) Concordato y normas para su aplicacin Los acuerdos concordatarios contienen con frecuencia clusulas, mediante las cuales las partes se obligan a dictar, en sus respectivos mbitos, las disposiciones necesarias para el desarrollo normativo de lo estipulado. En ese caso resulta evidente que es principal obligacin de las partes contratantes proceder a dictar las normas necesarias para la ejecucin de las clusulas normativas de no inmediata aplicacin. 3) Extincin de los concordatos

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Las partes, en virtud del acuerdo, no estn obligadas slo al cumplimiento de las obligaciones de ndole contractual, sino tambin a mantener en la vigencia las clusulas normativas, con plenos efectos en el ordenamiento interno. Varias son las causas de extincin de los concordatos y acuerdos: 1. ) el mutuo consentimiento de las partes; 2. ) las causas previstas en el propio instrumento bilateral; 3.) la denuncia formal en caso de violacin de lo convenido por una de las partes, de modo que la otra dejara de estar obligada a guardar el acuerdo, en aplicacin del principio frangenti fidem, fides non est servanda; 4.) la aplicacin de la clusula rebus sic stantibus, ya que un acuerdo se estipula en el contexto de unas concretas circunstancias y un cambio profundo de stas puede convertir el tratado en injusto o perjudicial para una de las partes; 5.) finalmente, el cambio en las partes contratantes, hiptesis difcilmente concebible con respecto a la Iglesia, pero no en lo que atae al Estado, en el que puede darse, por ejemplo, una radical transformacin que afecte a la misma identidad o independencia del Estado. En cambio, de lo expuesto se deduce claramente que se considera ilegtima la extincin basada en la sola voluntad de una de las partes: es decir, por denuncia unilateral (art. 96 CE). La extincin de los acuerdos concordatarios implica la automtica prdida de la vigencia en el ordenamiento espaol de las normas de Derecho objetivo en ellos incluidas. 4) Textos concordatarios vigentes en Espaa En la actualidad estn vigentes: el Acuerdo de 28 de julio de 1976 sobre renuncia a la presentacin de obispos y el privilegio del fuero; y los cuatro Acuerdos de 3 de enero de 1979: sobre asuntos jurdicos, sobre enseanza y asuntos culturales, sobre la asistencia religiosa a las fuerzas armadas y servicio militar de clrigos y religiosos, y sobre asuntos econmicos.

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A estos Acuerdos hay que aadir el firmado el 21.XII.1994 (en vigor, el 4.VII.1995 por canje de notas) sobre asuntos de inters comn en Tierra Santa.

3.B. Acuerdos con otras confesiones 1) Los acuerdos vigentes y sus signatarios La Ley orgnica de libertad religiosa prev en su art. 7 que el Estado, teniendo en cuenta las creencias religiosas existentes en la sociedad espaola, establecer, en su caso, Acuerdos o Convenios de cooperacin con las Iglesias, Confesiones y Comunidades religiosas inscritas en el Registro, que por su mbito y nmero de creyentes hayan alcanzado notorio arraigo en Espaa. En todo caso, estos Acuerdos se aprobarn por Ley de las Cortes Generales. Los sujetos de los Acuerdos de cooperacin son, por una parte, el Estado y por otra, la iglesia, confesin o comunidad religiosa a la que la norma de origen pacticio se aplica. La actividad, en

nombre del Estado, compete al Gobierno: negocia los acuerdos el Ministerio de Justicia y los aprueba el Consejo de Ministros. En cambio, la competencia para traducir lo acordado en ley espaola corresponde a los rganos legislativos: las Cortes Generales para su aprobacin, y el Rey para su sancin, promulgacin y para ordenar su publicacin. 2) Naturaleza jurdica y contenido El problema de mayor inters que presentan estos Acuerdos es el de su naturaleza jurdica. Dos fundamentales fases: el acuerdo entre el Gobierno y los representantes de la confesin; y la ley que ha de aprobar el acuerdo, cuyo autor son las Cortes Generales.18

En efecto, esos Acuerdos tienen los siguientes rasgos tcnicos: 1.) son leyes estatales internas; 2.) con negociacin previa, convenios de Derecho pblico, si bien sometidos a la decisin final de las Cortes Generales; 3.) hay en los Acuerdos una cierta equiparacin tendencial con los Acuerdos con la Santa Sede pese a no ser tratados internacionales, como s lo son estos ltimos-, puesto que el Estado se compromete a no modificar, revisar o derogar lo acordado sin conocimiento de la otra parte (mejor hubiera sido, sin consentimiento de la otra parte), con lo que en buena medida se respeta el principio de igualdad a travs de un tratamiento especfico a casa confesin religiosa de acuerdo con su naturaleza.

3. FUENTES UNILATERALES DEL DERECHO ECLESISTICO

Son fuentes unilaterales del Derecho eclesistico espaol todas las disposiciones aplicables a la regulacin de la dimensin social del factor religioso cuya vigencia depende exclusivamente de la dinmica interna del Estado. Entre stas, hay que destacar, algunas normas constitucionales y la LOLR.

1. Las normas constitucionales La Constitucin es la norma fundamental del Derecho eclesistico espaol, como lo es todo nuestro ordenamiento jurdico-positivo. Son bsicos, en este sentido, el art. 14 (igualdad) y el art. 16 (libertad religiosa).

2. La Ley Orgnica de Libertad Religiosa La ley 7/1980, de 5 de julio, de libertad religiosa se concibe como orgnica en desarrollo del art. 16 CE en relacin con el art. 14, regulando el derecho de libertad religiosa y estableciendo el rgimen legal de las entidades religiosas. Consta de ocho artculos, una disposicin final, otra derogatoria y dos transitorias.19

A. Regulacin del derecho de libertad religiosa En cuanto al contenido resulta particularmente significativo en este punto lo que establece el art. 3.2 LOLR: Quedan fuera del mbito de proteccin de la presente Ley las actividades, finalidades y Entidades relacionadas con el estudio y experimentacin de los fenmenos psquicos o parapsicolgicos o la difusin de valores humansticos o espiritualistas u otros fines anlogos ajenos a los religiosos. Quiere ello decir que la Ley no desarrolla ni regula el derecho de libertad ideolgica, sino estrictamente el de libertad religiosa. En materia de tutela jurdica, el derecho de libertad religiosa, al estar formalizado en nuestro ordenamiento jurdico como un derecho fundamental, goza de una particular proteccin jurdica, que, entre otras, se manifiesta en una especial tutela judicial. En cuanto a los sujetos del derecho de libertad religiosa, en el mbito del Estado, son: 1.) desde el punto de vista activo, los individuos y las comunidades religiosas, como seala el art. 16 CE; y 2.) desde el punto de vista pasivo, el Estado; es decir, que los individuos y las comunidades religiosas tienen el derecho fundamental de libertad religiosa frente a la organizacin estatal. No debe olvidarse tampoco que el derecho de libertad religiosa, como derecho humano, se posee antes de que la legislacin estatal haya formalizado positivamente el derecho. De modo que si una comunidad religiosa, por ejemplo, no ha adquirido todava la personalidad jurdica mediante inscripcin registral, no por ello deja de tener derecho frente al Estado. Por ltimo, en relacin con los lmites, el art. 16 CE seala que la libertad religiosa se garantiza sin ms limitacin, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden pblico protegido por la ley, Y el art. 3.1 LOLR se expresa as: El ejercicio de los derechos dimanantes de la libertad religiosa y de culto tiene como nico lmite la proteccin del derecho de los20

dems al ejercicio de sus libertades pblicas y derechos fundamentales. En definitiva, los lmites son los derechos de los dems y el orden pblico; nocin, esta ltima, de difcil configuracin en sus precisos perfiles y elementos integrantes. El legtimo ejercicio de los derechos de la persona lleva consigo inseparablemente el respeto a los derechos de los dems.

B. La Ley Orgnica en el sistema de fuentes La cuestin del rango normativo de la LOLR se ha planteado en relacin con los Acuerdos del Estado espaol con la Santa Sede que aparte de ser cronolgicamente anteriores a ella- tienen, como ya hemos visto, naturaleza de tratados internacionales y, una vez publicados oficialmente en Espaa, forma parte de su ordenamiento interno. Las leyes meramente internas en nuestro caso, la LOLRno pueden derogar, modificar o suspender las disposiciones de los tratados internacionales en nuestro caso, los Acuerdos del Estado espaol con la Santa Sede-; tampoco por la va de la ley posterior que deroga a la anterior, a que hace referencia el art. 2 C.c., porque, en todo caso, tal ley posterior se aplicar a las materias no reguladas especficamente en el tratado internacional.

4. RELEVANCIA DE LOS ORDENAMIENTOS CONFESIONES EN EL DERECHO DEL ESTADO

DE

LAS

En principio, la doctrina actual afirma resueltamente la recproca irrelevancia de ambos ordenamientos, de modo que cada uno opera y produce sus efectos en su propia esfera. Tal irrelevancia es un tanto utpica. En aquellos Estado como el espaol- en los que el ordenamiento jurdico responde fundamentalmente al principio

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de libertad religiosa, es frecuente que se Derecho especial en materia religiosa tenga en cuenta y atribuya determinados efectos a las normas de procedencia confesional. Los mecanismos de relacin, fundamentalmente, son tres: la remisin o reenvo material, la remisin formal y el presupuesto. La remisin o reenvo material (tambin llamado recepticio) consiste en el reconocimiento por el Derecho estatal de eficacia civil a normas cannicas, sin que ello implique una declaracin, por parte del Estado, de competencia del Derecho cannico para regular esas materias. Simplemente se reciben en el Derecho estatal normas procedentes de otro ordenamiento. Esta modalidad de remisin no se produce, cabalmente porque supone la declaracin de competencia propia y exclusiva estatal y, por consiguiente, el desconocimiento de la competencia del otro ordenamiento, lo cual colisiona con lo prescrito en la propia Constitucin. Tampoco parece que pueda producirse en el mbito del ordenamiento jurdico espaol la modalidad de remisin material o recepticia, si es que se tiene en cuenta, con todas sus consecuencias, lo prescrito en el art. 16 CE en especial, en su n.3- y en el art. 1 AJ, en el que el Estado reconoce la plena autonoma de la Iglesia en su propio y especfico mbito, considerando, en suma, a su Derecho como ordenamiento independiente. La remisin formal o no recepticia supone que el Derecho estatal reconoce la competencia de un ordenamiento distinto () para regular una relacin jurdica determinada y otorga eficacia en su propia esfera a las relaciones surgidas al amparo del ordenamiento competente. La figura del presupuesto consiste en la consideracin de la norma cannica como supuesto previo o supuesto de hecho de la norma estatal. El Derecho del Estado no recibe la regulacin cannica, sino que, simplemente, parte de ella para regular con sus propias normas una relacin jurdica determinada.

Captulo III. LOS PRINCIPIOS INFORMADORES DEL DERECHO DEL DERECHO ECLESISTICO ESPAOL

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1. EL FACTOR RELIGIOSO A PARTIR DE LA CONSTITUCIN

1. Las relaciones entre los mbitos civil y religioso La Constitucin contempla a los sujetos individuales de las leyes en su condicin de ciudadanos y no de creyentes, reconociendo y garantizando a todos el mismo patrimonio jurdico constitucional, con independencia del sentido de su opcin religiosa, sin que pueda prevalecer discriminacin alguna por razn de religin (art. 14). Adems prohbe que los ciudadanos sean obligados a declarar sobre su ideologa, religin o creencias (art. 16.2), pues equivaldra a interrogarles en su calidad de creyentes y no de ciudadanos. Y, al mismo tiempo que garantiza la libertad religiosa que, como derecho civil, les corresponde (art. 16.1), declara la incompetencia del Estado para proclamar una fe: Ninguna confesin tendr carcter estatal (art. 16.3). Tambin hay que advertir que la Constitucin no se limita a proscribir cualquier represin del hecho religioso (reconocimiento negativo), sino que tutela el factor religioso como realidad importante de la sociedad (reconocimiento positivo), y que el mbito de esta libertad abarca no slo a los sujetos individuales, sino tambin a aquellos grupos especficos cuya existencia se deriva de la naturaleza esencialmente social de la religin y de la persona humana. La Constitucin concibe las relaciones entre el poder civil y el religioso en trminos de independencia, autonoma, respeto y colaboracin recprocas. Como suprema representacin institucional de la comunidad poltica, el Estado reconoce y garantiza las manifestaciones del factor religioso de los ciudadanos y los grupos religiosos, en cuanto expresin de la sociedad y signo inequvoco de la soberana nacional. No tiene otros lmites ese reconocimiento y garanta de la especialidad de lo religioso que el mnimum exigido por el orden pblico democrtico.

2. El fenmeno religioso como factor social, objeto del Derecho eclesistico

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Limitndose el Derecho eclesistico a la regulacin de la vertiente social y jurdica del fenmeno religioso, dentro de ella le interesa la totalidad del factor religioso. ste comprende aquel conjunto de actividades, intereses y manifestaciones del ciudadano y las confesiones, que, teniendo ndole o finalidad religiosas, crean, modifican o extinguen relaciones intersubjetivas en el seno del ordenamiento, constituyndose como factor social que existe y opera en la sociedad civil y que ejerce en ella un influjo conformador importante y peculiar. El Estado trata jurdicamente el factor religioso cuando regula, mediante su Derecho, el reconocimiento, tutela y promocin de dicho factor social en conexin con el resto del ordenamiento jurdico. El Derecho debe limitarse a captar y regular el factor religioso desde una perspectiva estrictamente jurdica, inspirndose en los principios constitucionales. Y es que, tratar de la materia eclesistica segn principios y mtodos jurdicos es el nico camino para salvaguardar la identidad y funcin del Derecho eclesistico, como va de encuentro civilizado de religin y poltica, y como garanta de la dignidad y la libertad de la persona humana en materia religiosa.

3. Los principios informadores en general Los principios informadores del Derecho eclesistico espaol son el de libertad religiosa, el de laicidad del Estado, el de igualdad religiosa ante la ley y el de cooperacin entre el Estado y las confesiones. Algunas precisiones sobre su significado para captar con mayor hondura su naturaleza: 1.) en tanto contienen valores del pueblo espaol en los que ste manifiesta su voluntad de solidaridad sobre el factor religioso, no son principios religiosos, sino estrictamente civiles; 2.) bajo los principios enunciados late una idea de sociedad civil y una idea de Estado, que el pueblo espaol expresa, pero no pretenden reflejar una concepcin religiosa de lo religioso; 3.) estos principios son jurdicos: contienen la voluntad popular de que la voluntad religiosa se resuelva mediante el

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Derecho y que ste se inspire en ellos; y 4.) los principios informadores no son tales por estar contenidos en la Constitucin, sino por su naturaleza de expresar informarlos valores superiores que como patrimonio solidario tiene y quiere el pueblo espaol en materia eclesistica.

2. EL PRINCIPIO DE LIBERTAD RELIGIOSA

1. Evolucin hacia el estado de libertad religiosa La libertad religiosa, adems de ser un derecho humano, es un principio de organizacin social y de configuracin cvica, porque contiene una idea o definicin de Estado. Segn esta perspectiva, el principio de libertad religiosa no se confunde con el derecho fundamental del mismo nombre, que expresa una exigencia de justicia innata a la dignidad de la persona humana y contiene una idea o definicin de persona. "El principio de libertad religiosa reconoce el derecho de los ciudadanos a actuar en este campo con plena inmunidad de coaccin del Estado y de cualesquiera grupos sociales, de manera que el Estado se prohbe a s mismo cualquier concurrencia, junto a los ciudadanos, en calidad de sujeto de actos o de actitudes de signo religioso, y el principio de igualdad, que es consecuencia del principio de libertad en esta materia, significa que las actitudes religiosas de los sujetos de derecho no pueden justificar diferencias de trato jurdico. Del proceso constituyente, presidido por la frmula del consenso, destacan dos propsitos en relacin al factor religioso: 1.) de cambio cualitativo: la Constitucin deba suponer una modificacin sustantiva de la legislacin eclesistica del rgimen anterior; y 2.) de superar la cuestin religiosa: que la regulacin del factor religioso nunca ms fuese motivo de divisin entre los espaoles. El primer propsito explica la desaparicin absoluta de la confesionalidad, no slo como principio primero, sino como principio; y el segundo aclara su sustitucin por el principio de libertad religiosa. De esta manera, la Constitucin rompe con el pasado, para que el principio definidor del Estado en materia eclesistica no sea ni el de confesionalidad ni el de25

laicidad decimonnica, donde el Estado tomaba postura sobre lo religioso en cuanto tal. Y es que la laicidad de ahora, como principio secundario sometido al de libertad religiosa, ya no expresa una actitud de hostilidad ni siquiera de indiferencia del Estado hacia lo religioso, sino su obligacin de reconocer y garantizar el derecho de libertad religiosa con la mayor amplitud posible.

2. Presupuestos del estado de libertad religiosa El Estado est al servicio de la persona humana, y no al revs. El derecho de libertad religiosa, en cuanto derecho humano, preexiste al ordenamiento del Estado, en consecuencia, ese derecho, como los dems derechos humanos, lo posee todo hombre como inherente a su condicin de persona. As pues, la misin del Estado consiste en reconocerlo y garantizarlo. Desde el ngulo esencial, los derechos ms importantes son los que expresan las realidades ms dignas, ms exclusivas o especficas del ser humano, las que reflejan su mbito de racionalidad y de conciencia. Se trata de un mbito liberado del Estado, porque no pertenece ni a la esencia o identidad del Estado, ni a la esfera de competencias de su poder. Aqu encontramos la base comn de tres grandes derechos humanos o libertades fundamentales: 1.) La libertad de pensamiento o ideolgica tiene por objeto el conjunto de ideas, conceptos y juicios que el hombre tiene sobre las distintas realidades del mundo y de la vida; ms especficamente, pensamiento quiere decir aqu la concepcin sobre las cosas, el hombre y la sociedad que cada persona posee. La Constitucin alude a ella en los arts. 16 y 20. 2. ) La libertad de conciencia tiene por objeto el juicio de moralidad y la actuacin en consonancia de ese juicio. Protege la libertad fundamental de todo hombre, en la bsqueda del bien, de poseer su propio juicio moral y en adecuar a l su comportamiento. La Constitucin la reconoce y garantiza en el art.16.2.

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3. ) La libertad religiosa tiene por objeto la fe como acto, y la fe como contenido de dicho acto, as como la religin en todas sus manifestaciones, individuales, asociadas o institucionales, pblicas o privadas, con libertad para su enseanza, prctica, culto, observancia y cambio de religin.

3. La libertad religiosa como principio primario de definicin del Estado Todo lo anterior nos permite distinguir con mayor claridad que una cosa es el derecho y otra el principio de libertad religiosa, y que ambos corresponden a dos pasos sucesivos que el Estado democrtico debe dar para serlo. La libertad religiosa como principio primario definidor del Estado en materia religiosa tiene las siguientes consecuencias: 1.) contiene una idea esencial del Estado, como ente al servicio de la primaca de la dignidad de la persona y, en particular, de su mbito de racionalidad y conciencia; 2. ) el Estado se considera radicalmente incompetente como sujeto capaz de respuesta alguna entre el acto de fe y la prctica religiosa; 3. ) el Estado no puede obligar a ninguno de sus ciudadanos a declarar sobre su religin; 4. ) como la fe es libre de Estado (principio de libertad religiosa), el Estado no es lmite del derecho de libertad de sus ciudadanos, sino garante de su mxima extensin: la mayor libertad posible y la mnima restriccin necesaria; 5. ) no cabe forma alguna de confesionalidad: ninguna confesin o fe religiosa podr ser asumida como propia por el Estado; y 6. ) en cuanto a la regulacin jurdica del factor religioso, los dems principios informadores de los sociedad espaola dependen del de libertad religiosa en aspectos esenciales de su contenido y de su operatividad. La Constitucin de 1978 al decir en su art. 16 que se garantiza la libertad religiosa y de culto de los individuos y comunidades si ms limitacin, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden pblico protegido por la ley; que nadie podr ser obligado a declarar sobre su religin; y que ninguna confesin tendr carcter estatal, adopta la libertad religiosa, como principio primario definidor del Estado espaol ante la cuestin religiosa, superando la disyuntiva entre confesionalidad y laicidad.

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3. EL PRINCIPIO DE LAICIDAD DEL ESTADO

1. Significado del principio de laicidad El principio de laicidad define la actuacin del Estado ante el factor religioso. La fe y la religin en s mismas consideradas, son ajenas al Estado en cuanto tal. Esto significa que el Estado no puede adoptar ante lo religioso ninguna actitud propia del sujeto de fe, porque no lo es, as que no le corresponde ni profesar, ni ignorar, ni negar lo religioso. Acta slo como Estado (laicamente) cuando considera lo religioso exclusivamente como factor social especfico y procede en consecuencia.

2. Consecuencia del principio de laicidad El Estado debe ser slo Estado, ni ms ni tampoco menos. Se excedera si, bajo pretexto de regulacin del factor religioso, adoptase una actitud confesional, agnstica o atea; y supondra una dejacin de funciones el que, con la excusa de la laicidad, se refugiase en una falsa pasividad o indiferentismo. La laicidad garantiza la identidad civil del Estado perfilado por la Constitucin. Por ser un Estado de libertad religiosa y de actuacin laica, el Estado espaol no viene obligado a asumir la fe de la mayora, sino a que forme parte de su identidad una radical incompetencia ante la fe y que su actuacin no sea otra que la de considerarla un factor social objeto del derecho de libertad religiosa. La laicidad del Estado espaol significa tambin una estimacin positiva del factor religioso en el contexto general del bien comn: que los poderes pblicos comprenden que la presencia y el reconocimiento del complejo de valores espirituales, ticos y culturales, ligados a la religiosidad de los ciudadanos y de las comunidades, son beneficiosos para la sociedad.

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La laicidad, se acta cuando el Estado reconoce la decisiva y peculiar aportacin del complejo de valores espirituales, ticos y culturales que genera el factor religioso en orden al bien comn de toda la sociedad. La laicidad subordina al principio de libertad religiosa, representa en nuestra Constitucin el estilo estatal de reconocer y garantizar, mediante el mtodo civilizado de un Derecho especial (el Derecho eclesistico).

4. EL PRINCIPIO DE IGUALDAD RELIGIOSA ANTE LA LEY

1. Significado del principio de igualdad religiosa La igualdad religiosa y su correlato propio, la no discriminacin por motivos religiosos, constituyen aplicaciones especficas del principio genrico de igualdad ante la ley y la no discriminacin (art. 14)-, que quiebra la condicin de ciudadano, ttulo comn a todos los espaoles. Pues bien, la igualdad religiosa significa que slo por ser ciudadanos, con independencia del signo de sus convicciones religiosas, todos los espaoles tienen el mismo derecho fundamental de libertad religiosa (art. 16.1).

2. Igualdad y uniformidad: discriminacin y trato especfico La igualdad no significa uniformidad. Para esclarecer esta distincin conviene advertir que el tratar () de manera igual relaciones jurdicas desiguales es tan injusto como el tratar de modo desigual relaciones jurdicas iguales. () el verdadero principio no es el de a cada uno lo mismo, sino a cada cual lo suyo.

3. Igualdad y libertad religiosa: la mencin de la Iglesia Catlica Art. 16.3 CE los poderes pblicos () mantendrn las consiguientes relaciones de cooperacin con la Iglesia Catlica y las dems confesiones.

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La referencia constitucional, explcita a la Iglesia catlica y genrica a las dems confesiones, tambin debe ser examinada a la luz del principio de igualdad. A nuestro juicio, no existe atisbo de discriminacin por motivos religiosos, sino un ejemplo constitucional del trato especfico que impone el principio de laicidad atendida la situacin real del factor religioso catlico. En efecto, la Constitucin menciona a la Iglesia catlica, con nombre y apellido, por su extensin sociolgica y su tradicin histrica; pero el reconocimiento de esta realidad no esconde ninguna discriminacin del contenido de las consiguientes relaciones de cooperacin que la Constitucin extiende a las dems confesiones.

4. Igualdad y discriminacin: creyentes y no creyentes Otra cuestin, que la doctrina suele encuadrar en las relaciones entre los principios de igualdad y libertad religiosa, es la relativa al fundamento y al concepto jurdico del reconocimiento constitucional del agnosticismo y del atesmo. Toda persona humana es titular del derecho de libertad religiosa; y por otra, es un hecho que algunos hombres no pertenecen a ninguna confesin y/o carecen de convicciones religiosas, y otros ms convierten la negacin de la trascendencia en un sistema activo de difusin de doctrinas y convicciones. Si el agnosticismo y el atesmo son manifestaciones religiosas deben ser amparados por el Estado de libertad religiosa en igualdad de condiciones con las opciones propiamente religiosas, y en caso contrario no. Si se circunscribe a la religin, quedaran fuera de su mbito el agnosticismo y el atesmo, como actitudes arreligiosas o antirreligiosas, que seran amparadas por el derecho de libertad religiosa. En cambio, si se entiende que la libertad religiosa protege la libertad de creer o no creer y de actuar individual o colectivamente en consecuencia, sern objeto del mismo derecho de libertad religiosa.

5. EL PRINCIPIO DE COOPERACIN ENTRE EL ESTADO Y LAS CONFESIONES RELIGIOSAS

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1. Significado del principio de cooperacin El principio eclesiasticista de cooperacin responde al ideal democrtico de que los grupos afectados en este caso, las confesiones religiosas- participen en la elaboracin de las normas estatales que regulan su posicin y actuacin en el mbito de la sociedad civil. Las confesiones son reconocidas, en cuanto tales, como sujetos colectivos del derecho de libertad religiosa y como comunidades especficas que expresan la dimensin institucional del factor religioso. La Constitucin perfila un Estado de libertad religiosa y de consideracin laica del factor religioso y se obliga a reconocerlo segn sus propias caractersticas, una de las cuales es la existencia objetiva de grupos en los que se expresa y se vive la vertiente institucional, no slo asociada, de la religin. Ahora bien, va ms all, porque eleva a rango constitucional la existencia de relaciones entre el Estado y las confesiones, y define su naturaleza; de cooperacin. De esta suerte, resulta un doble mandato a los poderes pblicos: que mantengan relaciones con las confesiones y que sean cooperacin. Equidistante de la unin y la incomunicacin, la cooperacin es un punto de encuentro entre el Estado y las confesiones, y confirma la autonoma de naturaleza y de finalidades de uno y otras. No existe unin porque el Estado se limita a reconocer a las confesiones como instituciones especficas del factor religioso y sujetos colectivos de la libertad religiosa; y no hay incomunicacin porque se relacionan mutuamente al servicio de la persona y del bien comn. En definitiva, el trmino cooperacin designa el modelo constitucional de relaciones entre el Estado y las confesiones religiosas en Espaa.

2. Manifestaciones del principio de cooperacin Entre la legislacin eclesistica que contribuye a precisar el alcance del principio de cooperacin, entendido como la constitucionalizacin del rgimen de comn

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entendimiento para las relaciones entre el Estado y las confesiones, ocupa un lugar destacado la LOLR, con varias manifestaciones significativas. Una de ellas es la Comisin asesora de la libertad religiosa, creada en el Ministerio de Justicia y compuesta de forma paritaria y con carcter estable por representantes de la Administracin del Estado, de las confesiones religiosas y por personas de reconocida competencia (art. 8.1 LOLR). Sus funciones son de estudio, informe y propuesta de las cuestiones relativas a la aplicacin de dicha ley y, con carcter preceptivo, la preparacin y dictamen de convenios (art. 8.2). Los Acuerdos o Convenios de cooperacin, previstos en el art. 7 LOLR, son la forma ms destacada de materializar el principio del mismo nombre. Como es sabido, los convenios vigentes ms importantes entre el Estado espaol y las confesiones religiosas son los Acuerdos con la Santa Sede de 1976 y 1979, y los Acuerdos de 1992, suscritos respectivamente con la FEREDE, la FCJ y la CIE. Por lo tanto, la existencia de acuerdos con las confesiones viene posibilitada pero no exigida por la Constitucin. Y, como sta no impone ni prohbe una forma concreta de relacionarse el Estado y las confesiones, la cooperacin puede plasmarse en acuerdos de ndole internacional o interna, segn la personalidad jurdica que tenga reconocida y acte la confesin firmante. 3. Criterios estatales de valoracin de las confesiones El art. 16.3 CE suscita una ltima cuestin de inters cuando conecta, por medio del trmino consiguientes, las obligaciones de los poderes pblicos de tener en cuenta las creencias religiosas de la sociedad espaola y de mantener relaciones de cooperacin con la Iglesia catlica y las dems confesiones. La cooperacin plantea un doble interrogante: uno acerca de los criterios que utilizar el Estado para valorarla y otro sobre el alcance de la mencin a la Iglesia catlica. La clave para resolver el primero se encuentra en la distincin entre el principio de cooperacin y las formas de materializarse. Todas las confesiones son igualmente

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sujetos del derecho de libertad religiosa e igualmente merecedoras del reconocimiento de su especificidad, respecto a los grupos no religiosos, y de sus rasgos propios, respecto de las dems confesiones. Por consiguiente, y en cuanto al principio de cooperacin, a todas las confesiones, sin distincin, les corresponden relaciones de comn entendimiento con el Estado. Ahora bien, cuando la forma elegida de plasmarlo consista en acuerdos o convenios, los poderes pblicos aplicarn los criterios sealados en el art. 7.1 LOLR. Pero, lo que est subordinado a la valoracin del Estado no es el principio de cooperacin, sino el supuesto concreto del establecimiento de acuerdos o convenios. Es la posibilidad de estipularlos la que se limita a las confesiones inscritas en el Registro de entidades religiosas, y que por su mbito geogrfico y nmero de creyentes hayan alcanzado notorio arraigo en Espaa (art. 7.1). En cuanto al segundo interrogante, es el momento de interpretar la alusin a la Iglesia catlica a la luz del principio de cooperacin. El art. 16.3 CE pone a disposicin de todas las confesiones, sin excepcin, el mismo principio de mutuo entendimiento en sus relaciones con el Estado; con todas los poderes pblicos mantendrn unas relaciones de cooperacin consiguientes a su implantacin sociolgica en la sociedad espaola; y para todas evita constitucionalizar una frmula concreta de plasmar la cooperacin. Por tanto, siendo igualmente aplicable a la Iglesia catlica y a las dems confesiones todo lo que dice el inciso final del precepto, la nica diferencia es que mientras las dems confesiones, por ser citadas genricamente, debern sujetarse a los criterios de valoracin del art. 7.1 LOLR a la hora de establecer acuerdos con el Estado, la Iglesia catlica suple por obra de su singular mencin constitucional la necesidad de probar su notorio arraigo pues con su nombre propio arraigado en la Constitucin, sera una contradiccin jurdica que necesitase probarlo y que este requisito le fuera exigido por una ley de rango inferior a ella.

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Captulo IV. TUTELA DE LA LIBERTAD RELIGIOSA

1. MBITOS DE PROTECCIN

Como instrumentos de proteccin cuenta el derecho de libertad religiosa con la garanta comn a todos los derechos fundamentales establecida por la Constitucin, que comprende la vinculacin de los poderes pblicos a los derechos y libertades fundamentales, la reserva de ley y el respeto a su contenido esencial por las normas de desarrollo. En el mbito interno la proteccin de la libertad religiosa compromete el orden sustantivo, principalmente el penal y el administrativo, el civil y el laboral, y en el orden jurisdiccional garantiza la intervencin procesa del Tribunal Constitucional y de los tribunales ordinarios. En el mbito externo, la proteccin internacional de los derechos humanos es una nota caracterstica de nuestro tiempo y es en este marco en donde se sita tambin la proteccin de la libertad religiosa. La Constitucin de 1978 garantiza, en rgimen de igualdad y no discriminacin, la libertad religiosa de los individuos y de las comunidades, tanto en su aspecto negativo, que asegura la inmunidad de coaccin, como en el positivo que garantiza la remocin de obstculos y abre opciones de cooperacin con la Iglesia catlica y con las dems confesiones.

2. TUTELA PENAL DE LA LIBERTAD RELIGIOSA

1. Bienes protegidos El Estado confesional protega fuertemente la religin oficial, no solamente los delitos contra la religin, sino tambin los delitos de religin, como la hereja, y la severidad de los castigos se corresponda con la asimilacin que sola hacerse de estos delitos a los de lesa majestad o contra el Estado. Cuando las declaraciones constitucionales y concordatarias de confesionalidad se templan con la tolerancia de otros cultos se introducen en los textos penales alguna proteccin

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de stos, pero con manifiestas notas de desigualdad respecto de la confesin oficial, que goza de tutela privilegiada. Los movimientos ideolgicos y polticos de signo liberal que desembocaron en la proclamacin del derecho de libertad religiosa aportan un nuevo bien protegible, que ya no es la religin considerada en s misma, sino la libertad para satisfacer los intereses religiosos. No es incompatible con un Estado laico, moderno, social y democrtico de Derecho esta proteccin de bienes socialmente religiosos, pues dicho modelo de Estado se caracteriza, en primer lugar, por su repliegue a los asuntos temporales y, en segundo trmino, por atender las demandas sociales, como son el respeto, defensa y promocin de los hechos sociales religiosos en cuanto repercuten en el pleno desarrollo de los individuos.

2. El hecho religioso en el Cdigo Penal La Constitucin de 1978 proclama unos valores y sienta unos principios que inciden con nuevo talante sobre la configuracin de delitos relacionados con lo religioso. El Estado ya no es confesional y proclama la libertad religiosa como principio que, juntamente con los de igualdad, laicidad y cooperacin, definen y delimitan la posicin del Estado ante el hecho religioso. Las innovaciones se redujeron a introducir la tutela de la libertad religiosa y la despenalizacin de los actos que intentaran abolir o menoscabar como religin del Estado, la Catlica, Apostlica y Romana. A. Tutela de supuestos negativos de la libertad religiosa Atiende a que nadie coacciones, manipule o perturbe experiencias tan ntimas como la vida religiosa de los individuos y de las comunidades confesionales en las que se inserta. Comprende: 1) Libertad individual de prctica religiosa (art. 522.1). La anterior redaccin se refera solamente a actos de culto y ahora se extiende a los actos religiosos propios de las creencias que profesan.

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2) Coaccin comisiva (art. 522.2, inciso 2). Sanciona a los que por los mismos medios fuercen a otros a practicar o concurrir a actos de culto o rito. 3) Libertad individual de manifestacin de creencia religiosa (art. 522.2, inciso 2). Sanciona a los que, empleando los mismos medios, fuercen a otro o a otros a realizar actos reveladores de profesar o no profesar una religin. 4) Proselitismo ilcito (art. 522.2, inciso ltimo). Se pena violentar la voluntad de alguno para mudar la religin que profesa. 5) Libertad religiosa colectiva. Por el art. 523 es sancionado el que con violencia, amenaza, tumulto o vas de hecho, impidiere, interrumpiese o perturbase los actos, funciones, ceremonias, o manifestaciones de las confesiones religiosas inscritas en el correspondiente registro pblico del Ministerio de Justicia, () si el hecho se ha cometido en lugar destinado al culto y se atena la pena si se realiza en cualquier otro lugar. B. Tutela de supuestos positivos de la libertad religiosa Estos tres tipos penales son los siguientes: 1) Profanacin. Incurre en este delito el que en templo, lugar destinado al culto o en ceremonias religiosas, ejecutare actos de profanacin en ofensa de los sentimientos legalmente tutelados. El art. 523 CP considera legalmente tuteladas solamente las confesiones religiosas inscritas en el correspondiente Registro pblico del Ministerio de Justicia. 2) Escarnio. El primer inciso del art. 525.1 sanciona el escarnio de dogmas, creencias, ritos o ceremonias de una confesin religiosa. El art. 525.2 castiga con las mismas penas a los que hagan pblicamente escarnio, de palabra o por escrito, de quienes no profesan religin o creencia alguna. 3) Vejaciones. El ltimo inciso del art. 525.1 sanciona penalmente a los que vejen pblicamente a quienes profesan o practican dogmas, creencias, ritos o ceremonias de una confesin religiosa.

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C. Tutela de la internacional

libertad

religiosa

en

la

comunidad

1) El genocidio. El art. 607.1 castiga a los que, con propsito de destruir a un grupo nacional, tnico, racial o religioso, perpetrare alguno de los actos que enumera: matar, lesionar o agredir sexualmente a alguno de sus miembros, someterlos a condiciones peligrosas para la vida o la salud, llevar a cabo desplazamientos forzosos o adoptar medidas contra su gnero de vida y reproduccin. Ha de concurrir el dolo especfico de destruir total o parcialmente el grupo religioso mediante alguna de las acciones que relaciona el texto legal. 2) Los delitos de lesa humanidad. Conforme al nuevo art. 607 bis, incurren en ellos quienes cometan los hechos que relaciona el apartado 2 del mismo artculo (muerte, violacin u otra agresin sexual, lesiones, deportacin o traslado forzoso, embarazo forzado, detencin, tortura, conductas relativas a la prostitucin, esclavitud) como parte de un ataque generalizado o sistemtico contra la poblacin civil o contra una parte de ella. Y, en todo caso, se considerar delito de lesa humanidad la comisin de dichos hechos por razn de la pertenencia de la vctima a un grupo o colectivo perseguido por motivos polticos, raciales, nacionales, tnicos, culturales, religiosos o de gnero u otros motivos universalmente reconocidos como inaceptables con arreglo al Derecho internacional. 3) A los delitos contra el personal religioso protegido internacionalmente en caso de conflicto armado se refieren los arts. 608 y siguientes del CP: capellanes, prisioneros de guerra que sean ministros de un culto, ministros debidamente autorizados y, en defecto de ellos, laicos cualificados con la debida autorizacin. Incurren en estos delitos los que, con ocasin de un conflicto armado, maltraten de obra o pongan en grave peligro la vida, la salud o la integridad de cualquier persona protegida, la haga objeto de tortura o tratos inhumanos. D. Tutela de la igualdad y no discriminacin por motivos religiosos El art. 14 CE gener la lucha penal contra la discriminacin por los diversos motivos que

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enunciativamente relaciona dicho texto y que amplan los arts. 510 a 512 y 515 CP, en todos los cuales figura siempre la motivacin religiosa. Se tipifica la provocacin a la discriminacin; la difusin falsa o temerariamente inveraz de informaciones injuriosas sobre grupos o asociaciones en relacin a su religin y las otras circunstancias que se enumeran; la denegacin, por razones de religin, por un servicio pblico de una prestacin a la que se tiene derecho, sea el prestador del servicio funcionario pblico o particular encargado del servicio; la denegacin, por razones de religin, de prestaciones propias de actividades profesionales o empresariales a las que se tenga derecho; y son punibles tambin las asociaciones que promuevan la discriminacin contra personas, grupos o asociaciones por razones, entre otras, de religin, o inciten a ello. La discriminacin laboral se sanciona cuando es grave y recae sobre empleo, pblico o privado, contra alguna persona por razn, entre otras circunstancias, de su religin. Y en toda conducta discriminatoria no sancionada especficamente habr de tenerse en cuenta la circunstancia agravante del art. 22.4 CP, cuando el delito se comete por motivos discriminatorios que hagan referencia, entre otros, a la religin o creencias de la vctima. E. Tutela frente a las sectas destructivas No hay en el Cdigo ningn tipo penal que de modo directo afecte a los nuevos movimientos religiosos o a las sectas, ni a las actividades de sus dirigentes y miembros. En principio, como todo grupo social, tanto se les considere o no de naturaleza religiosa, caen bajo la proteccin constitucional de la libertad de los individuos y de las comunidades en las que ste se integre (arts. 1 y 92 CE). Pero se han detectado organizaciones que se autodenominan religiosas y a las que se acusa de perseguir fines y de cometer actos ilcitos, as como de someter a sus miembros a sujeciones psicolgicas y prcticas contrarias a la ley. El Cdigo penal procura medios bastantes para incriminar las conductas ilcitas de las sectas y de sus miembros. Por otra parte, las sectas son grupos religiosos porque as se

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autodenominan y se comportan siguiendo patrones religiosos y, al efecto, se citan sentencias de instancia en las que se reconoce el carcter religioso de las sectas, por lo que sus miembros pueden cometer delito de proselitismo ilegal empleando cualesquiera de los medios para que otros muden la religin que profesan. En el orden asociativo, se dispone que son punibles las asociaciones ilcitas que an teniendo por objeto un fin lcito, empleen medios violentos o de alteracin o control de la personalidad para su consecucin. Tambin se sanciona la cooperacin econmica o de cualquier otra clase, as como la provocacin, la conspiracin y la proposicin para cometer el delito de asociacin ilcita.

3. PROTECCIN DE LA LIBERTAD RELIGIOSA MEDIANTE OTRAS LIBERTADES Y DERECHOS FUNDAMENTALES

1. El derecho a la intimidad religiosa Conforme al art. 18 CE, se garantiza el derecho a la intimidad personal y familiar (comunitaria), al honor y a la propia imagen, al secreto de las comunicaciones y el uso limitado de la informtica. El derecho a la intimidad religiosa viene protegido especficamente por el art. 16.2 CE. Slo la voluntad del sujeto o de la ley, en algunos casos objecin por motivos religiosos, declaracin a favor de asignacin tributaria a la Iglesia catlica, etc.- podrn liberar del mantenimiento de la intimidad. El Cdigo penal sanciona a los que por medio de violencia, intimidacin, fuerza o cualquier otro apremio ilegtimo fuercen a otro u otros a realizar actos reveladores de profesar o no profesar una religin o a mudar la que profesen (art. 522,2). Por el art. 18 CE se protege el mbito de intimidad religiosa de toda persona sea, clrigo o laico, incluso la vida comunitaria religiosa de los individuos, bien en reuniones informales o en celebraciones comunitarias regladas de carcter interno.

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Todas estas modalidades del derecho a la intimidad caen bajo el amplio mbito de la privacidad, que tambin engloba otros derechos que tienen como centro de su tipicidad el secreto religioso, que comprende tanto el referido al sigilo de confesin, como al secreto que rodea las comunicaciones entre fiel y ministro en otros grupos religiosos.

2. Libertad de expresin y derecho de informacin Todas las confesiones y grupos religiosos consideran esencial para su consolidacin y propagacin que sus mensajes lleguen al conocimiento de sus fieles y al mayor nmero de personas en todo el mundo. Por esta razn, es decisivo en el mbito de la cooperacin que las normas civiles tengan en cuenta las creencias religiosas de la sociedad espaola, como dispone con generalidad el art. 16.3 CE, y cuiden quienes las apliquen de que el derecho a la libertad de expresin (activa y pasiva) y el derecho a dar informacin y recibirla sean derechos accesibles en los diversos medios de comunicacin a las iglesias, confesiones y comunidades religiosas y a los individuos que las integran por la va de la libertad religiosa. A. Libertad de expresin religiosa Este derecho se especifica como una manifestacin de la libertad religiosa por el art. 2.2 LOLR, que reconoce el derecho de las iglesias, confesiones y comunidades religiosas a divulgar y propagar su propio credo. En el mbito individual el art. 2.1 a) LOLR garantiza el derecho de toda persona a manifestar libremente sus propias creencias religiosas o la ausencia de los mismos y el art. 2.1 c) garantiza el derecho a recibir e impartir enseanza. B. Derecho de informacin religiosa El mismo art. 20.1 d) reconoce y protege el derecho a comunicar o recibir libremente informacin veraz por cualquier medio de difusin. La correlativa especificacin se hace por el art. 2.1 c) LOLR que reconoce el derecho de toda persona a recibir e impartir () informacin religiosa de toda ndole, ya sea oralmente, por escrito o por cualquier otro procedimiento.

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El derecho a comunicar informacin religiosa tiene una problemtica jurdica centrada en la disponibilidad por las confesiones de los medios informativos adecuados, bien empresas, bien espacios informativos. Esta disponibilidad puede adoptar las formas jurdicas establecidas por el Derecho comn, como propiedad exclusiva o participada, usufructo, arrendamiento, etc., de la empresa o del espacio. Distinguimos el rgimen informativo en materia religiosa de las empresas periodsticas y el rgimen de radio y televisin. 1) Las empresas periodsticas de orientacin confesional, pueden ser propiedad de entidades religiosas o de particulares o del Estado confesional. En Espaa est amparada por la libertad de informacin la constitucin de empresas periodsticas de informacin religiosa o de informacin general con orientacin religiosa, sean o no propiedad de las confesiones. La lnea confesional se manifiesta mediante principios editoriales que suelen definir y describir el ideario. 2) Las empresas de radio y televisin. Los cambios experimentados en los ltimos aos en este sector, donde se han liberalizado la televisin por satlite y la televisin por cable, hace que nos centremos en los medios declarados servicios pblicos esenciales. Actualmente, la Ley 17/2006, de la radio y de la televisin de titularidad estatal, impone garantizar la informacin objetiva, veraz y plural, que se deber ajustar plenamente al criterio de independencia profesional y al pluralismo poltico, social e ideolgico presente en nuestra sociedad, as como a la norma de distinguir y separar, de forma perceptible, la informacin de la opinin (art. 3.2 b). Por su parte, las televisiones en rgimen de concesin administrativa se inspirarn, en el respeto al pluralismo poltico, religioso, social, cultural y lingstico. 3) Publicidad de carcter religioso. El respeto a las creencias religiosas obliga, por lo tanto, a quienes programan y realizan emisiones televisivas a evitar poner en antena argumentos, gestos, expresiones orales, escritas o corporales, que denigren, ridiculicen, parodien o de cualquier otro modo comporten un trato irreverente o irrespetuoso de lo religioso, tanto de los dogmas y

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doctrinas, como de su liturgia y devociones, de sus ministros y de los lugares y cosas sagradas. 4) El respeto a los sentimientos religiosos por los medios de comunicacin social. Respecto a los catlicos, se establece en el art. 14 de Acuerdo de 1979 sobre enseanza y asuntos culturales que el Estado velar para que sean respetados en sus medios de comunicacin social los sentimientos de los catlicos y establecer los correspondientes acuerdos sobre estas materias con la Conferencia Episcopal Espaola. Son varias las normas de Derecho civil que insisten en el respeto a los sentimientos religiosos de los creyentes.

3. Derechos de asociacin y de fundacin La Ley de asociaciones excluye de su mbito de aplicacin las iglesias, confesiones y comunidades religiosas (art 1.3) y, adems, dispone que las asociaciones, confesiones y comunidades religiosas se regirn por lo dispuesto en los tratados internacionales y en las leyes especficas, sin perjuicio de la aplicacin supletoria de las disposiciones de la vigente Ley Orgnica (art. 1.3). Es decir, que las entidades religiosas asociativas mayores se regirn por su propio rgimen jurdico interno, mientras que las entidades asociativas menores constituidas por aqullas se regirn por los Tratados internacionales (Acuerdos concordatarios con la Iglesia catlica) y por los Acuerdos celebrados con otras confesiones religiosas (FEREDE, FCJ y CIE), as como por las leyes especficas, principalmente por la LOLR, y supletoriamente por la vigente Ley de asociaciones.

4. Derechos de reunin y de manifestacin El primero est constituido actualmente, adems de por la Constitucin, por la Ley reguladora del derecho de reunin, que no excepta expresamente de su mbito la celebracin de actos religiosos. No obstante, habr de entenderse que, tanto la Iglesia catlica como las dems confesiones inscritas, han de incluirse entre las entidades legalmente constituidas sustradas de su aplicacin para la celebracin de reuniones en lugares cerrados y para sus fines propios y42

sin que haya de observarse el requisito de la convocatoria previa. Por lo que respecta a la Iglesia catlica, la libertad de reunin le viene conferida sin restricciones conforme a lo establecido por el art. 1.1 del Acuerdo sobre asuntos jurdicos, que garantiza el libre y pblico ejercicio del culto y de las actividades que le son propias. Las reuniones de militares para fines lcitos en lugares pblicos o privados podrn celebrarse libremente observando lo que, con carcter general o especfico, establezcan las disposiciones vigentes. Los actos religiosos de culto o de formacin y las reuniones de miembros de iglesias, confesiones y comunidades religiosas legalmente reconocidas que se celebren en unidades, buques y recintos militares, requerirn imprescindiblemente la autorizacin expresa de su jefe. En ningn caso podrn tomar parte en manifestaciones de tipo poltico, sindical o reivindicativo.

4. TUTELA ADMINISTRATIVA DE LA LIBERTAD RELIGIOSA Al Estado le corresponde ejercer una funcin de vigilancia y control de las manifestaciones pblicas del fenmeno religioso. Esta accin se ha conocido como polica de cultos y se ejerce por los competentes rganos de las Administracin pblica segn normas preestablecidas y mediante actos muy diversos. Las competencias especficas en estas materias corresponden al Ministro de Justicia, la Secretara de Estado de Justicia, la Subsecretaria y, con extensas atribuciones, a la Direccin General de Asuntos Religiosos, que asume la gestin del Registro de Entidades Religiosas. La polica de cultos se ejerce mediante acciones administrativas del Poder ejecutivo del Estado que ha de garantizar, ante todo, la proteccin de la libertad religiosa dentro de los lmites que la Constitucin y las dems normas establecen en relacin con el fenmeno social religioso. Exponemos, a continuacin, algunas de las observancias religiosas objeto de la polica de cultos. Unas son laborales, otras dietticas o higinicas como abluciones- o que afectan a la indumentaria como el uso del velo, el color del vestido en tiempo de luto, etc.-, otras guardan relacin con observancias ascticas y con la prctica de los consejos evanglicos. Todas ellas quedan amparadas

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genricamente por el derecho y por el principio de libertad religiosa en tanto y en cuanto se mantengan dentro de los lmites establecidos por el art. 3.1 LOLR. 1. Das festivos religiosos Son aquellos que, caracterizados por el deber de cumplir ciertas prcticas y de observar determinadas abstenciones, se destinan a honrar a Dios o a conmemorar actos o personas cualificadas por su significado religioso. La LOLR garantiza el derecho de toda persona a conmemorar sus festividades (art. 2.1b), lo que comprende, generalmente, la facultad de participar en actos rituales establecidos por las respectivas confesiones y abstenerse de actividades laborales. El nmero de festividades religiosas ha tenido que reducirse al fijar el art. 37 del Estatuto de los trabajadores el tope de catorce fiestas anuales, de las cuales dos sern locales, respetndose en todo caso como fiestas de mbito nacional las de la Natividad del Seor, Ao Nuevo, 1 de mayo y 12 de octubre, las cuales quedan exceptuadas de la facultad del Gobierno de trasladar a los lunes todas las otras fiestas de mbito nacional que caigan entre semana. 2. Alimentos con especial significacin religiosa Las prescripciones dietticas que establecen algunas confesiones se han tenido en cuenta en los arts. 14 de los Acuerdos con la FCJ y con la CIE para proteger la autenticidad de productos alimenticios elaborados conforme a sus respectivas leyes. El acuerdo con la CIE especifica que en los centros o establecimientos pblicos y dependencias militares y en los centros docentes pblicos y privados concertados, se procurar adecuar la alimentacin de los internos y de los alumnos que lo soliciten a los preceptos religiosos, as como el horario de comidas durante el mes de ayuno (Ramadn), que comienza cada da con la salida del sol y termina cuando se pone. 3. Presencia de smbolos religiosos en centros pblicos: el velo islmico y el crucifijo

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La pblica ostentacin de smbolos religiosos en el territorio de los Estados que se proclama laicos viene produciendo problemas sociales por causa de las encontradas posiciones de quienes defienden un extremo laicismo contrario a toda exhibicin de smbolos religiosos en los centros de enseanza pblicos, tanto de objetos como de prendas de vestir con significado religioso, mientras hay quienes defienden un laicismo moderado que aceptan la discreta presencia de esos smbolos cuando es representativamente mayoritaria la poblacin que profesa unas determinadas creencias religiosas y que conserva de modo manifiesto sus tradiciones y los fundamentos religiosos de su cultura y de su vida social orientada por valores religiosos. Por lo que se respecta al velo islmico, no parece que un rgimen de libertad religiosa haya inconveniente en reconocer la licitud de uso del chador como manifestacin de pertenencia al Islam, del mismo modo que el judo puede usar la kippa y el cristiana el crucifijo.

5. TUTELA JURISDICCIONAL DE LA LIBERTAD RELIGIOSA En el Derecho espaol es la Constitucin el texto que legitima los poderes jurisdiccionales, sus rganos y competencias y, en relacin con los derechos humanos, establece especiales medidas de tutela, que constituyen un sistema de proteccin jurisdiccional que puede calificarse de completo y mltiple. Completo porque, en principio, no deja ningn resquicio a la inmunidad del poder: desde el legislador hasta la Justicia, pasando por todas las Administraciones pblicas, ninguna actuacin que pueda vulnerar el ejercicio de los derechos fundamentales queda exenta de fiscalizacin. Y es mltiple porque la tutela de los derechos se encomienda a rganos pblicos diversos y a travs de procedimientos diferentes. 1) Jurisdiccin constitucional. En primer lugar, la propia Constitucin ampara directamente los derechos y libertades que ella misma reconoce, al disponer que vinculan a todos los poderes pblicos. En segundo trmino, la Constitucin introduce el recurso de amparo, una vez agotadas las vas procesales ordinarias, que faculta a cualquier persona natural o jurdica que invoque un

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inters legtimo, al Defensor del Pueblo y al Ministerio Fiscal para recabar ante el TC la tutela frente a violaciones de las libertades y derechos fundamentales reconocidos por la Constitucin originadas por disposiciones, actos jurdicos o simples vas de hecho de los poderes pblicos, las Comunidades Autnomas y dems entes pblicos, as como de sus funcionarios o agentes. 2) Jurisdiccin ordinaria. 3) Jurisdicciones internacionales. En el mbito internacional, esta clase de proteccin slo se ha llevado a cabo en el marco de los instrumentos regionales de garanta de los derechos humanos y, ms precisamente, en el espacio europeo mediante el Convenio europeo para la proteccin de los derechos humanos y las libertades fundamentales. El Tribunal acta mediante Comits (tres jueces), las Salas (siete jueces) y una Gran Sala (diecisiete jueces). Un Comit podr declarar inadmisible, por unanimidad, una demanda individual. En su defecto, la competencia se traslada a la Sala, que tambin es competente sobre la admisibilidad y el fondo de las demandas presentadas por los Estados. En caso de cuestiones graves cabe la inhibicin a favor de la Gran Sala. Sin salir de Justicia de Luxemburgo, del Derecho Tratado. Europa hay que mencionar que el Tribunal de las Comunidades europeas, con sede en cuya funcin consiste en garantizar el respeto en la interpretacin y aplicacin del presente

Por ltimo, en el mbito de las Naciones Unidas hay que mencionar el Comit de los derechos humanos, creado por el Pacto internacional de los derechos civiles y polticas, que no tienen carcter judicial y cuya eficacia depende del espritu de colaboracin de los Gobiernos. Ejerce funciones mediadoras y de informacin a la Asamblea General.

Captulo V. LAS OBJECIONES DE CONCIENCIA1. NOCIONES GENERALES

1. Expansin de la progresiva objecin de conciencia46

2. Nocin de objecin de conciencia

La desobediencia civil consiste en la infraccin de la ley con la finalidad de disparar el mecanismo represivo social y crear as una reaccin en cadena que lleve a la reforma del ordenamiento; mientras que un concepto puro y no contaminado vera en la objecin de conciencia la pretensin de que algunos comportamientos individuales, por s antijurdicos, no sean objeto de sancin, ya que el objetor ha hecho una eleccin a favor de la segunda- entre la obediencia a la norma jurdica y la obediencia a la ley moral o de conciencia. Comportamientos formalmente ilegales, pblicamente sostenidos, organizados no raramente en movimientos de masas, y evidentemente orientados a un cambio en la legislacin, son entendidos por sus mismos protagonistas, por la sociologa jurdica, e incluso por el lenguaje jurisprudencial como formas de objecin de conciencia. A lo ms, en los campos en que la objecin de conciencia y la desobediencia civil aparecen estrechamente vinculados, como es el caso de los movimientos pacifistas, cabra diferenciar dos momentos de una misma realidad: el momento poltico, colectivo (sera la desobediencia civil); y el momento individual, tico o de conciencia (sera la objecin). Esta matizacin debe completarse con aquella otra que distingue entre objecin secundum legem y objecin contra legem. Existen comportamientos individuales, inicialmente contrarios a la ley, cuya tenaz persistencia ha llevado al legislador a aceptarlos posteriormente como legtimos, facultando al sujeto que objeta a elegir una alternativa a la accin contraria a su conciencia o, sencillamente, dispensndole de toda actuacin. En ambos casos viene acundose la denominacin de objecin de conciencia secundum legem, para recalcar que aqu nos encontraramos, ms que ante una verdadera objecin de conciencia, frente a una modalidad de ejercicio del derecho de opcin reconocido por el ordenamiento. Aadindose que la genuina objecin de conciencia se integrara por actuaciones delictuosas o, al menos, contravenciones de la norma legal forzadas por la propia conciencia, es decir la llamada objecin de conciencia contra legem.47

Para definir un concepto general de objecin de conciencia, se ha dicho que la objecin consiste en la negativa del individuo, por razones de conciencia, a sujetarse a una conducta que, en principio, sera jurdicamente exigible, tanto si la obligacin proviene directamente de una norma como de un contrato. 3. Cobertura jurdica de la objecin de conciencia Ahora conviene preguntarse en qu casos y de qu manera el ordenamiento jurdico ampara la objecin de conciencia. Las Constituciones no suelen citar directamente la objecin de conciencia como un derecho subjetivo, alegable erga omnes en sus muy diversas manifestaciones. La objecin de conciencia tan slo viene expresamente mencionada en el art. 30 CE, en su referencia a la modalidad de la objecin de conciencia al servicio militar. Efectivamente, a la pregunta que la doctrina se hace respecto a si cabe hablar de un derecho a la objecin de conciencia en general, la STC 161/1987, responda: La objecin de conciencia con carcter general, es decir, el derecho a ser eximido del cumplimiento de los deberes constitucionales o legales por resultar ese cumplimiento contrario a las propias convicciones, no est reconocido ni cabe imaginar que lo estuviera en nuestro Derecho o en Derecho alguno, pues significara la negacin misma de la idea de Estado. Lo que puede ocurrir es que sea admitida excepcionalmente respecto a un deber concreto. Con lo cual, parece descartar la posibilidad de que puedan tutelarse formas de objecin de conciencia que el legisladorconstitucional u ordinario- no haya expresa o previamente aceptado. Sin embargo, esta postura contrasta con la STC 53/1985, que sealaba: Por lo que se refiere al derecho a la objecin de conciencia () existe y puede ser ejercido con independencia de que se haya dictado o no tal regulacin. La objecin de conciencia forma parte del contenido del derecho fundamental a la libertad ideolgica y religiosa reconocido en el art. 16.1 CE. Como se observa, el TC, en la STC 161/1987, parece desvincular la objecin de conciencia de la norma constitucional que garantiza la libertad religiosa o ideolgica, es decir, el art. 16.1 CE. Sin embargo, en la del ao 1985

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claramente las pona en conexin. La contradiccin intenta ser salvada por el TC calificando la objecin de conciencia como un derecho constitucional autnomo pero no fundamental. La caute