Derecho Procesal Civil - Aleph main...

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SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACION

Ministro Guillermo 1. Ortiz Mayagoiria Presidente

Primera Sala Ministro Sergio A. Valls Hernándeí

Presidente

Ministro ]os6 Ramón Cossío Diaz Ministro José de Jesús Gudiño Pelayo

Ministra Olga Sánchcz Cordero de Garcia Villegas Ministro Juan N. Silva Meta

Segunda Sala Ministro ]os6 Fernando Franco GonzAlez Salas

Presidente

Ministrii Sergio Salvador Aguirre Anguiano Ministro Milriano Azuela Güitrhn

Ministn, Genaro David G6nzora Pimentcl - hlinisrra Marairrita Beatriz Luna Ramcis

Comite de Publicaciones y Promoción Educativa Ministro Guillermo 1. Ortiz Mayagtiitia

Ministro Mariano Azuela Güitrhn Ministra Margarita Beatriz Luna Ramos

Comité Editorial kitio. Ali;ini<i <)ñsfe LrbtiiJz

seircriiiui Ejeci<i i~~,]~~idi i<i . . U m i n f ~ t ~ t i v ~

Mira. Cielito Rolíwii GaIinJo Diircrtira (in,riai de b Oiiirdinniiiin de C.inipil"iuin y Si>,rm"l~z~riiin di resi.

Lic. Gusisso Addad Sunriagcr Dirzcicn Gene?al de Difi<siiin

Mrio. Cgrnr deJesUs Moline Suires Direcrrw General d i Cns<u dr lo Cultura J"i?dii<i

Esru*i<>s Hkiiiricos

Dr. Salraiii>r Cgrdrnas Gufierrez Dii~lfii, di< .A"ui:sh r ln<e,t@riim Fii<i,i,ti<> Il'>cumrnrnl

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Mtro. Enrique Agüera Ibáñez Recto?

DI. Guilleimo Nares Rr>driguez Director General

Facultad de Deiecho y Ciencias Sociales

Lic. Belinda Aguilar Díaz Secretaría Acd6mica

Lic. Rafael Salinas Silva Secretario Adminktrntivo

Mtro. José Isrnaei Álvarez Moreno Centro de Inuestipcioncs Juildico Poliricos

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Suprema Corte de Justicia de la Nación

Benemérita Universidad Aut6noma de Puebla Facultad de Derecho y Ciencias Sociales

g e r e c h o Procesal Civil

Coordinadores

Carlos González Blanco José Ismael Álvarez Moreno

Lic. GabrieI Garcfa Rojas México, 1933

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Sistema Bibliotecario de la Suprema Corte de Justicia de la Nación Catalogación

PO H230.H3 Garcia Rojas, Gabriei G362d Derecho procesa¡ civil / Gabriel Garcia Rojas; coord. Catios González

Blanco, José lsmaei Aivarez Moreno ; presentación Guiltermo l. Ortiz Mayag3itia prefacio Sandro Garc a Rojas Casi lo prologo Mande Gonzaiei Orosza Mexico Suorerna Cone de Jusbcla oc a Nac on D recc 011 Geriera de ia Coordinación de ~om~i iac ión y Sistematización de Tesis : Benemérita Univenidad de Puebia, Facultad de Derecho y Ciencias Sociaies, 2008.

xxxvi, 342p. --(Apuntes de ¡as clases impafiidas por ilustres juristas del siglo XX ; 5)

En la portada: Lic. Gabriel Garcia Rojas. México, 1933

ISBN 978-970-712-853-8

1. Garcia Rojas, Gabriei, 1893-1981 - Homenajes 2. Eiementos del Pmceso Civil - Doctrina- México 3. Leyes (derecho pmcesai civil) - Estudios - Méxioo - Siqb XX 4. Antecedentes del derecho roces sal civil en México -

l ~ornenianm-i Gonra ez Blanco Canos coard. ll Aiiarez IAoreno lose lsinae. coo,o iil Orliz Maiaqoiiia Gd,i crrno 1Seno 1941- mes 111 Garc a Roas

1 CasiiUo, Sandro, p;ef."~. ~onzález ~ropeza,'Manuel, p6l. VI. t. Vli. ser.

Primera edición: abril de 2008 D.R. O Suprema Corte de Jusficia de ia Nación Av. José María Pino Suárez Núm. 2 C.P. 06065, México, D.F.

D.R. BFacuitad de Derecho y C.S., de la BUAP Av. San Ciaudio SIN, Coi. San Manuel Ciudad Universitaria, Puebla, Pue.

impreco en México Pnnt6d en Mexico

L3 ediciM y diseiio de aia obra eslbvieron aicu~dado de la Oireccion Generalde lz Cwid,nac~ori ve CompikiOo y S¡!emaiiiac~on de Tec:s de la Sgrenia Corte do Jusbcia de la Nacion

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Contenido

Presentación . Ministro Guillermo 1 . Ortiz Mayagoitia ....................... XlII Prefacio . Sandro García Rojas Castillo ............... .. ............................ XVII Prólogo . Manuel Gonzilcz Oropeza .................... .. ............................ XXlII

Teorla y crítica de los derechos potrstatiuos de Chiovenda ...................... 1 . . De la accion ...................... ... ................................................................... 9

Definicione 9 Efectos de la acción 13 Elementos de la acción ................... .. .............................................. 16

.................... ................. Condiciones para el ejercicio de la acción .. 16 .................... ....... Acción posesoria o acción plenaria de posesión .. 40

De los interdictos .......................... .. .................................................. 16 ............................................................. De la acumulación dc acciones 55

Sentencias declarativas, sentencias constitutivas y sentencia de condena ............................................................................................... 67

........................................... ........................ Nriccón s~rrnaria de excepcidn .. 77 Posición del dcmarrdado ....................................................................... 78

................................... .................... De la continencia de la causa ... 91

Nociones p~ivadas del proceso corno una identidad autdnoma ..................... 105 Generalidades .......................................................................................... 105

1lr la jurisdicción ........................................................................................... 117 ............................................ lmporrancia &e la noción ..................... .. 117

Evolución del concepto ....................................................................... 119 .................... Delimitación de la jurisdicción o sea de la competencia 138

Prórroga de la competencia ................................................................... 143 La prórroga legal ..................................................................................... 150

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Explicación pedida respecto al articulo 14 del Código de Proccdimicntos Civiles Competencia por razón del territorio Análisis del articulo 156 Incompetencias deciin

De las paiter . ........... .. Carácter distintivo de la part Convcniencia de la unidad dc Definición coirecra de la part

Personalidad y capacida Confusión entre conceptos

De la o~~ani~nción judicial ............................................................................ Datos liistóricos .. .......... .. Las autoiidades del orden fedeial ......................................................

Ventaiac de la fijación de la litis Cómo se fijan los puntos de ia .................... . ................. .. Hechos concurrentes en la controver Errorcs de la dcmanda

Análisis del artículo 258 (interpretación de la prescripción) ............ Contestaciún de la demanda y sus efect

De la ciausura de ia litis Maneras de cerrarla ................... .. ....................................................

De la prueba Datos histórico La prueba de testigos La prueba de documento Preceptos en que se consagra la doctrina de la apreciación libre de la pmeb ¿Quien debe probar? Comentarios al artículo 282 del CPC .................................... .... ...........

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Derecho P~ocesnl Civil XI

La prueba de testigos

iC6mo se recibe la prueba dc testigos

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Presentación

El juicio de amparo se creó para conservar i n c ó l m s las garantías de los individuos, del honor, de la vida, de la libertad, de la seguridad personal, de la integri- dad ftsica, etc., en presencia de los poderes públicos paro limiturlos.. .

Lic. Gabrirl García Rojas

1 maestro Gabriel García Rojas forma parte de una brillante

generación de profesionistas y, sobre todo, de académicos, F que alcanzaron la plenitud de su vida intelectual y humana en los

inicios de la primera mitad del siglo XX. Abogado y maestro de la

Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónooma de

México, se distinguió no sólo por el conocimiento y la práctica

del derecho procesal civil en los tribunales de nuestra capital, en

donde obtuvo paulatinamente fama y prestigio por su sólida pres-

tancia, sino también en el ámbito académico por compartir como

docente gran parte de su vida con sucesivas generaciones de jóve-

nes alumnos, a los qiie transmitía conocimientos y experiencias

adquiridas en el riguroso y reflexivo estudio del derecho y en su

práctica.

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Sin barrera ideológica que limitara su quehacer docente, su

entrega a esta misión le llevó a ser Director del entonces Centro

Cultural Universitario, hoy Universidad Iberoamericanii (UIA) , del

7 de marzo de 1943 al 1 de agosto de 1951, en donde su memoria

ha aido recordada en diferentes eventos. Su experiencia profesio-

nal vertida en la docencia, lo prepararon para ocupar el inás alto

sitial dentro de Ea judicatura judicial en México: Ministro de la

Suprema Corte de Jiisticia de la Nación, cargo que desempefió

notablemente durante el periodo comprendido de 1951 a 1962.

Sin duda, su trabajo como abogada postulante se reflejó y

materializó en cada una de sus clases, que dieron como resultado

la obra que se intitula Primer Curso de Derecha Procesal Ciuil y que

hoy la Suprema Corte de Justicia de la Nación y la Benemérita

Universidad Autónoma de Puebla, a través de la Facultad de Dere-

cho y Ciencias Sociales, presentana juristas y estudiosos del derecho,

misma que se incorpora a la colección Apuntes de las clases impartidas

por ilustres juristas de2 siglo XX, cumpliendo así el propósito de

rescatar en letra impresa la versión oral dictada por un insigne

docente.

En efecto, al igual que los demás títulos que forman paree de

esta colección, el presente se fue gestando en cada curso y en cada

clase. Muestra cómo los jóvenes alumnos dispusieron diariamente

su atención, su capacidad de comprensión y la agilidad de su escri-

tura, para registrar manualmente las lecciones, la plitica ingeniosa,

la critica sensata y Ia propuesta jurídica serena. En este caso los

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apuntes corresponden a la versicin taquigráfica del alumno Julián

J. Pavaán, y fueron corregidos por el maestro García Rojas.

Los apirntes que hoy presentamos datan del alío 1933, y no

obstante la distancia temporal del texto, su vigencia y actualidad

pueden servir como base de estudio y consulta para las nuevas

generaciones de abogados. Se materializa así la posibilidad de que

las ensefianzas del maestro Gabriel García Rojas perduren en el

tiempo.

Ministro Guillermo 1. Ortiz Mayagoitia Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la &ción

y del Concejo de la Judicatura Federal

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Prefacio

alopar, galopar, galopar, así parece vivir la especie

humana: a la carrera. Este incesante movimiento, este 29' dinamismo incansable, a veces confundido, a veces certero, de nues-

tra desasosegada especie, no se detiene nunca. Así pasa, supongo,

la vida entera.

Tú, yo, nosotros (el reino de los pronombres enlazados, diría

Paz), vivimos en un vaivén que poca tregua nos brinda para apre-

ciar y distinguir los claroscuros del día a día. La mecánica, la

monotonía, lo sistémico parecen ser hoy los credos de nuestra

sociedad. Lo demás estorba. Bajo el estigma de que las cosas valen

sólo por cuanto son útiles, se nos van de las manos las esencias

que forjan la razón de nuestros fines.

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Poco recuerdo a mi abuelo Gabriel. A aquel hombre que bien

vestido salió alguna tarde de invierno a recibirnos, a mi padre y

a mí, en aquella casona de la calle de Belisario Domínguez, en

Coyoacán. Llevaba una bata color marrón, sobre un elegante

pantal6n y camisa abotonada de color hueso. Con su lcnto caminar

y su bastón en la mano izquierda, recuerdo sus palabras: "juega

niño, que hay mucho jardín y los perros no muerden".

Mientras me entretuve entre los grandes árboles que ocupaban

aquel jardín, jugueteando con cuatro perros, pude ver dcsde un

gran ventanal de la biblioteca a mi padre y a mi abuelo que conver-

saban mientras sc reían. La visita fue muy breve. Nunca más le

volví a ver.

A mi abuelo, le conozco por lo que sus amigos, stis alumnos y

sus papeles me han narrado. Sé que fue un hombre estricto, perfcc-

cionista, duro, amante de los caballos y los perros, fundador dc

una asociación de charrería! estudioso de la teología y de las filo-

sofías de Santo Tomás y San Agustín. Catedrático, rector uni-

versitario, abogado postulante. Recuerdo con claridad su vasta y

nutrida biblioteca; sus sombreros, sus abrigos colgados en un guar-

darropa, sus frasquitos con medicinas homeopáticas. Pero, sin

duda, lo que mejor recuerdo, son sus apuntes, sus anotaciones en

los márgenes de decenas de libros que hoy, ocupan un lugar en mi

biblioteca y en mi memoria.

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Estudié Derecho. Me convertí en abogado y en maestro uni-

versitario. Mi padre y mi abuelo me han enseiiado más, incluso

aún después de haber partido. Quién lo dijera.

Hoy, quien ha contribuido en mocho a la reconciliación de

la memoria de mi padre y de mi abuelo, el Ministro José de Jesús

Gudiño Pelayo, me ha distinguido pidiendo elabore estas líneas a

modo de prólogo. Hablar en términos doctos sobre el contenido

de los apuntes que Julián J. Paváan tomó taquigráficamente de la

cátedra de mi abuelo Gabriel, sería demasiado pretensioso. Hablar

sobre él como un abuelo con quien conviví largas tardes y de quien

aprendí grandes lecciones sentado en sus rodillas, sería por de-

más falso.

Por ello, estas líneas pretenden destacar el hallazgo y la alegría

sucedánea de leer y de aprender más de Don Gabriel. ¿De qué

puede servir estudiar apuntes de Derecho Procesal Civil de 1933,

basados prácticamente en un Código reformado en su totalidad?

Al estudioso del Derecho y al abogado procesalista, de mucho, sin

duda. Temas como "la acción", "la personalidad y la capacidad",

"la noción sumaria de la excepción", "de la litis", "de la prueba",

"de la oralidad", "de la relación procesal entre las partes", "de la

organización judicial", etc. En cualquiera de ellos se oye a Don

Gabriel hablando de filosofía, de sociología, de teología, de psico-

logía, de cualquier materia que nutriera a siis alumnos.

Pero mucho más a aquél que distinga el valor de estas páginas

por cuanto existen, por cuanto enseñan, por cuanto contienen e¡

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XX Sanara Gnrcin Rojas Cu~tillo

"oro molido" de cieiltos de libros, dc muchas horas de reflexión,

por cuanto dejan una constancia más del paso de un jurista por

nuestro país. Pero entre todos los regocijos que se puedan encon-

trar, está el de revivir la obra y el pensamiento de quien creía en

el Derecho como una forma de vida, como algo que no podía

conceptualizarse del todo sino aprenderse, vivirse, entenderse.

Entender al derecho como una filosofía, no sólo como una ciencia.

"El Derecho es un hecho que se vive, que se siente, no es una cosa

muerta", decía.

Catedrático de la UNAM por muchas décadas, mi abuelo Ga-

briel imparti6, entre otras, la materia procesal civil habiendo sido

integrante de la Comisión Redactora del Código Procesal Civil de

aquellos atios. No es difícil imaginarle llegando al aula, con un

paso sereno y sus libretas abigarradas de notas y citas; exponer,

con la pasión que la cátedra permite, sus agudas reflexiones, su

pensamiento a flor de piel, renovando sus ejemplos conforme avan-

zaba el curso, conforme los alumnos, en el ejercicio de su papel,

preguntaban y discernían el mensaje del profesor.

¡Cuánto echamos de menas a esos profesores! En los tiempos

en que vivimos, Bvidos estamos de ellos, de abrevaderos donde el

único culto sea la verdad, a desentrafiar y vencer los miedos, los

tabúes, lo ya escrito y dicho. Donde se habla y se bendice (de bien

decir) en pro de una fe, de allf el término profesar, de allí un ver-

dadero profesor.

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Y así, los afios han pasado. Casi 75 años después de que los

apuntes que se contienen en este libro, plausible y loablemente

editado por la Suprema Corte, fueran revisados por mi abuelo.

75 afios durante los cuales el caudal del río del Derecho ha tenido

torbellinos y sobresaltos, ha cambiado su cauce. Detengámonos

pues, es preciso. Apostémonos en la ribera y seamos testigos de

sus cauces originales y sus remansos. Destaquemos quizás sus princi-

pios más elementales, sus causas, los fines por sí mismos. Démonos

la oportunidad de reconocer que el vértigo de nuestros tiempos, a

veces aporta profusamente y poco siembra.

Somos lo que hablamos, lo que decimos, lo que escribimos.

A 27 años de la muerte de Gabriel García Rojas Pérez Salazar, mi

abuelo, me dispongo a aprenderle, a entenderle, a reconocerle en

sus apuntes, a seguir enarbolando la idea, en este diario galopar,

de que al Derecho hay que seguirle profesando, porque se vive, se

siente y, en efecto, no es una cosa muerta.

Sandro García Rojas Castillo

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Prólogo

quienes hemos realizado labores acadtmicas, de

investigación y de administración de justicia, existen

pocos ejemplos de labor docente y de jurista coino la que nos brinda

Gabricl García Rojas.

A más de setenta y cuatro afios de distancia de los "Apuntes

del Primer Curso de Derecho Procesal Civil", tomados taquigrá-

ficamente por el alumno Julián J. Pavaán y corregidos por el maes-

tro García Rojas, es para mí un gran honor el poder formular

algunas consideraciones en torno a dicha obra, no sin antes aludir

a ciertos datos biográficos que permiten conocer las circunstancias

vitales que envolvieron a tan prestigiado caballero y que nos ayu-

dan a valorar la importancia de la obra que ahora nos ocupa.

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Don Gabriel García Rojas nació en la hacienda de su familia

en San Nicolás de Quixas, del Municipio de Pinos, Zacatecas, el 12 de mayo de 1893, y murió en la Ciudad de México el 13 de

septiembre de 198 1.

Inició sus estudios primarios en 10s Pinos, Zacatecas, y la con- cluyó en San Luis Potosí. Despues de estudiar humanidades

durante dos aiios en esta última ciudad, recibió su instrucción

preparatoria en el Colegio de San Juan Nepomuceno, en Saltillo, Coahuila, terminándola en San Luis Potosí.

Sus estudios universitarios los realizó en la entonces Escuela

Nacional de Jurisprudencia en los afios de 1914 a 1918. Sustentó su examen recepcional el 8 de noviembre de 1919. El grado aca- demico de Doctor en Derecho por la Universidad Nacional

Autónoma de Mexico, lo recibió ex oficio en 1950.

Su carrera docente la comenzó en la Universidad Nacional a

los 27 afios de edad, en 1920, por decreto del entonces presidente Venustiano Carranza, desempehándose como profesor del primer curso de Derecho Civil.

Con el correr de los afios ilegú a impartir los cuatro cursos de Derecho Civil. Como dato interesante debe puntualizarse que en 1933 fue designado Profesor de Derecho Procesal Civil y sus

Apuntes, que ahora nos ocupan, recogen nada menos que la riqueza de su importante participación en la redacción del Cúdigo de Pro-

cedimientos Civiles del Disrrito Federal el afio anterior, de 1932.

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Además, la utilidad de los citados Apuntes se ve incrementada

por el pensamiento vivo y fresco de García Rojas, renovado to-

dos los días cn sus clases, con la participación seguramente de sus

inquietos alumnos quienes tuvieron la oportunidad de aprender y

beneficiarse de los conocimientos y experiencia de su brillante

profesor.

Tal y como se ha apuntado, a sólo un año de la vigencia del

mencionado Código de Procedimientos Civiles nacen a la vida

jurídica los Apuntes en cuestión, y quién mejor que el Doctor Gar-

cía Rojas para impartir la asignatura al haber sido artífice de aquél.

Por ello los apuntes siguen los rubros que se tratan en el código, a

saber: De la acción; Noción sumaria de la excepción; De la juris-

diccióil; De las partes; Personalidad y capacidad; De la orgatii-

zación judicial; Relación procesal; De la clausura de la litis; De la

prueba, y concliiye con el actiral tema de la oralidad.

Dentro del primer rubro, el autor dedica un espacio conside-

rable a la determinación de la naturaleza de la acción, partiendo

de la teoría y crítica de los derechos potestativos de Giuseppe

Chiovenda; precisa su concepto, sus elementos y efectos, su clasifi-

cación, así como la acumulación, el desistimiento y la prescripción

de la acción.

En el segundo rubro, el maestro García Rojas analiza la posi-

ción de la parte demandada en el proceso, a través de la excepción,

haciendo alusión a su concepto y su clasificación.

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En el tercer rubro, aborda lo relativo a la jurisdicción, que en

opinión de nuestro autor constituye el presupuesto más importante

para que haya proceso. Resalta su importancia y su evolución,

sefialando las características que lo distinguen dc los demás actos

jurídicos, sobre todo el administrativo. Analiza la delimitación de

ia jurisdicción, es decir, la competencia de los órganos jurisdiccio-

nales, partiendo de los criterios que la doctrina ha establecido

para tal efecto. Se refiere al fen6meno denominado prórroga de la

jurisdicción y aborda las diversas formas de plantear la incoinpe-

tencia de un órgano judicial y la forma de su sustanciación.

En el cuarto rubro, dedicado al tema de las partes en un juicio,

precisa su concepto, el carácter distintivo y los requisitos que en

opinión de Don Gabriel García Rojas se deben satisfacer para ser

considerado como parte en el proceso.

En el quinto rubro se analiza lo relativo a la personalidad y la

capacidad dentro del fen6meno de la representación.

En el sexto rubro se estudia e1 tema de la organización judicial,

en el cual e1 autor expone de manera pormenorizada los antece-

dentes históricos en materia federal, detallando los órganos y su

coinpetencia.

En el séptimo rubro se aborda lo relativo a la relaci6n procesal,

es decir, a la actividad de las partes por un lado y la del juez por

otra, precisando la trascendencia de la fijaciónde la litis, los errores

de la demanda, asf camo la contestación y sus efectos.

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En los restantes rubros, es decir, en el octavo, noveno y déci-

mo, se tratan los temas relativos a la clausura de la litis, a la prueba

y a la oralidad en los juicios, analizando lo concerniente a la deman-

da, su contestación, la trascendencia de la fijación de los. puntos

controvertidos, la prueba, los alegatos y la sentencia. En dichos apar-

tados se estudia con dctalle lo que debe entenderse por un juicio

oral, sus elementos y la participación del juzgador en el mismo;

así como lo que debe entenderse por prueba, su clasificación, las

reglas de valoración y la finalidad de probar, entre otros aspectos.

Cabe señalar que, de la lectura de cada uno de los apartados

que integran los indicados Apuntes, se advierte el pensamiento ágil,

informado y proftiiido de Don Gabriel García Rojas. En ellos, se

encuentran alusiones a diversos autorcs como Chiovenda, Adolf

Wach, Francesco Carnelutti, joscf Kholer y Oskar von Bülow,

pero el análisis de los temas es propio y excede la cita de doctrina-

rios. Se manifiesta una rica y fecunda dialéctica entre el maestro y

el alumno, así como su cultura, su claridad expositiva y su geniali-

dad para hacer comprensibles instituciones jurídicas de difícil asimi-

lación, utilizando reiteradamente ejemplos para aclarar cualquier

duda sobre dichos temas.

Los Apuntes prologados, constituycn un documento valiosísi-

mo para los estudiosos del Derccho y para quienes quieran escribir

-o conocer a fondo- sobre algunas instituciones jurídicas que

se incorporaron en el mencionado Código Procesat Civil Distrital

de 1932 y que a la fecha se encuentran vigentes. Este código sustituyó

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XXVlll Manuel Gonrález Oropeza

al anterior Código Procesal de 1884 bajo la influencia doctrinaria

de procesalistas alemanes e italianos cuyas obras se difundieron

entre el anterior código y el nuevo.

Los avances legislativos del Código de 1932, en relación con

su predecesor de 1884, giran en torno al desarrollo de los principios

fundamentales del derecho procesal: litigio, jurisdicción, acción y

proceso. En cuanto a la acción, la corriente francesa en la que se

inspiró el Código de 1884, únicamente consideraba la existencia

de acciones reales, personales y mixtas; en estas últimas se incluían

todas aquellas que al mismo tiempo que protegían un derecho

real, protegían tambi6n obligaciones o derechos de crédito, por

lo que confundían a la acción con el derecho mismo. En el Código

Procesal Distrital de 1932 se abandona dicha clasificación, ya que

se estima que de acuerdo con ta teoría alemana, la acción es un

derecho que tiene como sujeto activo al actor; por sujeto pasivo,

al órgano jurisdiccional, al Estado representado por el juez o

por el magistrado, y cuyo objeto es la sentencia a la que se llega

mediante todos los actos de procedimiento que se van eslabonando,

coordinando unos con otros, por lo que tal acción resulta indepen-

diente del derecho subjetivo inmerso en la controversia y, en tal

virtud, a partir de la citada reforma se admiten únicamente de-

rechos reales y personales, no así mixtos y menos aún derechos

potestativos.

En tal vircud, se desarrolla en el mencionado Código Procesal

Distntal de 1932 lo relacionado con las acciones declarativas, de

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condena, constitutivas y de ejecución, con un capítulo especial,

ello en virtud de que el Código Civil no estudiaba las acciones

para proteger derechos cuyo desarrollo es bastante amplio, como

lo son las relacionadas con la propiedad y la posesión, no estudiadas

anteriormente, ni por el Código ni por la doctrina y posteriormen-

te se concluyó, por la doctrina procesal, que se trata más bien de

una clasificación de pretensiones, puesto que la acción procesal

es única.

Así, la acción reivindicatoria no estaba estudiada en el Código

Procesal de 1884 y sí en el de 1932, es decir, no se analizaban en

el Código derogado las acciones reales y en particular la citada

acción, así como la plenaria de posesión, la de petición de herencia

y las acciones posesorias que protegen a la posesión. La acción

hipotecaria se desarrolló en el Código Procesal Distrital de 1932.

Igualmente se desarrollaron las acciones personales, pero úni-

camente desde el punto de vista de los principios generales, sin

entrar en detalles.

En materia de excepciones, de la clasificación contenida en

el Código de 1884, en la que se contemplaban las temporales,

perpetuas, dilatorias, perentorias, personales, reales, etcétera, el

nuevo Código Procesal Distrital de 1932 solamente admitió las

excepciones dilatorias y perentorias, suprimiendo aquella consis-

tente en acumulación de autos.

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XXX Mirnuel Gonzriler OroPeza

En el Código Procesal de 1884, basado principalmente en la

Ley de Enjuiciamiento Civil espa~ola y por ser una tendencia de

los Códigos dc esa época, que derivaban de la filosofia de la Revolu-

ción Francesa, el Juez era un simple contemplador; es decir, era

un espectador pasivo de la contienda, que solamente vigilaba que

las partes se ajustaran a ciertos lineainicntos. Por lo que en cl

Código de 1932, se reforma para establecer mayores atribucio-

nes al Juez de la causa y converrirlo en el director de los actos

procesales.

En materia probatoria, el Código derogado establecía la tra-

dición derivada del Derecl-to Romano, de los Glosadores y los

Post-glosadores, en el que se le daba toda la carga de la prueba al

actor; en canto que en el Código de 1932 se estableció la regla de

la carga de la prueba en el sentido de que quien afirma está obligado

a probar, es decir, la carga de la prueba le correspondía tanto al

actor como al demandado para probar sus afirmaciones.

Finalmente, en cuanto a tos sistemas de valoración de la prue-

ba, el Código derogado contemplaba un sistema predominan-

temente tasado de la prueba, es decir, la ley le daba cl valor

correspondiente a determinadas pruebas; por el contrario, el Có-

digo de 1932 estableció un régimen mixto, porque al lado del valor

tasado de la prueba, también alguna otra la deja a la libre apre-

ciación del Juzgador.

La tendencia marcada en el Código de 1932 fue posterior-

mente desamblada en el Gago Federal de Procedunientos Civiles,

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promulgado el 31 de diciembre de 1942. Los avances teóricos de

las doctrinas alemanas, italianas, francesas y espaholas que indu-

dablemente influyeron en la construcción del coi~tcnido con-

ceptual de dicha disciplina jurfdica, son retomados en el Código

Federal de 1942.

El Código Federal fue promulgado 10 años después del Código

Distrital, habiendo derogado al anterior Código Federal de Pro-

cedimientos Civiles de 1908.

La necesidad de reformar dicho ordenamiento legal se debió

a la circunstancia de que la generalidad de las entidades federativas

del país ya habían modificado sus viejos sistemas de enjuiciamiento

civil, que estaban construidos, en sus líneas esenciales, sobre un

sistema análogo al del Distrito Federal.

El Código Federal reformado en 1942 se sistematiza funda-

mentalmente sobre los temas de litigio, jurisdicción, acción y pro-

ceso, como piedras angulares de la teniática procesal. Respecto de

este íiltimo, se distinguen las cuatro fases esenciales, a saber:

1. Fase postulatoria

2. Fase probatoria

3. Fase decisoria

4. Fase ejecutoria

El cambio fuildamental en relación con el Código Procesal

Distrital de 1932 fue el aspecto sistemático, corrigiendo deficien-

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cias derivadas de las necesidades del procedimiento federal y de

las disposiciones del derecho local.

Tuvo por finalidad impartir justicia más rápida y segura, sin

atender a los antecedentes remotos o próximos, nacionales o extran-

jeros, tal y como se regulaba en el Código Distrital de 1932.

La regulación en el COdigo Federal deja de ser emirientcmcnte

privatista, denvada de la Revolución Francesa, para convertirse

en una regulación de carácter publicista, en donde el juez recobra

poderes de dirección de los actos procesales.

Es importante sefialar que la iniciativa de Ley del referido

Código Federal corrió a cargo de la Procuraduría General de la

República, quien solicitó el apoyo, de entre otros juristas, del pro-

fesor Adolfo Maldonado, autor del Código de Procedimientos Civi-

les para el Estado de Guanajuato del año de 1934, ordenamiento

local que por servir de base para la elaboración del Código Federal

en cuestión, ha provocado que una gran parte de la doctrina nacio-

nal considere al citado Código Federal como miembro de la familia

Maldonado, en honor al mencionado jurista.

Es indudable que, como docente, Don Gabriet García Rojas,

más que obras escritas como la que ahora nos ocupa, legó toda una

escuela a la comunidad universitaria del país, a sus alumnos y discí-

pulos; y, como Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación

(1951-1962), no s61o propició acaloradas polemicas al defender

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con ardor y personal postura los asuntos que examinaba con

detenimiento e interés, sino que contribuyó a la integración de

jurisprudencias cuyos criterios, en algunos casos, siguen a la fecha

vigentes.

En las tesis de jurisprudencia que promovió en la Suprema

Corte, su autorizada opinión fue debatida por otros distinguidos

jiiristas, como José Castro Estrada y Alfonso Gitzmán Neyra, pero

siempre fue fuente de acertadas posiciones jurisprudenciales sobre

aspectos del proceso civil, como la definición de las acciones de-

clarativas, donde el interés jurídico de actor se colma con la me-

ra declaración de la autoridad judicial que ponga fin a una

situación de incertidumbre en una relación jurídica.' De la misma

manera, acufió tesis que constituyen verdaderos principios

procesales como:

El solo desistimiento de la acción nada prejuzga respecto de la

existencia o inexistencia del derecho afirmado, aunque lo exfinga.

Para determinar que la causa pretendi no genera el derecho, es me-

nester que recaiga sentencia que así lo establezca.'

De la misma manera, suscribió otra tesis que actualmente es

un principio jurisprudencial:

~

P.CCX0NE.S DECLAiUTIVAS. 6'. Época, 3*. Saia, S]?, 4". Parte, iX. p. 9. AD 4993157 Llisa y María Teresa Irigoyen Olace. 26 dc ina~zo de 1958 DESISTIMIENTO DE LA ACCIÓN. 5". Epoca, Sala, SJF,'lomo CXXV, p. 2415. AD 4987153. Airnand Mafián Avilil, 22 de septiembre de 1955.

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La improcedencia de lasacción por falta de uno de sus requisitos

esenciales, pucde ser estimada por el juzgador, aun de oficio, por

ser de orden público el cumplimiento de las condiciones reqtieridas

para la procedencia dc dicha acci6n.?

O podemos citar igualmente esta otra:

Dadas las corrientes modernas del derecho procesal que tienden a

desterrar f6rmulas sacramentales, t-stas no son necesarias para ejer-

citar las acciones ni oponer las excepciones, máxime si se tiene en

cuenta que es de universal observancia el principio de que a las partes

toca exponer y probar los hechos y al juez aplicar el derecho?

Cierro con esta elocuente visión del Derecho Procesal, pro-

nunciada por Don Gabriel García Rojas en una de sus clases, con-

tenida en los citados Apuntes, cuando al abordar el tema de la

oralidad patentiza una problemática que a la fecha no ha sido re-

suelta en su toralidad y que nos muestra la agudeza de su criterio

jurídico y de su pasión por la justicia:

La única forma para abreviar los trámites judiciales y qiie se haga

uria justicia humana, es la audiencia oral, no hay otra. Por supuesto

que es un desideratum el de la ley porque los jueces están embebidos

en 1% formalidades del viejo procedimiento, para todo quieren

levantar acta en que se hagan constar hasta por número, las

'ACCI~N, ESTUDIO DE OFlCIO DE SU IMPROCEDENCIA. Se. Época, 3'. Sala, SJF, Tomo CXXI, p. 1013. AD 1944154. Salvador Lozano. 2 dc agosto de 1954. Jurispzudencn 3. 'cceia Sala. Cuaria Darte del ADCndirc 1 9 1 7 - 1 9 R í . n. 1 1

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pregitntas y las respucstas, se sienten temerosos de desechar de plano

una prueba y ia admiten aun cuando sea notoriamente impertinentc

o inútil, les falta valor, para todo el tabú se les presenta siempre en

una forma medrosa y es una sombra que los dirige, por lo tanto no

podremos conseguir una oralidad perfecta.

El Código de Procedimientos Civiles del Distrito Fedcral ha

sufrido 53 rcformas y ha sido objeto de 12 correccioncs a través

de fe de erratas, sin embargo, su estructura ha soportado estas

reformas, por lo que los Apuntes de Gabriel García Rojas son de

actual utilidad.

Manuel González Oropeza

Febrero de 2008

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Teoría y crítica de los derechos potestatizros de Chiovenda

1 derecho subjetivo tiene un deudor, un acreedor y un

objeto. En un pr&stamo, por ejemplo: el prestamista, el

acreedor; el que lo recibe, el deudor, y mil pesos, el objeto. Allí

está todo el contenido del derecho subjetivo.

La acción. Si fuera la acción el mismo derecho subjetivo,

encontraríamos en ella los mismos elementos. Si es diferente, ten-

dremos que encontrar elementos diferentes.

Chiovenda llega a la solución del problema, diciendo: el dere-

cho subjetivo tiene un sujeto activo, que es el acreedor; un sujeto

pasivo, que es el objeto de la obligación. La acción tiene los mismos

elementos: un sujeto activo, el actor; un sujeto pasivo, el deman-

dado. Pero este sujeto pasivo no existía antes de entablar la acción,

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no estaba obligado hacia el acreedor respecto del derecho de

acción. Aquí claudica el desarrollo lógico del sistema porque intro-

duce un elemento nuevo: el derecho potestativo.

El objeto de la acción, según Chiovenda, es satisfacer al acrce-

dor el interés jurídico que tiene de cualquier modo. El problema

se resuelve: la acción tiene como elementos: el sujeto activo,

el actor; iel sujeto pasivo, quién es? Si es un derecho objetivo el

sujeto pasivo, no es el deudor ni es el demandado; podemos equi-

parar al sujeto pasivo del derecho subjetivo, al órgano del Estado

que está obligado a prestar el servicio jurisdiccional, o sea el órgano

judicial, éste es el sujeto pasivo de la relación. ¿Pero y el deman-

dado, quién es? Es un obligado a prestar su contingente en la obli-

gación que se hace, pero no al actor, porque no hay relación

jurídica entre el actor y el demandado, sino entre el demandado y

el juez; una relación de carácter objetivo, no subjetivo. Luego la

acción pertenece al derecho objetivo y no a¡ subjetivo. ¿Entonces,

las relaciones son distintas? ¿Cuál es el objeto?

En el derecho subjetivo, el objeto es la prestación de aquél

que esta sujeta al cumplimiento de la obligación, y forma su ma-

teria. ¿En la acción, cuá¡ es el objeto de la relación entre el actor

y el órgano jurisdiccional? Es el servicio jurisdiccional; todos los

actos de procedimiento, y por último la sentencia, esto es, el objeto

completamente distinto: la relación subjetiva.

De aquf parte Chiovenda cuando explica su teorfa; pero

lo hacía en téminas poco claros y dejando comprender la expli-

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cación de su teoría cuya inteligencia es muy difícil para los

estudiantes.

Los civilistas toman como derecho siibjetivo la facultad de

hacer una cosa o exigir una prestación con relación a otra; como

derecho objetivo el coiljunto de normas. Los publicistas toman

como derecho objetivo el derecho de exigir un servicio público

y como dcrecho subjetivo el de exigir una prestación de otro.

Chiovcnda empieza por hablar de la distinción entre derecho

objetivo y subjetivo y, como hemos dicho, se atiene a la noción

puramente civilista de la distinción entre dcrecho objetivo y subje-

tivo y creo que no tenía derecho para hacerlo porque después, can

toda razcín, sostiene que eE derecho procesal no pertenece aE derecho

privado sino al derecho público; en consecuencia, no tenía dere-

cho para afiliarse a los civilistas, sillo a los publicistas.

En seguida habla de derecho público y derecho privado, hacien-

do la distinciún tradicional cntre los dos derechos para llegar a la

conclusión de que las normas que determinan la actividad del

Es~ado en presencia de los conflictos de los particulares, no pueden

pertenecer al derecho de los particulares, sino tienen que perte-

necer al derecho del Estado y, por consiguiente, son de derecho

público.

Luego habla delos derechos de goce: derecho, hecho, absten-

ción; después habla de los derechos de la vida, de la seguridad

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personal, los derechos relativos que son aquellos de atribución, y

así sigue exponiendo su idea.

Chiovcnda dice: entre los derechos reales y los personales,

hay la categoría de los potestativos. En el real, el sujeto pasivo es

indeterminado; pero tiene la obligación de abstencrsc. En el per-

sonal, hay el sujeto pasivo determinado, con la obligación concreta

de hacer, de dar o no hacer alguna cosa. En el derecho potestativo

hay un sujeto pasivo; pero éste no tiene ninguna obligación prede-

terminada, tan solo el acto del titular del derecho, del que está armado

del famoso derecho, lo somete a un estado de subordinación al dicho

titular. Si atendiéramos a la crítica que a la Escuela Clásica ha ende-

rezado Leon Duguit, en contra de la existencia de dcrecho subje-

tivo, diciendo que los clásicos han creído que el derecho subjetivo

era una soberanía sobre los demás hombres, para Chiovenda scría

ese derecho de soberanía a que se refiere con tanta ironía Duguit,

porque un acto del propio titular somete a hacer determinado acto

o prestaciones al sujeto pasivo, que no estaba antes ligado con

ninguna obligación.

Y, entrando al análisis del derecho potestativo, dice Chiovcnda:

el concepto de derecho mismo, que pertenece en cierta forma a la

división clásica, ya no tiene razón de ser porque no comprende

una multitud de derechos respecto de los cuales no hay obligación

en el sujeto pasivo, como son: la facultad de pedir la separación de

los consortes; el derecho de revocar el mandato; el dcrecho de pedir

la división de cosa común; el derecho de pedir el aprovechamien-

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to de la propiedad; el derecho de pedir la rescisión del contrato,

etcétera. Y razona en esta forma: en el derecho de pedir la sepa-

ración de los consortes, uno de ellos está investido por la ley de la

facultad de pedir el divorcio o la separación, el otro consorte no

tiene la obligación de dársela. Cuando se substancie el juicio, el

juez lo obliga; pero antcs no tenía la obligación, ha habido una

modificación de voluntad de una de las partes. Y sigue: en el dere-

cho de revocar el mandato, por virtiid del mandato, el mandante

estaba obligado de responder de las obligaciones que contrajera el

mandatario, y éste a prestarle sus servicios por virtud del mandato,

el mandante estaba obligado de responder de las obligaciones que

contrajera el mandatario, y éste a prestarle sus servicios por virtiid

del contrato; pero en un momento dado, un acto de la voluntad del

mandante hace desaparecer esa situación jurídica. Ese derecho

potestativo respecto del cual el sujeto pasivo no tenía ninguna

obligación.

La uutonomia de la acción la deinucstra así: la acción y el dere-

cho subjetivo, sea real o personal, son absolutamente diversos,

primero, porque mientras que la obligación constriiie al deudor a

prestar el objeto de ella, la acción conseguirá la satisfacción del

acreedor aun cuando la obligación no se pueda cumplir retrospecti-

vamente, y segundo, porque la acción nace y puede extinguirse

independientemente de la obligación, como la acción de condena

que se extingue con la sentencia, y la obligación con el cumplimien-

to, sin embargo, puede perdurar; tercero, porque dice Chiovenda

que son distinras: la obligación tiene a la prestación y la acción es

e1 poder de invocar la coacción del Estado.

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De Chiovenda hay que aceptar la definición de la autonomía

de la acción respecto del derecho subjetivo; pero siendo discutible

en lo general para todo el mundo, la existencia de los derechos

potestativos, así como para el profesor García Rojas, que no cree

en la existencia de tos derechos potestativos por las razones expues-

tas, no podemos descansar toda la teoría de la acción, que es la

teoría básica de todo el derecho procesal, basado en una teoría tan

deleznable que había de orientarla en otro sentido, y buscar la

diferencia entre acción y dcrecho subjetivo. Advierte: el contc-

nido de la acción es distinto al contenido de la obligación; si por

accibn entendiéramos la sanción del dereclro subjetivo nos remon-

taríamos a las épocas medievales de la venganza privada y diríamoo:

cuando el acreedor se lanza sobre el deudor tomando el dinero

que éste no le quiere pagar, entonces teóricamcnte, si la acción

no es más que el derecho individual en ejercicio, aquí la san-

ción sería la aplicación directa e inmediata del derecho subjetivo;

pero si la acción no implica ya ese procedimiento, pues se ha

eliminado de manos de los particulares la posibilidad de hacerse

su propia justicia, la cual ya se atribuy6 al Estado, la primera acción

jurídica seria la invocada por el actor, y la segunda corrcsponderia

a hacer efectiva esa relación procesal,

La acción se dtvide en dos etapas: en la primera que es declara-

tcua de la existencia del derecho y de ahí nace un nuevo derecho

que se trata de ejecutar, pero no ejecutar teúricamente, sinosatisfa-

cedo en cualquier iorma que sea posible. Luego el fin y el contenido

de la acción y los del derecho subjetivo son difereates.

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La acción tiende a obtener la declaración de la existencia

del derecho, allí se agota la primera etapa, se extingue la acción tal

como se ha desarrollado en el transcurso de la historia; pero al ago-

tarse la acción, surge una nueva acción cuyo contenido es también

diferente al contenido del derecho siibjetivo y tiene distintos

caracteres. De aquí concluimos que la acción es distinta al derecho

subjetivo, que el derecho subjetivo tiende a la satisfacción del

acreedor con el objeto mismo de la obligación; que la acción es

un derecho objetivo y al decir objetivo se dice abstracto, que está

a disposición de cualquiera que pueda llegar a él, a no ser que por

excepción el Estado lo niegue; pero todo el mundo puede llegar a

la acción, a comprobar que el derecho, por inexistente que sea,

por extraño que sea a las relaciones entre el actor y el demandado,

ya que pueden ser personas desconocidas, puede sin embargo tener

la acción y la tiene el actor porque mueve los órganos jiirisdic-

cionales para provocar una declaración sobre la existencia o no

de un derecho. Tienen contenido y finalidad diferentes.

Recogenlos de Chiovenda su análisis sobre la diversidad del

contenido, sobre el análisis de la finalidad de la función; y dese-

chamos la teorfa de los derechos potestativos.

Contrario a Chiovenda, decimos: la acciún es derecho obje-

tivo; nos adherimos a la doctrina dc los publicistas.

Chiovenda agrega todavia con su exposición maravillosa, casos

de clara autonomía de la acción en las que ninguna obligación

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puede prestar el objeto de ella. Pongamos quc yo me jacto de que

C me debe mil pesos y lo digo a ustedes; C se presenta al juzgado

para pedir la declaración de que no me debe nada. En este caso

hay acción a favor de C para que se me reduzca a silencio o para

que el juez declare que es libre C, y en esto no existe ninguna

relación subjetiva entre los dos.

Pongamos otro caso: el Sr. P hace arios que posec esta casa

con título traslativo de dominio y con posesión pacífica, continua

y pública. Sin embargo, E tiene a su favor registrada la propiedad

pero no se preocupa de ella. P presenta eso ante el juez pidiendo

declare que ya prescribió. ¿Qué obligación tiene E de declarar

que no se preocupa de ello? Y sin embargo, P tiene la acción.

En estos dos casos se ve la acción independientemente de

todo derecho subjetivo. Se ve que son completamente autónomos:

hay acción sin que haya obligación.

Hay casos en que hay derechos subjetivos que sc están cum-

pliendo; pero les falta formalidad legal y los particulares son ineptos

para llenarlas; si se dijera que habría obligaci6n de llenar esas

solemnidades y la ley se opusiera. sería un contrasentido. El ejemplo

del hijo que no está registrado en tiempo oportuno sino mediante

sentencia: el padre estuvo obligado a registrarlo, pero ahora ya no

puede porqueta ley marca determinado plazo para su cumplimiento;

después de ese riempo cesa la obligación.

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De la acción

os autores opinan que la acción es un derecho

~ubjetivo, otros que cs un derecho autónomo.

Para algunos la acción es un derecho subjetivo aunque autó-

nomo en presencia del adversario. Entre ellos Chiovenda que con-

sidera que la accidn es un derecho, un poder jurídico que se tiene

en presencia o contra el adversario, pasando por el órgano

jurisdiccional.

Para otros la acción es un poder jurídico o un derecho sub-

jetivo en que el sujeto pasivo es el Estado exclusivamciite, sin

atender al adversario.

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La acción tiene múltiples definiciones: es un derecho que tiene

por objeto nada más mover la actividad jurisdiccional del Estado.

La acción es un derecho que tiene por objeto una sentencia justa

o favorable; tiene por objeto una sentencia, sea favorable o desfavo-

rable. Otro concepto más profundo: la acción tiene doble aspecto

cuando trata de obtener para el titular o para quien ejerce iin

bien de la vida o sea la satisfacción de una necesidad jurídica

en interés privado, pero tiene también interés público en cuanto

sirve para restablecer el equilibrio entre las relaciones de los hom-

bres que están enestado de litigio, o estado pat016~ico del derecho

que es antisocial.

Carnelutti dice que la acción considera un intercs privado y

un interés público: la satisfacción individual de la necesidad jurí-

dica está cubierta por elinterés jurídico de la acción: el interés jurídico

privado y la composición de la litu, la pacificación social que pro-

duce la acción y la sentencia; el apaciguamiento de las pasiones

por una parte, el restablecimiento social aunque se versen intere-

ses individuales, tienen un intercs social de carácter público.

Esre punto de visra es muy interesante, ya que abre horizontes

nuevos e instituciones rnexicanas hasta hoy completamente aban-

donadas al estudro puramente de los prácticos y alejados del estu-

dio científico que es la acción que entre nosotros se llama de

amparo: en el juicio de amparo, con esto, se ven aparecer horizon-

tes brillantes. Sin embargo, todavía este aspecro se queda en la

superficie, pues haremos algunas consideraciones de la acción como

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institución jurídica. Haremos la clasificación de los distintos puntos

de vista.

Se clasifican, por lo que a puntos de vista de la accióri toca:

en doctrina que llamaremos de derecho subjetivo, que considera

a la acción como el ejercicio del mismo derecho, o el mismo dere-

cho cn ejercicio; como dijo algún autor italiano: la acción no es

más que el derecho subjetivo elevado a la segunda potencia, mo-

viendo la máquina del Estado.

Nosotros expondremos otro punto de vista fundamental: la

acción no es el mismo derecho subjetivo en ejercicio; se distingue

profundamente de él en sus elementos y en su contenido, en su

finalidad y hasta en su forma: la acción es un derecho de carácter

autónomo; pero todavía dentro de este margen de la clasificación,

hay otras subdivisiones; para unos es un derecho subjetivo, para

nosotros es un derecho objetivo.

Consecuencias de esta primera división: para los subjetivistas

no se explica el porqué no teniendo ningíin derecho sustancial, sin

embargo tenga que acudir el acreedor a los órganos jurisdiccio-

nales; mientras que para los subjetivistas necesita tener su apoyo

fundamental en algunas relaciones jurídicas, para los objetivistas

basta nada más conque cada hombre pueda acudir al órgano jutis-

diccional para pedirle el servicio, para que ya exista la acción. Dentro

de esta gran rama del de~echo autónomo, hay unos que creen que

es un derecho subjetivo, otros que es objetivo, que corresponde a

todo el mundu.

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Hay otra definición: para uilos es el derecho a la tutela jurídica

concreta de la ley o del derecho; ésta es tan sólo la acción, es la

tutela al derecho que ya existe, no hay derecho quc no exista.

Aquí vienen una gran cantidad de autores alemanes que dicen

que la acción no es más que el derecho a la sentencia favorable o

desfavorable, esto es, que sólo el que tiene un derecho subjetivo

tiene derecho a la acción. En esta teoría implícitamente se viene

a caer en el primer punto de vista, o sea que la acción no es más

que el derecho subjetivo en ejercicio, que ya la habíamos dese-

chado. Esta teoria la sostienen los partidarios de que la acción es

aut6noma y dicen: el objeto de este derecho autónomo es la sen-

tencia justa o la sentencia favorable. De modo que cl que no tenga

justicia no tiene acción; y sin embargo, mueve toda la maquinaria

de 18 justicia y pone en jaque al adversario. Luego en el fondo se

confunde el derecho subjetivo con el objetivo.

La acción pertenece a la categoría del derecho formal, no a

la del derecho de fondo; por eso la acción puede servir como la

espada de dos filos: para atacar por el lado bueno y para producir,

por el lado malo, un perjuicio cuando no fue creada para produ-

cir males, sino bienes; pero csto no tiene remcdio. El combate del

derecho esta en el fondo y la forma: la verdad real triunfa sobre la

verdad formal. Pero no por eso podemos condenar la forma, porque

sin ella no se podría obtener ningún orden jurídico. Pongamos el

caso de un juez torpe que a cada momento tuviera que inventar

las actas de embargo. Paralizaría la administración de justicia.

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La teoría segunda es la delos dcrechos potestativos, con infi-

nidad de variantes. Presentada en Alemania, ha sido desarrollada

por Chiovenda en Italia; pero ya hicimos el análisis del derecho po-

testativo y de las objeciones que suscita.

La tercera subdivisión: la acción como u11 derecho objetivo.

Algunos consideran como derecho abstracto a la accíh , pero noso-

tros prescindimos' de esa termiilologia por 1x0 ser adecuada a

nuestra constitución mental.

Los partidarios de esta doctrina, a la que se afilia el profesor

García Rojas, coiisideran que la acción es un derecho que tiene

por sujeto activo al actor; por sujeto pasivo, al órgano jurisdic-

cional, al Estado representado por el juez o por el magistrado, y

cuyo objeto es la sentencia a la que se Llega mediante todos los

actos del procedimiento que se van eslabonando, coordinando itnos

con otros.

El primer efecto que tiene la acción es que perpetúa el derecho:

artículo 258 del Código de Procedimientos Civiles.

Tres son los principios fundamenrales del derecho procesal:

el concepto de acción, el concepto de instancia o proceso, y el

concepto de itlstitucíón.

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La palabra institución se toma en el sentido de regla, y se habla

de instituciones jurídicas por referirse a reglas jurídicas, y también

se habla de institución como conjunto de reglas. Bonnecase, dice:

regla jurídica es una norma de conducta que se señala a los

individuos.

InititucitSn es el conjunro de reglas que se refieren a una mis-

ma materia: las reglas sobre la separación de cuerpos, todas se

refieren al matrimonio. Pero éstas son las menos importantes.

El tercer concepto es muy fecundo: institución es agrupaci6n

de peramas que tienden a poner en prktica una idea, a realizar

esa idea juridica. Ejemplo: el Hospital de Jesús. Se compone de un

cuerpo directivo como son los patronos, mkdicos, servidumbres,

erc4tera; son persr)ilac que se mueven según cierta línea de con-

iltict.a para realizar un ~nismo fin. Tenemos instituciones como la

N~cirin, pie es una instiruciiin superior y por encima del Estado.

El Esrada es otra irtstitiición, la famitia, etcétera.

La so~iedad organizada bajo el sistema del derecho y jurfdica-

niante urdenada como es la srsciednd contemporinea, es una insti-

tución jiirfdica y la idea por realizar es la idea misma del derecho

n sea la tx~rnonfa rnisnla p13r el dmecho. El Código de 1870 y el de

1884 porc~tte tienden S organizar a la scrciedad coufixme a las ideas

maares de los l e~s l ad~~re s , es un conj~tnto de ideas que se han

venido p~iiiendo en priictícii hdqenclientementt: de las personas,

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Las instituciones se entremezclan unas con otras entre el indi-

viduo aislado y el Estado que parece en ciertos momentos omnipo-

tente; existen un conjunto de capas instituci«nales que sirvetl de

pueilte al poder p de freno a las tendencias anarquistas de la

libertad mal usada.

Cada uno de los poderes del Estado, a su vez, son instituciones

que tienden a realizar un mismo fin por medio de sus órganos, de

sus personas, conio el Poder Judicial que tiene por objeto el ejerci-

cio de la función jurisdiccional del Estado. El Poder Judicial cumple

su función indepei~die~~tcnlente de las personas que lo conlponen:

si muere un juez, viene otro y seguir6 realizando su funciiin.

La sociedad, institución jurídica para realizar la idea del dere-

cho, dispone de un conjunto de medios erior~ncs: toda la técnica

jurídica, todo el conjunto de ideas jiirídicas de los particiilares, de

los futicionarios públicos, etcétera. Pero entre esos medios se encncn-

tra uno que es fundamental en la organización inctderna de la so-

ciedad: la intervenciiin del juez como órgano del Estado encargado

solo de una función: la de resolver los problemas jurídicos. El 6rga-

no jurisdiccional se encarga de realizar el derecho; primero, con-

serva el derecho y la armonía social restableciendo el equilibrio

cuando sc ha violado, y segundo, marca la norma de conducta en

los casos particulares.

La acción tiene pues una función eminentemente conserva-

dora de las instituciorirs jurídicas; por es« tambign tiene un carác-

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tereminentemcr~te.público y objetivo. Por la acción se le presenta

al juez la primera oportunidad para que conozca del astinto; luego

tiene la funcihn conservadora institucional más notable que puede

existir en el campo del derecho: la facultad para reclainw La inva-

sión de un poder sobre otro, o la extralimitación del poder píihlico

respecto de la esfera del dereclxo individual; es el juicio de amparo.

La acción es un derecho que puede servir para grandes bienes;

pero también para grandes males. El derecho procesal es eminente-

mente formal. Si todo el derecho pertericce a ese inundo especial, a

un tnundo suig&u?ris, pdenl.os decir que hay diversos mundos y diver-

sas etapAs: el derecho sustantivo, que regula las relaciones de los

indlvicttios, y el derecho procesal que las considera glohalmenti: y

s61o tiene que ver con puras formas; sobrepasa a la realidad.

Sicinpre se tia ter~ido la preocupación de preservar el exceso

de fortnalisnxos, y si la acci6n que pertenece al derecho procesal

tiene pt?ligrt>s3 fa ley viene a fijar ciertas condiciones de limitaci61i

para que la Liberrad de ejercitarla no se convierta en lihertiilajc

La ley no niega el dercclm de acclón, sin^ en aquellos casos en

que expresamente quiere que no se vaya a n~ovilizar el organismc~

jurisdiccional; en rd caso prohíbc a diclio organicnlo que "abra

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sus oídos": si se trata de una deuda por juego, por ejemplo, se

desecha la demanda. Si alguien se presenta investigaiido la pater-

nidad, se le cierra11 las puertas. Luego, para que la acci6n pueda

ejercerse, lo primero que se requiere es que no haya el impedimento

del ejercicio jurisdiccional, esto es, que haya el derecho objetivo de

la acci6n. Asi es que la primera condición del ejercicio dt. Ea accidn,

es l i existencia del derecl~o objetivo de acción, o lo que es igual: que río

exista impedirr~ento legal expreso para el ejercicio de la accidn.

Actualmente teilemos muchos itnpedi~nentos: se demanda en

juicio de aniparo a la direcci6n de los FF.CC. Nacionales; el juez

cierra las piterías potclue ni) es autoridad. Se reclama el ciiniplimien-

r o de una obligacidn puramente moral; el juez cierra igualtnenre

151s puerras porque 1x0 puede conocer del asunto. Viene un tío a

desco~tocer la paternidad de un sohrino, 1x0 tiene accicín el tfo.

I+ucgo, el primer requisito para el ejercicio de la acciún dehia

ser ilegativo: "no haber impedimento para dicho ejercicio". Pero

fue nluy difícil hacer comprender esto y aceptaron mejor el posi-

tivo: "La cxistcticia de 1111 derecho".

La fracciún 11 del atrículci 1 dice: "que 1iay.a necesidad de cor~ri-

tuir un derecho." Y dtcen l<is críticos: si existe un dmcho , ipnra

qué se va a coiisrituis? Ac1araciú.n: lo primero se debe al derechlr

objeei~zo, g lo demás a los derechos srtbjetiv»s; asf se desvanece la

duda del arrcícutn 1. El prirner derecho es el derecho objetivo de accirSn; el segundo, pt~ede ser un cierecho st~bjetivo. Porig:~rnes

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que un hijo ticne la posesión de estado de hijo legítimo y que no

fue registrado por su padre, ni tiene el título de reconocimiento, o

sea el acta de registro; entabla una acción contra sit padre y lo de-

manda para que lo reconozca como su hijo ¿con qué objeto? Porque

necesita, que en forma declarativa o constitutiva, se haga constar

que es hijo legítimo.

La segunda condición para el ejercicio de la acción, es la rela-

ción de ésta con el dcrecho subjetivo, porque si bien son autó-

nonias, no dejan de tener esa relación, una relación que si se

comprueba, hará que triunfe la acción, y si fracasa, hará que triunfe

el reo; pero no deja de tener acción; no hay una separacióil abso-

luta. De tal manera que si existe, pero se comprueba que no fue

mottvada por un interés legítimo, no por eso deja de existir; no

dio con la responsabilidad por haber solicitado un servicio jurisdic-

cional al cztal no tenh derecho. Existe una relación entre la acción

y el dcrecho: la acci6n es un derecho sancionador; por eso como

requisito de acción, debe existir un derecho subjetivo y objetivo.

Lus acciones se chsifican por su contenido, por el derecho al cual

protegen y por su finatidad.

El tercer requisito o condición para el ejercicio de la acción, es

que aquel qzae solicita el servicio jurisdiccional tenga capacúiad jundica

para comparecer enjuicio, porque del ejercicio de la acción naccn

obiigacinnes y responsabilidades.

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Desde el punto de vista del derecho al cual protegen, las accio-

nes las clasificamos en reales y pers«izulrs, de la misma manera que

clasificamos los derechos e11 dcrechos reales y derechos de crédito.

Los franceses todavía tienen la misma clasificación que tenía-

mos tiosotros antiguamente: acciones reales, personales y mix-

tas. En estas últimas consideraban nuestros antiguos autores todas

aqueilas acciones que al mismo tiempo que protegían un derecho

real protegían ohligacioiles o derechos de credito, y eran las tres

acciones tradicionales. 1,os franceses suelen agregar a éstas, todas

aquellas eri que al mismo tiempo que se persigue un derecho real

se persigue una prescripción personal (los franceses confunden

la accióii con el derecho) entonces resulta el carácter mixto de la

obligación. Nosotros no hemos tenido esa clasificación; la abando-

namos hace tiempo y no hay necesidad de volver a ella porque

sieiido la acción independiente del derecho, la clasificación se harj

por el derecho protegido de acuerdo cori la clasificación que el

Chdigo Civil adniite: derechos reales y personales; no mixtos, y

menos los derechos potestativos.

La definició~i, en cuanto al fin, en cuanto al objeto que persi-

gue una acción, tiende a obtener una sentencra puramente dedarativa

y en esa declaraciúti se acota, no tiene fuizciones ejecutivas. Hay

otras que piden la declaración, pero con fines a alguna ejecuciún,

y son las sentencias objeto de la acción: sentencia de condena.

Orras tratan de constiruir un derecho que antes no estaba consti-

tuido, darle las formalidades, darle la sustancia legal a un derecho

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que antes no tenía, y son las sentencias constitutivas, y las accio-

ncs que éstas persiguen se Ilamaii también constitutivas.

Hay acciories que tienden inmediatamente a la ejeciicihn, aun

cuando después venga la declaracióil confirmatoria o derogatoria,

y sonlas acciones ejecutivas r\ de ejecución. En talvirtud, tenemos:

uccwnes declurativas, ucciones de c«ndem, acciones constitutivus y ucciil-

nes de ejecuci6n.. Cada una de ellas merece un capítulo especial

por la importancia que tienen en el derecho moderno; pero tam-

bién la tieticii muy grande las acciones reales y las personales.

Desde luego salta a La vista que se necesita un capítulo especial

de acciones porque en el dcrechci civil no se estudian nunca h s

accioiles que sirven para proteger dereclicts cuyo desarrollo es bas-

tante amplio, tanta en el campo del derecho positivo como de la

doctrina. El de la propiedad, la posesión, se han estudiado con

deteniiniento; perolas acciones que protegen la posesión y la pro-

piedad no se han esrudiado porque ni el Chdigo se ocupa de ello

ni la ctoctriria.

La acción reivindicatoria no estaha desarrollada en el Código

Civil ni eti el de Procedimieiltos; por eso se irivocaba jurisprudencia

extranjera en 1% sentencias.

C;orno la materia de acciones es una di' las partes fundamen-

tales de1 procedinliento, debiír tener un desarrollo especial, undesa-

rmflo que echan de menos los franceses, porque ni en el C6digo

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de Napolecin de Procedimientos Civiles existe, a pesar de que la

Corte de Casación, el aho de 1804, hizo representación ante

el trihiinal para que se pusiera un capítulo sobre acciones y todas

las Cortes de las Provincias seiíalaron la necesidad ingente de que

lluhicra un desarrollo, un capítulo de acciones.

Ida mayor parte de los códigos que se inspiraron es1 el Código

de Napoleón tampoco lo tienen, corno el italiano, el alcnián, el

australiano, etcétera. Nosotros los tenemos muy desarrollados en

el Código de 72 y en menor escala en los códigos de 80 y 84; esto

se debici a que el chdigo espafiol no fiie tomado del de Nap«león,

sin» que se inspiró en nuestras tradiciones y en nuestros viejos auro-

res. Los espafioles desarrollaron siempre su capítulo de acciones y

de ahí el que nosotros la tiiviéramos. Pues bien, ahora que las

teorías de tctdos los autores niodernos entrafian un desarrollo de

las acciones, era necesario desarro1l:ir la ixateria, cuando menos

en su parte principal, en el código actual, qtre triunfó en la legis-

1. s ~ i ó n : después de luchas terribles en que seis veces fue sisprimido

y seis veces restituido. No estudia todas las ~tccioncs reales niperso-

rlales porque no liay necesidad, estudia las pris~cipales, aquellas

que handado mayores dificultades eri la práctica, que estási menos

comprendidas: se trataba de llenar huecos y de satisfacer neccsi-

dadcs jurídicas, y se tomar«n las bases furidamentales. No se

estudian las acciones que rlacen del contrato de coinpraventa, las

acciones que protegen derechos reales o privilegios reconocidos

por cl derecho civil; pero sí era indispensable conocer el desarroUo

de las acciones reales y en particular a la accsón reivrndicaroria, a

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la acci6n plenaria de posesión, a la acción de petición de herencia

y a las acciones posesorias que protegen a la posesión.

La acción hipotecaria también merecía algún desarrollo por

las dificultades prácticas a que daba lugar y vamos a estudiar esas

acciones principales porque seguramente dará mucha luz.

Las acciones personales se desarrollaron, pero únicamente

desde el punto de vista de los principios generales, sin entrar en

detalles. Descompondremos la materia del estudio de las acciones

en tres partes: estudiaremos primero las acciones reales; luego las

acciones personales, y por 6ltimo las reglas particulares y generales

para unas y para otras.

Del interés

Uno de los elementos de la acci6ii es el interés. iPero qué es el interes! El interés es una relación de una persona o una cosa, ya

sea la casa exterior o interior al individuo. Pero hay una relación

de esa iiaturaleza; icuál e5 la que noa viene a manifestar el género

próximo y la diferencia específica del interés? El interés jurídico

es la relaci6n que se establece en el pensamiento entre una persona

y una cosa desde el punto de vista de la satisfacción de una nece-

sidad. Si es un objeto que satisface necesidades, la persona tiene

interés por ese objeto en cuanto siente las necesidades positivas.

Si la necesidad es de un solo individuo, el interés es puramente

particular; si el objeto satisface necesidades de un grupo, se dice

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que este grupo tiene interés colectivo. El vestido de X está satis-

faciendo una necesidad, tiene un interés jurídico muy particular;

pero si se trata de establecer un camino que ligue la Ciudad de

México con Puebla, por ejemplo, ya satisface la necesidad de un

conglomerado, la relación entre el sujeto y el objeto se traduce

en un intcrés colectivo. Sin embargo, desde el punto de vista de la

satisfacción de una necesidad es como el derecho se ocupa del

interés.

Toda aquclla pcrsona que tiende a la adquisición de un bien

que esta dentro del comercio se dice que tie~ie interés porque

por lo pronto satisface necesidades. Son pues objeto de interés

todos los bienes que están dcntro del comercio, que puedan ser

apropiados. Todas las situaciones jurídicas por adquirir son objeto

del itlterés jurídico; pero esta definición no podría servir nunca

para determinar en el derecho positivo el contenido del interés

porque si dijéramos que el interés es la relación entre un sujeto

del derecho y un objeto que satisface sus necesidades, no podría-

mos, en términos generales, llegar a su aplicación particular. ?Qué

consecuencia sacaríamos? que toda acción debe tener un elemento

de interés desde el inomento en que estamos viviendo en un mundo

jurídico: la acción tiende a adquirir un bien jiirídico. Téngase o

no derecho objetivo, con una acci6n se tiende a obtener un bien

jurídico que puede satisfacer nuestras necesidades; pero de aquí

no sacamos ninguna limitaci6n para la acción. Así es que en el

sentido positivo, la definición de interés no nos puede servir para

las necesidades de sistematización jurídica, y por eso se explica

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que se quiebren la cabeza autores franceses como Bedant y ale-

manes como Kholer para determinar el límite de la acción dentro

del campo positivo del interés.

El fin de la acción es la sentencia. La sentencia tiene por

objeto una declaración, una condenación o una ejecución; ¿pero

en todo caso, cada uno de esos objetos fines a la sentencia, será

para producirtlos uno de esos bienes? Se puedc dar e1 caso de que

no tengamos interés, como cuando la sentcncia, auiiqtie produzca

una de esas cosas, no pudiéramos obtener el objeto que persegu-

mos, y entonces nos limitanios a esto: se obtiene unta sentencia, y

por nuestra situaci6n pe.culiat, 110 podretnos obtener et objeto de

la sentencda, lucgo el individuo, con todo y la sentencia, no tiene

it~cerés. Y cc>nfc)rtne %esto venin~os a iiniitar la definicióti de intcrits;

el aspecto negativo scría éste: deju de tener interés uyz~el que, nuri

si~pot&~i& favo~able la sentenciu, no pucdr obtener el objeto perseguido.

Esta definici6ncicri-a las ptiertas por todos lados y nos sefiala culin-

do tina persona tiene iriterits o no. Ejemplo: P es hijo de S y éste

otorga 1111 testanlento en favor de aquél; muere S, se radica la

testamentaria en un juzgado y se prescrita F , hermano del difttnto,

a entaldar la i~t~lidad del tesramento. iQué interés puede tener

este hombre? Ninguno, porque aun sup»niendo que le sea favorable

la sentencia, vendría el ititestado y el hijo legítimo sería declarado

único g universal heredero porque tiene preferencia sobre F.

Otro ejemplo: eI legatario entabla la acción de nulidad del testamento en una testamentaría. Supongamos que es favorable

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la sentencia; pero el legado subsiste en cuanto subsiste el testa-

mento. ¿Qué objeto persigue el legatario? Ninguno, ya que el

legatario no tiene la accicin de iiulidad del testamento, el heredero

sí. Cuando el heredero es legítimo, y en e1 testamento le toca tina

porción menor de la que como legítimo le correspondería, puede

entablar la nulidad del testamento porque suponiendo favorable

la sentencia, se declara el intestado y entra en participacibn de 61.

Siempre que encontratnos la adcluisicibn mediante la senten-

cia de un bien, aspecto positivo, direinos que tiene interb. Sienlpre

que aun suponiendo fav»rable la sentencia, tto se obtenga ningún

bien para el peticionario, diremos que carece de intercs; por ejem-

plo: utia persona se presenta a demandar la nulidad de un acta de

legitirriacicin diciendo que tos hijos son adulterinos; este individuo

1x0 tiene inter6s porque, aun suponiendo favorable la sentencia,

es decir, se declare que eran ilegítimos, la ley les da los mismos

dereclios, y ni) le da privilegio al legítimo sobre el legitiiliado

attnqite haya sido espurio.

El elcniento interés en la accilin tiene niucha importancia en

maieria de juicios sucesorios, poryue le dan a1 juez la facultad de

desechar intnediatanlente multitrid de promociones que eligieran

el trámite, con fundamento en la última fraccihn del artículo 1

del Cbdigo de Procedimientos Civiles.

Hay yuc hacer notar que el derecho no shlo protege dereclius

pectin~ari«s, sino mr)rales; luego. el interés puede tener por objeto

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intereses n~ateriales pero también morales. Ejenlplo: el caso dc iin

hijo que quiere legali~ar su condición, su situación, es un iilrcrés

moral. Así es que todos los derechos protegidos por la ley quedan

dentro&inter&s poorque se trata de satisfacer necesidades jurídicas

que no se satisfacen con bienes únicamente.

Acciones vedes

Son aqueItifs que protegeti derechos reales. Pero si es fhcil definir-

las, es muy etifccit &ir contra quien se enderezan; este es uno de

los gret~des yrcllilenas tiel derecho procesal, saber a quién se va a

dematxdar. Lr acciClt1 real se da contra el que tiene obiigaci0n real,

t81c rsrltlx~ titlfit~id<> por el CCldigo de 84, y el nuevci código supriinib

la cieRniei6n p sBIi> t~abla &e ellas t l artleulo 30.; pero 110 por esto

se ~up~kt~tieron~ sui\sfstc~1 inriepe~~~iiencemenrc de la voluntad del

Icgisiartrir. Ejen~pLo: utra casn era de E, quien la I~ipotecí) en favor

tic, P eti rnii pesos; trwgo yo se la compro a E y la coinpro con el

grlwztmeil real yuc tiene y xirnqiie no celebro ningún contrato

6011 P, p t ~ SCF poseedor dc liia casa estoy »l>iigndu a purgar el moti-

ro de Ia ilipc>tccrt, Este cotlcepto, de cabligaciírn nace con mt>civo

de iir posesi61a de Pa cosa. Lus romanos no te~erilail mas que una frase

para definir Ea ol>ligaciriti real, muy significativa: es la abligacwn

qice sttbsiate t>rw wirztael de Irz cosa con reltzcii.n g t>«r rux& de lu cr>sri.

Pux es<> se llaman oi~iigaciones reales.

Pera 10s eii~tintw dderech<>s d e s et~gendran distintas obliga-

cioxieag no tos derechos reales engendran obYigaciams reales.

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Las accione5 reales sólo proceden contra el que posee la cosa

y tiene obligación real, ejemplo: yo compro esta casa a E, quien la

había hipotecado en favor de P en cien pesos; luego me la vendió

a mí en doscientos pesos, le di cien y cien se los pagaré a P. Alqui-

lo la casa a A y éste está como arrendatario, ocupándola; dentro

de la noción del nuevo Código Civil, es poseedor, pero no tiene la

obligac~hn real, no tiene la obligacibn ppiopter rem. P no puede

demandar con la accihn hipotecaria a A, sino que tiene que deman-

darme como poseedor jurídico de ella; tengo la obligación real

porque tengo la posesión a título de duefio. En el derecho real hipo-

tecario llegamos a esta conclusión: respecto del derecho real

hipotecario, qiiien tiene la r>bligaci(tu real es el que posee a títi110

de dueño.

Pero pongamos otra hipbtesis: P salid de su trabajo y vio que

su reloj había desaparecido y lo tenia X, pero éste dice yue se lo

prestó L. ¿Contra quién se ejerce el derecho real! Tendrá que

recurrir a L porque la cosa dondequiera que esté es reclamada por

su dueño. Tratándose de la propiedad, el juez penal dicta la orden

de que se aprese la cosa dondequiera que se encuentre, sin inves-

rigar qué clase de poseedor era X; luego, para el derecho de pro-

piedad, quienquiera que detente la cosa está violándola, porque

la cosa no está en poder de aquél a quien le corresponde. Todo el

mundo es sujeto pasivo de un modo principal, y si el duefio no

tiene la cosa en su poder, quienquiera que la detente, poseedor o

no, está violando el derecho de propiedad, luego cualquiera esCá

obligado propter rrm.

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Se presentan otras dificulíades: P fue insrit~iido heredero con

derecho a disfrutar de todos los bienes del difunto, incluso la casa

número 10 de San Ildefonso; pero se encuentra conque E está pose-

yéndola porque se la compró a A hace cuatro años. ¿Qué acciún

tiene P para proteger el derecho de lierencial Tiene la accihn de

petici6n de herenciu, pero nola va a ejercitar contra E porque no

posee como heredero, sino por compraventa. El derecho heredi-

tario es underecho real, pero tenía que ejercerse contra el poseedor

de ia cosa s6ki a tfrulo de Iierencia.

Se ha dispatado sieti~pre qu6 persona debe ser enjuiciada cil

tii acci6n xeivi~~clicacorba. Nuestra antigua doctriwa vaciló mucl~o

y al decir del c«nde de la Cañada se resolviú porque lo fuera el

lnsredor ct título de dztcño. Pero la tradicion romana y la doctrina

de orrrl parte de nuestros autores así coino la francesa, se prcinun-

ciaban pcrr la proccde~icia en c.ol~tra del simple tenedor. Nuestra

nueva ~doptí) un sistema mitigado: se puecle enjuiciar al terie-

clor, pero 6stc puede declinar el pleito de~iuiicianclo al poseedor a

título de dueno brr. 5).

El que niegue la posesirin diciendo metitiras, la perderh en

beneficio del demaidante como lo dice el artículo 60. del CPC. Este cs un principio jurfdico t<tn~arlo del dereclio rt)rnano y quiere

decir que si el ilexnandado niega ser el poseedor y durante el juicio

se pnti;ha esa posesión, debe el juez fu1Pdr defiiitivan~ente man-

dando co~iferide la &ii>sesi61i al actrlr aunqilc no hulkra prolmdo

el primer elenrer~ro de la acci6n reivindic.atoria, o sea el título.

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Es aplicación de u11 viejo principio del derecho de que el dolo en el

que posee, suple el título del que demanda. Esre principio tienc

también recta aplicación en el artículo 70. respecto del que dolo-

samcnte deja de poseer.

Acción confesoria y acción negatoria

La que protege la acción de servidumbre es la acción confeso-

ria; las contrarias son las acciones ncgatorias. Todas las acciones

reales se dan contra quien tiene en su poder la cosa. La acci6n nega-

toria va contra quien tiene en su poder la cosa: si transcurrieron

dos años y el no tiso exriiigue la serviditmbre y se pide que se de-

clare asE, no se necesita que este poseyendo la cosa para que pueda

ser demandado por medio de la acción negat«ria (arc. 10 CPC). La acción ilegatoria puede darse co~ltrii el que no posee la cosa o

colma el que tio la posee.

Acción reivindicatoria

Esta es la más diffcil de todas, sobre todo en un país colno el nuestro

eii quela vida social esrá tan eii pugna con la vida jurídica que se

lee en los ci%digi>s, en donde parece que liay un catastro perfecto y

un registro perfecto, pero la verdad es que aquí en fi.léxico se trans-

miten propiedades sin intervenciói~ de notario tii del Registro PCi- hlico de la Propiedad.

La acción reívindicaroria tiene por objeto declarar que tllla

persona tiene dominio sobre una cosa y, por tanto, que ,se la entre-

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gue quien la tiene, con sus frutos y accesiones, es decir, la acciún

rei\~ir~dicatoria se da al que teniendo el título de propiedad, no

tiene la posesión de la cosa (art. 40. CPC) . Por el robo n« se pierde

la propiedad, pero sí la posesihn; luego el. verdadero dueño está

protegido por la acción reivindicatoria, cuyo objeto es que se de-

clare la propiedad y que se reintegre a la misma con todos 10s

elementos que le correspotlden: el uso, el abuso y el goce, adeinhs

de los frutos y todo lo que se le haya agregado, corno si hubo mu-

tación dc causa y se ampliaron los dineros, o 55 hubo adjunción u

otra causa. Ert caso de que reivindique iin terreno, tiene que rein-

tegrarse con la casa si la hay, y sila posesiún procede de delito, no tiene derecho el poseedor a nada.

Son dos: el d t d o en el actor, y la tenencia en el mandato. ¿Pero

cómo se prueba la propiedad? Con e1 título traslativo de clominio,

pero t>am esto t~eccs i tan~~~s también prohar que nuestro vendedor

era el duefio, y esto a su vez que la recibió de otro duefio, y así

sucesit~a~nente, hasta llegar a la "ptueha di.ah61i<:af'.

Lrt usz4ca@tcin viene a dar el verdadero título de ea propiedad.

En cambio, la ocitpaciún sólo da el título de propiedad cti raros

casos, como en algunas aves, en algunos animales o como e n

el caso de una isla.

El título de la propiedad se demuestra con el título traslativo;

pero es niuy frecuente que el demandado tanibién tenga cíttilo,

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porque los actos antijurídicos se revisten con la forma de los jurf-

dicos, liaciendo el derecho muy oscuro.

En la reivindicacion, lino tienc título, el otro tambien, pero

sieinpre hay difereiicias, y al juez toca señalar cl verdadero título.

Resolución de estos groblemns

Primera hipótesis: el actor tiene título, el demantiado tamhién.

Segutda hipotesis: e1 actor tiene título, el reo o dcinandado

no tieric título, pero tiene la posesi6n a títuli) de dueño.

Tercera hipótesis: el acror no cienc título, el demandado

tarnpoco.

Cuarta hipotcsis: el actor nc> ticne titulo, el demandado sí.

Para todos estos casos hay que dar reglas generales, no se

pueden dar reglas especiales.

La primera hipiítesis se resuelve valorizando los títulos: cuál

es el mejor para darle preferencia. Desde luego surge la primera:

uno está registrado, el otro no; el que está registrado ticne la prefe-

rencia, porque si aparece el titlilar de uya propiedad registrada, s6lo

a los actos jurídicos emanados de ese titular se le da accihn en el

registro. Pero supongamos que Ios dos tienen título y los dos

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están registrados, o que Los dos no están registrados. ¿Quién tiene

la preferencia? Primero atendemos a la historia del título, luego a la

posesión. Si fueran iguales para nuestra preferencia los títulos,

entonces aplicaríamos el principio de derecho que dice "que es

mejor la causa del poseedor". Si uno es más antiguo que el otro,

damos al más antiguo la preferencia, porque tiene la presunción

por más tiempo, y si no se puede determinar la fecha, el que tenga

más tiernpo de poseer.

Si los dos tienen título y los dos esránregistrados, o si se regis-

tran a nombre de una persona, pero antes para entablar tercerías (1

incidentes de exclusicíti de bienes, liubo adjudicacicízl de bienes,

i a quién le damos 1% preferencia, a1 actor o al demandado? Este

es un verdadero problema, ejemplo: J vende una casa a P, pero S , que había derilandado a 1, logra trabar embargo sobre la casa que

ya pertenecía a P y &te sin ser oído ni vencido en juicio entrega la

casa sin saber que era objeto de u11 embargo v se le adjudica a F. 1' obtuvo la inscripción eri el Registro Público de la Propiedad; la

osde11 del juez donde tratan de quitarle el bien es en su aiisencia y

se le quita la casa, pero P tiene su derecho iticólume, porque 110

fue oído ni vencido en juicio y por tal motivo sólo una sentencia

pc~dtia quitarle su derecho de propiedd. P reivindica el bien de

manos de F. ¿A quien le danios la ganancía? F tiene título judicial,

P está amparado con un título que no es de la misma iiaturaleza.

Aqui el juez que conoce del asunto nene que entrar a la calificación

del acto originario, examinando tarnbieri la posesión. Por último,

por~gamos que P haya poseído por más tiempo d d necesario; para

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la usiicapión o regla general es esta: "hay que atender al acto

jurídico y a la existencia en que el acto jurídico engendró la propie-

dad que produjo". El título judicial que tiene el otro está viciado,

porque se otorgó sin haberse oído al verdadero poseedor.

Otra hipótesis: los dos no tienen título. ¿Cómo se prueba la

propiedad? La posesión es una prueba de la propiedad. El primer

efecto es el efecto de la presunción de dueño, tiene la presuncion

de ser propietario; pero como el reivindicante no tiene la pose-

sión, pero sí la tiene el demandado, habrá que atender a las posesio-

nes de los dos y al tiempo de cada ~ I I O . La regla sobre esto: en

ipuldad de titulo y posesiones, hay que atender a la poseswn más ur~ti-

guu, y de las posesiones, la titular es mejor que la no titular. En tul

virtud, lrr antigua es mejor que el titulo y por lo misrno la antigüedad de

la p«sesicin es rnejor que [u posesiún titular. Si es más antigua la po-

sesión del reivindicante aunque no tenga título, entonces el juez

examinará las cualidades de las dos posesiones y examinará igual-

mente el títiilo del demandado en presencia de la antigüedad de

la posesión.

Segundo elemento de la acciún reiviildicatoria: En la acción

reivindicatoria no vamos a demandar al arrendatario ni al usii-

fructuario ni a los que tienen la cosa a título puramente precario.

Con la acción hipotecaria no se puede deniandar al arrendatario

ni al usufructuaric~ sino al que poseyera a título puramente preca-

rio. Con ía acción hipotecaria no se puede demandar al arrendatario

ni al usufructuario, sino al que poseyera a título de dueño. En la

herencia, al que posee a títuIo de heredero.

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Sobre esto hay discrepanci~, unas dicenque solo al poseedor

a título de dueño se le puede ejercer la acción; otros sostienen

que a cualquiera.

La segunda es niejor porque la accihn real va contra el que

tenga la cosa en su poder y tcwa obligación real, y tienen obliga-

ción real respecto del propietario, todos los que están detrntundo

la cosa. El arrendatario cree que disfruta de la cosa porque cree

que se la entregb el propietario en el ejercicio de un derecho; pero

tan vulnera el derecho de propiedad el poseedor sin títnlo de

ctiieño, como el poseedor que tiene título precario para disfrutar

de la cosa, y esosfrutos que está tomando para sí el arrendatario

no le correspondril a &te, sino al verdadero dueño.

Otros dicen: ¿Cómo va a proceder la acción rcivindicatoria

contra un arrendiitario que no tiene en su poder la müriera de

defenderse? Hizo un coiitrato de arrendamiento y se fue a disfrit-

tarde la cosa; pero la ley permite que demande el poseedor porque

éste tiene los elementos de prueba suficientes, no así el arrenda-

trino, el inquiiino. Por consigiiicnte, es una injusticia para el ver-

dadero ptxeedor permitir ciialquier accibn reivindicatoria y que

prospere contra el tenedor de la cosa aunque sea un arrendatario;

de ahí viene la conclusión de que la acción reivindicatoria sólo debe

entablarse contra el que posee a titul« de dueño. Sin embargo, la

acción reivindkatoria prospera contra cualquiera. Estos inconve-

nientes se subsanan de dos maneras: primero, por la obligación

que tiene el inquilino de averigusar la regularidad de la

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respecto del propietario; segundo, porque el inquilino puede repetir

la contienda rcivindicatoria dando cuenta de quien es el verdadero

poseedor y se exime de molestias. Luego, las objeciones se resuelven

con problemas prácticos y tri~tnfa la teoria que asienta que se puede

ejercer la accicín contra cualquiera.

Los jurisconsultos romanos concedian la acci611 contra simple

tcnedor Y otros se la negaban. Pegaso negaba la acción reivindi-

catoria contra el comodatario, cl depositario y el arrendatario y

Ulpiano decía: "a pesar de esa opii~ibndc Pegaso, dehe corisiderarse

la reivindicación contra esas personas, pero hay que darles libertad

pata que dentincien al verdadero dueho". Esta opiilióri de Ulpiano

fue seguida por casi todos los doctores de la Edad Media, los glosa-

dores, los posglosadores; pero ha encoritrado oponentes cn el dcre-

cho moderno.

Los franceses, siguiendo las huellas cle Pothiers, están acordes

en otorgar la acción contra cualquiera que tenga la cosa. Una gran

parte íic la doctrina alemana y de la italiana se vuelven contra la

doctrina de Ulpiano, y s6lo le dan la acci611 reivindicatoria al que

posee a título de diieño por la razón de que cn la accihii reivindica-

toria se va a discutir el derecho de propiedad, luego el único capaci-

tado ser5 aquél que invoque un derecho de propiedad.

Nosotros adoptamos la teoria de Ulpiano, pero terienlos estas

puertas de escape: en primer lugar, en cl capítulo de los actos

preparatorios al juicio, hay una fracción que antes II« había en la

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regla respectiva: artículo 193-1. El viejo código sólo permitía la

información prelinlinar al juicio exclusivamence sobre la personali-

dad. ¿Qué ventajas tiene éste? Antiguamente se demandaba a una

persona crcyéndola poseedora a título de duefio de una cosa y

luego paralizaba la acción, diciendo: yo no soy más que un simple

ccxmodatario o arrendatario, P es el verdadero dueño.

Segunda puerta dc escape para los inccrnvententes de la doc-

trina: art. 5. El que tiene el título de propiedad y no disfruta de la

posesión, no está, en multitud de ocasiones, en condici6n de deter-

minar no averiguar la calidad de la posesión de aquél que detenta

la cosa y lo demanda, 1x0 hay ninguna obligación legal que le

imponga. el deber de averiguar la calidad de la posesión del de-

mandado, su derecho de propiedad, ni sus elementos, está siendo

viciado por el que lo detente, cualquiera que sea contra quien dirija

su demanda; pero éste, que no tiene 105 elementos de defensa,

denuncia al verdadero diieñct, al poseedor a título de duefio para

que con &te se entienda el juicio.

Tercera puerta de escape: es fundamental en los inconvcnicn-

tes de la doctrina. Suponiendo que se hubiera seguido el juicio

reivindicatorio contra el inquilino y se Iiubiera seguido en rebeldía

porque tste no hubiera concurrido al juicio, y hubiera obtenido la

reivindicacibn el reivindicante, esa sentencia no le cauaará ningíin

perjuicio al poseedor jurídico porque todavía tiene el derecho de

defensa y la sentencia no surte efectos de cosa juzgada contra él:

art. 92 en concordancia con el art. 422. Contra los que no fueron

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llamados al juicio, la cosa juzgada no produce acción ni excep-

ción. La sentencia que se dictara contra el inquilino no causa

ningún efecto contra el poseedor jurídico, quien no fue citado

legalmente al juicio.

Pero no siempre la acción procede contra e1 poseedor real de

la cosa; también en materia de acción reivindicatoria hay posesión

fictu o ficticia, y hay casos en que la acciún reivindicatoria procede

contra los poseedorcs fictos que son dos: los que salieron al juicio

llamándose poseedores sin serlo, y los que se deshicieron de la

posesión para evitar las consecuencias de la reivindicación. Contra

estos dos poseedores tiene también cabida la acci6n reivindicato-

ria, ejenlplo: se demanda a una pcrsona creyéndola poseedora y

sale al juicio, presenta su excepción, impugna el título de propiedad

e invoca título mejor y nos encontramos en la sentencia con quc

nunca fue poseedor; iquC pasará con esa sentencia? Esta solución

romana esrrí de acuerdo con los principios más elementales de

justicia de que la acción reivindicatoria debe declararse procedente

contra este sujeto y conminarlo a la constituciún de la cosa, más

los daños y perjuicios.

El segundo poseedor ficto posee un automóvil robado, y P se

presenta a reivindicarlo invocando el título de propiedad: pero

aquél be deshizo de 61 por venta o 10 transformó por c»mpleto.

Se entabla la acciún, pero conio la cosa ha desaparecido, iva a de-

cirse en la sentencia: procede la acción, pero no se puede ejecutar

porque la cosa ha desaparecido? El derecho debe dar solución a

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esto. Todas las legislaciones del muiido están inspiradas en el dere-

cho romano, y hasta ahora en materia de accihn reivindicatoria

no ha sido superado por ninguna legislación. (Ver las I~tstitutas de

Justiniano, sobre la reivindicaciói~). Las dos disposiciones rtrmanas

de justicia notoria se encuentran en el artículo 70. cuando dice:

Piieden scr demandados en reivindicaciírn, aunque no poscan la cosa, el poseedor quc para evitar los efcctos de la accihn reivindi-

~atoria dejó de poseer y el que está ohlijiüdo restituir la cosa, su

estimación si k sentencia fuere condenatoria. El demandado que

paga la estimaciún de la cost puede ejercitar a su vez la reivindiu~cihii.

¿Que objeto tiene la acciótl reivindicatoria que es la protectora

del derecho de propiedad? El objeto es la declaración de la propie-

dad, y la ejeciicibn es el otorgamiento de la posesión de la cosa

con todas sus accesiones, con todos sus frutos, con t17d0 lo que

la cosa prodi~jo Iiasta con sus residuos. Luego, si se arruina la cosa,

iio por eso desaparece la cosa iii el objctcr de ka acci611; 10s residuos

perrenecen al reivindicante, se triunfa por el principio jurídico dc

que "es mío lo que de la cosa queda". Si durante la reivii1dicaci0n,

murieran los animales, por ejemplo, las pieles pertenecerán ai

reivindicante. En el año de 1927, un señor juez negó la serttencia

porque aunque procedía la acción, idijo que no cabía la seilteii-

cia porque ya habían muerto 10s animales ... ... !!

No pueden reivindicarse las cosas que estan fuera del conirr-

'C1 can no cio; los gi'neros tampoco, porque mientras no se espL .fi

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pertenecen a iiil cuerpo cierto y determinado, ya que pueden ser

cambiados por otros.

En el Código Civil de 1870 liabía un precepto semejante tomado

del francés, en donde era verdad el axioma francés en cuestión de

~nuebles: "posesión vale título"; pero en 1884 fue derogado el pre-

cepto. El Código Civil de 1923 establece el precepto, coticede la

acción reivindicatoria de los miiebles en todo caso, con exccpci6n

dc aqiiellos en que hubiera sido vendido en almoneda pública o por medio de un comerciante que tenga abierto al público su co-

mercio y se dedique a la venta de objetos perdidos o rohados por

inedio de los cuales se intente ejercer la reivindicación. La reivindi-

cacihn es la recuperación de la cosa si11 pago de riada. El Código

Civil de 1928, en el artículo 799, habla del "posceifor de una cosa

tnuehle, perdida o robada; no podrá recuperarla de un tercero que

la liaya adyiiirido de huena fe en altnoncda o de tin cotnercia~l-

te.....". Esta disposición del Chdlgo Civil es criticable.

El artículo 80. dcl Código de Procediiriientos Civiles desvirtnó

en parte el art. 799 del Chdigtr Civil.

Explicación del articulo 60. det CPC

Éste llamó mucho la atcncitin y di« origen a un artículo periodístico

de un jurisconsulto: "el poseedor que niegue la posesión, la perderá

en beneficio del demandante." Se dijo: icúmo siendo el posee-

dor se va a negar la posesión puesto que esto sc puede comprc3bar

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mediante los sentidos? El reivindicante tiene que probar dos ekmen-

ros de su acción: primero, el tftulo, segundo, la posesión del

demandado. Pero supongamos que el demandado rehuye el juicio

negando que es el poseedor y el reivindicante prueba que es el

poseedor; entonces la ley ya no le exige al reivindicante que exhiba

el título de propiedad, porque habiendo negado el demandado de

mala fe, se le castiga en esa forma al doloso, al mentiroso; la ley le

da la ganancia al que procede de buena fe. Esta es una traduc-

ción de De la Serna y Montalbán, hecha a un texto romano.

El licenciado Béistegui copió a De la Serna y Montalbán en Puebla,

y éste a su vez la copió de las Leyes de Partida.

(Acción publiciana en Roma)

En cesa acci6n se discute la posesiún mejor, y en la reivindicatoria

que ya aníílizamos, se discute la propiedad.

No hay que confundir la acción posesoria o plenaria de po-

sesi6n con ias acciones de retener la posesión de obra nueva, y de

obra peligrosa que se h m a n tambien ~nterdictos. En los interdictos

ci acción posestrrka interina, se disctiten las dos posesiones, ta del

actor Y la del demandado, pero crm el carácter de provkiortal; en

cambio, en la plenaria de posesicín generalmente se discuten dos

posesiones para darle ia posesión a la mejor, pero con eE carácter de

definitiva. Los interdictos m> producen Ea cosa juqada; mientras que

Ea plenaria de posesidn si.

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De las cuestiones posesorias

En las cuestiones posesorias se presentan infinidad de proble-

mas. Hemos dicho que todo acto antijurídico, toda violación, toda

usurpación de propiedades y posesiones se hacen siempre con pre-

textos, siempre se cubren con razonamientos de carácter jurídico,

aun los casos más atroces de la tiranía. La esencia del derecho es

la idea genética del orden, de modo que hasta los actos inmora-

les los pretendemos justificar.

(Hay dos maneras de atender a conflictos de pitsesiones, una

provisional). Dentro del derecho existen dos grandes escuelas

de la teoría de la posesión: la Escuela de Savigny y la de Ihering.

El primero opiria que la cuestión posesoria se funda en la idea

contra la vioiencia. Von Ihcring afirma que la cuestión posesoria

se hace con respecto a la propiedad. Nuestro derecho mismo, nues-

tra tradici61i jurídica ha sido siempre el respeto de la posesión por

la posesión misma. Es una teoria ahsoluta. La posesión es de vital

importancia, merece una protcccic'tn por la posesión misma por la

grandísima significación que tiene. La posesión tienc un elemento

de vida: los medios de defcnsa, los medios de vivir. Si se protegc a

la posesión es porquc se protege a la vida; si se dan medios para

respetar vic~lentamente la posesión es porque la cuestión de alimen-

tos ha sido de pronta resolución en el derecho. El que tiene la pose-

si6n lucha con elementcos de combate, mientras que el que está

fuera no puede echar mano de los mismos medios; por todo esto me-

rece una protección sui gmer*..

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Hay dos maneras de definir la cuestión posesoria: de modo

interino y cuando se trata de hacer una calificación solemne, deta-

llada, sin dejar resqiiicio de la posesi611 para compararla con otra.

En todo caso hay un combate posesorio; pero en el primero se

trata de resolver quién va a tener el privilegio de litigar como posee-

dor contra el que litiga desposeído; y en el segundo caso, en el

examen solemne, se respeta la posesiórl en el estado en que se en-

cuentra y se va a luchar ~ r o para comprender si uno debe o rxo la

pcisesi611, sino cuál es el que tiene un título menos malo para po-

seer; no se trata de calificar los títulos, sino las posesiones. Cuando

se califican títulos se califica la propiedad, cuando se califican pose-

siones a cuál de éstas le debemos dar el triunfo. El pretor romano

ya se había fijado e n este contenido, y al lado de la R.V. se creó

una szligeneris: la del pretor o cónsul puhlicio, es la acci6n puhli-

ciarla y que nosotros llamamos plenaria de la posesihn: plenaria

porque se opone a los interdictos que colocan mt)meirtáneainente

la posesi6n.

l a posesión plenaria o juicio plenario de posesi6n no resuelve

interinamente la cuestión posesoria, sino definitivamente estable-

ciendo la cosa juzgada.

El interdicto o sea la accíhn de posesión interina, no establece

la cosa juzg~da respecto de 1a posesi6n; establece una cosa juzgada

con un alcance 111uy limitado.

En el artículo 91). del Código de Procedimientos Civiles está

la acci6n publiciana o la plenaria de posesión.

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La accióil plenaria de posesión compete al adquiriente con

justo título y hueiia fe, aunque no haya prescrito contra el que

teniendo la posesión de la cosa, la haya poseído por menos tiempo

o tenga alguna posesicin de inferior calidad al primero.

Los interdictos duran un aíío: pasado ese tiempo ya no se

pueden ejercer.

La ac.ci611 plenaria de posesi611 se parece a la acci6n rcivindi-

catoria; pritriero, en que uno tiene derecho a poseer y otro esta en

post:sií>n. En la acci6n reiviiidicatoria el cliie tiene títtrlo de pro-

piedad tiene derecho a poseer: en la pleizoria de pr1sesi611 el que

ticnc mejor posesi611 tiene dereclio il poseer; (pero el otro riexic

niejor tiesecho de poseer.) Pongainos que el1 lii &iosesiAn violcnra

se iiie arroja y por r.e~wr dejo pasar iin afio; pero &spu<% mi acciijt~,

la plenaria de posesiiin, tni título de propiedad aixda cojeando, pero

es nitic110 1116s coja la ~,osesitjn de él desde el momento eri que es

violenva, y entonces inv»ct, mi posesi611 anterior y digo: no iliscu-

tiinos la propiedad, sino In poscsi6n.

Ida accibn reivindicatoria tiei~de a adquirir niia xraslacibn de la

posesiiiil, 7 13 acciiin plenaria ixamhien (en las rcstitucio~ies)

xrrfculo 90. del CPC.

En igualdad de título hay que tener en cuenra la anhg3ttcitxd

de este y al que posca por m;is tien~po. Esta es una regla gt>neriiP.

Puede suceder que anibas posesit;lnca est&-én tituladas y siirgienu9o

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la duda no procede la acción plenaria de posesihn porque la cosa

se pone en depúsito. Dehe entenderse por poses~ón dudosa, sea

quien sea el poaeedor, no cuando se duda sobre la validez del título

o cual es el título mejor, porque no se podría poner en duda si11

antes ser "oído y vencido en juicio", sino que sólo se pone en deph-

sito cuando no se sabe quien sea el poseedor actual. Este caso, que

viene del derecho romano, es raro; sin embargo, se presenta a veces.

Lou tftulos que están registrados son mejores que los que 110

10 est611, niinque 10 del Registro Público de la Propiedad, que no es

m8rr que una simple furnia, puede aparecer en contra de la realidad

de las cosas. Ejemplo: uno aparece registrado y otro tiene la posc-

siirn- Segundo: aparece una propiedad debidamente registrada, pero

otra es la pctseedorsi y los acreedores embargan al primero y los

Jcpositari«s q~rieren r,onxai. posesih del predio, icrvntra quién se

v d Tercer¡,?: aparece rtnapersona poseyendo en el Registro Público

d~ la Prc?piedad a cuyo favor esr8 inscrito su títtilo de propiedad;

se 8igne 1111 itiictis eont~a el poseedor que rio es el que está regis-

trado. Se sigue un juicio coiilra una persona y se le adjiidica a

otra. iQue se irace!

De IUS accianm hipotecarias

$e presentaba en la pr&ctica este pr<->bkn~a: se seguia un juicio hipo-

tecario de N y P, pero bate le vendía al seiíor R La propiedad; le

daba la pilsesi6n y R se quedka escdid<>. En el momel1to cn que

se ss~aba el pre&u irr remste, en el juicio hipotecario K pe&a amparo

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y decía: y« soy el poseedor del predio y como se violó el artículo

14 constitucional pido amparo, y se concedía, ya que no "había

sido oído ni vencido en juicio". Para acabar con este abuso, vino

el artículo 12: el que adquiere después de la cédula hipotecaria p

de la contestación de la demanda subrogaba la situación posesoria

que tuvo el demandado y no ha lugar a que se llame despojado,

sino que toma el juicio en las condiciones en que se encnentra y

es de justicia, porque está registrada la hipoteca y se registra la

cédula hipotecaria, luego no pue~ie engañarse o llamarse engaiiado

quien compra en esas condiciones.

La petición de herenciu

Es una accicin que generalmente no se sabe cntablar porque viene

enviielta en multitud de dificultades de orden práctico y técnico.

Supongamos que entra un heredero incapaz de posesión de la

herencia; el notario fue institiiido heredero cn el tescainento y

entra a disfrutar de la herencia. Está en poscsián de ella y el here-

dero intestado, el legftimo, no está conforme porque es heredero

incapaz (el notario no puede ser heredero, ni el médico que asiste

al enfernio en último término, ni el sacerdote). ifquí la institución

de heredero no puede tener efectos por incapacidad. N» se trara de

la nulidad del testamento, sino de la incapacidad del heredero

que se puede pedir se declare por la acciún de peticiitn de herencia.

Otro caso: el testamento adolece de vicios dc forma. Mi padre

instituy6 como herederos a tres sobrinos y se olvi& de mí; el tes-

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tamento adolece de este vicio: no se luzo constar por el notario

que se habían observado todas las formaliilades y que se habla

respetado la formatidad de "iina sola vez sin iilterrupci6iin. Ade-

más, supe que se le antojó a mi padre salir de la habitación, entre

la protocolización y la firma del testamento: fue interrunipido, no

se hizo en un solo acto, y por tant« el testamento es nulo. Se enta-

bla la acción de petición de herencia y opongo la niilidad del res-

tamento. En tanto se ataca la incapacidad, en tanto se ataca la

validez de1 testamento, en cuanto a que el que lo ataca tiene derc-

cllo a ser nombrado heredero, procede pura pedir la herenciu, atacan-

do al que esta instituido, por incapacidad, por nulidad o por

cualquier otro motivo. No se procede contra el que posee 1u cosa

hereditaria, sino contra el que la posee u titulo de heredero, por es«

decimos que ias acciones reales se dan contra el qrie da la cosa y

tiene la cosa en su poder, con excepción de las accioiles tlegatorias

y las de peticióti de herencia.

Al legatario no le compete la acción de petición de Iiercncia.

Al legatario de parte alícitota sí le conipete la acción de petici6n

de Iiercncia, pero 110 como legatario, sirlo como heredero, por-

que 1x0 es 10 primero, sino lo seguildo. El que estaba en posesióii

de In herencia, si era de buena fe, se llama heredero apure~ltc, y IIXLI-

chos de esos actos deben ser respetados por el heredero.

En el viejo código había cinco: el de adquirir la posesi6n heredi-

taria, el de recuperar, el de retener, el de obra riucva y el de obra

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pcligrtrsa. El nuevo c6digo reconoce cuatro interdictos: el de recupc-

rar, el de retener, el de obra nueva y el de obra peligrosa. Este

código suprimi6 el de adquirir, con bastante justicia porque la trans-

misión hereditaria a la francesa e s ipso jure y la romana era por

aditionum.

Efectos de hs interdictos. El art. 16 se refiere a esto. El iiuevo

código borra la teoría clasica que consagraba el Código de 1884 y

pus« la teoría alemana. El viejo Crídigo Civil de 84 en su art. 825

decí:i que con la simple tenencia se presumía el uniri~us. Entre los

alemanes habla la dificiilrad de proteger con los interdictos a1

poseedor precario; pero etit.rc nosotros no. La posesión dcrivada

es la simple tenencia aunque no sea a títiilo de dueño, ci>mo el

arrendatario, el depositario, etcbtera. El pretor decía que no pro-

cedía el intercticto cn f.avr>r del que obteiiia la poszst6npor la fiierza,

clandestirtaniente o a ruegos

EE interdicto de despojo. El artículo 17 es creación canchica,

no romana, porque dice: "al despojado debe restituirsele ante

todo ...." (Spolictus ante omrtiri rrstituendus). Con la acci6n de

recuperación, el juez viene a restituir la cosa para que triunfe la

justicia y 110 la violcncia, aunque se llame propietario. Esto se debió

a que la Suprema Corte de Justicia de la Nación resolvi6 un asunto

en una fvrina escandalosa por lo inexplicable.

Ob,ervaczdn importante. Las acctones del estado civil dan

origen a sentencias que perjudican aun a los que no litigaron. es

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decir, los resultados de la acción rasc cien de ti no s6lo a las par-

tes, sino también a los terceros. La cosa juzgada s6lo se establece

respecto a las partes que litigaron y conrelaci611 al objeto del litigi:>

la relación jurídica que se establece la causa de pedir, de modo

que hay un relativismo completo en la cosa juzgada. Presupone

identidad de personas para que exista identidad de cosa, identidad

de accifin y todavía, circunscribiendo más dentro del coiiccpto de

acción, identidad de causa de pedir. De modo que la cosa juzgada,

para que exisra, requiere éstas tres condiciones porque puede ser

un mismo actor y un mismo demandado y tratarse de juicios dife-

rentes, y entonces no hay cosa juzgada, o de personas distintas aun-

que sea igual la causa.

En materia tiel estado civil, no se requiere la identidad de tus prr-

sonas para que exista la coxa juqada. Si ya hay sentencia y se me

considera como legítinio hijo para todos mis hermanos, esta sen-

tencia puede perjudicar aun a los que no litigaron. Si se entabla

nulidad de matrimonio, hace surgir relaciones no sblo entre los

consortes, sino entre los terceros; desde Iirego, si se casan se en-

cuentra una comunidad entre niarido y mujer, de manera que si

el acreedor ve qite N ha comprado una casa y quiere embar-

garlo, tropieza con dificultad porque no es solo de H, sino de su

esposa. Es constitutivo del estado y por consiguiente rige a todo el

niundo.

Veamos el efecto tan curioso que rienen algunas sentencias

que abarcan a la generalidad de los hombres, no obstante que la sen-

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tencia es la ley del caso particular, pero en materia civil con cierta

trascendencia para el resto de los hombres (artículo 24 del Código

de Procedimientos Civiles vigente)

También el estado civil de las personas está protegido por

las acciones posesorias de retener y recuperar la posesión de las

personas.

En el artículo 26 se reconoce una de las fiieilres de la obliga-

ción que el Código Civil de 1928 reconoce: el enriquecimiento

sin causa. En la doctrina clasica, las fuentes de las obligaciones

eran: el contrato, el cuasi contrato, el delito, el cuasi delito y la

ley. L-os suizos no entran a la clasificacióti romana y clasificaron:

lo., el contrato; lo., ta declaración unilateral de voluntad, 3o., el

enricluecimiento ilegítimo o sea el enriquecimiento sin causa

legítima, 40., el hecho ilicito, y 50., la ley.

La gestión de negocios la colocaron en el enriqtiecimietito

sin causa, pero en realidad es el cuasi contrato.

En el articulo 26 esta colisagiada especialmente la acción m remversu que es una acción autórioma con carficter propio. El articu-

lo 27 habla de toda la historia de nuestros viejos códigos, es un

artículo humilde, pero tiene en la vida práctica una gran tras-

cendencia: en el viejo código el servicict jurisdiccional se cerraba

para aquellos que invocando un derecho subjetiva antes de un

acto solemne no pudian acompafiar el dcicumento en que constaba

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el contrato, El Código era muy formalista: u11 contrato de arren-

damiento por raís de cien pesos anuales debía constar en escrirura

privada; la venta de inmuebles por más de quinientos pesos, de-

bia constar en escritura pública. Si se queria entablar una acci61i

para proteger cualquiera de éstos casos, la ley ordenaba que se

exhibiera el docuinento y si 1x0, el juez rechazaba la demanda;

en caso de no hacerlo, era amenazado de penas severas; ejemplo:

X contrataba conmigo un arreildamiento y me decia, entra a la

casa y en la tarde me traes el contrati) a firnlar; yo, después dc estar

dentro no firmo el contrato y ocupo la casa por varios meses, y

como X ito tenia un contrato de arrendamicnro para podcr lan-

zarnle i? para exigir el pago de arrendamiento, ya que no se podía

eiitablar ninguna acci6n sin acompañar el título relativo, tnc queda-

ba viviendo iiidefinidamente porque X no tenía el contrato y se le

cerrnhan las puercas. No importaba que hubiera un precepto que

era salvador, LIII articulo de gran fondo inoral que decía: que los

contratos que se ciiinplían volu~itariamente se tenia11 por ratifica-

'10s aunque les hul~iera faltado la solemnidad, o lo que es lo mismo,

el cuml~limiento de un contrato nulo por falta de solemilidad,

cxringue la riulidad (arr. 1679 del Código Civil de 1884).

Este prithlema se resuelve ahora de dos mineras: al que liahieri-

do celebrado 1111 acto juridico le falta la fcxmalidad exigida por

la ley, rime dos o1)ciones: lo., la acci6n para que se cumpla con la

formalidad de la ley, cs el artículo 27; 20,, en materia de arren-

danxitn~o, el cump&neento voluntaricr que Vino a subsanar la falta

o el defecto de la forrna, o de la existencia del eoiitrato, se puede

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probar por medio de testigos como diligencia preparatoria para el

juicio de rescisicín o de desahucio.

H a y multitud de casos en que la ley concede la acción al re-

prcseritaiite y se ta niega al representado: en uria herencia, yuicn

tiene la rcpreseiitacii>n en nuestro dcreclio es el albacea y no los

lierederos; en u11a quiebra, quien tiene la represcntacihn es el siti-

dico y no los acreedores « cl yiiebrado cn particular; en uiia socie-

dad, el gerente o administrador. Una raz6n de orden pr:ícticu ha

impuesto esta regla: se comprende a primera vista las dificulta-

des iridisolubles que sc presentarían si habiendo siete herederos,

cada tino viniera a reclamar la prestacihn; si en una sociedad

anónima se presentara cada socio a exigir los derechos de la socie-

dad, no sería posible el comercio ni la vida j~irídica, y en uria quie-

bra, cada acreedor se pusiera a rcclatnar tos derechos que tenía el

cliiehrado. Por esto sc instituye la representacibn ... que ha sido

estiidiada hasra hov.

De todos int)d«s surge este problema: conferida por la ley la

reprcsentacitín de ulia cluiebra, de una asociación a una persona,

ésta puede ser inactiva. Aqitellos a quienes la ley les impide obrar

colectivamente, ino podrán hacer riada? Hay plazos qite distingue

el derecho, ya sea por prescripci6n o por caducidad: pongamos

que está por vencerse el c6rmino para reclanlar un crédito contra

la Federación y que fuera de ese término ya no cabe la reclama-

ción; el crédito es a favor de una persona que ya murió, o sea, en

favor de su herencia; el albacea no da ningunos pasos para pre-

sentar el crédito ¿los herederos no podrin hacer tiada?

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Otro caso: es demandada una sucesión; los herederos saben

que cstá pagada la detida; el albacea no contesta la demanda o la

contesta en forma vaga, imprecisa, sin presentar la excepci(5n peren-

toria que competía. ¿Los herederos no podrán hacer nada para

después seguir un juicio contra él? Hay un albacea demandado a

nombre de una sucesión por nulidad de ese testamento, el legatario

tiene elementos de primer orden para demostrar la observancia

de las formalidades, todas las ct~ndiciones de validez; el testaniento,

por ejemplo, es impugnado por locura del testador; el legatario

tiene todas las pruebas de que el tesrador no estaba loco; el albacea

es perezoso y deja que Inacción de nulidad se presente con todo el

aspecto del triunfo. ¿La ley, por conferirle la representaci6n al alba-

cea, va a aplastar los derecllos del legatario! Este problema se

encuentra medianamente resuelto por el artículo 28, y el artículo

32, en su frac. 111, que se refiere a este mismo problema. Este últinw

concepto es más ampiio, pero estos preceptos no se pueden expli-

car con base en doctriwa extranjera. Estos son problemas de la

práctica mexicana, por tanto, no se encuentran ni en la jurispru-

dencia francesa ni en la española, sino en la vida profesional mexi-

cana, creados desde la codificación hasta la fecha.

La accicín oblicuu: Art. 29. En el derecho antiguo sí existía la

acción oblicua, citando se trataba de actos a título gratuito: los

acreeches del donante, ciiando éstc no entablaba la acciítn de

revocación por superveniencia de hijos o ingratitud del donatario,

entonces los acreedores estaban facultados para entablar la acciOn

que su deudor era remiso en hacer.

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Entre las causas de la revocación del donante se encuentra la

ingratitud del donatario: injuria el donatario al donante o le ma-

nifiesta menosprecio cuando debía manifestarte gratitud y hasta

respeto, tiene derecho el donante a castigar al donatario mediante

la revocación de la donación. El donante no tiene hijos, o tiene iin

número contado; pero por virtud de un nuevo matrimonio, tie-

ne nuevos hijos, tiene entonces más necesidades, la ley viene en

su auxilio e interpreta la mente del hombre que reparte sus bienes

mientras no tiene a quién dejárselos.

Los acreedores, en el viejo derecho espafiol, tenían la acción

ohlicua para revocar la donacihn en esos dos casos. Los franceses

la extendieron aún m&: hasta el deudor remiso. El acreedor, para

conservar el patrimonio del deudor, ejerce la acción en auxilio

de éste.

La acci6n que el acreedor ejerce en representación forzosa del

deudor para hacer cfectivos los derechos que a éste competen con-

tra los que a su vez son deudores, en la acción oblicua: artículo

29. Ejemplo: G le debe a 13 mil pesos que le han sido reconocidos

en iin pagaré, o en un doctimento otorgado ante notario; está obser-

vando sus actos B y no demanda a ü porque considera quc no

tiene mis que sus sueldos; pero averigua que L debe a G seiscientos

pesos; sabe además que está por vencerse el crédito a cargo de L y

ve que pasan días y que G no hace ninguna instancia para que L lo

pague, y entonces B se presenta y te dice a G: cóbrale a L lo que

te debe para que me pagues. Y si G lo hace, B se presenta ante

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notario y con dos testigos, y ante éstos dice: si no entablas tu acciótt,

yo lo hago, y efectivamente asi sucede. B se presenta ante el juez

y dice, L me debe según compriiebo con este documento, y scgOn

esta interpelación, se rehúsa a demandar G a L quien le debe seis-

cientos pesos; vengo a deducir la acción que tiene G contra L para

que le pague y yo pueda recoger algo de lo que me debe.

La tendencia de esto es crear varios medios con un misino

fin: puede embargar el crédito si lo desea.

El tercero demandado o sea L, puede paralizar la accl6n pa-

gando a R e1 crédito: L me debe oclio mil pesos y yo debo niil a B enuna letra. Entabla la acción oblicua después de 1~ a b erme inter-

pelado para que yo demande a L, entonces él me sustituye, entabla

mi acción contra L y éste se libra del juicio entregándole los mil

pesos que es el único derecho que tiene B. Pero supongamos qiie

L, al sentirse demandado por B con La representaciótl forzosa

niia, le paga los rnil pesos y en realidad no me debe a mi, ¿qué

baria en mi contra entonces? Dentro de los principios de derecho

decimos: le compete a L una acción personal que se llama contra-

ria de mandato.

Las acciom der~vadas de derecho inherente a la persona del

deudor no pueden ejercerse por el acreedor con base en la acción

oblicua: los aiimei~tos, por ejemplo; ei ejercicio de la patrh potestad,

la acción de nulidad del mtrimc~nio, la acción de reconocimicnt»

de un hijo y hasta cierto punto, la acci6n de descr>nocimiento de

un hijo legítimo.

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La acumulación de acciones, es distinta de la acumulación de

autos. Por virtud de la acumulación de autos, lu materialidad de los

procesos se unen para resolverse en una misnia sentertciu. La acumu-

lacicín de autos que era de tanto uso en los códigos antiguos, en la

actualidad tiene cfectos en muy pocos casos. LL~ acumulacihn de

acciones es el ejercicio de dos o rnds ert unu ntismu demanda, y hay

cascis en que la ley demanda que se ejerciten simultáneamente y

«cr«s e11 que se prohíhe se ejerzan simultáneamente. Cua~ido la

ley nmndaa lo primero, entonces se dice que ta acun~u¡ación es necc-

sarta; cuando la acriinulación o la unibn de las acciones o ejercicio

sirnultztleo de dos o más acciones, se hacc ad lin~iturn, entonces la

acunitilación de acciones es voluntaria.

Existen tres clases de acumiilación de acciones: de acciones

necesarias, de acciones voluntarias y de accioiics prohibidas: (articu-

lo 3 1). El primer párrafo es e1 caso de la acumulación necesaria.

Las acciones tienen los sigt~ientes elementos: los sujetos, el

objeto y la causa de pedir.

Pero podn'amos hacer un análisis de las acciones analizando

las personas, las preretlsiones de cada una dc ellas y las razones

que invocan, y des& este punto de vista, el análisis arroja los si.gu~en-

tes elementos: el actor y el dernandiido. La demanda tiene unobjeto

icuál es el objeto de la acción? La sentencia para que se produzca

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una declaracibn, una condonacz6n, una coustitucibii. Pero adema$,

el objeto puede ser que la declaraczbrt sea de la exzstenczu de un

c ier~ho y que este cm1 un derecho real y subjecivo, que ia decluraczón

sea (le la nri existencza de una obiigacibn; esto es el objeto de la?

accitlnes y se llama objeto itxnediato.

Pero aíicnlis, las acciones tienen u11 objeto mediato que pro-

tege derecho sitl~jetivr>s. El ol?jetn mediato de la acci6n es el mismo

que cl c>Iq'r:tn in$~iedicne> rlirectr, del derecho subjetivo, así, se puede

peneguir un hectio, por medio de la accibn, una abstencibri, un

dar o una cosa mstcrial, Y entoriccs diremos 'pie al lado de 11)s

sr~jeirir de! pnlreso, etrino s<ln e1 actor y el reo, aparecen en lii

ncciJk1 tt%.tir rihjet<~ mc~liaro que pnedc consistir eti los mismos objetos

Jc trlela i~i~litqicifan, cci un riar, cir un trnccr o en ttn no liacer o e11 tiicl crss<n nttirrritrl, p Ia r~zf in que se ii~voca en la demalidsi o cn la t:ranresr:\ci611, es lui crraiut de esishencia del proceso; asi la caersir- pr!trndi es f r i (r;irrstl de 1,1 acci6n. l.J"na perscstia pide 1111 pago, iy por

virtud rie que? ?T~¶~>LJIsc 90 pre~tO, esta es la c.aura de pedirir; el pres-

taniul es Iia cnusn pdic porqtte inipc~ne la devolucibn de la cr>sa.

lin ttldu giG4rCes*l hiay tia actor, el reo, el jiiez, el objeto de la

nfcit5nt el objeto mediato y Iñ CXIISI). de pedir, )-lx toda acción debe eqgesa-se dt. rif6nde t*ict~c 6sm, dt! 10 C I > C I W ~ ~ C > , no se puede defender

cJE cuandta se k pido. cwri siri expresrtr que es jUrticu10 2)

bhdar&ia, dcbcin é%cib~at~ikrse !as acciones. Las acciones deben

scumte4arse eunnck:, se traza de ma mbme causa ric pedir p de una

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misma cosa. Pongamos distintas hipótesis: F es heredero de su padre

y me debe un carruaje porque yo se lo había prestado a su pa-

dre; pero a1 mismo tiempo su padre, olvidando que me debía el

carruaje, me dejó de legatario del mismo carruaje; el actor es

el mismo: yo, cuando pido en virtud del comdato que cuando pido

en virtud del legado; el demandado es el mismo: E; peor, la causa de

pedir es diferente en uno y otro caso. Cuando le pido la devoltición

del carruaje por comodato, el comodato es la causa de pedir; en el

segundo caso, Ic pido la entrega del carruaje por virtud del legado,

y esta es la causa de pedir: el actor es una misma pcrsona, una

misma el demandado, pero la causa de pcdir es difcrente. Estas

acciones, la de comodato y la dellegado, no neccsariamente deben

acumularse, sino que puede entablarse primero la de comodato, y

si se pierde, entablarse la del legado, porque 1x0 se establece la

cosa juzgada.

Pero si me presento a pedir la rescisión de un contrato de

compraventa cn contra de E, como por ejemplo: E me vendió esta

casa bajo la condicihn de que fuera una casa sin ruidos, pero

sucedió que hay riiidos por tcldos lados. Tengo la acción rcsolutoria

para pedirle la devoluciórt clcl dinero que yo le entregué, y cuando

le entregue la casa, que él me la reciba; csta acción tiene corno

causa de pedir el contrato de compraventa. Pongamos que en lugar

de pedirle yo la rescisión del contrato, demando una indemniza-

ción, dinero equivalente al precio de la casa o una cantidad menor

par ser la casa inservible; le pido danos y pexjtiicios. Es una misma

persnna la actora, una misma e l demandado e igual la cailsa

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de pedir o sea la compraventa en ambos casos. Si al pedir a E la

rescisión, el juez falla que no se probaron los ruidos y en consecuen-

cia i ~ « está. probado el motivo de la rescisión, no le puede pedir

después indemnizacióii de dafios y perjuicios por tos ruidos, porque

ya se estableci6 la cosa juzgada. Por eso es que cuan& 1my dos O

más acciones entre las mismas perscvtxas y por la misma cansa de

pedir, todas debeti iilstruirse simultáneamente, no separadamente,

porque se viola el priilcipio de ia verdad legal que se establece con

la cosa juzgada: es por esto que deben acumularse hasta dotlde se

pueden acumular, porqi~e si son contradictorias, no se podrá hacer-

lo, ya que caen dentro de la proiiibición de la acumulación.

Ya puedo pedir una misma cosa con dos acciones difcre~ltcs:

poiiganicis que E es depositario de un reloj mío; pero luego E descubre

que ese reloj es de su propiedad y dice: iiít voy a discutir contigo,

vanicis a transigir, me das diez pesos y termina el asunto: Aquí

tengo y o dos acciones, la de depósito y la de transacción por virtud

cie la cual yo soy el propietario y debe devolvérmelo. La acción de transacción y la acción de depósito son dos acciones que no hay

necesidad de que se aciimiilen, porque si se falla que la transacción

fue nula, me quedaria todavla la de depósito: nc; se establece la

cosa juzgada.

Si en cambio le pido el reloj por virtud de la compraventa Y

pido la rescisión, si se rcsuelve que hay rcacisión no se puede pedir

el cumplimiento de1 contrato, porque son contradictcxias l ~ s accio-

ties: o se pide e1 cumplimicntr) o se pide la reacisidn; ta cosa juzgada

sobre cuaiyuiera de esas acciones tiene vigencia sobre la otra.

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Cuando debiendo acumularse acciones no se acumulan se en-

tienden perdidas, igual que las que dejaran de entablarse simultá-

neainente, porque aiin cuando no se entienden perdidas se pierden

por virtud de la cosa juzgada. Si yo entablara la acción del legado

o la acción de indemnización y la acción del pago del precio, sien-

do en segundo térrnino el pago del precio, se me podía presentar

conio excepción perentoria la extinción de la segunda acción porque

debia de haberse acumulado desdc la segunda. No la acurnulé y

quedó extinguida ipso Jacto; no hay que esperar que venga la cosa

juzgada porque entonces ésta acaba con la seguilda acción y aquella

perece por virtud propia y tio por la cosa juzgada. No habiendo

identidad de causa de pcdir, no piiedc haber las c«ndiciones que

se exigen para la cosa juzgada.

Prohibicicín de que se ucurnulen ni la rnisnlu LEerrumda, las acciones

contrarias o contradictorias. No se puede pedir el cumpliniiento de

un contrato y la rescisi6n, porque son acciones contradictorias.

No se puede pedir en una misma acción el pago y la nulidad. porque

igualinerite son contradictorias. No se puede pedir la declaritción

de iisucapión ni se puede pedir al mismo tiempo la indemniza-

ción de dafios y perjiiicios contra el propietario a quien se demanda

el reconocitnie~lto de la propiedad, por la misnia razón de que son

cotitradictorias. Pero existia la práctica antigua de que las acciones

se podían eritablar, las contradictorias subsidiariamente; ejemplo:

le pido a E, el pago dei precio de la casa, sub~idkxi~~mcnte la nnlidad

del contrato. Una vieja práctica permitía las demaridas contradtc-

torias subsidiarias. Q~iedó abolida la prkctica por la necesidad de

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darle fijeza al procedimiento y de reparar el conocimiento del

negocio de la manera simple y correcta desde que se entabla la

demanda y la contestación, para que cuando llegue la sentencia

el juez ya tenga conocimiento de la cosa y no estudiarla tanto

porque se le exige ahora un fallo inmediato.

Las contrarias o las contradictorias, dan origen a éstas dos

reglas: lo., pueden deducirse sucesivamente; 20., no pueden deducirse

slbcrsivurr~ente cuando la sentencia que regulu a lu primera, establece

la cosa juzgada respecto de la segunda. Ejemplo: demando a E la

rescisión del contrato de compraventa porque existen niuchos rui-

dos; el juez falla que no hay tales ruidos, en conclusión, no se

pronuncia Ia rescisión del contrato. La accihn de nulidad es con-

tradictoria de ta acciún de rescisifn. Me presento a deducir la

acción c.oilttadictoria en contra de E y le digo al juez quc declare

la iiitlidad porque crbri: por error, el error lo hago constar en que

yo sabía que la casa era silenciosa y expreso el motivo por el cual

adquiri: el error en el motivo, cuando consta en el contrato y a las

dos partes, es motivo de nulidad del contrato. Pues bien, E me pre-

senta la esccpción de la cosa juzgada: la causa de pedir fue la misma;

las personas son idénticas; en ral virtud, me di=, te o p o n g ~ la

excepcióii de cosa juzgada, no se probó una vez, ni modo que se

pruebe ahora. Por la identidad de la causa de pedir, existen las

condiciones sine quan non para que se pueda pedir la cosa juzgada.

En cambio, es contraaIictorio que se puedan pedir sucesiva-

mente: le reciaino a E la nulidad de la compraventa o la rescisiitn

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de la compraventa, fundándome en que me ha estado perturbando

continuamente en la posesión un tercero, y aquél no ha cumpli-

iio con la ~b l i~ac ión de mantenerme en la posesión quieta y tranquila;

le pido la rescisión y los dafios y perjuicios; el juez determina que

es improcedente la acción. Pero luego se presenta un vicio que apa-

recía oc~ilto, y en virtud de ese vicin fe pido la indemnizacibn de

daílos y perjuicios, ya no la rescisiún, doy por subsiscence el contrato

y pido nada mjs la disminución del precio.

En el C6digo de 1884 se tenía un principio absoluto: cuando

hubiera identidad d e personas y de cosa, debían acuinularse

las acciones y sc tenían por perdidas las acciones si no se

simultáneamente.

La primera prol~ibición es cuando las acciones scm contradictorias.

La segunda prohibición es cuarido el ejercicio de una dependa

del resultado del ejercicio de otra. Ejemplo: mi padre otorgó dos

testamentos antes de morir. En un primer testürnento me iristitiiyí,

a nlí único y universal heredero, y legatario a D. En un segundo

testamentc que hizo, ya en las postrimerías de su vida, y pri-

vado de razón por la fiebre, sin el goce de sus facultades cabales,

institnyó como único y universal heredero a L. ¿Puede D, reclamar

o entablar la accihn de legado! Es imposible, porque la acciítn del

legado de D presupone que ya el testamento en que y<> fui instituido

heredero ftie reconocido cómo válido e invalidado el testamento

en que fue instituido heredero L. En consecuencia, la primera

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acción que procede es la nulidad del testamento, v en segundo

lugar la acción del legado a favor de D. Luego no se puede acumular

la acción de nulidad del testamento que yo voy a entablar contra L, con la acciOn del legado de D contra L (artfci~lo 3 1, CPC).

Otro ejemplo: no estoy en posesihn de mi casa, y 0, que la

estáposeyendo, establecici conE un contrato para otorgarle el dere-

cho de paso. No se puede acumular la acción reivindicatoria que

tengo contra O con la accibn que tengo contra E que se llama

confesaría de servidumbre, porque primero tengo que triunfar

para que después entable contra el poseedor la acción confesoria.

Se puede presentar el caso en que la misma persona pueda tener

las dos acciones.

Tampoco pueden acumularse las acciones petitorias con las

posesorias. Hay que entender por petitorias, las que reclaman la

declaración de propiedad o de posesión plenaria, y por posesorias

las que sól« reclaman la interina. Luego no se pueden acumular:

el interdictc de recuperar con la acci6n reivindicatoria; la acción

plenaria de posesi611 con la accibn sumarísima e interina de pose-

sión provisional; la accicin declarativa de propiedad, con la acción

de retener la posesi6n; la acción de dañ»s y perjuicios ordinaria,

cotl la acción n interdicto de obra nueva, obra vieja o peligrosa.

Toda acumulació~~ debe desecharse porque son de naturaleza di~ersa

y tienen fines abs«lutamente <>puestos.

Cuarto caso de prohibición de acumulación de acciones:

cuando las acciones, por su naturaleza o por su cuantía, pertenecen

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a ji~risdiccioixs diferentes. Ejenlplo: tengo en contra de E la acción

de dafios y perjuicios porque ha violad» un derecho de marca o de

patente y le reclamo el pago en dinero; me voy ante una juris-

dicción ordinaria, pero no le puedo pedir al mismo juez que declare

la subsistencia de mi marca a pesar del registro quc fraudulenta-

mente hizo E, porque no compete esto al juez de lo civil, sin« al

juez de Distrito, aunque sean las mismas personas provenientes

de uiia misma causa y tengan el mismo objeto, porque mientras la

acción de indemnización compete al juez del orden común, al juez

del orden federal Ic compete declarar sobre la existencia o inexis-

tencid de la irregularidad del registro en la Oficina de Patentes p

Marcas.

Otro ejemplo: tengo contra un funcionario público una acci6n

de indemnización de daños y perjuicios en lo personal; pero ade-

más, contra el Estado, porque éste responde de los actos indebidos

de sus funcionarios. El juez ordinario es incompetente para cono-

cer de la demanda que entablo contra el funcionario público en lo

personal; pero contra el Estado sí es competente el juez.

Tratándose de una misma accibn, de una misma causa y de

un mismo objeto, n« pueden acumularse cuando pertenezcan a

naturaleza y jurisdicciones diferentes como es el caso anterior

(Art. 31). En el primer párrafo habla de acumulación forzosa; des-

pués de la acumulacián voluntaria, y en el tercer párrafo habla de

las prohibiciones para la acumulaci6n. Pongamos que presté un

caballo con silla a L y no lo ha devuelto: el caballo se lo presté sin

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responsabilidad para él, no así la silla. Se puede demandar una

misma cosa por ambas, o se pueden entablar acciones diversas por

cl caballo y la silla. Por el caballo reclamé mil pesos, por la silla

veinte. Se escogen dos accioi~es, no se pueden acumular porque

de una tiene que conocer el juez de lo civil y por la otra uno de paz.

La acción de jactancia

Esta acción consiste en que una persona se jacta públicamente

de que es acreedora de otra. Ésta tiene el derecho de pedirle al juez

que cite al jactancioso y le d6 un plazo dentro del cual deduzca la

acción protectora del crédito que dice tener, y si deja pasar el plazo,

se tiene por extinguido el crédito.

Hay dos mancras de considerar la acción de jactancia: lo., corito

iiim acción declarativa; y 20., c«mo una acción de coiideria.

Cuando el juez la emplaza y le dice al jactancioso que demande

y no lo hace, ex1 las legislaciones moderrias europeas el juez declara

que no tiene ningún dereclm el jactancioso: es la acción declarativa.

Eii el viejo cddigo español, si no la deduce el jrtcz lo condena

a perpetuo silencio: es una acción de condena.

Lo científico es aceptar la acción de jactancia como acción

declarativa. Respecto de la nociím de jactancia, ver el artícuio 32. La perfeccih de la sancitk cot~tra el jactancioso estS en la decla-

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racibn, no en la condena, porque tiene sus distingos la accihn de

declaracióii y la acción de condena. La accihn de condena se extin-

gue coi1 la declaración y da origen a la ejecución, mientras que la

acci6n de jactancia da origen a la declaración.

El desistimiento

Se divide en tres clases: desistimieiito de la instancia, desistimieii-

t« de la acción y desistimieiito de alguno o algunos actos del

procedimiento.

El desistimiento de la demanda sólo importa en relación a la

instaxicia, pero rio de la acción. El desistimiento de la acción, extingue

ésta para siempre, y el desistimiento de 10s actos del pr«cedimi.ento

deja subsistente aquél o aquellos a los que no se refiere.

El desistimiento de la demanda prodiice la pérdida de la instan-

cia, sólo que para que pueda hacerse tal desistimiento se necesita

el conseririmiento del reo. Ejemplo: fui demandado por E por el

pago de diez mil pesos; después que produje mi c«ntestaci6ii, E reconsidera el texto dc la demanda. El demandado tiene el derecho

adquirido para que el juez declare que no debe nada, pues por

virtud de la coiltestacicíil de la demanda, surgen obligaciones y

derechos, surge la relacicin procesal, de modo que n« puede desis-

tirse de la demanda a menos que consieilra el reo eii desapoderarse

de sus derechos adquiridos.

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El desistim~ento de la accuh. Aquí no se necesita el cortsen-

timiento del demandado porque se acaba la acción; es como si

éste hubiera ganado, como si hubiera obtenido sentencia favorable;

pero el que se dcsistc también debe pagar daños y perjuicios por la

demanda, por los gastos, etcétera.

El desistimiento de u110 o más actos del procedimiento tam-

bién tmporta el pago de dafios aun cuando no se requiere el con-

sentimiento de la parte contraria: artículo 34.

Prescripción de la acción. Explicación del problema del artículo 33

"Las acciones duran lo que la obligación que representan, menos

en los casos en que la ley señala distintos plazos." La acción sirve

como sanción de l i ~ obli~ación y aun más, la protege, pero no la

representa sino que era la f 6 d a del código viejo y dc ahí éste

artículo. Se dice que es un artículo i~xiítil porque hay casos en que

la accidn dura más que el derecho que protege; esto no es exacto:

hay casos en quc las acciones duran más, y hay casos en que diira11

menas que el derecho; ejemplo: ta acción declarativa de propiedad

es inextinguible y sin embargo el derecho de propiedad se acaba

par la posesidn de otro; la acción ti« se ha acabado, lo que se

acaba es el derecho de propiedad.

O=« caso: las acciones confesorias o riegatorias duran cinco

afios. Por dos años de no uso, acaban las servidumbres. Allf estsn

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distintas las acciones de prescripción y distintas las explicaciones

de los derechos.

Por últinict, en el caso de1 jactaiiciosct: el jactancioso que

teniendo derecho no lo ejercite, la víctima de la jactancia tiene

una acción declarativa y una accicín de jactancia; la acciún decla-

rativa prescribe a los diez arios, la de jactancia a los tres meses.

La primera ampara un derecho que dura &ez afms 10 niismo que la

segunda, sólo que ésta se extingue a los tres meses.

SENTENCIAS DECLARATIVAS, SENTENCIAS CONSTITUTIVAS

Y SENTENCIA DE CONDENA

Acciones de ejecucUjn y acciones de preseruaciún. Estli última clasifi-

cación encaja dentro de las tres primeras. Parece ser que desde la

publicación del Código de Procedimietltos alemáir, por primera

vez apareció en el horizonte jurídic« una institución descono-

cida por los antiguos: la accicín declarativa. Pero yo tengo sospechas

de que así como la Orderianza Mercantil de Luis XIV se inspiró

en la Ordenaliza de Rurgos, siti confesarlo, los grandes juriscon-

siiltos alemanes se inspiraron en las doctrinas de Covarruhias, de

Rodrigo de Suárez y de Paz, para inventar la acción. declarativa, y

contrariamente a lo que sucede con los espafioles y los mexicancis,

en que los viejos autores son objeto de menosprecio, para los ale-

manes son de gran aprecio y de gran iinportancia. Asf, Ramos

de Manzano escribió en el siglo XVI una obra sobre la yosesiún

que fue una de las primeras fuentes de Savigny para escribir su

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documental obra de la posesión, aun cuando fuere hatida después

por Von Iheririg. Ahora Ramos de Manzano es desconocido para

tlC>SOtIOb.

Los antiguos italianos y los glosadores y posglosadorcs llegar011

al concepto de la acci6n declarativa de donde la tornaron Rodriga

de Sukrez, Cnvarrubias y sobre todo Paz. En febrero de este aho

(1933) se acaba de pblicar una monografía sobre la acción decla-

rativa de Pietro Castro, que aun cuando cita a Rodiigo Siiárez Y

Covnrrubias desgraciadamente omite al principal, o sea Paz.

Efectivamente, los espafioles se encontraron en materia de

acciones con los priiicipios romai~o-germanos consagrados por las

Leyes cEe Partida en las que se preveían varias hipótesis; una de

ellas es la que se refiere en ~iuestro arrículo 32. La primera es la

del jactancioso, ya estudiada; La segunda, cuando había un malin-

teiicionado que esperaba que una persoria fuera a emprender su

viaje para detenerlo por un juicio; entonces, se le obligaba a que

entablara sii demanda antes que emprendiera el viaje, y si después

del tieinpo no presentaba la demanda, el juez lo condenaba a espe-

rar la vuelta del viaje.

Nosotr<>s desde el año de 1880 hasta 1886; tuvimos vigentes

estas disposiciones, las restauró el licericiado don José Marfa

Lozano.

La tercexa hipótesis de iluestros viejos jurisconsultos prácticos

fue aquella en la que encontraroil un tercer caso: cuando se tuviera

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una excepción que opotierse, la cual podía extinguirse o no pro-

barse por la falta de elementos de prueba, o porque transcurriera

el tiempo y se borrarán los datos, entonces esa excepción podía

constituirse en una acción y ohtener una declaración judicial y

allí aparecía la acción declarariva.

Lu acción dcclurativa. Es la que persigue única y exclusivaincnte

la declaración sobre la existencia o no existencia de una relación

jurídica: tengo u»a relación jurídica con R, creo que me debe ocho

mil pesos, per» nada mits est,? en nuestra palabra, y lo demando

con el exclusivo objeto de que e1 juez declare la existencia de la

relacicín jurídica. No le cobro lo que nie debe, sólo trato de deman-

darlo para que el juez declare que existe la ob1ig;icióii de R respecto

de E. O bien, K cree q ~ i c yo le debo y no es cierto; le pido al

juez, dernündando a R, quc declare que no le debo i d a ; no trat«

de que se condene a E, sino sólo persigo únicamente la declaración

sobre la tio existencia de la relación jurídica.

Los prácticos españoles habían encontrado en esta especie un

remedio: convertir una excepcióri e11 una acción y formularon

iin principio general del derecho que envolvía en sí nlismo, con im-

yor precisión y con mayor claridad, la accihn declarativa que expre-

saba: llle cui coml>etit aliqucid jus, potest j>etere ut drcluretur sibi

comfjetrre (aquél a quien compete cualquier dereclio, puede pedir

que se declare que le compete ese derecl~o).

Este principio envuelve en s í la accihn declarariva; sin embar-

go, los alemanes lo precisaron con valentía e hicieron figurar clara-

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mente en sus preceptos de derecho positivo y les sirvió de base

para formar todo el derecho de la acción en el articulo 261 de la

Ordenanza Procesal de 1867.

Si la acción se da únicamente para ohtener la sola declaración

platúnica sin efectos claramente inmediatos, es que la acción se

desprende d d derecho subjetivo que tiene un objeto, al cual tiende

el sujeto activo de la relación, luego la acción es algo distinto al

repetido derecho subjetivo puesto que apenas se va a declarar.

El riacimiento de la acci6n declarativa sirve de pie para que la teoria

moderna de la acciún venga con posterioridad. N» fue pcrsihle

hacer triunfar la idea de que un artículo especial del Código de

Procedimientos dijera que toda persona tiene derecho de entablar

una acci6n s6lo para quc se declare la existencia de una relación

juridica; pero a lo últiino se transigió conque se dejara la frac-

ci6n 11 del artículo 1.

La primera aplicación práctica es precisamente aqtiellri que

encontraron los españoles que la inventaron, o sea Cuvarruhias

que la trató con inayor precisión, p Paz sohre tcido, que dio cl prin-

cipio general y quienha sido llamado el padre de todos los prácticos

espatioles porqtie eii unlihro que se llanta Pruxis se dedicó a am~lizar

los machotes escritos ante los nibumles. Así, por ejemplo, la acci6n

de jactancia presenta el escrito en la siguiente forma: "Sefior Juez,

Fuiano de Tal, ante vuestra merced invocando el auxilio de vuestra

jurisdicción, comparece y dice que T r ~ e n e ' a poner en vuestro cono- cimiento que P anda en vari«s lugares de este puebh diciéndose

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mi acreedor porque asegura que le debo diez mil maravedíes, y

como con esto me sigue fuertes perjuicios en mi nombre y en mi

fama, y como no le debo nada, pido se le emplace para qiie ante

vos, presente el libelo correspondiente, y si no lo comprueba, se le

condene a perpetuo ailcncio".

Después de Paz vinieron grandes prácticos que vertieron sns

doctrinas en sus libros escritos en espafiol, como Hevia Bolaños, don

José Febrero, que además de ser notario era a la vez Lin gran abo-

gado practico, y otros xnucilos.

En los mayorazgos, un padre de familia hacía donación a S U

segurido hijo de los bienes del mayorazgo; el primog6niti) tenfa

que cruzarse de brazos hasta esperar 1st muerte de su padre. Los jiiriscoi~sultos espritioles se preguntaban, ¿el primog6iiito antes de

la muertc! de su ptadre, iio terifa la accibri del dereclio f~~rur<t? Mu- chos dijcrcin qne no se da la accicíil de un derccho ft~turo; pero

otros, entre elliis liodrig» SuBrez, dijeron que tiene derecho a que

se dcclare su derecho futuro, para que a la muerte de su pridre no

haya co~nplicacioties. Aquel que ttkne un derecho, tiene tambgrr ei

derecho de pedir que se declurr que le canpetc: he ahí el principio

general de la acciítn declarativa.

Con esto se pe&a tambiEn la accidn de prescripcion: le debo

a P tres nlil pesos q ~ t e me entre& en prestanlo mercantil g la deuda

prescribid en tres años, pero han pasado seis aAi>.s y anda diciendt3

que Ic: debo; en vez de deducir La accí611 de j.acran&a, pido al juez que declare ane ya prescribi6 la obligación.

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Pongamos que se trata de la propiedad inmueble para los fines

del Registro: estoy poseyendo una casa que pertenecía a P y van

más de diez ahos que la poseo con justo título y con buena fe; pido

al juez que declare que ya se realizó la prescripciíln y que mande

inscribir la declaración correspondiente en el Registro Público.

Aquí hay una parte de ejeciición, el mandar inscribir, pero lo que

se persigue fundamentalmente en esta acción es la declaraciíln de

que ya se realizó la usucapión; tengo la excepción de prescrip-

ción dondequiera que me demande P, pero la convierto en una

acción de declaración, es decir, que se declare que ya prescribió

Este es el concepto de acción declarativa.

Causa. Por causa no sólo se debe entender el acto o hecho

que ha originado la relación jurídica, sino la causa petendi (el porqué

se pide). Primero se pide porque existe, y segundo, porque ya venció

el plazo.

La íacci6n constitutiua. Al Iad« de la acción declarativa, existe la

uccihn constitutiva que es miiy combatida porque mientras unos

le consideran existencia otros se la niegan.

En los estudios del derecho civil se encuentra que por virtud

cle las relaciones que nacen del derecho objetivo, nacen las ]urídicas

qiie unen a una persona con otra: del matrimonio, por ejemplo, se

genera la paternidad del marido, surgen relacioties pecuniarias

entre el marido y la esposa, además de las relacto~les jurídicas de

finalidad, de mutuo respeto, de convivencia; pues bien, esas obli-

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gaciones nacieron por virtud del acto jurídico del matrimonio. Pero

cuando uno de los chnyuges falta al cumplinliento de sus obliga-

ciones, el otro puede pedir su separaci6n. Pero esto sólo es por

voluntad de una de las partes quien se dirige al juez solicitándolo;

no está obligado por nadie ni por nada a pedir la separacihn, es un

acto de su espontánea voluntad. La sentencia del juez viene a deter-

minar el divorcio, y enttlnces el estado civil de las personas cambia

de casados en solteros, con nuevos derecl~os y nuevas obligaciones:

el derecho de vidverse a casar; el hombre, inmediatamente, la

mujer, tiene que esperar trescientos días aun cuando se case con

el mismo marido. Sin embargo, en un caso el cháigo fiic casuístico,

y en otro se le olvid6. La sentencia de divorcio viene a constituir

un nuevo estado civil de los chnyuges.

De aquí la clasificaciiín de acciones constitutivas que estable-

cen derechos y riiievas situaciones jiirídicas que antes no existían.

Si en general las sentencias definitivas vienen a confirmar y a

establecer relaciones j~irídicas preexistentes, en las sentencias consti-

tutivas el juez establece nuevas situaciones jurídicas que antes no

existían, y la accihn que tiende a crear nuevos estados jurídicos es

la accihn constitutiva.

Grandes jurisconsultos como Mortara niegan esta acción, y

otros famosos como Carnelutti y Chiovenda la defienden siguiexido

a los alemanes.

Nosotros nc) tenernos antecedentes parrios ni doctrinaríos ni

jurídicos sobre la acción constitutiva, porque no fue deslindada esta

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acción de las demás; pero sí existe. La causa de la discusión entre la existencia o no de la acción constitutiva tiene que ver con la

naturaleza del derecho subjetivo y objetivo, y tiene que ver con el efecto de la sentencia. Efecrivamente, la objeción fundamental

que se le hace a la existencia de la acción constitutiva es que el juez no tiene potestad para crear nuevos estados de derecho, porque

eso s61o le compete al legislador y no a la autoridad judicial quien

nada más debe resolver sobre los derechos ya existentes y no crear nada para el futuro.

Hablando de jurisdicci6n diremos que las dos acciones, consti-

tutiva y declarativa, están relacionadas. La jurisdicción es una

función del Estada que tiende a un solo y exclusivo fin: resolver el prohlema o problemas jurídicos.

Hay muchas funciones del Estado que tienden a establecer la

paz social aconlodando la actividad de un individuo con ia de los

demss, por ejemplo: en una epidemia, conserva el bienestar social separando los enfermos contagiosos; pero tiene también como

fuente primordial resolver el derecho, y esto se realiza de dos rnü- neras: o poniéndolo directa e inmcdiatameritc en la aplicación, o

resolviendo el problema jurídico primero, para ctespurs practicarlt);

luego una función en el Estado es resolver los problemas jurídicos

de los ciudadanos, y la facultad de resolver el problema jurídico de los ciudadanos es la jurisdicción.

E! juez al resolver el problema jurídico lo hace no stíla por 10 que al pasado atañe, sino por k) que toca al porvenir. En general

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todas las sentencias tienden a establecer una nueva situación jurí-

dica, sin embargo, hay veces en que tienen tan estrecha conexión

que no se advierte más que una coritinuidad: en el matrimonio

disuelto, por ejemplo, de la situación jurídica anterior se ha creado

una nueva; en cambio, si le debo a R y ejerzo la acción declarativa

y después viene cl juicio para que le pague, existe la misma relacibn.

Luego existen acciones como existen sentencias constitutivas, que

son las que tienen por objeto crear nuevas relaciories jurídicas

para el futuro.

Acciones de condenu. Existen además las acciones de condena

que tienden a hacer efectivo un derecho por medio de la vfa de

apremio: le debo iin mil pesos a R y me demanda; el juez prirnero

confirma la existencia de la obligación y después me obliga a que

le pague, y si no lo hago, rne e~nbarga.

Las acciones se dirigen al cumplimiento de la obligación cuya

sanción es la misma acción. Estas acciones no son puras, hay decla-

rativas con mezcla de condena; hay constitutivas con declaracióii

y con conderia; son casos raros cuaildo se presenta exclusivamente

cada uno de estos tipos de acci«nes: (fracción 11 del art. lo.). Las

accioxies ejecutivas son también acciones de condena y hay accio-

nes declarativas con predomitiante tendencia a la ejecución.